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Protocolo Historia de la Filosofía Medieval I

Pablo de Tarso en el Areópago


19/03/2017
Por: Rodrigo E. Olivares Ortega

I. Introducción
El relato del Apóstol Pablo en Atenas1 frente a una audiencia compuesta por filósofos, ha
sido considerado como un encuentro que no puede ser pasado por alto en la Historia de la
Filosofía, pues es el primer intento de vinculación entre cristianismo y helenismo2. De allí se
derivarán cuestiones fundamentales para la posteridad filosófica cristiana3 y que también
dicen relación con la perspectiva de los horizontes planteada por el filósofo español Xavier
Zubiri, entre los horizontes del cambio y nihilidad4.
II. Contextualización
Pero antes de adentrarnos en el relato mismo, conviene contextualizar dicha narración. El
discurso de Pablo en el Areópago ateniense está contenido en el libro neotestamentario de
Hechos de los Apóstoles, el cual narra los primeros años de la iglesia cristiana. Este libro
considerado historiográfico con fines teológicos5, según la tradición cristiana ha sido
atribuido a la autoría de Lucas, médico de Pablo6 (autoría no exenta de dificultades7). Su
fecha de composición, según los especialistas, es alrededor del año 90 de nuestra era8.
Pablo en Atenas estaría pues circunscrito durante el segundo viaje misionero del apóstol por
Antioquía y Grecia (50-52 d.C.9). Sin embargo, para comprender a cabalidad el relato
descrito en Hechos, valdría identificar al personaje en cuestión.

1
Hechos 17: 16-34 (Biblia de Jerusalén, ed. 2009).
2
Xavier Pikaza, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra (España: Editorial Verbo Divino, 2008), 97.
3
Un ejemplo es la utilización de este discurso para refutar escrituralmente a los gnósticos. Ver: Ireneo de
Lyon, Contra las Herejías, III, 12:9.
4
Xavier Zubiri, Sobre el Problema de la Filosofía y otros Escritos: 1932-1944 (Madrid: Alianza Editorial, 2002),
17.124.
5
Antonio Piñero, Guía para Entender el Nuevo Testamento (Madrid: Editorial Trotta, 2008), 380-381.
6
Col. 4:14; 2 Tim. 4:11; Flm. 24.
7
Jürgen Roloff, Hechos de los Apóstoles (Madrid: Ediciones Cristiandad, 1984), 20-22.
8
Piñero, Guía para Entender el Nuevo Testamento, 378; Roloff, Hechos de los Apóstoles, 20-23.
9
Hechos 15:36-18:22. Ver: Piñero, Guía para Entender a Pablo de Tarso. Una Interpretación del Pensamiento
Paulino (Madrid: Editorial Trotta, 2015), 44.
Su nombre verdadero es Saulo10, de donde viene su nombre helenizado Pablo11. Nació en
Tarso, en la provincia romana de Cilicia12 probablemente alrededor del 5-10 d.C.13. La ciudad
de Tarso, que no reviste menor importancia, tenía su propio renombre y orgullo en la
antigüedad14. Saulo, hijo de judíos de la diáspora15, es educado en sus propias palabras en
torno a la Torá bajo la instrucción de Gamaliel16, sin que ello implique un desconocimiento
de la cultura helenística17. Así pues, en Pablo tenemos a un judío de la diáspora que si bien
es fiel a su religión, ello no implica la no absorción de elementos culturales de su época, y
que en el marco del judaísmo era un proceso que venía dándose paulatinamente durante
siglos18.
Así, Pablo permaneció en Palestina hasta la persecución de la nueva secta judía que hacía
aparición, persecución de la cual participa y donde en medio de ella experimenta una
transformación radical que lo convierte en cristiano19.
III. Pablo ante el Areópago
Una vez dicho lo anterior, estamos en condiciones de comprender el relato de Hechos 17:16-
34.
La composición del pasaje encierra una introducción (16-22a), el discurso propiamente dicho
(22b-31), proemio (22b-23) y un esquema con la siguiente estructura: 1) “Demostración del
poder y vitalidad de Dios creador, frente a la vanidad de los ídolos (22b-29). 2) Proclamación

10
Hechos 13:9.
11
“Paullus podría haber sido escogido por la semejanza con su nombre judío Saúl (hebr.: Sha`ul), que en el
Nuevo Testamento griego a veces se escribe Saoul pero con más frecuencia Saulos. Esta última forma rima
con el griego Paulos”. F.F. Bruce, Pablo Apóstol del Corazón Liberado (Barcelona: Editorial CLIE, 2012), 44.
12
Hechos 22:3.
13
Antonio Piñero, Guía para Entender a Pablo de Tarso. Una Interpretación del Pensamiento Paulino
(Madrid: Editorial Trotta, 2015), 30.
14
El historiador griego Estrabón la reconoce como una importante capital cultural a la altura de Atenas y
Alejandría, y cuna de varios filósofos destacados como el estoico Antíparo de Tarso (Estrabón, Geografía,
XIV, 5:12). Pero no fue el único. Si Antíparo fue parte de la Stoa Media, Zenón de Tarso lo fue de la Stoa
Antigua (Ver: Marcelo Boeri y Ricardo Salles, Los Filósofos Estoicos. Ontología, Lógica, Física y Ética
(Santiago: Ediciones Universidad Alberto Hurtado, 2014), 2). Sin embargo otros autores del período tienen
una opinión menos amable (Ej. Filóstrato, Vida de Apolonio, I, 7; VI, 34).
15
Judíos que vivían fuera de Palestina.
16
Hechos 22:3. A pesar de lo narrado, hay dudas respecto a su formación en Jerusalén. Ver: Piñero, Guía
para Entender a Pablo de Tarso, 34-37, 43.
17
“En el círculo en que Pablo recibió su educación, las influencias paganas del Helenismo se mantenían a
raya pero, aun así, los ilustrados conocían el griego y estaban plenamente cualificados para dar a sus
alumnos cursos profilácticos de lengua y cultura griegas” (F.F. Bruce, Pablo Apóstol del Corazón Liberado,
149). Según Piñero, en Pablo pueden encontrarse nociones generales de la cultura griega, y modos
populares de dicho pensamiento. Aun así conoce las principales escuelas filosóficas (epicúrea, estoica,
escéptica) y religiosidad de la época (paganismo en general y cultos mistéricos). Piñero, Guía para Entender
a Pablo de Tarso, 31,32.
18
Arminda Lozano y Antonio Piñero, “El Encuentro de Israel con el Helenismo” en Biblia y Helenismo. El
Pensamiento Griego y la Formación del Cristianismo, Ed. Antonio Piñero (Córdoba: Ediciones El Almendro,
2007), 31-101.
19
Hechos 9.
de la generosa llamada de Dios a convertirse y a abrazar la fe (30). 3) Anuncio de la
personalidad de Jesús, que ha venir como Hijo del Hombre y Juez universal (31a). Y 4)
Fundamentación de esta idea mediante una referencia a la resurrección de Jesús, que ya ha
tenido lugar (31b).20 “La estructura del discurso reproduce exactamente el esquema de
predicación a los gentiles en un ambiente judeocristiano de cultura helenística”21.
Dada la extensión del pasaje, un análisis verso por verso demandaría dilatar sobremanera su
explicación. Así pues, nos concentraremos en aquellos elementos más destacables en relación
al mundo helenista y filosófico que nos atañe, sin por ello desmerecer elementos propios del
judaísmo.
Atenas (16) pese a su pasado glorioso, ya no era la ciudad clásica cuna de las grandes escuelas
filosóficas. En la época de Pablo Atenas contaba con una población inferior a los 10 mil
habitantes22. La única escuela filosófica de relevancia era la estoica.
No obstante, el relato nos dice que además de los estoicos, entre los oyentes de Pablo también
se encontraban los epicúreos (18). ¿Quiénes eran estos dos grupos filosóficos? Por un lado
los estoicos caracterizados por su rigor racional y claridad doctrinal presentaban el “mundo
como un universo comprensible y ordenado por Dios, hasta en sus más mínimos detalles”
delimitando “el puesto de cada uno de los seres humanos dentro de ese universo”, además de
su “admirable consistencia de su concepción ética” donde “algunos de sus maestros más
representativos, como el griego Epicteto y el romano Séneca, hicieron del estoicismo la
corriente filosófica dominante durante los primeros tiempos del imperio romano.”23 Por otro
lado, el epicureísmo, era una filosofía que partía de una concepción atomista del mundo, que
postulaba el desinterés de los dioses por la humanidad, que la muerte no se debe temer; tenían
una concepción positiva del placer y decían que el dolor se puede soportar.
Lamentablemente, esta filosofía fue una de las más mal interpretadas y difamadas de la
historia, y sin embargo, fue bastante estable hasta su ocaso24.
Dada la novedad de la predicación de Pablo, este fue llevado por estos filósofos al Areópago,
lugar situado al noroeste de la Acrópolis, donde se erguía la roca de Ares25.
Aquí cabe destacar la religiosidad de los atenienses, la cual Pablo no pasa por alto (16,22).
Esta religiosidad está atestiguada por diferentes autores de la antigüedad, como Sófocles:
“dicen que Atenas es sumamente piadosa para con los dioses”; Josefo: los atenienses “los

20
Jürgen Roloff, Hechos de los Apóstoles, 341-342.
21
Ibíd.
22
Ibíd.
23
Ibíd., 344.
24
J. A. Cardona, Filosofía Helenística. Estoicos, Epicúreos, Cínicos y Escépticos (España: Editorial Salvat, 2015),
74-75.
25
Jürgen Roloff. Hechos de los Apóstoles, 345.
más piadosos de los griegos”; Pausanias: “los atenienses veneran a los dioses más que a los
otros”, etc.26
Dado lo anterior, no es de extrañar que los atenienses tuvieran un altar dedicado “al dios
desconocido” (αγνωστω θεω). Esta inscripción ha dado un interesante debate documental
respecto a qué se refería concretamente27, aunque lo cierto es que inscripciones similares
abundan en la antigüedad28.
La referencia al “dios desconocido”, “lo que adoráis sin conocer”, donde esta última
expresión debería traducirse por “eso que adoráis” (en neutro), da a entender la ignorancia
de los atenientes respecto al Dios bíblico29.
El verso 24, contiene un trasfondo veterotestamentario abriéndose paso en el mundo
helenístico, por medio de Isaías 42:530. Y que no obstante en dicho pasaje, se evocan
elementos en consonancia con algunos autores griegos, como de que los dioses no necesitan
templos (Ej. Plutarco: “no se deben construir templos a los dioses”)31, y que no tienen
necesidad de ofrendas humanas32.
Pero lo crucial, más allá de las semejanzas, es la noción de Dios como creador, y que si bien
puede tener un correlato con el demiurgo platónico, esto queda completamente descartado
por la fuerte carga hebrea de la concepción de Dios33. Sin duda esto tuvo que dejar pasmados
a los filósofos, tanto estoicos como epicúreos. A los primeros por su concepción eterna y
cíclica del universo34, y a los segundos con su visión de átomos y vacío infinitos del mismo35.
Otro elemento del mundo helenista presente en el discurso son las citas que Pablo utiliza en
el verso 28. La primera cita “pues en el vivimos, nos movemos y existimos” ha sido
identificada como propia de Epiménides de Creta (600 a.C.)36. La segunda perteneciente al
poeta Arato de Cilicia en sus Phaionema (319-290 a.C.)3738 “porque somos también de su

26
Sófocles, Oedipus at Colonus, 260; Josefo, Contra Apión, 2,130; Pausanias, Descripción de Grecia, 1, 17,1,
en F.F. Bruce, Hechos de los Apóstoles (Michigan: Libros Desafío, 2007), 334.
27
Por un lado Bruce reconoce que el relato hace uso no literal de la expresión, a pesar de que provee
evidencia arqueológica e histórica de dicha inscripción. Por el otro, Jürgen Roloff, enfocándose en la
literalidad de la expresión, discute su efectiva correspondencia, aunque no niega similares en el mundo
antiguo.
28
F.F. Bruce, Hechos de los Apóstoles, 335.
29
Jürgen Roloff, Hechos de los Apóstoles, 347.
30
Ibíd., 348.
31
Plutarco, Obras Morales y de Costumbres, 1034b.
32
Jürgen Roloff, Hechos de los Apóstoles, 349. Ver también: Platón, El Timeo, 33d, 34b. Eurípides Fg. 968;
Heracles 1345-36.
33
F.F. Bruce, Pablo Apóstol del Corazón Liberado, 283.
34
Carlos García Gual y María Jesús Ímaz, La Filosofía Helenística (Madrid: Editorial Síntesis, 2008), 130,131.
35 35
J. A. Cardona, Filosofía Helenística. Estoicos, Epicúreos, Cínicos y Escépticos (España: Editorial Salvat,
2015), 29. Marcelino Rodríguez, “El Materialismo Epicúreo a la Luz de los Racionalistas e Ilustrados” en
Historia de la Filosofía Antigua, Ed. Carlos García Gual (Madrid: Editorial Trotta, 2004), 272.
36
F.F. Bruce, Hechos de los Apóstoles, 338.
37
Ibíd. 338-339.
38
Hechos 17:28 NVI Arqueológica.
linaje”, también ha sido hallada en la obra de Cleantes39 (331-233 a.C.) quien fuera cabeza
de la escuela estoica en su momento.
Es probable que las citas a dichos poetas en el discurso, cumplan una función semejante al
uso del Antiguo Testamento en otros discursos de apóstol40, lo cual daría pie a un interesante
intento de hablar a cada cual (judíos o griegos) en sus propios términos41.
El versículo 29 presenta la polémica bíblica contra la idolatría, y que a la vez haya mucha
consonancia con su público. Conocida es la opinión de varios autores de la antigüedad sobre
la inutilidad de las imágenes (Ej. Plutarco, Máximo de Tiro, etc.)42. Pero en este caso, tanto
estoicos, como epicúreos participaban de esa crítica43. Y con mucha más razón los epicúreos
que veían de mala gana muchas de las supersticiones religiosas de su época44.
Los versos 30 y 31 ya anuncian un desenlace abrupto, y que el verso 32 explica la razón: la
resurrección (αναστασις). Sin duda en este punto, los filósofos presentes al oír dicha doctrina
se burlaron o lo tomaron fríamente. Aunque no es desprendible fácilmente del texto, podría
decirse que los epicúreos fueron los más sorprendidos ante esta nueva idea, pues chocaba con
su visión atomista del cuerpo, que se desintegra al morir. De manera similar, los estoicos no
esperaban nada después de la muerte, ni castigos o recompensas 45. Esto sin duda fue un
choque frontal entre dos concepciones (la judeocristiana y helenística), que evitó que el
diálogo prosperara.
IV. Conclusión
Finalmente, más allá del éxito o fracaso de Pablo ante el Areópago, lo que queda es que su
discurso es tal vez la pieza más compleja y estilizada del libro de Hechos, llena de referencias
helenistas y hebreas, que ofrecen una inusual forma de presentar el evangelio dada la teología
paulina, y que sin embargo, es una de las más originales en tanto habla dos lenguajes distintos
que se intercalan para ofrecer uno nuevo.
Se puede evidenciar en el relato el intento de poder hablar un lenguaje comprensible, en los
propios términos griegos, la realidad del Dios judeocristiano, y que sin embargo a pesar de
hallar ciertos consensos (como en lo tocante a la idolatría), no puede prosperar debido a la
radicalidad de las diferencias de ambas concepciones.

39
Martin Dibelius, “Pablo en el Areópago” en La Investigación de los Evangelios sinópticos y Hechos de los
Apóstoles en el siglo XX (España: Editorial Verbo Divino, 1996), 324, 325.
40
Jurgen Roloff, Hechos de los Apóstoles, 353.
41
Se puede vislumbrar una interesante concordancia con 1 Corintios 9:20-22, lo cual amerita un estudio de
lo mismo.
42
Ibíd., 354.
43
Según Clemente de Alejandría, Zenón el fundador de la Stoa, en su libro La República habría hablado la
inutilidad de las imágenes. Ver: Marcelo Boeri y Ricardo Salles, Los Filósofos Estoicos. Ontología, Lógica,
Física y Ética (Santiago: Ediciones Universidad Alberto Hurtado, 2014), 412.
44
J.A. Cardona, Filosofía Helenística. Estoicos, Epicúreos, Cínicos y Escépticos (España: Editorial Salvat, 2015),
90.
45
María Jesús Ímaz, “Sobre el Estoicismo. Rasgos Generales y Figuras” en Historia de la Filosofía Antigua, Ed.
Carlos García Gual (Madrid: Editorial Trotta, 2004), 311.
Bibliografía
Boeri Marcelo y Salles Ricardo. Los Filósofos Estoicos. Ontología, Lógica, Física y Ética.
Santiago: Ediciones Universidad Alberto Hurtado, 2014.
Bruce, F. F. Hechos de los Apóstoles. Michigan: Libros Desafío, 2007.
Bruce, F.F. Pablo Apóstol del Corazón Liberado. Barcelona: Editorial CLIE, 2012.
Cardona J. A. Filosofía Helenística. Estoicos, Epicúreos, Cínicos y Escépticos (España:
Editorial Salvat, 2015).
Dibelius, Martin “Pablo en el Areópago”. En La Investigación de los Evangelios sinópticos
y Hechos de los Apóstoles en el siglo XX. Editado por Rafael Aguirre Monasterio y Antonio
Rodríguez Carmona, 297-354. España: Editorial Verbo Divino, 1996.
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Lozano Arminda y Piñero Antonio. “El Encuentro de Israel con el Helenismo”. En Biblia y
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Piñero, Antonio. Guía para Entender el Nuevo Testamento. Madrid: Editorial Trotta, 2008.
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Plutarco, Obras Morales y de Costumbres. Introducciones, traducción y notas de Rosa María
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Rodríguez, Marcelino “El Materialismo Epicúreo a la Luz de los Racionalistas e Ilustrados”.
En Historia de la Filosofía Antigua, Editado por Carlos García Gual, 267-295. Madrid:
Editorial Trotta, 2004.
Roloff, Jürgen, Hechos de los Apóstoles. Madrid: Ediciones Cristiandad, 1984.
Zubiri, Xavier, Sobre el Problema de la Filosofía y otros Escritos: 1932-1944. Madrid:
Alianza Editorial, 2002.

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