Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
Con la Creación del mundo, a partir del cual se cuentan los años en el Judaísmo y de las diversas
luminarias del cielo, el sol, la luna y las estrellas, Di-s demostró su intención de que fueran los astros los
que sirvieran para indicar la marcha del tiempo: “Para distinguir entre el día y la noche y que sean
para señales y fechas, para días y años” (Génesis 1:14).
Tipos de calendario
El calendario judío es único en su genero, pues tiene un carácter lunisolar, ya que la ley establece
que los meses se deben fijar por el ciclo de la luna, pero a su vez éstos se deben corresponder
con las estaciones del año, que son gobernadas por el sol. Esta combinación es muy importante
porque la Torá establece que Pesaj debe celebrarse en primavera, Shavuot con la cosecha de verano y
Sucot en otoño.
Es importante notar que los judíos del mundo entero, cualquiera sea el lugar donde se encuentren,
celebran las festividades judías de acuerdo a la rotación de las estaciones en Eretz Israel,
independientemente de la estación del año reinante en el sector del mundo donde vivan.
Este calendario se diferencia del calendario civil o gregoriano, que es puramente solar, en el cual los
meses han perdido totalmente su relación con la luna. Por lo general los meses en este calendario no
comienzan con la luna nueva, y la duración promedio de un mes es de 30 días y medio, un día más largo
que el ciclo de la luna. Esta fue la solución dada por los romanos al problema: renunciar al significado
original del mes como el período de la luna y en su lugar dividir el año en doce períodos iguales
aproximadamente, y llamarlos meses. En el calendario judío no se puede hacer eso porque Di-s ordenó
comenzar cada mes con la aparición de la luna nueva.
También difiere del calendario musulmán, que es lunar. En éste los meses son de 29 o 30 días y cada
uno comienza con la luna nueva, pero no tienen conexión con las estaciones. Un mes que coincide un
año con el verano, coincidirá con la primavera pocos años después, luego con el invierno y finalmente,
luego de 33 años, habrá de coincidir nuevamente con el verano. Además, para ese entonces habrán
contado 34 años en su calendario, y no 33.
Año bisiesto – 13 meses
Como en el calendario judío se deben cumplir los requerimientos de ambos calendarios, el solar y el
lunar, se hace necesario equilibrarlos, dado que el número de días en el año lunar es de 354; para
hacerlo coincidir con el año solar que tiene 365, hace falta añadir 11 días aproximadamente. Esta
coordinación posibilita la determinación de las fiestas judías en el mes y la estación adecuada que se
rige por la órbita solar. Como no se pueden agregar al año fragmentos de mes, sino meses completos,
se espera la acumulación de treinta días sobrantes y se suma un mes más al año. El año en que esto
ocurre está compuesto por trece meses y recibe el nombre deaño bisiesto o shaná meuberet. El mes
suplementario es fijo, Adar, que se da dos veces, Adar Alef el primero, considerado adicional, que
tiene treinta días y Adar Bet, el segundo, con veintinueve días (la misma cantidad que un Adar regular.
Purim se celebra en el segundo Adar, lo mismo que los cumpleaños, los aniversarios de fallecimientos
(Iortzait o Najalá), que originalmente sucedieron en un Adar regular. Por lo tanto, el que haya nacido en
Adar de un año regular y su Bar Mitzvá acontece en un año bisiesto, lo celebra en Adar Shení, en el
segundo Adar, y no en el primero. Por lo tanto, en el año judío hay dos clases de años los regulares con
doce meses y los bisiestos con trece. Ninguno es exactamente igual a un año solar; los años regulares
son más cortos y los bisiestos más largos, pero combinando ambos es que se puede lograr un
calendario sincronizado con el sol, a diferencia del calendario musulmán y de igual modo continuar la
correspondencia con el ciclo de la luna, a diferencia de los meses del calendario romano.
Los años bisiestos suceden cada dos o tres años y la proporción es de siete años bisiestos por
un ciclo de 19 años comunes o solares.
Al cabo de cada 19 años, vuelven a coincidir, a veces con la diferencia de un solo día, una fecha judía
con la correspondiente fecha civil.
Hoy en día, el novilunio ya no es determinado a través de testigos. El último Nasí -presidente del
Sanedrín-, Hilel (330-365 d.e.c. – no el famoso tanaíta Hilel el Sabio, mencionado tantas veces en la
Mishná-), comprendió que el Imperio Romano, en su intento por exterminar al judaísmo, dificultaría
atestiguar el novilunio y así, al imposibilitar al bet din a declarar el inicio de cada mes, causaría una gran
confusión en el pueblo de Israel donde quiera que estuviere.
Por lo tanto, Hilel introdujo un calendario hebreo perpetuo, que es el que utilizamos hasta el día de hoy,
para determinar la neomenia, Rosh Jodesh. En general, el calendario hebreo está compuesto por seis
meses de 29 días de duración y seis de 30 días de duración. Para asegurar que esté sincronizado con el
ciclo lunar, el mes de jeshván, que normalmente dura 29 días, a veces dura 30 y kislev, que
normalmente dura 30 días, a veces dura 29.
A pesar de la gran exactitud de este calendario, aquellas comunidades que habitan fuera de la Tierra de
Israel, siguen celebrando dos días de yom tov, por ser una tradición arraigada desde la antigüedad. Este
es un ejemplo del papel de la Tradición en la vida de los judíos y de la importancia de transmitir las
costumbres y de preservar la continuidad histórica de una generación a otra.
Judíos que residen en Israel que se encuentran en la Diáspora celebrando alguna festividad o judíos de
la Diáspora que se encuentran en la Tierra de Israel en esas fechas, deben consultar con el Rabino local,
para saber si deben conservar la tradición de su lugar de origen o si deben adoptar la tradición local.
El año embolismal
El mes en el Calendario Judío está basado en el período entre un novilunio y otro, que dura 29 días, 12
horas, 44 minutos y 31 segundos. Un año del almanaque judío regular contiene seis meses de 29 días
de duración y seis de 30 días, o sea, 354 días, que son 11 días menos que el año que se rige según el
ciclo solar, que consiste en 365 días. Si el calendario hebreo perdiese 11 días al año, las festividades
serían celebradas cada año en otra época, e incluso en estaciones diferentes como ocurre con el
calendario musulmán.
Pero nuestras festividades, por definición de la Torá, están claramente vinculadas con las estaciones del
año: “la fiesta de la siega”, “la fiesta de la primavera”, etc… Si perdiéramos 11 días cada año, después
de 6 años celebraríamos la fiesta de Pesaj 66 días antes, es decir, más de dos meses antes del mes de
nisán, mucho antes de la primavera. Después de 16 años, la celebraríamos en el otoño…
La Torá consciente de este problema, especificó: “Guarda el mes de aviv -de la primavera- y celebra en
él la Pascua en honor de D’s” (Deuteronomio 16:1). Pesaj debe ser celebrado en la primavera. Para
igualarse al calendario regido por el ciclo solar y seguir las estaciones, nuestros Sabios instituyeron la
adición periódica de otro mes adar, conocido contando con dos meses que llevan el mismo nombre y
que se distinguen por su numeración A y B ó 1 y II, asegurándose así que cada festividad sea celebrada
en la misma estación.
Antes de fijarse el calendario final que incluye la adición de otro mes adar, nuestros Sabios decidían
cada año si agregar o no el mes adicional, basándose en señales de la Naturaleza, como el florecimiento
de la vegetación a una fecha determinada, que les servía de indicación. En el calendario perpetuo fijado
por Hilel, está especificado que dentro de ciclos fijos de 19 años, hay 7 años embolismares: los años 3,
6, 8, 11, 14, 17, 19. La mayoría de los años embolismares están separados por un período de tres años
uno del otro y otros, por dos años, únicamente.