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PERÚ 1568-1606 *
SU ACTITUD. MÉTODOS Y CRITERIOS DE ACULTURACIÓN
(Primera parte) * *
p o r XAVIER ALBÓ
SUMMARY
This article, of which the second part will appear in
the next number of this magazine, attempts: to resolve
what was the Christian-Hispanic-Indian synthesis toward
which the Jesuits aspired to lead the Indiana of the vast
territory of the viceroyalty of Perú in the years 1568 to
1605; to present the concrete means used to reach such a
synthesis and, finally, to show the criteria that guided
their action.
The article begins with a background description
defining the historie limits, Peruvian society is outlined,
and a panoramic view of the ecclesiastical situation is
given. After this prior general orientation, the subject
is treated from two angles: evangelizaron techniques and
analysis of the criteria and principies of acculturation
underlying the techniques.
Discussion is given to the conflict motivated by the
contradiction between the regulations of the Society and
the custom, already well established in Perú, of receiving
stipends and establishing doctrines. This antithesis was
converted into synthesis in Juli and reached its culmination
in the reservations.
I. EL CUADRO DE FONDO
Marco temporal
La época que estudiamos corresponde casi exclusivamente al rei-
nado de Felipe II (1556-1598). Sólo hacia el final entra en escena
Felipe III (1598-1621). Es época de consolidación y organización
más que de conquista. Circunscribiéndonos al Virreinato del Perú,
cuando en 1568 los jesuítas pongan pies en Lima, estarán ya virtual-
mente superadas las etapas previas al típico Perú colonial: descubri-
miento, conquista del Imperio Incaico y guerras civiles entre pizarristas
y almagristas. Quedan ciertamente tierras por descubrir o conquistar,
sobre todo en las zonas limítrofes del Tahuantinsuyos el mundo
abierto de los grandes llanos del Amazonas y del Paraguay, los
araucanos, etc., y los españoles realizan frecuentes incursiones en ellas.
Queda también el reducto incaico de Vitcos, que acabará con la deplo-
rable ejecución de Tupac Amaru, ordenada por el Virrey Toledo en
1571. No faltan tampoco algunos disturbios entre españoles, como
el famoso motín de las alcabalas en Quito, en 1593. Pero en conjunto
podemos decir que estamos en la etapa consolidadora.
Dentro de ella debemos subrayar el virreinato de Francisco de
Toledo (1569-1630). Con sus absolutismos y en medio de su discutida
personalidad es un mojón importante. 1 Es él quien da el impulso
1
Cf. Levillier, Don Francisco. . . Sobre sus relaciones tirantes con los
jesuítas, cf. MP, II, 74 y nota 58; II, 743 y nota 23; Egaña, El Virrey. . .
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Divisiones sociales
2
"Vine a tener evidencia que en ninguna manera los indios podían
ser catequizados, doctrinados y enseñados, ni vivir en policía civil y cris-
tiana mientras estuviesen poblados como estaban en las punas, guaicos y
quebradas y en los montes y cerros donde estaban repartidos y escondidos. . .
allí vivía cada uno con la libertad que quería en cuanto a la ley porque
no se podían doctrinar, y lo demás en vicios, borracheras, bailes y taquíes
muy en perjuicio de sus vidas y salud. . .; para que esto se facilitase, como
se hizo, se pasaron y sacaron en las reducciones a poblaciones y lugares
público y se les abrieron las calles por cuadras conforme a la traza de los
lugares de españoles. . . para que pudiesen ser vistos y visitados de la
justicia y sacerdotes... y que se fundase el lugar de la cantidad de indios
tributarios que pudiesen doctrinar uno o dos sacerdotes. . ., dando a cada
sacerdote de cuatrocientos a quinientos indios tributarios que doctrinase. . .
y para esto en todo el reino se añadieron más de cuatrocientos sacerdotes."
Toledo, cit. en Ybot, I, 4 5 Os.
El sitio del emplazamiento debía escogerse de acuerdo con los caciques
y principales del lugar. Hay un buen resumen de las reducciones vistas desde
el punto de vista misionero en Plaza, Memorial. . ., AHSI, X X X ( 1 9 6 1 ) ,
236-8.
3
Céspedes, en Historia Social. . ., III, 402. Kubler calcula que en 1561
las Audiencias de Lima y Charcas, aproximadamente correspondientes a las
actuales repúblicas de Perú y Bolivia, contaban en 1561, sin los españoles,
1.490,000 indios censados, y sólo 1.231,000 en 1586 (HSAI, 334). Sobre
la disminución del número de incas (sin contar otros géneros de indios),
cf. Rowe, HSAI, 184.
27 6 América Indígena
8
Según un memorial anónimo en CDIA v.94, 172. En los siguientes
años el número creció considerablemente. Toledo (cf. nota 2) lo incrementó
en más de cuatrocientos. A fines de siglo Sto. Toribio de Mogrovejo nos
da los siguientes datos, sólo para la ciudad de Lima: cuatro curas, noventa
y cinco sacerdotes, quinientos veintiocho religiosos y frailes (sin distinguir
cuáles son sacerdotes), treinta diáconos, treinta subdiáconos, trescientos cin-
cuenta monjes. Para calcular la proporción de jesuítas establecidos en la ca-
pital, con relación a los demás religiosos puede ser útil el detalle de los ocho
conventos: dominicos ciento cuarenta, agustinos cinto veinte, franciscanos
ciento diez, mercedarios y jesuítas setenta, carmelitas ocho. Carta Relación de
Sto. Toribio en 1598, reproducida por Cobo como apéndice a Fundación
de Lima (libro III, c.37; en BAE v.92, 457-60).
9
Así los jesuítas, al llegar a Huaruchiri en 1570, bautizaron a ciento
cincuenta adultos. Gómez a S. Francisco de Borja, MP, I, 521. Cf. Acosta
en Anua 1578.
10
Según Borges, tanto en México como en Perú hay testimonios som-
bríos; pero los del Perú "abundan más y son más decisivos, e incluso de
más valor" que los optimistas (p. 4 8 2 ) . Cf. también Kubler, HSAl, 347,
403. He aquí dos testimonios citados por Borges (p. 4 8 6 ) : "de más de
trescientos mil hombres que estaban bautizados, no había en ellos cuarenta
que fuesen cristianos, que tan idólatras estaban ahora como antes" (Vaca de
Castro ante la asamblea de provinciales de las órdenes religiosas del Perú, en
1565; en carta a S.M., en Lisson, II, 2 9 5 ) . En 1567 son los mismos pro-
vinciales que afirman: "Es muy verosímil que, si los españoles faltasen de
esta tierra, los indios bautizados apostatarían de la fe y volverían a sus
idolatrías y ritos" (Parecer del Arzobispo de Lima y Provinciales y frayles
del Perú, Lima 8 enero 1567, en Lisson, II, 345.)
Confróntese el dato de la primera cita (400,000 bautizados: ¿incluye
mujeres y niños? ) con la población total, según nota 3.
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11
Acosta no condena absolutamente la búsqueda del oro y plata, si se
observan las condiciones de la ley: "no suceda que acabándose el comercio,
se abandone también el trabajo de la predicación del evangelio" (Proc.,
290s).
12
/ "La Nueva España, como primogénita, se llevó a los principios la
nata, lo cual no se acertó tanto para este Reino." Toledo a S.M., Cuzco,
1 marzo 1572, en Borges, 372.
13
Confróntense los datos de Ricard (La Conquista. .. Apéndice, p.
505-10) y Rivet (I, 1-22, y apéndice al fin de t. IV) en sus respectivos
inventarios de obras en lenguas indígenas. Ricard recensiona 109 escritas
entre 1521 y 1572 (Conquista de México, 1521); Rivet sólo halla 5 más
alguna otra de fecha imprecisa, escritas entre 1533 y 1584 (Conquista del
Cuzco, 1533).
14
Rivet, ibid. La primera publicación de los agustinos es de 1585, y
de los franciscanos en 1598. Según Valera, los dominicos y mercedarios se
interesaron más que los agustinos y franciscanos en aprender lenguas indí-
genas (Costumbres, 7 6 ) .
15
Costumbres, 66. Cf., 62-70.
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L a l l e g a d a d e los j e s u í t a s
16
Arriaga habla de mercenarios alquilados por los encomenderos y
que sólo se preocupaban de comer y vivir bien, por lo que los indios los
llamaban "vicfaraycu" (wijsarayku: por razones de estómago). Extirpación,
p. 36. Lo mismo Calancha en su Coránica, p. 122. La 3a Acción del III
Concilio de Lima se ocupó largamente de la reforma de vida de clérigos y
doctrineros. Véase en Levillier, La Organización. . . II, 204 ss.; cf. también
4a. Acción, c. 18, ibid., 227.
17
Cuota que, según La Gasea, en 1553 los encomenderos debían
entregar al doctrinero: Cada mes que pasara ocupado en la doctrina se le
proveería de una fanega de trigo, dos y media de maíz, un cerdo de año
y medio para arriba, una fanega de papas, ventiséis aves de Castilla, la
mitad de ellas hembras, dos pares de alpargatas y un cestillo de ají; cada
día, de pescado, diez huevos, leña, hierba para la cabalgadura, dinero en
líquido y todo lo demás que necesitase. La entrega debían hacerla los indios,
pero financiarla el encomendero (Los Reyes, 12 junio 1553, en CDIA, v.
25, 20 s.) N o tendrían mucho interés los encomenderos en recibir tales
visitas de los doctrineros. . .
18
Borges, 538s. cf., 482-91. Las primeras impresiones de los jesuítas
son pesimistas en alto grado. Aun admitiendo en ellas algo de los "fervores
alarmísticos de novicios sin una visión general de la realidad" (Borges,
542; cf., 121 s.), parecen estar en lo cierto en el conjunto de sus apre-
ciaciones. Su defecto consiste en no pintar tanto los esfuerzos positivos,
más laudables por tener que superar tantos obstáculos; y también una cierta
ingenuidad de creer que lo arreglarán todo en pocos años. Proc. (de Acosta)
es una buena apreciación de conjunto, aunque no exenta de las limitaciones
indicadas (cf. 281, 322 s., 385, etc.).
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19
Granero, 41, 43.
20
Bracamonte, Anua 1568, en MP, I, 252.
21
Catálogo a principios de 1583, en MP, III, 217-41.
22
Astrain, v. 4, 507.
23
Nótese el contraste. En los mismos años en que Arriaga y sus com-
pañeros llevaban a cabo una dura campaña extirpadora de idolatría ( c f . infra.
Cap. III, d, Esfera religiosa, Ante las idolatrías de los indios convertidos),
en la vecina provincia del Paraguay-Chile se fomentaban entradas por vía
pacífica a los indios no cristianos (cf. infra. Cap. II, c, Entradas a indios no
cristianos). Sobre el carácter periférico de las residencias de jesuítas desde el
siglo XVII, cf. Lopetegui, 169.
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24
En HSAI, 509. Añade, con todo, que no lograron extinguir la reli-
gión autóctona. Véanse también los elogios de Sto. Toribio en carta a
Aquaviva, de 25 abril 1584 (MP, III, 415 s.) En la relación citada en
nota 8, sólo dedica comentario encomiástico a los jesuitas. Cf. con todo las
diferencias con ellos en Cercado (infra. Cap. II, Segunda condición: fácil
acceso a una casa principal de la compañía y nota 100). Son frecuentes los
testimonios laudatorios de Juli, cf. Pastells, I, 93, nota. Como ejemplo de
autor de menor filiación religiosa que alaba la labor general de los jesuitas
con los indios, cf., Otero, 164, 379, 416.
25
El visitador P. Páez tuvo que expulsar a 6 ó 7 sacerdotes y a varios
hermanos (Astrain v. 4, 5 3 4 ) . Cf. infra. Cap. III, d, Esfera religiosa, Ante
las idolatrías de los indios convertidos. En concreto, la labor jesuítica en las
doctrinas era numéricamente mínima con respecto a la de otras órdenes.
Mientras los jesuitas tenían sólo cinco doctrinas, de las que cuatro estaban
concentradas en Juli, obispado de Charcas, en el resto de dicho obispado
había 146 doctrinas confiadas a otros religiosos, varias de ellas en la misma
región del Titicaca, donde los dominicos, expulsados por Toledo al entregar
Juli a los jesuitas, regresaron con éxito del que es muestra aún la grandiosa
iglesia de Pomata. Cf. Relación de Lies. Cepeda y Vera, 14 de febrero 1585,
en MP, III, 1585; Wethey, 157 ss. Aun los iniciadores de la futura pro-
vincia del Paraguay recibieron los primeros rudimentos de guaraní de una
gramática que les ofreció un franciscano doctrinero (Astrain, v. 5, 505).
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20
MP, II, 59. Cf. ibid., 382, 655 s.; III, 207, y sobre todo los docu-
mentos 85 y 100 de Aquaviva (III, 381-85 y 436-50). Cf. también A1600,
I, 219, II, 400-2, etc.
27
MP, I, 488, II, 148.
28
Véanse por ejemplo las quejas del futuro provincial del Paraguay en
MP, III, 361-63 y las cartas del futuro provincial del Perú. Atienza, ibid.,
253, 406 y del antiguo provincial Acosta, ibid., 644. Los documentos de
Aquaviva, cit. en nota 26, eran una reacción contra este enfriamiento.
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Los MEDIOS
29
Astrain, v. 4, 545.
30
Tiruel, Relación al Rey en 1601, en Mateos, Introducción a Al600,
I, 41 s. Lopetegui (p. 117 s.) se refiere al mismo documento pero aumenta
a tres los sacerdotes dedicados a indios en 1568.
31
Anua 1570, en MP, I, 411 ss. La provincia del Perú tenía entonces
catorce padres, de los que dos murieron, uno en Huaruchiri y otro en Lima.
32
Andrés López, desde Juli, 6 agosto 1578. En MP, II, 382.
33
Al P. General, 11 abril 1579, en MP, II, 608 s„ 616.
34
Tiruel, 1, cit. en nota 30.
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38
El rector Cavello a Aquaviva, 15 febrero 1584, en MP, III, 370.
Los jesuítas habían llegado a La Paz al menos en 1574 (Mateos, en Introd.
a A1600, basado en Anua 1574; aunque esta sola parece hablar de proyectos,
cf., MP, I, 700). El nuevo colegio fue fundado y dotado por Juan de Ribas
en 1575, pero dificultades originadas, sobre todo por la recia oposición de
Toledo, demoraron varios años el funcionamiento efectivo del colegio.
37
Anua 1577, en MP, II, 269.
38
A1600, II, 135. Cf. Tiruel a Aquaviva, 27 enero 1585, en MP, III,
525. El memorial de Plaza, de 12 dic. 1576 (MP, II, 137) concreta que
desde el colegio se atendía a siete parroquias de indios. Datos semejantes
sobre Arequipa en Al600, II, 204; allí acudían indios desde "treinta y sinco
y más leguas de aquí sin otro motivo más de por confessarse con P(adr)es
de la Compañía". Sobre Tucumán, ibid., 539.
38
A1600, I, 274, hablando de Lima. En Cuzco "vienen cada día a
nuestra Iglesia, de suerte que los españoles no pueden entrar y nos fuerzan
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a que les hagamos Iglesia aparte" (Acosta, 15 febrero 1577, MP, II, 222) y
en los sermones dominicales de 1600 aún seguían asistiendo 10,000 indios
(Cabrero, Anua 1600, en Astrain, v. 4, 539). Los curacas y principales
tenían sus asientos fijos "de suerte que facilm(en)te se echa de ver los que
faltan" (A1600, II, 137). En Potosí el P. Barzana solía reunir de 6 a 7,000
indios (ibid., 146). A veces en vez de reunir a los indios en una iglesia o
plaza, van los predicadores a las diversas doctrinas o parroquias (Acosta, 1.
cit.). La primera relación que nos describe este método está en el Anua de
1668, en MP, I, 258 s.
40
Acosta, 1 marzo 1576, MP, II, 12.
41
A1600, II, 135 s.
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44
Al600, II, 94.
45
Aquaviva al Provincial, 8 abril 1584 (AÍP, III, 3 8 2 ) tocó el tema.
Las congregaciones provinciales de 1589 y 1594 insisten. Vargas, HCJP,
I, 218.
40
N o en un colegio, sino en Júli. Diego de Torres a Roma, 12 febrero
1584, MP, III, 363.
47
El Anua de 1569 habla a S. Francisco de Borja de "hazer misiones,
conforme al horden de V. P." (AfP, I, 354). Cf. Mercuriano (id., II, 33) y
Aquaviva (III, 3, 4 6 1 ) .
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48
Por ejemplo, las relaciones de trece misiones en Al600, II, c.13.
49
Ya en las semi-misiones por los pueblecitos de Huaruchiri: "llevaban
consigo siempre estos padres algunas cargas de pan que no lo avía, entre
los yndios y o otras cossas de regalo, como conservas, passas, miel y afúcar
para los pobres y enfermos. . . " A1600, I, 222. A veces un hermano enfer-
mero acompañaba ál misionero (Anua 1576. MP, II, 229).
50
"Fueron en grande número las confessiones generales, y las muchas
de indios que tenían a ochenta, noventa y más años, los quales nunca avían
confessado verdad en toda su vida. Salieron de su engaño más de ochenta
hechiceros viejísimos, confessándose con el padre con muchas lágrimas y
manifiestas señales de arrepentimiento" (Misión a 22 pueblos de indios
Andajes y Lampas. Al600, I, 292 s.). "Tocando a los párrocos reprender
y castigar lo mal hecho, y quedando a los misioneros, más bien interceder,
consolar y hacer bien a todos, se conquistan sobremanera la afición de los
indios" (Proc., V. c.22, 511 s.). No falta con todo alguna queja por misiones
"tantum de pane lucrando" (Atienza, 22 abril 1584, MP, III, 4 0 6 ) .
51
Documentación abundante en Borges, c.9, Métodos Verticales (p. 377-
4 1 8 ) . El autor se fija en toda América, entre bautizados y entre no bautizados.
En Filipinas sucedía lo mismo (Cushner, 375). Borges concluye que este
medio de contacto "se puede considerar como el más perfecto de los que
hasta aquí hemos examinado" (p. 3 9 2 ) .
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Unos años más tarde el P. Barzana dio una misión general reco-
rriendo varios pueblos de la misma zona. Su relación nos pinta grá-
ficamente no sólo el importante papel reservado al cacique, sino
también los medios de que se valía el padre para asegurarse de la
autenticidad de sus disposiciones:
52
Al600, I, 223 s.
53
Anua 1576, MP, II, 230-32.
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54
Primera Congregación Provincial pide que "ut ad fructus, quos opus
est, colligendos, ex votis missiones non breves, sed diuturnas sint" aunque
reconoce que son más fructuosas las doctrinas (MP, II, 425, con aprobación
de Mercuriano). Cf., Proc., 131 s.
55
Plaza-Piñas a Mercuriano, MP, II, 106; subrayado nuestro. Cf., Acosta
a Mercuriano 1 marzo 1576, en ibid., 15. Lo mismo afirma Samaniego sobre
Santa Cruz en carta a Aquaviva, 28 dic. 1585 (MP, III, 727-30). Y sobre
Asunción, Lorenzana, en carta insertada, en A1600, II, 448. La Provincia del
Paraguay empezó sobre todo en esta forma, como puede verse al analizar la
naturaleza de los domicilios indicados en el mapa del Apéndice II.
59
Ybot, I, trata este asunto en pp. 153-292, más bibliografía. Los textos
favoritos de Acosta en este punto proceden de Cayetano, Victoria y Soto. Cf.,
Mateos, nota 13, en Proc., II, c.4, p. 155, con las referencias exactas.
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57
2 5 abril 1579. MP, II, 676-79. La 2a. sesión del III Concilio de
Lima (c.7) prohibió también que los clérigos fueran a conquistas (en
Levillier, Organización, II 171).
08
MP, III, 207.
59
14 abril 1585, MP, III, 616.
60
Barzana acompaña al gobernador del Tucumán y a su ejército de 500
en su marcha hacia los 50,000 indios de guerra calchaquíes en 1588, y
realiza algunas conversiones (Astrain, v.4, 6 1 6 ) . Villarnao acompaña a
Mato de Luna hacia los Mojos en 1602 (Archivo Indias, 74-4-6, cit. en
Finot, 2 7 5 ) .
61
Carta del P. Diego Martínez, 14 oct. 1595, cit, en Finot 308 s.
Cf. Astrain, v.4, 521 s.
02
Cf. Astrain, v.4, 540-5. Fuentes documentales en Vargas, HCJP, Apén-
dices, p. 405-412 y en RG1, II, XCII-XCIV y v.IV, CLXV-CXCV. La
expedición era desaconsejada por todos los jesuitas; pero Font (o Fonte)
consiguió apoyo real. Halló poquísimos indios y muy dispersos, y todo cul-
minó en un fracaso total en 1602.
63
Al600, II, 413 ss. Astrain (v.4, 530) la considera la primera expe-
dición a regiones remotas sin ninguna ayuda armada.
27 6 América Indígena
Un cacique contestó:
"Padre mío, muy corrido estoy de que penséys que somos tan
m a l o s . . . Sabemos que no tomays n(uest)ras haciendas ni las
queréis, ni n(uest)ras mugeres ni hijos porque soys hijos de
Dios. Que sabed que mi gente a más de doge días que anda
con uosotros por los otros pueblos que auéys andado, ynfor-
mándose de como uiuís y lo que hagéys de día y de noche." 64
64
II, 452 s. El P. Diego de Torres, antiguo superior de Juli y desde
1607 primer provincial del Paraguay, fue el gran impulsor de este género
de misiones. Puede hablarse de dos intentos apoyados por él: el primero en
Chile (entonces perteneciente al Paraguay), promovido principalmente por
el P. Valdivia, se conoce en la historia bajo el nombre de "sistema de
guerra defensiva". La guerra con los araucanos se prolongaba indefinida-
mente. El P. Valdivia —apoyado por el P. Torres y combatido por muchos,
sobre todo encomenderos— proponía cese de belicosidad y en cambio la
erección de avanzadas de solo misioneros. Felipe III aprobó el plan y se
inició con algunos buenos éxitos entrando en contactos amistosos con varios
jefes araucanos. Hubo algunos asesinatos de misioneros y esto, con la
oposición creciente de muchos y agravado por el carácter independiente y
algo ambicioso de Valdivia, hizo perecer el plan. La Compañía no lo
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preferencia, iban los hijos de caciques. Lopetegui {id.) nos da el dato para
el colegio del Cuzco (basado en manuscrito de la Biblioteca Nacional de
Lima, Documentos, t. 5, f. 6 4 ) . Cf. id., 194-97. El 24 de dic. 1581, el
P. Martínez escribe desde Juli al P. Gil González: "En la escuela de los
niños, que los más son hijos de caciques y principales y ricos, van adelante"
(MP, III, 9 7 ) . Mateos relaciona este dato con las reglas para colegios de
hijos de caciques emanadas como consecuencia de las congregaciones pro-
vinciales de 1576 (Cf. su nota en Proc., 5 1 6 ) .
70
Lopetegui, 196, basado en Archivo Gesu, leg. 1448. Epist. Collect.,
115, n. 5, b. Oliva, 204, también habla de este colegio. Aunque en la ed. de
1895 esta última obra se dice escrita en 1598, las aprobaciones son de 1631.
Es probable, pues, que Oliva se refiera al colegio de Esquilache, abierto en
1620. Cf. nota 190.
77
Astrain, v. 5, 425. Santisteban Ochoa (p. 105) dice que ambos
colegios ya funcionaban en 1619; Lopetegui, en cambio, da la fecha
improbable de 1641 (p. 196 s.). Cf., Vargas, HCJP, 299-304.
78
MP, II, 457-61. Cf. infra, Cap. III, B. Actitud hacia lo indígena como
cultura. Normas generales para la aculturación.
27 6 América Indígena
e) Doctrinas
79
Cf. supra, notas 67 s. El colegio de Tlatelolco en México estaba dise-
ñado en principio para seminario indígena. Desgraciadamente se abandonó
este magnífico proyecto en parte por cambio de mentalidad de los superiores
y en parte "porque los estudiantes gramáticos tendunt ad nuptias potius quam
ad continentiam" (Zumárraga a Carlos V, 14 abril 1540; cf. Ricard 403 s.).
En el mismo colegio se enseñaba latín, lógica, filosofía y medicina indígena
(id., 396). N o hallamos tantas aspiraciones en el reglamento de los PP. Plaza
y Acosta.
80
Las doctrinas aceptadas por los jesuítas a modo de experimento eran:
Santiago de Cercado, junto a Lima (desde 1569), Huaruchiri a 10 leguas
al sur de Lima (tomada en 1569 y dejada definitivamente en 1572) y
]uli, junto al lago Titicaca (cuatro doctrinas tomadas en 1576, a raíz de
la 2a. Congregación Provincial). Esta última es la más importante. En 1583
se tomó y dejó la pequeña doctrina de Guaral o Huaral, a 9 leguas al
norte de Lima. En 1576 se habló de tomar una doctrina en Andaguayllas,
en una encomienda del hermano del Virrey Toledo, pero hubo mayores
facilidades en Juli (cf., MP, II, 46, 153, 157).
Jesuítas y cidtt/ras indígenas 259
81
Basamos el siguiente resumen principalmente en: Actas de la la. y 2a.
Congregación Provincial (Lima y Cuzco 1576, MP, II, 54-102), Memorial
del P. Plaza de 12 dic. 1576 (ibid., 149-157), Respuestas del P. General,
Roma, 1578 (ibid., 420-48; cf., 846 s.) y las Relaciones hechas por los
PP. Diego Martínez y Andrés López, a petición del P. Visitador, en agosto,
1578 (ibid., 356-83). Esta doble relación es especialmente interesante por
presentar en forma sistemática una larga lista de pros y contras y remedios,
elaborada con la experiencia de dos años de vida en Juli y después de varias
mesas redondas de todo el equipo jesuítico de Juli. Cf., además MP, índices
"doctrinas", "Cercado", "Juli". Proc., IV, c. 14 y 15 se hace también eco de
estas discusiones y conclusiones.
82
Así los memoriales de los PP. Martínez y López, a los que el visita-
dor P. Plaza añadió el siguiente postscriptum: "los que facilitan mucho
este negocio (de tomar doctrinas), no lo han probado, como estos dos
Padres" (MP, II, 369). Cf., también carta de Bartolomé Hernández a
Ovando, 19 abril, 1572 (MP, I, 471; cf., 504), que da como razones por
haberse dejado Huaruchiri, el poco fruto, el poco sustento material, y la
necesidad de castigar para que los indios hagan lo enseñado. Hernández
propone también misiones largas, de dos o cuatro meses.
27 6 América Indígena
La línea de solución
109
MP, III, 98 s. Cf., II, 156 y 367. Contrástese con este texto de
Acosta: "Los ritos de los indios, sus tradicionales costumbres, las supersticiones
y el modo de tratar con ellos sólo con el largo uso lo puede aprender. . .
es muy de doler que sea raro el párroco que pase tres años en la parroquia
que se le confía; luego se cansan de los feligreses o la ambición y el interés
los lleva de una en otra parte en busca de otros nuevos. . . con lo cual
consiguen poco fruto". (Proc., IV, c. 10, 3 6 9 ) .
Jesuítas y cidtt/ras indígenas 259
110
AÍP, III, 363.
111
Relación del P. López al visitador, agosto 1578: "realmente nos
pagan los indios las Misas que por sus difuntos dezimos, ni más ni menos
que a los clérigos, pues cuando el indio pide una Missa trae un carnero, y
si no le trae, no le dize más que responso; y aunque es verdad que aquello
y más que aquello se da a los pobres, al fin se recibe como el sínodo" (MP,
II, 3 7 7 ) . Lo mismo Diego Martínez el 24 dic., 1581 (MP, III, 99 s.).
1X2 " D e ] a misma manera que (los indios) odian a los que les exigen
en demasía, así también juzgan adversos a ellos los que rechazan los done-
cilios que les ofrecen" (Proc., V, c. 24, 519).
Jesuítas y cidtt/ras indígenas 259
Estipendios y beneficencia
113
8 abril, 1584. MP, III, 383.
114
Al600, I, 234 nos refiere la siguiente práctica en Cercado (aunque
no trata directamente de estipendios): "Las exequias de difuntos se hazen
con gran curiosidad, que es cosa inusitada entre ellos, llevándose desde la
Iglesia al hospital las ofrendas que ponen para que las gogen los enfermos
y los que están en su serv(ici)o".
115
Cf., nota 49.
116
Proc., V, c. 22, 512 s.; cf., IV, c. 18, 399.
117
Diego Martínez a Gil González Dávila, 24 dic. 1581, MP, III, 99 s.
27 6 América Indígena
Cercado por los siguientes cuatro rasgos: hospital, escuela, doctrina a grandes
y chicos, limosnas. Cf., también Al600, I, 232.
126
En MH, 13 ( 1 9 5 6 ) , 512-17.
127
Cálculos basados en los datos del catálogo de 1583; cf. supra, nota
103, MP, III, 220 s.
128
Tal es la tesis de los dos artículos de Echánove en MH. Lo mismo
Mateos en nota en A1600, II, 410. He aquí un fragmento de la tardía rela-
ción del P. Durán sobre Juli en 1642: "Cada día se reparten limosnas
suficientes a campana tañida, un día con otro a doscientas personas pobres,
y en algunos tiempos a más de cuatrocientas. Cada domingo se da limosna para
sustento de toda la semana a ciento cincuenta personas impedidas y ver-
gonzantes. Cada año se reparten a los indios que van a la labor de la sierra
de Potosí, en plata, carneros, lana, comida y otros géneros a propósito para
su viaje, un millar de pesos. Cada año, de esta casa de la Compañía, para
ayudar a pagar el real tributo, un año con otro se dan dos mil quinientos
pesos, y monta lo que ha dado desde 1602 más de noventa mil pesos, como
consta de los libros de los caciques autoridades. Tienen a cargo de la
Compañía un hospital, donde se curan como dos mil pobres en el discurso
de cada año y de veintisiete años a esta parte los cura un hermano médico
y cirujano de la misma Compañía. El adorno de las iglesias y las limosnas
referidas salen de una estancia de ganado vacuno y carneros de la tierra
que está a cargo de la Compañía y la misma se fundó para este intento. .
(Arch. de Indias, 70-2-12, cit. en Astráin, v. 5, 4 2 6 ) . Kubler calcula que
por aquella época, de toda la región de Chucuito (en la que se incluía Juli)
iban unos 2,200 mitayos (con familiares, 7,000 personas), cada año a las
minas de Potosí. El viaje era de 480 kms., más regreso. En conjunto se
ausentaban 8 meses (HSAI, 372 s. ). En 1585 ya había un poco de ganado
para sustento de los jesuitas de Juli (MP, III, 3 6 3 ) .
27 6 América Indígena
Actividades religiosas
Vida civil
Escuela
137
MP, II, 364.
138
"Lo que yo he visto por experiencia los días que allí he estado es:
que el fruto no es tanto como suena, ni las dificultades tan pocas ni tan
fáciles. . . De tres mil personas que se han confesado este año, no se han
confesado las mil por su voluntad, y más de los dos mil se han confesado por
fuerza. Unos, porque los prenden por amancebados, y les manden que se
casen o se aparten, y ellos por no apartarse dan priesa que los confiesen para
casarse, y casados, no vuelven más a la confesión. . . Otros se confiesan por
enfermedad, y éstos, los más, porque los fiscales o síndicos avisan a los
Padres que están enfermos y que los vayan a confesar... A la doctrina vienen
pocos por su voluntad. A las pláticas y sermones públicos acude mucha
gente y mucha se esconde; y así es menester los domingos por la mañana
poner alguaciles en las calles para que no se vayan a trabajar al campo".
Enero, 1578, MP, II, 335 s. " . . . Y como estas diligencias no se hacen en
otros pueblos... a los que miran de aparte este negocio paréceles que es
mucho el fruto" (id. 3 3 7 ) . Otros datos en Anua 1576 (MP, II, 2 8 2 ) y en la
de 1578 (ibid., 6 2 3 ) .
139
Cf. infra, Cap. III, El castigo corporal a los indios, y Las penas.
140
Memorial Espiritual de Toledo (1562 ? ) , en Zabálzuru, v. 6, 310.
141
Al600, I, 224.
Jesuítas y cidtt/ras indígenas 259
Cuadro número 1.
Jesuítas y cidtt/ras indígenas 259
A. A C T I T U D H A C I A EL I N D Í G E N A C O M O PERSONA
Se repiten una y otra vez los juicios favorables del indio, sobre
todo en tres grupos de documentos: en casi cada página de Acosta y
145
IV, c. 3, 332 s.
27 6 América Indígena
140
Proc. IV passim. Lo mismo las Anuas (por ejemplo de 1574 y
1576) y Al600.
147
Proc., 126. "¿Cuál es la causa de otras cosas y tan difíciles, que
nunca antes las habían oído, y tan bien aprendidas que pueden competir con
nosotros? ¿No les oímos muy buena música, tanto de voces como de instru-
mentos de cuerda y viento? ¿No vemos que algunos llegan hasta a compo-
nerla con arte? ¿No practican bien todos los oficios del servicio de la
Iglesia? ¿Quién ignora que son muy buenos artífices de escribir, pintar y
modelar? ¿Y no los vemos litigar con mucha astucia, y mover pleito a sus
amos, y aun vencerlos?" (id., IV, c. 3, 332 s.). Lopetegui, 371 s., ha reunido
en antología las adjetivos que Acosta dedica a los indios. Ni se refieren las
alabanzas sólo a los quechuas o aymaras, ni proceden sólo de jesuítas supe-
riores. Spitilli, hacia 1590, trae también elogios de los del Tucumán (en
Ragguagli d'alcuns Missioni. . ., cit. en Borges, 7 8 ) .
14S
El mismo individuo que relata las alabanzas y respetos que Barzana
tributaba a los indios, llamándoles "mis señores los indios", se admira de
que un hombre "tan apto para todo y en particular para cossas de ingenio"
se ocupara "siempre con gente bárbara, con un o f f ( i c i ) o tan seco que
provoca a melancolía... por no aver en este género de trato cosa de humano
gusto ni deleyte" (Al600, I, 2 1 2 ) .
149
Proc., VI, c. 20, 587, hablando de su poco aprecio a la virginidad.
Pero en otra parte (p. 122) reconoce que los pecados de los indios "no son
de los que vuelven a Dios inexorable. . . antes por lo común pecan por
ignorancia o incitados por la fragilidad de la carne, tanto que, quitadas
aparte las borracheras y deshonestidades, apenas tienen otros pecados".
]eslillas y culturas indígenas 297
los españoles como hacía Acosta y otros, sino también a que "ellos
son muy carnales, terrestres y de poca capacidad".150 La Relación
de Juli de 1600 les llama "torpes y vastos" de natural; etc.151
Hechos en pro y en contra. Cuatro síntomas
Hasta aquí las palabras. En el mundo más objetivo de los hechos
la actitud hacia el indio-persona es asimismo de aprecio y respeto
con limitaciones. Las intervenciones de los jesuitas en pro de Tupac
Amaru, condenado por el virrey Toledo en 1571, y el juicio desfavo-
rable con que las crónicas del colegio del Cuzco censuran la orden
de ejecución, son una muestra del aprecio como tendencia.15" Pero
en nuestro juicio los cuatro siguientes rasgos son más sintomáticos
para medir hasta donde llegó y no llegó el aprecio y valoración del
indio. Los dos primeros arrojan un resultado muy positivo. Los si-
guientes ponen límites a la confianza en la persona del indio.
Primer rasgo: calidad de las personas dedicadas a indios
Sustancialmente hemos dejado explicado este rasgo al hablar de
los jesuitas que desfilaron por Juli. 153 Dado que la finalidad prin-
150
A Ovando, Presidente del Consejo de Indias, 19 abril, 1572, MP, I,
464.
151
Al600, II, 406. Añade que ese natural se ha superado en Juli y ya
viven en "pulisía y humanidad y buena crianza".
152 Vargas, HCJP, 148. La Historia del Colegio del Cuzco del P. Vega
subraya particularmente que insistieron una y otra vez "de rodillas y con
lágrimas muchas veces" al Virrey (Historia del Col., 19 s. ). La crónica
paralela en A1600, II, 25, no lo subraya tanto. Es curioso, con todo, que la
instrucción al Emperador Inca se encargara en un principio a un hermano
coadjutor cuyos informes de dos años antes (Catálogo 1569, MP, I, 285)
decían "no es para mucho". Cf., Vargas, HCJP, 149. La razón es que era
el único jesuita con sangre india entonces residente en Cuzco (Cf. juicio muy
favorable de cinco años más tarde, en la relación del visitador Plaza, MP, II,
128). El P. Barzana completó la instrucción, aunque no sabemos qué valor
merecen las entusiastas relaciones de sincera conversión del Inca junto ai
cadalso. La afirmación general de Vargas sobre la estima ganada por la
Compañía con su actitud pro-Tupac Amaru, debe completarse con la nota
del P. Luis López, sobre el "odio que el reino había concebido contra el
Provincial y Compañía, por aber andado en compañía del Virrey" (12 oct.,
1572, aludiendo a la ejecución; MP, I, 490 s. con nota). Pero no se olvide
que López iba amontonando bilis contra Toledo (cf., su memorial de quejas
pasado por Toledo al Rey y que no fue poca parte para el proceso de López
en Inquisición. CDIHE, v. 94, 472-86).
153
V. supra, Cap. II, Primera condición: que se confíen a individuos
de valer.
27 6 América Indígena
154
Sabemos lo que costó a la Universidad de Valladolid desprenderse de
Atienza (MP, II, 7 3 4 - 3 7 ) . De Acosta decía el P. General: " Es de lo bueno
que tenemos en Espagna" (a Portillo, 14 nov., 1570, MP, I, 3 9 0 ) ; y de su
De Procuranda se dice que "es el libro más importante producido por
Jesuíta alguno en América en el siglo XVI" (Mateos, en Introducción a
A1600, I, 47; cf. id., 281 s.). Sobre él existe una bibliografía enorme, que
lo estudia desde los más diversos aspectos: teólogo, naturalista, antropólogo,
evolucionista, misionólogo, hombre de gobierno, etc.
Borges —contra Egaña— cree que la Compañía participó también del
mal de otras religiones que enviaban a Indias a algunos indeseables en la
Península. Se basa en una carta de Portillo de 1567, antes de llegar los
jesuítas al Perú (MP, I, 103; en Borges, 353, nota 5 2 ) . El P. Hernández,
en carta a Ovando, tiene queja similar, pero habla de todos los religiosos sin
especificar (MP, I, 4 6 5 ) . En los documentos privados de MP, que se quejan
tan sin rebozo de lo que sea, no hemos hallado datos concluyentes sobre el
particular a excepción de los dos casos citados y una queja del P. López
desde Juli, que se refiere más bien a la distribución de personal ya en el
Perú (cf. supra, nota 3 2 ) , más otras peticiones generales de que "se mande
de lo mejor" (por ej., MP, I, 4 9 6 ) . El P. Provincial de Andalucía, Cañas,
se resistía a la ida de Plaza al Perú, pero el P. General no oyó sus ruegos
(MP, I, 547 ss.). El P. Baltasar Alvarez habría sido destinado provincial del
Perú y después retenido en España. Pero las razones fueron claras muestras
de salud insuficiente, que desaconsejaban el largo viaje, como probó una
simple travesía a Mallorca. Le suplió otro de primera calidad: Atienza
(cf., índices respectivos, en MP, I I ) . Dos de los mejores ascetas de la Com-
pañía Española en la época de Aquaviva, vivieron precisamente en el Perú:
Alvarez de Paz y Juan Sebastián de la Parra (cf., Astráin, v. 5, 88-90).
Jesuítas y cidtt/ras indígenas 259
Los españoles del siglo XVI veían más la dignidad del sacra-
mento que su poder medicinal. Ello explica su actitud al llegar a
Indias y realza la actitud de los jesuitas. Muchos misioneros, y más
en el Perú, creyeron que el indio no era digno de recibir la comunión.
El Primer Concilio de Lima, en 1552, mandó que sólo se les admi-
nistraran los tres sacramentos del bautismo, penitencia y matrimonio,
y sólo por vía de excepción les concede en algún caso los sacramentos
de la confirmación y eucaristía. El Segundo Concilio, en 1567, un
año antes de llegar los jesuitas, urge la administración del viático
a los indios y admite que se distribuya la eucaristía en algunos casos
y siempre con permiso del obispo. En el Tercer Concilio, en 1583 y
en el que los jesuitas tomaron tanta parte, se llega por fin a admitir
que "a los asaz enmendados en sus costumbres" se les dé la comu-
nión por Pascua.156 Sin embargo la práctica ordinaria era simplemente
no dar la comunión a los indios.
Fueron principalmente los jesuitas los que introdujeron la co-
munión a los indios, no sin sorpresa y aun resistencia de muchos,
incluso de "personas muy graves y religiosas".157 Teniendo en cuenta
este ambiente de resistencia o cuanto menos receloso, no debe admi-
T e r c e r r a s g o : d i f í c i l a c c e s o d e los i n d i o s al s a c e r d o c i o
15S
Así en Juli, en 1578 (MP, II, 3 5 8 ) . N o se dan razones de "dignidad"
sino de posible escándalo de otros indios, si ven recaer a los que comulgan.
Cf., relación Plaza, 25 abril, 1579, AÍP, II, 674 s. Proc., VI, c. 10, sobre
todo 555 s.
159
Para un estudio más general, cf., Ybot, I, 727 ss., Ricard, 409-19,
Lopetegui, c. 13 (379-404, con preferencia en la actitud jesuítica), más los
estudios particulares de Alvarez Mejía (Revista Javeriana, 1955 y 1956),
Bayle (Razón y Fe, 1 9 3 1 ) , Lopetegui (Xenia Piaña, 1943,), Rodríguez Va-
lencia (Anthropologica Annua, 1957) y Specker (Schoneck-Beckenried, 1950).
Sobre la actitud de San Ignacio, cf., Granero, 200-207. Cf. también Egaña,
El cuadro..., 160-163.
160
Acosta dice expresamente, aludiendo a la Const. 74 del II Concilio
de Lima: "Se ha mandado prudentemente... que ninguno de linaje indio
obtenga el sacerdocio o grado alguno eclesiástico. . . No conviene elevarlos
a los superiores grados sagrados, especialmente a los indios, en nuestro
t i e m p o . . . per ser nuevos en la fe y de linaje oscuro" (Procuranda, VI, c. 19,
ver págs. 581-84). Como ha subrayado Lopetegui (p. 3 8 5 ) , era una norma
prudencial para aquel tiempo. El primer documento pontificio que les da
acceso al sacerdocio es de 1697 (García y Sáenz, Apuntes. . ., cit. en
HSA1, 4 0 4 ) .
161
Sólo se habla de futuros maestros y catequistas (cf. supra, Cap. II,
d, Colegios para hijos de caciques. La mentalidad de S. Ignacio era más
abierta, a pesar de que S. Francisco Xavier veía completamente imposible la
admisión de naturales de la India. Cf., Granero, 204 s. Lo más que hallamos
en los jesuitas del Perú es la posibilidad de la cooperación en la redacción
de una carta del Tercer Concilio de Lima al Rey, en que se hacen votos
para que los colegios de hijos de caciques lleguen con él tiempo a dar
"ministros de la Palabra de Dios en su nación" (cit. por Lopetegui, 4 0 0 ) .
259
Jesuítas y cidtt/ras indígenas
162
En Catálogo de 1569: Valera, Gonzalo Rodríguez, Martín Pizarro,
Juan Rodríguez que después salió; cf., MP, I, 284. Cf. siguiente catalogo
ibid., 445-47. Además de los mencionados Valera y Pizarro, se señalaron
otros mestizos admitidos más adelante: Gonzalo Ruiz y Pedro de Añasco.
(Del último dice Astráin que "pocos le ganaban en humildad, obediencia y
aplicación asidua al estudio de lenguas difíciles y en el espíritu de abnega-
ción" (v. 4, 6 1 6 ) .
183
14 dic., 1582, MP, III, 205 s., con notas 54 s. ibid.: "a todos nomine
discrepante parezió muy necessario que se les cierre del todo. . . porque la
experiencia ha mostrado a la larga no probar bien este género de gente;
y las demás Religiones han abierto camino a la Compañía para esto con su
ejemplo. . . y el Rey tiene mandado no sean recibidos a Orden Sacro".
Montesinos cuenta del mismo Piñas que pidió a Sto. Toribio que no
ordenase mestizos (con ocasión del sacrilegio, cometido por un sacerdote
mestizo). Cf., Bayle, El clero indígena..., 528. Véase también carta de
Piñas a Aquaviva, 15 marzo, 1585, MP, III, 570 s. La respuesta de Aqua-
viva a la actitud cerrada de la Congregación está llena de equilibrios:
"quandoquidem Congregado ita sentit. . . hoc tempore.. . doñee aliud
statuatur" (enero, 1584, MP, III, 3 4 3 ) . Sobre la situación a principios del
siglo XVII, cf., Vargas, HCJP 269 s.
164
Plaza (memorial 12 dic., 1 5 7 6 ) : "aunque (los mestizos) son más
humildes y subyectos que los criollos de su condición, son más cortos de
entendimiento; y comúnmente tienen los españoles y especialmente los
eclesiásticos y religiosos, mucha aversión con ellos, porque son muy conocidos
en el color, y para sacerdotes conviene que sean muy raros los que se
reciban" (MP, II, 183). De Acosta no tenemos datos tocantes a la admisión
a la Compañía, pero sí tocantes al sacerdocio. En el III Concilio de Lima
hizo una declaración jurada (5 agosto, 1583, MP, III, 271-4) en que la-
menta la prohibición decretada por Felipe II en 1578 contra el acceso de
mestizos al sacerdocio y dice: "a este testigo le paresce cosa muy conveniente
y coniforme a razón que no se cierre la puerta a los que con estudio y
virtud pueden merecer el sacerdocio" (ibid., 274). De hecho el III Concilio
adoptó la misma actitud al decretar sólo que no se admitiera a los indignos,
sin distinguir razas (2a. sesión, c. 33; Levillier. Organización, II, 185). Proc.,
IV, c. 18, 359 s., da las siguientes razones en pro: "no sólo conocen la
lengua, sino las demás cosas de los indios, y les tienen amor". Por tanto,
"si son de buenas costumbres y probados por mucho tiempo, cualquier otro
respeto hay que posponerlo". Cf. ibid., VI, c. 19.
27 6 América Indígena
188
Proc., IV, c. 14, 382.
leo Egaña (El cuadro. . . ) ha estudiado los aspectos jurídicos del pro-
blema. Llega a la conclusión de que los jesuitas consideraban a los indios
minorennes por entonces, pero capaces en sí mismos de entrar en una
comunidad jurídica cristiana.
27 6
América Indígena
170
Supra, nota 64.
171
Diego Martínez a Acosta, en Anua 1576, MP, II, 275.
172 D i e g o Martínez a Plaza, 1 agosto, 1578, AÍP, II, 359 y 361.
173
Diego de Torres a Aquaviva, 12 febrero, 1584. MP, III, 361. Cf.,
además, Al600, II, 405 ss. Viene a este propósito el juicio de Desqueyrat,
corroborado por uno de los mejores especialistas de la Unión Soviética,
H. Chambre s. j.: "El nivel de propiedad privada rusa no parece inferior
al que existía en otro tiempo en las Reducciones del Paraguay" (Chambre,
Le marzisme en Union Soviétique, Paris 1955, p. 165). El desarrollo de la
propiedad refleja el desarrollo de la iniciativa. Con todo sería falsear la pers-
pectiva comparar Rusia del siglo XX y Paraguay del siglo XVII-XVIII.
174
Plaza en MP, II, 369, cf. supra, nota 82.
175
Ricard, sobre México, responde en el prólogo de su 2a. edición, a
los que criticaban sus conclusiones sobre el paternalismo: "¿Fue posible y
preferible en aquel tiempo una conducta diferente? No lo sé. Pero lo que
Jesuítas y cidtt/ras indígenas 259
Las penas
179
MP, II, 3 66.
180 proc., IV, c. 20, 410, con arreglo tipográfico añadido.
1S1
Ibid. Y en III, 310 s., donde recomienda el sistema de castigos contra
las borracheras patrocinado por Polo de Ondegardo. Sobre el sentido de
trasquilar en contexto incaico, cf., las leyes reproducidas por Valera en
Costumbres, 58 (ley XVII, el que cometa estupro: sea azotado, trasquilado,
desterrado y conducido a las minas; si ella consintió, hágasele lo mismo y
mándesela a guardar algún templo).
259
Jesuítas y cidtt/ras indígenas
182
Fechada en Juli el 10 de marzo, MP, III, 114.
183
Al600, II, 409: Los jesuitas "acuden con particular cuidado todos
los días en comp(añí)a de los fiscales a bisitar el pueblo, para impedir
borracheras y peccados públicos, tienen casa diputada donde ensierran los
hechiceros, a los cuales sustentan de limosna, y acuden con particular cuidado
a su instrucción y enseñanza, aunque destos ay ia mui pocos. Aquí también
recogen por algún tiempo algunas indias escandalosas". Sobre Cercado, Vargas,
HCJP, 299 s.
184
Anua 1578, MP, II, 626.
27 6 América Indígena
185
Id. 624. Cf., casos muy elocuentes de México en Borges, 133-35.
Saltando cuatro siglos, el indio actual pide con alguna frecuencia y espon-
táneamente a los misioneros cuaresmales que le den una buena reprensión;
la india acepta e incluso a veces defienda el derecho que tiene su marido para
pegarle. En Cercado, 1589 y 1602, los indios enviaron memoriales contra
el trato de los jesuitas; pero, si hemos de dar fe al Virrey Luis de Velasco
(15 mayo, 1 5 9 9 ) , en realidad eran maquinaciones del clérigo Alonso de
Huerta, y otros, por intereses creados (Archivo Indias, 70-1-3 y 70-1-34,
cit. en Astráin, v. 4, 526 y 529-30).
27 6
América Indígena
SUMMARY
This article, of which the first part appeared in the
previous number of América Indígena, presents the at-
titude of the first Jesuits in Perú during the years 1568-
1606, and attempts to explain what was the Christian-
Hispanic-Indian synthesis toward which the Jesuits aspired
to lead the Indians; what were the concrete means they
used and what criteria guided them.
The first part presented the background, the basic
Jesuit objective and the means for achieving it, and began
the study of the acculturation criteria with an examination
of the attitude toward the Indian as a person. In this
second part, the study of the acculturation criteria is
continued, but here focusing on the attitude toward the
Indian as a culture and on the application of the general
attitude to different topics of the Indian cultures. This
part includes a map of the Province of Perú at the
beginning of the 17th century and a synoptic chronological
chart that covers the political life of Perú, its religious
government and Jesuit activities.
The section on the attitude toward the Indian as a
culture covers the methods used to investígate the Indian
cultures, the general norms that governed acculturation
and the tendency of the Indians to confuse evangelization
with the Hispanization of customs. The following section,
the application of general principies to different topics
of the Indian cultures, takes up: a) the linguistic sphere
where an analysis is made of Jesuit efforts to prepare
grammars and vocabularies in Indian languages and the
factors that provoked this activity; b) the technological,
social and family sphere, where an analysis is made of
the material situation of the Indians insofar as it pre-
sented an obstacle to evangelization, the role of the chiefs
in doctrines and the problems of regulating marriages
given the existence of polygamy; c) the intellectural and
artistic sphere, with an emphasis on the study of the
transformaron of the ancient Indian celebration to the be-
nefit of Christianity, and d) the religious sphere where
a general analysis is made of the attitude toward idolatry.
B . A C T I T U D H A C I A LO I N D Í G E N A C O M O C U L T U R A
Investigación
Cuando el franciscano Bernardino de Sahagún hizo sus magnífi-
cas y metódicas investigaciones sobre las culturas mexicanas y pon-
186
Ricard 121-24, 127, 149.
187
Aquaviva a Acosta, 21 noviembre, 1583, MP, III, 291, con nota 18.
188
Por ejemplo, Anua 1570, MP, I, 423 s., A1600, II, 90 s.
189
Aunque todavía no hay unanimidad de parecer (por ej. Jesús Lara,
17; Riva Agüero; Durand en ed. de Comentarios Reales II 87, se oponen).
La primera edición anónima se debe a Jiménez de la Espada, en Tres Rela-
ciones de Antigüedades Peruanas (pp. 135-227). González de la Rosa en
1907 empezó a atribuir la Relación a Valera y poco a poco le han seguido
la mayoría de autores. Este mismo autor levantó una gran polvareda al
decir que Garcilaso, tenido hasta entonces como la máxima autoridad sobre
el Perú prehispano, era un simple plagiador de Valera. Ph.A. Means opinó
asimismo que los escritos del cronista Montesinos eran plagio del "earlier
and infinitely more intelligent Jesuit, Father Blas Valera" (Ancient 68; cf.
69 y las referencias en 115, nota 2 7 ) . La opinión más reciente concede
menos crédito a Garcilaso (por ej. Métraux 188) y a su tantas veces citado
Valera (por ej. Masón, The Ancient... 270).
190
Cuatro tomos, de los que sólo uno se ha impreso, primero en francés
(París 1857) y después en el original (Lima, 1895). Esta última edición
Jesuítas y cidtt/ras indígenas 259
198
Cf. R. Benedict, Patterns of Culture, Boston and London 1934, p. 46;
Herskovits, Cultural Anthropology, New York 1955, c. 22, sobre todo
p. 424-29.
199
Rowe, HSAI, 302, Kubler, ibid., 393 s. Tschopik, ibid., 558-60.
200
P. 317. El Rey así lo ordenaba en Real Cédula de 23 septiembre,
1580 (Borges 2 3 5 ) . Polo de Ondegardo escribió un tratado ad hoc: Rela-
ción de los fundamentos acerca del notable daño que resulta de no guardar
a los indios sus fueros (26 de junio de 1571, al Virrey Toledo; en Colec-
ción de Libros y Documentos referentes a la Historia del Perú, serie 1, v. 3
p. 45-188).
27 6
América Indígena
Evangelizar y españolizar
201
MP, II, 460.
202
Costumbres, 55.
203
Cf. supra Cap. 11, Entradas a indios no cristianos y Vida civil. El
Tercer Catecismo de Lima, redactado al parecer por Acosta, quiere atajar el
frecuente abuso de identificar los vocablos español y cristiano: "Cuando
viéredes algunos viracochas que dan coces a los indios, o los tiran por los
cabellos, y los maldicen y dan al diablo, y les toman sus comidas, y les
hacen trabajar y no les pagan, y los llaman perros. . . estos tales viracochas
son enemigos de Jesucristo, son malos, y aunque dicen que son cristianos
no lo son" (folia 169, r-v; cit. en Borges, 197). Véanse otros datos en
Borges, 197-200; en Rodrigo de Loayza, Memorial del Perú, tocante a los
indios, ed. en CD1HE, v. 94 (p. 589 s. ). Cf. también Proc., IV, c. 18.
204
A1600 II, 22.
259
Jesuítas y cidtt/ras indígenas
205
Al600 II, 116.
206
Id. 406. Toledo ordenó a los indios de Charcas que "se laven los
pies y las manos, se corten el cabello y se hagan policía de las uñas" (cit.
en Otero 8 7 ) . El III Concilio de Lima (5a. sesión, c. 4, habla de dejar
las costumbres "ferinas y agrestes"; Levillier, Organización, II, 2 3 2 ) . Acosta
atribuye sus deficiencias a la clase de educación recibida en su ambiente,
"no muy desemejante al de las bestias" (Proc., 91; en general, sin hablar
ex profeso del Perú). Cf. Borges, c. 5 ( 2 0 3 - 4 4 ) .
27 6 América Indígena
T Ó P I C O S DE LAS C U L T U R A S INDÍGENAS
a) E s f e r a lingüística
210
Es lo primero que se imprime en todo el Perú, en la imprenta
instalada en el Colegio de la Compañía en Lima, bajo la supervisión de
Acosta (Atienza a Aquaviva, 8 abril, 1584, MP, III, 396 s.). En las traduc-
ciones indígenas colaboraron los jesuitas mestizos Santiago (Archivo del
Cabildo Eclesiástico de Lima, cit. por Vargas, HCJP, 160) y Valera (Acosta
al Concilio, 5 agosto, 1583. MP, III, 272 s.), además de otros varios clérigos
(cf. Vargas 1, cit. y en Biblioteca Peruana, I, 9 s.).
211
Cf. Badlori, en recensión a la obra de Rivet, en AHSI, 23 ( 1 9 5 4 ) ,
401-3. Sobre Torres Rubio, cf. supra nota 93. Garcilaso de la Vega dedica
frecuentes elogios a la labor jesuítica en pro del quechua, por ej. en la
Advertencia Inicial (ed. Durand, I, 61) o en IV, c. 11 (ed. Durand, II,
31).
212
Batllori, loe. cit.
213
A1600, I, 61.
214
Mateos, Introducción a A1600, I, 42.
215
Al600, II, 473.
216
Astráin, v. 4, 671 s.
27 6
América Indígena
Regulaciones y motivaciones
217
Cf. Eguía Ruiz, en "Estudios" ( 1 9 3 9 ) , 245-64. Dahlmann, Madrid,
1893.
218
Según A1600, II, 464, hablaba quechua, aymara, puquina, cacca,
cálchaqui, toconote, lule, sanauirona, guaraní. A1600, II, 61-3 sólo habla
de siete lenguas. Cf. Mateos, Una carta inédita. . . y supra, nota 92.
219
28 marzo 1604. En Astráin, v. 4, 626 s.
220
El II Concilio de Lima (parte II, const. 3 ) compelía " por temor y
también por rrigor" a que los curas aprendieran la lengua bajo pena de
perder un tercio de su salario el primer año y más los sucesivos. El III da
un nuevo paso al imprimir los catecismos y confesonarios. La primera
táctica de Carlos I en 1550 había sido obligar a los indios a aprender
castellano por haberse llegado a la conclusión de que la más perfecta lengua
índica era incapaz de expresar los misterios cristianos "sin grandes disonan-
cias e imperfecciones" (Recop. Indias, Ley XVIII, t. I, 1, I ) . Esto era evi-
dentemente inviable y se fue evolucionando hasta que Felipe II, el 2 de
diciembre de 1578, mandaba al obispo de Charcas que nadie fuera admitido
al presbiterado sin saber la lengua (Egaña, "Felipe II", 90-100). Ybot
tiene datos de interés para toda América (I 516-42). Valera y Acosta ridicu-
lizan a los que proponen castellanizar a los indios ( c f . supra, nota 2 0 9 ) .
"Si unos pocos españoles en tierra extraña no pueden olvidar su lengua y
aprender la ajena, siendo de excelentes ingenios y viéndose constreñidos con
la necesidad de entenderse, ¿en qué cerebro cabe que gentes innumerables
olviden su lengua en su tierra y usen sólo la extraña, que no la oyen sino
raras veces y muy a disgusto?" (Proc., IV, c. 8, 357 s. Cf. Valera, Historia
de los Incas, en Garcilaso, Comentarios Reales, VII, 3; ed. Durand, III, 19;
Valera, ed. Lima, 1945, p. 125).
Jesuítas y cidtt/ras indígenas 259
221
Granero, 143-150. Proc. apela a S. Ignacio y a la regla de la Com-
pañía de que todos hablen la lengua de la región en que residen (IV, c. 9,
364 s.).
222
Borja, MP, I, 143; Mercuriano, MP, II, 37, 316 s., 400, 426 s., 475,
523; Aquaviva, MP, III, 289, 297, 349, 383, 428.
223
A Acosta, 25 septiembre, 1578, MP, II, 400.
224
21 noviembre, 1583, MP, III, 289 y 297; por su parte, la Congre-
gación Provincial independientemente se había planteado el mismo pro-
blema (III, 214 s.). Cf., nota 220. N o creemos que la orden se cumpliera
rigurosamente.
225
Anua 1578, MP, II, 619. Cf. Diego Martínez a Gil González,
diciembre, 1581, MP, III, 95.
220
Cuando Mercuriano insistía con fuerza que se dejara Cercado, añadía
con todo que convenía dejar allí una casa, dadas las facilidades que ofrecía
para aprender la lengua (octubre, 1578, MP, II, 4 2 6 ) . Cf., relaciones de
López y Martínez al visitador, MP, II, 359, 373 s., 380.
227
3a. Congr. Provincial, MP, III, 214. En palabras de Acosta, el que
sin saber la lengua acepta una doctrina, "creo hace tiempo y sostengo que le
espera la ruina de su alma" (Proc., IV, c. 7, 3 5 2 ) . Los dominicos de Gua-
temala habían llegado a una conclusión análoga: el religioso que supiere la
lengua y regresara a España sin motivo suficiente, pecaba gravemente
(Remesal, Historia de Chiapa y Guatemala, Madrid, 1619, p. 627; cit. en
Borges, 3 4 8 ) .
27 6 América Indígena
228
Valcárcel, 181; Métraux, 179, hablando de los misioneros en gene-
ral. Fuera del testimonio de Valera que citamos a continuación, no hemos
podido buscar testimonios directos de los jesuítas de la época.
229
Historia de los Incas, II, c. 9: en los Comentarios Reales, VII, c. 4
(ed. Durand, III, 2 2 ) .
259
Jesuítas y cidtt/ras indígenas
Vivienda y sustento
Uno de los cambios más apoyados por los jesuitas y que mayores
repercusiones tuvo en el conjunto de la vida indígena fue el de la
reducción a poblados. Desde el punto de vista misional, facilitaba
enormemente la predicación. Y aun prescindiendo de ésta, contribuía
a proporcionar a los indios el mínimum de decencia o "policía" hu-
mana que los misioneros consideraban indispensable para la acepta-
ción del evangelio. Las dificultades de todo orden experimentadas en
Huaruchiri en los primeros años convencieron pronto a los jesuitas
de la urgencia de esta empresa. El P. Bartolomé Hernández, uno de
los jesuitas más influyentes en aquellos años, escribía así a Juan
de Ovando, Presidente del Consejo de Indias:
"Primero es necesario que sean hombres que vivan política-
mente para hazerlos christianos" (es decir, que se reduzcan
a poblados, en vez de seguir viviendo en sus) "rancherías muy
angostas y muy suzias y oscuras, donde se juntaban y dormían
como puercos, y allí se emborrachaban y se enbolvían los
padres con las h i j a s . . . " 230
230
19 abril, 1572, MP, I, 467. Sobre reducciones en general, cf. supra,
nota 2 y Cap. II, segunda condición: fácil acceso a una casa principal de la
Compañía. El etnólogo Kubler concede profunda importancia al hecho y
juzga sus resultados favorablemente (HSAI, 359 s.).
27 6
América Indígena
Organización social
235
Anua 1604, en Echánove, MH, 13 ( 1 9 5 6 ) , 521.
236
Anua 1612, en ibid., 521 s., rectificando el juicio contrario de
J. Toribio Medina.
237
"It would be a falsification that all Colonial churchbuilding was in
the nature of forced labor. On the contrary, a communal solidarity was
given expression by sustained labor upon a fine edifice destinated to serve
the religious needs of all settlers and to house the ritual life of the agglo-
moration" (Kubler, HSAI, 3 6 0 ) .
27 6
América Indígena
Regulaciones matrimoniales
238
Anua 1578, MP, II, 617 s. Cf. A1600, II, 33-39, que pondera la
dificultad de la obra y la generosidad de los indios que no querían paga,
sino "pobre y humilde comida".
239
Masón, 150 s.; Rowe, HSA1, 285 s., 271; Means, Ancient...,
358-63. El II Concilio de Lima (núm. 62, en Levillier. Organización, II,
2 9 0 ) se acomoda a la práctica indígena al decir: "tengan libertad los indios
para casarse fuera de su ayllo si quisieren, pero sean exortados por los
sacerdotes a conformarse en esto con las costumbres de la tierra".
240
Mateos, Constituciones para Indios..., MH ( 1 9 5 0 ) , 5-54.
241
Proc., VI, c. 20-22, 585-98. Cf. p. 475 s.
242
Acosta se expresa con claridad sobre el matrimonio de prueba
(Proc., V, c. 12, 476 s.; Anua 1578, MP, II, 247) y con él muchos cronistas.
De ahí Rowe opina que se dio en muchas regiones, si es que no en todas
(HSAI 2 8 5 ) . Masón ve más dificultades en admitirlo (p. 1 5 1 ) . Dado
que el matrimonio incaico era una ceremonia primordialmente civil (cf.
259
Jesuítas y cidtt/ras indígenas
Las fiestas
Means, Ancient, 3 5 9 ) , se explica que bajo los españoles los indios siguieran
dando menos importancia a acudir al sacerdote. En la actualidad no hay
duda de la existencia de un matrimonio de prueba (Miskhin, HSAI, 455,
Tschopik, ibid., 544; cf. Carlos A. Romero, "Tincunakuspá", en "inca", n. 1 ) .
243
Lopetegui, 218 s.
244
Proc., VI, c. 22, 596. Cf. Tschopik, HSAI, 544. Sobre dificultad del
divorcio entre los incas, Means, Ancient. . . ; Rowe, HSAI, 285.
245
Martínez, Juli 24 diciembre, 1581 a Gil González, MP, III, 97.
27 6 América Indígena
relación del clérigo Otazo en Cieza de León, Crónica del Perú, c. 117, en
BAE, v. 26, 454, etc. Sobre el empleo de cantos en lengua índica, cf. tam-
bién Borges, 170 s., aunque no consta si se habla de melodías de origen
autóctono.
247
MP, II, 279. Apo : Apu jefe, señor.
248
Anua 1578, MP, II, 243.
249
Anua 1570, MP, I, 423 s. Podría tratarse de uno de los magníficos
himnos conservados por Cristóbal de Molina, el Cuzqueño. He aquí el más
corto de ellos, con la traducción de Jesús Lara:
Pachamama, Madre Tierra,
Qasillata, A tu hijo el Inca
Qhespillata Poderoso,
Qhapaj Inka Presérvalo
Wawaykita En tu regazo,
Marq'ariy En medio de la paz
Jat'alliy Y el bienestar. (Lara, 162).
1
27 6
América Indígena
250
MP, II, 280 s.; Anua 1600, en Astráin, v. 4, 539; A1600, II,
36 s.. . . etc. En 1610, con motivo de la beatificación de S. Ignacio en el
Cuzco, se hizo un despliegue especial folklórico-religioso, reproduciendo
el antiguo esplendor incaico. Cobo estaba presente (HNM, XII, c. 2, en
BAE, v. 92, 6 1 ) .
251
Samaniego en 1586, en A1600, II, 473. Recuérdese que se trata
aquí de indios cuyo desarrollo artístico no había alcanzado el nivel de los
quechuas. Cf. también Al600, II, 501; otros textos no precisan si se trata
de cantos importados o nativos: Anua 1578, MP, II, 237, etc. El jesuíta
Nóbrega, en el Brasil, acomodaba muchos elementos nativos, pero se lo
prohibió el obispo. Noriega obedeció, pero escribió a los letrados de Por-
tugal para informar (cf. Granero, 189).
252
Harcourt, La musique..., II, 118 s.; cf. 91-124. Cf. Rowe, US Al,
289; Kubler id., 392; Tschopik, id., 555.
253
Al600, II, 38.
Jesuítas y cidtt/ras indígenas 259
254
Sobre el Perú prehispano, HNMI, VI, c. 28; Rowe HSAI, 322;
Lara, 49-54. Sobre el teatro en América, en general durante la Colonia:
Bayle, Teatro...-, González Dávila (año 1649). Sobre México, Ricard,
355-77. Sobre Perú, G. Lohmann Villena. Madrid, 1945 (más otros ensayos
anteriores publicados en Lima, 1939 y 1 9 4 1 ) . Cf., también Harcourt, La
musique..., II, 115 s.
Según Lohmann la primera representación colonial en Lima sería en
1563; Lara, basado en Martínez Arzang (Historia de la Villa Imperial de
Potosí, Buenos Aires, 1943) habla de representaciones en Potosí, 1555,
sobre temas incaicos (Lara, 50 s.), aunque este autor tiende siempre a
robustecer todo lo pro-quechua.
255
Anua 1569, MP, I, 348 s. El autor afirma, con alguna retórica, que
era cosa allí nunca vista. Lohmann Villena reconoce, con todo, un papel
importante al desarrollo del teatro por medio de los jesuitas. Según él
(El arte. . . p. 2 3 ) , Barzana fue el autor de la primera obra dramática en
tierra argentina, en 1596. Sobre el teatro en las doctrinas de Juli, cf. supra
Cap. 11, Escuela.
250 v a r g a s e n s u tomo V de la HCJP, Los jesuitas del Perú y el arte,
se fija sobre todo en los templos y su decoración; pero al hablar del influjo
indígena propiamente dicho, se limita casi exclusivamente en los progresos
musicales de las doctrinas.
27 6 América Indígena
257 Wethey, 141-3, sobro Arequipa; 160-6, sobre Juli, Cf. también
Héctor Velarde, Arquitectura Peruana, México, 1946; Otero, 379, Means,
Valí.. ., 262 s.
258
Anua 1608, en Astráin, v. 4, 574. Cf. Soria. M. S.: La pintura.. .,
con referencias al poder psicológico indígena que ejercen los cuadros del
K H Bitti en Juli.
259
Anua 1578, MP, II, 252 y 262.
259
Jesuítas y cidtt/ras indígenas
d) Esfera religiosa
263
Proc., V, c. 10, 463 s. En Tucumán, por ejemplo, a pesar de las
innumerables peticiones, sólo bautizaban a los bien preparados o a los mo-
Jesuítas y cidtt/ras indígenas 259
ribundos, que representa un total de 150 entre varios miles en una relación
de 1590 o 91 incluida en Spitilli, Ragguaglio. . . , 39. En Paraguay hubieran
podido bautizar a 200,000, pero se limitaron a "aquellos que podían visitar
de quando en quando" (A1600, II, 359, 4 5 4 ) . Cf., ibid. 484 sobre Santa
Cruz. Acosta —a pesar de su criterio más bien rígido sobre las cosas nece-
sarias para salvarse— cree que "nada más grave debía haber resuelto el
Concilio Provincial... ni nada exigir tan severamente que el que los indios
adultos sean entretenidos un año o más antes del bautismo, a no ser en
peligro de muerte, en aprender los Misterios de la Fe y confirmarse en su
buena voluntad" (Proc., VI, c. 3, 531).
264
Carta del P. Samaniego al P. Sebastián, desde S. Lorenzo de Chiri-
guanos, 11 noviembre, 1594; en Borges, 164 s.
27 6 América Indígena
265
Uno de los episodios que mejor prueba este aserto es la oposición
absoluta que hicieron a Fray Francisco de la Cruz, entonces muy prestigioso,
quien simplificaba el dogma y la moral opinando que Dios le había revelado
que la confesión no obligaba a los indios, que no era necesaria la fe explí-
cita en Jesucristo, que podía admitirse la poligamia, etc. Por fin, el 13 de
abril de 1578, fue quemado por la Inquisición de Lima. Cf. Armas Medina,
313; Proc., V, c. 4, 437 s., y VI, c. 16 573 s., con las notas de ed. Mateos.
Acosta, ya anciano, en España quiso escribir un tratado sobre su teoría de
la necesidad de la fe explícita en Jesucristo, opinión entonces frecuente.
Pero se lo disuadieron (Lopetegui, 2 9 0 ) . Una corriente teológica actual es
bastante más abierta en este punto (cf., por ej., Congar, en "Revue des
Sciences Religieuses", 32 ( 1 9 5 8 ) , 53-65; Rahner, Schriften zur Theologie,
III, en ed. española, Madrid, 1962 p. 395-426).
266
Aun la borrachera se castiga primordíalmente cuando va unida al
taqui, con implicaciones idolátricas (Rowe, AHSl, 292; Proc., 3 0 5 ) . Acosta,
que se muestra riguroso en condenar las borracheras públicas mezcladas de
superstición, es más tolerante para con las privadas, no sea caso que
"de tanto sonar saca sangre". Prohibir la chicha, como algunos habían
preconizado, lo encuenta tan absurdo como arrancar todas las viñas del
orbe para evitar los abusos del vino (id., 307 s.).
267
Al 600, I, 222 s.
268
Anua 1570, en AÍP, I, 425.
Jesuítas y cidtt/ras indígenas 259
273
Tercer Catee., folia 28 r-v; en Borges, 156.
274
Ibid. Métraux, 115-127, Rowe HSAI, 293-97, Masón, 202-207.
27 6 América Indígena
SOL INTI
TRUENO-RAYO ILLAP'A
LUNA MAMA KILLA; estrellas
MAR MAMA COCHA
TIERRA PACHA MAMA
MONTES ALTOS GUACAS, sobre todo en montes altos
RIOS Y FUENTES (PACARINAS, sobre todo en mon-
tes, lagos, ríos y fuentes) 2 7 5
275
Los autores citados no hablan del papel de los ríos y fuentes en el
mundo mitológico indígena; pero sí Kubler (HSAI, 396 s.) o Val cárcel
(p. 1 4 0 ) . Véase, por ej., Ávila, De priscorum..., núms. 50 y 344.
270
Catecbismos Quichuensis (ed. Galante), núms. 41-46. Compárese
el texto citado del Tercer Catecismo con los siguientes, también de Acosta:
"En muchas cosas no deja la luz de la verdad y la razón algún tanto de
obrar en ellos; y así comúnmente sienten y confiesan un supremo señor y
hacedor, al cual los del Perú llaman Viracocha, y le ponían nombre de gran
excelencia, como Pachacámac o Pachayacháchic, que es criador de cielo y
tierra, y Usapu, que es admirable, y otros semejantes" (HNMI, V c. 3 ) .
"El mayor honor lo tributan al sol, y después de él, al t r u e n o . . . ; a la
Quilla, que es la luna, y a Cuillor, que son los astros; a la tierra, a la que
llaman Pachamama, y a la mar, Mamacocha, la adoran también al modo de
los c a l d e o s . . . N o se pueden contar los géneros de sacrilegios y guacas:
montes, cuestas, rocas prominentes, aguas manantiales útiles, ríos que corren
precipitados, cumbres altas de las peñas, montones grandes de a r e n a . . . un
árbol gigantesco y a ñ o s o . . . " (Proc., V. c. 9, 460 s.).
Jesuítas y cidtt/ras indígenas 259
277
Borges tecoge una larga lista de citas sobre el concepto monoteísta,
creación, inmortalidad y resurrección, bautismo, confesión y otros sacramen-
tos, diluvio, etc. (p. 140). Cf., también Armas Medina, 73-76.
278
Todo el libro V está dedicado a este tema.
2
™ Id., VII, c. 28. en BAE, v. 73, 246. Es el capítulo final de la obra.
27 6 América Indígena
280
Costumbres, 55; cf., p. 3.
281
Proc., IV, c. 9, 363. En cambio los primeros misioneros aceptaron
ampliamente el triple concepto hanaopacha, caypacha, ucupacha para desig-
nar cielo-tierra-infierno, a pesar de que según algunos etnólogos estos tér-
minos eran centrales en la concepción religiosa indígena (cf. Valcárcel,
139 s.; C l . A. Espinosa Bravo: "La Aculturación y la Religiosidad del
Hombre del Agro Andino", en Perú Indígena, 10 ( 1 9 6 3 ) , 22 s.). Cf. Jurado
Palomino, Catechismus Quichuensis, núm. 36. Hay casos aislados de misio-
neros más amplios en este punto (Borges, 147).
Esta norma prudencial se halla ya en el cuidado de la primitiva Iglesia
Cristiana de Grecia y Roma. Así, por ejemplo, al hablar de la inspiración
de las escrituras, evitaron los vocablos usados para designar a los oráculos
paganos.
282
Todos estos ejemplos se basan en prescripciones del II Concilio de
Lima (Levillier, Organización, II, 296-98). Cf. Mateos, en MH ( 1 9 5 0 ) ,
594, 597.
Jesuítas y cidtt/ras indígenas 259
La sustitución de elementos
283
Relatione..., 26-29-
284
A Borja, MP, I, 327; cf., 329. Sobre las discusiones de la época,
Mateos, en MH ( 1 9 5 0 ) , 291 s. En tiempo de los incas el uso de la coca
estaba restringido a los nobles y a las necesidades religiosas sobre todo de
adivinación. Los españoles extendieron su uso y cultivo a escala comercial
(Rowe, HSAI, 291 s., Kubler, id., 3 9 4 ) .
285
HNMI, VI, c. 7, en BAE, v. 73, 188. Nótese que alude a "escritos"
indios (cf. supra nota 261. Pero no consta que se refiera expresamente al
Perú.
27 6 América Indígena
B A L A N C E DEL C A P Í T U L O III
288
Los misionólogos están de acuerdo en que al principio de una con-
versión es necesario un choque psicológico fuerte, pues ésta supone una
actitud nueva de toda la persona como respuesta ante una irrupción en cierta
forma inesperada de Dios en la historia concreta del convertido. La auténtica
adaptación de los elementos secundarios del cristianismo a una nueva cultura
o ambiente sería principalmente obra de los nuevos cristianos ya maduros,
originarios de dicha cultura o ambiente. La adaptación del misionero, tras-
plantado de otra cultura y ambiente, será necesariamente artificial y fácil-
mente calibrará mal los alcances. Cf. A. M. Henry. Esquisse d'une Tbéologie
de la Mission, París, 1959, todo el capítulo 15.
27 6
América Indígena
288
La primitiva Iglesia Cristiana comprendió perfectamente su cometido
al distinguir con claridad los elementos correspondientes a la Revelación
y los pertenecientes a la cultura judaica, y así logro integrarse plenamente
en el interior de la cultura grego-romana. Más difícil resulta en siglos pos-
teriores abandonar ciertos elementos culturales romanos para dar paso a
nuevas expresiones culturales del cristianismo único: "Pablo —por primera
vez en la historia de la Iglesia— disociaba los dos elementos (lo cultural
y lo esencial revelado) y el discípulo de Cristo, único Señor, Salvador y
Juez, se instalaba tranquilamente en el interior de la cultura r o m a n a . . .
y hoy la palabra catolicismo se ha identificado con r o m a n o . . . Benito XIV,
tan intransigente en ritos chinos y malabares, puede tolerar la fuente de
Trevi con su Neptuno, sus T r i t o n e s . . . La vieja cultura romana se ha
cristianizado porque los cristianos se instalaron en ella transformándola sin
destruirla" (Pierre Charles, "Missiolegie et Acculturation", en Nouvelle Revue
Théologique, ( 1 9 5 3 ) , 32.
27 6 América Indígena
APÉNDICE I
CHANESCA
ITATINES
La Paz \
Arequipa í r a ^ J 5 7
^ Asta.Crur de la Sierra
• Colegio
O Residencia; d o c t r i n o
. 1591
A Domicilio déla Compartía dejado a V CHIRIGUANOS/
definitivamente Potosí
1576
• Domicilio aún inestable ^Mótala \ Asunción
• Jujuy
• O t r a s referencias g e o g r d f i c a s ¡O 1587
1 Salta
de l u g a r e s sin domicilio de la OMAGUACAS FENTONESU o
Compañía \CALCHAQUIES / Villarrica
S. Miguel Tucumán
i w F e c h a en que se i n i c i a dicho
/ LULES
domicilio
Santiago del E s t e r o O
1585
Los nombres en mayúsculas i n d i c a n
r e g i o n e s de i n d i o s no c r i s t i a n o s
v i s i t a d a s por j e s u i t a s según l a Córdoba O Sta. Fe
Historia Ano'nima,1600. 1599
OIAGUITAS\
Santiago d« Chile-1593
Buenos Aires 1
j ARAUCANOS
Pizarro en Túmbez
ma (1591) cas (1591)
Sebastián (1592-
99)
— Motín de las alca- Valdivia en Chile.
balas. (Quito) Fundación en San-
(1693) tiago (1593)
V Congregación Pro-
vincial (1594)
242 jesuítas (1595)
— L. de Velasco (1596-
1604)
Martirio del P. Urrea
en Chuncos (1597)
FELIPE III (1598-1621)
Visitador P. Páez Cabrero (1599-
(1599-1602). Fun- 1604)
dación en Córdoba
(1599)
1600 1600
279 jesuítas (105 sa-
cerdotes, de los que
80 son lenguas)
(1601)
Páez (1604-)
Se separa Viceprovin-
cia de Nuevo Rei-
no y Quito (1605)
(Quito regresará al
Perú en 1609 .)
Se separa Provincia
del Paraguay (con
Chile y Tucumán)
(1607)
Campaña extirpadora
de la idolatría
(1609)
1610 1610
VIRREINATO ARZOBISPADO
APÉNDICE II
P i z a r r o en
(1532)
F E L I P E II (1556-98) LOAYZA
H u r t a d o de Mendo- (1545-75)
z a : f i n de las luchas I C o n c i l i o d e Li-
civiles ( 1 5 6 0 - 6 1 ) ma (1552)
1560
— López de Zúñiga
— (1561-1563)
— (Gob. García de
— Castro (1554) BORJA (1565-72)
II Concilio de Li-
m a (1567)
Primera expedición. Portillo (1568-76)
F u n d a d a en Lima
(1568)
Toledo (1569-80) Segunda expedición.
D o c t r i n a s de Cerca-
do y Huaruchiri
(1569)
F u n d a c i ó n e n Cuzco
(1570)
Se deja Huaruchiri.
L l e g a A c o s t a c o n la MERCURIANO
tercera expedición (1573-80)
(1572)
Se incoa casa de L a
Paz (1574)
Visitador P. Plaza
(1575-79)
Sede vacante I y II C o n g r e g a c i o n e s Acosta (1576-81)
(1575-81) Provinciales. Fun-
dación en Juli y
P o t o s í . 75 j e s u i t a s
(26 s a c e r d o t e s )
(1576)
1580 E n r í q u e z d e A I m a n -
sa (1580-83)
Santo Toribio 133 j e s u i t a s ( 5 5 s a - Piñas AQUA-
Mogrovejo cerdotes) (1581) VIVA (1581-)
(1581-1606) (1581-85)
1590 H u r t a d o d e M e n d o - IV Congregación
z a (1590-95) Provincial (1589)
Fundación en Char-
cas (1591)
279 j e s u í t a s ( 1 0 5 sa-
c e r d o t e s , d e los q u e
80 son lenguas)
(1601)
Se s e p a r a V i c e p r o v i n -
c i a de N u e v o R e i -
no y Quito (1605)
( Q u i t o r e g r e s a r á al
P e r ú en 1609)
Se separa Provincia
del P a r a g u a y ( c o n
Chile y T u c u m á n )
(1607)
VIRREINATO ARZOBISPADO
259
Jesuítas y cidtt/ras indígenas
SIGLAS Y ABREVIACIONES
BIBLIOGRAFÍA
La fecha entre paréntesis después del nombre del autor indica la época
del manuscrito o inmediata edición de la obra. Cuando nosotros hemos
utilizado una edición de fecha posterior, ésta se indica a continuación del
título.
Un asterisco ( * ) indica una obra directamente relacionada con el tema
del articulo. Dos asteriscos (* * ) indican una fuente bibliográfica importante
para el tema del artículo.
"Cf. bibliografía", añadido después de los datos sobre un libro, indica
que dicho libro tiene buena bibliografía sobre algún tema sólo indirecta-
mente relacionado con nuestro estudio.