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Lima, dos de julio del Año dos mil nueve.

‐ VISTOS; verificado el cumplimiento de los


requisitos de forma regulados en el artículo trescientos ochenta y siete del Código Procesal
Civil, así como el requisito de fondo previsto en el inciso uno del artículo trescientos ochenta y
ocho del mismo cuerpo de leyes; y ATENDIENDO: Primero.‐ A que, el recurrente José Asunción
Cruz Burga invocando los incisos uno, dos y tres del artículo trescientos ochenta y seis del
Código Procesal Civil, denuncia la interpretación errónea de una norma de derecho material, la
inaplicación de la doctrina jurisprudencial, y, la contravención de las normas que garantizan el
derecho a un debido proceso. Segundo.‐ A que, se debe tener en cuenta que el recurso
extraordinario de casación, es eminentemente formal, por lo que tiene que estar estructurado
con estricta sujeción a Ley, debiendo tener una fundamentación clara y precisa, puntualizando
en cual de las causales se sustenta, no estando obligada la Corte de Casación a subsanar de
oficio, los defectos incurridos por la recurrente. Tercero.‐ A que, como fundamento de su
primera denuncia sostiene en el considerando cuarto de la sentencia de vista hay una indebida
aplicación del concepto regulado en el artículo veintiocho del Código Civil, para sostener que
en el fondo es lo mismo lo resuelto en el expediente ciento dieciocho‐dos mil siete‐JPL‐SC
sobre filiación judicial de paternidad extramatrimonial, declarando que el padre del menor hijo
de la demandada es el recurrente; se tratan de procesos diferentes el de usurpación de
nombre y el de filiación, por lo que resulta contrario a nuestro ordenamiento procesal el
criterio de la cosa juzgada para resolver el conflicto de intereses. Cuarto.‐ A que, si bien el
recurrente indica en su recurso de casación que denuncia la interpretación errónea del artículo
veintiocho del Código Civil, no obstante ello, se puede advertir de la fundamentación que no
señala con claridad y precisión si denuncia la aplicación indebida o la interpretación errónea de
la citada norma de derecho material, causales que no pueden denunciarse de manera conjunta
respecto de una misma norma, puesto que se excluyen mutuamente, toda vez que la
aplicación indebida es la impertinencia de la norma a la relación fáctica establecida, mientras
que hay interpretación errónea cuando a la norma pertinente se le da un sentido que no le
corresponde. Quinto.‐ A que, sin perjuicio de lo expuesto, el recurrente al formular su
denuncia no señala de manera clara cual sería interpretación correcta del artículo veintiocho
del Código Civil, cuestionando hechos, más no una interpretación normativa. Sexto.‐ A que,
por lo expuesto, la primer denuncia debe ser desestimada por no señalarse de manera
indubitable en que causal se sostiene, y por que además no se precisa cual sería la
interpretación correcta de la norma bajo denuncia, por lo cual, se concluye que la
fundamentación del recurso no satisface las exigencias de fondo prevista en el acápite dos.uno
del inciso segundo del artículo trescientos ochenta y ocho del Código Procesal Civil. Sétimo.‐ A
que, como fundamento de la segunda denuncia sostiene que se ha inaplicado la jurisprudencia
contenida en la Casación mil setecientos cuarenta y siete‐Puno, publicada en el diario El
Peruano el veintiuno de enero del dos mil que señala cuándo una sentencia tiene la calidad de
cosa juzgada. La no aplicación de ésta jurisprudencia ha llevado a que en la sentencia de vista
se sostenga que la demanda de usurpación de nombre es improcedente. Octavo.‐ A que,
examinado el argumento de la segunda denuncia, se advierte que ésta no resulta atendible,
pues la ejecutoria citada no constituye doctrina jurisprudencial conforme a los lineamientos
establecidos en el artículo cuatrocientos del Código Procesal Civil, pues la Doctrina
Jurisprudencial se refiere a las decisiones que adopte la Sala Plena de la Corte Suprema de
Justicia en un caso concreto. Noveno.‐ A que, como fundament o de la tercera denuncia
sostiene: a) es derecho constitucional del litigante, recibir una tutela jurisdiccional efectiva,
con la observancia del debido proceso, razón por la cual interpuso el presente proceso de
usurpación de nombre ofreciendo como medio probatorio la prueba científica de ADN; b) la
sentencia recaída en el proceso de filiación judicial de paternidad extramatrimonial, que
dispone que es padre del menor hijo de la demandada, se produjo cuando se encontraba muy
delicado de salud, y su abogado no lo informó de los alcances de la sentencia; c) el mandato
judicial nace únicamente de la presunción del juzgador, por que no concurrió a la audiencia
para la toma de muestra para la prueba de ADN, hecho calculado por la demandada, por lo
que hace uso de lo regulado en el artículo veintiocho del Código Civil por que en el acta de
nacimiento se ha usurpado su nombre para consignarlo como padre; d) la declaración judicial
le niega el derecho de identidad al menor hijo de la demandada, pues el mandato judicial no es
una prueba científica que demuestre que es el padre biológico del menor, por lo que debió ser
admitida la prueba del ADN; e) el recurso de apelación obliga a la Sala Superior a examinar la
sentencia de primera instancia, por lo que al detectar la vulneración al derecho de debido
proceso, debió declarar la nulidad de la recurrida o revocarla, como dispone el artículo
trescientos sesenta y cuatro del Código Procesal Civil, por lo que el quinto considerando de la
sentencia de vista se contrapone al objeto del recurso de apelación; f) el Juez de Primera
Instancia debió inhibirse sin la necesidad que se le recuse, por decoro y por mandato legal en
aplicación del inciso sexto del artículo trescientos cinco y del trescientos seis del Código
Procesal Civil, incumplimiento que vulnera el debido proceso; g) se restringe su derecho de
defensa al aplicar normas por analogía y sostener que en el presente proceso no se puede
hacer valer el medio probatorio de la prueba científica del ADN. Décimo.‐ A que, examinados
los literales a), b), c), y d) se advierte que éstos cuestionan la decisión de desestimar su
pretensión al haberse expedido con anterioridad a éste proceso una sentencia firme que
establece la filiación con el menor Y.A.C.C., de lo expuesto por el recurrente se advierte que
sus alegatos se refieren básicamente a una distinta interpretación sobre los hechos, por lo que
deben desestimarse estos extremos de la denuncia. Décimo Primero.‐ A que, respecto al literal
e) el recurrente no cumple con precisar a qué tipo de vulneración al debido proceso se refiere,
razón por la cual éste extremo también debe ser rechazado. Décimo Segundo.‐ A que, respecto
al literal f) de los actuados se observa que el recurrente no solicitó en su oportunidad que el
Juez se aparte del proceso conforme lo establece el artículo trescientos ocho del Código
Procesal Civil, por lo que no se advierte el agravio invocado, máxime si el citado inciso sexto
del artículo trescientos cinco del Código Subjetivo ha sido derogado mediante la Ley número
veintinueve cero cincuenta y siete publicada el veintinueve de junio del dos mil siete, es decir
con anterioridad a la interposición de la demanda. Décimo Tercero.‐ A que, respecto al literal
g) se observa que en la audiencia única de fecha dieciocho de setiembre del dos mil ocho, cuya
acta obra a fojas treinta y seis, el Juez de Primera Instancia declaró improcedente el medio
probatorio “pericia científica de ADN” ofrecido por el recurrente, debido a que conforme al
acta de nacimiento de fojas veintiséis se ha inscrito por mandato judicial que el menor Y.A.C.C.
es hijo biológico de José Asunción Cruz Burga, improcedencia de medio probatorio que no fue
impugnado a pesar que el recurrente se encontraba presente en dicha audiencia, por lo que
dicha decisión del juez de la causa no puede ser cuestionada en sede casatoria, toda vez que
quedo consentida al no ser cuestionada oportunamente. Décimo Cuarto.‐ A que, e n
consecuencia no se advierte las contravenciones alegadas como afectación al derecho a un
debido proceso debiendo rechazarse ésta denuncia, toda vez que la fundamentación alegada
no cumple con las exigencias establecidas en el acápite dos.tres del inciso segundo del artículo
trescientos ochenta y ocho del Código Procesal Civil. Por las razones expuestas y en aplicación
del artículo trescientos noventa y dos del Código Procesal Civil: Declararon IMPROCEDENTE el
Recurso de casación de fojas ochenta y cuatro a ochenta y siete interpuesto por José Cruz
Burga; EXONERARON al recurrente al pago de las costas y costos del recurso, así como a la
multa correspondiente en aplicación de la Resolución Administrativa número cero cero
cuatro‐dos mil cinco‐CE‐PJ; ORDENARON la publicación de la presente resolución en el Diario
Oficial “El Peruano”; en los seguidos con Santos Cruz Rojas sobre Usurpación de nombre; y, los
devolvieron; interviniendo como Vocal Ponente la Señora Mac Rae Thays.‐ S.S TICONA
POSTIGO SANTOS PEÑA. MIRANDA MOLINA. MAC RAE THAYS. ARANDA RODRÍGUEZ. Ssm.‐
CONSTANCIA Se deja constancia que en la fecha se ha calificado la presente Casación con los
señores Vocales: TICONA POSTIGO, SANTOS PEÑA, MIRANDA MOLINA, MAC RAE THAYS Y
ARANDA RODRÍGUEZ. Lima, 02 de junio de 2009. PEDRO FRANCIA JULCA Relator Exp.
Nº 1148‐2009 LIMA Lima, 02 de julio del 2009 Demandante: José Asunción Cruz Burga
Demandado: Santos Cruz Rojas A fojas 89 se ha concedido el RECURSO DE CASACIÓN
interpuesto a fojas 84 por José Asunción Cruz Burga en los seguidos contra Santos Cruz Rojas
sobre usurpación de nombre. Impugna la sentencia de vista de fojas 78 que confirma la
sentencia expedida por el A quo mediante resolución 06 de fecha 24 de octubre del 2008 que
declara improcedente la demanda interpuesta por José Asunción Burga contra Santos Cruz
Rojas sobre usurpación de nombre e indemnización por daños y perjuicios, y sin lugar a
pronunciamiento sobre la oposición formulada. DEMANDA A fojas 05, con fecha 16 de junio
del 2008, José Asunción Cruz Burga interpone demanda de usurpación de nombre e
indemnización por daños y perjuicios contra Santos Cruz Rojas. Petitorio: ‐ Se disponga el cese
del uso de su nombre en el acta de nacimiento de Yorbin Alexis Cruz Cruz. ‐ Se le indemnice
por el daño que se le viene causando al usar ilegítimamente su nombre para consignarlo como
padre en el acta de nacimiento Fundamentos: Jamás ha mantenido relaciones sexuales
con la emplazada La emplazada lo ha demandado por alimentos a favor de su menor hijo, y ha
demandado la declaración judicial de paternidad, en ninguno de los procesos ha aceptado ser
el padre biológico del menor. Debido a que no contaba con recursos económicos y a su
delicado estado de salud (del demandante), la emplazada pudo obtener sentencia favorable. El
hecho que éste cumpliendo el pago de alimentos devengados a favor del hijo de la demandada
es por mandato judicial y no por que sienta ser el padre biológico del menor Para dejar
plenamente establecido que no es el padre biológico y que jamás autorizó que se cite su
nombre para consignarlo como padre en el acta de nacimiento, decide que se realice la prueba
de ADN. Indemnización no menor de S/ 50 000 nuevos soles. ADMISORIO Mediante resolución
número 01 de fecha 22 de julio del 2008: se admite a trámite la demanda. CONTESTACIÓN A
fojas 29, mediante escrito de fecha 14 de agosto del 2008, Santos Cruz Rojas, se apersona y
contesta la demanda. Sostiene que: El menor es producto de las relaciones sexuales
mantenidas con el demandante y ello se corrobora con el Expediente 118‐2007‐JPL‐SC sobre
filiación judicial de paternidad extramatrimonial, acción que se siguió contra el demandante,
allí se ofreció como medio probatorio el ADN, pagando parte de dicho concepto para la toma
de muestras, pero no se presentó, e xistiendo sentencia firme, consentida, conforme a la
resolución 13 de fecha 04 de enero del 2008. Se demando alimentos, obteniendo sentencia
favorable. La presente acción debe ser declarada infundada, toda vez que el menor ha sido
declarado hijo biológico en la vía judicial. Formula oposición contra la pericia científica de ADN
AUDIENCIA ÚNICA A fojas 36, obra el acta de la audiencia única de fecha 18 de setiembre del
2008. ‐ saneado el proceso ‐ se fijan los puntos controvertidos: a) determinar si la demandada
ha consignado en la partida del menor, los nombres y apellidos del actor sin su
consentimiento; b) determinar si corresponde cesar loas nombres y apellidos del actor de la
partida del menor; c) determinar si corresponde indemnizar al actor por el daño causado al
consignar sus nombres y apellidos en la partida del menor. ‐ la cuestión probatoria será
resuelta en la sentencia ‐ se admiten y actúan los medios probatorios ‐ improcedente la
prueba de ADN A fojas 47 obra el dictamen fiscal, opina que se declare infundada la demanda.
SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA de fecha 24 de octubre del 2008 (fojas 55)
IMPROCEDENTE la demanda, y sin lugar a emitir pronunciamiento sobre la oposición
formulada contra la pericia científica de ADN. Fundamentos: Si bien es cierto, se desprende del
acta de nacimiento de fojas 26 que efectivamente la demandada utilizó el nombre del actor
para consignarlo en la partida de nacimiento de su menor hijo, también es cierto que éste ha
sido declarado hijo extramatrimonial del actor, mediante sentencia emitida en el expediente
118‐2007‐JPL‐SC, sentencia que ha sido declarada consentida, conforme se advierte de las
copias de fojas 20 a 25 Queda debidamente corroborado con el acta de nacimiento, que la
inscripción se efectúa por mandato judicial, siendo así, no corresponde excluir el nombre del
demandado del acta de nacimiento del menor, por cuanto ello afectaría el derecho a la
identidad del menor. No se ha acreditado daño patrimonial o moral. RECURSO DE
APELACIÓN A fojas 61, José Antonio Cruz Burga interpone recurso de apelación contra la
sentencia de fojas 55, peticiona que se revoque la apelada y reformándola se declare fundada
la demanda. Sostiene que: Se debió admitir la prueba de ADN, pues se vulnera su derecho al
debido proceso y de defensa. El Juez se ha apartado del petitorio y del segundo punto
controvertido, pues señala que no ha peticionado que se excluya el nombre del demandado
del acta de nacimiento, lo cual vulnera la motivación coherente de las resolución. El Juez no
mantiene un criterio uniforme pues en otro proceso ha admitido la prueba de ADN.
SENTENCIA DE VISTA de fecha 19 de diciembre del 2008 (fojas 78) CONFIRMA la sentencia
expedida por el A quo mediante resolución 06 de fecha 24 de octubre del 2008 que declara
improcedente la demanda interpuesta por José Asunción Burga contra Santos Cruz Rojas sobre
usurpación de nombre e indemnización por daños y perjuicios, y sin lugar a pronunciamiento
sobre la oposición formulada. Fundamentos: Ante la declaración de improcedencia de la
prueba científica de ADN en la audiencia única, y encontrándose presente el apelante, no
presento medio impugnatorio alguno, consintiendo lo resuelto, por lo que no puede ahora
alegar que en procesos homólogos el Juez ha resuelto de manera diferente, por cuanto ha
debido hecho valer en su oportunidad. Además, se cuestiona que el Juez que emitió la
sentencia en el proceso de filiación, es el que emite la sentencia en el presente proceso de
cese de usurpación, dando a entender que el A quo ha realizado una defensa de su resolución,
siendo que el recurrente no ha cuestionado al magistrado en su oportunidad, más aun que no
es una causal de impedimento o de recusación conforme a los artículos 305 y 307 del Código
Procesal Civil. Cuestiona asimismo que no se tiene en cuenta el derecho de identidad, es decir
al declararse improcedente el ADN, no se esta permitiendo que el menor conozca a su
verdadero padre, aspecto que no puede ser visto desde el enfoque del padre, sino del derecho
del menor en aplicación del principio del interés superior del niño, y en tal sentido, el menor ya
ha adquirido tal derecho de identidad conforme a lo resuelto en el expediente sobre filiación,
en el cual el ahora demandante ha podido hacer valer su derecho de someterse a la prueba
científica. Casación Nº 1148‐2009 Recurso de Casación interpuesto por José Asunción Cruz
Burga En nuestra opinión: Admisibilidad del recurso.‐ La casación se interpone contra la
resolución de vista expedida en revisión por la Sala Mixta Descentralizada ‐Chota de la Corte
Superior de Justicia de Cajamarca Dicha resolución fue notificada a la recurrente el día 07 de
enero del 2009, según consta a fojas 82. La casación se interpuso ante el mismo órgano
jurisdiccional que expidió la impugnada el 20 de enero del 2009 No se acompaña arancel
judicial, reside en zona de extrema pobreza Por lo expuesto, opinamos que el recurso de
casación es ADMISIBLE pues cumple con los requisitos de forma que prevé el artículo 387 del
Código Procesal Civil. b) Procedencia del recurso.‐ La resolución de primera instancia fue
desfavorable al recurrente. Interpuso recurso de apelación a fojas 61. Por lo tanto, se cumple
el requisito contenido en el inciso 1º del artículo 388 del Código Adjetivo. En cuanto a la
fundamentación del recurso: RECURSO DE CASACIÓN – Fojas 84 José Asunción Cruz Burga
invoca como causales de casación los incisos 1°, 2° y 3° del artículo 386 del Código Procesal
Civil, argumenta: interpretación errónea de una norma de derecho material, la inaplicación de
la doctrina jurisprudencial y la contravención de las normas que garantizan el derecho a un
debido proceso INTERPRETACIÓN ERRÓNEA DE UNA NORMA DE DERECHO MATERIAL
Como fundamento de su denuncia sostiene que: En el considerando cuarto de la sentencia de
vista hay una indebida aplicación del concepto regulado en el artículo 28 del Código Civil, para
sostener que en el fondo es lo mismo lo resuelto en el expediente 118‐2007‐JPL‐SC sobre
filiación judicial de paternidad extramatrimonial, declarando que el padre del menor hijo de la
demandada es el recurrente; se tratan de procesos diferentes el de usurpación de nombre y el
de filiación, por lo que resulta contrario a nuestro ordenamiento procesal el criterio de la cosa
juzgada para resolver el conflicto de intereses. Si bien el recurrente indica en su recurso de
casación que denuncia la interpretación errónea del artículo 28 del Código Civil, no obstante
ello, se puede advertir de la fundamentación que no señala con claridad y precisión si denuncia
la aplicación indebida o la interpretación errónea de la citada norma de derecho material,
causales que no pueden denunciarse de manera conjunta respecto de una misma norma,
puesto que se excluyen mutuamente, toda vez que la aplicación indebida es la impertinencia
de la norma a la relación fáctica establecida, mientras que hay interpretación errónea cuando
a la norma pertinente se le da un sentido que no le corresponde. Sin perjuicio de lo expuesto,
el recurrente al formular su denuncia no señala de manera clara cual sería interpretación
correcta del artículo 28 del Código Civil, cuestionando hechos, mas no una interpretación
normativa Por lo expuesto, la denuncia debe ser desestimada por no señalarse de manera
indubitable en que causal se sostiene, y por que además no se precisa cual sería la
interpretación correcta de la norma bajo denuncia, por lo cual, se concluye que la
fundamentación del recurso no satisface las exigencias de fondo prevista en el acápite 2.1 del
inciso 2 del artículo 388 del CPC. INAPLICACIÓN DE LA DOCTRINA JURISPRUDENCIAL Como
fundamento de su denuncia sostiene que: Se ha inaplicado la jurisprudencia contenida en la
Casación 1747‐Puno, publicada en el Peruano el 21 de enero del 2000 qu e señala cuando una
sentencia tiene la calidad de cosa juzgada. La no aplicación de ésta jurisprudencia ha llevado a
que en la sentencia de vista se sostenga que la demanda de usurpación de nombre es
improcedente. Examinado el argumento de la denuncia de inaplicación de la doctrina
jurisprudencial, se advierte que ésta no resulta atendible, pues la ejecutoria citada no
constituye doctrina jurisprudencial conforme a los lineamientos establecidos en el artículo
cuatrocientos del Código Procesal Civil, pues la Doctrina Jurisprudencial se refiere a las
decisiones que adopte la Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia en un caso concreto.
CONTRAVENCIÓN DE LAS NORMAS QUE GARANTIZAN EL DERECHO A UN DEBIDO PROCESO
Como fundamento de su denuncia sostiene: a) Es derecho constitucional del litigante, recibir
una tutela jurisdiccional efectiva, con la observancia del debido proceso, razón por la cual
interpuso el presente proceso de usurpación de nombre ofreciendo como medio probatorio la
prueba científica de ADN. b) La sentencia recaída en el proceso de filiación judicial de
paternidad extramatrimonial, que dispone que es padre del menor hijo de la demandada, se
produjo cuando se encontraba muy delicado de salud, y su abogado no lo informó de los
alcances de la sentencia. c) El mandato judicial nace únicamente de la presunción del juzgador,
por que no concurrió a la audiencia para la toma de muestra para la prueba de ADN, hecho
calculado por la demandada, por lo que hace uso de lo regulado en el artículo 28 del Código
Civil por que en el acta de nacimiento de ha usurpado su nombre para consignarlo como
padre. d) La declaración judicial le niega el derecho de identidad al menor hijo de la
demandada, pues el mandato judicial no es una prueba científica que demuestre que es el
padre biológico del menor, por lo que debió ser admitida la prueba del ADN. e) El recurso de
apelación obliga a la Sala Superior a examinar la sentencia de primera instancia, por lo que al
detectar la vulneración al derecho de debido proceso, debió declarar la nulidad de la recurrida
o revocarla, como manda el artículo 364 del Código Procesal Civil, por lo que el quinto
considerando de la sentencia de vista se contrapone al objeto del recurso de apelación. f) El
Juez de Primera Instancia debió inhibirse sin la necesidad que se le recuse, por decoro y por
mandato legal en aplicación del inciso 6) del artículo 305 y del 306 del Código Procesal Civil,
incumplimiento que vulnera el debido proceso. g) Se restringe su derecho de defensa al aplicar
normas por analogía y sostener que en el presente proceso no se puede hacer valer el medio
probatorio de la prueba científica del ADN. Examinados los literales a), b), c), y d) se advierte
que éstos cuestionan la decisión de desestimar su pretensión al haberse expedido con
anterioridad a éste proceso una sentencia firme que establece la filiación con el menor
Y.A.C.C., de lo expuesto por el recurrente se advierte que sus alegatos se refieren básicamente
a una distinta interpretación sobre los hechos, por lo que deben desestimarse estos extremos
de la denuncia. Respecto al literal e) el recurrente no cumple con precisar a que vulneración al
debido proceso se refiere, razón por la cual éste extremo también debe ser rechazado
Respecto al literal f) de los actuados se observa que el recurrente no solicitó en su oportunidad
que el Juez se aparte del proceso conforme lo establece el artículo 308 del Código Procesal
Civil, por lo que no se advierte el agravio invocado, máxime si el citado inciso 6) del artículo
305 del Código Subjetivo ha sido derogado mediante la Ley N° 29057 publicada el 29 de junio
del 2007, es decir con anterioridad a la interposición de la demanda. Respecto al literal g) se
observa que en la audiencia única de fecha 18 de setiembre del 2008, cuya acta obra a fojas
36, el Juez de Primera Instancia declaró improcedente el medio probatorio “pericia científica
de ADN” ofrecido por el rec urrente, debido a que conforme al acta de nacimiento de fojas 26
se ha inscrito por mandato judicial que el menor Y.A.C.C. es hijo biológico de José Asunción
Cruz Burga, improcedencia de medio probatorio que no fue impugnado a pesar que el
recurrente se encontraba presente en dicha audiencia, por lo que dicha decisión del juez de la
causa no puede ser cuestionada en sede casatoria, toda vez que quedo consentida al no ser
cuestionada oportunamente. En consecuencia no se advierte las contravenciones alegadas
como afectación al derecho a un debido proceso debiendo rechazarse ésta denuncia, toda vez
que la fundamentación alegada no cumple con las exigencias establecidas en el acápite 2.3 del
inciso 2 del artículo 388° del CPC. Por lo tanto estimamos que el recurso es IMPROCEDENTE
AUTO CALIFICATORIO DEL RECURSO CAS. N° 1148‐2009 CAJAMARCA PONENCIA DE LA
SEÑORA VOCAL MAC RAE THAYS: Lima, 02 de julio del 2009 VISTOS; verificado el cumplimiento
de los requisitos de forma regulados en el artículo 387° del Código Procesal Civil, así como el
requisito de fondo previsto en el inciso 1 del artículo 388 del mismo cuerpo de leyes; y
ATENDIENDO: Primero.‐ A que, el recurrente José Asunción Cruz Burga invocando los incisos
1°, 2° y 3° del artículo 386° del Código Procesal Civil, denuncia la interpretación errónea de una
norma de derecho material, la inaplicación de la doctrina jurisprudencial, y, la contravención
de las normas que garantizan el derecho a un debido proceso Segundo.‐ A que, se debe tener
en cuenta que el recurso extraordinario de casación, es eminentemente formal, por lo que
tiene que estar estructurado con estricta sujeción a Ley, debiendo tener una fundamentación
clara y precisa, puntualizando en cual de las causales se sustenta, no estando obligada la Corte
de Casación a subsanar de oficio, los defectos incurridos por la recurrente. Tercero.‐ A que,
como fundamento de su primera denuncia sostiene en el considerando cuarto de la sentencia
de vista hay una indebida aplicación del concepto regulado en el artículo 28 del Código Civil,
para sostener que en el fondo es lo mismo lo resuelto en el expediente 118‐2007‐ JPL‐SC sobre
filiación judicial de paternidad extramatrimonial, declarando que el padre del menor hijo de la
demandada es el recurrente; se tratan de procesos diferentes el de usurpación de nombre y el
de filiación, por lo que resulta contrario a nuestro ordenamiento procesal el criterio de la cosa
juzgada para resolver el conflicto de intereses. Cuarto.‐ A que, si bien el recurrente indica en su
recurso de casación que denuncia la interpretación errónea del artículo 28 del Código Civil, no
obstante ello, se puede advertir de la fundamentación que no señala con claridad y precisión si
denuncia la aplicación indebida o la interpretación errónea de la citada norma de derecho
material, causales que no pueden denunciarse de manera conjunta respecto de una misma
norma, puesto que se excluyen mutuamente, toda vez que la aplicación indebida es la
impertinencia de la norma a la relación fáctica establecida, mientras que hay interpretación
errónea cuando a la norma pertinente se le da un sentido que no le corresponde. Quinto.‐ A
que, sin perjuicio de lo expuesto, el recurrente al formular su denuncia no señala de manera
clara cual sería interpretación correcta del artículo 28 del Código Civil, cuestionando hechos,
más no una interpretación normativa. Sexto.‐ A que, por lo expuesto, la primer denuncia debe
ser desestimada por no señalarse de manera indubitable en que causal se sostiene, y por que
además no se precisa cual sería la interpretación correcta de la norma bajo denuncia, por lo
cual, se concluye que la fundamentación del recurso no satisface las exigencias de fondo
prevista en el acápite 2.1 del inciso 2 del artículo 388 del CPC. Sétimo.‐ A que, como
fundamento de la segunda denuncia sostiene que se ha inaplicado la jurisprudencia contenida
en la Casación 1747‐Puno, publicada en el Peruano el 21 de enero del 2000 que señala cuando
una sentencia tiene la calidad de cosa juzgada. La no aplicación de ésta jurisprudencia ha
llevado a que en la sentencia de vista se sostenga que la demanda de usurpación de nombre es
improcedente. Octavo.‐ A que, examinado el argumento de la segunda denuncia, se advierte
que ésta no resulta atendible, pues la ejecutoria citada no constituye doctrina jurisprudencial
conforme a los lineamientos establecidos en el artículo cuatrocientos del Código Procesal
Civil, pues la Doctrina Jurisprudencial se refiere a las decisiones que adopte la Sala Plena de la
Corte Suprema de Justicia en un caso concreto. Noveno.‐ A que, como fundamento de la
tercera denuncia sostiene: a) es derecho constitucional del litigante, recibir una tutela
jurisdiccional efectiva, con la observancia del debido proceso, razón por la cual interpuso el
presente proceso de usurpación de nombre ofreciendo como medio probatorio la prueba
científica de ADN; b) la sentencia recaída en el proceso de filiación judicial de paternidad
extramatrimonial, que dispone que es padre del menor hijo de la demandada, se produjo
cuando se encontraba muy delicado de salud, y su abogado no lo informó de los alcances de la
sentencia; c) el mandato judicial nace únicamente de la presunción del juzgador, por que no
concurrió a la audiencia para la toma de muestra para la prueba de ADN, hecho calculado por
la demandada, por lo que hace uso de lo regulado en el artículo 28 del Código Civil por que en
el acta de nacimiento de ha usurpado su nombre para consignarlo como padre; d) la
declaración judicial le niega el derecho de identidad al menor hijo de la demandada, pues el
mandato judicial no es una prueba científica que demuestre que es el padre biológico del
menor, por lo que debió ser admitida la prueba del ADN; e) el recurso de apelación obliga a la
Sala Superior a examinar la sentencia de primera instancia, por lo que al detectar la
vulneración al derecho de debido proceso, debió declarar la nulidad de la recurrida o
revocarla, como manda el artículo 364 del Código Procesal Civil, por lo que el quinto
considerando de la sentencia de vista se contrapone al objeto del recurso de apelación; f) el
Juez de Primera Instancia debió inhibirse sin la necesidad que se le recuse, por decoro y por
mandato legal en aplicación del inciso 6) del artículo 305 y del 306 del Código Procesal Civil,
incumplimiento que vulnera el debido proceso; g) se restringe su derecho de defensa al aplicar
normas por analogía y sostener que en el presente proceso no se puede hacer valer el medio
probatorio de la prueba científica del ADN. Décimo.‐ A que, examinados los literales a), b), c),
y d) se advierte que éstos cuestionan la decisión de desestimar su pretensión al haberse
expedido con anterioridad a éste proceso una sentencia firme que establece la filiación con el
menor Y.A.C.C., de lo expuesto por el recurrente se advierte que sus alegatos se refieren
básicamente a una distinta interpretación sobre los hechos, por lo que deben desestimarse
estos extremos de la denuncia. Décimo Primero.‐ A que, respecto al literal e) el recurrente no
cumple con precisar a que vulneración al debido proceso se refiere, razón por la cual éste
extremo también debe ser rechazado. Décimo Segundo.‐ A que, respecto al literal f) de los
actuados se observa que el recurrente no solicitó en su oportunidad que el Juez se aparte del
proceso conforme lo establece el artículo 308 del Código Procesal Civil, por lo que no se
advierte el agravio invocado, máxime si el citado inciso 6) del artículo 305 del Código Subjetivo
ha sido derogado mediante la Ley N° 29057 publicada el 29 de junio del 2007, es decir con
anterioridad a la interposición de la demanda. Décimo Tercero.‐ A que, respecto al literal g) se
observa que en la audiencia única de fecha 18 de setiembre del 2008, cuya acta obra a fojas
36, el Juez de Primera Instancia declaró improcedente el medio probatorio “pericia científica
de ADN ” ofrecido por el recurrente, debido a que conforme al acta de nacimiento de fojas 26
se ha inscrito por mandato judicial que el menor Y.A.C.C. es hijo biológico de José Asunción
Cruz Burga, improcedencia de medio probatorio que no fue impugnado a pesar que el
recurrente se encontraba presente en dicha audiencia, por lo que dicha decisión del juez de la
causa no puede ser cuestionada en sede casatoria, toda vez que quedo consentida al no ser
cuestionada oportunamente. Décimo Cuarto.‐ A que, en consecuencia no se advierte las
contravenciones alegadas como afectación al derecho a un debido proceso debiendo
rechazarse ésta denuncia, toda vez que la fundamentación alegada no cumple con las
exigencias establecidas en el acápite 2.3 del inciso 2 del artícu
entencia T-381/13

ACCION DE TUTELA CONTRA PROVIDENCIAS JUDICIALES-Requisitos generales y especiales de procedibilidad

IMPUGNACION DE LA PATERNIDAD-Normatividad aplicable

IMPUGNACION DE LA PATERNIDAD-Término de caducidad tiene como finalidad proteger derechos fundamentales al estado civil y a la personalidad jurídica

La Corte encuentra que el término de caducidad como finalidad proteger los derechos fundamentales al estado civil y a la personalidad jurídica. Esto significa que aun cuando se consagra una
barrera para el acceso a la administración de justicia, se trata de una limitación que no sólo busca evitar la desidia o negligencia del interesado en el ejercicio del derecho de acción, sino
también impedir la desestabilización permanente de las relaciones sociales y familiares que surgen del vínculo filial. Para la Corte, es claro que el término de caducidad impide que un
individuo sobre el cual existe una duda sobre su paternidad, se vea obligado a convivir largos períodos de incertidumbre sobre su estado civil o que el mismo pueda ser controvertido en
cualquier momento.

CADUCIDAD DE LA ACCION DE IMPUGNACION DE LA PATERNIDAD-Importancia y respeto de los términos judiciales para preservar la seguridad jurídica

A juicio de esta Sala, el término de ciento cuarenta (140) días previsto en la normatividad vigente para impugnar la paternidad, constituye un límite temporal de orden público previsto por el
legislador para acudir a la administración de justicia, que tiene como propósito proteger la seguridad jurídica y, a su vez, asegurar que las personas involucradas en este tipo de juicios, no se
vean sometidas a la carga desproporcionada de tener que vivir con la incertidumbre permanente sobre la continuidad de su relación filial. En este sentido, por ejemplo, la Corte se pronunció
en la Sentencia C-800 de 2000, al declarar la exequibilidad del término de caducidad de la acción de impugnación prevista en el artículo 217 Código Civil, referente a la posibilidad del marido
de controvertir la paternidad del hijo nacido en el matrimonio, dentro de los sesenta (60) días contados desde que aquél tuvo conocimiento del parto.

IMPUGNACION DE LA PATERNIDAD-Reiteración de jurisprudencia

DERECHO A LA PERSONALIDAD JURIDICA Y FILIACION

La jurisprudencia también ha señalado que la filiación es un derecho innominado, de conformidad con lo previsto en el artículo 94 de la Constitución Política. De ahí que, es deber de los
jueces actuar con diligencia y proactividad en los procesos de investigación de paternidad o maternidad, de manera que se cuente con las pruebas antroheredobiológicas para proferir su
decisión. En criterio de esta Corporación, este derecho se encuentra estrechamente ligado con el principio de la dignidad humana, pues todo ser humano tiene derecho a ser reconocido como
parte de la sociedad y de una familia. Por lo anterior, la Corte ha insistido en que la protección de la filiación implica una salvaguarda a los derechos a la personalidad jurídica, a tener una
familia, al libre desarrollo de la personalidad y a la dignidad humana.

CADUCIDAD DE LA ACCION DE IMPUGNACION DE LA PATERNIDAD-Oportunidad

Aun cuando el término de caducidad sigue siendo breve y perentorio, el hecho de vincular su cómputo al conocimiento de la inexistencia de la relación filial, brinda mayores oportunidades
para controvertir la permanencia y continuidad de un vínculo parental, dentro de la lógica de impedir que la incertidumbre de la filiación se prolongue demasiado tiempo, por la especial
gravedad que para el ejercicio de los derechos y obligaciones emanados de las relaciones de familia y para la estabilidad y seguridad del grupo familiar entraña el desconocimiento del estado
civil que una persona viene poseyendo, por ejemplo, en lo referente a la autoridad paterna, a la patria potestad, a las obligaciones alimentarias y al régimen sucesoral.

IMPUGNACION DE LA PATERNIDAD-Término de caducidad se calcula desde el momento en que se tiene certeza de que no existe una relación filial, es decir a partir del momento en
que se obtienen los resultados negativos de la prueba ADN

CADUCIDAD DE LA ACCION DE IMPUGNACION DE LA PATERNIDAD-Caso en que accionante demoró 8 años para interponer la acción de impugnación de la paternidad después
de tener certeza sobre la inexistencia del vínculo filial

Encuentra la Sala que no existe justificación alguna para que el actor interpusiera la acción de impugnación de la paternidad ocho (8) años después de tener certeza sobre la inexistencia del
vínculo filial. Para la Sala, inaplicar dicho término, sería desconocer la importancia que tiene el régimen de caducidad establecido por el legislador para proteger la seguridad jurídica.
Adicionalmente, ello implicaría una afectación de los derechos del menor, especialmente a la personalidad jurídica. La acción de tutela no puede ser vista como una herramienta para
desconocer las reglas de caducidad previstas en el ordenamiento jurídico, las cuales constituyen un límite temporal de orden público previsto por el legislador para acudir a la administración
de justicia, especialmente cuando se acude al amparo constitucional con el fin de cuestionar o desestabilizar los vínculos familiares que se han construido con el paso de los años. Por esta
razón, en el caso concreto, si bien existe una prueba de que el actor no es el progenitor del menor Juan Diego, la inactividad de éste durante ocho (8) años, implica que aceptó su rol como
padre del citado menor.

ACCION DE TUTELA CONTRA PROVIDENCIAS JUDICIALES-Inexistencia de defecto sustantivo por cuanto caducidad de la acción de impugnación de la paternidad se declaró
por la demora del accionante en presentar la acción

Referencia: expediente T-3811565

Asunto: Acción de tutela interpuesta por Yhon Eduar Sánchez Henao en contra del Juzgado 7° de Familia de Manizales

Magistrado Ponente:

LUIS GUILLERMO GUERRERO PÉREZ

Bogotá DC, veintiocho (28) de junio de dos mil trece (2013)

La Sala Tercera de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados Gabriel Eduardo Mendoza Martelo, Jorge Iván Palacio Palacio y Luis Guillermo Guerrero Pérez, quien la
preside, en ejercicio de sus competencias constitucionales y legales, específicamente las previstas en los artículos 86 y 241.9 de la Constitución Política y 33 y siguientes del Decreto 2591 de
1991, ha proferido la siguiente:
SENTENCIA

En el proceso de revisión del fallo de tutela proferido por la Sala de Decisión Civil-Familia del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Manizales, en el trámite de la acción de amparo
constitucional instaurada por Yhon Eduar Sánchez Henao en contra del Juzgado 7° Adjunto de Familia de Manizales.

I. ANTECEDENTES

1.1. Hechos

1.1.1. El accionante señala que sostuvo una relación sentimental con la señora Lida Mariana Ramírez Peña. Con ocasión de la misma, el 4 de diciembre de 1995, nació el menor Juan Diego
Sánchez Ramírez, quien fue registrado como hijo de la pareja el día 21 de diciembre del año en cita.

1.1.2. El actor afirma que luego de que terminara la relación sentimental, él continuó respondiendo por el menor hasta el 14 de enero de 2011, fecha en la que decidió iniciar un proceso de
impugnación de la paternidad. La demanda fue repartida al Juzgado 7° Adjunto de Familia de Manizales.

1.1.3. En el curso del proceso, el accionante aportó como prueba un informe de febrero de 2004, con el resultado del análisis de ADN realizado al menor por parte del Laboratorio de Genética
del Instituto de Biología de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Antioquia. De acuerdo con el citado informe, el señor Sánchez Henao no es el padre biológico del
menor.

1.1.4. Con posterioridad, se ordenó la práctica de una segunda prueba de ADN, a cargo del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, Seccional Caldas. El 1° de junio de
2011, se confirmó lo establecido en la primera prueba y se procedió a vincular el resultado al proceso cuyo trámite final se llevó acabo el 27 de septiembre de 2011.

1.1.5. A pesar de lo anterior, según afirma el actor, el Juez 7° Adjunto de Familia de Manizales, en sentencia del 31 de mayo de 2012, decidió declarar la prosperidad de la excepción de
caducidad de la acción y denegar las pretensiones formuladas por el accionante. Al respecto, se sostuvo que: “(…) fácil puede colegirse que la parte actora desde dicha época, tuvo
conocimiento que JUAN DIEGO no era su hijo, hecho que se dio el 11 de febrero de 2004y la demanda fue presentada el14 de enero de 2011, es decir, siete años después, por lo que puede
afirmarse que no la instauró dentro del término contenido en el artículo 248 del Código Civil, modificado por la ley 1060 del año 2006, artículo 6, motivo por el cual la caducidad propuesta por
la parte demandante debe prosperar y así se declarará en la parte resolutiva de esta providencia. (…)”[1]

1.1.6. Frente a la citada decisión, el señor Sánchez Henao se abstuvo de interponer recurso de apelación y, en su lugar, solicitó la aclaración de la sentencia.

1.2. Solicitud de la acción de tutela

El accionante instauró el presente amparo constitucional en contra del Juzgado 7° Adjunto de Familia de Manizales, con el propósito de obtener la protección de los derechos fundamentales
del menor Juan Diego Sánchez Ramírez a la filiación, a la dignidad humana y al debido proceso.

En criterio del actor, se incurrió en una vulneración de los citados derechos fundamentales, por cuanto la autoridad judicial demandada decidió darle preponderancia a una norma
procedimental que dio lugar a que se declarara la caducidad de la acción, en lugar de valorar las pruebas de paternidad que indican que el accionante no es el padre del menor, en perjuicio
del principio de primacía del derecho sustancial sobre las formas.

En este sentido, el demandante afirma que la fecha que se debió tomar en cuenta para contabilizar el término de caducidad empezaba a correr desde cuando se recibió en el despacho del
juez la prueba de ADN ordenada en el proceso, esto es, el 27 de septiembre de 2011, lo cual impedía la procedencia de la excepción de caducidad de la acción.

En consecuencia, el actor solicita que el juez de tutela revoque la sentencia cuestionada y, en reemplazo de dicha actuación, ordene que se surta nuevamente el proceso con sujeción a lo
señalado en las pruebas de ADN.

1.3. Contestación de la demanda

La señora Ramírez Peña informó que en el proceso de filiación, el accionante dejó vencer los términos para recurrir la decisión proferida por el Juez 7° de Familia de Manizales, por lo que el
amparo se torna improcedente para revivir las oportunidades procesales que no fueron debidamente utilizadas por el interesado.

Por lo demás, la citada señora indicó que transcurrieron seis meses entre el momento de expedición de la sentencia ordinaria y la interposición de la acción de tutela, en contra de los
mandatos del principio de inmediatez. Finalmente, afirmó que en días recientes el señor Sánchez Henao se ha reunido y comunicado en términos amigables con el menor Juan Diego,
ejerciendo su rol como padre.

1.4. Pruebas relevantes que obran en el expediente

A continuación se enumeran las pruebas relevantes recaudadas y allegadas al proceso:

- Copia de la demanda del proceso ordinario de impugnación de la paternidad del menor Juan Diego Sánchez Ramírez, instaurada el 12 de enero de 2011 por el apoderado del señor Yhon
Eduar Sánchez Henao[2].

- Copia del Registro de Nacimiento de Yhon Eduar Sánchez Henao y del menor Juan Diego Sánchez Ramírez, en donde se evidencia que este último nació el 4 de diciembre de 1995[3].

- Copia de la cédula de ciudadanía del señor Yhon Eduar Sánchez Henao[4].

- Copia de la contestación a la demanda de impugnación de la paternidad presentada por la apoderada de la señora Lida Mariana Ramírez Peña. En dicho escrito, se manifestó que el señor
Sánchez Henao se negó a iniciar los trámites de impugnación de la paternidad[5].
- Copia de la solicitud de medida de protección presentada por la señora Lida Mariana Ramírez Peña ante la Comisaría de Familia de Manizales el día 17 de febrero de 2011, en donde señaló
que el señor Sánchez Henao ha tenido un comportamiento intimidante y amenazante contra ella, entre otras, en el sentido de informarle a su hijo que él no es su padre[6].

- Copia de la contestación a las excepciones de mérito presentadas en el proceso de impugnación de la paternidad por parte de la señora Ramírez Peña. En este documento, el accionante
sostiene que la prueba de paternidad presentada en el año 2004 no puede ser utilizada como punto de partida para contabilizar la caducidad de la acción, al no haber sido practicada al
interior del citado proceso[7].

- Copia del resultado del análisis de ADN realizado al menor por parte del Laboratorio de Genética del Instituto de Biología de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de
Antioquia del 11 de febrero de 2004, en donde se certifica que el señor Yhon Eduar Sánchez Henao no es el padre biológico de Juan Diego Sánchez Ramírez[8].

- Copia del informe de estudios de paternidad del 27 de septiembre de 2011 realizado por el Instituto Colombiano de Medicina Legal, en donde: “se excluye como (…) padre biológico del
menor JUAN DIEGO SANCHEZ RAMIREZ, hijo de LIDA MARIANA RAMIREZ PEÑA”[9], al señor “YHON EDUAR SANCHEZ HENAO”.

- Copia del informe de estudios de paternidad del 4 de mayo de 2012 realizado por el Instituto Colombiano de Medicina Legal, en el que: “se excluye como (...) padre biológico del menor
JUAN DIEGO SANCHEZ RAMIREZ, hijo de LIDA MARIANA RAMIREZ PEÑA”[10], al señor: “DIEGO FERNANDO BARRERA PELAEZ”

- Copia de la sentencia proferida el 31 de mayo de 2012 por el Juzgado 7° de Familia Adjunto de Manizales, por medio de la cual se declaró la prosperidad de la excepción de caducidad de la
acción.

- Copia de la solicitud de aclaración de la citada sentencia, instaurada por el representante del señor Sánchez Henao[11].

II. SENTENCIA OBJETO DE REVISIÓN

Por medio de sentencia del 22 de enero de 2013, la Sala de Decisión Civil-Familia del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Manizales negó el amparo solicitado, al considerar que: “no se
vislumbra por la Corporación, la violación de los derechos fundamentales del accionante; con base en que el trámite atacado no arroja tal conducta; simplemente el no acceder a las
pretensiones del demandante no configura que las diligencias estén erradas; se denota en cambio, que el demandante debe soportar las cargas impuestas en la ley por la desidia en la
incoación del proceso; puesto que si bien se demostró, tal como lo manifestó, que el resultado en la prueba de ADN aquilata no ser el padre biológico del menor vinculado a la tutela, no es
menos cierto, que la legislación vigente preceptúa un tiempo límite para ejercitar el derecho de impugnar una paternidad reconocida y que el no hacerlo, extingue el mismo por proclamarse la
caducidad de la acción pertinente; en el caso de marras el actor conoció la realidad de la situación, desde el año 2004, por prueba de ADN extrajudicial practicada y prosiguió con su
obligación de padre, sin atacar la paternidad, proceder que solo adoptó en el año 2011, es decir siete años después, cuando se había superado de manera radical el término legal de 140 días
preceptuado en el canon 248 del Código Civil.”[12]

III. CONSIDERACIONES DE LA CORTE

1. Competencia

Esta Sala es competente para revisar la decisión proferida en la acción de tutela de la referencia, con fundamento en lo previsto en los artículos 86 y 241.9 de la Constitución Política. El
expediente fue seleccionado por medio de Auto del doce de marzo de 2013, proferido por la Sala de Selección número Tres.

2. Planteamiento del problema jurídico y esquema de resolución

2.1. A partir de las circunstancias fácticas que dieron lugar al ejercicio de la acción de tutela y de las decisiones adoptadas en las respectivas instancias judiciales, esta Corporación debe
determinar, si es procedente la acción de amparo constitucional para controvertir el fallo adoptado en desarrollo de un proceso de impugnación de la paternidad, por una parte, cuando han
transcurrido cerca de 7 meses desde el momento en que se resolvió desfavorablemente la pretensión invocada por el actor, y por la otra, cuando se dejó de agotar el recurso de apelación
como mecanismo ordinario de defensa judicial.

En caso de que la respuesta al citado problema jurídico sea afirmativa, la Sala deberá resolver ¿si en un proceso de impugnación de la paternidad, se incurre en un defecto fáctico,
procedimental y sustantivo, cuando existen dos pruebas de ADN que indican que no existe compatibilidad de filiación, pero no son tenidas en cuenta, básicamente, porque el juez demandado
declaró la prosperidad de la excepción de caducidad, al reconocer que el accionante tiene conocimiento de que no es padre desde el 2004 y la acción tan sólo fue promovida en el 2011?

2.2. Con el fin de resolver estos problemas jurídicos, inicialmente, la Sala (i) reiterará la jurisprudencia constitucional en relación con la procedencia de la acción de tutela contra providencias
judiciales; a continuación (ii) hará una breve referencia al marco normativo de los procesos de impugnación de la paternidad; luego recordará la (iii) importancia de la figura de la caducidad y
del respeto de los términos judiciales, en aras de preservar la seguridad jurídica y; por último, (iv) hará un recuento de la jurisprudencia de la Corte sobre los procesos de filiación. Con
fundamento en lo anterior, esta Sala de Revisión (v) procederá a decidir el caso concreto.

3. Requisitos generales y específicos de procedencia de la acción de tutela contra providencias judiciales. Reiteración de jurisprudencia

3.1. En su condición de guardián de la integridad y supremacía del Texto Constitucional, esta Corporación ha establecido unas reglas sobre la procedencia excepcional de la acción de tutela
contra providencias judiciales. Esta línea se fundamenta en la búsqueda de una ponderación adecuada entre la primacía de los derechos fundamentales y el respeto por los principios de
autonomía e independencia judicial[13].

Precisamente, en desarrollo del principio de supremacía de la Constitución, todos los servidores públicos que ejercen funciones jurisdiccionales, deben garantizar y proteger los derechos
fundamentales de los sujetos que intervienen en los diferentes procesos. Por consiguiente, las normas de la Carta Política y, en especial, aquellas que prevén tales derechos, constituyen
parámetros ineludibles para la decisión judicial.

De acuerdo con el estado actual de la jurisprudencia, la acción de tutela contra providencias judiciales es un instrumento excepcional, dirigido a enfrentar aquellas situaciones en que la
decisión del juez incurre en graves falencias, de relevancia constitucional, las cuales la tornan incompatible con los mandatos previstos en el Texto Superior. En este sentido, la acción de
tutela contra providencias judiciales es concebida como un “juicio de validez”[14], lo que se opone a que se use indebidamente como una nueva instancia para la discusión de los asuntos de
índole probatoria o de interpretación del derecho legislado, que dieron origen a un litigio, más aún cuando las partes cuentan con los recursos judiciales tanto ordinarios como extraordinarios,
para controvertir las decisiones que estimen arbitrarias o que sean incompatibles con la Carta Política. No obstante, pueden subsistir casos en que agotados dichos recursos, persiste la
arbitrariedad judicial; en esa hipótesis, por ejemplo, se habilita la procedencia del amparo constitucional.

3.2. En desarrollo de lo expuesto, la Sala Plena de la Corte Constitucional, en Sentencia C-590 de 2005[15], estableció un conjunto sistematizado de requisitos de naturaleza sustancial y
procedimental, que deben ser acreditados en cada caso concreto, como presupuestos ineludibles para la protección de los derechos fundamentales afectados por una providencia judicial.

Ellos se dividen en dos grupos: (i) los requisitos generales, que están relacionados con condiciones fácticas y de procedimiento, las cuales buscan hacer compatible dicha procedencia con la
eficacia de valores de estirpe constitucional y legal, relacionados con la seguridad jurídica, los efectos de la cosa juzgada, la independencia y autonomía del juez, al igual que la distribución
jerárquica de competencias en la rama jurisdiccional; y, (ii) los requisitos específicos, que se refieren a la descripción de los defectos en que puede incurrir una decisión judicial y que la hacen
incompatible con la Constitución.

3.3. En este orden de ideas, los requisitos generales de procedencia de la acción de tutela contra providencias judiciales son los siguientes:

- Que la cuestión que se discuta tenga relevancia constitucional. Para la Corte, el juez de tutela no puede estudiar cuestiones que no tienen una clara y marcada importancia constitucional, so
pena de involucrarse en asuntos cuya determinación corresponde a otras instancias judiciales[16].

- Que se hayan agotado todos los medios ordinarios y extraordinarios de defensa judicial al alcance de la persona afectada, salvo que se trate de evitar la consumación de un perjuicio
irremediable de naturaleza iusfundamental[17], caso en el cual se podrá conceder el amparo como mecanismo transitorio de defensa judicial.

- Que se cumpla el requisito de la inmediatez, es decir, que la tutela se hubiere interpuesto en un término razonable y proporcionado a partir del hecho que originó la vulneración[18].

- Cuando se trate de una irregularidad procesal, es necesario que la misma tenga un efecto decisivo o determinante en la sentencia que se impugna y que afecta los derechos fundamentales
de la parte actora[19].

- Que el accionante identifique de manera razonable tanto los hechos que generaron la vulneración como los derechos vulnerados y que hubiere alegado tal vulneración en el proceso judicial,
siempre que ello hubiere sido posible[20].

- Que no se trate de sentencias de tutela[21], por cuanto la protección de los derechos fundamentales no puede prolongarse de manera indefinida.

3.4. Ahora bien, en desarrollo de lo expuesto, los requisitos específicos que habilitan la procedencia excepcional de la acción de tutela contra providencias judiciales, aluden a la configuración
de defectos que, por su gravedad, tornan insostenible el fallo cuestionado al ser incompatible con los preceptos constitucionales. Estos defectos son:

- Defecto orgánico, que se presenta cuando el funcionario judicial que profirió la providencia impugnada, carece absolutamente de competencia para hacerlo.

- Defecto procedimental absoluto, que se configura cuando el juez actuó al margen del procedimiento establecido.

- Defecto fáctico, surge cuando el juez carece del apoyo probatorio que permita la aplicación del supuesto legal en que se sustenta la decisión.

- Defecto sustantivo o material, se presenta cuando se decide con base en normas inexistentes, inconstitucionales o que claramente son inaplicables al caso concreto.

- Error inducido, tradicionalmente conocido como vía de hecho por consecuencia, que se presenta cuando el juez o tribunal adopta una decisión errónea que afecta derechos fundamentales, a
partir de un artificio o engaño de un tercero o de una circunstancias ajena a su actuar[22].

- Sentencia sin motivación, se presenta cuando los servidores judiciales incumplen el deber de dar cuenta de los fundamentos fácticos y jurídicos de sus decisiones, pues precisamente en esa
motivación reposa la legitimación del actuar judicial[23].

- Desconocimiento del precedente, se estructura cuando el juez desconoce la ratio decidendi de un conjunto de sentencias previas al caso que ha de resolver, que por su pertinencia y
aplicación al problema jurídico constitucional, es obligatorio tenerlas en cuenta al momento de dictar sentencia[24].

- Violación directa de la Constitución, que se configura cuando el juez ordinario adopta una decisión que desconoce, de forma específica, postulados de la Carta Política[25].

3.5. En conclusión, la jurisprudencia constitucional ha sido minuciosa en el examen de los citados requisitos, en aras de proteger y garantizar los derechos fundamentales y de respetar los
principios constitucionales de autonomía e independencia judicial.

4. Normatividad aplicable en los casos de impugnación de la paternidad

4.1. La impugnación de la paternidad corresponde a la oportunidad que tiene una persona para refutar la relación filial que fue reconocida en virtud de la ley. Dicha figura opera: i) para
desvirtuar la presunción establecida en el artículo 214 del Código Civil[26]; ii) para impugnar el reconocimiento que se dio a través de una manifestación voluntaria de quien aceptó ser padre;
o, iii) cuando se repele la maternidad en el caso de un falso parto o de la suplantación del menor.

En el primer escenario, esto es, frente a la presunción de paternidad prevista en el artículo 214 del Código Civil, los artículos 217 y 221 del mismo régimen legal –previa a la reforma
introducida por la Ley 1060 de 2006– disponían que la impugnación de la paternidad por parte del marido contra la legitimidad del hijo concebido por su mujer durante el matrimonio, debía
hacerse dentro de los sesenta (60) días contados desde que tuvo conocimiento del parto. El mismo plazo se otorgó para los herederos y demás personas interesadas en provocar el juicio de
ilegitimidad, contado desde el momento en que se enteraron de la muerte del padre o del nacimiento del hijo, conforme al régimen consagrado en los artículos 219 y 220 del Código Civil[27].

Ahora bien, en relación con el segundo caso enunciado, cuando se impugna el reconocimiento que se dio a través de una manifestación de ser padre, el artículo 5° de la Ley 75 de 1968[28],
contemplaba que “El reconocimiento [de la paternidad] solamente podrá ser [impugnada] por las personas, en los términos y por las causas indicadas en los artículos 248 y 336 del Código
Civil.”
Con este propósito, el artículo 248 del citado Código disponía que:

“Artículo 248. En los demás casos podrá impugnarse la legitimación probando alguna de las causas siguientes:

1a) Que el legitimado no ha podido tener por padre al legitimante.

2a) Que el legitimado no ha tenido por madre a la legitimante; sujetándose esta alegación a lo dispuesto en el título 18, de la maternidad disputada.

No serán oídos contra la legitimación sino los que prueben un interés actual en ello, y los ascendientes legítimos del padre o madre legitimantes; estos en sesenta días,
contados desde que tuvieron conocimiento de la legitimación; aquellos en los trescientos días subsiguientes a la fecha en que tuvieron interés actual y pudieron
hacer valer su derecho.”[29] (Negrilla y subrayas fuera de texto)

Los apartes subrayados fueron objeto de control de constitucionalidad en la Sentencia C-310 de 2004, en los que esta Corporación se pronunció sobre una posible violación del derecho a la
igualdad, pues frente a los hijos extramatrimoniales se consagraba un plazo de trescientos (300) días para impugnar la paternidad y frente a los hijos matrimoniales de tan sólo sesenta (60)
días. Para la Corte, la expresión “trescientos días” es inexequible, ya que la diferencia de términos implicaba un trato desigual para los hijos carente de justificación, mientras que declaró
exequible el resto de la disposición demandada, “bajo el entendido según el cual los interesados en impugnar la legitimación distintos de los ascendientes legítimos del padre o madre
legitimantes, para incoar la acción tendrán un plazo de sesenta días subsiguientes a la fecha en que tuvieron interés actual y pudieron hacer valer su derecho.”

Por lo tanto, luego de la sentencia C-310 de 2004, la legislación nacional otorgaba un período de 60 días para impugnar la paternidad, desde el momento en el que surgía el interés actual.

4.2. En lo referente a las pruebas que se deben presentar en el proceso para declarar la paternidad, el artículo 7 de la Ley 75 de 1968 estableció que el juez de oficio o a solicitud de las partes
“decretará los exámenes personales del hijo y sus ascendientes y de terceros, que aparezcan indispensables para reconocer pericialmente las características heredo-biológicas, con análisis
de los grupos sanguíneos, los caracteres patológicos, morfológicos, fisiológicos e intelectuales trasmisibles, que valorará según su fundamentación y pertinencia”.

Con la evolución científica, el legislador expidió la Ley 721 de 2001, en la que determinó que: “En todos los procesos para establecer paternidad o maternidad, el juez, de oficio, ordenará la
práctica de los exámenes que científicamente determinen índice de probabilidad superior al 99.9%.”[30]. De acuerdo con el parágrafo segundo de la citada norma, para tal fin, hasta que los
desarrollos no ofrezcan una mejor opción, se deberá usar la técnica de ADN con el uso de marcadores genéticos.

Esta Corporación se pronunció sobre la exequibilidad de la citada norma en la Sentencia C-476 de 2005, en los siguientes términos:

“No puede el perito sustituir al juez del Estado, pues el dictamen es un medio de prueba que jamás puede confundirse con la sentencia. Una es la labor del auxiliar de la
administración de justicia y otra muy distinta la que corresponde al juez que en ejercicio de la competencia que se le asigna por la ley para el efecto al dictar sentencia
manifiesta la voluntad del Estado para el caso concreto y conforme a la ley. Por ello el dictamen pericial a que se refiere la Ley 721 de 2001 se encuentra sometido, como
cualquier otro, a las formalidades y a los requisitos de fondo exigidos por la ley y rige respecto del mismo el derecho de contradicción y la necesidad de la publicidad de la
prueba, sin los cuales carece de validez. En tal virtud podrán las partes discutir, desde el principio, la idoneidad científica de quienes practiquen la prueba lo que incluye no
solo a los profesionales sino a los laboratorios que actúen en la toma de las muestras que se requieran tanto respecto del padre presunto, de la mujer que se dice ser la
madre, como del hijo cuya filiación se investigue y, cuando fuere el caso, de los parientes de éstos e inclusive, podrá discutirse acerca de éstos y otros asuntos cuando
hubiere necesidad de la exhumación de un cadáver para la práctica de tales exámenes.”

4.3. Con posterioridad, con la expedición de la Ley 1060 de 2006 –la cual entró en vigencia el 26 de julio de dicho año– se modificó nuevamente la normatividad referente a la impugnación de
la paternidad. En este nuevo escenario normativo, se reiteró la necesidad de la práctica de las pruebas científicas[31]. Sin embargo, en el artículo 4° de la citada ley, se modificó el alcance del
artículo 216 del Código Civil, en los términos que a continuación se exponen:

"Artículo 216. Podrán impugnar la paternidad del hijo nacido durante el matrimonio o en vigencia de la unión marital de hecho, el cónyuge o compañero permanente y la
madre, dentro de los ciento cuarenta (140) días siguientes a aquel en que tuvieron conocimiento de que no es el padre o madre biológico".[32](subrayas y negrilla
fuera del texto original)

En los demás casos en los cuales se impugna la paternidad, el artículo 248 del Código Civil –ya citado– también fue modificado y quedó así:

“Artículo 248. En los demás casos podrá impugnarse la paternidad probando alguna de las causas siguientes:

1. Que el hijo no ha podido tener por padre al que pasa por tal.

2. Que el hijo no ha tenido por madre a la que pasa por tal, sujetándose esta alegación a lo dispuesto en el título 18 de la maternidad disputada.

No serán oídos contra la paternidad sino los que prueben un interés actual en ello, y los ascendientes de quienes se creen con derechos, durante los 140
días desde que tuvieron conocimiento de la paternidad.” (subrayas y negrilla fuera del texto original)

Como se infiere de las normas transcritas, a partir de la entrada en vigencia de la Ley 1060 de 2006, el término de impugnación de la paternidad se amplió a ciento cuarenta (140) días. De ahí
que, aun cuando se observa que el legislador optó por extender dicho plazo comparado con el régimen anterior, estableció –en todo caso– un régimen de caducidad breve y perentorio, en
aras de asegurar la prolongación en el estado civil como expresión del principio de seguridad jurídica de aquellos sujetos involucrados en los procesos de impugnación de la paternidad[33].
Precisamente, en relación con el proyecto que concluyó con la expedición de la citada ley, en la ponencia para primer debate en el Senado de la República, se manifestó que: “[su objeto] es
modificar el Código Civil, con la finalidad de iniciar una acción de impugnación de la paternidad; igualmente busca consagrar un término de caducidad de la acción, para efectos de generar la
seguridad jurídica tan necesaria [en] la definición de la paternidad de las personas.”[34]

Por lo anterior, la Corte encuentra que dicho término procesal tiene como finalidad proteger los derechos fundamentales al estado civil y a la personalidad jurídica[35]. Esto significa que aun
cuando se consagra una barrera para el acceso a la administración de justicia, se trata de una limitación que no sólo busca evitar la desidia o negligencia del interesado en el ejercicio del
derecho de acción, sino también impedir la desestabilización permanente de las relaciones sociales y familiares que surgen del vínculo filial. Para la Corte, es claro que el término de
caducidad impide que un individuo sobre el cual existe una duda sobre su paternidad, se vea obligado a convivir largos períodos de incertidumbre sobre su estado civil o que el mismo pueda
ser controvertido en cualquier momento.

5. Importancia de la figura de la caducidad y del respeto de los términos judiciales, en aras de preservar la seguridad jurídica

Esta Corporación, en la sentencia C-622 de 2004, definió la caducidad como “el plazo perentorio y de orden público fijado por la ley, para el ejercicio de una acción o un derecho, que
transcurre sin necesidad de alguna actividad por parte del juez o de las partes en un proceso jurídico. La caducidad es entonces un límite temporal de orden público, que no se puede
renunciar y que debe ser declarada por el juez oficiosamente”[36].

En idéntico sentido, en la Sentencia C-832 de 2001, se especificó que:

“La caducidad es una institución jurídico procesal a través del cual, el legislador, en uso de su potestad de configuración normativa, limita en el tiempo el derecho que tiene toda
persona de acceder a la jurisdicción con el fin de obtener pronta y cumplida justicia. Su fundamento se haya en la necesidad por parte del conglomerado social de obtener
seguridad jurídica, para evitar la paralización del tráfico jurídico. En esta medida, la caducidad no concede derechos subjetivos, sino que por el contrario apunta a la protección de
un interés general. La caducidad impide el ejercicio de la acción, por lo cual, cuando se ha configurado no puede iniciarse válidamente el proceso.

Esta es una figura de orden público lo que explica su carácter irrenunciable, y la posibilidad de ser declarada de oficio por parte del juez, cuando se verifique su ocurrencia.”

En conclusión, a juicio de esta Sala, el término de ciento cuarenta (140) días previsto en la normatividad vigente para impugnar la paternidad, constituye un límite temporal de orden público
previsto por el legislador para acudir a la administración de justicia, que tiene como propósito proteger la seguridad jurídica y, a su vez, asegurar que las personas involucradas en este tipo de
juicios, no se vean sometidas a la carga desproporcionada de tener que vivir con la incertidumbre permanente sobre la continuidad de su relación filial. En este sentido, por ejemplo, la Corte
se pronunció en la Sentencia C-800 de 2000, al declarar la exequibilidad del término de caducidad de la acción de impugnación prevista en el anterior artículo 217 Código Civil, referente a la
posibilidad del marido de controvertir la paternidad del hijo nacido en el matrimonio, dentro de los sesenta (60) días contados desde que aquél tuvo conocimiento del parto.

En dicha ocasión, este Tribunal manifestó que:

“(…) Para la Corte la fijación de un término breve no es per se inconstitucional. Debe ser estudiado el fin que se persigue y los otros elementos normativos, a la luz del derecho
sustancial, para definir si resulta o no razonable, proporcional y adecuado para el propósito de asegurar el efectivo acceso a la administración de justicia y las garantías
constitucionales. (…)

Ahora bien, no sólo en nuestro ordenamiento civil, sino en muchos otros sistemas jurídicos foráneos, se ha establecido un corto término de caducidad para que el marido pueda
impugnar la paternidad, y la razón de ser de los reducidos plazos, ha sido explicada por la doctrina como una forma de garantizar que la incertidumbre de la filiación no se
prolongue demasiado tiempo. (…) Vale la pena citar lo que han dicho algunos autores franceses al comentar el artículo 316 del Código Civil Francés, que establece un término
de caducidad de seis meses:

'En materia de impugnación, es necesario que la incertidumbre no permanezca demasiado tiempo sobre el niño; debe evitarse que el marido pueda usar la amenaza de accionar
como una espada de Damocles suspendida sobre la cabeza de su esposa; esta última debe ser protegida contra toda forma de chantaje del marido" (Cfr. Mazeaud-Chabas.
Leçons de Droit Civil. La famille. Séptima Edición. Montchrestien. París 1995. p.299).

'Y no solamente en razón del riesgo de desaparición de las pruebas. Porque el niño va a crecer y su rechazo no puede razonablemente presentarse sino a una edad en la que
haya más probabilidad de no sentir el choque' (Cfr. Cornu, Gérard. Droit Civil. La famille. 4ª edición. Montchrestien. París. 1994. p. 314).

Así pues, la norma busca proteger tanto al niño como a la madre, finalidad que, según lo estima esta Corporación, se ajusta a los valores y preceptos constitucionales (artículos
42 y 44 C.P.). (…)”

6. Reiteración de jurisprudencia constitucional sobre impugnación de la paternidad

6.1. Jurisprudencia relacionada con el requisito de subsidiariedad

6.1.1. En numerosas oportunidades la Corte se ha pronunciado sobre la violación del derecho fundamental al debido proceso, en los juicios de impugnación de la paternidad. Así, en la
Sentencia T-411 de 2004, se estudió una acción de amparo interpuesta en contra del Juzgado Sexto de Familia de Cali, con ocasión de un proceso de filiación extramatrimonial. En dicha
oportunidad, el accionante alegó que el juez vulneró su derecho al debido proceso, entre otras, al proferir sentencia en la que negó la existencia de una relación filial, sin haber obtenido los
resultados de la prueba antropoheredobiológica decretada. A pesar de que no se apeló la sentencia de primera instancia, ni se acudió en casación, ni se agotó el recurso extraordinario de
revisión, esta Corporación consideró que la acción de tutela era procedente, sin aplicar el principio de subsidiaridad, con fundamento en las siguientes razones:

“De otro lado, la Sala considera que el hecho de que el actor dentro de la presente acción de tutela dejara de interponer, en el proceso de filiación extramatrimonial, el
recurso de apelación al que tenía derecho contra la sentencia proferida por el Juzgado Sexto de Familia de Cali el 4 de diciembre de 2002, debe ceder ante la contundencia
de la verdad científica y ante la trascendencia de los derechos que se ponen en juego. De lo contrario, el señor Jairo Edmundo Pabón se vería abocado de por vida a una
situación de flagrante vulneración de sus derechos fundamentales a la personalidad jurídica y a su estado civil. De igual manera, conociendo ahora sin posibilidad de duda
la identidad de su padre, si se le negara el derecho que tiene a establecer su filiación y su estado civil, el señor Pabón estaría recibiendo menoscabo también en relación
con su dignidad como persona humana.

La interposición del recurso de apelación contra una sentencia, y en general de los recursos que la ley pone a disposición de las partes en un proceso, son una carga
procesal. La doctrina de esta corporación ha expuesto que la carga procesal es una conducta de realización facultativa establecida en beneficio del propio interés del
gravado con ella, pero cuya omisión lo expone al riesgo de soportar consecuencias jurídicas desfavorables. Así, pues, la carga procesal de interponer un recurso da la
posibilidad al sujeto interesado de interponerlo o no, y si su decisión es la de no hacerlo, deberá aceptar las posibles consecuencias adversas a sus intereses que de ello
deriven.

No obstante, desde el punto de vista sustantivo las consecuencias desfavorables de la falta de interposición de un recurso pueden no ser aplicables, por tratarse de un
derecho indisponible, como ocurre con los derechos fundamentales y, en particular, con el estado civil de las personas. En tal sentido, el Art. 1º del Decreto- Ley 1260 de
1970 preceptúa que el estado civil es indisponible y el Código Civil establece que no se puede transigir sobre éste (Art. 2473). En el mismo orden de ideas, a manera de
ejemplo, en la hipótesis de que un sindicado de un delito fuera condenado en Colombia a la pena de muerte y no apelara la decisión, de toda evidencia no sería
constitucionalmente válido que se cumpliera la condena argumentando la existencia de una aceptación tácita por parte de aquel.”[37]

Por otra parte, en las Sentencias T-1342 de 2001[38] y T-1226 de 2004[39], a pesar de que se discutía la relación filial de una persona en el ámbito de protección del derecho fundamental al
debido proceso, la Corte ordenó un amparo transitorio mientras se acudía al recurso extraordinario de revisión, por cuanto entendió que la falta de práctica de las pruebas
antropoheredobiológicas constituía un nuevo elemento de juicio que hacía procedente el citado recurso.

Sin embargo, en la jurisprudencia más reciente, siguiendo lo expuesto en la Sentencia T-411 de 2004, esta Corporación no sólo ha declarado la procedencia de la acción, sino que también le
ha otorgado al amparo el carácter de definitivo. A manera de ejemplo, se puede citar la Sentencia T-888 de 2010, en la cual se declaró procedente el amparo constitucional frente a un
proceso de impugnación de la paternidad, en donde se negaron las pretensiones por no haber probado el “interés actual”, a pesar de que el actor no interpuso el recurso extraordinario de
casación. Al respecto, atendiendo a lo establecido en la ya citada providencia del 2004[40], se manifestó que:

“No obstante, debe la Sala decidir si la acción de tutela es improcedente, en este caso, por una de las razones empleadas por la Sala de Casación Civil de la Corte
Suprema obrando como juez de tutela, y es que el demandante plantea una “inconformidad que bien pudo plantearse a través del recurso extraordinario de casación que
fue desdeñado debido a la propia incuria del accionante”. La respuesta debe ser negativa, y en eso la Sala es respetuosa del precedente previamente fijado por esta Corte
en la sentencia T-411 de 2004. Como se dijo en esta providencia, en esa ocasión la Corte consideró que era procedente una tutela contra providencia judicial, a pesar de
que el tutelante no hubiera interpuesto un recurso (el de apelación) contra la providencia ordinaria atacada, porque los (sic) sustancial debía prevalecer sobre lo adjetivo, y
en ese caso ni siquiera la incuria del demandante podía privarlo del goce efectivo de su derecho a la personalidad jurídica. Lo mismo puede decirse en este caso, en el cual
el tutelante presentó la tutela sin haber agotado previamente la casación. De modo que la acción de tutela es procedente.”

Finalmente, siguiendo lo expuesto en la Sentencia T-411 de 2004, en la Sentencia T-071 de 2012, la Sala Quinta de Revisión declaró procedente una acción de tutela promovida con ocasión
de un proceso de impugnación de paternidad, pese a la falta de ejercicio del recurso de casación, al considerar que el principio de subsidiariedad se cumplía, pues“desconocer que la niña no
es hija del accionante, como se ha demostrado científicamente con la prueba de ADN, en aras de mantener la improcedencia de la acción con fundamento en la formalidad procesal
consistente en no haber presentado el recurso extraordinario de casación, sería absolutamente desproporcionado y violatorio del principio de la prevalencia del derecho sustancial (artículo
228 Superior).”

6.2. Jurisprudencia relacionada con la filiación y el derecho a la personalidad jurídica

El artículo 14 de la Constitución Política señala que toda persona tiene derecho a su personalidad jurídica. En términos generales, este Tribunal ha indicado que dicho artículo no sólo se
refiere a la posibilidad de actuar en el mundo jurídico, sino de poseer ciertos atributos que constituyen la esencia de la personalidad jurídica y aquellos que marcan la individualidad de la
persona como sujeto de derecho.[41] Estos últimos, son aquellos atributos de la personalidad, dentro de los cuales claramente se encuentra el estado civil de un individuo[42], el cual depende
–entre otras– de la relación de filiación. En el artículo 1 del Decreto 1260 de 1970 se dispone que: “el estado civil de una persona es su situación jurídica en la familia y la sociedad,
determinada su capacidad para ejercer ciertos derechos y contraer ciertas obligaciones, es indivisible, indisponible e imprescriptible, y su asignación corresponde a la ley.”

Por otra parte, la jurisprudencia también ha señalado que la filiación es un derecho innominado, de conformidad con lo previsto en el artículo 94 de la Constitución Política[43]. De ahí que, es
deber de los jueces actuar con diligencia y proactividad en los procesos de investigación de paternidad o maternidad, de manera que se cuente con las pruebas antroheredobiológicas para
proferir su decisión. En criterio de esta Corporación, este derecho se encuentra estrechamente ligado con el principio de la dignidad humana, pues todo ser humano tiene derecho a ser
reconocido como parte de la sociedad y de una familia[44].

Por lo anterior, la Corte ha insistido en que la protección de la filiación implica una salvaguarda a los derechos a la personalidad jurídica (art 14 de CP), a tener una familia (arts. 5, 42 y 44
CP), al libre desarrollo de la personalidad (art 16 CP) y a la dignidad humana (art 1 de la CP)[45].

6.3. Jurisprudencia sobre la oportunidad en el ejercicio de la acción de impugnación de la paternidad

6.3.1. Inicialmente, la Corte tuvo ocasión de pronunciarse sobre la oportunidad en el ejercicio de la acción de impugnación de la paternidad, con ocasión del término de sesenta (60) días
previsto en el Código Civil y en la legislación complementaria, cuyo cómputo se realizaba –por regla general– desde el momento en el cual se demostraba el interés actual. Así, en la
Sentencia T-888 de 2010, se estudió el caso de un señor al cual le indicaron que su acción no estaba llamada a prosperar por cuanto no tenía interés actual para demandar, a pesar de haber
instaurado la acción de impugnación dentro de los 20 días siguientes al conocimiento del resultado de la prueba de ADN que dictaminó como improbable que la niña por él reconocida en
realidad fuera suya. En dicha oportunidad, a partir de lo establecido en la Ley 75 de 1968, la Corte indicó que la interpretación razonable del interés actual para impugnar la paternidad,
comenzaba a contabilizarse a partir de la primera duda que surgiese sobre la existencia de dicho vínculo filial, luego de que se hubiese reconocido a la persona como hijo.

En desarrollo de lo expuesto, este Tribunal consideró que en aquellos casos en los que se exteriorizare duda sobre la paternidad, pero la persona dejare pasar un tiempo prolongado para
cuestionarla, era razonable que se declarara la caducidad de la acción. Empero, de acuerdo con las consideraciones de la Sala, en aquellas hipótesis en las que se presentare certeza de que
no existía vínculo filial, como resultado de la práctica de un examen de ADN, el interés actual debía entenderse “actualizado gracias a la novedad de la prueba científica.”[46]

Por otra parte, en la Sentencia T-071 de 2012, se estudió una acción de tutela impetrada en contra de una providencia judicial proferida en un proceso de impugnación de la paternidad, en el
cual se adjuntó una prueba de ADN que certificaba que el accionante no era padre de la menor que había reconocido. En dicho proceso, en segunda instancia, el juez declaró la caducidad de
la acción, con el argumento de que el interés surgió en el momento en el que tuvo dudas sobre su paternidad, o en la fecha en la que reconoció a la menor. Al revisar el caso, este Tribunal
indicó que:

“[Cuando] el cónyuge o compañero permanente impugna la paternidad del presunto hijo y para ello allega una prueba de ADN con la que demuestra la inexistencia de la
filiación, la interpretación del artículo 216 debería ser aquella que: (i) propenda por los intereses legítimos de las partes, (ii) confiera una eficacia óptima a los derechos
fundamentales en juego y (iii) respete el principio de prevalencia del derecho fundamental sobre las simples formalidades (artículo 228 Superior). Es decir, la interpretación
constitucionalmente válida de la norma en mención, en estos casos, es aquella en la que el término de caducidad de la impugnación de la paternidad se empieza a contar a
partir de la fecha en la cual se tuvo conocimiento cierto a través de la prueba de ADN de que no se era el padre biológico”.
Por consiguiente, en criterio de esta Corporación, era claro que en la normatividad prexistente a la Ley 1060 de 2006, el“interés actual” en el ejercicio de la acción de impugnación de la
paternidad y, por ende, el término de caducidad de dicha acción, empezaba a correr desde el momento en que el interesado tenía certeza sobre la inexistencia de la relación filial, a partir de la
obtención de una prueba de ADN. Esta interpretación suponía, en el marco del respeto a las reglas de caducidad previstas en la normatividad vigente, darle supremacía al derecho sustancial
sobre las formas y proteger los derechos fundamentales a la personalidad jurídica, al estado civil y a la dignidad humana.

6.3.2. Con la entrada en vigencia de la Ley 1060 de 2006, como ya se dijo, el término de caducidad de la acción de impugnación se amplió ciento cuarenta (140) días, cuyo cómputo –para el
caso de los padres– comienza desde el día siguiente a aquel “en que tuvieron conocimiento de que no es el padre o madre biológico”.

Obsérvese como el legislador reemplazo el concepto de interés actual y, en su lugar, estableció un parámetro más preciso vinculado con el conocimiento de la inexistencia de la relación filial.
Esto implica que el cómputo de la caducidad no puede someterse a la simple duda sobre la prolongación de dicho vínculo, o a las expresiones dichas al paso o al mero comportamiento de
uno de los padres o del propio hijo, el elemento definitivo previsto por el legislador es el conocimiento, en donde desempeñan un papel trascendental las pruebas científicas.

Desde esta perspectiva, a juicio de la Sala, aun cuando el término de caducidad sigue siendo breve y perentorio, el hecho de vincular su cómputo al conocimiento de la inexistencia de la
relación filial, brinda mayores oportunidades para controvertir la permanencia y continuidad de un vínculo parental, dentro de la lógica de impedir que la incertidumbre de la filiación se
prolongue demasiado tiempo, por la especial gravedad que para el ejercicio de los derechos y obligaciones emanados de las relaciones de familia y para la estabilidad y seguridad del grupo
familiar entraña el desconocimiento del estado civil que una persona viene poseyendo, por ejemplo, en lo referente a la autoridad paterna, a la patria potestad, a las obligaciones alimentarias y
al régimen sucesoral.

6.5. Conclusiones

Con fundamento en la normatividad vigente y teniendo en cuenta lo expuesto en las Sentencias C-800 de 2000, T-1342 de 2001, T-411 de 2004, T-1226 de 2004, T-584 de 2008, T-888 de
2010, T-071 de 2012 y T-352 de 2012, se concluye lo siguiente:

a. A partir de la entrada en vigencia de la Ley 1060 de 2006, el término de caducidad de la acción de impugnación de la paternidad en todos los casos es de
ciento cuarenta (140) días,“siguientes a aquel en que tuvieron conocimiento de que no es el padre o madre biológico”. Con anterioridad, el término
previsto en el Código Civil era de sesenta (60) días, contado desde el momento en que se demostrará el interés actual.
b. La ley exige que en los procesos de filiación es necesario decretar y practicar una prueba de ADN o en caso dado una prueba científica que de más
certeza respecto de la filiación. La jurisprudencia constitucional ha insistido en la importancia de esta prueba.
c. El examen de los requisitos de procedibilidad de la acción de amparo debe ser menos riguroso, cuando existe una prueba que exteriorice la ausencia de
dicha relación filial, en razón de los derechos fundamentales que se encuentran comprometidos y dada la prevalencia del derecho sustancial. Sin
embargo, al momento de conceder o negar un amparo, el juez constitucional debe tener en cuenta las circunstancias específicas que rodean cada caso y
la necesidad de preservar las reglas de caducidad previstas en el ordenamiento jurídico, no sólo con el propósito de proteger el valor de la seguridad
jurídica, sino también de asegurar que las personas involucradas en este tipo de juicios, no se vean sometidas a la carga desproporcionada de tener que
vivir con la incertidumbre permanente sobre la continuidad de su relación filial, de los derechos y obligaciones que emanan de las relaciones de familia y
de la estabilidad y seguridad del grupo familiar.[47]
d. Los derechos fundamentales que se encuentran comprometidos en los procesos de la filiación son: el derecho a la personalidad jurídica (art. 14 CP), el
derecho a tener una familia (arts. 5, 42 y 44 CP), el derecho a tener un estado civil[48], el derecho al libre desarrollo de la personalidad (art. 16 CP), el
derecho a la filiación y a la dignidad humana (art. 1 CP)[49].

7. Caso concreto

7.1. El señor Yhon Eduar Sánchez Henao instauró acción de tutela en contra del Juzgado 7º Adjunto de Familia de Manizales, con ocasión de un proceso de impugnación de la paternidad. En
su escrito solicita que se decrete la nulidad del fallo que declaró la caducidad de la acción y, en su lugar, se continúe con el trámite del proceso y se analicen las pruebas presentadas. En
criterio del actor, y atendiendo a lo establecido en su escrito de tutela, el juez incurrió en un defecto fáctico al no examinar las pruebas de ADN que se presentaron en el proceso, una realizada
en el mes de febrero de 2004 y otra practicada en septiembre de 2011, en contravía del principio de primacía del derecho sustancial sobre las formas.

7.2. Con fundamento en la controversia planteada y teniendo en cuenta las consideraciones expuestas en esta providencia, la Sala adelantará el examen de la procedibilidad de la acción de
tutela contra providencias judiciales, especialmente en lo referente al requisito de subsidiariedad, pues el accionante no apeló la decisión, ni agotó el recurso extraordinario de casación; y al
requisito de inmediatez, ya que el actor interpuso la acción 6 meses después de que se profirió el fallo de primera (y única) instancia en el trámite que se surtió ante los jueces de familia. Para
tal fin, en primer lugar, se examinarán los requisitos generales de procedibilidad:

7.2.1. Relevancia constitucional: En virtud de la información que reposa en el expediente, es evidente que este proceso reviste de trascendencia constitucional. Encuentra la Sala que lo que
se debate, en primer término, son los derechos al debido proceso, al acceso a la administración de justicia y a la seguridad jurídica. No obstante, como se señaló en esta providencia, en los
procesos de filiación igualmente se encuentran comprometidos los derechos al reconocimiento de la personalidad jurídica (art 14 CP), a tener una familia (arts. 5, 42 y 44 CP), a tener un
estado civil[50], al libre desarrollo de la personalidad (art 16 CP) y a la dignidad humana (art 1 CP).

7.2.2. La tutela como mecanismo judicial principal: Respecto de este punto, como ya se señaló, el señor Sánchez Henao contaba con la posibilidad de apelar la sentencia cuestionada[51] y
tenía a su disposición el recurso extraordinario de casación contemplado para estos efectos en el ordenamiento jurídico[52]. En este sentido, por regla general, frente al requisito de
subsidiariedad, la jurisprudencia constitucional ha restringido la procedencia de la tutela contra providencias judiciales a la ocurrencia de alguna de las siguientes hipótesis:

“a) Es necesario que la persona haya agotado todos los mecanismos de defensa previstos en el proceso dentro del cual fue proferida la decisión que se pretende
controvertir mediante tutela. Con ello se busca prevenir la intromisión indebida de una autoridad distinta de la que adelanta el proceso ordinario, que no se alteren o
sustituyan de manera fraudulenta los mecanismos de defensa diseñados por el legislador, y que los ciudadanos observen un mínimo de diligencia en la gestión de sus
asuntos, pues no es ésta la forma de enmendar deficiencias, errores o descuidos, ni de recuperar oportunidades vencidas al interior de un proceso judicial.

b) Sin embargo, puede ocurrir que bajo circunstancias especialísimas, por causas extrañas y no imputables a la persona, ésta se haya visto privada de la posibilidad de
utilizar los mecanismos ordinarios de defensa dentro del proceso judicial, en cuyo caso la rigidez descrita se atempera para permitir la procedencia de la acción.

c) Finalmente, existe la opción de acudir a la tutela contra providencias judiciales como mecanismo transitorio a fin de evitar un perjuicio irremediable. Dicha eventualidad
se configura cuando para la época de presentación del amparo aún está pendiente alguna diligencia o no han sido surtidas las correspondientes instancias, pero donde es
urgente la adopción de alguna medida de protección, en cuyo caso el juez constitucional solamente podrá intervenir de manera provisional”[53].
No obstante, tal y como se mencionó en el acápite 6.1 de la presente providencia, en relación con los procesos en los que se cuestiona la filiación, la jurisprudencia de este Tribunal ha dicho
que “las consecuencias desfavorables de la falta de interposición de un recurso pueden no ser aplicables” en sede constitucional, pues dicha controversia se relaciona con el estado civil de
las personas, el cual ha sido reconocido como un “derecho indisponible”[54]. Lo anterior, en criterio de esta Corporación, sin perjuicio de que las reclamaciones que surjan de dicha relación
filial, especialmente en lo que tiene que ver con la impugnación de la paternidad, por regla general, estén sometidas a un término de caducidad, por razones de seguridad jurídica y de
estabilidad de los derechos y obligaciones que surgen de las relaciones de familia.

En este orden de ideas, en criterio de la Corte, en los casos en los cuales se encuentra en discusión la filiación de una persona y se acompaña una prueba que exteriorice la ausencia de
dicha relación filial –como ocurre con una prueba de ADN–, deberá declararse la procedencia de la acción de amparo constitucional, aun cuando no se hayan agotado los mecanismos
ordinarios de defensa judicial, no sólo por la aplicación del principio de prevalencia del derecho sustancial, sino también porque un actuar en sentido contrario, resultaría totalmente
desproporcionado frente a los derechos involucrados en este tipo de controversias, entre ellos, los derechos al reconocimiento de la personalidad jurídica (art 14 CP), a tener una familia (arts.
5, 42 y 44 CP), a tener un estado civil[55], al libre desarrollo de la personalidad (art 16 CP), a la dignidad humana (art 1 CP) y a decidir libremente el número de hijos que se desea tener.

Al revisar el asunto bajo examen, encuentra la Sala que efectivamente se trata de un caso de filiación, en el cual se impugna el reconocimiento de la paternidad realizado por el señor Sánchez
Henao al menor Juan Diego Sánchez Ramírez. Por lo demás, dentro de los elementos de juicio que obran en el expediente, existen dos pruebas antroheredobiológicas que indican que no hay
compatibilidad entre ellos, por lo que se presenta duda sobre la relación filial entre las partes del proceso.

Con base en lo anterior y siguiendo el precedente expuesto por esta Corporación, más allá de la discusión de fondo sobre el asunto objeto de litigio, la Sala concluye que la presente acción de
tutela cumple con el requisito de subsidiariedad, aun cuando no se hayan agotado los mecanismos ordinarios de defensa judicial.

7.2.3. Inmediatez

7.2.3.1. Sobre este punto, la señora Lida Mariana Ramírez Peña (madre del menor Sánchez Ramírez) indica que el amparo no está llamado a prosperar, por cuanto la acción de tutela fue
interpuesta 6 meses después de que fuera proferida la sentencia de primera (y única) instancia en el proceso de impugnación de la paternidad.

7.2.3.2. En relación con el principio de inmediatez, en la Sentencia C-543 de 1992, se declaró la inexequibilidad del artículo 11 del Decreto 2591 de 1991, en el que se contemplaba el término
de caducidad de la acción de tutela. No obstante, como bien se enuncia en la misma providencia, lo anterior no implica que la acción pueda interponerse en cualquier tiempo. Por el contrario,
para que ésta proceda es necesario que exista un término oportuno, justo y razonable entre el momento de la solicitud y el hecho que da origen al amparo. Esta regla se justifica en la
naturaleza cautelar de la acción de tutela, la cual responde a la necesidad de brindar una protección inmediata y efectiva frente a los derechos fundamentales que presuntamente están siendo
amenazados o vulnerados.

De acuerdo con lo anterior, es obligación del juez constitucional valorar la razonabilidad del tiempo transcurrido entre la interposición de la acción y el momento en el que ocurrieron los
hechos[56]. En el caso de tutela contra providencia judicial, el requisito de inmediatez adquiere una especial relevancia en virtud de la presunción de legalidad que reviste las providencias y en
aras de preservar el principio de seguridad jurídica.[57]

7.2.3.3. Frente al caso bajo estudio, encuentra la Sala que la presente acción, cumple con el requisito de inmediatez, pues el término de 6 meses es razonable para interponer la acción de
tutela contra la providencia judicial que declaró la caducidad de la acción. Adicionalmente, conforme a lo expuesto en el acápite anterior, declarar la improcedencia de la acción por este
requisito, implicaría una carga desproporcionada frente a los derechos fundamentales supuestamente comprometidos.

7.2.4. Las irregularidades tienen un efecto decisivo en la sentencia: Los defectos alegados por parte del accionante, referentes a que se declaró la caducidad de la acción y a que no se
tuvieron en cuenta las pruebas de ADN que demuestran que no existe vínculo filial, más allá de que estén o no llamados a prosperar, tienen un efecto decisivo en la determinación adoptada,
ya que con fundamento en ellos se negaron las pretensiones invocadas por el actor.

7.2.5. Finalmente, no se trata de una tutela contra sentencia de tutela.

7.2.6. En consecuencia, constata la Sala que se cumplen los presupuestos generales de procedibilidad de la acción de tutela contra providencia judicial.

7.3. A continuación se analizará si la sentencia proferida en el proceso de impugnación de la paternidad incurrió en algún defecto que conlleve a la prosperidad de la acción de tutela y que
requiera el amparo de los derechos fundamentales invocados por el accionante. Para tal efecto, es preciso recordar que el actor alegó la existencia de un defecto fáctico, por la omisión de la
autoridad judicial demandada en valorar las pruebas de ADN presentadas en el proceso, pues –en su lugar– decretó la prosperidad de la excepción de caducidad.

Si bien el actor sólo hizo mención de la posible existencia del citado defecto fáctico, en realidad su queja se encuentra encaminada a que se contabilice la caducidad desde el momento en que
se realizó la segunda prueba de ADN, esto es, el 27 de septiembre de 2011. De ahí que, a juicio de esta Corporación, es claro que el actor también considera que en dicha providencia se
incurrió en un defecto sustantivo[58], pues el operador judicial dio aplicación errónea a las reglas previstas en el ordenamiento jurídico, sobre la forma de contabilizar el término de caducidad
de la acción de impugnación.

Al respecto, como previamente se mencionó, es preciso señalar que la Ley 1060 de 2006 dispone que la caducidad de la acción de impugnación de la paternidad es de ciento cuarenta (140)
días, cuyo cómputo –para el caso de los padres– se contabiliza desde el día siguiente a aquel “en que tuvieron conocimiento de que no es el padre o madre biológico”. Por su parte, en la
normatividad preexistente, el término de impugnación del reconocimiento de la paternidad era de sesenta (60) días subsiguientes a la fecha en que se tuvo un interés actual, de acuerdo con lo
previsto en el artículo 5° de la Ley 75 de 1968. De acuerdo con la jurisprudencia de la Corte, en los casos en los que existe una prueba de ADN, dicho término –tanto en la legislación actual
como en las normas preexistentes –se debe calcular desde el momento en que se tiene certeza de que no existe una relación filial, o lo que es lo mismo, a partir del momento en el que se
obtienen los resultados negativos de la prueba de ADN.

En el caso sometido a decisión, el término de caducidad debe ser contabilizado desde el mes de febrero de 2004, fecha en la cual se obtuvieron los primeros resultados de la prueba de ADN.
Como para esa fecha la Ley 1060 de 2006 no se encontraba vigente, el término de caducidad determinado por la normatividad preexistentes era de sesenta (60) días. Lo anterior, a juicio de
esta Corporación, implica que la acción caducó en el mes de abril de 2004.
El respeto a las reglas de caducidad de la acción, especialmente en los casos en los que se ve afectado el derecho fundamental al estado civil, es de relevancia constitucional, pues como se
expuso en la Sentencia C-800 de 2000, lo que se pretende con el establecimiento de plazos breves y perentorios, es asegurar que las personas que están involucradas en este tipo de
controversias, no se vean obligadas a convivir largos períodos de incertidumbre sobre su relación filial y, a su vez, proteger el valor de la seguridad jurídica, sobre todo por el conjunto de
derechos y obligaciones que dependen de las relaciones de familia.

Desde esta perspectiva, encuentra la Sala que no existe justificación alguna para que el actor interpusiera la acción de impugnación de la paternidad ocho (8) años después de tener certeza
sobre la inexistencia del vínculo filial. Para la Sala, inaplicar dicho término, sería desconocer la importancia que tiene el régimen de caducidad establecido por el legislador para proteger la
seguridad jurídica. Adicionalmente, ello implicaría una afectación de los derechos del menor Juan Diego Sánchez Ramírez, especialmente a la personalidad jurídica.

La acción de tutela no puede ser vista como una herramienta para desconocer las reglas de caducidad previstas en el ordenamiento jurídico, las cuales constituyen un límite temporal de
orden público previsto por el legislador para acudir a la administración de justicia, especialmente cuando se acude al amparo constitucional con el fin de cuestionar o desestabilizar los vínculos
familiares que se han construido con el paso de los años. Por esta razón, en el caso concreto, si bien existe una prueba de que el actor no es el progenitor del menor Juan Diego, la inactividad
de éste durante ocho (8) años, implica que aceptó su rol como padre del citado menor.

En este orden de ideas, frente a la posible configuración de un defecto sustantivo por desconocer el mandato constitucional que señala que se le debe dar prevalencia al derecho sustancial
sobre las formas, encuentra la Sala que en este caso efectivamente la declaratoria de la caducidad de la acción no es desproporcionada, pues –como se mencionó anteriormente– el actor
tenía el deber de acudir a la administración de justicia para reclamar la protección de sus derechos en el término estipulado. La aplicación de dicha norma tiene como fin proteger la seguridad
jurídica y preservar la estabilidad de las relaciones filiales, por lo que su desconocimiento implicaría la afectación de los derechos del menor Juan Diego Sánchez Ramírez y, a su vez, un
amparo a la desidia e inacción del actor[59].

Por otra parte, en cuanto a la posible configuración del defecto fáctico, es claro que el juez no estaba habilitado para analizar el fondo del asunto, ya que se acreditó la caducidad de la acción,
siendo procedente el rechazo de plano de la misma[60]. Así las cosas, la falta de análisis de las pruebas de ADN no puede ser entendido como un error por parte del operador judicial, frente a
un trámite procesal que desde el inicio estaba llamado a ser rechazado.

7.4. En conclusión, la Sala confirmará la decisión del juez de segunda instancia y denegará la solicitud de amparo, por cuanto, en el presente caso, no existe vulneración de los derechos
alegados por el demandante.

IV. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Sala Tercera de Revisión de la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución,

RESUELVE

PRIMERO.- CONFIRMAR la sentencia del 22 de enero de 2013 proferida por la Sala de Decisión Civil-Familia del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Manizales que denegó el amparo
solicitado por el señor Yhon Eduar Sánchez Henao.

SEGUNDO.- Por Secretaría General, LÍBRESE la comunicación prevista en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.

Notifíquese, comuníquese, publíquese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase.

LUIS GUILLERMO GUERRERO PÉREZ

Magistrado

GABRIEL EDUARDO MENDOZA MARTELO

Magistrado

JORGE IVÁN PALACIO PALACIO

Magistrado

MARTHA VICTORIA SÁCHICA DE MONCALEANO

Secretaría General

[1] Folio 179, cuaderno 2.

[2] Folios 4-10, cuaderno 3.

[3] Folios 12-13, cuaderno 3.

[4] Folio 14, cuaderno 3.

[5] Folios 20-35, cuaderno 3.


[6] Folios 36-40, cuaderno 3.

[7] Folios 41-50, cuaderno 3.

[8] Folios 41-42, cuaderno 3.

[9] Folios 98-100, cuaderno 3.

[10] Folios 139-140, cuaderno 3.

[11] Folios 150-155, cuaderno 3.

[12] Folios 27-34, cuaderno 2.

[13] Al respecto se destacan las Sentencias T-018 de 2008 y T-757 de 2009. Así mismo, en las Sentencias T-310 de 2009 y T-555 de 2009, la
Corte señaló que "(...) la procedencia de la acción de tutela contra sentencias es un asunto que comporta un ejercicio de ponderación entre la
eficacia de la mencionada acción [de tutela] -presupuesto del Estado Social y Democrático de Derecho-, y la vigencia de la autonomía e
independencia judicial, el principio de la cosa juzgada y la seguridad jurídica".

[14] Al respecto, en la Sentencia T-310 de 2009, se indicó que: "(...) la acción de tutela contra sentencias es un juicio de validez de la decisión
judicial, basado en la supremacía de las normas constitucionales. Esto se opone a que la acción de tutela ejerza una labor de corrección del fallo o
que sirva como nueva instancia para la discusión de los asuntos de índole probatoria o de interpretación del derecho legislado que dieron lugar al
mismo. En cambio, la tutela se circunscribe a detectar aquellos casos excepcionales en que la juridicidad de la sentencia judicial resulte afectada,
debido a que desconoció el contenido y alcances de los derechos fundamentales".

[15] En esta ocasión se declaró la inexequibilidad de la expresión "ni acción", contenida en el artículo 185 de la Ley 906 de 2004, relacionado con
la sentencia de casación penal.

[16] Sentencia T-173 de 1993, cita de la Sentencia C-590 de 2005.

[17] Sentencia T-504 de 2000, cita de la Sentencia C-590 de 2005.

[18] Sentencia T-315 de 2005, cita de la Sentencia C-590 de 2005.

[19] Sentencias T-008 de 1998 y SU-159 de 2000, citas de la Sentencia C-590 de 2005.

[20] Sentencia T-658 de 1998, cita de la Sentencia C-590 de 2005.

[21] Sentencias T-088 de 1999 y SU-1219-01, cita de la Sentencia C-590 de 2005.

[22] Sentencia SU-014 de 2001.

[23] Sentencia C-590 de 2005.

[24] Sentencia SU-047 de 1999.

[25] Al respecto, se pueden consultar las Sentencias T-051 de 2009, T-060 de 2009, T-130 de 2009, T-310 de 2009 y T-555 de 2009.

[26] "Artículo 214. Impugnación de la paternidad. El hijo que nace después de expirados los ciento ochenta días subsiguientes al matrimonio o a
la declaración de la unión marital de hecho, se reputa concebido en el vínculo y tiene por padres a los cónyuges o a los compañeros permanentes,
excepto en los siguientes casos:

1. Cuando el Cónyuge o el compañero permanente demuestre por cualquier medio que él no es el padre.

2. Cuando en proceso de impugnación de la paternidad mediante prueba científica se desvirtúe esta presunción, en atención a lo consagrado en la
Ley 721 de 2001."

[27] El artículo 219 (antes de la reforma introducida por la Ley 1060 de 2006) disponía que: "Si el marido muere antes de vencido el término que le
conceden las leyes para declarar que no reconoce al hijo como suyo, podrán hacerlo en los mismos términos los herederos del marido, y en
general toda persona a quien la pretendida legitimidad del hijo irrogare perjuicio actual. // Cesará este derecho si el padre hubiere reconocido al
hijo como suyo en su testamento o en otro instrumento público." Por su parte, el artículo 220 señala: "A petición de cualquiera persona que tenga
interés actual en ello, declarará el juez la ilegitimidad del hijo nacido después de expirados los trescientos días subsiguientes a la disolución del
matrimonio. // Si el marido estuvo en absoluta imposibilidad física de tener acceso a la mujer desde antes de la disolución del matrimonio, se
contarán los trescientos días desde la fecha en que empezó esta imposibilidad. // Lo dicho acerca de la disolución se aplica al caso de la
separación de los cónyuges por declaración de nulidad del matrimonio."

[28] "Por la cual se dictan normas sobre filiación y se crea el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar".
[29] Adicionalmente, el artículo 336 del Código Civil disponía que: "Las personas designadas en el artículo precedente no podrán impugnar la
maternidad después de transcurridos diez años, contados desde la fecha del parto. // Con todo, en el caso de salir inopinadamente a luz algún
hecho incompatible con la maternidad putativa, podrá subsistir o revivir la acción anterior por un bienio contado desde la revelación justificada del
hecho." Por virtud de la remisión expuesta en la citada norma, el artículo 335 señalaba que: "La maternidad, esto es, el hecho de ser una mujer la
verdadera madre del hijo que pasa por suyo, podrá ser impugnada probándose falso parto, o suplantación del pretendido hijo al verdadero. Tienen
el derecho de impugnarla: 1o) El marido de la supuesta madre y la misma madre supuesta, para desconocer la legitimidad del hijo. 2o) Los
verdaderos padre y madre legítimos del hijo para conferirle a él, o a sus descendientes legítimos, los derechos de familia en la suya. 3o) La
verdadera madre para exigir alimentos al hijo."

[30] Artículo 1º de la Ley 721 de 2001, el cual modificó el artículo 7 de la Ley 75 de 1968.

[31] Al respecto se dispuso que: "Artículo 5o. El artículo 217 del Código Civil quedará así:Artículo 217. El hijo podrá impugnar la paternidad o la
maternidad en cualquier tiempo. En el respectivo proceso el juez establecerá el valor probatorio de la prueba científica u otras si así lo considera.
También podrá solicitarla el padre, la madre o quien acredite sumariamente ser el presunto padre o madre biológico. // La residencia del marido en
el lugar del nacimiento del hijo hará presumir que lo supo inmediatamente, a menos de probarse que por parte de la mujer ha habido ocultación del
parto. // Parágrafo. Las personas que soliciten la prueba científica lo harán por una sola vez y a costa del interesado; a menos que no cuenten con
los recursos necesarios para solicitarla, podrán hacerlo siempre y cuando demuestren ante I.C.B.F. que no tienen los medios, para lo cual gozarán
del beneficio de amparo de pobreza consagrado en la Ley 721 de 2001."

[32] La Corte en sentencia C-530 de 2010 se declaró inhibida para decidir de fondo sobre la demanda de inconstitucionalidad de los apartes
subrayados.

[33] Sobre este punto, en la Sentencia C-530 de 2010, la Corte se inhibió de emitir un pronunciamiento de fondo contra el término de caducidad de la
acción de impugnación contemplada en el artículo 216 del Código Civil, entre otras razones, porque el mero establecimiento de un plazo para
controvertir la paternidad no genera -en principio- una duda mínima sobre su inconstitucional. Al respecto, se señaló que: "[c]abe resaltar en este lugar
cómo quien considera que el fenómeno de la caducidad en relación con una materia específica o quien estima que el término de caducidad fijado
por el legislador para ejercer una determinada acción, vulneran preceptos constitucionales, debe desplegar una mayor carga argumentativa con el
fin de desvirtuar la presunción de constitucionalidad de la norma legal objeto de reproche. Este último punto resulta de especial relevancia con
relación al ataque por vulneración de los artículos 228, 229 y 230, toda vez que en varias ocasiones la Corte Constitucional se ha pronunciado
acerca de que la facultad radicada en cabeza del legislador para establecer la procedencia de la caducidad respecto de una determinada materia o
para fijar el término de caducidad de las acciones, constituye una competencia legítima, la cual, no desconoce, prima facie, el derecho de acceso a
la justicia, ni ningún otro derecho". (Subrayas añadidas).

[34] Gaceta del Congreso No. 691 del 3 de octubre de 2005.

[35] Al respecto, en la Sentencia C-109 de 1995, se indicó que: "La doctrina moderna considera que el derecho a la personalidad jurídica no se
reduce únicamente a la capacidad de la persona humana a ingresar al tráfico jurídico y ser titular de derechos y obligaciones sino que comprende,
además, la posibilidad de que todo ser humano posea, por el simple hecho de existir e independientemente de su condición, determinados
atributos que constituyen la esencia de su personalidad. Por consiguiente, cuando la Constitución consagra el derecho de toda persona natural a
ser reconocida como persona jurídica. Para la Corte Constitucional es claro que la filiación es uno de los atributos de la personalidad jurídica,
puesto que ella está indisolublemente ligada al estado civil de la persona. El derecho a la filiación, como elemento integrante del estado civil de las
personas, es un atributo de la personalidad, y por ende es un derecho constitucional deducido del derecho de todo ser humano al reconocimiento
de su personalidad jurídica."

[36] Subrayado por fuera del texto original.

[37] Sentencia T-411 de 2004.

[38] En esta providencia, la Corte se pronunció sobre una acción de tutela interpuesta en contra de las decisiones del Juzgado Diecisiete de
Familia de Bogotá, de la Sala Civil del Tribunal Superior de Distrito Judicial de Bogotá y de la Sala Civil y Agraria de la Corte Suprema de Justicia,
en el trámite de un proceso promovido para investigar la paternidad en la que no fue citado el defensor de familia, los indeterminados no estuvieron
debidamente representados en la práctica de pruebas y la prueba de HLA fue ordenada pero no practicada. Al momento de resolver el caso
concreto, este Tribunal concedió la tutela como mecanismo transitorio de protección y ordenó la suspensión del término de caducidad del recurso
extraordinario revisión por un término de cuatro (4) meses, con el fin de que la accionante incoara la demanda y solicitara anticipadamente la
citada prueba de HLA.

[39] En la citada providencia, la Corte estudió una solicitud de amparo promovida en contra de una sentencia en la que el demandado fue
declarado como padre de una menor, en virtud de una prueba antropoheredobiológica realizada por el ICBF en 1995. Con posterioridad, en el año
de 1998, el supuesto padre se realizó una nueva prueba en la que se demostró que no existía dicha relación filial. En esta oportunidad, esta
Corporación amparó los derechos fundamentales del accionante y ordenó la suspensión temporal de los efectos jurídicos del registro de la menor,
mientras se resolvía una acción penal en contra de la responsable de la prueba antroheredobiológica y se tramitaba el recurso extraordinario de
revisión.

[40] Al respecto la Corte dijo: "Sin embargo, es aplicable aquí el precedente sentado en la sentencia T-411 de 2004 sobre este extremo pues el
requisito de procedibilidad deberá "ceder ante la contundencia de la verdad científica y ante la trascendencia de los derechos que se ponen en
juego".

[41] Sentencia C-109 de 1995, citada en la sentencia T-411 de 2004 y T-1342 de 2001.

[42] Sentencia C-004 de 1998, citada en la sentencia T-1342 de 2001.

[43] Sentencia T-488 de 1999.


[44] Sentencia T-411 de 2004.

[45] Sentencia T-1342 de 2001.

[46] Respecto del "interés actual" la sentencia profundiza indicando que: "24. Como se ve, hay entonces una laguna axiológica cuando no se toma
en cuenta un hecho sumamente relevante (la contundencia de la verdad científica) al interpretar una ley generalmente válida, y esa laguna
amenaza derechos fundamentales del tutelante. En esos casos, debe buscarse una interpretación distinta que colme la laguna. Y en este en
particular eso puede lograrse si se entiende de un modo distinto el 'interés actual'. Por ejemplo, si se interpreta que cuando una persona (i)
reconoce a otra como su hija, (ii) aunque con dudas sobre la verdadera paternidad, (iii) luego deja pasar un tiempo prolongado para cuestionar la
paternidad, y (iv) decide finalmente impugnarla con fundamento en esas mismas dudas, pero (v) lo hace pocos días después de tener certeza
sobre la realidad de la filiación, gracias a una prueba como la de ADN, entonces el 'interés actual' o bien se presume, o bien no se presume pero
se entiende actualizado gracias a la novedad de la prueba científica. Ambas interpretaciones se adecuan al espíritu de la legislación civil, como
pasa a mostrarse:

23.1. Presumir que la persona tiene 'interés actual', supone admitir que todo padre o madre extramatrimonial puede impugnar la paternidad o
maternidad, sin probar que tiene 'interés actual', cuando la impugnación se interpone poco tiempo después de conocer la primera prueba de ADN
que lo descarta como padre o madre. Eso significa que sólo debe demostrar que conoció recientemente la prueba de ADN, regulación que por lo
demás prohíja la misma Ley 1060 de 2006 para casos en que quien impugna la paternidad es el cónyuge o el compañero permanente. Estos
últimos pueden impugnar la paternidad, sin necesidad de probar 'interés actual', siempre que lo hagan "dentro de los ciento [cuarenta] (140) días
siguientes a aquel en que tuvieron conocimiento de que es el padre o madre biológica" (art. 4, Ley 1060 de 2006). Luego no es extraño a la ley que
una persona impugne la paternidad años después de tener la primera duda sobre la verdadera filiación, siempre y cuando lo haga dentro de los
ciento cuarenta (140) días siguientes al tiempo en el cual "tuv[o] conocimiento" de no ser el padre o madre biológico del supuesto hijo.

23.2. Exigir la acreditación de un interés actual, por su parte, tampoco riñe con la legislación civil. Ni está en contradicción con ella un
entendimiento especial de lo que significa tener un 'interés actual', pues no existe en todo el Estatuto Civil una estipulación vinculante de esos
términos, que el juez esté obligado a respetar sin importar las propiedades fácticas de un caso como este. Por tanto, no estaría ni en contra de la
letra, ni del espíritu de la legislación, entender que el interés de una persona, aunque caduco en cierto momento, puede actualizarse en
determinadas hipótesis. Y, en este caso al menos, es cierto que Daniel Amado Morales González tuvo interés por vez primera, como
acertadamente lo indican los jueces demandados, al reconocer a Nixa Yuneidy; es decir, mucho tiempo antes de instaurar su acción. Sin embargo,
no es cierto que por ese solo hecho el interés no haya sido actual cuando la promovió, pues con el conocimiento de la prueba de ADN el interés se
actualizó, y como poco tiempo después de ello se interpuso la demanda de impugnación, al momento de acceder a la justicia no carecía de 'interés
actual'.

24. Así las cosas, es posible ofrecer interpretaciones distintas del 'interés actual' en casos como el presente. Esos entendimientos no conducen a
desconocer la letra o el espíritu de la ley, ni aparejan un menoscabo para los derechos del accionante a la libertad de decidir el número de hijos, a
la personalidad jurídica, a la filiación y a la administración de justicia efectiva. Ciertamente, suponen una incidencia en el derecho de la menor a la
protección de los vínculos y las proyecciones que había hecho con seguridad, como fruto de los lazos afectivos y de las memorias que alcanzó a
construir en compañía del tutelante. Cuando menos, es de esperarse que se puedan frustrar algunos anhelos construidos por Nixa Yuneidy a lo
largo de este tiempo, en relación con los bienes que debe proporcionar la paternidad, que son regularmente los de garantizar "protección,
bienestar y formación integral, desde el momento mismo de la concepción, y mientras sean menores de edad y no se hayan emancipado". Pero
ese quebranto se ve compensado, de una parte, por la salvaguarda cierta de su derecho "al nombre" real, y no a uno ficticio como el que se le
registraría si se la hace aparecer como hija de quien no es su padre y, de otra, por la protección cierta también de los demás derechos y libertades
del tutelante."

[47] Al respecto es necesario mencionar que este despacho en Sentencia T-160 de 2003 en un caso de impugnación de la paternidad se concedió
el amparo y se dejó sin efectos la sentencia que declaraba la caducidad de la acción, por cuanto el "Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santa
Rosa de Viterbo inobservó el parágrafo transitorio del artículo 14 de la Ley 1060 de 2006, (...) que admite que aquellas personas a las cuales se
les decretó la caducidad de la acción de impugnación de la paternidad –como ocurrió en el presente caso– puedan interponer nuevamente dicha
acción, con el propósito de salvaguardar los derechos fundamentales que se encuentran comprometidos en este tipo de proceso, eliminando los
efectos de la cosa juzgada dentro del proceso."

[48] Sentencia T-411 de 2004

[49] Sentencia T-1342 de 2001.

[50] Sentencia T-411 de 2004

[51] El artículo 351 del Código de Procedimiento Civil dispone que: "Son apelables las sentencias de primera instancia, excepto las que se dicten
en equidad y las que las partes convengan en recurrir en casación per saltum, si fuere procedente este recurso (...)".

[52] El artículo 366 del Código de Procedimiento Civil establece que: "El recurso de casación procede contra las siguientes sentencias dictadas en
segunda instancia por los tribunales superiores, (...): 4. Las sentencias de segundo grado dictadas por los tribunales superiores en procesos
ordinarios que versen sobre el estado civil (...)" .

[53] Véase la Sentencia T-598 de 2003.

[54] Sentencia T-411 de 2004.

[55] Sentencia T-411 de 2004

[56] T-1140 de 2005


[57] T-055 de 2008.

[58] En la Sentencia SU-187 de 2010, la Corte estableció que el defecto sustantivo o material se presenta: "(...) (i) cuando la decisión cuestionada
se funda en una norma indiscutiblemente inaplicable al caso concreto, (ii) cuando la decisión se fundamenta en normas inexistentes o
inconstitucionales, (iii) cuando a pesar del amplio margen interpretativo que la Constitución le reconoce a las autoridades judiciales, la
interpretación o aplicación que se hace de la norma en el caso concreto desconoce sentencias con efectos erga omnes que han definido su
alcance, es contraevidente (interpretación contra legem) o claramente perjudicial para los intereses legítimos de una de las partes (irrazonable o
desproporcionada),(iv) cuando la interpretación de la norma se hace sin tener en cuenta otras disposiciones aplicables al caso y que son
necesarias para efectuar una interpretación sistemática, (v) cuando la norma aplicable al caso concreto es desatendida y por ende inaplicada o (vi)
cuando a pesar de que la norma en cuestión está vigente y es constitucional, no se adecua a la situación fáctica a la cual se aplicó."

[59] No sobra recordar que, como se expuso en la Sentencia T-769 de 2010, los hijos pueden impugnar la paternidad en cualquier tiempo, como se
expone en el artículo 217 del Código Civil.

[60] El artículo 85 Código de Procedimiento Civil dispone que: "(...) El Juez rechazará de plano la demanda cuando carezca de jurisdicción o de
competencia, o exista término de caducidad para instaurarla, si de aquella o sus anexos aparece que el término está vencido (...)".Subrayado por
fuera del texto original.
ACCION DE TUTELA CONTRA PROVIDENCIAS
JUDICIALES-Reiteración de jurisprudencia sobre requisitos
generales y especiales de procedibilidad

La jurisprudencia constitucional ha sido minuciosa en el examen de los


requisitos generales y especiales, en aras de proteger y garantizar los
derechos fundamentales y de respetar los principios constitucionales de
autonomía e independencia judicial.

CARACTERIZACION DEL DEFECTO FACTICO COMO


CAUSAL ESPECIFICA DE PROCEDIBILIDAD DE LA
ACCION DE TUTELA CONTRA PROVIDENCIAS
JUDICIALES/DEFECTO FACTICO-Dimensión negativa y
positiva

Este Tribunal ha señalado que el defecto fáctico se presenta cuando: i) el


juez no tiene el apoyo probatorio necesario para justificar su decisión; ii)
incurre en un error en el examen de las pruebas por no valorar una prueba
o por existir una valoración caprichosa o arbitraria; iii) se presenta una
omisión en el decreto o práctica de las pruebas dentro del proceso, o iv) se
adopta una decisión judicial con fundamento en una prueba obtenida de
forma ilícita. De acuerdo con la jurisprudencia constitucional, el defecto
fáctico puede tener una dimensión negativa y una dimensión positiva. Se
presenta la dimensión negativa, cuando la autoridad judicial no práctica o
valora una prueba, o la valoración de la misma se hace de forma
arbitraria, irracional o caprichosa, lo que en últimas se traduce en la
imposibilidad de comprobar los hechos. Por el contrario, se configura la
dimensión positiva, cuando el acervo probatorio no debía ser admitido o
valorado, como ocurre, por ejemplo, en el caso de pruebas indebidamente
recaudadas que son apreciadas por el juez, o cuando se dan por
establecidas circunstancias sin que exista soporte en el material probatorio
que respalde dicha determinación

CARACTERIZACION DEL DEFECTO MATERIAL O


SUSTANTIVO COMO CAUSAL DE PROCEDIBILIDAD DE
LA ACCION DE TUTELA CONTRA PROVIDENCIAS
JUDICIALES-Reiteración de jurisprudencia

CARACTERIZACION DEL DEFECTO PROCEDIMENTAL


ABSOLUTO COMO CAUSAL DE PROCEDIBILIDAD DE LA
ACCION DE TUTELA CONTRA PROVIDENCIAS
JUDICIALES-Reiteración de jurisprudencia
IMPUGNACION DE LA PATERNIDAD-Normatividad aplicable

IMPUGNACION DE LA PATERNIDAD-Reiteración de
jurisprudencia

DERECHO A LA PERSONALIDAD JURIDICA Y FILIACION

El artículo 14 de la Constitución Política señala que toda persona tiene


derecho a su personalidad jurídica. Al respecto, la Corte ha indicado que
dicho artículo no sólo se refiere a la posibilidad de actuar en el mundo
jurídico, sino de poseer ciertos atributos que constituyen la esencia de la
personalidad jurídica y aquellos que marcan la individualidad de la
persona como sujeto de derecho. Estos últimos, son aquellos atributos de
la personalidad, dentro de los cuales claramente se encuentra el estado
civil de un individuo, el cual depende –entre otras– de la relación de
filiación. En el artículo 1 del Decreto 1260 de 1970 se dispone que: “el
estado civil de una persona es su situación jurídica en la familia y la
sociedad, determinada su capacidad para ejercer ciertos derechos y
contraer ciertas obligaciones, es indivisible, indisponible e imprescriptible,
y su asignación corresponde a la ley.” Por otra parte, la jurisprudencia
también ha señalado que la filiación es un derecho innominado, de
conformidad con lo previsto en el artículo 94 de la Constitución Política.
De ahí que, es deber de los jueces actuar con diligencia y proactividad en
los procesos de investigación de paternidad o maternidad, de manera que
se cuente con las pruebas antroheredobiológicas para proferir su decisión.
En criterio de esta Corporación, este derecho se encuentra estrechamente
ligado con el principio de la dignidad humana, pues todo ser humano tiene
derecho a ser reconocido como parte de la sociedad y de una familia. En
este sentido, se ha insistido en que la protección de la filiación implica una
salvaguarda a los derechos a la personalidad jurídica (art 14 de CP), a
tener una familia (arts. 5, 42 y 44 CP), al libre desarrollo de la
personalidad (art 16 CP) y a la dignidad humana (art 1 de la CP)

INTERES PARA PRESENTAR ACCION DE IMPUGNACION


DE LA PATERNIDAD-“Interés actual” surge cuando se origina una
duda sobre la paternidad

IMPUGNACION DE LA PATERNIDAD-A partir de qué momento


puede contarse la oportunidad para impugnar la filiación

PREVALENCIA DEL DERECHO SUSTANCIAL SOBRE LAS


NORMAS PROCESALES-Resultado de prueba de ADN
contundente debe llevar al juez a interpretar la ley para garantizar el
derecho sustancial

IMPUGNACION DE LA PATERNIDAD-Persona que por prueba


de ADN tiene certeza de no ser padre de menor/IMPUGNACION DE LA
PATERNIDAD-Vulneración de derechos fundamentales por interpretación
del juez que no tuvo en cuenta resultado de prueba de ADN
contundente

DERECHO A LA FILIACION, A LA PERSONALIDAD


JURIDICA Y AL DEBIDO PROCESO-Orden en proceso de
impugnación de paternidad profiera una nueva sentencia en relación
con la caducidad de la acción y la objeción de prueba ADN

Referencia: expediente T-3630613

Asunto: Acción de tutela interpuesta por


Juan Carlos Palencia López en contra
de la Sala Única del Tribunal Superior
del Distrito Judicial de Santa Rosa de
Viterbo y el Juzgado Segundo
Promiscuo de Familia de Duitama

Magistrado Ponente:
LUIS GUILLERMO GUERRERO
PÉREZ

Bogotá DC, veintiuno (21) de marzo de dos mil trece (2013)

La Sala Tercera de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los


Magistrados Gabriel Eduardo Mendoza Martelo, Jorge Iván Palacio
Palacio y Luis Guillermo Guerrero Pérez, quien la preside, en ejercicio de
sus competencias constitucionales y legales, específicamente las previstas
en los artículos 86 y 241.9 de la Constitución Política y 33 y siguientes del
Decreto 2591 de 1991, ha proferido la siguiente:

SENTENCIA
En el proceso de revisión de los fallos de tutela proferidos por la Sala de
Casación Civil y la Sala de Casación Laboral de la Corte Suprema de
Justicia, en el trámite de la acción de amparo constitucional instaurada por
el señor Juan Carlos Palencia López contra la Sala Única del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Santa Rosa de Viterbo y el Juzgado
Segundo Promiscuo de Familia de Duitama.

I. ANTECEDENTES
1.1. Hechos

1.1.1. El día 23 de septiembre de 1990 el señor Palencia López fue


informado del nacimiento de la menor Johana Catalina. Teniendo en
cuenta que éste sostuvo un encuentro sexual con la señora María Laura
Camargo Becerra en el mes de diciembre de 1989, su buena fe y la presión
del padre de la citada señora, procedió a registrar como hija suya a la
menor Johanna Catalina el 27 de marzo de 1991.

1.1.2. Señala que desde dicho momento procedió a cumplir con sus
obligaciones alimentarias, por lo que canceló mensualmente una cuota de
140.000 pesos, la cual fue acordada mediante conciliación entre las partes
celebrada en el 2001.

1.1.3. Afirma que en el 2003 perdió su empleo y dejó de responder por las
cuotas acordadas, motivo por el cual la señora Camargo Becerra formuló
una querella por inasistencia alimentaria, proceso que culminó con una
nueva conciliación entre las partes en el mes de enero de 2005.

1.1.4. Manifiesta que dada la difícil situación económica en la que se


encontraba se vio obligado a iniciar un proceso de reducción de cuota
alimentaria. Como resultado de éste se confirmó el valor que venía
cancelando.

1.1.5. Sostiene el accionante que luego de ser proferida la providencia que


confirmó la cuota alimentaria, la señora Camargo Becerra le dio a entender
que él no era el padre de la menor. Ello ocurrió a mediados del 30 de
marzo de 2006.

1.1.6. Con fundamento en lo expuesto, el señor Palencia acudió el 3 de


abril de 2006 al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y solicitó que
le fuera practicada una prueba de paternidad, dicho proceso fue radicado
con el número 0196-2006.
1.1.7. El 22 de mayo de 2006, la señora María Laura Camargo Becerra, la
menor Johana Catalina Palencia y el señor Juan Carlos Palencia
comparecieron al ICBF. Sin embargo, la señora Camargo Becerra se
rehusó a que la prueba le fuera practicada a su hija.

1.1.8. El 8 de septiembre de 2006, por intermedio de apoderada judicial, el


accionante inició un proceso de impugnación de la paternidad, el cual fue
repartido al Juzgado Segundo Promiscuo de Familia de Duitama bajo el
radicado 2006-223. En dicho proceso se solicitó que se declarara que la
menor Johana Catalina no era su hija, se inscribiera dicha información en
el registro civil y se ordenara la restitución de las cuotas alimentarias
pagadas a la menor.

1.1.9. En virtud de las pruebas solicitadas por las partes, el juez de primera
instancia ordenó la práctica de la prueba de paternidad en el Instituto de
Genética “Servicios Médicos Yunis Turbay y Cia. S.A. en C.”, cuya fecha
de realización se programó para el día 13 de septiembre de 2007.

1.1.10. La prueba fue practicada el 19 de octubre de 2007 y como resultado


se obtuvo: “La paternidad del señor Juan Carlos Palencia López, con relación a Johana Catalina Palencia
Camargo, es incompatible según los sistemas resaltados en la tabla.”

1.1.11. Dicha prueba fue objetada por la parte demandada aduciendo que el
informe del perito debe ser expresado en términos comprensibles y que la
prueba de ADN aportada al proceso no cumple con dicho requisito.
También manifestó que la accionada sólo mantuvo relaciones sexuales con
el señor Palencia[1]. Por medio de auto del 5 de diciembre de 2007, en la
resolución de la objeción, el juez acogió la solicitud de la parte demandada
y ordenó la práctica de una nueva prueba de ADN en el Laboratorio de
Genética del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses[2],
la cual no se realizó.

1.1.12. En sentencia del 20 de abril de 2010, el Juzgado Segundo


Promiscuo de Familia de Duitama denegó las pretensiones de la demanda,
bajo el argumento de que no había sido posible probar que el accionante no
era el padre de la menor. Al respecto, la citada autoridad judicial señaló
que:

“Visto lo anterior el despacho decretó la prueba y en


consecuencia esta fue realizada, pero una vez se corrió traslado,
la misma fue objetada por la parte demandada y posteriormente
fijada nueva fecha para su práctica, no en una sino en varias
ocasiones sin tener éxito en su realización, tal como lo
demuestran las diferentes certificaciones del Instituto de
Medicina Legal y Ciencias Forenses de la Ciudad de Duitama.

De acuerdo con el material probatorio allegado al informativo,


podemos concluir como el honorable Tribunal de Santa Rosa de
Viterbo, solicitó que se llevara a efecto una nueva practica (sic)
de ADN, la cual fue ordenada sin que la parte demandante
hubiera comparecida (sic) a la práctica de la misma en las
últimas oportunidades en que se decreto (sic) y si por el
contrario lo hizo la parte demandada.

Siendo ello así y no habiendo sido posible darle aprobación al


examen de ADN que se practicó hemos de tener en cuenta lo
analizado en las consideraciones de esta providencia y por lo
tanto se han de negar las pretensiones de la demanda, mas aun
cuando a excepción del examen no se aporto (sic) ninguna otra
prueba como para tomar una decisión diferente.”[3]

1.1.13. En segunda instancia, en sentencia del 23 de junio de 2011, el


Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santa Rosa de Viterbo confirmó
el fallo impugnado, con fundamento en la procedencia de una excepción de
caducidad frente a la acción. Sobre la materia, se expuso que:

“Ahora, una vez determinado en el tiempo el nacimiento del


“interés actual” que origina el derecho del demandante para
pretender la impugnación de la paternidad, esto es, 30 de marzo
de 2006, se debe decir que entre esta fecha y el momento de
presentación de la demanda, que ocurrió el 8 de septiembre de
2006, había (sic) transcurrido 108 días hábiles; lo que significa,
que la pretensión de impugnación se intentó por fuera de los 60
días autorizados por el aludido artículo 248, operando en
consecuencia la caducidad de la acción.

Sean entonces suficientes las anteriores consideraciones para


concluir que si bien es cierto el examen genético (ADN)
practicando por el Laboratorio Yunis Turbay, es prueba valida
(sic) y contundente para concluir que el demandante no es el
padre de JOHANNA CATALINA el cual debió ser tenido en
cuenta ante la renuencia de las partes para concurrir el segundo
examen convocado; también lo es, que la pretendida acción se
intentó cuando la misma se encontraba caducada, razón por la
cual se confirmará la sentencia de primera instancia, pero por
las razones expuestas en esta sentencia y se declarará la
prosperidad de la excepción de fondo de caducidad de la
acción.”[4]

1.1.14. Finalmente, el accionante concluye que –en virtud de dichas


providencias – entró en un estado profundo de depresión, que lo condujo a
perder su trabajo y contacto con su apoderada, por lo que no pudo acudir al
recurso extraordinario de casación por falta de recursos económicos.

1.2. Solicitud de la acción de tutela

El señor Palencia López instauró el presente amparo constitucional en


contra del Juzgado Segundo Promiscuo de Familia de Duitama y el
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santa Rosa de Viterbo, con el
propósito de obtener la protección de sus derechos fundamentales al debido
proceso, al acceso a la administración de justicia, a la seguridad jurídica, a
la igualdad y a la defensa. En criterio del actor, los citados derechos fueron
vulnerados al presentarse tanto un defecto sustancial como fáctico en las
sentencias proferidas en el proceso de impugnación de la paternidad con
número de radicación 2006-223.

En su opinión, en primer lugar, se presenta un defecto fáctico por


desconocer la prueba de paternidad que concluyó que él no era el padre de
la menor Johana Catalina; y en segundo término, se incurrió en un defecto
sustantivo por“no emplearse la normatividad correcta que permitiera definir el asunto en estricto derecho”,
pues se declaró la caducidad de la acción cuando ésta se interpuso en los
términos de ley, teniendo en cuenta lo establecido en la Ley 721 de 2001.

En consecuencia, solicita que se “ordene al Tribunal Superior de (sic) Distrito Judicial de Santa Rosa
de Viterbo, [que] resuelva la alzada de fondo, sin considerar la caducidad de la acción, disponiendo que el suscrito no es
el padre de JOHANA CATALINA PALENCIA CAMARGO, y ordenando, en consecuencia, hacer la modificación en el
Registro Civil de Nacimiento, por las razones esgrimidas en el cuerpo de ésta acción protectora.”

1.3. Contestación de la demanda

Los demandados guardaron silencio en el proceso de la referencia. En sede


de revisión, se decidió vincular a las partes demandadas en el proceso de
impugnación de la paternidad, las cuales también guardaron silencio.

1.4. Pruebas relevantes que obran en el expediente

A continuación se enumeran las pruebas relevantes recaudadas y allegadas


al proceso:
 Copia del proceso ordinario de impugnación de la paternidad de la
menor Johanna Catalina Palencia Buitrago en contra de María Laura
Camargo Becerra, instaurada por el señor Juan Carlos Palencia López
el 30 de agosto de 2006 y repartida al Juzgado Promiscuo de Familia de
Duitama.[5]

 Copia de la respuesta a la demanda ordinaria de impugnación de la


paternidad, en donde se proponen como excepciones la caducidad de la
acción[6], la ausencia de causal, la falta de motivación de la demanda y
la temeridad en la acción. [7]

 Copia del informe de estudios de paternidad e identificación con


base en el análisis de Marcadores STR a partir del ADN, efectuado el
19 de octubre de 2007 en el Instituto de Genética “Servicios Médicos Yunis Turbay y
Cia. S. en C.” en donde se concluyó que: “La paternidad del Sr. Juan Carlos Palencia López con
relación a Johana Catalina Palencia Camargo es incompatible según los sistemas resaltados en la tabla.”[8].

 Copia de la sentencia proferida el 20 de abril de 2010 por el Juzgado


Segundo Promiscuo de Familia de Duitama, por medio de la cual se
denegaron las pretensiones del señor Palencia.

 Copia de la providencia del 23 de junio de 2011, proferida por el


Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santa Rosa de Viterbo, que
resuelve la impugnación de la sentencia de primera instancia, en el
sentido de admitir la excepción de caducidad de la acción.

 Copia de la objeción a la prueba de ADN, practicada por el Instituto


de Genética YUNIS TURBAY, presentada por la parte demandada,
aduciendo que el resultado de la prueba no es claro y que la madre de
Johana Catalina sólo mantuvo relaciones sexuales con el señor
Palencia, de manera que es posible que dicha prueba hubiera sido
manipulada. En dicho escrito la parte solicitó la práctica de una nueva
prueba de ADN en los laboratorios de Medicina Legal.[9]

 Auto proferido por el Juzgado 2 Promiscuo de Familia de Duitama,


de fecha 5 de diciembre de 2007, por medio del cual se resuelve la
objeción presentada por la parte demandada y se ordena la práctica de
un nuevo examen de ADN en el Laboratorio de Genética del Instituto
Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses.[10]

II. SENTENCIAS OBJETO DE REVISIÓN


2.1. Primera instancia
Por medio de sentencia del 22 de junio de 2012, la Sala de Casación Civil
de la Corte Suprema de Justicia negó el amparo solicitado. En su opinión,
la acción de tutela no cumple con el requisito de inmediatez, pues fue
interpuesta 11 meses con posterioridad a que fuera proferida la sentencia de
segunda instancia que denegó las pretensiones del actor. De igual manera,
estableció que la acción tampoco cumple con el requisito de subsidiariedad,
ya que el actor podía acudir al recurso extraordinario de casación[11].

2.2. Impugnación

Por medio de escrito radicado el 29 de junio de 2012, el señor Palencia


López impugnó la decisión de primera instancia. En su escrito informó que
Johana Catalina tiene en la actualidad 22 años de edad y está próxima a
terminar sus estudios universitarios, por lo que la impugnación de su
paternidad no estaría vulnerando derechos de los niños. Agregó, que en el
proceso se presentaron varias irregularidades las cuales fueron advertidas
por la Procuraduría General de la Nación, tal como se evidencia en el
expediente.

Con respecto a los motivos por los cuales se declaró la improcedencia de la


acción, el actor manifestó que quedó desconcertado y desilusionado con las
decisiones adoptadas, por lo que no supo cómo actuar. Aunado a lo
anterior, manifestó que no tenía recursos para acudir en casación, ya que un
abogado le cobraba por sus servicios 45 millones de pesos, lo que le hizo
imposible agotar el mecanismo contemplado en la ley, para impugnar la
decisión proferida en su contra.

En cuanto al principio de inmediatez, indicó que se cumple con uno de los


supuestos esbozados por la Corte Constitucional en la Sentencia T-158 de
2006, con el propósito de justificar la demora en el ejercicio de la acción,
referente a que se demuestre que la vulneración es permanente en el
tiempo, sin importar que el hecho generador sea muy antiguo respecto de la
presentación de la demanda. En este sentido, el actor señala que
actualmente cursa en su contra un proceso penal por inasistencia
alimentaría en la Fiscalía Local 21 de Duitama, pues desde que se enteró
que Johana Catalina no era su hija, dejó de cancelar las cuotas alimentarias.
De manera que el daño en el tiempo persiste, por cuanto se encuentra en
riesgo de perder su libertad por un delito que no le es imputable.

Por lo anterior, solicitó que la providencia de tutela sea revocada y, en su


lugar, se conceda el amparo de los derechos invocados.
2.3. Segunda instancia

En sentencia del 8 de agosto de 2012, la Sala de Casación Laboral de la


Corte Suprema de Justicia confirmó el fallo de primera instancia. En su
opinión, en el proceso no se advierte justificación de la tardanza en la que
incurrió el accionante, especialmente si se tiene en cuenta que transcurrió
aproximadamente 1 año y 24 días, desde la fecha en la que se profirió la
sentencia de segunda instancia y el momento en el que se interpuso la
acción de amparo. Por lo anterior, reitera que no se cumple con el requisito
de inmediatez.

III. CONSIDERACIONES DE LA CORTE

1. Competencia

Esta Sala es competente para revisar la decisión proferida en la acción de


tutela de la referencia, con fundamento en lo previsto en los artículos 86 y
241.9 de la Constitución Política. El expediente fue seleccionado por
medio de auto del ocho de noviembre de 2012, proferido por la Sala de
Selección número Once.

2. Planteamiento del problema jurídico y esquema de resolución

2.1. A partir de las circunstancias fácticas que dieron lugar al ejercicio de


la acción de tutela y de las decisiones adoptadas en las respectivas
instancias judiciales, esta Corporación debe determinar, si es procedente la
acción de amparo constitucional para controvertir los fallos adoptados en
desarrollo de un proceso de impugnación de la paternidad, por una parte,
cuando han transcurrido cerca de 11 meses desde el momento en que se
resolvió el recurso de alzada que denegó las pretensiones, y por la otra,
cuando se dejó de agotar el recurso de casación como mecanismo
extraordinario de defensa judicial.

En caso de que la respuesta al citado problema jurídico sea afirmativa, la


Sala deberá resolver ¿si en un proceso de impugnación de la paternidad, se
incurre en un defecto fáctico, procedimental y sustantivo, cuando se aporta
una prueba de ADN que indica que no existe compatibilidad de filiación,
pero ésta no es tenida en cuenta, en primera instancia, porque no se realizó
la segunda prueba de ADN ordenada por el juez y, en segunda instancia,
porque se declaró la caducidad de la acción?

2.2. Con el fin de resolver estos problemas jurídicos, inicialmente, la Sala


(i) reiterará la jurisprudencia constitucional en relación con la procedencia
de la acción de tutela contra providencias judiciales; a continuación
profundizará en el alcance (ii) del defecto fáctico; (iii) el defecto
sustantivo; (iv) y el defecto procedimental absoluto; en seguida (v) hará
una breve referencia al marco normativo de los procesos de impugnación
de la paternidad y, finalmente, recordará la (vi) jurisprudencia de la Corte
sobre los procesos de filiación. Con fundamento en lo anterior, (vii)
procederá a resolver el caso concreto.

3. Requisitos generales y específicos de procedencia de la acción de


tutela contra providencias judiciales. Reiteración de jurisprudencia

3.1. En su condición de guardián de la integridad y supremacía del texto


constitucional, esta Corporación ha establecido unas reglas sobre la
procedencia excepcional de la acción de tutela contra providencias
judiciales. Esta línea se fundamenta en la búsqueda de una ponderación
adecuada entre la primacía de los derechos fundamentales y el respeto por
los principios de autonomía e independencia judicial[12].

Precisamente, en desarrollo del principio de supremacía de la Constitución,


todos los servidores públicos que ejercen funciones jurisdiccionales, deben
garantizar y proteger los derechos fundamentales de los sujetos que
intervienen en los diferentes procesos. Por consiguiente, las normas de la
Carta Política y, en especial, aquellas que prevén tales derechos,
constituyen parámetros ineludibles para la decisión judicial.

De acuerdo con el estado actual de la jurisprudencia, la acción de tutela


contra providencias judiciales es un instrumento excepcional, dirigido a
enfrentar aquellas situaciones en que la decisión del juez incurre en graves
falencias, de relevancia constitucional, las cuales la tornan incompatible
con los mandatos previstos en el Texto Superior. En este sentido, la acción
de tutela contra providencias judiciales es concebida como un “juicio de
validez”[13], lo que se opone a que se use indebidamente como una nueva
instancia para la discusión de los asuntos de índole probatoria o de
interpretación del derecho legislado, que dieron origen a un litigio, más
aún cuando las partes cuentan con los recursos judiciales tanto ordinarios
como extraordinarios, para controvertir las decisiones que estimen
arbitrarias o que sean incompatibles con la Carta Política. No obstante,
pueden subsistir casos en que agotados dichos recursos, persiste la
arbitrariedad judicial; en esa hipótesis, por ejemplo, se habilita la
procedencia del amparo constitucional.

3.2. En desarrollo de lo expuesto, la Sala Plena de la Corte Constitucional,


en Sentencia C-590 de 2005[14], estableció un conjunto sistematizado de
requisitos de naturaleza sustancial y procedimental, que deben ser
acreditados en cada caso concreto, como presupuestos ineludibles para la
protección de los derechos fundamentales afectados por una providencia
judicial.

Ellos se dividen en dos grupos: (i) los requisitos generales, que están relacionados
con condiciones fácticas y de procedimiento, las cuales buscan hacer
compatible dicha procedencia con la eficacia de valores de estirpe
constitucional y legal, relacionados con la seguridad jurídica, los efectos de
la cosa juzgada, la independencia y autonomía del juez, al igual que la
distribución jerárquica de competencias en la rama jurisdiccional; y, (ii) los
requisitos específicos, que se refieren a la descripción de los defectos en que puede
incurrir una decisión judicial y que la hacen incompatible con la
Constitución.

3.3. En este orden de ideas, los requisitos generales de procedencia de la acción de


tutela contra providencias judiciales son los siguientes:

- Que la cuestión que se discuta tenga relevancia constitucional. Para la


Corte, el juez de tutela no puede estudiar cuestiones que no tienen una
clara y marcada importancia constitucional, so pena de involucrarse en
asuntos cuya determinación corresponde a otras instancias judiciales[15].

- Que se hayan agotado todos los medios ordinarios y extraordinarios de


defensa judicial al alcance de la persona afectada, salvo que se trate de
evitar la consumación de un perjuicio irremediable de
naturalezaiusfundamental[16], caso en el cual se podrá conceder el amparo como
mecanismo transitorio de defensa judicial.

- Que se cumpla el requisito de la inmediatez, es decir, que la tutela se


hubiere interpuesto en un término razonable y proporcionado a partir del
hecho que originó la vulneración[17].

- Cuando se trate de una irregularidad procesal, es necesario que la misma


tenga un efecto decisivo o determinante en la sentencia que se impugna y
que afecta los derechos fundamentales de la parte actora[18].

- Que el accionante identifique de manera razonable tanto los hechos que


generaron la vulneración como los derechos vulnerados y que hubiere
alegado tal vulneración en el proceso judicial, siempre que ello hubiere
sido posible[19].
- Que no se trate de sentencias de tutela[20], por cuanto la protección de
los derechos fundamentales no puede prolongarse de manera indefinida.

3.4. Ahora bien, en desarrollo de lo expuesto, los requisitos específicos que


habilitan la procedencia excepcional de la acción de tutela contra
providencias judiciales, aluden a la configuración de defectos que, por su
gravedad, tornan insostenible el fallo cuestionado al ser incompatible con
los preceptos constitucionales. Estos defectos son:

- Defecto orgánico, que se presenta cuando el funcionario judicial que profirió la


providencia impugnada, carece absolutamente de competencia para
hacerlo.

- Defecto procedimental absoluto, que se configura cuando el juez actuó al margen del
procedimiento establecido.

- Defecto fáctico, surge cuando el juez carece del apoyo probatorio que permita
la aplicación del supuesto legal en que se sustenta la decisión.

- Defecto sustantivo o material, se presenta cuando se decide con base en normas


inexistentes, inconstitucionales o que claramente son inaplicables al caso
concreto.

- Error inducido, tradicionalmente conocido como vía de hecho por


consecuencia, que se presenta cuando el juez o tribunal adopta una
decisión errónea que afecta derechos fundamentales, a partir de un artificio
o engaño de un tercero o de una circunstancias ajena a su actuar[21].

- Sentencia sin motivación, se presenta cuando los servidores judiciales incumplen el


deber de dar cuenta de los fundamentos fácticos y jurídicos de sus
decisiones, pues precisamente en esa motivación reposa la legitimación del
actuar judicial[22].

- Desconocimiento del precedente, se estructura cuando el juez desconoce la ratio


decidendi de un conjunto de sentencias previas al caso que ha de resolver, que
por su pertinencia y aplicación al problema jurídico constitucional, es
obligatorio tenerlas en cuenta al momento de dictar sentencia[23].

- Violación directa de la Constitución, que se configura cuando el juez ordinario adopta


una decisión que desconoce, de forma específica, postulados de la Carta
Política[24].
3.5. En conclusión, la jurisprudencia constitucional ha sido minuciosa en el
examen de los citados requisitos, en aras de proteger y garantizar los
derechos fundamentales y de respetar los principios constitucionales de
autonomía e independencia judicial. Ahora bien, teniendo en cuenta las
vicisitudes que se presentan en el caso, a continuación se hará un breve
recuento de lo que la jurisprudencia ha entendido como defecto fáctico,
defecto sustantivo y defecto procedimental absoluto.

4. Caracterización del defecto fáctico como causal de procedibilidad de


la acción de tutela contra providencias judiciales. Reiteración de
jurisprudencia

4.1. En aras de asegurar el goce efectivo de derechos, garantías y principios


constitucionales, la Corte ha insistido en que es deber de los jueces de la
República no sólo respetar cada una de las etapas del proceso judicial, sino
también garantizar que su decisión tenga fundamento en elementos de
juicio sólidos. Por esta razón, se ha dicho que el período probatorio debe
surtirse a cabalidad, conforme a los parámetros legales establecidos para tal
fin.

En desarrollo de lo expuesto, este Tribunal ha señalado que el defecto


fáctico se presenta cuando: i) el juez no tiene el apoyo probatorio necesario
para justificar su decisión[25]; ii) incurre en un error en el examen de las
pruebas por no valorar una prueba o por existir una valoración caprichosa o
arbitraria; iii) se presenta una omisión en el decreto o práctica de las
pruebas dentro del proceso, o iv) se adopta una decisión judicial con
fundamento en una prueba obtenida de forma ilícita.[26]

De acuerdo con la jurisprudencia constitucional, el defecto fáctico puede


tener una dimensión negativa y una dimensión positiva. Se presenta la
dimensión negativa, cuando la autoridad judicial no práctica o valora una
prueba, o la valoración de la misma se hace de forma arbitraria, irracional o
caprichosa, lo que en últimas se traduce en la imposibilidad de comprobar
los hechos. Por el contrario, se configura la dimensión positiva, cuando el
acervo probatorio no debía ser admitido o valorado, como ocurre, por
ejemplo, en el caso de pruebas indebidamente recaudadas que son
apreciadas por el juez[27], o cuando se dan por establecidas circunstancias
sin que exista soporte en el material probatorio que respalde dicha
determinación[28].

Sobre la ocurrencia del defecto fáctico, en términos generales, esta


Corporación ha dicho que:
"En otras palabras, se presenta defecto fáctico por omisión cuando el
juzgador se abstiene de decretar pruebas. (…). Existe defecto
fáctico por no valoración del acervo probatorio, cuando el juzgador omite
considerar pruebas que obran en el expediente bien sea porque
'no los advierte o simplemente no los tiene en cuenta para efectos
de fundamentar la decisión respectiva, y en el caso concreto
resulta evidente que de haberse realizado su análisis y valoración,
la solución del asunto jurídico debatido variaría sustancialmente.'
Hay lugar al defecto fáctico por valoración defectuosa del material
probatoriocuando o bien 'el funcionario judicial, en contra de la
evidencia probatoria, decide separarse por completo de los
hechos debidamente probados y resolver a su arbitrio el asunto
jurídico debatido; o cuando a pesar de existir pruebas ilícitas no
se abstiene de excluirlas y con base en ellas fundamenta la
decisión respectiva' dando paso a un defecto fáctico por no
excluir o valorar una prueba obtenida de manera ilícita"[29].

4.2. Como se mencionó anteriormente, en los casos en que el juez no


práctica las pruebas decretadas, también se incurre en una vulneración al
debido proceso por ocurrencia de un defecto fáctico, pues se impide la
debida conducción al proceso de ciertos hechos que resultan indispensables
para la solución del asunto jurídico debatido. Esta Corporación ha preciso
el alcance de esta modalidad de defecto fáctico, entre otras, en la Sentencia
SU-132 de 2002, al sostener que:

“La negativa a la práctica o valoración de un medio probatorio


por un juez dentro del proceso que dirige, puede estar sustentada
en la ineficacia de ese medio para cumplir con la finalidad de
demostrar los hechos en que se soporta una determinada
pretensión, toda vez que constituye un derecho para todas las
personas presentar pruebas y controvertir las que se presenten en
su contra. La Corte se pronunció en este sentido en la Sentencia
T-393 de 1994 y manifestó que “(...) la negativa a la práctica de
pruebas sólo puede obedecer a la circunstancia de que ellas no
conduzcan a establecer la verdad sobre los hechos materia del
proceso o que estén legalmente prohibidas o sean ineficaces o
versen sobre hechos notoriamente impertinentes o se las
considere manifiestamente superfluas (Arts. 178 C. P. C. y 250
C. P. P.); pero a juicio de esta Corte, la impertinencia, inutilidad
y extralimitación en la petición de la prueba debe ser
objetivamente analizada por el investigador y ser evidente, pues
debe tenerse presente que el rechazo de una prueba que
legalmente sea conducente constituye una violación del derecho
de defensa y del debido proceso”.

Precisamente, en la Sentencia T-488 de 1999, la Corte precisó que la


omisión en la práctica de la prueba antropoheredobiológica en desarrollo de
un proceso de filiación, constituía un típico defecto fáctico con capacidad
de afectar los citados derechos fundamentales de las partes, como
consecuencia de la especial relevancia que tiene dicho medio probatorio. Al
respecto, esta Corporación señaló que:

“El presente análisis tiene como punto de partida la circunstancia


de que ambos jueces dejaron de practicar, no obstante haber sido
decretada, lo que impidió la valoración y apreciación de una
prueba conducente y determinante para la decisión final del
proceso de filiación natural instaurado a nombre del menor (…),
como era el experticio científico mencionado, por motivos ajenos
a la parte demandante y atribuibles a la falta de coordinación para
su realización entre el ente estatal encargado de practicarla y la
respectiva autoridad judicial que conocía del asunto.

Así las cosas, se considera necesario reiterar, que la práctica


de pruebas constituye una de las principales actuaciones
dentro de la conducción del proceso, en la medida en que su
importancia radica en la participación de la misma en la
conformación del convencimiento del fallador sobre los
hechos materia de decisión.

Debe la Sala reiterar a propósito de lo antes expresado en las


consideraciones generales, que la autoridad judicial que se niegue
sin justificación razonable y objetiva, a apreciar y valorar una
prueba en la que obtiene apoyo esencial en forma específica y
necesaria para formar su juicio sin justificación, incurre en una
vía de hecho y contra su decisión procede la acción de tutela,
toda vez que desconoce varios principios y derechos de rango
superior para quien la ha solicitado, como son la igualdad
procesal y de acceso a la administración de justicia, el debido
proceso y defensa y el deber de imparcialidad del juez para el
trámite del mismo.” (Negritas por fuera del texto original).

4.3. Con fundamento en lo expuesto, a juicio de este Tribunal, es claro que


se incurre en una violación a los derechos de defensa y de debido
proceso[30], en aquellos casos en que se ordena la práctica de una prueba
de vital importancia para la decisión final del proceso, y la misma no se
lleva a cabo por circunstancias que resultan ajenas o no imputables a la
parte interesada en su realización[31]. En todo caso, la existencia del
defecto fáctico respecto de un pronunciamiento judicial, supone que el
error en que se haya incurrido sea manifiesto, evidente y claro, con la
potencialidad de tener una incidencia directa en la decisión adoptada.

5. Caracterización del defecto sustantivo como causal de


procedibilidad de la acción de tutela contra providencias judiciales.
Reiteración de jurisprudencia

5.1. Según se manifestó en la Sentencia SU-187 de 2010, el defecto


sustantivo o material se presenta –entre otras– en las siguientes hipótesis:

“(…) (i) cuando la decisión cuestionada se funda en una norma


indiscutiblemente inaplicable al caso concreto, (ii) cuando la
decisión se fundamenta en normas inexistentes o
inconstitucionales, (iii) cuando a pesar del amplio margen
interpretativo que la Constitución le reconoce a las autoridades
judiciales, la interpretación o aplicación que se hace de la norma
en el caso concreto desconoce sentencias con efectoserga omnes que
han definido su alcance, es contraevidente (interpretación contra
legem) o claramente perjudicial para los intereses legítimos de
una de las partes (irrazonable o desproporcionada)[32],(iv)
cuando la interpretación de la norma se hace sin tener en cuenta
otras disposiciones aplicables al caso y que son necesarias para
efectuar una interpretación sistemática, (v) cuando la norma
aplicable al caso concreto es desatendida y por ende inaplicada o
(vi) cuando a pesar de que la norma en cuestión está vigente y es
constitucional, no se adecua a la situación fáctica a la cual se
aplicó[33].”

5.2. Ahora bien, cuando existan varias interpretaciones admisibles sobre un


mismo tema y el operador jurídico decida aplicar una de ellas, de forma
sensata y ajustada a los límites normativos, la acción de tutela no está
llamada a prosperar, en respeto de los principios constitucionales de
autonomía e independencia judicial (CP art. 228), pues se entiende que el
defecto material o sustantivo sólo ocurre en los casos en los que se
evidencia un actuar arbitrario y caprichoso del juez, y no una mera
discrepancia de interpretación.[34]

6. Caracterización del defecto procedimental absoluto como causal de


procedibilidad de la acción de tutela contra providencias judiciales.
Reiteración de jurisprudencia
6.1. Esta Corporación ha establecido que el defecto procedimental absoluto
se presenta cuando el juez actúa totalmente al margen de las formas
propias de cada juicio (CP art. 29). En este sentido, se ha entendido que
existe una violación del derecho al debido proceso, por cuanto el
procedimiento adoptado por el juez no se somete a los requisitos
establecidos en la ley sino a su propia voluntad, en contravía de las
garantías previstas en las normas procesales para los sujetos que
intervienen en cada juicio.

Al respecto, en la Sentencia T-996 de 2003, con ocasión de una acción de


tutela en la que se cuestionó la actuación de un juez laboral que no agotó el
período probatorio y profirió sentencia con inobservancia de dicha etapa
del proceso, la Corte recordó que:

“(…) el defecto procedimental se erige en una violación al


debido proceso cuando el juez da un cauce que no corresponde
al asunto sometido a su competencia, o cuando pretermite las
etapas propias del juicio, como por ejemplo, omite la
notificación de un acto que requiera de esta formalidad según la
ley, o cuando pasa por alto realizar el debate probatorio, natural
a todo proceso, vulnerando el derecho de defensa y
contradicción de los sujetos procesales al no permitirles
sustentar o comprobar los hechos de la demanda o su
contestación, con la consecuente negación de sus pretensiones
en la decisión de fondo y la violación a los derechos
fundamentales.”

6.2. Finalmente, en criterio de este Tribunal, se trata de un defecto de


naturaleza calificada, puesto que solamente emerge cuando se presenta un
desconocimiento absoluto de las formas propias de cada juicio[35], ya sea
porque: (i) el juez se ciñe a un trámite completamente ajeno al pertinente –
desvía el cauce del asunto–, u (ii) omite etapas sustanciales del
procedimiento con violación de los derechos de defensa y contradicción de
una de las partes del proceso.

7. Normatividad aplicable en los casos de impugnación de la


paternidad

7.1. La impugnación de la paternidad corresponde a la oportunidad que


tiene una persona para refutar la relación filial que fue reconocida en virtud
de la ley. Dicha figura opera: i) para desvirtuar la presunción establecida
en el artículo 214 del Código Civil[36]; ii) para impugnar el
reconocimiento que se dio a través de una manifestación voluntaria de
quien aceptó ser padre; o, iii) cuando se repele la maternidad en el caso de
un falso parto o de la suplantación del menor.

En el primer escenario, esto es, frente a la presunción de paternidad


prevista en el artículo 214 del Código Civil, los artículos 217 y 221 del
mismo régimen legal –previa a la reforma introducida por la Ley
1060 de 2006– disponían que la impugnación de la paternidad por parte del
marido contra la legitimidad del hijo concebido por su mujer durante el
matrimonio, debía hacerse dentro de los sesenta (60) días contados desde
aquel en que tuvo conocimiento del parto. El mismo plazo se otorgó para
los herederos y demás personas interesadas en provocar el juicio de
ilegitimidad, contado desde el momento en que se enteraron de la muerte
del padre o del nacimiento del hijo, conforme al régimen consagrado en los
artículos 219 y 220 del Código Civil[37].

Ahora bien, en relación con el segundo y tercer caso enunciado, cuando se


impugna el reconocimiento que se dio a través de una manifestación de ser
padre, la Ley 75 de 1968[38], en el artículo 5, contemplaba que “El
reconocimiento [de la paternidad] solamente podrá ser impugnado por las personas, en los términos y por las causas
indicadas en los artículos 248 y 336 del Código Civil.”

Con este propósito, el artículo 248 del citado Código disponía que:

“Artículo 248. En los demás casos podrá impugnarse la legitimación


probando alguna de las causas siguientes:

1a) Que el legitimado no ha podido tener por padre al


legitimante.

2a) Que el legitimado no ha tenido por madre a la legitimante;


sujetándose esta alegación a lo dispuesto en el título 18, de la
maternidad disputada.

No serán oídos contra la legitimación sino los que prueben un


interés actual en ello, y los ascendientes legítimos del padre o
madre legitimantes; estos en sesenta días, contados desde que
tuvieron conocimiento de la legitimación; aquellos en los trescientos días
subsiguientes a la fecha en que tuvieron interés actual y pudieron hacer valer su
derecho .”[39] (Negrilla y subrayas fuera de texto)

Los apartes subrayados fueron objeto de control de constitucionalidad en la


Sentencia C-310 de 2004, en los que esta Corporación se pronunció sobre
una posible violación del derecho a la igualdad, pues frente a los hijos
extramatrimoniales se consagraba un plazo de trescientos (300) días para
impugnar la paternidad y frente a los hijos matrimoniales de tan sólo
sesenta (60) días. Para la Corte, la expresión “trescientos días” es inexequible, ya
que la diferencia de términos implicaba un trato desigual para los hijos
carente de justificación, mientras que declaró exequible el resto de la
disposición demandada, “bajo el entendido según el cual los interesados en impugnar la legitimación
distintos de los ascendientes legítimos del padre o madre legitimantes, para incoar la acción tendrán un plazo de sesenta
días subsiguientes a la fecha en que tuvieron interés actual y pudieron hacer valer su derecho.”

Por lo tanto, se concluye que el Código Civil consagraba un período de 60


días en todos los casos en los cuales se buscaba impugnar la paternidad
desde el momento en el que surgió el interés actual.

7.2. En lo referente a las pruebas que se deben presentar en el proceso para


declarar la paternidad, el artículo 7 de la Ley 75 de 1968 estableció que el
juez de oficio o a solicitud de las partes “decretará los exámenes personales del hijo y sus
ascendientes y de terceros, que aparezcan indispensables para reconocer pericialmente las características heredo-
biológicas, con análisis de los grupos sanguíneos, los caracteres patológicos, morfológicos, fisiológicos e intelectuales
trasmisibles, que valorará según su fundamentación y pertinencia” .

Con la evolución científica, el legislador expidió la Ley 721 de 2001, en la


que determinó que: “En todos los procesos para establecer paternidad o maternidad, el juez, de oficio,
ordenará la práctica de los exámenes que científicamente determinen índice de probabilidad superior al
[40]. De acuerdo con el parágrafo segundo de la citada norma, para tal
99.9%.”
fin, hasta que los desarrollos no ofrezcan una mejor opción, se deberá usar
la técnica de ADN con el uso de marcadores genéticos.

Esta Corporación se pronunció sobre la exequibilidad de la citada norma en


la Sentencia C-476 de 2005, en los siguientes términos:

“No puede el perito sustituir al juez del Estado, pues el


dictamen es un medio de prueba que jamás puede confundirse
con la sentencia. Una es la labor del auxiliar de la
administración de justicia y otra muy distinta la que
corresponde al juez que en ejercicio de la competencia que se le
asigna por la ley para el efecto al dictar sentencia manifiesta la
voluntad del Estado para el caso concreto y conforme a la ley.
Por ello el dictamen pericial a que se refiere la Ley 721 de
2001 se encuentra sometido, como cualquier otro, a las
formalidades y a los requisitos de fondo exigidos por la ley y
rige respecto del mismo el derecho de contradicción y la
necesidad de la publicidad de la prueba, sin los cuales carece de
validez. En tal virtud podrán las partes discutir, desde el
principio, la idoneidad científica de quienes practiquen la
prueba lo que incluye no solo a los profesionales sino a los
laboratorios que actúen en la toma de las muestras que se
requieran tanto respecto del padre presunto, de la mujer que se
dice ser la madre, como del hijo cuya filiación se investigue y,
cuando fuere el caso, de los parientes de éstos e inclusive, podrá
discutirse acerca de éstos y otros asuntos cuando hubiere
necesidad de la exhumación de un cadáver para la práctica de
tales exámenes.”

7.3. Con posterioridad, con la expedición de la Ley 1060 de 2006 –la cual
entró en vigencia el 26 de julio de dicho año– se modificó nuevamente la
normatividad referente a la impugnación de la paternidad. En este nuevo
escenario normativo, se reiteró la necesidad de la práctica de las pruebas
científicas[41]. Sin embargo, en el artículo 4° de la citada ley, se modificó
el alcance del artículo 216 del Código Civil, en los términos que a
continuación se exponen:

"Artículo 216. Podrán impugnar la paternidad del hijo nacido


durante el matrimonio o en vigencia de la unión marital de
hecho, el cónyuge o compañero permanente y la madre, dentro
de los ciento cuarenta (140) días siguientes a aquel en que tuvieron conocimiento de que no es el
padre o madre biológico".[42] (subrayas y negrilla fuera del texto
original)

En los demás casos en los cuales se impugna la paternidad, el


artículo 248 del Código Civil –ya citado- también fue modificado y
quedó así:

“Artículo 248. En los demás casos podrá impugnarse la paternidad


probando alguna de las causas siguientes:
1. Que el hijo no ha podido tener por padre al que pasa por tal.
2. Que el hijo no ha tenido por madre a la que pasa por tal,
sujetándose esta alegación a lo dispuesto en el título 18 de la
maternidad disputada.

No serán oídos contra la paternidad sino los que prueben


un interés actual en ello, y los ascendientes de quienes se
creen con derechos, durante los 140 días desde que
tuvieron conocimiento de la paternidad.” (subrayas y
negrilla fuera del texto original)

Asimismo, en el parágrafo transitorio del artículo 14, se estableció que:


“Dentro de los 180 días siguientes a la entrada en vigencia de la
presente ley, las personas que hayan impugnado la paternidad o
la maternidad y esta haya sido decidida adversamente por
efectos de encontrarse caducada la acción, podrán interponerla
nuevamente y por una sola vez, con sujeción a lo previsto en los
incisos 2 y 3 del artículo 5o de la presente ley.”

7.4. Como se infiere de lo expuesto, con la entrada en vigencia de la Ley


1060 de 2006, el término de caducidad de la acción de impugnación de la
paternidad se amplió –comparado con el régimen anterior– de sesenta (60)
a ciento cuarenta (140) días en todos los casos. Por lo demás, ante el
reconocimiento de un nuevo régimen más benigno para los interesados, el
legislador creó un plazo adicional de ciento ochenta (180) días, para
controvertir las situaciones jurídicas de aquellas personas a las cuales
previamente se les había declarado la caducidad de la acción. Al
pronunciarse sobre el alcance de la citada disposición, en Sentencia del 1°
de noviembre de 2011, la Corte Suprema de Justicia explicó que:

“Este último precepto constituye, según palabras de la propia


Corte, “la consagración de un derecho adicional en pro de las
personas que formularon demanda de impugnación de la
paternidad o de la maternidad y se les haya decidido de manera
adversa con apoyo en la figura extintiva, puesto que al entrar en
vigencia dicho ordenamiento jurídico, el término rehabilitado ya
estaría fenecido”. (Sentencia de 29 de julio de 2009, exp.
00451- 01).

Su aplicación, sin duda, conlleva la remoción de situaciones


consolidadas en el pasado, como son las concernientes a
procesos de impugnación de la paternidad, que la jurisdicción
había desestimado por no satisfacerse los términos de
caducidad; esto es, que con evidente carácter retroactivo, el
legislador estimó como oportuno dejar a un lado la figura de la
cosa juzgada, para en su lugar dar una nueva posibilidad a las
“personas” que opugnaron (sic) sin éxito, todo, en aras de darle
prevalencia a los resultados arrojados por la prueba científica,
mismos que no ameritarían que alguien respondiera “por
alimentos de hijos que no son y en forma injustificable” (Gaceta
del Congreso No. 591, pág. 2).

El aludido “derecho adicional”, como tuvo la oportunidad de


nominarlo la Corte, se extiende a “las personas que hayan
impugnado la paternidad”, sin que sea preciso entrar en
digresiones sobre quienes son ellas, pues, por sabido se tiene
que el artículo 27 del Código Civil indica como pauta esencial
de interpretación que “Cuando el sentido de la ley sea claro, no
se desatenderá a pretexto de consultar su espíritu”.

En punto a la aplicación del canon para procesos iniciados antes


de su entrada en vigor, y sin sentencia definitoria de caducidad,
la Sala expresó, con una hermenéutica apegada al criterio
lógico, y por ende, alejada del rigor de la gramática, lo
siguiente: “Analizado literalmente el texto mencionado, tendría
que concluirse que en este caso, la prerrogativa prevista en la
referida normatividad no podría ser empleada por el accionante,
toda vez que no se cumpliría el requisito de que tuviera decisión
adversa con apoyo en tal figura extintiva, puesto que al entrar
en vigencia dicho ordenamiento jurídico el término rehabilitado
ya estaría fenecido. (...) La situación no puede ser analizada de
tal modo en este caso, puesto que el parágrafo transitorio tiene
que extenderse en un escenario lógico y racional, lo que impide
que su aplicación sea directa, a raja tabla, sin ninguna clase de
análisis y estudio de las condiciones particulares que rodean el
problema en concreto. (...) Aquí la demanda de impugnación se
presentó en 1998, mucho antes de que se expidiera la Ley 1060
de 2006 que consagró la posibilidad descrita, hasta el punto de
que apenas en la fecha de hoy (la de esta sentencia), se está
decidiendo la discusión planteada por el demandante frente a los
reparos que viene formulando desde aquélla época respecto de
la paternidad que expresamente reconoció frente a las menores
accionadas. (...) La demora en el pronunciamiento de un fallo
definitivo no puede acarrearle la pérdida de sus derechos ni
alternativas legales, mucho más cuando no ha sido por hechos
imputables a su dejadez o abandono, sino por el funcionamiento
interno del aparato judicial (...) Por consiguiente, en aras de una
solución acorde con la voluntad del legislador y armonizando la
situación específica de quien, como acá ocurre, por no habérsele
decidido la controversia antes de que se agotara el término
complementario otorgado por el legislador en la ley referida no
tuvo posibilidad cierta de ajustar su comportamiento a dichos
lineamientos legales, deberá analizarse el problema como si
dicho tiempo adicional todavía no estuviera corriendo, y
además, atendiendo el contenido de la “prueba genética” que es
categórica en el sentido de concluir que frente a dicho menor se
presenta la exclusión o incompatibilidad de la paternidad. (...)
Consecuentemente, no puede declararse próspera respecto a la
aludida parte contradictora, la caducidad alegada
(...)”. (Sentencia de 29 de julio de 2009, exp. 2002-00451-
01).”[43]

7.5. En conclusión, a partir de la entrada en vigencia de la Ley 1060 de


2006 (26 de julio), el término de impugnación de la paternidad se amplió a
ciento cuarenta (140) días. No obstante, en la citada ley se previó un plazo
adicional de ciento ochenta (180) días, para que aquellas personas que
hubiesen impetrado la acción y ésta hubiese sido declarada caduca,
pudiesen nuevamente demandar.

En criterio de la Corte Suprema de Justicia, dicha disposición no sólo


reabre la posibilidad de iniciar un nuevo proceso, sino que también permite
su aplicación a los juicios en curso, cuando en su trámite haya entrado en
vigencia la Ley 1060 de 2006 y sea evidente que se debe declarar la
caducidad de la acción, según los plazos establecidos en la normatividad
anterior. Por último, en atención a los desarrollos de la ciencia, el legislador
estableció que en los procesos de filiación se debe ordenar de oficio la
práctica de la prueba de ADN, o en caso dado una prueba científica que de
más certeza respecto de la filiación.

8. Reiteración de jurisprudencia constitucional sobre impugnación de


la paternidad

8.1. Jurisprudencia relacionada con el requisito de subsidiariedad

En numerosas oportunidades la Corte se ha pronunciado sobre la


vulneración del derecho fundamental al debido proceso, en el trámite de
procesos de impugnación de la paternidad. Así, en la Sentencia T-411 de
2004, se estudió una acción de amparo interpuesta en contra del Juzgado
Sexto de Familia de Cali, con ocasión de un proceso de filiación
extramatrimonial. En dicha oportunidad, el accionante alegó que el juez
vulneró su derecho al debido proceso, entre otras, al proferir sentencia en la
que negó la existencia de una relación filial, sin haber obtenido los
resultados de la prueba antropoheredobiológica decretada. A pesar de que
no se apeló la sentencia de primera instancia, ni se acudió en casación, ni se
agotó el recurso extraordinario de revisión, esta Corporación consideró que
la acción de tutela era procedente, sin aplicar el principio de subsidiaridad,
con fundamento en las siguientes razones:

“De otro lado, la Sala considera que el hecho de que el actor


dentro de la presente acción de tutela dejara de interponer, en el
proceso de filiación extramatrimonial, el recurso de apelación al
que tenía derecho contra la sentencia proferida por el Juzgado
Sexto de Familia de Cali el 4 de diciembre de 2002,debe ceder ante la
contundencia de la verdad científica y ante la trascendencia de los derechos que se ponen en juego.
De lo contrario, el señor Jairo Edmundo Pabón se vería abocado
de por vida a una situación de flagrante vulneración de sus
derechos fundamentales a la personalidad jurídica y a su estado
civil. De igual manera, conociendo ahora sin posibilidad de
duda la identidad de su padre, si se le negara el derecho que
tiene a establecer su filiación y su estado civil, el señor Pabón
estaría recibiendo menoscabo también en relación con su
dignidad como persona humana.

La interposición del recurso de apelación contra una sentencia,


y en general de los recursos que la ley pone a disposición de las
partes en un proceso, son una carga procesal. La doctrina de
esta corporación ha expuesto que la carga procesal es una
conducta de realización facultativa establecida en beneficio del
propio interés del gravado con ella, pero cuya omisión lo
expone al riesgo de soportar consecuencias jurídicas
desfavorables. Así, pues, la carga procesal de interponer un
recurso da la posibilidad al sujeto interesado de interponerlo o
no, y si su decisión es la de no hacerlo, deberá aceptar las
posibles consecuencias adversas a sus intereses que de ello
deriven.

No obstante, desde el punto de vista sustantivo las consecuencias desfavorables de la falta de


interposición de un recurso pueden no ser aplicables, por tratarse de un derecho indisponible, como
. En
ocurre con los derechos fundamentales y, en particular, con el estado civil de las personas
tal sentido, el Art. 1º del Decreto- Ley 1260 de 1970 preceptúa
que el estado civil es indisponible y el Código Civil establece
que no se puede transigir sobre éste (Art. 2473). En el mismo
orden de ideas, a manera de ejemplo, en la hipótesis de que un
sindicado de un delito fuera condenado en Colombia a la pena
de muerte y no apelara la decisión, de toda evidencia no sería
constitucionalmente válido que se cumpliera la condena
argumentando la existencia de una aceptación tácita por parte de
aquel.”[44](Subrayas y negrilla por fuera del texto original).

Por otra parte, en las Sentencias T-1342 de 2001[45] y T-1226 de


2004[46], a pesar de que se discutía la relación filial de una persona en el
ámbito de protección del derecho fundamental al debido proceso, la Corte
ordenó un amparo transitorio mientras se acudía al recurso de revisión, por
cuanto se entendió que la falta de práctica de las pruebas
antropoheredobiológicas podía entenderse como un nuevo elemento de
juicio que hacía procedente el citado recurso extraordinario.

Sin embargo, en la jurisprudencia más reciente, siguiendo lo expuesto en la


Sentencia T-411 de 2004, esta Corporación no sólo ha declarado la
procedencia de la acción, sino que también le ha otorgado al amparo el
carácter de definitivo. A manera de ejemplo, se puede citar la Sentencia T-
888 de 2010, en la cual se declaró procedente el amparo constitucional
frente a un proceso de impugnación de la paternidad, en donde se negaron
las pretensiones por no haber probado el “interés actual”, a pesar de que el actor
no interpuso el recurso extraordinario de casación. Atendiendo a lo
establecido en la ya citada providencia del 2004[47] y al argumento de que
lo sustancial debía primar sobre lo formal, se manifestó que:

“No obstante, debe la Sala decidir si la acción de tutela es


improcedente, en este caso, por una de las razones empleadas
por la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema obrando
como juez de tutela, y es que el demandante plantea una
“inconformidad que bien pudo plantearse a través del recurso
extraordinario de casación que fue desdeñado debido a la propia
incuria del accionante”. La respuesta debe ser negativa, y en eso
la Sala es respetuosa del precedente previamente fijado por esta
Corte en la sentencia T-411 de 2004. Como se dijo en esta
providencia, en esa ocasión la Corte consideró que era
procedente una tutela contra providencia judicial, a pesar de que
el tutelante no hubiera interpuesto un recurso (el de apelación)
contra la providencia ordinaria atacada, porque los (sic)
sustancial debía prevalecer sobre lo adjetivo, y en ese caso ni
siquiera la incuria del demandante podía privarlo del goce
efectivo de su derecho a la personalidad jurídica. Lo mismo
puede decirse en este caso, en el cual el tutelante presentó la
tutela sin haber agotado previamente la casación. De modo que
la acción de tutela es procedente.”

Finalmente, atendiendo a lo establecido en la Sentencia T-411 de 2004, en


la Sentencia T-071 de 2012, la Sala Quinta de Revisión declaró procedente
una acción de tutela promovida con ocasión de un proceso de impugnación
de paternidad, en la que en segunda instancia se declaró la caducidad de la
acción, pese a la falta de ejercicio del recurso de casación, al considerar que
el principio de subsidiariedad se cumplía, pues “desconocer que la niña no es hija del
accionante, como se ha demostrado científicamente con la prueba de ADN, en aras de mantener la improcedencia de la
acción con fundamento en la formalidad procesal consistente en no haber presentado el recurso extraordinario de casación,
sería absolutamente desproporcionado y violatorio del principio de la prevalencia del derecho sustancial (artículo 228
Superior).”
8.2. La filiación y el derecho a la personalidad jurídica

El artículo 14 de la Constitución Política señala que toda persona tiene


derecho a su personalidad jurídica. Al respecto, la Corte ha indicado que
dicho artículo no sólo se refiere a la posibilidad de actuar en el mundo
jurídico, sino de poseer ciertos atributos que constituyen la esencia de la
personalidad jurídica y aquellos que marcan la individualidad de la persona
como sujeto de derecho.[48] Estos últimos, son aquellos atributos de la
personalidad, dentro de los cuales claramente se encuentra el estado civil
de un individuo[49], el cual depende –entre otras– de la relación de
filiación. En el artículo 1 del Decreto 1260 de 1970 se dispone que: “el estado
civil de una persona es su situación jurídica en la familia y la sociedad, determinada su capacidad para ejercer ciertos
derechos y contraer ciertas obligaciones, es indivisible, indisponible e imprescriptible, y su asignación corresponde a la
ley.”

Por otra parte, la jurisprudencia también ha señalado que la filiación es un


derecho innominado, de conformidad con lo previsto en el artículo 94 de la
Constitución Política[50]. De ahí que, es deber de los jueces actuar con
diligencia y proactividad en los procesos de investigación de paternidad o
maternidad, de manera que se cuente con las pruebas antroheredobiológicas
para proferir su decisión. En criterio de esta Corporación, este derecho se
encuentra estrechamente ligado con el principio de la dignidad humana,
pues todo ser humano tiene derecho a ser reconocido como parte de la
sociedad y de una familia.[51]

En este sentido, se ha insistido en que la protección de la filiación implica


una salvaguarda a los derechos a la personalidad jurídica (art 14 de CP), a
tener una familia (arts. 5, 42 y 44 CP), al libre desarrollo de la personalidad
(art 16 CP) y a la dignidad humana (art 1 de la CP)[52].

8.3. Interés para presentar la acción de impugnación de la paternidad

Teniendo en cuenta que la legislación anterior establecía que el término


para instaurar la acción de impugnación de la paternidad era de 60 días
desde el momento en el cual se demostraba el interés actual, la Corte ha
estudiado varias acciones de tutela en las cuales los accionantes alegaban
una vulneración al debido proceso –entre otros derechos – por haber
declarado la caducidad de la acción o la falta de interés actual para
incoarla, desconociendo la existencia de una prueba
antropoheredobiológica que confirma la inexistencia de la relación filial.

Así, en la Sentencia T-888 de 2010, se estudió el caso de un señor al cual le


indicaron que su acción no estaba llamada a prosperar por cuanto no tenía
interés actual para demandar, a pesar de haber instaurado la acción de
impugnación dentro de los 20 días siguientes al conocimiento del resultado
de la prueba de ADN que dictaminó como improbable que la niña por él
reconocida en realidad fuera suya. En dicha oportunidad, a partir de lo
establecido en la Ley 75 de 1968, la Corte indicó que la interpretación
razonable del “interés actual” para impugnar la paternidad, comienza a contarse
a partir de la primera duda que surja, luego de que se reconozca a la
persona como hijo.

En desarrollo de lo expuesto, en aquellos casos en los que surja la duda de


la paternidad, pero la persona deja pasar un tiempo prolongado para
cuestionarla, es razonable que se declaré la caducidad de la acción.
Empero, de acuerdo con las consideraciones de la Sala, en los casos en los
que exista un elemento adicional, como cuando se presenta certeza de que
no hay vínculo filial como resultado de la práctica de un examen de ADN,
el interés actual debe entenderse “actualizado gracias a la novedad de la prueba científica.”[53]

Por otra parte, en la Sentencia T-071 de 2012, se estudió una acción de


tutela impetrada en contra de una providencia judicial proferida en un
proceso de impugnación de la paternidad, en el cual se adjuntó una prueba
de ADN que certificaba que el accionante no era padre de la menor que
había reconocido. En dicho proceso, en segunda instancia, el juez declaró
la caducidad de la acción, con el argumento de que el interés surgió en el
momento en el que tuvo dudas sobre su paternidad, o en la fecha en la que
reconoció a la menor. Al revisar el caso, este Tribunal indicó que:

“[Cuando] el cónyuge o compañero permanente impugna la


paternidad del presunto hijo y para ello allega una prueba de
ADN con la que demuestra la inexistencia de la filiación, la
interpretación del artículo 216 debería ser aquella que: (i)
propenda por los intereses legítimos de las partes, (ii) confiera
una eficacia óptima a los derechos fundamentales en juego y (iii)
respete el principio de prevalencia del derecho fundamental
sobre las simples formalidades (artículo 228 Superior). Es decir,
la interpretación constitucionalmente válida de la norma en
mención, en estos casos, es aquella en la que el término de
caducidad de la impugnación de la paternidad se empieza a
contar a partir de la fecha en la cual se tuvo conocimiento cierto
a través de la prueba de ADN de que no se era el padre
biológico”.

Por consiguiente, es claro que el “interés actual” en los casos en los que se
obtiene una prueba de ADN, surge a partir del momento es que se obtiene
certeza sobre los datos, en virtud de la supremacía del derecho sustancial
sobre las formas y de la prevalencia de los derechos fundamentales a la
personalidad jurídica, al estado civil y a la dignidad humana. Así, a juicio
de este Tribunal, si bien la caducidad de la acción tiene como fin que se
proteja la seguridad jurídica, en los casos en los que exista una prueba de
ADN que de certidumbre de que el vínculo de paternidad no existe, la
caducidad no debe constituir un obstáculo para que se garantice el goce de
los demás derechos fundamentales que se encuentran en juego en los casos
en los que se discute la filiación, tal como se verá a continuación. Por lo
tanto, cuando hay certeza de la inexistencia del vínculo filial al hacer un
estudio del caso concreto el juez deberá atender las minucias del asunto y
ser más flexible a la hora de observar el cumplimiento de dicho requisito
procesal.

8.4. Prevalencia del derecho sustancial sobre las normas procesales

El artículo 228 de la Constitución Política consagra el principio de


prevalencia del derecho sustancial sobre las formas. Sobre este principio, la
jurisprudencia ha establecido que el fin de la actividad estatal y de los
procesos judiciales es garantizar el goce efectivo de los derechos
constitucionales, por lo que las formas o las reglas procesales tienen como
propósito otorgar garantías y certeza en la demostración de los hechos que
conllevan al reconocimiento de los derechos sustanciales. Precisamente, en
la Sentencia C-131 de 2002, esta Corporación se refirió a la prelación del
derecho sustancial como “una nueva percepción del derecho procesal pues le ha impreso unos
fundamentos políticos y constitucionales vinculantes y, al reconocerles a las garantías procesales la naturaleza de derechos
fundamentales, ha permitido su aplicación directa e inmediata; ha generado espacios interpretativos que se atienen a lo
dispuesto en los Tratados Internacionales de Derechos Humanos; ha tornado viable su protección por los jueces de tutela y
ha abierto el espacio para que el juez constitucional, en cumplimiento de su labor de defensa de los derechos
fundamentales, promueva la estricta observancia de esas garantías, vincule a ella a los poderes públicos y penetre así en
ámbitos que antes se asumían como de estricta configuración legal”.

En este contexto, no cabe duda de que las normas procesales tienen un


propósito sustantivo, como lo es proteger el debido proceso. En todo caso,
cuando en la aplicación de las normas se presenten ambigüedades o
espacios de interpretación, el juez –como director del proceso – tiene el
deber de preferir aquella norma que permita que opere de manera más
eficiente la administración de justicia.

Finalmente, en cuanto a la controversia sometida a decisión, esto es, la


posible vulneración de derechos fundamentales por desconocer el debido
proceso cuando se controvierte por vía judicial la filiación y hay evidencia
de peso como una prueba de ADN, la Corte ha estimado que en virtud de la
primacía del derecho sustancial sobre el derecho formal, “la contundencia de los
resultados contenidos en una prueba de ADN es tan relevante, que debe conducir al juez a interpretar la ley de tal manera
que garantice en la mayor medida posible la primacía de la verdad manifiesta y palmaria –el derecho sustancial–
[54]
consagrada en ella, sobre cualquier otra consideración jurídico formal.”

8.5. Conclusiones

Con fundamento en la normatividad vigente y teniendo en cuenta lo


expuesto en las Sentencias T-1342 de 2001, T-411 de 2004, T-1226 de
2004, T-584 de 2008, T-888 de 2010, T-071 de 2012 y T-352 de 2012, se
concluye lo siguiente:

a. A partir de la entrada en vigencia de la Ley 1060 de 2006, el


término de caducidad de la acción de impugnación de la
paternidad en todos los casos es de 140 días, “siguientes a aquel en que
tuvieron conocimiento de que no es el padre o madre biológico”. Con anterioridad, el
término previsto en el Código Civil era de 60 días, contado desde
el momento en que se demostrará el interés actual.

b. En el parágrafo transitorio del artículo 14 de la citada Ley 1060


de 2006, el legislador contempló un período adicional de 180 días
para que aquellas personas a las que se les hubiera declarado la
caducidad de la acción pudieran incoarla nuevamente. De acuerdo
con la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia, dicha
disposición no sólo reabre la posibilidad de iniciar un nuevo
proceso, sino que también permite su aplicación a los juicios en
curso, cuando en su trámite haya entrado en vigencia la Ley 1060
de 2006 y el operador judicial evidencie que debe declarar la
caducidad de la acción, según los plazos establecidos en la
normatividad anterior.

c. La ley exige que en los procesos de filiación es necesario decretar


y practicar una prueba de ADN o en caso dado una prueba
científica que de más certeza respecto de la filiación. La
jurisprudencia constitucional ha insistido en la importancia de
esta prueba.

d. El examen de los requisitos de procedibilidad de la acción de


amparo debe ser menos riguroso, cuando existe una prueba que
exteriorice la ausencia de dicha relación filial, en razón de los
derechos fundamentales que se encuentran comprometidos y dada
la prevalencia del derecho sustancial.

e. Los derechos fundamentales que se encuentran comprometidos


en los procesos de la filiación son: el derecho a la personalidad
jurídica (art. 14 CP), el derecho a tener una familia (arts. 5, 42 y
44 CP), el derecho a tener un estado civil[55], el derecho al libre
desarrollo de la personalidad (art. 16 CP), el derecho a la filiación
y a la dignidad humana (art. 1 CP)[56].

f. Finalmente, el “interés actual” para que opere el término de caducidad,


en los casos en los que se obtiene una prueba de ADN, surge a
partir del momento es que se obtiene certeza sobre los datos, en
virtud de la supremacía del derecho sustancial sobre las formas y
de la prevalencia de los derechos fundamentales a la personalidad
jurídica, al estado civil y a la dignidad humana.

9. Caso concreto

9.1. El señor Palencia López instauró acción de tutela en contra del Juzgado
Segundo Promiscuo de Familia de Duitama y el Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Santa Rosa de Viterbo, con ocasión de un proceso de
impugnación de la paternidad. En su escrito solicita que se declare la
nulidad del fallo de segunda instancia proferido por el citado Tribunal, se
ordene resolver de fondo el recurso de alzada reconociendo que la acción
no ha caducado, se declare que éste no es el padre de Johanna Catalina
Palencia Camargo y se ordene hacer la modificación respectiva en el
registro civil de nacimiento. En criterio del actor, y atendiendo lo
establecido en su escrito de tutela, se incurrió en los fallos de instancia
tanto en un defecto fáctico, por no tener en cuenta la prueba de ADN que
declaró que no existe vínculo filial, como en un defecto sustantivo, por
cuanto se aplicó de manera errónea la normatividad referente a la
caducidad.

9.2. Antes de resolver el caso de fondo, es necesario traer a colación los


fallos de instancia dentro del proceso de impugnación de la paternidad.

9.2.1. En primera instancia, el Juzgado Segundo Promiscuo de Familia de


Duitama denegó las pretensiones invocadas, con fundamento en que la
prueba de ADN que indicaba que el accionante no podía ser el padre de
Johana Catalina fue objetada por la parte accionada, luego de lo cual se
ordenó que se practicara una nueva prueba de ADN, cuya realización no
fue posible a pesar de haber citado a las partes en numerosas oportunidades.
Para el a quo, como no se logró darle aprobación al examen de ADN que se
allegó al proceso, ni se aportó una prueba distinta, las pretensiones
propuestas no estaban llamadas a prosperar.
9.2.2. En segunda instancia, el Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Santa Rosa de Viterbo, declaró la prosperidad de la excepción de
caducidad, en el entendido que el “interés actual” del accionante para impugnar
la paternidad surgió el 30 de marzo de 2006, fecha en la cual la madre de
Johana Catalina le informó que ella no era su hija. De manera que
transcurrieron 108 días entre dicha fecha y el momento en el que se
interpuso la acción –8 de septiembre de 2006–, tiempo que excedía los 60
días contemplados en el artículo 248 del Código Civil.

9.3. Por su parte, las instancias demandadas luego de ser notificadas de la


acción de tutela guardaron silencio. De la misma, la señora Johana Catalina
Palencia Becerra y la señora María Laura Camargo Becerra, luego de ser
vinculadas al proceso de tutela en instancia de revisión, por medio de auto
del 25 de febrero de 2013, guardaron silencio.

9.4. En sede de tutela, tanto en primera como en segunda instancia, se


declaró la improcedencia de la acción de amparo, aduciendo que en este
caso no se cumple con el requisito de inmediatez, por cuanto la acción fue
interpuesta 11 meses después de que se profiriera el fallo de segunda
instancia en el proceso de impugnación de la paternidad.

9.5. Con fundamento en la controversia planteada y teniendo en cuenta las


consideraciones expuestas en esta providencia, la Sala adelantará el
examen de la procedibilidad de la acción de tutela contra providencias
judiciales, especialmente en lo referente al requisito de subsidiariedad, pues
el accionante no agotó el recurso extraordinario de casación, y el requisito
de inmediatez, ya que el actor interpuso la acción 11 meses después de que
se profirió el fallo de segunda instancia en el trámite que se surtió ante los
jueces de familia. Para tal fin, en primer lugar, se examinarán los requisitos
generales de procedibilidad:

9.5.1. Relevancia constitucional: En virtud de la información que reposa en el


expediente, es evidente que este proceso reviste de trascendencia
constitucional. Encuentra la Sala que lo que se debate, en primer término,
son los derechos al debido proceso, al acceso a la administración de justicia
y a la seguridad jurídica. No obstante, como se señaló en esta providencia,
en los procesos de filiación igualmente se encuentran comprometidos los
derechos al reconocimiento de la personalidad jurídica (art 14 CP), a tener
una familia (arts. 5, 42 y 44 CP), a tener un estado civil[57], al libre
desarrollo de la personalidad (art 16 CP) y a la dignidad humana (art 1 CP).

9.5.2. La tutela como mecanismo judicial principal: Respecto de este punto, se reitera que los
jueces de primera y segunda instancia, consideraron que la acción de tutela
no estaba llamada a prosperar, ya que el señor Palencia tenía a su
disposición el recurso extraordinario de casación contemplado para estos
efectos en el ordenamiento jurídico. En este sentido, por regla general,
frente al requisito de subsidiariedad, la jurisprudencia constitucional ha
restringido la procedencia de la tutela contra providencias judiciales a la
ocurrencia de alguna de las siguientes hipótesis:

“a) Es necesario que la persona haya agotado todos los


mecanismos de defensa previstos en el proceso dentro del cual
fue proferida la decisión que se pretende controvertir mediante
tutela. Con ello se busca prevenir la intromisión indebida de una
autoridad distinta de la que adelanta el proceso ordinario, que
no se alteren o sustituyan de manera fraudulenta los
mecanismos de defensa diseñados por el legislador, y que los
ciudadanos observen un mínimo de diligencia en la gestión de
sus asuntos, pues no es ésta la forma de enmendar deficiencias,
errores o descuidos, ni de recuperar oportunidades vencidas al
interior de un proceso judicial.

b) Sin embargo, puede ocurrir que bajo circunstancias


especialísimas, por causas extrañas y no imputables a la
persona, ésta se haya visto privada de la posibilidad de utilizar
los mecanismos ordinarios de defensa dentro del proceso
judicial, en cuyo caso la rigidez descrita se atempera para
permitir la procedencia de la acción.

c) Finalmente, existe la opción de acudir a la tutela contra


providencias judiciales como mecanismo transitorio a fin de
evitar un perjuicio irremediable. Dicha eventualidad se
configura cuando para la época de presentación del amparo aún
está pendiente alguna diligencia o no han sido surtidas las
correspondientes instancias, pero donde es urgente la adopción
de alguna medida de protección, en cuyo caso el juez
constitucional solamente podrá intervenir de manera
provisional”[58].

Sin embargo, tal como se mencionó en el acápite 8.1 de la presente


providencia, en relación con los procesos en los que se cuestiona la
filiación, la jurisprudencia constitucional ha dicho que “las consecuencias desfavorables
de la falta de interposición de un recurso pueden no ser aplicables”, pues dicha controversia se
relaciona con el estado civil de las personas, el cual ha sido reconocido
como un “derecho indisponible”[59].
En este orden de ideas, en criterio de la Corte, en los casos en los cuales se
encuentra en discusión la filiación de una persona y se acompaña una
prueba que exteriorice la ausencia de dicha relación filial –como ocurre con
una prueba de ADN–, deberá declararse la procedencia de la acción de
amparo constitucional, no sólo por la aplicación del principio de
prevalencia del derecho sustancial, sino también porque un actuar en
sentido contrario, resultaría totalmente desproporcionado frente a los
derechos involucrados en este tipo de controversias, entre ellos, los
derechos al reconocimiento de la personalidad jurídica (art 14 CP), a tener
una familia (arts. 5, 42 y 44 CP), a tener un estado civil[60], al libre
desarrollo de la personalidad (art 16 CP), a la dignidad humana (art 1 CP) y
a decidir libremente el número de hijos que se desea tener.

Al revisar el asunto bajo examen, encuentra la Sala que efectivamente se


trata de un caso de filiación, en el cual se impugna el reconocimiento de la
paternidad realizado por el señor Palencia frente a Johana Catalina Palencia
Camargo. Por lo demás, dentro de los elementos de juicio que obran en el
expediente, existe una prueba antroheredobiológica que indica que no hay
compatibilidad entre ellos, por lo que se presenta duda sobre la relación
filial entre las partes del proceso.

Con base en lo anterior y siguiendo el precedente expuesto por esta


Corporación, la Sala concluye que la presente acción de tutela es
procedente, pues de darle prevalencia al principio de subsidiaridad por la
falta de agotamiento del recurso extraordinario de casación, como ya se
dijo, no sólo desconocería el principio de prevalencia del derecho
sustancial, sino que también se podrían en riesgo derechos fundamentales,
tales como, el derecho al debido proceso, el derecho de acceso a la
administración de justicia, el derecho al reconocimiento de la personalidad
jurídica, al derecho a tener una familia, el derecho a tener un estado civil, el
derecho al libre desarrollo de la personalidad y el derecho a la dignidad
humana.

9.5.3. Inmediatez

9.5.3.1. Sobre este punto, los jueces de instancia indican que el amparo no
está llamado a prosperar, por cuanto la acción de tutela fue interpuesta 11
meses después de que fuera proferida la sentencia de segunda instancia en
el proceso de impugnación de la paternidad. En criterio del accionante, su
inactividad se derivó de la difícil situación emocional que sobrellevó como
consecuencia del fallo proferido en su contra y de su precaria condición
económica. Adicionalmente, en el escrito de impugnación, señaló que la
violación de sus derechos persiste en el tiempo, ya que actualmente en
contra suya se está adelantando una investigación penal por el delito de
inasistencia alimentaria, lo que pone en riesgo su derecho a la libertad
personal.

9.5.3.2. En relación con el principio de inmediatez, en la Sentencia C-543


de 1992, se declaró la inexequibilidad del artículo 11 del Decreto 2591 de
1991, en el que se contemplaba el término de caducidad de la acción de
tutela. No obstante, como bien se enuncia en la misma providencia, lo
anterior no implica que la acción pueda interponerse en cualquier tiempo.
Por el contrario, para que ésta proceda es necesario que se ejerza en un
término oportuno, justo y razonable entre el momento de la solicitud y el
hecho que da origen al amparo. Esta regla se justifica en la naturaleza
cautelar de la acción de tutela, la cual responde a la necesidad de brindar
una protección inmediata y efectiva frente a los derechos fundamentales
que presuntamente están amenazados o vulnerados.

De acuerdo con lo anterior, es obligación del juez constitucional valorar la


razonabilidad del tiempo transcurrido entre la interposición de la acción y
el momento en el que ocurrieron los hechos[61]. En el caso de tutela contra
providencia judicial, el requisito de inmediatez adquiere una especial
relevancia, en virtud de la presunción de legalidad que reviste las
providencias y en aras de preservar el principio de seguridad jurídica.[62]

Sin embargo, como bien se reseñó en la providencia T-954 de 2010, al no


existir parámetros que permitan determinar cuál es el término oportuno
para satisfacer el principio de inmediatez, la jurisprudencia ha reseñado
algunos factores que deben ser tenidos en cuenta para establecer si la
acción fue ejercida o no en un plazo razonable y proporcionado. Estos son:

“(i) La existencia de motivos válidos que expliquen la


inactividad del accionante, caso en el cual éste debe alegar y
demostrar las razones que justifican su inacción.

ii) La inactividad vulnera derechos de terceros afectados con la


decisión.

iii) Existencia de un nexo de causalidad entre el ejercicio tardío


de la acción y la vulneración de los derechos fundamentales
presuntamente conculcados.

iv) La vulneración o amenaza del derecho fundamental se


mantiene en el tiempo.
v) La carga de interposición de la tutela es desproporcionada en
relación con la situación de debilidad manifiesta del
accionante.”

9.5.3.3. Teniendo en cuenta lo anterior, encuentra la Sala que la presente


acción, así haya sido impetrada 11 meses después de que se profiriera la
sentencia de segunda instancia en el proceso de impugnación de la
paternidad, cumple con el requisito de inmediatez. En criterio de esta
Corporación, la controversia frente a la relación filial se mantiene en el
tiempo, por cuanto en la actualidad existe una amenaza latente respecto del
derecho a la libertad del accionante, con ocasión de la investigación penal
que se promueve en su contra por el delito de inasistencia alimentaria y
frente a la cual puede ser detenido en cualquier tiempo.

Adicionalmente, conforme a lo expuesto en el acápite anterior, declarar la


improcedencia de la acción por este requisito, implicaría una carga
desproporcionada frente a los derechos fundamentales comprometidos y un
desconocimiento del artículo 228 de la Constitución Política, en el que se
reconoce la prevalencia del derecho sustancial sobre el formal, cuando
existe una prueba que exterioriza la ausencia del vínculo filial entre las
partes.

9.5.4. Las irregularidades tienen un efecto decisivo en la sentencia: Los


defectos alegados por parte del accionante, referentes a que no se tuvo en
cuenta la prueba de ADN que declaró que no existe vínculo filial y a que se
aplicó de forma errónea el término de caducidad de la acción, pues el
mismo ha debido contabilizarse desde el momento en que se acudió al
Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, con el propósito de solicitar la
práctica de la prueba de ADN, tienen un efecto decisivo en la
determinación adoptada, ya que con fundamento en ellos se negaron las
pretensiones invocadas por el actor.

9.5.5. Finalmente, no se trata de una tutela contra sentencia de tutela.

9.5.6. En consecuencia, constata la Sala que se cumplen los presupuestos


generales de procedibilidad de la acción de tutela contra providencia
judicial.

9.6. A continuación se analizará si las sentencias proferidas en el proceso


de impugnación de la paternidad incurrieron en algún defecto que haga
procedente la acción de tutela y que requiera el amparo de los derechos
fundamentales invocados por el accionante. Para tal efecto, es preciso
recordar que el actor alegó la existencia de un defecto fáctico, por la
omisión de la valoración de la prueba ADN presentada en el proceso, y un
defecto sustantivo, por la aplicación errada de la fecha de caducidad.

9.6.1. En primer lugar, el actor indica que existe un defecto sustantivo en el


pronunciamiento del juzgado de segunda instancia en el proceso
impugnatorio, por cuanto decretó que “el interés actual” en la acción surgió
el 30 de marzo de 2006, fecha en la cual la señora Camargo le comunicó al
señor Palencia que no era el padre de la menor, por lo que la impugnación
de la paternidad fue interpuesta 108 días más tarde. Esta decisión condujo a
que el citado juzgado declarará la caducidad de la acción por haberse
interpuesto con posterioridad al término de 60 días establecido por la ley.
Para el accionante, el “interés actual” surgió el 22 de mayo de 2006, fecha
en la que la señora Camargo Becerra se rehusó a que se le practicara a su
hija la prueba de paternidad. De haberse tenido en cuenta dicha fecha como
el momento en el que surgió el “interés actual”, en criterio del actor, la
excepción de caducidad no hubiese prosperado.

9.6.1.1. Al respecto, encuentra la Sala que la normatividad que se debe


aplicar al caso es la que contempla el término de caducidad de 60 días, pues
el interés del proceso surgió antes de la entrada en vigencia de la Ley 1060
de 2006. Ahora bien, como se resaltó en el acápite 8.3 de la presente
providencia, el “interés actual” para interponer la acción surge cuando se
origina una duda sobre la paternidad, momento a partir cual empieza a
correr el término de 60 días, previsto en el ordenamiento jurídico vigente
para que aquél entonces. Sin embargo, como igualmente se puso de
presente, la jurisprudencia constitucional ha establecido que dicho “interés”
se actualiza por la existencia de un elemento de juicio que sirva como
evidencia para desvirtuar la relación filial.

Con fundamento lo anterior, la Sala concluye que no le asiste razón al actor


frente a la irregularidad invocada, por cuanto en el momento en el que la
madre se rehusó a practicar la prueba de ADN, no surgió un nuevo
elemento de juicio que de más certeza sobre la inexistencia de la relación
filial y, por lo tanto, no se “actualizó” el “interés actual”, como ha ocurrido
en los distintos precedentes señalados en el citado aparte 8.3 de la presente
providencia. En este sentido, le asiste razón al juez de segunda instancia en
el proceso impugnatorio, cuando determinó que el citado “interés actual”
surgió en el momento en que el señor Palencia fue informado que no era el
padre de Johanna Catalina.

9.6.1.2. Sin embargo, no puede esta Sala pasar por alto que el Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Santa Rosa de Viterbo inobservó el
parágrafo transitorio del artículo 14 de la Ley 1060 de 2006, previamente
citado, que admite que aquellas personas a las cuales se les decretó la
caducidad de la acción de impugnación de la paternidad –como ocurrió en
el presente caso– puedan interponer nuevamente dicha acción, con el
propósito de salvaguardar los derechos fundamentales que se encuentran
comprometidos en este tipo de proceso, eliminando los efectos de la cosa
juzgada dentro del proceso. Si bien es cierto que la citada Ley entró en
vigencia el 26 de julio de 2006 –fecha posterior al momento en el que se
impetró la acción– en términos de la Corte Suprema de Justicia, la creación
de este “derecho adicional” es aplicable a los casos que estaban en curso al
momento en que entró en vigencia la citada norma, y no sólo a aquellos que
requieran nuevamente el ejercicio de la acción, entre otras razones, por
motivos de lógica jurídica y por respeto al principio de igualdad frente a la
ley[63].

Desde esta perspectiva, el juez de segunda instancia no tuvo en cuenta que


existían otras disposiciones aplicables al caso y que son necesarias para
efectuar una interpretación armónica y sistemática del ordenamiento
jurídico, incurriendo en una de las causales de defecto sustantivo, como se
señaló en el acápite 5 de esta providencia, referente a que el citado defecto
se presenta cuando el juez realiza una “interpretación de la norma sin tener en cuenta otras
disposiciones aplicables al caso y que son necesarias para efectuar una interpretación sistemática.”

En efecto, no cabe duda de que si el operador judicial hubiese aplicado el


parágrafo transitorio del artículo 14 de la Ley 1060 de 2006, como era su
deber, en lugar de admitir la prosperidad de la excepción de caducidad en
los términos previstos del Código Civil, debía haberse pronunciado de
fondo en relación con la impugnación propuesta, en atención de la voluntad
del legislador plasmada en la citada norma, en la que –como ya se dijo– se
otorgó un “período de gracia” para impugnar la paternidad, el cual resulta
aplicable incluso para aquellos procesos que se encontraban en curso al
momento de entrada en vigencia de la citada Ley 1060 de 2006, como
categóricamente lo ha expuesto la Corte Suprema de Justicia, entre otras, al
sostener que los derechos y alternativas judiciales consagradas en el
ordenamiento para los impugnantes de la paternidad no pueden verse
afectados por la demora del aparato judicial para proferir decisiones.

Aunado a lo anterior, es preciso insistir en que la jurisprudencia de esta


Corporación también ha dicho que se incurre en un defecto sustantivo,
cuando la interpretación restrictiva de una norma perjudica de manera
desproporcionada los intereses y derechos fundamentales de las partes. En
el presente caso, dicha situación se presenta, pues la interpretación
restrictiva de las disposiciones del Código Civil que establecen los
términos de caducidad de la acción de impugnación de la paternidad,
haciendo caso omiso a lo previsto el parágrafo transitorio del artículo 14 de
la Ley 1060 de 2006, condujo a que se obligue al señor Palencia a mantener
un vínculo filial con Johana Catalina, a sabiendas de que existe una prueba
de ADN que genera dudas sobre la existencia de dicho vínculo filial.

Por lo anterior, la Sala encuentra que el Tribunal Superior del Distrito


Judicial de Santa Rosa Viterbo incurrió en un defecto sustantivo, en los
términos previamente expuestos, razón por la cual en la parte resolutiva de
esta providencia, se declarará sin ningún efecto y valor la sentencia
proferida en segunda instancia dentro del proceso impugnatorio.

9.6.2. En segundo término, el accionante afirma que el juez de primera


instancia, esto es, el Juzgado Segundo Promiscuo de Familia de Duitama
incurrió en un defecto fáctico, por cuanto no tuvo en cuenta la prueba de
ADN que indicó que no existe un vínculo filial entre él y Johana Catalina.
Al respecto, se observa que al interior de dicho proceso, la prueba de ADN
fue objetada por la parte demandada y en dicha objeción se solicitó la
práctica de una nueva prueba científica de filiación por parte del Instituto
Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses.

Según se puso de presente en la sentencia de primera instancia, dicha


prueba no pudo ser practicada, por cuanto el demandante no se presentó en
las múltiples oportunidades en que fue decretada. De suerte que, “siendo ello así y
no habiendo sido posible darle aprobación al examen de ADN que se práctico hemos de tener en cuenta lo analizado en las
consideraciones de esta providencia y por lo tanto se han de negar las pretensiones de la demanda, mas aun cuando a
excepción del examen no se aporto (sic) ninguna otra prueba como para tomar una decisión diferente.” [64]

Con fundamento en las razones previamente expuestas en esta providencia,


el defecto fáctico se configura cuando: i) el juez no tiene el apoyo
probatorio necesario para justificar su decisión[65]; ii) incurre en un error
en el examen de las pruebas por existir una valoración caprichosa o
arbitraria; iii) se presenta una omisión en el decreto o práctica de las
pruebas dentro del proceso, o iv) se adopta una decisión judicial con
fundamento en una prueba obtenida de forma ilícita.[66]

En los procesos de impugnación de la paternidad, como se señaló en el


acápite 7.2 de esta providencia, es obligación del juez ordenar la práctica
de los exámenes científicos que permitan establecer la filiación, en virtud
de lo previsto en la Ley 721 de 2001. La no realización de los mismos
conduce a que se presente un defecto fáctico, en atención a la vulneración
de los derechos al debido proceso y a la defensa del interesado. Esto mismo
ocurre en los casos en los cuales se ordena la práctica del examen, pero éste
no se surte por causas no imputables a la parte interesada.
Desde esta perspectiva, la Sala estima que el juez de primera instancia no
incurrió en un defecto fáctico, pues, en primer lugar, sí se ordenó y se
practicó la prueba de ADN en el instituto de Genética Yunis Turbay y Cia.,
con lo que se dio cumplimiento al citado requisito legal; y en segundo
término, porque aun a pesar de que dicha prueba fue objetada y se decidió
ordenar una segunda prueba, ésta no se surtió por la falta de comparecencia
de los interesados en el proceso, lo que torna improcedente el amparo
constitucional, ya que su falta de realización no es imputable a la inacción
del juez sino a la parte que ahora acude en defensa de sus derechos a través
de la acción de tutela.

Así las cosas, encuentra la Sala que a diferencia del defecto sustantivo no
se configura el defecto fáctico alegado, no sólo por las razones expuestas,
sino también porque la prueba no podía ser valorada al no estar en firme, ya
que no se había resuelto la objeción planteada en su contra, como se verá a
continuación.

9.6.3. Sin embargo, en el presente caso y en desarrollo de lo expuesto, la


Sala encuentra que en la providencia de primera instancia se incurrió en un
defecto procedimental absoluto, por no cumplir con el procedimiento
establecido en el artículo 238 del Código de Procedimiento Civil para
tramitar una objeción por error grave. Al respecto, la citada norma
establece:

ARTÍCULO 238. CONTRADICCION DEL DICTAMEN. Para


la contradicción de la pericia se procederá así:

1. Del dictamen se correrá traslado a las partes por tres días


durante los cuales podrán pedir que se complemente o aclare, u
objetarlo por error grave.

(…)

5. En el escrito de objeción se precisará el error y se pedirán las


pruebas para demostrarlo. De aquél se dará traslado a las demás
partes en la forma indicada en el artículo 108, por tres días,
dentro de los cuales podrán éstas pedir pruebas. El juez
decretará las que considere necesarias para resolver sobre la
existencia del error, y concederá el término de diez días para
practicarlas. El dictamen rendido como prueba de las
objeciones no es objetable, pero dentro del término del traslado
las partes podrán pedir que se complemente o aclare.
6. La objeción se decidirá en la sentencia o en el auto que
resuelva el incidente dentro del cual se practicó el dictamen,
salvo que la ley disponga otra cosa; el juez podrá acoger como
definitivo el practicado para probar la objeción o decretar de
oficio uno nuevo con distintos peritos, que será inobjetable,
pero del cual se dará traslado para que las partes puedan pedir
que se complemente o aclare. (…) .”

Como se observa de la norma transcrita, cuando se objeta una prueba


pericial por error grave, es necesario que en el escrito en el que se plantea
la objeción se especifique cuál es la falta que se presenta en dicha prueba.
Con fundamento en lo anterior, el juez podrá solicitar los elementos de
juicio que considere necesarios para determinar la existencia o no del error,
luego de lo cual deberá pronunciarse definitivamente sobre su procedencia,
ya sea declarando como definitivo el peritaje objetado o aceptando la
prosperidad de la objeción, en este último caso puede ordenar que se
practique otro peritaje, cuyo resultado será inobjetable. De no existir un
pronunciamiento que de respuesta a la prosperidad de la objeción, el juez
inobservaría el procedimiento establecido en la ley y, por lo tanto,
incurriría en una vulneración al debido proceso del accionante.

En relación con el error grave, en la Sentencia T-274 de 2012, este Tribunal


indicó que: “el error grave se opone a la verdad y consiste en la falta de adecuación o correspondencia entre la
representación mental o concepto de un objeto y la realidad de éste. Por ello, si en la práctica del dictamen (…) se formula
objeción, el juez respectivo tendrá que determinar si existe o no el error señalado y si acepta o no la objeción, o sea, deberá
establecer a través del incidente, si el dictamen tiene o no valor de convicción (…).”

Al revisar el trámite surtido en relación con la objeción por error grave, la


Corte encuentra que se expusieron los siguientes argumentos para justificar
su presentación:

“(…) el procedimiento para el diagnostico (sic) de paternidad


es complejo y por eso el perito tiene que expresar su conclusión
y la fundamentación de ella en términos comprensibles (…) y el
Dictamen no lo es. La afirmación de la progenitora de la menor
en el sentido y sin faltar a la verdad por su honor y dignidad
asegura que fue con el señor JUAN CARLOS PALENCIA
LÓPEZ, con el único hombre con que tuvo relaciones sexuales
que dieron como resultado la procreación de la mejor JOHANA
CATALINA, por lo cual sorprende el Dictamén (sic) rendido
por el mencionado Instituto, generando entonces una sospecha
de posible manipulación de la prueba que atenta contra la
dignidad de la progenitora y de la menor.”[67]
El juez dio trámite a la objeción presentada, en auto calendado el 5 de
septiembre de 2007, en los siguientes términos:

“Habien_dose (sic) dado el término correspondiente a la prueba


genética (peritazgo) y al ser Objetada, se procede a decidir
sobre el particular.-

Conforme lo dispone el artículo 4º de la Ley 721 de 2001, al


darse el traslado del dictamen genético, es objetado por la
demandada, manifestado estar segura de que la única relación
sexual sostenida y de la que se procreó a la menor JOHANA
CATALINA, fue con el aquí demandante.-

Por su parte, el demandante por medio de su apoderado justifica


los resultados de la prueba, el control de calidad del Laboratorio
y otra serie de argumentos sobre el particular.-

Así las cosas, teniendo en cuenta que la objetante solicita se


realice un nuevo examen de genética, el juzgado atendiendo lo
dispuesto por la norma antes referida, accede a dicha petición y
dispone que se efectúe un nuevo examen por el Laboratorio de
Genética del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias
Forenses, a donde se solicitará la practica de la referida prueba.-

Con posterioridad, como ya se dijo, en la sentencia de primera instancia se


denegaron las pretensiones invocadas por el accionante, con fundamento en
que la prueba de ADN que indicaba que el actor no podía ser el padre de
Johana Catalina fue objetada por la parte accionada, luego de lo cual se
ordenó que se practicara una nueva prueba de ADN, cuya realización no
fue posible a pesar de haber citado a las partes en numerosas
oportunidades. Para el a quo, como no se logró darle aprobación al examen de
ADN que se allegó al proceso, ni se aportó una prueba distinta, las
pretensiones invocadas por el actor no estaban llamadas a prosperar.

Al examinar las actuaciones judiciales del Juzgado Segundo Promiscuo de


Familia de Duitama, la Sala encuentra que en el auto del 5 de septiembre de
2005 no se adoptó ninguna decisión acerca de la prosperidad de la objeción
por error grave, sino que tan sólo se dio trámite a lo establecido en el
numeral 5° del artículo 238 del Código de Procedimiento Civil, en el cual
se permite que se decreten pruebas para analizar la prosperidad de la
objeción. Asimismo, en la sentencia del 20 de abril de 2010, tampoco
existió pronunciamiento alguno sobre la procedencia de la objeción.
En este orden de ideas, en el caso bajo examen, es claro que no se dio
respuesta de fondo al proceso de contradicción de la prueba de ADN, por
cuanto no hubo un pronunciamiento definitivo del juez sobre la
procedencia o no de la objeción planteada frente a dicha prueba pericial,
como lo ordena el numeral 6 del artículo 238 del Código de Procedimiento
Civil, previamente citado. La falta de dicho pronunciamiento, en criterio de
la Corte, constituye un defecto procedimental absoluto que desconoce el
derecho al debido proceso del accionante, ya que se incumple de forma
manifiesta con el deber que tiene el juez de dar trámite al proceso de
contradicción de las pruebas dentro del proceso, para que al momento de
evaluarla efectivamente ésta se encuentre en firme. El resultado en este
caso, fue que la falta de pronunciamiento sobre la objeción de la prueba
implicó que el dictamen pericial de ADN no estuviera en firme dentro del
proceso, y por tanto el juez no pudiera tenerlo en cuenta para proferir un
fallo.

Sobre este mismo punto, en la sentencia de segunda instancia en el proceso


de impugnación de paternidad, el Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Santa Rosa de Viterbo, indicó que:

“Se tiene entonces, que existe una prueba genética (ADN) que
se practicó por parte del Laboratorio Yunis Turbay, la cual
arrojó como resultado verificado, paternidad excluida del
demandante respecto de JOHANNA CATALINA; este
dictamen no se encuentra aún en firme, en consideración a que
fue objetado, sin que aparezca que dicha objeción se haya
resuelto de fondo.

En este sentido, a la luz de ordenando (sic) en el artículo 238


núm. 6 del C.P.C., es claro que en el presente proceso la
objeción al dictamen pericial en cuestión no se decidió en la
sentencia de instancia, como lo ordena la norma citada; por el
contrario, en la misma se concluyó erradamente que las
pretensiones del demandante debían ser denegadas por su no
concurrencia a la realización del examen, sin detenerse a
analizar, por un lado la objeción mencionada (…)”

Este vicio fue subsanado en sede de apelación, cuando el citado Tribunal se


pronunció y denegó los argumentos esgrimidos por la parte demandada,
dejando en firme la prueba de ADN. Al respecto, señaló que:
“Ahora, respecto al escrito de objeción presentado por el
demandado en el que manifestó su inconformismo con el
examen genético ADN y solicitó la práctica de un segundo
peritazgo, encuentra la Sala que al mirar con detenimiento
dicho alegato, ninguna inconformidad con la prueba en
mención se plantea, y menos se discute la idoneidad del
laboratorio que la realizo; por supuesto que la objeción a un
peritaje presupone la formulación de reparos al mismo, en aras
de relevar que ésta cimentado sobre fundamentos equivocados
de tal connotación que sus conclusiones resulten desatinadas.

En este orden, es evidente que la objeción intentada por el


demandado en contra del dictamen en cuestión no se demostró,
toda vez que la misma no reunió los requisitos contemplados en
el núm. 5 del artículo 238 ibídem, pues el cuestionamiento
planteado por el objetante no fue orientado a atacar
directamente el dictamen pericial ni mucho menos se especificó
el error del que adolecía. (…)

Sean entonces suficientes las anteriores consideraciones para


concluir que si bien es cierto el examen genético (ADN)
practicado por el Laboratorio Yunis Turbay, es prueba valida y
contundente para concluir que el demandante no es el padre de
Johanna Catalina (…)”[68]

En conclusión, como previamente se expuso, la Corte encuentra que en el


presente caso la sentencia de segunda instancia proferida por el Tribunal
Superior de Santa Rosa de Viterbo incurrió en un defecto sustantivo, por lo
que se declarará sin ningún efecto y valor, como se explicó en el acápite
9.6.1 de esta providencia. Como consecuencia de esta decisión, obsérvese
como permanecería vigente el fallo de primera instancia proferido por el
Juzgado Segundo Promiscuo de Familia de Duitama, el cual –según se vio–
está incurso en un defecto procedimental absoluto, por desconocer lo
previsto en el artículo 238 del Código de Procedimiento Civil. Por esta
razón, la Sala se ve igualmente en la obligación de dejar sin efectos la
citada sentencia, en aras de proteger el derecho al debido proceso del
accionante. Pues es deber del juez de familia dar respuesta a la objeción por
error grave, de manera que se tenga certeza si el examen de ADN realizado
es una prueba en firme del proceso o si es necesario practicar otro examen.

Ahora bien, el juez de primera instancia en el proceso de filiación, a la hora


de resolver la objeción por error grave, deberá revisar si los argumentos de
la parte demandada cumplen con los requisitos establecidos en las normas
procesales para que esta proceda. Asimismo, corresponderá al juez tener en
cuenta que al ser una objeción invocada por la parte demandante, es deber
de ésta impulsar la práctica del segundo examen de ADN, tal y como lo
solicitó en su escrito. Hasta la fecha, conforme se evidencia en la sentencia
de segunda instancia, la prueba no pudo ser practicada en algunas
oportunidades por la falta de concurrencia de este sujeto procesal, de
manera que si el juez decide solicitar una nueva prueba de ADN y darle
curso a la objeción y la parte demandante no concurre a la práctica de dicho
examen, esto deberá ser tenido en cuenta como un indicio para denegar su
prosperidad, pues la parte solicitante estaría desconociendo su deber de
impulsar dicha petición.

9.7. En conclusión, la Sala revocará la decisión de los jueces de amparo de


constitucional y, en su lugar, tutelará los derechos fundamentales a la
personalidad jurídica, a la filiación, al acceso a la administración de justicia
y al debido proceso del señor Palencia. Por lo anterior, se ordenará que el
juez de primera instancia en el proceso de impugnación de la paternidad
profiera una nueva sentencia, con sujeción a lo expuesto en esta
providencia en relación con la caducidad de la acción y la resolución de la
objeción de la prueba de ADN.

IV. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Sala Tercera de Revisión de la Corte


Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo

RESUELVE

PRIMERO.- REVOCAR la sentencia del 8 de agosto de 2012 proferida


por la Sala de Casación Laboral de la Corte Suprema de Justicia, en la que
se confirmó el fallo de primera instancia proferido el 22 de junio de 2012
por la Sala de Casación Civil de dicha corporación judicial, en la que a su
vez se denegó el amparo solicitado. En su lugar, TUTELAR a favor del señor
Juan Carlos Palencia López, sus derechos fundamentales a la personalidad
jurídica, a la filiación, al acceso a la administración de justicia y al debido
proceso, vulnerados por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santa
Rosa de Viterbo y por el Juzgado Segundo Promiscuo de Familia de
Duitama, en los términos expuestos en esta providencia.

SEGUNDO.- DECLARAR SIN NINGUN VALOR NI EFECTO, por vulnerar los derechos
fundamentales previamente señalados, la sentencia proferida el 23 de junio
de 2011 por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santa Rosa de
Viterbo, así como la sentencia proferida el 20 de abril de 2010 el Juzgado
Segundo Promiscuo de Familia de Duitama, en el proceso de impugnación
de la paternidad adelantado por el señor Juan Carlos Palencia López contra
Johana Catalina Palencia Camargo, representada por María Laura Camargo
Becerra.

TERCERO.- Para efectos de restablecer los derechos fundamentales


amparados en esta providencia, se ORDENAal Juzgado Segundo Promiscuo de
Familia de Duitama que proceda nuevamente a proferir sentencia en el
proceso de impugnación de la paternidad reseñado, con sujeción a lo
expuesto en esta providencia en relación con la caducidad de la acción y
resolviendo de fondo la objeción a la prueba de la ADN propuesta por el
apoderado de la señora María Laura Camargo Becerra, como se exige en el
artículo 238 del Código de Procedimiento Civil. Esta actuación deberá
ajustarse a los términos procesales contemplados en el Código de
Procedimiento Civil.

CUARTO.- Por Secretaría LÍBRESE la comunicación prevista en el artículo


36 del Decreto 2591 de 1991.

Notifíquese, comuníquese, publíquese en la Gaceta de la Corte


Constitucional y cúmplase.

LUIS GUILLERMO GUERRERO PÉREZ


Magistrado

GABRIEL EDUARDO MENDOZA MARTELO


Magistrado

JORGE IVÁN PALACIO PALACIO


Magistrado

MARTHA VICTORIA SÁCHICA DE MONCALEANO


Secretaría General
[1] Folios 22-23, cuaderno principal.
[2] Folio 19, cuaderno 2
[3] Folios 53-60, cuaderno 2.
[4] Folios 61-82, cuaderno 2.
[5] Folio 31-38, cuaderno 2.
[6] Al respecto, la parte demandada indicó que habían pasado 168 días desde el momento en el que el
accionante alega que fue informado de que no era el padre de la menor y aquél en el que instauró la
acción, de manera que se superó el término de 140 días establecidos en la normatividad vigente.
[7] Folios 39-46, cuaderno 2.
[8] Folio 52, cuaderno 2.
[9] Folios 22-23, cuaderno principal.
[10] Folio 19, cuaderno principal.
[11] El Magistrado Ariel Salazar Ramírez salvó el voto con fundamento en las siguientes consideraciones:
(i) señaló que al tratarse de la vulneración de derechos fundamentales relacionados con la personalidad
jurídica, la familia, la filiación y el estado civil de las personas, la concesión del amparo constitucional se
torna obligatoria; (ii) agregó que en la providencia proferida por el Tribunal Superior de Santa Rosa de
Viterbo se desconoció que en la Sentencia C-310 de 2004, no se dispuso ninguna consideración en
relación con la aplicación de la Ley 1060 de 2006. En criterio del citado Magistrado, la vigencia de la
citada ley no es retroactiva sino que tiene efectos hacia el futuro, de manera que si la norma entró a regir
el 26 de julio de 2006, ésta debió aplicársele al actor en el momento en que interpuso la acción de
impugnación de paternidad. Así las cosas, el término para ejercer la citada acción era de 140 días y no de
40, como lo establecía la normatividad anterior. Finalmente, (iii) puso de presente que de acuerdo con la
jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia, el interés en instaurar la acción no surge con el acto de
reconocimiento, sino cuando no existe duda del error en el que se incurrió. (Folios 106-113)
[12] Al respecto se destacan las Sentencias T-018 de 2008 y T-757 de 2009. Así mismo, en las Sentencias
T-310 de 2009 y T-555 de 2009, la Corte señaló que“(…) la procedencia de la acción de tutela contra sentencias es un asunto que comporta
un ejercicio de ponderación entre la eficacia de la mencionada acción [de tutela] -presupuesto del Estado Social y Democrático de Derecho-, y la vigencia de la autonomía
e independencia judicial, el principio de la cosa juzgada y la seguridad jurídica”.
[13] Al respecto, en la Sentencia T-310 de 2009, se indicó que: “(…) la acción de tutela contra sentencias es un juicio de validez de la
decisión judicial, basado en la supremacía de las normas constitucionales. Esto se opone a que la acción de tutela ejerza una labor de corrección del fallo o que sirva como
nueva instancia para la discusión de los asuntos de índole probatoria o de interpretación del derecho legislado que dieron lugar al mismo. En cambio, la tutela se circunscribe
a detectar aquellos casos excepcionales en que la juridicidad de la sentencia judicial resulte afectada, debido a que desconoció el contenido y alcances de los derechos
fundamentales”.
[14] En esta ocasión se declaró la inexequibilidad de la expresión “ni acción”, contenida en el artículo 185 de
la Ley 906 de 2004, relacionado con la sentencia de casación penal.
[15] Sentencia T-173 de 1993, cita de la Sentencia C-590 de 2005.
[16] Sentencia T-504 de 2000, cita de la Sentencia C-590 de 2005.
[17] Sentencia T-315 de 2005, cita de la Sentencia C-590 de 2005.
[18] Sentencias T-008 de 1998 y SU-159 de 2000, citas de la Sentencia C-590 de 2005.
[19] Sentencia T-658 de 1998, cita de la Sentencia C-590 de 2005.
[20] Sentencias T-088 de 1999 y SU-1219-01, cita de la Sentencia C-590 de 2005.
[21] Sentencia SU-014 de 2001.
[22] Sentencia C-590 de 2005.
[23] Sentencia SU-047 de 1999.
[24] Al respecto, se pueden consultar las Sentencias T-051 de 2009, T-060 de 2009, T-130 de 2009, T-
310 de 2009 y T-555 de 2009.
[25] Sentencia T-231 de 1994.
[26] Sobre el particular, se pueden consultar las sentencias: T-932 de 2003, T-902 de 2005, T-162 de 2007 y T-1265 de 2008.
[27] Ibídem.
[28] Sentencias T-538 de 1994 y T-086 de 2007.
[29] Sentencia T-1065 de 2006.
[30] Sentencias T-504 de 1998 y T-589 de 2000.
[31] Sentencia SU-087 de 1999.
[32] Ver sentencia T-462 de 2003.
[33] Ver sentencias T-765 de 1998, T-001 de 1999, SU-159 de 2002, T-244 de 2007, T-092 de 2008 y T-310 de 2009.
[34] Sentencia T-638 de 2011.
[35] Sentencia T-327 de 2011.
[36] “Artículo 214. Impugnación de la paternidad. El hijo que nace después de expirados los ciento ochenta días
subsiguientes al matrimonio o a la declaración de la unión marital de hecho, se reputa concebido en el
vínculo y tiene por padres a los cónyuges o a los compañeros permanentes, excepto en los siguientes
casos:
1. Cuando el Cónyuge o el compañero permanente demuestre por cualquier medio que él no es el padre.
2. Cuando en proceso de impugnación de la paternidad mediante prueba científica se desvirtúe esta
presunción, en atención a lo consagrado en la Ley 721 de 2001.”
[37] El artículo 219 (antes de la reforma introducida por la Ley 1060 de 2006) disponía que: “Si el marido muere antes de vencido el término
que le conceden las leyes para declarar que no reconoce al hijo como suyo, podrán hacerlo en los mismos
términos los herederos del marido, y en general toda persona a quien la pretendida legitimidad del hijo
irrogare perjuicio actual. // Cesará este derecho si el padre hubiere reconocido al hijo como suyo en su
testamento o en otro instrumento público.” Por su parte, el artículo 220 señala: “A petición de cualquiera
persona que tenga interés actual en ello, declarará el juez la ilegitimidad del hijo nacido después de
expirados los trescientos días subsiguientes a la disolución del matrimonio. // Si el marido estuvo en
absoluta imposibilidad física de tener acceso a la mujer desde antes de la disolución del matrimonio, se
contarán los trescientos días desde la fecha en que empezó esta imposibilidad. // Lo dicho acerca de la
disolución se aplica al caso de la separación de los cónyuges por declaración de nulidad del matrimonio.”
[38] “Por la cual se dictan normas sobre filiación y se crea el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar".
[39] Adicionalmente, el artículo 336 del Código Civil disponía que: “Las personas designadas en el artículo precedente no podrán
impugnar la maternidad después de transcurridos diez años, contados desde la fecha del parto. // Con
todo, en el caso de salir inopinadamente a luz algún hecho incompatible con la maternidad putativa, podrá
subsistir o revivir la acción anterior por un bienio contado desde la revelación justificada del hecho.” Por
virtud de la remisión expuesta en la citada norma, el artículo 335 señalaba que: “La maternidad, esto es, el
hecho de ser una mujer la verdadera madre del hijo que pasa por suyo, podrá ser impugnada probándose
falso parto, o suplantación del pretendido hijo al verdadero. Tienen el derecho de impugnarla: 1o) El
marido de la supuesta madre y la misma madre supuesta, para desconocer la legitimidad del hijo. 2o) Los
verdaderos padre y madre legítimos del hijo para conferirle a él, o a sus descendientes legítimos, los
derechos de familia en la suya. 3o) La verdadera madre para exigir alimentos al hijo.”
[40] Artículo 1º de la Ley 721 de 2001, el cual modificó el artículo 7 de la Ley 75 de 1968.
[41] Al respecto se dispuso que: “Artículo 5o. El artículo 217 del Código Civil quedará así: Artículo 217. El hijo podrá impugnar
la paternidad o la maternidad en cualquier tiempo. En el respectivo proceso el juez establecerá el valor
probatorio de la prueba científica u otras si así lo considera. También podrá solicitarla el padre, la madre
o quien acredite sumariamente ser el presunto padre o madre biológico. // La residencia del marido en el
lugar del nacimiento del hijo hará presumir que lo supo inmediatamente, a menos de probarse que por
parte de la mujer ha habido ocultación del parto. // Parágrafo. Las personas que soliciten la prueba científica
lo harán por una sola vez y a costa del interesado; a menos que no cuenten con los recursos necesarios
para solicitarla, podrán hacerlo siempre y cuando demuestren ante I.C.B.F. que no tienen los medios, para
lo cual gozarán del beneficio de amparo de pobreza consagrado en la Ley 721 de 2001.”
[42] La Corte en sentencia C-530 de 2010 se declaró inhibida para decidir de fondo sobre la demanda de inconstitucionalidad de los apartes subrayados.
[43] Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, 1º de noviembre de 2011, MP. Fernando Giraldo Gutiérrez.
[44] Sentencia T-411 de 2004.
[45] En esta providencia, la Corte se pronunció sobre una acción de tutela interpuesta en contra de las decisiones del Juzgado Diecisiete de Familia de Bogotá, de la Sala
Civil del Tribunal Superior de Distrito Judicial de Bogotá y de la Sala Civil y Agraria de la Corte Suprema de Justicia, en el trámite de un proceso promovido para investigar la
paternidad en la que no fue citado el defensor de familia, los indeterminados no estuvieron debidamente representados en la práctica de pruebas y la prueba de HLA fue
ordenada pero no practicada. Al momento de resolver el caso concreto, este Tribunal concedió la tutela como mecanismo transitorio de protección y ordenó la suspensión del
término de caducidad del recurso extraordinario revisión por un término de cuatro (4) meses, con el fin de que la accionante incoara la demanda y solicitara anticipadamente la
citada prueba de HLA.
[46] En la citada providencia, la Corte estudió una solicitud de amparo promovida en contra de una sentencia en la que el demandado fue declarado como padre de una
menor, en virtud de una prueba antropoheredobiológica realizada por el ICBF en 1995. Con posterioridad, en el año de 1998, el supuesto padre se realizó una nueva prueba en la
que se demostró que no existía dicha relación filial. En esta oportunidad, esta Corporación amparó los derechos fundamentales del accionante y ordenó la suspensión temporal
de los efectos jurídicos del registro de la menor, mientras se resolvía una acción penal en contra de la responsable de la prueba antroheredobiológica y se tramitaba el recurso
extraordinario de revisión.
[47] Al respecto la Corte dijo: “Sin embargo, es aplicable aquí el precedente sentado en la sentencia T-411 de 2004 sobre este extremo pues el requisito de procedibilidad
deberá “ceder ante la contundencia de la verdad científica y ante la trascendencia de los derechos que se ponen en juego”.
[48] Sentencia C-109 de 1995, citada en la sentencia T-411 de 2004 y T-1342 de 2001.
[49] Sentencia C-004 de 1998, citada en la sentencia T-1342 de 2001.
[50] Sentencia T-488 de 1999.
[51] Sentencia T-411 de 2004.
[52] Sentencia T-1342 de 2001.
[53] Respecto del “interés actual” la sentencia profundiza indicando que: “24. Como se ve, hay entonces una laguna axiológica cuando no se toma en cuenta un hecho
sumamente relevante (la contundencia de la verdad científica) al interpretar una ley generalmente válida, y esa laguna amenaza derechos fundamentales del tutelante. En esos
casos, debe buscarse una interpretación distinta que colme la laguna. Y en este en particular eso puede lograrse si se entiende de un modo distinto el ‘interés actual’. Por
ejemplo, si se interpreta que cuando una persona (i) reconoce a otra como su hija, (ii) aunque con dudas sobre la verdadera paternidad, (iii) luego deja pasar un tiempo
prolongado para cuestionar la paternidad, y (iv) decide finalmente impugnarla con fundamento en esas mismas dudas, pero (v) lo hace pocos días después de tener certeza
sobre la realidad de la filiación, gracias a una prueba como la de ADN, entonces el ‘interés actual’ o bien se presume, o bien no se presume pero se entiende actualizado
gracias a la novedad de la prueba científica. Ambas interpretaciones se adecuan al espíritu de la legislación civil, como pasa a mostrarse:
23.1. Presumir que la persona tiene ‘interés actual’, supone admitir que todo padre o madre extramatrimonial puede impugnar la paternidad o maternidad, sin probar que
tiene ‘interés actual’, cuando la impugnación se interpone poco tiempo después de conocer la primera prueba de ADN que lo descarta como padre o madre. Eso significa que
sólo debe demostrar que conoció recientemente la prueba de ADN, regulación que por lo demás prohíja la misma Ley 1060 de 2006 para casos en que quien impugna la
paternidad es el cónyuge o el compañero permanente. Estos últimos pueden impugnar la paternidad, sin necesidad de probar ‘interés actual’, siempre que lo hagan “dentro de
los ciento [cuarenta] (140) días siguientes a aquel en que tuvieron conocimiento de que es el padre o madre biológica” (art. 4, Ley 1060 de 2006). Luego no es extraño a la ley
que una persona impugne la paternidad años después de tener la primera duda sobre la verdadera filiación, siempre y cuando lo haga dentro de los ciento cuarenta (140) días
siguientes al tiempo en el cual “tuv[o] conocimiento” de no ser el padre o madre biológico del supuesto hijo.
23.2. Exigir la acreditación de un interés actual, por su parte, tampoco riñe con la legislación civil. Ni está en contradicción con ella un entendimiento especial de lo que
significa tener un ‘interés actual’, pues no existe en todo el Estatuto Civil una estipulación vinculante de esos términos, que el juez esté obligado a respetar sin importar las
propiedades fácticas de un caso como este. Por tanto, no estaría ni en contra de la letra, ni del espíritu de la legislación, entender que el interés de una persona, aunque
caduco en cierto momento, puede actualizarse en determinadas hipótesis. Y, en este caso al menos, es cierto que Daniel Amado Morales González tuvo interés por vez primera,
como acertadamente lo indican los jueces demandados, al reconocer a Nixa Yuneidy; es decir, mucho tiempo antes de instaurar su acción. Sin embargo, no es cierto que por
ese solo hecho el interés no haya sido actual cuando la promovió, pues con el conocimiento de la prueba de ADN el interés se actualizó, y como poco tiempo después de ello se
interpuso la demanda de impugnación, al momento de acceder a la justicia no carecía de ‘interés actual’.
24. Así las cosas, es posible ofrecer interpretaciones distintas del ‘interés actual’ en casos como el presente. Esos entendimientos no conducen a desconocer la letra o el
espíritu de la ley, ni aparejan un menoscabo para los derechos del accionante a la libertad de decidir el número de hijos, a la personalidad jurídica, a la filiación y a la
administración de justicia efectiva. Ciertamente, suponen una incidencia en el derecho de la menor a la protección de los vínculos y las proyecciones que había hecho con
seguridad, como fruto de los lazos afectivos y de las memorias que alcanzó a construir en compañía del tutelante. Cuando menos, es de esperarse que se puedan frustrar
algunos anhelos construidos por Nixa Yuneidy a lo largo de este tiempo, en relación con los bienes que debe proporcionar la paternidad, que son regularmente los de
garantizar “protección, bienestar y formación integral, desde el momento mismo de la concepción, y mientras sean menores de edad y no se hayan emancipado”. Pero ese
quebranto se ve compensado, de una parte, por la salvaguarda cierta de su derecho “al nombre” real, y no a uno ficticio como el que se le registraría si se la hace aparecer
como hija de quien no es su padre y, de otra, por la protección cierta también de los demás derechos y libertades del tutelante.”
[54] Sentencia T-888 de 2010.
[55] Sentencia T-411 de 2004
[56] Sentencia T-1342 de 2001.
[57] Sentencia T-411 de 2004
[58] Véase la Sentencia T-598 de 2003.
[59] Sentencia T-411 de 2004.
[60] Sentencia T-411 de 2004
[61] T-1140 de 2005
[62] T-055 de 2008.
[63] Dispone la norma en cita: “Parágrafo transitorio. Dentro de los 180 días siguientes a la entrada en vigencia de la presente ley, las personas que hayan impugnado la
paternidad o la maternidad y esta haya sido decidida adversamente por efectos de encontrarse caducada la acción, podrán interponerla nuevamente y por una sola vez, con
sujeción a lo previsto en los incisos 2 y 3 del artículo 5o de la presente ley.” En relación con la aplicación de esta norma, la Corte Suprema de Justicia ha dicho, conforme a la
sentencia previamente citada (ver acápite 7.4 de esta providencia), lo siguiente: “En punto a la aplicación del canon para procesos iniciados antes de su entrada en vigor, y sin
sentencia definitoria de caducidad, la Sala expresó, con una hermenéutica apegada al criterio lógico, y por ende, alejada del rigor de la gramática, lo siguiente: “Analizado
literalmente el texto mencionado, tendría que concluirse que en este caso, la prerrogativa prevista en la referida normatividad no podría ser empleada por el accionante, toda vez
que no se cumpliría el requisito de que tuviera decisión adversa con apoyo en tal figura extintiva, puesto que al entrar en vigencia dicho ordenamiento jurídico el término
rehabilitado ya estaría fenecido. (...) La situación no puede ser analizada de tal modo en este caso, puesto que el parágrafo transitorio tiene que extenderse en un escenario lógico
y racional, lo que impide que su aplicación sea directa, a raja tabla, sin ninguna clase de análisis y estudio de las condiciones particulares que rodean el problema en concreto.
(...) Aquí la demanda de impugnación se presentó en 1998, mucho antes de que se expidiera la Ley 1060 de 2006 que consagró la posibilidad descrita, hasta el punto de que
apenas en la fecha de hoy (la de esta sentencia), se está decidiendo la discusión planteada por el demandante frente a los reparos que viene formulando desde aquélla época
respecto de la paternidad que expresamente reconoció frente a las menores accionadas. (...) La demora en el pronunciamiento de un fallo definitivo no puede acarrearle la
pérdida de sus derechos ni alternativas legales, mucho más cuando no ha sido por hechos imputables a su dejadez o abandono, sino por el funcionamiento interno del aparato
judicial (...) Por consiguiente, en aras de una solución acorde con la voluntad del legislador y armonizando la situación específica de quien, como acá ocurre, por no habérsele
decidido la controversia antes de que se agotara el término complementario otorgado por el legislador en la ley referida no tuvo posibilidad cierta de ajustar su comportamiento
a dichos lineamientos legales, deberá analizarse el problema como si dicho tiempo adicional todavía no estuviera corriendo, y además, atendiendo el contenido de la “prueba
genética” que es categórica en el sentido de concluir que frente a dicho menor se presenta la exclusión o incompatibilidad de la paternidad. (...) Consecuentemente, no puede
declararse próspera respecto a la aludida parte contradictora, la caducidad alegada (...)”. (Sentencia de 29 de julio de 2009, exp. 2002-00451-01). (Subrayado por fuera del texto
original).
[64] Sentencia de primera instancia, folios 53-60, cuaderno 2.
[65] Sentencia T-231 de 1994.
[66] Sobre el particular, se pueden consultar las sentencias: T-932 de 2003, T-902 de 2005, T-162 de 2007 y T-1265 de 2008.
[67] Folio 22, cuaderno principal.
[68] Folio 75 y 80, cuaderno 2.
9/09/08: LA EVIDENCIA BIOLÓGICA Y LA PRESUNCIÓN DE PATERNIDAD MATRIMONIAL: EL
RECONOCIMIENTO EXTRAMATRIMONIAL DEL HIJO DE MUJER CASADA (2)
Categoría: General

Publicado por: PLACIDO VILCACHAGUA, ALEX FERNANDO

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1. La solución legal en el Código Civil de 1984 y el sistema constitucional de filiación en la Constitución de 1993 y en la

Convención sobre los Derechos del Niño.

El artículo 396 del Código Civil de 1984 establece que “el hijo de mujer casada no puede ser reconocido sino después de que el marido

impugne la paternidad y obtenga sentencia favorable”.

De esta disposición se concluye que, en el supuesto de surgir una controversia sobre la paternidad matrimonial o extramatrimonial de un

hijo de mujer casada, el actual ordenamiento civil pondera preferentemente la subsistencia de la presunción de paternidad matrimonial a

pesar de la evidencia biológica de la paternidad extramatrimonial.

La doctrina nacional ha expuesto los fundamentos de esta solución, que los resumimos de la siguiente manera: a) la acción de impugnación

de la paternidad matrimonial corresponde sólo al marido, en consecuencia, su inactividad procesal implica la aceptación de tal paternidad

que viene impuesta por la ley; b) la presunción de que las personas casadas cumplen sus deberes conyugales y, por tanto, se supone que

el embarazo de una mujer casada es obra de su marido; y, c) el matrimonio es la única fuente de la que surge la familia y requiere

protección, por lo que la defensa de la tranquilidad de los hogares requiere de ciertas prohibiciones específicas recogidas por el

ordenamiento legal .

Pero, tales fundamentos reposan en última instancia en el sistema constitucional de filiación que el legislador del Código Ci vil de 1984 tuvo

presente al momento de diseñar tal régimen legal.

En general, debe apreciarse que todo régimen legal de filiación resulta del juego de los principios favor veritatis, favor legitimitatis y favor

filii, todos los cuales están previstos en el sistema constitucional de filiación que se trate; de tal manera que en cada ordenamiento jurídico

se organiza un esquema normativo poniendo en juego las reglas y criterios derivados de la coexistencia de aquellos principios. Un análisis

de conjunto de las normas del régimen legal puede permitir conocer el criterio o el principio rector que, del sistema constitucional de un

determinado país, se ponderó preferentemente.

Así, el régimen de filiación anterior al Código Civil de 1984 se sustentó en los principios del favor legitimitatis y de jerarquía de filiaciones.

De la revisión de las disposiciones de los Códigos Civiles de 1852 y de 1936, se concluye que el principio favor legitimitati s importó

extender la protección dispensada a la familia matrimonial a favor de los hijos concebidos o nacidos dentro del matrimonio. Por ello, el

vínculo filial no siempre podía o debía coincidir con la evidencia biológica, siendo suficiente, a veces, con una determinaci ón meramente

formal. De otro lado, por el principio de jerarquía de filiaciones se admitió la existencia de diversas clases de filiación con clara

discriminación de la ilegítima en orden a los efectos personales y patrimoniales.

Con el Código Civil de 1984 tal situación sólo varió en cuanto al principio de jerarquía de filiaciones. Éste fue sustituido por el principio de

igualdad de categorías de filiación en virtud del cual se reconocen idénticos derechos y oportunidades a todos los hijos de un mismo

progenitor, hayan nacido dentro o fuera del matrimonio, estuvieran o no sus padres casados entre sí y pudieran o no el uno casarse con el

otro.
¿Cuál fue el sistema constitucional de filiación que el legislador del Código Civil de 1984 tuvo presente al momento de diseñar este régimen

legal? La respuesta la encontramos de la revisión de las disposiciones de la Constitución de 1979. En esta Carta Magna, el sistema

constitucional de filiación se infería de las previsiones siguientes:

Artículo 2:

“Toda persona tiene derecho

2. A la igualdad ante la ley, sin discriminación alguna por razón de sexo, raza, religión, opinión e idioma.

5. Al honor y la buena reputación, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen”.

Artículo 5:

“El Estado protege el matrimonio y la familia como sociedad natural e institución fundamental de la Nación”.

Artículo 6:

“El Estado ampara la paternidad responsable.

Es deber y derecho de los padres alimentar, educar y dar seguridad a sus hijos, así como los hijos tienen el deber de respetar y asistir a sus

padres.

Todos los hijos tienen iguales derechos. Está prohibida toda mención sobre el estado civil de los padres y la naturaleza de la filiación de los

hijos en los registros civiles y en cualquier documento de identidad”.

De estas disposiciones se aprecia que el sistema constitucional de filiación respondió a la concepción de familia de la Constitución de 1979:

la familia matrimonial (artículo 4). Ello importó, para el legislador del Código Civil de 1984, ponderar preferentemente el principio favor

legitimitatis: extensión de la protección dispensada al matrimonio a favor de los hijos que nacen dentro de él. Por ello, el vínculo filial no

siempre podía o debía coincidir con la verdad biológica, siendo suficiente, a veces, con una determinación meramente formal.

Por cierto, que esto no se contradice con el principio de igualdad de derechos de los hijos (principio de igualdad de categorías de filiación),

pues éste se refiere a los efectos jurídicos derivados de la filiación ya determinada, ya establecida (artículo 6).

Por otro lado, el sistema constitucional de filiación de la Constitución de 1979 privilegió la intimidad de los progenitores antes que el

derecho de los hijos a conocer a sus padres (artículo 2.5). Ello era así, por cuanto en esa Constitución no se reconoció a la identidad como

un derecho fundamental. Además, bajo el influjo del principio de amparo de la paternidad responsable (artículo 6), que no suponía acciones

positivas del Estado, no se consideró la existencia de un interés público en la determinación de la paternidad y maternidad; entendiéndose,

por el contrario, que en el establecimiento de la filiación sólo concurren intereses privados.

Vale decir que, bajo el influjo del sistema constitucional de filiación de la Constitución de 1979, en el régimen legal Código Civil de 1984 se

otorgó protección preferente a la reproducción protagonizada por las parejas estables institucionalizadas por el matrimonio y, por lo mismo,

los hijos producidos fuera del matrimonio recibieron un tratamiento jurídico manifiestamente discriminatorio para efectos de determinar su

filiación.

Pero, no encontrándose vigente la Constitución de 1979, ¿cuál es el sistema constitucional de filiación de la actual Constitución de 1993?

¿Existen diferencias sustanciales entre ambas? El sistema constitucional de filiación de la Constitución de 1993 se deduce de las previsiones

siguientes:

Artículo 2:

“Toda persona tiene derecho

1. A la vida, a su identidad, a su integridad moral, psíquica y física y a su libre desarrollo y bienestar.

2. A la igualdad ante la ley. Nadie debe ser discriminado por motivo de origen, raza, sexo, idioma, religión, opinión y condición económica o
de cualquier otra índole.

7. Al honor y a la buena reputación, a la intimidad personal y familiar así como a la voz y a la imagen propias”.

Artículo 4:

“La comunidad y el Estado protegen especialmente al niño, al adolescente…También protegen a la familia y promueven el matrimonio”.

Artículo 6:

“La política nacional de población tiene como objetivo difundir y promover la paternidad y maternidad responsables”. Reconoce el derecho

de las familias y de las personas a decidir. En tal sentido, el Estado asegura los programas de educación y la información adecuados y el

acceso a los medios, que no afecten la vida o la salud.

Es deber y derecho de los padres alimentar, educar y dar seguridad a sus hijos, así como los hijos tienen el deber de respetar y asistir a sus

padres.

Todos los hijos tienen iguales derechos y deberes. Está prohibida toda mención sobre el estado civil de los padres y la naturaleza de la

filiación de los hijos en los registros civiles y en cualquier documento de identidad”.

De estas disposiciones se advierte que el sistema constitucional de filiación responde a la concepción de familia de la Constitución de 1993:

la familia es una sola, sin importar su origen que puede ser matrimonial o extramatrimonial (artículos 4 y 5). Ello importa, ahora, relativizar

el principio favor legitimitatis: La promoción dispensada al matrimonio ya no impide la investigación de la paternidad o maternidad a fin que

el vínculo filial tienda a coincidir con la verdad biológica (principio favor veritatis); pues no es suficiente una determinación meramente

formal.

De otro lado y al reconocer expresamente a la identidad como un derecho fundamental a la par que a la intimidad, el sistema constitucional

de filiación exige encontrar soluciones ponderadas al conflicto entre la intimidad de los progenitores y el derecho de los hi jos a conocer a

sus padres (artículo 2, incisos 1 y 7). Por cierto que, en las soluciones que se adopten para resolver el anotado conflicto, debe reflejarse

como una consideración primordial el principio de protección especial de los niños y adolescentes o principio favor filii (artículo 4).

Ello también es así, por el principio de promoción de la paternidad y maternidad responsables (artículo 6) que impone al Estado la

obligación de adoptar acciones positivas a fina de afianzar el vínculo filial y destaca la existencia de un interés público, además del interés

de los particulares, en esta materia.

Vale decir que, considerando el sistema constitucional de filiación de la Constitución de 1993, ahora se requiere de un nuevo régimen legal

que se sustente en los principios del favor veritatis, de igualdad de filiaciones y favor filii. Esta nueva regulación sobre filiación debe buscar

favorecer el descubrimiento de la verdad biológica (favor veritatis) para hacer efectivo el deber de los padres de prestar asistencia de todo

orden a sus hijos, sin más restricciones que las que se centran en la protección de los intereses del menor (favor filii).

Complementariamente, no se puede omitir mencionar que, entre los tratados internacionales de derechos humanos aprobados y ratificados

por el Perú con posterioridad a la Constitución de 1979, se encuentra la Convención sobre los Derechos del Niño que forma parte del

derecho nacional desde 1990; cuyas disposiciones vinculadas con el sistema constitucional de filiación son las siguientes:

Artículo 3

“1. En todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones públicas o privadas de bienestar social, los tribunales, las

autoridades administrativas o los órganos legislativos, una consideración primordial a que se atenderá será el interés superior del niño.

Artículo 7

“1. El niño será inscripto inmediatamente después de su nacimiento y tendrá derecho desde que nace a un nombre, a adquirir una

nacionalidad y, en la medida de lo posible, a conocer a sus padres y a ser cuidado por ellos.

2. Los Estados Partes velarán por la aplicación de estos derechos de conformidad con su legislación nacional y las obligaciones que hayan
contraído en virtud de los instrumentos internacionales pertinentes en esta esfera, sobre todo cuando el niño resultara de otro modo

apátrida”.

Artículo 8

“1. Los Estados Partes se comprometen a respetar el derecho del niño a preservar su identidad, incluidos la nacionalidad, el nombre y las

relaciones familiares de conformidad con la ley sin injerencias ilícitas.

2. Cuando un niño sea privado ilegalmente de algunos de los elementos de su identidad o de todos ellos, los Estados Partes deberán prestar

la asistencia y protección apropiadas con miras a restablecer rápidamente su identidad”.

De estas disposiciones se comprueba que, en la Convención sobre los Derechos del Niños y en directa alusión al sistema constitucional de

filiación, toda persona, en cuanto hijo, tiene derecho a investigar libremente y con la mayor amplitud de pruebas quiénes son o fueron sus

padres biológicos; a su vez, una vez determinada la paternidad o la maternidad, toda persona tiene derecho a preservar la identidad de sus

relaciones familiares. Es expreso el reconocimiento al derecho a la identidad filiatoria.

Estos derechos del niño a conocer a los padres y a preservar la identidad de sus relaciones familiares constituyen las dos facetas de la

identidad filiatoria. Así y desde el punto de vista estático, la identidad filiatoria está constituida por el dato biológico: la procreación del hijo

(artículo 7 de la Convención); mientras que, desde el punto de vista dinámico, la identidad filiatoria presupone el arraigo de vínculos

paterno-filiales asumidos y recíprocamente aceptados por padres e hijos en el contexto de las relaciones familiares (artículo 8 de la

Convención).

De ello, se concluye que el concepto de identidad filiatoria como pura referencia a su presupuesto biológico no es suficiente para definir, por

sí mismo, la proyección dinámica de la identidad filiatoria; por lo que no es necesariamente correlato del dato puramente biológico

determinado por la procreación.

Por cierto que, será el interés superior del niño (artículo 3 de la Convención) el criterio que va a determinar, si ello optimiza los derechos

fundamentales de la infancia, cuando el presupuesto biológico no debe prevalecer en contra de una identidad filiatoria que no se

corresponde o puede no corresponderse con aquél.

Descrito el actual marco del sistema constitucional de filiación, resulta evidente que, ahora la controversia sobre la paternidad matrimonial

o extramatrimonial de un hijo de mujer casada, exige buscar una solución que pondere razonable y adecuadamente la presunción de

paternidad matrimonial (principio favor legitimitatis) y la evidencia biológica de la paternidad extramatrimonial (principio favor veritatis), en

la que se refleje como consideración primordial el interés superior del hijo (principio favor filii).

Por cierto que, los argumentos expuestos por la Doctrina Nacional como sustento de la previsión del artículo 396 del Código Civil se ven ya

superados . En primer lugar, es innegable que el niño tiene un legítimo interés moral en conocer quiénes son sus padres, por estarle ello

referido directamente por la Convención sobre los Derechos del Niño y, toda vez que el ordenamiento jurídico no excluye expresamente la

posibilidad de que otras personas con legítimo interés puedan intentar la acción de impugnación de la paternidad matrimonial, resulta claro

que tal pretensión puede ser ejercitada por el mismo hijo, sin que ello implique un actuar contrario a ley. En segundo lugar, tampoco obsta

la presunción de cumplimiento de los deberes conyugales por parte de las personas casadas, pues ella mantiene su vigencia mientras no se

demuestre lo contrario. Precisamente, la probanza del nexo biológico evidenciaría el cumplimiento o no del deber de fidelidad material. Por

último, el mandato constitucional de protección de la familia ordena atender no sólo a la que nace de un matrimonio sino también a la que

surge de otras convivencias no matrimoniales; siendo así, el argumento de la tranquilidad de los hogares no puede establecerse sobre las

bases que se alejen de la defensa y promoción de los derechos humanos. Lo contrario lleva consigo el germen de la discordia, de la

alteración de la paz social. Las actuales valoraciones jurídicas le privan de su fuerza de convicción a tales argumentos y exigen afianzar el

derecho de toda persona a conocer y preservar su identidad filiatoria, con prescindencia de las circunstancias fácticas en las que se
desarrolló el acto procreativo, por la consideración primordial del interés superior del niño.

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Comentarios
1. adanary escribió:

me gusto mucho la informacion me sirvio para elavorar un ensayo de la clase de ciencia sociedad y valores

10/10/08 14:31:39

2. adanary escribió:

me gusto mucho la informacion me sirvio para elavorar un ensayo de la clase de ciencia sociedad y valores

10/10/08 14:32:44

3. Mariluz Porras escribió:

Vivo en Quintana Roo México, basado en su artículo, ¿el padre biologico puede impugnar la paternidad matrimonial, para que se declare el reconocimiento de su paternidad
en beneficio de su menor hija?

14/10/08 21:11:27

4. tito escribió:

Desearia que se me informa que acción debe realizar un padre que se entera mediante la prueba de ADN que el hijo extramatrimonial que el creia no es el suyo

12/12/08 11:17:16

5. Oliver escribió:

MUY INTERESANTE EL TEMA, MI PREGUNTA ES, UN PADRE PUEDE IMPUGANAR LA PATERNIDAD DE UN HIJO RENOCIDO Y NACIDO DENTRO DEL MATRIMONIO. LEGALMENTE ES
SU HIJO PERO CONSANGUINEAMENTE NO ES, SOLO LO FIRMO, PERO AHORA KIERE IMPUGNAR ESA PATERNIDAD, ES POSIBLE Y CUALES SON LOS FUNDAMENTOS LEGALES.
MUCHAS GRACIAS

02/04/09 13:02:46

6. YESSICA escribió:

MI ESPOSO TIENE UN HIJO FUERA DEL MATRIMONIO EL CUAL RECONOCIO PERO TIEMPO DESPUES DESCUBRIO QUE NO ERA SUYO COMO HACER PARA LA IMPUGNACION DE LA
PATERNIDAD DEL MISMO ME GUSTARIA RECIBIR LA RESPUESTA EQUI MISMO YA QUE NO CUENTO CON CORREO ELECTRONICO

06/05/09 12:55:44

7. javier arancibia escribió:

Como puedo hacer si me considero presunto padre de un niño y reclamar su paternidad extramatrimonial, si la madre le niega ese derecho atribuyendole a otra persona la
paternidad con la complicidad de este, si no lo ha escrito o lo ha escrito en lugar desconocido y no figura en la reniec, en que tipo de proceso y como obligar a la madre se
realice la prueba de adn,

22/07/09 21:24:19

8. DENIS escribió:

pido ayudar porfavor soy un joven de 21 años y pues creo q tengo un hijo (8 meses)lo que pasa es q su mama se metio con un joven moreno y me niega la paternidad dice q
el hijo es de el y la verdad no lo creo eya es de tes trigeña tambien y el bebe es tes clara muy clara como yo y quisiera saber q hacer para poder hacer la prueba de ADN ( por
que eya no quiere hacerce una prueba) a donde debo reclamar eso ayudenme porfavor la verdad al ver el Bebe me siento reflejado ami mismo y me hace sentir muy mal no
tenerlo ami lado

15/09/09 15:14:19

9. graciela colan benavides escribió:

soy una mujer casada,pero estoy separa hace 8 años fruto demi matrimonio tengo una hija de 15 años y tengo3 niños de otra pérsona que reconocio a dos pero no puede
reconocer a la ultima porque soy casada y me dicen que los bebes le pertenecen a mi esposo,pero el no es el papa,hasta que me divorcie,pero no cuento con los medios
economicos y la bebe ya tiene 4 meses

04/10/09 20:38:21

10. juan rivera escribió:

que pasa si ya reconoci al menor y tiempo despues, por una prueba de adn descubro q no es mi hijo.

06/03/10 22:34:18

11. ALVARO escribió:

IGUAL PREGUNTA UN PADRE PUEDE IMPUGANAR LA PATERNIDAD DE UN HIJO RENOCIDO Y NACIDO DENTRO DEL MATRIMONIO. LEGALMENTE ES SU HIJO PERO
CONSANGUINEAMENTE NO ES, SOLO LO FIRMO, PERO AHORA KIERE IMPUGNAR ESA PATERNIDAD, ES POSIBLE Y CUALES SON LOS FUNDAMENTOS LEGALES. MUCHAS GRACIAS

28/02/11 18:21:16

12. hellen alvarado escribió:

puedo como esposa pedir una impugnacion de paternidad por unos niños que mi esposo reconocio legalmente ante el registro pero que no son de el y donde debo acudir
esto ocurrio hace 12años y yo no lo sabia hasta hace unos dias gracias

26/03/11 17:52:44
13. Felipe Chapilliquen Vega escribió:

Pido ayuda por favor tuve una convivencia por un año con una mujer casada y estando con dos meses de gestación nos separamos al nacer mi hijo su esposo a ratificado su
paternidad en el acta de nacimiento, como hacer para reconocer mi hijo extramatrimonial

29/07/11 11:55:45

14. Raul Ysla Suyo escribió:

saludos colega trabajo en reniec en el area de registros civiles y vemos casos de mujeres casadas que asientan la partidad de sus hijos de padre distinto a su conyuge. Por tal
motivo he decidio investigar este tema en mi trabajo de tesis para la maestria deciaria conseguir bibliografia con respecto a este tema.

30/07/11 00:19:17

15. miguel reyes escribió:

tengo una hija que la firme cuando nacio pero biologicamente no es mi hija…el padre biologico esta reclamando la paternidad de la misma….la hiija ya tiene 18 años mi
pregunta es: al tener la mayoria de edad….esta en el derecho de reclamar su verdadera paternidad asi yo no quiera firmar la anulidad de la paternidad?

26/08/11 11:24:50

16. alvaro escribió:

hola, me gustaria saber acerca de la impugnacion de reconocimiento de hijo extramatrimonial, planteado desde un tercero legitimo que reclama ser el padre.

26/09/11 13:54:36

17. alvaro escribió:

tengo un hijo de dos años y medio pero no esta inscrito con mi apellido, sino con el de otra persona. La madre y él no están casados, y me gustaria hacer un proceso judicial
para q tenga mi apellido,

26/09/11 13:57:39

18. robert valle tafur escribió:

hace dos años, tuve una relacion fugaz con una mujer, que en ese entonces yo desconocia que era casada, al año me busco y me dijo que habia tenido un hijo y que era mio,
para evitarme problemas se lo firme y empece a darle ayuda economica, pero ahora me entero que era casada y que la criatura es el fiel retrato de su esposo (quien no vive
con ella), Puedo impugnar la paternidad, me siento engañado y que todo fue para buscar ayuda economica, muchas gracias.

11/11/11 00:24:03

19. laura escribió:

tengo una hija de 11 años que fue reconocida.el padre fallecio y el hijo de su matrimonio quiere impugnar el recocimiento.favor de asesorarme.gracias

10/07/12 00:34:18

20. julissa escribió:

es el caso de una mujer que desea impugnar la paternidad extramatrimonial que ha reconocido su esposo a favor de una menor como hija suya con otra mujer (su amante), el
hombre, tuvo vasectomia hace 17 años (el esposo tiene 6o años, la mujer (amante) es nulipara y mayor de 43 años, la esposa que quiere impugnar sta convencida que la niña
no es hija de su esposo, la controversia esta en que esa paternidad afecta patrimonialmente el matrimonio aun existente y vigente entre la impugnante y el esposo de ella.
que posibilidades existen en caso de que la madre de la menor niegue autorizacion para realizar prueba de adn, la esposa esta convencida que esa niña no es hija de su
esposo, la madre dela menor alega que fue inseminacion artiificial, pero el hombre tuvo vasectomia hace 17 años

14/11/12 19:08:18

21. OMAR ELIZONDO NAVARRO escribió:

ESTE ES UN TEMA MUY INTERESANTE, REALIZO MI TESIS SOBRE LOS EFECTOS DE LA PRESUNCIÓN MATRIMONIAL, ENTIENDO QUE EN VENEZUELA LA CONSTITUCION POLITICA EN
SU NORMA 56 ESTABLECE LA SUPREMACIA DE LA PATERNIDAD BIOLOGICA SOBRE LA LEGAL, ASI SE ESTABLECE EN LA SENTENCIA DE LA SALA CONTITUCIONAL VENEZOLANA Nº
4990-2005. ESTOY EN LO CORRECTO?

03/01/13 23:25:25

22. Magaly Bellido escribió:

dr.Placido
felicitaciones , su blog es lo maximo, me ha brindado una vision distinta acerca de la filiacion biologica .
no se si puede disipar una duda que tengo acerca de la ley 28457
art. 1
El padre biologico (extramatrimonial) frente al padre por presuncion (matrimonio) que no haya negado al hijo tiene legitimo interes para demandar el reconocimiento de su
hijo ????

24/04/13 09:44:53

23. anonimo escribió:

yo estoy pasando por algo muy terrible lo cual me a dejado en una deprecion sin poder dormir y pensar día a día que haré . hace un par de meses atrás conocí a quien se
convirtió en mi primera polola , por primera ves a mis 28 años pololiaba y nada mas ni nada menos que con una niña de 19 años, lo pasamos super bien fueron hermosos 7
meses en los cuales los últimos meses entre diciembre enero nos dimos la meta de ser padres, yo veía en ella una seguridad enorme en lo que quería y yo sobre todo que era
lo que mas deseaba . el 13 de febrero nos enteramos que estaba embaraza la alegría lleno mi corazón y el de ella pero al pasar los días las cosas empezaron a empeorar , ella
empeso a exigir que le arrendara una casa para vivir sola. yo no quería mucho pero por hacerla feliz y para que estuviera tranquila lo haría . pero me demore una semana y
ella se fue de la casa con el expololo , me dijo que el bb era de el y que conmigo se cuidaba , no se que pensar, pero lo mas razonable y conclucion que llegue es que no tiene
idea de quien es. esto es muy triste para mi, una muy mala experiencia , a esta alturas ya no se que hacer y no se como enfrentarla si es que el bb es mio. Yo se que es tonto
lo que diré , pero estoy 100% seguro que es mio, es un instinto que no falla , es como que dentro de ti supieras que vas a ser padre. ayuda porfa cualquier consejo o si
alguien a pasado por lo mismo denme un consejo

27/03/14 14:14:44

24. JANICE RAMÍREZ VÁSQUEZ escribió:


Que pasaría si dentro del matrimonio, el esposo reconoce al nieto de su esposa como hijo suyo, e inscrito ante reniec como hijo matrimonial, al pasar el tiempo con la
separación de hecho con su esposa,éste puede negar al menor como su hijo?

04/09/14 11:07:30

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