Vous êtes sur la page 1sur 15

Colección “Textos Básicos”

Literatura

José Amícola y José Luis de Diego (dir.)

Conceptos críticos de la teoría


literaria del siglo XX
Índice

PRÓLOGO
1. LITERATURA por Cristian Vaccarini
2. CLASICISMOS por Claudia Fernández
3. REALISMOS por Fabio Espósito
4. VANGUARDIAS por Enrique Foffani
5. FORMALISMO RUSO/ ESTRUCTURALISMO CHECO
por Miriam Chiani
6. MARXISMO por José Luis de Diego
7. CAMPO LITERARIO por Sergio Pastormerlo
8. IMAGEN DE ESCRITOR por Julia Romero
9. CANON por Malena Botto
10. RECEPCIÓN por Adrián Ferrero
11. REVISTAS LITERARIAS por Roxana Patiño
12. CULTURAS POPULARES por Valeria Sager
13. GÉNEROS DISCURSIVOS por Graciela Goldchluk
14. SEMIÓTICA por María Teresa Dalmasso y Pampa Arán
15. LITERATURA Y CINE por José Miguel Onaindia y Fernando Madedo
16. LITERATURA Y PSICOANÁLISIS por Isabel Suppé
17. POSVANGUARDIAS por Susana Rosano
18. POSTESTRUCTURALISMO por Isabel Alicia Quintana
19. NEOBARROCO por Sonia Bertón
20. ANDROGINIA por Mariano García
21. GÉNERO (GENDER) por Mónica Cohendoz
22. CAMP por José Amícola
GLOSARIO a cargo de María José Punte
LOS AUTORES
21
Género (Gender)
por Mónica Cohendoz

“¿No habrá un maricón en alguna esquina desafiando el


futuro de su hombre nuevo?”
Pedro Lemebel, Loco afán. Crónicas del Sidario (1996)

Las diversas identidades que encontramos en la sociedad * post-industrial, a fines del siglo
XX, junto con el proceso de expansión de la sociedad civil, es el escenario histórico de la
problemática de gender. Según Stuart Hall, la pluralización de la vida social produce una
expansión de las posiciones y las identidades disponibles para toda la gente (1990: 95). Los
nuevos movimientos sociales incluyeron las demandas surgidas de estos actores emergentes
y replantearon el problema de la subjetividad a la luz de la multiplicación de los puntos de
poder y sus líneas de intersección con el pensamiento *posmoderno (Michel Foucault,
Jacques Derrida, Jean-François Lyotard). El feminismo y los movimientos sociales
alrededor de las políticas sexuales tuvieron un efecto desestabilizador de las tradiciones
establecidas en torno a la identidad, al poner énfasis en el carácter relacional y no esencial
de la subjetividad (à Posvanguardias; à Postestructuralismo).
La segunda ola del feminismo alcanzó a ser un movimiento social en los países
centrales en la década del 60; según Nancy Fraser (1997), incluyó en su desarrollo diversas
tendencias políticas y teóricas que pretendieron superar la concepción universalista de la
primera etapa del feminismo. Frente a sus antecesoras conocidas como “las feministas de la
igualdad”, las feministas de la diferencia concebirán el género como social, no determinado
por la anatomía, por lo tanto rechazan el determinismo biológico del "sexo" o la "diferencia
sexual" utilizados habitualmente para justificar la discriminación.
La perspectiva de género presenta un nuevo impulso en el feminismo inglés de los
ochenta, que ha hecho suya la palabra gender, según Joan Scott (1986), para evitar el
término “mujer” y para no caer en una mirada esencialista. El concepto es empleado para
trazar las coordenadas de un nuevo campo de estudios (las mujeres, los niños, las familias y
las ideologías implícitas) que lleva a la conceptualización del género como una categoría
producida social, histórica y culturalmente. A diferencia de “mujer” y “varón”, “feminidad”
(o “femineidad”) y “masculinidad” no son un estado vital. El género es la
institucionalización social de las diferencias de sexo. Señala condiciones sociales, pero
simultánea y fundamentalmente, constituye un sistema conceptual, un principio
organizador, un código de conductas por el cual se espera que las personas configuren sus
subjetividades y se comporten femenina o masculinamente. El género no es una categoría
descriptiva sino una normativa que determina la percepción social de los sujetos, por lo
tanto feminidad y masculinidad son construcciones que una sociedad erige para perpetuar
su estructura y funcionamiento. Sin embargo, el género puede entenderse también como
una categoría analítica para comprender los sentidos materiales e históricos que las culturas
otorgan a las diferencias de sexo y a las desigualdades en las relaciones de poder y,
fundamentalmente, para abordar las subjetividades a fines del siglo XX en las sociedades
posmodernas.
Desde la perspectiva del feminismo de la diferencia, «género» y «sexo» no son dos
dimensiones excluyentes entre sí, ni productos de la determinación unívoca de la cultura y
la naturaleza respectivamente, ni de la total libertad de elección del sujeto (Judith Butler
1990; Angela McRobbie 1991). Para Butler el sujeto no es “ni una base ni un producto”
sino la posibilidad permanente de resignificación que es desviada y detenida mediante otros
mecanismos de poder, pero que es la propia posibilidad del poder de ser reformulado. Ni la
condición sexual de una persona es sólo el conjunto de rasgos genitales ni el género es
exclusivamente la condición (masculina o femenina) determinada por la sociedad o
moldeada por la cultura. Tanto el sexo como el género pertenecen al orden de las
“diferencias críticas” (Silvia Delfino 1999) producidas por la cultura, la ideología y la
normatividad discursiva a través de sus operaciones de construcción de jerarquías que
organizan el poder.
El poder se pone en evidencia a través de la norma heterosexual que rige las
relaciones sociales. Según Monique Wittig, “los discursos que particularmente nos oprimen
a todas nosotras y a todos nosotros, lesbianas, mujeres y homosexuales, son aquellos que
dan por sentado que lo que funda una sociedad, cualquier sociedad, es la heterosexualidad”
(1978). Estos discursos no sólo oprimen a las lesbianas, oprimen a todas las mujeres y a
algunos hombres. Se presentan como una verdad supuestamente apolítica o fuera de lo
social, es decir, como una verdad fuera de los patrones de discusión y, por tanto,
incuestionable en tanto estabilizan las diferencias y ponen en escena el interrogante clave
del feminismo de las diferencias: ¿Por qué la diferencia sexual implica desigualdad social?
Tanto el cuerpo como el discurso son conceptualizados desde los estudios de género
para abordar el valor crítico de las operaciones de transgresión de la norma heterosexual.
Así, los estudios de género vienen ahora a cuestionar los fundamentos mismos de las
ciencias sociales para revisar no sólo la noción de sujeto en las teorías científicas, sino
también del sujeto productor de esas mismas teorías. La crítica a la noción de sujeto se
transforma en un modo de interrogar acerca de los supuestos que fundamentan esta
categoría:

[...] ¿no está también claro que un proceso de sujeción está presupuesto en el proceso subjetivador
que produce ante ti un sujeto que habla en el debate feminista?, ¿Qué habla cuando “yo” hablo
contigo? ¿Cuáles son las historias institucionales de sujeción y subjetivación que me “posicionan” en
este lugar ahora? ¿Si existe algo llamado “la posición de Butler”, es ésta algo que yo produzco,
publico y defiendo, que me pertenece como un tipo de propiedad académica? ¿O existe una
gramática del sujeto que simplemente estimula a posicionarme a mí como propietaria de esas teorías?
(Judith Butler 1991: 13)

Género y discurso
El enfoque de género propone la revisión de conceptos de las ciencias sociales que están
impregnados de valoraciones sexistas y han consolidado *unidades del discurso para
problematizar de modo radical la *racionalidad moderna. El enfoque crítico de Michel
Foucault sobre las condiciones de producción discursivas que han constituido órdenes de
disciplinamiento de las subjetividades en la Modernidad ofrece un marco teórico para
revisar los discursos y sus efectos en la constitución de subjetividades. Foucault
consideraba que nuestra sociedad "habla prolijamente de su propio silencio, se obstina en
detallar lo que no dice, denuncia los poderes que ejerce y promete liberarse de las leyes que
la hacen funcionar" (Foucault 1984: 14). Así, Foucault denuncia la hipótesis de un presunto
silencio, para afirmar que el sexo fue, en verdad, "introducido en el discurso” de modo
pleno: hemos vivido sumergidos en múltiples discursos sobre la sexualidad, pronunciados
por la Iglesia, por la psiquiatría, por la sexología, por el derecho. Foucault se empeña, por
ello, en estudiar estos discursos y sus efectos, analizando no sólo cómo, a través de ellos, se
produjeron y multiplicaron las clasificaciones sobre las "especies" o "tipos" de sexualidad,
sino también cómo se ampliaron los modos de controlarla. Tal proceso hizo posible, según
él, la formación de un "discurso reverso", esto es, un discurso producido a partir del lugar
que había sido señalado como el lugar de la perversidad, como el lugar de desvío y de la
patología: la homosexualidad.
La construcción discursiva de las sexualidades, expuesta por Foucault, va a ser
fundamental para la teoría queer (à Camp). Los queer studies constituyen un marco de
trabajo (framework) multidisciplinario integrado a modo de provincia en los Estudios
Culturales (àCulturas populares). El término queer, que significa "raro" o "extraño", fue
resignificado por grupos activistas radicales como “ACT UP”, “Queer Nation” y “Las
Vengadoras Lesbianas”. Teóricas y teóricos de esta perspectiva argumentan que las
identidades son siempre múltiples y compuestas por un infinito número de instancias:
orientación sexual, raza, clase, género, edad, nacionalidad, etc. Frente a los movimientos
que promueven la integración y el reconocimiento de los derechos civiles de gays y
lesbianas, los representantes del ataque queer sostienen una postura más radical: por
ejemplo, Beatriz Preciado quien en su Manifiesto contrasexual (2002) proclama la
liquidación de toda la serie de binomios tradicionales que han servido como fundamento de
la filosofía moderna y de la reflexión feminista, así como de ciertas teorías gays: las
oposiciones homosexualidad/ heterosexualidad, hombre/ mujer, masculino/ femenino,
naturaleza/ tecnología.
La operación de deconstrucción (à Postestructuralismo), propuesta por Jacques
Derrida (1967 a; 1967 b), aparecerá como el procedimiento metodológico más productivo
para dar cuenta de esta multiplicidad y diversidad. Conforme con Derrida, la lógica
occidental opera, tradicionalmente, a través de binarismos: éste es un pensamiento que elige
y fija como fundantes o centrales una idea, una entidad o un sujeto, determinando, a partir
de ese lugar, la posición del "otro", o su opuesto subordinado. El binarismo refuerza las
operaciones de dominación, exclusión y asimetría socio-simbólica imperantes,
obstaculizando todo concepto de justicia para con los que Derrida caracteriza como "los no
presentes". El suplemento que queda fuera del binarismo es la multiplicidad abolida por la
lógica dual; el propósito de Derrida no es abolir las diferencias sino inscribirlas en términos
no oposicionales. El concepto de diferencia es clave porque niega la posibilidad de reducir
las múltiples experiencias a una unidad marcada por la oposición sexual masculino/
femenino.
El discurso determinado por la convención pronominal él/ ella es puesto en crisis,
por ejemplo, por César Aira en Cómo me hice monja (1993) en donde narra su
autobiografía ficcional (à Androginia). El “yo” que cuenta la historia es tanto masculino
como femenino, de esta manera el *pacto autobiográfico es parodiado: la identidad sexual
que “transmite” el nombre, los pronombres él/ ella, no producen la identificación necesaria
entre el autor y el personaje que narra.

El cuerpo
La investigadora Judith Butler resulta una figura insoslayable para los nuevos estudios
sobre género. Butler es autora de nuevas concepciones respecto al sexo, la sexualidad y el
género, al mismo tiempo que reafirma el carácter discursivo de la sexualidad. En sus
estudios se afirma que las sociedades construyen normas que regulan y materializan el sexo
de los sujetos, y que son constantemente repetidas y reiteradas para encarnarse en el
cuerpo; sin embargo, Butler puede también sostener que: "los cuerpos no se ajustan, nunca
completamente, a las normas por las cuales es impuesta su materialización" (Judith Butler
1993: 154). Es por eso que esas normas necesitan ser constantemente citadas, reconocidas
en su autoridad, para que puedan ejercer sus efectos. Las normas regulatorias del sexo
tienen, por lo tanto, un carácter reiterativo; esto es, tienen un poder continuado y repetido
para producir aquello que nombran y reiteran constantemente: las normas de los géneros en
la óptica heterosexual. Butler toma prestado de la lingüística el concepto de
*performatividad, para afirmar que el lenguaje que se refiere a los cuerpos o al sexo no
hace sólo una constatación o una descripción de esos cuerpos, sino que, en el instante
mismo de la nominación “hace” aquello que nombra, esto es, al decir, produce los cuerpos
y los sujetos.
Este es un proceso constreñido y limitado desde su inicio, ya que el sujeto no decide
sobre el sexo que irá o no a asumir; en verdad, las normas reglamentarias de una sociedad
abren posibilidades que *interpelan al sujeto. Aunque esas normas reiteren siempre, de
forma compulsiva, la heterosexualidad, paradójicamente también dan espacio para la
producción de los cuerpos que no se ajustan a ellas. Estos serán constituidos como sujetos
"abyectos" –aquellos que escapan a la norma. Pero, precisamente por eso, estos sujetos son
socialmente indispensables, ya que constituyen el límite o la frontera, esto es, suministran
"el exterior" para los cuerpos que "materializan la norma", los cuerpos que efectivamente
importan (Judith Butler 1993). Butler dirige, así, su crítica y su argumentación contra la
oposición binaria heterosexual-homosexual. Afirma que la oposición preside no sólo los
discursos homofóbicos (à Camp), sino que continúa presente también en los discursos
favorables a la homosexualidad. Sea para defender la integración de los/las homosexuales o
para reivindicar una especie o una comunidad separada; sea para considerar la sexualidad
como originalmente natural o para considerarla como socialmente construida, estos
discursos no escapan de la referencia a la heterosexualidad como norma. Frente a una
actividad reproductiva, meramente biológica, el lenguaje interpela al sujeto excluido desde
el extrañamiento que provoca la palabra del otro.
Esta operación de subversión la encontramos en la poesía de Néstor Perlongher
cuando usa el mito de Eva Perón en “El cadáver de la Nación”. En el poema, el cuerpo de
Evita se satura de sentidos ajenos a los que portaba en la historia de la Nación mediante la
barroquización (à Neobarroco) .El cadáver ya no es cuerpo real muerto, sino una
fervorosa fantasía zombi: “zombi escarlata, nylon Revlon, flecos / kanekalon, uñas que la
manicura, con un esmero / de película talla, tajea un corredor / de alambres.” (en Alambres
1987). De esta manera el cuerpo de Eva se desvincula de los orígenes históricos, sexuales,
materiales para mostrarse deseante (no sujeto a ninguna norma).
Estas ideas cuestionan al sujeto de la escritura desde dos aspectos: tanto por su
existencia a priori como por su adscripción a un universal. Dice Judith Butler que "negarse
a presuponer la noción de sujeto desde el principio, no es lo mismo que negar o abandonar
esta noción totalmente; por el contrario, es preguntar por el proceso de construcción"
(1990: 11). En este sentido, no implica la postulación de la "muerte del sujeto", sino
sustraerlo/ a de las determinaciones unívocas y *falocéntricas por un lado y, por otro,
resignificarlo/ a en términos de un lenguaje no excluyente para poner en evidencia la
permanente disputa que significa su uso. Así se ponen en juego las posibilidades de
intervención política desde la poesía a partir de la ruptura de la ilusión de un sujeto
autónomo, individuo que expresa su subjetividad en el lenguaje (idealismo que choca
contra la materialidad social de la lengua). En tanto el sujeto está constituido a través de un
proceso de diferenciación, "los actos de diferenciación lo distinguen de un exterior
constitutivo, un dominio de alteridad degradada, asociada convencionalmente a lo
femenino, pero no exclusivamente" (Judith Butler 1990: 13). Por lo tanto la capacidad de
actuar es siempre una prerrogativa política.
Judith Butler se pregunta “¿Cómo figura un cuerpo en su superficie la invisibilidad
misma de su profundidad escondida?” (1990: 164). No hay autoconstrucción, sino una
dependencia de un sistema previo, una especie de máquina discursiva que produce sujetos.
El sujeto emerge dentro de una matriz determinante en la que se establecen a priori y
naturalizados los géneros. El sujeto es producido por efecto de una identificación en el
mapa de la binariedad heterosexual, especie de rejilla a través de la que se naturalizan los
cuerpos para responder al modelo sexual establecido. Esta norma heterosexual constituye
un sistema de exclusiones, cuyo efecto es distinguir lo legítimo de lo abyecto. Puesta en
discusión la norma, promueve una conciencia reflexiva sobre el lenguaje cuyo uso se
transforma en un espacio de disputa política: ya sea por el género, ya sea por la etnia o por
el sector social de pertenencia. Asumir esta diferencia como materialidad de la propia
práctica de la escritura es un problema de género. Por lo tanto los estudios de género abren
un debate sobre la práctica de la literatura en tanto cuestionan la relación entre subjetividad
y escritura.

El cuerpo de la escritura
En 1976 Hélène Cixous publicó el ensayo Le rire de la Méduse, donde postula que las
mujeres escriben desde una visión de mundo diferente a la *falogocéntrica; la Medusa ríe
porque se desliza por debajo de las palabras. La petrificación de la escritura es aparente.
Aquí se propone una poética del texto donde la sexualidad femenina parta del tratamiento
del deseo y del cuerpo desde la perspectiva de la mujer y hacia la mujer. Cixous establece,
entonces, que para deconstruir la oposición binaria de lo masculino y femenino es necesario
considerarla como una relación heterogénea que no encapsule ambos términos en una
diferencia exclusiva. Como están planteadas las cosas, la oposición cae en el juego
patriarcal del opresor y el oprimido; por ello, es necesario encontrar una nueva
significación para cada uno de los términos a partir de ellos mismos. No se trata ya de
asumir la diferencia sino de generar diferencias productoras de múltiples voces, registros y
experiencias. Por lo tanto, la postulación de una écriture féminine se erigiría como una
praxis de ruptura y transformación. He ahí su rasgo subversivo.
Las operaciones de desterritorialización del lenguaje heterosexual suponen una
resistencia a las normas del lenguaje a través de la desidentificación y de identificaciones
estratégicas. Deleuze y Guattari (1968) proponen el *nomadismo para borrar los límites de
la subjetividad anclada en las normas sociales; idea ampliada posteriormente por Rosi
Braidotti (1994). Esta última considera que el nomadismo es un estilo de pensamiento, una
visión inestable de la subjetividad feminista de la mujer, un estilo de pensamiento
figurativo, ocasionalmente autobiográfico. La figura del nómada es una figuración más,
"situada, posmoderna, y culturalmente diferenciada del sujeto". "Lo que define al nómada”,
escribe Braidotti, “es la subversión de las convenciones establecidas" (1994: 31). La
identidad nómada está "hecha de transiciones, de desplazamientos sucesivos, de cambios
coordinados, sin una unidad esencial y contra ella". Es una "cohesión engendrada por las
repeticiones, los movimientos cíclicos, los desplazamientos rítmicos" (1994: 57).
Para Gloria Anzaldúa, poeta chicana, la frontera es el borde, la zona de contacto, de
hibridación, en la que se sitúa la diferencia, la alteridad de quienes no se identifican con los
roles prefigurados por la ley social. Ya no se trata de ser homosexual sino de inscribirse en
una nueva gramática, transterritorial y translinguística : “To survive in the Borderlands you
must live sin/ fronteras be a crossroads” (1999: 234). En la práctica de la escritura lo
femenino deja de ser un dato anecdótico para intervenir como una diferencia intrínseca e
indispensable; lo femenino no se deja limitar al cuerpo servil sino que constituye un
principio de pluralidad. Una cuestión que rebasa el tema de lo "característico" para
instalarse como condición de posibilidad, es decir, un problema vinculado a las políticas
que intervienen en la sociedad.
La perspectiva de género propone analizar cuestiones específicas acerca de la lucha
por el poder donde emerge, superado el corsé de la identidad, "una poderosa e infiel
*heteroglosia. Significa al mismo tiempo construir y destruir máquinas, identidades,
categorías, relaciones, historias del espacio." (Donna Haraway 1990: 211). La lucha contra
la represión del lenguaje implica tanto un gesto poético como político, porque pone en obra
un impulso transformador que postula la ruptura con ambos órdenes. La poiesis revela la
heterogeneidad y exhibe la base reprimida de lo simbólico: “la heterogeneidad de los
impulsos funciona culturalmente como una estrategia subversiva de desplazamiento que
desbanca la hegemonía de la ley paterna al liberar la multiplicidad reprimida” (Judith
Butler 1991: 119). Con ello se demanda una acción política radical que liberaría al
movimiento de mujeres de la búsqueda de similitud y unidad entre ellas o de afirmación de
la propia singularidad, para celebrar la diversidad, tanto entre las mujeres como en la propia
subjetividad de cada una.
El heterosexismo que coagula el lenguaje y vincula lo femenino a la reproducción
genital y *falocéntrica es el límite para las subjetividades nómades. El sujeto “homosexual”
se concreta mediante un proceso en el que es sometido a la violencia del orden simbólico,
por la que el cuerpo es percibido como extraño al entrar en la zona de la significación; este
sujeto es interpelado por lo abyecto del sistema simbólico heterosexual, resignifica el orden
discursivo y con ello hace proliferar las identidades más allá de los modelos binarios
heterosexuales; las implicaciones de esta proliferación afectan los distintos discursos que se
entrecruzan en la enunciación poética a través de la retórica del “yo”.

***
Eroica (1988) de Diana Bellessi se propone romper el silencio y restablecer el habla
femenina como subjetividad en revuelta. Esta autora imprime a su voz un aire de cosa
“viva” en la que “el ataque al centro que levanta la travesía del deseo... y en este pasaje, la
extranjera al binarismo heterosexual, se vuelve, en su mirarse narcisista en las aguas de otra
mujer, identidad, espacio conquistado para otras” (Anahí Mallol 2003: 124). Su poética
plantea la intervención pública, el uso de la voz para disputar en la escena social. La radical
recuperación de la sexualidad de las mujeres que el feminismo lesbiano conlleva es
profundamente política y crucial para el entendimiento de la poesía como un lenguaje de
lucha política que Bellessi propone a través de la búsqueda de connotaciones y
denotaciones diferentes, porque el lenguaje que la cultura le ofrece no la contiene. Se siente
fuera de la ley del discurso canonizado y se ubica en una genealogía poética cuyos
miembros son: Muriel Rukeyser, Ursula Le Guin, Anne Sexton, y entre sus filiaciones
latinoamericanas, Gabriela Mistral y Alejandra Pizarnik.
Bellessi realiza, en 1984, un ciclo de lecturas de poesía en el teatro San Martín de la
ciudad de Buenos Aires, acontecimiento que marca el tránsito a la democracia en tanto
“muestra” la palabra poética silenciada durante la dictadura militar. Así no sorprende que
Nicolás Rosa y Arturo Carrera señalen el carácter espectacular y monstruoso de la poesía
de fines del siglo XX, dado que se constituye en el marco de puestas en escenas que obligan
a ver y a escuchar lo que anteriormente estaba reprimido. Por otro lado, Daniel
Freidemberg afirma que en esa época se daba “algo así como una ideología
(paradójicamente asentada a menudo en el combate contra la intromisión de lo ideológico
en lo literario)” (2006: 161). Se trata, en fin, de una ideología estética que no rechaza el
gesto político, sino que lo establece en términos de transformación del habla hegemónica.
Por ello, la poesía de Bellessi pretende ser un punto de inflexión en el proceso de
constitución de las identidades nómades, pues recorre desde las luchas por transgredir los
roles masculino/ femenino a las declaraciones radicales que formula en Lo propio y lo
ajeno al interrogarse “¿Qué sucede cuando la autora lesbiana se desoculta y funda allí su
paradigma en la intersección de otras causas sociales?” (Diana Bellessi 1996: 39). Los
márgenes que la problemática de gender abre no sólo posicionan la subjetividad literaria,
sino que la tornan política al buscar derribar las fronteras del lenguaje social cuando éste
pretende someter la enunciación a la ley heterosexual.

Bibliografía citada:

Aira, César
(1993) Cómo me hice monja, Rosario, Beatriz Viterbo Editora.

Anzaldúa, Gloria
(1999) Borderlands: the new mestiza, La frontera, San Francisco, Spiters-Aunt Lute Books.

Bellessi, Diana
(1988) Eroica, Buenos Aires, Libros de Tierra Firme/ Ediciones Último Reino. (1996) Lo
propio y lo ajeno, Buenos Aires, Feminaria Editora.

Braidotti, Rosi
(1994) Feminismo, diferencia sexual y subjetividad nómade, Buenos Aires, Gedisa, 2004.
(Ed. a cargo de Amalia Fischer Pfeiffer; trad. cast. de Gabriela Ventureira, excepto el cap. 8
traducido por María Luisa Femenías).

Butler, Judith
(1990) El género en disputa, México, Paidós /PUEG-UNAM, 2001. (Trad. cast. de M.
Monsour y L. Manríquez).
(1991) “Fundamentos contingentes: el feminismo y la cuestión del posmodernismo",
Buenos Aires, Centro de Documentación sobre la Mujer, marzo 2001. (Trad. cast. de Piera
Oria de versión original: “Contingent Foundations: Feminism and the Question of
«Postmodernism»”, en Praxis International, 11, 2 July, 1991, pp. 150-165).
(1993) Cuerpos que importan. Sobre los limites materiales y discursivos del “sexo”,
Buenos Aires, Paidós, 2002. (Trad. cast. de A. Bixio).

Cixous, Hélène
(1976) La risa de Medusa: Ensayos sobre la escritura, Barcelona, Anthropos, 1995. (Trad.
cast. A. M. Moix.).

Deleuze, Gilles
(1968) Diferencia y repetición, Buenos Aires, Amorrortu, 2002. ( Trad. cast. de M. S.Delpy
y H. Beccacece).

Deleuze, Gilles y Guattari, Félix


(1980) Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia, Valencia, Pretextos, 1988. (Trad. de cast.
de J. Vázquez Pérez y U. Larraceleta).

Delfino, Silvia
(1999) “Género y regulaciones culturales: el valor crítico de las diferencias” en Fabricio
Forastelli y Ximena Triquell (comps.), Las marcas del género. Configuraciones de la
diferencia en la cultura. Córdoba, CEA, Universidad Nacional de Córdoba.

Derrida, Jacques
(1967a) De la gramatología, Buenos Aires, Siglo XXI, 1971. (Trad. cast. O. de Barco y C.
Cerretti)
(1967b) La escritura y la diferencia, Barcelona, Anthropos, 1989. (Trad. cast. de P.
Peñalver).

Foucault, Michel
(1984) Historia de la sexualidad. 3 – La inquietud de sí. México, Siglo XXI Editores, 1987.
(Trad. cast. de T. Segovia).

Fraser, Nancy
(1997) Justice Interruptus: Critical Reflections on the "Postsocialist" Condition, N. York,
Routledge.

Freidemberg, Daniel
(2006) “Escuchar decir nada (una vieja respuesta nunca enviada y después notas, antes de
las notas y algo más)”, en Tres décadas de poesía argentina 1976-2006, Buenos Aires,
Libros del Rojas, pp.146- 184.

Hall, Stuart
(1990) “The Meaning of the New Times” en idem: New Times. The Changing Face of the
Politics in the 1990s. (Martin Jacques, ed.), Londres, Verso.

Haraway, Donna
(1990) “Manifiesto for Cyborgs: Science, Technology and Socialist Feminism in the
1980´s”, en L. Nicholson (ed.): Feminism/Posmodernism, Nueva York y Londres
Routledge Press, pp. 190-234.
Lemebel, Pedro
(1996) Loco afán. Crónica del Sidario, Santiago de Chile, LOM Ediciones, 1997.

Mallol, Anahí
(2003) El poema y su doble, Buenos Aires, Simurg.

Preciado, Beatriz
(2002) Manifiesto contra-sexual (Prácticas subversivas de identidad sexual), Barcelona,
Editorial Opera Prima.

Mc Robbie, Angela
(1991) Postmodernism and Popular Culture, Londres y Nueva York, Routledge.
(2000) Feminism and Youth Culture, Hong Kong, Macmillan Press.

Perlongher, Néstor
(1987) “El cadáver de la Nación”, en Alambres, Buenos Aires, Último Reino.

Scott, Joan
(1986) “El género: una categoría útil para el análisis histórico”, en James Amelang y Mary
Nash (eds.): Historia y género las mujeres en la Europa moderna y contemporánea,
Edicions Alfons el Magnanim, Institució Valencina d’ Estudis i Investigació, 1990. (Trad.
cast. de Eugenio y Marta Portela).

Wittig, Monique
(1978) “La mente hétero“, discurso leído por Wittig en el marco del Congreso Internacional
sobre el Lenguaje Moderno, N. York. en
http://www.zapatosrojos.com.ar/pdg/Ensayo/Ensayo%20-%20Monique%20Wittig.htm.
(Trad. cast. de A. Sardá).

Para seguir leyendo:

Balderston, Daniel y Donna J. Guy (comps.)


(1997) Sexo y sexualidades en América latina, Buenos Aires, Paidós, 1998. (Trad. cast. de
Gloria Elena Bernal y Gabriela Ventureira).

Beauvoir, Simone de
(1949) El segundo sexo, 2 vols., Buenos Aires, Ediciones Siglo Veinte, 1987. (Trad. cast.
de Silvina Bullrich).

Chodorow, Nancy
(1978) The Reproduction of Mothering, Berkeley, University of California Press.

Di Liscia, María Herminia y al.


(2000) Mujeres, Maternidad y Peronismo, Santa Rosa, Fondo Editorial Pampeano.
Giorgi, Gabriel
(2004) Sueños de exterminio. Homosexualidad y representación en la literatura argentina
contemporánea, Buenos Aires, Beatriz Viterbo Editora.

Femenías, María Luisa


(2000) Sobre sujeto y género; lecturas feministas desde Beauvoir a Butler, Buenos Aires,
Catálogos.
(2003) Judith Butler: introducción a su lectura, Buenos Aires, Catálogos.

Fernández, Josefina
(2004) Cuerpos desobedientes. Travestismo e identidad de género, Buenos Aires: Edhasa.

Irigaray, Luce
(1997) Ser dos, Buenos Aires, Paidós, 1997. (Trad. cast. de Patricia Willson).

Kristeva, Julia
(1988) Poderes de la perversión, México, Siglo XXI, 2004. (Trad. cast. de N. Rosa y V.
Ackerman).

Lamas, Marta (comp.)


(1997) El género: la construcción cultural de la diferencia sexual, PUEG, México.

Modarelli, Alejandro y Rapizardi, Flavio


(2000) Baños, fiestas y exilios. Los gays porteños durante la dictadura, Buenos Aires,
Sudamericana.

Richard, Nelly
(1991) “Latinoamérica y posmodernidad”, en Revista de Crítica Cultural, Nº 3, Santiago de
Chile, pp.40-48.
(1993) Masculino/Femenino Prácticas de la diferencia y cultura democrática, Santiago de
Chile, Francisco Zegers Editor.
(1994) La insubordinación de los signos, Santiago de Chile, Cuarto Propio.
(2002) “La problemática del feminismo en los años de la transición en Chile” en D. Mato,
Estudios Latinoamericanos sobre cultura y transformaciones sociales en tiempos de
globalización 2, Buenos Aires, FLACSO.

Vous aimerez peut-être aussi