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Poder Judicial de la Nación

2010 - Año del Bicentenario

CN° 44.144 “Aloy, Ramón Leonardo s/


procesamiento”
Juzgado N° 11 – Secretaría N° 21

Reg. N°: 897

//////////////nos aires, 14 de septiembre de 2010.

Y VISTOS Y CONSIDERANDOS:
Los Dres. Eduardo Freiler y Eduardo Farah dijeron:
I. Llegan las presentes actuaciones a conocimiento de este
Tribunal en virtud del recurso de apelación interpuesto por el Defensor Oficial,
Dr. Juan Martín Hermida, contra la resolución de fojas 1/4 de este incidente, que
dictó el titular del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N°
USO OFICIAL

11, Secretaría N° 21, y por medio de la cual procesó a Ramón Leonardo Aloy en
orden al hecho por el que fue indagado, que fue encuadrado bajo el artículo 196
del CPN y trabó embargo sobre sus bienes por la suma de cinco mil pesos
($5000).
II. La defensa fundó su agravio en que la conducta que se le
atribuye a su asistido no encuadra en el tipo legal previsto por el artículo 196 del
CPN, pues está ausente el resultado que requiere la figura en cuestión.
Manifestó que el juez, al realizar el juicio de subsunción
criticado, conjugó el tipo del artículo 196 del CPN con el resultado requerido por
el artículo 194 del CP, cuando no es posible relacionar ambos tipos legales. Ello
es así pues, mientras el artículo 194 del CP no requiere una situación de peligro
común, esta circunstancia sí es constitutiva de la figura culposa por la cual fue
procesado. Concluyó que, toda vez que no se habría producido el resultado
exigido por esta última figura legal, corresponde dictar el sobreseimiento de
Aloy por atipicidad.
Respecto del monto del embargo trabado sobre los bienes de
su asistido, la defensa planteó en forma subsidiaria su nulidad, por falta de
fundamentación.
A fojas 21 del presente incidente el Ministerio Público Fiscal,
propició el rechazo de esta articulación.
III. La causa se originó el día 23 de mayo de 2009, a las
22:55 hs., en la estación de Liniers, cuando se detuvo la marcha de la formación
del ferrocarril N° 4017 de la empresa “Trenes de Buenos Aires”, con destino a
Moreno, chapa número 8, interno 4008, tras haber atropellado a Ramón
Leonardo Aloy. En efecto, cuando el nombrado se disponía a cruzar las vías sin
advertir el paso del tren, fue embestido y despedido por la formación, sufriendo
lesiones leves y provocando a su vez la suspensión del servicio.
IV. El a quo dictó el procesamiento del imputado en base a la
subsunción de la conducta investigada en el tipo legal previsto por el artículo 196
del CP, pues el hacer imprudente de Aloy, esto es, caminar por un zona
prohibida, habría provocado la detención del tren y la interrupción del medio de
transporte.
V. Consideramos que ha de hacerse lugar a la pretensión de la
defensa pues la base de la punición en esta clase de delitos no finca
exclusivamente en el disvalor de la acción, sino que debe atenderse también al
resultado, cuya función dentro de la estructura típica culposa no es otra que
definir y caracterizar, con la mayor precisión posible, la materia prohibida
(Zaffaroni, Alagia y Slokar, “Derecho Penal - Parte General”, 2° ed., EDIAR,
Bs. As., 2002, p. 554 y sgtes.).
Para entrar en el análisis pretendido debemos recordar que el
artículo 196 del CP expresa que: “...Será reprimido con prisión de seis meses a
tres años el que por imprudencia o negligencia o por impericia en su arte o
profesión o por inobservancia de los reglamentos u ordenanzas, causare un
descarrilamiento, naufragio u otro accidente previsto en este capítulo...”
La problemática presentada por la defensa se dirige a negar la
producción del resultado requerido por la figura imprudente que se le atribuye a
su asistido.
Al respecto, Zaffaroni, Alagia y Slokar, sostienen que: “...El
resultado constituye una limitación dentro de la tipicidad culposa...” “...Desde
el punto de vista de la conflictividad social, no pueden equiparse las situaciones
de quien viola el deber de cuidado sin producir ningún resultado y de quien lo
hace como producción de múltiples muertes...” Asimismo, “...Con la afirmación
de la causalidad y de la violación del deber de cuidado, no se está aún en
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condiciones de afirmar la tipicidad culposa de la acción, porque restaría


averiguar si el resultado está determinado por la violación normativa, o sea, si
media una conexión o nexo determinación entre la antinormatividad y el
resultado...” (op. citada, pág. 554/5).
Entonces, del párrafo anterior podemos apreciar que para
completar el aspecto objetivo del tipo culposo se requiere la producción del
resultado así como su conexión normativa con la infracción del deber objetivo de
cuidado.
En el caso, coincidimos con la defensa en cuanto a que no se
ha producido el resultado requerido por el tipo. Pues de la causa no surge que la
conducta investigada haya ocasionado un descarrilamiento o un accidente de los
previstos en el capítulo correspondiente a la figura penal analizada.
Esto es así por cuanto, de las declaraciones testimoniales (de
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Ubaldo Alfredo Britos, Suboficial de la Policía Federal Argentina; de Carlos


Abel Fernández, guarda de Trenes eléctricos en la empresa TBA SA. y de José
Coppola, conductor del tren) y de las demás probanzas agregadas a la causa, no
se desprende la concurrencia de un descarrilamiento o accidente en los términos
típicos. Por ejemplo, en la declaración del conductor del tren, se aprecian las
circunstancias fácticas del hecho investigado: “...en el puente de la Avenida
General Paz de improviso detrás de una columna sale una persona del sexo
masculino caminando e ingresa a la zona de vías donde circulaba la formación
que conducía el declarante. Que realizo insistentes toques de bocina a fin de
alertar su proximidad, siendo que dicha persona hizo caso omiso de las
advertencias continuando parada en la misma posición...””...aplicó
inmediatamente los frenos de emergencia de la formación no pudiendo detener
la misma para evitar el accidente, deteniéndose metros adelante, que
inmediatamente realizó comunicación con la Oficina de Control de Trenes,
solicitando los servicios de emergencia...”
Por otra parte, Carlos Fernández expresó que: “...traspasado
el puente de la Avenida General Paz escucha bocina y luego observa las luces
de salón, por lo que se dirigió a cabina del conductor Señor Coppola, quien le
comenta lo ocurrido, siendo éste quien descendió de la formación a fin de
constatar el hecho. Que al descender observa que a la altura del segundo vagón
de la formación y a un costado de la misma se encontraba este masculino
conciente sentado en una piedra. Que al momento de consultarle lo ocurrido el
sujeto le refiere que había tomado unas cervezas y fue a orinar a un costado y
no observó que venía el tren. Momentos después se hicieron presentes personal
policial y de seguridad de la empresa los que se hicieron cargo del
procedimiento...”. De lo expuesto se desprende que el imputado no había
cruzado las vías del tren, sino que había sido despedido por la formación que,
según sostuvieron los testigos, venía frenando. Fue así como Aloy sufrió lesiones
leves y fue inmediatamente asistido por el SAME.
En otras palabras, la suspensión del servicio se debió a la
necesidad de asistir a Aloy y dar intervención a la policía, mas no al hecho de
que su conducta hubiese provocado un descarrilamiento o accidente en los
términos típicos, es decir, con compromiso de la seguridad común.
En este sentido, Soler entiende respecto de la figura en
cuestión: “...que el hecho culposo, para ser punible requiere no ya un daño
cualquiera, sino la efectiva producción de un verdadero accidente con las
características de gran magnitud propias de los estragos...” (Soler, Sebastián,
“Derecho Penal Argentino, Parte Especial”, Tomo IV, Editorial, Tea).
Asimismo, la doctrina agrega que: “...la norma del artículo
196 se encuentra dirigida a sancionar aquellos comportamientos culposos que
afecten o puedan afectar la seguridad de las personas o bienes indeterminados,
pero lo que debe resaltarse es que los escogidos por la prohibición son los que
mayor afectación ocasionen o puedan ocasionar al bien jurídico, tales como los
descriptos en los tipos de los artículo 190, párrafo 2° y 191 inciso 2°...”
(Baigún, D. y Zaffaroni, E., “Código Penal y normas complementarias, Análisis
doctrinal y jurisprudencia”, Tomo VIII, Editorial Hammurabi, 2009, pág. 761/2).
Lo expuesto se refuerza si se tiene en cuenta la grabación de
video que fue aportada por la empresa “Trenes de Buenos Aires”, de la cual se
desprende que la formación recién emprendía su viaje en dirección hacia
Moreno, por lo cual su velocidad todavía no era alta; y que el imputado
caminaba en dirección a la vías por donde circulaba el ferrocarril, y que no llegó
a pasar las vías. Sin embargo, fue embestido de costado y despedido contra otras
vías.
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Cabe agregar que, en un caso semejante, la Cámara de


Casación Penal dijo que, “...La figura culposa del artículo 196 del Código Penal
está relacionada con el peligro concreto de que se produzca un
descarrilamiento, naufragio, u otro accidente previsto en el capitulo 2° del título
7° del libro 2° del Código Penal, el tipo doloso del artículo 194 del Código
Penal atañe a una situación de peligro abstracto, de donde se deduce en
principio que ambas figuras no pueden relacionarse. Asimismo, para que se
configure el accidente culposo del artículo 196 del Código de fondo, es menester
el acaecimiento de un accidente, de la magnitud necesaria para crear peligro
común...” (CNCP, Sala I “Sak de Bulacio, Juana s/ recurso de casación”, Reg.
1058).
En el caso citado en el párrafo anterior la Cámara Nacional de
Casación Penal, trató la cuestión relativa al alcance del término accidente, tal
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como se lo emplea en la figura culposa que nos ocupa. Luego de establecer,


mediante diversas citas doctrinarias, que la expresión alude a un evento con las
características de gran magnitud propias de un estrago, se concluyó que “(…) el
choque entre el automóvil conducido por la encausada con la formación
ferroviaria, a raíz del cual uno de los vagones sufrió roturas y estuvo demorado,
según la sentencia, quince minutos, resulta atípico pues no se adecua al delito
previsto en el artículo 196 del código de fondo (…)”
En sentido similar se expidió recientemente esta Sala (CN°
43.023 “Romero, Natalia s/ interrupción de las comunicaciones”, Reg N° 380,
Rta 27/4/10) en donde se sostuvo que la conducta que se investigaba era atípica
debido a que el único resultado que había ocasionado era la interrupción de la
marcha del tren durante aproximadamente diez minutos, y que ello no podía
considerarse accidente en los términos del artículo 196 del CP.
En consecuencia, consideramos que conforme a lo enunciado
en los considerandos, debe descartarse la configuración del delito del artículo
196 del CP y dictarse el sobreseimiento del imputado en orden a su conducta, por
no encuadrar en ninguna figura legal (art. 336, inc. 3° CPPN).
VI. En cuanto a la objeción dirigida contra el monto de
embargo, de acuerdo a lo expresado en los párrafos anteriores, deviene abstracta.
El Dr. Jorge Luis Ballestero dijo:
Si bien coincido con mis colegas preopinantes en cuanto a la
solución que corresponde dar al caso traído a nuestro conocimiento, he arribado
a ella a través de una línea argumentativa diferente.
La detención de una formación ferroviaria, a consecuencia de
haber atropellado a quien se disponía a cruzar las vías del tren por un lugar no
habilitado constituye un hecho que, entiendo, no puede ser catalogado dentro de
las previsiones del art. 196 del Código Penal. Pero es esa una imposibilidad que,
a diferencia de los votos que me anteceden, no entiendo que surja de la entidad
del resultado producido sino del riesgo que dicha actividad conlleva.
En primer término, y tal como he referido en anteriores
pronunciamientos, pese a que la acción imprudente que el art. 196 C.P. establece
sólo adquiera adecuación típica cuando con ella se ha producido un
descarrilamiento o cualquier otro accidente en la marcha de un tren, considero
que el eje central del delito no debe hallarse en el alcance de ese evento –que es
condición objetiva para su aplicación-, sino en el riesgo que la conducta ha
importado para la seguridad de todos. Justamente, he aquí el bien que procura ser
tutelado por la figura en cuestión.
En este sentido, si la base punitiva de la norma radica en la
generación de un peligro capaz de alcanzar bienes indeterminados, su adecuación
en el presente caso debe de establecerse en la entidad del riesgo generado por
quien pretendió cruzar las vías férreas fuera del lugar permitido para ello y no en
la lesión que pueda irrogar la detención de un tren por escasos minutos.
Así, aunque bajo una dogmática causalista se consideró que
sólo una lesión de magnitud importaba el peligro contenido por la ley, no es tal
parámetro el que debiera aplicarse en un esquema que, ya superador de aquél, se
satisface hoy con la atribución imputativa de un daño a una acción generadora de
un riesgo que, capaz de producirlo, no es permitido (cfr. mi voto en causa Nº
43.023, “Romero Natalia s/interrupción de las comunicaciones”, Reg. Nº 380, y
sus citas).
Ahora bien, y pese a que Ramón Aloy infringió una norma de
cuidado al intentar cruzar las vías del tren por un sitio no habilitado a tal fin,
antes de que dicha conducta pueda entenderse en los términos del art. 196 del
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Código Penal, debe considerarse también si la prohibición de esa actividad halla


fundamento en el peligro que ésta crea respecto del resultado que la norma busca
evitar. Y ello en tanto, como se ha sostenido, “la determinación de la
‘imputación objetiva’, (…) no [puede] depender (sólo) de un determinado
porcentaje de riesgo, por encima del riesgo [permitido], sino a la clase de
actividad riesgosa” (SANCINETTI, Marcelo, Teoría del delito y disvalor de
acción, Ed. Hammurabi, Buenos Aires, 1991, p. 206)
Es cierto que la circulación a pie por una zona prohibida
para el tránsito de peatones supone siempre la exteriorización de un
comportamiento riesgoso. No obstante, también lo es el hecho de que esa
situación de peligro no atiende a las consecuencias que deba afrontar la
formación ferroviaria, sino a la que el mismo infractor se ve sometido.
Debe tenerse presente que reglas tales como las que requieren
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usar el cinturón de seguridad dentro de un vehículo, las que conminan a no sacar


los brazos por su ventanilla cuando aquél se halla en movimiento, las que
solicitan mantenernos a determinada distancia de su zona de detención, incluso
las que imponen el atravesar una vía férrea por la senda peatonal habilitada, no
se encuentran allí porque dichas acciones generalmente originen un peligro
común. Por el contrario, ellas pretenden evitar que desviemos de forma nociva
para nosotros mismos aquellos comportamientos que se encuentran amparados
por el riesgo. En suma, no se trata sino de la imposición de deberes de
autoprotección que aunque en muchos casos respaldados en sanciones, son
siempre ajenos a un ámbito que como el penal, sólo procura resguardar
relaciones sociales.
Por ello, y en virtud de que la naturaleza de la acción
examinada sólo supuso un riesgo para la propia vida del imputado, entiendo que
aquí debe descartarse la configuración del delito tipificado en art. 196 C.P. y
sobreseer a Ramón Aloy por no encuadrar su conducta en figura penal alguna
(art. 336, inc. 3ro CPPN).
Por lo expuesto, el Tribunal RESUELVE:
REVOCAR la resolución de fs. 1/4 de este incidente y en
consecuencia, DICTAR el SOBRESEIMIENTO de Ramón Leonardo Aloy, de
las demás condiciones personales obrantes en autos, en orden al hecho por el que
fue indagado, atendiendo a que no encuadra en ninguna figura legal, dejándose
constancia de que la formación del presente sumario no afecta el buen nombre y
honor del que hubiese gozado el imputado (artículo 336, inc 3 del CPPN).
Regístrese, hágase saber al Ministerio Público Fiscal y
devuélvase a la anterior instancia a fin de que se practiquen las notificaciones
correspondientes.
Sirva la presente de muy atenta nota de envío.

Jorge L Ballestero - Eduardo Freiler - Eduardo Farah


Ante Mí: Sebastián Casanello
Secretario de Cámara

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