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Presentación
Buenas noches, agradezco mucho la invitación a estar esta noche aquí presentando las
Jornadas Anuales de la EOL. Quiero tomar algunas cuestiones en relación a la articulación entre
el fantasma y el síntoma. Les cuento un poco de dónde viene esto. Cuando nos pusimos a
trabajar con Débora Nitzcaner y Patricio Álvarez para escribir el argumento de las Jornadas y
pensar los ejes, cada uno de nosotros fue haciendo sus lecturas y sus propios recorridos. En mi
caso, surgió entonces el texto que sobre "Las paradojas del fantasma" publicado en la página
web de las Jornadas. Cuando concluí el último punto sobre la lógica del fantasma y su valor de
goce, luego de hacer cierto recorrido desde el inicio de la enseñanza de Lacan, me di cuenta que
había un paso que necesitaba dar y que me había quedado pendiente, sólo mencionado. Ese
paso es la articulación entre el fantasma y el síntoma y es eso lo que quiero retomar hoy para
tratar de situar qué es lo que entendemos como goce del fantasma, aquello que anuda en el
fantasma como sentido y como modalidad de goce, pero también cuál es su relación con aquel
otro goce que habita a cada uno y que no queda subsumido bajo la articulación fantasmática.
Esta es la perspectiva que quiero presentarles y, si hago a tiempo, también voy a tomar un
testimonio.
Pasaje al reverso
En esta línea, les voy a leer algo que está en el final de Sutilezas analíticas que permite
mantener la tensión entre fantasma y síntoma, y pensar cómo la experiencia del análisis puede
permitirle a un sujeto arreglárselas de otra manera tanto con el goce del fantasma como con el
goce del síntoma, porque no podríamos decir que se vive sin fantasma después del análisis, ni
que se vive sin goce, ni que se vive sin síntoma, sino que más bien hay una relación distinta, que
habrá que ver en cada caso cuál es, con el fantasma, con el goce y con el síntoma. Entonces,
aquí viene lo que les quería leer. Miller plantea que en la última enseñanza de Lacan hay un
pasaje al reverso que va del estatuto simbólico del lenguaje a sus efectos de goce. De este
modo, en esta inversión, "el aparato de goce ya no está contenido en los límites del fantasma, es
el lenguaje mismo el que aparece como este aparato", produciendo goce. Y dos renglones más
abajo agrega: "Por lo tanto, en el pasaje al reverso, en el lugar del fantasma aparece el
sinthome. La relación fundamental con el goce no está encerrada en el fantasma, que debería
ser atravesado, sino que está en el sinthome, no como condensación de sentido sino como
modalidad de funcionamiento"[vi].
Quisiera iluminar este punto a partir de un testimonio. No lo voy a leer, se los voy a contar. Se
trata del testimonio de Marie-Hélène Blancard, "Tomar el goce a la letra", que muchos de
ustedes escucharon en el Congreso del 2012 que se hizo en Buenos Aires. Voy a recortar dos
escenas. Ella es hija de un secreto familiar: la madre estaba enamorada de quien fue su padre
cuando eran novios y éste parte para la guerra. Al tiempo, lo creen muerto y su madre se casa
con otro hombre, pero cuando el hombre amado vuelve de la guerra, ante esta situación, él se
casa con la hermana menor de la madre. No obstante, los amantes se encuentran y ella queda
embarazada. Esto constituye el secreto familiar por el que la madre es maldecida por la familia
de ambos y el padre tratado como un paria. La exigencia de silencio prima sobre los
protagonistas de esta historia. Hay un síntoma que M.-H. Blancard refiere, su propio silencio:
"permanecer muda como una tumba", a la vez que relata el momento en el que interroga a su
madre sobre las condiciones de su venida al mundo. En el momento en que la madre le relata
toda esta trama de amor y de dolor; ante este relato, el sujeto conmocionado por el sufrimiento
materno, se desvaneció: "En ese instante me hice la sufre dolores del Otro" define la posición de
goce que encarnó en su vida amorosa hasta el límite de lo insoportable. Esa posición de
"hacerse la sufre dolores del Otro" entra de lleno en su relación con el Otro, y se encarna en la
relación con el partenaire sexual.
Ya muy avanzado el recorrido del análisis, una escena de la película Portero de noche, la
reenvía a su propia posición de goce masoquista: un alemán somete a una joven judía que se
arrastra implorante. Extrae entonces su posición fantasmática de sumisión a un Otro
implacable: "ese era el índice de mi posición femenina como objeto de causa del deseo y objeto
del sacrificio". Se circunscribe de esa manera su posición a nivel del fantasma a partir de
hacerse partenaire del Otro materno en el marco de las contingencias de su venida al mundo, y
cómo esa posición hace síntoma en su relación el partenaire sexual. Pero hay un goce, que es
un goce del cuerpo que tiene que ver con cierta amenaza de muerte, que surge como una
sorpresa al final del análisis. Hay un sueño a partir del que recuerda algo que tenía olvidado y le
brinda la clave de su goce. Se trata del recuerdo del relato de su abuela materna mientras que
era adolescente, por el cual se entera que su madre embarazada de ella, en el medio de aquella
trama de amor y desesperación, intenta suicidarse arrojándose al Sena. Su abuela logra
detenerla; entonces, ella misma le debe la vida. Ante ese relato, el registro del cuerpo fue como
si todo su cuerpo se licuara, como si la vida misma pudiera deshacerse y desaparecer. Se
recorta ahí, entonces, aquello que para ella funcionó siempre como una amenaza respecto de la
vida y que tiene una connotación directa a nivel del cuerpo, que hace acontecimiento.
Lo que me resulta muy interesante de este testimonio es, en primer lugar, la distinción entre el
goce del fantasma y el goce del síntoma como acontecimiento de cuerpo, y en segundo lugar,
que ella relata cómo su salida del análisis ha tenido que ver con encontrar el reverso de esas dos
modos de goce, es decir, un pasaje al reverso del goce del fantasma como objeto sometido -en
silencio- al sacrificio del Otro, y un pasaje al reverso de la amenaza mortificante de la licuación
del cuerpo. Entonces, el final de su análisis le permite nombrar una nueva relación con el goce
que se articula al deseo, ella dice que ha pasado a ser "una glotona de la vida", si bien hay un
resto de goce en relación a "la vida que hubiera podido no ser" que ella también sitúa.
Quise traer este testimonio porque me parece que permite localizar muy bien cómo desde el
inicio hasta el final del análisis están presenten tanto el goce fuera del sentido, aquello que va a
anudar el síntoma, así como el goce del fantasma que se va construyendo hasta que queda
reducirlo a su mínima expresión. Y se puede situar cómo en el final se trata de encontrar un
arreglo, una invención por el lado inverso al del padecimiento. No se trata de un "me acostumbré
a eso y convivo" sino de una operación por el reverso, una operación por la cual se separa del
sentido anudado al fantasma y se trata el goce mortífero del síntoma.
A mí me parece que en el análisis se va produciendo la construcción del fantasma, que esa
construcción está hecha de las ficciones y mutaciones que van surgiendo a lo largo de todo el
recorrido, pero está también lo que yo agregaría al costado más que en el más allá: se trata de
aquello que va cerniéndose cada vez como lo que no se puede nombrar del goce. Pienso, es
una hipótesis, que ese goce opaco está presente desde el inicio aunque no se lo pueda localizar.
Desde el comienzo de la experiencia está lo que se puede ir nombrando, abrochando con el
significante, lo que va tomando sentido, pero ese sentido mañana es otro y en la sesión siguiente
vuelve a modificarse porque no hay sentido definitivo en lo que se dice. Si existe un lugar en el
mundo donde cambia el sentido de lo que se va diciendo, ese lugar es el análisis justamente
porque se está dividido todo el tiempo, eso habla en uno y a la vez, se escapa. En el caso de
Marie-Hélène Blancard, la amenaza de licuación del cuerpo está siempre allí como algo que la
acompaña; es la presencia de un goce oscuro que ella sólo puede leer en el final y que
retroactivamente puede decir algo así como: ah! era eso, estaba desde el inicio amenazando el
sentimiento de estar viva. Al inicio el sujeto no lo puede reconocer, no lo puede decir pero lo
siente, eso está presente afectando su modo de estar en la vida y sus lazos. Bueno, hasta aquí
lo que les quería contar.
NOTAS
1. Lacan, J., El Seminario 1 Los escritos técnicos de Freud, Paidós, Buenos Aires, 1986, p.
29
2. Lacan, J., El Seminario 6 El deseo y su interpretación, Paidós, Buenos Aires, 2014, p.
483
3. Camaly, G., Las paradojas del fantasma. Publicado
en http://www.jornadaseol.com/026/index.php?file=lecturas/textos-de-orientacion/las-
paradojas-del-fantasma.html [en línea]
4. Miller, J.-A., El partenaire síntoma, Paidós, Buenos Aires, 2008, p. 90
5. Lacan, J., El Seminario 19 … o peor, óp. cit., 2012, p. 111
6. Miller, J.-A., Sutilezas analíticas, Paidós, Buenos Aires, 2011, p. 302