En el estado mexicano y en diferentes estados de derecho, la base en que se
apoya la soberanía está consagrada en la constitución; ya que, al ser la fuente de creación de todo nuestro sistema jurídico, tutela exhaustivamente los derechos de cada individuo. Es por ello que al hablar de nuestra carta magna tenemos que aludir necesariamente al termino supremacía, puesto que, al estar en la cúspide de nuestro ordenamiento jurídico, se trata de un adjetivo que describe categóricamente el grado en jerarquía que ocupa nuestra constitución. Pero realmente nuestro México es un estado que respete este principio y lo prepondere sobre toda ley o tratado expedido; ¿podemos tener la seguridad jurídica sobre la jerarquía y unidad de nuestras normas mexicanas? Es cierto que el sistema jurídico actual parte desde un contexto de jerarquía y congruencia colocando a la constitución (fuente de validez formal de todas las normas secundarias que componen el derecho positivo) en primer plano, enseguida de ella las leyes ordinarias (generales), después las reglamentarias y por último los actos jurídicos concretos, todas ellas con un vinculo de supra a subordinación, existiendo una relación de dependencia y concordancia con su superior. Así mismo observamos claramente que dentro de la misma constitución se contemplan además de las leyes constitucionales, tratados internacionales que en primer plano y en stricto sensu bajo el artículo primero se ubican en un mismo nivel jerárquico, pero al ser analizadas e interpretadas el tratado internacional se deben de convertir en un complemento para ampliar los derechos constitucionales colocándose en un peldaño inferior, convirtiéndolos en derechos o reglas específicas para el mejor desarrollo jurídico del estado; Esta concepción la asume nuestro artículo 133 constitucional que al ser interpretado por la suprema corte nos dice: “la ley suprema de la unión esta conformada por un orden jurídico superior, de carácter nacional, en el cual las constitución se ubica en la cúspide y por debajo de ella los tratados internacionales y las leyes generales”. Tomando en cuenta lo antes expuesto tenemos que visualizar nuestra constitución como norma principal y de mayor valor, basándonos en ella para basar las resoluciones de los actos jurídicos que suceden en la vida cotidiana. Sin embargo, al analizar nuestro sistema podemos encontrar que existe una diversidad de casos que nos hacen reflexionar acerca si el principio de supremacía constitucional se ha respetado o no. Como ejemplo tenemos el articulo 10 de la convención americana sobre los derechos humanos sobre lo relativo a la indemnización, el Acuerdo General 5/2001 del Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación o Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, todos estos casos con tinte de anticonstitucional aplicados, causaron o causan controversias; lo cual es inaceptable, ya que bajo el termino de que un tratado internacional está por encima de una ley estatal y local y así mismo estas dos ultimas se encuentran en la misma jerarquía pero diferenciadas solamente por la jurisdicción, todas bajo los principios y reglas de nuestra constitución se debería tener una armonía en cuanto normas se refiere. Que sucede con la inviolabilidad constitucional, donde queda la seguridad jurídica que emana de ella, al momento de transgredir el articulo 133, por medio de otros artículos quedamos bajo una incertidumbre jurídica que, si bien se puede resolver por medio de un amparo, dificulta el derecho que le pertenece a cada individuo y no solo por parte del estado, México es un país donde sus ciudadanos no conoce o respetan las leyes de su carta magna. Como podemos apegarnos a un principio que desde la expedición de normas no se contempla. Seguir y cuidar la constitución a detalle es una responsabilidad de todo aquel que viva en un estado de derecho.