La búsqueda de fe desde la sociedad moderna y desenfrenada: Katerina Belkina
María José Hernández Reséndis
Licenciatura en Artes Digitales
Universidad de Guanajuato
Resumen
El texto realiza una crítica a la serie “Revival” de la artista Ka-
terina Belkina, cuya obra fusiona la fotografía con la pintura, de-
jando paso a un efecto visual que puede llegar a confundir al es-
pectador. Por una parte, se explora la necesidad de fe como un ele-
mento necesario para la complejidad del ser humano a partir de su
representación en el cuerpo. Además, reafirmar el sentido del ser
desde la perspectiva de Heidegger, donde la cuestión del ser es un
punto clave para entender la obra que nos presenta Belkina, donde
se deslinda la utilidad de los cuerpos para hacerlos meras cosas re-
presentativas de un deseo por rescatar una sociedad corrompida por
la modernidad y el materialismo.
En esta sociedad donde las exigencias de cambio son cada vez
más bruscas, lo contemporáneo, lo moderno se vuelve obsoleto de
un momento a otro, olvidando el “ser” de las cosas y dejando paso
a la materialidad como razón de existencia de una sociedad que se
destruye a sí misma a través de su individualización, consciente e
inconscientemente. La obra de Belkina es un llamado a la sociedad
a reencontrar la fe por medio de una nueva perspectiva, más allá
del significado religioso, es explorar en la cotidianidad de una so-
ciedad corrompida por el consumismo que aún en los aspectos “in-
significantes” se puede encontrar un resquicio de lo que es ser uno
mismo en esta maquinaria de realidad que no se detiene pero que
aun así permite encontrar divinidad en nuestra imagen.
Palabras clave
Renacimiento, colectividad, ser, nueva modernidad, cultura,
identidad, cambio, cotidianidad.
Introducción
El siguiente texto tratará de discutir el trabajo de la artista
Katerina Belkina desde una perspectiva donde la moderni-
dad es el tema central del cual partirán los conceptos que se
presentan en la serie fotográfica “Revival”. Tales conceptos
como la reflexión sobre la búsqueda de fe, el consumismo
moderno, la identidad como parte de un desarrollo social de-
senfrenado, se desarrollan desde perspectivas tanto moder-
nas como desde una filosofía del ser que permitirá compren-
der la obra como una invitación a la reflexión sobre la vida
cotidiana del espectador, no solo para reencontrar su propia
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La fe es un sentimiento de total creencia o asentimiento en relación
con algo o alguien y, como tal, se manifiesta por encima de la necesidad
de poseer evidencias que demuestren la verdad de aquello en lo que se cree.
La palabra proviene del latín fides, que significa ‘lealtad’, ‘fidelidad’.
divinidad, sino para la reinterpretación de ser parte de una
cultura que vive de forma materialista cuya colectividad
puede ser parte de un “renacimiento” en cuanto a sus creen-
cias y valores.
Sobre la fe de un renacimiento colectivo
Katerina Belkina nos presenta como tema central la fe 1,
cuya intención es indagar en dicho concepto como una
forma de repensar el sentido del ser. En cuanto a la carga de
significación, se ve refugiada en el significado del renaci-
miento, donde plantea la posibilidad de reconstruir un pen-
samiento colectivo dirigido a la reflexión sobre lo que con-
lleva vivir inmersos en un consumismo desenfrenado y
como esto nos dirige a una despersonalización y evasión de
la realidad, dado que percibimos la cotidianidad como algo
dado, algo ineludible y por tanto olvidamos que es algo que
presenta la oportunidad de reinventarnos como un hecho di-
vino2.
La divinidad del cuerpo en lo cotidiano
Al hacer uso de la fotografía para retratar el hecho de un
cuerpo forjado por actividades cotidianas que va reafir-
mando el sentido divino de su existencia, la artista nos da
una pauta para identificarnos con el objeto, no solo se trata
de un cuerpo en pose, sino de su exposición como parte de
una nueva modernidad donde la re-significación de las imá-
genes es parte de la misma cotidianidad.
Teniendo como parteaguas el cuerpo como un objeto den-
tro de la imagen, es posible analizar la expresión que se posa
en cada una de las obras. Primeramente, observamos que el
tema de la maternidad presenta una expresión tanto delicada
como fuerte, la carga emocional de traer a un ser vivo a este
mundo que la artista plantea como desenfrenado y carente
de fe, se refleja en la forma que el cuerpo femenino da lugar
a su significado en sí, belleza, amor, delicadeza, al mismo
Que destaca o sobresale por sus cualidades positivas entre los demás.
tiempo que fuerza y convicción de ser parte del mundo in-
cierto. Continúa reafirmando que la búsqueda de ser parte
de algo nos convierte en un ser divino.
Por otra parte, la constante de elementos de naturaleza en
algunas obras da paso a una reinterpretación sobre el ser en
su entorno, la naturaleza reducida a un elemento muerto y
como un adorno es una imagen de lo que sucede en una mo-
dernidad donde ser humano es resaltado de entre todo lo
existente, el segundo plano que conforman elementos como
ramas, flores y hojas, exalta la divinidad del cuerpo al mini-
mizar su propia existencia.
Posteriormente, encontramos representaciones con dos
cuerpos, donde uno es resaltado sobre el otro, las figuras pa-
ternas se hacen presentes, dejando de lado el sentido de au-
toridad, se muestran como protectores, haciendo aún más
significativa su existencia, ya que es necesaria dado el
mundo al que se pretende se enfrente el nuevo ser.
Entonces encontramos que somos tanto protectores como
indefensos.
El “ser” resignificado en la modernidad
La cultura del ser
Como seres conscientes de su propia existencia es natural
preguntarse sobre el sentido del ser, ¿qué somos? ¿porque
soy? ¿para que soy? ¿qué sentido tiene ser? ser implica estar
en un lugar y convivir con otros, conocer el espacio que nos
rodea y ser perceptivos de los cambios que se van desarro-
llando de acuerdo a nuestra interacción con el entorno. Aun-
que en muchas ocasiones consideremos mundano o inútil
ciertos aspectos de nuestra vida, la realidad es que todo
afecta en cierta medida nuestra relación con el mundo. Más
aun, siendo un ser que es parte de una comunidad, es nece-
sario tomar en cuenta que toda persona afecta el entorno, en
resumen, somos parte de una red que se comunica por medio
de signos, que permite expandir horizontes, desarrollamos
afecciones, miedos, comprendemos y tenemos la capacidad
de elaborar más preguntas.
Además, somos parte de una época subversiva, agitada,
con miedo a la apertura de nuevas perspectivas, siendo víc-
timas de un consumismo cotidiano que nos vuelve rígidos
pero que nosotros mismo provocamos. Adicionalmente,
todo se vuelve contradictorio cuando una de nuestras preo-
cupaciones recurrentes es la trascendencia propia, ¿cómo
trascender si nos volvemos estáticos, rígidos y carentes de
fe?
Haciendo referencia a la fe, no como un sentido religioso,
sino como esa necesidad de creer en la propia transcenden-
cia como algo que nos hará reintegrarnos en el mundo que
existimos, ser parte de, y no solo ser en, porque separar e
individualizar, querer salir de la sociedad es imposible, ade-
más no es posible ser si no hay alguien que recuerde el sen-
tido de la existencia humana.
Katerina Belkina hace hincapié en el mundo artificial que
se construye por medio del materialismo y superficialidad
del ser humano, dando paso a su propia destrucción.
Identidad moderna
El ser humano tiene una necesidad innata de superarse a
sí mismo, en muchas ocasiones olvida las razones por las
cuales actúa. Representar el acontecimiento de la vida a tra-
vés de fotografías es un intento de la artista por mostrar que
no todo es superficialidad, en tanto que seamos conscientes
de lo que nos rodea, es posible reconstruir una vida plena y
bella.
La identidad propia se forja a partir del mundo actual, de
las experiencias y situaciones a las que se enfrenta cada in-
dividuo. En la sociedad actual, la identidad se muestra como
una forma de individualización colectiva, donde ser parte de
la moda es la prioridad, llegando a limites inimaginables en
cuanto a una pérdida de conexión con el espíritu y la verda-
dera identidad del yo como un ser único en el universo.
Representar la idea de la divinidad en forma humana per-
mite señalar que el cuerpo es un santuario, que requiere aten-
ción, no solo física sino emocionalmente. Cada individuo es
un universo, pero la artista hace énfasis en su propio uni-
verso como una puerta para la reflexión poniendo “su propia
individualidad en perspectiva”.
Consumismo hostil
La vida actual conlleva tiempos de desvinculación. Si
bien existen personas dispuestas a rescatar las tradiciones de
sus culturas, la verdad es que las venden, las vuelven consu-
mibles. Esto nos lleva a la desfiguración de las creencias, ya
que se busca que todo se materialice, se pueda vender y con-
sumir, de forma rápida y que además permita ser desechado
para consumir más, alimentando un círculo vicioso que con-
vierte al ser humano en una máquina de insignificancias.
En la obra de Belkina se puede apreciar la falta de objetos
mundanos, el ojo del espectador se centra en el cuerpo, en
su esencia, sin perder tiempo en los detalles, permitiendo ver
que la vida transcurre sin objetos materiales extenuantes. De
tal manera que podemos observar un universo desvinculado
de lo material, de lo finito y vemos solo lo que logra resig-
nificar nuestras vidas, ya sea un vínculo con otro ser humano
o bien el milagro de la vida como un hecho estético, de pu-
reza y simplicidad.
¿Cómo provocar consciencia para un renacimiento de la
humanidad? Si bien no existe una solución simple y abso-
luta, tenemos la opción de cambiarnos a nosotros mismos,
dejar de lado la “vida líquida” que explica Bauman, donde
nuestra existencia se construye a través de lo pasajero, lo
que no persiste y lo que no nos permite avanzar de forma
concreta hacia un mejor desarrollo como sociedad. Renacer
implica, de acuerdo a la artista, reconectarse con el universo,
llegar hasta los límites y transformarlos en nuevas oportuni-
dades de cambio y crear nuevas perspectivas para vivir en
comunidad, sin evadir la individualidad de cada ser como
parte de su divinidad. Aprender a ser uno solo y uno con el
otro es una meta que se plantea en la obra sin ser totalmente
explicito, y como inicio de tal ciclo presenta a la mujer da-
dora de vida como una pieza clave para la reconstrucción
del mundo que habitamos.
Cotidianidad obsoleta
De acuerdo con Heidegger, el hombre es primordialmente
un “ser con otros”, eso implica una vinculación con el
mundo que nos lleva por diferentes caminos, lo que nos lleva
a un peligro de sucumbir a “lo mundano”, que es fundamen-
talmente entenderse a sí mismo y al ser en general simple-
mente como un ente y se hunde en la inautenticidad. Reto-
mando este carácter de inautenticidad, la cotidianidad actual
se ha convertido en eso, una realidad inauténtica, basta con
mirar los medios masivos de comunicación como las redes
sociales, donde cada día se muestra una versión alterada de
la realidad, lo que lleva al ser humana a una constante deca-
dencia de la vida.
Con Belkina podemos observar un gran énfasis por regre-
sar a lo clásico, lo espiritual, donde no es necesario poseer
el reconocimiento externo y simplemente se vive el mo-
mento como belleza. La artista propone regresar a lo autén-
tico, lo que nos hace realmente humanos, ya sean las rela-
ciones, o la simpleza de apreciar y contemplar el paso del
tiempo. Aceptar la vida como un acto de fe que se construya
con los momentos compartidos, ser parte de una sociedad
con múltiples universos.
Entonces podemos decir que la cotidianidad hoy en día se
ha vuelto algo sombrío, algo que no logra llenar vacíos exis-
tenciales, por lo tanto, la hemos vuelto obsoleta.
Conclusión
¿Cómo encontrar la fe en una sociedad rota? En realidad,
el paso desenfrenado con el que la sociedad avanza no es un
pretexto para encasillarnos en un mundo de materialidad in-
necesaria, solo que el ser humano no he llegado a un equili-
brio entre el mundo material y el espiritual.
En cuanto a la obra de Katerina Belkina, logramos apre-
ciar la búsqueda de la fe y la divinidad en los cuerpos no
solo como un hecho estético, sino como una forma de hacer
notar la necesidad de un re-conocimiento y reconstrucción
de nuestra identidad, de lo que nos define como seres que
viven para disfrutar la vida y apreciar el espíritu. Los pre-
textos para ignorar la necesidad de un cambio resultan insu-
ficientes, y la artista lo plasma en colores suaves, porque es
un mensaje que permite ver la fragilidad de la vida, así como
la fuerza que puede tener una imagen.
La obra no incita a ser parte de un cambio, pero si a una
reflexión de introspección, para analizar lo que significa
cada aspecto de nuestra existencia y si el tiempo invertido
en ello es valioso, entonces provocar que el hecho de la con-
templación resulte en una línea que atraviese cada punto de
nuestra cotidianidad transformando el regalo de la vida
como un hecho divino.
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