Vous êtes sur la page 1sur 12

¿La informalidad mató a los obreros

del incendio en las Malvinas?


Sobre el erróneo concepto de informalidad y la hipocresía
empresarial en el Perú
PUBLICADO ORIGINALMENTE: 2017-06-29 EN
HTTPS://OMARCAVERO.LAMULA.PE/2017/06/29/ LA-INFORMALIDAD-MATO-A-LOS-OBREROS-
DEL-INCENDIO-EN-LAS-MALVINAS/OMARCAVERO/

El incendio del centro comercial “Las Malvinas” en la ciudad Lima, ha


conmocionado al país entero. Todos vimos por televisión cómo un
trabajador pedía auxilio agitando un brazo por fuera de una estrecha
rendija. Él y otra persona más se encontraban atrapados en un
“container” metálico (como los que usan los camiones para llevar carga),
instalado de forma ilegal. Ahí laboraban por veinticinco soles diarios.

Su empleador los había encerrado con candado porque, según señalaron


algunos comerciantes, temía que pudieran robarle parte de los focos
fluorescentes que falsificaba. Murieron calcinados dentro de aquel horno
de fierro y frente a los ojos y la impotencia de los bomberos y de todos
nosotros. Ya era imposible rescatarlos. Se trata de dos jóvenes de 20 y
21 años de edad. Uno deja huérfana a una niña con pocos días de
nacida.

Claramente, estas muertes no fueron accidentales. El responsable no fue


el azar. Pudieron haber escapado pero estaban encerrados. ¿Quién los
mató?

Por supuesto, esas condiciones de semi-esclavitud tienen como


responsable directo al empleador, que ya ha sido identificado y al que
debe caerle todo el peso de la ley. Pero lo más alarmante es que la
realidad de esos trabajadores no es excepcional. Una gran cantidad de
personas en el Perú laboran en condiciones precarias y con derechos
permanentemente vulnerados.

Desde las mediciones oficiales, este tipo de empleo es considerado


“informal” y, de acuerdo al INEI, la informalidad laboral abarca a casi 8 de
cada 10 trabajadores (74,3% el año 2012, para ser más precisos)1. Se
trata de un dato duro, persistente. A pesar del crecimiento económico, la
informalidad se ha mantenido. En los noventa, ascendía a 76% (Morales
y otros, 20102).
Ante esos datos, el clamor general ha sido por tomar decisiones
contundentes para enfrentar la informalidad. De hecho, los grandes
empresarios nacionales y varios periodistas que los representan (basta
escuchar RPP en las mañanas y al mediodía), han aprovechado para
poner en la agenda pública la necesidad de hacer más “flexible” el
mercado laboral. Abaratar la formalización, hacerla menos difícil. Hasta el
FMI ha salido a repetir esa receta en estos días3. Enfrentar la
precariedad laboral precarizando el empleo sería la única salida. Mejor
tener pocos derechos que ninguno.

¿Pero la informalidad es la culpable? ¿Qué entender por informalidad?


¿Verdaderamente este fenómeno es el responsable de las condiciones
precarias de trabajo de los obreros que murieron en el incendio?
¿Flexibilizar la formalidad es la única alternativa? Veamos.

La informalidad: un concepto poco útil y basado en


falsedades
Para comenzar, la informalidad es un concepto que tiene poca o ninguna
utilidad en términos analíticos. En sentido estricto, no es más que una
forma de dar cuenta de la ausencia de formalidad. Lo que no es formal
es informal. Nada más.

Quizá su único valor como concepto radica en la adopción de éste por


parte del INEI, que genera datos actualizados, donde define como
informalidad laboral a las situaciones en que los trabajadores se
1
Cf., Producción y Empleo Informal en el Perú: Cuenta Satélite de la Economía Informal 2007-2012, 2014,
Lima: Instituto Nacional de Estadística e Informática:
https://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/publicaciones_digitales/Est/Lib1154/libro.pdfhttps://www.
inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/publicaciones_digitales/Est/Lib1154/libro.pdf
2
Morales, R., J. Rodríguez, M. Higa y R. Montes, Transiciones laborales, reformas estructurales y
vulnerabilidad laboral en el Perú (1998-2008), 2010, Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú:
http://files.pucp.edu.pe/departamento/economia/DDD281.pdf
3
Cf., https://rpp.pe/economia/economia/fmi-recomendo-flexibilizar-mercado-laboral-y-luchar-contra-la-
corrupcion-noticia-1060760
desempeñan en condiciones que no cumplen con requisitos mínimos
como contar con contrato, ganar por encima del sueldo mínimo, etc. (Más
información aquí4).

Uno de los autores que más ha posicionado su lectura sobre la


informalidad es Hernando De Soto, indudable ideólogo del fujimorismo (y
del neoliberalismo en América Latina). La tesis de De Soto es sencilla y
persuasiva. La informalidad sería producto de una institucionalidad que
no permite que la economía popular, en un contexto de fuertes
migraciones del campo a la ciudad, se desarrolle.

Es muy caro formalizarse y toma mucho tiempo. En un esquema costo-


beneficio, ser formal resulta demasiado costoso para un emprendedor
que tiene poco margen de ganancia. El Estado sería para él una traba.

La salida, por tanto, consistiría en simplificar el proceso. Abaratarlo.


También habría que apoyarlo en la obtención de títulos de propiedad
para sus activos, que le permitan entrar al sistema financiero. A la par,
para promover la inversión privada -con su consecuente efecto esperado
de dinamizar la economía y generar puestos de empleo- será necesario
flexibilizar el mercado de trabajo. Si la contratación y el despedido
presentan costos de transacción muy altos, no se invertirá o se optará
por la informalidad. El derecho laboral es un “costo de transacción” a
reducir.

Con este discurso, el gran empresariado peruano ha contado con un


argumento muy efectivo para recortar derechos laborales en las últimas
dos décadas y media a nombre del apoyo a las mypes, a los
emprendedores, a la economía popular, etc.

Pero el concepto de informalidad que subyace al planteamiento de De


Soto (y que es el que generalmente usamos), adolece de tres grandes
problemas.

4
Cf., Producción y Empleo Informal en el Perú: Cuenta Satélite de la Economía Informal 2007-2012, 2014,
Lima: Instituto Nacional de Estadística e Informática:
https://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/publicaciones_digitales/Est/Lib1154/libro.pdfhttps://www.
inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/publicaciones_digitales/Est/Lib1154/libro.pdf
El primero es su carácter meramente residual. No se ve la economía real.
En la informalidad podría entrar todo lo no formal. No queda claro cuándo
la informalidad es aquella del emprendedor idealizado por De Soto y
cuándo se trata de explotación abusiva.

Tampoco queda claro, en la misma línea, cuándo no es informalidad sino


ilegalidad; es decir, siguiendo a Francisco Durand, cuándo las
actividades apuntan a una transgresión directa de la legalidad:
contrabando, narcotráfico, trata, etc.

Aquello se asocia con una segunda limitación. El concepto de


informalidad nos lleva a pensar en una economía dividida en dos
sectores. El formal y el informal. O hasta en tres, incluyendo la ilegalidad.
Es como si se tratara de economías distintas, con fronteras claras.

Pero la economía real es una sola. Desde las relaciones económicas


realmente existentes se llevan a cabo procesos de trabajo que dan lugar
a productos (bienes y servicios) que son comercializados y consumidos
en un flujo permanente que es coherente, que funciona.

Como lo demuestra el antropólogo Marcos López en una reciente


investigación5, si se observa la cadena de producción de una mercancía
concreta -como un polo elaborado en Gamarra- uno puede observar
cómo el mismo producto entra y sale de la formalidad una y otra vez.
Sucede igual con la ilegalidad. El dinero ilegal se lava en la economía
legal y alimenta el sistema financiero.

Esas divisiones son, pues, ficciones producto o de malos marcos


analíticos o de una abierta propaganda ideológica; en este caso,
propaganda orientada a justificar una política de desregulación
económica agresiva, de sello neoliberal.

La tercera limitación, finalmente, es que considerar la informalidad como


producto de las características de la institucionalidad, vista como
compleja y costosa, lleva a asumir: i) que las empresas informales
5
López, M., “En los límites del discurso sobre la informalidad: un estudio de caso sobre la producción y
venta de un polo publicitario en Gamarra”, en Producción, trabajo y acumulación de capital en el Perú
(Cuaderno de Investigación N°2), 2007, Lima: Emancipación:
https://www.dropbox.com/s/q92ngdgm4et7dq8/Cuaderno%20de%20Investigaci%C3%B3n%202.pdf?dl=0
querrán siempre formalizarse y que no lo hacen porque les resulta muy
caro, ii) que las empresas formales no tenderán a bajar sus estándares
de formalidad junto con la reducción de las exigencias legales y iii) que
no es necesaria la fiscalización estatal, pues el problema solo consiste en
costos y trabas burocráticas.

¿Hay alguna evidencia de que esto es realmente así? Ninguna.

La realidad muestra todo lo contrario. El dato duro es que el 18% de la


informalidad laboral se da en empresas que son formales y que, incluso,
muchas de ellas son grandes empresas (INEI, 20146).

Asimismo, en más de una ocasión, la gran empresa crea personerías


jurídicas de empresas pequeñas para aprovechar el régimen especial
Mype o hasta funda empresas abiertamente informales, que les permiten
abaratar costos productivos.

Los problemas de fondo que no se quieren ver a pesar


de la amplia evidencia
Eso que llamamos “informalidad” y que es persistente en nuestra
economía, expresa problemas de fondo que poco tienen que ver con una
institucionalidad costosa o con una “economía informal” con lógica
propia, distinta a la formal.

Los datos sobre informalidad solo expresan, aunque desde un concepto


que ya vimos que es erróneo e impreciso, las características
estructurales de nuestra economía y de la mayoría de economías de
América Latina.

Destaquemos dos rasgos económicos fundamentales. El primero, en


términos de la CEPAL, es la heterogeneidad productiva. Los sectores
económicos que concentran los mayores niveles de inversión y

6
Cf., Producción y Empleo Informal en el Perú: Cuenta Satélite de la Economía Informal 2007-2012, 2014,
Lima: Instituto Nacional de Estadística e Informática:
https://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/publicaciones_digitales/Est/Lib1154/libro.pdfhttps://www.
inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/publicaciones_digitales/Est/Lib1154/libro.pdf
tecnología, que son los más productivos, por donde pasa,
fundamentalmente, el crecimiento del PBI, tienen una capacidad ínfima
de generación de empleo.

En el caso peruano, de acuerdo a las Tablas Insumo-Producto del año


20077 y la ENAHO 2015 (INEI)8, estos sectores son minería,
hidrocarburos, electricidad y agua y finanzas. Juntos solo emplean a
2,4% de los trabajadores.

El grueso de los trabajadores (81,5%) se desempeña en actividades de


baja productividad, donde predominan el autoempleo y las
microempresas. Esas actividades, en el ámbito urbano, se agrupan en el
sector servicios.

Vendedores de gaseosas en los paraderos. Bodegas familiares que


operan en la ventana de la casa. Venta de desayuno en las esquinas.
Puestos de fotocopias. Venta de golosinas y cigarrillos de madrugada.
Comercio ambulatorio. Taxis, colectivos, custers.

Los niveles de productividad son bajísimos. Es casi una zona de refugio,


de supervivencia. Se brinda servicios con lo ya producido y con escasa o
nula innovación tecnológica. Aquí (servicios de baja productividad) se
concentra el 55,9% del trabajo y la abrumadora mayoría de
microempresas.

Otro 25% de trabajadores se ubica en actividades agropecuarias, la


mayoría de las veces de autoconsumo y con niveles mínimos de ingreso.
Pobreza y precariedad en la ciudad y en el campo, esa es la realidad de
la enorme mayoría del Perú.

7
Cf., Perú: Cuentas Nacionales 2007, 2014, Lima: Instituto Nacional de Estadística e Informática:
https://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/publicaciones_digitales/Est/Lib1138/Pdfs_CAB2007/libro.p
df
8
Cf., Producción y Empleo Informal en el Perú: Cuenta Satélite de la Economía Informal 2007-2012, 2014,
Lima: Instituto Nacional de Estadística e Informática:
https://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/publicaciones_digitales/Est/Lib1154/libro.pdfhttps://www.
inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/publicaciones_digitales/Est/Lib1154/libro.pdf
Con todo y ello, quizá las actividades con la mayor productividad se
encadenen con las de productividad menor, ayudándolas a crecer,
aunque sea de forma indirecta. ¿Qué dice la evidencia?

Los encadenamientos, de acuerdo a un reciente estudio de Gonzáles de


Olarte (2015)9, son mínimos, a juzgar por las Tablas Insumo-Producto.
Siguiendo al autor, nuestro actual patrón de crecimiento, primario-
exportador y de servicios (PESER), no necesitaría de niveles altos de
consumo interno. Es un crecimiento fundamentalmente hacia afuera.

El segundo rasgo se vincula al anterior. Tiene que ver con la relación


entre oferta y demanda en el mercado laboral o, dicho de otro modo, con
la capacidad del capital de absorber la fuerza de trabajo disponible de
nuestra economía.

Ya decía Marx que la acumulación capitalista generaba su propia ley de


población. Los trabajadores “faltan” o “sobran” en función de las
necesidades de acumulación del capital.

Pues bien, en el Perú tres cuartos de los trabajadores “sobramos”, somos


"excedentes". La gran empresa capitalista (de más de 200 trabajadores)
solo genera 2 de cada 10 empleos (16,8%, ENAHO 201510), aunque se
apropia 1 de cada 3 soles (o más) de la economía peruana (Perú The
Top 10,000 companies, 201411).

Hay, pues, más disposición de fuerza de trabajo que capacidad


capitalista de contratarla. En términos simples, esto significa que hay
menos sillas que gente para sentarse en ellas y eso no va a cambiar si
bajamos de peso o nos volvemos más rápidos para correr y sentarnos.

El 34,8% de los trabajadores es autoempleado, el 11% es trabajador


familiar no remunerado, el 2,5% es trabajador del hogar (ENAHO

9
Gonzales de Olarte, E., Una economía incompleta. Perú 1950-2007, 2015, Lima: Fondo Editorial de la
Pontificia Universidad Católica del Perú
10
Cf., Producción y Empleo Informal en el Perú: Cuenta Satélite de la Economía Informal 2007-2012, 2014,
Lima: Instituto Nacional de Estadística e Informática:
https://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/publicaciones_digitales/Est/Lib1154/libro.pdfhttps://www.
inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/publicaciones_digitales/Est/Lib1154/libro.pdf
11
Cavanagh, J., Peru: The Top 10, 000 Companies 2014, 2014, Lima: Peru Top Publications
201512). Eso no va a cambiar tampoco si hay más y mejor educación,
solamente. No es un asunto de empleabilidad. No es responsabilidad de
los atributos del trabajador.

Con el título bajo el brazo, uno puede engrosar las filas del subempleo
profesional (40% el 201213). Podemos ser abogados o ingenieros y hacer
taxi para vivir.

Y la situación, por supuesto, tampoco cambiará haciendo más baratos a


los trabajadores.

Eso solamente favorecerá al gran capital.

Hoy por hoy, con 1,200 soles mensuales se puede conseguir


profesionales titulados, con experiencia y que estén dispuestos a trabajar
12 horas diarias con contratos temporales abusivos. Y ni qué decir con el
trabajo no calificado.

Con los 25 soles diarios que recibían los trabajadores que murieron
hacemos un total de 750 soles mensuales. Ese era el sueldo mínimo
hace apenas tres años.

En síntesis, nuestra estructura productiva heterogénea sostiene un


patrón de crecimiento que profundiza la desigualdad y genera amplios
polos de actividades y de mano de obra de tipo marginal. Siguiendo a
Quijano, es como estar en los márgenes de la economía capitalista
nacional, estar con un pie dentro y otro fuera, viviendo en la precariedad,
con alta inestabilidad y dependiendo de los vaivenes de los centros
capitalistas del país.

De hecho, ese “pie dentro” se da a través del mercado de servicios y de


las relaciones de trabajo. El capitalista peruano puede pagar 850 soles
12
Cf., Producción y Empleo Informal en el Perú: Cuenta Satélite de la Economía Informal 2007-2012, 2014,
Lima: Instituto Nacional de Estadística e Informática:
https://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/publicaciones_digitales/Est/Lib1154/libro.pdfhttps://www.
inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/publicaciones_digitales/Est/Lib1154/libro.pdf
13
Cf., Lavado, P., J.J. Martínez, G. Yamada, ¿Una promesa incumplida? La calidad de la educación superior
universitaria y el subempleo profesional en el Perú, 2014, Lima: Banco Central de Reserva del Perú:
http://www.bcrp.gob.pe/docs/Publicaciones/Documentos-de-Trabajo/2014/documento-de-trabajo-21-
2014.pdf
mensuales porque el trabajador desayuna con tres soles en una esquina
y se transporta con un sol y cincuenta céntimos en una combi. Además,
el autoempleado, eventualmente, puede ser contratado y esa sola
posibilidad tiene bajo amenaza de despido a los trabajadores
asalariados.

Cuando veamos que 59 de cada 100 soles producidos en el Perú se va


en excedente de explotación (utilidades empresariales, sobre todo),
tengamos presente que hay una fuerte subvención de parte de los
“emprendedores” que se autoexplotan con jornadas de más de 12 o 14
horas diarias.

Nuestra élite empresarial es, pues, digámoslo con total claridad,


profundamente parasitaria. El crecimiento reciente del PBI, de
dimensiones históricas, los ha enriquecido a niveles embriagantes,
mientras el ingreso real de los trabajadores se ha mantenido estancado
(desde 1994 prácticamente no aumenta).

El carácter político del problema

Y a esta realidad estructural es necesario agregar un rasgo no


económico. Un rasgo político de nuestra historia reciente.

Me refiero al enorme poder que ha adquirido el sector empresarial. No el


microempresario, que en verdad es clase trabajadora explotada de forma
indirecta por el capital. Hablo del empresario grande, de esos 515
multimillonarios peruanos que Oxfam señala que tienen ingresos
mensuales de 298,388 soles y que se agrupan en 42 grandes grupos
económicos.

Son la oligarquía empresarial propietaria del Perú. Ellos, desde 1990,


cuando Fujimori hizo una revolución institucional para acomodar el
Estado a la medida de sus intereses (incluido el cambio constitucional,
por supuesto), no han dejado de gobernar de facto.
Imponen una dictadura con fachada de democracia. Como antaño la
República Aristocrática, podemos llamar a nuestro tiempo, de forma
igualmente contradictoria, la era de la Democracia Empresarial.

Ideológicamente, institucionalmente, con funcionarios de alto rango que


provienen de sus filas en cargos clave del Estado y con dirección política
gubernamental directa, definen nuestro destino y, desde luego, hacen
rentables negocios en el proceso.

Ese gran poder ha llevado a que los rasgos estructurales del país se
hagan más acentuados en la dependencia externa, la heterogeneidad
estructural y la marginalidad urbana; es decir, en las causas de eso que
convenientemente llaman “informalidad”.

Aquello no les molesta. Les conviene. Se resisten a todo cambio. Si el


Estado quiere dar incentivos para canalizar la inversión hacia sectores
como manufactura, dirán que eso es mercantilismo, estatismo.

Si el Estado quiere regular mejor el sector formal, fiscalizar las relaciones


laborales y asegurar derechos a los trabajadores acabando con
regímenes especiales de sobre-explotación como el textil o el de agro-
exportación, dirán que eso los desincentiva a invertir, que se perjudicará
el trabajador.

Si el Estado busca recaudar más tributación apoyándose en el impuesto


a la renta de la gran empresa o controlando algunas actividades
extractivas, donde se explotan recursos de la nación, dirán que eso es
volver al nocivo velasquismo, que mejor es promover esquemas de obras
por impuestos o de responsabilidad social corporativa, pues, así se
desfinancie el Estado, es siempre mejor (por definición, por ley divina)
apostar por el sector privado.

Siempre hay que apostar por ellos. El Perú entero debe trabajar en
silencio y a sobretiempo para enriquecerlos. Parafraseando a Gonzáles
Prada, solo ellos tienen derechos, el resto del Perú no tiene nada más
que obligaciones.
La hipocresía gubernamental y la responsabilidad del
fundamentalismo
Teniendo lo anterior presente, es no menos que hipócrita que el gobierno
se sorprenda y se conduela con lo sucedido. Su política actual, propia del
fundamentalismo neoliberal, ha seguido la línea de las políticas
anteriores: la desregulación total y el debilitamiento de la fiscalización.

Hoy existe informalidad laboral en el sector formal y la regulación es tan


poco exigente con la formalidad que ésta se ha “informalizado” (es como
aprobar un curso con 05 en vez de con 11 y creer que así mejoró el
desempeño académico).

El empleo digno en el Perú es uno de los más bajos. De acuerdo al


MTPE, solo 29,5% de trabajadores tiene un empleo considerado de
calidad14. Y eso no es solo por efecto estructural, sino también, como
vimos, por efecto político.

No es un hecho económico que la SUNAFIL, instancia encargada de


fiscalizar las relaciones laborales, tenga solo 8 inspectores para todos los
departamentos del interior, que recientemente haya perdido las fuentes
de financiamiento que provenían de las multas que ponía (sin que eso
sea compensado con mayor asignación presupuestal) ni que los
inspectores estén en huelga porque ni a ellos se les reconocen sus
derechos.

Tampoco es casual que la mayoría de huelgas sean declaradas ilegales


por el Ministerio de Trabajo, que hoy no sea obligatorio que los
empleadores entreguen copias de los contratos al ministerio
(generalmente solo así el trabajador accede a una copia) ni que las
multas por irregularidades laborales no sean acumulativas.

Incluso, como sabemos, ahora se prepara un paquete de reformas


flexibilizadoras, incluida una nueva “Ley Pulpín”, donde el Estado
apoyará al sector privado con el pago a Essalud si contrata trabajadores

14
Cf., Larco, G., y otros, Trabajo Decente en América Latina: Perú, Red Latinoamericana de Investigadores
sobre Compañías Multinacionales (RedLat) y Programa Laboral de Desarrollo:
https://drive.google.com/file/d/0B1L6UjYv4p-7MWFpeE40S3Jremc/view
jóvenes. Esa es subvención pública, pero, para el fundamentalista, que el
Estado haga eso aun encontrándose en déficit fiscal (2,6% el 2016)15, no
es mercantilismo. Si el Perú financia la angurria empresarial, todo está
bien. Todo está en orden.

¿Por qué no fortalecer la fiscalización laboral? ¿Por qué no realizar una


reforma laboral que proteja al trabajador, que por fin nos dé una Ley
General del Trabajo Digno? ¿Por qué no dar incentivos para la
formalización de las Mypes que estén basados en el crédito, que
promuevan la asociatividad y que vayan de la mano con capacitaciones a
los trabajadores y empleadores?

¿Por qué no, en resumen, ponerle fin a la orientación neoliberal de


nuestra política económica que fortalece los rasgos estructurales
causantes de la marginalidad, del empleo precario?

Lo que sucede es que no se quiere combatir la causa de la muerte de los


obreros fallecidos en el incendio de Las Malvinas. Se los quiere seguir
matando.

Hay quienes ganan con eso y quieren seguirlo haciendo.

15
Cf., https://gestion.pe/economia/bcr-peru-registro-deficit-fiscal-2-6-pbi-2016-mayor-brecha-15-anos-
129443

Vous aimerez peut-être aussi