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Yo lo vi todo y al
hormiguita o más propiamente como una hubo muchos muertos. Fue en Tlatelolco.
planes y proyectos, y por las noches me la gente. Cosa más increíble. Yo estaba
decir como un hada, pero faltaría a la water, con las polleras arremangadas,
en tertulias (yo las conocí todas) y leyendo esas poesías tan delicadas de
aconsejaba a los poetas jóvenes que ya Pedro Garfias, que ya llevaba un año
desde entonces acudían a mí, aunque no muerto, don Pedro tan melancólico, tan
tanto como después, y vivía, en una triste de España y del mundo en general,
palabra, con mi tiempo, con el tiempo qué se iba a imaginar que yo lo iba a
yo llegué al año 1968. O el año 1968 gracias a Pedro Garfias, a los poemas
llegó a mí. Yo ahora podría decir que lo de Pedro Garfias y a mi inveterado vicio
presentí, que sentí su olor en los bares, de leer en el baño, yo fui la última en
en febrero o en marzo del 68, pero antes enterarse de que los granaderos habían
realmente en año 68. Ay, me da risa y de que estaban arriando con todo lo
recordarlo. ¡Me dan ganas de llorar! que encontraban delante. Digamos que
sentí un ruido. ¡Un ruido en el alma! Y pasillo, y vi furgonetas en donde estaban
pasaba, sentí que alguien tiraba de la mezclada con una de María Félix y
portazo, pasos por el pasillo, y el Mexicana, una tela oscura pero con
clamor que subía de los jardines, de ese figuritas fosforescentes, como dicen que
césped tan bien cuidado que enmarca la ven algunos locos o algunas personas en
puerta, hice un comentario en voz alta, te quieren meter que se tomen el trabajo
dije che, qué pasa afuera, pero nadie me de encontrarte. Y entonces volví al baño
respondió, todas las usuarias del baño y mira qué curioso, no sólo volví al
habían desaparecido, dije che, ¿no hay baño sino que volví al water, justo el
nadie?, sabiendo de antemano que nadie mismo en donde estaba antes, y volví a
sensación. Y luego me lavé las manos, decir: otra vez con la pollera
salí al pasillo, y ahí sí que me di cuenta (dicen que precisamente en casos así se
estaba vacío y la gritería que subía por ciertamente mi caso), y con el libro de
las escaleras era de las que atontan y Pedro Garfias abierto, y aunque no
hacen historia. ¿Qué hice entonces? Lo quería leer me puse a leer, lentamente,
que cualquier persona, me asomé a una palabra por palabra y verso por verso, y
entonces escuché una voz que decía algo así unas tres horas, calculo. Sé que
así como que todo estaba en orden, empezaba a anochecer cuando salí del
puede que dijera otra cosa, y alguien, tal wáter. La situación era nueva, lo admito,
vez el mismo cabrón que había hablado, pero yo sabía qué hacer. Yo sabía cuál
abrió la puerta del baño y entró y yo era mi deber. Así que me encaramé a la
levanté los pies como una bailarina de única ventana del baño y miré para
mocasines amarillos de lo más Yo supe. Supe que tenía que resistir. Así
cómodos, y mientras esperaba a que el que me senté sobre las baldosas del
soldado revisara los wáters uno por uno baño de mujeres y aproveché los
autonomía de la UNAM, yo, una pobre cerré el libro y cerré los ojos y me dije:
un tiempo puro, ni verbal ni compuesto en cosas que tal vez a ustedes no les
arrobado en el espejo, los dos quietos soy la madre de los poetas de México.
marchaban, escuché que se cerraba la un baño, sin comer durante más de diez
puerta y mis piernas levantadas, como si días, durante más de quince días, ya no
una blusita blanca y una falda plisada agua que quieras, pero no te enfermes.
pensar y pensar. Pero no pude pensar apoyada contra la pared, y abrí otra vez
deportan a Montevideo, porque como es nunca tuve, ese water fue mi trinchera y
sentada en el water, el mismo que había cosas lindas. ¿Cuántos versos me sabía
suerte pero dormir sentada en un trono hubiera gustado poder anotarlos, pero
sobre las baldosas. Yo tuve sueños, no Luego pensé: boba, pero si tienes el
brillante y frío cielo azul. Yo desperté Ibarbourou, soñé con su libro La rosa de
aterida y con un hambre de los mil los vientos, de 1930, y también con su
demonios. Yo miré por la ventana, por el Luego me desperté y durante horas, tal
ventanuco de los lavabos y vi la mañana vez días, estuve llorando por el tiempo
como trozos de puzzle. Yo me dediqué por rostros que aún me turban (que hoy
aquella primera mañana a llorar y a dar incluso me turban más que antes) y sobre
gracias a los ángeles del cielo de que no los cuales prefiero no hablar. Luego
pájaros, árboles o ramas que se Como la que tengo ahora, háganse una
alargaban desde sitios invisibles, idea. Luego escuché voces. Creo que
matojos, hierba, nubes, paredes, pero no hacía mucho que no escuchaba nada. Me
veía gente ni oía ruidos, y perdí la sentí como Robinson cuando descubre la
cuenta del tiempo que llevaba huella en la arena. Pero mi huella era
encerrada. Luego comí papel higiénico, una voz y una puerta que se cerraba de
tal vez recordando a Charlot, pero sólo golpe, mi huella era un alud de canicas
más. Luego descubrí que ya no tenía pasillo. Luego Lupita, la secretaria del
hambre. Luego cogí el papel higiénico profesor Fombona, abrió la puerta y nos
en donde había escrito y lo tiré al water quedamos mirándonos, las dos con la
y tiré la cadena. El ruido del agua me boca abierta pero sin poder articular
hubiera sido tragármelos, ahora estoy estoy bebida) no digo nada. ¡Y si estoy
violar, me van a matar. Pensé: ambos poesía mexicana. Y yo les digo (si estoy
hechos están relacionados, escribir y bebida, les grito) que no, que no soy la
destruir, ocultarse y ser descubierta. madre de nadie, pero que, eso sí, los
Luego me senté en el trono y cerré los conozco a todos, a todos los jóvenes
ojos. Luego me dormí. Luego me poetas del DF, a los que nacieron aquí y