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Diálogos sobre motivación de los Adolecentes

Adolescente

Se cree que nace o tiene relación con la palabra dolencia, por su similitud, sin embargo proviene
de adolescere, que significa, crecer, desarrollarse.

Si con esta primera concepción sobre el adolecente, hacemos nuestra la creencia de que ser
adolecente duele, o son un dolor, comenzamos a deformar y a otorgar etiquetas a la persona, en
lo que es una etapa de la vida.

Se creía con anterioridad incluso, que era una enfermedad. No es de extrañar que se tenga una
idea negativa, hostil y defensiva sobre lo que conlleva ser un adolecente.

Como etapa del desarrollo conlleva varios cambios físicos, definidos por el crecimiento,
precisamente. Pero con este cambio, la estructura social y psicológica, que evolución presenta.
Sumamente difícil de definir pues cada generación atraviesa por momentos históricos diferentes,
en donde la cultura varia, cambia o se adapta.

La y el adolescente experimenta una serie de rituales impuestos por la sociedad que acreditan
desde roles, hasta gustos. Rituales que harán función de un sistema de creencias.

La primera relación que tenemos con lo social es a través de la familia y con ello sustentamos
cierta seguridad y atrevimiento suficientes para relacionarnos en la selva de lo social. Dependerá
mucho del aprendizaje y de nuestras elecciones (así como experiencias) lo que medianamente nos
va definiendo.

Menciono medianamente pues al ser un proceso de construcción, también tomamos ideas,


supuestos, de los medios de comunicación, nuestras amistades, e incluso comenzamos a generar
atracción hacia un género (incluso ambos).

Y es aquí, en este punto que el conflicto por dar a una pregunta, que parecía ser simple, pero
realmente es trascendente es: ¿Quién soy? Vivir en la duda permite cierta vulnerabilidad
(hablando de decisión, como fortaleza en mis creencias), en donde, personas que me transmitan
seguridad, confianza y protección, me adaptare a ese sistema de creencias.

Bajo un sistema social, ya viciado, respecto a la opinión en general; donde se destacan


características como: Impulsivo, grosero, violento, retador, anarquista, exagerado, sin límites,
juguetón, rebelde, en contra posición de la opinión de unos cuantos cómo, alegre, decidido,
motivado, valiente, energético (señalando que la minoría los considera así). Que esperanza
entonces para quienes comienzan a salir a explorar al mundo social y virtual tengan un
desempeño favorable y de beneficio para ellos y su entorno.

Si bien es cierto que es cuando la persona alcanza un punto de plenitud, donde la memoria, la
energía, la rapidez, los reflejos, creatividad etc. Están en su máxima expresión; pareciera que
socialmente urge control. Un control que obtienen a través de represión, temor, rechazo. Se
genera una sordera social para las necesidades de expresión de los jóvenes. En donde comienzan a
descubrir cómo comunicarse con el entorno, y en a través del ensayo y error en el proceso de
comunicar lo que se piensa y se siente son aminorados sus problemas y conflictos.

Tenemos por resultado la adopción de aquellas etiquetas y estereotipos que limitan al crecimiento
y fomentan el rechazo. Una persona rechazada (en ocasiones desde la misma familia) es probable
perciba poca o nula confianza. Que pasa cuando preguntamos entonces sobre su motivación; la
probable respuesta es, no lo había pensado, no sé a qué te refieres, o simplemente, no la siento.

Actualmente con hechos violentos recientes de nuestro entorno inmediato generan una creencia
social en donde el adolescente es un delincuente, por el simple hecho de ser adolescente.

Ayudemos entonces a los adolescentes a mantener su autonomía, libertad de decisión y capacidad


creativa.

Ayudemos a través de la experiencia a lograr experticia, maestría en lo que hacen y deseen hacer.

Y sobre todo, a generar propósitos para cada día, y así confiar en ellos mismos, confiar en sus
decisiones.

Aprender de ellos esas “ganas de comerse al mundo” ese sentimiento impulsivo de riesgo que
necesitamos para decir lo que pensamos.

Orientemos pues existen necesidades:

 Necesidad de ordenar pensamientos


 Necesidad de hablar y ser escuchados
 Comprensión ante la serie de cambios físicos, biológicos, sociales y psicológicos
 Estructura de creencias
 Búsqueda de identidad

Recordando que este proceso de adaptación a la integración e interacción social y personal es


seguida de propósitos. Que los propósitos basados en necesidades y sobre todo satisfacción se
orienten de manera profunda a una estabilidad mental, ya que de otra forma, su necesidad, los
llevara a la búsqueda de satisfacción inmediata, es decir, superficial, un placer momentáneo.

Sobre motivación

Sobre aspectos motivacionales empresariales (“funcionales”) en el siglo XX

Recompensa – Castigo

Motivación extrínseca

Cambios necesarios para el desarrollo empresarial en el siglo XXI (Dan Pink)


Autonomía – impulso de dirigir nuestra propia acción, nuestra propia vida. Es un estado de
independencia, libre de intervención ajena, donde somos totalmente responsables de nuestros
propios resultados.

Maestría – determinación de mostrar una mejora continua en nuestro desempeño. Al volvernos


cada vez mejores en lo que hacemos, podemos disfrutar más nuestra labor porque imprimimos
nuestra experiencia y conocimiento (mi producto, mi trascendencia), nuestro sello personal. La
maestría exige crecimiento continuo, un mantenerse “hambriento” dentro del trabajo que se
ejerce.

Propósito – anhelo de que nuestro trabajo sea una contribución a algo más grande. El propósito
nos ayuda a darle sentido y significado a nuestra profesión, nos ayuda a recordar que damos
servicio a gente como nosotros y colaboramos de alguna u otra manera para el éxito de nuestro
equipo, de nuestra empresa o de nuestra sociedad.

Todo ello relacionado a la pirámide de necesidades de Abraham Maslow.

Motivación intrínseca

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