Vous êtes sur la page 1sur 11

LA PROSA BARROCA

La prosa barroca refleja una preocupación por las circunstancias sociales; de ahí que se
intensifique la intención moralizante y crítica de las obras. Entre los principales
escritores del XVII se hallan Gracián y Quevedo.

Tendencias generales de la prosa barroca

Como en el siglo anterior, las dos grandes tendencias de este género son la prosa de
ficción o novela y la prosa didáctica. Sin embargo, los límites entre ambas no son
claros: muchas de las obras contienen a un tiempo elementos narrativos ficticios y
contenidos doctrinales.

La prosa de ficción abandona progresivamente algunos de los géneros que habían sido
cultivados notablemente en el Renacimiento, especialmente aquellos idealistas, como
la novela pastoril, la de caballerías o la bizantina. No obstante, en este siglo aún se
publican algunas obras importantes de este tipo: La Galatea de Cervantes y La Arcadia
de Lope de Vega son ejemplos de la pervivencia de lo pastoril en la novela. Asimismo,
Los trabajos de Persiles y Sigismunda de Cervantes y El peregrino de su patria de Lope
de Vega se ajustan más a los moldes bizantinos. Sin embargo, la prosa narrativa
barroca desarrolla de forma más intensa otros géneros, como la novela corta y,
especialmente, aquellos que se relacionaban con la tendencia realista, como la
picaresca, que sigue el modelo impuesto por el Lazarillo en el siglo XVI. Las Novelas
ejemplares de Cervantes y el Buscón de Quevedo son las obras más representativas de
estas tendencias en el siglo XVII. También se desarrollan en esta época los relatos
lucianescos y costumbristas.

La prosa didáctica y moralizante vive asimismo un momento de esplendor como


consecuencia de la creciente preocupación por la sociedad. La prosa con intención
didáctica encuentra nuevas formas de expresión, como los discursos o los emblemas.
Los autores más representativos de la prosa barroca didáctica del XVII son Francisco de
Quevedo y Baltasar Gracián.

~1~
La prosa de ficción

La narrativa barroca desarrolla fundamentalmente los siguientes géneros:

 La novela picaresca, que adquiere un importante desarrollo


 La novela corta. Las Novelas ejemplares de Cervantes, a pesar de la
peculiaridad de sus temas y su forma especial de tratarlos, es la obra de
consolida este género, que había surgido como imitación de los relatos
italianos en el Renacimiento.
Las novelas cortas barrocas, que pueden aparecer integradas dentro de una
narración más amplia, suelen presentar una ambientación urbana, una
preferencia por temas como el amor o el honor y unos personajes de clases
altas. Por estas características también se suelen denominar novelas
cortesanas. En ellas, la mujer adquiere a menudo una participación activa en la
trama amorosa y con frecuencia presentan un desenlace feliz.
Algunos de los autores que cultivan la novela corta son Tirso de Molina con Los
cigarrales de Toledo, Castillo Solórzano con Tardes entretenidas, Lope de Vega
con Novelas a Marcia Leonarda o Juan Pérez de Montalbán con Sucesos y
prodigios de amor en ocho novelas ejemplares. Así también, son especialmente
importantes por su aceptación en la época las novelas cortas de María de
Zayas. Una de sus más significativas obras es Novelas ejemplares y amorosas.
Su forma de novelar se distingue, frente a otras del género, por un mayor
contenido de lo sensual y lo refinado.
 Los relatos lucianescos son narraciones cortas de carácter satírico y grotesco
que se ingluyen en un marco narrativo, a menudo fantástico, que da origen a la
introducción de diversos casos. A diferencia de la novela de tendencia realista,
los personajes que cuentan dichos relatos son meros introductores de las
anécdotas narradas. Dentro de este género podemos incluir diversas obras de
Quevedo como Los sueños o La hora de todos o El diablo cojuelo de Luis Vélez
de Guevara (Écija, Sevilla 1579- Madrid 1644). El diablo cojuelo narra las
aventuras de don Cleofás Leandro Pérez Zambullo.
 Los relatos costumbristas son colecciones de anécdotas que pretenden reflejar
las costumbres de la época. Estas narraciones se relacionan con frecuencia
~2~
mediante una estructura dialogada y suelen adquirir una intención didáctica.
Algunos de los autores de este género son Agustín de Rojas Villandrado,
Cristóbal Suárez de Figueroa, Liñán y Verdugo o Juan de Zabaleta.
Como se ha apuntado, la intención moralizante de algunas obras de estos
géneros de ficción hace que, en ocasiones, se encuentren en un lugar
intermedio entre las dos tendencias principales de la prosa del XVII.

La prosa didáctica

En el siglo XVII se desarrolla especialmente la prosa didáctica. Esta aborda temas muy
diversos: se escribieron normativas de la literatura, tratados morales, políticos,
religiosos, filosóficos, económicos, etc.

Dentro de esta tendencia didáctica adquiere singular importancia el género de los


emblemas. Este consiste en el comentario de un grabado que representa una idea y
que suscita una reflexión. El autor más representativo de esta tendencia es Diego
Saavedra Fajardo (Murcia 1584-Madrid 1648) con sus Empresas políticas.

Pero las muestras más importantes de la prosa didáctica son obras de Baltasar Gracián
y de Francisco de Quevedo.

Los grandes prosistas del XVII

Además de la figura de Cervantes dos autores destacan en la prosa del XVII: Baltasar
Gracián y Francisco de Quevedo.

Baltasar Gracián

Baltasar Gracián (Belmonte de Calatayud 1601 – Tarazona 1658) fue jesuita. Estudió
Teología en Zaragoza, donde fue años más tarde catedrático de escritura en la
Universidad. Debido a su condición religiosa, sus libros fueron publicados a veces con
seudónimos.

Las obras de Gracián presentan temas típicamente barrocos: el contraste entre


apariencia y realidad, los engaños del mundo, la vida como teatro, la fugacidad de la

~3~
existencia, la fortuna la fama, etc. Todos estos motivos configuran una visión pesimista
del mundo y una concepción de desconfianza hacia la naturaleza humana.

Sus obras se orientan a un fin didáctico y práctico: pretenden prevenir al lector frente
a los engaños a los que inevitablemente está expuesto en su vida y aspiran a dotarle de
recursos para defenderse de ellos.

Un ejemplo de esta visión del mundo es su obra más conocida, El Criticón.

En El Criticón se narra la historia de Critilo, que naufraga en la isla de Santa Elena y es


atendido por Andrenio, al que enseña a hablar. A partir de ese momento, Andrenio
acompaña a Critilo en un viaje imaginario que sirve para desarrollar una crítica moral y
filosófica de la sociedad.

Otra de sus obras, el Oráculo manual y arte de prudencia, es un conjunto de proverbios


en los que se exponen de forma sintética normas de conducta para vivir en el mundo.

El estilo de Gracián es sintético y conciso, con oraciones cortas en las que muchas
veces suprime el verbo y en las que apenas hay adjetivos. Gracián defiende la
brevedad y la densidad conceptual de la prosa: “Lo breve, si bueno, dos veces bueno; y
aun lo malo, si poco, no tan malo”. Así pues, Gracián es el máximo representan del
conceptismo.

Francisco de Quevedo

Además de ser un gran poeta, Quevedo es uno de los mejores prosistas del Barroco.
Sus obras abarcan temas y enfoques muy variados: como el festivo, el satírico, el
ascético, el político. Su producción suele clasificarse de la siguiente forma:

 Novela picaresca. A este género pertenece su obra más significativa, el Buscón.

 Obras satírico-morales. Dentro de este conjunto de composiciones se incluyen


aquellas en las que el autor persigue la corrección de los vicios y defectos de la
sociedad mediante el ingenio y el humor. En ellas prevalece la intención moral
y son fruto de una reflexión profunda. Ejemplos de su obra satírica-moral son
títulos como La hora de todos y la Fortuna con seso y los Sueños.

~4~
Los Sueños son un conjunto de piezas breves en las que el autor sueña que se
encuentra en diversos escenarios o con diversas compañías: en el infierno, en el
juicio final, con la muerte, con un diablo encarnado en un alguacil, etc. Este
procedimiento le permite realizar una sátira de tipos y caracteres que afecta a
todos los estamentos y oficios de la sociedad.

La hora de todos y la Fortuna con seso narra la decisión de la diosa Fortuna de


repartir sus bienes de acuerdo a lo que merece cada individuo. La obra trata el
tema barroco de las falsas apariencias, pues detrás de las acciones humanas se
encuentran menudo intenciones ocultas.

 Quevedo escribe también prosa festiva, un conjunto de composiciones de


intención fundamentalmente jocosa. Para lograr este objetivo, el autor no evita
tratar ningún tema, e incluso aborda cuestiones escatológicas.
Una de sus composiciones más representativas son las Cartas del caballero de
la Tenaza, denominado así por su obsesión por conservar sus bienes. En ellas,
Quevedo realiza una burla de la codicia; se dan consejos para ser un buen
acaro, se exponen las excusas para poder amar sin gastar dinero y se explican
las actitudes propias de los verdaderos tacaños.
Dentro de este conjunto de obras destacan aquellas que desarrollan una crítica
literaria, especialmente las escritas contra Góngora y el culteranismo. Ejemplos
de este tipo de prosa son Premática del Desengaño contra los poetas hueros, La
aguja de navegar cultos o La culta latiniparla, donde se dan consejos para
instruir a las mujeres en el arte de hablar.

 Obras políticas. El contenido político abarca gran parte de su producción en


prosa. Entre los títulos más destacados están Política de Dios y tiranía de
Satanás y la Vida de Marco Aurelio, en la que recrea el asesinato de Julio César.

 Quevedo tiene asimismo obras de carácter ascético, como La cuna y la


sepultura, en la que reflexiona sobre la existencia desde la perspectiva
pesimista barroca.

~5~
La prosa de Quevedo es tan ácida y expresiva como su poesía: el autor maneja
vocabulario amplísimo con numerosos neologismos creados expresamente por
él. Con frecuencia juega con el significado de frases hechas, crea imágenes
llenas de originalidad al relacionar parecidos cómicos o sorprendentes entre
términos, se vale de la hipérboles para caricaturizar personajes y situaciones,
etc.

La novela picaresca barroca

El siglo XVII desarrolla abundantemente el género de la picaresca. Durante este


período, las obras evolucionan y presentan variaciones con respecto a las dos grandes
obras de referencia del siglo anterior. Dentro de esta tradición se inserta el Buscón, la
novela picaresca más destacada del Barroco.

Características de la picaresca en el siglo XVII: autores y obras

Los puntos de partida del género

La publicación de Lazarillo en la centuria anterior había supuesto el primer paso de la


tradición picaresca. Pero esta obra podría haber resultado una manifestación aislada
de no ser por la aparición del Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán. Las
características de estas novelas picarescas marcan las pautas de las que se publican
posteriormente y configuran los rasgos esenciales del género. Este nace realmente con
la publicación de la primera parte del Guzmán en 1599, pues en ese momento se
constituye una tradición. Los protagonistas de ambas obras, movidos por la necesidad,
emplean la treta y el engaño. Sin embargo, mientras que Lázaro parte de una
ingenuidad que se transforma por las circunstancias, el protagonista del Guzmán actúa
de este modo por una inclinación natural. Esta última imagen del pícaro es la que con
más fuerza se desarrolla en el Barroco.

Guzmán de Alfarache es una obra que presenta una crítica social más profunda,
especialmente de la hipocresía, y que se enmarca en un propósito claramente
didáctico: se defiende un actitud vital mediante la presentación de lo que no debe

~6~
hacerse. La degradación de su protagonista representa, asimismo, la degradación de la
sociedad. Esta crítica social se desarrolla a través de la sátira, un elemento común
también al Lazarillo y al Buscón de Quevedo. Sin embargo, en el Guzmán esta se
acompaña de un abierto rechazo, en el Lazarillo de una cierta resignación y en el
Buscón de un profundo escepticismo.

El éxito de este género en el XVII puede explicarse en parte por circunstancias


extraliterarias que encajan con algunos rasgos de estas novelas, como la movilidad del
protagonista o el realismo. Este tipo de narraciones adquiere una gran aceptación en
una sociedad viajera y aventurera que experimenta un sentimiento de desengaño y
que lleva al hombre a la caída de sus ideales.

Asimismo, el personaje literario del pícaro adquiere interés en una época en la que la
pobreza y la mendicidad aumentan de manera considerable. De este modo, el auge de
la picaresca coincide con el agravamiento de la decadencia española.

Desarrollo y evolución de la picaresca en el XVII

Durante el siglo XVII se publicarán numerosas obras que se pueden incluir dentro de
este género. Además del Guzmán de Alfarache y del Buscón, las muestras más
importantes del siglo, destacan El guitón Onofre (1604) de Gregorio González, La
pícara Justina (1605) de Francisco López de Úbeda, La hija de la Celestina (1612) de
Salas Barbadillo, Marcos de Obregón (1618) de Vicente Espinel, La desordenada codicia
de los bienes ajenos (1619) de Carlos García, el Lazarillo de Manzanares (1620) de Juan
Cortés de Tolosa, la Segunda parte del Lazarillo de Tormes (1620) de Juan de Luna, La
vida de don Gregorio Guadaña (1644) de Antonio Enríquez Gómez, el Estebanillo
González (1646), anónimo, etc.

La picaresca evoluciona a lo largo del Barroco; partiendo del rasgo esencial de las dos
obras mencionadas (la narración retrospectiva de la vida de un pícaro), las obras se
permiten diversas variaciones e innovaciones. Por ejemplo, frente al carácter cerrado
del Lazarillo y del Guzmán, algunas de las obras incluidas en el género presentan una
estructura abierta. Este es, por ejemplo, el caso del Buscón. Tampoco se configura la

~7~
acción entorno a un caso que debe explicarse en La segunda parte del Lazarillo de
Tormes de Juan de Luna, aunque su cohesión interna se sostiene mediante el uso de
algunos personajes que aparecen y desaparecen a lo largo del relato. Asimismo, frente
a estas dos obras de referencia, que configuran al pícaro como un personaje
individualizado, muchas de las novelas posteriores lo muestran más como un tipo
cómico. Casi todas las obras referidas presentan alguna particularidad: el protagonista
es femenino en La pícara Justina o en La hija de la Celestina, en la que tampoco se
respeta la forma autobiográfica propia del género; el carácter del pícaro esta suavizado
en el Marcos de Obregón; la narración corresponde en parte a una autobiografía real
en el Estebanillo González, etc.

Con respecto a los temas, se observa una cierta radicalización en la presentación de la


sociedad y del mundo con respecto a la visión expuesta en el Lazarillo. Los resquicios
de humanidad de esta obra desaparecen a partir del Guzmán; las novelas picarescas
muestran de forma más cruda la maldad imperante en las relaciones humanas.

Historia de la vida del Buscón llamado don Pablos, de Francisco


de Quevedo

Fecha de composición

El Buscón se publica en Zaragoza en 1626. Sin embargo, se desconoce la fecha de


composición de la obra. Muchos autores consideran que pertenece a la etapa juvenil
del autor y que su redacción puede situarse en torno a 1605.

La dificultad para datar el texto es consecuencia del silencio que su autor guardó sobre
ella. A pesar de su éxito, Quevedo no admitió haberla escrito; probablemente para
evitar problemas con la Inquisición.

La obra como novela picaresca: peculiaridades

La clasificación de la obra como novela picaresca se basa en una serie de rasgos como
el uso de la primera persona o la forma autobiográfica, la presencia de un pícaro como

~8~
personaje principal, la aparición del viaje como elemento introductor de las diversas
aventuras o la función del hambre como circunstancias que motivan las acciones del
protagonista. Sin embargo, presenta una serie de variaciones:

 El Buscón sigue el modelo marcado por el Lazarillo, que se presenta sin una
intención moralizante explícita. Sin embargo, acentúa y deforma algunos de sus
rasgos. Los orígenes de Pablos son más deshonestos, sus actuaciones
deshonradas no se justifican y el dinamismo se encuentra más marcado.
 La obra es de estructura abierta. Sus episodios no están ordenados en torno a
una situación final que debe ser explicada y no tienen la misma cohesión entre
ellos que las aventuras del Lazarillo.
 Así también, el pícaro presenta algunas diferencias con respecto a otras novelas
del género: sólo tiene un amo y no experimenta una evolución psicológica. El
carácter del personaje en las últimas páginas de la obra es esencialmente el
mismo que aparecía en las primeras. En la obra está ausente la evolución
interna que se apreciaba en la figura de Lázaro; su protagonista mantiene
inalterable su personalidad.
Además, la honda ambición de Pablos y su afán de apariencia contrastan con el
conformismo de Lázaro y con su despreocupación por la opinión ajena. En
general, sus rasgos se exageran hasta lo grotesco.
 Frente a la ironía del Lazarillo, el autor adopta una perspectiva satírica que roza
la crueldad y la indiferencia hacia el sufrimiento. La tendencia a la deformación
de la obra contrasta con la fidelidad del Lazarillo a la realidad. En el Buscón
predomina la intención artificiosa sobre la realista.

El tema y la estructura de la obra

 El tema principal de la obra es el excesivo afán de mejorar socialmente. Este,


junto con el deseo de ocultar su verdadera condición, es el único sentimiento
auténticamente fuerte en el protagonista de la novela.
Esta extremada ambición por convertirse en caballero se presenta ilegítima y
contraria al orden social establecido. Su baja categoría moral y sus orígenes
deshonestos impiden que pueda ascender de un modo virtuoso y por ello su

~9~
voluntad se ve siempre frustrada.
 La estructura externa de la obra se compone de tres libros en los que se traza
una acción marcada por el viaje. En el libro I narra sus orígenes, el abandono de
sus padres y su estancia en Alcalá. El libro II se desarrolla esencialmente en el
tránsito a diversos lugares: se enmarca en el viaje de regreso a Segovia y en su
posterior marcha hacia Madrid.
Es en esta ciudad en la que se desarrolla gran parte de la acción narrada en el
libro III.
No obstante, el protagonista se traslada a Toledo y finalmente a Sevilla. Pese a
la variedad espacial, la obra no se centra en la descripción de estos lugares, sino
en la de los tipos sociales que los habitan. En el Buscón se retrata una
abundante cantidad de figuras relacionadas con la inmoralidad y la corrupción
de costumbres.
El carácter abierto de su estructura interna se ha asociado a una cierta
desorganización de la obra. Algunos rasgos parecen apoyar esta afirmación: por
ejemplo, el autor incorpora escritos que ya había compuesto previamente.
Asimismo, existen ciertas incoherencias en la trama y el punto de vista del
personaje se ve a menudo dominado por el del propio autor. Por ejemplo, la
posición crítica de Quevedo hacia lo que representa el protagonista de su
novela no permite que este justifique sus acciones. Esto contrasta con la propia
personalidad de Pablos, que se afana por ocultar la bajeza de sus orígenes y sus
actuaciones deshonestas.

Lenguaje
El lenguaje de la obra responde a su contenido; la deformación barroca la consigue a
través de una expresión conceptista que tiende a la hipérbole y a los juegos de ingenio
para sorprender al lector e intensificar la sátira, el elemento más destacado de la obra.
El lenguaje se emplea acentuar los defectos de los personajes y generar la caricatura.
Se ha observado que se produce una paradoja en la obra que afecta al estilo: cuanto
más grande es la degradación a la que se somete al personaje, más brilla la capacidad
creadora del escritor, que muestra con ello su enorme dominio de los recursos de la

~ 10 ~
lengua. En este sentido, la obra de Quevedo destaca frente al resto de las novelas del
género o su prioridad estética.
La expresión del Buscón se caracteriza por la ruptura de la monotonía lingüística: el
autor crea nuevas palabras, incorpora imágenes inusuales e introduce términos
procedentes de las diversas jergas. Las figuras retóricas más presentes son el zeugma,
la dilogía, el calambur, la hipérbole y el diminutivo irónico. Todo ello implica un
esfuerzo interpretativo en el lector.

Interpretaciones
Por un lado se ha considerado que la obra tiene un significado moral y didáctico. El
Buscón supone, desde este punto de vista, el rechazo a la conducta de su protagonista,
como ocurría en el Guzmán, pero en este caso de una forma implícita. La frustración de
los intentos de ascender de su protagonista se ha interpretado como un ejemplo de la
inutilidad del engaño como medio de mejora y una censura de la ambición desmedida.
Asimismo, la novela se ha visto como una aceptación del sistema social establecido. El
pícaro no intenta justificarse a sí mismo, lo que apoya la teoría que sostiene que la obra
está planteada desde la perspectiva de las clases dominantes. De esta forma, el intento
de ascender de su protagonista se juzga inapropiado e imposible, pues cada tipo debe
mantenerse en el estamento en el que nace. La crítica de Quevedo se centra en
personajes que se rebelan contra el papel que les corresponde en la sociedad, pero no
se dirige hacia el orden social en su conjunto: critica a los nobles iletrados, pero no a la
nobleza; a los religiosos que se apartan de la espiritualidad, pero no al clero. Así, la
honra aparece como un valor deseable, pero se critica el afán por falsearla o por
alcanzarla a través de medios ilícitos. Detrás de la sátira de las clases bajas se pueden
encontrar los recelos de la clase dominante ante las amenazas de unos grupos sociales
que quieren gozar de privilegios que solo les corresponden a ellos.
Sin embargo, puesto que ninguna de estas intenciones aparece cifrada de forma
explícita en la obra, no existe una opinión consensuada por parte de la crítica, que ha
discrepado especialmente con respecto a la presencia de una intención moral. Lo que
parece claro es que el autor concibe la obra como medio de burla y como una forma de
dar rienda suelta a su dominio del lenguaje.

~ 11 ~

Vous aimerez peut-être aussi