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Magistrado Ponente:
CARLOS IGNACIO JARAMILLO JARAMILLO
En efecto, siguiendo las directrices trazadas por el legislador en el capítulo VIII del Título
XIII de la Sección III del Libro II del Código de Procedimiento Civil, lo mismo que en el
Decreto 2651 de 1991, algunas de cuyas disposiciones fueron acogidas por la ley 446 de
1998 (arts. 10 a 13), fácilmente se advierte que, en orden a otorgarle valor probatorio a un
documento privado, debe el Juez distinguir la naturaleza de su contenido. Con este específico
propósito, ya ha precisado la Sala: “sabido es que los documentos son simplemente
representativos cuando, sin plasmar narraciones o declaraciones de cualquier índole,
contienen imágenes, tal como acontece con las fotografías, pinturas, dibujos, etc. Y son
declarativos, cuando contienen una declaración de hombre y en tal caso se les suele clasificar
en dispositivos y testimoniales, según correspondan a una declaración constitutiva o de
carácter negocial (los primeros), o a una de carácter testimonial (los segundos)” (CCXXII,
pág. 560).
Expresado de otra manera, en lo tocante con su eficacia probatoria, ninguna norma procesal
ha exigido la autenticidad de los documentos declarativos emanados de terceros que, “por sus
características especiales, han tenido una regulación también particular que, en la legislación
permanente, ha consistido en asimilarlos a los testimonios para efecto de su ratificación (o,
más bien, su recepción directa), salvo cuando, por acuerdo de las partes se acepta el
documento como tal (arts. 277, num 2º ., y 229 inciso 2º C. de P.C.)” (CCXLIII, págs. 297 y
298). Pero a partir de la vigencia del decreto especial de descongestión antes aludido, “Esa
‘ratificación’, que en realidad consiste en recibir una declaración testimonial juramentada, fue
la que se relegó…, con la salvedad de que debe producirse siempre y cuando la parte contra
quien se presenta lo solicite de manera expresa. En caso contrario, el documento será
estimado por el Juez, sin ninguna otra formalidad” (se subraya; CCXXII, pág. 560). En suma,
“El requisito de autenticidad, por otros medios que la censura echa de menos, está reservado
para verdaderas copias y para los documentos de naturaleza dispositiva o simplemente
representativa (Art. 254 y 277-1o. ib.)” (CCXXXVII, pág. 879).
ANTECEDENTES
LA DEMANDA DE CASACION
CARGO PRIMERO
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Para sustentar su acusación, el censor sostuvo, luego de
transcribir las súplicas formuladas en el libelo introductorio, que
los demandantes acumularon indebidamente sus pretensiones,
toda vez que, en la pretensión segunda, persiguieron una
condena global de $12’000.000.oo por concepto de perjuicios
materiales, sin especificar el interés de cada uno de ellos y sin
señalar ningún porcentaje para el efecto, lo que también se
advierte en lo tocante con la condena que se solicita por perjuicios
morales, “curiosa forma de acumular pretensiones, en tanto no
permite en modo alguno determinar qué es lo que pretende
concretamente cada uno de los tres demandantes”, lo que
conlleva la ineptitud de la demanda, falencia que no podía ser
suplida oficiosamente por el fallador, quien incurrió, entonces, en
error de hecho al apreciar la demanda.
CONSIDERACIONES
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2. En este orden de ideas, no se discute que toda demanda
debe contener “Lo que se pretenda, expresado con precisión y
claridad”, exigencia que obliga, en caso de acumulación, a que los
varios pedimentos, principales, consecuenciales o subsidiarios,
deban formularse por separado, con respeto a los requisitos que
la ley establece para su procedencia (arts. 75 nral. 5 y 82 C.P.C.).
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Sobre el particular ha precisado la Sala, que “lo que hace inepta a
la demanda es la imposibilidad o dificultad suma para desentrañar
su verdadero sentido y fijar sus verdaderos alcances; lo otro,
como aquí lo pretende el impugnante, es propender por la
elaboración paradigmática de las demandas. Recuérdese que la
ley lo que exige es una demanda que no imposibilite
definitivamente su entendimiento. Perspectiva desde la cual se
puede afirmar que el requisito consiste en que el libelo se ajuste a
unas condiciones mínimas, y no en que esté incomparablemente
logrado” (se subraya; CCLV, pág. 917).
CARGO SEGUNDO
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En similares términos hizo alusión el recurrente a los errores de
derecho en la apreciación de los documentos relacionados con los
perjuicios atinentes a pagos realizados en dólares, acotando que,
por las mismas razones atrás aludidas, los documentos visibles a
folios 11 a 30 y 408 a 421 del cuaderno 3, no podían ser
apreciados, motivo por el cual la condena, por este concepto,
debía reducirse a la suma de $3’540.000,oo.
CONSIDERACIONES
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DECISION
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CARLOS IGNACIO JARAMILLO JARAMILLO
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