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ZARAMA. SONIDO MARGEN IZQUIERDA.

Arrancaban los 80. Eran los primeros tiempos del rock vasco, que iba con un
ligero retraso respecto a la ‘movida’ madrileña. Por estos lares imperaba la
actitud ‘destroyer’ o politizada, y los grupos que molaban eran Barricada,
Hertzainak. Eskorbuto, RIP (su cantante, Karlos Agirreurreta, alias Mahoma,
falleció recientemente en su casa de Bilbao), Cicatriz, Las Vulpes (el martes
anunciarán tres bolos de reunión en conmemoración del décimo aniversario de la
muerte de Lupe) y Zarama, claro.

Algunos de estos nombres estaban más implicados en el Rock Radikal Vasco, otros
se hallaban más al margen (Cicatriz y Eskorbuto se desmarcaban del asunto
arrastrados por su comportamiento demasiado… hum… digamos indisciplinado y
anarquista), pero todos contribuyeron a empujar una escena y a la industria que
nació con ella. Eso sí, ahora las cosas han mejorado en todos los aspectos;
desde el artístico (viva la pluralidad de bandas actual) hasta el técnico (ah,
los estudios de grabación…).

Tras unas canciones sueltas que dieron mucho que hablar y les alzaron como el
grupo de rock vizcaíno por excelencia, Zarama (Basura, un bautismo muy punk) se
vistieron las chupas de cuero y se propusieron cantar rock and roll en euskera
desde la Margen Izquierda. Dieron su primer paso en largo con ‘Indarrez’ (Discos
Suicidas, 84), LP marcado por la producción de Ángel Altolaguirre, el Iggy Pop
español, tal y como se vendía en esa época el líder de Ángel y las Guays.
Altolaguirre puso en primer plano el bajo y ahuecó el conjunto otorgándole
sensación de tristeza y vacío metafísico.

Es curioso, porque la crítica local no se pronunció entonces sobre lo que más


tarde se revelaría como un primer intento fallido. En ‘Indarrez’ cabían guiños
borrokas (‘Goazen borrokara’, que luego readaptarían Negu Gorriak), mucho
afterpunk (‘Hau da amaituko’), aires de Joy Division (‘Indarrez’), un
fusilamiento de Dr. Feelgood (‘Kazaia kopa ta porno gogorra’), y varios pequeños
éxitos autóctonos: en clave reggae (‘Gazteizko gaua’), mirando a Stiff Little
Fingers (‘Bildur naiz’), brusco (‘Edan ase arte’) o ágil (‘Zaramaren erdian’).
Este primer CD de la caja incluye tres bonus que no aparecían en el LP original:
‘Nahiko’, un ‘Eskerralde’ que no pierde pegada y ‘Dana niretzat’.

En la reválida, ‘Gaua Apurtu Arte’ (Suicidas, 85), Zarama mejoraron la


producción y su cancionero se sofisticó por acercamiento a la new wave más
adulta y adusta; sirvan como ejemplo los aires de Police en ‘Nahaste borraste’ o
de Fisher Z en ‘Latsegi da’. Además, seguían explotando el ska tan de moda en la
soñada Euskadi Tropical (‘Mertzenariak’) y se apuntaron otros tres éxitos: el
amoroso ‘Oianone’, el acelerado ‘Euskadi Fizzioa (Izorra hadi)’ y el recuperado
e idiosincrático ‘Eskerralde’.

Con estos dos LPs, Zarama dijeron todo lo que tenían que decir. En años
posteriores, su cancionero se mantuvo en un rutinario perfil plano que no acusó
tanto bajón como Itoiz al final, o incluso Hertzainak. De hecho, despuntó al
principio. En su tercer y cuarto discos se atascaron, para qué negarlo. En ‘Dena
ongi nabil’ (Elkar, 87), su fórmula pretendidamente social (apologética de los
perderores y los alienados) se empantanó en composiciones que cuidaban
especialmente los textos de Moso y los primaban sobre unas ambientaciones
reforzadas con la incorporación de una segunda guitarra. Y es que Zarama
parecían haber olvidado el concepto de canción en su madurez, y aquí colaron
hermanamientos con Hertzainak (‘Ordaindu eta ixilik’), lírica política
(‘Bihotzak sutan’), el melisma de los Siniestro Total iniciales (‘Hau zortea’) y
su primer blues (‘Kilikiliz kill nazazu’).
Perdido el filo primerizo y consolidados como dinosaurios del incipiente rock
vasco, Zarama tampoco avanzaron en su siguiente trabajo, ‘Bostak bat’ (Elkar,
89), también lúgubre y con letras ecologistas (‘Mokordo ibaia’), anticatódicas
(‘625 lerro aluak’), anticatólicas (‘Dominus bobiskum’, funk a lo Talking Heads
con rapeado) y alusivas a arcadias imaginarias que sugieren pretensiones
trascendentales como las de Sting (‘Bostak bat’).

Tras estos dos trabajos planos, los de Santurce (todavía no le habían cambiado
el nombre al pueblo) se ampliaron a sexteto con la entrada de un teclista. Ahora
cuidan más el acabado y lanzan su primer disco bien producido, ‘Sexkalextrix’
(Elkar, 91), con baladas nacionalistas (‘Zoaz Euskal Herria’), lírica tribal con
toques de funk progresivo (‘Astindu’), swing con punteos de alta graduación
destinados a demostrar su madurez como instrumentistas (‘Magali’), rock social
(‘Iñaki, zer urrun dagoen Kamerun’) y un blues perezoso que saben levantar
(‘Alde egin’). Lo dicho: que Zarama remontan el vuelo y cuidan más el concepto
de canción.

Su último esfuerzo, con Moso y los suyos manteniendo sus mentes en otros
quehaceres, se tituló ‘Binilo bala’ (Elkar, 94). Apuró el rock setentero
(‘Milioi bat dolar’), a veces con dejes totales vía Deep Purple (‘Kostako
bidea’, ‘Rock & roll marruma’), otras explotando el lado negro (Zorrik ez’, el
poso blues de ‘Kaia barrenian’) y algunas melódicamente yanquis (‘Gaueko buruko
mina’), además de incluir composiciones operísticas al estilo de unos Queen
domésticos (‘Txatxo’). En resumen, una digna despedida de un grupo mítico que
supo decir adios en línea ascendente y que ha marcado a generaciones posteriores

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