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Yo soy la madre de ¿Estoy llorando?

Yo lo vi todo y al

la poesía mexicana. Yo conozco a todos mismo tiempo yo no vi nada. ¿Se

los poetas y todos los poetas me entiende? Yo estaba en la facultad

conocen a mí. cuando el ejército violó la autonomía y

Yo era feliz. Yo por el entró en el campus a detener o a matar a

día vivía en la facultad, como una todo el mundo. No. En la universidad no

hormiguita o más propiamente como una hubo muchos muertos. Fue en Tlatelolco.

cigarra, de un lado para otro, de un ¡Ese nombre que quede en nuestra

cubículo a otro cubículo, al tanto de memoria para siempre! Pero yo estaba

todos los chismes, de todas las en la facultad cuando el ejército y los

infidelidades y divorcios, de todos los granaderos entraron y arrearon con toda

planes y proyectos, y por las noches me la gente. Cosa más increíble. Yo estaba

expandía, me convertía en un en el baño, en los baños de una de las

murciélago, dejaba la facultad y vagaba plantas de la facultad, la cuarta, creo, no

por el DF como un duende (me gustaría puedo precisarlo. Y estaba sentada en el

decir como un hada, pero faltaría a la water, con las polleras arremangadas,

verdad), y bebía y discutía y participaba como dice el poema o la canción,

en tertulias (yo las conocí todas) y leyendo esas poesías tan delicadas de

aconsejaba a los poetas jóvenes que ya Pedro Garfias, que ya llevaba un año

desde entonces acudían a mí, aunque no muerto, don Pedro tan melancólico, tan

tanto como después, y vivía, en una triste de España y del mundo en general,

palabra, con mi tiempo, con el tiempo qué se iba a imaginar que yo lo iba a

que yo había escogido y con el tiempo estar leyendo en el baño justo en el

que me circundaba, tembloroso, momento en que los granaderos

cambiante, pletórico, feliz. Y entonces conchudos entraban en la universidad. Y de hecho,

yo llegué al año 1968. O el año 1968 gracias a Pedro Garfias, a los poemas

llegó a mí. Yo ahora podría decir que lo de Pedro Garfias y a mi inveterado vicio

presentí, que sentí su olor en los bares, de leer en el baño, yo fui la última en

en febrero o en marzo del 68, pero antes enterarse de que los granaderos habían

de que el año 68 se convirtiera entrado, de que el ejército había entrado

realmente en año 68. Ay, me da risa y de que estaban arriando con todo lo

recordarlo. ¡Me dan ganas de llorar! que encontraban delante. Digamos que
sentí un ruido. ¡Un ruido en el alma! Y pasillo, y vi furgonetas en donde estaban

digamos que después el ruido fue metiendo a los estudiantes y profesores

creciendo y creciendo y que ya para presos, como en una escena de una

entonces yo presté atención a lo que película de la Segunda Guerra Mundial

pasaba, sentí que alguien tiraba de la mezclada con una de María Félix y

cadena de un water vecino, sentí un Pedro Armendáriz de la Revolución

portazo, pasos por el pasillo, y el Mexicana, una tela oscura pero con

clamor que subía de los jardines, de ese figuritas fosforescentes, como dicen que

césped tan bien cuidado que enmarca la ven algunos locos o algunas personas en

facultad como un mar verde a una isla un ataque de miedo. Y entonces yo me

siempre dispuesta a las confidencias y al dije: quédate aquí, Auxilio. No

amor. Y entonces la burbuja de la poesía permitas, nena, que te lleven presa.

de Pedro Garfias hizo blip y cerré el Quédate aquí, Auxilio, no entres

libro y me levanté, tiré la cadena, abrí la voluntariamente en esa película, nena, si

puerta, hice un comentario en voz alta, te quieren meter que se tomen el trabajo

dije che, qué pasa afuera, pero nadie me de encontrarte. Y entonces volví al baño

respondió, todas las usuarias del baño y mira qué curioso, no sólo volví al

habían desaparecido, dije che, ¿no hay baño sino que volví al water, justo el

nadie?, sabiendo de antemano que nadie mismo en donde estaba antes, y volví a

me iba a contestar, no sé si conocen la sentarme en la taza del baño, quiero

sensación. Y luego me lavé las manos, decir: otra vez con la pollera

me miré en el espejo, arremangada y los calzones bajados,

y después aunque sin ningún apremio fisiológico

salí al pasillo, y ahí sí que me di cuenta (dicen que precisamente en casos así se

enseguida de que pasaba algo, el pasillo suelta el estómago, pero no fue

estaba vacío y la gritería que subía por ciertamente mi caso), y con el libro de

las escaleras era de las que atontan y Pedro Garfias abierto, y aunque no

hacen historia. ¿Qué hice entonces? Lo quería leer me puse a leer, lentamente,

que cualquier persona, me asomé a una palabra por palabra y verso por verso, y

ventana y miré hacia abajo y vi soldados de repente sentí ruidos en el pasillo,

y luego me asomé a otra ventana y vi ¿ruidos de botas?, ¿ruidos de botas

tanquetas y luego a otra, al fondo del claveteadas?, pero che, me dije, ya es


mucha coincidencia, ¿no te parece?, y antigua posición. Debí de permanecer

entonces escuché una voz que decía algo así unas tres horas, calculo. Sé que

así como que todo estaba en orden, empezaba a anochecer cuando salí del

puede que dijera otra cosa, y alguien, tal wáter. La situación era nueva, lo admito,

vez el mismo cabrón que había hablado, pero yo sabía qué hacer. Yo sabía cuál

abrió la puerta del baño y entró y yo era mi deber. Así que me encaramé a la

levanté los pies como una bailarina de única ventana del baño y miré para

Renoir, los calzones esposando mis afuera. Yo vi a un soldado perdido en la

tobillos flacos, enganchados a unos lejanía. Yo vi la silueta de una tanqueta

zapatos que entonces tenía, unos o la sombra de una tanqueta.

mocasines amarillos de lo más Yo supe. Supe que tenía que resistir. Así

cómodos, y mientras esperaba a que el que me senté sobre las baldosas del

soldado revisara los wáters uno por uno baño de mujeres y aproveché los

y me disponía, llegado el caso, a no últimos rayos de luz para leer tres

abrir, a defender el último reducto de poemas más de Pedro Garfias y luego

autonomía de la UNAM, yo, una pobre cerré el libro y cerré los ojos y me dije:

poetisa uruguaya, pero que amaba Auxilio Lacouture, ciudadana del

México como el que más, mientras Uruguay, latinoamericana, poeta y

esperaba, digo, se produjo un silencio viajera, resiste. Sólo eso. Y luego me

especial, como si el tiempo se fracturara puse a pensar en mi pasado como ahora

y corriera en varias direcciones a la vez, pienso en mi pasado. Me puse a pensar

un tiempo puro, ni verbal ni compuesto en cosas que tal vez a ustedes no les

de gestos o acciones, y entonces me vi a interese

mí misma y vi al soldado que se miraba . Yo

arrobado en el espejo, los dos quietos soy la madre de los poetas de México.

como estatuas en el baño de mujeres de Yo soy la única que aguantó en la

la cuarta planta de la Facultad de universidad en 1968, cuando los

Filosofía y Letras, y eso fue todo, granaderos y el ejército entraron. Yo me

después sentí sus pisadas que se quedé sola en la facultad, encerrada en

marchaban, escuché que se cerraba la un baño, sin comer durante más de diez

puerta y mis piernas levantadas, como si días, durante más de quince días, ya no

decidieran por sí mismas, volvieron a su lo recuerdo. Yo me quedé con un libro


de Pedro Garfias y mi bolso, vestida con enfermes, Auxilio, me dije, bebe todo el

una blusita blanca y una falda plisada agua que quieras, pero no te enfermes.

celeste y tuve tiempo de sobras para Yo me dejé caer en el suelo, la espalda

pensar y pensar. Pero no pude pensar apoyada contra la pared, y abrí otra vez

entonces en Arturo Belano porque el libro de Pedro Garfias. Mis ojos se

todavía no lo conocía. Yo me dije: cerraron. Debí de quedarme dormida.

Auxilio Lacouture, resiste, si sales te Luego sentí pasos y me oculté en mi

meten presa (y probablemente te water (ese water es el cubículo que

deportan a Montevideo, porque como es nunca tuve, ese water fue mi trinchera y

lógico no tienes los papeles en regla, mi palacio del Duino, mi epifanía de

boba), te escupen, te apalean. Yo me México). Luego leí a Pedro Garfias.

dispuse a resistir. A resistir el hambre y Luego me quedé dormida.

la soledad. Yo dormí las primeras horas Luego me puse a pensar en

sentada en el water, el mismo que había cosas lindas. ¿Cuántos versos me sabía

ocupado cuando todo empezó y que en de memoria? Me puse a recitar, a

mi desvalimiento creía que me daba murmurar los que recordaba y me

suerte pero dormir sentada en un trono hubiera gustado poder anotarlos, pero

es incomodísimo y terminé acurrucada aunque llevaba un Bic no llevaba papel.

sobre las baldosas. Yo tuve sueños, no Luego pensé: boba, pero si tienes el

pesadillas, sueños musicales, sueños de mejor papel del mundo tu disposición.

preguntas transparentes, sueños de Así que corté papel higiénico y me puse

aviones esbeltos y seguros que cruzaban a escribir. Luego me quedé dormida y

Latinoamérica de punta a punta por un soñé, ay qué risa, con Juana de

brillante y frío cielo azul. Yo desperté Ibarbourou, soñé con su libro La rosa de

aterida y con un hambre de los mil los vientos, de 1930, y también con su

demonios. Yo miré por la ventana, por el Luego me desperté y durante horas, tal

ventanuco de los lavabos y vi la mañana vez días, estuve llorando por el tiempo

de un nuevo día en trozos de campus perdido, por mi infancia en Montevideo,

como trozos de puzzle. Yo me dediqué por rostros que aún me turban (que hoy

aquella primera mañana a llorar y a dar incluso me turban más que antes) y sobre

gracias a los ángeles del cielo de que no los cuales prefiero no hablar. Luego

hubieran cortado el agua. No te perdí la cuenta de los días que llevaba


encerrada. Desde mi ventanuco veía me lavé la cara. Ay, qué mala cara tenía.

pájaros, árboles o ramas que se Como la que tengo ahora, háganse una

alargaban desde sitios invisibles, idea. Luego escuché voces. Creo que

matojos, hierba, nubes, paredes, pero no hacía mucho que no escuchaba nada. Me

veía gente ni oía ruidos, y perdí la sentí como Robinson cuando descubre la

cuenta del tiempo que llevaba huella en la arena. Pero mi huella era

encerrada. Luego comí papel higiénico, una voz y una puerta que se cerraba de

tal vez recordando a Charlot, pero sólo golpe, mi huella era un alud de canicas

un trocito, no tuve estómago para comer de piedra lanzadas de improviso por el

más. Luego descubrí que ya no tenía pasillo. Luego Lupita, la secretaria del

hambre. Luego cogí el papel higiénico profesor Fombona, abrió la puerta y nos

en donde había escrito y lo tiré al water quedamos mirándonos, las dos con la

y tiré la cadena. El ruido del agua me boca abierta pero sin poder articular

hizo dar un salto y entonces pensé que palabra. De la emoción, yo creo, me

estaba perdida. Pensé: pese a toda mi desmayé.

astucia y a todos mis sacrificios estoy Y cuando yo escucho

perdida. Pensé: qué acto poético esas historias, esas versiones de mi

destruir mis escritos. Pensé: mejor historia, generalmente (sobre todo si no

hubiera sido tragármelos, ahora estoy estoy bebida) no digo nada. ¡Y si estoy

perdida. Pensé: la vanidad de la borracha le quito importancia al asunto!

escritura, la vanidad de la destrucción. Eso no es importante, les digo, eso es

Pensé: porque escribí, resistí. Pensé: folklore universitario, eso es folklore

porque destruí lo escrito me van a del DF, y entonces ellos me miran y

descubrir, me van a pegar, me van a dicen: Auxilio, tú eres la madre de la

violar, me van a matar. Pensé: ambos poesía mexicana. Y yo les digo (si estoy

hechos están relacionados, escribir y bebida, les grito) que no, que no soy la

destruir, ocultarse y ser descubierta. madre de nadie, pero que, eso sí, los

Luego me senté en el trono y cerré los conozco a todos, a todos los jóvenes

ojos. Luego me dormí. Luego me poetas del DF, a los que nacieron aquí y

desperté. Tenía todo el cuerpo a los que llegaron de provincias, y a los

acalambrado. Me moví lentamente por que el oleaje trajo de otros lugares de

el baño, me miré al espejo, me peiné, Latinoamérica, y que los quiero a todos.

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