La prostitución me parece que es un término que abarca diversas realidades que pueden llegar a ser contradictorias, como puede llamársele así a las actividades sexuales que se ve forzada a hacer una niña en condición de trata de personas como al trabajo que realiza una mujer por elección propia. Es por esto que creo imposible determinar si la prostitución es o no un problema, más bien creo que las condiciones en las que es ejercida esta actividad si pueden ser un problema. Creo que el contexto en que una persona realiza actividades sexuales a cambio de un bien es determinante para que me posicione respecto a la prostitución. La trata de personas, el turismo sexual, pederastia o cualquier otra situación en la que un sujeto se ve obligado a tener sexo contra su voluntad me parecen detestables. Las violaciones continuas a las que son sometidas esas personas no me dejan inmutada. También existen que ciertas personas que aun cuando no son forzadas de manera tan evidente como en los casos anteriores, por factores económicos y de género muchxs marginadxs se sienten orilladxs a estar en esa situación. La clase social es algo que nos atraviesa y crea diferencias abismales entre algunxs prostituxs y otrxs. “Dentro de las que eligen, están desde las que eligen porque lo prefieren a dedicarse al servicio doméstico u otros trabajos igual de precarios o incluso peores y están las que simplemente quieren elevar su tren de vida, como las prostitutas de lujo” (Villarreal, 2014). No es lo mismo ser prostituta en la calzada Tlalpan que una prostituta en un prostibulario ganando miles de dólares. También creo que es importante no olvidar que la prostitución es ejercida principalmente por mujeres dando servicio a los hombres. Esto nos habla de la sexualización y cosificación que se le da en las sociedes patriarcales a la mujer. Además de que hay una jerarquía de poder y económica del sector masculino sobre el femenino que mantiene del lado de prostitutas a muchas mujeres en ese intercambio mercantil. Los hombres no son solamente los que pagan por los servicios, muchas veces son hombres quienes son proxenetas. No solo el patriarcado se fortalece con la prostitución, ésta también fortalece las economías de diversos países. Según la Red Goblal de Proyectos de Trabajo Sexual “En cuatro países encuestados, la OIT encontró que la industria del sexo proporciona entre el 2 y el 14 por ciento del producto interno bruto”. Satisface a fin de cuentas a los intereses capitalistas de muchos estados. “La globalización de la industria del sexo sostiene la prostitución en la economía internacional de muchísimas maneras” (Jeffreys, 2009). Es muy difícil hablar de que una mujer puede tener “la elección” de ejercer el trabajo sexual dentro del capitalismo y patriarcado. Sin embargo creo que existen personas que si eligen realizar actividades sexuales a cambio de dinero por razones personales que logran escapar en parte a esos dos grandes monstruos. Para acercarse a la prostitución afirmo que es necesario quitarles el estigma a las “putas”. Llamarlas “trabajadores sexuales” fue un intento histórico para acortar la distancia entre esas y las demás mujeres. Carol Leigh una feminista trabajadora sexual se adjudica la invención de ese concepto, quien dijo “Ellas habían sido degradadas y cosificadas nuevamente por la retórica feminista y no existía como personas reales en las comunidades feministas” (1997). Si dentro del mismo feminismo se le juzga a ciertas mujeres por sus decisiones sobre su cuerpo creo que fuera de ese movimiento será aún peor el trato que reciban. Más aun cuando sabemos y reflexionado que desde pequeñas se nos ha criado a las mujeres para intercambiar nuestra sexualidad por alguna ventaja o mera supervivencia. Hay redes de prostitutxs que ven el trabajo sexual como cualquier otro trabajo. Sin embargo tener esa concepción de la prostitución la envuelve en la lógica capitalista y puede tergiversar la intención con la que fue creado el concepto. Otro gran problema en la prostitución es la seguridad. Ser prostitux dentro de las sociedades patriarcales y aún más si se pertenece a los sectores pobres de la población, conlleva muchos riesgos. La cosificación y estigma que se les adjudica a muchxs prostituxs lxs lleva a ser continuas víctimas de violación, feminicidios, transfeminicidios y crímenes de odio homofóbico. Lo peor es que muchas veces a estos crímenes de odio no se les da tanta atención por el hecho de que la víctima ejerce la prostitución. Como dicen Morcillo y Varela, yo también creo que en el debate feminista debe dar “un desplazamiento de las posiciones absolutas, y retomar la polifonía propia de un movimiento que hace de la crítica una herramienta fundamental.” Igual creo que gran parte de la respuesta está en darles voz a quienes lo viven. Dejar que lxs prostituxs hablen y se autodeterminen. Trabajar en conjunto sin caer en paternalismos ni estigmas. Como plantea Cristina Garabaizal “De un lado, promover la autoestima y la organización entre las prostitutas y a la vez luchar por una sociedad que no mercantilice las relaciones sexuales y sociales”. Referencias: Jaffreys, S. (2011). La industria de la vagina: La economía política de la comercialización global del sexo. Buenos Aires, Argentina: Paidós. Morcillo, Santiago; Varela, Cecilia trabajo sexual y feminismo, una filiación borrada: traducción de "inventing sex work" de Carol Leigh (alias Scarlot Harlot) Revista de Estudios de Género. La ventana, vol. V, núm. 44, julio-diciembre, 2016, pp. 7- 23 Cristina Garaizabal. Ponencia pública del libro Feminismo.es…y será. Jornadas Feministas, Córdoba (2009). Villareal, E. (2016) Prostitución, perspectiva y propuesta libertarias Red Global de Proyectos de Trabajo Sexual (2016) Trabajo sexual como trabajo