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Gaddiel Francisco Ruiz Rivera

ESPA4232.096

Carmen Rivera Villegas

Alabanza en la Torre de Ciales: mundo mítico-épico para la reafirmación y dirección nacional

El pensamiento del intelectual se gesta entre los contornos sociales de la historia para

desembocar en nuevas formas posibles. Le es vital conocer el pasado para responder con un

futuro lógico, y hacerlo tangible por medio de la acción. En Puerto Rico, para el año 1898, la

invasión norteamericana desvió el destino que la isla había confiado en la Carta Autonómica.

Para comienzos del siglo XX el entorno a nivel mundial se tornaba violento1, y la agresión

cultural que trajo consigo la política del nuevo imperio americano dieron tarea a los y las

intelectuales: la toma de conciencia nacional. Esa fue la tarea de la Generación del Treinta, la

cual se nutrió de la Universidad de Puerto Rico como fuente primaria de pensadores. La

fundación del Departamento de Estudios Hispánicos en el 1927, y dos años más tarde la

fundación de la revista Índice, daban prueba de cuánto urgían preguntas y respuestas en torno a

nuestra identidad. De ésta surge el ensayo Insularismo (1934) de Antonio S. Pedreira en el que el

ensayista describe con pesimismo el trasfondo histórico del debate. Amparándose en el ensayo

como “un género dúctil donde se empiezan muchas cosas y no acaba ninguna” (Pedreira, 42), la

explicación contradictoria y la respuesta ambigua no conjeturan un plan de acción.

1
Periodo entre guerras (Interbellum). Periodo entre la Primera Guerra Mundial y Segunda Guerra Mundial.
Partiendo de esta necesidad tenemos que considerar la respuesta de Juan Antonio

Corretjer Montes –llamado el Poeta Nacional-, un intelectual autodidacta que es considerado

miembro de la Generación del Treinta destacando como escritor y político. A través de su

poemario Alabanza en la Torre de Ciales (1953), Corretjer construye un mundo mítico-épico

como método para afirmar la existencia de la nacionalidad puertorriqueña y agenciar la defensa y

dirección de la nación. La épica es el género formal que encausa el ideario político del poeta y el

mito cumple múltiples funciones dentro de la interpretación.

Respecto a lo anterior resulta inevitable cuestionarnos qué propone la épica de Corretjer

en su carácter mitológico. El filólogo español Antonio López Eire en su estudio Mito y lenguaje

indica que el mito, como el lenguaje, es incapaz de reproducir realidad ninguna, porque el

símbolo o el signo nunca es igual a la cosa real que simboliza o señala, sino una representación

metaforizada de ella. Por otro lado plantea que “sirve, en efecto, como el lenguaje, para influir en

los conciudadanos, pues fundamenta el orden social y político haciéndolos solidarios de un

ideario o proyecto ciudadano común.”(López, 15) Basado en esto, el mito es entonces el lenguaje

fantástico que utiliza la épica para plantear el ideario del poeta. La voz poética describe dos

eventos importantes que sirven de exordio a su mito como lenguaje:

“En una isla selvosa, circundada

del proceloso mar.

Pero, no. No es Ítaca.

Este mar que nos tiñe y nos abraza

es demasiado grande para un Ulises de gramática.”

“Ni cítaras ni laúdes en nuestras noches estrelladas. Suena el

güícharo como una descarga.


Retumba el bongó. El cuatro tiene una prima de diana.

En el seno de la bordonúa arde una rabia.

A la orquesta criolla la llama el pueblo música brava.”(Corretjer, 199)

Con estos versos en su poema Manifiesto se resalta el lenguaje musical de la isla contrapuesto a

la cultura grecorromana. La segunda ocurre a consecuencia de la anterior, mientras asciende la

torre de la iglesia para, en lo alto, extender la mirada sobre el paisaje:

“¡Oh música callada!

El órgano. He aquí su pía voz valetudinaria

hecha fijo silencio. ¡Oh soledad callada!”

“¡Por aquí ha pasado la muerte con su larga sotana!”

“Llego. Mis ojos siguen el balón de la campana

por los montes, las vegas, las sabanas.

¡He aquí, seres humanos, la tierra bien amada!

Credibile est illi numen inesse loco2… ¡Calla!”

“¡Los árboles! Puertorriqueñamente accionan sus palabras.

¡Oh música sonora! ¡Oh soledad poblada!” (Corretjer, 201)

Este segundo evento es el paso para accionar el mito de la épica isleña. La segunda voz–marcada

en bastardillas- intenta interrumpir la epifanía del paisaje en La larga mirada, pero la voz poética

le impera que calle. Dice el periodista español José Javier Esparza respecto a los mitos lo

siguiente: “La memoria de los pueblos es el mito. Cuando se pierde el mito, la memoria se

disuelve y la actitud ante el futuro se reduce a un mero esperar. Esperar, ¿qué?: una muerte

dulce.” (Esparza, 1) Esto con relación a los versos anteriores nos dice que el mito endémico no

puede arriesgar más tiempo, no puede ser interrumpido más por la institución religiosa del
2
Fragmento de un verso del poeta clásico latino Ovidio. Dice en español: Es creíble que hay un dios en aquel lugar.
conquistador, y le sirve de preludio la “música brava” del güícharo, el cuatro y el bongó,

musicalizando “la poesía de los siglos” que le llega desde las montañas.

Logrado lo anterior, el mito comienza con la narración del origen de la isla. Para ello

utiliza como punto de partida el mito creacional de la mitología taína:

“En el principio era la Tierra. Y la Tierra era ancha.

Erase una inmensa y única tierra ancha.

En mitad de esta Tierra se erguía una montaña.”

“Creció en la cumbre de la montaña un árbol de gigantesca rama.”

“Y al pie de este árbol, en la inmensa montaña,

nació una mata de calabazas.”

“Desde lejos, dos hombres, atentos, la miraban.

He aquí la ambición buena. Y he aquí la ambición mala.

El uno para el bien de la tribu la tomara.

El otro para sí. Para sí nada más la deseaba.” (Corretjer, 202)

Con la aparición fantástica de la tierra y la calabaza como hipérbole de la abundancia del oro el

poeta mitifica la lucha de la conquista española entre el nuevo dueño de la tierra y el habitante

original. La evocación de la mitología taína es alegoría de la raíz nacional. Corretjer aprovecha

esto para problematizar “la ambición mala” del explotador en los eventos de la conquista.

De la colonización destacan tres eventos que desembocan en la figura protagónica de la

épica: el genocidio taíno, la esclavitud racial y la inconformidad del blanco pobre. En Los

desposados, cuarto canto, se entrecruzan las tres etnias:

“No. Nadie lo sabía. Pero empezaba a irse España.”

“Aquí en lo profundo de los seres, una cosa nueva se prepara.


Un día aquí se va a querer una patria.”

“El nieto de Diego González y su mujer. La evanescente indiada.

La desteñida nieta de la figura extraña

traída por el terrible mar en asesina barca.

¡La luz huele, cuando en la noche, la tea de tabonuco pasa!” (Corretjer, 205)

Es esta cocción étnica la que desemboca en “una cosa nueva”: la nacionalidad puertorriqueña.

Esta nacionalidad se presenta como colectiva, y da paso a un héroe colectivo. Reúne lo que

Pedreira llama el alma disgregada del puertorriqueño y la sumerge dentro de una historia de

abuso y explotación. El canto V, Oubao-moin3, nos cuenta los estragos resultantes de la calabaza

desprendida en el mito creacional, alegoría de la explotación minera del oro: “El río de Corozal,

el de la leyenda dorada, / la corriente arrastra oro. La corriente está ensangrentada.” (Corretjer,

207) En estos primeros versos confluyen la explotación de los recursos naturales de Puerto Rico

y el abuso a la mano de obra hasta fusionarse los dolores en, como indica el título, una tierra de

sangre. Pues, “bien sea tierra o bien sea agua”, es en ese lugar que “dobló la frente india”, “el

negro quebró sus hombros” y “el blanco pobre sufrió los horrores de la peonada”. Es este el

poema que afirma la existencia de la nacionalidad puertorriqueña:

“Gloria a todas las manos de todos los hombres y mujeres que trabajaran

porque ellas la patria amasaran.

¡Y gloria a las manos, a todas las manos que hoy trabajan

porque ellas construyen y saldrá de ellas la nueva patria liberada!

¡La patria de todas las manos que trabajan!

Para ellas y para su patria, ¡Alabanza! ¡Alabanza!” (Corretjer, 208)

3
En lengua taína: Tierra de sangre.
Esta consagración hace de la patria un locus amoenus4, y de las manos que trabajan un héroe

colectivo consiente a plenitud de su historia. El mito ha sido una entretenida ficción del pasado,

responde quiénes somos y cómo somos puertorriqueños y puertorriqueñas, y dadas las

circunstancias históricas, hacia qué debe desembocar la nación.

Recordemos que al intelectual le es vital conocer el pasado para responder con un futuro

lógico y, una vez reconstruida el alma puertorriqueña, el Perfil del ser –sexto canto- es la

respuesta de Corretjer en el poemario. El perfil del ser fabula al héroe colectivo –el hombre, la

mujer y el niño- dentro de una batalla entre un pitirre y un guaraguao. La lucha de las aves

corresponde, como bosqueja José Luis Vega, a otros elementos en lucha: el día contra la noche,

alegoría de los puertorriqueños contra el sistema colonial-capitalista. La derrota del pitirre contra

el guaraguao es “una simbolización del ser y del deber ser de la puertorriqueñidad.” (Vega, 43)

El mensaje ideológico ha sido una respuesta clara que apuesta a la revolución –del colectivo-

esperanzado para esto en el perfil del puertorriqueño –héroe-. Contrario al pesimismo de

Insularismo, Alabanza en la Torre de Ciales propone un optimismo esperanzador.

Y este futuro lógico, como debe hacerse tangible por medio de la acción, más que un

anhelo, el catedrático José Rivera Hernández asegura que cuenta con un asidero concreto aunque

simbólico: el pitirre. En base a esto dice que “Juan Antonio Corretjer comunica un proyecto

político que se caracteriza por un optimismo histórico esperanzador.” (Rivera, 14) En el canto

VII, Inmediata la idea, la épica conjetura como plan de acción la necesidad de una revolución

victoriosa. Lo ejemplifica con la Revolución Nacionalista del 50 conocida como El Grito de

Jayuya. Repasa como bien dice José Luis Vega “en apretada síntesis” la gestación y desarrollo de

la cultura patria. “En el Valle de Coabey el pasado deviene en un presente que ya comienza a ser

4
En latín: lugar idílico. Hace referencia a un lugar utópico o paradisiaco.
futuro.”(Vega, 44) Mitifica la revolución con el significado taíno del valle de Coabey5, como

“lugar de la perdurabilidad”. Esta épica delega en la sociedad puertorriqueña el destino arrancado

en y antes del 1898. La agenda del intelectual tiene inconclusa la “ambición buena”, pero ha

legado la victoria a los hombres y mujeres que trabajan la tierra, creando conciencia nacional con

el lenguaje del mito. De esta forma Juan Antonio Corretjer gesta su ideario con respecto a la

toma de conciencia nacional, con una entretenida reflexión histórica cuyo desenlace, sin duda,

apuesta a una nueva forma posible: la liberación nacional de Puerto Rico.

5
En la mitología taína, el mundo de ultratumba o paraíso de los muertos, custodiado por Maquetaurie Guayaba
(Orsini, 34)
Bibliografía citada

Corretjer Montes, J.A. “Alabanza en la Torre de Ciales.” Juan Antonio Corretjer: obra poética.
2nd ed.
Editorial Instituto de Cultura Puertorriqueña, San Juan, 2005

Esparza, J. Los indoeuropeos: la memoria de Europa. Revista Punto y coma. 1987. En línea.
http://www.stormfront.org/forum/t86117/

López Eire, A. Mito y Lenguaje. Synthesis, 8. En línea.


http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.3015/pr.3015.pdf

Orsini Luiggi, S. Canto al cemí (leyendas y mitos taínos). Editorial Instituto de Cultura
Puertorriqueña, San Juan, 1998

Rivera Hernández, J.J. La estructura del optimismo esperanzador en la obra poética de Juan
Antonio Corretjer. Cuarto propio: revista literaria. No. 6. Mayo, 2010. En línea.
http://cuartopropio.upra.edu/vol6/critica.htm

Vega, J.L. “Prólogo: la poesía de Juan Antonio Corretjer.” Juan Antonio Corretjer: Obra
poética. 2nd ed. Editorial Instituto de Cultura Puertorriqueña, San Juan, 2005

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