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El tercer capítulo de Los detectives salvajes, titulado “Los desiertos de Sonora”, vuelve a
retomar la estructura de diario de vida que organizaba la primera parte. Narra los hechos
acaecidos desde el 1 de Enero al 15 de Febrero de 1976, que refieren la búsqueda de
Cesárea Tinajero por parte del grupo conformado por Lima, Belano, García Madero y Lupe,
el encuentro y la muerte del objeto de la búsqueda.
Los poetas “malditos” de Bolaño viven y sienten de manera inapelable la fugacidad y el sin
sentido de la vida. P. 3
Bolaño mantiene una apasionada relación con la literatura. Sin embargo, el chileno
cuestiona irónicamente el sistema de la literatura. Revela el lado oscuro de la máquina:
revela los premios y los castigos del mundo de la literatura. P. 4
Son los detectives salvajes de la literatura y buscan el rastro difuso de Cesárea Tinajero,
mítica poeta de la vanguardia mejicana. P. 4
A lo que más se parecen las criaturas de Bolaño es a los detectives de la novela negra
norteamericana, a esos fracasados sociales a los que sólo les queda la búsqueda y el impulso moral.
Los personajes de Bolaño son, efectivamente, «detectives salvajes» o «perros románticos», como
rezan los títulos de dos de sus obras, o como dice uno de sus poemas: «sabuesos de nuestra propia
memoria». P. 3
BARNIZ –
¿De dónde viene la nueva literatura latinoamericana? La respuesta es sencillísima. Viene del miedo.
Viene del horrible (y en cierta forma comprensible) miedo a trabajar en una oficina o vendiendo
baratijas […]. Viene del deseo de respetabilidad, que sólo encubre al miedo. P. 4
Con cada narrador de la segunda parte no solo se introduce una nueva perspectiva,
sino que tambien se cambia el lugar de la enunciacion. Este se indica al principio, asi
como el nombre del personaje que habla y la fecha exacta de la ‘declaracion’. Asi, los
fragmentos recuerdan las tomas de una camara cinematografica, y las rupturas entre
los fragmentos, los cortes cinematográficos. De esta manera, el conjunto de los 96
fragmentos adquiere el aspecto de un documental. P. 4
El vocabulario, la sintaxis y, sobre todo, la cantidad de digresiones subrayan el
caracter oral de los fragmentos. La oralidad del texto tiene como efecto que muchas
presuposiciones no se expliquen y que varias historias queden sin terminar. P. 4
Juan Villoro resume: “En esta anti-novela de iniciacion, las rutas son rigurosamente
descendentes [...]” (2002: 77). El viaje concreto se trasforma inexorablemente en un
viaje sin rumbo.49 Este se refleja en la estructura anecdotica de la novela, con su
multitud de hilos tematicos heterogeneos. El Ulises bolaniano es un hijo del siglo XX
que solo existe mientras viaja sin tener como centro y anclaje una patria. Los
detectives salvajes es una novela de formacion que no se cierra. P. 16
SOBRE EL NARRATARIO:
Nunca oímos sus palabras, ni siquiera sabemos si es siempre el mismo, y en un caso
podemos concluir con tranquilidad que no es así. P. 1
De creer a Ángel Loureiro, no hay un yo sin un otro que escuche constantemente, un otro
cuyas súplicas para que hable, el yo no puede ignorar. P. 1
“Publicado en 1998, en pleno auge del género testimonial, Los detectives salvajes se burla
ostensiblemente de las convenciones del género el pacto de verosimilitud que lo sostiene:
la aparente meticulosidad en la consignación de las fechas y lugares contrasta con la
labilidad del contenido de los testimonios” (187). Apud Córdoba
Para John Beverly (…) el género testimonial está guiado por el deseo y la urgencia del
hablante de comunicar una carencia o injusticia, mientras que en la historia oral lo
dominante es la intencionalidad de quien registra y transcribe, habitualmente un sujeto
relacionado con las ciencias sociales (26).
acotaciones pseudo-teatrales
Es el deseo del Entrevistador, como ya se dijo, el que guía el desarrollo del texto, y las
múltiples formas en las que se sabotean sus intenciones son las que padece todo aquel
que participe en la producción de la historia oral. P. 2
esta acumulación incontenible hay que observar que la oralidad recogida en estas
transcripciones es siempre una oralidad cercenada, porque es imposible que la única
comunicación entre el Entrevistador y cada uno de los narradores de Bolaño sea la que el
texto de la novela recoge en forma de sucesivos monólogos. La negociación previa entre
las partes se borra, el contexto de la comunicación oral se restringe a una fecha y un lugar,
y nunca llegamos a saber qué da el Entrevistador al hablante antes y después de la
entrevista. Hay ciertamente un proceso de colaboración, al menos en tanto en cuanto lo
narrado resulta hipotéticamente de una pregunta, pero cualquier huella de la figura
institucional se borra y lo único que se ofrece es una fantasía de comunicación oral no
mediada, no constreñida por protocolos profesionales e ideológicos, no transformada
fundamentalmente por la letra. [P. 3
LOS DETECTIVES SALVAJES:lo hacemos por México, por Latinoamérica, por el Tercer
Mundo, por nuestras novias, por que tenemos ganas de hacerlo. ¿Estaban de broma? ¿No
estaban de broma? Y entonces el que estaba dormido respiró de una manera muy rara,
como si respirara con los huesos, y dijo: vamos a encontrar a Cesárea Tinajero y vamos a
encontrar también las Obras Completas de Cesárea Tinajero.
Lima y Belano parecen más bien impulsados por deseos personales que incluyen una
irónica pulsión utópica. P. 5
Pero también es posible ver cada una de las tres líneas como distintos terrenos recorridos
progresivamente por lo que se podría entender un peregrino o, tal vez y visto el título del
poema, un mesías que atraviesa el desierto. Las lecturas son tan divergentes que el
utopismo asociado con Sión (y, ya puestos, la Revolu-sión mexicana, en proceso de
institucionalización cuando se escribe el poema) puede estar cancelándose o
reafirmándose igualmente. P. 8
La novela, pues, termina con un pictograma que nunca se “traduce”: acaba en silencio. O,
mejor, termina con la falta de presencia de la voz, ofreciendo así espacio a la conjetura.
¿Qué hay detrás de la ventana? Visto su emplazamiento, esta pregunta banal parece
apuntar a un significado trascendente del tipo que parece aguardar al lector al final de
tantos textos. P. 9