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La violencia en la pareja

Florentino Moreno Martín 1

RESUMEN En el presente artículo se describen las variables que están relacionadas con las distintas for-
mas de violencia en la pareja. Estas variables se han organizado en un modelo teórico que tiene
en cuenta los factores culturales, las características sociodemográficas y familiares, las actitu-
des y otras variables definidas como inhibidores y facilitadores de la violencia en situaciones de
conflicto. Se entrevistó a una muestra representativa de 10 821 personas en las ocho ciudades
del proyecto ACTIVA y se tuvieron en cuenta las respuestas de las 6 184 que habían convivido
en un enlace formal (matrimonio) o de unión no reglada o libre durante el año anterior a la en-
trevista. Los datos se obtuvieron a partir de las respuestas verbales a un cuestionario comple-
tado en el domicilio familiar de los entrevistados. Las variables que tuvieron una asociación
clara con la violencia conyugal fueron: el nivel socioeconómico (a menos recursos, más violen-
cia), el sexo (las mujeres tendían a maximizar la violencia y los varones a minimizarla, aun-
que el nivel de violencia fue similar), la edad (más violencia en los jóvenes), el estado civil (más
violencia entre los no casados), la experiencia de malos tratos en la infancia (los más maltrata-
dos), el consumo excesivo de alcohol (los que se han embriagado), los que tenían actitudes de
justificación de la violencia y los que tenían menos habilidades para enfrentarse a los conflic-
tos. Los actos de violencia, que se dan de forma bidireccional en la pareja, tienen su origen en
los procesos de socialización, tanto por la práctica de malos tratos, como por la transmisión de
valores que se concretan en actitudes justificadoras de la violencia. El equilibrio de poder entre
los miembros de la pareja, la modificación de las actitudes, la mejora de las habilidades para re-
solver conflictos y la reducción de los elementos estresantes pueden contribuir notablemente a
reducir los niveles de violencia conyugal.

Existe una dificultad evidente a la ACTIVA a las preguntas sobre agre- pectativa real de una separación del
hora de definir los límites epidemioló- siones fuera del hogar, se observa que agresor y de protección por parte de
gicos del problema de los malos tratos por término medio solo se denuncian las autoridades (5).
en la pareja. Una fuente de datos esta- 24,4% de las acciones. Si tan pocos en- La otra fuente habitual de obten-
dísticos es la de los informes oficiales trevistados denuncian los actos de vio- ción de datos sobre la violencia en la
sobre defunciones, denuncias y deman- lencia en el ámbito público, es lógico pareja es la encuesta domiciliaria,
das (1, 2). Es razonable pensar que el pensar que el porcentaje de personas cuyos datos muestran una incidencia
nivel de violencia real es siempre su- que denuncian la violencia conyugal mucho mayor de la que se estima a
perior al que se obtiene de estas sea mucho menor. Para los varones, partir de las denuncias policiales o a
fuentes. Si tomamos como referencia reconocer que una mujer les ha gol- los servicios sociales. El estudio de
las respuestas de los entrevistados de peado puede suponer un deshonor. Straus, Gelles y Steinmetz (6) sobre la
Las mujeres no suelen denunciar el violencia en familias de los Estados
maltrato en la primera ocasión que Unidos de América puso de mani-
1
este se produce, sino tras una dilatada fiesto que en una de cada seis familias
Universidad Complutense de Madrid, España. Di-
rección postal: Facultad de Psicología, Departa- historia de agresiones (3, 4) y, lo que de ese país un cónyuge maltrataba físi-
mento de Psicología Social. 28223 Madrid, España. es más importante, cuando se da una camente al otro, algo que se constató
Teléfono: (34) 91.394.29.66; fax: (34) 91.394.31.89;
correo electrónico 1): fmoreno@correo.cop.es, serie de circunstancias que permite de nuevo en una investigación similar
2): pssoc12@emducms1.sis.ucm.es que la denuncia se convierta en la ex- realizada en 1985 (7). Diversos estu-

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dios internacionales reflejan que el yecto ACTIVA pretenden ser una con- terminar hasta qué punto esta se cum-
problema se da en la mayor parte de tribución en este sentido. ple o no. En sociedades como las lati-
las culturas (8, 9). Aunque las encues- En el presente estudio, al definir las noamericanas y europeas, donde el
tas reflejen una incidencia tan alta de variables que supuestamente influyen empleo de la violencia en el hogar está
la violencia conyugal, conviene tener en la aparición de conductas violentas formal y legalmente castigado, la per-
en cuenta que, por muy bien que se en la pareja, se acepta la naturaleza vivencia de la violencia en el hogar se
haga la entrevista, no es fácil que una multicausal del fenómeno. Cualquier puede atribuir a desviaciones de la
persona reconozca ante un extraño repaso de la literatura sobre las causas norma (por problemas psicopatológi-
que el individuo al que supuestamente de la agresión conyugal arroja docenas cos o de otro tipo) o a elementos nor-
se unió libremente por amor, la abofe- de factores relacionados con la misma mativos no formales que están firme-
tea o golpea con objetos contundentes. (3, 18–20). Aunque existen recientes mente instalados en las actitudes de
Como recientemente señalaba Heise estudios sobre elementos de caracteri- los individuos. Sin negar la importan-
(10), si el problema de la violencia con- zación psicológica de la persona que cia que en determinadas ocasiones re-
yugal pasó del comentario privado y ejerce los malos tratos (21, 22), hay una viste el trastorno psíquico en las con-
la consulta psiquiátrica al del debate importante corriente de intervención ductas agresivas, consideramos más
público, no fue gracias a los estudios que otorga a los factores culturales y adecuado averiguar qué variables se
sociológicos, sino por el empuje de las normativos un papel central en la ex- asocian con el uso de la violencia y, a
organizaciones femeninas, ya sea del plicación de la violencia conyugal partir de ellas, hacer inferencias sobre
movimiento feminista americano o eu- (23–25), ya sea resaltando la importan- cuáles son los elementos sociocultura-
ropeo, que presionan por la igualdad cia de la acción social y política como les que las sustentan.
de derechos (11); de las organizacio- factor preventivo (26) o utilizando una Como se puede observar en el mo-
nes sociales de mujeres latinoameri- visión sistémica que integre estos delo, los tres grupos de características
canas que a su lucha social contra factores en el ámbito terapéutico de la de identificación que suponemos pue-
regímenes dictatoriales unieron la de- atención a parejas con problemas de den influir en la violencia conyugal
nuncia de la propia opresión en el in- maltrato (27). son los de carácter estructural (ciudad,
terior de los hogares (12); o de movi- Con el fin de estructurar de forma clase social), los personales (edad,
mientos sociales contra los abusos lógica las múltiples variables que en la sexo) y los que derivan de las relacio-
sexuales en Asia (13). De este modo, literatura científica se han relacionado nes familiares. Entre los elementos de
identificada la violencia conyugal con con la violencia conyugal, en el pre- identificación estructural, la ciudad es
el maltrato hacia la mujer, el asunto sente estudio se elaboró un modelo una de las variables de identificación
pasó de los foros de debate feminista a teórico explicativo (figura 1) cuyos más importantes y el eje del estudio.
su encuadre como problema de salud principios están inspirados en las teo- Aunque es cada vez mayor el inter-
y desarrollo. Las limitaciones que su- rías del aprendizaje social de Albert cambio de valores y normas cultura-
pone la violencia para la incorpora- Bandura (28, 29). les, el vínculo que se forma al perte-
ción de la mujer a los programas de Según este modelo de referencia, la necer a un mismo estado-nación es
desarrollo (14), el impacto económico cultura, a partir de unos valores deter- fundamental para entender las formas
sobre el sistema de salud (15, 16) y la minados, fruto de la historia y de la in- de actuación.
necesidad de abordar el problema de teracción humana, determina unas La condición socioeconómica o clase
forma global, vinculándolo con ele- normas de actuación, que pueden for- social, más que un elemento facilitador
mentos institucionales y políticos, han malizarse o no en leyes o reglamentos, de la violencia, se entiende aquí como
sido factores que han jugado a favor pero que siempre están vigiladas y elemento que define conductas. En la
de que actualmente la violencia con- sancionadas. Los valores normaliza- mayor parte de los estudios empíricos
yugal esté ocupando un lugar desta- dos son transmitidos por medio de los se informa de la existencia de una rela-
cado en la agenda de salud pública procesos de socialización primaria y ción directa entre pobreza y mayor
de instituciones internacionales tales secundaria y suponen distintos mode- incidencia de violencia familiar (17,
como la Organización Panamericana los de comportamiento para diferentes 32–34). Algunas de las explicaciones
de la Salud y la mayor parte de los tipos de actores en función de determi- que se han dado de estas diferencias
ministerios de salud de países latino- nadas características de identificación van desde las condiciones de estrés li-
americanos y europeos. estructural, personal o de relación fa- gadas a la pobreza al no poder dispo-
Aunque existen varios trabajos miliar (30, 31). En sistemas sociales rí- ner de los bienes ofrecidos permanen-
orientados a comparar investigaciones gidos donde el componente normativo temente, es decir, la hipótesis de la
sobre la violencia en la pareja (17), la está determinado por códigos clara- frustración-agresión (35, 36), hasta in-
diversidad de métodos empleados mente expuestos y sistemas de sanción terpretaciones ligadas a la dinámica de
supone un freno para el análisis de los previsibles, es relativamente sencillo la lucha de clases (37).
factores comunes que pueden estar definir si un comportamiento (por El sexo y la edad son las característi-
asociados con el maltrato conyugal. ejemplo, que el marido golpee a la es- cas de identificación personal que se
Los estudios llevados a cabo en el pro- posa) se adecua o no a la norma y de- han estudiado más frecuentemente en

246 Moreno Martín • Violencia en la pareja


FIGURA 1. Modelo teórico que explica la violencia en la pareja. Estudio Multicéntrico sobre Actitudes y Normas Culturales frente a la
Violencia (ACTIVA), 1997

Cultura
Valores
Normas Socialización
Roles

I) Características de
identificación
Interacción
Estructurales
Personales
Familiares
Conflicto

II) Actitudes

Gestión del conflicto

III) Inhibidores IV) Facilitadores

Conducta violenta

su relación con la violencia conyugal. debido fundamentalmente a la dife- méstica era más frecuente cuando los
La diferencia varón-mujer es el ele- rencia de fortaleza física. En los varo- miembros de la pareja, especialmente
mento central que determina la forma nes es más difícil observar los efectos el agresor, eran jóvenes. A la misma
de comportarse en la pareja. La violen- de lo que Walker (41) denominó sín- conclusión se ha llegado en algunas
cia conyugal tiende a asociarse con la drome de la mujer maltratada (inhi- investigaciones realizadas en madres
violencia contra la mujer (3, 38). Son bición, aislamiento, fatalismo). Las adolescentes (42). Algunos estudios
varios los estudios sobre la violencia consecuencias legales, sociales y psi- longitudinales (43) y transversales
en la pareja de carácter sociológico cológicas que deben soportar las muje- sobre mujeres maltratadas (2) confir-
(39), clínico (27) y de trabajo social (40), res maltratadas suelen ser más graves man que los malos tratos suelen darse
en los que se afirma que la frecuencia que las de los hombres (3, 4). al comienzo de la vida en común (in-
con que los hombres y las mujeres ejer- En un análisis llevado a cabo sobre cluso en la fase del noviazgo).
cen las distintas formas de violencia es las conclusiones de diversos estudios, El estado civil, la estructura familiar,
similar, aunque su resultado suele ser Hotaling y Sugarman (17), al referirse a la existencia de hijos y las diferencias
siempre más negativo para la mujer, la edad, afirmaron que la violencia do- entre los cónyuges (de edad, nivel aca-

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démico y trabajo) han sido estudiados des de usar procedimientos basados en frentar situaciones de tensión y mane-
también en su relación con la violencia los individuos (terapia de pareja) para jar habilidades de relación interper-
en la pareja. En algunas investigaciones resolver problemas institucionales de sonal, como el sentido del humor o
como las de Straus y Gelles (7) se partía mayor envergadura (49, 50). la capacidad de empatía. Entre los ele-
de la hipótesis de que la vieja tradición Se considera que las actitudes ac- mentos facilitadores de la agresión
medieval que otorgaba a los maridos el túan como elementos mediadores conyugal, se coincide en señalar como
derecho a castigar a la esposa podía se- entre las situaciones de conflicto y la elementos esenciales el haber sufrido
guir vigente como norma cultural; sin forma de gestionarlo. En el caso de que violencia en la infancia (7, 19, 54, 55);
embargo, cuando se estudiaron los dis- los procesos de socialización se desa- el consumo excesivo de alcohol (7, 21,
tintos estados civiles, comparando el rrollen adecuadamente, combinando 56), las condiciones de carencia y po-
vínculo matrimonial con el de las unio- lo emocional con lo cognitivo, las nor- breza; la presencia de armas y todos
nes libres, comprobaron que la proba- mas culturales son interiorizadas por aquellos elementos que pueden incre-
bilidad de propinar malos tratos era los individuos que asumen como pro- mentar las situaciones estresantes
mayor en estas últimas. Esta diferencia pios los papeles marcados por la cul- como el calor, el ruido, la contamina-
se atribuyó al mayor compromiso que tura en función de las características ción, etc. (18, 57).
supone la unión formal y los esfuerzos de identificación de cada sujeto. Si una La forma violenta de resolver las si-
por mantenerla. institución está suficientemente asen- tuaciones de conflicto tiene una reper-
Hay dos visiones opuestas sobre el tada en el sistema social, tendrá una cusión directa sobre todos los elemen-
papel que la presencia de hijos u otros incidencia directa sobre las actitudes tos explicados anteriormente: refuerza
miembros de la familia desempeña en de las personas de forma que sepan las actitudes justificadoras de la agre-
los malos tratos entre los cónyuges. La cómo actuar y por qué, y tengan sensa- sión, incrementa las posibilidades de
primera supone que los hijos pro- ciones de placer o desagrado que les nuevos conflictos y, cuando se articula
ducen un efecto de normalización fa- empujen a actuar en una u otra direc- en la movilización de grupos activos,
miliar que reduce la posibilidad de ción (componentes cognitivo, emocio- modifica el marco normativo y el sis-
malos tratos; la segunda, que la pre- nal y volitivo). tema de roles. Modelos de conducta
sencia de hijos y de otros miembros de Si bien la interacción humana, espe- personal innovadores, la acción comu-
la familia (suegros, sobrinos, etc.) es cialmente la conyugal, genera situacio- nitaria, determinadas modificaciones
un elemento de estrés añadido que fa- nes de conflicto en las que precisamos de la legislación y otras acciones públi-
vorece la violencia conyugal (44). de las actitudes para orientar nuestra cas actúan sobre los valores, normas y
Las diferencias entre los cónyuges, conducta, en esta investigación solo se roles en un proceso constante. No se
las dificultades para la comunicación, ha indagado sobre algunos elementos debería hablar, por tanto, de elemen-
el desequilibrio del poder o las dificul- actitudinales (concretamente la justifi- tos definitivos e inamovibles, sino de
tades en el desempeño de papeles son cación de la violencia relacionada con procesos históricos basados en la inte-
elementos básicos de conflicto en las la vida conyugal), que se suponía que racción humana.
parejas y fuente de posibles reacciones estaban directamente relacionados con Los objetivos básicos de la presente
violentas (45, 46). Las diferencias de una mayor o menor incidencia de la investigación son, primero, realizar un
edad, origen social y nivel académico, violencia y reflejaban algunas de las análisis descriptivo y comparativo del
económico o profesional entre los normas culturales mencionadas ante- fenómeno de la violencia de pareja en
miembros de la pareja podrían generar riormente. En otros estudios se afirma las ocho ciudades en que se ha reali-
disputas debidas a las diferentes for- que algunos elementos actitudinales, zado el estudio y, segundo, averiguar
mas de entender las relaciones o, por el como la justificación, la adaptación qué variables están relacionadas con
contrario, ser fuente de complementa- funcional, la tolerancia a la agresión, la una mayor o menor incidencia de vio-
riedad y prevención del conflicto. Sin empatía hacia el agresor, son básicos lencia conyugal en la muestra estu-
embargo, las verdaderas fuentes de para que el maltrato se mantenga (24, diada, tomando como referencia el
conflicto son las interacciones violen- 51, 52). modelo teórico explicado.
tas y el ciclo fatídico de reacciones Las normas culturales son elemen-
emocionales que generan (maltrato– tos básicos para entender la violencia
arrepentimiento–reconciliación–mal- conyugal; los mismos tipos de indivi- MATERIALES Y MÉTODOS
trato). Las consecuencias de estas rela- duos actúan de forma diferente ante
ciones anormales se han estudiado situaciones aparentemente iguales. El universo de estudio del proyecto
desde la perspectiva clínica y legal y se Existen importantes factores que facili- ACTIVA estuvo constituido por la po-
han elaborado propuestas orientadas a tan o dificultan la acción violenta. blación de 18 a 70 años de las ciudades
las mujeres maltratadas (47), a los que Como elementos inhibidores de la participantes: Salvador de Bahía y Rio
ejercen el maltrato (48) o a los procesos conducta violenta, o recursos para ha- de Janeiro, Brasil; Santiago, Chile; Cali,
de interacción entre los miembros de la cerle frente, se han mencionado la ca- Colombia; San José, Costa Rica; San
pareja (27). También se han formulado pacidad para tener una percepción Salvador, El Salvador; Caracas, Vene-
críticas fundadas sobre las posibilida- realista del estrés que se sufre (53), en- zuela, y Madrid, España. En todas las

248 Moreno Martín • Violencia en la pareja


CUADRO 1. Características de la submuestra de violencia en la pareja por ciudades. Estudio Multicéntrico sobre Actitudes y Normas
Culturales frente a la Violencia (ACTIVA), 1997

Salvador, Rio de San San


Bahía Cali Caracas Madrid Janeiro José Salvador Santiago Total

Tamaño de la muestra
Viven en pareja 671 1 281 680 619 696 654 802 781 6 184
% sobre el total de ACTIVA 48,5 55,9 52,4 56,0 62,5 57,8 62,2 64,4 57,1
Sexo (%)
Varones 52,0 48,5 36,0 37,0 46,7 42,0 49,1 46,6 45,3
Mujeres 48,0 51,5 64,0 63,0 53,3 58,0 50,9 53,4 54,7
Edad media (en años) 38,9 38,5 40,5 45,7 41,8 43,0 38,6 39,8 40,5
Estado civila
(%)
Soltero/a 1,2 ... 0,9 2,3 1,7 0,6 0,6 0,7 0,9
Casado/a 68,7 51,8 78,2 92,9 77,4 88,4 66,5 91,2 74,3
Unión libre 29,8 48,2 20,6 4,2 18,8 10,7 32,5 7,8 24,4
Separado/a-Divorciado/a 0,3 ... 0,3 0,5 1,3 0,3 0,2 0,1 0,3
Viudo/a ... ... ... 0,2 0,7 ... 0,1 0,3 0,1
a A pesar de estar conviviendo con otra persona (casados o en unión libre), algunos entrevistados definieron su estado civil como soltero o como el que mantenían respecto de su vínculo an-
terior (separado y viudo).

ciudades se estratificó tomando como de victimización. Se preguntó la fre- niveles), y diferencias en el trabajo de
base la condición socioeconómica (baja, cuencia con que la persona gritó con la pareja (trabaja solo el varón; traba-
media y alta) de los distintos sectores o rabia, dio una bofetada y pegó con un jan varón y mujer; no trabaja ninguno;
secciones de las ciudades. Los méto- objeto que pudo haber lastimado a la trabaja solo la mujer).
dos utilizados en dicho proyecto se de- pareja, y la frecuencia con que fue víc- Además, se evaluaron dos actitudes
tallan en otro artículo (58). tima de estas mismas conductas. El pe- de justificación de la violencia. La pri-
Para el análisis de la violencia en la ríodo evaluado para la agresión contra mera, la justificación de la violencia en
pareja se extrajo de la muestra general la pareja fue el año anterior a la reali- la pareja, se evaluó por el valor medio
(10 821 entrevistados) una submuestra zación de la encuesta. Las opciones de de las respuestas a dos preguntas
de los que “viven en pareja”. El vivir respuesta eran: “nunca/ninguna vez (“Existen situaciones en las cuales se
en pareja se definió según los siguien- en el último año”, “rara vez (1–2 justifica que un hombre dé una cache-
tes criterios: 1) la persona ha estado ca- veces)”, “a veces (3–5 veces)”, y “a me- tada a la esposa” y “Existen situacio-
sada o viviendo en pareja de hecho o nudo (6 veces o más)”. nes en las cuales se justifica que una
en unión libre en alguna ocasión, 2) la Como variables independientes se mujer dé una cachetada al esposo”). La
persona considerada como pareja (ya tomaron las planteadas en el modelo: segunda, intolerancia social, se evaluó
sea cónyuge legal, compañero, amante las de identificación, las actitudes, los con arreglo al valor medio de las res-
o cualquier definición que se le quiera inhibidores y los facilitadores de la puestas a cinco preguntas (“Sería con-
dar) vive actualmente con el entrevis- violencia. Las variables de identifica- veniente que un barrio estuviera com-
tado, y 3) el entrevistado contesta a ción de la persona incluyeron nivel so- puesto por personas: de una misma
alguna de las seis preguntas de violen- cioeconómico, hacinamiento (no haci- clase social, . . . de una misma reli-
cia en la pareja. De los 10 821 entrevis- nados: duermen dos o menos personas gión, . . . de un mismo origen étnico o
tados, 6 184 (57,1%) reunieron los re- en cada cuarto; hacinados: duermen raza, . . . con las mismas ideas políti-
quisitos anteriores. En el cuadro 1 se tres o más personas en cada cuarto), cas” y “Me parece bien que la gente
describen las características de las per- sexo, edad, estado civil, presencia de pueda echar de su barrio a ciertos gru-
sonas seleccionadas (edad, sexo y es- hijos, estructura familiar (convivencia pos de personas”). Las respuestas,
tado civil) de la submuestra utilizada con otros parientes y no parientes), di- categorizadas en una escala de tipo
en el presente estudio. ferencias de edad en la pareja (varón Likert de cinco categorías, variaron
El cuestionario utilizado para reco- [V] > mujer [M] 10 o más años; V > M entre “muy de acuerdo” y “muy en
lectar los datos fue el acordado en el 4 a 9 años; V = M ± 3 años; M > V 4 a 9 desacuerdo”.
proyecto ACTIVA. La variable depen- años; M > V 10 o más años), diferen- Como factor inhibidor de la con-
diente de este estudio fue la violencia cias de nivel académico en la pareja ducta violenta se evaluó la habilidad
en la pareja, que se evaluó mediante (V > M 2 o más niveles; V > M 1 nivel; para resolver pacíficamente los conflic-
seis preguntas, tres de agresión y tres V = M; M > V 1 nivel; M > V 2 o más tos, a partir del valor medio de las res-

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puestas a tres preguntas (“Ante un pro- Así, los valores de estas variables en este caso se llevó a cabo un aná-
blema, yo sé cómo controlarme para no ponderadas podían variar entre 0 y lisis factorial de la varianza. La sig-
pelear”, “Si me insultan puedo perder 372 (12  1 + 12  10 + 12  20). Ade- nificación estadística se calculó por
el control y pelear” [los valores fueron más de esta frecuencia ponderada medio del estadístico F y como ni-
invertidos], y “Ante un conflicto o de- total, se calculó la frecuencia ponde- vel de significación se aceptaron los
sacuerdo serio con mi pareja puedo ex- rada entre aquellos que ejercieron o valores P menores de 0,05. Estos
plicar mis razones sin enojarme”). Las que fueron víctimas de violencia. análisis se realizaron considerando
respuestas, también categorizadas en Para validar el modelo se analizó la el sexo como uno de los factores.
una escala de cinco categorías, variaron relación entre cada una de las varia-
entre “siempre” y “nunca”. bles mencionadas en párrafos anterio- Los resultados del análisis compa-
Por otro lado, se evaluó el efecto de res (de identificación personal, actitu- rado fueron estudiados detallada-
tres factores que facilitan la conducta des, facilitadores e inhibidores) y las mente con el fin de no aceptar como
violenta: la frecuencia de embriaguez ocho variables de violencia en la pareja relevantes diferencias o asociaciones
durante el mes anterior a la encuesta, (las seis básicas y las dos ponderadas). entre variables que, a pesar de parecer
el haber sido castigado con golpes Los criterios para determinar la signi- significativas desde el punto de vista
durante la infancia, y la tenencia de ficación estadística de las diferencias del análisis estadístico, fueran el resul-
armas de fuego. entre los valores de la variable inde- tado de comparar grupos con un nú-
Para cada ciudad se calculó primero pendiente en función de los valores de mero de entrevistados extremada-
el porcentaje de personas que agredie- violencia, así como el sentido y orien- mente pequeño. Al tratarse de un
ron a la pareja o que fueron víctimas de tación de la asociación entre variables, estudio con ocho muestras diferentes,
agresión al menos una vez durante el fueron los siguientes: cada una de las ciudades presenta ca-
año anterior a la encuesta. Segundo, racterísticas propias en cuanto a los
solo entre aquellos entrevistados que 1. Variables nominales versus las seis factores directa y significativamente
notificaron violencia familiar, se calculó variables básicas: se emplearon ta- relacionados con la violencia en la pa-
la media del número de veces que agre- blas de contingencia y se calculó el reja. Ante la imposibilidad de presen-
dieron a la pareja o que fueron víctimas estadístico ji-cuadrado para con- tar las múltiples posibilidades particu-
de agresión. Para calcular esta media, traste de hipótesis y el estadístico V lares, se decidió tener en cuenta como
se asignaron los valores máximos de de Cramer para el análisis de la aso- resultados relevantes los siguientes:
cada intervalo (0, 2, 5 y 12 veces). Al no ciación entre variables.
haber un límite superior para la res- 2. Variables ordinales versus las seis 1. Variables que en la muestra total estu-
puesta “a menudo”, se optó por esta- variables básicas: también se utili- vieran asociadas (con resultados esta-
blecer el valor de 12 veces al año. zaron tablas de contingencia y se dísticamente significativos) con alguna
Con el fin de resumir la intensidad calculó el estadístico ji-cuadrado de las ocho variables de violencia. En
de la violencia, se construyeron dos para contraste de hipótesis y el esta- estos casos se estudiaron las tablas
variables ponderadas: violencia ejer- dístico D de Somers para análisis de de contingencia y los análisis de va-
cida y sufrida. En estas nuevas varia- la asociación entre variables, consi- rianza de cada una de las ciudades.
bles se tuvo en cuenta la frecuencia de derando como dependientes las re- Si en al menos seis de las ciudades
la conducta violenta y se asignó un lativas a la violencia. la tendencia de respuesta era la
peso mayor a las acciones de violencia 3. Variables dicotómicas (por ejemplo, misma que en los datos generales,
más graves (golpear con objeto más el sexo) versus las dos escalas con la variable se tuvo en cuenta, to-
que bofetada y esta más que gritar con valores de violencia acumulada y mando nota de la excepción o ex-
rabia). El criterio de ponderación se- ponderada: en este caso se aplicó la cepciones. Los datos acumulados
guido fue tomar como conducta básica prueba t de Student para muestras no son, por tanto, valores de una
(con valor igual a 1) la más frecuente independientes. supuesta muestra representativa de
(gritar) y dar a las otras dos conductas 4. Variables con tres o más valores (to- las ciudades de América y España,
un peso inversamente proporcional a madas una a una) versus las dos es- para lo cual sería preciso haber rea-
la frecuencia de su aparición en el con- calas con valores de violencia acu- lizado un diseño muestral conjunto
junto de la muestra. De este modo, una mulada y ponderada: en este caso o ponderar el peso de las submues-
bofetada y un golpe con objeto tienen, se realizó un análisis de la varianza tras en función del tamaño de los
respectivamente, 10 y 20 veces más con un factor, cuya significación es- universos respectivos. Lo que se bus-
peso que un grito. Por lo tanto, el valor tadística se calculó mediante el esta- caba con los datos acumulados era
final de esta variable ponderada se cal- dístico F. El nivel de significación analizar la similitud de las ciudades
culó con la siguiente fórmula: estadística (alfa) se fijó como menor en las distintas formas de variabili-
de 0,05. dad. Por esta razón, se analizaron
Frecuencia del grito  1 + 5. Dos o más variables independientes los datos globales y los de cada una
frecuencia de la bofetada  10 + versus las dos escalas con valores de de las ciudades y solo se tuvieron
frecuencia del golpe  20 violencia acumulada y ponderada: en cuenta cuando en un mínimo de

250 Moreno Martín • Violencia en la pareja


seis ciudades se mantuvo la misma menor violencia ejercida, tomando ciudades brasileñas fueron las de ma-
tendencia de respuesta. como referencia la frecuencia ponde- yor incidencia de gritos en la pareja.
2. Variables que en la muestra total no rada total, del siguiente modo: Salva- Juntando los datos de las ocho ciuda-
mostraban asociación significativa con dor de Bahía, Cali, San Salvador, San- des, fue 10 veces más frecuente gritar
la violencia en la pareja. En este caso tiago, Caracas, Rio de Janeiro, Madrid que abofetear y dos veces más fre-
se estudiaban los datos de las sub- y San José. Comparando la significa- cuente abofetear que pegar con un ob-
muestras y se tenía en cuenta la va- ción de las diferencias, las ciudades se jeto. Esta proporción media se constató
riable solo si había dos o más ciuda- pueden dividir en tres grupos en fun- fundamentalmente en las ciudades
des con diferencias estadísticamente ción del nivel de violencia y de las con una violencia intermedia, mientras
significativas, lo cual se consignó diferencias entre cada grupo: mayor que en San José y Madrid la propor-
como tendencia específica de estas violencia (Salvador de Bahía y Cali), ción fue menor y en Salvador de Bahía
ciudades. menor violencia (San José y Madrid) y y Cali, mayor. En esta última ciudad
valores intermedios (las restantes). fue casi tan habitual golpear con un
En Caracas y Madrid es donde el objeto que dar bofetadas. En relación
RESULTADOS porcentaje de personas que gritaron con la violencia física, se observó que
con rabia en alguna ocasión fue más en Salvador de Bahía era más frecuente
Como se aprecia en el cuadro 2, las alto; sin embargo, por la frecuencia con la bofetada y en Cali, el maltrato con
ciudades se ordenaron de mayor a que se desarrolla esta conducta, las dos objetos.

CUADRO 2. Frecuencia de la violencia ejercida y recibida en la pareja por ciudad. Estudio Multicéntrico sobre Actitudes y Normas Cultu-
rales frente a la Violencia (ACTIVA), 1997

Salvador, San Rio de San


Bahía Cali Salvador Santiago Caracas Janeiro Madrid José Total
(n = 671) (n = 1 281) (n = 802) (n = 781) (n = 680) (n = 696) (n = 619) (n = 654) (n = 6 184)

Violencia ejercida
Gritó
Una o más veces (%) 64,4 61,4 52,4 64,2 65,3 60,1 64,9 42,5 59,6
Mediaa 5,3 4,6 4,3 4,6 4,5 5,1 4,4 4,1 4,6
Dio bofetada
Una o más veces (%) 9,8 6,4 6,4 5,7 4,3 4,5 2,4 2,8 5,4
Mediaa 3,1 3,2 3,1 3,3 3,4 4,2 2,4 2,3 3,2
Dio golpe
Una o más veces (%) 4,2 6,6 3,0 2,0 1,9 1,3 0,0 0,9 2,9
Mediaa 4,0 3,3 3,3 3,1 4,0 3,1 0,0 2,5 3,4
Violencia sufrida
Le gritaron
Una o más veces (%) 60,2 52,1 47,8 57,0 56,3 56,7 58,2 36,8 53,0
Mediaa 5,1 4,7 4,7 4,6 4,5 5,3 4,4 4,4 4,7
Le abofetearon
Una o más veces (%) 10,3 5,7 6,2 6,3 4,7 4,2 1,6 3,1 5,4
Mediaa 3,1 3,3 4,1 3,3 3,7 4,0 3,6 3,3 3,5
Le golpearon
Una o más veces (%) 3,6 5,3 3,2 1,8 1,5 1,3 0,8 1,2 2,7
Mediaa 3,5 3,3 4,1 2,2 3,6 5,2 3,2 3,1 3,5
Escalas ponderadas
Violencia ejercida
Algún acto violento (%) 64,7 63,2 53,4 64,3 65,4 60,3 65,2 43,0 60,2
Frecuencia ponderada (Sí) b 15,2 14,7 11,6 9,4 9,0 9,6 5,3 6,7 10,8
Frecuencia ponderada (Total) c 9,8 9,3 6,2 6,0 5,9 5,8 3,5 2,9 6,5
Violencia sufrida
Algún acto violento (%) 61,1 53,5 48,8 57,1 56,8 57,1 58,3 37,7 53,7
Frecuencia ponderada (Sí) b 14,4 14,1 15,2 9,6 9,3 10,6 6,3 9,1 11,5
Frecuencia ponderada (total) c 8,8 7,5 7,4 5,5 5,3 6,1 3,7 3,4 6,2
a Media: frecuencia media anual con la que ejercen esta conducta las personas que alguna vez la han realizado.
b Frecuencia ponderada (Sí): entre las personas que han ejercido violencia, es el resultado de sumar la frecuencia anual de los tres actos de violencia y multiplicar cada uno de ellos por un
índice que refleje su gravedad (el valor inverso de su frecuencia de aparición en la muestra). El peso de cada acto de violencia es: grito = 1, bofetada = 10 y golpe = 20.
c Frecuencia ponderada (Total): lo mismo que en el caso anterior, haciendo el cálculo sobre todas las personas (hayan ejercido o no la violencia).

Rev Panam Salud Publica/Pan Am J Public Health 5(4/5), 1999 251


CUADRO 3. Características sociodemográficas versus violencia ejercida en la pareja. Estudio Multicéntrico sobre Actitudes y Normas
Culturales frente a la Violencia (ACTIVA), 1997

Violencia ejercida (global)


Frecuencia
Gritó Dio bofetada Dio golpe ponderada
% Mediaa % Mediaa % Mediaa % Sí b Total c

Condición socioeconómica
Alta 51,7 4,3 1,5 2,6 1,4 4,1 52,2 7,2 3,8
Media 57,9 4,4 4,1 2,9 2,0 3,0 58,6 8,4 4,9
Baja 62,3 4,9 7,3 3,3 3,9 3,5 62,9 13,0 8,2
Hacinamiento
No hacinado 57,9 4,5 4,5 3,1 2,4 3,3 58,5 9,5 5,6
Hacinado 66,4 5,3 10,0 3,3 5,6 3,6 67,1 16,1 10,8
Sexo
Masculino 57,6 4,3 5,2 2,8 2,7 3,0 58,3 9,4 5,5
Femenino 61,3 4,9 5,7 3,5 3,1 3,7 61,8 11,9 7,4
Edad (en años)
18–30 69,9 4,8 9,4 3,6 5,2 3,9 70,4 15,3 10,8
31–43 61,1 4,7 5,0 3,0 2,5 3,0 61,8 9,6 5,9
44–56 53,8 4,6 4,2 2,8 2,2 3,0 54,3 9,1 4,9
57–70 46,6 4,2 1,7 2,2 1,1 3,2 47,3 6,4 3,0
Estado civil
Casado 56,4 4,4 4,0 3,1 1,7 3,2 2,6 8,5 4,8
No casado 68,8 5,3 9,7 3,3 6,3 3,6 6,1 16,3 11,4
Hijos
Sí 62,6 4,7 5,8 3,2 3,3 3,4 3,8 11,2 7,1
No 54,6 4,4 4,9 3,2 2,3 3,4 3,0 10,1 5,6
a Media: frecuencia media anual con la que ejercen esta conducta las personas que alguna vez la han mostrado.
b Frecuencia ponderada (Sí): entre las personas que han ejercido violencia, es el resultado de sumar la frecuencia anual de los tres actos de violencia y multiplicar cada uno de ellos por un
índice que refleje su gravedad (el valor inverso de su frecuencia de aparición en la muestra). El peso de cada acto de violencia es: grito = 1, bofetada = 10 y golpe = 20.
c Frecuencia ponderada (Total): lo mismo que en el caso anterior, haciendo el cálculo sobre todas las personas (hayan ejercido o no la violencia).

Al comparar las conductas de ejer- tado civil y presencia de hijos)— se frecuencias fue diferente de la del resto,
cer la violencia frente a sufrirla, en la presentan en el cuadro 3, detallando aunque las diferencias no fueron esta-
muestra global hubo coincidencia las diferencias en función del sexo en dísticamente significativas. En otras
entre ambas en 73,8% de los casos en los cuadros 4 y 5. Después, en el cua- palabras, en la escala global de la vio-
proferir gritos, en 95,3% en abofetear dro 6, se describen las asociaciones lencia ejercida en estas ciudades se si-
y en 97,2% en golpear con un objeto. entre violencia y tres elementos más guió manteniendo la tendencia general
Respecto a estas últimas dos variables, del modelo teórico: las actitudes de según la cual a medida que aumenta el
no se observaron diferencias estadís- justificación de la violencia (violencia nivel socioeconómico, menor es la vio-
ticamente significativas entre los que con la pareja, intolerancia social), un lencia ejercida. San Salvador fue la
dan más de lo que reciben y los que factor inhibidor de la violencia (habili- única ciudad donde no se observaron
reciben más de lo que dan. Sí se obser- dad para resolver conflictos pacífi- diferencias significativas por nivel so-
varon diferencias entre las variables camente), y factores facilitadores de cioeconómico en ninguna de las tres
gritar-ser gritado. En todas las ciudades la violencia (embriaguez, haber sido formas de violencia (golpes, bofetadas
el porcentaje de personas que gritó fue golpeado durante la infancia y portar y gritos) ni en la escala ponderada.
superior al que dijo haber sido gritado. armas de fuego). Además, se observó una relación esta-
En los diversos cuadros de este ar- En las tres formas de conducta vio- dísticamente significativa entre hacina-
tículo se describen las asociaciones, lenta se observó que, a mayor nivel so- miento y violencia (P < 0,001 para todas
que resultaron significativas estadísti- cioeconómico, menor era el nivel de las conductas) en todas las ciudades,
camente, entre las variables indepen- violencia (P < 0,001, para gritos y bofe- excepto en Madrid (donde no se pudo
dientes del modelo y la violencia. Las tadas; P = 0,00016, para golpes). Las hacer esta comparación al ser el grupo
variables de identificación de la per- ciudades que no siguieron la tendencia de hacinados extremadamente pe-
sona, con sus tres grupos —estructural general fueron Cali (golpes), Rio de Ja- queño) y San Salvador (donde se man-
(nivel socioeconómico y hacinamiento), neiro (gritos), San José (bofetadas). En tuvo la tendencia aunque sin alcanzar
personal (sexo y edad) y familiar (es- estas tres ciudades la distribución de la significación estadística) (cuadro 3).

252 Moreno Martín • Violencia en la pareja


CUADRO 4. Violencia sufrida y ejercida, en función del sexo. Estudio Multicéntrico sobre Actitudes y Normas Culturales frente a la
Violencia (ACTIVA), 1997

Varones que dicen Mujeres que dicen Mujeres que dicen Varones que dicen
ejercer violencia sufrir violencia ejercer violencia sufrir violencia

Grito
% 57,6 > 53,2 61,3 > 52,8
Mediaa 4,3 < 4,8 4,9 > 4,6
Bofetada
% 5,2 < 5,9 5,7 > 4,7
Mediaa 2,8 < 3,7 3,5 > 3,1
Golpe
% 2,7 < 2,8 3,1 > 2,4
Mediaa 3,0 < 4,0 3,7 > 2,7
a Media: Frecuencia media anual (número de veces) con la que ejercen esta conducta las personas que alguna vez la han mostrado.

CUADRO 5. Sexo, desempleo y violencia recibida de la pareja. Estudio Multicéntrico sobre Actitudes y Normas Culturales frente a la
Violencia (ACTIVA), 1997

Le gritaron Le abofetearon Le golpearon Violencia recibida


Frecuencia
Sexo % Mediaa % Mediaa % Mediaa % ponderada (Sí) b

Varón
Trabaja 58,8 5,8 7,3 2,7 2,7 4,6 58,8 13,5
No trabaja 43,7 4,5 2,7 2,4 1,1 2,1 44,9 6,8
Mujer
Trabaja 49,4 4,3 1,4 2,0 1,3 2,0 48,7 5,9
No trabaja 50,8 4,8 6,0 3,9 2,5 4,4 51,5 13,5
a Media: frecuencia media anual (número de veces) con la que ejercen esta conducta las personas que alguna vez la han mostrado.
b Frecuencia ponderada (Sí): entre las personas que han ejercido violencia, es el resultado de sumar la frecuencia anual de los tres actos de violencia y multiplicar cada uno de ellos por un
índice que refleje su gravedad (el valor inverso de su frecuencia de aparición en la muestra). El peso de cada acto de violencia es: grito = 1, bofetada = 10 y golpe = 20.

Las mujeres afirmaron ejercer más y San José, donde la frecuencia de bo- 44–56 años) intercambiaron el orden,
violencia contra sus parejas que los va- fetadas que las mujeres dijeron dar fue esto es, los de 31 a 43 años ejercieron
rones (cuadro 3). Las diferencias detec- menor que la que los hombres dijeron menos violencia.
tadas solo fueron estadísticamente sig- recibir, y en Cali donde, por el contra- Al ser el nivel académico una varia-
nificativas en el caso de los gritos (P < rio, fue mayor el porcentaje de varones ble muy relacionada con el nivel so-
0,001), en el sentido de que en todas las que dijeron dar golpes con objetos que cioeconómico, las personas con estu-
ciudades las mujeres dijeron gritar el de mujeres que dijeron haberlos re- dios universitarios respondieron en
más que los hombres. Ahora bien, al cibido (cuadro 4). consonancia con las de mayor nivel
analizar la violencia que dijeron sufrir Los jóvenes dijeron ejercer más vio- económico, e indicaron ejercer menos
varones y mujeres, también fueron lencia contra sus parejas (cuadro 3). violencia contra sus parejas que las
estas últimas las que notificaron sufrir Esta tendencia se observó, con escasas que carecían de estudios o tenían la
más violencia. Un análisis más deta- excepciones, en todas las ciudades. El primaria incompleta. Ahora bien, al
llado reveló que siempre fue menor la dato más relevante de diferenciación eliminar la influencia del nivel socioe-
violencia que dijeron ejercer los hom- entre ciudades se recabó en Cali y Ma- conómico, no se observó una ordena-
bres que la que las mujeres dijeron su- drid: en estas ciudades los valores ex- ción lógica significativa ni se mantu-
frir, y viceversa (siempre fue mayor la tremos se mantuvieron en el orden ge- vieron estas diferencias; es decir, las
violencia que las mujeres dijeron ejer- neral (los que más ejercen la violencia personas de clase alta sin estudios no
cer que la que los varones dijeron su- son los de 18 a 30 años y los que menos dijeron ejercer más violencia que los
frir). Esta tendencia se observó en la ejercen, los de 57 a 70), aunque las universitarios de esta misma condi-
todas las ciudades excepto en Madrid generaciones intermedias (31–43 y ción económica. Lo mismo sucedió con

Rev Panam Salud Publica/Pan Am J Public Health 5(4/5), 1999 253


CUADRO 6. Actitudes justificadoras e inhibidores y facilitadores de la agresión versus violencia ejercida. Estudio Multicéntrico sobre
Actitudes y Normas Culturales frente a la Violencia (ACTIVA), 1997

Violencia ejercida (global)


Frecuencia
Gritó Dio bofetada Dio golpe ponderada
% Mediaa % Mediaa % Mediaa % Sí b Total c

Actitudes
Justifica violencia en la pareja
Desacuerdo 58,1 4,5 4,6 3,2 2,3 3,3 58,6 9,5 5,6
No seguro 72,9 5,6 11,0 3,9 11,5 3,6 74,4 22,3 16,6
Acuerdo 72,5 5,5 14,6 2,9 6,5 3,6 74,4 17,3 12,9
Intolerancia
Baja 59,1 4,6 5,0 3,2 2,6 3,4 59,5 10,3 6,1
No seguro 62,3 4,4 6,6 3,0 3,2 3,2 63,3 10,8 6,8
Alta 62,0 5,2 8,9 3,2 5,9 3,7 63,7 16,4 10,5
Inhibidores
Habilidades
Alta Habilidad 55,2 4,3 3,6 2,9 1,6 3,1 55,6 7,9 4,4
Media 69,9 5,1 9,2 3,4 6,1 3,4 71,1 15,3 10,9
Baja 74,7 6,6 15,0 3,9 6,5 4,6 75,6 22,1 16,7
Facilitadores
Embriaguez
Nunca 56,1 4,5 4,5 3,2 2,5 3,7 56,7 10,3 5,8
1–4 veces mes 68,0 4,7 7,2 3,2 3,8 2,8 68,7 11,2 7,7
5 o + veces mes 69,3 5,8 12,7 2,9 4,4 4,1 70,1 16,2 11,4
Castigo corporal
Nunca 49,7 4,4 2,7 3,0 1,3 4,7 50,2 8,4 4,2
Casi nunca 59,4 4,3 5,5 3,0 2,9 3,4 60,1 10,3 6,2
1–4 veces mes 67,3 4,9 6,7 4,1 3,3 2,5 67,7 10,1 6,8
Casi diario 64,7 5,5 7,8 3,2 5,0 3,8 65,5 16,2 10,6
Armas
No tiene ni desea 57,7 4,5 4,5 3,0 2,5 3,1 58,3 9,5 5,5
No tiene pero desea 67,4 5,0 9,3 3,5 4,9 3,9 68,0 15,5 10,5
Sí tiene 58,1 4,5 4,7 3,2 2,0 3,3 58,9 9,2 5,4
a Media: frecuencia media anual (número de veces) con la que ejercen esta conducta las personas que alguna vez la han mostrado.
b Frecuencia ponderada (Sí): entre las personas que han ejercido violencia, es el resultado de sumar la frecuencia anual de los tres actos de violencia y multiplicar cada uno de ellos por un
índice que refleje su gravedad (el valor inverso de su frecuencia de aparición en la muestra). El peso de cada acto de violencia es: grito = 1, bofetada = 10 y golpe = 20.
c Frecuencia ponderada (total): lo mismo que en el caso anterior, haciendo el cálculo sobre todas las personas (hayan ejercido o no la violencia).

las de nivel económico medio y bajo. mente significativas en cuanto a los reja fue mayor que la de los solteros,
No se encontraron diferencias signi- gritos recibidos (P = 0,018) y a la escala si bien no alcanzó significación esta-
ficativas en el nivel de violencia ejer- acumulada (P = 0,046), y en las muje- dística). Al analizar detalladamente al
cida o sufrida debidas a la diferencia res respecto a las bofetadas recibidas grupo de los que no estaban casados,
de edad o al nivel académico entre los (P < 0,0001) y a la escala acumulada se observó que el comportamiento de
miembros de la pareja. (P < 0,0001) (cuadro 5). los separados-divorciados y viudos
No se observaron diferencias en el Al categorizar a los integrantes de que vivían con una nueva pareja fue
nivel de violencia ejercida y recibida la muestra según su estado civil, en idéntico al de los casados, siendo las
en función de la situación laboral (ac- todos los tipos de violencia la tenden- personas que definieron su estado civil
tivo o desempleado). Sin embargo, al cia fue la misma: las personas no casa- como soltero/a o unión libre los que
diferenciar por sexo sí hubo diferen- das (unión libre, solteros, separados- dijeron ejercer más violencia.
cias. Los hombres que trabajaban dije- divorciados y viudos) dijeron ejercer En todas las ciudades, quienes te-
ron recibir más violencia de sus pare- más violencia que las casadas (cuadro nían o cuidaban niños afirmaron gritar
jas que los que estaban sin trabajo y, 3), y las diferencias registradas fueron más a sus parejas que quienes no te-
en cambio, las mujeres que trabajaban estadísticamente significativas. Esta nían niños a su cargo (P < 0,0001), pero
afirmaron sufrir menos violencia que tendencia se mantuvo en todas las ciu- no se observaron diferencias en las for-
las que no lo hacían. En los varones dades (solo en Santiago la frecuencia mas de violencia física (abofetear y gol-
estas diferencias fueron estadística- con que los casados golpearon a su pa- pear con objeto) (cuadro 3).

254 Moreno Martín • Violencia en la pareja


Se hicieron varias tipologías de es- 0,0277; bofetadas: P = 0,00218, y golpes: de malos tratos en la infancia podría
tructura familiar en función de dis- P = 0,0076), en las ciudades, a pesar de considerarse elemento identificador y
tintos criterios y no se encontraron di- seguir la misma tendencia, no se encon- la clase social, elemento facilitador o
ferencias significativas en el nivel de traron diferencias estadísticamente sig- inhibidor de la agresión. Existen mu-
violencia ejercida o sufrida en la pa- nificativas debido a la desproporción chos elementos que no se han tenido
reja, salvo las mencionadas (estado entre los grupos comparados (con mu- en cuenta a pesar de que tienen una
civil y existencia de hijos). La presen- chos menos ciudadanos que estaban de importancia vital en el proceso, como
cia de otros familiares diferentes de los acuerdo en que los vecindarios deben los trastornos psicopatológicos y otras
cónyuges e hijos, y las diversas formas ser completamente homogéneos que características psicológicas (atribucio-
de convivencia familiar que se pueden aquellos que discrepaban). nes, percepciones, reacciones emocio-
generar al combinar los distintos tipos Las personas que se consideraron nales, historia particular de aprendi-
de parientes y no parientes, no afecta- hábiles para controlarse y explicarse zajes, etc.) y biológicas relacionadas
ron al nivel de violencia que los entre- ante los problemas fueron las que dije- directamente con el maltrato. No obs-
vistados dijeron ejercer y sufrir. ron ejercer menor violencia contra su tante, estos elementos eran inabarca-
Las ciudades donde más se justificó pareja (cuadro 6), y en la muestra glo- bles en un estudio como este.
la violencia conyugal fueron Cali y bal estas diferencias fueron estadísti- Tras analizar los resultados y verifi-
Caracas, donde se registró, respectiva- camente significativas para los tres car las asociaciones entre las variables
mente, que 16,8 y 14,4% de las per- tipos de violencia (P < 0,0001). En propuestas, se observa que los datos co-
sonas estaban de acuerdo (o manifes- todas las ciudades los resultados si- rroboran la utilidad del modelo pro-
taron duda) con que en ocasiones está guieron la misma tendencia. puesto. Al estudiar las asociaciones se
justificado pegarle a la pareja. En el En la muestra global, las personas confirma el origen multicausal de la
extremo de menor justificación se en- que habían recibido golpes en su casa violencia en la pareja. La ventaja que
contraron Madrid y San José, donde durante su infancia fueron las que con supone la agrupación conceptual de to-
los porcentajes ascendieron a 6 y 6,3%, más frecuencia dijeron ejercer más vio- dos estos factores es que pueden ayu-
respectivamente. En todas las ciuda- lencia contra su pareja. Estas diferen- dar a abordar programas específicos
des, los hombres justificaron más los cias fueron estadísticamente significa- para prevenir el maltrato, que estén
dos tipos de violencia (esposa a esposo tivas en los tres tipos de violencia (P < centrados en el ámbito educativo y de
y de este a aquella) que las mujeres. 0,0001), y en todas las ciudades se re- la socialización (prevención de los ma-
Como puede observarse en el cua- gistró la misma tendencia. Los que di- los tratos a la infancia); en el fortale-
dro 6, las personas que justificaron que jeron beber alcohol en exceso fueron cimiento de actitudes contrarias a la
en ocasiones era lícito dar una cache- los que afirmaron gritar y abofetear justificación de la violencia; en el apren-
tada a la esposa o esposo, ejercieron más a sus parejas (P < 0,0001). No se dizaje de técnicas y habilidades de
más violencia sobre la pareja que observaron diferencias significativas gestión de conflictos por procedimien-
aquellas que consideraban lo contra- entre los que poseían armas y los que tos no violentos, o en la facilitación de
rio. En la muestra general las diferen- no las poseían, aunque sí entre los que oportunidades socioeconómicas para
cias fueron estadísticamente significa- deseaban tenerlas y los que no las que- reducir el desequilibrio de poder en las
tivas para los tres tipos de violencia rían. Los que deseaban tener armas parejas y las carencias de medios eco-
(P < 0,0001). En todas las ciudades se fueron los que más ejercieron la vio- nómicos en las familias. Ninguna de las
constató la misma tendencia (a mayor lencia en sus tres modalidades (P < variables analizadas explica por sí sola
justificación, mayor violencia), aunque 0,0001) (cuadro 6). la aparición de la violencia conyugal,
hubo diferencias en el caso de los inde- pero es predecible que la incidencia en
cisos (los que contestaron “no estoy se- cada una de ellas contribuirá a reducir
guro”). En Salvador de Bahía y Rio de DISCUSIÓN el maltrato en la pareja.
Janeiro los indecisos se situaron en el A pesar de las afirmaciones que se
nivel intermedio de violencia; en las La estructuración de los múltiples presentan en los resultados, la forma
demás ciudades fueron los que ejercie- elementos relacionados con la violen- como se ha abordado la violencia en la
ron más violencia. cia conyugal en un modelo explicativo pareja a partir de las respuestas de uno
Los que estaban más de acuerdo en organizado por bloques de variables de los miembros de la misma, referi-
que los vecindarios tienen que ser ho- puede ser útil para actuar sobre las das a lo que recuerda de los últimos 12
mogéneos (en cuanto a clase social, reli- causas del maltrato. La forma como se meses, es claramente insuficiente. En
gión, raza o ideas políticas), es decir, los articuló el modelo que se presenta en este sentido, al tener en cuenta única-
que se han definido como más intole- este artículo no excluye algunas varia- mente a las personas que viven con su
rantes, ejercieron más violencia contra ciones, especialmente entre los facto- pareja, no se han analizado los casos
la pareja que los más tolerantes (cuadro res considerados de identificación per- de parejas cuya separación no fue
6). Aunque en el conjunto de la muestra sonal y los facilitadores. Por ejemplo, amistosa, en las cuales la violencia se
las diferencias fueron significativas en si se le quisiera dar un carácter más manifiesta más intensamente, sobre
los tres tipos de violencia (gritos: P = psicológico al modelo, la experiencia todo la de los hombres hacia las muje-

Rev Panam Salud Publica/Pan Am J Public Health 5(4/5), 1999 255


res (1, 3). Sería preciso tener en cuenta mujeres superan claramente a los va- dañar al cónyuge (más habitual en
la dinámica de la interacción de la pa- rones, pero aunque en las otras formas mujeres) y el acoso sexual y la violen-
reja y profundizar en muchos elemen- de violencia (bofetadas y golpes con cia física con la excompañera que
tos, como los actitudinales y emocio- objetos) las mujeres aparentemente pretende establecer nuevas relaciones
nales, que no se han abordado en el ejercen más violencia (elemento con- (conducta más habitual en hombres).
presente estudio, pues se pretendía dar trario a la hipótesis más admitida so- Las mujeres que trabajan reciben me-
una visión global de las distintas for- cialmente), el nivel de agresión es si- nos violencia de sus compañeros, lo
mas de violencia (conyugal, hacia los milar, ya que las mujeres perciben un cual sugiere que es importante aumen-
hijos, hacia los no familiares, violencia nivel mayor de violencia (tanto ejer- tar su autonomía económica respecto a
política, etc.) y era preciso limitar al cida como recibida) que los varones. los hombres, no solo por lo que puede
máximo el número de preguntas. No Esta es una pauta cultural de primer suponer de independencia económica.
obstante, la riqueza de los resultados orden en los países estudiados, donde La relación habitual y continuada con
es evidente y las posibilidades de in- las mujeres dan más importancia a lo personas ajenas al núcleo familiar es
terpretación y de investigaciones com- que sucede en el hogar que los hom- un factor inhibidor de la violencia en
plementarias que quedan abiertas son bres. La imagen de la mujer que le in- el hogar y modifica creencias y actitu-
múltiples. siste al esposo para que converse o le des favorecedoras del maltrato (24).
De cara a los programas de interven- llama la atención (dentro o fuera del Los jóvenes ejercen más la violencia,
ción (económica, social, policial, sanita- hogar) sobre las dificultades conyuga- del mismo modo que tienen una con-
ria, etc.) que ponen en marcha las dis- les, suele contrastar con la del varón, ducta más activa que las personas ma-
tintas autoridades, conviene tener en que resta importancia a las situaciones yores en todos los órdenes. Esta clara
cuenta que en determinadas circuns- conflictivas (59). influencia de la edad en los malos tra-
tancias (las analizadas en este estudio) La constatación de que las mujeres tos en la pareja ha sido explicada de
es más probable que le agredan a uno no adoptan una actitud pasiva ante la muy diversas formas: mayor excitabi-
en el hogar que fuera de él. En la mues- violencia de sus compañeros confirma lidad, mayor intensidad emocional de
tra total del proyecto ACTIVA, el por- que la violencia en la pareja debe abor- las relaciones, mayores factores de es-
centaje de personas que afirmaron darse teniendo en cuenta a los dos pro- trés, como las dificultades en la crianza
haber sido golpeadas por no familiares tagonistas de la relación, como sugie- de los hijos y otros (60). Puesto que en
fue de 4,6% y el de las que dijeron haber ren Strauss y Gelles (7) y Perrone y otros estudios (2, 43) se ha compro-
recibido este trato de la policía, 2,3%. Nannini (27). Esto no debe suponer bado que los malos tratos se dan en los
Frente a estos datos ajenos al hogar, el olvido de un hecho patente: aunque primeros años de una relación, con-
5,4% de las personas manifestaron la violencia sea recíproca, el proceso viene reforzar la idea de que no hay
haber recibido bofetadas de su pareja. suele darse en una situación en que ha- que disculpar el primer acto de violen-
No se observó un comportamiento bitualmente existe un diferencial de cia, ya que esa actitud puede favorecer
paralelo entre el nivel de violencia ge- poder a favor del hombre. Por las rela- que esta se torne crónica.
neral de la ciudad (el delictivo) y el ciones desiguales que se han obser- El que no se hayan encontrado dife-
vivido en la pareja. Las ciudades vado en las relaciones de pareja, el rencias significativas en cuanto a la
donde el nivel de violencia fuera del varón es el que suele controlar la auto- estructura familiar (en función de las
hogar fue significativamente más fre- nomía de la mujer por medio de su diferentes configuraciones de las rela-
cuente que en el resto —Caracas y, aportación económica, apoyado en ciones entre los parientes y no parien-
sobre todo, San Salvador— no son los muchas ocasiones por instituciones tes), ni con respecto al desequilibrio
lugares donde se produce más violen- públicas dominadas básicamente por de edad o nivel académico, es un ele-
cia conyugal. Algo similar, pero a la hombres que no siempre tratan ade- mento positivo, ya que parece que el
inversa, se observó con Santiago de cuadamente a las mujeres que se acer- modelo de familia nuclear tradicional
Chile, que, siendo la ciudad donde can en demanda de ayuda o de justicia está empezando a perder la hegemo-
menos violencia se registró en la calle, (3). Cualquier elemento que equilibre nía de que gozaba hasta hace unas dé-
ocupó un lugar intermedio en cuanto a el poder dentro de la pareja, como el cadas, abriéndose paso nuevas formas
la intensidad de la violencia conyugal trabajo de la mujer fuera del hogar o la de convivencia. Ahora bien, otro de los
ejercida, solo superada por San Salva- mejora de su fuerza física, pueden ejer- resultados relacionados con la familia
dor, Cali y Salvador de Bahía. San José cer un efecto a la hora de equilibrar las indica que un compromiso público
y Madrid fueron las ciudades donde se consecuencias de los actos de violen- (como el matrimonio) parece menos li-
registraron niveles relativamente bajos cia bidireccional. Tampoco debe olvi- gado a la conducta violenta que la con-
de violencia conyugal y delictiva. darse que este estudio se ha llevado a vivencia sin estar casados (19).
Es importante destacar los resulta- cabo con personas que actualmente En el camino de la reducción de la
dos relacionados con las diferencias viven en pareja, lo cual deja de lado al agresión conyugal es de gran impor-
entre hombres y mujeres a la hora de sector donde se producen actos más tancia que los ciudadanos, especial-
ejercer y ser víctima de la violencia en extremos de violencia, como la tortura mente las mujeres, adopten actitudes
el hogar. En el caso de los gritos, las psicológica de utilizar a los hijos para contrarias a la justificación de la vio-

256 Moreno Martín • Violencia en la pareja


lencia. En las ciudades donde es alta alertan sobre la importancia de una so- deben orientarse inexorablemente a
la proporción de varones y mujeres cialización no violenta de los menores reforzar los elementos inhibidores (do-
que consideran justificado que se gol- en sus hogares y fuera de ellos. Otros tación de habilidades para enfrentarse
pee a la mujer de vez en cuando (como facilitadores de la agresión, como el a los conflictos, reducción del estrés,
Cali), los primeros afirman ejercer más consumo de alcohol, deberían hacer- etc.) y a reducir el impacto de los faci-
violencia que la que ellas dicen recibir, nos reflexionar sobre los procesos de litadores promoviendo programas y
lo contrario de lo que se observa en introducción de niños y adolescentes actuaciones no estereotipados que se
ciudades donde el nivel de violencia es en la cultura del alcohol. También con- basen en posibilidades reales de actua-
menor, como San José y Madrid, y viene destacar que se confirma nueva- ción con personas víctimas de la vio-
donde la justificación de estas conduc- mente la relación directa entre la pre- lencia, pero que, sobre todo, incidan
tas es menor en general y las mujeres sencia (real o deseada) de armas y la en los elementos estructurales que so-
las justifican menos que los varones. agresión, hecho que suele aparecer en portan el amargo edificio del maltrato.
En este mismo sentido, cualquier mo- la mayor parte de las investigaciones
dificación de las actitudes de justifica- realizadas desde el estudio pionero de
ción de la violencia y de la intolerancia Berkowitz y LePage (61). En la pre-
social, en la línea de censurar la agre- sente investigación, el caso más favo-
sión y aumentar el respeto por las dife- rable fue siempre el de aquellos que no Agradecimiento. Este artículo se
rencias, podría tener un efecto inhibi- poseen armas y no desean poseerlas. basa en los datos del Estudio Multi-
dor de la conducta violenta (30). La constatación de asociaciones en- céntrico sobre Actitudes y Normas Cul-
Se considera importante confirmar tre las variables estudiadas en esta in- turales sobre la Violencia (proyecto
la hipótesis del proceso circular de la vestigación y la violencia conyugal ACTIVA), que fue realizado en ocho
violencia o de su transmisión genera- abre nuevas vías de actuación desde ciudades de América Latina y España
cional. Esta confirmación en un estu- distintos campos (salud pública, tera- bajo los auspicios y la coordinación de
dio internacional puede aportar nue- pia de pareja, acción legal, promoción la Organización Panamericana de la
vos argumentos a los educadores que del cambio de actitudes, etc.). Estas Salud.

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ABSTRACT This article describes variables related to different forms of violence in couples. These
variables have been organized in a theoretical model that takes into account cultural
factors, sociodemographic and family characteristics, attitudes, and other variables
Violence in couples defined as inhibitors and facilitators of violence in conflict situations. For the ACTIVA
project, a representative sample consisting of 10 821 people was interviewed in eight
cities. For this research on couples, 6 184 of those responses were taken into consider-
ation, from persons who were in a marriage or an unmarried relationship during the
year before the interview. The data were obtained from verbal responses to a ques-
tionnaire completed in the interviewees’ residences. The variables that were clearly
associated with couples violence were: socioeconomic level (the fewer the economic
resources, the greater the violence), gender (women reported both using and receiv-
ing more violence than men did, although the actual level of violence was similar),
age (there was more violence between younger people), marital status (there was
more violence between unmarried persons), childhood abuse (those most abused in
childhood), excessive alcohol consumption (those who have gotten drunk), holding
attitudes justifying violence, and having fewer skills to deal with conflicts. Acts of vio-
lence, which both men and women commit in relationships, originate in the social-
ization process, both through the practice of abuse as well as the transmission of val-
ues that lead to attitudes justifying violence. A number of things could help markedly
reduce the levels of couples violence, including a balance of power between the two
persons in the relationship, a modification of attitudes, an improvement in conflict-
resolution skills, and a reduction in stress-producing factors.

258 Moreno Martín • Violencia en la pareja

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