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La Física en la Actualidad

Las consecuencias de las aportaciones científicas de Einstein siguen siendo objeto de importantes
debates en la actualidad: intentos para detectar las ondas gravitatorias predichas por la
Relatividad General; resultados con la sonda B de gravedad de la NASA para aportar pruebas de
que los cuerpos masivos en rotación (la Tierra) arrastran consigo el tiempo y el espacio;
investigaciones sobre supercuerdas, teoría M o gravedad cuántica de bucles; fundamento de los
láseres; de la navegación con GPS; o, el santo Grial de la Física, encontrar una gran teoría
unificadora de toda la Física, desde la subatómica a la cósmica.

2005, Año Internacional de la Física.

La física raramente es objeto de atención mediática. La concesión anual de los premios Nobel,
junto con algún descubrimiento ocasional, es el único evento que recuerda al público esa ciencia
tan admirada como desconocida. Cuando esto sucede, la atención se centra en alguna cuestión
particular: un nuevo estado de la materia, una nueva partícula elemental, un importante avance
en cosmología o en nanotecnología. Al declarar 2005 Año Internacional de la Física, la UNESCO
pretende llamar la atención de la sociedad, no sobre un descubrimiento concreto, sino sobre la
física en su conjunto.
Es difícil exagerar la importancia de la contribución de la física a la humanidad. Sus
descubrimientos han generado numerosos avances técnicos que han cambiado nuestras vidas. La
física clásica dio lugar a la pila eléctrica, la turbina, la comunicación sin hilos, el motor de gasolina,
la aeronáutica. La física del siglo XX ha generado la electrónica, el láser, la resonancia magnética, la
telefonía móvil, Internet.

La era dorada de la física.

En muchos sentidos, la física es la primera y más fundamental de todas las ciencias. La biología se
preocupa de la vida, la química de la diversidad de la composición de la materia, la matemática
busca relaciones exactas entre conceptos ideales. La física es la única ciencia que tiene como
objeto la descripción cuantitativa de toda la realidad material. Se ocupa de las propiedades
íntimas del núcleo atómico y de la estructura global universo, de la comprensión de los sólidos, de
los líquidos y los gases, de la evolución de las estrellas, de la electricidad y la electrónica, del calor,
de la luz, de la atmósfera, de la tierra, del sistema solar, y de los procesos biológicos. Y aunque
todas las aplicaciones prácticas son bienvenidas, no es el desarrollo técnico el principal objeto de
la física. Su motor primero es la búsqueda del conocimiento. Cuando hay verdadero progreso
científico, las aplicaciones técnicas llegan por sí solas.
En la actualidad, lejos de languidecer, la física parece estar viviendo una época de oro en la que no
cesan de surgir horizontes nuevos. En conjunto, resulta asombrosa la comprensión cada vez más
fina de las consecuencias de las leyes conocidas, así como la capacidad actual para manipular y
diseñar la materia a escala atómica. La cosmología está todavía en sus comienzos, especialmente
si recordamos que aún no se ha abierto la ventana de las ondas gravitacionales, cuya detección es
uno de los máximos retos de la ciencia actual. La teoría de supercuerdas intenta unificar todas las
fuerzas de la naturaleza. La meteorología pugna por la comprensión del cambio climático. La
biofísica se nos presenta como virtualmente ilimitada. La nanociencia está sentando las bases de
una nueva revolución tecnológica. El procesamiento de la información cuántica está
revolucionando la criptografía y puede llevar a la creación de ordenadores con una capacidad
ahora impensable.

Faltan vocaciones científicas.

Tras la constatación de un escenario tan atractivo, cabría pensar que muchedumbres de


estudiantes tendrían que estar llamando a las puertas de las facultades de física.
Desgraciadamente, la realidad es otra. En todo el mundo occidental se percibe desde hace unos
años una disminución del número de jóvenes que optan por la física. Siguen llegando estudiantes
muy cualificados, pero en números demasiado reducidos. El fenómeno es común a otras ciencias,
especialmente a la química y las matemáticas. ¿Por qué se produce esta tendencia?.
Aunque la carrera de física desarrolla habilidades que son valoradas en muchos ámbitos de
trabajo, la realidad es que su principal atractivo es la perspectiva de poder acceder al mundo de la
investigación. Un alumno que disfruta con la física y las matemáticas pero que no se siente atraído
por esa posibilidad, suele preferir los estudios de ingeniería. Esta elección se ve favorecida por una
percepción generalizada de que la carrera investigadora es demasiado dura. Se necesitan muchos
años de trabajo intenso para alcanzar unas metas de logro incierto. Pero merece la pena
intentarlo, sabiendo que la formación adquirida es en sí misma gratificante y deja abiertas las
puertas a otras trayectorias profesionales muy satisfactorias. Además, el libre desarrollo de una
auténtica vocación creativa contribuye a la felicidad humana de un modo que no es evaluable en
términos económicos.

Ciencia ignorada.

Parte del problema es que nuestros jóvenes lo ignoran casi todo sobre el rumbo de la física actual.
Los investigadores, en colaboración con los profesionales de la divulgación científica, deberíamos
esforzamos más por darlo a conocer a la sociedad que financia nuestro trabajo.
Los planes de estudio de la enseñanza media ayudan poco. La física y las matemáticas se conciben
como herramientas para ejercitar la inteligencia, pero no se dedica tiempo a que los alumnos
aprendan a deleitarse en la armonía de la creación. Este planteamiento contrasta con el de otras
asignaturas como el arte y la literatura, más enfocadas hacia la educación de la sensibilidad
artística que hacia el desarrollo de habilidades concretas.
En este sentido, el primer contacto con la física no puede ser más desalentador: demasiados
proyectiles siguiendo trayectorias parabólicas, trenes chocando y parejas de coches saliendo de
Madrid y Barcelona para encontrarse en Medinaceli. Así es imposible competir con Internet o con
los videojuegos. El imprescindible fomento de habilidades analíticas debería complementarse con
una mínima exposición al panorama actual y a la historia tanto de la física como de las otras
ciencias.

Ciencias y Humanidades caminan juntas.

Pero quizá la razón más profunda por la que en Occidente disminuye el número de vocaciones
científicas es porque nuestra sociedad ha dejado de valorar el conocimiento por sí mismo. En la
antigua Grecia, el amor a la sabiduría puso en marcha la reflexión racional del hombre sobre la
naturaleza. La filosofía abrió paso a la ciencia y durante muchos siglos ambas caminaron juntas.
Cuando la ciencia adquirió su definitiva fisonomía moderna después del Renacimiento, sus padres
fundadores eran grandes humanistas.
Con el tiempo, una necesaria especialización de ambas ramas del saber llevó a un innecesario
divorcio entre ellas. Así, alguien puede ser tenido como una persona culta ignorándolo todo sobre
ciencia. Frente a esta arrogancia surge otra de signo opuesto que empieza por desestimar el
conocimiento humanista para terminar ignorando el valor intrínseco de todo conocimiento,
incluido el científico. En definitiva, los principales enemigos de la ciencia son el humanismo
arrogante y el pragmatismo radical.

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