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espiritual
Uno de los mayores obstáculos para nuestro crecimiento espiritual es que solemos
intentar cambiar lo que hacemos en vez de lo que somos. Estamos tan empeñados en
hacer ajustes en lo que las personas ven, que olvidamos lo más importante: lo que solo
Dios puede ver.
En Juan 1:12-13 podemos leer sobre la importancia de esto: “Pero a todos los que lo
recibieron, les dio el derecho (el poder) de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que
creen en Su nombre, que no nacieron de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la
voluntad del hombre, sino de Dios”.
Tu crecimiento espiritual no tiene que ver principalmente con que tus padres, amigos o
familiares sean creyentes. Se trata primero de un asunto individual, para aquellos que
han sido adoptados por Dios.
“Por tanto, tengan cuidado cómo andan; no como insensatos sino como sabios,
aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Así pues, no sean necios, sino
entiendan cuál es la voluntad del Señor. Y no se embriaguen con vino, en lo cual hay
disolución, sino sean llenos del Espíritu” (Efesios 5:5-18).
La Biblia enseña mucho sobre la obra del Espíritu Santo. Por ejemplo, nos enseña que
Él nos guiará a toda verdad y nos consuela (Juan 16:13; 14:26). No hay crecimiento
espiritual en nuestras vidas si el Espíritu no está trabajando estas cosas que solo Él
puede hacer.
Tenemos mucha información sobre Dios. Conocemos sus atributos, podemos citar la
Palabra, hablar sobre lo que Él ha revelado, pero ¿tienes una relación con Dios? ¿Lo
conoces en lo privado?
Dios exalta al humilde y tiene una pasión singular por él. Sin embargo, la misma Biblia
enseña que Él resiste a los orgullosos (Santiago 4:6).
Necesitamos seguir el ejemplo de Jesús: “Haya, pues, en ustedes esta actitud (esta
manera de pensar) que hubo también en Cristo Jesús, el cual, aunque existía en forma de
Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que Se despojó a
sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. Y hallándose
en forma de hombre, se humilló El mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y
muerte de cruz” (Filipenses 2:5-8).
Teniendo todas las facultades para haber nacido en un palacio, nuestro Señor vino a
nacer en un pesebre y a morir por pecadores, eligiendo la peor de las muertes. Así nos
modeló una actitud de humildad.
Hay cosas que Dios tiene para nosotros, que no podemos recibir mientras carguemos
con nuestro pasado. Debemos avanzar hacia la meta de conocer más a Cristo y ser
semejante a Él.
¿Estamos sirviendo a los demás como Jesús espera que lo hagamos? Esa es una
evidencia poderosa de que estamos creciendo espiritualme