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Discurso con resto: estudios institucionales y los cuatro discursos en Jacques Lacan

Carlos Guillermo Gómez Camarena

1. Psicoanálisis e instituciones

A principios del siglo pasado la constitución de las ciencias llamadas humanas


estaban en pleno apogeo, momento paralelo al trabajo de Sigmund Freud. No fueron
pocos los que vieron en el saber psicoanalítico elementos, insights y metodologías
importantes para su propio campo de conocimiento. Pero tampoco el psicoanalista
vienés ignoraba lo que sucedía en otras ciencias por lo cual siempre estuvo interesado
en pensar lo que había de inédito para otros campos si se hacía uso de la teoría
psicoanalítica (antropología, sociología, educación, historia).

Es posible que el primer encuentro entre el psicoanálisis y la teoría institucional


fuera indirecto. Si existió en un primer momento una transmisión del conocimiento
psicoanalítico para pensar las instituciones fue desde la sociología (principalmente
marxista y fenomenológica) que se habían usado implícitamente los insights
psicoanalíticos.

Es a partir del Instituto Tavistock, de la sociología francesa de posguerra y el


freudmarxismo de la Escuela de Frankfurt que aparecieron los primero estudios
institucionales con influencia directa del psicoanálisis. Después Segunda Guerra
Mundial muchos sociólogos y filósofos con influencia freudiana así como psicoanalistas
emigraron hacia los Estados Unidos y hacia Inglaterra. Es así que el Instituto Tavistock
se constituyó como un centro importante de desarrollo de la teoría institucional
explícitamente psicoanalítica. La teoría institucional con influencia psicoanalítica era
principalmente de vertiente freudiana, kleiniana o de la psicología del yo 1 .

Desde la línea freudiana se encontraban principalmente los sociólogos franceses


con una gran tradición epistemológica (Canguilhem, Bachelard, Koyré) que intentaban
pensar con el psicoanálisis freudiano. Cornelius Castoriadis es un caso ejemplar a través
de sus estudios sobre lo imaginario social. La sociología y antropología francesa de
posguerra tuvo como antecesores y maestros a grandes filósofos que pensaron
epistemológicamente los problemas del psicoanálisis que luego llevaron para
problematizar a la filosofía y a otras ciencias. Lévi-Strauss, Althusser, Castoriadis,
Foucault, Augé y hasta el mismo Bourdieu fueron influidos directa o indirectamente por
el pensamiento psicoanalítico. De aquí surge la teoría institucional francesa que
explícitamente se piensa con el psicoanálisis: René Lourau y René Käes.

1
La línea psicoanalítica kleiniana fue desarrollada por Melanie Klein quien fuera cercana en un primer
momento a Freud. Sus aportes sobre las fantasías inconscientes y el psicoanálisis con niños le apartaron
de muchas concepciones freudianas y se puede decir que junto con Freud y Jacques Lacan son los tres
mayores teóricos de la teoría psicoanalítica. La psicología del yo fue desarrollada también en Inglaterra
pero sobre todo en los Estados Unidos, desde esta perspectiva (tradición iniciada por Anna Freud, hija del
fundador de psicoanálisis) la importancia de desarrollar un yo fuerte y realista es prioridad: el trabajo
sobre lo inconsciente tiene como finalidad el fortalecimiento y el realismo de un yo. Se puede decir que el
psicoanálisis freudiano, el kleiniano y el del yo se encontraban ubicados geográficamente en Alemania,
Inglaterra y los Estados Unidos respectivamente. Si el Instituto Tavistock nace en Inglaterra es evidente
que su línea fuera kleiniana, sin embargo, es importante señalar que de esta corriente psicoanalítica nace
también el psicoanálisis de las relaciones de objeto (Winnicott) crucial para los estudios institucionales
ingleses.

1
El ambiente mundial en la posguerra era de una superación del pensamiento
freudiano, así que muchos psicoanalistas salieron a otras disciplinas a buscar formas
diferentes de pensar el psicoanálisis. El psicoanálisis da un giro o hacia la biología,
hacia el culturalismo o hacia la psicología. Es a esto a lo que se le llama neofreudismo o
posfreudismo. Ante esto, el psicoanalista francés Jacques Lacan lanza en 1953 su
consigna del retorno a Freud. Este retorno no se refiere a ni a una cuestión dogmática ni
un uso purista de los conceptos freudianos, más bien se plantea un recorrido de Freud
para analizar cómo pensó la praxis psicoanalítica. Es a través de una vuelta a Freud
como Lacan problematiza y reconceptualiza lo planteado por el primero para refundar el
psicoanálisis. Lacan opinaba que Freud pudo pensar lo que había encontrado a partir de
lo que existía en su tiempo, en otras palabras, muchos de los problemas que los
llamados posfredianos piensan serán superados en el campo de otras disciplinas Lacan
los aborda extrayendo saber útil para la clínica psicoanalítica a partir de los últimos
avances en otras ciencias. Para el francés el psicoanálisis tiene un campo propio, el cual
fue fundado por Freud, de tal manera que lo importante no sería seguir las afirmaciones
o la teoría freudiana sino leer a Freud nuevamente para hacernos las mismas preguntas
que se hizo y responderlas a partir del saber actual de la época. El saber de la época para
Lacan fue la literatura, las matemáticas, la topología, la antropología estructural, la
lingüística y la interlocución con filósofos como Heidegger, Deleuze, Foucault, Derrida,
Althusser y Barthes. Los primeros diez años de la enseñanza de Lacan en sus seminarios
(1953-1963) están concentrados prácticamente en dos puntos: 1) un retorno a las
preguntas que se planteó Freud así como a contestarlas con los saberes de mediados del
siglo XX; y, 2) una crítica a los planteamientos de los posfreudianos, neofreudianos,
psicoanálisis del yo estadounidense, kleinanos y el psicoanálisis de las relaciones de
objeto (Roudinesco, 1994). Esto es importante si se considera que las relaciones entre el
psicoanálisis y los estudios institucionales se constituyeron desde esas corrientes
psicoanalíticas.

Es posible decir que Lacan refundó el psicoanálisis con otras bases filosóficas,
científicas y epistemológicas de tal manera que algunos autores denominados lacanianos
incluso hablan de un cambio de paradigma para el psicoanálisis (Allouch, 1994). Si la
teoría institucional ha sido influenciada por el psicoanálisis freudiano, kleinano y del yo
¿ha sucedido lo mismo con el lacaniano? Nos parece que no, pero si es así, ¿de qué
serviría pensar los estudios institucionales desde esta línea psicoanalítica? El gran
problema epistemológico para relacionar el psicoanálisis con las ciencias sociales es el
paso de lo individual a lo social. Lacan, sin resolver el problema, plantea desde la
lingüística y las matemáticas a través de su concepto de sujeto (y no individuo, persona,
“yo” o self) que todo estudio psicoanalítico es por propia naturaleza social. Esto se
formula cada vez de manera más clara y precisa en el parisino hasta que desemboca en
su teoría más elaborada de lazo social y los cuatro discursos. En otras palabras, Lacan, a
diferencia de los otros abordajes, al realizar un trabajo epistemológico de la obra
freudiana y la formalización del psicoanálisis permite concebir otro tipo de relación
entre los estudios institucionales y la teoría psicoanalítica.

Resulta importante mencionar que la teoría de los cuatro discursos no es la única


manera de pensar esta relación entre disciplinas. Podríamos, por ejemplo, trabajar la
relación entre conceptos lacanianos como los tres registros (real, imaginario y
simbólico), el gran Otro (como lo ha hecho Slavoj Zizek para pensar la ideología) y la
topología. Lo que sí se ha hecho utilizar el pensamiento lacaniano indirectamente (a

2
través del filósofo esloveno Zizek quien fragmentariamente trabaja conceptos
importantes para las instituciones) y transportarlo a la teoría organizacional (Böhm y De
Cock, 2005).

Es así que, bajo los argumentos anteriormente expuestos, nuestra apuesta en este
ensayo es explorar la relevancia de la teoría de los cuatro discursos para pensar a las
instituciones. Es así que se puede hablar de teoría institucional que se inspira en la
teoría psicoanalítica o que echa mano de la teoría psicoanalítica hacer pensables ciertos
elementos de la teoría institucional. Por ello en este capítulo más que hacer una teoría
institucional psicoanalítica se trata de utilizar una pequeña porción de la teoría
psicoanalítica lacaniana para así hacer pensable ciertas cuestiones sobre las
instituciones. Así pues no es un trabajo sobre la teoría institucional, lo que implicaría un
trabajo riguroso sobre las metodologías, discusiones teóricas, problemas
epistemológicos e incluso de investigación.

Es así que este capítulo busca, entre otras cosas, mostrar la posibilidades que hay
en la teoría psicoanalítica para pensar a las instituciones. Otros capítulos de este libro
tratan o a las instituciones o a la teoría institucional desde otras perspectivas, por
ejemplo desde la economía institucional (Gandlgruber), la economía política (López), la
sociología (Mallorquin), el derecho o la historia (Téllez) y el nuevo institucionalismo
(Culebro; Arellano, Lepore y Zamudio).

2. Foucault con Lacan: el antecedente de los cuatro discursos

El 22 de febrero de 1969 Michel Foucault presentó la conferencia ¿Qué es un autor?


(Foucault, 1969). Con una pecularidad: estaba como invitado el psicoanalista francés
Jacques Lacan. Al final de la conferencia Foucault termina preguntando: ¿cómo, según
qué condiciones y bajo qué formas, algo como un sujeto puede aparecer en el orden del
discurso? ¿Qué lugar puede él ocupar en cada tipo de discurso, qué funciones puede
ejercer, y obedeciendo a qué reglas? Lacan, por su filiación estructuralista, encuentra
una convergencia con sus posiciones y no tarda en dar respuesta prácticamente puntual
a cada pregunta. El resultado: el trabajo de un año en su seminario número 17, que
después es publicado bajo el nombre “El reverso del psicoanálisis” (Lacan, 1992).

Para los estudios institucionales la importancia de Foucault fue doble: desde el


lado de la producción de la teoría (como campos de poder que son jugados como
formaciones discursivas del saber para la producción de cierto tipo de sujetos) como la
manera en que el poder, el saber y la producción de sujetos están en juego en las
instituciones que habitamos.

Si las coordenadas filosóficas de Foucault son el saber, el poder y el sujeto,


Lacan atraviesa su propuesta agregando un elemento más: el objeto a. Añadir este
objeto, un resto, significa, entre otras cosas, ir más allá del estructuralismo al introducir
la dimensión de lo inconsciente en los lazos sociales. Pero también se genera una nueva
arquitectura de los discursos (una escritura lógica) que hace litoral entre la matemática y
la historia. A estos discursos, que son cuatro, los bautiza como “los cuatro discursos
radicales” por ser la raíz de cualquier lazo social.

Lo anterior implica entonces que los cuatro discursos problematizan la forma en


que se piensa la historia e implica la reedición de una discusión que, según Alain

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Badiou (2005), atraviesa a toda la filosofía francesa de posguerra según Badiou, a saber,
la relación entre sincronía (estructura y lenguaje) y diacronía (historia y palabra),
especialmente el problema para pensar el cambio e una estructura a otra, lo que implica
la relación diacrónica de la sincronía. Piénsese el problema del cambio de una epistéme
a otra en Focault. Esto es importante para la teoría institucional y para las instituciones
puesto que trata de aquello que produce un cambio en la estructura, pero también con
un concepto de historia. Es así que esto tiene relación con otro capítulo de este libro
(Téllez), enviaremos al lector a consultarlo como referencia a un abordaje histórico a las
instituciones. En el caso de los cuatro discursos el concepto de historia, y de cambio, es
tratado desde esta problemática entre la dimensión diacrónica (historia) y la sincrónica
(¿cómo se cambia de un discurso a otro?, ¿cómo se cambia de una estructura a otra?).
Como se mencionó en el párrafo anterior los cuatro discursos son una escritura lógica
(entre la matemática y la historia) por lo cual Lacan hablará de operador en términos
matemáticos. El operador es aquello que posibilita el cambio de una estructura
matemática a otra. ¿Cuál es el operador que permite el cambio entre una estructura y
otra? Es la falla en la estructura, ahí es donde se debe poner atención, según esta teoría,
para captar tanto la dimensión del cambio como la dimensión histórica de las
instituciones. En los cuatro discursos este operador como falla en la estructura tiene
relación, evidentemente, con la operación del “cuarto de vuelta”. Esto también puede
tener efectos para pensar la relación estructura, agente y estructuración.

Si Lacan formaliza algunos de los elementos de la teoría foucaultiana entonces


se notará inmediatamente la relevancia de estos temas (saber, sujeto y poder) para
pensar a las instituciones. En primer lugar el problema de la gubernamentalidad, el
poder y su relación con la constitución de la subjetividad (sujeto) se puede encontrar en
autores como Foucault (1984) y Goffman (1971, 1998) especialmente en las llamadas
instituciones totales. La relación entre saber y poder ha sido también ampliamente
investigada en los estudios institucionales. ¿Cuál podría ser el aporte inédito a los
estudios institucionales por parte del psicoanálisis lacaniano? Precisamente dos cosas: la
introducción de un elemento crucial como el resto (objeto a, plus-de-goce, lo
indomable, lo incalculable) y la formalización de los otros elementos (saber, poder,
sujeto) con ese resto. Esto último es el motivo que compone precisamente el título de
este ensayo: discurso con resto.

Si bien Lacan suplementa la teoría de los discursos foucaultiana, no implica que


la complete. El psicoanalista francés quiere pensar su propio campo y considera que,
según lo que había venido trabajando hasta ese momento, las preguntas que lanzó
Foucault para su propio proyecto pueden ser contestadas desde el campo psicoanalítico
introduciendo el concepto de objeto a y lo inconsciente en la teoría de los discursos.
Además de este suplemento Lacan formaliza, como es típico en su teoría, a través de
cuatro elementos.

Podemos entender la introducción de este cuarto elemento a partir de algunas


discusiones en la filosofía en la época de Lacan y de Foucault. En la filosofía francesa
de posguerra fue siempre un problema pensar si el complejo de Edipo era o no una
estructura universal (Lévi-Strauss) o si era una narrativa que imponía una nueva forma
de poder (Deleuze y Foucault). La respuesta de Lacan fue la siguiente: el complejo de
Edipo es el efecto fenomenológico de una estructura llamada complejo de castración. El
parisino, a través del trabajo de Lévi-Strauss, consideraba que el complejo de Edipo es
un fenómeno universal no en el sentido padre-madre-hijo sino para decir que en el

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momento en que un humano está atravesado por el lenguaje y se convierte en un
ser hablante hay necesariamente una prohibición que instituye en el humano la ley y el
lazo social. Otra manera de decirlo es que aunque en muchas culturas ciertos tabúes no
sean los mismos que en otras (incesto, parricidio, canibalismo) siempre habrá un tabú
que posibilita estructuralmente a la sociedad. Por ejemplo, en algunos pueblos indígenas
es posible casarse o tener relaciones sexuales con las hermanas, pero de cualquier forma
les estaría prohibido hacerlo con sus primas, permitiendo de esta manera la circulación
de las mujeres con otros grupos o clanes. La prohibición posibilita estructuralmente el
intercambio y por este motivo el lazo social. ¿Por qué buscar otro tipo de relaciones si
ya todo está en nuestro propio clan? Precisamente porque hay algo prohibido. Lacan
relacionará entonces, como San Pablo, que al instituirse la ley emerge el deseo de lo
prohibido, no en tanto contenido sino como la búsqueda de un objeto mítico al que
renuncio para encontrar otro mejor (el cual tampoco tiene un contenido concreto o
imaginario). Pero si la ley y la prohibición son elementos de una estructura ¿qué hace
mover a la estructura? Lacan encuentra que es un elemento diferente a los otros
elementos, lo llama en un primer momento muerte, después castración (que lo
relacionará con el falo), más tarde lo hará equivalente al objeto a. Es así que si al
complejo de Edipo se le agrega un elemento pasa de una estructura de tres a una
estructura de cuatro, lo cual sería equivalente al complejo de castración:

GRÁFICO 1

GRÁFICO 2

¿Qué significa entonces que el complejo de castración es estructural mientras


que el complejo de Edipo es fenomenológico? Que lo que hace moverse a una
estructura, en otras palabras, lo estructurante de la estructura es un vacío, una falta, una
imposibilidad. El complejo de Edipo, según Lacan, fue pensado en términos por un lado
de padre-madre-hijo y por otro lado desde la prohibición del incesto. Lacan propone que
si es la introducción de la función paterna (que no equivale al padre fáctico) es lo que
disloca la relación incestuosa madre-hijo para posibilitar el intercambio social y de esta
manera el lazo social lo que se olvida es que lo que ocupe el lugar de la función paterna
también está castrado. ¿Qué quiere decir esto? Que el hijo piensa en un primer
momento que el padre (o quien ocupe el lugar de la función paterna) está completo
(tiene el falo que completa a la madre) y es por ello que prefiere a ocupante de la
función paterna que al hijo, pero pronto se da cuenta que tampoco el padre la completa,
que hay algo que falla en la función paterna. Que el padre también esté castrado
significa en términos estructurales que es algo del orden de lo sustractivo lo que
posibilita el movimiento en la estructura. Es por ello que el complejo de castración, la
manera de hacérselas con la falta, es lo que estructuraría el complejo de Edipo. Es
importante tomar en cuenta este giro en el pensamiento de Lacan para poder entender la
noción tanto de imposibilidad como de objeto a, conceptos que se fueron elaborando a
partir del elemento castración del complejo del mismo nombre. Nótese inmediatamente
cómo desde ya Lacan está pensando en términos lógicos (función paterna, operación de
la castración) y no en términos de un Edipo fáctico o de una castración fenomenológica.

Para fines de pensar los cuatro discursos y cómo Lacan suplementa la teoría de
los discursos de Foucault podemos decir que es el objeto a el elemento heterogéneo a la
estructura pero que la posibilita en su imposibilidad. Si los humanos están involucrados
en un proceso de subjetivación (atestación de su ser), de relaciones de poder y de

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formaciones discursivas en donde se despliega el saber es porque están en falta, es
porque algo les es imposible. Es imposible saber todo, es imposible ser todo o saber de
mi absolutamente todo y es imposible ejercer el poder de manera absoluta. Se notará
inmediatamente que la problemática se torna ontológica (algo del orden de la
imposibilidad del ser y que se jugaría también en el poder y en el saber). Es por este
motivo que Lacan posteriormente hablará de la imposibilidad de lo Uno y acuñará su
famoso aforismo: “no hay relación sexual” que se refiere a la imposibilidad de
incorporación de un elemento que complementaría. Es de esta manera que se puede
entender que Lacan no complementa al pensamiento foucaultiano, en todo caso lo
suplementaría descompletándolo. Hablamos de un Lacan con Foucault pero no sin
Freud.

No parece aquí el lugar indicado para resaltar a profundidad las diferencias entre
Foucault y Lacan, pero es posible mencionar que la teoría de la discursividad en el
filósofo puede dar cuenta de cómo el saber, el poder y la producción de la sujetos
aparecen con una densidad histórica a través de las prácticas y discursos (por ejemplo
sus análisis del poder psiquiátrico, la visualidad en el origen de la clínica, las prácticas
de encierro, etcétera), algo que no puede encontrase con este nivel de detalle en Lacan.
Puede incluso decirse tentativamente que los análisis discursivos de Foucault son
extremadamente detallados como si fuese un detective de bajos fondos, una tarea gris a
través del análisis de documentos marginales, mientras que en Lacan veremos una
analítica del discurso no a la manera de una genealogía o una arqueología sino de pensar
el espesor histórico como una estructura lógica, como un lazo social, en último término
como una estructura hecha de funciones y operaciones. Lo que se quiere decir en último
término es que no es posible hablar de un más allá de Foucault por Lacan sino de un
pensamiento que suplementa al otro para poder construir una herramienta teórica que
pueda dar cuenta de un campo específico y con una metodología otra que no había sido
pensada por el autor de Las palabras y las cosas. Dos autores, dos discursos, dos
niveles de análisis

3. La institución como discurso

En la historia de los estudios institucionales se han utilizado varias metáforas para


pensar a las instituciones. Algunas de estas metáforas son las luchas de poder, la
biología (especialmente del lado de la teoría de sistemas), las máquinas, la cultura o
últimamente incluso la llamada ciencia posmoderna para tratar la complejidad (teoría
del caos, fractales, mecánica cuántica, estados disipativos, autopoiesis). Una de las
metáforas que ha tomado más fuerza, de manera muy marcada a finales de los años 90,
ha sido pensar a las instituciones como un discurso (Cziarnawska, 1997 y 1998).

Este abordaje narrativo o discursivo a la teoría institucional tiene como


plataforma a la filosofía francesa (Derrida, Barthes, Foucault) que luego desembocará
en el denominado giro lingüistico en la filosofía (Habermas, Rorty, Vattimo). Algunos
autores pensarán a las instituciones como fundaciones míticas que se transmiten de
manera narrativa, otros como diálogos, discusiones o conversaciones sean formuladas
como consenso (en la vertiente habermasiana) o como disenso (en la vertiente
lyotardiana o rortyana), hay quienes lo harán como pequeñas o grandes narrativas
(narratología) y finalmente algunos más como discurso especialmente planteándolo
desde Foucault (que luego será retomado por el sociólogo Pierre Bourdieu).

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Es evidente que si los antecedentes de Lacan son el estructuralismo francés y el
pensamiento foucaultiano su propuesta será desde el concepto de discurso. ¿Qué es
entonces para el filósofo de cabeza rapada un discurso? Se trata de una matriz de
producción de enunciados que al mismo tiempo describe las relaciones entre los
enunciados: visualizar las exclusiones, señalar sus inclusiones, fijar sus límites y
apuntalar sus violencias. Otra forma de decirlo es que un discurso es una unidad
narratológica mínima que posibilita (y prohíbe) ciertas relaciones entre enunciados.

¿Cómo pensar a las instituciones como formaciones discursivas? Una institución


es efecto de una matriz discursiva, esto es, hay relaciones entre enunciados que
posibilitan la emergencia de una institución. Sin ciertas relaciones entre enunciados (y
los enunciados no se reducen a palabras sino a acciones, prácticas y objetos) que
excluyen, incluyen, limitan no habría posibilidad de ciertos decires y haceres que
constituyen una institución. Más claro: una institución es el resultado de prácticas y de
una forma de decir las cosas que están sujetadas a una matriz o estructura de relaciones
entre enunciados (acciones, objetos, palabras). Hay una estructura que regula las
relaciones posibles entre los sujetos, las prácticas, y los objetos en las instituciones. Esta
estructura no es consciente para los sujetos que las habitan que sin embargo los
determina. El sujeto no es el actor de una proposición, ni el constructor de una frase o
de un acto del lenguaje, es lo que vincula las operaciones de los enunciados. Más aún, el
sujeto es una función vacía que puede ser ocupada por diversos individuos y esto es
muy importante, ya se verá, para pensar a las instituciones.

Para Lacan las instituciones se definirían como un discurso, lo cual sería


equivalente a lazo social. Para que haya discurso no es necesario que haya palabras sino
relaciones. Lo que haría distinta una formación discursiva de otra sería la manera en que
se relacionan los elementos en una estructura. Los elementos no tienen esencia alguna
sino que son relaciones de diferencia pura, es decir, sólo tienen validez en tanto se
relacionan con otros elementos que tampoco tienen validez en sí mismos.

Lo que Lacan hará es definir al discurso como lazo social. Hay varias cosas que
toma de Foucault: la formalización estructural, algunos de los elementos (sujeto, poder,
saber), las rupturas y un sujeto que es efecto del lenguaje. Lacan articulará estos
elementos de otra manera y suplementará con elementos como el objeto a, el plus-de-
goce y el lugar del resto en la estructura.

El lazo social se refiere a las relaciones entre los sujetos (que al mismo tiempo
los subjetiva de cierta manera o los desubjetiva) mediadas por el lenguaje no en el
sentido dialógico (emisor-receptor) sino como atravesamiento de significantes (el sujeto
no domina el lenguaje sino que es atravesado, hablado por él). Cuando un sujeto habla o
se relaciona con otro está limitado y posibilitado por una cierta gramática que no
depende de ellos sino de una estructura que los precede (leyes del significante). Al
mismo tiempo cuando un sujeto se relaciona con otro se subjetiva de una cierta manera
o se desubjetivan a partir de relaciones de poder, saber y goce (objeto a). Además el
lazo social está atravesado y posibilitado, paradójicamente, por imposibilidades
dependiendo del tipo de lazo o discurso.

La importancia del discurso como lazo social para los estudios institucionales
radica en un cambio de paradigma para pensar a las instituciones: hacérnoslas con un
exceso o resto irreductible para la institución (el goce, el objeto a, plus-de-goce), la

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introducción de la dimensión inconsciente partir del lenguaje, las diferentes relaciones
entre poder-saber-sujeto, pensar a las instituciones como lazos sociales que son
paradójicamente posibilitados por sus imposibilidades (habría cuatro tipos de
imposibilidades posibilitantes), un paradigma diferente de la comunicación (lazo social
mediado por un orden simbólico y atravesado por un exceso) y la producción de sujetos
(o desubjetivación) a partir del tipo de lazo social. Todo esto apunta a una teoría que
intenta dar cuenta la manera en que nos las hacemos con la incompletud y la
incertidumbre como elementos estructurales. Si ya se han pensado a las instituciones
como formaciones discursivas o de manera narrativa lo inédito desde el campo
psicoanalítico es por un lado la formalización y por otra parte este resto irreductible o
imposibilidad llamado objeto a. Es precisamente lo que hace que el pensamiento
psicoanalítico sea algo más que una construcción social, se tiene que enfrentar con algo
del orden de lo Real (no con la realidad ni con lo fáctico), es decir, con algo que excede
a los simbólico y a la estructura pero que es producida por ella, de ahí que sean después
equivalentes producto y resto. Las formaciones discursivas al operar generan un resto
que al mismo tiempo es constitutivo a las mismas formaciones. Se notará la dificultad y
la paradoja para pensar de esta manera. La manera de explicar esto es la noción de
tiempo en psicoanálisis. Para el psicoanálisis el tiempo acaece de manera retroactiva.
Esto quiere decir que los elementos significantes posteriores pueden resignificar lo
acontencido anteriormente. Por este motivo no hay en psicoanálisis teoría del trauma en
el sentido fáctico, sino que un evento es vivido como traumático cuando es resginficado
con eventos posteriores (que no son eventos por sí mismos sino como significantes que
resignifican a otros significantes-eventos). Esta es la lección que aprende Freud en su
caso del Hombre de los Lobos. Es así que el resto, la imposibilidad, el objeto a son
producto de las formaciones discursivas pero que en retroacción son vividos como
anteriores a ellas.

Ahora bien, si para el filósofo francés los discursos son series de relaciones entre
enunciados y ellos son a su vez fundamentalmente funciones entonces se puede pensar
al discurso como relaciones entre funciones lo cual implicaría el acercamiento del
análisis discursivo a la lógica. Este es el punto en el cual Lacan formaliza la propuesta
foucaltiana a través de una escritura lógica. Observamos que este abordaje de los cuatro
discursos en Lacan nos lleva a pensar que para las instituciones el discurso es un lazo
social y una relación entre funciones (enunciados). He aquí una diferencia con otros
abordajes a las instituciones como discurso, la otra diferencia, ya mencionada es la
introducción de un resto-exceso-imposibilidad.

Hasta aquí se ha presentado cómo podrían ser pensadas las instituciones como
formaciones discursivas pero no se ha explorado a los discursos como instituciones. Si
las instituciones son cuerpos normativos, jurídicos y culturales, conformados por un
conjunto de ideas, creencias, valores y reglas que condicionan las formas de intercambio
social, entonces se puede decir que la diferencia entre discurso e institución es que el
discurso no tiene contenido específico, es una forma pura. Esta diferencia es producto
de la “naturaleza” del discurso, a saber, su relación con lo simbólico (pura
relacionalidad como estructura y cadena significante), mientras que la institución puede
tener contenido (de ahí el énfasis en el cuerpo normativo, jurídico, etcétera, o en esta
idea de conjunto de ideas, creencias, etcétera). Otra diferencia, por lo menos en el
concepto de discurso en Lacan, es que el discurso como estructura tiene fallas,
inconsistencias e imposibilidades. Es así que pensar a los discursos como instituciones
implicaría que la función de una institución no es tener un cuerpo, una sustancia o ser

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un continente lleno de contenidos (conjunto de elementos). Un discurso, tal como lo
piensa Lacan, implicaría una estructura vacía que además tiene fallas y que esta
estructura condiciona las maneras de intercambio social (es por ello muy útil la
equivalencia entre “lazo social” y “discurso” en Lacan).

Existe la tentación de pensar a las formaciones discursivas como saber, pero para
Lacan el saber es únicamente un elemento (diferencial en relación a otros elementos) de
las formaciones discursivas. Es importante aclarar este punto puesto que para Foucault
toda práctica produce su propio saber. Si se entiende que las formaciones discursivas
para Lacan incluyen al saber, pero también al poder, al objeto a y al sujeto entonces se
dirá de los cuatro discursos, junto con Foucault que todo lazo social (sería si equivalente
a la práctica puesto que palabras y acciones son elementos discursivos) produce su
propio saber. Más claro: es en la misma relación entre los elementos que se producen
los elementos puesto que lo importante son las relaciones ya que los elementos carecen
de sustancia. Es la práctica discursiva (las relaciones) las que producen su propio saber,
pero también su propio poder, su propia forma de subjetivación y finalmente su propio
resto (y la manera de hacérselas con él).

Nuevamente es importante señalar que la apuesta de este capítulo no es generar


una teoría institucional psicoanalítica, sino pensar ciertos elementos y
problematizaciones de la teoría institucional desde el psicoanálisis. ¿qué implicaría
esto? Por ejemplo pensar a las instituciones como discursos, es decir, como estructuras
relacionales vacías y además con fallas e imposibilidades. Otros elementos importantes
para pensar es la producción de sujetos en las instituciones 2 , la gubernamentalidad o
pensar al poder de manera relacional 3 (especialmente en relación a los elementos como
la subjetividad y el saber).

Pasaremos entonces a explicar los cuatro discursos en Lacan a partir de cómo los
construyó.

4. Los términos, los lugares, la operación

¿Qué es un enunciado cómo función? ¿Qué sería un discurso como relación entre
funciones? Los enunciados, en tanto función, efectúan una acción compleja: relacionan
lo diverso yuxtaponiendo lo heterogéneo. Función es un término matemático que indica

2
Se ha señalado en otros lugares (Ibarra-Colado, 2001) sobre la ausencia en la teoría institucional de
temas que aborden la problemática de la creación de identidades y la conducción de conductas en las
instituciones. Los cuatro discursos en Lacan abordan de otra manera la problemática foucaultiana sobre
las relaciones del sujeto frente al Estado, frente a otros y frente a sí mismo, por ejemplo.
3
Un trabajo importante sobre este tema se encuentra en Clegg (1990), pero que aún en este abordaje tan
novedoso, en donde se estudia el poder de manera relacional y también como circuitos, no se toma en
cuenta la inconsistencia, la falla y la imposibilidad en estas relaciones y circuitos (es decir, no hay
posibilidad de no-relación o de corto circuito). Esto abriría la posibilidad de momentos de imposibilidad
de un todo-poder (o todo-saber) o incluso el ejercicio del poder en la ambigüedad o en la inconsistencia.
Ejemplos de este poder en la inconsistencia o en la ambigüedad se pueden encontrar en los estudios de
Bajtin sobre los carnavales como transgresión tolerada, en la parte obscena del superyó de la que habla
Lacan como una voz que suplementa a la ley y que nos introduce en un círculo vicioso que en la
transgresión de la ley la sostiene de manera más fuerte y eficaz (Zizek, 1992) o en los ejemplos sobre
Rusia comunista en donde estaba prohibido hablar de lo que estaba prohibido implícitamente, es decir,
que si “X” señalaba que había censura en el tiempo de Stalin y “Y” le señalaba públicamente que estaba
prohibido hablar de eso públicamente era más fácil que el último fuera detenido que el primero (Zizek,
1992).

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que una variable es dependiente de otra, más exactamente expresa una relación de
dependencia entre variables. Es aquí donde Jacques Lacan toma de Foucault la idea de
un discurso como relación entre funciones, esto es, una relación de interdependencia
entre diversas variables como son el saber, el poder y el sujeto, conceptos también de
genealogía foucaultiana, para suplementarlos con una creación lacaniana: el objeto a
(resto, plus-de-goce).

El psicoanalista francés entonces concibe el discurso como una relación


compleja entre el saber, el poder, el sujeto y un resto. Lacan señala que un discurso es
una escritura, un tipo de álgebra. Esta escritura consiste en cuatro lugares, cuatro
términos y una operación. Lo explicamos a continuación.

Se escriben cuatro letras S1, S2, a y $ que apuntan al significante amo (poder),
al saber, al objeto a (resto) y sujeto respectivamente. Los elementos o términos pueden
determinarse desde el principio de la siguiente manera:

Tabla 1

Acto seguido se escriben dos barras, de manera que de golpe tendremos cuatro
lugares, es puro espacio en donde se establecen cuatro lugares, a saber:

Gráfico 3

Aunque después Lacan, en el mismo seminario muestra otra forma de nombrar a


los lugares:

Gráfico 4

Usaremos ambas maneras de nombrar los lugares. Veremos entonces que según
el lugar que ocupen estos elementos en las diversas plazas de los discursos su
implicación será diferente. Esto es importante porque si nos tomamos en serio la
propuesta de discurso como relación entre funciones es así que los términos o elementos
no indican nada de por sí, no tienen esencia, sino que su valor depende del lugar que
ocupan en el discurso y la relación entre los elementos. Es en este segundo punto donde
se debe tener en cuenta la definición de significante como la unidad de diferencia pura.
¿Qué significa esto? Significa que un significante es lo que no son lo otros significantes.
Más sencillo: un significante se define por lo que no es en relación a otros significantes
que a su vez se definen por no ser lo que son los demás significantes. El lector advertirá
inmediatamente entonces que cada significante no tiene valor por sí mismo sino en su
encadenamiento o relación de diferencia con los demás. Pensemos en este significante
como trazo o letra:

Gráfico 5

Dependiendo de los demás trazos o letras (términos o elementos como escritura)


su valor cambiará:

Gráfico 6

10
Esto sucede ya que su valor depende de su encadenamiento con los otros trazos,
es decir, su valor depende de las relaciones diferenciales con los demás trazos,
elementos o términos.

Es así que las relaciones entre los cuatro elementos y el lugar que ocupan en la
estructura definen el valor de cada término o elemento. Pero hace falta una operación: el
cuarto de vuelta. Los términos se mueven de lugar de la siguiente manera:

Gráfico 7

Pero nunca de esta otra manera, lo que implicaría una violación en la sucesión de
lugares en la línea circular, como si los elementos estuvieran montados sobre una llanta
tipo oruga de un tanque de guerra (una violación a lo que Lacan llama “cuarto de
vuelta”):

Gráfico 8

No parece aquí el lugar apropiado para discutir ni la razón ni las discusiones


alrededor de este punto según el cual no es posible, según Lacan, romper el orden de los
elementos y que únicamente puedan girar sucesivamente uno a otro. La primera
consecuencia evidente de que pudiese haber un cambio en el orden sucesivo de los
elementos es que habría 16 discursos en lugar de 4. Lacan únicamente habló, en su
seminario número 18, sobre la posibilidad de un cambio en la sucesión de los
elementos, por lo cual habría un quinto discurso, al cual llamó Lacan discurso del
capitalismo. Durante años hubo una reflexión importante de Lacan alrededor de la
cuestión matemática, es posible entonces decir que uno de los motivos para no violar la
operación del cuarto de vuelta, es decir, un cambio en el orden sucesivo de los
elementos, es de orden matemático.

Ahora que ya tenemos los cuatro términos, los lugares y la operación podemos
desplegar por vez primera los cuatro discursos (no podría ser un número mayor
precisamente para no violar la operación del cuarto de giro, de otra manera tendríamos
un total 16). Es importante mencionar que aunque los discursos están hechos de
elementos su sintaxis es diferente (lugares y relaciones entre términos) en cada uno y
eso hace toda la diferencia. Los discursos no despliegan una concatenación sintáctica
sino relaciones complejas entre elementos y términos. Es así que tenemos cuatro
discursos:

Gráfico 9

Salta a la vista inmediatamente la aparición de un vector en la parte superior de


los lugares y un doble barrado en la parte inferior de la estructura. Esto nos llevará a la
vectorización de los cuatro discursos y a la imposibilidad de integrar un resto en cada
uno de ellos. También llama la atención el nombre que tiene cada discurso lo cual
corresponderá a la dominante del discurso. La vectorización, el resto, la dominante del
discurso y el objeto a serán explicados ya sobre la marcha, esto es, ya aplicando estas
formaciones discursivas al terreno de los estudios institucionales.

5. Los cuatro discursos y las instituciones

11
El discurso del amo se escribe así:

Gráfico 10

Es llamado discurso del amo precisamente por el lugar que ocupa el significante
amo (S1) en la estructura. Se había dicho que el lugar superior a la izquierda es el
agente, lo que indicará también que es una variable dominante en el discurso. Es de
radical importancia mencionar la naturaleza del significante amo (S1), especialmente
para los estudios institucionales porque apunta al problema de la hegemonía (Laclau,
2005). Para Ernesto Laclau, uno de los primeros teóricos de la política que utilizó la
teoría lacaniana para aplicarla a la teoría política piensa que las palabras pensadas como
significantes (como unidades de diferencia pura que únicamente tienen significado en la
medida que no son los otros significantes) no tienen ningún sentido hasta que aparece
una palabra (significante) que estabiliza a todos los demás y les da coherencia. Esta
palabra (significante) hegemoniza el discurso. El ejemplo que utiliza Laclau en varias
ocasiones es solidaridad, las palabras (significantes) que se utilizaban en los discursos
políticos de los años ochenta en Polonia, venidos de izquierda, de derecha o de
cualquier otra posición política, fueron cohesionados bajo la palabra (significante)
solidaridad, es decir, era el significante amo. Pensemos otros ejemplos. Hoy el
significante amo para la política pudiera ser seguridad o cambio en tiempos de
votaciones. Hay significantes amo que estabilizan los discursos de izquierda (cultura,
movimientos sociales, distribución de la riqueza, igualdad, etcétera) o los discursos de
derecha (estado de derecho, seguridad, orden, ley, etcétera). Para decirlo de otra
manera: el significante amo, tal como lo señala Lacan, es el punto de acolchado
(botones que se utilizan al hacer muebles, los cuales impiden que la tela que sirve de
forro al mueble se corra) que impide el corrimiento de la cadena significante. Si un
significante únicamente tiene sentido en relación a otro significante y éste último en
relación a otro significante ¿qué detiene el trote de la cadena significante? Un
significante amo.

Si el significante amo está en la posición de agente indica que el sujeto está en el


lugar de dominante del discurso. Sujeto, sujetado al lenguaje, no es individuo o persona
que más bien indicarían que la persona o el individuo tendrían por esencia un dominio
sobre el discurso. No, el sujeto (cualquiera que se encuentre en esta posición en las
plazas y en relación a los demás elementos del discurso) como significante amo no es
dueño del discurso pero si domina la relación del discurso, nunca como individuo o
persona, es decir como esencia, sino por el lugar que ocupa (en la estructura y en la
relación). En caso de que la persona concreta cambiara de lugar (porque un elemento
cambia y lo desplaza o porque él no puede sostenerlo) las relaciones de poder, saber,
verdad y resto se modificarían y dejaría el individuo de ser el amo. Esto parece muy
importante pare el concepto de poder en los estudios institucionales ya que apunta a un
concepto de poder más relacional que esencial. El poder no se tiene sino que se ejerce
en relación a los demás elementos.

El individuo concreto que ocupe el lugar del significante amo en la plaza de


agente (discurso del amo) indica que su palabra tiene el valor de ley.¿Qué es S2 en el
discurso del amo? Es el saber en posición de otro/trabajo (por su posición en la plaza y
en relación a los demás elementos). Es el saber que quiere extraer el amo del otro, es el
amo en relación al esclavo para explotar su trabajo, es el presidente arrancando la

12
sabiduría de susasesores. Ni al presidente ni al amo les importa el saber: “hazlo, no me
importa cómo pero resuélvelo” 4 .

Pero el nombre discurso del amo no debe ser peyorativo necesariamente. Esto se
puede pensar para los estudios institucionales en términos de liderazgo. Una persona en
una institución por más saber (técnico, filosófico, administrativo, etcétera) que posea
(S2) no puede por el saber mismo tomar una decisión. El saber (S2) por sí mismo no
indica nada, son puros significantes flotantes para utilizar la expresión de Laclau.
Pueden ser significantes muy bien organizados (tablas, estadísticas, comparativos,
investigaciones), pero que su sentido se corre porque no hay nada que detenga o fije su
sentido (¡falta el punto de acolchado!). Es aquí donde el sujeto en posición de S1
(significante amo) profiere su palabra y estabiliza el sentido del saber. Un líder en
posición de S1 en el discurso del amo es quien toma las decisiones que no podrían
tomarse únicamente con el saber (S2). Esa es la utopía de la cibernética y la teoría de
sistemas (de primero, segundo o tercer orden): que el puro saber tome decisiones. El
líder no es líder por sus propiedades esenciales sino porque su palabra, desde el lugar
donde la profiere tiene efecto en todos los términos y lugares del discurso (esto es lo
que significa dominante del discurso, que no es lo mismo dominio del discurso). La
magia del amo es que aunque no hay nada nuevo a nivel de lo fáctico, del conocimiento
o de la situación ya nada es lo mismo después de pronunciar su palabra. Todo esto para
bien o para mal.

¿Qué hay entonces en relación a los demás elementos del discurso, del vector de
la parte superior y de la doble barra en la parte inferior? El vector de la parte superior
implica que hay una relación entre S1 y S2 que pone en circulación la relación entre
todos los elementos (por esto también el lugar del agente es la dominante del discurso).
La barra entre el lugar de la producción y la verdad (que están ocupados en este discurso
por a y $ respectivamente) indican que no puede haber relación entre ese lugar y el otro.
Esto es importante porque entonces no todo puede ser absorbido por la lógica del
discurso. De ahí que este trabajo se titule “discurso con resto”. El elemento que se
encuentra en el lugar de la producción (o resto) no puede ser absorbido, armonizado o
tomando el lugar de complemento. Por esto es la lógica del suplemento y no del
complemento, lo cual recuerda al don descrito por Georges Bataille o el suplemento
propuesto por Jacques Derrida. ¿Qué es lo que no puede ser absorbido y que siempre
quedará como resto por este discurso? El objeto a, es decir, el plus-de-goce (nombre de
evidente genealogía marxista). Es el amo (S1) el que quiere obtener del esclavo (S2) su
goce, su producción, pero que no puede obtener del todo. Se verá que la imposibilidad
de disolver este resto, de reintegrarlo a la lógica del discurso es diferente en cada
discurso. Pero hay algo más: este resto es visto como un exceso, un excedente, un
estorbo que implica el desorden del mundo (o de la institución). Lo picante del asunto
es que esto que parece un estorbo es lo que posibilita todo el discurso. Es lo que en su
momento Foucault explicó como la resistencia implícita en cualquier relación de poder-
saber, pero que no pudo explicitar en estos términos.

4
Quizá es desde aquí donde podemos entender cómo pueden presidentes como Bush hijo o Fox hacer
gala de su ignorancia: a nivel de enunciado (dicho) soy ignorante, pero a nivel de enunciación (decir) digo
que soy el poder. “No importa cómo sea el presidente de ignorante, mientras tenga su gabinete de
asesores” es una formulación muy actual que indica lo siguiente S1ÆS2, es decir, legitima el poder de
otra manera.

13
Es así que el amo, líder, capitalista o jefe (S1) al explotar, sustraer o extraer el
saber del esclavo, empleado o subordinado (S2) queda algo que no puede dominar. La
fantasía es que en el fondo el sujeto en posición de S2 no entrega algo (a) o disfruta (a=
plus-de-goce) en los momentos en que no es visto por el S1. S1 tira un manotazo o
utiliza todo su poder, sistema militar, aparatos de Estado o tecnología para que obedezca
la ley del amo. Quizá por este motivo la fantasía de S1 es que S2 siempre se ríe de él
(goza) en privado 5 . Nótese cómo el que está en posición de S1 imagina el goce de S2 y
también que puede recuperar el objeto de él o que en algún momento este “a” será
extraído, desaparecerá y será puesto en orden para recuperar la armonía de la ley.
También esto explica cómo una de las paradojas del discurso del amo: no es posible
quitarle el disfrute sufriente (uno de los nombres que le pone Lacan a esto es goce,
placer en el dolor) al esclavo, al empleado; no es posible obligar a alguien a ser libre.
Esto puede dar pistas de aquella vieja pero actual pregunta que se hacían Baruj Spinoza,
Wilhelm Reich y Herbert Marcuse: ¿por qué alguien puede defender incluso al amo que
lo somete? Vemos entonces como se desdibuja desde la lógica de los cuatro discursos la
línea entre objeto y sujeto así como entre yo y los otros. Esto se relaciona
evidentemente con el asunto foucaltiano del gobierno de sí mismo (tecnologías del yo)
como una forma de subjetivación: la relación con el otro (S1ÆS2) es la relación que
tengo conmigo mismo. El amo se trata a sí mismo como esclavo (por ejemplo cuando
un manager organiza su vida según los “hábitos de la gente altamente efectiva”) o el
esclavo se trata a sí mismo como amo sometiéndose al otro aún cuando está en
posibilidad de moverse de lugar, lo que Erich Fromm llamará el miedo a la libertad
(1971).

¿Cuál es la verdad del discurso? $ en el lugar de la verdad significa que el


individuo que se encuentra en posición de agente (amo) es en realidad un sujeto
impotente. $ indica que el sujeto no está completo (tiene una barra que lo atraviesa). La
verdad de S1 es que es impotente porque depende de S2, es decir no es autosuficiente;
pero tampoco puede absorber en el discurso o dominar al resto (a); y, finalmente la
persona que está en el lugar del S1 piensa que es la ley. Pero para emitir su mandato
debe decir “la ley es la ley” pero esto ya es depender de un redoblamiento. “La ley es la
ley” es el redoblamiento del significante que nos señala que la ley tiene fallas, de otra
manera ¿por qué decir dos veces ley? La desgracia del significante amo es que necesita
de otros significantes (S2), es ahí donde no puede ser uno y se muestra la impotencia de
su poder como unidad. La fantasía del individuo que ocupa el lugar S1 del discurso amo
es que su enunciado coincida plenamente con su enunciación (lo dicho con el decir:
“soy lo que digo”). Lacan señalaba que estaba loco quien, no siendo rey, pensaba que
era rey; pero no estaba menos loco el rey que pensaba que era rey. Esto quiere decir que
la identificación del lugar del sujeto con la persona es algo típico del discurso del amo.
La verdad del sujeto es una triple impotencia: depender del otros, no ser uno y la
incapacidad de dominio sobre el resto.

Si la verdad de S1 es $ aparece entonces en la persona que ocupa el lugar de


agente se histeriza, esto es, se pregunta por lo que legitima su poder (“¿qué es lo que me
hace amo?), entonces hay un cuarto de giro y el individuo cambia de posición: es la
aparición del discurso de la histérica. Es la falla en la estructura del discurso
(cualquiera) lo que posibilita un cambio en la posición de los elementos. Son las
imposibilidades y las fallas las que posibilitan el movimiento de relación entre los
5
¿No muestran muchas veces los medios de comunicación al delincuente o al terrorista como alguien que
disfruta y lanza grandes carcajadas desde su escondite?

14
elementos pero también el cambio de posición de los elementos, un juego de niños nos
ayudará a pensar esta lógica:

Gráfico 11

Si faltara la falta no sería posible el cambio de posición de los números,


es esta imposibilidad de completud de cualquier discurso lo que lo sostiene, es un resto 6
producido por la operación del propio discurso que luego es vivido como exceso que
después querrá ser absorbido en el propio discurso y por este motivo hace circular las
relaciones entre los elementos. Lo paradójico de esta lógica es que una falta sea vivida
como exceso o resto (lo que queda).

El discurso de la histérica se escribe así:

Gráfico 12

El discurso de la histérica no implica ser un histérico sino funcionar a nivel


discursivo como histérico. La $ en el lugar del agente significa que el sujeto se ve en
falta (la falla, la barra -$- atraviesa al sujeto) y le exige al amo (S1 en posición del Otro)
que a través de su conocimiento o sabiduría (S2 como producción o pérdida a ser
compensada) le restituya lo perdido para ser un sujeto pleno. Este lazo social es el que
se establece en una institución a través de la queja. El sujeto ($) muestra las fallas de S1
(jefe, director, ley) para que las subsane. Es lo que sucede cuando alguien dice “según
ustedes son una institución preocupada por la justicia, sin embargo vean cómo no hay
congruencia…”. El papel de $ es mostrar las fallas de las instituciones, retarlas, sacarlas
de quicio. Estar en la posición de agente histérico significa probar si el amo es
realmente amo, si no tiene fallas. Secretamente le tranquilizaría que el amo si tuviera
todo el dominio puesto que así $ podría obtener aquello que le falta.

La verdad del discurso de la histérica es que no se quiere hacer cargo de lo que


desea. Mejor que se haga cargo de su deseo el amo (S1) para así culparlo por lo que se
hizo o dejó de hacer. Este discurso muchas veces puede ser el lazo con otros a través de
la victimización y la supuesta incapacidad para poder modificar las circunstancias. De
aquí que se culpe a la institución, a la ley, a las circunstancias, a lo que decidieron otros,
a todo, menos al deseo que le habita. En otras palabras: ¿qué quiero yo?

Vemos entonces que por un lado el discurso de la histérica tiene un lado crítico
que pone en jaque a las autoridades (en cualquiera que sea su forma) pero que también
se puede quedar trabado en la queja y la inacción. Una aclaración, cuando nos referimos
al sujeto aquí puede caber una persona, pero también una institución o un grupo de
personas puede ocupar el lugar de agente. Se puede establecer una relación (lazo social
como relación de funciones según lo venimos diciendo) de una institución a otra (o de

6
Cuando se divide (operación matemática) 100 entre 3 el cociente es 33, sin embargo, queda un resto
producido por la propia operación. Si este resto quiere ser absorbido se le agrega un punto decimal, pero
igualmente queda un resto. Cuanto más se quiere dominar o armonizar este resto más indomable se vive,
pero sin este resto no habría movimiento. El movimiento es el resultado de intentar reintegrar este resto.
¿Qué es lo que causa el movimiento en las instituciones? Lacan (2003) menciona que el objeto causa del
deseo, esto es, el objeto a, no se encuentra delante del sujeto (algo que alcanzar) sino detrás del sujeto, es
lo que causa su deseo. Lo que causa el movimiento en un sujeto, lo que lo impulsa a buscar un objeto, es
algo que se encuentra detrás de él, a saber, un falta que al buscar completarla queda siempre un resto que
lo impulsa a continuar deseando, buscando nuevos objetos.

15
un departamento a otro, o de un grupo político a otro) como discurso del amo, discurso
de la histérica, etcétera. Pensemos, por ejemplo, algunas ONG’s que establecen su lazo
social a través de la lástima o algunos partidos que están de maravilla desde la oposición
(queja, $ en el discurso de la histérica) y después no pueden sostener el lugar del poder
(S1 en el discurso del amo).

En el discurso de la histérica la falla está en $ (en la barra que parte al sujeto: S),
el exceso está en el deseo (a) y lo que no es recuperable, armonizable (por la doble barra
en la parte inferior) es un saber o técnica (S2) que pueda quitar la falta en $.

Un ejemplo que usa Lacan para explicar la histeria en una situación primordial es la de
un niño pequeño que se encuentra en una tela de araña de inversiones libidinales, esto
es, es un objeto que toma un lugar importante de intercambio de discusiones y asuntos
importantes para los adultos (por ejemplo, ser objeto de chantaje en un divorcio, ser
objeto de chismes o de situaciones que él mismo no entiende), de pronto el niño se da
cuenta de ser el centro de las inversiones libidinales de otros, pero no puede darse
cuenta de qué es lo que los otros ven en él (de ahí que la pregunta primordial para
histerizarse es “¿qué quiere el otro de mí?, me dice esto y lo otro, pero más allá de esto
¿qué quiere de mi?”): lo que espera el sujeto en posición histérica es conocimiento
acerca que es lo que es él como objeto, pero imposible de contestar puesto que no hay
relación entre el objeto y el saber (// en la parte inferior del discurso, a//S2). Un ejemplo
de esto en las instituciones es cuando alguien (un departamento, una instancia, una
organización o un sujeto) se encuentra en una función de intercambio político para otras
personas o instituciones (ser chivo expiatorio, ser usado con fines políticos, etcétera).

Pero también en el nivel inferior de la fórmula se puede descubrir un


comportamiento típico en las instituciones: “¿por qué yo?”. Esto implica a un sujeto o
institución encontrando su verdad de objeto interrogando a al saber (aÆS2). El que se
encuentra en posición histérica se siente horrorizado de que se le reduzca a un objeto
(a), es decir, que se le convierta en un objeto del deseo del otro.

Es así que podemos pasar al discurso de la universidad que se escribe así:

Gráfico 13

Según Lacan este es el tipo de lazo social más común en la actualidad. Aquí el
agente es el saber (S2) que se dirige a un resto o un exceso (a). ¿Qué significa esto? Se
trata de un maestro o experto (poseedor del saber) que se dirige a un otro que sería un
salvaje (exceso) para poderlo domesticar o ilustrar. Por este motivo el paradigma de este
tipo de lazo social (discurso) es la universidad, de ahí el nombre. Es la universidad la
que aspira a la excelencia académica, a educar a los ignorantes o salvajes. Se notará de
inmediato que el experto se legitima a través del saber, de la técnica (“solo soy un
humilde servidor del conocimiento y la sabiduría”). La verdad de este discurso fue
mostrada desde hace tiempo por la Escuela de Frankfurt (Marcuse, 1981; Horkheimer y
Adorno, 1994) cuando ponían en evidencia que detrás de este conocimiento neutral
(postura del positivismo) hay ideología en su modo más puro, es decir, lo racional es la
racionalidad técnica al servicio del Estado, de las empresas o de una élite. Así pues, la
verdad de este discurso es S1. Aunque S2 diga que se legitima en un conocimiento
neutral la verdad es que le sirve a un amo (S1).

16
Es así que el experto en mercados recomienda fuertes medidas presupuestarias
(reducir los gastos en medidas sociales, por ejemplo) como una necesidad impuesta por
su conocimiento neutro y sin ningún tipo de sesgo: lo que oculta es la serie de
relaciones de poder (desde el papel activo de los aparatos estatales a las creencias
ideológicas) que mantienen el funcionamiento “neutral” del mecanismo de mercado;
misma situación con los nuevos expertos en seguridad que justifican las medidas
tomadas en muchas instituciones o aeropuertos como resultado de “como están las
cosas”, la inseguridad como un hecho patente y que no contiene ningún contenido
ideológico y que se justifica “por el bien de todos”.

El agente del discurso de la universidad es el burócrata que está al servicio de la


ley (que supone neutral), es el experto que se jacta de ser observador ajeno a las
circunstancias, es el economista que sigue las leyes del mercado, el departamento de
sistemas que instala dispositivos de seguridad. ¿Qué es lo que desespera al discurso de
la universidad? El resto (o exceso) que no puede reintegrar. Cuando el salvaje,
delincuente, escoria de la sociedad, ignorante pretenden ser (re)integrados a la sociedad
como gente decente (S sin barra) aparecen siempre como sujetos con falta ($). Por más
dispositivos que de seguridad que se instalen habrá siempre alguien que encuentre la
manera de evadirlo. Por más certificaciones, evaluaciones y acreditaciones que existan
para una universidad nunca alcanzaremos la excelencia académica. Esta es quizá la
razón por la cual la burocracia reduplica cada vez más sus instancias, para que el saber,
la técnica pueda desplegar todo su poder y domar estos restos. Pero cuanto más
pequeños son estos restos se viven como más peligrosos, lo cual impulsa más esta
lógica (basta con mirar estos discursos sobre la seguridad nacional o sobre el
terrorismo).

Aquí podemos hacer un enlace con otro capítulo de este libro, específicamente
con lo trabajado por López a propósito de la economía política y la instituciones, en
donde queda claro cómo ciertos regímenes de propiedad favorecen ciertos intereses y
cómo las instituciones están también influenciadas por legados institucionales
anteriores. La tentación desde ciertas teorías institucionales es mirar esto como algo a
eliminar, sin embargo, desde esta perspectiva existe una irreductibilidad en el discurso
(que se localiza en a o en la doble barra inferior //), de tal manera que la supuesta
neutralidad de una institución, o de su saber, queda en entredicho. Las opciones se
encuentran en permutar lo elementos para generar otro discurso con los mismos
elementos (pero en diferente posición). Esto puede ayudar a pensar de otra manera la
emergencia del nuevo institucionalismo económico (por ejemplo en Arellano, Lepore y
Zamudio).

En el discurso de la universidad el nivel superior (S2Æa) apunta a la biopolítica


(en el sentido usado desde Foucault a Agamben), el del conocimiento experto
ocupándose de su objeto, que es a: no los sujetos sino los individuos reducidos a su
subsistencia desnuda (el musulmanes de los campos de exterminio o los prisioneros de
Guantánamo como vidas animales sin más, sin ningún derecho civil ni político) Y, ¿no
designa el nivel inferior (S1//$) de la fórmula lo que Eric Santner (2001) ha llamado la
“crisis de la investidura”, o la imposibilidad por parte del sujeto de relacionarse con S1,
de identificarse con S1, de identificarse con un Significante-Amo, o de asumir el
mandamiento simbólico impuesto? Esto puede verse cada vez más en padres de familia
que quieren ser amigos de sus hijos o directivos de universidades y profesores que
hacen burla pública de ellos mismos o ser amigos de los alumnos, pero también en

17
empresarios, gobernantes o estrellas de cine que también poseen “un lado humano” y lo
muestran públicamente, como no queriendo asumir su lugar en el discurso amo como
S1. Otro ejemplo es el cinismo, la ironía, la burla autoreflexiva o el no tomarse en serio
la verdad, tratarla como un juego lingüístico como por ejemplo en filósofos como
Richard Rorty (1991).

Sin embargo, el “objeto” del discurso de la Universidad tiene dos aspectos que
parecen pertenecer a dos espacios ideológicos opuestos: el de la reducción de los seres
humanos a la subsistencia desnuda, al homo sacer (Agamben, 2005) como el objeto
desechable del conocimiento experto; y el del respeto hacia el Otro vulnerable llevado a
un extremo, el de la actitud de la subjetividad narcisista que se experimenta a sí misma
como vulnerable, expuesta constantemente a una multitud de “acosos” potenciales. (por
ejemplo los documentales de Michael Moore, algunas ONG’s, Greenpeace, o algunas
teorías feministas excesivas). Lo que comparten los dos polos es precisamente el
rechazo subyacente de causas superiores, la idea de que el objetivo último de nuestras
vidas es la propia vida, lo cual también puede verse en los discursos sobre el fin de las
utopías o la emergencia del hedonismo consumista descrito por Lipovetsky (2007).

Desde aquí puede pensarse la crisis de liderazgo en la actualidad o la sustitución


de la figura del político por el tecnócrata (en su versión egresado de Yale o experto en
relaciones públicas). También desde aquí se puede pensar la biopolítica como una
gestión de la vida (como simple animalidad sin subjetividad: “a” como desecho) ya sea
para prolongarla (complejo industrial médico) o para destruirla (complejo industrial
militar).

El moderno amo se justifica a sí mismo a través de su conocimiento experto: uno


no se hace amo a través del nacimiento o de la investidura simbólica, sino que se tiene
que ganar esa posición a través de los estudios, las cualificaciones. El Estado lo dirigen
los conocimientos de burócratas cualificados (Chicago Boys, proliferación de
certificaciones y diplomados en gestión pública). La despolitización de la política, la
política devenida en gestión. Para ejemplos de está dinámica del discurso de la
universidad y cómo se justifica el agente (S2) sobre sus acciones y su responsabilidad
remitimos al lector al interesante capítulo de Nils Brunsson en este mismo tomo.

El discurso de la Universidad como discurso hegemónico de la modernidad tiene


dos formas de existencia en las que la tensión interna (o contradicciones) se externaliza:
1) el capitalismo, con su lógica de exceso integrado, del sistema que se autoreproduce a
sí mismo a través de la constante auto-revolución descrita por el economista
Schumpeter; y, 2) el totalitarismo burcrático, que se conceptualiza bajo diferentes
disfraces como el gobierno de la tecnología, de la razón instrumental, de la biopolítica,
o como el “mundo administrado”. Aquí cabe la pregunta sobre si existe, a nivel
discursivo, alguna diferencia entre las universidades privadas, las universidades
públicas y las empresas que basan su producción en el conocimiento. ¿Y no será esto lo
que hace que los presidentes de muchos países parezcan cada vez más empresarios o
directivos de empresas que gobernantes?

Al discurso de la universidad no le interesa la verdad sino el saber, es un


discurso del todo-saber, en done todo tiene explicación racional y solución técnica. Los
procesos de certificación, evaluación y acreditación, así como la gestión por medio de la
eficiencia y la productividad son sus modos concretos en las instituciones. Es en este

18
sentido que el discurso de la universidad es menos permeable y más sordo a la crítica
pues finalmente remite la responsabilidad y la legitimación de su poder a un S1
anónimo, en fin, el amor por citar autores y justificar las investigaciones desde la
“utilidad” y “el bien social”.

El último discurso, el del analista, se escribiría entonces así:

Gráfico 14

Así como en el discurso del amo no se trata de un amo necesariamente, ni en el


de la histérica de histeria, en el discurso del analista no se trata de un psicoanalista sino
de un tipo de lazo social. En el lugar del agente está el resto que se dirige a un sujeto
incompleto para producir una verdad. En psicoanálisis es el analista7 que se dirige al
analizante para interrogar al sujeto ($) en su división. El sujeto $ quiere responsabilizar
de sus síntomas y malestares a circunstancias ajenas a él pero la posición del agente (“a”
como el psicoanalista) interroga sobre su división, su falta: “hay algo en tu sufrimiento
del cual eres partícipe”. Esto no lo dice, evidentemente, como enunciado sino como
enunciación (no en una afirmación dicha sino en la forma, en el decir). Si el analista se
dirige al analizante no es de manera activa necesariamente, puede ser en silencio o en la
sustracción de la relación (vemos entonces la paradoja de una relación como no
relación). Esto es válido también para todos los discursos. Discurso no es habla sino
lazo social y éste se puede dar con o sin palabras. El lazo social (discurso) se puede dar
a través de la tecnología, de la arquitectura de un lugar, de gestos o incluso en la manera
de vestirse.

Pero este discurso no se refiere únicamente al psicoanálisis. Por ejemplo, es el


proletariado (no los obreros) quien cuestiona en posición de desecho de la sociedad al
capitalismo que constantemente sufre de crisis, las cuales pensará como ajenas al
sistema. Para pensar a las instituciones podemos hacerlo así: los síntomas de la
institución no son accesorios, esto es, no son elementos a eliminar (de les llama a veces
efectos colaterales) sino son constitutivos del propio proceder de la institución y de los
cuales ella no quiere saber nada. No es posible eliminar los síntomas de una institución
sino que al cambiar el proceder de la propia institución tendremos otro tipo de síntomas.
La pregunta no es, entonces, cómo eliminar los síntomas sino el tipo de síntomas que
queremos tener. Pero para que esto suceda es necesario que la institución (o el sujeto) se
haga cargo del síntoma, del deseo o del resto que le habita y que desde ahí le interroga
(aÆ$). Por ello cuando una institución o un sujeto se quejan únicamente de su
sufrimiento, cuando denuncian el mal en los otros sin ver su participación en sus causas
o cuando no se sienten corresponsables de esos síntomas o de esos restos de los cuales
nadie quiere hacerse cargo, es cuando se adopta el discurso histérico tomando una
posición de queja, de demanda o de culpabilizar a otros ($ÆS1) para así pedir una
solución inmediata a un amo (S1) o a un experto ya definitivamente en posición de un
sujeto victimizado al grado de sentirse desecho (a en S2Æa). Es difícil sostener una
posición deseante e interrogativa para hacerse cargo de la situación.

7
El analista es “a” como desecho o resto precisamente porque es un sujeto desubjetivizado. Esto
posibilita la relación psicoanalítica porque no puede responder al analizante como si fuera una persona
con contenidos subjetivos (no hay empatía, tampoco sentimientos). Es así que el analista cura por ser un
deshecho.

19
El sujeto o institución en el lugar del analista en este discurso representa la
inconsistencia última y el fracaso de cualquier cultura, orden simbólico u orden lógico
(algo así como el teorema de Gödel), esto es, la incapacidad de cualquier orden para
garantizar la identidad simbólica del sujeto, lo cual implica romper con la imagen
narcisista pero también descolocar al sujeto o a la institución del lugar que se le asigna
socialmente, pero para esto primero es importante no tener la tentación de buscar un
nuevo orden que garantice lo que se hace o se deja de hacer, lo cual es difícil tanto para
sujetos como para instituciones, pues significa habitar el lugar de lo que excede al orden
simbólico o incluso la falla que interroga a los sujetos o a las instituciones
constantemente (aÆ$) para producir una nueva manera de pensar el saber (S1//S2).

La producción de este discurso es S1, es decir, una manera nueva de nombrar lo


que ocurre, habrá un nuevo significante amo que nombre de otra manera a los demás
significantes (pensar diferente el sufrimiento del paciente, los obreros “libres” de vender
su trabajo al capitalista serán vistos como proletariado o la institución reconocerá sus
síntomas como constitutivos de su lógica). También puede pensarse esto como un
acontecimiento no previsible que es nombrado (S1) para cambiar las coordenadas (S2)
desde nos pensamos. Por ello, en un análisis, en un dispositivo clínico como el diván, es
el analizante quien se interroga sobre su sufrimiento produciendo asociaciones (S2)
tensando su saber y su palabra (S2) para producir un quiebre permitiendo así emerger un
nuevo significante amo (S1), que no un amo, que pueda resignificar su discurso, es
decir, modificando sus coordenadas. En una institución podría ocurrir esto si se llevan
hasta sus últimas consecuencias el enlace de su saber, apostando hasta el final sin pedir
garantías para que pueda ocurrir un rompimiento con las formas de pensar anteriores.
Parece difícil imaginar este discurso en una institución.

Es visible entonces como en el discurso del analista no hay solución final. Esto
se debe a que no hay posibilidad de reintegrar este nuevo nombrar, nuevo significante
amo (S1) a un saber (S2) como verdad (por la doble barra en la parte inferior). En otras
palabras: no se puede dominar con el saber la verdad. Esto puede dar pistas sobre cómo
salir de la lógica posmoderna de “deconstruir" discursos, hacer análisis y crítica de
prácticas pero no proponer nada puesto que podría desembocar, según algunos autores
que se nombran a sí mismos posmodernos (Lipovetsky por ejemplo) en una reedición de
Auschwitz. El saber en el discurso del analista no puede ser integrado en un saber,
siempre hay una imposibilidad estructural de que esto suceda (S2//S1), lo cual no
implica que necesariamente una producción de un nuevo significante (S1) no tome el
lugar del amo en un discurso amo, para ello es importante tomar una posición
interrogativa y deseante (aÆ$). Desde otros discursos las posibilidades pueden ser
otras.

Ahora que se han explicado de manera general los cuatro discursos parece
importante hacer algunas comparaciones y profundizar en algunos puntos. Se notará que
el lugar del objeto a en cualquiera de las estructuras señala el lugar de la falta, del resto
y de lo que excede al discurso; pero también un lugar importante en la estructura es el
que se encuentra en la parte inferior a la derecha que indica la producción o el resto se
refiere a lo que sobra o se produce en la puesta en escena de cualquiera de los discursos;
por último nos referiremos a la imposibilidad que está marcada por la doble barra (//) en
la parte inferior cualquiera de las estructuras, la que se refiere a la imposibilidad,
especialmente la no posibilidad de reducir un elemento a otro o de reintegrar un
elemento excesivo o resto (el lugar inferior a la derecha ya mencionado). Es así que en

20
cada discurso existe un elemento excesivo, un lugar que produce restos y una función
que imposibilita la reintegración y la reductibilidad de estos restos. Se muestra así
inmediatamente a un Lacan que no piensa en términos de significantes únicamente sino
de algo del orden de lo Real como lo que excede a la estructura. Son estas precisamente
las diferencias entre los otros abordajes discursivos o narrativos tanto en la psicología
como en la sociología o la teoría institucional: hay algo que desborda la lógica del
sentido y de lo simbólico. Puede decirse entonces que Lacan es fiel al descubrimiento
de Freud: lo inconsciente hace de las suyas. Aunque lo inconsciente esté estructurado
como un lenguaje no es un lenguaje. Siempre habrá retornos de lo reprimido
(formaciones de lo inconsciente, chistes, sueños, síntomas, actos fallidos) que exceden
al orden del lenguaje. Es el lenguaje el que apunta a lo inconsciente pero él mismo no es
lo inconsciente.

El vector de la parte superior de los cuatro discursos (Æ) no se refiere a una


relación de causalidad como hemos visto (dado que no hay un lógica estricta entre
sujeto y objeto o entre yo y los otros) sino que se refiere al agente que pone a circular la
lógica del discurso. Es justamente en la parte superior de los cuatro discursos que es
importante detenerse para señalar su importancia para pensar a la instituciones. Como
ha señalado Ibarra-Colado (2001) existe en la teoría institucional una gran ausencia de
una teoría de la subjetividad a pesar que es en las instituciones en donde se generan una
gran cantidad de herramientas y tecnologías para la manipulación de conductas y para la
generación y fabricación de identidades. Los cuatro discursos pueden ser un elemento
importante a considerar para una teoría de las subjetividades.

El discurso del amo produce entonces esclavos que se someten a sí mismos, pero
también amos que se consideran autosuficientes o que se tratan a sí mismos como
esclavos (también es posible hablar de una relación con la naturaleza del orden del
dominio). El discurso de la universidad produce por un lado una subjetividad del
experto, del tecnócrata, obsesiva incluso (en el sentido no de una patología sino de dar
una explicación a todo, de una verborrea que taparía cualquier pregunta, salvo que fuese
técnica o retórica, a través del saber). Esto puede explicar como en un hospital o un
centro de investigación que su lazo social sea el discurso de la universidad (nótese como
puede haber en esas mismas instituciones otros discursos) se producen médicos expertos
que no les es importante la palabra del paciente (serían supersticiones, exageraciones o
en todo caso un dolor fingido que no existe puesto que no hay localización objetiva) o
académicos que tapan la posibilidad de una pregunta a través de tecnicismos o citas de
autores y discusiones entre escuelas (Lacan dirá que a la ciencia en todo caso le importa
el saber y no la verdad puesto que la verdad aparece justamente donde el discurso falla o
es excesivo). Pero también el discurso de la universidad produce aquellas subjetividades
estigmatizadas que alguna vez estuvieron a en una institución total (Goffman, 1988):
enfermos mentales, prisioneros, sacerdotes, y soldados. En un extremo sería la relación
entre el médico de la muerte nazi y el prisionero de un campo de concentración (S2Æa),
pero como ha señalado el filósofo Slavoj Zizek (2006) también podría explicar cómo se
trata a las víctimas de las guerras, de los desastres naturales y a aquellos a quienes se les
viola sus derechos, es decir como deshechos. Esto es paradójico puesto que al querer
“ayudar” a estas víctimas (por el vínculo que se establece no por la ayuda misma) se les
introduce más en la lógica de ser deshechos de la sociedad. ¿Por qué se les llama
derechos humanos a los derechos sin más? Zizek supone que es precisamente porque la
lógica es suponer que ya no son humanos y que por ello se les debería de restituir el
status de humano, serían los expertos (Médicos sin Fronteras, el Teletón, Amnistía

21
Internacional o incluso CNN recaudando fondos para las víctimas en Irak) quienes
tratan a estos humanos como animales a los cuales se les debe restituir su dignidad. Es
el mismo diagnóstico que hace el filósofo italiano Giorgio Agamben (2005) cuando
habla del homo sacer y de la biopolítica que está en juego en los derechos humanos
cuando toma esta forma discursiva, como se menciona anteriormente a propósito de este
discurso. Lo anterior implica entonces una despolitización de la política a través de la
moralización ¿por qué hablar de dignidad humana cuando se puede hablar de derechos
sin más o de derechos ciudadanos? Lo que queda claro es que el uso de categorías
políticas va siendo borrado por el uso de categorías morales. Es desde aquí que nos
preguntamos ¿habrá también una despolitización en los estudios institucionales cada
vez que se recurre más a categorías morales sustituyendo así términos políticos?

Como un apunte final de este apartado se puede decir que por motivos de
facilitar la exposición se violó la operación del cuarto de vuelta ya que es más fácil
explicar el discurso amo primero, mientras que el discurso más complicado de mostrar
dado lo poco conocido de la práctica psicoanalítica, por lo menos de la práctica clínica
lacaniana, es el discurso del analista. El psicoanalista francés señalará que el primer
discurso (que hará equivalente a la discursividad en que “habla” lo inconsciente) es el
discurso amo y de ahí se desprenden los demás. Lacan no abundó mucho en ello pero
según las discusiones actuales (Charraud, 1997; Edelsztein, 1992) es posible pasar del
discurso amo al de la histérica y de ahí al del analista pero no al de la universidad;
también es posible pasar del discurso amo al discurso de la universidad (un cuarto de
vuelta a la inversa de las manecillas del reloj) pero no de éste al del analista. El paso del
discurso del amo al de la histérica se da, según lo visto en el tratamiento de aquél, es a
través de la histerización del ocupante del lugar del amo. Del discurso de la histérica al
del analista se realiza a través de una posición interrogante, en lugar de instalarse en el
lugar de la queja ($ÆS1) para extraer saber útil del amo (médico, sacerdote, psicólogo,
presidente de la organización) sino cambiar a un lugar en donde es el deseo de analizar
el que interroga al sujeto (aÆ$), es decir, un vacío que interroga al sujeto desde un
lugar íntimo. Es por este motivo que en el psicoanálisis lacaniano se dice que el analista
toma el lugar de semblante de objeto a, lo que quiere decir es que el sujeto en posición
histérica necesita adjudicarle a otro (analista) el lugar de la interrogación para explorar
el deseo que le habita. Semblante de objeto a implica que el analista no es el objeto que
completaría al sujeto sino únicamente toma el lugar de un señuelo que provocaría en el
analizante el deseo de analizarse. La lógica anterior es un buen ejemplo de cómo en la
teoría de los cuatro discursos se piensa más allá de una lógica de objeto y sujeto. Si el
analizante no tuviera la sospecha de que es el deseo el que lo habita y desde ahí lo
interroga (aÆ$) el analista por más que ocupara el lugar de semblante de ese objeto
causa del deseo no cambiaría de posición. Si un elemento de la estructura se moviese de
lugar puede ocurrir que el discurso cambie, eso puede explicar por qué es importante
que el analista no tome el lugar del amo que responde a las demandas y quejas del
analizante de lo contrario puede sostener el discurso de la histérica ($ÆS1) o incluso
hacer del paciente un esclavo (S1Æ$) o un resto a educar y civilizar (S2ÆS1).

Los cuatro discursos pueden pensarse también en términos políticos tanto dentro
como fuera de las instituciones: el discurso amo es el modo de autoridad política
elemental apoyada en la fantasía de totalidad; el discurso de la universidad es el
gobierno de los expertos post-políticos supuestamente sin ideología (lo cual es
paradójicamente más ideológico); el discurso histérico es la lógica de la protesta y la
resistencia en donde las peticiones que se hacen se tienen que reformular ya que, como

22
los histéricos, dicen “en realidad no era eso lo que quería”; y, el discurso del analista
que trata de una política emancipadora radical en la que el agente que es a, el punto
sintomático, la “parte de ninguna parte” de la situación que posibilita la emergencia de
un nuevo acontecimiento que modifique las coordenadas desde donde se piensan las
cosas y no quien quiere hace una revolución ya sabiendo a dónde se debe llegar
(pidiendo así un nuevo amo).

6. Palabras finales

Es difícil desplegar en unas cuántas páginas las consecuencias de utilizar la teoría de los
cuatro discursos de Lacan para pensar a las instituciones. Por esta razón este escrito
pretende ser un primer abordaje, general por cierto, sobre la relación entre el
psicoanálisis lacaniano y la teoría institucional.

También se ha visto de manera general que varios tópicos de la teoría


institucional son tratados en la teoría de los cuatro discursos: gobernabilidad,
hegemonía, técnica, poder, cambio, relaciones interpersonales, liderazgo, legitimidad,
etcétera. Es posible, si se profundiza más en los cuatro discursos, ver los efectos sobre
pensar las relaciones dentro-fuera, cristalización de conductas y memoria institucional.

Cada uno de los cuatro discursos, pero también las diferencias entre uno y otro,
pueden ayudar a pensar de una manera otra cuestiones como el cambio institucional, la
cristalización de una estructura, la relación estructura-estructuración-agente, etcétera.
Asuntos que nos parecen inéditos, algunos en su forma de tratarlos, otros en el propio
tema se refieren a la reincorporación de la subjetividad, a la problematización del
conocimiento neutral, la relación entre deseos y sujetos, la incorporación de problemas
éticos/políticos, la racionalidad como algo estructural, pero principalmente la
introducción de la dimensión del resto y la imposibilidad. Estos últimos dos temas son
muy poco tratados en la literatura sobre las organizaciones, y sospechamos que lo sea
porque no es sencillo pensar a las instituciones como carentes de dominio por parte o
del a sociedad o de los sujetos, pero tampoco es fácil hacérnoslas con los deshechos
(recordaremos la frase lacaniana “el hombre es el único animal que se preocupa por sus
deshechos). Pensemos en algunas teorías mecanicistas que imaginan a las instituciones
como engranajes o en el contador que quiere “cuadrar” todo su estado financiero, este
amor por el número está emparentado con la figura de lo esférico y el valor de la
perfección.

Aquí es donde podemos hacer una relación con la filosofía francesa de


posguerra. Para la filosofía francesa hubo momentos en que el concepto de individuo
(yo, self, yo trascendental) fue cuestionado a partir de la noción de estructura, de tal
manera que el individuo (lo que no se divide y posee dominio sobre la historia y el
mundo) es más bien un efecto de la estructura, específicamente del lenguaje (el humano
no habla el lenguaje sino que es hablado por él). Se notará inmediatamente que el
problema es pertinente para pensar a las instituciones ¿son las instituciones las que
hablan a los individuos o son ellos las que las dominan? Filosóficamente hablando había
un problema ético ¿quién es responsable si no hay concepto de individuo o si él ha sido
borrado por la estructura? Lacan responde desde el concepto de sujeto que no es sin la
estructura. El sujeto no es el individuo que domina a la estructura sino la toma de
posesión del lugar donde la estructura falla. Hay responsabilidad sin sujeto desde el
momento en que la estructura no está completa (tiene fallas, restos, inconsistencias) y

23
ahí es donde puede emerger el sujeto como una toma de posesión donde no hay
garantías. El yo o el individuo son fantasías de dominio que únicamente se acoplan muy
bien a la estructura, pero únicamente el sujeto puede ser responsable y libre, pero no sin
relación a la estructura, puesto que es en ella donde se localizan sus rompimientos y
fallas que posibilitan la toma de posesión por parte del sujeto. Con esta respuesta por
parte de Lacan nos parece que se responde de otra manera al problema de la modernidad
(individuo con voluntad y dominio) y la posmodernidad (disolución del individuo por
las estructuras) yendo a un más allá de la estructura sin recular al concepto de individuo,
de yo o de self. Si hay libertad, un tema importante para las instituciones, radica no en la
voluntad sino en la búsqueda de rompimientos en la propia estructura, y queda claro que
estas no aparecen al gusto del individuo. Piénsese este problema ahora desde el capítulo
escrito en este mismo tomo por Geoffrey H. Hodgson sobre las instituciones y los
individuos.

Es así que lo inédito de este abordaje, desde nuestro punto de vista, es la


introducción de dos conceptos ausentes en la teoría institucional como lo son la
imposibilidad y el resto. La lógica de estos dos conceptos en la teoría de los discursos es
paradójica puesto que la imposibilidad (de articulación, de reabsorción o de
armonización del) es la condición de cada discurso. La ubicación del resto en la
estructura muestra las imposibilidades de cada lazo social, de cada discurso. He aquí un
cuadro que muestra de otra manera la imposibilidad de cada discurso:

Tabla 2

La posición enunciativa se refiere al modo de enunciación (independiente del


enunciado o lo dicho) del agente en el discurso. En el discurso amo se dicen las cosas de
manera imperativa, en el de la universidad es demostrativa, en el de la histérica de
manera desiderativa (del orden del deseo) y en el del analista forma enigmática. En
cuanto a las imposibilidades es importante mencionar que provienen de las cuatro
profesiones que Freud (1937) llama imposibles: educar, gobernar y psicoanalizar. Para
Freud lo imposible no es lo que no puede suceder sino lo que nunca tendrá resultados
definitivos y totales, razón por lo cual nos empeñamos en continuar intentando. Lacan
agrega una nueva imposibilidad: desear.

¿Qué implica la imposibilidad estructural para pensar a las instituciones? Que es


la propia imposibilidad, como irreductibilidad de ciertos elementos a otros, la que
moviliza el intercambio entre los elementos y también el cambio de una estructura
institucional a otra. Para Freud esta imposibilidad de gobernar, de educar o de analizar
es precisamente lo que nos lleva a intentarlo una y otra vez. En la imposibilidad
estructural hay entonces una lógica del señuelo que está emparentada con el objeto a.
Recordemos que el objeto a es llamado también objeto causa del deseo, es el objeto
(como ausencia de todo objeto) que empuja a buscar objetos que restituyan una falta. Si
hablamos, intentamos gobernar, educar, psicoanalizar o desear es porque en estas
acciones apostamos a restituir esa falta imaginaria, pero entre más realizamos estos
intentos quedan restos, no totalizaciones, imposibilidades que nos empujan nuevamente
a intentar. ¿De qué trata la dinámica de las instituciones entonces? De generar deseo
nuevamente partir de posicionar una falta en cierto punto de la estructura. El hecho de
que el resto que es efecto de la circulación y el intercambio en los discursos no sea
reductible entre ciertos elementos (parte inferior de los discursos y la doble barra, //) es
precisamente la imposibilidad que posibilita. Aquí se muestra perfectamente la

24
dialéctica entre el resto y la imposibilidad. El señuelo por excelencia es eliminar los
obstáculos para alcanzar la totalidad, lo cual es imposible, pero por ello lo intentamos
nuevamente. Si hubiese totalidad no habría deseo, ni habla, ni intentos por realizar nada.
Cuando en una institución aparece esta imposibilidad nuevamente se le justifica como
algo externo a su estructura, como algo contingente, pero como lo mencionamos es la
imposibilidad como algo inherente y posibilitador del cambio. Para muestra una cita
que se encuentra en otro capítulo de este mismo tomo (Clegg):

En pocas palabras, buscamos estabilizar nuestros poderes causales; el hecho de


que otros están haciendo lo mismo, y haciendo trayectorias de vida y proyectos opuestos
lo que perseguimos es una razón suficiente para siempre mantener en juego una cierta
indeterminación, una cierta contingencia, incluso cierta azarocidad. De este modo las
posibilidades de transformación nunca podrían ser eliminadas, porque todos los
agentes intencionales que se entremezclan, actúan a distancia, frecuentemente sólo
producen efectos inintencionados al igual que agentes inintencionados, como los virus,
los desastres naturales y las tecnologías que colocan deshechos ante las trayectorias de
vida y proyectos.

Las cursivas son nuestras. Nótese como estos agentes inintencionados (virus,
desastres naturales y tecnologías) son efectivamente los restos de cada discurso. Aquí
cabe la pregunta ¿qué tipos de deschechos y restos produce cada discurso? La pregunta
no se refiere a la eliminación de los “efectos inintencionados” sino a cuáles son los que
generaremos.

Es así que teoría de los cuatro discursos también muestra que las estructuras
nunca son totales y que la completud es un ideal imposible, en primer lugar porque,
como se mencionó anteriormente, si la falta faltara no podría existir relación entre los
elementos, es la falta la que posibilita el movimiento hacia dentro de las estructuras ya
que existe la motivación o el empuje para completar lo que hace falta en la estructura,
de otra manera ¿para qué movilizar los elementos de la estructura si ya estuviera
completa? Si no es así ¿cómo se explica el cambio entre una estructura y otra? Es por
este motivo –la incompletud como motivación o empuje– que Lacan puede explicar dos
asuntos: 1) que el objeto a no es un objeto a alcanzar sino una ausencia que empuja (de
ahí que sea llamado objeto causa del deseo), esto es, no es un objeto puesto delante del
sujeto sino anterior a él que empujaría a buscar la totalidad o plenitud; 2) Que es
precisamente el objeto a, como falta constitutiva a la estructura, el señuelo para que
pudiera emprenderse algo. Es así que Lacan señala que una de las acciones del
psicoanalista es causar el deseo, es decir, mostrar una falta que posibilitara el
movimiento de la estructura del sujeto que se encuentra en el diván.

Podrá notarse entonces, por un lado, que esto cambia la noción de objeto como
presencia lo cual implica una crítica la metafísica de la presencia realizada
anteriormente bajo otro sesgo por Jacques Derrida; por otro lado esto significa una
teoría de la motivación no basada en recompensas (objeto a alcanzar) ni en presencias
(impulsos biológicos) que empujan, sino una falta que movilizaría en la ausencia al
sujeto. Lo anterior es una pequeña muestra de lo que implicaría para la teoría
institucional, por ejemplo, en el tema de la motivación y el cambio. Si en la teoría
institucional se entienden los cambios como una manera de agregar algo, desde el
punto de vista del psicoanálisis lacaniano el cambio se podría pensar como una
sustracción o como un cambio en el orden de los elementos, pero para que esta pudiera
darse es necesario un vacío en la estructura que posibilitara el reordenamiento (como se

25
explicó anteriormente a través de la metáfora del juego de 15 números). Así mismo la
motivación sería resultado de sustraer o imposibilitar algo en la estructura del discurso
(sea de un sujeto o de la institución ya que desde este punto de vista lo importante es el
discurso y no los individuos o instituciones) en lugar de pensarlo como un objeto al
final. Esta sustracción o imposibilidad, se ha explicado, no es sin consecuencias el lugar
en donde se localice. Esto implicaría que la esta sustracción o imposibilidad tendría
diferentes efectos (además no calculables a priori) según el lugar de la estructura en
donde se localice. Finalmente, si no es posible una estructura, un discurso de manera
total, esto sería un tema complicado, por decir lo menos, para la teoría institucional
¿cómo pensar desde entonces las instituciones llamadas totales (Goffman,1988)? Desde
los cuatro discursos siempre hay imposibilidades, hay lugares en donde el discurso se
fisura y es ahí donde puede aparecer un acontecimiento que cambie las coordenadas
desde donde se piensa a las instituciones, a los sujetos y al mundo. Una política radical
apuntaría a posibilitar la emergencia de nuevos acontecimientos justamente en las
fracturas de la estructura y no en la búsqueda de nuevas estructuras o de nuevos amos.

También parece claro que la teoría psicoanalítica lacaniana no tiene nada de


psicológico, es decir, nada de conceptos mentales o de interioridad. Todo se juega, en
los cuatro discursos, como relaciones entre elementos que no tienen sustancia (por lo
tanto no hay ni concepto consciencia ni de mentalidad, categorías por excelencia
psicológicas). Esto muestra las posibilidades de este abordaje psicoanalítico para pensar
los estudios institucionales.

Esperamos que este escrito abra un espacio para la discusión entre los campos
del saber psicoanalítico e institucional, no por la discusión misma o con la finalidad de
teorizar, sino para crear nuevos insights para comprender e intervenir en las
instituciones de maneras diferentes, esto sin olvidar que el saber incluye en sus
relaciones siempre poder, subjetividad e imposibilidades. La teoría institucional como
saber no es neutral, produce sujetos, resistencias y efectos de poder.

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Glosario

Nota: No está de más señalar que desde la teoría de los cuatro discursos, como desde el
psicoanálisis, es difícil hace un glosario puesto que la lógica de éste es básicamente
esencialista, lo cual crearía la ilusión de que una palabra tendría independientemente de
otras un significado (ilusión puesto que incluso en un glosario o un diccionario hay una
relación con otras palabras lo cual implica necesariamente una relacionalidad en lugar
de una esencialidad). Una de las cuestiones centrales de este capítulo es precisamente
que un elemento de los cuatro discursos tiene un significado en relación a los otros
elementos de la estructura, por lo cual este glosario tiene únicamente un sentido
aproximativo, esto es, como un primer acercamiento para fines pedagógicos.

Cuarto de vuelta: Permutación lógica de los cuatro elementos de la estructura del


discurso, de manera que los elementos se recorren, en un círculo imaginario, 90 grados
ya sea en movimiento dextrógiro (hacia la derecha, como las manecillas del reloj) o
levógiro (hacia la izquierda, contra las manecillas del reloj). También se puede hablar
de una “operación” que modifica la estructura para que devenga en otro discurso. Este
movimiento implica una “banda” a la manera de las orugas (ruedas) de un tanque de
guerra, de tal forma que no pueden modificar los elementos su orden en la “banda”. Esta
operación de cuarto de vuelta como movimiento es posibilitada estructuralmente por
una falla en la estructura (por ejemplo cuando alguien en posición de amo se histeriza o
cuando alguien histerizados se hace cargo de su deseo y deviene analista).

Discurso: Se trata de una matriz de producción de enunciados que al mismo tiempo


describe las relaciones entre los enunciados: visualizar las exclusiones, señalar sus
inclusiones, fijar sus límites y apuntalar sus violencias. Otra forma de decirlo es que un
discurso es una unidad narratológica mínima que posibilita (y prohíbe) ciertas
relaciones entre enunciados. Si para Foucault los discursos son series de relaciones entre
enunciados y ellos son a su vez fundamentalmente funciones entonces se puede pensar
al discurso como relaciones entre funciones lo cual implicaría el acercamiento del
análisis discursivo a la lógica. Este es el punto en el cual Lacan formaliza la propuesta
foucaltiana a través de una escritura lógica. Cada vez que Lacan emplea el término
discurso lo hace para subrayar la naturaleza transindividual del lenguaje, es decir, que
implica a otro sujeto como interlocutor por lo cual no hay ni localidad psíquica ni
comunicación del tipo emisor-receptor-mensaje sino relaciones entre significantes que
son dichos para un otro. De esta naturaleza transindividual se deriva que el concepto de
discurso sea asimilable al de lazo social. El énfasis en la noción de discurso, a diferencia
de lazo social es en la escritura lógica (relaciones entre funciones).

Enunciado: Elemento último, irreductible de un discurso que no es susceptible de


descomposición, que puede ser aislado en razón de su misma irreductiblidad y que es

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capaz de ingresar en un juego de relaciones con otros enunciados o elementos
semejantes (a través de una función por ejemplo). Cuando una producción lingüística es
analizada en términos de unidades gramaticales abstractas (palabras, acciones, prácticas
y objetos) independientemente de las circunstancias específicas de su ocurrencia se
denomina enunciado.

Función: Función es un término matemático que indica que una variable es dependiente
de otra, más exactamente expresa una relación de dependencia entre variables. Por
ejemplo, una función f(x) implica que todo lo que está en el interior del paréntesis es
afectado por lo que está en el exterior del paréntesis, es decir, una variable depende de
la otra (si f(x) es igual a y depende del valor que se le otorgue a “x”). Esto da como
resultado que los enunciados, en tanto función, efectúan una acción compleja:
relacionan lo diverso yuxtaponiendo lo heterogéneo.

Imposibilidad: Hiancia, falla u oquedad estructural, en términos lacanianos, lo que no


cesa de no escribirse (quiere escribirse pero no cesa de no poderse inscribir). Esta falla,
oquedad o hiancia es lo que pone en relación (posibilitando desde la no-relación y por
ello mismo insistiendo en relacionarse) a los elementos de un discurso, pero también lo
que puede generar el movimiento entre un discurso y otro precisamente con la ilusión de
escribirse o de completarse (de ahí que no cese de no escribirse, que no cese de insistir,
que no deje de moverse). Esta imposibilidad también se le puede llamar castración o
muerte (véase en el capítulo la relación entre la estructura y el complejo de castración).
Por este motivo lo imposible también se refiera, dependiendo del discurso y la
aplicación para leer una situación, a lo que escapa a toda captura o reductibilidad por
parte del orden significante (un resto producido por la propia estructura).

Institución: cuerpo normativo, jurídico y cultural, conformado por un conjunto de


ideas, creencias, valores y reglas que condiciona las formas de intercambio social.

Lazo social: Articulación posible en una red simbólica o significante que regula las
relaciones intersubjetivas. El lazo social se refiere a las relaciones entre los sujetos que
son mediadas por el lenguaje no en el sentido dialógico (emisor-receptor) sino como
atravesamiento de significantes (el sujeto es hablado por el lenguaje y no lo domina).
Cuando un sujeto se relaciona con otro está limitado y posibilitado por una cierta
gramática que no depende de ellos sino de una estructura que los precede (leyes del
significante). El lazo social es una noción equivalente al discurso.

Objeto a: Designa a un objeto que nunca pude alcanzarse, que es realmente causa del
deseo (de ahí que también sea llamado objeto causa del deseo) y no aquello a lo que el
deseo tiende, ese sería en todo caso el objeto del deseo, pero no puede desearse un
objeto si no hay algo que cause el deseo, por ello el objeto a no es un objeto que exista
sino por su ausencia, es decir, una falta que moviliza el deseo. El objeto a puede ser
depositado en cualquier cosa que ponga en movimiento el deseo. Por esta razón Lacan
menciona que la pulsión (que no el instinto) no busca obtener el objeto a sino girar en
torno a él. El objeto a también puede ser leído como un resto para ciertas enunciaciones
dentro de un discurso. Este resto tiene la misma función de causar deseo o pueden
movilizar tanto a los sujetos que ocupan la estructura de un discurso como el cambio de
un discurso a otro. Dependiendo del lugar que ocupe a en un discurso o de lo que se
pretenda explicar puede ser o un objeto causa del deseo, un resto (que se vive como
excesivo) o incluso un plus-de-goce, es decir, un pedazo de satisfacción que se obtiene

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en la transgresión y que invita a transgredir aún más (esto explica muchas adicciones –
imposibilidad de nombrar, dicción, al objeto a–; de ahí que el término esté ligado a la
plusvalía como lo que pone en movimiento al sistema capitalista).

Poder: Se refiere a la fuerza para afectar a otros sujetos, esta fuerza depende no de una
esencia sino de un dominio enunciativo, de un lugar desde donde se habla, el lugar que
ocupa el agente en relación a los otros elementos de la estructura. Ningún discurso
carece de poder, es decir, de fuerza para afectar a otros sujetos, lo que está en juego es
el lugar que ocupa este poder y cómo se ejerce. Por ejemplo, en el discurso del analista
el poder principalmente trata de no hacer uso de él (el analizante le otorga un poder y el
analista tendrá la tentación de usarlo, pero en la medida que lo haga cambiará de
discurso), esto es, un poder como no-poder. En el discurso de la universidad el poder
está sustentado principalmente en un saber legitimado por un significante amo (S2/S1,
con una sola barra). En todos los discursos el poder depende del agente, del lugar que
ocupa el saber (S2), el resto (a), el significante amo (S1) y el sujeto ($). Es en este
sentido que la fuerza para afectar a otros sujetos es relacional, pero también depende de
una inconsistencia en la propia estructura que puede ser localizada en el elemento a o en
la imposibilidad del propio discurso (// en la parte inferior del discurso).

Plus-de-goce: Ver objeto a.

Resto: Ver objeto a.

Saber (S2): Lacan distingue el conocimiento (connaissance) del saber (savoir), el


primero sería del orden de lo imaginario y el yo-consciencia mientras que el segundo
sería del orden de lo simbólico y de lo inconsciente; si lo inconsciente está estructurado
como un lenguaje el saber es para fines de los cuatro discursos la batería significante
(frases, palabras, gestos, acciones) que no estarían relacionados de ciertas maneras pero
que no tendrían sentido sino hasta que hubiera un significante amo (S1) que estabilizaría
o daría sentido a partir de la relación diferencial con esos otros significantes (S2). El
saber también se le llama batería de significantes o todos aquellos significantes que no
son S1. Por ejemplo, el conocimiento que es extraído al esclavo por el amo en el
discurso del amo es saber o significantes que servirían al amo, por esta razón no es
conocimiento en sí. Lo mismo sucede en el discurso de la universidad, el agente es S2,
por este motivo es un todo-saber. El saber en el discurso del analista toma el lugar de la
producción o el resto, es decir, de lo que trata este discurso es de producir saber
(relacionando significantes, hablando, articulando palabras) a partir de una posición
interrogativa para que emerja o se desprenda un nuevo significante amo como verdad
(S1//S2).

Significante: Unidad de diferencia pura. Para Lacan el lenguaje no es un sistema de


signos (fonemas relacionados con un concepto) sino un sistema de significantes. Lo que
da sentido a un significante es únicamente su relación con los otros significantes y no la
relación con un referente.

Significante amo (S1): Aquél significante que estabiliza a los demás significantes que
son “flotantes” (S2), es la puntada que organiza a los demás significantes y les otorga
un sentido. Este significante no tiene ninguna validez en sí mismo sino en relación a los
demás significantes (un significante es una unidad de diferencia pura) pero que toma un
papel principal porque les da un contenido a todos los demás. S1 también es lo que

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representa a un sujeto para todos los otros significantes (S2 o saber), pero ningún
significante puede representar al sujeto ($), de ahí la frase de Lacan “no hay uno”. De
aquí se desprende que una persona (o institución) que se coloca en el lugar del agente
como S1 (en el discurso del amo) considera que su propia enunciación lo dice todo, es
decir, es uno y su palabra es lo que lo representa como sujeto para los otros significantes
con la ilusión de ser representado como sujeto por un significante (Lacan dice que un
loco que dice ser Rey no es menos loco que el Rey que se considera Rey y no
únicamente el depositario de una embestidura simbólica –S1ÆS2–). De aquí la relación
entre tomar la posición de S1 y el poder (todo puedo puesto que no estoy en falta, mi
palabra agota mi ser), el discurso del amo es un intento de totalización. Lacan juega con
la homofonía entre maître (amo o maestro en francés) y m’être (mi ser en francés).

Sujeto: Cuando Lacan dice que el sujeto está dividido (y por ello se escribe con una
barra que lo atraviesa: $) está diciendo que no puede ser ni un referente de un
significante y también que no es posible que sea enunciado por un solo significante, en
todo caso es lo que está entre un significante y otro. Es así que la definición canónica de
sujeto en Lacan es la siguiente: “es lo que representa a un significante para otro
significante”, es decir, lo que anuda a un significante con otro significante. De ahí que el
sujeto es un efecto del lenguaje. No hay sujeto sin relación con otros significantes (S1 y
S2) o sin relación con otro (que tomaría el lugar de otro significante (S1 ó S2 según el
discurso). Pero el sujeto también es efecto del algo que lo excede y que no es
significante (objeto a). El yo es imaginario y el sujeto es simbólico, por ello cuando
alguien dice “yo” este significante actúa como un sujeto del enunciado (sujeto
simbólico) o como un índice que designa pero no significa al sujeto, eso ocurre
únicamente en la imaginación (un yo que es dicho totalmente con todo lo que de
narcisismo implica).

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Gráfico 1

Madre

Hijo Padre
Gráfico 2

Castraci—n Madre

Hijo Padre
Tabla 1

S1 Significante amo, poder


S2 Saber
A Objeto a, plus-de-goce, resto
$ Sujeto
Gráfico 3

Agente Otro
Verdad Producción
Gráfico 4

Agente Trabajo
Verdad Pérdida
Gráfico 5
Gráfico 6
Gráfico 7

S1 S2 S1 S2

a S a S
Gráfico 8

S1 S2 S1 S2

a S a S
Gráfico 9

Discurso del amo Discurso de la histérica

S1 S2 S S1

S // a a // S2
Discurso de la universidad Discurso del analista

S2 a a S
S1 // S S2 // S1
Gráfico 10

S1 S2

S // a
Gráfico 11

1 2 3 4

5 6 7 8

9 10 11 12

13 14 15
Falta
Gráfico 12

S S1
a // S2
Gráfico 13

S2 a

S1 // S
Gráfico 14

a S
S2 // S1
Tabla 2

Discurso Modo enunciativo Imposibilidad


Discurso del amo Imperativo Es imposible gobernar
Discurso de la universidad Demostrativo Es imposible educar
Discurso del analista Enigm‡tico Es imposible analizar
Discurso de la histˇr ica Desiderativo Es imposible desear

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