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a. Morfología
b. Anatomía comparada
Mandíbula
Glándulas salivares
Los hombres poseemos glándulas salivales bien desarrolladas y
diferenciadas. La saliva es neutra o ligeramente alcalina. Una saliva
ácida provocaría la pérdida de calcio de los dientes.
Estómago
La acidez del jugo gástrico del animal carnívoro es muy elevada, para
poder digerir huesos, nervios, músculos y cartílagos.
Nuestro estómago, en cambio, contiene veinte veces menos ácido.
Hígado
El hígado de los carnívoros es más activo que el de los hombres.
Esta propiedad permite explicar la posibilidad que tienen los
carnívoros de no envenenarse y no sucumbir a una toxemia
provocada por su alimentación cárnica.
Intestinos
El intestino del animal carnívoro es muy corto, de cuatro a cinco
veces el largo de sus cuerpos. Así la carne permanece menos tiempo
en ellos y se evita que la putrefacción sea menor.
La pared intestinal de estos animales posee medios para neutralizar los tóxicos
de la putrefacción, sintetizando sustancias inhibidoras de las Cadaverinas, un
líquido espeso de olor fétido, formado durante la descomposición pútrida, producto
de la descomposición de la carne.
De esta manera, no se intoxican al comer carne descompuesta.
Pero sin duda nuestro sistema digestivo (sobre todo en las naciones
civilizadas) tal vez no tiene en muchos individuos la misma capacidad
de asimilación que la tenían sus remotísimos predecesores coetáneos
del hombre de Cro-Magnon o anteriores a éste.
(1) Acosta, Cabal, Colastra, Chacon y Real: “Tratado de Naturopatía Superior, Ed.
Cabal, pág. 66
Para reflexionar…