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Sobre

“Dionisio el pseudo Areopagita:


hombre de oscuridad/hombre de luz”,
de John Dixon Copp

Universidad de Salamanca
Curso 90/10
Historia de la Filosofía Medieval
Licenciatura en Filosofía
Laura Rodríguez Estupiñán
ÍNDICE

I. INTRODUCCIÓN
a. Sobre el autor y la monografía

II. CONTENIDO
a. Contextualización
a.1. La leyenda
a.2. Las hipótesis
a.3. Influencias y Autoridades

b. Obras
b.1. Los Nombres Divinos
b.2. Teología Mística
b.3. La Jerarquía Celeste
b.4. La Jerarquía Eclesiástica
b.5. Las Cartas

c. El Pensamiento del pseudo Dionisio


c.1. Fuentes
c.2. Trascendencia
c.3. Conclusión
I. INTRODUCCIÓN
a. Sobre el autor y la monografía
La monografía del canadiense John Dixon Copp sobre Dionisio pseudo Areopagita (The Edwin Mellen Press, 2007) es resultado del
trabajo de los editores, Herbert Richardson y Robert Paul Sessengard, sobre las notas y escritos que con tal propósito el autor había
elaborado antes de fallecer en 1997, y que fueron tras ese momento recopilados por su esposa.
John Dixon Copp, graduado en la universidad de Toronto y posgraduado en la de Londres en Psicología, era además doctor en Filosofía por
la Universidad de Boston. Escribió “The Samoan Dance of Life” (“La Danza Samoana de la Vida”) como resultado de su experiencia como
maestro allí durante ocho años. Coleccionista de libros, hizo su biblioteca sobre Dionisio el pseudo Areopagita en Chapel Hill (Carolina del
Norte, Estados Unidos), donde viviría durante veinticuatro años hasta su muerte.
Esta monografía se nos presenta estructurada en diecisiete capítulos y cuatro apéndices, además de los prólogos y prefacios de los editores y
el autor. Casi trescientas páginas dedicadas al estudio de una figura histórica muy importante para la religión monoteísta más extendida del
planeta, y cuya verdadera identidad es desconocida. Bebiendo de fuentes paganas, el que se hace llamar Dionisio Areopagita contribuyó no
sólo a la vertiente mística del cristianismo (aportó lenguaje para la misma luego adoptado por muchos otros pensadores; funda la vía
mística), menos accesible para el público común , sino que también trató la estructura eclesiástica (la labor humana y los sacramentos) y la
estructura celeste, siendo él el autor de la angelología cristiana aún vigente. Las razones para estudiar al pseudo Areopagita no son sólo
religiosas, sino filosóficas, debido a la enorme influencia que en su pensamiento constituye el neoplatonismo helénico. Esta última es la
principal para nosotros.

II. CONTENIDO
a. Contextualización
Hoy por hoy sabemos que este Dionisio no es realmente el Areopagita que dice ser. Durante más de mil años, su pretensión de ser el el
Dionisio al que Pablo, en su llegada a Atenas en el siglo I, convirtiera al cristianismo, fue creída. El análisis lingüístico de Lorenzo Valla1
en el siglo XV demostró lo que algunos desde antes dudaban, que realmente ese Dionisio no fue discípulo de Pablo, sino alguien que
alrededor del siglo V pretendía serlo. Las hipótesis sobre quién era este hombre han sido muchas. Más de treinta nombres se han llegado a
barajar, siendo las identidades más populares la de un Obispo de Atenas, además mártir; la de un Obispo de Corinto2, y la del mismo San
Denís de Francia3.
Defendiendo Lorenzo Valla el tiempo de este desconocido como el siglo V, hipótesis que se sostiene hoy por hoy, es necesario explicar
brevemente el contexto histórico de este polémico autor. Por entonces, el Imperio Romano dividido, con el emperador en el Este en el que
se encuentra el pseudo Dionisio, se encuentra corrupto y asediado por múltiples flancos. Esta en crisis el Estado, y también la Iglesia. Hay
disputas en torno a la naturaleza de cristo (hay quienes sostienen la preeminencia de su naturaleza divina sobre la humana, y viceversa) y se
dan diversas interpretaciones, que después de que la propia institución establece la cristología oficial (Concilio de Nicea, año 325), fueron
consideradas herejías (monofisismo, arrianismo4). También se discute hasta qué punto puede o debe la Iglesia aceptar la inclusión de
conceptos y términos de la filosofía (el paganismo) clásica y helénica. El Corpus del pseudo Dionisio (cuyo orden de escritura se discute),

1
Lorenzo Valla no publicó su hallazgo. Se piensa que transmitió su tesis a Erasmo.
2
Fue el conocimiento de que Dionisio pudiera haber sido el Obispo de Corinto y no el de Atenas (cosa que afirmaba Beda “El Venerable”, monje
benedictino inglés y Doctor de la Iglesia) lo que llevó a Abelardo en el siglo XII a cuestionar la autoridad con la que consideraba entonces al pseudo
Areopagita.
3
Hipótesis defendida como verdadera por el abad Hilduino (siglo IX), quien tradujo al pseudo Dionisio y trató sus escritos como reliquias.
4
Monofisismo: Sostiene que Jesús fue exclusivamente de naturaleza divina; Arrianismo:desarrollado por Arrio (s. III) defiende que Cristo era la
primera criatura de Dios, pero no miembro de la trinidad, y por tanto, no de naturaleza divina.
consta de cuatro tratados: “Los Nombres Divinos”, “Teología mística”, “La Jerarquía Celeste” y “La Jerarquía Eclesiástica” ; y de una
serie de cartas, oficialmente diez. Él mismo cita en sus escritos al menos seis tratados más cuya autoría se adjudica, aunque no se sabe nada
de ellos (probablemente porque no los escribió y se trata de obras que no pudo o no quiso escribir, y cita para darse autoridad); y hay otras
tres cartas, que hoy por hoy se consideran falsas. Toda su obra está escrita en griego helénico de los siglos V y VI (indiscutible signo de la
procedencia del pseudo Dionisio).
Este autor tuvo diferente consideración en el Este y en el Oeste del Imperio.
En el Este, los herejes monofisitas le citan para ganar autoridad en la disputa cristológica. Pero sus escritos también son defendidos por la
ortodoxia (San Máximo Confesor, siglo VII). Solamente se le menciona a partir del siglo VI, lo cual es también indicio de al falsedad de su
identidad de Areopagita.
En el Oeste, la primera referencia al pseudo Dionisio la hace el papa Gregorio el Grande (siglo VII) en un sermón, en el que duda de ciertos
puntos de su angelología (Dante Alighieri le corregirá este error en su “Divina Comedia”). A partir de él, otros papas le citarán en sus tesis
para clarificar puntos en discusiones teológicas. Ya hemos mencionado a Abelardo, quien en el siglo XII dudaría del origen del pseudo
Dionisio. Él no fue el único. Pero incluso después de Valla, habría quien defendería a Dionisio como autor del siglo I.

a.1. La leyenda
El origen de la leyenda del pseudo Dionisio se remonta al siglo IX, cuando Miguel II el Tartamudo (emperador de Bizancio) envía a su
primo Luis Pío (monarca de Francia) unos regalos diplomáticos. Entre ellos, estaba el Corpus Dionisíaco. El por entonces abad de la Real
Abadía de San Denís, Hilduino, se hizo cargo de aquellos documentos, que desde el principio interpretó que habían sido escritos por el
mismo San Denís, ignorando la evidente inexactitud histórica. La traducción que hace Hilduino del pseudo Areopagita es pésima, y por
ello Carlos el Calvo, sucesor de Luis Pío, pide una traducción sistemática del Corpus. De ello se encarga Escoto Eriúgena.
Eriúgena considera a Dionisio su maestro, y en base a su traducción absorbe sus ideas. Escribe su obra “Sobre la división de la naturaleza”,
a través de la cual las ideas de Dionisio se transmiten. Tomás de Aquino, quien le cita 1600 veces, será uno de los muchos receptores de
tales ideas.

a.2. La hipótesis
Lo más probable es que el hombre que se autodenomina Dionisio el Areopagita fuera un monje (tal vez cura u obispo) de Siria del siglo V.
Debió de escribir en las cercanías de Edessa (actual Turquía), y tuvo una buena educación y oportunidad de viajar, posiblemente a Grecia
(escribe en griego helénico), Alejandría (influencias neoplatónicas) y/o Asia menor. Debió de estudiar literatura, retórica, filosofía analítica,
teología... Su predecesor podría haber sido un eremita copto llamado Macario.

a.3. Influencias y Autoridades


Hemos de decir que el autor que nos concierne no es original. El pseudo Dionisio afirma en sus obras que su principal fuente son las
Escrituras. No podía (pretendiendo como pretendía ser el Areopagita) admitir que el neoplatonismo, sobre todo de Proclo, suponía para él
una autoridad igual de considerable. Es más, intenta camuflarlo. A pesar de ello (y como más pormenorizadamente veremos en otro
apartado) la importancia del mismo para él es evidente.
Además de estas dos principales fuentes, hemos de considerar otras dos influencias: la de las religiones de misterio, y el eclecticismo
(mezcla de fuentes paganas con religiosas) representado por Filo el Judío.
En las religiones de misterio, con sus ritos y simbolismo vedados a los no iniciados, se hablaba de un ser superior que bajaba a la Tierra a
salvar a la humanidad, que tras su muerte ascendía. Las principales eran el culto órfico (caracterizado por recurrir a figuras míticas y al
simbolismo de las estaciones) y el culto dionisíaco (daba más uso a las danzas y bailes, rituales de sacrificio y el estado de éxtasis).
De Filo el Judío (30 a.C.-50 d.C.) Dionisio se ve influenciado en muchos aspectos. Él ya establecería una jerarquía de seres entre el cielo y
la Tierra; utiliza alegorías para hablar, entre otras cosas, del estado de éxtasis y de al iluminación; y funda la teología negativa.

b. Obras
El pseudo Dionisio dedica todos los tratados a Tomás, supuestamente el mismo al que Pablo había enviado sus cartas. El propósito no es
otro que ganar autoridad con ello, y credibilidad. También recurrirá frecuentemente a citar esas obras no escritas de las que afirma ser autor,
como recurso para el mismo propósito.

b.1. Los Nombres Divinos


Los Nombres de Dios son una ayuda para comprender a Dios, similares a los inteligibles neoplatónicos. Comprender a Dios en el sentido de
estar un poco más cerca de él, pero jamás de alcanzarlo, pues Dios es inaprehensible, y hasta el nombre más elevado no le agota ni le
contiene (de ahí la teología negativa).

En el capítulo uno del tratado, Dionisio asume que el lector ha leído su tratado (uno de los no escritos) “Esquemas de Teología”. Insiste en
que la comprensión se da en base a la capacidad para ello, en la capacidad de recibir el conocimiento. El tema es el mismo que el de sus
otros cuatro tratados: “como arriba, sucede abajo” (así la Jerarquía Celeste se refleja en la Eclesiástica, y los Nombres Divinos son un
reflejo limitado de Dios).
El capítulo dos es un capítulo de tema teológico, el concepto de Dios uno y trino.
El capítulo tres habla del rezo5 y la reverencia. Para el pseudo Dionisio, rezar no es llamar a Dios, no es pedirle que se acerque a nosotros,
sino todo lo contrario: es una preparación para que nosotros intentemos acercarnos a Él. En cuanto a la reverencia (que incluye el concepto
de reverencia hacia las Escrituras) ésta tiene que ver con la idea ya mencionada de “aprender en base a la capacidad”: no toda la teología
cristiana puede exponerse a todo el mundo, defiende el pseudo Areopagita, pues si así fuera se correría el riesgo de malinterpretarse
conceptos. La reverencia es necesaria para ello.
El capítulo cuatro es el más largo del tratado, y en el define los términos que utiliza y los Nombres de Dios. En cuanto a los términos que
define, éstos son:
·Luz (phos/noeton phos): Se refiere a la luz divina, una luz increada que no es la luz física que conocemos los humanos. Hay grados de
percepción de esa luz. Los ángeles la perciben claramente, y los humanos, sólo algunos y a veces, reciben destellos, relámpagos de esa luz.
El ascenso en la capacidad de percepción de esa luz es un proceso de “deificación”. La iluminación es la unión con Dios, posible sólo con
esa “visión beatífica” que puede ver la luz creadora y mantenedora de la vida.
·Belleza (kalos): En este término dice Copp que hay influencia del “Banquete” de Platón en Dionisio. Se trata de una belleza que “emana”6
de Dios. Hay dos riesgos posibles con ella: quedarse ante ella sin trascenderla para llegar a Dios; o venerarla por ego. En ambos casos,
bloqueamos la posibilidad de llegar a Dios a través de la belleza. Esta belleza tiene tres elementos, según el pseudo Dionisio: claridad,
armonía y autosuficiencia/perfección/completud.

5
Habla John Dixon Copp a continuación de los tres movimientos de la contemplación, relacionados con la función del rezo que describe el pseudo
Dionisio. Estos movimientos los describiría Santo Tomás de Aquino: el circular (es el movimiento perfecto, el de los ángeles en torno a Dios); el
directo (es el de los humanos, sujeto a las distracciones de uno mismo y del mundo circundante, e irregular); y el oblicuo/en espiral (posible sólo para
algunos humanos).
6
Efectivamente, Dionisio utiliza el término neoplatónico “emanación”, y también en otras ocasiones, el de “creación”, cristiano. El término
emanación implica necesidad de lo que emana, y por tanto que no haya intencionalidad en ello. El término creación subraya la voluntad creadora de
Dios, que se caracteriza por ser amorosa. El término pagano “emanación” es uno de más que veremos en Dionisio.
·Amor (eros7): Amor no es sólo la razón de Dios para realizar la creación, sino también una respuesta espontánea a Dios en el intento de
llegar a él. Amor es lo que predica el cristianismo, amor de Dios a los hombres, entre los hombres, y de los hombres a Dios.
·Éxtasis (ekstasis): El éxtasis religioso existía antes de Dionisio ocupando un lugar en la tradición cristiana (la experiencia del Tercer Cielo
de Pablo), y también formaba parte importante en el neoplatonismo y en Platón, además de en las religiones de misterio ya mencionadas. El
éxtasis es una experiencia (ex-stare, estar fuera de uno mismo) de la que la fe sale reforzada y clarificada. Este término también tiene otro
significado, ya no referente a un estado del hombre, sino de Dios, Dios fuera de Dios, ése es Cristo.
·Diablo (kakos): El mal tiene tres dimensiones. Una superior y que da lugar a las otras dos, es la dimensión metafísica. De ella se derivan
el mal moral y el mal físico. La causa del mal no es una fuerza subsistente y opuesta al Bien de Dios (herejía que sostienen el maniqueísmo
y el zoroastrismo) sino que es la privación de Dios, la ausencia de Bien, lo que da lugar al mal. Dionisio es ortodoxo en este sentido: no hay
dualismo.
·Ser (ontos): “Aquello de lo que participa todo lo que es”. El ser es dado por el creador.
·Paradigma (paradeigmata): Aquí vemos de nuevo la influencia del neoplatonismo en Dionisio. Paradigmas son ejemplares (como las
Ideas platónicas) dinámicos y con un poder de atracción sobre nosotros. Están en Dios, pero vienen a nosotros como Nombres de Dios.
·Vida (zoe): Toda ella emana6 de Dios, en múltiples formas, y desea regresar a Él. Es fundamental este regreso, da circularidad al proceso
de la creación ( moné, próodos, epistrophé, como sostiene el neoplatonismo).
·Sabiduría (sophia): Es una de las cuatro virtudes cardinales de Platón (es la prudencia, virtud junto con la fortaleza, la templanza y la
justicia), que consiste en el conocimiento de las causas últimas, y encontrar los mejores propósitos y fines. Platón la ligaría a su método
dialéctico. En el contexto del pseudo Dionisio, había varios movimientos gnósticos8 girando en torno a esta sabiduría.
·Intelecto o mente (nous): Es un mediador entre lo humano y lo divino, un guía para el peregrino en su camino a “la fuente”,
proporcionando información, sabiduría e inspiración. Es un concepto de claras raíces platónicas (contiene el ideal de Platón) y
neoplatónicas (para Proclo, el nous no es un nombre de Dios pero sí un Dios; para Plotino, era la mente divina, la realidad más elevada a la
que puede el hombre aspirar)
·Razón (logos): Este concepto señala la importancia de la lógica aristotélica en el momento (no se conocería más de la obra de Aristóteles
hasta que los musulmanes las trajeran a occidente). El intelecto es para el pseudo Dionisio una función limitada que viene de Dios. Es
diferente esta razón humana de la razón de los ángeles, que es más que intelecto, una intuición, consecuencia de su cercanía a Dios. Paul
Tillich, dice Copp, señala la doble vertiente de la lógica en Dionisio: es un “razonamiento técnico”, y también “dirigido a fines”, a “definir
y comprender estructuras”, a pesar de ser limitado.
·Verdad (alethia): Concepto, como otros tantos del pseudo Areopagita, de origen platónico. La verdad subyace a lo sensual y ha de ser
buscada mediante entrenamiento espiritual y filosófico. Hay verdades que Dios oculta, y que nuestra limitación humana no alcanza. La
verdad no siempre puede ser buscada mediante un entrenamiento, hay verdades reveladas, y verdades inefables (experimentadas, pero que
no pueden transformarse a sentencias; esto sucede en la vía mística, y es también la causa de la necesidad de la teología negativa). La
verdad en el cristianismo se personaliza con Cristo, “Yo soy la Verdad” (Jn 14, 1-12).
·Fe (pistis): La división platónica (apetito, razón y voluntad) y agustiniana (memoria, intelecto y voluntad) del hombre, que es reflejo de la
Trinidad divina, implica que exista una fe para cada una de estas facultades. La fe de todas ellas ha de estar en equilibrio y ha de dirigirse a
Dios (de lo contrario, caeríamos en el vicio). La fe cristiana comienza en el bautismo, es insuflada, y es una preparación previa al
conocimiento de lo verdadero. Es la base del ser. Para el neoplatónico Proclo, la fe era otro de sus Dioses.

7
Otro término neoplatónico en Dionisio. El cristianismo, para hablar de amor, emplea la palabra “agape”, que es amor gratuito, inmerecido,
maternal. Deliberadamente se sustituye “eros” (dada su connotación de deseo, es un amor egoísta, posesivo y masculino) por “agape” desde los
comienzos del cristianismo. Pero Dionisio utiliza el “eros” pagano, para referirse al deseo de Dios, el ansia de alcanzar al creador. Lo emplea como
un amor cósmico y dinámico.
8
Varias corrientes sincréticas se engloban bajo el término gnosticismo. Hay gnosticismo pagano y gnosticismo cristiano, aunque se declaró herético.
·Poder (dynamis): Este término es más controvertido. El pseudo Dionisio se limita a decir sobre él que el Poder de Dios “está tras todo
concepto, todo hecho o ser”, no posicionándose en la controversia.
·Justicia (dikaisune): Éste es el Bien máximo de Platón (en sus dos dimensiones: la justicia punitiva, y la justicia como equidad). El pseudo
Areopagita se refiere con él a la Justicia de Dios. La Justicia se manifiesta diariamente en la naturaleza creada por Dios, y también en
respuesta a las plegarias. La Ley espiritual se recoge en las escrituras.
·Preservación (soteria), también Redención (apolutrosis) o Desigualdad (anisotes): El término Preservación no es sinónimo de Salvación.
Con Preservación, el pseudo Dionisio habla de la necesidad de preservar la idea de Dios en el hombre (“imago dei”) tras la caída originaria
del mismo en el pecado (Adán). Preservando esta imagen de Dios residual en el hombre, se da la posibilidad de volver a Él (deificación):
para ello está la Iglesia, con sus ritos y símbolos.

En este capítulo cuarto, además de los términos, el pseudo Areopagita expone algunos Nombres de Dios, que afirma encontrar en las
Escrituras, la autoridad al respecto. El pseudo Dionisio insiste en que el aprendizaje de los Nombres de Dios se da en base a la capacidad de
cada individuo. Los Nombres son Arquetipos, “más que lo humano y menos que Dios”, para ascender en nuestro conocimiento.
Estos nombres aparecen en la monografía agrupados: primero, los opuestos; luego, ciertos nombres con la función que Santo Tomás
calificaría después de “entitativos” en su descripción de los Atributos de Dios.
·Nombres opuestos:
-Supremo (megas): “Dios grande y todopoderoso”. Con este término va implícita la idea de que El Creador, la Causa, está presente en
el efecto, pero sin disminuirse.
-Pequeño (micros): No se trata de una infravaloración de Dios, sino de todo lo contrario: Dios alcanza hasta el espacio más ínfimo.
-Igual (tautos) – Diferente (heteros): A pesar de la aparente paradoja, para comprender los Nombres opuestos hemos de concebir lo
que Frithjof Schuon9 entiende que es valioso de ellos y de su comprensión: es necesario entender las parejas de nombres primero como
separados e independientes, y luego, mediante un proceso dialéctico, percatarse de que ambos se dirigen a un mismo centro:
·Igual (tautos): Dios nunca cambia, siempre es “igual a sí mismo”.
·Diferente (heteros): Y aún no cambiando, Dios se adapta a los entes creados en lo más alto y lo más
bajo de la “escala del ser” 10(también concepto platónico, y bíblico).
-Similar (homoios) – Disímil (anomios): A diferencia de los términos “Igual” y “Diferente”, éstos llevan implícita una gradación de su
significado.
·Similar (homoios): Dios es similar al “ser no creado”. Por otro lado, el hombre puede hacerse similar a
Dios por las vías que Él concede: la plegaria, el acto en busca del perdón de Dios, y su reflejo en la vida
humana, en el perdón que ejerce cada individuo, hacia sí mismo y hacia los demás.
·Disímil (heteros): Todo es disímil de Dios. De ello parte la necesidad de la vía negativa como forma de
acercamiento a Dios: negamos los atributos terrenales en él, porque ninguno le define del todo.
-Reposo (stasis) – Movimiento (kinesis): El concepto de reposo implica la idea de una posición superior, de una especie de “trono”,
dice Copp. Tiene cierta similitud con el “motor inmóvil” aristotélico. En cuanto al movimiento, éste hace referencia a la “emanación”6.
Dios crea y provee a las criaturas, en un flujo continuo que no implica movimiento físico. Además, Dios es la causa, el centro, de todos
los movimientos hacia él5.

9
Frithjof Schuon (1907-1998), portavoz del Tradicionalismo filosófico y la llamada Filosofía Perenne (corriente metafísica del hindú Shankara (s. IX)
y Platón).
10
Escala del ser: concepto platónico (El Timeo) y bíblico (Escala de Jacob) que implica una jerarquización piramidal de la realidad, y de los seres
vivos que “poseen” un “ser” donado por una “fuente”, la cúspide de la estructura piramidal.
-Eternidad (ainos) – Tiempo (chronos): La idea de Eternidad ya era manejada por los griegos, con dos significados: eterno era algo
muy antiguo, o sin tiempo. Es el segundo sentido de Eternidad el que utiliza el pseudo Dionisio, y también es te características
platónicas y neoplatónicas. Plotino diría que “existir en el tiempo es existir imperfectamente”. Dios no está regido por el tiempo, que
implica devenir, generación, cambio y degeneración. Dios es todos los tiempos, es pasado, presente y futuro. Al rezar, señala Dionisio,
también estamos en ese estado, sin tiempo. La humanidad está entre el tiempo y la eternidad, y por ello, si bien son capaces de alcanzar
la segunda, también corren el riesgo de perderse en su temporalidad, en el ahora efímero. Siendo criaturas de ambos mundos, hemos de
buscar el equilibrio
·Otros Nombres no emparejados:
-Omnipotente (pantokrator): “Señor soberano”, el que lo rige todo. Señala el pseudo Areopagita que cantar este nombre en grupo le
otorga más poder de significado, y que es precisamente el olvido de esa omnipotencia de Dios lo que lleva al hombre a cometer
muchos errores.
-Antiguo de los días11 (peri palaiou hemeron): Este Nombre aparece tres veces en la Biblia. La denominación de Antiguo tiene dos
sentidos: uno, como el “primero”, metafísicamente, y otro como autoridad, juez, que hace cumplir justicia. Esa justicia divina se
ejecutará, pero en el tiempo de Dios.
-Paz (eirene): La paz es necesaria para la supervivencia de los hombres. En los dos sentidos en los que de ella habla el pseudo
Dionisio: uno, como paz social, ausencia de conflicto; y otro como paz metafísica, paz inaprehensible, inefable, que es regalo de Dios.
La labor cósmica de Dios es dar la paz. Si esta se ve turbada es por el mal uso de la libertad que Dios ha dado a los hombres.
·Los Nombres superiores:
-Ser en sí (autoeinai) – Vida en sí (autozoe) – Poder en sí (autodunamis) y otros nombres reflexivos: Los Nombres reflexivos son
Nombres grandes, son el límite donde hemos de comenzar a dejar de nombrar a Dios. Ser, Vida y Poder explican la canalización de
Dios a través de la creación, pero su versión reflexiva es más que eso. Suponen una guía de comportamiento, una meta a alcanzar.
-Santo de santos, Rey de reyes, Señor de señores, Dios de dioses: Los Nombres “Rey de reyes” y “Señor de señores” se refieren al
mundo secular, mientras que los otros dos son celestiales. Todos ellos establecen una perfección relativa de Dios que nos sitúa bajo él
en todos los aspectos. Nuestra situación inferior implica una responsabilidad en nuestro puesto de la escala del ser.
-Perfecto (teleios): la perfección de Dios supera todo lo positivo y lo negativo (dos primeras vías) que se pueda decir de él. En el
contexto del pseudo Areopagita nos encontramos con conceptos de perfección distintos: el de los gnósticos (la perfección se adquiere
por la ingestión de la sabiduría esotérica) y el del Evangelio de Juan (la perfección de Dios es imperativa e indicativa). El concepto de
perfección del pseudo Dionisio está directamente ligado a la idea de Dios como amor. Los creyentes pueden llegar a la perfección con
ayuda de la Iglesia y la comunidad. En este sentido de intentar alcanzar la perfección de Dios, está la idea de Proclo de que la
perfección de los dioses es un ánimo a los humanos para participar en ella. En ese sentido, la perfección humana, la completud, se
alcanza imitando el Bien divino.
-Uno (hen): Éste es el nombre más importante de todos. El pseudo Areopagita explica que no se trata de una abstracción, sino que este
Nombre surge como “participación de una idea viva en la mente”. La relación de este nombre con el neoplatonismo es evidente. Dada
la intención de Dionisio de introducir el antiguo saber pagano en el cristianismo, en el cual su concepción del Uno es importante, Copp
explica en este apartado a Platón y a los neoplatónicos:
·Platón: Para él el poder del Uno tiene antecedentes pitagóricos. Lo Uno es el punto, el básico generador geométrico. Ligado al
concepto de Belleza, Verdad y Bien.
·Plotino: Plotino habla de una fe en lo invisible, un mundo tridimensional, respecto al cual tiene dos objetivos: entender qué es,
y entender cómo alcanzarlo. Lo Uno es lo más alto en su sistema. Es la más alta de las realidades no sensoriales: bajo ella

11
Ha resultado difícil hacer una traducción de este término, que John Dixon Copp denomina en inglés “Ancient of days”.
están el nous y el alma del mundo. El nous sería el nivel del mundo de las ideas de Platón, mientras que el alma del mundo se
refleja en el alma individual. Es gracias a ésto ultimo que el hombre tiene la posibilidad de ascender, mediante un pensamiento
discursivo, de nuevo al Uno, a la perfección. En este sentido, el pseudo Dionisio se parece mucho a Plotino.
·Proclo: es el más cercano al pseudo Areopagita en pensamiento y tiempo. Combina pensamiento constructivo e inductivo con
la fe. En él, lo Uno es lo supremo, es el ser inefable (más que el arquetipo que es en el pseudo Dionisio). El sistema de Proclo
es también muy jerárquico: por encima de todo está el Uno, la causa que no cambia. Bajo él están el Ser, la Vida, la
Inteligencia y el Alma. Ese Uno está fuera del alcance de la mente. El éxtasis nos acerca a él, y al salir de ese estado, sucede
una transformación de la vida.
·Dionisio: Dado lo hasta ahora descrito, es más evidente que el pseudo Dionisio no es original. Lo Uno es una aportación
neoplatónica: fuente de la que emana todo sin que se disminuya ésta, hacia la cual progresan las criaturas según su habilidad.
Lo uno es la Existencia, la Coordinación, la Permanencia, la Cohesión, la Plenitud. San Máximo confesor comenta a Dionisio,
clarificándolo, y le libra de la herejía, integrándolo en la Iglesia Ortodoxa.

Haciendo un resumen final del tratado de “Los Nombres Divinos”, considerado la columna vertebral de la teología del Corpus Dionisíaco y
texto de la tradición de la Iglesia Ortodoxa del Este, hemos de decir que estos Nombres son sólo símbolos, pero símbolos que participan de
Dios. Meditar sobre ellos es movernos hacia Dios y alcanzar la plenitud humana. En él se define el mal como ser sin “ser”, ausencia de
Bien, negando con ello el pseudo Dionisio el dualismo herético.

b.2. Teología Mística


Es la continuación de la vía iniciada con los Nombres de Dios: con aquellos, Dios nos alcanzaba por medio de los arquetipos; con la
teología mística, nos elevamos nosotros a Dios. Es mística en el sentido de “misterio”, lo cual está directamente relacionado con las
iniciaciones de las religiones de misterio ya mencionadas: el “cierre de ojos” era parte de éstas, cuya finalidad era iniciar un viaje para ver
lo verdadero.
John Dixon Copp recurre a la definición de misticismo que hacen cuatro autores contemporáneos: William Ralph Inge considera que el
misticismo es una “religión concentrada”, que consiste en elevarse a Dios mediante la plegaria, una plegaria sin palabras; Baron Von Hugel
define el misticismo como un “abandono a la atracción de Dios”; Evelyn Underhill lo considera una “ciencia de la unión con el Absoluto”;
y Rufus Jones considera que el proceso místico es la búsqueda de “la correspondencia recíproca y encuentro con el Espíritu Divino”.
De esta introducción parte Copp para hablar del tratado más corto de Dionisio el pseudo Areopagita, un tratado que en la Iglesia Ortodoxa
era memorizado. Como otros escritos místicos, necesita del secretismo, un secretismo inevitable dada la naturaleza individual de la
experiencia mística (la “oscuridad deslumbrante” del proceso místico no se puede transmitir, sólo experimentar).
Este tratado lo comienza el pseudo Dionisio con una plegaria invocativa, que toca varios temas en torno a la mística. Hace una referencia a
la vida de Moisés (de Gregorio de Nisa) que simbólicamente representa su vía mística: la preparación de Moisés antes de subir al monte
Sinaí es la Purificación; la separación de Moisés del resto de la gente tras esa preparación es en el pseudo Dionisio la Iluminación; y el
ascenso a la montaña es la Unión con Dios. Éstos son los tres estadios místicos, que repetirá en más ocasiones en su obra: purificación,
iluminación, unión. El pseudo Areopagita advierte que el ascenso místico puede ser agotador y peligroso si se carece de entrenamiento y
entendimiento correcto.
Nos dice Copp en este apartado de la monografía que el pseudo Areopagita es un hombre de oscuridad. No por su forma de escribir, sino
por el evento del proceso místico. Señala que éste no es equivalente a “La noche oscura del alma” de San Juan de la Cruz, donde han de
vaciarse los sentidos y la voluntad para iniciar el viaje, razón de la oscuridad; sino que es el resultado de llegar a un estado superior
deslumbrante: la luz inconmensurable causa la oscuridad. Aquí hay otra conexión con la vía negativa tan usada por Dionisio. Diría San
Máximo Confesor, haciendo referencia a la Trinidad, que la vía afirmativa es el paso de la palabra a la carne (a lo terreno) y que la vía
negativa es el paso de la palabra al espíritu (a lo celestial).

b.3. La Jerarquía Celeste


El pseudo Dionisio disponía para esta labor de tradición tanto cristiana como pagana en la que inspirarse. Cristiana, la creencia en la
existencia real de los ángeles, agentes de Dios, también llamados “inteligencias”, que si bien no representan a Dios, acometen las funciones
por él designadas (o se rebelan, tal es el caso de los ángeles caídos). Los primeros monjes se exiliaban al desierto no para huir de la urbe,
sino para luchar contra los ángeles malignos. El concepto cristiano de los ángeles guardianes es de origen pagano. La angelología y la
demonología son tan antiguos como la religión misma, y de hecho los nombres que utiliza el pseudo Dionisio pertenecen a la Biblia.
Los ángeles son mediadores entre la Trinidad y la humanidad, como sucede en el sistema neoplatónico con el Uno. Además, los más
cercanos a los hombres, recopilan información sobre los actos humanos con vistas al Juicio Final. Los niveles de ángeles se establecen
como círculos concéntricos en torno a Dios, de mayor categoría en cuanto más cerca del centro. Son nueve los tipos de ángeles, agrupados
en tres tríadas jerarquizadas desde la primera (la más cercana a Dios) hasta la tercera (la más cercana a los hombres), cada una con
subniveles con funciones específicas. En líneas generales, la tercera tríada (ángeles, arcángeles y principados) facilita la purgación, la
segunda (potestades, virtudes y dominaciones) la iluminación, y la tercera (tronos, querubines y serafines) la unión con Dios. La jerarquía
angélica se rige por unas “reglas sagradas” que mantienen un equilibrio. Sin embargo la jerarquía no es estática.
La Jerarquía celeste es una “descripción de lo invisible”, que también está presente en los gnósticos y en el neoplatonismo (Proclo). En el
caso del pseudo Dionisio, la suya es más simple.
La base Bíblica del pseudo Dionisio es principalmente el Génesis, el Éxodo, los Salmos, Isaías, Daniel, Tesalonianos, Efesios, Colosos y
Hebreos. A veces cita literalmente a Pablo.
·Primera tríada: La más cercana a Dios.
-Serafines: De “seraph”, ardiente ,referencia a su asociación con el fuego sagrado y su luz. Son
purificadores e iluminadores, poseen el conocimiento espiritual más elevado, que transmiten a los
querubines.
-Querubines: De “querub”, terrible. Poseen un alto conocimiento de Dios, intuitivo, instantáneo, no
dependiente de fenómenos observables sino exclusivamente de Dios. Facilitan el conocimiento a los
ángeles inferiores (a veces a los humanos) y son guardianes del mismo. Sus representaciones son
variadas, desde infantes hasta formas zoomórficas imponentes.
-Tronos: Administran la Justicia Divina.
·Segunda tríada: en términos generales, sus labores son de administración de la jerarquía.
-Dominios: Líderes de la tríada intermedia, observan a otros ángeles e informan a Dios.
-Virtudes: Llevan la gracia de Dios a la creación por medio de “milagros”
-Potestades: Su labor es mantener “despejado” el pasaje de la iluminación, contrarrestando la acción de
los “ángeles caídos” y las fuerzas hostiles12.
·Tercera tríada: la más cercana a los humanos.
-Principalidades: su labor es proteger la verdadera religión, dando sabiduría para tomar decisiones a
líderes estatales y religiosos.

12
Recordemos que el pseudo Dionisio es ortodoxo y no sostiene un dualismo. Estas “fuerzas hostiles” no responden a una entidad maligna
subsistente, sino que son la carencia del bien. Robert Burton describe nueve niveles demoníacos análogos a los niveles celestes. En torno al mal
(ausencia de bien) hay niveles. El más cercano es el del Príncipe de Mammon, seguido por los Acusadores, los Destructores, los Corruptores de la
Naturaleza mediante el Fuego, los Magos y Brujas, los Vengadores, los Siervos del Odio, los Mentirosos y los Falsos Dioses.
-Arcángeles: Aquellos más cercanos a los humanos tienen nombre propio, como es el caso del arcángel
Miguel. Su labor es dar mensajes importantes de Dios a la humanidad.
-Ángeles: Para ellos el pseudo Areopagita utiliza sinónimos varios, que no contribuyen a diferenciar
(respecto a este nivel) el saber popular de lo que es su jerarquía. Los ángeles son entidades que nos
rodean continuamente a pesar de que nos resulten invisibles. Nuestra capacidad de notarlos y
entenderlos es muy limitada. Traen mensajes de Dios y rescatan a los humanos del mal uso de su
libertad. Persuaden a los hombres a realizar el potencial humano que poseen.

Para concluir el estudio de este tratado, John Dixon Copp señala la importancia de la angelología del pseudo Dionisio para la institución de
la Iglesia (siendo la suya la oficial), para el saber popular, impregnado de sus términos, y para el arte en el que se refleja a lo largo de la
historia.

b.4. La Jerarquía Eclesiástica


La Jerarquía Eclesiástica está ligada a la celeste: es la jerarquización de lo corpóreo y lo simbólico, por un lado, y la jerarquización de lo
incorpóreo, por otro. Podría representarse diagramáticamente de la siguiente forma:
DIOS

Jerarquía Celeste: lo incorpóreo

Jerarquía Eclesiástica: lo corpóreo

HUMANIDAD

Esta Jerarquía, también dividida en tres tríadas, consta de una primera y una segunda tríadas que tratan sobre los humanos y su labor. La
tercera tríada, son los sacramentos. De la primera a la tercera, cada tríada tiene una labor general: la primera, es la de la purificación, la
segunda, la de la iluminación, y la tercera, es la unión con Dios, mediante sus ritos y símbolos. La estructura de la iglesia que describe el
pseudo Areopagita se corresponde con la Iglesia de los primeros tiempos del cristianismo, no la actual.
·Primera tríada: la purificación
-Catecúmenos: Son los principiantes, tanto niños como adultos, cuyo objetivo es eliminar una parte del pecado con el que la
humanidad está manchada desde la infancia. Su instrucción la lleva a cabo el primer nivel de la segunda tríada, los diáconos.
De ellos dependía que la catequesis finalizara con el bautismo, o que los catecúmenos fueran expulsados de la catequesis.
-Iniciados: Son bautizados que han superado la catequesis. En ese nivel se hace énfasis en la iluminación, en aprender a ver y a
introspectivar, para mejorar con ello el proceso de purificación. El segundo nivel de al segunda tríada, los sacerdotes, se
encargan de su aprendizaje.
-Monjes: De “monus”, solitario. Llevan a cabo una vida ascética con el objetivo de servir a Dios, la Iglesia y a la humanidad.
Mejoran la práctica del rezo y algunos llegan a alcanzar niveles espirituales elevados. Se trata de un nivel que no tiene un
orden interno, guiado por el tercer nivel de la segunda tríada, los obispos. En la descripción de este nivel puede verse la
familiaridad del pseudo Dionisio con este tipo de vida.
·Segunda tríada: la iluminación
-Diáconos: Son servidores, tienen responsabilidades de aprendiz. Preparan a los catecúmenos para la comunión, encargándose
de inculcar las normas morales y de recitar la doctrina. También asisten el bautismo. Su labor se corresponde con la
concepción de San Agustín y de San Anselmo: otorgar una mayor comprensión de la fe que previamente al conocimiento se
posee (“se conoce lo que se ama”).
-Sacerdotes: Encargados de los iniciados en su proceso de iluminación, y su labor viene inculcada oralmente por el obispo.
Tienen cierto poder consagrador y también señalan a los monjes los límites de su acción. Su responsabilidad es ligar a la
humanidad con Dios, directamente o a través de la Jerarquía Celeste.
-Obispos: El hecho de que éstos estén presentes en la Jerarquía del pseudo Dionisio es una evidencia más de que este autor no
era realmente del siglo I. Los obispos eran los encargados de los monjes, y tenían poder e excomulgar y prohibir la entrada a la
iglesia, aunque estas decisiones eran tomadas con cautela, dado su carácter irreversible.
·Los niveles sacramentales: Ésta tercera tríada está compuesta por símbolos y ritos cuyo objetivo es la unión con Dios. Éstos componentes
simbólicos están directamente ligados a lo que se denominan los “sentidos espirituales” en la mística, campo que el pseudo Dionisio
dominaba. John Dixon Copp nos ofrece una breve explicación de estos “sentidos espirituales”, que tienen una correspondencia con los
cinco sentidos físicos, y que aquí se resumen:
La vista, está directamente relacionada con la luz, ya sea de carácter físico, intelectual o espiritual, y es el más inmediato; El oído se
relaciona con el escuchar, acción ligada a la praxis, a recibir mensajes y ejecutar su orden; El olor, un sentido más sutil, está muy unido a
la espiritualidad (menos en el Oeste que en el Este, donde el uso de incienso es más común); El tacto es un sentido íntimo e inmediato,
pero vago a la vez. A él hemos de relacionar la metáfora de la plegaria, en la que se alcanza el contacto con Dios; Finalmente el gusto, es
el sentido más íntimo de todos.
El campo de los sentidos espirituales sería muy desarrollado por San Agustín, Santa Teresa de Ávila, San Juan de la Cruz... Son
importantes aquí porque estos últimos tres niveles de la Jerarquía Eclesiástica son sensoriales, nos acercan a Dios y hacen que Dios nos
alcance, son el medio de unión.
-El sacramento del bautismo: Los catecúmenos, que han sido entrenados en cuestiones religiosas y morales, son presentados
para el bautismo. Antes de ello, son entrevistados por el obispo, y también se habla con sus familias y vecinos. Se celebran
ceremonias de exorcismo y de “insuflación” previas al sacramento. Toda la ceremonia se aprendía por tradición, guiados por
el obispo. Los bautismos se celebraban en semana santa, período de renovación, de renuncia de lo viejo. En el bautismo, se
sumergía tres veces en el agua, vestidos con túnicas blancas, a los catecúmenos. Tras ello, con aceite sagrado se marcaban la
nuca, las orejas, la nariz y el pecho.
-La eucaristía: No era muy diferente a la actual misa. En ella se producía la transmutación, el mismo Cristo era el pan y el
vino. La eucaristía se daba por orden: primero obispos, sacerdotes y diáconos, y tras ellos, los subdiáconos, lectores, salmistas,
monjes, diaconisas, vírgenes, monjas, jóvenes, y otros. A ello seguía el beso de la paz, las plegarias de gracias y la despedida.
-Consagración y uso del aceite sagrado: El olivo era un árbol que se daba mucho en Asia Menor y Grecia, y al aceite se le
daban múltiples usos, tanto paganos como cristianos. Los sacerdotes y los obispos tenían la potestad para consagrar el aceite,
que era perfumado. Con él se realizaban exorcismos, bautismos, y otros ritos, aunque no se usaba para la extrema unción. Con
él se hacía la labor de Dios, y se utilizaba con personas, cosas y lugares. Esta cuestión del aceite delata de nuevo al pseudo
Dionisio.

Como resumen, señalamos el uso que da el pseudo Dionisio de las etapas del acercamiento a Dios, purgación, iluminación y unión, a los
grados de la vida espiritual y los sacramentos. La purgación, en la primera tríada y en el bautismo, la iluminación, en la segunda tríada y la
eucaristía, y la unión con todos los sacramentos. Estas fases estaban también presentes en las religiones de misterio y en el paganismo.
b.5. Las Cartas
Las diez (hasta 1899, se pensaba que 11) cartas de Dionisio el pseudo Areopagita, todas ellas fragmentadas y supuestamente “falsas”, en el
sentido de que no son una correspondencia real sino recreada por el pseudo Dionisio. Las recoge en su monografía Copp con un listado
práctico:
Número Para Nivel Páginas
I Cayo Monje 1
II Cayo Monje 1
III Cayo Monje 1
IV Cayo Monje 1
V Doroteo Diácono 1
VI Sosípato Sacerdote 1
VII Policarpo Obispo 4
VIII Demófilo Monje 19
IX Titus Obispo 9
X Juan de Patmos Apóstol 1
XI Apolofanes Sofista 5
Todas ellas las explica Copp una a una, dando el tema que tratan y un fragmento de la carta como introducción. Aquí sólo diremos
brevemente algo de cada una:
·Carta I: Trata sobre “la divinidad, el conocimiento y el desconocimiento, la luz y la oscuridad”. Ésta, junto con la carta quinta, podría ser
perfectamente parte de su teología mística. El pseudo Dionisio habla a un monje, Gayo, en términos de teología negativa, del camino a
Dios. La clave está en la oscuridad, esa que la luz sensorial e intelectual no nos permite apreciar: tras ella está Dios.
·Carta II: De nuevo para Gayo, ésta trata sobre “la relación con la divinidad, fuente y paradigma”. Podría ser la página segunda de la carta
primera. Pone acento en la trascendencia de Dios, y en la necesidad de vaciarnos de cualquier concepción de Él, hasta la más alta.
·Carta III: El tema es el misterio de “la encarnación de Jesús”.
·Carta IV: Es la última para Gayo. De nuevo el tema es la encarnación de Cristo, pero esta vez centrándose en su dimensión humana, y
luego en el cuerpo físico. Esta carta es controvertida, fue un texto tomado por los ya mencionados monofisitas como autoridad en defensa
de su argumento. Sin embargo, la Iglesia aclararía la ortodoxia del pseudo Areopagita.
·Carta V: Ésta la dirige a Doroteo, un Diácono (supone un ascenso en la Jerarquía, y también un ascenso en la complejidad del tema del
que escribe). El tema es de nuevo el misterio de la divinidad y la humanidad de Jesús, y la oscuridad provocada por el exceso de luz
divina, a través de la cual se alcanza a ver las cías de Dios, su Justicia, su Paz...
·Carta VI: A Sosípato, un sacerdote, en respuesta a una carta que supuestamente éste le habría dirigido previamente. Éste habría criticado
la argumentación de un colega, y Dionisio le reprende, recordándole su puesto en la Jerarquía y sus obligaciones para con la Iglesia. Le
dice que el hecho de que alguien esté equivocado no implica que uno esté en lo cierto.
·Carta VII: Al obispo de Smyrna (Turquía), Policarpo. Es un personaje histórico real, siglos anterior al pseudo Dionisio. Esta carta sería
una respuesta a una escrita por aquél, en la que Policarpo le cuenta al pseudo Dionisio que un tal Apolofanes, sofista, le acusa de no ser
cristiano, sino un filósofo griego manipulador. El pseudo Areopagita responde a Policarpo que evite la disputa y que sólo responda si es
inevitable, y que lo haga con las Escrituras. Este ataque al “Dionisio griego” es una puesta en escena de la disputa entre Atenas y
Jerusalén, entre paganismo y cristianismo, que entonces estaba a la orden del día. Dionisio no defiende la Jerusalén sin Atenas, ni tampoco
la teoría de que el saber ateniense proviniese del cristianismo (de Moisés). Para él, ha de aprenderse de ambas, aunque la última palabra la
tenga siempre la Iglesia.
·Carta VIII: Es la más larga de todas, y se piensa que tal vez fuera, junto con la novena, parte de algún tratado, por su estructura y
vocabulario. Se dirige a un monje, y lo hace desde una posición aparentemente superior, dada la autoridad y rigidez con la que a éste se
dirige. Demófilo ha pretendido de manera ofensiva (no especifica cómo) saltarse su rango, y el pseudo Dionisio le habla de su deber, con
un tema de el “Gorgias” de Platón, que es el de “buscar las cosas justamente”, en su medida, en su proporción. Termina esta carta con una
historia (que dice que le contó un sabio), de estructura irregular y melodramática, cuyo tema es la búsqueda propia e impropia de la
Justicia.
·Carta IX: Esta carta también la dirige a un personaje histórico real, Titus, obispo de creta, el cual había recibido cartas del mismo Pablo
que versaban sobre las enseñanzas cristianas. El pseudo Dionisio supuestamente responde a dudas de Titus sobre lo que Pablo le habla,
sobre todo referentes al simbolismo. El pseudo Areopagita le explica la función de los símbolos y la reverencia que ha de tenerse hacia
ellos, como objeto de estudio y meditación. Le da una guía interpretativa: primero, ir al significado literal; luego, al alegórico, para pasar
después a la enseñanza moral del símbolo y terminar finalmente con una interpretación analógica.
·Carta X: Otro personaje histórico, el apóstol Juan, fue desterrado a Patmos, y es el autor del libro de la Revelación. Dionisio le admira en
esta carta, le llama “Sol del Evangelio”. Le escribe de forma cercana, situándose emotivamente de su parte en el conflicto Iglesia-Estado
que su destierro simboliza, también candente en el siglo V.
·Carta XI: En la “Patrología Griega” de Migne (1857) es incluida como falsa, aunque la idea de su autenticidad permanecería vigente unos
años más. Es falsa, sólo se encuentra en latín (el pseudo Dionisio escribía en griego helénico) y se piensa que su autor pudo ser Hilduino.
Se dirige al mismo Apolofanes del que se hablaba en la carta séptima, que se habría convertido al cristianismo.

Como comentario final a la exposición de las cartas del pseudo Areopagita, cuyos temas son teológico-filosóficos o bien referentes a
cuestiones prácticas, hemos de decir que éstas no son sólo un complemento (un complemento que proporciona autoridad y credibilidad al
“artificio” del pseudo Dionisio) sino que tienen vida y significado propio. Dos de ellas hablan de la teología simbólica del autor, y varias,
del neoplatonismo heredado y que en él no sustituye, sino afianza el cristianismo.

c. El Pensamiento del pseudo Dionisio


c.1. Fuentes
El pseudo Dionisio era un hombre erudito, cuyas influencias son tanto paganas como cristianas. De los autores selectos que influenciaron a
este personaje, en los que se centra Copp, hay cinco paganos y cinco cristianos. Escribiremos unas breves líneas sobre ellos, en orden
cronológico:
·Platón (427-347 a.C.): El discípulo de Sócrates vivió en una Atenas en declive (a causa de las guerras y las plagas). Perteneciente a la
clase alta, viajó durante diez años tras la muerte de su maestro (sentenciada por el gobierno de Atenas). A su regreso, funda la Academia,
que permanecería en activo durante novecientos años. Su filosofía tiene mucha influencia socrática. Escribió muchos diálogos
(Alcibiades, Gorgias, Fedón, Crátilo, Teeto, Sofista, Fedro, Discurso de Diotima, Filebo, Timeo, Parménides, República, Banquete) en
los que muchas veces participaba su maestro. En el Parménides, Platón expone su doctrina de lo Uno, un ser necesario, indefinible (sólo
se puede negar lo que no es, teología negativa) e inmutable, a pesar de que de él procede lo múltiple, “como del Sol inevitablemente los
rayos provienen, sin que éste se disminuya”. En su mundo de las ideas estaban los arquetipos del Bien, la Belleza y la Verdad, arquetipos
a los cuales era posible aproximarse por las vías sensorial e intelectual. Tanto Platón como el pseudo Dionisio hablan de “creación”
(concepto que implica distancia y trascendencia de Dios) tanto como de “emanación” (a la cual es inherente un vínculo entre la fuente y
lo emanado, es la inmanencia divina). También hablaba Platón de la circularidad del proceso de creación, de la “marea divina” (el ser
desea volver a la fuente). A pesar de que es evidente la influencia en el pseudo Areopagita de Platón, éste nunca le nombra.
·Aristóteles (384-322 a.C.): Tampoco es mencionado expresamente por el pseudo Areopagita. Este macedonio, estudiante de la academia
de Platón, que formó a Alejandro Magno y fundó el Liceo, escribió obras sobre diversos temas (Lógica, Física, Biología, Psicología,
Filosofía social, Ética, Estética y Metafísica). Sobre el pseudo Dionisio influiría en varias cuestiones: el concepto del “deseo” de la vida
divina, su escala del ser y los atributos, el aprendizaje mediante la similitud, el conocimiento intuitivo, la contemplación... Dice John
Dixon Copp que ambos comparten términos, aunque sobre ellos hacen énfasis diferentes (términos como esencia, potencia/acto, motor
inmóvil, naturaleza, hombre, dios).
·Pablo (muere en torno al 64-67 d.C.): Pablo era un judío que se convirtió al cristianismo sin conocer a Jesús. Se unió a las comunidades
cristianas perseguidas por entonces, viajó y escribió mucho. Fue arrestado y ejecutado en Roma. El pseudo Dionisio habla de contacto
personal con este personaje histórico. Al menos en treinta y siete ocasiones parafrasea sus epístolas, y le llama “divino”, “grande”,
“preceptor”, “nuestro Sol común”... Muy importante para el pseudo Areopagita sería la experiencia de aquél del “tercer cielo”, una
experiencia mística de unión con Dios. El pseudo Dionisio afirma que la esencia de su enseñanza es la necesidad de una teología
negativa, utilizando como base los textos de Pablo. Ambos comparten una cristología común, y la idea de vivir imitando a Cristo, “en el
que debemos vivir y que vive en nosotros”. Para ambos, la ley mosaica viene dada por Dios, como un regalo que dirige a la humanidad
hacia una vida divina. Los dos creen el liderazgo de la Iglesia, y poseen una devoción de pensamiento y acto.
·Clemente de Alejandría (150-220): Alejandría era la ciudad cosmopolita, entre el Este y el Oeste, donde existía una vida intelectual
activa y variada. Clemente era un ateniense convertido al cristianismo, que va a Alejandría a instruirse. En el siglo III huye a Palestina
como consecuencia de las persecuciones a cristianos, y allí muere. Es uno de los Padres de la Iglesia, aunque su pensamiento fue
considerado por el papa Clemente VIII (siglo XIII) cercano a la herejía. Sufre críticas a su cristología por la misma razón que el pseudo
Dionisio (enfatiza más la divinidad que la humanidad de Cristo). Consideraba que tanto la ley mosaica judía como la filosofía griega eran
parte del logos divino, hecho carne en Cristo. Para Clemente, la salvación se alcanza por dos vías: por la vía de la fe exclusivamente, que
es la vía de los incultos; y por la vía del conocimiento. Los puntos de intersección entre el pensamiento de Clemente y el pseudo Dionisio
son varios: ambos creen en la deificación de la humanidad, y consideran que el conocimiento revelado necesita de esfuerzo y voluntad
para ser efectivo. Para ambos el simbolismo juega un papel importante en el entrenamiento espiritual, y sostienen por igual la
trascendencia y la inmanencia de Dios. En Clemente también está presente la teología negativa, y también pretende éste sintetizar
cristianismo y filosofía griega.
·Orígenes (185-253): En los tiempos de persecución a los cristianos Orígenes era un joven profesor de catequesis, que pretende defender
el cristianismo siguiendo el camino de su padre, mártir. Era un hombre brillante, exigente y de vida austera, cuya síntesis entre
cristianismo y filosofía fue aceptada por la Iglesia (sus libros de teología los utilizaba la Iglesia para la enseñanza), y realiza una teología
mística y ascética. Su sistema comprendía tanto cuestiones místicas y litúrgicas como éticas y antropológicas. Copp dice que podría
esquematizarse de esta manera su pensamiento: DIOS

Misticismo y liturgia
Ética

HUMANIDAD NATURALEZA

Antropología
Orígenes mantuvo concepciones ortodoxas (Dios creador y redentor) y también no ortodoxas (existencia de otro mundo donde habitan las
almas antes de su encarnación). Orígenes también habla de “eros” y no de “ágape”, y contribuyó a las Jerarquías del pseudo Dionisio
(aunque las suyas eran más indefinidas). Sin embargo, hay cuestiones que el pseudo Dionisio no aceptaría, como la subordinación que
defiende Orígenes de Cristo y el Espíritu Santo bajo Dios e la Trinidad, y la idea de que la salvación llegará a todos por igual.
·Plotino (207-270): Cuando el pseudo Dionisio escribía, su doctrina estaba ya extendida por todo el Este, influyendo también en los
teólogos capadocios (los dos Gregorios, el nacianceno y el de Nisa, y Basilio el Grande). Estudió en Persia, y tuvo como maestro a
Amonio Sacas. Abre su escuela en Roma y tiene muchos seguidores. Toda su enseñanza es oral, sus “Enéadas” son el resultado de lo
recogido por su alumno Porfirio. Para Plotino hay dos cuestiones principales: conocer y describir la unidad de la que todo emana, y
buscar el modo de regresar a esa unidad. Ya explicamos anteriormente el sistema de Plotino, con lo Uno como lo supremo, y bajo ello, el
nous y el alma del mundo. Hemos de añadir que en el sistema de este neoplatónico el regreso a la unidad se hace mediante el esfuerzo, la
contemplación y la voluntad de lo Uno.
·Jámblico (270-330): Estudiante sirio de la academia neoplatónica, era contrario al cristianismo, y configuró su propio sistema filosófico-
religioso que integraba a todos los dioses paganos que conocía. Sus escritos fueron destruidos por la Iglesia, lo que se conoce de él son
reconstrucciones a partir de las críticas que la Iglesia hizo de él. Sólo cuando el emperador Juliano hizo del neoplatonismo la religión
oficial, Jámblico tuvo reconocimiento. Pero esto sólo duraría dos años. En contraste con la Jerarquía ordenada del pseudo Areopagita,
Jámblico describe un “enjambre” de dioses. Según Jámblico, el alma preexiste al cuerpo, y tiene voluntad libre y ansias de retornar al
lugar de donde vino, para lo cual pide ayuda a los dioses y desarrolla una vida virtuosa (eran cinco las virtudes posibles para Jámblico:
política, purificadora, teorética, paradigmática y sacerdotal). La influencia de éste sobre el pseudo Dionisio es, por un lado, el uso de la
filosofía pagana en su sistema, y por otro, según dice John Dixon Copp el pseudo Areopagita se apoya en él para realizar un
entendimiento profundo de toda la naturaleza, más allá de los atributos de Dios.
·Gregorio nacianceno (325-389): Uno de los tres Padres capadocios, era hijo de obispo, y se convirtió en obispo. Viaja mucho y se dedica
al estudio de tratados teológicos, poesía y música. Como obispo defendió la ortodoxia frente al arrianismo herético. Coincide con él el
pseudo Areopagita en la posición respecto a las disputas teológicas, en la Jerarquía celeste y en la teología negativa. También Gregorio
nacianceno realizaría una síntesis del cristianismo con el neoplatonismo, usando éste también el término de “emanación”.
·Gregorio de Nisa (331-396): Otro obispo y Padre capadocio, al contrario que Gregorio nacianceno éste no tuvo la oportunidad de viajar
debido a su salud. Su obra sobre la vida de Moisés y su simbolismo influirían mucho en el pseudo Areopagita. Sus coincidencias con el
pseudo Dionisio son varias: él también tiene Jerarquías celeste y eclesiástica, y desarrolla el misticismo como forma de unión con Dios.
También persigue aunar cristianismo con filosofía griega, teniendo una igual voluntad de revivir el “eros” platónico. Gregorio de Nisa
también considera el mal como privación del ser, y su tratamiento de los Nombres de Dios influiría en el pseudo Dionisio.
·Proclo (410-485): Otro “estudiante viajero”, se hace líder de la escuela neoplatónica cuando ésta estaba en declive. Su sistema filosófico
es preciso y lógico, busca justificar las prácticas religiosas. Obras suyas son “Elementos de teología” e “Himno a las Musas Culturales”.
Su cosmología es importante para el pseudo Dionisio y para la teología cristiana en general. Para Proclo, de Lo Uno emana todo en un
orden jerárquico: primero, del Uno emana el “ser sin forma”, luego el “ser viviente” y tras ello el “ser humano inteligente” y el alma. El
proceso inverso es el ascenso místico hacia lo Uno, un ascenso que es una respuesta basada en el deseo y la voluntad, pero también en el
entrenamiento y la práctica. Proclo considera necesaria la vida ascética. Con Proclo el pseudo Dionisio estaría de acuerdo en los
conceptos de Uno/Dios, en la idea de la Emanación de lo Uno y del retorno a Él por diferentes vías. Sin embargo, no estaría de acuerdo
en el concepto de Proclo de que lo Uno está muy lejos de lo humano y que es la fuente necesaria (si fuera necesaria, no sería voluntaria y
amorosa) de lo múltiple. Además, Proclo no considera útiles el uso de metáforas y símbolos, algo crucial en el pseudo Areopagita.

c.2. Trascendencia
John Dixon Copp nos presenta a veinte autores de un total de más de cien que en su estudio sobre el pseudo Areopagita consideró
influenciados por algunos aspectos de su obra. En los que nos presenta, se limita a aquellos del Oeste, y llega hasta el siglo XVII. A esos
veinte nombres se han de sumar dos obras anónimas, la “Teología Germánica” y “La nube del desconocimiento” (“The cloud of
unknowing”). Trataremos primero a los autores conocidos:
·San Gregorio el Grande (540-604): Abandona el gobierno de Roma por una vida monástica, en un Imperio en crisis. Tras la muerte del
entonces papa, Gregorio ocupa su cargo. Menciona sólo una vez al pseudo Dionisio, hablando de su Jerarquía Celeste, pero la refleja de
forma inexacta. Había poco del pseudo Dionisio en latín, por lo que probablemente conociera poco de él. Gregorio comparte con éste la
devoción y el misticismo, y el uso de la vía negativa.
·San Máximo Confesor (580-662): Teólogo griego de gran importancia, ciudadano de la clase alta de Constantinopla, fue secretario
imperial, hasta que a los treinta años decide llevar una vida monástica. Defendió la ortodoxia, y con ella, al pseudo Areopagita. Máximo
era un puente entre el Este y el Oeste, que pretendía una síntesis del cristianismo y el neoplatonismo. Comenta y explica al pseudo
Dionisio, y desarrolla la teología negativa. Fue cuestionado y acusado, razón por la cual muere y le hacen Santo por la Iglesia.
·San Juan de Damasco (676-750): Su familia era cristiana en una ciudad musulmana. Fue un gran escritor y orador, que a los cuarenta
años decidió hacerse monje. Es llamado el Santo Tomás de la Iglesia del Este por el trabajo enciclopédico sobre el cristianismo que
realizó. Influyeron sobre él la teología negativa del pseudo Dionisio y su tratado de “Los Nombres Divinos”.
·Hilduino (m. 840): Ya describimos su historia anteriormente. Él creía firmemente en que Dionisio era el auténtico Areopagita, y que
además era el patrón de Francia San Denís. Escribe su vida y traduce sus obras (no con mucho éxito). Tenía una ambición patriótica por
unir a ambos Dionisios, y a pesar de lo evidente de su error, su concepción se sostuvo durante muchos siglos.
·Erígena (815-877): A él se le encargó una mejor traducción del pseudo Dionisio. También tradujo a San Máximo Confesor. Considera al
pseudo Areopagita un “maestro”, es a Erígena a quien más influencia este autor. Escribe “Sobre la División de la Naturaleza”, estando en
esta obra la influencia del pseudo Dionisio en cuanto a los arquetipos neoplatónicos y la teología negativa. En “Sobre la División de las
Leyes Naturales” trata la relación natural entre Dios y la humanidad.
·Hugo de San Víctor (1087-1141): El “teólogo de más influencia en el siglo XII” era un abad cerca de París. Consideraba la Naturaleza, la
creación divina, el punto de partida: el camino a Dios se inicia por los sentidos, se continúa con los inteligibles, y a ellos les siguen los
intelectibles (contemplación). Comenta la “Jerarquía Celeste” del pseudo Dionisio y la completa con su angelología. Considera la luz y el
fuego el símbolo esencial. También desarrolló la teología mística.
·Ricardo de San Víctor (m. 1173): Alumno de Hugo de San Víctor, llega a la abadía desde las islas británicas para quedarse para siempre.
Es uno de los cuatro grandes teólogos de la Edad Media. Se caracteriza por ser alegorista. Sus dos obras principales son “Los doce
patriarcas” y “El arca mística” (también llamadas Benjamín menor y Benjamín mayor). Consideraba que la contemplación tenía tres
fases: la imaginación (ampliación del mundo sensible), la intelectualización (la elevación, la comprensión de relaciones y causas) y la
alienación con Dios o éxtasis. Ricardo también recurriría, como el pseudo Dionisio, a la escritura simbólica. Es a través de Hugo y
Ricardo como entra el pseudo Areopagita en el Oeste.
·Tomás de Aquino (1226-1274): Es el principal personaje de la escolástica de la Edad Media, cuyo pensamiento se consideró el oficial de
la Iglesia. Era dominico de familia italiana aristocrática. Destacado entre los dominicos y en la escolástica en general, era un líder,
entendedor brillante y místico. Fue canonizado. En las clases recibidas de Alberto el Grande en Colonia, estudiaba los “Nombres
Divinos”. En sus tiempos no había dudas acerca de la identidad de Dionisio el Areopagita. A él le influirían sobre todo la angelología del
pseudo Dionisio y la devoción práctica y vital que el mismo pseudo Areopagita mostró en sus escritos. Consideraba al pseudo Dionisio su
maestro en la reflexión monástica, y compartía su idea de que la creación era producto del amor de Dios, y que por ello las criaturas eran
atraídas hacia Él
·Buenaventura (1221-1274): Este franciscano, autor de la doctrina de la orden, fue cardenal y Doctor de la Iglesia. Buenaventura tenía un
doble propósito: comprender la revelación y ayudar a otras almas a avanzar hacia Dios. Respecto a esta última cuestión, Buenaventura
escribe “El viaje del alma hacia Dios”, obra en la que establece siete etapas para este viaje. Buenaventura conocía bien las tres etapas
(purgación, iluminación, unión) del pseudo Dionisio. Lee al pseudo Areopagita de diversas fuentes latinas y comenta sus obras.
Considera clarificador su sistema jerárquico y el uso de los sentidos simbólicos. San Buenaventura es considerado “el Dionisio
cristianizado”.
·Alberto el Grande (1193-1280): El “obispo con botas” (por los largos caminos a pie que realizaba) nació en Babaria y estudió en Italia,
Francia y Alemania como monje dominico. Entabla relación con escolásticos islámicos y judíos, y pretende una síntesis del cristianismo
con Aristóteles. De él hace traducciones, lecturas y comentarios. También leyó y comentó todos los tratados del pseudo Dionisio, y
aceptó y desarrolló sus temas. Es llamado el “doctor universal”.
·Dante Alighieri (1254-1321): El mejor poeta de la Edad Media nació en Florencia en una familia económicamente bien situada. Fue
traicionado, y pasó diecinueve años estudiando y escribiendo sobre la “Italia pobre y dolida”. Beatriz y la astrología (el sistema
ptolemaico) fueron influencias para él muy importantes. Su gran obra, “La Divina Comedia”, incluye párrafos filosóficos y sobre la
situación política, en la que era importante la separación Estado-Iglesia que el mismo Dante defendía, dados los muchos casos de
corrupción papal. Su Comedia tiene tres estadios: el infierno, el purgatorio y el paraíso. En este ascenso le acompañan tres guías, Virgilio
(la razón natural), Beatriz (la razón iluminada) y Bernardo de Clairvaux. Dante asume la vía del pseudo Dionisio de purgación,
iluminación y unión. Recomienda que para la lectura de su Comedia se adopte una interpretación primero literal, después alegórica, luego
moral y finalmente mística (aquí entra en juego el pseudo Areopagita). Dante leyó sin duda la “Jerarquía Celeste”, y puede que leyera los
Nombres en latín. Su angelología quedo establecida a través de la escolástica, y la refleja Dante en dos cantos del paraíso, el cuarto y el
vigésimo octavo, descrita por Beatriz. En otra obra suya, “Banquete”, Dante corrige el error de Gregorio el Grande en la angelología del
pseudo Dionisio, y en la carta a un amigo cita textualmente al pseudo Areopagita. Dante sitúa a papas en el infierno, y aprueba e idealiza
el pasado de la Iglesia. La “visión beatífica” de Dionisio queda popularizada a través de la escritura de Dante.
·Meister Eckhart (1260-1327): Ha sido comparado con Sankara y llamado “el segundo Dionisio”. Este dominico alemán fue a muchas
universidades y enseñó en varias. Su Iglesia requirió a menudo de él para trabajos administrativos. Era un gran orador, y hablaba para un
público no culto. De hecho, algunos de sus sermones fueron compilados por los oyentes. Trata, al igual que el pseudo Areopagita, temas
de alienación/unión con Dios, y habla del ser que nos es dado proveniente de Dios, con una capacidad para acercarnos a Él. Eckhart cree
en las tres naturalezas humanas (cuerpo, alma y espíritu) y sostiene que Dios es tanto inmanente (siempre está presente y nos espera) y
trascendente a la vez. Eckhart es molesto para las autoridades y se le acusa de herejía. Se defiende ante el comité, pero es condenado.
Eckhart ha sido malinterpretado en múltiples ocasiones (por protestantes, marxistas y nazis), cosa que no es difícil dada la complejidad de
los temas que trata. Dionisio está tras casi todo su pensamiento, sobre todo, en la teología negativa.
·Johanes Tauler (1300-1361): Es un místico y asceta más práctico y menos especulativo que sus predecesores. Dominico, se interesa por
Santo Tomás y por el misticismo del pseudo Dionisio. Se ve envuelto en conflictos políticos (Estado-Iglesia), pero luego se dedica a
ayudar a la gente a causa de la peste bubónica. Era el líder del movimiento “Amigos de Dios”, en el que se hablaba de misticismo y del
pseudo Dionisio, a menudo a través de Eckhart. Se buscaba desarrollar la vida espiritual y realizar el camino hacia Dios. Eran los más
críticos con la Iglesia, difundían su pensamiento mediante panfletos y sermones, y llevaban una vida ascética.
·Heinrich Suso (1295-1365): Dominico alemán, perdió a su madre muy joven. Esto sería decisivo para su vida espiritual, pues se declaró
el “Caballero Sagrado” de María. Llevaba a cabo una tortura hacia sí mismo mediante la flagelación y el corte de su propio cuerpo, que
más tarde abandonaría. Sus profesores místicos eran Eckhart y el pseudo Dionisio, aunque también Bernardo de Clairveaux y los
victorinos Hugo y Ricardo. Suso hablaba de alcanzar al Dios inmanente y trascendente en la vida diaria, y era un ortodoxo, a pesar de su
peligrosa compañía, Eckhart y Dionisio. Desarrolla la teología mística y negativa del pseudo Dionisio.
·John Ruysbroeck (1293-1381): Del sur de Bruselas, este místico nunca recibió una educación universitaria ni realizó viajes. Se forma
con su tío en una Iglesia de Bruselas, y a los cincuenta años funda el convento Groendall. Escribió mucho, siempre en flamenco, y tuvo
varias experiencias místicas en las que hablaba con Dios, y sobre las que escribía y enseñaba. No recibe una educación formal pero
conoce la tradición mística (Eckhart, Tauler y Suso) y a los victorinos. También estaba influido por la flamenca mística y poeta
Hadawijch. Concebía cuatro etapas en el desarrollo espiritual: una primera etapa de énfasis ético, de purgación, una segunda que era la
“primera interior”, de introspección y vaciamiento, una tercera era la “segunda interior”, de iluminación, y finalmente la etapa
superesencial, que es la unión matrimonial con Dios. Los pensamientos teológicos y la devoción de Ruysbroeck vienen, a través de los
místicos del Rin, del pseudo Dionisio, y mediante Ruysbroeck van al público.
·Nicolás de Cusa (1401-1464): Nacido en Cusa, conoce la tradición mística que le precede, y cursa estudios universitarios gracias a un
aristócrata. Era competente en griego, y hace constante referencia al pseudo Dionisio, lo traduce, lo comenta y profundiza en su teología
mística. Dice Copp que “Nicolás corona la influencia de Dionisio en el Oeste”. Se hace cardenal y viaja por petición de Roma en
misiones. El cristianismo estaba amenazado, había protestas contra Roma y Constantinopla había caído bajo los musulmanes. Nace la
inquisición. Su vida es un puente en un tiempo de transición intelectual complicado, entre la escolástica y el renacimiento temprano. Sus
mentores son dos: San Agustín, por un lado, y el pseudo Dionisio por otro, en cuanto a la teología negativa y el simbolismo religioso.
·Denís el cartusiano (1402-1471): Perteneciente a la orden cartusiana, la más austera de las órdenes religiosas. Escribe mucho, más de
cuarenta volúmenes, aunque no es un creador original sino un transmisor con una gran capacidad de síntesis. Comenta todos los tratados
del pseudo Dionisio. Considera al pseudo Areopagita su guía místico a través de la purgación, iluminación y unión con Dios. Habla de
dos tipos de contemplación, la activa (esta es una contribución original suya) y pasiva. A través de Denís el pensamiento del pseudo
Areopagita llega al Renacimiento.
·John Colet (1467-1519): Hijo de un rico mercante y caballero, es el único superviviente de veintidós hijos. Recibe una buena educación
en Londres, Oxford y Florencia. Estudia teología y griego antiguo, interesado en el platonismo y en el neoplatonismo. Fue líder de la
reforma inglesa junto a Tomás Moro y Erasmo. Es odiado por muchos a causa de sus comentarios contra la Iglesia, un obispo le llega a
acusar de hereje. Pero Enrique VIII estaba a su favor. En sus estudios con William Grocyn sobre el pseudo Dionisio queda al final
convencido de que éste no es el discípulo de Pablo, pero sigue con el estudio de su vía hacia Dios y la teología negativa. También para el
“lo invisible” es más real que lo visible. Funda la Escuela de San Pablo, abierta a todos y de nivel exigente, representante de la nueva
educación que reaviva el latín y el griego. Desarrolló sus estudios teológicos y filosóficos, y sobre todo, los éticos y místicos.
·Juan de la Cruz (1542-1591): De educación jesuita, estudia en la universidad gracias a apoyo económico de un adinerado. Se hace de la
orden mendicante carmelita por entonces dividida, siendo él, junto con Teresa de Ávila de la facción más radical. A los veinticico es
sacerdote, gran comunicador de masas. Contaba tanto con apoyos fieles como con opositores. Es así como a los treinta años, miembros de
la otra corriente carmelita le raptan, le encierran y le torturan. Él considera ese pasaje de su vida como un aprendizaje de la privación.
Refleja su pensamiento tanto en poesía como en prosa. Así, explica las etapas del desarrollo espiritual en “La noche oscura del alma”. En
su concepción del alma está la trinidad agustiniana y el deseo de dirigirse hacia Dios que caracteriza al pseudo Dionisio. Considera que
las virtudes del alma son resultado del desarrollo positivo de sus facultades, y el vicio, el mal uso de las mismas. Es necesaria una
purgación, una privación. Juan conoce al pseudo Areopagita de forma directa e indirecta, habiendo leído su “Teología Mística”. Dice
Copp que Dionisio insiste en el proceso metafísico, mientras que Juan, en el psicológico: Juan vive, Dionisio describe.
·John Milton (1608-1674): El más grande escritor británico tras Shakespeare, provenía de una familia que pudo darle buena educación. Se
considera un profeta de Dios a través de la poesía. Es evangelista en la causa de Inglaterra, escribiendo panfletos político-religiosos. Es
posible que leyera al pseudo Dionisio, y con seguridad estudió a los clásicos y el neoplatonismo. John Dixon Copp afirma que es el autor
en el que parece haber menos influencia del pseudo Areopagita. Si acaso, entre ambos hay una similitud en sistematización y simbolismo.
La fuente principal de Milton también es la Biblia, pero Milton es anticatólico. Refleja sus creencias religiosas en su “Tratado sobre las
doctrinas cristianas”, y habla de su angelología en el “Paraíso perdido”, similar pero no igual a la del pseudo Dionisio. Sin embargo,
Milton no es ni místico ni metafísico, y si hay algo que le una con seguridad al pseudo Areopagita es el interés por las fuentes platónicas
y neoplatónicas, y la Biblia.

En cuanto a las obras de autores desconocidos, haremos una breve presentación de su contexto y su contenido:
·”Teología germánica”: Probablemente escrita entre el 1380 y 1400, esta obra fue descubierta, titulada y publicada por Martín Lutero,
aunque luego la repudia en su separación de la Iglesia Católica al considerarla institucionalista. En este ambiente de conflictos religiosos
internos en la Iglesia, y externos con otras religiones; de guerras, revueltas campesinas y de plagas, la “Teología germánica” tiene un
doble propósito: combatir las causas de la confusión religiosa y proponer una alternativa centrada. No faltaban movimientos de este estilo
por entonces, como eran los Hermanos y Hermanas del Espíritu Libre o los Amigos de Dios. Los que escribieron esta obra conocían
probablemente las obras de Eckhart y Tauler, y lo hicieron con vistas a que ésta fuera un libro práctico para la contemplación. Se escribe
para que la gente común “alcance las cosas ocultas de Dios”, para reconocer el Espíritu, seguirlo y rendirse a Dios. Hay ciertas
coincidencias de la Teología Germánica con la Teología Mística del pseudo Dionisio. En ambas obras se habla de vivir una vida según
Cristo y se considera que el pecado es autosuficiente. De hecho, en el capítulo ocho se cita al pseudo Dionisio, y en el capítulo catorce se
menciona la triple vía.
·”La nube del desconocimiento” (“The cloud of unknowing”): En la lectura de esta obra se detectan tres influencias principales en aquél
que la redactó: el ascenso de Moisés al Sinaí, la propia experiencia del autor y la Teología Mística del pseudo Areopagita (esta última, la
explicita el texto). La obra comienza con una descripción de los tipos de creyentes cristianos: los comunes, los especiales, los
contemplativos y los perfectos. El paso del primero a los siguientes es un ascenso, un viaje, cuya guía es este libro. Este viaje es en sí una
negación teológica, un vaciamiento, en el que nos concentramos en “cubrir con una nube de olvido” el pasado, para “entrar en una nube
de desconocimiento”, que es la contemplación. Esa nube es un estado misterioso más real que el terrestre: nos protege de la verdadera y
cegadora luz divina que está tras ella, y es a la vez una metáfora de la ignorancia. La nube es la simbolización de la teología negativa del
pseudo Areopagita. El autor (o autora) de esta obra probablemente fuera de una orden religiosa (puede que del tercer nivel de los
descritos), que se mantiene en el anonimato bien por “humildad cristiana”, dice Copp, o a causa de los “cazadores de herejías”, siendo
este autor consciente de la fácil malinterpretación de su obra. El autor es claro y directo, con un fino sentido del humor, y ferviente.
Declara al pseudo Dionisio su maestro.

c.3. Conclusión
John Dixon Copp dedica el último apartado de su obra (Capítulo XVII: Legado) a hacer un pequeño repaso de lo que en aproximadamente
doscientas cincuenta páginas ha explicado del Dionisio el pseudo Areopagita. Cita a Baron Von Hugel, quien dice del pseudo Dionisio que
supone “la adopción más sistemática de filosofía no cristiana, además, aprobada por la Iglesia Católica”. Un autor de semejante importancia
cuya identidad nos es aún desconocida. Lo principal a recordar del pseudo Areopagita es que, realmente, no es original: sus fuentes son
siempre las Escrituras y el platonismo y el neoplatonismo. Durante más de mil años, fue creído su “artificio” de ser el discípulo de Pablo.
Entre sus grandes contribuciones, están la creación del lenguaje místico y religioso que después será utilizado por muchos otros, sus
Jerarquías Celeste y Eclesiástica, su misticismo con su triple vía (purgación, iluminación, unión) y la teología negativa que desarrolla. Dice
Copp que si el paganismo (la filosofía) se considera la razón, la cabeza, y el cristianismo se considera la emotividad, el corazón, el pseudo
Dionisio es (a pesar de las dudas de otros) un cristiano con cabeza.
Para finalizar, una cita del pseudo Areopagita:
“Nunca estés satisfecho en esta Vida del deseo de verle a Él. Al contrario, uno debe siempre, mirando a lo que uno puede ver, reavivar su
deseo de ver más”.
Y en este deseo de ver más hemos de negar lo que ya hemos visto y adentrarnos en la oscuridad sin palabras. Una oscuridad que no es más
que nuestra incapacidad de ver la inconmensurable luz divina. Es por eso que John Dixon Copp le llama “hombre de oscuridad/hombre de
luz”. Ambas al final son lo mismo: la oscuridad es lo que hay cuando, en nuestro ascenso hacia la fuente, negamos todo lo anterior; no
puede ser de otro tipo la experiencia de Dios, ya que somos imperfectos y limitados, y nuestros ojos no son suficiente para observar la luz
divina. Como en la portada del libro, donde nos aparece una fotografía de Dorothy Richardson, precisamente en blanco y negro. No sólo la
figura iluminada del árbol sino también las sombras que lo moldean conforman su imagen.

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