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PRIMAVERA DE PRAGA ›

Josef Koudelka regresa a las calles de Praga


Una muestra reivindica al gran retratista de la revuelta checa contra el
totalitarismo, en su 50 aniversario
Un hombre pasa delante de una de las famosas imágenes que Koudelka tomó en 1968 situada en una calle de
Praga. MICHAL CIZEK (AFP)

JESÚS RUIZ MANTILLA

20 AGO 2018 - 17:02 CDT

Si Josef Koudelka hubiera caído por algún lugar en conflicto hace un


MÁS INFORMACIÓN
año, no lo habría inmortalizado con su móvil, ni habría salido
Josef Koudelka: “Una
buena foto es la que huyendo en coche. Es de los que se resisten a la tecnología, y nunca
no puedes olvidar” se ha comprado un vehículo ni un televisor. A sus 80 años, el
fotógrafo ha sobrevivido y pasado a la historia gracias a otros
FOTOGALERÍALa
primavera de Praga, recursos. Cuando en 1968 le tocó dar testimonio de la invasión
en imágenes soviética de Praga, le valieron sus ojos y unas piernas propias de su

La fotografía de paisano moravo, el plusmarquista Emil Zátopek, para salir corriendo


Koudelka muestra en y poner a buen recaudo el material, protegido por una multitud
México el otro gran
cómplice.
muro que divide el
mundo
Sobresaliente

Nuevo Teramont
- Techo corredizo panorámico:
Observa la mejor parte del camino.
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interrumpir tus objetivos.
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momento.

Fue hace medio sigo, tal día como hoy, 21 de agosto, cuando los tanques soviéticos
entraron en Praga, y Checoslovaquia hacía de nuevo cuentas retorcidas con los años
caídos en ocho. En 1918 se proclamó la independencia de un país que hoy no existe. En
1938, los nazis lo ocuparon en el primer aviso expansionista. Diez años después, la
nación centroeuropea basculó hacia el Este y quedó del lado de Stalin para proseguir con
el yugo de otra dictadura.

Cuando muchos en 1968 dijeron no y el entonces presidente, Alexander Dubcek, quiso


responder a las ansias de libertad de su pueblo, las aceras y los raíles de la ciudad
temblaron con la entrada de los tanques. Quedaban aplastadas así las reformas de la
Primavera de Praga. El correctivo masacró las esperanzas de un pueblo que se fracturó
internamente y sufrió un trauma que dura hasta el presente. Ni siquiera el hecho de que
aquello fuera el comienzo de un desmoronamiento con fecha de caducidad consuela hoy
a los checos. La represión, la vuelta al frío y a las tinieblas sentó peor.

Ahí estaba, no obstante, Koudelka. Pero nadie se atrevía a pronunciar su nombre.


Robaba las instantáneas con la precisión de un cirujano y las salvaba como un bandido.
Había dejado sus estudios de ingeniería y coqueteado con el teatro. Hoy, es el único
fotógrafo checo que ha ingresado por derecho en la agencia Magnum. Pocos conocían
que las imágenes tomadas a la multitud que increpaba los tanques eran suyas. Fueron
publicadas un año después, con las iniciales PP (Prague Photographer).

Una calle de Praga en agosto de 1968. JOSEF KOUDELKA

Tuvieron que imponer su identidad de testimonio a la misma negativa del autor.


Koudelka puso por delante la seguridad de los suyos dentro a la gloria que pudiera vivir él
mismo fuera. El miedo le había vuelto tan precavido que dos años después, ya exiliado,
distraía posibles represalias a familiares, amigos y cómplices, sin aceptar que eran
suyas. Una de ellas fue la historiadora Anna Fárová, clave en el entramado. Se trata de la
mujer que logró sacar los negativos posteriormente distribuidos por Magnum en
Occidente.

El método de los días negros le obligó a jugarse la vida. Salía a la calle y cuando no se
subía a un tanque para arengar, se ponía delante para disparar su cámara Exakta Varex.

Desde que huyó de su país, Koudelka ha convertido en leyenda su vocación vagabunda.


Se mantuvo así más de una década, sin propiedades ni pasaporte; cuando las
autoridades británicas catalogaron su procedencia como de “nacionalidad incierta”.
Dormía donde le sobrevenía el cansancio, pero hoy afirma que jamás se sintió solo por el
camino. Constaba en los papeles en absoluta concordancia con otro checo, que es
también moravo errante: Milan Kundera. No en vano es autor de un título al que ambos
se adscriben en pura complicidad: La insoportable levedad del ser. Es el reverso
absolutamente complementario de Koudelka. El fotógrafo retrató cuerpos, calles
tomadas y vacías, la maquinaria represiva, el ardor temeroso de la multitud. Kundera, el
alma de todo aquello con su escritura clarividente.

Más tarde, como el autor, también consiguió la nacionalidad francesa, pero hoy, al
contrario que Kundera, no reniega tanto de sus orígenes. Hasta el 23 de septiembre, el
Museo de Artes Aplicadas de Praga lo reivindica como héroe nacional en la exposición
Retornos. El hijo pródigo regresa a Praga en su condición de mito.

ARCHIVADO EN:

Josef Koudelka · Praga · República Checa · Fotografía · Artes plásticas · Centroeuropa · Historia · Europa
· Arte · Cultura

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