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Los derechos para la versión castellana de la obra Religión

© Leszek Kolakowski, 1982 ÍNDICE


son propiedad de Editorial Tecnos (Grupo Anaya, S.A.)

Traducción: Marta Sansigre Vidal AGRADECIMIENTO Pág. 9


Di I O QUE TRATA 11
Diseño de cubierta: Joaquín Gallego 1 D l O S DE LOS FRACASOS: TEODICEA 20
.' Dios DE LOS RAZONADORES 60
i. Dios DE LOS MÍSTICOS: EROS EN LA RELIGIÓN 99
•l Lo SAGRADO Y LA MUERTE 151
1.a edición, 1985 v HABLAR DE LO INEFABLE: EL LENGUAJE Y LO SANTO. LA
4.a edición, 1999 NECESIDAD DE TABÚES 161
2.a reimpresión, 2002 CONCLUSIÓN: ¿ Q U É ES LO PRIMERO? 207
ÍNDICE DE MATERIAS 229

Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra


está protegido por la Ley, que establece penas de prisión y/o
multas, además de las correspondientes indemnizaciones por
daños y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, dis-
tribuyeren o comunicaren públicamente, en todo o en parte,
una obra literaria, artística o científica, o su transformación,
interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo
de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la
preceptiva autorización.

© EDITORIAL TECNOS (GRUPO ANAYA, S. A.), 2002


Juan Ignacio Luca de Tena, 15 - 28027 Madrid
ISBN: 84-309-1171-5
Depósito Legal: M. 26.566-2002

Printed in Spain. Impreso en España por Fernández Ciudad


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AGRADECIMIENTO

liste libro se escribió en un idioma que pretendía


parecerse al inglés. El profesor Frank Kermode y su
esposa Anita demostraron, ¡ay!, que la similaridad era
mucho más remota de lo que el autor había ima-
ginado. Ambos hicieron un esfuerzo hercúleo para dar
forma al texto en algo a lo que el lector inglés pudiera
mirar sin sentir escalofríos (al menos, por razones
lingüísticas). La gratitud del autor es tan inmensa
como la labor de ellos.

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DE LO QUE TRATA
I ste libro trata de lo que suele llamarse filosofía
• le la religión. Nunca estoy seguro de qué es la reli-
gión, y menos aún de qué es la filosofía pero, sea lo
que fuere, la religión incluye la historia de los dioses,
de los hombres y del universo. Por tanto, el título La
rclií/ión*, con sus pretensiones de universalidad, sólo
puede competir con el de obras como la de Quine,
Sobre lo que existe, o la de Sartre, El Ser y la Nada
(qui/.á el título más amplio que jamás se haya
imaginado).
Con todo, no puedo evitar usar la palabra «re-
ligión». Mircea Eliade, a quien debo mucha de mi
comprensión de los problemas que surgen en los es-
tudios sobre religiones comparadas, lamenta que no
haya una palabra mejor que abarque lo que él llama
«la experiencia de lo Sagrado». Y, sin embargo, no pa-
rece que un neologismo pueda ser útil. En la inves-
tigación de los asuntos humanos, ninguno de los con-
ceptos de que disponemos puede ser definido con
perfecta precisión y, en ese sentido, la «religión» no
está en peores condiciones que «el arte», «la sociedad»,
«la cultura», «la historia», «la política», «la ciencia»,
«el lenguaje» e innumerables palabras más. Cualquier
definición de la religión tiene que ser hasta cierto
punto arbitraria y por más que intentemos hacerla
conformarse escrupulosamente al uso real de la pa-
labra en la lengua corriente, muchas personas con-
siderarán que nuestra definición abarca demasiado o
demasiado poco, o las dos cosas. Conocemos la exis-
tencia, en diversas civilizaciones, de un número in-
calculable de mitos, rituales, creencias y actos mágicos
y no resulta claro, a primera vista, cuáles de ellos
merecen llamarse religiosos. De hecho, los antropó-
* El autor se refiere al título original (N. del E.).

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logos, en el estudio de las mitologías, se defienden I )iversas definiciones son, por tanto, aceptables; sin
bastante bien sin hacer distinciones entre relatos re- rmbargo, no son lícitas aquellas que implican que
ligiosos y no religiosos. La ausencia de límites con- l.i religión «no es más que» un instrumento de ne-
ceptuales precisos no es tanto el resultado de nuestra t i-sidades seculares, sociales o psicológicas (por ejem-
ineptitud lógica como de la naturaleza de la realidad plo, que su significado es reducible a su función en
bajo escrutinio. Es nuestro interés, en gran medida, l.i integración social); son enunciados empíricos (yo
el que determina cuáles, entre las diversas formas de neo que falsos) y pueden rechazarse de antemano
conducta, creencia y sentimiento, son las que consi- como partes de una definición.
deramos esenciales al fenómeno de la religión tal como Tampoco existe acuerdo sobre lo que significa «la
lo conocemos por la experiencia y por los libros. Lo filosofía de la religión». En el lenguaje filosófico anglo-
importante es mantener la distinción entre la forma sajón, es tarea suya el investigar las afirmaciones
en que nosotros delimitamos de manera más o menos respecto a la verdad de las creencias religiosas y esto
arbitraria la esfera de nuestra investigación y nuestros entraña el análisis de conceptos específicos del len-
enunciados explicativos, inevitablemente polémicos, guaje religioso tal como se usa en la tradición teo-
de la función de la vida religiosa. Si, como Rudolf lógica o filosófica; esta tarea se diferencia de la in-
Otto y Mircea Eliade, sostenemos que la experiencia vestigación antropológica y psicológica que explora
de lo sagrado es peculiar y efectivamente constitutiva las diversas formas en que operan los mitos y los ritos
para analizar el fenómeno religioso, nos enfrentamos en la vida humana, cuáles son sus funciones sociales, in-
con el problema de que la palabra «sagrado» la usan, telectuales y emocionales, y cómo cambian o des-
con frecuencia, seriamente y con firme compromiso, aparecen bajo el impacto de la transformación social,
personas que, de otro modo, se consideran a sí mis- lin la tradición alemana, italiana y, en general, «con-
mas no religiosas. Así pues, el campo puede parecer tinental», las cuestiones designadas con el término
más amplio de lo que el habla normal permite; no «filosofía de la religión» no se corresponden más que
obstante, esa definición es suficiente para delimitar una marginalmente con las que llevan el mismo título en
importante área de reflexión. Si, por el contrario, tra- el uso anglo-sajón. Especialmente desde Hegel, Sche-
tamos de seguir un procedimiento socrático y buscar lling, Schleiermacher y los románticos, la reflexión
un conjunto de creencias específicas que no dejen de filosófica sobre la religión se ha concentrado en su
aparecer en ninguna religión conocida, corremos el significado en los procesos históricos y en la forma
riesgo de quedar frustrados al encontrarnos con un en que diversas civilizaciones, o el género humano en
conjunto vacío. Cuando se presenta a un dios personal su totalidad, han expresado por medio de símbolos
como candidato a la posición de dicha constante, religiosos la percepción de su destino. La filosofía de
surge invariablemente la objeción de que se está de- la religión aparecía como una parte importante, cons-
jando a un lado un fenómeno de la importancia del titutiva incluso, de la filosofía de la historia, entendida
budismo. Esto es un inconveniente, desde luego, pero ésta última menos como análisis epistemológico de
insisto en que no hay error lógico o empírico en enunciados históricos que como especulación sobre el
centrar la atención en las creencias que incluyen la sentido global, los objetivos y los principios que guían
idea de un dios personal y en considerar el budismo los procesos históricos. Quizá la obra reciente más
como una sabiduría metafísica y moral en vez de con- destacada en esta área sea el libro de Karl Jaspers,
siderarlo como una religión en sentido pleno. La fe filosófica ante la revelación (1962).

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La ventaja del enfoque analítico es que un estudioso
puede hilvanar su relato sin tener ningún interés ni históricas obvias, la cuestión de las afirmaciones res-
conocimiento sobre la historia de la religión y sin saber l>ivio a la verdad o del valor cognoscitivo de las
los contextos culturales de los diversos intentos de • i inicias normalmente llamadas religiosas se ha dis-
abordar cuestiones esenciales. Su desventaja, por otro i ululo principalmente dentro de la tradición de las
lado, consiste en que, la mayoría de las veces, el fi- glandes religiones universales que han producido no
lósofo trata de problemas que, aunque son perfecta- solo mitos y ritos, sino también instrumentos para su
mente válidos en sí, están muy alejados de las pre- propia defensa intelectual. Al ser la mina más rica
ocupaciones reales de la gente, tanto religiosa como en intentos de traducir la fe a construcciones meta-
no religiosa. Dentro del marco analítico, la religión físicas que puedan abordarse por medio de la «luz
se concibe como una serie de enunciados sobre Dios, natural», el cristianismo proporciona a los filósofos
la Providencia, la inmortalidad, los ángeles y otros la mayor parte del material en que se basan sus es-
temas relacionados con ellos, mientras que el con- peculaciones. Así, lo que la tradición anglo-sajona
cepto de verdad se toma normalmente de otros capí- denomina filosofía de la religión abarca aproximada-
tulos de la filosofía sin someterlo a la cuestión de si mente el terreno de lo que se ha conocido desde la
resulta modificado y cómo, cuando se usa en el terreno I-dad Media como teología natural, es decir, el aná-
de los símbolos religiosos. Por otro lado, los que lisis racional de las cuestiones teológicas sin referencia
se complacen en la meditación historiosófica suelen II la autoridad de la revelación. La cuestión de si tal
tener mayores conocimientos sobre cuestiones histó- investigación es en absoluto posible y, en caso afir-
ricas y suelen ser más sensibles a la relatividad cul- mativo, cuáles son sus límites, ha sido ella misma
tural de los conceptos religiosos, pero también suelen un tema de incesante debate tanto entre los pensa-
ser menos rigurosos en su labor analítica y en la dores cristianos como entre los no cristianos, y la gama
clarificación de las categorías abstractas que emplean. de opiniones se extiende desde los que rechazan pe-
Combinar las virtudes de ambos tipos de análisis rentoriamente el uso de la razón natural in divinis
sería proponerse la perfección; combinar los vicios hasta los que afirman que la mayor parte de las
de los dos es más sencillo. creencias cristianas esenciales pueden justificarse con
Aunque en las páginas siguientes me preocupo argumentos racionales; ciertos aspectos de esas inter-
más de las creencias que de los rituales —y dejo a minables contiendas tendrán que ser mencionados en
un lado la tradicional disputa sobre su prioridad res- este libro. Sin embargo, tengo que hacer notar desde
pectiva— considero el acto del culto como indispen- el principio que en la descripción que acabo de su-
sable e intrínseco en cualquier descripción del fenó- gerir —culto socialmente establecido de la realidad
meno de la religión. El culto socialmente establecido eterna— el concepto de una «religión racional» (no
de la realidad eterna: quizá sea ésta la formulación muy diferente del de «religión íntima») sólo puede
que más se acerca a lo que tengo en mente cuando usarse en un sentido derivativo y, estrictamente ha-
hablo de religión. No pretende ser una «definición» blando, en un sentido impropio; no existe el culto
y no estoy seguro de que corresponda a lo que in- racional, cultus rationalis, aunque el concepto es de
vestigan y describen los antropólogos bajo el encabeza- origen cristiano.
miento de «religión». Sospecho que no. Esto no es, La investigación de las afirmaciones que formulan
sin embargo, un obstáculo alarmante. Por razones las creencias religiosas con respecto a la verdad no
representa más que una parte reducida del análisis
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general de su función cognoscitiva. Desde un punto presenciado la vuelta al enfoque intelectualista en una
de vista lógico es perfectamente coherente afirmar versión totalmente nueva, principalmente como con-
que esas creencias no contienen un átomo de ver- secuencia de la obra de Lévi-Strauss y sus seguidores.
dad y que un papel importante de la religión, o La interpretación de los mitos en términos de su
quizá su principal función social, es satisfacer la ne- función cognoscitiva vuelve a resultar, según esta teo-
cesidad de conocimiento. Las primeras investigacio- ría, la más fructífera, pero no en el sentido que se
nes antropológicas se realizaron, en gran medida, le daba en la Ilustración. La labor de la nueva es-
basándose en tales supuestos. Se consideraba que los cuela ha consistido en separar las piezas del material
mitos religiosos transmitían, sobre todo, una especie mitológico y reorganizarlas en un nuevo orden signi-
de conocimiento, bien explicando fenómenos naturales ficativo mediante el cual se revela una estructura
incomprensibles y acrecentando así la escasa provisión oculta, una estructura que no es percibida consciente-
de saber racional del hombre salvaje por medio de mente por los creyentes pero que, de hecho, les pro-
fantasías arbitrarias, o bien proporcionándole infor- porciona los instrumentos intelectuales que ellos usan
mación deformada sobre la historia de su tribu. Esta para explicar y clasificar las relaciones naturales y so-
interpretación de los mitos como pseudo-ciencia de ciales.
los pueblos primitivos, como una explicación falsa No tengo intención de discutir esas cuestiones gene-
de la naturaleza, se asociaba generalmente con la in- rales, excepto en lo que respecta a una observación
terpretación análoga de la magia como pseudo- de carácter epistemológico más que antropológico.
técnica, un esfuerzo para compensar unas habilidades Todos los enfoques funcionales a la investigación de
prácticas deficientes con una tecnología imaginaria. los mitos —en términos de su valor social, cognos-
Este planteamiento, que viene de la antigüedad, fue citivo o emocional— tienen, puede argüirse, un fun-
muy popular entre los filósofos de la Ilustración que damento epistemológico común. Todos ellos entrañan,
se oponían a la religión y sobrevivió, en gran medida, si no lo suponen explícitamente, que es posible tra-
como telón de fondo de la investigación antropológica, ducir el lenguaje del mito a un lenguaje «normal»
incluida la obra de Frazer, durante el siglo XIX. Una —lo que significa a un lenguaje que sea comprensible
interpretación rival, que se remonta a los epicúreos, dentro de las reglas semánticas que el propio in-
resaltaba la función emocional de los mitos, en lugar vestigador está empleando—. Los diversos marcos
de su función cognoscitiva: se suponía que el miedo conceptuales de la investigación antropológica fun-
a la muerte y al sufrimiento, y el deseo de mantener cionan, por así decirlo, como códigos o diccionarios
un orden benéfico en el caos del mundo nos pro- que pueden usarse para trasladar el material mitoló-
porcionaban un marco explicativo para la historia gico preconcebido a un lenguaje claro y accesible a
de las religiones. El enfoque intelectualista fue aban- las mentes contemporáneas. Esos códigos ayudan a
donado en el siglo XX en favor de diversas teorías revelar el sentido oculto, «profano», de los relatos
(Durkheim, Malinowski) que insistían en el valor so- míticos y aunque no suponen que cualquier com-
cial, más que cognoscitivo, de los mitos, en su función ponente aislado de una construcción mitológica, por
en la integración de la sociedad, en la organización muy elemental que sea, tenga un equivalente en el
y el control de las emociones colectivas, en el apoyo vocabulario moderno—normalmente sólo se traducen
de la estructura familiar y otras articulaciones de la de este modo unidades amplias o incluso «sistemas»
vida social. Las últimas décadas, sin embargo, han completos— sí que incluyen dos presuposiciones im-

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tiendo del superficial supuesto de que lo que las per-
portantes. En primer lugar, se supone que los mitos, sonas quieren decir en su discurso religioso es lo que
tal como se relatan y se creen explícitamente, tienen dicen ostensiblemente. Esta suposición la hacen nor-
un significado latente detrás del ostensible y que aqué- malmente, no sólo los creyentes, sino también los
llos que comparten un credo no sólo no perciben de críticos racionalistas de la religión.
hecho ese significado, sino que, por necesidad, éste Esto no quiere decir que yo espere resultados con-
no puede ser percibido. En segundo lugar, se supone cluyentes, positivos o negativos, de la discusión filo-
que el significado latente, que es accesible sólo al sófica sobre cuestiones de religión. Más bien me in-
antropólogo que lo estudia desde fuera, es el significado clino a aceptar la ley del cuerno de la abundancia,
por excelencia, mientras que el ostensible, es decir, que es aplicable no sólo a la filosofía sino a todas
el mito tal como lo entienden los creyentes, tiene la las teorías generales de las ciencias humanas y sociales:
función de ocultar el otro; este significado ostensible esta leyxfirma que nunca hay escasez de argumentos
se nos presenta entonces como el producto de un en apoyo de cualquier doctrina en la que uno quiera
auto-engaño inescapable, de una mistificación ideoló- creer, por los motivos que sea. Esos argumentos, sin
gica o, simplemente, de la ignorancia. embargo, no son totalmente estériles. Han ayudado
Estas dos premisas son de índole filosófica, más que a dilucidar el status quaestionis y a explicar por qué
antropológica. Por más que su desarrollo sea fruto de tienen importancia esas cuestiones y esto es lo que me
gran ingenio y por muy eficientes que sean a la hora concierne a mí aquí. Además de ofrecer una exposi-
de organizar intelectualmente el material mitológico, ción sumaria de los diversos argumentos que me han
no pueden haber sido sugeridas por el material em- parecido más importantes en la interminable historia
pírico de un antropólogo y menos aún inferidas de del debate, trataré de mostrar que los «racionaliza-
él. Necesitamos más que ese material para afirmar dores» de las creencias religiosas y sus adversarios
que cuando las personas hablan de Dios o de los se han obligado mutuamente a sacar conclusiones de
dioses, de las fuerzas invisibles que operan detrás de sus respectivas premisas y ambas partes han contri-
los sucesos empíricos, con un propósito o de las cuali- buido así a sacar a la luz el dilema al que alude el
dades sagradas de las cosas, están hablando en realidad subtítulo de mi ensayo.
y sin saberlo, de algo totalmente diferente: que con
ello expresan conflictos sociales o inhibiciones sexuales Si Uno no es, entonces nada es.
o que intentan producir un sistema de codificación Platón
de los fenómenos naturales, etc. Nadie niega que, de
hecho, los pueblos, al crear sus mitos, dicen más de
sí mismos de lo que pretenden. Eso ocurre con todas
las creaciones humanas, materiales o espirituales. Sin
embargo, de esa generalización de sentido común
no podemos sacar la conclusión de que lo que puede
descubrirse detrás de las creencias religiosas —su in-
cuestionable utilidad en varias esferas «seculares» de
la vida— constituye su auténtico significado. Esta afir-
mación es arbitraria y no empírica.
Las cuestiones que voy a analizar se discutirán par-
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posibles, es decir, un mundo en el que la cantidad
global de bien supere a la masa del mal en la má-
xima proporción posible. De modo que es seguro
CAPITULO 1 de antemano, y ello se incluye en el concepto mismo
del Ser perfecto, que vivimos en el mejor mundo que
DIOS DE LOS FRACASOS: TEODICEA puede concebirse lógicamente.
Un escéptico que arguyera que no se necesita
vivir en este mundo más que un día o dos para
Aparte de los enigmas que nos acosan tan pronto adquirir dudas considerables de que sea el mejor uni-
como intentamos entender debidamente los atributos verso imaginable, no puede hacer vacilar la confianza
de Dios de omnipotencia y de infinita bondad, siempre de Leibniz. El no niega la existencia del mal, sólo
les ha parecido a los criticos que esos atributos son tiene laxcertidumbre de que cualquier otro mundo
irreconciliables con el mal del mundo. La historia del posible sería peor que éste. Leibniz parecía ser de
debate se remonta por lo menos a los epicúreos y, la opinión de que la suya era una teoría bastante
aunque se han escrito innumerables obras sobre el optimista.
tema —es difícil encontrar un filósofo o un teólogo El argumento de Leibniz es que algunos conjuntos
cristiano que no haya intentado abordar esta alar- de cosas y de cualidades son compatibles entre sí
mante cuestión— los argumentos básicos de am- y otras no, y que ésta es una incompatibilidad ló-
bos lados no parecen haber cambiado mucho desde gica. Dicho de otro modo, cualquier mundo posible
San Agustín. Y ninguna de las dos partes está sa- se presenta como un lote y Dios tuvo que hallar la
tisfecha con los argumentos de la otra, ni lo estará combinación de cualidades lógicamente posibles que
nunca, probablemente, lo que es el signo de todas resultara en el máximo bien. En lugar de sujetos
las cuestiones filosóficas fundamentales de los últimos humanos libres, Dios podía haber creado unos seres
veinticinco siglos. incapaces de pecar, pero sólo al precio de privarles
Los epicúreos arguyen simplemente que, puesto que de su libre voluntad, que incluye, inevitablemente,
el mundo está lleno de maldad, Dios tiene que ser la posibilidad de pecar y los actos pecaminosos de
malo o impotente o ambas cosas. Un Dios omnipo- hecho. Y Dios calculó que un mundo habitado por
tente, omnisciente e infinitamente bueno, suponiendo autómatas sin pecado produciría mucho menos bien
que un ser así sea concebible lógicamente, hubiera que uno que contuviera seres humanos dotados de
sido capaz de crear un mundo sin maldad y hubiera libertad de elección y que, por lo tanto, pudieran
querido hacerlo. preferir con frecuencia el mal. Dios tuvo que resolver,
Quizá fuera Leibniz el que desarrolló con mayor por así decirlo, una ecuación diferencial bastante com-
claridad los argumentos contrarios. Leibniz, en su plicada (en realidad, una ecuación infinita) para cal-
Teodicea y en muchos otros escritos, abordó, una cular en cuál de todos los mundos posibles la can-
y otra vez, el espinoso tema. Sus argumentos pro- tidad de mal sería mínima comparada con la cantidad
ceden desde Dios a las criaturas y no en la otra de bien; y ése es el mundo en que vivimos.
dirección y se reducen a esto: Leibniz no pretende ser capaz de reproducir este
Puesto que Dios es infinitamente sabio, bueno y po- cálculo divino. Sólo una parte diminuta del universo
deroso, tiene que haber creado el mejor de los mundos existente, por no hablar de todos los universos po-
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sibles, es accesible a nuestras mentes, mientras que
para comprender las relaciones reales y las concebibles y que la fornicación era mala. Pero podía haber de-
entre el bien y el mal, es necesario un conocimiento cidido decretar otra cosa y si lo hubiese hecho, el
perfecto de la totalidad. Como ni Leibniz ni nadie principio de contradicción, las verdades matemáticas
puede pretender que posee ese conocimiento, tenemos y las normas morales hubieran sido diferentes de lo
que darnos por satisfechos con la certidumbre que que son. No podemos imaginarnos un mundo así,
obtenemos del concepto mismo del Ser divino; la naturalmente, pero no podemos afirmar, por la sen-
necesaria existencia de Dios se demuestra con otros cilla razón de la pobreza de nuestras mentes, que
argumentos. eso hubiera sido imposible para Dios; no debemos
medir el poder de Dios con los patrones de nuestra
-Que Dios haya tenido que escoger entre mundos
débil y finita inteligencia. >
posibles, ninguno de los cuales era absolutamente
perfecto (en el sentido de que estuviera absolutamente Una^ez que aceptamos la aterradora idea de que
libre de mal y de sufrimiento), no implica que Dios Dios podría haber revocado, si ése hubiera sido su
tenga limitaciones. Dios no puede hacer lo que es deseo, las leyes de la lógica y los mandamientos mo-
lógicamente imposible, pero este hecho no pone lí- rales tales como los conocemos, podemos, al parecer,
mites a su omnipotencia. No puede hacer ni inventar descartar todas las cuestiones de teodicea como for-
absurdos; no puede hallar un número que exprese muladas equivocadamente Podría parecer que lo con-
exactamente la raíz cuadrada de 2, porque eso es trario es lo cierto, que este tipo de «decretismo» (o
una imposibilidad entrañada por la propia naturaleza «positivismo teonómico» como solía llamarse a veces
de los objetos matemáticos. No hubiera podido crear a la teoría que nos ocupa) fortalece el argumento
un mundo en el que el bien resultante de la libertad de los que acusan a Dios de ser injusto: dado que
de elección de las personas estuviera unido a la in- nada es imposible para El, El era capaz de crear un
capacidad de éstas de hacer el mal, puesto que ese mundo que combinase cualidades aparentemente in-
mundo es lógicamente tan imposible como un triángu- compatibles y de darnos libertad de elección dentro
lo cuadrado. de un universo sin pecado y sin sufrimiento. De hecho,
si todas las reglas de la lógica y la moral fueron
Algunos teólogos y filósofos no estaban tan con- establecidas mediante un decreto arbitrario de la vo-
vencidos como Leibniz y Tomás de Aquino de que luntad divina y no contienen una verdad intrínseca,
concebir a Dios como incapaz de hacer lo que es no hay razón para creer que Dios está limitado por
lógicamente imposible no fuera imponerle limita- sus propias reglas. En otras palabras, su bondad y su
ciones. Algunos nominalistas posteriores argüyeron sabiduría no tienen por qué asemejarse a lo que nos-
que no sólo las leyes físicas, sino también las mate- otros consideramos bondad y sabiduría en nuestro
máticas y éticas habían sido establecidas por Dios me- mundo tal como El lo construyó. Lo que a nosotros
diante decisiones libres cuyas razones nos son des- nos parece incompatible puede ser compatible en Su
conocidas y que esas decisiones pudieran haber sido mente; lo que nos parece malo a nosotros puede no
diferentes de lo que fueron; la omnipotencia, pensaban, lener un sentido reconocible de maldad para El. Es-
no es «omnipotencia en cierto grado», ya que ese trictamente hablando, la existencia de Dios deja de
concepto es, de hecho, absurdo. Dios decretó sencilla- tener significación en nuestra vida moral e intelectual;
mente que dos afirmaciones contradictorias no podían líl decidió darnos esos decretos y no otros, pero son
ser ciertas las dos y que dos y dos eran cuatro contingentes en términos de la sabiduría y bondad
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de Dios. Podrían haber sido diferentes. Una vez que el decreto tal cual es en términos de la esencia de
sabemos cuáles son —y podemos conocerlos como Dios, simplemente no hay un camino desde las cria-
hechos naturales—su fuente originaria carece de signi- turas a Dios. En consecuencia no tiene mucha im-
ficación práctica. Los decretos de Dios son, por de- portancia para nuestro pensamiento y nuestras accio-
cirlo, así, entidades paradójicas, al mismo tiempo nes que Dios exista o no.
reales y necesarias: reales porque, simplemente, las La confusión era inevitable en esta cuestión, ya
encontramos dadas y sabemos que podían haber sido que la doctrina nominalista parecía hacer depender
diferentes y, sin embargo, necesarias porque una vez al mundo más, y no menos, de Dios y aumentar,
que las conocemos no podemos escapar a su poder más que limitar, Su omnipotencia. La confusión es
legislativo. Así, son necesarias sólo en el sentido apli- particularmente llamativa en la historia del legado
cable a las verdades empíricas generales: el oro es de Descartes. Los críticos cristianos señalaron que
más pesado que el agua, pero no hay razones lógicas la metafísica cartesiana había relegado a Dios, de
que impidan que esta relación se invierta; no obstan- hecho, a la posición de un Creador indiferente (la
te, sabemos que es siempre así y en este sentido, y sólo famosa chiquenaude de Pascal: A Descartes le hubiera
en él, la relación es necesaria. gustado poder prescindir de Dios por completo; final-
mente permitió a Dios dar al mundo un capirotazo,
Dios es Aquél para Cuya voluntad no hay causa ni fundamento que
después del cual ya no necesitó más de El). Los de-
pueda establecerse como su norma y su pauta; porque nada está a fensores de Descartes replicaron que su doctrina, lejos
su altura ni por encima de ella, sino que ella misma es la norma de debilitar los derechos regios de Dios y limitar Su
de todas las cosas. Si existiera para ella norma o pauta o causa poder, los extendía haciendo que incluso los aparente-
o fundamento, dejaría de ser la voluntad de Dios. Lo que Dios
quiera no es bueno porque El tenga que quererlo o esté obligado
mente obvios axiomas de las matemáticas dependiesen
a disponerlo asi; por el contrario, lo que ocurre tiene que ser bueno de la voluntad divina. Ostensiblemente, así era; sin
porque El lo quiere asi. Se establecen causas y fundamentos para embargo, los resultados se volvieron contra las pre-
la voluntad de la criatura, pero no para la voluntad del Creador, misas. No hay duda sobre la auténtica fe de Des-
¡a menos que se ponga a otro Creador por encima de El!
cartes en Dios y en la Providencia; no obstante,
Martín Lutero
Pascal tenía razón. Descartes cerró el camino desde
la Naturaleza hasta Dios al romper el eslabón entre
Y, en efecto, la teoría que hizo depender las leyes
la esencia de Dios y su legislación efectiva; por ello,
lógicas, matemáticas y morales enteramente del de-
a pesar de su intenciones, Descartes se convirtió en
creto libre y arbitrario de Dios supuso, históricamente
el precursor de los deístas.
hablando, un paso importante en el proceso de pres-
cindir totalmente de Dios. La esencia y la existencia Al decir, por tanto, que las cosas no son buenas según ningún patrón
de Dios se divorciaron de tal manera que Dios se de bondad, sino simplemente por la voluntad de Dios, me parece a
ha convertido, de hecho aunque no en la doctrina, mi que uno destruye, sin darse cuenta, todo el amor de Dios y toda
en un deus otiosus que, después de entregar sus leyes, su gloria: pues, ¿por qué hemos de alabarle por lo que ha hecho, si
seria igualmente digno de alabanza si hubiese hecho lo contrario?
abandonó el mundo. En la historia de las ideas, la ¿Qué quedará de su justicia y su sabiduría si sólo tiene un poder
tendencia nominalista de hacer recaer la responsabi- despótico cierto, si la voluntad arbitraria ocupa el lugar de la ra-
lidad de nuestra lógica y nuestra ética sobre el ar- cionalidad y si, según la definición de los tiranos, la justicia con-
bitrario fíat del Creador marcó el comienzo de Su siste en lo que place al poderoso?
Leibniz
separación del universo. Si no hay modo de entender

24 25
La separación de la voluntad de Dios de Su esencia siones son aspectos necesarios de Su Ser (una vez
significaba su separación de las criaturas. Y, de hecho, más, hay que tener en cuenta que el uso de la pa-
implicaba que los actos de Dios son libres en el mismo labra «aspectos» es inadecuado, dada la absoluta uni-
sentido que los nuestros (o al menos, como solemos dad de lo Divino) y por lo tanto no podrían haber
imaginarlos, es decir, que Dios disfruta de la libertad sido diferentes de lo que son; sin embargo, son de-
de la indifferentia). El argumento con el que a veces cisiones libres en el sentido de que no Le obliga
se defiende este concepto es que, si negamos la li- ningún poder superior ni ninguna norma de validez
bertad de decisión de Dios en ese sentido, sugerimos independiente de El. El es lo que El hace, decide,
que está obligado a actuar de determinada forma por- ordena. En consecuencia, no podemos decir ni que
que hay normas —lógicas y morales— que El está las definiciones de qué es bueno o verdadero preceden
forzado a obedecer y sobre las que no tiene poder; a Dios, oe modo que El tiene la obligación de incli-
simplemente, Dios no podría —según ese argumento— narse ante ellas, ni que El las precede y las crea
idear un mundo en el que matar al propio padre de la nada mediante un acto de edicto soberano
fuera moralmente loable, porque matar al propio padre o sacándolas de Su sombrero mágico. En Dios no
es intrínsecamente malo, independientemente de lo que hay relación de precedencia: ni en sentido temporal,
Dios pudiera desear; y del mismo modo, Dios no puesto que en Dios el tiempo no existe, ni en sentido
podría cancelar la validez de las reglas reglas del silo- lógico, puesto que la precedencia lógica no puede
gismo por mucho que le disgustaran. aplicarse con propiedad a la unidad inefable.
La noción de la libertad de Dios de Tomás de
Aquino y de Leibniz no implicaba, naturalmente, nada ...Hemos de decir que el poder de Dios tiene un límite y no debemos,
que sugiriese que Dios estuviese sujeto a unas leyes bajo el pretexto de honrar a Dios, anular esta limitación. Porque
que El mismo había encontrado, por así decirlo, ya si el poder de Dios fuese infinito, de ello se desprendería inevitablemente
que no se conocería a si mismo; porque el infinito es por natura-
hechas, de modo que estuviese irremediablemente so- leza incomprensible.
metido a una jurisdicción extranjera. El Ser absoluto, Orígenes
tal como ellos le concebían, no tenía atributos y no
realizaba acto alguno que hubiera podido ser diferente Y así, la cuestión que atormenta a Platón en el
de Su esencia. Si hablamos de las cualidades y las Eutyphron —¿los dioses aman lo santo porque es san-
obras de Dios como objetos conceptualmente separa- to o lo santo es santo porque es amado por los
bles, es porque ése es el modo en que una inteligencia dioses?— resulta una cuestión mal formulada si con-
finita trata de captar el Infinito que no puede en- sideramos la perfecta identidad de Dios consigo mismo
tender adecuadamente. En Dios mismo, esencia y exis- y su indivisibilidad. No es que Dios amase en un
tencia convergen y eso entraña que Su voluntad es principio lo que es bueno porque es bueno con in-
idéntica a Su esencia. Dios ni obedece normas que dependencia de sus decisiones y tampoco es que Dios
son válidas con independencia de su voluntad ni crea haya proclamado que algo es bueno y que —desde
esas normas según Su capricho o como resultado de entonces, pero no antes— Su declaración adquiera
una deliberación sobre varias opciones; El es esas fuerza de ley. Tales formulaciones de la cuestión
normas. A diferencia de los humanos, Dios no se suponen, equivocadamente, que relaciones como «an-
enfrenta nunca a posibilidades alternativas y decide tes» y «después» pueden ser usadas con propiedad
luego libremente cuál de ellas debe escoger; Sus deci- al hablar del Ser absoluto.

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No fueron sólo los autores cristianos los que hi- cristiana. Priva a Dios de una serie de cualidades
cieron hincapié en este punto. También lo hizo Spinoza, que son necesarias para ser una persona reconocible
cuando afirmó que Dios es perfectamente libre en el como tal: no ama a las personas individualmente,
sentido de que ninguna otra causa fuera de El mismo no es misericordioso, y la extensión es su atributo.
le mueve a actuar y que todos sus actos son nece- Sin embargo, al describir sus acciones como necesarias,
sarios puesto que se desprenden de su naturaleza in- Spinoza no se apartó manifiestamente de la metafísica
mutable. Según Spinoza —y esto parece ser una des- cristiana; en realidad, él quería ser lo más fiel posible
cripción correcta de su pensamiento, aunque él no lo a la noción de pura actualidad.
diga explícitamente— el negar la necesidad de los No obstante, es posible que fuera más lejos de lo
actos de Dios equivaldría a concebirle como un ser que que pretendía. Planteó, aunque no de forma explícita,
en cierta fase no está determinado a hacer algo y en dos cuestiones formidables que ni la metafísica cris-
la fase siguiente se determina o toma una decisión; tiana, ni, de hecho, ninguna metafísica monoteísta
esta imagen de Dios sería falsa y blasfema porque puede evadir.
supondría que en El puede establecerse una distinción Primero, si el absoluto puede ser llamado libre
entre potentia y actus, entre lo que puede ser y lo sólo en el sentido de que nada fuera de Sí mismo
que efectivamente es, y esa distinción es inconcebible causa Sus actos, y necesario en el sentido de que
dada la pura actualidad de la existencia divina. ninguna potencialidad puede esconderse en El, que
Casi todos los críticos cristianos de Spinoza, tanto El es todo lo que puede ser, entonces sería apropiado
sus contemporáneos (como Lambert van Velthuysen) decir que esos dos atributos —libertad y necesidad—
como los que han escrito posteriormente sobre él pierden su significado cuando se le aplican a El.
(como Jacobi) condenaron esta doctrina de la nece- Nuestra libertad, tal como nosotros la concebimos,
sidad de Dios como esencialmente anticristiana. Sin implica que no seamos totalmente libres o que nuestros
embargo, no es seguro en absoluto que sea así. En actos estén limitados por muchas circunstancias sobre
el supuesto de que Dios no es el demiurgo de los las que no tenemos ningún poder; podemos pensar
platónicos sino que es el Ser —como ha sido en la en nuestra libertad sólo contra el telón de fondo de
tradición cristiana desde el siglo n de nuestra era nuestra no-libertad; la razón de que podamos
y especialmente en la metafísica tomista— no está pensar que somos libres es que sabemos lo que signi-
claro cómo puede atribuírsele la cualidad de la li- fica no ser libre y viceversa. Ninguno de esos dos
bertad, excepto tal como la define Spinoza (es decir, conceptos hubiera podido surgir o ser entendido sin
la condición de no estar sujeto a ninguna causa ajena). el otro. Dado que los actos de Dios son a la vez
Dios no puede ser libre en el sentido de estar siempre libres y necesarios en un sentido en el que no pueden
en un estado de indecisión, de deliberación sobre Su serlo los nuestros, puesto que ambas cualidades en
elección, de tener en Sí mismo potencialidades que El se derivan de su ser actus purus (lo que implica
nunca vayan a ser actualizadas o que nunca lo hayan que no puede ser libre en el sentido de realizar poten-
sido. En suma, Dios no puede ser libre en el sentido cialidades y no puede ser necesario en el sentido de
en que lo son las criaturas humanas; no tiene sentido estar sujeto a limitaciones impuestas «desde fuera»),
decir que podría haber hecho algo que no hizo, puesto parece que es lo mismo decir que sus acciones son
que El es todo lo que El puede ser. El concepto de libres que decir que son necesarias. Esto equivale a
Spinoza es, sin duda, incompatible con la tradición decir que el Ser absoluto está por encima de la oposi-

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conceptualmente excepto por métodos que no sólo son
ción libre/necesario y que, por lo tanto, no podemos imperfectos sino que además son claramente defor-
comprenderle. mantes, puesto que reducen a Dios a un demiurgo
Segundo, si no se pueden afirmar de El ni la li- finito.
bertad ni la limitación ni la compulsión, tal como Pero éste no es el final de la historia. Antes de
entendemos esas palabras, hay que imaginar que Dios proseguir, tengo que volver al más clásico de los di-
no es una persona en el sentido en que lo somos lemas clásicos de la teología: omnipotencia y mal.
cada uno de nosotros. Que yo soy una persona signi- Quedémonos, para nuestro argumento, con el Dios
fica que soy a la vez libre y limitado: libre, como de Tomás de Aquino y de Leibniz, que, sin estar
autor consciente de algunos de mis actos que puedo limitado en modo alguno, tampoco puede hacer nada
o no realizar, y limitado en la medida en que soy que sea lógicamente imposible o moralmente malo
consciente de la existencia de otras personas y otras porque las normas correspondientes son idénticas a
cosas como ajenas a mí, como algo que no soy yo. El mismo. Este argumento puede re-enunciarse, de
Dios no es ninguna de las dos cosas: no hay acciones un modo algo frivolo, diciendo que el propio concepto
que pueda realizar y que no realice y El no percibe del Ser absoluto implica que El no puede cometer
a las personas y las cosas como pertenecientes a un suicidio, que es lo que haría si revocase leyes idén-
mundo ajeno. De acuerdo con el concepto de pura ticas a Sí mismo; la incapacidad del Ser absoluto de
actualidad y de infinitud, El percibe todo, por así cometer suicidio no supone limitación en Su omni-
decirlo, desde dentro y por lo tanto, El es todo potencia (y limitar la omnipotencia equivale a aniqui-
(Deus est quodammodo omnia, como dice Santo Tomás), larla); al ser su existencia necesaria —tanto si po-
puesto que percibir una cosa «desde fuera» significa demos comprender intelectualmente este tipo de nece-
estar limitado por ella. sidad como si no— la idea de la autodestrucción de
Dios es autocontradictoria o analíticamente im-
...El Ser es Dios. Esta proposición es obvia, en primer lugar, porque posible.
si el ser es algo distinto de Dios, Dios no existe y no hay Dios.
Porque ¿cómo puede existir él, o cómo puede existir cosa alguna,
si hay otra existencia extraña y distinta al ser? ... Más allá del ser .4si, sólo hay un Dios verdadero y sólo una causa que sea la ver-
y antes del ser no hay nada. Por tanto, si el ser fuese otro que dadera causa; y no debe uno imaginarse que algo que precede a
Dios o extraño a Dios, Dios no sería nada. un efecto es su causa real. Ni siquiera Dios puede —según la luz
Meister Eckhart de la Razón— dar Su poder a las criaturas, no puede hacerlas
causas verdaderas, no puede hacerlas dioses... Cuerpos, espíritus, in-
teligencias puras, ninguno de ellos puede hacer nada... El mueve
De nuevo, si Dios es libre y si es una persona, nuestra mano incluso cuando la usamos contra sus órdenes: porque
tiene que serlo en un sentido que nosotros somos El se queja por medio de su profeta (Is: 13:24) de que le hacemos
servir nuestros deseos injustos y criminales.
radicalmente incapaces de comprender; aplicadas a
Nicholas Malebranche
El, esas nociones tienen un significado infinitamente
alejado de su uso normal. Decir que se usan y hacen Por tanto, cuando decimos que Dios no puede, por
inteligibles por analogía con las cualidades que posee- ejemplo, abolir las leyes de la lógica o de la ética,
mos nosotros los humanos no ayuda mucho: no puede la expresión «no puede», como todas las que emplea-
haber analogía entre lo finito y lo absoluto ni proyec- mos para referirnos a El, tiene un significado diferente
ción conceptual de los seres limitados a la infinitud. del de su uso común («no puedo levantar esta piedra»,
En otras palabras, no hay modo de captar a Dios
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«no puedo hablar japonés», etc.). Lejos de referirse tuviesen programadas asi por su hacedor. No hay
a la incapacidad contingente de una persona para rea- nada lógicamente incompatible en la idea de una per-
lizar una acción, la expresión significa la plenitud sona que, siendo capaz de realizar malos actos, se
del ser en Dios. Puesto que el único acto que Dios abstiene de realizarlos, pero no hay diferencia reco-
«no puede»» llevar a cabo es el de matarse a Sí mismo nocible entre una situación en la que todas las per-
y puesto que esta incapacidad está entrañada en la sonas sean incapaces de hacer el mal y otra situación
necesidad de su existencia, que, a su vez, supone la en la que todas las personas sean capaces de realizarlo
ausencia de limitaciones, resulta que cuando decimos y sin embargo estén concebidas de tal modo que de
que El «no puede» hacer algo, lo que hacemos es hecho nunca lo hagan. Parece que en términos prác-
reafirmar su omnipotencia; Dios «no puede» dejar de ticos, y también teóricos, esas criaturas no serían libres
ser todopoderoso. Esta, confío, es una descripción de hacer el mal y por tanto, no serían libres, sencilla-
ajustada de la noción del Absoluto en las principales mente.
corrientes de las tradiciones cristianas y neoplatónicas.
Esta noción no sugiere que, aunque a Dios no pueda Dios hizo mejor ordenando el pecado que si lo hubiese impedido,
lo que no podía haber he/cho sin haber forzado y conducido al hombre
atribuírsele la cualidad de «ser libre» de la misma como una piedra o un bloque. Pero entonces su nombre no sería re-
forma que se nos atribuye a nosotros, no pudiera conocido y alabado por los hombres. La razón: hubieran presumido,
haber dotado a algunas de sus criaturas de libertad al no tener conciencia del pecado, que eran tan justos como Dios.
tal como nosotros la entendemos ni tampoco implica Por tanto, es infinitamente mejor haber ordenado que haber impedido
el pecado. Porque el pecado, puesto frente a Dios, no debe contarse
que tal libertad tenga que resultar, inevitablemente, como nada; y por grande que sea. Dios puede y quiere vencerlo
más beneficiosa —sea lo que fuere lo que esto signifi- y ya lo ha vencido en sí mismo para eterna gloria suya, sin daño
que— que su ausencia, ya que se supone, como lo para sus criaturas. Pero Dios no hubiera podido alterar sus propias
hacen todos los autores de teodiceas, que la libertad regulaciones, mantener a sus criaturas sin pecado, sin menoscabo
de su verdad eterna. Porque no podría con plena alabanza haber
va necesariamente unida con el mal y que ser libre sido alabado, y ésa fue la primera y única razón para empezar a
es lógicamente incompatible con ser incapaz de hacer crear.
el mal. Hans Denk (1526)
Este último punto se disputa a veces diciendo que
Dios podría haber creado criaturas que fuesen libres, Por otro lado, en términos estrictamente cristianos,
y por lo tanto capaces de hacer el mal, y que, al este argumento no suena del todo convincente; podría
mismo tiempo, estuviesen concebidas de tal modo que señalarse que los cristianos creen que existe un reino
nunca pusieran en práctica esta capacidad cometiendo en el que las criaturas racionales son libres y al mismo
actos malos; según este argumento, no existe incom- tiempo, en un sentido, incapaces —de un modo no del
patibilidad lógica entre ser capaz de hacer el mal y no todo comprensible para nosotros— de hacer el mal;
hacerlo de hecho. Si esto es cierto, entonces la base éste es el caso de los habitantes del cielo y también
de la teodicea parece desmoronarse. El argumento con- de los ángeles fíeles.
trario (usado por Platinga) sostiene que es difícil ver De todos modos, incluso si puede exonerarse de
la diferencia entre una humanidad ninguno de cuyos incoherencia a la teodicea en este punto concreto,
miembros fuese capaz de hacer el mal y otra que esto no la hace inmune a otras objeciones.
constase de criaturas que fuesen libres de hacer el Supongamos de acuerdo con los argumentos de
mal y que sin embargo nunca lo hicieran porque es- Leibniz y, en realidad, de todos los apologistas cris-

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tianos, que la libertad humana engendra inevitable-
mente maldad y sufrimiento. Es plausible, en efecto, no intelectual. Así, si la teodicea es en absoluto po-
argüir que es inconcebible un mundo perfecto en el sible, no puede constituir la prueba positiva de nin-
que se unieran la creatividad humana con un orden guna teoría referente a la perfección o al equilibrio
libre de conflictos; por el mero hecho de ser creativas entre el bien y el mal en el mundo real. Sólo podría
e impredictibles, las personas tienen que tener deseos ser, si tuviera éxito, una prueba de que un mundo
contrapuestos y objetivos incompatibles. Admitir esto que contiene tanto mal como el nuestro y que ha sido
no equivale a justificar una teodicea, naturalmente. creado y es gobernado por una providencia bene-
¿Cómo sabemos que como consecuencia de un cálcu- volente y todopoderosa, no es una entidad inherente-
lo realizado por Dios, la cantidad global de bien mente imposible o autocontradictoria. Y esa teodicea
en un mundo tal es incomparablemente mayor que entrañaría que, en cualquier caso, nunca podemos
en cualquier mundo imaginario de mecanismos sin saber cómo no es autocontradictorio el mundo.
pecado? Es obvio que no podemos obtener este cono- Ahora bien, es necesaria que lo que viene después del Primero exista,
cimiento a partir de ninguna investigación empírica: y por tanto, que el Ultimo exista; y esto es la materia, que no
No sólo no terminaríamos nunca el cálculo, que im- posee nada, en absoluto, del Bien. Y, de esta manera también, el mal
plica una explicación completa de todos los hechos es necesario.
y las relaciones posibles en todos los mundos, real Plotino
y posibles, sino que ni siquiera podríamos empezar
nuestra obra puesto que carecemos de instrumentos Esta parece haber sido la auténtica tarea de la
conceptuales para medir las cantidades relativas de teodicea, en realidad. Sin embargo, las personas que
bien y de mal; no hay modo de reducir la infinita quieren estar seguras de que un buen guardián cuida
variedad de males físicos y morales a unidades homo- su vida, a pesar de todas las monstruosidades del
géneas y cuantificables. Por lo tanto,-la fe en que el mundo, no están dispuestas a darse por satisfechas
universo genera la cantidad mínima de mal o en que, con un resultado tan pobre. Buscan desesperadamente
en última instancia, «lo que es, es bueno» sólo puede una certeza positiva de que su vida está realmente
fundarse en la confianza en Dios (que es lo que la protegida por la sabiduría divina, que el mundo tiene
palabra cristiana «fe» significa en su origen). Sin este un significado oculto que será revelado en la tierra
acto de confianza, cualquier teodicea especulativa es o en el cielo, y que el destino humano, tanto indivi-
vana. De la creencia en un Dios que es al mismo dual como universal, resultará ser la historia de la
tiempo omnipotente (en el sentido que acabamos de justicia triunfante. Esta necesidad no puede ser satis-
exponer) y bueno, puede deducirse la relativa perfec- fecha, en modo alguno, por una teodicea especulativa;
ción del mundo; sin embargo, puesto que no puede y menos aún por su otra versión, que trata de de-
conocerse la bondad de Dios recogiendo evidencia mostrar que el mal es un componente necesario de
empírica (incluso partiendo del supuesto de que existan la espléndida armonía de todo el universo; que lo
métodos lógicamente admisibles de demostrar su exis- que nos parece a nosotros corrupción sin sentido, des-
tencia y omnipotencia) la fe en sentido de «confianza» trucción sin objeto, perversidad diabólica, tormento
tiene que preceder a todo razonamiento. No obstante, irredimible, todo el horror y el absurdo de la vida,
la confianza no puede constituir un eslabón del pro- vistos desde la perspectiva de la razón divina, resultan
cedimiento lógico. Es un acto de compromiso moral, ser contribuciones a la salvación universal y a la gloria
final. Este intento de reconciliar la sabiduría divina
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con la miseria humana es especialmente característico ése parece ser el caso: ninguna investigación racional
de todas aquellas corrientes del cristianismo que —des- sobre el origen del mal puede revelar más que hechos
de Erígena hasta Teilhard de Chardin— sucumbieron que causan otros hechos, cuya sucesión es gobernada
a la tentación de la creencia panteísta en la absor- por regularidades naturales e incontables azares; nin-
ción total, el final de los tiempos, de todo lo que gún sentido ni remuneración ni redención; nuestro
ha producido la historia del mundo. Desde este punto mundo, después de hacer surgido sin propósito alguno
de vista, el mal no es al final mal en absoluto: sólo —nadie sabe exactamente cómo— sigue su curso per-
lo consideramos tal porque la historia completa de fectamente indiferente a nuestros deseos y con toda
la salvación está fuera de nuestro alcance, porque certeza terminará algún día, de uno u otro modo:
damos carácter absoluto a ciertos fragmentos de ella la tierra incinerada por el sol moribundo, el universo
sin darnos cuenta de que en el plan divino sirven a inmovilizado para siempre en termodinámico equili-
la causa del bien. Asi pues, la cuestión del mal no brio, el sistema solar reducido a un agujero negro.
se resuelve, en realidad, sino que se suprime, ya que En cuanto al destino humano, «nacieron, sufrieron,
todas las cosas que imaginamos como malas son sim- murieron» como lo hubiera expresado la más corta
ples ladrillos para la construcción de la perfección historia del mundo según Anatole France. Finalmente,
futura y nada se desperdiciará en el proceso. la historia del universo parece ser la historia de la de-
Aparte de sus potencialmente peligrosos corolarios rrota del Ser por la Nada: materia, vida, la raza hu-
(parece que cualquier cosa que yo haga, contribuye, mana, la inteligencia y la creatividad humanas —todo
quieras que no, a la ejecución del benévolo plan de está destinado a terminar en derrota, todos nuestros
Dios para la redención; por tanto, no necesito pre- esfuerzos, sufrimientos y goces perecerán para siempre
ocuparme demasiado por la rectitud de mi conducta), en e1 ' acío, sin dejar huella—.
esta doctrina está mal concebida para saciar el ham- Esto parece banal y es banal y, por lo tanto, im-
bre de las personas que buscan un significado en su portante, puesto que lo banal es nada menos que lo
miseria. Para los que sufren desesperación y agonía, que todos saben y experimentan. No es cierto, en
no es un consuelo; por el contrario, podría parecer absoluto, que el miedo a la derrota final sea una
injurioso oír que no hay nada de malo en su sufri- invención de la ontología existencial moderna ni un
miento una vez que se ve como una contribución efecto del reciente espectro de la guerra global, des-
involuntaria a la belleza del universo, o que la per- tructora de todo. Se encuentra en muchos de los gran-
versidad de quienes les infligen sufrimiento es buena des documentos de antigua fe: en la Épica de Gil-
en la medida en que hace que el Todo brille con gamesh, en Rig Veda, en el Bhagavad Gita, en el Libro
mayor esplendor. de Job, en los Evangelios, en los Edda y en muchos
Y, sin embargo, el problema de la teodicea, lejos mitos conservados de religiones arcaicas, entre pueblos
de haber sido inventado para entretenimiento de las con un conocimiento bastante escaso de las leyes de
mentes especulativas, tiene unas fuertes e imperece- la termodinámica y de la astrofísica moderna; no obs-
deras raíces en la experiencia cotidiana de aquéllos tante, conocían la muerte, el dolor, la separación, la
que se niegan a admitir que el sufrimiento y el mal crueldad, la maldad, la traición, los vanos esfuerzos
no son más que sufrimiento y mal, simples hechos y los deseos frustrados y no hay razón para pensar
que no significan nada, que no se relacionan con nada, que los experimentaban de forma distinta a nosotros.
y a los que nada justifica. Considerado empíricamente, Conocían el mal y la derrota y los asumían. De dis-

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mejor preparadas para resistir los inevitables golpes
(mtas formas afirmaban su creencia en que a través de del destino y para no sucumbir a la desesperación;
todos los cambios persiste otra realidad permanente: los testimonios dé los que sobrevivieron los prolon-
inmune a la corrupción y, por ello, inaccesible a nues- gados horrores de los campos de concentración pa-
tros ojos y oídos y, sin embargo, no totalmente fuera recen confirmar la suposición de sentido común de que
de nuestra experiencia, hay un lugar donde todo lo ese tipo de personas consiguen resistir moralmente
que hacemos y todo lo que ocurre en el mundo es, mejor presiones insoportables y aumentan así sus posi-
de alguna manera, guardado para la eternidad; por lo bilidades de supervivencia física. No es necesario decir
tanto, nuestros logros y nuestros dolores no son en que esos hechos no «demuestran» que el contenido
vano; por ellos la realidad crece y se enriquece, por efectivo de esas creencias sea verdadero en el sentido
así decirlo; no son tragados y aniquilados en el abismo normal de la palabra; la cuestión es sólo que, a la
del tiempo, sino capturados en la morada perpetua vista de esas observaciones triviales, la réplica raciona-
del Ser; y sólo en la realidad eterna (es decir, sin lista típica «una visión religiosa del mundo puede
tiempo, no «perdurable») puede la Nada ser vencida. servir como fuente de consuelo» se vuelve más contra
Voltaire que contra Pangloss. Este último no hubiera
Pues bien, hermanos, ésta es la Verdad Ariyan sobre el Sufrimiento: sobrevivido las pruebas que tuvo que sufrir si no se
El Nacimiento es Sufrimiento, el Debilitamiento es Sufrimiento, la hubiera mantenido firme en su fe en la sabiduría de
Muerte es Sufrimiento, asimismo Dolor y Aflicción, Infortunio, Lamen-
tación y Desesperación. Ser unido a cosas que nos disgustan, ser
la Providencia; y así, como técnica para la superviven-
separado de cosas que nos gustan: también eso es Sufrimiento. No cia, su credo resultó justificado y de ningún modo
obtener lo que uno desea: también eso es Sufrimiento. En una pa- absurdo.
labra, este Cuerpo, esta masa quíntuple que tiene su fundamento en
Asir, eso es Sufrimiento.
Pues bien, hermanos, ésta es la Verdad Ariyan sobre el Origen del En el principio, todo era Brahmán, Uno e infinito. El está más allá
Sufrimiento: es esa Ansia que empuja hacia abajo, al nacimiento, del norte y del sur, y del este y del oeste, y más allá de lo que
junto con la Seducción y el Placer que merodean anhelantes ora está encima y debajo: su infinitud está en todas partes. En él no
aquí ora allá: a saber, el Ansia de Sensaciones, el Ansia de volver hay este ni oeste.
a nacer, el Ansia de acabar con el re-nacimiento. Tal es, hermanos, El espíritu supremo es inconmensurable, inaprehensible, más allá
la Verdad Ariyan sobre el Origen del Sufrimiento. de la concepción, nunca nacido, más allá del razonamiento, más allá
del pensamiento. Su inmensidad es la inmensidad del espacio.
Y ésta, hermanos, es la Verdad Ariyan sobre el Cese del sufri-
miento: En verdad es la cesación absoluta e impasible de la renuncia, Al fin de los mundos, todas las cosas duermen: sólo él vela en
el abandono, la liberación de esta Ansia, la ausencia de anhelo por la eternidad. Entonces, de su espacio infinito, surgen mundos nuevos
ella. y despiertan, un universo que es una inmensidad de pensamiento. En
la conciencia de Brahmán, el universo es y a ella vuelve.
Atribuido a Buda
De Maitri Upanishad

Nada más fácil, efectivamente, que el desprecio de Si sucede que la creencia en el significado final y
Voltaire por Leibniz y Pope, ya que nada parece más beneficioso de todo lo que ocurre es útil como me-
absurdo que repetir «lo que es, es bueno» a la vista canismo homeostático para ayudar a las personas a
de todas las desgracias que nos abruman. Sin embargo, adaptarse y a sobrevivir las distintas cargas de la vida,
la experiencia diaria muestra, sin lugar a error, que esto, no obstante, no tiene ninguna relación lógica
las personas capaces de asimilar su miseria, gracias con la cuestión de las afirmaciones respecto a la ver-
a su firme creencia en un orden y en una finalidad dad que implica dicha creencia; a primera vista, esas
en los que todo tiene sentido en último término, están
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afirmaciones no resultan ni fortalecidas ni debilitadas.
De hecho, tanto los creyentes como los enemigos de de la noción de la verdad cuando se aplica al área
la religión apelan con frecuencia a la utilidad de la fe específica del culto. De momento, sólo es necesario
(y también a otras funciones profanas de una con-
Los débiles y los mal constituidos perecerán: primer principio de
cepción religiosa del mundo: morales, sociales, cognos- nuestra filantropía. Y uno deberá ayudar a ello. ¿Qué es más per-
citivas) en la defensa de sus respectivas causas. Los nicioso que cualquier vicio? La compasión activa por los mal cons-
primeros tienden a subrayar que la confianza en la tituidos y los débiles: el cristianismo...
Providencia, precisamente porque es beneficiosa para Al cristianismo se le llama la religión de la compasión. La com-
pasión es la antítesis de las emociones tónicas que aumentan la ener-
nuestra vida, es «natural»; por consiguiente, una per- gía del sentimiento de la vida: tiene un efecto depresivo. Uno pierde
cepción religiosa del mundo forma parte de nuestras fuerza cuando se compadece... La compasión en general contraría la
dotes naturales en la misma medida que tener dos ley de la evolución que es la ley de la selección.
ojos en vez de tres. Esto implica, podría parecer, la Friedrich Nietzsche
vieja creencia según la cual la Naturaleza no hace insistir en que una^concepción religiosa del mundo es,
nada en vano y no hubiera implantado en nosotros efectivamente, capaz de enseñarnos cómo ser unos fra-
deseos que no pudieran ser satisfechos en principio. casados. Y la suposición latente tras esa enseñanza es
Los enemigos de la religión resaltan, por el contrario, que en la tierra todos somos fracasados. Este es un
que el carácter ficticio de las creencias religiosas se elemento integral en la tradición cristiana y en la
pone de manifiesto por la función compensatoria que tradición budista. Las dos nos llevan a considerar que
realizan o pueden realizar como mecanismos psicoló- toda felicidad y todo disfrute en nuestro corto viaje
gicos de defensa; si una ilusión es útil, eso no la hace por la materia son otros tantos autoengaños y que
ser menos ilusoria. Al contrario, una vez que enten- si somos felices, es solamente malafide. En esto, la sa-
demos los procesos psicológicos que inducen a las biduría budista va más lejos y es quizá más con-
personas a aceptar ciertas creencias, parece muy na- secuente que el cristianismo. El mensaje cristiano,
tural pensar que tenemos base suficiente para desechar desde luego, nunca; llevó implícita una promesa de
las afirmaciones de dichas creencias con respecto a la felicidad temporal; nunca nos ha permitido esperar
verdad. que los discípulos de Cristo fuesen a disfrutar al
Está claro, sin embargo, que el hecho de que se- mismo tiempo las delicias de la vida terrenal y la
pamos que existen causas «irracionales» para una beatitud de la unión con Dios. Por el contrario, hacía
creencia no lleva lógicamente a la conclusión de que hincapié en la miseria de nuestra existencia corporal
la creencia es falsa. Pero precisamente el que la gente como una condición previa normal a la bienaven^
tenga fuertes motivos para aceptar una creencia hace turanza del reino celestial. Si hubiese prometido a
parecer sospechosa prima facie toda otra evidencia que los fieles las dos clases de recompensa, terrenal y ce-
se presente en apoyo de dicha creencia o, en cualquier lestial ¿quién hubiera podido resistirse? La mayor
caso, la hacen parecer menos, y no más, digna de parte de las veces, el mensaje cristiano enseñó que
crédito. los malvados serían los vencedores y los virtuosos
La posición epistemológica de la cuestión es quizá los perseguidos en este valle de lágrimas. Nada más
más complicada de lo que los argumentos que hemos fácil, para ridiculizar esta doctrina, que citar todos los
expuesto pueden haber sugerido y volveré a ella más ejemplos de la historia de la Ecclesia triumphans y
adelante, después de haber discutido otros aspectos mostrar con cuánta frecuencia la idea de la irremedia-
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continuación de nuestra actual vida consciente tal co-
ble miseria de la vida se ha usado con fines ignomi- mo la conocemos, en qué sentido nirvana equivale
niosos. Con todo, su percepción básica —que la felici- a «extinción» y en qué medida corresponde o no co-
dad es una evasión de la realidad— discurre por toda rresponde a la unió mystica como ha sido descrita
la historia de la filosofía y de la religión y tiene no —una vez más, en términos que se reconocen torpes—
sólo autenticidad metafísica, sino también psicológica. por los contemplativos cristianos. Claramente, ambos
casos implican la fuerte convicción de que la separa-
Pero del total desvanecimiento y fin absoluto de la Ignorancia, ción del ser absoluto es la raíz del mal y el dolor
viene también el fin de las Acciones: del fin de ¡as Acciones, viene y que el camino de retorno a la no-separación está
el fin de la Conciencia: del fin de la Conciencia viene el fin del
Nombre-y-Forma; del fin del Nombre-y-Forma viene el fin del Sen- abierto. La naturaleza de los obstáculos a destruir
tido; delfín del sentido viene el fin del Contacto; del fin del Con- antes de alcanzar ese estado y la naturaleza misma
tacto viene el fin del Sentimiento; del fin del Sentimiento viene el de la propia no-separación se definen de modo dife-
fin del Ansia; del fin del Ansia viene el fin del Asir; del fin del rente. La tradicióniuidista hace, ciertamente, más hin-
Asir viene el fin del Llegar-a-Ser; del fin del Llegar-a-Ser viene el
fin del Nacimiento; delfín del Nacimiento viene el fin de la Edad- capié en que el principal obstáculo (en realidad, el
y-Muerte, Dolor y Aflicción, Infortunio, Lamentación y Desespera- único, ya que los otros se derivan de él) es nuestro
ción. Tal es el fin de toda esta masa de Mal. obstinado deseo de afirmar nuestra existencia separada
Atribuido a Buda no sólo en términos morales, es decir, en términos
de egoísmo y codicia, sino también en términos onto-
Sin embargo, las enseñanzas de Buda no se pararon lógicos y ello significa: mi puro deseo de ser yo mismo
en la oposición de la vida material a la espiritual. es la raíz de males inevitables. Comprender la propia
No es sólo nuestro cuerpo corruptible el que nos hace enfermedad no es sólo la condición necesaria para la
sufrir, es el propio hecho de que cada uno de noso- curación —como en el psicoanálisis— sino que es real-
tros trate de afirmar y elevar su propia existencia mente la curación misma y el ver debidamente el
separada e ilusoria. Para liberarse del mal no es su- apego a la propia existencia separada es percibirla
ficiente liberarse de la atadura del cuerpo; hay que como irreal en un extraño sentido. Así, el contem-
deshacerse de todos los deseos que mantienen nuestro plativo es capaz de decir «yo no existo» y de enten-
autoimpuesto aislamiento y eso significa abandonar derlo literalmente: una afirmación que los cristianos,
absolutamente todos los deseos. Si, en lugar de emplear con algunas excepciones notables, entenderían normal-
nuestra inteligencia en la satisfacción de nuestras ne- mente sólo en sentido metafórico, a pesar de la im-
cesidades —un esfuerzo vano, de todos modos, ya que portancia que el tema del amor autodestructor ha
la espiral ascendente de nuestras necesidades nunca tenido en la historia de la mística occidental. ¿Es
se detiene— intentamos suprimirlas y comprender que el nirvana un estado de «felicidad sin una persona
tanto el mundo como el yo son una ilusión, pode- feliz», como lo ha expresado un filósofo polaco, Hen-
mos lograr un estado de plenitud en el que no hay ryk Elzenberg? Volveré sobre este tema cuando hable
seres imaginarios que nos aprisionen en nuestro apa- de la religiosidad mística.
rente apartamiento y separación de lo divino. La forma budista de responder a la pregunta:
No estoy preparado para participar en la inter- ¿Cuál es el mal del mundo y de nuestra vida en él?
minable discusión, que data de siglos, sobre si este define el mal como un suceso ontológico: se deriva
estado absoluto (que se reconoce inexpresable en la irrevocablemente del hecho mismo de la separación
lengua de los mortales) es o no compatible con la
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autoimpuesta, individuatio. La distinción entre el mal Tocamos aquí uno de los puntos más sensibles
en el sentido moral y en el sentido físico o se trata y más enigmaticos.de la doctrina cristiana, uno que
como secundaria o pasa totalmente desapercibida, ha sido blanco favorito de la burla racionalista:
mientras que es fundamental para la percepción cris- la llamada cuestión de la responsabilidad colectiva,
tiana. Uno se siente tentado a decir que en un marco del castigo colectivo, del pecado original y de la re-
budista coherente, el acto de la creación, al dar origen dención. Solía atacársele en dos planos, lógico y moral.
a más de Uno, equivale a crear el mal. Por el con- El argumento moral es sencillo: equivale a la obser-
trario, en términos cristianos, el acto de la creación vación de sentido común de que contradice nuestros
es bueno por definición y no origina nada más que supuestos morales normales el aceptar que Dios cas-
bien. El mal es la nada, privado, carencia de lo que tigue a inocentes por el pecado de otros o que in-
debe ser; lo que es, es bueno en la medida en que flija terribles tormentos a toda la especie durante mi-
es (esse et bonum convertuntur) puesto que esse pro- lenios a causa del único acto de desobediencia de sus
viene enteramente de Dios. antepasados remotos y además por una desobediencia
Al carecer de fundamento ontológico, el mal es de poca importancia («pero, ¡si no hicieron más que ro-
una cuestión de mala voluntad (y la voluntad pura- bar una manzana!»). Esta puede ser una crítica pueril
mente humana, es decir, centrada en uno mismo, es re- de una historia pueril que tiene poca relación con la
belde y, por definición, mala). La tradición cristiana enseñanza cristiana; merece cierta atención, sin em-
ha trazado siempre una distinción entre malum culpae, bargo, porque se encuentra con frecuencia en el arse-
mal moral, y malum poenae, sufrimiento. Infligir su- nal de los filósofos racionalistas. \
frimiento a otros por odio, enojo o motivos egoístas El argumento lógico señala los vanos esfuerzos de
es malo en el sentido moral; sufrir no lo es, natural- aquéllos que, insatisfechos con una explicación general
mente. del sufrimiento como castigo, tratan de encontrar la
Puesto que el sufrimiento puede ser consecuencia, mano de la justicia divina en cada hecho particular;
obviamente, de causas naturales, en vez de serlo de tratan de descubrir razones específicas para los dolo-
la mala voluntad de las personas, podría parecer que res y desgracias propias y ajenas en las ofensas re-
hay que buscar las causas del mal en otro lugar. Pero conocibles que han cometido y, si se lo proponen en
no es así. En términos cristianos, el sufrimiento, sea serio, su investigación tiene invariablemente éxito. Y
natural o infligido por las personas, proviene, en úl- así, su confianza en la sabiduría de Dios siempre está
timo término, de la misma fuente: la separación de justificada. La pobreza lógica de este tipo de confir-
Dios, pero no una separación ontológica (es decir, mación queda demostrada en la forma popperiana
entrañada por el acto mismo de la creación) sino típica. La creencia que la gente imagina confirmada
moral. La desobediencia deliberada dio origen al mal por los hechos de la vida —sería el argumento poppe-
moral y a la corrupción de la Naturaleza en general riano— es absolutamente infalsable y por lo tanto
y el sufrimiento fue la consecuencia inevitable. Por inútil como explicación. Dado el sencillo hecho de
lo tanto, el sufrimiento infligido por la Naturaleza es, que muy pocos de nosotros somos santos o absoluta-
en realidad, malum poenae, un castigo por los pecados mente corruptos, no hay momento de nuestra vida en
de la humanidad. Esta es una concepción bíblica que, que no merezcamos, de acuerdo con una justicia per-
particularmente en San Agustin, se ha convertido en fecta, tanto que se nos castigue como que se nos
parte de la doctrina ortodoxa. premie. Los creyentes pueden imaginarse que todo

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lo que les ocurre, afortunado o no, está relacionado
sobre los justos y los injustos. La concepción del mun-
con sus actos virtuosos o pecaminosos y si interpretan
do temporalsegún la cual los mecanismos de la jus-
de ese modo los acontecimientos, no tienen por qué
ticia operan infaliblemente y todas nuestras acciones
temer que ningún hecho venga a contradecir su teoría,
son inmediatamente recompensadas de acuerdo con
ya que la teoría es capaz de absorber todos los hechos
las normas morales es tan absurda y tan alejada
imaginables y por lo tanto es empíricamente vacía.
de la experiencia diaria que la raza humana no hu-
Y si una explicación en términos de castigo o re-
biera sobrevivido si la hubiese dado crédito seria-
compensa directa parece improbable, siempre pueden
mente, porque en ese caso, la gente habría ignorado,
encontrarse otras intenciones divinas que lleven a los
sencillamente, las leyes naturales. En realidad, las en-
mismos resultados: la mala suerte que no puedo re-
señanzas cristianas populares siempre han hecho hin-
lacionar con ninguno de mis malos actos puede ser
capié en la falta de compensación moral en los asun-
interpretada como un aviso o una prueba: ambos
tos temporales, de acuerdo con la perspectiva del sen-
medios de intervención divina están ampliamente do-
tido común: el mal es poderoso, la virtud se castiga,
cumentados en el Antiguo Testamento (aunque si soy
y así sucesivamente. En ese sentido, esta doctrina es-
realmente incapaz de encontrar el origen de mis des-
timuló otra línea de ataque sobre el cristianismo, en
venturas en mi pecaminoso pasado, se me puede acu-
términos de su función social: se le ha acusado de
sar, naturalmente, de ceguera y de complacencia, pues-
que con su promesa de una compensación en el
to que es seguro a priori que soy culpable en todo
cielo, ha forzado a las personas a la pasividad ante
momento; ¿acaso no es verdad que «non est qui faciat
el mal y la injusticia, les ha privado de la voluntad
bonum, non est usque ad unum»l). Por otro lado, si
y la capacidad de rebelarse o, sencillamente, de me-
me ocurre un suceso inesperadamente feliz, sin que
jorar su suerte. Esta crítica, que han hecho en par-
haya contribuido a él, aparentemente, ningún mérito
ticular los socialistas, no carece de fundamento en di-
especial por parte mía, esto puede ser que la Pro-
versos períodos históricos, aunque hoy día ha perdido
videncia me da ánimos o simplemente me sonríe gene-
mucho de su fuerza.
rosamente. No hay circunstancias empíricas imagina-
bles que puedan refutar o perjudicar mi creencia. Es cierto, por otro lado, que la esperanza de recom-
pensa terrenal por nuestras virtudes (prosperidad en
La crítica lógica es obviamente correcta, pero sólo
los negocios como prueba de gracia, etc.) no ha es-
con la condición de que Dios sea una hipótesis ex-
tado totalmente ausente de la concepción cristiana
plicativa en el sentido científico y que sus respuestas
del mundo, sobre todo de la protestante. Sin em-
morales a las acciones humanas sigan una pauta re-
bargo, la esencia de las enseñanzas cristianas no ha
gular que podamos discernir y utilizar para predecir
sido nunca la afirmación de un eslabón mágico entre
acontecimientos futuros. Tener esa concepción equi-
nuestra conducta y las respuestas del destino. Antes
vale, sencillamente, a afirmar que el mundo, tanto
bien, ha sido: «La forma en que Dios gobierna el
natural como social, se gobierna por leyes morales
mundo es incomprensible para nosotros; podemos es-
en lugar (y no además) de por leyes físicas y bioló-
tar seguros de que su justicia prevalecerá al fin, el
gicas, o afirmar que estas últimas no operan. Sin em-
bien y el mal serán recompensados como se merecen;
bargo, ésta no ha sido nunca la doctrina del cristia-
esto, sin embargo, no tiene nada que ver con nuestra
nismo; nunca, puesto que Jesús dijo que Dios hace
felicidad o nuestro infortunio en la tierra». En resu-
brillar el sol sobre buenos y malos y envía la lluvia
men, la actitud de un cristiano es la de no esperar
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respuestas sobrenaturales a su conducta moral; con- de Dios; pero incluso «confiar» tiene, en este con-
siste en confiar en Dios. Ante los desastres producidos texto, un significado diferente del habitual. La con-
por fuerzas sobre las que no tenemos control, se le fianza puede ser una expectativa basada en cálculos
enseña a «ofrecer a Dios sus sufrimientos» y a tener
de probabilidades o en la experiencia corriente: con-
confianza en que el aparente absurdo de la vida tiene
fiar significa suponer que un objeto o una persona
un significado oculto que él no puede descifrar.
serán tan seguros o dignos de confianza como suelen
Al final, todo vuelve al principio básico: confianza ser (tener confianza en el coche de uno, confiar en
en Dios. No tenemos la clave de las cifras de Dios. un deudor o en un médico). En los contactos per-
Podemos y debemos creer, en términos religiosos, que sonales surge otro sentido de «confiar»: una confianza
los sucesos sujetos a regularidades naturales son, no no calculada, una aceptación anticipada de otra per-
obstante, los signos de Su presencia o, por usar la sona, aunque no hayamos tenido nunca la oportunidad
expresión metafísica tradicional, que el orden teleo- de verificar su integridad o incluso aunque tengamos
lógico de las cosas no anula el orden de las «causas
razones para dudar de ella. Esto se acerca más a la
eficientes» sino que se superimpone misteriosamente
actitud que el creyente tiene ante Dios. No se puede
sobre él; por tanto, debemos confiar en que lo que
ocurre está, al mismo tiempo, determinado causal- estar seguro de Dios ni confiar en El sobre la base
mente e incluido en una construcción dotada de fi- de una crónica histórica que muestre que siempre que
nalidad y que, por tanto, está providencialmente or- sus hijos le pidieron ayuda, El la dio invariablemente
denado así. No es que el universo físico siga su curso según los deseos de ellos; los creyentes no pueden
indiferente y sin rumbo y que solamente en la os- evitar la conclusión de que la fortuna y la miseria
curidad del desconocido «más allá» vaya a restable- están distribuidas al azar y no de acuerdo con las
cerse un equilibrio acorde con nuestros deseos y sen- normas de la justicia tal como las entienden usual-
tido moral. mente. Aceptan la voluntad de Dios tal como se ma-
nifiesta en la caótica multitud de accidentes incom-
prensibles; en la ciega operación de las leyes de la
...La predestinación es parle de la providencia. La providencia no
suprime las causas secundarias, sino que consigue sus efectos subor- naturaleza, en la patente injusticia de las cosas hu-
dinando su operación a ella misma. Dios dispone efectos en la na- manas. Confian en Dios antes de que su sabiduría
turaleza ordenando a las causas naturales que los produzcan, sin y su bondad se hayan puesto a prueba experimen-
las cuales no se producirían. Dios predestina la salvación de un hom- talmente e independientemente de los resultados de las
bre de igual modo, subordinando al decreto de predestinación todo
lo que puede ayudarle en el camino de la salvación, ya sean sus posibles pruebas. Tales resultados, en realidad, no son
propias oraciones o las oraciones de otro, o las buenas obras de cual- nunca concluyentes: en algunas ocasiones parecen ser
quier otra clase, sin las cuales no alcanzaría la salvación. positivos, la mayor parte de las veces defraudan las
Tomás de Aquino esperanzas; pero la confianza no desfallece precisa-
mente porque no está basada en evidencia empírica
No, ambos órdenes, el causal y el teleológico fun- sino concedida a priori. Una vez que han depositado
cionan unidos, aunque sólo el primero está al alcance su confianza en Dios, los creyentes pueden percibir
de nuestras manos y ojos. Sin embargo, no podemos su mano en los acontecimientos y con frecuencia
demostrar que ello es así, con el sentido que tiene tienen la impresión de que el mundo está gobernado
una «demostración» en las investigaciones empíricas. con sabiduría a pesar de todos los horrores que pa-
Tenemos que confiar en la sabiduría y la benevolencia recen desafiar esa valoración. Algunos piensan que
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pueden ver signos providenciales en todos los azares no hay respuestas, porque no hay argumentos de esa
de la vida; algunos, en momentos de súbita ilumi- clase. Pero puede invertirse la pregunta: ¿qué razones
nación, captan el significado latente de todas las vi- pueden aducirse para mantener que las normas que
cisitudes que han soportado. Una vez más, no pueden suelen seguirse para contrastar y aceptar provisional-
«probarlo», pero, no obstante, están satisfechos de mente las hipótesis científicas definen implícita o ex-
su percepción. plícitamente los límites de lo que tiene sentido o es
aceptable? O: ¿cuáles son los fundamentos del raciona-
Puede responderse que si Dios quiere en efecto
lismo cientifista? Volveré sobre esta cuestión.
enviarnos señales significativas de su dominio, sus
acciones parecen contraproducentes, ya que no somos Consideremos ahora el argumento moral contra la
capaces de comprenderlas. ¿Qué sentido tiene hablar doctrina del pecado original. Este argumento señala
a las personas en un lenguaje que no conocen y que que la creencia en un Dios misericordioso y amoroso
nunca podrán aprender? Pero esto es dar por sentada es absolutamente incongruente con su conducta apa-
la cuestión. Todo el que cree en la presencia de Dios rentemente extraña, caprichosa y vengativa, tal como
en el mundo tiene que admitir que, empíricamente se revela en el mito de la caída del hombre, su ex-
hablando, su presencia es ambigua. Claramente, no pulsión del paraíso y su redención. Si este argumento
haría falta la fe si el curso de las cosas humanas tiene base, entonces habría que preguntar —y ésta es,
siguiera directa e inequívocamente las normas de la inevitablemente, la primera pregunta que deben sus-
justicia; esto significaría que estaríamos viviendo en citar los anales del Edén— ¿cómo es posible que mi-
el Paraíso. Adán y Eva no creían en la existencia llones de personas hayan creído una historia que,
de Dios del mismo modo en que creen sus descen- dándole una explicación racionalista, contraviene de
dientes (con excepción de Abraham, Moisés y unos forma evidente todos los principios de la moral y del
pocos místicos); Adán y Eva vivían en una auténtica sentido común que han transmitido los mismos maes-
teocracia, bajo el gobierno directo y visible de Dios. tros responsables de perpetuar la historia de Adán
La vida en el exilio tiende a ser ambigua, las señales y Eva? La cuestión de si es justo o no castigar
de Dios no son nunca claras y confiar en El es, ine- cruelmente al género humano por una falta pequeña
vitablemente, desafiar los límites del conocimiento cometida por una pareja desconocida en el pasado
natural. remoto no es un complejo enigma teológico que sólo
puede ser resuelto por lógicos o abogados muy pre-
Si no existiese la oscuridad, el hombre no sentiría su corrupción parados ; es un problema fácilmente comprensible para
y si no existiese la luz, el hombre no tendría esperanza de cura- los campesinos analfabetos y uno se pregunta cómo
ción. Así, no sólo es justo, sino provechoso para nosotros que Dios se indujo a la gente a dar crédito a tal absurdo
esté oculto en parte y en parte descubierto, porque es tan peligroso
para el nombre conocer a Dios sin conocer su propia miseria como y por qué tuvo que esperar la humanidad a que le
conocer su miseria sin conocer a Dios. abrieran los ojos Helvetius y Holbach para reconocer
Blaise Pascal su propia extraordinaria estupidez.
Entonces nos viene a la mente la pregunta ¿por qué En realidad, nunca se ha supuesto que los cristianos
tenemos nosotros, o cualquiera, que confiar en Dios tuvieran que creer en la historia de la caída de Adán
o admitir su existencia? Si «por qué» significa «ba- según la grotesca versión de los racionalistas. Ni si-
sándonos en qué argumentos similares a aquéllos en quiera es esencial para una auténtica, comprensión
los que nos basamos para aceptar hipótesis científicas» religiosa que acepten en sentido literal o no el relato

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bíblico de lo que ocurrió en el jardín primigenio. La de los símbolos universales de la Expulsión y el Gran
historia de la Expulsión, uno de los más poderosos Retorno, la historia de la Redención. En la versión
símbolos mediante los que las personas de diversas racionalista, esta última es el disparatado relato de
civilizaciones han tratado de captar y dar un sentido un Dios que entregó a su inocente Hijo a los hom-
a su destino y a su miseria, no es una «explicación bres para que lo torturasen hasta la muerte y obtu-
histórica» de los hechos de la vida. Es el reconoci- viesen así el perdón de sus pecados anteriores. En
miento de nuestra propia culpa: en el mito de la Ex- realidad, el símbolo del Redentor, aunque entraña la
pulsión admitimos que el mal está en nosotros; no idea de justicia, no contiene ninguna sugerencia de su
fue introducido por nuestros primeros padres y se nos castigo. Este símbolo surgió de una metafísica del mal
imputó a nosotros incomprensiblemente. Si se hubiera que, lejos de ser un invento filosófico, tiene sus raíces
enseñado a la gente realmente que Adán y Eva habían en los estratos más antiguos de la mitología. Esta re-
sido los responsables de todos los horrores de la his- presenta el mal y el sufrimiento como unidos ontoló-
toria humana, la desdichada pareja hubiera sido mal- gicamente, por decirlo así, de modo que ningún mal
decida, sin duda alguna, y odiada a lo largo de toda deja de traer un justo castigo. El aceptar el sufrimiento,
la historia del cristianismo; en realidad, su imagen en de forma libre y voluntaria, por los demás, es un
el folklore ha sido siempre bastante benigna y com- acto aceptable en todas las religiones y en todos los
pasiva y su pecado fácilmente comprensible: porque códigos morales que conservan la distinción entre el
¿quién está siempre por encima de la tentación? En bien y el mal (aunque quizá sea tautológico hablar
lugar de transferir la responsabilidad de nuestros in- así, ya que sin esa distinción no tiene ya sentido
fortunios a un par de personajes ancestrales, admiti- hablar de moralidad).
mos, por medio del símbolo de nuestra Expulsión, El símbolo de un Dios que sufre y que decide com-
que estamos hechos de madera abarquillada (por usar partir plenamente el destino humano tiene, por lo
la metáfora de Kant) y que no merecemos llevar una menos, dos, significados. En primer lugar, afirma la
vida descuidada, feliz y ociosa; una admisión que no creencia en una ley de justicia cósmica que funciona,
parece absurda. hablando en sentido figurado, como un mecanismo
El símbolo de la Expulsión incluye, al mismo tiem- homeostático: para restablecer el equilibrio pertur-
po, una tenue esperanza de Retorno al hogar per- bado por la fuerza destructora del mal, hace falta
dido y una confianza en que el sufrimiento humano sufrimiento. No sólo el deudor real, sino alguna otra
no resultará vano, que, después de todo, se ha ganado persona puede satisfacer esta exigencia, a condición
algo importante en el Via Crucis humano, algo que de que actúe por su propia voluntad; dicho de otro
no podía haberse alcanzado de otro modo. El con- modo: puede haber cambios en la distribución del
cepto defelix culpa supone la oblicua expectación de débito, pero sólo si son aceptados libremente. El
un Retorno que traerá algo más que la restauración Sacrificio tiene sentido en la medida en que llena el
de la inocencia prístina; supone que no volveremos, vacío que un acto malvado ha abierto en la masa
sencillamente, a un estado anterior como si nada del Ser. El mismo símbolo es, en segundo lugar, el
hubiera ocurrido y que incluso el mal que hemos reconocimiento de nuestra debilidad; la raza humana
hecho, o al menos parte de él, puede haber servido necesita que una persona divina compense las enormes
como instrumento para hacernos mejores. deudas en que ha incurrido; al faltarle fuerza para
Esta es la narración cristiana, que incluye, además exonerarse, confiesa así su flaqueza moral. Sin em-

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bargo, en el mismo acto de comprender su debilidad,
la humanidad afirma su grandeza y su dignidad: la que sea. Tanto el mal moral como el sufrimiento hu-
humanidad es un tesoro tan precioso a los ojos de mano, incluyendo el inevitable fracaso de la vida de
Dios que merece el descenso del divino Hijo al mundo cada uno, puede ser aceptado y mentalmente asimi-
de la carne y el dolor y la muerte humillante que lado, pero es descabellado pretender que partiendo del
El acepta para la curación del hombre. Asi, en la per- aterrador caos de la vida, podemos concluir, como
sona del Redentor se cristalizan los aspectos gloriosos resultado de procedimientos lógicamente admisibles,
y los ruinas de la existencia humana: un tema pas- con un cosmos lleno de sentido y de finalidad. El
caliano por excelencia. Este dios ridículo, incapaz de acto de fe y de confianza en Dios tiene que preceder
salvarse a sí mismo de una muerte ignominiosa (así a la capacidad de ver su mano en el curso de los
le vio la muchedumbre que se burló de su mar- acontecimientos y en la tristeza de la historia hu-
tirio en Jerusalén y los intelectuales paganos como mana. En una palabra: credo ut intelligam. La inves-
Celso), este dios iba a convertirse no sólo en el sím- tigación filosófica es siempre incapaz de producir, sus-
bolo más poderoso en la historia religiosa, sino tam- tituir o siquiera estimular el acto de fe y probable-
bién en un símbolo por medio del cual el hombre mente nadie se ha convertido nunca a la fe por medio
obtendría una aguda percepción de su propio destino. de la discusión filosófica, excepto, quizá, cuando esta
De nuevo, esto no es una mera especulación de los ha servido como causa «ocasional» más que como
filósofos: Jesucristo, que, en su persona, en su vida causa «eficiente». En el mejor de los casos, la reflexión
y en su sufrimiento, en su opprobium y en el triunfo filosófica puede mostrar que tales actos de fe no
final de su resurrección, dio testimonio de la ver- obligan a nadie a dar crédito, explícitamente o de
gonzosa miseria y la infinita dignidad del hombre, es otro modo, a creencias que son incompatibles con
el Jesús real de la fe de los simples, el Jesús de los los hechos empíricos conocidos ni a desmentir no-
villancicos y de la pintura popular, un invencible ciones morales aceptadas dentro del mismo credo
protector celestial y, no obstante, un pobre como cada —siempre que se haga la salvedad de que la «fe» no
uno de nosotros. es un acto de asentimiento intelectual a ciertos enun-
ciados sino un compromiso moral que implica, en un
La desesperación sobre lo terrenal o sobre algo terrenal es, en reali- todo indivisible, el asentimiento intelectual y una con-
dad, desesperación sobre lo eterno y sobre uno mismo, en la me- fianza infinita, inmunes a la refutación por medio de
dida en que es desesperación, pues ésta es la fórmula de toda de- hechos.
sesperación. Pero el que desespera... no observó lo que estaba ocu-
rriendo tras él, por así decirlo; cree que está desesperado por algo Por extraño que parezca, la cuestión que resulta
terrenal y habla constantemente de lo que le desespera y, sin em- más embarazosa y más difícil de acomodar dentro
bargo, su desesperación es por lo eterno. de la teodicea cristiana surge del hecho del sufrimiento
S^ren Kierkegaard
de los animales. Si el dolor humano puede tener sen-
Para resumir esta parte de la discusión: la acepta- tido en términos de pecado, castigo, prueba, reden-
ción del mundo como un cosmos ordenado por la ción, recompensa, todo esto no es aplicable a los
Divinidad, en el que a todo se le ha dado un sentido, animales; ellos no son moralmente culpables, no son
no es ni autocontradictoria ni incoherente con el redimidos y no tienen perspectivas de vida eterna
conocimiento empírico, y, sin embargo, nunca puede y sin embargo sufren: ¿por qué?
ser el resultado de tal conocimiento, por muy extenso La cuestión recibió una solución conveniente, pero
desgraciadamente totalmente increíble, de los carte-
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pótesis más plausible en la concepción de Lewis es
sianos ortodoxos. La metafísica de Descartes entra- que el Diablo corrompió el reino animal e incitó a las
ñaba, en efecto, que todo tipo de actos que impli- criaturas a devorarse entre sí; esto ocurrió antes de
can sensibilidad y percepción tienen lugar en el alma que el hombre fuese creado y probablemente iba a
inmaterial, que no tiene conexión causal mutua con ser su tarea el restaurar el buen orden, pero, ha-
el cuerpo-máquina, y que poseer (o más bien, ser) biendo caído también él, dejó su obligación sin cum-
un alma es el privilegio de los humanos; los animales, plir. Como los animales no tienen el tipo de me-
al ser autómatas sin sensibilidad, simplemente no su- moria que sirve de apoyo a una identidad psicológica,
fren, por mucho que la experiencia cotidiana nos in- es improbable, según Lewis, que Dios les haya con-
cite a imaginar lo contrario sobre la base de analogías cedido el privilegio de la inmortalidad: no hay forma
engañosas. Los animales no deben haber estado muy de resucitar al mismo gato, simplemente porque no
satisfechos con esta filosofía, ya que los fisiólogos hay «mismidad» felina en un sentido psicológico. Lewis
cartesianos, con total coherencia, no tenían ningún no excluye, sin embargo, la posibilidad de que algunos
escrúpulo respecto a la vivisección. animales domésticos puedan ser inmortalizados, no
Esta doctrina no parece haber sido concebida para por ellos mismos, sino como componentes de células
hacer frente al enigma teológico del dolor animal; familiares humanas resucitadas.
servía a ese propósito, pero sólo de modo accidental Peter Geach está totalmente insatisfecho con esta
y les resultó inaceptable, aunque por diversos motivos, explicación. Piensa (en Providencia y maldad) no sólo
a los tomistas y a los empiristas cristianos como Gas- que la psicología animal de Lewis no tiene funda-
sendi. mento alguno, sino que, además, no ofrecería ninguna
Así pues, el desagradable problema ha continuado solución aunque fuese cierta: aun suponiendo, hipoté-
sin solución digna de crédito y, de hecho, no atrajo ticamente, que los animales no perciban la continuidad
mucho la atención de los teólogos y no es sorpren- de su dolor, sufren igual. Y hacer recaer la respon-
dente: considerando la cantidad de energía que debe sabilidad de su dolor en el Gran Enemigo no es
de haber absorbido el problema del sufrimiento hu- quitársela al Creador que debe haber dado su permiso
mano, no quedaba mucha para emplear en las ratas, y es, por tanto, igualmente responsable; por ello, la
las truchas y las gambas. No obstante, al menos dos historia de Lewis, si fuese verdad, sería un argumento
pensadores cristianos británicos se ocuparon de la cues- contra la bondad de Dios. El propio Geach ofrece
tión. C. S. Lewis (El problema del dolor) concibió otra concepción. Sencillamente, no hay prueba, arguye,
una solución semicartesiana. Afirma que hay que atri- de que Dios, en su estrategia para la evolución, es-
buir sensibilidad a los animales, pero no conciencia, tuviera interesado en minimizar el sufrimiento; por el
y esto parece significar que, aunque sufren, no per- contrario, parece no haberse preocupado por el dolor,
ciben la sucesión de los momentos individuales de animal o humano. Esto no es contrario a su perfec-
sufrimiento, que, por lo tanto, no aumenta por la mera ción, sin embargo, ya que la mayoría de las cualidades
continuidad. Cómo consiguió esta percepción de la que se consideran virtudes entre los humanos (tales
psique animal, Lewis no lo revela. Parece admitir como la castidad, el valor e, incluso, la justicia) no
que los animales sufren pero, al carecer del recuerdo tienen sentido cuando se habla de Dios y no puede
continuado del dolor, sufren menos y de forma di- pensarse que El comparte la compasión humana por
ferente que las personas. La razón de que sufran en las molestias físicas de los demás.
absoluto queda por explicar, sin embargo, y la hi-
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Si la imagen que da Lewis de un Dios que no im-
tabúes alimentarios del Antiguo Testamento, el cris-
pide a Satanás que atormente a los animales niega
tianismo eliminó definitivamente las cualidades sacras
la bondad del Creador, entonces, ¿cómo deja intacta
vinculadas al reino animal. San Francisco conversando
su benevolencia el concepto de Geach de un Dios
con el hermano lobo y San Antonio de Padua pre-
al que, sencillamente, no le importa el sufrimiento,
dicando a los peces del mar en Rímini no representan
humano ni animal? Este es un enigma que Geach
en absoluto la actitud cristiana típica. El propio Jesús
no trata de explicar. Parece que cuando queremos des-
nunca pareció muy interesado en la vida no humana,
cribir la bondad, nada hay tan esencial como la vo-
excepto como fuente de alimento y, ocasionalmente,
luntad de ahorrar sufrimiento a las personas (o a los
como materia para una parábola; echó los diablos
animales). Un dios que es sencillamente indiferente
fuera de un endemoniado y los obligó a entrar en
no puede ser el amoroso Dios de los cristianos.
cerdos, hizo entrar peces en las redes de los pescadores
Quizá el semicartesianismo de Lewis, que reduce el
y maldijo a una higuera estéril. Puede argüirse que
dolor animal a un nivel apenas perceptible y busca
al designar al hombre como señor de la tierra y al
su origen en la perversidad de los demonios, no sea
subordinar la Naturaleza a sus necesidades, la tradi-
una mala sugerencia, después de todo; podríamos con-
ción judeo-cristiana estimuló el gran impulso al pro-
tentarnos con esta solución si él pudiera darnos una
greso tecnológico y oientífico sobre el que iba a cons-
razón de por qué es verdad.
truirse la civilización occidental. Las religiones que
La cuestión es, probablemente, mucho menos ur- predicaban la unidad de la vida y un respeto indi-
gente en la sabiduría hindú, donde el límite entre ferenciado hacia ella no estaban adaptadas para im-
los hombres y las demás criaturas nunca se ha tra- pulsar la conquista tecnológica de la materia.
zado con tanta exactitud y la doctrina de la me-
tempsicosis supone que la misma alma puede habitar
sucesivamente cuerpos humanos y cuerpos animales.
Y en términos budistas, la cuestión del sufrimiento
y la liberación de él es la misma, independientemente
de quien sea el que sufre. Sin embargo, dentro de
la antropología cristiana, cualquier sufrimiento que no
pueda ni redimirse ni explicarse en términos de cas-
tigo, plantea un enigma inquietante.
La concepción del mundo judaica y cristiana, en
contraste con la oriental, nunca se ha preocupado
mucho por los seres inferiores, excepto en relación
con las necesidades humanas. Al hombre bíblico se
le dio el derecho a dominar y explotar a los animales
y la idea oriental de la unidad y santidad de toda
vida (expresada con énfasis en el jainismo, pero pre-
sente, al parecer, en todas las ramificaciones del hin-
duismo y el budismo) nunca ha sido adoptada por
la corriente principal del cristianismo; al abrogar los

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59

^
recusarlo desde uno u otro lado. Sin embargo, la
Iglesia ha desplegado una admirable habilidad para
impedir que se abriera una brecha excesivamente an-
CAPITULO 2 cha entre su esfuerzo intelectual y su fundamento en
la fe. Ha mantenido a la filosofía en una posición
DIOS DE LOS RAZONADORES subordinada, recalcando que sus grandes doctores eran
ante todo hombres de oración y piadosos y sólo en
Las formas religiosas de percibir el mundo, las segundo lugar hombres sabios; como santos patrones
instituciones del culto, las creencias, no nacen nunca de los filósofos, designaba a antifilósofos: a San Jus-
del razonamiento analítico y no necesitan «pruebas» tino Mártir, que se hizo cristiano después de una
de su veracidad a menos que sean atacadas con ar- serie de decepciones con todas las escuelas griegas,
gumentos racionales. El logos en religión es un arma y a Santa Catalina de Alejandría que, según la leyenda,
defensiva. La certeza de un creyente no es la de un confutó a cincuenta filósofos paganos asistida de sa-
matemático. La idea de prueba, elaborada en mara- biduría sobrenatural.
villas del espíritu humano tales como los diálogos de Al no dejar que su élite intelectual se dejase arras-
Platón o los Elementos de Euclides fue, desde luego, trar por los vientos de la Razón autónoma, la Iglesia,
una de las condiciones para la civilización occiden- desde el siglo XII en adelante, se expuso inevitable-
tal, para sus logros científicos y legales, y sin em- mente a la acusación de oscurantismo. No obstante,
bargo, no ha tenido más que un papel marginal en a pesar de unos cuantos errores extremos, mostró en
la vicisitudes religiosas del mundo occidental, a pesar general una intuición correcta al oponerse enfática-
de todos los monumentos de la teología cristiana. mente a todos los que intentaban hacer depender los
El cristianismo nació como una conciencia apoca- símbolos de la fe de argumentos racionales. Es obvio
líptica, como un llamamiento a todas las gentes a que la religio rationalis de los deístas no es, sencilla-
afrontar la inminente parousia y a esperar el Reino mente, religión en absoluto. Es verdad que el cris-
con arrepentimiento, amor y humildad. Desafiante tianismo sufrió grandes pérdidas a consecuencia del
y orgullosamente, el cristianismo opuso, en el mensaje asunto de Galileo, del ataque a la teoría de la evo-
de San Pablo, la inquebrantable certeza de los sim- lución, del tratamiento de la crisis modernista y, en
ples, su stultitiam praedicationis, a la mundana con- general, de todos sus conflictos con la Ilustración y la
fianza que los sabelotodos alejandrinos y romanos modernidad; sin embargo, puede decirse con seguridad
tenían en sí mismos. Pronto, sin embargo, tuvo que que la Iglesia se habría desintegrado y habría des-
hacer frente al desafio intelectual; para conquistar aparecido, simplemente, si hubiese hecho demasiadas
a la élite urbana culta tuvo que asimilar el arma concesiones al extremo opuesto, si no se hubiese ne-
de la Razón natural; y el cristianismo, tal como se gado, clara y obstinadamente, a borrar el límite entre
ha desarrollado desde el fin del siglo II y tal como el acto de fe y el acto de asentimiento intelectual;
lo conocemos ahora, es el resultado del encuentro si no se hubiese definido por criterios que no admitían
entre dos civilizaciones, un dolorosos compromiso distinción alguna entre la cultura de las élites y la de
entre Atenas y Jerusalén. El compromiso no ha sido los pobres de espíritu. Ni el saber ni la sofisticación
nunca enteramente afortunado y la historia intelectual hacen mejor la fe cristiana de nadie. La hubris de
de la Iglesia está plagada de incesantes intentos, de los muy educados ha sido siempre severamente cas-

60 61
Tratemos de resumir los puntos principales de estos
tigada en todas las Iglesias cristianas. Pascal resumió
argumentos y refutaciones: una laboriosa tarea si te-
perfectamente la cuestión diciendo que la religión cris-
nemos en cuenta la enorme cantidad de obras teoló-
tiana, aunque es sabia por tener muchos milagros
gicas y antiteológicas escritas sobre el tema.
y profecías para demostrar su vigor, es, por lo mismo,
necia, porque no son ésas las cosas que hacen creer Los argumentos de Santo Tomás «desde el movi-
a los creyentes; sólo la Cruz lo hace. miento» y «desde la causa eficiente» tienen una es-
tructura lógica similar. El primero enuncia que todo
Aun así, los argumentos filosóficos, aunque reduci-
lo que se mueve es movido por otra cosa y que la
dos a un papel secundario, y no considerados nunca
cadena de motores tiene que tener un primer (y por
como fundamentos de la fe, cumplieron una función
tanto inmóvil) eslabón, puesto que sin él no sería po-
indispensable en la autodefensa del cristianismo: la
sible el segundo movimiento ni los posteriores. El
Iglesia católica acabaría condenando la doctrina según
argumento desde la causa eficiente se desarrolla del'
lá cual no puede llegarse a conocer a Dios con cer-
mismo modo: una regresión infinita en la concate-
teza por medio de las luces naturales (Concilio Va-
nación de causas es inconcebible, ya que ni la se-
ticano Primero, Cañones de Revelatione, 1).
gunda causa ni ninguna en absoluto, podría operar
¿Y qué diremos del argumento de que las luces na- si la primera causa incausada no hubiera iniciado la
turales proporcionan suficiente certeza de la existencia sucesión.
de Dios, es decir, una certeza a la que se supone que
Aparte del hecho de que la premisa aristotélica
llega nuestra razón partiendo de premisas que se pre-
que supone que todo lo que se mueve es movido es
sumen empíricas? Muchos manuales tradicionales de
insostenible en términos de física, la construcción ló-
metafísica cristiana enumeran, junto a las «cinco vías»
gica de esos dos argumentos cosmológicos ha revelado
de Santo Tomás, un elevado número de argumentos
siempre, a los ojos de sus críticos, un defecto irrepa-
diferentes, todos los cuales, en opinión de sus autores,
rable. Parece suponer que si cualquier eslabón de una
o bien establecen la existencia de Dios como una
cadena (de movimiento o de causas) tiene que ir pre-
certeza indisputable, o hacen de ella una hipótesis
cedido de uno anterior, entonces tiene que haber un
empírica muy plausible. Todos esos argumentos han
eslabón que precede a todos ellos. Esto es claramente
sido atacados repetidamente, o porque eran incorrec-
inadmisible desde un punto de vista lógico, puesto que
tos desde un punto de vista lógico o porque entra-
a partir de un enunciado que tenga la forma nx ey
ñaban presuposiciones empíricas falsas. Sin embargo,
(v -* x), no puede inferirse nunca un enunciado con
algunos autores tomistas respetables (sobre todo Man-
el orden de cuantificadores invertido (es decir, un
ser) declaran perentoriamente que no es posible ni
enunciado de la forma ey nx (y -> x), usando el signo
deseable una «sexta vía» y que las pruebas de Tomás
-+ para simbolizar cualquier tipo de precedencia, ló-
de Aquino son todo lo que necesitamos para cimen-
gica o física). Este es un error que señaló Kant,
tar una estructura perfectamente estable para la teolo-
cuando opuso el postulado racional que exige que
gía natural.
busquemos la premisa de toda premisa y la condición
de toda condición, al falso principio que enuncia que
Tanto si una cosa es un disparate como si no, es un disparate en
un sistema determinado. De la misma manera que algo es un dis- la cadena de silogismos tiene una primera premisa
parate en un juego determinado y no en otro. absoluta o que la sucesión de condiciones tiene un
Ludwig Wittgenstein término inicial incondicionado. En resumen, no hay

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62
nada lógicamente equivocado en el concepto de una estrictamente hablando, dar por sentado el hecho de
sucesión infinita en la cadena de sucesos; no hay re- MI existencia: descubrir una finalidad es descubrir un
glas lógicas que nos obliguen a admitir una causa nitor, sin razonamiento previo. Y la cuestión es que
primera, cualquiera que sea ésta. dentro de la investigación empírica, la finalidad, ex-
Un defecto algo parecido, aunque no idéntico, apa- cepto en obras de las que se conoce previamente
rece en el argumento «desde los grados de perfec- la autoría humana, puede negarse siempre. Las ana-
ción». Aquí, de nuevo, parece suponerse un salto ina- logias utilizadas en la enseñanza cristiana popular
ceptable desde la sucesión de los seres finitos a la «cuando vemos un mapa, sabemos que tuvo que
infinitud actual. El argumento es: como las cosas fi- haber una mente que lo trazase, de modo que ¡es
nitas difieren entre sí en su grado de perfección, te- absurdo negar lo mismo de la propia tierra, que está
nemos que concluir que existe un ser que personifica dibujada en el mapa!»— no son convincentes en
la máxima perfección concebible y al que los demás absoluto. Cuando vemos un mapa sabemos que una
seres deben su bondad finita. El argumento parece sin- mente trabajó para realizarlo precisamente porque
gularmente poco convicente a primera vista; incluso no hay mapas en la naturaleza, y la topografía fí-
aunque supiéramos cómo medir y comparar la perfec- sica real de nuestro globo no aporta ningún tipo de
ción relativa de las cosas, no podríamos sacar con- apoyo para esa clase de razonamiento.
clusiones respecto a la necesaria existencia de algo El marco explicativo darwinista para la interpreta-
absolutamente perfecto y menos aún respecto al hecho ción de los fenómenos orgánicos podría parecerles
de que esta infinita perfección fuese la fuente de la i ^satisfactorio a muchos científicos. En efecto, una vez
perfección relativa por medio de un acto de gracia que Jacques Monod lo ha llevado a sus últimas con-
o de participación. secuencias, a menudo nos sorprende su carácter para-
El argumento teleológico no parece estar en mejor dójico: nos resistimos naturalmente a la idea de que
posición, a pesar de que el error está en su premisa (oda la evolución de las criaturas vivientes, incluida
cuasi empírica, más que en un razonamiento defec- nuestra propia especie, haya de explicarse por una
tuoso. Comienza con el orden de la Naturaleza que serie increíblemente larga de errores mecánicos for-
esté tan obviamente dominado por una armonía do- tuitos al copiar el código genético; dentro de este es-
tada de finalidad que no podríamos dejar de ver tras quema, la existencia de la raza humana, dadas incluso
ella la poderosa mente de un sabio organizador. Esto, las condiciones iniciales de la vida en la tierra, pa-
que, en un tiempo, fue el argumento más frecuente- rece tan fantásticamente improbable que para todo
mente empleado en favor de la existencia de Dios en propósito, práctico o teórico, podemos descartarla con
la enseñanza cristiana popular, parece basado en una loda seguridad como imposible. Y sin embargo, nues-
falacia que los críticos han señalado repetidamente, tra renuncia podría derivarse de nuestra incapacidad
y que no necesitaron esperar a que la revelasen para asimilar debidamente las reglas del pensamiento
Darwin o Monod. Puede argiiirse, en efecto, que, en probabilístico. Sabemos, después de todo, que al ba-
realidad imponemos la finalidad, en lugar de percibir- rajar mecánicamente una baraja de cartas resultará
la en la naturaleza orgánica. Si afirmamos que per- siempre una disposición de una probabilidad extrema-
cibimos una finalidad en un objeto, ya estamos pre- damente baja y nadie arriesgaría un penique en apostar
suponiendo una autoría consciente y razonar ex gober- por un orden determinado de cincuenta y dos cartas
natione rerum a la existencia de un Gobernador es, mezcladas al azar, es decir, por un suceso que tuviera

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la probabilidad de 1 -f- 1 x 2 x 3... 52 (a menos que
hiciese trampa, claro está). Y así, una hipotética mente como es, con independencia de nuestras percepciones,
que viviese en otro mundo podría negarse razonable- contenga relaciones numéricas; nunca podremos saber
mente a jugarse un penique sobre el azar de la exis- por principio, no por deficiencias temporales en
tencia de la especie humana en el sistema solar. Per- nuestro conocimiento— de qué modo contribuye nues-
dería, claro, porque existimos; pero su negativa sería t ro contingente aparato de ver, tocar, reaccionar ante
perfectamente racional. Sucesos extremadamente im- las cosas y manipularlas, a la imagen del mundo que
probables ocurren a cada momento y no es, a priori, emerge finalmente del funcionamiento de nuestros
más impensable que la evolución de la vida sea de- cuerpos y nuestras mentes. En efecto, valorar adecua-
bida al puro azar que el hecho de que resulte un damente esta contribución equivaldría a salirse de la
orden determinado en una baraja de cartas después piel humana, a deshacerse de esta contribución, en
de barajarlas mecánicamente. Si resulta que unas cria- primer lugar. No es inconcebible que el universo sea
turas racionales más o menos parecidas a nosotros similar a la imagen que nos hacemos de él, ni que
viven en algún lugar del universo, quizá todo el el espíritu de Dios flote sobre las aguas. Pero si ése
cuerpo del pensamiento neo-darwinista requiera una es el caso, no podemos saberlo con ninguna certeza,
revisión completa, pero aun así, es difícil ver cómo puesto que nuestro conocimiento empieza y termina,
podría esa revisión establecer concluyentemente la inevitablemente, por la percepción sensorial. Por tanto,
necesidad de un divino relojero. nuestro conocimiento, por muy extenso que llegue a
ser, continuará para siempre dentro de los límites
¿Por qué no se nos muestra Dios'.' —¿Sois dignos Je ello? —Sí. de nuestra contingente posición en el mundo, de nues-
-Sois presuntuosos, y por tanto, indianos. —No. — Así pues, sois tra incapacidad fundamental para adquirir un punto
indianos. de vista no relativo (en el sentido físico, biológico,
Blaise Pascal
histórico) para observar el Mundo. El universo, tal
como lo conocemos, es el modo en que reacciona-
Ciertamente, muchos grandes físicos, al contemplar mos frente a nuestro entorno, y nuestras reacciones
el orden increíblemente complejo de la materia, han están determinadas tanto biológica como cultural-
sentido que no podían resistir la idea de un Gran mente. Es comprensible que seamos propensos a ver
Matemático; que la estructura del universo debe haber ciertas características en los objetos que percibimos,
tenido su origen en una mente y que no podemos porque esos objetos han recibido forma de nuestras
prescindir de la idea de un constructor. Pero un mentes; de ahí que imaginemos que el mundo opera
abogado del diablo consecuente apenas se siente com- de y por sí mismo según ciertas ecuaciones diferen-
pelido a ceder ante tales especulaciones. «La física ciales, que está construido sobre unas relaciones cuan-
es, sin duda alguna, obra de la mente» —argüiría—, titativas bien definidas y que es gobernado con un
«pero de vuestra mente, no de la de Dios. Nosotros, objetivo. Una ilusión natural, pero no por eso menos
la raza humana, hemos creado no sólo los instru- ilusión».
mentos de medición sino también los números, y los Una crítica del tipo ilustrado por este ejemplo hipo-
hemos creado de acuerdo con nuestra estructura bio- tético no entraña necesariamente un idealismo prag-
lógica y nuestros órganos específicos de percepción. mático; señala, sin embargo, que esa clase de idea-
No tenemos evidencia fiable de que el universo, tal lismo no puede refutarse basándose en la experiencia
o que los intentos de confutarlo siguiendo esa línea
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carentes de interés o baladíes, son sencillamente ajenas
implican un círculo vicioso; Kant y Husserl están de a aquello de lo que trata el cristianismo o cualquier
acuerdo hasta aqui. icligión. Si existe o no este Dios no es una cuestión
Evidentemente, no hay nada en la ciencia que im- religiosa, y no constituye una preocupación real para
pida a un físico creer en Dios y su creencia puede ias personas a quienes les importan estas cuestiones.
encontrarse alentada psicológicamente por sus re- El Dios de los filósofos es lógicamente compatible
flexiones sobre la intrincada maquinaria de la Natura- tanto con la noción de una calculadora infinita como
leza; no obstante, no tiene derecho a considerar esta con la imagen de un padre que se preocupa por
creencia como hipótesis explicativa en el sentido cien- Su prole y comparte su sufrimiento, pero, obviamente,
tífico y menos aún como conclusión lógica de una sólo el último es una persona a la que los creyentes
teoría física. Ni tampoco está, por ser un físico, mejor puedan rendir culto, rezar o incluso contra la que
equipado para abordar la cuestión de Dios. En úl- puedan rebelarse o a la que puedan injuriar. Es
timo término, es una cuestión de Weltanschauung, lusto añadir que Santo Tomás era muy consciente
de preferencia filosófica o religiosa, tanto en su caso de esta distinción y no pretendía que sus argumentos
como en el de los demás. Nadie ha oído jamás ha- nos llevaran al gran Juez que había hablado a
blar de que en las conferencias de los físicos se dis- Moisés en la zarza ardiente. Se daba cuenta de que
cutieran artículos sobre la existencia de Dios; con el núcleo del cristianismo estaba en la revelación
toda razón, ya que la ciencia no ofrece instrumentos v nunca hubiera pronunciado la deliciosa tontería que
conceptuales con los que abordar el problema. debemos al Padre Garasse, el famoso polemista jesuíta
E incluso aunque hubiera un camino intelectual- v adversario de Saint-Cyran que declaró que las
mente legítimo desde la imagen científica del mundo pruebas de la existencia de Dios eran tan convincentes
hasta el Gran Calculador, este último no sería, en que es como si le viéramos cara a cara. Yo me aven-
absoluto, el Dios de la fe cristiana (ni de ninguna turaría incluso a suponer que Santo Tomás tampoco
fe religiosa), un protector benévolo que cuida de todos estaría muy satisfecho con la igualmente tonta, aunque
nosotros en conjunto y por separado. Se parecería, no tan deliciosa expresión «teología científica» (o más
más bien, a una calculadora gigantesca que funciona- bien, «wissi'nscluiftliílu' Theoloyie») que usan a veces
ría, quizá, con la mayor precisión, pero que sería los profesores contemporáneos.
totalmente indiferente respecto al destino humano. Con todo, puesto que seguimos intentando entender
Lo mismo puede decirse, en ese sentido, de cada al Dios de los filósofos, tenemos que mencionar otras
una de las cinco vías de Santo Tomás. Incluso si supu- dos pruebas que, a pesar de ser muy diferentes entre
siéramos, equivocadamente, que eran lógicamente vá- si, en su construcción lógica, recurren ambas a la dis-
lidas, nos presentarían el Dios de los filósofos, no tinción fundamental entre «lo contingente» y «lo nece-
«el Dios de Abraham e Isaac». En el concepto del sario»: la demostración final de Santo Tomás y el
primer motor, de la primera causa, del máxime ens, argumento ontológico de San Anselmo.
de una perfección absoluta y del organizador supremo
El primero se reduce a esto: todas las cosas finitas.
del universo, no hay nada que entrañe por necesidad
es decir, todas las cosas que podemos percibir, son
la cualidad de un guardián paternal que quiere sal-
contingentes; esto significa que pueden existir o no;
varnos, protegernos y finalmente darnos eterna hospi-
para expresarlo de otro modo, no hay nada en su
talidad en Su reino. Esto no quiere decir que las
esencia que entrañe necesariamente su existencia. En
cuestiones que atañen al Dios de los filósofos sean
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finitud temporal y la espacial iban necesariamente
su caso, no pueden ser perdurables y tiene que haber unidas y, así, que un mundo finito no podía gozar
un período de tiempo durante el cual no existan. Por de eternidad. No obstante, la cualidad de contingencia
tanto, sería inconcebible que existiera todo el con- no significa simplemente, o principalmente, limita-
junto de las cosas contingentes, y esto significa el ciones físicas y corruptibilidad; se refiere al hecho
mundo de materia y espíritu en su totalidad, si no mismo de que la esencia y la existencia de una cosa
hubiese sido creado por una causa no contingente; no coinciden; en otras palabras, que su esencia no
necesariamente existente. implica su existencia real. El concepto aún sería vá-
Este argumento reviste especial importancia porque lido en el caso hipotético de una cosa finita eterna
implica una distinción cuya validez es, puede argiiirse, e inmutable. Y al decir que la esencia de Dios im-
crucial para el «ser o no ser» de la metafísica; esto plica su existencia, los teólogos no se refieren nor-
no ocurre con los conceptos empleados en los cuatro malmente a una relación lógica, sino óntica; lo que
argumentos tomistas ya mencionados. quieren decir es, no que una vez que conocemos lo
Está claro que no puede establecerse empíricamente que es Dios, sabemos que Dios no puede no existir,
la distinción y, desde Hume, los empiristas han ten- sino que en realidad, El no puede no existir; o que
dido, con bastante coherencia, a rechazarla total- Dios, y sólo El, puede ser llamado con propiedad
mente (a menos que la «necesidad» se conciba como el Ser sin calificaciones.
una propiedad de las proposiciones analíticas). No Para saber adecuadamente lo que es ser contingente
hay duda de que todos los objetos empíricos son en un sentido metafisico, tenemos que saber lo que
corruptibles, y podemos decir, incluso, que no hay es ser no contingente, y por tanto, saber lo que es
muchas generalizaciones de sentido común que tengan Dios. El concepto de contingencia depende lógica-
más poder de persuasión que ésta. Sin embargo, el mente de su contrario y podemos decir que el argu-
concepto metafisico de contingencia entraña, no la co- mento ex contingente et necessario —de modo parecido
a las otras cuatro vías de Santo Tomás— sólo avanza
Queremos ser necesarios, inevitables, preordinados desde la eternidad. aparentemente de las criaturas a Dios. En realidad,
Todas las religiones, casi todas las filosofías, incluso una parte de
la ciencia, dan testimonio del infatigable y heroico esfuerzo de la va al contrario: percibimos la contingencia de las
humanidad por negar, desesperadamente, su propia contingencia. cosas una vez que conocemos la existencia de Dios
Jacques Monod y no antes. Por tanto, la tradición que tiene su origen
en Hume, rehusa legitimar la noción de contingencia
rruptibilidad física de determinadas aglomeraciones de basándose en su carácter no empírico: no tenemos de-
materia, sino la corruptibilidad del mundo en su tota- recho a decir que el mundo es contingente o que
lidad. Se supone que la naturaleza no necesaria, no es necesario en un sentido teológico.
autosuficiente del Todo material postula obligatoria-
mente un absoluto necesario, ontológicamente auto- ...Todas las criaturas son pura nada. No digo que sean al menos
sustentado. No obstante, ni el Todo, ni su auto- un poquito, sino que son pura nada, porque ninguna criatura tiene
suficiencia o contingencia son ideas con fundamento el ser.
Mcister Eckhart
empírico. Santo Tomás tenía en mente la imagen de
un universo físico que era finito en el espacio; y desde Es justo añadir que los tomistas enfrentados a las
la antigüedad se había dado por cierto (tanto De- objeciones lógicas a sus argumentos conceden oca-
mócrito como Aristóteles lo habían sostenido) que la
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sionalmente que éstos podrían no cumplir los requi-
sitos de la ciencia empírica, pero afirman que siguen proceso en su filosofía. Sin embargo, de modo no muy
siendo válidos, de todas formas, porque emplean las diferente al de los escolásticos, a los que despreciaba,
reglas del razonamiento metafísico. Sin embargo, hay trató de descubrir dentro del mundo finito (pero el
poco en esta réplica con lo que convertir a un em- de la mente finita, no el de las cosas finitas) una clave
pirista. «No hay más que una lógica», dirá, «y sus que llevase fuertemente, o incluso irresistiblemente,
reglas son umversalmente admitidas en la indagación a la infinitud.
científica. Dentro de esas reglas no se da validez a los Parece que tanto las pruebas tomistas tradicionales
argumentos teológicos y eso es todo». como el razonamiento cartesiano «psicológico» son
Tampoco le impresionará a un empirista el famoso presa inevitable de la crítica de Hume; no hay un
razonamiento cartesiano. La afirmación de Descartes camino lógicamente correcto desde el mundo finito
es que él encuentra en su propia mente el concepto hasta la infinitud.
de infinitud y perfección y dado que su mente es Reflexionemos un momento sobre la validez de esta
claramente imperfecta y limitada (el mismo acto de du- objeción en la que se concentran todos los ataques
dar lo revela, si hace falla evidencia), no podría haber racionalistas a la «teología natural».
fabricado ese concepto con sus propios recursos. En En la vida cotidiana, en el manejo práctico de
consecuencia, la idea de un ser infinito tenía que ser las cosas, en la actividad científica, todos pensamos
implantada en la mente humana por otra mente más de acuerdo con las mismas reglas lógicas, probabilís-
poderosa; considerando que el efecto tiene que ser imas y deductivas, tanto si somos capaces de enun-
proporcional a la causa, ese concepto no se habría ciarlas claramente y de codificarlas como si no, y
formado si una mente infinita realmente existente no aparentemente siempre lo hemos hecho así. Esas reglas,
lo hubiese puesto allí. de hecho, no nos proporcionan instrumentos que nos
Los empiristas encuentran este argumento defec- permitan dar un salto milagroso de los datos em-
tuoso en dos puntos. Fl propio concepto de infinitud, píricos, por numerosos que sean, a la infinitud. La
como señaló Hobbes, es una pura negación, un acto infinitud, dice la tradición empírica, no tiene equiva-
de añadir una partícula de negación a las ideas fi- lente en la experiencia. Efectivamente, así es. Pero
nitas; nada en nuestra experiencia responde a él y nada tampoco lo tiene la idea de lo finito. No percibimos
en absoluto sugiere que tengamos una idea innata de las cosas como finitas, a menos que tengamos en la
infinitud. Ln segundo lugar, el principio que exige que mente la idea del atributo contrario, es decir, de in-
la causa sea proporcional al efecto no tiene un signi- finitud. Las dos nociones son mutuamente depen-
ficado obvio; y no puede darnos, en absoluto, la se- dientes en el sentido de que ninguna de las dos es
guridad de que la idea de infinitud tenga que haber inteligible sin una referencia a la otra; no hace falta
sido producida causalmente por un autor infinito real. ser estructuralista para admitir esto. Incluso supo-
Hay. desde luego, algo torpe en el argumento de niendo que exista algo del tipo de la percepción
Descartes y dentro del empirismo riguroso corre el preconceptual, es decir, una percepción en la que las
riesgo de no parecer más convincente que las demos- nociones abstractas no jueguen ningún papel (si ocurre,
traciones tomistas. El razonamiento de Descartes di- por definición, no tenemos acceso a ella), no puede
fiere del tomista en que no progresa desde la Na- contener la cualidad de «ser finito»; e, históricamente,
turaleza hasta Dios; de hecho, no hay lugar para tal no sabemos de ningún concepto de finitud que haya
precedido al de infinitud. Descartes, Spinoza, oca-
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tales doctrinas son engendradas por este tipo de ex-
sionalmente Hegel y a menudo los escritores panteístas periencia en lugar de precederlas. Las personas —y no
argüyeron, contra los empiristas, que la infinitud es sólo los filósofos— tienen con frecuencia experiencias
lógicamente anterior en el sentido de que concebimos que describen como asombro ante el hecho de la
las cosas finitas como limitaciones o «negaciones» de existencia, temor mezclado de admiración ante la
la infinitud (omnis determinatio est negado) antes que «Nada», percepción de la irrealidad del mundo o la
la infinitud como extensión o negación de lo finito. sensación de que de todo lo que no es permanente
Esta es, sin duda, una cuestión metafísica y no ló- tiene que dar razón lo que es indestructible. Las
gica; lógicamente, cada término del par depende del experiencias de este tipo no son místicas en el sen-
otro y lo mismo ocurre con la inteligibilidad de ambos. tido estricto, es decir, no son acontecimientos que
Afirmar la prioridad de la infinitud es lo mismo que las personas interpretan como encuentros directos con
afirmar la contingencia o no autosuficiencia del mun- Dios. Podrían describirse, más bien, como una fuerte
do finito y la cuestión real es: ¿de dónde viene esta sensación de que en el hecho de ser y no ser —en
idea? Ni Descartes ni Spinoza podían aceptar, dentro este hecho preciso y no sólo en la existencia de la
del marco conceptual de su pensamiento, ningún argu- persona que la experimenta— hay algo que no es
mento cosmológico, ninguna escalera lógica que par- obvio, que es alarmante, enigmático, extraño, asom-
tiese de los objetos de la vida diaria, con sus conexiones broso, algo que desafia todas las normas ordinarias,
causales, su variedad y su orden con un propósito, diarias, del entendimiento. Tales sentimientos no pue-
etc., y llevase al perfecto hacedor del mundo. Sin em- den y no necesitan convertirse en «problemas» cien-
bargo, su pensamiento era estimulado claramente por tíficos; se expresan, más o menos torpemente, como
el sentimiento compartido de que el mundo que co- enigmas metafisicos. No hay en ellos materia para
nocemos dentro del limitado horizonte de nuestra ex- «demostrar» nada, si «demostrar» conserva el sentido
periencia no se autoexplica o incluso (en un sentido que suele tener en los procedimientos científicos.
que se expondrá ahora) que es irreal, que su misma Efectivamente, insertos como eslabones en una cadena
presencia provoca las preguntas «¿qué es?», «¿por de razonamiento, normalmente parecen pobres y poco
qué es?» convincentes. Sin embargo, es de una necesidad sor-
Estas no son cuestiones científicas, en el sentido prendente desecharlos, como hacen con frecuencia los
en que la palabra «ciencia» se ha usado desde hace empiristas, como errores generados por el uso inade-
dos siglos. Sin embargo, de esta admisión no se sigue, cuado de las palabras o como susceptibles de ser
de ningún modo, que sean cuestiones carentes de sen- explicados como un abuso de los criterios semánticos.
tido, vacías, absurdas, prelógicas y demás: epitafios
bajo los que los defensores de la ideología cientifista ...Una partí' de la metafísica gravita, conscientemente o no, en torno
han intentado enterrarlas. Tales cuestiones y, en es- a la cuestión de por qué existe algo: ¿por qué la materia o por qué
pecial, la más fundamental entre ellas, la que fue cru- los espíritus o por qué Dios, en lugar de nada! Sin embargo, esta
cuestiém implica que la realidad llena un vacío, que bajo el ser
cial para Leibniz y Heidegger —«¿Por qué existe algo está la nada, que en principio nada debería existir y que por tanto
en lugar de nada?»— son expresiones de lo que en- hay que explicar por qué existe algo. Tal preocupación es pura
gañosamente se ha calificado de experiencia metafísica. ilusión, porque la idea de una nada absoluta tiene tanto sentido
La etiqueta es engañosa en la medida en que la pa- como la idea de un circulo redondo.
Henri Bergson
labra «metafísica» sugiere con fuerza una referencia
a una doctrina filosófica previa, cuando, de hecho,
75
74
Tanto la experiencia metafísica (si conservamos esta tivos, los dos percibían la imposibilidad de un mundo
palabra inadecuada) como la fe basada en la revelación que revirtiese sobre sí mismo (no importa que, his-
sufren una profunda corrupción cuando se articulan tóricamente, el cartesianismo fuese una de las prin-
por medio de las expresiones propias de la especula- cipales fuentes del ateísmo moderno).
ción filosófica y teológica y cuando los filósofos tratan Ninguno de los dos presentó «pruebas» en el sen-
de embutirlas en formas que simulan las de la ciencia tido moderno. No hay prueba que parta de «todo»
natural. La labor del espíritu humano cuando se en- o «nada» y muestre que «todo» lo que conocemos
frenta a este peculiar tipo de experiencia no necesita por la experiencia es, en realidad, nada si suponemos
ser incluida o confundida con el esfuerzo humano por que es todo.
predecir, explicar y manipular los sucesos físicos. Con Dicho de otro modo, mientras acatemos el rigor ló-
todo, ambos tienen algo en común: sus pretensiones gico aceptable en la indagación científica, no hay
de verdad. Pronto discutiremos este terreno común. huellas de Dios que puedan detectarse inequívoca-
Las especulaciones metafísicas que surgen del asom- mente en el mundo, nada que podamos identificar,
bro sobre el ser y el no-ser, de forma similar a las con certeza, con sus signos. Esto surgirá con más
afirmaciones teológicas que expresan una fe basada claridad si nos hacemos la siguiente pregunta: supon-
en la revelación, están destinadas a no ser convincentes gamos que Dios, exasperado por el rápido aumento
para quienes no comparten ese tipo de experiencia ni de nuestra incredulidad, decidiera proporcionar a la
participan en esa tradición mitológica. Pero convencer raza humana pruebas irrefutables de su existencia, sin
no es realmente la cuestión. ¿Trataba Santo Tomás utilizar ningún tipo de compulsión mental, es decir,
de convencer a los ateos (pocos y dispersos en aquellos sin infundir en nuestras mentes la gracia irresistible
días) de que Dios existía? ¿Lo intentaba Descartes, de la fe (lo que El puede hacer y hace, según la
a pesar de que un ateo era menos una curiosidad teología calvinista, pero no según la católica). Dios
en el siglo XVII que en el Xlll? Es dudoso. El pri-
Dios hizo ÍI! hombre a su imagen y semejanza también en la mente:
mero trataba de pulir el aparato conceptual de que porque en ella está la imagen de Dios. Esla es la razón de que
se disponía para traducir su fe al lenguaje aristotélico; la mente no pueda ser comprendida ni siquiera por sí misma, porque
el último trataba de dar forma a su experiencia de en ella está la imagen de Dios.
la irrealidad del mundo, cuya realidad quería resta- San Agustín
blecer por el único camino posible, aunque tortuoso,
que llevaba de su propia conciencia de sí hasta Dios realizará un solo acto que toda mente racional y de
y de allí a la Naturaleza. Descartes no encontró huellas disposición científica debe interpretar inequívocamen-
de Dios en la maquinaria física de universo y menos te como un signo de El. ¿Qué hará? ¿Qué clase de
aún en la riqueza de sus formas vivas (y la vida no milagros extraordinarios tendrá que realizar para que
era para él más que un caso especial de la operación nadie en su sano juicio deje de percibir Su mano?
de las leyes mecánicas); Descartes sufrió una experien- Es fácil darse cuenta de que no podría hacer nada
cia en la que la inexistencia del mundo le pareció de esa clase. Un cscéptico bien preparado puede ver
una posibilidad indudable. Santo Tomás miraba un con sus propios ojos los milagros relatados por Jacques
mundo que rebosaba signos de Dios: los veía a la de Vorágine en La leyenda de oro y continuar tan
luz de su herencia espiritual. A pesar de la estructura intacto en su incredulidad como una piedra. Siempre
lógica, totalmente distinta, de sus argumentos respec- puede afirmar plausiblemente que alguna explicación

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natural, por improbable que parezca, de los supues-
tos milagros es más probable, después de todo, que del supuesto de que sigue una linea no totalitaria
una explicación en términos de la intervención di- en cuestiones de fe y se abstiene de usar directa-
vina. Esta es una quaestio iuris, no facti: la cuestión mente la coerción mental, es impotente para quebrar
no es tanto que algunos escépticos inveterados pu- la resistencia justificada de un escéptico coherente.
dieran, de hecho, apartar neciamente los ojos de la Por otro lado, un escéptico es también impotente
irresistible evidencia, como que tendrían perfecto de- para destruir la obstinación de un creyente coherente,
recho a hacerlo de acuerdo con las pautas intelec- y esto, una vez más, es quaestio iuris, no facti. El
tuales del conocimiento moderno que, sencillamente, creyente tiene perfecto derecho a ser incorregible e
no pueden asimilar un suceso como «milagro». En insensible a los argumentos del escéptico. El ve los
consecuencia, uno está obligado por esta forma de signos de la presencia de Dios en su vida y en la
pensar a suponer que cualquier explicación partiendo de otros, en los acontecimientos históricos, en el orden
de causas «naturales», por implausible que sea, es natural y está dispuesto a admitir que es la fe la que
mejor que una sobrenatural. (Spinoza no negó la precede a los actos de ver esos signos y no al con-
verdad objetiva de la historia de cómo cruzaron los trario. En otras palabras, reconoce que su fe es fe y no
judíos el Mar Rojo, sencillamente creía, o pretendía el resultado de un análisis científico de la evidencia.
que creía, que un viento fortísimo, causado por una Puede referirse a un tipo especial de experiencia cuya
cadena de sucesos naturales, podía haber separado las validez el escéptico se niega a reconocer.
aguas y abierto el paso a los refugiados.)
—Mi certeza —dice—, lejos de ser un conjunto de
Asi, la deidad carece de forma y de nombre. Aunque le adjudique-
creencias aceptadas gratuitamente, está enraizada en
mos nombres, no han de tomarse en su sentido estricto; cuando le una percepción que crea una imagen coherente del
llamamos Uno, Bueno, Mente, Existencia, Padre. Dios. Creador. Se- mundo. Todas las personas que comparten una ex-
ñor, no estamos otorgándole un nombre... No puede ser abarcado periencia similar se comprenden entre sí sin dificul-
por el conocimiento, que se basa en verdades previamente conocidas,
por cuanto nada puede preceder a lo que existe por si mismo. Resta tades y si usted se niega a aceptar su testimonio es
que el Desconocido sea aprehendido por la qracia divina y el Verbo porque le falta la facultad adecuada o, más bien, le
que procede de él. falta la voluntad de adquirirla. Las personas con un
San Clemente de Alejandría oído normal pueden comunicarse en un lenguaje per-
fectamente inteligible sobre cuestiones relacionadas
Así pues, Dios está incapacitado para crear una con la música, pero un sordo de nacimiento encon-
evidencia empírica de Su existencia que parezca irre- trará que sus palabras carecen de sentido.
futable o, siquiera, sumamente plausible, en términos - La analogía no es válida —replica el escéptico—.
científicos; afirmar esto no equivale, en absoluto, a En su opinión, la fe es de la mayor importancia
limitar su omnipotencia, porque para superar la difi- para el modo en que Dios gobierna a sus subditos
cultad tendría que hacer un milagro lógico en vez humanos. Entonces ¿por qué no puedo ver yo lo que
de físico, y su incapacidad de hacerlo es compatible e, usted dice que ve?
incluso, está incluida en la naturaleza misma de la
—Puede usted —contesta el creyente—. Si quiere.
omnipotencia (he tratado esta cuestión más arriba).
En el trato de Dios con las personas no hay fe
Ciertamente, Dios podría imponer la fe a las personas,
impuesta, sólo estímulo. En último término, esto es
actuando directamente sobre sus almas, pero partiendo
cuestión de voluntad, más que de esfuerzo cognos-
citivo.
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—Entonces, ¿admite usted que no puede con- probabilidades que tiene de ganar en una mesa de
vencerme? juego. Los métodos son más fiables en unos campos
—Desde luego. No puedo. y menos en otros, desde luego, y sabemos la razón
—Pero usted afirma que su fe tiene un valor cognos- de que así sea; pero las condiciones del logro cien-
citivo, usted pretende conocer una verdad que me es tífico están bastante claras, a pesar de todas las
inaccesible a mí. En consecuencia, su posición se disputas sobre verificabilidad y falsabilidad. Usted no
autocontradice, si no tiene usted medio de conven- puede utilizar su habilidad sobre la divinidad de la
cerme en un plano cognoscitivo. misma manera, para predecir, hacer, calcular, explicar.
—Eso depende de lo que quiera usted decir con un Los templos más espléndidos fueron construidos sobre
plano cognoscitivo. ¿Cómo define usted los actos men- la base de los cálculos de los ingenieros, no de sus
tales que llevan a adquisiciones que usted acepta como oraciones; de otro modo, o no se hubieran construido
cognoscitivamente válidas? o se hubieran derrumbado.
—Esos actos se definen en los procedimientos cien- —Yerra usted el tiro, por completo —es la res-
tíficos. Desde luego, ha habido largas discusiones puesta del creyente—. Nadie pretende que la fe pueda
sobre cómo definir con precisión lo que está y lo que sustituir a la ciencia o que uno pueda rezar en lugar
no está justificado por la ciencia empírica y sigue ha- de trabajar y obtener los mismos resultados; en reali-
biendo muchos puntos de litigio. Y, no obstante, en dad, el cristianismo hizo explícitamente ilícito este
la mayoría de los casos, los científicos pueden comu- tipo de ilusión. Mi pregunta era: ¿en qué se basa usted
nicarse y sopesar la validez de su trabajo y normal- para afirmar, como claramente hace, que lo que sa-
mente están de acuerdo en que hay un amplio campo bemos se limita a lo que podamos justificar en tér-
de especulación que no merece su atención porque minos de métodos aceptables en la ciencia moderna,
nada que se diga en él puede cumplir, ni remota- por exacta o inexactamente que esos métodos estén
mente, sus criterios, por imprecisa que sea la defini- definidos?
ción de éstos. Por ello, no discuten la cuestión de Precisamente me baso en el argumento de que
los milagros, de los ángeles, de Dios. los métodos científicos demuestran ser fiables en la
-—Pero, ¿qué podría convencerme a mí de que los predicción de sucesos y pueden aplicarse con éxito
criterios aplicados en la investigación científica mo- considerable, cosa que las creencias religiosas no pue-
derna son al mismo tiempo criterios que distinguen den pretender que hacen.
entre lo que tiene y lo que no tiene valor cognos- -Estamosen un círculo vicioso. Estoy preguntando
citivo, y, también, nada menos que sobre lo que tiene de dónde viene ese concepto de conocimiento o de
sentido y lo que no? valor cognoscitivo. ¿Con qué derecho se excluye un
—Eso es difícil de responder. El método científico tipo de conocimiento que no cumple esos requisitos?
puede predecir lo que va a ocurrir. Por ejemplo, si Es posible que no tengamos razones últimas pero
uso una fuerza bien definida para lanzar un bien de- vemos que en último término, todos pueden quedar
finido cuerpo en unas condiciones de gravitación bien convencidos de la verdad de la ciencia porque ha
definidas, puedo calcular los factores pertinentes y de- alcanzado un amplio acuerdo respecto a los criterios
mostrar la corrección de la predicción. Puedo describir de validez. Este no es el caso en las cuestiones re-
cómo se reproduce una célula viva, puedo prever cuán- ligiosas. No puede usted persuadirme de que acepte
do va a ocurrir un eclipse de sol y puedo decirle las sus creencias, pero podemos convencernos el uno al

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que constituye el fundamento de su validez cognos-
otro en cuestiones susceptibles de recibir solución por citiva? Si admitimos este principio (hegeliano, más
métodos científicos. que cientifista y, en cierto modo, desesperado), no
—Sí, pero no puede usted convencerme de su pre- hay razón para no aplicárselo también a las creen-
misa fundamental: el derecho exclusivo a definir lo cias religiosas. No obstante, eso es lo que rechaza el
que es conocimiento que poseen los criterios de usted. semiescéptico del diálogo. El apoya la afirmación de
—Aunque no pueda, esos criterios son universal- que la verdad está en la ciencia, pero no en las creencias
mente aceptados mientras que en cuestiones religiosas basadas bien en una experiencia peculiar de lo Sa-
—que yo sostengo que no son cuestiones en absoluto— grado o bien en la autoridad de una tradición mi-
no hay forma comúnmente aceptada de juzgar y re- tológica. Por tanto, para escapar de este callejón sin
solver los problemas en discusión. salida, tenemos que enfrentarnos a la cuestión filosó-
—¿Entonces todo se reduce a una cuestión de opi- fica más básica y más antigua: ¿Cuál es el posible
nión mayoritaria o de consensus omnium'l fundamento de cualquier afirmación de posesión de
—Sea. ¡Eso no me preocupa en absoluto! la verdad?
El resultado de la controversia no es totalmente Trataré de defender la siguiente aserción, cuasi-
nulo. El creyente y el escéptico no tienen forma de cartesiana: la famosa máxima de Dostoyevski, «si Dios
convencerse mutuamente y su incapacidad y obstina- no existe, todo es permisible», es válida, no sólo
ción revelan que sus respectivas decisiones epistemo- como norma moral (discutiré más adelante este punto),
lógicas son irreductiblemente diferentes y no existe sino también como principio epistemológico. Esto sig-
juez supremo que pueda resolver sus diferencias. Que nifica que sólo es posible el uso legítimo del concepto
no puede establecerse un criterio de validez sin entrar «verdad», o la creencia de que puede incluso pre-
en un círculo vicioso ha sido, desde luego, un tema decirse justificablemente «la verdad» de nuestro cono-
filosófico banal desde Sexto Empírico; sin embargo, cimiento, si suponemos que existe una Mente absoluta.
la antigüedad del tema no ha conseguido debilitarlo. Esta afirmación no es nueva, en modo alguno.
De hecho, el escéptico que aparecía en el diálogo es Puede llamarse cuasi cartesiana en la medida en que
sólo semiescéptico: es más bien un partidario de la toma el núcleo de la hipótesis de Descartes de un
filosofía cientifista. No es escéptico sobre la legitimi- impostor diabólico y su aserción de que la perfec-
dad de los criterios empleados en las investigaciones ción de un ser absoluto es una condición de la verdad.
científicas, simplemente no se preocupa de su justifi- Pero el argumento no es cartesiano.
cación última o de una posible petitio principii mien- Utilizaré la noción semántica de «verdadero» sin
tras tengan éxito, y esto equivale a decir mientras el discutir el principio de Heidegger respecto a que
cuerpo de la ciencia siga trabajando para el propósito una cláusula no es necesaria ni principalmente «el
por el que surgió en nuestra civilización. El hecho de lugar» de la verdad (es decir, que no hay motivos
si sólo hay un propósito y, sobre todo, el hecho de para limitar la predicción de la verdad solamente a
si ese propósito ha permanencido inmutable a lo largo las cláusulas). Ño hay un «genuino» sentido de la
de la historia de la ciencia, es una cuestión muy «verdad» que podamos descubrir en la etimología
debatible que queda fuera de nuestro ámbito de dis- de la palabra griega y comparar con el sentido su-
cusión. Dejándolo a un lado, podemos, de todos mo- puestamente desvirtuado que el concepto adquirió en
dos, preguntar: ¿tenemos que creer que la ciencia está latín y en otras lenguas. Desde luego, nada nos im-
cumpliendo en efecto, su cometido y que esto es lo
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pide usar el concepto metafisico (en oposición al epis- decisión discrecional y, en el último caso, todo es, en
temológico) de verdad, de acuerdo con la tradición efecto, permisible. En consecuencia, una epistemología
escolástica, spinozista o hegeliana, pero no podemos empírica basada en la investigación psicológica o fisioló-
afirmar que éste es el único concepto auténtico o per- gica es. en principio, y no sólo de forma contingente, «in-
misible, incluso aunque concuerde de hecho con un concebible»; estrictamente hablando, es un absurdo.
uso lingüístico olvidado o medio olvidado. La expresión «decisión discrecional» se refiere a la
El concepto semántico cotidiano de verdad es trans- situación lógica, no a la histórica. No es imposible
cendental en el sentido del primer Husserl (no en el explicar en términos históricos y causales el proceso
escolástico); en otras palabras, al atribuir la propiedad por el cual los criterios de validez cognoscitiva se
de la verdad a una aserción, suponemos que algo han elaborado y codificado bajo la forma de lógica
ocurre como se ha afirmado en la aserción y que eso probabilística. Aun así. tales decisiones son discre-
ocurre se pronuncie o no se pronuncie la aserción, se cionales en el sentido de que ninguna de ellas puede
confirme o no se confirme su verdad; lo que es verda- justificarse sin caer en un círculo vicioso.
dero lo es con independencia de que nosotros sepamos Y así, cuando invocamos la eficacia de la ciencia
o no que es verdadero, tanto si nosotros pensamos para legitimizar sus más o menos codificados cri-
en ello como si no, tanto si existimos como si no, terios de validez, nuestra apelación no tiene aplica-
tanto si ocurre algún acto cognoscitivo, ahora o alguna bilidad epistemológica y deja intactos todos los ar-
vez, como si no. gumentos escépticos sobre la incertidumbre funda-
mental de todos los criterios sobre la verdad, in-
Lo que pensamos y decimos es verdadero o jalso según lo que la cluso aunque dejemos a un lado las consabidas di-
cosa SCÍI o no SCÍI. Pero cuando el inlclecto es la causa y norma
tic las costis, la verdad consiste en la conjormidad de la cosa con el ficultades de definir adecuadamente el principio de
intelecto, [.a obra de un artista, por ejemplo, se dice que es ver- verificabilidad y nos demos por satisfechos con las
dadera cuando es conforme a su arte. Ahora bien, las obras justas directrices generales del empirismo científico. No hay
guardan, con la ley a la que obedecen, la misma relación que las argumentos transcendentales o lógicamente obligato-
obras de arle con el arte mismo. La justicia de Dios es pt>r tanto \
correctamente llamada verdad, porque ella determina el orden de las j rios para tomar la eficacia del conocimiento (su capa-
cosas conforme a la sabiduría de Dios, i/uc es su ley. Nosotros cidad de predicción y su aplicabilidad práctica) como
mismos hablamos de la verdad de la justicia en el mismo sentido. señal de su verdad en el sentido que acabamos de
Santo Tomás de Aquino ] mencionar. Podemos definir la verdad, ciertamente,
mediante la referencia a los criterios de eficacia; tal
En el trascurso de la historia del escepticismo y del definición no es autocontradictoria y no lleva a una
empirismo, se ha puesto en duda la legitimidad de ¡ retrogresión infinita; no obstante, es arbitraria; acep-
este concepto. Se ha señalado repetidamente que los tarla requiere un acto de fe y. por tanto, el prin-
signos por los que conocemos la verdad y la falsedad ¡ cipio credo ut intelligam opera sobre todo el campo del
están gobernados por reglas normativas que, a su vez, conocimiento; esto no es más que decir que somos
requieren justificación; esas reglas no pueden inferirse incapaces de crear un absoluto epistemológico o que
del material empírico que, precisamente, está sometido nuestra inteligencia es finita: no es precisamente un
a examen epistemológico. Por tanto, al definir una descubrimiento que vaya a hacer tambalearse el mundo.
noción operativa de la verdad, nos enfrentamos a una
Este descubrimiento tiene poco que ver con las ne-
desagradable elección: o una retrogresión infinita o una
cesidades y el desarrollo de la ciencia, que requiere
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normas de aceptabilidad y no de verdad en el sentido
transcendental. Ocasionalmente, en momentos de cri- «¿por qué algunos de esos actos resultan eficaces
sis, cuando su trasfondo metafísico se revela súbita- prácticamente y otros llevan a la derrota?» es im-
mente, la ciencia busca una autojustificación filosó- posible de contestar si supone alguna correspondencia
fica, pero, lógicamente, la ciencia no necesita presu- metafísica entre el contenido de nuestros actos de
poner que lo que es aceptable según sus criterios discurso y el mundo en sí.
tiene que ser también verdadero. Si este último pre- Por consiguiente, la actitud del escéptico es que
dicado se desechase u olvidase, la eficacia del cono- debemos dejar de preocuparnos por cómo justificar
cimiento empírico no se alteraría. Y si alguien niega el concepto de verdad y, en cambio, debemos aban-
legitimidad a los criterios generalmente admitidos de donar por completo la indagación epistemológica, a
aceptabilidad, no puede convencérsele de que está menos que podamos encontrar acceso a un Absoluto
equivocado con argumentos que sean lógicamente efi- epistemológico: esto era claro tanto para Descartes
caces. Brevemente, un nihilismo epistemológico o un como para Husserl. Después de Kant, la de Husserl
libertinaje sin trabas son empíricamente invencibles. fue la máquina filosófica más atrevida y la que per-
Entre los argumentos que solían presentarse contra foró más profundamente el pozo de la certeza úl-
esta argumentación escéptica, el más importante es tima sin Dios; por muy lejos que su taladro pudiera
éste: un punto de vista escéptico no puede sostenerse avanzar en el descubrimiento de capas ocultas de
con coherencia; cuando un escéptico dice «nada es conciencia, no podía funcionar sin fin y todos los
verdad» lo que quiere decir es «es verdad que nada resultados estaban inevitablemente sujetos a la duda.
es verdad»; y así, su posición se autodestruye como No había un último y definitivo fundamento del que
consecuencia de una contradicción inescapable. Así el no se necesitase preguntar «¿cuál es su fundamento?»
primer Husserl. ni proverbial ballena última que sostuviese a la tor-
Este contraargumento no es muy convincente. Un tuga que sostenía la Tierra. No podía encontrarse res-
escéptico no se siente en absoluto obligado a decir puesta final a la pregunta «¿cómo sabemos que el Ego
que «es verdad que nada es verdad». Puede muy bien transcendental es infalible?». La cuestión no es que
darse por satisfecho arguyendo que el predicado «ver- sea más difícil idear una prueba de la existencia del
dad» es innecesario y su uso injustificable. El escéptico Ego transcendental que de la existencia de Dios, sino
simplemente rechaza la ecuación que afirma que la que el primero, al no tener categoría ontológica pro-
oración «el sol brilla» es equivalente a la oración pia y, por tanto, al no tener una identidad divina que
«es verdad que el sol brilla». Si es coherente, tiene se autofundamente, es inconcebible que se libere de
que librarse de la tentación de atribuir a sus palabras la contingencia e incertidumbre de la conciencia em-
verdad o falsedad alguna o significado conoscitivo. pírica humana. En el supuesto de que exista un dis-
Su actitud es que los actos del discurso no entrañan cernimiento primordial, original y perfecto tal, incon-
afirmaciones respecto a la verdad. Hablar consiste taminado por la contingencia histórica, biológica y
en acciones prácticas mediante las que la gente trata psicológica de la mente humana, puede adoptar una
de obtener o evitar algo. Efectivamente, es una vieja entre tres formas: un nuevo pseudónimo de Dios (lo
costumbre dotar a esas acciones de los valores adi- que claramente Husserl no quiere que sea), un punto
cionales de verdad o falsedad, pero la longevidad de de vista puro, absoluto, sin un sujeto (lo que significa
la costumbre no la hace más legítima. Y la pregunta una especie de sonrisa sin gato) o si no, una propiedad,
susceptible de ser descubierta, del Ego psicológico,
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basaba en la perfección moral de Dios y en la cer-
participante de la falibilidad de este último. Quizá teza resultante de que El no puede engañarnos. Pero
un discernimiento certero sea concebible en la pura ia bondad de Dios y su omnisciencia no entrañan
inmanencia de un Ego en autocontemplación, pero en necesariamente que nunca pueda inducirnos a error.
este contexto, incluso la expresión «en autocontem- No puede excluirse a priori que la verdad, y no di-
plación» parece inadecuada, considerando que no po- gamos toda la verdad, sea dañina para las criaturas
demos imaginar una conciencia que se vea a sí misma imperfectas y que en algunos casos sea bueno para
sin la intervención de un espejo; deberíamos hablar de nosotros estar mal informados. En cualquier caso, no
autoidentidad, en vez de hablar de autocontem- hay nada de obvio en la suposición de que la verdad
plación y. en ese caso, la perfección cognoscitiva de no puede entrar en conflicto con otros bienes; esto
dicha conciencia no les serviría de nada a los mor- lendría que demostrarse por separado. La veracidad
tales, ya que cualquier cosa que tratase de comuni- de Dios, tomada como cimiento de la fiabilidad del
carnos pasaría inevitablemente a través del contami- conocimiento, acumula, en realidad, nuevas dificulta-
nante médium de nuestro «Ego psicológico» y de des: la posibilidad misma de error se hace ininteli-
nuestro discurso y quedaría así contagiada de su con- gible y la proposición de Descartes de que debemos
tingencia. Y si hay algo en nosotros parecido a la imputar la responsabilidad del error a la voluntad
«chispa de Dios» —-en palabras de Meister Eckhart- i puesto que el error no puede incluirse entre los actos
no puede estar ahí sin Dios, que subsiste con inde- de cognición, sino entre los actos de voluntad que
pendencia de nuestro conocimiento de El. El intento .1 firman lo que la razón no nos autoriza a afirmar)
de Husserl de descubrir un camino que lleve a la parece débil y artificial.
verdad (es decir, a la infalibilidad) evitando a Dios es, Sin embargo, podemos hacer aparecer la idea car-
por tanto, tan poco fiable como lodos los restantes icsiana como correcta si la reducimos a una forma
intentos filosóficos de esa índole; es vano perseguir más general que dice: sin el sujeto absoluto, el uso
una certeza sin Dios y, en consecuencia, es vano del predicado «verdadero» no puede ser validado.
perseguir la verdad tout cauri. Esto no significa de ningún modo que suponiendo
Como ríos que fluyen a encontrar su hoyar
un sujeto absoluto podamos saber dónde está la ver-
en el oeéíino, de¡<mdo nombre y forma airas. dad y cómo distinguirla del error. Lo que tenemos en
asi el hombre que sabe, de nombre y forma liberado, mente es una cuestión lógicamente previa; no pre-
se acerca a la Persona divina que está más allá del más allá. cintamos sobre los criterios de verdad, queremos saber
El que realmente conoce a Brahmán, el más alto.
realmente se torna Brahmán.
qué es lo que el uso legítimo del concepto implica
De Mundaka l/panishad necesariamente. El mero conocimiento de la existencia
de Dios no nos dice qué es verdadero pero puede
Esto es de lo que Descartes, a diferencia de Hus- argüirse que nos dice que algo lo es.
serl, fue consciente. Y sin embargo, su razonamiento Si los argumentos de los escépticos son válidos, la
respecto a que podemos confiar en nuestras capacida- idea de verdad es indefendible, carente de sentido,
des cognoscitivas basándonos en la veracidad de Dios de hecho. Para que algo sea verdad, tiene que existir
está lejos de ser convincente, no sólo porque sus ar- un sujeto que no puede errar. Este sujeto tiene que
gumentos en pro de la existencia de Dios son defec- ser omnisciente; no podemos concebir un sujeto que
tuosos, sino porque supuso que la fiabilidad de nues- posea un conocimiento fragmentario pero que disfrute
tra percepción y de nuestros instrumentos lógicos se
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dentro de él de una certeza perfecta. Una verdad
parcial no puede llevar consigo una certeza absoluta Así pues, sigo la fórmula cartesiana en la medida
a menos que esté relacionada con la totalidad de la en que asevera que las afirmaciones humanas respecto
verdad; de otro modo, el significado de la verdad a la verdad son vacías sin una referencia al ser divino.
parcial debe permanecer siempre en duda: el poseedor Ello no implica referencia a la veracidad de Dios; pero
de una verdad parcial no puede ni saber cómo la verdad admito que el predicado «verdadero» no tiene sentido
que está fuera de su alcance, puede alterar el sentido a menos que se refiera a la verdad que todo lo abarca,
de la verdad de la que él ha tomado posesión, ni que es una verdad absoluta. Hasta aquí reivindico
cuál es el ámbito de validez de esta última. el planteamiento transcendental.
Así, sin la verdad que todo lo abarca, no hay ver- Sin embargo, el argumento no tiene nada que ver
dad fragmentaria; y la verdad que todo lo abarca pre- con las pruebas de la realidad de Dios: no puede
supone una inteligencia infinita y omnisciente. Sólo ella reforzar ni debilitar ninguno de los argumentos exis-
puede cumplir lo que Husserl esperaba de un Ego tentes. Su objetivo no es mostrar que Dios existe en
transcendental. efecto, sino exponer el dilema al que parecemos en-
Sin embargo, en la mente omnisciente, por defini- frentados cuando abordamos la cuestión de la verdad
ción, la distinción entre sujeto y objeto es anulada, y de la posibilidad misma de la epistemología: o Dios
ya que el conocimiento absoluto entraña una perfecta o un nihilismo cognoscitivo, no hay término medio.
transparencia; dicho de otro modo, tal sujeto tiene
que ser todo lo que él conoce. En consecuencia, para En ningún lugar del mundo puede eneontrarse a Dios. El elude la
presencia y la percepción encarnadas. Su realidad no es en el es-
él (o El) no hay verdad en el sentido en el que la pacio ni en el tiempo. Su existencia no puede ser demostrada. Su
palabra se aplica al conocimiento humano, donde la realidad, si es, tiene que ser de un carácter radicalmente diferente
distinción entre el que percibe y lo que es percibido a la realidad del mundo. Ninguna ciencia, en el sentido de una
debe permanecer siempre en vigor. Esto es lo que cognición universalmente válida de Dios, se desarrolla a partir de
pensar en Dios, ninguna cognición que pueda investigar el objeto
afirma la metafísica cristiana cuando dice, estricta- «Dios». Porque no existe Dios para el conocimiento.
mente hablando, que Dios no conoce la verdad sino Karl Jaspers
que es la verdad y en él, en efecto, esse et verum
convertuntur (dejo a un lado la cuestión de lo que He estado intentando argüir que Dios no es y no
significaría la misma aserción aplicada por derivación puede ser una hipótesis empírica y que no hay signos
a las criaturas). Y la propia definición de una mente identificables de su presencia, si la palabra «hipó-
omnisciente entraña su perfecta actualidad: la distin- tesis» conserva su sentido usual. La presencia de Dios
ción queda abolida tanto entre lo que es y lo que no puede explicar nada en particular —otra vez en el
podría ser como entre lo que fue, lo que es y lo que sentido usual de la palabra «explicar»— y la pregunta
será; de otro modo, se conocería a sí misma y a las «¿cómo explicarlo todo ?» puede desecharse arguyendo
cosas por medio de la memoria y de la anticipación que «todo» no es concepto que pueda construirse
y, por tanto, no sería ya la verdad que todo lo adecuadamente. Si esto es así o no, es cuestión de
abarca. preferencias filosóficas: es plausible argüir que una vez
que se reconoce «la explicación de todo» como una
...Pues en la eternidad no hay ayer ni mañana, sino solamente ahora. tarea posible, la búsqueda del Ser absoluto se hace
Meister Eckhart
intelectualmente inescapable. Pero no sólo no hay ra-
zones que nos obliguen a reconocer la posibilidad
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de tal tarea: hay fuertes motivos en contra de su en nuestra mente y no en la realidad equivaldría a
reconocimiento dentro del marco conceptual de la cien- afirmar que no es el ser más grande que puede con-
cia moderna. Esto puede no preocupar en absoluto cebirse, porque existir realmente es más grande que
al creyente; sin embargo, un creyente puede y debe existir sólo en la mente. En otras palabras, según San
admitir, en primer lugar, que su interés va más allá Anselmo, quien quiera que acepte (como todos lo
de los límites de la legitimidad tal como los define, hacen) este concepto de Dios y niegue Su existencia,
aunque vagamente, la ciencia; en segundo lugar, que se contradice a si mismo, puesto que negar la exis-
incluso suponiendo que la existencia de un ser abso- lencia real de Dios es rechazar la definición de El
luto tenga capacidad explicativa, estaríamos muy ale- como el ser más perfecto que puede concebirse y, por
jados (quizá infinitamente alejados) del Dios de los tanto, como un ser existente.
creyentes, un amigo y un padre; en tercer lugar, que El principal contraargumento de los críticos puede
cualquier explicación sería, en todo caso, de muy du- resumirse diciendo que San Anselmo incluye la exis-
doso valor, dadas las insuperables dificultades de hacer tencia en la definición de Dios y luego declara que
inteligible la idea de la creación: seguiríamos sin es autocontradictorio el admitir la definición y pro-
poder tender un puente sobre el abismo entre el Ser fesar el ateísmo al mismo tiempo: en efecto es auto-
absoluto y el concepto de las cosas finitas. contradictorio, pero sólo a causa de lo ilícito de la
Hay un modo de intentar encontrar una senda in- definición; de la misma forma podría idearse una de-
telectual hacia Dios que no implique suposiciones finición del tipo «Pegaso es un caballo alado que
sobre el mundo finito; la cuestión aquí es mostrar existe» y luego argüir, basándose en ella, que Pegaso
que no podemos, consecuentemente, pensar en Dios es un animal real.
mientras negamos Su existencia. Este intento se conoce La cuestión es menos sencilla de lo que sugiere este
con el nombre de argumento ontológico. Parece ha- contraargumento. San Anselmo no hubiera aplicado
ber provocado, a lo largo de los siglos, más polémi- su razonamiento a Pegaso ni a nada que no fuera
cas entre los filósofos que ningún otro componente Dios, precisamente porque sólo es concebible que exis-
de la teología natural. Quizá la razón de que se haya ta un ser «quo maius coyitari nequit». San Anselmo
debatido tan ardientemente sea que, normalmente, no dice, en este contexto, que la esencia de Dios en-
todo el que entra en contacto con él por primera traña su existencia, pero esto es lo que debe de haber
vez tiene la sensación de que hay una falacia obvia tenido en mente al enunciar la definición. La fuerza
y al mismo tiempo experimenta una irritante dificul- del argumento está en la idea de que no podemos
tad para señalar dónde está exactamente la falacia. pensar en Dios como una entidad imaginaria una
...Aquel que no puede ser copiado ni comprendido ni vislo. se
vez que sabemos lo que es ser Dios: es decir, un
linee ver. comprender y copiar por los que creen, a fin de poder ser que no puede no existir. Así, este argumento po-
dar vida a quienes le copian y le ren por medio ¡le la fe... la ver- dría expresarse de otro modo diciendo que si Dios
dadero vida viene de parliclpar de Dios; y participar de Dios es es concebible en absoluto, no puede no existir. Así
conocerle y qozar de su bondad. j, ironeo es como nuestro contemporáneo defensor de San An-
selmo, Charles Hartshorne, aborda la cuestión: en su
El núcleo del argumento ontológico de San Anselmo opinión, el argumento ontológico es perfectamente ra-
es que Dios es un ser tal que nada superior a El zonable si se re-enuncia como juicio hipotético: «Si
puede concebirse; suponer que Dios no existe más que Dios es posible, Dios es necesario».

92 93
pañol» o «soy mudo»). Los argumentos de los to-
Pero ¿es Dios concebible bajo el supuesto de que mistas muestran un mundo que necesita de Dios
concebirle es admitir que su esencia y su existencia para ser lo que es; no revelan la naturaleza impe-
convergen y, por tanto, que es un ser necesario no netrable e independiente de Dios.
sólo en el sentido de que efectivamente existe, eterna La crítica kantiana y positivista de los argumentos
e inmutablemente, sino en el sentido de que es ine- ontológicos es más radical. La fórmula de Kant, según
vitable que exista, es causa sui, de modo que su la cual «la existencia no es un predicado real» su-
inexistencia sería, por decirlo así, una contradicción pone que no hay distinción entre decir «estoy pen-
óntica? sando en Dios» y «estoy pensando en el Dios exis-
Conviene añadir que puede admitirse coherente- tente» a menos que el último combine los dos anun-
mente el concepto de que la esencia de Dios entraña ciados, lógicamente independientes, «estoy pensando
su existencia y rechazar el argumento ontológico; en Dios» y «Dios existe», en cuyo caso, la última
esto es lo que hicieron Santo Tomás y sus seguidores, oración requiere su propia justificación. El razona-
entre otros. La razón de que los tomistas se opusieran miento de San Anselmo, sin embargo, es para mostrar
al argumento era que parecía dotar a nuestro falible que en un caso, y sólo en uno, el decir «estoy pen-
intelecto de demasiado poder: podemos, de hecho, sando en A» equivale a decir estoy pensando en la
concebir a Dios como inexistente, dicen los tomis- A existente» y que la segunda no equivale a decir
tas, no porque su existencia no esté realmente inclui- «estoy pensando que A existe» sino «mientras estoy
da en su esencia, sino a causa de la debilidad de pensando en A, no puedo pensar que no existe».
nuestra razón; en pocas palabras, somos tan débiles Según la tradición que proviene de Kant y de Hume,
mentalmente que podemos ser ateos. Podría sospe- la falacia del argumento ontológico consiste en que
charse, aunque Santo Tomás no lo dijera con tantas intenta demostrar que el juicio «Dios existe» es analí-
palabras, que el razonamiento de San Anselmo exhibía ticamente verdadero, mientras que ningún juicio puede
una cierta hubris, una inaceptable confianza en la des- ser al mismo tiempo analíticamente verdadero y exis-
treza de la filosofía; en términos tomistas, el único tencial en su contenido. ¿Por qué no?
camino que lleva a Dios y que está al alcance de las Para exponer exhaustivamente esta cuestión tendría
luces naturales (es decir, aparte de la revelación y del que aventurarme en el amplio terreno de la larga
raro don de la unión mística) empieza por la imper- polémica sobre la definición del carácter de lo ana-
fección y la no autosuficiencia de las criaturas y no lítico. No me siento competente para emprender la
por nuestro conocimiento de la naturaleza de Dios. tarea, y dejo a un lado los argumentos de diversos
Quizá fuese incluso adecuado decir que para los to- filósofos modernos en el sentido de que ningún juicio
mistas el argumento ontológico es verdadero, pero que analítico puede ser válido a menos que entrañe una
sólo Dios puede entender su verdad (lo que, no obs- presuposición existencial (lo empezaron Poincaré y Le
tante, parece llevarnos a una antinomia, igual que un Roy; Schlick y Ajdukiewicz continuaron); si esos ar-
enunciado de la forma «A es verdad pero sólo Dios gumentos son sólidos, deberían exigir una modifica-
puede saberlo» implica «yo sé que A es verdad, pero ción del principio que acabo de mencionar, pero no
no puedo saber que lo es». Así, el contenido de la justificarían la legitimidad del concepto de «ser ne-
oración sería negado por el hecho de expresarlo, de cesario» ni confirmarían la corrección de la prueba
modo no muy distinto de lo que pasaría si dijéra- de San Anselmo.
mos: «soy incapaz de decir una sola palabra en es-
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Sin embargo podemos buscar una instantia crucis
l.ns miríadas de criaturas del mundo nacen de Algo, y Algo de Nada.
y preguntar si hay otro ejemplo de juicio que com- Lao T/u
bine esas dos propiedades —incompatibles en térmi-
nos de las concepciones de Kant y Hume—, es decir,
uno que fuese analítico y existencial en su contenido. El empirista puede ir más lejos. Puede afirmar que
Un candidato a esta quimera imposible es, sospecho, el uso mismo del concepto de existencia en el sentido
el juicio «algo existe». La razón por la que puede absoluto no es permisible y que «existencia» es una
decirse que este juicio es analítico y, por tanto, «ne- idea no menos ininteligible que la idea de «nada».
cesario» es que su negación «nada existe» no es sólo Cuando decimos que existe un objeto, siempre que-
falsa, sino también ininteligible y absurda: en efecto, remos decir que pertenece a una clase de objetos o,
si hay algo absurdo, es eso. Basándose en este su- simplemente, que exhibe unas propiedades bien defi-
puesto, uno puede argüir que «algo existe» es igual nidas; no tenemos acceso a la existencia en el sen-
a «necesariamente algo existe». Uno se siente tentado lido de los metafísicos, como lo contrario de «nada».
a considerar idéntico este último enunciado con «algo Podemos traducir sin peligro todas las oraciones en
existe necesariamente», lo que equivaldría a la afir- Lis que aparece la expresión «existe» o su negación,
mación de Anselmo: la propia idea de existencia lleva .; un lenguaje en el que sólo sea permisible usar el
a la convicción de que hay un ser necesario. Es es» como cópula y entonces nos libraremos de todos
verdad, sin embargo, que no es lícito, en términos ¡os supuestos misterios metafísicos; no es el caso que
de lógica modal, inferir «algo existe necesariamente» un caballo tenga la propiedad de la existencia, en
de «necesariamente algo existe». Si tal inferencia no oposición a Pegaso que tiene la propiedad de la inexis-
es permisible, se sigue que podemos sostener coheren- tencia: los dos enunciados son absurdos a menos que
temente la última y negar la primera, es decir, es dignifiquen, respectivamente, «los caballos (tal como
coherente decir «necesariamente algo existe, pero nada >e definen mediante un conjunto de propiedades) apa-
existe necesariamente». • ecen en la experiencia», «los caballos alados no
Parece que nos encontramos nuevamente ante el aparecen en la experiencia». Por tanto, no sólo se
problema de la contingencia del mundo; podríamos eliminan las aserciones relativas a un ser necesario,
ser incapaces de concebir la «inexistencia del mundo», •ano también las cláusulas tales como «algo existe»
es decir, la «nada» total y tener por ello razón para o «los caballos existen».
creer que «necesariamente algo existe» y seguir man- Esta es, naturalmente, una opción filosófica posible:
teniendo que lo que existe, tanto si se toma por se- un fenomenalismo radical muy cercano al nihilismo
parado o en su totalidad, es contingente. No hay .Mitológico de los sabios budistas. Si un empirista
regla lógica que pueda decidir esta cuestión. Un em- nene razón en llevar su premisa al extremo y yo
pirista puede aferrarse firmemente a la teoría de que u'eo que la tiene-—, entonces los conceptos de exis-
el concepto de un ser necesario es absurdo, y un me- lencia y nada, al estar en el mismo plano de inin-
tafísico puede continuar diciendo que la negación del teligibilidad, son efectivamente eliminados del campo
empirista implica una doctrina epistemológica que ue nuestra legítima curiosidad. Si, por otro lado,
dista de ser obvia; que todos los criterios de validez admitírnosla legitimidad de esos conceptos, no hay na-
cognoscitiva resultan ser los elaborados por la ciencia da que nos proteja de la formidable pregunta de
empírica moderna. Leibniz: ¿por qué existe algo en lugar de nada? Una

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vez que la admitimos y nos enfrentamos a ella, el
Ser necesario, el Dios de Anselmo, cuya inexistencia
es impensable, surge como una compulsión intelectual.
Nuevamente, el Dios así impuesto a nuestra mente
aparece simplemente como un «sum qui sum» bíblico, CAPITULO 3
no como el Juez y Benefactor cristiano, y sin em- DIOS DE LOS MÍSTICOS.
bargo, este Dios no es tampoco un figmentum rationis.
Una vez más nos encontramos ante dos opciones EROS EN LA RELIGIÓN
irreconciliables: bien el punto de vista del fenomena-
lista radical, un nihilismo ontológico que proscribe
la idea misma de existencia de la sociedad de las Las palabras «místico» y «misticismo» se usan am-
entidades inteligibles o bien la admisión de que la pliamente con diversos propósitos no relacionados
cuestión sobre la existencia lleva a la existencia ne- entre sí. De algunos de ellos podemos prescindir
cesaria. En el instrumenterium filosófico no hay prin- tranquilamente; no tenemos que preocuparnos sobre
cipios «más elevados» comúnmente aceptables a los las maneras vagamente despectivas o claramente des-
que acudir para dirimir el conflicto entre esas opciones cuidadas en que se usa frecuentemente la palabra
(excepto los llamamientos espurios a consideraciones «místico» para expresar que algo es incomprensible
morales, etc.). A los ojos del fenomenalista, el meta- o misterioso o extraño o absurdo o simplemente re-
físico es impotente para «probar» su punto de vista; ligioso. Aun así, incluso cuando se pretende darle un
desde la perspectiva del metafísico, el concepto mismo sentido más preciso, no tiene límites comúnmente
de «prueba», así restringido, implica una opción fi- aceptados y, en esto, no se diferencia de todos los
losófica que él no tiene razón alguna para adoptar. demás términos religiosos y filosóficos. En un sentido
Ambos tienen razón en el sentido de que ambos toman amplio, el adjetivo «místico» denota cualquier ex-
una decisión arbitraria desde el punto de vista lógico, periencia que las personas puedan interpretar como
excepto que el fenomenalista suele ser más reacio a un contacto directo con una realidad espiritual no
admitir esto. humana, tanto si se cree que se trata de la presencia
de Dios como si no. Según recientes investigaciones,
la incidencia de este tipo de experiencia es sorpren-
dentemente alta entre personas de diversas profesiones,
credos y niveles de educación. En un sentido más
restringido, una experiencia es mística si la persona
objeto de ella siente que está en contacto directo
con Dios (independientemente de que Dios sea expe-
rimentado clara y vividamente como una presencia
personal o como el indefinible fundamento espiritual
de todo ser). Este contacto, normalmente —al menos
entre los místicos cristianos y musulmanes— está im-
pregnado por la más intensa emoción de amor y aso-
ciado con un fuerte deseo de lograr una unión per-
fecta con El o de disolver la propia personalidad en
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99
el ilimitado océano de lo Divino o con el sentimiento icligiones y está reflejada en los documentos literarios
de que se ha logrado temporalmente esa unión. «Mis- mas importantes de la historia de la religión.
ticismo» puede referirse a todo el campo comprendido La misma expresión «experiencia de lo Eterno e
por este tipo de experiencia o a su expresión literaria Infinito» indica la imposibilidad fundamental de des-
o, si no, simplemente a una doctrina —haya sido cribir adecuadamente la unión mística: ¿cómo puede,
comprobada personalmente o no— que suponga que en efecto, lo Eterno e Infinito «darse» auténticamente
tal experiencia es posible y auténtica, no sólo en un en actos que no implican nociones abstractas? Esta
sentido psicológico, sino en el sentido de que es lo que experiencia es «directa» —como si fuese la percepción
afirma ser. sensorial, el tacto o el gusto, en contraposición a la
Hablar de la vida mística tiene por fuerza que captación conceptual de lo divino—, y, sin embargo,
resultar más complicado incluso que hablar de Dios no es en absoluto sensorial: puede estar, pero no es
en términos especulativos y la mayoría de los más necesario que esté, asociada con visiones y otras per-
grandes místicos resaltaron repetidamente lo desespe- cepciones sensoriales, o precedida por ellas, pero los
rantemente inadecuado del lenguaje de que disponían grandes místicos no han concedido nunca mucha im-
cuando trataban de describir lo que habían vivido en portancia a esos fenómenos secundarios, o incluso
sus actos de unión. Admitían que hablaban de lo los han desechado como obstáculos más que ayudas a
Inefable; con frecuencia recomendaban el silencio co- los actos propios del amor unificador. La mayoría
mo la mejor manera de acercarse a Dios y violaban de las veces han descrito el carácter «experimental»
su recomendación por el hecho mismo de expresarla. inmediato de dichos actos por medio de toda suerte
La experiencia de la unión mística es un fenómeno de expresiones negativas. El alma en estado de unión
raro, pero, aun así, puede decirse que constituye el está vacía de imágenes y de conceptos abstractos; no
núcleo de la vida religiosa. Por inusual que sea y por piensa en Dios y no trata de captarle en categorías
masque nos la hayan expresado de forma inadecuada intelectuales, un intento que es, en todo caso, inútil
por escrito, es la única experiencia directa y. en la y está más allá de las posibilidades humanas. Ningún
opinión del místico, una experiencia absolutamente místico ha intentado «demostrar» la existencia de
irresistible de lo Eterno e Infinito como tal. Fn este Dios: para él eso sería como intentar demostrar que
sentido, puede compararse con formas limitadas de ex- la miel es dulce o quizá que el agua es húmeda.
periencia religiosa como la sensación de que Dios
escucha o responde a la oración de uno, como los >' c/ alma ve. ansia y e\¡rerimenla que Dios es I ¡i mas cerca de
encuentros con inteligencias no humanas, ángeles o ella que ella misma, que es más Días que ella misma y que pasee a
Dios, pera no cama a una casa y na cama se ¡rosee ¡i si misma,
demonios, o como la mera sensación de la presencia slnir más que a mnqiina cosa v más que a sí misma. V el alma
divina. Sólo en la unión mística. Dios, en lugar de se conforma a esta luz de tal modo que su qozo. su rula, su voluntad,
ser concebido solamente en términos especulativos, su amor v su visión están más en El t¡ue err sí misma.
como un fundamento eterno, infinito y viviente del Bcnoit de C'anlt'ld
ser, es conocido, o, mejor aún, sentido como tal en
un «contacto» directo. Esta experiencia, aunque im- Ningún lector sin prejuicios deja de tener una impre-
posible de comunicar a otros en su cualidad original, sión de extraordinaria intensidad y autenticidad al
es decisiva para mantener vivo el legado religioso leer cuidadosamente los grandes textos místicos que
de la humanidad; está en el origen de las grandes varias civilizaciones y varias tradiciones religiosas nos

100 101
o filosófica del misticismo encontraba obstáculos
han legado. Tampoco deja de percibir, tras la variedad —mayores en unas circunstancias históricas que en
cultural y psicológica, la asombrosa persistencia de otras— cuando aspiraba a una morada reconocida
ciertos temas básicos, lo que sugiere que nos encon- en las Iglesias oficiales. Según las enseñanzas del
tramos ante una rara experiencia humana que es, no cristianismo, igual que en todos los credos mono-
obstante, tan universal como el amor y el temor. Los teístas, la brecha finita entre el Creador y las criaturas
místicos, aunque su lenguaje es lírico antes que es- ha sido siempre crucial; ser aceptado por Dios o
peculativo, buscan, naturalmente, los instrumentos de estar unido a El no podía abolir la distinción fun-
expresión en sus propias tradiciones religiosas y li- damental y uno no podía acercarse a Dios sin ad-
terarias. Pero lo que tiene en común es suficiente- mitir esta distinción, no sólo como un hecho onto-
mente extensivo como para hacernos pensar que puede lógico, sino como una actitud moral y emocional
existir un núcleo inmutable en la vida religiosa. La también. El camino hacia Dios es a través de la hu-
tradición oriental tiende, ciertamente, a resaltar con mildad, el arrepentimiento, el reconocimiento de la
más fuerza el proceso por el cual el alma se funde propia naturaleza pecadora y de la impotencia propia,
o disuelve en el mar ilimitado de lo Absoluto hasta con la conciencia de una distancia sin fin entre uno
el punto en que no queda nada que se pueda reco- mismo y la perfección divina, una distancia que el
nocer como personal. En el misticismo occidental, amor puede vencer, pero nunca eliminar. Hablar de
los temas de aniquilación, pasividad total y deificación igualdad, y no digamos de identidad, entre almas
no están ausentes, desde luego, pero siempre que han humanas, corruptibles y finitas y la inmutable perfec-
incluido la idea inequívoca de un alma desvanecién- ción del Absoluto estaba destinado a parecer una
dose sin dejar rastro en el abismo de Dios, vienen blasfemia, la expresión de una hubris infinita. Decir,
de personas que cruzaron los límites de la tradición como dijo Eckhart, que nos transformamos totalmente
cristiana establecida; algunos de ellos fueron conde- en Dios sin que quede ninguna distinción, que Dios
nados oficialmente por la Iglesia católica, otros han ha dado al hombre todo lo que ha dado a Su hijo,
permanecido en un limbo de almas perdidas a quienes que todas las criaturas son pura nada, en un sentido
ninguna iglesia cristiana está dispuesta a adoptar. literal, no metafórico, difícilmente podría encajar en
la enseñanza cristiana consagrada por el tiempo.
El pequeño espacio dentro del corazón es tan grunde como el vasto
universo. Los cielos y la tierra están allí y el sol y la luna y las
El amor de Dios en el hombre es Dios.
estrellas; el fuego y el relámpago y los vientos se hallan en él; y todo
lo que ahora es y todo lo que no es; porque todo el universo está Pedro Ruiz de Alcaraz (s. XVI)
en El y El mora en nuestro corazón... El Espíritu que está en el
cuerpo no envejece ni muere, y nadie puede matar al Espíritu que Los místicos cristianos, con algunas excepciones
es perdurable. Este es el verdadero castillo de Brahma, donde mora marginales, nunca han pretendido haber experimen-
todo el amor del universo. Es Atman. Espíritu puro, más allá del
dolor, la vejez, y la muerte; más allá del mal, el hambre y la sed. tado una unión con Dios, o una conversión ontológica
Es Atman. cuyo amor es la Verdad y cuyos pensamientos son la en Dios, como consecuencia de esfuerzos humanos
Verdad. o como una recompensa bien ganada por los méritos
De Chandogya Upanishad de la piedad y la contemplación de un hombre. La
unión no era algo que pudiera esperarse y menos
Había por lo menos tres razones, teológica, insti- aún merecerse. Era un don de gracia extraordinario
tucional y moral, por las que la expresión literaria
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102
y uno sólo podía contribuir a él haciendo todo lo
posible por suprimir la propia voluntad, por reducir Esta es la principal razón teológica de la posición
el alma a un estado de pasividad perfecta por medio ambigua del misticismo en los credos monoteístas.
de la cual pudiera actuar Dios. Sin embargo, la afir- La razón institucional no es menos patente. El con-
mación misma de que puede alcanzarse esa pasividad cepto carismático de la Iglesia supone que ella es la
por efecto del esfuerzo autodestructor del alma apenas mediadora irreemplazable entre Dios y su pueblo,
se diferencia de la idea de autodeificación, puesto y esto lo expresa, en particular, la interpretación de
que la pasividad absoluta no es otra cosa que la los sacramentos: actos ejecutados por personas dentro
conversión en Dios; si es concebible que pueda llegarse del orden de la Iglesia, de los que se supone que
a la primera por el ejercicio de la contemplación, entrañan la presencia divina y comunican la fuerza de
entonces también puede llegarse a la segunda. Ser la gracia. Sin embargo, un místico no necesita inter-
capaz de alcanzar el estado en el que «los actos de mediarios humanos, su comunicación con el Señor es
la voluntad» en palabras de los místicos han directa y por tanto puede imaginar —como lo hi-
sido eliminados totalmente, equivale a su sustitución cieron muchos que es libre de prescindir de la ayuda
por la voluntad de Dios y, por tanto, a la pérdida de los ministros. Para un místico radical que cree que
de la distinción entre lo humano y lo divino. la única vía apropiada hacia Dios es buscarle dentro
Ciertamente, la renuncia a la propia voluntad ha del corazón de uno mismo y «gustarle» en un en-
sido un principio típico de la enseñanza moral de cuentro sin mediadores, los sacerdotes y, en realidad,
la Iglesia y quizá nadie insistió tan enfáticamente en toda la organización eclesiástica son una cuestión in-
él como San Agustín; un hombre que hace su propia diferente o que debe incluso ser considerada como
voluntad se asemeja al diablo, decía. De hecho, en un impedimento para el contacto real. El místico ve
términos cristianos, islámicos y judaicos, seguir la vo- y siente a Dios en cualquier piedra o gota de agua
luntad propia antes que la de Dios no es solamente y por ello no necesita un trozo de pan especial, con-
un pecado, sino el pecado por excelencia, la fuente sagrado, para ganar acceso a El. Al gozar del amor
original de todo mal, la desobediencia que causó la divino como un modo de su propia existencia, no
caída de hombres y ángeles. Pero abandonar la vo- tiene razón alguna para pedir perdón dentro del marco
luntad propia en un acto de obediencia perfecta a institucional de la confesión. Tiene una actitud espon-
las órdenes de Dios no es lo mismo que destruir la táneamente despectiva hacia todo el aspecto litúrgico
condición ontológica de la personalidad humana, que y sacramental de la vida religiosa. En resumen, un
era como muchos místicos percibían su experiencia. En místico radical, por el hecho mismo de su unión con
los actos de sumisión voluntaria a la dirección divina, Dios y sin necesidad de decirlo, pone en duda la le-
la voluntad, y así la integridad de la persona, no es gitimidad y la necesidad de la iglesia, cuando no la
aniquilada ni sustituida por Dios, y el abismo entre hace parecer claramente dañina. Los místicos radicales
el Creador y la criatura, lejos de cerrarse, se hace vi- son rebeldes en potencia, si no de hecho, dentro de
sible de modo mucho más espectacular. una comunidad eclesiástica. Profesan fidelidad a Dios
solo y, naturalmente, si consideran que hay un con-
Vi», antes de ser yo. había sida Dios en Días, par lanía, padre serla
flicto entre las órdenes directas de Dios y las exigencias
de nuevo, una vez muerta pttra mi mismo. de la Iglesia, no pueden vacilar respecto a qué lealtad
Ángelus Silosius es la primera. La desconfianza eclesiástica hacia el
misticismo es comprensible: después de todo, cual-
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cuentra, en algunos escritos místicos, una oscilación
quiera, un lunático, un maníaco ávido de poder, un entre dos extremos, ambos emergiendo, al parecer,
alma poseída por el demonio, puede pretender estar de la misma experiencia y ninguno de ellos compa-
ungido por Dios; es una tarea importante de la iglesia tible con las enseñanzas de las Iglesias cristianas. El
impedir que los fieles se conviertan en víctimas de místico no quiere conocer ni desear más que a Dios
autodesignados amigos de Dios y de falsos profetas y cualquier lazo con las criaturas o interés por ellas
y definir los criterios por los que puede distinguirse es, a sus ojos, un acto de idolatría y una barrera
la verdadera piedad de los delirios, la charlatanería en su camino de perfección. En la enseñanza cristiana
y las tentaciones diabólicas. tradicional se esperaba que las personas piadosas ama-
sen a Dios como el único bien absoluto, pero sin
Si tuvieseis un corazón recto, entonces todas las cosas creadas serian negar el valor relativo o subordinado de los objetivos
espejos de la vida y libros de sagradas enseñanzas. Ninguna cosa
creada es tan pequeña ni tan despreciable que no ponga ante los finitos siempre que estuviesen debidamente situados en
ojos de los hombres la bondad de su Dios. Si fueseis buenos y puros la jerarquía de bienes; en el mundo creado hay cosas
en vuestro interior, veríais todas las cosas claras, nada se inter- y cualidades que pueden considerarse valores autó-
pondría y las comprenderíais todas: y un corazón puro ve lo más nomos aunque no absolutos (finis ultimus secundum
hondo: el cielo y el infierno.
Tomás de Kempis
quid) y hay otras que, sin tener ningún valor intrínseco
en sí mismas, son imprescindibles para lograr o pro-
ducir bienes autotélicos (así, por ejemplo, la vida hu-
La tercera razón, la moral, por la que las institu- mana es un bien en sí misma, pero no el bien absoluto
ciones eclesiásticas desconfiaban de la religiosidad mís- y por tanto puede ser sacrificada por Dios; mientras
tica, no carecía en absoluto de fundamento. Aquellos que el alimento no tiene valor autónomo, pero es
cristianos que afirmaban tener un acceso privilegiado bueno en la medida en que sostiene la vida, etc.).
a vías directas de comunicación con Dios se conven- Un místico radical no piensa así. Dios no es sólo
cían fácilmente a sí mismos de que no estaban ligados el más alto sino el único bien auténtico, y las cria-
por las normas usuales de conducta. Podían recurrir, turas no tienen ni siquiera una bondad derivativa o
y algunos lo hicieron, a la aseveración de San Pablo instrumental; la vida de un místico radical es un es-
de que estando en gracia, ya no estaban sujetos fuerzo por suprimir enteramente cualquier vínculo
a la ley, y podían interpretar esta gracia como libertad, mental, cognoscitivo, moral o estético con el mundo
concedida a los elegidos, fuente a las normas morales de las cosas finitas —incluyéndose él, en último tér-
tradicionales. mino— y por centrarse exclusivamente en Dios en
la esperanza de ser absorbido finalmente por El. No
Quitad el punto y no habrá línea. Quitad a Dios y no habrá criatura. viendo en el universo corruptible nada más que un
Mas lo contrario no es verdad. amontonamiento de obstáculos que le impiden el pro-
Valentín Weigel
greso espiritual, resulta fácilmente tentado por una
concepción maniquea del mundo en la cual todo lo
Había otros componentes en la religiosidad mística material es de origen satánico, el diablo es literal-
que podían llevar —pero que no necesitaban hacerlo, mente el «príncipe de este mundo» y la liberación
en absoluto— a similares conclusiones antinomianas. espiritual consiste en la liberación de toda ligadura
Una incurable ambigüedad parece haber persistido en con la materia: naturaleza, cuerpo, procesos físicos.
el acercamiento místico al mundo creado y uno en-
107
106
de Molinos y una de las razones de su condenación
En el conocimiento del bien y el mal. el hombre no se entiende a por la Iglesia.
sí mismo en la realidad del destino designado en su origen, sino más Y, no obstante, en lugar de sugerir desprecio por
bien en sus posibilidades, su posibilidad de ser bueno o malo. Se sabe el mundo corrupto, un planteamiento místico podría
a sí mismo ahora como algo separado de Dios, fuera de Dios y esto
significa que ahora se conoce sólo a si mismo y ya no conoce a haber inducido fácilmente al alma contemplativa a
Dios, en absoluto; porque sólo puede conocer a Dios si sólo conoce discernir el pleroma divino en toda la variedad de
a Dios. El conocimiento del bien y del mal es. por tanto, separación las criaturas, y a sentirse así extasiada, en vez de
de Dios. Sólo contra Dios puede el hombre conocer el bien y el mal. repelida por ellas. Para tal contemplativo, el universo
Dictrich Bonhoeffer [1930) no aparece como la velada revelación de un gran
artífice cuya mano puede percibirse oscuramente de-
Esta actitud, sin embargo, puede seguir dos direc- tras de sus productos, o, más bien, puede ser deducida
ciones opuestas: la teocrática-ascética o la antino- lógicamente a partir de ellos, sino como la presencia
miana-anarquista (o, en ocasiones, una extraña com- directa del Inefable. La vacilación entre el desdén
binación de ambas). El místico de inclinaciones ma- por el mundo (por que no es Dios) y su deificación,
niqueas puede decir: el cuerpo, por ser intrínseca e su aceptación admirada (porque no puede ser sino
incurablemente malo, tiene que estar sometido al más Dios en acción), produce la ineludible ambigüedad
duro control posible y encadenado lo más fuerte- que se manifiesta en la experiencia mística de modo
mente posible; dicho de otro modo nuestra vida te- más obvio que en otras formas de culto, y, sin em-
rrenal debe ser regulada por una disciplina exigente, bargo, tiene sus raíces en la idea misma, básica en
no sea que los deseos impíos de nuestro cuerpo mi- todas las formas de culto monoteísta, del Uno engen-
serable ensucien la pureza del espíritu encerrado en drado a los Muchos.
él. Así razonaban los cataros: la condenación mani-
quea llevó al retiro ascético de un mundo impuro. El conocimiento es bueno. Así pues, las autoridades ensenan que
cuando conocemos a las criaturas tal como son en sí mismas, eso
Sin embargo, a partir del mismo principio, uno podría es «conocimiento crepuscular»; pero cuando las criaturas son cono-
llegar a conclusiones prácticas bastante opuestas, si- cidas en Dios, eso es «conocimiento de alba», en el que las criaturas
guiendo la lógica de «el-diablo-me-hizo-hacerlo»: \on percibidas sin distinciones, repudiada toda idea, toda comparación
puesto que mi cuerpo está inevitablemente en las eliminada, en ese Uno que es Dios mismo.
garras del demonio y mi alma es mi sola preocupa- Mcistcr Fckhart
ción, la actitud apropiada es no preocuparse en abso-
luto por lo que hace el cuerpo y dejarlo que se pierda, Antes de volver nuestra atención a esta cuestión
después de haber separado mi ego espiritual de sus crucial en la que se concentran casi todas las inquietu-
ligaduras con la materia. De este modo, un contem- des fundamentales de la historia religiosa del hombre,
plativo puede muy bien permanecer en su estado veamos qué consecuencias morales y filosóficas pueden
de unión con Dios, imperturbado por su cuerpo, que extraerse de la variante «panteísta» (en oposición a
mientras tanto es libre de realizar, por ejemplo, di- la maniquea) de la experiencia mística, teniendo en
versos actos sexuales sucios con otros cuerpos, prefe- cuenta que esas dos concepciones del mundo aparente-
rentemente cuerpos abandonados también por sus es- mente incompatibles no aparecen necesariamente se-
piritualmentc avanzados dueños. Esta era aproxima- paradas, en confrontación hostil, sino que, con fre-
damente la lógica de la piedad quietista de Miguel cuencia, representan los dos polos de la misma ex-

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periencia (algunos escritores místicos no parecen per-
catarse, de hecho, de la tensión que esta polaridad torpes o incluso carentes de sentido cuando se re-
genera en la mente de sus lectores). He puesto entre fieren a oposiciones como Dios/mundo o sujeto/
comillas el término «panteísta». De hecho, un mundo objeto. Una liberación total de las figuras espaciales
enteramente saturado por la Deidad no diferenciada es claramente impracticable, pero podría lograrse una
que se desvela a sí misma plenamente en cada grano liberación parcial. Esta es la razón por la cual debería-
de arena y en cada hoja de hierba, no necesita ser mos tratar de evitar el trillado vocabulario del «in-
panteísta en el sentido propio de la palabra, aunque manentismo», el vocabulario más comúnmente utili-
puede serlo. Para un panteísta, no debe verse a las zado en el contexto de las creencias panteístas.
criaturas solamente como signos de Dios, como Dios
expandiéndose en nuestras mentes o revelándose a Dios, que es la totalidad de todas ellas, tiene necesariamente que
sí mismo ante ellas: hay en juego una dependencia contener todas las cosas en su ser infinito, mientras que él mismo
no puede ser contenido por ninguna otra cosa. Si existe algo fuera
mutua y necesaria, un vínculo sustancial que ata a de él, entonces él no es la totalidad de todas las cosas, ni tampoco
Dios al universo y, por tanto, es tan inadecuado hablar las abarca todas.
de un mundo sin propósito que cumple indiferente- San Ireneo
mente unas leyes físicas, como imaginar a Dios «más
allá», como una entidad plenamente autosatisfecha De ellas, sólo me referiré a la variante espiritual. El
que pudo haber fabricado cosas finitas por razones panteísmo naturalista, o intento de trasladar a la
sólo de El conocidas, pero que, por lo demás, ha naturaleza ciertas propiedades divinas —cambio
quedado inalterado por su actividad productiva. Es orientado a un fin, sabiduría providencial, creativi-
mejor explicar el modo en que un panteísta describe dad— es, en ocasiones, un esfuerzo para acercar más a
el mundo en términos de dependencia mutua, nece- Dios la experiencia humana, incluso a riesgo de pri-
saria, entre el Creador y las criaturas, que usar las varle de sus rasgos personales reconocibles; y, en
metáforas más familiares sobre un Dios que mueve ocasiones, apenas difiere, salvo en la fraseología, de un
y dirige el universo «desde dentro», sobre un Dios ateísmo claro (decir que el mundo es Dios equivale a
que está «dentro» del mundo y le impone un orden decir que no hay Dios, como muy adecuadamente
«inmanente», dotado de finalidad; tales expresiones observó Hobbes). Puede estar asociado con un tipo de
sugieren una relación topológica que habitualmente culto cuasi místico de la Naturaleza, de su admirable
no es lo que han tratado de expresar los filósofos sagacidad (como testimonian Giordano Bruno o
o los pensadores panteístas a los que puede aplicarse Campanella); éste, sin embargo, no es más que una
la etiqueta de «panteísmo». Es cierto que tanto las pálida copia del misticismo propiamente dicho e,
discusiones teológicas como las epistemológicas resul- históricamente, el panteísmo naturalista aparece; in-
tan casi inevitablemente mutiladas por la inherente in- dudablemente, como un vestíbulo cultural de la Ilus-
capacidad (señalada por Bergson) del lenguaje para tración madura, felizmente satisfecha en su impiedad.
deshacerse de representaciones y formas especiales Por importante que sea en las vicisitudes de la civi-
cuando describe relaciones y cualidades no espaciales lización europea, está fuera del ámbito de la discusión
y es cierto que las expresiones tomadas de dichos que nos ocupa.
modelos —incluidas «en», «a», «dentro», «fuera», El panteísmo espiritualista, por el contrario, incluye
«más allá», «inmanente», «transcendente»— resultan la creencia de que el Dios que se manifiesta en su
creatividad es Dios mismo (en contra de la concepción
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del universo como un mensaje en clave del cual puede ción divina y debe formar parte del proyecto de la
deducirse Su remota presencia) y que la realidad es de providencia. Bajo este supuesto, la distinción misma
naturaleza espiritual. Al ser indivisible, Dios no puede, entre Bien y Mal es difícil de definir y tendemos a
naturalmente, ser la materia prima de la que se han confiar en que todos nuestros actos, por viciosa que
hecho las cosas; Su plenitud intacta se encuentra en sea su motivación, no sólo engendran el bien «objeti-
cada fragmento del mundo y así, todo lo que es. es vamente», de acuerdo con el grandioso designio de
divino. Dios, sino que son realmente buenos; de este modo, la
totalidad de la educación moral resulta minada o
Ninguna cosa puede participar de la esencia de Dios y. sin embargo, sencillamente inútil.
esta esencia tiene que estar incluso en el diablo.
Ángelus Silesius Así, la adoración del panteísta místico del espíritu
de Dios que todo lo penetra podía llevar a la misma
Esta visión del mundo que. con no poca frecuencia, negligencia moral a la que llevaba la doctrina contra-
se encuentra o se vislumbra en la literatura mística, dio ria que incluía el desprecio maniqueo de la materia;
lugar a una serie de consecuencias que el cristianismo podía justificar una especie de anarquismo moral («no
oficial, nada sorprendentemente, encontró teológica- te preocupes: hagas lo que hagas, trabajas para
mente paradójicas o moralmente arriesgadas. Aparte Dios»).
de su tendencia, obviamente inadmisible, mencionada Podría argüirse que, en los dos casos, sólo deduje-
más arriba, a borrar el límite entre Dios y sus criaturas ron una oportuna permisividad moral de las premisas
(especialmente sus subditos dotados de razón), la maniqueas o panteístas grupos o individuos margina-
disposición de los panteístas a ver la faz de Dios en les y que no pueden atribuirse tales intenciones a
cada átomo de polvo les llevó, como es natural, a ninguno de los filósofos, pensadores o místicos real-
descuidar, a pasar por alto o a ser incapaces de admitir mente importantes. Sin embargo, la cuestión de qué
la realidad del Mal. espacio podía ocupar, si ocupaba alguno, el Mal y
He señalado ya algunos de los tremendos proble- cómo podía explicarse, era una cuestión alarmante
mas que plantea la presencia del Mal en un universo incluso aunque surgiera en el centro de visiones pano-
regido por Dios. La actitud de los panteístas de des- rámicas de la historia universal profundamente inspi-
cartar estos problemas los hizo aún peores y menos radas: en Johannes Scotos Erigena, en Hegel, en
manejables. En la tradición establecida del monoteís- Teilhard de Chardin.
mo, el mal moral, aunque no causado por Dios, desde Ha habido en el cristianismo un rechazo reiterado a
luego, y, aunque carente de fundamento ontológico, admitir que la salvación última del mundo no sería
era real y al menos en parte irredimible. El ser no total, que parte del mal fuera irredimible y que la
podía sino ser bueno, pero la mala voluntad de los historia cósmica incluyera elementos perdidos que no
hombres y los demonios, ejecutando inevitablemente habrían de ser absorbidos en el acto final de la reden-
su libertad o autodeterminación, constituía una au- ción. El doloroso misterio de la condenación eterna,
téntica energía que desafiaba directamente las órdenes tanto de los demonios como de los hombres, era el
y los planes de Dios. Pero en la visión de los panteístas núcleo del conflicto. Una y otra vez ha habido perso-
no hay lugar para tal energía. Están fuertemente nas que se sintieron incapaces de reconciliar la idea de
tentados a creer, sin necesidad de decirlo con estas un Dios infinitamente bueno y misericordioso con la
mismas palabras, que todo lo que ocurre es de inspira- imagen de un fuego infernal inextinguible. En el Conci-

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todo lo absorbe no se ve perturbado por el fluir del
lio de Constantinopla, en el año 543, Orígenes y los tiempo. Es decir, todos los criterios a los que se somete
monjes de Jerusalén que habían extendido su doctrina nuestra vida cotidiana se disuelven, privados de senti-
fueron condenados por afirmar que «los tormentos de do. El místico radical está más allá del bien y del mal
los demonios y de los hombres impíos son tempora- en el mismo sentido en que lo está Dios.
les» y que «Cristo, Nuestro Señor, será crucificado en
el futuro para salvar a los demonios». La Iglesia En aquél que depende (de otros) hay vacilación. En aquél que es
armenia fue condenada en 1341 por Benedicto XII por independiente, no hay vacilación. Donde no hay vacilación, hay sosie-
declarar que la pasión de Jesús «había destruido go. Donde hay sosiego, no hay apasionado deleite. Donde no hay
totalmente el infierno». Erigena creía que la salvación apasionado deleite, no hay ir y venir (en la reencarnación), no hay
caída de un estado a otro. Donde no hay caída de un estado a otro, no
comprendería a todo el universo (aunque puede haber hay «aquí» ni «más allá» ni «aquí-y-allá». Ese es el fin del infortunio.
sido inconsecuente en este punto, como lo fue en otros
Atribuido a Buda
muchos). Lo mismo parecía creer Teilhard de Chardin,
aunque no lo dijo explícitamente. Papini escribió un Esta capacidad de prescindir de las normas de la
libro para demostrar que el diablo sería reintegrado en enseñanza moral del cristianismo que incluyen la
el Reino. diferenciación y la jerarquía de los vicios y las virtudes,
La cuestión no es, en absoluto, trivial o insignifican- se ve robustecida por el esfuerzo que hace el místico
te en términos religiosos. En realidad, lo que está en por limpiar su conciencia de todo motivo egoísta,
juego es el significado de la unidad última de la incluido el deseo de su propia salvación. Esta renuncia
realidad; y esta cuestión ha constituido la principal suprema, que se encuentra en los textos de diversos
línea divisoria entre la sabiduría del Extremo Oriente místicos, incluidos aquéllos de impecable ortodoxia
y las religiones del Oriente Medio europeo, basadas en católica, como Santa Teresa de Avila, es una circuns-
la revelación. tancia concomitante natural de la actitud teocéntrica;
Otro peligro inherente en la experiencia mística, en debemos amar a Dios por El mismo y no porque nos
términos de educación religiosa institucional, ha sido haya prometido la dicha eterna; El es el fin mismo y
la afirmación de los místicos de que participaban en el no un medio al servicio de las necesidades humanas, ni
Ahora eterno divino, de que disfrutaban de la plenitud siquiera de la necesidad de salvación; debemos aceptar
de la atemporalidad, en la cual toda distinción entre y admirar Su voluntad incondicionalmente y seguir
pasado y porvenir ha sido eliminada. En tal estado de adelante incluso aunque suponga nuestra condenación
praesens inmóvil, no hay recuerdo de lo que ha sido ni (resignado ad infernum). Deshacerse de todo pensa-
anticipación de lo que será, la diferencia misma ha sido miento y todo deseo referido a uno mismo, les parece a
abolida y ha perdido sentido. En consecuencia, el muchos místicos una parte integral de la adoración
místico deja atrás una serie de virtudes y sentimientos misma; sólo el amor puro, perfectamente desinteresa-
que han sido considerados equipaje indispensable do, merece el nombre de amor, a diferencia del propio
para el avance cristiano: tanto los relacionados con el interés.
pasado —remordimientos, arrepentimiento, concien- En vista de esta rápida panorámica de los riesgos
cia de culpa— como los que miran hacia adelante, que lleva consigo la religiosidad mística (desde la
como temor al castigo divino, escrúpulos, esperanza, perspectiva de un cuerpo eclesiástico) es de esperar que
deliberaciones sobre acciones a emprender. Mientras cuanto mejor organizada esté una iglesia, y cuanto
el místico goza en comunión con Dios, el Ahora que
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ma> sometida a normas explícitas de conducta, menos liene una fuente especial de sabiduría; si expresa un
probabilidades hay de que tolere este tipo de adora- luicio inaceptable para la Iglesia, tiene, obedeciendo el
ción dentro de su marco institucional. Esto, sin embar- veredicto de ésta, que retractarse sin vacilación (esto es
go, no es así. La Iglesia cristiana se gloría con una lo que le ocurrió a Fenelon). En tercer lugar, la expe-
galería impresionante de grandes místicos a los que riencia de un místico, si es auténtica, refuerza sus
considera, con toda razón, las estrellas más brillantes virtudes ordinarias de humildad, caridad y castidad;
de su firmamento espiritual, empezando por el propio demuestra ser una tentación diabólica, en lugar de un
San Pablo, el más venerado patrón de los místicos don de Dios si produce hubris, indiferencia hacia los
cristianos; la historia del cristianismo nos parecería no demás o irregularidades en la conducta.
sólo empobrecida sino impensable sin Pseudo-Dioni- Por ello era comprensible que el fenómeno del
sio, San Bernardo, Tauler, Santa Catalina de Siena, misticismo fuera mucho más tolerable para la Iglesia si
San Juan de la Cruz, Santa Teresa, Bérulle y muchos se encontraba confinado en el mundo cerrado de los
otros. monasterios, donde las reglas de la disciplina eclesiás-
tica se hacían cumplir con mayor facilidad y donde era
El alma que es virgen y no recibe nada, excepto a Dios, puede quedar relativamente sencillo controlar el contagio indeseado.
encima de El lanías reces como a ella le plazca. Cuando surgía entre laicos o incluso entre sacerdotes
Ángelus Silesius seculares, el misticismo despertaba sospechas fácil-
mente, y si tomaba forma colectiva era casi invariable-
Se invocaron muchos criterios teológicos y morales mente condenado. En ocasiones evolucionaba enton-
para decidir si los que buscan a Dios por la vía mística ces hacia movimientos sectarios de vida más o menos
podían encontrar un lugar, a veces prominente, en la corta. Después de la Reforma, la Iglesia Romana
vida de la Iglesia. Estos criterios pueden resumirse pareció mucho más capaz de asimilar los fenómenos
como sigue: Primero, la distinción ontológica entre místicos dentro de sus formas de religiosidad, que los
Dios y el alma debe quedar intacta y hay que evitar grandes cuerpos protestantes. Esto ocurría no sólo
cualquier sugerencia de que la unión mística entraña porque podía proporcionarles un enclave relativamen-
una aniquilación total de la personalidad y una pasivi- te seguro en las órdenes contemplativas, cosa que no
dad absoluta; puede argüirse que algunos místicos podían hacer los protestantes, sino también a causa de
cristianos reconocidos no cumplieron este criterio, su tolerancia, mucho mayor, de la variedad de la vida
que en unas circunstancias históricas se observó con religiosa. A pesar de la importancia que las fuentes
mayor rigor que en otras. En segundo lugar, un místicas tuvieron tanto en la formación intelectual del
místico no puede usar la contemplación como pretex- propio Lutero como en la fertilización del terreno
to para hacer caso omiso de las normas tradicionales cultural para la Reforma en Francia, las iglesias pro-
de obediencia y menos aún de las obligaciones morales testantes, con su énfasis en la uniformidad de culto y
ordinarias; tiene que ser supervisado por su confesor con sus principios constitucionales democráticos, de-
como cualquier otra persona e, incluso si afirma haber mostraron ser naturalmente reacias a absorber formas
recibido órdenes de Dios que contradicen la norma de especiales de religiosidad accesibles sólo a una élite
la obediencia, es el confesor quien debe prevalecer. En espiritual; en la literatura protestante de línea dura,
particular, no tiene derecho a hacer declaraciones desde Jurieu a Niebuhr, el misticismo se ha denun-
referentes a cuestiones de dogma ni pretender que ciado repetidamente como una ilusión peligrosa de

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Schwarmer irresponsables o una reliquia del gnosticis-
mo pagano. Los místicos que surgieron dentro del mo- mente, de que sus palabras, aunque perfectamente
vimiento protestante o en sus márgenes, desde su fase inteligibles para almas afines, no pueden dejar de
más temprana, en los años de 1520, en los países parecerles ineptas o contradictorias a otros. Algunos
alemanes y en los Países Bajos, o bien abandonaron dicen que encontraron a Dios oculto en sus almas y
las nuevas iglesias o fueron abandonados por ellas; en esperando, por así decirlo, hasta que ellos le descubrie-
ocasiones formaron nuevas sectas muy pequeñas o ron; otros prefieren decir que Dios vino a ellos y tomó
volvieron a la Iglesia Romana. Los místicos del norte, posesión de sus almas. Para algunos, esto ocurre en
herederos espirituales de Meister Eckhart, continua- repentinos e inesperados momentos de iluminación,
ron su orientación metafísica y especulativa con un otros sufren largos períodos de agonía, perdidos en su
estilo neoplatónico, mientras que la retórica de los condenación. Todos obtienen un conocimiento incon-
contemplativos católicos en España y Francia era más movible y directo, no intelectual, inmune a las críticas,
lírica y emocional; les preocupaba menos encontrar de lo que los metafísicos mantienen, en su lenguaje,
una expresión coherente de la Unidad inefable que que son los rasgos fundamentales de una imagen
alcanzar la fuente inagotable de amor. Al final del siglo religiosa del mundo: la necesidad de Dios y la contin-
XVII, la piedad mística católica se había agotado, en gencia del mundo.
gran parte a causa de la severa condenación del
quietismo por la Iglesia. Cuando una mente libre es verdaderamente desinteresada, Dios se ve
competido a ir a ella; y si ella pudiera prescindir de las formas
Las vicisitudes históricas del misticismo no son, sin contingentes, tendría entonces todas las propiedades de Dios mismo...
embargo, el centro de esta exposición. La cuestión es, El desinterés inconmovible lleva al hombre a su mayor semejanza con
más bien, explicar por qué este peculiar acercamiento Dios. Da a Dios su condición de Dios... La persona desinteresada, sin
«experimental» a Dios es de fundamental importancia embargo, no carece de nada y tampoco tiene nada de lo que despren-
derse. Por tanto no tiene plegaria o pide sólo ser uniforme con Dios...
cuando se trata de captar la naturaleza misma de lo Cuando lo logra, el alma pierde su identidad, absorbe a Dios y queda
Sagrado en términos cognoscitivos. reducida a nada, como la aurora al salir el sol.
Acabo de señalar el carácter paradójico de la vida Meister Eckhart
mística: se supone que es una experiencia de la Infini-
tud y así, en términos de la estrechez racionalista, un Ambos rasgos, sin duda, son traducciones filosóficas
círculo cuadrado; es arduo, en efecto, concebir cómo de ideas que los símbolos de la fe expresan de modo
la Infinitud, en lugar de aparecer en nuestra mente diferente: que Dios es un Ser omnipotente que creó
como una abstracción conceptual, puede darse direc- todas las cosas, visibles e invisibles, y que el mundo
tamente como tal, es decir, puede constituir el conteni- como un todo y cada cosa por separado dependen
do real de una experiencia; tales afirmaciones suenan totalmente de Su voluntad.
como decir que uno puede ver, tocar o gustar la Estos principios, que los teólogos afirman poder
cualidad misma de algo infinito. No obstante, esta establecer como consecuencia del razonamiento espe-
afirmación está en el núcleo de los escritos místicos y culativo, son parte de la experiencia directa del místi-
los hace esencialmente intraducibies al lenguaje de la co. Lo que un filósofo trata de enunciar laboriosamen-
experiencia sensorial, excepto a través de metáforas te en forma de categorías abstractas y a veces abstru-
reconocidamente torpes e inadecuadas. Los místicos sas, el místico lo ve. Ocasionalmente describe su
son plenamente conscientes, y lo resaltan repetida- experiencia de la contingencia de las criaturas diciendo
que el mundo es una ilusión. Esta idea, tan osadamen-
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con otras percepciones que pasan por «normales»; en
le i xpicsada es, naturalmente, inadmisible para la fe consecuencia, el significado de esa calificación, cuando
judaica, islámica o cristiana, todas las cuales sostienen se extiende hasta incluir al mundo en su totalidad, no
firmemente la realidad de todo aquello que Dios trajo es nunca claro, por intenso o auténtico que sea el
a la existencia (de otro modo, el propio Jesús no sería sentimiento que hay tras ella. Y que la percepción de
más que un fantasma), mientras que la misma idea está una persona es una ilusión no lo pueden demostrar
tradicionalmente asimilada dentro de la herencia bu- otras personas sin acudir en última instancia al vere-
dista e hindú. dicto de la mayoría. De todos modos, expresiones
como «el mundo no es sino una ilusión» pueden tener
Inmóvil Uno---- más veloz que el pensamiento,
h)s dioses no pudieron asirlo euando pasó raudo ante ellos: sentido cuando significan o que todas las cosas son
En pie, da aleanee a todos los demás mientras eorren; inherentemente transitorias, frágiles, corruptibles, o,
En Ello, el viento invita a la actividad. menos trivialmente, que ser en el tiempo no es ser en
Se mueve. No se mueve. sentido propio. Este último significado es quizá el
Está lejos, y, sin embargo, está cérea: componente básico de la percepción de que «el mundo
Está dentro de todo el universo. es un sueño». La importancia de esta percepción
Y. sin embargo, está Juera de él.
consiste en que es algo que puede experimentarse
Aquéllos que ven a todos los seres y el Yo, directamente, aparentemente sin la mediación de con-
Y al Y a en lodos los seres.
Nunca huirán de Ello.
ceptos filosóficos abstractos y también puede explicar-
De Isa Upanishad se, al menos a título de ensayo, en términos metafísi-
cos. Podemos observar ambos aspectos de esta intui-
Quizá esto no es más que una sugerencia especu- ción mezclados, o quizá fundidos, en un todo en el
lativa el abismo entre estas dos corrientes de la famoso undécimo libro de las Confesiones de San
tradición religiosa es menos profundo de lo que puede Agustín, ciertamente uno de los intentos más atrevidos
parecer. Por un lado, no hay duda de que existe un de enfrentarse a la cuestión, y en la colección de
tipo especial de experiencia que como mejor se expresa epigramas Cherubinischer Wandersman de Ángelus
es diciendo que el mundo a nuestro alrededor es Silcsius. En los escritos místicos son bastante comunes
«irreal» o «ilusorio». Esta experiencia es bastante las reflexiones similares.
frecuente y no está en modo alguno confinada a los La idea principal se reduce a esto: lo que pertenece
místicos y las personas no la interpretan necesaria- al pasado o al futuro no existe, por definición, más que
mente en términos religiosos. Podemos dejar a un lado en el recuerdo o en la esperanza, es decir, subjetiva-
la cuestión de si es similar o idéntica, y hasta qué mente; mientras tanto, el presente, cuando se escudri-
punto lo es, a la sensación de «irrealidad» que parece ña atentamente, disminuye hasta quedar reducido a
ser un aspecto común de ciertos estados mentales un punto evasivo e inalcanzable que, por definición,
patológicos. Cualquiera que sea su origen, es difícil desaparece en cuanto tratamos de capturarlo. Así
expresar la experiencia así descrita en forma verbal pues, lo que es «en» el tiempo, nunca «es»; puede
afirmando que es una proposición metafísica. Declarar hablarse de ello como de algo que fue o que será, y, sin
que cierto objeto es «meramente una ilusión» es, lo embargo, esas palabras no tienen sentido más que
primero de todo, inteligible sólo mediante el criterio cuando está implicado un sujeto que percibe. Las
del consenso social. Una percepción de alucinación o cosas que no tienen memoria deben la continuidad de
de delirio sólo puede tildarse de tal en comparación
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su identidad sólo a nuestras mentes, ya que en sí
Pequeño Semblante», el Inmanente, que es designado como YHVH.
mismas no tienen ni pasado ni futuro, ni, por tanto, Por tanto, para la palabra lo (no), tenemos la palabra ayin (nada).
identidad alguna. Dotamos al mundo de cosas corrup- Puede uno preguntar: ¿Entonces, por qué fueron castigados los israeli-
tibles, de duración y, por ello, de subsistencia, pero en tas? La razón es que hicieron distinción entre esos dos aspectos de Dios
este mismo acto de crearlo mentalmente, nos percata- y «tentaron al Señor» (íbid.) diciéndose a sí mismos: oraremos de un
modo si es el Uno y de otro modo si es el Otro.
mos de nuestra propia falta de identidad, excepto de la De El libro de Zohar
que nos proporciona la memoria. Esto equivale a decir
que lo que es, es intemporal. Y así, volvemos a los
grandes iniciadores de la metafísica europea, Parméni- Esta convergencia era claramente una condición pa-
des y Heráclito, quienes, desde lados opuestos, pusie- ra el éxito del cristianismo y por tanto de toda la
ron en movimiento esta vertiginosa peonza de concep- historia intelectual de Europa tal como la conocemos,
tos: lo que cambia no es; lo que es, es más allá del pero nunca ha sido totalmente satisfactoria y esto por
tiempo; si no existe nada más allá del tiempo, nada más de una razón.
existe. Se ha señalado que era una tarea muy difícil, si no
conceptualmente impracticable, combinar sin discor-
Porque no es una cosa existir y existir siempre otra. dancias la noción de un actus purus perfectamente
Plotino autocontenido, impasible, de un Ser que es el único
que es en sentido propio, con todas las cualidades que
Esta ecuación que enuncia que ser es ser más allá del normalmente se atribuyen a una persona. La imagen
tiempo dio lugar a la conclusión natural de que lo que de un Padre tierno y misericordioso supone propieda-
es, es distinto de los objetos materiales, y, por tanto, es des que difícilmente corresponden a esta entidad meta-
una mente: pero una mente obtenida así, por reflexión, física. ¿Cómo puede el Absoluto estar sujeto a efectos?
tiene que ser radicalmente diferente de lo que conoce- ¿Cómo puede tener un perfecto conocimiento de los
mos introspectivamente, es decir, a partir de un pensa- individuos, incluidos Sus hijos humanos, dado que El
miento, sentimiento y percepción «móviles». Era me- es todo lo que El conoce y que, por consiguiente, tanto
nos natural concluir, a partir de la misma ecuación y las personas como las cosas tienen que tener, además
sin más premisas, que sólo es concebible un existente o de su existencia empírica, una especie de modelo ideal
una mente y menos natural aún concluir que esta en la mente divina, al ser Dios inmóvil, perfectamente
mente es una persona; sin embargo, la convergencia simple y no compuesto? Estos enigmas atormentarían
final del Ser neoplatónico con el Dios judío y cristiano a los escolásticos posteriores y si los filósofos querían
nos parece comprensible si consideramos la necesidad permanecer fieles a las enseñanzas tradicionales y creer
(histórica, no lógica, desde luego) de traducir el mito en un Dios que fuera simultáneamente el Uno de
original al lenguaje filosófico griego y de transformar Plotino, el airado Caudillo del Antiguo Testamento y
la Biblia en una historia metafísica. el Padre amante de Jesús, estaban abocados a confesar
su impotencia; ningún esfuerzo intelectual podía perfo-
Rabí Abba habló: ¿Qué querían decir los israelitas al preguntar: «Está rar el misterio último. Admitir eso era simplemente
el Señor entre nosotros o no»? (ayin, nada: Exod. 17:7)... La explica-
ción es, como la interpretó Rabí Simeón, que los israelitas querían aceptar la incurable fragilidad de la razón humana y la
averiguar si la manifestación del Divino que les había sido dada era del primacía de la fe. Pero la formidable pregunta tenía
Antiguo, del Oculto, del Transcendente que, por estar encima de toda que ser respondida: ¿hemos de admitir no sólo que la
comprensión se le designa como ayin (nada), o si era la del de «el
esencia de Dios está fuera del alcance de nuestra capa-
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cidad intelectual —lo que ningún filósofo cristiano ha habían convertido en los portavoces espirituales de
vacilado en decir—, sino además que cuando intenta- una civilización urbana floreciente, uno de cuyos sub-
mos hablar de El en términos filosóficos no podemos productos inevitables era la emancipación de la clase
evitar la contradicción, lo que significa no sólo que intelectual. Sin duda, el agresivo racionalismo de Abe-
nuestra razón resulta derrotada en sus intentos de lardo era una excepción. Aquéllos que. más o menos
entender a Dios sino también que su principio funda- conscientemente, ofrecían una razón de ser para la
mental es simplemente violado, que la fe está tanto independencia de las artes profanas trataban de sepa-
supra como contra Rationem? rar el contenido de las artes del de la teología de un
Hubo una gran variedad de puntos de vista entre los modo que afirmaba que las dos áreas no entraban en
escritores cristianos que estaban dispuestos a admitir conflicto lógico, puesto que sus intereses respectivos
no sólo la diferencia entre las capacidades de la Razón no se superponían. Pero era difícil sostener coherente-
y la verdad de la Fe y no sólo la necesidad de mante- mente esta actitud; había importantes cuestiones que.
nerlas separadas, sino su radical incompatibilidad. obviamente caían dentro del terreno de competencia
Tanto la significación filosófica como la significación de la Razón, pero que habían sido ya decididas por la
cultural de este choque varió con el tiempo. El anti- Revelación, como el principio del universo en el tiem-
intelectualismo provocador de algunas de las epístolas po. E\ extravagante intento de afirmar al mismo tiem-
de San Pablo y del magnífico «certum quia impossibile» po la posibilidad de un choque entre conocimiento y
de Tertuliano nunca ha desaparecido totalmente en la revelación y la independencia de su autoridad, se co-
civilización cristiana, pero su significado dependía de noce como la teoría de la doble verdad; algunos de sus
un contexto histórico dado. En la Antigüedad tardía, defensores entre los averroístas posteriores mantenían
expresaba una ruptura intransigente con los valores y que uno podía creer simultáneamente en dos verdades
las normas de una sociedad irredenta, la recia identi- contrarias (por ejemplo, que el mundo fue creado de la
dad y confianza en sí mismos de unos revolucionarios nada y que el mundo ha existido eternamente) siempre
que no pertenecían al mundo pagano, se negaban a que uno estableciera una clara distinción entre los dos
negociar con él y estaban construyendo un enclave órdenes de cognición.
hostil en su seno. La gradual intrusión del Cristianis-
mo en esta sociedad y su dominación final tenían que No os imiu/inéis que nteslra inteligencia puede alzarse de modo que
conozcáis a Dios, En icrdad. cuando Dios os ilumina con luz diiina. no
pagarse con la infección del cristianismo con algunas hace fiilla luz natural partí que eso ocurra, lisia luz nalural ha de
de las normas de la sociedad y con la asimilación de extinguirse por completo útiles de que Dios resplandezca con su luz...
sus armas racionalistas. Sin embargo, en la nueva fase Mcislcr I x k h a r t
del conflicto entre el antiintelectualismo de antaño y
el intento de proporcionar un fundamento racional a Así pues, la función cultural de la tendencia a admi-
la enseñanza cristiana, los papeles de los protagonistas tir la contradicción entre el Mundo revelado y la luz
se invirtieron. Comenzando al final del siglo XI, los natural dependía de qué valor se le atribuyera a esta
antidialécticos que condenaron el saber secular habla- última, si es que se le atribuía alguno. Tanto el «tertu-
ban ahora en nombre de una Iglesia firmemente esta- lianismo» agresivo de los antidialécticos, que afirma-
blecida, mientras sus adversarios, que exhibían sus ba esta contradicción para defender a la fe y a la Iglesia
habilidades lógicas en cuestiones religiosas y no po- contra las pretensiones de la «lógica humana», como
dían reprimir su curiosidad por la ciencia profana, se el esquizofrénico concepto de la doble verdad que
convertirse en un vehículo intelectual por el cual el
usaba la contradicción para defender los derechos de la cristianismo se deslizaría por la senda de la seculariza-
misma lógica, fueron fenómenos de corta vida en el ción y, por tanto, del olvido.
cristianismo medieval. La principal tendencia de los Vista desde esta perspectiva, la Reforma fue un in-
que querían garantizar una independencia cognosciti- tento violento de restaurar la pureza prístina del men-
va e institucional al saber secular ideó diversos crite- saje cristiano y de curarlo de la contaminación de
rios que separaban su área de interés de la teología, valores profanos (al menos, esas fueron sus intenciones
mientras que las afirmaciones de supremacía de ésta originarias, aunque los efectos históricos a largo plazo
última acabaron por encontrar una expresión bien se volvieron contra esas intenciones, como ha ocurrido
elaborada y precisa en la doctrina tomista. Esta enun- con la mayoría de las grandes empresas humanas). En
ciaba inequívocamente que la verdad de la revelación sus primeras fases, volvió a una conciencia cristiana
y los logros de la razón natural, que tenían, ambos, su primitiva, basada en una tenaz confianza en la prome-
origen en la misma fuente divina, no podían contrade- sa divina y no se preocupó en absoluto sobre lo que la
cirse nunca. Por tanto, si la última afirma algo contra- sabiduría de las escuelas pudiera decretar; se burlaba
rio a la fe, debe haber violado sus propios principios. de las sutilezas de la dialéctica mundana e hizo de la
Así, la teología, sin pretender sustituir o hacer inútil el filosofía una palabra sucia; causó estragos en las uni-
conocimiento natural, retenía el derecho a supervisar- versidades alemanas.
lo, una vez que había aceptado que la luz natural nos El curioso destino de la interminable polémica sobre
permitía descubrir la verdad en algunas cuestiones la fe contra la razón en los siglos que siguieron a la
que, no obstante, habían sido decididas ya por la saludable conmoción de la Reforma (saludable para la
revelación. De este modo, las dos áreas se superponen, Iglesia de Roma, claro está) parece confirmar la ver-
pero en muchos de los puntos más importantes sólo dad de sentido común sobre el hecho de que en una
podemos discernir la verdad por medio de la fe (estos civilización urbana donde el movimiento, el cambio, el
puntos no incluyen solamente la verdad sobre la Trini- desarrollo y la novedad pasan por valores eminentes,
dad, la Encarnación y la Redención, sino también la no es probable que haya una alianza o armisticio
cuestión del principio temporal del universo). permanente y satisfactorio entre lo Sacro y lo Profano.
Sin ninguna duda, la distinción fue muy afortunada Al deshacerse de la ininterrumpida tradición de las
en términos de las necesidades de autodefinición de la Escrituras, la Reforma, tal como resultó y precisamen-
Iglesia en un mundo en el que el conocimiento profano te en oposición a los deseos de sus grandes iniciadores,
y los valores profanos afirmaban cada vez más su promovió un uso más extenso, en vez de menos, de la
autoridad y autonomía; sin embargo, el mismo hecho Razón en cuestiones teológicas. No podía detenerse la
de asentir a esta dualidad —una dualidad jerárquica, marcha del racionalismo y produjo nuevas disposicio-
desde luego, de ningún modo una igualdad— corría el nes ideológicas en ambos lados del conflicto entre
riesgo de estimular los resentimientos de la investiga- Ilustración y Tradición. Los métodos escolásticos de
ción filosófica autónoma más allá de límites seguros. sustentar la verdad religiosa con argumentos raciona-
El aristotelismo, aunque bien asimilado en apariencia, les fueron perdiendo progresivamente credibilidad y
dentro del marco de los conceptos cristianos y salva- eficacia y, aunque los maestros de las escuelas medie-
guardado de las exorbitantes pretensiones de una Ra- vales nunca dejaron de ejercer sus habilidades semán-
zón cada vez más osada, no dejaría de crear el mismo ticas y lógicas, pronto serían considerados como restos
peligro que se suponía que había de prevenir: iba a
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ni inicies de una era pasada, incapaces de competir y cielo de las ilusiones) y trataron repetidamente de ob-
mucho menos de igualar las nuevas tendencias del tipo tenerse por medio del mecanismo intelectual opuesto:
empirista o del racionalista, todas las cuales contri- no recortando la religión hasta dejarla de un tamaño
buían a la despiadada corrosión de la le. Los deístas de «racionalizable» y convirtiéndola así en un saber de
los siglo XVII y XVIII y los partidarios de la «religión segunda categoría, sino, por el contrario, siguiendo la
natural» que suprimieron del legado cristiano todo antigua tradición y declarando que todo el conjunto
lo que consideraron racionalmente indemostrable, de las creencias se basa en la sola autoridad divina.
cruzaron claramente los límites dentro de los cuales el Esto no fue suficiente, sin embargo, puesto que cada
cristianismo podía continuar siendo él mismo, de un secta afirmó la infalibilidad de su propia interpreta-
modo reconocible; sus sucesores se dieron prisa en ción de las Escrituras. Por tanto, las proposiciones
mostrar que si queremos aplicar estrictamente los ri- ecuménicas basadas en la idea de una religión que era
gores de la racionalidad a los libros proféticos de la cuestión de fe o de «sentimiento» tenían que convertir
antigüedad, toda la fábrica de la antigua sabiduría se todas las interpretaciones encontradas en improceden-
desmorona. La primera generación de deístas fueron tes, carentes de propósito, o, sencillamente, ilícitas.
personas llevadas a la desesperación por el espectáculo Una posibilidad era recomendar que no limitásemos
de un fanalismo religioso exhibido por sectas y faccio- nuestra fe sólo a lo que dicen las Escrituras, sino al
nes en guerra, y que había sido producido por la modo exacto en que lo dicen, y que renunciásemos a
erupción de la Reforma; su racionalismo religioso es- comentarlas o a aventurarnos a reconstrucciones filo-
taba al servicio de la tolerancia y la paz. La mayoría de sóficas, actuando en el supuesto de que en todas las
ellos creía ciertamente que los pocos dogmas básicos cuestiones que son realmente importantes y pertinen-
que realmente importaban la existencia de Dios y tes para nuestra salvación, las Escrituras son suficien-
Su gobierno providencial del mundo, la inmortalidad temente claras e inequívocas. Esta era una actitud
de las almas, las normas cristianas— podían justificar- frecuente de los seguidores de Erasmo, que predicaba
se perfectamente con argumentos racionales, mientras la paz religiosa.
que todos los intrincados y. de hecho, ininteligibles Otra forma de lograr la paz era, naturalmente, una
misterios de la Trinitología o de la teoría de la gracia, intolerancia que funcionase eficazmente. No era una
todos los dogmas y antidogmas que incitan a las nueva invención, desde luego; sin embargo, la defensa
guerras entre sectas, a las matanzas y persecuciones, tradicional del monopolio de la Iglesia solía fundarse
no tienen sentido alguno y quedan fuera de los intere- en su posesión exclusiva de la verdad, mientras que
ses legítimos de la mente humana. La idea de una para algunos defensores de la intolerancia, en el siglo
religión racional eliminó todas las creencias en las que xvii, la razón decisiva era, por el contrario, que no
se había basado la distinción entre las diversas iglesias existe verdad en el sentido normal en ninguna iglesia
dentro del cristianismo o, incluso, en una interpreta- ni en ninguna de las sectas en conflicto. Hobbes y
ción más radica!, entre todas las religiones del mun- algunos de los libertinos franceses opinaban que era el
do . Transcurrió mucho tiempo antes de que este deber de! Estado no permitir que la gente se matase
instrumento de tolerancia diese origen a la intoleran- entre sí a causa de sus diferentes concepciones sobre
cia del racionalismo fanático. cómo se transustancia el pan de la Sagrada Comunión
Los mismos irónicos resultados podrían haberse en la carne de Nuestro Señor. Un orden absoluto y
obtenido (no en la realidad, naturalmente, sino en el una religión estatal obligatoria se propusieron como la

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mejor garantía de paz, pero la principal virtud de esa
religión sería que era la única permitida y no que era categoría perteneció una determinada persona. Pierre
más verdadera o más creíble que sus rivales. Bayle, que gozó de la reputación de un perfecto escép-
Sin embargo, el libertinismo francés del siglo xvu (y tico que se escondía tras la fraseología de la religiosi-
me refiero al libertinage érudit y no al libertinismo dad sentimental, fue (como parece deducirse de los
moral, que, en ciertos casos, estuvo relacionado con el estudios de Elisabeth Labrousse) un creyente sincero;
primero, pero esto no ocurrió necesaria ni universal- pero la importante influencia que ejerció sobre la Ilus-
mente) abarca una gama de actitudes sobre las cuestio- tración fue la de un escéptico y un destructor de la fe,
nes que estamos tratando. Era típico de esta Weltans- sus lectores desechaban sus protestas de piedad como
chauung el separar las cuestiones religiosas de las em- un ejemplo más de una táctica profusamente empleada
píricas, y el profesar lealtad a la tradición cristiana por cautos ateos.
concebida en términos fideístas. No hay duda de que Sin embargo, hay que destacar que el enfoque fideís-
algunos libertinos, aunque desdeñasen enteramente las ta al credo cristiano, combinado con el fenomenalismo
—según su opinión— estériles disputas teológicas, y el empirismo científico, lo compartían personas co-
creían sinceramente en los dogmas fundamentales del mo Mersenne, que no puede ser equiparado, de nin-
credo cristiano, es decir, en Dios y en la vida eterna, gún modo, con los libertinos y cuya piedad no fue
mientras descartaban los intentos de hacer creíbles nunca puesta en duda.
esos dogmas mediante argumentos racionales, ya fue- Mientras fue arriesgado declararse abiertamente
ran escolásticos, aristotélicos o cartesianos. Podemos ateo fue bastante corriente que los que dudaban afir-
presumir que esta era la actitud de Gassendi, de La masen ocasionalmente que su fidelidad religiosa era
Mothe le Vayer, quizá incluso de Naudé. Lo que era una cuestión de fe irracional; podían distinguirse de
auténtico en sus creencias no tenía sabor sectario, sin los creyentes firmes por su estilo y la distribución del
embargo, puesto que todas las querellas teológicas que énfasis, pero, aun así, en algunos casos había dudas
dividían al cristianismo carecían a sus ojos de interés, sobre quién era quién. A los filósofos que, como Pietro
en el mejor de los casos, y normalmente no tenían Pomponazzi, David Hume, y muchos otros entre am-
sentido y eran vacías. Si profesaban su lealtad a la bos, recopilaban argumentos en contra de la inmorta-
Iglesia católica en vez de a cualquier otra Iglesia cris- lidad del alma y no obstante profesaban aceptarla
tiana, éste era un compromiso civil antes que religioso; como una verdad revelada, a pesar de esos argumen-
consideraban apropiado observar las costumbres y la tos, difícilmente podía dárseles crédito. Por otro lado,
tradición del país en el que vivían; las formas colecti- la vuelta a la Fe, desafiando valientemente las afirma-
vas de vida religiosa merecían respeto por razones ciones de la Razón era, con frecuencia, un intento muy
políticas y sociales, no dogmáticas (entre los humanis- serio de defender al cristianismo en una situación cul-
tas anteriores, Justus Lipsius, el gran editor y resucita- tural en la que la crítica racionalista parecía haber
dor del estoicismo, cambió de secta cinco veces, según producido algunos resultados irreversibles e irrefuta-
el país en que vivía; su principal obra filosófica se bles. Esta era esencialmente la actitud de Pascal al
titula De constantia). Había otros, sin embargo, para hacer frente a la invasión cartesiana (una evaluación
quienes esas declaraciones fideístas no eran probable- algo cruda, que se corregirá más adelante).
mente más que una máscara protectora para ocultar la En este aspecto, somos todavía herederos del con-
incredulidad, y a veces no es fácil discernir a qué flicto que ha durado desde la Edad Media tardía y que
se hizo cada vez más conspicuo en el siglo XVII, cuan-
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do se codificaron las reglas del moderno espíritu cien- de la palabra. De este modo consiguió no desviarse de
tífico en las obras de Bacon, Galileo, Descartes, Locke su tenaz racionalismo.
y Gassendi, entre otros. Los intelectuales cristianos En el mundo católico fue la crisis modernista, al
fueron más conscientes que nunca del simple hecho de final del siglo pasado y al principio de éste, la que
que, en términos de la disciplina que gobierna las reveló drásticamente el choque entre las pretensiones
investigaciones empíricas y del creciente uso de los de la teología natural y la marcha victoriosa del cienti-
métodos matemáticos, la legitimidad del enfoque meta- fismo (el cientifismo, lejos de ser una conclusión lógica
físico tradicional cada vez se ponía más en tela de deducible del cuerpo del conocimiento científico, es
juicio. La posición de la teología natural era cada vez una ideología que enuncia que el valor cognoscitivo se
más tambaleante e insegura cuando se enfrentaba al define mediante la aplicación adecuada de métodos
concepto de Razón, monopolísticamente definido por científicos). Los modernistas (Alfred Loisy, Edouard
las normas del procedimiento científico. Puede hablar- Le Roy) compartían un enfoque fenomenalista de la
se de la «huida a la irracionalidad», pero la expresión ciencia y una interpretación simbólica de la fe religio-
implica un firme y contestable juicio de valor. Cuando sa. La ciencia, argüían, no nos presenta la verdad tal
estigmatizamos creencias o formas de conducta como como solemos entenderla; es una esquematización
«irracionales» suponemos necesariamente un concep- conveniente de datos empíricos en forma de construc-
to bien definido de Ratio y este concepto mismo está ciones teóricas cuyo valor es manipulativo y predicti-
siempre expuesto a la duda: ¿podemos ofrecer argu- vo más que cognoscitivo, si este último término sugie-
mentos precisos para una definición de Ratio sin em- re una descripción del mundo tal como «realmente»
plear criterios cuya validez depende de la aceptación es. Por otro lado, la verdad religiosa no puede embu-
previa de este mismo concepto? Hablemos, por ello, tirse nunca en formas intelectuales: sus percepciones
no de una «huida a la irracionalidad», sino de una básicas son englobadas de diversas maneras en símbo-
creciente conciencia de los modos irreductiblemente los sujetos al cambio, ninguno de los cuales representa
diferentes en los que las creencias religiosas resultan una versión definitiva y ninguno de los cuales está libre
validadas en contraposición a las proposiciones cientí- de los modos de expresión históricos, contingentes; las
ficas, y de los inconmensurables significados de «vali- Escrituras son un documento histórico y lo mismo son
dez» en esas áreas respectivas. los dogmas de la Iglesia, que están destinados a evolu-
Puede situarse al propio Kant en esta perspectiva. cionar con el desarrollo de la civilización. Y el único
Kant trató de demoler la aparente certeza de la anti- acceso fiable a la verdad religiosa es por medio de una
gua teología natural y a la vez rescatarla reconstruyén- experiencia privada que no puede verterse satisfacto-
dola sobre principios enteramente nuevos. Al argüir riamente en el discurso intersubjetivo.
que la creencia en la existencia de Dios y en la vida La separación de la revelación y de la ciencia es
eterna son efectivamente justificables dentro del ámbi- ahora completa: la última no tiene forma de emitir
to de la razón práctica, no convirtió esas creencias en veredictos sobre lo divino y no se ocupa de la realidad,
normas morales o técnicas; su único supuesto era que en absoluto, siendo su significado utilitario antes que
algunas ideas normativas pueden validarse con inde- cognoscitivo; mientras que en los actos de fe obtene-
pendencia de la razón teórica y que, siendo válidas, mos una intuición de otra realidad, divina, aunque
entrañan necesariamente a Dios y a la inmortalidad esta intuición sólo pueda expresarse en símbolos cul-
como verdades en el sentido común y no pragmático turalmente relativos. Es hacer mal uso de la ciencia,

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argüían los modernistas, pronunciar juicios religiosos tías del tomismo sobre la consonancia del conocimien-
o antirreligiosos en su nombre, y es hacer mal uso de la to secular y el religioso.
religión el definir normas o pronunciarse en cuestiones Y, efectivamente, el contagio modernista no se curó,
pertenecientes a la investigación científica o a la vida puesto que no se trataba de una idea herética excéntri-
secular. La ciencia y la religión difieren en casi todo: en ca por parte de unos cuantos intelectuales, sino la
sus objetos, en el modo en que obtienen su conoci- expresión de una profunda grieta en una civilización
miento respectivo y en el sentido mismo de las verda- que parecía estar construida sobre unos principios
des que proclaman (y, de hecho, ninguna de las dos intelectuales y sobre unos valores que eran cada vez
constituye la verdad en el sentido cotidiano y en el más incapaces de una coexistencia armoniosa con su
aristotélico). herencia religiosa; tampoco podía hacerse desaparecer
la conciencia de la colisión ni podía frenarse la búsque-
Y, de este modo, los modernistas esperaban resolver
da de nuevas soluciones.
los conflictos entre el conocimiento profano y la reve-
lación, definiendo para cada uno un fundamento epis- La paradoja del conflicto del que hemos sido testi-
temológico diferente. La propuesta era obviamente gos durante todo este siglo consiste en esto: el motivo
inaceptable para la Iglesia y por más de una razón: principal que estimuló los diversos intentos medievales
según el postulado modernista, los dogmas de la Igle- de separar lo Profano y lo Sagrado fue la defensa del
sia quedaban privados de su inmutable veracidad y primero, el deseo de liberar a la ciencia de la teología,
tenían que ser tomados como expresiones históricas de aliviar a las instituciones estatales y a la vida públi-
provisionales de la revelación: en cuestiones religiosas ca de la supervisión eclesiástica. Pero las tendencias
se suponía que la fuente principal de discernimiento aparentemente análogas en los tiempos modernos sue-
era una especie de contacto místico con la realidad len perseguir el objetivo opuesto: defender a lo Sagra-
divina y, como consecuencia, la función misma de la do de la rapacidad de lo Profano, sostener la legitimi-
Iglesia o se hacía confusa o quedaba reducida a sus dad de la fe en su encuentro con doctrinas racionalis-
tareas históricamente inmanentes; y a la Iglesia, priva- tas, afirmar los derechos de la vida religiosa dentro de
da así de su perdurable legitimidad carismática, se le una cultura que ha canonizado su propia secularidad.
decía que no tenía que inmiscuirse en absoluto en la El significado social de la separación es, pues, entera-
vida secular y menos aún en las polémicas científicas. mente diferente, y, sin embargo, su fundamento episte-
La enorme escala de la batalla de la Iglesia contra el mológico es, con frecuencia, el mismo. Aparte de los
error modernista en las dos primeras décadas de este que —como los pensadores modernistas que acaba-
siglo demostraron el vigor de la herejía. Y, de hecho, mos de mencionar— trazaron una línea de demarca-
aunque aparentemente victoriosa (en el sentido de que ción entre los dos terrenos con la esperanza de que no
desterró efectivamente de la teología oficial la fórmula interfirieran en el futuro, nuestro saeculum illuminatum
condenada) la Iglesia experimentó pérdidas inmensas. et illuminans engendró otros espíritus inquisitivos y
Al rehusar el reto, al exhibir su incapacidad de asimilar rebeldes que percibieron que el choque era real y no el
la modernidad, fue perdiendo, paso a paso, el control mero resultado de un malentendido conceptual o un
sobre la vida cultural y repeliendo a las clases cultas. desaliño lógico. Optaron por Dios contra, y no ade-
Los problemas que habían planteado los modernistas más de, el mundo. No intentaron apaciguar a la Razón
no podían, como se haría evidente, suprimirse con secular encontrando un modesto enclave a resguardo
anatemas ni con la repetición de las optimismas garan- de su voracidad ni suplicando su permiso para sobre-

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vivir, sino que atacaron su incapacidad intrínseca para miento: mi propia conciencia de ser yo. Su enfoque
abordar las preocupaciones que son cruciales en nues- común puede quizá re-enunciarse como sigue: decir
tra vida —a menos que se las oculte mala fide— y «yo soy yo» no es una tautología; tampoco es un
expresaron la revuelta de la fe, bien conscientes de su ejemplo del principio aristotélico de identidad; ni es
condición de cuerpo extraño, en realidad, de temible equivalente al enunciado «Juan es Juan» pronunciado
enfermedad, en esta civilización. El judío ruso León por otra persona. El mecanismo natural de la Razón
Shestov y el español Miguel de Unamuno pertenecen a es subsumir todo lo que es individual y único en
esta categoría; su camino había sido preparado por conceptos abstractos; pero «yo» no puedo ser subsu-
los grandes enemigos decimonónicos de la Ilustración mido así: «yo» me niego a considerarme a mí mismo
—Kierkegaard, Dostoyevski, Nietzsche—, personas como un caso particular de un concepto y me niego a
que rehusaban negociar con un racionalismo y un que otros me conciban así. Quienquiera que parta de
progreso satisfechos de sí mismos, que rehusaban re- este acto de autoafirmación ve inmediatamente que es
mendar el antagonismo. absurdo decir que hay dos o más «yoes» y, sin embar-
Todos esos hombres iban a convertirse en profetas go, en términos de Razón analítica, es absurdo negar
de nuestro tiempo, un tiempo en el que nuestra imagen que hay muchos «yoes». En consecuencia, nos encon-
cotidiana del mundo está ambiguamente enturbiada tramos frente a dos absurdos incompatibles, uno de
por la conciencia siempre clara de las bendiciones y de los cuales tenemos que aceptar: en la medida en que la
los horrores del progreso científico y, además, un tiem- Razón monopoliza el poder de juzgar qué es y qué no
po en que las iglesias ofciales encuentran cada vez más es absurdo, admitimos que seguimos lo que, en pala-
difícil crear un lenguaje que llegue al alma de los bras de San Pablo, el mundo ha de ver como locura.
hombres contemporáneos, y, con frecuencia, para des- La implacable objetividad de la Razón me prohibe
gracia suya, atribuyen ese fracaso al hecho de que no terminantemente nombrar incluso, estrictamente ha-
son suficientemente «progresivas», esto es, suficiente- blando, lo que yo sé —y en realidad lo que todo el
mente sumisas a las exigencias de la modernidad; al mundo sabe— que es el reino indestructible de mi
hecho de que son demasiado «religiosas». En el título preocupación última: mi existencia, mi salvación,
mismo de su libro más conocido, Atenas y Jerusalén, Dios, la elección moral. «Yo» no soy una cosa y tam-
Shestov abrazó la intransigencia tertuliana; y se puso poco lo es Dios; a ninguno de los dos puede la Razón
del lado del mito bíblico contra la autodecretada atribuirnos un status ontológico y, por tanto, la Razón
supremacía de la Razón analítica: el árbol del conoci- se ve obligada por sus propias normas a reducirnos a
miento y el árbol de la vida no crecen el uno junto al algo que radicalmente no somos: a objetos. Al tratar
otro en amable armonía; el comer del primero llevó a la de captarme a mí mismo y de captar a Dios, me pongo
muerte, comer del segundo es una esperanza que la inevitablemente en una posición de rebelión antirra-
Razón no podrá nunca legitimar; en realidad, la Ra- cional, puesto que la Razón es necesariamente la des-
zón considerará esta esperanza inevitablemente como tructora tanto de mí mismo como de Dios, ya que los
una amenaza. dos estamos fuera de los límites de su capacidad de
Tanto Shestov como Unamuno, de modo no distin- asimilación. Y la vida nos pone ante elecciones que son
to a Kierkegaard antes que ellos, partieron de la expe- inescapables y en las que no podemos esperar ayuda
riencia que, creían ellos, se resistía tenaz y eternamente de los recursos a disposición de la Razón, del conoci-
a ser absorbida por ningún marco racional de conoci- miento científico, de las habilidades técnicas. Breve-
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tener una opinión sobre cuál de ellos, si lograse la
mente, el tomar las cuestiones religiosas en serio no es supremacía, sería el que tuviese más probabilidad de
sólo dejar a un lado las competencias de la Razón, sino destruir el legado religioso de la humanidad.
optar positivamente contra ellas, ya que la Razón sólo
La tradición mística en su totalidad no puede situar-
se autoafirma afirmando su indisputable monopolio
se claramente en el mapa de estas controversias. La
para decidir qué es y qué no es conocimiento, qué
mayoría de los místicos nunca se ha molestado en
podemos y qué no podemos pensar legítimamente,
formular la cuestión de la Fe y la Razón en categorías
qué elecciones son reales y cuáles imaginarias.
que les resultasen familiares a los filósofos. Tienen en
común una fuerte convicción negativa de que la Razón
El concepto (de Dios) no es como el concepto de hombre, bajo el cual el profana y la lógica «humana» no pueden ser de ningu-
individuo es subsumido como unacosa que no puede ser absorbida por na ayuda en nada que importe realmente en la vida
el concepto. Su concepto comprende todo y, en otro sentido, El no tiene humana, es decir, la unión con Dios y el Conocimiento
concepto. Dios no se ayuda a Sí mismo mediante una abreviatura. El
comprende (comprehendit) la realidad misma, todos los individuos;
de El (si es que para ellos tiene algún sentido esta
para El el individuo no se subsume en un concepto. distinción: normalmente no la tiene). Algunos místicos
Soren Kierkegaard se contentan con unas pocas frases desdeñosas sobre
la vanidad de la ciencia secular; otros resaltan la impla-
cable hostilidad entre Fe y Razón; otros aun (Eckhart
¿Hemos vuelto, ascendiendo ciegamente en una «es- y Cusanus, por ejemplo) hablan de una facultad cog-
piral histórica», a la sabiduría crsitiana de antaño que noscitiva superior, Razón o Intelecto, que nos permite
se había definido a sí misma lanzando osadamente discernir la infinitud divina y que se guía por princi-
anatemas contra la secularidad, la modernidad, la pios propios que, bien mirados, resultan ser opuestos,
ciencia? Sería una exageración decir tal cosa. Hay más que complementarios, a las normas de la lógica
diversas tendencias que rivalizan entre sí en la confu- común, tanto si esta contradicción se anuncia explíci-
sión religiosa de hoy. Un grupo decreciente de animo- tamente como si no.
sos teólogos sigue todavía con la esperanza de congra-
ciarse con la Ilustración y elevar sus especulaciones a Si acudimos a textos místicos escritos por autores de
la condición de una rama respetable de la ciencia; hay una orientación más filosófica, observamos que inva-
muchos que aún tratan de apaciguar a la civilización riablemente eran conscientes del hecho de que el cono-
secular delineando los territorios respectivos de sa- cimiento sobre Dios, ya fuera obtenido en la contem-
crum y profanum y procurando convencer a los dos plación o por medio de un esfuerzo especulativo, está
poderes de que se prometan un tratado mutuo de no más allá de la capacidad del lenguaje y parece paradó-
interferencia; hay una tendencia teocrática, no muy jico. Pseudo-Dionisio, en su tratado sobre los nom-
vigorosa en el cristianismo, desde luego, pero bastante bres divinos, dice que Dios no tiene nombre y que uno
robusta en el mundo musulmán; y está la moda con- tiene el mismo derecho a aplicarle que a rehusarle
traria (o aparentemente contraria) de reducir la tradi- cualquier nombre: como nuestro pensamiento es inca-
ción religiosa a una u otra de las ideologías políticas. paz de captar la unidad divina, ninguna aserción ni
En todas partes se acusa una aguda sensación de ninguna negación puede ser pronunciada, estrictamen-
conflicto; cuál de esos intentos de reajuste resultará te hablando, sobre Dios. Por tanto, recomienda que
victorioso o, al menos, más fuerte, en el futuro próxi- nos abstengamos de decir o de pensar nada de Dios,
mo, nadie puede predecirlo; podemos, no obstante, excepto lo que El quiso revelarnos en las Escrituras.

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ta a Dios y le oculta al mismo tiempo: por el hecho
La interpretación encuentra su límite donde termina el lenguaje. Se mismo de ser' un no-absoluto, nos lleva a Dios como
consuma en silencio. Y, sin embargo, este límite existe sólo a causa del
lenguaje. su condición necesaria y por el mismo hecho nos corta
Karl Jaspers el camino hacia El, puesto que nuestro pensamiento y
percepción están aprisionados dentro del mundo y el
Ideas similares se encuentran entre la mayoría de los Absoluto está fuera del alcance de nuestros sentidos y
filósofos neoplatónicos, cristianos o no. La obra in- de nuestros conceptos. Una vez que se ha asumido que
mortal de Plotino está llena de prevenciones sobre la el Ser es Uno, el mundo de los muchos, la diversidad
miseria incurable y la insuficiencia del lenguaje que de las cosas y de las almas se hace inconcebible. Esta-
está usando. Eckhart no temía reconocer el carácter mos tentados a evitar la contradicción negando no la
autocontradictorio del discurso teológico y Cusanus existencia de Dios, sino la existencia del mundo: mu-
trató de encontrar una nueva lógica de la infinitud en chos es Uno. Este tema recurre una y otra vez en la
la que el principio de contradicción era sustituido por literatura mística de diversas civilizaciones (Rudolf Ot-
el principio de la coincidentia oppositorum, la conver- to en su obra clásica sobre el misticismo oriental y el
gencia de cualidades contrarias cuando alcanzan sus occidental, señala una sorprendente similaridad entre
valores límite. la especulación de Meister Eckhart por un lado y los
La principal fuente de contradicción parece haber escritos de Sankara y otros místicos orientales por
sido siempre la misma, y todos los místicos especulati- otro). Parece que todas las cosas y todas las almas en
vos la identificaron: la Unidad del Ser enfrentada a un su existencia «real» son Dios y que nuestro retorno a
mundo creado, consistente en muchos objetos. Nadie Dios es la restauración de nuestro «genuino» modo de
que tratase de concebir la cuestión dejaba de sentirse ser, de lo que somos verdaderamente; la individuali-
sorprendido por un sentido de imposibilidad lógica: dad es considerada, por decirlo así, como una patolo-
los racionalistas convirtieron esto en un argumento gía del ser, una maldición ontológica, como hubiera
cuasi ontológico en favor de la inexistencia de Dios dicho Schopeñhauer. La misma percepción puede ex-
(no puedo pensar en Dios sin caer en contradicciones; presarse de varios modos: «todo es uno», «el Reino de
en consecuencia, no puede pensar en Dios sin negar su los Cielos está en ti» o (Ángelus Silesius) «el abismo de
existencia); para los teólogos místicos y neoplatónicos mi alma invoca gritando al abismo de Dios; decidme,
la misma imposibilidad demostraba que nuestra lógica ¿cuál es más profundo?».
tenía una validez limitada y que era impotente para Esta idea qué se contradice a sí misma, de que
tratar de Dios. «muchos es Uno» no es, en absoluto, una invención de
mentes especulativas; que el todo y la parte son idénti-
Todo lo creado desea volver a ser natural, ser lo que era antes de la cos es, como observó Durkheim, un supuesto, tácito o
creación... Los elementos fueron creados de la nada y su deseo es volver explícito, de todas las religiones. En su opinión, las
a la nada.
Paracelso
personas expresaban y afirmaban en este concepto de
la unidad que todo lo abarca, la cohesión del cuerpo
La cuestión ya se había introducido, pero todavía social; lejos de exhibir simplemente (como había suge-
hay que mencionar un aspecto peculiar de ella. En rido Lévy-Bruhl) la falta de habilidad lógica y el desva-
términos de aquellas tradiciones que admiten explíci- limiento mental de los pueblos salvajes, la idea de
tamente el concepto del Absoluto, el mundo manifies- participación mística era el modo en que se grababa y

140 141
se consolidaba la autoridad y la supremacía del «To-
do» social en las mentes de los individuos. Esta expli- El, que lo vigila todo desde el más alto cielo.
El lo sabe —o quizá tampoco él lo sabe.
cación no aclaraba por qué la gente de todo el mundo De Rig Veda
necesitaba este tipo de fantástica proyección de la
«totalidad» social y no podía darse por satisfecha con
medios más sencillos de fortalecer su solidaridad tri- Sin embargo, los místicos sabían que estaban desa-
bal. Tampoco explica cómo eran capaces de crear, con fiando la lógica común y se negaban impertinentemen-
ese fin, un universo imaginario sin semejanza alguna te a rendirse, su afirmación, una vez más, es que han
con el mundo empíricamente conocido y que no era experimentado esta identidad de la parte y el Todo;
sugerido, en absoluto, por la experiencia. Estas dudas, viven en ella, en vez de conocerla tal como se ha
sin embargo, están fuera de los límites de esta discu- codificadq en los mitos y tal como se ha explicado
sión. Lo que quiero decir es, simplemente, que las laboriosamente en sistemas metafísicos: ni necesitan
construcciones ontológicas más elaboradas de los mís- presentar evidencia de esta experiencia ni les preocupa
ticos especulativos están enraizadas en una experiencia su incoherencia lógica cuando la expresan verbalmen-
elemental y universal de lo Sagrado. te. Y los místicos occidentales, al menos, están satisfe-
Los que intentaban convertir esta experiencia en un chos: la «maldición metafísica» puede remediarse sin
«sistema» conceptualmente coherente, estaban desti- que se destruya la conciencia personal con ello. No
nados a revelar su incoherencia; lo que los creyentes ocurre, piensan, ni que un alma individual para sobre-
habían aceptado con naturalidad en el lenguaje de los vivir tenga que soportar siempre, incluso en el cielo, el
mitos se convirtió en problemático e incluso inconce- peso de su separación de la fuente de la vida ni que la
bible después de esa transmutación. Al recrearlo como salvación última consista en disolverse totalmente en
teología, se exponía al mito a los rigores de la lógica el mar impersonal del espíritu. Creen que han vivido
«normal» y cayó víctima de la manía inquisitiva de los realmente «temporalmente en la eternidad»; su expe-
escépticos. No sólo el cristianismo, sino, durante un riencia les ha demostrado que es posible lograr la
período limitado, el Islam ha sufrido esta penosa expe- identidad con Dios sin perder la propia vida personal;
riencia. las leyes que gobiernan el mundo de las cosas finitas
cesan de operar en el reino de lo divino.
Aún así, cuando se percata de la notoria insuficien-
En el principio sólo había oscuridad envuelta en oscuridad. cia de los instrumentos lingüísticos de que dispone, el
Todo esto era sólo agua sin luz. místico radical se siente compelido, con frecuencia, a
Aquél que vino a ser, envuelto en nada,
Se alzó al fin, nacido del poder del calor. decir que al comunicar con Dios uno tiene que guar-
En el principio, el deseo descendió sobre él. dar silencio y esforzarse por vaciar su mente no sólo de
Que era la semilla primordial, nacida de la mente. palabras sino de conceptos e imágenes. Esta es la
Los sabios que han buscado en sus corazones con sabiduría, virtud de la orado mentalis en contraposición con las
Saben que lo que es pertenece al linaje de lo que no es...
Pero ¿quién sabe, después de todo, y quién puede decir plegarias vocales. Aquí, ciertamente, está la forma su-
De dónde vino todo, y cómo ocurrió la creación? prema de la vida espiritual y una fase a la .que no se
Los dioses mismos son después de la creación, Y así, ¿quién sabe, en puede llegar sino tras una larga preparación por me-
verdad, de dónde ha surgido? dio de los ejercicios mentales habituales; una vez que
Dónde tuvo su origen toda la creación.
El, tanto si la formó él, como si no, un místico la ha alcanzado, sin embargo, puede y debe
deshacerse de todos los métodos secundarios de acer-
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i.ii.sc a Dios. Pero lo que es conveniente para las almas halla en una posición muy similar. Puede muy bien
más avanzadas no puede ser intentado por los princi- creer que es útil, más aún, necesario, hablar de Dios,
piantes. Y, añade a menudo, cuando hablamos de pero sólo con la condición de que nuestra conversa-
Dios debemos recordar que nuestras palabras no pue- ción sea práctica y no pretendamos realmente que
den captar nunca debidamente la realidad que preten- sabemos lo que es Dios. Lo que sabemos no puede
den describir. Por lo tanto, el significado de nuestro es expresarse mediante el lenguaje: un escéptico qua es-
pragmático más que cognoscitivo: las fórmulas teoló- céptico puede llegar hasta ahí.
gicas no comunican tanto un conocimiento de Dios Y para ambos, el escéptico y el místico, queda un
cuanto nos exhortan a adorarle y obedecerle con hu- modo de escapar cuando intentan, desafiando sus pro-
mildad y con conciencia de nuestra propia igno- pias normas, explicar la base epistemológica de su
rancia. negativa a atribuir a sus palabras un valor cognosciti-
Notamos así una extraña convergencia entre la acti- vo (una explicación aparentemente imposible sin la
tud cognoscitiva de un místico radical y la de un admisión de algo cuya inadmisibilidad constituye el
escéptico radical. En virtud de una coincidentia opposi- contenido de su explicación). Pueden decir, como
torum, el místico y el escéptico resultan ser hermanos Wittgenstein, en quien el místico y el escéptico llegaron
gemelos en epistemología. De acuerdo con sus premi- quizá a un acuerdo, que su explicación, en efecto,
sas, quizá deban permanecer en silencio en vez de carece de sentido y que, por lo tanto, puede y debe ser
tratar de exponer sus ideas y, de hecho, esto es lo que tirada a la basura como una escalera por la que se ha
recomiendan con no poca frecuencia. Pero en ambos subido ya. Las enseñanzas místicas sobre las etapas del
casos, como ya he hecho notar, esta recomendación avance espiritual incluyen un precepto similar. Y el
aparece preñada de antinomia pragmática: es violada concepto de Cusanus de docta ignorantia combina
por el mero hecho de ser pronunciada. La antinomia ambos sentidos, el místico y el escéptico.
quizá sea evitable si restringimos el sentido del silencio Puede uno argüir que sigue habiendo una diferencia
del místico y del escéptico. Un escéptico no dice que epistemológica crucial entre el escéptico y el místico, a
•debería estar totalmente callado, tampoco arguye que pesar de todas las similaridades: el último ha obtenido
ningún conocimiento es posible. Más bien cree que lo una perfecta certeza, el primero no tiene ninguna. Sin
que decimos en el lenguaje de cada día tiene un valor embargo, esto no es necesariamente así. Un escéptico
práctico más que cognoscitivo y esta suposición es no tiene por qué vivir en un estado psicológico de
perfectamente suficiente en la comunicación normal incertidumbre: epistemológicamente es un asceta, en
entre personas; no debemos dotar a nuestras palabras vez de uno que hace equilibrios sobre la cuerda floja.
con la virtud adicional de ser capaces de describir el Lo que sabe le basta para vivir y comunicarse con
mundo tal como verdaderamente es y debemos abste- otros y, si es coherente, simplemente no se preocupa
nernos de hacer comentarios epistemológicos sobre el por la filosofía. Tampoco lo hace un místico.
sentido cognoscitivo y los criterios de validez, inclui- No estoy arguyendo que el escepticismo y el misti-
dos, presumiblemente, los comentarios escépticos. Así, cismo sean lo mismo, o que sean análogos en todos sus
un escéptico no es incoherente por ser escéptico, sino aspectos. Mi argumento es, primero, que el enfoque
por decir que lo es; no es incoherente cuando simple- epistemológico es similar en ambos y, segundo, que no
mente habla, pero se sospecha que lo es si discute, es incoherente ni monstruoso ser escéptico y místico al
justifica o explica su filosofía escéptica. Un místico se mismo tiempo.

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Varios elementos de esta historia, relatados con di-
Y, sin embargo, aquéllos que unieron un impulso versos grados de coherencia, pueden encontrarse en
místico con una curiosidad metafísica alimentada por las periferias de la teología cristiana, entre escritores
la tradición neoplatónica no encontraron consuelo en heréticos o de dudosa ortodoxia; Erigena, Meister
la inexpresable seguridad de un encuentro personal Eckhart, Boehme, Ángelus Silesius pueden ser mencio-
con Dios. No querían evitar el atormentador enigma nados en este contexto. El origen del marco general de
que Plotino y Proclo habían tratado de abordar: ¿Por la historia puede buscarse quizá en los diversos mitos
qué había el Uno engendrado a los muchos? ¿Qué cosmogónicos de la India e Irán. Y su sustancia fue
podía haber impulsado al Absoluto que se autocon- adoptada en el grandioso programa de la ontología
tiene, que no tiene deseos ni necesidades, a dar vida a histórica de Hegel: el drama de un Ser Absoluto que,
la variedad de seres finitos y corruptibles, creando el no satisfecho con su autoidentidad vacía, se enajena a
mal y la miseria con ello? sí mismo y, por medio de las luchas y las tragedias de
La respuesta que tentó a algunos platónicos cristia- la historia humana, madura hasta alcanzar una con-
nos fue que Dios había necesitado a la criatura a la ciencia perfecta de sí mismo, re-asimila sus productos
que había dado vida. Esto supone, naturalmente, que y finalmente abóle la distinción entre sujeto y objeto
Dios no es el ser absoluto. No es al principio lo que sin destruir la riqueza de formas que surgieron durante
será al final del gran viaje. Engendra el mundo para el camino.
madurar en su cuerpo, por así decirlo; tiene que crear Esta versión del relato puede denominarse panteís-
algo ajeno a Sí mismo y verse a Sí mismo en el espejo mo dinámico, al suponer no sólo que un vinculum
de las mentes finitas y cuando reabsorbe de nuevo sus substantiale une a Dios con el mundo, sino además
productos alienados, se enriquece; la magnífica y terri- que este vínculo se forma y se manifiesta en una evolu-
ble historia del mundo es la historia del propio Dios, ción histórica dotada de una finalidad. Da sentido al
quizá el cósmico Gólgota de Dios, una condición pre- acto de la Creación, que desde el punto de vista de la
via a su gloria final. teología cristiana oficial sobrepasa el entendimiento (el
exceso de bondad, divina rebosando más allá de sí
Dios no puede ser llamado «omnipotente» sin la existencia de subditos
sobre los que pueda ejercer su poderío; y, por tanto, para que Dios misma) y también a la historia humana, incluyendo
pueda revelarse como «omnipotente», es esencial que todo subsista. sus aspectos monstruosos y los sublimes: la historia se
Orígenes ve ahora en términos del crecimiento de Dios y del
hombre. El precio que se paga por esta mayor inteligi-
En esta sumamente poco ortodoxa explicación, el bilidad es que nos deja con la imagen de un Dios
misterio del hombre y el misterio de Dios se funden: histórico, un Dios-en-proceso y esto parece, a primera
Ambos tienen, por así decirlo, un itinerario común y un vista, en total desacuerdo con la tradición cristiana.
destino común, se necesitan mutuamente en el viaje ¿Es realmente así? ¿Nos enfrentamos a dos ideas
hacia la reconciliación última que sólo puede lograrse absolutamente irreconciliables: Dios-en-devenir con-
como resultado de una grieta en el Ser y su curación trapuesto a Dios como un Absoluto inmóvil? Quizá la
posterior. Así, el concepto defelix culpa se ha elevado oposición sea menos radical de lo que parece. Desde
a una dimensión ontológica, como si el pecado origi- luego, el hecho de que algunos escritores cristianos se
nal, es decir, la ruptura con Dios, hubiera sido cometi- sintiesen fuertemente tentados por la teogonia platóni-
do primero por Dios, que se rasgó en pedazos al ca sin considerarse a sí mismos menos cristianos por
emanar el universo.
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ello, en sí mismo no es decisivo, ya que podrían haber carece de nada ni desea nada, impasible; es inconcebi-
errado no percatándose de la incompatibilidad, y en la ble que pueda añadírsele nada a Dios y nada podría
mayoría de los casos fueron, en efecto, castigados co- hacerle más perfecto de lo que es.
mo herejes. Sin embargo, puede cuestionarse la incom- Sobre este punto, sin embargo, el Dios cristiano
patibilidad en términos metafísicos. nunca ha estado libre de ambigüedad; El es, sobre
El Dios histórico neoplatónico parece no-cristiano todo, el Dios del amor, y hacen falta dos para que el
por tres razones principales. Primero, esta teología se amor exista: el amor de sí mismo no es amor como lo
asociaba habitualmente con el llamado «emanacionis- entendemos nosotros. De ahí que sea difícil imaginarse
mo», una doctrina que suponía que Dios había creado a un Dios sin hijos, sin nadie a quien amar, y es
el mundo de Su propia «sustancia», más que ex nihilo natural pensar en El en términos de su encuentro con
o post nihilum. Sin embargo, es argüible que la diferen- el hombre; dicho de otro modo, el creyente tiende a
cia es más de palabras que de contenido. La teología suponer que Dios es lo que es —un Padre amante—
cristiana oficial supone que ser es participar de la sólo en una relación Yo-Tú; o que necesita efectiva-
fuente del Ser y que las cosas creadas, sean cuerpos o mente a Su progenie espiritual.
espíritus, aunque no sean partes de Dios, son de El; su
existencia es contingente, pero no independiente. Tam- Propiamente hablando. Dios en sí mismo no es nada. Carece de volun-
poco los platónicos veían a las criaturas como partes tad, efectos, tiempo, lugar, persona y nombres. Se hace algo en las
de Dios (en sus términos, esto hubiera sido, en todo criaturas, de modo que sólo por medio de ellas recibe El su existencia.
Sebastian Franck
caso, más disparatado aún que en la teología cristiana,
considerando el énfasis que ponían en la absoluta A esto puede replicarse que, según las enseñanzas
unidad de Dios). Tampoco la expresión cristiana «ex cristianas, lo que Dios creó en el tiempo (o mejor «con
nihilo» sugiere que la Nada sea una sustancia de la tiempo») había existido en El durante toda Su eterni-
cual moldease Dios las cosas: no había otra sustancia dad, dada la intemporalidad de Dios y Su actualidad.
que Dios mismo. Sin embargo, tal explicación, en lugar de eliminar la
Puesto que lo Infinito sólo existe, necesariamente no hay nada sino
ambigüedad que acabamos de mencionar, la pone de
ello. La existencia de todas las cosas es la existencia de la deidad. relieve de una forma más clara. Podemos entender
Zwingli nuestra existencia como sujetos conscientes sólo en re-
lación con el tiempo, y el eterno Ahora divino está más
En segundo lugar, el concepto «emanacionista» im- allá de nuestra experiencia normal del tiempo. De ahí
plicaba una especie de necesidad óntica en el proceso que, en términos de esta experiencia, nuestra extraña
del descenso gradual desde lo Uno hacia la materia, lo preexistencia metafísica en el útero inmutable de Dios
que parecía contrariar el libre arbitrio de Dios. Esta no sólo está fuera del alcance de nuestra memoria, sino
cuestión, que he discutido ya (Cap. 1), se mostró que que no encaja en nuestra comprensión de lo que es ser
cedía ante el argumento de que la distinción entre ser humano. Esto último implica nuestro sentido de iden-
libre y ser necesario no era aplicable a Dios. tidad propia «subjetiva». Decir «has vivido en Dios
En tercer lugar —y éste es el punto crucial—, el desde siempre sin saberlo» significa sencillamente «has
concepto de un Dios histórico parece ser autocontra- existido desde siempre como un objeto muerto».
dictorio desde un punto de vista cristiano, ya que el Es, en efecto, impensable que pueda «añadirse» na-
Absoluto es, por definición, la plenitud óntica, que no da a la inmóvil perfección del Absoluto de Spinoza y
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de los Budistas, porque es totalmente indiferente al
destino, al sufrimiento y a la propia existencia de las
miserables criaturas que lloran por los dolores que
ellas mismas se infligen, en la superficie de un globo
minúsculo flotando a la deriva en el vacío. Sin embar- CAPITULO 4
go, al Dios cristiano no le somos indiferentes, nos
enseñan; por tanto, es inimaginable que nuestra exis- LO SAGRADO Y LA MUERTE
tencia y nuestro destino no puedan afectarle. Una y
otra vez se cierne sobre nosotros la misma incongruen-
cia cuando el Dios del mito cristiano se enfrenta al Por encima y más allá de toda indagación antropo-
impasible Esse de los metafísicos. Los neoplatónicos lógica sobre las diversas creencias en una vida futura y
necesitaron un demiurgo creador que fuese mediador en la victoria definitiva sobre lá muerte, hay dos cues-
entre lo Uno y el mundo y los cristianos desarrollaron tiones no empíricas y no históricas: ¿por qué las perso-
la idea del eterno mediador y la doctrina de la Trini- nas, a lo largo de toda la historia conocida, han conti-
dad ; sin embargo, nunca han renunciado a la creencia nuado abrigando la esperanza de una existencia sin fin
de que Dios es al mismo tiempo el Padre y el Abso- y cómo ha dependido esta esperanza de la adoración a
luto. la realidad eterna?
La respuesta más obvia a la primera pregunta —que
Otra cosa nos es posible: en la conciencia de la fenomenalidad (Ers- la idea humana de inmortalidad es consecuencia del
cheinungshaftigkeit) de todo lo que conocemos, percatarnos de la miedo a la muerte que, al parecer, compartimos con
presencia de lo Totalmente Otro, por medio de lo cual todo es y
nosotros somos, „ , . los animales— es la menos creíble. No sabemos cómo
Kan Jaspers el miedo a la muerte puede producir la idea de la
Los místicos sostienen que han vencido esta incon- extinción última y, menos aún, por qué va a inducir el
gruencia; están seguros de haber experimentado un «escape» a una creencia en la supervivencia. Si el mie-
Dios que es las dos cosas. Nada más fácil que despre- do a la muerte fuese una condición suficiente para el
ciar sus pretensiones basándonos en su incoherencia. concepto humano de inmortalidad, ¿por qué los tibu-
Los místicos no hacen caso de tales objeciones: han rones —que evitan la muerte tanto como nosotros—
visto lo que dicen y si lo que han visto, cuando se no han creado sus propias imágenes del cielo y del
expresa con palabras, parece incorrecto lógicamente, a infierno? Preguntas análogas pueden hacerse, natural-
ellos no les importa; peor para la lógica. mente, sobre todas las cualidades y experiencias que
están, o parecen estar, enraizadas en formas universa-
Y así, dos certezas irreconciliables chocan entre sí:
les de vida y a las que dotamos de un sentido adicio-
la certeza de los filósofos, apoyada en criterios de
nal: si toda la experiencia erótica de la humanidad
coherencia, y la certeza de los creyentes y de los místi-
debe explicarse en términos del instinto reproductor,
cos, que participan de un mito o de la realidad a la que
entonces, ¿en qué fallan las ranas, ninguna de las cua-
el mito hace referencia. Y ¿quién es lo bastante sabio e
les, que nosotros sepamos, ha escrito jamás un Tristón
imparcial para decretar imperiosamente cuáles de los
e Isolda ni un Fausto? Si la religión no es más que un
dos criterios deben tener prioridad? Y ¿qué significa-
mecanismo de compensación del sufrimiento, ¿por qué
rían «prioridad» e «imparcialidad» cuando se aplica-
los ratones, que sufren, no elevan sus templos ni escri-
sen a esta colisión?
ben libros sagrados?
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Estas preguntas no son, en absoluto, baladíes ni sobre estos temas tienden a no apoyar ninguna de esas
extravagantes. dos doctrinas. En cambio creen que el entorno cultural
Se trata de cuestiones que atañen a la posibilidad artificial que ha creado la especie humana satisface un
misma de dar una definición satisfactoria de la raza número de necesidades específicas que han llegado a
humana en términos de una concepción evolutiva del ser autónomas, aunque inicialmente, al principio de la
mundo y de explicar cómo la continuidad de las espe- humanidad, la cultura no fuera «nada más» que una
cies se ha interrumpido con la emergencia del hombre. colección de instrumentos al servicio de nuestra natu-
Después de oír la definición que Platón ofrecía del raleza animal. Este enfoque, aunque parezca más plau-
hombre como un animal de dos patas y sin plumas, sible que uno puramente funcionalista, es igualmente
Diógenes de Synope, nos cuenta Diógenes Laercio, imposible de falsar y no puede probarse por medio del
llevó un pollo desplumado y dijo: «He aquí el hombre material histórico o antropológico, por extenso que
de Platón». Las definiciones del hombre en términos sea; además, deja abierta la cuestión fundamental de
de categorías morfológicas o fisiológicas siempre serán cómo se produjo esta hipotética emancipación de las
el blanco de criticas similares, aunque, a diferencia de necesidades. ¿Qué hizo a la naturaleza humana —esto
la torpe descripción de Platón, sean suficientemente es, al conjunto de propiedades invariables de la espe-
exactas como para identificar a un espécimen del con- cie, transmitidas genéticamente— capaz de producir
junto. Hay que sospechar que construyen, a partir de nuevas invariantes en forma de necesidades culturales
nuestro equipo biológico, un marco de referencia por y cómo se transmiten esas necesidades? ¿Cómo pudo
medio del cual pueda entenderse la cultura y suponen ocurrir que criaturas que tenían la necesidad de comer,
así que toda la creación cultural del hombre —lengua- copular y resguardarse de los elementos, inventaran el
je, arte, religión, ciencia, tecnología y filosofía— puede arte y la religión para satisfacer mejor esas exigencias
explicarse suficientemente en términos de su función vitales y luego, por razones desconocidas, empezaran a
instrumental al servicio de las supuestamente básicas e disfrutar de sus invenciones por ellas mismas? ¿Por
inalterables necesidades que tenemos en común con qué ninguna otra especie con las mismas necesidades
las otras especies. Tales teorías, características de la ha producido nada comparable?
filosofía naturalista alemana de la cultura, incluido No pretendo discutir estos enigmas, que constituyen
Freud, son convenientes y enteramente infalsables, el material básico de la llamada filosofía de la histo-
tanto si sugieren que el ingenio de la especie humana ria. Baste señalar que no puede esperarse darles una
para inventar instrumentos culturales con los que me- solución deducida empíricamente y que cualquier res-
jorar sus condiciones de vida, demuestra su excepcio- puesta, funcionalista o de otra índole, está destina-
nal capacidad de adaptación (así es como lo ven la da a seguir siendo especulativa y a estar gobernada
mayoría de los biólogos y etólogos con inclinaciones por un prejuicio filosófico. No podemos analizar lo
filosóficas) o, por el contrario, que con su misma nece- que es la naturaleza humana o qué es lo que hace
sidad de expandir sus mecanismos naturales de auto- humana a la historia humana, a menos que hayamos
defensa y autorregulación por medio de mecanismos determinado ya en qué punto, en la evolución de las
culturales, nuestra especie revela su creciente impoten- especies, empieza nuestra especie y a cuándo se remon-
cia biológica y que es, por así decirlo, un vastago ta la historia humana. La situación en este punto es
degenerado de la vida, un callejón sin salida de la cuestión de elección. A partir del material histórico
evolución. La mayoría de los filósofos que especulan nunca descubriremos el principio absoluto del arte, la

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religión o la lógica. Jaspers arguye, con razón, que ni
co, por un puro acto de voluntad, un sentido que
siquiera podemos acuñar el concepto de la historia
confirme lo que sentimos que somos, o podríamos ser
universal del hombre sin situarnos nosotros mismos,
capaces de ser; más tarde podemos olvidar ese libre
o al menos intentarlo, fuera de la historia universal del
decreto generador de sentido y experimentar el mundo
hombre. Tales intentos no tendrán probablemente éxi-
como si estuviese lleno de sentido en sí mismo (un
to, en la medida en que no podemos abandonar men-
ejemplo típico de «alienación»). Si no olvidamos, no
talmente el proceso histórico en el cual y a través del
podemos eliminar la diferencia entre el pseudosentido
cual vivimos; pero no serán infructuosos. Sin embar-
que es sólo una proyección de nuestro deseo y el
go, el acto por el que conferimos un sentido al proceso
sentido propio, que supone que el proceso histórico
en su totalidad debe entenderse como optativo. Cual-
tiene un «destino» o una «vocación». Tampoco la
quiera que sea este sentido —el progreso perdurable
última puede descubrirse desde dentro; requiere una
de la autocreación humana, la decadencia de la vida,
referencia a la eternidad y la creencia de que los hechos
la salvación última o el desastre último— no procede
son más importantes de lo que parecen, que son com-
del conocimiento histórico. Los que sitúan ese sentido,
ponentes de un orden dotado de propósito. Si estamos
deliberada y abiertamente, fuera del proceso histórico,
expuestos a esa creencia, no es porque percibamos este
como lo hacían los filósofos —San Agustín, Bossuet o,
orden con nuestros sobrios ojos profanos, sino por-
entre nuestros contemporáneos, Daniélou y Maritain
que, incluso aquellos de nosotros que rechazan delibe-
son, por tanto, más coherentes. Admiten, más o menos
radamente toda creencia religiosa o que, simplemente,
explícitamente, que una perspectiva desde la que pue-
nunca les prestan atención, albergan, no obstante, una
da verse el sentido de la historia, tiene que poder
disposición oculta o incluso una compulsión semi-
abarcar el proceso entero, incluidos tanto el primerfiat
consciente a buscar un orden en el gigantesco montón
como (con palabras de Teilhard de Chardin) el punto
de basura que llamamos historia de la humanidad.
Omega final. Siendo por definición tan inaccesible pa-
ra nosotros como una posición desde la que uno pu- El carácter general del mundo es eternamente caos, no en el sentido de
diera ver directamente su propia cara, este punto de ausencia de necesidad, sino en el sentido de ausencia de orden, de
mira coincide con el ojo divino; así, desde esta pers- articulación, de forma, de belleza, de sabiduría...
pectiva que todo lo abarca, a nosotros no se nos Friedrich Nietzsche
permite ni una sola mirada directa, sino sólo en la
forma de la palabra revelada de Dios. En consecuen- Esta compulsión pueden rechazarla fácilmente los ra-
cia, la revelación sola es la fuente de todo conocimien- cionalistas intransigentes como una caprichosa remi-
to que podamos esperar reunir sobre «el sentido de la niscencia del legado mitológico o como una enferme-
historia» y, de hecho, sobre la validez misma de tan dad del lenguaje. Y, sin embargo, los que se encuen-
extraño concepto. tran al otro lado del límite trazado por los modernos
Yo tiendo a sostener esta concepción. Parece que la filósofos analíticos (un límite notoriamente vago) se
cuestión del sentido, aquí como en otras áreas de sienten tentados a pensar que revela no sólo la natura-
investigación, está vacía y es ilegítima a menos que se leza contingente de la mente, sino el vínculo real de la
nos abra un cauce por el cual podamos establecer mente con el fundamento eterno del significado, cuya
contacto con el eterno depositario de sentidos. Natu- descripción, sin embargo, es siempre, inescapablemen-
ralmente, nada nos impide conferir al «todo» históri- te, tan relativa y tan ligada a una civilización determi-
nada como el propio lenguaje. Dicho de otro modo, se
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sienten empujados a pensar que el hecho mismo de Cinis aequat omnia. Si la vida personal está condena-
que esté tan extendida la creencia según la cual el da a una destrucción irreversible, lo mismo ocurre con
hombre está intrínsecamente relacionado con lo Eter- todos los frutos de la creatividad humana, sean mate-
no y definido por esa relación, confirma el contenido riales o espirituales y no importa cuánto tiempo poda-
de esta creencia. Ninguna explicación de ella, que es mos durar nosotros o nuestros hechos. Hay poca dife-
inexplicable en términos de nuestras necesidades fisio- rencia entre las obras del escultor imaginario de Gio-
lógicas, ha sido convincente, por muchos vínculos in- vanni Papini, que esculpía sus estatuas en humo para
directos que hayan podido inventarse en tales explica- que durasen unos cuantos segundos y los mármoles
ciones; tampoco es probable que se descubra una raíz «inmortales» de Miguel Ángel. E incluso, aunque nos
biológica ni para la noción misma de Eternidad ni imaginemos que en algún lugar hay un Dios que hace
para el entendimiento de sí mismo que el hombre girar la rueda de la vida, Su presencia nos es totalmen-
adquiere por mediación suya (el aliquid increatum et te indiferente: El puede encontrar una diversión in-
increabile in anima de Meister Eckhart). comprensible en dirigir y observar nuestro destino,
Repitamos: es una opción ontológica creer que lo pero al cabo de un tiempo, se deshará del universo
Eterno manifiesta su presencia real constituyendo, a lo como de un juguete roto. Unamuno, en el primer
largo de la historia, un término de referencia en el capítulo de su libro Del sentimiento trágico de la vida,
entendimiento que el hombre tiene de sí mismo. La recuerda una conversación con un campesino español
creencia opuesta, de que puede darse una explicación a quien sugirió que quizá existiera Dios, pero no la
plausible del culto a la realidad eterna en términos inmortalidad; a lo que el campesino respondió: «En-
antropológicos es también una opción. He tratado de tonces, ¿para qué Dios?». Esta es, en efecto, la reacción
explicar por qué cada una de esas opciones se apoya espontánea de un creyente: si nada queda del esfuerzo
en sí misma y por qué ninguna puede ser validada por humano, si sólo Dios es real y el mundo, después de
los criterios de verdad que emplea la otra. cumplir su destino final, deja a su creador en el mismo
Es contra este trasfondo contra el que hay que vacío o plenitud de que siempre ha gozado, entonces
considerar el deseo de inmortalidad. Si, efectivamente, no importa realmente si existe o no este Rey oculto. El
como han argüido repetidamente los filósofos, hay que sentido de esta respuesta no es que anhelemos egoísta-
distinguir entre el miedo animal instintivo a ser muer- mente una recompensa celestial o una compensación
to y el horror humano por la muerte, y el primero no infinita por nuestra miseria finita, como han argüido
es una condición suficiente para el segundo, puede los críticos de la religión, sino que si nada perdura
buscarse la explicación en el marco ontológico de la salvo Dios, ni siquiera Dios se hace mejor ni más rico
cultura, siguiendo las líneas sugeridas por las explora- como consecuencia del trabajo y el sufrimiento huma-
ciones de Heidegger. La inevitable extinción de la per- nos y un vacío sin fin es la última palabra del Ser. Si el
sona humana nos parece la derrota última del ser; a curso del universo y de los asuntos humanos no tiene
diferencia de la descomposición biológica del organis- un sentido relacionado con la eternidad, no tiene nin-
mo, esa extinción no pertenece al orden natural del gún sentido.
cosmos. De hecho, viola ese orden. Por ser empírica-
mente inaccesible, sólo puede hablarse de orden cuan- Si no hubiera sido Ley del Cielo la Bondad Infinita, nunca hubiera
do se relaciona la contingentia rerum con una realidad existido otro Ser sino Dios.
necesaria y, por tanto, eterna. Benjamín Whichcotc

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Por tanto, la creencia en Dios y la creencia en la Si el hombre no muriese, si viviese eternamente, si no existiera la
muerte, tampoco existiría la religión.
inmortalidad están más íntimamente unidas de lo que Ludwig Feuerbach
su simple yuxtaposición como dos «enunciados» sepa-
rados pueda sugerir. Parecen poder separarse lógica- En términos de esta perenne función de la creencia
mente, es decir, uno puede, sin contradecirse a sí mis- en la inmortalidad, carece de importancia que las per-
mo, aceptar cualquiera de los dos y rechazar el otro. sonas tengan o no, además, o crean tener o quieran
Los saduceos, según el testimonio de Josefo Flavio, tener, una confirmación empírica de la supervivencia.
adoraban a Dios y negaban la inmortalidad humana; Esta es una cuestión de convenciones culturales cam-
lo mismo hacía su descendiente espiritual del siglo biantes. En realidad, una civilización como la nuestra,
xvil, el infortunato Uriel da Costa, que escribió un en la que la gente está tan ansiosa por encontrar
sorprendente tratado sobre la cuestión, parte del cual evidencia experimental de su esperanza de una vida
se ha conservado; y lo mismo hacen algunas personas futura, lejos de mostrar su loable confianza en los
hoy en día. Y, a la inversa, no hay nada de incoherente métodos «científicos», revela sólo incertidumbre, la
en creer en la supervivencia sin creer en Dios. Sin frágil posición del legado religioso. Si en muchas cul-
embargo, creer en Dios y aceptar la destrucción última turas primitivas las personas se comunican con los
de todo lo demás es hacer a Dios notablemente «inú- espíritus de los muertos, es porque tienen algo que
til», no en los términos de la satisfacción personal, sino hacer, o porque han caído víctimas de los temibles
en el sentido de que Dios, desde el punto de vista del trucos de los fantasmas, pero no porque busquen la
creyente, es el garante del sentido del mundo. El es el confirmación empírica de su fe. Si ocurren sucesos que
dador de finalidad, y aparte de su relación con las les sugieren a algunos que hay evidencia de reencarna-
criaturas, no somos capaces de captar su existencia. ción, a los hindúes no les parecen especialmente im-
Los más grandes místicos pueden haber alcanzado el portantes ni los buscan celosamente, ya que no los
nivel de una actitud puramente «teocéntrica» y adora- necesitan en absoluto para confirmar su credo. El cris-
do a Dios por Dios solo, olvidados por completo de tianismo ha desconfiado siempre mucho de las bús-
todo lo que no es El; pero esas hazañas tan inusuales quedas de evidencia «experimental» de supervivencia,
del espíritu no pueden constituir nunca las normas de ya fuera en las sesiones espiritistas o en otros fenóme-
ninguna perspectiva religiosa del mundo socialmente nos paranormales. La Iglesia Romana, en especial, se
establecida. ha opuesto vehementemente a esos intentos; el Santo
Por otro lado, creer en la inmortalidad perso- Oficio, en 1917, prohibió formalmente a los creyentes
nal sin Dios es dejar en la oscuridad la cuestión del tomar parte en sesiones espiritistas y la literatura cató-
sentido: si no existe Dios y si el cosmos es indiferen- lica sobre el asunto percibía claramente la mano del
te a nuestra vida, ¿qué especie de extraña ley natural Diablo en las actuaciones de supuestos espíritus (es
nos garantizará la bendición de la inmortalidad? cierto que la Iglesia Anglicana era mucho más toleran-
¿Por qué iba a estar el universo construido de tal te en este aspecto, lo que puede sugerir una disminu-
forma que escuchase nuestros deseos? Y así, en ambos ción de la fe, más que una invasión de actitudes empi-
lados, las dos nociones parecen psicológica e histórica- ristas). La doctrina del cristianismo sobre la inmortali-
mente vinculadas; el don por excelencia de la religión dad se ha basado en las promesas de Dios y en la
—el mundo dotado de significado— lleva consigo esos resurrección de Jesucristo, no en el apoyo del valor
dos componentes interdependientes.
159
158
concluyeme de experimentos que pueden ser descarta-
dos en cualquier momento por críticos racionalistas,
de todos modos, al no encajar en el marco conceptual
de la ciencia contemporánea. Esas investigaciones pue- CAPITULO 5
den tener un valor en sí mismas y está fuera de lugar
discutir aquí su capacidad de persuasión, pero no HABLAR DE LO INEFABLE:
pueden servir como apoyo racional para una fe religio- EL LENGUAJE Y LO SANTO.
sa debilitada; como mucho, pueden servir como suce-
dáneo. LA NECESIDAD DE TABÚES

La cuestión del significado en el lenguaje religioso


ha surgido repetidamente en las observaciones prece-
dentes y ha llegado el momento de resumir y defender
la concepción del autor sobre unos cuantos puntos
cruciales de este ya largo debate.
El blanco principal de las censuras de los empiristas
ha sido siempre la incapacidad del discurso religioso
para cumplir las normas usuales que determinan la
admisión de enunciados determinados en el club de las
declaraciones empíricas. Por rígida o laxamente que
esos requisitos se hayan definido y codificado en las
interminables discusiones sobre verificabilidad y falsa-
bilidad, todo el campo del lenguaje específicamente
religioso ha sido invariablemente víctima de estas críti-
cas. No era difícil mostrar que, aparte de los enuncia-
dos puramente históricos que, a pesar de toda la im-
portancia que puedan tener en el cuerpo de las creen-
cias (por ejemplo, como «un hombre llamado Jesús fue
crucificado en Jerusalén en tiempos de Pilatos») no
son específicamente religiosos, no habia forma de tra-
ducir unas creencias determinadas a un lenguaje que
pudiera resistir con éxito las pruebas de «empirici-
dad»; tampoco son analíticas, esas creencias, dejando
a un lado el dudoso caso del argumento ontológico.
Nada que pueda decirse sobre Dios, la divina provi-
dencia, la creación del mundo, el sentido de la vida
humana, el orden de las cosas, dotado de propósito y
el destino último del universo, es falsable ni está dota-
do de capacidad de predicción. No me siento compe-
160 161
tente, ni necesito intervenir en la discusión sobre cuál chos del significado de su experiencia y si todo el
es la mejor descripción de las reglas de verificabilidad, mundo pudiera compartir su sentimiento de ilumina-
que como norma general establecida por Hume y sus ción, la discusión carecería de propósito y nunca hu-
fieles seguidores, son suficientes para descartar las pre- biera surgido: la existencia de Dios sería verificable y
tensiones al status científico de los argumentos teo- estaría de hecho verificada. No lo está, porque sólo
lógicos. unos pocos gozan de la experiencia mística y ninguna
Es cierto que tales pretensiones siguen expresándose mente escéptica puede ser convencida de su autentici-
ocasionalmente, aunque no son, en modo alguno, típi- dad en el sentido en el que testimonian los místicos.
cas de la cultura cristiana contemporánea. Me parecen Sin embargo, aunque el acceso a la experiencia reli-
torpes y nada convincentes. Tomemos un ejemplo que giosa, mística o de otro tipo, fuese común, y en el
tiene la virtud de ser ampliamente conocido. El emi- supuesto de que un cuerpo de creencias religiosas no
nente teólogo John Hick arguye que la existencia de se pusieran nunca en duda en la práctica, todavía
Dios nos será conocida sin ningún género de dudas en seguiría siendo verdad que la validez de esas creencias
la vida futura, gracias a la revelación de Jesucristo; tal se reivindicaría de forma diferente que la verdad de las
verificación no puede tener lugar en la vida terrenal, aserciones empíricas. Esas dos áreas de nuestro hablar,
naturalmente, pero la cuestión es que su misma posibi- pensar, sentir y actuar son fundamentalmente irreduc-
lidad es suficiente para mostrarnos que el conflicto tibles al mismo depósito de experiencias.
entre fe y ateísmo no es meramente verbal y la elección
Este parece ser el punto crucial en los debates sobre
no es ociosa: nuestro modo de ver el mundo y de
el «significado del lenguaje religioso». Los argumentos
reaccionar ante las cuestiones morales depende de si
tradicionales de los empiristas son coherentes si se
creemos o no en la palabra de Dios hic et nunc. El
limitan a la aserción de que «las creencias religiosas
argumento no parece nada persuasivo. Es una verdad
son empíricamente vacías». El veredicto subsiguiente
de sentido común que nuestras creencias religiosas
(admitamos que menos vociferantemente repetido hoy
tienen importancia para nuestra vida moral y nuestra
que en otro tiempo) «luego, son carentes de sentido»
percepción de los acontecimientos, pero esto no tiene
no es en absoluto creíble. No hay criterios transcen-
que ver con la cuestión de la verificabilidad. Y la posi-
dentalmente válidos de lo que es tener sentido y no
bilidad de una prueba convincente en la vida futura no
hay razones obligatorias por las que lo que tiene signi-
cambia la condición epistemológica de los dogmas en
ficado deba ser equivalente a lo que es empírico, en el
nuestra existencia sublunar, puesto que la forma de tal
sentido que la ciencia moderna da al término. El edicto
verificación es inimaginable. Esta no es una cuestión
que establece esa equivalencia está lejos de ser admiti-
de verificabilidad «técnica» en contraposición a «físi-
do incuestionablemente por otros empiristas que los
ca» o «lógica», sino del sentido mismo del procedi-
discípulos intransigentes de Hume y esto no es sólo a
miento de verificación. Quizá sea posible tal verifica-
causa de las dificultades para idear una definición
ción sin que se violen las normas lógicas en el proceso,
satisfactoria de verificabilidad y analiticidad, sino sim-
pero carecemos de argumentos en pro o en contra de
plemente porque el significado ordinario de «significa-
esta posibilidad. De cualquier forma que se defina la
do» no es, en modo alguno, restringido tan rigurosa-
filosofía de la ciencia, la verificabilidad se refiere en
mente ni existe base lógica o epistemológica para esa
último término a actos de percepción umversalmente
mutilación. Los teólogos recurren ocasionalmente a
accesibles. Los místicos están perfectamente satisfe-
las relajadas reglas sugeridas por el Wittgenstein tar-
162
163
dio o por otros filósofos de orientación pragmática mensional; ¿no están en la misma posición que los
para quienes todas las expresiones son significativas místicos?
siempre que las normas que regulan su uso estén esta-
blecidas y reconocidas por los usuarios. Aquél que no puede ser expresado con la palabra.
Por quien la palabra misma es pronunciada,
No estoy intentando decidirme por ninguna defini- Ese es Brahmán —sábelo—.
ción de significado ni creo que sea importante para No aquél a quien aquí se honra como a tal.
esta discusión. Mi argumento es negativo: puesto que Aquél que no piensa con la mente,
no tenemos la llave del tesoro de la racionalidad trans- Por quien, dicen, la mente es pensada.
cendental, todas las restricciones que se impongan a Ese es Brahmán —sábelo—.
los criterios implícitos cotidianos de significado son No aquél a quien aquí se honra como a tal.
órdenes regias dadas ex nihilo por los filósofos y no Aquél que no ve con el ojo.
tienen otra legitimidad; sólo pueden ponerse en vigor Por quien los ojos tienen vista,
Ese es Brahmán —sábelo—.
dependiendo del puro poder de los filósofos. No hay No aquél a quien aquí se honra como a tal
nada malo ni ilógico en otorgar un sentido a cualquier De Kena Upanishad
cosa que las personas digan con un sentimiento de
comprensión y que otras personas reciban con el mis- Hay que señalar diversas características específicas
mo sentimiento. del discurso religioso, en oposición al profano.
Esto no es negar que la constitución del sentido en Empecé con la premisa de que el lenguaje de lo
la vida religiosa sea diferente en numerosos aspectos Sagrado es el lenguaje del culto y esto significa que sus
de la manera en que el sentido se forma y se afirma en elementos adquieren sentido en actos que los creyentes
el habla cotidiana y en el lenguaje de la ciencia empíri- interpretan como comunicación con Dios: en el ritual,
ca (siendo el último una extensión y codificación de la en la Oración, en el encuentro místico. La religión no
primera). El dicho, ocasionalmente citado por los teó- es un conjunto de proposiciones que derivan su senti-
logos cristianos, «Dios es un círculo infinito cuyo cen- do de los criterios de referencia o de su verificabilidad.
tro está en todas partes y su circunferencia en ningu- Determinados componentes del lenguaje de lo Sagra-
na» no es un axioma matemático en absoluto, y no es do tienen necesariamente que parecer incomprensibles
recomendable tratar de representarlo en un dibujo. o sencillamente absurdos fuera del contexto del culto.
Sabemos lo que significa la metáfora: lo mismo que Tanto en el discurso diario como en el científico, los
tratan de expresar los teólogos al decir que Dios es actos de entender y de creer están claramente separa-
una unidad perfecta, que no tiene partes ni cualidades dos, pero no ocurre así en el reino de lo Sagrado:
separables (in re), que ninguno de Sus atributos es entender las palabras y sentir que se participa en la
cuantificable, etc. Nos resultan más familiares estos realidad a la que se refieren convergen en uno. Jesús
modos de expresión, y por tanto la atrevida proposi- dijo: «Vosotros no creéis porque no sois de mis ovejas»
ción «geométrica» puede sorprendernos por excesiva- (Jn 10:26). Esto equivale a decir que «pertenecer a»
mente absurda (o por graciosa). Sin embargo, no está ni precede a todas las pruebas, que, por tanto, no son
en peor ni en mejor posición que cualquier enunciado nunca pruebas en el sentido aceptable en un tribunal
propiamente teológico medido por el rasero de la cien- de justicia o para el editor de una revista científica.
cia. Algunos matemáticos pretenden que son capaces Y en los actos del culto, especialmente en el ritual,
de imaginar visualmente objetos en el espacio cuatridi- los símbolos religiosos no son signos o imágenes con-

164 165
vencionales; funcionan como transmisores reales de expresaría Cassirer) como la reliquia mental de una
una energía que viene de otro mundo. Por tanto, el hipotética era arcaica en la que los hombres no distin-
significado de las palabras se constituye por referencia guían entre objetos y símbolos, es decir, cuando no
a todo el espacio de lo Sagrado, incluyendo tanto la eran conscientes de las funciones semánticas del len-
realidad mítica como los actos prácticos de culto. Casi guaje. Tales explicaciones no son más que artificios
cualquier ejemplo, ya sea tomado de una religión ar- puramente especulativos. La teoría de Muller, tal co-
caica o de una universal, servirá para ilustrar esta mo la formuló, ha sido casi totalmente olvidada, aun-
forma específica de vida lingüística. Evans-Pritchard, que los filósofos empiristas la han resucitado en una
al analizar el lenguaje religioso de una tribu de África versión corregida: las creencias religiosas pueden in-
Oriental, señala que en este lenguaje la cópula «es» terpretarse como una patología del lenguaje en el senti-
tiene un significado diferente del que tiene en el uso do de que lo que las mantiene vivas es el hecho de que
cotidiano; la confusión de dos lenguajes, en su opi- no distingan entre expresiones con sentido y expresio-
nión, llevó a Lévy-Bruhl a la falsa teoría de la mentali- nes sin sentido, según los criterios de verificabilidad.
dad prelógica. Uno puede decir, en este lenguaje reli- Esta versión, si se supone que es una explicación
gioso, que lluvia es Dios o que un pájaro es espíritu y, genética, no ha mejorado en absoluto en cuan-
sin embargo, nunca que Dios es lluvia o que un espíri- to a su carácter especulativo; si es una norma que
tu es un pájaro; cuando, por ejemplo, un pepino susti- enuncia los criterios de significado, entonces sólo hay
tuye al toro en un ritual, el pepino es toro, pero el toro que repetir las observaciones precedentes sobre su ar-
nunca es pepino. En circunstancias determinadas, defi- bitrariedad. Respecto a la teoría de que nuestros ante-
nidas por la tradición religiosa, los signos son —en pasados eran incapaces de distinguir un árbol de la
lugar de representar simplemente— lo que significan. palabra «árbol» y de que nuestra persistente incapaci-
dad de hacer tales distinciones en ciertos casos puede
Observar es relacionarse con algo externo que ha de seguir siendo dar razón de la pervivencia de la religión, es una teoría
externo... La piedad es sólo para el piadoso, es decir, para aquél que en cuyo favor no hay evidencia empírica y no es creíble
es lo que observa... Para descubrir el fundamento de la religión (el como verdad de sentido común.
pensamiento filosófico) tiene que abandonar la relación de obser-
var... Si la observación busca observar lo Infinito en su verdadera La arriba mencionada convergencia de entender y
naturaleza, debe ser ella misma infinita, es decir, ya no observación creer —ambos absorbidos en el acto de «participa-
de la cuestión de que trate, sino la cuestión misma ción»— puede observarse en todos los rituales religio-
G. W. F. Hegel
sos. Como ha resaltado repetidamente Mircea Eliade,
Esto es, en efecto, lo que hace que el mundo de los todos ellos, mientras los creyentes los toman en serio,
mitos sea «totalmente otro» mundo cuya descripción se consideran como una auténtica re-creación de un
parece intraducibie al discurso designado para captar acontecimiento originario y no como actos de mero
los sucesos físicos; tiene diferentes normas de identifi- recuerdo. El rito principal del cristianismo, la Eucaris-
cación, diferentes leyes de causalidad y diferentes re- tía, puede proporcionar un buen ejemplo, puesto que
glas para interpretar la concatenación de los fenóme- ha servido tan a menudo a los críticos racionalistas
nos. La «participación» de las personas y las cosas en como blanco preferido para sus burlas. Los cristianos
este orden no físico puede, naturalmente, desdeñarse nunca han sostenido que las palabras «ésta es mi
fácilmente como una patología del lenguaje (de acuer- carne» sugieran misteriosos procesos químicos por los
do con la vieja teoría de Max Muller) o (según lo que el pan se convierta en carne, y que un día vayamos

166 167
a observar la transmutación; siempre han sabido que
una realidad sobrenatural pertenecen a este sistema y
no se produce ningún cambio empírico de este tipo.
ninguno de ellos está en una posición mejor o peor
Por otro lado, han creído que el sentido del ritual no
desde el punto de vista de las normas que gobiernan la
consiste en recordar simplemente la pasión de Cristo,
percepción o el pensamiento profanos.
sino que a través de él experimentan una comunión
real con toda la vida del Redentor, con Sus cualidades Cuando uno ve la Eternidad en cosas que perecen y la Infinitud en
humanas y Sus cualidades divinas. El tipo posterior de cosas finitas, entonces uno tiene el saber puro. Peo si uno ve solamente
«explicación» del ritual en términos aristotélicos —la la diversidad de las cosas, con sus divisiones y limitaciones, entonces
sustancia del pan es sustituida por la sustancia de la uno tiene un saber impuro. Y si uno ve una cosa egoístamente, como si
lo fuera todo, independiente del Uno y los muchos, entonces uno se
carne mientras que los accidentes, es decir, las cualida- halla en la Oscuridad de la ignorancia.
des sensibles, no se alteran— tampoco pretendía tener De Bhagavad Gita, 15
un significado empírico. La expresión fue quizá desa-
fortunada para la continuidad de la tradición religiosa,
puesto que estaba abocada a ser víctima del asalto Decir que nos encontramos aquí ante una metáfora
general a la red conceptual aristotélico-escolástica. Pe- no sirve de mucho, puesto que normalmente hablamos
ro pronto se hizo evidente que todos los interminables de una expresión metafórica cuando sabemos aproxi-
intentos de los polemistas de los siglos XVI y XVII por madamente cómo reducirla a una expresión no meta-
inventar una fórmula enmendada llevarían a una con- fórica, incluso aunque admitamos que esta reducción
fusión cada vez mayor. Lutero dijo «el pan es carne» y implica con frecuencia un empobrecimiento de uno u
los católicos dijeron que eso era absurdo, que el pan otro tipo. En el caso que nos ocupa, esa reducción no
no puede ser carne y que Jesús no había dicho «pañis es factible e iría en contra del significado original del
est corpus meum» sino «hoc est corpus meum». En los ritual el intentarla. Los cristianos, al explicar el signifi-
escritos de Calvino podemos seguir una serie de fór- cado de la Eucaristía o de otros rituales, no hablaban
mulas cada vez más complicadas, aparentemente in- metafóricamente; tenían en mente acontecimientos
compatibles entre sí y que buscan desesperadamente reales que no son empíricamente contrastables pero
una explicación clara y coherente, una meta inalcanza- que se conforman al modo en que Dios se pone en
ble. Los radicales de la Reforma, empezando por contacto con las mentes humanas. Los teólogos y
Zwingli, estaban cada vez más dispuestos a renunciar reformadores que trataron de encontrar un compro-
a los intentos de clarificar el modo en que la «presencia miso con las exigencias de los empiristas y los lógicos e
real» de Cristo en la Sagrada Comunión es concebible idearon formulaciones «perfeccionadas», más del gus-
y a reducir el ritual a una mera conmemoración, pri- to de los críticos, entraron en un callejón sin salida. Si
vándolo con ello de su sentido religioso. No podía querían retener el sentido original del ritual, cambian-
dársele, con ninguna ingeniosa manipulación lingüísti- do simplemente las palabras en una expresión que
ca, una forma que cumpliera las normas profanas de encajase mejor en las pautas filosóficas de su tiempo,
inteligibilidad. Esto no equivale a decir, no obstante, no pudieron lograr más que explicar ignotum per
que lo que se suponía que ocurría en el ritual careciese ignotius y la historia de las polémicas sobre la Eucaris-
intrínsecamente de sentido. Era inteligible para los tía en el período de la Reforma y la Contrarreforma (y
creyentes dentro del marco de todo el sistema de sím- posteriormente) es una larga lista de fracasos; y si
bolos rituales; todos los actos de comunicación con pretendían descubrir una fórmula que los críticos
racionalistas pudieran encontrar impecable, las «co-
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169
ved, allí está Cristo, en estas y estas opiniones; mientras que, en
rrecciones» equivalían a suprimir totalmente el sentido verdad, Cristo no está ni aquí ni allí ni en ningún otro sitio sino donde
religioso del discurso religioso. Lo mismo puede está el Espíritu de Cristo, donde está la vida de Cristo... Sin pureza y
decirse de todos los esfuerzos por ganar, para diversos sin virtud Dios no es nada sino un nombre vacío; así es verdad aquí, que
elementos del lenguaje religioso, la respetabilidad del sin la obediencia de los Mandamientos de Cristo, sin que la vida de
Dios habite en nosotros, cualesquiera que sean las opiniones que
discurso «científico»: en este aspecto, el misterio de la abriguemos sobre él, Cristo es sólo nombrado por nosotros, no nos es
Eucaristía está en la misma posición que la noción de conocido.
gracia, de la Santísima Trinidad y, en realidad, de Ralph Cudworth (1647)
Dios.
Si suponemos que el lenguaje religioso es el lenguaje
En esta ocasión sólo podemos repetir la pregunta
del culto y que el conocimiento de los creyentes se
que Erasmo y sus seguidores nunca se cansaban
guía, se afirma, se mantiene vivo y se entiende por
de hacer: ¿por qué son tan inteligibles los Evangelios
medio de actos de culto, podemos llegar fácilmente a la
para todo el mundo excepto para las mentes corrom-
conclusión —bastante común entre los críticos menos
pidas por la especulación teológica? Este es el caso de
radicales de la religión— de que este lenguaje es
todos los textos sagrados antiguos, ya sean escritos o
«normativo», «expresivo» o «emocional». En este
transmitidos oralmente. Los creyentes entienden el
punto surge fácilmente una confusión y la cuestión de
lenguaje de lo Sagrado en su función propia, es decir,
si el lenguaje religioso es «normativo» y en qué senti-
como un aspecto del culto.
do, es crucial para describir su peculiaridad.
En este punto, puede plantearse una objeción: «Un
ser racional no puede rendir culto a nada a menos que Hemos mencionado que algunos místicos ponían el
entienda lo que es». Esta objeción, sin embargo, surge énfasis en el significado pragmático, más que teórico,
de un prejuicio racionalista, si lo que quiere decir es de nuestras palabras al hablar de Dios y de Sus
que uno entiende algo cuando es capaz de dar cuenta atributos; su intención era señalar lo inadecuado de
de su experiencia en términos que satisfagan las nor- las lenguas humanas cuando tratan de abordar la
mas del empirismo. Una y otra vez caemos sobre la infinitud y en ningún modo trataban de encontrar un
misma petitio principii: a los creyentes se les dice que sentido profano para el vocabulario sagrado; y, natu-
su lenguaje es intrínsecamente inteligible y que ellos ralmente, no había ni la sombra de una duda sobre
mismos no lo entienden y eso porque su lenguaje no la realidad de Dios, incluso aunque resultase que la
cumple las normas de inteligibilidad establecidas por palabra «nada» le conviniese tanto como la palabra
una ideología filosófica cuyo principal propósito es «todo» (en la tradición budista, incluso zen, el tema
dar a esas normas una forma que excluya al lenguaje de la Nada divina es quizá más frecuente). Cuando
religioso del terreno de lo inteligible. Y, repitamos una quiera que se discute el contenido «normativo» del len-
vez más, lo que quiera que signifiquen las palabras guaje religioso en la filosofía moderna, no se trata del
«racional» o «irracional» depende del contexto que sentido místico. Se trata más bien de decir que las ex-
atribuyamos a la idea de Ratio y esto, de nuevo, es presiones religiosas pueden ser transpuestas a reglas
enteramente cuestión de preferencias filosóficas. profanas de conducta, con lo que se desvela su
sentido propio. Hobbes fue el más explícito: todos
Si de esta muñera sola sabemos que conocemos a Cristo, porque
guardamos sus Mandamientos, entonces el conocimiento de Cristo no ... Dios, si hablas de él sin verdadera virtud, es sólo un nombre.
consiste meramente en unas pocas nociones estériles, en la forma de Plotino
ciertas opiniones áridas y sin savia... Decimos, ved, aquí está Cristo; y

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los dogmas de la fe cristiana eran para él meros sugerida no es más que una propuesta para preservar
preceptos de obediencia política y no tenían contenido del legado religioso una parte de la que el empirista
cognoscitivo alguno; la razón por la que los gobernan- estaría dispuesto a decir «sé lo que significa», entonces
tes empleaban esta extraña jerigonza para imponer su la propuesta es simplemente una reiteración de los
dominio sobre sus subditos era, una vez más, cuestión principios de la doctrina empirista. En todos los inten-
de conveniencia política. Cuando R. B. Braithwaite tos de recortar las creencias religiosas hasta dejarlas en
arguye que las creencias cristianas tienen significado consecuencias normativas o en actos de voluntad
real porque llevan a principios morales importantes moral o de compromiso moral, todo lo específicamen-
vuelve a caer en una interpretación muy similar. La te religioso se deja a u n lado; no es una interpretación,
inverifícabilidad de los «enunciados religiosos» no les sino un rechazo directo del lenguaje de lo Sagrado.
priva de significado, piensa él, si decidimos examinar Desde luego, no hay nada lógicamente incoherente o
su contenido mirando el uso real que los creyentes psicológicamente imposible en decir, como lo hacen
hacen de ellos. Y resulta que expresan una actitud muchos, de hecho: «Rechazo totalmente las creencias
moral o una intención de seguir reglas de conducta cristianas respecto a Dios, la creación, la salvación,
bien definidas; luego la convicción religiosa no es más etc., pero creo que las normas morales cristianas son
que un acto de lealtad hacia unos principios morales. nobles y quiero cumplirlas»; sin embargo, esa decisión
Esta lealtad se apoya en una «historia» específica cuya no es una interpretación especial —psicológica, histó-
verdad o falsedad, sin embargo, no es pertinente a la rica o semántica— del cristianismo; al ser un acto
cuestión de la autenticidad de la creencia. personal de compromiso no ayuda en absoluto a
El intento de rescatar la significación de las creen- entender el sentido del discurso religioso.
cias religiosas reduciéndolas a preceptos morales pue- El lenguaje de lo Sagrado no es normativo en el
de entenderse de dos maneras. O bien es una decisión sentido semántico, como si fuera reducible «en última
arbitraria, apoyada en las definiciones empiristas típi- instancia» a mandamientos morales sin que quedara
cas que hacen depender el significado de los procedi- nada más. Tampoco es normativo en el sentido psico-
mientos de verificación o bien es una observación lógico, es decir, en el sentido de que la gente acepte los
psicológica en el sentido de que las personas religiosas, mitos religiosos como dotados sólo de un contenido
cuando afirman sus creencias, no están pensando en «preceptivo». Y sería, obviamente, poco apropiado
nada más que en su voluntad de comportarse de un llamar normativo al lenguaje religioso y querer decir
modo determinado. En este último caso, la observa- con ello que las creencias religiosas pueden describirse
ción es ciertamente falsa. Cuando un cristiano dice que exhaustivamente como un fenómeno histórico y cultu-
Jesús era el hijo de Dios que descendió a la Tierra para ral en términos de su función de regulación de la
redimir a la raza humana, es obviamente falso mante- conducta humana. También sería inapropiado decir
ner que, de hecho, quiere decir solamente que ha que en este lenguaje se da una conexión lógica entre
decidido imitar la forma de vida de Jesús. Por más los relatos míticos y los enunciados teológicos por un
que su creencia pueda criticarse mediante la referencia lado y las normas morales por otro.
a los criterios de verificabilidad, no puede afirmarse La paradoja de la fe ha perdido el término intermedio, es decir, el
razonablemente, de hecho, suena absurdo afirmarlo, universal. Por un lado tiene la expresión del egoísmo más extremo
que su creencia tal como él la concibe, no va más allá de (hacer la terrible cosa que hace por uno mismo); por otro lado tiene la
un programa moral. Si, por otro lado, la reducción expresión del sacrificio más absoluto de sí mismo (hacerla por Dios).

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La propia fe no puede quedar inmersa en el universal, porque sería aserciones metafísicas, morales y de otras clases puede
destruida con ello. La fe es esta paradoja y el individuo no puede, en
absoluto, hacerse a sí mismo inteligible para nadie. ser útil, pero invariablemente distorsiona el sentido del
Serren Kierkegaard
acto de culto original. Al creer que Jesús se ofreció a sí
mismo para salvar a la humanidad del mal, un cristia-
no no transustancia el «hecho» aceptado en una con-
Aun así, hay un sentido en el que podemos, si clusión normativa en el sentido de que debe estar
queremos, aplicar la etiqueta de «normativo» al len- agradecido al Redentor y tratar de imitar, por imper-
guaje de lo Sagrado y esto en un sentido epistemológi- fectamente que sea, Su sacrificio en su propia vida:
co. Tengo que repetir una observación que se refiere a percibe ambos directamente. Las aserciones teológicas
una cuestión de importancia primordial en la investi-
gación de los aspectos cognoscitivos y lingüísticos de Es sólo el conocimiento de nuestros deberes y de ¡afinalidad última tal
la vida religiosa. Mi afirmación es que hay un tipo como la Razón la definió en ellos, lo que podría haber producido en una
especial de percepción característico del terreno de lo forma determinada el concepto de Dios; por tanto, este concepto, en su
origen mismo, es inseparable de nuestra obligación hacia ese ser.
Sagrado. En este terreno, los aspectos cognoscitivos y Immanuel Kant
morales del acto de percepción están fundidos de tal
manera que son indistinguibles entre sí: sólo un análi- aisladas como «Dios existe» no son componentes de
sis «desde fuera» produce esta distinción. Un creyente una religión propiamente hablando; admitir la exis-
no recibe enseñanza religiosa en forma de relatos tencia de Dios como una proposición teórica tiene
míticos o de enunciados teóricos, a partir de los cuales poco que ver con los actos religiosos de pertenencia; y
procede a sacar conclusiones normativas. El contenido Pascal tenía razón cuando decía que el deísmo está
moral se da directamente en el mismo acto de percibir casi tan alejado del cristianismo como el ateísmo
y entender, porque este acto converge con el compro- (muchos escritores cristianos que clasificaron las varie-
miso moral. No es que el creyente «sepa» independien- dades de ateísmo incluyeron en su lista la actitud de
temente que Dios es Creador y concluya que debe las personas que admitían la existencia de Dios pero
obedecerle (ese razonamiento es lógicamente ilícito, de no ofrecían señales de que ese conocimiento fuera
todas formas): él «sabe» ambas cosas en un acto de significativo en su vida). Un hindú no reconoce la ley
aceptación. En los actos religiosos de percepción —en de Karma del mismo modo que reconoce, por ejem-
oposición a la especulación teológica es difícil que plo, las leyes de la termodinámica: la última puede
haya algo como un «enunciado de hecho» puro: aprenderse, entenderse, aceptarse como verdad rela-
ninguna expresión verbal determinada es propiamente cionada lógicamente con otras verdades físicas conoci-
inteligible sin ser referida a todo el espacio de un mito das, emplearse en diversas manipulaciones técnicas; la
y ninguna tiene sentido en términos religiosos sin primera se entiende como verdad religiosa en un acto
implicar la aceptación de una obligación. Repetimos: que implica, no sólo simultáneamente, sino también
la religión no es un conjunto de proposiciones, es el indistintamente, la aceptación de la propia culpa, un
dominio del culto, en el que el entender, el saber, el sentimiento de pertenencia a un orden cósmico y un
sentimiento de participación en la realidad última compromiso de conducta cuya finalidad es la libera-
(tanto si se supone un Dios personal como si no) y el ción de la carga del pasado y, en último término, de la
compromiso moral, aparecen como un acto único, rueda de los cambios. Cuando se habla de Dios como
cuya posterior disgregación en clases distintas de Principium y de Su palabra como Ley, se están dando

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todos los significados de esas palabras: causal, moral y se han olvidado de todas las formas de participación
lógico; y esto no es consecuencia de una confusión o ritual, la vida religiosa propiamente dicha, excepto en
de descuido lógico. En la coalescencia de todos los sus funciones «seculares» se vuelve, en efecto, ininteli-
significados se refleja el modo específico de percepción gible. Si tratan de encontrarle sentido, la representan
de lo Sagrado: la percepción cognoscitiva, el senti- como un conjunto de enunciados que, concluyen ine-
miento de formar parte de un orden universal gober- vitablemente, son vacíos o ilógicos. Lo mismo puede
nado por la sabiduría providencial y la aceptación de ocurrirles a personas religiosas al encontrarse con una
la obligación moral son una sola cosa. civilización muy remota de la propia; así, a los ojos de
Esto sugiere que un mito religioso (nos referimos muchos de los primeros misioneros y etnógrafos que
no sólo a los componentes «narrativos» sino tam- observaron el culto religioso en sociedades primitivas,
bién a los componentes «metafisicos» del culto) los salvajes eran simplemente lo suficientemente estú-
sólo puede entenderse desde dentro, por así decir- pidos como para imaginar, por ejemplo, que un hom-
lo, a través de la participación real en la comu- bre podía ser al mismo tiempo un hombre y un loro;
nidad religiosa. Esta era, en efecto, la afirmación de esos observadores no notaban que, desde el punto de
Kierkegaard: uno que no es cristiano es incapaz de vista de las normas lógicas corrientes, ciertos princi-
entender el cristianismo. Una formulación tan riguro- pios cristianos apenas salen mejor parados.
sa puede ser exagerada; al proceso de la llamada Por lo tanto, el lenguaje del mito es, en un sentido,
«secularización» ha avanzado en tan gran escala du- cerrado o autosustentado. Las personas llegan a
participar en este sistema de comunicación por inicia-
Hay una cosa confusamente formada, ción o por conversión y no por medio de una transi-
Nacida antes que el cielo y la tierra.
Silenciosa y vacía ción gradual y una traducción del sistema secular de
Permanece sola y no cambia, signos. Todo lo que las personas digan en términos
Da vueltas y no se cansa. religiosos sólo puede entenderse por referencia a toda
Es capaz de ser la madre del mundo. la red de signos de lo Sagrado. Cualquier ejemplo
J
No sé su nombre.
Así pues, la llamo «el camino». valdrá para ilustrar esto. Tomemos una simple pala-
Lao Tzu bra del vocabulario religioso, como «pecado». Todo el
que dice seriamente «he pecado» no quiere decir
rante un tiempo tan corto que la mayor parte de los no simplemente que.ha cometido un acto que es contrario
creyentes en el mundo de hoy recibieron una educa- a una ley, sino también que ha cometido una ofensa
ción religiosa, y siguen ligados, aunque por un hilo contra Dios; sus palabras no tienen sentido a menos
muy fino, a la tradición religiosa. Quizá al discutir la que se refieran a Dios y, por tanto, a todo el dominio
cuestión de la comprensión, no sea apropiado hablar de la fe; de ahí que sean consideradas ininteligibles por
de un estricto sí-o-no, y debamos admitir que una un no creyente consecuente. Además, para el que
semicomprensión es concebible (aunque muchos no habla, sus palabras, si han sido pronunciadas con
creyentes, incluidos los educados en un ambiente pia- sinceridad, expresan arrepentimiento o, al menos, de-
doso, sostienen categóricamene que no entienden el sasosiego. Esto no quiere decir que el sentido de esa
lenguaje religioso). Sin embargo, puede argüirse que cláusula sea puramente «expresivo», «exclamativo» o
para las personas de cuyas mentes se ha borrado toda «prescriptivo»; incluye un enunciado «de hecho», una
huella de las enseñanzas religiosas tradicionales y que valoración del «hecho» en el contexto total de la fe y

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una actitud personal emocional. Estos tres aspectos de escapar de una casa en llamas o a una madre
del significado pueden separarse analíticamente, pero enfadada dando gritos a un niño caprichoso, lo que
no están separados en la mente del que habla, sino que observo, sorprendentemente, es un hombre asustado
están fundidos en un acto indiferenciado de adoración. tratando de escapar de una casa en llamas y una
Admitir que el lenguaje específicamente concebido madre enfadada dando gritos a un niño caprichoso y
para expresar el dominio de lo Sagrado no puede no unas escenas en movimiento que yo imagino que
traducirse sin distorsión al lenguaje de lo Profano, no son expresiones de «estados mentales interiores» que
equivale en absoluto a sugerir que el último, frente al yo pongo en los cuerpos de los demás como conse-
primero, sea natural, genuino, objetivo, descriptivo, cuencia (lógicamente inadmisible) de un razonamiento
que carezca de presuposiciones y que sea apto para proyectivo, extrapolación, analogía, creencias supers-
expresar la verdad. En primer lugar, el lenguaje profa- ticiosas, etc. Dicho de otro modo, las cualidades de las
no de cada día está lleno de palabras que expresan acciones humanas y su trasfondo intencional no son
juicios de valor, o que se refieren a hechos imposibles complementos intelectuales de la percepción, sino que
de verificar; en especial a nuestros estados «interio- son percibidos directamente como aspectos de un
res». Un lenguaje estrictamente «empírico» o «con- sistema de signos humanos (mi percepción puede ser
ductista» no ha existido jamás, es una invención artifi- equivocada, claro, puesto que ninguna percepción
cial de los filósofos y los psicólogos. Tampoco está está, por su propio contenido, a prueba de errores).
claro a qué propósitos podría servir o qué utilidad En segundo lugar, aunque logremos idear efectiva-
tendría. Si realmente quisiéramos seguir las reglas de mente y emplear un lenguaje conductista-empirista
ese lenguaje, nos estaría prohibido decir, por ejemplo, depurado de todos los ingredientes supuestamente no
«él mintió» (una referencia a una intención no verifica- factuales, seguiríamos sin tener fundamento para la
ble), «él traicionó a su amigo» (hay un juicio de valor afirmación de que es descriptivo en el sentido de que es
implícito), «yo deseo» (descripción de un estado de adecuado para referir lo que ocurre realmente sin
cosas subjetivo), etc. Así es como, quizá, lo interpreta- interferencias de actitudes ni de prejuicios «normati-
ría B. F. Skinner. La idea de que tal construcción es vos». Un escéptico obstinado seguiría declarando que
factible o deseable supone que podemos, en el lenguaje el modo en que este lenguaje selecciona las cualidades
que usamos realmente, hacer distinción entre un conte- y los sucesos y el modo en que dispone el material
nido puramente «de hecho» o rigurosamente empírico perceptivo está determinado por la dotación biológica
y otras adherencias («valorativas» o «subjetivas»), fortuita y por las vicisitudes históricas de nuestra
destilar el primero y tirar las últimas como desperdi- especie o que, en cualquier caso, somos incapaces, en
cios de la lengua, vacíos desde el punto de vista principio, de separar esta contribución, relacionada
cognoscitivo. En realidad, no hay razón para mante- con nuestra especie, de las propiedades del «mundo en
ner que en la percepción real (en oposición a la sí». Tanto nuestras percepciones como su articulación
percepción imaginaria ideada por los conductistas) verbal, según este supuesto, se reducirían a un signifi-
aparece, en absoluto, la distinción entre contenido «de cado instrumental u operativo y la cuestión de la
hecho» y «valorativo»: cuando veo una mala acción, «objetividad» o «verdad» sería descartada.
veo una mala acción y no unos movimientos que En resumen: no podemos demostrar que existe un
posteriormente interpreto en un juicio de valor separa- depósito de significado no histórico y, menos aún,
do. Cuando observo a un hombre asustado que trata trascendental, preservado y reflejado en los lenguajes

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naturales formados a través de la historia. Si existe, no abolen la naturaleza mutuamente exclusiva de las
puede ser descubierto excepto por unos medios cuyo religiones. Cualquiera que sea la verdad que puedan
uso tiene que presuponer su existencia, según el argu- contener, esos argumentos son la obra analítica de.
mento escéptico tradicional. Esto no equivale a negar, psicólogos, antropólogos y estudiosos de las religiones
sin embargo, ni a minimizar, la diferencia entre el comparadas; no son actos religiosos en sí mismos. En
lenguaje ideal de los conductistas o el lenguaje real de el supuesto de que todas las religiones del mundo sean,
la vida secular por un lado y el lenguaje de lo Sagrado como sostenían los románticos, encarnaciones históri-
por otro. Con todo, la diferencia no está en su «objeti- cas y relativas de una revelación primordial, un filóso-
vidad» o en el acceso a la verdad que procuran o dejan fo puede muy bien creer que diversas tribus^ sin saber-
de procurar, respectivamente. Tienen propósitos dife- lo, adoran al mismo Dios por medio de diferentes
rentes: el primero, en sus aspectos puramente «empí- ritos. Sin embargo, las personas no adoran a concep-
ricos», es apropiado para reaccionar ante nuestro tos abstractos o a arquetipos ocultos. No pueden
entorno natural y para manipularlo; el segundo, para extraer de sus religiones un núcleo universal, común a
hacerlo inteligible; en general, el lenguaje de lo Profa- todas las razas y culturas humanas y descuidar todas
no, incluidos sus recursos para describir el mundo las formas históricas por medio de las cuales se expre-
humano en términos de sus características morales e sa. Si existe tal esencia, por ejemplo, en la experiencia
«intencionales», permite la comunicación en el domi- mística, no puede expresarse ni con palabras ni en un
nio de las relaciones específicamente humanas. Hay, ritual. Los arquetipos de Jung no pueden percibirse
asimismo, una diferencia cognoscitiva en el grado de como tales, en su pureza genuina, sino sólo por medio
universalidad. En la medida en que podemos determi- de manifestaciones específicas históricas y culturales.
narlo, los componentes del lenguaje con clara referen- Es tan imposible realizar actos de culto reducidos a un
cia empírica son universales en el sentido de que son núcleo filosófico hipotético, universal y ahistórico,
transferibles de una civilización a otra; quizá pueda como pintar un gato que fuese la pura encarnación de
decirse lo mismo de los elementos que implican la la felinidad y que, por tanto, no tuviera ninguna de las
interpretación de la intención tras la conducta huma- características que distinguen a un gato de otro. El
na. Las expresiones que suponen una valoración mo- culto real está necesariamente ligado a la cultura. Esto
ral de los acontecimientos son, en su mayoría, cierta- sería verdad incluso si, como consecuencia de un
mente menos universales e independientes de las nor- proceso concebible, aunque sumamente improbable,
mas culturales; sin embargo, no necesitamos ocupar- la humanidad lograse un día la unidad religiosa: esa
nos, precisamente ahora, del interminable debate an- religión imaginaria sería universal en el sentido de que
tropológico y filosófico sobre este tema. El lenguaje de sería compartida y entendida por todo el mundo, pero
lo Sagrado no es universal. Es decir, los actos de culto no dejaría de ser histórica y culturalmente relativa; sus
no conservan su carácter sacro en diferentes civiliza- símbolos, ritos y creencias no se destilarían en un elixir
ciones; las palabras pueden traducirse de una lengua inmutable de la Religiosidad, sino que permanecerían
étnica a otra, naturalmente, pero no así su significa- dentro de su entorno cultural.
ción religiosa. Las personas se inician en la comprensión de un
Los argumentos de quienes tratan de descubrir lenguaje religioso y en el culto por medio de la partici-
idénticas pautas en los símbolos religiosos en toda la pación en la vida de una comunidad religiosa, y no por
variedad de civilizaciones y de formas de culto, no medio de la persuasión racional. Alexander Safran, el
180 181
rabino principal de la ciudad de Ginebra, ofrece, en su dio a Babel. Encontramos en muchas civilizaciones
libro La Cabala, la siguiente exposición de la fe judai- evidencia de una creencia nostálgica en un parentesco
ca: La autenticidad de la palabra de Dios se preserva intrínseco, esencial entre palabra y significado y de una
mejor entre los judíos cuando se transmite oralmente, interminable búsqueda del «verdadero» significado y
que cuando se hace por escrito; tiene que comunicarse el verdadero lenguaje hablado al principio de los
por medio del contacto directo entre el maestro y el tiempos. Lingüísticamente esto es absurdo, desde lue-
discípulo. Los judíos creen, dice, que la comprensión de
la Torah sólo es posible si se participa de la vida del Naturalmente, Dios no necesita protegerse a Si mismo, pero si que
pueblo judío; el texto hablado tiene prioridad sobre protege Su nombre y tan seriamente que añade a este único manda-
el escrito y el lugar apropiado para la Torah es la miento una amenaza especial. Esto lo hace porque, en el nombre, aquél
memoria de los fieles; los propios profetas sólo pusie- que lleva el nombre está presente.
Paul Tillich
ron por escrito su mensaje cuando se les prohibió
hablar en público. Esta autointerpretación del judais-
mo confirma lo que puede parecer una verdad de go: el significado de las palabras está determinado por
sentido común: el significado se forma por medio de la convención y los accidentes históricos y, aparte del
actos de comunicación y tiene que ser recreado en esos uso corriente, no hay una lengua «genuina», ni un
actos una y otra vez. significado verdadero ni una misteriosa afinidad entre
cosas y nombres. Aun así, el mito de Babel está
El lenguaje del culto, al ser diferente y, sin embargo, profundamente enraizado en nuestra conciencia lin-
no estar aislado de la comunicación profana, no puede güística ; queremos recuperar el lenguaje perdido, origi-
escapar a la influencia de todos los demás aspectos de nal, recibido de Dios, en el que las cosas son llamadas
la civilización dentro de la que vive y cambia, se por SMS nombres, sus nombres celestiales, propios.
desarrolla y se marchita. Lo que ocurre en política, Esta creencia y esta búsqueda se manifiestan y pueden
filosofía, ciencia, en las costumbres, el arte y las modas encontrarse en la magia, en los rituales, en las explora-
afecta al modo en que los creyentes perciben su fe y ciones cabalísticas, en toda la tradición esotérica, en el
expresan su comunión con el misterioso Numinosum. concepto mismo de un lenguaje sagrado. Tampoco la
No obstante, no es concebible la vida religiosa sin una filosofía moderna está libre de la tentación. Cuando
convicción implícita de que, a través de todas las Heidegger dice: «Die Sprache ist das Haus des Seins»
mutaciones, persiste una estructura invariable y funda- (el lenguaje es la morada del Ser), lo que quiere decir,
mental del culto. Esta se hace sentir en el contenido de aparentemente, es que se puede llegar a un conoci-
las creencias, en el sentido de los rituales, en la relación miento del significado genuino de las palabras y pene-
entre lo Eterno y lo Transitorio, en la continuidad trar así en la esencia de las cosas (lo que trató de hacer
misma del cuerpo religioso (en términos cristianos, el repetidamente, analizando las raíces griegas y alema-
corpus mysticum permanente frente a las formas cam- nas del vocabulario filosófico), y que las cosas nacen
biantes). Los intentos de captar lo Inmutable en el unidas a sus nombres; esto se sugiere en el poema de
flujo de los cambios se extiende de manera natural al Stefan George que él cita: «Kein ding sai, wo jas wort
propio lenguaje. De ahí la añoranza de un paraíso gebricht» (que nada sea donde falta la palabra).
lingüístico perdido, la tentación de redescubrir, tras la
variedad de los idiomas vernaculares, accidentales, el Y así, en el enfoque religioso del lenguaje detecta-
lenguaje por excelencia, la lengua original que prece- mos la misma inspiración que llena todas las formas
de culto: un deseo de escapar a la miseria de la contin-
182 183
la tradición empirista menos radical (la corriente radi-
gencia, de forzar la puerta de un reino que resiste la
cal lo admitió y de ese modo se dispuso a tirar por la
voracidad del tiempo.
borda la idea de verdad y a darse por satisfecha con
He tratado de señalar algunos aspectos de las dife- reglas pragmáticas de admisibilidad). Así, la separa-
rencias entre Sacrwn y Profanum en el dominio del ción de los valores, y de las aserciones «descriptivas»
lenguaje. Decir que en el lenguaje sagrado, a diferencia fue un hecho cultural que adquirió significación episte-
del profano, el acto de entender converge con el acto mológica posteriormente. Con todo, una vez que apa-
de creer, y el creer con el compromiso moral, es sugerir reció la distinción, no pudo ser eliminada.
que el dominio religioso de la distinción hecho/valor o
bien parece diferente de lo que parece en la vida Lo que es Moralmente sucio debería ser equivalente a lo que es
secular, o no se da en absoluto. Así es, en efecto. La Naturalmente Imposible: no debemos es moralmente no podemos.
dicotomía hecho/valor es un hecho cultural. Las per- Benjamín Whichcote
sonas se dan cuenta, como consecuencia de encuentros
con otras costumbres y civilizaciones, de que algunas No pudo ser eliminada en la lengua profana, claro
áreas de percepción y algunas formas de pensamiento está. No surgió en el lenguaje de lo Sagrado. Una vez
son compartidas universalmente o, al menos, son que tenemos acceso a la fuente última de verdad no
suficientemente universales como para relegar a los necesitamos esa distinción y no hay lugar en el que
pocos individuos que rehusan compartirlas al limbo pueda aparecer. En el dominio del lenguaje sagrado,
social de la locura; mientras que en otras áreas, en una aserción tiene la misma validez tanto si tiene una
especial mitos y juicios sobre lo que es moralmente forma ostensiblemente «descriptiva» como si la tiene
bueno o malo, no gozan de ese tipo de universalidad. «normativa», y esto por dos razones: Primero, porque
Este campo de desacuerdo irreductible recibió, ya en la los criterios de validez son los mismos: la palabra
antigüedad, un status epistemológico distinto y, más explícita de Dios, o la revelación primordial o la
tarde, con el desarrollo de la filosofía empirista, la sabiduría obtenida por un medio espiritual de ilumi-
cuestión de su validez se rechazaría como una no- nación. Todo lo que viene de esa fuente es igualmente
cuestión. La razón tácita de este rechazo era precisa- válido, tanto si dice, por ejemplo, que hay un solo
mente el hecho histórico de la divergencia de opinión, Dios, como si dice que hay que obedecerle. En segun-
real, irreconciliable, entre diversas tradiciones cultura- do lugar, porque, de acuerdo con la pauta, menciona-
les. Si no hubiera sido por este hecho, no hubiéramos da más arriba, de la percepción de lo Sagrado, los dos
notado que el dominio de las normas y los valores modos de conocimiento convergen en uno. Dentro de
morales tenía una posición epistemológica propia; en esta percepción, la afirmación de que es malo matar es
efecto, no hubiéramos tenido razón para notarlo: la verdadera, exactamente en el mismo sentido que la
distinción, simplemente, no hubiera surgido. La zona afirmación de que los que hacen el mal serán castiga-
de acuerdo cuasi universal se identificó como un do- dos, de hecho, por Dios. Esto no quiere decir que nos
minio en el que podía hablarse razonablemente de encontremos ante dos aserciones lógicamente equiva-
verdad y falsedad y eso por ninguna razón mejor que lentes: más bien, con las dos caras de un acto de
el hecho mismo del acuerdo. Posteriormente se dio un percepción.
salto conceptual desde este hecho de acuerdo universal Por tanto, el argumento típico que adelantan los
a la validez en un sentido trascendental y la conciencia filósofos analíticos en ocasiones como ésta —«el enun-
de este cambio ha estado conspicuamente ausente en c. 'do de que Dios existe, verdadero o falso, es descrip-
185
184
tivo y, en consecuencia, no pueden inferirse de él, con y no a los modos en que se llega o puede llegarse a
validez, juicios normativos»— no tiene sentido desde dichos criterios. Si es verdad que mis criterios no
la óptica religiosa. Supone premisas que son arbitra- necesitan ser explícitos y están de algún modo incor-
rias e inaplicables: la percepción religiosa no genera porados a mis actos de percepción y a mi manera de
prescripciones especiales de alquimia lógica por las describir los asuntos humanos en el lenguaje de todos
que ciertos enunciados de cuestiones de hecho puedan los días, pueden, de todos modos, ser rechazados; y
ser transformados en normas morales. Falta la distin- con frecuencia me encuentro sin capacidad para repli-
ción misma. La distinción existe, y no debe ocultarse, car a esta objeción recurriendo a algún fundamento
en el lenguaje de la ciencia. común que pueda compartir con mi adversario. Puedo
No sólo es apropiado decir que, en términos de percibir, por ejemplo, el mal en matar a niños mal
percepción religiosa, los juicios sobre lo que es moral- formados, pero tengo que admitir que este tipo de
mente bueno o malo son verdaderos o falsos; puede percepción no es universal y que las gentes de otras
argüirse que también lo contrario es cierto. Esto civilizaciones —a las que tengo perfecto derecho a
significa que los juicios sobre lo que es bueno o malo, describir en términos peyorativos y llamar bárbaras—
correcto o incorrecto, sólo pueden tener validez en ven las cosas de modo diferente. Así pues, si es cierto
términos del lenguaje sagrado, lo que equivale a repetir que un lenguaje estrictamente empírico o conductista
el dicho «si Dios no existe, todo está permitido». La es un figmentum rationis y no puede funcionar en la
posible significación epistemológica de este dicho se ha vida cotidiana, es verdad también que los ingredientes
discutido ya, pero su significado moral —que, natural- con carga moral de nuestro lenguaje no necesitan ser,
mente, es el que se le dio originalmente— parece ser y no son de hecho, idénticos en toda la historia y la
igualmente defendible. geografía humanas. Puedo presumir —aunque esta
He argüido que, en el lenguaje cotidiano, no aparece presunción no parece ser demostrable ni refutable—
una separación clara entre las expresiones puramente que el modo en que las personas perciben y describen
«empíricas» y las que indican juicios de valor, que los hechos en términos morales es un aspecto de su
muchos sucesos que implican acciones humanas, exhi- participación en el reino de lo sagrado y que entre no
ben sus cualidades morales directamente a nuestra creyentes este tipo de percepción es el residuo de un
percepción y que los describimos con palabras porta- determinado legado religioso que comparten inevita-
doras de evaluaciones morales ineluctables. Esto po- blemente por el hecho mismo de haber sido educados
dría sugerir que no necesitamos ninguna autoridad en una determinada civilización. Esta es una cuestión
sagrada, un juez infalible en el otro mundo, para tener de investigación antropológica e histórica (probable-
certeza sobre nuestras opiniones morales, ya que no mente irrealizable) y no voy a ocuparme de ella.
son, por así decirlo, opiniones, sino aspectos de nues- La cuestión de la validez, sin embargo, es lógica-
tros actos de percepción. mente independiente de ella. Durante siglos, la crea-
Desgraciadamente, esto no es así. Lo que yo pienso ción de un lenguaje científico ha ido acompañada por
sobre cómo pueden reconocerse el bien y el mal y un esfuerzo cada vez más coherente por limpiarlo de
distinguirse entre sí, no sólo lo niegan otros de hecho, componentes de sentido valorativo o de finalidad, así
sino que pueden poner objeciones en cuestión de como de los relacionados con las «intenciones» o
principio, y esta objeción es realmente incontestable y componentes «subjetivos». Esta obra de purificación
realmente se dirige a los criterios mismos de bien y mal ha seguido progresando inexorablemente, extendién-
186 187
dose desde la física a la química y la biología y en su moralmente bueno o malo no pueden tener equivalen-
fase más reciente (en aproximada conformidad con la tes lógicos en aserciones formuladas en un lenguaje
jerarquía comtiana de la ciencia) ha surgido en la que carece de tales predicados, especialmente en el
psicología conductista y en la sociología. Su intromi- lenguaje de la ciencia empírica. La solución que sugie-
sión en los estudios históricos ha sido bastante modes- ren algunos filósofos —«podemos saber lo que es
ta y probablemente nunca tendrá un éxito completo o bueno o malo analizando el modo en que la gente usa
éstos dejarán de ser lo que deben: una descripción de esos adjetivos»— no sirve, considerando que la gente
cadenas únicas e irrepetibles de acciones humanas, que no los usa del mismo modo siempre y en todas partes.
incluyen los objetivos, pasiones, deseos y temores de Por la misma razón, no podemos bucar refugio en una
las gentes (los impresionantes avances de la historio- intuición humana supuestamente universal a la que
grafía cuantitativa, en tiempos recientes, no han pro- podamos apelar cuando se produzca un choque entre
ducido cambio en este aspecto). He argüido que el concepciones morales encontradas.
lenguaje de la ciencia no puede tener pretensiones de ¿Podemos tener la esperanza de poner los cimientos
proporcionar el acceso a la verdad considerada en su de un código normativo racional sin apelar ni a un
sentido transcendental (a menos que se admitan implí- discernimiento moral innato ni a una autoridad divina,
citamente presuposiciones filosóficas arbitrarias o, una dado que el primero parece haber sido refutado y la
vez más, que la legitimidad misma del concepto de segunda, imposible de demostrar? No es plausible. La
verdad se apoye en el recurso a un ser omnisciente). teoría de Kant sobre la razón práctica ha sido quizá el
Aun así, sus ventajas y su superioridad consisten en su intento más audaz de encontrar una fuente indepen-
recurso a las formas del pensamiento (es decir, a las diente e incuestionable de certidumbre moral e, inclu-
reglas de la lógica) y de la percepción que, podemos so aunque esta certeza se limitaba a las condiciones
creer razonablemente, son universales y en este sentido formales en las que unos mandamientos morales
pueden llamarse «objetivas». Puede afirmarse que este materiales podrían ser admisibles para todos, y no
lenguaje prescribe los criterios de admisibilidad sobre podía conferir validez directamente a los propios man-
los cuales es probable que la gente se ponga de acuer- damientos, la idea parece incorrecta. La validez de la
do. Un lenguaje que implica juicios de valor formados famosa exigencia kantiana —debo actuar sólo según
a través de la historia no tiene el apoyo de un tribunal un principio que podría desear que fuese una ley gene-
tan elevado que sea capaz de dar una valoración ral— se basaba en el hecho de que no puedo ser
«intersubjetiva» de las controversias y, por tanto, sus consecuente si actúo de otro modo, y que un principio
presuposiciones pueden ser contestadas no sólo por de conducta que no observa esta restricción es contra-
paranoicos sino por las personas que pertenezcan a producente. Si, por ejemplo, mi comportamiento se
una tradición cultural diferente (el status epistemológi- guía por un principio que me permite mentir siempre
co del paranoico es reducible en último término al que me conviene, entonces mi principio justifica las
hecho de que está solo). mentiras de todos los demás y, sin embargo, cuando
Y éste es el sentido en el que el dicho «si Dios no todo el mundo tiene derecho a mentir, a nadie se le
existe, todo está permitido», me parece correcto. Tene- cree ya y ningún mentiroso logra su objetivo; en
mos que aceptar el argumento de los empiristas (en una consecuencia, el principio se autodestruye.
expresión que es algo restringida, pero suficiente para Este razonamiento no es convincente y quizá sea
este fin) según la cual nuestros juicios sobre lo que es circular. Incluso en el supuesto de que algunos princi-

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pios —no importa si están admitidos explícitamente o la cuestión de la validez. En este argumento no hay
no— fundamentan necesariamente mi conducta, es fundamento para afirmar que en los asuntos morales
decir, haga yo lo que haga, siempre creo, por vaga- los no creyentes no puedan, de hecho, actuar tan bien
mente que sea, que hay un «principio» normativo que o mejor que los creyentes; el argumento no implica
justifica mis actos (y el supuesto dista de ser obvio), no tampoco ninguna teoría sobre el modo en que las
hay ninguna razón por la que esos principios tengan ideas y la conducta moral han dependido histórica-
que tener necesariamente validez universal ni por la mente de los mitos. Tampoco trata de sugerir, en
que yo tenga, por así decirlo, que imponer mis reglas a absoluto, que en diferentes circunstancias históricas,
toda la humanidad (no sólo Kant tenía esta opinión; no puedan emplearse las creencias religiosas para
Sartre la tenía también, por razones que no explicó). justificar acciones que, casi desde cualquier punto de
No soy en absoluto inconsecuente si prefiero que otra vista, son moralmente repugnantes. Las cuestiones
gente siga reglas que yo no quiero cumplir. Si, por antropológicas, históricas y psicológicas de este tipo
continuar con el ejemplo dado más arriba, yo miento no son pertinentes aquí y sólo se mencionan de paso.
siempre que me apetece pero quiero que todos los De lo que se trata es simplemente de hacer notar que
demás sean invariablemente francos, soy perfectamen- la celebrada idea de una «ética independiente» puede
te consecuente. Siempre puedo, sin contradecirme a mí incluir una serie de cuestiones que son lógicamente
mismo, rechazar los argumentos de quienes traten de separables entre sí y de las que hay que ocuparse por
convertirme o empujarme a cambiar mi modo de separado. Cuando Pierre Bayle argüyó que la morali-
actuar diciéndome: «¿Y si todos hicieran lo mismo?», dad no dependía de la religión, estaba hablando sobre
porque puedo responder coherentemente o que no me todo de independencia psicológica; señaló que los
preocupa la conducta de los demás o que quiero ateos son capaces de alcanzar los más altos niveles
positivamente que obedezcan las normas que yo me morales (Spinoza era para él un ejemplo notable;
niego a observar. ocasionalmente Vanini) y de dejar en vergüenza a la
En otras palabras, un imperativo que exija que yo mayoría de los fieles cristianos. Eso es obviamente
me guíe por normas que desearía que fuesen universa- verdad, en lo que toca a la práctica, pero este argu-
les no tiene, en sí, fundamento lógico ni psicológico; yo mento de hecho deja intacta la cuestión de la validez;
puedo rechazarlo sin caer en contradicciones, y puedo tampoco resuelve la cuestión de las fuentes efectivas de
admitirlo como directriz suprema sólo en virtud de la fuerza y las convicciones morales de esos «paganos
una decisión arbitraria, a menos que aparezca dentro virtuosos». Un apologista cristiano puede admitir
del contexto del culto religioso. estos hechos y seguir arguyendo, coherentemente, no
sólo que los ateos deben sus virtudes a una tradición
Aquí puede ser necesario hacer una salvedad. Decir
religiosa que han logrado conservar en parte, a pesar
que los criterios morales no pueden ser validados en
de la falsa filosofía que profesan, sino también que esas
último término sin recurrir al depósito de sabiduría
virtudes, incluso en el caso de los ateos, son dones de
transcendente no equivale a sugerir ninguna teoría
Dios (esto puede parecer increíble, especialmente en el
sobre las conexiones antropológicas o psicológicas
caso de Vanini, cuyas virtudes estuvieron claramente
entre las creencias morales y las religiosas. Los dos
al servicio del ateísmo, y no podría dejar de desconcer-
conjuntos de cuestiones son lógicamente independien-
tar los creyentes sencillos; pero a los ojos del apolo-
tes. Al refutar los intentos de crear una moralidad
gista, los caminos inescrutables de Dios siempre pue-
independiente del culto religioso, sólo tengo presente

190 191
den defenderse plausiblemente: Dios confunde a las capaz de ignorar esta verdad en un conduela y de
personas frecuentemente para poner a prueba su fe y afirmar que, al hacerlo, no soy inconsecuente. No
puede muy bien utilizar para sus propios fines a un asentimos a nuestras creencias morales admitiendo
virtuoso, o aparentemente virtuoso, mensajero del «eso es verdad» sino sintiéndonos culpables si deja-
infierno como malvado Papa). >, mos de acatarlas.
Y sin embargo, la cuestión verdaderamente candente Según la Biblia y según Sigmund Freud, la capaci-
en el terreno de las relaciones entre la vida religiosa y dad de culpa ha dado lugar a la raza humana tal como
la vida moral no es la de la validez epistemológica. Al la conocemos. La capacidad de experimentar la culpa
hablar de cuestiones morales, la gente (a diferencia de no procede de la aserción de que uno u otro juicio de
los filósofos) no se preocupa demasiado, realmente, de valor es correcto, ni puede, desde luego, identificarse
la posibilidad de una confirmación última de las pro- con el miedo al castigo legal. No es una actuación
posiciones normativas; tampoco es probable que, si se intelectual sino un acto de preguntarse por el lugar de
les dijese que pueden realizarse adecuadamente unos uno en el orden cósmico (un acto «existencial» diría, si
procedimientos de validación, eso cambiase sus pautas no me disgustase este adjetivo); no es miedo a las
de conducta moral. Yo podría estar convencido de que represalias sino un sentimiento de temor reverente
los enunciados sobre el bien y el mal son verdaderos o ante nuestra acción que ha perturbado la armonía del
falsos (como, en efecto, creo que ocurre) y seguir mundo, una ansiedad que sigue a la transgresión no de
ignorando la verdad con impunidad, al menos en una ley sino de un tabú. No es sobre mí solo sobre
cadenas no empíricas de sucesos, lo que no podría quien pesa una amenaza por la enormidad de mi
hacer si se tratase de verdades empíricas o matemáti- provocación: todo el universo está amenazado, sumer-
cas. Si ignoro, o me niego a admitir, una verdad del gido, por así decirlo, en un caos de incertidumbre.
tipo de «el consumo de alcohol es perjudicial para el La presencia de tabúes es al mismo tiempo el pilar
hígado» o «dos y dos son cuatro», incurro en un riesgo inamovible de cualquier sistema moral viable (a dife-
bien definido, que me muestra que no soy capaz de rencia de un sistema penal) y un componente integral
suprimir esas verdades por decreto arbitrario. Pero sí de la vida religiosa; así, un tabú es un vínculo necesa-
que puedo anular libremente una verdad del tipo «la rio que enlaza el culto de la realidad eterna con el
envidia es mala» y no ser castigado por ninguna conocimiento del bien y el mal. Este culto y este
causalidad natural.
Las creencias morales, al no ser contrastables ni
refutables de la misma manera que las creencias empí- El concepto de culpa y castigo, todo el «orden moral del mundo», se
inventó como oposición a la ciencia —como oposición al desliga-
ticas también se adquieren de distinta manera. Puede miento del hombre del sacerdote... El hombre no mirará a su alrededor,
argüirse que las cualidades de bueno y malo se perci- mirará hacia dentro de si mismo; no mirará prudente y cautelosamente
ben directamente en la experiencia de cada día, pero a las cosas para aprender, no mirará en absoluto: sufrirá... Y sufrirá de
esto no entraña que la capacidad de reconocerla se tal modo que necesite al sacerdote en todo momento. ¡Fuera los
médicos! Necesitamos un Salvador. El concepto de culpa y castigo,
forme en nuestras mentes por un proceso similar al de incluida la doctrina sobre la «gracia», la «redención», el «perdón»
aprender a diferenciar el rojo del amarillo. Aunque —mentiras de cabo a rabo y sin realidad psicológica—fue inventado
una convicción puramente intelectual me indujese a para destruir el sentido causal del hombre: ¡Es un ultraje al concepto
admitir que el enunciado «la envidia es mala» es, de causa y efecto!
Friedrich Nietzsche
en efecto, verdadero, yo seguiría siendo perfectamente

192 193
conocimiento operan conjuntamente y ninguno de los digna de confianza, de forma que nos satisfagan, de
dos es viable sin el otro. La religión no es una serie de unas proposiciones empíricas, sino porque somos ca-
enunciados sobre Dios, la Providencia, el cielo y el paces de sentirnos culpables. La conciencia de culpa es
infierno, ni la moralidad es un conjunto codificado de la contrapartida del tabú, mientras que el miedo al
declaraciones normativas, sino una lealtad viva a un castigo está relacionado con la fuerza de la ley; no hay
orden de tabúes. Esa es la razón por la que uno se que confundir las dos formas de motivación y las dos
siente a menudo tan abrumado por un sentimiento de formas de castigo; difieren en términos psicológicos,
esterilidad al leer el incontable número de libros y así como en términos antropológicos. Esta es la razón
artículos de los filósofos modernos que buscan alguna de que no haya motivo para esperar qué en una
receta con la cual «los juicios descriptivos» puedan sociedad en la que se hayan eliminado todos los tabúes
convertirse, por arte de magia, en «juicios normativos» y donde, por tanto, se haya esfumado la conciencia de
y pueda demostrarse su verdad o su falsedad. La culpa (y ambos pueden continuar operando, obvia-
misma esterilidad ronda a los filósofos del campo mente, durante un tiempo, por la fuerza inerte de la
contrario, que arguyen que ése es un hecho irrealiza- tradición, después de que hayan desaparecido las
ble. Todos esos intentos son de una inutilidad patética creencias religiosas de las mentes de las personas), sólo
en relación con lo que es la vida moral; suponiendo, la coerción legal puede impedir el desmoronamiento
contra toda probabilidad, que obtengan resultados y de toda la fábrica de la vida comunitaria y la disolu-
que los filósofos ejecuten convincentemente la conver- ción de todos los vínculos humanos no obligatorios.
sión deseada, seguimos sin fundamento para esperar Tal sociedad no ha existido nunca en una forma
que nada cambie en la conducta humana. Suponga- perfecta y fue necesario el genio de Hobbes para
mos que soy un mentiroso inveterado y desenfrenado y imaginarla en su modelo «geométrico»; este modelo,
que un benévolo y filantrópico filósofo consigue con- aunque el propio Hobbes lo consideraba una recons-
vencerme de que el enunciado «mentir es malo» es trucción de la realidad, puede definirse precisamente en
verdadero en el mismo sentido en que lo es el principio los términos que acabo de sugerir: como una sociedad
de Heisenberg; ¿qué razones tendría yo para abando- sin tabúes.
nar mi deplorable vicio, siempre que pudiera entregar- Aunque hemos progresado de manera impresionan-
me a él con impunidad, y qué podría impedir que yo te, desde el siglo XVII, hacia este tipo de sociedad,
me liberase de este nuevo descubrimiento científico todavía seguimos sin saber con seguridad si será viable
diciendo que me traía sin cuidado? Mientras funcio- o no, y qué características tendrá; no tenemos instru-
nan las motivaciones morales en nuestras pautas de mentos para medir la fuerza viva —o la inercia de los
vestigios— de los viejos tabúes y de las correspondien-
Las buenas obras no hacen a un hombre bueno, pero un hombre bueno
hace buenas obras; las malas obras no hacen a un hombre malvado, nes inhibiciones para mantener la cohesión de las
pero un hombre malvado hace malas obras. En consecuencia, siempre comunidades humanas; sin embargo, tenemos buenas
es necesario que la sustancia o persona misma sea buena antes de que razones para conjeturar que su papel en las relaciones
pueda haber buenas obras y que las buenas obras sigan y procedan de sociales es sustancial.
la persona buena...
Martin Lutero Y el tabú reside en el reino de lo Sagrado. Sea cual
fuere su origen «último», es —y no hago más que
comportamiento, funcionan no porque los correspon- repetir una doctrina muy antigua— irreductible a
dientes juicios de valor hayan sido inferidos de forma todas las demás formas de comunicación humana, no

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puede expresarse en los mismos términos que ellas; es ha de formarse este concepto no es un objeto de inves-
sui generis tanto en la percepción de aquéllos que tigación antropológica, empírica; entraña opciones fi-
sienten su presencia como en su realidad. Por muy losóficas). Podría ser verdad; como arguyen los antro-
frecuentemente que sean violados, los tabúes siguen pólogos, que las ideas teológicas no fueran necesaria-
vivos mientras su violación produzca el sentimiento de mente las portadoras de las creencias morales, puesto
culpa. La culpa es todo lo que tiene la humanidad, que en diversas religiones arcaicas los dioses no se
aparte de la pura fuerza física, para imponer reglas de describen en absoluto como modelos de conducta a
conducta a sus miembros y todo lo que tiene para dar imitar por los humanos. Con todo, es la existencia
a esas reglas la forma de mandamientos morales. misma de tabúes lo que importa y no el hecho de si
Incluso basándonos en la premisa no demostrable de los dioses están o no obligados a obedecerlos.
que los tabúes «expresan» de hecho inhibiciones bioló- Las grandes religiones monoteístas especialmente
gicas (no demostrable a causa de la enorme variedad tras su desarrollo filosófico en el instrumentarium con-
de los tabúes) el hecho mismo de que esas inhibiciones ceptual neoplatónico (el cristianismo y el islam experi-
hayan tenido que tomar la forma de órdenes sagradas mentaron este tratamiento, y el judaismo, hasta cierto
puede sugerir que han perdido mucha de su capacidad punto, también), revelaron una curiosa asimetría en el
de persuasión como normas de conducta instintiva. modo de establecer la distinción entre el bien y el mal.
En una palabra: la cultura es tabúes o, por decirlo de Por un lado, la idea de un único creador bueno, impli-
otro modo, una cultura sin tabúes es un círculo cua- ca de forma natural que lo que es, es bueno; así, el mal
drado. Al aceptar esto no necesitaos dar crédito ni a la no tiene realidad positiva y hay que considerarlo como
historia autocontradictoria de Freud sobre el origen de una pura falta, carentia, un agujero ontológico, por así
los tabúes ni a las variantes de la filosofía naturalista decirlo. El mal es la ausencia de algo que tiene que ser,
que concibe la cultura como un sustituto de los instin- por tanto, sólo podemos conocer y definir el mal ha-
tos. ciendo referencia a Dios y al Ser. Lógicamente, el bien
tiene una precedencia obligatoria; el mal o no-ser es
Pero la esencia de la represión está en un necesario desviarse de la conceptualmente dependiente del bien. En ese sentido,
expresión directa y consciente de todo lo que está antes de la alabanza
y la censura. Una cultura sin represión, si pudiera existir, se destruiría son asimétricos.
a sí misma al eliminar la distancia entre el deseo y su objeto. Todo lo
que se pensase o se sintiese se realizaría al instante. La cultura es el Aunque, por tanto, el mal, en la medida en que es mal, no es un bien; sin
logro que consiste en convertir los mecanismos inconscientes de embargo, el hecho de que exista el mal, así como el bien, es un bien.
distanciación en conscientes, aunque indirectos, en una variedad de Pues si no fuese un bien que existiera el mal, el Dios omnipotente no
registros visuales, acústicos y plásticos. En una palabra, la cultura es permitiría su existencia.
represiva. San Agustín
Philip Rieff
Ocurre lo contrario, sin embargo, con el modo en
No trato de aventurarme en los recintos de los que el árbol del conocimiento entra en nuestra expe-
antropólogos. Quiero destacar, sin embargo, que el riencia. En una experiencia que no está iluminada por
lazo que vincula nuestra percepción del bien y el mal al la sabiduría divina, el bien y el mal, en cuanto que
dominio de lo Sagrado es más fuerte de lo que pueda distintos del placer y el dolor, no aparecen: podemos
sugerir una discusión semántica y que este lazo apare- conocer el sufrimiento, el temor y la muerte, pero los
ce en el concepto mismo de cultura (y el modo en que conocemos como hechos naturales, como algo que

196 197
hay que evitar. Debemos la distinción moral a nuestra idea de culpa, remordimiento, redención, gracia y per-
participación en los tabúes. Y la distinción aparece en dón, ellos ensalzaron las virtudes de la humildad y el
la experiencia como consecuencia de aquéllos de nues- propio envilecimiento para arrastrar a la humanidad a
tros actos que violan un tabú y traen así el desorden al su propio nivel miserable, para contagiar a la raza
mundo. Dicho de otro modo, sabemos realmente lo superior de sus principios antiinstintivos y con ello,
que es bueno al saber lo que es malo y conocemos el asegurar su endeblez, propia de un Chandala, sobre el
mal haciéndolo. En la experiencia, el mal tiene que sano vigor de la vida.
aparecer primero, en contra de la secuencia represen- El cristianismo era para Nietzsche una rebelión de
tada en la especulación teológica. Y el primer mal que la rama seca contra el árbol flexible. Puede uno pre-
puedo conocer es el mal en mí, mientras que el mal en guntarse cómo esta fragilidad envidiosa pudo resultar
los demás (de nuevo: a diferencia de los hechos natura- victoriosa contra el aliento de una vida «robusta».
les) es derivativo. En la experiencia del fracaso, al ver Más bien podría parecer que los débiles, si consiguen
al ser derrotado por la nada, surge el conocimiento del imponer sus principios al mundo —por tortuosas y
Ser y del bien. Haciéndome yo mismo malo, sé lo que astutas que sean sus tácticas— demuestran no ser
es el mal y luego lo que es el bien. Una vez más, la débiles, después de todo, de acuerdo con los criterios
conceptualización y la especulación se mueven en di- de Nietzsche: no hay otra «rectitud» que la fuerza y la
recciones opuestas por la senda del conocimiento: los vitalidad. Puesto que él glorifica la inocencia del pro-
místicos son conscientes de ello. El Dios del Génesis ceso natural —Unschuld des Werdens— y afirma la
vio que Su creación era buena, pero las criaturas perfección del mundo tal como es, rechazando desde-
carecían de ese conocimiento. Nuestros primeros pa- ñosamente la idea de lo que debe ser, podría parecer
dres tuvieron que hacer el mal antes de saber lo que que los vencedores tienen razón por definición, y los
era el bien y el mal; su pecado les llevó al conocimien- cristianos eran vencedores. Esta es una sola entre sus
to y les hizo humanos. numerosas incoherencias. Glorificó la infalibilidad del
Esto puede expresarse de un modo más general: lo instinto y, al mismo tiempo, la grandeza de la ciencia y
Sagrado se nos revela en la experiencia de nuestro del escepticismo; sugiriendo así que el escepticismo
fracaso. La religión es la conciencia de la insuficiencia podía ser el resultado del instinto o que el instinto
humana, se la vive en la admisión de nuestra debilidad. producía naturalmente actitudes escépticas.
Esto era lo que hacía tan odioso el cristianismo para Aun así, sería demasiado fácil desdeñar la furia anti-
Nietzsche, como lo testimonia su Anticristo y sus otros cristiana de Nietzsche como un mero presagio de su
escritos. A sus ojos, el cristianismo (y el judaismo, del cercana locura. Por absurdo que fuera denunciar la
que era el hijo definitivo) era una enfermedad, una envidia y el resentimiento como raíces del cristianismo
expresión de envidia y resentimiento de los que, mal —todo el texto de los Evangelios es un argumento
dotados de fuerza vital e incapaces de sobrevivir en la irrefutable contra esa acusación— no era absurdo en
lucha, tenían que inventar una ideología que glorifica- absoluto ver en él una confesión de la irreparable
se la debilidad, la mansedumbre y la pobreza intelec- flaqueza humana. No obstante, no hace falta ser un
tual; esta raza inepta era enemiga de la Naturaleza y inteligente filósofo para revelar este aspecto del cristia-
su interés creado era suprimir y denigrar la noble nismo, porque eso es lo que éste dice de sí mismo. La
bravura del instinto y establecer su propia debilidad enfermedad es el estado natural de un cristiano, escri-
como una marca de los Elegidos. Ellos inventaron la bió Pascal a su hermana, Madame Perrier. El cristia-

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nismo puede considerarse como una expresión de lo imaginaria de Dios, amenazan a la humanidad con
que en la miseria humana es incurable mediante el una esclavitud más siniestra de la que nunca había
esfuerzo humano; una expresión más que una descrip- estimulado el cristianismo.
ción filosófica o psicológica. Por ello es un grito de No obstante, la especulación histórica no pertenece
auxilio. Al hacer a las personas adquirir una aguda a esta discusión. Sólo se trata de repetir que el cristia-
conciencia de su contingencia y de lo finito de la vida, nismo es la expresión de lo que hay de duradero en la
de la corruptibilidad del cuerpo, de las limitaciones de miseria y la debilidad humanas. Supone que en cues-
la razón y del lenguaje, del poder del mal que hay en tiones morales, nuestras elecciones están limitadas en
nosotros y al concentrar esta conciencia en la doctrina el sentido de que las normas básicas para distinguir
del pecado original, el cristianismo desafió claramente entre el bien y el mal no tienen su origen en la libre
el aspecto prometeico de la Ilustración e iba a ser ine- decisión de los hombres sino que nos han sido dadas
vitablemente castigado por su inclinación «antihuma- por una autoridad con la que no podemos discutir; y
nista». Hasta qué punto está justificada esta acusación enseña que hay fuentes de sufrimiento que son, por así
—y, en realidad, en qué sentido es una acusación— decirlo, ontológicas y, por tanto, imposibles de supri-
depende del significado de la palabra «humanismo», y mir, que en la mayoría de los casos curamos nuestras
todas las definiciones conocidas están pesadamente desventuras con medicamentos que producen más en-
cargadas de contenido ideológico. Si «humanismo» fermedad y que la cura o salvación definitiva está fuera
significa una doctrina que supone que no hay límites a de nuestro alcance y sólo puede proporcionarla el
la autoperfectibilidad humana o que las personas son doctor divino.
enteramente libres cuando enuncian los criterios del Sin embargo, en este sentido general, cualquier reli-
bien y del mal, el cristianismo se opone ciertamente al gión, la religión como tal, es «antihumanista», antipro-
humanismo. De ahí no se deduce que sea antihuma- meteica. El fenómeno mismo de lo Sagrado y el acto
no, a menos que creamos que la ideología del huma- mismo del culto expresan la conciencia del hombre de
nismo en el sentido que acabo de definir defiende en la su carencia de autosuficiencia, de una debilidad onto-
práctica los valores que hacen a las personas mejores y lógica y moral que él no tiene la fuerza necesaria para
más felices. Si esos valores son los mismos a los que vencer solo. La literatura religiosa de todas las civiliza-
apelamos al definir el humanismo, entonces esta supo- ciones da amplio testimonio de esto, y de una manera
sición es tautológicamente verdadera y, por tanto, va- insuperable, en monumentos inmortales del espíritu
cía. Si no, la cuestión puede ser empírica. Y empírica- como el Libro de Job o los Evangelios. Y esto es de lo
mente está lejos de ser obvio que el humanismo en su que los grandes profetas del ateísmo —desde Lucrecio
versión radicalmente anticristiana —es decir, la que hasta Feuerbach y Nietzsche— eran plenamente cons-
supone que la raza humana no encuentra criterios pre- cientes; ellos no negaban el hecho de la fragilidad
fijados de bien y mal sino que los crea a su placer— humana, pero se negaban, al menos muchos de ellos, a
produzca una comunidad humana mejor, menos agre- admitir su permanencia ontológica. El mensaje inva-
siva y menos sufriente. Por el contrario, la historia riable del ateísmo prometeico es: «La capacidad huma-
reciente parece sugerir que los intentos, en sociedades na de autocreación no tiene límites, el mal y el sufri-
tradicionalmente cristianas, de lograr una perfecta «li- miento son contingentes, la vida es infinitamente in-
beración» de lo que los humanistas radicales creían ventiva, nada es válido —moral o intelectualmente—
que era el encadenamiento del hombre bajo la tiranía sólo porque haya pasado por válido a lo largo de la

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historia, no hay autoridad en la tradición, la mente
humana no necesita ninguna revelación ni ninguna que imponían los mitos, nunca hubiese sido capaz de
enseñanza de fuera, Dios no es más que el hombre desarrollar sus potencialidades intelectuales y cultura-
oprimiéndose a sí mismo y asfixiando su razón». El les. Los defensores del legado religioso pueden argüir
mensaje invariable del culto religioso es: «La distancia que, por el contrario, las artes, la literatura e incluso
de lo finito a lo infinito es siempre infinita; todo lo que las habilidades técnicas habían estado desarrollándose
creamos está destinado a perecer tarde o temprano, la durante siglos en gran parte dentro de un contexto
vida está destinada al fracaso y la muerte es invencible religioso (¿no son los logros más duraderos de la ar-
a menos que participemos en la realidad eterna que no quitectura los monumentos de la fe: templos y tumbas?
es producto nuestro sino de la que nosotros depende- ¿No son los textos sagrados antiguos los más exquisi-
mos; podemos percibirla, por oscura e inadecuada- tos productos de la mente? etc.) y que una confianza
mente que sea, y es la fuente de todo nuestro conoci- conservadora en la tradición religiosa es la única for-
miento del bien y del mal; de otro modo, estamos ma de mantener viva la distinción entre el bien y el
solos con nuestras pasiones para adquirir las reglas del mal.
bien y el mal y la mayor parte de las veces nuestras Las dos opciones esbozadas se excluyen mutuamen-
pasiones son malas y nos hacen enemigos a unos de te, pero no son exhaustivas. Es posible decir que no
otros; nada puede doblegarlas si no es la confianza en hay una Providencia que nos ayuda y que la humani-
la veracidad de la revelación de Dios sobre sí mismo». dad no tiene una capacidad infinita de autocreación,
Y así, nos encontramos ante dos formas irreconcilia- que nos lleve a la perfección y que tenemos que enfren-
bles de aceptar el mundo y nuestro lugar en él, y tarnos a la derrota como el resultado último de todo
ninguna de las dos puede pretender que es más «racio- esfuerzo humano. Esta, la más noble y lúcida forma de
nal» que la otra; al compararlas, nos enfrentamos a ateísmo, pensada por Lucrecio, por Marco Aurelio,
una opción; una vez tomada, cualquier elección impo- por Schopenhauer, por Jaspers, deja abierta la cues-
ne criterios de juicio que la apoyan infaliblemente en tión : ¿puede validarse el concepto de derrota metafísi-
una lógica circular: si no existe Dios, nuestro pensa- ca en la perspectiva atea? ¿Puede validarse la evasión
miento sólo puede guiarse por criterios empíricos y los espuria de la esesperación, al amorfati de los estoicos?
criterios empíricos no llevan a Dios; si Dios existe, él Repitamos: estos dilemas tienen poco que ver con la
nos da las claves para percibir Su mano en el curso de legitimidad de la creencia o falta de creencia en térmi-
los acontecimientos y con la ayuda de esas claves nos de cánones científicos. De todos los testimonios
reconocemos el sentido divino de todo cuanto ocurre. irrefutables de la miseria humana no sale una senda
En las cuestiones morales hay implícita una circulari- lógicamente correcta que llegue al gran Doctor celes-
dad análoga: si Dios nos da normas sobre el bien y el tial ; del hecho de que estemos enfermos no se deduce
mal, podemos demostrar que los que rechazan a Dios que podamos ser sanados. Es posible, como argüyó
hacen el mal; si no hay Dios, nosotros decidimos libre- Pascal repetidamente, que la condición humana, con
mente cómo establecer esas normas y siempre pode- sus penas y sus males y también con sus esplendores y
mos demostrar que es bueno todo cuanto hacemos. grandezas, sea ininteligible y carezca de sentido a me-
Los ateos pueden argüir que si la humanidad no se nos que se vea a la luz de la historia sagrada: la
hubiese rebelado contra la tiranía de los mitos, si se creación, el pecado, la redención. En ese caso, parece
hubiese sometido pasivamente a los rígidos principios que las opciones admisibles son: un mundo dotado de
sentido, guiado por Dios, estropeado por los hombres,
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curado por el Redentor; o un mundo absurdo, que blasfemia en ella: debo comportarme como si Dios
vaya a Ninguna Parte, que termine en Nada, el juguete existiera con la esperanza de que si existe, me recom-
fútil de un Hado impersonal que no distribuye ni pensará. ¿Es probable que me salve como consecuen-
premios ni castigos y que no se preocupa ni por el bien cia de un frío cálculo, basado, no en una adoración
ni por el mal. El ateísmo prometeico puede parecer, real sino en la admisión de que la existencia de Dios es
con este supuesto, una ilusión pueril y delusoria, una una posibilidad remota y en una decisión de actuar
imagen de un mundo sin dios que se precipita hacia la según la lógica del «por-si-acaso» de los seguros? Pas-
Hilaridad Ultima. Si dejamos a un lado esta solución, cal parece, sin embargo, haber previsto implícitamente
nos quedan las dos opciones mencionadas pero sin este argumento. Su consejo es que uno debe empezar
otra guía en la que se pueda confiar intelectualmente conduciéndose como si Dios existiera, es decir, debe
para elegir entre ellas. Dios da sentido al mundo lo dominar las propias pasiones; pero Pascal espera que
hace inteligible, pero no lo explica en el sentido normal si un libertino —a quien él se dirige— cumple los
de la palabra (de la forma en que se explica un terre- requisitos «externos» de la vida cristiana, pronto ad-
moto por deslizamientos tectónicos). Y prima facie quirirá una fe auténtica y descubrirá que al renunciar a
no hay nada de absurdo en creer que el mundo es sus pecaminosas costumbres, no ha perdido nada, en
absurdo. realidad, y que el dinero que creía haber perdido era
Pascal fue más lejos. Argüyó que optar por Dios era papel sin valor.
razonable en términos prácticos. En su famoso parí Con todo, aunque pueda refutarse así la objeción
trató de usar el razonamiento que aplica un jugador del creyente, un pertinaz ateo no se dejará convencer.
sentado ante la ruleta. La analogía se desbarata en un La eficacia de las razones de Pascal depende de la
punto importante, sin embargo: un jugador puede condición psicológica del destinatario, en particular,
dejar el juego simplemente, mientras que todo el mun- de su voluntad de creer, de sus dudas sobre la rectitud
do tiene que apostar por Dios o contra El, nadie puede de su estilo de vida y de su buena disposición a admitir
retirarse de la terrible diversión, no hay forma de que la presencia de Dios, sin ser segura, tiene, al me-
evitar la elección entre una vida basada en la creencia nos, un grado de verosimilitud. Un ateo tercamente
en Dios y una conducta que suponga Su ausencia. aferrado a su descreimiento no se conmoverá: en su
Una vez que se establece la obligación de jugar, uno opinión, la existencia de Dios tiene una probabilidad
tiene que poner en la balanza los riesgos y las ganan- cero y todo lo que tenemos son los placeres de la vida,
cias. El riesgo es cierto, la pérdida y la ganancia incier- por efímeros que sean.
tas, como en todo juegp de azar. Al apostar por Dios Hay que resaltar que la intención de Pascal no era
—basándonos en el supuesto de que Su existencia es «demostrar» la existencia de Dios o reforzar los argu-
incierta— podemos ganar una vida infinita de felici- mentos existentes; estaba dispuesto a admitir que el
dad ; mientras tanto, nos jugamos una vida finita con mundo, tal como lo perciben nuestros sentidos, nues-
sus vanos placeres. Una puesta finita contra la posibi- tra ciencia y nuestra lógica, no revela inequívocamente
lidad de una ganancia infinita, o una ganancia finita la mano de la Providencia. Tampoco es probable que
contra la posibilidad de una eternidad de agonía: ¿qué él mismo fuese llevado a su fe por el tipo de apuesta
criatura dotada de razón podría vacilar? que recomendaba a sus amigos escépticos. El intenta-
Esta exhortación es criticable en varios puntos inde- ba mostrar que la fe cristiana, aunque arriesgada, lo es
pendientes. Un creyente puede incluso detectar una mucho menos que su rechazo y que, una vez aceptada

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por razones prácticas, paso a paso se convertirá en
auténtica; un escéptico que haya decidido apostar por
Dios pronto advertirá cuánta razón tuvo, no sólo en CONCLUSIÓN:
términos del cálculo de pérdidas y ganancias, sino en ¿QUE ES LO PRIMERO?
términos de conocimiento: todos los desesperados ab-
surdos del destino humano van a adquirir sentido a la No hay idea tras la cual no podamos, si lo desea-
luz de la revelación. mos, descubrir otra, y no hay motivación humana que
En resumen, el plan de seguros de Pascal supone no podamos, si nos lo proponemos en serio, conside-
claramente el principio de credo ut intelligam. Deja rar como la expresión engañosa de otra motivación,
intacto el status epistemológico de las creencias cristia- supuestamente más profundamente arraigada. La dis-
nas. Pascal lo sabía. Nunca trató, como hicieron mu- tinción entre lo que es más profundo, más «auténtico»,
chos teólogos, de convertir la fe en un conocimiento «real», «oculto» y lo que es un mero disfraz, una forma
secular de segunda. Sabía que la Razón profana es mistificante, una traducción deformada, es una distin-
impotente para abordar el «problema de Dios» y que, ción establecida por el supremo fíat filosófico de los
estrictamente hablando, tal «problema» no existe, por- antropólogos, psicólogos, metafísicos. Los pensadores
que Dios no es una cantidad desconocida en una que están obsesionados con la visión de un orden
ecuación que tenemos que resolver, sino una realidad monista y que tratan de reducir todas las pautas de la
que se le aparece al creyente en el acto del culto y conducta humana, todos los pensamientos y todas las
ningún invento intelectual, por ingenioso que sea, pue- reacciones a un tipo único de motivación lo consiguen
de, por su propia fuerza, impulsarnos a realizar esos invariablemente. Podemos decidir, por ejemplo, que la
actos ni otros actos cualesquiera. arrogancia humana («voluntad de poder», búsqueda
de la perfección, etc.) es un impulso básico que domina
todas las pautas de conducta, incluidas las sexuales, o
podemos realizar la reducción en la dirección contra-
ria; podemos declarar terminantemente que todas las
ideas humanas, las instituciones y los movimientos
sociales expresan en último término conflictos de inte-
reses materiales o, por el contrario, que los diversos
conflictos de intereses, de manera parecida a las diver-
sas formas de creatividad humana, deben considerarse
como componentes de un grandiso esfuerzo del Espíri-
tu en busca de la reconciliación definitiva consigo
mismo. Con una cantidad suficiente de ingenio —y
nadie podría negar que los grandes filósofos de orien-
tación monista, incluidos los filósofos disfrazados de
antropólogos, psiquiatras, economistas o historiado-
res, lo tienen en abundancia— todo intento de descu-
brir un principio único que todo lo ordene, todo lo

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206
abarque y todo lo explique respecto a la variedad de
formas de vida y de cultura dará unos resultados No es mi intención discutir la variedad actualmente
irrefutables y, por tanto, verdaderos. Dado que las disponible de maquinaria teórica: tanto porque el te-
personas pueden ser, o que la mayor parte de las veces ma queda fuera de los límites que he fijado a este
realmente no pueden sino ser, inconscientes de sus ensayo, como porque las versiones monistas de reduc-
propias motivaciones o del auténtico sentido de sus ción antropológica parecen estar menos de moda hoy
actos, no hay hechos imaginarios, cuanto menos he- de lo que solían. Mi argumento es simplemente que
chos efectivamente conocidos, que puedan impedir todos los esquemas teóricos de reducción, monistas o
que un monista obstinado tenga siempre la razón, de de otra clase, no están en mejor posición epistemológi-
cualquier manera que se defina el principio fundamen- ca que los esfuerzos de los teólogos por hacer inteligi-
tal de la interpretación. Las reducciones monistas en la bles en categorías religiosas los acontecimientos secu-
antropología general o en la «historiosofía» siempre lares.
tienen éxito y siempre resultan convincentes; un hege- ¿Por qué había de ser más plausible decir que el
liano, un freudiano, un marxista o un adleriano está, amor místico es una derivación del Eros mundano que
cada uno de ellos, a salvo de refutaciones siempre que decir que este último es un pálido reflejo del amor
se atrinchere sólidamente en su dogma y no trate de divino que todo lo abarca, por el cual fue concebido el
suavizarlo o de hacer concesiones al sentido común; universo? ¿Es Dios un hombre alienado o, más bien, el
su mecanismo explicativo funcionará siempre. hombre la autoalienación de Dios? ¿Es la figura del
Esto es aplicable a las vicisitudes de los mitos, sím- hijo de Dios una sublimación imaginaria de la proge-
bolos, rituales y creencias religiosas. Considerando sus nie terrenal o más bien su paradigma arquetípico?
conexiones con todas las demás áreas de la vida colec- Todo se remonta a la misma ansiedad: ¿es el mundo
tiva e individual, considerando los innumerables y de nuestra percepción la realidad última, a la que las
obvios ejemplos de imaginería religiosa y de formas de personas han embellecido dándole un «sentido» ine-
culto que se ponen al servicio de todo tipo de intereses xistente de acuerdo con sus diversos mecanismos, psi-
humanos nada santos, considerando que sus destinos cológicos o sociales, de defensa, para evitar así, con
históricos han corrido paralelos a cambios en los as- esos adornos artificiales, ver el mundo tal como es? ¿Es
pectos seculares de la civilización, es bastante fácil la realidad eterna una encantadora invención de nues-
saltar de ahí a una teoría general e idear un mecanis- tro anhelo de seguridad? ¿O es el mundo más parecido
mo de reducción con el cual se acuerde a todo el domi- a una pantalla a través de la cual percibimos confusa-
nio de la religión la condición de instrumento para mente un sentido y un orden diferentes de los que
satisfacer otras necesidades que se presumen auténti- puede proporcionarnos la investigación racional? La
cas, ya sean sociales o psicológicas, cognoscitivas o propia búsqueda de seguridad, lejos de ser una subli-
materiales. Tales saltos no son nunca justificables des- mación fantasmagórica del miedo natural y universal
de un punto de vista lógico y, sin embargo, una vez al sufrimiento, ¿es un signo de nuestra participación en
que se han dado, no sólo recibe el saltador la satisfac- el orden eterno, dotado de sentido, de nuestra condi-
ción de poseer una interpretación teórica comprensiva ción de seres metafísicos, una condición que podemos
de todo el «fenómeno religioso» sino que además la casi olvidar y que, sin embargo, nunca olvidamos por
verá confirmada con cada nuevo ejemplo que someta a completo? ¿Oscurece un Dios-fantasma nuestra visión
escrutinio. de las cosas o, por el contrario, nos vela al mundo la
visión de Dios?
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de la Ilustración— estaban dispuestos a mirar de fren-
y si nos preguntásemos sobre la vida durante mil años, diciendo: ¿Por te al helado desierto de un mundo sin Dios, no habían
qué vivir?, y hubiera una respuesta, no podría ser otra que: ¡sólo vivo renunciado a la creencia de que algo podía salvarse del
para vivir! Yeso es porque la Vida es su propia razón de ser, mana de juego impersonal de los átomos. Ese «algo» era la
su propia fuente y fluye de continuo sin jamás preguntar por qué, sólo
porque es vida. dignidad humana, la capacidad misma de enfrentarse
Meister Eckhart sin miedo a la propia libertad y decretar un sentido
por un puro acto de la voluntad, con la plena con-
Enunciemos de nuevo, con palabras ligeramente ciencia de estar decretándolo y no descubriéndolo en
diferentes, no cuál es la respuesta, sino cuál es la la naturaleza o en la historia. El hecho de si Nietzsche
posición de la cuestión. La cuestión, argüía yo, no estaba «influido» por la ciencia de su tiempo o senci-
puede resolverse sin una petitio principii porque cada llamente usó lo que creyó que eran sus consecuencias
una de las dos formas opuestas de ver el mundo tiene inescapables para apoyar sus preferencias filosóficas,
sus propias reglas de validez y cada una rechaza los no importa en este contexto; estaba convencido (un
criterios de la otra. Incapaces de convencer a los otros, punto que su archiexperto, Karl Schlechta, resaltó
los partidarios de las dos nociones incompatibles no con fuerza) de que la ciencia había robado al mundo, y
pueden hacer más que obligar al adversario a ser tan también a la historia humana, su sentido, de que Dios
consecuente consigo mismo como sea posible, para había abandonado el universo para siempre y que
que saque las conclusiones últimas de sus propias nunca se encontraría un sustituto para El. La dignidad
premisas; esto puede hacerse si la consecuencia consi- que nos permite aceptar la verdad y desafiar, por
go mismo, al menos dentro de ciertos límites, se admi- medio de actos creadores, el vacío del Ser, era para él
te como norma común. la única manera de soportar el peso de una vida sin
El mundo del racionalista no es un Cosmos —un ilusiones. No explicó de dónde procedía el valor de la
creyente nunca se cansa de argüir— no revela ni orden dignidad, por qué no podrá ser otro autoengaño o
ni sentido, no engendra ni bien ni mal, ni finalidad ni por qué podíamos apoyarnos en ella en vez de suici-
ley. Tenemos que enfrentarnos a un caos indiferente darnos o volvernos locos, como él mismo haría más
que nos creó sin objeto y que al final nos aniquilará; tarde.
tenemos que aceptar que todas las esperanzas y los Nietzsche no vaciló en asentir a lo que siempre
temores humanos, todas las alegrías extáticas y los habían argüido los grandes maestros del cristianismo:
terribles dolores, los tormentos de la creación de los el universo abandonado por Dios es un universo ab-
sabios, artistas, santos y técnicos se desvanecerán para surdo. Siempre que el adjetivo «absurdo» pueda usar-
siempre sin dejar huella, tragados por el insensible e se de un modo no absurdo, más allá del terreno de la
ilimitado océano del azar. Los ateos consecuentes se gramática y que su etimología —surdus, sordo— se
han mostrado dispuestos a aceptar esas conclusiones; retenga en su uso, uno podría sospechar que esa afir-
algunos, como Hume, con triste resignación, otros, mación es tautológicamente verdadera: un mundo
como Nietzsche, Sartre, Kafka, Camus, con el doloro- ateo es un mundo sin Dios. Es, no obstante, una de
so sentido de un trágico conflicto que nos desgarrará esas pseudotautologías que las personas descubren , a
para siempre: el abismo infranqueable entre nuestra veces con un repentino sentimiento gozoso o espanta-
búsqueda de sentido y el mundo tal como es y como do, de revelación; aquí entran descubrimientos como
siempre será. Y, sin embargo, la mayoría de los que «Dios es Dios» o «cogito ergo sum». Y si el universo
—a diferencia del defensor del alegre y cómodo ateísmo
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es, en efecto, sordo, no importa en absoluto si yo tengo no puede negar que, en su concepción, los hombres no
o no el don de la palabra: soy mudo y mis palabras son dueños de su destino, que lo que deben y no deben
son una ilusión, un juego al que juego (ludo) conmigo hacer ha sido decidido arbitrariamente por un Señor
mismo. Nothing, nihil, nada, es la última palabra y la desconocido cuyas órdenes no admiten recurso: de
última voluhtad de un Dios que desaparece y de un modo que tienen que aceptar la condición de esclavos
hombre que presencia y acepta su partida. Así habla- y renunciar a su dignidad humana.
ron Job, David, Eclesiastés, Pascal, Dostoyevski, Kier- La certeza de un creyente no necesita vacilar ante
kegaard, y así hablaron Lucrecio, Schopenhauer, esas críticas, he argüido. Puede estar dispuesto a admi-
Nietzsche, Sartre, Camus, Céline y muchos otros. tir que su fe es un acto de confianza y un sentimiento
Las almas piadosas dichosamente satisfechas en su de participación en el orden divino, no una hipótesis
certidumbre heredada y nunca agitadas por la duda, científica. De modo parecido a un racionalismo que
no pueden encontrar una fuente de consuelo en la puede, dentro de su Weltanschauung, incluir y explicar
admisión de nihilismo del ateo consecuente. Este últi- el hecho de la fe religiosa, un creyente, a su vez, sabe
mo concede que el mundo, tal como él lo ve, no es la cómo concebir y entender al racionalismo y el ateísmo
morada del júbilo; cómo iba a serlo, si no se creó para en términos de su creencia. Las normas racionalistas
hacer felices a sus habitantes. Su imagen de la vida de aceptabilidad, argüirá, se basan en último término
hace inteligibles tanto la condición humana como la en la utilidad del conocimiento, notablemente en su
razón de que la gente busque una evasión ilusoria de él habilidad de predecir y controlar los fenómenos natu-
en el reino de la justicia celestial. rales; puede demostrarse que todo lo que se conoce
Y el ateo puede usar ahora la misma arma que usó dentro del dominio del culto religioso no tiene utilidad
el creyente cuando arrinconó a su oponente y le obligó en ese sentido y por tanto, conforme a esas normas, no
a aceptar las consecuencias nihilistas dé su axioma: es conocimiento en absoluto. Una vez aceptadas, las
quiere obligar al creyente a ser consecuente. El creyen- normas del racionalismo dan los resultados cognosciti-
te debe aceptar no sólo que es incapaz de proporcio- vos para los cuales se establecieron. Pero la percepción
nar argumentos racionales en favor de su fe, sino, del mundo en términos de un orden bajo la dirección
además, que no explica el contenido mismo de su divina es igualmente coherente y proporciona al cre-
visión del mundo en palabras inteligibles racionalmen- yente una comprensión por la que el racionalista re-
te : no puede decir cómo y por qué, dada la premisa de husa interesarse, sencillamente. La certeza del creyente,
la independiente perfección de Dios, fue creado el en efecto, no puede expresarse en un lenguaje que cum-
mundo; cómo Dios es el Ser absoluto y, al mismo pla los requisitos del discurso científico y, de hecho, el
tiempo, una persona; cómo la gracia divina y las cie- lenguaje de lo Sagrado no es una parte ni una exten-
gas leyes de la naturaleza coexisten y forman junta- sión del lenguaje cotidiano; es inteligible dentro de la
mente la norma de la justicia; por qué las leyes natura- vida de lo Sagrado, en los actos del culto. La validez de
les producen tanto mal y tanto sufrimiento que no la experiencia religiosa puede ser rechazada por un
sirven a ningún propósito obvio, etc. En resumen, racionalista e incluso lo ha sido, ya que esta experien-
deberá admitir que toda su percepción del mundo se cia no encaja en el marco conceptual que él ha cons-
basa en una confianza irrefutable en una Persona cuya truido sobre su definición normativa de conocimiento;
propia existencia no puede averiguarse en el mejor de un creyente tiene perfecto derecho a desentenderse de
los casos y es autocontradictoria en el peor. Ademas, este rechazo. Esto no es más que volver a decir con

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distintas palabras lo que muchos maestros y pensado-
res religiosos han argüido repetidamente; no preten- no es sino una invención imaginaria para compensar
den haber descubierto la presencia de Dios en la forma la justificada y deprimente conciencia del hombre de
en que un cazador averigua que ha pasado un elefante su propia flaqueza, fragilidad, incertidumbre, finitud.
al ver sus huellas, o un astrónomo detecta un planeta La dignidad humana no puede validarse dentro de un
desconocido al calcular las perturbaciones de los pla- concepto naturalista del hombre. Y así, la misma dis-
netas visibles. Ellos creen que un mundo iluminado yuntiva se reitera una y otra vez; la ausencia de Dios,
por la fe es más inteligible que un mundo sin fe o, más cuando se sostiene consecuentemente, y se analiza por
bien, que el mundo no es en absoluto inteligible excep- completo, significa la ruina del hombre en el sentido de
to a la luz de la fe; no mantienen que la fe pueda nacer que demuele, o priva de significado, todo lo que nos
de la sola observación objetiva, si es que la observa- hemos habituado a considerar la esencia del hombre:
ción objetiva es concebible. Pascal fue más lejos que la la búsqueda de la verdad, la distinción entre el bien y el
mayoría, quizá, al describir la cuestión desde el punto mal, la exigencia de dignidad, la exigencia de crear
de vista cristiano. Su posición puede resumirse breve- algo que resista a la indiferente destructividad del
mente: hay un sentido en el que los dogmas básicos de tiempo.
la fe —Dios, la unión del cuerpo y de la mente, el Una vez más: incluso si el racionalista admite el
pecado original— son absurdos y, sin embargo, la dilema, «o Dios o el vacío», seguirá insistiendo, y con
imagen del mundo que excluye esos dogmas es aún razón, que esto no ofrece «pruebas» que le inciten a
más absurda. pasarse al bando del creyente. Un creyente puede y
En cuanto al tradicional axioma prometeico que debe convenir en ello; de hecho, si es consecuente, dirá
sostiene que el dominio de Dios sobre la raza humana que la idea de «demostrar la propia fe» implica una
supone la negación de la dignidad del hombre, es un contradicción en los términos. Sabe que el recurso a la
juicio de valor que está más lejos de ser obvio que el experiencia religiosa puede ser siempre rechazado por
contrario. Hegel dice (en la Filosofía de la Historia) que el racionalista y relegado a la región de los sueños.
el hombre sólo puede respetarse a sí mismo si tiene Y lo mismo puede hacerse con la idea de revelación.
conciencia de un Ser superior, mientras que la promo- Los dioses han hablado a los hombres y se han dado a
ción del hombre por él mismo a la posición más eleva- conocer de una u otra forma en todas las religiones,
da entraña una falta de respeto de sí. En este punto pero la revelación en sentido estricto, es decir, un
Hegel no dice nada más que la tradición cristiana. En cuerpo específico y bien definido de mensajes verbales
efecto, siempre puede argüirse que si el hombre, con que se consideran palabra de Dios, es característico de
conciencia de lo contingente de su posición en el uni- las religiones proféticas que surgieron en los desiertos
verso, declara ser el supremo legislador en cuestiones mediterráneos. El concepto de textos sagrados o de
de bien y de mal, no tiene fundamento convincente al- libros de inspiración divina y, por tanto, infalibles,
guno para respetarse a sí mismo ni para respetar nada parece ser mucho menos riguroso en las tradiciones
y que la idea misma de dignidad, si no es una fantasía budista e hindú, una diferencia que está obviamente
caprichosa, sólo puede basarse en la autoridad de una relacionada con el alto grado de institucionalización de
Mente indestructible. A cualquier noción antropocén- credo judaico, cristiano e islámico. Cuanto más fuertes
trica del mundo puede objetársele lo que dicen los son las formas institucionalizadas de culto religioso,
racionalistas sobre la creencia religiosa: que tal noción mayor es la necesidad de un corpus de escrituras canó-
nicas estrictamente identificables, de una serie de dog-
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mas indiscutibles e indudables, y de una autoridad La principal corriente de opinión cristiana sospechó,
capacitada para interpretarlos. En este aspecto, la dife- naturalmente, que este enfoque padecía de la falacia
rencia entre «oriente» y «occidente» es llamativa, y maniquea; estaba a un paso de afirmar que la Natura-
dentro de la tradición occidental, la Iglesia católica leza misma, incluida nuestra vida física, estaba irredi-
romana ha alcanzado, obviamente, el máximo grado miblemente en las garras del Mal; esto equivalía a
de institucionalización de la palabra divina. Y ha dado negar el concepto de la Encarnación por la que Dios
una forma clara a la idea de continuidad, sin la cual había santificado el cuerpo, por así decirlo, y equivalía
ninguna religión puede sobrevivir como entidad esta- a sugerir que el acto mismo de la creación había sido
blecida históricamente. El propio concepto de la Igle- malo y no podía haber sido realizado por Dios, sino
sia como una comunidad carismática entraña su fun- sólo por Su enemigo (los cataros dieron crédito a esta
ción como guardiana e intérprete de la verdad digna aterradora doctrina).
de confianza; si tenemos solamente un cuerpo de li- Las religiones bíblicas, excepto en el caso de algunos
bros sagrados con los cuales cada generación debe fenómenos periféricos, no separaban la Naturaleza y el
familiarizarse, pero no tenemos un concepto del creci- Espíritu, siguiendo el eje que divide el Mal y el Bien;
miento continuo de una tradición que es más válida creían en la bondad, aunque relativa y derivativa, del
por el mero hecho de estar depositada en la comuni- mundo físico, de la historia profana, de la vida secular;
dad santa, la Iglesia es, o inútil o un mero organismo esta actitud se veía confirmada por el dogma cristiano
secular que ayuda a sus miembros en sus preocupacio- de la Encarnación, de la resurrección del cuerpo y de
nes y obligaciones religiosas. Esto es lo que argüyeron que el alma es la forma del cuerpo. Por tanto, estaban
preparadas conceptualmente para elaborar la noción
Ningún pensamiento puede acercar al hombre a la realidad que experi- de la iglesia visible, carismática que, siendo un organis-
menta el creyente en la presencia personificada (Leibhaftigkeit) de
Dios... La realidad está en el mundo del culto y en la Iglesia. La mo terrenal es, al mismo tiempo, el certero guardián y
revelación y la palabra de Dios no pueden recibirse a solas. Adquieren vehículo de los dones divinos.
realidad sólo a través de la presencia de lo Santo en una institución.
Karl Jaspers No hay nada que sea sobrenatural en todo el sistema de nuestra
Redención. Cada una de sus partes tiene su fundamento en la operación
muchos radicales de la Reforma; no atacaban a una y los poderes de la naturaleza, y toda nuestra redención no es más que
sola Iglesia corrupta, sino la idea de Iglesia como tal; y la naturaleza corregida y obligada a ser lo que tiene que ser. No hay
nada que sea sobrenatural sino Dios solo; fuera de El, todo está
lo mismo hizo su gran descendiente del siglo XIX, sometido al estado de la naturaleza.
S0ren Kierkegaard. Puesto que la religión trata de la William Law (1686-1761)
salvación y que sólo los individuos, y no las socieda-
des, las iglesias o las tribus, se salvan o se condenan, Hay que mencionar la idea de la Iglesia en este
podría parecer que todo el dominio de la vida religiosa contexto porque es pertinente en relación con la per-
debe confinarse a la misteriosa e invisible comunica- cepción de la verdad en el dominio de lo Sagrado o,
ción entre una conciencia personal y Dios y que la más bien, expresa del modo más articulado, lo que, en
historia profana (o historia, sin más, puesto que la todas las religiones ha sido un componente persistente
historia sagrada, según esta concepción, no es propia- de sus afirmaciones respecto a la verdad: el poder
mente historia, no es un proceso acumulativo) no validador de la continuidad. La conexión de la verdad
engendra nada pertinente a la causa de la salvación. con la continuidad ha sido siempre, y no es sorpren-
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alcanzarla; lo verdadero y lo bueno son idénticos y,
dente, un blanco especialmente fácil del escarnio racio- por tanto, existe realmente una «meta verdadera» o
nalista. En términos de esta crítica, equivale a decir una «vocación» del hombre. La expresión «estar en la
que algo es verdad por la sola razón de que se ha verdad» tiene sentido en el lenguaje religioso, puesto
considerado verdad durante muchas generaciones o de que haber encontrado esta verdad no es haber apren-
que algunos de nuestros antepasados creyeron que era dido ciertos enunciados teológicos sino haber entrado
verdad. Las afirmaciones respecto a la verdad de los en la senda que lleva a la liberación última. Cuando
cuerpos religiosos institucionalizados fueron acusadas Jesús dice que la verdad nos hará1 libres, no quiere
repetidamente de constituir el más tosco de los círcu- decir que el dominio de unas habilidades técnicas lle-
los viciosos: hay que creer en la palabra revelada vará a unos resultados deseables: para El y para todos
porque la Iglesia dice que es verdad y lo que la Iglesia los grandes maestros religiosos, las personas perciben
dice es verdad porque su autoridad se basa en la la naturaleza de su esclavitud en el mismo acto de
Revelación (quizá ilustre mejor este dilema el viejo iluminación que incluye los medios para liberarse de
chiste judío sobre dos Chassidim que discuten sobre la ella y también el entendimiento del destino del mundo
excelencia de sus respectivos tsadiks: «todos los vier- ordenado por Dios. Al decir que el Nirvana es la
nes por la noche», dice uno de ellos, «Dios conversa destrucción del ansia, Buda no nos proporciona la
con nuestro tsadik». «¿Cómo lo sabes?», pregunta el «definición» de un ente metafísico sino que muestra la
otro. «El propio tsadik nos lo ha dicho». «¿Y si mien- meta del hombre tal como «verdaderamente es».
te?» «¡Cómo te atreves a llamar mentiroso a un hom- Ninguna especulación filosófica puede realizar esta
bre con quien Dios conversa todos los viernes!»). tarea. A pesar de las afirmaciones del transcendentalis-
En efecto, si se concibe la continuidad como un mo filosófico, sólo por referencia a la mente omniscien-
criterio de verdad en el sentido normal de la palabra, te y eterna puede alcanzarse la convergencia de metas y
las afirmaciones de los cuerpos religiosos, según las conocimiento, mientras que en la vida secular el «es» y
cuales ellos son portadores de la vejrdad, tienen que el «debe ser» están destinados a estar separados; sólo
parecer absurdas. Pero no lo parecen en absoluto si se pueden ser «mediados», por usar la expresión de He-
tiene en cuenta la idea de validez que es específica del gel, por esa participación en lo Sagrado que revela, por
dominio de lo Sagrado. Puesto que, como he tratado imperfectamene que sea, la sabiduría infinita.
de mostrar, la religión no es un conjunto de proposi- Desde luego, no es imposible asentir a ciertos
ciones, sino una forma de vida en la que entendimien- «enunciados» que pertenecen al aspecto doctrinal de
to, creencia y compromiso convergen en un acto único la religión y aceptarlos como verdaderos en el sentido
(algo que se expresa con torpeza en términos doctrina- en que aceptamos sin cuestionar muchas informacio-
les) y puesto que las personas entran en esta forma de nes, teóricas o de hecho. Tales actos de asentimiento
vida como consecuencia de su iniciación real al culto simplemente no pertenecen a lo que habitualmente
comunitario, parece natural que la verdad religiosa se llamamos creencia religiosa; esos «enunciados» están
preserve y transmita en la continuidad de la experien- en barbecho, por así decirlo, y no tienen ninguna
cia colectiva. Y, en la vida religiosa, haber visto la significación en cuanto instrumentos de comunión con
verdad es prometer lealtad a una Ley que es al mismo lo Sagrado; nuestro cerebro almacena innumerables
tiempo «positiva» y «natural», ya que en la mente fragmentos de conocimiento vitrificado, sin relación
absoluta no hay distinción entre el establecimiento de con nada, que no sirve para nada, que no tiene un valor
la «meta de la vida» para las personas y la técnica para
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en nuestra vida, y no hay razón para que algunos de Naturalmente no estoy haciendo más que repetir, o
ellos no sean teológicos en su contenido. Con la fe re- expresar de otro modo, un antiguo dogma. Como
ligiosa tienen poco que ver. todos los intentos conjeturales de llegar a una «defini-
Sería totalmente equivocado inferir de la discusión ción» del hombre en términos culturales, contendrá
anterior que el conflicto entre la Razón de la Ilustra- inevitablemente un componente especulativo y no
ción y las certezas religiosas o, en mayor escala, entre puede fundamentarse suficientemente en la investiga-
lo Profano y lo Sagrado, puede explicarse, según mi ción antropológica o histórica; éstas pueden ser suge-
concepción, en términos de errores lógicos, confusión rentes pero no concluyentes. La pura persistencia his-
conceptual o de ideas mal concebidas sobre los límites tórica de un fenómeno no constituye una base persua-
entre conocimiento y fe. Ese enfoque me parecería de siva para esa definición, que debe fundarse primordial-
una ineficacia grotesca. El conflicto es cultural, no mente en conjeturas, un trabajo que puede descartarse
lógico, y puede argüirse que tiene sus raíces en las por inútil, impracticable o ambas cosas. Que se consi-
exigencias persistentes, irreconciliables, que nos impo- dere inútil o no depende de nuestra jerarquía de lo
nen diversas fuerzas dentro de la naturaleza humana. importante. Con ciertas presuposiciones sobre lo que
Claramente, el conflicto es menos prominente en unas es importante, inevitablemente se clasificará como inú-
civilizaciones que en otras; no se encuentran apenas til, y compartirá así la suerte de toda la rama de la
trazas de él o incluso está totalmente ausente en algu- filosofía y de una parte importante de las humanida-
nas épocas históricas, y su intensidad parece depender des. Que se considere factible o no depende, una vez
en parte del ritmo del cambio al que está sujeta una más, de las restricciones epistemológicas que, he argüi-
determinada sociedad. (Estos factores no están en una do, son inevitablemente arbitrarias y entrañan juicios
correlación estricta, naturalmente; las teorías sobre la de valor. Desde tiempo inmemorial, las personas han
«secularización» que han sorprendido a nuestra civili- estado preguntándose, de uno u otro modo, «¿qué
zación normalmente señalan una serie de variables in- somos?» y «¿para qué sirve nuestra vida?» y no sacia
dependientes que operan en el proceso y pueden refor- su curiosidad el decirles que esta o la otra escuela
zar o debilitar el impacto de unas y otras; no hay filosófica prohibe estas preguntas basándose en sus
forma de captar esas fuerzas en forma de vectores propias normas sobre lo que tiene sentido. Las mitolo-
cuantificables, cuanto menos de usar esos descubri- gías religiosas les han proporcionado respuestas e,
mientos para hacer predicciones fiables.) independientemente de la cuestión de si las respuestas
En cualquier caso, la investigación sociológica está eran buenas y en qué sentido lo eran, la persistencia
fuera del ámbito de este libro. He querido, más bien, misma de su inquietud es una cuestión de interés epis-
especular sobre esa colisión que probablemente ningu- temológico y no meramente antropológico. No es pro-
na civilización futura imaginable será capaz de abolir. bable que la extraña obstinación de esta inquisitividad
Además de todas las necesidades que están directa- pueda ser explicada plausiblemente por su utilidad
mente relacionadas o son funcionalmente explicables «funcional»; tampoco es probable que se hagan inteli-
por nuestro conatus ad suum esse conservandum, nues- gibles de ese modo las respuestas dadas por las tradi-
tra aspiración de supervivencia individual y colectiva, ciones mitológicas. No hay transición inteügible de la
hay necesidades que no pueden explicarse (ni descar- experiencia cotidiana, de los temores, alegrías, dolores
tarse) en esos términos que, apropiadamente o no, y deseos «profanos» a lo que constituye el núcleo de la
llamamos religiosos. vida religiosa, tanto en sus aspectos «experimentales»

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como conceptuales: la idea de la Infinitud actual, de la
Eternidad, de la contingencia del mundo; la experien- ble y, aunque evita la circularidad que acabamos de
cia de la iluminación mística; la distinción misma en- mencionar, también permanece en el movedizo terreno
tre el bien y el mal en tanto que diferentes de las de la metafísica.
correspondientes distinciones en términos de la ley o Otra interpretación global, en términos de Lebens-
del equilibrio del dolor y el placer. No hay forma en philosophie o de una teoría radicalmente naturalista de
que la visión profana pueda haber sugerido el marco la conducta, sugiere que el debilitamiento del mecanis-
sagrado para nuestra percepción. Si las religiones han mo innato de la inhibición en la especie humana indu-
podido satisfacer, como lo han hecho a lo largo de la jo a la Naturaleza a producir un sustituto .en la forma
historia, todas las necesidades seculares —políticas, de una ética apoyada en sanciones religiosas; las últi-
sociales, cognoscitivas— esto sólo ha sido posible bajo mas aparecieron para garantizar la eficacia de este
la condición de que lo Sagrado disfrutara de una nuevo código artificial de conducta que sustituía a los
autoridad autónoma y de que no se percibiese como instintos debilitados, para evitar las matanzas dentro
un instrumento. Esto es, desde luego, algo reconocido de la especie y para asegurar la disposición a arriesgar-
casi universalmente. Sin embargo, la explicación de se a los peligros en defensa de la propia tribu o familia.
esta autoridad en los términos de Durkheim o en otros Esta línea de investigación no parece ni prometedo-
similares, por muy útil que haya sido, heurísticamente ra ni fiable. Si fuese realmente el caso que las religiones
hablando, para la investigación antropológica, implica fuesen sucedáneos de los instintos manufacturados por
un salto conceptual que sólo pueden justificar unas la ingeniosa fábrica de artilugios de supervivencia de la
premisas filosóficas traídas de fuera. Decir que lo Sa- Naturaleza, esto debería ser aplicable por excelencia a
grado es, finalmente, la Sociedad misma, no es equiva- las grandes religiones universales que por su éxito de-
lente a la proposición de que varias normas y hábitos mostraron ser las más eficaces en la realización del
socialmente importantes se mantienen y obedecen ba- trabajo. Y así, deberíamos suponer que los principios
jo la forma de prescripciones sagradas, y tampoco cruciales, como la exigencia cristiana de que uno ame a
puede inferirse de ella. El primer enunciado no es una sus enemigos o el total desdén del budismo por una
hipótesis sociológica sino una especie de metafísica so- vida que no puede ser sino miseria, se inventaron,
cial; presupone un mecanismo por el cual lo Profano inconcebiblemente, por la evolución, para ayudar a las
se convierte en lo Sagrado y ese mecanismo, aparte de personas en su lucha por la supervivencia. Además, si
no ser observable, no puede operar a menos que lo podemos creer eso, deberíamos admitir que esos mis-
Sagrado esté ya presente en la conciencia social; dicho mos preceptos tenían sus equivalentes en nuestro ante-
de otro modo, la explicación vuelve a tropezarse pasado prehumano, puesto que su sentido real estri-
con la misma petitio principii de la que Malinowski baba en el refuerzo artificial de ciertas habilidades
acusó en una ocasión a Freud: hace depender la tran- hereditarias que se habían vuelto decrépitas como
sición de una sociedad prehumana a una humana de consecuencia del progreso (o degeneración, lo que sue-
unas condiciones que sólo pueden surgir en una socie- ne mejor) de nuestra especie. Esta parece una hipótesis
dad humana ya existente. Decir, en cambio, que el asombrosamente increíble. Si, por otro lado, admiti-
dominio de lo Sagrado, por más que opere en la mos una especie de distinción bergsoniana entre las
organización de otras necesidades, no depende funcio- religiones «estáticas» y las «dinámicas», al ser sólo las
nalmente de ellas, tampoco es una hipótesis contrasta- primeras explicables en términos de evolución natural,
entonces las segundas, que incluyen a las grandes reli-
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objetivos falsos. Es posible que la distinción no crease
giones que se reparten entre sí a la mayoría de la raza conflictos agudos en muchas religiones arcaicas donde
humana, serían o enemigas del «instinto» o al menos la mayor parte de las actividades profanas tenían un
nos impedirían definir la cultura en categorías funcio- significado sagrado y un lugar bien definido dentro del
nales. orden sagrado, mientras que el lento ritmo del cambio
Y, en efecto, incluso bajo la inverosímil suposición social permitió, quizá, la absorción de nuevos fenóme-
de que el choque entre lo Sacro y lo Profano sea nos en ese orden sin grandes dificultades. En la civili-
característico de algunas civilizaciones, incluida la zación que se ha desarrollado a partir de raíces griegas
nuestra, y de que no haya existido en absoluto en las y semíticas durante los tres últimos milenios, el conflic-
religiones arcaicas ni en las orientales, su persistencia y to no podía dejar de surgir, y esto no como consecuen-
la gran variedad de sus manifestaciones nos hacen cia de la rivalidad entre el poder de los sacerdotes y de
preguntarnos de manera natural: ¿nos encontramos los señores seculares —esa rivalidad es más bien un
ante una colisión accidental o ante un conflicto funda- síntoma que una causa— sino en razón de alteraciones
mental que podría haber permanecido latente aquí y inevitables en las disposiciones mentales y morales. Po-
allá pero que tenía que surgir inevitablemente como demos pensar que la expansión del comercio y su
consecuencia del enorme aumento de las habilidades creciente papel en la vida humana produjo cambios
humanas para dominar el mundo? intelectuales que erosionaron fatalmente el legado mi-
tológico, no sólo al crear ese escepticismo que normal-
Todos los poderes y las dignidades de este mundo no sólo son ajenos a mente acompaña a la exposición a civilizaciones extra-
Dios sino hostiles a El. ñas, costumbres extranjeras y dioses extranjeros, sino
Tertuliano
también al alimentar el racionalismo. Uso esta palabra
Los elementos de hecho que se necesitan para res- en un sentido que conserva su fuerza etimológica
ponder a esa pregunta abarcan la historia completa de (cálculo, deducción), es decir, la costumbre de pensar
todas las religiones, mientras que sus inevitables com- en términos probabilísticos, de medir el valor del cono-
ponentes especulativos deben derivarse de la ontología cimiento en términos de su utilidad comprobable, de
de la cultura. Por tanto, hay un sentido en el que la descartar creencias sin potencial para aumentar el im-
pregunta no puede responderse; comparte esta situa- pulso humano de dominar la Tierra. La razón por la
ción con todos los problemas generales que pertenecen que es impensable que nuestra civilización hubiera po-
a la filosofía de la historia. No pueden resolverse apro- dido desarrollarse sin el extenso uso del dinero no es
piadamente y tienen que resolverse, a pesar de todo. sólo por el papel obviamente esencial que el dinero ha,
Estamos, desde luego, familiarizados con la forma representado en el estímulo del progreso técnico, sino
peculiar que ha adoptado el conflicto en las religiones porque liberó una fuerza intelectual irresistible al obli-
bíblicas y sobre todo en el cristianismo, y se ha discuti- gar a las mentes humanas a pensar en términos de
do principalmente en términos cristianos durante si- eficiencia. En la medida en que las creencias y las
glos. Es posible que la sabiduría budista, o al menos costumbres religiosas pueden ser útiles en otros terre-
aquéllas de sus variantes que han permanecido más nos y, por tanto, «buenas» pragmáticamente, el racio-
cercanas al mensaje original, no hayan desarrollado, y nalismo no es intrínsecamente antirreligioso. Es un
de hecho, no la hayan necesitado, la distinción entre lo enemigo de la religión, sin embargo, en la medida en
Sacro y lo Profano tal como nosotros la conocemos, que esta última trata de ser lo que es y reivindicar sus
aparte de la distinción entre objetivos verdaderos y
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224
prerrogativas, con independencia de sus ventajas ins-
trumentales. No es posible eliminar del culto religioso supervisión de lo Sagrado, es otra solución posible:
una tendencia natural a degradar los valores de la vida busca una armonía bien integrada —no una separa-
secular y a hacerlos relativos y derivativos, cuando no ción ni un armisticio— entre el Cielo y la Tierra. Lo
positivamente hostiles a la auténtica vocación del mismo hace, naturalmente, el ideal opuesto de la ciu-
hombre. Un culto religioso reducido a su utilidad dad secular que asimila valores religiosos en sus objeti-
secular y olvidado de su función original puede sobre- vos (como el joven Hegel), los hace «inmanentes» y,
vivir durante un tiempo, sin duda, pero tarde o tem- por consiguiente, los priva de un sentido propiamente
prano su vacuidad se pondrá de manifiesto, quedará religioso.
clara la falta de conexión entre su forma y su conteni- Cada uno de esos intentos es verosímilmente expli-
do, su ambigua vida sostenida por el crédito de un cable en términos históricos y cada uno podría ser
banco inexistente llegará a su fin y los lazos olvidados intelectualmente satisfactorio en el sentido de sugerir
con lo Sagrado se reanudarán en otro lugar, con otras normas que, de seguirse consecuentemente en la socie-
formas de religiosidad. dad, resultarían en la reconciliación de los dos poderes
Toda la historia intelectual del cristianismo es la que rivalizan por el predominio o eliminarían el con-
interminable búsqueda de una fórmula perfecta que flicto. Todos ellos, sin embargo, son, utópicos (en el
pueda asegurar la coexistencia armoniosa de lo Profa- sentido original y en el actual) porqué ninguno de los
no con lo Sagrado o impedir que el último sea corrom- modelos que ofrecen puede ponerse en práctica. Inclu-
pido por el primero; y abunda en repetidos intentos de so la solución teocrática no podría producir más que
recobrar el llamamiento prístino del cristianismo, li- una apariencia de orden: no suprime el conflicto, no
brarlo de la adulteración o simplemente del dominio hace más que recurrir a la coacción autoritaria para
de los objetivos seculares. Las principales tendencias impedir que se exprese abiertamente. Y las soluciones
en la historia cristiana, enemigas irreconciliables entre que podrían ponerse en práctica son vacilantes, incier-
sí, pueden verse como diversos esfuerzos por hacer tas y provisionales, como todos los mecanismos que
frente a este antagonismo perdurable. Intelectualmen- inventa la humanidad para hacer frente a sus perennes
te, aunque no en la práctica, el conflicto podría resol- dilemas. El choque entre el Cielo y la Tierra es real, lo
verse con una doctrina teocrática que subordinase por que supone que cada una de estas entidades tomada
completo la vida secular, en todos sus detalles, a los por separado es real, al menos como entidad cultural,
preceptos religiosos. Otra solución consiste en la sepa- y ninguna de las dos es un fantasma concebido en la
ración ascética de lo Sagrado y el mundo, bajo la imaginación de la otra. Esta observación no es en
premisa de que la vida profana y la historia profana no absoluto trivial, ni incontrovertida, considerando que
pueden contribuir a los objetivos de la historia sagra- la realidad cultural del Cielo, es decir, su independen-
da, y mucho menos satisfacerlos: esto puede hacerse cia cultural o su autoarraigo son negados, la mayoría
en categorías maniqueas extremas o de una manera de las veces, en las teorías antropológicas generales.
menos arriesgada desde el punto de vista teológico, Para el ojo apegado a lo terrenal, la mente religiosa
como lo intentaron algunos santos del siglo xvi, los es como Ixión copulando con nubes y engendrando
jansenistas consecuentes y Kierkegaard. La filosofía hi- monstruos. Un habitante del orden eterno vigilado
lomorfista, la más tradicionalmente católica, que con- por la divinidad, puede decir lo mismo de los que son
cede al dominio secular una relativa autonomía bajo la sordos a la voz de Dios: están atados a lo que es
perecedero y destinado a desaparecer en un momento;
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así, son como cazadores de ilusiones, buscadores de
nada y, por esa razón, la única comunidad humana
que pueden producir está abocada a basarse en la
codicia de bienes ficticios y en el miedo a la destruc- ÍNDICE
ción mutua. Lo que es real o irreal para nosotros es
una cuestión de compromiso práctico, antes que filo- Abelardo, 125 Cusano (Nicolás de Cusa), 139-
sófico; lo real es lo que las personas ansian realmente. Agustín, San, 20, 77, 121, 154, 140, 145
197
Lo irreal nunca es: lo real nunca no es. Esta verdad la han visto en Ajdukiewicz, K., 95 Daniélou, Jean, 154
efecto los que pueden ver la verdad. Entretejido en su creación, el Animales, 55-59 Darwin, Charles, 64
Espíritu está más allá de la destrucción. Nadie puede poner fin al Antonio de Padua, San, 59 Demócrito, 70
Espíritu que es perdurable. Argumento ontológico, 92-96 Denk, Hans, 33
Argumentos cosmológicos en Descartes, Rene, 25. 56, 72-74,
Pues más allá del tiempo, él mora en estos cuerpos, aunque estos
favor de la existencia de 76, 83, 87-89, 132
cuerpos tienen un fin en su tiempo; pero él permanece inconmensurable,
inmortal. Por tanto, gran guerrero, continúa tu lucha. Más allá del Dios, 63-72, 76-77 Diógenes Laercio, 152
poder de la espada y el fuego, más allá del poder de las aguas y los Aristóteles, 70 Diógenes de Sinope, 152
vientos, el Espíritu es perdurable, omnipresente, inmutable, inamovible, Dios y el Mal, 20-22, 32-37, 44,
siempre Uno. 112-113, 197-198
Bacon, Francis, 132 Libertad y Necesidad de
De Bhagavad Gita, 2 Bayle, Pierre, 131, 191 Dios, 26-31
Benedicto XII, 114 Omnipotencia de Dios, 22-
Bergson, Henri, 75, 110 25, 31-32
Bernardo, San, 116 Personalidad de Dios, 28-30,
Bérulle, Pierre de, 116 122-123, 146-150
Boehme, Jacob, J47 Dostoyevski, F. M, 83, 136,
Bonhoeffer, Dietrich, 108
212
Bossuet, J. B., 154
Durkheim, Emile, 16, 141, 222
Braithwaite, R. B., 172
Bruno, Giordano, 111
Eckhart, Meister, 30, 71, 88,
Buda, 38, 42, 115, 219
90, Í09, 118-119, 125, 139-
141, 147, 156, 210
Calvino, J., 168 Eliade, Mircea, 11-12, 167
Campanella, Thomas, 111 Erasmo, 129, 170
Camus, Albert, 210, 212 Erigena, Johannes Scotus, 36,
Canfeld, B. de, 101 113-114, 147
Cassirer, Ernst, 167 Escepticismo y Misticismo,
Catalina de Alejandría, Santa, 144-145
61 Esencia y Existencia, 93-97
Catalina de Siena, Santa, 116 Espiritismo, 159
Céline, 212 Evans-Pritchard, E. E., 167
Celso, 54
Clemente, San, 78 Fénélon, Francois, 117
Comte, Auguste, 188 Feuerbach, Ludwig, 159, 201
Contingente y Necesario, 69-71 Finitud e Infinitud, 72-73
Costa, Uriel da, 158 France, Anatole, 37
Cudworth, R. 171 Francisco, San, 59
Culpa, 193-196 Franck, Sebastian, 149

228 229
Plotino, 35, 122-123, 140, 146, Spinoza, Baruch, 28, 73-74:
Frazer, J. G., 16 Le Roy, Edouard, 95, 133 171 149, 191
Freud, Sigmund, 152, 193, 222 Lévi-Strauss, Claude, 17 Pomponazzi, P., 131
Lévy-Bruhl, L., 141, 166 Pope, A., 38 Tabú, 193-197
Galileo, 61 Lewis, C. S., 56-58 Popper, K., 45 Teilhard de Chardin, Pierre,
Garasse, Francois, 69 Locke, John, 132 Proclo, 146 36, 113-114, 154
Gassendi, Pierre, 57, 130, 132 Lucrecio, 201, 203, 212 Pseudo-Dionisio, 116, 139 Teodicea, véase Dios y el Mal
Geach, Peter, 57 Lutero, Martín, 24, 117, 168, Teología Natural, 16
George, Stephan, 183 194 Razón y Revelación, raciona- Teresa de Avila, Santa, 115
lismo religioso, 124-137 Tertuliano, 224
Hartshorne, C, 93 Malebranche, Nicholas, 31 Rieff, Phillip, 196 Tomás de Aquino, Santo, 22,
Hegel, G. W. F., 13, 113, 166, Malinowski, Bronislaw, 16, 222 Rituales y su significado, 165- 26, 31, 48, 62-63, 68-71, 76,
214, 227 Manser, G., 62 170 84, 94
Heidegger, Martin, 74, 83, 183 Marco Aurelio, 203 Ruiz de Alcaraz, Pedro, 103 Tillich, Paul, 183
Heráclito, 122 Maritain, Jacques, 154
Hick, John, 162 Mersenne, 131 Safran, A., 181 Unamuno, Miguel de, 136, 157
Hobbes, Thomas, 72, 111, 129, Miguel Ángel, 157 Saint-Cyran, Jean de, 69 Unión Mística, 103-105
171, 195 Misticismo, características ge- Sartre, Jean-Paul, 11, 190, 210,
Hume, David, 71, 73, 95-96, nerales, 99-101 212 Vanini, L., 191
131, 162-163, 210 Actitudes de la Iglesia hacia Schelling, F. W. J., 13 Velthuysen, L. van, 28
Husserl, Edmund, 68, 84, 86-88 el misticismo, 114-118 Schlechta, K, 211 Verdad y Dios, 83-90
Misticismo y Tiempo, 114- Schleiermacher, F., 13 Verificabilidad de las creencias
Inmortalidad y Muerte, cap. 4 115, 122 Schlick, M., 95 religiosas, 161-163
passim Misticismo y Lógica, 139- Schopenhauer, Arthur, 141, Voltaire, F. M. A., 39
Ireneo, San, 92, 111 143 203, 212 Vorágine, Jacques de, 77
Modernismo en la Iglesia Ca- Shestov. León, 136
Jacobi, F., 28 tólica, 132-134 Significado normativo de los Weigel, Valentín, 106
Jaspers, Karl, 13, 91, 140, 150, Molinos, Miguel de, 108-109 símbolos religiosos, 171-175, Whichcote, Benjamín, 157, 185
154, 203, 216 Monod, Jacques, 64-65, 70 184-186 Wittgenstein, Ludwig, 62, 145,
Juan de la Cruz, San, 116 Moral y Religión, 186-194 Silesius, Ángelus, 104, 112, 116, 163
Jung, Cari, 181 Müller, Max, 166-167 121, 141, 147
Jurieu, Pierre, 117 Skinner, B. F., 178 Zwingli, Ulrich, 148, 168
Justino mártir, San, 61 Niebuhr, R., 117
Nietzsche, F., 41, 136, 155, 193,
Kafka, F., 210 198-199, 201, 210-212
Kant, Immanuel, 52, 63, 68, 87,
95-96, 132, 175, 189-190 Orígenes, 27, 114, 146
Kempis, Tomás de, 106 Otto, Rudolf, 12, 141
Kierkegaard, S^ren, 54, 136,
138, 174, 176, 212, 216, 226 Panteísmo, 109-112, 147
Papini, Giovanni, 157
Labrousse, E., 131 Paracelso, 140
La Mothe le Vayer, 130 Parménides, 122
Lao Tzu, 97, 176 Pascal, Blaise, 25, 50, 62, 66,
Law, William, 217 199, 203, 205-206, 212
Leibniz, G. F., 20-22, 25-26, 31, Pecado original y Redención,
33, 38, 74, 97 44-53
Lenguaje en la Religión, 1 ol- Platinga, 32
ió?, cap. 5 passim Platón, 19, 27, 60, 152

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