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debe tomar en momentos difíciles de la vida personal e interacción social con nuestros semejantes. A
través del tiempo se va creciendo y aprendiendo de los errores y correcciones cometidos. Está
comprobado que el aprendizaje es más efectivo si va acompañado de las emociones y la capacidad de
ir asociando experiencias personales a las sociales, las cuales determinan la experiencia personal
social, dejando marcada una futura personalidad y visión del mundo que lo rodea. Un papel
determinante lo juega la primera escuela de valores, la familia, y maestros en valores que determinan
la percepción y aplicación de los valores éticos y morales, de acuerdo con Eric Segura en el artículo
“Importancia de la ética en la vida” (Segura, 2016). Entonces, se entiende que los valores éticos
orientan a las personas para resolver los momentos difíciles de la vida diaria, y esto se aprende primero
con la familia.
De igual modo, los valores éticos inculcados dentro de una familia tienden a ser más fuertes que los
enseñados por los maestros en la escuela, debido al aprecio emocional que marca y determina la parte
cognoscitiva, y el razonamiento moral gira entorno a la primera escuela, es por esto que la segunda
escuela no es el lugar más preciso para aprender valores, sino para reforzarlos. Cuando el maestro
encuentra un bache moral en un estudiante se le puede complicar la situación, ya que ese estudiante,
si adquiere un papel de líder dentro del salón, puede influir de manera negativa, entonces la
metodología del docente se verá afectada (Segura, 2016). Es decir, si el estudiante no tiene una
correcta educación moral en casa puede afectar la enseñanza en la escuela, en especial si se da el caso
en que el alumno influya fácilmente en la actitud de los demás.
Los valores éticos son los principios e ideas que se tienen en el ser y orientan el camino que debemos
tomar en momentos difíciles de la vida personal e interacción social con semejantes. Por otra parte,
los agentes educativos determinan el éxito en la vida personal, social y económica, ya que la razón
pondrá la emoción, en este sentido, muchos padres entienden que educar con valores éticos requiere
más de ejemplo que de teoría. Una persona podría desviar su camino, pero tendrá la capacidad de
tener más conciencia moral, comparada con aquel que no tuvo formación en valores éticos en la
escuela y familia (Segura, 2016). Es importante que los agentes educativos enseñen los valores éticos
no solo de forma teórica sino también de forma práctica, ya que el éxito de estos otorga una mayor
razón moral.
Es importante mencionar que los seres queridos tienen mayor capacidad de marcar el ser y
personalidad de una persona. Si cada hogar se preocupara por tener como premisa familiar sembrar
valores para cosechar esperanza, los hijos podrían caminar y hablar con seguridad, serian personas
con una autoestima correcta y optimismo verdadero, los comercios no gastarían dinero en seguridad
y lo podrían traspasar al personal o rebaja de las mercancías. Es decir, con las implementaciones de
los valores en nuestra sociedad ganamos todos. Educar para la vida debe ser la prioridad de todos los
agentes educativos (Segura, 2016). Finalmente, si las familias tuvieran como prioridad enseñar valores
a sus hijos, la sociedad cambiaría de tal modo que la seguridad en las calles sería mayor y todos
resultarían ganando.
La educación moral actualmente no se considera como un estudio propio de niños y estudiantes de
secundaria, sino como algo que debe seguir siendo estudiado en niveles como la educación media
superior y superior. Debido a estos deberes y derechos de la formación moral a lo largo de la vida, es
lógico que se implemente el aprendizaje ético profesional en las instituciones de formación
profesional inicial. Por otra parte, no solo se espera competencia de un profesionista, también se espera
que use su competencia haciendo uso de la ética en cualquier ambiente en el que desarrolle sus
habilidades. En este caso se hablará de la universidad, aunque todas las instituciones de nivel
profesional deben procurar dar a sus estudiantes esta formación (Cobo Suero, 2003). Por lo escrito
anteriormente, en este ensayo se resaltará la importancia de la formación ética en las instituciones de
nivel profesional, así también, la manera en que se lleva a cabo en el ámbito laboral.
La necesidad de actuar con base a la ética profesional, ha acompañado desde siempre a la medicina y
practicas con fuerte valor histórico y social, tales como la judicatura o el comercio. Actualmente, la
necesidad de laborar con base en la ética profesional se ha hecho visible en medios económicos y
políticos, desde los países tradicionalmente corruptos hasta los países más desarrollados, siendo
generalizada a todas las profesiones. De igual modo, en los países desarrollados hay una especial
sensibilidad social ante la ética de los profesionales, debido a que se resaltan los fallos y la opinión
publica reclama medidas legales y judiciales para regular su cumplimiento (Cobo Suero, 2003). Es
por esto que una organización espera al profesionista actuar con base en la ética, ya que obrar de un
modo no ético trae consigo problemas legales o mala aceptación de la sociedad.
Es importante considerar también el proceder ético para la realización humana del profesional. Esta
relación ética-realización humana, está llena de sentido antropológico y filosófico, y por esto debe
constituir el principio de la formación ética profesional en la universidad. Se dice que las profesiones
tienen su razón de ser en la búsqueda de algún bien, debido a que las profesiones no surgen al azar,
nacen en la sociedad y son aceptadas legalmente ya que satisfacen las necesidades de las personas que
constituyen una sociedad o la sociedad en su conjunto. Es decir, las profesiones nacen para
proporcionar un producto o servicio a las personas y a la sociedad (Cobo Suero, 2003). Así pues, no
hay profesión que haya surgido por capricho, todas surgen con base en las necesidades de una sociedad
y su deber principal es el proporcionar un bien a los habitantes de la sociedad en la que se encuentra.
No obstante, se entiende por profesional a una persona que ha adquirido unas determinadas
competencias o capacidades para aportar un producto o servicio a la sociedad, con actividades como
ayudar a conservar o a recuperar salud, atender una oficina, asesorar legalmente, entre otras. Por lo
tanto, se puede decir que un buen profesional es aquel que: hace o procura a otros el bien propio de
su actividad profesional y que, por lo mismo, puede experimentar la satisfacción que acompaña a la
experiencia de hacer el bien a los demás. Así también, experimentar otros sentimientos positivos,
como son el sentirse socialmente útil o de alegría por haber encontrado un trabajo o sencillamente por
tener trabajo (Cobo Suero, 2003). Dicho esto, un profesionista que es feliz cumpliendo su labor, es
una persona realizada que alcanza su proceso final, el proceso ético, ya que, la ética relaciona la
conducta humana con la búsqueda del bien.
La ética de las profesiones además de ser teológica, es deontológica, porque su propuesta del buen
comportamiento moral lo hace en el contexto del deber, es decir, una iluminación de cómo se debe
actuar en el mundo profesional. Para la construcción de esta ética de las profesiones, se debe atender
a dos fuentes, la conformada por filósofos éticos y pensadores afines, que representan la fuente
tradicional en el tratamiento de estos temas. Los colectivos de profesionales aportan un fuerte sentido
deontológico de la profesión desde el conocimiento concreto del servicio y funciones sociales de la
misma, de las responsabilidades profesionales y del afrontamiento responsable de los problemas
(Cobo Suero, 2003). Es por esto que la ética profesional debe estar bien establecida, tomando en
cuenta fuentes como filósofos éticos y pensadores afines, debido a que de esto depende como se actúa
en el mundo profesional.
Las relaciones del profesional con los clientes o usuarios de su servicio se basan en aplicaciones
habituales se basan en el principio de respetar la dignidad, la libertad, la igualdad y los derechos
humanos de los clientes o usuarios del servicio, así como también de los compañeros y colegas y de
todos los ciudadanos. Este principio se lleva a cabo respetando la autonomía, la toma de decisiones a
nivel personal y profesional, respetando la intimidad física y psíquica, no revelando información de
cómo ejerce alguien más en otra empresa, entre otros (Cobo Suero, 2003). Dicho esto, tanto usuarios
como profesionistas deben tomar en cuenta este principio al interactuar entre ellos para lograr una
relación sin inconvenientes.
Obrar conforme a la justicia es actuar reconociendo, dando o exigiendo a cada uno lo que le
corresponde. Cuando se trata de alguna forma de intercambio, trueque o permuta, debe regir la justicia
conmutativa cuya esencia es la equidad, tanto en las partes que dan como en las que reciben. Esta
relación se da entre el profesionista y el cliente o usuario del servicio, quien debe recompensar en
justicia al profesional por el trabajo que se realizó, el trabajo puede ser realizado de manera directa o
mediatamente, y así como el profesional debe recabarle en justicia el trabajo, producto o servicio
correspondiente (Cobo Suero, 2003). Así pues, todo trabajo realizado por un profesionista debe ser
recompensado por el cliente o usuario, en esta recompensa debe regir la justicia en ambas partes para
que cada una esté satisfecha con el resultado final.
Pero además de la presencia esencial de la justicia en la relación profesional, se le puede exigir al
profesional una participación en la justicia social. Por justicia social se pueden entender dos cosas.
Por una parte, la justicia social es una modalidad de justicia distributiva, que es aplicada en la
distribución de la atención social a los derechos sociales de todos los ciudadanos. O, dicho de otra
manera, la distribución de la atención social a las necesidades de trabajo o rentas, sanitarias, de
educación, de vivienda, de participación en la sociedad del conocimiento y de acceso a las prestaciones
y servicios sociales de todos los ciudadanos, para que todos las vean satisfechas al menos en los
niveles humanamente digno (Cobo Suero, 2003). Es importante que un profesional participe en la
justicia social, debido a que esta cubre las necesidades básicas humanas, y de no ser cumplidas, una
persona viviría en lo que se consideraría en condiciones inhumanas.
Por otra parte, se entiende a la justicia social como aquella justicia en la distribución de la atención a
los derechos sociales de todos los seres humanos que no fundamenta únicamente el derecho a la
participación en argumentos establecidos convencionalmente; sino que tiene en cuenta además que
toda persona tiene derecho a ver atendidas sus necesidades más fundamentales por el solo hecho de
ser eso, de ser persona, de ser un humano. Por lo tanto, si vive e interactúa en una sociedad capacitada
para distribuir esa atención a los derechos sociales de todos, tiene derecho a gozar de esa distribución,
aunque no haya podido alcanzar o cotizar la nacionalidad (Cobo Suero, 2003). Es decir, toda persona
tiene derecho a gozar de los recursos que le proporciona la sociedad en la que habita por el solo hecho
de ser persona, sin importar si haya logrado nacionalizarse, lo importante es que contribuya laborando.
Sin embargo, hay obstáculos para el cumplimiento de una correcta justicia social, como sociedades
con problemas de exclusión y un mundo en el que cuatro quintas partes de la humanidad padecen de
pobreza y lacerantes carencias, la justicia social interpela a cada profesión y a los profesionales para
que no queden ciudadanos sin atender en sus derechos y necesidades básicas en el sector de su
incumbencia y responsabilidad (Cobo Suero, 2003). Es por esto que un profesionista debe tener muy
presente la justicia social, debido a que de él puede depender que un cierto número de personas sean
excluidas de poder atender sus derechos y necesidades básicas, siendo responsabilidad del profesional,
que el mayor número posible de personas sea beneficiado por su trabajo.
Otro principio propio de la ética en las profesiones dice: poner los conocimientos y destrezas
profesionales al servicio del bien que debe proporcionar la profesión a los clientes o usuarios del
servicio profesional. Este principio, normalmente conocido como principio de beneficencia, es un
principió especifico de la ética de las profesiones, que está enlazada con la razón de ser de las mismas,
proporcionar un producto o servicio a la sociedad, como se ha visto anteriormente. Por esto mismo,
es un principio cuya puesta en práctica debe acompañar habitualmente la vida del profesional,
transcendiéndola de sentido y haciendo del profesional una persona realizada (Cobo Suero, 2003).
Esta práctica es importante que siempre la lleve a cabo el profesional a lo largo de su vida laboral, por
el hecho de que siempre debe ver de qué manera puede ayudar a la sociedad con el trabajo que realiza.
En el momento en que se desean resolver situaciones dilemáticas es normal que se piense en diversas
preguntas, preguntas como “¿Cuál es el bien que yo debo y puedo realizar a la sociedad?” o “¿Cómo
aporto yo aquí o más bien o hago mejor el bien?”. Al igual que obrar de manera contraria, es decir,
emplear los conocimientos y destrezas profesionales para hacer el mal, constituya la más grave de las
infracciones de la ética profesional, por ejemplo, un juez que emite una sentencia injusta sabiendo lo
que está haciendo, el policía o psicólogo que colabora en una tortura, el medico que termina sin
justificación una vida humana, el profesor que suspende a alguien para perjudicarlo, entre otras (Cobo
Suero, 2003). En resumen, absolutamente ningún profesional debe emplear sus habilidades y destrezas
para obrar mal, ya que esto le puede llevar a sanciones de la ética profesional.
De igual modo, emplear las habilidades y destrezas o el poder que otorga la profesión para hacer el
mal no son las únicas infracciones contra el principio de beneficencia. También lo es su utilización
para fines no auténticos. Por ejemplo, para obtener beneficios ajenos a los normales, propios y
coherentes con el ejercicio profesional, como pueden ser un enriquecimiento injustificado o la
obtención de prebendas laborales para familiares o amigos (Cobo Suero, 2003). A esto se le conoce
como “Trafico de influencias”, del que la utilización de “información privilegiada” para obtener este
tipo de beneficios espurios constituye un caso particular. Todo un mundo de infracciones de la ética
profesional, que han contribuido de forma muy importante a la toma de conciencia social de la
importancia y necesidad de ética profesional en las necesidades actuales (Cobo Suero, 2003). El
tráfico de influencias es la práctica que se ve más comúnmente en países en desarrollo, tal es el caso
de México, y esto no debe seguir sucediendo debido a que, al contratar a alguien por el simple hecho
de ser un familiar, le quita un puesto de trabajo a una persona que puede estar más preparada que el
individuo que quedó solo por tener conocidos en una empresa.
El siguiente principio dice “Proceder siempre con responsabilidad profesional”. Este principio,
atraviesa a diversos códigos ético/deontológicos, porque para sus colectivos que los han elaborado la
responsabilidad profesional es una realidad muy valorada. Esto no significa que los demás principios
no estén presentes en estos códigos. Precisamente, comprender los códigos éticos que comprende cada
uno de estos principios, es uno de los caminos más enriquecedores en la pedagogía de la ética
profesional, ya que conduce a entender tanto la presencia de la ética en la vida profesional, como el
valor ético del proceder profesional científico y de determinadas aportaciones de la experiencia
profesional, esto según Cobo Suero en su libro Universidad y ética profesional (Cobo Suero, 2003).
Saber que códigos éticos intervienen en cada uno de los principios ya vistos es de suma importancia
para comprender más a detalle cómo se aplica la ética en la vida profesional.
Lo que sucede es que en los códigos de conducta profesional los colectivos profesionales proyectan
lo que, desde sus conocimientos y desde la experiencia de la práctica de la profesión, significa ser un
buen profesional en sus relaciones con los clientes o usuarios de su servicio, con los colegas y
compañeros en general, con la organización en la que trabaja, con su propia profesión y con la
sociedad, y esto implica proceder con responsabilidad profesional mediante la información continua,
de acuerdo con Cobo Suero (Cobo Suero, 2003). Los colectivos profesionales proyectan el cómo deber
ser un profesional con sus clientes o usuarios, con los colegas o compañeros de la organización donde
trabaja, ya sea por simple razonamiento, conocimientos o experiencias.
Por esta razón, el modelo de buen profesional que presentan los códigos supone un profesional que
conserva, mejora y actualiza su competencia profesional mediante la formación continua. Que cuida
la calidad técnica y humana del servicio. Que actúa con autonomía, porque tiene competencia, toma
las decisiones que le corresponde y asume responsabilidades. Que autoevalúa las actuaciones y
comportamientos profesionales para aprender de la experiencia. Y que, en su caso, responde a las
expectativas de la ética cívica sobre su profesión, como el médico que atiende a un accidentado o en
los ejemplos propuestos más arriba de compromiso con las exigencias de la justicia social (Cobo
Suero, 2003). Es importante que un profesional tenga presente los códigos antes mencionados para
ser considerado un profesional que mejora su formación continua y cuida la calidad técnica y humana
de su servicio.
En casi todas las empresas existe un código ético que seguir. Se intenta siempre lograr el antedicho
objetivo de ponerse en el lugar del cliente. Estas normas escritas pueden complementarse con las que
cada persona decida oportunas. Desde el punto de vista filosófico, este tipo de ética va ligada a cada
profesión. Entendiendo mejor en que consiste un trabajo se podrá deducir la mejor conducta en cada
caso. Como se mencionó anteriormente, la finalidad de un trabajo no es solo lograr beneficios, sino
hacerlo de una forma que sea útil para la sociedad. De esta manera, también la sociedad le puede
reclamar a un trabajador que desempeñe su valor de manera eficiente, esto según el sitio web “La
importancia” (La importancia, 2018). Se deben respetar los códigos éticos presentes en una empresa
debido a que, al ser cumplidos, también se cumplen las expectativas de la sociedad sobre la empresa.
La ética profesional es importante a nivel social, económico y personal. En lo social por cumplir con
su papel en la sociedad y por calmar las expectativas de la misma. Los colegios profesionales suelen
velar por la conservación de la ética en el desempeño de su trabajo por parte de los colegiados. A nivel
económico porque es el sustento de buena parte de la población. A nivel personal porque la profesión
va forjando la propia personalidad de cada trabajador. La ética profesional es la que conecta todos
estos principios, finalidades y valores para crear una sociedad mejor (La importancia, 2018). Esto nos
da a entender que la ética profesional, siendo bien aplicada, ayuda tanto a nivel social como
económico.
En conclusión, los valores éticos deben ser inculcados desde casa, ya que una persona le tiene más
afecto a la familia y por lo tanto le es más fácil obedecer y seguir los pasos que se le enseñan en ese
ambiente. Así también, si no cuenta con los valores éticos que deben ser enseñados en casa, se puede
volver un problema en el segundo ambiente educativo que es la escuela, ya que, si influye en la actitud
de los demás, el docente tendrá dificultades para enseñar y corregir de manera correcta. Los valores
éticos son aquellos que ayudan a una persona a superar momentos difíciles, siempre orientándose por
el camino correcto y en caso de no contar con los agentes educativos necesarios, una persona puede
llegar a resolver un problema tomando decisiones que lo pueden perjudicar a él y a las personas a su
alrededor.
Finalmente, la educación moral no tiene que ser algo considerado un estudio que debe ser solo
estudiado en etapas tempranas de la vida, sino como algo que debe seguir siendo estudiado en niveles
de educación superior y medio superior. Ya que, durante la vida profesional, el profesionista deberá
tomar decisiones que, de no ser tomados en base a principios éticos, podría hacer que la empresa tenga
una mala imagen frente a la sociedad. No obstante, todo profesional debe siempre procurar por hacer
el bien haciendo uso de sus habilidades y destrezas adquiridas en su preparación, esto para adquirir
ese sentimiento de ayudar a los demás, de sentir que es útil, también tener la satisfacción por tener el
trabajo que siempre quiso o simplemente por tener trabajo. Es por esto que en los países desarrollados
buscan que todos sus profesionistas actúen en base a la ética, ya que el nivel de exigencia por parte de
la sociedad para que se cumplan las reglas es demasiado alto ya que esto es más visible en ambientes
políticos y económicos.
Referencias
1. Cobo Suero, J. (2003). Universidad y ética profesional. Madrid: Universidad de Salamanca.
2. La importancia, L. (2018). Importancia de la ética profesional. Recuperado de https://la-
importancia.com/etica-profesional/
3. Segura, E. (2016). Importancia de la ética en la vida. Recuperado de
https://www.panamaamerica.com.pa/opinion/importancia-de-la-etica-en-la-vida-1036334