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Museo del Palacio de Bellas Artes

Diego Rivera
El hombre en el cruce de caminos o El hombre controlador del universo, 1934.
Fresco sobre bastidor metálico transportable
4.80 x 11.45 m

Comentarios:
Este mural de Diego Rivera fue originalmente pintado para el Centro Rockefeller,
sin embargo fue parcialmente destruido. En el Centro Rockefeller actualmente hay
un hueco con una manta blanca en el lugar donde se había puesto el presente
mural. Posteriormente Rivera lo pinta para el museo de Bellas Artes donde
agrega ciertos elementos que de una forma u otra revelan el enojo que le hizo
sentir el hecho de haber destruido su obra.
El mural tiene una carga política impresionante. Los extremos del mural
representan el capitalismo (izquierda) y el socialismo (la derecha). Por un lado
encontramos que en la parte izquierda hay personas más o menos bien vestidas
que, a través de ese lente gigante, miran la situación que se está llevando a cabo
en el centro. Vemos también la figura de Zeus, la estatua, que representa la
religión existente; en este mural la religión se percibe como una forma de control
que ciega a las personas y las condiciona para evitar que sientan inconformidad o
enojo alguno. Notamos también a personas con unos trajes verdes y mascarillas
en la cara, en la parte posterior izquierda del mural, las cuales representan el
control y el “orden” en contraposición de la marcha que se aproxima frente a ellos.
También es una especie de crítica hacia las consecuencias que la guerra ha
dejado. En este lado vemos diversas referencias a la modernidad, los logros
científicos y tecnológicos; muestra su lado positivo pero también el negativo, pues
gracias a esto el número de guerras ha aumentando y el número de muertes aun
sigue siendo inconcebible. Dentro del círculo central se expone una escena en la

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que la sociedad burguesa está en una reunión disfrutando indiferentemente, casi
burlona, sin prestar atención a las demás situaciones.
En la parte derecha encontramos una marcha pacífica en el que las personas
manifiestan sus inconformidades, sus rostros están sorprendidos al ver a la
máquina central. También podemos apreciar una estatua de Zeus, pero ésta ya no
tiene cabeza, esto representa la manera en que estas personas se libran de ese
control, rompen la anestesia que tratan de imponerles. Incluso la cabeza es usada
como un asiento más. En esta parte, le asignan un lugar especial a la mujer pues,
como podemos apreciar están las mujeres participando activamente no solo en la
manifestación sino que está la primer piloto mujer y corredoras olímpicas.
Encontramos personajes como Lenin, a. Marx, Engels, Trotsky y Bertram D.
Wolfe, los cuales participan de una manera solidaria con las personas,
incitándolas a que se unan para un fin común. Lenin está incluso tocando las
manos de las personas como un símbolo de unión. Al igual que la parte derecha
ellos están observando la escena central pero se percibe mayor interés en ver lo
que está sucediendo, a comparación de la parte izquierda.
Por último en la parte central vemos a un personaje masculino con ojos azules,
rubio y fuerte, tiene rasgos extranjeros y mi primer instinto fue pensar que era
norteamericano, pero en realidad es el resultado del mestizaje y éste controla una
máquina. Las elipses hacen referencia a lo micro y lo macro como critica de la
extracción de los recursos.
También en la parte inferior central vemos diversos frutos los primeros, de
izquierda a derecha, representan los frutos extranjeros que compiten con los de la
derecha que son los nacionales, vemos que ambos son tocados por la máquina
pero que sólo los de la derecha están siendo destruidos. Por último, es necesario
recalcar que a pesar del tema político que plasma en el mural no es realmente la
intención de Rivera difamar cualquiera de las dos partes. Su mensaje se dirigía
más hacia un sentido de tolerancia y solidaridad. A pesar de que somos distintos,
y sin importar la ideología política o social que practiquemos, lo que importa es
que podemos trabajar unidos, podemos convivir en armonía y nuestro punto de
intersección es el átomo, todos estamos constituidos de átomos y eso nadie lo
puede cambiar. Idea representada en el círculo del medio en el que encontramos
núcleos y fases de la reproducción celular.

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José González Camarena
Liberación “La humanidad se libera de la miseria”, 1960
Acrílico sobre tela
449.5 x 993 x 5 cm

Este mural es uno de los que más me gustó debido a los colores implementados y
el mensaje que quiere transmitir. Trata de una representación de la historia de
México. El mural está dividido en tres partes y justamente tiene pilares pintados
como división, esto es porque si lo ves de lejos los pilares colocados en la sala
coinciden con los pintados en el mural.
En la primer parte se refleja un espacio de represión, olvido, se perciben las
secuelas de la violencia. El primer personaje es un hombre que tiene una gran
cantidad de ataduras en todo su cuerpo, las cuales podrían representar que es
atado en su ignorancia y enajenación, está de frente pero en realidad su rostro no
expresa orgullo o felicidad. Él está muerto y es colocado en un ataúd verde que
podría representar la esperanza que aún quedó y se propagó en las generaciones
futuras. Hay un segundo personaje, la mujer, ésta se encuentra dando la espalda
y mostrando sus golpes y heridas causadas por el maltrato externo. También se
muestra el símbolo del psique invertido que representa la violencia mental que
sufren principalmente las mujeres. Además notamos que a la mujer se le remarca
la columna vertebral esto es debido a que es la base de la sociedad en la que vive
y a pesar de ello se encuentra en un estado deplorable.
En la segunda parte del mural encontramos a un hombre que quiere quitarse sus
ataduras, está luchando por cambiar el estado estático en el que se encontraba.
Se perciben cuatro brazos en un mismo hombre, en una está amarrado y en la
otra se ha librado de sus ataduras. Los colores son mucho más vivos a
comparación del primero que eran muy sombríos. Esto representa la avidez del
hombre que se encuentra enojado y listo para librarse de sus cadenas.
En el ultimo lado del mural, que es la representación del futuro, se aprecia a una
mujer renovada con colores muy vivos que se quita un especie de velo de la cara
y tiene en la otra mano una semilla que representa la sabiduría que será su
responsabilidad esparcir a la población. En su pelvis se forma una “V” la cual
simboliza, una vez más, la fertilidad. Su rostro está en lo alto y emite fortaleza.
Notamos además que conforme avanzamos en las etapas en las que el pintor
divide el mural, los colores van siendo más intensos y vivos; como una especie de
renacer.
Se percibe en el futuro el resultado de una lucha interna que procura alcanzar la
libertad. En el futuro se considera a la mujer como el individuo encargado de
repartir la sabiduría porque ella es el ser que ha sido más oprimido a lo largo de la

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historia, ha sido privada de mil derechos fundamentales, y es irónicamente gracias
a ella que la especie humana ha podido perdurar hasta nuestros días.

Diego Rivera
Carnaval de la vida mexicana, 1936.
Políptico Frescos sobre bastidores transportables
388 x 210 cm (cada tablera)

En el primer tablero vemos una gran cantidad de elementos propios de lugares


como Estados Unidos, Alemania, Japón, etc. El personaje principal cuyos rasgos
están exagerados son una combinación de Hitler, Mussolini, Roosevelt e Hirohito,
al tiempo que sugiere la fisonomía del ex presidente Plutarco Elías Calles. Es una
especie de tirano. Muchas de las personas pintadas tienen rasgos de animales
salvajes. El charro sostiene un látigo como forma de establecer o recalcar el
control que tiene sobre los demás. También encontramos diversas instituciones;
los sindicatos, la iglesia, etc.
En el segundo tablero encontramos elementos indígenas pero estos se muestran
como si estuviesen sublevados ante la presencia del extranjero. Tienen la
cabizbaja y se resalta la presencia foránea. Los colonizadores tienen trajes que
sugieren que estuvieron mucho tiempo celebrando, esto es una crítica pues se
excedían en las fiestas pero en semana santa querían aparentar cierto sentido de
“pureza”.
El último de los tableros tiene también una carga política muy importante. Rivera
de alguna forma expresa su opinión acerca de los historiadores extranjeros, pues
a él en realidad no le parecía correcto que ellos escribiesen sobre algo que no les
pertenecía por ello los coloca como asnos, pues además muchas veces se
equivocaban en los lugares donde acontecían los sucesos. El pequeño niño bufón
es la representación del pueblo que sólo sirve para la diversión del extranjero y
éste sumido en su ignorancia y aparente “felicidad” se vuelve ingenuo y fácil de

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manipular. Plutarco Elías Calles es de nuevo representado como el cerdo con un
palo de golf en la mano, pues le gustaba mucho esta actividad, se mofaba también
porque ganaba más dinero produciendo huevos. La muerte es el único elemento
puramente mexicano, haciendo alusión al día de muertos y que es lo que nos
representa o el fin al que todos llegaremos alguna vez.
Los colores son cálidos, en su mayoría, como si fuese un lugar árido, calcinado
por diversas intervenciones.
Este tablero es una representación de la
leyenda de Agustín Lorenzo. Lo cual nos
recuerda mucho a la de Chucho el roto,
bandido que robaba a los ricos para
dárselo a los pobres. Se decía que Agustín
Lorenzo quería secuestrar a Carlota para
casarse con ella. También se comentaba
que quería secuestrar a la hija del
gobernador del pueblo para casarse con
ella. Debajo de la manta color verde se
supone que está la hija del gobernador. A
Agustín le quemaron una de sus casas por
esa situación. Finalmente llegamos a esta
imagen que escenifica la guerra entre los
franceses y mexicanos, pero estos
reunidos en un solo personaje, este
bandido-héroe. La imagen evoca a pensar que es una especie de ser poderoso
que puede contra centenares de tropas armadas y que puede derrotarlas con tan
sólo una espada. Después de la guerra se supone que el muere.

Diego Rivera
Tercera Internacional “La Revolución Rusa, 1933.

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Mural al fresco sobre bastidor transportable
69 x 139 x 4 cm
Los colores son cálidos y neutros en su mayoría. Se expresa un ambiente de
unión, se sigue un mismo objetivo. Se unen al socialismo. En el fondo y en el lado
derecho del mural encontramos una gran cantidad de personas perfectamente
ordenadas que caminan de manera pacífica. Se muestran a los líderes Vladimir
Lenin y León Trotsky, que trabajan en equipo para poder guiar a estas personas.
Ellas, por su parte son personas de muchas partes del mundo, caucásicas,
morenas, occidentales, orientales, etc., las cuales hacen una seña extraña con la
mano. Anteriormente se creía que de esa forma se escuchaba mejor. La escena
ocurre frente a la bandera de la Tercera internacional, organización comunista
mundial fundada en 1919, para promover el acceso del proletariado al poder, la
abolición de clases y la expansión del socialismo.

José Clemente Orozco


La Catarsis, 1934-1935
Fresco sobre bastidor metálico móvil
446 x 1146 x 5 cm.

Como podemos ver, en el mural predomina el color rojo y el azul pálido. Es una
imagen caótica y repleta de violencia. Por un lado podemos percibir la manera en
que José Clemente Orozco trata de representar los malos usos que se le ha dado
a los desarrollos tecnológicos, la maldad impregnada en las personas consumidas
por sus deseos de poder. Las máquinas salen atacando y causando destrucción
cuando deberían ser utilizadas para el beneficio colectivo, evitando dañar a otro
individuo. Las caras de las personas expresan una violencia descontrolada e
incontenible. Notamos también que unas personas están desnudas, sólo unas
pocas tienen ropa puesta. Éstas últimas son la clase alta y las otras la clase baja,
respectivamente. A la clase baja se le muestra como personas trastornadas que

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ríen en el destrozo. La clase alta contiene una fuerza física increíble que logra
vencer a los demás.
Las chicas que están en la parte inferior son prostitutas, pero éstas no lo
representan en la literal extensión de la palabra, sino que son las naciones y
países tercermundistas que se dejan vaciar, se venden a las potencias mundiales
que necesitan de ellos, sus recursos pagando una miseria. Su maquillaje es
exagerado, como una pérdida de la naturaleza, una victoria para la tecnología. Las
facetas de estas naciones son retorcidas, están trastornados y no piensan con
claridad. En la parte inferior derecha hay una caja fuerte abierta, más clara no
podría ser la representación del ultraje de nuestros bienes que fácilmente
entregamos al extranjero por vil miserias.
El pintor propone una especie de redención. El fuego predominante en la parte
superior no sólo ayuda a constituir un ambiente destrozado sino que a través de
esta <<katharsis>> el hombre puede llegar a purificarse y oponerse ante las
injusticias que le rodean.

David Alfaro Siqueiros


La Nueva Democracia, 1944
Piroxilina sobre celotex
550 x 1198 x 6 cm

Es un mural en el que se encuentra una figura que combina rasgos masculinos y


femeninos, simbolizando la liberación de hombres y mujeres. Los colores son,
nuevamente, cálidos con tonos neutros, esta vez simbolizando el resurgimiento de
un ente en un estado de opresión. La mujer sale precisamente de un volcán, como
si ésta saliese disparada hacia un nuevo porvenir, como si empezase a forjar su
camino. Hay figuras en el fondo, las cuales son opresores que han sido vencidos y
están quedando en el pasado. El gorro color rojo con blanco representa los ideales
de la revolución francesa. El rostro mira hacia arriba como muestra de liberación;
por fin ha roto las cadenas que lo habían esclavizado durante muchos años.
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Podría ser, dependiendo del momento en el que se aprecie, un símbolo que incita
a la plena realización de las personas como seres libres o un símbolo de triunfo
ante la conquista de nuestros anteriores conquistadores. La flor amarilla simboliza
la ciencia y el arte, y la antorcha el nacimiento de un nuevo indigenismo.
Encontramos también una mano que sale de la costilla y es la representación de la
derrota del fascismo.
También podemos apreciar que Siqueiros estaba influido por el futurismo ya que
las diversas manos que se observan representan un futuro, esto al mismo tiempo
le otorga dinamismo a la obra en cuestión. Vemos además, que Siqueiros salió del
espacio correspondiente.
Este mural junto que el que pondré posterior a éste
fueron anexados tiempos después junto con el
llamado “La Nueva Democracia” los tres forman un
tríptico.
En este mural se aprecian dos cuerpos repletos, en
su mayoría por sangre, son el claro ejemplo de las
consecuencias de la guerra, producto de la
intolerancia y el querer imponer sobre otros. Es
predominante el color rojo que se acompaña de
colores neutros y fríos que le otorgan a la obra una
tristeza. Los cuerpos parecen desperdicios donde no
se sabrá nunca lo que fueron ni lo que pudieron llegar
a ser.

Víctimas de la guerra, 1945


Piroxilina sobre celotex
368.5 x 246 x 5 cm
Mural en el que se aprecia a un hombre casi tirado
en el suelo, que trata de levantarse de alguna forma
pero es obligado a permanecer en ese estado de
represión. En su espalda encontramos golpes,
sangre. Sus muñecas atadas a las sogas.
Resultado, una vez más de entes cuya sed de poder
es impresionante. Considero que Siqueiros
representó de manera atinada esta atroz situación.
El paisaje es nulo, lo que encontramos enfocado es
el estado de la persona. Las direcciones del mural te
llevan hacia su rostro, que no te mira pues trata de
luchar contra la fuerza que lo lleva hacia abajo.

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Víctimas del fascismo, 1945
Piroxilina sobre celotex
368.5 x 246 x 5 cm.

David Alfaro Siqueiros


Tormento de Cuauhtémoc, 1951
Piroxilina sobre celotex
453 x 814 x 6 cm.

Este mural tiene una carga histórica latente, se escenifica el momento en el que
Cuauhtémoc es torturado, y él estoicamente trata de resistir lo más que puede. A
los conquistadores no les interesa el sufrimiento que puedan causarle a estas
personas pues solo desean saber dónde está el supuesto tesoro. Cuauhtémoc
externamente se ve sereno y confiado, tranquilo, inquebrantable; sin embargo
podemos notar que se encuentra el Tetlepanquetzal en contraposición, llorando.
Los españoles presencian la escena de manera orgullosa e indiferente al dolor, sin
embargo eso no es lo inquietante completamente pues encontramos entre ellos un
rostro que destaca, el rostro de la Malinche, la mujer que por conveniencia y fe en
los españoles decide unirse a ellos, siendo ésta clave para el éxito satisfactorio de
su objetivo. La mujer de rojo es la representación de la patria que perece. Al
principio podemos notar que sus manos están amarradas pero se libera poco a
poco, sin embargo esta liberación es inútil pues la sangre a acabado con sus
esperanzas. Debajo de ella se nota a una niña con las manos mutiladas imitando
la pose, lo que podría representar a los habitantes que confiaban y vieron sus
ilusiones siendo pisoteadas por cientos de personas.
Uno de los elementos más llamativos es el perro furioso en el medio de la obra. A
donde quiera que camines su mirada te sigue, es una representación de la furia
que colmaba a los españoles, sedientos de tesoros, e inimaginables riquezas.

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Utilizan colores cálidos y neutros, pero en esta ocasión los colores cálidos denotan
un momento melancólico, en el que nos despedimos de la poca o mucha esencia
auténtica que en su tiempo se tuvo entre México.
Los elementos del mural también pueden representar la lucha entre la tecnología y
lo primitivo, pues encontramos que los españoles están dotados de armaduras, y
demás herramientas que les sirven para atacar y defenderse (los cuales, en
realidad, fueron clave para derrotar a los mexicas), y por su parte los mexicas con
artículos primitivos que no se comparan contra las armas españolas, encontramos

entonces un beneficio para cierta parte de la población, pero otra sale perjudicada;
muertes y desgracias, el lado negativo que se le adjudica a la tecnología depende
de la mente que las controla.

Apoteosis y resurrección del Cuauhtémoc “Cuauhtémoc redivivo”, 1951


Piroxilina sobre celotex
449 x 795 x 6 cm.

Este mural fue uno de los que más me gustó debido a que representa la
contraparte del anterior; observamos que Cuauhtémoc lleva puesta la armadura
de los españoles, de manera irónica. Se refleja la determinación en su mirada y su
figura apoyada por millardos de personas en miniatura, dispuestas a luchar para
salvaguardar su integridad, la diferencia de tamaños entre Cuauhtémoc y los
individuos apoyándolo puede representar cómo la unión llega a conformar grandes
fortalezas.
El peso de la pintura se dirige a la derecha, simbolizando la inminente fortaleza del
lado izquierdo. El rojo en el fondo va siendo cada vez más caótico conforme
avanzamos al lado derecho, apoyando también la idea de que emana de la
izquierda. El caballo representa a los españoles y como éste, los españoles
derrotados.
Otra parte interesante del mural es que utiliza la figura de Cuauhtémoc para
representar la manera en que si nosotros siguiéramos al gobernante que quiere el

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bien común, saldríamos victoriosos sobre los que desean aprovecharse de nuestro
estado. No necesitamos intervenciones extranjeras si somos lo suficientemente
capaces de unirnos como una nación y cambiar nuestra situación actual.

Manuel Rodriguez Lozano


La piedad en el desierto, 1942
Mural al fresco sobre bastidor transportable
260.5 x 229 x 4 cm
Este mural fue pintado mientras Lozano
estaba preso en la cárcel de Lecumberri.
Se le acusaba de haber robado una serie
de cuadros que posteriormente se
adjudicaría supuestamente. Sin embargo
no era así, el era inocente. En un pedazo
de un muro él plasma, por supuesto, todo
lo que en ese periodo significó estar
encarcelado. Denota un gran sentimiento
de impotencia ya que no puede hacer
nada por cambiar su situación. Más allá
del sentido religioso que pudiese llegar a
tener, esta obra contempla un sentido de
apoyo ante las injusticias del mundo.
Se encuentra este personaje masculino tendido sobre el femenino haciendo
alusión a la virgen. Encontramos figuras geométricas en lugares que van desde el
manto de la mujer hasta la espinilla del hombre. Hay también un rectángulo en el
cuerpo del personaje masculino formado desde el brazo izquierdo hasta el
derecho.
En la parte inferior del mural se notaba un
desvanecimiento en el color, a comparación de
otros lugares de la obra, esto debido a que se
colocaban veladoras debajo de éste, y con el
tiempo se fue dañando el color. Al recuperarse la
obra se le pidió a Lozano que la restaurase, pero
él dijo que esa no era su vocación.

Roberto Montenegro
Alegoría al viento o Ángel de la paz
Fresco sobre bastidor de poliéster y fibra de vidrio
móvil.
3.26 x 3.01 m

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Este mural considero que podría representar el levantamiento de la paz sobre las
muertes y luchas que se han dado a lo largo de los años. Las cabezas suministran
el aire necesario para que las alas puedan desplegarse y volar, siguiendo la
analogía, las personas que en su momento pasaron por circunstancias adversas,
en otro momento unirán sus fuerzas y podrán levantarse de las cenizas. La cara
del ángel está viendo hacia el frente con “la cara en alto” quizás con esperanza,
quizás con gusto de haber ganado.
Existen formas geométricas en la composición como el triangulo, rectángulo, y
diferentes polígonos irregulares. Muchas líneas rectas y una cruz en el centro.
Los colores que predominan son el ocre y el gris.

Rufino Tamayo
Nacimiento de la Nacionalidad
1952 Oleo sobre tela
510 x 1128 x 6 cm.

En este mural está representado el encuentro de dos mundos. Por un lado los
españoles, y por el otro, el pueblo indígena que vivía en lo que era Mesoamérica.
En la parte media del mural se aprecia con mayor claridad esta situación. En la
parte de arriba encontramos a un español en un caballo. El caballo está
caminando, agitado de alguna forma. Debajo de éste se encuentra una mujer
indígena dando a luz a un bebé con un lado de su cuerpo blanco y el otro moreno;
representando el mestizaje entre ambas razas. La mujer indígena se encuentra
entre los restos de algún edificio. En la parte del fondo en la inferior derecha
encontramos la representación de uno de los barcos en los que venían los
españoles. En la parte superior derecha encontramos dos lunas de distinto color
que se intersecan en determinada región; esto representa, una vez más, el
encuentro entre dos mundos y el intercambio entre ellos dos.
Los elementos que destacan en el mural son el español y las dos lunas; quizás
esto tenga que ver con el título de la obra; pues vemos que los indígenas han

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perdido de manera acelerada, a lo largo de la historia, importancia en el
funcionamiento del país, lo cual es sumamente alarmante.
Los únicos edificios que se encuentran levantados son dos; el que se encuentra
en el lado izquierdo representa a la cultura occidental (de la cual está surgiendo
una serpiente que es clara alusión a Quetzalcóatl), mientras que la que se
encuentra en la parte derecha representa las pirámides de Mesoamérica.
Los colores que destacan son el morado, gris, rojo y amarillo con ocre,
principalmente.
Finalmente, es preciso señalar que Tamayo no buscó enfocarse al tema político o
una postura determinada sino que buscó, con ayuda del color, la técnica, los
personajes, reflejar un momento de la historia en la que culturas diferentes se
enfrentaron y de esa lucha surgió una nueva realidad.

Rufino Tamayo
México de hoy, 1953
Oleo sobre tela
510 x 1128 x 10 cm

Este mural, al igual que el anterior, me costó trabajo entender e interpretar debido
a la abstracticidad de sus formas, sin embargo, el título de la obra me dio una
base para intentar interpretarlo. Me queda claro que utilizó tres colores (verde,
blanco y rojo) dispuestos a los largo del mural porque quería representar a México.
El México representado se ve en medio de edificios, herramientas, implementos
que se fueron anexando debido al contacto con los demás territorio, dicho en otras
palabras, este México se ve sumido entre la modernidad y avances tecnológicos
universales, de las que él es rara vez es participe pero tiene que adaptarse de una
u otra forma. Se enmarca en el centro una figura que está en llamas y representa
el fervor u origen que tendremos presente pese los cambios que nuestra cultura
está sufriendo.

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Un elemento que resalta mucho es la mujer en el fondo, la tiene la cara media
tapada y en su mano hay una semilla. Esto representa a la mujer, símbolo de la
fertilidad, que tiene la misión de repartir la sabiduría.
Una vez más, Tamayo busca representar los elementos que se han ido agregando
a nuestra cultura y recordar lo que algún día nos caracterizó. No hace una crítica
sino que acepta estas interacciones y trata de explicarlas de una manera
subjetiva.

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