Vous êtes sur la page 1sur 293

Emmanuel Kant

Crítica
de la facuitad
de juzgar

Tmducción, introducción,
notas e indices
Pablo Oyarzún

lttillitM~ ltllolt\IU Ü'kH!111! 1

Monte Áv i la

11§~1
!dl""~CA
t• edición en Monlc Ávila Editores. 1992
2' edición, 2006
INTRODUCCIÓN DEL TRADUCTOR

L,, CRITICA de la facultad de juzgar (CFJ) es la tercera


parte fu11dame11tal del proyecto de tra11sformación de la fl-
losojia que emprendió lmmanuel Ka11t. Tales partes, o fa-
ses,.fuero11 expuestas al examen público entre 1781y 1790.
Tílulo origi1111J la última dala correspo11de a la primera edició11 de la
KRmK DER VIrTEll.SJCJW'T
obra presente.
A pesar de que su sig11!ficación para todo el proyecto
-y Ka11t la declara- debería ser evidente, la tercera Críti-
ca ha recibido una atención comparativamente minoritaria
en la tradició11 de las lecturas y exégesis de Kant. Esa tradi-
ción, como es sabido, pondera el peso de aquella transfor-
mación a11te todo en la Critica de la razón pura (CRP) y, en
segundo término, en la Critica de la razón práctica (CRPr). Es
verdad que esta postergación se ha visto atenuada y hasta
explícitamente rectificada en los años recientes; el interés
por la tercera Crítica -tenga que ver éste co11 el problema de
0 MONTE ÁVILA EDITORES LATINOAMERICANA C.A., 2006 la estética, de la comunicación, la intersubjetil'Ídad o el jui-
Apanodo Postal 70712, Carneas, Venezuela cio- ha crecido en fom1a notoria, digamos. desde la década
Teleíax (S8·212) 263.85.08 de los 60. Pero es cierto también que demasiado a menudo
maclca@telcel.net.vc
se ve en CFJ u11a obra complementaria, la tentativa incierta
Diseño de colección: de hilvanar asumos no tocados por las dos previas, con el
Cluudia Leal resultado (supuestamente ostensible en la estructura bipartita
del texto) de una asociación más bien endeble enn-e 11na esté-
Hecho el Depósito de Ley
tica y una filosojia biológica. Schopenha11er, que reí vindica-
Depósito Lcgnl N' lfS0020068002706
ISBN: 980-0l -1 40S·x ba a Kant sin disimular los reproches, la tildó de «barroca
11nificación». Aun en las fechas recientes de la rehabilitació11
-si puede hablarse así- de esta obra, siguen siendo gravi-
Impreso en Venezuela
Prinrtd In Vf'.nezu~la tan/es opiniones de esta indo/e.

VTI
A no dudar, la prehistoria de la tercera Críticajá11ore- /11 .fllasojia tmsce11de11tal. de.fde las c11ales la trayectoria y
ce tales presu11cio11es. Hasta mucho después de haber pu- (•I sentido de ésta aparecen bajo una distinta l11z. Y prime-
blicado Kallf sus Observaciones sobre lo bello y lo sublime mmellle esas claves se enc11e111ra11 -au11que cifradas ellas
(1764) - 1111 fino e11Sayo psicológico y antropológico. clara- mismas- en las pregumas pri11cipales de que depende la
mente influido por el empirismo inglés- . y ya e11 pleno des- CPJ: aquella enmarcadora que abre su dimensión de con-
pliegue de la ft/osofia crítica, seguía persuadido de que las }111110 y aquella otra que inquiere por /e¡ peculíaridad del jui-
pregu11tas de la estética 110 daban motivo para una inda- cio del gusto.
gació11 trascendental. Y no sólo es tardío su convencimiento El eje para la delimitación del primer problema -y
acerca de la significación trascendental del problema del súlo de él 11os ocuparemos aquí- e.f, por lo pronto, la disti11-
gusto, que anuncia en 1111a carta célebre enviada a Reinhold dó11 esencial entre fa facultad de juzgar determinante - su-
el 28 de diciembre de 178 7. Recién e11 la primavera de 1789 puesta e11 ella tambié11 la trasce11de11tal que ha examinado
- seglÍ11 otra misiva a Reinhold, del 12 de mayo-ha queda- la CRP- y la/acuitad de juzgar rejlexionante. En general, la
do establecida la estructura definitiva de la obro (que hasta facultad de juzgar es la capacidad de pe11sar lo particular (el
entonces era una «crítica del gusto»), mediante la anexió11 caso) e11 cuanto co11tenido (subsumido) en lo universal (la re-
de la teleología de la naturaleza y la elaboración de u11111ar- gla). A este respecto, en la primera Critica se trataba de resol-
co ge11eral que tie11e sus vigas mayores en el co11cepto de ver el problema de la subsunción trascendental, esto es, cómo
f acultad de j uzgar reflexionan/e y el de conformidad a fin. a la facultad de juzgar trascendental puede serle indicado a
la idea de una maniobra forzada, de remiendos y suturas, priori el caso al cual ella aplique la regla (que aquí debe
queda, con estos antecedentes, i11sinuada. ser un concepto puro del entendimiento). Esta indicación, e11
Sí11 embargo, las lecturas que se dej an llevar por esta cuanto trascendental, debe ser cabal, exhaustiva: precisa. la
idea - pero sobre todo: que la piensan de modo simple (ya variabilidad in.finita de los casos empíricos, de los cuales hay
volveremos sobre ello)- 110 sólo arriesga11 el malentendido que esperar que se den para determi11arlos conceptualmente,
de la empresa de Kant en ese texto, sino también del cue1po es esencialmente esquiva a esa precisión, porque en su mera
total del proyecto crítico. Si se quiere aprehender la estricta particularidad los casos no son enteramente deducibles a
significación de la obra es imprescindible atender al modo partir de la regla, es decil; no pueden ser, desde ella, riguro-
en que Kant la refiere a sus intenciones más generales, y de same11te anticipados. Pero es posible que los casos respondan
acuerdo con el cual hace -o intenta hacer- de ella pieza a esa demanda si la regla es la pauta de producción, de cons-
orgá11ica e insoslayable de su proyecto. No obstante, el lu- trucción de los casos mismos: entre ambos extremos hay, en-
gar y el momento de clausurar el «11egocio critico» y de tonces, conformidad mutua. Según Ka11t, eso es lo que ocurre
avanzar hacia lo «doctrinario» no es -o no es solamente- con las condiciones de todo objeto posible de la experiencia,
de resol11ció11 confiada; allí se advierte una vacilación - una y es tarea de la imaginación trascendental suministrar la in-
vacilación en la decisión- y una suerte de desplazamiento, dicación aludida a través de los esquemas, como representa-
de modo que la completación del programa crítico pare- ciones del proceder de la imaginación para proporcionarle su
ciera 110 ser posible para Kant sin 1111 simultáneo replanteo, image11 a un concepto.
· 1111a revisión - en sentido fi1erte- del mismo. De ahí que en Tanto en su dimensión trascendental como en la dimen-
la CFJ se encuentre11 depositadas unas claves decisivas de sión empírica que funda sus posibilidades en ésa, /a facultad

Y/11 IX
de juzgar enseña, pues, una primera.faz delerminanle: la re- .fwi.wlicción sobre la naturaleza con vistas a la delermina·
gla precede a los casos como lo sabido, y los delermina. sean ción de s11 partic11laridad y a la incorporación de ésta en un
ellos coproducidos en vista de la regla, sean meramente da- .l'istema de conocimientos. no puede sino mantenerse -de-
dos e11 fa experiencia. Su movimiento es, por así decü; des· bido a la índole /rascendental de esa legislación- dentro
ce11dente: de la Jey al caso, del conceplo a la intuición. del marco de la posibilidad de la naturaleza, y obrar, enton-
Clave de fa detenninación es, pues, la posesión previa ces, como administrador de las invariantes de ésta. El entre·
de la regla, la preexistencia de la ley. Si -como sucede in- lazo mudable de efectividad y contingencia que constituye a
numerablemenle en las tareas del averiguar y el aprende1; la particularidad de la naturaleza alcanza, pues. a ser de-
del estimar y decidir- no se lie11e11 ya los requeridos con- lerminado por esa legislación. Entre las leyes universales
ceplos, sí nos son propias las reglas para .formarlos. lrascendentales y la diversidad empírica queda abierto 1111
Pero cabe lambién que se den casos sin que de an· ltia10 -el de las leyes par1ic11lares de la naturaleza, req11e·
temano se disponga de la regla que Jos determine: ni del ridas para dar cuenta de esa diversidad- que el ejercicio
concepto específico que haga maní.fiesta su contextura, ni re.flexionante ha de salvar.
-sobre todo- de la regla fimdamental que permita elabo· La.facultad de juzgar reflexionan/e opera, entonces, en
rar ese concepto. En Jales casos se hace necesario buscar el territorio de la formación de los concepUJs empíricos. ca-
esa regla. A los juicios que se emiten según es/e predica· reciendo de una guía preestablecida -como posee, en cam-
mento los llama Kant reflexionantes, y re.flexión al proceso bio, la determinante en su empleo empírico- para proceder-
de esa búsqueda. De manera inversa a los detenninantes, su ª esa formación. Ello entraíia consecuencias cardinales. La
movimiento es de ascenso, desde el caso a la ley, de la illtui- actividad esencial de la .faculiad de juzgar r~flex.ionante, el
ción al concepto. reflexionar como búsqueda, no tiene asegurado de antema-
Ciertamen/e, el modo en que hemos presentado la dis- no el buen éxito de su empresa. No obs1a11te, le es impres-
tinción entre ambos usos de la f{lcultad de juzgar, deter- cindible trabajar sobre la base de la anticipación de ese
minante y reflexionan.te, es engaíioso. como si fuese una resultado, es decit; tiene que anticipar la unidad bajo la cual
alternativa según la ·cual ciertos casos admitiesen el prime- pueda llegar a pensarse el caso, la multiplicidad de lo dado.
ro y otros requiriesen el segundo. El asumo, sin embargo. es Esto seiiala la necesidad (y la. presencia implícita) de un
otro: es la proliferación empírica de los «casos» mismos en principio trascendental para la .facultad de juzgar reflexio-
el detalle de su particularidad y hetemgeneidad. es la diver- nan té, que en el enunciado /amtiano más amplio reza: «para
sidad de las mismas leyes emplricas bajo las ct!ales pueden todas las cosas de la nat11raleza se puede hallar conceptos
ser ellos alineados, y el requisito de procurar su integración empíricos determinados».
en una unidad virtualmente cabal de la natllraleza y la expe· Ha de advertirse que la .formación de conceptos por
riencia, lo que reclama el ejercicio reflexionan/e. La diferen· la .facullad de juzgar re_fle.xionante no puede ser concebida
cia -apuntada es más projimda: en ella estriban - y esto lo sino acentuadamenJe como una brísq11eda, porque s11 logro
tocaremos más tarde- dos posiciones distintas de la ley. depende al fin, no (sólo) de ella misma, sino (también) de
El alcance de las leyes trascendentales - pues de la multiplicidad de las cosas nat11rales sobre las que aq11é·
:ellas se trata.finalmente en la determinación- es limitado. lla versa. Se sigue de esto que el objeto problemático cen-
Según la doctrina de la CRP. si bien el entendimiento posee tral de la CFJ es la indeterminación (e indetermi11abilidad

X XI
a priori) de la diversidud de lo dado o, dicho de otro modo, ¡1r/111'1pio i1ulispensable de la. estructura y ~jercicio d~ esa
lo inanlicipable de la experiencia como lugar y modo ge- (t11'11ltnd: 1111 principio q11e. as1 como es a prwn, es, se~m se
neral de darse de las cosos 6' asimismo de la naturaleza en ,.,,, sul?ierivamente necesario, pero objetivamente contmgen-
cuanto produclividad originariu que está en el jimdame/llo t1r. /\'11 la a11ticipació11 q11e ese principio regula se concentro
de ese darse). El pla111eamiento expreso de la cuestión de lo 11/ msgo esencial de la búsqueda, y a la ~ez ese otro, acaso
empírico como rol -particular, diverso y contingente- 11w11os visible, de la espera con que pudiesemos pensar q111-
debe considerase. pues, como la novedad esencial de la ter- :1is /a indo/e suspensiva de la anticipación, su no estar ga-
cera Crítica reJpecto de las anteriores, que exploraban y rtmtlzado previamente. En ella, pues, la facultad de juzg?r
acotaban o priori la razón finita sin hacer cuestión propio ntflexio110111e. que 110 puede preestablecer (o sea, oonstrwr)
de lo irreduclible que pueda lener la experiencia mismo 111 co11111ens11rabilidad co11la cual, sin embargo, debe conta1;

l
1
para srt legislación trascendental; lo irreduclible, como de-
cimos, e.s la diversidad y el acaecer de lo empírico, o lo
empírico como el acaecer de lo diverso.
No es poco lo que entro en liza con esto, y la compren-
~·rtmple el acto fundamen1al de proyectarla. Como de esta
rrmmensurobi/idad depende que la razón finita encuemre su
m·t/cu/ación con una realidad que ella misma no ha podido
vmducir. puede decirse que la facultad de juzgar rejlexio-
sió1r de lo que tal novedad significa en el itinerario del pro- llCl/lte se revela en su fundamento como facultad de proyectar
yeclo crítico lleva a entender en qué sentido CFJ puede ser 11n mundo, es decir, ame todo, rma naturaleza que correspon-
estimada, a lo vez, como completación y replan/eo del mismo. da a /a capacidad de poner bajo conceptos lo dado, una nalll-
Es un punto absolutamenle cn1cia/ del proyecto kanliano - y mleza -para decirlo con una fórmula notable de Kant- en
esencialmente ligado al tema de lo finitud de nuestro razón- /11 cual pueda nuestro entendimiento bailarse.
/a diferencia de lógi.ca y existencia: lo existencia es exterior Puesto que el concepto q11e contie11e el fandame11to de
a la fuerza inferencial de la razón, a su potencia predicativa, a /a realidad efecliva, de la existencia de una cosa, es el de su
su eficacia constructiva; es más bien esa misma potencia f111alidad, la consideración de las cosas de la naturaleza en
la que está, en cuanto aUJñe a su efeclividod, asenlada sobre 1•uanto conmensurables y co-respond1entes al uso de nues-
el hecho de la existencia de la razón (que, por cierlo, no es un tra jac11/tad de juzgar prevé acerca de ésas su conformidad
hecho simple, no es un dato, sino un don y una imposición: a fin. En esta noción axial resume Kant esa deman.da. de fa-
una tarea). Y si la CRPr se aboca a evidenciar ese factum miliaridad Inscrita en una razón abocada a unos pa1sa1es que
como la inmediatez de la praclicidad de la razón -el hecho 110 .wn hechura suya. Y lo que esa noción nombra es también
de que ésta es práctica como razón- , la CFJ tiene por aquello que en términos contemporáneos podría compendiar-
misión medir hasta qué punto la efectividad de la naturaleza ~·a en el concepto del sentido.
-el facturo de la existencia de sus fonnas in(de)terminable- Hablábamos antes ·de la diferencia entre lógica Y exis-
mente múltiples- es conmensurable con aquél. tencia; fa cuestión del sentido, como forma de presencia de lo
A la faci1ltad de juzgar reflexionan/e pe11e11ece, pues, el que es, concierne a la existencia; la lógica, en cambi:', está
allficipar la adecuación -como recién decíamos con un tér- dominada por elproblema de la verdad. El senndo. segun esto,
mino más exacto que emplea Kant para referirse alprincipio podría describirse, siguiendo el hilo de la noción de confor-
de esa facultad- la conmensurabilidad de la diversidad de midad a fin (formal), como una «adecuación no veritativa~ y,
·lo dado con las potencias del sujeto racional finito. Tal es el c11 iodo caso, preveritativa. Por cierto, un esfaerzo principal

XII XTll
de Kant consistió e11 cuhrir la distancia que él mismo habüi 111rafeza misma. En la CF.1, e.w1 prete11sió11 mide el telos de la
abierto emre existencia y lógica -y que es. en esa medida, la ji1cultad de juzgar rejlexio11a11te y lo sitúa e11 el horizonte del
condición de s11 propia filosofía- mediante la exigencia de progmma elllero: en vista de la naturaleza, se trota del paso
una adecuación de sentido y verdad bajo el primado de esta tfe la sí111esis a priori -es deci1; de la deter111i11abilidad de la
última. Y si no resulta descaminado pensar que aquello que experiencia a partir de leyes trasce11dentales que f11nda11 s11
llama Kant el «deben>está relacionado de manera esencial posibilidad-al sistema, como aji11idad de los acaecimientos
con esta exigencia -en cuanto inscrita en la naturaleza de la empiricos bajo leyes particulares que puedan ser coordina-
razón misma-, se podría entender en qué medida confiaba das entre si, y referidas de este modo a una experiencia cohe-
Kant a la facultad de juzgar rejlexion(mte la misión de mediar rente a título de totalidad heurística. Desde el punto de virta
entre la legislación del entendimiento y út de la razón. la de la necesidad interna de la razón que es atestiguada en esa
cue.tlión estriba e11 saber hasta qué punto esa función media- pretensión suya, se trata de la posibilidad y la efectividad del
dora no insinúa acaso una releclllra de lo mediado. ejercicio concreto de la autonomía de la razón finita, en q11e
Si experiencia y mundo (y sentido) son las problemá- todo el programa, por última, se cifra.
ticas de la CFJ, también so11 las cuestiones explicitas en Pero precisamente la autonomía da a la CFJ una vi-
vista de las cuales Kant completa su «11egocio critico». de- sión distinta a las anteriores o. dicho quizá.~ con más cuidado,
biendo encarar su replanteamiento debido a la aguda difi- una que en las anteriores etapas del programa penna11ecía,
cultad que encierran ellas. por así decir, en sombra, aunque presel1fe. A ello apuntá-
Unas preguntas como la descrita: ¿cómo y en qué bamos al hablar de «pasiciones» distintas del nomos, de la
medida lo indeterminado y diverso de lci experiencia puede,
ley. Sin duda, hay la «posición» de la ley que consiste en su
no obstante, ser 1111 mundo, cohesión virtual de sentido, en
precedencia, desde la c11al, a s11 vez, se fija cierta función de
cuanto pueda estar, por decirlo así. pre-dispuesto paro el uso
prudencia, aplicada y aplican/e, normativa y normal. Pero
congruente de nuestras facultades, de suerte que sea, la na-
tal «posicióm> presupone otra, debido a que fa ley, en su sen-
turaleza, un espacio hóspito, habitable?: ¿cómo y en que
tido estricto, jamás puede cons iderase como dada -a la
medida es principio regulativo del uso de esas facultades Ja
manera de un dato-, sino como propuesta, a la numera de
esvera de esta hospitalidad?; ¿cómo y en qué medida, en
una tarea, una misión. La alllonomía, como dignidad de dic-
fin, esa anticipación es legítima y cuál es la de/imitación de
esta legitimidad?; todo ello pesa, pues, en una indagación tar(se) la ley - y, según dice Kant, de s ujetarse a ella, o sea,
que se aloja originariamente e11 el programa crítico de Kant: ante todo, de someterse a la tarea de dictar la ley- no es
se aloja en él rompletándolo. poder de ejecución ni de aplicación, sino poder de proposi-
Que haya mundo -en los términos seiialados-, que ción de la Ley: 11na pro-posición conforme a la cual puede
éste se dé, es, en última instancia, pretensión origi11a1ia de advenir ésta. Tal poder pro-positivo sería la reflexión como
la razón finita tanto en su vertiente teórica como práctica. operación esencial del juicio. en tanto que la pro-posición
De ser infundada, la legislación a priori del e111endimie11to sería el lugar de encuentro de caso y ley.
. sobre la 11aturaleza perma11ecería virt11al111ente en vilo, y el Pero hay algo más; las preguntas: ¿qué es juzgar?,
hecho de la razón prácticamente legislativa en nosotros no ¿cuál es la estn1ct11ra de este acto?, q11e son las que en cier-
podría sino acreditarse como insalvable divorcio con la na- to modo abren el ámbito de la CFJ y de aquella distinta

X/JI XV
mirada en la autonomía, quizás hagan despu11/ar wmbié11 Tal vez ocurra con Kant -con su preg1111ta por el jui-
otra figura de la filosofía misma. Acaso en ellas sea también cio, y de un modo que sólo se haría visible en la tercera
eficaz la impro11ta de esta otra preguma: ¿hasta q11é p11nto Crítica- una tran.~f'ormación esencial de las relaciones que,
es el juicio (la) cosa de lafilosofta? en el seno de la filosofía, mantienen las dos formas paradig-
Valiéndonos de un término kantiano cuyo sentido evo- máticas de la legislación y la jurisprudencia, a través -de-
camos al comienzo, q11izás pudiésemos llamar a lo jurídico, cimos- de un examen de lo que se juega en el acto de juzgar.
al conjunto de representaciones de lo jurídico, un esquema Con la exploración del juicio rej/exionante, con el celo que
del pensamie11to filosófico. No querría esto decir que deba pone Kant en el resguardo de su irreductible especifldad, el
reconocérsele a la fi/osofta del derecho -como discipli11a juicio y la pmdencia misma enseñan de sí 1111 aspecto inédito
especial- 1111 lugar de preponderancia dentro de la agenda en la historia de lajilosofia, y elfilósofo, resignada la monar-
temática de Ja filosofta. Quiere esto decir que entre la filo- quía, el rostro de un juez que es a un tiempo ciudadano.
sofía y el orden de lo jurídico existe una relación esencial, En efecto, para un juicio cuya misión es no aplicar una
que precede a toda.fijación disciplinaria de este último y que, ley preestablecida, sino buscarla ante todo, la prudencia per-
por ende, Ja determina. Una relación, sobre todo, que asig- tinente sólo puede pensarse como un arte de la ilwitación:
na, en el pensar filosófico occidental y su destino, u11a cier- pues el hallazgo de la ley no sería su descubrimiento sino su
ta incidencia a lo jurídico como forma .y, por otra, en las invento, es decir. su advenimiento. En este sentido, cuando se
formas jurídicas de Occidellte, cierta previa comprensión y habla de invención no se quiere significar arbitrariedad,
proyección filosófica determinándolas. Llamemos al nudo sino diferencia. La juiciosidad del juez, como su aptitud de
de ese vínculo Ja decisión: ·el esquema de que hablamos serÚJ, discernimiento, es ciertamente la facultad de la diferencia:
pues, el esquema de la decisión. Si lo jurídico es esquema de entre ley y caso, entre principio y acontecimiento. Lo que
la fllosojia, lo sería como una forma en que la fllosofta se define a la prudencia como tal, lo que Ja discierne (por un
hace (re)presentable, para sí misma, su propia operación. acto que es propio de la prudencia misma, el acto de su ini-
Des.d e la distinción platónica entre legislación y juris- ciación) frente a la imprudencia, es el cuidado de esta dife-
prudencia hasta la conversión hegeliana de la historia uni- rencia, o sea, la indicación del caso, del acontecimiento,
versa/ en tribunal (filosóficamente decantado) del universal como diferencia de la ley. O, si se quiere, como su dife-
ii enjuiciamiento, una vena fundamental de la filosofía, que rencia, que es a la vez su huella o su pista, encaminadora de
suele dar cuenta de sí misma bajo el nombre de meta}1Sica, la búsqueda, y su tardanza indefinida. Lo que separa a la
ha reservado para si el sitial decisorio y ejecutivo del esta- prudencia de la imprudencia - y sobre todo de ésa que es
blecimiento de Ja. ley: se ha identificado con la ley misma, la forma más enfática de la imprudencia, la exaltación
cuyo caso mayor sería el mundo como acaecii11iento. Por (Schwiirmerei)- acaso estribe principalmente en resistir
otra parte, en variadas venas del empirismo se ha preferido toda hipóstasis de la idea y toda identificación mesiánica de
ver al mundo -no totalizable por la teoría- como la ley caso ·y ley. Así. también, el juicio seria, por excelencia, el
implícita, o todavía como ley ausente, respecto de la cual lugar de la historia: no el lugar de la verdad, sino el de
cabe a la filosofia su pntdente y contingente, su propicia su advenimiento.
·· aplicación. El filósofo que en aquella vena es rey, aquí es, Si lo dicho es válido, tal vez en ello se retrataría vivi-
pues, 1111 aplicado ciudadano. dame11te la situación del mismo programa crítico de Kant.

XVI XVI!
Más de un reparo merece la situación peculiar que la SOBRE LA TRADUCCIÓN
CFJ tiene en diclw programa. Es. por supuesto. tercern en el
orden crónico, según la sucesión de las obras mayores de la A las 1md11ccio11es se las suele tomar en serio más en
década que va de 1781a1 790. Tercera también en el orden vista de la sig11ificación de su objetivo, y menos en lo que ata-
lógico, que en cierto modo dicta esa sucesión, prescribien- 1ie a los problemas de su ejercicio. Eso, por cierto, 110 sig11ifica
do para todas las Críticas, no obstante la diversidad de sus que se las llegue a sustituir al original. muy por el contrario.
asuntos. la misma forma del análisis y la exposición, del Es que se las mide según el rigor de una expeclativa a la que
orden y de los paradigmas de resolución. Es, sin embargo. la i11dole de provisoriedad inmutable de la 1raducción - pro-
segunda en el orden sistemático, que las dos introducciones ducto derivado y cuasi pamsitario. pero a su vez i11derivable.
de la CFJ quieren poner i11eq11ívocame11te de relieve, esti- terminal- no puede, litera/menle, responder: presenlar su
p11/a11do para esta faculiad el papel de eslabón intermedia- fi1enle, dw; en come ajena, de nuevo cuerpo al original. To-
rio entre las otras dos (la del conocimiento y la del desea1). mar en serio las traducciones e11 este sentido equivale, pues, a
Y es acaso primera en el orden menos visible de lo crítico, co11de11arlas por anticipado. Pero esta condena, que tal vez
cuyo sentido y cuya tarea descansan esencialmente en la sea inseparable del traducir. bien puede que desatienda cues-
fuerza del discemimiento - y de la invención- que esa fa- tiones hondas que son inheremes a este 111is11w.
cultad articulanJe alberga. l.As trad11ccio111!.1~ en genero/, están expuesta a la cn1-
Primera, peculia1mente, en vista del diferimiento del deza de una doble exigencia: fidelidad y libertad. U110 de los
sistema. Como se sabe, en el pe11samiemo de Kant, el siste- casos en que estos dos requerimiellfos más se agudizan ocu-
ma -en cuanto totalidad conexa y jimdada del saber- re- rre cuando se trata de verter 1111 texto )tlosófico. El deside-
quiere ser precedido por la cr:ítica. en el sentido preciso de ratum de la versión es, en1011ces. el más cumplido de los
que ésta le proporcio11a el fundamento de su posibilidad y. equilibrios: en/re la fidelidad al cómo -f!sto es, al uso de la
con él, la delimitació11 de sus alca11ces. la crítica. por cier- lengua en el auto1; a su sintaxis. su estilo, su tono. su espacio
10, es tal fundamento en la medida en que anlicipa, en su real de resonancia- y la liberlad que, valiéndose de torsio-
concepto y en su trazado, el sistema. Pero en el lra11ce de la nes y distorsiones infligidas a lo que cqnsla como escrito y
critica, el filósofo -el mismo que dispone sus argumen/os dicho. quiere atenerse al qué: al sentido, a la verdad. Si lo
volviendo a mirar de continuo hacia el horizollte del siste- evaluamos como concepto. ese equilibrio es de punta a cabo
ma- es primordialmente u11 juez. un operador del discer- imposible y. sin embargo, es el único en que puede consistir,
11imie11to. El discemimiento precede al sistema; lo precede en sentido eslricto, la labor traductoro. iA cual sugiere que
anticipándolo, trazando, por así decir. su inicial en el hueco acaso las relacione~ entre el «cómo» y el «qué» son algo
de su advenimiento. Y éste podría considerarse como el ac/o menos simple de lo que a primera vista pudiem parecemos.
critico por excelencia, puesto que en él se juega el destino En último término, para el pathos del traductor. todo
del programa. Si éste se cifra. como dijimos. en la auto- texto q1ie él tome por objeto de s u labor es sagrado: el sen-
11omía de la razón. el problema y lo que podriamo,~ llamar tido que quiere retener a toda costa es también de inmedia-
-en ambos sentidos del término- la solicitud de tal auto- to la verdad que no ha de escapársele entre las manos. Una
i1omía, se plantea anle lodo e11 el acto de j11zgar, o sea, en la verdad inicial: lo que no ha de escapársele - aun c11a11do
huella de la ley (aún) ausente. para ello sólo disponga del frágil socorro de algo (el texto)

XVIII XIX
que es, primariamente, no más que u11 haz de insinuacio- //o, 1983), y que i11cl11yó las «Observaciones sobre lo bello
nes- es la verdad del sentido, s11 haberlo (habido) en 11n y lo sublime», la «Crí1ica de la f acultad de j uzgar estética».
texto. Esta índole «sagrada» del tex10, sin embargo, le impo- y 1<El sentimiento del placer y displacer» (libro 11 de la
ne a la trad11cción la necesidad de no ser piadosa: no debe Antropología) . Algunas señas sobre 11uestrasfuentes y sobre
el aparato de notas e í11dices so11, e11 fin, perti11entes aquí.
',,r
ella ree11brir los deslices, asperezas y fallas del dise11rso,
porque todos ellos son (p11eden ser) momentos significativos Hemos trabajado co11 dos ediciones alemanas de la ter-
- y crociales, q11izás- de s11 proceso. El arte del trad11ctor cera Crítica: la que corresponde a los Werke de Kant, hecha
consiste en hacer de la vacilación una decisión. por Wilhelm Weischedel {publíct1da sucesivamente por lnsel
Esto pcia partic11lam1ente en el caso de Kant, porque Verlag, Suhrkamp Verlag y Wissenschajlliche Buchgesselschaft
allí los deslices pertenecen inseparablemente a la interna ines- Darmstadt), y la de Karl Vorlii11der e11 la Philosophische Bi-
tabilidad de 11n texto q11e no excluye contradicciones e inconse- bliothek (Felix Meinner Verlag). La primera detalla las va-
c11encias -{/lle está, por as! decir; en formación, y de un autor riantes de las tres primeras ediciones (textos A, By C) y las
tensado entre las instituciones /iterorias y filosóficas de s11 de la edición de la Akademie der Wtssenschaften de Berlín
época y la resolución de pensar (Y escribir) más allá de ellas. (110/. V de las obras de Kant, preparadas por Wilhelm Wi11-
A este respecto, romo se sabe, el de Kant es 11n caso ex- delba11d, y que también cotejamos). La segunda, que no es
cepcional entre la serie de los grandes filósofos. El indicio exha11Stiva a ese respecto, incluye, en cambio, las variantes y
más próximo de ello lo hallamos en 11na constatación frecuen- lecturas de las ediciones de Rosenkranz, Hartenstein, Kirch-
te: Kant -se dice- escribe mal. Este no es 1111 hecho menor; mann, Erdma1111 y el mismo Vorliinder, muchas de ellas in-
por el contrario, marca el punto ard110 de una determinación dispensables. Confrontamos también las versiones españolas
y de 11n desajuste esencial q11e reclamaría un examen deteni- (Manuel García More11te, Madrid: Espasa-Calpe, 1945, y
do. El modo notorio en que diverge11 y difieren en Kant la ex- José Rovira Amrengol, Buenos Aires: Losada, 1961, 1968, 2),
posición y el pensamiento s11giere, en todo caso, q11e el núcleo las traducciones al.francés (Jean Gibeli11, París.' Vrin, 1946,
aclivo de su obra está en ace11tuada oscllació11, como fuera de y Alexis Philo11enko, Parls: Vrin, 1968, sin lugar a dudas la
balance: la exposición dice menos - y más- de lo q11e pien- mejor que conocemos) y la inglesa (de James Creed Mere-
sa el pensamiento y éste, al mismo tiempo, piensa más - y me- dith, Chicago-Lo11dres-Toro11to: The Encyclopaedia Brita-
nos- de lo que dice la exposición. El texto mismo es la zona nica, !ne., Great Books [vol. 42.), I 952). Para la primera
compleja de esta in-decisión. como sí él mismo estuviese ya en versión de la introducción empleamos el texto de La edición
situación de traducción respecto de aquellas otras <kJs instan- de Weiscltedel y revisamos la troducción al español de Ar-
cias. Y si ya romo regla general vale el precawrse de simular turo Aliman (Kant, La filosofía como un sistema, Buenos
naturalidad en 1111a traducción -como si fuese producto es- Aires: Juárez Editor. 1969}'.
pontáneo de su lengua-, se podría imaginar que ese cuidado
tiene q11e redoblarse en el caso de esta peculiar escrÍfllro. Tiempo después de haber ooncluido cstn ""rsión pudimos oonoccr en
Quisiéramos referir nuestra versión al marco que su- parte Ja traducción completa de la tercera Critica al portugués elabora-
gieren estas consideraciones. Ellas mismas estuvieron tam- da por Valério Rohdcn, de In Universidad Federal de Rio Grande do Sul,
y António Marques, de la Universidad de Lisboa (Río de Janciro: Edito-
bién en la base de la edición de los Textos estéticos de Kant ra Forense Universitaria, 1992); los acuerdos entre una y otra nos pare-
que hicimos antes (Santiago de Chile: Editorial Andrés Be- cieron muy significativos.

XX XXI
La paginación que se indica al margen corresponde, dejuzgan>. Pero por una parle la noción de 4i1erzcw admi-
j respectivame11te, a la primera edición alemana (A) y a las te - y aun .fiworece, según el mismo Kant- una lectura
edicíones segunda y tercera (By C), que so11 coincidentes en psicológica, parecidamente a lo que pasa por lo común con
1
ello. Fue establecida según la pauta de Weischedel. <<juicio». Y por otra, Kant mismo emplea como equivalellles
Hemos i11corporado un número ab11ndante de notas q11e Urteilskraft y Urteilsvenniigen - dando también como co-
sirven a varios propósitos; esclarecer 1111estras opciones de rrespondiente lati110 fac11ltas iudica11di-. hace lopropio con
interpretación para ciertos pasajes problemáticos, así como Erkenntniskraft y Erkenntnisvermiigen, y da asimismo el
lí1mbién nuestras prefere11cias de traducció11 de 1érmi11os li- sentido de facultad al vocablo Einbildungskraft3• En cua11to
tigiosos; indicar vocablos y fi'ases del original con fl11es de a la diferencia entre enj11iciamie11to y juicio, Beurteilung y
cotejo en lugares que lo aconsejasen, incluyendo a menudo U1ieil, dos notas parecen aquí determinantes. Una es el sen-
posibles alterna1ivas de haducción; se1lakt1· las varia11tes y tido activo que comporta la primera expresión. Pero como
lecturos de las diversas edicio11es alemanas; y en.fin, aportar también es posible entender el <<juicio» como 1111 acto lógico,
información referencial sobre conceptos, temas y amores al11- lo decisivo es observar q11e «enjuiciamiento» tiene en Kant
didos por Kant, además de aclaraciones puntuales extraídas un. cardcter estimativo y que designa específicamente el pro-
de otras obras del mismoz. ceso de la reflexión.
El í11dice analítico sigue.fimdamentalmente la estructu-
ra del que elaboró Vorliinder. pero introduce casi 200 térmi-
nos nuevos, y corrige y reorde11a otros ya preseme11 e11 ése.
1 Una última indicación debe hacerse sobre nuestra de-
cisión. de traducir Urteilskraft por <(facultad de juzgar», y no,
como ha sido 11sual, por <<juicío». Hemos buscado evitar las
eq11ivocidadés que trae esta últinui palabro, separando termi-
nológicamente las nociones de fiu,11ltad de j11zga1; enjuicia-
mie11to y juicio, tal como ocurre en el original kantiano. Por
lo qu.e atatle a la primera, nos ha parecido indispensable lla-
mar Ja ate11ción sobre la perspectiva hascendental desde la
cual se aborda en esta obra la cuestión del juicio. Debe, pues,
consignarse expresamente el concepto de /acuitad (Vermii-
gen), que en el Jéx.ico de Kalll corresponde a. dicha perspectiva
y ha de po11er en mira. consiguientemente la posibílidad (Mii-
glichkeit) de juzgar, no sólo los juicios como tales. Es cierto
que Kant respeta el 11so heredado, y dice Unclskraft «fuerza
3 Un poco incoosecuentemente, y a favor de una lectura menos onerosa,
2 Los motivos de cinco notas (O y t44 de la «Analitica de lo belk•», y 16, 26 preferimos en este último caso mantener <.<imaginación», en lugar de
y 79 de la «Analítica de lo sublime»), todas ellas concernientes a detalles «facultad de imaginación» (el latino en Kant es facu/1as imagi11a11dí):
de la estructura expositiva del texto, nos fueron gentilmente señalados por aquel término no pare<:e estar expuesto, por lo demás, a los equívocos
el profesor Rcnhardt Brand~ de la Universidad de Marburg. que de hecho provoca <<juicio)> en las precedentes versiones españolas.

XXII xxm
OBSERVACIONES

l. La marca «J» señaliza el lugar del texto en que se verifica


un cambio de página en el origi.oal manuscrito de Kant. El
nÍU11ero respectivo que indica cada vez la nueva página que
se inicia aparece al margen de la linea correspondiente.
2 . Las notas señalizadas con «(*)» pertenecen al texto origi-
nal de Kant, y su texto correSJJOodiente se reproduce a pie
de página.
3. Las notas señalizadas con números correlativos son notás
del traductor y se encontrarán al final de esta «primera
vers ión».

3
J. INTRODUCCJÓN 1

l. D E LA FLLOSOFÍA COMO UN SISTEMA

S, LA FILOSOl'IA es el sistema del conocimiento racional por


medio de conceptos, ya con ello se la diforencia de modo
suficiente de una critica de la razón pura, la cual ciertamen-
te contiene una investigación filosófica de la posibilidad de
un conocimiento semejame, pero no pertenece como parte
a tal sistema, sino que ante lodo proyccla y examina Ja idea
de éste.
La división del sistema sólo puede primeramente ser la
división en su parte formal y en su parte material, de las cua-
les Ja primera (la lógica) comprende meramente la forma de
pensar, en un sistema de reglas, y la segunda (la parte real)
somete sistemáticamente a consideración los objetos sobre
los cuales se piensa, en la medida en que sea posible un co-
nocimiento racional de los mismos a partir de conceptos.
Ahora bien: este mismo sisiema real de la filosoña
no puede ser dividido de otra manera que de acuerdo con
la diferencia originaria de sus objetos y con Ja diversidad
esencial -<¡ue sobre aquélla reposa- de los principios de una
ciencia que los contiene, en filosofía teórica y filosofia prác-
tica; de esta suerte, una parre tiene que ser Ja filosofía de
Ja naturaleza, y la otra, Ja de las costumbres, de las cuales la
primera puede contener también principios a priori, pero
la segunda (puesto que la libertad no puede ser de ningún
modo objeto de la experiencia) nunca otros que principios a
pnon puros.

5
Reina, sin embargo, un malentendido grande y aun muy cnmcntc son rcprcscn1adas las condiciones internas de su
perjudicial para el tratamiento de la ciencia con respecto a posibilidad, en la frugalidad, en la moderación de las inclina-
lo que haya de tenerse por práctico, en una acepción tal que ciones, para que no se vuelvan pasiones, etcétera, como per-
en virtud de ella mereciese esto ser traído a una filosofía tenecientes a la naturaleza del sujeto, y 1al mismo tiempo (es 3
práctica. Se ha creído poder sumar a la filosofia práctica el representado) el modo de producción de este equilibrio como
arte político y la economía política, las reglas de la econo- una causalidad que es posible por nosotros mismos y, por lo
2 mía doméstica como asimismo las 1del trato social, los pre- tanto (es representado), todo como consecuencia inmediata
ceptos para el bienestar y la dietética, tanto del alma como de la teoría del objeto en referencia a Ja teoría de nuestra pro-
del cuerpo (¿y por qué no también todos los oficios y las pia naturaleza (de nosotros mismos como causa); por consi-
artes?), porque todos ellos encierran un conjunto de pro- guiente, el precepto práctico ciertamente d ifiere aquí de un
posiciones prácticas. Pero si es cierto que las proposiciones precepto teórico en virtud de Ja fórmula, mas no en virtud del
prácticas son, en virtud del modo de representación, dife- contenido, debido a lo cual no requiere de una especie par-
rentes de las teóricas, que contienen Ja posibilidad de las ', ticular de filosoña a fin de inteligir esta vinculación de unos
cosas y sus determinaciones, no por ello en virtud del con- fundamentos con sus consecuencias. En una palabra: todas las
tenido; en cambio, únicamente lo son aquellas que consi- proposiciones prácticas que derivan del arbitrio, como causa,
deran la libertad bajo leyes. Todas las restantes no son más aquello que la naturaleza puede contener, pertenecen en su
que la teoría de lo que pertenece a Ja naturaleza de las cosas, conjunto a la filosofía teórica, como conocimiento de la na-
sólo que aplicada al modo en que éstas pueden ser produci- turaleza, y sólo las que dan la ley a Ja libertad son específi-
das por nosotros con arreglo a un principio, es decir (apli- camente diferentes de aquéllas en virtud del contenido. De las
cada), a la posibilidad de las mismas, representada por una primeras puede decirse que constituyen la parte práctica de
acción arbitraria (que pertenece asimismo a las causas na- unafilosofia de la nat11ra/eza, las últimas, en cambio (son las)
turales). Así, la solución del problema de la mecánica de únicas que fundan una.filosofia práctica especial.
hallar, para una fuerza dada, que debe estar en equilibrio con
un peso dado, la relación de las respectivas palancas, está
por cierto expresada como fórmula práctica, pero que no Observación
contiene otra cosa sino la proposición teórica de que la lon-
gitud de las últimas está en relación de proporción inversa Mucho importa determinar exactamente la filosofía según sus
con (la de) las primeras cuando están en equilibrio; sólo que partes, y no poner a este fin, entre los miembros de la división
esta relación, en cuanto a su génesis, es representada como de ella en cuanto sistema, aquello que solamente es c-0nse-
posible a través de una causa (nuestro arbitrio), cuyo funda- cuencia o aplicación de esas partes a casos dados, sin reque-
mento de determinación es la representación de aquella re- rir de principios especiales.
lación. De igual modo ocurre con todas las proposiciones Las proposiciones prácticas son diferenciadas de las
prácticas que atañen solamente a Ja producci6n de objetos. teóricas, ya en vista de los principios, ya en vista de las conse-
Cuando se dan preceptos para fomentar la felicidad propia cuencias. En el último caso no constituyen una parte especial
1
'I
·y, por ejemplo, sólo se habla de lo que uno ha de obrar en su
propia persona a fin de hacerse apto para la felicidad, úni-
de la ciencia, sino que pertenecen a la parte teórica, como una
particular especie de consecuencias (extraídas) de aquélla.

6 7
Pues bien: la posibilidad de las cosas según leyes naturales Hasta en una ciencia de Ja naturaleza, en la medida en
es esencialmente diferente, en cuanto a sus principios, de su que reposa sobre principios empíricos. es decir, (hasta) en la
posibilidad según leyes de la libertad. Pero esta diferencia fisica propiamente dicha, los preparativos prácticos para des-
no consiste en que, a propósito de la última, se ponga la cubrir ocultas leyes naturales y que llevan el nombre de fisica
causa en una voluntad, mientras que en la primera lo esté experimental, no pueden autorizar de ningún modo Ja deno-
4 fuera de ella, en las cosas mismas. En efecto, si la 1 volun- minación de una fisica práctica (que asimismo es un absurdo)
tad no obedece a otros principios que a aquellos de los cua- como parte de la filosofia natural. En efecto, los principios de
les. el e.ntendimiento intelige que el objeto es posible según acuerdo con los cuales llevamos a cabo ensayos tienen que ser
ellos a título de nuevas leyes naturales, la proposición que tomados siempre 1del conocimiento de la naturaleza y, por lo 5
contiene la posibilidad del objeto por la causalidad del arbi- tanto, de la teoría. Lo mismo vale para los preceptos prácticos
trio bien puede llamarse una proposición práctica, pero en que atañen a la producción arbitraria de un cierto estado de
nada se distingue, en cuanto al principio, de las proposicio- ánimo en nosotros (por ejemplo, el de la moción o sofrena- ·
nes teóricas que atañen a la naturaleza de las cosas, sino que miento de Ja imaginación, la satisfación o debilitamiento de
más bien tiene que tomar prestado a ésta lo suyo para pre- las inclinaciones). No hay una psicologla práctica como par-
sentar en la realidad efectiva la representación de un objeto. te de la filosofia sobre la naturaleza humana. Pues los prin-
Las proposiciones prácticas, pues, que por su contenido cipios de la posibilidad del propio estado, mediante el arte,
atañen simplemente a la posibilidad (por medio de acción ar- tienen que tomarse prestados de los principios de Ja posibili-
bitraria) de un objeto representado, sólo son aplicaciones de dad de nuestras detenninaciones a partir de Ja dotación de
un conocimiento teórico completo, y no pueden constituir nuestra naturaleza, y aunque aquéllos consistan en propooi-
ninguna parte especial de una ciencia. Una geometría práctica cione.s prácticas, no constituyen, sin embargo, una parte prác.
como ciencia separada es un absurdo, a pesar de que en esta tica de la psicologia empírica, porque no poseen principios
ciencia pura estén contenidas tantas proposiciones prácticas, especiales, sino que simplemente pertenecen a sus escolios.
las más de las cuales, en cuanto problemas, requieren de una En general, las proposiciones prácticas (sean ellas pu-
instrucción especial para su solución. El problema de cons- ramente a priori o bien empíricas), si enuncian de manera
truir un cuadrado con una línea dada y un ángulo recto dado, imnediata la posibilidad de un objelo por medio de nuestro
es una proposición práctica, mas consecuencia pura de Ja teo- arbitrio, pertenecen siempre al conocimiento de la naturale-
ría. Tampoco puede el arte de la agrimensura (agrimensoria) za y a la parte teórica de la filosofía. Sólo aquellas que direc-
arrogarse en modo alguno el nombre de una geometría prác- tamente presentan como necesaria la determinación de una
tica y llamarse sin más parte especial de la geometría, sino acción meramente por Ja representación de su forma (con arre-
que pertenece a Jos escolios de esta última, o sea, a la utiliza- glo a leyes en general), sin consideración de Ja materia2 del
1 ción de esta ciencia para ocupaciones (concretas)(*). objeto que por tal medio ha de ser efectuado, pueden y tienen
1
¡ que para la construcción de los conccpcos de esta última se requieren
. • (HS) Esla ciencia pura, y por eso mismo sublime, pon:ce perder algo de su máquinas más complejas. Sin embargo, tampoco se entiende, bajo las
dignidad si confiesa que, como geometría clcmencal empica hem1mien1as primeras, a las herramientas reales (circi1111s ~/ rogula), que jamás po-
- aunque sólo dos, a saber, el compás y la regla- para la construcción de drán reproducir con pre<:isión matemática aquellas figuras, sino que han
sus conceptos, construcción ésta que ella denomina solamente geométri- de significar Jos modos de presentación más simples do la imaginación,
ca, mientras que a Ja de la geometria superior [In llama) mccfoica, por- a la ~ual ningún instrumento puede igualur.

8 9
que poseer sus principios peculiares (en la idea de la liber- si;rvircmos también de la expresión allí donde unos objetos
tad) y, aunque funden el concepto de un objeto de la voluntad de la naturaleza sean a veces juzgados sola y simplemente
(el bien supremo) precisamente sobre estos principios, tal como si su posibilidad se fundase en el arte, en cuyos casos
l. objeto pertenece, empero, sólo indirectamente, como conse- los juicios no son ni teóricos ni prácticos (en la última acep-
11 cuencia, al precepto práctico (que en adelante se llama ético). ción indicada), en cuanto que no determinan nada acerca de
Y tampoco puede inteligirse Ja posibilidad de este objeto a la índole del objeto ni del modo de producirlo, sino que a tra-
través del conocimiento de la naturaleza (teoría). Únicamen- vés de ellos la naturaleza misma es juzgada, pero meramente
te aquellas proposiciones, pues, pertenecen a una parte espe- por analogía con un arte, y ello en referencia subjetiva a nues-
cial de un sistema de los conocimientos racionales, bajo el tra facultad de conocimiento, no en referencia objetiva a los
I• nombre de filosofia práctica. objetos {mismos}. Aquí desde luego no llamaremos técnicos
6 1 Todas las proposiciones restantes de la ejercitación, a los juicios mismos, pero sí a la facultad de juzgar, sobre cu-
cualquiera sea la ciencia a la que se anexen, pueden ser lla- yas leyes se fundan ésos, y de conformidad con ella llamare-
madas, si acaso se teme la ambigüedad, proposiciones téc- mos también técnica a la naturaleza, una técnica .que, al no
nicas en vez de prácticas. .Pues pertenecen al arte de poner contener proposiciones objetivamente determinantes, tampo-
en pie lo que se quiera que deba ser, arte que, en una teoría co constituye una parte de la filosofía doctrinaria, sino sola-
completa, es siempre una nueva consecuencia y no una parte mente de la critica de nuestras facultades de conocimiento.
por sí consistente de alguna especie de instructiva. De este
modo, todos los preceptos de la habilidad pertenecen a Ja téc-
nica '(*) y, por lo tanto, al conocimiento teórico de la natu-
raleza como consecuencias del mismo. Pero en lo futuro nos l ll. DEl SISTEMA DE LAS FACUlTADES SUPERIORES 7
DE CONOCIMIENTO, QUE ESTÁ EN EL FUNDAMENTO
• (H6} Este es el lugar pnra corregir un error que cometí en Ja Frmdame11· DE l.A FILOSOFiA
1ació11 de la metafisica de las costumbres. En efecto, después de haber
dicho de los imperativos de la habilidad que sólo mandan condiciooal-
mente, a saber, bajo Ja condición de fines meramente posibles, es decir, Cuando se habla, no de la división de una filosofia, sino de
pmb/e111átícos. denominé a tales preceptos pr.icticos imperativos proble- nuestra facultad de co11ocimientos a priori por conceptos (la
máticos, expresión en la cual ciertamente reside urui contradicción. Habría facultad de conocimientos superior), es decir {cuando se ha-
debido Uaroarlos técnicos, es decir imperativos del arte. Pues bien: los bla} de una critica de la razón pura, mas considerada {ésta}
pragmáticos, o reglas de la astucia1, que mandan bajo Ja condición de un
fin efectivo e incluso subjetivamente necesario, tantbién están entre Jos solamente según su facultad para pensar (donde no se toma en
técnicos (pues qué otra cosa es Ja astucia, sino la habilidad para poder cuenta el modo puro de la intuición), la representación sis-
emplear a hombres libres - y, en éstos, incluso las disposiciones natura- temática de Ja facUJ.tad de pensar que {de ahí} resulta es tri-
les y las inclinaciones en si mismas-- para Jos propósitos de uno). Sólo
que el fin que nos atribuimos a nosotros [mismos) y a otros [como fun.
partita, a saber: primero, Ja facultad del conocimiento de lo
damcnto], a saber, la felicidad propia, no pertenece a Jos fines meramen- 1111iversal (las reglas), el entendimiento; segundo, la facultad
te arbitrarios, (y por eso) autoriza a una denominación especial de estos de la subsu11ció11 de lo particular bajo lo universal, la facultad
imperativos técnicos, porque la tarea no sólo demanda, como en Jos téc- de juzgar; y tercero, la facultad de la determinación de lo par-
nicos, el modo de la ejecución de un fin, sino también Ja determinación
de aquello que constituye a este mismo fm (la felicidad), lo cual tiene que
ticular por lo universal (de la derivación desde principios), es
suponerse conocido en los imperativos técnicos generales. decir, la razón.

10 11
La critica de la razón pura teórica, que estaba dedica- denta les, que contienen la condición de posibilidad de la ex-
da a las fuentes de todo conocimiento a priori (y, por lo periencia en general, es posible una tan infinita diversidad de
tanto, también de aquello que en éste pertenece a la intui- leyes empíricas y una tan grande heieroge11eidad de.formas de la
ción), suministró las leyes de la naturaleza, la crítica de la 1mlltraleza, que pertenecerían a la experiencia particular, que el
razón práctica /suministró/ Ja ley de libe11ad, y así parece concepto de un sistema con arreglo a estas leyes (empíricas)
que los principios a priori han sido tratados ya completa- tiene que serle completamente ajeno al entendimiento, y no se
mente para toda la filosofía. puede concebir ni la posibilidad, ni menos aún Ja necesidad de
Pero si el entendimiento proporciona a priori leyes de un todo semejante. Sin embargo, la experiencia particular,
la naturaleza y la razón, en cambio, leyes de la libertad, cabe cohesionada ininterrumpidamente de acuerdo con principios
11 esperar por analogía que la facultad de juzgar, que media la constantes, requiere también de esa conexión sistemática de
conexión de ambas facultades, cntregu,e, tal como aquéllas, leyes empíricas, para que sea posible a la facultad de juzgar
sus principios a priori peculiares para {tal mediación} y es- subsumir lo particular bajo lo universal, bien que éste sea siem-
tablezca tal vez el fundamento para una parte especial de la pre empírico, y así sucesivamente, hasta las leye.s empíricas
filosofía, a pesar de lo cual ésta puede ser, como sistema, supremas y las formas naturales que son conformes a ellas, y,
solamente bipartita. por lo tanto, considerar el agregado de las experiencias parti-
Pero la facultad de juzgar es una facultad de conocimien- culares como un sistema de las mismas; pues sin esta suposi-
to tan especial, y carente de toda independencia, que rio da, co- ción no puede tener lugar ninguna conexión cabalmente legal
mo el entendimiento, conceptos ni da, como la razón, ideas de (*), 1es decir, ninguna unidad empírica de aquéllas. 9
algún objeto, porque no es más que una facultad para subsumir
8 bajo conceptos {que vienen} dados de otra parte. 1 Por lo tanto, • (H9) La posibilidad de una experiencia en general es la posibilidad de co-
si tuviese cabida un concepto o una regla que surgiese origi- nooimit.."Dlos empíricos en cuánto juicio sint6tico. Por lo tanto; no se la
nalmente de la facultad de juzgar, tendría que ser concepto de puede inferir anali1icrunen1e de simples percepciones comparadas (corno se
cosas de la naturaleza, en la medida en que ésta se rige según cree con1únmenre), puesto que el enlace de dos percepciones difei:entes en
el conoopto de un obje.to (con vista al conocimiento de éste) es una slnte-
nuestrafacultad de juzga1J, y, por consiguiente, de una consti- J'is, lo cual no hace de ningún otro 1nodo posible un canocimiento en1píri-
tución tal de la naturaleza que de ella no podemos hacemos co, es decir, la experiencia, más que de acuerdo con principios a priori de
ningún otro concepto sino el de que su ordenamiento se rija la unidad sintética de Jos fenómenos, es decir, 5egún principios por medio
de los cuales tales [fon6menos] son traídos bajo las categorías. Pues bien:
según nuestra facultad para subsumir las leyes particulares da- eslos conocimientos emplricos, de acuerdo con eso que necesariamenle tie-
das bajo leyesmás generales, que, sin embargo, no están dadas; nen en común (a saber, aquellas leyes trascendentales de la nat4fllleza),
en otras palabras, tendría que ser el coneepto de una conformi- constituyen una unidad analilica de toda experiencia, mas no aquella uni-
dad sintética de la experiencia como sistema, que enlace bajo un principio
dad a fin de la naturaleza en pro4 de nuestra facultad para cono- las leyes empíricas también en lo que tienen de diferentes (y donde la diver-
cer la naturaleza, en la medida en que para ello se requiere que sidad de las mismas puede llegar a lo infinito). Lo que es la categoría con
podamos juzgar lo particular en cuanto contenido bajo lo uni- respecto a cada experiencia particular, eso es la confonnidad a fin o con-
mensurabilidad de la 11a1uroleza (tambié1!e11 vista de sus leyes particulares)
•ti versal y subsumirlo bajo el concepto de una naturaleza. para·nue.<tra facultad de jucio2, según la cual aquélla [la naturaleza) no es
Ahora bien: semejante conc-epto es el de una experien- represeniada simplemente corno mecánica, ~i no también corno técnica:
cia como sistema con arreglo a leyes empíricas. En efecto, si concepto [i?ste], que., por cierto,.no determina objetivrunente la unidad sin-
tética, como [hace] la categoría, pero que subjetivamente proporciona prin-
bien la experiencia constituye un sistema según leyes trascen- cipios que sirven de hilo conductor a la investigación de la natur.tleza.

12 13
Esta conformidad a la ley~ contingente en si misma miento, la cual indica qué motivo tenemos para hacernos de
(según todos los conceptos del entendimiento), que la facul- ello una tal representación, qué origen tiene esta idea y si eUa
tad de juzgar (sólo en favor de sí misma) presume de la na- ha de hallarse en una fuente a priori, como asimismo cuál es
turaleza y presupone en ésta, es una conformidad formal a el alcance y límite de su uso: en una palabra, una investigación
fin de la naturaleza, que nosotros sin más admitimos en ella, semejante pertenecerá como parte al sistema de la critica de la
pero por la cual no se funda ni un conocimiento teórico de mzón pura, mas no de la filosofía doctrinaria8•
la naturaleza, ni un principio práctico de la libertad, no obs-
tante se da un principio para el enjuiciamiento e investiga-
ción de la naturaleza, a fin de buscar las leyes universales 1Ill. DEL SISTEMA DE TODAS LAS PACUUºADES 10
para experiencias particulares, un principio según el cual las DEL ÁNIMO HUMANO
hemos de llevar a cabo6, para obtener aquella vinculación
sistemática que es necesaria a una experiencia coherente, y Podemos reducir todas las facultades del ánimo humano, sin
que tenemos razón de admitir a priori. excepción, a estas tres: la facultad de co11ocimie11to, el senti-
El concepto que surge originariamente de la facultad miento de placer y displacer y la facultad de desear. Es cier-
de juzgar, y que le es peculiar, es, por lo tanto, el concepto de to que algunos filósofos, que por lo demás merecen todos los
la naturaleza como arte, en otras palabras, el de la técnica de la elogios por la profundidad de su modo de pensar, han tratado
11a111raleza en vista de sus leyes particulares, concepto que no de declarar sólo aparente esta diversidad y de reducir todas las
fundamenta ninguna teoría ni contiene, al igual que la lógica, facultades a la mera facultad de conocimiento. Pero flícilmen-
conocimiento de los objetos de su índole, sino que sólo da un te puede mostrarse, y ya desde hace algún tiempo se lo ha
principio para avanzar de acuerdo con leyes de la experiencia, comprendido, que este intento de introducir unidad en esta di-
a través de las cuales es posible el conocimiento de la naturale- versidad de facultades, aunque emprendido con genuino es-
za. Pero con esto no se enriquece el conocimiento de la natura- plritu filosófico, es en balde. En efecto, siempre hay una gran
leza con ninguna ley objetiva particular, sino que sólo se funda di.fereucia entre [por una parte] las representaciones, en cuan-
una máxima para la facultad de juzgar a fin de observar según to que, simplemente referidas al. objeto y a la unidad de la
ella la naturaleza y mantener con esto cohesionadas sus formas. conciencia de éste, pertenecen al conocimiento, al igual que
La filosofia, como sistema doctrinario 7 del conocimien- entre esa referencia objetiva, en la cual aquéllas, consideradas
to de la naturaleza así como de la libertad, no recibe con esto n la vez como causa de la efectividad de este objeto, son su-
ninguna parte nueva, pues la representación de la naturaleza madas a la facultad de desear, y (por otra parte] su referencia
como arte es una simple idea que sirve de principio a nuestra no más que al sujeto, en que ellas son por si mismas funda-
indagación de la misma y, por consiguiente, nada más que al mentos para conservar su propia existencia en éste y, en tal
sujeto, para introducir en el agregado de leyes emplricas como medida, son consideradas en relación con el sentimiento de pla-
tales, donde sea posible, una conexión, como {ocurre} en un cer y displacer9; y éste no es en modo alguno un conocimiento
sistema, al atribuir a la naturaleza una referencia a esta necesi- ni lo procura, aunque pueda presuponer un conocimiento como
dad nuestra. En cambio, nuestro concepto de una técnica·de Ja fundamento de determinación.
·nan1rnlcza como principio heurístico en el enjuiciamiento de 1 La vinculación entre el conocimiento de un objeto y 11
ésta, pertenecerá a la crítica de nuestra facultad de conocí- el sentimiento de placer y displacer por la existencia de éste,

15
o la determinación de la facultad de desear para reprodu- tiene] en la razón pura (en su concepto de la libertad), de
cirlo, es sin duda conocible con suficiencia de manera empí- suerte que entre las propiedades del ánimo en general, que-
rica; pero como esta conexión no es1á fundada en ningún da una facultad o receptividad intermedia, o sea, el senti-
principio a priori, en dicha medida las fuer.tas del ánimo so- 111ie1110 de placer y displacer. así como entre las facultades
lamente constituyen un agregado, y no un sistema. Ahora superiores de conocimiento queda una intermedia, la facul-
bien: ciertamente se logra obtener una vinculación a priori tad de juzgar. ¿Qué más natural sino presumir que la última
emrc el sentimiento de placer y las otras dos facultades, y contenga asimismo principios a priori para el primero?
si 'º vinculamos un conocimiento a priori, a saber, el con- Sin decir nada todavía sobre la posibilidad de esta vin-
cepto racional de la libertad con Ja facultad de desear como culación, no puede desconocerse aquí una cierta adecuación
fundamento de detenninación de ésta, {se logra también} de la facultad de juzgar al sentimiento de placer, a fin de ser-
encontra r en esta determinación objetiva, a la vez, subjeti- vir a éste de fundamento de determinación o para encontrar
vamente, un sentimiento de placer contenido en la determi- tal fundamento en él: es que, si en Ja división defac11ltad de
nación de la voluntad. Sin embargo, de este modo no está co11ocimie11to por conceptos e.1 entendimiento y la razón re-
ligada la facultad de conocimiento a la facultad de desear fieren sus representaciones a objetos, para obtener concep-
por medio'' del placer o displacer, pues éste no precede a ésa tos de ellos, la facultad de juzgar se refiere únicamente al
{última facultad}, sino que, o sigue recién a la determinación sujeto y no produce por sí sola conceptos de objetos. De
de aquélla, o no es quizá otra cosa que la misma sensación de igual modo, si en la general división de las fuerzas del áni-
esta determinabilidad de la voluntad por la razón, no siendo mo tanto la facultad de conocimiento como la facultad de
así ningún sentimiento particular ni peculiar receptividad desear contienen una referencia objetiva de las representa-
que requiriese una división especial entre las propiedades del ciones, el sentimiento de placer y displacer, por el contrario,
ánimo. Mas como en el análisis de las .facultades del ánimo es solamente la receptividad de una determinación del suje-
en general está incontestablemente dado un sentimiento de to, de suerte que, si la facultad de juzgar ha de determinar
placer que, independienté de la detenninación de la facultad algo en absoluto por sí sola, ello no podria ser otra cosa que
de desear, más bien puede ofrecer un fundamento de deter- el sentimiento de place,r, y, a la inversa, si ésta ha de conte-
minación de ésta, y como, no obstante, para su vinculación ner un principio a priori en absoluto, éste solamente podrá
con las otras dos facultades en un sistema se requiere que es- encontrnrse en la facultad de juzgar.
12 te sentimiento de placer, j así como las otras dos facultades,
no descanse en fundamentos meramente empíricos, sino tam-
bién en principios a priori, también se requerirá, por lo tanto, l 1V. D E LA EXPERJENCIA COMO UN SISTEMA 13
para la idea de la filosofia como un sistema (si bien no una PARA LA fACULTAD DE JUZGAR
doctrina, si, en cambio), una critica del semimienro de placer
y displacer, en la medida en que aquélla no está empírica- En la Critica de la razón pura hemos visto que la naturaleza
mente fundada. entera, como el conjunto de todos los objetos de la expe-
Ahora bien: la facultad de conocimiento según con- rie~cia, constituye un sistema según leyes trascendentales,
ceptos tiene sus principios a priori en el entendimiento puro esto es, aquellas que el entendimiento mismo da a priori (a
(en su concepto de la naturaleza), la/acuitad de desear [Jos saber, para los fenómenos, en cuanto que ellos, enlazados

16 17
en una conciencia, deben constituir experiencia). Precisamen- 13s. pues, un supuesto trascendental subjetivamente necesario
te por ello la experiencia tiene que constituir también, según que aquella inquietante diversidad ilimitada de leyes empí-
leyes tanto universales como particulares, en cuanto es ella, ricos y esa heterogeneidad de las formas naturales no con-
considerada objetivamente, en general posible, un sistema (en venga a la naturaleza, sino más bien que ésta, por la afinidad
la idea) de conocimientos empíricos posibles. Esto, en efecto, d~ las leyes particulares bajo leyes más generales 13 , se acre-
lo demanda Ja unidad de la naturaleza, de acuerdo con un dite con vista a una experiencia en cuanto sistema empírico.
principio de enlazamiento cabal de todo lo que está conteni- Pues bien: este supuesto es el principio trascendental de
do en este conjunto de todos los fenómenos. Y en este sentido In facultad de juzgar. Ésta, en electo, no es simplemente una
la experiencia ha de ser en general considerada, con arreglo a facultad para subsumir lo particular bajo Jo universal (cuyo
leyes trascendentales del entendimiento, como sistema y no concepto está dado), sino también, a la inversa, para hallar lo
como simple agregado. universal {que corresponde} a lo particular. El entendimien-
Pero de ello no se sigue que la naturaleza sea, también to, empero, hace abstracción, en su legislación trascendental
según leyes empíricas, un sistema aprelrensible 12 para Ja fa- de la naturaleza, de toda diversidad de leyes empíricas po-
cultad de conocimiento humana, y que Ja cabal conexión sis- sibles; sólo trae a consideración en ella las condiciones de
temática de sus fenómenos en una experiencia, y, por lo tanto, posibilidad de una experiencia en general con arreglo a su
ésta misma como sistema, sea posible para el hombre. Pues la forma. No se puede encontrar en él, entonces, ese principio de
diversidad y heterogeneidad de las leyes empíricas podría ser la afinidad de las leyes particulares de la naturaleza. Mas la 1 IS
tan grande que, siéndonos parcialmente posible vincular per- facultad de juzgar, a la que concierne someter las leyes parti-
cepciones con arreglo a leyes particulares eventualmente des- culares -aun en Jo que tienen de diferentes bajo las mismas
cubiertas, nunca {nos lo fuese}, en cambio, traer estas leyes leyes universales de la naturaleza- a leyes más elevadas, aun-
empíricas mismas a la unidad de un parentesco bajo un prin- que siempre empíricas, tiene que poner un tal principio en el
14 cipio común, toda vez que 1 {ocurriese}, como en sí desde fündamento de su proceder. En efecto, si por ir a tientas entre
luego es posible (al menos en la medida en que el entendi- formas naturales, Ja facultad de juzgar considerase la concor-
miento pueda decidir a priori), que la diversidad y heteroge- dancia de una.s con otras en vista de leyes empíricas, pero más
neidad de esta.5 leyes, e igualmente de las formas naturales elevadas, como enteramente contingente, sería más contin-
que les son adecuadas, fuesen infinitamente grandes, y nos gente aún el que percepciones particulares se mostrasen algu-
ofreciesen en éstos un agregado caótico en bruto sin la menor na vez dichosamente aptas, por fortuna, con respecto a una
huella de un sistema, aunque tuviésemos que suponer un tal ley empírica; y mucho más todavía, que leyes empíricas di-
según leyes trascendentales. versas conviniesen, con miras a la unidad sistemática del co-
Pues Ja unidad de la naturaleza en espacio y tiempo y nocimiento de la naturaleza, en una posible experiencia en s11
la unidad de la experiencia que nos es posible son idénticas, conexión total, sin suponer tal forma en la naturaleza en vir-
porque aquélla es un conjunto de meros fenómenos (modo tud de un principio a priori.
de representación), el cual únicamente puede tener su reali- Todas aquellas fórmulas puestas en boga: la natura-
dad objetiva en Ja experiencia, que, como sistema, tiene que leza toma el camino más corto - 110 hace nada en balde, no
ser posible aun según leyes empíricas, si se piensa la expe- da saltos e11 la diversidad de las formas (continuum forma-
riencia (cual tiene entonces que ocurrir) como un sistema. rum)- es rica en especies, y sin embargo parsimoniosa
1
1
18 t9
en los géneros- , y otras semejantes, no son otra cosa más El re.flexionar (que incluso ocurre en los animales,
que esa misma exteriorización trascendental de la facultad nunque sólo de conformidad con el instinto, o sea, no en re-
de juzgar, de fijarse un principio para la experiencia como li:rencia a un concepto que por él pueda alcanzarse, sino a
sistema y, por eso, para su propio menester. Ni el entendi- una inclinación que sería acaso determinada por él) requie-
miento ni la razón pueden fundamentar a priori una ley ro para nosotros de un principio, tanto como el determinar,
semejante de la naturaleza. En efecto, bien puede compren- en el cual el concepto del objeto, puesto como fundamento,
derse que la naturaleza se rija en sus leyes meramente for- le prescribe la regla a la facultad de juzgar, y ocupa así el lu-
males (en virtud de las cuales es, en general, objeto de la gar del principio.
experiencia) según nuestro entendimiento, pero en vista de 1 El principio de la reflexión sobre objetos dados de la 17
las leyes particulares, de su diversidad y heterogeneidad, naturaleza es: que para todas las cosas naturales pueden hallar-
está libre de todas las restricciones d{;) nuestra facultad legis- se conceptos empíricamente determinados(*), lo que equiva-
16 lativa de conocimiento, y .es un mero supuesto de la 1facul- le a decir que siempre se puede presuponer en sus productos
tad de juzgar, en beneficio de su propio uso, el ascender una forma que es posible con arreglo a leyes generales, cono-
11 siempre de lo particular empírico a lo general que es igual- cibles para nosotros. Pues si no nos fuese lícito suponer esto
mente empirico, en pos de la unificación de las leyes empí-
ricas, que funda ese principio. Tampoco puede de ningún • (H 17) A primera vista, este principio no tiene el aspecto de una proposi-
modo cargarse semejante principio a Ja cuenta de Ja expe- ción sintética y trascendental, sino que más bien parece ser tautológico, y
riencia, porque sólo bajo su suposición es posible llevar a pertenece a la mera lógica,. En efecto, ésta enseña cón10 con~parar una re.
presentación dada con otras, y cómo poder hacerse un concepto extra-
cabo experiencias de modo sistemático. yendo como nota característica para el uso genérico lo que ésa tiene en
común con otras. Pero no enseña nada sobre si la naturaleza ha de mostrar
par• cada objeto muchos otros, corno objetos de com¡>aracióo, que tengan
algo de común con él en la forma; antes bien, esta condición de ·posibili-
V. DE LA FACULTAD DE JUZGAR REFLEXJONANTE dad de la aplicación de la lógica a la naturaleza es un principio de repre-
sentación de la naturaleza como sistema para nuestra facultad de juzgar,
La facultad de juzgar puede ser considerada ya como una fa- en el cual lo diverso, dividido en géneros y especies, hace posible traer a
cultad para refle.xionar según un cierto principio sobre una conceptos (de mayor o menor generalidad) por comparación, todas las for-
representación dada, en pro de un concepto que por ese me- mas naturales que se presenten. Ahora bien: es cierto que el entendimien-
to puro cnseila (aunque por medio de principios sintéticos) a pensar todas
dio es posible, ya como una facultad para determinai; por las cosas de la naturaleza en cuanto contenidas en un sistema trascenden-
una representación empírica dada, un concepto que hace de tal según conceptos a priori (las categorías), pero la facultnd de juzgar
fundamento. En el primer caso es ella la facultad de juzgar busca conceptos también para representaciones empíricas como tales (la
rejlexionante, en el segundo, la facultad de juzgar determi- (facul18d de juzgar} reflexionante), tiene además que suponer, a este pro-
pósito, que la natural~a, en su limitada diversidad, ha encontrado una tal
nallte. Y reflexionar (deliberar) es: comparar y mantener reu- división de ésta en géneros y especies, que hace posible a nuestra facultad
nidas representaciones dadas, sea con otras, sea con su de Juzgar hallar unánime concierto en la comparación de las formas natU·
facultad de conocimiento, en referencia a un concepto posi- rales, y acceder a conceptos cmplric.os y a la conexión de éstos entre sí, a
ble a través de ello. La facultad de juzgar reflexionante es través del ascenso a conceptos más generales [e) igualmente empíricos:
vale decir, que la facultad de juzgar presupone un sistema de la naturale-
aquella que también se denomina la facultad de discemi- za tainbién de acuerdo a leyes empíricas, y esto [lo hace] a priori, [y] en
miento14 (facultas diiudicandi). consccut-~cia, por medio de un principio trascendental.

20 21
y no pusiéramos este principio en el fundamento de nuestro yes, pero que por csla comparación suya son también gené-
tratamiento de las representaciones empíricas, todo reflexionar riam1e11te cn11corda11tes con otras, presupone que la natura-
t1 se llevaría a la ventura y ciegamente, y, por lo tanto, sin una leza ha observado, también en vista de sus leyes empíricas,
fundada expectativa de su concordancia con la naturaleza. una cierta parsimonia adecuada a nuestra facultad de juzgar
:¡ 18 1 En vista de los conceptos universales de la naturale- y una uniformidad que nos es aprehensible, y esta suposición

~
za, bajo Jos cuales recién viene a ser posible un concepto de tiene que preceder, como principio de la facultad de juzgar a
experiencia (sin determinación empírica particular), Ja refle- priori, a toda comparación.
ll1 xión tiene ya, en el concepto de una naturaleza en general, La facultad de juzgar reflexionante procede, pues, con
es decir, en el entendimiento, su indicación, y la facultad de fenómenos dados, para ponerlos bajo conceptos empiricos
juzgar no requiere de ningún principio especial de reflexión, de cosas narurales determinadas, no de manera esquemática
sino que a ésta la esquematiza a priori y apl ica estos esque- sino téc11icame11te, (y} no sólo de modo mecánico, por decir
mas a cada síntesis empírica, sin la cual ningún ju.icio de osí, a manera de instrumento dirigido por el entendimiento
experiencia sería posible. Aquí la facultad de juzgar es, en y los sentidos, sino artlsticamente, según el principio, uni-
su reflexión, al mismo tiempo determinante, y su esquema- versal, mas al mismo tiempo indeterminado, de una 1 orde- 19
tismo trascendental le sirve al mismo tiempo de regla, bajo nación conforme a fin de la naturaleza en un sistema, por así
la cual se subsumen intuiciones empiricas dadas. decirlo, a favor de nuestra facultad de juzgar, en la adecua-
Sin embargo, con vistas a ooncep1os tales que prime- ción de sus leyes particulares (sobre las que nada dice el
ramente deben ser encontrados para intuiciones empíricas entendimiento) a la posibilidad de la experiencia como un
dadas, y que presuponen una ley particular de la naturaleza, sistema, supuesto sin el cual no podemos esperar orientar-
de acuerdo a la cual es únicamente posible la experiencia nos en el laberinto de la diversidad de leyes particulares po-
particular; la facultad de j uzgar requiere un principio, igual- sibles. Por lo tanto, la facultad de juzgar hace a priori de Ja
mente trascendental, de su reflexión, y no se la puede remi- técnica de la naturaleza el principio de su reflexión, sin po-
tir, a su vez, a leyes empíricas ya conocidas, y convertir la der, empero, explicarla ni determinarla más de cerca, ni tener
reflexión en una simple comparación con formas empíricas para ella un fundamento de determinación objetivo de los
para las cuales se tiene ya conceptos. En efecto, cabe pre- conceptos generales de la natura.leza (a partir de un conoci-
guntar cómo se podría tener esperanza de alcanzar, por com- miento de las cosas en sí mismas), sino solamente para po-
paración de las percepciones, a conceptos cmpiricos de der reflexionar con arreglo a su propia ley subjetiva, según
aqueUo que es común a todas las diferentes fom1as natura- su menester, pero al mismo tiempo acorde con leyes de la
les, si la naturaleza (como es posible pensar) hubiese depo- naturaleza en general.
sitado en éstas, a causa de la gran diversidad de sus leyes El principio de la facultad de juzgar reflexionante, por
empíricas, una heterogeneidad tan grande que toda compa- el cual es pensada la naturaleza como sistema según leyes
ración, o al menos ésta en su mayor parte, sería vana para empíricas, es no obstante sólo un principio para el uso lógi-
obtener entre ellas una unanimidad y un orden jerárquico de code lafacu/t(ld dejuzgar, un principio ciertamente trascen-
especies y géneros. Toda comparación de representaciones dental en cuanto a su origen, mas solamente para considerar
empíricas, a fin de conocer, en las cosas naturales, leyes em- a priori la naturaleza en cuanto cualificada para un sistema
piricas y formas específicas que sean conformes a tales le- lógico de su diversidad bajo leyes empíricas.

l2 23

La forma lógica de un sistema consiste simplemente ~u~ leyus tn1sccnden1alcs con arreglo a algún principio. Y es-
, l¡ I en la división de conceptos universales dados (corno lo es lc principio no puede ser otro que el de que es adecuado a la
IJ' aquí el concepto de una naturaleza en general), por medio de lliuultud del juicio encontrar en la inmensurable diversidad
lo cual se piensa, de acuerdo con un cierto principio, lo par- ()e lus cosas, según leyes empíricas posibles, un parentesco
ticular (aquí, lo emplrico) con su diversidad en cuanto con- K11ficlcn1e de aquéllas, a fin de traerlas bajo conceptos (cla-
tenido en lo universal. Y para esto es pertinente, si se procede ~1:N) cmpiricos, y a éstos, bajo leyes más generales (géneros
empíricamente y se asciende de lo particular a lo general, Mupcriorcs), y así poder llegar a un sistema empírico de la
una clasijicació11 de lo diverso, es decir, una comparación de nn1umlcza.- Ahora bien: así como una clasificación seme-
varias clases, cada una de las cuales está bajo un concepto Jnnlc no es un conocimiento de experiencia {que fuese} co-
determinado, y, cuando ellas están completas según la carac- mim, sino una clasificación artificial, la naturaleza, en 1 la 21
terística común, su subsunción bajo clases superiores (géne- medida en que sea pensada {como si} se especificara según
20 ros) hasta ! llegar al concepto que contiene en sí al principio un 1ul principio, es considerada también como arte, y la fa-
de toda la clasificación (y que constituye el género supre- cultad de juzgar conlleva, pues, necesariamente a priori un
mo). Si, al contrario, se empieza desde el concepto universal, principio de la técnica de la naturaleza, que se diferencia de
a fin de descender al concepto particular a través de una divi- lo nomotética de ésta según leyes trascendentales del enten-
sión íntegra, esta acción se llama especificación de lo diverso dimiento en que esta última puede hacer valer su principio
bajo un concepto dado, puesto que se avanza desde el género como ley, mientras aquélla sólo como suposiciónnecesaria15•
supremo hacia otros inferiores (subgéneros o especies) y de Por lo tanto, el principio peculiar de la facultad de juz-
especies a subespecies. Se expresa uno más rectamente si, en gnr es {el siguiente}: la naltlraleza especifica sus leyes uní-
lugar de decir (como en el uso común del lenguaje) que se versales en leyes empírícas de conformidad con la forma de
tiene que especificar lo particular que está bajo algo univer- 1111 sistema lógico, en provecho de la facultad de juzgar.
sal, dice, mejor, que se especifica el conceptq universal, en De aqui surge ahora el concepto de una conformidad a
cuanto se detalla lo diverso bajo él. Pues el género (conside- fl11 ele la naturaleza, y precisamente como un concepto pecu-
rado lógicamente) es, por así decir, la materia, o el substrato liar de la facultad de juzgar reflexionante, no de la razón,
bruto que la naturaleza, mediante numerosa determinación, toda vez que el fin no es puesto en el objeto, sino únicamente
elabora en especies y subespecies, y así puede decirse que la en el sujeto, a saber, en su mera facultad de reflexionar.-En
nat11raleza se especifica a sí misma según un ci~rto principio efecto, llamamos conforme a fin a aquello cuya existencia
(o según la idea de un sistema), por analogía con el uso de es- parece presuponer una representación de la misma cosa; pero
ta palabra entre los juristas, cuando hablan de la especifica- las leyes de la naturaleza, que están co11Stituidas y referidas
ción de ciertas materias brutas(*). unas a otras como si la facultad de juzgar las hubiese proyec-
Pero es claro que la facultad de juzgar reflexionante tado para su propio requerimiento, tienen semejanza con la
no puede, de acuerdo con su naturaleza, emprender la clasi- posibilidad de las cosas que presupone una representación de
ficación de la naturaleza entera según sus diversidades em- estas cosas como fundamento suyo. Así, pues, la facultad
plricas, si no presupone que la naturaleza misma especifica de juzgar piensa por medio de su principio una conformidad
a fin de la naturaleza en la especificación de sus formas por
• (H2 I) También la escuela aristolélica llamaba ma1eria al género, y forma,
en cambio. a la diferencia tspeclflca. leyes empíricas.

14 25
Pero estas formas mismas no son pensadas por este me- l"ormc a fin, los vemos como simples agregados, y sin embar-
dio {como} conformes a fin, sino sólo la relación de unas a go ian emparentados por el carácter interno y los principios
otras y su conveniencia para un sistema lógico de conceptos de conocimiento de su posibilidad, que bajo leyes empíri-
empíricos a pesar de su gran diversidad.- Y si Ja naturaleza cns son idóneos para la clasificación de las cosas en un sis-
no nos mostrase nada más que esta conformidad a fin lógica, tema de la naturaleza, sin mostrar e11 ellas mismas una
ya tendríamos ciertamente razón para admirarla por ello, forma de sistema.
como quiera que no sabemos indicar ningún fundamento de De ahí que entienda por una co11fannidad a fin absolu-
ésa de acuerdo a las leyes universales del entendimiento; pero ta de las formas naturales aquella figura externa, o también
dificilmente seria capaz de esta admiración algún otro que no su construcción interna, que están de tal suerte constituidas
fuera acaso un filósofo trascendental, y aun éste no podría que a su posibilidad tiene que ponérsele por fundamento,
nombrar un caso determinado en que esta conformidad a fin 1en nuestra facultad de juzgar, una idea de esas formas. La 23
diese prueba in concreto de si, sino sólo tendría que pensarla conformidad a fin es, en efecto, una conformidad a ley de lo
en términos generales. contingente como tal. La naturaleza procede mecánicamen-
te, como mera naturaleza, en vista de sus productos como
ngregados; pero con respecto a ellos como sistemas, por ejem-
22 1VI. DE LA CONFORMIDAD A FIN DE LAS FORi\1AS NATURALES plo, las formaciones de cristales, toda la variedad de figuras
COMO OTROS TANTOS SISTEMAS PARTICULARES de las flores, o la estructura interna de las plantas y anima-
1 les, procede téc11icame11/e, es decir, al mismo tiempo como
1 Como Ja naturaleza se especifica a si misma en sus leyes arle. La diferencia de estos dos modos de juzgar los seres
empíricas tal cual se requiere para w1a experiencia posible en naturales es hecha solamente por la facultad de juzgar rejle-
cuanto 11n sistema de conocimiento empirico, esta forma de la xionante, que muy bien puede y quizás hasta tiene que
naturaleza contiene una conformidad a fin lógica, a saber, la admitir que ocurra lo que la facultad de juzgar determi11a11-
de su concordancia con las condiciones subjetivas de la facul- 1e (bajo principios de la razón) no le concederla con respec-
tad de juzgar en vista de la conexión posible de concepti>s to a la posibilidad de los objetos mismos, y tal vez querría
[' empíricos en el todo de una experiencia. Mas esto no arroja ver reducido lodo al modo de explicación mecánico; pues
ninguna consecuencia acerca de su idoneidad para una con- bien pueden coexistir {ambas cosas}, que la explicación de
formidad a fin real en sus productos, es decir, para producir un fenómeno, que es un negocio de la razón con arreglo a
cosas singulares en la forma de sistemas, pues éstos siempre pri ncipios objetivos, sea mecánica. mientras la regla del en-
,1: podrían ser, en cuanto a la intuición, simples agregados y, no
obstante, posibles según leyes empíricas que están conectadas
juicimniento del mismo objeto, según principios subjetivos
' de la reflexión sobre éste, sea técnica.
con otras en un sistema de división lógica, sin que para su Ahora, si bien el principio de la facultad de juzgar, de
posibilidad particular fuese lícito admitir un concepto propia- la conformidad a fin de la naturaleza en la especificación
mente establecido para ello, como condición de aquélla, y, de sus leyes universales, de ningún modo se extiende tanto
por lo tanto, una conformidad a fin de la naturaleza que es- como para inferir de allí la generación de formas naturales
tuviese en su fundamento. De semejante modo a las tierras, conformes a fin en si {mismas} (porque también sin esa ge-
piedras, minerales, etcétera, que carecen de toda forma con- neración es posible el sistema de la naturaleza según leyes

26 27
empíricas, que solamente la facultad de juzgar tenía razón de los productos naturales. De este modo, pues, esa con-
de postular), y {puesto que} éstas únicamente han de ser da- formidad a fin quedaría meramente en conceptos, Y para el
das a través de la e¡¡pcriencia, {y, en fin} porque una vez uso lógico de la facultad de juzgar en l_a experienci.a se pon-
que tenemos motivo para poner por fundamento de la natu- drá por fundamento, sin duda, una máxima de la urudad de la
raleza en sus leyes particulares un principios de conformi- naturaleza según sus leyes empíricas, en pro del uso de la ra-
dad a fin, sigue siendo siempre posible y permitido, cuando zón sobre sus objetos pero de esta especie particular de uni-
la experiencia nos muestra formas conformes a fin en sus dad sistemática, a saber, la que es según la representación de
productos, adscribirles a ellas precisamente el mismo prin- un fin no se darían objetos de la naturaleza como productos
cipio sobre el cual puede descansar la primera. corres~ondiente a esta forma suya16.-Ahora bien: a la 1cau- 25
24 1Aun si este mismo principio pudiera bailarse en lo salidad de la naturaleza con respecto a la forma de sus pro-
suprasensible y remontarse por sobre el circulo de los cono- ductos como fines, la llamaría yo la técnica de la naturaleza.
cimientos de la naturaleza que nos son posibles, ya he~os Ella es contrapuesta a la mecánica de la naturaleza'. q~e co~­

I'
.1
ganado algo al tener, para la conformidad a fin de las for-
mas naturales que se encuentra en la experiencia, a disposi-
siste en su causalidad por medio del enlace de lo mult1ple sm
un concepto del modo de su unión que esté en el fundamen-
ción en la facultad de juzgar un principio trascendental de to más o menos como a ciertos implementos para elevar que
conformidad a fin de la naturaleza, que, si bien no basta pa- p~eden tener su efecto apuntando hacia un fin sin que est~ en
ra explicar la posibilidad de tales formas, por lo menos per- el fundamento de ellos una idea, por ejemplo, a un alzapnma,
mite, no obstante, aplicar un concepto tan especial como lo a un plano oblicuo, los llamamos máquinas, pero no obras de
es el de la conformidad a fin a la naturaleza y su legalidad, arte, porque si bien pueden ser usados para {ciertos}.fmes, no
aunque no puede ser un concepto objetivo de la naturaleza, son, sin embargo, posibles simplemente en i:eferenc1a ?ellos.
sino que meramente ha sido tomado de la relación subjetiva Aquí la primera pregunta es {la s1gu1ente}: ¿como se
de ésta con una facultad del ánimo. puede percibir la técnica de la naturaleza en sus productos?
El concepto de la conformidad a fin no es nin_gún. concepto
constitutivo de la experiencia, nioguna detemunac1ón de un
VII. DE LA TIÍCNICA DE LA FACULTAD DE JUZGAR COMO fenómeno, perteneciente a un concepto emphi~ del obje~,
FUNDAMENTO DE LA IDEA DE UNA TÉCNICA DE LA NATURALEZA pues no es una categoría. En nuestra facultad de Juzgar perc1-
biinos la conformidad a fin en la medida en que ella meramen-
La facultad de juzgar, como se mostró anteriormente, hace te reflexiona sobre uo objeto dado, ya sea sobre la intuición
primeramente posible, y hasta necesario, pensar, además de empírica del mismo, para llevarla a algún concepto_({siendo}
la necesidad mecánica de la naturaleza, también una confor- indeterminado cuál {sea éste}), ya sea sobre el rrusrno con-
midad a fin en ella, sin cuya presuposición la unidad siste- cepto de ta experiencia, para llevar las leyes que ~l contiene a
mática en la clasificación exhaustiva de formas particulares principios comunes. Por lo tanto, la facultad de ¡uzgar es, en
según leyes empíricas no seria posible. Por lo pronto, se ha sentido propio, técnica; la naturaleza es representada como
mostrado que, siendo ese principio de la conformidad a fin técnica solamente en la medida en que concuerda con aquel
·sólo un principio subjetivo de la división y especificación de proceder de la facultad de juzgar y lo hace necesario. En se-
ll la naturaleza, no determina nada con respecto a las formas guida mostraremos el modo en que el concepto de la facultad
1

28 29
1
de juzgar reflexionante, que hace posible Ja percepción inter- Por el contrario, si esián dados ya, de conformidad con
na de una conformidad a fin de las representaciones, puede ol mecanismo de la naturaleza, conceptos empiricos y leyes
ser aplicado también a la representación del objeto en cuan- do la misma índole, y la facultad de juzgar compara un tal
:1 to contenida en él' 7• concepto de entendimiento con la razón y su principio de la

¡i
A cada concepto empírico pertenecen tres actos de la posibilidad de un sistema, entonces, si esta forma es 1 encon- 27
facultad espontánea de conocimiento: 1. la aprehensión (appre- t ruda en el objeto, la conformidad a fin se juzga objetiva-
hensio) de lo múltiple de la intuición; 2. la comprehensión, es mente y la cosa se denomina un fin natllral, puesto que antes
decir, la unidad sintética de Ja conciencia de esto múltiple en sólo se juzgaron cosas como formas naturales {que·son} con-
el concepto de un objeto (apperceptio comprehensiva); 3. la formes a fin de manera indeterminada. El juicio sobre la
11 26 presentación (exhibitio) del objeto 1 correspondiente a este conformidad a fin objetiva de la naturaleza se llama teleoló-
concepto en la intuición. Para el primer acto se requiere ima- gico. Es un juicio de conocimiento, mas sólo pertenece a la
ginación; para el segundo, entendimiento; para el tercero, la facultad de juzgar reflexionante, no a la determinante. Pues
facultad de juzgar, que, cuando se trata de un concepto em- en general la técnica de la naturaleza, sea meramente formal,
1 pirico, seria facultad de juzgar determinante.
Pero como en la mera reflexión sobre una percepción
sea real, es sólo una relación de las cosas con nuestra facul-
tad de juzgar, que es la única en la cual puede encontrarse la
no se trata de un concepto determinado, sino solamente, en idea de una confonnidad a fin de la naturaleza, idea que,
1. general, de la regla para reflexionar sobre una percepción en nada más que en referencia a aquellas cosas, le es atribuida a
provecho del entendimiento como facultad de los conceptos,
la naturaleza.
bien se ve que en un juicio meramente ref!exionante la ima-
ginación y el entendimiento son considerados {como estan-
do} en la relación en la cual tienen que hallarse, en general,
una frente al otro en la facultad de juzgar, por comparación VIII. DE LA ESTÉTICA DE LA FACULTAD DE ENJUICIAMIENTO
con la relación en que se hallan efectivamente a propósito de
una percepción dada. La expresión modo de representación estético es enteramente
Si la forma de un objeto dado en la intuición empírica inequívoca si por ello se entiende la referencia de la repre-
está constituida de tal suerte que la aprehensión de lo múlti- sentación a un objeto, en cuanto fenómeno, con vistas a su co-
ple de aquél en Ja imaginación coincide con la presentación nocimiento, pues entonces la expresión estético significa que
de un concepto de entendimiento (indeterminado, cuál {sea a una semejante representación le está necesariamente adhe-
!¡ ese} concepto), entonces concuerdan en la mera reflexión re- rida la forma de la sensibilidad (cómo es afectado el sujeto) y
cíprocamente el entendimiento y la imaginación para fomen- que ésta es trasladada, por eso, inevitablemente al objeto (mas
:. 1
to de su quehacer, y el objeto es percibido como confonne a solamente como fenómeno). De ahí que pudo haber una esté-
~
11
1
fin simplemente para la facultad de juzgar, y, en consecuen-
cia, la misma conformidad a fin es considerada meramente
tica trascendental como ciencia perteneciente a la facultad de
conocimiento. No obstante, desde hace largo tiempo se ha
1¡ vuelto un hábito llamar estético, es decir, sensible, a un modo
como subjetiva, puesto que para ello no se requiere en abso-
1
. luto de ningún concepto determinado del objeto, y el juicio de representación, también en el sentido de que con ello se
mismo no es un juicio de conocimiento.- Un juicio semejan- mienta la referencia de una representación, no a la facultad
te se llama juicio estético de reflexión. d.e conocimiento, sino al sentimiento de placer y displacer.

30 31
Aun cuando a este sentimiento (de confonnidad con esta clones 1 sensibles, mas en ninguna parte de juicios estéticos, 29
denominación) solemos darle también el nombre de sentido porque como sólo tiene que ver con juicios de conocimiento
(modificación de nuestro estado), porque nos falta otra expre- qui.: dcti.:rminari al objeto, su~ juicios tienen que ser todos lógi-
sión, no es, sin embargo, un sentido objetivo, cuya determi- cos. Mediante Ja denominación de juicio estético sobre un
28 nación se emplease para el conocimiento de un objeto 1(puesto objeto se muestra, pues, de inmediato, que una representación
que mirar algo con placer, o de otro modo conocerlo {con pla- dada bien puede ser referida a un objeto, pero en el juicio no
c~r}, no es una mera referencia de la representación al objeto, se entiende la determinación del objeto, sino del sujeto y de su
smo una receptividad del sujeto). sino que él no aporta abso- sentimiento. En efecto, en la facultad de juzgar se considera al
lutamente nada al conocimiento de Jos objetos. Precisamente entendimiento y a la imaginación en relación mutua, y esto
' porque todas las determinaciones del sentimiento no son más puede tomarse en consideración, primeramente de manera ob-
que de significación subjetiva, no puede haber una estética de jetiva, corno perteneciente al conocimiento (como ocurrió en
'11 la facultad de conocimiento. Queda siempre, pues, una inevi- el esquematismo trascendental de Ja facultad de juzgar); pero
table ambigüedad en la expresión de modo de representación esta misma relación de dos facultades de conocimiento puede
estético, si por ello se entiende, ora aquel que suscita el senti- considerarse también de manera simplemente subjetiva, en
miento de placer y displacer, ora aquel que concierne mera- cuanto que una propicie o estorbe a la otra en una misma re-
mente a la facultad de conocimiento en la medida que en ella presentación, y por tal medio afecte al estado del ánimo; por
se encuentra una intuición sensible que nos pennite conocer consiguiente, {corno} una relación que es susceptible de ser
los objetos' solamente como fenómenos. sentida18(caso éste que no tiene lugar en el uso aislado de nin-
Esta ambigüedad puede, entre tanto, ser suprimida si guna otra facultad de conocimiento). Aunque esta sensación
se emplea la expresión estético, no acerca de la intuición ni no es una representación sensible de un objeto, puede no obs-
menos acerca de repre,sentaciones del entendimiento, sino tante, por estar ligada subjetivamente a través de la facultad de
solamente de los actos de la facultad de juzgar. {La expre- juzgar con la sensibilización de los conceptos del entendi-
sión} juicio estético, si se la quisiera emplear para la deter- miento, ser sumada a la sensibilidad, y llamarse estético un jui-
,¡ minación objetiva, sería tan evidentemente contradictoria, cio, es decir, sensible (con arregJo·al efecto subjetivo, no al
q~e con ello se está bastante seguro contra malinterpreta- fundamento de determinación), si bien el juzgar (a saber, obje-
c1ones. En efecto, las intuiciones pueden ser desde Juego tivamente) es un acto del entendimiento (como facultad supe-
sensibles, pero el juzgar le pertenece absolutamente sólo al rior de conocimiento) y no de la sensibilidad.
entendimiento (tomado en amplfa acepción), y juzgar esté- Todo juicio determina11te es lógico, porque su predica-
r~. tica o sensiblemente, en tanto deba ser esto el conocimiento do es un concepto objetivo dado. Pero un juicio meramente
!:
11'
de un o~jeto, es una contradicción si la sensibilidad se in-
miscuye en el quehacer del entendimiento y (por medio de
reflexio11a111e sobre un objeto singular dado puede ser estéli-
co si (aun antes de que se mire Ja comparnción de ese objeto
con otros) la facultad de juzgar, que no tiene preparado nin-
un vitium subreptio11is) le da al entendimiento una falsa di-
rección; en cambio, el juicio objetivo siempre es dictado por gún concepto para la intuición dada, mantiene unida l la ima- 30
el entendimiento, y en tal medida no puede ser llamado esté- ginación (nada más que en la aprehensión del objeto) con el
. tico. De ahí que nuestra estética trascendental de la facultad entendimiento (en la presentación de un concepto en general),
de conocimiento ha podido perfectamente hablar de intuí- y percibe una relación de ambas facultades de conocimiento,

32 33
l que constituyen en general la condición subjetiva, meramen-
te susceptible de ser sentida, del uso objetivo de la facultad
El juicio estético de los sentidos encierra conformidad
u lin material; el juicio estético de reflexión, en cambio, con-
de juzgar (a saber, Ja concordancia de aquellas dos facultades formidad a fin fonnal. Mas como el primero no se refiere
de conocimiento entre si). Pero también es posible un juicio pura nada a la facultad de conocimiento, sino, de modo inme-
estético de los sentidos, a saber, si el predicado del juie-io no cliato, por medio del sentido, al sentimiento de placer, sólo el
puede ser ningún concepto de un objeto, toda vez que no per- último ha de considerarse fundado en principios peculiares de
tenece en absoluto a la facultad de conocimiento -por ejem- In facultad de juzgar. En efecto, cuando la reflexión sobre una
plo: el vino es agradable-, dado que entonces el predicado representación dada precede al sentimiento de placer (como
expresa la referencia inmediata de una representación al sen- fündamento de determinación del juicio), la conformidad a
timiento de placer y no a la facultad de conocimiento. fin subjetiva es pensada, antes de que sea sentida en su efec-
to, y en esa medida, o sea, con arreglos a sus principios, el jui-
Un juicio estético en general puede ser definido, pues,
cio estético pertenece a la facultad superior de conocimiento
como aquel juicio cuyo predicado (bien que pueda contener
y precisamente a la facultad de juzgar, bajo cuyas condicio-
las condiciones subjetivas para un conocimiento en general)
nes subjetivas y, sin embargo, universales, es subsumida la re-
no puede ser jamás conocimiento (concepto de un objeto).
presentación del objeto. Pero como una condición meramente
En un juicio semejante, el fundamento de detenninación es subjetiva de un juicio no admite a ningún concepto determi-
una sensación. Ahora bien: hay solamente una única asi lla- nado del fundamento de detenninación del mismo, éste sólo
mada sensación que nunca puede llegar a ser concepto d~ un puede darse en el sentimiento de placer, mas de tal suerte que
objeto, y es el sentimiento de placer y displacer. Éste es me- el juicio estético es siempre un juicio de reflexión; al con-
ramente subjetivo, mientras todas las restantes sensaciones trario, aquel que no presupone ninguna comparación de la
pueden ser empleadas para el conocimiento. Es un juicio es- representación con las facultades de conocimiento que operan
tético, pues, aquel cuyo fundamento de determinación reside unidas en la facultad de juzgar, es un juicio estético de los
en una sensación que está inmediatamente ligada al senti- sentidos, que también refiere una representación dada al sen-
miento de placer y displacer. En el juicio estético de los sen- t'imiento de placer (mas no mediante la facultad de juzgar y su
tidos, es aquella sensación que es producida inmediatamente principio). El criterio para decidir acerca de esta diferencia
por la intuición empírica del objeto; en el juicio estético de re- recién podrá indicarse en el tratado mismo y consiste en la
flexión, en cambio, es la que efectúa el juego armónico de pretensión del juicio a validez universal y necesidad: pues si
ambas facultades de conocimiento de la facultad de juzgar, la el juicio estético Ja implica, también tiene pretensión de que
imaginación y el entendimiento, en el sujeto, al ser propicias su fundamento de determinación 110 haya simplemente de
recíprocamente, en Ja representación dada, la facultad de apre- residir e11 el semimiento de placer y displacer por sí solo, sino
hensión de la primera y la facultad de presentación del segun- al mismo tiempo en una regla de las facultades superiores de
do, relación que en este caso efectúa, por medio de la simple conocimiento, y aquí, especialmente en la facultad de juzgar,
fonna, una sensación, que es el fundamento de determina- que por consiguiente es legislativa con 1respecto a las condi- 32
31 ción de un juicio, el cual por ello se llama estético y 1está ciones de la reflexión a priori y da prueba de auto11omía; pero
ligado como conformidad a fin subjetiva (sin concepto) con esta autonomía no es (como la del entendimiento, en vista de
el sentimiento de placer. lns leyes teóricas de la naturaleza, o de la razón, en leyes

34 35
prácticas de la libertad) válida objetivamente, es decir, a tra- 1 Observación 33
vés de conceptos de cosas o de acciones posibles, sino sólo
subjetivamente, para el juicio a partir del sentimiento, el l!s aquí eminentemente necesario echar luz sobre la defini-
cual, si puede aspirar a validez universal, prueba su origen ción del placer como representación sensible de la perfección
fundado en principios a priori. A esta legislación habría que de un objeto. De at~uerdo con esta definición, un juicio esté-
llamarla, en sentido propio heautonomía, puesto que la fa. tico de los sentidos o de reflexión seria siempre un juicio de
cultad de juzgar no da la ley a la naturaleza ni a la libertad, conocimiento acerca del objeto; la perfección, en efecto, es
sino únicamente a sí misma, y que no es una facultad para una dete1minación que presupone un concepto del objeto,
producir conceptos de objetos, sino sólo para comparar ca- por el cual, entonces, el juicio que atnl>uye perfección al ob-
sos que se presenten con los conceptos que le son dados de jeto no se diferencia en nada de otros juicios lógicos, salvo,
otra {fuente} y para indicar a priori las condiciones subjeti- ocaso, según se presupone, por la confusión que es inherente
vas de posibilidad de este enlace. al concepto (confusión a la que se pretende llamar sensibi-
Desde esto mismo puede también entenderse por qué la lidad), pero que no puede constituir en modo alguno ·una
facultad de juzgar, en wi acto que ella ejercita por sí misma diferencia específica de los juicios. Pues de otro modo habría
(sin un concepto del objeto establecido como fundamento), que llamar también estéticos a una cantidad infinita, no sólo
en cuanto mera facultad de juzgar reflexionante, en vez de de juicios del entendimiento, sino tambié.o de la razón, por-
{cumplir} una referencia de la representación dada a su propia que en ellos se determina un objeto por un concepto que es
regla con conciencia de ella, refiere la reflexión de modo in- confuso, como, por ejemplo, los juicios sobre la justicia y
mediato solamente a la sensación que, como todas las sensa-
la injusticia; hay, en efecto, tan pocos hombres {y aun filó-
ciones, va acompañada siempre de placer o displacer (y esto
sofos) que tienen un concepto claro de lo que es justicia(*).
{a saber, esta referencia} no ocurre con ninguna otra facultad
superior de conocimiento); ello porque la regla misma es so- (•) (H.33) En general puede decirse que las cosas nunca deben ser considern-
lamente subjetiva. y la concordancia con ella sólo puede ser ·das como espc-clficomcntc diferentes en virtud de una cualidad que trans•·
conocida como Ja característica y el fundamento de detenni- ta en otra cualquicro por el simple aumento o disminución de su grado.
nación del juicio en aquello que igualmente expresa no más Ahora bien; cuundo (se trata de} la diferencia de distiooión y confusi.ón de
Jos conceptos, {la cuestión} estriba Unicamcntc .en el gmdo de. '.'°º~'~neta
que referencia al sujeto, o sea, la sensación; de ahí que {el jui- de las notas características, de acuerdo a la medida de la atencion dirig¡da
cio} también se llame estético y que, por consiguiente, todos a ella, y, por lo tanto, en """ medida, un modo de r<:pn:scntación no es<"!'°"
nuestros juicios puedan ser divididos, según el orden de las cíficamento diferente del otro. Pl:ro la intuieióo y el concepto se diferencian
entre si especlficamcnte, pue510 que no iransi~n una en ooo: la conci':"~
facultades superiores de conocimiento, en teóricos. estéticos de ambos y las notas características de los mi•m05 pueden crecer o dismi-
y prácticos, entendiéndose aquí por estéticos solamente los nuir lo que se quiera. En efecto, la máxima carencia de distinción de un
juicios de reflexión, que son los únicos que se refieren a un modo de representación por conceptos (como, por ejemplo, del derecho)
aún sigue dejando la diferencia csp~dfica de !OS últimos, .en ~¡~~a de su
principio de Ja facultad de juzgar como facultad superior de origen en el entendimiento, y a la UlllXlllUI d1s1111ción de Jo mtu1c1on no la
conocimiento, mientras que los juicios estéticos de los senti- aproxima en lo mñs minimo a los primero<>, porque C>1C último modo de re~
dos, por el contrario, sólo tienen que ver de modo inmediato prcscntlción tiene su sede en la sensibilidad. La distinción lógica es también
infuútamente diferente a la estética, y esta última tiene lugar aun cuando no
con la relación de las representaciones respecto del sentido nos hagamos en absoluto representable el objeto mediante concepto&, es de-
interno, en la medida en que éste es sentimiento. cir, aunque la rqm:scntación. en cuanto intuición, sea sensible.

36 37
La representación sensible de la perfecc ión es una contradic- minimo con el sentimiento de placer y displacer. La perfec-
34 ción expresa, y si la 1 concordancia de lo múltiple con algo cili11 de una cosa en la referencia de su multiplicidad a un
uno ha de llamarse perfección, tiene que ser representada por concepto 1de ella es solamente formal. Pero si hablo de una 35
un concepto, o de otro modos puede llevar el nombre de per- perfección (de las cuales puede haber muchas en una cosa
fección. Si se quiere que el placer y el displacer no deban ser bajo el mismo concepto de ésta), siempre se halla como fun-
más que meros conocimientos de las cosas a través del enten- damento el concepto de algo en cuanto fin, al cual es aplicado
dimiento (que tan sólo no estaría consciente de sus. concep- uquel concepto ontológico de la concordancia de lo múltiple
tos), y que no nos parezcan ser más que simples sensaciones, con respecto a algo uno. Este fin, empero, no ha de ser siem-
no habría que llamar entonces estético (sensible) al enjuicia- pre un fin práctico, que suponga o incluya un placer por la
miento de las cosas a través de aquéllos {placer y displacer}, existencia de un objeto, sino que también puede pertenecer
sino en todo caso intelectual, y los sentidos no serían en el 11 la técnica; atañe, por lo tanto, meramente a la posibilidad de
fondo sino un entendimiento que juzga (aunque sin concien- las cosas, y es la conjomiidad a ley de un enlace en sí contin-
cia suficiente de sus actos), el modo de representación esté- gente de lo múltiple {que hay} en el objeto. De ejemplo puede
tico no sería específicamente diferente del modo lógico, y así servir la conformidad a fin que a propósito de un hexágono
esta diferencia de denominación sería enteramente inser- regular es necesariamente pensada en cuanto a su posibilidad,
vible, puesto que es imposible trazar de modo determinado cuando es enteramente casual que seis líneas rectas se topen
el límite divisorio entre ambos. (Y esto sin mencionar nada en un plano {formando} precisamente ángulos iguales, pues
sobre ese modo de representación místico de las cosas del este enlace legal supone un concepto que, como principio,
mundo, que no admite como sensible ninguna intuición que las hace posibles. Una conformidad a fin objetiva de esta ín-
sea diferente de los conceptos, en cuyo caso, entonces, no dole, observada en las cosas de la naturaleza (principalmen-
quedaría, para el primer modo, nada más que un entendi- te en seres organizados), es pensada como objetiva y material
miento intuitivo.) y lleva consigo necesariamente el concepto de un fin de la
Tod¡lvia podría preguntarse: ¿acaso no significa nues- naturaleza (uno efectivo o uno {que meramente} se le inven-
tro concepto de una conformidad a fin de la naturaleza preci- ta a ésta), en referencia al cual atribuimos también perfec-
samente lo mismo que dice el concepto de pe1fección, y no ción a las cosas; el juicio sobre ell o se llama teleológico y no
es, por lo tanto, la conciencia empírica de la conformidad a conlleva ningún sentimiento de placer, al igual que no cabe
fin subjetiva, o el sentimiento de placer por ciertos objetos, que 'se lo busque de ningún modo en el juicio sobre el mero
la intuición sensible de una perfección, como quisieran algu- enlace causal.
nos que se definiese en general el placer? En suma, pues, el concepto de perfección como con-
Respondo: la perfección, como mera completud 19 de formidad a fin objetiva no tiene nada que ver con el senti-
lo mucho, en la medida en que, junto, constituya algo uno, miento de placer, ni éste con aquél. Al enjuiciamiento de
es un concepto ontológico que es idéntico al concepto de la esa conformidad a fin pertenece necesariamente un con-
º
totalidad (A llheit)2 de un compuesto (por medio de la coor- cepto del objeto; al enjuiciamiento a través del placer, al
dinación de lo múltiple en un agregado, o, al mismo tiempo, contrario, no le es necesario ése, Y'la simple intuición empí-
en la subordinación de aquélla al modo de principios y con- rica puede procurar tal pacer. En cambio, la representación
secuencias en una .serie), y que no tiene que ver en lo más de una conformidad a fin subjetiva de un objeto es incluso

38 39
idéntica con el sentimiento de placer (sin que para ello fuese Por de pronio puede observarse también que no hay nin-
36 requerible el concepto 1 abstracto de una relación final), y JllÍll 1>aso, por conceptos de objelos, desde el conocimiento
entre esta conformidad a fin subjetiva y aquella {otra} hay hucia el placer y displacer (en tanto que {los objetos} deban
~o. muy grande abismo. Pues {para saber} si lo que es sub- estar referidos {al conocimiento}), 1y que por lo tanto no cabe 37
JCtlv~mente conforme a fin lo es también objetivamente, se esperar que se determine a priori el influjo que una represen-·
requiere una investigación las más de las veces extensa, no lución dada ejerza sobre el ánimo, del mismo modo que antes,
sólo de la filosofía práctica, sino también de la técnica, sea en la Crüica de la razón práctica, observamos que la repre-
de la naturaleza, sea del arte; es decir, que para hallar con- sentación de una legalidad universal del querer tenía que ser al
formidad a fin en una cosa se requiere razón; para hallar mismo tiempo determinante de la voluntad y, por tal medio,
agrado, mero sentido, y para encontrar belleza en ella, nada suscitar también el sentimiento de respeto, como wia ley que
más que la mera reflexión (sin concepto alguno) sobre una está contenida en nuestros juicios morales, y ello a priori, mas
representación dada). sin que por ello pudiésemos derivar este sentimiento a partir de
La facultad estética de reflexión juzga, pues, solamen- conceptos21. Del mismo modo, el juicio estético de reflexión
! te sobre esa.conformidad a fin subjetiva (uo sobre la perfec- nos presentará, al ser analizado, el concepto -que está conte-
ll nido en él y descansa en un principio a priori- de la confor-
' c'.ón) del objeto; y cabe preguntarse entonces si {ello ocurre}
solo por ~1ed10 del placer o displacer que allí se siente, o si midad a fin formal, mas subjetiva, de los objetos, el cual es ·en
{ocun:} mcluso a través del mismo, de modo que el juicio el fondo idéntico al sentimiento de placer, pero no puede ser
dete~me a Ja vez que con la representación del objeto tiene derivado de ningún concepto, aunque la fuerza representacio-
que 1r hgado placer o displacer. nal se refiere en general a su posibilidad, cuando ella afec1a al
Esta pregunta,, como ya se mencionó arriba, no puede ánimo en la reflexión sobre el objeto.
decidirse aún con suficiencia. De la exposición de esta es- Una definición de este sentimiento, considerado de ma-
pecie de juicios en el tratado mismo tiene que resultar ante nera general, sin mirar a fa diferencia {que hay en que} él
todo si ellos llevan consigo una universalidad y necesidad llCompañe la sensación de los sentidos, o la reflexión, o la de-
que los cualifique para su derivación a paitir de un funda- terminació11 de la volumad, tiene que ser trascendental (*).
mento de determinación a priori. En este caso, el juicio de- (' ) (H37) Es provechoso intentar una diferencia trascendental de conceptos
termi naría algo a priori con la facultad de conocimiento que son empleados como principios cmpiricos, cuando se tiene funda-
(pari:icularmente, Ja facultad de juzgar), desde luego por mento para presumir que están emparentados a priori con la facultad de
conocimiento pura. Se procede en tal caso con10 el matemático. que
medio de Ja sensación de placer o displacer, pero también facilita muc,bo la solución de sus problemas dejando indetenninados Jos
al mismo tiempo, a través de la universalidad de la regla pa~ dalos empíricos de éste y trayendo bajo Ju expresiones de la aólmética
ra enlazar esa sensación con una representación dada Si, pura la mera síntesis del mismo. Sin embargo, contra una parecida expli-
por el contrario, no hubiese de contener el juicio nada más cación de la facultad de desear Cri1ic4 de la rrn6n prác1icu, Prefacio, p.

que i:«:lación de la representación con el sentimiento (sin
(16)', se me ha he<:bo la objeción de que no se la puede definir como la
facul1ad de ser. por medio de la• represemaciones propias (de w10},
mediac1on de un principio de conocimiento), como es el causa de la realidad de los obje1os de esas represen1aciom:s, porque las
caso en el juicio estético de los sentidos (que no es un juicio simples ganas serían también deseos, pero acerca de los cuales uno se
~e conocimiento ni uno de reflexión), todos los j uicios esté- da por enterado de que no pueden producir sus objetos. No obstante,
esto no prueba nada más que {el hecho} de que hay detenninaciones de
ticos pertenecerían, entonces, a la rama empirica. .la facultad de desear en que ésta estti en contradicción consigo misma:
¡11'

40 41
Puede rezar así: el placer es un estado de ánimo en el cual la su conformidad a fin según conceplos. La primera da, pal'll
representación concuerda consigo misma, como fundamento, la facultad de juzgar, figuras conformes a fin, es decir, la
ya simplemente para conservar ese estado (pues el estado de forma, a propósito de cuya representación la imaginación y
las fuerzas del ánimo que, en una representación, son recí- el entendimiento concuerdan de suyo recíprocamente con
procamente propicias, se conserva a si mismo), ya para pro- vistas a la posibilidad de un concepto. La segunda significa
ducir su objeto. Si es lo primero, entonces el juicio sobre la el concepto de las cosas como fmes naturales, es decir,
representación dada es un juicio estético de reflexión. Si es lo como unos tales cuya posibilidad interna supone un fin y,
último, es entonces un juicio estético-patológico o estético- por consiguiente, un concepto que está en el fundamento,
práctico. Fácilmente se ve que el placer o displacer, por no ser como condición, de la cualidad de su producción.
modos de conocimiento, no pueden ser definidos por si mis- La misma facultad de juzgar puede indicar y construir a
mos en modo alguno, y exigen ser sentidos, no inteligidos; priori formas de la intuición conformes a fin, en caso de que las
que, en consecuencia, sólo se los puede precariamente definir invente {a propósito} para la aprehensión, de suerte que con-
por el influjo que una representación ejerce por medio de este vengan a la presentación de un concepto. Mas los fines, esto
sentimiento sobre la actividad de las fuerzas del ánimo. es, representaciones que son ellas mismas consideradas como
condiciones de la causalidad de sus objetos (en cumto efec-
tos), tienen que ser, en general, dados desde alguna parte,
38 l IX. DEL' ENJUJCIAMIENTO TELEOLÓGICO previamente a que la facultad de juzgar se ocupe con las con-
diciones de lo múltiple, para concordar con ello, y si han de
Entendí por técnica formal de la naturaleza la conformidad ser fines naturales, ciertas cosas de Ja naturaleza tienen que ser
a fin de ésta en la intuición, mas por técnica real entiendo consideradas como si fuesen productos de una causa, cuya
causalidad sólo podria ser determinada por una representación
un fenómeno que cier1amcn1c es digno de noca para la psicología em-
plrica (como {lo es), por ejemplo, para la lógica, la observnción del in· caciones, a fin de hacer efectivo su objeto, pero que otras tuneas veces de·
llujo que los prejuicios tienen sobre el entendimiento), pero que no debe jan que el ánimo vuelva a sumirse ~ la conciencia de su !mpotenci?.
inlluir sobre la definición de In facultad de desear, considerando obje- Tumpoco para la antmpologfn es una taren que carezca de 1mportanc1a
HJS tivamente 1qué sea ella en si misma, antes de ser desviada de su deter· UM:stigar por qué la naturaleza ha creado eo nosotros la disposición a se-
minación por cualqlricr (cosa que fuera}. De hecho, el hombre puede mejante dispendio infructuoso o de fuerzas, cual ~ las pnas y ~los
desear algo de manera más vivida y constante, acerca de lo cW1l está, no vanos (que ciertamente jueg¡in un gran papel en la vida humana). A ou me
obstante, convencido de que no puede llevarlo a cabo, e incluso que es pnrece que ella ha establecido sus disposiciones sabiamente, nqul como en
absolu!amcntc imposible: por ejemplo, tener gonas de que lo pasado no todas partes. Pues si se debiera {ser asl, que sólo} hasta habernos asegu·
hubiese pasado, desear anhelosamente el transcurso más rápido de un rado de la suficieoeill de nuestra potencia pura la producción del objelo,
tiempo que nos es molesto, cte. También"""' la moral es un artículo im· rutsemos determinados por la representación del mismo para la aplica·
pomnte advertir insistentemente contra tales deseos vanos y fantásti- ci~n de la fuerl.8, seguramente esta perrnanecerln en su maYor parte sin ser
cos. que a menudo son ali1nen1ados por novelas, y también a veces por usada. En efecto, comúnmente sólo llegamos a conocer nuestrns fuerzas
mllicas represenlaciones -parecidas a aquélla>~ de perfecciones so· probándolas. La naturaleza ha enlazado, pues, la determinación de la fuer.
brehumanas y fanáticas bienaventuranzas. Pero incluso el efecto que tie- z.a con la representacióo del objct0 aun antes del conocimiento de nuestra
nen sobre el ánimo tale<> deseos y anhelos vanos, que ensanchan el potencia, la cual a menudo sólo viene a ser producida precisamente por
corazón y lo vuelven mustio, \efecto que consiste en) el desfallecer del esto esfuerzo, que al ánimo (pudo) parecerle incluso una gana vacía. Y
{ánimo) por agotamiento de sus fuerzas, prueban de manera suficiente depende de la sabiduría el poner limites a este instinto, pero ja'más logra·
que estas {fuerzasl son repetidamente puestas en tensión por represen- r.I extirparlo, o nunca lo exigir.! siqlrier•.

42 43
del objeto. Pero ahora no podemos determinar a priori cómo lus facuhades de conocimiento en la aprehensión de éste (por
y de qué varios modos son posibles las cosas por sus causas.; In imaginación), tendrá ella que poner en relación, en la con-
para ello se necesitan leyes de la experiencia. formidad a fin teleológico de las cosas como fines naturales,
El juicio sobre la conformidad a fin en cosas de la na- que sólo puede ser representada por conceptos, al entendi-
turaleza, conformidad que es considerada como un funda- miento con la razón (que no es necesaria en absoluto para la
mento de la posibilidad de aquéllas (como fines naturales), experiencia), a fin de tomar representables las cosas como
se llamaj11iclo teleológico. Y aun cuando los juicios estéti- fines naturales.
39 cos no sean posibles a priori, en Ja idea necesaria 1 de una 1 El enjuiciamiento estético de las formas naturales, sin 40
experiencia como sistema están dados, no obstante, princi- poner por fundamento un concepto del objeto, podía encontrar,
pios a priori que contienen el concepto de una conformidad en la mera aprehensión empírica de la intuición, {que} ciertos
a fin formal de la naturaleza para nuestra facultad de juzgar, objetos de la naturale7.a que {en ella} se presentan {son} con-
y de donde se evidencia a priori la posibilidad de juicios es- formes a fin, a saber, simplemente en referencia a las condi-
téticos de reflexión como unos tales que están fundados en ciones subjetivas de la facultad de juzgar. El enjuiciamiento
principios a priori. L.a naturaleza concuerda de manera ne- estético no requería, pues, ningún concepto del objeto y tam-
cesaria no solamente con nuestro entendimiento en vista de poco producía ninguno: de ahí que no los declarabafi11es natu-
sus leyes trascendentales, sino también en sus leyes empíri- rales en un juicio objetivo, sino solamente conformes afm para
cas con la fac11l1ad de juzgar y su facultad de presentación la fuerza representacional, en referencia subjetiva; conformi-
de esas leyes en una aprehensión empírica de sus formas por dad a fm de las formas que puede denominarsefigurativa, y del
medio de la imaginación, y ello, por cierto, simplemente en mismo modo la técnica de la naturaleza con respecto a ellas
pro de la experiencia; y en este caso todavía puede darse (teclmica speciosa).
cuenta de la conformidad formal a fin de la experiencia con El juicio teleológico, por el contrario, presupone un
respecto a esta última concordancia (con la facultad de juz- concepto del objeto y juzga acerca de la posibilidad de éste
gar) en calidad de necesaria. Pero ahora ella, como objeto de según una ley de vinculación de causas y efectos. Esta técni-
un enjuiciamiento teleológico, debe ser pensada también en ca de la naturaleza podría ser llamada, por eso, plástica, si
cuanto concordante según su causalidad con la razón según no se hubiese puesto de moda esta palabra en una acepción
el concepto que ésta se hace de un fin; y esto es más de lo más general, a saber, tanto para la belleza natural como para
que a la facultad de juzgar sola puede pedírsele, la cual, sin los propósitos de la naturaleza, por lo cual, si se quiere, pue-
duda, puede contener principios a priori propios para la for- de llamársela técnica orgánica, expresión que designa en-
ma de la experiencia, mas no para los conceptos de la gene- tonces el concepto de la conformidad a fin no sólo para el
ración de las cosas. El concepto de un fin natural real se modo de representación, sino también para la posibilidad
halla, pues, enteramente más allá del campo de la facultad misma de las cosas.
de juzgar, si se la toma a ésta por sí sola; y puesto que ella, L.o más esencial y más importante en este punto es, sin
como fuerza separada de conocimiento, considera sólo dos embargo, Ja prueba de que el concepto de las callSas finales
facultades, la imaginación y el entendimiento, relacionadas en Ja naturaleza, que separa el enjuiciamiento teleológico de
en una representación antes de todo concepto, y, a través de éstas del enjuiciamiento según sus leyes mecánicas, univer-
ello, percibe una conformidad a fin subjetiva del objeto para sales, es un concepto que meramente pertenece a la facultad

44 45
de juzgar, y no al entendimiento o a la razón, esto es, que, se añade a aque l co ncepto de lus cosas como fines naturales.
como se podría emplear el concepto de los fines naturales El primer concepto de cosas como fines naturales pertenece
también en acepción objetiva, como propósito de la natura- originariamente a la facultad de juzgar rf:!flexio11a11te (aun-
leza, un tal uso, siendo ya raciocinante, no está en absoluto que no estéticamente, sino lógicamente 1 reílexionante), ~I 42
fundado en la experiencia, que ciertamente puede ofrecer segundo a la facultad de juzgar detem1i11a11te. Para el pn-
41 fines, pero 1 no probar por medio alguno que éstos son al mcro sin duda, también se requiere razón, mas sólo en pro
mismo tiempo propósitos y, por lo tanto, que lo que en ellos de ~a experiencia que se ha de llevar a efecto según prin-
se encuentre de perteneciente a la teleología, contiene ún.i- cipios (por lo 1anto, en su uso inmanente); para el segundo,
camente la referencia de sus objetos a la facultad de juzgar, en cambio, una razón que se remonta hacia Jo trascendente
y precisamente a un principio de ésta por el cual ella es le- (en el uso trascendente).
gislativa para si misma (no para la naturaleza), a saber, co- Podemos y debernos esforzamos por investigar la natu-
mo facultad de juzgar reflexionante. raleza, en cuanto esté en nuestro poder, en su enlace causal se-
El concepto de los fines y de la conformidad a ím es gún leyes suyas meramente mecánicas en la experiencia, pues
desde luego un concepto de la razón, en la medida que se le en éstas se hallan los verdaderos fundamentos físicos de expli-
atribuye a ésta el fundamento de la posibilidad de un obje- cación, cuya conexión constituye el conocimiento científico
to. Pero la conformidad a fin de la naturaleza, o también el de la naturaleza por la razón. Mas entre los productos de la
concepto de cosas como fines naturales pone a Ja razón como naturaleza hallamos especies particulares y muy difundidas
causa en relación con tales cosas, {relación} en la cual no las que contienen en si mismas un enlace tal de las causas eficien-
conocemos mediante ninguna experiencia como fundamento tes, al cual tenemos que poner por fundamento el concepto de
de su posibilidad. Pues sólo en productos de arte podemos un fin aunque tan sólo queramos llevar a cabo experiencia, es
cobrar conciencia de la causalidad de Ja razón acerca de obje- decir, observación con arreglo a un principio adecuado a su
tos, que por eso se llaman confonnes a fin o fines; y denomi- posibilidad interna. Si quisiéramos juzgar su foona y la posi-
nar técnica a la razón en vista de ellos, es adecuado a la bilidad de ésta simplemente según leyes mecánicas, en las que
experiencia de la causalidad de nuestra propia potencia. Pe- la jdea del efecto no tiene que ser tomada por fw1damento de
ro representarse a la naturaleza, igual que a una razón, como la posibilidad de sus causas, sino a la inversa, seria entonces
técnica (y asi atribuirle a la naturaleza conformidad a fin e imposible obtener de la forma específica de estas cosas natu-
incluso fines), es un concepto especial que no podemos en- rales siquiera un concepto de experiencia que nos pusiese en
contrar en la experiencia, y que sólo la facultad de juzgar condiciones de llegar, desde la disposición interna de ellas
pone en su reflexión sobre objetos, para llevar a cabo, según como causa, al efecto, porque las partes de estas máquinas
su instrucción, la experiencia con arreglo a leyes particula- son causas del efecto que en ellas .es visible, no en la medida
res, a saber, las de la posibilidad de un sistema. que cada parte contenga por 1 sí sola un fundamento separa- 43
Ciertamente puede considerarse toda conformidad a do de su posibilidad, sino solamente que todas juntas con-
fin de la naturaleza bien como natural (forma fi11a/is nature tengan un fundamento común de éstas. Ahora bien: como es
spo11ta11ea), bien como inte11cio11a/ (i11tentionalis). La sim- enteramente contrario a la naturaleza de las causas físico-
ple experiencia sólo autoriza el primer modo de representa- mecánkas que el todo sea la causa de la posibilidad de la cau-
ción; el segundo es un modo de ex:plicación hipotético que salidad de las partes, sino que éstas tienen más bien que estar

46 47
previamente dadas para concebir desde allí la posibilidad i11i11te11cio11al. El juicio que afirmase una de las dos cosas no
de UJJ todo; y como además la representación particular de un seria ya simplemente reílexionante, sino determinante, y el
todo que precede a la posibilidad de las partes es una mera concepto de un fin natural tampoco seria ya un mero concep-
idea y és1a, si se la considera como el fundamento de la cau- to de /a facultad de juzgar para uso inmanente (de experien-
salidad, se denomina fin, resulta claro entonces que si hay cias), sino que estarla ligado a w1 concepto ele /u razón, de una
product~s d: esa índole en la naturaleza, es imposible indagar causa eficiente intencional situada más allá de la naturaleza,
su constitución y su causa aunque sólo sea en la experiencia cuyo uso es trascendente, sea que en este caso se quiera juz-
(y aún menos explicarlas mediante la razón), sin representarse gar afirmativamente, o también negativamente.
de manera determinada su forma y causa.lidad según un prin-
cipio de los fines.
. Y es claro que en tales casos el concepto de una con- 1X . Or¡ LA BÚSQUEDA23 DE UN PRINCIPIO 45
formidad a fin objetiva de la naturaleza sirve solamente en DE: LA FACULTAD DE JUZGAR T!'!CNICA
pro de la reflexión sobre el objeto, no para la determinación
del objeto por e~ ~o.ncepto de un fin, y que el juicio teleológi- Cuando simplemente se ha de hallar el principio de explica-
co sobre la pos1b1hdad mtema de un producto natural es un ción de lo que ocurre, puede ser éste ya un principio empírico,
juici~ meramente reflexionante, no uno determinante. As!, ya un principio a priori, o bien puede estar compuesto de am-
por ejemplo, al decir que el cristalino del ojo tiene el fm de bos, como se puede ver en las explicaciones físico-mecánicas
efectuar, po~ medio de una segunda refracción de los rayos de los acontecimientos en el mundo corpóreo que encuentran
de luz, la umón en un punto de la retina del ojo de los rayos sus principios, en parte en la ciencia general (racional) de la
que proVJ~nen de otro punto, sólo se dice que se piensa la re- naturaleza, y también en parte· en aquella que contienen las
presentación de un fin en la causalidad de la naturaleza con leyes empíricas del movimiento. Cosa parecida tiene lugar
o.casión de. la p~oducción del ojo, porque una idea semejante cuando se busca principios psicológicos de explicación de
s1r:_e de pnnc1p1~ para guiar ~a investigación del ojo en lo que aquello que sucede en nuestro ánimo, sólo con la diferencia
44 atane a la parte citada, como igualmente l en virtud de los me- de que, hasta donde soy consciente, los principios de ellos son
11
li
dios que pudieren ingeniarse para propiciar ese efecto. Con
ello n~ se atribuye 1od~~ía a Ja _naturaleza una causa que ope-
en su totalidad empíricos, con excepción de un único princi-
pio, a saber, el de la constancia de todas las modificaciones
re segun la representac10n de fmes, es decir, intencionalmen- (porque el tiempo, que sólo tiene una dimensión, es la condi-
.
te, lo cual seria un juicio teleológico determinante y como tal
trascendente, puesto que activa22 una casualidad que reside
. . ción formal de la intuición interna), el cual está a priori en el
fundamento de estas percepciones, de lo cual, sin embargo,
más allá de los limites de la naturaleza. no se puede sacar casi nada para provecho de una explicación,
El concepto de los fines naturales es, pues, únicamente porque la teoría general del tiempo no suministra, como Ja
u? concepto de la facultad de juzgar reflexionante para su pro- teoría pura del espacio (geometría), material suficiente para
pio provecho, ª.fin de ir en pos del nexo causal en los objetos una ciencia ente.-a.
d~, la expenen~1~. _Con ~ principio teleológico de la explica- Si se tratase, entonces, de explicar cómo ha surgido por
c1on de la pos1b1lidad mtema de ciertas formas naturales se vez primera entre los hombres lo que llamamos gusto, de 46
deja sin determinar si la conformidad de ésta es intencional 0 dónde l {viene que} estos objetos lo hayan ocupado mucho

48 49
más que otros y puesto en marcha el juicio sobre Ja bellei.a Mas si un juicio {quiere} pasar por universalmente vá-
en éstas o aquellas circunstancias de Jugar y sociedad, por lido y pretende {tener}. por lo tanto, necesidad en su afirma-
qué causa ha podido el gusto crecer hasta el lujo, y otras co- ción, sea que esta presunta necesidad descanse en conceptos
sas semejantes, los principios de tal explicación tendrían del objeto a priori, o en condiciones objetivas para conceptos
que buscarse mayoritariamente en la psicología (por Ja cual, que se hallan a priori en el fundamento, seria absurdo enton-
en un caso semejante, se entiende solamente Ja empírica). ces, si se le concede a un juicio semejante una pretensión de
Así, los moralistas demandan a los psicólogos que les expli- esa índole, justificarla declarando psicológico el origen del
quen el extraño fenómeno de la avaricia, que pone un valor juicio. Pues con ello se actuaria en contra de la propia inten-
absoluto en la mera posesión de los medios para el buen vi- ción y, si la explicación ensayada resultase lograda probaría
vir (o para cualquier otro designio), pero con el propósito ella que el juicio no puede en absoluto pretender necesidad,
de no hacer jamás uso de aquella posesión, o de Ja avidez de precisamente porque es posible probar su origen empírico.
honor, que cree hallar éste en la mera fama sin intención ul- 1 Ahora bien: los juicios estéticos de reflexión (que en 48
terior, para poder ellos dirigir su preceptiva según {tales ex- Jo futuro analizaremos bajo el nombre de juicio de gusto) son
plicaciones}, no en yista de las leyes éticas23bis mismas, sino de la especie arriba mencionada. Pretenden {tener} necesidad
de la remocióJ? de los obstáculos que se oponen al influjo de y no dicen que cada cual juzgue así - con lo que serían ellos
ellas; no obstante, a este propósito se tiene que reconocer que UD problema {que hubiese de} explicar la psicología empíri-
con las explicaciones psicológicas, por comparación con las ca-, sino que se debe juzgar así, lo que equivale a decir que
fisicas, se e~1á en situación muy indigente, como quiera que tienen por sí mismos un principio a priori. Si la referencia a
son hipotéticas sin ténnino y que, {dados ya} tres principios un principio semejante no estuviera contenida en tales jui-
explicativos diferentes, se puede fácilmente ingeniar UD cuarto cios, en cuanto que tienen25 pretensión de necesidad, habrla
igual de pareciente: y {tiene que reconocerse} por lo tanto: que admitir que se puede afirmar en un juicio que éste debe
que una cantidad de sedicentes psicológicos de esta laya, que valer universalmente porque en efecto, según prueba la ob-
saben indicar las causas de cada afección o movimiento del servación, vale universalmente, y a la inversa, que del hecho
47 ánimo despertados por los espectáculos, representaciones 1 lle que cada cual juzgue de cierto modo, se siga que debe juz-
poéticas y objetos de la naturaleza, y además llaman a ésta su gar así también. lo que es un desatino manifiesto.
ingeniosidad filosofía, no penniten atisbar, para Ja explica- Pues bien: en los juicios estéticos de reflexión cier-
ción científica del más habitual suceso de la naturaleza en el tamente se presenta la dificultad de que no pueden en modo
mundo corpóreo, no sólo ningún conocimiento, sino quizás ni alguno ser fundados en conceptos ni, por lo tanto, sCT deri-
siquiera la capacidad para ello. Observar psicológicamente vados de un principio determinado, porque de otro modo se-
(como Burke en su escrito Sobre lo bello y lo subfime)24 y, con rian lógicos; la representación subjetiva de la conformidad a
ello, recolectar material para reglas de experiencia que en lo fin, sin embargo, no debe ser de ningún modo el concepto de
venidero han de ser sistemáticamente enlazadas, sin, empero, un fin. Pero la referencia a un principio a priori puede y ha
querer entenderlas, es {por fin} la única iJlcumbencia verda- de tener lugar cada vez que el juicio tenga pretensión de
dera de la psicología empírica, la que di ficilmente podrá pre- necesidad, pretensión - y posibilidad suya- que es lo único
tender alguna vez el rango de una ciencia filosófica. de lo cual aqul se trata, mientras que una critica de la razón

50 51
49 es motivada precisamente 1por esa misma pretensión para
investigar el principio que, si bien indeterminado, está en su de un principio que no ha podido ser ex1:rnido de la experien-
fundamento, y hasta puede tener buen éxito en descubrirlo y cia (que solamente enseña qué son las cosas).
reconocerlo como uno que subjetivamente y a priori se halla 1Tenemos experiencia inmediata de que podemos ver a 51
en el fundamento del j uicio, aunque jamás pueda producir través del ojo, e igualmente de su estructura exterior e inte-
un concepto determinado del objeto. rior, que contienen. tas condicio.nes de e~te posible us~ s~yo,
y, por consecuencia, la causahdad segun leyes mecamcas.
Del mismo modo tiene que confesarse que el juicio teleoló- Pero también puedo servirme de una piedra para romper algo
gico está fundado en un principio a priori y que es imposible sobre ella o para construir sobre ella, etcétera, y estos efec-
sin uno semejante, aunque en juicios de esta índole poda- tos también pueden ser referidos como fines a sus causas:
mos encontrar el fin de la naturaleza únicamente a través de pero no puedo decir por ello que ha debid~ servir para cons-
la experiencia y que sin ésta no podríamos saber que cosas truir. Sólo del ojo juzgo que ha debido ser idóneo para ver, y,
de esta especie siquiera son posibles. El juicio teleológico, aunque su figura, la constitución de todas sus pa~e.s y su
en efecto, aun cuando ligue un concepto determinado de un composición, juzgando según leyes meramente mecan1cas de
fin - que pone por fundamento de Ja posi bilidad de ciertos la naturaleza, es enteramente contingente para mi facultad
productos naturales- con Ja representación del objeto (lo de juzgar, pienso, sin embargo, en su forma y e~ su construc-
que no ocurre en el juicio estético), siempre es, no obstante, ción una necesidad de estar formado de una cierta manera,
sólo un juicio de reflexión, tal como el anterior. No pretende a saber, según un concepto que precede a las causas formati-
en absoluto afinnar que en esta confonnldad a fin objetiva vas de este órgano, sin las cuales la posibilidad de este pro-
so proceda la naturaleza (u otro ser a través suyo) de 1hecho in- ducto natural no es concebible para mi según ninguna ley
tencionalmente, es decir, que en ella o en su causa el pensa- mecánica de la naturaleza (lo que no es el caso en aquella
miento de un fin determine la causalidad, sino que nosotros piedra). Pues bien: este deber conti~ne una .necesid~d .que se
sólo hemos de utilizar con arreglo a esta analogía (relacio- diferencia nítidamente de la necesidad fis1co-mecaruca, de
nes de las causas y los efectos) las leyes mecánicas de la acuerdo con la cual 1 una cosa es posible según simples leyes 52
naturaleza, para conocer la posibilidad de tales objetos y ob- de las causas eficientes (sin una idea precedente de esa co-
tener un concepto de ellos que pueda procurarle a esas leyes sa), y, así como la necesidad del juicio estético no puede ser
una conexión en una experiencia que haya de ser llevada a determinada por leyes psicológicas, tampoco puede serlo
cabo sistemáticamente. ésta por leyes meramente físicas (empírica~), sino que re-
Un juicio teleológico compara el concepto de un pro- quiere un principio a priori en la facultad d~ J.~gar, en ~u~­
ducto natural según lo que es éste con lo que él {mismo} debe to ésta es reflexionante, bajo el cual esté el JU1c10 teleologico
ser. Aquí se pone por fundamento de la posibilidad de enjui- y a partir del cual tiene también que ser detenninado en su
ciamiento w1 concepto (del fin) que {le} precede a priori. No validez y limitación. . .
hay ninguna di ficultad en representarse la posibilidad de es- Así pues, todos los juicios sobre la conformidad a ~m
te modo en productos del arte. Pero pensar de un producto de la naturaleza, sean ellos estéticos o teleológicos, estan
de la naturaleza que ha debido ser algo, para juzgar según bajo principios a priori, siendo éstos unos tale~ que pertene-
eso sí también es así efectivamente, contiene ya el supuesto cen peculiar y exclusivamente a la facultad de Juzgar,. porque
son juicios meramente reflexionantes, y no determinantes.
52
53
Precisamente por esto pertenecen también a la critica de la ra- 1Sin embargo, una introducción enciclopédica no pre- 54
zón pura (tomada en la acepción más general), de la cual más supone, acaso, una doctrina emparentada y que prepare la
necesitan los últimos que los primeros26, puesto que, entre- nueva que se anw1cia, sino la idea de un sistema, que recién
gados a sí mismos, invitan a la razón a conclusiones que pue- es completado por aquélla. Y como un tal sistema no es po-
den perderse en lo trascendente, mientras que los primeros sible por apilamiento y recolección de lo múltiple que se ha
demandan una esforzada investigación, tan sólo para evitar encontrado en el camino de la investigación, si.no solamen-
que se limiten, aun según su (propio} principio, únicamente te una vez que esté en condiciones de indicar completamen-
1
a lo empírico y anulen por tal medio sus pretensiones de va- te las fuentes subjetivas u objetivas de una cierta especie de
lidez necesaria. conocimientos por medio del concepto formal de un todo
que contiene en si al mismo tiempo el principio de una com-
pleta división a priori, se concibe entonces fácilmente por
qué las introducciones enciclopédicas, por útiles que sean,
S3 1 XI. INTRODUCCIÓN ENCICLOPÉDICA DE LA CRITICA
son, no obstante, tan poco habiruales.
DE LA FACULTAD DE JUZGAR EN EL SISTEMA
Como la facultad de la que ha de buscarse y debatirse
DE LA CRÍTICA Oll LA RAZÓN PURA aquí el principio peculiar (la facultad de juzgar) es de tan
particular especie que no produce por sí ningún conocimien-
Toda introducción a una exposición es o bien la introduc- to (ni teórico ni práctico) ni proporciona, a pesar de su prin-
ción a una doctrina ya proyectada o la de la doctrina misma cipio a priori, ninguna parte a la filosofia trascendental como
en un sistema al que ella pertenece como parte. La primera doctrina objetiva, sino sólo constiruye la ligazón de otras dos
precede a Ja doctrina, la segunda debería constituir razona- facultades superiores de conocimiento (el entendimiento y
blemente sólo su conclusión, para indicarle, con arreglo a la razón27), podrá permitirseme, en la determinación de los
principios, su sitio en el conjunto de las doctrinas con las que principios de una tal facultad que no es susceptible de ningu-
está conectada por medio de principios comunes. Aquélla es na doctrina, sino solamente de una crítica, desviarme del or-
una introducción propedéutica, ésta puede llamarse intro- den que en todo lo demás es necesario, y anticipar una breve
ducción enciclopédica. 1introducción enciclopédica a esa última, y no en el sistema SS
Las introducciones propedéuticas son las habituales, de las ciencias de la razón pura, sino simplemente en Ja cri-
que en cuanto tales preparan para una doctrina que está por tica de todas las facultades del ánimo determinables a priori,
exponerse, citando de otras doctrinas o ciencias ya existen- en la medida en que éstas constituyen entre sí un sistema en
tes el necesario conocimiento previo para hacer posible el el ánimo, y de este modo unificar la introducción propedéu-
paso. Cuando se las dirige a distinguir escrupulosamente los tica con la enciclopédica.
principios propios (domestica) de la nueva doctrina emer- La introducción de la facultad de juzgar en el sistema de
gente de aquellos que pertenecen a otra (peregrines), sirven las facultades puras de conocimiento por conceptos descansa
a la determinación de los límites de las ciencias; providen- enreramente en su principio trascendental, que le es peculiar:
cia que jamás puede recomendarse demasiado, porque sin que la naturaleza, en la especificación de las leyes trascenden·
ella no se puede esperar ninguna solidez, sobre todo en el tales del entendimiento (principios de su posibilidad como
conocimiento filosófico. naturaleza en general), es decir, en la diversidad de sus leyes

54 55
empíricas, procede de acuerdo con la idea de un sistema de éste sea empleado en el juicio mismo solamente como princi-
la división de éstas en pro de la posibilidad de la experien- pio de la facultad de juzgar reOexionante, no de la determi-
cia como sistema empírico.- Esto proporciona ante todo el name, no puede ser, empero, emitido de otro modo que por
concepto de una legalidad objetivamente contingente, pero medio del enlace de la razón con conceptos empíricos. Por
subjetivamente (para nuestra facultad de conocimiento) ne- eso, la posibilidad de un juicio teleológico sobre la naturale-
cesaria, esto es, de una conformidad a fin de la naturaleza, za puede fácilmente mostrarse sin que haya que poner por
y por cierto a priori. Si bien este principio no determina na- fundamento suyo un principio especial de la facultad de juz-
da con respecto a las formas naturales particulares, sino que gar, dado que ésta meramente sigue el principio de la razón.
la conformidad a fin de éstas tiene que ser dada siempre em- Por el contrario, la posibilidad 1de un juicio estético, y sin 57
píricamente, el juicio sobre estas formas gana, empero, una embargo fundado en un principio a priori de la mera refle-
pretensión de validez universal y necesidad, como juicio me- xión, es decir, de un juicio de gusto, si puede probarse que
ramente reflexionante, por la referencia de la conformidad a está efectivamente autorizado a pretender validez universal,
fin subjetiva, que la representación dada tiene para la facul- requiere completamente de una crítica de la facultad de juz-
tad de juzgar, a ese principio de la facultad de juzgar a prio- gar como facultad de principios trascendentales peculiares (al
56 ri de la 1 conformidad a fin de la naturaleza en su legalidad igual que el entendimiento y la razón), y solamente por ello
empírica en general; y de este modo podrá considerarse un se cualifica para ser aceptada en el sistema de las facultades
juicio estético reflexionante como descansando en un prin- puras de conocimiento; la razón de ello es que el juicio estéti-
cipio a priori (aun cuando no sea determinante), y la facul- co, sin presuponer un concepto de su objeto, le atribuye, sin
tad de juzgar en el üuicio} mismo se hallará justificada para embargo, conformidad a fin, y aun de manera universalmente
{ocupar} un sitio en la crítica de las facultades superiores válida, para lo cual tiene que hallarse el' principio en la facul-
puras de conocimiento. tad de juzgar misma, mientras el juicio teleológico presupone
Mas como el concepto de una conformidad a fin de la 1111 concepto del objeto, que la razón somete al principio del
naturaleza (como conformidad a fin técnica, que es esencial- enlace de los fines, sólo que este concepto de un fin natural es
'1 mente diferente de la práctica), si no ha de ser mera subrepción empleado por la facultad de juzgar solamente en el juicio re-
1
fl de lo que hacemos de ella, por lo que ella es, es un concepto flexionante, no en el determinante.
separado de toda filosofia dogmática (tanto de la teoría como Es, pues, en sentido propio, sólo en el gusto, y precisa-
de la práctica), que se funda únicamente·en aquel principio de mente en vista de los objetos de la naturaleza, que la facul-
la facultad de juzgar, que precede a las leyes empíricas y hace tad de juzgar se manifiesta como una facultad que tiene su
ante todo posible su concordancia con vistas a la unidad de un principio peculiar y que por medio de él fundadamente aspi-
sistema de éstas, ello muestra que de las dos especies de uso ra a un sitio en la crítica general de las facultades superiores
de la facultad de juzgar reflexionante (el estético y el teleoló- de·conocimiento, {pretensión ésta} que tal vez de ella no se
gico), aquel juicio que precede a todo concepto del objetivo, hubiera esperado. Pero una 1 vez que se ha dado el poder de 58
o sea, el juicio reflexionante estético, recibe su fundamento de la facultad de juzgar de ponerse a sí misma principios a prio-
detenninación total y únicamente de la facultad de juzgar, sin ri, es también necesario determinar su extensión, y para esta
mezcla con otra facultad de conocimiento, mientras el juicio integlidad de la crítica se requiere que su facultad estética,
teleológico sobre el concepto de un fin natural, aun cuando junto con la teleológica, sea conocida en cuanto contenida

56 57
en una {misma} facultad y reposando sobre el mismo princi- Facultad de E111e111limie1110
pio, pues también el juicio teleológico sobre cosas de la na- c'Q11oci111iento
turaleza, del mismo modo que el estético, pertenece a Ja
facultad de juzgar reflexionante (y no a la dctcnninante). Se11timie11to de placer Facultad de juzgar
No obstante, la criti ci1 del gusto, que en lo demás sólo y dis11lacer
se emplea para el mejoramiento o la consolidación del gus-
to mismo, de tra társe la con propósitos trascendenta les, abre, Fac11/t11d de desear R11z611
al llenar una laguna en el sistema de nuestras facu ltades de
conocimiento. una perspectiva vistosa y, a lo que me parece, Hállase que el entendimiento contiene principios a
muy promisoria de un sistema completo de todas las fuerzas priori peculiares para la facultad de conocimiento, la facul-
del ánimo en cuanto ellas, en su determinación, no estén re- tad de juzgar sólo para el sentimiento de placer y displacer,
feridas solamente a lo sensible, sino también a lo suprasen- y Ja razón, en cambio, meramente para la facultad de desear.
sible, sin remover, no obstante, los hitos limitrofes que wm Estos principios fonnales fundamentan una necesidad que
critica severa ha puesto a este último uso de dichas fuerzas. es en parte objetiva y en parte subjetiva, pero en parte tam-
Quizás pueda servir al lector para abarcar más fácilmente bién, por ser subjetiva, es al mismo tiempo de validez ob-
con la mirada Ja conexión de las investigaciones que siguen, jetiva, según lo cual determinan, por medio de las facultades
si ya trazo aquí un bosquejo de esta ligazón sistemática que superiores que están colocadas a su lado, las fuerzas del áni-
ciertamente -<:omo todo el parágrafo presente-- debería mo que corresponden a ésas:
tener su sitio, en propiedad, al término del tratado.
59 1Las facultades del ánimo, en su conjunto, pueden, en Faculrad de E11te11dimiento legalidad
efecto, ser reducidas a las tres siguientes: co11oci111ie11to

Fac11/tad de conocimie11to Se11timie1110 F11cultbd Co1ifnr111idad


Se11timie1110 de placer y displacer de placer de juzgar afin
Facultar de desear. y displacer

Sin embargo, en el fundamento del ejercicio de todas Facultad Razón Conformidad


ellas está s iempre la facultad de conocimiento, aunque no de desear afin que es al
siempre el conocimiento (pues una representación pertene- mismo tiempo
ciente a la facu ltad de conocimiento puede también ser in- Ley (obligatoriedad)
tuición, pura o empírica, sin concepto). Por Jo tanto, cm Ja
medida que se hable de facultades de conocimiento según 1Finalmente, a los citados fundamentos a priori de posi- 60
principios, las siguientes facultades superiores han de colo- bilidad de las formas se asocian tan1bién éstos como produc-
carse al lado de las fuerzas del ánimo en general: tos suyos:

58 59
Facultades Facu/rades Principios In a ambas partes, o sea, {un paso} del substrato sensible de la
Productos
del ánimo superiores a pnori primera filosofia al substrato 1 inteligible de la segunda, me- 61
de conocimiento diante la crítica de una facultad (la facultad de juzgar), que
sólo sirve a la vinculación y no puede, por eso, procurar por
Facultad de Entendimiento legalidad si {sola} ningún conocimiento o aportar contribución alguna
Naturaleza
conocimiento a la doctrina, pero cuyos juicios, bajo el nombre de estéticos
(cuyos principios son meramente subjetivos), al diferenciarse
Sentimienro Facultad Conformidad Arte de todos aquellos cuyos principios deben ser objetivos (sean
de placer de juzgar a fin teóricos o prácticos) y se denominan lógicos, son de tan par-
y displacer ticular especie que refieren intuiciones sensibles a una idea de
la naturaleza cuya legalidad no puede entenderse sin una re-
Facultad Razón Conformidad Costi11nbres lación de ella con un substrato suprasensible; de ello se adu-
de desear a fin que es cirá la prueba en el tratado mismo.
al mismo riempo A la crítica de esta facultad, con respecto a la prime-
11 ri:, 1 ley (obligatoriedad) ra especie de juicios, no la denominaremos estética (como
si se dijera doctri.n a de Jos sentidos), sino crítica de la fa-
1 cultad de juzgar estética, porque Ja primera expresión es de
La natllraleza funda, pues., su legalidad en principios a acepción demasiado vasta, toda vez que podría significar
priori del entehdimiento como facultad de conocimiento; el también la sensibilidad de la intuición, que pertenece al co-
arte se rige en su c01¡(ormidad a fin a priori según la facultad nocimiento teórico y entrega el material para juicios lógi-
de juzgar en referencia al sentimiento de placer y displacer; cos (objetivos), por Jo cual ya hemos destinado la expresión
por fin, las costumbres (como producto de la libertad) están de estética exclusivamente para el predicado: lo que en jui-
bajo la idea de una forma de la coefonnidad a.fin, que es apta cios de conocimiento pertenece a la intuición. En cambio,
para una ley universal, como fundamento de determinación llamar estética a una facultad de juzgar porque no refiere la
de la razón con respecto a la facultad de desear. Los juicios representación de un objeto a conceptos ni, en consecuen-
que de este modo se originan en principios a priori que son cia, el juicio al conocimiento (porque no es determinante,
peculiares de cada facultad fundamental de ánimo son juicios sino sólo reflexionante), permite no recelar ninguna malin-
teóricos, estéticos y prácticos. terpretación; en efecto, 1para la facultad de juzgar lógica, 62
Se descubre así un sistema de las fuerzas del ánimo en .las intuiciones, aun siendo sensibles (estéticas), tienen que
su relación con la naturaleza y la libertad, cada una de las ser primeramente elevadas a conceptos a fin de que sirvan
cuales tiene sus principios a priori determinantes peculiares al conocimiento del objeto, lo que no es el caso en la facul-
y que en virtud de esto constituyen las dos partes de la filo- tad de juzgar estética.
sofia (la parte teórica y la práctica) como un sistema doc-
trinal; y al mismo tiempo {se descubre} un paso, por medio
de la facultad de juzgar, que por un principio peculiar vincu-

60 61
¡,
. ~

I ~¡ XlJ. DIVISIÓN DE LA CRITICA De LA FACULTAD DE JUZGAR

La división de un volumen de conocimientos de cierta espe-


nante la que tiene principios a priori propios; que la primera
procede sólo esquemáticamente bajo leyes de otra facultad
(el entendimiento), pero que la segunda sólo procede técni-
) cie, a fin de tomarlo representable como sistema, tiene su camente (según leyes propias), y que en el fundamento de
1
importancia nunca suficientemente comprendida, pero tam- este último proceder hay Wl principio de Ja técnica de la na-
bién su dificultad desconocida con igual frecuencia. Si ya se turaleza, por lo tanto, el concepto de una conformidad a fin
consideran las partes de un todo posible de esta Jndole como que tiene que presuponerse en ella a priori, y que ciertamen-
complemento dadas, la división ocurre mecánicamente como te, según el principio de la facultad de juzgar reflexíonante,
consecuencia de una me.ra comparación y el todo se toma un es supuesta necesariamente por ella misma sólo en cuanto
agregado (más o menos como llegan a ser las ciudades cuan- subjetiva, es decir, en referencia a esta misma facultad, pero
do, sin consideración de las ordenanzas, se divide un suelo que también trae consigo el concepto de una posible confor-
entre los cultivadores que se presentan de acuerdo con 1os midad a fin objetiva, esto es, de la conformidad a la ley de
propósitos de cada cual). Pero si se puede y debe suponer la las cosas de la naturaleza como fines naturales.
idea de w1 todo según w1 cierto principio antes de la deter- J Una conformidad a fin juzgada sólo subjetivamente, 64
minación de las partes, la división tiene que ocurrir científi- que no se funda, pues, en concepto alguno ni puede fimdar-
camente, y sólo de este modo el todo llega a ser un sistema. se en tanto que se la juzgue de modo meramente subjetivo,
Esca última exigencia tiene lugar cada vez que se trata de un es la referencia al sentimiento del placer y displacer, y el jui-
volumen de conocimientos a priori (que con sus principios cio sobre ella es estético (y éste es al mismo tiempo el único
descansa en una facultad legislativa especial del sujeto), pues modo de juzgar estéticamente). Pero como, cuando este sen-
entonces la extensión del uso de estas leyes está igualmente timiento acompaña no más que a la representación del objeto
determinada a prio.ri por la constitución peculiar de esta fa- por los sentidos, es decir, a su sensación, el juicio estético es
cultad, y de ahí también el número y la relación de las partes emplrico y requiere sin duda Wla receptividad especial, mas
11:
63 con un J todo de conocimiento. Pero no se puede hacer nin- no una facultad de juzgar especial, y como además, si ésta
guna división fundada sin hacer a la vez el todo mismo.y sin fuese admitida en cuanto determinante, tendrla que haber en
antes presentarlo íntegramente en todas sus partes, aunque el fundamento un concepto de fin, y la conformidad a fin, co-
solamente de acuerdo con las reglas de la crítica, lo que des- mo objetiva, tendría que ser, por consiguiente, juzgada no
pués, para ser llevado a la forma sistemática de una doctrina estéticamente, sino lógicamente, habria que considerar nece-
(hasta donde pueda haber algo semejante con respecto a la sariamente como facultad de juzgar cstctica, en cuanto facul-
naturaleza de esta facultad de conocimiento), no ex.ige nada tad particular, no otra que la facultad dejuzgar rejlexionaflte,
más que la prolijidad de la aplicación a lo particular y vincu- y al sentimiento de placer (que es idéntico a la representación
lar a ello la elegancia de la precisión. de la confom1idad a fin subjetiva) no como inherente a la sen-
Ahora bien: para dividir una critica de la facultad de sación en una representación empírica del objeto, ni tampoco
juzgar (facultad, justamente, que si bien está fundada en prin- ál concepto de éste, {sino}, en consecuencia, como inherente
cipios a priori, nunca puede aportar el material para una doc- sólo a la reflexión y su forma (que es acto peculiar de la facul-
trina), hay que poner por fundamento Ja distínción de que no tad de juzgar), por medio de ta cual tiende ella {a llegar} desde
es la facultad de juzgar determinante, sino sólo la reflel(iO- intuiciones empíricas hacia conceptos, y {como} vinculado

62 63
a ella según un principio a priori. La estética de la facu)tad
65 de juzgar reflexionante ocupara pues, una parte de la critica 1de fin de ciertas intuiciones sensibles según su forma por medio
esta facultad, así como la lógica de esta misma facultad, bajo de Ja facultad de juzgar meramente rcflexionante. Si, pues, el
el nombre de teleología, constituye la otra parte suya. Pero en primer juicio atribuye belleza a los objetos de la ~aturaleza y,
ambas, la naturaleza misma es considerada como técnica, es en cambio sublimidad el segundo, y ambos precisamente no
decir, como conforme a fm en sus productos: una vez subje- más que p~r juicios estéticos (reflexionantes), sin conce~tos
tivamente, con respecto al mero modo de representación del del objeto, simplemente en consideración de la confonn1~d
sujeto, y, en cambio, en el segundo caso, como objetivamente 11 fin subjetiva, no habría entonces que presuponer para 1~ u!-

conforme a fin en referencia n la posibilidad del objeto mis- timo ninguna técnica especial de la naturaleza, por~~e alh so-
mo. Veremos en lo sucesivo que la conformídad a fin de la for- lo se trata de un uso contingente de la representac1on, no en
ma en la manifestación es la belleza, y que la facultad de provecho del conocimiento del objeto, sino de otro ~ent~i~~­
enjuiciamiento de ésta es el gusto. Parecerla seguirse de esto to a saber el de la conformidad a fin interna en la dispos1c1on
que la división de la crítica de la facultad de juzgar en estética d~ las fue~s del ánimo. Sin embargo, no habr!a que excluir
y teleológica tendria que comprender simplemente la doctrina el juicio sobre lo sublime en la naturaleza de la división d~ ~a
del gusto y la doctrina jisica de la finalidad (del enjuicia- estética de la facultad de juzgar reflexionante, porque tamb1en
miento de las cosas del mundo como fin<:s naturales). expresa una conformidad a fin subjetiva, que no descansa en
Sin embargo, toda conformidad a fin, sea subjetiva u un concepto del objeto. . .
objetiva, puede dividirse en interna y relativa, la primera de 1Lo mismo pasa con la conformidad a fin ob1ettva de la 67
naturaleza, es decir, la posibilidad de las cosas como fmes na-
las cuales está fundada en la representación del objeto en sí,
turales sobre la cual se emite el juicio solamente según con-
ceptos 'de aquéllas, o sea, no estéticamente (en refere~~~ al
y la segunda meramente en el uso contingente de la misma.
De acuerdo con esto, la forma de un objeto puede primera- sentimiento de placer o displacer), sino lógicamente, ümc10}
mente ser percibida ya por sí {misma}, es decir, en la mera que se llama teleológico. La conformidad a fin obje~va es
intuición sin conceptos, como conforme a fin para la facul- puesta por fundamento de Ja posibilidad interna.del objeto,.º
tad de juzgar, y en tal caso la conformidad a fin subjetiva le bien de la posibilidad relativa de sus consecuencias. En el pn·
es atribuida a la cosa y a la naturaleza misma; en segundo mer caso el juicio teleológico considera la perfección de una
lugar el objeto puede no tener en sí para la reflexión, en la cosa con arreglo a un fin que está en ella misma (puesto que
66 percepción, 1 ni la más mínima conform.ídad a fin para la de- Jo múltiple en ella se comporta recíprocamente como ri:i y
terminación de su forma, y no obstante su representación, medio); en el segundo, el juicio teleológico sobre un ob1e~o
aplicada a una conformidad a fin que se baila a priori en el natural concierne sólo a su utilidad, a saber, la concordaneta
sujeto para suscitar un sentimiento de ella misma (por ejem- con un fm que reside en otras cosas. .
plo, de la destinación suprasensible de las fuerzas del ánimo De acuerdo con esto, la crítica de la facultad de Juzgar
del sujeto), puede fundar un juicio estético que se refiere a estética contiene en primer Jugar, la crítica del gusto (facultad
un principio a priori (desde luego solamente subjetivo), mas de enjuiciamiento de lo bello); en segundo Ju~, ~a critica del
no, como el primero, a una co11formidad afin de la naturale- sentimiento espiritual, pues así nombro prov1sonam~nte a la
za en vista del sujeto, sino sólo a tm posible uso conforme a facultad de representar una sublimidad en I~s ob1eto~.­
Puesto que la facultad de j uzgar teleológica refiere al ob1eto

64
65
su represeotación de conformidad a fin no por medio de los /11/1•ma. mientras el otro (lo hará con) el juicio sobre su
sentimientos sino por conceptos, no se requiere de especiales m11for111idad a jln relativa .
denominaciones para la distinción de las facultades conte- Cada w10 de estos libros contendrá, en dos secciones,
nidas en ellas, tanto internas como relativas (mas en ambos 1111u 1111a/ílica y una dialéctica de la facultad de enjuiciamiento.
casos de conformidad a fin objetiva), porque refiere su refle- La analitica, en otros tantos capitulos, buscará llevar a
xión enteramente a la razón (no al sentimienio). cnbo la exposición, primero, y luego la deducción del con-
Es de notar, además, que es en vista de Ja técnica en la co.:plo de una conformidad a fin de la naturaleza.
naturaleza y no de Ja técnica de la causalidad de las fuerzas
representacionales del hombre, a la cual se de11ominan arle
68 (en la propia acepción de la palabra), que 1 se indaga aquí la
confornüdad a fin como concepto regulativo de la facultad de
juzgar, y que no se pesquisa el principio de la belleza artística
o de una perfección artística, aun cuando es lícito llamar a la
naturaleza, si se la considera técnica (o plástica), técnica en su
proceder. es decir, en cieno modo, an!stica, en virtud de una
analogía según la cual su causalidad tiene que ser representa-
da con Ja del arte. Pues se trata del principio de la facultad de
juzgar me.ramente reflexionante, no de la determinante (que
se halla en el fundamento de todas las obras hwnanas del ar-
te), a propósito de la cual, entonces, la conformidad a fin debe
ser considerada como 110 íntencio11al, y que, por lo tanto, só-
lo puede convenirle a la naturaleza. El enjuiciamiento de la
belleza artistica tendrá que ser considerado después como
mera consecuencia a partir de los mismos principios que es-
tán en el fundamento del juicio sobre la belleza natural.
La critica de la facultad de juzgar reflexionante con res-
pecto a la naturaleza consistirá, pues, de dos partes: la crítica
de la/acuitad de er¡juiciamiento estético y la de la facultad de
enjuíciamíento teleológico de las cosas de la naturaleza.
La primera parte contendrá dos libros, el primero de los
cuales será la crítica de) gusto o del enjuiciamiento de lo bello;
el segundo, Ja crítica del sentimiento espiritual (en la mera re-
flexión sobre un objeto) o del enjuiciamiento de lo sublíme.
La segunda parte contiene asimismo dos libros, el pri-
mero de los cuales pondrá bajo principios el enjuicianiiento
de las cosas como fines naturales en vista de su posibilidad

66 67
16. Seguimos la n:ctíficación de Al< paro eslll última cláusula, que en el
N<ni\S A LA PRIMERA VERSIÓN DE LA «INTRODUCCIÓN»
original r.,.-ulta confusa, acaso debido a un lapsus ailami.
17. Anolllción marginal del manuscrito para este párrafo: «Ponemos-se
l. Sólo se incluyen aquí observaciones que conciernen directa y cspcci·
dice- causas finales dentro de las cosas, y no lu extraemos, por de-
ficamente al presente texto y a las particularidades de su traducción.
Las aclaraciones sobre términos y giros de Kant que son comunes a cirlo asl, de su percepción».
esta Primera Versión y al cuerpo total de la Critica han de buscarse en 18. em¡ifindbm:
las notas a ésta. 19. Vollstiindigkait, también «integridad». V., sobre los conceptos que el
2. El manuscrito contiene <cMittcl» («medios»). La rectificación conjetu- texto pone en relación y diferencia, en la Crllfca....
ral es dcAk. 20. Hemos incorporado el término alemán en paréntesis como ocurre en el
3. «so fem diese sich nach unnserer Urteilskraft richtel». original -•Touilitat (Allheit)>>- para evitar la reiteración (o elimina-
4. <<ZWD Behuli>. ción) que de otro modo habría ocurrido.
S. Gemzmásslgkelt. También «legalidad», que empleamos en otros sitioS- 21. Cf. Crilfa> de la razón práctica, Sección Ul, «De los móviles de la ra-
6. oanzustellem1. 7i>n putll prictiC8ll, y CSJI• A 132 SS.
7. «doktrinalcs». 22. «in Anregung bringt».
8. La primitiva versión de este párrafo, tachada hasta «en segundo lugám, 23. Nachsuchung.
es ta siguiente: <da filosofía, como sistenta real d~I conocimiento a 23bis. No se ve claro a qué referir esta última cláusula: unicht der sinlicben
priori de la nat11ro/e:a por conceptos, no recibirla, ento.nccs, con esto Gesetze selbst, sondcrn dcr Wcgrilumung der Hindernisse, die sich dcm
ninguna parte nueva: pues esa consideración pertenece a la pane teóri- Einflusse derselbcn entgcgensetze111>. En atención al sentido, la hemos
ca suya. Pero la critica de las facultades puras de cone>eimiento cierta- vertido como si contuviese un «hinsichtlich» («en vista de»), correspon-
mente la recibirla, y una parte muy necesaria, por medio de la cual, en diente al genitivo de «der sittlichen GesctzC>> y de uder Wegraumung ... ».
primer término, unos juicios sobre la naturaleza cuyo fundamento de 24. Sobre E. Burke, cf. nueslra nota 110 a la <<Analltica de lo sublime».
determinación fácilmente podría ser sumado a los Uuicios } empíricos,
25. El manuscrito contiene el pronombre «es», obviamente referible a <<jui-
son separado de éstos, y, en segundo lugar, ottos, que facilmente po·
cio», ao obstante que este término aparece en plural en la cláusula
drian ser tenidos por reales y por determinación de los objetos de la
naturaleza, son díferenciados de éstos y conocidos como formales, es anterior.
decir, como reglas de la mera reflexión sobre cosas de la naturaleza, no 26. Es decir, mis los juicios tcleológicos que los cstcticos.
de determinación de éstas según principios objetivos». 27. El término «constituye» aparece incorporado al paréntesis en el ma-
9. El pasaje presenta una sintaxis ostensiblemente intrincada. Lo que he- nuscrito. La corrección es de Ak.
mos intercalado entre corchetes intenta evitar uno perífrasis que sólo 28. Cf. Fundamentación. A, 040.
podría ser muy dlstínta del original. 29. «uns und andcrn untcrlegem>.
10. Adoptamos la corrección de Ak., que interpola «y». 30. El pasaje referido, que Kant reproduce inmcdiatwncnte, se encuentra
11. vermillelst: en el sentido de que el sentimiento del placer y displacer en la extensa nota al pie de la página indicada.
pueda ser considerado como facultad mediadora entre la facultad de 31. Vem1ógen.
conocimiento y la facultad de desear.
12. fass/ich es.
12bis <UlllS... zurechte zu findem>.V. sobre esta .. presíón, nuestra nota 93 a
la «Introducción».
13. a/lgemeinM!.
14. Beurteilungsverm6ge11.
1S. Al margen del párrafo el manuscriio registra esta obscrvacíón: «NB Bien
podia haber esperado Linnco proyectar w1 sistema de la naturale1.a si se
hubiese cuidado, al encontrar una piedra a la que llamó gr..nito, de que
ésta fuese diferencioda por su constin1ción interna de toda otra que tuvie-
se igual aspecto,.y que de este modo sólo le cupiese tener espera= de
hallar cosas singulares, por así decir, aisladas paro el entendimiento, mas
nunca una clase de éstas que pudiesen ser 1raldas bajo conceptos de géne-
ros y especies».

69
68
NOTAS A LAS NOTAS DE KANT DE LA PRIMERA VERSIÓN
DE LA «INTRODUCCIÓN»

1. Klugheit, la prudencia aplicada a la conducción de la vida con vistaS a


la felicidad.
2. «Vermogen dcr Uneilskrafu>.
3. Es decir, a la lógica formal.
4. La definición se encuentra, en la página indicada (ed. A), dentro de una
11 nota destinada a establecer, para uso critico, las definiciones de los CRÍTICA DE LA FACULTAD
conceptos de vida, fuc.ultad de desear y placer. La nota comienza en la
página anterior (1~).
DE JUZGAR

70
OBSERVACIONES

1. Las marcas «I» y «l »señalizan los lugares del texto en que


se verifica un cambio de página en las dos primeras edi-
ciones del original alemán de la Critica de la facultad de
juzgar. La marca «l» Jo hace para la 2" edición (ed. B), y
la marca «I» lo hace para la 1• (ed. A). Los números re-
gistrados al margen indican cada vez la nueva página que
se inicia, atendiendo al orden en que las marcas se pre-
sentan en el texto (regularmente, cada vez que coincidan
dos números en la misma línea, el primero corresponde a
la edición B).
2. Las notas señalizadas con «(*)}> pertenecen al texto origi-
nal de Kant, y se encontrarán al pie de la página corres-
pondiente.
3. Las notas señalizadas con números correlativos son notas
del traductor, y se encontrarán, respectivamente, al final de
la «Introducción» (notas del «Prefacio» y de la <<Introduc-
ción»), al final de la Primera Parte (notas a la «Analítica de
lo bello», a la «Analítica de lo sublime», a la «Deducción
de los juicios estéticos puros» y a la «Dialéctica de la facul-
tad de juzgar estéticru>) y al final de la Segw1da Parte (notas
al §61, a la «Analítica de la facultad de juzgar teleológicru>
y a Ja «Dialéctica de la facultad de juzgar teleológica>>).

73
) I PREFACIO A LA PRLMERA EDICIÓN, 1790 1 Ulll
Al ll

l A LA FACULTAD del conocimiento2 a partir de principios a


priori puede llamársela razón pura, y a la investigación de la
posibilidad y limites de ésta, en general, crítica de la razón
pura, si bien se entiende por esta facultad sólo a Ja razón en su
uso teórico, como ocurrió en la primera obra bajo esa deno-
minación, sin que todavía se pudiese someter a investigación
su facultad en cuanto razón práctica, según sus especiales prin-
cipios. Aquélla, entonces, concierne solamente a nuestra fa-
cultad para conocer a priori las cosas, y sólo se ocupa, por lo
tanto, con la facultad de conocimiento, excluyendo al senti-
miento de placer y displacer y a la facultad de desear; y, entre
las facultades de conocimiento, con el entendimiento según
sus principios a priori, excluyendo a la facultad de juzgar 11y BIV
a la razón (en cuanto facultades que asimismo pertenecen al AIV
conocimiento teórico), puesto que en lo sucesivo se encuentn1
que ninguna otra facultad de conocimiento más que el enten-
dimiento puede suministrar principios constitutivos a priori de
conocimiento. La crítica, entonces, que a todas las tiene en
mira según la participación que cada una de las otras preten-
diese tener en la neta posesión de conocimiento a partir de
una raíz propia, no deja sino aquello que el entendimiento
prescribe a priori como ley para la naturaleza en cuanto con-
junto de los fenómenos (la forma de los cuales igualmente
está dada a priori); y relega a todos los otros conceptos puros
bajo las ideas, que1, trascendentes para nuestra facultad teó-
rica de conocimiento, no por ello son inútiles o dispensables,
sino que sirven como principios regulativos: en parte, para

75
refrenar las recelables arrogaciones del entendimiento, que (al coso de necesidad, se los puede vincular eventualmente a
ser capaz de swninistrar a p1iori las condiciones de posibilidad unos o a otros. Pues si alguna vez debe erigirse un sistema
do todas las cosas que puede conocer) {actúa} cual si con ello semejante bajo el nombre general de metafísica (lo cual ~s
también hubiese encerrado dentro de estos limites la posibili- posible de llevar a efecto muy completamente y es de máxi-
dad de todas las cosas en general; y en parte, para guiarlo a él ma importancia, en todo respecto, para ~l uso de la razón),
mismo, en la observación de la naturaleza, de acuerdo con un la critica tiene que haber explorado previamente el suelo de
9
BV principio de completud4, si bien jamás puede ) 1 él alcanzarla, este edificio tan hondo como yazga el primer basamento ?e
AV y fomentar as{ el desi¡,rnio final5 de todo conocimiento. In facultad de principios independientes de la expenencia,
Era, pues, propiamente el entendimienio, que tiene su para que no se hunda en alguna parte, lo que inevitablemen-
dominio6 propio, a saber, en la facultad de co11ocimiepto, en te traería consigo el derrumbe de todo 10•
cuanto contiene principios constitutivos a priori de conoci- ) 1Sin embargo, es fácil colegir de la na~leza de la BVU
miento, el que debía ser establecido en una segura aunque AVU
facultad de juzgar (cuyo uso correcto es tan necesano Yen ge-
única7 posesión !Tente a todos los demás competidores por neral exigible, que por ello, bajo el nombre ·de sano entendi-
la así llamada, en términos generales, crítica de la razón pu- miento, no se significa sino precisamente esta facultad), que el
ra. De igual modo, en la Critica de la razón práctica le fue hallazgo de un principio peculiar de aquélla (pues alguno debe
asignada su posesión a la razón, que no contiene en ninguna contener a priori en ella misma, ya que de otro modo no esta-
parte principios constitutivos a priori, sino solamente para la rla expuesta11 ni siquiera a la critica más vulgar, como facultad
( facultad de desear.
Pero aquello de lo cual se ocupa Ja presente Crítica de
particular de conocimiento) debe ir acompañado de grandes
dificultades; empero, aquél no debe ser uno que se denve ~e
.1 la facultad de j11zgar es de si la facultad de juzgar, que cons- conceptos a priori; éstos, en efecto, pertenecen al e~tendi­
tituye, en el orden de nuestras facultades de conocimiento, miento, y a la facultad de juzgar sólo le compete el apli~los.
un miembro intermedio entre el entendimiento y la razón, Debe ella misma, pues, proporcion~ un concepto'. a traves ~el
tiene también por si misma principios a priori; de si éstos son cual no sea propiamente conocida run~a ~sa, smo que s~lo
constitutivos o .meramente regulativos (y no dan prueba, por le sirva a ella de regla, aunque no una obJellva a la cu~l pudie-
tanto, de un dominio propio), y de si da a priori la regla al se ella adecuar su juicio, porque para ello serla requenble, a su
sentimiento de placer y displacer, en cuanto miembro inter- turno, otra facultad de juzgar, para poder discernir si es el caso
BVl medio entre Ja facultad de conocimiento y la facultad de l 1 de la regla o no. . . . . .
AV! desear (de igual modo como prescriben a priori leyes el enten- Esta perplejidad por causa de un pnnc1p10 (sealo ~~b~e­
1
dimiento a la primera, y a la razón, en cambio, a la última). tlvo o bien objetivo) se halla principalmente en lo~ enJmc1a-
1 Una critica de la razón pura, es decir, de nuestra fa- mientos 12 que l ¡se denomina estéticos, y que conciernen a lo BVIIJ
cultad para juzgar según principios a priori 3, estarla incom- bello y lo sublime, a la naturaleza o al arte. Y no obs~te, la AVIIJ
pleta si la de la facultad de juzgar, que como facultad de investigación critica de un principio de la facullll:d. de JUZgar
conocimiento, también Jos reclama para sí, no fuese tratada en aquéllos es la pieza más importante de una cnnca de esta

i como parte especial de aquélla, a pesar de que no es lícito


que sus principios constituyan parte especial en un sistema
de la filosofia, entre los teóricos y los prácticos. sino que, en

76
facultad. Pues si bien por sí solos no aportan ellos nada al
conocimiento de las cosas, sin embargo pertenecen solarn~?­
te 11 la facultad de conocimiento, y dan prueba de una relac10n

77
~mediata de esta facultad con el sent imiento de placer o con que sólo haya quedado suficientemente claro que el
dISplacer de acuerdo con algún principio a priori, sin mez- principio ha sido correctamente indicado; aunque el modo
clarse con aquello que es fundamento de determinación U de de derivar de allí el fenómeno 17 de la facultad de juzgar no
la facultad de desear, porque ésta tiene sus principios .en tiene toda la claridad que puede exigirse con derecho en otro
conceptos de la razón. Pero en lo que concierne el enjuicia- lugar, a saber, en un conocimiento según conceptos, lo que
miento lógico 14 de la naturaleza, alli donde la experiencia creo haber alcanzado en la segunda parte de esta obra.
constata una conformidad a ley 1s en las cosas, para com- Concluyo con esto todo mi negocio crítico. Sin negl i-
prender o explicar lo cual no basta ya e l concepto intelec- gencia avanzaré hacia lo doctrinario, a fin de ganarle a mi
16 creciente edad, en lo posible, el tiempo que en alguna medi-
tual universal de lo sensible, y donde la facultad de juzgar
puede extraer de si misma un principio de relación de la da todavía sea propicio para ello. De suyo se entiende que
cosa natural con lo suprasensible incognoscible, aun si sólo allí no habrá una parte especial para la facultad de juzgar,
porque a su respecto sirve la critica en vez de la teoria; y, en
bene que emplearlo a propósito de sí misma para el conoci-
miento de 1~ naturaleza, allí un tal principio a priori puede y cambio, tras la división de la filosofia en teórica y práctica,
BIX debe ser aplicado al conocimiento de los seres del l I mundo, y de la pura en sendas partes iguales, la metaflsica de la na-
AIX y a la vez abre perspectivas que son ventajosas para Ja razón turaleza y la de las costumbres integrarán ese negocio.
práctica; pero no tiene una relación inmediata con el sen-
timi~nto de plac~r ~ ~isplacer, que es precisamente lo enig-
mático _en el prmc1p10 de la facultad de juzgar, que hace
necesana una sección especial para esta facultad en la criti-
ca, dado q~e e~ enjuiciamiento lógico según conceptos (de
los cuales Jamas se puede extraer una consecuencia inme-
d!ata para el sentimiento de placer y displacer) podría haber
sido en todo caso anexada a la parte teórica de la filosofia
junto a una limitación crítica del mismo. '
Puesto que la investigación de Ja facultad del gusto, en
cuanto facultad de juzgar estética, no es emprendida aquí
para la formación y cultura del gusto (pues ésta, así como
hasta ahora, va a seguir su curso en adelante sin todas estas
indagaciones), sino solamente con propósitos trascendenta-
les, aliento esperanzas de que va a ser enjuiciada con indul-
gencia, en lo que toca a la defectuosidad de ese {primer} fm.
Pero en lo que atañe al último propósito, tiene que estar pre-
parado para el examen más estricto. Mas puede que Ja gran
dificultad para resolver un problema que la naturaleza ha
BX embrollado tanto sirva también de disculpa, l 1como espero,
AX para alguna oscuridad no del todo evitable en su resolución,

78 79
l l 1NTRODUCCIÓN 1 BXI
AXI

l. DE LA DIVISIÓN DE LA FILOSOFiA

Se PROCEDE con plena corrección si, como de costumbre, se


divide la filosofía, en cuanto contiene principios del conoci-
miento racional de las cosas por medio de conceptos (y no,
meramente, como la lógica, principios de la fonna del pensar
en general, sin discernimiento de Jos objetos), en teórica y
práctica. Pero en tal caso también los conceptos que le asig-
nan su objeto a los principios de este conocimiento racional
tienen que ser especfficamcnte distintos, porque de otro modo
no otorgarian legitimidad a ninguna división, Ja cual supone
siempre una oposición de los principios del conocimiento ·ra-
cional pertenecientes a las distintas partes de una ciencia.
Hay, empero, sólo dos clases de conceptos que admiten
otros tantos principios diferentes de la posibilidad de sus ob-
jetos: y son ellos los conceptos de la 11at11ra/eza y el concep-
w de la libertad. Y como los primeros hacen l 1posible un BXll
conocimiento teórico según principios 1 a priori, y en cambio AXTI
el segundo, en visw de ésos, ya en su concepto conlleva no
más que un principio negativo (de mera oposición), al tiempo
que establece principios fundamentales2 que amplían la deter-
minación de Ja voluntad, y se llaman por eso prácticos, con
derecho se divide la filosofía en dos partes, completamente
distintas según los principios: la teórica, como filcsofia de la
naturaleza, y la práctica, como filosojia moral (puesto que
así se denomina la legislación práctica de la razón según el
concepto de libertad). Sin embargo, hasta ahora ha reinado

: 81
1

~ 1
un gran abuso de estas expres iones para la división de los Pues solamente atañen a la posibilidad de las cosas según
distintos principios y, coa ellos, también de la filosofia en conceptos de la naturaleza, a lo cual no sólo pertenecen .tos
la medida en que se tomaba lo práctico según conceptos de la medios que para ello se encuentren en la na1uraleza, smo
naturaleza y lo práctico según el concepto de libertad como también la voluntad misma (como facultad de desear y, por
una sola cosa, y, así, bajo las mismas denominaciones de tanto natural) en la medida en que pueda ser determinada,
filosofia teórica y práctica, se hacía una división por la cual. •
conforme '
a aquellas 11reglas, por móviles4 de la natura1eza. BXIV
en el hecho, no se dividía nada (dado que ambas partes po- No obstante, semejantes reglas prácticas no se llaman leyes AXlV
dían tener principios de la misma índole). (como por ejemplo las fisicas), sino solamente preceptos: y
La voluntad, como facultad de desear, es por cierto una ello, porque la voluntad no sólo está bajo el con~pto de la
de las ~arias causas naturales en el mundo, a saber, la que ope- naturaleza, sino también bajo el concepto de la libertad, en
ra segun conceptos; y todo lo que es representado como posi- referencia al cual llámanse los principios de aquélla leyes, Y
ble (o necesario) por medio de. una voluntad, se denomina sólo conforman, con sus consecuencias, la segunda parte de
prácticamente posible (o necesario), a diferencia de la posibi- la filosofia, o sea, la {parte} práctica.
lidad o necesidad física de un efecto, respecto de la cual la No más de lo que pertenece In solución de los proble-
BXill causa no es determinada l 1en su causalidad por conceptos (si- mas de la geometría pura a una parte especial de ésta, ni más
AXlíl de lo que merece la agrimensura el nombre de geometría
no, como en la materia inerte, por mecanismo, y en los ani-
males, por instinto). Pero aquí se deja sin decidir, a propósito práctica, a diferencia de la pura, como una se~nda parte de
de lo práctico, si el concepto que le da la regla a la causali- la geomctria en general, asl, y .ªun menos hc1~0 es que se
dad de la voluntad es un concepto de la naturaleza o un con- cuenten el arte mecánico o quíllUCO de los expenmentos o de
cepto de la libertad. las observaciones como parte práctica de la doctrina de la na-
Esta última diferencia es, si embargo, esencial. Pues si turalezas, y, en fin, tampoco la economía doméstica, agrí-
el concepto que determina la causalidad es un concepto de cola, política, el arte del trato social, los preceptos de la
la naturaleza, los principios son, entonces, técnico-prácti- dietética, ni aun la doctrina general de la fchc1dad,-y tampo-
cos; si es, en cambio, un concepto de la libertad, éstos son
co, siquiern, la dominación de las inclinaciones y el refrena-
moral-prácticos; y porque en la división de una ciencia ra-
miento de los afectos en pro de aquélla, han de contarse en
la filosofia práctica o constituir esas últimas, incluso, 1.a se-
cional. to.do depende de esa diferencia de los objetos, cuyo
gunda parte de la filosofla en general; porque en su co~J~to
conoc1m1ento requiere principios diferentes, los primeros
sólo contienen reglas de habilidad que, por tanto, son umca-
pertenecerán a la filosofia teórica (como doctrina de la na-
mente técnico-prácticas, a fin de suscitar un efecto que es
tu.raleza), mientras que los otros solos conformarán la se-
posible según conceptos naturales de causas Y_ l.1efect~s, los BXV
gunda parte, o sea (como doctrina de las costumbres), la cuales dado que pertenecen a la filosofia teonca, estan su- AXV
filosofia práctica.
oormn'ados a esos preceptos como meros corolarios de aqué-
Todas las reglas técnico-prácticas (esto es, las del arte lla (la ciencia de la naturaleza), y no pueden así~ reclamar
y la habilidad3 en general, o también de la astucia, como sitio en una filosofía especial que se llamara práctica. Por el
habilidad para influir en los hombres y su voluntad) tienen contrario, los preceptos moral-prácticos, que se fun~ ~nte­
que ser contadas, en tanto reposen sus principios sobre con- ramente en el concepto de la libertad, con total exclus1on de
ceptos, sólo como corolarios dentro de la filosofla teórica. los fundamentos de determinación de la voluntad bailables

82
113
en la naturaleza, constituyen una clase completamente espe- según la relación que su objeto tenga con nuestra facultad de
cial de preceptos; y éstos también, al igual que las reglas a conocimiento en general. La parte de este campo en que para
que obedece la naturaleza, se llaman sin más leyes, aunque nosotros• el conocimiento es posible, es un suelo9 (te"ito-
no reposan, como éstas, sobre condiciones sensibles, sino so- ri11111) para estos conceptos y para la facultad de conocimien-
bre un principio suprasensible, y exigen por sí solos, junto a to a ese fin requerible. La parte de este suelo sobre la cual
la parte teórica de la filosofia, otra parte, bajo el nombre de aquéllos son legislativos es de dominio10 (díttio) de esos con-
filosofia práctica. ceptos y de las facultades de conocimiento que les corres-
Se ve a partir de esto que un conjuntos de preceptos ponden. Así, los conceptos empíricos tienen, l 1sin duda, su BXVll
prácticos, que da la filosofia, no constituye una parte espe- suelo en la naturaleza como conjunto de todos los objetos de AXVll
cial de ésta, yuxtapuesta a la teórica, porque aquéllos sean Jos sentidos, pero no un dominio (sino sólo su morada 11 , do-
prácticos; pues podrian serlo aun si sus principios fuesen 111icilium); puesto que, siendo producidos legalmente12, no
extraídos completamente del conocimiento teórico de la natu- son, sin embargo, legislativos, sino que las reglas que se fun-
raleza (como reglas técnico-prácticas); sino {que lo es} siem- dan en ellos son empíricas y, por tanto, contingentes.
pre y cuando su principio no se tome de ningún modo del Nuestra entera facultad de conocimiento tiene dos do-
concepto de la naturaleza, que siempre está condicionado minios, el de los conceptos de la naturaleza y el del concep-
sensiblemente, y, por tanto, repose en lo suprasensible, al to de la libertad, pues por medio de ambos es legislativa a
cual únicamente el concepto de la libertad hace cognoscible' priori. Entonces, conforme a éstos, divídese la filosofia en
AXVI por medio de leyes l 1formales, siendo éstas, entonces, mo- teórica y práctica. Pero el suelo sobre el cual se erige su do-
BXVI ralmente prácticas, es decir, no meramente preceptos y reglas minio y es ejercida su legislación es únicamente el conjun-
con tal o cual propósito, sino leyes, sin previa referencia a to de los objetos de toda experiencia posible, en tanto que
• ~ • 13
fines y propósitos. ellos no sean tomados mas que como meros 1enomenos ;
pues sin esto no podría pensarse ninguna legislación del en-
1 te¡idimiento con respecto a ellos.
11. D EL DOMIN IO DE LA FILOSOFIA EN GENERAL La legislación por medio de conceptos de la natura-
I, leza ocurre a través del entendimiento, y es teórica. La legis-
1 Hasta donde tienen aplicación los conceptos a priori, hasta lación por medio del concepto de la libertad viene de la razón,
allí alcanza el uso de nuestra facultad de conocimiento se- y es meramente práctica. Únicamente en lo práctico puede la
gún principios y, con ella, la filosofia. razón ser legislativa; con vistas al conocimiento teórico (de
El conjunto de todos los objetos a los cuales son refe- la naturaleza) sólo puede (como sabedora de la leyl 4 , en vir-
ridos esos conceptos para poner en pie, donde sea posible, tud del entendimiento) inferir de leyes dadas, por medio de
un conocimiento de aquéllos, puede, empero, ser dividido deducciones, consecuencias, que no obstante se quedan sólo
según la diversa suficiencia o insuficiencia de nuestras fa- en la naturaleza. Mas no ocurre que, a la inversa, sea inme-
cultades a ese propósito. diatamente legislativa l 1la razón alll donde las reglas son BXVlll
Los conceptos, en tanto que sean referidos a objetos, prácticas, porque también pueden ser técnico-prácticas. AXVUI
con prescindencia de si es o no posible un conocimiento de Entendimiento y razón tienen, pues, dos legislaciones
éstos, tienen un campo8 suyo, que se determina meramente distintas en uno y el mismo suelo de la experiencia, sin que una

84 85
pueda perjudicar a la otra. Pues tan escaso como es el inílu- Por mucho que se consolide un abismo inabarcable
19
jo que tiene el concepto de la naturaleza en la legislación por untre el dominio del concepto de la naturaleza, como lo sen-
medio del concepto de libertad, así tampoco estorba éste a la sible y el dominio del concepto de la libertad, como lo su-
legislación de la naturaleza. La posibilidad de pensar al me- prns~nsible, de modo tal que no sea posible ningú~ tránsito
nos sin contradicción la coexistencia de ambas legislaciones desde el primero hacia el segundo (o sea, por medio del uso
y de las correspondientes facultades en el mismo sujeto, fue teórico de la razón), igual a como si hubiese sendos mundos
demostrada por la Crítica de la razón pura, al aniquilar las diferentes, de los cuales el primero no puede tener influjo
objeciones en su contra a través del descubrimiento de la olguno sobre el segundo, éste, sin embargo, debe tene~ sobre
ilusión dialéctica1s. aquél un influjo, a saber, debe el concepto de la libertad
Sin embargo, que estos dos distintos dominios, que no hacer efectivo ea el mundo de los sentidos el ím encomen-
se restringen uno al otro en su legislación, pero sí, incesan- dado20 por su leyes; y, en consecuencia, la naturaleza l tiene BXX
temente, en sus efectos en el mundo de los sentidos, no que poder ser pensada también de tal modo que la confor-
constituyen 11110 solo, proviene de que el concepto de la na- midad a fin de su forma 1 al menos concuerde con la posi- AXX
turafeza torna a sus objetos aptos para la representación 16, bilidad de los fines que en ella han de ser efectuados con
en la intuición, aunque no como cosas en sí mismas, sino arreglo a leyes de la libertad. Tiene que haber, entonces, un
como meros fenómenos, y el concepto de la libertad, al con- fundamento de la unidad de lo suprasensible que está en la
trario, torna ea su objeto apta para la representación a una base de la naturaleza c-0n aquel que el concepto de la liber-
cosa en sí, aunque no en la intuición, y que, por tanto. nin- tad contiene prácticamente, cuyo concepto {de ese funda-
guno de los dos puede proporcionar un conocimiento teóri- mento}, aunque no alcance no teórica ni prácticamente para
co de su objeto (ni aun del sujeto pensante) como cosa en sí, un conocimiento suyo, y no tenga, por tanto, ningún dominío
que seria lo suprasensible, cuya idea sin duda, debe ponerse propio, haga posible, sin embargo, el tránsito desde el modo
BXJX como fundamento de la posibilidad17 1 de todos los 1objetos de pensar2 1 según los principios de uno al (modo de pensar}
AXIX de la experiencia, pero sin que ell¡1 misma pueda jamás ser según los principios del otro.
.l elevada y ampliada a conocimiento.
Hay pues, un ilimitado, aunque también inaccesible
campo para nuestra entera facultad de conocimiento, a saber, IU. DE LA CRtnCA DE LA FACULTAD DE JUZGAR COMO UN MEDIO
el campo de lo suprasensible, dentro del cual no hallamos DE ENLACE DE LAS DOS PARTES DE LA FILOSOFIA EN UN 1000
suelo alguno para nosotros y en donde no podemos tener, por
tanto, ni para los conceptos del entendimiento ni de la razón,
La crítica de las facultades de conocimiento en vista de lo que
un dominio del conocimiento teórico; un campo que cierta-
mente debemos ocupar con ideas para provecho del uso teó- pueden ellas cumplir21 a priori no tiene propiamente nin~
rico como asimismo práctico de la razón, pero'ª a las cuales dominio respecto a los objetos, porque no es una doctrma,
no podemos suministrarles más que realidad práctica en refe- sino que sólo tiene que investigar, según sea la situación de
rencia a las leyes derivadas del concepto de Ja libertad, por nuestras facultades, si y cómo es posible una doctrina por me-
medio de lo cual nuestro conocimiento teórico, empero, no es dio de ellas. Su campo se extiende a todas las pretensiones de
ampliado ni en lo mas mínimo hac ía lo suprasensible. éstas, para ponerlas dentro de Jos limites de su legitimidad23 •

86
87

1 ~
BXXI Aquello que no puede entrar en la división de la filosofía, l 1ad de co11ocimie1110, el sentimiento de placer y disp/ace1JO y
no obstante, puede entrar como parte principal en la crítica lo .facultad de desear(*). Para 1 la facultad del conocimiento BXXllJ
1 de la facultad pura de conocimiento en general, en el caso de J;ólo el entendimiento es legislativo, cuando aquél (como por
AXXI que contenga 1 principios que por sí mismos no sean idóneos24 lo demás debe ocurrir, si se lo 1 considera por sí mismo, sin BXXTV
para el uso teórico ni para el práctico. mezcla con la facultad de desear) es referido, ·como facultad
Los conceptos de Ja naturaleza, que contienen el fun- de un conocimiento teórico, a la naturaleza, sólo en vista de
damento para todo conocimiento teqrico a priori, reposaban lá cual (como fenómeno) nos es posible establecer leyes 'por
sobre la legislación del entendimiento. El concepio de la li- medio de conceptos a priori de la naturaleza, que son propia-
ber"1d, que contenía el fundamento para todos los preceptos mente conceptos puros del entendimiento. Para la facultad de
prácticos a priori incondicionados sensiblemente, ceposaba desear, como facultad superior según el concepto de la liber-
sobre la legislación de la razón. Ambas facultades, pues, tad, es solamente la rnzón (única en Ja cual tiene su sede este
además de poder ser aplicadas según Ja formación lógica a concepto) legislativa a priori. Pues bien, entre Ja facultad de co-
principios, cua.lquiera sea su origen, tienen cada una su pro- 11ocimiento y la de desear está contenido el sentimiento de
pia Jegislacjón con arreglo al contenido, por sobre Ja cual no placer, así como entre el entendimiento y la razón la facultad
hay otra (a priori), y qu.e justifica por ello la división de Ja
filosofia en teórica y práctica. • Cuando se tiene razón para suponer que conceptos que se emplean como
prinbipios empíricos están emparentados con la facultad pura a priori
Sólo que en Ja familia de las facultades superiores ¡!el del conocimiento, es útil, a c;ausa de esta relación, intentar una defini-
conocimiento hay todavía un miembro intermedio entl;e el ción IIasccndcntal de Jos mismos: y ello por medio de categorías puras,
en cuanto que ellas solas bastan para indicar la diferencia del concepto
entendimiento y la razón. Es ésta la.facultad de juzgar, acer- en cuestión con respecto a otros. Se sigue aquí el ejemplo del matemá-
ca de la cual cabe razonablemente suponer, por analogía, que tico, que deja indeterminados los datos empíricos de su tarea, y sólo
eUa pudiese contener similarmente, aunque no su propia le- pone su mutua relación en.Ja sintesis pura bajo los conceptos de la pura
gislación, sí un principio propio para buscar leyes2S, que ell
se
aritmé-tica, por medio de lo cual generaliza su solución. - Por un pro-
cedimiento parecido (Critica de la razón práctica, p. 16 del Prefacio) se
todo caso sería uno solamente subjetivo a priori; el cual, aun- me ba'hccho objeción y censurado la definición de Ja facultad de desear
que no le correspondiese ningún campo de objetos como su como facultad que. por 1nedio de sus representaciones, es causa Je la
efectividad de los objetos de e.sas represe11taciones, porque 1 serian de- BXXlll
dominio, pudiese, no obstante, tener algún suelo y una cier- seos también los anhelos', a cuyo respecto cada cual admite que por
BXXIJ ta 1 índole26 de éste, para el cual justamente sólo este prin- ellos solos no puede producir su objeto.- Pero esto no prueba otra cosa
cipio pudiera ser válido. sino que en el hombre tamllién liay deseos a través de los cuales él está
en contradicción consigo mismo, al operar pór medio de su sola repre-
AXXU 1 A esto se.agrega aún otra razón (juzgando por analo- sentación para producir el objeto, de Jo cúal, sin embargo, no puede
gía) para poner en vínculo a la facultad de juzgar con otro or- esperar éxito alguno, porque está consciente de que sus fuerzas mecáni-
cas (si cabe que yo llame así a las que no son psicológicas), que tendrían
den de nuestras fuerzas representacionales27, que parece ser que ser determinadas por esa representación a fin de llevar a efectos al
de importancia todavía mayor que el parentesco con la fa- objeto (mediatamente, por tanto), ora no son suficientes, ora apuntan, in-
milia de las facultades de conocimiento. Pues todas las facul- cluso, a algo imposible, como por ejemplo, tomar inocurrido lo ocurrido
(O n1ihí prc1eteritros, etc3), o) en la cspcr:d impaciente, poder abolir el tiem-
ª,
tades del ahna2 o capacidades29, pueden ser reducidas a tres po que media hasta el momento deseado. Si bien en tales deseos fantás-
que ya no son derivables de un fundamento común: la facul- ticos somos conscientes de la iru.'Uficiencia de nuestras representaciones

88 89
de juzgar. Se puede al menos provisoriamente conjeturar que dimicnto puro, de la facultad pura de j uzgar y de la razón
la facultad de juzgar contiene, del mismo modo, un princi- puro, facultades que se denominan puras, porque son legis-
AXXJil pio a priori para sí misma, y que {ella}, 1puesto que con la lativas a priori.
facultad de desear está necesariamente enlazado el placer o
BXXV displacer (ya sea que éstos, l como en la {facultad de desear}
inferior, precedan al principio de ésa, ya, como en la supe- rv. DE LA FACULTAD DE JUZGAR COMO UNA FACULTAD
rior, se sigan sólo de la determinación de ésta por la ley mo- LEGISLATIVA A PRIORI .
ral), lleva asimismo a efecto un tránsito desde la facultad
pura del conocimiento, es decir, desde el dominio de los con- La facultad de juzgar, en general, es la facultad de pensar lo
ceptos de la naturaleza, hacia el dominio del concepto de la particular en cuanto contenido bajo11 lo universal. J1Si lo uni- BXXVI
libertad, tal como en el uso lógico hace posible el tránsito del versal (la regla, el principio, la ley) es dado, la facultad de juz- AXXIV
entendimiento a la razón. gar, que subsume bajo él lo particular (también cuando, como
Así, aunque la filosofía sólo pueda ser dividida en dos facultad de juzgar trascendentalmente da a priori las condicio-
partes principales, la teórica y la práctica, y aunque todo lo nes sólo confonne a la cuales se puede subsumir bajo aquel
que tuviésemos que decir acerca de los principios propios de universal), es detenninalite. Si Jo particular es dado, para lo
la facultad de juzgar debiese ser sumado en ella a la parte cual debe encontrar ella lo universal, la facultad de juzgar es
teórica, es decir, al conocimiento racional por conceptos de sólo rej/exionante.
la naturaleza, consta la crítica de razón pura, que debe resol- La facultad de juzgar determinante bajo leyes universa-
ver todo esto antes de acometer aquel sistema y en pro de su les trascendentales que establece el entendimiento, es sólo
posibilidad, sin embargo, de tres partes: la crítica del enten- subsuntival2; la ley le está prescrital 3 a priori y, por tanto, ella
(o aun de su ineptitud) para ser causa de su.• objetos, la referencia de no tiene necesidad de pensar por sí misma una ley para poder
ellos como causa, y, por 1anto, la representación de su causalidad, está. subordinar lo particular de la naturaleza a lo universal.- Pero
sin embargo, contenida CD todo a11he/(), y es eminentemente visible cuan- hay foDTias de la naturaleza tan múltiples, tantas modificacio-
do éste es uD afecto, a saber, un ansia'. Pues éstas, al cnsanclw el oora- nes, por así decirlo, de los conceptos trascendentales universa-
wn y tornarlo mustio y agotar así las fuerzas, prueban que las fuerzas son
puesta una y 01111 vez en tensión por las representaciones, pero que de les de la naturaleza, a las que esas leyes que establece a priori
continuo, a su vez, dejan que el dnimo vuelva a sumirse en lasitud al coo- el entendimiento puro dejan indeterminadas, porque ellas sólo
siderar la imposibilidad. Aun las orJciones para evitar grandes, y, hasta conciernen a la posibilidad de una naturaleza (como objeto de
donde se: ve, ineludibles males, y algunos medios supersticiosos para la
obtención de fines naturalmente imposibles, prueban la referencia causal los sentidos) en general, que para ello tendría que haber tam-
BXXJV de la representaciones a sus l objetos, y ni siquiera el ser conscientes de bién leyes, las cuales, en cuanto empíricas, podrían ser contin-
la insuficiencia con vistas al efecto puede apartamos del esfuerzo por gentes según el ver de nuestro entendimiento34 , pero que, si
aquélla.- Pero por qué ha sido puesta en nuestra naturaloza la propensión han de llamarse leyes (como lo exige también el concepto de
a deseos que a conciencia son vacios, es una cuestión antropol6gico-telc-
ol6gica. Pare.:e que sí no pudiésemos estar determinados al empleo de las la naturaleza), tendrían que ser consideradas como necesarias
fuerzas antes de habemos asegurado de la sulleiencia de nuestrn facultad a partir de un principio, si bien desconocido para nosotros, de
para la prodoo:ión de un objeto, aquéllas quedarian en su mayor parte sin la unidad de lo múltiple.- La facultad de juzgar reflexio-
uso. En efecto, comítnmcnte empezamos a conocer nuestras fueras sólo
CUWldO las ensayamos. Este engaño con vanos anhelos sólo es, pues, la nante, que tiene la obligación de ascender ] 1desde lo particu- BXXVU
secuela de una bienhechora disposición de nuestra na1uralcz.1. lar en la naturaleza hacia lo universal, requiere, entonces, AXXV

90 91
de un principio que no puede tomar a préstamo de la expe- cosas de la naturaleza bajo leyes empíricas en genernl, es,
riencia, porque precisamente debe fundamentar la un.idad de entonces, la conformidad a.fin de la naturaleza en su diversi-
todos los principios emplricos bajo principios igualmente em- dad39. Es decir, que por medio de este .concepto la naturaleza
píricos, aunque más altos, y, así, la posibilidad de la subor- es representada como si un entendimiento contuviese el fun-
dinación sistemática de unos y otros. Sólo la misma facultad damento de la unidad de lo múltiple de sus leyes empíricas.
de juzgar reflexionante puede darse como ley un principio La conformidad a fin de la naturaleza es, por lo tanto,
trascendental semejante, y no tomarlo de otra parte (porque un concepto a priori especial, que tiene su origen exclusiva-
de otro modo sería facultad de juzgar determinante), ni pres- mente en la facultad de juzgar reflexfonante. Pues a los pro-
cribírselo a la naturaleza; porque la reflexión sobre las leyes ductos naturales no se les puede atribuir algo así como la
de la naturaleza se rige según la naturaleza, y no ésta según referencia de la naturaleza, en ellos, a fines, sino solamente
las condiciones de acuerdo con las cuales nos esforzamos emplear este concepto para reflexionar sobre ellos en vista
por adquirir un concepto de ella que es, en vista suya, del del enlace de los fenomenos en eHa, que está dado según le-
todo contingente. yes empíricas. Y este concepto es también completamente
Ahora bien: este principio no puede ser otro sino el si- diferente de la conformidad a fin práctica (del arte humano
guiente: como las leyes universales de la naturaleza tienen o aun de las costumbres), si bien ciertamente se la piensa
su fundamento en nuestro entendimiento, que se las pres-
por analogía con ésta.
cribe a la naturaleza (aunque sólo de acuerdo al concepto
general de éstas en cuanto naturaleza), las leyes empíricas
particulares-tienen que ser consideradas, en lo que respecta
) 1 V.
EL PRINCIPIO DE LA CONFORMIDAD A FIN FORMAL BX:X!X
a lo que en ellas queda sin determinar por aquellas {leyes
DE LA NATURALf,ZA ES UN PRINCIPIO TRASCENDENTAL AXXVU .
universales}, de acuerdo a una unidad tal como si, al igual
que allá, nos Ja hubiese dado un entendimiento (aunque no O.E LA FACULTAD DE JUZGAR
el nuestro) para provecho de nuestras facultades de conoci-
miento, a fin de hacer posible un sistema de la.experiencia Principio trascendental es aquel por medio del cual es repre-
segúl! leyes naturales particulares. No como si de este modo sentada a priori la.condición uni:versal, que es la única bajo la
hubiese que admitir efectivamente un entendimiento seme- cual las cosas pueden llegar a ser, en general, objetos de nues-
BXXV!ll jante (pues esta idea sirve sólo a la facultad de juzgar ) 1 tro conocimiento. Por el contrario, llámase metafísico un prin-
AX.XVI reflexionante para reflexionar, no para determinar), sino que cipio cuando representa a priori la condición, única baj9 la
esta facultad se da, por dicho medio, una ley sólo a sí cual objetos cuyo concepto debe estar empíricamente dado
misma, y no a la naturaleza. pueden {luego} ser mayormente determinados a priori. Así, el
Ahora bien: puesto que el concepto de un objeto, en principio del conocimiento de los cuerpos como substancias
cuanto contiene a la vez el fundamento de la efectividad35 de y como substancias alterables, es trascendental, cuando p9r
e-ste objeto, se denomina fin36, y la concordancia de una cosa su intermedio se dice que su alteración debe tener una causa;
con esa índole de las cosas que sólo es posible según fines {se es metafísico, en cambio, cuando por medio de él se dice que
llama conformidad a jin 37 de la forma de las misrnas38, el su alteración debe tener una causa externa: porque en el pri-
principio de Ja facultad de juzgar, en vjsta de la forma de las mer caso cabe pensar al cuerpo sólo mediante predicados

92 93

11\
ontológicos (conceptos puros del entendimiento), por ejem- camino más corto (/ex pc11:rimoniae); sin embargo, no da sal-
plo, como substancia. para conocer a priori la proposición; en tos, ni en la secuencia de sus cambios, ni en el agrupamiento
el segundo, en cambio, hay que poner por fundamento de esta de formas especificamente distintas (/ex continui in natura);
proposición el concepto empírico de un cuerpo (como cosa su gran diversidad de leyes empíricas es, no obstante, uni-
que se mueve en el espacio), de manera que sólo entonces dad bajo unos pocos principios (principia praeter necessita~
pueda verse totalmente a priori que el último predicado (del lem no sunt m11/1iplicanda )», y otras semejantes.
movimiento por causas externas solamente) le conviene al Pero cuando se piensa indicar el origen de estos prin-
cuerpo. - Asi, como voy a mostrar de inmediato, el princi- cipios y se lo intenta por la vía psicológica, se procede de
BXXX pío de la 11 conformidad a fin de la naturaleza (en la mu!ti- modo completamente contrario al sentido de ellos. Pues no
AXXXVU plicidad de sus leyes empíricas) es un principio trascendental. dicen qué sucede, es decir, según qué regla ejercitan efecti-
Pues el concepto de los objetos, en tanto se los piense como vamente su juego nuestras fuerzas de conocimiento, y cómo
unos que están bajo este principio, es sólo el concepto puro de es que se juzga, sino cómo debe juzgarse; y esta necesidad
objetos del conocimiento empírico posible en general, y no lógica objetiva no puede resultar cuando los principios son
contiene nada empirico. Por el contrario, el principio de la meramente empíricos. Así, la conformidad a fm de la natu-
conformidad a fin práctica, que debe ser pensada en la idea raleza es, para nuestras facultades de conocimiento y su uso,
de la deter111i11ación de una 110/untad libre, es un principio a partir de los cuales ella se destaca manifiestamente, un
metafisico, porque el concepto de una facultad de desear en principio trascendental de los juicios, y requiere, pues, tam-
cuanto voluntad tiene que ser dado empíricamente (no perte- bién de una deducción trascendental, mediante la cual tiene
nece a los predicados trascendentales). No obstante, ambos que buscarse en la fuente a priori del conocimiento el fun-
principios no son empíricos, sino principios a priori, porque damento para juzgar de este modo.
no se requiere ulterior experiencia,para el enlace del predica- Cierto es que en los fundamentos de la posibilidad de
do con el concepto empfrico del sujeto de sus juicios, sino que una experiencia hallamos primeramente algo necesario, l 1a BXXX!I
puede inteliglrse!o4-0 totalmente a priori. saber, las leyes universales, sin las cuales la naturaleza en AXXX
Con suficiencia puede verse, a partir de las máximas general (como objeto de los sentidos) no puede ser pensada;
de '1a facultad de juzgar que a priori son puestas en el fun- y ellas reposan sobre las categorias, aplicadas a las condi-
damento de la investigación de la naturaleza, y que, sin em- ciones formales de toda intuición que nos sea posible, en
bargo, no conciernen a nada más que a la posibilidad de la tanto que ésta igualmente esté dada a priori. Pue.s bien: bajo
experiencia y, por tanto, del conocimiento de la naturaleza, estas leyes la facultad de juzgar es determinante, pues nada
mas no meramente como naturaleza en general, sino como más tiene que hacer sino subsumir bajo leyes dadas. Dice el
naturaleza determinada por una multiplicidad de leyes par- entendjmiento, por ejemplo: todo cambio tiene su causa (ley
ticulares, que el concepto de una conformidad a fin de la na- universal de la naturaleza); la facultad de juzgar trascenden-
turaleza pertenece a los principios trascendentales.- Muy a tal no tiene ahora más que indicar la condición de subsun-
menudo, aunque sólo dispersas, se presentan en el curso de ción bajo el concepto del entendimiento que tiene delante4 1:
BXXXI l 1esa ciencia como sentencias de la sabiduría metafisica y eso es la sucesión de las detemlinaciones de una y la mis-
AXXIX con ocasión de algunas reglas cuya necesidad no se puede ma cosa. Y para la naturaleza en general (como objeto de
demostrar a partir de conceptos. «la naturaleza toma el experiencia posible) esa ley es conocida como necesaria

94 95
sin más42.- Pero los objetos del conocimiento empírico, ade- tod de juzgar que es meramente reflexionante en vista de las
más de esa condición temporal formal, están determinados cosas (que están) bajo leyes empíricas posibles 11(aún por BXXXIV
también de varios modos, o, hasta donde puede juzgarse a descubrir), tiene que pensar la naturaleza, en vista de estas AXXX!t
priori, son así determinables, de tal suerte que naturalezas illtimas, de acuerdo con un principio de conformidad a fin
específicamente distintas, aparte de lo que tienen en común pllrn nuestra facultad de conocimiento, Jo cual es expresado
por ser pertenecientes, en general, a la naturaleza, pueden ser entonces en las antedichas máximas de la facultad de juzgar.
causas de modos infinitamente diversos; y cada uno de estos Pero este concepto trascendental de una confonnidad a fin
modos debe (según el concepto de una causa general) tener su de la naturaleza no es un concepto de la naturaleza, ni tam-
regla, que es ley, y, por tanto, conlleva necesidad, si bien ni poco un concepto de la libertad, porque no atribuye nada al
siquiera inteligimos43 esa necesidad, debido a la índole y los objeto (a la naturaleza), sino que solamente representa el
BXXXITI límites de nuestras ) 1 facultades de conocimiento. Así, pues, único modo en que debemos proceder en la reflexión sobre
AJOOa en la naturaleza, en vista de sus leyes meramente empíricas, Jos objetos de la naturaleza con vistas a una experiencia ca-
tenemos que pensar en la posibilidad de leyes empíricas in fi. balmente interconectada, y, por consiguiente, {es} un princi-
nitamente diversas que, sin embargo, son contingentes para pio subjetivo (máxima) de la facultad de juzgar; y es por eso
nuestra inteligencia44 (no pueden ser conocidas a priori); y en que nos alegrumos (propiamente eximidos de una necesi-
vista de ellas juzgamos contingente Ja unidad de la naturale- dad49), tal como si fuese una feliz casualidad que favoreciese
za según leyes empíricas y la posibilidad de la unidad de la nuestro propósito, cuando nos topamos 50 con una semejante
experiencia (como sistema según leyes empíricas). Pero una unidad sistemática bajo leyes meramente empíricas: si bien
tal unidad tiene que ser presupuesta y asumida necesaria- tendríamos necesariamente que admitir que una tal unidad
mente, dado que de otro modo no tendría lugar ninguna inex- existe, sin que, empero, pudiésemos inteligirla y probarlas•.
ceptuada conexión de conocimientos empíricos en un todo de A fin de convencerse de lo correcto de esta deducción
la experiencia, en la medida en que las leyes universales de la del concepto y de la necesidad de aceptarlo como principio
natura.leza suministran, ciertamente, una semejante conexión trascendental de conocimiento, piénsese sólo en la magnitud
entre las cosas genéricamente, como cosas naturales sin más, de la tarea: hacer, de las percepciones dadas de una natura-
mas no específicamente, como tales entes naturales particu- leza que contiene una multiplicidad en todo caso infinita de
lares; siendo así, la facultad de juzgar tiene que suponer a leyes 1 1empíricas, una experiencia coherentes2, tarea que BXX:XV
priori, como principio para su propio uso, que lo que a {nues- reside a priori en nuestro entendimiento. Cierto es que el AXXXIIJ
tro} humano ver"5 es contingente en las leyes particulares entendimiento está en posesión de leyes universales de la
(empíricas) de la naturaleza, contiene, no obstante, una uni- naturaleza, sin las cuales no podria ser ésta objeto de una ex-
dad legal46 para nosotros insondable, pero pensable47, en el periencia, pero además requiere de un cierto orden de la
enlace de su multiplicidad en una experiencia en sí posible. naturaleza en sus leyes particulares, que sólo pueden serle
En consecuencia, puesto que la unidad legal en un enlace que, conocidas de modo empírico, y son, en lo que a él respecta,
ciertamente, conocemos en conformidad con un propósito contingentes. Estas reglas, sin las cuales no tendría lugar pro-
imperioso (una necesidad)48 del entendimiento, pero a la vez greso alguno desde la analogia universal de una experiencia
como en sí misma contingente, es representada como confor- en general hacia la {analogía} particular, tiene que pensarlas
midad a fin de los objetos (aquí, de la naturaleza), la facul- él como leyes (es decir, como necesarias), porque de otro

96 97
modo no constituirían ningún orden de la naturaleza, aun- le1n, j11nto a sus efectos, podría ser tan grande, que para nues-
que no conozca la necesidad {de aquéllas} ni pudiese jamás tro entendimiento fuese imposible descubrir en ella un orden
inteligirla. Aunque él nada pueda determinar a priori en vis- A(lrthensible parJ dividir sus productos en géneros y especies,
ta de aquéllos (de los objetos), para ir tras estas así llamadas " fin de empicar los principios de definición y comprensión
leyes empíricas debe, no obstante, poner en e l fundamento lle uno también para la definición y conceptualización l 156 BXXXVll
de toda reflexión sobre la naturaleza un principio a priori, a d~l otro, y hacernos, de un material tan embrollado para no- A.XXXV
saber, que es posible un orden cognoscible de la naturaleza •otros (en sentido propio, sólo infinitamente diverso y no
de acuerdo con ellas, principio que las s iguientes proposi- Adecuado a nuestra fuerza de aprehensión 57), una experien-
ciones expresan: que hay en aquélla una subordinación de cia coherente.
géneros y especies por nosotros aprehensible53; que éstos, a Tiene, pues, la facultad de juzgar en ella misma tam-
su vez, se aproximan unos a otros según un principio co- bién un principio a priori para la posibilidad de la naturaleza
mún54 a fin de que sea posible el tránsito de uno a otro y, por pero sólo en respecto subjetivo, por medio del cual prescribe
dicho medio, a un género más alto; que, si bien al entendi- una ley, no a la naturaleza (como autonomia), sino a sí mis-
miento parece serle inicialmente inevitable tener que asumir, ma (como heautonomia) para la reflexión sobre aquélla, que
BXXXVI para la diversidad específica de los efectos naturales, 11otras podría llamarse la ley de especificación de la 11at11raleza en
A.XXXIV tantas especies diversas de causalidad, han de estar ellas, no vista de sus leyes empíricas, y que ella no conoce a priori en
obstante, bajo un escaso número de principios de cuya bús- ésta, sino que asume en beneficio de un orden de ésta, cog-
queda hemos de ocupamos, etcétera. Esta concordancia55 de noscible para nuestro entendimiento, en la división que hace
la naruraleza con nuestra facultad de conocimiento es pre- de sus leyes universales cuando quiere subordinar a éstas una
supuesta a priori por la facultad de juzgar para beneficio de multiplicidad de {leyes} particulares. Cuando se dice, pues,
que Ja naturaleza especifica sus leyes universales de acuerdo
su reflexión sobre ella, de acuerdo con sus leyes empiricas:
al principio de la conformidad a fin para nuestra facultad de
en tanto que el entendimiento reconoce {esa concordancia}
conocimiento, es decir, con vistas a la conmensurabilidad58
a la vez objetivamente como contingente y es sólo la facul-
con el entendimiento humano en su negocio necesario de
tar de juzgar la que se la atribuye a la natw·aleza como con-
hallar lo universal para lo particular que le ofrece la percep-
formidad a fin trascendental (en referencia a la facultad de ción, y, a su vez, para lo diferente (que en cada especie es,
conocimiento del sujeto); porque de no presuponerla, no por cierto, lo universal), el enlace ea la unidad del principio,
tendríamos ningún orden de Ja naruraleza según leyes empí- no se prescribe con ello una ley a la naturaleza ni se la apren-
ricas y, por tanto, ningún hilo conductor para una experien- de de ella por observación (si bien este principio puede ser
cia y una investigación de ella en toda su multiplicidad, que confirmado por ésta). Pues no es un principio de la ) 1facultad axxxvm
con ésas pudiese emprenderse. de juzgar determinante, sino sólo de la reflexionante; única- AXXXVI
Es, en efecto, perfectamente posible pensar que, no mente se dice que, como quiera que esté dispuesta la natu-
obstante toda la uniformidad de las cosas de la naturaleza raleza según sus leyes universales, debe indagarse sus leyes
según leyes universales, sin las cuales no tendría lugar en empíricas exclusivamente de acuerdo con ese {principio} y
absoluto la forma de un conocimiento empirico en general, con las máximas que sobre él se ·fundan, puesto que sólo en
la diferencia específica de las leyes empíricas de la natura- la medida que ese principio tenga lugar podemos nosotros

98 99
abrirnos paso en la experiencia con el uso de nuestro enten- El logro de todo66 propósito está vinculado con el sen-
dimiento y adquírir conocimiento. timiento de placer; y si la condición de aquél es una repre-
sentación a priori, como aquí un principio para Ja facultad
de juzgar reflexionante en general, el sentimiento de placer
está determinado también por un fundamento a priori y es
VJ. DEL ENLACE DEL Sl!NTIMIENTO DE PLACER
válido para cada cual; y ello simplemente por medio de la
CON EL CONCEPm DE LA CONFORMIDAD
referencia del objeto a la facultad de conocimiento, sin que
A FIN DE LA NATURALEZA
el concepto de conformidad a fin tome en consideración si-
quiera mínimamente la facultad de desear, por lo cual se di-
La pensada concordancia de la naturaleza en sus leyes par- ferencia por completo de toda conformidad a fÍn práctica de
ticulares con rtuestra precisións9 de descubrir para ella (una} la naturaleza.
universalidad de (los} principios60, tiene que ser juzgada, De hecho, en tanto que no hallamos en nosotros ni el
hasta donde alcan2:a nuestra inteligencia61 , como contingente, más 11mínimo efecto de la coincidencia67 de las percepciones BX.L
y sin embargo indispensable para las necesidades de nuestro con las leyes según conceptos universales de la naturaleza (las Axxxvm
entendimiento, y, así, como una conformidad a fin por medio categorías) sobre el sentimiento de placer, y tampoco podemos
de la cual concuerda la naturaleza con nuestro propósito, aun- liallarlos, porque el entendimientO, sin propósito ulterior, pro-
que éste sólo (en cuanto} dirigido al conocimiento.- Las cede con ellos de modo necesario siguiendo su naturaleza, por
leyes universales del entendimiento, que s.on al mismo tiem- otra·parte la unificábilidad descubierta de dos o más leyes em-
po leyes de la naturaleza, son tan necesarias para ésta (aunque píricas hete~géneas bajo w1 principio que las abarca a ambas
originadas en la espontaneidad) como las leyes del movi- es el fundamento de un placer muy notorio, y aun a menudo
miento de la materia; y su generación62 n~ presupone ningún 4e admiración68, e incluso de una tal que no cesa,_por liarto
propósito con respecto a nuestras facultades de conocimien- familiarizados que estemos con su objeto. Es verdad .que ya
to, porque sólo. por su intermedio obtenemos primeramente rto sentimos placer notorio alguno a propósito de la aprehen-
BXXXIX un concepto de lo que sea el conocimiento l 1 de las cosas (de sibilidad69 de la naturaleza y de la unidad de su división70 en
AX.XXVII la naturaleza), y ellas convienen necesariamente a la n·atura- géneros y especies, por medio de la cual la conocemos según
leza como objeto de nuestro conocimiento en g~neral. Pero sus leyes particulares; pero de seguro que lo hubo en sumo-
hasta donde podemos ver, es contingente que el orden de la mento, y sólo porque hasta la experiencia más vulgar sería
naturaleza según sus leyes particulares sea a pesar de toda su imposible sin ella; se ha mezclado paulatinamente con el me-
multiplicidad y heterogeneidad -al menos posibles- que ro conocimiento y ya no se lo nota particularmente.- Hace
exceden a nuestra fuerza de aprehensión6l, efectivamente falta, pues, algo que en el enjuiciamiento de Ja naturaleza nos
conmensurable64 con ésta; y hallar65 aquel {orden} es negocio haga atender a la conformidad a fin de ésta respecto de nues-
del entendimiento el cual es llevado, de propósito, a un fin tro entendimiento, una estudiosidad 71 por traer sus leyes he-
necesario del mismo, a saber, introducir en {la naturaleza} la terogéneas, donde sea posible, bajo otras más altas, aunque
unidad de los principios: fin que la facultad de juzgar tiene todavía empíricas, para sentir, cuando ello resulta, placer
entonces que atribuirle a la naturaleza, porque el entendi- por ésta su concordancia con nuestra facultad de conoci-
miento no puede prescribirle ninguna ley al respecto. miento, que consideramos como simplemente contingente.

100 101
Por el contrario, nos displacería enteramente una representa- VII. DE! LA REPRESENTACIÓN ESTETICA
ción de la naturaleza por medio de la cual nos fuese predicho DE LA CONFORMIDAD A FIN DE LA NATURALEZA
BXLT que, a la menor 1 indagación por sobre la 1 experiencia más
AXXXIX vulgar, nos toparíamos con una heterogeneidad12 de sus leyes, Aquello que es meramente subjetivo en la representación de
que haría imposible para nuestro entendimiento Ja unificación un objeto, es decir, lo que constituye su referencia al sujeto,
de sus leyes particulares bajo leyes empíricas universales, no al objeto, es su índole estética; en cambio, lo que en ella
porque esto contraría al principio de Ja especificación subje- sirve a la determinación del objeto (para conocerlo), o que
tiva y conforme a fin de la naturaleza en su géneros, y a nues- puede ser así empleado, es su validez lógica. En el conoci-
tra facultad de juzgar reflexionante en tal propósito. miento de un objeto de los sentidos comparecen juntas am-
Esta presuposición de la facultad de juzgar es, no obs- bas referencias. Ea la representación sensorial74 de las cosas
tante, tan indeterminada en cuanto al alcance en que deba fuera de mi es la cualidad del espacio, dentro del cual las in-
extenderse esa conformidad a fin ideal de la naturaleza con tuimos, lo meramente subjetivo de mi representación de ellas
nuestra facultad de conocimiento, que si se nos dice que un (por lo cual queda sin decidir qué puedan ser ellas como ob-
conocimiento más profundo o más amplio de la naturaleza jetos en sí), referencia en virtud de la cual el objeto es tam-
por medio de observación tendría que topar finalmente con bién pensado, por ese medio, solamente como fenómeno; sin
una multiplicidad de leyes que ningún entendimiento huma- embargo, a pesar de su cualidad meramente subjetiva, el es-
no puede reducir a un principio, ya nos quedamos contentos, pacio es una pieza del conócimiento de las cosas como fenó-
aunque de mejor gana escucharíamos a otros que nos dieran menos. Así como la sensación (aquí, la externa) expresa lo
esperanza de que mientras más conozcamos la naturaleza en meramente subjetivo de nuestras represen 1 1taciones de las BXLlll
su interioridad o podamos compararla con miembros exter- cosas fuera de nosotros, aunque propiamente Jo material AXLI
nos por ahora desconocidos para nosotros, Ja hallaríamos (reaJ)75 de éstas (por el cual es dado algo existente), así es el
espacio la mera forma a priori de Ja posibilidad de su intui-
tanto más simple en sus principios y, a pesar de Ja aparente
ción; y, con todo, aquélla también es empleada para el cono-
heterogeneidad de sus leyes empíricas, tanto más uná!úme,
cimiento de los objetos fuera de nosotros.
mientras más lejos progrese nuestra experiencia. Porque es Pero aquello que, siendo subjetivo en una represeatación,
un mandato73 de nuestra facultad de juzgar proceder según no puede llegar a ser pieza de conocimiento, es el placer o dis-
el principio de la conmensurabilidad de la naturaleza con placer vinculado a ella; pues por su medio no conozco nada en
nuestra facultad de conocimiento hasta donde él alcance, sin el objeto de la representación, aunque bien puede ser el efecto
decidir (puesto que no es una facultad de juzgar detenninan- de algún conocimiento. Ahora bien: la conformidad a fin de
BXLU te la que nos da esta 1 regla) si en alguna parte tieae su lí- una cosa, en tanto que sea representada en la percepción, no es
AXL mite, o 1 no; porque en vista del uso racional de nuestras tampoco una cualidad76 del objeto mismo (pues una semejante
facultades de conocimiento podemos ciertamente determi- no puede ser percibida), aunque pueda ser inferida de un co-
nar límites, pero en el campo empírico ninguna determina- nocimieato de las cosas. Entonces, la conformidad a fin que
ción de limites es posible. antecede al conocinúento de un objeto, que incluso está, sin
que se quiera emplear la representación de éste para un cono-
cimiento, vinculada, no obstante, de modo inmediato con ella,

102 103
es lo subjetivo en ella que no puede llegar a ser pieza de cono- Ju1¡¡uc en general. El objeto se denomina, entonces, beUo, y
cimiento. Así, el objeto es llamado entonces conforme a fin I• fucultad de juzgar a través de un tal placer (y, por consi-
sólo porque su representación está inmediatamente vinculada •ulcntc, también de modo universalmente válido), gusto. En
con el sentimiento de placer; y esta misma representación es 1lccto, como el fundamento del placer es puesto solamente en
BXLIV una representación estética de la conformidad 11 a fin.- Ma.~ la fonna del objeto para la reflexión en general y, por tanto,
A.XLII queda por saber si en absoluto hay una semejante representa- no en una sensación del objeto y también sin referencia a un
ción de la conformidad a fin. concepto que contuviese alguna intención, es únicamente con
Cuando un placer está ligado con la mera aprehensión h1 lcgalidad81 en el uso empírico de la facultad de juzgar en
(apprehe11sio) de la forma de un objeto de la intuición, sin que 11cnoral (unidad de Ja imaginación con el entendimiento) en el
se la refiera a un concepto con vista a un conocimiento deter- •l\Jclo, que concuerda la representación del objeto en la re-
minado, la representación no es referida al objeto por ese me- flexión, cuyas condiciones valen universalmente a priori; y
dio, sino únicamente al sujeto; y el placer no puede expresar puesto que esta concordancia del objeto con las facultades del
otra cosa que la conmensurabilidad de aquél respecto de las 11tjcto es contingente, ella provocaª 2 la representación de una
facultades de conocimiento que están en juego77 en la facultad t:0nfonnidad a fin de aquél con respecto a la facultades de co-
de juzgar reflexionante, y en tanto que lo están, en consecuen- nocimiento del sujeto.
cia, meramente una conformidad a fin formal subjetiva del ob- He aquí, pues, un placer que, como todo placer o dis-
jeto. Pues aquella aprehensión de las formas en la imaginación placer que no sea ocasionado por el concepto de libertad (es
jamás puede acontecer sin que la facultad de juzgar reflexio- dccir, por la previa determinación de la facultad de desear l 1 BXLVI
nante, aun no intencionalmente78, las compare al menos con su 1uperior por medio de la razón pura), jamás puede ser inte- AXLIV
facultad para relacionar intuiciones con conceptos. l'ues bien: legido a partir de conceptos como necesariamente ligado a
cuando en esta comparación la imaginación (como facultad de la representación de un objeto, sino que siempre debe ser
las intuiciones a priori) es puesta, por una representación dada, conocido sólo por medio de una percepción reflexionada co-
inintencionalmente en acuerdo79 con el entendimiento, como mo ligado a ella, y, por consiguiente, al igual que todos los
facultad de Jos conceptos, y con ello se despierta un sentimien- juicios empíricos, no puede proclamar ninguna necesidad
to de placer, el objeto tiene que ser considerado, entonces, objetiva ni pretender validez a priori. Pero el juicio de gusto
como conforme a fin para Ja facultad de juzgar reflexionante. 1610 pretende, como todo juicio empírico, valer para cada
Semejante juicio es un juicio estético sobre la conformidad a cual, lo que siempre es posible a pesar de su interna contin-
fm del objeto, que no se funda en ningún concepto disponible aencia. Lo extraño y anómalo33 reside sólo en que no es un
del objeto, ni proporciona ninguno de éste. La forma de este concepto empírico, sino un sentimiento de placer (y, por
BXLV objeto (no lo l 1material de su representación, en cuanto sen- consiguiente, ningún concepto en absoluto), lo que por me-
AXUll sación) es juzgada, en la mera reflexión sobre ella misma (sin dio del juicio de gusto, tal como si fuese un predicado enla-
-intención de adquirir un concepto de aquél), como el funda- zado con el conocimiento del objeto, le es atribuido a cada
mento de un placer en la representación de un objeto tal: y cual y que debe ser enlazado con la representación de aquél.
también se juzga a este placer como necesariamente ligado a Un juicio de experiencia sinbrular, por ejemplo, de al-
la representación de aquél, y, en consecuencia, no sólo para el auien que percibe en un cristal de roca una gota de agua móvil,
sujeto80 que aprehende esta forma, sino para todo {sujeto} que exige con derecho que a cada uno de los demás le parezca
\

104 105
de igual modo, porque ha emitido este juicio se¡,'Ún las condi- ul concepto de libertad; y por este medio ocurre que el juicio
ciones universales de la facultad de juzgar determinante bajo estético no sólo es reforido, como juicio de gusto, a lo bello,
las leyes de una experiencia posible en general. Igualmente HJno también, en cuanto originado en un sentimiento del es-
tiene derecho a pretender el asentimiento de todo aquel que ptri1us•1, a lo sublime, y así debe dividirse esa crítica de la fa-
siente placer en la mera reflei<lón sobre la forma de un obje- cultad de juzgar estética en dos partes principales que les
BXLVU to, sin atención a concepto alguno, aunque l 1 este juicio sea Rean conformes.
AXLV un juicio empírico y singular; porqúe el fundamento para es-
te placer se encuentra en la condición universal, aunque sub-
VIII. DE LA l\EPRESENTACIÓN LOGJCA
jetiva, de los juicios reflexionantes, a saber, la concordancia
DE LA CONFORMIDAD A FIN DE LA NATURALEZA
conforme a fin de un objeto (sea éste un producto de Ja natu-
raleza o del arte) con la relación recíproca de las facultades
En un objeto dado en la experiencia, la conformidad a fin
de conocimiento que se requieren para todo conocimiento em- puede ser representada bien a partir de un fundamento so~a­
pírico (la imaginación y el entendimiento). En el juicio de gus- mente subjetivo, como concordancia de la forma {deh>bJe-
to, pues, el placer depende ciertamente de una representación to}, en la aprehensión'JO (apprehensio) de éste antes de todo
empirica y no puede ser enlazado a priori con ningún concepto concepto, con las facultades de conocimiento, a fin ~e ~i­
(no se puede dctcnninar a priori cuál objeto será o no adecua- ficar la intuición con conceptos con vista a un conocllDlen-
do al gusto, se tiene que hacer la prueba84 );·pero es el funda- to en general; o bien a partir de un {fundamento} objetivo,
mento de dete1minación de este juicio solamente porque se es como concordancia de su forma con la posibilidad de la co-
consciente de que reposa meramente en la reflei<lón y en las sa misma, de acuerdo con un concepto de ésta que es 11 pre- BXLlX
condiciones universales, aunque sólo subjetivas, de la concor- cedente y contiene el fundamento de esa forma. Hemos visto AXLVU
dancia8s de ésta con el conocimiento de los objetos en general, que la representación de una conformidad a fm de la pri~era
para los cuales es conforme a fin la forma del objeto. especie reposa en el placer inmediato por la forma del obJ~!º
Esta es la causa de que los juicios del gusto estén, en en la mera reflexión sobre ésta; la de una conformidad a fm
cuanto a su posibilidad, ya que ésta presupone un principio a de Ja segunda especie, entonces, como no refiere la fonna del
priori, sometidos también a una crítica, si bien este principio objeto a las facultades de conocimiento del sujeto en la apre-
no es un principio de conocimiento para el entendimiento, ni hensión de ésa, sino a un conocimiento determinado del ob-
uno práctico para la voluntad, y de ningún modo es, por tan- jeto bajo un concepto dado, no tiene nada que ver c::on. un
to, determinante a priori. sentimiento de placer por las cosas, sino con el entend1m1en-
BXLVlll ) 1 Pero la receptividad86 de un placer {derivado} de to en el enjuiciamiento {que} de ellas {hace}. Cuando está
87 dado el concepto de un objeto, el negocio de la facultad de
AXLVl la reflexión sobre las formas de las cosas (tanto de la natu-
raleza como del arte) no designa únicamente una conformi- juzgar, en el uso de aquél con vistas al conocimiento, consis-
dad a fin de los objetos en relación con la facultad de juzgar te en la presentación 91 (exhibitío), es decir, en poner al lado
reflexionante en el sujeto, conforme al concepto de la natura- del concepto una intuición correspondiente, ya sea que esto
leza, sino también. a la inversa, del sujeto en vista de Jos ob- ocurra por medio de nuestra propia imaginación, como en el
jetos, según su forma, e incluso su informidad 88 , con arreglo arte, cuando tomamos real el concepto previamente formado

106 107
de un objeto que para nosotros es fin, ya por medio de Ja na- ~In 1 l lu cual no podría el entendimiento hallarse en cllu 93 ; llLI
AXUX
turaleza, en su técnica (como en los cuerpos organizados). mientras que si no se puede indicar ningún fundamento a
cuando le imponemos nuestro concepto de fin para el enjui- priori, y ni aun la pos ibilidad de un [tal] a partir del concep-
ciamiento de su producto, en cuyo caso no sólo es repre- to de una naturaleza como objeto de la experiencia tanto en
sentada la conformidad a fin de la naturaleza en la fonna de lo gcneral 94 como en lo particular, resulta claro que debe ha-
la cosa, sino éste su producto como fin natural. - A pesar ber fines objetivos de la naturaleza, es decir, cosas que sólo
de que nuestro concepto de una conformidad a fin subjeti- sean posibles como fines naturales; pero solamente la facul-
va de la naturaleza en sus formas, según leyes emplricas, no tad de juzgar, sin contener en sí a priori un principio para ello.

'
l
'
lll es de ningún modo un concepto del objeto, l 1sino un princi-
AXLVTTI pio de la facultad de juzgar para procurarse conceptos en
esta excesiva diversidad (para poder orientarse en ella), con
ello le atribuimos, no obstante, {a la naturaleza} una consi-
contiene, ante casos que acaezcan (de ciertos productos), la
regla para hacer uso del concepto de fin en beneficio de la ra-
zón, una vez que aquel principio trascendental baya prepa-
rado ya al entendimiento para aplicar el concepto de un fin
deración92, por así decir, hacia nuestra facultad de conoci- (al menos según la forma) a la naturaleza.
miento por analogía con un fin; y así podemos considerar la Pero el principio trascendental de representarse una
belleza nah1ral como presentación del concepto de una con- conformidad a fin de la naturaleza por referencia subjetiva a
formidad a fin formal (meramente subjetiva), y los fines na- nuestra facultad de conocimiento en la forma de una cosaco-
turales como presentación del concepto de una conformidad mo principio de enjuiciamiento de ésta, deja completamente
a fin real (objetiva), la primera de las cuales juzgamos por indeterminado dónde y en qué casos tengo yo que realizar el
medio del gusto (estéticamente, mediante el sentimiento de enjuiciamiento [de Ja cosa] como el de un producto según un
placer), y la otra, por medio de entendimiento y razón (lógi- principio de conformidad a fin, y no más bien, simplemente,
camente, según conceptos). según leyes universales de la naturaleza, y le entrega a la fa-
Sobre esto se funda la división de la critica de la fa- cultad de juzgar estética la decisión, en el gusto, acerca de la
cultad de juzgar en {crítica} de la {facultad de juzgar} esté- conformidad de aquel [producto] (de su forma) con nuestras
tica y teleológica, entendiendo por la primera la facultad facultades de conocimiento (en tanto que ésta decide, no por
para juzgar la conformidad a fin formal (también llamada concordancia con conceptos, sino por el sentimiento). Por el
subjetiva) por medio del sentimiento de placer y displacer, contrario, la facultad de juzgar 11 teleológicarnente empleada BLll
5
señala determinadamente9 las condiciones bajo las cuales AL
y por la segunda, la facultad para juzgar la conformidad a
fin real (objetiva) de la naturaleza por medio de entendi- baya que juzgar algo (por ejemplo, un cuerpo organizado) d.e
miento y razón. acuerdo con la idea de un fin de la naturaleza; pero a partir
A una crítica de la facultad de juzgar le pertenece del concepto de la naturaleza como objeto de la experiencia
esencialmente la parte que comprende la facultad de juzgar no puede aducir ningún principio que autorizas.e a atribuirle
estética, porque únicamente ella contiene un principio que la a priori una referencia a fines, y tampoco asumir una tal aw1
facultad de juzgar pone totalmente a priori en la base de su de manera indeterminada a partir de la experiencia efectiva de
reflexión sobre la naturaleza, a saber, el de .una conformidad semejantes productos; la razón de ello es que debe empren-
a fin formal de la naturaleza según sus leyes particulares derse muchas experiencias particulares y ser consideradas
(empíricas) respecto de nuestra facultad de conocimiento, [éstas] bajo la unidad de su principio para poder conocer,

108 109
s?lo em~íricamente, una conformidad a fin objetiva en un iimn abismo que separa lo suprasensible de los fenómenos. El
~1eno Objeto.-. La facultad de juzgar estética es, pues, una concepto de la libertad no determina nada con respecto al
faculta~ especial para Juzgar las cosas según una regla, mas conocimiento teórico de la naturaleza; nada, igualmente, el
n~ sc~un conceptos. La teleológica no es una facultad espe- concepto de la naturaleza en vista de las leyes prácticas de
c1a.I, smo sólo la facultad de juzgar reflexionantc sin más en In libertad, y en tal alcance no es l posible tender un puente llLI V
~to que procede, como por doquier en el conocimiento ;eó- de un dominio 1al otro.- Pero si los fundamentos de deter- ALlll
nco, de acuerdo con conceptos, pero en vista de ciertos obje- minación de la causalidad según el concepto de libertad (y
tos de la naturaleza según principios particulares a sabe~ In regla práctica que éste contiene) no son de constatar en la
[los) de una facultad de juzgar meramente reflexio~ante qu~ naturaleza y lo sensible no puede determinar lo suprasensi-
no determina objetos; asl, con arreglo a su aplicación, perte- blc en el sujeto, esto sin embargo es posible a la inversa (no,
n~~ a la p~rte teórica de la filosofía, y en virtud de sus prin- por cierto, en vista del conocimiento de la naturaleza, mas
c1p1os particulares que no son determinantes, como tienen si de las consecuencia que del primero se siguen para la se-
que ~rlo en una ~octrina, debe constituir también una parte gunda), y está contenido ya en el concepto de una causa-
espec1~l .de la crítica; en lugar [de lo cual) la facultad de juz- lidad por medio de libertad, cuyo efecto debe ocurrir en el
gar estetica no aporta nada al conocimiento de sus objetos y mundo de acuerdo con éstas sus leyes formales, si bien la
debe contársela solamente en la critica del sujeto que juzga palabra causa, empleada a propósito de lo suprasensible,
BLlll Y de sus 11 faculta~es de conocimiento, en la medida en que significa sólo el fundamento para determinar la causalidad
ALI de las cosas naturales de acuerdo con sus propias leyes na-
ellas sean suscepttbles96 de principios a priori, cualquiera
fuese, en lo restante, su uso (teórico o práctico), [crítica] que turales, con vistas a un efecto98 , pero también al mismo
es la propedéutica de toda filosofia. tiempo acorde99 con el principio formal de las leyes raciona-
les; la posibilidad de esto ciertamente no puede s<;r inteli-
gidn, pero [se puede] refutar suficientemente la objeción de
IX. DE LA Vl'NCULACIÓN DE LAS LEGISLÁCION'ES una presunta contradicción que se hallaría en ello.-(*) l El llLVl

DEL ENTENDIMll!NTO y oe LA RAZÓN POR MEDIO


efecto según el 1concepto de la libertad es el fin final100 que ALlll
debe existir ([él} o su fonómeno en el mundo de los sen-
DE \.A FACULTAD DE JUZGAR
tidos), para lo cual se presupone su condición de posibilidad
El enten~imiento es legislador a priori para la naturaleza • Una de lns varias contr.ldiccíones que se le Ílllputan a esta cabal diferen-
co.m.o ObjC!o de los sentidos, con vistas a un conocimiento ciación de la causalidad natural respecto de aqu~llas mediante libertad, es
teonco de ~s~ en una e~periencia posible. La razón es legis- la que [se expresa! en el reproche de que, cuando hablo de Qhstác11los'
que la naiuralcza le pone a la causalidad según leyes de la libertad (las
ladora a pno.n para la libertad y su propia causalidad, como
morales), o de sujómcnto• por aquélla, le concedo~, no obstante, a la pri-
lo .su~ras.ens1bl~ ~n el sujeto, con vistas a. un conocimiento mera una injl11encia sobre la J1Cgunda. Mas cuando simplemente se quie-
practico m~ondic1o~ado. El dominio del concepto de Ja na- re comprender lo dícho, es muy fácil 1 prevenir el malentendido. La BLV
~raleza b~jo [la pnmera) legislación, y el del concepto de resistencia o el fomento no se da entre la na!Uraleza y la libertad. sino ALlll
libertad bajo 1~ otra, es~n completamente segregados97 a pe- entre la primera como fenómeno y los efectos de la última como fenó-
meno en el mundo de tos sentidos; y aun la causalidad de la libertad (de
sar de t~da la mfluencta reciproca que por sí mismos (cada la razón pura y prictica) es la causalidad de una cosa natural subordina-
uno segun sus leyes fundamentales) pudiesen tener, por el da a ella (la1del sujeto cousiderado como hombre, y, por consiguiente,

110 JI/
en la naturaleza (del sujeto como ser sensible, o sea, como 110r ello, ser inmediatamenle prácticos; para la facultad de
hombre). Aq~el!o que Ja presupone a priori y sin considera- il11.1ear, la razón que es práctica sin la mediación de algún
ción de lo practico, la facultad de juzgar, suministra el con- ¡ilnccr, no importa de donde venga, y le determina a aquélla,
cepto mediador entre los conceptos de la naturaleza y e l como facultad superior, el fin final, que conlleva al mismo
c?nce~to de !1?crtad, que hace posible el tránsito de Ja (le- tiempo la complacencia intelectual pura en el objeto.- El
º
gislación] teonca pura a la práctica pura 1 1, de la conformi- concepto de la facultad de juzgar de l 1una conformidad a .BLVTI
dad a ley según la primera, al fin final según Ja segunda, en fin de naturaleza pertenece todavía a los conceptos natura- ALV
el concepto de una conformidad a fin de la naturaleza; pues les, mas sólo como principio regulativo de la facultad de
por este medio es conocida la posibilidad de ese fin fina l, conocimiento, si bien el juicio estético sobre ciertos objetos
que es el único que puede llegar a ser efectivo en la natura- (de la naturaleza o del arte), que lo ocasiona, es, en vista del
leza y con el acuerdo de sus leyes. sentimiento de placer o displacer, un principio constitutivo.
El entendimiento, a través de la posibilidad de sus le- Ln espontaneidad en el juego de las facultades de conoci-
BLVI yes .ª prioó para la naturaleza, da prueba de l que ésta es co- miento, cuya concordancia contiene el fundameDto de este
A.LIV nocida por nosotros sólo como fenómeno, 1y da con ello, a placer, hace idóneo al concepto en cuestión para la media-
un_tiempo, indicios de un substrato suprasensiblc suyo, pero ción del vinculo de los dominios del concepto de la natura-
deJa. a ~ste co~~l~t~ente indetenninado. Por su principio leza con el concepto de la libertad en sus consecuencias, en
~ pnon del e_nJu1c1am1ento de la naturaleza según leyes par- In medida en que esa [concordancia] fomenta a la vez la
ticulares posibles de ésta, la facultad de juzgar procura a sus receptividad del ánimo para el sentimiento moral.- El si-
substratos suprasensibles (tanto en nosotros como fuera de ¡,'lliente cuadro puede facilitar la visión de conjunto de todas
nosotros), determinabilidad"n por medio de la facultad in- las facultades superiores en su unidad sistemática (*).
telectual103. Pero la razón le da a ese mismo la deterrnina-
ció? por medio de su ley práctica a priori; y asi la facultad /Fac11ltades Facultades Principios Aplicació11 BLVlll
de Juzgar hace posible el tránsito del dominio del concepto del Ót1/1110I04 de conocimie11to a priori
de la naturaleza al del concepto de libertad. en total
Con respecto a las facultades del alma en general, en
cuanto se las considera como supeóores, es decir, como unas Facultad del Ente11di111ie1110 Conformidad Naturaleza
tales_ que contie_ne~ ~na autonomía, es el entendimiento el que ccnocimiento a ley
contiene los pnnc1p1os constitutivos a priori para Ja facultad
Sentimiento Fac11ltad Confom1idad Arte
de conocimiento (el [conocimiento] teórico de la naturaleza);
de placer de juzgar a fin
para el sentimiento de placer y displacer lo es la facultad de
y displacer
juzgar, independiente de conceptos y sensaciones que se refie-
ran a la determinación de la facultad de desear y pudiesen, Facultad Razón Fin final Libertad
de desear
como ícoómeno, de cuya determinación lo inteligible que es pensado
bajo la libertad, _contiene el fundamenlo de un modo ~r lo demás inex- • Se ha mirado con sospc<:ba que mis divisiones en la lilosofia pura resul-
plicable (como igualmente lo es aquello mismo que constituye el subs- ten casi siempre rriparlitaS. Pero está en la naruraleza de la cosa: Si ha de
trato suprasensible de la nnruralcza). hacerse una división a priori, ~Sta será o bien ana.Hdca, según el principio

112 113
NO"rAS AL l'Rl:l'1\t 10
'"' l.1 rnmcra l'thc1on. 1790» es odtción de B y (.
1,, ,,,,~t·n clcr l:.l'lr.t'1"1t11iJ. La expresión usunl de Ka111 ei; F.rkelr111'!;,~~'énna·
..:•'"·que IJ'<tducnnos invañablcn1aitc por «facultad(cs) de cooocun1~nto)~.
l•I r¡1SUJC nlUCSlr.\ leves difcrenCÍ3S Cll lti t.:clición /\ : t<Sun1i11ism.r princt•
l)IOI'.\ co11!"thu1 ivos ;; pñori de wnocinl~cnl~: d" '"' F1u111ern cµ1e. lo.cri11c.~a.
''"u n todas ... uno l'nlz propia. no deJa sino... ( ... clridn a pnon), ¡1c1r1
trlef;a :1 codos los otros conccpcos .. . ».
·I lf1/¡.11711rllgkt'/1, inicgridad y ta11Jbi<t1 totalidad. •
\ f11dah.\ic·lr1. liturJln1cnlt: intcnciúlJ final. La expresión ap3rece trunb1cn
y la 1ruduci1nos de esre segundo 1nodo en lJ J62.
11<;,·bi": eí. Introducción. ll.
1 •t1J1tgcn»; Al. (\Vindelbaod): «alleini¡;en». 1.e.:turn por '? que o~ta?'os.
H p.-u.aje es debatido y admite ottaS lecturas como «cmz1gcn» («uruc.w.
1ambié11. de Erdmann) o conjcruras como «cingcschriinktcm• (m:>tnn·
gida», do Schündorffcr).
H <.<VcrinOgcns ... zu urtei1en», que debe distinguirse de Urteilskmji. Lu
c•prcsió11 c1nplcnda aquí suele ser utilizud11 por Kant como sinónimo
tic c1)tendin1icnto.
41 Grundlat;t!.
10 «dO>I Gc1ucm•: del todo (o conjullto).
11 El tc~to orig111al (A, B y C) anota dos veces el pronombre neutro «es».
que Ak corrige con el femenino «sic». y que resulta obvio por la refe·
n:ncia a la facultad de juzgar.
12 El tcrmino Be11rtell1111g debe distingui1$C de Uneil. «juicio», entcndícn·
do é.<te como producto de la facultad de ¡uzgar. La Beur1ei/11ng es el nc10
u opc.1ncián que ésta reali7.a y cuyo resultado es el juicio. sea éste mcr.t.·
rnentc pensado o formulado en_ palabras. El témlino «enjuicia1niento»
tiene en cu~1cllano uo uso mayormente negDtivo (de censura), pero hemos
optado por él más bíe11 que por «acro de juigom, que habria traído diíi·
cultades de lecn1ra en varios pasajes. A n1cnudu, sin embargo, la diferen-
cia entre Uru~i/ y Oeurtellung no es dc111asintlo gmvimnte. En carnbio.
resulta particulnnnente temática y esencial en el §9.
13. Bestímmu11¡;s¡;nmd. Vocablo muy asiduo del 16xico kantiano. que 1am·
bién podrla traducirse por «principios de dctcnninacióru>. Hemos opta·
do por vcncr inwriablemcnte Gnmd por «fundamen10», reservando
«principio» paro Prin:ip y Grundsatz.
14. Segun Ak, «1clool6gico».
1S. Geset=mtl<.tl¡¡kel~ Traducimos este ténnino de dos modos: tal como
ocurre aqui, y comó <<legalidad>>, según n..'quiern el conrexto.
de conirudicción, y entonces bipartita (q110</libe1 e11s est A a11111om A), o 16. Vers1a11dcsberyrlff, es decir. «Concepto del entendimiento>>.
bien si11tó1t't.:a: y si en este caso debe sc1·llevnd11u cabo a panir de concep- 17. Pliii110111e11. Sobre el uso kantiaJlo de los ténnlnos Pha11ome11 y Erscl1ei·
tos a priori (y no, co1no en la 1natcmático. a partir de Ja intuición que co- nung el: nuestro nota 13 a la «Introducción». ni vocablo Plzü110111CJ1 opa-
rresponde a priori al concepto), la división tiene que ser nece.ariamcntc rccc en ~st• Crí1ica sólo en una ocasión ndemds de ésta; en B 365
una lricommla, con arreglo a lo que en ¡¡cnernl es requerible para la mti· («l'hünomone der Natur»), se lo utiliza c11 el sentido usual de Erscliel·
dad sintética. a saber; l) la condición; 2) algo condicionado; 3) el con· mmg. En el ph.'St!lte conte.<to cabe entenderlo como el conjunto observa·
cepto que Sllrge de la mtifícación de lo condicionado con su condición. ble de cnrncteristicas y rendimientos del gusto.

114 JJJ
NOTAS A LA INTRODUCCIÓN 17, ~dcr Müglichkeit ... untcrlegen muss». El verbo 11n1er/<>gc11 («poner o
depositar por debajo») Jo hemos vertido regularmente por «poner en el
l. Prinzlpien. fündamcnlo» y «poner por (o como) fundamento».
2. Grondsiitz.e. 1K, «(>CM> es ndición de B y C.
3. Geschlcklichkeit. 1q. En Jugar de <<eomo» (B y C), la lección de A es "º sea>>.
4. Trieb/edc'f'n. ~O. uef~ebenen. Au/gegebe11 («dado o impues10 como tarea>>) es la con-
5. Naturlehre. Suele 1r.1ducÍISC esta expn:sión por «ciencia de la oaturale. tmparte de gegeben. lo simplemcnic «<lado».
za», pero existiendo también el ténnino Nt1turwissenschaft (que •pare- 21. Dc11kt111gsart.
ce poco más abajo en este mismo párrafo), hemos preferido Ja versión 22. /efste11.
que anota el texto. 23. Rechtmi#sigkeit, literalmente «conformidad ~derecho». .
6. «eStán subordinados», Jo mismo que «y ..• asi», iruncdiatamentedcspués 24. rauglich: algo o alguien que es opto o apropiado para un dctcnrunado
del paréntesis, son adicione• de B y C. propósito.
7. kennbar. 2S. «nach Gesetzen zu suchem>: ir a Ja btlsc¡ueda de leyes. _
8. Feld. 26. Beschaf!enl<eit. Este. ttrmino puede plantear dificultades_aptcciables ~ tra-
9. Boden. ducción; en todo caso, can:cc de un equivalente en espanol, lo que obbga a
10. Geblet. Cf. gebferen. «mandar», y Gebot, «mandamiento». verterlo de modos distintos según in1cnción y contexto. Deschajfenl<~tl re-
11. A1¡fen1/1a/1, <<paradero». mile al verbo schajfen, que designo el dar existencia y csttuctum de eX1s1en-
12. gesetzlich. cia a algo, como asimismo dotarlo de lo reqw:rible para que se ~tenga en
13. Encheinungen. De acuerdo con una costumbre ya muy acrediiada y nw>- tal existencia y eslruCtut3- Beschaffet1/wiJ dcooCa, ~ la condi".'oo de ser
nable, conviene verter este ténnino siempre por «fenómen0>>. Es verdad propia de una cosa o una facultad, a partir'!" la ex~bctla referencia al modo
que en la Critica de la rozón p11rn Kant hnbla trazado una distinción ex- en que está constituida. Lo hemos traducido vanablemente por <dndole»,
pUclca entre Ersc/1al111111g y piloe11on11mon. El primero designa «el objeto «dotación», «constitución», «cualificación», «cualidad».
indeterminado de una intuición empúica>> (A 20, B 34); el segundo, en 21. Vomellung<krii/te. Cf. nuestra consideración sob~ el concepto de
cambio, designa las Encheinungen «en la medida en que se las piensa co- «fuerza» (K.m/t) a propósito de la traducción de Uneilslrrajl por «facul-
mo objeto con arreglo a la unidad de la categoria» (A 248; el pasaje c.< eli- tad de juzgan>, en nuestra Introducción, p. 19s.
minado en la segunda edición). Sin embargo, Kant no es consecuente alli 28. SeelenvermiJgen.
ni en otros sitios con esta delimitación. En fin, llU1lpoco hay que temer 29. FiiMgkelten. V. las observaciones sobre «f.u:ultad» y «fucrom en nuestra
aqul que la 1n1ducción por «fcnómcno» sea entorpecida por la duplicidad Introduoeión. •
que da Phlinomen, de ocurrencia casi nula (v. nuestra nota 17 al Prefacio), JO. Gefiihl der Lusr 11nd Un/11st. Para una explicación de nuestra traducción
14. gesetzlcundig designa a quien es perito en leyes y derecho. de esta fórmula, v. la nota 1 a Jo «Analítica de lo bello>"
15. «des dialektischen Scheins». El verbo Jcheinen significa, a un tiempo, 31. IU!leT.
«lucir» o obriJlar» y «¡>a«<:cn>. ~ tenerse pr=nte que Kant discier- 32. subsumferentL
ne entre dos acepciones del ttrmino Schein. Una es, en general, el pare- 33. vorgezeichnet, literalmente «prediseñada>>.
cer engañoso debido a un juicio erróneo, es la que se aplica en este caso, 34. «nach w1serer Verstandeseinsicht».
así como también cuando se trata de tronzencletalen Scheins. Es el pro- 3S. Wirldichkeit, de Wirlomg. «cfecto>l, y wirken «obrar>> (Cf. fVcirk, «obra»)-
pio Kant quieo emplea como equivalente a esta significación de Schein Su versión más natural seria <aealidad», que sin embargo hemos reser-
el ''ocablo de origen latino 11/u.rion. La segunda acepción es la de mani- vado preferentemente para el vocablo de origen latino Real'.181 (real), de
festación sensible, appanmlia, que no cabe considerar en si misma en- sentido lógico, no existencial. Unn excepción nos ha parecido neccsano
gañosa. Schein es, en este caso, la presencia de lo apareciente que, al hacer en B 340 s.
aparecer, luce - lo luciente-, pareciendo en su lucir. Especialmente en 36. Zwec*. ·dad
la Crítica de la facultad de juzgar estética ocupa un lugar temático cen- 37. Zweckmfissiglreil. La traducción de este término esencial P.º' «finah »
tral esta acepción. Hemos reservado paro ella los términos <<aparienci11», - asl Garcra Moren!, Gibelin, Philonenko y Creed Meredoth- ha llega-
«aparecer» y «parecen> (este último en sentido neutro). do 8 ser canónica. Ciertas consideraciones semánticas, sin embargo, hnn
16. <<VOrstcllig machi». La tn1duceión más apropiada seria <<represeotadizo», hecho que nos parezca más aconsejable «confonnidad a fin». ZweckmiU·
neologismo que efectivamente utilizamos en oua ocasión. sigkeit contiene Mass, <<medida», de acuerdo al sentido de la expresión,

116 117
el ftn de que se cratc constiruye. prttisamcnce, col medida. Scgüo el fin. 1cm1inado. que puede ser s" propia c.•islcn<ia). Equivalcn•e castellJ>no de
como medida se mide pues. la cosa o oocíón conec:mida. Si eslá propiCl.I ~e illtnno son «n>elk.'SlC'n> )' «p<ecisión», que empicamos más adelante.
da a dicha nl<dida - ya se uace del ftn inccrno del objeto, o de uno que k ,¡9, lld1iifi11>.
es 1mpue:sto externamente, o todavja de uno que le es meramente in1pu 30. 11111111/i'lf. Cabe entender el sentido de este ténnino en conexión con el
table- cube declararla zweckmiissig. es decir, conmensurable con el ri11 1cm11 esencial Je búsqueda y hallazgo. al que nos referimos en noms
(En el cxtreino caso opuesto, será zweckwidrlg, conunria al fin.) Una peri uh1.:riorcs.
!T-Jsis alemana pcrtinence seria «nach Massgitbc des Zwcckes» o sea: "'' ta '1 . ((Ohnc dass \Vír sic doch einzuschcn und Ztl bewciscn vcnnOcbtcn».
medida dd lim>, o «conforme al fin>>. El vocablo «finalidad» más bien Adhcrintos al criterio de Philonenko, qu~ intcrprcht einzusehen desde la
disimula e.<ttnS relaciones, con el agravante de que en el uso común su sen· oposición fundamental entre conocer y pensar, y precisamente en el sen-
tido tiende~ identificasse con el de «Íln>>. La trnducción «idoneidad» que cído del conocer.
ensaya Rovcrn Annengol retiene algo de lo indicado - en cuanto que ha- ~2. zusun1111e1rliiingentle. ccinterdependicntC>), «COOCXB». El término escogi-
~ de un:c apticud como adecuación o disposición de una cosa para "" do nos pare« trndueir el sentido principal en que Kant emplea aquí el
Cierto fin- . pcm n:sulta mucho menos clara y cxplicita, a nuestro '"'· vocablo alemln.
que la que nosoll'OS preferimos, y más aün, casi incomprensible cuando se SJ.fassliche, «4sible», «c<iptable». Utilizamos enuc canco un témúno que
trata de la confonnidad a fin subjetiV'J. E.<te último témtiÍ!o rccogi: mejor. poscerionncntc quedan\ reservado para verter auffassen.
acaso, el'sentido de Ta11g/ichkeit. y así lo hemos empicado en nuestra ver. 54, «ge1nei11schaftllichcn Prinzip». Traduchnos genrtin. gernneinsam Yge-
sión. La definición kantfona.de·Zweclunilsslgkelt se encontrJJ'á en el § tO. n1ei11schufl/ichcn indiferentemente por «COtUÚJU>. En vista de ciertas e.xi~
Sobre la noción de medida, v. nuestra obscrvnción al témlinct A11ge111e.1·· gencias contexcunles 1 heinos optado. para el tercer ténnino~ por «común
senheit, en la nota 58 de esca: misma Introducción. u todos», aunque sólo en pocas ocasiones.
38. Ak sustiruyc «dersclbem> por «dcssebem>, «de esa fcosaJ». ''· Zusan1nie,,s1i1,,1nt111g. Esta palabra periencce a un grupo originado en
39. Mm111igful1igkui1. lireralmcnre- «multiplicidudn. De acuerdo al sentido y Stimme («VOZ»), que propone diftcullades serias por su exccnso espectro
al conte.io hemos empleado a menudo «diversidad>>, así como «diver- semántico; es imposible resolverlas todas de mancrn óptima. En cuanto
so» para mannigflating. En todo caso hemos mantenido «multiplicidad• al término que nos ocupa, éste, asi como ONrtinllimmung, lo hemos
y «múltiplo> cada vez que se Jo refiere a «unidad», como ocurre poco traducido por «conconlancia», y Elnstlmmung por «ac11crdO».
más abajo, con Einhei1 des Mannigfaltigen. S6. <«ier Eltlinmg uod des V~... :wr Erldirung und Begreiflm¡p>.
40. eingeJ'tiren. Los wcablos tinselwi y Einsicht no son fáciles de lraducir. S7. Fassung.<krojl.
Eillsichl designa un «ven> (sehen) interior, mcnrnl o espirirual una intc· SS. Angemessenlielt. Las razones que hemos tenido para lraducir este t~r­
lígencin por tunto que, en virtud·de su poder de compresión interna de mino por «co1ui1ensurabilidad» las hemos rozado ya en nuestra antenor
objetos. sicuaciones y eventos,. es también penetración·. «[nteligencia» nota 37. La noción de «medidll» (Mas~) ocupa un lugar privilegiado en
(«lnteJigin>), «co1nprcsión»• («comprenden>), y ta1nliién «ven> (en lti la Critica de la ji1c11/1ad de juzgm-, que precisamente es, como lo indica
acepción seflnlada) son los cérminos que vnriublementc escogimos en esto pasaje y ocros posteriores, el lugar de In relación entre la naturale'l3
nue:itrd versión. Los e111endemos de común referidos a la actividad del y entendimiento en el contexto de la divcrsidud y particularidad de la ex-
conocer· (erken11en), a difurencia del mero pensar (denken): cf., por periencia. V. también, a este propósito, el tratamiento kantiano del concep·
ejemplo, infra, notn 41. 10 de «grandor», en la «Analítica de lo sublimo>. En numero.as ocasiones,
41. uunttT dcm vorgclegten Vcrstandesbegrill'». sin embargo. tradujimos el adjetivo angemss•n por <Glde<:uado», con miras
42. oschle<:htc'tdinJ:$ notwerulig», también «absolutamente necesaria>>. a la comprensibilidad del leXto. Qua ""'5iones proponen variablemente
43. •~dcm» leecum de Ak., en lugar de <caussenkm». del c~to original. «convenance», «appropié:» y ccadaptem (Philonenko), e.acomodación>> y
44- Einsic/11. ccacomodados» (García Morentc), «Suitability», «confonnity» Y también
4S. liinsich1. «commcnsuratc» (Creed Meredith).
46. «gesctdichc Einhcil>>. 59. Bedü1fnisses.
47. «nicht' zu crgrOndcnde, aber-dooH dcnkbaren, 60. «Allgecneinhcit dcr Prinzipem>. Entiéndase «principios universales».
48 .. «cincr notwcndigen Absichr (einem .Bcdütfuis)». En.castellano emplea- 61. «nach allcr un.serer Einsicht».
mos por lo común indistíntameme «necesidad» paro lo que.. la lengua ale- 62. Erwug11ng. Empicamos el ténnino «geoer.ici6n» - y ocasionalmente «en-
mana discierne como No1Wendigkei1 (necesidad ló¡¡ica u objetiva} y como gendran> l"l"' en:euge~. reservando <q>roducción» l"l"' HervorbrÍJlgung.
Bedürfnis (el requerimiento que una co.a ricne de algo para algún fin de- 63. Fassungskrujl.

ll8 119
64. angemcsse11. cr. nota 58. corno uno que «debe hallar lo universal» para lo J>Orticular dado. Lo
65. die Auffindaung: descubrimiento, bJlJlazgo pareja búsqueda / bJlllazgo -que, en verdad, atraviesa buena parte de
66. Ak sustituye «ieder», «t.Odo»~ por «icner», «esa. es1a Introducción- puede coosiderane ciertamente como uno de los
67. Zusammentreffen. elementos característicos del problema que aborda la tercera Crítica.
68. Beww1denmg. Sobre este concepto, y el emparenlJldo VenvtmdcnmR. 94. ((in1 allge1neincn».
Bl22 y 8 277. 9S. «gibt ... beslimmt an».
69. Fassüchkclt. 96, fiihig, «capaz».
70. Abteilung, es decir, división en parte. 97. nbgesorulert.
71. «ein SlUdium», en el sentido deesfucr.ro, afán. 98. La lección de A («gemass dleser iluen e(genen Naturgesetzen») refie-
72. A: «una tal heterogeneidad». re la fónnula ndverbial de «acuerdo con» a efecto: «para detenninar la
73. Geheiss, de heissen, llamar, vacar. causalidad de lí•Scosas n1.1turalcs con vistas a. un efecto de acuerdo con
74. Sinnenvor:rte/lung, <<representación de los sentidos». el cual. .. ».
75. (das Reale) V. 0001 35. 99. elnhelling, «Unánime»: su sentido ha de ser referido a la noción de con·
76. Beschaffenhell. cordancia.
77. «im Spiel sind». Cf. p 9. 1OO. Enibwec/c. «fin final», a diferencia de «fin último» (/etzter Zwei·k); v.
78. 11nabsic/11//ck. Hemos vertido también por l<inintencionab>. §§82-84.
79. «in Einstimmung versetzl». V. anterior nolJl SS. 101. La edición A contiene: «nWin pwa práctica».
80. Vorlinder subentiende: «no sólo [ligado) para el sujeto». Erdmann ante- 102. Beslimmbarl<eit.
pone, en cambio <<no sólo (valido} para el sujeto». 103. inte/lektue/le.
81. Gerse/zmii.r.tlgkeit. 104. GemüJ. Bn Ja tercera 0 11/ca, Kant utiliza este término -como hace,
82. bewirkt, también «efectúa». por lo demás, en general- para significar el conjunto y la unidad de
83. «Das Befn:mdende und Abweichcnde». 1odas las rcprcsentaeioncs en el sujeto humano. El equivalente latino
84. «man muss ihn versuchcn»: «ihn>>, «con ti», se refiere a «objeto». que él mismo scñ~ es animu.t. Inconveniente seria «espiricu)), pala-
SS. Oberci11stbnft1ung. bra que Kant reserva aqul para una signi ficación precisa (v. Bl92). So-
86. Empfagllchkeit, bre el particular, v., de Valério Rohden, «El lénnino Gemüt en la
87. «aUS». Critica Je la/acuitad Jejuzgaro, en O. Sobrcvilla (ed). Filosofta, po/l-
SS. Unform. tica y estética en la CridCD del juicio de Kant, ActaS del Coloquio de
89. Geistesgefiihl. Este pasaje es el único que rcgistn la aparición de esta Lima (Lima: Goethe lnstilUI, 1991).
expresión en la Critica ele la facultad de j uzgar; en Ja primera versión
de Ja Introducción (v) tenla, en cambio, alcance de uso técnico.
90. Auffassung.
91. Con el coocepto de lJol'$tellu11g, Kanl busca poner de relieve dos cosas
en ta presente Critica. Una es el carácter peculiar de la imaginación como
facullad de intuición, esto es, la especificidad de la representación (Vor.r-
te/lrmg) de In illlJlginaci6n, que KBnt cifro oqui en la operación cxhibitiva.
La segunda es la actividad-y aun la productividad- que se hace mani-
fiesta en su peculiaridad inruitiva. El término «prcsentació0» parece res-
ponder bien a estas dos intenciones.
92. Rücksicht «consideración», en el sentido de «miramienlo».
93. «ohne wclche sicb der Vcrstand in sie nicht linden kOnnte». El <mallar-
se» del entendimiento a que se hace referencia aqul conlleva el sentido
de orientación y familiaridad. Parece oportUDo remitirlo al tema de la
búsqueda que es esencial en la comprensión kantiana del proceso de la
reflexión. Ya BXXJ presume en la facultad de juzgar un principio pro-
pio «para buscar leyes», y BXXVl caracteriza al juicio rcflexionante

120 121
NOTAS A LAS NOTAS DE KANT OF. l.A INTRODUCCIÓN

1. Toda la presente nota es adición de B y C.


2. fl'ü1«che. a dnerencia de Begehru11gen, «~>.
J. Según anota Vorlinder. se mua de la abrcviarura de un '-erso de Virgilio
(fa1eida. Vlll 560): «<> mihi praeteri1os rctenu si Juppitcr annos», es de-
cir: «¡Oh, {si Júpiter} me {devolviera misf pasados {años}!».
4. Selmsuch~
S. HitulenUssen. DMSTÓN DE TODA LA OBRA
6. Bejlit"den11rg.

Primem Parle
Crítica de la facu l1ad de j ur.gar estética

Primera Sección
Analítica de la facultad de juzgar estética
Libro Primero:
Analitica de lo bello
Libro Segundo:
Analítica de lo sublime
Segunda Sección
Dialéctica de la facultad de juzgar es1ética

Segunda Parte
Crítica de la facultad ele juzgar tcleológica

Primera Sección
Analítica de la facultad de juzgar teleológica

Segunda Sección
Dialéctica de la facultad de juzgar teleológica

Apéndice
Me1odologia de la facultad de juzgar teleológica

122
l I PRIMERA PARTE l• 1
DE LA
CRÍTICA DE LA FACULTAD
DE JUZGAR
CRITICA DE LA FACULTAD
DE JUZGAR ESTÉTICA

11

1
l 1PIUMERA SECCIÓN 3-3
ANAl.ÍTICA DE LA FACULTAD
DE JUZGAR ESTÉTICAº

LIBRO PRIMERO
ANALITICA DE LO BELLO

Primer momento
del juicio de gusto(*) según la cualidad

§ l. El j uicio de gusto es estético

l'arn discernir si algo es bello o no lo es, no referimos larepre-


scntación por medio del entendimiento al objeto, con fines de
conocimientos, sino por medio de la l 1imaginación (quizá 4-4
unida al entendimiento) al sujeto y al sentimiento de placer o
displacer de éste. El juicio de gu;10 no es, entonces, un juicio
de conocimiento y, por consiguiente, tampoco lógico, sino
c~lético; se entiende por éste aquel cuyo fundamento de de-
terminación no puede ser de otro modo sino subjetivo. Toda
relación de las representnciones, aun de las sensaciones,
puede, empero, ser objetiva (y entonces significa ella lo real

• La definición de gus10 que aqul se pone por base (dice] que ese es Ja fa-
cullad de ju.tgor lo bello. Lo que. empero, se requiero poro llamar a uo
obje10 bello, lo 1icnc que poner a dcscubrimicnlo el análisis de los jui-
cios de gus10. Los momentos o que cslo faculiod de juzgar atiende en su
reflexión los he indagado 1 !siguiendo la guia de las funciones lógicas 4-4
del juicio (pues en el juicio de gu•10 hay siempre una relación con el eo-
1endimien10). Tome el momento de lu cualidad primeramente en consi-
deración, porque es és1c el que primcromcnlc toma en consideración el
juicio cslélico sobre lo bello.

127
de una representación empírica); únicamente no lo es la re- existencia de Ja cosa, o siquiera, si le pudiese ir, sino cómo la
lación con el sentimiento de placer y de displacer 1, por me- juzgamos en la mera contemplación7 (intuición o reflexión).
dio de la cual nada es designado en el objeto, sino en la Si 11lguien me pregunta si acaso encuentro bello el palacio que
cual el sujeto se siente a sí mismo tal como es afectado por ) 1 veo ante mí, podré ciertamente decir, no amo cosas de esa 6-6
la representación. lndolc, que sólo están hechas para el embeleso; o como aquel
Aprehender con la facultaa de conocimiento (ya en un iroqués Sanchem*, que decía no agradarle de Paris nada me-
modo claro la representación, ya en uno confuso) un edificio jor que los bodegones: puedo, aún más, reprochar en buen es-
regular y adecuado a su finalidad2, es algo completamente tilo rousseauniano la vanidad de los grandes, que emplean el
distinto a cobrar conciencia3 de esta representación con la sudor del pueblo en cosas tan superfluas; puedo, por último,
sensación de complacencia. Aquí la representación es referi- persuadirme fácilmente que, si me hallase en isla deshabita-
da enteramente al sujeto y, por cierto, al sentimiento vital de da, sin esperanza de regresar jamás a los hombres, y pudiese
éste bajo el nombre de sentimiento de placer o displacer; el por mi solo deseo, allegarme con magia parecido palacio, no
cual funda una facultad de discernir y juzgar completamente haria ni siquien1 este esfuerzo, con que ya poseyese una caba-
5-5 singular, que nada aporta al conocimiento, sino sólo que ) 1 ña suficientemente cómoda. Todo esto se me podrá conceder
sostiene la representación dada en el sujeto ante4 la entera y aprobar, sólo que de eso no se trata. Se quiere sólo saber si
facultad de las representaciones, de la que se hace consciente la mera representación del objeto es acompañada en mi por
el ánimo en el sentimiento de su estado. Las representaciones complacencia, a pesar de lo indiferente que yo pueda ser en
dadas en un juicio pueden ser empíricas (y, por lo tanto, es- vista de la existencia del objeto de esta representación. Con
téticas); mas el juicio que por medio de ellas se emite es lógi- facilidad se ve que lo que yo haga de esta representación en
co, cuando aquéllas, en el juicio, son sólo referidas al objeto. mi mismo, y no aquello en que yo dependa de la existencia
Pero inversamente, aun cuando las representaciones dadas del objeto, es lo que importa para decir que éste es bello y
fuesen racionales, mas referidas en el juicio únicamente al para demostrar que tengo gusto. Cada cual debe confesar que
sujeto (a su sentimiento), son ellas, en este alcance, estéti- aquel juicio sobre belleza en que se mezcle el menor interés
cas siempres. es muyparcial y no un juicio puro de gusto. No se debe estar
en lo más mínimo predispuesto a favor de la existencia de Ja
cosa, ) 1sino ser a este respecto por completo indiferente para 7-7
§ 2. La complacencia que determina al j uicio juzgar en materia de gusto el papel del juez.
de gusto es si11 interés alguno Pero no podemos comentar esta proposición, que es
de preferente importancia, en mejor forma que oponiendo a
Interés se denomina a la complacencia6 que ligamos a la re- la pura desinteresada(*) complacencia en el juicio del gusto
presentación de la existencia de un objeto. Una tal compla-
cencia tiene, por eso, a la vez, relación con la facultad de • Un juicio sobre un objero de l• complacencia puede ser completamente
desear, ya sea ésta su fundamento de determinación, ya esté, de.sinlere.sado, y, sin embargo, muy interesante, es decir, no fundarse en
al menos, necesariamente vinculado a su fundamento de interés alguno, pero suscitar un interés; de esta it1dolc son todos los jui-
determinación. Mas cuando se pregunta si algo es bello, no cios morales puros. Pero los juicios puros de gusto tampoco fundan en
si ningún interés. Sólo en la sociedad se vuelve interesante el tener
se quiere saber si a nosotros o a cualquiera le va en algo la gusro, la razón de lo cual será indicada en lo sucesivo.

128 129
aquella que cslá ligada a interés; sobre todo si podemos C>- dad que pertenece 1 a f la facultad de co~ocimien~o). Pues en 9.9
tar a la vez ciertos de que no hay más especies de interés qul' 411 último caso la representación es re~enda al ob~eto, y en el
las que ahora mismo serán mencionadas. 11rlmcro, en cambio. únicamente al sujeto, y no sirve a co~o­
gfmiento alguno, ni siquiera a aquel a través del cual el SUJe-
§ 3. la complacencia en lo agmdable está ligada a interús 10 se conoce a sf mismo. .
En Ja definición anterior entendemos baJO la palabra
Agradable9 es lo que place a los sentidos e11 la sensación'"· ~cnsación una representación objetiva de los sentidos; Ypara
Se ofrece de inmediato aquí la oportunidad de criticar un muy no correr siempre el riesgo de ser mal interpretados, deno-
habitual tTastrocamiento de la significación doble que puede minaremos a aquello que en todo tiempo debe pennanecer
tener la palabra sensación y de llamar la atención sobre esto. ~ubjetivo y no puede en modo alguno constituir una represe~­
Toda complacencia (se dice o se piensa) es, ella misma, sen- tnci6n del objeto, con el nombre por demás usual de se~~1-
8-8 sación (de un placer). Por tanto, todo lo que 11place es, pre- micnto. El color verde de los prados pertenece a la s~sac1on
cisamente en cuanto place, agradable (y según los diversos objetiva, como percepción de un obJ;to de. l~s sentidos: el
grados o aun las relaciones con otras sensaciones agradables. agrado del mismo, empero a la sensac1on subjetiva, por la cual
ameno, encantado1; delicioso, regocijante 11 , etc). Pero si ello no es representado objeto alguno; esto es, pertenece ~I sen-
se concede, las impresiones de los sentidos que determinan la timiento, por el cual el objeto es consi~e".1do como Objeto de
inclinación, los principios de la razón que determinan la vo- la complacencia' 5 (que no es un conoc1m1ento de. aquél).
luntad, o las simples formas reflexionadas que determinan el Ahora es claro ya que mi juicio sobre un objeto con que
juicio son enteramente una sola cosa en lo que concierne al declaro a éste agradable, expresa un interés en és!e, porque a
efecto sobre el sentimiento de placer. Pues éste sería el agrd- través de la sensación despierta el deseo de objetos seme-
do de la sensación del estado en que uno se encuentra y, jantes; por consiguiente, la com~~acencia no ~upon.e el me~
puesto que todo trabajo 12 de nuestras facultades debe desem- juicio sobre aquél, sino la relac1on de su CXJStenc1a con ~1
bocar por fin en lo práctico y unificarse allí como en su me- estado en la medida en que éste es afectado por un tal Obje-
tall, no se les podrfa atribuir a ellas ninguna otra estimulación to. De ahí que no se diga l 1sólo de lo agrad~ble que place 16, 10-10
de las cosas y de su valor que la que consiste en el deleite 14 sino deleita 17. No es sólo una mera aprobación. la que ~: de-
que éstas prometen. Pa.ra nada importarla al fin cómo arriban dico, sino que por ese medio es producida wia mclinac1on; Y
ellas a eso; y dado que la elección de los medios podría ha- tanto, incluso, no Je pertenece a aquello que, es agra.dable de
cer aqu.í alguna diferencia, bien podrían inculparse entre sí la manera más viva un juicio sobre la índole del objeto, que
los hombres de torpeza y de carencia de entendimiento, pero Jos que siempre van sólo detrás del goce18 ~pues ésta es lapa-
nunca de villanía o de malignidad: porque ciertamente to- labra con que se designa lo íntimo del deleite), de buen grado
dos, cada uno según su modo de ver las cosas, corren en pos se dispensan de todo juicio.
de una meta, que es para lodos el deleite.
Cuando una determinación del sentimiento de placer o
displacer es llamada sensación, esta expresión significa algo § 4. La complacencia e11 lo bueno está ligada a imerés
completamente distinto a cuando denomino sensación a la re- Bueno es lo que place, por medio de la razón, por el mero cc;>n-
presentación de Wlll cosa (por los sentidos, como receptivi- cepto. Llamamos bueno para algo19 (lo útil) a lo que place solo

130
131
como medio; _lmeno en sP0 llamamos, en cambio, a Jo qm; Aun en los discursos más vulgares se distingue lo agra-
place por si mismo. En ambos está contenido siempre el con- 1lnblc de lo bueno. De una comida que con especias y otros
cepto de u~ fin, luego la relación de la razón con el querer (al Ingredientes excita el gusto se dice.sin vacilar que es agrada-
mi:n~s posible). y, por consiguiente, una complacencia en el ble, y al mismo tiempo se confiesa que no es buena; porque,
existir de un objeto o de una acdón, es decir, algún interés. 011 efecto, sienta2 1 irunediatamente bien a los sentidos, pero
Para encontrar que algo es bueno debo saber siempre dlsplace mediatamente, esto es, considerada por la razón, que
qué clase de cosa es el objeto, es decir, debo tener un con- prevé las consecuencias. Aun en el enjuiciamiento de la salud
cepto del mismo. Para hallar belleza en algo no he menester ¡¡e puede advertir esta diferencia. Ella le es agradable a todo
de eso. Flores, dibujos libres, rasgos que se entrelazan sin el que la posee (al menos negativamente, es decir, como ale-
11-11 designio l l bajo el nombre de follajerlas, no significan nada, Jumiento de todos los dolores corporales). Pero para decir que
es buena se la debe dirigir a fwes a través de la razón, a saber,
no dependen de ningún concepto determinado y, sin embar-
como un estado que nos hace alentados para todos nuestros
go, pl~cen. La complacencia en lo bello debe depender de Ja
negocios. A propósito de la felicidad, en fin, cada cual cree
r~flex1ón .sobre mi objeto que conduce a algún concepto poder llamar a la más grande suma (según la cantidad asf co-
(wdetermmado, cuál), y se distingue también por ello de Jo mo la dm·ación) de agrados de la vida un verdadero bien, y
agradable, que descansa enteramente en la sensación. todavía el bien supremo. Sólo que contra ello también opone
Cierto es que en muchos casos parecen ser Jo agrada- resistencia la razón. El agrado es goce. Si no se tratase más
ble y lo bueno una sola cosa. Así es como se dirá común- que de éste, torpe seria ser escrupuloso respecto de los medios
mente: todo deleite (sobre todo el duradero) es en sí mismo que nos la procuran, ya sea que fuesen alcanzados pasivamen-
bueno; lo que equivale a decir: ser duraderamente agradable te, en virtud de la prodigalidad de la naturaleza, ya mediante
o ser buen? es lo mismo. Sólo que pronto se advierte que és- el esfue1zo de nuestro propio actuar. Pero la razón jamás se de-
ta no es mas que .una errónea confusión de palabras, pues Jos jará persuadir de l que l la existencia de un hombre que vive l3-13
conceptos peculiarmente asociados a estas expresiones no meramente para gozar (y se ocupa todo lo que se quiera a este
pueden en modo alguno ser intercambiados. Lo agradable propósito) tenga un valor en sí, aun cuando al hacerlo, de su
que, como tal, representa al objeto únicamente en relación mejor grado ayudara a manera de medio a otros -que igual-
con el sentido, debe ante todo ser puesto, mediante el con- mente van todos en pos del goce-, porque gozara también él
cepto de _un fin, bajo principios de la razón, para llamarlo, por simpatía de todo deleite. Sólo a través de lo que él hace,
como Objeto de la voluntad, bueno. Mas entonces cuando sin consideración del goce, en plena libertad e independencia
llamo a lo que deleita a la vez, bueno, trátase de una'relación de lo que la naturaleza, aun pasivamente, pudiese procurarle,
completan_iente distinta con la complacencia; se evidencia da él a su existir como la existencia de una persona, un valor
ello a partir del hecho de que acerca de lo bueno la cuestión absoluto22; y la felicidad, con toda la plenitud de su agrado,
es siempre si es sólo mediatamente bueno, o bien si Jo es in- está lejos de ser un bien incondicionado23 (*).
mediatamente (si es útil o bueno en sí); por el contrario, • Una obligación de gozar es un desatino manifiesto. Y también tiene que
acercad.e lo.agradable n~ cabe esta pregunta, en cuanto que serlo una pretexiada obligación de {acometer} acciones que tengan por
12-12 la palabra s1gmf1ca l 1siempre algo que place inmediata- meta suya no más que el gozo: aunque éste sea ingeniado (u ornado)
mente. (Así mismo ocurre con lo que nombro bello.) todo lo espirituaJmente que se quiera, y aun si fuese un gozo mistico, así
llamado celestial.

132
133
Mas, a pesar de toda esta diferencia entre lo agradable lmy] en éstas. Agradable llama algu ien a lo que le deleita;
y lo bueno ambos coinciden en estar 1igados en todo tiempo /wllo, a lo que simplemente le place; bueno, a lo que es esti-
por algún interés a su objeto, no sólo lo agradable (§ 3) y lo m11do, aprobado28, esto es, aquello en que él pone un va.lor ob-
medianamente bueno (lo útil), que place como medio para jetivo. El agrado vale también para los animales desprovistos
algún agrado, sino también lo absolutamente y en todo pro- de razón; la belleza sólo para los hombres, es decir, para seres
pósito bueno, lo bueno moral, que conlleva el más elevado 1de naturaleza] animal y, sin embargo, racionales aunque no
14-14 interés. Pues lo bueno es el objeto 11de la voluntad (es de- 11encillamentc como tales (espíritus, por ejemplo), sino a Ja
1 cir, de una facultad de desear detenninada por la razón). Y vez como de índole animal29; lo bueno, en cambio, para todo
querer algo y tener una complacencia en la existencia de es- ~cr racional en general. Es ésta una proposición que sólo en

j to, es decir, interesarse en ello, es idéntico. lo sucesivo podrá recibir su complela justificación y esclare-
cimiento. Se puede decir que, entre todas estas tres especies
de complacencia, sólo y únicamente la del gusto por lo bello
§ 5. Comparación de las tres eta.fes específicamente es una complacencia desinteresada y libre, pues ningún inte-
diversas de la complacencia res, ni el de los sentidos, ni el de la razón, fuerza la aproba-
ción30. De ahí que se podria decir de la complacencia que se
Lo agradable y lo bueno tienen ambos una relación con la fa- refiere, en los tres casos mencionados, a la inclinación, al fa-
cultad de desear y conllevan, en tal alcance, aquél una com- vor y al respeta3 1• Pues el favor es la única complacencia li-
placencia patológicamente condicionada (por los estímulos, bre. Un objeto de la inclinación y uno que nos es impuesto
slimulos), éste una complacencia práctica pura, que no es de- para ser deseado por una ley de la razón, no nos deja libertad
terminada meramente por la representación del objeto, sino a alguna para hacernos de él un objeto de placer. Todo interés
la vez por la representada conexión del sujeto con la existencia $upone una 1 necesidad o la suscita; y, como fundamento de 16
de éste. No sólo place el objeto, sino también su existencia24 . determinación de la aprobación, ya no permite al juicio sobre
Por eso25, el juicio de gusto es solamente confemplativo26, es el objeto ser libre.
decir, es un juicio que, indiferente a la existencia de un obje- 1En lo que concierne al interes de la inclinación a pro- 16
to, sólo mantiene unidos la indole de éste con el sentimiento pósito de lo agradable, dice cada uno que el hambre es el m~
de placer y displac<:r. Pero tampoco está dirigida a conceptos jbr cocinero y que a las gentes de apetito sano todo lo que ya
esta misma contemplación; pues el juicio de gusto no es un sea comestible les gusta; por tanto, una complacencia sem~
juicio de conocimiento (no es uno teórico ni uno práctico) y, jante no prueba ninguna elección de acuerdo a gusto. Sólo
por ello, tampoco está fundado en conceptos ni tiene por fin cuando la necesidad ha sido satisfecha se puede distinguir
unos tales. quién, entre muchos, tiene gusto o no lo tiene. Asimismo, hay
Lo agradable, lo bello, lo bueno, designan, entonces, costumbres (conduíte) sin virtud, cortesía sin benevolencia,

! 15
15
tres relaciones diferentes de las representaciones 1 con el sen-
timiento de placer y displacer, en referencia al 1 cual distingui-
mos, unos de otros, objetos o modos de representación. Y
tampoco son la misma cosa las expresiones adecuadas a cada
una de ellas, con las que se designa la complacencia27 [que
decencia sin honorabilidad, etcétera. Pues donde quiera que
hable la ley moral, no hay ya, objetivamente, ninguna elección
libre con vistas a aquello que haya que hacerse; y mostrar uno
gusto en su ejecución (o en el enjuiciamienlo de la de otros)
es algo enteramente distinto a exteriorizar su modo de pensar

134 135
32 • • •
mora1 : pues este con11enc un mandanuenlo y suscita una uno cualidad del objeto, y el juicio, lógico (como si constitu-
nei:esidad, mientras que, por el contrario, el gusto ético33 só- ye:1e éste, a través de conceptos del objeto, un conocimiento
lo Juega con los objetos de la complacencia, sin adherirse a Jcl mismo); si bien es sólo estético y contiene simplemente
uno de ellos. unu relación de la representación del objeto con el sujeto; y
ello porque, después de todo, es semejante al lógico en cuan-
Defmici6n de lo bello lo que se puede suponer la validez del mismo respecto de
deducida del primer momento cada cual. Pero no es de conceptos que puede surgir esta uni-
versalidad. Pues de los conceptos no hay tránsito hacia el sen-
Gusto es la facultad de juzgar un objeto o un modo de repre- timiento del placer o displacer (excepto en leyes prácticas
sentación por una complacencia o displacencia sin illteré.s puras que, empero, conllevan un interés, con nada de lo cual
alguno. El objeto de tal complacencia se llama bello. está ligado el juicio puro de gusto). Por consiguiente, al juicio
de gusto, junto con Ja conciencia de que en él hay aparta-
miento de todo interés, debe estarle asociada36 una pretensión
17-17 ) 1Segundo momento de validez para todos, sin que la universalidad esté apoyada en
del juicio de gusto, a saber, según su cantidad objetos37, es decir, debe estarle ligada w1a pretensión de uni-
versalidad subjetiva

§ 6. lo bello es aquello q11e, sin conceptos, es representado


como objeto de 1ma complacencia universal § 7 Comparación de lo bello con lo agradable
y lo bueno según la característica precedente
Esta definición de lo bello puede ser deducida de la anterior,
que lo definía como objeto de complacencia sin interés Con respecto a lo agradable, cada cual consiente en que su
alguno. Pues aquello en lo cual se tiene una complacencia juicio, que él funda en un sentimiento privado y por el cual
de la que se es consciente que carece de todo interés no dice de un objeto que le place, se restringe también a su l 1 19-19
puede ser juzgada de otra manera que como si debiese ~on­ persona. De aW que se dé por contento cuando afirma que
tener un fundamento de complacencia para todos. En efec- el vino espumoso de las Canarias es agradable, con que otro
to, puesto que ésta no se funda en alguna inclinación del le mejore la expresión, recordándole que debe decir: me es
~ujeto (ni en algún otro interés deliberado), sino que el que agradable a mí; y así no sólo con el gusto de la lengua, el
JUZga se siente plenamente libre en vista de la complacencia paladar y el gaznate, sino también con lo que pueda ser
que halla en el objeto, no puede él descubrir ningún condi- agradable a los ojos y oídos de cada cual. A uno le es dulce
cionamiento privado 34 como fundamento de la complacen- y encantador el color violeta, al otro, mortecino y lánguido.
cia de que dependiese su sujeto soJols, y debe considerarla, Ama uno el sonido de los instrumentos de viento, otro, el
por ello, como fundada en algo que también puede suponer de los instrumentos de cuerda. Diseutir38 acerca de ello
~specto de cualquier otro; por consiguiente, debe creer que [con la intención de] escarnecer como erróneo el juicio de
tiene razón en atribuir a cada cual una parecida complacen- otros, diverso del nuestro, tal como si le estuviese contra-
18-18 cia. Hablará, por eso, l I de lo bello, como si la belleza fuese puesto a éste de modo lógico, sería una insensatez; en vista

136 137
de lo agradable, vale pues, el principio: cada l11a/ con s11 Juicio referido n la sociabilidad 47 , en la medida en que ésta
gusto (de los sentidos)l9. l\lposu sobre reglas emplricas. Cierto es que también respec-
Con lo bello ocurre de manera completamente distin- 111 de lo bueno los juicios pretenden, con derecho, tener vali-
ta ..ser!~ (precisamente a la inversa) ridículo si alguien que de1. para todos; sólo que lo bueno no es representado más que
se 1magmasc de buen gusto creyera justificarse diciendo: es- ¡111r 1111 concepto como objeto de una complacencia universal,
te objeto (el edificio que vemos, la vestimenta que aquél lle- lo que no es el caso ni de lo agradable ni de lo bello.
va, el concierto que escuchamos, el poema que es sometido
a nuestro juicio) es bello para mí. Pues no debe llamarlo
bello si le place meramente a él. Muchas cosas pueden tener § 8 LA universalidad de la complacencia es representada
para él atractivo y agrado, de eso nadie se cuida; pero cuan- en 1111 j uicio de g11.sto sólo como subjetiva
20 do él declara bello a algo, le atribuye a otros precisamente l
20 la misma complacencia; no juzga sólo para sí 1 sino para to- !!ata particular determinación de la universalidad de un juicio
dos, y habla en seguida de la belleza como si fuese una pro- llltético, que se puede hallar en un juicio del gusto, es algo
piedad de las cosas40• Dice, por tanto: la cosa41 es bella; y no digno de atención, ciertamente no para el lógico, pero si para
cuenta con el acuerdo de otros con su juicio de complacen- el filósofo trascendental, y demanda de él un esfuerzo no me-
cia porque los hubiese hallado en varias ocasiones acordes nudo para descubrir su origen, a cambio de lo cual aquél reve-
en su juicio, sino que exige de ellos este [acuerdo]. Los cen- la una propiedad de nuestra facultad de conocimiento que sin
sura él cuando juzgan de otra manera y les deniega el gusto oate análisis habría pennanecido ignota.
que, sin embargo, demanda que ellos tengan, y en ese caso En primer lugar, es preciso persuadirse plenamente de
no puede decirse: cada cual con su gusto particular. Querría que a través del juicio de gusto (sobre lo bello) se le atribuye
decir esto que no hay gusto alguno, es decir, ningún juicio lo complacencia de un objeto a cada,cua/4 8 , sin fundarse, no
estético que pudiese pretender legítimamente el asentimien- obstante, en un c-0ncepto (pues entonces sería lo bueno), y
to42 de todos. que esta 1 pretensión 1de validez universal pertenece tan esen- 22-22
No obstante, se halla también con respecto a lo agra- cialmente a un juicio por el cual declaramos a algo bello, que,
dable que, en el enjuiciamiento de éste, puede haber unani- de no pensarse [esa pretensión) al [emitir este juicio], nadie
midad entre los hombres, en vista de la cual se les deniega habría llegado a la ocurrencia de usar este término, sino que
el gusto a algunos y se les reconoce a otros, y ciertamente todo lo que place sin concepto seria puesto en la cuenta de lo
no en la acepción de sentido orgánico, sino como facultad agradable, respecto de lo cual se deja a cada uno con su pare-
para juzgarº acerca de lo agradable en general. Es así c-0mo cer y nadie le supone a los otros asentimiento a su juicio de
de alguien que sabe entretener a sus huéspedes con agrado gusto, lo que en cambio ocurre si.empre con el juicio de gusto
(del goce a través de todos los sentidos), de tal modo que a aobre la belleza. Puedo denominar al primero gusto de los
todos place, se dice que tiene gusto. Pero aquí se toma Ja sentidos y al segundo, gusto de reflexión49, en la medida que
universalidad sólo comparativamente; y aquí hay sólo reglas el primero emite sólo juicios privados, el segundo, en cambio,

1 21
21
generales (como son todas las empíricas)~ y no universa-
le.!'45, como aquéllas a las que trata de atenerse46, o 1a las
cuales aspira, el l juicio de gusto sobre lo bello. Es aquél un
juicios pretcndidamente universales (públicos), mas uno y
otro juicios estéticos (y no prácticos) sobre un objeto mera-
mente en vista de la relación de la representación de éste con

138 139
el sentimiento del placer y displacc.r. Sin embargo, resulta ex- nlguno, no se puede inferir la validez universal j lógica, pues 24
tra.ño que, mientJ:aS la experiencia muestra, acerca del gusto csn clase de juicio es inconducente respecto del objeto51•
de los sentidos, no sólo que su juicio (de placer o displacer Precisamente por eso la validez universal estética que le es
por algo cualquiera) no vale universalmente, sino que cada utribu ida a un juicio debe ser también de una particular es-
uno es de por si tan discreto como para no exigir de otros este pecie, porque el predicado de la belleza no se enlaza con el
¡ asentimiento (bien que efectivamente se encuentra bastante a concepto del objeto, considerado en su total esfera lógi-
menudo una muy extendida unanimidad también en estos jui- euS2, y sin embargo lo hace extensivo a toda la esfera de los
1
cios), pueda el gusto de reflexión -<¡ue, empero, también q11e juzgan53 .
con bastante asiduidad es rechazado junto a la pretensión de En vista de la cantidad lógica, todos los juicios de gus-
la validez universal de su juicio (sobre lo bello) para todo~. to son si11gulares54. Pues, debiendo yo referir el objeto in-
23 como lo enseña la experiencia- , pueda, no obstante, hallar l mediatamente a mi sentimiento de placer y displacer y, no
23 posible (lo que 1 efectivamente hace) representarse juicios que obstante, no a través de conceptos, no puede el juicio tener la
pudiesen exigir universalmente este acuerdo, y en el hecho se cantidad de un juicio de validez común objetiva55 ; si bien de
lo supone a todos, para cada uno de sus juicios de gusto, sin que ahl puede resulta un juicio lógico universal al transformar la
los que juzgan entren en conflicto a causa de la posibilidad representación singular del objeto del juicio de gusto, según
de una pretensión semejante, sino que sólo en casos particu- las condiciones que determinan a este objeto, por compara-
lares no pueden ponerse de acuerdo sobre la recta aplicación ción, en un concepto. Por ejemplo, a la rosa que miro la de-
de esta facultad. claro, por un juicio de gusto, bella. Contrariamente a ello, el
Aquí ha de notarse primeramente que una universa- juicio que surge de la comparación de muchos juicios sin-
lidad que no reposa en conceptos del objeto (aunque sólo aulares: las rosas en generaJS6 son bellas, no es enunciado ya
fuesen empíricos) no es en absoluto lógica sino estética; es meramente como juicio estético, sino como uno lógico fun.
decir, que no contiene una cantidad objetiva del juicio, sino dado en uno estético. El juicio: la rosa es agradable (al olfa-
sólo una subjetiva, para la que empleo también Ja expresión to), es ciertamente también uno estético y singular, mas no
de validez común50, que no designa la validez de la relación de uno de gusto, sino un juicio de los sentidos. Se diferencia, en
una representación con la facultad de conocimiento, sino con efecto, del primero l en que el juicio del gusto conlleva una 25
el sentimiento de placer y displacer para cada sujeto. (Tam- cantidad estética 1 de universalidad, es decir, de validez para 25
bién puede servirse uno de esta expresión para la cantidad todos, que no se puede encontrar en el juicio sobre lo agrada-
lógica del juicio, si sólo se añade a ello validez universal ob- ble. Unicarnente los.juicios sobre lo bueno, aunque también
jetiva, a diferencia de la meramente subjetiva que es toda determinen la complacencia en un objeto, tienen universali-
ocasión estética.) dad lógica y no meramente estética, pues valen para el obje-
Ahora bien: un juicio de validez universa/ objetiva es to, como conocimiento suyo y, por eso, para todos.
también siempre subjetivo; esto es, si el juicio vale para todo Cuando se juzga objetos solamente según conceptos se
lo que está contenido en un concepto dado, vale también pa- pierde toda representación de la belleza. Por lo tanto, tampoco
ra todos los que se representan un objeto a través de este con- ede haber una regla según la cual alguien pudiese ser for-
cepto. Pero de una validez u11i11ersaf subjetiva, es decir, de ado a reconocer algo como bello. Acerca de si una vestimen-
24 la validez universal estética, que l no descansa en concepto 11. una casa, una flor, sean bellas no se deja uno engatusar57

140 141
en su juicio a través de ninguna razón ni principio. Se requiere Si el placer por el objeto fuese precedenté5 y sólo de-
someter el objeto a los propios ojos, tal como si nuestra com- biera ser reconocida, en el juicio de gusto, la comunicabi-
placencia dependiese de la sensación; y, sin embargo, si a lidad universal de ése a la representación del objeto, un tal
continuación se llama al objeto bello, créese tener para sí una procedimiento estaría en contradicción consigo mismo. Pues
voz universaJS8 y se pretende la adhesiónS9 de todos, mientras un placer de esa índole no seria otro que el mero agrado en
que, por el contrario60, toda sensación privada no seóa decisi- la sensación de los sentidos66 , y, por ello, sólo podría tener,
va más que para el solo [sujeto)61 y su complacencia. según su naturaleza, validez privada, porque dependería in-
Se observará aquí que en el juicio de gusto no se pos- mediatamente de la representación por medio de la cual el
tula62 nada más que una tal voz universal en vista de Ja com- objeto es dado.
placencia y sin mediación de conceptos, por tanto, sólo se Es, pues, la universal aptitud de comunicación67 del
26 postula la posibilidad 1 de un j uicio estético que pueda ser estado del ánimo'* en la representación dada, la que, como
considerado a Ja vez como válido para todos. El mismo juicio condición subjetiva del juicio de gusto, debe estar en el fun.
26 de 1gusto no postula el acuerdo de todos (pues esto puede damento de éste y tener como consecuencia el placer por el
hacerlo sólo un juicio lógico universal, porque puede aducir objeto. Mas nada puede ser universalmente comunicado, si-
razones); aquél sólo atribuye"J a cada cual este acuerdo como no al conocimiento, y la representación, en la medida que
caso de la regla de la que espera confirmación, no a partir de pertenezca al conocimiento. Pues sólo en esta medida es ella
conceptos, sino de la adhesión de otros. La voz universal es, objetiva, y tiene sólo esto l 1un punto universal de referen- 28-2ll
por tanto, sólo una idea (sobre qué repose ella no se investiga cia con que es forzada a concordar la fuerza representacio-
todavía aquí). Que aquel que cree dictar un juicio de gusto, nal69 de todos. Si el fundamento de determinación del juicio
juzgue, de hecho conforme a esta idea, puede ser incierto: pe- acerca de esta universal comunicabilidad de la representa-
ro que refiera él su juicio a ésta, que, por tanto, deba ser ésta ción ha de ser pensado como meramente subjetivo, a saber,
un juicio de gusto, lo proclama la expresión: belleza. Por si sin un concepto del objeto, no puede ser él, entonces, otro
mismo, empero, él puede llegar a estar cierto de ello a través que el estado del ánimo que se encuef!tra en la relación de las
de la mer.1 conciencia de la separación de todo lo que perte- fuer.Gas representacionales entre si, en cuanto que ellas refie-
nece a lo agradable y a lo bueno, respecto de la complacencia ren una representación dada al co11ocimie11to en ge11erafl0•
que aún le reste; y esto es todo acerca de Jo cual él se prome- Las fuerzas de conocimiento que son puestas en jue-
te el acuerdo de cada uno; pretensión a la que tendría, bajo go por esta representación están, así, en un libre juego, por-
estas condiciones, derecho, con que no faltara a éstas asidua- que ningún concepto determinado las constriñe a una regla
mente y emitiese, por ello, juicios de gusto erróneos. particular de conocimiento. En esta representación, enton-
' ces, el estado de ánimo debe ser el de un sentimiento del li-
bre juego de las fuerzas representacionales a propósito de71
27-27 l 1§ 9. Investigación de la pregunta de si en el juicio una representación dada, con vistas a un conocimiento en ge-
de g11sto el sentimient.o de placer antecede
neral. Ahora bien: a una representación por la cual es dado
al e11j11iciamie11to64 del objeto o éste a aquél
un objeto, para que de ella resulte, en general, un conoci-
La solución de este problema es la clave de la crítica del gus- miento, pertenecen la imaginación, para la composición de
to y, por eso, merecedora de toda atención. lo múltiple de Ja intuición, y el entendimiento. para la unidad

U2 143
del concepto que uní fica las representaciones. Este estado de to que en él fuese dctcnninada según conceptos, mientras
libre juego de las facultades de conocimiento a propósito que la belleza no es en si nada sin referencia al sentimiento
den una representación por medio de la cual es dado un del sujeto. Mas el examen de esta pregunta debemos reser-
objeto.• debe poder comunicarse universalmente; porque el vurlo hasta haber respondido a esta otra, [a saber,] si son po-
conocumento, como determinación del objeto con la que.: sibles juicios estéticos a priori, y cómo lo son. .
29-29 deben concordar representaciones dadas 1(en cualquier 1su- Entre tanto, nos ocuparnos de la pregunta menor: ¿de
jeto que fuere), es el único modo de representación válido qué modo llegamos a ser conscientes en el juicio de gusto
para todos. de una recíproca concordancia subjetiva de las fuerzas de co-
La universal comunicabilidad subjetiva del modo de re- nocimiento entre sí: si estéticamente, a través del mero sen-
p.resentación en un juicio de gusto, dado que debe tener lugar tido interno y la sensación, o intelectualmente, a través de la
sm suponer un concepto detenninado, no puede ser otra cosa conciencia de nuestra acúvidad intencional con que las pone-
que el estado de ánimo en el libre juego de la imaginación y el mos en juego?
entendimiento (en la medida que éstos concuerdan entre sí co- Si la representación dada que ocasiona el juicio de gusto
mo es requerible para un conocimiento en general); en cuanto fuese un concepto que unificara entendimiento o imaginación
que somos conscientes que esta relación subjetiva, idónea7.1 en el enjuiciamiento del objeto con vista a un conocimiento
para el conocimiento en general, debe valer igualmente para de éste la conciencia de esta relación sería intelectual (como
todos, y ser, por consiguiente, universalmente comunicable, tal
• •
en el esquematismo objetivo de la facultad de Juzgar, de que
como 1~ es cada conocimiento determinado que, empero, des- trata la crítica)7s. Pero, entonces, tampoco seria emitido el
cansa siempre sobre aquella relación como [sobre su] condi- juicio en referencia al placer y displacer, l 1y por tanto no se- 31-31
ción subjetiva. ria un juicio de gusto. Ahora bien: el juicio de gusto deter-
. Este enjuiciamiento meramente subjetivo (estético) del mina, independientemente de conceptos, al objeto en vista de
objeto o de la representación por medio de la cual él es dado, la complacencia y del predicado de la belleza. Por lo tanto,
antecede entonces al placer por el objeto, y es fundamento de aquella unidad subjetiva de la relación sólo puede darse a co-
ese placer en la armonia de las facultades de conocimiento; y nocer a través de la sensación. La vivificación 76 de ambas fa.
sólo en aquella universalidad de las condiciones subjetivas cultades (de la imaginación y del entendimiento) con vistas a
del enjuiciamiento de los objetos se funda, empero, esta uni- una actividad indeterminada77 y, sin embargo, por medio de la
versal validez subjetiva de la complacencia que ligamos a la ocasión que brinda la representación dada, unánime, a saber,
representación del objeto que llamamos beJlo74. la actividad que es pertinente para un conocimiento en gene-
Que el poder comunicar el propio estado del ánimo ral, es la sensación cuya comunicabilidad universal postula el
aun sólo en vista de las facultades de conocimiento, conllev~ juicio de gusto. Una relación objetiva puede ser ciertamente
30-30 un placer, es fácil de probar a partir 11 de la proclividad natu- sólo pensada, pero en la medida en que es subjetiva en cuan-
ral del hombre a la sociabilidad (empírica y psicológicamen- to a sus condiciones, también puede ser sentida en su efecto
te). Mas no basta ello para nuestro propósito. El placer que sobre el ánimo; y en una relación en cuyo fundamento no !~ay
sentimos se lo atribuimos como necesario a cada uno en el ningún concepto (como aquella de las fuerzas representac10-
juicio de gusto, tal como si cuando llamamos a algo bello hu- nales con una facultad de conocimiento en general), no es po-
biese esto de ser considerado como una propiedad del obje- sible otra conciencia de la misma que a través de la sensación

144 145
del efecto que consiste en el juego aliviado 73 de ambas fuer- nomina placer; por el contrario, el displacer es aquella re-
zas del ánimo (la imaginación y el entendimiento) vivi ficada~ presentación que contiene el fundamento para determinar el
po~ reciproca c?~cordancia. Una representación que, aislada cnmbio del estado de las representaciones en su propio con-
Ysm comparac10n con otras, tiene, sin embargo, concordan- trorio (rechazarlas o eliminarlas)79•
cia con las condiciones de la universalidad, que constituye la La facultad de desear, en la medida que es determina-
ocupación del entendimiento en general, pone las facultades ble a actuar sólo por conceptos, es decir, conforme a la re-
de conocimiento en el proporcionado acuerdo que exigimos presentación de un fin, serla la voluntad. Mas un objeto o un
32-32 para todo conocimiento 1y que, por ello, tenemos l también estado del ánimo, o también una acción, dicense conforme
por ~át!da para todo el que esté destinado a juzgar por el en- u fin, aun cuando su posibilidad no presuponga necesaria-
tend1m1ento y los sentidos en vínculo (para todo hombre). monte la representación de un fin, simplemente porque su
posibilidad sólo puede ser explicada y concebida por noso-
Definición de lo bello deducida del segundo momento: tros en la medida que admitamos como fundamento de la
misma una causalidad según fines, es decir, una voluntad
Bello es lo que place un iversalmente sin concepto. que los hubiese ordenado de ese modo de acuerdo a la repre-
sentación de una cierta regla. La conformidad a fin puede
Tercer momento ser, por tanto, sin fin80, en la medida que no pongamos las
de los juicios de gusto, según la relación de los fines causas de esta forma en una voluntad, y sí, en cambio, poda-
que en ellos se toma en consideración mos hacemos concebible la eitplicación de su posibilidad
sólo en cuanto la derivemos de una voluntad. Lo que obser-
vamos, no tenemos necesidad de comprenderlo siempre me-
§JO. De la confonnidad ajln en general diante razón (en su posibilidad). Por lo tanto, podemos al
menos observar una conformidad a fin según la forma, aun
Cuando se quiere explicar qué sea un fin de acuerdo con sus 1 sin que pongamos en su fundamento un fin (como materia 34
determinaciones n:ascendentalcs (sin suponer algo empírico del 1 nex11sjinális), y advertirla en objetos, si bien no de otro 34
como lo es el sentimiento del placer), [se dirá que) f"m es el modo más que por reflexión.
Objeto de un concepto en cuanto éste es considerado como
la ca~ de aquél (el fundamento real de su posibilidad); y la
caus~hdad de un concepto con respecto a su objeto es Ja con- § 11. El juicio de gusto 110 tíe11e por fundame11to
formidad a fm (forma finolis). Se concibe un fin, pues, cuan- más que la fo rma de la co11formídad a ft11 de un objeto
do no sólo el conocimiento de un objeto, sino el objeto mismo (o del modo de representación del mismo)
(su forma o su existencia) en cuanto efecto es pensado como
33-33 posibli: _sólo a través de un concepto [del efecto].) La 1repre- Todo fin, cuando es considerado como fundamento de la
sentac1on del efecto es aquí el fundamento de determinación complacencia, conlleva siempre un interés como fundamen-
de su causa y la precede. La conciencia de la causalidad de to de determinación del juicio sobre el objeto del placer. En
una representación con el propósito de conservar al sujeto en el fundamento del juicio de gusto puede, por tanto, no haber
su estado, puede acá designar en general aquello que se de- ningún fin subjetivo. Pero tampoco puede determil1ar al juicio

146
147
r de gusto la representación de un fin objetivo, es decir, de lapo-
sibilidad del objeto mismo de acuerdo a principios del enlace
y peculiar modificación de este sentimiento, que no 1 quiere 36
coincidir bien ni con el placer ni con el displacer que recibi-
11¡ de los fines y, por consiguiente, ningún concepto de lo bueno. mos de objetos empíricos) a partir de·conceptos morales uni-
porque es un juicio estético y no de conocimiento, que no con- vcrsales82. Pero es que allá podíamos transgredir los limites
cierne, pues, a ningún concepto de la índole ni de la interna o de la experiencia e invocar una causalidad que descansaba en
externa posibilidad del objeto, por ésta o aquella causa, sino una dotación suprasensible del sujeto, a saber, la de la liber-
sólo a Ja relación de las fuerzas represcntacionales entre sí, en tad. Sólo que incluso allá no derivábamos propiamente este
cuanto son determinadas ellas por una representación. sentimiento a partir de la idea de lo moral como causa, sino
35 ) Ahora bien, en la determinación de un objeto como que sólo fue derivada de ésta la determinación de la voluntad.
bello, esta relación está ligada al sentimiento de un placer, U! estado de ánimo de una voluntad determinada de una u otra
35 que es declarado a Ja vez, 1a ~mv6s del juicio, válido para to- manera es, empero, ya en si un sentimiento de placer e idén-

lll1
1
dos; en consecuencia, un agrado que acompañara a Ja repre-
sentación no puede contener el fundamento de determinación
tico con éste y no se sigue de él, entonces, como efecto; esto
último sólo tendría que admitirse si el concepto de Jo moral,
l~,!~ [del juicio], como tampoco puede contenerlo la representa-
ción de la perfección del objeto o el concepto del bien. Por Jo
como concepto de un bien, precediese a la determinación de
la voluntad por la ley; pero en tal caso el placer que estaría li-
tanto, lo que constituye a la complacencia que, sin concepto, gado al concepto, seria vanamente derivado de éste como de
juzgamos universalmente comunicable y, con ello, al funda- un mero conocimiento.
mento de determinación del juicio de gusto, no puede ser otra Pues bien: de parecido modo ocurre con el placer en el
cosa que la conformidad a fin subjetiva en Ja representación juicio estético; sólo que aquél es aquí simplemente contem-
d.e un objeto, sin fm alguno (ni objetivo ni subjetivo) y, conse- plativo y no despierta un interés por el objeto, mientras que
cuentemente, la mera forma de la conformidad a fin en la re- en el juicio moral, por el contrario, es práctico. La conciencia
de la conformidad a fin puramente formal en el juego de las
presentación por Ja que nos es dado un objeto, en la medida
que somos consciente de aquélla. fuerzas l de conocimiento del sujeto, a propósito de una re- 37
presentación por la cual es dado un objeto, es el placer mis-
mo, porque contiene un fundamento de determinación de la
actividad del sujeto en vista de la vivificación de sus fuerzas
§ 12. El j uicio de gusto reposa en fun'tlame11tos a priori de conocimiento y, 1 por tanto, una causalidad interna (que es 37
conforme a fin) con vistas al conocimiento en general, mas sin
Establecer a priori la vinculación del sentimiento de un pla- estar restringida a un conocimiento determinado, y, con ello,
cer o displacer, como efecto, con alguna representación (una contiene una mera forma de conformidad a fm subjetiva de
sensación o un concepto), como su causa, es absolutamente una representación en un juicio estético. Este placer tampoco
imposible; pues ésta sería una relación causaJª1 que (entre es en modo alguno práctico, ni como el placer que proviene
objetos de la experiencia) puede ser conocida sólo y siempre del fundamento patológico del agrado ni como el que 'provie-
36 a l posteriori y por medio de la experiencia misma. Cierto es ne del fundamento intelectual del bien representado. No obs-
que en la Critica de la razón práctica efectivamente deriva- tante, tiene en sí una causalidad, a saber, aquella dirigida a
mos a priori el sentimiento del respeto (como una particular conservar sin propósito ulterior el estado de la representación

148
149
misma Yla actividad de las facultades de conocimiento. Nos fundamento de determinación sólo la conformidad a fin de
quedamos83 en la contemplación de lo bello. porque esta con· lo forma, es un j uicio puro de gusto.
templación se refuerza y reproduce a si misma: lo cual es ami·
logo a aquella demora (aunque no idéntica a ella) [que ocurre 1
cuan~o un atractivo en la representación del objeto despierta ) § I4. Esclarecimiento mediante ejemplos 39
repetidamente la atencióil, al tiempo que el ánimo se man -
tiene pasivo. · Los juicios estéticos pueden ser divididos, tal como los teó-
ricos (lógicos), en empíricos y 1 puros. Los primeros son los 39
que, respecto de un objeto o del modo de representarlo,
§ 13. El juicio puro de gusto es independiente enuncian agrado o desagrado; los otros, los que [a ese res-
de atractivo y emoción pecto] enuncian belleza; aquéllos son juicios de los sentidos
(juicios estéticos materiales), y sólo estos otros (en cuanto
Tod~ i~terés corrompe el juicio del gusto y le quita su im- formales)86 juicios de gusto en propia acepción.
38 parc1ahdad, sobre todo cuando l no hace, como el interés de Un juicio de gusto es, pues, puro, sólo en la medida en
la razón, que la confonnidad a fin an teceda al placer, sino que ninguna complacencia meramente empírica se mezcla
~~e . funda ~ aquélla en éste; lo último ocurre siempre en e l al fundamento de determinación del mismo. Pero esto suce-
38 JUICIO estético acerca de algo en tanto que ello deleite 10 de todas las veces que un atractivo o una emoción tienen par-
duela. Por eso, lo juicios que así son afectados84 no pueden te en el juicio por el cual algo haya de ser declarado bello.
pretender una complacencia universalmente válida o bien Pues bien, otra vez se alzan varias objeciones que ofre-
tanto menos [pueden hacerlo] cuanto más sensaciones ' de la cen el espejismoª7 del atractivo no sólo como un necesario
mencionada especie se hallen entre los fundamentos de de- ingrediente de la belleza, sino [como algo] que bastaria in-
terminación del gusto. El gusto sigue todavía siendo bárbaro cluso por sí solo para ser llamado bello. Un simple color co-
donde sea que requiera de la mezcla de atractivos y emocio- mo el verde del césped, un simple s01údo (a diferencia de la
nes85 con la complacencia y, más aún, haga de éstos la medi- resonancia y del ruido), el de un violú1 acaso, es declarado
da de su aprobación. bello por Jos más, aunque ambos parezcan tener por funda-
No obstante, a menudo se cargan los atractivos no sólo mento no más que la materia de las representaciones, a saber,
ª.la cu~nta de la belleza (que sin embargo deberia concernir únicamente la sensación, y merecerían, por ello, ) ser lla- 40
s1mp.leme?t~ a la forma), como contribución a la compla- mados sólo agradables. Mas a la vez se advertirá que las sen-
~nc_ia estettca general, sino que incluso se los hace pasar en saciones del color, así como el sonido, pueden tenerse a buen
s1 mismos por bellezas y, así, la materia de la complacencia derecho como bellas sólo en la medida en que ambas sean
por s~ fonna; malentendido que como rentos otros que siem- puras; y ello es una determinación que concierne ya a la
pre ~1enen un fondo de verdad, sólo puede ser suprimido a forma y también lo único que de estas representaciones pue-
traves de una esmerada determinación de estos conceptos. de con 1certeza ser comunicado universal mente; en efecto, 40
Un juicio de gusto sobre el cual no tengan influencia no puede admitirse unanimidad en todos los sujetos acerca
alguna el atractivo y la emoción (aunque puedan éstos unir- de la cualidad de las sensaciones mismas, y dificilrnente [ca-
se a la complacencia en lo bello), que posea, pues, como be aceptar] que cada cual juzgue del mismo modo un color

150 151
como más agradable que otros, o el sonido de un instrumen- con indulgencia admitir como extraiios, sólo en la medida que
to musical como más agradable que el de otro. no perturben esa bella forma y cuando el gusto es aún débil
Si con Euler88 se admite que los colores son pulsacio- e inexperto.
nes (pu/sus) del éter que se siguen unas a otras regulam1entc. 1 En la pintura, la escultura, en todas las artes plást1- 42
como los sonidos lo son del aire sacudido por la resonancia y. cas91, en la arquitectura, lajardineria, en tanto que son bellas
lo que es lo principal, que el ánimo no percibe sólo a través urtes, el diseño92 es Jo esencial; en él, el fundamento de toda
del sentido el efecto de aquéllos sobre la vivificación del ór- disposición para el gusto no lo constituye aquello que deleita
gano, sino también a través de la reflexión el juego regular de en la sensación, sino meramente lo que place por su forma.
las impresiones (y con ello Ja forma en el enlace de diversas Los colores que iluminan el trazado93 pertenecen al atractivo;
representaciones) -lo que, sin embargo, pongo muy89 en du- al 1objeto en sí mismo ciertamente lo pueden hacer vívido, 42
da- , entonces color y sonido no serian simples sensaciones, mas no digno de ser rnirado94 y bello; más bien están, en su
sino ya determinaciones formales de Ja unidad de una multi- mayor parte, muy frecuentemente limitados por lo que Ja for-
plicidad de sensaciones, y podrían ser contadas, entonces. ma bella exige, e incluso, allí donde se tolera el atractivo, son
como bellezas también por sí mismas. ennoblecidos por aquélla sola.
Mas lo puro90 de un modo simple de sensación signi- Toda forma de los objetos de los sentimientos (tanto de
41 fica que la uniformidad de ésta no es l perturbada ni inte- los externos como, mediatamente, del interno) es o bienfigu-
rrumpida por ninguna sensación de especie ajena, y que ro95, o bienjuego: en el último caso o es juego de figuras (en
pertenece meramente a Ja forma, puesto que se puede hacer el espacio, la mímica y la danza), o mero juego de las sensa-
abstracción de la cualidad de aquel modo de sensación (si ciones (en el tiempo). Podrá añadirse el arroctivo de los co-
representa un color, y cuál, si un sonido, y cuál). Por ello, to- lores o de los sonidos agradables del instrumento, pero el
dos los colores simples, en cuanto son puros, son tenidos diseño en los primeros y la composición en los últimos cons-
41 por bel.Jos; los mezclados no tienen esta 1ventaja, precisa- tituyen el objeto propio del juicio puro de gusto; y el hecho de
mente porque no siendo simples, no se tiene medida para que la pureza de los colores así como de los sonidos, o tam·
decidir si se los ha de llamar puros o impuros. bién su diversidad y su contraste, parezcan contribuir a Ja be-
En lo que atañe a la beUeza atribuida al objeto a causa llez.a, no quiere tanto decir que estas cosas, por ser en sí
de su forma, la opinión de que puede ser aumentada por el agradables, proporcionen, por decirlo así, un suplemento de Ja
atractivo resulta ser un error vulgar muy perjudicial para el misma especie l a la complacencia en la forma, sino más bien 43
gusto genuino, insobornable y escrupuloso; si bien es cierto que ellas sólo hacen que esta forma sea intuida más exacta-
que, en todo caso, se puede adjuntar atractivos a Ja bellez.a pa- mente, más determinada y completamente, y, además, vuelven
ra interesar aún más al ánimo en Ja representación del objeto, vívida la representación96 a través de su atractivo, al despertar
además de la seca complacencia, y servir asi al elogio del gus- y mantener la atención hacia el objeto. .
to y de su cultura, sobre todo cuando aquél es todavía rudi- Aun lo que se denomina ornamentos (parerga)97, es
mentario y carente de ejercitación,. Mas ellos efectivamente decir, aquello que no pertenece intrínsecamente como parte
dañan al juicio de gusto cuando atraen sobre sí la atención a integrante a la representación total del objeto, sino sólo de
título de fundamentos para juzgar la belleza. Pues tan desacer- modo externo, como 1aditamento, y que aumenta la compla- 43
tado es que contribuyeran a aquello, que más bien se los debe cencia del gusto, lo hace, sin embargo, también sólo por su

151 153
fonna: como los marcos de los cuadros9~. o las vestimentas Jllltcencia inmediata en el objeto, lo que es la .con~ición
de las estatuas, o las columnas en tomo a los edificios sun· esencial del juicio sobre la belleza. Pero una conformidad a
tuosos. Pero si el ornamento no consiste propiamente en la fin objetiva interna, esto es, la perfección, se aproxima ya
bella fonna, si como el marco dorado, ha sido añadido no más al predicado de la belleza y, por eso, ha sido tenida por
más que para recomendar, en virtud de su atractivo, el cml· 111111 y misma cosa con la belleza por 1 renombrados filóso- 45
dro a la aprobación, se denomina entonces adomo99, y daña fos, si bien agregando: cuando se la piensa co11f11sa111e11/e.
a la belleza genuina. En una critica del gusto es de la mayor importancia decidir
La emocióT1, que es una sensación en que el agrado es Ri también la belleza puede efectivamente resolverse en el
provocado sólo mediante un impedimento momentáneo y una concepto de perfección.
consecutiva efusión de fuerza vital, no pertenece en absoluto Para juzgar la conformidad a fin objetiva, requerimos
a la belleza. La sublimidad (con que está ligado el sentimien· Miempre del concepto de un fin, y (si esa conformidad a fin no
to de la emoción) 100 exige una distinta medida del enjuicia- ha de ser externa - utilidad-, sino interna) del concepto de
miento que aquella sobre la cual se funda el gusto; y es asi un fin interno, que contenga el fundamento de la posibilidad
como un juicio puro de gusto no tiene por fundamento de de- Interna del 1 objeto. Ahora bien: puesto que el fin en general 45
terminación ni un atractivo ni una emoción, en una palabra, es aquello cuyo concepto puede ser considerado como el fün-
ninguna sensación, como materia del juicio estético. damento de posibilidad del objeto mismo, para representarse
la conformidad a fm objetiva de una cosa habrá da ser previo
el concepto de ésta, de qué cosa ella deba ser; y la concordan-
44 l § l 5. El juicio de gusto es completamente i11depe11dieme cia de lo múltiple en ella con este concepto (que da la regla
del concepto de perfección del enlazamiento de esa multiplicidad) es la perfección l1Wli-
tativa de una cosa. Totalmente distinta de ésta es la perfección
La conformidad a fin objetiva puede ser conocida sólo por cuantitativa, en cuanto integridad102 de cada cosa en su espe-
medio de la referencia de lo múltiple a un fin determinado y, cie, y es un simple concepto de magnitud (el de la totalidad),
por tanto, únicamente a través de un concepto. De aquí ya re- en donde lo que la cosa deba ser es pensado ya de antemano
sulta claro que lo bello, cuyo enjuiciamiento se funda sobre como algo determinado y sólo se inquiere si todo lo que para
una conformidad a fin meramente fonnal, es decir, una con- ello es requerible está presente en la cosa. Lo formal en la re-
44 formidad a fin sin fin, es completamente independiente 1de presentación de una cosa, esto es, la concordancia de lo múlti-
la representación de lo bueno, porque esto último supone una ple con algo uno (indetern1inado, lo que) sea esto), no da a 46
c.onformidad a fin objetiva, es decir, la referencia del objeto conocer por sí mismo ninguna conformidad a fin objetiva;
a un fin determinado. porque haciéndose absttacción de esta unidad como fin (qué
La conformidad a fin objetiva es o bien la externa, es- deba ser la cosa), no queda en el ánimo del que contempla103
to es, la utilidad, o bien la interna, es decir, la pe((ección del nada más que la co11formidad a fin subjetiva de las repre-
objeto. Que la complacencia en un objeto, debido a la cual sentaciones, la cual, si bien indica una cierta confonn.idad a
lo llamamos bello, no pueda descansar en la representación fin del estado representacional en el sujeto, y en este estado
de su utilidad queda suficientemente claro a partir de ambos una comodidad del sujeto para aprehender una forma dada
capítulos precedentes 101 : porque entonces no sería una com- en la imaginación, no indica la perfección de algún objeto,

154 155
46 que no es pensado aquí a través del concepto de un fin. SL l cio también se denomina estético, precisamente porque su
por ejemplo, hallo en el bosque un prado a cuyo derredor hay l\indamento de determinación no es un concepto, sino el sen-
1
1 árboles en círculo y no me represento un fin suyo, acaso el timiento (del sentido interno) de ese acuerdo en el juego de
de un baile campesino, la mera forma no me entregará el me- las fuerzas del ánimo, en tanto que éstas son solamente l sen- 48
nor concepto de perfección. Pero representarme una confor- tidas. Por el contrario, si se quisiera llamar estéticos a con-
midad a fin objetiva sin fin, es decir, la mera forma de una ceptos confusos y al juicio objetivo que se funda en ellos, se
perfección (sin materia alguna ni concepto de aquello con lo tendría un entendimíento que juzgara sensiblemente o un sen-
cual haya concordancia, aunque no más fuese la idea de un~ tido que representara sus objetos por conceptos, cosas ambas
legalidad en generaJl 04 ), es una verdadera contradicción. que son contradictorias106 • La facultad de los conceptos, sean
Ahora bien, el juicio de gusto es un juicio estético, esto éstos confusos o distintos, es el entendimiento; y aunque al
es, un juicio que descansa sobre fundamentos subjetivos y juicio de gusto, en cuanto juicio estético, pertenece también
cuyo fundamento de determinación no puede ser un concep- (como [pasa en] todos Jos juicios) el entendimiento, no le per-
to y, por consiguiente, tampoco el de un fin determinado. A tenece, sin embargo, como facultad de conocimiento de un
través de la belleza, como formal conformidad a fin subjetivo. objeto, sino de determinación de éste107 y de su representa-
47 no. se piensa, entonces, de ningún modo una perfección l del ción (sin concepto), según Ja relación de ésta con el 1sujeto y 48
objeto, como conformidad a fin pretendidamente formal y, su sentimiento interno y, por cierto, en la medida que este jui-
sin embargo, objetiva; y seria nula la diferencia entre los con- cio es posible de acuerdo a una regla universal.
ceptos de lo bello y lo bueno, si ambos fuesen diferentes
según la forma lógica, siendo el primero simplemente un con-
cepto confuso, y el segundo, uno distinto, de la perfección, § 16. El juicio de gusto, por el que un objeto es declarado
pero una misma cosa ambos en cuanto a contenido y origen. beUo bajo la condición de un concepto determinado,
porque no habría entre ellos, entonces, una diferencia especí- no es puro
fica, sino que un juicio de gusto sería un juicio de conoci-
miento del núsmo modo que el juicio por el cual algo es Hay dos especies de belleza: la belleza libre (pulchrih1do va-
47 declarado bueno; parecido a como el hombre común, 1 cuan- ga) o la belleza meramente adherente (pulchritudo adherens).
do dice que el engaño es injusto, funda su juicio sobre princi- La primera no presupone concepto alguno acerca de lo que
pios confusos, y el filósofo sobre principios distintos, pero deba ser el objeto; la segunda presupone un tal concepto y,
ambos, en el fondo, sobre principios racionales idénticos. Pe- según él, la perfección del objeto. Las primeras108 se denonú-
ro ya he mencionado que el juicio estético es único en su es- º
nan bellezas (por sí existentes)1 9 de ésta l o aquella cosa; la 49
pecie, que no da en absoluto un conocinúento (ni siquiera otra, en cuanto dependiente de un concepto (belleza condi-
confuso) del objeto; esto último ocurre sólo a través de un jui- cionada), le es atribuida a objetos que están bajo el concepto
cio lógico, mientras que, por eJ contrario, aquél refiere la re- de un fin particular.
presentación por la cual es dado uri objeto únicamente al Las flores son bellezas libres de la naturaleza. Qué
sujeto, sin que se haga advertir ninguna cualidad del objeto, cosa deba ser una flor difícilmente lo sabe alguien además
sino sólo la forma conforme a fin ·en Ja determinación ios de del botánico, y aun éste, que reconoce en ella el órgano de
las fuerzas representacionales que se ocupan de aquél. El jui- fecundación de Ja planta, no tiene en consideración este fin

156 157
natural cuando juzga acerca de ella a través del gusto. Así. gos, como hacen los neozelandeses con su tatuaje, con que
en el fündamento de este juicio no se pone perfección de no se tratase de un hombre; y éste podría tener rasgos mu-
ninguna especie, ninguna conformidad a fin interna con la cho más finos y un más dulce y placiente perfil, si no tuvie-
que se relacionara la composición de lo múltiple. Muchas ra que representar a un varón o incluso a un guerrero.
aves (el papagayo, el colibrí, el ave del pamlso), una mult i- l Ahora bien: la complacencia por lo múltiple en una 51
tud de crustáceos del mar son, por sí, bellezas, que no con- cosa, en relación con un fin interno que determina su posi-
vienen a ningún objeto determinado por conceptos con vista~ bilidad, es una complacencia fündada en un concepto; la
a un fin, sino que placen libremente y por si mismos. Así. complacencia en Ja belleza, en cambio, es una que no supo-
los dibujos á la grecque, las foUajerías de los marcos o de ne concepto alguno, sino que está inmediatamente vincula-
los papeles de tapizar no significan nada en sí mismos: nada da a Ja representación a través de la cual el objeto es dado (y
representan, ningún objete bajo un concepto determinado, y no a aquella por la cual es pensado). Si, entonces, en vista
son bellezas libres. Lo que en la música se denomina fanta- de este último [el objeto] se hace depender el juicio de gusto
sías (sin tema) y aun toda la música sin texto puede ser su- del fin [contenido] en el [concepto], como un juicio de ra-
mado a esta misma especie. zón, y resulta así constreñido, no es ya más un juicio de gus-
En el enjuiciamiento de una belleza libre (según la me· to, libre y pu'ro.
ra forma), el juicio de un gusto es puro. No se supone el con- 1 Cierto es que a través de esta vinculación de la com- 51
cepto de algún fin para el cual deba servirle lo múltiple al placencia estética con la intelectual, el gusto gana en cuanto
50 objeto dado y 1 que éste debiera, por tanto, representar; a tra· es fijado y [aunque] sin duda no es universal, sin embargo
vés de ese concepto de fin sólo podría ser restringida la li- pueden serle prescritas reglas con respecto a ciertos objetos
bertad de la imaginación, que, por decirlo así, juega en la determinados en conformidad a fin. Pero éstas tampoco son
contemplación de la figur<1. entonces reglas del gusto, sino simplemente del acuerdo del
Pero la belleza de un hombre (y en esta especie la de gusto con la razón, esto es, de lo bello con lo bueno, a través
un varón, una mujer o un niño), la belleza de un caballo, de un de las cuales vuélvese aquél [lo bello] utilizable como instru-
edificio (iglesia, palacio, arsenal o quinta) supone un concep- mento de la intención con vistas a éste [lo bueno], para poner
to del fin que determina lo que la cosa debe ser, y en conse- ese temple del ánimo, que se conserva a sí mismo y es de va-
cuencia, un concepto de su perfección, y es entonces sólo una lidez universal subjetiva, como apoyo de ese modo de pensar
belleza adherente. Ahora bien: asi como la vinculación de lo que sólo puede ser mantenido por una esforzada resolución,
agradable (de la sensación) con la belleza, que concierne pro- pero es válido universalmente de manera objetiva. Propia-
50 piamente sólo a la fonna, estorbaba la pureza 1 del juicio de mente hablando, empero, no gana la perfección por la belle-
gusto, así la vinculación de lo bueno (a saber, de aquello para za, 1 ni la belleza por la perfección; sino que, al comparar a 52
lo cual lo múltiple le es bueno a la cosa misma, según su fin) través de un concepto la representación por la cua.I un objeto
con la belleza, impide también la pureza de aquél. es dado con el objeto (en vista de lo que éste deba ser), y no
Muchas cosas que placerían inmediatamente en la in- poderse por eso evitar el mantener unida a la vez esa repre-
tuición podrían serle añadidas a un edificio, con que no tu- sentación con la sensación en el sujeto, es la entero facultad
viese que ser una iglesia; podríase embellecer una figura con de la fuerza representacional la que gana cuando ambos esta-
arabescos de toda especie, y con suaves, pero regulares ms- dos del ánimo concuerdan.

158 159
Puro sería un j uicio de gusto respecto de un objeto [do- Oc.ahí que se considere a algunos productos del gusto
tado] de fin interno determinado solamente cuando el que como ejemplares 11 1; no como sí el gusto pudiera ser adqui-
juzga no tuviese concepto alguno de ese fin, o bien hicie~c rido imitando a otros, pues el gusto debe ser una facultad
52 abstracción de él 1en su juicio. Mas entonces, él, aun si hu- propia de uno mismo 112; sin embargo, el que l imita un mo- 54
biese emitido un correcto juicio de gusto de juzgar el objelo delo11 3 muestra habilidad, sin duda; pero sólo muestra gusto
como belleza libre, seria, sin embargo, censurado el otro que en la medida en que pueda él mismo juzgar a ese modelo (*).
sólo considera la belleza del objeto como una cualidad adhe- De ahi se sigue, empero, que el más alto modelo, arqueti-
rente (mirando al fin del objeto), e inculpado de tener mal po114 del gusto, sea una mera idea que cada cual debe pro-
gusto 110, si bien ambos juzgan reciamente, cada uno asumo- ducir' 15 en sí mismo y según la cual debe él juzgar todo lo
do: uno, según lo que tiene ante los sentidos; el otro, según que sea objeto del 1gusto, todo lo que sea ejemplo116 del en- 54
lo que tiene en el pensamiento. A través de esta distinción se juiciamiento mediante gusto, e incluso el gusto de cada cual.
podrá apartar varias disputas sobre belleza entre los jueces Idea significa propiamente un concepto de la razón, e ideal
del gusto, al mostrarles que uno de ellos se atiene a la belle- la representación de w1 ser singular en cuanto es adecuado a
za libre y el otro a la adherente; que el primero emite un jui- una idea117• Por eso, aquel arquetipo del gusto, que por cier-
cio de gusto puro y el segundo uno aplicado. to reposa en la indeterminada idea de la razón de un máxi-
mum, pero que no puede ser representado por conceptos,
sino sólo en una presentación118 singular, puede ser mejor
53 ) § 17. Del ideal de la belleza llamado el ideal de lo bello, que nosotros, aunque no este-
mos en directa posesión del mismo, tendemos' 19 a producir
No puede haber ninguna regla objetiva que determine por en nosotros mismos. Será, no obstante, no más que un ideal
concepto lo que fuera bello. Pues todo juicio a partir de esta de la imaginación, precisamente porque no descansa en con-
fuente es estético, es decir, su fundamento de determinación ceptos, sino ) en la presentación; y la facultad de la presen- 55
es el sentimiento del sujeto y no un concepto del objeto. Bus- taci.ó n es la imaginación.- ¿Cómo llegamos a un tal ideal
car un principio del gusto que diese el criterio universal de lo de la belleza? ¿A priori o empíricamente? O lo que es lo
bello por medio de conceptos determinados es un esfuerzo mismo: ¿qué especie de lo bello es susceptible de ideal?
infructuoso, porque lo que así se busca es imposible y en sí Bueno será advertir primeramente que la belleza, a la
contradictorio. La comunicabilidad universal de la sensación cual ha de buscársele un ideal, no debe ser una belleza vaga,
53 (del agrado o 1 desagrado), y ciertamente una tal que tiene lu- sino una fijada por medio de un concepto de conformidad
gar sin concepto, la unanimidad, la mayor posible, de todas a fin objetiva y que, por consecuencia, no debe pertenecer
las épocas y pueblos en vista de este sentimiento en la repre-
sentación de ciertos objetos, es el criterio empírico, bien que ' Los modelos del gusto que conciernen a lllS artes de Ja palabra tienen
que estar acuilados en urui lengua muena y docta: Jo primero, para no
débil y apenas suficiente para la conjetura, de la derivación de tener que sufrir las modificaciones que aquejan de manera inevitable a
un gusto, garantizado as! mediante ejemplos, a partir del fun- las vivas, de modo que expresiones nobles se vuelven llanas, otras, habi-
damento, profundamente oculto y común a todos los hombres, tuales. se vuelven anticuadas. y las nuevas son puestas en una circula·
de la unanimidad en el enjuiciamiento de las formas bajo las cíón que es poco duradera; lo segundo, para que tenga una gramática
que no csl6 sometida al cambio caprichoso de Ja moda, sino que ~
cuales son dados los objetos. su propia regla invariable.

160 161
al objeto de un juicio de gusto completamente puro, sino al de sólo la especie en su totalidad, pero no un individuo aislado, se
uno en parte intelectualizado. Es decir, en cualquier especie de ndecua, reside sólo en la idea de los que juzgan que, sin embar-
principios del juicio que deba tener lugar un ideal, debe haber go, puede ser presentada completamente i11 concreto, con sus
alll en el fundamento alguna idea de la razón según conceptos pro¡)orciones, como idea estética123 en una imagen modelo 124.
55 determinados, que determina a priori el fin 1 sobre el cual des- Para hacer en alguna medida 1concebible cómo acontezca esto 57
canse la posibilidad interna del objeto. No es pensable un ideal (pues, ¿quién puede sonsacarle a la naturaleza enteramente su
de flores bellas, de un bello amoblado, de una vista bella. Pero secreto?), vamos a intentar una explicación psicológica.
tampoco se puede representar el ideal de una belleza depen- Es de advertir que la imaginación puede evocar ocasio-
diente de fines determinados, por ejemplo, el de una bel la nalmente, de un modo que nos es enteramente inconcebible,
mansión, de un bello árbol, de un jardín bello, etcétera, presu- no sólo los signos para conceptos, aun de hace largo tiempo,
miblemente porque los fines no están suficientemente deter- sino también reproducir la imagen y la figura del objeto de
minados y fijados por su concepto y, en consecuencia, la entre un indecible número de objetos de diferentes especies,
conformidad a fin es casi tan libre como la belleza vaga. Sólo o también de una y la misma especie; y que también, cuando
aquello que tiene la finalidad de su existencia en sí mismo, el el ánimo se propone establecer comparaciones, puede aquélla
hombre, que por la razón puede determinarse sus fines a sí -según toda conjet:Í.lra de modo efectivo, aunque no lo sufi-
mismo o, donde tiene que tomarlos de la percepción externa, ciente como para ser consciente de ello- dejar caer, por asi
56 würlos sin embargo a fines esenciales 1y universales, y juzgar decir, una imagen sobre otra y obtener w1 término medio por
entonces también estéticamente la concordancia con ellos; es- la congruencia 1de muchas de la misma especie, que sirva co- 57
te hombre, pues, entre todos los objetos del mundo, es el único mo medida común para todas. Alguien ha visto un millar de
capaz de un ideal de belleza, así como la humanidad en super- varones adultos. Si quiere juzgar el tamaño normal, estimable
sona, en cuanto inteligencia, lo es del ideal de la perfeccíó11. por vía de comparación, deja la imaginación caer (en mi opi-
A esto pertenecen, sin embargo, dos partes: prímerame11- nión) una gran cantidad de imágenes (acaso todo ese millar)
te. la ídea norma/120 estética, que es una intuición singular (de unas sobre otras; y, si me es permitido aplicar aquí la analo-
la ima!?inación)
o
que representa el patrón del enjuiciamiento del . gía de la presentación óptica, en el espacio en que se aúnan
hombre como una cosa perteneciente a una particular especie las más, y dentro del contorno donde está el lugar iluminado
animal; en segundo lugar, la idea de la rozó11 121 , que hace de los con el color más fuertemente aplicado, se hace reconocible el
fines de la humanidad, en la medida que no pueden ser repre- tamaño medio, que está igualmente alejado, en altura y an-
sentadas sensiblemente, principios del enjuiciamiento de una cho, de los límites l extremos de las más grandes y más pe- 58
56 figura, a través de la cual, en cuanto efecto 1 de aquéllos en el queñas estaturas; y ésta es Ja estatura de un bello varón.
fenómeno, ellos mismos se manifiestan. La idea nonnal debe (Exactamente lo mismo podría obtenerse mecánicamente,
tomar de la expc1iencia sus elementos para la figura de un ani- midiendo el millar, sumando alturas y anchos - y grosores-
mal de especie particular, mas la mayor conformidad a fin en separadamente y dividiendo por mil la suma. Sólo que la ima-
la construcción de la figura que fuese idónea para ser patrón122 ginación hace precisamente esto por un efecto dinámico, que
universal del enjuiciamiento estético de cada individuo de esta surge de la aprehensión múltiple de tales figuras en el órgano
especie, la imagen que, por decir así, la técnica de la naturale- del sentido interno.) Cuando de manera parecida se busca
7..3 ha puesto intencionadamente como fundamento, a lo cual para este hombre medio la cabeza media, para ésta Ja nariz

162 163
media, etcétera, esta figura está entonces en el fundamento de humana por las razones ya apuntadas. Ahora bien; en ésta el
la idea nonnal del varón, en la tierra en que se establece esta ideal consiste en la expresión de lo ético 129 , sin la cual l el ob- 60
comparación; por eso, un negro debe tener, bajo estas condi- jeto no placeria universalmente ni además de modo positivo
ciones empíricas, una idea nonnal de la belleza de la figura (y no sólo negativamente en una presentación académica). La
58 distinta 1 a la de un blanco; el chino, una distinta a la del eu- expresión visible de ideas éticas que gobiernen interiormente
ropeo. fgual ocurría con el modelo de un caballo o de un perro al hombre sólo puede ser, por cierto, obtenida de la experien-
'I
bello (de cierta raza).- Esta idea normal no está derivada de cia; pero para hacer, por así decir, visible la vinculación de
1; proporciones extraídas de la experiencia en cuanto reglas de- esas ideas con todo aquello que nuestra razón liga al bien
' terminadas; sino que recién de acuerdo con ella se hacen posi- ético -la bondad de alma, la 1 pureza, la fortaleza o Ja sere- 60
bles reglas del enjuiciamiento. Ella es, para todo el género, la nidad, etc. -, en una exteriorización corporal (como efecto de
1 imagen que oscila125 entre todas las intuiciones singulares y lo interior), se requieren ideas puras de razón y .un gran poder
variadamente diferentes de los individuos, que la naturaleza ha de la imaginación unidos en quien quiera juzgarlas y más aún
puesto como arquetipo en esa misma especie, pero que no pare- en quien las quiera presentar. La corrección de un ideal de la
59 ce haber logrado plenamente l en ningún individuo. De ningún belleza como éste se prueba en que no permite a ningún atrac-
modo es el íntegro126 arquetipo de la belleza en este género, tivo sensorial mezclarse a la complacencia en su objeto, y, sin
sino sólo la forma que constituye la indeclinable condición de embargo, nos deja tomar un gran interés en él; lo que prueba,
toda belleza y, por tanto, es sólo la corrección127 en la presen- entonces, que el enjuiciamiento según una medida •30 seme-
tación del género. Ella es la regla, como se denominaba al afa- jante nunca puede ser puramente estético ni el l enjuiciamien- 61
mado Doriforo de Policleto (con ese fin podria usarse también, to según un ideal de la belleza un simple juicio de gusto.
en su género, a la vaca de Mirón). Por eso, no puede contener
tampoco nada específico-característico; pues de otro modo no
sería la idea normal para el género. Su presentación tampoco Definición de lo bello deducida de este tercer momento
place por su belleza, sino sólo porque no contradice ninguna
condición bajo la que una cosa de este género puede ser bella. Belleza es forma de la conformidad a fin de un objeto,
La presentación es meramente académica12ª(*). en la medida en que ésta sea percibida en éste sin representa-
59 !Pero aún se diferencia de la idea normal de lo bello el ción de 11n fin(*). .
ideal de éste, que únicamente puede esperarse de la figura
brc sin falta, no se puede esperar alll nada de lo que se denomina genio,
• Se hallará que un rostro complconmente regular que quisiera el pintor to- en que la naturaleza parece apartarse de las relaciones habituales entre
mar para que Je posara como 1modelo. no dice comímmcntc nada, por- las fuerzas del ánimo para venonja de una sola de és1as.
que no contiene nada canicterislico y expresa, por tanto, más Ja idea de • Conlra esla deilllÍCÍón podria aducirse como objcci6n que hay cosas en las
la especie que lo específico de tma pcrso"1l. La exageración de lo que que se ve una fomta conforme a fm, sin reconocer en ellas un fin; por
pertenece a esta especie de lo caractcristico, es decír, la que viola Ja idea ejemplo, los aperos pélreos •~traídos fi'ccueniemcnle de antiguos túmu-
normal misma (la conformidad a im de la especie}, Uámasc caricaturo. los. provistos con un agujero como para poner alll un mango, que. si bien
También enseña Ja experiencia que esos rostros completamente regulares delatan nítidmneote en su figura una conformidad a fin de la que no se
60 delatan en su interior comúnmenle l sólo un hombre mediocre; presumi- conoce el fin, no por ello son, sin embargo, dcelamdos bellos. Pero el que
blemente (si se puede admitir que la narumleza ex.prese e11 el exterior las se los considere como una obra del or1e basta ya pam tener que confesar 1 61
proporciones de lo interno) porque, si ninguna de las disposiciones del que uno refiere su figura a algún propó.<ito y n un fin determinado. De
ánimo destaca sobre la proporción rc11ucriblc para conformar a un hom- ahí que tampoco haya una complacencia ininedial!l en su contemplación.

164 165
62·61 l 1CuaJto momento § 19. la necesidad subjetiva que atribuimos al juicio
del juicio de gusto, según la modalidad de gusto es condicionada
de la complacencia en el objeto
BI juicio de gusto exige de cada cual asentimiento, y quien
declara a algo bello quiere que cada uno deba dar su aproba-
§ l8. Qué es la modalidad de 1m juicio de gusto ción al objeto allí presente y llamarlo igualmente bello. El de·
ber m en el juicio estético es expresado, aun según todos los 1 63
De cada representación puedo decir que al menos es posible datos requeridos para el enjuiciamiento, únicamente de mane·
que ella (com-0 conocimiento) esté ligada a un placer. De aque- m condicionada. Se aspira 133 al asentimiento de cada uno de
llo que llamo agrodable digo que obra en mí un placer efecti- los otros, porque para ello se tiene un fundamento que es a
vamente. De lo bello. empero, se piensa que tiene una relación todos común; y con su asentimiento se podria contar también
necesaria con la complacencia. Ahora bien, esta necesidad es si sólo se pudiese estar seguro siempre de que l el caso fuese
de singular especie: no una necesidad teórica objetiva, en que correctamente subsumido bajo ese fundamento como regla
se puede conocer a priori que cada cual sentirá 131 esta compla- del asentimiento.
cencia en el objeto que yo he llamado bello; y tampoco una
necesidad práctica, donde esta complacencia es, a través de
conceptos de una voluntad racional pura que sirve de regla a § 20. La condición de lo necesidad a que aspira un juicio
62 seres que actúan libremente, la 1necesaria secuela de una de gusto es fa idea de 1m sentido común
ley objetiva, y que no significa sino que debe actuarse absolu·
tamente (sin ulterior propósito) de uu cierto modo. En cambio, Si los juicios de gusto (al igual que los juicios de conocimien-
como necesidad que es concebida en un juicio estético, sólo to) tuviesen un principio objetivo determinado, quien los
podrá llamársela ejemplar. es decir, [trátase de] la necesidad emitiese de acuerdo a éste pretenderla que su juicio tuviese
63 del asentimiento de todos a un l juicio que es considerado co- necesidad incondicionada. Si carecieran de todo principio, co-
mo ejemplo de una regla universal que no puede ser aducida. mo los del mero gusto de los sentidos, no se llegaría a conce-
Puesto que un juicio estético no es objetivo ni un juicio de co- bir siquiera [que tuviesen] necesidad alguna. Deben tener, por
nocimiento, esta necesidad no puede ser derivada de concep- consiguiente, un principio subjetivo que detenÍline, sólo por
tos determinados y no es por eso apodíctica. Mucho menos sentimiento y no por concepto, y sin embargo, con validez
puede inferírsela a partir de la w1iversalidad de la experiencia universal, lo que plazca o displazca. Pero un tal principio sólo
(de una inexceptuada unanimidad de los j uicios sobre la belle- podría ser considerado como un sentido comrínt:M, que es
za de un cierto objeto). Pues no se trata sólo de que la expe- esencialmente diferente del entendimiento común135, al que
riencia dificilmente pueda aportar suficientes pmebas para hasta ahora se llama también sentido comúu (sensus com·
ello: es que sobre juicios empíricos no puede fundarse un con- munis); este último, en efecto, no juzga según sentimiento,
cepto de la necesidad de estos juicios. sino siempre según conceptos, si bien comúnmente sólo como
principios oscuramente representados.
Por el contrario, un• flor, un tulipáo. por ejemplo, es tenida por bella, por- 1Así, pues, sólo bajo el supuesto de que haya un sentido 64
que cnconttamos en Ja percepción que de ella tenemos una ciena con-
fonnidad a fin. que, así como la juzgamos, no es referidJI • fin alguno. común (por tal no entendemos, empero, un sentido externo,

166 167
65 sino el efecto [que proviene] del libre juego de 1 nuestras f'ucr- dad de un sentimiento supone un sentido común, éste podrá
J ~ cognoscitivas), sólo bajo la suposición, digo, de un tal sen- ser admitido entonces con razón y, ciertamente, sin hacer pie
tido común, puede ser emitido el juicio de gusto. en este caso sobre observaciones psicológicas, sino como la
condición necesaria de la comunicabilidad universal de nues-
º
tro conocimiento, que debe 14 ser supuesta en toda lógica y en
§ 21. De si se puede suponer ron fundamento todo principio de conocimiento que no sea escéptico.
un sentido común

Los coo?cimieotos y juicios, junto a la convicción136 que los § 22. La necesidad del asentimiento universal
acompana, deben poder ser comunicados universalmente. q11e es concebido en 1111 juicio de gusto es una necesidad
P~es de otro modo no les correspondería ninguna concordan- subjetiva, que es representada como objetiva bajo
cia _co_n el Objeto; serían en su conjunto, un simple juego fa suposición de un se111ido común
subjetivo de las fuerzas representacionales, exactamente co-
mo quiere el escepticismo. Mas si los conocimientos han de En todos Jos juicios a través de los que declaramos a algo be-
poder ser comunicados, también entonces el estado del áni- llo, no permitimos a nadie ser de l otra opinión; 1sin embargo, 67-66
~º· es decir, el temple m de las fuerzas de conocimiento con no fundamos nuestro juicio en conceptos, sino sólo en nuestro
vista_s, a un conoc~iento en general, y precisamente esa pro- sentimiento, que ponemos por fundamento, pues, no como un
porc1on qu~ conviene a una representación (por la que nos es sentimiento privado, sino como uno común. Pues bien: este
dado un objeto), a fin de hacer de ello un conocimiento debe sentido común no puede ser fundado a tal efecto en la expe-
poder comunicarse universalmente; sin esta proporciÓn, en riencia, pues él quiere autorizar juicios que contengan un de-
cuanto condición subjetiva del conocer•Js, no podría surgir ber: no dice que cada cual vaya a estar de acuerdo con nuestro
como efecto el conocimiento. Y esto ocurre efectivamente 10- juicio, sino que debe concordar con él. El sentido común, de
da vez que un objeto dado pone en actividad, por medio de los cuyo juicio doy yo aquí mi juicio de gusto como ejemplo, y
sentidos, a la imaginación para la composición de lo múltiple, por lo cual le concedo validez ejempla1; es, por tanto, una mera
Y a Ja vez ésta al entendimiento para la unidad de eso múlti- norma ideal, bajo cuya suposición podriase con derecho con-
65 P!~'39 e~ conceptos. 1Mas este temple de las fuerzas cognos- vertir en regla para todos un juicio que concordara con ella y
c11Jvas nene, según la diversidad de los objetos que son dados [también] la complacencia en un objeto que ese juicio expre-
66 una l pr~po:Ción diversa. Con todo, debe haber una en que es~ se; y es que el principio, aunque es sólo subjetivo y se lo asu-
ta relac1on interna con vistas a la vivificación (de una [fuer- me, empero, como subjetivo-universal (una idea necesaria
~~ por la otra) sea la más propicia para ambas fuerzas del para cada cual), podría, en lo que toca a la unanimidad de dife-
animo con propósito de conocimiento (de objetos dados) en rentes [sujetos] que juzgan, exigir asentimiento universal, al
genera.!, y este temple no puede ser determinado más que por igual que un [principio] objetivo, a condición de que se estu-
el sentnmento (y no según conceptos). Y puesto que este mis- viese seguro de haber hecho una correcta subsw1ción.
mo t~m~Je debe poder ser universalmente comunicado y, por · Esta norma indeterminada de un sentido común es efec-

~I
cons1gu1ente, también el sentimiento del mismo (a propósito tivamente supuesta por nosotros; lo prueba nuestra pretensión
de una representación dada), y que la universal comunicabili- de emitir juicios de gusto. Pero, ¿hay de hecho un tal sentido

168 169
común como principio constitutivo de la posibilidad de la ex- 1lprehe11sión 146 de un objeto dudo de los sentidos, a una deter-
periencia, o es que un principio de la razón aún más alto nos minada fomm de este objeto, y carece en ese alcance de un
68-61 impone sólo como 11 principio regulativo el producir en noso- libre juego (como [el que tiene] en la poesía), de todos modos
tros ante todo un sentido común con vistas a fines más eleva- puede concebirse que el objeto le puede proporcionar una tal
dos? ¿Es, entonces, el gusto una facultad originaria y natural forma que contenga una composición de lo múltiple como la
o sólo la idea de una por adquirir aún y artificial1", de modo que proyectaría147 la imaginación si fuese dejada a su libertad,
que un juicio de gusto, con su presunción de un asentimiento en acuerdo con la c011fonnidad a ley del entendimiento en ge-
universal, sería de hecho sólo una exigencia de Ja razón de neral. Sólo que se contradictorio que la imaginación sea libre
producir una semejante unanimidad del modo de sentir14 2, y y, no obstante, por sí misma ccnfonne a ley, es decir, que con-
el deber, es decir, la necesidad objetiva de la confluencia del lleve una autonomía. Únicamente el entendimiento da la ley.
sentimiento de todos con el sentimiento particular de cada Pero cuando la imaginación es forzada a proceder según una
uno, significaría sólo la posibilidad de llegar a ser concordes ley determinada, lo que el producto deba ser, en su forma, es
· en ello, y el juicio de gusto no ofrecería más que un ejemplo determinado por conceptos; mas entonces la complacencia,
de aplicación de este principio? Ello no queremos ni podemos como.se mostró arriba, no concierne ya a lo bello, sino a lo
investigarlo aquí todavía, sino que sólo nos proponemos aho- bueno (de la perfección y, en todo caso, meramente de la per-
ra resolver la facultad del gusto en sus elementos y unificar fección formal), y el juicio no es un juicio mediante gusto.
éstos, por último, en la idea de un sentido común. Por lo tanto, únicamente una conformidad a ley sin ley y un
acuerdo subjetivo de la imaginación con el entendimiento, sin
Definición de lo bello deducida del cuarto momento acuerdo objetivo, cuando la representación es referida a un
concepto determinado de un objeto, podrán ser compatibles
Belfo es lo que es conocido 143 sin concepto como obje- con la libre conformidad a ley del entendimiento (que también
to de una complacencia necesaria. fue denominada conformidad a fm sin fin) y con la peculiari-
dad de un juicio de gusto.
11 Ahora bien, las figuras geométricas regulares, un círcu- 70-69
Observación general sobre la primera sección lo un cuadrado, un cubo, etcétera, son comúnmente aducidas
de la analítica 144 ~r críticos del gusto como los ejemplos más simples e indub~­
tables de la belleza; y sin embargo se las llama regulares preci-
A1 extraer el resultado de los análisis precedentes, se encuentra samente porque no se las puede representar sino de manera que
que todo desemboca en el concepto del gusto; que éste es una se las considere como simples presentaciones de un ooncepto
69-68 facultad para jU2gar l 1un objeto en refereocia a la libre con- detecminado, que le prescribe a esa figura la regla (la única se-
.fbrmidad a la ley de la imaginación. Pues bien, si en el juicio 'gún la cual ella es posible). Una cosa de ambas debe.ser, por
de gusto se debe considerar a la imaginación en su libertad, se tanto, errónea: o bien aquel juicio de los críticos, que le atribu-
le supondrá, primeramente, no reproductiva, como si estu- ye belleza a figuras peosadas, o bien el nuestro, que halla nece-
viese sometida a las leyes de la asociación, sino productiva y saria.para la belleza una conformidad a fin sin concepto.
activa por sí misma145 (como autora de formas arbitrarias de Nadie va a aceptar fácilmente que se necesita ser hom-
intuiciones posibles); y si bien ciertamente está ligada, en la bre de gusto para hallar más complacencia en una figura

170 171
circular que un contorno garabateado, más en un cuadrilálcru ucompaña al conccplo del fin y pertenece también al cono-
de lados y ángulo iguales que en uno oblicuo de lados desigua- cimiento. Pero ahí donde sólo se trata de mantener un libre
les y, por asi decir, deforme; pues para ello es pertinente sólo juego de las fuerzas representacionales (aunque bajo la con-
el común entendimiento y para nada el gusto. Donde quien1 dición de que el entendimiento no sufra impedimento algu-
que se perciba un propósito, por ejemplo, de jui:gar el tamaño no), en jardines de recreo, decoración de recámaras, en toda
de un lugar o hacer aprehensible 148 en una división la relación de suerte de muebles de buen gusto y cosas semejantes, una re-
las partes entre sí y con el todo, se necesitan figuras regu.Jarcs gularidad que se anuncie compulsiva se evitará en la medi-
y, desde luego, las de Ja especie más simple; y Ja complacen- da de lo posible; de ahi que el gusto inglés en los jardines,
cia no descansa inmediatamente en Ja visión de la figura, el gusto barroco en los amoblados, prefieran impulsar la li-
sino en Ja utilidad de ésta para cualquier propósito posible. bertad de la imaginación hasta rayar en lo grotesco y en este
Displace una pieza cuyos muros hagan ángulos oblicuos, un apa.rtamiento de toda compulsión de la regla cifren precisa-
jardín de parecido aspecto e incluso toda violación de Ja sime- mente l el caso en que el gusto puede mostrar su perfección 72
tria tanto en la figura de los animales (el ser tuertos, por ejem- máxima en proyectos de la imaginación.
plo) así como de los edificios o de Jos macizos florales, porque J Todo lo rígido-regular (que se aproxima a la regulari- 71
es contrario a fin 149, no sólo prácticamente con vistas a un uso dad matemática) conlleva en sí algo contrario a gusto151 : es
determinado de estas cosas, sino también para el enjuicia- que·no brinda 11i11gún entretenimiento prolongado con su con-
71 miento desde todo punto de vista posible; y no es l éste el ca- templación, sino que aburre, en la medida en que no tenga ex-
70 so del juicio de gusto, que cuando es puro, J inmediatamente presamente por propósito el conocimiento o un fin práctico
enlaza complacencia o displaeencia, sin consideración del uso determinado. Opuestamente, aquello con lo cual la imagina-
o de un fin, a Ja mera co11templacló11 del objeto. ción puede juzgar sin haberlo buscado y en conformidad a fin
La regularidad que conduce al concepto de un objeto es nos es siempre nuevo sin que nos hastiemos de su visión. En
sin duda Ja condición indispensable (coruiitio sine qua 11om) su descripción de Sumatra, observa Marsden 152 que las belle-
para aprehender al objeto en una representación única y deter- zas libres de la naturaleza circundan allí por doquier al espec-
minar Jo múltiple en Ja forma de éste. Esta delerminación es tador y dejan de tener, por eso, mayor encanto para éste; y que,
un fin desde el punto de vista del conocimiento; y en referen- por el contrario, tuvo mucho atractivo para él toparse en medio
cia a éste también está ligada siempre con complacencia (que de un bosque con un campo de pimienta, donde los rodrigones
acompaña a la realización de todo propósito, aunque sea sim- por los que trepa esta planta forman entre ellos avenidas para-
plemente problemático). Pero entonces se trata sólo de la apro- lelas; de ahí concluye que la belleza salvaje, desprovista de re-
bación que damos a la solución que satisface un problema y no gla isJ en apariencia, sólo le place como variación al que se ha
de un entretenimiento libre e indeterminadamente conforme a hartado de ver la belleza regular. Sin embargo, podría él hacer
fin de las fuerzas del ánimo con lo que llamamos bello, y la prueba de permanecer w1 día en su campo de pimienta, para
donde el entendimiento está al servicio de la imaginación y no darse cuenta de que cuando el entendimiento se ha puesto, en
ésta al ~ervicio de aquél. virtud de la regularidad, en el temple favorable al orden que él
En una cosa que sólo es posible por un propósito 150, exige por doquier, no Je entretiene más el objeto, sino que,
un edificio, un animal incluso, la regularidad que consiste antes bien, le impone una molesta compulsión a la imagi-
en la simetria debe expresar la uni dad de la intuición que nación; en tanto que, al contrario, aquella naturaleza, pródiga

172 173
en variedades hasta la exuberancia, que no está somerida :i xión: por consiguiente, la complacencia no depende de una
compulsión alguna de reglas artificiales, puede darle cons- sensación, como la de lo agradable, ni de un concepto deter-
tante alimento a su gusto.- Aun el canto de las aves, que nn minado, como la complacencia en lo bueno; con todo, se la
podemos sujetar a ninguna regla musical, parece contener refiere a conceptos, aunque sea indetenninado a cuáles, y,
más libertad y, por eso, más para el gusto que un canto hwna- por tanto, cita está ligada a la mera presentación o a su fa.
no que 1 es llevado según todas las reglas del arte musical, .cultad, a trnvés de lo cual Ja facultad de la presentación o
porque se hastía uno mucho antes de este último, cuando es imaginación es considerada, a propósito de una intuición da-
72 repetido 1 a menudo y por largo tiempo. Sólo presumiblemen- da, en acuerdo con la facultad de los conceptos del enten-
te confundimos aquí nuestra simpatía por la graciosa alegria dimiento de la razón, para beneficio de ésta. De ahí que
de un pequeño y querido animalito con la belleza de su canto. ambos juicios sean singulares y, sin embargo, juicios que se
que cuando es imitado con toda exactitud por el hombre (co- pronuncian como universalmente válidos en vista de cada su-
mo ocurre a veces con las notas del ruiseñor), nos parece a jeto, si bien sólo apelan al sentimiento de placer y no a un
nuestro oído enteramente insípido. conocimiento del objeto.
Resta aún por distinguir objetos bellos de bellos aspec- 11 Pero hay también importantes diferencias entre am- 75-74
tos154 de los objetos (que, a causa de la lejanía, a menudo ya bos que saltan a Ja vista. Lo bello de la naturaleza1atañe a la
no pueden ser reconocidos nítidamente). En los últimos pare- forma del objeto, que consiste en la limi1ación2 ; lo sublime,
ce el gusto residir menos en lo que la imaginación aprehende por el contrario, también se bailará en un objeto desprovisto
en este campo, que en aquello para lo cual ésta halla ocasión. de forma, en la medida que es representada la ilimitación~ en
por tal medio, de poetizar155 ; es decir, en las fantasías propia- él o bien a causa de él, añadiéndosele, empero, el pensamien-
mente dichas con que se entretiene el ánimo al ser continua- to de su totalidad; de manera que lo bello parece ser tomado
1 mente excitado por la variedad con que los ojos topan; ocurre por la presentación de un concepto indeterminado del enten-
así, por ejemplo, en la visión de las figuras cambiantes del dimiento y lo sublime, en cambio, de un parecido concepto
fuego en la chimenea o de los escarceos de un arroyo, que no de la razón. Por lo tanto, allá está enlazada la complacencia
son bellezas, pero tienen un atractivo para la imaginación, a la representación de la cualidad, aquí a la de la cantidad.
porque alimentan su juego libre. También según el modo esta última complacencia es muy
diferente de la primera, pues ésta (lo bello)4 conlleva directa-
mente un sentimiento de promoción de la vida y es aunable,
74-73 l 1LIBRO SEGUNDO por eso, con atractivos y con una imaginación lúdica, y en
ANALITICA DE LO SUBLIME cambio aquélla (el sentimiento de lo sublime)5 es un placer
que sólo surge indirectamente, a saber, de modo tal que es
§ 23. Paso de la .facultad de e1!iuiciamie11to generado por el sentimiento de un momentáneo impedimen-
ele lo bello a la de lo sublime to de las fuerzas vitales y de una tanto mf1s fuerte efusión de
ésas inmediatamente consecutiva; por tanto, no parece ser,
Coinciden lo bello y lo sublime en que ambos placen por sí como emoción, un juego, sino seriedad en el quehacer de la
mismos. Y luego, en que ambos no presuponen un juicio de los imaginación. De ahí que tampoco sea conciliable con atrac-
sentidos ni uno lógico-determinante, sino un juicio de refle- tivos; y desde que el ánimo no es sólo atraido por el objeto,

174 175
sinq alternativamente, una y otra vez repelido también Ja ideas si ha de ser alempcrado por una intuición semejante
76 c~?1placcncia en lo sub! ime contiene l menos un placer ~o­ pum un sentimiento que sea, él mismo, sublime, en la medi-
75 s1tivo que una l.admiración o respeto, esto es, algo que me- da en que el ánimo es atraído para abandonar la sensibilidad
rece ser denommado placer negativo. y ocuparse de ideas que contengan una más elevada confor-
Pero la diferencia interna más importante de lo subli- midad a fin.
me respecto de lo bello es acaso ésta: que cuando, como co- La belleza natural• independiente nos descubre una téc-
rresponde, tomamos ante todo en consideración lo sublime nica de la naturaleza que la hace representable como un siste-
en_ objet~s naturales (lo sublime del arte está, por cierto, ti- ma según leyes, cuyo principio no hallamos en nuestra entera
rrutado siempre a las condiciones de Ja concordancia con Ja facultad del entendimiento, a saber, como el de una confor-
naturaleza), la belleza natural (la independiente6) conlleva en midad a fin que es respectiva9 del uso de la facultad de juzgar
sí?'1ª conformidad a fin en su fonna, a través de Ja cual el en referencia a los fenómenos, de manera que éstos tienen
Objeto parece, por decirlo así, predestinado para nuestra fa. que ser juzgados no sólo como pertenecientes a la naturaleza
cultad de juzg~ y constituye en sí, de ese modo, un objeto de en su mecanismo desprovisto de finalidad, sino también co-
la con_iplac~nc~a; en l~gar de ello, Jo que despierta en noso- mo pertenecientes a la analogía con 10 el arte. Aquélla amplía,
~º~· sm rac1ocmar sunlmente, sólo en la aprehensión, el sen- pues, efectivamente, no nuestro conocimiento de los objetos
timiento de lo sublime, podrá aparecer ciertamente contrario naturales, pero sí nuestro concepto de la naturaleza, a saber,
a fm en su fonna para nuestra facultad de juzgar, no confor- desde el simple mecanismo al concepto11 de aquella misma
me a nuestra facultad de presentación y, por decir así vio- como arte: lo que invita J a hondas indagaciones sobre la po- 77
lentador de la imaginación, aunque sólo para ser j~gado sibilidad de una tal forma Mas en lo que l acostumbrnrnos 78
como algo tanto más sublime. llamar en ella sublime, nada hay que conduzca a principios
Desde aquí se ve de inmediato que nos expresamos de objetivos particulares y a formas de la naturaleza en confor-
una manera absolutamente incorrecta cuando llamamos su- midad con ellos; tanto que, las más de las veces, [la naturale-
blime a cualquier objeto de la naturaleza, si bien podemos za] despierta las ideas de lo sublime más bien por su caos o
1, la~ar bellos muy c~rrectamente a muchos de ésos; pues, por su desorden y devastación más salvajes, cuando sólo se
"como puede ser designado con una expresión aprobatoria puede ver magnitud y poderio 12• De ahí vemos que el concep-
aquello que en si es aprehendido como contrario a fin? No to de lo sublime de la naturaleza no es de lejos tan importan-
p~demos decir sino que el objeto es apto para la presenta- te y rico en consecuencias como el de lo bello en la naturaleza
76 ción de una 1 sublimidad que puede ser hallada en el ánimo· y que no indica absolutamente nada confonne a fin en la na-
77 pues. l lo auténticamente sublime no puede estar contenid~ turaleza misma, sino sólo en el uso posible de sus intuiciones
en mnguna forma sensible, sino que sólo aliñe a ideas de Ja para hacer susceptibie 13 de ser sentida en nosotros mismos
razón; las cuales, si bien no es posible ninguna presentación una conformidad enteramente independiente de la naturaleza.
que les sea conforme son incitadas7 y convocadas al ánimo Para lo bello de la naturaleza debemos buscar un fundamen-
prec~samente por ~sta inconformidad que se deja presentar to fuera de nosotros; para lo sublime, en cambio, sólo en no-
sensiblemente. As1 es como el vasto océano, enfurecido por sotros y en el modo de pensar que introduce sublimidad en la
las tempestades, no puede ser llamado sublime. Su vista es representación de la [naturaleza] observación preliminar muy
atroz; Y se debe haber saturado ya el ánimo con muchas necesaria, que separa completamente las ideas de lo sublime

176 177
de la idea de uoa confonnidad a fin de la na1111r1leza y hace de contemplación, y este movimiento debe ser juzgado, sin em-
la teoría de (lo sublime] un apéndice del enjuiciamiento es- bargo, como conforme a fm subjetivamente (pues lo subli-
tético de la conformidad a fin de la naturaleza, puesto que a me place), él es referido, entonces, por la imaginación a la
través de ella no es representada ninguna fonna particular en facultad de conocimíe11to o bien a la.facultad de desear, mas
ésta, sino sólo es desarrollado un uso conforme a fin que la en ambas referencias la conformidad a fin de la representa-
imaginación hace de su representación. ción dada es juzgada sólo en vista de estas facultades (sin
fin o interés); y entonces la primera, como temple matemá-
tico de la imaginación, la segunda, como temple dinámico
79-78 1 j § 24. De la división de una ínveslígación de la misma le es atribuida al objeto y, por eso, éste es repre-
del sentimienlo de lo sublime sentado como sublime del doble modo mencionado15•

En lo que atañe a la división de los momentos del enjuicia-


miento estético de los objetos en referencia al sentimiento de A. De lo sublime rna,ternático
lo sublime, la analítica podrá proseguir según el mismo prin-
cipio que en la descomposición de los juicios de gusto. Pues
en cuanto juicio de la facultad de juzgar estética reflexionan- § 25. Definición nominal de lo sublime 16
te, tanto la complacencia en lo sublime como en lo bello tie-
ne que ser, según la cantidad, universalmente válida, según la Llamamos sublime a lo que es absolutamerrte gronde11 • Pero
cualidad, sin interés, y según la relación, hacer representable ser grande y ser una magnitud18 son dos conceptos entera-
una conformidad a fin subjetiva, y a ésta, según la modalidad, mente diferentes (111agni1tulo y quantilas). Asimismo, decir sin
como necesaria. En esto, pues, no se apartará el método del más19 (simpliciter) que algo es grande es completamente dis-
empleado en la sección anterior, pero habría que tomar en tinto a decir l 1que es grande abso/ulamente (abso/11/e non 81 -80
cuenta que allá, donde el juicio estético concernía a la forma comparative mag1111111). Lo último es aquello que es grande
del objeto, empezamos por la investigación de la cualidad, y por sobre toda comparación.- Ahora bien: ¿qué quiere decir
que aquí, en cambio, dada la informidad 14 que puede con- la expresión de que algo sea grande o pequeño o mediano'? No
venirle a aquello que llamarnos sublime, empecemos en la es un concepto puro del entendimiento lo que por ella es
cantidad como primer momento del juicio estético sobre lo designado20; menos aún una intuición de los sentidos; y tanto
sublime: la razón de lo cual se ve en el parágrafo precedente. menos un concepto de razón, pues aquella expresión no con-
Pero una división le es necesaria al análisis de lo subli- lleva ningún principio del conocimiento. nene que ser, en-
me, de la que no requería el de lo bello; a saber, la división tonces, un concepto de la facultad de juzgar o derivar de un
en lo sublime matemálico y lo sublime dinámico. tal y tener por fundamento una conformidad a fin subjetiva de
80-79 l 1En efecto, como el sentimiento de lo sublime trae la representación en referencia a la facultad de juzgar. Que al-
consigo, en cuanto carácter suyo, un movimiento del ánimo go sea una magnitud (q11a11tum) se puede conocer por la cosa
ligado al enjuiciamiento del objeto, en lugar de lo cual el misma sin ninguna comparación con otras; a saber, cuando la
gusto por lo bello supone y conserva el ánimo en tranquila pluralidad de lo homogéneo constituye en conjunto algo uno.

178 179
Para saber cuán grande es se requiere en toda ocasión d~ práctico la proporción de una cierta vi rtud o de la libertad
algo distinto, que sea también magnitud, como medida suya. pública y la 1justicia 1en un pais; o en lo teórico la proporción 83-82
Pero como en el enjuiciamiento de la magnitud no es cues- de la exactitud o inexactitud de una observación o medición
tión meramente de pluralidad (número), sino también de la hechas, etcétera.
magnitud de la unidad (de la medida), y la magnitud de ésta Ahora bien, aqul es digno de notar que, aun cuando no
siempre requiere a su vez de algo distinto como medida, con tenemos ningún interés en el objeto, es decir, nos es indife-
lo que pueda ser comparada, vemos asi que toda determina- rente la existencia del mismo, su mera magnitud, aunque él
ción de magnitud de los fenómenos no podría en modo algu- sea considerado como carente de forma, puede comportar
no proporcionar el concepto absoluto de una magnitud, sino una complacencia que sea universalmente comunicable y
en todo caso sólo un concepto comparativo21• contenga, por consiguiente, Ja conciencia de una conformi-
Ahora bien, cuando digo sin más que algo es grande. dad a fin subjetiva en el uso de nuestras facultades de cono-
82 parece que no tengo en mente ninguna 1 comparación, al cimiento; mas no acaso una complacencia en el objeto, como
81 menos con una medida objetiva, porque 1por esa medida no a propósito de lo bello (porque el objeto puede ser carente de
se determina cuán grande sea el objeto. Aun si la medida de forma), donde la facultad de juzgar reflexionante se encuen-
la comparación es meramente subjetiva, no por ello el juicio tra acordada en conformidad a fin con respecto al conoci-
tiene menos pretensión de asentimiento22 universal; los jui- miento general, sino en la ampliación23 de la imaginación en
cios: el hombre es bello, y: el hombre es grande, no se limi- sí misma.
tan simplemente al sujeto que juzga, sino que demandan, al Cuando (bajo la limitación arriba mencionada) decimos
igual que los juicios teóricos, el asentimiento de todos. sin más de un objeto que es grande, no es éste un juicio ma-
Pero dado que en un juicio a través del cual algo es de- temáticamente determinante, sino un mero juicio de reflexión
signado sin más como grande no se quiere decir simplemente sobre la representación de aquel objeto, que es subjetivamente
que el objeto tenga una magnitud, sino que ésta le es atribuida, conforme a fm para un cierto uso de nuestras fuerzas cognos-
a la vez, con preferencia antes que a muchos otros de la misma citivas en la estimación24 de la magnitud; y entonces enlazamos
especie, aunque sin dar cuenta precisa de esta preferencia, en siempre con la representación una especie de respeto, así como
todo caso se pone en el fundamento de ése una medida que se [ligamos] un desprecio con lo que denominamos sin más
supone poder ser admitida como exactamente la misma para pequeño. Por lo demás, el enjuiciamiento de las cosas como
cada cual, aunque, sin embargo, no sea utilizable para un en- grandes o pequeñas va dirigido a todo, inclusive a todas las
juiciamiento lógico (matemáticamente determinado), sino pa- cualidades de ellas; de ahí que llamemos a la belleza misma
ra un enjuiciamiento estético de la magnitud, porque es una grande o pequeña; la razón de lo cual ) 1 ha de buscarse en 84-83
medida meramente subjetiva que está en el fundamento del que, sea lo que fuere lo que podamos, conforme a la pres-
juicio que reflexiona sobre la magnitud. Puede ser, por lo de- cripción de la facultad de juzgar, presentar en la intuición (y,
más, empírico, como acaso el grandor medio de los hombres por tanto, representar estéticamente), ello es en su conjunto
que nos son conocidos, de los animales de cierta especie, los fenómeno y, con eso, también un qua11t11111.
árboles, casas, montañas, etcétera; o una medida dada a prio- Mas cuando llamamos a algo no sólo grande, sino abso-
ri, que por las carencias del sujeto que juzga es limitada a con- lutamente grande, grande en absoluto, grande en todo respec-
diciones subjetivas de la presentación in co11cre10, como en lo to (por sobre toda comparación), es decir, sublime, al punto

1 180 181
se observa que no permitimos buscar para ello ninguna medi- § 26. De tu estimación de mag11i111des de las cos°:1·
da adecuada25 fuera de él, sino solamente en él. Es una mag- nat11rales q11e es requerible para la idea de lo sublime
nitud que es igual sólo a sí misma. De aquí se sigue, pues, que
lo sublime no haya de ser buscado en las cosas de Ja natura - La estimación de magnitudes por conceptos numéricos (o sus
leza, sino únicamente en nuestras ideas; mas en cuáles resida. signos en el álgebra) es m~temática•.pero aqudla [que se ~a.e~]
debe ser reservado para la deducción26• en Ja mera intuición (segun Ja med1c1ón a OJO) es l 1estellc.i.
La explicación anterior puede ser expresada también Ahora es cierto que podemos obtener conceptos determi-
así: sublime es aquello en comparación con lo cual todo /11 nados 'de cuán grande es algo sólo a .través d; .números (en
demás es pequeño. Fácilmente se ve aquí que nada puede ser todo caso, de aproximaciones por senes ~umencas que pro-
gresan al infinito), cuya unidad es!ª medida; y, en_ tal alcan-
dado en la naturaleza, por muy grande que lo juzguemos, que.
ce, toda estimación lógica de magrutud~ es matem~nca. Pero
considerado bajo otra relación, no pueda ser degradada27 has-
como se tiene que asumir como conocido la m~grutud. d~ la
ta lo infinitamente pequeño; y que a la inversa, no haya nada
medida, entonces, si ella debiera ser a su vez es~1mada uruca-
tan pequeño que no pudiera ser ampliado hasta el grandor de mente a través de números __,;uya unidad tendna que s~r otra
un mundo para nuestra imaginación en comparación con me- medida- y, por tanto, matemáticam~nte, nunca podnamos
didas aun más pequeñas. Los telescopios nos han puesto a dis- tener una primera medida o una medida fundamental y, con
posición rico material para hacer la primera observación; los ello, tampoco el concepto determinado de ~na magmtud da-
microscopios, para Ja segunda. Nada, pues, que pueda ser ob- da. Por lo tanto, Ja estimación de la magnitud de la medida
85-84 jeto de los l i sentidos, ha de ser llarnado sublime, considerado fundamental tiene que consistir simplemente en que se la pue-
en este plano. Pero precisamente porque en nuestra imagina- da aprehender de modo inmediato en un~. intuición, Y usarla,
ción reside una tendencia21! a la progresión hacia lo infinito, y mediante imaginación, para la presentac1on de ~nceptos nu-
en nuestra razón, una pretensión de absoluta totalidad como mericos; es decir, que toda est~aci~n de ~agru~~es de los
idea real, esa misma inadecuación29 de nuestra facultad de es- objetos de Ja naturaleza es en última u15tanc1a estetica (o sea,
timación de magnitudes 'de las cosas del mundo sensorial para determinada subjetiva y no objetivamente). . ..
esta idea es lo que despierta el sentimiento de una facultad su- Ahora bien, sin duda que no hay para la est1rnac1on ma-
prasensiblc en nosotros; y es el uso que de modo natural hace temática de magnitudes un máximamente grande (pues
30
'·ª
la facultad de juzgar de ciertos objetos en pro del último (sen- '·ª
capacidad de los números va al infinito); pero para .esti-
timiento) y no, en cambio, el objeto de los sentidos, lo que es mación estética de magnitudes bay, en todo ca~, un max1ma-
absolutamente grande, y ante él, todo otro uso es pequeño. Por mente grande; y digo de éste que, cuando es Juzgado com~
lo tanto, ha de ser llamado sublime el temple del ánimo debi- medida absoluta, por sobre la cual nada más ~~e es P.os1-
do a una cierta representación que da que hacer a la facultad blc subjetivamente (para el sujeto que juzga), 1mphc~ la 1d~a
de jnzgar reflexionante, y no el objeto. de lo sublime y suscita esa emoción que mnguna est1mac1on
Podemos pues, agregar a las fórmulas anteriores de la matemática de las magnitudes por med.io de números 1, pue- &7
definición de lo sublime todavía ésta: sublime es aquello cu- de efectuar (a no ser que esa m~da fundament~l ~stet1ca 1 86
yo solo pensamiento da prueba de 11na fac11ltad del ánimo sea mantenida viva en la imaginación); porque la ultuna pre-
que excede toda medida de los sentidos. senta sólo la magnitud relativa por comparación con otras

182 183
de la misma especie, y la primera, en cambio, la magnitud la imaginación su máximum y, en el afán por ampliarlo,
en absoluto, en la medida que pueda el ánimo captarla31 en vuelve a sumirse en si misma, siendo transportada por ello,
una intuición. sin embargo, a una complacencia emotiva.
. . P~ra coger intuitivamente un quant11m en la irnagina- No voy a exponer nada aún acerca del fundamento de
c1on a fu_i de ~oder usarlo ~ara medición o, como unidad, pa- esta complacencia, que está ligada a una representación de la
ra la est1mac1ón de magnitudes por números, se requieren que menos debiera esperársela, la cual justamente nos hace
dos actos de esta facultad: aprehensión (apprehensio) y com- notar en la estimación de magnitudes la inadecuación y, por
prehensíón32 (comprel1ensio aesthetica). Con la aprehensión consecuencia, la inconformidad a fin subjetiva de la repre-
no hay apuro, pues se puede ir con ella al infinito; pero la sentación para la facultad de juzgar; mas adviértase que, si
comprehensión se hace cada vez más dificil mientras más el juicio estético l debe ser puro (no mezclado con ninguno 89
J 88
avanza 1~ aprehensión, y pronto arriba a su máximum, o sea, teleol6gico 1en cuanto juicio de razón) y ha de darse de él un
a la medida fundamental estéticamente más grande de la esti- ejemplo plenamente ajustado a la critica de la facultad de juz-
mación ~e magnitudes. Pues cuando la aprehensión ha llega- gar estética, se tiene que enseñar lo sublime no en productos
do tan leJOS que las representaciones parciales de la intuición del arte (por ejemplo, edificios, columnas, etc.), donde un fin
de los sentidos primariamente aprehendidas empiezan a ex- humano determina tanto la forma como la magnitud, ni en co-
tinguirse en la imaginación, en tanto que ésta avanza a la sas naturales cuyo concepto conlleve ya un fin determinado
aprehensión de otras más, pierde ella tanto por su parte, co- (por ejemplo, animales de destinación natural conocida), sino
mo, por la otm, gana, y en la comprehensión hay un máxirna- en la naturaleza bruta (y en ésta, aún, sólo en la medida en que
mente grande que ella no puede ya remontar. no conlleve ningún atr.ictivo ni emoción debida a un peligro
De aquí puede apreciarse lo que observa SavaryH en efectivo), meramente en cuanto contiene magnitud. Pues en
sus Cartas de Egipto: que no se debe acercar uno mucho a esta especie de representación no encierra la naturaleza nada
88 las pirámides, como tampoco l estar muy alejado de ellas que fuera portentoso (ni algo espléndido u horrendo); Ja mag-
87 para ser cogido por l la emoción total de su magnitud. Pue~ nitud que es aprehendida puede haber recrecido cuanto se
si es lo último, las partes que son aprehendidas (sus piedras quiera, siempre que pueda ser comprehendida en w1 todo por
superpuestas) son representadas sólo oscuramente y su re-
1 presentación no hace ningún efecto en el juicio estético del
la imaginación. Monstruoso~ 5 es un objeto cuando por su ta-
maño aniquila el fin que constituye a su concepto. En cambio,
sujeto. Y si es lo primero, necesita el ojo algún tiempo para
se denomina colosaP6 a Ja mera presentación de un concepto,
completar la aprehensión desde la base hasta la cima; en es-
que es casi demasiado grande para cualquie~ representación
ta [operación], sin embargo, las primeras se extinguen antes
(que linda con lo relativamente portentoso); es que el fin de la
de que la imaginación haya acogido las últimas, y la com-
presentación de un concepto es dificultado por el hecho de ser
prehensión no es integra jamás.- Exactamente lo mismo
Ja intuición del objeto casi demasiado grande para nuestra fa-
puede bastar para explicar el estupor o esa especie de per-
cultad de aprehensión. - Pero un juicio puro sobre lo sublime
pl~jidad que, como se cuenta, asalta al espectador que por
no debe tener fin alguno del objeto por l fundamento de deter- 90
pnmera vez entra a la iglesia de San Pedro en Roma. En
minación si ha de ser estético y no estar 1 mezclado con algún 89
efecto, hay aquí un sentimiento de inadecuación de su ima-
ginación para presentar la idea34 de un todo; en esto alcanza juicio del entendimiento o de la razón.

18'1 185
Debido a que todo lo que tiene que placer sin interés a la fo al entendimiento si la imaginación elige como unidad una
cultad de juzgar meramente reflexionante tiene que compo1- magnitud que puede captarse de un vistazo, por ejemplo, un
tar en su representación una confom1idad a fin subjetiva y, en pie o una vara, que si escoge una milla alemana o todavía
cuanto tal, universalmente válida, y sin embargo no hay aqui un diámetro terrestre, cuya aprehensión es ciertamente posi-
ninguna confonnidad a fin de la forma del objeto (como e11 ble, aw1que no su comprehensión en una intuición de la ima-
lo bello) en el fundamento del acto de juzgar37, sW"ge la pre- ginación (no a través de la comprehensio aesthetica, si bien
gunta: ¿cuál es esta conformidad a fin subjetiva? ¿Y por qu(· [es] perfectamente [posible) por comprehensio logica en un
medio es prescrita como norma, a objeto de entregar un fu11 - concepto numérico). En ambos casos, la estimación lógica de
damento para la complacencia universalmente válida en la magnitudes avanza sin impedimento al infinito.
mera estimación de magnitudes, y ciertamente en aquella Ahora bien, el ánimo escucha en sí la voz de la razón
que ha sido impulsada aun hasta la inadecuación de nuestr.1 que exige la totalidad y, por tanto, comprehensión en una in-
potencia)8 de la imaginación en la presentación del concepto tuición, para todas las magnitudes dadas, inclusive aquellas
de una magnitud? que si bien jamás pueden ser enteramente aprehendidas, ) 92
La imaginación progresa en la comprehensión39 que es son juzgadas, sin embargo, como enteramente dadas (en la 1 91
requerible para la representación de la magnitud, por sí mis- representación sensible), y que reclama presentación para
ma, sin que nada le sea impeditivo, hacia el infinito; mas el todos los miembros de una serie numérica progresivamente
entendimiento la guía mediante conceptos numéricos, a los creciente, y ni siquiera excluye lo infinito (espacio y tiempo
cuales debe dar el la el esquema; y en este proceder, en cuan· transcurrido) de esta exigencia, sino que hace más bien ine-
to pertenece a la estimación lógica de magnitudes, hay por vitable el pensarlo (en el juicio de la razón común) como da-
cierto algo objetivamente confonne a fin según el concepto do enteramente (según su totalidad).
de un fin (como ocurre con toda medición), pero nada que Pero lo infinito es absolutamente (no sólo comparativa-
para la facultad de juzgar estética fuere conforme a fin y pla- mente) grande. Comparado con él todo lo demás (de la mis-
91 ciente. Tampoco hay en esta conformidad a fin) intencional ma especie de magnitudes) es pequeño. Pero - y es esto lo
90 nada cjue urgiese a impulsar la magnitud 1 de la medida -y, más destacado- el poder siquiera pensarlo como un todo
con ello, de la comprehensión de lo mucho40 en una intui - indica una potencia del ánimo que excede toda medida de los
ción- hasta el límite de la potencia de la imaginación y tan sentidos. En efecto, para ello se requerirla una comprehensión
lejos como pueda alcanzar ésta en [sus] presentaciones. Pues que proporciona ya una medida como unidad, la cual tuviese
en la estimación de magnitudes [que hace] el entendimiento una relación detcnninada, señalable en números, con lo in-
(la aritmética) se llega igualmente lejos si se lleva la com- finito, y el lo es imposible. No obstante, para poder siquiera
prehensión de las unidades hasta el número 10 (en la decádi- pensar el infuúto dado41 sin contradicción se requiere de una
ca) que si sólo hasta 4 (en la tetráctica), y, en cambio, se lleva facultad en el ánimo hwnano que sea ella misma suprasen-
a cabo la ulterior generación de magnitudes en el componer, sible. Pues sólo a través de ella y de su idea de w1 noumenon
o, si el quantum está dado en la intuición, en el aprehender, que por sl no admite intuición alguna, pero que es puesta
de manera meramente progresiva (no comprehensiva) según como substrato en el fundamento de la intuición del mundo42
un principio de progresión adoptado. En esta estimación ma- en cuanto mero fenómeno, llega a ser enteramente compre-
temática de magnitudes se sirve y satisface igualmente bien hendido, en la estimación intelectual pura de magnitudes,

186 187
el infinito del mundo l de los sentidos bajo un concepto, llevar el concepto de naturaleza a un substrato suprasensible
93 aunque en la estimación matemática no 1 pueda nunca scl' (que esté en el fundamento de ésta y, a la vez, de nuestra fa-
92 pensado enteramente a través de conceptos numéricos. Aun cultad de pensar), el cual es grande por sobre toda medida de
una facultad que pueda pensar el infinito de Ja intuición su- los sentidos y, por eso, permite juzgar como sublime, no tan-
pra.sensible como dado (en su substrato ·inteligible) excede to al objeto, cuanto más bien al temple del ánimo en la esti-
toda medida de la sensibilidad y es grande por sobre toda mación de éste. ·
comparación, inclusive con la facultad de la estimación ma- De igual modo, pues, que la facultad de juzgar estética
temática; cierto es que no con propósito teórico, al efecto de la refiere, en el enjuiciamiento de lo bello, la imaginación en su
facultad de conocimiento, pero sí como ampliación del ánimo, libre juego al entendimiento, para concordar en general sub-
que se siente capaz de transgredir las Jindes43 de la sensibi- jetivamente con los conceptos de éste (sin dctenninación de
lidad con propósito distinto (el práctico). ellos), así se relaciona la misma facultad, en el enjuiciamiento
Sublime es.• pues, la naturaleza en aquellos de sus fe- de una cosa como sublime, con la razón, para·concordar sub-
nómenos cuya intuición conlleva la idea de su infinitud. Y jetivamente con sus ideas (indeterminado, cuáles), es de.cir,
esto último no puede ocurrir de otro modo que por la inade- para suscitar) un temple del ánimo que sea confonne y 1com- 95
cuación aun del más grande esfuerzo de nuestra imaginación patible con aquel que provoca.ria el influjo de ideas determi- 94
en la estimación de la magnitud de un objeto. Ahora bien, pa- nadas (prácticas) en el sentimiento.
ra la estimación de magnitudes matemáticas la imaginación A partir de esto se ve también que la verdadera subli-
está a la altura de cualquier objeto, porque los conceptos nu- midad sólo tiene que ser buscada en el ánimo del que juzga,
méricos del entendimiento pueden, por progresión, confor- no en el objeto natural, cuyo enjuiciamiento da ocasión al
mar cada medida a cada una de las magnitudes dadas44• Tiene temple del sujeto.- ¿Quién llamaría, en efecto, sublimes a
que ser, pues, la estimación de magnitudes estética aquélla las informes47 masas montañosas, amontonadas unas sobre
en que se siente e l esfuerzo de comprehensión que transgre- otras en salvaje desorden, con sus pirámides de hielo, o al
de la facultad de la imaginación, para concebir la aprehen- lóbrego mar embravecido, etcétera? Mas el ánimo se siente
94 sión progresiva en un todo de la intuición l y donde al mismo elevado en su propio enjuiciamiento cuando, al abandonar-
tiempo se percibe la inadecuación de esta facultad-ilimita- se, en la contemplación de aquellas cosas, sin consideración
93 da 1 en la progresión- para captar con el mínimo dispendio de su forma, a la imaginación -y a una razón que, si bien
del entendimiento, una medida fundamental apta en la esti- está ligada a ésa sin ningún fin determinado, la amplía sim-
mación de magnitudes y usarla para dicha estimación. Pues plemente- , halla, empero, que todo el poderío de la imagi-
bien: la medida fundamental propiamente tal e inalterable nación es inadecuado a las ideas de ésta.
de la naturaleza es el todo absoluto45 o de ella misma¡ que Ejemplos de lo sublime matemático de la naturaleza
en ella, como fenómeno, es infinitud comprehendida4ó. Mas en la mera intuición nos los proporcionan todos los casos en
como esta medida fundamental es un concepto que se con- que no nos es dado tanto un concepto numérico más grande,
tradice a sí mismo (por causa de la imposibilidad de la tota- cuanto más bien una gran unidad como medida (a efectos de
lidad absoluta de un progressus sin término), entonces esa abreviación de las series numéricas) para la imaginación.
magnitud de un objeto natural a que la imaginación infruc- Un árbol que estimamos según altura de hombre da·en todo
tuosamente aplica toda su potencia de comprehensión debe caso una medida para la montaña; y si ésta fuese más o menos

188 189
de una milla de alto. puede servir de unidad para el número nilcza es, pues, respeto hacia nucstrcl propia destinación, el
que expresa el diámetro de Ja tierra, pan1 hacer intuible a es- cual mostramos a un objeto de la naturaleza a través de una
96 te úliimo; el diámetro terrestre, para 1 el sistema planetario ulurtu subrepción (sustitución de un respeto por el objeto en
95 que nos es conocido; éste, para el sistema de Ja 1 Vía Láctea. lugar de respeto hacia la idea de la humanidad en nuestro su-
y Ja multitud inmensurable48 de tales sistemas galácticos ba- jeto), lo que nos hace, por así decir, intuible la superioridad de
jo nombre de nebulosas, que presumiblemente constituyen tu destinación relacional de nuestras facultades de conoci-
entre sí, a su vez, un sistema semejante, no nos dejan espe- miento por sobre la más grande potencia de la sensibilidad.
rar aquí límite alguno. Pues bien, en el enjuiciamiento esté- El sentimiento de lo sublime es, pues, un sentimiento de
tico de un todo de tal suerte inmesurable46bi', lo sublime no displacer, debido a la inadecuación de la imaginación en la es-
reside tanto en la magnitud del número como en el hecho timación estética de magnitudes respecto de la estimación por
que arribemos siempre a unidades cada vez más grandes en la razón; y es al mismo tiempo un placer despertado con tal
la progresión; a ello contribuye Ja división sistemática del
ocasión precisamente por 1a concordancia de este juicio sobre
universo49, que siempre nos representa todo lo grande en 111
In inadecuación de la más grande potencia sensible con ideas
naturaleza, a su vez, como pequeño, mas en sentido propio
de la razón, en la medida en que el esfuerzo52 dirigido hacia
nos representa a nuestra imaginación, en toda su ilímitación,
~stas es, empero, ley para nosotros. Es, en efecto, para noso-
y con ella a la naturaleza, como desvaneciéndose ante las
ideas de la razón cuando debe proveer una presentación que tros ley (de la razón) y pertenece a nuestra destinación estimar
sea adecuada a éstas. todo lo que la naturaleza, en cuanto objeto de los sentidos,
contiene de grande para nosotros, como pequeño en compa-
ración l cori ideas de la razón; y lo que activa en nosotros el 98
§ 2 7. De la c11alidad de la complacencia sentimiento de esta destinación suprasensiblc concuerda 1con 97
en el enjuiciamiento de lo s11b/i111e esa ley. Ahora bien: el mayor esfuerzo de· la imaginación en la
presentación de la unidad para la estimación de magnitudes es
Respeto es el sentimiento de la inadecuación de nuestra fa. una referencia a algo abso/11/amente grande y, por consiguien-
cultad para alcanzar una idea que es para nosotros ley. Aho- te, también una referencia a la ley de la razón de admitir a
ra bien, la idea de la comprehensión de cualquier fenómeno éste sólo como medida suprema de las magnitudes. La per-
que pueda semos dado en la intuición de un todo es una tal que cepción interna de la inadecuación de toda medida sensible
nos es impuesta por una ley de la razón que no reconoce otra para la estimación de magnitudes por la razón es, entonces,
97 medida determinada, válida l parn todos e inalterable, que el una concordancia con leyes de ésta y un displacer, que acti-
todo absoluto. Pero nuestra imaginación, aun en su máx imo va en nosotros el sentimiento de nuestra destinación supra-
50
96 1 esfuerzo con vistas a la comprehensión de un objeto dado sensible, según la cual es conforme a fin encontrar que toda
en un todo de Ja intuición (por tanto, para la presentación de medida de Ja sensibilidad es inadecuada a las ideas de la
una idea de la razón) que de ella se exige, prueba sus lúni- razón, y, por tanto, es placer.
tcs y su inadecuación, aunque también a la vez su destina- El ánimo se siente conmovido53 en la representación
ción51 para llevar a efecto la conformidad con aquella idea de lo sublime en la naturaleza, mientras en el juicio estético
como con una ley. El sentimiento de lo sublime en la natu- sobre lo bello de ésa está en tranquila contemplación. Este

190 191
movimiento puede ser compar.ido (sobre todo en su inicio) ria cuanto más grande es el q11ant11m que la imaginación
con su sacudimiento, es decir, con una repulsa y una atra~­ comprehende en una intuición. El esfuerzo, pues, por reco-
ción rápidamente cambiantes hacia uno y el mismo objeto ger en una única intuición una medida para magnitudes cuya
Lo trascendenteS< para la imaginación (hasta el cual es im- aprehensión requiere de tiempo considerable es un modo de
pulsada ella en la aprehensión de la intuición) es, por así de- representación que, considerado subjetivamente, es contra-
cir, un abismo donde teme aquélla perderse; mas para la idea rio a fin, pero que objetivamente considerado es exigible pa-
de lo suprasensible no es trascendente producir un tal esfuer- ra la estimación de magnitudes y, por tanto, conforme a fin;
99 zo de la imaginación, sino [que es] conforme l a ley; por tan- y en ello, empero, precisamente esa misma violencia que le
98 to, es atrayente a su vez, precisamente 1en la misma m edida es hecha al sujeto por la imaginación es juzgada como con-
en que era repelente para la mera sensibilidad. Pero el juicio forme a fin para toda la destinación del ánimo.
mismo pennauece así siempre y solamente estético, po.rqu~ La cualidad del sentimiento de lo sublime estriba en
sin tener en su fundamento un concepto determinado del ob- que es un sentimiento de displacer acerca de la facultad de
jeto, representa simplemente como armónico el juego subje- juzgar estética relativamente a un objeto57 , pero que al mis-
tivo de las fuerzas del ánimo (imaginación y entendimiento) mo tiempo es representada como conforme a fin; lo cual es
aun a través de su contraste. Pues asi como la imaginación y posible por el hecho de que la propia impotencia58 descubre
el entendimiento producen una conformidad a fin subjetiva la conciencia de la potencia ilimitada del mismo sujeto, y
de las fuerzas del ánímo en el enjuiciamiento de lo bello por que el ánimo sólo puede juzgar estéticamente a esta poten-
su unanimidad, aqul la imaginación y la rozón la producen cia por dicha impotencia.
por su antagonismo55 ; o sea, el sentimiento de que tenemos En la estimación lógica de magnitudes, la imposibili-
una razón pura independiente, o una facultad de estimación dad de llegar nunca a la totalidad absoluta a través del pro-
de magnitudes cuya preeminencia puede ser hecha intuiblc gressus de la medición de las cosas del mundo sensible en el
por nada más que la insuficiencia de aquella facultad que es tiempo y el espacio -es decir, una imposibilidad de pensar
incluso ilimitada en la presentación de las magnitudes (de lo infinito como meramente dados~, 1 y no de captarlo sólo 101
objetos sensibles). subjetivamente, esto es, como impotencia- fue reconocida
La medición de un espacio (como aprehensión) es a la como objetiva: porque ahí no se atiende al grado 1de la com- 100
vez su descripción y, por tanto, un movimiento objetivo en prehensión en una intuición, en cuanto medida, sino que todo
la imaginación y un progress11s; la comprehensión de la plu- concierne a un concepto numérico. Pero en una estimación
ralidad en la unidad, no del pensamiento, sino de la intuición estética de magnitudes, el concepto numérico tiene que ser
y, con ello, la comprehensión de lo sucesivamente aprehen- eliminado o alterado, y sólo la comprehensión de la imagina-
dido en un inStante es, por el contrario, un regressiis, que in- ción con vistas a la unidad de la medida (por tanto, evitando
versamente suprime la condición temporal en el progressus los conceptos de una ley y de generación sucesiva de los con-
de la imaginación y hace intuible el ser sim11ltánea56. Ella es. ceptos de magnitudes) es para ella conforme a fin.- Ahora
entonces (puesto que la sucesión temporal es una condición bien, cuando una magnitud alcanza casi el extremo60 de nues-
100 l del sentido interno y de toda intuición), un movimiento tra potencia de comprehensión en una intuición, mientras
99 . subjetivo de la imaginación, por el cual hace 1 violencia al que la imaginación es requerida por magnitudes numéricas
sentido interno, violencia que tiene qu.e ser tanto más noto- (acerca de las cuales somos conscientes de nuestra potencia

192 193
en tanto que ilimitada pam la comprehensión estética en u1111 encontramos nuestra potencia a la altura de éste, un objeto
unidad más grande), nos sentimos, en nuestro ánimo. co11111 del temor. La naturaleza, pues, sólo puede valer como pode-
encerrados estéticamente entre limites; sin embargo, el di~­ rlo - y por tanto, como ) sublime dinámicamente- para la 103
placer es representado como conforme a fin en vista de l:r facultad de juzgar estética en la medida en que sea conside-
ampliación de la imaginación [que es) necesaria para confor- rada oomo objeto de temor.
marla con lo que es ilimitado en nuestra facultad de razón, n Mas uno puede considerar a un objeto como temible,
sea la idea del todo absoluto, y, así, es representada la incon· sin atemorizarse ante él; a saber, 1 cuando lo juzgamos de tal 102
formidad a fin de la potencia de Ja imaginación con respec- suerte que solamente pensamos en el caso de que quisiéramos
to a ideas racionales y a su provocación. Precisamente por resistirlo y en que toda resistencia sería entonces completa-
ello el mismo juicio estético deviene subjetivamente con- mente vana. Así, él viJ.tuoso teme a Dios sin atemorizarse ante
forme a fin para la razón como fuente de las ideas, esto es. Él porque no piensa que el resistirlo a Él y a sus mandamien-
de una comprehensión intelectual de tal [naturaleza que] pa- tos sea un caso del cual tuviera él que cuidarse. Pero lo reco-
102 ra ella toda comprehensión estética es pequeña; y ) el objeto noce como temible en cada caso semejante, que no piensa que
es acogido como sublime con un placer que sólo por medio sea en sí imposible.
de un displacer es posible. Quien se atemoriza no puede juzgar sobre lo sublime
de la naturaleza, como tam¡xx:o sobre lo bello el que está do-
minado por inclinación y apetito. Aquél rehuye la visión de
101 1B. De lo sublime dinámico de la naturaleza un objeto que lo intimida64; y es imposible hallar compla-
cencia en un terror65 que fuera serio. De ahí que el agrado
por la cesación de una penuria sea el estar alegre. Pero éste,
§ 28. De la naturaleza como poder cuando es debido a la liberación de un peligro, es un estar
alegre con la resolución de no exponerse nunca más a él; y
Poderío61 es una potencia que se sobrepone a grandes obs- nj siquiera se puede volver a pensar de grado en esa sensa-
táculos. El mismo se denomina prepotencia62 cuando tam- ,ción ni mucho menos que hubiera de buscarse Ja oportuni-
bién se sobrepone a la resistencia de aquello que ya tiene dad para ello.
poderío. La naturaleza considerada en el juicio estético co- ) Rocas que penden atrevidas y como amenazantes; 104
mo poderío que no tiene prepotencia sobre nosotros, es tempestuosas nubes que se acumulan en el cielo y se aproxi-
sublime dinámicame111e. man con rayos y estruendo; los volcanes con toda su violen-
Cuando la naturaleza ha de ser juzgada por nosotros cia devastadora; los huracanes con la desolación que dejan
como sublime [en sentido] dinámico, tiene que ser represen- tras de sí; el océano sin limites, enfurecido; l la alta catarata 103
tada como inspiradora de temo~ (si bien, a la inversa, no to- de un río poderoso y otras cosas parecidas, hacen de nuestra
do objeto que despierta temor es hallado sublime en nuestro potencia para resistirlos, comparada con su poderío, una pe-
juicio estético). En efecto, en el enjuiciamiento estético (sin queñez insignificante. Mas su vista se hace tanto más atra-
concepto), la superioridad sobre los obstáculos sólo puede yente cuanto más temible es, con tal que nos hallemos
ser juzgada según la magnitud de la resistencia. Ahora bien, seguros; y de buen grado llamamos sublimes a esos objetos,
lo que nos esforzamos por resistir es un mal, y cuando no porque elevan la fortaleza del alma por sobre su término

194 195
medio habitual y pem1iten descubrir eb nosotros una poten- Nada pierde esta estimación de sí mismo por el hecho
cia de resistir de especie completamente distinta, que nos da de que nos tengamos que ver seguros para sentir esa entu·
valor para poder medirnos con la aparente omnipotencia 8iasmadora71 complacencia; que, por tanto, como no va en
de la naturaleza. serio el peligro, tampoco vaya en serio (cual-podría parecer)
Pues así como en la inmensidad66 de Ja naturaleza y la ) la sublimidad de nuestra potencia espiritual 72• Y es que la 106
insuficiencia de nuestra facultad para adoptar una medida complacencia atañe aquí sólo a la destinación de nuestra po-
proporcional a la estimación estética de magnitudes de su tencia, que se descubre en ese caso en cuanto que se halla en
dominio, encontrábamos nuestra propia limitación, pero tam- nuestra naturaleza la disposición para ella, mientras que el
bién a la vez, en nuestra facultad racional, una distinta medi- desarrollo y 1ejercicio de esa potencia nos está entregado y JOS
da no sensible, que tiene bajo sí a aquella misma infinitud nos obliga. Y hay verdad en ·esto, por mucho que el hombre,
como unidad, frente a lo cual todo en la naturaleza es peque- cuando extiende su reflexión hasta allí, pueda ser conscien-
ño, y así como, por lo tanto, hallábamos en nuestro ánimo una te de su efectiva Ínlpotencia presente.
superioridad sobre la naturaleza aun en su inmensidad, así Este principio parece, por cierto, traído·de muy lejos y
también lo irresistible de su poderlo ciertamente nos da a co- muy alambicado73 y, por lo tanto, parece ser trascendente para
105 ~ocer, l considerados nosotros como seres naturales, nuestra un juicio estético; ma5 la observación del hombre prueba lo
impotencia fisica67 , pero al mismo tiempo nos descubre una contrario, y prueba que aquél puede estar en el fundamento de
potencia para juzgarnos independientemente de ella y una su- los enjuiciamientos más comunes, aunque no siempre se esté
perioridad sobre la naturaleza, en la que se funda una. con- consciente de él. En efecto, ¿qué es lo que aun al salvaje le es
servación de sí de especie enteramente distinta de aquella objeto de la mayor admiración? Un hombre que no se aterra,
104 combatida 1 y puesta en peligro por la naturaleza fuera de no- que no se atemoriza, que no elude, pues, el peligro, y que a Ja
sotros; allí la humanidad en nuestra persona permanece no re- vez pone manos a la obra enérgicamente con plena delibera-
bajada, aunque tuviera el hombre que sucumbir a ese podei-Os. ción. Todavía en el estado más civilizado de todos se conserva
De tal manera, la naturaleza no es juzgada como sublÍnle en esta preferente reverencia hacia el guerrero; sólo que además
nuestro juicio estético en cuanto es atemorizante, sino por- se exige que muestre simultáneamente todas las virtudes de la
que invoca en nosotros nuestra fuerza69 (que no es naturale- paz, la dulzura, la compasión y hasta un debido cuidado de su
za) para mirar aquello de lo cual nos curamos (bienes, salud propia persona precisamente porque a través de ello se reco-
y vida) como pequeño y, no obstante, ver por eso mismo su noce la inexpugnabilidad de su ánimo para el peligro. De ahí
poder (al que estamos en todo caso sometidos con respecto que por mucho que se pueda discutir, en la comparación entre
a esas cosas), no como una tal prepotencia respecto de no· el hombre de Estado y el mariscal, acerca ) de Ja eminencia 107
sotros, ante la cual tuviésemos que inclinamos cuando se en el respeto que merece uno más que el otro, se decide el jui-
tratara de nuestros principios supremos y de reafirmarlos o cio estético por el último. Aun la guerra, cuando es conduci-
abandonarlos. Por tanto, la naturaleza se llama aquí sublime da con orden y sagrado respeto de los derechos civiles, tiene
simplemente porque eleva la imaginación a la presentación en sí algo sublime, y al mismo tiempo vuelve tanto l más su- 106
1 ¡1 de los casos en que el ánimo puede hacer para sí mismo blime el modo de pensar del pueblo que de este modo la con-
sensible70 la propia sublimidad de su destinación, aun por duce, cuanto más numerosos fueron los peligros a que estuvo
1 sobre la naturaleza. expuesto, habiendo podido mantenerse valerosamente firme

196 197
!Teote a éstos; al contr.irio, una larga paz suele hacer que domi- lrn divina. Inclusive la humildad, como j uicio sin indulgencia
ne el mero esp[ritu mercantil y, con él, el egoismo vil, la cob;1r- 110bre las propias deficiencia que de otro modo, con la con-
dia y la molicie, y rebaja el modo de pensar del pueblo. ciencia de buenas intenciones, podrían ser fácilmente cubier-
En contra de este análisis del concepto de lo sublime, en tns bajo la capa de la fragilidad de la naturaleza humana, es
la medida en que se atribuye éste al poderlo, parece ir el he- un temple de l ,ánimo sublime en el cual nos sometemos vo- 109
cho de que solamos hacemos representable a Dios en su ira luntariamente77 al dolor de los reproches a si mismo, a fin de
cual presentándose en. la tormenta, la tempestad, el terremoto. ())(tirpar paulatinamente la causa de ello. Sólo de este modo se
etcétera, mas también a la vez en su sublimidad; e imaginar- diferencia internamente la religión de la superstición; la últi-
se aqul una superioridad de nuestro ánimo sobre los efectos y. ma no funda en el ánimo el temor reverente ante lo sublime,
como parece, aun sobre las intenciones de un tal poderio, se- sino temor y 1miedo78 ante el ser prepotente a cuya voluntad 108
ria al punto necedad y blasfemia. Aquí el temple del áiúmo se ve sometido el hombre aterrorizado sin, empero, venerar-
apropiado para el fcnómeno74 de un objeto semejante no pare- lo; de allí ciertamente no puede surgir otra cosa que el con-
ce ser un sentimiento de la sublimidad de nuestra propia natu- graciamiento y la zalamería, en lugar de una religión del buen
raleza, sino más bien swnisión, abatimiento y sentimiento de modo de vivir.
total impotencia, y ese temple suele también estar habitual- La sublimidad, por lo tanto, no está contenida en ningu-
108 mente ligado a la idea de aquel objeto en parecidos eventos l na cosa de la naturaleza, sino solamente en nuestro ánimo, en
naturales. En la religión, en general, parece que la prosterna- la medida en que podemos llegar a ser conscientes de nuestra
ción, el rezar con cabeza inclinada, con ademanes y voces superioridad l sobre la naturaleza en nosotros y, con ello, tam- 111
contritos y temerosos, son el único componamiento apropia- bién sobre la naturaleza fuera de nosotros (en cuanto que en
do en presencia de la divinidad, que por ello han adoptado !;1 nosotros influye). Todo lo que despierta en nosotros este sen-
107 mayoría de los 1 pueblos y todavía observan. Mas ese temple timiento, a lo cual penenece el poderío de la naturaleza que
del ánimo dista mucho de estar ligado en sí y necesariamente desafra nuestra fuerza, se llama entonces (aunque inapropia-
con Ja idea de la sublimidad de la religión y de su objeto. El damente) sublime; y sólo bajo la suposición de esta idea en
hombre que se atemoriza efectivamente, porque encuentra en nosotros y en referencia a ella, somos capaces de arribar a la
id~ di,: la sublimidad de aquel ser que no sólo nos infunde
sí mismo causa para ello, al tiempo que está consciente de
contravenir, con su deleznable sentir", un poderío cuya vo- Intimo respeto por su poderío, del cual da pruebas en la natu-
raleza, sino, aun más, por la facultad que hay en nosotros para
luntad es al mismo tiempo irresistible y justa, no se halla de
juzgar a ésta sin temor y pensar nuestra destinación como su-
ningún modo en presencia de ánimo para admirar la magni-
blime por encima de ella.
tud de lo divino, pa.ra lo cual se requiere un temple de tran-
quila contemplación y un juicio completamente libre. Sólo
cuando es consciente de su sincero sentir grato a Dios, sirven 1 § 29. De la modalidad del juicio sobre lo sublime 1J()
esos efectos del poderío para despertar en él la idea de la de la nat11raleza19
sublimidad de ese ser, en la medida en que reconoce en sí
mismo una sublimidad del sentir adecuada a la voluntad de Hay incontables cosas de la bella naturaleza acerca de las
aquél76, y es, por ese medio, elevado por sobre el temor ante cuales podemos derechamente atribuir a todos el acuerdo
tales efectos de la naturaleza, que no se ve como arrebatos de de su 1juicio con el nuestro, y también, esperarlo sin errar 109

198 199
notablemente, pero no podemos tan fácilmente prometernn~ eso viene a ser engendrado recién por la cultura e introducido
acceso a otros con nuestro juicio sobre lo sublime en la natu· tn la sociedad acaso de manera meramente convencional, si-
raleza. Pues parece requerirse una cultura lejanamente ma· no que tiene su basamento en la naturaleza humana y, cier-
yor, no sólo de la mera facultad de juzgar sino también de lnmente, en aquella que, a la par con el sano entendimiento,
las facultades de conocimiento que están en su fundamcn puede serle atribuida a cada cual y de cada cual exigida, a sa-
to para poder emitir un juicio sobre esta excelencia de los ber, l en la disposición para el sentimiento l'clativo a las ideas 112

objetos naturales. (prácticas), es decir, para el sentimiento moral.


El temple de ánimo para el sentimiento de lo sublimi: · Sobre esto se funda, pues, la necesidad del asentimien-
demanda una receptividad del ánimo a las ideas; pues preci· to que el juicio de otros sobre lo sublime ha de dar al nues-
samente en la inadecuación de la naturaleza con respecto :1 tro, necesidad que nosotros incluimos a la vez en éste. Pues
así como a aquel que es indiferente en 1el enjuiciamiento de 111
éstas y, por tanto, sólo bajo suposición de las mismas y del
tensarse80 de la imaginación para tratar a la naturaleza como un objeto de la naturaleza que bailamos bello le achacarnos
carencia de gusto. así también decimos de aquel que perma-
esquema de ellas, consiste lo aterrador para la sensibilidad.
nece inmutable ame lo que juzgamos ser sublime, que no
que, sin embargo, es al mismo tiempo atrayente: ·porque es
tiene sentimiento. Ambas cosas se las exigimos, no obstante,
una violencia que la razón ejerce sobre la imaginación sólo
a cada hombre y las suponemos también en él, si tiene algu-
para ampliarla a la medida de su dominio propio (el práctico) na cultura; mas con la diferencia de que lo primero se lo exi-
y dejarla atisbar hacia el infinito que para ella es un abismo. gimos derechamente a cada cual, porque ahí la facultad de
110 De hecho, sin l desarrollo de ideas éticas, al hombre rústico juzgar refiere la imaginación meramente al entendimiento co-
le aparecerá como meramente aterrorizador aquello que, pre· mo facultad de los conceptos; y lo segundo, en cambio, dado
parados por la cultura, llamamos sublime. En las pruebas de que [la facultad de juzgar] refiere allí la imaginación a la
la violencia de la naturaleza en su destrucción y en la gran razón como facultad de las ideas, lo exigimos sólo bajo una
112 medida de su poderío, ante el cual se desvanece ) el suyo suposición subjetiva (que, sin embargo, nos creemos autori-
hasta la nada, verá pura penuria, peligro y menesterosidad zados para poder atribuir a cada cual), que es la del senli·
que circundarian al hombre que estuviera sujeto a él. Así, el miento moral en el hombre82 y, con ello, también atribuimos
buen campesino saboyano, prudente por lo demás, desconsi- necesidad a este juicio estético.
deradamente llamaba necios (según narra el Sr. de Saussu- En esta modalidad de los juicios estéticos, o sea, en la
re81) a todos los amantes de la montaña nevada. ¿Quién sabe necesidad [que para ellos] se pretende, reside un momento
acaso no le faltaba razón, si este observador hubiese encara- capital para la crítica de la facultad de juzgar. Pues dicha mo-
do los peligros a que se exponía aquí, simplemente por capri- dalidad da a conocer en éstos, precisamente, un principio a
cho, como la mayoría de los viajeros, o por poder algún día priori, y los saca de la psicologia empírica, en 1 que éstos t 13
dar de ello descripciones patéticas? Pero su propósito era la pem1anecerian de otro modo sepultados bajo los sentimien-
instrucción de los hombres, y la sensación que eleva el almii tos del deleite y del dolor (sólo con el vacuo adjetivo de un
la tenía este varón excelente y se la dio por añadidura a los sentimiento más delicado), para ponerlos - y, por medio de
11
lectores de sus viajes. ellos, a la facultad de juzgar- en Ja clase de los que tienen
Pero si el juicio sobre lo sublime de la naturaleza ha por fundamento 1 principios a priori, y como tales trasladar- 11 2
menester de cultura (más que el juicio sobre lo bello), no por los a la filosofia trascendental.

200 101
Comentario general a la exposición de los juicios nl~vltíc11/11s en la sensibilidad, mas a un tiempo suprem.acla
estéticos reflexionantes .obre ellos, al superarlos modificando su est~do, es decu, el
1111 ntimiento moral, está emparentado con la facultad de JUZ·
En referencia al sentimiento de placer, un objeto ha tk pr estética y sus condiciones .fom1ales en ta! alcance que
ser contado como agradable, bello, sublime o bueno (ab~o­ 11ucde servir para hacer representable la legahdad de la ac-
Iutamente) (iucund11n. p11/chr11111, sublime, honestum). 01611 (que se hace] por deber a la vez c~mo estética, esto es,
. . Lo agradable, co~o móvil de Jos deseos, es sin cxcep- como sublime, o también como bella, sm desmcr~cer su ~u­
c1on de una sola especie, de donde quiera que venga la re- rozn; lo cual no ocurre si se lo quisiera poner en vmculac1ón
presentación y cuán específicamente diferente ella sea (del nutural con el sentimiento de lo agradable.
sentido y de la sensación, consideradas objetivamente). De Si se extrae el resultado de la exposición hasta aquí
ahí que al juzgar su influjo en el ánimo importe sólo Ja can- hecha de ambas especies de juicios estéticos, de ella se ob·
ti~d de los atractivos (simultáneos y sucesivos) y, por decir tendrían las siguientes breves definiciones:
as1, sólo la masa de la sensación agradable; y ésta no puede Bello es lo que place en el mero enjuiciamiento (no, por
comprenderse más que por la cantidad. Lo agradable tam- 11mto, por medio de la sensación del s~ntido 1 según un con- . t t5
poco cultiva, sino que pertenece al mero goce.- Por el con- ccpto del entendimiento). De aquí se sigue de suyo que deba
trario, lo bello requiere de la representación de una cierta 11locer sin i.nterés alguno. . . .
cualidad del objeto, que puede también ser comprendida y Sublime es lo que place 1runed1atamente por su res1s-
llevada a co~ceptos (bien que en el juicio estético no se haga lencia al interés de los sentidos.
esto); y cultiva, en cuanto que enseña a prestar atención al Ambas, en cuanto definiciones del enjuiciamiento es~é­
. .
m1smo tiempo, a la conformidad a fin en el sentimiento de
'
tlco universalmente válido, se refieren a fundamentos subje-
tt4 placer.- Lo 1 sublime consiste solamente en la relación en tivos a saber de la sensibilidad, en la medida en que ambos
que lo s~nsible en la representación de la naturaleza es j uz- son ~nform~s a fin en relación con el sentimie.nto moral, por
gado 1doneo para un posible uso supraseosible de aquél.- una parte, a favor del entendimiento conte~~~ativo, y, por otra,
Lo absol111ame11te bueno, juzgado subjetivamente según el en cuanto que lo son en co11tra de la sens1b!l~dad para los 1 f~­ l t4
senti111 iento que él infunde (el objeto del sentimiento moral) nes de la razón pnlctica84, estando ambos, sm embargo, um-
en cuanto detenninabilidad de las fuerzas del sujeto por Ja ficados en el mismo sujeto. Lo bello nos prepara para amar
t t3 representación de una ley que obliga 1 absolmamentff'l se oigo, la naturaleza inclusive, sin inti:rés; lo subli~e, para reve-
distingue principalmente por Ja modalidad de una necesidad renciarlo aun en contra de nuestro mterés (sensible).
que reposa en conceptos a priori, y que no contiene en si Se puede describir así lo sublime: es un objeto (de la
meramente la pretensión, sino también el mandamiento de naturaleza) cuya representación determina al ánimo para
I~ aprobación de cada cual, y en verdad no correspond~ en pensar Ja i11suficie11cia8s de la naturaleza como presenta-
s1 a.'ª facultad de juzgar estética, sino a la facultad de jt12- ción de ideas. .
gar mtelectual pura; y tampoco es atribuido a la naturaleza Tomado literalmente y considerado de manera lógica,
en un juicio memmente retlexionante, sino a la libertad en las ideas no pueden ser presentadas. Pero cuando am?liam~s
uno ~eterm~ante. Pero la determinabilidad del sujeto por nuestra facultad empirica de representación (matemática o di-
esta idea, y ciertamente de un sujeto que pueda sentir, en él, námica) para Ja intuición de la naturaleza. indefectiblemente

102 203
se agrega la razón, como facultad de la independencia de la tnd es representada más bien en el juego que bajo un queha-
totalidad absoluta, y suscita el esfuerzo, bien que vano, dd rer conforme a ley, lo cual es la genuina lndole de la etici-
ánimo por hacer que la repr.esentación de los sentidos se dadss en el hombre, donde la razón tiene que hacer violencia
les 86 adecue. Este esfuerzo y el sentimiento de la inalcanza- 11 la sensibilidad; sólo que en el juicio estético) sobre lo su- 117
bilidad de la idea por la imaginación es ya una presentación blime esta violencia es representada como algo que la ima-
de la confonnidad a fm subjetiva de nuestro ánimo en el uso de ginación misma ejerce a titulo de instrumento de la razón
la imaginación para su destinación suprasensible y nos fuer- La complacencia en lo sublime de la naturaleza es, por
za a pensar subjetivamente a la naturaleza misma en su tota- ello, sólo negativa (en cambio, la complacencia en lo bello es
116 lidad como presentación de l algo suprasensible, sin poder positiva), a saber, un sentimiento de privación de la libertad de
objetivameme poner en pie esta presentación. la imaginación por parte de si misma, en la medida en que ella
En efecto, pronto nos damos cuenta de que a Ja natu- es determinada en conformidad a fm de acuerdo con una ley
raleza le falta enteramente, en el espacio y en el tiempo lo distinta que la del uso empírico. Con esto adquiere una am-
incondicionado y, por tanto, el grandor absoluto tambi,én pliación y un poder que son más grandes que los que sacrifica,
que, sin embargo, exige la razón más común. A través de esl~ pero cuyo fundamento le está oculto a ella misma, a cambio de
mismo se nos recuerda también que sólo tenemos que hacer lo cual siente el sacrificio o la privación y siente, a la vez, la
con una naturaleza en cuanto fenómeno y que esta misma causa 1a la que está sometida. La estupefacci61189 , lindante en 116
tendría que ser vista, aun, como mera presentación de una el terror, el horror y el sagrado estremecimiento, que coge al
naturaleza en si (que la razón tiene en idea). Pero esta idea espectador ante la vista de masas montañosas que suben basta
115 de lo suprasensible, que 1ciertamente no podemos determi- el cielo, de simas hondas y, allí, enfurecidas aguas, de páramos
nar más-y por lo cual [no podemos] conocer la naturaleza profundamente ensombrecidos que invitan a la meditación
como presentación de aquélla, ~o que sólo podemos pen- melancólica, etcétera, no es, dada la seguridad en que aquél
sa~la -:isí-. , es de~p~rtada en nósotros por un objeto, cuyo se sabe efectivo temor, sino sólo .un intento de aventuramos
)

e0Ju1c1am1ento estet1co tensa a la imaginaci\)n·hasta su lími- en ellos con la imaginación, a objeto de sentir, precisamente,
te, ya de la ampliación (matemáticamente), ya de su poder87 el poder de esta misma facultad para enlazar el movimiento
sobre el ánimo (dinámicamente), en cuanto que se funda en del ánimo provocado por ellos con el estado de reposo del mis-
el sentimiento de una destinación de éste, que transgrede mo y sobreponernos así a la naturaleza en nosotros mismos y,
completamente el dominio de la imaginación (para el senti- con ello, también a la naturaleza fuera de nosotros, en la me-
miento de lo moral), en vista del cual la representación del dida en que puede tener ella influencia en el sentimiento de
objeto es juzgada como subjetivamente conforme a fin. nuestro bienestar. Pues según Ja ley de la asociación, la imagi-
. De hecho, no se puede pensar un sentimiento para lo nación torna físicamente dependiente nuestro estado de satis-
subhme de la naturaleza sin ligar a él un temple del ánimo facción90; pero ella misma es, de acuerdo con principios del
que es parecido al temple para lo moral; y, aunque el inme- esquematismo de la facultad de juzgar (y, por consiguiente,
diato placer por lo bello de la naturaleza presuponga y asi- en la medida que [está] subordinado a la libertad), instru-
mismo c~ltive una cierta liberalidad del modo de pensar, esto mento de la razón y de sus ideas y, como tal, un poder para
e~, una mdependencia de la complacencia con respecto al afirmar nuestra independencia frente a las influencias de la
simple goce sensorial, a través de ello, sin embargo, la líber- naturaleza, restarles dignidad a lo que en l ella es grande, 118

204 205
empequeñecióndolo, y poner así lo absolutamente grando: hallarlo sublime, como hacen los poetas, simplemente por lo
sólo en la propia destinación (del sujeto). Esta reflexión de que enseña al parecer visua192 acaso, cuando es contemplado
la facultad de juzgar estética, para elcvarse91 hasta la ade- en reposo, como un claro espejo de agua al que sól~ el cielo
cuación con la razón (aunque sin un concepto determinado limita y, en cambio, cuando está agitado como un abismo que
de ésta), representa al objeto como subjetivamente conforme amenaza engullirlo todo. Y esto mismo hay que decir de l?
11
a fin, por 1.a ~bjetiva inade,cuación de la imaginación, aun sublime y bello en la figura humana, donde no debemos 1ru-
en su ampliación más grande, para la razón (como facultad rar a conceptos de fines, de para qué están ahi todas l~ 1 ~~ 118
de las ideas). didas de sus miembros, corno fundamento de determm~c1on
. En general, debe aquí prestarse atención a lo que ya del juicio, ni dejar que la concordancia con tales fin~s influ-
amba fue recordado: que en la estética trascendental de la ya en nuestro juicio esté~~º (que ~~tonccs ya n.o sena puro),
facultad de juzgar debe tratarse únicamente de juicios estéti- a pesar de que sea tamb1en condición. necesana de la com-
cos puros y que, en consecuencia, los ejemplos no pueden ser placencia estética el no entrar en conflicto con ellos. La con-
JI? tomados 1 de bellos o sublimes objetos de la naturaleza que formidad a fm estética es la conformidad a ley de la facultad
presupongan el concepto de un fin; pues entonces sería una de juzgar en su libertad. La complacencia en el o~jeto .de-
conformidad a fin teleológica o bien una que se funda en me- pende de la relación en que queremos poner a la 1rnagma-
ras.sensaciones d~ un objeto (deleite o dolor), y por tanto, no ción; pero ella ha de mantener por sí. misma al ánimo e~
sena una confonmdad a fin estética, en el primer caso y, en el ocupación libre. Cuando, por el contrario, otr~ cosa determi-
segundo, no sería una simplemente formal. Cuando, enton- na el juicio, ya sea una sensación de los ~entldos o un con-
ces, se llama sublime a la visión del cielo estrellado, no se ha cepto del entendimiento, él es entonces, sm ~uda, ~nforme
de poner en el fundamento del enjuiciamiento de éste con- a ley, pero no es el juicio de una facultad de JUZ?ar hb~.
ceptos de ~undos habitados por seres racionales, y luego los Cuando se habla, pues, de belleza o subhm1dad mte-
puntos lummosos con que vemos repletado el espacio sobre lectual, estas expresiones no son, en primer término, co.i;i-
nosotros como sus soles, movidos en .círculos establecidos pletamente correctas, porque son modos. de ~epre~entac1on
para ellos muy apropiadamente, sino simplemente, tal como estéticos que, si nosotros fuésemos sólo 1~tchgenc1as pur~s
se .lo ve, corno una ex~~nsa bóveda que todo lo abraza; y sólo (o nos situáramos siquiera, con el pensa~1ento, en esta ~ah­
bajo esta representac1on tenemos que poner la sublimidad dad), nos se hallarían en nosotros ) de m~guna manera, en 120
que .un juicio estético puro atribuye a este objeto. Asimismo, segundo término, si bien ambos, corno ob;etos de una com-
la Vista del océano, no como lo pensamos enriquecido con placencia intelectual (moral), son aunables con la com~lace~­
toda clase de conocimientos (pero que no están contenidos cia estética, en la medida en que no reposan sobre mteres
en la intuición inmediata): acaso como un vasto reino de alguno, son, sin embargo, diñciles de unificar~~ ella, porque
119 criaturas l acuáticas, la gran reserva de agua para las eva- , deben efectuar un interés que, si la. P."'.sen~c1on di;be ~n­
poraciones que preñan el aire con nubes para beneficio de cordar con la complacencia en el enJu1c1am1ento est~tico, Ja-
las tierras, o también como tlll elemento que, si bien cierta- más ocurriría en éste de otro modo que por tm mteres de los
1 mente separa partes del mundo unas de otras, hace posible la sentidos que en la presentación se enlaza con aqu~I [efecto},
mayor comunicación entre ellas; pues todo esto no da más pero con lo cual se quebranta la conformidad a fin intelectual
'I que juicios teleológicos; sino que el océano hay que poder y ésta se vuelve impura.

206 207
. ~I objeto de una complacencia intelectual pura e in- elección de su fin. ya, cuando éste es dado por la razón, en
cond1c1onada es la ley moral en su poderlo, que ella ejerce en lu ejecución del mismo; pues él es el movimiento del ánimo
119 nosotros por sobre todos y cada uno de Jos 1 móviles del áni - que nos hace impotentes para llevar a cabo una deliberación
mo que la preceden: ~· como este poderío sólo se da propia- libre de los principios y para determinarnos de acuerdo con
mente a con~r es~et~camente a través de sacrificios (lo cual cllos95• Por eso, no puede en modo alguno merecer una com-
es una p~vac1ón, s1 bien en pro de Ja libertad interna y que. placencia de la razón. No obstante, el entusiasmo es estética-
en cambio, descubre en nosotros una profundidad inagotable mente sublime, porque es una tensión de las fuerais debida a
de esta fa~ultad sup.rasensible, con todas sus consecuencias ideas que dan al ánimo un impulso que actúa mucho más po-
que ~e extienden hasta perderse de vista), la complacencia cs. derosa y duraderamente que el impulso debido a representa-
~~s1derada desde el lado estético (en relación con fa sensi- ciones de los sentidos. Pero (y esto parece extraño) aun la
b1hdad), negativa, e~o es, contraria a este interés, pero, consi- falta de afecto (apatheia, plrlegma in sig11ifica111 bono) de un
derada ?esd~ el lado mtelectual, positiva y ligada a un interés. ánimo que l persigue insistentemente sus principios invaria- t22
De aqu1 se s~gue que el bien intelectual conforme a fin en sí bles es -y, por cierto, de modo mucho más preferencial-
mismo (el bien moral), jpzgado estéticamente, tiene que ser sublime, pol"que tiene de su parte, al mismo tiempo, la com-
representado no tanto como bello cuanto como sublime de placencia de la pura razón. Una especie de ánimo tal es la
m:nera que de~ierte más el sentimiento del respeto (que des- única que se llama noble: expresión que luego es aplicada
dena los atractivos) que el del amor y la confiada proclividad· también a cosas, por ejemplo, a edificios, a una vestimenta,
Pºl'C\ue la ~aturaleza humana no concuerda con ese bien po; a unii manera de escribir, una actitud corporal, etcétera,
s~ ~~sma, smo sólo por violencia, que inflige la razón a la sen- cuando éstas despiertan menos el asombro96 (afecto en la re-
s1bil~dad. De modo inverso, también aquello que llamamos presentación de una novedad que sobrepasa la expectativa),
121 sublime en la naturaleza fuera de nosotros, l o aun en noso- que la admiraci6n91 (un asombro que no cesa con la pérdida
tros (por ejemplo, ciertos afectos), es representado sólo como de la novedad), lo cual sucede cuando las ideas, en su pre·
un pod~r_d,el ánimo para sobreponerse a ciertos obstáculos de sentación, concuerdan, sin intención ni arte con vistas a la
la s~ns1b1hdad mediante principios hwnanos?J, y asi llega a complacencia estética.
ser mteresan te. Todo afecto de e!>pecie es1re11ua98 (a saber, el que des-
Me detendré un poco en lo último. La idea del bien pierta la conciencia de nuestra fuerzas para 1vencer toda re- 121

ac-0n:pañada por afecto, se denomina entusiasmo94. En taÍ sistencia -animi stnmui- es estéticamente sublime, por
m~d1da parece ser sublime este estado del ánimo, que co-
ejemplo, la ira, la desesperación (a saber, la desesperación
indignada. no, empero, la de!>·a/e111ada). Mas el afecto de
munmente se concede que sin él nada grande puede ser lle-
120 especie lá11g11ida99 (que hace objeto del displacer al propio
vado a cabo. Ahora bien, todo afecto (*) es ciego, ya ¡ en Ja
esfuerzo por resistir [a11i111u111 la11g11idum]) no tiene en sí na-
• losafecto.r !IOfl cspccff°IC3mente diferentes a laspasiona'. Aquéllos se re- da de noble, pero puede ser sumado a lo bello del modo sen-
fieren _mei:um~ntc al sen1imicn10: éstas pertenecen a la fac:ultad de desear sible11IO. De ahí que las emociones, que pueden fortalecerse
Y son mclonac1oncs que dificultan o imposibilitan toda determinabilidad
120 del arbttno por principios. Aquéllos son tempesluosos e 1impremeditados, ninguna relación puede ser llamada sublime. porque en el afec10 es cier-
esJas, pcrdumb.les Y dchhcmdas: as! el enojo, en ewimo ira, es un afecto, tamente impedida Ja libcr1ad del ónimo, pero es suprimidu, en cambio, en
pero, como odio (sed de »cngan1.a). una pasión. Esta última nunca y en la pasión.

208 209
has1a el grado del afecto, son también muy diversas. Se tiene para aquello que trae consigo una conformidad a fin intelec-
emociones bravas, se las tiene tiemas. Las úhimas, cuando se tual pura (lo suprasensible). Pues, de otro modo, todas estas
intensifican hasta el afecto, no son ap1as para nada; Ja procli- emociones pertenecen sólo a la 111oci611101 , que agrada por
vidad a ellas llámase sensiblería. Un dolor compasivo que no causa ) de la salud_ La agradable lasitud que sigue a una se- 124
se deja consolar o al cual, cuando atañe a males imaginarios. mejante sacudida debida al juego de los afect.os es un goce del
1 nos abandonamos premeditadamente hasta engañamos con Ja bienestar que nace del restablecimiento del equilibrio de las
fantasía, cual si fuesen efectivos, muestra y hace a un alma diversas fuerzas vitales en nosotros, el cual remata al fin, en
blanda, pero también, a la vez, débil, que enseña un lado be- lo mismo que aquel goce que los voluptosos de Oriente en-
1 123 llo y puede, ciertamente, ser denominada fantástica, l pero no cuentran tan grato al dejarse amasar, por decir así, ~us cuer-
entusiasta. Las novelas, los dramas llorones, las sosas pres- pos, y presionar y doblar suavemente. todos sus .m~sculos ~
cripciones éticas que coquetean con así llamados (aunque articulaciones; sólo que allá el princ1p10 del movnm~nto está

' erróneamente) sentires nobles, pero que en el hecho vuelven el


corazón marchito e insensible para el precepto estricto del de-
ber, incapaz de todo respeto por la dignidad de la humanidad
en nuestra persona y el derecho de los hombres (que es algo
enteramente distinto a su felicidad) e incapaz, en general, de
en su mayor parte en nosotros y aqul, por el contrano, ente-
ramente fuera de nosotros. Siéntese alguno edificado por una
prédica cuando nada se ha edificado (ningú~ siste.ma d~ bue-
nas máximas); o mejorado por una tragedia quien solo se
alegra de haber pasado dichosamente el aburrimiento. Lo su-
todo principio firme; aun un discurso religioso que recomien- blime debe tener, pues, siempre, relación con el modo ~e pen-
da congraciamiento y zalameria, rastreros y bajos, que renwi- sar, es decir, con 1 máximas que procuren suprem~e~a. a lo 123

cia a toda confianza en la propia potencia para resistir lo intelectual y a las ideas de la razón por sobre la sens1b1hdad.
malvado en nosotros, en lugar de la enérgica resolución de No hay que preocuparse de que el sentimiento d~ ~o su-
ensayar las fuerzas que todavía nos restan, a pesar de toda blime pierda por causa de semejante modo de presentac1on tan
abstracto, que en vista de lo sensible resulta enteramente ne-
nuestra fragilidad, para vencer las inclinaciones; la falsa hu-
gativo; pues la. imaginación, aunque ciertamente no h~lle nada
mildad que pone en el desprecio de si mismo, en el arrepenti-
122 más allá de lo sensible a lo que pueda aferrarse, se siente, no
miento gimoteador 1 e hipócrita y en un sosiego del ánimo
obstante, y precisamente por esta eliminación de las barreras
meramente sufriente el único modo en que se puede ser pla- suyas, ilimitada; y esa abstracción es, por tanto,. un~ presen-
ciente al ser supremo, ni siquiera son compatibles con aquello tación de lo infinito, que, precisamente por eso Jamas puede
que puede ser sumado a la beUeza y mucho menos con aque- ser otra cosa que presentación meramente ~eg_ativa, la Cl13;l,
llo que puede sumarse a la sublimidad del modo del ánimo. empero, amplía el alma. Tal vez no haya ~in~ otro pasaje
Pero también los movimientos tempestuosos del ánimo, más sublime en el Libro de la Ley de los JUd1os que el man-
sean enlazados ellos, en nombre de la edificación, a ideas de damiento: no te harás imagen alguna ~¡ símil de lo que hay en
la religión o, en cuanto simplemente pertenecientes a la cul- el cielo ni bajo la tierra, etcétera102• Uni~m~?te este ~~­
tura, a ideas que contienen Wl interés social, no pueden de miento puede explicar el entusiasmo que smtto por su religion
ningún modo pretender, por mucho que tensen la imagina- el pueblo judío en su época moralizada 103 al compararse con 1 125
ción, el honor de wia presentación sublime, si no dejan tras de otr0s pueblos, o aquel orgullo que inspira el mahometismo. Y
~í un temple del ánimo que tenga, aun cuando sólo indirec- lo mismo vale también para la representación de la ley moral
tamente, influjo en la conciencia de su vigor y resolución y de la disposición a la moralidad en nosotros. Es una muy

210
211
errónea preocupación pensar que si se le quita todo lo que pue- en la eticidad, que es una segunda naturaleza (suprasensi-
de recomendada a los sentidos, no conllevaría más que fri:1 blc), de la que sólo conocemos las.leyes, sin poder alcanzar
aprobación sin vida y ninguna fuerza impulsora o emoción. Es por intuición la facultad suprasens1ble en nosotros que con-
exactamente al revés; pues ahl donde los sentidos no ven nada tiene el fundamento de esta legislación.
más ante sí y, sin embargo, resta la inconfundible e inextin- 1Queda aún por hacer notar que, si bien la complacen- 125
1 guible idea de la moralidad, sería necesario mesurar el ímpetu cia en lo bello, así como la complacencia en lo sublime, no
de una ilimitada imaginación para no permitirle a ésta ele-
sólo es notoriamente distinguible entre los demás juicios es-
varse hasta el entusiasmo, antes que, por temor a Ja falta de
1 124 fuerza de esas ideas, buscarles auxilio en imágenes 1 y pueri 1
téticos por la comunicabilidad universal y adquiere, debido a
apa~to. De ahí que de buen grado los gobiernos hayan per-
esta propiedad, un interés referido a la sociedad (en que puede
m1t1do proveer ricamente a la religión con estos últimos ac- ser comunicada), sin embargo, también el apartarse de toda
ceso.ríos y buscaran así ahorrarle al súbdito el esfuerzo, pero sociedad es visto como algo sublime cuando descansa en
también, al mismo tiempo, la potencia de extender sus fuerzas ideas que miran más allá de todo interés sensible. Bastarse a
del alma por encima de las barreras que le pueden ser impues- sí mismo, no haber menester, por tanto, de la sociedad sin por
tas arbitrariamente y merced a las cuales, vuelto él simple- ello ser insociable, esto es, rehuirla, es algo que se aproxuna
mente pasivo, se lo puede manejar más fácilmente. a lo sublime, así como todo elevarse por encima de Jasnecesi-
Esa presentación pura, meramente negativa, de Ja etici- dades. Al contrario, huir de los hombres por misantropía, por-
dad, que eleva el alma, no acarrea, en cambio, el peligro delfa- que se les tiene aversión, o por antropofobia (miedo ([a los
natismo104, que es la ilusión de ver algo por encima de todo hombres]), porque se Jos teme como enemigos, es en parte
límite de la sensibilidad, es decir, de querer soñar de acuerdo feo y en parte despreciable. No obstante, hay una misantropía
con principios (delirar con la razón), precisamente porque Ja (llamada as! muy l impropiamente) para la cual, con la edad, 127
presentación es en él meramente negativa. Pues lo insondable suele hallarse disposición en el ánimo de muchos hombres
de la idea de libertad cierra completamente el camino a toda biempensantes, que por cierto es harto filantrópica en lo que
presentación positiva; pero Ja ley moral es en sí misma sufi- toca a la benevole11cia, pero que ha sido apartada de la com-
ciente y 01iginaríamente detenninante en nosotros, de modo placencia en los hombres por una experiencia larga y triste;
que ni siquiera nos permite mirar en busca de un fundamento de lo cual da testimonio la propensión al retiro, el deseo fan-
126 de determinación fuera de ella misma. ) Si el entusiasmo ha de tástico de poder pasar el tiempo de su vida, con familia pe-
compararse con el desvarío, el fanatismo, entonces, ha de com- queña, en una remota vivienda rural o tamb~én (en perso~as
pararse con la locuro 105, de los cuales la última es, entre todos, jóvenes) la soñada felicidad de vivir en una isla desconocida
la que menos se lleva con lo sublime, porque es soñadora de para el resto del mundo, que los novelistas o ~tas .de las
modo ridículo. En el entusiasmo, como afecto, la imaginación robinsonadas saben usar tan bien. La falsedad, Ja mgratitud, la
es desenfrenada; en el fanatismo, como pasión arraigada, y me- injusticia, lo pueril en los fmes que nosotros mismos tenemos
ticulosamente meditada, carece de reglas. El primero es un ac- por importantes, en cuya persecución los hombres se hacen
cidente pasajero que de vez en cuando le va bien al más sano también entre sí todo el daño imaginable, están en tal contra-
entendimiento; el segundo, una enfermedad que lo trastorna. dicción con la idea 1 de lo que podrían ser ellos si quisieran, y 126
. ~a simpl~cidad1 º6 (conformidad a fin sin arte), es, por se contraponen de tal modo al vivo deseo de verlos mejores,
as1 decir, el estilo de la naturaleza en lo sublime y asimismo que para no odiarlos, pues no se los puede amar, la renuncia

212
213
ª .todas las alegrías sociales parece solamente ser un sacri ri- que el sentimie1110 de lo sublime se funda en el instinto de
~10 pequeño. Esta tristeza, no por los males que el destino conservación y en el temor, esto es, en un dolor que, toda ve-1.
impone a otros hombres (de la cual es causa la simpatía), si- que no llega a la efectiva ruina de las partes corpóreas, susci-
no por los males que ellos mismos se hacen (la cual descan- ta movimientos que, limpiando los vasos más delicados o los
sa en ~a antip~tia de principios), es sublime porque repos:1 más groseros de obstrucciones peligrosas y molestas, eslán
sobre tdeas, nu.en~ que la primera sólo puede valer como en condiciones de despertar sensaciones agradables, no, por
bella.- .El .1:1'1 mgeruoso como profundo Saussw:ern7 dice, en cierto, placer, pero sí una especie l de estremecimiento com- 1211
\ ·, la descnpcton de_ sus viajes alpinos, acerca del Bonhommc, placiente, una cierta quietud que está mezclada con temor.

j ~n~ ~e las mon~as saboyanas: «reina allí una cierta tristeza


ms1JJ1d~»: ,conoc1a, pues, una tristeza interesante, inspirada Lo bello, que él funda en el amor (pero del cual separa el de-
j por la v1smn de un páramo adonde quisieran, acaso, trasladar- seo), lo remite «al relajamiento, la distensión y aflojamiento
128 se los hombres, para no escuchar ni l experimentar nada miís de las fibras del cuerpo y, por tanto, a un ablandamiento, diso-
del mundo, pero que no ha de ser demasiado inhóspito como lución, una lasitud, un desmayarse, desfallecer, un languidecer
para ofrecer sólo una estancia sumamente penosa a los hom- de deleite». Y refrenda este modo de explicación con casos en
bres.- Hago esra, obse~ción. sólo con el propósito de re- que la imaginación puede despertar en nosotros el sentimien-
cordar que tamb1en la tnbulac1ón 108 (no Ja tristeza abatida) to de lo bello así como el de lo sublime, no sólo en enlace con
puede ser contada entre los afect.os vigorosos•IY9 cuando tiene el entendimiento, sino incluso, con la sensación de los senti-
su fundamento en ideas morales; cuando, en cambio, est.á fun- dos.- Como observaciones psicológicas, estos análisis de
dada en la simpatía y, como tal, es también digna de ser ama- los fenómenos de nuestros ánimos son sobremanera bellos y
da, pertenece. ~eramente a los afectos lánguidos; con ello dan rico material para cualesquiera indagaciones en la an·
llamo la atencmn sobre el temple del ánimo que sólo en el pri- tropología empírica. Tampoco ha de ser negado que todas las
mer caso es sublime. representaciones en nosotros, sean ellas objetivamente sólo
sensibles o bien completamente intelectuales, pueden ser liga-
das subjetivamente con deleite 1 o dolor, por imperceptibles 12X
que ambos sean (porque [tales representaciones] afectan en
Con la exposición trascendental de Jos juicios estéti- conjunto al sentimiento de la vida y ninguna de ellas, en la me-
cos llevada a cabo ahora se puede confrontar tamb· · J dida en que es modificación del sujeto, puede ser indiferente),
···r·· 1en a
expos1c1on 1S1ológica, tal cual la han elaborado un Burkel 10 y que aun, como afirmaba Epicuro, deleite y dolar son al fin
127 Y_muchos varones 1agudos entre nosotros, a fin de ver hacia y al cabo, corpóreos, aunque se inicien en la imaginación o en
don~e conduce una exposición meramente empírica de lo representaciones del entendimiento; y es que la vida, sin el
subl_ime Y de lo bello. Burke (•), que en este modo de tra- sentimiento del órgano corporal, es sólo conciencia de su exis-
~1ento merece ser nombrado como el autor más distin- tencia, mas no un sentimiento de bienestar o malestar, esto es,
gwdo, llega por esta vía a la conclusión (p. 223 de su obra): de promoción o impedimento de las fuerzas vitales; porque
el ánimo es por sí solo enteramente vida (es el principio vital
• ~cgún la ~ucción alemana de su escrito: hn,.estigacionesfilosófic:as mismo), y los impedimentos y favorecimientos tienen que
Jobre el onge11 de nuestro concepto de lo helio y lo sublime Rigll buscarse fuera de él, mas en el propio hombre y, por tanto, en
Hártknoch, 1773. ' '
vínculo con su cuerpo.

214
215
130
l Pero si se pone la complacencia por el objeto complc· Deducción de los juicios estéticos puros 1
ta Y cabalmente en este deleite por medio de atractivo o de
~m~ción, no se le podrá exigir a ningún otro que asienta a l
JUICIO estético que emitimos, pues sobre ello cada cual con- § 30. l a deducción de los juicios estéticos sobre los objetos
sulta,_ .con razón, sólo a su sentido privado. Pero, entonces. de la naturaleza no ha de estar dirigida a lo que en ella.
tamb1en cesa por completo toda censura del gusio; y el ejem- denominamos sublime, sino sólo a lo bello
plo ~ue otros dan P.ºr la concordancia casual de sus juicio~
h~~na que convertirlo, pues, en mandamiento de la aproba- La pretensión de un juicio estético de tener validez universal
c1on para nosotros, mas presumiblemente nos alzaríamos en para cada sujeto requiere, en cuanto es un juicio que debe
contra de su principio, invocando el natural derecho de some- poner pie en algún principio a priori, de una 1 deducción (es 130
t~r a j_uicio que reposa sobre el sentimiento inmediato del pro- decir, de una legitimación de su aspiración); ésta tiene que
pio bienestar, al propio sentido y no al de otros. añadirse a su exposición si es que concierne a una compla-
Si, pues, el juicio de gusto ha de valer no como e<>oís- cencia o displacericia en lafonna del objeto. De esa índole
t 11 1 • ' . o
son Jos juicios de gusto sobre lo bello de la naturaleza, pues
a , smo segun su mterna naturaleza, es decir, por sí mismo
y no por los ejemplos que otros dan de su gusto, [si enton- en tal caso la conformidad a f in tiene, l)n el objeto y su figu-
ces ha de valer] necesariamente como pluralista, si como tal ra, su fundamento, aun cuando no indique la refere.ocia de
129 se le considera digno de poder exigir 1a Ja vez que cada cual ése a otros objetos de acuerdo con conceptos (con vistas a
deba adherirse a él, debe, entonces, haber en su fundamen- 1.11) . juicio de conocimiento), sino que, en general, ataña

~o a~gún principio a prio~i (sea objetivo o .subjetivo) al que meramente a la aprehensión de esta forma, en la medida en
Jamas pueda llegarse espiando las leyes empíricas de las al- que ella se muestre2 en el ánimo conforme a la l facultad de 132
teraciones del ánimo, porque éstas sólo dan a conocer cómo los conceptos, así como a Ja de la presentación de éstos (que
se juzga, pero no mandan cómo.se debe juzgar, y de tal suer- es una y Ja misma con la facultad de la aprehensión). Se
te qm: ~¡ mandamiento sea incondicionado; y esto es lo que puede, por eso, plantear, en vista de lo bello de la naturale-
los J~1c1os .de_ ¡,"listo suponen, en cuanto piden que la compla- za, varias preguntas que atañen a la causa de esta conformi-
cencia este ltgada inmediatam~nte con una representación. dad a fin de sus formas: por ejemplo, cóll).O se va a explicar
Por tanto, la exposición empirica de los juicios estéticos por qué la naturaleza ha difundido la belleza por doquier tán
puede ser el comienzo para recabar el material de una inves- pródigamente, aun en el fondo del océano adonde sólo rara
tigación más elevada, pero un examen de esta facultad es vez alcanza el ojo humano (pero para el cual ella es confor-
131 posible y pert~nece l es~ncialmente a Ja crítica del gustol 12. me a fin); y parecidas a ésta, muchas.
1 En efecto, ~1 este no tuviera principios a priori, le seria im- Mas lo sublime de la naturaleza -cuando emitimos

~
pos~?le reglr los juicios de otros y emitir sentencias de apro- sobre ello un juicio estético puro que no está mezclado con
bacron o rechazo sobre ellos siquiera con alguna apariencia conceptos de perfección en cuanto objetiva conform.idad a
de razón. fin, en cuyo caso sería un juicio teleológico- puede ser
. . Lo r~stante _de Ja analítica de la facultad de juzgar es- considerado como enteramente falto de forma o .figura3 , y,
tet1ca contiene pnmeramente tat1J sin embargo, objeto de una complacencia pura, y mostrar
una 1 conformidad a fin subjetiva de la representación dada; 131

216 217
y entonces surge la pregunta de si se ha de poder exigir :11 el asentimiento de cada cual, si bien no es un juicio de co-
juicio estético de esta especie, además de la exposición de nocimiento, sino sólo del placer o displacer en un objeto
aquello que en él es pensado, también una deducción de su dado, es decir, que tiene aspiración a una subjetiva confor-
! 1 pretensión a algún principio (subjetivo) a priori. midad a fin exhaustivamente válida para todos, que no de-
1 Sirve a esto de respuesta que lo sublime de la naturak- be fundarse en ningún concepto de la cosa, puesto que es
za sólo impropiamente es llamado así, y de modo propio de- juicio de gusto.
be serle atribuido meramente al modo de pensar o, más bien. Dado que en el último caso no tenemos ante nosotros un
133 al fundamento que para él mismo hay en la naturaleza ) hu- juicio de conocimiento ni uno teórico, en cuyo fundamento es-
mana. La aprehensión de un objeto que, de otro modo, es fal - té el concepto de una naturaleza en general, suministrado por
to de forma y no conforme a fin, da sólo la ocasión para llegar el entendimiento, ni uno práctico (puro), en cuyo fundamento
a ser consciente de ese fundamento; de ese modo, tal objeto esté la idea de la libertad, como una idea que la razón ha dado
es utilizado con conformidad a fin subjetiva, pero no es juz- a priori, y como no tenemos que justificar en su validez a prio-
gado como tal por sí mismo y a causa de su forma (por así ri un juicio que represente lo que sea una cosa, ni [uno que
decir, species fina/is accepta, 11011 data4). Por eso, nuestra diga] que yo deba ejecutar 1 algo para producirla, sólo habrá 133
exposición de los juiéios sobre Jo sublime de Ja naturaleza fue que mostrar, en general, para la facultad de juzgar, la 1111iver-
a la vez su deducción. En efecto, cuando descompusimos la sal validez de un juicio si11'gular, que expresa la conformidad a
reflexión de Ja facultad de juzgar en esos juicios, hallarnos en fin subjetiva de una representación empírica de la forma de un
objeto para la facultad de juzgar, a fin de explicar cómo es po-
ellos una relación conforme a fin de las facultades de conoci-
sible que algo pueda placer sólo en el enjuiciamiento (sin sen-
miento, que debe sede puesta a priori por fundamento a la
sación o concepto) y, tal como el enjuiciamiento de un objeto
facultad de los fines (la voluntad), y es, por eso,.ella misma,
con vistas a un conocimiento en general tiene reglas ) univer- 135
a priori conforme a fin, y esto contiene, entonces, al punto la ' sales, así también la complacencia de cada cual puede ser
deducción, es decir, Ja justificación de la pretensión que un enunciada como regla para cada uno de los demás.
juicio semejante tiene de validez universal necesaria. Ahora bien, si esta validez universal no ha de fundarse
l32 1Sólo tendremos que buscar, pues, la deducción de los en una recolección de votos ni en encuestas a otros acerca de
juicios de gusto, esto es, de los juicios sobre la belleza de las su manera de sentir, sino, por así decir, en una autonomía
cosas naturales, y dar así satisfacción en su conjunto a este del sujeto que juzga sobre el sentimiento de placer (en la re-
1 problema para la entera facultad de juzgar estética. presentación dada), esto es, en su propio gusto, y tampoco ha
de ser, empero, derivado de conceptos, un tal jtúcio -como de
I· hecho es el juicio de gusto- tiene, entonces, una peculiari-
§ 31. Del método de la deducción de los juicios de gusto dad5 doble y ciertamente lógica: a saber, primeramente, una
validez universal a priori, y sin embargo no una universalidad
La obligación de una deducción, es decir, de dar garantía de lógica según conceptos, sino la universalidad de un juicio sin-
134 la legitimidad de una especie de juicio, surge sólo 1 cuando gular; en segu11do lugar, una necesidad (que debe descansar
el juicio tiene pretensión de necesidad; también es éste el siempre sobre fundamentos a priori), pero que no depende de
caso cuando el juicio exige universalidad subjetiva; esto es, razones probatorias a priori a través 1de cuya representación 134

218 219
pudiere ser forzada la aprobación que el juicio de gusto atri- ción, porque acaso una cosa placiere en efecto uníversalmen-
buye a cada cual. lc, sino que lo pronuncie a priori7. Sin embargo, cabría pen-
La resolución de estas peculiaridades lógicas, por las sar que un juicio a priori deba contener un concepto del
cuales el juicio de gusto se diferencia de todos los juicios de objeto, para cuyo conocimiento contuviese aquél el princi-
conocimiento, será la única que baste - si inicialmente ha- pio; pero el jtúcio de gusto no se funda.en conceptos y no es,
cemos aquí abstracción de todo contenido de aquél, o sea, del en caso alguno, conocimiento8 sino sólo un juicio estético.
sentimiento de placer, y comparamos únicamente la forma De ahí que un poeta no se deje apartar del convenci-
estética con la forma de los juicios objetivos, tal como la miento? de que su poema es bello por el juicio del público ni
prescribe la lógica- para la deducción de esta extraña6 fa- por el de sus amigos; y cuando les presta oídos, no ocurre es-
136 cultad. Expondremos, pues, primeramente, l estas propieda- to porque ahora lo juzgue de manera distinta, sino porque, aun
des características del gusto, esclarecidas con ejemplos. ~enieiido todo el público (al menos a propósito de él) un gusto
errado, encuentra 1 en su deseo de aprobación la razón para 136
acomodarse al devaneo común (aun en contra de su jtúcio).
§ 32. Prim~ra peculiaridad del juicio de gusto Sólo más tarde, cuando su facultad de.juzgar se haya aguzado
a .través del ejercicio, desiste él voluntariamente de su jtúcio
El jtúcio de gusto determina su objeto en vista de la compla- anterior; del mismo modo como hace con sus juicios que re-
cencia (como belleza) con una pretensión a la aprobación de posan completamente en la razón. El gusto tiene simplemente
cada uno, cual si fuese objetivo. pretensión de autonomía. Hacer de juicios ajenos el funda-
Decir: esta flor es bella, equivale a reiterar solamente mento de determinación del propio sería heteronomía.
la pretensión que ella misma tiene a la complacencia de ca- l Que con derecho se encomie las obras de los antiguos 138
da cual. Por.el agrado de su aroma no tiene ella pretensión como modelo1º·y se llame, a sus autores, clásicos', a manera
alguna. A éste tal aroma lo cjeleita; al otro lo marea. ¿Qué otra de·una cierta nobleza que entre los escritores que por su pre-
cosa podríase conjeturar a partir de esto, sino que la belleza cursoriedad11 le diesen leyes al pueblo, pareciera indicar fuen-
135 deba ser tenida por una propiedad 1de la flor misma, que no ~s a posteriori del gusto y contradecir la autonomía de éste
se rige.por la diversidad de las cabezas y de tantos sentidos, ea cada sujeto. Pero del mismo modo se podría decir que los
sino de acuerdo con la cual deben éstos regirse cuando acer- antiguos matemáticos, que hasta ahora son tenidos por impres-
ca de ello se quiere juzgar? Y, sin embargo, no es así como cindibles modelos de la máxima minuciosidad y elegancia
ocurre. Pues el juicio de gusto consiste precisamente en que del método sintético, muestran también una razón imitativa
denomina bella una cosa sólo según la propiedad con arreglo de parte nuestra y una impotencia de ésta para producir, de sí
a la cual ella se rige según nuestro modo de acoger!a6bi,. mis111a, pruebas estrictas con la mayor intuición, mediante Ja
Además, acerca de todo juicio que debe dar prueba del cq~trucción de los conceptos. No hay un solo uso de nues-
gusto del sujeto se exige que el sujeto juzgue por sí mismo trás fuerzas, por libre que pueda ser, ni aun de la razón (que
137 sin tener necesidad de ir a tientas, por medio de la 1 expe- .debe extraer a priori todos sus juicios de la fuente común12)
riencia, entre los juicios de los otros, e instruirse previamen- que no incurriese --si cada sujeto tuvieca: qqe empezar siem-
te acerca de su complacencia o displacencia ante el mismo pre y totalmente desde la rudimentaria disposición 1dé su na- 137
objeto; por tanto, que no pronuncie su juicio como \mita- tural- en ensayos erróneos, de no haberle precursado otros

220 221
con sus ensayos, y no para hacer de los sucesores simples Puede ciertamente hacer las veces de que también le place,
imitadores13, sino para poner a otros, a lrdvés de su procedcl'. pum que no se le considere falto de gusto; puede aun empe·
en la huella, a fin de que busquen en si mismos los princi- :.:ar a dudar de haber formado su gusto lo bastante a través del
pios y lomea su propio camino 14, a menudo mejor. Aun e11 conocimiento de una suficiente cantidad de objetos de una de-
la religión, donde ciertamente cada cual tiene que extraer tk tcnninada especie (como alguien que, creyendo reconocer a lo
sí mismo la regla de su comportamiento, porque es también lejos como un bosque algo que todos los demás ven como una
139 él mismo quien permanece responsable l por éste, y no pue- ciudad, duda del juicio de su propia visión). Mas esto lo ve
de achacar la culpa de sus faltas a otros, en cuan10 maestros con claridad: que la aprobación de otros no entrega ninguna
o precursores, no se podrá jamás, por preceptos generales prueba válida para el enjuiciamiento de la belleza; 1 que otros 139
-que se puede haber recibido de sacerdotes o filósofos, o podrán en todo caso ver y observar por él y que lo que mu-
bien extraído de sí mismo-, conseguir tanto como a través chos han visto de un único modo puede servir para él, que ha
de un ejemplo de virtud o santidad que, ofreciéndose en la cre!do verlo de otra manera, como argumento suficiente para
historia, no hace dispensable Ja autonomía de la virtud a par- el juicio teórico y, por tanto lógico 16, mas nunca que lo que
tir de la propia y originaria idea de la eticidad (a prion) ni ha placido a otros puede servir de fundamento para el juicio
transforma a ésta en un mecanismo de imitación. Sucesión 1 ~.
estético. El juicio de otros l que nos fuese desfavorable pue- t4 l
que se refiere a un curso previo, y no imitación, es la expre-
de hacernos. sospechar y, por cierto, con derecho, del nues-
sión recta para toda influencia que puedan tener en otros los
tro, pero jamás 11os convencerá de la incorrección del mismo.
productos de un autor ejemplar; lo cual no significa más que
beber de las mismas fuentes de donde bebió aquel mismo y No hay, pues, ningún argumento probatorio empírico para
aprender de sus precursores sólo el modo de portarse a ese imponer a alguien el juicio de gusto.
propósito. Pero entre todas las facultades y talentos es el gus- En segundo fugar, menos aún puede una prueba a
138 to, precisamente, 1aquel que ha mayormente menester -por- priori determinar el juicio sobre belleza según reglas deter-
que su juicio no es detenninable por conceptos y preceptos- minadas. Cuando alguien me lee su poema o me lleva a un
de ejemplos de aquello que en el curso continuo 15bis de la cul- espectáculo que finalmente no quiere placer a mi gusto, po-
tura se ha conservado por más tiempo en aprobación, a fin de drá él aducir a Batteux o Lessing 17, o a crlticos del gusto aún
no volverse, al punto, otra vez zafio y caer de nuevo en la más antiguos y famosos, y todas las reglas por ellos estable-
rudeu de los primeros ensayos. cidas, a manera de prueba de que su poema es bello; y puede
también ser que ciertos pasajes, que precisamente me dis-
placieron, concuerden, y muy bien, con reglas de belleza (tal
140 ) § 33. Segunda peculiaridad de( juicio de gusto cual son dadas allá y reconocidas generalmente); pero yo
me tapo los oídos, no deseo escuchar ninguna razón ni su-
El juicio de gusto 110 es determinable por argumentos proba- tileza, y antes supondré que esas reglas de los críticos son
torios, tal como si fuese meramente subjetivo. falsas o que, al menos, no es éste el caso de su aplicación, a
En primer fugar, cuando alguien encuentra bello un que permita determinar mi juicio por argumentos 1a priori, 140
edificio, una vista, un poema, no se deja imponer interior- puesto que ha de ser un juicio del gusto y no del entendi-
mente la aprobación ni por cien voces que elogien el objeto. miento o de la razón.

222 223
Parece ser ésta una de las principales causas por las ce. puedan sutilizar más Llamativamente que los cocineros,
que se ha bautizado esta facultad de enjuiciamiento estético comparten con éstos el mismo destino. El fundamento de
precisamente con el nombre de gusto. En efecto, alguien po- determinación de su juicio no lo pueden esperar de la fuerza
t42 drá enumeranne todos los ingredientes 1 de una vianda y ha- de los argumentos, sino solamente de la reflexión del sujeto
cerme notar que cada uno de ellos me seria aisladamente sobre su propio estado (de placer o displacer), con exclusión
agradable y, en remate, celebrar con razón lo saludable de de toda prescripción o regla.
esta comida; mas yo permanezco sordo a toda estas razones. Con todo, no es el exponer el fundamento de determi-
pruebo la vianda con mi lengua y mi paladar, y, según ellos nación de esta especie de juicios estéticos en una fórmula uni·
(no de acuerdo con principios universales), emito mi juicio. versal utilizable - lo cual es imposibl~ aquello sobre lo
De hecho, el juicio de gusto es emitido absolutamen- cual pueden y deben razonar con toda sutileza los críticos, de
te siempre como juicio singular acerca del objeto. El enten- manera que redunde en beneficio de la rectificación y am-
dimiento, por comparación del objeto con el juicio de otros pliación de 1 nuestros juicios de gusto, sino indagar sobre las t42
en punto a lo complaciente, puede hacer un juicio general; facultades de conocimiento y su quehacer en estos juicios y
por ejemplo, que todas las tulipas son bellas; pero no es éste, analizar en ejemplos la recíproca conformidad l\ fin l subjeti- 144
en dicho caso, un juicio de gusto, sino uno lógico, que hace va, de la que arriba se·mostró que su forma en una represen-
de la relación de un objeto con el gusto el predicado de cosas tación dada es la belleza dél objeto de esta representación. La
de una cierta clase en general; sólo aquél, en cambio, a tra- critica misma del gusto es, pues, sólo subjetiva en vista de la
vés del cual encuentro bella una única tulipa dada, es decir, representación por la cual nos es dado un objeto; a saber, es
hallo universal mi complacencia en ella, es el juicio de gusto. ella el arte o ciencia de unir la relación mutua del entendi-
Su peculiaridad consiste, empero, en que, si bien tiene mera- miento y la imaginación en la representación dada (sin refe-
mente validez subjetiva, interpela a todos los sujetos como rencia a una sensación o un concepto precedente) y, por tanto,
t41 sólo podría ocurrir si fuese un 1juicio objetivo que reposara poner bajo reglas el acuerdo o desacuerdo de ellos y determi-
en fundamentos d~ conocimiento y pudiera ser forzado me- narlos en vista de su condiciones. Es arle cuando señala esto
diante una prueba. sólo como ejemplos; es ciencia puando deriva la posibilidad
de un tal enjuiciamiento a partir de la naturaleza de estas fa-
cultades como facultades de conocimiento en genera.!. Es úni-
t43 l § 34. No es posible un principio objetivo del gusto camente con la última, en cuanto critica trascendental, que
tenemos que hacer aquí ..Debe ésta desarrollar y justificar el
Por principio del gusto habria de entenderse un principio ba- principio subjetivo del gusto como principio a priori de la fa-
jo cuya condición se subswniera el concepto de un objeto y, cultad de juzgar. En cuanto arte, la crítica sólo busca aplicar
entonces, se llegara a ~tablecer a través de una inferencia que (sin meditar sobre su posibilidad} las reglas fisiológicas (psi-
ese objeto es bello. Esto, sin embargo, es absolutamente im- cológicas, aquí) y, por tanto, empíricas, según las cuales efec-
posible. Pues yo debo sentir inmediatamente placer ante la re- tivamente procede el gusto, al enjuiciamiento de sus 1 objetos, t43
presentación de aquél, placer que no me puede ser inculcado y critica los productos del bello arte asi como aquélla [la cien-
a través de argumentos. Aunque los crlt.icos, como Hume di- cia] critica la propia facultad de juzgarlos.

224 225
145 l § 35. El principio del gusto es el principio 1ubje1iva, contiene un principio de subsunción, mas no de las
de la facultad en general Intuiciones bajo w11ceptos, sino de la/acuitad de las intuicio-
nes o presentaciones (esto es, de la imaginación) bajo lafa-
El juicio de gusto se diferencia del juicio lógico en que el últi- r11ltad de los conceptos (esto es, del entendimiento), en tanto
mo subsume una representación bajo conceptos del objeto y que la primera, en su libertad, concuerda con la última, en su
el primero no la subsume bajo concepto alguno, pues de otr:i IJOl¡(ormidad a ley,
manera la aprobación universal necesaria podría ser forzada Para descubrir este principio de derecho21 por medio
mediante pruebas. Es, no obstante, parecido al último en qu~ de una deducción de Jos juicios de gusto sólo nos pueden
pretende una universalidad y necesidad, aunque no de acuer- servir de hilo conductor las peculiaridades formales 1 de esta 145
do con conceptos del objeto y, por tanto, unas que son me- especie de juicio y, por consiguiente, en la medida que en
ramente subjetivas. Ahora bien, puesto que los concepto~ ~sos se considera sólo la forma lógica.

constituyen en un juicio el contenido de éste (lo que pertene-


ce al conocimiento del objeto) y no siendo, empero, el juicio
l § 36. Del problema de 11110 deducción 147
de gusto determinable por conceptos, éste se funda, entonces,
de los juicios de gusto
sólo en la formal condición subjetiva de un juicio en general.
La condición subjetiva de todos los juicios es la facultad mis- A la percepción de un objeto puede ser inmediatamente enla-
ma de juzgar, o la facultad de juicio18. Usada ésta en vista de zado el concepto de un objeto en general - del cual contiene
una representación por la que es dado un objeto, exige la con- ~los predicados empíricos-con vistas a un juicio de cono-
cordancia de dos fuerzas representacionales, a saber: la de la cimiento y, por dicho medio, ser producido un juicio de ex-
imaginación (para la intuición y la composición19 de lo múl- periencia. Pues bien: a fin de pensarlo como determinación
tiple de ésta) y la del entendimiento (para el concepto como de un objeto, en su fundamento se hallan conceptos a priori
144 representación de la unidad 1 de esta composición). Pero no de Ja unidad sintética de lo múltiple de la intuición, y estos
habiendo aquí en el fundamento del juicio ningún concepto conceptos (las categorías) requieren una deducción -que se
146 del objeto, esa concordancia sólo l puede consistir en la sub- dio en la Critica de la razón pura-, a través de la cual pueda
svnción de la propia imaginación (a propósito de una repre- cumplirse la solución del problema: ¿cómo son posibles los
sentación por la que un objeto es dado) bajo la condición de juicios de conocimiento sintéticos a priori? Esta tarea atañe,
que1° en general el entendimiento avance· desde la intuición pues, a los principios a priori del entendimiento puro y a sus
hacia conceptos. Es decir, precisamente porque la libertad de juicios teóricos.
la imaginación consiste en que ella esquematice sin concep- Pero con una percepción puede también enlazarse in-
to, el juicio de gusto tiene que reposar en una mera sensación mediatamente un sentimiento de placer (o displacer) y una
de la vivificación recíproca de la imaginación, en su libertad, complacencia que acompañe a la representación del objeto y
y del entendimiento, con su co1!formidad a ley; tiene que re- sirva a ésta en lugar del predicado, originándose así un juicio
posar, por tanto, en un sentimiento que permite juzgar el obje- estético, que no es uno de conocimiento. A un tal juicio -si
to según la conformidad a fin de la representación (por la cual no es un simple juicio de sensación, sino un juicio formal de
es dado un objeto) para el fomento de la facultad de conoci- refleidón, 1 que a todos atribuye como necesaria l esa coro- 146- 148
miento en su libre juego; y el gusto, como facultad de juzgar placencia- tiene que estarle en su fundamento algo a modo

226 227
de principio a priori que en lodo caso puede ser mernmcntc quisiera indicar nada más que esto, ello arrojaría un juicio
subjetivo (si un principio objetivo ha de ser imposible para tal meramente empírico. En efecto, no puedo enlazar a priori un
especie de juicio), pero que requiere lambién, como tal, de una ~cnlimiento determinado (de placer o displacer) con ninguna
deducción, a fin de que se conciba cómo un juicio estético puc· representación, salvo cuando en la razón se hall.e un principio
de tener pretensión de necesidad. Pues bien, en esto se funda el 11 priori determinante de la voluntad; pues siendo entonces el
problema del que ahora nos ocupamos: ¿cómo son posibles los placer (en el sentimiento moral) la consecuencia de ello, no
juicios de gusto? Problema que atañe, pues, a los principios a p.uede ser, precisamente por eso, comparado con el placer en
priori de la facultad pura de juzgar en los juicios estéticos. e.s el gusto; porque demanda el concepto determinado de una ley;
decir, en unos tales donde ella (como en los juicios teóricos) no por el contrario, este último placer debe estar inmediatamente
tiene simplemente que subsumir bajo conceptos objetivos dd enlazado, antes de todo concepto, con el 1mero enjuiciamien- 148
entendimiento y estar sometida a una ley, sino donde ella e.s. to. De ahí que todos ) los juicios de gusto sean juicios singu- 150
para sí misma, subjetivamente, tanto objeto como ley. lares, porque enlazan su predicado de complacencia no con un
Este problema puede ser planteado también así: ¿cómo concepto, sino con una única representación empírica dada.
es posible un juicio que, sólo a partir del propio sentimie/1/o No es, pues, el placer, sino la validez universal de este
de placer en un objeto; independiente del concepto de éste, placer la que en el ánimo se percibe enlazada al mero enjui-
juzgue a priori este placer como adherido a la representación ciamiento del objeto, y la cual es representada a priori, en un
de ese mismo objeto en cada otro sujeto, es decir, sin tener juicio de gusto, como regla universal para todos para la fa-
que aguardar ningún asentimiento ajeno? cµltad de juzgar, regla que es válida para cada cual. Es un
Es fácil ver que los juicios de gusto son sintéticos, por- juicio empirico el que yo perciba y juzgue un objeto con pla-
que van más allá del concepto y aun de la intuición del obje- cer. Pero es un juicio a priori el que yo encuentre bello, esto
to, y atribuyen a ésta algo en cuanto predicado, que ni siquiera es, que pueda atribuir esa complacencia como necesaria a
es conocimiento, a saber, el sentimiento de placer (o displa- cada cual.
147 cer). Pero que, 1en cuanto concierne al asentimiento que de
149 todos ) se exige, sean juicios a priori o aspiren a ser tenidos
por tales, aun cuando sea empírico el predicado (del propio § 38. Deducción de los juicios de gusto
placer enlazado a la representación), ello está contenido asi-
mismo ya en las expresiones de su pretensión; y así es como Cuando se concede que en un juicio puro de gusto Ja compla-
este problema de la critica de la facultad de juzgar pertenece cencia en el objeto está enlazada al mero enjuiciamiento de su
al problema general de la filosofia trascendental: ¿cómo son forma, lo que en el ánimo sentimos enlazado a la representa-
posibles los juicios sintéticos a priori? ción del objeto no es otra cosa que la conformidad a fin subje-
tiva de esa forma para la facultad de juzgar. Ahora bien, como
§ 37. ¿Qué es lo que propiamente se afirma a priori la facultad de juzgar, en vista de las reglas formales del enjui-
de un objeto en un juicio de gusto? ciamiento, sin materia alguna (ni sensación ni concepto), pue-
de estar l solamente 1dirigida a las condiciones subjetivas del 151-149
Sólo internamente se puede percibir que la representación de uso de la facultad de juzgar en general (que no está ordena-
un objeto está ligada inmediatamente a un placer y, si no se da22 a una especie particular de los sentidos ni a un concepto

228 22.9
particular del entendimiento) y como puede estar dirigida, por ceptos y, en cambio, en la facultad de juzgar estética, bajo una
consiguiente, a aquel [elemento] subjetivo23 que puede supo- relación, susceptible sólo de ser sentida24 , de la imaginación
nerse en todos los hombres (en cuanto es requerido para d 'I el entendimiento que concuerdan recíprocamente a propósi-
conocimiento posible en general), entonces, la concordancia to de la forma representada del objeto, donde la subsunción
de una representación con estas condiciones de la facultad de puede engañar fácilmente), sin embargo no se le quita con
juzgar tiene que poder ser asumida como válida a priori parn ello nada a la- legitimidad de la pretensión de la facultad de
todos. Es decir, el placer, o la subjetiva conformidad a fin ele juzgar de contar con el universal asentimiento; pretensión que
Ja representación para la relación de las facultades de conoci- sólo apunta a la corrección del principio de juzgar válidamen-
miento en el enjuiciamiento de un objeto sensible en general. te para todos a partir de fundamentos subjetivos. Pues en lo
podrá serle atribuido con derecho a cada cual(*). que atañe a la dificultad y a la duda acerca de la corrección
de la subsuncióil bajo aquel principio, ello vuelve tan esca-
samente dudosa la legitimidad de la pretensión que a esta
152-1 so 11 Observación validez tiene un juicio estético en general - y con ello el
principio mismo-como puede hacerlo la subsunción igual-
Tan fácil es esta deducción, porque n~ tiene necesidad de jus- mente,errónea (aunque no de manera tan frecuente y tan fácil)
tificar la realidad objetiva de un concepto; en efecto, la belle- de la facultad dejuzgar lógica bajo su principio con este mis-
za no es un concepto del objeto, y el juicio de gusto no es un mo, que es objetivo. Si la pregunta fuese: ¿cómo es posible
juicio de conocimiento. Asevera éste sólo que estamos autori- considerar a priori la naturaleza como conjunto de los objetos·
zados a suponer universalmente a propósito de cada hombre del gusto?, este problema tendría relación con la teología, pues
las mismas condiciones subjetivas de la facultad de juzgar que el erigir formas ·conformes a fin para nuestra facultad de juz-
hallamos en nosotros; y sólo con tal que bajo estas condicio- gar, tendría que ser visto como un fin de la naturaleza, 1 que 153
nes hayamos subswnido correctamente el objeto dado. Si bien fuese 1 esencialmente inherente a su concepto. Pero mucho se 151
esto último acarrea dificultades inevitables, no inherentes a la puede dudar todavía de la exactitud de esta suposición, mien-
facultad de juzgar lógica (pues en ésta se subsume bajo con- tras que a la experiencia le es manifiesta la efectiva realidad
de las belleza naturales.
• Para estar autorizado a pretender la aprobación universal respecto de un
juicio de la facuhad de juzgar estética que descanse sólo en fundamen-
tos subjetivos, basta que se conceda: 1) que en todos los hombre.< las
condiciones subjetivas de esta facultad son identicas en lo que toca a la § 39. De la comunicabilidad de una sensación
relación de las fuerzas de conocimiento puestas en ello en actividad..con
vistas a un conocimiento en general: lo cual tiene que ser verdadero, Cuando la sensación, como Jo real de la percepción, es referi-
porque de otro modo los hombres no se podrían comunicar sus repre-
sentaciones e inclusive el conocimienro. 2) Que el juicio ha lomado en
da al conocimiento, se llama sensación de Jos sentidos; y lo
consideración sólo esta relación (y, por tanto, Ja condición formal de la específico de su cualidad sólo se deja representar en cuanto
facultad de juzgar) y es puro, es decir, no mezclado con conceptos del cabalmente comunicable de igual modo, si se supone que ca-
objeto ni con sensaciones, en cuanto fundamentos de detcnninación. Si da uno tiene un sentido igual al nuestro; pero de una sensación
también en vista de esto último hubiera falta, ello a~1ñe (uucamcnte a la de los sentidos no se puede suponer esto en absoluto. Así, a
incorrecta. aplicación de la atribución que nos da una ley, a un caso par·
iicular, por lo cual la atribución no es en absoluto suprimida. quien le falte el sentido del olfato no podrá serle comunicada

23Q 231
esta especie de sensación; y aun cuando no le falte, no se pue- niciocinante según i<lcas, sino de la mera reflexión. Sin tener
de estar seguro de que tenga justamente la misma sensación ningim fin o principio como guía, este placer acompaña la
de una flor que la sensación que nosotros tenemos. Pero aun común aprehensión de un objeto por la imaginación, como
más diferente tenemos que representamos a los hombres c11 facultad de la intuición, en relación con el entendimiento,
vista del agrado o desagrado en la sensación de un mismo ob· como facultad de los conceptos, por medio de un proceder
jeto de los sentidos, y no e.abe en absoluto exigir que cada <le Ja facultad de juzgar, que ésta tiene también que ejercitar
cual conceda [que siente] placer por objetos de la misma i 11- con motivo de la más común experiencia; sólo que ella está
dole. Al placer de esta especie puede llamá,rselo placer del go necesitada de hacerlo aquí para concebir un concepto empíri-
ce puesto que Uega al ánimo a través del sentido y nosotro> co objetivo, y allá (en el enjuiciamiento estético), en cambio,
somos, en ese respecto, pasivos. simplemente para percibir la adecuación de la representación
154-152 11 Por el contrario, la complacencia en una acción en o la armoniosa actividad (subjetivamente conforme a fin) de
virtud de su cualidad moral no es un placer del goce, sino de ambas facultades de conocimiento en .su libertad, esto es, sen-
la propia actividad y de su conformidad con la idea de su des- tir placenteramente el estado representacional. En cada cual
tinación. Este sentimiento, al que se denomina ético, requiere. este placer debe reposar necesariamente en las mismas condi-
sin embargo, conceptos; y no presenta una confonnidad a fi 11 ciones, porque ellas son condiciones subjetivas de la posibi-
libre, sino legal, no dejándose comunicar universalmente de lidad de w1 conocimiento en general, y Ja proporción de estas
ningún otro modo más que por la razón y -si el placer ha facultades de conocimiento que es requerida para el gusto es
de ser de igual especie en todos- a través de conceptos racio- también requerible para el común y sano entendimiento, que
nales prácticos muy detenninados. puede presuponerse a propósito de cada cual. Prec~~_te
El placer por lo sublime de la naturaleza, en cuanto pla- por ello puede también aquel que juzga con gusto (a condic1on
cer de la contemplación raciocinante, también tiene, cierta- de que no yerre en esta conciencia y no tome la materia por la
mente, pretensión de ser compartido universalmente, pero forma, y el atractivo por Ja belleza) atribuirle a todos los demás
supone ya un sentimiento distinto, a saber, el de su destina- conformidad a fin subjetiva, esto es, 1su complacencia en el l 154-156
ción suprasensible; el cua~ por oscuro que pudiera ser, tiene objeto, y suponer su sentimiento universalmente comunicable
un fundamento moral. Pero no estoy autorizado a suponer en y por cierto, sin mediación de los conceptos.
absoluto que otros hombres tomen eso en consideración y en-
cuentren complacencia en la contemplación de la áspera mag-
nitud de Ja naturaleza (que verdaderamente no puede serle § 40. Del gusto como una especie de sensus communis
atnouido al aspecto de ésta, que es antes aterrorizador), Sin
atender a ello, sin embargo, puedo atribuirle esa complacen- A Ja facultad de juzgar -cuando, más que su reflexión, es ad-
cia a cada cual considerando que debería tenerse en cuenta vertible sólo el resultado de ésta- se le da a menudo el nom-
esas disposiciones morales en cada ocasión propicia, pero só- bre de sentido y se habla de un sentido de la verdad, de un
lo por medio de la ley moral, que a su vez está fundada en sentido para el decoro, la justicia, etcétera, si bien se sabe
conceptos de la razón. -o a lo menos tendría que saberse-- que no es un sentido
155-153 l 1Por el contrario, el placer por lo bello no es un placer aquello en lo cual estos conceptos pueden tener su sede, y me-
del goce ni de una actividad legal, ni aun de la contemplación nos que ese sentido pueda tener mínima aptitud para dictar

232 233
reglas universales, sino que jamás podría venírsenos a las uuando se la exprcs;1 en lonnulas abstractas; en sí, nada es más
niientes hacemos una representación de esta especie aceren n111ural que hacer abstracción de atractivo y emoción cuando
de la verdad, Ja conveniencia, la belleza o la justicia, si pudié- .e busca un juicio que debe servir como regla universal.
semos elevamos por sobre los sentidos hacia facultades de Las siguientes máximas del común entendimiento hu-
conocimiento más altas. El común entendimiento humano, ;11 mano no pertenecen, es cierto, acá, como partes de la critica
que, como entendimiento mer.imente sano (aún no cultivado) del gusto, pero pueden servir a Ja dilucidación de sus princi-
se considera el de menor monta, que ha de esperarse a Jo me- pios.· Son éstas: J) pensar por sí mismos; 2) pensar en el lugar
nos de quienquiera aspire al apelativo de hombre, tiene tam- de cada uno de los otros; 3) pensar siempre acorde consigo
bién, por eso, el mortificante honor de recibir el nombre de mismo. La primera es la máxima del modo de pensar despre-
sentimiento común (sensus comm1111is); y, por cierto, de ma- j11iciado, la segunda lo es del amplio y la tercera, del conse-
157-155 nera tal que bajo la palabra 11 común (no 1sólo en nuestm ci1en11?1. La primera es la máxima de una razón que nunca es
lengua, que encierra en esto efectivamente una doble signifi- pasiva. La propensión a una razón pasiva y, por tanto, a la hete-
cación, sino también en varias otras) se entiende lo vulgar que ronomía de la razón, llámase prejuicio; y el mayor entre todos
por doquier se encuentra y cuya posesión no es en absoluto los prejuicios es el representarse la naturaleza no subordinada
merecimiento o ventaja. a las reglas que el entendimiento le pone por fundamento a tra-
Por sensus communis hay que entender, no obstante, la ves de su propia ley esencial: esto es, la superstición. El libe-
idea de un sentido común a todos25, esto es, de una facultad rarse de Ja superstición se denomina ilustració11 28(*); porque,
de juzgar que en su reflexión tiene en cuenta, en pensamien- aun cuando esta denominación le corresponde a la liberación
to (a priori), el modo representacional de cada uno de Jos de- de Jos l prejuicios en general, la superstición merece 1preferen- 159-157
más, para atener su juicio, por así decirlo, a la entera razón temente (in sensu eminenli) ser llamada prejuicio, eo cuanto
humana y huir así a la ilusión26 que, nacida de condiciones que la ceguera a que ella [nos] lleva, la ceguera que ella inclu-
subjetivas privadas que pudiesen fií.cilmente ser tenidas por so exige como obligación, hace notoriamente reconocible la
objetivas, tendria una desventajosa influencia sobre el juicio. necesidad de ser guiado por otros y; por tanto, el estado d,e wia
Ahora bien: esto último sucede por alener el propio juicio a razón pasiva. En lo que atañe a la segunda máxima del modo
otros juicios, no tanto efectivamente reales, como más bien de pensar, estamos por demás habituados a llamar limitado
meramente posibles, y ponerse en el lugar de los otros, en la (corto de a/cance.sl9, lo contrario de amplío) a aquel cuyos
medida en que simplemente se hace abstracción de las res-
tricciones que están asociadas de modo casual a nuestro pro-
pio enjuiciamiento; lo eual, a su vez, se lleva a cabo mediante • Pronto se ve que la ilustración es cosa fácil in 1/1esi; in hypoútesi. en
cambio, es dincil y lenta de llevar a cabo porque no ser pasivo con su
la omisión -todo lo posible- de aquello que es materia, es razón. sino ser siempre legislativo respecto de si mismo, es ciertamente
decir, sensación, en el estado representacional y prestando algo muy fócil para el hombre que quiere ser adecuado sólo a su fin
atención únicamente a las peculiares formas de la propia re- esencial y no nnhcla saber aquello que está por encima de su entendi·
presentación o del propio estado representacional. Pues bien: miento: pero como el afán l 1por esto último :ipenas puede ser evitado 159-157
esta operación de la reflexión parece quizá ser demasiado ar- y no faltarán jamás otros que prometm con mucha confianza poder
satisfacer este deseo de saber, el mantener o csuiblcccr en el modo de
tificiosa como para imputársela a la facultad que denomina- pensar (sobre todo, el público). lo meramente negativo (qu~ constituye
158-156 mos sentido l común; pero es que ella tiene ese 1aspecto sólo la ilustración propiamente tal) debe. entonces, ser muy dificil.

234 235
talentos no alcanzan para ningún grande uso (sobre todo, pa- cimiento; mas entonces es legaP0 l la concordancia de ambas 159
ra el uso intensivo). Pero no es cuestión aquí de la facultad de fuerzas del ánimo bajo la compulsión de conceptos determi-
conocimiento, sino del modo de pensa1; a objeto de hacer nados. Sólo allí donde la imaginación, en su libertad, despier-
un uso conforme a fin de aquélla; ése, por pequeña que sea ta al entendimiento y éste, sin conceptos, pone a aquélla en un
la envergadura y el grado a que alcance el don natural del juego regular comunícase la representación no como pensa-
hombre, indica sin embargo, a un hombre de pensar amplio. miento, sino como sentimiento interior de un estado del áni-
cuando éste puede empinarse por las condiciones subjetivas mo conforme a fin.
privadas del juicio, entre las cuales tantos otros están como Es el gusto, pues, la facultad de juzgar a priori la co-
atrapados, y reflexiona sobre su propio juicio desde un p1111111 municabilidad de los sentimiento que están ligados a una re-
de vista universal (que sólo puede determinar colocándose en presentación dada (sin mediación de un concepto)
160 el punto de vista de otros). La tercera l máxima, o sea, la del Si pudiera suponerse que la mera comunicabilidad uni-
158 modo consecuente de pensar, 1 es la más dificil de lograr y só- versal del sentimiento propio tuviera que llevar ya consigo,
lo puede ser alcanzada por la unión de las dos primeras y tras en sí, un interés para nosotros (lo cual no se está autorizado
una frecuente observancia de éstas convertida en destreza. a concluir de la índole de una facultad de juzgar meramente
Puede decirse que la primera de estas máximas es la máxima reflexionante), podria uno explicarse de dónde es que el sen-
del entendimiento; la segunda, de la facultad de juzgar; la timiento en el juicio de gusto le es atribuido a todos, por de-
tercera, de la razón. cir así, como deber.
Retomo el hilo abandonado con este episodio y digo
que el gusto puede ser llamado sen.sus communis con más de-
recho que el sano entendimiento; y que la facultad de juzgar § 41. Del interés empírico en lo bello
estética puede, antes que Ja intelectual, llevar el nombre de un
sentido(*) a todos común, si se quiere usar la palabra sentido Con suficiencia se ha puesto arriba de manifiesto que el jui-
a propósito del efecto de la mera reflexión sobre el ánimo, cio de gusto, por el que algo es declarado bello, no debe te-
pues·en tal caso se entiende por sentido el sentimiento de pla- ner ningún interés como fundamento de l determinación. 162
cer. Podriase incluso definir el gusto por la facultad de enjui- Pero no se sigue de ahí que, tras haber sido dado como juicio
ciar aquello que hace universa/mente comunicable nuestro estético 1 puro, no pueda ser ligado a él interés alguno. Este 160
sentimiento a propósito de una representación dada y sin me- enlace podrá siempre y sólo ser indirecto; es decir, el gusto
diación de concepto. tiene que ser primeramente representado como enlazado a
La habilidad de los hombres para comunicarse sus pen- otra cosa para poder vincular a la complacencia de la mera
samientos requiere también una relación de la imaginación y reflexión sobre un objeto, todavia un placer en la existencia
161 el entendimiento, a fin de asociar l intuiciones a los concep- de éste (en lo cual consiste todo interés). Pues vale aquí en el
juicio estético, lo que en el juicio de conocimiento (de cosas
tos, y conceptos, a su vez, a ésas, que confluyan en un cono-
en general) se dice: a posse ad esse non valet consequentia~ 1 •
(*)Se p<>dria designar al gusto con [la expresión] sensus communis aestlte- Pues bien: esa otra cosa puede ser algo empírico, a saber, una
ticus y al común entendimiento humano con [la expresión] sensus com- inclinación que le es propia a la naturaleza humana, o algo in-
munis logicus. telectual, en cuanto propiedad de la voluntad de poder ser

236
237
determinada a priori por la razón; ambos contienen una con1 principal de la inclinación refinada, y las 1~nsacion~ son ti:· 162
placencia en el existir de un objeto, y, así. el fundamento pani nidas por valiosa.~ sólo en tanto que se deJen comurucar ~m­
poder poner un interés en aquello que ya ha placido por si > versalmente; de suerte que, si bien el placer que cada uno nene
sin consideración de interés alguno. en un tal objeto sólo es insignificante y por si sin in~rés _noto-
Empiricamente interesa lo bello sólo en la sociedad; v rio, la idea, sin embargo, de su universal comumcab1hdad
cuando se conoce como natural al hombre el instinto de so· agranda su valor casi infinitamente.
ciedad y, en cambio, la aptitud y la propensión a ella, esto cs. Este interés indirectamente asociado a lo bello por la
la sociahi/idadn, como una propiedad que pertene.ce a l<b inclinación a la sociedad y, por tanto, empírico, carece aquí,
requisitos del hombre en cuanto criatura destinada a la socie- 110 obstante de importancia para nosotros, que sólo hemos
dad y que por tanto, pertenece a la lr11manidaál3, no pued,· de mirar a :quello que pueda tener relación con el juicio d~
163 tampoco faltar entonces el que se deba considerar l el gus111 gusto a priori, aun cuando sólo sea indirect~me~te. i:ies. s1
como una facultad de enjuiciamiento de todo aquello a tn1- también en esta forma debiera develarse un mteres a el vm-
vés de lo cual puede uno comunicar incluso su sentimiento :1 culado descubrirla el gusto un paso de nuestra facultad de
161 cada uno de ! los otros y, con ello, como medio de fomemo enjuicÍamiento desde el goce de los sentidos hacia el senti-
de aquello que la inclinación natural de cada uno demanda. miento moral; y no sólo porque.a través de ello se_ es~ria
Un hombre abandonado en una isla desierta no asea- guiado a mejor ocupar el gusto en conformidad. a ~m, smo
ría por sí solo su cabaña ni a si mismo, no buscaría flores 11 i que también sería presentado como tal un eslabon mtenne-
menos las plan1aría para acicalarse con ellas; sino que sólo dio de la cadena de las facultades humana a priori, de las
en la sociedad le viene en mientes ser no sólo hombre, sino
que tiene que depender toda legislación. Bien se puede d~ir
también, a su modo, un hombre fino (es el comienzo de l;i
del interés empirico en objetos del gusto y en el gusto tms-
civilización), pues como tal se juzga a aquel que es proclive
mo que, como éste se abandona a la inclinación, ~unque_ésta
y .hábil para comunicar a otros su placer, y a quien no Je col-
pueda estar todo lo refinada que se quiera'. se deJa fundir de
ma un objeto s i no puede sentir en comunidad con otros la
buen grado con toda las inclinaciones y pas1one~ que l alcan- 165
complacencia en él. También cada uno espera y exige de ca-
da cual que preste atención a la comunicación universal, por zan en la sociedad su diversidad mayor y su mas alto grado,
y que el interés 1 en lo bello, cuando está fundado sobre eso, 163
decirlo, asi, a partir de un contrato originario que hubiera si-
do dictado por la humanidad misma; y es así, por cierto, co- puede ofrecer sólo un paso muy ambiguo de lo agradable a
mo se hacen importantes y son ligados a gran interés en la Jo bueno. Razón para indagar si este paso, empero, puede ser
sociedad inicialmente sólo los atractivos, por ejemplo, los co- favorecido por el gusto cuando éste es tomado en su pureza.
lores, para pintarse (bermellón entre los caribes y cinabrio en-
tre los iroqueses), o las flores, las conchas de moluscos, las
plumas de aves de bello color; mas al correr del tiempo tam- § 42. Del interés intelectual e11 lQbello
bién formas bellas (como en las canoas, los vestidos, etcé-
tera), que no traen consigo ningún deleite, es decir ningwia Fue con propósito benévolo que aquellos que de buen grado
164 . complacencia del goce; hasta que por fin la l civilización lle- querían dirigir todas las ocupaciones de los hombres, a I~
gada al punto más alto hace de ello poco menos que la obra cuales impulsa a éstos la disposición natural interna, haclll

U8 239
el fin último de la humanidad, a saber. el bien moral, tuvieron únicamente 1 su producto según la forma, sino también su 165
por signo de un buen carácter moral el tomar, en general, in existir, sin que en eso tenga partidpación un atractivo de los
terés en lo bello. No sin fundamento, empero, les fue repl icadn sentidos, o bien que él enlace a ello algún fin.
por otros, que invocaban la experiencia, que los virtuosos del No obstante, es digno de atención a este propósito que
gusto, no sólo con frecuencia, sino incluso habitualmente, so11 si se hubiera engañado secretamente a este amante de lo bello
vanidoso, obstinados y entregados a perniciosas pasiones, y clavando en la tierra flores artificiales (que puedan ser fabri-
que podrlan tener acaso menos pretensión que otros al privile- cadas muy semejantes a las naturales), o colocando pájaros
gio de ser proclives a principios morales; y es así como parece tallados artísticamente en las ramas de los árboles, y luego
que el sentimiento para Jo bello no es sólo (como efectivamen- descubriera aquél el engaño, desaparecería al punto el interés
te sucede) espec[ficamente distinto del sentimiento moral, sino inmediato que antes había tomado y su lugar sería ocupado
166 que también el interés que l a aquél se puede enlazar es dificil- acaso por otro, a saber, el interés de la vanidad de adornar
mente aunable al moral, y en ningún caso por afinidad interna. con esas cosas su habitación para ojos ajenos. Que la natura-
164 1 Concedo de buena gana que el interés en lo bello del ar-
leza produjo esa belleza: este pensamiento debe acompañar
la intuición y reflexión; y únicamente en él se funda el inte-
te (a lo que sumo también el uso artificial de las bellezas natu-
rés inmediato que se toma en ello. De otro modo nos queda
rales para el ornato y, por tanto, para la vanidad) no da prueba
un mero juicio de gusto sin interés alguno, o bien sólo uno
alguna de un modo de pensar asociado al bien moral o siquie-
enlazado a un interés mediato, a saber referido a la sociedad;
ra proclive a éste. Pero, por el contrario, af1rmo que tomar un
y esto último no ofrece ninguna señal de un modo de pensar
interés inmediato en la belleza de la naturaleza (y no sólo tener
moralmente bueno.
gusto para juzgarla) es siempre signo distintivo de un alma bue- Esta preeminencia de la belleza natural sobre la belle-
na, y que él señala, cuando este interés es habitual, un temple za artística, aun si ésa fuera sobrepujada por ésta l según la 168
de ánimo por lo menos favorable para el sentimiento moral, forma, de ser la única en despertar un interés inmediato, con-
cuando se enlaza de buen grado con la co11te111plación34 de la cuerda con el modo de pensar purificado y escrupuloso de
naturaleza. Es preciso, por cierto, recordar que aquí me refiero todos los hombres que han cultivado su sentimiento moral.
propiamente a las formas bellas de la naturaleza y que dejo de Cuando 1 un hombre que tiene suficiente gusto para juzgar 166
lado, en cambio, los atractivos, que ella suele asociar tan rica- con la mayor exactitud y finura sobre productos del bello ar-
mente con esas formas, porque el interés en estos últimos, si te, abandona de grado la habitación en que se encuentran
ciertamente inmediato, es sin embargo empírico. esas bellezas que entretienen la vanidad y, en todo caso, las
Aquel que solitario contempla (y sin propósito de co- dichas sociales, y se vuelve a lo bello de la naturaleza para
municar sus obse,rvaciones a orros) la bella figura de uná flor hallar ahí, por así decirlo, voluptuosidad para su espiritu en
silvestre, de un ave, de un insecto, etcétera, para admirarlos, ua curso de pensamiento que él jamás puede desarrollar
amarlos, y que no querría de buen grado que faltasen en la completamente, habremos de considerar incluso con reveren-
naturaleza en general, aun cuando con ello le ocurriese al- cia su elección, y de suponer en él un ahna bella, a la cual no
gún daño, y mucho menos aún viera brillar en ellos alguna puede aspirar ningún conocedor y amante del arte en virtud
167 . utilidad para él, l toma un interés inmediato y ciertamente del interés que toma en sus objetos.- ¿Cuál es, pues, la dife-
intelectual en la belleza de la naturaleza. Esto es, no le place rencia de la estimación tan diversa de dos clases de objetos,

uo 241
que en e l juicio del mero gusto apenas se disputárían en11 c 11csis verdadera de la escritura cifradal 7 a través de la cual
sí la preferencia? nos habla figuradamente.IS la naturaleza en sus bellas formas.
Tenemos una facultad del juicio meramente estétic11 Pero, primero, este interés inmediato en lo bello de la natura-
para juzgar sin conceptos acerca de formas y hallar en d leza no es efectivamente común sino propio sólo de aquellos
sim~le enjuiciamiento de éstas una complacencia que con- que ya han formado su modo de pensar con vistas al ~i,en, o
vertunos a la vez en regla para todos, sin que este juicio se bien son eminentemente receptivos para esa formac1on; Y
funde sobre un interés ni tampoco susciteJs un interés.- Por entonces la analogía entre el juicio puro de gusto -que, sin
otra parte, tenemos también una facultad de juzgar intelec- depender de ningún interés, pe~ite sentir una ~mplaccncia
tual que determina, para simples formas de máximas prác1 i- y la representa a la vez a prion como converuente para la
169 cas (en la ) m~ida e~ que por si mismas se muestran aptas humanidad en general- y el juicio moral, qu~ hace ~xa~t~­
para la ~egislac1ón universal). una complacencia a priori, que mente lo mismo a partir de conceptos, aun sm med1tac1on
convertimos en ley para todos, sin que nuestro juicio se fun- nítida. sutil y preconcebida. conduce a un unifonne interés
167 d~ en un interés,_ 1pero suscitando un tal. En el primer jui- inmediato en el objeto del primero asi como en el del último;
cio el placer o displacer se denomina del gusto, el segundo sólo que aquél es un interés libre, y éste uno fundado en le-
del sentimiento moral. ' yes objetivas. A ello se añade la admiración de la naturaleza
Pero como a la razón también le interesa que las ideas que se muestra en sus bellos prod~ctos _co~o art_e, no mera-
(para l_as cuales provoca en el sentimiento moral un interés mente por accidente, sino, por as1 decir, mtenc1o~almente,
mrnediato) tengan a la vez realidad objetiva, es decir, que In según una ordenación legaP9 y en cuanto conforrrudad a fin
naturaleza muestre al menos una huella o dé una señal6 ele sin fin; y como este fm no lo encontramos externamente en
que contiene en sí algún fundamento para admitir una con- ninguna parte, to buscamos de modo naru~t en nosotr~s
cordancia conforme a fm de sus productos respecto de nues- mismos 1 y ciertamente en aquello que const1ruye el fm ul- 171
tra complacencia libre de todo interés (la cual conocemos a timo de nuestro existir, o sea, en la destinación moral (pero
priori ~omo ley p_ara cada cual, sin poder fundar esto en prue- dela indagación en pos del fundamento de la posibi~idad_de
bas), tiene la razon que tomar interés en cada exteriorización wia tal conformidad a fin de la naturaleza se tratará recién
de una concordancia parecida a ésa; por consiguiente, el áni- en la teleología). .
mo no puede meditar sobre la belleza de la naturaleza sin ha- 1 Es también fácil de explicar que la con:ip.la~encta en 16'l
llarse, a un tiempo, interesado en ella. Según su afinidad, sin el bello arte no está igualmente enlazada en el JUICIO de gus-
embargo, este interés es moral; y quien lo tome a propósito to a un interés inmediato, como la complacencia en la bella
de lo bello de la naturaleza, sólo puede tomarlo en éste en la naturaleza. Pues aquello es o bien una imitación de ésta tal
medida en que ya previamente ha fundado bien su interés en que llega basta el engaño, y hace entonces. la impresión _de
el bien moral. Si tiene motivo, pues, de suponer al menos una una belleza natural (que se tiene por tal). bien es un arte in-
170 disposici_ón pa~ un buen sentir l moral en aquel a quien Je tencionada y visiblemente dirigido a nuestra complacencia;
mteresa inmediatamente la belleza de la naturaleza. y entonces la complacencia en este producto tendria lugar,
Se dirá que esta interpretación de los juicios estéticos por cierto inmediatamente a través del gusto; pero no otro
que le~ conced~ parentesco con el sentimiento moral posee interés qu~ uno mediato en la causa qu~ está _e n el funda-
168 un canz demasiado estudiado como para tenerla por Ja 1exé- mento, a saber, en un arte que sólo puede interesar por su fin,

242 243
jamás por si mismo. Tal vez se diga que es también cslc ol on In cuenta de que es un engaño, nadie soportará largamen-
caso cuando un objeto de la naturaleza interesa por su bi.:llc lc escuchar este canto que antes se tuvo por tan atr.icuvo; Y
za sólo en la medida en que Je es asociado una idea moral. 11sl ocurre con todo otro pájaro cantor. Tiene que ser naturale-
mas no es el objeto lo que interesa inmediatamente, sino la z¡¡ o ser tenido como tal por nosotros para que podamos to-
cualidad de la naturaleza en sí misma de mostrarse apta pa111 mw· en lo bello en cuanto tal un interés inmediato, pero más
una tal asociación que le conviene pues, de modo interno. aún si hemos de atribuir a otros el que deban tomarlo; lo cual
Los atractivos en la bella naturaleza, que se hallan, pt11 ocurre de hecho cuando considerarnos grosero e innoble el
172 así decir, fundidos tan copiosamente en la l forma bella, per- modo de pensar de aquellos que no tienen ningún sentimien-
tenecen ya a las modificaciones de la luz (en la coloraciónl. to para la bella naturaleza (pues asi denominam~s. a la ca-
ya al sonido (en los tonos). En efecto, son éstas las únicas scn- pacidad para sentir un interés en su contempla~1on), y se
saciones que no sólo permiten un sentimiento de Jos sentidos. afenan en la cena o junto a la botella al goce de simples sen-
sino también una reflexión sobre la forma de estas modifica- saciones de los sentidos.
170 ciones 1de Jos sentidos y, de este modo, contienen, por asi
decirlo, un lenguaje que la naturaleza nos dirige y que parce.:
tener un sentido más elevado. Así, el color blanco del lirio § 43. Del arte en general
parece templar el ánimo para ideas de inocencia y, según el
orden de los siete colores, desde el rojo hasta el violeta, 1) pa· 1) Se distingue el arte de la naturaleza como el hacer4° <fa·
ra la idea de la sublimidad, 2) de la audacia, 3) de la franque- cere) del actuar u obrar11 en general (agere), y el produ~t~ o
za, 4) de 1a amigabilidad, 5) de la modestia, 6) de la firmc1Á~ ta consecuencia del primero, en cuanto l obra (opus), distm- 174
y 7) de la ternura. El canto de fas aves proclama jocundidad y guese de la última, en cuanto efecto (effectus) .
contentamiento con su existencia. Por lo menos así interpre- En derecho deberla denominarse arte sólo a la produc-
tarnos Ja naturaleza, sea parecida cosa su propósito o no. Pero ción por libertad, es decir, a través de un arbitrio que pone ra-
este interés que aquí tomamos en la belleza requiere entera- zón en el fundamento de sus acciones. Pues si bien se gusta
mente que sea belleza de la naturaleza, y pronto desaparece de llamar obra de arte al producto 1de las abejas (las celdi- 172
en cuanto se advierte que se estaba engañado y que sólo es llas de cera regularmente construidas), esto ocurre, sin em-
arte; y tanto aun, que el gusto ya no puede hallar nada bello o bargo, sólo por analogía con el arte; ciertall1;ente, tan P.ronto
la vista algo atractivo. ¿Qué es más altamente encomiado por se advierte que ellas no fundan su labor en mnguna delibera-
los poeta, sino el canto hechizadoramente bello del ruisei'íor, ción relacional propia, enseguida se dice que es un producto
en setos solitario, una noche silenciosa de verano a la suave de su naturaleza (del instinto), y como arte sólo a su creador
luz de la luna? Y entre tanto, se tiene ejemplos de veces en es atribuido.
173 que, no encontrándose 1 tal cantor, algún anfitrión bromista Cuando al hurgar una ciénaga -corno ha ocurrido a
ha engañado a sus invitados -llegados donde él para gozar veces- se encuentra un trozo de madera tallada, no se dice
del aire del campo- para su mayor contentamiento, ocultan- que sea un producto de la naturaleza, sino del arte; la causa
do a un muchacho travieso en un seto, el cual sabía remedar productiva de ése42 ha concebido un fin, al que debe aquél su
171 ese trino (con una caña o 1un tubo en la boca) de modo total- forma. Por lo demás, se ve arte tan1bién en todo aquello que
mente parecido a. Ja naturaleza. Pero tan pronto como se cae está de tal manera constituido que una representación suya

244 245
ha ~ebido preceder en su causa a su realidad (como aun en la' los llamadas siete artes liberales hay algunas que quisieran
abejas), aunque el efecto pudiere no haber sido pensado pu1 ser sumadas a las ciencias, y otras, también, que hubieran de ser
l~ c~usa'. mas cuando algo es denominado, sin más, arte. p;11 .1 comparadas con artesanías. Pero puesto que algunos nuevos
~tmgmrlo de un efecto de .la naturaleza. se entiende por ello educadores creen que el mejor modo de fomentar un arte libe-
siempre una obra de los hombres. ral es.quitarle toda compulsión y convertirlo de trabajo en me-
175 . ~ 2) El arte, como habilidad43 del hombre, se distingue ro juego, no es desaconsejado recordar que en todas las artes
~b~en de la ciencia (el poder. del saber), como la facultntl liberales, no obstante, es requerible un elemento compulsorio
practica de la teórica, como la técnica de la teoría (como la o, como se lo llama, un mecanismo (por ejemplo, en el arte
agnmensura de la geometría). Y entonces tampoco se llama poético, Ja exactitud y la riqueza del lenguaje, al igual que la
arte a aquello que se puede, en tanto que sólo se sepa que prosodia y la medida de las silabas), sin el cual el espíritrl'1,
1T.l d.ebe ser hecho y, por tanto, no se conozca 1 suficientemente que debe ser libre en el arte y es el único que vivifica la obra,
smo el efecto deseado. Sólo aquello para lo cual, aun cuan- no tendría cuerpo alguno y se evaporaría completamente.
do se lo conozca del modo más completo no se tiene de ¡11•
~ediato, sin embargo, la habilidad para ha~erlo, pertenece en
d~cho ~lcance al arte. Muy exactamente describe Campc1' ''' § 44. Del arte bello
como tiene que estar hecho el mejor zapato, pero con cenc-
za no habrla podido hacer calzado alguno(*). No hay una ciencia de lo bello, sino sólo una crítica, ni bella
ciencia, sino solamente l arte bello. Pues en cuanto a la prime- 177
. 3) T~bién se distingue arte de artesa11ía45 ; llámasc
hberaJ al pnmero, la segunda puede también denominarse ra atañe, deberla resolverse en ella científicamente, es decir,
?rle remrmerado46. Se considera al primero como si, cu:il por medio de argumentos probatorios, si algo ha de ser tenido
Juego solamente : s decir, como una ocupación que por si por bello o no; el j1úcio sobre belleza, si perteneciera a la cien-
es, agradable--, pudi~re resultar conforme a fin (logrado); la cia, no seria entonce.~ juicio de gusto. En lo que alcanza a la
segunda, como trabajo, esto es, como una ocupación que es segunda, una ciencia que corno tal deba ser bella es cosa ab-
surda. Pues cuando 1en ella, corno ciencia, se inquiriese por 175
por sí desagradable (gravosa) y que sólo seduce por su efec-
176 !º (la rernunera.ción, por ejemplo), pudiendo l ser, por tanto. razones y pruebas, se lo despacharla a uno con sentencias de
1mpuest.a coachvamente. Para establecer si en la jerarquía de buen gusto (bo1111101s). Lo que ha motivado la expresión habi-
los oficios ha de valer como artista el relojero y, en cambio. tual de bellas ciencias 110 es otra cosa, sin duda, que el haber
el h,errero como artesano, se requiere de un punto de vista advertido muy correctamente que se requiere mucha ciencia
distinto al que adoptarnos aquí, a saber, la proporción de los para el bello arte en su total perfección, como por ejemplo, co-
talentos que t.iene que estar en el fundamento de una u otra nocimiento de antiguas lenguas, erudición en los autores que
174 de esas ocupaciones. No hablaré aquí de si 1 también entre se considera clásicos, historia, conocimiento de las antigüeda-
' des, etcétera; y puesto que estas ciencias históricas constituyen
la preparación y basamento necesarios para el arte bello y,
(•) Dice el hombre común en mi región, cuando se le propone una rurca también en parte, porque bajo ellas está comprendido por igual
como la del huevo de Colón: eso 110 e.r un t1rte, es .rólo una ciencia, Es el conocimiento de Jos productos del bello arte (retórica48 y
decir que si se lo sabe. puede hacérselo; y lo mismo dice de todas las
prerend~das artes del prestidigitador. las del funámbulo, en cambio, no
arte poético), por una confusión de palabras se las ha deno-
rehusara ai •bsoluto llamarlas ane. minado ciencias bellas.

247
Cuando el arte, adecuado al co11oci111ien10 de un ol~k­ § 45. Un arte es arte bello en cuanto que a la vez
to posible, ejecuta simplemente los actos requeridos para parece ser naturaleza 49
178 hacerlo efectivo, es mecánico, pero si tiene por propósito 1 i11
mediato el sentimiento de placer, llámase arte estético. F.s1,· Ante un producto del arte bello debe hacerse uno consciente
es arte agradable o bien arte bello. Es lo primero, cuando su de que es arte y no naturaleza; no obstante, la conformidad a
fin es que el placer acompañe a las representaciones en cuan- fin en la forma de aquél debe parecer tan libre de toda suje-
to meras sensaciones; lo segundo, que las acompañe corn11 ción a reglas arbitrarias como si fuera un producto de la me-
modos de conocimiento. ra naturaleza. Sobre este sentimiento de libertad en el juego
176 1Son artes agradables las que sólo tienen por ímalidatl de nuestra facultades de conocimiento, que, empero, tienen
el goce; de esa índole son todos los atractivos que puedr111 que ser a la vez conformes a fin, descansa ese placer que es
deleitar a los comensales en torno a una mesa, como el rel<1 · el único universalmente comunicable, sin fundarse, no obs-
to entretenido, el provocar en la compañía una franca y viva tante, en conceptos. Bella era la naturaleza cuando a la vez
locuacidad, templarlos por medio de chanza y risa en un cier- tenía visos de arteSO; y el arte sólo puede ser llamado bello
to tono de regocijo, donde es posible, como se dice, charla r cuando somos conscientes de que es arte y, sin embargo, nos
en abundancia y con soltura, sin que nadie quiera hacerse ofrece visos de naturaleza.
responsable de lo que dice, pues sólo se tiene en vista el mo- l Pues podemos decir de modo general, concierna ello 180
mentáneo entretenimiento y no una materia duradera para ul- a Ja belleza natural o a la del arte: bello es lo que place en
teriores meditaciones y repeticiones (también pertenece, pues. el mero e11juiciamie11to (no en Ja sensación de los sentidos ni
a esto el modo en que esté la mesa arreglada para el goce, o a través de un concepto). Mas el arte tiene siempre el pro·
aun, en grandes ágapes, la m(1sica de acompañamiento; ad- pósito determinado de producir algo. Si esto fuese, empero,
mirable cosa que sólo ha de mantener, como un rumor agra- simple 1 sensación (algo meramente subjetivo), que debiera 178
dable, templados los ánimos para la jovialidad y, sin que ser acompañado por el placer, placeria este producto, en el
nadie preste la menor atención a su composición, favorece J¡1 enjuiciamiento, sólo por medio del sentimiento de los senti-
libre conversación de unos y otros vecinos). Pertenecen u dos51. Si el propósito estuviese dirigido a la producción de
esto también todos los juegos que no comportan otro interés un determinado objeto, placería éste -cuando el propósito
que hacer al tiempo discurrir imperceptiblemente. fuese logrado a través del arte- solamente por conceptos.
179 ) Arte bello es, por el contrario, un modo de represen- En ambos casos, sin embargo, el arte placería e11 el mero en-
tación que es en sí mismo conforme a fin y que, aun caren- j11icia111ie11to, es decir, no como arte bello sino mecánico. .
te de fin, promueve la cultura de las fuerzas del ánimo con La conformidad a fin en el producto del bello arte, pues,
vista a la sociable 1comunjcación. si bien es ciertamente intencional, debe, sin embargo, no pare-
La universal comunicabilidad de un placer implica cer intencional; es decir, el arte bello debe dar aspectos52 de
177 ya en su concepto que ése no debe ser un 1placer del goce naturaleza, aunque, por cierto, se esté conciente de que es arte.
que surja de la mera sensación, si no de la reflexión; y así, Y como naturaleza aparece un producto de arte al ser acerta·
el arte estético, como arte bello, es uno que tiene por medi- da, con toda p1mt11a/idad. la conveniencia respecto de reglas,
da la facultad de j uzgar reflexionante y no la sensación de únicas según las cuales puede el producto llegar a ser eso que
los sentidos. debe ser'l; pero sin penosa prolijidad54, sin que la forma

248 249
académica 1ransluzca55 ; esto es, sin mostrar la menor huella que puede ser aprendido según alguna regla det~nninada; por
de que la regla haya estado en la mira del artista, poniéndo- consiguiente, que la origi11alidad56 debe ser ~u pm~cm p_r~p1e­
le trabas a su fuerzas del ánimo. dad. 2) Que, pudiendo también haber un smsenndo ongmal,
sus productos deben ser a la vez modelos, est~ es, ej~m!'lª':~s;
en consecuencia' no son originados por medio . de mutac1on,
. .
181 l § 46 El ane bello es arte del genio pero deben servir a otros para ello, es dec~r, c~mo cnteno ~
regla del enjuiciamiento. 3) Que no puede .el mismo descn_b1r
Genio es el talento (don natural) que le da la regla al arte. os1 cientificamente indicar cómo pone en pie su producto, smo
Dado que el talento, como facultad productiva innata del ar- que da la regla en cuanto naturaleza; y de ~ que el P"?pio
tista, pertenece, él mismo, a la naturaleza, podría uno enton- autor de un producto, que debe éste a su geruo, no sepa como
179 ces expresarse también así: 1genio es la innata disposición se encuentran en él las ideas para ello, y tampoco tenga en su
del ánimo (ingenium) a través de la cual la naturaleza le da poder pensar algo así a discreción o conforme a un ~lan, ni
la regla al arte. hacer partícipes a otros en tales prec.ep~os, que los p~1eran ~n
Cualquiera sea el caso de esta defmición, y sea ella sim- condición de producir productos s1ID.1lares (de ab1 tamb1en,
plemente arbitraria o adecuada al concepto que suele ligarse a pues, que presumiblemente la palabra genio se deri~ ~e ge-
la palabra genio o bien no lo sea (Jo que deberla ser debatido nius, el espiritu pec'uliar dado a un hombre en su nac1rmento l IMJ
en el siguiente párrafo), ya por anticipado puede demostrarse para protección y guia, de cuya inspiración procedieran aq~e­
que, según la significación del vocablo adoptada aquí, las be- llas ideas originales). 4) Que la naturaleza, a travé~ del geruo,
llas artes tienen que ser consideradas necesariamente como presc1ibe la regla no a la ciencia, sino al arte; e mcluso ello
artes del genio. solamente en la medida en que este último deba ser bello arte.
Pues todo arte supone reglas, por cuyo establecimiento
viene p~mernmente a ser representado como posible un pro-
ducto, si ha de ser llamado artístico. El concepto del bello arte 1§47. Esclarecimiemo y co11jim1ación de la anterior lMl
no permite, sin embargo, que el juicio sobre·Ja belleza de su d~/1nició11 del genio
producto sea derivado de alguna regla.que tenga por funda-
mento de determinación un concepto ni, por tanto, que ponga En ello están todos de acuerdo: el genio ha de ser totalmente
por fundamento un concepto del modo en que ése es posible. contrapuesto al espirilu de imitación58 • Y puesto que apren-
182 Así, no puede el arte bello inventarse la regla ) según la cual der no es sino imitar la más grande aptitud, la facilidad para
deba ~oner en pie su producto. Y, puesto que sin regla prece-
'
aprender (capacidad), como tal, no puede valer como·gemo.
.
dente Jamás un producto podrá llamarse arte, tiene la natura- Pero aun cuando por si se piensa o fantasea y no se toma
leza que dar la regla al arte en el sujeto (y a través del temple simplemente lo que on:os h.an pensado, y ~i ~un se. descubre
de las facultades de éste); es decir, el arte bello es sólo posi- algo para el a1te o la c1enc1a, no es todav1a esta, sm embar-
ble como producto del genio. go, ta recta razón para llamar genio a semejante (y a n;ienu-
180 . 1Desde aquí se ve que el genio es: J) un talento de pro- do gran) cabeza (en oposición a aquel. q~e, no pudiendo
duc1~ aquello para lo cual no se puede dar ninguna regla de- nunca más que meramente aprender a uru~, es apod~o
terminada; y no una disposición de habilidad para aquello necio); y es que eso también podría haber sido aprendido

1SO 151
Yestá, pues, en el camino natural del indagar y el meditar de za vuelva a dotar del mismo modo a otro, que no ba menes-
acuerdo a regl~s. y no es específicamente distinto de lo que ter más que de un ejemplo para poner en obra de parecida
puede ser adqumdo con laboriosidad por medio de la imita- manera el talento del que está consciente.
~ión. Es así como todo lo que Newton expuso59 en su obru Puesto que el don natural tiene que dar la regla al arte
uunortal acerca de los Principios de la Filoso.fla de la Natu- (como arte bello). ¿de qué especie es entonces esta regla? No
184 rolez_a ) -p?r grande que fuera la cabeza requerida para des- puede servir, redactada en una fórmula, como precepto; pues
cubnr parecida cosa- bien puede ser aprendido; pero no se entonces el juicio sobre lo bello seria determinable según
puede aprender a hacer poesía con riqueza de espíritu, por conceptos, sino que la regla debe ser abstraída del hecho, es
exhaustivos que puedan ser todos los preceptos para el arte decir, del producto, en que otros podrán probar su propio ta-
poético y excelente los modelos de aquéllos. La causa de ello lento, para servirse de ése como modelo, no de contrahech11-
182 es que Newton pod~fa 1 mostrar todos los pasos que tuvo que ra, sino de imilación62. Cómo sea esto posible es difici l de
hacer, desde los pnmeros elementos de la geometria hasta explicar. Las ideas del artista despiertan parecidas ideas en
s~s grandes y hondos descubrimientos, no sólo a sí mismo. su pupilo, cuando la naturaleza ha proveido a éste con una
sino a cualquier otro, muy evidentemente y destinado a fa proporción parecida de las fuerzas del ánimo. Los modelos
s~cesión; ~ero ni un _Homero ni un Wieland60 podría indicar del bello arte son, por eso, las únicas guías que pueden traer-
como surgieron y se Juntaron en su cabeza sus ideas ricas en lo a la posteridad63 ; lo cual no podría ocurrir a través de me-
fantasía y, sin embargo, a la vez plenas de pensamie~tos, por- ras descripciones (sobre todo no l en la rama de las artes de 186
que él mismo no lo sabe ni puede, pues, enseñárselo a otros. la palabra); y aun en éstas sólo los modelos que están en len-
En lo científico, entonces, el mayor descubrimiento se distin- guas antiguas y muertas y que ahora sólo se conservan como
gue sólo por el grado del imitador y aprendiz más laborioso lenguas sabias, pueden llegar a ser clásicos.
y, por el contrario, es específicamente diferente de aquel a Si bien el arte mecánico y el arte bello, el primero como
quien la naturaleza ha dotado para el bello arte. Sin embargo simple arte de la aplicación y del aprendizaje, el segundo co-
no hay en _esto rebajamie~to alguno de aquellos grandes hom~ mo arte del genio, son muy diferentes uno 1 del otro, no hay, 184
bres a quienes la humai~1dad tiene tanto que agradecer, en- sin emb,argo, arte bello en que algo mecánico, que puede ser
frentados a los que en virtud de su la.lento para el bello art.e comprehendido y seguido de acuerdo con reglas, por tanto,
son favoritos61 de la naturaleza. En el estar hecho ese otro ta- algo académico54 , no constituya la condición esencial del arte.
lento para la siempre progresiva y mayor perfección de los Pues alli algo tiene que ser pensado como fin, de otro modo
c~nocimi~tos y de todo provecho que de ellos depende, con- no se puede adscribir su producto a ningún arte; sería un mero
siste precisamente una gran ventaja de aquellos ante los que producto del azar. Pero para poner un fin en obra se requiere
185 me~cen el honor de llamarse l genios; porque para éstos se de reglas determinadas, de las que no se puede declarar uno li-
~et1.ene e~ arte ~n algún punto, en cuanto que le está fijado un bre. Ahora bien: puesto que la originalidad del talento consti-
hm1~e mas alla del cual no puede ir y que presumiblemente tuye una pieza esencial (aunque no la única) del carácter del
ha sido alcanzado hace ya tiempo y no puede ser más amplia- genio, creen las cabezas frívolas no poder mostrar de mejor
do; Y a más de esto, no se puede comunicar habilidad seme- manera que son genios florecientes que declarándose libres
183· jante, sino 1que a cada cual debe serle conferida por fa mano de la académica sujeción a todas las reglas, y creen hacer me-
de la naturaleza y muere, pues, con él, hasta que la naturale- jor parada montando un caballo colérico que uno amaestrado.

252 253
El genio no puede proporcionar más que rico materia/'5 pan1 tcrial (el fin), sino que en el enjuiciamiento la simple forma
productos del arte bello; la elaboración de ése y lafonna exi- place por sí misma, sin conocimiento del fin. Pero cuando el
gen un talento fonnado por la academia, para hacer de aquél objeto es dado como producto del arte y debe ser, en cuanto
un uso que pueda sostenerse ante la facultad de juzgar. Mas tal declarado bello, tiene primeramente que ponerse por fun-
187 cuando alguien habla y decide l como genio aun en materias damento un concepto de qué deba ser la cosa, porque el arte
de la más cui.dadosa investigación racional, resulta ello por supone siempre un fin en la causa (y su causalidad); y como
completo risible; no se sabe bien si reírse más del charlatán la concordancia de lo múltiple en una cosa con la interna de-
que ha difundido en tomo suyo un vaho tal - a propósito de terminación de ésta como fin es la perfección de la cosa, en
lo cual nada puede uno juzgar con nitidez, y tanto más imagi- el enjuiciamiento de Ja belleza artística habrá que tener en
185 narse--, o del público que se figura 1 candorosamente que su cuenta la perfección de la cosa a la vez, acerca de lo cual no
incapacidad de conocer y aprehender con claridad esa obra se hace cuestión en absoluto en el enjuiciamiento de una be-
maestra de penetración viene de serle arrojadas masivamente lleza natural (como tal).- Por cierto que en el enjuiciamien-
verdaderas nuevas, por comparación a lo cual le parece el deta- to, sobre todo de los objetos animados de la naturaleza, de un
lle (a.través de explicaciones comedidas y académico examen hombre o de un caballo, por ejemplo, se toma también co-
de los principios) ser no más que obra de chapuceros. múnmente en consideración l Ja conformidad a fin subjetiva 1K'i
para juzgar sobre la belleza de ésos; pero entonces el juicio ya
no es estético puro, es decir, mero juicio de gusto. La natu-
§ 48. De la relación del genio co11 el gusto raleza no es ya juzgada en cuanto tiene apariencia de arte,
sino en la medida en que efectivamente es arte (aunque so-
Para el e11j11iciamiento de objetos bellos como tales se re- 187
brehumano); y el juicio 1 teleológico le sirve al estético de
quiere gusto; para el arte bello mismo, empero, es decir, pa-
ra la producción66 de objetos bellos, genio. fundamento y condición, que ése tiene que tomar en consi-
Si se considera al genio como talento para el arte bello deración. En un caso como éste; cuando se dice, por ejemplo,
(como lo indica la significación peculiar de la palabra) y a es- «cSsa es una bella mujer», de hecho no se piensa otra cosa
te propósito se lo quiere analizar en las facultades que deben sino que la naturaleza representa en su figura los fines de la
concurrir para constituir un talento similar, es necesario deter- constitución femenina bellamente; pues tiene que mirarse
minar previamente con exactitud la diferencia entre la belle- más allá de la mera fonna, hacia un concepto, para que el ob-
za natural, cuyo enjuiciamiento sólo requiere de gusto, y la jeto sea pensado, de ese modo, a través de un juicio estético
188 belleza del arte, cuya 1 posibilidad (que también debe tomar- lógicamente condicionado.
se en consideración en el enjuiciamiento de un objeto seme- El arte bello muestra precisamente su eminencia en que
jante) exige genio. describe bellamente cosas que en la naturaleza serian feas o
Una belleza natural es una cosa bella; la belleza artls- displacientes. Las furias,_ las enfennedades, las devastaciones
tica es una bella representació1167 de una cosa. de Ja guerra y las cosas de esa índole pueden ser descri~, co-
186 1 Para juzgar como tal una belleza natural no necesito mo nocividades68 , muy bellamente, e incluso representadas
tener antes un concepto de qué cosa deba ser el objeto; esto en pinturas; sólo una especie de fealdad no puede ser repre-
es, no tengo necesidad de conocer Ja conformidad a fin ma- sentada en confonnidad con la natura.leza sin echar por tierra

254 255
toda oomplacencia estética y, con ello, la belleza artística: es la es sólo el vehículo de la comunicación y una manera de la
fealdad que inspira ascoffJ. En efecto, debido a que en csla cual se permanece aun en cierta medida libre, aunque, por lo
extraña sensación, que descansa en la imaginación neta, el demás, ella esté ligada a un fin determinado. Se exige, así,
objeto es representado, por decir así, como si se impusiera al que el servicio de mesa, o también un discurso moral e inclu-
t90 goce, contra l lo cual, no obstante, nos debatimos con violen- so una prédica deba tener en sí esa forma del arte bello, sin
cia, la representación artística del objeto no se distingue ya en que, empero, parezca buscada; mas no por ello se las llamará
nuestra sensación de la naturaleza misma de este objeto, y es obras del arte bello. Entre estas últimas, en cambio, se conta-
entonces imposible que ésa fuera tenida por bella También el rá un poema, una músíca, una galería de cuadros y otras cosas
arte escultórico -dado que en sus productos casi se confunde semejantes; y se podrá a menudo percibir, en una pretendida
188 el arte con la 1naturaleza- ha excluido de sus figuraciones obra de arte bello, genio sin gusto, y en otra gusto sin genio.
la representación inmediata de objetos feos y, en cambio, se ha
permitido representar, por ejemplo, la muerte (en un bello ge-
nio), el valor guerrero (en Marte), a través de una alegoría o de l § 49. De las facultades del á11imo 192
atributos que se destacan placedoramente y, por tanto, sólo que co11stituyen al genio
de modo indirecto por medio de una interpretación de la razón
y no con vistas a la simple facultad de juzgar estética De cierto productos, de Jos cuales se espera que deban mos-
Con ello baste acerca de la bella representación de un trarse, al menos en parte, como arte bello, dícese que carecen
objeto, que es propiamente sólo la forma de la presentación de espíritu11 , a pesar de que no se encuentre en ellos nada que
de un concepto, a través de la cual éste es comunicado uni- en lo que atañe al gusto fuera censurable. Bien puede que un
versalmente.- Mas para darle esta forma al producto del be- poema sea muy pulcro y elegante, pero carece de espíritu.
llo arte no se requiere más que de gusto, al cual atiene el Una narración es exacta y ordenada, mas no tiene espíritu. Un
artista su obra, después de haberlo ejercitado y corregido discurso solemne 1 es profundo a la vez que florido, pero sin 190
mediante ejemplos diversos del arte o de la naturaleza, y tras esplritu. Mucha conversación hay que no carece de entrena-
varios ensayos, a menudo esforzados, por contentarlo, en- miento, aunque sí de espíritu; y hasta de una mujer se dirá
cuentra la forma que le satisface; de ahí que 1io sea ésta, por que es bonita, comunicativa y gentil, mas sin esplrltu. ¿Qué es
decir así, cosa de inspiración o de un impulso libre de las fuer- aquí, entonces, lo que por espíritu se entiende?
zas del ánimo sino de un mejoramiento lento y muy penoso Espíritu en acepción estética, significa el principio vi-
191 para hacer que esa forma llegue a ser adecuada 1al pensa- vificante en el ánimo. Pero aquello a través de lo cual este
miento70 y, sin embargo, no perjudicial para la libertad en el principio vivifica el alma, el material que para ello aplica, es
juego de aquellas fuerzas. aquello que, en conformidad a fin, pone en oscilación a las
Pero el gusto es meramente una facultad enjuiciadora, fuerzas del ánimo, esto es, en un juego tal que por sí mismo
Y no productiva; y lo que se le conforma no es por ello una se mantiene y aun intensifica las fuerzas para ello.
obra del arte bello; puede ser un producto según reglas deter- Ahora bien, yo sostengo que este principio no es otra
minadas, perteneciente al arte utilitario y mecánico o aun a la cosa que la facultad de la presentación de ideas estéticas; y
t89 • l ciencia, reglas que pueden ser aprendidas y tienen que ser bajo idea estética entiendo aquella representación de la ima-
obsenrc1das exactamente. Pero la forma placedora que se le da ginación que da ocasión l a mucho pensar72, sin que pueda t93

256 257
192
serle adecuado, empero, ningún pensamiento determinado, de una imaginación que emula el ejemplo16 de la razón ea 1el
es decir, ningún co11cep10, a la cual, en consecuencia. nin logro de un máximo, y con una integridad Pai:3 la que no se ha·
gún lenguaje puede plenamente alcanzar ni hacer compren 1111 ejemplo alguno en la naturaleza; y es propiamente en el arte
si ble. Fácilmente se ve que es ella Ja pareja (pe11dant) de 111111 poético donde la facultad de ideas estéticas ~uedc demos~dl'­
idea de la razón, que inversamente es un concepto al que no se en toda su medida. Pero esta facultad considerada por s1 so-
puede serle adecuada ninguna intuición (representación dl' In, es, en propiedad, sólo un talento (de Ja imaginación).
' 1 1 la imaginación). Ahora bien:·cuando se pone bajo un concepto una repre-
1 La imaginación (como facultad de conocimiento pm· sentación de la imaginación que pertenece a la presentación de
ductiva) es por cierto muy poderosa en la creación, por decir- ese concepto, pero que da por sí sola ocasión de pensar tanto
lo así, de una otra naturaleza a partir del material que l:i como nunca podría ser comprehendido en un concepto deter-
191 naturaleza real le da. Con ella nos 1 entretenemos allí donde la minado, ampliando estéticamente, con ello, al ~onc~pto. ~s­
experiencia se nos hace demasiado cotidiana y hasta transfor- mo de modo ilimitado, entonces es creadora la unagU1ac1on Y
mamos ésta; por cierto, siempre según leyes analógicas, pero pone en movimiento a Ja facultad de las ideas intelectuales
también según principios que residen más alto en la razón ( y (la razón), para pensar, con ocasión de una rep~sentac1ón (Jo
que nos son también naturales, de ib'Ual modo que aquello, cual es cierto l pertenece al concepto del objeto), más de t9S
' , n
según los cuales aprehende el entendimiento Ja naturalcz¡1 lo que en ella pueda ser aprehendido y puesto en cl~~o ..
empírica); sentimos en ello nuestra libertad respecto de la ley A las fonnas que no constituyen Ja presentac1on misma
de asociación (que está ligada al uso empírico de aquella fa. de un concepto dado, sino que sólo expresan, como re~resen­
cultad), según la cual ciertamente se nos entrega material de taciones laterates78 de la imaginación, las consecuencias en-
la natura.Jeza que, no obstante, puede ser revalorado por no- lazadas a él y el parentesco suyo con otros ·conceptos, se las
sotros con vistas a algo totalmente73 distinto, a saber, aquello denomina atributos (estéticos) de un objeto, cuyo concepto,
que supera la naturaleza. como idea de la razón, no puede ser representado adecuada-
A semejantes representaciones de la imaginación se las mente. As!, el águila de Júpiter con el rayo entre las garras es
puede llamar ideas; por una parte, porque al menos tienden un atributo del poderoso rey del cielo, y el pavo real, de la 1 es- t93
hacia algo que yace fuera del limite de la experiencia y bus- pléndida reina celestial. No representan, como los atributos ló-
can, así, aproximarse a una presentación de los conceptos de gicos, lo que hay en nuestros conceptos de la ~bl~da~ Y
194 razón (de las ideas l intelectuales), lo cual les da Ja apariencia majestad de la creación, sino otra cosa, _que da a la 1ma~c1ón
de una realidad objetiva; por otra parte, y sin duda principal- motivo para extenderse sobre una multitud de represcntac10nes
mente, porque en cuanto intuiciones internas, ningún concepto emparentadas, las cuales hacen pensar más de lo que se puede
puede serles enteramente adecuado. Osa el poeta hacer sensi- expresar en un concepto determinado mediante palabras19, Y
bles74 ideas raciona.les de seres invisibles, el reino de los bie- danso una idea estética, que le sirve a aquella idea de la razón
naventurados, el de los infiernos, la eternidad, Ja creación y en lugar de una presentación lógica, aun<!11e propiamente ~ara
cosas semejantes; o volver también sensibles7s, por encima de vivificar el ánimo abriéndole Ja perspectiva de un campo ma-
los límites de la experiencia, aquello que sin duda tiene ejem- barcable de representaciones afines. Pero el bello arte hace
plos en ellas, la muerte, la envidia y todos los vicios, por ejem- esto no sólo en la pintura o el arte escultórico (donde habi-
plo, y asimismo el amor, la gloria y parecidas cosas, por medio tualmente se emplea el nombre de atributos), sino que el arte

158 ] j9
poético y la retórica toman el espíritu que anima a sus obm' 1En una palabra, la idea estética es una representación 195
196 también sólo de los atributos estéticos l de los objetos, que v:m de la imaginación asociada a un concepto dado, la cual está
al lado de los lógicos y dan a la imaginación un impulso a pen- ligada a una multiplicidad tal de representaciones parciales,
sar a ese propósito, aunque de modo no desarrollado, más tk que no se puede hallar para ellas ninguna expresión que de-
lo que se deja comprehender en un concepto y, por tanto, cu signe un concepto determinado y que8l deja, pues, pensar a
una expresión lingüística determinada.- Por causa de la bn:- propósito de un concepto mucha cosa innominable84, el sen-
vedad, debo limitarme sólo a unos pocos ejemplos. timiento de lo cual vivifica las facultades de conocimiento
Cuando en uno de sus poemas se expresa el gran rey así: y al lenguaje, en cuanto mera letra, asocia el espíritu.
Acabemos, pues, sin querellas y muramos sin lamentos, de- l Las fuer7as del ánimo, entonces, cuya unificación 198
194 jando al universo de nuestros beneficios 1colmado. Asi, el (en una cierta proporción) constituye al genio, son imagina-
asunto del día, al f"mal de su carrera, sobre el hoázontc ex- ción y entendimiento. Pero como en el uso de la imaginación
pande una dulce luz, y los rayos últimos que dispara a los con vistas al conocimiento ella está sometida a la coartación
aires sus últimos suspiros son que dona al mundos• del entendimiento y la restricción de ser adecuada al concep-
to de éste; y siendo, en cambio, en sentido estético, libre la
da vida, así, a su idea racional de W1 sentir cosmopolita, aun al
imaginación para proporcionar, más allá de ese acuerdo con
término de la vida, a través eje un atributo que la imaginación
(al recordar todos los agrados de un cumplido y bello día de el concepto, aunque de manera no buscada, un rico material
verano, que una noche serena invoca en nuestro ánimo) asocia sin desarrollar para el entendimiento, que éste no ha tomado
en 1 consideración en su concepto, pero que, no tanto obje- 196
a esa representación, y que excita una multitud de sensaciones
y representacion~ laterales, para las cuales no se halla expre- tivamente con vistas al conocimiento, c'omo subjetivamente
sión alguna. Por otra parte, aun un concepto intelectual puede, con vistas a la vivificación de las fuerzas del ánimo, aplica
a la inversa, servir de atributo a una representación de los de modo indirecto y, por tanto, en todo caso, con vistas a co-
sentidos y, así, vivificar a esta última a través de la idea de lo nocimientos; el genio consiste, entonces, propiamente, en la
suprasensible; mas sólo utilizando a este propósito el carácter feliz relación que ninguna ciencia puede e11señar y ninguna
197 estético que está adherido subjetivamente a la conciencia l de laboriosidad aprender, de descubrir ideas para un concepto da-
este último. Así, por ejemplo, dice un cierto poeta en Ja des- do y, por otra parte, encontrar la expresión para ellas a través
cripción de una bella mañana: <<Brotaba el sol, como de la de la cual puede ser comunicado a otros el temple subjetivo del
virtud la calma mana»82 • La conciencia de la virtud, si nos ánimo por ese medio efectuado, como acompañamiento de un
ponemos aunque sólo sea en pensamiento en el lugar de un vir- concepto. El último talento es propiamente aquel que se deno-
tuoso, difunde en el ánimo una multitud de sentimiento subli- mina espíritu; pues expresar lo innominable en el estado del
mes y apaciguadores y una ilimitada perspectiva en un porvenir ánimo a propósito de una cierta representación y hacerlo uni-
dichoso, que ninguna expresión, que fuese adecuada a un con-
cepto determinado, alcanza plenamente{*). versalmente comunicable -consista la expresión en lengua-
je, pintura o plástica8.'-, exige una potencia para aprehender
('} Acaso OWICa so ha dicho algo má.~ sublime o ha sido expresado de má.< su-
.195 blime modo un pensamiento q~ en aquella inscripción 1sobre el templo de en una ingeniosa viñeta antepuesta a su doch'ina de la Mturaleza, para in-
lsis (la madn: Naturaleza): «Yo soy todo lo que hay, lo que hubo y lo que fundir en su pupilo, a quien se disponía introducir en este templo, el sagra-
ha de haber. y mi velo ningún mortal ha solevado». Segner utilizó esta idea do estremecímiento que ha de templar el 4nirno para la atención solemne.

260 261
el juego de la imaginación que pasa velozmente y para unil 1 Imitación (pues se pcrderia entonces lo que en ello es genio
199 car en un concepto (que es, por eso mismo, original, y l ahn:. y constituye el espíritu de la obra), sino para la sucesión por
a la vez, una nueva regla que no ha podido ser inferida de ni11- otro genio, que a través de aquél es despertado al sentimiento
gún principio o ejemplo precedente), el cual puede comm11 lle su propia originalidad, para ejercer en el arte una libertad
carse sin la coartación de las reglasll<I. respecto de la coartación de las reglas de modo tal que el arte
mismo reciba por ese medio una nueva regla, por la cual se
muestre el talento como ejemplar88 . Mas debido a que el genio
Si tras estos análisis volvemos la vista a la definición que ani es un favorito de la naturaleza y tal cosa es vista sólo como ra-
ba dimos de aquello que se denomina genio, hallamos prime ro fenómeno, su ejemplo produce para otras buenas cabezas
ramente que es un talento para el arte, no para la ciencia, en una escuela, es decir, una enseñanza metódica de acuerdo a re-
197 que reglas 1nítidamente conocidas tienen que ser precedente~ glas, en la medida en que puedan éstas ser exttaídas de aque-
y determinar el procedimiento de ésta; en seg1111do lugar, que.
llos productos del espíritu y de su peculiaridad; y para ésos el
como talento artisti<;o, supone un concepto determinado, del
arte bello es en dicho alcance imitación, a la cual da la natu-
producto en cuanto fin y, con ello, entendimiento, pero tam-
raleza la regla a través del genio.
bién una representación (bien que indeterminada) del material.
esto es, de la intuición, para la presentación de este concepto l Pero esta imitación se vuelve remedo símiesco cuan- 201
y, por tanto, una relación de la imaginación con el entendi- do el alumno todo lo contrahace89, incluso aquello que el ge-
miento; en tercer lugar, que no se muestra tanto en la ejecu- nio ha debido consentir sólo como deformidad, porque no se
ción del fin encomendado en la presentación de un concepto dejaba eliminar sin debilitar la idea. Esta bizarria90 es méri-
deteaninado como más bien en la exposición o expresión de to en un genio únicamente; y bien le cuadra una cierta auda-
ideas estéticas, las cuales contienen, a este propósito, rico cia en la expresión y, en general, algún apartamiento de Ja
material, y que, por tanto, hace representable87 a la imagi- regla común, mas de ninguna manera es digno de ser imitado,
nación en su libertad respecto de toda dirección por reglas, sino que sigue siendo una falta siempre, cuya eliminación
como conforme a fin, no obstante, para la presentación del tiene ,que buscarse, pero respecto de la cual le cabe al genio,
concepto "dado; y finalmente, en cuarto lugar, que Ja confor- por así decir, un privilegio, puesto que lo inimitable 1 de su 199
midad a fin subjetiva, no buscada y no intencionada, en Ja li- impulso espiritual padecerla por cautela temerosa. El amane-
200 bre concordancia de la imaginación l con la legalidad del ramienta91 es una especie de remedo, a saber, de la mera
entendimiento supone una tal proporción y temple de estas fa- peculiaridad (originalidad) en general, a objeto de alejarse en
cultades como no puede efectuar ninguna obediencia a reglas, todo lo posible de Jos imitadores, sin poseer, no obstante, el
ya de la ciencia, ya de la imitación mecánica, sino solamente talento para ser en tal caso ejemplar a la vez.- Ciertamente
suscitar la naturaleza del sujeto. hay dos clases de modo (modus), en general, de ordenación
Según estos supuestos, genio es la originalidad ejem- de los propios pensamientos en la exposición, uno de Jos cua-
plar del don natural de un sujeto en el uso libre de sus facul- les se llama manera (modus aestheticus), el otro método (mo-
tades de conocimiento. De tal manera, el producto del genio dus logicus), que se diferencian entre sí en que el primero no
198 . (según aquello que en él ha de ser atribuido al 1 genio, no al tiene ningún otro criterio más que el sentimiento de la unidad
posible aprendizaje o a la escuela) es un ejemplo, no para en la presentación., y el otro, en cambio, sigue aquí principios

262 263
deteaninados; para el arte bello vale, pues, sólo el primero. Pe· sostenibles, susceptibles de una duradera y, a la vez, también
ro amanerodo se llama a un producto de ane sólo cuando la universal aprobación, de la sucesión por otros y de una cultu-
202 exposición en él de la propia idea l apunta a la singularidad ra siempre progresiva. Cuando, pues, en el antagonismo de
y 110 se la ha conformado a la idea. Lo ostentoso (preciosis- nmbas propiedades en un producto debe ser sacrificado algo,
ta)93, lo alambicado y afectado94 sin más fin que distinguirs.- tendría que ocurrir ello, antes, del lado del genio, y la facul-
de lo común (aunque sin espiritu), son parecidos al compor· tad de juzgar, que en asuntos del arte bello sentencia a partir
tamiento de aquel de quien se dice que se escucha hablar o de principios propios, permitirá que se quebrante la libertad y
que se para y anda como si estuviese sobre un tablado, parn la riqueza de la imaginación antes que el entendimiento.
ser admirado con la boca abierta, cosa que siempre delata a Para el arte bello serían, pues, requeríbles imaginación,
un chapucero. entendimiento, espfrit11 y gusto(*).

200 1 § 50. Del enlace del gusto con el genio en productos l § 51. De la división de las bellas artes 204
del arte bello
La belleza (sea ella belleza natural o belleza artística) puede
Cuando se pregunta qué importa más en asuntos del arte be· ser llamada en general la expresión de ideas estéticas;. sólo
llo, si que en ellos se muestre genio o se muestre gusto, ello que en el bello arte esa idea 1 debe ser ocasionada por un c~n­ 202
equivale a preguntar si más se trata de imaginación que de cepto del objeto, y que en la naturaleza la mera reflexión
juicio. Ahora bien: en vista de lo primero un arte merece más sobre una intuición dada sin concepto de lo que el objeto deba
ser llamado arte ingei1ioso, y sólo en vista de lo segundo, en ser, es suficiente para despertar y comunicar la idea, de la
cambio, arte bello; lo último es, al menos como condición cual aquel objeto es considerado la expresión.
indispensable (conditio sine qua non), lo eminente, a Jo que Si queremos, entonces, dividir las bellas artes no pode·
se tiene que mirar en el enjuiciamiento del arte como bello mos escoger, al menos tentativamente, ningún otro principio
arte. A efecto de la belleza no se requiere con tanta necesi· más cómodo para ello que la analogia del arte con el modo
dad ser rico y original en ideas, pero sí se requiere de la con· de la expresión de que se sirven los hombres ul hablar pru:a
formidad95 de aquella imaginación en su libertad a la legalidad comunicarse unos a otros tan perfectamente como sea posi-
203 del entendimiento. Pues toda la riqueza l de la primera pro- ble, o sea, no sólo sus conceptos, sino también sus sensa-
duce, en su libertad sin ley, nada más que el sinsentido; la ciones(º).- Consiste éste en la palabro, el gesto y el l wno 205
facultad de j uzgar es, en cambio, la facultad de adaptarla
al entendimiento. • Las pri1DC111S 1rc:s focuhades reciben su wti{waci6n recién y primeramente a
El gusto es, así como en general la facultad de juzgar, través de la cuarta. Hume daba a entender en su Historia de los ingleses' que
la disciplína (o crianza)96 del genio, y mucho le corta a éste éstos, si bien en sus obras no ceden en nada ante ningún pueblo del mundo l 204
las alas y Jo civiliza y lo pule; pero al mismo tiempo le da una en vista de las tres primeras propiedades co1.l<idcrudas scpurodllme111e. deben
guía de por dónde y hasta qué alcance debe extenderse para quedar postei¡;ado.'I por sus vcciJ1os, l9s linnccscs, en aquello que las unifica.
•• No juzgue el lector este bosquejo para una posible división de las bellas
201 . permanecer 1 conforme a fin; y en cuanto introduce claridad artes como teorfn íntencionada'. Sólo es uno de los IJlntos ensayos que
y orden en la abundancia de pensamientos, hace a las ideas pueden y deben hacerse todavía.

264 265
(articulación, gesticulación y modulación). Sólo la combina· El orador da, pues, algo que no promete, a saber, un jue-
ción de estos tres modos de la expresión constituye la com- go entretenido de la imaginación; pero también trunca algo de
pleta comunicación del hablante97. Pues por este medio sn11 lo que promete y que es, empero, su anunciado negocio, o
transmitidos al otro, a la vez y conjuntamente, pensamienlo, sea, ocupar en confonnidad a fin al entendimiento. Por el
intuición y sensación. contrario, el poeta promete poco y anuncia un simple juego
Hay, pues, sólo tres especies de bellas a11cs: la de la pa con ideas, pero cumple algo que es digno de seria ocupación.
labra, las plásticas y el arte del juego de las sensaciones (c<>- esto es, al jugar, proporcionar pábulo al entendimiento y dar
mo impresiones sensoriales externas). Podría esta divisió11 vida a sus conceptos a través de la imaginación: por tanto,
203 ser dispuesta también dicotómicamente, 1de manera que el aquél da en el fondo menos, y éste más de lo que promete100•
arte bello fuese dividido en aquel de la expresión de los pen- º
) 2) Las artes plásticas1 1 o las de la expresión de ideas 207
samientos o bien de las intuiciones, y éste, a su vez, mer.i- en la intuición de los sentidos (no a través de representa-
mente según la forma de éstas o según la materia suya (de la ciones de la mera imaginación, que son concitadas por las
sensación). Mas entonces parecería demasiado abstracta y 1w palabras) son las artes de la verdad de los se111idos o bien de
tan adecuada a los conceptos comunes. la qpariencia de los sentidos. Llámase la primera plásti-
1) Las artes de la pa/abm98 son la retórica99 y el ª"'" ca1º2, pintura la segunda. Ambas hacen de figuras en el espa-
poético. Retórica es el arte de llevar a cabo un negocio del en- cio expresión para ideas: aquélla hace figuras conocibles para
tendimiento como libre juego de la imaginación; a11e poético. dos sentidos, Ja vista y el tacto (si bien éste no con designio
el de conducir un juego libre de la imaginación como nego- de belleza), ésta sólo para el primero. La idea estética (~ue­
cio del entendimiento. º
tipo, imagen originaría1 1) está en el fundamento en la tma-
El orodor anuncia, pues, un asunto, y lo lleva a cabo co- ginación; mas la figura 1 que constituye la expresión suya 205
mo si fuera meramente un juego entretenido con ideas, para (ectipo, imagen ulterior1°') es dada ya en su extensión cor-
entretener a los espectadores. El poeta no anuncia más que un pórea (tal cual existe el objeto mismo), ya de acuerdo almo-
juego entretenido con ideas, pero de ahJ resulta tanto para el do en que ésa se retrata en el ojo (según su apariencia en una
entendimiento como si hubiese tenido sólo el propósito de lle- superficie); y cuando'º; es lo primero, se hace de la relación
206 var a cabo el negocio l de éste. La combinación y armonía de con un fin efectivo, o bien sólo de la apariencia de ello, con-
ambas facultades de conocimiento, de la sensibilidad y el en-
dición de Ja reflexión.
tendimiento, que sin duda no prescinde una de otra pero que A la plástica. como primera especie de bellas artes figu-
tampoco se dejan aunar sin coacción y reciproco daño, tiene rativas, pertenecen el arte escultórico y el arte arq11itectónico.
que parecer que no es intencional y articularse por sí misma;
El primero es aquel que presenta corpóreamente conceptos de
de otro modo no es arte bello. De aW que todo lo buscado y
cosas, tal como éstas podrían existir en la 11at11raleza (pero,
lo penoso deba ser evitado en éste; pues el bello arte debe ser
como arte bello, atendiendo a la confonuidad a fin estética);
en doble acepción arte libre; no siendo sólo, como ocupación
204 remunerada, un trabajo 1cuya magnitud puede ser juzgada, el segundo es el arte de presentar a ta.1propósito, pero también
forzada o pagada de acuerdo a una determinada medida, sino a Ja vez' en conformidad a fin, conceptos de cosas que sólo
son posibles a través del 1 arte y cuya forma no tiene por 208
también sintiéndose ahí, por cierto, ocupado el ánimo, pero
s~t1sfecho y despierto sin mirar a un fin distinto (indepen-
fundamento de determinación a la naturaleza, sino un fin ar-
diente de la remuneración). bitrario. En el último lo capital es un cierto 11so del objeto

267
266
artístico, a lo cual son Limitadas, como a su condición. l11N dad (pastos, flores. arbustos y árboles, y aun aguas, colinas y
ideas estéticas. En.el primero la intención principal es la me- valles) con que la naturaleza lo presenta a la mirada, sólo que
ra expresión de ideas estéticas. Así, las estatuas de hombres. <;ompuestas de otra suerte y en confonnidad con l ciertas 210
dioses, animales y cosas parecidas corresponden al primer Ideas. La bella composición de cosas corpóreas, sin embargo,
modo; y los templos o edificios suntuosos a objeto de reunio- sólo se ofrece a los ojos, como la pintura; en cambio, el senti·
nes públicas, o también las viviendas, los arcos de honor, las do del tacto no puede. proporcionar ninguna representación
columnas, los cenotafios, etcétera, erigidos para conmemora- intuible de una tal forma. A la pintura, en sentido amplio, su-
206 ción honorífica, 1 pertenecen al arte arquitectónico. Aun todo maría yo además la decoración de. las recámaras con tapice-
enser doméstico (el trabajo del carpintero y otras cosas de cs:1 rías, molduras y toda suerte de bellos amoblados, que sólo
mdole destÚladas al uso) puede ser tomado así; porque Ja ade- sirve a la vista; asimismo, el arte de vestirse con gusto (anillos,
cuación del producto a un cierto uso constituye lo esencial de petacas., etc.). Pues un piso con toda clase de flores, una pieza
una obra arquitectónica; por el contrario, una simple obm con ornamentos de todo tipo (comprendido allí también el ata-
figurativa que está hecha únicamente para ser mirada y debe vío de las damas) configuran en una fiesta fastuosa una es·
placer por si misma, es, como presentación corpórea, una me· pecie de pintura que, 1como las propiamente así llamadas (que 208
ra imitación de la naturaleza, pero atendiendo a ideas estéti- 110 tienen por propósito e11se1iar lústoria o conocimiento de la
cas, caso en el cual la verdad de los sentidos no puede ir tan naturaleza), está ahí sólo para ser vista, ·para entretener la ima·
lejos como para que cese de aparecer como arte y como pro- ginación en el juego libre con ideas y ocupar sin fm determi-
ducto del arbitrio. nado la facultad de juzgar estética. La fabricación de todo este
El a11e pictórico, en cuanto segunda especie de arte ornato1()') podrá siempre ser, mecánicamente, muy diferenc.ia-
figurativo que presenta la apariencia de los sentidos artística- da y demandar muy diversos artistas, pero el juicio de gusto
mente enlazada con ideas, lo dividiría yo en la bella descrip- sobre lo que sea bello en este arte está, en tal alcance, deter-
209 ción106 de la naturaleza y en el de Ja.bella l combinació11101 de minado de un único modo, a saber: juzgar sólo las formas (sin
sus productos. Sería la primera la pi11tura propiamenie tal, la atención a un fin) tal como se ofrecen al ojo, individualmente
segunda, la jardinería de placerl08• Pues la primera da sólo o en su combinación, según el efecto que ellas hacen en la
la apariencia de la extensión corpórea; y la segunda, sin duda. imaginación.- Que el arte figurativo pueda ser asociado l 211
da ésta de acuerdo a la verdad, mas sólo la apariencia de utili- (por analogía) a la gesticulación en w1 lenguaje, lo justifica· el
zación y empleo para otros fines que no sean el juego de la hecho de que el espíritu del artista da una expresión corpórea
207 imaginación en la contemplación de sus fonnas(*). La 1última a tn1vés de esta figura a aquello que él ha pensado y cómo lo
no es otra cosa que el ornato del suelo con la misma diversi- ha pensado, y hace que la cosa misma hable, por decirlo así 1

• Que se pueda considerar a la jardinería de placer como una especie de ar- inente el libre juego de la imaginación en la contcmplaciOni en esa n'ledi·
te pictórico, si bien ella presenta corpóreamcnte sus formas, parece extra- da coincide ella con Ja pintura puramente estética, que no tiene un tema
ño; mas, puesto que toma sus formas efectivamente de Ja naturaleza (Jos determinado (combinando entretenidamente aire, lierra y agua mediante
árboles, arbustos, pastos y flores del bosque y del campo, al menos en un luz y sombra).- Juzg11e.el lector esto, e11 general, sólo como un intento de
principio), y en ese sentido no es arte, como, por ejemplo, Ja plástica, y vincular las bellas artes bajo un principio, que esta vez debe ser en el prin-
207 : tampoco 1 tiene, como condición de.su composición, ningún concepto del cipio de la expresión de ideas estéticas (por analogía con el lenguaje), y uo
objelo yde su fin (como por ejemplo, el arte arquitectónico), sino simple- lo considere como derivaéión a partir de aquél, que se tenga por decidida.

268 269
mfmicamcnte: juego muy habitual de nuestra fantasía, qui• se juzga como corresponde, el contraste cromático por ~~alo­
les ~~onc a cosas inanimadas, de acuerdo con su forma. 1111 gía con ésas; si, en seg1111do lugar. se toma en cuenta l?s
espmtu que por ellas habla. ejemplos - aunque raros- de hombres que con la me1or ~1s­
3) El arte del bello juego de las sensaciones (que~"" ta del mundo no han podido distinguir colores y con el 01do
genera.das desde fuera) y que, sin embargo, se deja comu111 más agudo no han sabido diferenciar sonido~! mientras ~ue
car un1v~rsalmente, no puede concernir sino a la proporcio'1 11 para aquellos que pueden hacerlo, la percepc1on de un~ cua-
209 de los diversos grados del temple l (tensión) del sentido al lidad alterada (no simplemente del grado de la se~sacion) es,
2 13
que pertenece. l_a sensación, esto es, el tono de ése; y en c.''ª en las diversas intensidades ) en la escala cromát1ea o tonal,
ex~ensa acepe!º" de Ja palabra, puede ser dividido aquél c11 definida como asimismo está determinado el número de ésas
el JUeg~ artísnc-0 de las sensaciones' 10 de la audición y en d para las 'diferencias que puedan ser. concebidas, podría uno
de la vista, por tanto, en nnísica y arte de los colóres. - r:, verse necesitado de mirar las sensaciones de ambos no CO~?
llamativo ~ue est~s dos sentidos, además de su receptividad mera impresión sensorial113, sino como el efecto de ~ enJUI·
de t~ntas 1mpres1ones como se requiera par.1 adquirir, prn ciamiento de la forma en el juego de muchas sensaciones. La
medio de ellas, conceptos de objetos externos sean todaví11 diferencia que resulta de esta o aquella opinión en el ~u~~io
susceptibles de una sensación especial vincul~da a aquélla. sobre el fundamento de la música sólo alteraóa la defimc~on,
sobre la que no ~e puede resolver rectamente si tiene por fun- de suerte que se la declararía, como hem~s ~echo, ~llo 1JUe- 21 1
damento el sentido o la reflexión; y que esta aptitud de ser go de las sensaciones (a través de la aud1c1on), ?bien ~mo
afectad?111 pueda hacer a veces falta, aunque el sentido, en juego de las sensaciones agradables. Sólo segu~ ~l pnmer
lo ?ernas que toca a su uso con vistas al conocimiento de 10, modo de definición se representa totalmente la mus1ca como
212 objetos, no só.lo ?~ sea defectuoso, sino incluso ) exquisita- arte bello; de acuerdo con la segunda, en cambio, como arte
mente fino. S1grufica esto que no se puede decir con certeza agradable (al menos en parte).
s1 un color. o un tono (sonido) sean meras sensaciones agra-
da~les, o s1. ya en si son un bello juego de las sensaciones y
traiga consigo, como tal, en el enjuiciamiento estético una § 52. De la u11ión de las bellas artes en 11110
complacencia en la fonna. Cuando se piensa en la velo~idad y el mismo producto
de la.~ vibraciones de la luz o, en la segunda especie, del aire,
qu~ prob~blcm~nte superan de lejos toda nuestra potencia pa- La retórica puede 'ser unida con una representación pictórica
~ J~~~ar mm.ed1atamc11te en la percepción Ja proporción de la de sus temas así como de sus objetos, en una pieza teatml;
d1v1s1on del ll~mpo. por ellas, debería creerse que sólo el efec- la poesía con la música, en un canto; és~e, a su ve~ con la pre-
210 to 1de estas v1brac1ones sobre las pai1cs elásticas de nuestro sentación pictórica (teatral), en una opera; el JUego de las
cuerp~ sería sentido, pero que la división del tiempo por ella.~ sensaciones en una música, con el juego de las figuras, en la
no sena notada y sometida a juicio y, por tanto, que se ligaría danza, etcétera. También la presentación de lo sublime, en
con los _c~lores y sonidos sólo el agrado, no la belleza de su cuanto pertenece al arte bello, puede ~n~se con la belle~~
compos1c1ón. Pero si, contrariamente, se piensa en primer /11- en una tragedia en l verso, un poema d1dac11co, un ?rato~'~ · 214
g~r en lo que pu.eda. decirse de matemático sobre Ja propor- y en estas combinaciones el bello arte es todavia mas art1sti-
ción de estas osc1lac1ones en la música y su enjuiciamiento y co; pero que también sea más bello (dado que se entrecruzan

270 271
modos tan múltiples y diversos de la complacencia) puede ldeus. Fortalece al ánimo, en cuanto que le deja sentir su libre
ser puesto en duda en algunos de estos casos. Mas en todo potencia, por si activa e independiente de la determinación
arte bello lo esencial consiste en la forma 11 4, que es con for- de la naturaleza, de contemplar y juzgar a ésta, como fenó-
me a fin para la observación y parn el enjuiciamiento, donde meno, de acuerdo con aspectos que e lla no ofrece por sí
el placer es, a un tiempo, cultura y tiempla el ánimo par:i misma en la experiencia ni al sentido ni al entendimiento, y
212 ideas, haciéndolo, 1 con ello, receptivo a más placeres y en- de usarla entonces en pro de lo suprasensible y, por así de-
tretenimientos de esa especie; en la materia de la sensación cirlo, como esquema de éste. Juega ella con la apariencia,
(el atractivo o la emoción), donde sólo es cuestión de goce. que provoca a voluntad, sin e ngañar por ello, pues declara su
que no deja nada en la idea, embota al espíritu, haciendo al ocupación como simple juego que, l no obstante, puede ser 216
objeto más y más repulsivo 115 y vuelve al ánimo desconten- usado en conformidad a fin por el entendimiento para el que-
to consigo mismo y caprichoso, a través de la conciencia de hacer suyo.- La retórica, en la medida en que por tal se en-
su temple contrario a fin en el juicio de la razón. tiende el arte de persuadir, esto es, de engañar a través de la
Si las bellas artes no son puestas en vinculación, de cer- bella apariencia (como ars oratoria), y no sólo el bien hablar
ca o de lejos, con ideas morales, únicas en llevar consigo una (elocuencia y estilo). es una dialéctica que sólo toma a prés-
complacencia independiente, lo último será su destino final. tamo del arte poético cuanto le es necesario a objeto de
Sirven entonces sólo de diversión 116, de la cual se vuelve uno ganarse, en provecho del orador, los ánimos antes del enjui-
tanto más necesitado cuanto más de ella se va.le uno para ex. ciamiento y hurtarles a éstos la libertad; por eso, no la pue-
J 214
pulsar el descontento del ánimo consigo mismo, de manera de aconsejat para los tribunales ni para los púlpitos. Porque
tal que nos hacemos cada vez más inútiles y descontentos con cuando se trata de leyes civiles, del derecho de personas indi-
nosotros. En general, las bellezas de la naturaleza son las más viduales o de la enseñanza y determinación duraderas de los
215 compatibles con el primer l propósito, cuando se habitúa uno ánimos para el recto conocimiento y la concienzuda obser-
tempranamente a observarlas, juzgarlas y admirarlas. vación de su deber, e l dejar entrever un solo rastro de exube-
rancia del ingenio y la imaginación y, más aún, del arte de
persuadir y de tomar ventaja respecto de cualquiera, queda
§ 53. Comparación del valor estético por debajo de la dignidad de un negocio tan importante.
de las bellas artes entre sí Pues, aun cuando en ocasiones pueda ser aplicado este arte
para propósitos en s í legítimos y loables, vuélvesc, sin em-
Entre todos asume el arte poético (que debe casi enteramen- bargo, desechable, por ser de este modo corrompidas las má-
te su origen al genio y es el que menos quiere ser guiado por ximas y lo~ se.ntires, aunque el hecho sea objetivamente
213 preceptos o 1 por ejemplos) el rango más alto. Amplía el áni- legal: en efecto, no basta con hacer lo que es de derecho, sino
mo poniendo a Ja imaginación en libertad y, dentro de los [que es preciso] ejercitarlo también por la sola razón de que
límites de un concepto dado, ofrece, de entre la ilimitada mul- es de derecho. Y también el simple y nítido concepto de estas
tiplicidad de formas posibles concordantes con él, aquella que especies de l asuntos humanos, unido a una vívida presenta· 217
alcanza la presentación de ese concepto con una abundancia ción en ejemplos y sin contravención a las reglas de euforia
de pensamientos a la que ninguna expresión del lenguaje es de la lengua o de la decencia de la expresión para ideas de la
plenamente adecuada, y se eleva, pues, estéticamente hacia razón (que juntos constituyen el buen hablar), tiene ya en sí

272 273
mismo influjo suficiente en los ánimos humanos, corno parn de pensamiento que es agitado lateralmcnle por ella es sim-
que fuese necesario añadir las máquinas de la persua5iú11, plemente el efecto, por decir as~ de una asociación mecáni-
éstas, puesto que asimismo pueden ser empleadas para el em- ca); y juzgada por la razón, tiene menos valor que cada una
215 bellecimiento o la ocultación del 1vicio y del error, no pueden de las demás bellas artes. Por eso demanda, como todo goce,
eliminar enteramente la sospecha secreta de una supercheri11 cambio frecuente y no soporta la mucha repetición sin gene-
artificiosa. En el arte poético sucede todo franca y sincera- rar hastío. Su atractivo, que se deja comunicar tan 1 univer- 2 111
mente117• Declara querer impulsar un simple y entreteni do salmente, parece descansar en esto: que cada expresión del
juego con la imaginación, y, por cierto, según la forma . lenguaje tiene su conexión con un tono que es adecuado al
acorde con leyes del entendimiento; y no exige sobrepasar sentido de ésa; que este tono designa más o menos un afecto
in-sidiosamentc118 y enredar al entendimiento a través de la del hablante y reciprocamente lo suscita también en el audi-
presentación sensible(*). tor, y despierta en éste, entonces, de manera inversa, la idea
218-216 11Después del arte poético, si de atractivo y mociim que es expresada con tal tono en el lenguaje; y que, tal como
del ánimo se trota, colocaría yo la que entre las afines le es la modulación es, por así decir, un lenguaje universal de las
más próxima y puede también ser muy naturalmente unificíl- sensaciones comprensible para todo hombre, la música ejer-
da con él, a saber, la música' 19• Pues, aunque habla a través
cítalo por si solo en toda 1 su fuerza, o sea, como l~n~aje de 2 17
de muchas sensaciones sin concepto y, por tanto, no deja al-
los afectos, y comunica así, según. la ley de asociac1on, las
go para meditar como la poesía, sin embargo, mueve al áni-
ideas estéticas naturalmente ligadas a ése; pero que, no siendo
mo de modo más variado y, aunque pasajeramente, de más
esas ideas estéticas conceptos y pensamientos determinados,
intima manera; sin duda, es más goce que cultura (el juego
sólo la fonna de la composición120 de estas sensaciones (armo-
nía y melodla) sirve, a cambio de la fonna de un len~je, para
• Debo confesar que un bello poema me ha provocado siempre un delci1c
expresar, por medio de un proporcionado a~emperam1en.to de
puro, mienlras, en cambio, la lectura del mejor discurso de un orador del
pueblo romano o de un actual orador del parlamcnlo o del púlpito sietn · aquéllas (que puede ser sometido matemát1camen.te a ciertas
pre ha estado mezclada con el incómodo senlimienlo de desaprobación de reglas puesto que, tmtándose de sonidos, descansa en la re-
un arte astucioso, que en cosos imponuntes sobe 1nover a los hombres cn- lación del número de las vibraciones del aire en el mismo
n10 a máquin35, hacia un juicio que en la trnnquila me-ditación tiene que
tiempo, en cuanto los sonidos se unen simultánea o sucesi-
perder an1e ellos todo peso. Facundia y buen hllblar (que en conjunto son
la teórica) pcncneccn al bello arte; pero la elocuencia (ars oratoria')' no vamente), la idea estética de la conexa totalidad de una pléto-
es, como arte de scrvir.;e de bis dd>ilidadcs de los hombres !""" los pro- ra innominable de pensamieotos121 , conforme.ª un tema que
218 píos propósilos (por bien in1eocionados que puedan ser éslos l o incluso constituye el efecto dominante en la pieza. Unicamente de
realmcn1e buenos), digna de ningún respelo. Y iambién sólo se elevó, tan- esta fonna matemática, aunque no representada 1 por con- 220
10 en Atenas como en Roma, hasta el grado ruá$ alto en una época en que
el Estado .e apresuraba hacia su ocaso y se habla extinguido el verdadero ceptos detenninados, depende la complacencia que la mera
modo palri61ico de pensar. Quien, con clarn visión de los asuntos, tiene en reflexión sobre una tal multitud de sensaciones que se acom-
su poder el lenguaje y, con una imaginación eficaz y fruc1ifera para la pre· pañan o siguen unas a otras vincula con este juego de las
sentación de sus ideas, pone vivavnente su corazón en el bien verdadero, mismas como condición para todos válida de su belleza; y es
es el vir bonus diccndi peritus, el orador sin arte, pero pleno de energía co-
mo quiere Cicerón' umerlo, sin, empero, haber pcnnanecido él mismo
según ella sola que puede atribuirse al gusto un derecho a
sfempre fiel a cs1e ideal. pronunciarse por anticipado sobre el juicio de cada cual.

274 275
Pero es seguro que la matemática no tiene la menor Ru influjo más lejos de lo que se le pide (hacia la vecind~d) Y
parte en el atractivo y la emoción del ánimo que suscita l:i de tal modo se impone, por decir así, quebrantando la libcr-
218 música, sino que es sólo l la condición indispensable (co111l1- tnd de otros, ajenos a la sociedad musical; 1~ que no ha~en las
tio sine qua 11011) de la proporción de las impresiones, tanh• urtcs que hablan a los ojos, pues no ~ay m~ que desviar los
en su enlace como en su cambio, a través de la cual se hace ojos cuando no se quiere acoger su unpres16n. Ocurre l co~ 222
posible comprehenderlas e impedir que se destruyan entre esto así como con la delicia que depara un aroma que ~e di-
sí, haciéndolas, en cambio, concordar con vistas a un movi- funde ampliamente. Aquel que extrae del ~lsillo su panuelo
miento y vivificación continuos del ánimo a través de afec- perfumado, a todos los que están en tomo y JUn~o a él lo~ aga-
tos con él consonantes y, por este medio, con vistas a un saja contra su voluntad y los fuerza, cuando quieren aspuar, a
acomodado goce de si mismo. gozar al mismo tiempo; de ahí que ello quedara fuera de mo-
Si, por el contrario, se estima el valor de las artes bellas da(*)122. Entre tas artes figurativas daría yo preferencia a la
según la cultura que proporcionan al ánimo y se toma por me- pintura; en parte porque, como arte del diseño, está a la base
dida la ampliación .de las facultades que deben convenir en la de todas las demás artes formativas; y en parte porque puede
facultad de juzgar con vistas al conocimiento, la música tiene adentrarse mucho más en la región de las ideas y e?sanchar
en dicho alcance, entre las bellas artes, lugar m1\s bajo (así también el campo de las intuiciones, en conformidad con
como entre aquellas que son estimadas a la vez según su agra· aquéllas, más de lo que les está permitido a las restantes.
221 do, tal vez el más alto, porque simplemente juega l con sen-
saciones). Las artes figurativas la preceden, pues, largamente
en 'este respecto; en efecto, al poner a la imaginación en juego . [§ 54.}123
libre y, sin embargo, adecuado a la vez al entendimiento, im-
pulsan al mismo tiempo una ocupación, en la medida en que Observación
ponen en pie un producto que sirve a los conceptos del enten-
dimiento como vehículo duradero y por sí recomendable para Entre lo que place meramente en el enjuiciamiemo y aquello
fomentar la unificación de ésos con la sensibilidad y, de ese que deleita (que place en la sensación) hay, ~mo he~o.s mos-
modo, por decir así, la urbanidad de las fuerzas cognoscitivas trado frecuentemente, una diferencia esencial. Lo ultimo es
superiores. Ambas especies de arte toman cursos completa- algo que no se puede exigir de cada cual, como 1~ pnmero. El
219 mente diversos: la primera, desde las sensaciones hacia 1ideas deleite (cuya causa pudiera residí~ incl~? en ideas~ parece
indeterminadas; la segunda especie, en cambio, de ideas de- consistir en un sentimiento de estunulac1011 de la vida total
tenninadas a sensaciones. Las últimas son de impresión dura- del hombre y, por tanto, también del l bienestar corporal, es 223
dera, las primeras sólo de impresión transitoria. Aquéllas las decir, de la salud; de manera tal que Epicuro, que consignaba
puede evocar la imaginación y entretenerse agradablemente
con ellas; éstas, en cambio, se disipan enteramente, o bien,
• Quienes recomendaron el canto de e11ncioncs religiosas para los ejerci-
cuando son involuntariamente repetidas por la imaginación, cios de cuho en el hogar no pensaron que""" ruidosa (y, por eso m1s~o,
nos son antes molestas que agradables. Además, a la música comúnmente farisaica) devoción imponlu nl públi~o una gran molestia,
le está asociada una cierta falta de urbanidad, en cuanto que, al obligar a la vecindad a unirse a esos camos, o bien a deponer su ocu-
sobre todo según las cualidades de sus instrumentos, difunde pación meditabunda.

277
2 76
a todo deleite, .en el fondo, como sensación corpornl, puede gún 1pensamiento que trajese consigo algún interés, pero el 221
no hab~r ca~cc1~lo en ese alcance de rnzón, y sólo se malin- ánimo es vivificado.
terpr~t~ a s1 mismo al contar entre los deleites la compla- Cuán deleitantes han de ser los juegos sin necesidad de
~enc1a mtelectual y aun la complacencia práctica. Cuando se que se tenga que poner allí por fundamento un propósito in-
220
t1~ne 1 presente la última diferencia, puede uno explicarse teresado lo muestran todas nuestras veladas de sociedad;
como es que un deleite podria displacer al mismo [sujetoJque pues sin' juego casi ninguna puede ser entretenida. Mas ~í
lo siente (cual la a!egría de un hombre menesteroso, aunque entran en juego los afectos de la esperanza, el temor, Ja ale~a,
de buenos pensa111Jcntos, ante la herencia de su padre aman- la ira, el desdén, en cuanto cambian sus papeles125 a cada ms-
te, pero mezquino), o cómo un hondo dolor pudiera placer a tante y son tan vivaces que, a través suyo, parece, como por
aquel ~ue .lo pad~ce (la tristeza de una viuda por Ja muerte de una moción interna, ser fomentada la entera actividad vital en
s~ mentono mando)'.o cómo puede un deleite placer por aña- el cuerpo, como lo demuestra la lozanía del án~o por _ese
didura (com.o el deleue P_Or la ciencias que ejercemos), 0 un medio generada aunque nada se haya ganado ru aprendido.
dolor (p.or eje'."plo, el odio, la envidia y el deseo de vengan- Pero no siendo el juego de azar un bello juego, lo dejaremos
za) pudiera displacemos por añadidura. La complacencia 0 aquí de lado. Por el contrario, la música y los temas de risa son
displacencia reposa aquí en Ja razón, y es una sola cosa con la dos especies del juego con ideas estéticas o también con repre-
aprobación o desaprobación; deleite y dolor, empero, sólo sentaciones del entendimiento, por el cual fwalmente nada es
pueden descansar en el sentimiento o la perspectiva de un bie- pensado, y pueden deleitar simplemente a través de su cambio
nestar o malesrm: posi~les (cu.alquiera sea su razón). y, sin embargo126, vívidarnente; por ese medio dan a conocer,
. Todo cambiante juego libre de las sensaciones (que 110 harto claramente, que la vivificación es en ambos meramente
llene propósi~o ~ lguno por fundamento) deleita, porque fo- corporal, aunque sea despertada por ideas del ánimo, y que el
menta el sent~111ento de la salud, tengamos o no, en el enjui- sentimiento de la salud, a través de un movimiento de las en-
crnrruenl? rac ional, una complacencia en su objeto y aun en trañas correspondiente a ese juego, constituye todo el deleite
este dele1t.e; y est~ delei.te puede llegar al afecto, aunque no - apreciado como tan tino y pleno de espíritu- de una so-
tengamos en el Objeto mismo ningún interés o al menos no to- ciedad despabilada. No es el enjuiciamiento de la armonía en
memos uno tal que. f~1c.se prop?rcionado al grado de aquel sonido~ u ocurrencias ingeniosas, que sirva con su belleza
pla.cer. Podemos d1v1dir esos j uegos en el juego de azar sólo de vehículo necesa1io, sino la favorecida actividad vital
el 111ego
. .musical. y .el juego de ingenio•2•. El primero ex1ge
· ' del cuerpo, el afecto que l mueve las entrañas y el diafragma, 225
un 111/~res, sea este el de la vanidad o del provecho p ropio en una palabra, el sentimiento de la salud (que de otro modo
que, sin embargo, dista de ser tan grande como el interés e~ no podría sentirse sin una tal ocasión) lo que constituye e.1.de-
224
el modo en l que,buscamos procurárnoslo; el segundo, sim- leite que se encuentra en ello, por llegar al cuerpo tamb1en a
ple~enle el cambio de las sensaciones, cada una de las cua- través del abna y poder usar a ésta como médico de aquél.
les tiene su relación .con ~n afecto, mas sin [poseer] el grado 1En la música va este juego desde Ja sensación del cuer- 222
de un afecto, y desp1ei:a ideas estéticas; el tercero se origina po hacia ideas estéticas (de los objetos de los afectos) 127 y
meram.ente en el cambio de las representaciones en la facul- desde éstas, entonces, en retorno, mas coo fuerza unificada,
tad de juzgar, a través del cual no es generado, por cierto, nin- hacia el cuerpo. En la chanza (que así también como aquélla

278 179
merece ser sumada más al arte agradable que al arte bcll11l 1·1 más divertidos se les ve; reímos fuertemente, y la razón está en
juego empieza en pensamientos que, en su conjunto. en lu que una espera se ha convertido súbitamente en nada. Bien se
medida en que quieren expresarse sensiblemente, ponen 1:1111 debe notar que no tiene que convertirse en el opuesto positi-
bién al cuerpo en actividad; y al ceder súbitamente el en1<:11d1 vo130 de un objeto esperado -j)Ues esto es siempre algo y a
miento en esta presentación en que no encuentra Jo espcrad11, menudo puede atribular-, sino en nada. Pues cuando alguien
el efecto de esta cesación se siente en el cuerpo a través '"~ 111 despierta en nosotros gran expectativa con la narración de su
oscilación de los órganos que favorece el restablecimiento 1k historia y, al concluir, vemos inmediatamente la falsedad de
su equ.ilibrio y tiene una benéfica influencia sobre Ja salud. ésta, nos produce esa displacencia; como, por ejemplo, la his-
En todo lo que deba incitar una risa vivaz, convulsi' 11 toria de las personas a las que por un gran pesar se les había
tiene que haber algo de contrasentido (en lo cual, por tamo. encanecido el cabello en una noche. Por el contrario, si en ré-
no puede el entendimiento encontrar complacencia). La n.'" plica a un cuento de esa índole narra un pícaro muy circuns-
es u11 afecto debido a la transformació11 repenJi11a de 111111 tanciadamente el pesar de un comerciante que, regresando a
tensa espera e1111ada. Precisamente esta transfom1ación, qm· Europa de Indias con l todos sus bienes en mercancías, fue 227
ciertamente no es halagüeña para el entendimiento, alegrn, urgido a echar todo por la borda en una fuerte tempestad, y que
empero, indirectamente, por un instante, de muy vívida ma- se apenó en tal medida que en Ja misma noche por ello se le
nera. Debe, pues, consistir la causa en la influencia de las re- encaneció la peluca, reímos entonces y nos da contentamien-
presentaciones sobre el cuerpo y su efecto recíproco en d to, porque impulsamos de un lado a otro nuestro propio error
ánimo; y ciertamente no en la medida en que la representa- acerca de un objeto que por lo demás nos es indiferente, o más
ción objetivamente sea un objeto del deleite128 (pues ¿cónw bien la idea que 1perseguíamos, como un balón, por un lapso, 224
puede satisfacer una espera defraudada?), sino sencillamen- mientras que sólo pensamos en oogerlo y aferrarlo. No es aqul
226 te por ) suscitar ella, como mero juego de las representacio- el dar cuenta131 de un mentiroso o de un mentecato lo que des-
nes, un equilibrio 129 de las fuerzas vitales en el cuerpo. pierta el deleite; pues también por sí sola esta última historia,
Cuando alguien narra que un indio, que en la mesa de narrada con supuesta gravedad, provocaría risa alborozada en
un inglés en Surate viera abrir una botella de ale y brotar tod<1 una reunión, en tanto que aquella otra no seria habitualmente
esa cerveza conve1tida en espuma, mostró con muchas excla- digna de atención 132•
223 maciones su 1gran asombro y que, a la pregunta del inglés, d~ Es digno de notar que en todos los casos semejantes
qué hay en ello que quepa asombrarse tanto, respondió: yo no tenga que contener la chanza algo que pueda engañar por un
me asombro de que salga, sino de cómo lo han podido poner momento; por eso, cuando la ilusión se desvanece en nada,
ustedes dentro; entonces reímos y ello nos da un íntimo placer. mira de nuevo el ánimo lo anterior para hacer otra vez el in-
no porque nos encontremos acaso más listos que ese ignaro, ni tento y así, a través de una tensión y distensión rápidamente
que riamos de algo complaciente que el entendimiento nos consecutivas, es él propulsado una y otra vez y puesto en osci-
dejara advertir aquí, sino que nuestra espera se había tensado lación y esto, dado que el retiro de aquello que, por asi decir,
y súbitamente se desvanece en nada. O cuando el heredero de tendió la cuerda, sucede repentinamente (no por una paulati-
un pariente rico quiere celebrar su funeral muy solemnemen- na cesación), tiene que causar un movimiento del ánimo y un
te, pero se queja de que no resulta, pues (dice él) mientras más movimiento corporal interno, que armoniza con ése, y que
dinero doy a mis plañideros para que se muestren afligidos. perdura involuntariamente y suscita cansancio, pero a la vez

280 281
también despejamiento (son los efectos de una moción <1111: no sabe disimularse; y se alegra uno también, sin embargo,
redunda en salud). por la simplicidad de la naturaleza que le juega aquí a ese arte
Pero cuando se admite que algún movimiento en los éu una mala pasada. Se esperaba la cotidiana costumbre de la ex-
ganos del cuerpo está ligado a la vez annónicamente con 10 teriorización artificiosa y puesta cuidadosamente en la bella
dos nuestros pensamientos, se concebirá asi, suficientemc111c. upariencia, y he aquí a la incorrupta e inocente naturaleza,
228 como a ese súbito desplazamiento del ánimo, ) ya a éste, y11 con la que no se contaba encontrarse, y que 1tampoco se su- 226
al otro punto, para considerar su objeto, puede corresponder- ponía de aquel en quien ella se dejó ver al desnudarse. Que la
le una recíproca tensión y aflojamiento de las partes elástica' bella pero falsa apariencia que habitualmente significa mu-
de nuestras entrañas, que se transmite al diafragma (como lo cho en nuestro juicio, se transforme aqui súbitamente en na-
que sienten las personas cosquillosas); y donde el pulmón'" da;.que, por decir así, el pícaro en nosotros mismos sea puesto
expele el aire a intervalos rápidos, efectuando así un movi- al descubierto, suscita el movimiento del (lnimo sucesivamen-
225 miento propicio 1a la salud, que es la única causa propiamen- te hacia dos direcciones contrapuestas que sacuden a la vez
te tal -y no aquello que sucede en el ánimo- del deleite por saludablemente al cuerpo. Pero que algo, que es infinitamente
un pensamiento que no representa en el fondo nada.- Decía mejor que toda costumbre adoptada, la limpidez del modo de
Voltaire que el cielo nos ha dado dos cosas como contrapc{;o pensar (al menos la disposición para ello) no se haya extin-
de las muchas penalidades de Ja vida; la esperanza y el sue- guido completamente en la naturaleza humana, mezcla serie-
ño134. Hubiera podido sumar a ellas la risa, si Jos medios para dad y alta estima a este juego de la facultad de juzgar. Mas
suscitarla entre seres racionales estuviese a la mano fácilmen- porque es un fenómeno que se destaca por133 corto tiempo y
te y no fuese tan raro el ingenio o la originalidad del humorm el velo del arte de la disimulación prontamente vuelve a ser
que para ello se requiere, como abundante es el talento pam corrido, se mezcla a ello al mismo tiempo un pesar, que es
inventar [a manera de] quebraderos de cabeza, como los soña- una emoción de ternura, la cual, como juego, se deja muy
dores misticos, atrevidamente, como los genios, o desgan"Odo- bien unir a esa buena risa cordial y, en efecto, habitualmente
rumentem,, como los novelistas sentimentales (y también los se une a ella, asi como a la vez a aquel que suministra el mate-
moralistas de esa índole). rial para ello suele serle compensada su turbación, por no te-
Bien se puede, pues, me parece, concederle a Epicuro ner aún la picardia de los hombres.- Un arte de ser cándido
que todo deleite, aun cuando sea ocasionado por conceptos que es, empero, una contradicción; no obstante, es posible re-
despiertan ideas estéticas, es sensación animal, esto es, cor- presentar la candidez en un personaje inventado, y es un be-
poral; y sin por ello dañar el sentimiento espiritual de respeto llo, bien que raro arte. Con la candidez no ha de confundirse
por las ideas morales, que no es un deleite, sino una autoes- la simplicidad franca, que no ) refina artificiosamente la na- 230
timación (de la humanidad en nosotros) que nos eleva por turaleza, sólo porque no conoce el arte del trato social.
encima de la necesidad de deleite y sin siquiera quebrantar en Entre lo que es estimulante, c.ercanamente emparentado
lo más mínimo al sentimiento menos noble del gusto. con el deleite que da la risa y perteneciente a la originalidad
Algo compuesto a partir de ambos se encuentra en la del espíritu, pero no precisamente al talento del arte bello,
candidez' 31, que es la irrupción de la sinceridad originaria de puede también contarse la manera hwnorística 139 de poder
229 Ja humanidad contra el arte de la disimulación ) convertido ponerse voluntariamente en una cierta disposición anímica en
en segunda naturaleza. Se ríe uno de Ja simplicidad que aún que todas las cosas son juzgadas muy distintamente a como

282 283
es habitual (incluso al revés) y, si11 embargo, conforme a cier- ] j SEGUNDA SECCIÓN 231 -228
tos principios de la razón en un tal temple del ánimo. Quic11 DE LA CRÍTICA DE LA FACULTAD
está involuntariamente sometido a tales alteraciones es capri
DE JUZGAR ESTÉTICA
choso, pero quien puede asumir voluntariamente y en co11-
formidad a fin con vista~ a una vívida presentación por medi11
de un contraste que mueve a risa, ése y su discurso llámansc
humorísticos. Con todo, esta manera pertenece más al ark
agradable que al bello, porque el objeto del Ultimo siempre
debe·mostrar en sí alguna dignidad y reclama, por eso, una
cierta seriedad en la presentación, 'tal como hace el gusto en LA DIALÉCTICA DE LA FACULTAD DE JUZGAR ESTÉTfCA1
el enjuiciamiento.

§ 55

Una·facultad de juzgar que haya de ser dialéctica tiene que ser


ante todo raciocinante, es decir, sus juicios tienen que apelar,
y por cierto a priori, a la universalidad(*), pues en la oposi-
ción de tales juicios consiste la dialéctica. De ahí que Ja in·
compatibilidad de juicios estéticos de los· sentidos (sobre lo
agradable y desagradable) no sea dialéctica. Tampoco el con-
flicto de los juicios de gusto, en la medida en que cada cual
invoca meramente su propio gusto, constituye una dialéctica l 232
del gusto, porque nadie piensa en hacer de su 1 juicio regla 229
universal. No resta, pues·, ningún concepto de una dialéctica
que pudiera concernir al gusto más que el de una dialéctica de
la critica del gusto (no del gusto mismo) en vista de sus prin·
cipios; en efecto, acerca del fundamento de Ja posibilidad de
los juicios de gusto en general surgen conceptos en recípro-
co conflicto de modo natural e inevitable. La crítica trascen-
dental del gusto contendrá, pues, una parte que pueda llevar

• Juicio raciocinante7 (iudicium nztiocinnans) ·puede denominarse todo


aquel que se anuncia como universal. pues en ese alcance pide servir·de
.premisa mayor en sus inferencia d~ razón. Por el contrario.juicio racioci-
nado' (iudicium rotiocinatum) sólo puede denominarse aquel que es con·
cebido como conclusión de una inferencia de razón y, por consiguiente,
como fundado a priori.

284 285
el nombre de una dialéctica de la facultad de juzgar cstcli~a. esperanza de llegar a convenir mutuamente; por consiguiente,
sólo si se encuentra una antinomia de los principios de cs111 1ienc que poder contarse con fundamentos del juicio que no
facultad que vuelve dudosa lu legitimidad de la misma. y. tienen sólo validez privada y que, por tanto, no son meramen-
con ello, su posibilidad interna. te subjetivos; de lo cual es precisamente lo contrario aquel
principio: cada cual tiene su propio gusto.
11 Muéstrase, pues, en vista del principio del gusto, la 234-231
§ 56. Representación de la antinomia del gusto siguiente antinomia:
1) Tesis. El juicio de gusto no se funda en conceptos,
El primer lugar común del gusto está contenido en la propo., i pues de otro modo se podóa disputar acerca de 61 (decidir a
ción con que toda persona carente de gusto piensa resguurd:n través de pruebas).
se de censura: cada cual tiene su propio g11sto2 • Esto equival,· 2) Antítesis. El juicio de gusto se funda en conceptos,
a decir: el fundamento de determinación de este juicio es nw- pues de otro modo, sin atender a su diversidad, ni siquiera se
ramente subjetivo (deleite o dolor); y el juicio no tiene den.·· podría discutir acerca suyo (apelar al necesario acuerdo de
cho alguno al asentimiento necesario de los demás. otros con este juicio).
El segundo lugar común del gusto, que es utilizado in
cluso por aquellos que le conceden al juicio de gusto el dcrc-
233-230 cho de pronunciar con validez para 1 1todos, es: sobre gu."'" § 57. Solución de la antinomia del gusto
no se puede disputar3. Esto equivale a decir: el fundamento tk
determinación de un juicio de J.'llsto ciertamente podrá ser No hay otra posibilidad de levantar el conflicto de esos prin-
objetivo, pero no se puede traerlo a conceptos determinados: cipios subyacentes a cada juicio de gusto (que no son otra co-
por tanto, sobre el juicio mismo no se puede decidir nada a tra· sa que las dos peculiaridades del juicio de gusto representadas
vés de pruebas, aunque bien se puede discuti1; y con derecho. arriba en la analitica), más que mostrar que el concepto a que
sobre él. Pues discutir y disputaiA son, sin duda, una sola cosa. es referido el objeto en esta especie de juicio no se toma en
en cuanto buscan suscitar, a través de la recíproca resistencia un solo sentido en ambas máximas de la facultad de juzgar
de los juicios, la unanimidad de éstos; pero son diversos, c11 estética; que este doble sentido o punto de vista del enjuicia-
cuanto el último espera llevarlo a efectos de acuerdo con con- miento es necesario a nuestra facultad de juzgar trascenden-
ceptos determinados, asumiendo, por tanto, conceptos ob· tal; pero que también la apariencia en la mezcla del uno con
jetivos como fundamentos del juicio. Mas ahi donde esto se el otro, como ilusión 5 natural, es inevitable.
considera irrealizable, del mismo modo se juzga irrealizable El juicio de gusto tiene que referirse a algún concepto,
el disputar. pues de otra manera no podría en absoluto tener l 1pretensión 235-232
Fácilmente se ve que entre estos dos lugares comunes de validez necesaria para todos. Pero no puede ser demostra-
falta una proposición que no circula proverbialmente, pero sí ble a partir de un concepto, precisamente porque un concep-
está contenida en el sentido de todos, a saber: sobre gusto "·e to puede ser o bien determinable, o bien indeterminado en sí
puede discutir (aunque no disputar). Esta sentencia, empero. mismo y a la vez indeterminable. De la primera especie es
contiene lo contrario de la primera. Pues acerca de aquello el concepto del entendimiento, que es determinable por ·pre-
sobre lo cual debe estar permitido discutir, tiene que haber la dicados de la intuición sensible que puedan corresponderle;

286
-· 287
de la segunda, en cambio, el concepto trascendental de la ra- puede ser conocido ni demostrado en vista del objeto, porque
zón de lo suprasensible, que está en el fundamento de toda ose concepto es indeterminable y no apio para el conocimien-
aquella intuición y que no puede ser, pues, determinado 111 to; pero, al mismo tiempo, el juicio recibe predsamente a tra·
teriormente de modo teórico6• vés de este concepto validez para todos (siendo por cierto,
Ahora bien, el juicio de gusto atañe a los objetos de en cada cual, un juicio singular, que acompaña inmediata-
los sentidos, mas no para determinar un concepto de cllth mente a la intuición), porque el fundamento de determina-
para el entendimiento, pues no es un juicio de conocimicn· ción de ese juicio reside tal vez en el concepto de ) 1aquello 237-234
to. Es, por eso, en cuanto representación intuible singular re· que puede ser considerado como el substrato suprasensible
ferida al sentimiento de placer, sólo un juicio privado: y en de la humanidad.
ese alcance estaría restringido en su validez únicamente al En la solución de una antinomia importa sólo la posi-
individuo que juzga; el objeto es para mí un objeto de com- bilidad de que dos proposiciones que se contradicen entre si
placencia; para otro puede ser de otro modo - cadacual ti ~­ en apariencia7, no se contradigan de hecho, sino que puedan
ne su gusto. subsistir yuxtapuestas, aun cuando la explicación de la posibi-
No obstante, en el juicio de gusto hay contenida, sin du- lidad de su concepto sobrepase nuestra facultad de conoci-
da, una referencia ampliada de la representación del objeto (y miento. Que esta apariencia sea también natural e inevitable
también, a la vez, del sujeto), sobre la que fundamos una ex- para la razón hwnana, y asimismo por qué Jo sea y se quede
tensión de esta especie de juicios como necesruia para todos. en eso, aunque después de Ja solución de la aparente contra-
en cuyo fundamento debe estar, por ello, necesariamente al- dicción' ya no engañe, puede también ser hecho concebible a
236-233 gún concepto; pero un concepto ) que 1no se deje determinar partir de esto.
en nada por medio de una intuiéión, a través del cual nada Y es que tomamos el concepto sobre el cual debe fun-
pueda conocerse, y por tanto, tampoco pueda llevarse a cabo darse la validez universal de un juicio, en Jos dos juicios anta-
ningrma prueba para el juicio de gusto. Y un concepto de esa gónicos, en una sola significación y, sin embargo, enunciamos
índole es el simple concepto puro de razón de lo suprasensi· de él dos predicados contrapuestos. En la tesis debería, por
ble que está en el fundamento del objeto (y también del suje- eso, decir: el juicio de·gusto no se funda en conceptos deter-
to que juzga) como objeto de los sentidos y, por tanto, como minados; en la antítesis, en cambio: el juicio de gusto se funda
fenómeno. Pues si no se asumiera una consideración semejan- en un concepto, aunque indetenninado (a saber, del substrato
te, la pretensión de validez universal del juicio de gusto no se- suprasensible de Jos fenómenos); y entonces no habría anta-
ria salvable; si el concepto sobre el que se funda fuera sólo un gonismo entre ellos.
simple concepto confuso del entendimiento, acaso de perfec- En las pretensiones y contrapretensiones del gusto no
ción, al que pudiera añadírsele correspondientemente la intui· podemos hacer otra cosa que levantar este antagonismo. Dar
ción sensible de lo bello, seria entonces al menos en si posible un principio objetivo l 1 determinado del gusto según el cual 238·235
fundar el juicio en pmcbas, lo cual contradice la tesis. pudieran ser derivados, probados y demostrados los juicios
Mas toda contradicción queda suprimida cuando digo: del mismo es absolutamente imposible, pues no seria entonces
el juicio de gusto se funda en un concepto (de un fundamento un juicio de gusto. El principio subjetivo, a saber, la indeter-
en general de la conformidad a fin subjetiva de la naturaleza minada idea de lo suprasensible en nosotros, puede ser se-
para la facultad de juzgar), a partir del cual nada, empero, ñalado como la clave única del desciframiento [del enigma ]9

288 289
de esta facultad, oculta para nosotros mismos en sus fuentes, en la acepción más general, son representaciones referidas a
pero nada puede hacerlo ulteriormente concebible. un objeto según un cierto principio (subjetivo u objetivo), pe-
En el fundamento de la antinomia aquí planteada y ro en cuanto jamás podrán llegar a ser un conocimiento de
allanada está el r:ecto concepto del gusto, a saber, de una fo- ése. Son referidas, según un mero principio subjetivo de la
cultad de juzgar estética meramente reflexionante; y fucro11 concordancia de las facultades de conocimiento entre ellas
ahí unificados mutuamente fos dos principios en apariencia (de la imaginación y del entendimiento), a una intuición, y se
antagónicos, en cuanto ambos pueden ser verdaderos. lo qu~ llaman entonces estéticas, o bien son referidas, según un prin-
ya es suficiente. Si, por el contrario, se asume como fund;i- cipio objetivo, a un concepto, pero no pueden entregar un co-
mento de detenninacíón del gusto (debido a la singularidad nocimiento del objeto, y se denominan ideas de razón, en
de la representación que está en el fundamento del juicio (k cuyo caso el concepto es un concepto trascendente, que es
gusto), como hacen algunos, el agrado o, como otros quieren diferente del ) concepto del 1entendimiento, al que siempre 240-237
(debido a la validez universal de aquél), el principio de la puede serle asignada una experiencia adecuadamente corres-
peifeccíón, y se arregla de acuerdo a ello la definición del pondiente y al cual, por eso, se llama inmanente.
gusto, se originará de alll entonces una antinomia que no se Una idea estética no puede llegar a ser w1 conocimien-
puede allanar en absoluto más que mostrando que ambas to, porque es una intuición (de la imaginación) para la que ja-
proposiciones recíprocamente contrapuestas (pero no sim- más puede encontrarse un concepto adecuado 11 • Una idea de
º
plemente contradictorias)1 son falsas; lo que prueba enton- razón no puede llegar a ser conocimiento, poni.ue contiene un
239-236 ces, que el concepto sobre el que cada una está fundada 11se concepto (de lo suprasensible), para el cual nunca puede darse
contradice a sí mismo. Se ve, pues, que el levantamiento de una intuición apropiada 12 •
la antinomia de la facultad de juzgar estética toma un curso Pues bien, creo que a la idea estética podria llamárse-
parecido al que seguía la Critica en la solución de las an- la una representación inexponible de la imaginación, y a la
tinomias de la razón pura teórica; y que, tanto aquí como en idea de razón, en cambio, un concepto i11demostrable13 de
la Critica de la razón práctica, las antinomias nos fuerzan, a la razón. De ambos se supone que no son generados acaso
pesar nuestro, a mirar más allá de lo sensible y a buscar en lo sin ftmdamcnto, sino (según la definición arriba dada de una
suprasensible el punto de unificación de todas nuestras fa- idea en general) eonfonne a ciertos principios de las faculta-
cultades a priori: porque no resta otra salida para volver acor- des a las que ellas pertenecen (aquélla, conforme a los prin-
de a la razón consigo misma. cipios subjetivos; ésta, confonne a los principios objetivos).
Los conceptos del entendimiento tienen que ser, como
tales, demostrables siempre (si por demostrar se entiende,
Observación I como en la anatomía, simplemente el prese11tt1r)ll: es decir,
el objeto que les corresponde tiene que poder ser dado siem-
Dado que en la filosofia trascendental hallamos tan a menudo pre en la intuición (pura o empírica), pues únicamente así
ocasión de distinguir las ideas de los conceptos del entend.i- pueden llegar a ser conocimientos. El concepto de magnitud
miento, puede ser de utilidad introducir expresiones técnicas puede ser dado a priori en una intuición espacial, por ejem-
adecuadas a su diferencia. Creo que nada se tendrá en contra plo, de una linea recta , etcétera; el concepto de la causa, en
de que aporte algunas a modo de propuestas.- Las ideas, la impenetrabilidad, en el choque impulsor de los cuerpos,

290 291
etcélem. Por lo tanto, ambos pueden ser docmnc11t11dos por 111111 l Tal como en una idea de r.izón no alcanza la imagi- 242
intuición empírica, es decir, ser indicado (demostrado, se1iahh 1,') nación. con sus intuiciones, el concepto dado, as í tampoco
el pensamiento que en ellos hay en un ejemplo; y esto tiem: ll"'' ol e11te11dimie11to, a través de sus conceptos, alcanza jamás,
poder ocwrir; en caso contrario, no se estará cierto de que ..i en una idea estética, toda la intuición interna de la imagina-
concepto no sea vacío, esto es, que carezca de todo objeto. ción que ella enlaza con una representación 1dada. Y como 239
241 ) En la lógica sirvese uno de las expresiones de lo,¡.. traer una representación de la imaginación a conceptos equi-
mostrable o indemostrable comúnmente sólo en vista d1: l:i- vale a decir: expo11erla, la idea estética puede ser llamada
proposiciones; puesto que las primeras podrían ser mejor 1k una representación i11exponible de aquélla (en su libre juego).
238 signadas mediante la denominación 1 de proposiciones súlu Tendré ocasión todavia de detallar algo acerca de esta espe-
mediatamente ciertas, y, las segundas, inmediatamente cil!1 cie de ideas en lo sucesivo; por ahora sólo hago notar que
tas; en efecto, Ja filosofía pura tiene también proposiciones'"' umbas especies de ideas, las ideas de razón así como las es-
ambas especies, si por tales se entiende las proposiciones vc1 - téticas, deben tener sus principios y ciertamente ambas en la
daderas su~tibles de prueba y las que no son susceptible' razón, aquéllas en los principios objetivos de su uso, éstas
de prueba. Unicamentc a partir de fundamentos a priori pucdl'. en los subjetivos.
ciertamente, probar, en cuanto filosofía, mas no demostrn r, Con arreglo a esto puédese definir al genio también
si no se quiere uno apartar completamente de la significaciún como Ja facultad de ídeas estéticas; a través de lo cual se se-
del vocablo, según la cual demostrar (ostendere, exhibere) equi- ñala a la vez la razón por la cual la naturaleza (del sujeto), y
vale a presentar su concepto (ya sea en pruebas, ya, también, no un fin deliberado, da en productos del genio la regla al
simplemente el} el definir), al mismo tiempo, en la intuición, arte (de la producción de lo bello). Pues como lo bello no
la cual's, cuando es intuición a prio1i, llámase la construcción tiene que ser juzgado de acuerdo con conceptos, sino de
del concepto y, en cambio, cuando es empírica, es todavía, con acuerdo al temple conforme a fin de la imaginación para su
todo, la exhibición16 del objeto, a través de la cual le es asegu- concordancia con la facultad de los conceptos en general,
rada al concepto realidad objetiva. Así es como se dice de un regla y precepto no pueden servir de criterio subjetivo a esa
anatomista que demuestra el ojo humano, cuando hace intui- conformidad a fin estética incondicionada en el bello arte,
ble el concepto que antes ha expuesto discursivamente, me- que debe tener la pretensión legitima de tener que placer a
diante la descomposición de este órgano. todos, sino sólo aquello que es mera naturaleza en el sujeto,
Según esto, el concepto de razón del substrato suprasen- pero que no puede ser aprehendido bajo reglas o conceptos,
sible de todos los fenómenos en general, o también de lo que es decir, el substrato suprasensible de todas sus facultades (a
tiene que ser puesto en el fundamento de nuestro arbitrio en re- lo que no alcanza ningún concepto del entendimiento), y, por
ferencia a leyes morales, a saber, el concepto de la libertad consiguiente, aquello en relación a lo cual el fin último dado
trascendental, es ya según su especie un concepto indemos- por Jo 1 inteligible a nuestra naturaleza es hacer concordantes 243
trable y una idea de razón, mientras la virtud lo cs17 según el todas nuestras facultades de conocimiento. Sólo así es tam-
grado; porque para el primero nada que le corresponda cuali- bién posible que en el fundamento de aquella conformidad a
tativanicnte puede en sí ser dado en la experiencia, y en el se- fin, a la que no se le puede prescribir ningún principio obje-
gundo, en cambio, ningún producto de esa causalidad alcan:z.a tivo, esté un principio a priori subjetivo y, sin embargo, uni-
el grado que la idea de razón prescribe como regla. versalmente válido.

292 293
240 1 Observación 11 ~ Mi misma legisladoru, para la facultad de desear, en cuan-
kl que todas estas facultades tienen sus principios superiores
La siguiente importante observación se ofrece aquí de suyo a priori y, confonne a una exigencia ineludible de la razón,
a saber, que hay tres especies de antinomia de la razón pura. Jlcncn que poder juzgar también inco11dici011adamente según
que coinciden todas, sin embargo, en forzar a ésa a apart:11 citos principios y determinar su objeto.
se de la suposición por lo demás muy natural de tener a Ju, En vista de dos antinomias, la del uso teórico y la del
objetos de los sentidos por las cosa.~ en si mismas, y acept:1r- UMO práctico, de esas facultades de conocimiento superi?r, he-
los más bien como fenómenos y poner bajo eUos un sub~tra­ mos ya mostrado en otra parte la inevitabilidad de las lll!smas,
to inteligible (algo suprasensible, de lo cual el concepto es al los juicios de esa indole no miran a un sustrato suprasensible
sólo idea y no pennite ningún conocimiento en sentido pro- de los objetos dados, en cuanto fenómeno, pero también he-
pio). Sin una tal antinomia, Ja razón no podria decidirse ja- mos mostrado ya, de modo contrario, la resolubilidad de ellas,
il más a admitir un principio semejante, que estrecha tanto el 1an pronto ocurre Jo último. Pues bien, en lo que atañe a la an-
campo de su acción, y a sacrificios donde tienen que disipar- tinomia del uso de la facultad de juzgar, conforme a la exigen-
se enteramente tantas esperanzas de otro modo muy brillun- cia de la razón y su solución aquí dada, no hay ningún otro
tes; pues aun ahora, que se le abre a ella, en compensación de medio de rehuirla más que o bien negar que haya a la base del
ese menoscabo, un uso tanto mayor en respecto práctico, pa- juicio de gusto estético algún principio a priori, de modo que 18
rece desprenderse no sin dolor de esas esperanzas y despe- loda pretensión a la necesidad de asentimiento universal es
garse de la vieja devoción. una vacía ilusión sin fundamento, y un 1 juicio de gusto sólo 245
Que haya tres especies de antinomia tiene su razón en merece ser tenido por correcto porque se encuentra que mu-
que hay tres facultades de conocimiento: entendimiento, facu 1- ohos convienen en vista del mismo, y esto propiamente no por
tad de juzgar y razón, cada una de las cuales (como facuhad causa de que se conjeture tras este acuerdo un principio a prio-
de conocimiento superior) debe tener sus principios a priori; ri, sino (como en el gusto del paladar) porque los sujetos están,
en efecto, la razón, en la medida en que juzga sobre es!os mis- de manera accidental, organizados wiifonnemente; o bien ten-
244 mos principios y su uso, en vista de ello pide 1a todos, para lo dría que admitirse que el juicio de gusto sea propiamente un 1 242
condicionado dado, incansablemente lo incondicionado, que oculto juicio de razón sobre la perfección descubierta en una
jamás puede hallarse cuando se considera a lo sensible como cosa y la referencia de lo múltiple en ella a un fin y que, por
perteneciente a las cosas en sí mismas, y no más bien se pone tanto, es llamado estético, sólo a causa de la confusión que es
por debajo suyo, en cuanto simple fenómeno, algo suprasen- inherente a ésta nuestra reflexión, si bien en el fondo es teleo-
sible (el substrato inteligible de Ja naturaleza fuera de noso- Jógico; en cuyo caso la solución de la antinomia a través de
tros y en nosotros) en cuanto cosa en sí. Hay, entonces 1) una ideas trascendentales se podría declarar innecesaria y nula, Y
241 1 antinomia de la razóo en vista del uso teórico del entendi- unificar esa leyes del gusto con los objetos de los sentidos no
miento hasta lo incondicionado, para la facu/rad del co11oci- como simples fenómenos, sino también como cosa en sí. Cuán
mie11to; 2) una antinomia de la razón, en vista del uso estético poco efecto tienen, sin embargo, ·tanto una como otra evasiva,
de la facultad de juzgar, paro el sentímie11to de placer y dis- ha sido mostrado en varios lugares en la exposición de los jui-
placer; 3) una antinomia, en vista del uso práctico de la razón cios de gusto.

294 295
Mas si al menos se le concede a nuestra deducción q111• •11 un juicio de co11ocimien10 y la belleza no es una cualidad
va por la senda correcta, aun cuando no haya sido clasi ri1·11- del objeto en si considerado, el racionalismo del principio del
da sufici~ntemente en todas sus partes, se muestran, en1011 ~UNIO jamás podrá ser afincado en q~e la confonnidad a fin ~n
ces, tres ideas: primeramente, la idea de Jo suprasensiblc: 1:11 c$lc juicio sea pensada como objehva; esto es, que el JUICIO
general, sin ulterior determinación, como substrato de Ja na conciema teórica y, por tanto, también lógicamente (aunque
turaleza; en segundo término, la idea de este mismo corno 11610 en un cnj uiciamiento confuso), a la perfección del objeto,
principio de la confonnidad a ftn subjetiva de la nati'.iraloa alno sólo 1estéticamente a Ja concordancia de su representa- 244

para n~estra facultad de conocimiento; en tercero, la idea 1lc ción en la imaginación con los principios esenciales de la fa-
~t~ mismo, como principio de los fines de la libertad y pri11. cultad de juzgar en general, en el sujeto. Por consiguiente, aun
c1p10 de la concordancia de aquéllos con ésta en Jo ético. según el principio del racionalismo, el juicio de gusto y la dife-
rencia del realismo y del idealismo de éste sólo puede ser
puesto en que, o bien esa conformidad a fin subjetiva,. en el
246 l § 58. Del idealismo de la conformidad a fin primer caso, sea admitida como fin efectivamente real (mten-
de la naturaleza ll.5Í como del arte, en c11anto único cional) de Ja naturaleza (o del arte) de concordar con nues!13
facultad de juzgar, o bien, en el segundo caso21, se la admita
principio de fa facultad de juzgar estética
sólo como una concordancia sin fm y que se destaca de suyo
y por modo accidental, en confonnidad a fin con la necesidad
Ante todo puede afincarse el principio del gusto en que és1c de la facultad de juzgar, en vista de la natura.leza y sus fonnas
Juzga en todo tiempo según fundamentos de determinacion
generadas según leyes particulares.
243 empi~co~ y, por tanto, según unos tales que 1 sólo son dados a A favor del realismo de la conformidad a fin estética de
post~non a través de los ~entidos, o bien se puede conceder la naturaleza hablan, y mucho, las bellas formaciones en el
que Juzga a partir de un fundamento a priori. Lo primero seria reino de la naturaleza organizada toda vez que se querría
el empirismo de la critica del gusto; lo segundo, su racionalis- suponer que en el fundamento de la producción de lo bello
mo. De acuerdo con el primero, el objeto de nuestra compla- está una idea de éste \ en la causa productora, a saber, un fin. 248

f cencia no ~eria diferente de lo agradable; de acuerdo con el


segundo, s1 reposara el juicio sobre conceptos determinados,
no lo seria de lo bueno; y toda belleza seria así negada, expul-
en favor22 de nuestra imaginación. Las flores, Jos brotes, tam-
bién las figuras de plantas enteras, Ja ornatura de las fonna-
ciones anima.les de toda suerte de especies, innecesaria para.
sándola del mundo, y quedarla sólo restante, en Jugar de ella, su propio uso, pero como escogida para nuestro gusto; sobre
un nombre particular acaso para una cierta mixtura de ambas todo, la variedad y armónica combinación de Jos colores tan
especies antedichas de la complacencia. Pero hemos mostra- complaciente y atractiva a nuestros ojos (en el 1faisán, en mo- 245
do que hay también fundamentos a priori de la complacencia luscos, en insectos, hasta en las flores más vulgares) que, en
q~e p~eden, entonces, ser consistente con el principio del ra- cuanto concierne sólo a la superficie y, en ésta, ni siquiera a
c1onahsmo, a pesar de que no puedan ser vertidos 19 en con- la figura de las criaturas, que todavía podría ser requerible
ceptos detem1ínados. para los fines internos de las mismas, parecen estar totalmen-
Por el contrario, el racionalismo del principio del gusto te destinada a Ja contemplación, [todas estas cosas] dan un
~ ya el del realismo de la conformidad a fin, ya del idea- gran peso al modo de explicación que admite fines reales de
247 lisnur0 de ésta. Ahora bien, puesto que l un juicio de gusto no la naturaleza con vistas a nuestra facultad de juzgar estética.

296 297
Por el contrario, a esta suposición no sólo se opone 111 LIOlidificación, es un considerable qua11111111 de materia caló-
razón por sus máximas de prevenir por doquier. en lo posihl,•. rica, cuyo desvanecimiento, ya que él era sólo requerible pa-
la innecesaria multiplicación de los principios, sino que la 1111 ra el estado liquido, en nada hace más frío al hielo resultante
turaleza muestra en sus formaciones li bres23, por todas parl~~. de lo que era poco antes el agua fluida en él.
tanta proclivilidad mecánica a la generación de formas q111· Muchas sales y asimismo muchas piedras que tienen
parecieran estar como hechas para el uso estético de nucstm ui1a figura cristalina se generan de igual modo de 1una clase 247
facultad de juzgar, sin entregar el menor fundamento para la de tierra disuelta en el agua, quién sabe por qué suerte de
conjetura de que se requiera de algo más que su mecanisn111, mediación. Del mismo modo, las configuraciones de drusas
simplemente como naturaleza, de acuerdo con Jo cual esa' de muchos minerales, de la galena cúbica, de la blenda roja
formas, aun sin idea alguna que estuviese en su fundamento, y de cosas similares, se forman, según conjetura, también en
249 l puedan ser conformes a fin para nuestro enjuiciamiento. \' el agua y por precipitación de las partes, en cuanto que son
por una libre formación de Ja naturaleza entiendo aquella por forzadas por alguna causa a abandonar ese vehículo y unifi-
la cual de un fluido en reposo, por evaporación o separaciún carse unas con otras en determinadas figuras exteriores.
de wia parte del mismo (a veces, sólo de la materia calóric;r ), Pero también internamente muestran todas las materias
adopta la restante, al solidificarse, una determinada configu· que simplemente por calor eran fluidas y ha.n adoptado soli-
ración o tejido (figura o textura)24 que es diferente según l:i dez por enfriamiento, al ser quebradas, una cierta textura, y le
246 diferencia específica de las materias, pero que en la núsma 1 permiten a uno juzgar de ahí que si su propio peso o el roce
materia es [también) exactamente la misma. A este efecto><: abnosférico no lo hubiera impedido, habrían enseñado tam·
supone, empero, lo que en toda ocasión se entiende por una bién externamente su peculiar figura especifica.; parecida co-
verdadera fluidez, o sea, que la materia se considere en ella sa se ha observado por decantación de la parte interna todavía
enteramente disuelta, es decir, no como una mera mezcolan· líquida y consecutiva cristalización de lo que resta interior-
za de partes sólidas y que simplemente flotan allí. mente en algunos metales que, exterionnente endurecidos
La formación ocurre entonces por precipitació11is, es después de la fusión, eran todavía l internamente fluidos. Mu- 251
decir, a través de una solidificación súbita, no por un paulali· chas de esas cristalizaciones minerales, como las drusas de
n~ tránsito desde el estado líquido al sólido, sino, por deci r espato, Jos hematites y la pirita de hierro, arrojan a menudo
as1, a través de un salto, y este paso es denominado también figuras sobremanera bellas, como quisiera alguna vez inventar
cristalización. El ejemplo más ·común de esta especie de for- el arte; y la gloria en la caverna de Antíparos26 es simplemen-
mación es el agua que se congela, en que se generan prime- te el producto de un agua que se filtra a través de depósitos
ramente agujas rectas de hielo que se ensamblan en ángula> de yeso.
de 60 grados, mientras otras se sitúan en cada punto de éstos Lo fluido es, según toda apariencia, en general mlis
del mismo modo, hasta que toda se ha convertido en hielo; de antiguo que lo sólido, y tanto las plantas como los cuerpos 1 248
man~ra tal que, durante este tiempo, el agua entre las agujas animales se forman a partir de una materia nutricia lfquida,
de hielo no se vuelve paulatinamente más espesa, sino que es al paso que.ésta toma forma en reposo; por cierto que en los
enteramente liquida, como sería con un calor mucho mayor. últimos, ante todo, según una cierta disposición originaria di-
250 y, sin embargo, tiene todo el frío del hielo. La materia l que rigida a fines (que, como habrá de ser indicado en la segun-
se separa, que súbitamente se escurre en el momento de la da parte, no debe ser juzgada estética, sino teleológicamente

298 299
253
de acuerdo oon el principio del realismo); pero quizás 1a111 bcrtud, 1 donde es favor aquello con lo que acogemos a la na·
bién, laterahnente, conforme a la ley universal de la afinid11d lurolcza, y no favor que ella nos dispense27 • La P'."°~ieda_d de la
naturaleza de proporcionamos ocasión de perc1b1r la mt~rna
I¡ de las materias, precipitándose y formándose en libertad. /\si
pues, como los fluidos acuosos disueltos en una atmó~li.:rn conformidad a fin en la relación de nuestras fuerza~ del án1_mo
que es una mezcla de diversas especies de gases, generan . en el enjuiciamiento de ciertos productos de aquella, Y cier-
cuando se separan ellos de ésta por pérdida de calor, figu r." tamente como una tal que debe ser elucidada a partir de un
de nieve que son, según la diversidad de la anterior mczd11 fündamento suprasensible como necesaria y universalmente
gaseosa, de figura que a menudo parece muy artística y es válida, no puede 1 ser un fin de la naturaleza o, más bien, no 250
sobremanera bella, así también se puede pensar sin restarle puede ser juzgada por no~tros como tal? porque de.otro m~o
nada al principio teleológico del enjuiciamiento de la organi- el juicio que por ese medio fuere detemunado t~ndria por_p~­
zación que, en lo que atañe a la belleza de las flores, de las cipio la heteronomia, mas no sería, ~mo conVl~ne .ª ~ 1u1c10
252 plumas de las aves, de los moluscos, según su figura como 1 de gusto, libre, ni tendría la autonomia C?mo ~nnc1p10.
asimismo su color, puede serles atribuido a la naturaleza y 11 En el bello arte, el principio del 1deahsmo de la con·
su poder de formarse ·también estéticamente y en conformi- fonnidad a fin se reconoce aun más nítidamente. En efecto,
dad a fin, en su libertad, sin fines especiales dirigidos a ellu. el arte tiene en común con la bella naturaleza el que no se
de acuerdo con leyes químicas, al depositarse la materia re- pueda admitir un realismo estético suyo a través de sensa-
querida para la organización. ciones (pues entonces sería, en lugar de bello, arte agrada·
Pero lo que derechamente prueba el principio de la ble). Pero el que la complacencia en ideas estéticas no tenga
idealidad de la conformidad a fin en lo bello de la naturale- que depender del logro de fines determin~dos (col"'.'º arte
za como aquello que siempre ponemos por fundamento en el mecánico intencional) que, en consecuenc1a, haya mc~uso
249 1juicio estético, y que no nos permite hacer uso de ningún como fundamento en el realismo del principio una ideahdad
realismo de un fin de ésta para nuestra fuerza representacio- de Jos fines y no su realidad, se evidencia ya por el hecho de
na.1como principio de explicación es que en el enjuiciamien- que el arte bello, como tal, no debe ser .con~ide~do como
to de lo bello buscamos en general en. nosotros mismos el un producto del entendimiento y de I~ c1enc~a, smo d~~ ge-
criterio de ése a priori, y la misma facultad de juzgar estética nio y, por tanto, recibe su regla a traves 1. de idea~ estetlcas, 254
acerca de si algo es bello o no, es legisladora, lo que no puede que son esencialmente diferentes de las ideas racionales de
tener lugar en caso de que se adopte el real.ismo de Ja con- fines determinados.
formidad a fin de Ja naturaleza; porque entonces tendríamos Así como la idealidad de los objetos de los sentidos en
que aprender de la naturaleza lo que hubiésemos de encontr.ir cuanto fenómenos es el único modo de explicar la posibilidad
bello, y el juicio de gusto estaría supeditado a principios em - de que sus fonnas puedan ser dete~ad~s a priori, .ru:í _es
también el idealismo de la conformidad a fm, en el enJWCl~­

j
píricos. Pues no se trata en un tal enjuiciamiento de lo que Ja
naturaleza es, o de lo que es para nosotros como rm, sino de miento de Jo bello de la naturaleza y del arte, la única supos•·
cómo la acogemos. Sería siempre una confonnidad a rm ob- ción bajo la cual l la critica puede ex~li~ar 1~ posibilidad de 251
jetiva de la naturaleza, si hubiese ella formado sus formas un juicio de gusto que demanda a pnon vahdez para todos
para nuestra complacencia; y no una conformidad a fin sub- (sin, empero, fundar en conceptos la conformidad a fin que es
'1 jetiva, que descansara en el juego de la imaginación en su li- representada en el objeto).

300 301
1
§ 59. De la belleza como símbolo de la eticidad ivlMu:1lcs (algebraicos e incluso mímicos), como simples ex-
prosio11es para conceptos(•) .
11 P~~ mostrar la realidad de.nuestro concepto se requiere de 111 Todas las intuiciones que son puestas bn,¡o conceptos a
tmc1ones. S_1 son conceptos empíricos, las últimas se Jl:u111111 priori son, pues, o bien esquemas, o bien símb?los, de los cua-
e1em¡~lo~. St aquéllos son conceptos puros del entendimic11t11. l~s los primeros contienen preseotac1ones directas del con-
a la~ ultun~ se las denomina esquemas. Si aun se pide qul· 111 cepto, y los segundos, indirectas. Los p~eros hacen esto. 1 253
~bdad Objetiva d~ los conceptos de razón, es decir, de 1 11 ~ demostrativamente, los segundos por medio de una an3;1og¡a
ideas, Y ello con Vistas al conocimiento teórico de éstas. >c;i (para la cual se sirve uno también de intuiciones crnpincas),
mostrada, entonces se d_esea algo imposible, porque no se fllll" en que la facultad de juzgar lleva a cabo .un negocio ?obl.e,_ ?e
de dar absolutamente 111nguna intuición que se les confornw ppllcar primeramente el concepto ~I objeto d.e una mtmc1on
255 l Toda hipotiposis (presentación, s11biectio sub tu/., gensible y luego, en segundo térnuno, de aplicar la mera re-
pectum),
, como sensibilización28, es doble·, o b'1cn esq11e11111· gla de la reflexión sobre esa _intuición a un obj,eto entera~en­
rica, cuando a~ _con~ep~o .que el entendimiento aprehcndL· tc distinto, para el cual el pnmero es sólo el s1mbolo. ~s1, un
le. ~s dada a pnon la mtmc1ón correspondiente; o bien sim Estado monárquico es representado por un cuerpo ammado
bolica, cuand~ bajo u~ c~ncepto que sólo la razón puede pcn cuando es gobernado por leyes populares internas ~· ~n cam-
sar, Y al que mnguna mt111ción sensible puede serle adecuada, bio, por una simple máquina (como acaso un mohrullo ma-
se pone. una tal a cuyo propósito el procedimiento de la facu l- nual) cuando es gobernado por una úníca voluntad absoluta,
252 tad ~e Juz~ar coincide de modo meramente 1 analógico co11 mas en ambos casos sólo simbólicamente. Pues entie un Es-
a~uel que est~ observa en la esquematización, es decir, coi 11• tado despótico y un molinillo manual no hay por ~ierto pare-
cid~ con. él ~~ple~ente según la regla del proceder, y 110 cido alguno, aunque sí entre las reglas para reflexionar sobre
segun la mtu1c1on -~1sma y, por tanto, simplemente según la ambos y su causalidad. Esta ocupación ) ha sido hasta ahora 257
forma de la reflex1on Y no según el contenido. escasamente analizada, por mucho que merezca una honda
Trátase d~ u_n empleo de la palabra simbólico adoptado indagación; pero no es éste et lugar para d~te~er.;e en ello.
por los nuevos log1cos, pero tergiversador e incorrecto, el opo- Nuestra lengua está llena de presentaciones indirectas de ~~a
nerla al m~?º d_e representación intuitivo; pues el modo de índole, según una analogía a través de la cual la expres1on
~~resenta~1on. sunbólico es sólo una especie del intuitivo. El contiene, no el esquema propiamente ~J para. el concepto,
ulllmo (el mtu11Jvo) puede ser, efectivamente, subdividido en sino meramente el símbolo para la reflexión. As1, las palabras
el m~o ~e representación esquemáfico y el simbólico. Ambos fundam e1110 (apoyo, base), depender (ser tenido desde aml>a),
son h1po11po~1s, esto es, presentaciones (exlzibitiones): no me- jluír de algo (en vez de seguir), substancia (como se expresa
ros ~ractensmos, es decir, designaciones de los conceptos Locke: el portador de los accidentes) e incontables otras son
por signos sensibles que los acompañan, los cuales no contie- hipotiposis, no esquemáticas siJ10 1 si.m~óli~~~· y ~xpresiones 254
n~n n~da pcrtene~iente a la intuición del concepto, sino que para conceptos no por medio de una mtu1c1on directa, smo
solo sirven.a a~ellos ~orno medio de reproducción según la
ley dc_asoc1ac1on de la imaginación y, por tanto, con propósi- (•) Lo intuitivo del conocimicn10 debe ser contrapues10 a lo discwsi:,O (no
256 a lo simbólico). Y to primero es ya esquemátioo, por demostrocion, ya
to subjetivo; de esa indolc son ya l las palabras, ya los signo.~ simlxJllco. como representación por simple analogía.

302 J03
sólo P.or analogía con ésta, es decir, según la traslación de 111 lidad externa de una naturaleza concordante con ésa, a algo
retleXJón desd~ 1:1" objeto de la intuición hacia un conccp111 en el sujeto mismo ) y fuera de él que no es natura.leza ni tam- 259
e~teramente distinto, al que tal vez no pueda corresponder poco libertad, aunque está vinculada con el fundamento de
directamente nunca una intuición. Si ya ha de llamarse a 1111 esta última, a saber, lo suprasensiblc, en el cual están enlaza-
~ero modo de representar, conocimiento (lo cual está permi- das ea unidad la facultad teórica y la práctica, de un modo
tido_ Cuando ~uél es un principio no de la detenninación que es a todos común y desconocido. Mencionaremos algu-
te?nc~ del º~Je.to, de qué deba ser éste en sí, sino de Ja detcr- nos puntos de esta analogía, sin dejar inadvertidas al mismo
mmac16n practica, de qué deba llegar a ser Ja idea de aquél tiempo las diferencias.
para nosotros Ypa\'ll el uso en conformidad a fin de esa idea). 1) Lo bello place inmediatamente (pero sólo en la in-
entonces todo nuestro conocimiento de Dios es sólo simbóli- tuición refle¡¡jonante, no como la moralidad, en el concepto).
co; Y aquel que, con las propiedades del entendimiento vo- 2) Place sin interés alg11no (el bien moral, es cierto, enlazado
luntad, etcétera, que sólo prueban su realidad objetiva en ~eres necesariamente con un interés, pero no con uno que anteceda
n:iundano~, lo tome por esquemático, cae en el antropomor- al 1juicio sobre la complacencia, sino que es recién y prime- 256
258 fismo, as1 como ) cae, cuando deja aparte lo intuitivo, en eJ ramente efectuado por éste. 3) La libertad de la imaginación
del~mo, ~ ~vés del cual nada es conocido, ni siquiera en pro- (luego, de la sensibilidad de nuestra facultad)31 es represen-
pósito pmcttco. tada, en el enjuiciamiento de lo bello, como acordada con la
Pues bien, digo que lo bello es el símbolo del bien é1i- legalidad del entendimiento (en el juicio moral se piensa la li-
co29; X también que sólo place bajo esta consideración (wia bertad de la voluntad como concordancia de ésta consigo
relac1on que le es natural a cada wio y que también Je atribu- misma según leyes universales de la razón). 4) El principio
~e ~da cual a los demás como deber), pretendiendo el asen- subjetivo del enjuiciamiento de lo bello es representado como
~m:uento de cada uno de los demás, siendo alli consciente el 1111iversa/, es decir, para todos válido, mas no conocible por
anuno, a la vez, de 1:"1. cierto ennoblecimiento y elevación por concepto alguno (el principio objetivo de la moralidad es de-
sob~ la mera .recept1v1dad de un placer por impresiones de Jos clarado también universal, es decir, para todo sujeto y a la vez
s7nt1dos y ~stamando el valor de otros también según una má- para todas las acciones del mismo sujeto, y conocible, en ello,
255
x1m.a semejante. de su facultad de juzgar! Esto es lo inteligible, a través ) de un concepto universal). De aW que el juicio mo- 260
hacia. donde mira el gusto, como se indicó en el parágrafo ral no sea únicamente susceptible de principios constitutivos
anten~~. aquello con Jo cual incluso nuestras facultades de determinados, sino que es sólo posible a través de la funda-
conocun1ento s~p~riores concuerdan, y sin lo cual surgi.tian ción de las máximas en ellos y en su universalidad.
mue.has contradicciones entre Ja naturaleza de éstas y las pre- AJ entendimiento común le es también habitual el tener
tensiones que t~cne el gusto. En el gusto, la facultad de juzgar en cuenta esta analogía; y a los objetos bellos de la natura-
no~ ~e sometida -como por lo demás en el enjuiciamiento leza o del arte los denominamos frecuentemente con nombres
1 empmco- a una hetcrono1nia de las leyes de la experiencia· que parecen poner por fundamento un enjuiciamiento moral.
con respecto a los objetos de una tan pura complacencia, se d~ A edificios o árboles los llamamos majestuosos y espléndidos;
ella la ley a sí misma, tal como hace Ja razón con respecto a Ja a campiñas, risueñas y alegres; aun a los colores se los lla-
facultad ~e. desear; y se ve referida, tanto por causa de esta in- ma inocentes, modestos, tiernos, porque despiertan sensacio-
1: terna pos1b11idad en el sujeto, así como por causa de la posibi- nes que contienen algo análogo a la conciencia de un estado

304
305
257 del ánimo 1efectuado porjuicios morales. El gusto hace pos1 más alta y al propio enjuiciamiento, y sea~¡ asfixiado, .en es.a
ble, por decir así, el paso del atractivo sensorial al interés mo- legalidad, el genio, más también con él la l~bei:t1d de la nnag¡~
~I h~bitu~I sin un salto demasiado violento, al representar a Ja nación misma sin la cual no es posible mngun arte bello, m
unagmación, aun en su libertad, como dctenninable en con- ~iquiera un recto gusto propio que lo juzgue. .
fonnidad a fin para el entendimiento, y al enseiifil incluso en La propedéutica a todo. arte bello, en la med1?a en que
cst~ dirigida hacia el más alto grado de su perfecc1on, no pa-
objetos de los sentidos carentes de atractivo sensori~l, a enco11-
trar una complacencia libre. rece residir en preceptos, sino en la.cultura de .tas fuerzas del
ánimo a través de aquellos conocimientos previos a los q~e se
denomina humaniora: preswrul>lemente, porque h11mamdad
257 designa por una parte el universal sentimient? ~e simpa~a34,
1§ 60. Apéndice y por otra, la facultad de poder com1111icane. mbma Y un~ve~­
salmente; 1propiedades que, enlazadas, cons11tuye? 1~ soc1ab1- 259
De Ja metodología del gusto lidad3s apropiada a la humanidad, por lo cual se d1stmgue ella
de ta estrechez animal. Tanto la época como los pueblos en que
La división de una crítica en doctrina de los elementos y mc- el activo impulso a Ja sociabilidad legal, por el cual un pueblo
to??Iogia32, que precede a Ja ciencia, no puede aplicarse a Ja conforma un ente común duradero, luchó contra las grandes
cntica del gusto; porque no hay ni puede haber una ciencin dificultades que rodean a la pesada tarea de unific~ la lib~rtad
de. lo. ~cllo33 , y el juicio del gusto no es determinable por (y también, l pues, la igualdad) con una coartacmn (mas de 263
pnnc1p1os. Pues en lo que alcanza a lo científico en cada arte. respeto y sujeción por deber, que.por temor); una é?oca tal Y
que va dirigido a la verdad en la presentación de su objeto. un tal pueblo tenían que descubnr el art~ de la reciproca ~
ello es por cierto la condición indispensable (conditio si11e municación de las ideas entre la parte mas fonnada Yla mas
qua no11) del arte bello, pero no es este mismo. Hay, pues, pa- ruda36 la annonízación de la amplitud y refinamiento de la
• con la sencillez 7 o~ginah~d
. 37
ra el bello arte sólo una manera (modus), no un modo de primera natura1es de l a u,
'ltim'a
e'.iseña11za (methodus). Tiene el maestro que mostrarle pre- y, de este modo, aquel termino medio entre la cultura mas .al-
viamente al discípulo qué es lo que éste debe pone en pie y ta y la naturaleza contentadiza, que constituye l~ recta medida
cómo; y las reglas universales, bajo las cuales poner por últi- también para el gusto, como sentido humano universal, que no
258 mo 1 su proceder, pueden servir más para traer a la memoria se puede dar según reglas universales. . . .
los momentos principales de éste que para prescnoírselos. A Dificil es que una época postenor ba~ prescindibles
este propósito, no obstante, tiene que tomarse en considera- esos modelos; porque estará cada vez menos proxuna a la ~tu­
ción un cierto ideal que el arte debe tener a la vista, aun cuan- raleza, y porque no podría, por último, sin tener de ella ejeJn·
~º no lo !ogre plenamente su ejercicio. Sólo por despertar Ja plos permanentes, estar en condiciones .de hacerse un concepto
unagmac1ón del discípulo a la conformidad del concepto da- de la dichosa unificación, en uno y el mismo pueblo, de la coru:·
262 do, por la advertida.) insuficiencia de la expresión para la idea, tación \ legal de la más elevada .cultura con 1~ fuerza Yla recti- 260
que el concepto nusrno no alcanza, porque es estética~ y por tud de Ja libre naturaleza, que siente su propio valor.
una aguda critica, puede evitarse que los ejemplos que Je son Pero dado que el gusto es en el fondo una facultad de
puestos por delante los tenga él inmediatamente por arquetipos enjuiciamiento de la sensibilización de i~~as morales (por
Y modelos de imitación no supeditados a alguna nonna aun medio de una cierta analogía de la retlex1on sobre ambas),

306 307
del cual, y de la mayor receptividad -que ha de ser fundada NOTAS A LA ANALITICA DE LO BELLO
en él- para el sentimiento que proviene de esas ideas (que
se. llama sentimiento moral), se deriva también aquel placer O. Falta, en los encabezados, el concepto de «exposición» (de los juicios de
264 que el gusto declara válido para la l humanidad en general gusto puro), que se contrapone al de «deducción» (cf. B 131).
1. Gefahl der Lust und Unlust. La traducción que adoptamos parece prefe-
y no solamente para el sentimiento privado de cada cual, es rible y más ·nitida en sentido que cualquiera otra. Parücularmente erró-
entonces evidente qµe la verdadera propedéutica para fun- neo serla hablar de «placer y dolor». El dolor (Schmerz) es de lndole
dar el gusto es el desarrollo de ideas éticas y el cultivo del sensual y, en tal calidad, se OP<lne a lo que en el §3 definirá Kant como
sentimiento moral; pues sólo cuando la sensibilidad es pues- «deleite».- Debe tenerse especialmente presente que placer y displacer
ta en acuerdo con éste puede el gusto genuino adoptar una son, para Kant, sentimientos con los cuales el sujeto (oma conciencia de
determinada forma inalterable. sus representaciones y de su propio estado a propósito de las mismas.-
Hemos empleado «placem y «displacen>, en su forma verbal, para gefa-
1/en y miss/afien (aproximadamente: «caer bien», «caer mal»).
2. zweclcmiissiges.
3. «bewusst zu sein».
4. 1<halt ... gegero>: <q>one o mantiene enfrente».
S. Gareia Morente y Philonenko entienden que «el juicio sería siempre
estético», plant~do con cqhcrcncia la oposición con el juicio lógico
recién aludido. No obstante, el original de Kant (en las tres ediciones)
dice «sind sie» («son ellos»), en lugar del esperable «ist es». Vorlander
jlltroduce esta corrección.
6. Wohlgdallen. Kant mismo empica una vez .en el pn.-scntc texto el voca·
blo latino Komplazenz (v. infra, § S), con idéntica significación, y tam·
bien lo·da por equivalente en la Antropología en per.<pectiva pragmática
· '(cf. Libro Segundo, «Del sentimfonto de placer y displacem. Hay tra·
duceión nuestra en: l. Kant, Texros estéticos, Santiago de Chile, Ed. An·
drés Bello. 1983). Completamente descaminada parece la propuesta de
Rovira Armengol, que emplea «satisfacción». Este vocablo lo reserva·
mos para el poco usual bejrfedigen (apaciguar un deseo o necesidad por
medio de su satisfacción).
7. Betrachtung.
8. Kant cita erróneamente como si se tratara de un nombre propio. El sa-
·chem es, entre los iroque$CS. jefe 'en tiempos de paz.
9. Angenehm, de nehmen («tomao>)-cf. nehnmen an-, lo que es suscep-
tible de ser tomado o asumido de buen grado.
JO. Empfindung.
11. «anmutig, lieblich, ergozend, erfreulich».
12. Bearbeitw1g.
13. Ziele.
14. Vergnügen; cabria traducirlo literalmente (cf. genug, genugtun) por
«satisfacción», o todavía por «conte.nto», pero éstos carecen de.1enfasis
que Kant da a la palabra.
15. Las dos menciones del término «Objeto» en esta frase corresponden, en
el original alemán, respectivamente, a Gegenstand y Obje/<f.

308 30.9
del placer con rcspeclo a la reflexión lo dcterminaria como empín«.·o. .. 83. ~-eile11, es decir. ((pC:rm3.DCCcr por un tiempo>> (tiempo que correspon·
la inversa, será un principio a priori. dientementc se denomina U"éile. (<tato». «instante», «lapso»), y, en con·
66. Sinnesempfind1mg. secuencia. también «demorar» Poco mis abajo venimos Verweilu11g por
67. al/gtm•h1e Mlttelu11gsflihigkcit. «demora».
68. Gerniitszus1a11d. 84. «die so alfizicn sind», es decir, juicios que son emilidos a partir de esas
69. Vorstcl/1111gskrujl. afecciones (deleite o dolor).
iO. Erkennfflls t1b1:rhtiup1, «Cn general», a diferencia del conocimiento t•d•· 85. Reize: alicientes o acicates, es decir, estimules externos que e~cilan pin·
terminado» (besrlmmle). cenlemmenre n través de la sensación de los sentidos, dctcnninando la
71. an; C Crae ((ÍJU>~ «Cn». inclinación hacia el objeto que los porta. Rührunggen: nociones que
72. bei. determinan e i,nclinan al sujeto al afectar su sentimiento; un componen-
73. schicklích. te de displacer les es indiscernible. Sobre el papel de la emoción en el
74. Vale la pena confrontar la fonnulación preceden1e con una que se en sentimiento (cspirilllal) de lo sublime, v.. corre otroS sitios, el § 27.
cuentra en la introducción (VII, B XLIV), mlis amplia en su propósi10. 86. El parént«is es adición de B y C.
y quizás hasta mlis precisa en sus téaninos. En ella, al tiempo quese an 87. vo~pitt;eln, «aparenW» o «fingir».
ticipa el concepto de conformidad a fin que abordará el momen10 anall 88.Leonhard Eu/ar ( 1707-1783), matemático suiz.o, el principal en el s.
tico siguien1e, so menciona una importante función expresiva del placc1 XVIII junto a Lagrange, y en todo ca.w, con ventaja, el niás prolifero.
que no nparecc recogida arriba, y que lendrin que ser asociada al 1cm11 Sus trabajos, que cu~ren todo el campo de la nialemática pura, inciden
especialmcnlc en el cálculo integral, la tcorla dolas funciones trigono-
de la precedencia del enjuiciamiento con rcspeclo al placer. CF, en par·
métricas y lognrltniicas. De entre sus numeroslsimJls publicaciones des-
ticular, el siguiente pasaje: «el placer no puede expresar otra cosa que 111
racan la /111rod11ctio in anolysin infinilon111r - en la cual se desarrolla el
corunensumbilidad de [el objeto] respeclo de las faculladcs de conoc1·
concepto de funeión-, lnstituliones calc11/i d!ffmmtia/is (1155), lnsti·
mienlO que están en j uego en la facultad de juzgar reflexionante, y en
tutiones ca/cu// integro/is (1768-70). y lellreJ a 11na príncesse d'Alle·
tanto que lo están, en consecuencia, una confonnidad a fin formal sub·
magne (1768-72), donde expone los principios bóJicos de la mecánica,
jc.tiva del objero».
óptica, aclÍSlioa y as110nomla fisica: es a esta última obra a la que alude
75. Cf. Critica de la rccón pura, Libro JI, Primera Pane, «Del esquerua1i>
Kant en c.I ICXtO.
mo de los conceptos puros del eotendimicnlo».
89. Eslá es la lcc1ura de las ediciones A y B. La edición C rectifica: <<lo que
76. Beleb1mg.
no pongo en absolu10 en duda», sustituyendo ugar schm por «gar nichb>.
77. «unbestimmler>>. La edición C y Vodander corrigen con «bestimmler>>. Tal como anota Vorliinder, Windelband (Ak. A11sg.. V, 527 s.) ha minu·
es decir, «dctenninnda». Obviamente se hu tmtado en lnles casos de "" ciosamenle mostrado que la corrección citada parece estar en perfecta
sugerir que el <tjuego» de eo1eudimiento o imoginación en que consiste consonancia con la postura de Kant al respec10. De 01ra opinión son
la reflexión es1é1íca sea uaa actividad vaga o improoisa. No obstante. la Schondorffcr (Alt., prrmss. Mo11atschrift, 48, p. 16) y Eduard von Aster
corrección suprime el importante sentido de acuerdo al cual esa activi- (Kantsrutllen, XJV, 475 s.).
dad, si bien armónica y ajustada, no es determinada por cooceplOS. 90. das Reine.
78. «erlcichrenen Spicle»; «erleichre11» se entiende también como <d'aci- 9 1. bildende K1i11Ste. Cf., para una explicación de nuestra traducción, la nota
lilado». JO1 a la «Deducción de Jos juicios estéticos pUTOS».
79. El parénresis es adición de B y C «Abzuhahen (<ucchazarlas») podrfo 92. Zeichnung. La razón por la cual e\•itamos la uaducción casi natural de
entenderse también como «apartarlas» o «desvirirla.~». aunque esto últi· este vocablo por «dibujo» es que demasiado a menudo se entiende esre
mo es improbable.' ultimo como la sola actividad ma1crial de delinear y sombrear - y su
80. o/me Zweck. Obsérvese el sesgo pri"ativo de los principales caracteres que resultado-, mientras que Kanl no sólo alude a ello, sino sobre todo a la
el análisis lrunliano arribuye al juicio de gusro y a lo bello (desinrercs, uni· concepción y consignación de lafi>rma como imagen plástica. El térmi-
veri;alidnd subjcrivn, conformidad a fin sin fin y nccosidnd subjeliva). no disedo ha esrado acreditado vastamcnlc en csra acepción desde el
·81. A: «011a especial relación causab>. Renacimiento.
82. CF. Crítico de la razón práctica, cap. ll, «De los móviles de la razón 93. Abms. <ucconc».
pura práctica». 94. an.rchauu11swi1rtiig.

312 313
95. Ges1a/1. Debe dislingui1sc esia noción c:k: lo de Fonn. En el contexto._.,.. 127. Richtigkcit, «com:cción» en el sentido de e;ract/111d y puntualidad en la
tétieo, Form de$igna el modo de eompare«ocia del objeto de la rcOc- observancia de requisitos que cabe considerar como normativos (es de-
xión y es, por lal)to, un concepto estético·tnsccndcntal. Geswlt alude. cir, como regla) en vista de la belleza.
en cambio, •lo especificidad de presentación intuible de dicho objeto 128.schulgerecltt. esto es (expresado en pcrifrasis), conforme a la enseñan·
Nuestra traducción por <~figura» es, obviamente, un ma.I menor: es pre· za de escuela, que precisamente está encargada de cautelar la regla en
ciso entender que el vocablo no se refiere aJ rncro conrorno geomClri· que consiste la idea normal
co de una cosa (Plg11r). 129. Ausdn1ck des Sltt/lclte11.
96. «vuelven ... reprcscntacióm> es adición de By C. 130. Masstabe, uunbien «patrón».
97. Ziemte11, lo que podría llamarse-en la uccpción que Kant confiere al 131.fiihlen, vocablo que Kant utiliza en referencia al sentido interno (Gefiilrf).
término- bellezas suplementarias. El par6ntesi.s con el término latin<> 132. Sol/en.
(y que significa lo que se adjunti a la obra) es adición de B y C. 133. <«n:IIl wirbt».
98. <dos marcos de los cuadtOS» es adición de B y C. l 34. Gemejnsínn.
99. Schmudr. 135.genteinem Jlers.tandl'.
100. El paréntesis es adición de By C. 136. Oberzeugung. Sobre este concepto, v. B 443s.
101. Se refiere a los dos primeros momentos, de Ja cualidad y de la cantidad. 137.Stimmu11g, de Stimme (<<Voz.»), es un ténnino que en música designa la
102. füllstii11digkeft. Evidentemente, <<integridad» debe tomarse en la sola afinación de lus voces, y que en sentido traslnticio significa el humor
acepción do totalidad (de elementos, condiciones. etc.). o la disposición que resultan de la proporción de lns fuerois del ánimo.
103. «des Anschauenden». 138.Erken11e11, entendido como actividad.
104. «aunque no más ... en general>> es adición de By C. 139. Vo!lander corrige «dcrselbcm>(«de aqu61la») con <cdesselbcm>, lectur•
105. «en la determinación» es adición de B y C. que adoptamos.
106. «repr<S<!ntaran y «cosas ... contradictorias» son adiciones de B y C. 140. El vocablo «debe» («musS>>), que trae A, desaparece en BY C.
107. Edición C: «Sino como facultid de determinación del juicio». 141. hlnstliche.
108. Edición C: «Las especies de la primera». 142. «Einhelligkcit dcr Sinnesart».
109. «fiit sicb bestehend0». 143. erlalllnl.
110. <ceines falschen Ceschmacks», <(Un gusto erróneo». 144. K.ant titula incongruentemente «Observación .•. a la primera sección...»
111. exemplarisch. Obsérvese el despliegue que hace Kant del tema de lo deberla decir, en cambio, <<))rime.r libro».
ejemplar en su doble registro de ejemplo y de modelo. 145. selbstliitfg, también «espontánea».
112. «ein selbst eigencs Vermogen seiru>. 146.Ar!tfassimg. Para una determinación del sentido en que usa Kant este
113. Muster. vocablo, v. p . 26
114. Urbild, literalmente «imagen originaria». En B 207 se sirve Kant del 147. entweefe11.
griego Arrl1ttypon como equivalente. 148. «se perciban y «hacer aprebensible» son adiciones de By C.
l 15. hervorbrlngt11. 149. zweckwidrig,
116. Beispiel. 150. Absicht, «intención».
117. «cines einzclncn als einer Idee adaquatco WcscnS». 151. «hat das G=hmaclcswidrige an sich».
118. Dantel/11ng. Cf. nuestra nota 91 a la Introducción. 152. William Manden (1754-1836) fue un conocido orientalista irlandés.
119. Sl1"ben. Vivió en Sumatra entre 1771 y 1779; las impresiones, observaciones y
120. Nonnulidee. estudios que hi1.o alll fueron la base de la principal de sus numerosas
12 l. Jlerrm~f/fclee. obras, History of Sumatra (Londres, 1783-114), a la que refiere Kant.
122. Richtmass. Mnrsdcn llegó n ser primer secretario del Con.•cjo del Almirantazgo y
123. Sobre la idea esléticn, ef. § 49. perteneció n In Royal Society.
124. Muste1·bi/d, una imagen ejemplar o paradigmático. 153. regellose.
125. «das schwebende Bild». 154. Aussichten, tambi6n «vistaS>>.
126. «ganze» es adición de By C. 155. didrten, en el sentido de «fantasear poéticamente».

314 315
NOTAS A LA ANALITICA DE LO SUBLIME 19. schlechtw<.>g.
20. «lo que por ella es designodo» es adición de B y C.
l. «Das ScMne der Natun>. 21. Yergldclrungllwrgriff.
2. Begrcnzung. 22. Seguimos la natural corrección de Roscnkranz y Hnrtenslein, incorpo-
3. Unbcgrenzlteú. radas por Ak., que sustituye <<Bestimmung» («determinación») por
4. El partntcsis es adición de B y C. 11Bcistimmung».
s. El paréntesis es adición de B y C. 23. Erweíter'ung.
6. selbstiindige, o sea, libre (existente por al misma). 24. Schátzung.
7. «rege gemachb>, esto es, las referidas ideas se tornan activas. 2S. angemessenen Massstab.
8. Naturschónlrdt. 26. La referencia de una deducción de los juicios sobre lo sublime supone
9. rr.tpektiv, en el sentido correspondiente. que también aqul vale la división en exposición y deducción. Sin em-
10. "ª la analogía con:» es adición de By C. bargo, ello es expresamente rebatido en 8133: puesto que lo sublime
11. «Concepto» es adición de B y C. sólo es propiamente predicable del fundamento que hny en la natur-J!e-
12. «Gr6sse und Macbb>. Sobre estos thminos, v. w notas 18 y 61 más za humana para el modo de pe0$lll a propósito de fenómenos naturales
adelante. informes, grandiosos o violentos, «nuestra exposición de los j uicios
13. fiilrlbar. sobre lo sublime de la na1uraleza·fue a la vez su deducción>>.
14. Formlosigkeir. Philonenko anota acertadamente que el término señala 27. abgewürrligt.
una privación de fonna. Podemos apmximannos a su sentido refüien- 28. Strrben.
do el termino a la ilimitación y a la tesis de que lo sublime no puede 29. Unangemessl!nlteit. En lo que sigue de la «Analítica de lo sublime», y
eslnr contenido, propiamente, en una forma sensible. En este sentido se en atención a los requerimientos de una lectura mú fluida, empicamos
diferencia de aqueUo que es ungestalfet, que no comparece como figu- la presente expresión -y no «inconmensurabilidad»- para verter el
ra. CF infro. n. 47. término alemán. No obstante, conviene tener presente que en su sen-
1S. Como anota Pbilonenko, se trata de un texto - y cabría también decir: tido es detenninante la noción de medida. Cf. nuestra nota S8 a la
una doctrina- dificil. Ambas especies de lo sublime - la matemática , Introducción.
y la dinámica-, entendidas como las dos referencias del movimiento 30. eln Grosstes.
del ánimo de que babia el texto, consistirian en sendas llflnsferrncias 31. fassen.
de dicho movimiento al objeto a propósito de cuya representación tiene 32. AuflasSW1g y Zusamme11/assung, respectivamente.
ese lugar. 33. Clttude Stéphane Savary, nacido en Vitré en 17SO, orientalista francés
16. Obsérvese que la definición nominal de lo sublime, que debe convenir que se hizo ~lcbre por sus estudios sobre ciudades, monumentos y
a éste en genel'tll, queda subordinada en la segmentación del tuto al costumbres de Egipto, de los que dio cuenta en sus lettrrs sur J'égypte
tm1amiento de lo sublime-matemático. ( 1788-89). Conocedor de la lengua árabe, publicó también una edición
17. .~cltlechthin gro.<S. anotada del Coran. Murió en 1788. (Vorllinder curiosamente lo confun-
18. Grasse. En español no hay un térmí.no definitivamente satisfactorio para de con el Conde de Rovigo, ministro de policía de Napoleón, que hizo
lnlducir la palabra alemana con sus matices semánticos. En un primer con éste la campafta de Egipto y vivió entre 1774 y 1833.)
momento nos pareció que el más indicado era «grandol'», porque man- 34. ScgUn la corrección de Wmdelban en Ale., que sustituye «Ideen»
tiene la explícita alusión a «grande» (gro.is) que se da en alemán, y por- («ideas») por «Ideen.
que sirve, en los contextos pertinentes, al requerinúcnto de expresar el 3S. ungeheuer, es decir, una magnitud contraria a fin, algo que es dema-
concepto de un quanttm1 no comparath'O. Sin embaigo, Olt8S considera- siado grande, que excede desmesUI8damentc las medidas que son habi-
ciones ~I consenso habido basta ahora en cuanto a ""m:r Gr&sse por tuales (geheuer). En la Antropología. Kant da por equivalente latino
«magnitud», y la necesidad de evitar reiteraciones demasiado frecuen- magnitud monstruosa (Libro Segundo § 6S).
1es en el texto- nos indujeron a establecer, como traducción regular de 36. kolossalisch.
Gr0ue, «magnitud», alternándola, en las ocasiones que así Jo requieren 37. Bl!Wteihmg.
o permiten, por <<lamaiio» y «proporción». 38. Yl!rmógen.

316 J/7
39. Aculamos la rectificación de Erdm:ann, que en lugar de <<Zusanuncll· lruserste.
setzung>> («composiciów>) pone ccZusammenfassung». Mad11. El vocablo «podc0>-que también habría servido bien para tra·
40. des JlieJen. dueir este término- lo hemos reservado para lo versión de Vermügen
41. «dado» es adición de B y C. en ciertos contextos..
42. WeltanschaUUJ1g. Gewol~ que significa imperio, domínio y. sobre todo, violencia, desig-
43. Schrnnken. na. como señala Kant. un poder que sobrepuja a otro que se le opone.
44. «dadas» es adicción de B y C. En castellano, «prepotencia» parece el vocablo más indicado para cap-
45. «das absolut Ganze». tar este sentido. Hemos empicado también «violencia» en un par de
46-46 bis. <a:usammengefasste Unendlichkeil>>. ocasiones posteriores.
47. 11ngesla/1er, literalmente «sin íogura»; el término es1á emparentado con 63. Furr:ht.
formlos. Los dos términos aparecen unidos en B 13~. 64. «der ihm Scheu einjagt».
48. Unermesslicher. 65. Screcken. Cf. la Antropologla: «Terror es el temor súbitamente suscita-
49. «des Weltgebiiudes». do que póne 'el ánimo fuera de compostura» (L. lll, v. «De los afectos»,
50. Anstrengung. en particular, A 208 B 207).
S1. Bestimmung, Usualmente vertido como «determinación», exige en este 66. Unermesslíchkell. V. nuestra nota 58 a la Introducción.
caso «destinacióll!>, para designar el acuerdo de las facultades humanas 67. «physische Obnmochl>>: «fisica» es adición de By C.
con vis!Jls a un ím interno. 68. Gewa/t.
S2. Bestrebung. 69. Kraji.
53. bet>.-egt. 70. fiihlbar.
S4. das Überschwengliche: es el término alemán que corresponde al latino 71. begeistemde.
troscendens. No es inusual co el léxico kantiano. 72. Geisteswrmogen. Recuérdese que el sentimiento de lo sublime es
55. Widerstreil. determinado por Kant como un senrimícnto cspcciücamente espiritual.
56. Zugleichsein. 73. verniinftell. o sea, elaborado con r111..0namicntos sutiles.
51. «dass sic ein Gefuhl der Unlust Übcr das listhetische Beurteilungsvcr· 74. «die Erscheinung», en el sentido de manifestación.
mogen an eincm Gegcostande iSl>>. El pasaje plantea un par de dificul- 75. Geslnnung. Se trata de un vocablo de diflcil traducción. Normalmente
tades de traducción. la primera de ellas queda en todo caso obviado se acude a «intención», <e.actitud)> y aun ccconvicci6n)). De común hemos
por una omisión de pronombre que permito el paso al español: el. «sic» preferido «sentim, que, además de ser próximo en su acepción al ténni·
del original - referido eventualmente a «Qualitiib>- debe corregirse, no aleman, proviene, como aquél, de la noción de «sentido» (Sirln).
como hace Vorliinder, con un «CS» referido a «Gefühl». la segunda. 76. La ·ed. A conteni11: «en la medida en que es consciente en él mismo de
más importante. tiene que ver con la apretada fórmula de que se vale lUlll sublimidad del sentir adecuada a su voluntad».
Kant. en ella «a través de» vierte «Dbc0> y «a propósito de» traduce 77. «willkiirlich>>, que normalmente tn1ducimos por «arbitrario».
«an», es decir, «en», o también <~relativamente a». «Üben> admite la 78. Angsl.
lectura «sobre» «acerca de». que es el empleo más habitual de la pro- 79. Obsérvese que el momento de la modalidad del juicio sobre lo sublime
posición. En este ea.so, sin embargo, parece que esa acqición resultaría (en general) es incluido en el tratamiento de lo sublime·diruimico.
descaminada: el displacer no concierne a la fa.:ultad de juzgar estética, 80. AnspannWJg.
sino a Ja impotencia de nuestra imaginación. que es, precisamente, cv.i- 81. Horace BénédiCJ de Sal1SS11nt ( 1740-1799), fisico suizo, conocido prin-
luada en el juicio estético de lo sublime. El uso de «übem como «a Ira· cipalmente por los extensos CSludios geológicos, físicos. químicos,
vés» no es raro en Kant_ y-aunque el régimen de la proposición (dat. botánicos y meteorológicos que real® en los Alpes. Pane de sus resul·
y acus.. aqul, este último) no proporciona luz suíociente para una deci- tados los recogió en las descripciones de sus lt>}'ages da1is les Alpes
sión unívoca parece reforzado por la correlación con c<an». (1779-1796). Fue el fundador de la Sociedad para el Progreso de las
58. Unvermogen. Artes en Ginebra. su ciudad natal.
59. Esta es la lección de B y C. La I' edición contenía «como totalmente 82. «en el hombre» es adición de B y C.
dado». 83. mch/echthin-notigende1m.

318 319
84. La cd. A regisinba: «en cuanto [que lo son) e11 contra de los fines».
85. Unerreiclrbarl.eit. tensiones del genio, de ver más allá de lo que cabe bajo la restricción de
86. «<lieseruo, en el original, que habría que atribuir a las ideas. Windcl- las leyes: «la( ...) máxima de la invalidez de una mzón legislath'll ~re­
ban<I, en Ale., rectifico con «diescm («le» y no <des»), referible a la «to- ma Ja llamamos los hombres comunes Scwármcrei; aquellos favonto de
talidad absoluta». Vorllinder conserva la lección del original. Ja bondadosa naturaleza, en cambio, iluminación (IMeuchrung)¡¡ (loe.
87. Macht. cit., A 326s).
88. Sit1/lchkeit, es decir mnoralidad>>. En alemán se tiene, no obs1an1c, tam- 105. Wahnsinn, «desvorlo» y ffithnwitr. <<locura». Cf. los definiciones si·
bién el vocablo latino Mora/itiit, Síttlichkelt, vinculado a Sitz, «asien- guienies: «Desvarío» (domc11/ia) es aqueUa perturbación del ánimo en
to», «sede», tiene relación con el sentido de habirus y n1os, así com(I que si bien iodo lo que narra el dcmenle se eonfonna a las leyes for-
lambién con voox,, «morada» y «habitació0». Sitie se vierte natural- males del pensamiento con vistas a la posibilidad de una expenenc1a,
mente por «costumbre», haciendo pie en la idea de lo sólito. Aunque el las representaciones (que él] mismo se hace son tenidas por percepcio-
uso que hace Kant de este lémúno oo establece ninguna distinción nes en virtud de una imaginación que fantasea cmlneamcnte ( ... )Lo-
tajante con Morulltdt (a diferencia de como OCUtTC en Hegel), hemos """'(insOJtla) es la/acuitad de juzgar perrurbada, por la cual el ánimo
preferido 1rnducirlo - mis bien mecánicamente- por eticidad. es entretenido por analogías que son confundidas con concep1os de
89. M!rwundenmg. Poco mú adelante, Kant discerniré entre este concepto cosas que se parecen unas a otras, y así la imagin..:ión es deslumbrada
y el de Bew111rderung. Allá traducimos por «asombro!>, mientras que por un juego - parecido al enlendimicnt<>- de vinculación de cosas
aquí el ténnino se emplea en sentido superlativo, enfatizando el pasmo dispares a tirulo de lo universal bajo el que estuviesen contenidas esas
y sobrccogimien10. últimas reprcscn1acioncs» (Antropología en perspectiva pragmática.
90. <<Zustand der Zufrledenhcil». Primera Pano, Libro Primero. «De la facultad do conocimienlo en tanto
91. <<"-Se» es corrección de Ak.; Erdm.ann, en cambio, interpola <da natu- sea fundada en el cnlendimiento», C. «De las enfenncdades del áni-
raleza». mo», A, B 145 s).
92. «der Augeosebein». 106. Einfa/t.
93. ScgUn Ale, en lugar de «humanos.», debe decir «rooraleS». 107. Sobre Saussure v. no111 81.
94. Enthusiasm. 108. Betrübnu.
95. En la ed A: «írnpoten1es para determinarse a 1rovb de principios de 109. ñutigen. esto es, los que anteriormente fueron denominados afcc1os es-
acuerdo con una libre ckliberacióni>. forzados.
96. Verwunderung, ligado esencialrnenle a la sorpresa. V. la anterior nota 89. 110. Edmund Burke (1729-1797). uno de los principales filósofos polílicos
97. Bewundenmg. ingleses, hacido en Irlanda. Se le conoce sobre todo por sus Rej/ections
98. wackern. El término alemán define una disposición de ánimo en que on the Revo/utiorr In Fronce (1790). obra clásica del pensamiento con-
las fuerzas del sujeto son pucsw en juego con máxima exigencia; la scn'lldor. Su obra juvenil Philosopltlcal lrrqulry inlQ tite Origi11 of Our
palabra «CSlrenua» cxlslc en español, pero es muy desusada. Ideas 011 tire Sublime 0 11d tire Bcaulijul (1156), lo muestra como un de-
99. schmelzenden. Se refiere a una disposición de dul~ desfüllccimien10. licado observador de coslUlnbres y calidades psicológicas. El texto
100. «der Sinnesart». suele ser considerado como el punto de giro que marca, en Inglalerra,
101.Motion. el paso de la detcnninación clásica del guslO est~tico a su delennina-
102. Cf. ÉJ<odo, 20:4. ción romántica. Ello se debe al énfasis valorativo que Burlce pone en
103. gesitteten. conceptos tales como los de obscuridad. infinito, temor, conmoción y
104. Scwármerei. El lénnino es, en rigor, intraducible. Designa lo quepo- sugerencia. En efcc10, según Burl<e, es estéticamente superior el obje-
dría llamarse la adhesión fervorosa a un ideal, de donde se siguen sus to o evento que estimula la imaginación por vfa de insinu.aci?nes, que
derivaciones semánticas de fanatismo, entusiasmo y exaltación. En no se deja aprehender univoca y nítidamente. Con1r~ el cnteno clásico
¿Qué significa or/emarse en el pensamiento?, Kanl opone la Schwár- de ta claridad, como principio supremo del arre, defiende la eficacia de
merel, como «milx.írna de un empleo sin ley de In razóm>a la tercera lo obscuro y In sublimidad de lo infinito. .
acepción de la libertad de pensamiento, según la cual t s111 significa «el J 11. Sobre eslo v. Antropología en perspectiva pragmática. Pnmcra Pane,
.sometimienlo de la razón a ninguna otra ley sino a la que ella se da a Libro Primero. «Dei cgo!smo>J, § 2. Kant distingue alll enlre el egoísta
sí misma». Más espcclficainenlc, Kant asocia la Schwiirmerel a las pre· lógico, estético y moral. Sobre el segundo dice: «El egoísta estéti<» es
aquel que ya satisface su propio gusto, por muy malos que otros

320
321
encuentren su versos, sus pinturas, su 1núsica_. etcétera, por 111ucho tllll' NOTAS A LA DEDUCCIÓN DE LOS JU IC IOS ESTl'!TICOS PUROS
los censuren o, aun, hagan mofa de ellos. Se sus1rne del progreso h:i<...
lo mejor cuando se aisla con su gusto. se aplaude a si mismo y hu><'• 1. "J'UfOS3 es adición de B y C.
no más que en él solo la piedra de toque de lo bello del arte» (A, 1) M 2. La edición A contiene lC:sca>> c-n lugar do «se muestre».
Opuestamente, el plurollsmo se detcnnina alli como la actitud de " "" 3. «fonnlos oder unge•1•lt».
considerarse ni comportarse con10 si uno abarcas.e en si 1nisn10 el 4. <<forma final recibida, no dada».
mundo entero, sino como simple ciudadano del mundo» (A. B 8). S. Eigentümlichúit. La traducción por la que optamos nns·parecc más
112. La ed. A contiene: «y ello no obSlantc un examen trascendental de c.,.,, acertada que «propiedad» o «caractcristica». De elgen, «pr_opio» Y
facultad pertenece esencialmente a la critica del gusto, pues si é~tc .. . " Eigentum, <<propiedad» (en sentido juridico), lo eige11tümlicl1 éorros-
113. La frase «Lo restante (... ) couliene primeramente In» es adición de H ponde a ese 1ipo de propiedad de uon cosa o pe!Sona que es al mismo
y C. En lugar de ella, la primera edición registmba, para lo que sigu<". tiempo distintivo, y acaso exclusivo de ella; «peculiar» - reforzado en
el titulo: «libro Ten:ero» que Kiewctcr introdujo en lugar del 1i1u1.. su sentido por la singularidad del gUSlo de que se bace mención poco
«Tcn:en Sección de la Analítica de la facultad de juzgm estética», que más.abajo- recoge bien esta doble intención. .
erróneamente constaba en el manuscrito de Kant. Aunque ~le consi· 6. sonderbaren, «extraña» en el sentido de «singular», en confonnodad
deró oportuno el cambio, prefirió que en la fe de erratas se se~alBrn l:o con los msgos que le confieren al guslo un lugar único entre las facul-
ne<:esidad de omitir el encabezamiento. Ello cicrlllmente introduce nn>- tades del Animo.
bigüedad en In arquitectura del texto, quedando dislocada la Dcducci<•• 6bis. «... nur nach derjcningcn BesehafTcnhcil scbOn nennt, in wclchcr sie
respecto de la matriz sección-libro. Se suma a ello el hecho de que no sicb nach unserer Art sie aufzunehmen richtet». Obsérvece la utiliza-
existe una indicación expresa del término de la Deducción: pre.~u mi­ ción de la fónnula «sich rlchlcn» camcteristica del análisis kantiano de
blementc finaliza en B153, al cabo del § 38. Tampoco estimó Kant la relación de sujc10 y objclo. Ha sido cmplc-Jda también en Ja primera
necesario identificar con un rótulo especifico los párrafos que CAponcn
versión de la lntrodue<:ión.
su doctrina de las bellas artes (43 a 54), aunque forman una reconoci· 7. Distinta es la lección de la edición A: «...que el sujeto juzgue por si
ble unidad lemática. mismo sin tener necesidad(...} el mismo objeto; por t mto, que no [se]
pronun~ic como imitación, dado que algo place en efecto univcrsaJ-
mcntc., y en consecuencia que deba ser enunciado a prio.ri>>. B y ~ tie~
nen «absprcchen» («denegar») en vez de <<QUSS/Jl'et:M11» («enuncian>};
Vorlander presume un error lipognlfico.
8. Erdmann nnoUI «Erkennlnis-», agregando un guión. lo que baria leer:
«no es. en caso alguno, (un juicio de] conocimienlo».
9. Oberrtdung. El término es utilizado por Kant en el sentido de Ja per·
suasión, no de la convicción. V. nota 121 a la «Metodología de la facul·
tad de juzgnr tclcológica».
10. Las obscl'V'JCioncs que hace Kant en este párrafo sobre prioridades y
posterioridades en el curso de la hisloria se entrelazan con el juego de
las nociones de modelo y ejemplo. Este juego evoca lo planteado en el
§ 17 (53 s) y será retomado en B 184 y B 200. .
11. Vorga11g, ténn.ino que Kant emplea en su acepción de precedencia.
12. <caus der gcmcinscbatllichen Quelle o priori schopfcn musS>>.
13. Nachfolgenden I Nachahmem. Esta oposición será re1omada en el § 49
(B 200).
14. Gang.
15. Naclifolge. Ulmbién «pros.ecución». Ln analogla cs1amentaria de Kant
con Ja nobleza (v. supra) hace preferible la versión anotada en el 1cxto.

'323
322
15bis. F'ortgang. «Con1inuo» en el sentido de •con1inuado» y «SUbsccuen1e• «dcselbcn», en lugar de «dcrsclbcn» según contiene el original. la co·
16. «y por can10 lógico» es adición de B y C. rrección es de Vor15nder.
17. Charle< Balltwt, abate (1713-1780). filósofo, humanista y liter:ol" Geschlckllchkeit.
francés. Fue catcdnllico de filosofia griega y latina en el Collégc <k Peter Camper (17"1:1.· J 789) fue un anatómico holandés que alcanzó no·
France. En 1746 publica les Beao.x Art.• réd11irs 011 méme pn'11cip.:, su 1oriedad por sus aplicaciones de la aoalomfa a las anes plásticas, en
obra fundamenlul, que le atrae notoriedad europea y cimenta, más l:ir- busca de correspondencias entre construcciones anatómicas y caracte-
de, su incorporación a la Academja Francesa. El «mismo principio» 11 risticas estéticas. La más célebre de és1as fuo la detcnninación del án·
que reduce Battcux las bellas arles es la imitación do Ja naturaleza. q1w gulo facial scglin su mayor o menor abertura, que no concibió como
vincula la belleza del arte a la verdad. No obstante, la imitación no ha signo de capacidad inteleciual, sino de clasificación estética de las ra-
de concebirse como mera copia, sino como pesquisa y descubrimiento dc zas humanas: de acuerdo con Camper, a mayor abcnura correspondía
las calidades esiéticas que contiene la naiuralcza. mayor belleza flsica.
J8. «das Vcrmógen iu urteilen selbst, oder die Uneilslaall». 45. Handwe1*, literalmente «trabajo manual». Más acenado que «Oficio»
19. Según Erdmann, «Zusammenfassung» («comprehensión»). -r=rvado para Zunfl- nos parece ccanesanfa», sobfc lodo teniendo
20. En el original se lee: «Wlter Bedingungen, cl>us». Wmdelband (Ak.1 en cuenta la oposición en que aparece aqui inscrito el térrnino, y que
hace la corrección que adoptamo~. En cambio, E!rclmann supone: «Be- tiene una larga historia, la cual supone Kant en este punto.
dingungen, wodurch» («condiciones, por las cuales»). 46. Lohnku11S1. Frente a la/rcic Kunst, el'"'"" libcrab>, suele hablarse-sobre
21 . Reclolsgnmd. Ja base de las clasificaciones escolásticas medievale.•, predispuestas ya
22. La edición A contenfa «cingeschriinkt» («restringida>>), en fugar de por conceptos clásicos de Platón y Aristóteles- de artes mecanicas o
«Cingerichtet». serviles. Ambos sentidos están presen1es en el tratamiento kantiano de
23. «dasjenige Subjektive». la noción, como enseña la secuela del texto.
24. «ein bloss cmpfindbares Verbiiltnis». 47. Sobre la noción de Geíst, cf. p. 49.
25. genmefnschaj/lfchen. V. muestra n<>ta 54 a la Introducción. 48. Be.redsamkelt. Siguiendo la indicación que da el propio Kant en la no-
26. fllusion . V. nuCSll'B nota 15 a la Introducción. ta a B 217 (§ 53) vertimos así este término. La relórica (RheJorik) es
27. Los ténninos alemanes que designan los 1r<$ modos de pensar son: w- considerada por Kant como ane bello, a diferencia de la elocuencia
(Woh/rednihei1), esto es, el arte del orador. Para Wla determinación de la
nmeilsfreif!n, em'l!ilerten y konsequenien. la ""rsión «ampliado» -que
retórica como bello ane v. § 51 , B 205.
es li1enü- resulta quizós un poco forzada. Más habiiual es hablar de un
49. «Schiine Kuns1 ist eine Kunst, sofern sie zuglcich Natur zu sein Scheint»,
hombre de «amplio pensamiento>>, más o menos como traducimos más
abajo. Diferimos en la interpretación de este título de las demás traducciones
28. A11fk/Or11ng. existentes, que lo Icen: «el bello arte es un arte, on cunnto [o en la medi-
da) que a In vez parece ser naturaleza». Unn lccturu de esta índole nos
29. lx>rniert, vocablo de procedencia francesa; Ja traducción adoptada 1·c- parece fallar al sentido de lo que Kant expone en este parágrafo y a la
cogc su uso coloquial
30. gesetzliclo. propia secuencia ru¡¡wnental a que éste pertenece. Se trata eseoc1almen-
te de la medida en que quepa estimar bello a un arte, y no arle a un ane
3l. <<del poder ser al ser no vale la consecuencia»
bello. Nuesin exégesis depende de este énfasis: <&hone KunsJ ist cine
32. Gese//igke/1, la aptitud de ser social.
Kunst», en lupr de «SChiine Kunst is! cine Kunst». Este distinto énfasis
33. Humanitiill. es perfectamente admisible en alemán.
34. Be<chuuung.
SO. «als Kunst aussah». Traducimos por «tener viso», para retener aJ mis·
35. hervorbr/11g1. mo tiempo la alusión al ver (sehen) del vocablo alemán, y al tema esen·
36. «huell11>>: Spur. «seBas»: Wink. Cf. rambién el empleo del 1énnino <<hue- cial del (•)parecer como «lucio> (scheine11). La alusión contenida en el
lla» en B 422 n. pasaje («bello cm ... ») se remite a B77s.
37. Ch/{fresc/,,.IJI. 5 l. Sinnengefilh/.
38. jigi'lrlich. 52. «Scbone Kunst muss als Natur anzuschcn sciID>: el bello anc tiene que
39. «nach gcscizm5ssiger AnordJ1ung>>. ser mirado como naturaleza en el sentido de darse a ver como tal.
40. Jim. Parecida consideración a la que tuvimos al emplear el ténnino «viso»
41. «Handcln oder Wirtcn». nos inclinó aquf por «aspecto».

324 325
SJ. Obsérvese que la puncualidad referida no es imitativa - como simple 76. Vor.spiel.
reproducción exacta del parecer del modelo natural-, sino que hahla 77. «aufgcfasst und dcutlich gcmacht».
del deber de ceñirse a reglas del arte. Refrenda esto la idea de que. en 78. Nebenvorstellungen.
el mnamiento kantiano, schelnen no signifíca parecerse al produ.:to ...,. 79. «in einem durcb Wom bestimmten BegrifT». Hemos conservado en Ja
tural, sino el parecer ser naturaleza. traducción la ambigüedad del original, que oscila entre Wl concepto
54. Peinlichlreít. determinado que se expresa lingiilsticamcnte y la eocpresión de un con·
SS. <<Sin que la forma académica uansluz.c:a» es adición de B y C. «forne• cepto determinado por la palabra. La primera lectura parece, en todo
académica>> viene «Schulfonn». caso, la apropiada.
56. Origi11alitiit. 80. Ha de subentenderse que el sujeto es aqui «los atributos estéticoS>>.
57. «describir o» es adición de By C. 81. Vorlander reproduce el original francés del poema de Federico el Gran·
58. Nac/iahmungsgei.<le. de para confrontar con él lo que seguramente es traducción del propio
59. «expuso» es adición de By C. Knnt:
60. Chri.<toph Man in Wielmul ( 1733· I813) íue un prolífico poeta alem:i11 Qui, finissons sans trouble, el mourons sans rcgrcts,
Desde Die Nawr der Dinge (1752), un ambicioso poema didáctico. En laissant l'Univers comblc! de no bien faits.
hasta las tardlas traducciones de Horacio, Luciano y Cicerón, desde el Ainsi I' Astre de jour, au boul de sa carriére,
pietismo temprano bajo la inOuencin de Klopstock hasta las obrns Repand sur l'horizon une douce lumi~
joviales y satíricas, Wieland atraviesa una evolución rica en diversidad. Et les derniers rayons qu'il dardc dans les airs
Se lo recuerda principalmente por su sátira en prosa Die Abderite11. Sont ses dcnriers soupirs qu ·el donne a l'Univers.
eine sehr woh~chein/iche Geschichto, sus traducciones de Sbakespe-;- (Oeuvres dcFrédéric le Grand. X, p. 203)
re y su máxima obra poética, la epopeya romántica Oberon (1780). Fue 82. E. Schimdt y R.M. MC)'CC han mosuado que el VCtSO pertenece a los Aka-
fundador de Der Dentsche Merl<ur( 1773), el periódico lilerario más in· demische Gedichte (1182, 1, p. 70), de J. Ph. L. Witbof(l725-1789). El
Ouyente en la Alemania de la época. ori¡¡inal de Witbof, sin embaq¡o, contiene «bondad», en lugar de «vif.
61. Giinsti11ge. Cf. nuestra nota 31 a la «Analitica de lo bcll0». tud». Wnhof fue profesor de moral retórica y medicina en Duisburg. y
62. Según apunta Vorlander, en el manuscrito de Kant aparecía «imita· como poeta imitó a Haller. También Herder cuvo alguna estimación por
ción ... imitación>>. Él mismo presume que la intención de Kant era es· su obra.
cribir «imitación ... sucesión» («Nachahmung ... Nachfolge»), tal 83. Las ediciones A y B contienen «des» referible a c<Ausdruck»; la cdic.ión
como ocurre en 0200. La lección que recosemos («Nacbmachung ... C, en cambio, «die» referible a «Idee>>, El castellano obvia esta divergen·
Nachahmung¡>) es de Kiesewctter. cia, pero por sentido nosotros nos inclinamos por la primera versión.
63. Nacl1kommenschajl. El término es aíln al sentido de Naclifolg<1, 84. «viel Utmettnbares».
«sucesión». 85. Plastik, que según establece el &. 5 1 abarca escultura y arquitectura.
64. Sc/111/gereclrtes. V. nuestra nota 128 a la «Analítica de lo belloi• 86. «de las reglas» es adición de B y C.
6S. Stojf. Traducimos por «materiab>, n diferencia de «materia», que reser- 87. vorstellig.
vamos para Materie. 88. mmterhajl.
66. Hen.'Orbringung. en el sentido de traer a existencia concreta, indepcn· 89. Nac/1iijfung {de Alfe, <<mono>>) es una imitación servil. Nachmachen,
diente. que designa la operación de tal imitar. conlleva en el uso que hace Kant
67. <<SChiine 'krstellunp>. del término urui alusión al rcbajlll'llienio y al ridlculo, que recoge bien
68. «ccmo nocividades» es adición de B y C. nuesuo «COotrahacem.
69. EAel. Cf., robre este concepto, también el § 52. 90. Mut, es decir «Vlllenlíaio; la referencia a la defonnidad justifica «biza·
70. «dem Gedanken», esto es, al contenido de pensamiento. nía». «Audacia>> viene Kühnhcit
71. Geisr. 91. Manierieren, del italiano maniera, que designa la peculiaridad en Ja
72. «viel zu denken veranlas1». ejecución anistica. especialmente pictórica.
73. «totalmente» fue eliminado en la edición C. 92. «das Prangende (Preziosc)»: prangen es deslumbrar a fuerza de
74. versinnlichen. ostentación.
7S. «Sinlich zu machenn. 93. «das Geschrobcne und AITektierte».

316 317
94. La edición C alccra la sintaxis de este comienzo de frase, aunque 1111111 122. ¡;¡ ptl~11jo que comic111.11 con ¡<Adcm~s, n la música le está nsocinda ... •1,
tiene el sentido, salvo Ja sustitt1ci6n de «pero sh> por «conlo nlás bic10• hasta este punto es adición de B y C.
95. «Disziplin (oder Zucht)». 123. Falta en el original: íuc interpolado por Hartenstci11.
96. «1nacht es gesinet odcr gescblíffen». 124- Respectivamente Glaclrspie/, 11'11spiel y Gedt111kenspieL
97. «des Sprechenden». V. el mismo término ínfro, B 219. 125. «sus papeles» es adición de B y C.
98. Cf. notu 48, supra. 126. «sin embargo» es adición de B y C.
99. «redende Künste>1, literalmente: «artes parlantes». 127. «dcr Objekle für Atreklc», esto es, «pcm1 los afe~tos». . .
1OO. «p0r tanto, ... de lo que promete» es adición de B y C. 128. En la !'edición había «como por ejemplo en alguien que recibe la noti-
101. bildendc Künsco. Oc las traducciones posibles-«artes formativas, «íi cia de una gran ganancia comercial».
gurativas>>-, la que elegimos parccc la mas adecuada. Bilden designo la 129. Lo edición A contenía «1m juego».
actividad por la cual se forma algo, BildUl!g, el movimiento a través dl'I 130. «positivo» es adición de B y C.
cual uo ente adviene a la madurez de su fonna. En el uso peculiar a la 131. «Abfcnigung>>
expresión que comentamos, se trata del proceso por el que un arte lle',, 132.Seg~n la edición A: «esfuerza».
algo a presencia y patencia (sensible) como forma. «PlasmM» tiene cu 133. En la I' edición «diafragma que( •.•) expele ....». .
castellano este sentido. 134. Según la indicación de Philonenko, el pasaje correspondiente es «l:un
102. Plastik. El término, con el que se denomina en alemán usualmente a In est le doux sommcíl, et l'antre l'cspcrunce» y pertenece a la Hc11riadc,
escullura, comprende aquí también a la arquitectura. Canto 7.
103. Utbild V. nota 114 de la «Anal!tica de lo bello». 135. Launt. V. inflo, B 230.
104. Nachbild. La tmducción del texto es literal. Un Nacbbíld es lo que en 136. El original alemán contiene respectivamente: kl:Jpjbrochend, halsbre-
castellano de común se llama una «copia», o sea, una (re)prescntación clrtmd y fl erzhrechend, jugando con la idea de «quebrar>>, «partir>>, a la
que es producida a partir de otra previa (Votbild), que le sirve de mode- que hemos tratado do JllílJltencmos lo más próximo posible. «Halsbrc-
lo y criterio. - chendl> señala algo que «desnuca>> por su osadla; «hcrzbrechend», algo
105. «wenmi, según el original. Ak. lo sustiruye por <<W&SS»: [y) lo que es lo que «pane el col'll2l>n».
primero ... 137.Nai»etlir.
106. Sclul/derung. 138. «Se destaca por>> es odición de B y C.
107. Zusammenstellung. 139. /aunichre (o Jaunige, como en la edición C). Más abajo, «caprichoso»,
108. Lustgiirlncrei. La t:aducción escogida es literal. Kant se refiere al anc viene lnunisch.
de los jardines, que se distingue por su destinación placentero, no de
utllídad y producción.
109. Schmuck. El término es el mismo que más atrás (§ 14) venimos con
«adorno».
110. La I' edición registraba «juego con el tono de la sensacióll.'l.
111. AITi!ktíbilitiit.
112. «en cuanta» es adición de B y C
113. Sinneneindruck.
114. C( p. 14.
115. «nacb und nach» es adición de B y C. «Anekelncb1 refiere a Ekel, v. § 48.
116. Zerstreeung, que lítcralmenle signífica «dispersión». ·
117. «ehrlicb und aufrichtig>>.
118. «ZU übcrschleichc11».
119. TonkUD.St, literalmente «arte tonal» o «de los sonidas», referido antes
comoMusík.
120. Erdmann lee <<Zusammenfassung».
121. «eine unnennbarc Gedankenfüllc».

328 329
NOTAS A LA DIALÉCTICA DE LA FACULTAD DE JUZGAR ESTÉ.TI< '1\ «wo es Gunst ita. \\I01nit wir die Natur aufnehmen. nicht Gunst, die sic
uns cr-1.cigt». La edición A contcnla - seguramente por error tipográfi-
1. En el § 30, Knnt habla establecido e><presamente que el juicio solw 1.. co- «er1,eugl» («produzca>>), en lugar de «erzeigt» («muestre», «dis-
sublime no rcqucrfa de una deducción. Aquí se subentiende que la d111 pense»). Sobre e•tc sentido de Gunst. v. el §S.
ICctica sólo concierne al juicio de bcllcza restringiéndose en cie no
1 Verslnn//ch11ng.
modo a éste la foculllld de j uzgar estética. «das Schllne isl das Symbol des Sittlicbguten».
2. Cf. p. 7. Vorliindcr, siguiendo a Windelband, observa que esto fue señalado con
3. El refnln español que correspondería a este giro es: c<En materia .1< mú claridad y ~nfasis en la Observación 1 al§ 57.
gustos no hay nada escrito». El giro plantea alguna dificultad. Vorl!ndcr conjetura una inversión de
4. Str-elten y disputlcron. respectivamente. los térm.inos: «de la facultad de nuesln sensibilidad». No obstante, si
S. Sche/11. V., muestra nolll 1S a Ja Introducción. se toma el término Vtnn6gen en su acepción más amplia -no como
6. «de modo teórico» es adición de B y C. una facultad en particular, sino como lo facultad del suj~ acaso
7. «dem Scbeine nach». quepa ahorrane tal presunción. Ningún editor, en todo caso, se d«ide
8. «des Schcnwiderspruchs». a alterar el original.
9. «der Enriltsclung», que contiene «Riitsel», «enigma». Rcspcerivamente, Elemtntorlehre y Methodenlthre.
10. El paréntesis deberla rezar, según coojetwa de ScbOnoorffer. «(comra Sobre este punto ha bablodo Kant anteriormente. Cf § 44, especial-
dictorias en aparicncia)o. mente B 176$.
11. odoqu111. Ttilnehmung,sgejiihl.
12. angeme.ue11. Las ediciones By C ~producen «Glückselígkeit» («felicidad»). La lec-
13. Los vocablos que empica Kant (ínexponibel, indenwnstrabel} son de ción de A («GcscUigkeit») C1I obviamente preferible.
Literalmente: «de las ideas de la parte más fonnada [«ausgebildeten»,
origen latino. El uso de «demostración» en el sentido de ostensión (dc-
es decir <«11~s educada»] con la más ruda». Vorlánder considera más
monstratlo) nos hizo excluir este término en la traducción de &~1·eís
preciso: «con las (ideas de la parte] más ruda».
(la demostración lógica), paro el cual reservamos siempre el térmi11" <01atürlichcn Einfalt und Originalítiib¡.
((pruebn».
14. El parénte.<ls es odición de By C.
15. Seg1\n Windelbond, en Ak., debería leerse «lo cual». La propuesta no
perece fundado.
16. Voneig11ng.
17. «lo es» es ndlción de By C.
18. En el original se lee «dassn, t•que)). La corrección que adoptamo~ (uso
dass») os de Ak. Kircbmann. en cambio, interpola <<y afirma>>; pareci-
dwncnte, ErdmWlll supone «es decir. afinnar».
19. gcfam.
20. Reoll.•m. ldeollsm.
21. «en el segundo caso» es adición de B y C.
22. :ugi111.rte11.
23. «freien Bilduni¡cn». Confróntese esta noción con la de belleza libre(§ 16)
o independiente(§ 23).
24. Kant acompaña en paréntesis los equivalentes latinos de los términos
alemanes «Gcstalt odcr Gewcbe ( Figur oder Textur)».
25. Anschlesse-11.
26. Antiparos es una pequeña isla del archipiélago de las Cicladas, célebre
por una ¡¡ruta con admirables estalactitas, a que alude Kant.

330 331
1
NOTAS A LAS NOTAS DE KANT DE LA CRITICA
DE LA FACULTAD DE JUZGAR ESTÉTICA

1. Leidenschaften.
2. Joha11n A11drea" von Segner (1704- 1777), fue un imporianle l1s1co ~
\ matem4tico alemán. Su contribución más significativa fue la in1rod11•
ci6n del coneep10 de la tensión superficial de los líquidos.
3. David Hume, Jllstory o/ E11gland, publicada en seis volúmenes"'" ' "
1754 y 1763 en Londres. La obra fue iraducida al alcmlin por Dusd1,
l 1SEGUNDA PARTE DE LA 265-261
también en seis volumeocs, enire 1767-1771. CRÍTICA DE LA FACULTAD DE JUZGAR
4. «bcabsichtigtc Thcorie».
5. Los t~rminos utili:aidos aquí respectivamente: Beredt/ie/t («facuJ1di:m),
Woh/rede11heit («buen hablar»), Rhetorik y finalmente Red11erla111.<t. Crítica de la facultad de juzgar teleológica
6. Según anota Vol5nder, la ñuse fue acuñada por Catón el Viejo. cr M
Ca1011is fiugmtnta, cd. JOfdan, 1860, p. 80.
7. c<vcmünftelndes Uncil».
8. «VernunJtuneH»: (~uicio de ruzón».

332
11§61 De la co11formidad afi11 objetiva de la naturaleza 267-263

De acuerdo con principios trascendentales, se tiene buen fun.


damento para admitir una conformidad a fin subjetiva de la
naturaleza en sus leyes particulares, a objeto de [hacerla] com-
prebensible1 para la facultad de juzgar humana y [con vista] a
la posibilidad de la vinculación de las experiencias particulares
en un sistema de éstas; de suerte que entre los muchos produc-
tos de aquéllas puede esperarse como posibles también unos
tales que, cual si estuviesen hechos con total propiedad para
nuestra facultad de juzgrul, contengan una fonna específica
conformada a ésta, Jos cuales, por su multiplicidad y unidad,
sirvan, por así decirlo, para fortalecer y entretener a las fuerzas
del ánimo (que están en juego en el uso de esta facultad), y a
las cuales se les adjudica, por eso, el nombre de formas bellas.
Pero que cosas de la naturaleza sírvan, unas para otras,
como medios con vistas a fmes, y que su misma posibilidad
sólo sea suficientemente comprensible a través de esta especie
de casualidad, [es algo] para lo cual no tenemos fundamento
alguno en la idea general de la naturaleza como conjunto de
los objetos de los l 1sentidos. En efecto, en el caso anterior, 268-264
la representación de las cosas, puesto que es algo en noso-
tros, podla también ser perfectamente pensada a priori como
conveniente e idónea• para el temple internamente conforme
a fm de nuestras facultades de conocimiento; en cambio, no se
puede presumir a priori con algún fundamento cómo es que
unos fines, que no son los nuestros y que tampoco incumben
a la naturaleza (a la cual no suponemos un ser inteligente),
pueden o deben constituir, sin embargo, una particular especie

335
de causali~d, o al menos una legalidad de aquélla complet;i- de la causalidad según su mero mecanismo ya no llegan. En
mente propia. Y lo _que es más, ni siquiera la experiencia pucd~ efecto, aducimos un fundamento teleológico cuando adjudica-
probarnos .la efectividad de los mismos; tendria que haberse mos al concepto del objeto, cual si el fuese bailable en la natu-
antepuesto un sofisma4 que no hubiese hecho más que intn•- raleza (y no en nosotros), causalidad con respecto a un objeto,
ducir lúdicarnente5 el concepto de fin en la naturaleza de la" ) 1 o más bien nos representamos la posibilidad del objeto por 270-266
cosas, pero sin extraerlo de los objetos y de su conocimien10 11nalo¡,'Ía con una causalidad semejante (tal como la que ha-
empírico, Y.que, por tanto, se sirva de aquél más para tomar- llarnos en nosotros), en consecuencia de lo cual pensamos a
nos. ~nceb1ble la naturaleza por analogía con un fundamento la naturaleza como si fuera técnica en virtud de una facultad
subJellvo de vmculación de las representaciones en nosotros. propia; en cambio, si no le atribuyésemos una tal eficacia6 ,
que para conocerla a partir de fundamentos objetivos. tendría que representarse su c-dusalidad como un mecanismo
. P~r ~obre esto, la conformidad a fin objetiva, en cuan- ciego. Si, por el contrario, le supusiésemos a la naturaleza
!~ pnnc1p10 de la posibilidad de las cosas de la naturaleza. causas eficientes imencionaleJ·1, causas respecto de las cuales
d1s~ tanto de estar en_conexión necesaria con el concepto pudiera pensarse que la naturaleza está sometida según sus le-
de esta, que es más bien lo que se invoca preferentemente yes particulares, y en consecuencia pusiéramos en el funda-
para probar, de allí, la contingencia de ésa (la naturaleza) y mento de la teleología no sólo un principio regulativo para el
de su fonna. Pues cuando, por ejemplo, se aduce la estruc- mero enjuiciamiento de los fenómenos8, sino también, de esta
269-265 tura l 1de un ave, el ahuecamiento de sus huesos, la disposi- suerte, un principio constitutivo de derivación de sus produc-
c1ó~ d: sus alas para el movimiento y de la cola para serví r tos a partir de sus causas, el concepto de un fin natura19 ya no
de. ttmon, etcétera, s~ dice _que todo eso es contingente en e 1 pertenecería a la facultad de juzgar reflexionante, sino a la de-
mas alt~ grado, segun el simple nexus effectivus de Ja natu- terminante; y entonces, de hecho, ya no pertenecería propia-
ral~za, sm tener que recurrir a una particular especie de cau- mente a la facultad de juzgar (como el concepto de belleza en
salidad, o sea, 1~ de los fines (11e.ws fina/is); es decir, que lu cuanto conformidad a fin subjetiva formal), sino que intro-
naturaleza •. considerada .como simple mecanismo, podría ha- duciría, a titulo de concepto de la razón, una nueva causalidad
berse configurado de rrul otros modos, sin ir a dar justamen- en la ciencia de la naturaleza, que sin embargo sólo extrae-
te en la unidad según un principio sem«iante, y que, por tanto, ríamos de nosotros mismos y la atribuiríamos a otros seres,
no cabe esperar el mínimo fundamento a priori para ello en el sin que empero, quisiéramos admitir que son de la misma
concepto de naturaleza, sino solamente fuera de él. especie nuestra.
N? obstante, se emplea con derecho el enjuiciamiento
teleológico, al menos de modo problemático, para la investi-
g~c1ón de la na~raleza; pero sólo para someterla, por a11alo-
g1a con la causahdad según fines, a principios de observación
e indagación, sin atreverse a explícarla de acuerdo con ello
Pertenece aquél, pues, a la facultad de juzgar reflexionante ;
no a la detcnninante. Pero el concepto de enlaces y fonnas de
la naturaleza según fines es al menos un principio más par.i
traer los fenómenos de aquella bajo reglas, allí donde las leyes

336 337
11 PRIMERA SECCIÓN 271-267

ANALÍTICA DE LA FACULTAD
DE JUZGAR TELEOLÓGICA

§ 62. De la conformidad a fin objetiva, que es merame11te


formal, a diferencia de la material

Todas las figuras geométricas que son trazadas siguiendo un


principio ostentan una variada y a menudo admirada confor-
midad a fin objetiva, a saber, su idoneidad para la solución
de muchos problemas con arreglo a un único principio y aun de
cada uno de ésos de modos infinitamente diversos. Aquí la
conformidad a fm es manifiestamente objetiva e intelectual,
y no solamente subjetiva y estética. En efecto, expresa la con-
formidad de la figura para la producción de muchas fonnas
propuestas y Se la conoce p'or medio de la razón. Sólo que la
conformidad a fm no hace posible el concepto del objeto mis-
mo, es decir, no se considera posible a este [concepto] en
atención meramente a ese uso.
11En una figura tan simple como lo es el círculo resi- 272-268
de el fundamento para la solución de un cúmulo de proble-
mas, cada uno de los cuales demandaría más de un apresto,
y que se da, por así decir, de suyo como una de las infinitas
excelentes propiedades de estas figuras. Si por ejemplo se
trata de construir un triángulo a partir de una base dada y del
ángulo que se le opone, el problema es indeterminado; es
decir, se lo puede resolver de modos infinitamente diversos.
Pero el circulo los comprende a todos como el lugar geomé-
trico para todos los triángulos que se conforman a esta con-
dic'ión. O si dos líneas han de cortarse de modo tal que el
rectángulo que se forma de los dos segmentos de una sea

339
igual al rectángulo fonnado de los do deducirlo de la intuición pura que íntimamente habita en el
la solución del problem . s segmentos de la otra, espíritu humano. En efecto, el fundamento de la gran adtni-
des. Pero todas las líneasª pareciera tener muchas dificul111 ración de la naturaleza, nó tanto fuera de nosotros, como en
11 ya circunferencia 1i1~;ta qdaue se cortan dentro del círculo cu nuestra propia razón, reside en la necesidad de aquello que
en esta proporción. Las otras lineas cu 'se iv1d~n de suyo
• •u ca una de ellas d' ·
es conforme a fin que está constituido de tal suerte como si
vez otras soluciones confonnes a fin rvas proporcionan " ~11 estuviese intencionalmente dispuesto para nuestro uso, pero
pensadas en la regla que . • que para nada estaban parece corresponderle originariamente a la esencia de las co-
secciones cónicas por penmte su construcción. Todas las sas sin consideración de ese uso nuestro; y es perfectamente
• st mismas o compa . d ·
otras, son fecundas en r· . . ra as unas con perdonable que esta admiración, por un malentendido, pu-
mulo de posibles prob!dm~:c1p1os para la solución de un cii· diese crecer paulatinamente basta la exaltación).
que detennina su concepto ' ~or simple que sea la definicíóu Pero esta conformidad a fin intelectual, a pesar de que al
273·269 celo con que los antiguos g~. s una verd~dera alegría ver el mismo tiempo es objetiva (y no subjetiva como la estética),
dades de las lineas de esta e~met;as ~stud~aban las l 1propic- bien puede ser comprendida en su posibilidad, aunque sólo de
esa pregunta propia de cab pec!e,_sm de1arse confundir por manera general como formal meramente (y no real), es decir,
· ezas 11m1tadas· ¿y p é .
servt.r ese conocimiento'l Po . l . ara qu podna como conformidad a fin sin que paca ello fuere necesario po-
nocer la ley de la gravedad tr e1emp o, de la p~bola, sin co- ner en su fundamento un fin y, por tanto, una teleología. La fi.
la aplicación de aquélla a lae;estre, ~ue habna suministrado gura del círculo es una intuición que ha sido determinada por
dos (cuya dirección al movers:yectona de los ~uerpos pesa- el entendimiento según un principio: la unidad de este princi-
paralela a la gravedad)· o d 1 ruede ~er considerada como
r
bién cabe hallar gravedad e e tpse, Slll sospechar que tam-
cer su ley a diferente$ dis: ?s c~ei'pos celestes Ysin cono-
pio ctue asumo arbitrariamente y pongo por fundamento como
concepto, aplicada a una forma de la intuición (el espacio) que
igualmente se encuentra en mí sólo coqio representación y, por 21l
lo hace describir esa línea e c1as . e . punto. de atrac.ción, que
bajaban para la posteridad s~ mo~"fento hbre. Mientras tra-
cierto, a priori, 1toma concebible la unidad de muchas reglas 275
taban por una conformidadll1 ~ er o, ellos mismos se delei- que 1 resultan de la construcción de ese concepto, y que son
que, sin embargo podían ª 111
en la esencia de las cosas conformes a fin desde muchos puntos de vista posibles, sin
necesidad. Una p~cida ~:~ent~r .tota!mente a priori en su ctue haya que suponerle a esta conformidad a fin un fin o cual-
descubrimiento podemos o e_on_gmana de cosas para cuyo quier fundamento suyo. No sucede aquí del mismo modo que
\ facultad del ánimo para P::s~m?tr d~toda experiencia, y la si yo, en un conjunto de cosas fuera de mí, encerrado entre
de su principio suprasensibl: (ae~var arm~nia• de los seres ciertos límites, un jardín por ejem1,>IO, hallase orden y regula-
. que se ~den las propie-
0 ridad en los árboles, macizos de flores, senderos, etcétera, que
dades de los números con
llevó a Platón que era tan i~~ Juega el ánimo en la música) no me cabe esperar deducir a priori a partir de la delimitación
q~e n~aestro u~
4
entusiasmo2 lo elevó lo' n en esa ciencia, a de un espacio hecha por mí según una regla cualquiera ; y es
experiencia hacia ideas qu~ : encm~a de los conceptos de Ja que son cosas existente, que tienen que ser dadas emplrica·
por w1a comunidad intelectuat:C,:C~ero~ ser explicables sólo
1 mente para poder ser conocidas, y no una simple represen-
274-270 res. No es de extrañar 1 1 1ongen de todos los se- tación en mi determinada según un principio a priori. De ahí
ignorantes en geometría que elxpulsara de su escuela a los que esta última conformidad a fm (empírica) dependa, en
. , pues o que Anaxágoras · ~ ,
ob~etos de la experiencia y de su enlace de fines, pensaba
m1en a de
él cuanto reals, del concepto de un fin.

341
34/)
Pero también el fundamento de Ja admiración de u1111 medio de ella con los principios que ya están en aquél como
conformidad a fin, aun si es percibida6 en Ja esencia de las co- fundamento, [choque) que suscita, asf, la duda que si se ha mi-
sas (en cuanto puedan ser construidos sus conceptos), se pue- rado o juzgado bien; en cambio, la admiración es un asombro
de perfectamente aprehender' y, por cierto, como legítinin. que vuelve una y otra vez, a pesar de la desaparición de esa
Las múltiples reglas cuya unidad (a partÍI' de un principio) sus- duda. En consecuencia, esta última es un efecto completamen-
cita esta admiración, son en su coajunto sintéticas y no se te natural de esa conformidad a fin observada en la esencia de
siguen de un concepto del objeto, por ejemplo, del círculo, si- las cosas (como fenómenos), que en dicho alcance tampoco
no requieren que este objeto sea dado en la intuición. Pero con puede ser censur.ido, no sólo por semos inexplicable que la
esto esa unidad c-0bra un aspecto cual si empíricamente tuvie- unificabilidad de esa fonna de la intuición sensible (que se de-
272-276 se un fundamento de las reglas externo y 1diferente de l nues- nomina espacio) con la facultad de los conceptos (el enten-
tra fuerza representacional, y que, por lo tanto, fuese en si dimiento) sea precisamente ésta y no otra, sino porque ella,
contingente la concordancia del objeto con lo que las reglas además, amplía el ánimo hasta barruntar, por decirlo así, algo
exigen; lo cual es propio del entendimiento, y así, posible sólo que está aun más allá de esas representaciones sensibles, don-
por un fin dirigido a ello expresamente. Ahora bien: justa- de, aunque desconocido para nosotros, puede encontrarse el
mente porque, a pesar de toda esa conformidad a fin, esta mis- fundamento último de ese acuerdo. Pero tampoco necesitarnos
ma armonía no es, empero, conocida empíricamente, sino a conocerlo, si solamente se trata de la conformidad a fin formal
priori, ella debería llevamos de suyo a ver que el espacio, só- de nuestras representaciones a priori; mas el sólo tener que
1~ a través de cuya determinación (por medio de la imagina- atisbar hacia allá, nos inspira a un tiempo admiración por el
ción, conforme a un concepto) era posible el objeto, no es una objeto que a ello nos fuerza.
propiedad de las cosas fuera de mí, sino un mero modo de rc- A las mencionadas propiedades, tanto de las figuras
presentari en mí, y que, por lo tanto, soy yo quien introduce la geométricas como también de los números, se tiene el hábi-
co11fom1idad a fin en la figura que trazo e11 conformidad con to de llamarlas l 1belleza, debido a una cierta conformidad a 278-274
1111 concepto, es decir, en mi propio modo de representar lo que fin a priori que, no siendo de esperar por la simplicidad de su
me es dado externamente, sea en sf mismo lo que fuere, y que construcción, (tienen) para toda clase de empleo cognosci-
no [es el objeto el que me] instruye empíricamente9 sobre esa tivo; y por ejemplo se habla de tal o cual bella propiedad del
conformidad a fin, no requiriendo para ello, en consecuencia.
cín::ulo, que se descubrirla de tal o cual modo. Pero el enjui-
de ningún fin especial, fuera de mí, en el objeto. Pero como
ciamiento por el cual las hallamos conformes a fin no es es-
esta consideración demanda ya un uso crítico de Ja razón y no
puede, por tanto, estar directamente contenida en el enjuicia- tético, [no es) un enjuiciamiento sin concepto, que hiciese
miento del objeto con arreglo a sus propiedades, ese último no notar una simple conformidad a fin subjetiva en el libre juego
me suministra más que la unificación de reglas heterogéneas de nuestras facultades de conocimiento, sino uno intelectual
(incluso en lo que tengan ellas de desigual en sí mismas) en un según conceptos, que da a conocer rútidamente una confor-
principio, que es conocida a priori por mí como verdadera, si11 midad a fin objetiva, esto es, una idoneidad para toda clase de
empero requerir parar ello de un fundamento especial que fines (diversos hasta el infinito). Debería llamársela perfec-
277-273 reside a priori l fuera de mi concepto 1y, en general, de mi re- ción relativá antes que belleza de la figura matemática. En
presentación. El asombm 10 es un choque del ánimo por la iin- general, tampoco puede se convenientes permitir la denomi-
posibilidad de unificar una representación y la regla dada por nación de belleza intelectual, porque en tal caso la palabra

342 .343
belleza perderla toda significación determinada, o Ja compla· Los rlos, por ejemplo, arrastran consigo toda suerte de
cencia intelectual todo privilegio sobre la sensible. Preferible tierras útiles para el crecimiento de las plantas, que depositan
sería llamar bella a una demostració11 11 de tales propiedades, de vez en cuando tierra adentro y también a menudo en sus
porque por medio de ella el entendimiento, como facultad de desembocaduras. En muchas costas Ja marea arrastra ese lodo
Jos conceptos, y la imaginación, como facultad de la presenta· sobre la tierra, o lo deposita en la ribera; y sobre todo cuando
ción de éstos, se sienten fortalecidos a priori (lo cual, unido a J:i los hombres ayudan a que la bajamar no vuelva a llevárselos,
precisión que la razón introduce, se denomina la elegancia tk crece la tierra fértil y ganan sitio las plantas donde antes ha-
la demostración); aquí, en efecto, la complacencia, aunque sn bían tenido su sede peces y moluscos. La mayoría de los in-
275-279 fundamento l reside en 1conceptos, es al menos subjetiva, mien- crementos de tierra de esta clase los ocasionó seguramente la
tras que la perfección conlleva una complacencia objetiva. naturaleza misma, y prosigue con ellos aún, si bien lentamen-
te. Cabe preguntarse ahora si esto ha de ser juzgado como un
fin de la naturaleza, puesto que envuelve una utilidad para los
§ 63. De la co11formidad a fin relativa de la naturaleza hombres; en efecto, no se puede tener en cuenta la utilidad
a diferencia de la interna para el reino vegetal mismo, porque, al contrario, tanto se le
resta a las criaturas marinas, cuanto crecen las ventajas para
La experiencia conduce nuestra facultad de juzgar hacia el la tierra.
concepto de una conformidad a fin objetiva y material, esto O para dar un ejemplo del provecho de ciertas cosas
es, hacia el concepto de un fin de la naturaleza, pero sólo naturales· como medio para otras criaturas (si se las presu-
cuando hay que juzgar una relación de causa a efecto(*) que pone como medios 17), no hay un suelo donde mejor se den
nos hallamos facultados12 a considerar como legal solamente los pinos que el arenoso. Y el mar primitivo, antes de que se
si a la causalidad de la causa le suponemos Ja idea del efecto retirara de la tierra, dejó tantas franjas arenosas en nuestras
como la condición de posibilidad de éste que se halla en el regiones nórdicas, que sobre este suelo, por l lo demás tan 277
fundamento de aquella misma [causa]13• Esto puede, empero. poco l utilizable para todo cultivo, pudieron alzarse exten- 281
ocurrir de doble manera: ya .sea que de modo inmediato con- sos bosques de pinos, por cuya tala irracional acusamos a
sideremos al efecto como producto (le arté•, ya solamente menudo a nuestro antepasados; y aquí cabe preguntar si este
como material para el arte de otros posibles seres naturales, o primitivo depósito de capas arenosas no era un fin de la na-
sea, ya como fin, ya como medio para el uso confonne a fin turaleza, favorecedor de los bosques de pino que pudiesen
de otras causas. Esta última conformidad a fin se denomina crecer sobre ellas. Está claro que si a ése se lo admite como
280-276 utilidad1s (para los hombres) l 1o también provecho16 (para un fin de la naturaleza, también ha de concederse que esa
toda otra criatura), y es solamente relativa, mientras que la arena lo es, mas sólo como fin relativo, para el cual la pri-
primera es una conformidad a fin interna del ser natural. mitiva playa marina y su retirada fue, a su vez, el medio,
pues en Ja serie de los miembros, unos a otros subordinados,
• Pue•to que en la matemática pum no puede tratarse de In existencia, sino de un enlace de fines, cada miembro intermedio debe ser
sólo la posibilidad de hoscosas, a saber. de una imuición com:spondiemc considerado como fin (aunque precisamente no como fin fi-
a su concepto y, por tlnto, de ningún mQdo puede tratarse de causa y efec- nal) para el cual es medio su causa más cercana. De igual
to, coda confonnidad a fin que seii advenida en el!a tiene que ser consi-
derada, por consiguiente, sólo como forma, jamás como un fin natural. modo, para que en el mundo pudiese haber ganado vacuno,

344 34.5
11
1
ovejas, caballos, etcétera, tenia que crecer pasto sobre la tie- que la existencia de aquello a lo cual aprovecha de manera
rra, pero así mismo hieroas saladas en los desiertos de arenas próxima o lejana sea por sí mismo un fin de la aaturaleza. Pe-
para que medrasen los camellos, o también éstas y otras es- ro como eso jamás puede decirse por simple observación de
pecies de animales hero!voros para que hubiese lobos, tigres la naturaleza, se sigue que la coofonnidad a fin relativa, si
y leones. Por lo tanto, la conformidad a fin objetiva que se bien da hipotéticamente indicios de fines naturales, sin em-
funda en el provecho no es una conformidad a fin objetiva de bargo no autoriza ningún juicio teleológico absoluto.
las cosas en sí mismas, como si la arena no pudiese ser con- En tierras frías, la nieve protege las siembras contra la
cebida por sí, como efecto de su causa, el mar, sin suponerle helada; faciliia la comunicación de los hombres (con trineos);
a éste un fin, y sin considerar el efecto, o sea, la arena, como el lapón encuentra alli animales que permiten llevar a cabo
278 obra del arte. Es una conformidad a fin meramente 1relativa esa comunicación23 (los renos) y que encuentran suficiente
282 y contingente respecto de la) cosa misma a la cual es atribui- alimentación en un musgo seco que ellos mismos escarban en
da; y si bien en los citados ejemplos las especies herbáceas, la nieve; sin embargo, se dejan domesticar fácilmente, sustra-
por sí mismas, han de ser juzgadas como productos organi- yéndose gustosamente a la Hbertad en que se podrían mante-
zados de la naturaleza y, por tanto, llenos de arte 18, con res- ner muy bien. En esa misma zona glacial contiene el mar para
pecto a los animales que se nutren de ellas se las ve como otros pueblos rica provisión de animales, que además del ali-
simple materia bruta. mento y vestido que proporcionan, y de la madera que el mar,
Pero cuando además halla el hombre, por la libertad de por así decir, les acarrea flotando para las viviendas, suminis-
su causalidad, más provechosas las cosas de la naturaleza pa· tran combustible también para la calefacción de sus cabañas.
ra sus propósitos a menudo necios•9 (las plumas coloridas de Hay aquí un admirable concurso de tantas relaciones de la na-
las aves para adorno de su vestimenta, las tierras de color.o turaleza con vistas a un fin: y éste es el groenlandés, el lapón,
los jugos vegetales para el maquillaje), y también a veces el samoyedo, el yacuto, etcétera. Pero no se ve por 1 qué, en ge- 280
con20 intención razonable, el caballo para montar, el buey y, nera.!, tienen que vivir hombres alli. Seria, pues, un juicio muy
en Menorca, incluso el asno y21 el cerdo para arar, tampoco en atrevido y arbitrario decir que si los vapores caen) del aire en 284
esto puede admitirse un fin natural relativo (a este uso). Pues fonna de nieve, si el mar tiene corrientes que acarrean hasta
su razón sabe darle a las cosas una concordancia consus ocu- allá la madera proveniente de paises más cálidos, y [si] alli
rrencias aroitrarias, a la que ni él estaba predestinado"por la existen grandes animales marinos ricos en aceite, es porque
naturaleza. Sólo si se presume que debían22 vivir también los en el fundamento de la causa que procura todos tos productos
hombres sobre la tierra, no podían faltar, entonces, por lo de la naturaleza está la idea de una ventaja para ciertas cria-
menos, los medios sin los cuales no podrlan existir ellos como turas miserables. Pues aun si no existiese toda esta utilidad de
animales y aun como animales racionales (por bajo que fuese la naturaleza, nada echaríamos de menos en la suficiencia
el grado); mas en tal caso también tendrlan que ser conside- de las causas naturales para esta cuali ficación24; más bien, a
radas como fines naturales las cosas de la naturaleza que son nosotros mismos nos parecería desmedido25 e irreflexivo el
a este objeto indispensables. sólo pedir semejante disposición y atribuirle a la naturaleza
De esto se ve con facilidad que la conformidad a fin parecido fin (ya que, sin ello, la máxima intratabilidad26 de
279-283 externa (provecho de una cosa para 1otras) puede l ser con- los hombres entre sí, sola, los ha podido dispersar hasta regio-
siderada coma un fin natural externo sólo a condición de nes tan inhóspitas).

346 347
ramente mecánica, sino sólo el concepto de un tal objeto, co-
§ 64. Del pecu/iar11 carácter de las cosas
mo concepto que únicamente la razón puede dar y comparar
como.fines nalllrafes

i
1 Para comprender28 que una cosa sólo es posible como
fin, es decir, para tener que buscar Ja causalidad de su origen.
con él al o~jeto, contuviese Ja causalidad para un efecto se-
mejante, a consecuencia de lo cual podria éste ser entera-
mente considerado como fin, mas no como un fin natural,
sino como producto del arte (vestigium hominis videoJIJ).
no en el mecanismo de la naturaleza, sino en una causa cuya Pero para juzgar algo que se reconoce como producto
facultad de obrar es determinada. por conceptos, se requiere natural, también, no obstante, como fin, y, por tanto, como.fin
que su forma sea posible no con arreglo a simples leyes natu- natural, ya se requiere más, si acaso no reside ya en esto una
rales, esto es, a unas tales que nosotros podemos conocer úni- contradicción. Yo diría provisoriamente: una cosa existe como
camente a través del entendimiento aplicado a objetos de los fm natural cuando es de suyo causa y efecto (si bien en un do-
285 sentidos, ) sino que aun su conocimiento empírico, según su ble sentido)3 1; pues hay aquí una causalidad tal que no puede
causa y su efecto, presuponga conceptos de la razón. Esta con- ser enlazada con el simple concepto de una naturaleza sin
tingencia de su forma en todas ·las leyes naturales empíricas atribuirle un fin a ésta, pero que puede, entonces, y sin contra-
con respecto a Ja razón que debe conocer en toda forma de un dicción, ser pensada, mas no concebida32• Vamos a elucidar
producto natural también su necesidad, aunque sólo quiera primeramente la determinación 1de esta idea de un fm natural 2R3
aprehender las condiciones vinculadas a su producción, y no a través de un ejemplo, antes de analizarla completamente.
puede, sin embargo, asumir en esa fonna dada esta necesidad, En primer término, un árbol engendraJ3 a otro árbol
es llll fündamento para admitir Ja causalidad de ese objeto29 según una conocida ley natural. Y el árbol que) engendra es 2R7
como si precisamente por ello sólo fuese posible mediante de Ja misma especie, de suerte que se engendra a sí mismo
razón; pero ésta, en tal caso, es la facultad de actuar con arre- según la especie, en Ja cual, por una parte corno causa, por
glo a fines (una voluntad); y el objeto que es representado co- otra como efecto, siendo producido incesantemente por sí
mo posible sólo a partir suyo seria representado como posible mismo y, de igual modo, produciéndose a si mismo reitera-
únicamente como rm. damente, se conserva como especie de manera constante.
Si alguien percibiese en un lugar que le parezca desha- En segundo lugar, un árbol se engendra a si mismo tam-
bitado una figura geométrica, acaso un hexágono regular, di- bién como individuo. Ciertamente, a esta clase de efecto la
bujada en la arena, su reflexión, al trabajar en el concepto de denominarnos sólo crecimiento; pero esto ha de tomarse en
ése, llegaría a comprender, aunque oscuramente, la unidad un sentido tal que sea completamente diferente de cualquier
de su principio de producción, por medio de la razón, y así, otro aumento de tamaño según leyes mecánicas, y que se lo
282 conforme a ésta, no 1 juzgaría Ja arena, el mar vecino, los aprecie, si bien bajo otro nombre, igual a un engendramien-
vientos, o aun los animales con sus pisadas, que él conoce, o to. Este vegetal elabora previamente la materia que agrega a
cualquier otra causa desprovista de razón, como fundamento sí mismo hasta darle una cualidad que Je sea específicamen-
de la posibilidad de una figura semejante: porque el azar de te peculiar, Ja cual no le puede proporcionar el mecanismo
286 la coincidencia con 1 tal concepto, que sólo es posible en la natural externo a él, y continúa formándose por medio de un
razón, Je parecerla tan infinitamente grande que Jo mismo material que en su mezcla es su propio producto. Pues, si bien
valdría si para ello no hubiese ley natural alguna, que, en en Jo que atañe a Jos componente que recibe de Ja naturale-
consecuencia, ninguna causa en la naturaleza de eficacia me- za externa a él sólo puede ser considerado como educto 34 ,

349
348
en Ja disociación y recomposición de este material bruto se conocida posible a la vez sólo como fin natural, tiene que
encuentra, sin embargo, tal originalidad de la facultad de di- comportarse con respecto a si misma alternativamente como
sociación y formación3s de esta especie de seres naturales. causa y efecto, lo cual es una expresión un poco impropia e
284 que todo arte pennaoece infinitamente alejado 1de él cuan- indeterminada que requiere de una deducción a partir de un
do intenta fabricar de nuevo eso productos del reino vegetal concepto determinado.
a partir de los elementos que obtiene36 por descomposición El enlace causal, en la medida en que es pensado mera-
de ellos o también a partir del material que proporciona l;1 mente por el entendimiento, es una vinculación que constitu-
naturaleza para su nutrición ye una serie (de causas y efectos) que va siempre en [dirección)
288 ) E11 tercer lugar, también una parte de esta criatura se descendente; y las cosas mismas que, como erectos, presupo-
engendra a sí mismas de modo tal que la conservación de una nen a otras como causas, no pueden simultáneamente ser a su
[parte] depende de la conservación de las otras y viceversa. tumo causas de estas últimas. A este enlace causal se lo deno-
La yema de la hoja de un árbol, injertada a la rama de otro. mina de las causas eficientes (11exus effectivus). Pero, por otra
produce en un rodrigón ajeno un vegetal de su propia especie. parte, también puede pensarse con arreglo a un concepto ra-
y de igual modo el injerto en otro tronco. De ahí que pueda cional (de fines) un enlace causal que, al considerarlo como
considerarse cada rama u hoja de un mismo árbol como mer.i- serie, conllevase una dependencia tanto descendente como as-
mente injertada o inoculada en él, y, por tanto, como un árbol cendente, en que la cosa que una vez es designada como efec-
existente por sí mismo, que sólo se engancha a otro y se nutre to, merezca, sin 1 embargo, en dirección ~dente, el nombre 286
parasitariamente. A la vez, las hojas son, sin duda, productos de causa de la cosa de la cual es efecto. En lo práctico (a saber,
del árbol, pero también, a su tumo, lo mantienen, puesto que en el arte) se encuentra fácilmente un enlace semejante, ) 290
el repetido deshojaroiento lo mataría, y el crecimiento de éste
como, por ejemplo, la casa es causa de los dineros que son re-
depende del efecto de aquéllas en el tronco. La autodefen-
caudados por arriendo, pero también, a la inversa, larepresen-
sa37 de la naturaleza en estas criaturas cuando están dañadas,
tación de este posible ingreso fue la causa de la edificación de
donde la falta de una parte que corresponde a la manutención
de la vecina es suplida por las restantes; los abortos o defor- la casa. A semejante enlace causal se lo llama el de las causas
midades del crecimiento, en que ciertas partes, debido a que finales (11ex11s.fi11alis). Tal vez al primero podria lhµnárselo de
se presentan carencias o impedimentos, se forman de manera manera más conveniente la vinculación de las causas reales, y
completamente nueva para conservar lo que hay y producir a la segunda, de las ideales, puesto que con esta denominación
285 una 1criatura anómala: [todo ello) lo menciono aquí solamen- se concibe al mismo tiempo que no puede haber más que estas
te de 1>aso, a pesar de que éstas pertenecen a las más maravi- dos especies de causalidad.
lllosas38 propiedades de las criaturas orgánicas. Ahora bien: lo que pri111era111e11te se requiere de una co-
sa, en cuanto fin natural, es que las partes (según su existen-
cias y fonna) sólo sean posibles a través de su relación con el
289 ) § 65. Las cosas, en cuanto fines naturales, todo. Pues la cosa misma es un fin y, en consecuencia, está
so11 seres orga11izados comprendida bajo un concepto o una idea, que debe determi-
nar a priori lo que ba de estar contenido en ella. Pero en la
De acuerdo con el carácter aducido en el parágrafo preceden- medida en que una cosa sólo puede ser pensada como posible
te, una cosa que, como producto natural, debe empero ser re- de este modo, es simplemente una obra del arte39 , es decir,

350 351
el producto de una causa racional diferente de la materia (las tes (y, por consiguiente, cada una [producente] de las otras y
partes) de ése, causa cuya casualidad (en la procuración4 " viceversa), como no puede serlo ningún instrumento del ar-
y combinación de las panes) es determinada por su idea de te sino sólo de la naturaleza que suministra todo material
un todo por ese medio posible (y, por tanto, no por la natu- p~ra instrumentos (aun aquellos del arte); y sólo entonces y
raleza fuera de él). por ello puede un producto semejante, como ser organizado
287 1Pero si una cosa, como producto natural, ha de con- y organizan/e de si mismo, ser denominado fin nah1ral ..
tener en si misma y en su posibilidad interna, una referencia En un reloj, una parte es el instrumento del movuruen-
a fines, es decir, ser posible solamente como fin natural y to de las otras, mas no una rueda4 ' la causa eficiente de la
291 sin la causalidad de conceptos de seres racionales l fuera de producción de ta· otra; una parte existe, sin duda, para·otra,
ella, se requiere entonces, en segundo lugar, que sus partes pero no por ella. De ahi también que la causa productiva su-
se enlacen en la unidad de un todo siendo una de otras, recí- ya y de su forma no esté contenida en la naturaleza (de esta
procamente, causa y efecto de su forma. Pues únicamente de materia) sino fuera de ella, en un ser que pueda efectuar se-
este modo es posible que a la inversa (de manera recíproca) gún ideas un todo posible por medio de su causalidad. Por
la idea del todo determine a su vez la forma y enlace de to- eso asi como en el reloj una rueda no produce a otra, menos
das las panes: no como causa -pues sería entonces un pro- aúd produce un reloj otros relojes, de suerte que para ello uti-
ducto del arte-- sino como fundamento de conocimiento, liza otra materia (la organizara); por eso, tampoco reemplaza
para aquel que lo juzgue, de la unidad sistemática de la for- él por sí mismo las partes que le han sido sustraídas ni repara
ma y del enlace de todo lo múltiple que esté contenido en la sus defectos en la primera formación por 1el conCIUSO de las 289
materia dada. restantes, o, acaso, se arregla a sí mismo cuando ha quedado
Con respecto a un cuerpo, pues, que haya de ser juzga- en desbarato; todo esto, por el contrario, podemos esperarlo
do, en sí y según su posibilidad interna, como fin natural, se de la naturaleza orgánica.- Un ser orgánico, pues, no es me-
requiere que sus partes se produzcan unas a otras conj unta- ra máquina, que tiene exclusivamente fuerza ) motrb/'6, .sino 293
mente tanto en su forma como en su enlace, de manera recí- que posee en sí fuerzaformado ra4 1, y una que él comunica a
proca, y así produzcan por propia causalidad un todo, ·cuyo materias que no la tienen (las organiza); posee pues, una .fuer-
concepto (en un ser que poseyese la causalidad según con- za formadora que se propaga, la cual no puede ser exphcada
ceptos adecuada41 a un producto semejante) pudiera ser juz- por la sola facultad de movimiento (el mecanismo).
gado, a su vez y a la inversa, causa de aquél con arreglo a un Es muy poco lo que se dice de la naturale.za y de su fa-
principio, y, por consiguiente, ser juzgada la vinculación de cultad en los productos orgánicos cuando a ésta se la llama un
las causas eficientes, al mismo tiempo, como efecto por me- a11álogo del arte"', pues en tal caso se piensa al artista (un ser
dio de causas fi11a/es. racional) fuera de ella. Más bíen se organiza ella a sí misma,
288 1 En un semejante producto de la naturaleza cada par- y en cada especie49 de sus productos orgánicos, por cierto,
te, así como existe sólo por42 todas las otras, es pensada tam- con arreglo a un mismo ejemplar en [su] conjunto, pero tam-
bién como existente para las otras y para el todo43 , esto es, bién con desviaciones50 convenientes, que la autoconserva-
como instrumento (órgano); lo cual, sin embargo, no es sufi- ción requiere según las circunstancias. Más se aproxima uno
292 ciente (pues podría ser también instrumento del ane, l y, así, quizás a esta inescrutable propiedad si se la llam:i análog~ de
ser representado como posible solamente en cuanto fin en la vída; pero en tal caso hay que dotar a la matena como sim-
general); sino como un órgano producente44 de las otras par- ple materia con una propiedad (h ilozoísmo) que contraría

352 353
su esencia, o bien asociarle un principio ajeno que esté en co con fines en general; ello, por cierto, no para provecho del co-
munidad con ella (un alma); pero para esto, si semejante pro nocimiento de la naturaleza o de ése su fundamento origina-
dueto ha de ser un producto natural, o bien se presupone ya rio52, sino más bien precisamente [para el conocimiento] de la
290 la materia organizada como instrumento 1 de esa alma, con lo misma facultad racional práctica en nosotros, por analogía con
cual no se hace a aquélla ni mínimamente más comprensible.: , la cual consideramos la causa de aquella conformidad fin.
o bien se convierte al alma en artífices• de esta construc- Los seres organizados son, pues, los únicos en la natu-
ción, debiendo, entonces, sustraer al producto de la n_atu1~1- raleza que, aun cuando se los considere por sí mismos y sin
294 leza (corpórea). Hablando con exactitud, la organización l d~ relación con otras cosas, tienen que ser pensados como posi-
la naturaleza no tiene, pues, nada análogo con alguna causa- bles sólo en cuanto fines de aquélla, y los primeros en sumi-
lidad que conozcamos (*). Con derecho puede llamarse la nistrar realidad objetiva al concepto de un fin que no es uno
belleza de la naturaleza un análogo del arte, porque ella le e" práctico, sino un fin de la naturaleza, y, por ese medio, a la
atribuida a los objetos sólo en refe·rencia a la reflexión sobrL· ciencia natural el fundamento para una teleología, es decir,
su intuición externa y, por tanto, únicamente con arreglo a la un modo de juzgar sus objetos con arreglo a un principio
forma de la superficie. Pero una perfecció11 natural interna. particular, que de otro modo no se estarla autorizado a intro-
como la que poseen las cosas que sólo son posibles como.fi- ducir en ella (porque no puede en absoluto inteligirse a prio-
nes naturales y que por eso se llaman seres organizados, no ri la posibilidad de una semejante especie de causalidad).
es pensable ni explicable por ninguna analogía con alguna fa-
cultad flsica, es decir, natural, que nos fuese conocida, y co-
mo nosotros mismos pertenecemos a la naturaleza en la más
amplia acepción, ni siquiera por medio de una analogía exac- 1§ 66. Del principio del e11j11iciamie11to de la i1Uema 292
tamente proporcionada con el arte humano. co11formidad a fl11 e11 seres orga11izados
291 1 El concepto de una cosa como fin natural en sí no es.
por tanto, un concepto constitutivo del entendimiento de la ra- Este principio, y a la vez su definición, re.za: un producto
295 zón, pero puede ser un concepto regulativo para l la facultad organizado de la 11at11ra/eza es l cu¡11e/ e11 q11e todo es fin, y, 296
de juzgar reflexionante, para guiar la investigación sobre ob- recíprocamente, también medio. Nada en él es en balde53 ,
jetos de esta especie y meditar sobre su fundamento supremo, carente de finS4, o imputable a un ciego mecanismo natural.
según una distante analogía con nuestra causalidad de acuerdo Por cierto, este principio, según aquello que lo ocasio-
na55, ha de derivarse de la experiencia, a saber, de aquella que
se hace metódicamente y se llama observación56; pero debido
• A la im-crsa. por medio de una analogia con los cillldos fines naturales a la universalidad y necesidad que él enuncia acerca de una tal
inmedialos, puede arrojarse luz sobre un cierto enlace que, no obsiantc, se conformidad a fin, no puede descansar solamente sobre fun-
cncuenlta más en la idea que en la realidad. Es ns! como, a propósito de
Ja lransformaci6n lota!, recientemente emprendidll, de un gran pueblo en
damentos empíricos, sino que debe tener por fundamento al-
un Estado, se ba empicado a menudo la palabra orga11/zació>1 de manera gún principio a priori 57, aun si fuese simplemente regulativo y
muy conveniente pum la institución de las mnglstm111ms, etcétcr.i, e inclu- aquellos fines residiesen únicamente en la idea del que juzga
so de lodo el cuerpo estatal. Pues en semejan1c todo cada miembro debe y no, en absoluto, en una causa eficiente. Por eso, al principio
ser. por cierto, no solamente medio, sino a la vez fin, y, al coluborar a Ja antedicho puede llamárselo una máxima del enjuiciamiento
posibilidad del iodo, debe a su tumo ser determinado, en su lug¡u- y su fun.
eión, por la idea del todo. de la interna conformidad a fin de seres organizados.

354 355
Se sabe que los que disecrau plantas y animales, a ob- 1 Siempre es posible que, por ejemplo, en un cuerpo 29R
jeto de indagar su estructura y poder comprender las razones animal, se conciban algunas partes como concreciones según
de por qué y con qué fin les fueron dadas tales partes, por qué leyes meramente mecánicas (como pieles, huesos, pelos). Pe-
este emplazamiento58 y enlace de las partes y por qué preci- ro la causa que proporciona la materia conveniente para ello,
samente esta forma interna, aceptan como ineludiblemente que asi la modifica, forma61 y deposita en sus lugares perti-
293 necesaria la máxima de que nada hay en balde en tal 1cria1U- nentes, tiene que ser siempre juzgada teleológicamente, de
ra, Y le dan la misma validez que al principio fundamental de tal suerte que t.odo en el [cuerpo] deba considerarse como or-
la doctrina general de la naturaleza de que nada acontece por ganizado y que todo también sea, en cierta relación con la
azar59. De hecho, no menos pueden desdecirse de este princi- cosa misma, a su vez, órgano.
pio teleológico que del [principio] fisico universal, porque, así
297 1. co~o al abandonar este último no quedaria ninguna expe-
nenc1a en absoluto, también al abandonar el primero no que- § 67. Del principio del enjuiciamiento teleológico sobre
daria ningún hilo conductor para la observación de una especie la naturaleza64 en general como sistema de fines
de cosas natu.rales que ya hemos pensado teleológicamente
bajo el concepto de fines naturales. Hemos dicho antes de la conformidad a fin extema de las co-
En efecto, este concepto conduce a la razón a un orden sas naturales, que ella no da una justificación suficiente para
de las cosas que es completamente distinto de aquel de un que a la vez se las emplee, a título de fines de la naturaleza,
simple mecanismo de la naturaleza, el cual ya no puede sa- como fundamentos explicativos de su existencia, ni los efec-
• 65
tisfacernos aqul. Debe haber una idea en el fundamento de la tos suyos que son conformes a fin de manera contmgente en
posibilidad del producto natural. Pero como ésa es una uni- Ja idea a modo de fundamentos de su existencia según el
dad absoluta de la representación, en lugar de lo cual la mate- principio de las causas finales. Así, no se puede inmedia~­
mente tener por fines naturales a los ríos, porque 1 favorezcan 295
ria es una multitud60 de cosas que no puede proporcionar por
sí mis1,na ningima unidad determinada de la composición61, la comunicación66 de los pueblos en las zonas mediterráneas,
tiene que extenderse el fin de la naturaleza a todo lo que baya a las montañas, porque contengan las. fuentes de ésos Y pro-
en su producto, si es que esa unidad de la idea debe servir en visión de nieve para conservarlos en las épocas sin lluvia, o
efecto como fundamento de determinación a priori de una igualmente al declive de las tierras que transporta: e~s co-
rrientes y deja que la tierra se 1 seque; puesto que, st bien esa 299
ley natural de la causalidad para una semejante fonna del
configuración de la superficie de la tierra era muy necesana
compuesto. Pues una vez que hemos referido un tal efecto e11
para el surgimiento y conservación de Jos reinos vegetal Y
su conjunto62 a un fundamento de determinación suprasen- animal, nada tiene, empero, en ella misma acerca de cuya
sible más allá del ciego mecanismo de la naturaleza tenemos posibilidad se viese uno forzado a admitir una causalidad s~­
294 '
que Juzgarlo también completamente de acuerdo '1 con ese gún fines. Esto mismo vale para las ~]antas que el b~mbre ub-
principio; y no hay ninguna razón para admitir que la foDtla liza para sus necesidades o su deleite; para los ammales, el
de una cosa semejante dependa todavía en parte del último, camello, el buey, el caballo, el perro, etcétera, que puede ~­
pues al mezclar principios heterogéneos no quedaria ningu- picar, en parte para su alimentación y en parte P3'.3 ~ servt-
na regla segura del enjuiciamiento. cio, de tan variados modos, y de los cuales mayontanamente

356 357
no puede siquiera prescindir. La relación externa de cosas. sistema segun la regla de los fines; idea a la que debe enton-
acerca de nmguna de las cuales se tiene razón para conside- ces ser subordinado según principios de la razón todo meca-
rarse P?r si misma como fin, sólo puede ser juzgada confor- nismo de la naturaleza (al menos para tentar [de examinar]
me a fm de manera hipotética. los fenómenos naturales72 con esa base). El principio de la
. Juzgar u11a cosa como fin natural67 en virtud de su for- razón le compete a ésta7l como [uno que es] solamente sub-
ma mtema es algo enteramente distinto a tener la existencia jetivo, esto es, como máxima: todo en el mundo es bueno l 30 t
de esta cosa por un fin de la naturaleza. Para esta última afir- para algo; nada en él es en vano74 , y por el ejemplo que la na-
n_iación no sól.o ~os es menester el concepto de un f'm posible, turaleza da en sus productos orgánicos, se está autorizado y
smo el c?noc1m1ento del fin final (scopus) de la naturaleza, basta llamado a no esperar de ella y de sus leyes nada que no
que requiere de una referencia de ésta a algo suprasensible, la sea en total conforme a fin.
~al excede68 con mucho todo nuestro conocimiento teleoló- Se comprende que éste no sea un principio para la facul-
296 gico de la naturaleza; 1pues el fin de Ja existencia de la natu- tad de juzgar determinante, sino sólo para la reflexionante, que
raleza mis?1a tiene que ser buscado más allá de la naturaleza. sea regulativo y no constitutivo, y que de él obtengamos no
La forma mtema de una simple brizna de hierba puede pro- más que un hilo conductor para considerar según un nuevo or-
bar con~uficie~cia pa~ nuestra humana facultad de enjuicia- den legal las cosas naturales en referencia a un fundamento
miento su .ongen posible meramente segím Ja regla de Jos de determinación que ya está dado, y ampliar el conocimien-
300 fines. Pero s1 uno se aparta de esto y mira sólo al l uso que de to de la naturaleza" de acuerdo con otro principio, a saber, el
c~l.o hacen otros seres naturales, abandonando así la observa- de las causas finales, sin perjuicio del [principio] del mecanis-
c1on de la organización interna y mirando sólo a las relacio- mo de su causalidad. Por lo demás, con ello no se zanja en mo-
nes conformes a fin externas -cómo el pasto es necesario do alguno [la cuestión de] si algo cualquiera que juzguemos
para el ganado, cómo éste Jo es para el hombre en cuanto me- según este principio sea intencio11alme11te un fin de la_natu-
dí~ de su existencia- , y si no se ve por qué.es necesario que raleza: si los pastos existen para el buey o la oveja, y si éstas
ex1s.tan los hombres (Jo que, si acaso se tiene en mente a Jos y las demás cosa naturales existen para el hombre. Es bueno
habitantes de la Nueva Holanda o [a los] fueguinos podría 110 mirar también desde este lado incluso las cosas que nos son
ser tan ~ícil ?e responder), entonces no se llega a ningún fin desagradables y en particulares respecto contrarias a 1 fin. 298
categónco, sino que toda esta relación conforme a fin reposa Así, podrla decirse, por ejemplo, que los bichos que acosan
sobre 1ma cond~ción q~~ hay que poner cada vez más lejos, y a los hombres en sus vestimentas, cabellos o camas son,
º
que, en cuanto 111cond1c1onada (el existir7 de una cosa como merced a una sabia disposición de la naturaleza, un acicate
fin final), reside por completo fuera del modo fisico-teleoló- para la limpieza, que ya por sí es un imp?rtante me~io de
. d
g1co e ver e.1mundo71. Pero entonces una cosa semejante tam- conservación de la salud. O que los mosqwtos y otros msec-
poco es un fm natural, pues no ha de ser considerada ella (ni tos picadores l que hacen tan fastidiosos los desiertos de 302
todo su género) como producto natural. América a los salvajes, son otros tantos aguijones para la
.Es, pues, solamente la materia, en la medida que está actividad de estos hombres incipientes, a objeto de que de-
organizada, la que trae consigo el concepto de ella [misma] sequen las ciénagas y aclaren los espesos bosques que detie-
como fin natural, porque esta su forma específica es a la vez nen la corriente del aire, y, por ese medio, como asimismo por
producto de la naturaleza. Pero este concepto conduce ahora el roce del suelo, hagan a la vez más sana su morada. Aun lo
297 necesariamente a la idea de la naturaleza 1entera como un que le parece al hombre tan antinatural77 en su organización

358 359
1 •

1
1 300
interna.' brinda, cuando se lo trata de este modo, una visión nos ha concedidos• el 1de repanir belleza y atractivo~ tan ri-
78
rec~eat1va , y lambién instrucliva a veces, de un orden telco· cnmcnte por sobre Jo Íltil., y amarla ~or ello? co~o asim1sn:i~
lógico de las c~~as, visión a Ja cual, carentes de tal principio. mirarla con respeto en vtrtud de su uunens1dad , 1 Yse~~tr 304
no n.os conducma la sola observación fisica. Asi como algu- nos nosotros mismos ennoblecidos en esta conte~plac1on,
nos Juzgan que la lombriz solitaria le ha sido dada a los hom- precisamente como si la naturaleza, en toda, P.rop1edad, ~u­
bres~ arumales de que parasita como sucedáneo de wia cien a biese desplegado y adornado con este proposito su esplen-
defic1~ncia de sus órganos vitales, yo preguntada si no es aca- dido escenario.
so posible que los sueños (que nunca faltan al dormir, aunque No queremos decir en este parágrafo sino esto: una vez
·u
uno se acuerde de ellos raramente) sean una disposición con- que hemos descubierto en la naturaleza una potencia para
forme a fin de la naturale.za, en cuanto que sirven cuando suscitar productos que sólo podemos pensar ~on arre~? al
!oda~ las fuerzas motrices del cuerpo se distienden,'a mover concepto de las causa finales, vamos más alla, Y tambi~ a
1~tenorrnente los órganos vitales por medio de Ja imagina· aquellos (o a su relación, si bien conforme a fin), que ~recJSa­
299 ción Y. de. su ~ran 1 actividad79 (que en este estado asciende mente no hacen necesario buscar por sobre el mecamsmo. d.e
mayo'.1taríamente hasta el afecto); así como también, al tener las causas ciegamente eficientes otro principio para su po~1b1-
el estomago lleno, cuando más necesario es este movimien- lidad, no es licito j1J2garlos, sin embarg~, com? pertenecien-
to, es co.m~ que ella juegue en el sueño nocturno con tanta tes a un sistema de fines; porque ya la pnmera idea, en lo.que
mayor v1va~1dad; y por consecuencia, sin esta fuerza que nos atañe a su fundamento, nos lleva por sobre e~ mundo ~ensible,
303
1 mueve íntimamente y_sin esta fa~igante inquietud por la que dado que Ja unidad del principio suprasensible no solo clebe
reprocham~s a los suenos (que, sm embargo, son quizás de ser considerada, entonces, válida para ciertas especies de se-
he~ho medios salutiferos) el dormir, awi en estado saludable res naturales, sino del mismo modo para el todo de la natura·
sena tal vez una total extinción de la vida. ' leza como sistema.
T~bién la ~elleza de Ja naturaleza, es decir, su con-
co.rdanc1a con el hbre juego de nuestra facultad de conoci- ¡ § 68. Del principio de la teleología como principio 301
miento en la aprehensión y enjuiciamiento de su aparecerso interno de la cíe11cia de la naturaleza
pu~d~ ser considerada de este modo como conformidad a fi~
Objetiva de la naturaleza en su totalidad, en cuanto sistema Los principios de una ciencia Je son ya internos, Yse los de·
d~I c~I el hombre es W1 miembro; ello, una vez que el enjui- nomina domésticos84 (principia domestica), ya se fundan so-
ctanuento teleológico de Ja naturaleza por Jos fines naturales bre conceptos que sólo pueden tener Jugar i:uera de ella, ~ son
principiosforá11eos85 (peregri11a). Las c1enctas) que contienen 305
·I que nos.prese.ntan los seres organizados, nos ha autorizado a
¡ 1 [concebrr] la idea de un gran sistema de fines de Ja naturale- estos últimos ponen Jemas36 (lemmata) en el fun~a1n:ento ~e
sus doctrinas, esto es, toman a préstamo de otra ciencia algun
za. Podemos considerar como un favor(*) que Ja naturaleza
concepto, y con él un fundamento de ordenación.
• Se dijo en la parte cslética que nosotros míroriamos la bella naturaleza
con favor', dado que tenemos una complacencia totalmente libre (desitlle· En cambio, en un juicio teleológico prestamos tambien atención a esta re-
resada) en su fonna. Pues en este mero juicio de gusto no s<: ticne para na- ferencia, y entonces pode.mos co11.rfderar con10 u11ft1vor de.la natural""=ª
da en cuenta con qué fin existen estas bellezas naturales: si para despertar el que, por la exhibición2 de tuntaS formas bellas, haya qucndo ella ser fa·
300 en nosottos un placer, J o bien sin referencia alguna a nosotros como fines. vorable a la cultura.

360 361
Cada ciencia es por sí misma un sistema· y no basta . adecuada92 y que recién se está autorizado a aventurar des-
ell. a consu'-·'- . '
uu s.egun principios y así proceder técnicamente.
en pués de haber completado la ciencia de la naturaleza.
smo que también. ~a~ que trabajar con ella arquitectónica- Propiedades naturales93 que se pueden demostrar a prio-
mente, cual un ed1f1c10 que existe independientemente, y 110 ri y, por tanto, comprender en su posibiUdad a partir de princi-
tratarla como un anexo y una parte de otro edificio sino co- pios universales sin concurso alguno de la experiencia, aunque
mo un todo por sí mismo, aunque después pueda e;tableccr- conllevan w1a conformidad a .fin técnico, no pueden, empero,
se un paso desde éste a aquél o viceversa. puesto que son absolutamente necesarias, ser contadas de nin-
. Así, cuando se introduce el concepto de Dios en la cien- gún modo dentro de la teleología de la naturaleza, como mé-
todo perteneciente a la 1 fisiea para resolver sus preguntas. 307
cia de la naturaleza y en su contexto a objeto de tornar expli-
cable la conformidad a fm en la naturaleza, y desde aquí se Las analogía aritméticas, geométricas, como asimismo las
~plea, .ªsu vez, esta conformidad a fm para demostrar que leyes mecánicas, por más extraña y admirable que en ella pue-
302 existe Dios, no. por.ello hay una consistencia 1 interna en algu- da aparecérsenos la unificación de reglas distintas y en apa-
na d~ ambas c1enc.1as, y un engañoso dialelo87 vuelve a cada riencia independientes unas de otras en un principio, no por
una ms~ al ~eJar ellas que sus fronteras se confundan. ello envuelven pretensión alguna de ser principios teleológicos
. ~a expresión: fin de·la naturaleza previene ya con su- de explicación en la física; y, áunque merezcan ser tomadas en
fic1enc1a esta confusión, como para no mezclar la ciencia de consideración en la tcoria general de la conformidad a fin de
la. naturaleza Y.la ocasión que ella brinda para el enjuicia- las cosas de la naturaleza en conjunto94 , tendrían cabida en
miento teleológico de sus objetos, con la teoría de Diosss otra parte, a saber, en la metafísica, y no constituirían un prin-
por tanto, co~ ~a ~educción teclógíca; y no se ha de~ cipio interno de la ciencia de la naturaleza; bien que [en el
306 como 1 algo m~1~mficante el que se confunda esa expresión caso] de las leyes empíricas de los fines naturales en seres or-
con la de fm divmo en el ordenamiento de la naturaleza89 0 ganizados, no sólo está permitido, sino que es incluso inevi-
que ésta se 1~ haga pasar por más idónea y más conformada table emplear el modo de enjuiciamiento9s teleológico como
a W1 alma piadosa, {so prete¡¡to de] que finalmente habría principio de la doctrína de la naturaleza con respecto a una
qu~ llegar a deducir, de todos modos, esas formas conformes
clase peculiar de sus objetos.
a fi_n en la ~atun1leza de un sabio autor9° del mundo; sino 1Para que la física se mantenga exactamente en sus li- 304
hrrutarse cuidadosa y modestamente a la expresión que dice mites, hace ella abstracción, completamente, de la pregunta
exactamente tanto como sabemos, o sea, la de fin de la natu- de si los fmes naturales son inlencíonales o no intencionales,
raleza. Pero ya antes de que nos preguntemos por la causa de pues ello serla inmiscuirse en un negocio ajeno (a saber, el de
la n~turaleza, encontramos en ésta y en el curso91 de su gene-
la metafísica). Basta con que haya objetos única y exclusi-
rac1on prod~ctos semejantes, que son generados en ella según
vamente explicables según leyes naturales que no podamos
l~yes con~c1das de la e~periencia, de acuerdo con las cuales
pensar sino bajo la idea de los fines como principio, y cono-
tiene que Juzgar sus objetos la ciencia de la naturaleza y por 308
cibles meramente de este modo 1 con arreglo a su foima in-
lo tanto'. buscar en aquélla la causalidad de éstos según la ~gla
terna, y aun sólo internamente [conocibles]. Para no hacerse
~e ~os .fmes..De ahl que ella no deba saltar por encima de sus
liautes para mtroducir en sí misma, como principio domésti- sospechoso, pues, ni de la menor pretensión de mezclar en
303 co, aquello a cuyo concepto ninguna experiencia puede ¡ ser nuestro fundamento de conocimiento algo que no pertenece

363
362
j 1
en modo alguno a Ja fisica, o sea, una causa sobrenatura l, cn rulcza en su mecanismo firmemente sujeto a lo q~e pod~m~~
306
someter a nuestra observación 1o a exp~nrnen!os e ~; :na-
1
Ja teleología desde luego se habla de Ja naturaleza como si la
1 confonnidad a fin fuese en ella intencional, pero al misn111 que pudiésemos producirlo nos?tros mismos 1gu:J.q .
tiempo de manera que se atribuya a la naturaleza, es decir, a 111 leza o or lo menos a semejanza de las leyes ' pues so10
materia, esta intención; y a través de esto se quiere indicar tura ' P d b lmente98 cuanto puede hacerse Y
puede compren erse ca ª. . conce tos. Pero la or-
(puesto que no puede tener lugar ningún malentendido sobre llevarse a cabo por uno mISmo segun p cede infini-
esto, en cuanto que de suyo no se atribuye intención alguna. en . "ón como fin interno de la naturaleza ex .
gan1zac1 · · arecida por 310
la acepción propia de la palabra, a un material inerte). que es1a tamente toda l potencia de una presentac1~n. p
palabra sólo designa aquí un principio de la facultad de juzga• medio del arte: y en lo que a~e a las dispos1c10ne: rme=
reflexionante, no de la detenninante, y que por tanto no debe de la naturaleza99 que son temdas por conf~rmes .
introducir ningún fundamento especial de Ja causalidad, sino ejemplo, vientos, lluvias, etc.), la fisica c~ns1~ge:~1::::
que solamente añade al uso de la razón un modo distinto de in- te su mecanismo, pero no puede en mo o a
dagación de aquel que sigue las leyes mecánicas, para suplir la su referencia a fines, en la medida que ésta debe ser W:ee;:~
insuficiencia de este último, incluso en la búsqueda empírica dición que pertenezca necesariamente a la causa, ~~ de
305 de todas las leyes particulares 1de Ja naturaleza. De ahí que en necesidad de vinculación concierne enteramente a e ce
Ja teleología, en la medida que se refiere a la física, se habla nuestro concepto y no a la !ndole de las cosas.
con todo derecho de la sabiduría, la economía, la providencia,
Ja beneficencia de la naturaleza, sin que por ello sé la convier-
ta en un ser inteligente (ya que esto seria absurdo); pero tam-
bién sin atreverse a poner sobre ella otro ser inteligente como
309 9
artífice 6, pues 1 seria desmedido(•); sino que por este medio
sólo ha de designarse un modo de causalidad de la naturaleza
por analogla con la nuestra en el uso técnico de la razón, a ob-
jeto de tener ante la vista la regla según la cual deben ser inda-
gados ciertos productos de la naturaleza.
Pero, ¿por qué la teleología no constituye habitual-
mente una parte propia de la ciencia teórica de la naturale-
za, sino que se la relaciona a la teología como propedéutica
o tránsito? Ocurre esto para mantener el estudio de la natu-

• La palabra alemana ,..,,.,,,~,,>(desmedido) es un buen vocablo pleno de


sentido. Un juicio en el cual se omi1c calcular la medida de las propias
fuerzas (del cnlcndimicnlo) puede sonar a veces muy humilde, y tener no
obstanic 8J1111dcs prclenSiones, y ser muy desmedido. De csla laya son la
mayoria de aquellos a través de los cuales se prelcnde exal1ar la sabiduria
divina al suponerle en las obras de la creación y la conservación, inlellciooes
que en verdad deben hacer honor a la propia sabidurla del sutil razonador.

164 365
11 SEGUNDA SECCIÓN 311-307
DIALÉCTICA DE LA FACULTAD
DE JUZGAR TELEOLÓGICA

§ 69. ¿Qué es una antinomia de /afaculrad de juzgar?

La facultad de juzgar de1ermina111e no tiene por si principios


que funden conceptos de objetos. No es ella autonomía 1, pues-
to que subsume únicamente bajo leyes dadas, o conceptos, en
cuanto principios. Por esto mismo tampoco está expuesta al
peligro de una antinomia propia2, y a un conflicto de su prin-
cipio. Así, la facultad de juzgar trascendental, que contenía las
condiciones para subsumir bajo categorías, no era por sí misma
11omotética3, sino que sólo comunicaba las condiciones de la
intuición sensible bajo las cuales puede dársele realidad (apli-
cación) a un concepto dado, en cuanto ley del entendimiento,
acerca de lo cual ella no podía jamás hallarse en discrepancia•
consigo misma (al menos según los principios).
) 1 En cambio, la facultad de juzgar rejlexio11a111e debe 3 t2-308
subsumir bajo una ley que aún no está dada y que, por tanto.
sólo es de hecho un principio de reflexión sobre objetos res-
pecto de los cuales carecemos objetivamente por completo de
una ley o de un concepto del objeto que bastase como princi-
pio para Jos casos que se presenten. Ahora bien: dado que no
se va a permitir ningún uso de las facultades de conocimien-
to sin principios, en tales casos la facultad de juzgar refle-
xionante tiene que servir de principio para si misma; y éste,
I1 puesto que no es objetivo y no puede poner por base un prin-
cipio de conocimiento del objeto que sea suficieDte para este
propósito5 , debe servir de principio meramente subjetivo

367
1

para el uso conforme a fin de las facultades de conocimienlu. vez que requiere de una tal como hilo conductor si tan sólo ha
a saber, para reflexionar sobre una cierta especie de objeto~" de tener esperanza de un conocimiento coherente de la expe-
As!, con respecto a tales casos, la facultad de juzgar reflc- riencia con arreglo a una exhaustiva legalidad11 de la naturale-
x1onante tiene sus máximas, y aun necesarias, para el conoci- za [es decir, si ha de esperar] la unidad de ésta según leyes
. emplricas. A propósito de esta unidad contingente de l 1las le- 314-31 o
miento de las leyes de la naturaleza en la experiencia, a fin lk
arribar por medio de ellas a conceptos, aun si éstos bayan de ser yes particulares puede empero ocurrir que la facultad de juz-
conceptos de la razón, toda vez que los requiere absolutamen- gar arranque en su reflexión de dos máximas, una de las cuales
te para (el] mero (propósito] de tomar conocimiento7 de la na- le proporcione a priori el mero entendimiento, mientras que la
turaleza según sus leyes empíricas.- Ahora bien: entre esta~ otra sea ocasionada por experiencias particulares, que ponen
máximas necesarias de la facultad de juzgar rellexionante pue- en juego Ja razón para instituir el enjuiciamiento de la natura-
leza corpórea y de sus leyes según un principio particular. Y
de tener lugar un c-0nllicto y, por tanto, una antinomia; sobre
entonces se halla que estas dos clases de máximas diferentes
esto se funda una dialéctica que puede ser denominada, cuan-
parecen no poder coexistir bien una al lado de Ja otra12, y que,
do cada una de dos máximas en conflicto tiene su fundamen- por tanto, se delata una dialéctica que vuelve errática13 a la
to en la naturaleza de las facultades de conocimiento una
facultad de juzgar en el principio de su reflexión.
313-309 dialéctica l i natural y una ilusión8 inevitable, que tiene q~e ser La primera máxima de ésta14 es la tesis: toda genera-
puesta al desnudo y resuelta en la critica para que no engañe. ción de cosas materiales y de sus formas tiene que ser juzga-
da como posible según leyes meramente mecánicas.
La segunda máxima es la antítesis: algunos productos
§ 70. Representación de esta antinomia de la naturaleza material no pueden ser juzgados como posi-
bles según leyes meramente mecánicas (su enjuiciamiento re-
En la medida que la razón tenga que habérselas con la natu- quiere una ley de causalidad enteramente distinta, a saber, la
raleza como conjunto de los objetos de los sentidos externos, de las causas finales).
puede fundarse sobre leyes que, en parte, prescribe a priori el Si ahora se transformase estos principios regulativos
mismo entendimiento a la naturaleza, y en parte puede exten- para la indagación en constitutivos de la posibilidad de los
~er indefinidamente por medio de las determinaciones empí- objetos mismos, rezarla, entonces, así:
ncas que se presentan en la experiencia. Para la aplicación de Tesis: toda generación de aquéllas no es posible según
la primera especie de leyes, o sea, de las universales de Ja na- leyes meramente mecánicas.
turaleza material en general, la facultad de juzgar no ha me- l 1Antítesis: alguna generación de cosas materiales es 31 S-311
n~ter de nin~ principio especial de la reflexión, puesto que posible según leyes meramente mecánicas.
allt es determmante, porque le está dado un principio objetivo En esta última calidad, como principios objetivos para la
por el entendimiento. Pero en lo que atañe a las leyes parti- facultad de juzgar determinante, se contradirian mutuamente
c.ular~s de las que sólo nos enteramos9 a través de Ja expe- y, por tanto, una de ambas proposiciones seria necesari_ame~te
nenc1a, pu~de haber entre ellas tan gr.inde multiplicidad y falsa; pero entonces sería esto, ciertamente, una antmom1a,
heterogeneidad, que la facultad de juzgar tiene que servir de aunque no de la fücultad de juzgar, sino un conflicto en la le-
· principio para sí misma, a fin de hurgar y atisbar 10, siquiera, gislación de la razón. No obstante, la razón no puede demos-
en los fenómenos de la naturaleza en busca de una ley, toda trar ní uno ni otro de estos principios, porque de la posibilidad

368 369
de las cosas según leyes meramente empíricas de la natura lc- cuanto reflexio11ante (a partir de un principio subjetivo), Y no
za no podemos tener ningún principio a priori dcternlinanl..:. como fa~ultad de juzgar determinante (siguiendo w1 principio
Por el contrario, en Jo que atañe a fa máxima primera- objetivo de la posibilidad de las cosas en si) está _ob~i~ada a
mente ~xpuesta de una facultad de juzgar reflexíonante, e Jiu pensar, para ciertas fonnas en la naturaleza, otro pnnc~p~~ que
no ~nttene de hec~o ninguna contradicción. En efecto, cuan el del mecanismo narural como fundamento de su pos1b1lidad.
do digo que deboJuzgar todos los acontecimiento en la natu-
raleza material [y] por consiguiente también todas las formas.
como productos suyos, en cuanto a su posibilidad según leyes ) 1§ 71. Preparación para la resolución 317-3t3
meramente mecánicas, no digo con ello que so11 posibles úni de la antinomia susodicha
c~mente co11 ~rreglo ~ éstas (con exclusión de toda otra espc
c1e de causalidad), sino que ello sólo quiere señalar que en De ningún modo podemos probar la imposibilidad de la gene-
cada caso debo _reflexionar sobre aquello según el principio ración de los productos naturales organizados por el simple
del mer~ .mecanismo de la naturaleza, y, por tanto, investiga r mecanismo de la naturaleza, porque no comprendemos, según
con aUXIho de éste tan lejos como yo pueda, porque si no lo su primer fundamento interno, la infinita diversidad de las !e-
pongo en el fundamento de la investigación de Ja naturaleza, yes particulares de la naturaleza, que para nosotros son contm·
no puede haber en sentido propio ningún conocimiento de Ja gentes, dado que sólo son20 conocidas_ en;ip_íri~ente, y, así,
naruraleza. Y esto. no impide a la segunda máxima, al presen- no podemos alcanzar en absoluto el pnnc1p10 mtemo exhaus-
316-312 tarse la ) oportumdad, l a saber, a propósito de 1S algunas for· tivamente suficiente de la posibilidad de una naturaleza (el
mas de la naturaleza (y con ocasión de ellas, incluso de toda cual reside en lo suprasensible) la cuestión de si el poder pro·
la naturaleza), rastrear un principio16 y reflexionar sobre ella ductivo21 de la naturaleza no basta acaso para aquello que juz-
u~ principio que es enteramente distinto de la explicación se~ gamos como formado o enlazado según la idea de los fines,
gun el mecanismo de la naturaleza, a saber, el principio de las igualmente bien que para aquellos respectos de lo cual creemos
causas ~~les. Pues la reflexión según la primera máxima no necesitar simplemente una entidad maquinal de la naturale·
es supnnuda por ese.medio, más bien se mandal7 proseguirla za22; y si de hecho hay en el fundamento de la~ <iosas como
hasta. donde sea posible; tampoco se dice a través suyo que fines naturales en sentido propio (como necesanamente tene·
esas formas no fuesen posibles según el mecanismo de la na- mos que juzgarla) una especie completamente distinta de cau-
tural~za. Sólo se sostiene que la razón humana, al seguir [esa salidad originaria que no puede estar contenida en la na~eza
máxima] Yde ese modo, jamás podrá descubrir el menor fun- material o en su substrato inteligible, a saber, un enlendim1ento
damento de aquello que constituye lo especifico de un fin na- arquitectónico; [son cuestiones] sobre [las cuales] no puede
tural, aunque si otros conocimientos de leyes naturales· en dar absolutamente ninguna noticia nuestra razón, muy estre-
cuya ocasión se deja sin resolver si en el mismo fundan:en- chamente limitada en vista del concepto de causalidad cuan-
to m!erno de la na~eza, desconocido para nosotros, no do éste debe ser especificado a priori.- Pero de igual modo
podrian el enlace fis1co-mecánico y el enlace final [que se es indudablemente cierto que, con respecto a nuestra facultad
presenta] en18 las mismas cosas estar conectados19 en un solo de) 1 conocimiento, el mero mecanismo de fa naturaleza tarn· 3t8-314
pri_ncipio; sólo que nuestra razon no está en condiciones de poco puede entregar ningún fw1damento explicativo para la
unificarlos en un tal, y entonces la facultad de juzgar, en generación de seres organizados. Para la facultad de juzgar

370 371
rejlexio11ante este es, entonces, un principio completamente origen. La pregunta, pues, sólo puede se~ si ~ste p~ncipio tie-
11 correcto: que para el enlace tan manifiesto de las cosas según ne validez meramente subjetiva, es decir, si ~ ~~plel?ente
causas finales tiene que pensarse una causalidad distinta al máxima de nuestra facultad de juzgar o un pnnc_1p10 obJe,tivo
~ecan~sm~, a saber, una causa del mundo23 que actúa según de la naturaleza, de acuerdo con el cual le convm1ese ~ e_sta,
fmes (mtehgente), por precipitado e indemostrable2' que este además de su mecanismo (según meras leyes del movmuen-
[principio] sea paro la faa1/tad de juzgar determina/lle. En el to) todavía otra especie de causalidad, o sea, la de las causas
p~er caso él es simple máxima de la facultad de juzgar, y fin~lcs baio las cuales estarían aquéllas (las de las fuerzas
alh el concepto de esa causalidad es una simple idea a la cual , , . di u
motrices) sólo como causas mterrne as -
no se trata de conceder realidad de ningún modo, sino que se Pues bien: podrla dejarse esta pregunta, o tarea de la es-
la emplea solamente como hilo conductor de la reflexión, que peculación, completamente sin decidir y sin res.olver, P?~ue,
en esta ocasión permanece siempre abierta a todos los funda- si nos contentamos con la especulación dentro de los Límites
mentos explicativos mecánicos, sin perderse fuera del mundo del mero conocimiento de la natw'llleza, 11 tenemos lo sufiete~­ 320-316
de los sentidos; en el segundo caso, el principio seria un prin- te en esas máximas para estudiar la naturaleza Yhurgar sus mas
cipio objetivo que Ja razón prescribiría y al cual tendría que recónditos secreto hasta donde alcancen las fuerzas hun;anas.
someterse la facultad de juzgar determinándose a si mismals, Es, por tanto, un cierto presentímiento27 de nuestra razon, _o,
con lo cual, sin embargo, se pierde ella más allá del mundo por así decir, una seiia que Ja naturaleza nos hace, el que en Vlr-
sensible hacia lo trascendente, y es inducida tal vez al error. tud de ese concepto de causas finales podríamos sobrepasar ~a
Toda apariencia de antinomia entre las máximas del naturaleza y atar1a2s a ella misma a~ punto ?,tás alto en la sene
modo de explicación propiamente físico (mecánico) y del te- de las causas, si abandonásemos la 10dagac1on de la na~eza
leológico (técnico) descansa, pues, en que se confunde un (aunque no hayamos llegado lejos en ella), o la postergasemos,
principio de la facultad de juzgar reflexionante con el de Ja al menos, por un tiempo y tratásemos antes de_ent~rarnos adón-
determinante, y la auto11omía de Ja primera (que vale sólo de conduce aquel [concepto) foráneo en la ciencia de la natu-
319-315 subjetivamente para nuestro uso de ) l la razón con respecto raleza, esto es, el concepto de los f mes natw'lll~- .
a las leyes particulares de Ja experiencia) con la lte1ero11omía Mas aquí esa máxima indisputada tendría ciertamente
de la otra, que debe regirse por las leyes (universales o parti- que convertirse en el problema [si~ente] '. ~ue abre un vasto
culares) dadas por el entendimiento. campo a controversias: acaso la vm~ulac1on de. fines en la
naturaleza pnteba, para ésta, una part1cula~ esp~1~ ~e cau~a­
lidad, o si aquélla, considerada en si y segun pnnc1p1?s obje-
§ 72. De los diversos sistemas sobre la conformidad tivos, no es más bien una misma [cosa] con ~l mecarusmo de
· a fin de la naturaleza la natur.ileza, o bien reposa sobre uno y el mismo fundamen-
to; pero como éste a menudo está muy hondamente ocult_o e~
Nadie ha puesto en duda todavla la corrección del principio: algunos productos naturales, ensayamos nosotros _un pr10c1-
que sobre ciertas cosas de la naturaleza (seres organizados) y pio subjetivo, a saber, el del arte, o sea, de la causahdad según
su p~sibilidad tenga que juzgarse según el concepto de cau- ideas, para poner ésta, por analogía, en el fundamento de la
sas finales, aun cuando solamente se demande un hilo con-
. ductor para tomar conocimiento de su lndole por medio de Ja
naturaleza; recurso éste que nos da resultado en muchos :a- 317
sos, que en algunos, sin duda, 1p~ fal~, pero que en run-
observación, sin osar elevarse a la investigación de su primer 321
guno autoriza a ) introducir en la c1enc1a de la naturaleza

372 373
¡.
un modo de eficacia especial, diferente de la causalidad segúu 1) Ahom bien: el idealismo de la conformidad a fin (cn.-
1 leyes meramente mecánicas de la naturaleui misma. Mientra, lendiendo aquí siempre la objetiva) ~s ya el de la casualz-
que al procedimiento (la causalidad) de Ja naturaleza qul' dadN, ya de la fatalidad de la determinación de la ~aturale.za
1 hallamos en sus productos lo denominamos técnica dehi<IP en Ja forma conforme a fin de sus productos. 81pruner pnn·
a su aire de finalidad 29, a ésta la dividiremos en int~ncionul cipio atañe a la relación de la materia co~ el_ fundamento fis1-
1
(tech.nica i11tenti~nalis) e i11i11te11cional (teclmica naturali.<) co de sus formas, o sea, las leyes del movun1ento; el segundo,
S1g111ficará la pnmera que la facultad productiva de la natu- a la relación de la materia con el fundamento lliperfisico suy~
rale~ según causas. finales debe ser tenida por una especie y de toda la naturaleza. El si~tcma de cas11alida~. que es atn-
particular de causalidad; la segunda, que ella es en el fondo buido a Epicuro o a Demócnto, es, tomado, al pie de la letra,
enteramente idéntica al mecanismo de la naturaleza y que tan mani fiestamenle absurdo, que no cabe que nos detenga-
su causal coincide~c!a 30 con nuestro concepto del art~ y sus mos en él; por el contrario, el sistema de la fa~li~ad (del cual
reg!as, como cond1c16n meramente subjetiva para juzgar!~ , se hace autor a Spinoza, si bien en toda apariencia es mucho 323-319
es mter~retada falsamente como una especie particular de más antiguo), que invoca algo 11 suprasensible h~ta donde no
generación natural. llega, pues, nuestra inteligencia3S. no es tan fácil de refutar,
Si hablamos ahora de sistemas de explicación de la na- porque su concepto del ser originario sencillamente no puede
turaleza en vista d~ las causas finales, tiene sin duda que ser entendido. Pero basta aqu[ queda claro que el enlace de fi.
hacerse la obser~c1ón de que eu su conjunto están dogmáti- nes en el mundo debe ser asumido en este [sistema]. co~o
camente en confücto31 unos con otros, es decir, en conflicto inintencional (porque aquél es derivado de un s7r on~mano,
sobre los principios objetivos de la posibilidad de las cosas mas no de su enten~iento, ni por ende de una mten~1ón ~~;
sea por c:n~sas q~e operan intencionalmente o de manera pu~ ya, sino de la necesidad de su naturaleza y de la urudad
rarnente .1mntenc1onal, mas no acaso sobre Ja máxima subjeti- mundo que de ahí procede), y, por tant~, qu". el fata~o de
va para Juzgar meramente sobre la causa de tales productos la conformidad a fin es a un tiempo un 1deahsmo de ésta.
c.onfonnes a fin; en cuyo íiltimo caso bien podrían ser conci- 2) El realismo de la co.nfom~dad a fin. de la naturale-
had~s aún principios disparesn, mientras que en el primero se za es también ya físico, ya b1perfls1co. El primero funda los
322-318 supnmen33 1 1 mutuamente [principiosJ contmdictoriamenre
fines [dables] en Ja naturaleza en el analogon de una. facu~­
opuestos y no pueden coexistir uno al lado del otro. tad que actúa según intención, en la vida del~ m.a~er'.o ([vi-
. Los sistemas relativos a la técnica de la naturaleza, es da que hay] en ella, o (que proviene] de un pnnc1p_10 m~emo
decir, de su fuerza productiva según Ja regla de los fines son que la vivifica, un alma del mundo), y se: l!ama h1/ozo1~mo.
de dos clases: el idealismo o el realismo de los fines na~ura­ El segundo los deriva del fundamento. ongman~ ~el umver-
l~s. El primero es la afirmación de que toda confo1midad a so como un ser inteligente (originanamente v1v1ente) que
fm de la natura~eza es i11i11tencional; el segundo, que alguna produce con intención, y es el teísmo(*).
(en seres orgamzados) es i11tencio11al; de donde podría ex-
traerse, enton~, la consecuencia, fundada como hipótesis, • Se ve a partir efe eso que en la mayoría de las ~< cspc:culativas de la ~­
de que la técmca de la naturaleza es también intencional o :d>n pura, en Jo que toca a las afirmaciooes dogmállC:IS, las escuelas filooo-
· sea, fin, en lo que atañe a todo sus otros productos en relaciÓn ficns han tcnlado por lo corntin 1odas las soluciones que :ion p<l6IOICS acerca
con el todo de la naturaleza. de una cicria cuestión. Asl, sobre la confomtidad a fin de la naturaleza

374 375
324-320 ) 1§ 73. Ning11no de los sistemas precedentes nantrdleza y restarle a esta idea toda realidad, ~ adrni~los, no
Clf11lple lo que pretende como productos, en absoluto, sino como accidentes inheren-
tes a un ser originario, y atribuide a este ser, coi_no substrato
¿Qué quieren todos estos sistemas? Quieren explicar nues- de aquellas cosas naturales, .no causali?ad en ~1sta d~ ~llas,
tros juicios teleológicos sobre la naturaleza, y se ponen a la sino simplemente subsistenc1a38, y (debido a su mcond1c1ona-
obra de tal suerte que una parte deniega la verdad de estos da necesidad junto con la de todas las cosas naturales, como
juicios y los dilucida, por tanto, como un idealismo de Ja na- accidentes, que le son inherentes) asegurarles a las formas n~­
turaleza (representada como arte) y la otra parte los reco- turales, por cierto, la unidad del fundamento que es requen-
noce como verdaderos, y promete exponer la posibilidad de ble para toda conformidad a fin, al tiempo que les arrebata .en
una naturaleza según la idea de las causas finales. cambio su contingencia, sin la cual no puede ser pensada run-
1) Los sistemas que contienden 36 por el idealismo de guna unidad de fine.s39, y, con ella, quita todo lo inte~~ona_I,
las causas finales en la naturaleza ciertamente admiten, por así como [resta] todo entendimiento al fundamento ong¡nano
una parte, en el principio de ésta, una causalidad según leyes de las cosas naturales. . .
del movimiento (por las cuales existen en conformidad a fin Pero el spinozísmo no cumple lo ,que q~1ere. Quiere
las cosas naturales), mas le niegan la i11te11cio11a/idad, es de- ofrecer un principio de explicación de la vm~ulac1ó? de lasco-
cir, que esté determinada intencionalmente con vistas a ésta sas naturales en ténninos de finalidad40 (vmculac1ón que no
su producción conforme a fin o, en otras palabras, que un fin niega) y menciona solamente la unidad del sujeto al que todos
sea la causa. Este es el modo de explicación de Epicuro, se- ellos son 11inherentes. Mas si también se le concede este ~o­ 326-322
gún el cual se niega completamente la diferencia entre una do de existir para los seres del mundo, no por ello esa ~dad
técnica de la naturaleza y el mero mecanismo y se admite el ontológica es al punto unidad de fines, y no hace a esta en
ciego azar como principio de explicación, no solamente para modo alguno concebible. Esta última es, en efecto, una es~e­
325-321 Ja concordancia de los ) 1 productos generados con nuestros cie enteramente singular de unidad, que no resulta de la vin-
conceptos del fin, y por consiguiente para Ja técnica, sino in- culación de las cosas (seres del mundo) en un sujeto (el :nte
cluso para la determinación de las causas de esta generación originario), sino que conlleva absolutamen.te la ~~erencta a
según leyes del movimiento, y con ello para su mecánica; así, una causa que tiene entendimiento, y aun s1se uruf1.caran to-
pues, no se explica nada, ni siquiera la ilusión en nuestro jui- das estas cosas en un sujeto simple, jamás presentana, empe-
cio teleológico, con lo cual del pretendido idealismo en és- ro, una referencia a fines; a menos que ésas sean. pensadas
te37 no se da cuenta de ningún modo. primeramente [como] efecJos internos d~ la sustanC1~ cual de
Por otra parte, Spinoza quiere eximimos de toda en- una causa, y en segundo lugar, de la au~ma sustanct~ <:°mo
cuesta por el fundamento de la posibilidad de los fines de la causa por medio de su entendimiento. Sin estas con?1c1ones
se ha intentado recurrir, sea a la ma1eria sin vida o bien a un Dios sin vi. . formales toda unidad es mera necesidad natural; Ys1 a pesar
324-320 da, sea a una "'ª'º''ª
viva o bien a un Dios vivfe,,te. 11A nosotros no nos de ello es atribuida a cosas que nos representamos como ex-
resta más que npnrtnrnos, si fuese menester, de todos estas ajirn1acio11es ternas unas a otras, [es] necesidad ciega. Pero si a eso que la
objetivas, y ponderar critica.mente nuestro juicio, solamente en relación EscueJa4l denomina la perfección trascendental de las cosas
con nuestras facultades deJ conocimiento, paro suministrarle a su princi·
piola validez de una máxima, si no dogmáticamente, si lo suficiente para (en referencia a su esencia propia), se~ la cual todas las
el seguro empleo de la n12ón. cosas tienen en sí todo lo que es requenble para ser tal cosa

376 377
bajo otro ~oncepto, que constituye un principio de la razón, y su realidad objetiva por la razón (es decir, no es constllutivo
lo detenrun:un?s en .~nfonnidad con éste. En cambio, proce- para la facultad de juzgar determinante., sino meramente
demos con el solo cnticamente cuando lo consideramos única- regulativo para la reflexionanle)
mente en referen.ci.a a nuesn:a ~acuitad de conocimiento y, por Pero está claro que no lo es, porque, como concepto de
~to, a las con~~1ones sub;et1vas (requeridas] para pensarlo. un producto de la naturaleza comprende en sí, para una y la
sm ~tarde decidir algo sobre su objeto. El procedimiento d0<J- misma cosa como fin, una necesidad natural y a la vez, no
mático co~ un concepto es, pues, aquel que es legal para Ja fa- obstante, una contingencia de la forma del objeto (en refe-
cultad de Juzgar determinante; el crítico, aquel que meramente rencia a meras leyes de la naturaleza); por consiguiente, si no
lo es para la retlexionante. ha de haber aquí contradicción, aquél tiene que contener un
330-326 l 1Ahora bien: el concepto de una cosa como fin natu- fundamento para la posibilidad de la cosa en la naturaleza,
ral .es un concepto que subsume la naturaleza bajo una cau- pero también un fundamento de la posibilidad de esta misma
salidad que sólo es.pe~s.able mediante razón, para juzgar, de naturaleza y de su referencia a algo que no es naturaleza cog-
acuerdo con ese pnnc1p10, sobre aquello que del objeto está noscible empíricamente (suprasensible) y que, por tanto, no
dado en la experiencia. Pero a fin de emplearlo dogmática- es en absoluto cognoscible para nosotros, para ser juzgado de
mente para la facultad de juzgar detenninante, tendríamos acuerdo con otra especie de causalidad que la del mecanismo
·que estar previamente seguros de la realidad objetiva de este natural, si se quiere decidir su posibilidad. Entonces, como el
concepto, porque de otro modo no podriamos subsumir bajo concepto de una cosa como fin natural es trascendente para
é! ninguna cosa natural. Mas el concepto de una cosa como la facultad de juzgar determi11a111e, cuando se considera el
fm natural es, por cierto, uno empiricamente condicionado objeto por medio de la razón (aunque pueda ser inmanente
es decir, posible sólo bajo ciertas condiciones dadas en la ex~ para la facultad de juzgar retlexionante en vista de los obje-
p~riencia, Y que sin embargo no puede ser abstraído de ésta, tos de la experiencia, y, por tanto, no se le puede suministrar
s~o un conce~t? pos!ble solamente según un principio ra- realidad objetiva para juicios determinantes, resulta de ello
c10na~ e~ el en;u1~1am~e~to del objeto. No puede, pues, como comprensible cómo es que todos los sistemas que se pueda
tal prmc1p1~, ser mteh.g1do en su realidad objetiva (es decir, proyectar 11para el tratamiento dogmático del concepto de los 332-32H
que sea posible ~n objeto en conformidad con él) ni funda- fines naturales y de la naturaleza como un todo coherente en
mentado dogmáticamente; y no sabemos si acaso no es sim- virtud de causa finales, no pueden decidir nada ya sea por vía
plemente un [concepto] raciocinante y objetivamente vacío objetivamente afirmativa, ya objetivamente negativa; porque,
(conc:pr1!S ratiocinans) o un concepto de razón, fundente de si se subsume cosas bajo un concepto que es meramente pro-
conocuruento y refrendado por la razón (conceptus ratioci- blemático, sus predicados sintéticos (por ejemplo, aquí: acaso
natus). Así, no se lo puede tratar dogmáticamente para la fa- el fm de la naturaleza que pensamos a propósito de la genera-
cul~~ ~juzgar determinante: esto es, no sólo no se puede ción de las cosas, es intencional o inintencional) tienen que
decidir s1 cosas de la naturaleza, consideradas como fmes na- arrojar, precisamente, juicios semejantes (problemáticos) acer-
turales, requieren o no para su generación una causalidad de ca del objeto, sean ellos afirmativos o negativos, dado que no
especi~ completamente particular (la que es según intencio- se sabe si se juzga sobre algo o sobre nada. El concepto de una
331-327 nes), smo que ni siquiera puede l preguntarse 1 por qué el causalidad por fines (del arte) tiene en todo caso realidad ob-
concepto de un fm natural no es en absoluto demostrable en jetiva, al igual que el de una causalidad según el mecanismo

380 381
de la naturaleza. Pero el concepto de una causalidad de la na- pues, un principio 1o~jerivo para la facultad de juzgar deter- 330
turaleza según la regla de los fines, y más aún, [de la causa- minante; el segundo, un principio subjetivo meramente para
lidad) de un ser acerca del cual la experiencia no puede damos la l reflexionante, y, por lo tanto, una máxima de ésta que la
nada que se le parezca, o sea, de uno que fuese fundamento razón le impone.
originario de la naturale:za, puede, ciertamente, pensarse sin Nos es menester de manera indispensable poner en el
contradicción, mas no ser idóneo para determinaciones dog- fundamento de Ja naturaleza el concepto de una intención, aw1
máticas; porque nada puede asegurarle su realidad objetiva, cuando sólo queramos investigarla en sus productos organi-
dado que no se lo puede extraer de la experiencia y que tam- zados mediante observación continua; y este concepto es, en-
poco es requerible para la posibilidad de ésta Y aun si ocu- tonces, ya una máxima absolutamente necesaria para el uso
rriese esto, ¿cómo puedo contar aun entre los productos de empírico de nuestra razón. Es manifiesto que, una vez que se
329 la naturaleza 1cosas que son dadas determinadarnente por ha asumido un tal hilo conductor para estudiar la naturaleza Y
333 productos de un arte divino, [siendo que la) ) incapacidad que se Jo halló avalado, tenemos al menos que ensayar la citada
[de la naturaleza) para producir unos semejantes según sus máxima de la facultad de juzgar también en el todo·de la natu-
leyes hizo necesaria precisamente, la apelación a una causa raleza, porque cabría que pudiésemos ballar, de acuerdo con
diferente de ella? esa máxima, muchas leyes de la naturaleza, que de otro modo
nos quedarían ocultas debido a la limitación de nuestras mira-
das en el interior del mecanismo de ésta47• No obstante, con
§ 75. El concepto de una conformidad aftn objetiva respecto a este último uso, aquella máxima es, sin duda, útil,
de la naturaleza es 11n principio crítico de la razón pero no indispensable, porque la naturaleza no nos es dada en
para la .fac11/tad de juzgar reflexionante su totalidad como organizada (en la acepción más estrecha de
la palabra que arriba se indicó). Por el contrario, en vista de los
Es, no obstante, algo completamente distinto si digo [que] la productos de la naturaleza, a los que sólo se juzga como for-
generación de ciertas cosas de la naturaleza, o aun de Ja na- mados intencionalmente de este modo y no de otro, para ob-
turaleza entera, sólo es posible por una causa que se deter- tener siquiera un conocimiento empírico de su constitución
mina a actuar de acuerdo con intenciones, o [si digo que) no interna, aquella 1máxima de la facultad de juzgar reflexio- 331
puedo, según la dotación peculiat"6 de mis facultades de co- nante es esencialmente necesaria: porque ni siquiera el mismo
nocimiento, juzgar sobre la posibilidad de esas cosas y de su pensamiento de aquéllos como cosas organizadas es posible sin
generación más que como si pensara para éstas una causa enla7..arle ) a él el pensamiento de una generación intencional. 335
que opera según intenciones, y, por tanto, un ser que es pro- Ahora bien, el concepto de una cosa, cuya existencia o
ductivo por analogía con la causalidad de un entendimiento. forma nos representamos como posible bajo la condición de
En el primer caso quiero decidir algo sobre el objeto, y estoy un fin, está ligado indisociablemente con el concepto de su
obligado a dar cuenta de la realidad objetiva de un concep- contingencia (según leyes de la naturaleza). De ahí que tam-
to [que haya] admitido; en el segundo, Ja razón determina bién las cosas naturales que sólo hallarnos posibles como fi.
solamente el uso de mis facultades de conocimiento, en con- aes, constituyen la prueba más eminente de la contingencia
formidad a su peculiaridad y a las condiciones esenciales de del universo y son el único argumento válido, tanto para el en-
su alcance así como de sus límites. El primer principio es, tendimiento común como para el filósofo, de su dependencia

382 383
'.
y su origen en un ser que existe fuera del mundo y es, más aún Y aun a priori es para nosotros 1 imposible justificar la admi- 333
(en virtud de aquella fonna conforme a fin) inteligente; asi. sibilidad de un tal concepto en su realidad objetiva. Queda,
pues, la teleología no halla consumación aclaratoria48 para sus pues, absolutamente l una [única] p.roposición que descansa 337
indagaciones más que en una teología. sólo sobre condiciones subjetiva, a saber, las de la facultad de
Pero, ¿qué prueba en defmitiva aun la teología más aca- juzgar reflexionante en conformidad con nuestras facultades
bada? ¿Prueba acaso que un tal ser inteligente existe? No; ella de conocimiento, que, si se la expresara como válida objetiva
no prueba nada más que, en virtud de la constitución49 de y dogmáticamente, rezaría: hay un Oios55 , mas para nosotros,
nuestras facultades de conocimiento y, por tanto, en el enlace hombres, sólo está permitida la fórmula restringida: no pode-
de la experiencia con los principios supremos de la razón, no mos pensar ni hacemos concebible la conformidad a fin, que
podemos hacemos, en modo alguno, un concepto de la po- tiene que ser puesta en el fundamento de nuestro conoci-
sibilidad de un mundo semejante, salvo pensando una causa miento de la posibilidad interna de muchas cosas de la' natu-
suprema de éste que opera i11te11cio11a/111e111e. Objetivamente, raleza, sino representándonos a éstas, y en general al mundo,
332 pues, no 1 podemos dar cuenta 50 de la proposición: existe un ser como el producto de una causa inteligente (de un Dios)56 •
originario inteligente; sino [que podemos admitirla] sólo sub- Ahora bien: si esta proposición, fundada en una máxi-
336 jetivamente para el uso de nuestra 1 facultad de juzgar en su ma absolutamente necesaria de nuestra facultad de juzgar,
reflexión sobre los fines de la naturaleza, que no pueden ser es perfectamente satisfactoria para todo uso, tanto especula-
pensados por ningún otro principio más que el de una causali- tivo como práctico, de nuestra razón, en todo propósito hu-
dad intencional de una causa suprema. ma110, quisiera saber entonces de qué nos privamos por no
Si quisiésemos probar la proposición suprema dogmáti- poder probarla válida también para seres superiores, y ello a
camente, a partir de fundamentos teleológicos, nos aperpleja- partir de fundamentos objetivos puros que lamentablemente
rían unas dificultades de las que no podrfamos desenredamos. sobrepasan nuestra facultad. Es, en efecto, completamente
Pues entonces habría que poner en el fundamento de esas cierto que ni siquiera podemos con suficiencia tomar cono-
conclusiones la proposición: los seres organizados en el mw1- cimiento de los seres organizados y de su posibilidad interna
do no son posibles sino a través de una causa que opera in- con arreglo a prin.cipios meramente mecánicos de la natura-
tencionalmente. Pero junto con esto tendríamos que sostener leza, y mucho menos explicárnoslos; y ello con tal certeza
ineludiblemente que también estaríamos autorizados, puesto que se podría decir atrevidamente que para los hombres es 1 334
que sólo podemos seguir51 estas cosas bajo la idea de los fines absurdo el solo trazar 1 un plan semejante, o esperar que aca- 338
en su nexo causal y conocer éste en su legalidad, a presupo- so pudiera nacer alguna vez un Newton que hiciese concebi-
ner precisamente esto para todo ser pensante y cognoscente ble no más que la generación de una brizna de hierba con
como condición necesaria y, por tanto, inherente al objeto y arreglo a leyes naturales a las que no ha ordenado ninguna in-
no solamente a nuestro sujeto 52 • Pe.ro con una afirmación se- tención, sino que debe negársele absolutamente esta inteli-
mejante no salinlos del paso. Pues, como propiamente no ob- gencia a los hombres. Pero juzgar que en tal caso no pudiese
servamos'J los fines de la natura.leza como in tencionales, sino yacer oculto en Ja naturaleza, si fuésemos capaces de penetrar
que sólo añadimos ea la reflexión sobre sus productos, con el hasta su principio ea la especificación de sus leyes Wliver-
pe11Samie11to54 este concepto como hilo conductor de la facul- sales que nos son conocidas, un fundamento suficiente de la
tad de juzgar, aquéllos ao nos son dados a través del objeto. posibilidad de seres organizados sin poner por fundamento

J84 385
1

1 de su generación una intención (por tanto, en el mero mec~­ ideas previamente fundadasSM (como principios regulativos),
nismo [de Ja naturaleza]), sería, a su turno, muy desmedido d<: pero no en conccp1os objetivamente válidos; [y que] en cam-
parte nuestra; pues ¿de dónde querríamos saberlo? Aquí la~ bio el entendimiento, que no puede llevarle el paso a ella,
verosimilitudes quedan fuera, dado que se trata de juicios de pero que no obstante sería necesario para la val~dez con res-
la razón pura.- Asi, pues, objetivamente no podemos juzgur pecto a objetos, restringe Ja validez de aquellas 1~ea de la ra-
nada, ni afirmativa ni negativamente, sobre Ja proposición zón únicamente al sujeto, aunque de m3?"era uruversal .Pa:3
[acerca de] si un ser que actúa según intenciones está, como todos los de ese género, es decir, Ja restnnge a la condic100
causa del mundo (por tanto, como autor), en el fundamento de de que, según la naturaleza de nuestra (humana) facultad de
aquello que con justicia llamamos fines narurales; sólo es se- conocimiento o aun, sin más, según el concepto que nosotrOs
guro que si al menos hemos de juzgar de acuerdo con aquello podemos hacernos de la facultad de un ser racional finito en
que nos está concedido inteligir por nuestra propia naturalc- general, no se puede ni debe pensar sino de~~ ~odoi aun-
za57 (según las condiciones y limites de nuestra razón), no que sin afirmar que el fundamento de un l tal JUtc!o resida en 340
el 1 objeto. Vamos a aducir ejemplos que por cierto tienen 336
podemos sino, absolutamente, poner en el fundamento de la
posibilidad de esos fines naturales un ser inteligente, que [es demasiada importancia y también dificultad59 para tmponer-
lo] único [que se] conforma a la máxima de nuestra facultad los de inmediato al lector como proposiciones aprobadas, ix:-
335-339 1de juzgar l reflexionante y, en consecuencia, a un fundamen - ro que le ofrecen materia de meditación, y q~e puede~ SCrvII
to subjetivo irremisiblemente inherente al género humano. de aclaración a lo que es aqul nuestro peculiar negocio. .
Al entendimiento humano le es absolutamente necesano
distingu.ir posibilidad y realidad60 de las cosas. La razón de
§ 76. Observación ello reside en el suj eto y en la naturaleza de sus facultades
de conocimiento. Pues si para éste su ejercicio no fueren re-
Esta consideración, que mucho merece ser circunstanciada- queribles dos piezas completamente heterogéneas, el enten-
mente desarrollada en la filosofia trascendental, sólo puede dimiento para los conceptos y la intuición ~cosible p~ra ~?s
ser abordada aqui episódicamente, para efectos de elucida- objetos61 que con:esponden a ésos, no babna una d1~~c100
ción (y no de prueba de lo expuesto aquí). semejante (entre lo posible y lo real). Si nuestro entendimiento
La razón es una facultad de principios, y en su exigen- fuese intuyente no tendría más objetos62 que lo re~._ ~bos,
cia más extrema tiende a Jo incondicionado mientras que Jos conceptos (que simplemente conciernen a la pos1bihdad de
por el contrario, el entendimiento está, siempre' y solamente' un objeto) y las intuiciones sensibles (que nos dan algo, sm
bajo una cierta condición que debe ser dada, a su servicio. que por ello, empero, nos lo bagan conocer como objeto), no
Pero sin conceptos del entendimiento, a los cuales debe dár- tendrían lugar. Pero toda nuestra distinc~ón entr~ lo. me™?-ente
seles realidad objetiva, la razón no puede en absoluto juzgar posible y lo real descansa en que lo pnmero s1grufica solo la
objetivamente (sintéticamente), y por sí misma no contiene, posición6l de la representación de una cosa con resJ>Cci:<> a
en cuanto razón teórica, absolutamente ningún principio cons- nuestro concepto y, en general, a Ja facultad de pensar, mten~
titutivo, sino simplemente principios regulativos. Pronto se cae tras que lo último significa el acto de pon~ la cosa en s1
en la cuenta de que dondequiera que el entendim.iento no pue- misma (fuera de ese concepto)65 • Por lo tanto, la distinción de
de seguir, vuélvese trascendente Ja razón, y se manifiesta en cosas posibles y reales es tal que vale de manera meramente

386 387
subjetiva para el entendimiento humano, ya que siempre po- gencia si existiesen, y, por ende, también la necesidad que de
demos tener algo en el pensamiento, aunque no exis1a, o re- ésa debe diferenciarse, no entraría [en modo alguno] en la l 342
presentarnos algo como dado, aunque no tengamos todavía representación de un ser semejante. Pero si a nuestro entendi-
un concepto suyo. Así, las proposiciones: que las cosas pue- miento resulta tan dificil 1 hacer aquí, con sus conceptos, lo 338
den ser posibles sin ser reales, que, por tanto, de Ja posibilidad mismo que la razón, es simplemente que para él, como enten-
341 no se puede concluir la realidad, l valen con plena justicia pa- dimiento humano, es trascendente (o sea, imposible para las
337 ra la razón humana, sin que por ello 1 prueben que esta di- condiciones subjetivas de su conocimiento) aquello que la ra-
fere~cia reside en las cosas mismas. Pues que esto no pueda zón, en cambio, establece como principio en cuanto perte-
segull'Se de aquello y que, por tanto, aquellas proposiciones neciente al objeto. Y aquí sigue valiendo la máxima de que
valgan, ciertamente, también para los objetos, en la medida nosotros pensamos todos los objetos, dondequiera que su co-
que nuestra facultad del conocimiento, como condicionada nocimiento sobrepase la facultad del entendimiento, según las
sensiblemente, se ocupe también con objetos de los sentidos, condiciones subjetivas, necesariamente inherentes a nuestra
pero [que no valgan] para cosas en general resulta evidente a naturaleza (esto es, Ja humana), del ejercicio de las facultades
partir de la irrenunciable exigencia de la razón de admitir un de ésta; y si los juicios emitidos de este modo (como tampoco
algo66 (el fundamento originario) como existente de modo podria ser de otra suerte en vista de los conceptos trascenden-
incondicionalmente necesario, en el cual ya no se debe dis- tes) no pueden ser principios constitutivos que determinen al
tinguir posibilidad y realidad, y para cuya idea nuestro enten- objeto tal cual está constituido, sí permanecerán, en cambio,
dimiento no tiene absolutamente ningún concepto, esto es, no como principios regulativos, imnanentes y seguros en el ejer-
puede des~ubrir modo alguno en que hubiera que repre~en­ cicio, y en conformidad al propósito humano.
tarse parecida cosa y su modo de existir. Pues si la pie11sa (y Así como la razón, en la consideración teórica de la na-
puede pensarla como quiera), ella es representada meramente turaleul, tiene que aceptar la idea de una incondicionada ne-
como posible. Si está consciente de ella en cuanto dada en la cesidad de su fundamento originario, también presupone, en
intuición, entonces es real, sin que piense con ello a.lgo de [su] la [consideración] práctica, su propia causalidad incondicio-
posibilidad. De ahí que el concepto de un ser absolutamente nada (respecto de la naturaleza), es decir, [la) libertad, al ser
necesario67 sea, sin duda, una idea indispensable de Ja razón, consciente de su mandamiento moral. Ahora bien: puesto que
pero un concepto problemático inalcanzable para el entendi- aqul la necesidad objetiva de la acción, en cuanto deber63, es
miento humano. Vale, sin embargo, para el uso de nuestras fa- opuesta a aquella que, como evento69, tendría, si su funda-
cultades de conocimiento, según la constitución peculiar de mento residiese en la naturaleza y no en Ja libertad (es decir,
éstas y, por eso, no [acerca] del objeto y [tampoco) para todo en la causalidad de Ja razón), y [dado que] la acción necesa-
ser cognoscente: porque no puedo presuponer en cada uno de ria moralmente sin más70 es considerada físicamente como
éstos el pensar y Ja intuición como dos condiciones diferentes del todo contingente (es decir, que Jo que debería ocurrir ne-
del ejerc~ci·º· de sus fa~ultades de conocimiento ni, por tanto, cesariamente, empero no ocurre a menudo). resulta claro que
de la pos1b1ltdad y realtdad de las cosas. Para un entendimien- sólo de la dotación subjetiva de nuestra facultad práctica pro-
to en que no se presentase esta diferencia ello significaría que viene el que las leyes morales tengan que ser representadas
lodos los objetos que conozco son (existen); y la posibilidad como mandamientos l (y las acciones que les son conformes, 343
de algunos que sin embargo no existen, es decir, su contin- en cuanto deberes), y que la 1 razón no exprese esta necesidad 339

388 389
a través de un ser (ocurrir71 ), sino de un deber-ser12; lo cual mina conformidad a fin), y la derivación de las leyes parti-
no tendria lugar si la razón fuese considerada, en su causali- culares a partir de las universales por determinación del con-
dad, sin sensibilidad (como condición subjetiva de su aplica- cepto del objeto es, en vista de lo contingente que aquéllas
ción a objetos de la naturaleza), y, por tanto, como causa en encierran, imposible a priori, el concepto de la confonnidad a
un mundo inteligible, concordante exhaustivamente con la fin de la naturaleza en sus productos deviene entonces un
ley moral, donde no habria diferencia entre deber y hacer73 • concepto necesario para Ja facultad de juzgar humana con res-
entre una ley práctica de lo que es posible a través nuestro, y pecto a la naturaleza, mas no concierne a la determinación de
la ley teórica, de lo que a través nuestro es efectivo. Y aun- los objetos mismos, y es así un principio subjetivo de la razón
que un mundo inteligible en que todo sería real simplemente para la facultad de juzgar, que, en cuanto regulativo (y no
constitutivo) vale para nucstrafacultad de juzgar humana con
porque es posible (como algo bueno), y aunque la misma li-
igual necesidad que si fuese un principio objetivo.
bertad, como condición formal de ese mundo, sea para noso-
tros un concepto trascendente que no es idóneo a título de
principio constitutivo para determinar un objeto y su realidad
§ 77 De la peculiaridad del entendimiento h11mano, por
objetiva, esa última (la libertad], sirve, empero, según la cons- la cual se 11os hace posible el concepto de 1111 fin nat11ral
titución de nuestra naturaleza (en parte sensible) y nuestra fa-
cultad, para nosotros y para todos los seres racionales que En la observación hemos mencionado peculiaridades de nues-
estén vinculados al mundo de los sentidos - en la medida en tra facultad de conocimiento (incluso de la superior), que fá-
que nos lo podemos representar según la indole de nuestra ra- cilmente nos vemos IJevados a transferir como predicados
zón- como un principio regulativo universal, que no deter- objetivos a las cosas mismas; pero ellas atañen a ideas, para
mina objetivamente la índole de la libertad, como forma de la las cuales no puede darse l ningún objeto en 1a experiencia 345
causalidad, sino que convierte en mandamiento para cada que les sea confonne, y que entonces podrian valer sólo como
cual la regla de las acciones con arreglo a esa idea, y esto con principios regulativos en la pesquisa74 I de esta última. Con el 341
no menos validez que si ocurriese [es deienninación]. concepto de un fin natural sucede ciertamente lo mismo que
De igual modo, en lo que atañe al caso que nos ocupa, en Jo que atañe a la causa de la posibilidad de un predicado
puede concederse también que no hallaríamos ninguna dife- semejante, causa que sólo puede residir en la idea; pero la
rencia entre el mecanismo de la naturaleza y la técnica de la consecuencia15 que está en conformidad con ella (el producto
naturaleza, esto es, el enlace de fines en ella, si nuestro enten- mismo) está, no obstante, dada en la naturaleza, y el concep-
dimiento no fuese de tal especie que debe ir de lo universal a to de una causalidad de ésta como ser que actúa según fines,
344 lo particular, l de modo que la facultad de juzgar no puede co- parece hacer de la idea de un fin natural un principio consti-
nocer ninguna confonnidad a fin en vista de lo particular, ni tutivo de ese ser; y en esto ella tiene algo que la diferencia de
340 emitir, en consecuencia, juicio detenninante 1 alguno sin tener todas las otras ideas.
una ley un.iversal bajo la cual ella pueda subsumirlo. Pero co- Pero este algo diferenciador16 consiste en que la men-
mo lo particular, en cuanto tal, contiene en vista de lo univer- cionada idea no es un principio racional para el entendimien-
sal algo contingente, y, sin embargo, la razón exige también to, sino para la facultad de juzgar y, por tanto, es únicamente
· unidad y, por ello, legalidad en el enlace de leyes particula- la aplicación de un entendimiento en general a objetos posi-
res de la naturaleza (legalidad de lo contingente que se deno- bles de la experiencia; y elJo precisamente aJli donde el juicio

390 391
no puede ser determinante, sino sólo retlexionante de sucr1c Nuestro entendimiento es una facultad de conceptos, es decir,
~ue, awi es~do el objeto dado en la experiencia, n~ se puede un entendimiento discursivo, para el cual, por cierto, tiene que
1u.zgar sobre el conforme a la idea determiname (para no de- ser contingente de qué laya79 y cuán diverso vaya a ser lo par-
cir con plena adecuación77), sino sólo reflexionar sobre él. ticular que pueda serle dado en la naturaleza y ser traído bajo
Atañe esto, pues, a una peculiaridad de nueshv (hum<1 - sus conceptos. Pero como tiUTibién la intuición pertenece al
no) entendimiento con respecto a la facultad de juzgar en h conocimiento, y la facultad de una plena espo111aneidad de
re~exi?n de ésta sobre cosas de la naturaleza. Pero si ~llo e~ Ja intuición seria una facultad de conocimiento diferente de la
3:51, la idea de otro entendimiento posible distinto al humano sensibilidad y completamente independiente de ella, por ende,
346 ttene que hallarse aquí l en el fundamento (así como en In un entendimiento en la acepción más general, puede pensar-
Crítica de la razón pura debíamos tener en mente otra intui- se también un entendimiento intuitivo (negativamente, o sea,
342 c~ón po~ible, 1 si la nuestra había de ser tenida por una espe- simplemente como no discursivo)80, que no fuese de lo univer-
cie particular, a saber, aquella para la cual los objetos valen sal a lo particular y, asl, a lo singular8 1 (a través de conceptos),
S?lamente como fenómenos), para que se pueda decir [que] y para el cual no se encuentre esa contingencia de la concor-
ciertos productos naturales, con arreglo a la especial dotación dancia de la naturaleza con el entendimiento en sus productos
de nuestro enten~i~nto, tienen que ser considerados por según leyes particulares, que le hace tan dificil al nuestro traer
nosorros en su posibilidad como generados intencionalmente la multiplicidad82 de aquéllos a la unidad del conocimiento;
Yen cu.anto fines, sin que por ello se exija que haya una cau- negocio éste que nuestro entendimiento sólo puede llevar a ca-
sa particular que tenga como fundamento de determinación bo a través de la concordancia de las notas naturales83 con
suyo la representación de un fin, y, por tanto, sin someter a nuestra facultad de los conceptos, concordancia que es muy
debate el que WJ entendimiento (superior) distinto al humano contingente, (y] de la cual, en cambio, no requiere un entendi-
no pudiese hallar también en el mecanismo de la naturaleza miento intuitivo.
~ decir, en un enlace causal, para el cual no se asume exclu~ l Nuestro entendimiento tiene, pues, esto de propio para 348
s1v~~ente un entendimiento como causa, el fundamento de Ja la facultad de juzgar: que en el conocimiento [que se obtiene]
posib1hdad de semejantes productos de la naturaleza. a través suyo, lo particular no es determinado por lo universal,
Se trata aquí, pues, de la relación de nuestro entendi- y 1que aquél no puede, entonces, ser derivado únicamente de 344
mi~nto c~11 la facultad de juz,gar, o sea, de que busquemos éste; a pesar de ello, esto particular'5 en la diversidad de la na-
1 allí una cierta contingencia de la constitución de nuestro en- turaleza debe concordar (por medio de conceptos y leyes) con
1 tendi~iento, y la destaquemos como peculiaridad suya, a di- lo universal, para poder ser subsumido bajo éste, concordancia
ferencJa de otros posibles. que, en tales circunstancias, no puede sino ser muy contingen-
Esta contingencia se encuentra con toda naturalidad en te y sin principio detenninado para la facultad de juzgar.
lo particular; que la facultad de juzgar debe traer bajo Jo uni- Sin embargo, para poder siquiera pensar la posibilidad
versa/ de los ~onceptos del entendimiento; pues lo particular de semejante concordancia de las cosas de la naturaleza con
347 no es determmado por medio de lo l universal de nuestro la facultad de juzgar (concordancia que nos representamos
(humano) entendimiento; y es contingente de cuán diversos como contingente, y por consecuencia como posible sola-
modos, puedan presentarse a nuestra percepción cosas dife- mente por medio de un fin dirigido a ella), tenemos que pen-
343 rentes 1 que, sin embargo, coinciden en una nota común1s. sar al mismo tiempo otro entendimiento, en referencia al cual

392 393
IOrma y del enlace 1correspondiente de las partes. Pero co- 346
y, por cierto, con anterioridad a todo fin que le atribuyamos. 811
podamos rcpresentar[nos] corno necesaria esa concordancia mo el todo sería entonces un efecto (producto), c~y~ .repre-
de las leyes naturales con nuestra facultad de juzgar, que só- .ventación es considerada como la cat1sa de su posibilidad y,
lo es pensable para nuestro entendimiento por mediación dd {como) el producto de una causa, cuyo f~damcnto de deter-
enlace de los finess6. minación es simplemente la representac1on de su efecto, se
Nuestro entendimiento tiene, en efecto, la propiedad de denomina íin, se sigue de ahí que es meramente U.Oª. conse-
que en ~u conoc~miento, por ejemplo, de la causa de un pro- cuencia de la dotación particular de nuestro entendimiento el
ducto, nene que tr de lo 1111iversal-a11alítico (de los concepto.sJ que nos representemos [unos] productos _de la naturaleza
a lo pa~icular (la intuición empírica dada); [al hacerlo] él no como posibles según otra especie de causalidad q~e la de las
determma nada con respecto a la diversidad del últin10, sino leyes naturales de la materia, o sea, solamente segu~ la de los
349 que debe l esperar.esta determinación, para la facultad de juz- fines y causas finales y que este principio no concierna a la
gar, de la subsunc1ón de la intuición empírica (si el objeto es posibilidad de esas cosas mismas (aun consid~r:idas_ co~o
345 un producto natural) bajo el concepto. Ahora bien: 1también fenómenos) con arreglo a este modo de generac1on, si.no. so-
podemos pensar un entendimiento, que, por no ser discursivo lo al enjuiciamiento de ellas posible a nuestro entend~en­
como el nuestro, sino intuitivo, vaya de lo universal-sintéti- to. Con ello comprendemos a la vez por qué estarnos leJO~ de
co (de la intuición de un todo en cuanto tal) hacia lo particu- sentirnos contentos en la ciencia natural91 con una explica-
l~r: est.o es, del todo a las partes; que en sí no contenga, pues. ción de los productos de la naturaleza mediante la casualidad
m el m su representación del todo, la co111inge11cia del enlace según fines: es porque en ella exigimos qu: se Juzgue la ge-
de las partes a fin de hacer posible w1a forma determinada del neración natural simplemente en confonrudad con nuestra
todo, como requiere nuestro entendimiento, que debe avan7..ar facultad de juzgarla, es decir, con la facultad de juzgar refle-
desde las partes, en cuanto fundamentos que se piensa [como] xionantc, y no con las cosas mismas, para provecho de la f~­
. sal
umver . esR?, h.acia
, d'"
11erentes fonnas posibles que han de ser cultad de juzgar determinante. Y aquí tampoco es neces.ano
subsumidas bajo aquéllos a título de consecuencias. De acuer- probar que un semejante intellectus archetypus sea ~0~1blc,
do con la dotación de nuestro entendimiento, por el contrario. sino solamente que por contraste con nuestro entcnd1rruento
351
un todo real de la naturaleza83 ha de ser considerado solamen- discursivo, que ha 1 menester de imágenes (i~~ellech1s ecty-
te como efecto de las fuerzas motrices concurrentes de las par- pus), y [dada] la contingencia de una tal dotac10n, somos lle-
tes. Si no queremos, pues, representamos Ja posibilidad del 347
vados a esa idea 1 (de un i111e/lect11s archetypt1s), Y que ella
todo como dependiente de las partes, cual es conforme a nues- tampoco encierra contradicción. .
tro entendimiento discursivo, sino, a la medidas9 del intuitivo Si ahora consideramos un todo matenal, con arreglo a su
(arquetípico90), la p~sibilidad de las partes (en su indole y forma como producto de las partes y de sus fuerzas Yfacul!3-
enla~) como d<:p~nd1ente del todo, ello no puede ocurrir, por des p~ra enlazarse de suyo (con el añadido de otras matenas
la misma pccul1andad de nuestro entendimiento, de manera que ellas se aportan mutuamente), nos represen~os, enton-
que el todo contenga el fundamento de la posibilidad del en- ces, un modo mecánico de generación del rrusmo. Pero de
lace de las partes (Jo que sería una contradicción en el modo esta suerte no resulta ningún concepto de un todo como. fin,
350 di~ivo de conocimiento), sino solamente que la l represe11- cuya posibilidad interna presupone absolutamente la idea
tac1011 de un todo contenga el fundamento de Ja posibilidad de de un todo, de la cual depende incluso la índole Y el modo

394 395
353
de operar de las partes, que es el modo en que tenemos que re- podría afirmar) y demostrar con certeza, a saber, que el prin-
presentamos un cuerpo organizado. De aquí no se sigue. sin cipio de una derivación mecánica de productos naturales con-
349
embargo, como acaba de mostrarse, que la generación mecáni- formes a fin podría coexistir junto al teleológico, p~ro que 1
ca de un cuerpo semejante sea imposible; pues esto cquiv-c1ldria de ningún modo podría tomarlo dispensable: es dectr, que a
a decir que para todo entendimiento es imposible (es decir. propósito de una cosa que debemos juzgar como fin natural
contradictorio) representarse una tal unidad en el enlace de lo (un ser organizado) podemos ciertam~nte e~yar todas las I~
múltiple sin que la idea de esa unidad sea al mismo tiempo su yes de la generación mecánica conocidas y aun por descubnr
causa generadora, ~ decir, sin producción intencional. Esto, y también esperar Jlcitament~ ~ue tengamos buen progreso
sin embargo, se seguiría de hecho si estuviésemos autorizados con ellas, pero jamás estar exmudos d~ la apelación a un fun-
a considerar a los seres naturales como cosas en sí mismas. damento de generación enteramente diferente de aquél para la
Pues entonces la unidad que constituye el fundamento de po- posibilidad de un producto semejante, o sea, la c~usahdad ~­
sibi lidad de las fonnaciones naturales92 sería únicamente Ja gún fines; y ninguna razón humana (y ~poco ninguna fm1ta
352 unidad 1 del espacio, que sin embargo no es un fundamento que fuese parecida a la nuestra en.cuahdad, por mucho que la
rcaJ9l de las generaciones, sino sólo su condición fonnal; si excediese en grado) puede en absoluto esp~rar entender la ge-
bien 1 tiene algún parecido con el fundamento real que busca- neración de una hierbecilla siquiera a partrr de causas mera-
348
mos en cuanto que no se puede determinar en él ninguna parte mente mecánicas. Pues si el enlace teleológico de las causa Y
si no es en relación con el todo (cuya representación, entonces, efectos le es completamente indispensable a la facultad de
está en el fundamento de la posibilidad de las partes). Pero juzgar para la posibili~d de un tal objeco, aun. si s?I.o fuese
como al menos es posible considerar el mundo material como para estudiarla con el h1lo conducto~ de la expenencia, s1 para
simple fenómeno y pensar algo como cosa en si (que no es fe- los objetos externos en cuanto fenomenos no puede encon-
nómeno) en cuanto substrato, pero suponiéndole a éste una trarse ningún fundamento suficiente referido a fin~s, salvo
intención intelectual correspondiente (aunque no sea la nues- ese que también reside en la naturaleza, pero que solo debe
tra), habría entonces, si bien incognoscible para nosotros, un ser buscado en su substrato suprasensible, del cual, empero,
fundamento real suprasensible para la naturaleza, a la cual per- nos está vedada toda posible inteligencia, nos es en~onces ~b-
354
teneceríamos nosotros mismos, y en la cual, por tanto, consi- solutamente ) in1posible extraer de la naturaleza misma p11!1·
deraríamos según leyes mecánicas lo que en ellas es necesario cipios explicativos de los enlaces de fines, y es n~ce~o,
350
como objeto de los sentidos, mientras que al mismo tiempo según Ja dotación de la facultad humana 1del conoc1~1~oto,
consideraríamos en ella según leyes teleológicas como objeto buscar el fundamento supremo para ello en un entendumento
de la razón (e incluso la totalidad de la naturaleza como sis- originario como causa del mundo.
tema) la concordancia y unidad de las leyes particulares y de
las formas con arreglo a éstas, que tenemos que juzgar contin-
gentes en vista de aquellas [leyes mecánicas], [con lo cual] § 78. De la unificación del principio o del ?i~canismo
j1;1Zgaríamos la naturaleza según dos principios [diferentes], universal de la materia con el teleologico
sm que el modo de explicación mecánico sea excluido por el en la técnica de la naturaleza
teleológico, cual si mutuamente se contradijesen.
A partir de esto se puede comprender también lo que Es de infinita importancia para la razón no soslayar el meca-
resulta sin duda fácil de conjeturar, pero que dificilmente se nismo de la naturaleza en sus generaciones ni pasarlo por alto

397
396
en la explicación de éstas, porque sin él no puede alcanzar naturaleza, al iuual como la mecánica97 de las causas nato-
ninguna inteligencia de la naturaleza de las cosas. Y aunqul' "
rales tiene la suya, en la medida. en que a 1a recepuv1 . 'd ad98
se nos conceda que un supremo arquitecto ha directamente" de más y distintas formas que aquéllas de que es capaz la
creado las formas de la naturaleza tal como existen desde materia en virtud de 1 esa [mecánica] debe añadirsele toda- 356
siempre, o (que ha) predetenninado aquellas que se forman vía Ja espontaneidad de una causa (que, en consecuencia, no
continuamente en su curso según el mismo modelo, ello no puede ser materia), sin la cual no se podría dar ninguna ra-
promueve en lo más mínimo nuestro conocimiento de la na- zón de aquellas formas. 1 Cierto que la razón, antes de dar 352
turaleza, porque no conocemos el modo de actuar de ese ser este paso, tiene que proceder cautelosamente, y no tratar ~e
ni su ideas que han de contener los principios de la posibili- declarar teleológica toda técnica de la naturaleza, es decu,
dad de l?s seres naturales, ni podemos, [partiendo] de aquél. un poder productivo de ésta que enseñe en sí ~';"18] confor-
como (s1 fuésemos) desde arriba hacia abajo (a priori), expli- midad a fin de la figura para nuestra aprebens1on (como en
car la naturaleza. Si, en cambio, partiendo de las formas de Jos cuerpo regulares), sino seguir considerándola como po-
los objetos de la experiencia, o sea, desde abajo hacia arriba sible meramente de modo mecánico; pero querer por esto
355 (a posteriori), y para explicarlas, porque creemos hallar en l excluir el principio teleológico, y, allí donde Ja conformidad
ell~ conformidad a fm, ~uisiéramos invocar una causa que es a fin innegablemente se muestra. para Ja investigaci?n racio-
eficiente con arreglo a fines, nuestra explicación seria ente- nal de la posibilidad de las formas naturales, a traves de sus
351 1'.11Tlente ?utológica, y engañaríamos a la razón con 1palabras. causas, como referencia a otra especie de causalidad, qu_erer
sm mencionar además que allí donde nos perdemos en lo tras- seguir [apegado]99 al mero mecanismo, [~s algo que] ~1ene
cendente con este modo de explicación, adonde no puede se- que tornar a la razón errabunda en fantas1as y entre qulffie-
guirnos el conocimiento de la naturaleza, la razón es desviada ras de facultades de la naturaleza100 que ni siquiera son pen-
hacia exaltaciones poéticas95 , y su más señalado destino es sables, tal como mero modo de explicación teleológica, que
precisamente evitar esto. para nada tenía en cuenta el mecanismo de Ja naturaleza, la
· Por otra parte, es una máxima de Ja razón igualmente hacía exaltarse.
necesaria el no pasar por alto el principio de los fines en los En una sola y misma cosa de la naturaleza, los dos prin-
productos de la naturaleza, porque si bien no nos hace preci- cipios, como principios de explicación (deducción) de ~o por
samente más concebible el modo de surgimiento96 de aqué- el otro, no son factibles de vincularse, es decir, de uniltcarse
llos, es sin embargo un principio heuristico para indagar las como principios dogmáticos y constitutivos de la compren-
leyes particulares de la naturaleza; y ello, aun suponiendo que sión'º' de Ja naturalez.a para la facultad de juzgar determinan-
no se quiera hacer uso de aquel [principioJ para explicar la te. Si por ejemplo admito que un gusano ha de ser considerado
naturaleza misma según ellos, al seguir entretanto denomi- como producto del mero mecaiúsmo de la l materia (de la nue- 357
nando solamente fines naturaleza (a esos productos], aunque va formación que ella se lleva a efectos por sí misma, cuando
ello exhiba a ojos vista una unidad intencional de fines esto sus elemento son liberados por la putrefacción), no puedo ya
es, sin buscar más allá de la naturaleza el fundamento sude derivar ese mismo 1producto de esta misma materia como de 353
posibilidad. Pero como al final hay que llegar a Ja pregunta una causa.lidad que actúa según fines. A la inversa, cuando
por esta úl tima, es necesario entonces pensar para ella una aswno el mismo producto como fm natural, no puedo contar
particular especie de causalidad que no se encuentra en la con un modo mecánico de generación suyo, ni tomar éste

398 399
como principio constitutivo para el enjuiciamiento de ese clara y determinada de la posibilidad de un producto na1ural
(producto] en su posibilidad, y unificar asi ambos principios. posible de acuerdo con esos dos principios heterogéneos. Sin
E.n efecto, un modo de explicación excluye al otro, aun supi>· embargo, el principio común de la derivación mecánica, por
mendo ~ue ambos fundamentos de posibilidad de un produc- una parle, y, por otra, de la teleológica, es lo .rnprasensible,
to sernc,¡ante des?ansaran objetivamente en uno solo, y que que debemos poner en el fund:i.mento de la naturale~~ colI1;o
nosotros no tomasemos éste en consideración. El principio fenómeno. Pero de él no podemos hacemos con propos1to teo-
que debe hacer posible la unión de ambos en el enjuiciamien- rico el menor concepto determinado afirmativo. Por lo tanto,
to de la naturaleza de acuerdo con ellos, tiene que ser puesto no se puede explicar de ningún modo cómo es que, de acuer-
en aquello que reside fuera de ambos (y, por tanto, también do con él en cuanto principio, la naturaleza (según sus leyes
fuera de la representación empírica posible de la naturaleza), particulares) constituye para nosotros un sistema, que 1 puede 359
pero que contiene su fundamento, es decir, en Jo suprasensi- ser conocido como posible tanto según el principio de la gene-
ble? y cada uno de ambos modos de explicación [debe ser] rc- ración desde [causas] fisieas cuanto según el de las causas fi.
fendo a esto. Ahora bien: como de éste no podemos tener nales; en cambios si 1acontece que se presenten objetos de la 355
más que .el indete~ad~ concepto de un fundamento, que naturaleza que no pueden ser pensados por nosotros en su po-
hace. ~os1ble el enJUJC1am1ento de la naturaleza según leyes sibilidad con arreglo al principio del mecanismo (que siempre
emp1ncas pero que por lo demás no podemos determinar apela a un ser natural) sin que nos apoyemos en pri~ci?ios te-
más ~~rca~~mente a través de ningún predicado, se sigue que leológicos, no se puede más que suponer que es licito mdagar
la un1flcac1on de ambos principios no puede reposar sobre un las leyes naturales muy confiadamente en conformidad con
fundamento de explicación (explicalio) de la posibilidad de un ambos (toda vez que la posibilidad de su producto es co~os­
358 producto según leyes dadas para Ja facultad de juzgar l de- cible para nuestro entendimiento a partir de uno u otro pnnc1-
ter~1i11at11e, sino sólo en un fundamento de exposició11 (expo- pio), sin tropezarse con el conflicto aparente que surge entre
sino) de aquélla para la facultad de juzgar reflexionante.- En los principios de enjuiciamiento del mismo, porque al menos
354 efecto, explicar1 2 Iquiere decir derivar 103 de un principio, que,
º está asegurada la posibilidad de que ambos puedan unirse tam·
por lo tanto, debe poderse conocer e indicar nítidamente. Aho- bién objetivamente en un principio (dado que atafie a fenóme~
ra bic~: el prin.cipio del mecanismo de la naturaleza y el de Ja nos que presuponen un fundamento suprasensible).
causalidad de esta104 en un solo y mismo producto natural tic- Si bien tanto el mecanismo como el tecnicismo 108 teleo-
n~n cie~mente que estar cohesionados105 en un único princi- lógico (intencional) de la naturaleza pueden estar, en vista de
pio supenor y emanar de él en conjunto, porque de otro modo un mismo producto y de su posibilidad, bajo un principio co-
no podrian coexistir en la consideración de la naturaleza' º6. mún superior de la naturaleza con arreglo a leyes particulares,
~ero si. este principio objetivamente común y, por tanto,justi- no podemos, sin embargo, dado que este principio es tras-
f1catono también de la comunidad107 de las máximas de Ja in- ce11de11te'º9, unificar, debido a Ja limitación de nuestro enten-
vestigación de la naturaleza que depende de él, es de tal suerte dimiento ambos principios en la explicación de una IDJSma
que puede, ciertamente, ser indicado, pero jamás conocido generaciÓn de la naturale-ai, aun cuando la posibilidad interna
determinadamente ni claramente indicado para su uso en los de este producto sea i11teligible110 solamente a través de una ) 360
casos que se presenten, no puede entonces extraerse de este causalidad según fmes (como es el caso de las materias or-
principio ninguna explicación, es decir, [ninguna] derivación ganizadas). Queda, pues, con ocasión del susodicho principio

400 401
356 de_ la teleología, que, de acuerdo con la dotación del 1 entendi- cos de la naturaleza. y más aún si, motivados por su infinita
miento humano, no puede admitirse, para la posibilidad de se- cll!ltidad, admitimos lo intencional en el enlace de las causas
res orgánicos' 11 de Ja naturaleza, ninguna otra causa sino u1111 naturales según leyes particulares (al menos mediante una hi-
que opere intencionalmente, y el mero mecanismo de Ja nai u- pótesis permitida) también como principio universal de la
raleza no puede bastar para la explicación de ésos sus prodw.:- facultad de juzgar reflexionante para el todo de la naturaleza
tos; sin que por ello se quiera decidir acerca de la posibilidad (el mundo), (de ahí] que pueda pensarse un grande e ~cl_uso
de tales cosas en virtud de este principio. universal enlace de las leyes mecánicas con las teleolog1cas
Y como este principio es solamente una máxima de Ja en las generaciones de la naturaleza, sin confundir los princi-
facultad de juzgar reflexionante, no de la determinante. y por pios de su enjuiciamiento y poner uno en lugar de ºIr?; por-
eso vale sólo subjetivamente para nosotros, y no objetivamen- que en un enjuiciamiento teleológico, puede la matena, aWt
te para la posibilidad de esta especie de cosas (donde ambo' cuando la forma que ella adopte sea juzgada solamente como
modos de generación bien podrían estar conexos en uno y el posible según intención, ser no obstante subordinada también
m1s~o fundamento); y como además tal generación no podrá como medio, según su naturaleza y en conformidad con leyes
ser Juzgada en absoluto como producto de la naturaleza sin mecánicas, a ese fm 1 representado; no obstante, dado que el 362
el concepto que añadiese al modo de generación concebido fundamento de aquella unificabilidad114 reside en lo que no es
teleológicamentc, un mecanismo de Ja naturaleza112 que fue- ni lo uno ni lo otro (ni mecanismo ni enlace de fines), sino el
se hallable al mismo tiempo allí, la antedicha máxima con- 1substrato suprasensible de la naturaleza, del que nada cono- 358
lleva a la vez, entonces, la necesidad de una unificación de cemos, ambos modos de representar la posibilidad de tales
ambos principios en el enjuiciamiento de las cosas como fi- objetos no han de ser fusionados para nuestra razón (la huma-
nes naturales mas no para poner uno en el lugar del otro to- na), sino que no podemos juzgarlos de otro modo más que
talmente o en ciertas partes. En efecto, no puede admitirse fundados en un entendimiento supremo rn, a traves de lo cual
ningún mecanismo en lugar de aquello que sólo es pensado tampoco se Je quita nada al modo teleológico de explicació~.
(por. nosotros al menos) como posible según intención, y en Ahora bien: como es totalmente indeterminado, y para
361 lugar de aquello que es conocido como l necesario según ese nuestra razón también por siempre indeterminable, cuanto
[mecanismo] no se puede admitir ninguna contingencia que ayude el mecanismo de la naturaleza como medio a toda in-
requiriese un fin como fundamento de determinación, sino tención final 1I6 en ésta, y como en virtud del principio inteli-
que sólo se puede subordinar una máxima (el mecanismo) a gible 117 de la posibilidad de una naturaleza en general, arriba
357 la otra 1 (el tecnicismo intencional), lo que es perfectamente mencionada, se puede también admitir que ella e!l' en~tmi­
lícito que suceda, de acuerdo con el principio trascendental mente posible de acuerdo con ambas clases de leyes uruver-
de la conformidad a fin de la naturaleza. salmente concordantes (las leyes físicas y las de las causas
Efectivamente, donde los fmes son pensados como fun- finales' is), aunque oo podamos comprender el modo en que
damento de posibilidad de ciertas cosas, hay que admitir esto sucede, tampoco sabemos, entonces, hasta dónde ~lega el
medios también, cuya ley de eficiencia113 no requiera por sí modo de explicación mecánico, posible para nosotros, smo que
misma nada que presuponga un frn, que pueda, por tanto ser sólo hay certeza de que, por lejos que podamos llegar en él, es
i • • '

mecaruca y, sm embargo, una causa subordinada de efectos in- insuficiente119en todo caso para cosas que reconocemos ya co-
tencionales también. De ahí que incluso en productos orgáni- mo fin.es naturales, y que así nosotros, en virtud de la índole

402 403
363 de nuestro l emendimiento, tenemos que subordinar esos fun- pues no hay ciencia alguna que sea pe~i.nente al _tránsito de
damentos en su conjunto a wi principio teleológico. una hacia la otra, porque éste sólo sign1f1ca la ar11culac1ón u
\ º
Y sobre esto se funda el derecho12 y también, debido u organización del sistema y no un sitio en éste.
365
359 la _im~~rtancia que ~ene el estudio de la naturaleza según 1t:I l De suyo es claro que [la teleología] no pertenece a la

¡
pnnc1p10 del mccarusmo para nuestro uso teórico de la razón, teología como parte suya, si bien en ésta pue?e hacerse ?e
la obligación121 de explicar mecánicamente todos los produc- ella el más importante de los usos. En efecto, ttene por ob~e­
tos y eventos de la naturaleza, aun los más conformes a fin to suyo a las generaciones de Ja naturaleza y a la causa de es-
~~o como esté en nuestra facultad (cuyos límites no podemo~ tas; y, aunque apunte a esta última como a w1 fundamento que
mdt~ar en este género de investigación), pero sin perder jamás reside fuera de Ja naturaleza y por encima de ella (un autor
1 de vista que los (productos y eventos] que únicamente bajo el divino), no lo hace para la facultad de juzgar determinante,
C?ncepto de fin podemos tan siquiera plantear a la investiga- sino (a objeto de guiar el enjuiciamiento de las ~~ en el
ción de la razón, tenemos finalmente que subordinarlos en mundo por medio de tal idea, adecuada al entendumento hu-
conformidad con la índole esencial de nuestra razón y a ~sar mano, como principio regulativo) sola~ente para la facultad
de aquellas causas mecánicas, a la causalidad según fines. de juzgar reflexionante en la consideración de la nat~eza:
Pero igual o menos parece pertenecer ella a la c1enc1a
\ de Ja naturaleza, que para dar razones objetivas de [los] ef~
tos naturales requiere de principios determinados, Y no solo
364 1APÉNDICE 1 reflexionantes. De hecho, tampoco 1se ha ganado nada para 361
MEmDOLOGfA DE LA FACULTAD DE JUZGAR TELEOLóGICA
Ja teoria de la naturaleza o Ja explicación mecánica de sus fe-
1 nómenoss por sus causas eficientes al considerarla según la
§ 79. De si la teleología debe ser tratada relación de Jos fines entre si. El situar los fines de la natura-
como perteneciente a la doctrina de la naturaleza leza en sus productos, en tanto que confonnen wi sistema se-
gún conceptos teleológicos, pertenece propiamente sólo a la
Cada ciencia debe tener su l,ugar determinado en Ja enciclo- descripción de Ja naturaleza6 que es trazada de acuerdo c~n
pedia de todas las ciencias. Si es una ciencia filosófica debe un hilo conductor particular: aquí la razón lleva a cabo, sm
se~le _asignado su lugar en la parte teórica o bien en J; parte dud~ un magnífico negocio, instructivo y provisto de utili-
practica de aquélla y, si tiene su sitio3 en la primera, ya en la dad práctica1 en muchos aspectos, pero no da información al-
doctnna de la naturaleza, en la medida que ella pondere Jo guna sobre el surgimiento l y la posibil!dad interna.de estas 366
360 que puede ser 1 objeto de la experiencia (por consiguiente, formas, con Jo cual, sin embargo, propiamente se tiene que
en la doctrina del cuerpo, en la del alma y en la ciencia en hacer en Ja ciencia teórica de la naturaleza.
general del mundo4), ya en Ja teología (ciencia del fundamen- La teleología, como ciencia, no pertenece, pues, a nin-
to originario del mundo como conjunto de todos los objetos guna doctrina, sino solamente a la crítica, y, por cierto, a la
de la experiencia). de una facultad especial del conocimiento, a saber, la facultad
Cabe ahora la pregunta: ¿qué lugar corresponde a la de juzgar. Pero en la medida que ella contiene prin.cipios a
teleología? ¿Pertenece ella a la ciencia de la naturaleza (pro- priori, puede y debe indicar el método en que debe J~garse
piamente tal) o a la teología? Una de ambas tiene que ser, sobre Ja naruraleza según el principio de las causas fmales;

404 405
Y así, su metodología tiene al menos un influjo negativo so- fines natumles está indudablemente fundado ([como concep-
br~ el proceder de .1~ ciencia teórica de la natur.ileza, y tam- to] de seres organizados), alguna organización_originaria,
bten sobre la relac1on que ésta pueda tener, en Ja metafísica. que utilice aquel propio mecanismo para.producir otras for-
con la teología, en cuanto propedéutica suya. mas organizadas o desarrollar las suyas ~cia nuevas 1 configu- 368
raciones (que, sin embargo, resultan siempre de ese fm Yen
conformidad con él).
362 1§ 80. De la necesaria subordinación del principio Es loable recorrer, por medio de la anatomía compara-
del mecanismo bajo el principio teleológico da, Ja gran creación de (las] naturalezas organizadas, a obj~to
en la explicación de 11na cosa como fin natural de ver si en ella no se encuentra algo que se parezca a un sis-
tema, y esto según el principio de la .ge~e.ración; ~i1~ que .nos
El derecho de ir en busca de un modo meramente mecánico sea menester quedarnos en el mero pnnc1p10 d~I enJutciamten-
de explicación de todos los productos de la natw'aleza es en sí to (que no da noticia alguna para la comprensión de su gene-
enteramente irrestricto; pero el poderB de llegar a término úni- ración), y, desanimados, renunciar a toda pretensión de una
camente con ello es, atendida la índole de nuestro entendimien- comprensión de la 11aturaleza11 en este c,ampo. La concor~­
to en cuanto tenga que hacer con cosas como fines naturales. cia de tantas especies animales en un cierto esquema comun
367 no sólo muy restringido9, sino también l claramente limitadorn. que no sólo parece subyacer a su esqueleto, sino. tambi~n a l_a
Y ello de tal suerte que, según un principio de la facultad de disposición de las demás partes, donde una admirable simpli-
Juzgar, con el primer procedimiento solo nada puede cumplir- cidad del plan general ha podido, por el acort~iento d? w1as
se en_ o:~en ~ la explicación de esos fines, y en consecuencia, partes y el alargamiento de 1 otras, el en~lla1mento d". estas Y 364
el en~u1c1arruen~o de t~les productos siempre tiene que ser su- el desenrollamiento de aquéllas, producir una d1vers1dad tan
bordinado al rrusmo tJempo a un páncipio teleológico. grande de especies, arroja, bien que débil, un rayo de e~ran­
. Es por eso razonable, y aun meritorio, seguir el meca- za en el ánimo, de que bien podría llegarse.a algo aqu1 con el
nismo de la naturaleza con vistas a una explicación de los pro- principio del mecanismo de la naturaleza, sm el cual no pue.~e
ductos de la naturaleza tan lejos como pueda hacérselo de haber en absoluto una ciencia de la naturaleza. Esta analogm
modo _veros~), e in~luso no renunciar a este intento porque de tas formas en la medida en que [éstas), a despecho de toda
' .
fuese 1mpos1ble en si dar en su camino con la conformidad a ª·
diferencia, parecen ser generadas conforme un arquetipo
fin de la naturaleza, sino sólo porque es imposible para noso- común refuerza la conjetura de un efectivo parentesco de ellas
en Ja g~neración a partir de una madre 1 o.rigin_aria común ,
12
'"!':• e? ~uanto hombres; para ello sería requerible una íntui- 369
c1on d1stmta a la sensible y un conocimiento determinado del por Ja gradual aproximación de una especie_ animal.a la otra,
363 1substrato inteligible de la naturaleza, desde el cual pudiera desde aquella en que el principio' de los f1~e~ parece ~star
darse razón mcluso del mecanismo de los fenómenos según más acreditado, o sea, el hombre, hasta el pohpo, Y de est~,
leyes particulares, todo lo cual sobrepasa completamente incluso a Jos musgos y líquenes y, por fin~ a los grados m~s
nuestro poder. bajos de Ja naturaleza que podamos advertir, hasta la matena
A fin de que el investigador de la naturaleza no traba- bruta: de ésta y de sus fuerzas parece derivar, según leyes me-
je, pues, a pura pérdida, tiene siempre que poner en el funda- cánicas (al igual que ésas según las cuales opera en las gene-
mento del enjuiciamiento de las cosas, cuyo concepto como raciones de Qos] cristales), toda la técnica de la naturaleza,

406 407
él 110 ha hecho ¡ sino desplazar más lejos el fundamento de ex- 366
que en los seres organizados nos es tan inconcebible que nos 371
creemos necesitados de pensar para ello un principio distinto. plicación, y no puede l presumir de haber hecho. 1~. genera-
Aquí el arq11eó/ogo de la naturaleza es libre ya de hacer ción de esos dos reinos independientes de la cond1c1on de las
surgir, de las huellas remanentes de sus más anti¡,>uas revolu- causas finales. .
ciones y de acuerdo con todo mecanismo de ella que le sea Aun en lo que atañe a la modificación a que son someti-
365 conocido o conjeturable, 1esa gran familia de criaturas (pues dos casualmente ciertos individuos de las especies organiz~da.s,
así habría que representársela, si el mencionado parentesco. si se encuentra que su carácter, asi modificado, es hereditano
inexceptuadarnente conexo, ha de tener fundamento). Puede y está incorporado a la fuerza reproductora16, aquello n? puede
hacer que el seno materno de la tierra, recién salido de su es- ser juzgado oportunamente sino ~n.1º d.esarrollo ocas1onal de
tado caótico (por así decir, como ua gran animal), dé inicial- una disposición conforme a fm ongmanamente presente ~n la
mente a la luz criaturas de formas menos ajustadas a fin 13, y especie para su autoconservación; porque el engendramiento
éstas, a su vez, otras que se han formado más adecuadamente de su igual, en la completa conformidad a fin interna de ~1 :er
a su sitio de generación y a sus relaciones recíprocas; hasta orgllllÍZado, está muy estrechamente ligado con la condic1~n
que esta misma matriz baya fraguado, se [baya] osificado, y de no incorporar nada de la fuecza reproductora que en ~ s1~­
370 restringido sus partos a especies determinadas que no l siguen 367
tema de fines no pertenezca 1también a una de las d1spos1-
degencrándose 14, y la diversidad haya quedado tal como re- ciones originaóas no desarrolladas. En efecto, cuando .uno s~
sultase al término de la operación de esa fecunda fuerza for- a?arta de este principio, no puede saberse con segundad s1
mativa.- Para tal efecto, tiene no obstante que atribuirle a acaso muchas piezas de Ja forma que ahora cabe encon?'8" en
esta madre universal una organización dispuesta en confor- una especie no son asimismo de oógen casual y desprovisto de
midad a fin en vista de todas estas criaturas: en caso contra- fin; y el principio de Ja teleología, de no juzgar como no con-
rio, la forma de finalidad 1l de los productos del reino animal forme a fin en un ser organizado nada de lo que se conserva
y vegetal no es pensable en su posibilidad(*). Pero en tal caso en su reproducción17, tendría por ello que volverse muy des-
• A una hipótesis de semejanle especie puede llamérseta una nudaz aven- confiable en su aplicación, y ser válido únicamente para el
tura de la razón; y pocos investil!lldores de la nat11raleza habnl, aun de los tronco oóginal (que, empero, ya no conocemos~. 372
más sagaces, a los que alguna vez no se les ha pasado por ta mente. Por- l En contra de aquellos que creen necesano adoptar, pa-
que absurda no es, como la gtmemlio aequfroco. por lo cual se entiende
la generación de un ser org¡inizado a través de la mecánica de la materia ra todos los fines naturales semejantes, un principio teleoló-
bruta inorganizada. Seguiría siendo ellagenemlio 11nívoco c1\ la acepción gico 1 es decir> un entendimiento arquitectónico, plantea Hume
-A..t tá
366 más gcner~l de la palabra, en lu medida que sólo se generaría l •lgo orgá- esta objeción: que con el mismo derecho pvw 'ª pregua rse
nico a partir de otra cosa orgánica, si bien en esia clase de seres algo cómo es que un tal entendimiento es posible, esto es, cómo
específicamenie diferentes de él. por ejemplo, si ciertos anímales acuáti-
cos se IJ'8nSformasen poco a poco en animales palustres, y é•1os, iras al· podrían haberse hallado reunidas en un se~, coa tanta confo~­
gunas generaciones, en animales terrestres. A priori, en el juicio de In midad a fin, las diversas facultades y propiedades que consti-
1ucra razón, esto no es contradictorio. Sólo que la experiencia no mues~ tuyen la posibilidad de un entendimiento que a la vez tenga
tra de ello ningún ejemplo; scgiin ella toda generación que conocemos es
más bien generarlo ltnn1onyn1a. no simplemente unf,'QCa~ en oposición a poder ejecutor. Pero esta objeción es nula. ~ efecto, to~ .la
la generación a partir de la malcría inof8ani:r.ada. y produce también un dificultad que rodea a la pregunta por la pnmera generac.100
produclo que en la organización misma es homogéneo con el genitor, de una cosa que en sí misma contiene fines y es conce~1ble
mientras que la gc1rt11r1tüJ he1ero11y111a. hasta donde alcanza nuestro cono~ únicamente por éstos, descansa en Ja búsqueda de la urudad
cimiento empírico de la naturalcw, no se encuentra en parte alguna.

408
409
del fundamento del enlace de lo múltiple [cuyos elementos l § 81. De la asociaci61120 del mecanismo co11 eI pr111c1p10
. . · 21 374
son] externos 1111os a otros en este producto; pues si se pone es- · teleológico e11 lo explicación de 1111.fi11 natural
368 te fundamento en el 1entendimiento de una causa productora
como producto de la naturaleza
como sustancia simple, esa pregunta, en la medida en que es te-
leológica, es respondida con suficiencia, mientras que cuando
se busca la causa meramente en la materia como agregado de Al igual que el mecanismo de la naturaleza según el P:mt~­
muchas substancias separadas unas de otras, falta por comple- fo precedente, no bastaba por si solo para pensar se~ et. la
to Ja unidad del principio para la foona internamente conforme posibilidad de un ser organizado, sino (al menos se~ la ~n­
a fm de su formación; y la autocracia de la materia en genera- dole de nuestra facultad de conocimiento) debe ser ongmana-
ciones que sólo pueden ser concebidas como fines por nuestro mente subordinado a una causa que opera intencionalmente,
entendimiento es una palabra sin significado. tampoco basta el mero fundamento teleológico de un ser se-
De ahí viene que quienes buscan para las formas obje- mejante para considerarlo y juzgarlo a la vez ~mo un ~ro­
1 373 tivamente conformes a fin de la materia un fundamento l su- ducto de la naturaleza, si no s~ asocia el ~ecan1smo de éste
'\ premo de posibilidad de las mismas, sin concederle por ello con dicho principio, por así decir, como el 10Strumento de una
un entendimiento, de buena gana hacen del universo una sus- causa que opera intencionalmente, a cuyos fines, sm ~~bar­
~ tancia única que todo lo abarca (panteísmo) o (lo que es sola-
mente una explicación más detenninada de lo anterior) en un
go, está subordinada la natural~. en 1 sus leye.s mec~1cas. 370
Nuestra razón no concibe la pos1b1hdad de semejante uru~ca­
conjunto de muchas determinaciones inherentes a una única ción de dos especies completamente diferentes de ca~salidad,
j s11sta11cia simple (spinozismo), no más que para obtener de
alli esa condición de toda conformidad a fin, Ja unidad del
fundamento; con lo cual ciertamente satisfacen una condición
la de la naturaleza en su legalidad universal, con una idea que

restringe la naturaleza a una forma particular, para cual .no
contiene ella en si núsma ningún fundamento; aquella reside
del problema, a saber, la unidad en la relación de los fines 18,
en el substrato suprasensible de la naturaleza, del cual nada
mediante el concepto meramente ontológico de una sustancia
simple, pero no aducen nada para la otra condición, esto es, podemos determinar afirmativamente, salvo que es el ser .en
5 ¡:n del que solamente conocei:,nos el fenómeno. P~ro el pnn-
la relación de aquélla con su consecuencia como.fin, a través
de Jo cual ese fundamento ontoló¡,>ico ha de ser dete.oninado cipio de que todo lo que admitimos como perteneciente a esta
369 más cercanamente para [los efectos de] la pregunta; 1 y, por ) naturaleza (plwenomeno11) y como producto ~e ella, ten~­ 375
tanto, no responden en modo alguno a toda la pregunta. Y mos también que pensarlo vinculado a ella segun leyes ~eca­
también permanece absolutamente sin respuesta (para nuestra nicas, no deja por ello de conservar su. fuerza, ~o~ue, sm esta
razón), si no nos representamos ese fundamento originario de especie de causalidad, Jos seres orgamzados, s1 bien en cuan-
las cosas como s11sta11cia simple, y ésta su propiedad para la to fines de Ja naturaleza, no serían productos naturales.
constitución específica de las formas naturales que se fundan Si ahora se admite el principio teleológico de la gene-
en ella, a saber, la unidad de fines, como la de una sustancia ración de estos seres (y no puede ser de otro modo), puede po-
inteligente19, y [asimismo si no nos representamos] la relación nerse en el fWldamento de la causa de su forma internamente
de esta sustancia con dichas formas como una relación de cau- conforme a fin ya el ocasio11alismo, ya el preestabilis11u:l3 . De
salidad (debido a la contingencia que [hallamos] en todo lo acuerdo con el primero, la causa suprema del mundo, ~ con-
que sólo como fin pensamos posible). formidad con su idea, y con ocasión de cada apareamiento,

410
411
con respecto a las cosas que uno puede originariamente repre- bien: las cosus que no tienen conformidad a fin interna, o que
sentarse como posibles sólo según la causalidad de los fines, no la presuponen para su p0sibilidad, por ejemplo, las tierras,
como productora por si misma, y no solamente como desa- el aire, el agua, etcétera, pueden, no obstante, ser muy confor-
rrolladora, al menos en lo que atañe a la reproducción, y así. mes a fin externamente, esto es, en relación con otros seres;
con el menor derroche posible de lo sobrenatural, deja a la pero éstos) siempre tienen que ser seres organizados, es decir, 380
374 naturaleza 1 todo lo que sigue desde el primer comienzo (pero fines naturales, pues de otro modo aquéllos tampoco podrían
sin determinar nada sobre este primer comiel17.0, ante el cual ser juzgados como medios. Así, el a¡,l'\la, el aire y las tierras no
fracasa completamente la fisica, cualquiera sea la cadena de pueden ser vistos como medios para la aglomeración de las
causas con que lo intente). montañas, porque éstos no contienen nada que requiriese un
En vista de esta teoría de la epi génesis, tanto para su de- fundamento de su posibilidad según fines, en referencia a lo
mostración como también para la fundación de los genuinos cual, pues, jamás puede su causa ser l'Cpresentada bajo el pre-
principios de su aplicación, en parte por medio de la restric- dicado de un medio (que sirviese para ello).
ción de un uso desmedido de éstos, nadie ha hecho más que La conformidad a fin externa es un concepto entera-
el señor consejero de corte Blumenbac/126• Empieza él toda mente distinto al de la confonnidad a fin interna, que está liga-
379 explicación ) fisica de estas formaciones desde la materia or- da a la posibilidad de un objeto, sin considerar si su efectividad
ganizada. En efecto, declara con derecho contrario a raz.ón el misma es fin o no [lo es). Acerca de w1 ser organizado se pue-
que la materia bruta se haya formado a sí misma originari:i- de preguntar todavía: ¿para qué existe?; mas no es facil hacer-
mente según leyes mecánicas, que de la naturaleza de lo ca- lo acerca de cosas en que solamente se reconoce el efecto del
rente de vida27 haya surgido la vida y la materia haya podido mecanismo 1 de la naturaleza. Pues en ellas nos representamos 376
por sí misma ajustarse28 a la fonna de una conformidad a fin una causalidad según fines para su posibiUdad interna, un en-
que se conserva a si misma; sin embargo, bajo el principio. tendimiento creador, y referimos esta facultad activa a su fun-
inescrutable para nosotros, de una organización originaria. damento de determinación, la intención. No hay más que una
deja al mecanismo de la naturaleza a la vez una participación única conformidad a fin externa que está conectada con la
indeterminable, mas al mismo tiempo también inconfundible, conformidad a fin interna de la organización, y que, sin ser
y a la [correspondienteJ facultad de la materia en un cuerpo lícita Ja pregunta de con qué fin tiene que haber existido este
organizado (a diferencia de la f11erza formativa meramente ser así organizado, sirve, no obstante, en la relación externa de
mecánica que en general reside en ella) la denomina impulso medio a fin. Ella 1 es la organización de ambos sexos en rela- 381
fonnativo 29 (cual si estuviera bajo Ja superior dirección c ins- ción recíproca para la reproducción de su especie; pues aqui
trucción de la primera). siempre puede preguntarse, al igual que acerca del individuo:
¿por qué tenía que existir una pareja semejante? La repuesta
es: esto constituye primero que nada un todo organizador, bien
375 1 § 82. Del sistema teleológico en las relaciones externas que no un todo organizado en un único cuerpo.
de los seres organizados Si se pregunta ahora para qué existe una cosa, la respues-
ta es: o bien su existencia y su generación no tiene relación al-
Por conformidad a fin eictema entiendo aquella en que una guna con una causa que opera según intenciones, y entonces se
cosa de la naturaleza sirve como medio para un fin. Puc~ entiende siempre [que tiene) su origen a partir del mecanismo

4/4 415
de Ja naturaleza; o bien hay algún fundamento intencional de Surge, por último, la pregunta: ¿para qué son buenos éstos,
su existencia (como ser natural contingente). y este pensa- junto a los anteriores reinos naturales? Para el hombre, para
miento di ficilmente puede ser separado del concepto de w1a el uso múltiple que su entendimiento le enseña a hacer de to-
cosa organizada; porque, una vez que hemos tenido que poner das esas criaturas; y él es el fin último de la creación aquí en
377 por fundamento de su posibilidad interna una 1 causalidad de la tierra, porque es el único ser en ella que puede hacerse un
causas finales y una idea que yace en el fundamento de ésta, concepto de los fines y [construir] de un agregado de cosas
no podemos tampoco pensar Ja existencia de este producto de formadas en confonnidad a fin, por medio de su razón, UD
otro modo más que como fin. Pues el efecto representado, sistema de fines.
cuya representación es al mismo tiempo el fundamento que Se podria también, con el caballero Linné32, seguir el ca-
determina a la causa operativa inteligente a su producción, se mino en apariencia inverso, y decir: los animales herbívoros
denomina.fin. En este caso, por tanto, puede decirse o bien que existen para moderar el crecimiento exuberante del reino ve-
el fin de la existencia de un tal ser natural está en él mismo, es getal, que sofocaría muchas de sus especies; los animales de
decir, que no es simplemente fin, sino también fin finaP"; o rapiña, para poner coto a la vorncidad de aquéllos; y por últi-
bien que éste está fuera de él en otros seres naturales, es decir, mo el hombre, a fin de que, al perseguir y 1diezmar a éstos, se 379
382 ) que no existe en conformidad a fm como fm final, sino nece- establezca un cierto equilibrio entre las fuerzas productivas y
sariamente a la vez como medio. destructivas de la naturaleza. Y así el hombre, por mucho que
Pero si recorremos toda la naturaleza, no encontramos en cierta relación pudiera ser honrado como fm, tendría a su
en ella, como naturaleza, ningún ser que pudiese aspirar al vez, en otra relación, solamente el rango de un medio.
privilegio de ser fin final de la creación; e incluso puede de- Si se convierte en principio una conformidad a fin obje-
mostrarse a priori que aquello que pudiere ser para Ja natura- tiva en la multiplicidad de las especies de las criaturas terres-
leza unfin último 31 ,jamás podria ser, en cuanto cosa natural, tres y en Ja relación externa de unas con otras, es confonne a
a pesar de todas las determinaciones y propiedades imagina- la razón pensar a su vez, en esta l relación, una cierta organi- 384
bles con que se la quisiera proveer, unjinjinal. zación y un sistema de todos los reinos de Ja naturaleza según
Cuando se mira al reino vegetal, podría uno ser llevado causas finales. Sólo que aquí la experiencia parece contradecir
inicialmente a pensar, por la inmensa fertilidad con que se ex- claramente la máxima de la razón, sobre todo en lo que atañe
tiende sobre casi todo el suelo, que es WJ mero producto del a un fin último de la naturaleza, que no obstante es preciso
mecanismo de la naturaleza que ella muestra en las fonnacio- parn la posibilidad de w1 sistema semejante y que DO podemos
378 nes del reino 1 minernl. Pero un conocimiento más próximo de situar en ninguna otra parte más que en el hombre, puesto que
Ja organización indescriptiblemente sabia en este reino no en vista de éste, como una de las muchas especies animales, la
nos deja aferramos a ese pensamiento, sino que suscita la pre- naturaleza no ha hecho más bien ni la menor excepción tanto
gunta: ¿para qué exist.en estas criaturas? Si se responde: para de sus füerzas destructivas como productivas, para someterlo
el reino animal que de él se nutre, a fin de que haya podido todo, sin fin alguno, a un mecanismo de éstas.
difundirse en tan variadas especies sobre la tierra, surge otrn Lo primero que tendria que ser intencional.mente dis-
vez la pregunta: ¿para qué existen entonces estos animales puesto en un ordenamiento con vista a un todo confonne a
herbívoros? La respuesta sería tal vez: para los animales de fin de los seres naturales sobre la tierra, sería seguramente su
383 rapiña, que sólo pueden alimentarse de ) lo que tiene vida. residencia, el sucio y el elemento sobre el cual y en el cual

416 417
380 hubiesen ellos de medrar. Pero un conocimiento 1más exacto ración, ¿cómo y con qué derecho podemos pcdír y afim1ar
de la índole de este basamento de toda generación orgánica para estos últimos productos un origen distinto? Si bien el
no da indicios más que de unas causas inintencionalment.- hombre, como parece probarlo (según el juicio de ~per)
operantes, y aun antes asoladoras, más que favorables a la ge- el examen más acucioso de los restos de esas devastaciones
neración, el orden y los fines. La t;erra y el mar no sólo con- naturales, no estuvo comprendido en estas revoluciones, es,
tienen vestigios de antiguas y poderosas devastaciones, que sin embargo, tan dependiente de las demás criaturas de la ~e­
los afectaron a ellos y a todas las criaturas que sobre ellos y rra que, si se admite un mecanismo de la naturaleza que IID-
en ellos había, sino que toda su estnictura, las capas de aqué- pere omnímodamente sobre las demás, aquél tiene que ser
llas y Jos limites de éste, tienen todo el aspecto de ser produc- considerado como comprendido también en éste, aunque su
to de salvajes fuerzas omnipotentes de una naturaleza qu.- entendimiento (al menos mayoritariamente) lo haya podido
385 trabaja en estado caótico. Por mucho que 1 ahora parezca es- salvar 'de esas devastaciones.
tar dispuesta en conformidad a fin la configuración, la estruc- Pero este argumento parece probar más de lo que había
tura y el declive de las tierras para la recogida de las aguas en la intención con que fue propuesto: esto es, no solamente
que caen del cielo, para33 las fuentes entre las capas de tierr;1 que el hombre no puede ser un fin último de la naturaleza y,
de múltiples especies (aptas para diversos productos), y (para] por la misma razón, que el agregado 1 de .las cosas naturales 382
el curso de los ríos, una más cercana investigación de Jos mis- organizadas de la tierra no pueda ser un sistema de fines, si-
mos prueba sin embargo que han llegado a constituirse sin1- no incluso que los productos de la naturaleza que antes se
plemente como efecto de erupciones en parte ígneas, en parte tenía por fines naturales no tienen otro origen que el meca-
acuosas, o también de crecidas del océano, tanto en Jo que nismo de la naturaleza.
atañe a la primera generación de esa coofiguración34, como Pero en la anterior resolución de la antinomia de los
sobre todo a sus posteriores transformaciones, simultáneas a principios del modo mecánico y teleológic? de gene~ción
la desaparición de sus primeras generaciones orgánicas(*). Y de los seres naturales orgánicos, hemos visto que, siendo
381 si J la morada, el suelo materno (de la tierra) y el seno mater- ellos, con respecto a la naturaleza " ·35
10.rmahva ' sus 1eyes
segwi
no (del mar) para todas esas criaturas, no da indicios más que particulares (para cuya conexión sistemática nos falta, ~mpe­
386 de un mecanismo completamente 1 inintencional de su gene- ro, la clave), meramente 1 principio de 1a facultad de Juzgar 387
reflexionante, que por cierto no determinan en sí el ongen
• Si el nombre de .hiftoria de la 1101uralaa, una ve-L adoptado. ha de con- [de esos seres], sino que sólo dicen que, de acuerdo con la
servarse para (designar la) descripción de la naturaleza, puede deno- dotación de nuestro entendimiento y nuestra razón, no pode-
minarse, en oposición al arte, arr¡u110loglo de Ju naturaleza lo que esa mos pensar el origen de esta especie de seres más que con
381 primera indi.ca liter.llmente, I o sea, una representación del antiguo esta·
do primitivo de la úemi, sobre el cual, aunque no ube esperar ninguna
arreglo a causas finales, no sólo está pennitido el mayo~ es-
certidumbre, se arriesga conjctuns con buen fundamento. A la arqueo· fuerzo posible, y aun la audacia en los ensayos por explicar-
logía de la naturaleza pertenecerlan las petrificaciones. así como al ane los mecánicamente, sino que también somos abocados a ello
las piedras talladas, etcetera. Pues como en cfocto se trabaja constante- por la razón, a pesar de saber que jamás podremos dar abas·
mente en ella (bajo el nombre de leorla de la tíerra), si bien lentamente. to con ellos por razones subjetivas [que provienen] de la ín-
como es jusco (qoe se haga], este nombre no se le daría precisamente a
una investigación meramente imaginaria de In naturaleza, sino a una a lu dole particular y la restricción de nuestro e~'.endimienl:° (y
cual la namraleza misma nos invicc y exhone. no acaso porque el mecanismo de la generac1on contradijese

418 419
en sí un origen según fines); y que, por último, bien podría anima]jdad en él, sino que es la mera idea de un estado, a la
residir en el principio suprasensible de la naturaleza (tanlo cual quiere él hacer (que] este último se adecue bajo condi -
fuera de nosotros como en nosotros), la unificabilidad de ciones meramenle empíricas (lo cual ) es imposible). Se la 389
383 ambos l modos de representarse la posibilidad de la natur.i- propone él a sí mismo, y de modo tan diverso, por medio de
lcza puesto que el modo de representación según causas fina- su entendimiento imbricado17 con la imaginación y los sen-
les es sólo una condición subjetiva de nuestro uso de la razón. tidos; y a este [concepto] Jo altera incluso tan a menudo, que
cuando ésta no quiere ver establecerse el enjuiciamiento de aun si la naturaleza estuviese enteramente subordinada a su
l?s objetos. meramente como fenómenos, sino que exige refo- arbitrio no podria adoptar en absoluto ninguna ley determi-
nr estos mismos fenómenos, junto con sus principios, al subs- nada firme y universal, para concordar con este concepto
trato suprasensible, para hallar posibles ciertas leyes de la vacilante y, así, con el fin que cada cual se propone de modo
unidad de ellos, que no pueden hacerse representadizas36 sino arbitrario. Pero, ya sea que rebajemos este fin a la verdadera
a través de fines (de los cuales tiene la razón también unos necesidad en que nuestra especie concuerda exhaustivamente
que son suprasensibles). consigo misma, ya que, por otra parte, queramos elevar todo
lo posible la destreza para procurarle fines imaginados, jamás
alcanzaría el hombre lo que él entiende por felicidad, y lo que,
388 § 83. 1 Del fin último de la naturaleza en el 1hecho, es su fin natural propio y último (no el fin de Ja 385
como sistema teleológico libertad); pues su naturaleza no es de tal suerte que en algún
lugar se detenga y se contente en la posesión y goce. Por otra
Hemos mostrado en lo que precede que tenemos suficiente parte, es errado [pensar] que la naturaleza lo haya tomado co-
razón para juzgar al b.ombre, no simplemente como a todos mo su criatura predilecta favoreciéndolo de su beneficio por
los seres organizados, en cuanto fin natural, sino también. sobre todos los animales, puesto que, al contrario, no lo ha
.
aquf.en la tierra, como el fin último de la naturaleza en refe-
rencia al cual todas las demás cosas naturales constituyen un
dejado menos exento de sus efectos dañinos que a cualquier
otro animal, en la peste, el hambre, la inundación, la helada,
sistema de fines, según ptincipios de la razón, y no por cier- el ataque de otros animales grandes y pequeños; y aún más, el
to para la facultad de juzgar detenninante, pero sl para Ja re- contrasentido de las disposiciones naturales que hay en él lo
flexionante. Si ahora ha de encontrarse en el hombre mismo empuja a las plagas ) que él mismo se inventa, y ellas, con 390
lo que debe ser fomentado como fines por medio de su vincu- otras más que su propia especie le trae, por lo opresivo de la
lación con la naturaleza, el fin tiene que ser, entonces, o bien dominación, la barbarie de las guerras, etcétera, lo ponen en
384 de tal especie que pueda ser satisfocho por f la naturaleza en tal apremio, y él [mismo] trabaja tanto cuanto esté de su parte
su acción bienhechora, o bien es la aptitud y habilidad para en la destrucción de su propia especie, que aun dándose ·fuera
toda clase de fines para los cuales pudiera ser empleada por de nosotros la naturaleza más bienhechora, su fin, si estuvie-
el (hombre] la namra.leza (externa e internamente). El primer se puesto en Ja felicidad de nuestra especie, no sería alcanza-
fin de la naturaleza seria Ja felicidad, el segundo, la culfllra do sobre Ja tierra en un sistema de (la naturaleza), porque Ja
del hombre. naturaleza en nosotros no es susceptible de aquélla. Así, él
El concepto de la felicidad no es uno que el hombre abs- siempre es solamente un miembro en Ja cadena de los fines
traiga acaso a partir de sus instintos, y que así extrajese de Ja naturales; desde luego, principio en vista de muchos fines,

420 421
para lo cual la naturaleza en su disposición parece haberlo el fin último que se tenga razón en atribuirle a la naturaleza
determinado, y él mismo se hace a esa [condición]; pero 1:1111 en vista del género humano (y no su propia felicidad en la
bién, a la vez, medio para la conservación de la confom1idad tierra, o aun, siquiera, el ser el principal instrumento l para 392
a fin en el mecanismo de los demás miembros. Como el ú111· instaurar orden y armonía en la naturaleza carente de razón
386 co ser en la tierra que posee entendimiento y, por 1tanto, una fuera de él).
facultad para proponerse arbitrariamente fines a si mismo. Pero no toda cultura es suficiente para este fin último
es, sin duda, señor titular de la naturaleza, y, si se considera de la naturaleza. La cultura de la habilídad es, por cierto, la
a ésta como un sistema teleológico, [es] según su destina- principal condición subjetiva de la aptitud para el fomento de
ción, el fin último de la naturaleza; pero siempre de modo los fines en general; sin embargo, no basta para coadyuvar a
solamente condicionado, a saber, a que él lo entienda y tenga la voluntatP9 en la determinación y elección de sus fines, lo
la voluntad de darle a aquélla y a si mismo una relación d..: cual ·pertenece, sin embargo, esencialmente a la total enver-
fines tal que,. con independencia de la naturaleza, pueda bas- gadura de una aptitud para fines. Esta última condición de Ja
tarse a sí misma y ser, por tanto, fin final, que, empero, nn aptitud, que podría llamarse la cultura de la disciplina (disci-
tiene en absoluto que ser buscado en la naturaleza. plina)40, es negativa, y consiste en la liberación de la voluntad
Pero para describir dónde, en el hombre al menos, he- del despotismo de los deseos, por el cual, a.1estar apegados a
391 mos de poner ese fin último de la l naturaleza, tenemos que ciertas cosas naturales, nos vemos incapacitados para elegir
buscar lo que la naturaleza sea capaz de cumplir a objeto de por nosotros mismos, en la medida en que dejamos que los
prepararlo para lo que él mismo deba hacer para ser fin final, impulsos nos valgan de ataduras, que la naturaleza nos ha da·
y separar esto de todos los fines cuya posibilidad descanse en do solamente a manera41 1 de hilos conductores para que no 388
cosas que sólo quepa esperar de la naturaleza. De esta última descuidemos la destinación de la an imalidad en nosotros, o
especie es la felicidad en la tierra, por la cual se entiende el la·dañemos aun, al paso que somos, sin embargo, lo bastante
conjunto de todos los fines del [hombre] posibles en virtud libres para tensarlos o aflojarlos, alargarlos o acortarlos, se-
de Ja natur.1leza fuera o dentro del '1ombre; es ésta la materia gún lo exijan los fines de la raz6n42.
de todos sus fines en la tierra, que, si el hace de ella toda su La habilidad no puede ser bien desarrollada en el gé-
finalidad, Jo vuelve incapaz para darle un fin final a su pro· nero humano sino por medio de la desigualdad entre los
pia existencia y concordar con éste. De todos sus fines en la hombres, puesto que el mayor número, sin requerir para ello
naturaleza sólo resta, pues, la condición formal, subjetiva, o especialmente de arte, procura por así decir mecánicamente
sea, la aptitud38 para proponerse en general fines a sí mismo. [las] necesidades de la vida, para comodidad y ocio de otros
y (con independencia de la naturaleza en su determinación que laboran en las ) partes menos necesarias de la cultura, la 393
387 de fines) para hacer 1 uso de la naturaleza como medio en ciencia y el arte, y son mantenidos por éstos en un estado de
conformidad con las máximas de sus fines libres en general; opresión, trabajo amaigo y escaso goce, una clase en la cual,
y esto la naturaleza puede cumplirlo con vistas al fin final empero, se difunde paulatinamente también algo de la cultura
que está fuera de ella, y puede, por tanto, ser considerado co- de la superior. Pero con su progreso (cuya cima se denomina
mo su fin último. La producción de la aptitud de un ser racio- lujo, cuando la proclividad a lo superfluo empieza a perjudi-
nal para fines cualesquiera en general (por consiguiente, en car lo indispensable), las plagas crecen de modo igualmente
su libertad)., es la c11lt11ra. As!, pues, sólo la cultura puede ser poderoso a ambos lados, en uno por violenta opresión ajena,

422 423
en el otro por íntima insatisfacción; pero la miseria relucic11- nutural con vistas a nuestras destinación en cuanto especie
te43 está ligada al desarrollo de las disposiciones naturales en animal, pero que dificultan mucho el desarrollo de la huma-
el género humano, y el fin de la naturaleza misma, aw1quc "" nidad, muéstrase también, en lo que respecta a este segundo
sea nuestro fin, se alcanza con ello, no obstante. La condiciú11 requisito de la cultura, una tendencia conforme a fm de la na-
formal única bajo la cual puede la naturaleza alcanzar éslc turaleza hacía una [mejor] formación50 que nos haga suscep-
389 su designio final44 , es esa constitución en la 1 relación de lm tibles de fines más altos que los que la naturaleza misma
puede proporcionamos. No cabe discutir l la demasía de los 395
hombres unos con otros donde al perjuicio de las libertades en
reciproco conflicto se opone un poder lega145 en un todo qm: males que derrama sobre nosotros el refinamiento del gusto
se llama sociedad civi/'6; pues sólo en ella puede acontecer d hasta la idealización e incluso el lujo en las ciencias, como
• •
máximo desarrollo de las disposiciones naturales. Pero con pábulo de la vanidad, por la multitud de inclinacion~ as1 en-
vista a ella, aun cuando los hombres sean lo suficientemente gendradas que no se puede satisfacer; pero en desqwte tam-
sagaces para inventarla y lo bastante sabios para someterse :1 poco ha de desconocerse el fin de la naturaleza de ganarle
su coerción voluntariamente, se requerirla aún un todo cos- terreno a la rudeza y a la vehemencia de las inclinaciones que
mopo111a . 47, esto es, un sistema
. de tod os los Estados, que están pertenecen más a la animalidad en noso~s ~-se opon~n ma-
en peligro de actuar perjudicialmente unos sobre otros. En su yoritariamente al cultivo de nuestra destmac1on supenor (las
394 defecto, y l dándose el impedimento que oponen a la sola po- inclinaciones del goce), y hacer sitio para el desarrollo de Ja
sibilidad de un tal proyecto la avidez de gloria, de dominio y humanidad. El bello arte y las ciencias, que si no hacen al
de posesión~ª. sobre todo en quienes tienen el poder en sus hombre éticamente mejor, si lo l civilizanst, le ganan mucho 39t
manos, es inevitable la gtterm (en que, por una parte, se es. a la tiranía de la propensión sensoriaJll mediante un placer que
cindcn los Estados y se resuelven en otros más pequeños, o, se deja comunicar universalmente y un pulimento Y refina-
por otra, un Estado anexa a otros más pequeños y brega por miento para la sociedad y por esta vía preparan al hombre pa-
formar un todo mayor): y ella, así como es una tentativa no ra un dominiol3 en que deba imperar Ja sola razón; al paso que
intencionada de los hombres (estimulada por pasiones desen- Jos males con que nos allige en pai1e la,naturaleza y en parte
. · SS, •mten-
el inconciliable egoismo 54 de los hombres, sol 1c1tan
frenadas}, acaso49 es también una tentativa recóndita e inten-
56
cionada de la sabiduría suprema, si no para instaurar, sí nn sifican y robustecen a la vez las fuerzas del alma , para no
obstante para preparar [la unión de la] legalidad con la liber- sucumbir a aquéllos y hacemos sentir así una aptitud para fi-
tad de los Estados y, por este medio, la unidad de un sistema nes más elevados que está oculta en nosotros(*).
de éstos moralmente fundado; y, sin consideración de los es-
pantosos tormentos con que ella grava al género humano, y de • Fócil es decidir qué valor tenga la vida para nosotros si se lo estima
según lo que se g<>:n (et fin natural de la suma de 1 t.~das las ~nclinacio­ 396
los acaso mayores aún con que apremia su constante prepara- nes, la íclicidad). Cae por debajo de cero; pues. ¿quien quer:r•• .empren-
390 ción durante la paz, es, sin embargo, un 1aliciente más (al ale- der de nuevo la vida bajo las mismas condiciones, o aun siguiendo un
jarse cada vez más la esperanza de un apacible estado de mero plan, proyectado por él mismo (pero conforme al curso natural):
felicidad del pueblo} para desarrollar hasta el más alto grado pero que estuviese orientado no más que al goce? Arnba se m~1c6 que
valor 1icnc la vida a consecuencia de lo que ésla encierra en s.1, condu·
todos los talentos que sirven a la cultura. cida según el flll que la naturaleza tiene con nosotros, y que consiste en
En lo que atañe a la disciplina de las inclinaciones, lo que se hace (no .óto lo que se goza), cuando sin embargo nunca so-
para las cuales es enteramente conforme a fin la disposición mos mb que el medio para un fin final indeterminado. No l queda pues, 392

425
424
396 l § 84. Del fl11al de la existencia de un mundo, es deci1; minación, que se encuentra en ella, no estuviese a su vez
de la creación misma siempre condicionado; y esto no vale simplemente para la na-
turaleza fuera de nosotros (la material), sino también para la
Fin final es el fin que no requiere de ningún otro como condi- naturaleza en nosotros (la pensante): en el entendimiento de
ción de su posibilidad. que sólo considero en mi aquello que. ~ naturaleza._ ~ro una
Si sólo se admite como razón explicativa de la con- cosa que, en virtud de su dotación obJellva, deba ex.1sl!r nece-
392 fonnidad a fin de la naturaleza el mero meeanismo 1 de ésta sariamente como fin final de una causa inteligente tiene que ser
no se puede preguntar, entonces, para qué existen las cosa~ de tal especie que no dependa, en el orden de los l fines, d~ nin- 398
en el mundo; pues en tal caso se babia solamente, de acuer- guna otra condición ulterior más que simplemente de su idea.
do con un tal sistema idealista, de la posibilidad física de las Y bien: tenemos en el mundo una única especie de se-
cosas (y sería simple sofistería, sin objeto, el pensarlos c-0- res cuya causalidad es teleológica, esto es, dirigida a fines,
mo fines); y ya se interprete esta forma de las cosas según y, sin embargo, dotada al mism~ tiempo ~e tal suerte que la
397 el azar, ya según la ciega necesidad, en ambos casos l esa ley según la cual han de determinar sus fmes ~s repres~nta­
pregunta sería vacua. Pero se admitimos como real el enla- da por ellos mismos como incond1c1onada e mdepend1e~te
ce de fines en el mundo y admitimos para él una especie de condiciones naturales, pero en sí misma como necesana.
particular de causalidad, a saber, la de una causa intencüJ- El ser de esta especie es el hombre, mas considerado como
nalmente eficiente, no podemos quedamos detenidos en la 11 oumenon; el único ser natural en que podemos rccono~er,
pregunta: ¿para qué las cosas del mundo (los seres organiza- de parte de su propia dotación, una facul~ad supras:ns1ble
dos) tienen tal o cual forma, y son puestas por la naturaleza (la /íbertaá) y aun la ley de la causalidad, Junto al objeto.de
en tales o cuales relaciones con otras?; sino que, una vez que ésta que aquél puede proponerse como fin supremo (el bien
se piensa un entendimiento que debe ser considerado como supremo en el mundo) .
causa de la posibilidad de unas formas tales como las que Mas del hombre (asi como de todo ser racional en el
394
efectivamente se encuentran en las cosas, tiene enlonces que mundo), en cuanto ser moral, 1 no puede ya segu~r p:eguntán~
inquirirse también, en estas mismas, por el fundamento ob- dose para qué (quem in jinem) existe. Su existir t1en~ en s1
jetivo que puede haber determinado ese entendimiento pro- mismo el fin supremo, al cual puede, tanto como este en su
ductivo a un efecto de esta especie, y que es entonces el fin poder, someter a la naturale~ entera, o ~I meno~ frente. al
para el cual semejantes cosas existen. cual no es lícito que se considere someado a mnguna m-
He dicho arriba que el fin final no es un fin que la natu- íluencia de la naturaleza.- Pero si las cosas del mundo, en
~ 1
393 raleza fuese suficieute para 1 llevar a efecto y producir con- cuanto seres dependientes en su existencia, requieren de una
forme a su idea, porque es incondicionado. Pues nada hay en causa suprema que actúa con arreglos a fines, el hombre
la naturaleza (como ser sensible) cuyo fundamento de deter- entonces es causa final de la creación; pues sin éste la cade-
na de los fines subordinados unos a otros no estaría comple-
tamente fundada, y únicamente en el 1 hombre, aunque en él 399
nada más que el valor que nosotros mismos damos a nuestra vida, no
solamente a través de lo que hacemos, sino también por lo que hacemos sólo como sujeto de la moralidad, puede encontrarse la le-
en conformidad n fin con tal independencia de la naturnleza, que aun .la gislación incondicionada en vista de los fines, la única, pues,
existencia de la naturaleza puede ser ím sólo bajo esta condición.

421
426
1
que lo capacita para ser un fin final al cual toda la naturale- 396
1La primera precede de modo natural a la segunda. Pues
za está telcológicamentc subordinada(*). si de las cosas en et mundo queremos inferir teleológicamen-
te una causa del mundo, tienen que darse primeramente fines
de la naturaleza, para los cuales hemos de buscar después un
400-395 11 § 85. De la fisicoteologfa$7 fin final y para éste, luego, el principio de la causalidad de esta
Lajisicoteología es el intento de la razón de inferir, a partir suprema causa.
Muchas indagaciones de la naturaleza pueden y deben
de l~s ?nesde la naturaleza (que sólo pueden ser conocidos hacerse según el principio teleológico, sin que se tenga razón
emp1_ncamente), Ja causa suprema de la naturaleza y sus de preguntar por el fundamento de la posibilidad de operar
prop1eda~es. ~na teología moral (eticoteología) sería el in- en 1 conformidad a fin, que encontramos en diversos produc- 401
tento de mferrr, a partir del fm moral de seres racionales en tos de la naturaleza. Y si también de esto se quiere tener un
la naturaleza (que puede ser conocida a priori), aquella cau- concepto, carecemos absolutamente de w1a inteligencia ulte-
sa Y sus propiedades. rior que [no fuera} simplemente la máxima de la facultad de
juzgar reflexionante: a saber, que, aun cuando nos fuese dado
• Serla posible que In rclicidud de los seres racionnlcs en el mundo fuese
un único producto orgánico de la naturaleza, no podemos
un fm de'.ª na~u~uleza, Y.entonces seria también su fin último. Al menos
no puede mtellg1rsc n pnori por qué la naturaleza no deberla estar ordc- pensar, con arreglo a la dotación de nuestra facultad ·de cono-
~~: de. ese m~o. porque este cfocto es perfectamente posible por me- cimiento, ningún otro fundamento de ello que et de una cau-
de su mecarusmo, por lo meno.s hasta donde alcanzamos a ver. Pero sa de la naturaleza misma (ya sea de la naturaleza toda o sólo
la moralidad. y una causalidad con arreglo a fines subordinada a ella, es de esta parte suya), que mediante entendimiento contenga la
absolutame
de su nt.° ·~pos•ible a naves
• de causas naturales: pues el principio
causalidad para ese producto; un principio de enjuiciamiento
. detemnnac16n a actuar es sup1$CI1Siblc; es. por tanto. el único po-
sible en el ~rden ~e, los fines q.ue es incondicionado sin más en vista de que ciertamente para nada nos hace adelantar en la explica-
la n~turaleza, el uiuco en cualificar al sujeto [de la moralidad), por tal ción de las cosas naturales a objeto de poder, acaso, determi-
medio, como fi'.' J_i11al de la crCBción, al cunl toda la nutumleza está su· nar más de cerca el concepto de un ser originario, de otro
bordmnda. Lajal1cfdad, por el contrario, como se mostró en el parágra·
395 fo an.tenor de acuerdo ol testimonio 1 de la experiencia , ni siquiera es un modo tan infértil. 397
fi11 de la nat11rolezt1 con r~specto al hombre, de preferencia a otras cria- 1Pues bien: digo que la fisicoteologia, por lejos que se
turas. mucho mcno.s podría ser un fin final da /<1 creación Podrán los la pueda impulsar, nada puede revelarnos acerca de un fin fi-
hombres hacer de ella siempre su fin subjetivo último. Pero. si pregunto nal de la creación; en efecto, ni siquiera alcanza para plantear
por el ím final de la cttación ¿para qué han de existir los hombres? la pregunta par él. Puede, pues, ciertamente, justificar el con-
~bla ~~onces de un fin objetivo supremo. tal como la más elevad~·::. cepto de una causa inteligente del mundo como un concepto
zoo exigirla para su creación. Y si a ello se responde: es para que exis-
tan seres a los que esa causa suprema pueda beneficiar con ello se de Ja posibilidad de tas cosas idóneo únicamente de modo sub-
con~d1ce la condi~ión a que In razón del hombre somete ~un su deseo jetivo para la constitución de nuestra facultad de conocimien-
~~s intimo d~ fehc1dod (a saber, la concordancia con su propia legisla- to, que podemos hacernos comprensible por fines, pero no
400 cion ) ~oral interna). Esto prueba que la felicídnd sólo puede ser un fin determinar más este concepto ni en perspectiva teórica ni l 402
con~_1c1ooado, y el hombre, por tanto, únicamente como ser moral puede
ser.fin final de la ere.ación; pero en lo que atañe a su estado, la felicidad
práctica; y la tentativa de la fisicoteología no es suficiente para
esta vinculada [a él) sólo como consecuencia, en In medida de la con· su propósito de fundar una teología, sino que no pasa nunca de
cordanc1a con ese fin, como el fin de su existencia. ser solamente una teleología fisica, parque la referencia a fmes

428 429
en ella es siempre considerada solamente, y tiene que scrh•. puede haber uno o más que tengan muchas y muy grandes
como condicionada en la naturaleza; por consiguiente. ni s1 propiedades, mas no precisamente todas las que son requeri-
quiera puede poner en cuestión el fin para el cual existe la na bles para fundar una naturaleza que concuerde con el 1mayor 399
turaleza misma (cuyo fundamento tiene que ser buscado füc1" fin posible, ya sea que se considere como [si fuese) nada el
de la naturaleza), de cuya idea determinada depende. no ohs suplir, en una teoria, la deficiencia de los argumentos probato-
tantc, el concepto determinado de aquel la suprema causa in•~ rios por medio de agregados arbitrarios, y, con sólo tener razón
ligente del mundo y, con ello, la posibilidad de una teología. para suponer mucha perfección (¡;¡ qué es mucho para noso-
Para qué sirvan unas a otras las cosas en el mundo; pa- tros?), se considere uno autorizado para presuponer toda la
ra qué sea bueno lo múltiple en una cosa para esta cosa mis- [perfección] posible, entonces la teleología física tiene preten-
ma; cómo es que incluso se tiene razón para admitir que nada siones de peso a la gloria de fundamentar una teología. Pero
es en vano en el mundo, sino que en fa 11at11rafeza todo es cuando se exige señalar qué es Jo que nos impulsa y además
bueno par.i algo, a condición de que ciertas cosas (como fi - autoriza a hacer esas adiciones, en vano buscaremos funda-
nes) deban existir, a propósito de lo cual, por tanto, nuestra mento, para justificamos, l en los principios del uso teórico de 404
398 razón ao tiene, para la facultad de juzgar, ningún 1otro princi- la razón, que, para la explicación de un objeto de la experien-
pio d~ la posibilidad del objeto de su inevitable enjuiciamien- cia exige absolutamente no atribuirle a éste más propiedades
to teleológico más que el de subordinar el mecanismo de la que las que puedan hallarse como datos empíricos para su po-
naturaleza a la arquitectónica de un autor inteligente del mun- sibilidad. En un examen más detenido veríamos que, en sen-
do: todo esto lo hace la consideración teleológica del mundo de tido propio, la idea de un ser supremo, que reposa en un uso
manera muy espléndida y para extrema admiración nuestra. de la razón completamente diferente (el práctico), está a prio-
Mas como Jos datos, y por consecuencia, Jos principios para ri en nosotros como fundamento que nos impulsa a completar
deten11i11ar este concepto de una causa inteligente del mundo la defectuosa representación [que se hace] una teleología fisi-
(como supremo artista) son meramente empíricos, no permi- ca del fundamento originario de los fines en la naturaleza,
ten inferir ninguna propiedad más que las que en los efectos basta [llegar al] concepto de una divinidad; y no nos imagina-
403 de esa (causa) nos revela Ja experiencia; la cual, como l nunca ríamos falsamente el haber establecido esta idea, y con ella
puede abarcar a toda Ja naturaleza como sistema, tiene que ir una teología, mediante el uso teórico de la razón en el conoci-
a dar a menudo (en apariencia) en ese concepto y entre argu- miento fisíco del mundo, y mucho menos el haber demostra-
mentos que están en conflicto unos con otros, pero, aun si do su realidad.
fuésemos poderosos a abarcar empíricamente el sistema ente- 1No se puede censurar a los antiguos si pensaban a sus 400
ro, en lo que atañe a la mera naturaleza jamás puede (la expe- dioses de manera tan múltiplemente variada, en parte por su
riencia] elevarnos por sobre ésta hasta el fin de su existencia poder, ea parte por los designios y los pareceres de la voluntad,
misma y, por tal medio, al concepto determinado de aquella pero a todos ellos, sin excluir a su mismo jefe máximo, siem-
inteligencia superio~s. pre limitadamente, al modo humano. Pues al observar la orde-
Cuando se eapequeñecc el problema cuya solución con- nación y el curso de las cosas de Ja naturaleza, hallaban harto
cierne a una fisicotcologia, parece que tal solución es fácil. En fundamento para suponer algo más que lo mecánico como cau-
efecto, ya sea que se prodigue el concepto de divinidad en ca- sa de éstos, y conjeturar, tras la maquinaria de este mundo, los
da uno de los seres inteligentes que concibamos, de los que designios de ciertas causas superiores, que no podían pensar

430 431
405 sino como sobrehumanas. Mas l como encontraban muv me/ puede obtenerse, pues, el concepto de una divinidad que basta-
ciados en él lo bueno y lo malo, Jo conforme a fin y lo ~111111 se a nuestro enjuiciamiento teleológico de la naturaleza. Pues,
rio a fin, al menos para nuestra comprensión, y no se podían o declaramos toda 1 teleología como simple engaño61 de Ja fa- 402
permitir el aceptar secretamente, empero, unos fundamenta le> cultad de juzgar en el enjuiciamiento del enlace causal de las
fines sabios y bienhechores, de Jos que no veían la prueba, c11 cosas, y nos refugiamos en el principio único de un mero me-
pro de la idea arbitraria de un 59 autor supremamente perfecto. canismo de la nanirale:za, que, debido a la unidad de la sus·
diflcilmente podía ser otro su juicio acerca de la causa supn.:· tancia, de la cual aquélla no puede ser más que la multiplicidad
ma del mundo, en la medida que, ciertamente, procedían con de sus determinaciones, sólo nos parece contener una referen·
plena consecuencia siguiendo má"imas del uso meramcntt· cía universal a fines; o si, en lugar de este idealismo de las cau-
teórico de la razón. Otros que, siendo fisicos, querían ser al sas fmales, queremos atenemos al principio del realismo de
mismo tiempo teólogos, pensaron dar satisfacción a la razón esta especie particular de causalidad, podemos ~~er par .fun-
al procurar la unidad absoluta del principio de las cosas natu- damento de los fines naturales muchos seres ong¡nanos mte-
rales, que la razón C)(ige, por medio de Ja idea de un ser en el ligentes, o bien un.o solo; y tan pronto como no tenemos a mano
401 1 cual, como única sustancia, aquéllas serían en su conjunto no más que ) principios de la experiencia, e"traídos del efectivo 407
más que determinaciones inherentes: sustancia, sin duda, que enlace causal del mundo, para la fundamentación del concepto
no seria causa del mundo por su entendimiento, mas en la cual. de ese [ser), no podemos por Wl3 parte hallar recursos contra la
como sujeto, cabia hallar todo entendimiento de los seres del discordancia62 que en muchos ejemplos plantea la naturaleza al
mundo; en consecuencia, un ser que ciertamente no produci- respecto de la unidad de los fines ni, por otra parte, extraer ja-
ría algo según fines, pero en el cual todas las cosas, en virtud más de alll, de manera suficientemente determinada para algu-
de la unidad del sujeto del cual son meras determinaciones. na teología que sea utilizable, no importa de qué modo (teórico
tendrían que relacionarse necesariamente unas con otras, aun o práctico). el concepto de una única causa inteligente, tal cual
sin fin ni propósito, en conformidad a fin. Fue así que intro- lo obtenemos, autorizados por simples e"periencias.
dujeron el idealismo de las cau.~as fmalcs, al transformar Ja La teleologia tlsica ciertamente nos impulsa a buscar
unidad de una multitud de sustancias enlazadas conformemen- una teología; pero no puede producir ninguna, por mucho que
406 te a fm, tan dificil de sonsacar, l en una unidad de la inheren- exploremos la naturaleza mediante la experiencia y vengamos
. 60 .
eta en una sustancia, en vez de la dependencia causal de 1111a en ayuda del enlace de fines descubierto en ella con ideas de
sustancia; en lo sucesivo, este sistema, a título de panteivmo. la razón (que para los problemas l fisicos tienen que ser teóri- 403
si se lo mira del lado de los seres mundanos inherentes, a títu~ cas). ¿De qué sirve, se clamará con derecho, que pongamos
lo de spbrozismo (más tarde), si se lo mira del lado del único por fundamento de estas disposiciones'l un entendimiento in-
sujeto subsistente, en cuanto ser originario, menos que resol-
conmensurable para nosotros y lo dejemos ordenar este mun-
ver la pregunta del primer fundamento de la conformidad a fm
de la naturaleza, más bien la declaró nula, al ser convertido do con arreglo a intenciones, si la naturaleza nada nos dice, ni
·ese úl.timo conc~pto, hurtado de toda su realidad, en simple puede jam.ás decimos nada de la intención final, sin la cual,
mala rnterpretac1ón de un concepto ontológico universal de empero, no podemos hacemos ningún punto comím de refe-
una cosa en general. rencia de todos los fines naturales, ningún principio teleológi-
Según principios meramente teóricos del uso de la ra- co suficiente, en parte para conocer los fines todos en un
zón (únicos sobre los cuales se funda la fisicoteología) jamás sistema, en parte para hacemos un concepto del entendimiento

432 433
supremo, como causa de una tal naturaleza, que pudiera ser- dido tener un designio final con Ja totalidad de la naturaleza
408 vimos de .medida reetora64 de nuestras facultad 1 de juzgar y su producción (el cual no residiría, entonces, en la na~­
que reflexiona sobre ella? Tendría yo, entonces, sin duda, un leza del f mundo sensorial), jamás nos lo podrá revelar la m- 405
e~ten1imiento artistaóS para fines dispersos, pero no una sa- dagación teórica; sino que a pesar de todo conocimiento [que
b1du':'ª para un Ím final, que, sin embargo, debe contener ésta posea) queda sin decidir si esa causa suprema es por do-
propiamente el fundamento de determinación de aquél. Mas quier el fundamento originario de la naturaleza ~n ~glo a
a falta de un fin final que sólo la razón pura puede suminis- un fin final, y no más bien a través de un entendinuento d~­
trar a priori (porque todos los fines en el mundo están condi- terminado por Ja mera necesidad de su naturaleza de producir
cionados empíricamente y no pueden contener nada más que ciertas formas (por analogía con lo que llamamos en los ani-
lo que es bueno para esto o aquello, como propósito contin- males el instinto artístico67), sin que por ello sea necesario
gente, no lo que es absolutamente bueno), y que es el único atribuirle ni siquiera sabiduría, nl mucho menos una sabidu-
que podría enseñarme qué propiedades, qué grado y qué re- ría suprema, y ligada a todas las demás propiedades requeri-
Jació~ de la ca~sa suprema .de la naturaleza tengo que pensar das para Ja perfección de su producto.
para Juzgar a esta como sistema teleológico, ¿cómo y con 1Así la fisicoteología es una teleolo¡,>ía física mal enten- 410
qué ~e~o cabe que yo amplíe a voluntad mi concepto muy dida, utilizable solamente como preparación (propedéutica)
404 restnng¡do de ese entendimiento originario66, f el cual puedo para Ja teología, y suficiente a este propósito únicamente con
fundar so~~~ escaso conocimiento del mundo, del poder de el añadido de un principio diferente sobre el cual pueda apo-
ese ser ongmano para llevar a efecto sus ideas, de su voluntad yan;e, y no en sí misma, como quiere insinuarlo su nombre.
para hacerlo, etcétera, y llevarlo a completud en la idea de un
ser infinito omnisciente? Esto, si debiera ocurrir teóricamen-
te, supondría en mí mismo omnisciencia a objeto de inteligir § 86. De la eticoteología
los fmes de la naturaleza en su conexión total, y encima poder
pensar todos los otros planes posibles, en comparación con Hay un juicio del cual ni aun el más vulgar entendimiento pue-
los cuales ~abria que juzgar el [plan] presente, con razón, de privarse al meditar sobre la existencia de las cosas en el
como el mejor. En efecto, sin este completo conocimiento del mundo y sobre la existencia del mundo mismo: a saber, que
409 efecto no puedo inferir ningún 1 concepto detenninado de la todasilas múltiples criaturas, por grande que pueda ser el arte
causa suprema, que sólo puede ser hallado en el de una inte- de su ordenamiento y variado el nexo en que se relacionan
ligencia infinita en todo respecto, esto es, el concepto de una unas a 1otras en conformidad a fin, y aun la totalidad de tan· 406
divinidad, ni establecer un basamento para Ja teología. tos sistemas suyos que incorrectamente llamamos mundos, no
. Cuanto quie~ que pueda ampliarse la teleología fisica, existirían para nada68 si no hubiese en ellos hombres (seres ra-
bien podremos decrr, pues, de acuerdo con el principio referi- cionales en general); o sea, que sin los hombres la creación
do arriba, que, según la dotación y los principios de nuestra entera sería un mero desierto69, de balde y sin fin final. Pero
facultad de conocimiento, no podemos pensar la naturaleza tampoco es con respecto a la facultad de conocimiento (ra-
en las ordenaciones conformes a fin que han llegado a semo~ zón teórica), que obtiene recién su valor la existencia de to-
conocidas, más que como el producto de un entendimiento al do lo demás en el mundo, como si debiese existir alguien que
que ésa está sometida. Pero que este entendimiento haya po- pudiese contemplar el mundo. Pues, si esta contemplación

434 435
408
411 del
. mundo
1 d 1 hno Je d'icsc a represenlar más que l cosas sin f1'n dcra en su interior, es un l objeto que merece el desprecio; y si
f ma • e echo de se ·d la creación no ha de carecer en todas partes de fin final, él, en-
valor alguno a su ex· ~ co~i~ci 0 a9uél no puede resultarle
1

i' tonces, que como hombre trunbién pertenece a ésa, en cuanto


~~:~na~ en referenc:~ :~c~~~Í1~ªc:~~:mi~:~~~o:~~:~e: hombre malvado, sin embargo, tiene que verse privado, en un
mw1do bajo leyes morales y de conformidad con ellas, de su
mient~ d~n:i~c~~ ;~~~~ ; :0: :, : e1n referencia al senti- fm subjetivo (la felicidad), como la única condición bajo la
como dado un fin . ~ p aceres que pensamos
acuerdo al bienes~:~lg~~~Cs~e~:~~es decir, no .l~s) de
cual su existencia puede ser compatible.
Ahora bien: si encontramos en el mundo ordenaciones
~;~n~ palabra, a la felicidad, que estim~~s~~~ :¡0i;i:i2~ fmales72 y si, como exigen la razón inevitablemente, subordi-
de l~ f:ii~~daectdos,u[efil hecfihol de) que el hombre, al existir, haga namos los fines que sólo condicionadamente lo son a un fin
m ma , no aporta nin ' supremo incondicionado, es decir, a un fin final, fácilmente se
ra qué existe él, ni por ende qué valor t:: c~n~pto de pa- 1 ve en primer término que en tal caso no se habla de un fm de 413

407 :puesto ya ~omo fin final de la creación'


mento racional de por qué es reciso
:a:j'
hacerle agradable su existencia. Él tiene a e !Dlsmo, para
ri~:rs: ~re-
n-
la naturaleza (dentro de ésta), en la medida en que ésta existe,
sino del fin de su existencia con todas sus ordenaciones, y, por

::~~~~~~s~~~tsu fel}cida~ ~i ~q~lla es c::i~er~~~~=


lo tanto, deljin último de la creació11, y todavía en éste, en sen-
tido propio, de la condición suprema bajo la cual únicamente

~¡e]esd~ólo Ida. fac~1fd~~~c%~~Tr'.º~!e~~~~;:·hac~C::~::~


puede tener lugar un fin final (es decir, el fundamento de de-
terminación de un entendimiento supremo para la producción
pen 1ente e la naturaleza (por im ulso . .
aquélla con respecto a la cual el valor de ~u exi:nsc1b1·ale)d, m de los seres del mundo).
Y como reconocemos al hombre como fin de la crea-
cansa en iJo que
dars . re c1'b e y goza; smo
. el valor que sólo él puedees-
ción solamente en cuanto ser moral, tenemos de primeras una
ª
e s mismo, Y que consiste en lo que hac 10 6 razón, o por lo menos la condición principal, para considerar
según qué principios actúa 71 él no como mie be •dc lmo y
~raleza, sino en la 'liber/ad de'su facultad de~ero e a na- el mundo como un todo [que está] cohesionado según fines y
c1r; ) un~ buena voluntad es lo único en virtud d!~~r,cC:1de-
como sistema de causas finales; pero sobre todo tenemos, pa-
412
ex1stencia puede tener un v 1 b u su ra la relación de los fines naturales con una causa inteligente
cual la existencia del mund~ [~ru:d~?f!h~rj::;:;,er;¡cia al del mundo - relación que nos es necesaria según constitución
409
comú;~n~uerda también plenamente éon esto ~~j~~i~
má:s
de nuestro entendimiento-, ) un principio para pensar la na-
turaleza y propiedades de esta causa primera como funda-
e a sana razón humana, a saber, que el hombre sól

~~sayar~:~~r~;~ ~t0
j~J::~:~~i~::~n:;~~e/::~:~~~cuan~
mento supremo en el reino de los fines, y para determinar de
este modo su concepto; y esto no lo podía la teleÓlogía física,
[una respuesta) . é . 1 a en- que solamente podia dar ocasión a conceptos indeterminados
ho b · ~ 0 e qu sirve, va a decirse, que este de esas causas y, precisamente por ello, inaptos tanto para el
ac:Vi:.dosea tanto ta~ent?, que lo ponga incluso en mucha
uso teórico como para el uso práctico.
la comuni~r su medio eJena una provechosa influencia en A partir de este principio así determinado de la cau-
relación a las ck~~:~a'spdoer ;anto, gTan valor tánto en
10
salidad del ser originario no sólo lo tendremos que pensar
d 1 . su iortuna como a la utilidad
e os otros, s1 no posee una buena voluntad? Si se lo coasi- como inteligencia y [como ser) legislador para la naturaleza,

437
436
¡ 414
sino lambién supremo jefe legislador1l en un 1reino moral de
l?s fine~. En ~ferencia al bien supremo que únicamente es po-
cosas, el que, además, si por doquier hay una causa del mun-
do que opera intencionalmente y está dirigida hacia un fin,
sible bajo su m1peno74 , esto es la exislencia de seres r. · aquella relación moral tenga que ser la condición de posibili-
J b · ' · · acrona-
es llJ~ leyes morales, pensaremos a este ser originario como dad de una creación con tanta necesidad como la relación
ommsciente
. ' para que aun 1o mas, m• t'1mo de 1os sentires
• (que según 1 leyes fisicas (ello, si esa causa inteligente tiene también 411
constrtu~ el valor moral propiamente dicho de las acciones de unji11fi11al). Y solamente se trata [de saber) si tenemos, para
seres racionales del mundo) no le esté oculto· como 0 mmpo- . la razón (sea la especulativa o la práctica), algún fundamento
1en t.e, para que pueda confonnar la naturaleza, toda a este fin suficiente para atribuirle un fl11 final a la causa suprema que
supremo; como absolutamente bueno y a la vez como . , actúa de acuerdo con fmes. Pues que, entonces, según la dota-
porq ue tas d .
. es · os propiedades (que unificadas son la sabiduría)
Jtts«J,
ción subjetiva de nuestra razón, y aun como quiera que pense-
constituyen las condiciones de la causalidad de una causa su- mos .la razón de otros seres, ese fmfinal l no pueda ser ningún 416
prem~ del mundo como bien supremo, bajo leyes morales; Y así otro que el hombre bajo leyes moro/es, puede para nosotros
también
·eda tenemos que pensar en este ser todas 1as dem ás pro- valer a priori como cierto; pero, contrariamente, los f'"mes de la
p1 . des trascendentales, como la eJemidad, la omnipresencia naturaleza en el orden fisico no pueden ser en absoluto cono-
ctce,;era (pues la bondad Y la justicia son propiedades mora~ cidos a priori, y sobre todo no puede comprenderse en modo
410
les) •que se supone en referencia 1 a un semejante fin final - alguno que una naturaleza pueda existir sin unos tales.
De este m~o la teleología morul llena las carencias de la .te-
leología fis1ca, Y funda por vez primera una teología; pues la
segun~, s1 no tomase inadvertidamente a préslamo de la pri- Observación
mera, smo ~.procediese de manera consecuente, no podria
fundar por si i:rus?1a nada más que una demonología, la cual no Tomad un hombre en el instante en que Sll ánimo se halla dis-
es capaz de mngun concepto delenninado. puesto para el sentimiento moral. Cuando, rodeado de una be-
. Pe,ro el principio de la referencia del mundo, debida a la lla nalUraJeza, se encuentra en reposado y sereno goce de su
415
destmac1ón moral a fm de ciertos seres en 1éste a una ca existir siente en él una necesidad de dar por ello gracias a al-
suprema di . . ' usa guien.' O si otra vez, en la misma condición del ánimo76, se ve
en cuanto virudad, no hace esto simplemente por-
que co~plete la prueba fisico-teleológica Y tenga a ésta pues presionado por deberes a los que sólo puede y quiere dar
necesanamente
. . . como fundamento
· • sm·0 porque tamb"1en 'es por• satisfacción mediante el sacrificio voluntario, siente en sí en-
si misma suficiente para hacerlo, Y porque conduce la atención tonces la oecesidad77 de haber ejecutado con esto llil mandato
a ~os fines ~e la naturaleza.e impulsa la indagación del gra1Jde y de haber obedecido a un señor supremo. O acaso ha con-
e mconceb1ble arte que. se .halla . oculto de'"""
u""
de 5us 1ormas,
,, · travenido irreflexivamente su deber, sin haberse hecho por
dar
para . u1o1a conf~ción incidental de las ideas que la razón ello responsable 1ante otI:Os hombres; a pesar de esto las es- 412
pura practica sumuustra. En efecto, el concepto de seres del trictas reprimendas que se dirigirá a si mismo hablarán en él
mun~ bajo leyes morales es un principio a priori, según el cual si fuesen la voz de un juez ante el cual tuviese que dar
cual .tien.e el ho!"bre a~c~sanamentc que juzgarse. La razón cuenta por ello. En una palabra: ha menester de una inteli-
co~1dera, trunb_ré? ~ p~1011, como un principio que le es nece- gencia mora178 a objeto de tener, para el fin con vistas al cual
sano para el Clljwcranuento telelógico de la existencia de las existe, un ser que sea, confonne a ese fin, la causa suya y del

4J8 4]9
mundo. Sonsacar artificialmente móviles79 detrás de esto~ nemos en pos de él; y así hay un fundamento moral puro de la
sentimientos es vano; en efecto, éstos se vinculan inmediata- raz.ón práctica para admitir esta causa87 (pues puede hacerse
mente con el sentir moral más puro, porque la gratitud, la sin contradicción), como no fuese sino para no correr el peli-
417 obediencia y la humilda<f!ll (sometimiento 1 a un castigo mc- gro de considerar ese afán, en sus efectos88, como totahnente
recid?) son ~siciones del ánimo especial para el deber, y vano y dejarlo, así, desfallecer.
Con todo esto no se quiere significar aquí sino que el
.
el ánimo, proclive a la ampliación de su sentir moral sólo
. '
piensa aqu1 voluntariamente81 un objeto que no está en el mun- temor, sin duda, ha podido producir dioses (demonios) pri-
do, para mostrar en lo posible, su deber también ante él. Es. meramente, pero que la razón, por medio de sus principios
pues, por lo menos posible, y también reside el fundamento morales, hj\ podido primeramente producir el concepto de
para ello en el modo de pensar moral, representarse una pura Dios (;iun cuando se era, como de común, muy ignaro en la
necesj~d moral82 de la existencia de un ser, bajo el cual nues- teleología de la naturaleza, o también muy incierto, debido
tra etic1dad gana, ya más fuerza, ya más alcance8} (al menos a la dificultad de conciliar los fenómenos que en aquélla se
según nu~str~ representación), es decir, gana un objeto nuevo contradicen unos a otros por medio de un principio suficien-
para su eJerc1c10; o sea, es posible admitir un ser moralmente temente garantizado); y que la interna destinación moral de
legislador84 fuera del mundo sin consideración alguna de una su existencia suplió Jo que faltaba al conocimiento de la na-
prueba teórica, ni menos del interés egoísta, sino por una ra- turaleza, al inducir a pensar, para el fin final de la existen-
z?n moral pura, hl>re de toda influencia ajena (razón que por cia de todas las cosas, cuyo principio no es satisfactorio para
cierto es [a 1~. vez] solamente subjetiva), en virtud de la simple la razón sino en cuanto ético, la causa suprema provista de
recomendac1on que hace una razón pura práctica legisladora propiedades con las cuales es ella poderosa a someter toda la
por si sola. Y aunque una disposición de ánimo semejante se naturaleza a ese único designio (para el cual es ésta simple
presen.~se raras veces o no persistiese mucho, sino que pa5a- medio) (es decir, a pensarla como una divinidad).
~ fug1t1vame~te.y sin efecto duradero, o [transcurriese] sin
nu1guna meditación sobre el objeto representado en una tal
1§ 87. De la prueba moral de la existencia de Dios 414
imagen umbrátil85, y sin esfuerzo para traerlo bajo conceptos
413 1 nludos, el fundamento de ello es no obstante inconfundible

[~s dec~J .la disposición moral en nosotros, en cuanto princi~ Hay una teleol.ogía fisica que ofrece a nuestra facultad de juz-
419
p10 subjetivo de no contentarse en la consideración del mundo gar reflexionante teórica una prueba suficiente para ) admitir
con su conformidad a fin por causas naturales, sino poner por. la existencia de una causa inteligente del mundo. Pero también
fun~mento de esta conformidad a fin una causa suprema que en nosotros mismos, y más aún en el concepto de ser racional
gobierna la naturaleza según principios morales.- A lo que en general dotado de libertad (de su causalidad), hallarnos una
se añade que nos sentimos presionados por la ley moral para teleología moral, que, empero, puesto que la relación de los
afanarnos en pos de un fin supremo universal86, y que sin fines, junto con su ley, puede ser determinada en nosotros
embargo nos sentimos a nosotros y a la naturaleza impoten- mismos a priori, y por tanto conocida como necesaria, no re-
tes para alcanzarlo; [en seguida,] que nos es lícito juzgar que quiere a tal propósito de ninguna causa racional fuera de no-
418 · estamos en conformidad con el l fin final de una causa inte- sotros para esta legalidad interna, al igual que no cabe, a cuenta
ligente (si es que hubiese tal), sólo en la medida que nos afa- de lo que encontramos de confonne a fin en las propiedades

440 441
geométricas de las figuras (para todo posible ejercicio en el mento incondicionado, ya en el orden físico, ya en el teleoló-
ane), que miremos más allá hacia un enrendimiento supremo gico (según el 11e.x11s effectivus ofinalis~. Es decir, que se pue-
que les confiera eso. Pero esta teleología moral sí nos atañe co- de preguntar: ¿cuál es la causa productiva 1suprema?; o ¿cu~I 421
mo seres mundanos y, por tanto, como seres vinculados a otras es su fin supremo (absolutamente incondicionado), es decir,
cosas en el mundo, y esas mismas leyes morales nos prescri- el fin final de su producción de esto, o de todos los productos
ben dirigir nuestro enjuiciamiento de éstas, ya como fines, ya suyos en general? A cuenta de lo cual se supone, ciertamen-
como objetos, con respecto a los cuales nosotros mismos so- te, que esta causa es capaz de representarse fine~ y, con ello,
mos fin final89. Pues bien; de esta teleología moral, que con- que es un ser inteligente, o por lo menos que tiene que ser
415 cierne a la referencia 1de nuestra propia causalidad a fines e. pensada90 por nosotros como actuando según las leyes de un
incluso, a un fin final que debe ser tenido en mira por noso- ser semejante. . .
tros en el mundo, y asimismo a la referencia reciproca del Pues bien: si se sigue el último orden91 , hay un prmc1-
mundo a ese fm ético y la posibilidad externa de su ejecución pio al cual aun 'ta razón hum~na más c?mún está forzada a
(para lo cual ninguna teleología fisicapuede damos guía), bro- dar inmediatamente aprobación: que s1 ea alguna parte ha
420 ta la pregunta necesaria de si ella fuerza a nuestro ) enjuicia- de haber un fin final que la razón deba indicar a prio~, no
miento racional a ir más allá del mundo y buscar, para esa puede ser éste ningún otro que el hombre (cada ser racional
~eferencia de la naturaleza a lo ético en nosotros, un principio del mundo) bajo leyes morales(• ). Pues (y asi es como juzga
mteligente supremo, a objeto de representamos Ja naturaleza
• Oigo deliberadamente: b<¡jo leyes morales. El fín final de la creación no
en cuanto confonne a fin también en referencia a la interna le- es el hombre segJin leyes morale.•, o sea, como uno que se compoJ1JI ~n
gislación moral y a su cumplimiento posible.- En consecuen- conformidad con ellas. En efecto, con la última expresión dinamos mu
cia, hay sin duda una teleología moral; y ella está en conexión de lo que !11\bcmos: esto c'S, que está en el poder de un autor del mundo
hacer que el bombre se comporte 1siempre en conformidad coa las leyes 417
con la nomotélica de la libertad por una pane, y, por otra, con Ja
morales; lo que supone un concepto de libertad y de la naturaleza (de la
d~ ~ naturalez.a, con tanta necesidad como lo está la legislación cual únicamente puede pens..se un autor externo). que tendria que con-
civil con la pregunta acerca de dónde debe buscarse el poder eje- tener una intelección del substrato suprasensiblc de la natural= Yd~ su
cutivo, y, en genera~ está implicada en todo aquello donde Ja identidad' con aquello que la causnlidad mediante libertad ht1cc pos1~lc
razón deba indicar el principio de la realidad efectiva de un cier- en el mundo, intelea:ión que va larg3lllCote máJ allá d~ nuestra razon.
Sólo del 1 /wmbrt! bajo leyes morolts podemos decir, sin transgrcdlJ' la 422
to orden legal de cosas, posibles sólo con arreglo a ideas.- Va- frontera de nuestra intelección, que su existencía constituye el fin final
mos a exponer primeramente el progreso de la razón, desde del mundo. Esto concuerda 1ao1bi~n perfectamente con el juicio de la
esa teleología moral y su referencia a la teleología fisica, hacia razón huma.na que reflexiona momlmcnte sobre el curro del. mundo.
la teo/og~a, para apuntar luego consideraciones acerca de la Creemos percibir las huellas de una sabia relación de fines también~ lo
malvado, cuando.vemos que el crimin11I no muen: sin antes haber sufrido
posibilidad y consistencia de esta manera de razonar. el merecido castigo por sus fochorlas. Según nuestros conceptos de cau-
Cuando se admite que Ja existencia de ciertas cosas (o salidad libre, el buen o mal oomponamiento radica e? oosoiros, P'.''° la
aun solamente de ciertas formas de las cosas) [es) contin- suma sabiduría del gobierno del mundo la ciframos en que lo ocas1on del
416 gente, y, por tanto, 1 posible sólo por medio de algo distinto, primero, y el rcsult•do para ambos. dependan de leyes morales. En esto
último consiste propinmcnte la gloria de Dios, que por ello sin cot~~·­
en cuanto causa, puede buscarse para esta causalidad el fun- nicncia ha sido denominado por los toologos el fin último de la ~100.
damento supremo y, por eso, para lo condicionado el funda- Es de notar, toda\ia que bajo la palabra creadón, cuando nos servimos

443
422-417 cada cual), si el mundo l I consistiese de muchos seres sin vi- mundo, y fomentable como fin final en cuanto dependa de
da o también en parte de seres vivientes pero faltos de razón , nosotros, es la felicidad: bajo la condición objetiva de la con-
418 la existencia de tal 1mundo no tendria valor alguno, porque no cordancia del !)ombre con la ley de la eticidad, en cuanto
existiría en él ningún ser que tuviese el menor concepto de dignidad de ser feliz.
un valor. Si en cambio existiesen también seres racionales, Pero según todas nuestras facultades racionales nos es
mas cuya razón estuviese en condiciones de poner el valor de imposible representamos estos dos requisitos del fin final im-
la existencia de las cosas sólo en la relación de la naturaleza puesto92 a nosotros por la ley moral, como ligados por meras
423 con ellos (con su l bienestar), pero no de procurarse a sí mis- causas naturales, y en conformidad con la idea del fin final en
ma un valor semejante de modo originario (en la libertad), ha- c,uestión. Por tanto, el concepto de,la necesidad práctica de un
bria entonces sin duda fines (relativos) en el mundo, pero tal fin a través de la aplicación de nuestras fuerzas, no concuer-
ningún fin final (absoluto), puesto que la existencia de tales da con el concepto teórico de la posibilidadjisica de su realiza-
seres racionales estaría siempre desprovista de fin. Las. leyes ción efectiva93, si no vinculamos a nuestra libertad ninguna otra
morales, en cambio, tienen la índole peculiar de prescribir pa- causalidad (de un medio) más que la de la naturaleza.
ra la razón algo como fin sin condición y, por tanto, tal cual lo En consecuencia, tenemos que admitir una causa moral
requiere el concepto de un fin final: y la existencia de una del mundo (un autor del mundo), para proponemos, de con-
raión tal que en la relación de fines pueda ser para sí misma formidadcon la ley moral, un fin final: y en la medida en que
la ley suprema; en otras palabras, la existencia de seres racio- lo último es necesario (es decir, en 1 el mismo grado y por la 420
nales bajo leyes morales sólo puede ser pensada, pues, como misma razón), en esta misma medida ha de admitirse también
el fin final de 1a existencia de un mundo. Si, por el contrario, necesariamente lo primero: o sea, que existe un Dios(*).
no ocurre así, no hay para su existencia ningún fin en Ja cai:sa,
o bien ella tiene por fundamento fmes sin fin final.
La ley moral, como condición racional formal del uso
de nuestra libertad, nos obliga por si sola, sin depender de un Esta prueba, que fácilmente puede ser acomodada a la for-
fin cualquiera como. condición material; pero nos detérmina ma de la precisión lógica, no quiere decir que sea igualmen-
419 también, y ciertamente a priori, un fin final, al que 1ella nos te necesario admitir la existencia de DiOs que reconocer la
hace obligatorio tender: y éste es el bien supremo posible err va1idez de la ley moral; por lo tanto, que quien no puede
el mundo mediante libertad. convencerse de la primera'14, pudiera juzgarse liberado de las
La condición subjetiva bajo la cual el hombre (y, según obligaciones que se siguen de la última. ¡No! Sólo habría
todos nuestros conceptos, también todo ser racional finito)
424 puede l ponel'Se un fin final bajo la ley precedente, es la feli- • Este argumento moral no ha de proporcionar ninguna prueba objetiva-
cidad. Por consiguiente, el supremo bien físico posible en el mente válida·de la existencia de Dios, no ha de probarle al que duda de
su fe6 que Dios-existe, sino que, si quiere pensa.r moralmente de mane-
de ella, no entendemos otra cosa que lo que aquí se ha dicho, a'Saber, la ra consecuente~ riene que asun1ir la admisión de esta propOsición entre
causa de la existencia de un m1mdo o de las cosas en él (las substancias); las máximas de su razón práctica.- Con ello tampoco ha de querer
y esto es, además, lo que encierra el concepto propio de esta palabra decirse que es necesario para la eticidad admitir la felicidad de todos los
(actuatio suhsta111iae esr creatio); lo cual no conlleva todavía la presu- seres racion'ales del mundo en conformidad co~ su moralidad, sino que
posición de una causa que opera libremente y [que es), por consecuen- es necesaria por ella. Es, por lo tanto, un argumento suhjeti,.o, suficiente
cia, inteligente (cuya existencia queremos probar ante todo). para seres moraJes.

444 445
que abandonar entonces la i11te11ció11 del fin final en el mun- ra de ensayo el caso de que pudiese alguna vez ser persuadido
do que ha de ser llevado a efecto a través de Ja obediencia de de que Dios no existe, 1 en seguida se cree libre de toda obli- 422
la ley (de una felicidad de seres racionales armónicamenti; gación ética, tiene que estar en él muy mal dispuesto el sen-
coincidente con la obediencia a leyes morales, en cuanto e 1 tir moral interno.
bien supremo del mundo95). Todo [ser] racional tendría que Podemos suponer, pues, un honesto varón (como, por
seguir reconociéndose estrictamente ligado a la preceptiva ejemplo, Spinoza)99, que se tiene por firmemente persuadido
ética; en efecto, las leyes de ésta son formales y mandan in- de que Dios no existe, y (puesto que en vista del objeto de la
condicionadamente, sin atender a fines (como la materia del moralidad ello va a dar a una misma consecuencia) que tam-
querer). Pero la única exigencia del fin final, tal cual la pres- poco hay una vida futura: ¿cómo va a juzgar a su propia e
426 cribe la razón práctica a los seres del mundo, ) es un fm irre- interna destinación a fin en virtud de la ley moral, que reve-
sistible puesto en ellos por su naturaleza (en cuanto seres rencia al actuar'? Por la obediencia a ésta no reclama para sí
finitos), que la razón [acepta) solamente [en cuanto) someti- ninguna ventaja, ni en éste ni en otro mundo; más bien re-
do a la ley moral como condición inviolable96, o aun univer- quiere él solamente instaurar el bien sin [mirar por su] pro-
salizado [únicamente] según esa ley, y hace así del fomento vecho10C>, hacia lo cual aquella sagrada ley orienta todas sus
421 de la 1felicidad en acuerdo con la eticidad el fin final. Ahora fuerzas. Pero su esfuerzo es limitado; de la naturaleza, cier-
bien: la ley nos manda fomentar éste tanto como esté en tamente, sólo puede esperar una casual adhesión de vez en
nuestro poder (en lo que atañe a la [felicidad] 97), cualquiera cuando, mas nunca una concordancia legal, que se cumplie-
sea el resultado que tenga este esfuerzo. El cumplimiento del se según reglas constantes (tal como son y deben ser sus má-
deber consiste en la forma de la seria voluntad, no en las cau- ximas)'º', con el fin a cuya realización, no obstante, se siente
sas mediadoras del buen éxito. él "impulsado. Engaño, violencia y envidia medrarán 1 siem- 428
Supuesto, pues, que un hombre, movido en parte por la pre en tomo a él, aunque él mismo sea honesto, pacífico y
debilidad de todos los argumento especulativos tan alabados, benevolente; y los p1ombres] honestos que encuentre además
y en parte por tantas irregularidades que se preseritan en la na- de él, a pesar de toda su dignidad de ser felices, estarán, no
turaleza y en el mundo ético98 , se persuade de la proposición: obstante, sometidos por la 1 naturaleza, a todos los males de la 423
Dios no existe; él sería, no obstante, indigno a sus propios miseria, de las enfermedades, y de la muerte prematura, al
ojos, si a causa de ello tuviese las leyes del deber por mera- igual que los demás animales de la tierra, y así pennanecerán
mente imaginarias, inválidas, no obligatorias, y quisiera deci- siempre hasta que un ancho sepulcro se los trague a todos (ho-
dirse a transgredirlas impúdicamente. Y si tal hombre pudiera nestos o deshonestos, aquí es lo mismo), y los arroje, a ellos,
convencerse en lo sucesivo de aquello que al principio había que pudieron creer que eran el fin final de la creación, de
puesto en duda, seguirla, no obstante, con esa manera de pen- vuelta al abismo del caos carente de fin de la materia de don-
sar, siendo un indigno, aun cuando en atención a los efectos de habían sido extraídos.- El fin, pues, que este hombre bien
427 cwnpliese su deber con cuanta l puntillosidad pueda exigirse, intencionado tenla y debía tener ante la vista en la observan-
mas por temor o por propósito de recompensa, sin un sentir cia de las leyes morales, tendría que renunciarlo, sin lugar a
de reverencia hacia el deber. A la inversa, si como creyente lo dudas, como imposible; o si también aqui quiere permanecer
obedece a conciencia, sinceramente y no en provecho propio, adherido al llamado de su destinación ética interna, y no de-
y si, no obstante, por frecuentemente que se plantee a mane- bilitar el respeto que la ley ética le infunde inmediatamente

446 447
º
para obedecerla, de la nulidad 1 2 del único fin final ideal objetiva del concepto del fin fmal [que tienen los] seres ra-
[que se] conforma a la elevada exigencia [de la ley] (cosa que cionales del mundo se requiere no sólo que nosotros tenga-
no puede ocurrir sin un quebrantamiento que contrdric el mos un fin final que nos esté propuesto a priori, sino también
sentir moral), tiene que admitir desde un punto de vista prác- que la creación, es decir, el mundo mismo, tenga, con arreglo
tico, es decir, para hacerse al menos un concepto de la posi- u su existencia, un fin final: lo cual añadiría, si pudiere ser
bilidad del fin final que Je está prescrito moralmente, la demostrado a priori, a la realidad subjetiva del fin final la
existencia de un autor moral del mundo, o sea, de Dios, lo que realidad objetiva. En efecto, si la creación tiene por doquier
429 perfectamente puede hacer, ) ya que por lo menos ello no es un fm final, no podemos nosotros pensar éste sino como te-
en sí contradictorio. niendo que concordar con el fm moral (que es el único que
hace posible el concepto de un fm). Ahora bien: en el mundo
ciertamente hallamos fines; y la teleología fisica los repre-
424 1 § 88. Limitación de la validez de la prueba moral senta en tal medida que, si juzgamos de conformidad con la
razón, tenemos fundamento para admitir, por último, como
La razón pura, en cuanto facultad práctica, esto es, como fa- principio de la investigación de la naturaleza, que nada hay
cultad de determinar el libre uso de nuestra causalidad me- en la naturaleza que carezca de fin; sólo que en vano busca-
diante ideas (conceptos racionales puros), no sólo contiene mos el fin final de la naturaleza en ella misma. Por ello, como
en la ley moral un principio regulativo de nuestras acciones. su idea reside solamente en la razón, este [fin] puede y tiene
sino que también suministra por este medio un principio sub- que ser buscado aun con arreglo a su posibilidad objetiva, só-
jetivamente constitutivo, en el concepto de un objeto que la lo en seres racionales. La razón práctica de estos últimos no
razón puede pensar y que debe ser llevado a efecto por nues- sólo indica este fin final, sino que también determina este
tras acciones en el mundo de acuerdo con esa ley. La idea de concepto con respecto a las l condiciones que son las únicas 431
un fin final en el uso de la libertad según leyes morales tiene. bajo l las cuales puede ser por nosotros pensado un fm f"'mal 426
por lo tanto, una realidad suf?jetivo-práctica. Estamos deter- de la creación.
minados a priori por la razón a promover con todas las füerzas Surge ahora la pregunta de si la realidad objetiva del
el [supremo] bien del mundo que consiste en el enlace del má- concepto de un fin fmal de la creación no podría ser demos-
ximo bienestar103 de los seres mundanos racionales con la con- trada también de manera suficiente para las exigencia teóri-
dición suprema de lo bueno en ellos104, es decir, de la felicidad cas de la razón pura, y si bien no de modo apodíctico para la
universal con la eticidad [que] más conforme [es] a la ley 1os. facultad de juzgar determinante, [al menos] sí suficientemen-
En este fin final la posibilidad de una de sus partes, a saber. te para las máximas de la [facultad de juzgar] teórico-refle-
de la felicidad, está condicionada empíricamente, o sea, de- xionante. Esto es Jo menos que puede cxigírsele a la filosofia
pende de la constitución de la naturaleza (de si ésta concuer- especulativa, que se compromete a vincular el fin moral con
430 da o no con ese fin), y es l problemática desde el punto de los fines naturales por medio de la idea de un único fin; pero
425 vista teórico; mientras que la otra parte, a saber, la eticidad, 1 incluso este mínimo es ya mucho más de lo que ella nunca
en vista de la cual estamos libres del concurso de la natura- pueda lograr.
leza, está firmemente establecida a priori en su posibilidad y Según el principio de la facultad de juzgar teórico-refle-
es dogmáticamente cierta. Por tanto, para la realidad teórica xionante, diríamos que si tuviésemos fundamento para admitir

448 449
a propósito de los productos confonnes a fin de la naturale- parn esta creación, esto es, para la existencia _d_e las cosas de
za una causa suprema, cuya causalidad con respecto a la rea- conformidad a unfinfinal, se tenga que admitir como autor,
lidad efectiva de la última (la creación) tendría que pensan;c primeramente, a un ser inteligente, pero? ~~ segundo lugar,
como de otra especie que lo que se requiere para el mecan is- no sólo uno inteligente (como para la posibilidad de las cosas
mo de la naturaleza, a saber, como la de un entendimicn10. de la naturaleza que estábamos forzados a juzgar como fi-
tendríamos suficiente razón no sólo para pensar en este ser nes), sino a la vez un ser moral y por tanto un Dios, es. una
originario, fines por doquier en la naturaleza, sino también segunda conclusión de tal índole que se ve que ella es dicta-
un fin final, si bien no para demostrar la existencia de un ser da meramente para la facultad de juzgar, según conceptos de
semejante, al menos sí para convencernos (tal como ocurriú la razón práctica, y, como tal, para la facultad de juzgar re-
432 en la teleología fisica) que l no sólo podemos hacemos con- flexionan te, no para la detenninante. En efecto, no podemos
427 cebible la posibilidad de un tal mundo con 1arreglo a meros arrogamos el conocer que, aun cuando en nosotros.'ª ~~
fines, sino también poniendo como fundamento de su exis- · moral-práctica sea esencialmente diferente de la razon .tecm-
tencia uo fin final. co-práctica en sus principios, tenga que serlo asi_ ta~b1én ~n
Pero un fin tmal es simplemente un concepto de nues- la causa suprema del mundo, si se la toma como mtehgenc1a,
tra razón práctica, y no puede ser inferido de ningún dato de y que sea requerible una especie particular y dife~nte de
la experiencia para el enjuiciamiento teórico de la naturale- causalidad para el fin final que la meramente [rcquenda] para
za, ~ tampoco referido al conocimiento de ésta. No es posi- los fines de la naturaleza; y por tanto, que no sólo tenemos en
ble ningún uso de este concepto, sino exclusivamente para la nuestro fin final unfandamento moro/ para admitir un fin fi-
razón práctica según leyes morales; y el fin final de la crea- nal de la creación (como efecto), sino también un ser moro/
ción es aquella constitución del mundo que concuerda con lo como fundamento originario de la creación. Bien podemos l 434
que podemos indicar de manera detenninada únicamente con decir empero que según la dotación de nuestra facultad ra-
arreglo a leyes, o sea, con el ím ímal de nuestra razón pura cion~l no podemos en absoluto hacemos concebible la posi-
práctica, y ello en la medida en que ésta deba ser práctica.- bilidad de una tal conformidad a 1fin, referida a la ley moro/ 429
~hora bien: a tmvés de la ley moral que este último fin no~ y a su objeto, como la que hay.en este fin final , sin un autor
impone, tenemos razón para admitir desde el punto de vista del mundo y un soberano que sea a la vez legislador mo~I.
práctico, o sea, para aplicar nuestras fuerzas a la realización La realidad efecúva de un autor supremo que legisle
de aquél, la posibilidad de llevarlo a cabo106 y también por lo moralmente está, pues, suficientemente demostrada sólo pa-
tanto'. una naturaleza de las cosas que concuerde con él (por- ra el uso práctico de nuestra razón, sin determinar nada teó-
que s1 no concurre la naturaleza con una condición suya que ricamente con respecto a la existencia de aquél. Pues ésta
no está en nuestro poder, la realización de aquél seria imposi- requiere para la posibilidad de su fin, que aun sin eso nos es-
ble)..Así, pues, tenemos un fundamento moral para pensar tá encomendado ya por su propia legislación, una idea a tra-
también en el mundo un fin final de la creación. vés de la cual sea removido el obstáculo proveniente de la
433 l Pero no es éste todavía el paso conclusivo101 de la te- impotencia para obedecerla con arreglo al mero concepto na-
leología moral a una teología, es decir, a la existencia de un tural del mundo (de una manera suficiente para la facultad de
autor moral del mundo, sino solamente a un fin final de la juzgar reflexionante); y esta idea recibe a través de ello su rea-
428 creación, que es detenninado de este 1 modo. Ahora bien, que lidad práctica, aun cuando todos los medios para procurarle

450 451

j
trascendente para la razón especulativa; puede que también las
una tal realidad desde el punto de vista teórico, parn la cxph· propiedades que le atribuimos al ser así pensado empleadas ob-
cación de la naturaleza y la determinación de la causa suprema. jetivamente encierren un antropomorfismo; de todos i_nodos,
se le escapen completamente al conocimiento especulativo el propósito de su empleo tampoco es querer determinar de
Para la facultad de juzgar reflexionante teórica, Ja teleología li- acuerdo con ello su naturaleza que nos es inaccesible, sino a
sica probó con suficiencia, a partir de los fines de la naturaleza.
nosotros mismos y nuestra voluntad. Así como a una causa la
una causa inteligente del mundo; para la facultad de juzgar rc-
denominamos según el concepto que tenemos del. efecto (pe-
flexionante práctica la teleología moral realiza esto mismo a
ro sólo en vista de su relación con 110 éste) sin por ello querer
través del concepto de un fin final, que ella está forzada a atri-
buir a la creación con l propósito prácúco. Mas la realidatl determinar intrínsecamente la constitución interna de aquéll.a
435
objetiva de la idea de Dios, en cuanto autor moral del mundo. por la propiedades que de causas semejantes única Y excl~1-
no puede por cierto, ser demostrada por medio de fmes fisicos vamente conocemos y tienen que semos dadas por expenen-
430 únicamente; 1 no obstante, si su conocimiento es vinculado a1 cia; así como, por ejemplo, le atnouimos al alma, ~tre otras
del [fin1118] moral, aquéllos son, en virtud de la máxima de la [cosas), también una vim locomotivam, porque efec?vainente
razón pura, de observar la unidad de los principios hasta donde se originan movimientos del cuerpo cuya causa reside :n l~s
pueda hacérselo, de gran significación para venir en apoyo representaciones del alma, sin que por ello queramo~ atnburr-
de la realidad práctica de esa idea, con el auxilio de aquella que le el único modo en que conocemos las fuerzas motnces (asa-
la razón tiene ya preparada con propósito teórico para la facul- ber, por atracción' 11 , presión, choque, en consecuencia, por un
tad de juzgar. movimiento que en cada caso presupone un ser extenso)? de
Es aquí de suma necesidad notar, para evitación <le un esta misma suerte tendremos que admiúr algo112 que connene
malentendido que fácilmente se da, que, en primer término. el fundamento de la posibilidad y de la realidad práctica, esto
estas propiedades del ser supremo sólo las podernos pensar es, de larealizabilidadlll de un fin final moral necesario; pero
por analogía. Pues, ¿cómo querríamos indagar su naturaleza. este algo podemos pensarlo, según la índole del efecto que de
si la experiencia no nos puede mostrar nada parecido? En se- l él se espera, como un ser sabio que gobierna el mundo 437
gundo lugar, que a través de aquellos atributos•09 sólo podemos según leyes 1morales, y, conforme a la indole de nuestra fa- 432
pensarlo, no conocerlo según ellos, acaso para atribuírselos teó- cultad de conocimiento, debemos pensarlo como causa de ~~s
ricamente; en efecto, la facultad de juzgar determinante, en la cosas diferentes a la naturaleza, sólo para expresar la re/aczon
perspectiva especulativa de nuestra razón, tendría que intcli- de este ser, que sobrepasa todas nuestras fac~tade~ de cono-
gir qué sea en si la suprema causa del mundo. Pero aquí sola- cimiento, con el objeto de nuestro razón práctica, s111 por ello
mente se trata de qué conceptos hemos de hacemos de ella atribuirle teóricamente la única causalidad de esta especie que
con arreglo a la dotación de nuestras facultades de conoci- nos es conocida, a saber, un entendimiento y una volu.ntad, Y
miento, y de si hemos de admitir su existencia, a objeto de aun sin querer di(erenciar objetivainente, en este ser nusmo la
procurarle de igual modo solamente rea.lidad práctica a un fin causalidad que pensamos en ~l respecto a aquello que para
que nuestra razón pura práctica, sin ninguna suposición seme- nosotros es fin final, de la causalidad con respecto a ~a natu-
436 jante, nos l encomienda a priori llevar a efecto con todas las raleza (y a sus determinaciones fina~es en genera~), .smo que
fuerzas, esto es, para poder pensar como posible un efecto que sólo podemos admitir esta diferencia como subJehvamente
431 es solamente tenido en mira. Puede que ese concepto sea 1

453
452
necesaria para la índole de nuestra facultad de conocimic11 1u tían obligados a tender, con lo cual un resultado semejante no
Y válida pa~ la facul~d de juzgar reflexionantc, no pan1 li; puede ser en absoluto puesto en consonancia, o con lo cual, si
facultad de juzgar objetivamente detenninante. Mas cuando ~·· consideraban el curso del mundo como el único orden de las
trata ~e I~ práctico, un tal principio regulativo (para IH as11w1.1 cosas, no sabían aunar esa interna destinación a fin de su áni-
¡: Ysab1duna) - actuar en conformidad con aquello que, cu:d si
fuese su fin, puede, según la índole de nuestras fucu l tadc.~ 1k
mo. Y por rudimentario que fuese el modo en que se repre-
sentasen cómo pudiera ser corregida tal irregularidad (que
c?nocimiento, ser pensado como posible únicamente de un tiene que ser mucho más indignante para el ánimo humano
1 cierto modo- ~ a la vez co11s1it11tivo, es decir, prácticamc1 ''" que el ciego 1azar, al cual se quisiera poner como principio 439
~tenrunante; llllentras que ese mismo, como principio para del enjuiciamiento de la naturaleza), no podían jamás conce-
JUZ~ l~ posibilidad objetiva de las cosas no es en modo alg11- bir como principio de la posibilidad 1 de la conciliación de la 434
n? teoncamente determinante (de sue1te que también conv1 naturaleza con su ley ética interna más que una causa supre-
438 mese al objeto la única l especie de posibilidad que conviene ma que gobierne el mundo según leyes morales: porque un
433 a nuestra facultad de pensar), sino un principio 1meramente ,1• fin final [que les esté] encomendado a ellos mismos como
gula1ivo para Ja facultad de juzgar reflexionante. deber y una naturaleza sin ningúri fin final, fuera de ellos, en
la cual ese fm deba, sin embargo, llegar a ser efectivo, están
en contradicción. Sobre la índole interna114 de esa causa del
Observación mundo podían ellos lucubrar más de un absurdo; pero esa rela-
ción moral en el gobierno del mundo seguía siendo la misma,
~sta prueba !11oral no es un argumento nuevo que se hubiese una relación que es en general aprehensible para la razón me-
inventado, smo en todo caso solamente uno que se expone nos cultivada, en la medida que ella se considere como prác-
de nueva manera; pues ha residido ya en la facultad rncional tica, mientras que la especulativa, por el contrario, de lejos no
humana des.de su más temprana germinación y se desarrolla puede llevarle el paso.- Y con toda probabilidad por medio
cada vez mas con su cultura continua. Tan pronto como em- de este ínterés moral fue despertada también por vez primera
pezaro? los hombres a reflexionar sobre lo justo y lo injusto, la atención a la belleza y los fines en la naturaleza, que desde
en un tiempo en que todavía pasaban indiferentemente por al- entonces sirvió excelentemente para fortalecer esa idea, pero
t~ la conformidad a fin de la naturaleza y se servían de el l:i que no la fundamenta, y que menos aún podía prescindir de
sm pensar en nada distinto al curso habitual de Ja naturaleza. aquel interés, porque la misma indagación de los fines de la
tuvo q~e presentarse ineludiblemente el juicio de que, a la naturaleza recibe sólo en referencia al fin final ese interés in-
P?Stre, Jamás podria ser ya lo mismo el que un hombre se hu- mediato que se muestra en medida tan grande en la admira-
biese comportado sincera o falazmente, equilativa o violenta- ción de aquélla, sin consideración de una ventaja cualquiera
mente, aun~u~ hasta el término de su vida no hubiese hallado, que de allí se extrajese.
al menos v1s1blemente, felicidad alguna por sus virtudes 0
por sus. crimenes, ningún castigo. Es como si percibiesen e1; § 89. De la ulilidad del argumento moral
ellos mismos una voz [diciéndoles] que tenlan que ser de otro
modo; por lo tanto, debía también residir en ellos recóndita La limitación de la rnzón, en vista de todas nuestras ideas de lo
la representación, si bien oscura, de algo hacia l~ cual se sen- suprasensible, a las 1condiciones de su uso práctico, tiene, 435

454
455
en lo que atañe a la idea de Dios, la inconfündiblc utilidad tk nar absolutamente nada de modo teórico (si no es exclusiva-
evitar que la teología no se pierda en [las nubes de la] teosrifi11 mente de manera negativa), o que nuestra razón contiene en sí
(en conceptos trascendentes que confunden a la razón), o se una cantera todavía no utilizada, para quién sabe cuán grandes
440 hw1da en la demonología (un modo 1 antropomórfico de re- conocimientos extensivos, reservados para nosotros y nuestTOs
presentación del ser supremo); que la religión no .caiga en descendientes. - Mas en lo que atañe a la religión, es decir, a
teurgia (una ilusión delirante de poder sentir a otros seres ~u­ la moral en referencia a Dios como legislador, si el conoci-
prasensibles, y tener, a su vez, influjo sobre ellos), o en la ido- miento teórico de éste debiera ser previo, tiene que regirse la
latría (una ilusión supersticiosa115 de poder hacerse grato al moral por la teología, y [de este modo] no sólo se introduciría,
ser supremo por otros medios que un sentir moral)(*). en lugar de una legislación interna de la razón, una legislación
Pues si a la vanidad o desmesura del sutilizar se le deja externa arbitraria de un ser supremo, sino también todo lo que
determinar teóricamente (y de modo que amplíe el conoci- 1 nuestra compresión de la naturaleza de éste tenga de defec- 442
miento) aun lo más mínimo con respecto a lo que reside m:is tuoso, se extenderla al precepto ético, haciendo así inmoral a
allá del mundo de los sentidos; si se permite hacer alarde do.: la religión y pervirtiéndola.
441 penetrantes atisbos 11 6 ) acerca de la existencia y la constitu- Con respecto a la esperanza de una vida futura, cuando,
ción de la naturaleza divina, de su entendimiento y voluntacl en lugar del fin final, que hemos de l llevar a cabo por noso- 437
de las leyes de ambos y las propiedades que de allf emanan ha- tros mismos en conformidad con la prescripción de la ley mo-
cia el mundo, bien quisiera yo saber dónde y en qué lugar se ral, interrogamos a nuestra facultad teórica de conocimiento
436 "3: a poner coto a las pretensiones 1de la razón; pues de donde a manera de hilo conductor del juicio de la razón acerca 117
mismo se tomó esos atisbos puede aún esperarse mucho más de nuestra destinación (lo que, por tanto, sólo desde el punto de
(por_p~ ~ue uno esfuerce, según se opina, su pensamiento). vista práctico es considerado necesario, o digno de ser acep-
~ limitación de tales pretensiones tendría, empero, que ocu- tado), la doctrina del alma, a este respecto, como antes Jateo-
mr de acuerdo con un cierto principio, no acaso simplemente logía, no da más que un concepto negativo de nuestro ser
en razón de que encontremos que todos los intentos que con pensante: a saber, que ninguna de sus acciones y fenómenos
ellas se han hecho hayan resultado mal hasta ahora, pues esto del sentido interno pueden ser explicados de modo materia-
nada prueba en contra de la posibilidad de un mejor éiüto. Pero lista; que, en consecuencia, de su naturaleza separada, y de la
aquí no hay ningún otro principio posible más que admitir, ya dur.ición o no dutación de su peisonalidad después de la muer-
sea que con respecto a lo suprasensible no se puede detem1i- te, no nos es en absoluto posible ningún juicio determinante
que amplíe [el saber] a partir de fundamentos especulativos
• La idola1rfo en sen~do práclico es siempre aquella religión que piensa al por medio de toda nuestra facultad teórica de conocimiento.
ser supremo con propiedades según las cuales algo además de la mora- Como aqu[ queda todo, pues, entregado al enjuiciamiento tele-
lidad, Ydis1in10 a ella, puede ser la coadición por si idónea para que el ológico de nuestra existencia desde un punto de vista práctico
hombre se confonne, en lo que él es poderoso a hacer, a la voluntad de necesario y a la asunción118 de nuestra perdurabilidad, como
ese ser. Pues por muy puramcnlc y libre de imi\¡enes sensibles que se ho-
ya captado ese coucep10 en perspectiva 1eódca, práclicamentc es reprc-
condición requerida para el fin final que nos es encomenda-
senlado, no obstante, como un ídolo', es decir, anlropomóñJCamenlc en do absolutamente por la razón, muéstrase aquí al punto la uti-
cuan10 a la fndole de su volunlad. lidad (que, por cierto, a primera vista parece ser una pérdida):

456 457
443 que, la) como la teleología jamás l puede convertirse para a [poner], siempre que ello se pueda hacer sin contradicción,
nosotros en l.cosofia, la psicología raciona nunca podrá llegar un único principio en lugar de muchos, y toda vez que en este
a ser pne11111atología como ciencia que amplie (el conoci- principio se encuentren sólo algunos o incluso muchos requi-
miento), así como por otra parte está también asegurada de sitos para la detenninación de un concepto, añadir con el pen-
no caer en ningún materialismo; en cambio, pennanecerá samiento los demás para perfeccionar el concepto de la cosa
438 más bien como 1una simple antropología del sentido interno. por medio de una completación arbitraria. Pues, ciertamente,
es decir, un conocimiento de nuestro sí mismo pensante' 19 en si en la naturaleza hallamos tantos productos que para noso-
la vida, y, como conocimiento teórico, permanecerá tambien tros son indicios de una causa inteligente, ¿por qué no mejor
meramente empírico; por el contrario, la psicología racional. habremos de pensar, en vez de muchas causas semejantes,
en lo que concierne a la pregunta por nuestra existencia, no una única, y acerca de ésta no solamente, por ejemplo, un
es una ciencia teórica, sino que reposa sobre una única con- gran entendimiento, un [gran) poder, etcétera, sino más bien
clusión de la teleologia moral, tal como también su empleo la omnisciencia, la orruúpotencia, en una palabra, pensarla co-
es necesario meramente a esta última, debido a nuestra desti- mo una causa que contiene en sí el fundamento suficiente de
nación práctica. tales propiedades para todas las cosas posibles? ¿Y por qué
además no atribuirle a este único ser originario que todo lo 1 445
puede, no sólo entendimiento para las leyes y productos de la
§ 90. Del modo del asentimiento en 1111a prueba naturaleza, sino también, en cuanto causa moral del mundo,
teleológica 110 de la existencia de Dios una suprema nlZÓn practica ética, puesto que mediante esta
completación del concepto se indica un principio suficiente
De toda prueba, ya se la cumpla mediante la presentación em- tanto para la sabiduría moral, y no se puede hacer ninguna ob-
pírica inmediata de lo que debe probarse (como en la prueba jeción, siquiera medianamente fundada, en contra de la posi-
por observación del objeto o experimento), o a priori median- bilidad de una idea 1semejante? Si ahora, a cuenta de esto, son 440
te razón a partir de principios, se exige en primer ténnino que a Ja vez puestos en movimiento los resortes morales del áni-
ella no persuada, sino que convenza 121 , o que por lo menos ac- mo, y con la fuerza de la elocuencia (de la que éstos son, sin
444 túe sobre la convicción; esto es, que el argumento l o Ja' con- duda, muy dignos) se une a ello el vívido interés de los mis-
clusión no sea simplemente un fundamento de determinación mos, surge de alli una persuasión acerca de la. suficiencia obje-
subjetivo (estético) de aprobación (mera apariencia), sino tiva de Ja prueba y también (en la mayoría de los casos de su
uno objetivamente válido y un fundamento lógico de conoci- empleo) una saludable apariencia, que la pone completamente
miento: pues de otro modo el entendimiento será cautivado por encima de todo examen de su acribia lógica, y que aun sus-
mas no convencido. [Pertenece) a esa especie de prueba apa~ cita en contra de éste, cual si en su fundamento hubiese una
rente aquella que, tal vez con buena intención, y sin embargo duda sacrílega, repugnancia y aversión.- Pues bien: nada
439 1con premeditado disimulo de su debilidad se lleva a cabo en puede decirse en contra de esto, mientras se tome propiamen-
la teología natural, cuando se trae la gran multitud de prue- te en cuenta la utilidad popular. Sólo que, como no se puede ni
b~ a~~rca del origen de las cosas naturales con arreglo al es líci to impedir la división de esa prueba en las dos partes
pnnc1p10 de los fmes, y se sirve uno del mero fundamento heterogéneas que contiene este argumento, o sea., la que per-
subjetivo de la razón humana, o sea, de su propia inclinación tenece a la teleologia fisica y la que pertenece a la teleología

458 459
moral, dado que la füsión de ambas no deja conocer dónde Ahora bien: todos los argumentos teóricos son suficien-
está el auténtico nervio de la prueba, y en qué parte y cómo tes, ya: 1) para la prueba medi ante razo11amien· 1os125bis
. l'ogica. •
446 se la tiene que ) elaborar, para que en defensa de su valide? mente estrictos ya, donde no se da esto, 2) para la mferenc1a
pueda resi~tir el examen más severo (aun cuando se estuviese por analogía; o' bien, si tampo~o esto tiene lugar, to.d~v1a, '
forzado a confesar, a propósito de una parte, la debilidad de 3) para la opinión verosímil; o fmalmente, que es l~ mmuno,
nuestra penetración racional 122). para el filósofo es un deber 4) para admitir como hipótesis una razón exphcativa ~era­
(suponiendo aun que no diese crédito alguno a la exigencia de mente posible.- Y ahora digo que todas las demostraciones
sinceridad que se le dirige) poner al descubierto la apariencia. en general, que tienen efecto sobre la convicción, no pueden
por saludable que sea, que una tal mezcolanza pueda suscitar. efectuar n.ingún asentimiento de este género, desde su ~~o
441 y apartar l lo que pertenece meramente a la persuasión de lo más alto al más bajo, cuando ha de probarse la propos1c_1on
que conduce a la convicción (que no sólo por el grado, sino acerca de la existencia de un ser originario, en cuanto Dios,
también por la especie son detenninaciones diferentes de la en el que se dé adecuada significación al contenido total de
aprobación), a fin de presentar abiertamente en toda su niti- este concepto, o sea, como el de un autor moral d~l mundo,
dez la disposición del ánimo 123 en esta prueba, y poder some- y, por tanto, de suerte tal que por medio suyo 1 se mdique al 448
terla libremente al examen más estricto. mismo tiempo el fin final de la creación.
Pero una prueba que está dirigida al convencimiento 1) En lo que atañe a la pru~ba 16gicamen~~ correcta, que
puede a su vez ser de dos especies, bien que deba decidir qué procede de lo universal a lo parucular~ en la ~nti~a.~e ha mos-
sea el objeto e11 si, bien que deba decidir qué sea él paro no- trado ya suficientemente que, como runguna mtu1c1on que nos
sotros (hombres en general), según los principios racionales sea posible corresponde al concepto de un ser, que ha de bus-
que nos son necesarios para su enjuiciamiento [una prueba carse más allá de la naturaleza, y como su mismo concepto, por
Kett'o.A.1)0ElO.\l o [una prueba) a.v0p(l)1tov 124, tomada la últi- tanto, en la medida que debe ser determinado teóricamente.n;ie-
ma palabra en acepción wliversal para los hombres en general). diante predicados sintéticos, pet'lllanece siempre problematlco
En el pri!l}er caso, la prueba está fundada sobre principios su- para nosolros, no cabe absolutamente 1iingún conocimiento ~e
ficientes para la facultad de juzgar detcnninante, en el segundo aquel 1 ser (con lo cual la envcrgadura126 de nuestro saber teo- 443
lo está simplemente para la facultad de juzgar reflexionantc. rico seria ampliada mínimamente), y tampoco p_uede s~bsu­
En el úllimo caso, al reposar sobre principios meramente teó- mirsc el concepto particular de un ser suprasens1ble b~JO los
447 ricos, no puede jamás tener efecto sobre la ) convicción; pero principios w1iversales de la naturaleza de ~as cosas, ~ objeto de
si pone por fundamento un principio racional práctico (que, inferir de éstos aquél, porque esos pnnc1p1os valen umcamente
por tanto, vale universal y necesariamente), le es lícito aspirar para la naturaleza como objeto de los sentidos..
a una convicción suficiente desde un punto de vista práctico 2) De dos cosas heterogéneas se puede ciertamente pen-
puro, es decir, moral. Pero una prueba tiene efecto sobre la co11- sar una de ellas por a11alogfa(*) con 1 l la otra, aun en el punto 449.444
vicción. sin convencer todavía, cuando solamente125 se la en-
camina a ello, es decir, cuando sólo contiene razones objetivas • Analogía (en accpei6o cualitativa) es la identidad de la _relación entre
a ese propósito, que no siendo suficientes aún para la certeza, fundamento y consecuencias (causas y efectos), en la medida eo que ella
442 . 1en~ lugar. a pe:w de la diferencia especifica de lasco""'..º de sus pro-
son sin 1embargo de tal especie, que no sólo sirven como razo-
piedades en si (es decir, consideradas fuera de esta n:lacion), que ~o­
nes subjetivas del juicio para la persuasión. tiencn el fundamento de consecuencias similares. l Así, a proposuo

460 461
de su heterogeneidad; pero no, a panir de aquello en que son atribuírsele entendimiento a la causa de un efecto que es juz-
450 heterogéneas, concluir por analogía una l de otra, es decir. gado como artístico- de ningún modo puede concluirse por
transferir de una a otra la marca que caracteriza121 ¡1 Ja di- analogía que al ser que es totabnente diferente de la naturale-
ferenc'.~ espccífic?; Así, por analogía con la ley de la igualdad za también convenga respecto de la naturaleza misma, preci-
de acc1on y reacc1on en la atracción y repulsión recíproca <k samente la misma causalidad que percibimos en el hombre;
445 unos Y otros C11erpos, puedo pensar también j la comunidad porque esto atañe justamente al punto de la heterogeneidad
de los miembros de un ente social según reglas de derecho; que se concibe entre una causa [que es] sensiblemente condi-
~.ro no trans~~rir esas ~elerminaciones específicas (la atrac- cionada en vista de sus efectos y el ser originario suprasensi-
c1on o repuls1on matenal) a éstos, ni atribuírselas a los ciu- ble [ya] en el concepto mismo de éste, y ello, por lo tanto, no
dadanos para construir un sistema que se denomina Estado.- puede serle transferido a éste.- Precisamente en el hecho de
J?el mismo modo nos es perfectamente licito pensar la causa- que yo deba pensar la causalidad divina sólo por analogía con
lidad del ser originario con respecto a las cosas del mundo en un entendimiento (facultad que no conocemos 1 en ningún 446
-
cuanto tmes naturales, por analogía con un entendimiento. ' otro ser más que en el hombre condicionado sensiblemente),
como fundamento de las fonnas de ciertos productos a los que estriba Ja prohibición de atribuírselo en sentido propio(*).
llamamos obras de arte (pues esto ocurre solamente en pro 3) El opinar no cabe en los juicios a priori, sino que a
del uso teórico o práctico que [con] nuestra facultad de cono- través de éstos 'º se conoce algo como enteramente cierto, o
nada ea absoluto. Pero si también las premisas dadas de las
cirni~nt~ tenemo~ que hacer de este concepto, según un cier-
cuales partimos (como aquí los fines en el mundo) son em-
to pnnc1p10, ea vista de las cosas naturales en el mundo)· mas
píricas, l no se puede [formar] ninguna opinión [que vaya] 452
451 a partir l de esto -que entre los seres mundanos ten~ que
más allá del mundo de los sentidos, y no puede conoedérsele
11
de las acciones de carácter anlstico' de los animales, en compa13Ción con reside en que es una 1nisn1a la razón que se tiene po..rn incluir en un mis..
loo¡ hombres, pcnsunos en los primeros et fimdamen10 de estos efectos, el mo gblero a los animales, en vista de la determinación mencíonada, con
11 cual no conocemos, co~o un análogo• de In razón [por compnrocióncon 1 el hombre en cuanto hombre, en la medida que los comparemos exterior-
el fundamento de parecidos efeclOs del hombre (la razón), que si conoce- mente entre si con arreglo a sus acciones. lls par ratio. De igual modo,
mos. Y con cito queremos indicar al mismo tiempo que el fundamento do la cmtSalid:id de la causa suprema del mundo puedo pensarla, al comparar
1¡ la facultad artistica anin1al, b'tjo la deno1ninación de insfinto de hecho sus productos oonfonncs a fin en el mundo con las obras de arte del hom-
específicamente difurente de la razón, lieoc, empero, una relación pareci- bre, por analogía con su entendimiento, nuis no puedo co11c/11ir por ana·
da con el efecto (la construcción de los caStores c-0tnp.1rnda con la ele los logia estas propiedades 1 en dicho ser; porque aqul justamente falta el 450
hombres). Mus no por ello puedo concluir del hecho que el hombre baga principio de la posibilidad de un tal modo de razonar. a saber, la parita.f
uso de la razó11 para sus construcciones, que también el castor deba po- rotü>ni.i >paro contar en uno y el niismo género al ser supremo juntamente
scc~a. Y llamar a ésla una conclusi6n por analogía. ltro a partir del pa· con el hombre (en vista de sus respectivas causalidades). La causaLidad de
rcc1do.modo de operar de los ani.males {cuyo fundamento no podemos los seres del mundo que siempre está condicionada sensiblemente, no
perc1b~r mmediatameme), comparado con el del he>mbre (del que somos puede ser transferida a unser que no tiene con aquél ningún concepto ge·
mmcdi~iamenic cooscicntcs), podemos con toda corrección concluir ptN' nérico en comiin más que el de cosa en general.
011~/ogia que los animales ac1úan también de acuerdo con represe11- • Nnda se pierde con ello en la n:presentaci6n de las relaciones de CSle ser
1uc1~11es (n~ que s~n máquina.~, como quiere Cancsio) y que, a pesar de con eJmundo. tanto en Jo que conciernen las consecuencia.' teóricas de
su. diferencia cspcc1fica. son en cuanto el gém."TO {como seres vivientes). csle concepto como u las práe1icas. Querer indagar qué sea él en si mi!>-
idenucos al bombrc. Et principio que autoriza a concluir de es1c modo mo es una pctulanci:a.10 tan desprovista de fin como vana.

462
46J
a tan atrevidos juicios Ja menor pretensión de verosimilitud. 1El resultado de esto es que acerca de Ja existencia del 448
Pues la v?rosinúlitud es parte de una certeza posible en un:i ser originario en cuanto divinidad, o del alma en cuanto espí-
cierta sene de razones (las razones de esa certeza son com- ritu inmortal, absolutamente ninguna prueba es posible para la
paradas en esta serie con la [razón] suficiente, como part~s razón con propósito te~rico, aun si sólo fuese para operar el
con un todo), para lo cual aquella razón insuficiente tiene que mínimo grado de asentimiento; y esto [es así] por la muy com-
poder s~r completada. Pero como esta razones tienen que ser prensible razón de que no contamos con ningún material para
homogeneas, en cuanto premisas demostrativas de Ja certez. 1 la determinación de las ideas de lo suprasensible, puesto que
d~ ~no! el núsmo juicio, puesto que de otro modo no consti- ése tendriamos que tomarlo de las cosas en el mundo de los
tiu~~n Juntas una magnitud (como lo es la certeza), no puede sentidos, siendo un parecido material, empero, absolutamente
res1~rr una parte suya dentro de los limites de la experiencia inadecuado a aquel objeto; y, sin ninguna determinación de
posible y otra fuera de toda posible experiencia. Por lo tamo, aquellas ideas no queda más que el concepto de un algo no
dado que los argumentos meramente empíricos no conducen sensible, que contiene el fundamento l último del mundo de 454
447
a nada 1 suprasensible, y lo que falta en la serie de tales ar- los sentidos, lo cual no constituye aún ningún conocimiento
gw_nentos tamp~co puede llenarse con nada, en el intento de (coino ampliación del concepto) de su índole interna.
~bar por medio de ellos a Jo suprasensible y a un conoci-
miento s.uy~, no tiene lugar ni una mínima aproximación, y.
~~r .cons1gmente, tampoco [se da] verosinúlitud alguna en un § 91. Del modo del asentimiento [que resulta]
Juicio sobre lo suprasens ible [que se dicte] por mediación de de una creencia práctica1ZB
argumentos extraídos de la experiencia.
4).A. lo ~enos la posibilidad de lo que haya de servir Cuando miramos simpleme.nte al modo en que algo puede
con~ o h1po1es1s para la explicación de la posibilidad de w1 paro nosotros (de acuerdo con la constitución subjetiva de
fenom~no dado d~be se.r totalmente cierta. Basta con que yo nuestro modo de representación) ser objeto de conocimiento
r~mmc1e, en una h1pótes1s, al conocimiento de Ja realidad efec- (res cognoscibilis), los conceptos son comparados, entonces,
453
tiva (el cual. to~vía.se afirma en l una opinión que se ofrece no con Jos objetos, sino solamente con nuestras facultades de
como verosurul): mas no puedo sacrificar; la posibilidad de lo conocimiento y con el uso que eUas puedan hacer de la re-
que pongo por fundamento de una explicación debe al menos presentación dada (con propósito teórico o 1práctico); y la 449
no e~UU: ex~uesta a ninguna duda, porque de otro modo no pregunta de si algo es o no UJ1 ser cognoscible no es una pre-
~.ª~?ª termmo para las.quimeras huecas. Pero sería una supo- gunta que concierne a la posibilidad de las cosas mismas,
s1c1on completamente infundada admitir la posibilidad de un sino de nuestro conocimiento de éstas.
ser suprasensible dete~inado ~egún ciertos conceptos, toda Ahora bien; las cosas cognoscibles son de triple espe-
v~z que a este propósito no esta dada ninguna de las condi- cie: cosa de opinión (opinabile), hechos (scibile) y cosas de
ciones requeridas por un conocimiento, con arreglo a Jo que cree11cia129 (mere credibile).
en éste des~a?sa sobre la intuición, y que, por tanto, resta el 1) Los objetos de las meras ideas racionales que no
m~ro pnnc1p10. ~e. contradicción (que no puede demostrar pueden ser presentadas. para el conocimiento teórico en al-
~as que la pos1b1hdad del pensamiento y no del núsmo ob- guna experiencia posible, tampoco son en ese alcance cosas
jeto pensado) como criterio de esta posibilidad. cognoscibles y, en consecuencia, ni siquiera puede opinarse

464 465
455 con respcclo a ellas, en lanto l que opinar a priori ya es ah- una intuición que les sea correspondiente), son (resf~cti) he·
surdo en sl mismo y la recta vía hacia puras quimeras. O chos(*). De esta suerte son las propiedades rnatematic~ de
nuestra proposición a priori es, entonces, cierta, o no conti.:- las magnitudes (en la geometría), porque s~n susceptibles
ne nada para el asentimiento. Así, pues, las cosas opinables de una prese111ación a priori para el uso teórico de la razón.
Además, ) las cosas, o cualificacion~s de éstas, ~ue pueden 457
son siempre objetos de un conocimiento de experiencia (ob·
jetos del mundo de los sentidos) al menos posible en sí, pero ser evidenciadas mediante experiencia (expenenc1a propia o
que para nosotros es imposible debido al mero grado de est;i ajena por mediación de testigos), son igualmente hechos.-
facultad que poseemos. Así el éter de los nuevos fisicos, un Pero '_y esto es muy notable- entre los hechos se h~bla
fluido elástico que penetra todas las otras materias (y se incluso de una idea de razón (que en si131 no es susc~pt:Lble
mezcla íntimamente a ellas), es una simple cosa de opinión. de ninguna presentación y, por tanto, tampoco de ~guna
aunque siempre de tal especie que si los sentidos externos prueba teórica de su posibilidad); y es la idea de la l!bertad,
estuviesen aguzados en el grado más alto, podda ser perci- cuya realidad, en cuanto especie partic~lar de caus_alidad (de
450 bida; pero que jamás puede ser presentado en alguna 1obser- la cual el concepto, teóricamente considerado, ~n~ traScen·
vación o experimento. Suponer habitantes racionales en dente), se deja evidenciar a través de leyes p~cllcas de 1.a
otros planetas es cosa de opinión; pues si pudiésemos apro- razón pura, y, de conformidad co? e~as, en aec1o_nes efecll·
ximámosles, lo que en sr es posible, resolveríamos median- vas, por consiguiente, en la experiencia.- Es la urnca entre
te experiencia si existen o no existen; pero jamás nos les todas las ideas de la razón cuyo 1 objeto es un hecho, Y que 452
aproximaremos tanto, y así ello se queda en opinión. Pero debe ser contada entre los scibilio. . .
opinar que en el universo material hay espíritus puros, que 3) Los objetos que deben ser pensados a pnori ~n refe-
piensan sin [tener] cuerpos (esto es, si, como es justo, se des- rencia al uso conforme a deber de la razón pura prácllca (sea
cartan ciertos fenómenos efectivos 130 que se da por tales), se corno consecuencias, sea como fundamentos), pero que son
llama hacer poesra, y no es en absoluto cosa de opinión, sino trascendentes para el uso teórico de la misma, son meras co-
una mera idea, que resta cuando se quita todo lo material de sas de creencias. Oc esta lndole es el bien. supre!110 que ha
456 un ser pensante y se le 1deja, empero, el pensar. Pero no po- de ser llevado a efecto en el mundo med1ant~ libertad; su
demos decidir si en tal caso queda este último (que sólo co- concepto no puede ser probado en s.u rcal.idad obJehva en
nocemos en el hombre, es decir, vinculado a un cuerpo). ninguna experiencia que no sea pos1~l~ m, en con~ecuen·
Semejante cosa es un ente sutilizado por la razón (ens ratio- cia de modo suficiente para el uso teorJC.o de la razon, pero
11is ratiocinantis), no un ente de razón (ens ralionis ratioci- su ~mpleo) con vistas a la mejor realización posible de ese 458
natae); de este último es posible, sin embargo, demostrar fin es mandado por la razón pura prácti~aJl2~ ,Y debe, por
suficientemente la realidad objetiva de su concepto, al me- eso, ser admitido como posible. Esta reabzac1on mandada,
nos para el uso práctico de la razón, porque éste, que tiene
sus principios a priori peculiares y apodfoticamente ciertos, • Amplio aqul, me parece que con derecho. el conccplo de hecho mas ali~
incluso lo reclama (lo postula). de la significación habitual de esw pala.bra. ~n efcc10, no es necesano, ~1
2) Los objetos para conceptos cuya realidad objetiva siquiera factible, re•mingir cslll expresión s1mplcmen1c a la expencoeta
efec1iva cuando se habla de la relación de las cosas con nucsll'aS facul·
puede ser probada (ya sea mediante razón pura, ya mediante iadcs de conocimienio, pucslo que una experiencia meramente _posible
· experiencia y, en el primer caso, a partir de datos teóricos o ya es sulieien1c para hablar de ~as.cosas simplemcnle como obJctOS de
451 prácticos de la razón, pero en todos ! Jos casos por medio de un modo de1erminado de conocuruento.

467
466
¡.
j111110 con las únicas condiciones de su posibilidad pensables con Ja constitución de nuestra razón (la 1 humana), la posi- 454
paro 11oso1ros, o sea, la existencia de Dios y la inmortalidad bilidad de ese efecto del uso legal de nuestra libertad. Mas el
~el alma, son cosas de creencia (res fidei), y ciertamente los asentimiento en cosas de creencia es un asentimiento desde
urncos entre todos los objetos que pueden ser llamados así(*). un punto de vista práctico puro, es decir, una creencia moral,
453 Pues aunque tengamos 1 que creer lo que sólo podemos que nada prueba para el conocimiento racional puro teórico,
aprender de la exp~riencía de otros por testimonio, no por sino solamente para el práctico, dirigido a la observancia de
ello se trata ya en s1 de una cosa de creencia; en efecto, en sus deberes, y que en nada amplía la especulación o las reglas
11110 de esos testigos fue propia experiencia y de hecho, o se prácticas de prudencia según el principio del amor. a sí mis-
la supone como tal. A más de esto tiene que ser posible acce- m0•34, Si el principio supremo de todas las leyes éticas es un
der al .saber a trav~s de esta vía (de la creencia histórica); y postulado, entonces se postula a través suyo al mis~o tiem-
los objetos de la historia y la geografia•33, como en suma to- po13S la posibilidad de su objeto supremo y, por constgmente,
do lo que al menos es posible de saberse de acuerdo con Ja l también la condición bajo la cual podemos pensar esta po- 460
constitución de nuestras facultades de conocimiento, no per- sibilidad. Por medio de esto, el conocimiento de esta última
tenece a las cosas de creencias, sino a los hechos. Sólo objetos no se convierte ni en saber ni en opinión acerca de la existen-
459 de la razón pura' pueden l en todo caso ser cosas de fe mas cia y Ja índole de estas condiciones, en cuanto modo teórico
no_ como objetos de la mera razón pura especulativa, pu~s si- de conocimiento, sino [que es] simplemente suposición136, en
qu~era se los puede contar entre las cosas, es decir, entre Jos una referencia práctica [que nos es] mandada para el uso mo-
?bJetos de aquel conocimiento posible para nosotros. Son ral de nuestra razón.
•?eas, esto es, conceptos a los que no puede asegurárseles teó- Aun si pudiésemos fundar aparentemente un concepto
ncamente la realidad objetiva. Por el contrario, el fm final detem1i11ado de una causa inteligente del mundo en los fines
supremo que nosotros hemos de llevar a efecto a través del de Ja naturaleza que la teleología nos exhibe en medida tao ri-
cual únicamente podemos llegar a ser dignos de 'ser nosotros
mismos, e_I fin fin~! de una ~reación, es una idea' que para
.
ca Ja existencia de este ser no seria cosa de creencia. Pues al
ser asumido éste no en pro del cumplimiento de mi deber, si-
.
nosotros tiene reahdad objetiva en referencia práctica, y es no sólo para Ja explicación de la naturaleza, ello sería mera-
una cosa; pero, porque no podemos procurarle a este concep- mente Ja opinión e hipótesis más adecuada a nuestra razón.
to desde un punto de vista teórico esa realidad, es una simple Ahora bien: aquella 1tele.ología no conduce en modo alguno 455
cosa _de cre~ncia de 1~ razón pura, y con él [lo son también], a un concepto determinado de Dios, que, por el contrario, se
al mismo tiempo, Dios y la inmortalidad, como las únicas encuentra únicamente en el de un autor moral del mundo,
condiciones bajo las cuales podemos pensar, de acuerdo porque sólo éste señala el fin final, al cual podemos sumar-
nos solamente en cuanto que nos comportemos en confor-
• Lns cosas_d~ creencia no por ello son, sin embargo, 11rtlc11/os de fe. si midad con aquello que la ley moral nos impone como fin
por_estos ulllmos se entiende cosas de creencia tales que w10 puede ser final, y a lo que, por tanto, nos obliga. En consecuencia, el
obligado a su confesión" (interna o externa); no las contiene, pues, la
1eologfa natural. Pues como no pueden, en cuanto cosas de creencias. concepto de Dios recibe solamente por la referencia al objeto
fun~ sobre pruebas teóricas (al igual que los hechos), es éste un de nuestro deber, como condición de la posibilidad de alcanzar
asenlurucnto hbre, y solamente como tal, iambién, conciliable con Ja el fm final de éste, el privilegio de valer como cosa de creencia
moralidad del sujeto. l en nuestro asentimiento; en cambio, este mismo concepto 461

468 469
457
·d dque su objeto valn~
del fin fi nal moral supremo, debido a la 1obligatoriedad ha-
qnoe]puede hacer .,.. como hceh o. pues aun- 463
1u a nece~! a del deber esté clara par.i la razón práctica cia él(..), aunque su posibilidad, l pero así mismo su impo-
a consecuc1on del fin final de ésta en la medid ; sibilidad, no puede ser conocida por nosotros. La fe (llamada
enterwnent ' a que no esta
del . e _en nuestro poder, se admite solamente en pro así sin más) es una confianza en la consecución de un pro-
uso
el debe . practico de .la .razón• y por cons1gu1cnte
·. · no es, como pósito, cuya persecución es deber, mas no siéndonos posible
l r mismo, pract1camente necesaria(*). inteligir la posibilidad de su realización (y, por consiguiente,
462-456 n 1La fe (como h_abilus, no como acws) es el modo de tampoco la de las únicas condiciones para nosotros pensa-
pe sar ~oral de Ja razon en el asentimiento a aquello ue es bles). La fe, pues, que se refiere a objetos particulares, que no
·~accesible para el conocimiento teórico. Es pues el :rinci son objetos del posible saber u opinar (en este último caso,
P'.º consta?te del ánimo, de admitir como ;erdad~ro lo qu~ sobre todo en cuanto a lo histórico, tendría \ que llamarse cre- 458
es nccesano presuponer como condición para la posibilidad dulidad y no fe), es enteramente moral. Es un asentimiento
libre, no a aquello acerca de lo cual se hallan pruebas dog-
• ~ ~~ ~~::la ley ~oral [no~) impone perseguir, no es el fuodamen. máticas para la facultad de juzgar determinante teórica, ni a
, e, en CtCCIO, reside en la 1""' mo1111 • •.
pn\c1ico fonnal • · • ., • que como pnn<:1p10
aquello con respecto a lo cual nos tenemos por obligados,
~esca;~~:'~~:~;:,~:~;.:~"::.~~~ objclos de la fo-

i
:ullad de
sino a lo que nosotros admitimos con vistas a un propósito de
~,:~V~~;~:~~;!~~:~~:~~~~:~ i~j:~=l~C!~n::;~:.~i:;:~2:~~
' c.~ a enteramente en nuestro poder b. d0
acuerdo con leyes de la libertad; pero no acaso como una
opinión sin fundamento suficiente, sino en cuanto fundada
hacer abstracción de Ja posibilidad 0 irreal' bTdad d • Y •en pue en la razón l (aunque sólo con respecto a su uso práctico) de 4<í4
456 :;;º::!~n ~ ~~:estoy obligado a ¡ :~¡,~ir ~~:.~:~i~:O~~
e e '"3"" externo de mis acc:K>oes) cfelZ 1
manera suficiente para el propósito de ésta; pues sin él, el
jamás csr.i totaJmente en mi pOder a fin de . • como, a go que modo de pensar moral, al contravenir la exigencia de la razón
dd h ' m1rar so amente a lo que
es •n o ncer. Pero Ja in1ención de perseguir el fin fino! de codo · I . . me
mcconnles (la felicidad, en In mcdidn que le sea po 'bl s os ser:-' •• Es una confianza en In promesn de la ley moral, mas no como una pro-
con el deb ·) . . st e osmr en annonrn
M . . :• ~tene ~puc..ia, no obscauce, por la misma ley del deber. me.<¡a que estuviese conccnida en ella. Sino que yo ponso alli, y con una
int~~~~~i(~:: :~~~~~va no vc' en •~odo alguno la realiznbilidad de esa mz6n moral suficien1e". Pues un fin final no puede ser mandado por
3

j r de eza •
ni
ción de la natural )· :c;;;;es~ra propia pocencia fisicn, de la coopera-
el a, por tales razones, hasia donde podemos
ningunn ley de la razón sin que ésta al mismo tiempo prometa, aunque
inciertamente, que se lo puede alcanzar y [sin que) con ello aucoc:icc cam·
~ manera razona.ble, lcncr más bien por una expec1a1iva infunda. bitn el aseoJamienlO a las únicas condiciones bajo las cuales la razón
Y nula. aunque bcen intencionada. el [esper.ir] de la mera natural puede pensar esto. La pal obra fida ya lo expresa; pero puede pam:er
462 sospechosa la manera en que cs1a expresión y esta idea p-.ltlicular 1entra- 463
(en nosotros y fuera de nosotros), ) sin admitir a Dios y la inmortali:
un tnl res'.1lt~d? ~e nuestra buenn conducra, y si pudiese lcocr len ~ ron en Ja íilosofia moral, dodo que fue primeramente introducida por el
te1,1 ~e ~stc ¡utcoo, olla considcmría la ley mornl mismo como ~n s~~=~ cristianismo y que su adopción podría parecer solamcnle ser una adula·
~:8.;" o e nues~ra razón desde un pwllo de visea próc1ico. Pero como J~ dom imitación de su lenguaje. Pero éste no es el tinico coso, ya que. esta
n especulahva se convence cnterrunenle de que esto úJtirno . . . maravillosa religión, en la suma simplicidad de su discur.<o, ha enrique-
:'~~.:,:;;:•cer, Yen cambio, aquellas ideas, cuyo objclo reside~~;~ cido la filosofia con conceptos de la eticidad mucho más determinados
reco leza, pueden ser pensadas sm con11adicción ella tcodr.í que y más puros que los que é$ta habla podido suminisuar basta entonces;
nocer romo reales esas ideas para su pr . 1 .:,,_. pero ello, una \-CZ que están alll, sin aprobados libremente por la razón y
que a cmvés de ésta se le · ' opta ey p....,,ea Y la tarea odmitidos, como conceptos a los que bien habc:ia pOdido y debido llegar
· • tmponc, Y por consecuencia. desde una ers
pect1va moral. a hn de no entrar en contradicción consigo inisma. P . - ella por si misma o introducirlos.

470 471

J
relativa a la prueba (de la posibilidad del objeto de la mora- ningún concepto de un ser originario determinado mediante
lidad), carece de toda sólida consistencia, y oscila entre man- predicados que sean susceptibles de darse en la experiencia
damientos prácticos y dudas teóricas. Ser i11créd11/01l 1 quiere y que puedan, por lo tanto, servir al conocimiento; y este
decir adherirse a la máxima, y no creer en general en testimo- concepto, ! si fuese fundado en una experiencia de la confor- 460
nios; descreido138 es, en cambio, el que niega toda Ja valide:l midad a fin física de la naturaleza, no podría aportar asu vez
a esas ideas racionales, porque les falta fundamentación teó- ninguna prueba suficiente para la moral, y, con ello, para el
rica de su realidad. Juzga, por lo tanto, dogmáticamente. Un ) conocimiento de un Dios. En medida igualmente escasa 466
descreimiento dogmático no puede coexistir, sin embargo, puede el conocimiento del alma por medio de la experiencia
con una máxima.ética que reine sobre el modo de pensar (pues (que sólo hacemos en esta vida) procurar un concepto de la
la razón no puede mandar que se persiga un fin que no puede naturaleza espiritual e inmortal de aquélla, y, por lo tanto,
ser conocido más que como una quimera)· sí en cambio una con suficiencia para la moral. Teología y pne11matología, co-
~
fe dubirafiva 139, para la cual t ' '
la carencia de convicción pro- mo problemas para las ciencias de una razón especulativa, no
cedente de fundamentos de la razón especulativa es solamen- pueden ser establecidas por medio de datos ni predicados
459
te un obstáculo, al cual una 1 comprensión crítica de las empíricos, porque su concepto trasciende todas nuestras
limitaciones de la razón le quita influjo sobre el comporta- facultades de conocimiento.- La determinación de ambos
miento y puede aportarle en compensación un asentimiento conceptos, tanto de Dios como del alma (en vista de su inmor-
práctico preponderante. talidad), sólo puede ocurrir mediante predicados que, aun
cuando ellos mismo sean posibles solamente desde un funda-
mento suprasensible, tienen que probar, no obstante, su rea-
Si ~n lugar de ciertos ensayos fallidos en la filosofia se quie- lidad en la experiencia: pues únicamente así pueden hacer
r~ mtroducir otro principio y otorgarle influencia, propor- posible un conocimiento de seres completamente suprasensi-
465 ciona gran l contentamiento ver cómo y por qué tenían ellos bles.- Ahora bien: el único concepto de esta clase bailable
que malograrse. en la razón humana es el concepto de la libertad del hombre
Dios, libertad e inmortalidad del alma son los proble- bajo leyes morales, junto con el fin final que la razón prescri-
mas a cuya resolución están dirigidos todos los avíos de la be por medio de éstas; [esas leyes y este fin) son idóneos, las
metafísica como a su último y único fin. Ahora bien: se creía primeras, para atribuir al autor de la naturaleza el segundo, al
que la doctrina de la libertad sólo era necesaria como con- hombre, aquella propiedades que contienen la condición
dición ~egativa ?ara la filosofía práctica, y, al contrario, que necesaria de la posibilidad de ambos [conceptos]; de suerte
la doctnna de Dios y de la índole del alma, perteneciente a la que precisamente a partir de esta idea puede concluirse la 1 461
filosofla teórica, tenía que ser demostrada por sí misma y se- existencia y la índole de aquellos seres, que de otro modo nos
paradamente, a objeto de vincularlas después con lo que man- son enteramente recónditos.
da la ley moral (vinculación que sólo es posible bajo Ja Por lo tanto, la razón de que el propósito de probar a
condición de la libertad), y así poner en pie una religión. Mas Dios y Ja inmortalidad fracase por la vía meramente teórica,
pronto se ve que estos ensayos debían malograrse. Pues de reside en que no es posible ningún conocimiento de lo supra-
meros conceptos ontológicos de cosas en general o de la exis- sensible por esta vía (la de los conceptos naturales). Que en
tencia de un ser necesario, no se puede formar absolutamente cambio resulte ello por la vía moral l (del concepto de libertad) 467

472 473
se debe a esta razón: que aqui lo suprasensible, que en ella es- sólo como cosa de creencia para la razón pura práctica, la po·
tá en el fundamento (la libertad), suministra, por medio de una sesión total de la filosofla déjMe calcular fácilmente, y enton·
ley detenninada de causalidad que de él surge, no sólo ma1e- ces se muestra que aqui no cabe elegir, sino que su facultad
rial para el conocimiento del otro suprasensible (del fin final teórica tiene que renunciar de suyo a todas sus pretensiones
moral y de las condiciones de su realizabilidad), sino que tam· ante Wla critica imparcial.
Debe ella1°"1 fundar ante todo sobre hechos todo asen-
bién evidencia su realidad, como hecho, en las acciones; pero.
timiento, si no ha de ser éste enteramente infundado; por eso,
precisamente por ello, no puede aportar ningún otro argumen-
la única diferencia que puede haber en la prueba es si sobre
to probatorio válido como no sea sólo desde el pW1to de vista
este hecho puede fundarse un asentimiento [relativo] a la
práctico (que es también el único que la religión ha menester). consecuencia de él extraída en cuanto saber. para el conoci-
Y aquí sigue siendo siempre muy notable que entre las miento teórico, o, meramente como fe, para el conocimiento
tres ideas puras de la razón, Dios, libertad e i11mortalidad. práctico. Todos los hechos pertenecen ora al co11cepto de la
la de la libertad es el único concepto de lo suprasensible que naturaleza, que prueba su realidad en los objetos de los sen-
prueba en la naturaleza su reaUdad objetiva (en virtud de Ja tidos, dados (o posibles de darse) con previedad a todos los
causalidad que en él es pensada) a través del efecto de aqué- conceptos de la naturaleza, 1ora al concepto de libertad, que 463
lla [que es] posible en ésta, y que, precisamente por este me- evidencia suficientemente su realidad a través de la causali-
dio, hace posible la vinculación de las otrns dos ideas con la dad de la razón con respecto a ciertos efectos en el mWldO de
naturaleza, y la de las tres entre sí para (integrar] una religión; los sentidos, por ella posibles, y que ésta [la rnzón] postula
462 y que así tengamos 1 en nosotros un principio que es podero· irrefutablemente en la ley moral. Ahora bien: el concepto de
so a determinar la idea de lo suprasensible en nosotros, y con la naturaleza (perteneciente sólo al conocimiento teórico) es
ello también la de lo suprascnsible fuera de nosotros, con vis- ya metaílsico, y enteramente a priori, ya flsico, esto es, a pos-
tas a un conocimiento, si bien posible solamente desde un teriori, 1 y necesariamente pensable sólo por medio de una 469
punto de vista práctico, [de cuyo logro] la filosofia mera· experiencia determinada. El concepto metafisico de la natu·
mente especulativa (que aun de la libertad no podía dar má~ raleza (que no presupone ninguna experiencia determinada)
que un concepto simplemente negativo) tenía que desespe- es, pues, ontológico.
468 rar: por lo tanto, el concepto de libertad (como concepto 1 Pues bien: la prueba ontológica de la e11istencia de
fundamental de todas las leyes prácticas incondicionadas) Dios a partir del concepto de un ser originario, o es aquella
puede extender la razón más allá de los límites dentro de Jos que concluye, a partir de predicado ontológicos -que son
cuales todo concepto natural (teórico) tendría que pennane- los únicos a través de los cuales puede pensárselo de modo
cer encerrado sin esperanza. determinado-, su existencia absolutamente necesaria, o lo
que a partir de la absoluta necesidad de la existencia de una
cosa, cualquiera que ella sea, concluye los predicados del ser
Observación general a la teleología originario; pues al concepto de un ser originario pertenece, a
fin de que no sea derivado, la incondicionada necesidad de
Si se pregunta qué rango tiene, entre los restantes en la filo- su existencia y (para representarse ésta) la determinación ca·
sofía, el argumento moral que prueba la existencia de Dios bal por su concepto"'· Mas se creía hallar ambos requisitos

475
474
en el concepto de la idea ontológica de un ser super/ativa- proporcionar, a partir de los mismos datos, este concepto de
men te rea/ 142, y as1, fue que surgieron
. dos pruebas metafis1cas.
. un ser supremo, o sea, independiente e inteligente, es decir,
La prueba que tiene por fundamento un concepto de la del autor de un mundo bajo leyes morales, y así, [un concep-
naturaleza solamente me1a.fisico (propiamente llamada fa prue- to] suficientemente determinado para la idea de un fin final
ba ontológica) concluía del concepto del ser superlativamente de la existencia del mundo, es una pregunta de la que todo
real su existencia absolutamente necesaria; pues (se dice) si no depende, ya sea que vayamos a la busca de un concepto teó-
existiera, le fultaria una realidad, a saber, la existencia.- La ricamente 1 suficiente del ser originario en provecho del co- 465
otra (a la cual se denomina también prueba metafísica-cosmo- nocimiento conjunto de la naturaleza, o de uno práctico para
lógica) concluía de la necesidad de la exi.stencia de una cosa la religión.
cualquiera (lo cual tiene que concederse,enteramente, puesto Este argumento tomado de la teleología flsica es digno
que en la conciencia de si mismo nos está dada una existencia) de respeto. Tiene igual efecto de convicción sobre el entendi-
464 su cabal determinación en cuanto ser superlativamente 1real, miento común que sobre el pensador 1más sutil; y un Reima- 471
porque todo existente está determinado cabalmente, mientras rus14¡, en su obra aún no superada, en que elabora vastamente
1 que lo absolutamente necesario (o sea, lo que 11oso1ros debe- este argumento cou la profundidad y claridad que le son pro-
mos conocer como tal y, por tanto, a p1iori) tiene que ser cabal- pias, se ganó por ello un mérito inmortal.- Pero, ¿de dónde

' 470
mente determinado por su conceplo, lo cual sólo cabe que se
encuentre en el concepto de un ser superlativamente real. No
es aquí necesario poner al 1descubierto los sofismas en ambas
inferencias, lo que ya se hizo en otro lugar; sino observar so-
lamente que tales pruebas, aunque pudiese defendérselas con
obtiene esta prueba una influencia tan poderosa sobre el áni-
mo, y sobre todo en el enjuiciamiento por la fria razón (pues
la emoción y la exaltación del ánimo ante las maravillas de la
naturaleza podrían sumarse a la persuasión), en una tranqui-
la adhesión que se entrega de suyo? No son los fines ñsicos,
toda clase de sutilezas dialécticas, jamás podrian pasar de la los cuales apuntan a una inteligencia insondable en la causa
escuela al dominio público ni tener el menor influjo sobre el del mundo; pues éstos son insuficientes para ello, puesto que
mero entendimiento sano. no satisfacen las necesidades de la razón inquisitiva. Pues (pre-
La prueba que tiene por fundamento un concepto natu- gunta ésta), ¡,para qué son esas artísticas cosas naturales; para
ral, que sólo puede ser empírico, pero ba de llevar más allá qué el bombre mismo, en el cual tenemos que detenemos co-
de los limites de la naturaleza corno conjunto de los objetos de mo el fin último de la naturaleza [que es] pensable para noso-
los sentidos, no puede ser otra que la de los fines de Ja natu- tros; para qué existe la naturaleza toda y cuál es el fin final de
raleza: cie110 es que su concepto no puede darse a priori, sino tan grande y variado arte? No puede contentar a la razón [de-
sólo a través de la experiencia, pero nos promete un concep- cir] que aquello por lo cual existen el mundo y el hombre mis-
to tal del fundamento originario de la naturaleza que es el mo, en cuanto fin final último, sea para el goce o para la
único entre todos los que podemos pensar que conviene a lo intuición, para contemplar y admirar (que, si en ello se queda,
suprasensible, a saber, el de un entendimiento supremo como tampoco es más que un goce de especie particular); pues la ra-
causa del mundo; y esto, de hecho, él lo cumple a cabalidad zón supone un valor personal que solamente el hombre puede
según principios de la facultad de juzgar reflexionante, es darse como única condición bajo la cual él y su existencia pue-
decir, según la dotación de nuestra (humana) facultad de co- den ser fin final. A falta de ese valor (que es el único suscep-
nocimiento.- [La pregunta de] si ella está en condiciones de tible de un concepto determinado), los fines de la naturaleza

476 477
466 no dan satisfucción a la demanda por él, 1sobre todo, porque nn especial, que suple la falta de convicción [que resulta] de la
pueden suministrar un concepto determinado del ser supremo última: tanto que ésta de hecho no puede hacer más que di-
como un ser omnisuficiente (y, precisamente por esto, único rigir la razón en el enjuiciamiento del fundamento de la natu-
y propiamente llamado supremo) y de las leyes de acuerdo raleza y de su orden contingente, pero admirable, que sólo nos
con las cuales un 144 entendimiento es causa del mundo. es conocido por experiencia, hacia la causalidad de una causa
472 l Por lo tanto, que la prueba fisico-teleológica conven- que contiene según fines, el fundamento de [ese orden] 141
za tal como si fuese al mismo tiempo una prueba tcleológica. (a aquélla tenemos que pensarla como causa inteligente según
no viene de la utilización 145 de las ideas de fines de la natura- la índole de nuestras facultades de conocimiento), y volverla
leza como otras tantas pruebas empíricas de una inteligencia atenta a ella, como también más susceptible de acoger Ja prue-
suprema, sino que es la prueba moral que se alberga en todo ba moral. En efecto, lo que se requiere para este último con-
hombre y lo mueve tan íntimamente, la que de manera im- cepto148 es tan esencialmente distinto a todo lo que pueden
perceptible se mezcla en la conclusión según la cual se atri - contener y enseñar los conceptos naturales, que se necesita un
buye al ser que se revela de modo tan incomprensiblemcnt.: argumento y una prueba especiales, totalmente independientes
artístico en los fines de la naturaleza, un fin final también y. de las anteriores, a fin de indicar con suficiencia el-concepto de
por tanto, sabiduría (aunque sin estar autorizado a ello por la ser originario para la teología y concluir ~-u existencia.- La
percepción de esos fines), y se completa así arbitrariamente prueba moral (que, por cierto, prueba solamente la existencia
ese argumento en lo que toca a lo deficitario que sigue sién- de Dios desde el punto de vista práctico de la razón, el cual,
dole inherente. De hecho, pues, sólo la prueba moral suscita empero, es indispensable) seguirla por ello reteniendo su fuer-
la convicción, y ésta, también, solamente desde el punto dr za aun cuando no hallásemos en el mundo ningún material pa-
vista moral, al cual cada uno siente de la manera más intima ra la teleología fisica, o sólo un material ambiguo. Cabe pensar
dar su adhesión; la prueba fisico-teleológica tiene sólo el seres racionales que se viesen rodeados de una naturaleza tal
mérito de gtúar al ánimo en la observación del mundo por la que no mostrase· ninguna huella nítida de organización, sino
senda de los fines, y a través de ello, hacia w1 autor i11telige11- sólo los efectos de un simple mecanismo de la materia bruta,
te del mundo: dado que entonces la referencia moral a fines y por causa de la cual, y dada la variabilidad de algunas fonnas
la idea de un legislador y autor del mundo semejante, como y relaciones de conformidad a fin solamente contingentes, no
concepto teológico1%, parece desarrollarse de suyo a partir de pareciese haber ninguna razón para concluir un autor inte-
ese argumento, aunque de veras sea pura adición. ligente; y en la cual, entonces, tampoco hubiese motivación
A propósito de esto todavía podremos quedamos en lo para una ¡ teleología física; y sin embargo, la razón, que aquí 468
sucesivo con la exposición habitual. Pues al común y sano en- no recibe ninguna instrucción de los conceptos naturales,
tendimiento le resulta por lo general dificil discernir, cuando hallarla en el concepto de libertad y en las ideas éticas que se
la separación reqtúere mucha meditación, unos de otros, co- fundan en él una l razón prácticamente suficiente para pos- 474
467 mo heterogéneos, los principios diferentes que él mezcla, y 1 tular el concepto del ser originario adecuado a ellas, es decir,
de uno solo de los cuales, en realidad, infiere correctamente. como una divinidad, y la naturaleza (incluso nuestra propia
Sin embargo, la prueba moml de la existencia de Dios, en sen- existencia) como un fin final conforme a aquélla [la libertad]
. tido propio, no completa la meramente fisico-teleológica para y a sus leyes, y por cierto con consideración al mandato ine-
473 [hacer de ella] una prueba íntegra, sino que es l una pruebn ludible de la razón práctica.- Pero que haya en el mundo

478 479
real, para Jos seres racionales en él, un rico material con vis- Pero el argumento fisico-tclcológico no basta a la teolo-
tas a la teleología fisica (lo que precisamente no sería nece- gía, porque no da ningún concepto del ser originario suficien-
sario), es algo que sirve al argumento moral como deseada temente determinado a este propósito, ni puede darlo, smo que
confirmación, en Ja medida en que la naturaleza pueda ofrecer hay que tomarlo enteramente de otra parte, o suplir su fa!~
algo análogo a las ideas de Ja razón (las ideas morales). En con algo que es un añadido arbitrario. De la gran confonm-
efecto, el concepto de una causa suprema que tiene entendi- dad a fin de las formas narurales y de sus relaciones concluís
miento (lo cual, no obstante, está lejos de bastar a una teolo- una causa inteligente del mundo; ¿pero cual es el grado de es-
gía) recibe a través de esto la realidad [que es] suficiente paru te entendimiento? Sin duda no podéis pretender que sea el
la facultad de juzgar reflexionante; mas no se lo requiere para más elevado entendimiento posible, pues para ello se requeri-
fundar sobre él la prueba moral; ni tampoco sirve ésta para ría de vosotros la intelección de que un entendimiento mayor
completar aquel concepto, que por si solo no apunta en modo de aquel acerca del cual percibís pruebas en el mundo no es
alguno a la moralidad, y convertirlo en prueba a través de una pensable: y esto significaría atribuiros omnisciencia a voso-
cadena de conclusiones siguiendo un único principio. Dos prin- tros mismos. De igual modo inferís del grandor del mundo un
cipios tan heterogéneos como la naturaleza y la libertad sólo muy grande poder del autor; pero os resignaréis a que esto
pueden entregar dos diferentes modos de prueba, y el intento de sólo comparativamente tiene significación para vuestra fuer-
extraer éstos de la primera [la naturaleza) se encontrará que es za de aprehensión1SOy que, como no conocéis todo lo [que es]
insuficiente para lo que debe ser probado. posible, a objeto de compararlo con la magnitud d~ mun~o
Si el argumento físico-teleológico bastase a la prueba hasta donde lo conocéis, no podéis concluir la omn1poteneta
que se busca, sería ello muy satisfactorio para la razón especu- del autor con arreglo a una medida 1 tan pequeña, etcétera. 470
lativa; pues alentaáa la esperanza de producir una teosofía (así Pues bien: por medio de ello no accedéis a ningún concepto
habría que llamar, en efecto, al conocimiento teórico de la na- determinado, idóneo para la l teología, de un ser originari~; 476
11.1raleza divina y de su existencia, que fuera suficiente para la pues éste sólo puede encontrarse en el concepto de l.a t.otah·
explicación de la constitución del mundo y, a la vez, de la de- dad de las perfecciones compatibles con un entendimiento,
terminación de las leyes 1 éticas) De igual modo, si la psicolo- para lo cual Jos datos simplemente empíricos no os pueden
gía bastase para acceder por su medio al conocimiento de la auxiliar; pero sin un semejante concepto determinado tampo-
415 inmortalidad del l alma, haría posible entonces una pneuma- co podéis inferir un único ser originario inteligente, sino sola-
tologla, que sería igualmente bienvenida por la razón especu- mente admitir un tal (para el propósito que fuere).- Ahora
lativa. Pero ambas, por mucho que puedan halagar la vanidad bien: perfectamente puede concederse que estáis haciendo un
de Ja avidez de saber149, no colman el anhelo de la razón con añadido aroitrario (ya que la razón no tiene nada fundado que
respecto a Ja teoría, que tendría que estar fundada en el cono- decir en su contra): donde se halla tanta perfección, bien
cimiento de la naturaleza de las cosas. Pero [establecer] si la puede suponerse que toda perfección está unificada <:° una
primera, como teología, la segunda, como antropología, fun- única causa del mundo; porque la razón puede arreglarselas
dadas ambas en el principio ético, o sea, el de Ja libertad, y am- mejor con un principio determinado de este modo, teórica y
bas, por tanto, en conformidad con el uso práctico de la razón, prácticamente. Mas entonces ciertamente no podéis encare~er
no cumplen mejor su propósito final objetivo, es otra cuestión, este concepto del ser oríginario como si fuese uno que hubie-
que aqul no tenemos necesidad de indagar mayormente. seis probado, puesto que sólo lo habéis admitido en provecho

480 481
de un mejor uso de la razón. Toda queja, pues, o rabia impo- rica, seria en realidad diferente con respecto al sentir (en que
tente por la presunta blasfemia de poner en duda la conclusi- sin embargo, consiste lo esencial suyo) de aquella eo la cual
vidad de vuestra cadena de razonamientos es vana jactancia. e.1concepto de Dios y la convicción (práctica) de su existencia
que vcria con ¡,'listo que la duda exteriorizada libremente c11 surgen de ideas fündamentales de la eticidad. Pues si tuviése-
contra de vuestro argumento fuese tenida por dubitación tk mosque presuponer la omnipotencia, omnisciencia, etqitera, de
una verdad sagrada, a objeto no más de que su futilidad pase un autor del mundo como conceptos que nos fueron dados
inadvenida debajo de esta tapadera. de otro lugar, para aplicar después solamente nuestros con-
Por el contrario, la teleología moral, que no está me- ceptos de los deberes a nuestra relación con él, éstos conlleva-
nos fundada que la teleología física, y que más bien merec,· rían muy marcados rasgos de compulsión y sumisión forzada;
~referencia por descansar a priori sobre principios (que son J 1en lugar de esto, cuando la reverencia ante la ley ética l nos 472-478
mseparables de nuestra razón, conduce a lo que se requiere presenta con toda libertad, según el precepto de nuestra pro·
para la posibilidad de una teología, o sea, a un ccncepto de- pia razón, el fin final de nuestra destinación, admitimos en
terminado de la causa suprema como causa del mundo según nuestras perspectivas morales una causa concordante con ese
leyes morales, y, en consecuencia, de una causa que satisface fm y con su cumplimiento con la más verídica veneración,
471 nuestro fin final moral; para esto no se requiere 1nada menos que se diferencia completamente del temor patológico, y nos
que omnis~iencia, omnipotencia, omnipresencia, etcétera, co- sometemos a ella voluntariamente(*).
477 mo l p~op1ed.ades naturales pemnentes, las cuales tienen que Si se pregunta por qué entonces nos importa en algo el
conceb1 rse vmculadas al fin final moral, que es infinito, y. · tener una teología, resulta claro que ella no es necesaria para
por tanto, adecuadas a éste, de suerte que ella [la teleología la ampliación o rectificación de nuestro conocimiento de la
moral] por sí sola puede proporcionar el concepto de un autor naturaleza y, en general, de cualquier teoría, sino exclusiva-
único del mundo, que es idóneo para la teología. mente para la religión, es decir, para el uso práctico, especial-
De este modo, una teología conduce también directa- mente moral de la razón desde el punto de vista subjetivo. Y si
mente a la religión, es decir, al conocimíemo de nuestros de- se descubre que el único argumento que conduce a un concep-
beres como mandamie111os divinos; porque es el conocimienlo to determiJ1ado del objeto de la teología es, él mismo, moral,
de nuestro deber y del fin final que a su través nos es enco- entonces no sólo no resultará extraño, sino que tampoco se
menda~o por la razón, el que primeramente pudo producir echará nada de menos en cuanto a la suficiencia del asenti-
detennmadamente el concepto de Dios, que, por eso, ya en miento, derivado de este argumento con vistas a su1s1propósito
su origen es inseparable de la obligación hacia ese ser; mien-
tras que aun si se pudiese encontrar el concepto determinado • Tanto la admiracióo de In bollez:i como la emoción [provocada] por tan
variados fines de 1a natunlleza, que un espíritu meditabundo está en con·
d~I ser originario por la vía meramente teórica (a saber, como
dicioncs de sentir aun ar>lcs de !'poseer] una representación clara de un
s1.mp.le c~usa de la naturaleza), seria después gt·andementc autor racional del mundo. tienen en ellas algo parecido a un sentimiento
d1fic1I, e mcluso quizás imposible sin interpolación arbitra- religioso. Por ello parecen primurfamcnte actuar S-Obrc el sentimiento
ria, alribuirle a este ser, mediante pruebas sólidas una causa- moral (de gratitud y de rc\'ercncia hacia la causa que nos es desconoci-
da) por medio de un modo de enjuiciar análogo al modo moral y, así.
lidad según leyes morales; sin ésta, empero, aquel pretendido
pa~n actuar sobre el tlnimo a 1tavés de la suscitación de ideas mora-
concepto teológico no podría constituir basamento para la re- les, cuando infunden esa admiración que está lig¡1dn n un interés mucho
ligión. Aun si pudiera fundarse una refjgión por esta vía teó- mayor del que puede operar la contemplación teórica.

482 483
final, si se reconoce que un arg111nento semejante prueba la mundo (del movimiento de la l materia), no debo pensarlo en 480
existencia de Dios de manera suficiente sólo para nuestra des- ulg(m lugar del espacio, ni tampoco extenso, y ni siquiera me
473 tinación. moral, es decir, en 1 perspectiva práctica, y que Ja es- es lícito pensarlo existiendo en el tiempo y a la vez con otros
479 peculación en ese argumento l de ningún modo da prueba dL· [seres]. No tengo, pues, determinaciones que pudieren hacer-
s~ fuerza ~ amplía la envergadura de su dominio por tal me- me comprensible la condición del movimiento a través de
dio. Tamb1en desaparecerá la extrañeza o la pretendida con- este ser como fundamento. En consecuencia, a través del pre-
tradi~ción entre la posibilidad de una teología, que aquí S(' dicado de la causa (como primer motor) no Jo conozco por sí
confirma, con lo que decía la crítica de Ja razón especulati va mismo ni en lo más mínimo, sino que sólo tengo la repre·
acci:ca de la~ c~tegorías - a saber, que éstas sólo pueden pro- scntación de un algo que contiene el fundamento de los mo·
ducir conoc1m1ento al ser aplicadas a objetos de los sentidos. vimientos en el mundo; y la relación de éstos con aquél,
pero de ningún modo a lo suprasensible-, si se las ve amplia- como causa suya, al no proporcionarme nada más que fuese
das aqlÚ para un conocimiento de Dios, mas no en perspectiva pertinente a Ja constitución de la cosa que es causa, deja el
teórica (atendiendo a lo que sea en sí su naturaleza inescruta- concepto de ésta enteramente vacío. La razón de esto es que
b!e P'.ll'8 nosotros), sino ~xclusivamente práctica.- Para poner bien puedo llegar con predicados que sólo encuentran su ob-
término, con esta ocas1on, a la mala interpretación de aquella jeto en el mundo de los sentidos, a la existencia de algo que
doctrina de la criti~, muy necesaria, pero que también, par.i debe contener el fundamento de este último, mas no hacia Ja
disgusto del dogmáhco ciego, relega a la razón a sus límites. determinación de su concepto como ser suprasensible, que
adjunto aquí la siguiente aclaración de la misma. excluye todos esos predicados. Por medio de la categoria de
Si a':ibuyo a un cuerpo ./i1erza motriz y lo pienso, por la causalidad, pues, al determinarla con el concepto de un
tanto, mediante la categoría de la causalidad, al mismo tiem- primer motor, no conozco en lo más mínimo qué sea Dios;
po lo co1~ozco por ese medio, es decir, determino su concepto pero acaso haya mejor éxito si aprovecho la ocasión [que da]
como ob~et~ en general, mediante lo que Je conviene, [toma· el orden del mundo, no solamente para pensar su causalidad
do] por s1 mismo (como condición de posibilidad de esa rela- como la de un ente11dimiefllo supremo, sino para conocerlo
ción) en cuanto objeto de los sentidos. En efecto, si Ja fuerza también por medio de esta determinación del mencionado
motriz que le atribuyo es de repulsión, le corresponde (aun concepto; pues en este caso se suprime Ja molesta condición
cuando no ponga todavía a su lado otro (cuerpo] contra el del espacio y de la extensión.- En todo caso, la gran confor-
cual la ejerza) un lugar en el espacio, y además una extensión, midad a fin 153 en el mundo nos fuerza a pensar para ella una
es decir, espacio en él mismo; en seguida, la ocupación de es- causa suprema y su causalidad como una mediante enten·
te espacio por las fuerzas repelentes de sus partes, y final- dimientos; pel'O con ello no estamos en absoluto autorizados
mente, también la ley de esta ocupación (que la razón1s2 de Ja para atribuirle tal entendimientos (como por ejemplo, debe-
11 rep~~ión de aquéllas tiene que disminuir en la misma pro- mos pensar en la eternidad de Dios como existencia en todo
porc1on en que crece la extensión del cuerpo y aumenta el tiempo porque 1no podemos hacemos ningún concepto de la 475
espacio que él ocupa por medio de esta fuerza con las mismas mera existencia si no es como grandor, l es decir, como dura· 481
palabras).- Por el contrario, si pienso un ser suprasensible ción; o pensar la omnipresencia divina como existencia en
474 como primer motor, eo consecuencia, mediante Ja 1 categoría todos los Jugares, para hacemos aprehensibles su presencia
de causalidad con respecto a la misma determinación del inmediata respecto de cosas que son externas unas a otras,

484 48S
sin que, no obstante, nos sea lícito atribuirle w1a de estas pueden llevar a cabo seres sensoriales; pues en este caso es
determinaciones a Dios como algo conocido en él). Cuando posible un conocimiento de Dios y de su existencia (una teo-
determino la causalidad del hombre con respecto a ciertos logía) en vi1tud de propiedades y determinaciones de su cau-
produc.tos que sólo son explicables por confom1idad a fin in- salidad pensada en él meramente por analogía, lo cual, en el
tencional, pensándola como un entendimiento del hombre, no respecto práctico, pero también solamente en consideración a
tengo que quedarme en esto, sino que puedo atribuirle este éste (en cuanto moral), tiene toda la realidad requerida.- Asi,
predicado como una reconocida propiedad suya, y conocerlo pues, una eticoteologia es perfectamente posible; pues Ja mo-
por su intermedio. Pues yo sé que a los sentidos del hombre ral bien puede subsistir sin teología con su regla, mas no con
les son dadas intuiciones, y que mediante el entendúniento el propósito final que precisamente ella encomienda, a menos
son traídas bajo concepto y, con ello, bajo una regla; que este que deje desnuda a la razón con respecto a ese propósito. Pero
concepto. contiene solamente la marca común (con omisión una ética teológica (de la r-azón pura) es imwsible, porque las
de lo particular), y es, por lo tanto, discursivo; que las reglas leyes que la razón misma no da originariamente Y. cuya obser-
para poner, en general, las representaciones dadas bajo una vancia no es operada por ella como facultad práctica, no pue-
conciencia, son dadas por el entendimiento aun antes de esas den ser morales. Del mismo modo, una fisica teológica sería
intuiciones, etcétera: atribuyo, pues, esta propiedad al hombre un absurdo, porque no expondria leyes naturales, sino orde-
como una por medio de la cual lo conozco. Pero si ahora quie- nanzas de una voluntad suprema; en cambio, una teología físi-
ro pensar un ser suprasensible (Dios) como inteligencia, esto ca (propiamente fisico-teleológica) puede al menos servir de
no sólo es permitido en cierto aspecto de mi uso de la razón, propedéutica a la teología propiamente tal, al dar ocasión, a
sino que es también inevitable; mas atribuirle entendimiento, través de la observación de los fines de la naturaleza, de los
y ufanarse de poder conocerlo por su intermedio como a tr&- que ofrece rico material, a la idea de un fin final que la na-
vés de una propiedad suya, no está en modo alguno permitido: turaleza no puede exhibir; por lo tanto, puede ciertamente
porque en tal caso tengo que desechar todas esas condiciones hacer sentir la necesidad de una teología que determinase sufi-
[que son] las únicas bajo las cuales conozco un entendimiento cientemente el concepto de Dios para·e1 uso práctico supremo
y por lo tanto, el predicado, que sólo sirve a Ja determinación de la razón, mas no producirla ni fundarla con suficiencia so-
del hombre, no puede en absoluto ser referido a un objeto su- bre sus pruebas.
prasensible y en consecuencia tampoco puede conocerse qué
sea Dios a través de una causalidad de este modo determina-
da. Y así ocurre con ·todas las·categorías, que desde una pers-
476 pectiva teórica no pueden tener·ninguna significación para J el
482 ) conocimiento cuando no son aplicadas a objetos de una ex-
periencia posible.- Pero por analogía con un entendimiento
puedo, y aun debo pensar, desde un cierto punto de vista, dis-
tinto, sin duda, incluso, un ser suprasensible, sin que por ello
quiera conocerlo teóricamente; .a saber, cuando esta deter-
minación de su causalidad atañe a un efecto en el mundo que
contiene una intención moralmente necesaria, pero que no

486 487
/.

NOTAS A LA CRITICA DE LA FACULTAD NOTAS A LA ANALITICA DE LA FACULTAD


DE JUZGAR TELEOLOOICA DE JUZGAR TELEOLÓOICA
l. «zu der FosslichkeiC.». 1. Hannonie.
2. «als ob sie gonz ei¡¡cnelicb für unsere Uoeilskrafl angelegt waren». 2. Begeisrentng.
3. «gcschickt und mugliclm. 3. Sclrwürmerel. V. noca 104 de la «A.nalitica de lo sublime».
4. Verntinftc1el. «raciocinio sofls:rico». 4 . «hecha por mi según una regla cualquiera» es adición de B y C.
S. «hineinspicll». S. real.
6. IVirfwngsart, traducible también por «modo de opera.o.. 6. >1uhrgenommenen.
7. absichtlich. 7. dnsehen.
8. Hay aquí una disparidad de nuestra traducción con las versiones france- 8. ff>rsrelltlngsart.
sas Y •.•pallolos. Ellas incerpn:tan el pronombre «dClleD» como referido 9. «emplrieamente» es adición de e y c.
a «fcnomenos». y no a «causa», de suene que se lec, por ejemplo: «de 10. l'enw11derung. Éatc, y el conccpco de Be,..underung que inmedúuamen-
los fenómenos, o los cuales la nacumlcza puede concebirse como sorne. ce determina Kanc, hablan sido sucincamcnte definidos, en su calidad de
tida ... » (Philoncnko). Petó en cal caso la frase no baria sentido. afectos, en B 122.
9. Natum.-eclc. Hemos croducido invariablemente este cérmin<> por «fin 11. Demons1m1/01< V. nota 13 a la «Dialéctica de la facullad de juzgar esté-
nnturab>, o diferencia de Z1vcc.t der Na111r, «fin de la naturaleza» tica».
12. vermogond.
13. «dass wir die Idee dcr Wirkung der Kausalitit ihrcr Ursache, ols die die·
ser sclb6t zuro Grunde liegende Bedingung der MCSglicbkeit dcr erstem
unt>:rlcgen». El pasaje es particularment>: equívoco, y ha sido traducido
de modos muy diversos. Asi, por ej emplo, Philoncnko clarifica el texto
a cosca de In supresión de una cléusula: «nous posons, au fondcment de
la causalieé de la cause l'dée de l'effet comme eondition de possibilité
de cene cousaliCé»: y, como se ve, también n costa de atribuir la condi·
ción de la posibili4ad a la «causnlic6» y no, según nos parece mas ati·
nado al l<cfTcC». Nuestra vcrsi6n se aproxima, en cambio, a la de García
Mo~nce. En codo caso, hacemos notar que, en visra de la legibilidad, en-
fatizamos el sesgo hipotético o condicional del pasaje más allá de lo que
le seria impucable al original. «Suponemos» (que vienen «unlerlegen»)
debe enlenderse, pues, litcralmence, como «poner por debaj0», <<en el
fundamcnco».
14. Kunstpmdukr.
15. Nurzbarkelt.
16. Zutrügllchkelt, 1ambién «conveniencia».
17. Mictel sustiluyc en By Ca Zwecke, de la I' edición. En ésta. el parén-
tesis se lec («si se las presupone como fines»). Dado que el pronombre
«Sie» («las») es ambivalente, en ambos casos puede resultar el mismo
scn1ido, yo sea que él hap referencia a «otras creacuras», como «fines».
o a <tcienas cosas naturales», como «medio», conforme al carácter hipo-
cético que Kanc asigno al planteamiento que está discutiendo.
18. kunstreich.
19. 1órich1en.
20. «COD» es adición de e y C.

488 489
21 . «el as110 y» es adición de B y C. 39. KJ1nstwerk. .•
22. sol/en. 40. Jlerbeischaff11ng, también <<ProduCC10fl)I.
23. <~die diese Gemcinschnfl bcwirkcn», lite1'1\lmente: «que Jle\1tln a ef~~t11 41. angcnresse11.
{o realizan} esta comunidad». 42. dm<:h. ·u
24. Besclrajfimheit. 43 . «um der andero und des Gan.zen Wl CID>.
25. vermessen. V. nota 3 a las Notas a Ja «Critica de la foculwd de juzgar 44. heniorbringendes.
tclcológica». 45."""ª rueda» es adición de By C.
26. Um'eTtroglichkeit. intratabilidad en el sentido de insociabilidad. V. no1.1 46. bcwegendc Kroft.
S4 a la «Mctodologla de la facuhad de juzgar tclcológica». 47. blldende.
27. eigt!lttümlichen: el carácter que es propio a las cosas como fines natu· 48. Analogon.
ralcs. V. nota S a Ja «Dcdw:ción de los juicios est~ticos puros». 49. Spaies. . .
28. einn1sehen. 50. Abweichungen. tambi~n «mo.d1fieac1oncs».
29. «die Kausalitat desselbcru>, tal eomo sostiene Philoncnko, en el sentido 51 . Kilnst/erín, es decir, «una arttslll>>.
de «la causa de ese objeto», y no el objeto como causa. S2. Urgrund.
30. ~Veo la huella del hombre». 53. umsonst. «en wnm>, «para nada». . d finalidad, a diferencia de la
31. lll parentcsis es adición de B y C. 54. zwecklcs, que denota la(cabalfiaus)encq~: ¿ni' empica para especificar la
32. «gcdacht, abcr nicht bcgriffen wcrden kanru>. f6rmula «oboe Zwcck» ..sin um . . . < \Os)
33. eneug1. Traducimos asf el tbmino alemin, para diferenciarlo de «her- conformidad a fío que es juzgada en cl¡u1c10 de gusto (cf. • s.
vorbringem>. «producir». «Erzcuge11» es empleado por Kanl para desig· 55. <<Seíner Veranlassung naclm.
nar relaciones de producción en contextos naturales. 56. Beobachrung. . . trad ión no produce suficientemente
34. Vale la pena = en cuenta a propósito de este tbmino el texto de 57. «irgend ein Prinzip a pn~n>>: 1 ª ucc
Leibniz que reproduce Phiionenko: «Mucho se han atormentado los filó- el énfasis conjetural de "'rgen.d».
sofos aceren de Ja cuestión del origen de las fonnas substanciales. Pues 58. L.age.
d<:cir que el compuesto de forma y materia es producida. y que la fonna 59. «nichts voo ungef'ahrn.
sólo es ca-producido, no es decir nada. La opinión común ha sido que las 60. Vielheit.
formas son extraídas del poder de la muteria. lo que se denomina educ· 61. Z,,,amn1ense1wng.
d<ín; es cierto que eso cm todavía no d<:cir nada, pero se lo esclaiecla en
62. «im Ganzen».
cief1o modo por la comparación de las figuras; pues la de U01I estatua no
63. «f<>rtnb> es adición de By C. . . iatnicnto de la naturaleza»,
es producida más que quitando el mármol superfluo. Esta comparación 64. Ale. anota «lleurtheilung der Natun>, «cn¡u1c
podría tener lug¡ir si la forma consistiese en una simple limiticióo, eomo en lugar de «11ber Natuo>.
la figura. Algunos han creído que las formas eron c11viadas del ciclo. y 65. «die z:uftillig-zwcclanllssigen Wirkungen dcrselberu>.
aun expresamente cn:adas, al ser producidos los cuerpos. Julio Es<:aligero
ha insinuado que era posible que las forma.• fuesen más bien extraídas del 66. Guneiruchoft. . . . de CSla frase, Zweck der narur. V. nues·
67. Narunwcck. aqu~ y al tcmtmo
poder activo de la causa eficiente (es decir. ora del de Dios en caso de
tra nota 9 al § 61.
creación, ora del de otras fonnus en caso de generación). que del poder
pasivo de lll materia; y esto cr• venir a dar en lll traducción. al hacer..: w1a 68. ilbersteígt.
69 Beurteílungnoennógen. · d mún por
generación• (C.J. Ckrtianlt, Di• philosophischen Schriften """ Gohfried . D . "'··s·1onalmente vertimos asl este termino, y e co
Wllhe/m wíbnlz, Bd. VT, pp. 150 s., correspondiente a la Théodicée, Pri· 70 . ase1n. V"O " .
«e::tistc.ncia». que también traduce Exutenz.
mera Parte, p. 88).
35. «des Schcidungs - und Bildun&$VCflliigc11S)). 71. We/tbeJrad1rung. "ón del singular en castellano ha·
36. «obtiene» es adición de B y C. 72. «die Not1mischein1mgn: la conse¿:;ac~emos que la expresión significa
37. Selbsthilfe.
brla for1.ado mucho la lectura. en .
algo asl como: <da natuJaleza en cuanto fcnomcno».
38. wundersamsten.

491
490
73. ((j~t ihr ( ...) z~s~ndig,>.>: intcrprctnnlos <chir» co1no referida a la ra1.611 NOTAS A LA DIALÉCTICA DE LA FACULTAD
~1s1nn. «Zustand•~.seln>>, es tener atribuciones, competencia 0 jurisdic- OC. JUZGAR T ELEOLÓGICA
ción. _Otra tr:'du~c1on sena la perifrasis: «El principio de la ra7.Ón tiene 1. «Sic is1 keine Autonomie». Se entiende que el sentido de la oración es:
pam esta atabu~1o~es [q~c son las de uno que es) solamente subjetivo». ((ella no es autónoman.
esto es, que su JUnsd1cc1on es sólo subjetiva, 2. «keiner Gefahr ihrer eigenen Antinoroic».
74. 11msonst. Cf. B 296, donde el término es utilizado en la determinación 3. nomothetisch, equivalente a gesetzgebend, <<legislativa>).
del concepto de producto or¡¡aniiado de la natuialeza 4. Uneinigkeit.
75. Naturhmde. · 5. <<keinen für die Absicht ~ichenden Erkenntnisgrund des Objekts
76. «im bcsondercn Bcziehungen zwcckwidrigen Dingero> unterlegen kann». Entendemos que <«líe Absichb> se refiere, precisa·
77. wldernalürlich. • mcnle, al propósito de conocimiento del objeto.
78. 11nter/Jaltende. 6. Gegenstiinde.
79. Gesc:hllftigJreit. 7. Traducimos por «tomar conocimiento» el giro Kkcnnen zu temen» (lite-
80. Encheinun_g: Traducimos asl en conformidad con nuestl1l inrerprctación ralmente: <<aprender a conocen>) que designa el proceso por el cual se
del uso cstellco de este vocablo, que cabria cifrar, dentro do la estructu- adquiere conocimiento de algo, más bien que su resultado.
ra del fenómeno, en el momento del mero aparecer.
8. Sc/1cln.
81. «filr uns gehabl hab>: «que ha 1enido hacia nosotroS>>. La frase en el ori- 9. «die uns (.-) Kund werdcn konncn».
~mal, comienza con t<Wir konnen sic»; AX. corrige oportunamente sus- 10• .zu forscbcn und es ausz.uspáhen».
tituyendo el pronombre «sic• por «es». 11. «durchgangigcn Gcselzlnissigkcib>.
82. U11trmess/ichkelt. 12. «nicht wobl neben einander bestchcn konnen».
83. Vi!rmógen. 13. <(irre macht>,. también «CXtravla».
84. einheimisch. 14. La referencia de este pronombre es equívoca. Cabe remitirlo a las pro-
85. au.swürlige. pias máximas (Philoncnko), a la facultad de juzgar (García Morcnte), a
86. lehnsiitze.
la reflexión (Crcck Mcredith).
87. E~ dialclo_ '."' un razonamie11to falacioso que consiste en incurrir en
15. 1<bei», «& propósito de», es adición de By C.
cuv:11/us Vl/U)SUS .
16. «nach cinen Prhmp zu spuren»: <«puren>> es literalmente «ir tras Ja bue·
88. Gottesberrachtung.
89. Debe enteod~ que esta segunda expresión es, compltla, «fm divino llll> (Spur).
en el ordenam1en10 de la naturaleza». 17. geboten.
90. CJ_rlieber. Tradu~lmos siempre esta palabra por <<autor>>, aunque su sig- 18. an.
. mfícado es equivalente al de «creador>> (Schópfer). 19. «ZUSammen hlingen».
91. Lauf 20. Otra lecrura posible: «pueden sen>.
92. angemessen. 21. «das produktive Vermogen».
93. Na111rbeschaffcnheiten. 22. 1<Maschinenwcsen der Nature». Entiéndase: «{el concepto de) la natu·
94. «im allgemeiuero>. raleza como máquina>>.
95. Beuneilungssart. 23. Weltursache, vertible tambitn por «causa primera».
96. Werkmeister; el término alude notoriamente al concepto de demiwgo. 24. unerweislich. Exc.epcionalmente utilix.amOS en esta ocuión el término
..
«indcmostrableJ> en sentido lógico, a fin de evitar la equivoca VCl'$i6n
97 . «de
. r Gesette>>, ennendase: «de [sus) ley<:s».
98. «s1eht man voHstiinding ein». «improbable».
25. «Sich bestimmtnd unterwerfen müssre». Entiéndase que <cdctcrminado»
99. «5usserc (...) Natureinriehtungen».
señala el moda en que la facultad de juzgar babria de someterse a tal
principio.
26. Mittelursachen.
27. A/1nu11g.
28. lmlipfen.

493
492
29. «wcgcn des Zweckahnlichen». S8. «ZU\'or gcgründcten» (en el original) es corregido por Windelband con
30. «das zufüllige Zusammentrcffen». «ZWar gegründcten». El pasaje se leerla, entonces: «y se manifiesta en
31. «SIJ'eitig sind». ideas {que por cierto son) fundadas ... ».
32. disparote. S9. "Y tambien dificultad» es adición de 8 y C. . . .
33. a1tjheben. 60. «Móglichkeit und Wirldichkeil». A.u?que hemos ~do wirldich por
34. Kausaliliit. «efectivo» y Wirl:lichkeit por «efccttv1dad» (o <acahdad efecuva»), pre·
35. Einsichl ferimos aquí ,<real» y «realidad», respectivamente, para no dar un aspee·
36. Streiten. to forzado a Ja expresión de la oposición que Kant discute en esle pasa¡e.
3 7. No parece justificada la u;,erpretación que hace Philonenko de este «in 6 J. Objel<te.
dembelsen», refiriéndose a «{le systeme d'Epicure}». Kant no habla de 62. Gcgensliinde.
«das System», sino de «die Erklfirungsart Epilcurs», que habría exigido 63 . Pwitio11.
«in derselbero>. La lectura que adoptamos os, por lo demás, natural y 64. Setzung.
atenida a la intención de Kant. . 6S. El paréntesis es adición de B y C.
38. Subsíslenz. 66. «irgend eín Etwas».
39. Zweckeínheit. 67. «absolulnotwendigen Wesens».
40. vinculación( .. .) eo. ténninos de fmalidad vierte «Zweekver.knüpfung». 68. Pjlicht.
41. Se refiere a Ja escuela wolffiana. 69. «als Bcgebenheit».
42. «in eincm allbefassenden Wesen». 70. «moralisch-scblechthin-nt(llM:ndigc Handlung».
43. bewírún. 71 . Geschelrcn.
44. tider ZweciaJJass;gkcit im Gmsscn der Naiun.. 72. Sein-Sollen.
4S. gesetzmli:ssig. 73. «Sollen und Tlllll>.
46. •cnach der eigentümliehen Beschaffenheit». Recuénlese Jo que hemos 74. Verfolgung.
dicho a propósito del término •eigenrumlid»». 75. Fo/ge.
47. «nacb der Bescbrankung unsercr Eiouiehten in das lo.nere des Meeha- 76. «dieses Unterschcidende».
nisms derselben». 77. «vollig angcmesscm».
48. «kelne Vollendung des Aufschlusses». 78. «gemeinsamen Merkrnale11.
49. Beschaffenheít. 79. we/cherlei.
SO. darllm. 80. El paréntesis es adición de B y C.
5 J. vetfolgen. 81. «zum Ein.zelnen>).
52. «unserem Subjekte». Cf. lo que hemos anotado sobre este modo de expre- 82. «das Mannigftaltige>>, literalmente, «lo múltiple».
sión en la nota 35 de la «Analltica de lo bello». Una perífrasis oportuna 83. Naturmerlrmale. las notas caracterisiicas de la naturaleza.
sería aquí: <<00sotro5 en cuanto sujetos», aw¡que debe tenerse en cuenta 84. «das Eigene füo>. Entendemos este giro en el sentido de que la pecu-
que el ténnino «Subjekl» es utilizado por Kant -alternativamente con liaridad (f,igen/ünlichkeit) del entendimiento que se trata_ aquí de poner
rinimo», «alma», por ejemplo- para dcsi¡nar el principio unitario de de manifiesto da Jugar al rasgo propio de la facultad de ¡uzgar teleoló-
las representaciones. gica en su quehacer rcOcxionante. eompendlable en el coocepío de fin
53. beobaC"hten. naruraL
54. «dicscm Begriff... hinzu denken». lileralmcn1e (o casi): «pemamos en 8S. «dieses Besondcre». •
aiiadidura este concepto». 86. «durch das Vetbindungsmittel dcr Zweckc». literalmente: «a naves del
SS. «Es is1 cin Gott». medio de enlace de Jos fines».
56. El p~réntcsis es adición de B y C. 87. «als allgcmein-gedachten Grundc».
S7. mvas uns einzusehen durch unsere cigenc Narur vergonnt isl>>. El término 88. «ein reales Ganze der Narur».
vergonnt (Cf. gonnen) está emparentado con G11ns1. «favor», que,. como 89. 1mach Massgabe».
hemos visto, es de esporádica pero importante ocurrencia en el texto. 9(). 11rbildlichen.

494 495
91. Not11rlrunde.
NOTAS AL APi':NDICE
92. Narurbild1mge11.
93. Realgru11d. METODOLOO(A DE LA FACULTAD DE JUZGAR TELEOLÓGICA
94. Ullmiltelbar. •inmediatamente».
95. «die Vemunft dichrerisch schwiirmen verleiler wird». Cí. la 0010 104 0 l. Adición de B y C.
la <<Anallrica de Jos sublime», sobre la noción de Schwarmerei. 2. S1e/111.
96. Ens1eh11ngsart. 3. Platz.
97. Mechanik. 4. «•llgemeine Weltwisscnscbaft». wnbi~n «cosmología general».
98. Re:uptivit/J.t. S. Pfliinome11e.
99. befo/gen. 6. Naturbeschrolhung.
7. «praktisch ... zweckmissiges Gescbiift».
1OO. «muss d'.c Vemunl\ eben so phanlaStisch unter Hirngespinsten von Na- 8. Jli!rm/igen.
1ur..-ermogco (.•.) herumschwcifend macbCtt».
1Ol. Elnsich1. 9. beschrankt.
10. begnmzt.
102. ei*lüren. El término es usado por Kant en dos acepciones: tal como 11. Natureinsiclrt. en el sentida de conocimiento.
ocurre aqul, y como «definim.
103. ab/ei1en. 12. «v0n einer gcmeinschaftlichcn Unnuttern.
13. «von minder-zweckmissigcn Form».
104. Ak. añade «nach Zwocken», es decir, «causalidad de ésra según fines» 14. ausarfende.
105. zusammenhdngen. ·
IS. Zweck[<>rm.
106. Na111rhetrt1Chl1mg.
16. Eru11g11ngskrofl.
l 07. Gemeinschajl.
17. Forlpf/=ng. .
108. Teclmizism.
1s. <<Zweckbcziehung». La edición e contiene «Zwcekverbindung>>, «en-
109. troszendenr. lace de los fines».
1JO. versrUndlic/1. 19. Según Ak., «inteligible».
111. «organische Wesell)), que no ha de confundirse con «organisiene We- 20. Beigl!seilung.
sen», «seres organizados». 21. «Principio» es adición de By C.
1 L2. «oboe aUen tu der telcologisch Erzeugungsart hinzukommenden BegriJf 22. «das Wesen an sich».
von cinern dabci zugleich anzutteffcnden Mecanism der Naturn. 23. Las doc1rinas referidas son las de Nicholas Malcbrancbe y de Gottfried
113. Wirkunsgese1z. W. Leibniz.
114. Vffl!in/xulce/1. 24. Einscllacl1telung.
115. «eincm obersten VeJ11tand». 25. MiJsgeburten.
116. Endabsicl11. 26. Johann Fricdrich Blumenbach (1752-1840), norable invcstigadoralemán
117. intelligihelert en fisiología y anatomía, a quien se considera el fundador de la antropo-
118. Endursachen. logía fisica. Abogó por la importancia de la anaramía comparada pano la
l 19. ~n el texto original: «son insuficientes»: seguimos una do las correc- historia del hombre. Sus indag3ciones craneomótricas cimentaron su cla-
ciones alternabvas de Ak. ( «Sci»). sificación de In humanidad en cinco familias raciales (cauCllsica, mongó-
120. «die Befugnis». lica, malaya, etíope y americana), a cada una de las cuales com:sponde
121. «der Berufü. unn pigmenración peculiar de lo piel. Sus principales obr.is son: lnstitu-
tiones Ph>'siologicas (1787), que Kant reniaa lo visra; O>llectionis suae
craniarom dlvenantm gentium illustratae decades (1790-1 82S) y el
Handbuch iler vergl«ichenilenAnatoml• und Ph>'slologie (1824).
27. leblosen.
28. «Sicb von $Clbst habe fügcn kotu1eru>.
29. Bildungstrieb.

496
497
30. E11dzwcck. 50. A1«bild1111g. .
31. «lctzlcr Zwcck». 5J. «wctm glcich den Menschen nicht sittlich bcsser. doch ges1ttet machen».
32. Car! ven Linné (o, en su forma latiniudA, Carolus Linnacus. 1707-17781. 52. Si1111enllanges.
sueco, es uno de los grandes naturisias del siglo xvn. Culminan con el. 53. Herncltafi. . .
panicularmente en el campo de la botánica, los intcnlos previos -de la S4. «umultagsrutlC Selbstsucht». En esta noción"" compcodi"'.' los tres un-
biología del siglo XVll- por establecer una Ul>tonomia llamada «na- pulsos aniagonistioos am'ba citados; está vinculada a la celebre "'"5?'
tuml», en oposición a la que habían desarrollado Aristóteles y Teofras1<1 ciablc sociabilidad» Cf. Idea paro una hútorla un/venal en intencwn
en lo antigüedad. Linneo de1enninó los principios para la definición de cosniopolita. loe. cit.
géneros Y especies biológicas, designando a ésllls mediante la nomen- 55. aufbieten.
clatura binomial si>1emática (wi nombre para el géne.ro y otro pura la 56. udic Kriiftc der Scele». . _
especie). Es carao1crística su afirmación de que las especies designadas 57. l'liysikotheologie. es decir. la teología flsica. Lo mismo vale para Eth1-
,;on, además de taxonómicas, nnlllmles, y que cs1án invariablemente fija- kotlteologie, teologia ética. V. infra, p. 86.
das desde el principio: ambas in1egmn la !corla de la preformación. Lin- 58. Obern inte//igenz.
neo esrudió en ras universidades de Lund y Uppsala, donde ob.ruvo su 59. La edición A registraba aqul <<Único».
grado en medicina. En eslj¡ última universidad~ formó con el botánico 60. lnlléirenz.
OlofCelsius, que tendrla en él una gran influencia. Su obra fundamenllll 61. Tauschung.
es el S)>slema Naturae (1735), a la que debe sumarse Flora Lapponicu 62. Misshe/ligkeit.
(1737), Genero Planranim (1737) y Specle.< Pla11tarum (que sólo fue 63. Einriclttugen, 1ambitn <mrdenaciones».
publicada en 1753). 64. Riclttmasse.
33. «film es adición de By C. Debe entenderse: «para {lo formación de}». 65. J(Jmstventand.
34. Es decir, de la tierra. 66. «Ursprilnglichen Ve..wides».
35. bildende Na111r. 67. lúwtinstinkt.
36. mnrelling. 68. «ZU nichts».
37. >'Cnvickelten. 69. «UD mero desierto» es adición de BY C.
38. Ta11gliclllre/1, 70. 1111.
39. La I' edición contenía: ula liberij¡d». 71. hunde//,
40. En el original «Zucht (Disziplin)». Los mismos ténninos aparecen in- 72. Zweckanordnw1gen.
\'Crlidos en B 203. 73. «geseizgcbendes Oberhaupb>-
41. «nur statt», lileralmente: «sólo en lu(!llr de». Lu edición e suprime 74. Hcrrscltajl.
••solarnente». 75. El paréntesis es adición de B y C.
42. E!rdmann prefiere «fines de la naturnlc:am. 76. (iamiit:;l'erfassung.
43. «das glinzendc Elend». 77. Bediirfnis.
44. Endabsichf. 78. «einer moralischen lntellige11w.
45. «gesetzmllssige Gewalt». 79. Triebfedern. .
46. «bilrgcrlicho Ge.'iellschal'bt. 80. <(Dankbarl<eit, Geborsan und DcmOUgung».
47. «W<:hbilrgctliches Ganze». 8 J. Jreiwillig.
48. «E!hrsucbt, Herrscbsucb1 und Habsucbo.: Kant los seilala como los im- 82 «ein reines moralisches Bcdiirfuis».
pulsos que establecen el antagonismo de las disposiciones naturales de 83. «fueaa» vierte «Stárke», <<alcaru:o1. «Umfanll>'·
los hombres en la sociedad, conduciéndolo.s de fa rudeza a Ja cultura. V. 84. «•ín moraliscb-gese12gebendcs Westrut.
Idea paro una historia universal en lnltnción cosrnopolita, Cuarta Pro- 85. Schartcnbild.
posición. Con es1c tex10. por lo demás, 1iene estrecha relación todo el 86. «nach cinem altgemeinen boobsten Zwcckcllll. . .
pn:sen1e pasaje. 87. La edición B contiene ucausas11, seguramente debido a un error hpo·
1 49. «acaso» es adición de B y C. gráfico.

498 499
88. «en sus efect0<» es adición de B y C. aqu611a debe determinar. nnaase. en todo~· presente el ,sentido de
89. Distinta.mente en la edición A: «como fines o nosotros mi$mos. en vis-- «exaltado delirio» que, por una parte, precisa el vocablo llahn,_y por
ta de ellos, como fin final». otra, Ja noción de lo Sclrwiil-merlscli (v. nota 104 de la «Analit1ca de
90. La edición A contenía «representada». lo sublime»). .
91. Es decir, el orden teleológico. 116. Elnsichlen. en el sentido de «Conocimientos>>, que prioritariamente tic·
92. a1tfgegebenen: encomendado de manera imperativa. ne este vocablo en el léxico kantiano.
93. Verwlrlclichung. 117. La J' edición contiene «üben>; B y C, en cambio. <d\ir».
94. S.:guimo• aquí la rectificación de la edición C. Las dos anteriores in- 118. Annehmung, en este caso como suposici6n que cabe fundadarnente
llCrtfan en lo sucesivo los tmninos «primera... últim.,.. admitir.
95. «das hllcbste Wcllbeste1>. 119. «Unseres denkenden Selbst».
96. uals unverletzticbcr Beding~g». 120. El texto de Kant dice «prueba moral». La corrección e.\ de Rosenkranz.
97. Las tres ediciones del original contienen «die erstcrem1 (<das [los] pri- 121. Sobre la diferencia entre Überrcdrmg («persuasión») Y Oberzeugung
meras(os]»). No queda claro a qué se refiere Kant con ello, y tampoco (ccconvicdónn) cf. el siguiente texto: «toda nuestra convicción es o_bien
consideran ne<:esaria una explicación los otros editores. Nuestra conje- lógico o bien práctica.- Esto es.•que cuando sabemos que somos hbres
tura parece razonable, aunque exigiría un singular («die erstere»). de todo fundamento subjetíVo y el asentimiento (v. infm n. 128) es, no
98. Sitttnwelr.
99. El paréntesis es adición de B y C.
.
obslantc suficiente, entonces estamos ccnvencidos, y ello./6git:llmente
.
0 por razones objetiwu (el objeu> es cierto)./ Pero el asei:ittm1ento com-
100. untigennúrzig. también «desinteresadamente». pleto por razones subjetivas, que en el respecto pr6c11co val,en tanto
101. La edición A contenia aquí «de la naturaleza>>. como las objetivas, es tambitn convicción, sólo que no lógica, sino
102. Nichllgkelt, es decir, la no-existencia. práctica (yo estay cierro). Y esta convicción o esta ja l'Ocional moral es
l 03. «des gri!sste Wohis•>. Sobre la distinción entre das Wol>I («biene.taJ») a menudo mlls firme que todo saber. En el saber aún se escucha a razo-
Y das Gule («bien>>), cf. Critica de la razón práctica, Primera Parte, Li- nes opuestas, mas no en la fe, porqu~ en ella no se "':''ª.de razones ob·
bro Primero, Capítulo Segundo, ccOel concepto de un objeto de la ra- jetivns, sino de interés moral del SUJeto. / A la .conv1~16n se opone la
zón pura práctica», A 104 s. pemrasión: un asentimiento a panir de razones ~uíic.1~tes, de las que
104. «an demsclben», según las ediciones A y B, con toda probabilidad re- no se sabe si son meramente subjetivas o tambrto objetivas [.•. ] Aun-
ferido al <<[supremo] bien del mundo» («dem Weltbesten»). La edición que toda persuasión es falsa según la forma ({orm?litcr), en la medida
C rectifica <<an denselbcm>, o sea, «en estos {seres mundanos raciona- en que aquí un conocim.iento incierto parece ser cierto, puede,, no ob~­
les)», lo que por cierto parece más pertinente. IAnto ser verdadera según la materia (marerialller). Y nsi se d1ferenc1a
105. gesetzmiiss/gsl~11. uunbÍ~n de la opinión, que es un conocimiento incierto, en cuanto que
106. ccdie Moglichkci~ Ausfilrhbnrkeit dcsselben». Etdmann pone ccrealíza- se lo tiene por i11cierlo» (Lógica , Introducción, tX, A 110-112).
bilidad» entre paréntesis. Este término determina en todo caso en qué 122. Vernunjleinsicht.
sentido ha de entenderse <q>OSibilidad»: de ab1 nuesua versión. 123. Gemü¡,¡fa.wmg.
107. Schluss. 124. En griego en el original: «según la verdad» y «según el hombre», res-
108. Según la conjetura de Erdmann, que suple la falta de un sustantivo en pectivamente.
este si1io. 125. «solamente» es adición de By C.
109. Erdmann corrige «dasselbe» («lo mismo») con ccdiesclbe». l 25bis. Vernu~{ischlüsse, o sea, inferencias de razón. .
11 O. <ttu» es adición de Erdmann. 126. Unfong. la envergadura en ol sentido de los alcances del saber teórico
111. «atracción» es adición de B y C. humano.
112. <cetwns», es decir, <<alguna cosa». 127. M1rkmal.
113. Au.sfiihrbarkeit. 128. «~ dcr AJt des Fiibrwaluhaltens dureb einen pmlctischen Glauben».
114. «interna» es adición de By C. Fúlv>rahrholten signif"ica literal111C11te«1encrpor ,'C!dadcto», YKant re~­
115. «ein schwannerischer Wahn1>. Damos de esta expresión una tradll«íón re su concepto, en efecto, csenciabnente a la verdad: «La ve!dad es propie-
bastante interpretativa, que entendemos requerida por el concepto que dad objetiva del conocimiento; el juicio por el cual algo es representado

500 501
como verdadero - la referencia a un entcndin1icnto y. por fo tanro. a un ·o el tt•tulo de JTbllfi nbiitteltr Fragmente. Fue tunbién auior
a conocer ba~ ( <Co ·deracio-
sujeto particular- es subjetivamente el ase.ntlrnientou (lógica: lntro· de A11 emeúle Betradrtrurgen über die 1liebe der Tiere < OSI • •
ducción, IX, A 98 s.; Cf. la continuación del ICXIO sobre es1e mismo asun- !!__,_sobre los instinl06 ele los animales», 1760). un amb""oso
nes 8""'"-=
10, en particular la distinción enirc llStnlioúcn10 cierto e incieno, qoc Ir.liado psicológico. . nr.ndclband
discierne el saber, por una pane, del opinar y el cn:cr, por otra).- No se 144 «SU» segun · • A, '"'e
. 1a cd.ICIOD ..- acatan también Erdmann Y n t • • es de·
confunda este «a:Sentimicnt0» con aquel otro que vierte Beistimnmng:. en 145: El te~o de Kant dice: «Bemühuna». «esfuerzo». La correcx:1on
tanto éste concierne al sujeto mjsmo, aquel otro, en cambio, a la relación Harte astein. .
en1re sujetos, a la intersubjetividad 146. Así las ediciones A y C. En la edición B: «~ónco». • tanto a
129. «Sachen der Mcinung ... , Tatsachen .• . Olaubcnssachen>>. 147 «dcrsclbcn»: el genilivo pronominal fcmenm~ podría refc~se b·
130. «Wirldiche», es adición de B y C. . <cnaturaleza>, como a «orden». El con1ex-to dc~a en ~laro, sin em ~go,
13 J. <Wl sich>>, según las ediciones A y C. B contiene, inversamente. «sich an». que Jo que está. en cuestión no es la mera. cx1stenc1a de la natura eza,
132. La edición A regislra diversamente: «oo puedo ser probado .. . de modo sino su «orden admirable».
suficiente para el uso teórico de la razón, pero es, no obs1an1c, manda- 148. Según Erdmann, <<prueba>>.
do por la razón pura práclica». 149. «Dünkel del Wissbcglerde».
133. «Y la gcogrnfla>1 es adición de a y c. 150. Fassungskraji. · «lesselben»
134. «o las reglas ... a sí mismo» es adición de B y C. 1S l. t<dersclbcm>. referible a <<1eologia». Ak. sustituye por < ,
135. «al mismo 1iempo» se encuentra en las ediciones A y B. La 3• edición refuiéndolo a <<asentimiento».
lo suprime. 152• «Orund>>; así Kant. Según Schond6rtrer, deberla ser «Grad>>, «grado».
136. Annalrme. 153• En la edición k «el gran enlace de los fines».
137. unglaubisclr.
138. ungldubig.
139. z.....
;¡.tg/aube.
140. Lección de las ediciones A, B y C, en cambio, registra «muss sicb...
grundeM, es decir, «debe fundarse,,.
141. En la edición A: «su simple concepto».
142. «cines allerrealsten Wcsen».
143. Hermano Samuel Reimarus (1694-1768) es uno de los pensadores re-
presenlativos de la Aujldiir1111g, defensor del mcionalismo teológico,
vinculable a la postura de Wolff. Reimarus defendió, contra el panteís-
mo de Spinoza y el malerialismo de Lnmettrie, un deismo consecuen-
te, en los principios de la religión na1urul y en la aptitud de la mera
razón humana para alcanzar certeza en materia religiosa, que no puede
garantizar la revelación sobrenatural. En este último aspec10, combatió
agudamente la fe cristiana en la revelación y famosamentc sostuvo que
Jesús fue cauti>u de una ilusión mesiánica, y que sus discípulos hurta-
ron su cadáver para prestar visos de ercdll>iliclad a sus pretensiones. Sus
principales obras son Ablrandlwtgen van den vorno/rmsten Wa/rrhei1en
des natürlic/ren Re/igion («Tratados sobre las principales verdades de la
religión natural», 1754), Die Jlernunj/lelrl'e («la doc1rina de la razó°",
1756) y-la más importante- Apologl• odi:r Schutzsclrrifijlu die ••r·
nünj/igen Verelrrer Gottes («Apología o defensa para Jos adoradores
racionales de Dios»), que R.eimarus dejó sln publicar, ltaS haber trabaja·
do durante veinle años en eUa; Lessing obtuvo unos fragmcoios que dio

.502 .503
NOTAS A LAS NOTAS DE KANT
fNDICE ANALÍTICO
DE LA CRÍTICA DE LA FACULTAD DE JUZGAR TELEOLÓGICA
1. Cf. B 253, en lo «Critica de la facultad de juzgar estética», y antes, sobre
la liben ad de esta complacencia, B 15.
2. Aufttcl/1mg.
3. La traducción acaso más ajustada al uso sería «temerario» (es decir, con
arrevimicnto cxccSÍ\'O). Pero el término, así como el comentario que
Kant le destina, encuentra su clave en Ja alusión a Ja medida (Ma.s:s), que
en este caso cabe entender como mnesun». «Desmedido• es tambii!n el
vocablo que elígc Garcia Morcntc. Otras posibilidades son «descome-
dido» y «dcsmcsurndo•. Los números del indice remiten a la paginación de la segunda edi-
4. Elnerleiheit. ción original de Kant {B), indicados en cada caso al margen de la
S. «creación es poner en acto las substancias». página por un número y dentro del texto por la marca «h>.
Sbis. la nota es adición de B y C.
6. Zweife/g/6ubiger, el que duda de su fe, V. B 464.
7. De manera obviamente errónea, A contcnia «ideal».
8. Kumtl1andlungen. A
9. Asr A y C: B rmc. en lugar de <<Analogo0». «Anlage»: «Como una dis- Abejas: 174.
posición de la mzón». Abismo (Abgrund): Llll 98, 110, 428.
1O. Vonvitz. Aborto (Missgcburten): 377.
11. Bekenntnls, entiéndase también en el sentido de «profesión (de fe)». Absoluta, o: unidad del principio de tas cosas naturales 405, todo
12. «de» es interpolación de Erdmnnn. 9 1Ol 411, magn itud 84 98, cf. 11 6, Valor (v. all!').
13. «Sieht ... CÍO>>.
Academia, Académico (schulgerecht): 59 186, cf. Escuela, Forma.
14. «mas no ... rnzón moml suficiente» es adición de B y C.
Accidentes: 325.
Actuar (Hondcln): 173. V. Obrar, cf. 46J o.
Acuerdo (Einstimmung, Einstimmigkcit): V. Co11corda11cia.
Adhesión (Beitritt): do todos 25.
Admimció11 (Bcwundcrung): Definición 122, cf. 76 277 478n.
Adomo (Schmuck): dnña a la belleza genuina 43. V. también
Ornato.
Afectos (AfTckte): en oposición a las pasiones, tempestuosos e
impremeditados 12ln., sublimes 121, ciegos 121, esforzados
122, lánguidos 122 128, vigorosos 128, efectúan moción. t24
224, en et sueño 302, aumentan el deleite 223s., su lenguaje es
la música 219. Cf. también x1v, XA11L s.n.
Afecto, falta de: es sublime 121 s.
Agradable. lo (das Angenehme): es lo que place a los sentidos en la
sensación 7, está ligado a interés 7ss, deleita JO 15, sienta bien de
modo inmediato 12, su diferencia respeclO de lo bueno lis~ res-
pecto de lo bueno y lo bello t4-16. cf. 246. está patológicamente

504 505
condicionado 14, se restringe sólo a la persona del que juzga Á11i1110 (Gemüt): l. Fuerzas del ánimo (Ocmütskrafte): juego de
18, cf. 231s, es móvil de los deseos 113, no cultiva ibid. Arte ellas 192, su relación 253, su cultura es propedéutica para el
agradable, V. Arte. arte bello 262. U Estado (temple) del á11imo Gemütszustand
Agrado (Annehmlichkeit): es goce 12, vale también de los anima- - stimmung): estético, en el juego libre de las fuerzas de co-
les 15, cf. 19 37 153, de los sonidos y colores 40. no es princi- nocimiento 28 29 65, suscita placer 27ss., es de validez uni-
pio del gusto 238. versal subjetiva 51 , comparado con el moral 51 s.
Alcances, corto de (borniert): 159. Antagonismo (Widerstreit): de imaginación y razón 99.
Alegorías: en el a.rte 190. Antiguos: Obras de los A. l 38n, cf. 404s.
Alegre (Frohsein): 103. Anli11omiu: de la razón pum: a) de la razón teórica (conocimien-
Álgebra: 85 signos algebraicos 255. to) 239, 244; b) de la razón prácrica (facultad de desear) 244,
Algo (Etwas): fundamento originario 341, idea de un A. no sensi- cf. 239; c) de la/acuitad de juzgar (sentimientos de placer y
ble 453s. displacer) 244s., o del gusto 232ss.. tesis y antítesis de ésta a
Afma (Seele): buena 166, bella 168, blanda y débil 122, alma y 234, su resolución 234ss.; A. de la facultad de juzgar teleoló-
materia 293; fortaleza del A. 104. V. también I11mortalidad. gica 311-319, cf. 386.
Afma, doctrina del: 364, entrega solamcnre un concepto negativo Antipatía: de principios 127.
de un ser pensante 442. Cf. Psicología. Antropofobia: (Anthropopbobie, Menschenscheu): miedo a los
Alma, facultades del: son tres XJX, cf. xxn, tabla LVIU, superiores hombres 126.
LVI, fuerzas del A. 395. Cf. Facultades de co11acimieuto. Antropología: emplrica 129, del sentido interno (psicologia) 443.
Ama11era111ie11to (Manier): 201s. (en oposición a método), orien- Antropológica: pregunta xxun.
tada a la singularidad 202. Antropomorfwno: 257 436; modo de representación antropomór-
Ameno (anmutig): 8. fico 440 440n.
Amor (Liebe): 120, cf. 115 129, principio del A. así mismo 459. Apariencia (Schein): mera A. de la prueba (prueba aparente) 444
Ampliado: V. Modo de pensar. 445, A. natural de Ja antinomia 237 3 13. Bella A. 215s. 229
Anal.ítica: de la facultad de juzgar estética 3-230, de lo bello 3-73, 303, A. de los sentidos 207 208, parecer visual 119.
de lo sublime 74-131, cf. 234, de la facultad de juzgar teleoló- A posteriori: dado a través de los sentidos (empírico) 246.
gicn 271-310. Aprehensión (Auffassung): (apprehensio) de la forma de un obje-
Analitica: división LVII. to XLIV, antes de todo concepto XLIV XLVlt, va a lo infinito 87,
A11alogia: general y particular de una experiencia posible (paso progresiva 91 93s., 98, 99.
entre ambas) x:xxv, de arte y naturaleza 77, cf. 179, de arte y na- Aprender, capacidad para (Gelehrigkeit): l 83s.
turaleza con la eticidad 256ss., de belleza y eticidad 256, 258- A priori: legislativo xvu, p. ej. intuiciones xxxn, fuentes de cono-
260, 263 (v. también Símbolo, del arte con modos de expresión cimiento XXXI, fundamento del juicio de gusto 35 246, máxi-
204s., matemática 307, de las formas naturales 368s., inferen- mas XXX, principios XXXV, conceptos éticos 36, juicio 231
cias o conclusiones por analogía 447, 448n., 448-451). 232n., etc.
Análogo: la naturaleza como A. del arte v. Naturaleza. Aprobación (Beifall): 15 etc., cf. 130.
Anatomía: 240, comparada 368. Árbol (Baum): 45 96 286ss.
Anatomista 241 377. Argumento: v. Pnieba. A. probatorio (Beweisgrund) 141, división
0
Anhelo (Sebnsucht): y deseo xx11ss n., de la razón 475 (Wunsch). de los A. probatorios o pruebas 447.
Animal: 56, comparado con el hombre 448n. Aritmética: pura xxnn.; la A. es la estimación intelectual de las
Animalidad: a) (Animalitat) 225; b) (Ticrheit) en nosotros 392 395. magnitudes 91.

.506 507
Aritmética: analogía a. 307. Asombro (Verwunderung): lindante en el terror (estupefacción)
Armonía, armónico: es decir, subjetivamente conforme a fin J 55 117 diferente de la admiración 122 277.
A. musical 219, A. de los seres (en Platón) 273. ' Astucia: XIII.
Arqueologla, arqueólogo: de la naturaleza 364 369 385 385n. Atractivo (Reiz): pertenece a la materia de la complacencia 37s.,
Arquetipo (Urbild): (archetypon) 207 262; entendimiento 349. V. cf. 130 155 214, aunable con lo bello 4 1, de los colores y soni-
Ideal. dos 42 163 172, de Ja música 218s. 220, de la bella naturaleza
Arquitecto: supremo 354, cf. 402. 166 17lss. 178, multitud de los a. 113. Cf. también 248 260.
Arquitectónico: entendimiento. 317 372. Atributos: en el arte 190, estéticos y lógicos 195s.
Arquitectura (Baukunsl): 42 207s. Audacia (Kuhnheit): del genio en la expresión 20 J.
Arte (Kunst): a) A. en general (en oposición a la náturaleza) 173- Autocracia: de la materia es una palabra carente de significado 372.
Autodefensa (Sclbsthilfe): de la naturaleza 288.
176, es causalidad según ideas 320, según fines 322, según
A11tonomía: del gusto 135 137s., 253 de Ja naturaleza xxxvn, de
fines divinos 332, es producción mediante libertad (razón)
la virtud 139, de la facultad de juzgar reflexionante 318s.
174, cf. XLIX LVD 76 173 176 180 188 286 289; b) (en oposi-
Autor (Urheber): del mundo V. Dios.
ción a la ciencia) práctico, no teórico 175, cf. xxvn J 75n. 261
Aves, pájaros: 49 269.
284; c) (en oposición a la artesanía) como libre juego 175s. Azar (Zufall): ciego a. 325 396 438.
206. A. estético 171179 180, agradable 178 213 225 230253
plástico 42 205 207-211 22 J, las siete A. liberales 176, geis~ B
treiche 202, A. mecánicas 186 191 253; de la palabra 54ns. Balde, en (umsonst): <<nada en la naturaleza es e. b.» 296 (en va-
205s. A. bello 42 144 166 171176-183 202s 225 230 253 ha no) 301.
de tener viso de naturaleza l 79s., es A. del genio 181-18J (v. Bárbaro: gusto 38.
Genio), cf. 186s., hace bello incluso lo feo 189s., sus·requisi- Barroc.o: 71.
tos 203, ha de ser A. libre (liberal) 206, civiliza 395, prepara Basamento (Grundlage): de la racultad de principios a-priori Vl,
para el dominio de la razón ibid.; su principio es universal- del juicio sobre lo sublime en la naturaleza humana 111.
mente válido de modo subjetivo 243, tiene sólo manera ' , no Bastardos: 377.
método 261, sus modelos 182 l 85s. Esbozo de una clasifica- Bello (lo). Belleza (das Schone, Scbonheit): es aquello que se
ción de las bellas A. 204ss. Comparació11 de sus valores esté- representa sin conceptos como objeto de wm complacencia
ticos 215-222, combinación entre ellas 213-215 enlace con universal / 7, cf. 16 32, aquello que place sin interés alguno 6
. '
ideas morak-s 214, A. escultórico, poético, etc. (v.), A. de lo be- 15, en el mero enjuiciamiento 114s. 180, cf. XLV 155, y ello de
llo juego de las sensaciones. V. Mtísica. V. también Producto. modo inmediato 44 259. Analitica de lo B.. 3-73, su diferencia
Artesa11fa (Handwcrk, Lohnkunst): J75s (cf. 206). respecto de lo sublime XLVlll 75 79 etc., de lo agradable y lo
Articulación: 204s. bueno 14-16, cf. 35 44ss. 47 50 69 113 246, eS independiente
Artista (Künstler): 165 184 293 (supremo a. es Dios) 402. del mero goce de los sentidos 116, cf. 60, y de atractivos 37ss.,
Artístico: instinto (entendimiento a) 408s., de los animales 448n. enlace con lo bueno 51, cf. ! 69s. 171. No es conocible por
Asco (Ekel): estriba en la imaginación 189s, cf. 214. conceptos 25, cf. 53 152 242 243 etc, sino solamente por el
Asentimiento (Beist.inunung). sentimiento 3ss. 30, su criterio está en nosotros mismo 252,
Asentimiento {Führwarbalten): 454ss. mantiene el ánimo en tranquila contemplación 80 98, nos que-
damos en su contemplación 80 98, debe concernir en sentido
.
Asocíación: leyes de A. de Ja imaginación 69 117 193 255 en la
. 2 l 8s.
mus1ca ' propio meramente a laforma 38, cf. 39s. 75 76 79 13Js. 144s.

508 509
150, pone co11.for111idadjormal a fin subjeliva por fundamento 44 Brizna de hierba: 296 338 353.
46 270 278, es decir conformidad a fin sin fin 61, 70, sólo los Buscada (gesucht): la forma del bello arte no debe parecerlo 191.
colores y sonidos puros son b. 40s. La B no es perfección confu-
sa 45 47, es la expresión de ideas estéticas 204, cf. trae consigo e
un sentimiento de fomento vital 75, objetos b. y b. vistas (aspec- Caballo: 58.
tos) de objetos 73 cf. 188. Especies de B.: libre (existente por sí Cabaña: 6.
misma) y adherente (condicionada por conceptos) 48s., cf. 72, Cabeza (Kopf): gran C. 183s.
vaga y fijada SS, salvaje y regular 72, las figuras geométricas no Campo (Feld): de los conceptos, es determinado por la relación
son b. en sentido propio 277s., B. del arte (v. allí también) 166 de sus objetos con nuestra facultad de conocimiento xv1, de lo
188 204 cte., y de la naturaleza (es la concordancia de ésta con suprasensible XIX. C. de pimienta 72.
Candidez (das Naive): 228s.; v. también Simplicidad.
el libre juego de nuestras facultades de conocimiento) 303, cf.
Cantidad (Quanlitat): del juicio de gusto 17-32, lógica y est.ética
76s. l 53ss. l 66ss. 188 202s. 204 242 294 439 etc., preeminencia
de esta última 167s. 17ls., B. intelectual 119, B. de la figura 24s. Cf. validez universal, común.
Canto: de las aves 72s. 172, de los hombres 73, imitación artís-
humana S9 119, del modo de los sentidos l 22s., de una acción
tica del c. 173, cánticos religiosos 222n., unió_n de música y
por deber 114, sólo de lo B. es posible una deducción 131, mas
poesía 2 13.
no una ciencia 176, el j uicio sobre lo B. es a priori 151 (cf.jui-
Capacidad: facilidad para aprender 183.
cio de g1is10), dificultad del principio vm, ligado a interés empí-
Caprichoso (launisch): (a diferencia de humorístico) 230.
rico 16 lss., intelectual 165ss. 259. Cultiva 113, nos predispone a
Caracterismo: 255.
amar algo 11 5, cf. 120, el interés en la b. naturaleza es signo de
Caractcristico, lo: de un rostro 59n.
un alma buena 166, es símbolo de la eticidad 254 ss., esp. 258. Caricatura: es la exageración de lo característico en un individuo
Ideal de la B. 53-61, sólo del hombre es posible 59. 59n.
Benevolencia (Wohlwollen): 120. Casualidad: (determinación de una cosa por contingencia) 322.
Bien, Bueno (das Gute, gut): es lo que place mediante la razón por Categorlas: son conceptos wliversales de la naturaleza XXXIX, ~o­
el mero concepto l O, cf. 21 246, es aprobado como objetiva- bre los que descansan las leyes naturales xxxn, puras XXJlll.,
mente valioso 15, cf, 44. Diferencia entre lo bueno para algo cf. 147, sólo se aplican a cosas de los sentidos 479-481.
1 (mediatamente, o sea, lo útil) y lo bueno en sí (absoluta e in- Categóricos: fines incondicionados 300. ' .
mediatamente) 10 11 13, que vale para todo ser racional 15 y Carisa (Ursache): en general, su concepto XXII, causa y funda-
manda la aprobación 114. La complacencia en lo bueno está mento LIV L!Vn., ha de ser documentado en la intuición 240,
ligada a interés 10-14, práctico puro 14, intelectual 37120. El idea y real 290, C. eficientes y C. ji11ales (v. también allí) 289
B. moral es el fin último de la humanidad 165, es estética- 291 381, intermedias 319, que opera con arreglo a propósito.s
mente sublime l 20s. 333 335 374 397s. 421n., productiva 292 372 421, inteligible
Bien supremo (h6chstes Gut): 398 414 423 (moral) 424 (fisico) 407, sobrenatural 308, racional 290, intelectual 326.
457, B. s., del mundo 425 429. Causalidad, enlace causal (Kausalitiit, Kausalverbidung): a) de la
Bienestar (Wohl): 441, máximo de los seres racionales mundanos nawra/eza uv, de las leyes de Ja naturaleza 350, del mecanis·
429. mo de la naturaleza 322 355, cf. 321 324, de las causas efi-
Bizarría (Mut): del genio 20 l. cientes 437, es et nexus ejfectivus 269, 289, siempre descie,nde
Blasfemia: 107. 289; b) de los fines, o next1sfinalis 269 333 378, según fines
Bravo (mutig): 122. 267 269 295 299 350 355 357s. 360 363 399n., con arreglo

JIO 511
a intenciones 330, cf. 328 397, a ideas 320, a conceptos de ra- necesaria 147, en lo sublime 79, emotiva 88, negativa 117 126,
zón 289 330, según las causas finales (v.) 314 318 319 350 la C. en lo bello es positiva 117 126, reconocible por su comu-
~81, desciende y asciende 289, teleológica 398, es una mera nicabilidad universal 126, en los hombres 127; como regla
idea ~ 18 381, principio subjetivo 320; unificación de ambas para otros 135, en la música 219s., en ideas estéticas 253. ln-
especies de C. 374; e) de la voluntad xm, mediante libertad terés que ligamos a la existencia de un objeto 5: b) C. en lo
LIIIS. uva 36 281 398 419 42 ln., de la razón 468, cf. 467 con agradable, 7-10 descansa en la sensación 11, condicionada 14,
vista a causas finales; 433 437; d) divina 451. C. por atractivo y emoción 130. c) C. en lo bueno, 10-14 69 C.
Causas finales (Endursachen): o C. ideales xxvm 290 291 298 pura e incondicionada en la ley moral 120, sensiblemente ne·
301304314 316 318 319s. 332 359 362 371381404s.410ss. gativa, intelectualmente positiva 120 cf. 169 223, C. pura en lo
Pertenecen sólo a las condiciones subjetivas del uso de nuestra inteligible 258, cf. 278. Comparación de las tres especies de C.
razón 387. Cf. también Causa, Causalidad. 14-16 74, de la C. estética con la intelectual 51 120.
Censura: del gusto 130. Composición: es lo propiamente estético en la música 42.
Cielo: estn:Uado 118. Comprehensión (Zusammenfassung): (comprehensio, ef. Apre-
Ciencia (Wissensc~aft): se dirige a la verdad del objeto 261, cada hensión) alcanza pronto un máximo 87, lógica y estética 90s.,
C. es por si un sistema 350. Enciclopedia de las C. 364, civili- en la intuición de un todo 96s., cf. 99s., estética e intelectual
za 395. En oposición al arte (v). No hay beUa C. ni C. de lo IOls., ocurre por medio de la imaginación 87ss. 145.
bello l 76s. Las «bellas ciencias» son C. históricas 177. Común: v. Sentido común.
Ciencia de la naturaleza: 305s. 350; la C. de la N. en sentido pro- Común, ente. 262.
pio 364 se divide en: a) teoria de la naturaleza y b) descripción Com1111icabilidad (Mitteilbarkeit, Mitteilungsfáhigkeit): Universal.
de la naturaleza 365s. criterio de los juicios de gusto 27ss. 31 35 40 65s. 126 l 53ss.
Ciertas (gewisse): proposiciones mediata e inmediatamente c. 241. l 60s. l 62s. 179 190 198s. 262, cf. 395 en la música 21 Ss.
Cifrada: v. Escritura. Comunicación (Mitteilung): 163 191 204s. 263.
Circulo: 272 274. Comunidad (Gemeinschaft): estatal de derecho 450.
Civilización: 163s,1 Concepto (Begrifl): es la representación de la unidad de la. sínte-
Claro (deutlich): modo de representación 4. sis 145, pensamiento determinante 193, objetivo 233, C. tras-
Clásico: 138, m9dclos e. 185s.; autores que valen como c. 177. cendentes e inmanentes 240, C. absoluto y comparativo de
Clave (Schlüssel): de la critica del gus¡o 27, del desciframiento
magnitud 81, cf. además XV1 309 340 348 481; C. de Natura-
del eoigma de la facultad de juzgar 238.
Coherente (zusammenhangenlle): experiencia XXXV XXXVII. leza, C. de Libertad, v.
Colores: 9. 39ss., la explicación de Euler 40, puros y mezclados Co11cepto del entendimiento o C. Intelectual (Verstandesbegriff):
40s., pertenecen al atractivo 42, tiemplan el ánimo para ideas 235, netamente confuso 236, puro, esto es, concepto a priori
172; arte cromático 211. de naturaleza xx1v, cf. XXJX (cf. Categoría), en oposición a
Colosal, lo: 89. idea 239s., inmanente a la experiencia 240, demostrable (v.
Columnas: 43. también alll) 240.
Combinación (Zusammenstellung): bella 209. Conceptos de razón (Vemunf\begriffe): es decir, ideas (v. allí tam-
Comienzo (Anfang), primer: 378. bién) l 93s., fundan conocimiento 330, trascendentales 235, pu-
Comparación (Vcrgleichung): concepto de c. 81. ros de lo suprasensible 236, la ley moral está fundada sobre C.
Compla~encia ~ohlgefallen): en general (Komplazeoz) 15); a) de r. prácticos 154.
estética (desinteresada) 5-7, descansa en la reflexión 11, libre Concordancia (Zusammenstimmung, Übereinstimmung): de la
17 260 303, universal 17s., universalmente comunicable 35 imaginación (v.) y el entendimiento XLIV 160s., cf. 239, cf.
'

512 513
Juego. 'Jl!mple, Pmposició11; la C. de la naluraleza con nueslro cia a olros seres 379, o bien b) i11te.rna (perfección. v. alli tam-
entendimiento es contingente xxxv1xxxvm 347s., C. de todas bién) 44, cf. 279ss. 295ss. 37 J 379s. 427. También la C. a f.
nuestras facultades de conocimiento 242. puede ser denominada forma/. como ocurre, por ejemplo, con
Co11dici6n (Bcdingung): universal 1v xx1v XLVIS, formal xxx11 la de las figuras matemáticas 271 ss. 279n., que tambié.o puede
114 391 393, formal y material 423, subjetiva XLVII 155 329 llamarse intelectual (271 274) a diferencia de la material 188
391s. 423, ele. (cf. Juicio de gusto, Facultad de juzgar). 271 279, empírica o real 275. Este realismo de la C. a f. obje-
ConCllión (Zusammenhang): v. coherente. tiva (246s. 252) es teleológica 251 cf. 118, eslá fundado en el
Configuración: 250 252. provecho 282 322. La C. a f. objetiva de la naturaleza no es un
Conflicto (St.rcit, Widcrst.rcit): de principios en Jos juicios de principio necesario de ésta 268, regulativo, no constitutivo
gusto v. Antinomia. 269s., principio critico para la facultad de juzgar reflexionan-
Conformidad a fin (Zweckmiissigkeit): es la concordancia de una te 333-339, cf. además 303 322 383 y Fi11 na1ural, Teleología.
cosa con aquella índole y constitución de las cosas que sola- Idea de una C. a f. suprema 60, C. a f. pura intelectual de la su-
mente es posible con arreglo a fmes xxvm, cf. xxxv11JS. Es la prasensible 123 273s., técnica 306, hipotética 299, gran C. a f.
causalidad de un concepto en vista de su objeto 32, cf. acerca en el mundo 480. Diversos sistemas sobre la C. a f. de la natu-
de la conformidad en general 32-34; es la legalidad de la con- raleza (idealismo. realismo) 319-323.
tingencia 344, cf. 347, es introducida por nosotros mismos en Conformidad a ley: V. Legalidad.
las cosas 276, no es remisible a Dios 305s. Ha de distinguirse Confuso (verworren): modo de represenlación 4, la belleza no es
del principio metaflsico (XXIxs) de la C. a f. práctica (del arte un concepto c. de perfección 44ss., cf. 236.
humano o de las costumbres) XXVIII XXX XXXIX 154 434, ha de Conmensurabilidad (Angemessenheit): de la naturaleza con el
distinguirse del principio trascendental de la C. af. de la natu- entendimiento XXXVII xxx1x XLI.
raleza xxcxss.; es una máxima subjetiva de la facultad de juz- Conmovido (bewegt): el ánimo al representar lo sublime en la na-
gar reflexionante XXXIV xxxvus. 269, está ligada al sentimienlo turaleza 98. (inmutable: unbewegt) 112.
de placer xxxvmss., meramente subjetiva, no forma parte del Conocer: (en oposición a pensar) 479-481.
conocimiento XLIII, cf. xuv u 344, sino que es un mero princi- Conocimiento (Erkenntnis): empírico xxxu, cf. experiencia, teóri-
pios de orientación de la facultad de juzgar Ls., regulativo 344, co (v. allí), de Dios 257, de un triángulo 454, sus fuentes a prio-
se descompone en 1) la C. af.jormal (meramente subjetiva, es- ri xxx\. F1111dame1110 de C. 291 308, J11icios de C. (en oposición
tética) de la belleza natural, y 2) la C. af. real (objetiva, lógica) al juicio del gusto, v. alli 1ambién) tcóri.co y práctico 134, cf.
de los fines naturales (v.) L. 146, sintético a priori 147. V. Facu/Uld(e.s) de conocímiento.
1. Representación estética ,de la C. a f. de la naturaleza XW·XLVlll;
Consecuente: v. Modo de pensar.
es la conformidad o ley (v.) de la facultad de juzgaren su liber- Conservación de sí (Selbstcrhaltung). Moral, es autoestimación 105.
tad 119, cf. 118 207s. 252;fon11al XXIX XLN (con arreglo a la
Constitutivo: (en oposición a regulativo) v. Principio(s).
mera forma LI 34 90 188) 36s. 118 277; es C. a f. sin ji11, 44 6 J
69 170247 274, mera forma de la C. a f. subjetiva 37 46, cf. 8lss. Cons1ruir: 241, los conceptos 138.
115s. 118 132 134 144 150s. 156 199 236 245 247 252 267, no Contemplación: tranquilidad C. de lo bello (v. alli también) 80,
ha de parecer intencional 180, ann6nica 15, libre J54, incondi- cf. 14 90 C. raciocinante de lo sublime 154, C. tranquila de la
cionada 242. En ella reina el idealismo de la C. a f. 246-254. magnitud divina 108.
2. La C. a f. Objetiva de la naturaleza 268ss., S"'SC de la repre- Contemplativo: juicio de gusto (sin interés) 14, cf. 36, entendi-
sentación lógica de ésta XLVJU·Ull, presupone Ja referencia del miento 115.
objeto a un fin determinado 44, 44-48 55, es o bien a) exter- Contingencia (Zufiilligkeit): de la experiencia XXXIII, de la naturale-
11a. relativa (o sea, utilidad), 44 cf. 282s. 298 300, en referen- za 268s., cf. 347, de las formas naturales 285 331, del universo

515
514
335, del fin 335 373, C. fisica de la acción moral 342, c. in- a la naturaleza 263, unificación de ambos ibid., cf. 303n. 388
terna del juicio de gusto XLVI. 391-395. C. del gusto 218 220 262, estética 214, del senti-
Continuidad: ley de Ja XXXI. miento moral 264, es presupuesto del sentimiento de lo subli-
ContTadicci6n (Widespruch): principio de C. Lvnn, 453. me 111. C. del gusto oc
Comrahacer (nachmachen), contrahechura: 173 J85 201. Cuerpo (Korper): a) metafisicamente, es una cosa móvil en el es-
Contrato: originario de Ja humanidad 163. pacio; b) trascendentalmente, es una substancia alterable XXIX.
Corrvencer (überzeugen), convicción: 443s., cf. 65 137. C. organizado XLIX LU, 351 , cf.: Organismo. C. y espíritu 227s.
Corrección (Richtingkeit): 59 cf. académico. 455s. Doctrina del C. 364.
Cosa(.5) (Sache,-n): es objeto de un conocimiento posible (en
oposición a idea) 458. División en C. de opinión, de hecho y CH
de creencia 454ss. Chanza (Scherz): 225-227 cf. Risa.
Cosa en s( (Ding an sicb): v. Fenómeno. Chapucero (Stümper): 187 202.
Cosmológica: v. Prueba.
Cosmopolita: sentir 196, todo 393. D
Costumbres: v. Eticidad, moral. Danza: 42 213.
Crrtació11 (ScbOpfung): 412n., cf. 430 431. Deber: 1(Pflicbt): sublimidad y belleza del d. 114, cf. 342s., 416s.,
Crecimiento (Wacbstum): 287s. su cumplimiento estriba en la forma de Ja voluntad 426, cf.
Creencia (Glaube): moral, es el asentimiento con propósito prácti- 461 n., su necesidad práctica 460s., impuesto por la razón 477.
co puro 459, cf 462ss., es C. práctica 454ss.; C. histórica 458. 11 (Sollen): estétíco 68, es sólo condicionado 63 67s. moml 343.
Creencia, cosas de (Glaubenssachen): 454, 45 lss. DecAdica: (sistema decimal) 91.
Criminal (Verbrecber): 422n. Deducción: es legitimación 131, legitimación de la pretensión de
Cristalización: 249-251 cf. 369. validez universal 133; a) de los juicios estéticos puros 13Jss.,
Cristianismo: 463. su médico 133-136, sólo ataile a la forma del objeto 131, sólo
Crítíca: 1 de la razón pum. Su finalidad m v v1, cf. xx LU LVII 30 es posible acercar de lo bello 131- 133, cf. 245; b) d. trascen-
147 346 448 (470) (478), en sentido amplio consta de: crítica dental de la conformidad a fin de la natural.eza XXXI, cf. 356s.
del entendimiento pura, de la razón pura y de la facultad de Deísmo: 258.
juzgar pura xxx1 2. de la razón práctica v xxx.nn. 36. 3. de la Deleite (Vergnügen): meta 'de cada cual 8, de la sensación 15, 42,
facultad de juzgar VI xxss., división en C. de Ja facultad de diferente de la complacencia (v.) 10, complacencia del goce 1O
juzgar estética (J-264) y teleológica (265-482) L. cf. vms., su 163, fomenta el sentimiento vital 226,.según Epicuro es en el
problema 149. Llamada también C. del gusto 45 131 144 (tan- fondo siempre corpóreo 223 228, cf. también 222ss. D. puro
to arte como ciencia), sus principios 158, dialéctica 232 empi- de un poema 2 l 7n.
rismo y racionalismo de la C. 246ss., la clave de Ja C. Í1. Delicioso (ergotiend): B, 273, cf. también 299.
Critica, o: ponderación 323n., negocio x, procedimiento 329 Demonología: 414 440, cf. también 418.
principio de la razón 333. ' Demora (Verweilung): 37, v. quedar.
Cualidad: estética XUI, del juicio de gusto 3-16. Demostración, demostrar (demonstrien): presentar un concepto
Culturo: producción de la idoneidad de un ser racional con vistas en la intuición 240s., cf. también 256n. 278.
a_fii:ies de su arbitrio 391, a) de la habilidad 392, b) de Ja dis- Derecho (Recht): opuesto a felicidad 123, a injusticia 438, sus re-
c~phna, 392, cf. 39~ . .su crecimiento y sus plagas 393, coer- glas 450.
ción legal 263, fin ultimo de Ja naturaleza 391s., en oposición Desalentado (verzagt): v. Afectos. Desesperación.

516 517
Desciframiento (Entratselung): del enigma de Ja facultad de juz- razón 404, cf. 418; prueba moral de su existencia 4/8ss., sólo
gar, su clave 238. subjetivamente válida 424n., cf. 429ss, su utilidad 439ss., cf.
Descreído (ungliiubig): niega ideas racionales por carecer su rea- 472s.; es para nosotros condición de posibilidad para alcanzar
lidad de fundamento teórico, 464, ct: incrédulo. el fin final 460s.; cf. 443ss. D. es inteligencia infinita (v.) 409,
Descreimiento (Unglaube): 464. jefe supremo en el reino de los fines 413, sus atributos 414
Descripción: (Beschrcibung) de la naturaleza 365n., (schilde- 444, sólo es posible pensarlo por analogía 435, es autor moral
rung) bello D. de la naturaleza 208s. 429 433 460 470 472.- Dios de los antiguos 404s. 418. V.
Deseo (Begehren, Begierde); xxmn. v., Fac11/tad de desear. también Causa. del Mundo, Fundamento originario, Religió11,
Desesperación (Verzweiflung): Indignada (entrüstete), desalenta- Ser originario. Parn doctrina.de D., v. Teologia.
da ( verzagte) 122. Disciplina. De la voluntad 392, de las inclinaciones 394.
Desgarrado (herzbrechend): 228. Discursivo: entendimiento 347 349, modo de conocimiento 349.
Desmedido (vcrmessen}, desmesura: 309n., cf. 440. Discutir (streiten): 19, 233s.
Despotismo: de los deseos 392. Diseño (Zeichung): lo esencial en las artes plásticas 42, cf. 222.
Destinación (Bestirnmung); del sujeto 118, nuestra D. moral 171 Disimulación, arte de la (Verstellungskunst): 229.
442, D., suprasensible 98 115 J 54. .Displacer (Unlust): es la representación que contiene el funda-
Desvario (Wahnsinn): el entusiasmo ha de compararse con él 126. mento para determinar el estado de las representaciones hacia
Determinabilidad (Bestimmbarkeit): del substrato suprasensible por su propio contrario 33. En lo restante v. Placer.
la facultad intelectual LVI, del sujeto por Ja idea de libertad 144. Disposiciones naturales (Naturanlangen): 389s., su desarrollo
Detenninación (Bestimmung): idea de Ja D. de una voluntad libre 393, cf. 394.
xxx, de límites en el campo empírico XLII. Disputar: 233s.
Determinante: v. .hticio. Diversidad (Mannigfaltikeit): de la naturaleza XXXVIII, etc.
Devoción (Andacbt): ruidosa 222n. Diversión (Zerstreuung): 214.
Dialéctica: posición de juicios universales a priori 231, no del gus- . División (Einteilung): de la filosofía analítica y sintética LVII; de
la bellas artes 204ss.
to, sino de su crítica 232, de la facultad de juzgar estética 231-
Doctrina (Doktrin): Lll, doctrinal x.
260, de la facultad de juzgar teleológica 3 J 1-363; cf. 312s., 314
Doctrina de los elementos (Elementarlehre): parte de la crítica 261.
la retórica como d. 216. ·
Doctrina de la naturaleza (Naturlehre): XIII, general 296, D. de la
Dialelo: engañoso 305.
n. y Teleología 364ss.
Dibujos: libres 1Os., a la grécque. 49. V. también Diseño.
Dogmático. a: fundamentación 328 330, tratamiento 329 330 33 Is.,
Dietética: XIV.
afirmaciones 323n., determinaciones 332, pruebas 463, uso 330,
Dignidad (Würde): de la humanidad 123.
validez 323n., principios 356, sistemas 321 464, procedimiento
Dinámico: v. Sublime.
329, cf. 336s.
Dios, divinidad (Gott, Gottheit): especialmente 400 infi11e, temor Dogmático: 419.
ante D. 107-109, ¿carente de vida o viviente? 323n. Nuestro Dolor (Sclunerz): corporal 12, (temor) 128.
conocimiento de D. es solamente simbólico 257, el concepio Domicilio (aufenthalt) (domici/ium): xvn.
de D. no pertenece a la Ciencia de la naturaleza 305 403s., es Dominación (Beherrschung): de las inclinaciones XIV; cf. 393s.
sólo una hipótesis 460, principio regulativo para aquélla 362, Dominio (Gebiet): (ditio) de la filosofia en general xvr-xx: parte
máxima subjetivamente necesaria 367, teóricamente proble- .del suelo (v.) sobre la cual los conceptos son legislativos xv1s.,
mática 448 453 477, es cosa de creencia 458, inutilidad de las dos distintos d. (conceptos de la naturaleza y concepto de la
pruebas metafísicas 469ss. Descansa en el uso práctico de la libertad) xvns., Lm, no conforman un solo d. xvm, LVII, sobre

518 519
el campo (v.) de lo suprasensible no tenemos d. XIX del enten- estético); b) 1elcw/6gico, perteneciente a la facultad de juzgar
dimiento, ¿de la facultad de juzgaI1 V. De la natur~leza 104. rcflexionantc (en oposición a derivación, explicación) 269s.,
Duración (Dauer): la existencia como magnitud 480 s., D. o no 278 295ss. 303 305s. 315 354s. 361 368.
duración de la personalidad 442. Entendimiento: (Verstand): es la facultad de los conceptos XLIV
Dramas: llorones 123. 48 74 131 155 242 277 278 347, prescribe leyes al conoci·
miento V, a la naturaleza rv, cf. v11 xxv w1 LVS. LVIII (tabla) 313
E 339, las leyes universales del e-0nocimiento son l11s leyes de la
Ec-0nomía: doméstica (Hauswirtschaft) x.iv; polilica y agraria naturaleza xxxv111, somete las intuiciones a la regla de los con·
(Staats, Land-wirtschaft) XIV. ceptos 481, ,cf. xvn, es necesario para la unidad 65, cf. l45s.,
Ectipo: 207. para la validez de los objetos 339, cf. 340, va de lo general a
Edificación (Erbauung): (en sentido moral} 123. lo particular 347 348s. Su relación ron la razón xvms. XXI
Edificio: (edificio, iglesia, mansión, palacio, columnata) 4 6 19 XXVl 339, etc., su relación con la imaginación, la libertad de
43 50 55 70 140 260. ésta respecto a la legalidad del E. 146 259, no se alcanza 242,
Educadores. nuevos 176. libre juego de ambos v. Juego.- Sus máximas 160 314, prin·
Educción, educto (por aposición a producto): e. de su semejante cipios a priori 147. Comtín o sano E. /JumC1no 64 150ss. !.55
376-378, cf. 287. 156ss., cf. 410 (más vulgar) 412 421 472.- En otra acepc1?n,
Efecto (Wirkung): 174 279 etc. es facultad de proponerse fines 390, facultad de delermmac1ón
Egoísmo (Eigennutz): 107, (Selbsucht) inconciliable 395, cf. lmerés. del juicio (de gusto) 48.- Nuestro E. pensa11te, 342 34.5ss., es
Ejemplar (exemplariscb): algunos productos del gusto son consi- discursivo 347 ha menester de imágenes 350s., debe discernir
derados como c. 53, necesidad 62s., validez 67, modelo 182, entre lo real y I~ posible 340ss. Problema de un E. superior 346,
(cf. Genio). arquetípico 349, i11hlitivo xxvn 340 34ls. 345s. 347, para ~I
Ejemplo (Beispiel): del gusto 53 139, el producto del genio como cual lo real y lo posible serían idénticos 340ss., va de lo uru·
e. para la sucesión (185) 200; las intuiciones son e. para con- versal sintético a lo particular, del todo a las partes 349, cf. 350,
ceptos empíricos 254. es sólo una idea (indispensable para la razón) 35 1, lo supone la
Elegancia: de una demostración 278. crítica 345s. Un E. supremo 362 372, originario en cuanto cau-
Elipse: 273. sa del mundo 354, sería creador 380, productivo 397, arquitec-
Elocuencia (Wohlredenheit): 216s. 217n. tónico 317 372.
Emoción (Rührung): Definición 43, ligada al sentimiento de lo Entusiasmo: 121, estéticamente sublime 121 125, de los judíos
sublime 43, no pertenece al juicio puro de gusto 37s., 39, em- por su religión 124s.; cf. 273. .
parentada al sentimiento religioso 478n., efectúa moción J23s., Epigé11esis, sistema de la: la E. es el e~gcndram1ento de seres
bravas y tiernas 122, cf. 130 214 229. orgánicos como producto de sus semejantes 376-378.
Empírico: antropologia 129, conceptos 330, fundamentos de deter- Escepticismo, escéptico: 65 66.
minación 246, datos xxnn, conocimiento 331, exposición 129, Escuela (Schule); cnsefianza metódica según reglas ~~~·en opo-
leyes XXXIII, etc., principios xxnn., etc. Cf. Experiencia. sición al genio 200s . .E. filosóficas 323n. En opos1c1on al sano
Empirismo: del principio del gusto 246. entendimiento humano 470.
Encajamiento (Ei.nschachtelung): teoría del, v. Involución. Escultura (Bildhauerkunst): 189 195 205 207s.
Encantador (lieblich): 8. Esencia (Wesen): de las cosas 274s. 277.
Enciclopedia: de las ciencias 364. Esfi1erzo (Anstrcngung): de la imaginación para la compre~en·
Engaño (Tiiuschung): de la facultad de juzgar 406; (Betrug) 167. sión 97 (Bestrebung) hacia ideas 97 (Anspannung) ~e la ima-
Enjuiciamiento (Beuneilung): a) subjetivo-estético, 29, etc. (v. ginación para tratar la naturaleza como esquema de ideas 11 O.

520 521
Espacio (Raum): mera forma a priori de la intuición XLIII, cf. 274 de la conformidad a fin de la naturaleza XLII-XLVIII 84, cf.
277, mero modo de representación 276, cf. XLII (lo meramen- ! l 9V. Complace11cia, Conformidad a fin.
te subjetivo de nuestra representación). No es un fundamento Estimación (Schiitzung): de magnih1des, ma/emtirica )' esiética
real, sino sólo la condición formal de las generaciones 352. 85ss.. cf. 104, la E. lógica está detem1inada matemáticamente
Ley de la planificación del e. 479s. 82s. 86, sólo la E. estética conoce una máximamente grande
Especie (Spezies): 371 383, su conservación 375, cf. Gé11eros. 86s., pura e intelectual 93, de la razón 97, de si 105.
Especijicació11: de la 110/uraleza. su ley XXXVI$., es subjetiva- Estímulos (Anreize): (stímulos)l4.
mente confonne a fin XLI, cf. 338. Estrenuo (wacker): v. Afectos.
Especulación: 459 479. Estupefacción: v. Asombro.
Especulativo, a: intención 435, conocimiento 434, filosofia 431 , Éter: de los fisicos nuevos 445.
razón 436 439 461n. 479. Eticidad (Sittlichkeit): su genuina índole 116, idea originaria inex-
Espirittt (Gcist): es el principio vivificante en el ánimo 192, fa- tinguible 125 139, su presentación pura 125, estilo 126, su enri-
cultad de la presentación de ideas estéticas 192 197s., cf. Ge- quecimiento por el cristianismo 462n., sus leyes 424, la belleza
11io; sólo nos es conocido en enlace con el cuerpo (v.) 455s., en su símbolo 254ss., está firmemente establecida a priori 430,
de imitación l83ss. es la dignidad de ser feliz 424, está ligada a interés 259. V. tam-
Espléndido (priícht ig): 89. bién Moralidad.
Espomaneidud: del entendimiento xxxvu1, de la intuición 347, de Ética, doctrina: XIII.
una causa 356, en el juego de las facultades de conocimiento Ética, Ley: (ley moral, cf. mora{) formal, que manda incondiciona-
LVII. damente 425, cf. 461n., es solamente posible bajo la condición
Esquema (Schema): presentación directa de un concepto puro de la libertad 465, su veneración 477s., relación con la naturale-
del entendimiento 256, cf. 90 254 255 (de ahí esquemático. za 427s. 439, su principio supremo es un postulado 459.
esqttematizar 255). La naturaleza como E. para las ideas 110, Ético. a. s. (sittlich): conceptos a priori 36, destinación 428, enjui-
la poesía lo es para lo suprasensible 215. E. de los géneros ciamiento 260, gusto 16, ley 16, ideas (su sensibilización) 59s.
animales 368. 263 (desarrollo) 264. Principio e. es el principio de la libertad
Esquematismo: de la facultad de juzgar 30, cf. 117 255. 475: el bien e. es el bien sin más (v. allí) cf. 245, sentimiento 164.
Estado (Staat): comunidad de los miembros de un ente común Ético, sentimiento: 164.
según reglas de derecho 450, analogía con el organismo cor- Éticos, preceptos: sosos 123.
póreo 294n. 450, sistema moralmente fundado de los E., 393s., Eticoteología: 41 Oss. o teología moral (v.), cf. 482.
monárquico, ¿organismo o máquina? 256. Evolución, teoría de la 376.
Estado representacional . Exaltación (Scbwiirmerei): 274.
Estética: trascendental de la facultad de juzgar 118. Exhibición (Vorzcigung): 241.
Estético, a (iisthetisch): (mayormente en oposición a lógico) índo- Existe11cia (Existcnz, Dasein): el juicio de gusto no se interesa en
le e. de una representación XLII, enjuiciamiento vns. L, 29 102 la existencia de su objeto Sss., cf. 167.
115 116 120 126 134 158 278, etc., atributos 195s., uso e. de Experiencia (Erfahnmg): es conocimiento de la naturaleza XXX,
la facultad. de juzgar 244, estimación e. de magnitudes (v.), es el sistema de ésta según leyes empíricas XXXIII 267, cohe-
fundamento 444. Ideas e. 192ss. 204ss. 228 239ss. Juicios e. rente XXXl vs. xxxv11 cf. 313, como un todo XXXIII, posibilidad
(cf. Juicio de gusto) XLIV xwus. LVII 5 23 46 47s. 53 63 74 de la E XXX XXXI, E. posible XVII XXXII XXXIII XXXV XLVI ua
(singular y sin embargo universalmente válido) 89s. ! 18s. 452 454 482, posible y real 456n., cf. xxv 455; la más _vulgar
134s., dirigido sólo al enjuiciamiento (sin concepto ni sensa- xt.s., emprendida metódicamente 296, moral 457, E. sm más
ción) 180 247 303n. Facultad de j112gar (v.) Representación e. (en oposición a la particular) XXXV, transgresión de sus límites

522 523
36.- Sucio de los c1111c11plos de E. xv1s., surgimicnlo del jui- Jibcrlad LVCLVU, no es una parte especial del sistema filosófic?
cio de E. 147, et: XLVIS. v1x, dificultad de su principio vus. Se divide en: a) la F. de J.
Explicació11 (Erkliirung): derivación clara y determinada a partir estética vm IX XLVIU w 79 152 248 252, es decir, la facultad para
de un principio 358, cf., por ejemplo, del mecanismo 35 1, E. enjuiciar la conformidadformal a fin (subjetiva) por el senti-
de las formas de la naturaleza 355s. miento de plaeer y displacer L, cf. u-Lm; su crítica 3-264; b) la
Experimentos: arte de los E. x1v (no pertenecienle a la doctrina F. de j . teleológico, es la facultad para enjuiciar la confonrudad
de Ja naturaleza) 443. real a fin (objetiva) de la naturaleza por el entendimiento y ~
Exponer: es traer a conceptos una intuición 242, cf. 240. de ahí: razón L, es F. de j. reflexionante LJJ, pertenece a la filosofia teo-
Exposición: 358, trascendental y fisiológica (empírica) 128, de riea LU. En cuanto F. de j. reflexionantc es un mero principio re-
los juicios estéticos 245, su diferencia respecto de la deduc- gulativo de Ja facultad de conocimiento LVD, cf. xu, y se opo~e
ción (v. allí) 131 l 32s. de ese modo a la F. de j. determi110111e que sólo subswne bajo
Expresión (Ausdruck): de lo ético 59s. 59n.; cumplida por los atri- conceptos y no es legislativa 311 313; en tanto que la F. de j.
butos estéticos l 95s.; de ideas estéticas l 98s. 207 208 209n., reflexionante contiene un principio meramente subjetivo de la
audacia del genio en ella 201, esta E. en la intuición de los sen- reflexión 312, cf. 333ss. Criterio del arte 179, teleológicamente
tidos 207ss., a través del juego de las sensaciones 211ss., E. de reflexionante 295 387 491 407s. 470, leóricamente reflexionan-
los pensamientos 205, E. como belleza 204, como modo de pre- te 418 230 434 474. Ambas f. dej. (la determinante y la refle-
sentación 256; analogfa del arte con modos de E. 204s.; E. cor- xionante) son frecuentemente contrapuestas, por ejemplo en
pórea 21l, lingüfstica 215; E. del objelo de las facuhades de XXXVIS. XXXII xxxvus. XLI 269s. 301 308 31 ls. 3 16 318 329
conocimiento por el placer XLIV. 330s. 33s. 350 357s. 360 365 387 388 431 433 437s. 446. F. de
Extremo (das Ausscrte): de la facultad de comprehensión 101. j. estética y lógica 152, cf. 4 5 18 e intelectualmente .16? 168,
Exuberancia: 72. dialéctica 23 1, libre 119, puras, trascendental (v.), rac1ocmante
23 l. Su antinomia 312ss., aplicación a esquemas y súnbolos
F 256. Condiciones subjetivas xxv1 150s. 152, condiciones forma-
FaculJ~d(es) (Fuerzas) de co11ocimíe11to (Erkenntnisvermiigen, les !Sin., máxima 160, principios a priori 148, cf. 203, 361,
- kraftc): ITls. xxuss., cf. vm xx11n., las tres superiores 243 (344), juego 229, procedimiento 155; su critica (v. all! también) reem-
concuerdan c!itrc si con vistas a lo inteligible 258, límites 339, plaza a la teoría x, es constitutiva para el sentimiento de placer
cf. 341 , relación con los objetos 454, librejuego (cf. Juego, Ar- y displacer LVI.
monla) 28s. 151 15 l n. l 60s., urbanidad 22 J. Facultad d~ prese11tación (Darstellungsvermogen): 74 132-135
Facultad de desear (Begehrungsvermi:\gen): definición xxxun., 146, es Ja imaginación (v. allf).
cf. además m v vm xus. 121 n. 244 411, superiona.vs., inferior Familia: de las facultades superiores de conocimiento xx1 JO(ll, de
y superior xxv, v. también Volu111ad. las creaturas 369.
Focullad de juzgar (Urteilskraft): en sentido propio no es sino el Fanolismo (Schwilrmcrei): ilusión de ver algo por encima del lí-
sano entendimiento vu, es la facultad para juzgar 145, es decir, mite de la sensibilidad l 25s.
para pensar lo particular como contenido bajo lo universal xxv Fantasía: 49 73 v. Imaginación, Música.
346, para subsumir la intuición empírica bajo el concepto 349, Fa1alismo (Fatalidad): de la conformidad a fin 323, de la deter-
cf. vu, o para poner al lado de este último una intuición corres- minación natural (en Spinoza) 322s., cf. 324ss.
pondiente XLIX, para acomodar la inlaginación al entendimien- Favor (Gunst): es la única complacencia libre 15, F. que se con-
to 203. Es miembro intermediario entre entendimiento y razón cede a la naturaleza 253 F. de la naturaleza 248 303 303n., cf.
v xxss., cf. LJJ-LVlll, legislativa a priori xxvss~ naturaleza y 338; de la razón respecto de la doctrina de la epigénesis 378.

514 525
F;ivori10 (Günstling): v. Ge11io. solamente por conceptos de razón 284ss., cf. F. de la namrale-
Fe (Glaubc): de1em1inación de la C 463. en oposición a saber 468 za. Sistema de los F. v. Naturaleza. b) F. de la hbcnad, ~45 389,
V. también Crecmcia. · materia de la voluntad 425, el hombre es F. en si 1msmo 55,
Fe dubitativa (Zweifelg taube): 464, cf. 425n. puede determinar sus F. mediante razón 55s., F último de la
Fe, artículo de: 458n (no los hay en la teología natural). humanidad 165 171 389 399n., cf. F. final.
Felicidad_ (Glückseligkeit): 12, un concepto vacilante 389 391. Fin final (Endzwcck): es el fin supremo, inco~d~cionado 397 412,
mera idea 388, empíricamente condicionada 399n. 429, teóri- que no requiere de ningún otro como cond1c1ón ~96, fin abso-
camente problemálica 430, fin último subjetivo del hombre luto fin en sí 299, cf. 381ss. 424s. 43Js., no reside en la natu-
389 412, cf. 423s., no es fin de la naturaleza 39911., sin valor ral~a 390 430, cf. 300 397, prescrito por la razón pura LVI 408
absoluto 13 41 1, cf. 395n. 425, F. del pueblo 394 relación con 426 432 y por ta ley moral 428 466, cf. 424, como deber 439
la eticidad 429s. 424 46Jn. Doctrina de la f. xiv'. 460 46 \ n. 477 sólo el hombre (391) bajo leyes morales 421
Fe11ómeno ~heinung): es el objeto de una experiencia posible 421n. 422 423 410s., ideal 428, va a lo suprasensible 299, debe
xvu, es ~t.~bJelo de los sentidos 236, es siempre un quantum 84, existir LV, idea y cosa al mismo tiempo 459, tiene realidad sub-
en opos1c1on a la cosa en sí xvm XLII 243 244 245 346 352 474. jetivo-práctica 429ss. F.f. de Ja c~istenci~ de un mundo 396ss.,
fenómeno (Phanomon): de la facultad de juzgar x; 365. 401 430s. consiste en la a1moma de et1c1dad y fcl1c1dad 425
Feo, to (das Hassliche): 189s. 426 46 t n.: referencia a la inmortalidad y a la eitistencia de Dios
Figura (Gestalt): 42. 442 459ss. 46ln. 474.
F~gura geo~c:i (Figur): 70 271277s.285 (círculo, triángulo) 285. Fin na111ral: es una cosa que es causa y fin de si misma 286, cf.
Figurado (figurhch): lenguaje 170. 289, es un ser organizado y que se organiza a si mismo ~92, cf.
Filoso.fia: contiene principios del conocimiento racional por con- 294 380. Requisitos del mismo 209ss., concepto regulativo, no
ceptos XI, su división en teórica (F. do la naturaleza) y práctica constitutivo 294s. 331, cf. 345, hilo conductor 336, idea 345,
(F. moral) x-xv1, su dominio xv1-xx; ta filosofia pura prueba, su realidad objetiva es indemostrable 33 1, inexplicable 329, un
no muestra 24 L. especulativa 431. P. moral (en oposición a la extraño en ta ciencia natural 320, no es fin de In naturaleza
F. de la naturaleza) es f. práctica o legislación de ta razón xu. 299 externo 283, empíricamente condicionado 330, en c uan-
F. de la naturaleza (es decir, filosofía teórica) XIJ . to p~oducto natural 374ss. 386, en oposición a l fin de la liber-
Filosófica, ciencia: 364. tad 389, cf. además 267 270 280s. 301 307 316.
Fin (Zwcck): es et concepto de un objeto en tanto que contiene et Fin, contrario a fin (lo): en el mundo 405, cf. 70.
fundamento de la efectividad de este último XXVIII, el funda- Final, enlace vinculación de fines: 281 316 320 325 343 362 397
mento real de su posibilidad 32, cf. 33 45 284s., es et producto 406s.
de una ~ausa, cuyo fundamento de detenninación es ta repre- Fin, unidad. V. Unidad.
~cntac1on de su efecto 350, cf. 289 381; interno y externo 45, Física: 306ss. ta F. teológica es un absurdo 482, cf. 410.
mtcmo 51 248 3 IO, ideal XLI, objetivo u 34s., subjetivo 34s. Físico: modo de eitplicación 379, consideración f. (es mec.-ínica,
~99n., relativo y absoluto 423, a priori LU, determinado por en oposición a la teieológica) 302, cf. 300 316 3 18, causas f.
ideas a pnor1 290, conlleva siempre interés 34. El principio de (en oposición a tas causas finales) 359.
los fines es un principio heurístico 355. Causalidad según fi- Físicos: nuevos 455, a la vez Teólogos 405. .
nes, v. Causalidad, se divide e n a) F. de la natwuleza t 52s., 247 Físicoteología: es una telcologla ílsica mal comprendida 410, cf.
322 (es decir, propósito), el hombre 369, F. último 382 384 400ss.
388-395, a saber, la concordancia de todas las facultades de Fisiológica: exposición f. de tos juicios estéticos 128s.; reglas 144.
conocimiento en referencia al subscrato inteligible 242, posible Flor: 10 49 55 61n. 70 142 153 163 209 248.

526 527
no intencional"! 333 335, de una brizna de hierba 338, cf. 350s.
;1u,,íd~ ~Flüssiges, Flüssigkeit): definición 249 cf 251 353, primera 372, de los animales y planta 370s., del género
o 3Jenas: 11, de los marcos 19. ' · ·
Fomento (Beiorderung) De la natu 1 287, del individuo 287s., de las partes singulares 288, de cosas
libertad LIVn. · ' ra eza ª la causalidad poi materiales en general 3 14 3 l?s., principio de la G. en oposición
Fomw: (en oposición a materia) del objeto xuvs XLV al principio del enjuiciamiento (v.) 368.
s1ste en su delimitación 75 de la · llls., con· Ge11erotio: aequivoca, univoca, homonyma, heteronyma 370n.
ria 372 f 322 ' natura1eza IV xx, de la matc-
t . r. 'e. , de la complacencia estética 38 39 150 155 Géneros (Gattungen): y especies (v.) xxxvs, de los animales 368s.,
ec., ormabella42(cf.1oBello) cf: 190 fi ·· su conservación 287, su diversidad 383s.
naturaleza 166 170 . t · s., ormas beUas de la Genio (Genie): Definición: talento (don natural) que le da la regla
188 267
354 372 375, interna (de ~~nb=;nte_conformes a fin 30(1 (v.) al arte 181-183 200 242, definición: facultad de ideas es-
19 Jespc~í!ica 300, es lo esencial ent~:J!e!~ i?:~l~c;~mc téticas l 92s 194 199 242 253, derivado de la palabra geni11s
~ªe une los JU1~10~ de gus.to 146, de la conformidad a Íín (~ a~~)1- l 82s, abreviadamente: talento para el arte bello 183 1S4 187 cf.
conoc1m1ento de experie · · · ·
prio~ 274.- F. académica 180ncia xxxv1, es representación a 199. La origi11alidad (v.) es su primera prioridad 182, cf. 186
200, sus productos son ejemplares (modelos) 182, cf. 18Ss.,
Fon11ac1on: V. Fuerza, Impulso. F. libres de la natural
naturales 351 s:, ~aturaleza formativa 386.
opuesto al espíritu de imitacíon (v.) 183-185, a la «gran cabe-
e-za 248ss .. za» 183s, en el arte, y no en la ciencia 183 187 199, es ilimita-
Fomral(e.v): condiciones 114 145 151 . do y no comunicable 185, da el material y la academia da la
subordinación bajo la unidad de un np. _326 3434, mdole f., es la
leyes xv 461 · · · · rmctplO 5s. 461 n. cf. 40. forma l 86s.- G. y gusto 187, G. sin gusto 191, G. con gusto
confo 'd d0 .,fipnnc1p10 LIV, reglas f. del enjuiciamiento 150 202s. Facultades del ánimo que lo constituyen J92ss. esp. l 98s.
rm1 a a m (v. alll) •
(imaginación y entendimiento). Es un favorito de la naturaleza
Fragilidad (Gebrechlichkeit).'de la naturaleza h . 108
Fuego·· de chim enea (su vista)
. · 73. umana · 184 200, en él la naturaleza parece favorecer una única fuerza
Fuerza (Krafl): motriz y formativa 293 del ánimo 60n., establece una escuela 200, el producto de un G.
ria bruta 369· F. r. . . •cf. 436 479s., de Ja matc- es ejemplo para la sucesi6n por otro 200, cf. 262. Sin G. no es
' . ormat1va, impulso formativo 287s 370 376
379, reprod uetora 371. · posible el bello arte 262, no es posible la poesía 21 5. Poetizan
Fucr;:s2~T:~~~ntacionales (Vorstcllungskrafte): 28 47 52 65 71 atrevidamente 228.
Geografla: 458.
Funámbulo: 175n. Geómetra: 272-274.
F11nda111e1110 (Grund)· 257 F de 1 Geometría: 274, pura, y agrimensura XIV 175, la G. de Newton
Ltv, estético y lógi~ ~ b" ~ sensibl~ !s lo suprasensible
444
(v. allí). ' u ~ellvo y ObJellvo 444 447, moral 184, cf. 456 V. también Figura.
Geométrico, a, s: analogía 307. Propiedades 419, lugar 272. V.
Fundamento origi11ario (Urgrund)· 295 d 1
470, de las cosas naturales 325 J73 df
af~aturaleza 332 341 también Figura.
Gestic11/ació11, gesto (Geblirdung, Gebarde): 204s., en las a11es
za 342 del unive ' e os mes en la naturale-
F d ' rso 323, cf. 364 433, su necesidad 342 plásticas 2JOs.
un amento real (Realgrwid): 352. ·
Gobiemo: 125.
Goce. gozar (Gennus, geniessen): ténnino con el que se designa lo
G
Intimo del deleite 12, el agrado es g. 12, la existencia del que vi-
Gana (Wunsch): xxmn.
ve sólo para el g. carece de valor 13, v. en lo sucesivo 13n. 20
Generocion.(Erzeugung)·
. · ma tem állca
• 285, mecánica 351 386 [
325, orgamca 384 cf. 317, telool6gica 375 386, ¿1"nte . , lc o. 153 l 78s. 389 395n. 411 741.
. nc1ona

529
528
Gramática: 54n
Gronde (gross): lo sublime es Jo que denomina absolutamente g HNeroge11eidad (Hctcrogeneitiil, Ungleichartigkcit): de las leyes
ser g. es totalmente diferente a ser una magnil11d (v.) 80; cm;: de la naturaleza XLI (sólo aparente), cf. 313. h. y analogía
~~p~o de.~dfacufiUad de juzgar que pone por fundamento una 448ss.
. n onru a 111 81 · V. 111áxi111ame111e grande. Hereronomía: del gusto 137, cf. 253, de las leyes de la experiencia
Gratitud (Dankbarkeit): 416. 258, de la facultad dejuzgardetenninante 319, de Ja razón 158.
Gravedad, ley de: 273. Heurístico: principio 355.
Grotesco, Jo: 72. Hilo conductor (Leitfaden): de la experiencia XXXVI 353, de la in·
Guerra; _107 189, su barbarie 390, sublimidad 107 inevitabilidacl vestigación de Ja naturaleza 297 353 367, a saber, de la facultad
Y Utthdad 394. ' dejuzgarrellexionante30131 33'18s. 334 336, de los impulsos
Guerrero: 50 valor 190. 342, del juicio de raron 442.
Gusano: 356. Hilozoísmo: 293 323 328.
G11s10 (Ge~chmac~):. a) ~e los sentidos 12 22, cada cual tiene su Hiperjisica: 377, fundamento hiperfisico cf. 322.
G. 19, simple JU•c10 privado 22, cf. 64, G. del paladar 245· b) G fllp6tesis: es un fundame.nto posible de explicación 447 452s.,
por 10 bello o de rej/exiów es la facultad de e · · • · ' · cf. 460.
J b 11 · · n1u1c1am1ento de
o e o 3n., sm concepto XLV, cf. LI, definiciones similares Hipotéticamente: 283 299.
:.:: 1_61 238 (com~ facuJtad de juzgar estética meramente Hipoliposis: es sensibilización: a) esquemática; b) simbólica 254s.
eXJonante), despierta una complacencia pura sin interés 16 Historia: 458 de la naturaleza 385n., cf. 465.
s_us fuentes están ocultas 238, no es posible un principio obje, Hombre (Mensch): diferente de los animales y de los espíritus 15,
t1.vo su~o ~3 143s. 237s., sino que sólo es una facultad de juz~ tiene en si mismo el fin de su existencia 55s. 398, sólo el b. es
gar subjetiva 145ss., es un sentido común (v. también) 156ss capaz de un ideal de belleza 56 como medio 383, cf. 390 nóu-
c~ 70, su nombre 141 s., no ha menester de atractivos y emC:: meno 398, sujeto de la moralidad 399 fin último de la natu-
c1ones 38, enlace con la razón 52, su criterio 53 su arquetipo raleza 384 388ss. 491s., señor de Ja naturaleza 390, por qué
es _una m~ idea 54, modelo en las lenguas mu~rtas 54n. re- existen los h. 3 282 283s. 300, su desigualdad 392s., cuJtura y
quiere de ejemplos 139, censura del G. 130 crítica (v a'111··) felicidad del h. 388.
cultura rx cf· 395, sus
· e¡·ectos 165 G sin . gen ·' 191 d" ·· ¡· •
d 1 · 203 · · 10 , 1sc1p ma Horrendo (gdisslich): 89.
~ ~e~10 .•. constituye el tránsito del goce de los sentidos al Huella (Spur): de la concordancia de los productos de la natura-
se~tun1cnto clJco 164, ¿natural o artificial? 68, apunta a lo in- leza con nuestra complacencia desinteresada 169, de una sabia
tehg1ble 25~, cf. 246ss., antinomia del G. (v.), contrario a G
72. V. también Juicio de G. ·• relación de fmcs 422n.; cf. 180.
ilun1a11a: figura 119, cf. 56ss.
H Humanidad (Humanitiít, Menschheit): como Humanitlit, a) senti-
miento universal de simpatía, b) Ja facultad de poder comunicar-
Habilidad C?eschicklichkeit): XJJJ 175, sólo desarrollada a través
de la desigualdad en la sociedad civil 3925 _ se íntima y universalmente 262, cf. 162 263. Como Menschheil,
Hacer (Tun): ffoce:e) ~ 73 (diferente de actuar u obrar): cf. 4610 su desarrollo 395, dignidad 123, en nosotros 22&, cf. 105, sólo
Heail/?11omfa (leg1slac1ón para sí mismo): principio de la facultad ella es capaz del ideal de la peñccción 56.
de Juzgar reflexionante xxxv11, cf. xxxm. Humanidades: 262.
flecho~ (Tatsach~n): (res facti) son objetos para conceptos cuya H11mildad (Demut): 108s. 123, cf. 416s.
realidad Objetiva puede ser probada 456. cf. 454 456s. 466 467. Humor, humorístico (Laune, launicht): 230 (a diferencia de ca-
prichoso).

530
531
1 Idolatría: definición 440n.
Idea: concepto de la razón (v.) 54 254. División 239 en: a) l. en la Ídolo: es una divinidad que no es representada como puramente mo-
acepción más genero/: representaciones referidas a un objeto ral 440n.
según un principio, las cuales jamás pueden llegar a ser cono- ·igualdad (Gleichheit): política 262.
cimiento, y son ya b) referidas a i11tuicio11es según un princi- !/imitación (Unbegrenztheit): cuando se larepresenta a la vez co-
pio subjetivo, esto es, J. estéticas 293s., a las cuales ningún mo totalidad en un objeto carente de forma, se halla en éste su-
concepto adecuado 193, cf. 192-199 253s. 262, son plenas de blimidad 75. V. también limitació11, imaginación.
pensamientos 215, representaciones inexponibles de la imagi- flusión (Schein): dialéctica de la razón XVIII, dialéctica de la facul ·
nación 242; l. de un máximo 54; l. normal: estética, del hom- tad de juzgar estética 234s., dialéctica de la facultad de juzgar
bre 56ss., a panir de la experiencia, 57s., explicación teleológica 312s., nacida de condiciones subjetivas privadas
psicológica de la misma 57s., del tamaño medio 57s., del bello 157 (Dlusion); (Wahn) 125.
varón 57s., en oposición al arquetipo de la belleza 59. O bien Ilustración (Aufldiruog): J58s., es cosa muy dificil 158n.
son c) referidas a un co11cepto según un principio objetivo, es Imagen (Bid): e idea normal (v.) 56ss., originario (Urbild) 207, cf.
decir, f. de razón 239s., conceptos indemostrables 240, a los Arquetipo; ulterior (Nachbild) 207; umbrátil 417.
cuales ninguna intuición puede ser adecuada 193, cf. 115, sin Jmaginació11 (Einbildungskraft): facultad de la(s) intuición(es)
realidad objetiva 169 459, ,cf. XLX principios regulativos 1vs. XLVI 146 155 193, cf. 194ss., 240 259; de Ja presentación 74,
339 345, favorecen el designio final de todo conocimiento. V. cf. 132 146 192 278; facultad de conocimiento productiva es-
problemáticas 341, y sin embargo indispensable 341, concep- tética 69 193, reproductiva 57s. 69, aprehende las formas XLIV
tos puros de razón 429, despienan el sentimiento de la subli- y las comprende 87s. 90ss., compone lo múltiple de la intui-
midad 77 95 100 1l 5s., cf. 97s., despienan el sentimiento de ción 28 65 69 145, determina el espacio 276; su relación con
la religión 123, cf. 435 445, etc., como asimismo del interés el entendimiento XLV XLV!Il 69 74 144 J92ss. 205ss. 239, libre
social 123. Son, en particular. a) J. morales 214 228 474m, juego de ambos: v. Juego; la l. en el poetizar y fantasear 69 73
prácticas 95 112, de la libertad 457, cf. 473s., del bien 114, de 205s. 253, su libre conformidad a ley 69, su libertad 146 161
la humanidad 97, de la eticidad 125, sensibilizadas 263 cf. 56 199 252 259ss., en el sueño 302, ilimitación 85 94 96 124 126,
en cuaulos hechos 457, cf. 407; b) l. teleológica de un todo temple matemático y dinámico 80, ampliación de la l. por lo
290s., de la unidad absoluta de la representación 97, de los sublime 83, sentimiento de inadecuación a la idea 88 93 95
fines 307, de las causas finales 334. l. de lo suprasensible (y.) 96s. 11O 11 5 118 242, instrumento de la razón 117.
en nosotros 238 241, las i. de Platón 273. Imitación (Nachahmung): el espíritu de i. es opuesto al genio 182,
Ideal (Ideal): Es la representación de un ser singular adecuado a sólo es posible la i. en la ciencia, no en el ane 183-185, se la
una idea (v.) 54, el i. de lo bello es un i. de la ímaginación 54s., distingue del remedo simiesco 20 I, y de la sucesión 138s.
cf. 53-61, i. de la perfección 56, el i. del hombre consiste en la 200s., i. de modelos 54 262.
expresión de lo ético 59s., es necesario para el arte 261. Impotencia (Ohnmacht): fisica 105. .
Ideal (idealisch): fin final 428, norma 67, sistema (de los fines) Impresión (Eindruck): transitoria de la música 220, de los senil·
396, conformidad a fin XLI. dos 213 221.
Idealidad (o sea, idealismo): de la conformidad a fin 252, de Jos Impulso formativo (Bildungstrieb): 287s. 370 376 379. V. Fuerz~.
objetos de los sentidos 254. J11odec11ació11 (Unangemessenheit): de nuestra facultad de esti-
· ldealismo: de la conformidad a fin estética 246-254 234, de los mación de magnitudes para la idea de totalidad 85, de la ima-
fines naturales 322s. 324, de las causas finales 324 405s. ginación en la presentación del concepto de una magnitud 90,

532 533
de nuestra facultad para alcanzar una idea que es ley para noso- Integridad (Volls1iindigkeit): 45. . . .
tros 96s. (v. Respeto). ¡111e/ectua/: intuición 352, concepto 196, comunidad con Dios 273,
111c/i11ación (Neigung): determinada por impresiones de los senii- fundamento del bien 37, ideas l 93s., interés 167, belleza o
dos 8, engendrada por el sentimiento de agrado 1O, domina- sublimidad 119, facultad de juzgar 160 168, facultad LVI, com-
ción de las l. XIV, refinamiento de las l. y belleza 164, cf. 17. placencia LVI 120, conformid.ad. a fin .120.~71 . .
Incondicionado, lo (das Unbedingte): escapa a la naruraleza 116. /ntellec111S: archetypus: entend1m1cnto mtu1ti.vo 350 351, 1. ecty·
cf. 244. pus: ha menester de imágenes 350s.
Incrédulo (unglaibisch): quien adhiere a la máxima sin creer cu /111eligencia: 56, pura 119, superior (es decir, Dios) 403 409 413
testimonios 464, cf. descrelclo. 433 481 , sustancia i11telige111e 373. .
Indemostrable: 240. V. Demostrar. Inteligible: principio 362, substrato (v.), mundo 343. Lo 1. es fun-
Indeterminado: (unbestimmt): el entendimiento deja i. el substra · damento de los fenómenos Lvtn, cf. 242 258.
to suprasensible LVI. l11tención (Absicht): de la naturaleza 308 (cf. Fin natural) 322 325
lndignado (entxüstet): V. Afecto. 333ss. 381; i. moral necesaria 482. ..
lndividuo: 287. Intcncionalidad (lntentionalitiit): de la natui:aleza 324, ~· /111enc1011.
lnexponible: 240 242, cf. Idea estética (exponer: hallar un con- Interés: es la complacencia en la existencia de un objeto 5-7 7n.
cepto adecuado a una intuición). 9 ¡o 162 presupone necesidad y la suscita 16, cf. 120 .169.; a)
Inferencias de razón (Vemunftschlüsse): 447s. en lo agradable 5ss. 120, l. de los sentidos 15, de la inclina-
ltrftnito, lo (das Unendlicbe): 85 86s., es lo absolutamente grande ción 15s., del jugador de azar 223; b) en lo bueno IO~s., 1 mo·
92, pensado como un todo 92, de la intuición suprascnsible 93 ral t 3s. 120, de la razón 15 120, cf. 169 170 439, habitual 2~~;
infinitud comprendida de la naturaleza 94. Imposibilidad d~ c) en lo bello 16\ss., l. empírico en la belleza 161ss., l. estell-
pensarlo 1OOs., es un abismo para la sensibilidad 11 Os., su pre- co libre l 70, l. inmediato en la belleza de la naturaleza 166s.
sentación 124. Lo infinitamente pequeño 84. 170, es intelectual 167, l. mediato en el arte 1.71. .
Informe, lo, Informidad (das Formlose; Formlosigkeit): v. lo /ntercs(I1lte: juicio sobre un objeto de complacencia que ~tta un
S11blime. interés: tales son los juicios morales puros 7n., los JU1c1os de
Informe (ungestaltet): 95 132. belleza se vuelven i. sólo en la sociedad 7n.
Ingenioso (geistreich): 202. /nlt1ición (Anschauung): es representación de la imaginación 1~5
Inherencia: unidad de l. en una substancia 406. 193 240 242.- a) l. externa 294, ligada con el conc~pt~ con \f!S-
Injerto: 288. tas al conocimiento XLVm, cf. 235 254 340 481 , a pnon XXXII, su
Inmanentes: conceptos 24-0, concepto de una cosa como ím natu- multiplicidad 145 348, L de los sentidos 207.- b) l. Interna (es
ral 331 para la facultad de juzgar rellexionante, principios 342. decir, idea) 194, de lo bello 236, pura (en Platón) 274, matet:ial
l111ne11s11roble, inmensidad (unermesslich, -keit): 96, de la natura- del genio 199, cf. 193.- Toda l. es o bien esquema (v.) o bien
leza 104 304. símbolo (v.) 256.- c) Una l. disrima a la ~11es!"ª ~46 347. . _
Inmortalidad (Unsterblicbkeit): 427s., no es problema teórico Intuitivo: modo de representación 255 (v. H1pol1pos1s) entendt·
442s., cf. 453 461 n., sino una cosa de creencia 458 465-467 474. miento (v.).
L1111ominable (Unnennbar): 197, 198, plétora i. de pensamientos Involución: teoría de la, 376.
(que expresa Ja música) 219. Ira (Zorn): estéticamente sublime 122.
Inspiración (Eingebung): 183 J90. Jrrcsistitiilidad (Unwiderstehlichkeit): del poderlo de la natura-
. fnstlnto: de los animales x:r11 174, de los hombres 388. leza 104.
Instrumentos: 292. Isla: desierta 6 163.

534 535
J División en J. de gusto empírico (materiales, de los sentidos) y
Jardín: 70 71 275. puros, formales o en sentido propio 39, no tiene ningún fin por
Jardinería de placer (Gartenkunst, Lustgiirtnerei): 42 (71) 209 fundamento de determinación, sino sólo la forma de la confor-
209n. midad a fin XLVII 34ss., es independiente de atractivo y emo-
Judíos: 124. ción 37ss., de conceptos 31, del concepto de la perfección
Juego (Spicl): (libre) de las facultades ofirerzas de co11ocimie1110 44-48, de lo agradable "y lo bueno 50 concierne a bellezas li-
XXXI XLIV LVII 28 47 143 278 303, de las fuerzas del ánimo bres, no condicionadas 4~-52 71, su condición es la comuni-
192 267, en especial, J. libre de imagi11ací611 y entendimiento cabilidad un.iversal 27ss., la idea de un sentido común 64s., cf.
28s. 31s. 37 47 7194s.99 112 116146 179 J98s. 202s. 205s. 130. Los cuatro momentos del J. de gusto, v. Momentos. No es
215s. 217 221 242 (en referencia a lo bello), de imaginación y determinable por argumentos probatorios 140-143. La deduc-
razón 94s. 99 112 (en referencia a lo sublime); como actividad ción de los J. de gusto (13tss.) es parte del problema general
libre de la imaginación (v.) 50 72 73 199 205s. 209 209n. 210 de la filosofia uasccndcntal: ¿cómo son posibles los juicios
242 252s.; meramente subjetivo 65, regular 40 160, en oposi- sintéticos a priori? 148s. Diferencia respecto del J. moral 169,
ción a quehacer, ocupación 116 l 75s. 205, con ideas 205s. 210, del teleológico 245 303n.
de pensamie1110 o representaciones 218 225 226, arte como J.
175, del arle poético 21 Ss. 217., de las artes plásticas 221, en la L
música 218, bello J. de (con) las sensaciones 42 205 2llss. Lánguido (schmelzend): V. Afecto.
220s. 223s. 225, de figuras 42 213, de afectos 124, división de Lasitud: agradable 124.
J. de azar, musical y de ingenio 223s., J. de sociedad 178 224s., Legalidad l. Co11formidod a ley (Gesetzmassigkeit): en las cosas
fonna de los objetos de los sentidos 42, su efecto en el sentido vn, libre de la imaginación 69, del entendimiento 69 146 200
común 64. J. de azar 223s. 203, cabal de la naturaleza 313, interna de la teleología moral
Juez: del gusto 7. 419, según fines 268, sin ley (estética) 69. n. Legalidad (ge-
Juicio(s) Urteil, -e): estético (v. allí), a priori 147 ISO, determinan- setzlichkeit), legal: xvu, unidad l. de la naturaleza XXX!ll, L.
tes 83 331 334s., empírico 150, J. de sensación 1v 147, formales concordancia de imaginación y entendimiento 161, etc.
147, J. de conocimiento (v. allí), J. de guslo (v. allí, lógicos oteó- Legislación (Gesetzgebung): a) teórica por medio del concepto de
ricos (en oposición n los estéticos) 4 5 74 140 142 147, etc., la naturaleza (v.) xvns. x:x1; b). práctica por rnedio del concepto
morales 21 25 170, objetivos 64, retlexionantes o J. de reflexión de la libertad (v.) xn xvns., 1. moral interna 399n. 420 (en opo-
XLvu 74 83 147 345, puros 157n. 170, J. de los sentidos 24 74 sición con·una l. arbitraria externa o la de un ser supremo) 441,
231, teleológicos 89 119 132 189 283 303n. 324, raciocinante y incondicionadll 399, la cualificación para ello 169; c) vincula-
J. de razón 232, de razón 23 tn. ción de ambas L. por la facultad de juzgar t.nrs.; d) civil 428.
Juicio de gusto (Geschmacksurteil): (J. estético, v. también allí) Legitimidad (Rechtmássigkeit): x:x.
en oposición al J. lógico de conocimiento 4 14 34 47 63s. 131 Lema (Lehnsatz): 305.
135 136 145 147 152 235 246, estético 3s. 18, es decir, que Lenguaje (Sprache): de la naturaleza 170 (cf. Escritura cifrada)
descansa en fundamentos meramente subjetivos 4 18 46, es 172, de las sensaciones, de los afectos 219; modos de la expre-
siempre singular 24 141 1SO 236 238, y no obstante aspird a sión en el L. 204s. (cf. Expresión); el L. está lleno de presen-
validez universa) (subjetiva) XLVI)$ 148 150 232s., y necesi- taciones indirectas (símbolos).
dad 62ss., presume en otros la misma complacencia 19 68 161, Lenguas: antiguas, muertas, élocta, vivas 54n. 177 186.
se los atribuye 21 22s. 26 63 156, cf. 136-139 149 IS In., y Lex: parsimoniac, continui p. ej. XXXJ.
descansa en fundamentos a priori XLVII 35-37, cf. 254, tiene Ley-es (gesetz, -e): es regla necesaria x:x:xn xxxv, l. empírica del
por secuela un placer 27ss., que es válido para cada cual 35. entendimiento XXVI, etc. (cf. lnfra, L. de Ja 11aturaleza), químicas

536 537
1 •

252, mecánicas 298 307 308 352 361 369 374, montles pnicticas Limitación (Begrenzung): la forma del objeto consiste en la L. 75.
(v. y también i11fra, L. éJica), teleológicas 352. de clíciencia 361 . Limpieza: medio de conservación de la salud 301.
Leyes de la naturaleza: XXXII, su posibilidad XXXVII, contingencia Lindes (Schranken): d~ la sensibilidad 93, cf. 125.
335, particulares y universales xxxv11ss. 267 308 313, diver- Locura (Wahnwitz): el fanatismo ha de compararse con ella 126.
sidad infinita de las primeras 3 17, cf. 355 358. Las L. univer- Lógica: 1 (Logik) XI 66 135 241. u (logiscbe) universalidad (v.),
sales úenen su fundamento en nuestro entendimiento xxv11. conceptos 1. IX L, enjuiciamiento 1. de la naturaleza vms., vali-
descansa en las categorias XXXII, son compartibles con el sen- dez l. XLn, necesjdad XXX!, representación l. de la conformi-
timiento de placer XL, aplicadas por el entendimiento a cosas dad a fin de Ja naturaleza XLVlll·Llll.
de los sentidos 284. Lugares comunes (Gemeinortc): del gusto 232s.
Ley de la mzón: 96. Lujo: 393, cf. 395.
Ley ética (Sittengesetz): (l. moral, cf. moral), lormal, manda in-
condicionadamente 425, cf. 461 n., sólo es posible bajo la con- M
dición de la libertad 465, veneración de la misma 477s, relación Madre 01iginaria: común 2<>8s.
con la naturaleza 427s. 439, su principio supremo es un postu- Maestro y discípulo: 261 s.
lado 459. Magnitud (Grosse): multitud de lo homogéneo 81, relativa y ab-
Liberal idad: del modo de pensar 116. soluta 8Js. 87 92, esta última escapa de Ja naturaleza 116, es
Libenad (Freiheit): a) De Ja imaginación (v. también) 146 161 sólo una determinación del sujeto 1J 8, de la medida 81, m.
199 262, en el juego de las facultades de conocimiento 179 medida 82 82s. 83, en lo práctico, en lo teórico, lleva consigo,
191 259s.; b) Facultad suprasensible 398 467, la fiJosofia aun en cuanto carente de forma, una complacencia 83 (cf. Lo
especulativa sólo puede determin.irla negativamente 467, cf. Sublime), su concepto está dado a priori por la intuición del
465, insondable 125, y necesidad natural LVI a e) De la volun- espacio 240. cf. 78.
ta, es la concordancia consigo mismo según leyes universales Mahometismo: 125.
de la razón 259, cf. 41 Ss., según leyes morales 429 466, et: Malvado, lo (das Béise): 422n.
LIVn 464; según leyes prácticas un 464, es razón pura práctica Mandamiento (Gebot): 114, de la aprobación 130, mandato (Gc-
LIVn., está dada a priori 134, es una forma de la causalidad (v.) llciss) de la facultad de juzgar xu.
343, causalidad incondicionada de la razón 342, cf. 174, la Ma11em: para el bello arte sólo M., no método 26 1. V. Amanera-
idea de la 1. es la única idea de la razón que se halla entre Jos 111ie11to M. humorística, v. H11mo1:
hechos 457, evidencia su realidad como modo particular de Máqui11a: opuesta a organismo 292s., entidad maquinal de la natura-
causalidad a través de leyes prácticas de la razón y acciones leza 317, maquinaria de este mundo 404s.V. también Mecanismo.
que les son conformes 457, a lravés de sus efectos en la natu- Marcos: de Jos cuadros 43.
raleza 467, tiene que c-0ntarse entre los scibilia 457, Dios e Matemática: descansa en la intuición a priori 1,,vun., pura 280n.,
inmortalidad son las condiciones de su empleo legal 459, prin- en la música 219s.
cipio regulativo, condición formal de un mundo inteligible Matemático, a: propiedades m. de la magnitud 456, proporciones
343; d) L. política 262s. matemáticas de Jos tonos 212, cf. 2 l 9s., lo sublime matemáti-
libertad, concepto de (Freiheirsbegrift): (en oposición al c-0ncep- co 79ss., cf. 1151 l6.
to de naturaleza) xiss. 466s. 468s. 472; debe hacer posible su Matemáticos: xxnn .. los antiguos 138.
fin en el mundo de los sentidos x1x, cf. XXXIV XLV 468, su Materia: (Materie): simple y organizada 293, cf. 297s. 300 360
dominio Lllls., es concepto fundamental ele todas las leyes 378s. la m. bruta como el grado más bajo de la naturaleza 369,
prácticas 468, de las ideas eticas 473s. su mecánica 370n. 379 473, ¿inanimada o viviente? 323n.

538 539
327s., caliente y íluida 249s., vegetal 287. Como agregado de Medio (Mittel): útil es lo que place como m. 10, cf. 280 295s.
muchas substancias 372, en oposición a la fonna: v. Forma y Melodía: 219.
Sensació11; su «autocracia» es un planteamiento carente de Metafisíca: sistema de la M. (en oposición a crítica) VI, división
sentido 372, sus leyes del movimiento XXXVIII 322, un caos x, en oposición a la fisica 307, sus fines últimos 465, cf. ade-
carente de fin 428. La M. del querer es el fin 425 461n. más 366.
Material, Jo (das Materielle): es lo real XLIII; nat'Uraleza. m.: v. Metafísico, a, s: pruebas 469, conceptos de Ja naturaleza 468s.
Naturaleza. principio (en oposición al principio trascendental) XXJXS.,
Material (Stofl): el genio sólo puede proporcionar rico M. para el sabiduría xxx.
bello arte 186. En la formación de un árbol 287. Método: es modo de enseí\anza 261-264, en oposición a manera
Materialismo: 442. 200 261. cr. 200.
Máxima: principio subjetivo de la facultad de juzgar xxx xxx.1v Metodologla: del gusto 261-264, de la facultad de juzgar teleoló-
XXXVID 319, cf. 160 264 296 300s. 334 360, del común enten- gica 364-482.
dimiento humano (se. del sentido común), del entendimiento Microscopio: 84.
160, de la razón 160 248 300, práctica 168s. M. del mecanis- Miedo (Angsl): l 09.
mo en la naturaleza, v. Mecanismo. Mlmica: 42, cf. 256.
Máximamente grJndo, un (ein Griisstes): no Jo hay para Ja esti- Minerales, Mineralógico: 249-251 382 3847s.
mación maiewática de magnitudes 86. Misantropía (Misanthropie): aversión a los hombre 126.
Máximo: idea de wJ M. 54. Miseria: reluciente 393.
Mecánica: (en oposición a técnica, v. allí también) 324s. 335. Mistico: goce 109.
Mecánico, a, s: derivación 353, trabajos 392s., explicación m. de Moción: J23s. 224s.
los fenómenos de la naturaleza 365, hasta qué punto es permiti- Modalidad: del juicio de gusto 62-68, del juicio sobre lo s~blime
da 387, cf. 318 generación 351 353, leyes (v. allí), fuerza m. (en JJ0-113.
oposición a la psicológica) xxun., arte m. (v. allf), causas 365. Modelo (Muster): 54 138 200s. 254 262, cfOenío, Ejemplo, ejem-
Mecanismo: es, en oposición a organismo, únicamente la fuerza plar, imitación.
motriz 292s. 319, M. de la materia xn 473 de Ja naturaleza 77 Modo (Art): de exposición (cf..Manera, Método). . .
248 269s. 284 286 343 346 380ss., M. cíego 296 297 304," sin Modo de pen~·ar (Denkungsart): 124; del pueblo 107, despreJm-
él no hay ciencia 31 Ss. 368, en sí es ilimitado 366 etc., el mero ciado 158, amplia !58s., consecuente 158 160; bueno moral-
M. no es suficiente 360 376, de aquí que se asocie el principio mente 16 167, moral 417, .verdaderamente patriótico 217n.,
mecánico (314ss.) al de la teleología 374ss.• subordinación de limpidez de M. de p. 229.
aquél a éste 200 366ss., unificación con éste 354ss., medio pa- Modulación: 205, lenguaje universal de las sensaciones 219.
ra el propósito final 362, su fundamento más interno no puede Momentos: cuatro M. del j uicio de gusto. Según la cualidad 3ss.,
ser inteligido 329, cf. 334, duda acerca de si ambos principios cantidad 17ss., relación de los fines 32ss.. modalidad 62ss.. se
están conexos en uno 316; también es requerible en el arte 176, los establece siguiendo la guía que entregan las funciones del
cf. 186. juicio 3n.; comparación de lo agradable, lo bello, lo sublime y
Me.dída (Mass, Masstab): fundamental estética 86s. 94, adecuada lo bueno ll 3s.
de lo absolutamente grande sólo en él 84, de Jos sentidos, ex- Monstruoso, lo: engendros monstmosos 377.
cedida 85, proporcional a la estimación estética de magnitudes Morada: v. Domicilio.
104, no sensible en nuestra facultad racional 104, recta M. del Moral, es- (moralisch, -e): tratado 191, intención 482, argumento
gusto 263. Cf. 60s. 424n. 439ss., disposición(es) 154 417, necesidades 417, indole m.

540 541
de una acción 154, destinación 171 478 modo d ...
1mnsitori11 221. b) (M usik) es el arte del bello juego de las sen-

mic 1 478 b • e CnJuicm-
n., prue a v. Argume1110 Y Dios, carácter 165 modo saciones (auditivas) 2 11 , cf. 211-213, 220ss., cf. además 40
~e p~nsat 16 167 417 462 464, propiedades 414, sensación 416 42s. 49 (fantaseo) 72s. 191, M. de acompañamiento 178.
l m( 1)na 436 462, mandamiento 342, senlimiellfo (v. allí)·
ey es xxv LIVn: 120 125 154 241 343 417 419ss 4Í1 ,
N
mundo bajo leyes m. 412 414 415 416 421 423 leg:I d ' un
434 a · d417 42 7 , isa os m. Naturaleza (Narur): Es el conjunto de los fenómenos IV, de todos
' cutu s., fe (v. allí), fundamento 417 418 432 433
los objetos de los sentidos xvn xxxn 267 470, de los sentidos
462·~·· basamenl.o 154, principios 121, moralmente bueno l 65 ex1cmos 313, de las cosas xxxvms., material 313ss. -Es
acc1~n 154 342, ideas 214 228, 474, intereses (v. alli) lnteli~
genc1a 416, filosofía 462n m práct1·co xruss 433 .' . . materia 308, no es un ser inteligente 268, cf. 308, en cuanto
417 · ·• ' · , pnnc1p1os fenómeno uvi¡. 116 da indicios de un substrato suprasensible
• romo de los fmes 413s., respecto 46ln., sistema de Esta-
d?s moralmente fundado 394, teleología 414 419ss. 433 . LVI, que seria una naturaleza en sí 116, objeto de experiencia
viles 455, convicción 447 J·uicío 36' l 70 259s re! .. • mo- posible XXXJJ xxxv LIS., objeto de nuestro conocimiento
s b"d • • ., ac1on 44 5 XXXIX, de los sentidos un, adecuado a nuestro conocimiento
a 1 una. 445, valor 414 461n. ser m. (el hombre) 398 41l
424n. (Dios) 433, Autor del mundo (v. allí) detenru· . . fi xxx1x xu,ji1era de nosotros (material) y e11 nosotros (pensan-
nal415418. • nac1on 1- te) 109 117 120s. 397.- N. en general (en oposición a la N.
Mora/idad (Moralitiit): disposición a la M. 125 su fuerza 125 determinada por leyes particulares) xxx xxxns., su concepto
obJ eto 427 464, su principio 259, su sujet¿ 399 cf ade~~~ es dado por el entendimiento l 34, la N. como un todo 304, un
399n. 424n. 458n. ' · sistema, según leyes de conformidad a fin 77 298ss., con arre-
Mot~r, _primer: este conccp10 es inservible 479s. glo a conceptos teleológicos 365, de fmes 383ss. 388ss., posee
Movmuenro (bewegung): presupone siempre un ser extenso 436 una especie de causalidad 309.- Su «designio» 308, analogia
cf. 479ss., leyes del m. xxxv111319 322 facultad de M 203 ' con el arte (v.) 77 174 293, la N. como arte 77s. 170 179 324,
Muerte: 190 194 428 442. ' · · bella y sublime 110 303n., cf. 152, analogía con la vida 293, su
Mujer: 50 189 192. contemplación 166, fonnaciones libres·de la N. 248 249, sim-
Múltiple, lo (Manni¡,>faltiges): v. Intuición. plicidad 229, aprehensibilidad XL, forma 1v, bellos formas
Mu;do _(Welt): e~ un todo cohe~ente según fines 413, sistema de (v).- Su fundamento interno xu, más interno es desconocido
ausas finales 413, de ah!: bien supremo del M 425 429 316. su curso 438, en cuanto poderío (v.) 102ss., su mecanismo
te l · · d 1 • , con-
mp ac1011 e M. 410s., universo 96, mag11itud 84 alma del (v.), tendencia mecánica 248, posibilidad xxxvn, cf. 354 orden
~;/J]i ~ausa del M. que actúa según intenciones (fines) 318 XXX, cf. XXXVI, XXXJX, revoluciones 369, esquema para ideas
. . • ss. 354 393s. 415 435, causa int.eligcntc 402ss causa 110, cf. 115, belleza y sublimidad (v.), téc11ica (v.), inmensura-
mtehgente suprema 376 40 Is. 413 470 472 ., bilidad 104. - Subordinación al fin final moral 399, <<Sabidu-
(autor d 1 M) 424 4 .s., causa moral
. e · 2 9 445 447 472, ser mundano 326 426 ria» 308, contingencia de su concordancia 347, conformidad a
racional 429 430 448n., etc. Cie11cia del M. 64, intuición deM' fi11 (v.) 395n. 438, etc.- La n. como un todo no está dada en
cMomo me)ro fenómeno 92, M. de los sentidos (en oposición ai cuanto organizada, no es explicable en dirección descendente
. mora1 XIX LVn. 426.
354.- Cf. también Belleza n., Causalidad, Ciencia n., Ccncep-
Música: a) ~Tonkunst) habla por medio de sensaciones 218 mue- to de la n.. Culh1ra, Descri~ión. Dios. Disposicio11es. Doch·ina,
ve al ánuno en lo más íntimo 218, es más goce que ~ultura Entendimiento. Experiencia, Facultad, Fatalismo, Filosofia, Fin
~ 18, e~. 220, lenguaje de los afectos 219, expresa una plétora de la n.. Fin n., Forma, Género, He1erogeneidad, Historia, Hom-
mno~mable de ~n~ie~tos 219, juega con sensaciones 220, bre. legalidad, legislación, leyes de la n., Libertad, Materia.
va desde ellas hacia ideas indeterminadas 221, es de impresión Orden, Producto, Teleológico, Teoría.

541
.543
Naturaleza, concep10 de (la) (Naturbcgrifl): (en oposición al C. Ópera: 21 3.
de la libertad, v.) XISS XXIV 1,uss., metafísico (a priori) o ílsico Opinar, opinión (Meinung): 45ls. 463.
(o posteriori) 468ss., empírico 470. Opinión, cosas de (Meinungssachen): 454ss.
Nebulosas: 96. Orador (Redner): 205s.
Necesidad (Notwcndigkeit): estética 62s. (sólo ejemplar, no apo- Oratorio: 21 4. .
dlctica), lógica XXXJ, objetiva 62, fisica xn, práctica x11 62 424 Orden (Ordnung): de la naturaleza xxxv XXXVI XXXVII; fis1co
461, teórica 62, ciega 326 396, de la naturaleza v. Causalidad, 4 16, 420; teleológico 297 301s. 420 438 cf. 398 (de los fines).
Fatalismo, Meca11is mo. Orga11ización: de la naturalez.a 294, interna 3~0! del. hombre 302,
Necio (Pinsel): 183, cf. necedad 107. fin interno de la naturaleza 310, cf. 367, ongmana 379, sexual
Negocio (Geschlif): critico x; del entendimiento (en oposición a 381 política 256, 294n.
juego) 205s. Organlzado, ser: Producto natural 289-298 (cf.fin natural)_31?
Neumatología: presunta ciencia del al.ma como una cosa en sí, 367ss., esp. 370n., no puede ser explicado por meros pnnc1-
443, cf. 466 475. pios mecánicos 337, cf. 353ss. .
Noble (Edles): 122, 123. Órga110 (Organ): defi.nición (qua instrum:n~o) 291, pro~ucttvo
Nomotética: (Legislación) de la libertad 420; 11omotético 311. 292, autoorganizante 292, en contrapos1c1ón con la maquma,
Norma: el sentido común es una N. ideal 67 indeterminada 67; la provisto de fueraa formativa 292s. . . .
conformidad a fin subjetiva prescrita como N. en la estimación Originalidad (Originalitiit): qua pecuhandad 201, propte?3d del
de magnitudes 90. Genio (v.), del humor 228; avidez de O. 186s., V. también 182
NOUlncnon: 92 398. 200 263.
Novelas, escritor de novelas: 123 127 128. Origen (Ursprung): de todos los seres 273. .
Nulidad (Nichtigkeit): del único fin final ideal 428. Ornamento (Zierat): 43, aumenta Ja complacencia: .
Números (Zahlen): su potenc.ia llega a lo infinito 86, sus propie- Ornato (Schmuck): en cuanto perteneciente a la pintura en senti-
dades en la música 273.- Conceptos numéricos 85s. 90 92s. do amplio 210. V. también Adorno.
95 101, Series numéricas, nragniludnumérica 101. Ostentoso, lo (das Prangende): (preciosista) 202.

o p
Obediencia (Gehorsam): 416s. Palacio: V. Edificio. .
Objetivo: v. los sustantivos correspondientes (Realidad, Confor- Panteísmo: es representación del mundo como una única subs-
midad a fin, etc.). tancia que todo lo abarca 373, cf. 405s.
Obra (Wcrk). Arte, v. Producto. Papeles: de tapizar 49.
Obrar {Wirken): 173, v. actuar. Parábola: 273.
Observación (Beobachtung): es una experiencia llevada a cabo Parasitario: 288.
metódicamente 296. Parerga: v. Ornamento.
Obstáculo (Hindemis): y fomento de la naturaleza para la causa- Parte, s (Teil): 288s. 290ss.; cf. 452.
lidad por libertad uvn. 102 114 121. Pasión (Leidenschaft): (diferente del afecto) 12n., 165.
Ocasionalismo: 375, 376. Pasiva: razón p. 158.
Océano: vista del o. 77. Patológico: fundamento p., de lo agradable 37.
01110/ógico: concepto 373 406 465; prueba 469, fundamento 373; Patrón (Richmass): 56, medida rectora 407.
' idea 469; predicados xxix 469. paz (Frieden): desventajas de una larga p. 107.

544 545
Peculiaridad (Eigcntlimlichkcit): a) doble y lóg:ica del juicio de gw;- Antinomia del P. 244. Suma de los sentimientos de P. 411.
lO 135, primera I J5ss.. segunda l 26ss.; peculiar carácter de las Jardincria de P. (v.). V. Displacer.
cosas como fines naturales 284ss. B) Originalidad (l 82) 201. Planetas: ¿están habitados? 455.
Pensamiento (Gcdankc): vacío, es un P. sin objeto alguno 240. Plástico: 198, se divide en a) escultura y b) arquitectura 207.
Pequeñez (KJeinigkeit): de nuestra potencia para resistir 104. Plétora de pensamientos (Gedankenfülle): 219
Percepción (Wabmehmung): reflex.ionada XLVI. Plumlista: 130.
Perfección (Vollkommenheit): i111er11a 44: es confen11idad a fi11 Poderío, Poder (Macht): es una potencia que se sobrepone a gran-
objetiva 132 cf., también 188, cualitativa y cuantitativa 45; la des obstáculos 102, de la naturaleza J02ss., de la ley moral
belleza no es una P. confusa 45 47 52 69 236. La P. de una cosa 120. Cf. 78.
no es un principio estético 238, pero se tiene en cuenta en lo Poema (Gedicht): 137 140 141 196, didáctico 214.
bello artístico 188, conlleva una complacencia objetiva 279; la Poesía (Dichtung); Arte Poético (Dicbtkunst): presenta sensible-
mera fonna de una P. es una contradicción en sí misma 46, P. mente ideas de la razón 194, cf. 195s., pone a la imaginación
relativa de las figuras matemáticas 278, P., interna de la natu- en libertad 215 217, por qué es la primera entre las artes 215,
raleza 294, de Dios 276. juego que entretiene 217, espíritu y cuerpo de la P. 196, cf.
Per.madir (übcrredcn), Persuasión: 216s. 443s.. cf. Retórica. también 69 177 205s. 218.
Pieza teatral: 213.
Poeta: 137 172 194 197 205 206.
Pi11111ra (Malcrei): 42 195 198 207 208ss. 222, se divide en p. en Poetizar (fantasear): 73.
sentido propio y jardinerfa de placer (v.) 208s., en sentido
Portentoso, lo (das Ungeheuerc): V. Monstruoso 191-235.
amplio 210, es la primera entre las artes plásticas 222.
Posibilidad (M6glichkcit): física xn, 396 cf., xru XLVV!U, interna
Pirámide: 87.
45 53 290s. 359, de la experiencia (v.), de la naturaleza 362, de
Placer y displacer (se11timiento de) (Lus und Unlust, Gefühl der):
las formas naturales 366, meramente pensada 340 341 , cf. 453,
es miembro intem1cdio entre la facultad de conocimiento y la
facuhad de desear v. vu, 164 es algo enigmático en el principio en oposición a realidad, 340s 452s, práctica xu.
de la facultad de juzgar 1x, XXII; está ligado a la facultad de de- Posteridad (Nachkommcnschaft): 185, cf. sucesió11.
sear xx1vs., of. XXXI.X, su conexión con la ley moml xxv, con el Postulado: 4S6s.
concepto de la confonnidud a fin de la natumleza xxxvut-XLll, Postular: (requerir) 456 474.
134, 135, no puede llegar a ser pieza de conocimiento xuu, sur- Potencia (Verrnogen): de la imaginación 90.
ge de la mera reflexión XLVJS., cf. 155, 179, causado por la con- Práctico, a (praktisch, -e): intención 93 428 432 447 454 459 467
cordancia de las facultades de conocímiento LVII, no designa 478, consideración 342, referencia 442, datos 456, uso llll 243
nada en el objeto 4, es el sentimiento vital 4, busca conservar al 244 413 475 478 (véase uso de la razón), ley (es) xvs., Lll 18
sujeto en su estado 33, cf. 37, estado de ánimo de la voluntad 36, (puras) 62 343 468, legislación xn, fe 454ss., principios xn,
es contemplativo en el juicio estético 36s., está ligado de modo ideas 112, reglas de prudencia 459, posibilidad xn; necesidad
posible con el conocimiento, de 1.uodo efectivo con lo agradable, (v.), realidad XIX 429 434 436, respecto 442 443, técnico - p.
de modo necesario con .Jo bello 62; P. positivo y negativo 76, el (en oposición a moral p.) xn-xv1 facultad racional 295 429
P. en lo sublime sólo es posible a través del displacer 102, liga- 440, uso p. de la razón 404 434 456ss., preceptos xx1, confor-
do a una percepción (representación) 147 149. El P. en el gusto midad a fin (v.). Lo P. como meta de tocia elaboración de nues-
en oposición al P. en et sentimiento moro/ 149 154 169. Validez tras facultades 8.
universal del primero 150 263. Comunicabilidad universal del P. Precipitación (Anschiessen): 249 251.
(v.) P. del goce. 153 179, en oposición al de la actividad espon- Prccursoriedad (Vorgans): 138.
tánea 154. En el bello ane tiempla el ánimo para las ideas 214. Predetenninación: 354.

546 547
Prédica: 124, 191, cf. 217n. Progreso (prog1-essus): sin término es imposible 94, de la imagi-
?reformación: genérica e individual 376. nación 99.
Prejuicio (Vorurteil): proclividad a la bcteronomía de la razón 158. Prolijidad, penosa (Pclnlichkeit): 182.
Prepotencia (Gcwah): poderío que se sobrepone a la resistencia Promesa (Vcrheissung): de la ley moral 462.
de lo que ya tiene poder 102. cf. 105 (poder). Propedéwica: de toda filosofía (es la critica) un, al arte bello
Presentación (Darstellung) Presentar: es poner al lado del concep- 262, a la fundamentación del gusto 264, a la teologia (es la te-
to la intuición correspondiente (exhibiría) XLIX, cf. L; es repre- leología de Ja naturaleza) 309 366 41 O482.
senlllr estéticamente 84, es hipotiposis (v. allí) 255; p. de lo Propiedades (Eigenschaften): transcendentales del ser supremo 436.
infinito 92 124, de una idea 97, de ideas estéticas 193, cf. 255ss. Proporción: de líneas geomttricas 272, de los sonidos 21 l, de las
Presentimiento (Ahnung): de la razón 320. facultades de conocimiento 151 151 o. 155 l 60s. 200, cf. Juego.
Presrabi/ismo: 375, doble 376. Proposiciones (Sitze): susceptibles y no susceptibles de prueba
Prestidigitador. 1l7Sn. 24 1. Cf. ciertas.
Pretensión (Anspruch): de validez del juicio de gusto 18 20s. 25s. Provecho {Zutrliglichkeit): es utilidad, conformidad a fin relativa
Cf. 114. 279s. 281 282.
Principio(,s): 1 ( Prinzip, -ien) a priori m XII XXX 113 etc., determi- Prueba (Beweis): empírica, o bien P. de razón 443, en oposición a la
nantes y reflexionantes 365, domésticos y foráneos 304s., cf. P. aparente 444 y 446s., ontológica 469, cosmológica 469, de los
306 342, dispares y contradictoriamente opuestos 322, empíri- fines de la naturaleza o fisico-teleológica 470ss., moral 472ss.
cos xxun. XXXI, consrih1tivos 1v v 260 270 301 342 344s. 350 Psicología: empírica 112, racional 443, la Ps. es la antropología
etc., mctafisicos xx1x, regulativos rv v, 270 294ss. 339 342 344s del sentido interno 443, cf. además 474s.
429 437s. etc. P subjetivo del gusto XLVII 143ss. 259 312, P. ob- Psicológica(s): observación 66, explicación 27 129, fuerzas xxnn.,
jetivos de la ética 259 cf. 312 y del entendimiento 313, cf. 312 reglas 144 vía XXXJ.
subjetivo-constitutivo o práctico-determinante de la ley ética Pulsaciones: 40.
429 437, técnico-práctico y moral-prácticos xm, trascendenta- Puntualidad (Pünktlichkcit): 180.
les, v alll, P. suprascnsible xxv 304, etc. P de las causas finales Puro, a, s (reín, -e): es decir, legislativo a priori XrV. Lo puro de
(v. alli) 316. Se ha de aspírar al menor número posible de P. una sensación pertenece meramente a la forma y significa la
xxxv, cf. XXXI 435 444. 2. (Grundsatz) de la doctrina general de uniformidad de aquélla 40s.. aritmética pura xxnn., conceptos
la naturaleza 296s., teleológico 296, constitutivos y regulativos 1v XXX, facultades de conocimiento xvnn., colores 40, catego-
314, objetivo y subjetivo 333ss., morales 121. rías xxnn., síntesis xxnn., sonido 40, juicios 151n., facultad de
Privado, a, s: condiciones p. subjetivas 17 157, sentido 130. juzgar XXV, entendimiento XXV, razón (v. allí).
Problema, -s: de la facultad del gusto 1xs.; geométricos 271s.
Problemático: concepto 341, juicios 322. Q
Producción (Hervorbringung), Producír: el arquetipo del gusto Quebraderos de cabeza: 228.
(v.) es una idea que cada cual debe p. en sí mismo 54; P. de Quedar (Wcilen): -se en la contemplación de lo beUo 37.
objetos bellos y genio 187. Querer (Wollen): es tener interés en algo 14, cf. Volu111ad.
Producto (Produkt): (en oposición a educto) 290 376, P. natural
286ss. 331 345 360s. 370 etc., como indicio de una causa inte- R
ligente 444, P. de arre, obro de arte (en oposición a P. natural) Raciocinado: principio 106.
XLV!JS. 174 286 290s. 448n. Raciocinante (vemiinftelnder): concepto 330, juicios 232n.,
Progresión: tendencia de P. a lo infinito de Ja.imaginación 85. facultad de juzgar 231, cf. 154.

548 549
Raciocinio sofistico, sofisteria (Vernürtflclei): 268 Reílexionante: v. facultad de juzgar, juicio.
Racional {rational): uso r. de nuestra facultades de conocimiento Regla (Regcl): R., técnico-práctica de la habilidad o preceptos xms.
XLII. 459, necesaria (es decir, ley) xxxu, el requerimiento de ésta le
Racionalismo: del principio del gusto 246s. (en oposición a empi- es propio al entendimiento 276, generales y universales 20,
risma). prácticas LVI, estéticas (en oposición al concepto) t u, cf. 180s.,
Razón (pura) (Vernunft): facultad de los principios 339, cf. m, asa- cf 1810s., R. de la belleza como idea normal 59.
ber: a) razón teórica 339 (r. en su uso teórico 111 etc.), JV VI xvm Regocijante (erfreulich): 8.
74 etc., especulativa 415, fuente de las ideas 1O1, facultad de las Regressus: de la aprehensión 99.
ideas 112 118 194, exige lo incondicionado 244s., 339 exige Regularidad (Rcgelmiissigkeit): de un rostro 59n., matemática n,
totalidad absoluta 85 92 l 15, unidad 344, sus máximas 314, es de las figuras geométricas 70, en oposición a la belleza 70-72.
solamente regulativa 339, es la facultad de conocimiento 410, Regulativo: v. Principios.
no puede j uzgar objetivamente sin conceptos del entendimiento Reino (Rcich): de los fines 413; animal 299 382 vegetal (280) 287
339, no ha de exaltarse fantasiosameote 355,juego de la R. y la 299 382
imaginación: V. Juego, critica de la R. (v).- B) Como facultad Relación: v. Momentos.
pura práctica 482, R, pura práctica 415 457s. 468, contiene Religión: es el conocimiento de nuestros deberes como mandamicn·
principios constitutivos a priori para la facultad de desear rn v, to divinos 447, es la moral en referencia a Dios como legislador
es legislativa a priori Vs. LW 417. Su propósito 463s., conceptos 441, es uso práctico (moral) de Ja razón en propósito subjetivo
154, fines 115, ejerce violencia sobre la sensibilidad J 16s. 120, 478. R. verdadera y falsa (en oposición la superstición) 108s. 123
prescribe el fin final 426, cf. 430 432 435, R. ética suprema de 465, no penenece al conocimiento de la naturaleza, sino al uso
la causa moral del mundo (v. también) 445, su enlace con el práctico 478, cf., 467 470, por qué los gobiernos la proveen de
placer t.Vt. Lo práctico es el auténtico mandamiento de la R.
imágenes y aparato pueril 125, R. y eticidad 139, lo esencial suyo
110.- Estado de una R. pasiva (en oposición a una que se legis-
consiste en lo convicción 477.
la a sí misma) l 58n., su heteronomía 158, máxima de l.a R. 160.
Religioso: v. Sentimiento.
Concordancia consigo misma 239, cf. 242- . Conceptos de R
(v. Inferencias de R. 447s. Juicio de R. 23 In.- Ley de R. 96. Reloj: 292s
Uso de la R. (v. práctico. teórico). Voluntad pura de R. 62. Remedo simiesco (NacMffung): 20.
Representación (Yorstellung): a priori XXXJX, estructura. de la R.
Re(l/ (real): Lo R. de la sensación XLIII; de la representación empí-
rica 4, ser supmmamente r. 469; fundamento r. 352. xu.; bella R. de una cosa 188 (no es una cosa bella), cf. 190,
Realidad (Realitat): objetiva 295 327 330s. 339 430 456, cte.; toda R. está ligada a goce y dolor 129; R. laterales (Nebenv.)
práctica (v.) lcórica 430, subjetiva 430, de Jos fines (es decir, como atributos estélieos 195.
realismo) 253. Reproducción (Fonpílanzung): 377s. 381.
Realidad (Wirklichkeit): en oposición a posibilidad 340s. 452s., da· Respeto (Achtung): es el sentimiento de la inadecuación con res-
da en la intuición 341 , cf. también xxvm. V. mmbién Efectividad. pecto a la idea 96, cf. 15 36 76 83 120 123 228 303 428.
Realismo: a) de la conformidad a fin estética 295 327 330s. 339 Retórica (Beredsamkeit): 177, l 95s. 205s. 213 21 fil. 217n. (Rhetorik).
430 456 ele., b) de Jos fines naturales 322 327, de la confor- Revolución (francesa): 294n.
midad a fin de la natu.raleza 324 327, de las causas finales 406. Rig.ido-regular, lo (das Steif"Regelmiissige): conlleva algo de con-
Receptividad (Rczcptiviliit): de la sensación 9, de las formas natu- trario a gusto 72.
rales 355. Ríos: 280.
Reflexión: de la facultad de juzgar (v. también) xxxvs. 345, de la Risa (das Lachen): definición 225, cf. 224-230, v. también 178.
faculmd de juzgar estética XLVSS., sobre la forma 118 133. Robinsonada: 127.

550 551
Rocas: 104. ha de distinguirse el entendimiento común 64, cf. .156-161
Rousseauniano: 6. (equivale al gusto), es una norma ideal 67, presupos1c1ón del
Risueilo: 73. juicio de gusto (v.) 64s. 66ss.
Sentimental .
s Semlmiemo (Gefühl). De placer y displacer v. Placer. E~ ~posi­
Saber (Wissen): opuesto a poder 175, S. y fe 458 463. ción a la sensación (v. también a!H) es meramente subjetivo 9-
Sabiduría (Weisheit): metafísica XXXI (divina) 408. S. moro/ (ético) LVIJ. l 12s. (S. para las ideas prácticas) 11~ 115
Sacrilegio: 107. 116 154, es específicamente diferente de aquel que se refiere a
Salario: 175. lo bello y sin embargo, está emparentado con él l 65ss., cf. 263
Salud (Gcsundheit): 12, sentimiento de S. 223 225. 264 342 4180., S. de respeto (v. allí), religioso 478n., para lo
Salvaje: 106. sublime (v. ali!), para la bella naluraleza 173 (cf. lo bello), ~el
Satisfacción (Zufriedenheit): estado de 117. gusto (v. también allí) 228, del sentido interno 47, de ,la vida
Secciones cónicas: 272s. 129, fino o refmadn 113, S. interno de un estado conforme a
Sensación (E?1pfmdung): doble significación de la palabra: a) de- fm, S. de simpatía (humanidad) 262.
termmac1o_n puramente subjetiva 8s., o sea, sentimiento (v.); Sentir (Gesinnung): 108 etc.
b) percep_c16n objetiva de los scnlidos 9, cf. también XLlls. 4, Seña (Wink): de la naturaleza 302, v. Huella.
que concierne a lo material (real) de dicha percepción xun Ser (Sein): (en oposición a Deber) 343._ . .
XLtvs. 39 153 157 205, ello es la materia del juicio esiético 43 Ser (Wessen): supremo v. Dios, orgaruzado v. organo, rac10nal
cf. 214, su pu~za y simplicidad 40s., su juego 211-213, cf. 20.5 414 etc v. Hombre.
22?ss., cambio 223s., su valor según su oomunicabilidad (v.) Ser originario (Urwesen): (v. Dios) de S?inoza 323, su~ acciden-
umversal 164 -agradable 212, animal 228, moral 416. tes 325 326, su idea no ha de ser justificada dogmáticamente,
Sensibilidad (Sinnlichkeit) a) en sentido teórico 93 (lindes, v.) 98 99 sino subjetivamente 336s. 401, cf. 413s. 444s. 447 469 465s.
100 115 341 343, b) en sentido ético 114 116 120 121 125 411 Serie: v. Números.
Sensibilización (Versinnlicbung): v. Hipotiposis. · Signos (Zeichen): 57. • .
Sensible, lo (das Sinnliche): (en oposición a lo suprasensible) do- Simbólico: en oposición a esquemático 255, segun una simple
minio del concepto de la naturaleza XIX. analogia 256s., hipotiposis (v. allí también) 257, nuestro cono-
Sensiblerla (Empfíndelei): 122. cimiento de Dios es s. 257.
Sensorial, propensión (Sinnenhang): 395. Símbolo. Presentación indirceta de un concepto 256, meramente
Sentar (bebagen): bien a los sentidos 2. para Ja reflexión 257, cf. Analogla, Belleza, Eticidad.
Sentencias: de la sabiduria metafísica xxxs. Simetría: 70 71.
Sentido, -s (Si~, -e):_ interno 58 100, sus fenómenos no son expli- Simpatía: 127. .
cables matenallsttcamente 442; S. común (v.); S. común a to- Simplicidad (Einfalt): es conformidad a fin sin arte 175, estilo de
dos 157, cf. 160; ~e la verdad 156, ele.; buen S. (v. s. común) Ja eticidad 126, cf. 263, de la naturaleza 229. V. también Cm1didez.
sensación, sen11m1ento de los S. 153s., cf. 119 129 134 etc., Simultáneo, ser (Zugleichsein).
goce de los S. 164, cf. Goce V. además Apariencia, fntulció 11 Singular (einzeln): cantidad del juicio de g~to 24s., cf. 134,
M1111do, Verdad. ' coincide en esto con el juicio sobre lo sublune 74; cf. 347.
Sentido comú~ (Gemeinsinn): sensus communis, 156ss., aesthe- Sinsentido (Unsinn): original 182. .
ticus Y Jog¡cus l 60n. S. c. estético: determina mediante senti- Sintética, o. s: división LVlls., unidad (v. alli), predicados 332 448,
mientos de manera universal válida lo que place 64, cf. 64-68, reglas 275.

552 553
Sistema: de la experiencia XXXVII, S. fuluro de la filosofía pura v1, la religión l08, de la guerra 107, del cielo estrellado ll 8, del
de la conformidad a fin de la naluralew 32 lss. 371 388ss., cf. océano l l 8s., de la figura humana 119, de los afectos y de la
Natwrileza; de las causas finales 384, 1eleológico 408, de falta de afecto 12Is., del modo del animo 123, el sentimiento
Todos los Estados (futuro) 393. de lo S. es parecido al sentimiento moral 116, presupone re-
Sistemática: Unidad v. Unidad. cep1ividad para las ideas 110, o cultura 111, conlleva a la idea
Sociabilidad (Geselligkeit): inclinación natural de los hombres a de lo infinito 93, prepara para la reverencia 115, despierta más
la S. 2130162 178 262. respeto que amor 120, es un placer de contemplación racio-
Sociedad (Gesellschaft): civil 163 393, apartamiento de la S. l 26s. cinantc J 54, sublimidad de una acción por deber 114. La cxpo·
Solución: v. Problemas. sición de lo S. es al mismo tiempo su deducción 133. La
Sonido(s) (Ton, Tone) 39ss. 205 21 Is., su proporción matemática expresión más s. de un pensamiento I 97n.
212s., Cf. Juego (musical), Música. Sublimidad: V. S11blime.
Spinozismo: 373 406. Subordinación (Untterordnung): XXXV.
Subjetivo: V. en los respectivos substantivos Subrepción: (trastocamiento) de los conceptos 97.
S11blime, lo (das Erhabene): definición nominal 80, es lo grande Subsistencia: 325.
que está sin más sobre 1oda comparación 81, otras definici<>- Substancia: como portador de los accidentes 257, sus efectos
nes 84 85 105 105 (dos veces). Ana/ltica de lo S. 74 131, es 326, una ún ica S. simple (372) 405s., es un concepto ontológi-
parte de lo eslético VIII XLVIII, un mero apéndice 78. Concor- co 373, muchas S. 372 405s 42 In.
dancia con lo bello 74, diferencia respeclo de éste 75 79 ele., S11bstmto: s11prasensib/e, de la naturaleza LVn., 94 244 245 353 362
en senlido propio no se baila en el obje10 76 I 04, sino en noso- 374387 42 ln., de los fenómenos 237 241 352, de todas las facul-
tros, 76 78 en nuestro enjuiciamiento 95s., modo de pensar 78 tades 242, de la hwnanidad 237, inteligible 93 243 317 367; nos
1?2, lemple de ánimo 94s. 109, en el uso de nuestra imagina- está vedado todo conocimiento de él 353s., Spinoza 325.
ción 78, en nueslras ideas 84 et: 77, en nuestro temple espiri- S11bsuncíó11. s11bs11mir: (de la facultad de juzgar detenninante, v.
tual 85. - División en lo S. - matemático y lo S. dinámico alll también) de lo parlicular bajo lo universal XXXVI, cf. xxxxn,
79s., ejemplos del primero 95s., cf. en general 80-102, sobre lo de In Imaginación bajo el enlendimicn10 146.
S. --dinámico 102-113; lo S. de la naturaleza y del arte 76. La Sucesión (Nachfolge); Sucesor: 138s 200s.
complacencia en lo S. es universalmente válida con arreglo a la Sucesión: de las determinaciones de uua cosa xxxu. S. icmporal
cantidad 82 según la cualidad es sin interés 79 96ss., negativo es condición del sentido interno 99s.
117, es subjetivamente confürme a fi.n según la relación 79 Sucio (Boden): xv1 xvn: Cf. Territorio.
8 lss. 90 IOOs., necesario según la modalidad 79 110-113 tam- Sueílo(s): (Schlaf) 228 302s. (Triiume) 302s.
bién puede hallarse en un objelo carente de fonna 75, cf. 76 78 Superchería: artificosa 217.
79 83 132 133, piensa su ilimitación 75, presenta un concepto Superioridad (Überlegenheit): nuestra sobre la na1uraleza 104s.
de razón (idea) 75 77, al cual la presentación sensible es siem- Superstición (Aberglaube, Superstition): 109, su definición 158;
pre inadecuada 76s, 88, sacude el ánimo 75, cf. 80 98, en él se cf. (schwlirmerisch) 440.
mezclan placer y displacer 97 100 102, está ligado a emoción S11prose11sible. lo (das Übersinnliche): tres ideas de éste 245, cf.
43 75 86s., no es susceptible de ser unido a atractivos 75, pro- 467: a) de lo S. en general como substrato (v. alli también) de
voca admiración o respeto 76, placer por su resistencia al inté- la naturaleza vms: xvms: t1vn., principio de su posibilidad
res de los sentidos 115, cf. 89, 110. -Lo S. de la naturaleza 93 317; b) como principio de la conformidad a fin mbjeliva de la
104s. 117 132, de un producto del arte del sentir (respeto hacia na1uraleza, cf. 1l5s. 123 238; e) como principio de los fines de
nues1ra propia dcslinación) 97 105 108, lo S. de Dios 107, de la /ibenad x1x tu 439s. Fundamento suyo 126 259, ef. 467,

554 555
principio de la moral xv, unidad de a) y c) xx. Solamente co- 360ss. 400, unificación de éste con el principio mecánico (v. me-
nocemos su fenómeno Lm 374, el entendimiento lo deja in- canísmo) J54ss. 374ss., inferir 400, sistema 388ss., tecnicismo
determinado (cf. vms. 358), es detenninable por la facultad de 359, juicios, facultad de juzgar (v. allí), vinculación 353, consi-
juzgar (cf. 235), es determinado por la razón LVI, es el punto deración del mundo 300 402.
de unificación de todas nuestras facultades 239, el principio Telescopio: 84.
común de la derivución mecánica y teleológica 358, cf. 357 es Tema: musical 219.
un concepto de razón trascendental 235 236. Temor(Furcht): 102 1041228267478,T.anteDios(en oposicióo
Suprasensible: (es decir, no conocible emplricamentc 33) intuición al temor reverente) 107 109. Lo temible (das Furchtbare) de la
93, índole s. del sujeto 36, destinación (nuestra) 98 J 15 154, naturaleza 103s.
fundamento de determinación 297, uso de lo sensible 114, prin- Temple (Stimmung): proporcionado de las facultades de conoci-
cipio xv 273 304 387, substrato (v. alll, ser originario 448 45 J, miento 31 65s., cf. 151 15ln. 182 242 de la sensación 211, en
facultad (en nosotros) 85 92 120 126. la música esú fundamentado matemáticamente 219s., cf Ani-
Supremo: v. Dios, Ser. mo Juego.
Teología: es conocimiento de Dios 482 no es teosofía 400 443 475,
T T. natural 444, no contiene artículos de fe 458n., no es suscep-
Talento: 181. tible de prueba empiricamente 466, su relación bon la teleología
Tamaño: (Grosse): normal, medio 57s. 335 364s 402ss. 473ss., con la moral 44 Is., sin ésta es demono-
Técnica: de Ja naturaleza XLIX 56 77 356, parece provenir de las logía 414, cf. 433, sólo es necesaria a Ja religión 478. T. moral,
fuerzas de Ja materia bruta 369; Ja T. es teleología 324s 329 su definición 400, cf. 426.ss. y Eticoteologfa.
343 354, intencional e inintencional 321. Teológica: derivación 305.
Tecnicismo: 359s. Teoría: (en oposición a técnica) 175.
Técnica, o: l -practico v. práctico, la naturaleza 270, el uso de Ja Teórica, o, s: (en oposición a práctico) propósito 434s. 454, co-
razón 309, es decir, teleológico 318. nocimiento t. rv x1s., es conocimiento de Ja naluraleza XVII, cf.
Teísmo: 323 328. LVI, xvns, etc., uso (uso de la razón) m 1,111244 403ss. 413 457,
Teleología: (en oposición a mecanísmo, v. alH también), modo de consideración t. de la naturaleza 342, ciencia de Ja naturaleza
enjuiciamiento de los objetos de la naturale:ia según el princi- 366, principios 406, parte t. de la filosofía 1x Lll, faculta~ de
pio del fin 295, cf. 295ss., principio interno de la ciencia de Ja juzgar retlexionantc (v. alli), facultad t. 1!5, razón 339, cien-
naturaleza 304ss., cf. 328, no es parte de ésta 309, cf. 365s., es cia 406.
principio regulativo, no constitutivo 270, no es doctrina 366, Teosofía: (en oposición a teología) 440 443 474s.
propedéutico para Ja teología 309, cf. 335 366 482, es otro or- Territorio: XVI, v. Suelo.
den de las cosas 297, cf. ya 152s. 171, T. fisica 402 413 418s. Terror (Schreken): 103 117.
430 460, moral 4 l 9s., física y moral 445 465 476. Testimonio (Zeugnis): y creencia (v.) 458 464.
Teleológico, o, s: (es decir, intencional 359) conceptos 365, en- Teurgia: 440.
juiciamiento (v. ali! también) 269 307 361402406 415 442, Tiempo (Zeit): condición formal a priori de la intuición xxxu,
prueba t. para la existencia de Dios 443ss., modo de explica- cf. 99.
ción 352 356 362, fundamentos explicativos 307, principios de Tierno.(zartlich). Ternura: 122 229 260.
generación 375, pregunta xxnn. 372, leyes 352, fundamenta- Tierra (Erde): su historia 384ss., teoría 3850.
dos 269 336 374, principios 269 359, conocimiento t. de la Todo, el (das Gannze): y sus partes (en un producto natural)
naturaleza 299, orden de las cosas 302, principio t. 251 353s. 290ss. 349s. 352, organi=te 381. Idea de un T. absoluto 97

556 557
1O1, de la naturaleza 334. de la materia 35 1. c.quivalc a mundo XXXVI! xx:xtx 405 435, del principio matemático de generación
;a6i9;n cuanto fm 35 1, como sistema 352 384, T. cosmopoli- 285, del espacio 352, de la sustancia 405. U. ~ntol~gica de un
sujeto 325s., subjetiva del juicio de gusto 31, s1stemanca XXXIV,
Tono: 219. de las facultades de conocuruento LVJIS., de la forma Yenlace de
Totalid~d: requiere la comprehensión en 11na intuición 92, cf. 119. todo lo múltiple 291, de la facultad teórica y práctica en lo mte-
Tragedia: 124 213. ligible 259, de los fines 325s. 328 355 373 ~7: .
Tranquilo (ruhig): 98. Universal, lo (dasAllgemeine): es la regla, el pnnc1p10, la ley XXVI,
Tra.rcende111a/, -es: a propósito 1x, estética t. de la facultad de juz- lo u. y lo particular xxvs. 346ss. . . .
&:11" 118, concepto_s XXXII determinación t. (del fin) 32, deduc- Universalidad (Allgemeinheit): encontrar una u. de los pnnc1p1~s
ción xxxr, definición xxnn, principio t. de conocimiento XXXIV para la natumleza es una necesidad indispe.nsable del e~tend1-
ex.amen 130, exposición 128, libertad 241 , leyes del entendi: miento xxxvm; u. sujetiva del gusto a propos1to de lo bello 23-
miento xxvi, principio LI, ideas 245, c1·ftica del gusto 144 232, 26, cf. t34s., comparativa del gusto de los sentidos 20. Cf.
c?1~ceptos ~g~nerales) de la naturaleza xxv1, filosófico (en opo- también Validez universal.
s1c1ón al log¡co) 21, Filosqfia trascendental 113, su problema Urbanidad: de las artes plásticas 221 .
g~neral 149, cf. 239 339, predicados xxx, principios, defini- Uso de la razón (Gebrauch): V. Práctico. Teórico.
ción t. de éstos .<~n oposición a la de finición metafisica) xxoc, Util, lo (das Nützliche): es lo bueno para algo 10.
cf. XXVII, pnnc1p1os t. de la facultad de juzgar n1x-xxxvmu Utilidad: es conformidad a fin externa 44 45.
265; de los fines 361; facultad de juzgar t. XXVI xxxn 234 311
co~ccpto. de razón 235, perfección 326, conformidad a fin (v'.
alh también) XXXVI. V
Trascendente, -es (transzendent, -e; überschwenglich -e): 106 Vaga: belleza (pulchritudo vagu) 48 55. . . . ..
Validez: 1miversal (Allgemeingültigkeit) subJehva del ¡u1c10 de
concepto 240, principio 359, concepto de una co~ como ¡~
gusto (v.), objetiva de la lógica 23s., cf. 1 ~4s.; com~n (Gemein-
natural 331 (para la facultad de juzgar determinante)· Jo t 98
Trazado (Abriss): 42, v. Diseño. ' · · gültigkeit) término con el cual se denomina la cantidad umver-
n·iángulo: 454. sal subjetiva de un juicio estético 23. . .
Tribulación (Betriibnis): 128. Valor (Pcrt): de la vida, 383s. 394ss. 395n., de la existencia huma-
Tricotomía: justificación de ésta Lv1m. na no consiste en el gozar 13 471 ; absol1110 de la ex1stenc1a de
Tristeza (Traurigkeit} especies l 276s., 223. una persona 13, cf. 410-41 2 414 422s. 461 n., interno Y exter-
no 471; moral de las acciones 414 461 n.
u Vanidad (Eitelkeit) 6 167.
Unanimidad (Einhelligkeit): del modo de sentir 68, en los juicios Varón: 57. .,
del gusto de los sentidos 22. Verdad (Wahrheit): de los sentidos 207 208, en la presentac1on del
Uni~ad (Einheit): la u. de la experiencia en si es enteramente con- objeto 261. , . . ..
tmgente xxxu, de la imaginación y del entendimiento XLV de Verosimilitud (Wahrscheinlicllkeil) Veros1m1I: ~fí01c1on ~~~· cf.
l~s fenómenos 387, u. (sintética) de lo múltiple (de la in~i­ 451, queda excluida en los juicios de razon 338, op1ruon v.
c1ón), XXXVI XXVIII 40 47, cf. LV!ln. 291 347 372, de la natura- 447.
leza XXXIII; bajo pocos principios xxx1, según leyes empíricas Vía Láctea: 96.
3 l 3s., 352, del fundamento de las formas naturales 325 327 Viajes: por los Alpes 127.
cf. 352 373, de los principios como máxima de la razón xxv1; Vianda: 12 14ls.

559
558
Vida (Leben): de la materia 323 379; "'" 1'11/or (v.); v. fUtura, v. ÍNDICE ONOMÁSTICO
i11111orlolid11d. Se11rimie1110 vital 41 129,jiierzas vitales (equi-
librio) 129 (fomento e impedimento), cf. 75.
Vigoroso: v. Afectos.
Vino: 19.
Vio/e11cia (Gewalt): de la naruraleza 104 111, que la razón ejerce
sobre la imaginación 111, sobro la sensibilidad 120.
Virtud (Tugcnd): 197, doclrina de la v. 241.
Visión (Anblick): 73.
Viso, tener (ausschen) : 181.
Vivificación (Belebung): de imaginación y entendimientos con
vistas a nna actividad indeterminada y concorde 3 1, cf. 191 Anaxágoras: 274.
198 220 224 etc. Antiguos: 138 404s.
llól11111ad (Willc): xxxrrs. facultad de desear determinada por Ja Batteux: 14 1.
razón (conceptos 33, principios 8) 14, es Ja facuJtad de los fi- Blumenbach: 378.
nes 133, facultad de acruar según fines 285, causalidad (v. allí Burkc: J28s.
también) según fines 33, es una facultad natural XIIlS., su disci- Camper: 175 386.
plina (v. allí). Buena voluntad 412. V. racional 23In. Cartesio: 449n.
Voluptuosidad (WoUust): 168, cf. 124 Cicerón: 2 l 7n.
Voz (Stimme): universal (voto) 25s.; de la razón 91. Colón: l 75n.
Vulgar, lo: 157. Ocmócrito: 322.
Epicuro: 129 223 m 228 322 324.
Euler: 40.
Federico 11 : 196.
Homero: 184.
Hume: 143 203n. 372.
Lessing: l 41.
Lineo: 383
Locke: 257.
Mahometismo: 125.
Marsden: 72.
Mirón: 59.
Newton: l 83s. 338.
Ocasionalistas: 375s.
Platón: 273s.
Policleto: 59.
Rcimarus: 471.
Rousscaw1iano: 6.
Sachem: 6.

560 561
Saussurc: 111 127. ÍNDICE DE OBRAS CITADAS
Savary: 87.
Segner: l 98n.
Spinoza: 323 325 327 427, Spinozismo: 373 406.
Vohaire: 228.
Wieland: 184.

Carras de Egipto (Savarny): 87.


Crítica de la raz611 práctica: v, vnn, 36, 239.
Crítica de la razón puro: xvm, 147, 346.
Historia de los ingleses (Hume): 203n.
Investigaciones sobre el origen de lo bello y lo sublime (Burke):
128n.
Libro de la Ley(de los judíos): 214.
Principios de Filosojia de la Na111roleza (Newton): 183.

563
562
ÍNDICE

VII
I NTRODUCCIÓN DEL TRADUCTOR

XIX
Som<E LA TRADUCCló~

PRIMERA VERSIÓN DE LA INTRODUCCIÓN


(«La filosofia como un sistema»)

3
OBSERVl\CtOXES

l. De la filosofia como un sistema 5


11. Del sistema de las facultades superiores de conocimiento,
que est:i en el fuodaruento tic ln filosoíla 11
111. Del sistema de todas las lilcultades del animo humano 15

IV. De Ja experiencia como un sistema para In facultnd de juzgar 17


v. De la facultad de j uzgar reílcxionantc 20
VI. De Ja confonnidad a fin de las fo11nas naturales
como otros tantos sistemas particulares 26
Vil. De la técnica de la facultad de juzgar como fundamento
de Ja idea de una técnica de la natumleza 28
VUJ. De la estética de la facultad de enjuiciamiento 31
IX. Del enjuiciamiento teleológico 42
X. De la btisque<la de un principio de la facultad
de juzgartécnica 49
XI. Introducción enciclopédica de In critica de la faculrad
de juzgar en el sistema de la critico de In razón pura 54
XII. División de ,la critica de la Cucuhnd de juzgar 62
Nolas a la primera versión de la Introducción 68 LIBRO PIUMERO. ANAt..JTICA DE LO BELLO 127
Notas a las Nolas de Kant de la primera versión
de lo Introducción Primer momento del juicio de gusto según la eualidad 127
70
§ l. El juicio de gusto es estético 127
CRÍTICA DE LA FACULTAD DE JUZGAR § 2. la complacencia que determina al juicio de gusto
es sin interés alguno 128
OBSERVACIONES 73 § 3. La complacencia eo lo agradable está Ugada a interés 130
PREFACIO A LA PRIMERA EDICIÓN, l790 § 4. La complacencia en lo bueno está ligada a interés 131
75
§ 5. Comparación de las tres clases cspccltícamenle diversas
INTRODUCCIÓN de la complacencia 134
81
l. De la división de Ja fílosofia Segundo momento del juicio de gus10, a saber, según su cantidad 136
81
ll. Del dominio de la filosofía en general § 6. Lo bello es aquello que, sin conceptos, es representado
84 136
como objeto de una complacencia universal
111. De la critica de la facul1ad de juzgar como un medio
de enlace de las dos partes de la fílosolla en un todo § 7. Comparación de lo bello con lo agradable y lo bueno
87
según la caracteristica precedente 137
IY. De ~a ~acuitad de juzgar como una facullad legislotiva
apnon 91 § 8. la universalidad de la complacencia es representada
en un juicio de gusto sólo como subjetiva 139
V. El principio de la confonnidad a fin formal de la na!Utal=
es un principio lrasccndenial de la facultad de juzgar § 9. Investigación de la pregunta de si en el juicio de gusto
93
VI. Del enlace del sentimicnlo de placer con el conccplo el sentimiento de placer antecede al enjuiciamien19
del objeto o éste a aquel 142
de la conformidad a fm de Ja naruralc:ia 100
Vli. De la representación eslélica de Ja conformidad a fin Tercer momento de los juicios de gusto, según la relación
de la naruraleza 103 de los fines que en ellos se toma en consideración 146
Vfll. De la represen1ación lógica de la conformidad a fin § 1O. De la confonnidad a fin en general 146
de la naturaleza 107 § 11. El juicio de gusto no tiene por fundamento mM
IX. De la vi.nculación de las legislaciones del entendimiento que la forma de la conformidad a fin de un objeto
y de la razón por medio de Ja facultad de juzgar 110 (o del modo de representación del mismo) 147
Notas al Prefacio 115 148
§ 12.EI juicio de gusto reposa en fundamentos a priori
Notas a la Introducción 116 § 13. El juicio puro de gusto es independiente de atractivo
Notas a las Notas de Kant de la Introducción 122 y emoción ISO
§ 14. Esclarecimiento mediante ejemplos 151
DIVISIÓN DE TODA LA OBRA
§ 15. El juicio de gusto es completamente independiente
PRIMERA PARTE del concepto de perfección 154
C'RJTICA DE LA FACULTAD DE JUZGAR ESTÉTICA 125 § 16. El juicio de gusto, por el que un objeto es declarado bello
bajo la condición de un concepto detcnninado, no es puro 157
PRJMSRA SECCIÓN. ANALITICA DE LA FACULTAD DE JUZGAR 5S'TtnCA 127 160
§ 17. Del ideal de la belleza
Cuano momento del juicio de gusto, según § 32. Primera peculiaridad del juicio de gusto 220
la modalidad de la complacenc-ia en el objeto 1(Í{Í § 33. Segunda peculiaridad del juicio de gusto 222
§ 18. Qué es la modalidad de uo juicio de gUSlo § 34. No es posible un principio objetivo del guslo 224
166
§ 19. La necesidad subjcóva que atribuimos al juicio de gusto § 3S. El principio del gusto es el principio de la facultad
es condicionada en general 226
167
§ 36. Del problema de una deducción de los juicios de gusto 227
§ 20. La condición de la necesidad a que aspira un juicio
de gusto es la idea de un sentido común 167 § 37. ¿Qué es lo que propiamente se afirma a priori
de un objeto en un juicio de gusto? 228
§ 21. Oc si se puede suponer con fundamento un sentido común 168
§ 38. Deducción de los juicios de gusto 229
§ 22. La necesidad del asentimiento universul que es concebido
en un juicio de gusto es una necesidad subjetiva, que es § 39. De la comunicabilidad de una sensación 231
representada como objetiva bajo la suposición de un § 40. Del gusto como una especie do se1r.i11s communis 233
sentido común 169 § 41. Del interés empirico en lo bello 237
Observación general sobre la Primera Sección de la Analitica 170 § 42. Del interés intelectual en lo bello 239
§ 43. Del arte en general 245
LIDRO SllOUNOO. ANALinCA DE LO SUBLIME 174
§ 44. Del ane bello 247
§ 23. Paso de la facullad de enjuiciamiento de lo bello
a la de lo sublime § 4S. Un arte es arte bello en cuanto que a la vez pan:ce
174 249
§ 24. De la división de uoa in~gación del sentimiento ser naturaleza
de lo sublime § 46. El anc bello es ane del genio 246
178
§ 47. Esclarecimiento y confirmación de la anterior definición
A. De lo sublime matemático 179 del genio 251
§ 25. Definición nominal de lo sublime 179 § 48. De la relación del genio con el guslo 254
§ 26. De la estimación de magnitudes de las cosas naturales § 49. De las facultades derlmimo que constituyen al genio 257
que es requerible para la idea de lo sublime 183 § SO. Del enlace del gusto con el genio en productos del ane bello 264
1
§ 27. De la cualidad de la complacencia en el enjuiciamiento § 5l. De la división de las bellas anes 265
de lo sublime 190 § 52. De la unión de las bellas artes en uno y el mismo producto 271
B. De lo sublime dinámico de la naturaleza 194 § 53. Comparación del valor estético de las bellas artes entre si 272
§ 28. Oc la naturaleza como poder 194 [§ 54] 277
§ 29. De la modalidad del juicio sobre lo sublime de la naturaleza 199 285
SEOUNDA SECCIÓN. Dw.ftnCA DE LA FACIJLTAD 05 JIJZOAR ESTtrlCA
Comentario general a la exposición de los juicios eSttticos §SS 285
rencxionantes 202 286
§ 56. Representación de la antinomia del gusto
Deducción de los juicios estéticos puros 217 § 57.Solución de la antinomia del gusto 287
§ 30. La deducción de los j uicios estéricos sobre los objeros § S8. Del idealismo de la conformidad a fin de la n.aruraleza asi
de la naturaleza no ha de estar dirigida a lo que en ella como del arte, en cuanto único principio de la facultad
denominamos sublime, sino sólo a lo bello de juzgar estética 296
217
§ 31. Del método de la deducción de los juicios de gusto § 59. De la belleza como slmbolo de la eticidad 302
218
§ 60. Apéndice. De Ja mc1odologfo del guslo 306 § 75. El concepto de una conformidad a fin objetiva
Not!S a la Analítica de lo bello 309 de la natural= es un principio critico de Ja razón
para Ja facultad de juz.gar reOexionante 382
Noias a la Analitiea de Jo sublime 316
§ 76. Observación 386
Notas a Ja Deducción de los juicios estéticos puros 323
§ 77. De la peculiaridad del entendimiento humano, por Ja cual
Notas a Ja Dialéctica de Ja facultad de juzgar e5téticu 330
se nos hace posible el concepto de un fin natural 391
Notas a las Notas de Kant de la Crítica de la facultad § 78. De Ja unificación del principio del mecanismo universal
de juzgar estética 332 de la materia con el teleológico en la lécnica de Ja naturaleza 397
SEGUNDA PARTE
CltlTICA DE l.A FACULTAD DE JUZGAR TELEOLOOICA 333 APtNDICE. ME!OIJOLOGIA DE l.A FACULTAD DE JV'lGAR TELl'.OLÓGICA 404
§ 61. De Ja conformidad a ím objetiva de la naturaleza 335 § 79. De si Ja teleología debe ser tratada como pcnenccicnte
a Ja doc1rina de la naturaleza 404
PRIMERA S=óN. ANALITICA OH l.A FACULTAD DE JUZGAR TELEX>l.ÓGICA 339
§ 80. De la necesaria subordinación del principio del mecanismo
§ 62. De la conformidad a fin objetiva, que es meramente bajo el principio teleológico en la explicación de una cosa
formal, a diferencia de la material 339 como fin nnturnl 406
§ 63. De la conformidad a fin relativa de la naturaleza § 81. De la asociación del mecanismo con el principio 1eleológico
a diferencia de lu interna 344 en In explicación de un ím natural como producto
§ 64. El peculiar carácter de las cosas como ímcs naturales 348 de la naturaleza 411
§ 65.Las cosas, en cuanto ímes naturales, son seres orpni2ados 350 § 82. Del sistema teleológico en las relaciones externas
§ 66. Del principio del enjuiciamiento de la iniema de los seres org¡inizados 4 14
conformidad a fin en seres organizados 355 § 83. Del fm último de Ja naturaleza como sistema teleológico 420
§ 67.Del principio del enjuiciamiento teleológico sobre § 84. Del final de la existencia de un mundo, es decir,
Ja naturale'Za en general como sistema de fines 357 de la creación misma 426
§ 68, Del principio de Ja teleología como principio in1erno § 85. De Ja fisicoteología 428
de la ciencia 361 § 86. De la c1ico1cologla 435
SEGUNDA SECCtÓN. DIAL~C.TICA DE LA FACULTAD § 87. De la prueba moral de Ja existencia de Dios 441
DE JUZGAR TELEOLÓGICA 361 § 88. Limitación de Ja validez de la prueba moral 448
§ 69. ¿Qué es una aniinomia de la facultad de juzgar'? 367 § 89.De la utilidad del argumento moral 455
§ 70. Representación de esta antinomia 368 § 90. Del modo del asentimiento en una prueba telcológica
de Ja existencia de Dios 458
§ 71.Preparnción para Ja resolución de la antinomia susodicha 371
§ 91.Del modo del asentimiento [que resulta) de una creencia
§ 72. De los diversos sistemas sobre Ja conformidad a fin práctica 465
de la naturaleza 372
Observación general a Ja teleologia 474
§ 73. Ninguno de los sistemas precedentes cun1plc lo que pretende 376
Notas a la Critica do Ja facultad de juzgar tcleológica 488
§ 74. La causa de la imposibilidad de tratar dogmáticamente
el concepto de una técnica de la naturaleza Notas a la Analltica de la facultad de juzgar tcleológjca 489
es la incxplicabilidad de un fin natural 379 Notas a Ja Dialéctica de la facultad de juzgar tclcológjca 493
Norns al apéndice. Metodología de I• focuhad
de juzgar teleológico 497
Notas a las Nota.~ de Knnt de la Crítica de la facultad
de juzgar teleológica 504

!J..'DJCE ANA~lnOO 505

ÍNDIC~ ONOMÁSTICO 561

ÍNDICE DE OBRAS CITADAS 563

Este libro se tcnninó de imprimir


en septicmb<c de 2006.
en los 1allen:s do Enno•IAI. To••NO,
sit\Ul.dos en la calle El Buen Pastor,
edificio Urbasa, 11iso 2, local 2-A,
Bolehn Norte,
Carneas, Venezuela.
Son 2.000 ejemplares,
impreso5 en papel Tamcreamy.

Vous aimerez peut-être aussi