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De mente sexy

Era la peor de las canciones de la lista de reproducción de su celular pero Juan Pablo ni siquiera
lo notó, aun cuando el nivel de volumen lo tenía a 100, como acostumbraba. Mientras sus
oídos se sometían a una tortura, irónicamente sus ojos le agradecían esta vida y la otra por tan
agradable vista… se encontraba totalmente distraído pensando en qué decirle a la sexy mujer
que apenas se había subido al bus en que se dirigían hacia sus respectivos sitios de trabajo.

- ¡Hola! Tienes los ojos azules más hermosos que he visto nunca -a sabiendas de que sus ojos
eran lo que menos había detallado del cuerpo de la joven-. ¿Cómo te llamas?

- Muchas gracias -respondió con cierto gesto coqueto y una forma de hablar un poco
“arrastrada”-. Paula, ¿y usted bebe?

Cuando Juan Pablo escuchó la primera línea de su respuesta ya había empezado a dudar de
haberse acercado. Su forma de hablar le indicaba mucho de su procedencia, pero no quiso ser
grosero y continuó:

- Eh, sí -un poco dubitativo-, yo soy Juan. Bueno… ¿y de donde eres? ¿en qué trabajas?

- Niño de por allí por la Selva. Voy a camellar en el negocio, usted sabe. Usted también está
muy lindo, ¿por qué tan solo?

Con la última pregunta fue clara la situación, no necesitaba más evidencias. Definitivamente
tenía que escapar de la incómoda conversación. Para él era obvio que no se trataba sino de
otro falso positivo en el tema de las apariencias. Pero bueno, ¿qué más esperaba un viernes a
las 2:00 am en un sitio dónde lo único que estaba abierto era la discoteca más barata de la
ciudad?

Inmediatamente Juan Pablo se las ingenió para alejarse de la mujer. Su belleza física no lo
engañaba, eso no lo era todo para él. A pesar de ser un simple vigilante de hotel, él estaba
convencido de que se merecía algo más. Tomó entonces su celular y simuló contestar una
llamada mientras se alejaba para “tomar mejor señal”. Como realmente no hablaba con nadie,
empezó a describir en voz baja las características de la mujer que a él le gustarían, mientras se
aseguraba de dejar en los primeros lugares las cosas que aludían al intelecto.
- Inteligente, seria… bueno, no tan seria. Graciosa pero con estilo; que se goce de cuando yo
diga algo mal dicho porque es capaz de notarlo; que me deje gozarla porque me acuerde de la
vez que ella dijo algo peor; que sea bonita, alegre…

- ¡De mente sexy! -lo interrumpió otra mujer que iba sentado al lado de donde se encontraba
en el bus-. Disculpa, no quise interrumpir tu monólogo. Creo que se te descargó el celular hace
rato.

Juan Pablo la miró consternado, apenado y se sonrojó. No sabía que decir después de haber
sido puesto en evidencia de esa manera.

- No te preocupes, me agrada saber que todavía hay quienes buscan más allá de lo que salta a
la vista -comentó al percatarse de la pena que le produjo al joven-. Por cierto, soy Ana.

En esos momentos me invadió una risa nerviosa -pensó Juan-. Estaba claro que este 2018 debía
indagar más en el concepto de una mente sexy.

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