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7 características del crecimiento

espiritual
Uno de los mayores obstáculos para nuestro crecimiento espiritual es que solemos
intentar cambiar lo que hacemos en vez de lo que somos. Estamos tan empeñados en
hacer ajustes en lo que las personas ven, que olvidamos lo más importante: lo que solo
Dios puede ver.

Dios está en el negocio de transformarnos a la imagen de su Hijo (Efesios 4:13). Él


quiere que crezcamos espiritualmente, y necesitamos su ayuda para esa clase de
transformación que no es superficial, sino que ocurre dentro de nosotros.

Déjame compartir contigo siete características del verdadero crecimiento espiritual.


Obviamente, en la Palabra de Dios encontramos mucho más sobre este tema. Pero aquí
ordené siete aspectos que reflejan muy bien cuando estamos en crecimiento espiritual:

1. El crecimiento espiritual se basa en el nuevo


nacimiento.
En otras palabras, el crecimiento espiritual está basado en una salvación real. No
podemos hablar de crecimiento espiritual si no tenemos vida espiritual —si no hemos
nacido de nuevo y hemos recibido el perdón de Dios.

En Juan 1:12-13 podemos leer sobre la importancia de esto: “Pero a todos los que lo
recibieron, les dio el derecho (el poder) de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que
creen en Su nombre, que no nacieron de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la
voluntad del hombre, sino de Dios”.

Tu crecimiento espiritual no tiene que ver principalmente con que tus padres, amigos o
familiares sean creyentes. Se trata primero de un asunto individual, para aquellos que
han sido adoptados por Dios.

2. El crecimiento espiritual se basa en la obra del


Espíritu Santo.
El apóstol Pablo nos enseña que necesitamos vivir bajo la influencia del Espíritu Santo
para crecer espiritualmente:

“Por tanto, tengan cuidado cómo andan; no como insensatos sino como sabios,
aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Así pues, no sean necios, sino
entiendan cuál es la voluntad del Señor. Y no se embriaguen con vino, en lo cual hay
disolución, sino sean llenos del Espíritu” (Efesios 5:5-18).

La Biblia enseña mucho sobre la obra del Espíritu Santo. Por ejemplo, nos enseña que
Él nos guiará a toda verdad y nos consuela (Juan 16:13; 14:26). No hay crecimiento
espiritual en nuestras vidas si el Espíritu no está trabajando estas cosas que solo Él
puede hacer.

3. El crecimiento espiritual se basa en un conocimiento


experiencial de la gracia de Dios.
Es muy diferente saber cosas sobre que Dios que conocer a Dios.

Tenemos mucha información sobre Dios. Conocemos sus atributos, podemos citar la
Palabra, hablar sobre lo que Él ha revelado, pero ¿tienes una relación con Dios? ¿Lo
conoces en lo privado?

Pedro escribió: “Antes bien, crezcan en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y


Salvador Jesucristo. A El sea la gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén”. (2
Pedro 3:18, énfasis añadido.)

El apóstol habla del crecimiento en conocimiento y gracia. Esta gracia incluye el


aspecto experimental de haber sentido el perdón de nuestros pecados, y el profundo
amor de Dios. Si no conocemos de una manera profunda la gracia de Dios, no podremos
compartirla con otras personas ni crecer.

4. El crecimiento espiritual genera una actitud de


humildad.
Es contradictorio decir que estamos creciendo espiritualmente mientras somos
orgullosos. Si lo que sabes de Dios es correcto, ese conocimiento debe llevarte a reflejar
lo que Dios es.

Dios exalta al humilde y tiene una pasión singular por él. Sin embargo, la misma Biblia
enseña que Él resiste a los orgullosos (Santiago 4:6).

Necesitamos seguir el ejemplo de Jesús: “Haya, pues, en ustedes esta actitud (esta
manera de pensar) que hubo también en Cristo Jesús, el cual, aunque existía en forma de
Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que Se despojó a
sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. Y hallándose
en forma de hombre, se humilló El mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y
muerte de cruz” (Filipenses 2:5-8).

Teniendo todas las facultades para haber nacido en un palacio, nuestro Señor vino a
nacer en un pesebre y a morir por pecadores, eligiendo la peor de las muertes. Así nos
modeló una actitud de humildad.

5. El crecimiento espiritual viene como efecto de una


transformación real.
Dios nos recibe tal y como somos, pero nos ama demasiado como para dejarnos así.
Por eso, en Romanos 12:1-2, leemos: “Por tanto, hermanos, les ruego por las
misericordias de Dios que presenten sus cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable
(agradable) a Dios, que es el culto racional de ustedes. Y no se adapten (no se
conformen) a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente, para
que verifiquen cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno y aceptable (agradable) y
perfecto”.

En respuesta al evangelio, debemos vivir con mentes transformadas para crecer


espiritualmente.

6. El crecimiento espiritual inspira una actitud de


avance.
Cuando Dios trabaja en nuestras vidas, nos reta a seguir creciendo.

El apóstol Pablo escribió al respecto: “Hermanos, yo mismo no considero haberlo ya


alcanzado. Pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que
está delante, prosigo hacia la meta para obtener el premio del supremo llamamiento de
Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:13-14).

Pablo no estaba pendiente de sus retrovisores mientras avanzaba en el crecimiento


espiritual. Necesitamos dejar de vivir en el ayer. Hay veces en que estamos estancados,
y por eso debemos pasar la página.

Hay cosas que Dios tiene para nosotros, que no podemos recibir mientras carguemos
con nuestro pasado. Debemos avanzar hacia la meta de conocer más a Cristo y ser
semejante a Él.

7. El crecimiento espiritual promueve una actitud de


servicio.
Nuestro Señor Jesucristo enseñó: “y el que entre ustedes quiera ser el primero, será su
siervo; así como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar
Su vida en rescate por muchos” (Mateo 20:27-28).

Reflejamos a Cristo cuando renunciamos a una vida centrada en nosotros, y decidimos


auxiliar a los demás.

¿Estamos sirviendo a los demás como Jesús espera que lo hagamos? Esa es una
evidencia poderosa de que estamos creciendo espiritualme

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