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Definición.
Elementos de la definición
2) En virtud de este contrato, una persona confía la gestión de uno o más negocios a otra.
EL primer elemento es genérico; los otros dos son específicos del mandato.
Es un contrato de confianza
2116 Una persona confía a la otra la gestión de uno o más negocios. EL MANDATO ES UN
CONTRATO DE CONFIANZA. INTERVIENE AQUÍ UN FACTOR SUBJETIVO DEL QUE COMETE EL
ENCARGO Y QUE CONSISTE EN LA FE QUE LE INSPIRA EL MANDATARIO, TANTO POR SU HONESTIDAD
CUANTO POR LAS CUALIDADES QUE POSEE PARA DESEMPEÑAR CON BUEN ÉXITO EL NEGOCIO QUE
LE ENCOMIENDA.
De esto se siguen una serie de consecuencias, como la facultad del mandante para revocar a su
arbitrio el encrgo; que no se transmitan las obligciones del mandatario; que la muerte del
mandante produzca la extinción del contrato, etc.
Debe quedar claro que en el mandato interviene necesariamente este elemento interno o
subjetivo. LA CONFIANZA QUE INDUCE AL MANDANTE A CELEBRAR EL CONTRATO.
Este carácter de contrato de confianza deriva del derecho romano, donde antes de revestir forma
jurídica fue simplemente un encargo entregado enteramente a la conciencia de quien se
comprometía a desempeñarlo.
CC es específico en cuanto al contenido del mandato: “La gestión de uno o más negocios”. EL
legislador ha empleado esta expresión en más artículos. 2119.; 2120; 2121.
1. Interpretación amplia: Se comprenden en ellas todas las prestaciones posibles que no estén
prohibidas por la ley ni vayan contra las buenas costumbres.
2. Interpretación restringida: Se comprenden solamente los negocios jurídicos propiamente
tales.
3. Interpretación intermedia (la más correcta): “Gestión de negocios” comprende tanto los
negocios jurídicos como los que se refieran a una actividad económica que tenga una
importancia inmediata para el mandante.
Para Raúl Oliva Murillo -> gestión de negocios interpretación nos coloca ante 3 alternativas.
1. Suponer que ella implica la ejecución de actos de cualquiera naturaleza, sean jurídicos o
materiales.
2. Restringir su alcance sólo a la ejecución de actos jurídicos.
3. Considerarla una expresión compleja que implica la ejeucción de asuntos de cierto orden y
de los cuales puede derivar la ejecución de ciertos actos.
1) Oliva rechaza la primera interpretación. Legislador, según esta interpretación, habría empleado
“actos o hechos” en lugar de gestión de negocios.
2) Rechaza la segunda interpretación. Si el ánimo del legislador hubiera estado presto a restringir el
mandato sólo a los actos jurídicos habría empleado esa expresión y no la de “negocios”; además
porque el 2132 se desprende que el objeto del mandato comprende una idea ás compleja que la
mera ejecución de actos jurídicos.
3) Acepta la tercera tesis, de modo que la expresión “gestión de negocios” indica la ejecución de un
asunto que tenga atingencia en la creación, mantenimiento, transferencia o extinción de relaciones
jurídicas. Este asunto o actividad puede ser estrictamente jurídico -celebrar un contrato
determinado- o de orden económico, del cual deba emanar la ejecución de actos jurídicos.
RAE: Gestión acción y efecto de administrar // Negocio Comprende todo lo que es materia de
una ocupación lucrativa o de interés.
b) La administración de una industria: Parte final del art. 2132 inc. 1º.
Puede ser, por tanto, objeto de mandato: celebración de transacción o compromiso (2141); CV o
constitución de hipoteca (2142 y 2143); todo acto jurídico que la ley no prohíba celebrar, como
tradición (674) pago (1581), matrimonio, etc.
La posesión, no siendo un acto sino un hecho jurídico, puede ser asimismo objeto del mandato, art.
720 y 721.
EL mandatario se hace cargo del negocio por cuenta y riesgo del mandante.
Es el tercer elemento esencial del mandato, según aparece reglamentado en nuestro derecho, y
quizá de mayor importancia que el anterior, por cuanto es característico de este contrato.
Hemos visto: mandato tiene por objeto la ejecución de un negocio jurídico o la gestión de un negocio
de índole económica. En ambos casos se derivarán responsabilidades por la gestión del mandatario;
en el primero, responsabilidades jurídicas que pueden reducirse, en último término a
responsabilidades pecuniarias; en el segundo, responsabilidades pecuniarias que se harán efectivas
mediante la responsabilidad jurídica.
Muchas veces, que el contrato devenga en beneficioso o perjudicial, escapa muchas veces a la
previsión del hombre. El riesgo es ineludible.
De cuenta y riesgo = bajo su responsabilidad. En derecho, “por cuenta de una persona” significa que
sólo a esa persona corresponden los productos o beneficios de de la cosa o negociación, como
asimismo, a ella pertenecen su pérdida o deterioro.
Lenel atiende al factor “por cuenta y riesgo” como esencial y privativo del mandato, expresando que
“Lo característico del mandato, lo ismo del gratuito que del retribuido, es que el mandatario se
ocupe del negocio como algo que le es ajeno, como negocios cuyos ingresos y gastos en nada le
afectan materialmente; en una palabra, que obre por cuenta del mandante”.
NO CONFUNDIR “POR CUENTA Y RIESGO” CON “REPRESENTACIÓN” DEL MANDANTE. El
mandatario siempre actúa por cuenta y riesgo del mandante, pues sea que contrate a nombre
propio, sea que lo haga a nombre del mandante, en último término sólo éste aprovechará los
beneficios y soportará las pérdidas del negocio cometido, incluso los gastos, expensas y perjucios
que hubiere sufrido el mandatario sin culpa y a causa o con ocasión del mandato. ES UN ERROR,
POR TANTO, SOSTENER QUE CUANDO EL MANDATARIO CONTRATA A SU PROPIO NOMBRE NO
OBRA POR CUENTA Y RIESGO DE SU MANDANTE ART. 2116 Y 2151 DEJAN DE MANIFIESTO LO
CONTRATIO.
2116. El mandato es un contrato en que una
persona confía la gestión de uno o más negocios a otra,
que se hace cargo de ellos por cuenta y riesgo de la
primera.
La persona que confiere el encargo se llama
comitente o mandante, y la que lo acepta, apoderado,
procurador, y en general, mandatario.
Deben concurrir los tres elementos anteriores para que haya mandato. De faltar cualquiera de éstos,
no existe el contrato o degenera en uno distinto. Son requisitos que han de concurrir
copulativamente. No uno de ellos, sino los tres.
La substancia del mandato consiste en la confianza que una persona deposita en otra para correr
los riesgos del beneficio o la pérdida que le pueda acarrear la gestión de un negocio jurídico o
económico, que afectará exclusivamente al mandante y que administrará y realizará el
mandatario.
Título II del libro IV, que trata “de los actos y declaraciones de voluntad”, establece como regla
general aplicable a todo acto o contrato que “lo que una persona ejecuta a nombre de otra,
estando facultada por ella o por ley para representarla, produce respecto del representado iguales
efectos que si hubiese contratado el mismo”.
La representación es una figura jurídica autónoma que puede emanar de la ley o de la voluntad de
las partes. En cualquier caos produce los mismos efectos; el acto o contrato obliga al representado
como si hubiera contratado él mismo, salvo ciertas excepciones.
No es indiferente llegar a una u otra hipótesis. EN la primera hipótesis, el mandatario deberá actuar
siempre a nombre del mandante, sin que pueda privársele de esta facultad por una convención
en contrario, so pena de hacer ineficaz el contrato; en la segunda hipótesis, podrá privarse al
mandatario de la facultad de representar al mandante, si nada dice al respecto deberá entenderse
que se le ha conferido esta facultad por la sola celebración del contrato; tercer hipótesis -> será
necesario que se estipule expresamente, porque de otra manera el mandatario no estaría facultado
para representar al mandante, art. 1444.
Se rechaza de plano la primera hipótesis. Definición del art. 2116 no hace referencia a ella. Art. 2151
dispone que el mandatario puede, en el ejercicio de su cargo, contratar a su propio nombre, en cuyo
caso no obliga respecto de terceros al mandante. Si el mandatario contrata a su propio nombre, lo
que es lícito según acaba de verse, no hay representación, tanto porque es esencial a ésta que se
contrate a nombre de otro (1448), cuanto porque el art. 2151 dice expresamente que actuando el
mandatario a nombre propio no obliga respecto de terceros al mandante, lo que implica rechazar
toda idea de representación.
Jurisprudencia
Gran error: sentar la doctrina de que la representación es una cosa de la esencia del mandato. Otras
sentencias han sentado la verdadera doctrina. Se ha fallado que si bien el mandatario aparece
celebrando el contrato sin indicar que procedía en ese acto a nombre o en representación de su
mandante, debe tenerse presente que el mandatario puede, en ejercicio de su cargo, contratar a su
propio nombre o al del mandante, no obligando en el primer caso al mandante respecto de terceros.
Por tanto, ni la gratuidad ni la remuneración son cosas de la esencia del mandato. Interesa
determinar cual de estos elementos -remuneración o gratuidad- es de la naturaleza del contrato y
cual es accidental al mismo, cuestión que reviste importancia porque establecido que la
remuneración es una cosa de la naturaleza dl mandato, el mandatario tendrá derecho a ella cuando
nada se hubiere estipulado. Nuestro código se refiere a la remuneración en art. 2117 y 2158 N°3.
Art. 2158. El mandante es obligado,
1º. A proveer al mandatario de lo necesario para la
ejecución del mandato;
2º. A reembolsarle los gastos razonables causados
por la ejecución del mandato;
3º. A pagarle la remuneración estipulada o usual;
4º. A pagarle las anticipaciones de dinero con los
intereses corrientes;
5º. A indemnizarle de las pérdidas en que haya
incurrido sin culpa, y por causa del mandato.
No podrá el mandante dispensarse de cumplir estas
obligaciones, alegando que el negocio encomendado al
mandatario no ha tenido buen éxito, o que pudo
desempeñarse a menos costo; salvo que le pruebe
culpa.
Según el 2117 puede ser indistintamente gratuito o remunerado. El inciso 2do del mismo artículo
se refiere a la forma de determinar la remuneración.
Según el 2158 “El mandante nos da la pauta en esta materia disponiendo que “el mandante es
obligado a pagar al mandatario la remuneración estipulada o usual”. Si nada se ha estipulado, el
mandante es obligado a pagar la remuneración usual, esto es, la que ordinariamente se paga en
relación a la naturaleza o cuantía del servicio prestado. La ley parte del supuesto de que debe
pagarse una remuneración, la estipulada o la usual. LA REMUNERACIÓN ES COSA DE LA
NATURALEZA DEL MANDATO. La gratuidad en el mandato debe estipularse expresamente, pues
en caso contrario se presume remunerado y la prueba de la estipulación incumbe al que la alegue.
“El mandato es un contrato remunerado salvo que se estipule que sea gratuito”.
Conclusión
Son elementos esenciales o constitutivos del mandato los que aparecen en la definición del art.
2116. Representación y remuneración son elementos de la naturaleza.
TEXTO 2 MANDATO
La agencia oficiosa o gestión de negocios ajenos es un cuasicontrato por el cual el que administra
sin mandato los negocios de alguna persona se obliga para con ésta y la obliga en ciertos casos.
Art. 2286. La agencia oficiosa o gestión de
negocios ajenos, llamada comúnmente gestión de
negocios, es un cuasicontrato por el cual el que
administra sin mandato los negocios de alguna persona,
se obliga para con ésta, y la obliga en ciertos casos.
Diferencia entre ambas: a la gestión del mandatario ha precedido una convención, mientras que
la del gerente se desarrolla independientemente de la voluntad del principal.
Las obligaciones que nacen del mandato son siempre contractuales y su alcance, extensión, eficacia,
etc. Se determinan el primer lugar por la voluntad de las partes y subsidiariamente por las
disposiciones de la ley, 1545 y 1560. En cuanto a la capacidad de las partes, objeto, causa y
solemnidades del contrato, será necesario aplicar las disposiciones de los art. 1445 y ss.
Las obligaciones que emanan de la agencia oficiosa se determinan simplemente por la ley. En este
caso no rigen las reglas relativas a la capacidad, solemnidades, etc., que se establecen respecto
del mandato y demás contratos.
El mandante y el interesado
Mandante: Persona que encarga la gestión de sus negocios a otra, y como consiente en ello, es
natural que quede obligada respecto del andatario a proveerle de lo necesario para la ejecución del
mandato y a exonerarlo de las responsabilidades que éste haya contraído en el desempeño del
encargo, art. 1445, 1545 y 2158.
El principal o interesado no ha consentido en la gestión y aun puede haberse opuesto a ella. Por
consiguiente, en principio, no será obligado a nada respecto del gerente. Pero si el negocio ha sido
bien administrado reportará un beneficio en su patrimonio merced a las gestiones del gerente, a
expensas de éste, y no siendo lícito enriquecerse a expensa ajena la ley autoriza al gerente para
exigir que se le reembolsen las expensas necesarias y útiles en que haya incurrido, art. 2290.
El mandante que encarga a otro la gestión de sus negocios nadie puede exigir a otra que trabaje
gratuitamente es natural que le deba una remuneración. (2158 N°3); el agente oficioso en cambio
ha tomado la gestión del negocio por su propia iniciativa y ella no puede dar origen a una
contraprestación en que no ha consentido el interesado. Por eso éste no es obligado a pagar
salario alguno al genente, art. 2290 inc. 2o.
En el supuesto de que un mandatario hubiese carecido de facultad para celebrar un contrato de CV,
ésta queda ratificada por el hecho de que el dueño, a nombre de quien se vendió, reciba el precio.
El agente y el mandatario.
En cuanto al gerente, no presenta otra diferencia con el mandatario que la de obrar sin el
consentimiento de la persona cuyos negocios gestiona.
Las obligaciones de agente oficioso o gerente son las mismas que las del mandatario, art. 2284. Su
responsabilidad se extiende hasta la culpa leve, pero puede ser mayor o menor según las
circunstancias que le hayan inducido a hacerse cargo de la gestión, como también sucede respecto
del mandatario, art. 2288 y 2129.
La muerte del interesado no lo exonera de la obligación de continuar la gestión hasta que los
herederos dispongan, regla que se aplica igualmente al mandatario, art. 2289 y 2169. No tiene
derecho a remuneración alguna, porque nadie puede obligar a otro por su sola voluntad, art. 2290.
El gerente es obligado a rendir cuenta de su gestión y sin ella no puede intentar acción alguna
contra el interesado, art. 2294.
Art. 2294. El gerente no puede intentar acción
alguna contra el interesado, sin que preceda una cuenta
regular de la gestión con documentos justificativos o
pruebas equivalentes.
El mandatario, en cambio, si bien tiene la misma obligación puede dirigirse contra el mandante antes
de rendirla para exigirle las prestaciones que éste le deba; y si el mandante no reclama de ello, será
condenado al pago de lo que deba, sin perjuicio de su acción para exigir la rendición en cualquier
época, mientras no hayan prescrito sus derechos.
Por último EL GERENTEN es responsable de los perjuicios que irrogue al principal la mala
administración de los negocios de que se ha hecho cargo, y esta responsabilidad, que no emana del
contrato, es de carácter EXTRACONTRACTUAL O LEGAL., art. 2290
Art. 2290. Si el negocio ha sido bien administrado,
cumplirá el interesado las obligaciones que el gerente
ha contraído en la gestión y le reembolsará las expensas
útiles o necesarias.
El interesado no es obligado a pagar salario alguno
al gerente.
Si el negocio ha sido mal administrado, el gerente
es responsable de los perjuicios.
No existe una disposición legal que precise el campo de aplicación de la gestión de negocios, si bien
el art. 2286 nos habla del que administra sin mandato los negocios de alguna persona.
Copropietario que lleva a efectos trabajos sobre el inmueble poseído por indiviso, se reputa que
obra como gestor de negocios y goza, como tal, del mismo recurso contra los demás comuneros. Así
también se considera que es gestor de negocios el que ejecuta un acto material a favor de un tercero
sin contrato previo, de manera que el posadero que por consejo de un médico recibe y alberga
durante varios días a un obrero víctima de un accidente acaecido en la vía pública, puede intentar
la acción de agencia oficiosa contra la empresa a quien incumbe la responsabilidad del accidente.
La actio negotiorum gestio se da cuantas veces una persona realiza un acto jurídico, dicen
los autores Colin y Capitant, sea de administración o no, en provecho de otra persona.
HAY AGENCIA OFICIOSA, PUES, SIEMPRE QUE POR EVITAR UN DAÑO, POR SERVIR A UNA
PERSONA O POR UN MOTIVO ANÁLOGO, DE AQUELLOS QUE IMPONEN LA NECESIDAD DE UNA
ACCIÓN, ALGUIEN TOMA A SU CARGO LO QUE EL DUEÑO, TAL VEZ AUSENTE O IMPEDIDO, HARÍA
O DEBIERA HACER SI PUDIERA, EN PRESENCIA DE LAS CIRCUNSTANCIAS.
Observaremos que el mandatario que ejecuta de buena fe un mandato nulo o que por una
necesidad imperiosa sale de los límites de su mandato, se convierte en agente oficioso, art. 2122.
Art. 2122. El mandatario que ejecuta de buena
fe un mandato nulo o que por una necesidad imperiosa
sale de los límites de su mandato, se convierte en
un agente oficioso.
EL MANDATARIO
La persona que acepta el encargo Mandatario. Puede ser persona natural o jurídica. Es frecuente
el mandato conferido a sociedades mercantiles.
Por regla general el mandatario carece de interés directo en el negocio que se le encomienda. Los
riesgos del negocio son siempre para el mandante, por lo que tanto las pérdidas como los beneficios
serán para éste, y no perjudicarán ni aprovecharan al mandatario. Confirma esto el art. 2158 que
habla de obligaciones del mandante; agrega este artículo que éste no podrá dispensarse de
cumplirlas alegando que el negocio encomendado no ha tenido buen éxito; salvo que pruebe
culpa del mandatario.
Art. 2158. El mandante es obligado,
1º. A proveer al mandatario de lo necesario para la
ejecución del mandato;
2º. A reembolsarle los gastos razonables causados
por la ejecución del mandato;
3º. A pagarle la remuneración estipulada o usual;
4º. A pagarle las anticipaciones de dinero con los
intereses corrientes;
5º. A indemnizarle de las pérdidas en que haya
incurrido sin culpa, y por causa del mandato.
No podrá el mandante dispensarse de cumplir estas
obligaciones, alegando que el negocio encomendado al
mandatario no ha tenido buen éxito, o que pudo
desempeñarse a menos costo; salvo que le pruebe
culpa.
Ni aun la remuneración del mandatario depende del éxito o fracaso de la gestión que se le
encomienda y de ahí su falta de interés en el negocio. Mandato conserva su carácter de contrato
de confianza basado en la amistad.
De ahí se sigue que la rendición de cuentas por parte del mandatario no es una obligación cuya
falta de cumplimiento le impida reclamar el pago de sus servicios, si el mandante no ejercita
acción en forma para impedirla.
Pothier: Para que un asunto pueda ser objeto de mandato es necesario que no concierta
exclusivamente al mandatario
Mourlon trata de las personas en cuyo interés puede conferirse el mandato y dice que puede
otorgarse:
De manera que el solo interés del mandatario no es suficiente para generar un mandato; en tal caso
se produce un mero consejo, como se verá en seguida.
Si el negocio encomendado inetresa solo al mandante, como es el caso más frecuente, habrá un
verdadero mandato, tanto porque así aparece en la propia definición del art. 2116, cuanto porque
lo establece el art. 2120.
Se ha fallado que probada la existencia de un mandato que interesa al mandante, no cabe acoger la
defensa que éste alegue en el sentido de que se trata de una simple recomendación, porque ambas
situaciones jurídicas son incompatibles entre sí. Teniendo el mandante interés en las gestiones
practicadas por el mandatario no puede haber mero consejo.
Codigo sigue doctrina romana, validada por Pothier. No es necesario, para la validez del mandato,
que el negocio encomendado interese al mandante, en todo o parte. Un negocio que interesa a
un tercero exclusivamente, puede ser objeto de un mandato válido.
El mandante puede obrar con consentimiento del tercero o sin su consentimiento. En el primer
caso existe un mandato entre el tercero cuyos negocios se gestionan y el que confiere el encargo; y
otro que se genera entre éste y el que lo ejecutará en definitiva.
En El primer mandato el mandatario acepta hacerse cargo del negocio para confiar su ejecución a
otro. Confiriendo el encargo se produce un nuevo mandato entre el mandatario del tercero cuyos
negocios se gestionan, que ahora asume el rol de mandante, y el que acepta ejecutar el encargo y
asume la calidad de mandatario suyo. En otros términos, en el caso propuesto se produce siempre
una delegación del mandato conferido por el tercero verdadero interesado en el negocio. Este es
el mandante; el que lo delega, su mandatario; y el último que lo acepta, el delegado.
El mandatario puede delegar el encargo a su propio nombre o al del mandante, art. 2151.
Art. 2151. El mandatario puede, en el ejercicio
de su cargo, contratar a su propio nombre o al del
mandante; si contrata a su propio nombre, no obliga
respecto de terceros al mandante.
Si el mandatario delega el encargo a nombre del mandante, esto es, del verdadero interesado en el
negocio, habrá delegación propiamente tal y el mandante tendrá acción contra el delegado y éste
contra aquél, en los términos que prescriben los art. 2137 y 2138 del CC.
Art. 2137. Cuando la delegación a determinada
persona ha sido autorizada expresamente por el
mandante, se constituye entre el mandante y el
delegado un nuevo mandato que sólo puede ser
revocado por el mandante, y no se extingue por la
muerte u otro accidente que sobrevenga al anterior
mandatario.
Si el mandante obra sin autorización del tercero interesado en el negocio, se producirá entre estos
dos el cuasicontrato de la agencia oficiosa, dispone el art. 2120. Nuestro CC no señala, en cambio,
las relaciones que se producen entre el mandatario y el tercero o interesado, por lo que debemos
volver a los principios generales.
Primeramente, cabe descartar todo tipo de relaciones contractuales entre el mandatario y el tercero
interesado. Éste no ha consentido, y por consiguiente, si resulta obligado a favor del mandante no
es por su voluntad, sino por disposición de la ley -cuasicontrato de agencia oficiosa-, de modo que
mucho menos puede resultar contractualmente obligado para con el mandatario. Pero puede
quedar obligado, en cambio, en virtud de los principios de la agencia oficiosa. En efecto,
jurídicamente estamos en presencia de una agencia oficiosa en que el tercero es el principal o
interesado; el mandante, el gestor o agente oficioso; y el mandatario, un tercero contratante. Por
consiguiente, el mandatario tiene dos acciones: una derivada del mandato, que sólo puede
intentar contra el mandante, y otra derivada de la agencia oficiosa que puede intentar contra el
tercero interesado o principal, si prueba que la gestión le ha sido útil.
Si el mandatario no ejecuta el encargo que le ha conferido el mandante, el cual a la vez es agente
oficioso del tercero, puede ser constreñido a la indemnización de los perjuicios causados por el
incumplimiento o el retardo.
La acción de perjuicios puede intentarse pro el mandante, en cuanto justifique que esos perjuicios
los ha sufrido él personalmente (como ocurre si el tercero interesado le cobra los que le ha irrogado
la m,ala administración de sus negocios por el gestor-mandante, art. 2290 inc. Final) o que los
perjuicios los ha sufrido el interesado; pero en este caso actuará como agente oficioso del tercero
y entonces la indemnización de perjuicios a que fuere condenado el mandatario redundará en
provecho exclusivo del tercero y no del mandante.
Si el mandato interesa juntamente al que hace un encargo y a un tercero, habrá verdadero mandato,
art. 2120.Entre el mandante y el tercero se aplicarán las reglas pertinentes a la relación contractual
o extracontractual que se haya producido entre ambos: sociedad, cuentas en participación,
comunidad, agencia oficiosas, etc.
Ejemplo: Si un socio confiere mandato para un negocio que le interesa tanto a él personalmente
cuanto a la sociedad de que forma parte, el mandatario carece de acción contra dicha sociedad y
sólo puede dirigirse personalmente contra el socio mandante. Art. 2094
Art. 2094. El socio que contrata a su propio nombre
y no en el de la sociedad, no la obliga respecto de
terceros, ni aun en razón del beneficio que ella reporte
del contrato; el acreedor podrá sólo intentar contra la
sociedad las acciones del socio deudor.
No se entenderá que el socio contrata a nombre de
la sociedad, sino cuando lo exprese en el contrato, o
las circunstancias lo manifiesten de un modo inequívoco.
En caso de duda se entenderá que contrata en su nombre
privado.
Si el socio contrata a nombre de la sociedad, pero
sin poder suficiente, no la obliga a terceros sino en
subsidio y hasta concurrencia del beneficio que ella
hubiere reportado del negocio.
Las disposiciones de este artículo comprenden aun
al socio exclusivamente encargado de la administración.
Todo lo dicho se entiende siempre que el mandante contrate en su propio nombre. Si al conferir
el encargo dice que comparece por sí y en representación del tercero, el mandatario tendrá acción
contra su mandante, según las reglas generales, y contra el tercero, a quien deberá considerar
también como mandante si autorizó al que encomendó el negocio (Art. 2116 y 2151) o bien como
interesao si no lo autorizó, art. 2120, parte final y 2290 inc. 1º.
Art. 2116. El mandato es un contrato en que una
persona confía la gestión de uno o más negocios a otra,
que se hace cargo de ellos por cuenta y riesgo de la
primera.
La persona que confiere el encargo se llama
comitente o mandante, y la que lo acepta, apoderado,
procurador, y en general, mandatario.
Como en este caso el mandante actúa por sí y a nombre del tercero interesado (sociedad), el
mandatario tiene acción contra el primero -en su carácter de mandante- y contra la sociedad, en
su carácter de representada.
También hay verdadero mandato cuando el negocio que se encomienda interesa juntamente al
mandatario y a un tercero, art. 2120. El mandatario, en la parte que le interesa, ejecuta un negocio
suyo cuyos riesgos soportará personalmente, y en la parte que interesa al tercero actuará
verdaderamente como mandatario. El que hace el encargo obrará como mandatario o como agente
oficioso del tercero, según obre o no con autorización de éste. En cuanto a las relaciones del
mandatario con el mandante y con el tercero, nos remitimos a lo anteriormente dicho.
Atributo más importante del mandato en nuestro derecho: Mandatario se encarga del negocio
por cuenta y riesgo del mandante, debiendo entenderse esto en el sentido de que los efectos
jurídicos y pecuniarios de dicho negocio son de cargo exclusivo del mandante, de manera que para
el mandatario ese negocio es una res inter alios acta.
De aquí que el legislador haya establecido expresamente que el negocio que interesa al mandatario
sólo es un mero consejo que no produce obligación alguna, art. 2119, inc. 1º.
Art. 2119. El negocio que interesa al mandatario
solo, es un mero consejo, que no produce obligación
alguna.
Pero si este consejo se da maliciosamente,
obliga a la indemnización de perjuicios.
Mourlon: “Yo no soy responsable de los prestamos que usted haya efectuado porque yo le he dicho
que es mejor que preste su dinero a interés que dedicarlo a la adquisición de propiedades. Este es
un simple consejo que no obliga a ninguna de las partes”.
¿Cuál es, ahora, la diferencia entre el mandato y el mero consejo? La cuestión puede plantearse en
los mismos términos que respecto del mandato y la mera recomendación de negocios ajenos.
Domat: Hay que distinguir el mandato y la comisión en que se da un encargo expreso con la
intención de generar un contrato o convención obligatorios, y las recomendaciones o consejos que
no envuelven intención alguna de generar una obligación y que sólo miran el interés de la persona
a quien se da el consejo o de la persona cuyos negocios se recomiendan, y que dejan en entera
libertad de hacer o no lo que se ha aconsejado o recomendado. lA regla: El mandato importa
obligarse, el que lo recibe, a ejecutar el negocio y a rendir cuentas, y el que lo confiere, a
indemnizar al mandatario de todo perjuicio. Por le contrario, ni la recomendación ni el consejo
entrañan obligación; el que ha recibido el consejo no es obligado a seguirlo y, por lo mismo, carece
de derecho a cualquiera indemnización aun cuando el negocio que realiza siguiendo el consejo
haya fracasado con perjuicio para él.
Pothier: Uno de los elementos esenciales del mandato consiste en que el mandante tenga la
voluntad de cargar con los riesgos del negocio que encomienda y obligarse a indemnizar al
mandatario; y que éste, por su lado, tenga la intención de obligarse a ejecutar el encargo. Es por
esta voluntad recíproca, agrega Pothier, que se genera el encargo.
Pothier dice que en el caso del consejo falta esta intención de obligarse recíprocamente el uno al
otro.
El autor del texto plantea que tratándose del mero consejo es pertinente seguir un criterio más
objetivo. La ley considera únicamente el interés que tiene el mandatario en el negocio para
determinar si hay propiamente mandato o no, de tal manera que cuando el negocio interesa
solamente al mandatario hay consejo no obstante la intención de las partes. Esta intención tiene
interés para distinguir la recomendación de negocios ajenos del mandato conferido en interés
exclusivo a un tecero, pero no en el consejo de negocios propios del supuesto mandatario, pues,
como ya observamos al iniciar este párrafo, si el negocio interesa solamente al mandatario no
puede haber mandato desde que faltaría uno de los elementos esenciales: GESTIÓN QUE UNA
PERSONA EJECUTA “POR CUENTA Y RIESGO” DE OTRA.
Se ha fallado que teniendo interés el mandante en las gestiones practicadas por el mandatario, no
puede haber mero consejo. Acreditando que el mandato interesaba solo al que lo aceptó, debe
admitirse que se trata de un mero consejo.
2119 no atiende a la intención de las partes sino al interés que tenga en el negocio.
Aceptada una u otra opinión, lo cierto es que serán los jueces del fondo quienes resolverán
soberamanete si se trata de un mandato o de un mero consejo, puesto que ello depende de las
pruebas que se rindan sobre los hechos constitutivos de la relación jurídica cuya existencia se
discute.
En principio, el mero consejo no produce obligación alguna, art. 2119 inc. 1º. El consejo puede
convertirse en fuente de responsabilidad para el que lo da cuando aconseja maliciosamente. 2119
inc. 2º. El fundamento de esta responsabilidad es el delito civil, art. 2284 inc. 3º. 2314 y 2316.
Art. 2284. Las obligaciones que se contraen sin
convención, nacen o de la ley, o del hecho voluntario
de una de las partes. Las que nacen de la ley se
expresan en ella.
Si el hecho de que nacen es lícito, constituye
un cuasicontrato.
Si el hecho es ilícito, y cometido con intención
de dañar, constituye un delito.
Si el hecho es culpable, pero cometido sin
intención de dañar, constituye un cuasidelito.
En este título se trata solamente de los
cuasicontratos.
Pothier: En este caso el dolo me obliga a reparar los perjuicios que usted haya sufrido como
consecuencia de la ejecución del negocio aconsejado.
En este caso, la acción indemnizatoria no emana del mandato sino que del dolo.
El dolo no se presume. Debe probarlo la parte aconsejada, la prueba debe dirigirse a acreditar “la
intención positiva” de inferirle daño mediante el consejo. Intención dolosa = actos o
manifestaciones de voluntad formalmente determinados a causar el daño de que se reclama.
Dar un consejo es un hecho lícito que no produce obligación, tal es la regla general.
Excepcionalmente se transforma en ilícito y ello sólo en virtud del dolo que, dada su naturaleza
jurídica delictual, importa por sí solo la comisión de un delito. EN nuestro derecho esto es indudable.
El art. 2119 de nuestro código parte del supuesto que el consejo se da gratuitamente, por un acto
de buena voluntad, sin que exista obligación alguna que mueva al aconsejador.
Art. 1445.
Art. 1445. Para que una persona se obligue a otra
por un acto o declaración de voluntad es necesario:
1º que sea legalmente capaz; 2º que consienta en
dicho acto
o declaración y su consentimiento no adolezca de
vicio; 3º que recaiga sobre un objeto lícito; 4º que
tenga una causa lícita.
La capacidad legal de una persona consiste en
poderse obligar por sí misma, y sin el ministerio o la
autorización de otra
El mandatario debe ser una persona capaz de contratar o debe aceptar el encargo con la
autorización de su representante legal, según las reglas generales. Esa autorización está
implícitamente contenida en el mandato que confiere al relativamente incapaz su representante
legal. Tal es el caso del mandato otorgado por el padre o madre a su hijo no emancipado.
Si bien el mandatario debe ser una persona capaz de contratar, no es menester que tenga una
capacidad especial de disponer, aun cuando se trate de un mandato gratuito. Decimos esto porque
podría creerse que el mandatario que se encarga gratuitamente del negocio del mandante le hace
una donación, para lo cual requeriría capacidad especial, y no es así. Art. 1396.
Art. 1396. Los servicios personales gratuitos no
constituyen donación, aunque sean de aquellos que
ordinariamente se pagan.
La acción o excepción de nulidad relativa sólo puede alegarla el incapaz; art. 1684.
Los absolutamente incapaces no pueden ser mandatarios; sus actos no producen ni aun
obligaciones naturales y no admiten caución, art. 1447. De conferirse mandato a una de estas
personas, el contrato adolecería de nulidad absoluta, art. 1682.
El mandatario no necesita tener la capacidad requerida por la ley para la ejecución del acto o
contrato que por el mandato se le encomienda. Por consiguiente, el mandatario puede celebrar
válidamente para el mandante un contrato que no le sería lícito ejecutar para sí.
Planiol y Ripert: Las obligaciones y responsabilidades asumidas por el mandatario respecto del
mandante suponen, respecto del primero, capacidad de obligarse. El mandatario puede ser
responsable al mandante, además, de sus delitos o de su enriquecimiento indebido.
Respecto a los delitos que cometa el mandatario incapaz contra el mandante, queda obligando
según los principios que informan la responsabilidad extracontractual.
Declarado nulo el mandato celebrado con un incapaz sin la autorización de su representante legal,
será obligado a restituir lo que recibió del mandante por concepto de anticipos, etc. Y lo que hubiere
recibido de los terceros en su carácter de mandatariom, tanto por el principio del enriquecimiento
indebido que sanciona el art. 1688, cuanto porque lo que ha recibido de los terceros ha sido en el
carácter de mero tenedor, calidad que le obliga a restituir y le inhabilita para apropiarse de esas
cosas .
Las obligaciones y responsabilidades que emanan del contrato afectan exclusivamente al mandante.
Por tanto, el mandatario puede contratar válidamente por sí mismo y sin el ministerio o la
autorización de su guardador, padre o madre.
El mandatario qe contrata a nombre del mandante lo obliga directamente respecto del tercero,
como si el mismo mandante hubiera contratado, art. 1448, pero el mandatario no se obliga de
manera alguna. Y como el art. 1445 exige que la persona sea legalmente capaz para que pueda
“obligarse” por un acto o declaración de voluntad, es evidente que el precepto no tiene aplicación
cuando el acto o la declaración de voluntad no obliga al autor.
Si se constituye mandatario a un menor adulto, los actos ejecutados por el mandatario serán validos
respecto de terceros en cuanto obliguen a estos y al mandante; pero las obligaciones del mandatario
para con el mandante y terceros no podrán tener efecto sino según las reglas relativas a los
menores, art. 2128
Art. 2128. Si se constituye mandatario a un menor
adulto, los actos ejecutados por el mandatario serán
válidos respecto de terceros en cuanto obliguen a
éstos y al mandante; pero las obligaciones del
mandatario para con el mandante y terceros no
podrán tener efecto sino según las reglas relativas
a los menores.
Puede ocurrir que el mandatario incapaz se oblige directa y personalmente a favor de los terceros
con quienes contrata, sea porque lo hace a nombre propio, sea porque, contratando a nombre del
mandante, se compromete además contractualmente como fiador, codeudor, etc. Entonces sí que
tienen aplicación los art. 1445 y 2119 en cuanto esas obligaciones serán nulas relativamente si al
contratar no ha llenado los requisitos exigidos por la ley en consideración a su calidad y estado.
Nuestros tribunales han fallado que al procurador judicial menor de edad no puede exigírsele
personalmente el pago de las costas que sean de cargo de su mandante.
Desde el momento que hablamos de las relaciones entre mandante y terceros, partimos de la base
que el mandatario ha contratado a nombre del mandante, porque de otro modo no se producen
entre aquéllos relaciones jurídicas contractuales.
Si el mandatario contrata a nombre del mandate éste queda obligado directamente respecto de los
terceros, no en virtud del contrato de mandato -que es una relación eminentemente contractual
que sólo se refiere al mandante y mandatario- sino de la representación que ha intervenido en el
acto o contrato ejecutado o celebrado por el mandatario.
2 observación: La regla contenida en el art. 2128 se aplica no sólo al menor adulto, sino a todos los
relativamente incapaces, pues no hay razón para excluir a los que no se consideraron expresamente
en ese artículo y, por el contrario, el art. 1581, que trata en particular del mandato para percibir, se
refiere a todos ellos en términos generales.
Art. 2126 dispone que puede haber uno o más mandantes, y uno o más mandatarios.
Art. 2126. Puede haber uno o más mandantes, y
uno o más mandatarios.
Art. 2127. Si se constituyen dos o más mandatarios,
y el mandante no ha dividido la gestión, podrán
dividirla entre sí los mandatarios; pero si se les ha
prohibido obrar separadamente, lo que hicieren de este
modo será nulo.
Cuando se habla de pluralidad de mandatarios debe entenderse que a todos ellos se les ha confiado
la ejecución de un mismo negocio por un mismo acto. Si hay negocios diferentes, no hay mandato
común, sino varios mandatos independientes. Si se encarga el mismo negocio a varios mandatarios,
pero no en un mismo acto sino en actos sucesivos, tampoco habrá mandato común sino un
mandato simple, conferido a una sola persona y revocado sucesivamente, art. 2164.
Existe mandato común cuando el encargo se hace juntamente a varias personas que lo aceptan.
El art. 2127 autoriza al mismo mandante o a los mandatarios, en subsidio, para que dividan la
gestión.
Dividida la gestión por el mandante o por los mandatarios, cada uno de ellos será responsable
personalmente de las obligaciones que contrajo, de tal manera que el incumplimiento total o parcial
o la mora en el cumplimiento de uno de ellos no afecta a los otros. Se aplican principios que
rigen las obligaciones simplemente conjuntas, art. 1511 inc. 1º y 1526, inc. 1º.
Se admite que no obstante la división los varios mandatarios pueden ser responsables
SOLIDARIAMENTE del incumplimiento cuando la falta cometida por todos ha sido concertada
entre ellos; en otros términos, cuando se han puesto de acuerdo para no ejecutar el encargo o
ejecutarlo incorrectamente.
Art. 2317
Art. 2317. Si un delito o cuasidelito ha sido
cometido por dos o más personas, cada una de ellas será
solidariamente responsable de todo perjuicio procedente
del mismo delito o cuasidelito, salvas las excepciones
de los artículos 2323 y 2328.
Todo fraude o dolo cometido por dos o más personas
produce la acción solidaria del precedente inciso.
No parece aceptable, en cambio, que dividida la gestión, la culpa de uno de los mandatarios
importe responsabilidad para los otros si mediante su vigilancia o cuidado pudieron impedirla --<
Planiol y Ripert. A juicio del autor no hay razones para aceptar esta tesis. Dividida la gestión,
cada mandatario es responsable de sus propios actos y debe cuidar de ejecutar debidamente el
encargo en la parte que le ha correspondido, sin que pese sobre él la obligación de fiscalizar la
gestión de los otros.
Si uno de los mandatarios conjuntos ejecuta totalmente el negocio encomendado a todos los
demás quedarán exentos de responsabilidad, aun cuando no hayan ejecutado la parte del negocio
que les correspondía, ya que cumplido el mandato no habría perjuicios para el mandante y
carecería de interés en la acción.
Si se ha dividido el mandato entre los varios mandatarios y por el hecho o culpa de uno de ellos se
hace imposible la gestión, éste será responsable exclusivamente de todo perjuicio al mandante y
los demás quedarán libres de responsabilidad, art. 1526 N°3.
Prohibición de dividir la gestión
Art. 2127 dispone que si el mandante ha prohibido a los mandatarios obrar separadamente, lo
que hicieren de éste modo será nulo. Es una disposición INCOMPLETA y además EQUÍVOCA.
Es necesario analizar los efectos de tal estipulación frente a terceros y entre los mandatarios y el
mandante.
La violación de la cláusula por la que se prohíbe a los mandatarios obrar separadamente no acarrea
la nulidad de los contratos sino simplemente “inoponibilidad” respecto del mandante, si los terceros
la hubieren conocido o podido conocer al tiempo de contratar.
En cuanto a las relaciones entre los mandatarios y el mandante, la infracción de lo estipulado los
hará responsables de los perjuicios que se sigan al mandante por haber obrado separadamente,
habiéndoseles prohibido.
Concluyendo, si el mandante prohíbe a los varios mandatarios dividir la gestión deben actuar de
consuno. Obrando de otro modo quedan responsables al mandante de los perjuicios que le
irroguen, y éste no queda obligado respecto de terceros por los actos o contratos que hayan
ejecutado o celebrado los mandatarios, a menos que los terceros no hubieren conocido ni podido
conocer tal prohibición.