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AMOR Y PODER
O
SEXUALIDAD Y PAREJA

Dr. IGNACIO VERGARA CARULLA

https://www.facebook.com/rojoamanecercapsic/

PROLOGO A LA TERCERA EDICION


ARTURO GUERRERO

PROLOGO A LA PRIMERA Y SEGUNDA EDICION


CESAR CONSTAIN M.

EDITORIAL

SOLAR

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DERECHOS RESERVADOS POR:
EDITORIAL SOLAR LTDA.

CUARTA EDICION CORREGIDA Y AUMENTADA 1993

ISBN: 958-9196-09-8

Queda prohibida la re producción parcial o total de este libro, por medio de cualquier proceso
repográfico, o fónico, especialmente por fotocopia, microfilme, offset, mimeografo, etc.

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FAX (91) 342 23 75 - A.A. 37797
SANTAFE DE BOGOTA, D.C. – COLOMBIA

IMPRESO EN COLOMBIA
PRINTED IN COLOMBIA

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CONTENIDO

Pág.

PROLOGO A LA PRIMERA Y SEGUNDA EDICION......................................... 7


PROLOGO A LA TERCERA EDICION .............................................................. 11
INTRODUCCION ...................................................................................... 13
CAPITULO I: SEXUALIDAD .......................................................................... 19
A. Sexualidad humana ..................................................................... 19
B. Masculinidad y feminidad ........................................................... 22
1. A nivel biológico ......................................................... 23
2. A nivel de conducta .................................................... 24
3. A nivel psicológico .................................................... 27
C. Sexualidad y necesidad ........................................................... 33
D. Sexualidad y afecto ........................................................................ 37
CAPITULO II: CONCIENCIA Y RELACION ....................................................... 57
A. La moral y la identidad ................................................................ 66
B. Desarrollo e identidad .................................................................... 68
C. Etapas de desarrollo ................................................................... 72
1. Etapa autista ........................................................... 72
2. Etapa simbiótica ....................................................... 72
3. Etapa de separación e individuación o
simbiótica actuante………………………………... 84
4. Etapa actuante ................................................... 91
5. Etapa de estabilidad ............................................... 94
D. Las etapas de desarrollo y la identidad sexual……………………… 94

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CAPITULO III: RELACION DE PAREJA ...................................................99

A. Condiciones de. In relación de pareja ................... 100


B. Etapas de desarrollo de la pareja .........................104
1. Simbiótica - Simbiótica ......................................... 106
2. Simbiótica - Actuante - Simbiótica - Actuante ..........125
3. Simbiótica - Actuante .......................................... 130
4. Actuante - Actuante ......................................... 133
5. Mutua interdependencia - Mutua interdependencia 141
6. Sinérgica - Sinérgica ............................................. 144

CAPITULO IV: LA FAMILIA ................................................... 1 4 7


Lecturas recomendadas ............................................................ 173

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PROLOGO A LA PRIMERA Y SEGUNDA EDICION

César Constaín Mosquera

Cuando Ignacio me propuso que prologara su libro, no pude menos que sentirme
halagado. Habíamos trabajado juntos, durante lapsos irregulares, desde hacía bastantes
años y sabía del entusiasmo, casi la pasión, con que se dedicaba a las cosas en las que
creía. Conocía su trabajo, había tenido ocasión de oírle exponer sus teorías en varias
oportunidades, a veces a nivel personal, otras, las más en mi cátedra de la Universidad
Nacional o en los seminarios de los martes.
Tanto uno como otro veníamos de sufrir experiencias profesionales dolorosas y, a nivel
personal, yo atravesaba en el momento de su ofrecimiento por uno de esos períodos de
abatimiento y pesimismo usuales en todos los que nos dedicamos a esta disciplina. Por
otra parte no estaba (¡ni estoy!) completamente de acuerdo con algunas de las teorías ni
puntos de vista que Ignacio sostiene.
Prologar un libro no es nada fácil; puede uno caer en facilismo del elogio pecar por
demasiado crítico, con las deformaciones y desaciertos que ambas actitudes conllevan.
Una cosa me animó a aceptar el prólogo.

Estuviera o no de acuerdo con los puntos de vista del autor, lo había visto meterse de
cabeza, hasta las últimas consecuencias, en procura de una actitud consecuente con sus
puntos de vista. Y siempre me di cuenta de que lo que había en el fondo no era otra cosa
que honradez. Tenía muy frescas en el recuerdo las luchas y los dolores de cabeza que se
había ganado en la búsqueda de esa consecuencia. Cuando trabajamos juntos, en más de
una ocasión le vi ganarse animadversiones y malquerencias por seguir unos puntos de
vista, que aún acordes con sus convicciones, no siempre lo eran con la "ciencia oficial"
ni con lo que estaba de moda.

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En El libro, como en Mi nueva casa, no hay nada improvisado. Cuando leía los originales
no podía dejar de pensar en esa situación, que Ignacio llama "experimental" y que está
bien lejos de ser eso. Es experimental en el sentido en que nadie aquí lo ha hecho. No lo
es (ni Mi nueva casa ni El libro) en el sentido de que cada uno de sus pasos o de sus
párrafos es fruto de un concienzudo estudio y de una profunda maduración previas.

En medio de esta barahúnda de intentos terapéuticos y de publicaciones más


especulativas que realistas, encontrar algo pensado y probado por la práctica diaria no
deja de ser refrescante. No es en ningún caso lo mismo ensayar una terapéutica o exponer
un punto de vista después de haber sopesado con juicio y respeto cada una de las
premisas o de las posibles objeciones, que 1J amarrarse una manta en la cabeza y con
poco o ningún respaldo ni teórico ni práctico lanzarse a opinar sobre todo lo humano y lo
divino.

El texto no deja dudas sobre la formación cristiana de Ignacio; desde el principio hasta el
final se percibe como telón de fondo el pensamiento bíblico del Nuevo Testamento.
Resulta agradable encontrar también otras constantes: la necesidad de tener siempre
presente el contexto y, aunque en ocasiones diga lo contrario, de una teleología más o
menos explícita para atravesar los períodos "áridos" de la evolución terapéutica.

Resulta bien interesante la forma como elabora la síntesis de las categorías masculina y
femenina, síntesis que sin duda va a escocerles a las feministas de horca y cuchillo que en
forma casi silvestre encontramos en todas las publicaciones que tocan de cerca o de lejos
el tema de la relación de pareja.

La insistencia en destacar la importancia del contexto le opaca un tanto al autor las bases
biológicas de algunas patologías, si es que lo son tales. La violencia y el homosexualismo
son desde luego algo más que comportamientos y me parece que rebasan en su
explicación la simple escogencia temprana de estrategias de relación. Tal como el autor lo
propone, las disfunciones sexuales son afecciones psicosomáticas, con raíces arcaicas que
requieren algo más que entrenamiento y reaprendizaje para obtener una solución de
fondo. Con esta salvedad, resulta por lo menos refrescante encontrar un planteamiento
claro y ordenado de la patología y de la terapia de la pareja. No vendría mal una reflexión
seria al respecto cuando se plantea el tema de los "encuentros matrimoniales", tan en
boga en esta época y cuyos resultados no siempre son exitosos.

Dentro del mismo orden de ideas, es buena la crítica de la actual corriente sexológica. En
la abundante literatura sobre temas sexológicos, se siente uno revisando una y otra vez,
en forma por demás simple y monótona una anatomo-fisiología sexual, que si bien
cumplió una importante labor de des-mitificación, resulta un poco pueril en su intento de
reducir todas las complejidades de la interacción humana a las acrobacias del lecho.

Resulta interesante, aunque desde luego discutible, el planteamiento expuesto que la

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moral resulta, en última instancia el origen del poder. "A mayor necesidad menor libertad
y viceversa" es un aforismo para pensar.

El planteamiento de no defenderse y de dejarse invadir (en otro contexto, GANDHI lo usó


con éxito) es una posición original aunque en ningún caso cliente de riesgos. Pero, si está
de por medio el porvenir de unas vidas las cuales, siguiendo por el camino que llevan
hasta la fecha, solo han encontrado confusión y desdicha, ¿Por qué no tomar esos
riesgos?

En toda psicoterapia, como en el curso de toda vida, se atraviesan momentos "secos y


áridos" (basta en este estudio repasar a Santa Teresa). Entonces una teleología no sobra.
En ocasiones llega incluso a ser necesaria.

También a lo largo de todo el texto se respira un hálito de optimismo, que buena falta nos
está haciendo.

Gracias por el libro, Ignacio.


Bogotá, Enero 12 de 1987

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PROLOGO A LA TERCERA EDICION
CONTRA EL YUGO DE LOS CONYUGES
Por Arturo Guerrero

El presente es un libro liberador, que apunta al desmonte de uno de los yugos


fundamentales, no del hombre moderno, como el prurito de la publicidad preferiría
destacar, sino del hombre de todos los tiempos, como la sobriedad de la sabiduría no
impide reconocer.

El yugo que el siquiatra Ignacio Vergara pretende liquidar es tan fuerte, tan torpe y tan
doloroso como las cadenas que ilustran la carátula, con todo y los candados, con todo y
los barrotes que aherrojan la felicidad de millones y millones de amantes en el mundo.

De amantes, sí. Porque la prisión enjuiciada en este volumen es la que carcome al


sentimiento por excelencia de los humanos: el amor. El amor de padres a hijos, el amor
entre amigos y, sobre todos, el amor de la pareja, cristalizado desde hace 25 siglos en la
institución de la familia nuclear.

No sin razón se ha afirmado que la historia de la humanidad es la historia de las guerras


combatidas por esa humanidad. Desde los antiguos héroes hasta los modernos
gobernantes, los fundadores y orientadores de pueblos han pasado a la posteridad por sus
hazañas en los campos de Marte.

Las estatuas ecuestres de nuestras ciudades han eternizado en bronce a los generales,
mientras que los bustos de mármol han consagrado la memoria de los escritores que
cantaron las proezas de esos mismos generales.

Lo que muy pocos han develado es que en el trasfondo de la espectacularidad de las


batallas, héroes y plebeyos, civiles y soldados. Hombres y mujeres, han librado
secularmente una guerra sorda, que por sorda es más sucia. Cruel y cruenta que las
guerras de garrote y arcabuz.

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Aunque suene a paradoja, es preciso confesar que esta guerra suprema es la guerra del
amor.

Guerra ésta del amor, que no solo supera en cobertura y en perfidia a las demás, sino que
seguramente está en la base de todas ellas. Guerra cuyos gérmenes son inoculados desde
la primera infancia en el cuerpo y en la mente de los futuros combatientes de la historia
universal de la infamia.

Guerra que se lucha en campos consagrados institucionalmente a la paz. Con armas que
cada individuo lleva por dentro para sabotear la parte más hermosa de la vida. En
episodios épicos que han merecido la pluma y la lira de los mejores cantores populares.
El amor como el yugo, el amor como prisión, el amor como guerra.

Extrañas y duras metáforas para nombrar a la más fuerte de las pasiones humanas. Pero
esclarecedoras del fenómeno que el autor de "Amor y poder" quiso coger por los cachos
para torcerle el cuello y humillarlo en su pretensioso poderío.

El esfuerzo teórico de Vergara, coronado por su peculiar afrontamiento de la práctica


siquiátrica en el consultorio y, especialmente, por las festinantes experiencias de biodanza
que dirige desde hace varios años, trasciende la aludida crítica al amor romántico y se
convierte en un canto al amor concebido como desbordamiento.

Por eso, tras un recorrido por la vida amorosa de los animales y por las etapas del
desarrollo del primer año del niño, es capaz de decretarle la pena de muerte al
enamoramiento y a sus secuelas inevitables, los celos, el control, la inseguridad, el
parasitismo, el temor al abandono, a la soledad y a la misma muerte.

Y llega a proponer una fórmula, que bien podría ser la base para la composición de los
tangos, los boleros y las canciones rancheras del año dos mil: "He descubierto que puedo
vivir sin ti y que mi vida tiene sentido, aun viviendo sin ti; estoy aquí para buscar caminos
que me faciliten el vivir contigo en bienestar, porque me gusta vivir contigo".

Bogotá, 1 de septiembre de 1.989.

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INTRODUCCIÓN

Este libro no es un libro corriente. No nace del deseo de hacer un libro. y no cumple las
leyes y las reglas que un libro debe cumplir. No es una novela, ni un estudio, ni un intento
científico y objetivo sobre un problema humano. No cumple las normas metodológicas de
ninguno de estos géneros literarios.

No nace como libro, ya que su embrión se generó en las reflexiones que un día un
terapeuta me pidió que hiciera respecto a la sexualidad en la pareja. para compartirlas con
otras personas que piden ayuda porque el sufrimiento en sus vidas de relación se les
vuelve inmanejable.

Por las razones de las leyes y de las morales, este embrión no siguió su curso, aunque
busqué un marco en el cual la sexualidad estuviera en un primer plano, el embrión se
rebeló a dejarse reducir únicamente a un planteamiento sexológico y comenzó a crecer
más dentro del contexto de la relación, en la cual lo sexual quedaba relegado al plano de
ser un elemento muy importante, sin ser el pivote y la finalidad última de la relación.

Ese embrión, bautizado inicialmente como "curso de posgrado de sexualidad" y preparado


para "sexólogos", aparentemente había sido abortado poco a poco, al salir a la luz en mi
compartir con otras personas, no tan especializadas, cambió su nombre por "Sexualidad y
pareja". Aún no era un libro, sino un seminario escuchado con atención por personas que
más pensaban en sus propias vidas que en lo que podían ayudar a otros.

Eran conscientes de que nadie da de lo que no tiene, y lo tomaron con la trascendencia


del que sabe que un conocimiento transforma íntimamente a cada quien más que darle
un título. Lo capacita para vivir su propia vida más que para enseñar a otros a vivir las
suyas. Este seminario fue más aún vivencia en la cual mis propias reflexiones y dolores y
mis propias alegrías se unieron y se fundieron con los dolores, reflexiones y alegrías de los
que compartían conmigo la experiencia.

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De la necesidad expresada por cada uno de los participantes de compartir a su vez con
otras personas queridas esta experiencia, comenzó a incubarse la idea de un libro. El
destino de ese embrión tomaba un nuevo curso. Tampoco quería encajonar ese embrión
dentro de las morales de un libro publicable. Dejaría de ser ese ser y pasaría a ser otro. Si
le permitía la vida, debería hacerlo corriendo los riesgos de no cumplir esas reglas.

No ha sido fácil para este embrión crecer como libro. El prurito científico me ha llevado
muchas veces a querer guardar entre un cajón el texto y las grabaciones para compartirlas
únicamente con las personas que la vida pone en mi camino. El anonimato del mercado
me asusta. La crítica desde otros contextos me aburre. Sin embargo las personas que me
rodean me han apoyado y me han empujado a dar este paso. Espero que este embrión,
que nació con el destino de ser palabra viva para ser comunicada personalmente, tolere la
dura prueba de sobrevivir dentro de una carátula y atrapado en la rigidez de las letras
impresas.

Como un ser vivo que quiere ser, tiene enormes carencias. Comparto con él solamente
una parte de la realidad. No describo ni comparto los enormes sufrimientos y fracasos que
se dan cuando dos seres humanos que aún no han resuelto sus propias necesidades
básicas de sobrevivencia, se permiten ejercer su poder de procrear, en un ambiente en el
cual aún ellos son niños que luchan por su propia sobrevivencia, contra sus miedos y sus
fantasmas.

Quiero, en este compartir, mostrar un posible camino para que nuestro propio desarrollo
se pueda realizar, y una vez conseguido esto, poder procrear una vida a la cual vamos a
poder dar lo que es necesario dar, para que nuestros hijos tengan acceso a un desarrollo
de su potencial humano más armónico.

Como en la poesía, me aparto de la realidad. Yo soy padre de tres hijos a los cuales di la
vida estando inmerso en mis miedos y perseguido por mis fantasmas. Gracias a mi
ignorancia pudieron nacer y se están desarrollando, posiblemente también con las
carencias que yo padecí, pero con la ventaja de que al menos veo esas carencias y en la
medida de mis posibilidades busco remediarlas para permitirles un mayor desarrollo de su
potencial humano.

Este no es un manual de cómo criar a los hijos. Pienso que si yo encuentro las vías para
llegar a un desarrollo aceptable de mis potencialidades humanas y he desarrollado mis
capacidades de amar, no voy a necesitar un manual de reglas para criar a mis hijos.
No busco con este escrito establecer una moral de normalidad o anormalidad del ser
humano, ya que creo que una de las condenas que padecemos los seres humanos que
vivimos en esta época es esa invasión de morales que cada vez nos apartan más de la
relación directa con la realidad y nos llevan a vivir en un mundo de ideologías donde cada

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Vez nuestro organismo se encuentra más confuso, desorientado y culposo. Pienso que en
la época contemporánea el reino de la psicología con sus múltiples versiones sobre la
realidad, en la mayoría de los casos contradictorias, ha acentuado esa confusión del ser
humano, alejándolo cada vez más de esa respuesta primitiva, cándida y de verdadera
espontaneidad que caracteriza el modo de vida de algunos grupos humanos llamados.
"salvajes". Los procesos vivos no pueden volver atrás y los ensayos hechos para
reencontrar esas formas de vida primitiva han fracasado, porque ya los hombres que los
realizan no son primitivos; "No se puede poner un remiendo nuevo en un vestido viejo" ni
se deposita vino nuevo en odres viejos.

Cada religión, escuela psicológica, sociológica, filosófica o científica en general busca dar
una explicación al sufrimiento y al fracaso humano creando una ideología y unas pautas
morales que teóricamente, si se cumplen, van a evitarle ese sufrimiento y ese fracaso.
Cada nueva explicación va apartando más a ese ser humano de su relación directa con esa
realidad a la cual debe adaptarse creativamente, instalando pautas que se interponen
entre él y su realidad y haciéndole más difícil el hacer una lectura directa sobre los resulta-
dos de sus actos a corto y largo plazo. La lectura que hacemos de la realidad la llevamos a
cabo a través de los lentes de esas múltiples ideologías, y en cuanto más lentes tenemos
más confusión hacemos. Cualquiera de nosotros tiene la posibilidad de acudir a una de
esas múltiples lentes como son la moral freudiana, la católica, la calvinista, la
neofreudiana, la humanista, la conductista, la de Summerhill, etc. Cuando nuestra hija nos
da un tierno y amoroso abrazo, si miramos con el lente freudiano, estaremos pensando en
términos edípicos de sexualidad infantil; si lo hacemos de acuerdo a la moral católica
descubriremos que no hay un solo lente, sino múltiples lentes de acuerdo a las distintas
tendencias que actualmente existen en la iglesia respecto al amor humano, muchas veces
opuestas entre sí. Y así sucesivamente, con cada una de las múltiples morales, no sólo de
orden religioso, sino político y social. Sumergidos en esa infinita Torre de Babel de
morales, pautas e interpretaciones sobre cada uno de nuestros actos, muchas veces no
logramos darnos cuenta de lo que está sucediendo en ese momento entre esos dos seres
humanos. El padre ha roto su relación inmediata con su hija y la realiza a través de las
ideologías en las cuales en ese momento está creyendo.

Me costó mucho tiempo llegar a entender la vía del Budismo Zen en la cual se pide a la
persona buscar el vacío de pensamiento para poder entrar en relación con la realidad
inmediata. Soy un producto de esa Torre de Babel y muchas veces, pensando que actuaba
con espontaneidad, terminaba por descubrir que lo hacía de acuerdo a una de esas
múltiples morales.

Una de las razones que obsesivamente me impulsa a guardar este escrito en un cajón y
olvidarme de él es la de pensar que con él estoy haciendo otra moral y otro libro de
"normas que debe seguir un ser humano para llegar a ser normal". A veces el
pensamiento Zen que dice: solamente enseñas cuando no enseñas, me hace reflexionar

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Mucho sobre el sentido de hacer público este escrito, corriendo el riesgo de que sea visto
como "una nueva verdad".

En este contexto entiendo frases de Cristo como la de "si no os hacéis como niños no
entraréis al reino de los cielos" o "gracias te doy Padre porque no has enseñado estas
cosas a los sabios, sino a los ignorantes" o "es más fácil que un camello pase por el ojo de
una aguja, que un rico entre en el reino de los cielos". Pienso que en esta última frase
Cristo también se refiere a los ricos en conocimientos, en ideologías y en morales.

Yo me considero poseedor de esa "adultez", esa sabiduría y esa riqueza que me aleja de la
posibilidad de ser parte del Reino de Dios, y el camino que busco es el volver a ser como
niño, renunciar a la sabiduría y despojarme de las adquisiciones ideológicas que me
atrapan y distorsionan la lectura del mundo y de mi realidad. Este trabajo es un esfuerzo
dentro de ese camino. Busco leer un fenómeno humano desde marcos de referencia lo
más alejados posible de lo preestablecido. Sin embargo, he caído dentro de esos marcos
de referencia porque así me enseñaron a pensar.

Si he decidido publicar estas reflexiones es para invitar al lector a encontrar formas de


pensamiento propias, que le permitan una lectura más inmediata de su realidad, para que
pueda ir hallando en su vida un camino propio.

He querido buscar modelos de pensamiento como podrían ser los de los niños, y modelos
de conducta que no estén sometidos a morales ideológicas sino a esa necesidad del ser
vivo de adaptarse a su medio para crecer en él y con él. Por eso a lo largo de todo este
trabajo permanentemente estoy haciendo alusión a otros modelos vivos diferentes a los
del hombre, como los de las plantas y animales, los cuales hacen una lectura directa de su
realidad y de la realidad que los rodea permitiéndoles ser criaturas armónicas de una
creación que tiene propio sentido.

En ningún momento considero al hombre como rey de la creación, ni como la criatura más
perfecta. Lo considero una criatura más de la creación, dotado de una conciencia como
producto de ese crecimiento propio de la vida. Así como no considero a las células
nerviosas más perfectas que las células musculares, ya que mutuamente se dan sentido en
ese organismo vivo, en la totalidad del organismo vivo el ser humano adquiere su sentido
en la relación con el resto de organismos vivos.

Si el cerebro quiere crear leyes en su propio beneficio sin tener en cuenta el resto del
organismo. Terminará por morir, ya que su sentido de existir está en esa relación.
En esta visión totalizadora he buscado leer al ser humano como el cerebro del organismo
vivo de la creación, intentando verlo más como un ser biológico que como un ser

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Consciente, racional y lógico, pero sin dejar de lado la importancia que tiene el hecho de
ser un ser consciente.

Además de ser un ser vivo que hace parte del organismo total de la vida, lo veo como un
ser sexuado. Busco resolver preguntas como el para qué de la sexualidad, desde el punto
de vista del desarrollo de la vida misma. Aparecen muchas preguntas cuando se analiza
este contexto, a las cuales no creo dar respuestas ya que a pesar de que el sexo es una de
las cosas que nos contactan más con nuestro organismo vivo, es también una de las cosas
sobre las cuales se ha hecho más moral y más ideología, constituyéndose en una de las
fuentes de mayor desarmonía y sufrimiento en el ser humano.

Por último analizo el comportamiento humano dentro de un momento histórico y cultural


determinado como es el nuestro. En un proceso evolutivo de la conciencia misma se
produce la ideología y con esta la cultura. Si esta ideología y esta cultura están en armonía
con los procesos de la vida en su totalidad, estamos ante un fenómeno que incrementará
el crecimiento de ese organismo vivo total. Si está en desarmonía, será como un cerebro
canceroso que comienza a hipertrofiarse a expensas del resto del organismo.

La pregunta planteada es si este desarrollo ideológico cultural, producto de la conciencia,


está en armonía con los procesos de la vida. El ser humano se ha desarrollado
desordenadamente produciendo resentimiento.

El fenómeno del amor humano está presente a través de toda esta reflexión, y al mismo
tiempo es el ausente permanente. El último título, Amor y poder reflejar esa lucha
permanente entre esas dos potencialidades humanas; la capacidad de valorar, atender,
tener en cuenta, proteger por lo que es como criatura, y la capacidad de dominar,
manipular, usar, competir, exigir y extorsionar al ser humano en beneficio propio.

He querido hablar del amor como el presente-ausente, sin querer dar una connotación de
maldad al poder, ya que ésta es una potencialidad humana tan válida como el mismo
amor. En esta reflexión busco una respuesta al hecho de que siendo el amor uno de los
valores más profundos y posiblemente el motivador de la creación, se ha convertido en
nuestros tiempos en una de las mayores fuentes de sufrimiento del ser humano. Muchos
de ellos Izan decidido esconderse en la soledad de sí mismos, renunciando al enorme
desarrollo del potencial humano que se da en el amor.

Esta es una reflexión rebelde ante el planteamiento de que el amor por el mismo hecho
de llevarnos al pináculo del gozo y el sentido de la vida, por ti mismo también nos lleva a
los mayores abismos de dolor y desesperación. Croo que el desarrollo de cualquier
potencialidad humana implica una dosis de sufrimiento. Pero intuyo que de alguna
manera estamos metidos en una trampa en la cual padecemos el sufrimiento propio de la

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Lucha por el poder y al mismo tiempo el sufrimiento propio del potencial de amor sin
encontrar los beneficios del uno o del otro.

Somos producto de una civilización fundamentada teóricamente en la religión del amor,


con Cristo a la cabeza, que a través de su historia ha actuado permanentemente el poder
en nombre del amor.

El resultado de esto ha sido el desarrollo de unos seres humanos conscientes, que tienen
prohibido ejercer el poder porque tienen el mandato del amor, pero permanentemente,
en nombre del amor, han sido sojuzgados y sometidos en el poder. A su vez, cada uno de
nosotros seguimos utilizando estrategias de poder, considerando que actuamos dentro
del reino del amor, sin alcanzar la paz y la armonía que nos da este último y sin conseguir
los beneficios de dominación que nos da el primero.

Así como la Iglesia fundada por Cristo está atrapada en la búsqueda de un poder de
dominación en nombre del amor, sin conseguir ser sal de la tierra y "poder"
transformador de la conciencia humana, siendo al mismo tiempo una fracasada potencia
dominadora, muchos de nosotros en nuestras relaciones amorosas no logramos ser ni
amos dominadores, ni amantes armoniosos. El amor implica la renuncia al poder y hemos
sido formados para dominar; cuando logramos dominar nos sentimos culpables porque
tenernos el mandato del amor.

En mi concepto, gran parte del sufrimiento que consideramos que es propio del amor,
nace de esta confusión y de este mandato contradictorio. El modelo del "amor romántico"
ha llegado a ser el paradigma de estos mandatos en sus dos pilares: entrégate como
amante y posee como guerrero.
Esta reflexión es una búsqueda de caminos que nos permitan un día, tanto ser guerreros
eficaces y sin disfraces, como amantes, en el sentido lingüístico del participio presente
castellano, personas que actuamos en el reino del amor.

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CAPITULO I

SEXUALIDAD

A. Sexualidad humana

El ser humano es un mamífero superior sexuado. Su organismo desde el momento de la


concepción tiene una carga genética que le va a determinar su sexo a nivel fisiológico.

Por tanto desde el momento de su concepción es orgánicamente masculino o femenino


de acuerdo a la carga genética de sus cromosomas. La especie humana está constituida
por esos seres humanos que a nivel biológico se complementan en la masculinidad y la
feminidad.

Al mismo tiempo este organismo mamífero, sexuado da un nuevo paso en la evolución al


desarrollar lo que llamamos la conciencia. La aparición de esa capacidad de percibir no
solamente el mundo que lo rodea y las propias necesidades, sino también percibirse a sí
mismo sintiendo esas necesidades y viendo el mundo que lo rodea, va a capacitar a esta
criatura para modificar sus propios procesos de vida y los del mundo que lo rodea.

Ese poder mirarse a sí mismo que llamamos conciencia, le va a permitir al ser humano,
Joule su aparición, el acelerar vertiginosamente sus procesos de aprendizaje y adaptación
al medio, lo mismo que va a aumentar su capacidad de transformarse a sí mismo y al
medio. Con la conciencia aparece en el ser vivo la t opacidad de ser parte de un sistema y
al mismo tiempo ser observador y modificador del mismo.

De acuerdo con nuestros conocimientos actuales, por primera vez un ser vivo ha adquirido
el poder de darse cuenta de que es un ser vivo que está sometido a las determinantes de
un sistema.

Este darse cuenta o esta conciencia, te capacitan para volverse juez de sí mismo. Puede
aceptar, negar o modificar las pautas del sistema al cual pertenece, manteniendo o
modificando ese sistema. Así como la sexualización de la vida aceleró los procesos de
diversificación, diferenciación y complejidad de los organismos vivos, la aparición

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de seres vivos capaces de verse a sí mismos como "seres vivos", que pueden analizar y
modificar en muy corto tiempo las líneas directrices de ese sistema que los produjo,
aumenta vertiginosamente las posibilidades de cambio de dicho sistema.

El ser humano puede revolucionar el sistema de la vida para acelerar su desarrollo y darle
su sentido último, o para destruirlo. Las dos polaridades de los sistemas vivos son, por un
lado, la estabilidad y la permanencia, y por otro lado el cambio y la mutación.

La aparición de un ser vivo que puede ser actuante y observador al mismo tiempo, carga
el sistema de la vida hacia el polo del cambio y la transformación, de tal manera que se
pone en peligro la permanencia de la vida.

Por su conciencia el ser humano adquiere la libertad ante el sistema y con ella
la responsabilidad por él mismo y por los cambios que genera en el sistema.
La conciencia permite al ser humano liberarse de algunas de las leyes de la vida. Estas
leyes hacen parte de ese sistema que nos es dado modificar.

Esta liberación puede llevarnos a una postura de soberbia y ceguera. Una de las leyes que
más hemos modificado es la de la sexualidad, llegando a cambiar las tendencias
inherentes a ella. En el ser humano hay una relación más estrecha entre el placer y la
sexualidad, que entre la fecundidad y la sexualidad.

Hemos logrado modificar uno de los pilares de la sexualidad como es su relación directa
con la fecundidad y la reproducción de la especie. Tenemos ahora libertad ante esa
tendencia de la vida hacia su propia reproducción; en consecuencia, la sexualidad ya hoy
en día no se considera directamente ligada a la reproducción.

Conseguimos "controlar" la reproducción con técnicas que no requieran la unión genital


de dos seres adultos, y al mismo tiempo podemos realizar esa unión sexual sin que eso
implique la reproducción. Esto nos proporciona una aparente libertad ante una de las
leyes del sistema de la vida.

Vivimos un momento histórico en el que estamos induciendo grandes cambios en esas


tendencias, con la limitación de no poder evaluar los resultados de esos cambios. La salida
de los peces del mar en muchos años de evolución dió como resultado la aparición de los
reptiles de los cuales procedemos, y al mismo tiempo el crecimiento desmesurado de los
reptiles produjo la extinción de muchas formas de vida.

El hecho de ser productos de un sistema que tiene su fuerza propia y sus adaptaciones,
nos coloca en una situación de limitación de perspectiva. La aparición de la tecnología
agrícola con sus insecticidas y fungicidas, aparentemente produjo un salto en el desarro-
llo, pero aún no sabemos si produjo otras variaciones en el sistema de vida total del
planeta que a la larga puedan llegar a ser un error evolutivo.

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Aún no sabemos qué resultados vamos a encontrar a la larga, de la disociación que hemos
logrado crear entre la sexualidad y la fecundidad. A corto plazo nos hacemos responsables
del número de seres humanos que nos permitimos traer a este mundo. Por otro lado la
sexualidad cada día se transforma más en una forma de comunicación reemplazando o
enriqueciendo su antigua única función de reproducción. La obtención del placer por
medio de la sexualidad está también produciendo un fenómeno de incomunicación en la
relación sexual.

Cuando realizamos un acto sexual con el único fin de obtener placer de él, estamos
disociando este acto de todas las fuerzas profundas y a veces misteriosas que subyacen en
la sexualidad humana. Esta forma ele relación en lugar de facilitar la comunicación, aísla al
individuo en su isla de placer.

Hasta hace relativamente poco tiempo el apareamiento sexual era profundamente


placentero y comunicador, con la pareja y con la vida misma ya que tenía una relación
directa con ella. El control de la fecundidad humana nos permite diferenciar cada uno de
esos elementos que se daban unidos anteriormente. Este hecho nos crea la
responsabilidad de no permitir que nuestra sexualidad se vuelva vacía y fútil. Para
conseguir esto es necesario utilizar esa misma conciencia manteniéndonos unidos, por
medio de ella, a esas fuerzas profundas de la vida.

Aunque una de las funciones de nuestra inteligencia es predecir lo que puede pasar en el
futuro si determinada situación se da en el presente, esa facultad de profesía es muy poco
confiable porque depende de muchas variables.

Cuando se descubrió la penicilina se hicieron hermosas predicciones sobre un futuro lleno


de salud en la humanidad. Hoy con el incremento de todas las enfermedades que tienen
relación con nuestro sistema inmunológico, como el Sida u otras clases de enfermedades
autoinmunes.

Reconocemos cuán moda era esa anticipación. Ante esa limitación podemos tomar la
posición del avestruz, y asumir una actitud omnipotente con la cual creemos manejar toda
una infinidad de variables; o la actitud de "más vale loco conocido que sabio por conocer",
negando la posibilidad de cambio, aunque sea indudable el hecho de que esos cambios se
dan; o una actitud respetuosa con la cual aceptamos el "misterio", o sea la existencia de
elementos del proceso que aún se escapan a nuestro conocimiento. Al mismo tiempo nos
esforzamos por ampliar nuestro campo de observación al máximo.

Para poder adquirir control sobre la mayor cantidad de elementos posibles, y de esta
manera predecir y orientar los cambios en cuanto sea posible, para facilitar el desarrollo
de formas de vida cada vez más en armonía con todo el sistema de la vida.

21
Por medio del fenómeno de la conciencia hemos disociado la fecundidad de la sexualidad.
Actualmente también estamos haciendo otro tipo de disociación, que ha sido descrita por
el pensador francés Michel Foucault; hemos creado el discurso sobre la sexualidad
apartándonos cada vez más del sexo como algo real y propio de nuestro organismo vivo.
El solo hecho de hablar de sexualidad es estarse refiriendo a una idea y no a una realidad.
El ser humano es un organismo sexuado, ya sea macho o hembra, y al mismo tiempo por
su conciencia se hace una imagen de sí mismo como ser sexuado.

Cuando hablamos de sexualidad nos referimos a esa imagen y no al sexo mismo. Nuestro
organismo es macho o hembra de acuerdo a su carga genética y a sus caracteres sexuales
secundarios. Nuestra sexualidad puede ser masculina, femenina, masculina y femenina,
más masculina que femenina, más femenina que masculina, etc. Nuestro sexo tiene
relación con nuestro organismo y nuestra sexualidad con la conciencia y la imagen que
tenemos de ese organismo actuando en relación con el medio.

El ser humano, por su desarrollo consciente, cuenta con una sexualidad muy compleja. Ese
desarrollo le permite cambiar sus determinaciones biológicas adaptativas. Un león macho
siempre va actuar su rol de macho como parte de su ser mismo. Un ser humano con un
organismo mamífero macho, puede actuar un rol destinado a una hembra. La conciencia
nos da libertad ante nuestro propio organismo biológico. En el ser humano la sexualidad
es una totalidad en la cual están en relación elementos biológicos, psicológicos y
sociológicos. Hay una forma de ser, de pensar, de actuar y de adaptarse masculina y otra
femenina.

B. Masculinidad y feminidad

El ser humano, con la conciencia, adquiere la posibilidad de decidir sus propias estrategias
adaptativas en un diálogo permanente entre sus "tendencias biológicas" y su medio
ambiente. Muchas "leyes de la vida" se convierten por la libertad en "tendencias". No
todos los seres humanos tienen un mismo nivel de libertad. A mayor expansión de la
conciencia mayor libertad. Se ha hablado mucho de la "necesidad sexual" como un
elemento presente en todo ser humano, lo mismo que la necesidad de aire y de alimento.

La libertad que nos proporciona el sabernos seres autodeterminantes hace que esa
"necesidad sexual" nacida de una pulsión biológica pueda irse transformando en un
deseo. La conciencia relativiza la necesidad dándole su cualidad de libertad. Esto hace que
haya seres humanos que "padecen" la sexualidad por estar sometidos a ella como una ley
biológica inexorable. Hay otros que pueden tener libertad ante esa ley y actuar su
sexualidad dentro del contexto de la responsabilidad. No es posible ser responsable de un
acto ante el cual no tengo libertad. Una ley biológica nos exige respirar para poder
permanecer vivos. No podemos decir que tenemos la tendencia a respirar, o que tenemos
libertad de hacerlo o no hacerlo. La responsabilidad presupone lo libertad. La sexualidad
en el ser humano puede ser vista desde la dimensión psicológica o desde la biológica.

22
En lo biológico la sexualidad es necesitada por la especie, más que por el individuo. En lo
psicológico sucede lo contrario, o sea, se transforma en una necesidad más del individuo
que de la especie, La necesidad de la especie es la reproducción mientras que la del
individuo es el placer.

Esta capacidad de adaptación rápida y por tanto permanentemente cambiante, crea una
dificultad de encasillar en categorías permanentes los atributos de lo masculino y lo
femenino. Podemos ir de lo más estable a lo más cambiante. De aquellas atribuciones más
marcadas por la herencia filogenética, a las atribuciones menos determinadas por esa
herencia.

No es mi intención proponer una "moral" de lo masculino o lo femenino, tampoco es crear


leyes que deba cumplir un ser humano para ser masculino o femenino. Busco hacer un
esfuerzo para definir los fenómenos más frecuentemente atribuidos a uno y otro
concepto.

Aunque no se pueda hablar propiamente de masculinidad o de feminidad en el reino


animal o en el reino vegetal, voy a utilizar la analogía de algunas propiedades que se
encuentran en las hembras y en los machos animales para ayudar a describir el fenómeno
femenino y masculino. En función de la explicación, homólogo en la analogía, el macho a
lo "masculino" y la hembra a lo "femenino".

Observando a los mamíferos las constantes más frecuentes de la "masculinidad" o la


"feminidad" que podemos advertir sin caer en preciosismos científicos son:

1. A nivel biológico: La hembra tiene una responsabilidad más directa sobre las crías
que el macho. En los animales ( algunos peces o insectos ) en los que la
fecundación de los huevos se hace después de la postura de éstos, las crías o son
abandonadas a su destino, sin cuidados de los padres después de nacer, o son
cuidadas ya por el padre, ya por la madre, más o menos con igualdad de funciones.

A medida que vamos subiendo en la escala evolutiva, el desarrollo de las crías está
cada vez más Iigado a la vida de la madre. (En algunas aves la incubación de los huevos
es compartida por los dos de manera igual, como en algunas especies de gansos y
avestruces).

En los mamíferos el desarrollo de las crías se va perfeccionando en relación con la madre


siendo cada vez más significativa y prolongada esta relación inicial. Así, la feminidad se va
encontrando cada vez más ligada u la crianza. Esta consiste en la capacidad que tiene un
miembro adulto de una especie para compartir por un período más o menos prolongado,
su vida con una cría, a quien satisface sus necesidades, mientras esta última se capacita
con su crecimiento para satisfacer esas necesidades por sí misma.

23
En algunas especies inferiores, la función del macho queda reducida a la fecundación. En
la mayoría de los mamíferos y en muchas aves, la función del macho es además la de la
protección de las hembras, las que por su relación con las crías, muchas veces están en
desventaja para defenderse por sí mismas o buscar su sustento.

En el desarrollo del organismo de las hembras y de los machos encontramos la


diferenciación de los caracteres sexuales, la cual responde a esta diferencia de funciones.
En los seres humanos, la mujer desarrolla en su cuerpo mucho más aquellos órganos que
le sirven para relacionarse con su cría, alimentarla y protegerla. Las glándulas mamarias y
la distribución de las grasas respondiendo a órdenes hormonales facilitan esta función de
crianza y protección de las crías.

El hombre tiene un mayor desarrollo de su sistema osteomuscular orientando su energía


biológica al uso de la fuerza física y la agilidad lo cual Ie permite la lucha o la huida,
indispensables en la búsqueda de alimentos y en la defensa de la manada. Estos mismos
hechos biológicos los encontramos en los machos y en las hembras de la mayoría de los
mamíferos superiores, en los cuales se dividen las funciones de la crianza.

No hacemos esta misma observación en las aves o en otros animales, en los que las
funciones en la crianza no son tan diferenciadas. Es posible que en el desarrollo futuro del
ser humano vayan desapareciendo esas diferencias a nivel de desarrollo osteomuscular ya
que las funciones del macho cada día se igualan más a las de la hembra en cuanto a la
crianza y protección de los hijos. Los caracteres sexuales primarios, que obedecen
directamente a una carga genética no cambian si no hay mutaciones como las que
posiblemente ha generado la evolución. Con el desarrollo tecnológico, el hombre necesita
la fuerza tanto como la mujer y esto hace que poco a poco el desarrollo osteomuscular se
diferencie cada vez menos.

El niño o la cría desarrollan primero sus sistemas de nutrición sin importar


si es macho y hembra. Solamente en la adolescencia va a darse un desarrollo de sus
sistemas de defensa o huida, si ha recibido una crianza adecuada.
Los órganos genitales, que son una parte de ese desarrollo orgánico total, están marcados
por funciones específicas. Los femeninos son receptores, continentes y cumplen la función
de ser nidos nutrientes. Los masculinos son penetrantes e incisivos y cumplen la función
de llevar la célula germinal a ese nido interno para unirse con la célula germinal femenina
y producir la fecundación.

2. A nivel de conducta: Todos los símbolos verbales que utilizamos para definir
conductas los hemos preñado de connotaciones de valor, y esas escalas de valor
las hemos sometido a escalas morales dividiendo el mundo en conductas "buenas"
o conductas "malas", de acuerdo a esas múltiples escalas morales. Este tipo de
valoración moral nos dificulta hacer las observaciones de los fenómenos en sí, para
buscar su significación.

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Al hacer un pobre y somero recuento de algunos fenómenos muy generalizados en las
conductas masculinas y femeninas en los animales, quiero liberarme de esas valoraciones
para poder observar el fenómeno lo más desprevenidamente posible.

Las conductas de lucha, de defensa del territorio, de rigidez y permanencia son


predominantemente masculinas en los mamíferos y en muchas aves. Son descritas en
muchas especies conductas filicidas (el padre que mata al hijo), si las condiciones
ecológicas lo exigen. Estas en la mayoría de los casos corren por cuenta del macho
(chigüiros, perros, conejos, gallos, marranos en cautiverio, etc.).

El macho salvaguarda más el equilibrio y la seguridad de la manada que el de la cría.


Defiende a las hembras y a las crías con igual intensidad. Aunque en algunas especies de
aves se describe la relación del macho con una sola hembra, la conducta más generalizada
es la de relacionarse con varias hembras sin establecer una relación selectiva con ninguna
de ellas. En algunas especies superiores de mamíferos, como en los papúes o en algunos
orangutanes y mandriles, ya comienza a aparecer una escala social entre las hembras de la
manada y las relaciones del macho con ella comienzan a diferenciarse cualitativamente.

Es muy raro encontrar el caso de una especie en la que se agrupen varios machos con la
hembra. El macho tiende a decidir con la lucha o el cortejo su permanencia excluyendo a
otros machos. Esto es comprensible dentro del sistema, teniendo en cuenta que las
funciones del macho quedan reducidas a la fecundación y a la protección física de las
hembras y las crías.

La hembra por lo general es menos vistosa, aparentemente más pasiva y sumisa. La


conducta combativa sólo la presentan en casos extremos de sobrevivencia de las crías. Su
relación con las crías prima sobre su relación con la manada en las especies que viven
agrupadas. Todo su comportamiento gira en relación a la protección y la enseñanza de las
crías.

Esta circunstancia las coloca en situación de desventaja cuando el medio es difícil. La


protección del macho la buscan en forma no combativa. A veces es difícil para nosotros
entender el por qué la leona o la tigresa cazan mientras los machos dormitan y antes de
comer ellas permiten que el macho coma hasta que se sacie.

O por qué la hembra "alimentadora", en los papúes reales, que encuentra el árbol de los
frutos que los mantienen, antes de comer llama al macho para que se harte, luego a la
hembra "criadora" y por último ella come lo que queda. Son conductas que, con nuestras
escalas de valores, nos parecen inadmisibles.

Estas breves observaciones nos muestran que en los animales que nos precedieron y de
los cuales tenemos aún muchos elementos, la ausencia de una conciencia desarrollada los
enmarca en un determinismo biológico y de comportamiento que no es propio del ser
humano. Sabemos que en el animal la masculinidad o feminidad, es una totalidad

25
resultante de un organismo en relación con un medio. Que al cambiar un factor de ese
sistema orgánico cambia también la resultante. Eb castrar (producir un cambio en el
sistema) a un macho incide significativamente en su forma de vivir masculina, pero
también incide el cambiar su sistema ecológico. La mayoría de animales en cautiverio
pierden su forma de vivir masculina o femenina.

El ser humano en un período muy corto de su historia, ha efectuado cambios en sí mismo


y en su hábitat tan importantes que hoy nos encontramos en un dilema para definir qué
es lo que hace que sea masculino o femenino, con excepción de su genitalidad y su carga
genética. Cada vez desdibujamos más esa diferenciación definida en los animales y en los
seres humanos que nos precedieron.

Si recurrimos a la historia de nuestros antepasados más próximos, en la corta historia de


la humanidad claramente recordada, observamos los islotes de seres humanos que han
quedado al margen de esta carrera vertiginosa de nuestra evolución presente, vamos a
ver algunas de las constantes que veíamos en los mamíferos superiores. Con excepción de
algunas leyendas como las de las amazonas guerreras, la constante ha sido que el macho
es el guerrero y la hembra cuida las crías.

Cuando aparece la agricultura, esa labor en casa pasa a ser compartida por hombres y
mujeres, pero se sigue asignando al hombre la defensa combativa del territorio. Sin
embargo vemos que esas líneas tan definidas, se desdibujan rápidamente, encontrándose
una gran diversidad en esos roles y en esas creencias en las múltiples comunidades
humanas.

Buscamos una forma de pensar masculina y una femenina y encontramos que no hay
constantes. Un modo de comportamiento propio de uno u otro sexo tampoco es claro.
Creamos morales en las cuales dictamos leyes que encasillen uno y otro comportamiento
y esas leyes no se cumplen.

Consultamos a los antropólogos buscando constantes en un pasado inmediato y


descubrimos que las pocas constantes que podían haber existido están siendo
permanentemente cambiadas. Aducimos que el comportamiento de tal tribu respecto a la
forma de vivir masculina o femenina es el más "normal" de acuerdo con determinadas
categorías de valores, pero aparecen otras categorías en virtud de las cuales ese
comportamiento es intolerable en nuestro momento actual.

Esta confusión de consignas es producto de nuestra conciencia, la cual nos identifica por
un lado como miembros de una especie, productos de un sistema de vida evolutivo, y por
otro lado nos lleva a vernos como individuos con un valor superior a toda la especie y a
todo el sistema de vida. Hemos adquirido el sentido de vida individual, el cual hace a cada
uno, su propio centro del universo.

26
Los seres vivos que nos precedieron no llegaron a tener una conciencia individual, por lo
cual no hacían un juicio de valor sobre el rol que desempeñaban en la manada. La mona
"alimentadora" en un clan de papúes reales obedecía a una pulsión adaptativa, a cuya
solución se había llegado después de muchos ensayos y errores y su rol era el más
adecuado para la sobrevivencia de su especie en un medio ecológico determinado.

El papú macho no gozaba con el poder que tenía, ya que no era "su poder", sino la
solución organizativa que en un momento histórico determinado y en un territorio
determinado, resultaba siendo la más adecuada para el desarrollo de ese sistema de vida.
Es una proyección antropomórfica el pensar que la hembra estaba sometida al macho o
que el macho estaba por encima de la hembra. Eran elementos de un sistema que suplía
sus necesidades como sistema y por añadidura suplía las necesidades de sus miembros.

Con la aparición de la conciencia, el sistema de necesidades se revoluciona.


Anteriormente existía una jerarquía de necesidades que iban de menor a mayor del
organismo individual, al grupo, a la familia, a la especie y, en un marco de referencia que
lo englobaba todo, estaban las necesidades de la vida misma.

Es posible que aún siga existiendo este orden y que el ser humano, en su miopía y en su
omnipotencia no lo vea, sin darse cuenta de que, si no usa su conciencia y su capacidad de
manejo de las leyes de la naturaleza para seguir esas tendencias de la vida, permitiendo su
evolución más aceleradamente hacia el perfeccionamiento de la vida misma, ese gran
sistema se encargue de sacarlo de sus planes y seguir sus senderos más pausadamente, tal
como venía haciéndolo con anterioridad a la aparición del hombre.

Al aparecer la conciencia, aparece también la necesidad individual, muchas veces en


conflicto con la necesidad grupal. Si nuestras necesidades fueran las que nos permitieran
convivir en armonía con el sistema vivo, posiblemente tampoco existiría un conflicto tan
severo. Desgraciadamente también aprendemos a necesitar y a crear necesidades.

1. A nivel psicológico: En la evolución de la cultura humana también


podemos leer un camino de permanente cambio respecto a la imagen
que se hace a nivel psicológico el ser humano.

Algunas filosofías plantearon desde sus comienzos que en el ser humano, tanto macho
como hembra, existía un principio de masculinidad y otro de feminidad. Con esto
quisieron expresar que en un hombre existían elementos masculinos y elementos
femeninos que en una interacción permanente generaban las características de ese ser. Lo
mismo respecto a la mujer en la cual venían elementos masculinos y femeninos en
interacción.

Las fuentes filosóficas de Occidente, (grecolatinas y judeocristianas), plantearon una


dualidad que llegó al radicalismo de pensar que la mujer tenía una forma de psiquismo
inferior.

27
Se hablaba de una estructura psíquica masculina y otra femenina, siendo la masculina más
desarrollada. Esta postura, que quiso ser sustentada con argumentos como el del peso
inferior del sistema nervioso en la mujer y otras clases de argumentaciones llevó al
ejercicio de tratos de inferioridad en su contra durante mucho tiempo.

Como la "estructura psíquica" realmente no se refiere a un sistema orgánico real sino a


una forma de conocimiento de sí mismo, propia de la conciencia, este juicio de valor pudo
permanecer durante mucho tiempo entre los valores aceptados como ciertos. Se habló de
que existía un alma masculina y una femenina.

Que un homosexual era una persona que tenía un alma femenina "depositada" en un
cuerpo masculino. Aún se discute si el hombre tiene un modo de pensar distinto a la
mujer. Se ha escrito y dicho mucho respecto a la masculinidad y a la feminidad a nivel de
identidad psicológica y todas esas ideologías han generado estructuras de poder político
justificando relaciones de sometimiento. Es interesante ver el trasfondo ideológico-
político en un relato hecho de la creación del hombre, en donde éste es creado
directamente por Dios de un pedazo de barro y luego de este ser saca una costilla para de
ella formar a la mujer.

El mismo hecho de que lingüísticamente Dios sea masculino y el hijo de Dios sea también
masculino nos hace pensar en una concepción de la masculinidad privilegiada respecto a
la feminidad. No es pertinente en este trabajo extendernos hasta los finales de la teología
judeocristiana con San Pablo y sus expresiones y analogías respecto a la masculinidad y la
feminidad.

Este fenómeno ha sido tan fuerte en el Cristianismo que aun actualmente la Iglesia
Católica no permite a las mujeres ser sacerdotisas. Aunque se ha exaltado mucho la
imagen femenina en la teología de la Virgen, siempre en el trasfondo esa exaltación queda
condicionada a ser "la sierva o esclava" del Señor.

La visión del ser humano de los griegos también estuvo marcada por un desprecio a la
figura femenina. Las mujeres tenían su valor solamente como reproductoras o siervas del
hombre. En el derecho romano el hombre tenía derecho a vender a su mujer y a sus hijos
si ese era su deseo.
A principios de este siglo comienzan a aparecer los movimientos por los que se reclama el
"derecho de la mujer" a ser igual al hombre. Esto se da primero a nivel ideológico para
después generar nuevas correlaciones de poder a nivel político-social. Desgraciadamente
muchos de estos movimientos reclaman la igualdad de la mujer con las mismas estrategias
de poder con las que el hombre ha mantenido por mucho tiempo un sometimiento sobre
la mujer.

Las mujeres comienzan a utilizar estrategias masculinas, muchas veces rechazando la


feminidad para poder llegar a ser tan masculinas como los hombres y de esta manera
llegar a ser iguales a él.

28
El punto de referencia en esta reclamación ha sido el poder político. Han existido y aún
existen muchas otras culturas en las cuales la cosmovisión respecto a lo masculino y lo
femenino es muy diferente. Sus dioses creadores son femeninos, o masculinos y
femeninos.

Hay dioses como Shiva que puede ser masculino o femenino de acuerdo a sus
manifestaciones. Hay culturas en las cuales los estamentos de poder están mucho más
repartidos de acuerdo a los valores del poder guerrero y del poder que genera la
maternidad y la transmisión cultural directa que significa la crianza.

La estructura psicológica del ser humano es simplemente la capacidad que tiene ese
organismo de hacer una representación de sí mismo, y esta representación puede
cambiarse de acuerdo a las relaciones de poder existentes en cada contexto cultural. Si
llevo la polémica creada acerca de la igualdad de la mujer a términos de igualdad de lo
masculino y lo femenino caigo en un absurdo.

Lo masculino es la polaridad opuesta a lo femenino. Lo masculino se hace masculino ante


lo femenino. Como la tristeza es a la alegría, el frío al calor, el hambre a la saciedad, lo
seco a lo húmedo, etc.
La masculinidad es una categoría de valor que puede ser pensada únicamente en relación
a la feminidad.

Hemos ido equiparando poco a poco el valor de la masculinidad al hombre y el valor de la


feminidad a la mujer, por estar analógicamente el macho más de acuerdo con los valores
que atribuimos a la masculinidad y la hembra más de acuerdo a los valores que atribuimos
a la feminidad. Un ganso en el momento en que incuba los huevos del nido está
desempeñando una función femenina. Un caballito de mar, al hacerse cargo de las crías
desempeña una función femenina.

Filosofías muy antiguas en Oriente se plantearon el problema de la masculinidad y la


feminidad en forma muy profunda y operativa. Podría aquí describir largas listas de
formas de actuar descritas como masculinas y formas descritas como femeninas. Todo el
universo estaba, para ellos, formado por dos tendencias antitéticas que en su interacción
creaban el universo visible.

Al mismo tiempo todos los seres de ese universo permanentemente actuaban esa tensión.
A esas dos tendencias o energías fundamentales las llamaron energía o principio Yin y
energía o principio Yang. El principio Yin representa lo femenino y el principio Yang lo
masculino. Lo masculino es a lo femenino, como lo duro es a lo blando. Son categorías
dinámicas de valores que no están relacionadas en estas filosofías con el macho y la
hembra. Lo masculino encuadra unas categorías de formas de relación y lo femenino
otras.

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Algunas de las múltiples atribuciones que se dan a la categoría masculina son: lo fuerte, lo
duro, lo luminoso, lo explícito, lo que se ve, lo que va hacia afuera, el dar, el expandirse, lo
centrífugo, el moverse. En la polaridad contraria, lo femenino encierra categorías de
relación como: lo débil, lo blando, lo tierno, lo oculto, lo sutil, el recibir, el centrarse, el ir
hacia adentro, la quietud. Todo pensamiento, todo sentimiento y toda acción humana
pueden encuadrarse dentro de una de estas dos categorías.

Occidente atribuyó los valores masculinos al macho y los valores femeninos a la hembra,
confundiendo dos órdenes de valores y creando imágenes lingüísticas como "liberación
femenina", como si el día se pudiera liberar de la noche, o el frío del calor.

Por ser un organismo consciente, el ser humano se hace una imagen de sí mismo, la cual
busca actuar para ser consecuente con ella. Si en su educación en forma explícita o en
forma sutil le convencieron de que sentir ternura era propio de las mujeres, si es hombre
va a rechazar todos los sentimientos de ternura que aparezcan en su conciencia. Si es
mujer va a tratar de sentir lo que ella considera que es ternura estimulando cualquier cosa
que se le parezca como puede ser el sentimentalismo y la dependencia afectiva.

Esta imagen de sí mismo que, junto con la forma de sentir y valorar el mundo, llamamos
identidad, tiene más relación con una categoría ideal de valores, que con una realidad. Si
en la relación con sus padres este ser, ya sea hombre o mujer, siente que para ser querido
y aceptado por ellos tiene que renunciar a su ternura porque esto es ser masculino, o
tiene que volverse una persona "sentimentalosa", pasiva y dependiente porque esto es
ser femenina, el crecimiento de esta persona va a consistir en irse encajonando en una
rígida formaleta formada por los juicios de valor de los adultos queridos, acercándose
cada vez más a la muerte.

La vida es movimiento y transformación y el crecimiento y desarrollo de nuestra capacidad


de ser sexuados tiene mucha relación con ese movimiento. Es el poder llegar a
identificarnos con la ternura y al mismo tiempo con el combate, con la luz y con la
obscuridad. Si tengo que renunciar a ser noche porque mis padres consideran que eso es
femenino y no cabe en mi identidad, con esta renuncia también pierdo la posibilidad de
ser luz y día. Si renuncio a mi ternura, pierdo la posibilidad de ser luz y día. Si renuncio a
mi ternura, pierdo la posibilidad de ser un buen combatiente. Una identidad rígida es una
identidad muerta.

La esencia del machismo es el haber creado estas identidades rígidas, tanto en el hombre
como en la mujer, que la única posibilidad que tienen cuando interactúan es la de
quebrarse mutuamente por haber perdido en su rigidez la posibilidad de recrearse y
cocrear el mundo en su interactuar. Yo pienso que cada hombre es masculino y es
femenino a la vez. Tiene capacidad de desarrollar su combatividad y su dureza y al mismo
tiempo puede desarrollar su debilidad y su ternura. C.G. Jung, que es uno de los padres de

30
La psicología occidental, y al mismo tiempo uno de los pensadores que desbrozó el camino
para el diálogo Oriente-Occidente, plantea que en la estructura psicológica del ser
humano hay un animus o alma masculina y una ánima o alma femenina. Explica muchos
de los conflictos y sufrimientos que éste padece por esa necesidad de negar la una o el
otro.

La mujer reprime o se prohíbe actuar en forma masculina o el hombre se prohíbe actuar


en forma femenina. Un ejemplo de esto es la dificultad vivida durante mucho tiempo por
la mujer de actuar su capacidad de liderazgo, de combatividad, de defensa explícita de sus
derechos. Esto la llevó a manejar estrategias de poder únicamente femeninas, como son
el poder que actúa el débil sobre el fuerte.

Judith, en el relato bíblico, le quita la cabeza a Olofernes, seduciéndolo. En nuestros


sistemas familiares por lo general la madre, con su sufrimiento consigue la alianza de los
hijos contra el "padre ogro" y termina siendo la que decide las cosas importantes del
sistema. Es la que en últimas transmite los valores culturales fundamentales.

En La historia de amor de los reyes de Francia, Guy Bretón hace una lectura satírica de ese
poder mostrándonos una historia francesa en la cual los movimientos y los virajes
fundamentales fueron imprimidos por las mujeres, por medio del manejo del hombre que
sustentaba el poder explícito.

Muchas veces nos preguntamos el por qué existen muchas mujeres que siguen reforzando
por medio de su conducta las estructuras de poder machista. La razón posible está en el
hecho de que de alguna manera son conscientes del poder, del "sin poder" que sustentan
en su posición de debilidad.

Por el lado del hombre que niega su feminidad nuestra historia está preñada de muerte,
devastación y desolación promovida por seres desequilibrados en esa búsqueda del poder
violento, por el poder y la posesión misma. Desequilibrados en sus propios organismos
incapaces de recibir lo que necesitan realmente, ya que es función de esa "anima" (alma
femenina) negada y rechazada, la capacidad de ser débiles y ser receptivos. Ese
desequilibrio interno siempre ha encontrado ideologías que lo justifiquen. Toda guerra y
toda violencia están justificadas por una ideología.

Pite desequilibrio nacido en la negación de una parte de sí mismo se ha perpetuado de


generación en generación, casi en forma de pecado original, ya que el padre transmite a
sus hijos las pautas culturales más profundas, por medio de su propia relación "corporal"
con él. El machismo viene grabado en nuestras mentes y en nuestros cuerpos en forma de
miedos al contacto, miedos a la ternura y a las manifestaciones "femeninas" del amor y la
amistad, miedo a dejarnos proteger y a proteger físicamente a nuestros hijos hombres,
por temor a volverlos homosexuales. Con esos miedos, que en la familia nuclear están
presentes tanto en el hombre como ion la mujer, vamos haciendo una transmisión de
generación en generación de esas pautas machistas.

31
Estas estructuras de poder enfrentan al hombre y a la mujer en una lucha estéril que
impide al hombre desarrollar todas sus potencialidades femeninas y a la mujer desarrollar
sus potencialidades masculinas. El mito del andrógino de Platón puede tener una
explicación diferente. No es que los dioses hayan separado con la espada a un ser
completo, masculino y femenino, para debilitar su fortaleza sino que ha sido ese ser el que
se ha negado el desarrollo de esa parte de él mismo tan valiosa.

Es muy difícil el ser observador y actuante en un proceso. Por esto también es difícil saber
hasta qué punto estamos ligados a las determinantes biológicas de tal manera que un
hombre tienda a desarrollar más sus potencialidades masculinas y una mujer más sus
potencialidades femeninas.

Algunas observaciones pueden darnos respuestas muy parciales sobre esto. Lo que
llamamos homosexualismo, analizado a la luz de estas reflexiones, puede ser
sencillamente, en unos casos, la elección temprana de estrategias de relación femeninas
en el hombre o masculinas en la mujer. Esta elección pudo haber sido hecha en razón de
las relaciones de poder y de carencias existentes en el seno familiar. El niño puede
desarrollar cualquiera de las dos o las dos.

Lo más probable es que va a desarrollar la que le sirva más para adaptarse y satisfacer sus
necesidades en el medio en el cual crece. Si las estrategias de debilidad, sutileza y
ocultamiento son eficaces para defenderse y conseguir lo que necesita y al mismo tiempo
tiene un padre "muy macho" con el cual no puede entrar en competencia con sus modos
de relación masculina, lo más probable es que este niño va atrofiando su "masculinidad".

En mi concepto es tan homosexual el padre "macho" que ha negado su feminidad como el


hijo que posiblemente será llamado "homosexual", porque ha negado su desarrollo
masculino. En estas categorías de valores, homosexual se puede llamar a la persona que
por una u otra razón se impide el desarrollo de su animus (alma masculina) o de su ánima.
También lo sería la mujer que se niega a actuar sus partes masculinas o la mujer que se
niega sus partes femeninas.

El hecho de que muchos seres humanos se nieguen gran parte de su desarrollo hace que
las relaciones de pareja y las relaciones amorosas estén marcadas permanentemente por
la carencia y la necesidad. La complementariedad no se da en la abundancia sino en la
carencia. Un ser humano que ha tenido un desarrollo adecuado puede vivir sólo a nivel
afectivo y busca el complemento de sus semejantes para enriquecerse y desarrollarse aún
más en él.

Un ser humano carente no puede vivir solo y busca el complemento de sus semejantes
para sobrevivir. En el primer caso su elección emana de su libertad y su tendencia al
crecimiento. En el segundo no hay una elección sino una búsqueda de sobrevivencia.

Hay una hermosa y enriquecedora liberación femenina en nuestro tiempo que consiste en

32
el deseo en la mujer de desarrollar ese animus que le permite entrar en relación con su
entorno, utilizando su parte dura, explícita, combativa, cuando esto conviene, sin perder
su ánima, o sea su capacidad de relacionarse con sutileza, ternura, contención y debilidad,
también cuando es conveniente. La debilidad en nuestra cultura tiene una connotación de
valor peyorativa. Sin embargo, esta es una de las estrategias de guerra de muchos
animales; cuando sienten perdida una guerra, su sobrevivencia depende del poder ser
débiles.

Esta liberación ha permitido también al hombre su propia liberación. Ya no es extraño ver


parejas en las cuales la mujer y el hombre trabajan y se dividen las funciones de crianza de
los hijos. En esto hay complementariedad enriquecedora tanto para la mujer, que puede
actuar su potencialidad masculina en el combate laboral, como para el hombre que puede
desarrollar su receptividad, su ternura, su debilidad y su maternidad con los hijos.

1. Sexualidad y necesidad

Aprendemos a necesitar y desaprendemos a sentir nuestras necesidades. No nos


podemos liberar completamente de las pulsiones de la vida que están presentes en
nosotros como seres vivos, pero logramos distorsionarlas tanto, in', muchas veces
perdemos contar con ellas y tenemos frecuentes actuaciones que están por fuera de la
línea de la vida propia, de la especie de la vida misma. Con la sexualidad pienso que nos
sucede lo mismo.

Hemos visto como la estrategia de la sexualidad en el desarrollo de la vida tiene un


fundamento adaptativo de crecimiento y desarrollo. En el ser humano los códigos están
variando. Somos conscientes de nuestras necesidades y este hecho nos da la posibilidad
de elegir el satisfacerlas o no. Al mismo tiempo nos da la oportunidad de observarnos a
nosotros mismos como "necesitantes" de algunas más que aún no necesitamos.

Podemos tener necesidades de las cuales no somos conscientes y vivimos como "no
teniendo esa necesidad" o podemos sentir y ser conscientes de necesidades que en
realidad no tenemos y vivimos como "teniendo" esa necesidad en la realidad.

Un ejemplo de esto es lo que sucede a un fumador. Aprendió a necesitar el tabaco, el cual


va contra sus necesidades biológicas de oxigenación. Puede dejar de sentir hambre por su
compulsión fumadora. Hoy en día es muy conocido el caso del toxicómano que se
desnutre hasta la muerte, negando sus necesidades biológicas básicas de comer y respirar,
por satisfacer una necesidad aprendida de usar determinado tóxico.

Cualquiera de nosotros puede morir de un infarto producido por exceso de trabajo,


buscando satisfacer Mi necesidad de status. La necesidad aprendida suplanta a la
necesidad urgente de descanso y recuperación.

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A nivel biológico una necesidad tiene un límite claro que está dado por la señal de
armonía que da el organismo biológico al quedar satisfecha ésta el árbol no va a absorber
más agua de la que necesita, y el león marino no va a ocupar más territorio del que
precisa para aparearse con sus hembras y fe cundarlas. Va a luchar su territorio hasta el
momento de poseerlo y cesa luego su lucha. Hay una definición de la satisfacción de esa
necesidad que está señalada por la desaparición de la tensión y el restablecimiento de la
armonía. Es un organismo con un código claro de leyes que regulan su equilibrio interno,
en relación con un sistema ecológico que también tiene un equilibrio. Nosotros, además
de poseer ese mismo organismo con un sistema de equilibrio, poseemos ese segundo
sistema de la conciencia, que nos lleva a "darnos cuenta de que estamos satisfechos".

Muchas veces hay una buena armonía en los dos sistemas creando una respuesta
"organísmica" de armonía, en la cual la conciencia y el organismo están de acuerdo en
señalar una necesidad y cuando ésta ha sido satisfecha, también están de acuerdo en
señalar esa satisfacción.

La conciencia nos permite tener una imagen del organismo en su funciona miento y a esa
imagen la llamamos yo. Yo tengo hambre, significa que mi conciencia está percibiendo a
mi organismo sintiendo hambre. Yo odio el mundo, significa que mi conciencia está
percibiendo una imagen de mi organismo (el odio se siente en alguna parte del
organismo), sintiendo algo que es interpretado como un sentimiento de odio.

Yo tengo hambre, puede significar solamente que me veo a mí mismo como hambriento,
aunque ni organismo biológico no esté dando las señales propias de ese desequilibrio
llamado hambre. Hay muchas personas que dicen tener hambre todo el día y comen todo
lo que no necesitan. En este caso no hay acuerdo entra el organismo y la conciencia que
se tiene de ese organismo. Podemos decir que es un yo ajeno a ese organismo. En este
caso no puedo decir yo soy m cuerpo porque me he creado una imagen de mi organismo
que tiene más relación con lo que querían mis padres que con mis propios procesos di
vida.

Si mi corazón está sufriendo y a punto de estallar y yo me siento muy bien, nuevamente


nos encontramos ante un yo desconectado. Si yo siento que mi corazón sufre cuando está
a punto de estallar, este yo si está en relación con ese organismo. Hablando con
simplicidad, mi yo y mi organismo se corresponden y están "sintonizados". La experiencia
que se produce cuan do existe esta sintonía es llamada por Carl Roger: "Valoración
Organísmica" Por extensión de este concepto cada vez que me quiero referir de ahora en
adelante a una experiencia en la cual el organismo y el yo están "sintonizados" ya sea en la
percepción de una realidad y en una actuación, voy a hablar de respuesta organísmica, o
compromiso organísmico o valoración organísmica, Si mi organismo biológico tiene ese
desequilibrio que llamamos hambre y yo me percibo teniendo hambre, el "yo tengo
hambre" va a ser una valoración organísmica; si digo yo amo al prójimo y a nivel de mi
cuerpo no siento ninguna respuesta de ternura, puedo decir que esta respuesta sale
únicamente de mi yo y no corresponde a una respuesta de mi organismo.

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Se ha escrito y dicho mucho respecto a la "necesidad" sexual del ser humano. Pienso que
nunca podremos llegar a un acuerdo porque nos estamos refiriendo a un estado de
conciencia que no se puede objetivar. En Seis personajes en busca de autor,' de
Pirandello, vemos claramente este conflicto.

El actor es director, crítico, espectador y origen del drama que se representa. Cuando
hablamos de las necesidades sexuales repetimos la situación descrita por Pirandello:
nuevamente somos observadores y observados de un fenómeno que en la medida en que
lo vamos observando vamos mutando. Para salirnos de ese subjetivismo de `observadores
observados" podemos buscar en nuestros antepasados los animales algún tipo de
conducta sexual que pudiera orientarnos a pensar que existe una forma de apareamiento
y de relación sexual entre los seres vivos que pudiéramos llamar "normal".

Esta exploración en nuestro pasado nos lleva a una enorme gama de formas de relación
entre los seres vivos, que tiene una relación directa con las circunstancias ecológicas y con
las necesidades de cada uno de esos seres vivos en su contexto de vida concreta.
Encontramos que pueden aparearse muchos machos con una sola hembra, o muchas
hembras con un solo macho, o formas do sexualidad más primitivas en las cuales aún está
presente el hermafroditismo tan frecuente en el reino vegetal.
Aún dentro de una misma especie pueden cambiar las costumbres sexuales de acuerdo a
las circunstancias que se estén viviendo. Hay seres hermafroditas que algunas veces se
autofecundan y en otras ocasiones se aparean para fecundarse. La lección final de un
volver al pasado en nuestra evolución es que en el reino animal no hay una "normalidad
sexual" sino que se cumple la ley de la vida que consiste en la búsqueda .Ir la adaptación a
un medio y a una circunstancia generando cambios permanentes en los seres vivos.

También sería simplista el explicar y aplicar una normalidad sexual al ser humano,
basándonos en costumbres sexuales de los animales que nos precedieron. Sería negar el
paso evolutivo que constituye la aparición de la conciencia. Es simplista condenar como
"anormal" una conducta humana porque se parece a la de un animal, y también es
simplista dar una norma moral para el ser humano basado en la observación de conductas
animales. Cuando observamos a nuestros antepasados los animales, buscamos entender
los contextos de sus relaciones con el medio, lo cual posiblemente nos va a ayudar a
entender nuestros propios contextos de relación como seres humanos.

Si buscamos una objetividad mirando el pasado de nuestra especie, volvemos al mismo


conflicto. Descubrimos que los grupos humanos han usado múltiples formas de encuentro
y de manejo de su sexualidad. Que un esquimal no encuentra muy orgulloso de haber sido
elegido como compañero de una mujer que tiene tres compañeros porque eso significa
estar alto en la esfera social y pertenecer a un grupo social fuerte, mientras que una mujer
árabe se pueda encontrar también muy en armonía y contenta por pertenecer al harem
de un jeque por las mismas razones anteriores. O un guahibo se encuentra satisfecho por
ser elegido como compañero sexual de una mujer importante de la tribu y no siente

35
ningún malestar porque ésta después de fecundada, tiene relaciones con otros hombres
de la tribu. No tenemos ningún motivo para decir que algunas de estas formas de
relacionarse sexualmente, en estos grupos de seres humanos, sea normal o anormal, o
que se irrespete la dignidad de un ser humano por tener una forma y otra de encuentro
sexual.

El hombre ha adquirido con su conciencia la capacidad de decidir en gran parte sus


necesidades, quedando muy poco atado a las "leyes biológicas". Las leyes sacadas de la
"moral natural" muchas veces no pasan de ser interpretaciones intencionadas de hechos
ocurridos a nuestros antepasados.
Las únicas leyes que nos atan a necesidades absolutas, son las leyes de las cuales depende
nuestra sobrevivencia. Llamamos necesidades biológicas básicas aquellas como las de
respirar, comer y mantener una determinada temperatura. Algunas personas consideran
la necesidad sexual dentro de este grupo. Muchos seres humanos han podido permanecer
vivos y realizarse adecuadamente como tales, sin actuar su sexualidad.

El considerar necesidades absolutas a las necesidades biológicas no significa que no


tengamos libertad ante ellas. Es posible decidir no comer más y lo podemos hacer, pero el
resultado de esta decisión es la muerte. La libertad del místico tiene su fundamento en
que hay un desapego por la vida misma lo cual lo hace no manipulable por nada ni por
nadie.
Hago la distinción de necesidades absolutas y relativas, tomando como absolutas aquellas
cuya no satisfacción nos acarrea la muerte, y relativas aquellas cuya no satisfacción nos
produce un determinado grado de displacer o malestar. En el ser consciente la satisfacción
de una necesidad va seguida de un darse cuenta de que "está bien". Usamos muchas
palabras con matices diferentes para señalar ese "estar bien", como placer, satisfacción,
paz, armonía, trance, equilibrio.

En escalas anteriores de evolución, la necesidad de aparearse sexualmente muchas veces


está por encima de la necesidad de la sobrevivencia del individuo en una especie. Eso es lo
que ha facilitado a los biólogos y a los etólogos poner trampas sexuales por medio de
sonidos u olores a muchas especies de insectos.

Es conocido por todos también el hecho del canibalismo de la hembra, que después de ser
fecundada mata al macho y lo devora. A menor escala de evolución, prima la necesidad de
la especie sobre la del individuo. En la raza humana aparece la libertad del individuo ante
la de la especie y parte de esta libertad es la de tener una relativa libertad ante su sexuali-
dad. A mayor libertad menor necesidad y viceversa.

Podemos concebir la sexualidad como un instinto o una pulsión a la que


estamos encadenados por una ley biológica, lo mismo que a la necesidad de
respirar o alimentarnos: o podernos considerarla como una opción relacional, la cual

36
actuamos en libertad, permitiéndonos desarrollar por medio de ella una mayor
autonomía. Por analogía podemos referirnos al "instinto de territorialidad" con el que
algunos psicólogos explican la compulsión del ser humano a poseer cosas y objetos y a
identificarse con ellos. Podemos creer por un momento que es una pulsión instintiva a la
cual nos debemos someter porque es parte de nuestro ancestro evolutivo, y el poseer
objetos se convierte en una necesidad fundamental y absoluta que en muchas ocasiones
adquiere un valor superior a la vida misma.

En nuestra cultura es frecuente oír relatos de personas que se dejan matar por no dejarse
robar un automóvil o una joya, al mismo tiempo que hay muchos seres humanos que
pierden el sentido de su vida por su necesidad de aumentar permanentemente y sin
ninguna medida, su territorio de objetos.

La territorialidad que tiene todo su sentido en nuestros antecesores animales, en función


de una estabilidad y una permanencia, ha perdido su sentido en nuestra cultura en donde
se ha creado el "culto" de la propiedad privada alienando al hombre en ella.

Con la sexualidad puede suceder lo mismo. En la medida en que la convertimos en una


necesidad ante la cual perdemos nuestra libertad, perdemos la capacidad de darle un
sentido en nuestro contexto humano. Pasamos a padecer una necesidad que si no
satisfacemos pierde sentido nuestra vida. En tal satisfacción tampoco obtenemos sentido
porque nos vemos a nosotros mismos actuando un determinismo sin opción de libertad.

D. Sexualidad y afecto

El primer producto de la invención de la sexualidad en el desarrollo de la vida, es la


relación existente entre un ser desarrollado y el ser que comienza su existencia
nutriéndose en esa relación. A medida que va creciendo la vida en su escala evolutiva a
nivel de complejidad, esa relación se va volviendo más significante. Ya en los animales más
avanzados en la escala evolutiva, esa relación va a marcar la vida del nuevo ser tan
significativamente como las Ordenes genéticas que lo han estructurado.

Con el invento de la sexualidad nace la maternidad, en la que la relación madre-hijo es


mucho más significativa aún que la relación padre-madre. Hoy se comienza a hablar entre
los etólogos, del instinto de la simpatía. Es aquella fuerza que fue explicada como instinto
gregario en muchas especies de animales y en el hombre, que hace que existan las
manadas en períodos que no son de apareamiento.

Es una fuerza diferente de la necesidad de apareamiento, que muchas veces desaparece


en la época de celo. En las colonias de focas, de pingüinos, en los hatos de ganado, en
manadas de perros, existe una forma de relación por fuera de la época de celo, diferente a
la que existe en esta época. En La vida Amorosa de los animales, Vitus B. Dróscher dice: "la
sexualidad no solo es incapaz de reunir a un conjunto de más de dos individuos, sino que

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tampoco puede reunir en el tiempo a macho y hembra, a hombre y mujer, durante un
intervalo superior al que exige la necesidad inmediata de satisfacción sexual. A partir de
ella no puede desarrollarse un comportamiento social superior, ni por el número de
participantes, ni por su duración".

A medida que el desarrollo evolutivo del ser vivo va creando seres más complejos, estos
van prolongando el tiempo de relación con la madre. Podemos decir que se van volviendo
más relacionales. Su aprendizaje de estrategias de adaptación es cada vez más marcado
por la relación con la madre, que por las órdenes genéticas. Va apareciendo una capacidad
mayor de adaptación "aquí" y "ahora" histórico. El insecto no aprende nada con excepción
los aprendizajes que hace a través de sus mutaciones genéticas en los pasos
generacionales. Los primates tienen capacidad de aprender en la relación el hombre
aprende a aprender. Esa relación madre-hijo va a marcar su forma de relacionarse con los
mismos miembros de su especie.

En la literatura freudiana y en gran parte de la literatura psicológica actual se habla de la


sexualidad como una de las fuentes del eros y este eros se aplica mismo a la atracción
genital entre dos seres humanos que a la simpatía. Caricaturizando un poco este punto de
vista, si un día al levantarme me quedo contemplando con admiración el helecho que
tengo en mi casa, admirando y amando la sabiduría de la vida al crear una forma tan bella,
ese sentimiento de afecto sería un desplazamiento de un instinto libidinal que tiene un
origen genital sexual. El hombre o mujer que llora la muerte de su perro, que ha sido su
amigo, va a ser juzgada o juzgado como otra (o) "desplazadora" de sus "pulsiones
genitales".

Pienso que hemos dejado de ver otra de las tendencias de la vida y de todo sistema vivo,
que es la tendencia a la armonía. Que el desarrollo de la vida hasta el punto de tener
conciencia de sí misma en la raza humana, está acompañado del desarrollo del amor por
la vida, hasta el desarrollo de la conciencia del amor por la vida; a esto le llamo afecto.
A la atracción que se da entre dos seres vivos que los lleva a aparearse para
complementarse sexualmente, lo llamo en este escrito "eros genital".

Esta tendencia a aparearse es la que V.B. Dróscher llama en el párrafo citado "sexualidad".
La tendencia que tiene el ser humano a buscar compañía por razones diferentes al
apareamiento genital se le puede llamar instinto gregario o instinto de amistad o afecto.
Esta tendencia yo la llamo, siguiendo el planteamiento de Roberto Crema en su libro Yo,
nosotros y el cosmos; eros-amistad.

En este tipo de tendencia el ser humano sigue siendo un ser sexuado, aunque la relación
no se dé gracias a la atracción genital. Hoy se dis. cute mucho, sobre todo en las nuevas
generaciones, si es posible tener una relación de amistad en la cual se den las relaciones
sexuales genitales.

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Aunque aparezca como una redundancia el decir "relación sexual genital", en este
contexto es explicativo. Cada vez que un ser humano que tiene una Imagen de sí mismo
sexuada, entra en relación con otro ser humano que a su vez tiene una imagen sexuada de
sí mismo, se da de hecho una relación que tiene un contexto sexual.

No es lo mismo la relación de amistad que se da entre dos mujeres, o la que se da entre


dos hombres, o la que se da entre un hombre y una mujer. No es la misma relación la que
se da entre el padre y su hijo, o el padre y su hija. Entre los seres humanos, lo mismo que
en muchos animales, es más fácil que permanezca en el tiempo una relación de amistad
en la cual no se da la instancia genital, que una relación de pareja nacida la necesidad de
complementación genital. También he visto que es más fácil que se dé una
complementación más amplia de los seres humanos en la amistad que la
complementación forzada que muchas veces buscamos un la pareja que se constituye por
una atracción genital.

La atracción que se da entre dos seres humanos nacida de la pulsión genital se disminuye
una vez que se obtiene la satisfacción de la necesidad. La atracción que nace de la amistad
se refuerza, se fortalece y se estabiliza con el encuentro. Muchas veces veo que las
parejas logran sobrevivir a la frustración transformando la relación de pareja en una
relación de amistad, en la cual está dada la relación genital como un complemento, más
que como un pivote de la relación.

Este "eros afectivo" o "eros amistad" ha sido poco estudiado y al abismo tiempo
culturalmente poco estimado. La tendencia en nuestro medio es la de interpretar
cualquier forma de eros como una forma de eros genital, negando la existencia o la
importancia de otras formas de eros en el ser humano. Esta negación aumenta aún más la
tendencia actual de Ios seres humanos a crear grupúsculos aislados y fuertemente
defendidos, que cada vez generan más distancia entre ellos. De la tribu pasamos a la
familia extensa, y de la familia extensa pasamos a la familia nuclear.

Llamo familia extensa a aquella forma de vivir de nuestros antepasados recientes, en la


cual todos los parientes lejanos, cercanos, políticos y consanguíneos, lo mismo los
compadres y los ahijados mantenían una relación cercana.
Familia nuclear llamo a la familia formada por padre, madre y uno o dos hijos que muy
rara vez tienen relación con la familia extensa. Hay una tendencia actual aún más radical,
que es la de la crianza de los hijos por la madre solitaria, la cual tiene que acudir a las
salacunas o a otros recursos que la sociedad va creando para permitir la sobrevivencia de
esa forma de a constituida por la madre solitaria y el hijo.
Muy pronto esa relación va desapareciendo ya que la exigencia social y la soledad de la
madre la llevan a sobrevivir buscando que alguien de a ese hijo lo que la madre comienza
a sentir que ya no puede dar.
El Ser humano se convierte de esa manera en una isla cuya función psicológica está
orientada a defenderse del mundo que lo rodea. Sale de su mundo que lo rodea
solamente cuando una necesidad primaria lo ahoga; cuando llega a la adolescencia y

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siente la pulsión de su organismo biológico que despierta al eros genital, va hacia el
prójimo temblando de miedo de perder su isla, como si fuese un cangrejo ermitaño que
tiene que dejar por un momento el caracol que lo protege, para poder cazar su presa.
La teórica libertad sexual no ha facilitado ese salir de la isla de la subjetividad, sino que por
el contrario nos ha llenado más de temores. Salimos y nuestros miedos al compromiso, a
la amistad, a la entrega nos llevan a crear tantas reglas y tantas morales, que terminamos
descubriendo que no hemos salido de nosotros mismos, sino que andamos con nuestro
caracol al hombro aplastándonos e impidiéndonos crecer.

La aparente "libertad sexual" exterior ha internalizado más la prohibición, y ya no es la


Iglesia o el Estado el que nos castiga por hacer uso de esa forma de relación, sino que
somos nosotros mismos. Me aterra a veces ver en la consulta a los jóvenes que dicen
tener una "libertad sexual", creándose reglas tan complicadas que terminan siendo ellos
sus propios verdugos, al sentir la frustración de una relación que se hace bajo la
permanente sombra del miedo. Se vuelven tan dolorosas este tipo de relaciones que ter-
minan disociando la sexualidad del afecto, o volviendo a reprimir la sexualidad "desde
adentro".
Muchos de ellos están reencontrando la solución que describen algunos etólogos en
manadas de mamíferos superiores: tienen un grupo de amigos y amigas entre los cuales
hay un presupuesto tácito de abstención de vida sexual genital; las parejas con
apareamiento genital se encuentran por lo general por fuera de ese grupo de amigos. Sin
embargo este tipo de solución no le evita el sufrimiento de descubrir frustradas con
mucha frecuencia, sus expectativas en su relación de pareja.

A veces me conmueve el ver la enorme ternura y cariño que acompaña esta camaradería
entre amigos, en contraste con la dificultad que encuentran para pautar reglas que les
permitan vivir su relación de pareja en armonía. Toda la permisividad, la protección y la
aceptación incondicional que se encuentra entre amigos, desaparece automáticamente
cuando aparece la opción del eros genital.
Muchas veces rechazan una relación sexual genital con un amigo o amiga para proteger la
amistad. Se persigue cada vez más explícitamente la posibilidad de ser "amigos y
amantes" y permanentemente se llega a la frustración. La amistad entre el lobo y los hijos
termina cuando estos empiezan a competir por las hembras. Los retozos y juegos de la
juventud, se transforman en lucha. El eros genital es aparentemente contradictorio ya que
así como sirve para unir a dos individuos, imposibilita la unión de más de dos.

Es extraño el ver cómo el ser humano ha calcado todas las estrategias y las dinámicas del
eros genital en el sistema familiar, más que las dinámicas y las fuerzas del eros amistad.
Esta segunda forma de atracción se enriquece cuando el número de participantes de un
grupo aumenta. Hay personas que trasladan a sus relaciones de amistad las dinámicas y
las formas de relación de la atracción genital, y yo creo que esto se da en razón de que se
ha generalizado la forma de relacionarse con exclusividad y posesividad a la familia En la
manada de lobos, en los leones, en los ciervos, en los leones marinos no hay nunca
exclusividad en la amistad, y los duelos por el apareamiento

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aparecen solamente en la época del celo. El ser humano aprende las distintas formas de
relacionarse en el seno de su familia y aunque nazca con la simiente de un eros-amistad,
ésta puede morir si es algo que permanentemente es rechazado en el seno de la familia.

La familia nuclear va generando una exclusividad también en la amistad. Muchas veces


llega a un radicalismo que produce locura como es el de los padres que de alguna manera
envían el mensaje a sus hijos de tener que elegir entre uno de sus padres porque si son
amigos de uno, eso significa que son enemigos del otro. Si quieres a papá, eso significa
que no quieres a mamá, o viceversa. En la relación genital si yo elijo una compañera,
excluyo a la otra.

La familia nuclear a veces hace una generalización loca del planteamiento evangélico mal
interpretado que dice: "el que no está conmigo, está contra mí". Esta también es una
dinámica del eros genital. Aunque creemos mil ideologías que busquen anular esta
exclusividad del eros genital, el hecho de que en un determinado espacio y en un
determinado momento, la pareja excluye a un tercero, esto genera primacías y escalas de
valores que no son toleradas dentro de una ideología de la igualdad. El eros-amistad
puede ser el que lleva a un perro a no aceptar un nuevo amo hasta el punto de morir por
él, el que lleva a un amigo a dar su vida por su amigo, o el que lleva a un padre o a una
madre a defender la vida de su hijo con la propia vida.

Nuestro sistema familiar rígido y cerrado ha creado mucha confusión entre los
sentimientos que se dan en las relaciones entre padres e hijos. Linguísticamente la palabra
amar solo se emplea entre personas que tienen relaciones de pareja o entre padres e
hijos. En principio podemos decir que el verbo amar ha pasado a simbolizar una serie de
'sentimientos que se dan entre dos personas que se atraen genitalmente. Muchas parejas
consultan porque "ya no se aman" y en la exploración se encuentra que lo que quieren
decir es que no se atraen físicamente; aunque ahora posiblemente se aman más que
cuando se conocieron, la pérdida de atracción sexual es tenida como una pérdida de
amor.

Cuando me refiero al sentimiento que hay entre dos amigos no uso el verbo amar porque
éste tiene una connotación de pareja. Cuando hablamos de los sentimientos que hay
entre padres e hijos o hermanos volvemos a utilizar ese verbo. Oigo frases a veces
contradictorias aparentemente como: "aunque se haya convertido en mi enemigo, yo sé
que me quiere", "¿qué madre o qué padre puede no amar a su hijo?", "aunque se haya
convertido en un dolor de cabeza, yo lo sigo amando"; "me gustaría llegar a ser amigo de
mi hijo"; "yo sé que mi hijo me ama, pero me gustaría que fuera mi amigo".

Yo no sé aún, después de haber trabajado mucho tiempo con familias como terapeuta, y
de haber sido hijo de familia por 43 años, qué significa eso de querer y amar dentro de
nuestros sistemas familiares. Es fácil entender que cuando dos personas se atraen
sexualmente hay un eros genital. También es fácil entender que cuando varias personas se

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Encuentran a gusto unas con otras y le encuentran gusto a encontrarse, podemos hablar
de un eros-amistad. También es fácil entender que cuando hay un eros genital entre
padres e hijos éste va a ser reprimido por el tabú del incesto y puede ser disfrazado de
eros-amistad actuando de todas maneras con la posesividad del eros genital. Sin embargo
yo pienso que toda la posesividad y exclusivdad que se da dentro de la familia nuclear no
es siempre eros genital reprimido, sino desplazamiento de las dinámicas del eros genital a
otras formas de relación interpersonal.

El que da su vida por sus amigos, está movido por este eros-amistad. El que da su vida por
los enemigos, está movido por otra forma de eros que podemos llamar eros universal.
Eros bajo esta acepción es una fuerza que mueve a los seres vivos hacia la unión, la
armonía y el equilibrio. Hay filosofías que hablan del eros del universo, como una fuerza
que lleva a todos los seres a unirse. La gravitación puede ser una imagen metafórica de
este eros cósmico.

Todas estas formas de eros mencionadas entran en aparente conflicto. El lobezno que
reta a su padre por el derecho de aparearse con las hembras de la manada, está siguiendo
la pulsión de su eros genital sacrificado o poniendo en grave riesgo su pertenencia a la
manada. El ser humano puede arriesgar la amistad con un amigo buscando relación
genital con la compañera de este amigo. Si fuese un esquimal este acto podría tomarse
como un gesto más de amistad, en nuestra cultura es una alternativa.

Algunas escuelas filosóficas orientales hablan de distintas formas de eros, con distintas
energías para cada una de ellas. También tienen disciplinas que permiten a un ser humano
transformar a nivel de su organismo este tipo de energía. El occidental está atrapado en
alguna forma de determinismo biológico que lo lleva a dos opciones posibles: la primera
es la de actuar sus posibilidades de relacionarse genitalmente haciendo algún manejo de
esta energía para que no se vuelva caótica.

El eros genital no permanece en el tiempo y esto hace que con frecuencia la persona
cambie el objeto de su apetencia. Más tarde en este libro veremos algunos recursos que
se utilizan en forma "neurótica" para mantener esa apetencia viva por mucho tiempo; uno
de estos recursos es el de no satisfacerla nunca de tal manera que siempre estaré
esperando lo que me queda faltando.

La segunda opción es la de reprimir este eros con estrategias de evitación que hacen que
toda esa energía orgánica se desplace a la fantasía y al pensamiento creando formas de
ver la vida en las cuales lo genital está presente en todo momento y en todas partes.

La reina Victoria, llamada reina Virgen, fue tan hábil para crear esta forma sofisticada de
pansexualismo (presencia de lo sexual en todo), que aún nosotros estamos padeciendo
ese sistema creado y estimulado por su mente y por su fantasía calenturienta. Recuerdo
aún en mis clases de moral la enorme lista de "pecados venéreos", (era la forma

42
Sofisticada de llamar los pecados contra la castidad, que a su vez era la forma de referirse
a la transformación de esa potencialidad de relación genital del ser humano, en toda una
enorme, emocionante y delirante fantasía de sexo mental), desde el montar a caballo
(porque eso estimulaba las "poluciones nocturnas”), hasta viajar en tren, porque el arrullo
del tren era sensual.

El reprimir el eros genital sin poder transformar toda la enorme energía que cl ser humano
genera en sus órganos genitales, es crear un mundo en el cual cualquier posibilidad de
encuentro real con el ser humano o con el medio que lo rodea (el caballo o el tren en los
ejemplos citados), se va a transformar mentalmente en una relación genital. Se dice que
los fariseos tienen una mente torcida y que juzgan siempre mal. Yo fuí un buen fariseo y
la realidad es que la mente no es torcida sino terriblemente simplista.

Todo el pensamiento y las emociones son movidos por ese eros genital lo cual hace que el
pensamiento se vuelva recto y rígido. Recto en el sentido que siempre va derecho y con
simplicidad a los genitales. Rígido en el sentido que no se puede abrir a otras percepciones
del mundo.

Transformar el eros genital significa que toda esa energía se puede llevar al eros-amistad o
al eros universal. Es la única forma de entender el celibato de los místicos orientales o de
algunos místicos como San Francisco o Santa Clara, en nuestro medio. El eros genital lleva
a una persona a invertir una gran cantidad de su energía de vida en otra persona singular.
Las personas que se sienten llamadas a expandir su eros, a eros-amistad y a eros universal
pueden utilizar estrategias de transformación que les permiten vivir cada vez en función
de más personas y con menos apegos.

El eros genital se caracteriza por el apego y la posesión. El eros universal se caracteriza por
el desapego y la libertad total. El celibato en nuestro medio se ha convertido en una forma
de reprimir toda forma de eros, llevando a las personas que lo practican con honestidad a
contradicciones internas tan profundas que muchas veces fracasan en su vida personal y
en su vida de servicio al prójimo porque se pierden a sí mismos en esa represión.

Nuestros sacerdotes no han sido para nosotros ejemplo de amor. El celibato es el


renunciar a amar a una persona para poder amar todo el universo y se ha convertido en
una escuela de desamor y de violencia interior.

El eros-amistad y el eros-universal son las tendencias que llevan al depredador a no matar


más de lo que necesita, al hervívoro a no comer más de lo que precisa, y al macho que
defiende su territorio a no matar a su invasor.

Estos dos eros son antitéticos de las tendencias que llevan al macho a agredir para
defender su territorio. Son dos polaridades de la vida en las cuales una presupone la
existencia de la otra para lograr un equilibrio. La defensa de la individualidad, de la propia

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vida, de la estabilidad interna está en el polo de la sexualidad genital; lo que Lorenz llama
instinto de agresión. El respeto y el amor a la vida en cualquiera de sus formas, la
valoración del otro por el otro, (no como recurso de satisfacción de mi necesidad), la
capacidad de dar sin pedir en función del desarrollo de una nueva vida, están dentro de la
línea del eros-amistad y el eros universal.

Respecto a esto, en la obra citada anteriormente, Huber Markl dice: "…la sexualidad es de
entrada una fuerza que puede unir a los congéneres. Sin embargo, está claro que nunca se
ha desarrollado en el reino animal un comportamiento social superior a partir del sistema
de relaciones sexuales. La sexualidad puede reforzar secundariamente la vida social, por
ejemplo, inhibiendo las agresiones.

Sin embargo, fundamentalmente el efecto no socializador de la sexualidad, quizás se deba


a su relación característica con la agresividad, que se deduce de su bipolaridad: sin duda
dos son más que uno, pero menos que tres. No hay lugar para un tercero, por lo menos en
el momento de la cópula. Con mucha frecuencia un elemento de la pareja, o los dos,
rechazan al tercer congénere. La sexualidad, por su misma naturaleza actúa
simultáneamente como una fuerza de unión y de desunión social". (La vida amorosa de los
animales).

La solución cultural de convivencia en pareja tiene dificultades inherentes muy grandes,


las cuales son expuestas muy claramente en este corto párrafo citado. Actualmente un
sector muy grande de pensadores dentro de la psiquiatría, la psicología, la sociología y la
antropología, están haciendo una crítica muy fuerte a lo que hemos llamado "la familia
nuclear". Esta es la que está constituida por el padre, la madre y los hijos.

Por otro lado, otros sectores de pensamiento entre los que se encuentra todo el
pensamiento llamado cristiano de Occidente, hacen una defensa de este tipo de familia,
como única solución para mantener una sociedad organizada y evitar un posible caos en la
convivencia de los seres humanos. Es frecuente oír conceptos como el de "la familia es la
base de la sociedad", "la familia es la verdadera fuente de los valores éticos y religiosos de
la cultura".

En el ser humano hay tres tendencias que lo llevan a constituir una pareja: la primera es la
atracción sexual genital: la segunda es la necesidad de pertenecer a una manada estable,
a la que se da y de la que recibe protección; la tercera es la necesidad de "volver" a vivir
situaciones en las cuales tuvo una fuente segura e incondicional de satisfacción de sus
necesidades en su primera relación con la madre.

La primera no necesariamente lleva a constituir una pareja estable. Retomo la cita de V.B.
Dróscher: "La sexualidad no solo es incapaz de reunir a un conjunto de más de dos
individuos, sino que tampoco puede reunir en el tiempo a macho y hembra durante un
intervalo superior al que exige la necesidad de la satisfacción sexual". Nuestra cultura
tiene muchísimas normas acerca de la sexualidad, las que en su mayoría buscan que este

44
factor de temporalidad de la atracción genital sea prolongado al máximo. Dos personas
que se atraen genitalmente pueden prolongar esa atracción en el tiempo a base de
mantener la satisfacción de una u otra forma "medio frustrada" o completamente
frustrada. El "amor romántico" vende la imagen del atractivo permanente y satisfecho lo
cual es una falacia que ha producido muchos sufrimientos. La mayoría de los sexólogos
parten de la premisa de que una pareja que se satisface genitalmente encuentra la
estabilidad. Es fácil descubrir la cantidad de peripecias que lleva a cabo la mente humana
para no declararse satisfecha y poder mantener la esperanza de una futura satisfacción
"real" de su necesidad genital.

Parte de la mitificación del eros genital en nuestra cultura obedece a esta necesidad de
prolongar algo que de por sí se termina y se agota. Esta atracción genital es utilizada como
presión social para constituir la pareja. Los sentimientos propios de este tipo de atracción
son: la posesividad, la dependencia, Zoos celos, la mitificación del otro, la frustración
consecuente a la mitificación y a la agresividad que nace de la frustración. La expresión
estética de este sentimiento son los tangos, los boleros, las rancheras y gran parte de la
poesía romántica.

Una pareja cuya estabilidad depende de la atracción genital, va a necesitar


permanentemente hacer juegos que les permitan sentir a cada uno de los miembros que
aún no han conseguido su objeto deseado. La garantía para lis permanencia de esta pareja
son los celos. Estos son llamados "enfermedad". Sin embargo a veces es el único recurso
inconsciente con que cuentan dos personas, que por las presiones culturales sienten que
tienen que permanecer en pareja, cuando ya el motivo que los ha unido ha desaparecido.

Los celos nos permiten sentir con permanencia que aún no hemos poseído
suficientemente nuestro objeto deseado. La dinámica de relación en este momento de la
pareja no está centrada en la comunicación ni en la simpatía, sino en la conquista. Mi
necesidad es el poseer el objeto deseado y voy a usar todos los recursos de mi identidad
para conseguirlo. Lo combativo y lo agresivo están presentes permanentemente aunque
sea bajo el disfraz de la seducción.

La obra El imperio de los sentidos, nos muestra en forma descarnada y sin máscaras la
dinámica de este tipo de relación. La segunda tendencia que motiva la formación de una
pareja y una familia es la que describimos como instinto de amistad. En el ser humano se
manifiesta como esa tendencia a reunirse por grupos, clases, clubes, logias, etc.
Permanentemente la familia es mostrada como ese "grupo" ideal. Poco a poco la familia
ha ido generando mitos de lealtad a sus miembros y de desconfianza hacia el medio
externo, que producen una atomización en grupúsculos aislados y paranoides que cada
día refuerzan más sus fronteras de separación.

La comunicación verbal facilita, en ese proceso de desarrollo de la vida, de lo dais simple a


lo más complejo, el desarrollo de organismos sociales cada vez más amplios y en una

45
Interacción más profunda. Esta estructuración en grupúsculos aislados va en la dirección
contraria de esa tendencia, creando una sociedad cada vez más combativa, más
competitiva, que a su vez refuerza la necesidad de ir creando "búnkeres" en donde nos
podemos refugiar de los mismos hombres.

La religiosidad en las culturas primitivas trabaja mucho en la línea de desarrollo humano.


Las festividades religiosas eran ocasiones en las cuales, por medio de la danza y los
rituales, el grupo llegaba a estados de conciencia de fusión grupal, creando de esta
manera un organismo consciente superior. Lo dionisíaco u orgiástico de estas
celebraciones no tenía nada que ver con nuestro concepto de orgía. La orgía de nuestra
cultura está dada por el amontonamiento caótico y desordenado de seres en profunda
soledad y con imposibilidad de hacer la vivencia de "comunión".

Paradójicamente buscamos lo orgiástico por medio de la sexualidad genital que nos lleva
hacia la conciencia de individualidad y soledad, más que hacia la conciencia de fusión. No
creo en la posibilidad de hacer una vivencia sana por medio del sexo en grupo. Peca por la
misma razón de querer hacer una pareja estable y permanente basada en la atracción
genital. "La sexualidad, por su misma naturaleza actúa como una fuerza de unión y de
desunión social".

Este tipo de vivencias de "comunión" muy frecuentes en las culturas primitivas y presente
en todas las situaciones significativas para la tribu, ha ido desapareciendo con la misma
desaparición de la tribu. El eros genital y el eros-amistad crean la tribu. Al desaparecer el
eros-amistad va desapareciendo la tribu y aparece la familia cada vez más rígida, más
pobre y más cerrada. Cristo nos vino a invitar a que trascendiéramos la familia y la tribu e
invitó inclusive a trascender la raza.
O sea, invitó a ir ampliando cada vez más el eros de lo individual a lo universal. Decía San
Pablo que Cristo no sólo redimió a los hombres sino que "toda la creación fue redimida
por El".

Desgraciadamente la historia de Occidente con las iglesias que se apoderaron de las


enseñanzas de Cristo, no ha diluido esas fronteras que se daban entre grupos humanos
llamados razas o tribus, sino ha creado cada día más fronteras multiplicando tribus,
religiones, ideologías y morales.

El amor universal no es la represión del eros porque somos seres encarnados que amamos
en nuestro organismo y por medio de él. Es la transformación de ese eros en una forma de
amor cada vez menos posesiva y menos controladora.

Es triste ver en nuestras iglesias, que son la asamblea de seguidores de Cristo, las familias
sentándose en una banca para cada una, con mucha incomodidad cuando llega un
"extraño" y se sienta en la misma banca. Se habla durante toda la ceremonia de "amor al
prójimo" pero no aparece ninguna forma de "amor" con excepción de un tímido y
defendido saludo de "paz".

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Cuán lejos estamos de esa "comunión" en la cual había toda una fusión de los cuerpos de
los miembros de una tribu, dejando lejos todos los miedos que nos produce la genitalidad;
hemos creado el símbolo de la comunión por un sacramento, para evitarnos hacer una
comunión real y encarnada. En el prójimo no está Dios sino alguien de quien tenemos que
defendernos, porque cualquier forma de afecto es leída e interpretada como una forma
de afecto genital. Si en una de nuestras iglesias llegáramos a ver un día una fusión de todo
el grupo como una forma de vivir esa comunión universal, posiblemente nos
escandalizaríamos y no veríamos a unas hermosas criaturas de Dios haciendo un
encuentro de acción de gracias, sino una cantidad de órganos genitales buscándose para
poseerse y excluirse.

Llamamos "enamoramiento" a esa atracción sexual genital, muchas veces disfrazada y


teñida de motivaciones de otro tipo de amor. Se ha adjudicado tanto el concepto de
"amor" a esa vivencia posesiva y esclusivista de la atracción sexual genital que ya autores
como C. Frabetti homologan el término; En su artículo Contra el Amor es claro que lo pone
como un opuesto al concepto de "amistad". Dice que cuando dos personas quieren definir
una relación como "no amorosa" la califican con el término de "amistad": "nosotros no
somos novios, somos amigos".

Haciendo alusión a esa dinámica de amor pasivo que se ha generalizado en la familia,


afirma: "lo que llamamos amor, es básicamente la fuerza de cohesión de las células
familiares; tiende a mantener unidas las ya existentes y a formar otras nuevas. El exclu-
sivismo y la posesividad típicos del amor se corresponden con la estructuración familiar
nuclear de la sociedad, basada en la pareja más su eventual prole concebida como isla
afectivo-sexual y económica. La afectividad y la sexualidad se conforman en el seno de la
familia y tienden a reproducirla".

El desarrollo de la conciencia y el uso del lenguaje permiten al hombre dar un salto


cualitativo respecto a sus antecesores en la evolución. Parte de este salto cualitativo es el
desarrollo de la dimensión "espiritual". Esta dimensión permite producir un cambio
cualitativo en ese instinto de amistad. Los mamíferos superiores forman manadas por una
pulsión diferente de la del apareamiento sexual, que comienzan a llamar instinto de
amistad, la cual no emana de su libertad sino de una "ley adaptativa" a la cual están
sometidos.

Si la cebra hembra arriesga su vida por proteger a la cría, este acto no emana de una
evaluación consciente del valor de esa criatura, sino de un impulso que la lleva a hacerlo,
dándonos una imagen analógica de ese amor auténtico.
La conciencia nos permitió llegar a vernos a nosotros mismos como centros do nuestro
universo, muchas veces teniendo libertad para actuar aún en contra de los sistemas de la
vida. Si la expansión de la conciencia se hace únicamente hacia esta tendencia, la postura
ante el universo será: "el universo es para mí". Esta forma de conciencia es la fuente del
amor posesivo. La única cortapisa en la exacerbación de la conciencia individual en el
hombre es el hecho de que muere como individuo y también puede morir como especie.

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En el fondo de cada conciencia individual exacerbada está esa verdad absoluta de que el
universo perdurará, más él morirá, luego, "el universo no es para él".

La conciencia también permite la capacidad de ver y valorar al otro como a sí mismo. De


verse a sí mismo como individuo que tiene sentido en función de un sistema que lo supera
y lo trasciende; podría decirse que este tipo de conciencia es la evolución del instinto de
amistad. La postura ante el universo será: "yo soy para el universo". Mi sentido último
está en ser parte armónica de ese universo.

En los sistemas vivos anteriores al hombre hay una organización que equilibra esas dos
polaridades. El animal es para la manada y la manada es para el animal, siempre
prevaleciendo el valor de la manada sobre el individuo. El ser consciente ha trastocado
estos órdenes. En lugar de "el hombre para la creación", ha creado una serie de
cosmovisiones en las cuales "la creación es para el hombre". Ha elegido la valoración del
individuo por encima de la especie y la valoración de la especie por encima de la vida y la
creación.

Nuestras filosofías, nuestras religiones, y en último siglo, nuestra psicología (que es una
forma de normas y leyes no muy semejante a las religiones que la precedieron) han hecho
énfasis en la individualidad. Son cosmovisiones antropocéntricas. Es decir, de acuerdo a
ellas, el universo se entiende en función del hombre.

El hombre es visto como el manipulador, dominador y poseedor con derechos sobre la


creación. La actitud lógica del dominador es la de la desconfianza. Siempre tiene que estar
controlando a ese universo que trata de salírsele de las manos. Al mismo tiempo es un
expoliador y explotador de ese universo.

Esa actitud del hombre ante el universo, justificada por las múltiples morales (científicas,
religiosas, etc.), es transmitida al hombre como individuo. Para un individuo todos los
demás hombres son parte de ese universo que lo rodea. Lo lógico es que su actitud ante
sus congéneres sea la misma que ha aprendido a tener ante toda la creación.

Antropocéntrico significa que algo tiene valor solamente respecto al ser humano.
Nuestras versiones de la creación del universo nos comunican que éste fue hecho para el
hombre. En Génesis 1.28 leemos: "Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios
los creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo y les dijo Dios: creced, multiplicaos, llenad
la tierra y sometedla; dominad los peces del mar, las aves del cielo y todos los vivientes
que reptan sobre la tierra". En esta visión el hombre es algo diferente de la creación a
quien se le entrega ésta para que la use, la domine y dentro del mismo espíritu, la
extermine.

Los griegos y los latinos también nos muestran una creación que está al servicio de unos
dioses que no hacen parte de ella, sino que la dominan, la someten y la usan para

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Satisfacer sus antojos e infantiles deseos. El ser humano, que es juguete de esos dioses, a
su vez utiliza las criaturas que lo rodean para satisfacer sus antojos. Todas nuestras
ideologías se derivan directamente de etas dos ramas de pensamiento en las cuales el
hombre es visto como un ser disociado del universo, con la orden de usar y abusar de él.

El desarrollo consciente del instinto de amistad va en la dirección opuesta. Esta nos lleva
a vernos como elementos valiosos de una creación valiosa. Somos valiosos en la medida
en que esa creación es valiosa. La actitud ante ella es la de respeto y veneración.
Buscamos con nuestra conciencia entender los procesos de la vida que nos rodea, para
entrar en armonía con ellos y poder ser "cocreadores" de esa creación. Mi prójimo es tan
preciado como yo mismo, desempeñando un papel diferente a mí, en ese enorme
organismo complejo de la vida.

Mi conciencia me lleva a buscar entender para armonizarme, ya que de la armonía es de


donde devengo mi valor. Ni poseo, ni soy poseído. No manipulo ni controlo sino que actúo
con... El hombre no es el centro del universo ni lo que le da el significado a la creación,
sino que es una parte importante de esa creación. A este desarrollo de la conciencia en el
instinto .le amistad lo llamo "la dimensión espiritual del ser humano".

Con la visión antropocéntrica el ser humano ha buscado usar su inteligencia más para
juzgar ese mundo que lo rodea, y de este juicio poder sacar informaciones que le permitan
manipularlo y someterlo.

El concepto de la comprensión en búsqueda de una armonía es prácticamente opuesto al


anterior. Se usa la inteligencia y la conciencia para conocer un orden y una armonía que se
busca a toda costa conservar. El sentido del hombre está ligado al sentido de ese universo
y el comprenderlo en ningún momento va a servir para dominar. Dentro de este espíritu el
prójimo, como símbolo de ese universo que está ante nosotros va a ser visto, definido y
sentido como la criatura que forma conmigo un universo común. El dañarlo, es dañarme a
mí mismo; el usarlo es usarme a mí mismo.

Los grupos humanos que emanan de esta dimensión, tienen sus fronteras abiertas y están
permanentemente dispuestos a entrar en relación unos con otros, para formar
organismos armónicos cada vez más amplios.

Así como los organismos unicelulares tenían una disposición para entrar en ,elación entre
sí, formando poco a poco organismos pluricelulares, permitiendo el desarrollo y el
crecimiento de la vida; así también, esta potencialidad permite al ser humano hacer un
crecimiento mayor a nivel de su socialización y armonización como un organismo más
complejo y más completo.

A los fenómenos que nacen de esta tendencia del ser humano los llamo "amor auténtico",
en contraposición al "amor posesivo" emanado de la tendencia a la hipertrofia del
individuo.

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La familia nuclear y la pareja, siguiendo los lineamientos de veinticinco siglos de una
orientación antropocéntrica e "individuocéntrica" actúan casi permanentemente en la
línea del amor posesivo, enseñando a las personas que nacen en su seno ser unos
expertos en el manejo de este tipo de amor.

Se puede decir que la tradición hebrea del pecado original se cumple de esta manera. De
acuerdo a ese "dogma" que también fué asumido por la Iglesia Católica, nuestros padres
Adán y Eva cometieron un pecado que ha sido transmitido de generación en generación
hasta nosotros. Las formas de relación del amor posesivo fueron actuadas hace mucho
tiempo por nuestros antecesores y a través de la familia van siendo transmitidas de
generación en generación de una forma en que quedamos marcados por ellas en nuestro
organismo.

Cada uno de nosotros ha aprendido desde muy pequeño a actuar de acuerdo a las reglas
del amor posesivo en el seno familiar. Luego llega a la edad en que establece su pareja con
estas mismas reglas y las actúa con sus hijos. Se vuelven tan parte de nosotros mismos,
que sentimos ser espontáneos cuando las actuamos. "El amor, que a menudo se presenta
como último reducto de autenticidad y autodeterminación en una sociedad hipócrita y
coercitiva, es en realidad la farsa suprema y la más angosta de las jaulas concéntricas que
nos aprisionan", ( C. Frabetti ). Al citar nuevamente a este autor vuelvo a hacer la
aclaración de que me refiero al amor posesivo.

Yo pienso que una de las razones que han hecho que esta tendencia se haya ido
reforzando y perpetuando unipolarmente en la familia nuclear, obedece a que ésta se
constituye obedeciendo a las necesidades de apareamiento genital. Cuando el ser humano
actúa su sexualidad genital, la conciencia que se exacerba es la de la individuación. No en
vano nuestro vocabulario usa palabras como posesión, conquista, seducción, para
referirse a este tipo de relación.

En el curso de este ensayo planteo una posibilidad, aparentemente paradójica, para


resolver esta contradicción: es necesario "desenamorarse" para que la familia nuclear deja
de ser posesiva y permita el desarrollo de dinámicas de amor auténtico a los miembros
que crecen en su seno.

Actualmente la familia se vuelve cada vez más entrópica. Cada vez refuerza más sus
fronteras, impidiendo la apertura y la relación con otros organismos. Cada vez se vuelve
más oligocelular (contiene cada vez menos elementos) y más diferenciada, creando esa
atomización en grupúsculos familiares en desarmonía con el universo que los rodea.
Un organismo vivo cuando está haciendo un proceso de crecimiento y transformación,
muestra una tendencia a la expansión de su energía y de sus formas. Se puede decir que
se transforma permanentemente deviniendo cada vez más rico en sus procesos de vida.
Cuando este sistema vivo está enfermo. Como una amiba enquistada o como un ser
humano con cáncer o deprimido, lo que vemos es una tendencia a la contracción, al
empobrecimiento, a aumentar las fronteras y romper comunicación con el medio.

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Toda la energía de un ser vivo es extraída del medio. Cuando ese ser vivo enferma y
comienza a disminuir su comunicación con el medio, creando murallas que lo aíslan, sus
procesos energéticos se van empobreciendo, llegando poco a poco al agotamiento. A este
fenómeno lo llamo entropía haciendo una aplicación analógica al ser vivo de este
concepto de la física.

En mi concepto, la familia nuclear es ese ser vivo que cada vez se defiende más del medio
aislándose de él, consiguiendo con esto el irse empobreciendo NI su totalidad y en cada
uno de sus miembros transformándose en un sistema suyos miembros cada vez son
menos numerosos y más pobres en procesos de vida.

El cáncer es el crecimiento de un grupo de células en un organismo, que no tienen en


cuenta su relación funcional con el organismo total, que obedecen a las leyes propias de
su subgrupo y transgreden las leyes que van en beneficio del organismo total. El hombre
como especie se ha convertido en una especie de cáncer para el sistema vivo y a su vez se
está atomizando cada vez más en células independientes, con sus leyes propias que no
tienen relación con el medio. Únicamente nuestro crecimiento en la línea del amor autén-
tico, tanto a los semejantes como a la creación de la cual formamos parte, puede
liberarnos de esa enfermedad de la cual somos nosotros pacientes y actuantes a la vez.

La tercera tendencia que lleva en nuestros tiempos al ser humano a formar pareja la
nombré como la necesidad de "volver" al seno materno en donde vivió armoniosa y
plenamente. Para muchos el enamoramiento es un renacer de este deseo de regresar al
"paraíso perdido", En muchas de nuestras mitologías aparece esta imagen de un ser
humano que tiene que salir del Olimpo o del paraíso por haber cometido una falta. Esta
puede ser una representación mítica de ese deseo de volver atrás a revivir momentos en
que nos omitimos muy bien.

Nuestra sociedad, por medio de toda la mitificación del "amor romántico" estimula esa
búsqueda del "paraíso perdido" ya que todas las imágenes, las metáforas, las historias y
los cuentos que crea para mantener el mito hablan del encuentro de ese paraíso en donde
sin ningún esfuerzo y sin ningún proceso de crecimiento, dos personas van a satisfacerse
plenamente.

Como en los mitos de la salida del Olimpo o del Edén, cada vez que no encontramos ese
paraíso vamos a recibir la información de que lo liemos perdido porque hemos hecho algo
mal (recreando la culpa original).

Esta búsqueda de una fusión "con la madre" también puede ser la manifestación de esa
potencialidad del ser humano de trascender su propia identidad y llegar a conseguir un
estado de conciencia común con la "madre universal" o la "Divinidad". Solamente las
personas que han logrado desarrolla su capacidad de trascendencia nos han hablado de
ese tipo de estados ole conciencia que se semejan mucho a los estados regresivos.
Nuestra psicología actual aún considera "locura" estos estados expandidos de conciencia.

51
Actualmente está tomando fuerza una nueva forma de ver psicológicamente al hombre
bajo el nombre de psicología transpersonal. Este tipo de psicologia ha venido estudiando
con cuidado y seriedad estas formas de conciencia. Llegando cada vez con más certeza y
claridad a describir caminos, ya recorridos por muchos místicos de Oriente y Occidente,
que nos pueden llevar a estas formas de conciencia de ser. Las energías y las fuerzas que
se mueven dentro de estos estados de conciencia las llamé anteriormente el eros
universal.

Esta forma de eros puede llevar a la locura o la expansión de la persona. La persona que
en su conciencia ha llegado a percibir estas fuerzas, se empodera Deja de necesitar la
aprobación de los demás y va desvaneciendo poco a poco sus miedos básicos a la soledad,
a la muerte y al abandono. Es una lástima que nuestras religiones, que en principio fueron
las renovadoras del espíritu (una forma de llamar el eros universal) posteriormente se
convirtieron en los medios que nos aislaron de esa fuerza universal.

Hago el planteamiento respecto a la posibilidad de enloquecer con el contacto de este


eros universal o el espíritu, ya que hoy en día, en situaciones fuera del contexto del amor
auténtico y de comunicación en el espíritu, se usan drogas, que estimulando centros
nerviosos, provocan estados de conciencia muy parecidos a los descritos, pero que al
tener acceso a ellos, sin un camino espiritual progresivo, desintegran a la persona y la
enloquecen.

El eros genital orienta su fuerza hacia el individuo. Es la energía que permite crear y
defender un yo, que le da fuerza a nuestra individualidad. Desde este eros el mundo se
vive en función de sí mismo. El eros-amistad puede orientarse hacia el yo, o puede
orientarse hacia los demás. Llamo amor posesivo tanto a los actos movidos por el eros
genital como los movidos por el eros amistad que buscan el beneficio personal. Llamo
amor auténtico a los acto., que nacen de ese eros universal y del eros-amistad que se
orientan hacia el beneficio de la creación en cualquiera de sus representaciones. La
tendencia a buscar la fusión con la madre ya es un producto de nuestra conciencia.

Es la necesidad de "volver" a experimentar situaciones vividas como "paradisíacas" Por su


situación de pasividad al nacer, el ser humano es protegido y atendido
incondicionalmente en sus primeros años de vida. Aunque su conciencia no se ha
desarrollado, hay memorias del organismo que permanecen a nivel inconsciente, de una
situación en la cual "el universo era absolutamente para él".
Es un período de la vida en el cual el medio que lo rodea es visto y sentido como un fácil e
incondicional "satisfactor" de necesidades.
El enamoramiento además de la atracción sexual, facilita ese volver a una situación en la
cual n fantasía me lleva a idealizar a la persona amada y a verla como un.' nueva
proveedora de satisfacción permanente. Es parte del enamoramiento; por un lado la
atracción sexual genital y por otro lado esa idealización del partner, que se borra el resto
del universo. Realmente universo queda reducido al tú. Esto genera una situación de
frustración permanente, ya que un hombre no puede alienar su sentido de la existencia en

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otro ser humano. Nunca ese otro podrá satisfacer sus necesidades. La imagen del amor
romántico ha reforzado esa mitificación haciendo cada vez más profunda la frustración
que aparece cuando ese ser humano descubre la mentira en que estaba comprometido.
Como se ha perdido el sentido del ser en función de ser parte integrante de una creación,
de la cual hablaba anteriormente, 'Cada vez se busca más el sentido en el volver a ese
primer sentido de "ser amado por la madre".

Varemos en los capítulos siguientes cómo poco a poco en el desarrollo del niño, ese
primer sentido de "ser en relación con la madre", se va convirtiendo en el sentido de "ser
en relación con el universo".

En la familia nuclear no se favorece este paso. Busca ser un núcleo autónomo, gimiendo
ser "creación" completa por medio de las leyes, los deberes y las expectativas que crea en
cada uno de sus miembros. Por medio de la fantasía estimulada por el pensamiento
romántico, cada miembro de la pareja convierte el otro en ese universo todopoderoso
que puede saciar absolutamente todas las necesidades.

La fantasía del hombre y la mujer solos en una Isla "paradisíaca" es el ejemplo más claro
de esta forma de pensamiento prepotente infantil que caracteriza la formación de la
pareja, que va a estructurar el núcleo del sistema familiar. "Mientras haya amor, no
importa el resto", dicen los dichos populares nacidos de esta ideología. Este tipo de
pensamiento mágico infantil es el que va a estimular el divorcio de ese núcleo familiar con
respecto al resto del grupo social en el cual está inmerso.

Vemos en nuestras ciudades los enormes edificios en donde viven hasta cientos de
familias, que nunca llegan ni a conocerse entre sí, ya que la utopía es la de crear pequeños
universos autónomos que no permiten ninguna comunicación entre sí.

Cada uno de los padres es forzado por el otro para que se convierta en esa madre
omnipotente y perfecta que puede satisfacer todas sus necesidades. Esta mitificación del
núcleo familiar también se extiende a los hijos creando en ellos una psicología parásita de
sus padres y al mismo tiempo, permanentemente frustrante. El padre y la madre se
comprometen a satisfacer omnipotentemente todos los requerimientos de los hijos, sin
límite de edad y a su vez los hijos se sienten en el deber de exigir a sus padres esta
perfección.

Este fenómeno ha generalizado este tipo de personalidad de adultos frustrados que no


aceptan que sus padres no son Dioses y que dieron lo que pudieron dar.
La mayoría de nosotros llegamos a nuestra edad adulta con unas enormes carencias
afectivas, sin poderlas subsanar, ya que hemos internalizado ese modelo familiar en el
cual solamente es válido el afecto que recibo de los miembros de mi núcleo familiar. Es
como si el pertenencer a determinada (amiba me creara una diferencia cualitativa
respecto a los demás seres humanos, haciendo esto que el reconocimiento de personas
ajenas a la familia

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deje de ser válido para mí. Esta forma de programación del ser humano termina siendo la
forma ideal de propagación de sistemas que "cronifican" las carencias y las miserias
afectivas y espirituales.

Este modelo familiar a nivel macrosocial lo encontramos en la forma de agrupación


política y religiosa del ser humano actual. Solamente determinado país satisface mis
necesidades políticas, y solamente determinado tipo de religión me permite mi desarrollo
espiritual. El partner convertido en la madre omnipotente, omnipresente y omnisciente va
a constituirse en el elemento fantástico indispensable para hacer posible la existencia de
ese núcleo "autónomo".
Que esta tendencia está directamente relacionada con la forma de relación que se da
entre la madre y la cría en los primeros momentos del desarrollo que esa nueva vida. A
medida que se crean formas más complejas de vida, su nacimiento es más inacabado y el
desarrollo va dependiendo cada vez más de esa posgestación que es la relación de la
madre con la cría. En el ser humano aparece un desarrollo mayor de ese instinto de
simpatía que llamamos amor. Esta forma de relación va a depender estrechamente del
desarrollo de la conciencia. Esta última es un producto de la relación con la madre.

Para poder mantener esta falacia de tal manera que la pareja tenga alguna estabilidad en
el tiempo, se mantiene constantemente el presupuesto de que el tú no nos está dando lo
que nos debe dar, porque no quiere hacerlo. Esta es la transacción de culpa que
constantemente vemos y oímos en la familia nuclear. "No es que tú no seas omnipotente,
sino que no haces lo que yo necesito porque eres malo". De esta manera hay una
permanente requisitoria del uno al otro hecha a través de la culpabilización, con una
permanente y crónica frustración.

C. Frabetti dice al respecto: "los enamorados firman con su sangre el siguiente contrato:
Tú vas a fingir que yo soy lo más importante para ti, el centro de tu universo, y yo fingiré
que tú eres el centro del mío ... Tú vas a fingir que yo soy para ti algo único e insustituible,
que estás conmigo precisamente porque soy yo, cuando en realidad mi identidad
profunda te es desconocida e inaccesible, y no soy más para ti que uno de los miles
actores que podrían representar ese papel para ti; a cambio yo fingiré que tú eres para mí
algo único e insustituible, que estoy contigo precisamente porque eres tú, etc.".

Este tipo de falacia es la que hace que en el amor romántico el Edén de los enamorados
sea la isla desierta aislada del resto de la creación. El uno es el universo del otro. La
postura básica es: "Tú eres el universo para mí". Aunque se disfrace en el "yo soy el
universo para ti". Las dinámicas que se generan son las del amor posesivo y excluyente.
Posesivo al extremo de perder la vida si pierdo el control sobre el otro. Poseo convirtiendo
al otro en indis pensable para mí y culpabilizándolo por no llenar mis expectativas. Soy po
seído de la misma manera.

Como todos damos de lo que tenemos, la relación con los hijos se da dentro de las mismas
dinámicas, convirtiendo al hijo en un esclavo y esclavizado: en esa "isla paradisíaca" en

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que se convierte la familia nuclear.

Observamos, en resumen, que en el desarrollo de la vida, la aparición de los seres con una
diferenciación sexual es relativamente temprana. Ya bastante más tarde en esta evolución
aparece lo que podemos llamar un instinto di simpatía que va a generar nuevas pautas de
relación entre los seres vivos.

Que esta tendencia está directamente relacionada con la forma de relación que se da
entre la madre y la cría en los primeros momentos del desarrollo de esa nueva vida. A
medida que se crean formas más complejas de vida, su nacimiento es más inacabado y el
desarrollo va dependiendo cada vez más de esa posgestación que es la relación de la
madre con la cría. En el ser humano aparece un desarrollo mayor de ese instinto de
simpatía que llamamos amor. Esta forma de relación va a depender estrechamente del
desarrollo de la conciencia. Esta última es un producto de la relación con la madre.

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56
CAPITULO II

CONCIENCIA Y RELACION

El ser humano es un organismo vivo que se diferencia del resto de las formas de vida en
que puede ser objeto de su propio conocimiento. Puede sentir como muchos otros, pero
con la capacidad de observarse a sí mismo sintiendo. Puede "pensar" y describirse a sí
mismo pensando. Esa capacidad de ser sujeto y objeto de sí mismo en el conocimiento la
llamamos conciencia.

El desarrollo de esta conciencia se gesta y se lleva a cabo en la relación con la madre. El


hijo aprende a mirarse a sí mismo a través de la mirada de la madre. Este aprendizaje dará
como resultado un nuevo ser que es el "ser que se da cuenta de que es". En lo biológico y
en lo genético hay un determinismo.

Hay una vida que inicia su desarrollo y una vez se "echa a rodar" el proceso, este se
desarrolla con una fuerza propia. En el desarrollo de la conciencia la fuerza propia no se
presenta con el mismo determinismo. Hay una fuerza fuera de ese organismo que
impulsa, promueve y produce esa nueva dimensión del desarrollo.

El animal no decide su propia vida ni la vida de su cría. Obedece sus pulsiones a nivel
biológico y es el resultado relativamente determinado de una relación ya definida con un
medio. El ser humano depende en el desarrollo de su "humanidad" de la decisión de su
madre.

Esta libertad de la madre, aún ante las leyes biológicas, es la que nos coloca en una
situación de profunda dependencia de ella y de impotencia ya que no somos protegidos
por los determinismos biológicos. En el momento de nacer la criatura, la madre es dueña
absoluta de su vida "humana" o de ni muerte.

En realidad no es que sea dueña absoluta, en el sentido que la madre no puede dar lo que
no se le ha dado. Es dueña absoluta de dar lo que se N dió, más incapaz de dar lo que aún
no ha desarrollado en ella misma.

Esto hace que dentro de una misma especie, llamada especie humana, se den organismos
tan diferentes, con costumbres tan disímiles, que a veces es difícil creer que un Gandhi
pertenezca a la misma especie de un Hitler.

El desarrollo orgánico de los miembros de la especie es muy semejante, pero el desarrollo


de esa nueva dimensión de ser, que es la conciencia, se va diversificando en proporciones
vertiginosas.

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Esta relación en la impotencia y en la necesidad con la madre hace que la criatura sea
completamente maleable respecto a su identidad o conciencia de sí misma. La madre
puede hacer un reconocimiento "amoroso", gozoso y más o menos objetivo de ese
organismo que es su hijo, y por medio de ese reconocimiento ese hijo va creando su
conciencia de ser un organismo armónico, amado, valioso y puede "darse cuenta" de sus
procesos de vida con relativa objetividad. Cuando las condiciones anteriores se dan, el
niño va generando una "conciencia de ser" armónica, o usando otra terminología, un "yo
armónico".

Es un organismo que puede darse cuenta de sus procesos y de la realidad que lo rodea
como amable y valiosa. Usemos como ejemplo la vivencia del hambre. El animal siente
hambre, tiene unos recursos predeterminados para satisfacerla y si su medio se lo
permite, actúa para conseguir lo que necesita. El ser humano siente hambre, tiene
capacidad de mirarse a sí mismo como "un ser que tiene hambre", hacer un juicio de valor
sobre este "tener hambre", y de acuerdo con ese juicio de valor, determinar si satisface o
no la necesidad y en qué medida hacerlo. Además puede "aprender a tener hambre"
(aunque su organismo biológico no esté presentando el desequilibrio que va a producir la
sensación de hambre), por haber hecho un juicio de valoración respecto a "soy valorado o
soy querido porque tengo hambre".

En este caso hay una desarmonía o incongruencia entre un organismo que está en
equilibrio energético y la conciencia de ese organismo que se ve a sí mismo en necesidad.
Posiblemente esa persona siente hambre y satisface esa necesidad aprendida, creando
una necesidad, al organismo biológico de eliminar los excesos. Al satisfacer una necesidad
que realmente no existe en el organismo, se genera un desequilibrio orgánico que
produce a su vez una nueva necesidad.
Aprendemos a vernos a nosotros mismos, a definir nuestro ser, nuestras necesidades y los
recursos para satisfacerlas por medio de "los ojos de mamá". Si mamá es capaz de
reconocer nuestro "ser" como "es" y reconocer sus necesidades tal cuales son, y los
recursos que tenemos para satisfacer esas necesidades de una manera objetiva, nos
vamos a desarrollar como seres que se ven a sí mismos como son, que pueden reconocer
las necesidades que tienen y saber los recursos que tienen para satisfacer esas
necesidades.

Cuando hablo de los "ojos de mamá" uso comillas ya que éste es un lenguaje metafórico.
Realmente la madre está en contacto con las necesidades de su hijo por medio de todo su
organismo. El olfato, el gusto, el tacto, el oído y otras percepciones llamadas para-
normales por nuestra psicología, entran en juego en esta comunicación madre-hijo. Es un
misterio para nosotros los padres el cómo acierta la madre en una necesidad específica
del hijo cuando nosotros nos confundimos y no sabemos qué hacer. El niño llora y la
madre sabe si está mojado, si tiene hambre, si desea ser arrullado; este tipo de
percepción de la madre aunque ha sido estudiado por nuestra psicología convencional, no
ha sido explicado aún dentro de los conceptos convencionales. Se acepta una especie de
"telepatía" o de comunicación en un nivel de conciencia diferente entre estos dos seres

58
complementarios.

Si mamá no ve mi ser como "es", porque no le sirve y no lo acepta y a cambio de esto ve


un ser diferente, que sí puede llenar sus necesidades, tampoco podrá reconocer mis
necesidades ni los recursos con que cuento para satisfacerlas; a cambio verá sus
necesidades que tienen que ver más con las necesidades de ella, y así llegaré a ser un
organismo cuya conciencia únicamente produce disociación. Será un organismo que
biológicamente buscará sobrevivir como es, en una lucha permanente con una conciencia
que busca sobrevivir forzando al organismo a que sea como cree ser.

En el ejemplo del hambre en los primeros meses de vida, el niño siente la necesidad de
comer en forma de un malestar en su organismo. La madre presente va a poder saber que
ese malestar de su hijo se debe a la falta de alimento y se lo proporciona. La madre que
está sorda y ciega a esta forma de "telepatía" explicada anteriormente, en lugar de
satisfacer la necesidad de comida de su hijo, va a satisfacer su necesidad de ser "buena
madre" buscando que su hijo acepte un horario de comida de acuerdo a la moral de la
abuela o el pediatra.

Este niño poco a poco va acomodando su organismo no a sus necesidades sino a las de su
madre creando una conciencia de sí mismo de ser una persona "ordenada en sus
comidas". En esta forma doblega su organismo para que sea como-debe-ser, creando una
imagen de sí mismo que está cada vez más de acuerdo con este debe-ser y en desacuerdo
con ese ser natural.

Durante el resto de su vida va a vivir sintiendo hambre cuando debe sentir hambre,
proporcionando a su organismo alimentos que son tóxicos y no necesita, y dejándolo en
carencia de alimentos que sí le hacen falta. El comer se ha disociado de la necesidad
orgánica de hacerlo y por eso somos tan manipulables por las propagandas. Estas se
dirigen hacia la conciencia disociada que ha olvidado al organismo.

Con la sexualidad se presenta en una forma muy viva esta disociación. El hecho de que
orgánica y biológicamente seamos seres sexuados, y al mismo tiempo que los valores
adjudicados a la masculinidad y a la feminidad sean trabajados cada vez más a nivel de la
imagen del ser que a nivel del ser, por el mismo desarrollo humano, hace que se desdibuje
cada vez más esa relación viva con el organismo, y nos alejemos cada vez más de la
objetividad biológica.

Ese nuevo ser que nace en la relación que llamamos "ser consciente" o "sí mismo" o
"imagen del yo" o de muchas otras formas, de acuerdo a las muchas escuelas psicológicas,
también será sexuado si el reconocimiento recibido es a un ser con un sexo. En esta etapa
de reconocimiento nacerán las discordancias entre el ser de ese organismo y el ser
diferente reconocido por las personas significantes. Cada día que avanzamos en nuestro
desarrollo cultural se enriquecen más los atributos dados a cada uno de los sexos v cada

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vez nadamos en un mayor mar de relatividad. Si la madre considera que es propio de la
masculinidad, porque así lo ha aprendido, el que su hijo no muestre su ternura y sus
emociones y que los únicos recursos relacionales sean del orden de la agresividad, el hijo
pagará el ser hombre con la renuncia a muchas de sus capacidades humanas, para poder
mantener una identidad masculina. Si la madre considera que ser femenina es ser pasiva,
dependiente, no creativa, la hija para poder mantener su identidad femenina, renunciará
a su combatividad y a su feminidad.

La identidad de una persona es como una suma de atributos que esa persona siente que
posee en un momento determinado de su historia. Para saber si posee esos determinados
atributos va a usar su conciencia.

Esta le da una información que puede tener relación con lo que hay realmente en el orga-
nismo o puede tener relación solamente con un mundo ideal creado por la persona en
una conciencia que está separada del organismo. Yo puedo decir que soy masculino
porque nunca siento deseos de llorar; cada vez que alguien contraría mi voluntad me dan
ganas de golpearlo y a veces lo hago, al ver una mujer por la calle la "desnudo con la vista"
y además no me ando con sensiblerías con la gente.

Esta imagen que mi conciencia me da de mí mismo hace que yo me atribuya un valor


cultural que se llama masculinidad. Por otro lado sé que soy querido por las personas que
son importantes para mí solamente si yo llevo ese rótulo de masculino.
Posiblemente si un día los atributos que veo en mí no coinciden con esa escala de valor
masculino, voy a ser rechazado y despreciado por esas personas significativas para mí.
Para poder seguir siendo valorado y admirado por ellas voy a negar y rechazar en mí
cualquier atributo que se salga de esa escala de valores culturales que es la masculinidad.

Si en un momento determinado siento ternura y ganas de llorar al ver a un prójimo en una


situación emocionalmente importante, voy a contener esa ternura para no mostrarla ya
que sería despreciado por sentirla. Las primeras veces que esto me sucede, yo siento la
emoción y hago una serie de tensiones musculares y esfuerzos para no mostrarla. Luego
esas retenciones musculares se van volviendo crónicas y ya mi conciencia no percibe la
ternura. Yo voy a sentir que soy fuerte y "masculino" porque las sensiblerías son para las
mujeres. Es posible que en vez de ternura sienta un dolor de cabeza o de espaldas o una
gastritis.

Estos dolores son respuestas orgánicas que reemplazan sentimientos prohibidos. En este
caso la conciencia está percibiendo solamente una parte de la realidad de ese organismo.
La realidad total es la presencia de la ternura, la prohibición de esa ternura, el esfuerzo
orgánico llevado a cabo por medio de la retención de energía en los músculos o en las
vísceras (estómago o intestinos), por último el dolor que produce esa retención crónica.
Cuando hablo de una respuesta o una percepción organísmica, me refiero a aquellas
situaciones en las cuales todo el organismo está presente y soy consciente de todas sus
reacciones. Siento la ternura, mi corazón se acelera, deseo acercarme a la otra persona.

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Siento como me conmuevo en mi organismo y actúo de acuerdo a todo ese movimiento
interior. A esto lo llamo una "conciencia organísmica".

Por la forma como se nos ha programado, ya sea presionándonos abiertamente como en


el caso de los padres que persiguen a sus hijos permanentemente para que no sean
"maricas", o de las madres que castigan a sus hijas por bruscas o "marimachos'; ya sea con
la presión sutil y devastadora de la condicionalización del cariño, como en el caso del
padre que deja de atender a su hijo y tenerlo en cuenta porque éste juega con muñecas, o
la madre que prefiere clara y explícitamente a una de sus hijas porque es "femenina"; la
masculinidad y la feminidad se han convertido de esta manera más en valores culturales
que en valores organísmicos. Son valores que están más dentro del mundo de las ideas
que dentro del mundo de los valores encarnados.

El sexo como elemento de nuestro organismo desaparece poco a poco y es reemplazado


por una ideología sobre la sexualidad como lo ha denunciado Michel Foucault en el primer
tomo de su libro, La historia de la sexualidad.

Siendo la identidad una especie de suma o totalización de los atributos que una persona
en un momento determinado percibe en sí misma, cuando éstos pertenecen más al
mundo de las ideas que a la realidad del organismo, o sea cuando son más inventados que
sentidos, como en el caso de la dureza masculina, podemos hablar de una identidad que
estorba, en lugar de ayudar a esa persona a adaptarse a su medio.

La identidad es una percepción total de sí mismo que busca armonizar todas las funciones
del individuo incluyendo la sexualidad genital. Las percepciones que encajan dentro de esa
percepción total, la persona las hace conscientes. Las que no están de acuerdo son
negadas.

Si el niño se da cuenta de las sensaciones especiales que siente en sus genitales al


acariciarlos, y al mismo tiempo ve la angustia que la madre muestra en forma explícita o
larvada, de su percepción total va a tener que negar o la angustia que ve en la madre, o la
sensación agradable que siente en sus genitales porque las dos percepciones no encajan o
no son congruentes dentro de esa totalidad.

También puede percibirlas juntas creando, si esta experiencia se repite con frecuencia,
una asociación entre placer y miedo que en el futuro puede manifestarse en forma de una
eyaculación precoz o una apatía o cualquier otra forma de disfunción.

La sexualidad puede desarrollarse en el niño como una función organísmica, o puede


llegar a ser solamente una función orgánica disociada del organismo total y en relación
con un valor cultural determinado. La cultura se arraiga tanto en la conciencia como una
ideología, como en el organismo como una forma de percibirse a sí mismo y al medio.
Nuestro organismo aprende a percibir los olores que tienen relación directa con la
atracción de los sexos,

61
Como algo sucio. El sudor y los olores de los genitales son catalogados como sucios. No
solamente creemos que son sucios sino que nuestro organismo tiene una respuesta de
rechazo visceral a ellos. Hay personas que ante algunos de estos olores tienen una
reacción orgánica de vómito. Pueden percibir con la vista atractiva a una persona pero su
olfato los rechaza. Pueden sentirse excitados y con repulsión a la vez.

En este caso vemos dos reacciones orgánicas encontradas, de las cuales la persona tiene
conciencia. Una forma de resolver este conflicto es la de suprimir la conciencia sobre una
de estas dos percepciones. Una reacción organísmica sería aquella en la que se compro-
mete en forma armónica el organismo total y la conciencia sobre ese organismo
comprometido creándose una totalidad de experiencia.

Por el hecho de haber creado tantos valores a nivel ideológico y moral acerca de la
sexualidad en general como de la masculinidad y feminidad, esta clase de experiencias
han dejado de ser valores organísmicos para pasar a convertirse en valores ideológicos,
morales y culturales que muchas veces desmembran el organismo para hacerlo aceptable
a la aprobación social. Un ejemplo acerca de esta forma de ruptura de la totalidad de la
experiencia es la formación machista en la cual al hombre desde muy temprano se lo va
acondicionando a nivel de su cuerpo y a nivel de su conciencia para tener que responder
permanentemente con excitación genital y deseo de apareamiento ante cualquier tipo de
relación con la mujer.

Somos seductores por decreto y esto hace que seamos también solitarios que han
castrado todas sus posibilidades de acercamiento en la ternura, en la sensualidad y en
otras formas de gozo en el encuentro. Parte de esta programación la ha hecho la moral
cristiana con su sacralización de los genitales hacia los cuales ha creado una verdadera
veneración. El sexto mandamiento es el que en últimas marca hoy en día la virtud o el
pecado de un discípulo de la Iglesia. "En una cosa conocerán que sois mis discípulos: que
os amáis los unos a los otros", decía Jesús. "En una conocerán que sois hijos de la Iglesia,
en que juzgáis a los seres humanos de acuerdo a su conducta sexual" dicen los sacerdotes
de su Iglesia.

Esta magnificación y sacralización de la sexualidad genital ha ayudado mucho a mantener


disociado o separado el desarrollo de nuestra capacidad de desarrollo total, incluyendo
nuestra capacidad de relación sexual genital, de la sexualidad como concepto. La geni-
talidad queda así marcada por valores culturales y desarraigada del organismo. La primera
situación en la que el ser humano comienza a producir este desarraigo es la relación con la
madre en la cual es aceptado y amado en su totalidad o es rechazado por "algunas" de sus
conductas, percepciones o sentimientos, llegando este ser humano a rechazar en sí mismo
lo que la madre rechaza de él para poder mantener esa aceptación incondicional que es
requisito para sobrevivir.

Hablamos de psicopatología sexual como si se pudiera analizar un comportamiento


estanco de una estructura viva, con los vicios perceptivos que nos

62
Han producido todas las disciplinas médico-científicas basadas en una concepción básica
mecanicista. Muchas técnicas de sexología actual olvidan la totalidad y el contexto del ser
humano.
Tratar una eyaculación precoz con la técnica "stop and go" (pare y siga) que consiste en
que el partner sexual presiona el pene en el momento en que la eyaculación está a punto
de venir, sin tener en cuenta el contexto de una pareja determinada es lo mismo que
tratar una artritis gotosa usando linimento en el dedo gordo sin tener en cuenta la dieta y
los niveles de ácido úrico.

Siendo absurdas algunas técnicas como las dilataciones o estimulaciones o exploraciones


del "punto g" que hacen algunos sexólogos sin analizar el contexto de la pareja, de esa
persona o la forma como utiliza su vida sexual.

Tuve que presenciar las frustraciones de muchas parejas que continuaron teniendo serias
dificultades de relación reflejadas en la mecánica sexual, después de haber sido sometida
la mujer a una forma de cirugía plástica que estrecha la vagina para obtener mayor nivel
de "sensibilidad". El uso de "voluntarios" o "voluntarias" que ayudan a practicar las
técnicas, o el uso de material visual sexual también ayudan a disociar la sexualidad del
contexto de la pareja concreta. La genitalidad disociada de la totalidad del organismo por
lo general va a vivirse más en función de la posesión, la dominación y la guerra que en una
búsqueda de un encuentro amoroso.

El tratar lo que llamamos "trastornos de la sexualidad" limitándonos a la mecánica de los


organos genitales, es más o menos como tratar la enfermedad de una planta, que se
manifiesta en las hojas, manipulando únicamente las hojas o como tratar la insuficiencia
hepática de un alcohólico con drogas que protegen el hígado.

Cuando la relación del árbol con su medio ambiente falla, sus hojas pueden tornarse
amarillas, o el tornarse amarillas puede ser una forma de adaptación al medio ambiente,
como es el caso de la caída del follaje en el otoño. Si un agrónomo no entiende la relación
de ese árbol, como un todo armónico con el medio, va a querer quitar las hojas que han
cambiado de color, como si este cambio de color fuera una enfermedad.

Esta "curación" puede producir la muerte del árbol. Lo mismo puede suceder con una
mujer que no tiene ninguna vida sexual genital como una forma de adaptación a su medio
específico. Muchas veces queriendo "curarla", podemos forzarla explícita o sutilmente a
tener relaciones, produciendo muchas veces trastornos serios en un organismo. Así como
en el árbol hay que analizar qué pasa con la tierra, el clima y la raíz, antes de proceder a
mutilar sus hojas enfermas, así en el ser humano una manifestación a nivel de los hábitos
sexuales debe ser analizada dentro de un contexto total.

El organismo es una totalidad en relación con el medio, constituyendo


de esta forma un sistema que lo trasciende. A esta visión del ser como una
totalidad en relación con otra totalidad la llamamos holística. Aunque este término que

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viene del griego "holos" como totalidad o el todo, es aún un término especializado, quiero
emplearlo en este texto no técnico porque hace parte de un nuevo lenguaje que cada día
va a ser más conocido. En 1986 se fundó la primera Universidad Holística del mundo en
París, y en 1987 se llevó a cabo el Primer Congreso Internacional Holístico en Brasilia. En el
movimiento que lleva este nombre se están agrupando físicos, químicos, médicos,
astrónomos, artistas, creadores en todos los ramos; antropólogos, psicólogos, etc. Busca
estudiar al ser humano como un elemento del universo sin disociarlo ni disecarlo de él. Al
mismo tiempo es un intento de síntesis del pensamiento humano, buscando ese necesario
encuentro entre el pensamiento de Oriente y el pensamiento de Occidente.

Por último este movimiento también fija su atención en estados de conciencia que
actualmente en Occidente no se presentan con frecuencia porque han sido reprimidos y
marginados por los pensamientos oficiales tanto religiosos como científicos, quedando de
esta manera mutilada gran parte de la capacidad de desarrollo de conciencia del ser
humano actual haciéndolo de esta manera muy susceptible de ser alienado.

El modelo holístico aplicado al ser humano hace que se integren todas sus potencialidades
de tal manera que la misma energía producida por el sexo pueda llegar a ser la fuerza que
nos lleva a vivir en relación con Dios permitiéndonos el desarrollo de una espiritualidad
armónica con nuestro ser encarnado. Hasta ahora la raza humana ha sido analizada y
estudiada como un compartimiento estanco dentro de un universo con relaciones de
dominación y de defensa respecto a éste. Lo mismo que se ha hecho con el hombre
mismo dividiéndolo en múltiples compartimientos como son el de su psique, su sexo, su
religiosidad, su cuerpo, su masculinidad o feminidad, su voluntad, su memoria, su hígado,
su cerebro, etc.

En esta división busca cada ver más dicotomizar en vez de armonizar creando
antagonismos por ejemplo entre la sexualidad y la espiritualidad, entre la creatividad y la
voluntad, entro la carne y el espíritu. Es difícil para nosotros entender que toda la energía
de nuestro espíritu se genera en "la carne" por ser seres encarnados. Una versión holística
del ser humano propone ver la raza humana solamente en relación con el todo del
universo, y cada órgano, cada elemento y cada fuera del ser humano en una relación de
co-creación con el resto.

El haberme separado de un modelo holístico del organismo humano, en el cual


interactúan permanentemente su dimensión biológica, psicológica y espiritual nos pueden
llevar a veces a romper equilibrios que se han logrado con mucho esfuerzo en un
determinado organismo para poder mantener la armonía indispensable para la vida. Un
hombre o una mujer pueden estar haciendo una impotencia o una frigidez como una
forma de mantener un equilibrio. He atendido personas que se han enloquecido por
haberse sentido presionadas actuar de determinada manera una sexualidad ante la cual
sentían pánico.
Ese pánico hacía parte de ese equilibrio. De la misma manera que el ser humano ha ido
creando enormes destrozos ecológicos por estar actuando en el mundo sin tener en

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cuenta el modelo holístico. En un momento de terminado una persona puede considerar
importante disminuir su tiempo de vuelo entre París y New York en tres horas y va a usar
un avión supersónico.

Este vuelo produce un destrozo en una determinada capa de la atmósfera que puede ser
analógicamente equiparado al de la persona que se vuelve loca ente un hecho en que no
se ha tenido en cuenta el contexto. Ha habido muchas denuncias sobre el desastre
ecológico que se está causando en la capa protectora de ozono. Sin embargo parece que
no hay cambios sustanciales en las cosas que hace el ser humano para destruirlo.

En la época moderna los problemas sexuales son tratados como "enfermedades" ya que
tanto la psicología en general, como la sexología específicamente nacen y son
desarrolladas en Occidente por médicos que aplican su forma de pensar y definir los
problemas a los llamados "problemas sexuales". Aún hoy algunas escuelas médicas miran
con celo el hecho de definir el problema de las impotencias o disfunciones sexuales como
únicamente psicológicas y la búsqueda de las milagrosas pastillas que permiten tener una
buena pareja y satisfacerla plenamente sigue dándose en todos los medios.

Esto ha producido una moral médica, psicológica y sexológica de lo que llamamos


"normalidad", la cual, como toda moral, genera necesidades que son explotadas por los
fariseos de turno. Muchas veces un diagnóstico, que no pasa de ser un juicio moral, puede
generar trastornos profundos en una determinada persona. Conozco personas que han
sufrido mucho teniendo que crear modos de vida que los proteja de exponerse al rechazo
después de recibir un diagnóstico.

Hay unos que hacen muchas cosas para ocultar que sus genitales son "infantiles" (sobra
decir que a criterio del médico o del sexólogo que colgó ese título), otros temen mostrar
el tamaño de su pene, porque de acuerdo a las medidas internacionales cada vez más
difundidas, no alcanza el tamaño requerido, otras pasan la vida entera mintiendo a su
pareja porque se consideran "anorgásmicas" de acuerdo a los últimos "tests" de la revista
de difusión sexológica de turno.

El humano es un organismo vivo que tiene la capacidad de mirarse a sí mismo en su


existir. Al mismo tiempo tiene la capacidad de crear una imagen de sí mismo permanente.
No solamente tiene la capacidad de observarse a sí mismo en su inmediato existir sino
que crea una imagen de sí mismo que trasciende ese inmediato existir en el aquí y ahora.
Esa imagen que trasciende olimpo y que tiene una relativa permanencia la crea en la
relación con otros oros humanos.
Es un organismo que extrae su sentido de existir en ese mirarse así-mismo-siendo-mirado-
amorosamente. Tiene también la capacidad de crear una imagen permanente de sí mismo
que no está de acuerdo con su organismo real (una identidad incongruente con su
organismo) en la búsqueda de ser mirado aprobatoria y amorosamente, poniendo ésta
última necesidad por encima de la necesidad de tener una imagen que está de acuerdo a
su propio organismo.

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A- La moral y la identidad

Las personas que trabajamos con seres humanos en esa área de la identidad (la imagen
permanente de sí mismo) tenemos que ser muy cuidadosos con las morales de cualquier
tipo. La moral judeocristiana ha disociado la sexualidad mitificándola a tal punto que
convirtió la conducta sexual de acuerdo a unas pautas morales instituidas por ella, en
criterio último para la valoración de una vida humana. Una persona merece su existencia y
el amor de Dios si cumple esas normas, aunque su crecimiento a otros niveles humanos,
como la capacidad de amar al prójimo, sean muy deficientes.

Somos producto de esa moral, y seguimos siendo hombres morales. Aunque hayamos
cambiado las reglas, el espíritu moralista sigue siendo igual. En lugar de decir: "tal persona
está mal porque se masturba", ahora decimos "tal persona está mal porque no se
masturba", antes decíamos: "está mal porque tiene relaciones sexuales"; ahora, "está mal
porque no tiene relaciones sexuales".

Somos producto de una cultura moral y hemos aprendido a buscar nuestra seguridad en la
aprobación que recibimos de los demás por medio del cumplimiento de la moral, llámese
esta moral freudiana, kaplaniana, master y Johnsiana, científica, reichiana, católica-
romana, cristiana, liberacionista, etc.

Entiendo por moral cualquier "norma" que condicione "desde afuera" al ser humano, para
ser aprobado como "normal". Nosotros como terapeutas, en forma muy sutil muchas
veces, y atrapados en un marco ideológico rígido, con mucha frecuencia nos convertimos
en moralistas. Esta situación nos lleva a invitar a la persona, para la cual somos
significativos porque nos tiene como terapeutas, a cambiar una vez más la imagen de sí
misma en busca de nuestra aprobación, en ocasiones llevándola a alejarse aún más de su
propia vivencia organísmica.

Este alejarse de su ser va a convertir a esa persona en un mayor alienado en la moral, la


cual cada vez se convierte mis en su única guía, al alejarse cada vez más de su centro. La
capacidad para contactar ese centro deviene de la capacidad que tiene el organismo de
tener una imagen de sí mismo correspondiente a ese organismo. O sea la capacidad de ver
el organismo existente propio, en vez de una imagen de un organismo ideal no existente,
pero que sí recibe aprobación de la persona significativa.

Una persona es significativa para otra cuando es valiosa para esta otra. La madre es el
mejor ejemplo de significación. Ella es significativa para el niño en la medida en que todos
los juicios de valor que hace respecto a él, son muy importantes para éste.

Si una persona desconocida le dice al niño que as un bruto, la recupercusión que tiene
sobre ese niño este juicio de valor es muy poca. Más si eso mismo lo dice la madre con
alguna frecuencia a w hijo, éste va creándose poco a poco la imagen de sí mismo como
una po sona bruta.

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Otro ejemplo diciente de la significancia es el del enamorado. Cuando una persona se
enamora de otra, esta otra pasa a ser significativa de tal manera que rus juicios de valor se
tienen cada vez más en cuenta por el enamorado.

Con mucha frecuencia encontramos seres humanos con mucha inseguridad respecto a su
imagen corporal, siendo personas que de acuerdo a los cánones estéticos culturales
pueden ser catalogadas como atractivas. En estos casos encontramos a un enamorado o
un padre que han hecho sobre ellas juicios de valor estéticos desfavorables.

Una persona es significativa teniendo en cuenta varias categorías de valores. Ya sea


porque tenemos necesidad afectiva de esa persona, ya sea porque tenemos otro tipo de
necesidad respecto de ella. También es significativa porque la valoramos
independientemente de la necesidad que tengamos de ella.

La capacidad de valorar a otras personas nace de la valoración que hemos recibido de las
personas significativas para nosotros. La persona que no ha sido valorada tiene mucha
dificultad de valorar, creándose un círculo vicioso: en la medida en que no puede valorar a
otras personas, éstas no serán significativas para él y no podrá ser valorado por ellas.

El precepto evangélico dice: "al que tiene mucho se le dará más, y al que tiene poco lo
poco que tiene le será quitado", se cumple en esta relación de valoración. Una persona
que se ve a sí misma como mala, tenderá a ver a las personas que la rodean domo malas,
y cuando algunas de ellas le diga que no la ve mala, juzgará lomo equivocada a la que hace
un juicio diferente a su propio juicio de desvalorización.

En mi concepto la persona que ha sido valorada por las personas significativas que la vida
le dió, va a tener capacidad de valorar mucho más facilmente s las personas que la rodean
y al mismo tiempo va a recibir más juicios de valoración positiva del medio en el que
interactúa, pudiendo aceptar esos juicios como veraces. Así, cada juicio aceptado, va a
pasar a ser parte de la imagen de sí mismo, enriqueciéndose cada vez más en la relación.

Por el contrario, cuando no hay capacidad de valorar, los juicios recibidos de valoración
positiva van a ser descalificados, resultando la relación con el medio empobrecedora. Esta
persona buscará permanentemente, para defenderse, estrategias de aislamiento, en lugar
de estrategias de comunicación con el medio.

Esta imagen real de nuestro organismo, la hemos formado cuando las personas que son
significativas para nosotros han aprobado y amado los procesos reales de nuestro
organismo. Cuando, por cualquier moral, un proceso la nuestro organismo es tildado de
"anormal", nuestra necesidad de aprobación nos lleva a resolver el "perder el contacto"
con nuestro organismo. Por medio del contacto permanente con nuestros procesos
organísmicos estamos relacionándonos con la realidad, orientándonos con las señales que

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Recibimos de ese organismo. Estas señales y esta orientación yo la llamo "ética", en
contraposición con la moral. Cada vez que definimos un fenómeno como síntoma,
hacemos una referencia moral a ese fenómeno, que conlleva un rechazo implícito,
convirtiéndonos en fariseos de esa determinada moral.

No solamente en la relación terapéutica individual podemos generar situaciones que


inviten a una determinada persona a "desconectarse de su centro" para seguir una pauta
externa. En las vivencias grupales también se genera una moral grupal a veces mucho más
potente que la moral individual. Es frecuente en psicoterapia tener que trabajar con una
persona que en una convivencia se ha sentido forzada a romper una pauta propia, para
hacer algo exigido por la moral del grupo.

Muchas veces rompiendo su identidad y entrando en caos por haber perdido o actua do
contra una de esas seguridades adquiridas que llamamos defensas. Esta persona en lugar
de lograr una identidad más congruente y más de acuerdo con su organismo, ha adquirido
una nueva identidad parásita, en conflicto con su identidad anterior, ambas
desconectadas de su organismo.

La función del terapeuta, no debe ser la de cambiar una moral por otra moral, sino la de
facilitar un ambiente en que la persona pueda realmente elegir lo que quiere vivenciar, sin
ningún tipo de presión. El terapeuta de grupo debe buscar el "desmoralizar" a los
componentes del grupo, con el fin de quo cada uno tenga la responsabilidad y la libertad
de hacer su vivencia peo fuera de la búsqueda de "normalidad", y por tanto liberándose
de la necea' dad de aprobación externa.

Es muy frecuente el manejo del poder con la moral. El que sustenta una moral reconocida
tiene un poder de manipulación sobre el prójimo, derivada de esa moral. Muchas veces
las discusiones acerca del bien o el mal sobre determinado acto esconden una lucha por el
poder.

Como más tarde veremos, muchos conflictos llamados o rotulados como sexuales en las
parejas, son únicamente conflictos de poder ante los cuales, como terapeutas, tomamos
partido apoyando a uno de los miembros de la pareja con nuestra moral.

Un hombre, por medio de una eyaculación precoz, puede en un momento, determinado


ejercer un control sobre su pareja, y gracias a este control mantener una simetría de
poder. En el momento en que diagnosticamos como un "pecado contra la normalidad
sexual" ese fenómeno, estamos tomando partido, entrando a formar parte en el conflicto
de pareja y posiblemente agravándolo.

B. Desarrollo e identidad.

Entiendo por identidad el conjunto de conocimientos, información y percepciones


organizadas que tengo respecto a mí mismo, el cual me va A dar una imagen total

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congruente sobre mí mismo.

Esta imagen es permanentemente cambiante y al mismo tiempo estable, para poderse


llamar identidad. Es también una imagen formada por medio de mi percepción del medio
ambiente y mi manera de interactuar con él. Hay un elemento permanente en esta
imagen que es el que me permite sentirme como un yo determinado aunque esté en
situaciones completamente diferentes.

Hay también un elemento cambiante que es el que me permite sentirme "distinto"


cuando estoy actuando en medios diferentes. Cuando hablo de mi percepción del medio
ambiente me refiero a la forma como yo percibo la realidad y no a la realidad misma. Para
una determinada persona el mundo es malo y hay que desconfiar de él, mientras que para
otra ese mismo mundo es al bueno y se puede confiar. La misma imagen que me
construyo de mí mismo y la forma como me percibo ya está muy distorsionada por esos
procesos descritos anteriormente de aceptación o de rechazo.

Esa identidad as un concepto nacido de la relación de la imagen que tengo de mí mismo


con la imagen con la que convivo. La identidad tiene que ver con el concepto del yo. Este
se configura poco a poco en el desarrollo, frente al concepto del no-yo. Mi identidad va
naciendo y creciendo a medida que voy acumulando información sobre mí mismo en el
devenir de mi existencia, y esa información sobre mí mismo está constituida por la
observación que voy haciendo de mi reactividad o mi respuesta al medio con el que
permanezco en relación.

Es difícil hablar propiamente de identidad en un niño autista o en un autista profundo


adulto, ya que no hay relación con un medio propiamente dicho. La psicología y la
psiquiatría llaman autistas a unos niños que desde muy temprano en su vida no muestran
ningún interés en el mundo que los rodea. Muchas veces parecen sordos, ciegos e
insensibles. Es como si dijeran: "el Mundo es tan malo que preferimos no salir de nosotros
mismos en donde construimos un universo más manejable".
Como esa imagen de mí mismo tiene que acoplarse a unas leyes de congruencia, para
poder conformar una totalidad armónica, el recurso que voy empleando durante la
formación de ésta es el "machetear" como se dice en el trabajo experimental. Los datos
que no concuerdan y desarmonizan con esa imagen incipiente, son rechazados por mi
percepción y los datos que no concuerdan, de esa realidad que está en relación con migo,
también los desecho. Realmente no es que exista una imagen de mí mismo propiamente
dicha y una imagen de la realidad que me rodea. Lo que existe es una imagen de una
relación existente entre mi yo y mi no-yo.
Mi identidad es la descripción que yo hago de esa relación con el medio. Hay pérdida de
identidad si desaparece el medio o desaparezco yo. Es un juego de imaginación describir
un yo sin una relación con el medio. Con unos ejemplos aclaro un poco ésta situación. Si
tengo como parte de mi identidad el ser-bueno, eso quiere decir que tengo una forma de
relacionarme con lo que me rodea que recibe la connotación de valor de bondad. Si digo:
soy un ser humano, me refiero que mi relación con el medio es una relación que tiene las

69
características que se llaman humanas. Si digo: soy hombre, estoy refiriéndome con esa
connotación a una forma de relación humana con el medio, o puedo referirme a una
forma de relación masculina, entendiendo por masculina una serie de modalidades
relacionales que son significadas por esa palabra.

Todo lo que tiene que ver con nuestro lenguaje se relaciona con la cultura dominante. Si
soy un guerrero que me alejo de mi hogar en el siglo XI para ir a rescatar el Santo Grial,
matando todos los moros que pueda, voy a ver me a mí mismo como una persona buena
porque en ese momento histórico es bueno hacer eso. Si hoy hago una matanza para
defender la propiedad privada voy a ser considerado malo. Si me acerco hoy en día a una
mujer y muy amablemente le ofrezco una elegante cena y busco satisfacer sus caprichos
mientras consigo que ella satisfaga los míos, voy a ser considerado un caballero.

Si esta misma conducta la actúo en el siglo V siendo un visigodo, sería considerado un


loco. En estos dos ejemplos hago referencia a una imagen que se forma en relación a un
valor cultural y por tanto moral. La forma como yo califico mi manera de relacionarme
con la realidad, es cotejar mi conducta con una regla exterior a mí.

Hay una segunda forma de ir creando esa imagen que nace de la experiencia misma. El
cruzado para poder hacer sus matanzas y alejarse de sus tierras tenía que disociarse de su
experiencia para entrar en comunicación directa con la moral que le ordenaba dicho acto.
Todos nosotros sabemos que en nuestro interior hay una pauta que se va formando por la
experiencia, que nos impulsa a hacer ciertas cosas y dejar de hacer otras. Cuando yo veo
una persona en necesidad en una vía pública porque ha sido atracada o atropellada y no la
ayudo, tengo que ir contra algo que hay en mí que me pide ayudarla: Para poder callar ese
algo que me impulsa a dar la ayuda voy a recurrir a cualquier forma de moral que
justifique lo que hago.

Poco a poco de esta manera voy perdiendo el contacto y la sintonía con ese algo interior y
voy necesitando más las morales. La imagen de mí mismo se irá formando cada vez más
de acuerdo a esas morales exteriores, en vez de ser una respuesta a una forma de
experimentar la vida. Si yo ayudo a esa persona en contacto con ese centro que me
impulsa a hacerlo, en mí mismo se da una experiencia con la cual me siento armónico
conmigo mismo y con el mundo en que vivo aunque el acto que realizo me lleve a la
muerte.
La fuerza y la congruencia de la imagen de mí mismo viene del interior brotando de esa
armonía que experimento al realizar determinado acto. Cuando estoy desconectado de
este centro o de ese algo, la fuerza de mi imagen vendrá de la aprobación o el rechazo que
obtengamos por determinado acto. Si la abstinencia sexual nace en mí movida por el
deseo de servir a la comunidad como algo congruente y armónico, no voy a necesitar que
nadie sepa que estoy "ayunando" y mucho menos voy a andar exigiendo a los demás esta
abstinencia. Si nace de una moral, voy a vivir resentido y sintiendo que mi organismo está
disarmónico. Al mismo tiempo la validez de esa moral estará basada en el que la aplique
mucha gente (moral viene de la palabra mos, del latín costumbre).

70
Por tanto me tendré que volver un fariseo de esta moral. Si realizo un acto sexual que
nace de mi centro y en el cual me comprometo armónicamente, la experiencia misma de
la validez al acto y va a darme una información sobre la congruencia de mi autoimagen.
Sin embargo si realizo ese mismo acto sexual obedeciendo a cualquiera de nuestras
morales sexológicas o machistas, voy a tener que encontrar la aprobación en el
chismorreo con los amigos, o en el compartirlo con mi sexólogo de cabecera o en un libro
que me diga que lo que hago está bien.

El desarrollo de esta imagen cambiante y permanente a la vez se hace por etapas en las
cuales, primero se va creando la urdimbre que tiene relación con lo permanente, para
luego en las etapas posteriores de la vida ir enriqueciéndose en la medida que la armonía
de la urdimbre lo permita. Usando una analogía podemos referirnos a esos primeros
movimientos de la formación de la personalidad, como esos primeros pasos que hace el
tejedor cuando comienza a elaborar un tapete. Lo primero que hace es organizar en el
telar los hilos sobre los cuales va a hacer el tejido. En estos hilos ya está la matriz del
tapete.

Otra analogía que sirve es la de los cimientos de un edificio. Aunque en ellos no está el
edificio, el desarrollo posterior de éste va a quedar sometido completamente a estos
cimientos. Sobre una urdimbre de un metro cuadrado es imposible confeccionar un tapete
de diez metros cuadrados; o sobre una urdimbre tejida con alambre rígido y grueso va a
ser muy difícil confeccionar un hermoso velo de seda. Esa urdimbre se construye en los
primeros momentos relacionales de la vida.

No es mi intención hacer preciosismos psicológicos; para hacer una breve descripción de


estas etapas voy a usar uno de los múltiples paradigmas de los que las escuelas
psicológicas usan para referirse al crecimiento de esa instancia psicológica que llamamos
identidad.
Al nacer el niño viene predeterminado genéticamente a ser un organismo biológico,
macho o hembra. Es un organismo vivo que acumula millones de días de aprendizaje vital
con capacidad de llegar a ser un ser consciente, al entrar en una relación adecuada con su
medio. Su medio, en los dos primeros meses de vida, está constituido por su "relación"
con la madre.

No se puede hablar propiamente de relación en estos dos meses, ya que hablando con
exactitud, existe una relación entre dos seres biológicos diferentes, pero a nivel
psicológico (entendiendo por psicológico lo relacionado con la vida de la conciencia) hasta
ahora se está iniciando la gestación.

No se trata de dos organismos como eran concebidos por nuestra filosofía Occidental
dualista con las imágenes de cuerpo y alma o carne y espíritu. Es un organismo vivo que
nace sin todas sus potencialidades desarrolladas, caso contrario a lo que sucede con la
amiba, que nace ya en la plenitud de su desarrollo. El nacimiento como producto de la
sexualidad presupone la relación de un organismo totalmente desarrollado con un

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organismo que, cada vez más en la escala de evolución, va completando su crecimiento a
través de su vida. A mayor desarrollo evolutivo, mayor potencialidad en el momento del
nacimiento y menor desarrollo actualizado.

C. Etapas de desarrollo
1. Etapa autista

Podemos decir que al nacer, el niño comienza la gestación de su función consciente, no


como un ser distinto de su ser biológico, sino como una parte integrada del organismo
total. En los dos primeros meses de vida su función consciente está en embrión dando los
primeros pasos significativos para estructurar su urdimbre. Esta etapa es llamada autista y
según parece no existe aún una relación propiamente dicha con la madre. Es como la
semilla que aún usa sus propias energías para dar sus primeros pasos en el desarrollo, si el
medio que la rodea es continente. Si no lo es, esos primeros pasos de germinación se
malograrán, porque aún no tienen recursos relacionales suficientes para comenzar a
extraer los nutrientes de la tierra.

Usando una analogía diferente, esos dos primeros meses se pueden comparar a los
primeros días del óvulo fecundado, en los que aún no hay una implantación placentaria
que permita a ese óvulo recibir las energías necesarias para continuar su crecimiento en la
madre a través de la placenta. Son dos meses en que se juega la posibilidad de "ser" ya
que al finalizar este período, ya este organismo se ha capacitado para entrar en relación
con la madre, como la semilla en relación con la tierra o el óvulo fecundado, en relación
con el útero materno. Si en estos dos primeros meses no se dan las condiciones
necesarias, ese organismo malogra su potencialidad relacional y con ella su potencialidad
de conciencia.

2. Etapa simbiótica

De los dos a los seis meses, este organismo establece su primera relación, que llamaremos
simbiótica, con la madre o con un sustituto. En esta etapa se va desarrollando el
organismo en relación con esa madre y van apareciendo poco a poco las primeras
vivencias de identidad relacional. Ese ser se va sintiendo reconocido como parte de esa
relación con la madre y va aprendiendo a sentirse en ella. A sentirse como algo grato
(cuando sus necesidades son gratificadas), algo valioso, y algo significativo. O como
estorbo, sufriente o causante de sufrimiento, algo malo, de acuerdo con la vivencia de la
madre.

Por no haber una diferencia entre el yo y el mundo que lo rodea, la percepción es


totalizadora. Se vive a sí mismo y al mundo como valioso, o se vive a sí mismo y al mundo
como estorboso. Solamente después, cuando se comienza a percibir una diferencia entre
el yo y en no-yo, los juicios de valor respecto a sí mismo y al mundo pueden ser
diferenciados.

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En el trance se repiten estas vivencias totalizadoras, sin una diferencia clara entre el yo y
el mundo que lo rodea. Esa relación está determinada por la necesidad que tiene el niño y
la plenitud dadivosa que tiene la madre. En estas dos primeras etapas, el niño tejerá la
urdimbre de su estructura psicológica en la cual están presentes las posturas básicas res-
pecto a sí mismo y al mundo que lo rodea.

Cuando en la etapa autista la madre cumple adecuadamente sus funciones de continente


amoroso, el niño comienza a crear las primeras reglas de lo que podríamos llamar una
"ética organísmica". Él está en relación consigo mismo (usando una figura lingüística en sí
misma contradictoria), respondiendo a la regla básica de "necesidad-actuación-
satisfacción-placer". El niño siente una necesidad, v.gr., frío; esa necesidad le produce una
sensación de desarmonía y lo lleva a actuar para buscar esa armonía perdida. Actúa, por
ejemplo, llorando. La madre o un sustituto están en capacidad de entender esa señal por
la comunión amorosa que tiene con el niño.

Responde protegiéndolo del frío y satisfaciéndolo de esta manera. Esto permite al niño
recuperar su equilibrio termico experimentando placenteramente esta armonía
recuperada.

Hablo de "ética organísmica" aunque en principio sea una redundancia. Mencionaba


anteriormente un algo o un centro que nos impulsa a actuar de determinada manera y
una vez que lo obedecemos obtenemos una respuesta interior que nos señala una
armonía o una desarmonía consigo mismo y con la imagen de nosotros mismos. Cuando
tomamos el niño a sus pocos meses de vida, en esa relación con la madre es más fácil
entender el proceso de la ética en contraposición con la moral.

La imagen que tiene el niño de sí mismo en esta etapa es analógicamente parecida a la


imagen que puede tener mi cerebro de sí mismo. Si yo fumo, yo en mi totalidad voy a
recibir los efectos de ese acto, y mi cerebro como parte de esa totalidad va a dar la
información de los resultados de ese acto. Yo puedo enseñarle a mi cerebro una moral
orgánica de fumador, o sea puedo enseñarle a necesitar la nicotina como estimulante. En
la analogía diré que mi cerebro ha sido programado por mí para necesitar la nicotina para
"sentirse bien".

Ya está desconectado de su función orgánica armónica y ha aprendido algo nuevo. En esta


etapa de la vida la relación madre-hijo es semejante a la relación de mi organismo con mi
cerebro. Lo que la madre hace repercute sobre el niño, y lo que el hijo hace repercute
sobre la madre. Como la estimulación de mi cerebro repercute sobre todo mi organismo,
la programación del niño también repercute sobre la madre. Ese organismo total que es la
simbiosis (relación madre-hijo) va a responder armónica o disarmónicamente al medio. Si
el niño siente frío, lo manifiesta, la madre siente un impulso interior que la lleva a calentar
a su hijo, una vez que el hijo nuevamente entra en armonía, la madre que está conectada
entra en armonía con él. No va a necesitar contarle a nadie lo buena madre que es,
porque éste es un acto que en sí mismo se justifica. Si en mi cerebro falta la glucosa sin la

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cual las neuronas sufren, éste me enviará la información y como algo ético que nace de mi
organismo, yo voy a comer para proporcionarle a mi cerebro lo que necesita. Este acto me
lleva a mí armonía orgánica la cual justifica en sí misma el acto. Sería absurdo decir que
me voy a ganar el cielo por haber comido cuando tenía hambre.

Como ser vivo que es en equlibrio dinámico, el niño está permanentemente entrando en
ese equilibrio al satisfacer una necesidad y luego en desequilibrio al aparecer una nueva
necesidad.

El equilibrio es armonía y es vivido como bienestar o placer. El desequilibrio es


desarmonía y es vivido como malestar, sufrimiento o displacer. En nuestro lenguaje actual
utilizamos el vocablo "placer" para referirnos a la percepción que hacemos de un
organismo satisfaciendo una necesidad biológica.

Por ejemplo podemos decir que el lactante, en el momento en que hace el espasmo del
músculo cuadrado de la barbilla, cuando está terminando su mamada, llamado "orgasmo
del lactante" por algunas escuelas psicológicas, está experimentando placer. Por analogía
nos referimos a "el sueño placentero" cuando vemos a un niño dormido plácidamente.

Utilizaré la generalización "bienestar", que en nuestro lenguaje abarca una gama mayor
de sentimientos, emociones y percepciones que se presentan cuando ese organismo entra
en armonía. Utilizaré la palabra placer cuando me refiera a un signo orgánico de respuesta
a la satisfacción de una necesidad, cuando sea necesario distinguir la respuesta orgánica
de la respuesta del organismo total.

No son sinónimos placer y bienestar. Es frecuente en la vida adulta encontrar respuestas


placenteras sin que exista la armonía a la que nos referimos con la palabra "bienestar". Un
ejemplo de esto puede ser el placer que experimenta un violador, o un asesino, muchas
veces acompañado de mucho malestar.

Es frecuente también en la vida sexual encontrar situaciones placenteras y al mismo


tiempo generadoras de malestar porque implican algún tipo de desarmonía entre el
organismo y las escalas de valores que forman parte de la imagen del yo.

En esta etapa el niño no tiene conciencia de relación y las vivencias de bienestar o de


malestar se convierten en parte de su ser. Si tiene un estado, permanente de
insatisfacción que le produce una desarmonía permanente, se va a vivir como la
desarmonía misma.

Usando una analogía, no podrá distinguir entre el "tener un dolor de estómago" y el "ser
un dolor". Cuando este niño, en el cual la simiente de la vida consciente está brotando, es
contenido por una madre que es "toda para él" o sea que está en sintonía permanente

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para reconocer las necesidades de esa simiente, ese nuevo organismo podrá realizar el
ciclo "necesidad-actuación-satisfacción-placer", viviéndose como un organismo armónico.
Hay una vivencia básica de gusto de ser.

Cuando en esta primera etapa el medio no es continente, la incapacidad para obtener


satisfacción de sus necesidades en una situación de tanta importancia va a generar
vivencias permanentes de incapacidad de ser y de disgusto de ser. En el curso de este
ensayo iremos viendo las razones que llevan a un ser humano a no ser continente
adecuado de su cría. Aquí hago mención a la razón fundamental, que es la falta del
desarrollo en el amor auténtico.

En los animales la ley biológica los "obliga" a ser "buenos padres". La libertad adquirida
por la conciencia individual libera al ser humano de esa ley y le permite ser "mal padre".
Le permite tener más en cuenta sus propias necesidades que las de la cría.

Al mismo tiempo le permite el desarrollo de la capacidad de amar conscientemente. Aquí


me refiero a ese fenómeno descrito anteriormente como amor auténtico: la capacidad
que tiene la madre de tener en cuenta y "sentir" la necesidad del hijo aún por encima de
su propia necesidad. La capacidad de posponer la satisfacción de la propia necesidad para
satisfacer en primer lugar la del hijo, que en este momento de su vida está en una si-
tuación de desventaja.

Uno de los productos de la conciencia es la capacidad de hacer "empatía", o sea la


capacidad de sentir lo que el otro está sintiendo. Esta capacidad es un elemento
indispensable del amor auténtico. La madre continente en ese primer año de vida tiene
una capacidad empática muy grande respecto al hijo. Tiene la capacidad de saber qué es
lo que él necesita, aunque el lenguaje del niño sea muy pobre y muy poco específico.

No ser continente se refiere a ser incapaz de satisfacer esas necesidades de germinación.


Hoy en día hay un acuerdo en lo más general respecto a esas necesidades. Son las
necesidades biológicas (alimento, aseo, temperatura) y las necesidades relacionales.

No las llamo psicológicas, ya que este término en este trabajo lo utilizo específicamente
para referirme a las actividades de la estructura consciente. Las llamo relacionales porque
son las que han aparecido en los seres vivos desde muy temprano, en la evolución de los
seres en reproducción sexuada. Entre más se ha extendido esa relación de la madre con la
cría para completar el desarrollo por fuera de la relación biológica orgánica (gestación), se
han generado mayor número de necesidades relacionales.

En el libro, Calor de hogar de V.B. Dróscher podemos ver un sinnúmero de ejemplos de


familias animales en las cuales el desarrollo de la cría depende de esos primeros días de
relación con la madre, en los cuales se llenan además de las necesidades biológicas, otras
necesidades. También conocemos los experimentos actuales sobre crianza de monos con
madres de felpa o madres de alambre con

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Los productos adultos de este tipo de relación. Si el lector está interesado en profundizar
en este sistema, recomiendo el libro citado y otro del mismo autor llamado "La vida
amorosa de los animales".

En el ser humano la cría necesita contacto corporal con la madre; podemos hablar de una
relación de contacto. Necesita el reconocimiento visual mientras es amamantado.
Necesita el estímulo auditivo continente mientras es arrullado. Necesita una presión
determinada que le dé la sensación de límite corporal, el cual posteriormente va a ser
parte fundamental de su identidad corporal. Necesita armonía en los movimientos y
vivencias rítmicas específicas de cada relación.

En esta primera etapa el niño cuya madre no está en capacidad de satisfacer estas
necesidades comienza a crear un circuito "necesidad-actuación-insatisfacción-displacer".
Su vivencia básica va a ser de desarmonía. A esta desarmonía se añadirá poco a poco la
vivencia básica de impotencia a nivel del ser. Esta impotencia se va creando al tener la
vivencia orgánica de que con su hacer (su llanto, sus gestos, sus cambios de posición) no
consigue la satisfacción de la necesidad. Cada necesidad que es insatisfecha
permanentemente, creando un circuito de displacer, va a repercutir en el futuro de ese
organismo como puede repercutir en un tapete acabado la falta de muchos hilos de la
urdimbre.

Quedará una falla que no se puede llenar armónicamente aunque en ese estado adulto o
en ese tapete terminado haya los recursos para "rellenar". Encontramos muchas personas
atractivas, con toda clase de recursos para poder conseguir compañía y afecto en sus vidas
adultas y sin embargo andan solitarias por el mundo. Es como si llevasen en su organismo
la prohibición de recibir afecto. Parecen ser personas incapaces de amar y de hacerse
amar.

Aunque en el momento actual cuenten con todos los recursos para satisfacer sus
necesidades afectivas, son como el edificio que le hace falta un cuerpo porque no se le
construyeron cimientos, o como el tapiz que en medio tiene una gran falla porque en su
urdimbre no se colocaron los hilos necesarios.

Aunque la etapa autista no es una etapa de relación propiamente dicha, es la etapa en la


que se ponen los cimientos para la etapa simbiótica. Esos primitivos cimientos van a
marcar la estructura de la casa y una vez implantados es muy difícil hacer correcciones
posteriores.

En esta etapa aún el niño no se vive como un ser sexuado sino como un ser en armonía
con el mundo y él es el mundo, o en desarmonía y por tanto un organismo existente en un
mundo disarmónico y displacentero. Esta etapa es llamada por Pamela Levin "la etapa del
nacimiento de la conciencia del ser". De este ser va a depender posteriormente la
conciencia gozosa de la corporalidad, la capacidad de disfrutar las sensaciones corporales
y la de evitar el sufrimiento. El sentimiento de poder respecto al ser o sea la vivencia cierta

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de poder encontrar la armonía y de tener los recursos y la capacidad de satisfacer
necesidades a nivel del sentido de la vida. La sensación de "es bueno existir". La persona
que tiene fallas a este nivel puede ser exitosa en la vida, pero siempre va a tener en lo más
profundo de su conciencia, un sentimiento de falta de sentido de la vida.

En la etapa simbiótica, que en el niño tiene una relación adecuada dura hasta los seis o
siete meses, el niño va a estructurar su conciencia relacional haciendo la vivencia de tener
una frontera común con la madre. Ya comienza a darse cuenta de que la madre es una
fuente de gratificación externa a él. Si la etapa anterior se ha desarrollado
satisfactoriamente, el circuito "necesidad-actuación-satisfacción-bienestar" comienza a
darse en relación con la madre.

Al tener una madre en conexión con él, este circuito se lleva a cabo dándole al niño las
vivencias que van a conformar la urdimbre de su capacidad de control sobre el medio.
Creará las vivencias iniciales de confianza básica en -el medio y en sus recursos. Podemos
decir que nace la vivencia placentera de la armonía en la relación.

Permanecen memorias gratas cuyos contenidos pueden ser los de sensaciones de armonía
con el todo y en el todo. Estas son las bases psicológicas para posteriores vivencias
místicas. Es difícil para una persona que no tuvo la posibilidad de vivir armónicamente
esta etapa de su vida, el poder tener una vivencia espiritual de relación con su Creador
que esté matizada de gozo y bienestar.

Cuando en esta etapa la madre no es continente, o sea, no ha tenido la capacidad de


establecer una relación con el hijo en la cual este último encuentre en ella una fuente
adecuada de satisfacción de sus necesidades, él podrá echar mano a varios recursos para
mantenerse vivo y en relación.

El primer recurso y el más frecuente es el de acelerar su crecimiento individual para


disminuir el tiempo en el cual su situación de dependencia pone en grave riesgo su
capacidad de sobrevivencia. Puede fortalecer ese yo individual para comenzar a tener una
autonomía que le permita sobrevivir aún a pesar del abandono de su madre. Yo he
conocido niños que rompen las leyes del desarrollo neurológico normal, al hablar ya a los
nueve meses o diez meses de edad.

También he conocido a los que ya controlaban esfínteres a los siete u ocho meses de
edad. Muchas veces esto es visto como genialidad, cuando en realidad nos encontramos
la mayoría de las veces con seres humanos que tienen que sacrificar su crecimiento
armónico en razón de su sobrevivencia. Eric Berne llamó a esta forma de adaptación el
"apúrate a crecer".

Este desarrollo nos está mostrando una hipertrofia del yo individual a expensas del yo
relacional. Es posible que en el futuro estas personas tengan muy buena capacidad
combativa en la lucha social y muy poca capacidad de amar. La percepción del mundo y de

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la vida va a ser la de una lucha permanente y si se desarrolla una dimensión espiritual, va
a ser marcada por la lucha y esa desarmonía aún en la relación con el Creador. Van a ser
muy buenos candidatos para religiones en las cuales el fanatismo y la moral son
estimulados como parte esencial del fenómeno religioso.

Esta temprana fortaleza del yo individual también los va a capacitar


para entrar en competencia con ese yo individual de la madre, creándose una lucha por el
control.
La segunda posibilidad de sobrevivencia a este tipo de desarmonía en la
relación con la madre en esta etapa, es la anulación de la individualidad.
Es posible, para adaptarse a una madre no gratificadora, hacer lo que hace el "bonsái"
para sobrevivir.

Este es un árbol que para poder permanecer vivo en unas condiciones muy desfavorables,
va sacrificando e propio crecimiento y de esta manera, quedándose pequeño, puede un
medio pobre. En lugar de competir para que la tierra le dé el agua y los nutrientes que
necesita, va sacrificando su crecimiento para permanecer en una etapa en la que los
nutrientes que le son suplidos son suficientes para mantenerlo vivo.

Así ese niño puede adaptarse a sobrevivir con los pobres recursos que su madre le
proporciona, sacrificando el desarrollo de sus potencialidades. Esta persona va
hipertrofiando su yo relacional a expensas de su yo individual. Aprende a sentir las
necesidades que mamá o papá o las personas que lo rodean quieren que sienta, porque
van a ser las únicas que van a ser satisfechas.

Posiblemente en el futuro va a ser una persona que tiene gran dificultad de tener una
imagen clara de sí mismo, de sentir sus propias necesidades y de actuar de acuerdo a su
propio centro.

Aparentemente sería una persona muy capacitada para el amor, pero realmente se
convierte en un parásito permanente, relacionándose con el mundo que lo rodea como el
niño se relaciona con la madre: esperando que el mundo satisfaga esas empobrecidas
necesidades, sin la capacidad combativa que tiene el adulto. No está capacitado para el
amor en la medida en que no lo puede dar.

Al finalizar esta etapa simbiótica ya se ha constituido la urdimbre de ese yo relacional y se


han puesto las bases de confianza en sí mismo y en el entorno que van a permitir un buen
desarrollo de ese yo individual y combativo que va germinando en la medida en que la
madre deja en etapas posteriores, de ser la gratificadora permanente de ese niño.

En caso de que en la etapa anterior la vivencia básica haya sido marcada


por ese circuito "necesidad-actuación-insatisfacción-displacer", el niño llegará a esta etapa

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Con poca disponibilidad para entrar en relación con un gratificador que asocia con el
displacer. Ya estará viviendo el conflicto básico necesidad-displacer que va a distorsionar
la relación con la madre en esta etapa. Por otro lado, si la madre no es un gratificador
dispuesto a satisfacer las necesidades del niño, muy posiblemente entrará en
competencia con él a nivel de control y de satisfacción de necesidades.

Esto genera una postura básica de desconfianza en sí mismo (que se venía gestando en la
etapa autista) y en el medio. La identidad relacional va a estar constituida por una vivencia
de desarmonía y competencia por el control. En esta etapa queda configurada la identidad
del "ser en relación".

Vivencias permanentes como las de "la gente goza con mi presencia", "mi existencia es
significativa para...", "mi existir es un motivo de gozo para...", o "estorbo en todas partes",
"me sobrellevan", "me toleran", "soy una carga", "no puedo vivir sin... pero no lo
soporto", han creado sus cimientos en esta etapa.
La vivencia relacional que actualmente algunas escuelas tipifican como esquizofrénica, es
una combinación de fracasos en estas dos etapas. La transacción esquizofrénica se puede
escribir de la siguiente manera: "yo podría ser lo que debo ser, si él (o ella) fuera lo que
debe ser".
Es una transacción doble que implica una falta de identidad en el ser organísmico (no soy
lo que soy) y en el ser relacional (no soy para ella lo que debo ser, ni ella es para mí lo que
debe ser). Cuando las fallas han sido muy profundas ese "no soy lo que soy" va a ser el
área de la conciencia que permite la creación de cualquier tipo de delirio, desde aquellos
sencillos de no ser hijo de mis padres ni de este planeta, hasta los complicados delirios
místicos o políticos.
Cuando estas fallas no han sido tan profundas aparece ese sentimiento de extrañeza que a
veces sentimos, por el cual nos preguntamos en algunas ocasiones quiénes somos, o por
qué estamos en este planeta. A veces también tenemos el sentimiento de no actuar ni
decidir por nosotros mismos sino que hay algo ajeno a nosotros que nos lleva a actuar. La
transacción que nace de gallas en la aceptación y en la confianza en estas etapas es tan
frecuente que yo la he llegado a considerar uno de los elementos psicológicos profundos
que mantiene la familia nuclear unida y vigente socialmente.

Casi que la función de ésta ha llegado a ser ese permanente y constante forcejeo entre
marido y mujer, padres e hijos, buscando cada uno cambiar a los otros. Gran parte de lo
que han hecho nuestras disciplinas psicológicas es estimular esta forma de relación.
Cuando la persona descubre que sus padres no fueron como debían ser, en lugar de
buscar recursos propios para zanjar estas carencias, va a exacerbar esa guerra ya existente
con los padres para conseguir que ellos cambien y le den lo que no le dieron. Esto termina
siendo terriblemente frustrante ya que los padres son las personas menos indicadas para
subsanar esas fallas de "allá y entonces" por varias razones. La primera es que al sentirse
culpables y presionados en lugar del cambio van a buscar la justificación para proteger su
autoimagen. La segunda es que es una utopía "recrear" ellos mismos esa relación ya que
ni ellos son los mismos que fueron cuando su hijo quedó en carencia, ni el hijo es el mismo

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que fué en esa época.

He conocido muchas personas que permanecen al lado de sus padres tratando de


cambiarlos hasta que ellos mueren, y a su vez padres que núnca aceptan los caminos
elegidos por los hijos y forcejean permanentemente hasta su muerte. Este fenómeno hace
que el sistema de familia nuclear se haya convertido más en su semillero de guerreros que
en un vivero de amor.

Estos patrones aprendidos en el sistema familiar se van a actuar en la relación de pareja


encontrándose que el nudo gordiano que une a la mayoría de las parejas es la misma
transacción: "yo no cejaré en mis esfuerzos para que tú seas como debes ser, para yo
poder ser como debo ser contigo". Se vive como insensible un planteamiento como: "si lo
que tú me ofreces me sirve, sigo conviviendo contigo; si lo que yo te ofrezco te sirve,
sigues conmigo. No voy a presionar para que me des lo que no me quieres dar". En la
relación sexual de la mayoría de las parejas también está presente la transacción de
guerra como veremos más adelante.

Es también en este período de la vida en donde la vivencia del control se integra en la


identidad a la satisfacción de la necesidad o se disocia de ésta. El niño que puede
controlar a su madre para que ésta satisfaga una necesidad, porque tiene una madre que
le permite ese control ( no entra en competencia con él ), va a poder tener nitidez en la
percepción de su necesidad ( conexión con el organismo ), y de acuerdo con esta
necesidad actúa: al obtener la respuesta de la madre, obtiene la satisfacción ( con la
vivencia de su eficacia y su poder para entrar en armonía ), haciendo una vivencia final
placentera respecto a sí mismo y a la relación.

La necesidad de control del medio está directamente relacionada con la sobrevivencia, ya


que de ella va a depender la capacidad que tengamos de entrar en relación con el medio
para satisfacer nuestras necesidades. La función de la madre es la de dar el control al hijo,
ya que ella es mucho más poderosa al no estar en una relación de necesidad frente a él.
En las escuelas de terapia familiar se llama a esta persona "el controlador del control". La
vivencia armónica de esta etapa en la relación va a ser placentera tanto para el niño que
controla, como para la madre que cede ese control. El niño aprende a usar el control para
satisfacer la necesidad y una vez satisfecha su necesidad, suspende el control.

Este tipo de sistema armónico no se da cuando la madre no puede dar el control al hijo y
entra en competencia con él. El hijo necesita controlar a su madre y la madre necesita
controlar a su hijo. El hijo siente la necesidad y actúa para obtener de su madre la
satisfacción de su necesidad La madre no responde a la actuación de su hijo, ya sea
porque no tiene esa capacidad de dar el control o porque está en una relación de
necesidad semejante a la del hijo.
El circuito "necesidad-actuación-control-satisfacción-placer" queda frustrado y el niño
comienza a escalar estrategias diferentes para conseguir ese control, que le producirá la
satisfacción. La necesidad que desencadenó el circuito no ha sido satisfecha y queda

80
actuando "por detrás" de la nueva necesidad, que es la necesidad de controlar. Veremos
en la terapia de pareja y en la conducta sexual adulta cómo la necesidad de control en la
relación prima sobre la misma necesidad de relación y de satisfacción sexual. Es frecuente
la frase en argot: "a mí me gusta una mujer y la trabajo hasta que la corono, después ya
no me interesa".

Si analizamos la dinámica de relación en la cual está involucrada la sexualidad, vamos a


ver como subyace en todas las relaciones un juego de poder que prima sobre la
satisfacción de la necesidad misma.

Un día oí una frase en una paciente que atendía en psicoterapia que me aterró. Esta mujer
había tenido un juego de poder muy fuerte con su compañero de relación durante
veintidós años. La historia explícita era la de una mujer muchas veces herida físicamente
por su marido, y muchas veces más herida psicológica y espiritualmente. Cuando le
pregunté el por qué no se separaba me respondió con toda la claridad loca: "¿usted
doctor quiere que después de todo lo que me ha hecho él, ahora lo deje en libertad?".

Leída en su transacción ulterior, lo que esa mujer me decía era que no estaba dispuesta a
ceder en esa lucha por el poder en la relación hasta la muerte, y supongo que en su
versión no relató todos los momentos de la relación en los que ella tuvo el control, por
medio de la culpa generada a su compañero, después de que éste ejercía el control sobre
ella, por medio de la violencia.

Cuando la madre, en esta etapa, compite por el control, la satisfacción de la necesidad


deja de ser el fin último de la actuación y muchas veces es creada otra necesidad que sí
permita el control. Podemos definir este circuito o sistema como: "necesidad-actuación-
competencia de control-insatisfacción-pseudo necesidad-control-insatisfacción.

Para aclarar podemos usar un ejemplo: un niño de cuatro meses que en un momento
"necesita ser cargado y contenido corporalmente", actúa dirigiendo la mirada a su madre
y sonriéndole; la madre se deja controlar y gustosamente alza a su hijo con cariño; el niño
satisface su necesidad relacional sintiendo y mostrando armonía y placidez.

En este caso el sistema se ha retroalimentado llegando a un cierre, tanto para la madre


como para el hijo. La misma situación se puede dar de una manera diferente: el niño
necesita ser contenido, sonríe, la madre se siente incómoda por la exigencia de su hijo (se
siente manejada y dominada) y "no ve" la señal de su hijo; el niño cambia de estrategia de
control y comienza a llorar (nueva actuación del hijo para conseguir el control); la madre
escala con angustia y confusión (una buena forma de no dejarse manejar del hijo).

En este momento ya está establecida la competencia entre la madre y el hijo, cada uno
actuando para conseguir el control sobre el otro. El niño escala un llanto agitado y la
madre en respuesta se agita más, ya sea invalidándose o ya sea agrediendo al niño.

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Al invalidarse invalida la relación y el niño es invalidado de esta forma, ya que su única
forma de sobrevivir es en la relación. Al agredido el niño es sometido por un poder
superior a él. El necesita mantener el control para poder sobrevivir y en este caso para
hacerlo "decide" ceder el control (no desde la plenitud sino desde la carencia) y pasa a
controlar controlando el control. Esto lo hace, por ejemplo, durmiéndose.

De esta manera le comunica a su madre que ella tiene el control, cuando en realidad él la
ha "tranquilizado" y por tanto controlado, durmiéndose. El acto de dormirse cuando tiene
necesidad de ser arrullado es una forma de ejercer control sobre sí mismo para conseguir
control sobre el medio. Esta es una estrategia que cuando la lleva a cabo un adulto, le da
mucho poder y le ayuda en su crecimiento ya que aumenta su autonomía.

Cuando la realiza un niño antes de su año de vida supone un automutilarse porque está en
su proceso de desarrollo. Si utilizo la analogía orgánica la semejanza se puede hacer con el
ayuno. Si yo como ser adulto que he llegado a la madurez biológica, en un momento de mi
vida veo que me están sometiendo y obligando a hacer algo, manipulando mi necesidad
de comer, mi capacidad de ayunar me va a liberar de esa opresión.

El hecho de no comer durante un tiempo no me va a deformar ni a mutilar


permanentemente. Si soy un niño de meses y me "adapto" a no comer para poder
mantener el control posiblemente voy a quedar de por vida con un retardo mental y con
deficiencias en mi crecimiento óseo ya que los núcleos de crecimiento de mis huesos son
afectados. El adulto puede renunciar a satisfacer una necesidad para evitar una situación
de sometimiento nociva, el niño tiene que morir un poco para no mona por su situación
de crecimiento y de impotencia.

Cuando el niño entra en una relación con la madre, en la cual su actuación no le produce
la satisfacción de la necesidad, su vivencia es la de impotencia. Siente que puede
sobrevivir en la medida en que sus necesidades sean satisfechas y la condición para
poderlas satisfacer es la de po der controlar a su madre como fuente de gratificación. Esa
necesidad do control pasa a convertirse en una necesidad de sobrevivencia general o
inespecífica que está por encima de las necesidades particulares y específicas.

En el caso del niño que necesita ser cargado y contenido y entra en competencia con su
madre para obtener la gratificación, perdiendo en esta lucha, la necesidad de saber que
cuenta con la madre (que la controla), sobrepasa a la necesidad específica de ser cargado
y contenido. El único recurso que le queda es el de ceder el control a la madre. El qua cede
el control en últimas está controlando el control.

En el reino animal vemos al perro que cuando se siente vencido estira su cuello al
adversario Con eso el adversario deja de atacar y se retira. Si analizamos esta acción
podemos ver cómo en últimas el perro vencido es el que "hace algo" con lo cual consigue
que el perro vencedor responda actuando de la maneje deseada. El vencido controla al
vencedor con su sometimiento. Lo mismo hace el niño con la madre. Logra mantener el

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control por medio de someterse a la voluntad de ésta. Para conseguirlo tiene que
renunciar a la satisfacción de su necesidad y para un niño de cuatro meses renunciar a la
satisfacción de la necesidad, es renunciar a la necesidad misma, produciéndose un estado
de desarmonía orgánica. El resultado final va a ser el de conseguir el control por medio de
una desarmonía.

Es fácil ver estos mismos procesos en parejas adultas que están en lucha por definir quién
controla y quién controla el control. Vemos la mujer frígida o el hombre impotente
quienes han renunciado a la satisfacción de su necesidad sexual, muchas veces en una
lucha por el poder, que tendrá dinámicas diferentes de acuerdo con los múltiples
elementos de ese intrincado sistema de control a veces simétrico y no definido. Por
ejemplo: un eyaculador precoz que siente culpa por su eyaculación y cree que "no le está
cumpliendo a su mujer".

No podemos hacer un análisis causal o lineal de esta situación porque sería más o menos
como explicar el por qué Plutón en un determinado segmento de su órbita hace X o Y
desviación, sin tener en cuenta el resto del sistema solar. Podemos decir que este hombre
ya está desconectado de sus propias necesidades y de su propio organismo porque ha
creado sistemas relacionales competitivos desde sus primeras relaciones.

Que posiblemente ha buscado una pareja que "cuadre" con sus sistemas relacionales
tempranos con la cual sigue perpetuando esa lucha por el control. Que posiblemente con
su insatisfacción está ejerciendo algún control sobre su compañera sexual, la cual a su vez
está buscando ejercer control sobre el por medio de alguna otra estrategia. Que cuando él
actúa una eyaculación precoz, la compañera no acepta el control ejercido por él por
medio de esta estrategia y posiblemente "con mucha bondad" le dice que no se preocupe
que ella lo va a ayudar.

Por medio de esta jugada ella toma el control, cosa que no es aceptada por él y recurre a
hacer mucha culpa por medio de la cual nuevamente logra controlarla consiguiendo su
perdón ... Esto puede ir al infinito, como un punto en una circunferencia en la cual se sigue
un punto al otro hasta volver al comienzo. En el análisis de la dinámica de cualquier pareja
que llega a nuestro consultorio vemos permanentemente estos puntos sin llegar a ver la
circunferencia completa. La mujer de la que hablé anteriormente a los veintitrés años de
matrimonio asistía a mi consultorio buscando un aliado en ese juego de poder, no para
salir de esa lucha que comenzó posiblemente cuando tenía tres o cuatro meses de edad
con su madre, sino para poderla perpetuar ad infinitum.

En la etapa que llamamos simbiótica creamos la urdimbre de una forma de relacionarnos


con nuestro medio ya sea para, aprendiendo a tener un buen control sobre él, satisfacer
nuestras necesidades y encontrar nuestra armonía en cada instante de nuestro existir, o
para tener la vivencia básica de falta de control y competencia por éste, con una
permanente insatisfacción de nuestras necesidades organísmicas, y la creación de
necesidades desconectadas de nuestro organismo que tienen por finalidad.

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Satisfacer nuestra necesidad de control.

No es este trabajo el sitio para hacer un análisis de nuestro mundo moderno, que se está
destrozando de muchas maneras, todas las cuales tienen en común la búsqueda del poder
y del control en lugar de la búsqueda de la satisfacción de las necesidades de un sistema
vivo que creció en este planeta.

Sin embargo hago alusión a esto porque considero que no se puede hacer una reflexión
sobre la sexualidad humana descontextualizándola de un sistema humano enfermo de
hambre de poder y de control.

Ya algunos autores como Wilhelm Reich y Herbert Marcuse relacionaron el poder político
con el conflicto de la sexualidad humana. Mi opinión es que los sistemas relacionales que
se dan entre dos seres humanos pueden por analogía explicar los sistemas relacionales
que se dan entre enormes masas de seres humanos.

3. Etapa de separación e individuación o simbiótica actuante.

Entre los seis y siete meses aparece en el niño la sonrisa intencional como señal del
comienzo de las etapas de separación e individuación. La fase de diferenciación ocurre
cuando el niño comienza a explorar sita propias fronteras corporales. Hay exploración
permanente de los límites corporales con la formación de una autoimagen corporal, o una
identidad, para emplear el término que usamos anteriormente.

Es un mirar a través del tacto (exploración de las extremidades, de la piel y la vista), que va
acompañado de un alejamiento de la madre y la búsqueda de nuevos recursos
relacionales de sobrevivencia. Este parece ser el sentido do la sonrisa intencional. Esta
etapa es crítica, ya que la madre sana va a permitir este alejamiento con la
correspondiente pérdida del control sobro el hijo.

En esta etapa el niño comienza a alejarse de ella y a buscar la satisfacción de sus


necesidades por medio de otras personas. Ahora la madre que no está en relación de
necesidad ni de competencia con él, va a permita esos cortos alejamientos estando
siempre dispuesta al reencuentro.

El niño va a experimentar el terror del abandono, por su búsqueda de mayor autonomía.


Va a tener las garantías de poderse alejar y retornar a la relación en el momento que lo
necesite. Podrá comenzar a "ensayar" su poder de control sobre realidades diferentes a su
madre, con la garantía de que ante la frustración, puede volver a ella.

A su vez ella puede respetar esos nacientes límites individuales, dando cuando el niño lo
solicita y alejándose cuando el niño lo desea. Es muy difícil definir el límite entre la
protección y la sobreprotección; en este período está presente en la madre que no
compite con el hijo y está completamente desdibujado en la madre competitiva.

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La motivación en esta última respecto a la relación está dada en el control más que en el
amor. Aunque esa necesidad de control esté disfrazada de amor. Sabemos muy bien que
en nuestra cultura con mucha frecuencia, control es sinónimo de amor. Muchos de
nosotros nos sentimos no amados al sentirnos no controlados, o en su opuesto, nos
sentimos amados solamente en la medida en que somos controlados.

Podríamos decir que el sistema que se va estableciendo en esta etapa es en el niño:


"necesidad-búsqueda de gratificador-actuación-satisfacción-bienestar" o "necesidad-
búsqueda del gratificador-actuación-frustración-retorno a la madre (como gratificadora) -
actuación-satisfacción-bienestar". La madre movida por el amor vivirá con alegría este
crecimiento de su hijo.

Gozará el no ser tan necesitada por su hijo y el incremento de su capacidad para entrar en
sistemas de satisfacción de necesidades independientes de ella.
Bajo la mirada del amor, el crecimiento es visto con gozo. Para un ser humano el ampliar
sus posibilidades de relación significa un aumento de poder y autonomía. La función de la
madre es la de acompañar y proteger a ese ser a través de sus etapas de desvalimiento,
para que alcance un día esa capacidad de defenderse y adaptarse por sí mismo en el
medio en que le ha tocado existir.

El gozo de la madre amorosa cuando comienza a descubrir que su hijo la necesita menos,
se puede comparar al gozo de un buen maestro cuando descubre que su alumno ya
comienza a pensar por sí mismo, sin requerir tanto de su ayuda.

Con la sonrisa intencional, o sea, con esa sonrisa que comienza a dirigir "coquetamente"
con la intención de conquistar a su hermanito o a otros seres humanos que lo rodean,
diferentes de su madre, el niño crea ya una capacidad adaptativa y de sobrevivencia muy
superior a la que mostraba en etapas anteriores. A nivel biológico también se dan cambios
que potencializan su capacidad de sobrevivencia, como son la capacidad de asimilar
alimentos muy diferentes de la leche materna y la aparición de los dientes que le
permiten comenzar ya a desgarrar la realidad para poderla digerir.

En la madre que está en buena comunicación con su hijo también se dan cambios muy
importantes en este período. Vemos en las madres de los animales, como éstas
comienzan a alejar "agresivamente" a sus crías y como van limitando cada vez más su
posibilidad de seguir mamando.

La madre del ser humano tiene una serie de cambios, muchas veces a nivel inconsciente.
Tiene períodos en que se quiere alejar a ratos de su hijo; agradece la ayuda de otras
personas para que se queden con él, volviendo a necesitar su propio espacio. A veces
puede sentir rechazo hacia tu hijo en algunos momentos.

Aunque los seres humanos hemos abandonado casi completamente el uso del olfato a

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Nivel consciente, como parámetro de relación, éste sigue actuando a nivel consciente con
mucha fuerza. El niño en esta etapa presenta cambios metabólicos que le producen un
cambio de olor ante el cual reacciona naturalmente la madre. Esta estará capacitada para
alejarse cuando siente que la relación lo pide, y para acercarse nuevamente cuando siente
ese deseo relacional. Este movimiento va a estimular en el niño la búsqueda de otras
fuentes de relación, siempre teniendo la garantía de reencontrar el apoyo materno
cuando la realidad se torna excesivamente frustrante.

En esta edad es muy importante para el niño contar con otros adultos que se van
volviendo significantes para en la medida en que atienden su llamado. En nuestra época,
la disolución de la familia extensa y la tendencia cada vez mayor a formar núcleos
constituidos por la madre, a 'veces el padre y muy raras veces los hermanos que estén en
capacidad de proteger, hace que esta etapa se dificulte cada vez más. Muchas veces una
niñera amorosa puede salvar el desarrollo psicológico de un niño, convirtiéndose en un
adulto significante cuando éste lo necesita.

Un buen padre ha podido ser un complemento y a veces un sustituto de la madre en las


etapas anteriores. Si éste es un ser humano que ha desarrollado integralmente sus
capacidades maternales (femeninas), ha podido en etapas anteriores cumplir las
funciones de la madre en ausencia de ésta, generando una relación con el niño en la cual
no es muy diferenciado por éste.

En esta etapa ya tiene una capacidad mayor de hacer una diferenciación entre su padre y
su madre y comienza a hacer una relación específica con cada uno de ellos. Si hablo de
que una buena niñera puede salvar la salud psicológica y relacional de un niño en esta
etapa, un buen padre va a crear las condiciones necesarias para que el niño cree
urdimbres relacionales diferentes a la urdimbre simbiótica con la cual ha vivido en etapas
anteriores.

En razón de los nuevos roles sociales desempeñados actualmente por la mujer, cada vez
es más necesario que el hombre haga un desarrollo de sus potencialidades maternales
para que en las primeras etapas de esa vida pueda suplir adecuadamente a la madre. En
razón de la separación de la familia tribal y la familia extensa, el hombre que decide
formar un nido ecológico para la procreación y la crianza de nuevos seres humanos, debe
ser consciente de que debe renunciar a sus roles de guerrero u otros roles que lo van a
convertir en un padre ausente.

En la familia extensa esa ausencia del padre era suplida por abuelos u otros familiares. En
el momento actual, por lo general, si el padre se ausenta, hay una fuerte repercusión en el
hijo, que queda marcado por grandes carencias en momentos muy importantes de su
desarrollo.

Muchas veces andamos por la vida buscando permanentemente mamás


con las cuales establecemos relaciones simbióticas de tanta necesidad que nos podemos

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comparar, sin alejarnos mucho de la realidad, a esos bebés
de menos de seis meses que sienten que si su madre no los reconoce o los gratifica,
mueren. Esta manera de relacionarnos con los semejantes puede ser el producto de
carencias vividas en esas etapas que no nos han permitido un buen desarrollo de ese "yo
relacional".

La madre que tiene una relación con su hijo en la cual espera que éste llene sus
necesidades, para poder mantener vivas estas expectativas, va a necesitar mantener un
control permanente sobre él. Este control se va a exacerbar en esta etapa ya que ella
comienza a sentir que su hijo no tiene tanta necesidad de ella como la tenía en etapas
anteriores. Al ver que su hijo en un momento determinado mira a la niñera o al padre o a
otra persona que esté en su campo visual, le sonríe y muestra su deseo de estar
con ella, la madre revive su miedo al abandono, y en lugar de gozar de esta señal de
crecimiento de su hijo, comienza a sufrir con ello.

Siente que es "injusto" el que su hijo prefiera en ese momento a otra persona y lo re
siente. Posiblemente va a llenarse de ansiedad porque no es muy claro en su conciencia lo
que está pasando y el temor a que su hijo salga de su control la llevará a buscar alguna
estrategia para retomar ese control.

Si el adulto que es requerido por el niño percibe esto, es posible que haga Más caso al
sentimiento de la madre que al del pequeño, ya que en nuestra cultura un principio básico
es el de que la madre es "la dueña" del hijo.

"Es mi hijo" dicen las madres como reclamando un derecho de propiedad. "Yo soy la que
tengo derecho a tener el control sobre él". Lo más probable es que el niño se vea
frustrado explícita o sutilmente en esta nueva búsqueda y vuelve a su madre a pedir
protección. La madre que en este caso funciona dentro de las reglas de la moral y de
la justicia, va a considerar que su hijo ha cometido un pecado de deslealtad y va a
responder a éste con varios sentimientos encontrados, uno de los cuales va a ser el
resentimiento justiciero. Esto hace que el niño tampoco encuentre en armonía a la madre
al volver a ella, sufriendo un bandono: en su nueva búsqueda y un abandono en el
retorno.

Utilicemos el ejemplo de la niñera que es llamada por el bebé por medio de su sonrisa,
cuando mamá lo está cargando. Ella ve el llamado del bebé y al mismo tiempo percibe los
temores y la censura de la madre por este llamado. Por la relación de poder existente
entre la madre y la niñera ésta desatiende el llamado del bebé teniendo en cuenta los
sentimientos de la madre y aliándose con ella. Ella será un adulto significativo para el bebé
que va a generar frustración por la debilidad que muestra. Una sola mirada de la madre a
la niñera puede reemplazar muchas palabras. Esta obedece la orden de no atender al
llamado del niño. Cuando éste liante la frustración propia de su llamado desatendido
volverá a buscar filio en la madre a quien posiblemente encuentra "resentida" por el
abandono al cual ha sido sometida por su hijo. Es una situación semejante a la de la mujer

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que buscando un poco de autonomía ante su pareja hace algún tipo de llamado a otra
persona. Esta otra se siente incómoda por estar pisando terreno prohibido y desatiende el
llamado. Cuando ella vuelve a buscar refugio en su pareja lo único que encuentra son
golpes por "coqueta".

Esta situación que es fácil de explicar con el ejemplo de la niñera, se da en forma mucho
más sutil con el padre, los hermanos, la abuela, etc. Una madre puede agredir a su hijo
después de pasarlo a recoger en la casa de la abuela en donde pasó la tarde muy juicioso y
muy contento. Posiblemente a nivel consciente ella siente que su hijo "se la vela a ella" y
con los demás es "un lucero". La agresión responde a la angustia que genera el saber que
su hijo pasó una tarde contento y juicioso sin necesitarla.

Si ella actúa su agresión y muestra su angustia en varias ocasiones seguidas cuando se


presenta esta situación, el hijo comenzará a sentirse mal cuando se aleja de ella porque
sabe que al reencontrarla la va a encontrar rechazante y agresiva. La mayoría de los
pánicos de abandono se producen en este período de desarrollo de la relación madre-hijo.

Por otro lado la madre vivirá culposamente los sentimientos naturales de rechazo
momentáneo a su cría, los deseos de alejamiento temporales, esa culpa lleva a alejarlos
de su conciencia, ya que es una parte de sí misma que no le es permitido aceptar, y busca
la manera de actuar en forma contraria al sentimiento que rechaza.

De esta manera en lugar de alejarse prudentemente del hijo, lo retiene ansiosamente


buscando satisfacerle necesidades que el niño en ese momento no tiene. Este movimiento
repetido permanentemente va a constituir el fundamento de la sobreprotección. Es muy
frecuente en el lenguaje psicológico actual oír hablar de sobreprotección, pero es muy
difícil encontrar una definición clara de esta tipo de relación. La dificultad de esta
definición está en el hecho de que es una situación que no puede ser definida con reglas o
con morales.

No es posible decirle a una madre que hacer tal o cual cosa es sobreproteger, ya que lo
que define este fenómeno es un contexto. Si el niño pide protección y la madre se la da en
esta edad, esto no es una sobreprotección. Si no se la da, esto es abandono.

Hay relaciones en las cuales el niño y la madre tienen claridad en esos movimientos de
acercamiento y alejamiento. La madre tiene una capacidad de respuesta clara a la
necesidad de su hijo y éste a su vez tiene una claridad en su necesidad y define sus
movimientos. Hay otras relaciones en las cuales la madre, por la culpa y la ansiedad, no
responde claramente al hijo, y éste ante la confusión de la madre comienza a confundirse
su vez.

Es frecuente ver esas parejas de madre e hijo en las cuales aparentemente


te el hijo atosiga a la madre permanentemente y ésta a primera vista parece estar

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ahogada con el hijo que la invade. A esta madre posiblemente sus prójimos la van a
regañar porque sobreprotege mucho al niño. Ante esto ella busca dar "más libertad" al
hijo, pero éste responde apegándose más a ella. Estos movimientos generan mucha
confusión y culpa en la madre y en el hijo, agravando el sufrimiento de esa relación. Es un
juego permanente de temor al abandono de uno y otro, y al mismo tiempo de senti-
mientos de pérdida de libertad en ambos miembros de la relación, que va poco a poco
constituyendo el terreno propicio para la ambivalencia afectiva. Entiendo por
ambivalencia ese sentimiento confuso de querer y odiar a la vez a la misma persona. Ese
querer nace del miedo al abandono, y ese odiar nace de la vivencia de pérdida de la
libertad.

Este sistema va a generar uno de los modos relacionales descritos en las familias con
transacción esquizofrénica por la mayoría de autores que estudian esta forma de
relacionarse con el mundo. Es uno de los dobles vínculos clásicos: cuando el niño se quiere
alejar de la madre, ésta lo acapara y lo ahoga de cuidados no pedidos por éste. Además lo
culpabiliza con su ansiedad. Cuando el niño se acerca a la madre en busca de gratificación
por parte de ésta, ella lo aleja y lo rechaza sintiéndose "cargada" o "sufriendo" la
voracidad del hijo.

Este niño se encuentra en una situación en la cual no puede satisfacer sus necesidades
lejos de la madre porque eso lo llena de pavor de abandono, de culpa o sobrecontrol por
parte de ella. Si busca a la madre va a sentir el mismo pavor de abandono por el rechazo y
la frustración que siente en la relación. Además aún no está capacitado para liberarse de
esta relación, en la que pierde de todas maneras.

No nos es difícil mientras pensamos en los niños de siete meses, estar pensando en
muchas relaciones de pareja en las que sus miembros no tienen capacidad de obtener la
satisfacción de sus necesidades relacionales con su partner, porque cada vez que lo
buscan son rechazados, pero cuando van a buscar esa satisfacción por fuera del sistema
de la pareja, son culpabilizados, agredidos o amenazados con abandono.

Nuestra literatura erótico sentimental está llena de ejemplos de esta vivencia de doble
vínculo. "Ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio; contigo porque me matas y sin ti
porque me muero", dice una cancioncita popular que podría resumir el espíritu de casi
toda nuestra literatura sentimental. El conflicto es que esa vivencia de estar atrapados es
referida al "allá y entonces" de esa primera relación, y que cuando sentimos esas
encrucijadas siendo adultos, no estamos viviendo nuestra situación real sino haciendo
sentimientos transferidos de esta etapa de nuestra infancia.

En esta etapa se va complementando lo que podemos llamar la identidad de ser. Nos


vemos y nos definimos como un ser corporal, (hemos reconocido nuestro cuerpo
amorosamente al ser reconocido amorosamente en la simbiosis de la madre), y es la etapa
en la cual queda configurado el

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Sentido de la vida que podríamos llamar el "sentido dé ser".
Cuando no hemos vivido satisfactoriamente estas etapas, estaremos durante nuestra vida
tratando de subsanar esas deficiencias de nuestra urdimbre con vivencias tales como:
"para qué vivo", "qué sentido tiene mi vida", "soy amado por lo que hago", "la muerte es
mi única salida", "el ser humano es absurdo", "la vida es una cruz", etc.

Cathexis, escuela psicológica norteamericana que trabaja con esquizofrénicos, plantea


que en esta etapa se van a formar todos los núcleos paranoides de la persona. En nuestra
cultura no hay un solo ser humano que no invierta gran parte de su energía
defendiéndose de los demás. El prójimo y el mismo mundo son vividos como enemigos a
los cuales hay que medir y calibrar permanentemente.

Gran parte de las dinámicas que mueven las clases sociales tienen sus raíces psicológicas
profundas en patrones de desconfianza que se estructuran en esta etapa. Esta
desconfianza se presenta bajo mil matices y máscaras diferentes que son llamadas por la
psicología racionalizaciones. No me voy a extender sobre los matices socio-políticos que
adquiere este tipo de relación en la cual con el prójimo sólo existen dos opciones: la
primera es que me abandone y no pueda contar con él cuando lo necesito; la segunda es
que me invada y viole mi espacio interior despojándome de mis seguridades básicas. La
madre que en esta etapa abandona y al mismo tiempo acapara es un agente que
reprograma en su hijo lo que fué programado en Ella. Ese "desconfiad los unos de los
otros", un país del otro país, una iglesia de la otra iglesia, un profeta del otro profeta, un
hermano de su hermano, etc., tiene su origen psicológico en esta etapa.

A nivel de pareja veremos posteriormente cómo las carencias en la posibilidad de


incondicionalidad de la madre en esta etapa nos van a dejar marcados con un
comportamiento paradógico muy doloroso: por un lado vamos a vivir con pánico de
nuestra soledad la cual no va a ser valorada como un paso en el crecimiento, sino como la
pérdida de un paraíso que se lleva a cabo porque hemos hecho algo mal; por otro lado
viviremos con pánico de perder nuestra individualidad y nuestros límites ya que al
encuentro con el otro adquiere el significado de la pérdida de la libertad y de la
autonomía.

Una buena relación con la madre en esta etapa permitirá posteriormente al ser adulto
vivir con serenidad tanto su soledad como su encuentro con el prójimo. Sabe a nivel del
organismo y sus memorial que hay sentido en el alejarse y en el encuentro. Sabe también
que el encuentro es una forma de compartir su soledad y no la búsqueda de mi paraíso
perdido con la cual anda violentando a sus prójimos para que sean como debió ser su
madre.

El mito del amor por el cual teóricamente es posible renunciar a mi individualidad y


fundirme en un otro como esto fundido en una ocasión con mi madre, dejará de ser
buscado ya quo conciencia de ser un otro separado y distinto no será vista como castigo
sino como un paso en la evolución de nuestro ser.

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En nuestra cultura se generalizan los sentimientos paranoides y defensivos respecto al
prójimo, y al mismo tiempo se generalizan los mitos que nos prometen salir de una
soledad que es vivida como castigo. Carlos Frabetti en su artículo Contra el amor, se
plantea la siguiente cuestión: "puesto que mucha gente prescinde de los mitos religiosos,
pero casi nadie de los amorosos hay que deducir que el miedo a la soledad es más intenso
e irreductible que el miedo a la muerte". Probablemente la explicación estriba en que la
muerte propia es un fenómeno único, definitivo y que casi todos ven como algo vano y
remoto, algo que al igual que el sol, nos deja mirar al frente, como dice Roche Foucault.

No se experimenta la muerte, nos recuerda Epicuro: "cuando tú eres, la muerte no es;


cuando la muerte es, tú ya no eres". La soledad por el contrario es una experiencia
frecuente, por no decir continua y directa, y en nuestra sociedad competitiva, anónima,
muy difícil de aliviar de una forma mínima satisfactoria. La necesidad de autoengañarse
con respecto a la soledad es mucho más inmediata y apremiante que la necesidad de
autoengañarse con respecto a la muerte.

Al no haber vivido la experiencia de ser amados gratuitamente, vemos el mundo carente


de amor y nuestra estrategia de relación será permanentemente la de la desconfianza y el
control. Viviremos a la defensiva. El lenguaje del amor gratuito es ajeno a nuestra
percepción del mundo y "padecemos" lo que llamamos "amor", que es nada más que
deseo y necesidad insatisfechos. Las experiencias supremas estarán ausentes de nuestras
vidas.

4. Etapa actuante

A los diez meses aparece la fase actuante. Está caracterizada por una orientación de la
energía hacia afuera. Comienza el gateo, el uso de las recientes habilidades psicomotoras
adquiridas, y la exploración del espacio y de nuevas posibilidades afectivas. El deseo
permanente de hacer cosas sin ayuda de la madre muestra la búsqueda fundamental de
esta etapa, que es el mayor apartamiento de la madre, y la configuración de una identidad
más clara de un yo frente a un tú, con una conciencia más clara de ser un organismo
independiente que se explica por sí mismo y cuya razón de existir no depende de su
madre.

Hasta este período de alguna manera se vivía como un apéndice de ella. Ahora aparece
poco a poco la conciencia de ser un otro separado, diferente y por primera vez solitario.
Ha perdido la vivencia de estar fundido en su madre y puede comenzar desde ahora la
Búsqueda de volver a esta fusión extinguida, la cual para muchas escuelas de pensamiento
humano, nunca será recuperada.

El mito del amor romántico se ha fortalecido en este temor a la soledad que aparece
cuando descubrimos que somos un otro diferente, separado y solo. Es una etapa difícil
para el niño, que en el hacer nuevas amistades y relaciones va a estar en un permanente ir
y venir respecto a su madre. Necesita la disponibilidad emocional de la madre y al mismo

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tiempo su disposición a darle la mano en el momento en que lo necesite. Aparece la
relación competitiva con sus hermanos o con otros niños, de quienes recibirá con
frecuencia frustración por su incapacidad de controlarlos. La disponibilidad permanente
de la madre asegurará la "confianza básica en el hacer", se comienza a poner los cimientos
de lo que nombramos a veces saca como: "es una persona que sabe lo que hace", o "lo
que se propone lo saca adelante”.

Cuando las etapas anteriores han sido satisfactorias, este niño comenzará el aprendizaje
del hacer sin la angustia del ser. Su sentido de la vida no estará alienado en el hacer, sino
que este hacer será un nuevo recurso en su evolución que se integra a los desarrollos
anteriores.

Esta etapa es difícil para la madre ya que con frecuencia no tiene claridad respecto al
hecho de estimular al niño para hacer sus cosas solo o ayudarlo. El límite entre la
sobreprotección y la protección es muy difuso.

Es muy importante comprender que este hacer del niño nace de su necesidad de ir
resolviendo el lazo simbiótico, encontrando recursos propios medios de sobrevivencia. Es
una tendencia del yo autónomo para afianzarse.

No tiene que ver con el hacer nacido en etapas anteriores que el niño realiza para
conseguir reconocimiento y protección de una madre que no ha podido satisfacer
naturalmente esas necesidades, y ha forzado al niño a sobreactuar para conseguir el
control sobre ella. No es raro oír en las historias de los esquizofrénicos el caso de niños
que a los seis meses controlaban esfínteres y a los nueve meses comenzaban a formar
frases.

En estos casos el niño tiene que utilizar estrategias que aún no corresponden a su edad
para poder sobrevivir en su ser. Este ser va a quedar alienado y condicionado, dando por
resultado toda la angustia y ansiedad de la actuación que es tan frecuente (pánico en los
exámenes, depresiones severas ante fracasos, timidez, etc.).

El hacer de esta etapa proviene de un ser que en una relación satisfactoria se encuentra
en capacidad de encontrar sus propios recursos. Y en un proceso de crecimiento normal
es impulsado a actuarlos.
Cuando la madre no permite este ir y venir, ya sea porque rechaza al niño después que
éste se ha alejado y vuelve a ella, o porque por excesiva ansiedad y culpa no le permite
alejarse y lo ahoga, o hace los dos movimientos; cuando se aleja lo acapara y cuando está
cerca, lo aleja; toda la energía que naturalmente viene destinada al fortalecimiento de ese
yo por medio de su actuación autónoma, va a ser invertida defensivamente buscando
alejar a la madre cuando lo está ahogando y buscando controlarla y retenerla cuando la
necesita.

Cuando el niño ha recibido de su medio lo que necesita, llega a la etapa actuante en el

92
Momento en que su madurez se lo indica. Su hacer va a desarrollarse en función de su ser.

Dicho en forma popular, va a trabajar para vivir más no va a vivir para trabajar. Cuando ha
tenido que desarrollar su hacer precozmente, su ser se alimenta en el hacer. Toda su
razón de existir y el sentido de su vivir dependerá de su capacidad de hacer bien o mal las
cosas.
No es raro en nuestra cultura encontrar gente que se suicida porque quiebra el banco que
dirigen, o aún niños que se quitan la vida por haber perdido un año escolar. Las filosofías
budistas y taoístas nos enseñan permanentemente a "hacer nada" como medio para
encontrar el sentido del ser.

Nuestro sistema familiar está preñado de moral hasta sus raíces tempranas en donde al
niño se le da el mensaje de que su sentido de ser depende de su hacer bien o mal las
cosas. Como el hacer es permanentemente cambiante, nunca será suficiente lo que
hagamos para justificar nuestra existencia. Nuestras Iglesias con sus modelos morales han
ido anulando esa incondicionalidad del amor de Dios que nos ama porque somos y no por
lo que hacemos, creando en nosotros unos alienados de ese hacer para ganarnos el amor
de Dios.

Modelos naturales como el del hombre sencillo del litoral Atlántico que pesca lo suficiente
para satisfacer sus necesidades básicas y luego se dedica a ser, contemplando el mundo
tirado en una hamaca, o viviendo la armonía del universo en su danza, son catalogados de
subdesarrollados o anormales. Estas personas sencillas que disfrutan el universo porque
tienen el tiempo y el espíritu para contemplarlo y convivir con él me recuerdan la
bienaventuranza de: bienaventurados los pobres porque de ellos es el reino de la tierra.

Nosotros, atrapados en la compulsión del hacer, buscamos poseer la tierra por medio de
las morales de posesión como son los títulos de propiedad. Creamos, como consecuencia
de esa compulsión del hacer, la enorme necesidad de comprobar qué tenemos. Pero
como no logramos realmente tener porque hemos perdido la capacidad de contemplar y
de unirnos al universo, tenemos en títulos y escrituras lo que se nos escapa de nuestra
vida real.

Estamos transmitiendo de generación en generación esta alineación en el hacer que se


arraiga en nuestro organismo más que en nuestra conciencia y nos carcome el sentido de
la vida. Si tenemos una conciencia clara de la importancia del someter el hacer al sentido
de ser entenderemos también la importancia de esta etapa en el desarrollo de nuestros
hijos. El permitir que él explore sus posibilidades de actuar, siempre bajo nuestra
protección y nuestro amor incondicional, sirviendo de límites de realidad firmes y
amorosos a la vez, sin mutilar por nuestros propios miedos sus capacidades, va a ser un
elemento indispensable en desarrollo de esta parte de la conciencia que nos da el control
sobre el mundo, para mantener una armonía con él y con nosotros mismos.
Gran parte de la sabiduría oriental y la paz que encuentran está basada en ese tener el
hacer subordinado al ser. Nosotros hemos hecho lo contrario llegando a ser unos esclavos

93
de nuestro nacer, tanto que muchos de nosotros no sabemos claramente en qué consiste
la conciencia de ser.

5. Etapa de estabilidad

A los tres años ya se ha ido estableciendo la etapa de la estabilidad descrita por Kaplan
como "la permanente y profunda convicción de ser quien se es y no otro".
En los siguientes años vamos repitiendo en el pensar, en el hacer y en el relacionarnos,
estas etapas anteriores, para algunos autores, durante toda la vida, buscando rehacer las
fallas habidas en esa urdimbre. Tenemos la opción de redefinir esa primera urdimbre, o
repetirla confirmándola a través de toda la vida.

D. Las etapas de desarrollo y la identidad sexual

El desarrollo de la identidad sexual no se puede leer disociándolo del desarrollo de la


personalidad total. La identidad como lo decíamos anteriormente, es una imagen que el
ser humano hace de sí mismo en su relación con el medio. El ser sexuado hace parte del
percibirse como un ser con unos atributos masculinos o femeninos, y percibirse actuando
de un modo al cual se atribuyen valores femeninos o masculinos.

El ser humano tiene este elemento inherente como parte fundamental de su existir como
ser vivo. Es un ser que se desarrolla en la relación y al mismo, tiempo es un producto de
una complementación de sexualidades. El ser sexuado es parte de su identidad biológica y
el verse a sí mismo como sexuado llega a ser parte de su identidad consciente. Siendo la
identidad una imagen total, un elemento de ésta puede evocar el todo.

La sexualidad es un elemento de esa totalidad, y la percepción que se hace de este


elemento puedo evocar la totalidad de la identidad. Esto nos ha llevado muchas veces a
identificar como "un trastorno de identidad sexual" a algo que realmente está
manifestando una falla en la identidad total. De la misma manera las fallas básicas en las
primeras etapas del desarrollo de esa identidad de ser, puedan manifestarse como
inseguridades en la sexualidad.

La forma de las hojas de árbol hace parte de la identidad aunque no sea la identidad. Si a
las raíces y al tronco de un mango ordinario se le injerta un mango fino la identidad final
de ese nuevo árbol va a ser una totalidad en la cual las raíces y parte del tronco son de
una clase y las hojas y los frutos son de otra clase. Es un árbol que no es ni fino ni
ordinario sino injerto.

Algo semejante sucede con la sexualidad y la identidad. El desarrollo de la identidad


sexual hace parte de las raíces y el tronco tempranos, y ya la forma como un determinado
individuo va asumir su sexualidad adulta, hace parte en la analogía de las hojas y los
frutos. Muchas veces violentamos a los seres humanos al querer injertar un aguacate en

94
un mango y hacer muchas operaciones para que prenda el injerto. Los llamados trastornos
sexuales o disfunciones sexuales y aunque se manifiesten en las hojas y en los frutos,
tienen relación directa con esas raíces y ese tronco que se formaron en las primeras
relaciones con la madre.

El ser sexuado como ser biológico lleva al ser humano a buscar el apareamiento una vez
que su desarrollo genital se lleva a cabo en la adolescencia. Si es un árbol cuyas raíces, su
tronco, sus hojas y sus frutos están en armonía, lo más probable es que las hojas y los
frutos correspondan a la totalidad del árbol. Si este desarrollo no ha sido tan afortunado
porque el jardinero desde muy temprano ha estado tratando de injertar ese arbolito
buscando que de unas hojas y unos frutos que no corresponden a la raíz o al tronco,
posiblemente la aparición de las hojas y los frutos va a ser muy conflictiva y dolorosa.

La forma de las hojas y de los frutos no van a satisfacer ni al jardinero ni al arbolito mismo.
Este último va a sentir que si no satisface al jardinero no tiene razón de existir y se va a
forzar para conseguir que su follaje corresponda a los deseos de su hortelano. El jardinero
aumentará las podas que ya venía haciendo para conseguir adaptar el arbolito a sus
antojos. Si el arbolito tiene follaje de solitario, va a ser presionado y trasplantado a un
bosque en donde se siente ahogado.

Si le gusta la sombra de otros árboles, va a ser trasladado a la llanura para que se adapte
al rayo del sol; si sobre el mango logró prender un injerto de aguacate, no se va a sentir
mango ni aguacate y cada vez que produce los frutos de aguacate va a sentir que está
haciendo algo mal. El hecho es que al llegar a la adolescencia estas hojas y estos frutos se
desarrollan como tendencia propia a un ser' vivo. Al llegar a la adolescencia aparece la
necesidad de apareamiento exacerbándose muchas veces esa diferencia entre nuestra
imagen y nuestro organismo mismo.

Una imagen que produce unos frutos con los cuales no nos sentimos bien, y un organismo
que muchas veces hemos castrado para dejarnos injertar por al jardinero del cual
dependemos para seguir vivos social, afectiva y hasta biológicamente. Esta fuerza de
crecimiento biológica nos vuelve a poner en contacto con un organismo muchas veces
negado y hasta olvidado exacerbando las contradicciones que existen entre éste y la
imagen que nos hemos formado de él. Es como una llamada del organismo, con todo ese
renacer de la energía biológica, para que lo tengamos en cuenta.
La pulsión sexual la vivimos como necesidad. Al ser seres relacionales, que no podemos
disociar la necesidad biológica de la necesidad relacional, como tampoco lo hicimos de
pequeños en la relación con la madre, el sistema que creamos va a tener muchos
elementos en común con ese sistema de relación primario. Sabemos que el niño que
recibe la leche de su madre por fuera de un contexto amoroso y de aceptación va a
quedar insatisfecho y en una situación disarmónica vivida tono "displacentera". En ese
caso hablamos de una necesidad biológica que debe ser satisfecha en un contexto
relacional.
La aparición de la función sexual adulta coincide en la mayoría de seres vivos sexuados

95
con el final de su etapa de crecimiento o sea con la etapa de madurez.

En la mayoría de los animales éstos deben actuar su madurez biológica coincidiendo con la
actuación de su sexualidad. O sea que es una relación que se lleva a cabo entre adultos. En
esto se diferencia de la satisfacción de las necesidades biológicas primarias en relación
con una madre madura. Esta primera relación se hace entre un organismo maduro, no
competitivo, que muestra su madurez dando el control a la criatura, para que ésta tome
de ella, sin retribución, lo que necesita para su crecimiento.

Cuando aparece la necesidad del apareamiento en el ser humano, teóricamente ha


llegado a su madurez, y la relación que va a establecer con su partner va a ser semejante a
la primera relación, reviviendo vivencias organísmicas de plenitud y satisfacción, en un
contexto diferente, ya que su relación se llevare a cabo con otro adulto, también en
relación de necesidad como un niño. Si hay una buena complementación cada uno podrá
ser nutriente y nutrido a la vez. También existirá una rápida alternancia entre el que lleva
el control y el que cede el control, entre el que complace y el que es complacido, hasta
llegar al orgasmo, en donde en la utopía, ambos renuncian al control.

Para que se dé la situación antes descrita, los dos partners deben haber tenido un
desarrollo adecuado de sus etapas primarias. Deben haber tenido madres que permiten el
control al hijo hasta que éste satisface la necesidad y una vez satisfecha ésta, el niño
abandona el control porque ya no lo necesita, hasta la aparición de la siguiente necesidad.

El niño que ha permanecido insatisfecho, ha tenido que mantener permanentemente el


control, muchas veces escalando en estrategias de control patológicas para poder
sobrevivir, volviéndose un hambriento de control como necesidad vital. Cada vez que
contacte una necesidad vital volverá a exacerbar su necesidad de control.

Además, esa carencia de satisfacción ha dejado lagunas en su ser que buscara remediar
con un sobrecontrol, cada vez que contacte con una necesidad básica. A nivel sexual, será
un controlador permanente ya sea en forma complaciente, tomando el papel de madre
nutricia que controla a su compañera (o) proporcionándole placer sin contactar su propia
necesidad de satisfacción, ya sea incapacitándose (impotencia, eyaculación precoz,
frigidez), o ya sea con agresión directa (violadores, exhibicionistas, agresores sexuales).

Podemos hablar de autistas relacionales que "padecen" su pulsión biológica al


apareamiento pero que nunca se han enamorado. Son "niños que beben la leche materna
necesaria para sobrevivir sin un contexto amoroso", porque posiblemente nunca tuvieron
una relación que les permitiera crear la urdimbre que un día podría darle un contexto
humano a su relación. Con poca frecuencia se habla de estas carencias dentro de los
medios en que se habla de sexualidad normal o patológica. Esta sexualidad disociada se
encuentra con alguna frecuencia entre prostitutas y proxenetas. No es mi intención hacer
un juicio generalizado, ya que entre prostitutas, muchas veces se encuentran contextos
amorosos mucho más sanos que en otros medios.

96
Esta hambre de control muchas veces se disfraza de hambre sexual en los seductores, que
lo único que buscan es llegar a satisfacer su hambre de control sobre una compañera (o) y,
una vez obtenido ese control, la relación pierde todo sentido. En este caso la sexualidad se
vuelve un instrumento de poder, como pueden ser la fuerza o las armas. También es un
instrumento de poder la negación de la satisfacción de la necesidad sexual del compañero
(a), dotándose la propia necesidad.

Otras muchas formas de relación sexual en el ser humano pueden servir para hacer una
calquilla de las carencias básicas. El amor posesivo, los celos, la desconfianza básica en la
relación, el condicionamiento rígido y permanente de la relación.

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98
CAPITULO III

RELACION DE PAREJA

Conviene colocar, para iniciar este tema, un contexto sobre la relación misma de pareja.
Anteriormente anoté, trabajando otro tema, el cómo la relación de pareja, conforme la
encontramos en nuestra cultura actual, obedece a un proceso de evolución en la forma de
relacionarse los seres humanos como seres sexuados. Podemos referirnos a ella como a
un fenómeno que se da en nuestro contexto histórico por una decisión experimental que
hemos ido tomando a través de nuestra evolución cultural. Está más en el campo de
nuestro ser social que en el de nuestro ser biológico.

Hace parte de nuestro ser psicológico, ya que en éste integrarnos nuestra instancia social.
Es una fórmula sobre la cual no podemos aún hacer juicios de bondad o de maldad, de
eficacia o ineficacia, ya que somos parte de ese experimento y no podemos por eso tener
objetividad sobre sus resultados.

Podemos plantear pros y contras de acuerdo con los resultados parciales y los resultados
comparativos, pero no tenemos criterios para declararla como "la buena" ante otras que
son "las malas" o como la acertada ante otras erradas. Posiblemente sea buena en un
contexto y no tan buena en otro contexto.

Busco con la observación anterior retirar juicios morales sobre las diversas formas de
relación entre los seres humanos, que han sido respaldados por hipotéticas leyes
naturales o tendencias naturales.

Descarto, por la observación de la muy corta historia que tenemos de la humanidad, que
el ser humano "por tendencia natural" sea monógamo o polígamo, que sea estable en sus
relaciones o tienda a hacer relaciones transitorias. Tampoco la etología nos da fórmulas
rígidas sobre sistemas de relación, ya que cuando ésta se estudia con una visión abierta
vemos como cada especie animal tiene sistemas de relación de apareamiento en directa
concordancia con el medio ambiente.

Así como la sexualidad fué una fórmula adaptativa de la vida, la forma como se actúa esa
sexualidad en cada especie viviente se relaciona con su funcionalidad adaptativa. Los
gansos de Groenlandia son absolutamente fieles y establecen relaciones indisolubles,
tanto que al morir un miembro de la pareja el otro miembro lo sigue en la muerte.

Los gansos del trópico establecen relaciones de harenes y la fidelidad no cuenta para
nada.

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Comúnmente son muy semejantes.

Cambiando el ecosistema cambia el sistema de relacionarse entre sí.


El hombre es monógamo, bígamo, polígamo, poliándrico; poligínico o célibe, de acuerdo
con la pauta adaptativa que él considere más eficaz.

Eficaz, ¿para qué o respecto a qué? La respuesta más simple sería: siendo un ser vivo y el
resultado muy perfeccionado de un sistema evolutivo vital, sería la de ser eficaz para
conservar y perfeccionar aún más ese sistema vivo. Somos una creación viva y la eficacia
estaría en la capacidad de seguir desarrollando y evolucionando hacia la armonía esa
creación.

Sin embargo, la respuesta no es tan simple. Primero porque el ser humano no se adapta al
mundo real, sino a una representación cognoscitiva de ese mundo,
Puede estar actuando de manera que cree estar adaptándose al mundo real y en ese
actuar, estar destruyendo el mundo real y a sí mismo. Segundo porque por el fenómeno
de la conciencia y de la libertad que nace de ella el mismo proceso de adaptación se
puede distorsionar.

Adaptarse es relacionarse con el medio para obtener la satisfacción de las necesidades, sin
destruir ese medio. Pero, como está planteado en otra parte de nuestro trabajo el ser
humano necesita y "aprende a necesitar", y en ese aprendizaje se puede desviar
aprendiendo a necesitar lo que puede ir contra sus necesidades de vivo. Siendo un
producto de la vida puede crear mundos y necesidades que van contra la vida misma. Esos
mundos y esas necesidades están representados por nuestra cultura y por nuestras
morales. No hago un planteamiento anticultural ni antimoral ya que ese cúmulo de
conocimientos, o dicho de otra forma, de "presentaciones de la realidad", son parte
esencial de nuestra conciencia.

Simplemente invito a tener una actitud crítica y abierta ante esos mundos, con una actitud
humilde del que sabe que no está percibiendo realidad, sino una representación de ella,
que ha sido aprendida, y que puede tener muchos aciertos y muchos errores. Esta actitud
nos lleva a usar nuestros conocimientos culturales como un instrumento para
relacionarnos con la realidad y no como la realidad misma.

Dentro de este contexto paso a hablar de la relación de pareja como una formula cultural
acertada en este momento de nuestra historia (en nuestro medio), como una de las
fórmulas de pautar la relación sexuada de los humanos.

A. Condiciones para la Relación de Pareja

La pareja, como cualquier sistema vivo, puede ser descrita como algo que cambia
permanentemente en un proceso de desarrollo con un nacimiento, un crecimiento, una
madurez, un reposo y una muerte. Igual puede decirse que tiene un nacimiento y muerte

100
Usaré para esta descripción la misma analogía que empleé para describir el desarrollo de
la identidad, utilizando como guía el artículo Los estadios desarrollo de la pareja, de Ellyn
Bader y Peter Pearson.

En principio, se puede decir que la pareja es armónica cuando los dos miembros de la
pareja tienen un tiempo de evolución y crecimiento más o menos crónicos, de tal manera
que viven las etapas de la pareja con necesidades semejantes y sin competencia
patológica.

Cuando la pareja se estanca o suspende su crecimiento, se anquilosa, impidiendo el


crecimiento de cada uno de los miembros. Cuando uno de sus miembros se detiene en su
evolución, se desfasan las necesidades y lo que es la satisfacción de una necesidad para
uno de los miembros será vivido como frustración por el otro; así se va generando una
dinámica de sobrecontrol y competencia que es nociva para cada uno de los miembros de
la pareja.

En la analogía de los estadios evolutivos de la primera etapa de vida, describí las carencias
que hacían que una persona se incapacitara para pasar al estadio siguiente evolutivo. En la
pareja el fenómeno se hace más complejo. Por un lado, cada miembro aporta a la relación
sus carencias básicas y espera satisfacerlas en esta segunda oportunidad que le da la vida,
convirtiendo a cada uno en una persona que necesita el control sobre el otro para obtener
satisfacción de las necesidades presentes de su actual estadio de evolución s necesidades
que no satisfizo en estadios de evolución anteriores.

Por otro lado, en la escogencia de pareja se buscan las personas semejantes, con carencias
semejantes. Las que han logrado un desarrollo bastante armónico porque en sus primeras
etapas de vida contaron con un medio continente y adecuado van a simpatizarse entre sí,
y las que han tenido carencias serias también tenderán a aparearse.

Ya los latinos tenían un dicho popular que decía: "Similia similibus gaudentur": "Los
semejantes se alegran con sus semejantes". Esto hace que muchas parejas que nacen ya
en la carencia y que posiblemente van a tener un desarrollo personal y de pareja muy
truncado.
La frase de Cristo de: que tiene mucho se le dará más y al que tiene poco, lo poco que
tiene le será quitado" (Mateo 13.12), parece ser un principio duro que hace parte de la
ética de la vida. Hay parejas que podríamos llamar "predestinadas al sufrimiento y la
frustración".

El amor romántico" ha creado mitos completamente ajenos a la realidad, que es nuestro


deber cuestionar, para poder trabajar a nivel preventivo y evitar la reproducción del
sufrimiento por el sufrimiento. Uno de estos mitos dice: Si dos personas se quieren ya
tienen los requisitos suficientes para formar pareja estable y tener hijos. El
enamoramiento como pauta de capacidad es una falacia muy peligrosa.
Existe una diferencia entre la relación de pareja y la relación terapéutica.

101
Lo que busca la última es crear un contexto en el cual una persona determinada pueda
comenzar a reparar esas fallas que han quedado en su formación, por haber sido sometida
a carencias básicas, por fuera de una relación de competencia. El terapeuta es una
persona que, encuadra en un contexto que se llama "relación terapéutica", entra en
relación no competitiva con otra persona, para guiarla y ayudarla a satisfacer esas
necesidades básicas.

Cuando se constituye una pareja en la cual los dos están carentes, se organiza por lo
general una guerra a muerte, ya que cada uno está defendiendo su vida. Son dos personas
que por estar carentes tienen poca posibilidad de dar y al mismo tiempo mucha necesidad
de recibir. La voracidad permanente los lleva a exacerbar hasta la locura las estrategias de
control de uno sobre el otro, con la misma voracidad con la que buscaron controlar a
mamá en los primeros años de vida y no lo consiguieron.
Si nace un hijo de este tipo de relación va a estar destinado a ser la comida de unos padres
hambrientos. Sé que la imagen literaria es muy dura, y sin embargo, la saco de las
palabras de una persona psicótica que en un momento dice que siente que su madre es
una caníbal que se la está comiendo.

El hecho de que nuestro desarrollo biológico no se dé paralelo, en muchas ocasiones, (las


más de las veces en nuestro medio), con nuestro desarrollo psicológico y social, hace que
una persona esté preparada biológicamente muy pronto para la vida de relación sexual
genital a nivel biológico, y aún se encuentre en los primeros estadios del desarrollo de su
ser psicológico y social Nuestra cultura presupone que una relación sexual se debe dar
dentro de una relación de pareja. Esta presuposición genera una norma moral que exige
que la sexualidad se dé dentro de la relación de pareja. Una observación más
desprejuiciada nos lleva a ver que la capacidad de relacionarnos sexualmente a nivel
biológico no presupone de ninguna manera la capacidad de establecer una relación de
pareja que tenga perspectivas de desarrollo, y menos aún la capacidad de tener un hijo
dentro de un contexto de responsabilidad.

Por responsabilidad entiendo la capacidad y los recursos con que cuenta uno persona para
"responder" ante una situación determinada de la realidad.

Puede suscitarse la pregunta "naturalista": Si la relación sexual conlleva en sí misma la


posibilidad de la fecundación, y una nueva vida necesita de un nicho ecológico, que en
nuestra cultura es la pareja, ¿cómo se le puede negar a una persona que tiene la
posibilidad sexual, la posibilidad de hacer una relación de pareja que le permita ser padre?
Yo no respondo a esta pregunta moralista y sofista porque no propongo una nueva moral
que prohíba cosas a seres humanos con capacidad de optar.

Hablo de ser iconoclasta de imágenes difundidas por nuestro amor romántico, para
proteger a nuestros semejantes de esperar de unos falsos ídolos, soluciones que nunca les
llega'« y que los abocarán a vivir vidas muy cargadas de sufrimientos y de falta de sentido.
No se trata de volvernos unos fariseos de nuevas morales. Se trata de mostrar nuevas

102
opciones aparentemente más acordes con los esquemas de desarrollo de la vida.

Las opciones que propongo no son "la verdad", ni la realidad misma, sino otras
representaciones de la realidad, que veo y siento más en armonía con una creación vista y
sentida por mí como "buena".

Pienso que a una persona, que por su entorno existencial ha desarrollado ya su


potencialidad sexual, más no aún sus capacidades para establecer una relación de pareja
viable, debemos facilitarle la posibilidad de actuar su sexualidad sin condenarla a vivir un
aborto de vida de pareja, en el cual puede condenar su propia vida, la de su compañero y
la de sus hijos. La condenamos a esto sencillamente reforzándole la prohibición de no
actuar su sexualidad por fuera de la pareja y permitiéndole y reforzándole los mitos
románticos en Mos que les decimos que el amor solucionará todo.
El feto necesita un período intrauterino por lo menos de siete meses para ser 'viable".
Aunque hay algunos casos que son la excepción, el presupuesto es que un feto que no
alcanza a tener este tiempo de crecimiento intrauterino, va a morir o va a tener una vida
desventajada.

Con la relación de pareja sucede lo mismo. Se supone que se establece entre dos personas
maduras, es decir, dos personas que han llenado sus etapas de crecimiento en forma
aceptable para poder aportar a esa nueva vida, que es la pareja, los elementos
indispensables para el futuro desarrollo de ésta. Podríamos hablar de una terapia de "pre-
pareja" que buscaría postergar no "parto" hasta el momento en que se haga viable la
relación. Hoy en día la psicología familiar, con los aportes que ha hecho la terapia
sistémica y la terapia de familia, cuenta con criterios bastante objetivos para poder acer-
arse a hacer un juicio sobre la viabilidad o no de una pareja. Si en la ciencia médica se
hacen esos juicios sobre la vida, no veo por qué con estos enfoques no podamos llegar a
tener criterios cada vez más acertados.

Algunas instituciones como la Iglesia Católica hacen lo que se llama un "curso


prematrimonial" y unas amonestaciones preguntando a la comunidad de
los fieles si ven algún impedimento para que se realice el "nacimiento institucionalizado
de una relación de pareja". Es un servicio que la comunidad da a esas personas y a sus
hijos. Si nos llamamos terapeutas familiares, deberíamos encontrar recursos para ayudar a
las personas que están conformando una relación de pareja, para asesorarlos antes de
que lleguen a nuestros consultorios llenos de "patología", que en otras palabras es
sufrimiento intolerable.
Nuestro papel no sería el moralista "prohibir" esas uniones, sino el facilitar el crecimiento
necesario de cada uno de los individuos para poder configurar una pareja estable. A veces
es suficiente un señalamiento simple sobre el contexto de la relación. Una relación
transitoria no tiene nunca las exigencias de una pareja estable y permite un crecimiento
que le da facilidades a esas personas para llegar a conformar una pareja estable. El solo
hecho derrumbar el mito de la indisolubilidad, da libertad a los miembros de la pareja
para vivir sus procesos de desarrollo de tal manera que pueda devenir en una pareja

103
estable y armónica.

B. Etapas de desarrollo de la pareja

Definición de conceptos:

Usaré conceptos muy semejantes a los utilizados en el capítulo precedente para referirme
a las distintas etapas por las cuales puede pasar una pareja en sus procesos de vida y de
desarrollo. Cada etapa será nombrada con dos palabras las cuales hacen referencia a cada
uno de los miembros de la pareja. Estas dos palabras le dan el nombre a un sistema
formado por la interacción de dos elementos que son los miembros de la pareja.
Convencionalmente en los tratados de psicología familiar o de pareja se da un nombre a
cada etapa de ese sistema como puede ser la familia en su estado adolescente. En razón
de la claridad, nombraré el sistema de la pareja refiriéndome a los elementos
constitutivos por aparte.

El hecho de que cada una de las personas que conforman la pareja pueda estar viviendo
etapas de desarrollo personal diferentes hace que la descripción del sistema pueda
desarrollarse por el resultado final de esa interacción, o por los elementos que generan
ese resultado. Puedo hablar de una relación de pareja complementaria en la cual hay
siempre una persona pasiva y dependiente y otra persona activa y dominante. O a la
misma pareja le puedo dar el nombre Simbiótico-actuante, con lo cual indico que es una
pareja constituida por una persona que es pasiva, dependiente que usa las estrategias
adaptativas del niño; y otra persona que está viviendo una etapa de su vida en la cual
busca resolver sus cosas en forma activa, evitando a toda costa la dependencia.

También es conveniente aclarar que estos estadios o etapas en el desarrollo de la pareja


en principio no son estructuras inmutables. Cuando una pareja se "aquieta" en una de
estas etapas crea una estructura rígida generadora de enfermedad y sufrimiento.
Los términos utilizados todos han sida explicados en el capítulo anterior cuando se hizo la
descripción del desarrollo de la conciencia en el niño. En razón de la claridad daré una
corta definición de cada uno de ellos.
Simbiótica: Es una persona que establece la relación con su pareja de la manera como el
niño de meses establece relación con la madre; espera que su pareja satisfaga todas sus
necesidades y las estrategias de poder que usa son pasivas. Para conseguir algo llora, se
deprime, se enferma, se invalida de cualquier manera; utiliza la seducción y la coquetería.
Sus exigencias no son explícitas porque cree no tener poder para respaldarlas.

Simbiótica-actuante: Es la persona que en su relación de pareja utiliza la rebeldía y sus


características formas de interactuar, para conseguir lo que necesita. Corresponde a un
estadio psicológico de desarrollo en el cual la persona ya se atreve a correr algunos riesgos
en la relación, aunque aún han una dependencia muy fuerte. "Aunque me muera no
cedo", "no como y me quedo con hambre" o cualquier forma de manifestar la rebeldía. La
persona no actúa centrada en sus necesidades orgánicas o psicológicas, sine que renuncia

104
a ellas para poder mantener una posición ante su pareja con la cual se siente autónomo
frente a ella. Corresponde a la psicología del niño cuando entre en la etapa del "no". Ante
cualquier ofrecimiento o cualquier orden el niño dice "no" "por principio". Su necesidad
fundamental es comenzar a sentir que él se gobierna a sí mismo.
Cuando dos personas que viven en pareja están pasando al mismo tiempo por esta etapa,
la relación que se da es muy parecida a la de dos niños rebeldes que a todo se dicen no.

Actuante: La persona va dejando atrás sus temores a la soledad y al abandono lo cual la


capacita para entrar en su etapa adulta. La motivación fundamental es la libertad y la
autonomía ya sin los temores del abandono y la soledad. La forma como se relaciona con
su pareja va a ser muy independiente buscando arreglos que le permitan tener su propio
tiempo y su propio espacio.

Interdependiencia: Después de haber vivido esa forma de autonomía en la cual se


enfrenta el miedo a la soledad y se sale vivo de ese enfrentamiento, la persona comienza
a explorar otras formas de relación que no la llevan a la pasividad y a la dependencia. De
alguna forma comienza a ser consciente de que la soledad se puede compartir, y en ese
compartir, aparece una nueva dimensión del ser humano. Cuando los dos miembros de la
pareja llegan a esta etapa, comienzo a hablar de madurez del sistema de pareja.

Sinérgica: Es una etapa de desarrollo que alcanzan pocas personas en nuestra cultura, en
donde se hace cierto aquel principio de San Francisco que dice: "Es dando como se recibe,
perdonando como se es perdonado, amando como se es amado". El ser humano que ha
llegado a su madurez biológica, psicológica y espiritual se relaciona con el mundo por
fuera de la necesidad. Es como el árbol adulto que dando su follaje y sus frutos a la tierra
la enriquece y al mismo tiempo se enriquece él. El vivir de una persona que ha llegado a
esta etapa se da dentro del amor, y su presencia se convierte en un elemento de
transformación y de armonía en el mundo en que vive.
Cuando dos personas que viven en pareja han llegado a esta etapa muy posiblemente
tienen muy pocas dinámicas de pareja convencional. No serán dos personas que se
satisfacen mutuamente las necesidades, sino que han conseguido una complementación
que les permite el servicio y la entrega al universo del cual forman parte. Hay algunas
culturas indúes que dividen la vida del ser humano en tres grandes etapas:
La primera en la cual recibimos del universo la vida y los elementos que necesitamos para
crecer; la segunda en que devolvemos al mundo lo que nos ha dado, dando la vida y la
protección a los hijos; la tercera en la cual, ya estamos en paz con el universo, podemos
entrar a vivir en armonía con él.
Pero muchos de ellos, consideran que nacen realmente cuando entran en la tercera etapa.
Esta tercera etapa no tiene nada que ver con la imagen romántica de Occidente en la cual
aparecen dos viejitos tomados de la mano y amándose como si fueran adolescentes
aislados del resto del mundo. Todos sabemos que esos dos viejitos aislados van a estar
amargados y mortificándose.
Oriente crea sitios que permiten el reconocimiento y la quietud para esta tercera etapa de
la vida, en la cual muchas veces la pareja ya se ha disuelto porque ha cumplido su función

105
y ha perdido la razón de ser.

1. Simbiótica—Simbiótica

Una de las formas más frecuentes de iniciación de una relación de pareja es por el
enamoramiento o por el apasionamiento.
El enamoramiento es un fenómeno por el cual, hacemos una regresión en nuestro sentir y
el nuestra manera de percibir la realidad. Es un fenómeno "normal" ya que en nuestro
contexto cultural es uno de los síntomas que nos indica que tenemos una capacidad para
el amor. Es una regresión en la medida en que cuando lo vivimos entramos en una
relación de dependencia semejante a la dependencia que vivirnos en nuestros dos
primeros años de vida.

Hay una romántica idealización de la persona de la cual estamos enamorados y de la


relación misma, la cual crea estados de conciencia en los cuales la diferenciación entre el
yo y el tú tiende a desaparecer.
Esta etapa de la relación se lleva a cabo entre dos adultos que establecen unos
sentimientos, unas reglas de juego y una situación existencial semejante a la de niños de
meses dependientes de sus madres. El calificativo simbiótico-simbiótico. Se refiere a una
etapa de la pareja en la cual los dos miembros se relacionan entre sí como los niños de
menos de un año con sus madres.

Al mismo tiempo es necesario aclarar que como esta relación se da entre adultos, cada
miembro de la pareja desempeña el papel de niño pequeño que depende
simbióticamente de la madre y el papel del padre protector con capacidad de llenar las
infinitas expectativas del bebé. El término simbiótico que fué explicado anteriormente se
refiere a una forma de relación que se da entre los seres vivos muy semejante al
parasitismo. La simbiosis se refiere a una relación de mutua necesidad como la que se da
entre el pájaro garrapatero o la garza y el ganado de las zonas tropicales muy parasitadas,
o como la que se da entre el pez piloto y el tiburón.

Biológicamente hablando, la simbiosis es una relación sinérgica en la cual cada uno de los
miembros de la simbiosis gana en su relación con el otro. En nuestro organismo hay
bacterias simbióticas que obtienen un hábitat adecuado con alimentación, temperatura
adecuada a cambio de ayudarnos a digerir los alimentos. Aunque en algunas psicologías se
llama simbiótica la relación entre la madre y el bebé, yo afirmo que esa relación, si es sana
debe ser más bien parasitaria, no nociva. La orquídea vive en los grandes árboles,
alimentándose de la materia orgánica que va quedando a su disposición en las orquetas
de éstos.
No beneficia ni perjudica a estos seres vivos.
En esta primera ella de la relación nos referimos al término simbiótico ya que al darse esa
relación de dependencia profunda entre dos seres adultos, se necesita de que de alguna
manera haya alguna forma de sinergia. Ese doble rol de ser bebé y madre del compañero
hace que se de esa mutua dependencia como nuevo elemento. Para muchas personas no

106
es desconocida esa mutua dependencia ya que su relación con la madre fue más
semejante a una relación entre dos adultos que a una relación entre un poderoso y un
inválido. La persona que ha tenido un padre o una madre que se invalidan de cualquier
manera y ha sido forzada a apurarse a crecer para poder proteger a sus padres llega a esta
etapa sabiendo lo que es ser bebé y madre a la vez. Esta es una etapa en la cual, por las di-
námicas que a continuación explicaremos, dos personas crean lazos de dependencia tan
profunda que siente que mueren si ese lazo se rompe. En los enamorados son muy
frecuentes los fenómenos de comunicación descritos por René Spitz en El Primer Año de
Vida del Niño, como la “adivinación” de los sentimientos del compañero o la compañera.

La creencia de que se desean las mismas cosas está permanentemente presente. No es


extraño que una persona que no tiene ninguna sensibilidad artística, al enamorarse de
otra persona que sí la tiene, durante el tiempo del enamoramiento se vuelva una
apasionada de los conciertos, para posteriormente, cuando ha pasado la etapa de
enamoramiento, volver a sentir tedio por ellos. Como en la díada (relación madre - hijo en
el primer año de vida) materna, la conciencia está focalizada al mundo de la pareja, y las
motivaciones giran alrededor de este mundo.

Las otras cosas que la rodean pierden interés hasta el punto en que la imagen romántica
por excelencia es la isla desierta disfrutada con la pareja. El resto del mundo a menudo es
visto y sentido como un estorbo o como un peligro ante el cual hay que cerrar fronteras
para conservar esa maravilla que se está viviendo.

La separación provoca la angustia de muerte o pérdida del sentido de la vida. Se cierran


las puertas a cualquier reconocimiento que venga de fuera de la pareja hacia uno de sus
miembros, y estos reconocimientos son vividos por la pareja como peligrosos. Dejan de
verse o se niegan las diferencias, y las semejanzas son acentuadas con bastante carencia
de objetividad.

La estructuración del tiempo de cada uno se hace en función de la pareja y ambos


aparecen como personas inseparables.
Cuando los dos miembros de la pareja han vivido sus primeros años de vida llenando sus
necesidades de amor, aceptación y confianza en sus primeras relaciones con sus
respectivos padres, los temores propios de esta etapa son tolerables y existe la posibilidad
de recibir mutuamente óptima protección, con lo cual la pareja va a seguir su camino de
madurez hacia las próximas etapas.

Cuando la persona entra en su relación de enamoramiento con carencias básicas


marcadas, en esta regresión, lo que en casos de un buen desarrollo son miedos tolerables
y manejables, se convierten en pánico mortal, creándose dinámicas de sobrevivencia. El
sentimiento permanente de morir si no somos amados por el otro nos lleva a actuar como
actúa el desesperado.

La carencia básica de aceptación nos lleva a sentirnos permanentemente no aceptados,

107
viviendo, en ese momento, la necesidad de ser aceptados por el otro como una condición
indispensable para seguir vivos. La falta de confianza básica nos lleva a hacer una lectura
de la relación dentro del contexto de la desconfianzas Esto hace que el posible amor y la
aceptación que estamos recibiendo del otro, esté siendo descontado por el contexto de
desconfianza.

Se repite la situación de carencia ya sea porque el partner elegido está en incapacidad de


dar. Ya que nadie puede dar de lo que no tiene, o ya sea porque estamos incapacitados
para recibir lo que sí se nos está dando.

Esta "sin salida" explica por qué nuestra literatura romántica (Romeo y Julieta, Tristán e
Isolda, Love Story, etc.) siempre presenta como un elemento propio de esta forma de
relación, la muerte como solución.

Cuando estas personas con carencias básicas se enamoran, se dan con frecuencia
dinámicas desesperadas en las cuales cada uno está defendiendo su vida. Habrá un
permanente requerimiento de "muestras" de aceptación y de amor de cada uno de los
miembros hacia el otro, y al mismo tiempo habrá grandes dificultades para "dar" ese amor
y esa aceptación en forma incondicional. No existe la urdimbre primaria que permita
construir la actual urdimbre de la pareja.

Se busca tener el control sobre el compañero (a) para obtener de él (ella) el


reconocimiento amoroso y la aceptación. Pero hay una incapacidad para recibir ese
reconocimiento, incapacidad que es mayor en la medida en que la carencia sea mayor.
Con frecuencia oímos frases como "demuéstrame que me quieres", "no sé si me quieres",
en relaciones de pareja que están iniciando su etapa de enamoramiento.

La interpretación que hacen mutuamente sobre los requerimientos de uno hacia el otro
son vividas en forma defensiva corno "muestras de no amor". En nuestra cultura con
frecuencia aún se encuentra en la mujer la creencia de que el hombre que manifiesta su
deseo sexual, realmente lo que desea de la relación es una utilización grosera del amor
que ella le tiene. Cuando se pregunta a esta mujer si ella tiene deseos sexuales con su
compañero, muchas veces responde que sí.

La persona que no ha tenido un patrón claro de "ser amada", tiene mucha dificultad para
sentirse amada y redefine y distorsiona los datos de la realidad para acomodar sus
vivencias actuales a sus vivencias primitivas. La tendencia que tenemos los seres humanos
es la de pensar que cada nueva situación que se nos presenta está repitiendo los
elementos de situa ciones semejantes anteriores.

Si en la relación con la madre esa persona tuvo que hacer una gran competencia de
control para ser atendida y protegida, y vivió a su madre como una parásita que competía
con ella, en el presente va a creer que vive las mismas circunstancias, aunque éstas sean
diferentes.

108
Una de las observaciones más valiosas que he podido hacer en la comunidad terapéutica
en la que trabajaba, es precisamente el constatar que no es suficiente crear un ambiente
amoroso y aceptador, para que una persona que ha tenido una percepción negativa del
mundo, se sienta amada y aceptada. La tendencia de estas personas es la de percibir la
situación actual idéntica a la situación que los llevó a adoptar esa visión del mundo.

Por percepción "negativa" entiendo algunas constantes que se encuentran en la manera


de verse a sí mismos y al mundo, en la mayoría de las personas que son diagnosticadas
como "esquizofrénicas": éstas pueden ser en líneas generales:

a) El mundo es malo, la gente que me rodea es mala. Mi relación con ese mundo y
esa gente tiene que estar movida por la desconfianza ya que mientras puedan me
harán daño. El dicho: "piensa mal y acertarás" puede convertirse en un principio
fundamental para mi sobrevivencia. Mi postura permanente en el mundo es la
defensa.

b) Yo estoy mal a todos los niveles. Si soy aceptado es porque me tienen lástima o
porque me quieren utilizar. Mi presencia o mi existencia no es motivo de alegría
para nadie, sino que por el contrario soy tolerado. Mi estado "normal" es el estar
mal.

c) ¡Primero los demás! No tengo derecho a sentir mis propias necesidades ni a


reclamar por la satisfacción de éstas. Tengo que estar haciendo algo por los demás
para justificar mi propia vida. Las necesidades de los demás están por encima de
las mías.

El enamorado con carencias básicas muy grandes tendrá gran dificultad de sentirse amado
y de confiar en ese amor que se le da. Su vivencia del enamoramiento va a ser dolorosa y
lo va a poner en contacto con unas necesidades que siente no resueltas ni satisfechas. R.
Laing describe a estas personas como voraces. Nunca nada es bastante para sentirse
satisfechas y seguras.

Como decíamos anteriormente, simula similibus gaudentur; por lo general estas personas
forman parejas con personas que se encuentran en circunstancias semejantes, no
propiamente para "gozar", sino para entrar en una lucha de sobrevivencia en la cual
sienten que si pierden su compañero ( a ) mueren, y si permanecen con él ( ella) también
mueren, confirmando el paradigma del amor romántico que dice en la cancioncita popular
ya mencionada: "ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio, contigo porque me matas
y sin ti porque yo me muero".
Es posible que si una persona muy carente, hace relación con otra que ha tenido un
desarrollo de su identidad adecuado, esta última pueda dar un reconocimiento, una acep-
tación y un amor incondicional permanente y suficientemente duradero, como para que la
primera haga una regresión contenida adecuadamente, que le permita hacer una vivencia
correctiva, y que la haga permeable al amor y la aceptación.

109
Una de las posibilidades psicológicas que tiene el ser humano es la de "volver atrás" en su
historia y revivir etapas o períodos de su vida en los cuales hubo situaciones
desafortunadas para él. Esto es llamado regresión. Si en un período de éstos es
acompañado y contenido por personas que hacen que este vivir sea distinto al primero, se
hablará de "una vivencia correctiva". Si siendo niño un día me llevan a los LLanos
Orientales y me enfermo, me pierdo y además me regañan por haberme perdido, cuando
vuelva, siendo adulto mi manera de ver esos mismos sitios estará distorsionada por mi
experiencia de pequeño.

Si siendo niño he tenido una relación con mis padres en la cual la desconfianza y el temor
están presentes permanentemente, al llegar a mi vida adulta distorsionará cualquier
relación teniendo una especial capacidad de ver y sentir el temor y la desconfianza en mis
relaciones. Si cuando estaba pequeño, cada vez que llegaba al sitio en donde se
encontraban los mayores, recibía un rechazo sutil o explícito, en forma agresiva o en
forma "chistosa", ahora cuando llego a un sitio en el cual hay gente reunida, esas
memorias van a influir en la forma en que percibo ese ambiente en el presente.

Estos tres ejemplos nos sirven para ver cómo nuestras experiencias pasadas influyen en la
forma en que percibimos el mundo en el presente. El mayor problema consiste en que no
solamente percibimos el mundo en una forma distorsionada, sino que con nuestra manera
de actuar en respuesta a esa forma de percibir,"creamos" un mundo semejante al que
tenemos. Todos hemos experimentado en alguna ocasión lo que nos sucede cuando
entramos a una reunión temiendo ser rechazados.

Nuestra percepción distorsionada nos ayuda a ver precisamente a las personas que
posiblemente me rechacen y a buscarlas de alguna manera.

Con el miedo que tengo y la forma como me defiendo, consigo desencadenar el temido
rechazo. La persona que ha sido abandonada una y otra vez por sus padres, anda por el
mundo con mucho miedo de ser abandonada. Ese miedo la lleva a distorsionar la
percepción de tal manera que busca personas abandonadoras y hace lo necesario para
lograr ser abandonada y comprobar su miedo.

Cuando hablo de hacer una regresión para cambiar mi manera de percibir a las personas
me refiero a esa capacidad que describí anteriormente de "volver atrás" y revivir
nuevamente de una manera diferente esas experiencias anteriores. En el ejemplo del niño
que es llevado a los Llanos Orientales no sería necesario hacer una regresión para cambiar
su experiencia.

Basta con que nuevamente vuelva a ese sitio y se dé cuenta de las circunstancias reales y
diferentes que él puede crear siendo adulto. Si disfruta del paseo, no se enferma y busca
los recursos para estar cómodo, podríamos decir que hizo una experiencia correctiva. Si
por miedo viaja aprensivo y repite la experiencia de niño va a reforzar su idea de que los
Llanos son un sitio preligroso y malo.

110
Si el niño que vivió una relación de desconfianza y temor con sus padres establece una
relación de pareja con una persona que tiene mucha capacidad de confiar en éI y al mismo
tiempo mucha aceptación de la desconfianza que él muestra, es posible que no haga una
experiencia correctiva de su visión del mundo. He conocido personas que han
permanecido siendo celosas durante toda la vida aunque la vida les haya dado la oportu-
nidad de cambiar su modo de percibir desconfiado. La persona invalida la experiencia
presente con cualquier racionalización, para poder mantener válida la experiencia
primitiva con sus padres.

Esa primera experiencia está grabada en el cuerpo, mientras que las experiencias actuales
muchas veces no pasan del simple conocimiento. Con mi manera de ver el mundo
desconfiada, nacida de la carencia de confianza, genero desconfianza a mí alrededor,
creando un mundo que justifica mis miedos. Para cambiar ese círculo vicioso se necesita
una regresión "contenida adecuadamente". O sea el volver atrás en unas circunstancias
que garanticen el que no se va a repetir la serie de experiencias que me marcaron con la
desconfianza.

En muy raras ocasiones el enamoramiento puede constituirse "regresión contenida


adecuadamente". Si el desconfiado establece una relación con esa persona que da
aceptación y confianza incondicional, puede llegar a hacer esa experiencia correctiva que
cambia su manera de sentir y percibir al mundo y al prójimo. Esta sería una pareja en la
cual el que es contenido y protegido con amor, aceptación y confianza incondicional
estaría en la etapa simbiótica, como el niño frente a la madre. En que da el amor, la
aceptación y la confianza estarían en una etapa evolutiva mucho más avanzada y
posiblemente no lo podríamos describir como un enamorado. Esta persona para aceptar
incondicionalmente va a permitir en su compañero hasta la infidelidad, lo cual no lo hace
un enamorado.

Si esto se da, lo natural es que esta pareja continúe su camino de evolución hacia la
madurez. Sin embargo esa situación es utópica, ya que la relación de pareja se da entre
dos adultos con la regla básica de "doy para que me des". Con alguna frecuencia vemos
parejas "profundamente" enamoradas, con dinámicas de pareja de enamoramiento, doce
o quince años después de casadas, en las cuales aparentemente hay un miembro de la
pareja que contiene al otro con aceptación y amor incondicional.

Son personas "inseparables", que por lo general asisten a consulta por la depresión o el
alcoholismo de uno de sus miembros o por la toxicomanía de uno de los hijos. Al
profundizar en la observación de estas parejas se ve claramente que hay una dinámica
simbiótica-simbiótica, con una competencia por el control muy grande, que a través de los
años ha ido creando reglas de juego de competencia muy larvadas, y detrás de ese gran
cariño, se encubren muchos odios y resentimientos generados por la mutua dependencia.

Hay trabajos magistrales sobre este tipo de parejas simbióticas con competencia

111
Encubierta por el control. Los terapeutas que trabajan en familias con miembros
psicóticos, esquizofrénicos o toxicómanos saben que es el tipo de ambiente ideal para
generar lo que es llamado actualmente la "transacción esquizofrénica", la cual, en esencia,
consiste en una transacción de guerra disfrazada de transacción de amor. Una transacción
de guerra en la cual no puede definirse ni un ganador ni un perdedor ya que esto
significaría el fin de la guerra (o del amor aparente), y la disolución de la pareja, lo cual es
vivido como la muerte.

La seguridad en la pareja sana se va a dar en la etapa del enamoramiento, como una


sintonía de deseos. Ninguno de los dos sabe si está complaciendo o está siendo
complacido. Esa disolución de los límites entre el yo y el tú, descrita anteriormente,
también abarca la sexualidad. La vivencia es la de una excitación, un desearse y un
satisfacerse en la armonía de un organismo único. La adaptación al otro es vivencial, no
racional. Así como en la relación simbiótica sana la madre goza el amamantar
sincrónicamente con el bebé que amamanta y no siente este acto como una obligación o
una tarea, los amantes gozan de sus relaciones sin derivar control ni poder de la actuación
de su sexualidad. Es una relación en la que el abandono del control es parte esencial.

Están presentes el amor, la aceptación y la confianza que se aprendieron a vivir en la


primera relación con la madre. El amor, la aceptación y la confianza en sí mismo y en el
otro. No se exige, ni se pide, ni se da. Para dar y recibir tiene que haber un yo y un tú
diferenciados con una clara conciencia de alteridad. En este caso se encuentra una
semejanza de estado de conciencia a la que vivíamos cuando nos sentíamos uno con
nuestra madre. Este estado de conciencia en un adulto lo denominamos "trance".

He hablado anteriormente de las necesidades espirituales sin dar ninguna explicación. Al


referirme al trance como un estado de conciencia en el adulto me es fácil explicar lo que
son las necesidades espirituales. Así como nuestras necesidades afectivas en últimas se
pueden resumir en la necesidad de ser amados y valorados, nuestras necesidades
espirituales se pueden resumir en la necesidad de volver a ser uno con la creación y con el
Creador. Hay vivencias primitivas, de las cuales ya he hablado, que van a permitir al ser
humano formar su urdimbre afectiva.

También afirmo que hay vivencias primitivas en la vida intrauterina y en los primeros años
de vida que van a permitir a ese ser humano formar su urdimbre espiritual. Al llegar a ser
uno con el todo es la suma esperanza del amor y la urdimbre o los cimientos que se
requieren para desarrollar esta potencialidad del set humano y de su conciencia es la
vivencia primal de armonía.

Solamente puede llegar a una conciencia de trance por medio de su sexo, su oración su
meditación (contemplación), o su acción, la persona que guarda el sus memorias
orgánicas recuerdos de una armonía pacífica y armonio sa con la madre.

Las gentes llamadas por nosotros primitivas como los indúes o nuestros campesinos

112
insisten mucho en la necesidad de que la madre, mientras esté embarazada, siempre esté
tranquila porque los sustos "afectan al niño". La ciencia acepta cada día más, la influencia
del período del embarazo en el desarrollo de la futura personalidad; también acepta sobre
el posterior desarrollo las repercusiones que tiene el hecho de que la madre sea
fumadora, use tóxicos o viva durante el embarazo una situación de stress permanente.

La urdimbre más afectada en esta época de desarrollo es la de la armonía que me


permitirá en el futuro hacer una vivencia armónica de relación con Dios; o me llevará a
elegir una religión castradora, disarmónica, castigadora en la cual desaparece del
panorama esta conciencia de trance o de entrega voluntaria de mi identidad al Creador y
a la creación.
En estas vivencias se va a decidir si elijo una religión que llame al corazón y al organismo, o
una religión que llame a la cabeza y al cumplimiento de las reglas. La forma como vive el
ser humano su espiritualidad va a ser el indicador más preciso de la invitación que recibió
al llegar a este mundo: Si fué invitado a la guerra, su vida va a ser una lucha de
merecimientos y de contabilidades en la cual, como en toda guerra, habrá ganadores y
perdedores. Como él quiere ser ganador tendrá que vivir condenado a los demás para
poder conseguir su tan luchado puesto en el Reino de Dios; si fué invitado al amor y a la
armonía vivirá su relación con el mundo anteponiendo siempre el todo a la individualidad,
ya que su vivencia primal es la de armonía con el todo, de donde procede todo su sentido
de ser y de existir. Su forma de percibir el mundo no va a ser por medio del juicio, que
disocia y desintegra, sino por el conocimiento intuitivo y totalizador de éste.

Las primeras vivencias en nuestra relación con la madre son grabadas a nivel de nuestro
cuerpo. Los trabajos de Reich, Lowen, Janof, Ida Rolf y otros muchos, nos han llevado a
centrar la atención sobre nuestro cuerpo.

El hecho de que nuestra maduración cerebral se dé por etapas, teniendo en el momento


de nuestro nacimiento hasta los cuatro años de vida, pocas conexiones con nuestro
neocerebro ( neocortex ), que es el encargado de manejar los procesos simbólicos
conscientes, hace que las memorias de esas primeras experiencias queden representadas
en nuestro organismo a nivel del sistema nervioso autónomo, sistema neuroendocrino y
sistema hipotalámico, con sus conexiones a los órganos efectores, que son el sistema
muscular, vascular, sistema nervioso periférico y el resto de nuestro organismo biológico.
Los planteamientos actuales nos llevan a ver que en cada célula de nuestro cuerpo
quedan memorias que van a reaccionar de acuerdo con esas memorias en las situaciones
presentes.

Nuestro cerebro tiene muchas funciones diferentes a las que se relacionan con la
conciencia y el conocimiento. Fundamentalmente es un organizador y ordenador del resto
de nuestro organismo. Parte de esta función está dada por la capacidad de guardar
memorias respecto a adaptaciones acertadas. Si un día soy atacado por un virus, mi
organismo, aunque yo no sea consciente de ello, libera una batalla y crea una defensa, la
cual memoriza.

113
Si en otra ocasión el mismo virus viene a atacar, el organismo ya tiene su defensa
memorizada de tal manera que ya se evita la nueva lucha. Esta es la base del sistema
inmunológico. Nosotros somos conscientes solo de una ínfima parte de lo que sucede en
nuestro organismo, más aún en nuestra cultura que invierte gran cantidad de
conocimientos en informaciones que no tienen relación con la vivencia del organismo.
Durante nuestra vida intrauterina y nuestros primeros años de vida las memorias orgáni-
cas no llegaban a la conciencia porque aún no se habían hecho las conexiones que se van
haciendo durante nuestro desarrollo.

Durante el resto de nuestra vida también es enorme la cantidad de información de


nuestro organismo que no llega a nuestra conciencia. He conocido gente que se asusta
cuando oye por primera vez su corazón, cuando este palpitar es muy fácil de oir si
orientarnos nuestra atención al organismo. A medida que vamos creciendo ese organismo
va haciendo sus luchas, va archivando en sus memorias sus estrategias y las va usando
cuando vuelve a necesitarlas.

Sin que la mayoría de las veces estos procesos lleguen a nuestra conciencia. El que una
persona sienta el ritmo de la música y pueda danzarla con gozo y felicidad, mientras otra
persona parece anestesiada y su cuerpo se siente como un bloque de cemento, tiene
relación con estas memorias. Parte de estas luchas a las que me refiero son las que se dan
en la adaptación a este mundo.
Así como nuestro organismo archiva memorias inmunológicas y en el momento en que lo
necesita utiliza los recursos aprendidos, de la misma manera su sistema muscular,
endocrino, óseo, dérmico y cardiovascular han desarrollado luchas de las cuales archiva
memorias que van a ser utilizadas en el momento en que el organismo lo considere
conveniente.

Uno de los millones de ejemplos que puedo usar es el siguiente: Cuando el bebé mama y
la madre siente ansiedad, ésta va a enviar un mensaje a través del tono, la temperatura, la
textura del seno, diciéndole con su organismo a su hijo que lo que está sucediendo no es
bueno para ella. Este pequeño organismo que ya acumula toda la sabiduría de la vida, va a
buscar que el organismo de la madre no responda ansiosamente. Para ganar esta lucha
uno de los recursos que tiene es el de mamar con menos energía, lo cual produce menos
sensaciones en la madre y por lo tanto, menos ansiedad.
Él se adapta a los miedos de la madre usando menos energía en la mamada y reteniéndola
en los músculos de su mandíbula y su epigastrio. En las primeras ocasiones el niño tiene
que recurrir al ensayo y error para con seguir su objetivo. Una vez que lo consigue varias
veces, memoriza la estrategia. A través de la vida la va a utilizar cada vez que el organismo
lo considere necesario. No es la persona consciente la que usa o evita la estrategia, sino el
organismo de acuerdo a sus criterios que no tienen relación con la lógica.

La relación sexual implica el compromiso de nuestro cuerpo completo con sus memorias y
sus aprendizajes. El niño que ha aprendido a retener energía en el epigastrio para poder

114
controlar sus impulsos de comer, y en los músculos del cuello y la mandíbula para
disminuir la fuerza de la mamada, porque "siente" que de este modo puede conservar su
comida y su contacto con la madre, muy posiblemente en el coito adulto va a mantener
ese control en su cuerpo; produciendo en esta forma una eyaculación anorgásmica o un
orgasmo bajo control limitado a la zona pélvica.

Cuando hablamos de las vivencias básicas de amor, aceptación y confianza, nos referimos
a vivencias grabadas a nivel de un cuerpo que se entrega, cuya energía puede fluir en
forma armónica a través de todo el organismo, lo cual es llamado por W. Reich "el reflejo
del orgasmo".

La descripción que hice anteriormente sobre la relación sexual entre enamorados,


desgraciadamente no sale de mi propia experiencia. Soy producto de una relación con
suficientes carencias básicas como para no darme el permiso de abandonar el control y
con la necesidad de mantener mi alteridad y mi identidad aún en el momento supremo de
la fusión total. Es una descripción sacada de las imágenes que nos dan los escritores
tántricos sobre los rituales sagrados de la unión sexual.

En las lecturas recomendadas, en el ítem 18 aparece el libro de B.S. Rajneesh llamado


Tantra, sexo y espiritualidad. El Tantrismo es una forma de vida en la cual el sexo hace
parte esencial del crecimiento espiritual de las personas que lo practican. Podríamos decir
que es el opuesto de nuestras religiones desencarnadas.

Lo sexual es tan sagrado que su arquitectura ha llevado a cabo obras como el Templo del
Sol en Konarak. Occidente hace referencia a esta forma de arte espiritual con curiosidad y
a veces con la malicia enferma del que con su mirada impura ensucia hasta las cosas más
bellas.

En nuestra cultura se ha perdido tanto ese sentido de trascendencia de lo sexual, que los
autores tan profundos como Max Pagés, que han llegado a hacer una fenomenología muy
completa del amor, describen la fusión orgásmica como una utopía irrealizable para el ser
humano. La unión sexual ha quedado muchas veces reducida a un coito en el cual hay
descarga genital que no compromete al organismo total.

La mayoría de hombres en nuestro medio somos anorgásmicos; andamos felices y


orgullosos calificando de orgasmos a nuestras eyaculaciones con retención energética en
el anillo de energía pélvica. La prueba de que un hombre ha tenido un orgasmo es el
mostrar fluído de semen. Es triste ver en nuestros espectáculos erótico-pornográficos
cómo se esmera la cámara en mostrar el semen para que el público no se sienta estafado.

La persona con carencias básicas va a llegar a esta etapa de relación de pareja con un
organismo marcado por esas carencias. Un organismo que aún se sigue adaptando a una
primera relación insatisfactoria, ante la cual el único recurso qua tuvo para sobrevivir fue
el morir un poco para no morir del todo.

115
Es un cuerpo cuyas retenciones energéticas lo llevan a tener grandes áreas que están
como muertas. En otros trabajos he usado la analogía del bonsái, que es un arbolito "muy
bonito", atrofiado para poder adaptarse a una situación de carencia permanente y poder
permanecer vivo.

Este arbolito normalmente no tiene frutos y si los tiene son también frutos en miniatura.
Son una caricatura del fruto real. La relación sexual es el fruto de un organismo vivo
maduro. A veces critico algunas formas de terapia sexual que descalifican el contexto del
desarrollo humano y quieren sacar frutos adultos de un árbol que se ha atrofiado para
sobrevivir. Una eyaculación precoz puede ser el reflejo de un buscar mamar sin producir
placer a la madre porque eso es vivenciado como peligroso para la relación.

La persona adulta queda atrapada en un dilema que la disocia. Por un lado se siente
rechazada por su par porque no le proporciona el placer que espera de él y por otro lado
sus memorias a nivel del organismo lo llevan a sentir una gran ansiedad de abandono a un
nivel más profundo, que lo inducen a una respuesta orgánica de eyaculación prematura.
Con técnicas de control muchas veces obtenemos una eyaculación "a tiempo" de acuerdo
a las pautas adultas, y los temores profundos pueden llevar a una reacción de pérdida de
la persona amada por un "inexplicable" desenamoramiento.

O una mujer, en la misma situación anorgásmica, después de una terapia sexual puede
llegar a tener respuestas orgásmicas, pero sorprendida llega a consultarnos porque anda
enamorada de una amiga con quien siente gran ternura y seguridad. U otra persona acaba
de disociar su genitalidad de su respuesta afectiva y adquiere una "gran capacidad sexual"
que la lleva a establecer muchas relaciones, en ninguna de las cuales se siente
comprometida como quisiera hacerlo.

Una terapia sexual debe plantearse como una terapia "organísmica" y en mi opinión a
veces es necesario hacer regresiones terapéuticas con metodologías de terapias
regresivas, tan profundas como las que se hacen en una psicosis o en un trastorno
neurótico profundo. Mi concepción es que esa persona debe volver a revivir en un
ambiente terapéutico (con aceptación, amor y confianza incondicional, en una relación de
no reciprocidad) muchas de esas etapas que quedaron marcadas por una privación
permanente. Un abordaje de este tipo va a incidir sobre lo que llamamos disfunsiones y al
mismo tiempo sobre la forma de relacionarse la pareja. Va a enseñar a amar en la
confianza y en la aceptación.

La sexualidad disfunsional o no disfunsional de acuerdo con nuestros patrones, se va a


poner al servicio de la dinámica de pareja en esta etapa.

Como expliqué en el capítulo del desarrollo de la identidad, cuando el niño no ha logrado


un control adecuado sobre su madre en el primer año de vida para obtener de ella la
satisfacción de sus necesidades, este niño se convierte en un hambriento de control. El
"sabe" que el control lo necesita para satisfacer cualquiera de sus necesidades, lo cual le

116
lleva a renunciar muchas veces a sus necesidades para poder mantener el control. Es
semejante al mecanismo que utiliza el adulto con el dinero. El tener dinero no le satisface
ninguna necesidad, pero con el dinero puede satisfacer muchas necesidades. Muchas
veces se desconecta de sus necesidades reales para poder tener dinero y llega un
momento en que el dinero deja de ser un medio y se convierte en un fin, como en el
avaro.

También sucede a nivel de grandes grupos humanos. Un país puede renunciar a satisfacer
necesidades básicas de su población, destinando grandes presupuestos al armamentismo
con el fin de tener un control que no le satisface ninguna necesidad.

Recuerdo el planteamiento de un pacifista norteamericano que proponía que Estados


Unidos renunciara a todas sus armas atómicas y si la Unión Soviética lo quería invadir, que
se dejara invadir. Esto haría que las armas soviéticas no tuvieran sentido. La nueva
población de ese país haría sus adaptaciones para vivir utilizando todos los
recursos bélicos, en bienestar, para la nueva población.

Creo que este planteamiento aparentemente simplista y medio loco encierra una
cosmovisión muy profunda que permitiría a la humanidad una salida más sana que la
guerra. Este planteamiento suena igual de loco cuando en el consultorio uno lo propone a
una pareja con dinámicas de sobrecontrol. Es recibido como una cosa utópica y cándida.

La persona que en sus primeros años de vida ha tenido que pelear por el control
permanentemente para obtener pobremente la satisfacción de sus necesidades, va a
tener muchas dificultades de compartir el control en una relación de pareja adulta. Va a
querer siempre tener ese control y cada vez que por la situación de pareja sea necesario
ceder ese control, va a sentir pánico, angustia de muerte y de abandono.

Cuando dos personas en la misma situación se encuentran, se va a establecer un sistema


simétrico en el cual cada uno va a emplear todas sus estrategias para mantener ese
control.

Lo primero que encontramos en este tipo de pareja en la etapa de enamoramiento es una


dependencia muy profunda y angustiosa. En lugar de oir esos relatos maravillosos de islas
paradisíacas y de cantos de pajaritos de colores, va a ser un relato teñido de mutuas y
múltiples frustraciones.
Tenemos una gran riqueza de literatura que refleja este drama en los tangos, en las
rancheras y en muchos vallenatos. Es tan frecuente esta situación, que los cantares
populares la describen como la situación romántica normal.

Las frustraciones se multiplican en estos sistemas ya que cada uno vive el satisfacer la
necesidad del otro, como un "ser controlado". Al mismo tiempo cada uno se desconecta
de sus propias necesidades, ya que el vivirse en necesidad ante el otro, crea una situación
de desventaja. El hecho de tener yo una necesidad que tú me puedes satisfacer, me pone

117
en desventaja ante ti. La contabilidad de caricias y reconocimientos es permanente. Las
pruebas de amor se esperan permanentemente con angustia, por falta de seguridad y al
mismo tiempo no se piden, ya que es ponerse en situación de desventaja. La sexualidad
entra en esta economía.

La mujer que está en contacto con sus deseos los calla porque el expresarlos la pondría en
la posición de la mujer fácil. El hombre lo expresa desde la exigencia: "Si me quieres me lo
vas a demostrar". El presupuesto es que el amor se tiene que demostrar porque "yo no
me siento querido sin una serie de demostraciones". Es un sentirse querido desde un
plano moral. "Ella me quiere porque ha hecho, tal y tal cosa por mí". No hay esa
comunicación sutil en que uno se sabe querido sin recurrir a códigos que marquen más o
menos amor.

Dentro de esta dinámica se van exagerando mitos masculinos y femeninos. Es muy


extraño oir a un hombre diciendo "yo me entregué todo", porque el presupuesto es que la
mujer hace un favor o una muestra de cariño al acceder a la relación sexual. Como es
extraño también oir a una mujer aduciendo como prueba de su amor, el que ha sido fiel
en la relación. El presupuesto es que el hombre hace un favor y demuestra su amor por
medio de la fidelidad. Si una mujer lo dice, la respuesta lógica sería que si no lo hiciera
sería una prostituta.

Se genera el mito de que el hombre necesita de la sexualidad a nivel biológico y que la


abstinencia sexual es dañina, mientras que la mujer puede estar abstinente el tiempo que
desee sin problemas. Estos mitos funcionan como realidades en ese juego de poder, de tal
manera que la mujer puede controlar al hombre no accediendo a sus deseos sexuales
hasta cierto punto, ya que pasado ese límite el hombre tiene el argumento de la
abstinencia como algo imposible, imposibilidad que justifica la infidelidad.

Así como en la relación madre-hijo la ausencia de protección y aceptación va a marcar a la


persona durante toda su vida con estrategias pasivas, buscando algún día vivir eso que
quedó por vivir, quedando con grandes áreas de su estructura psicológica "fijadas" en esas
etapas, así mismo, las personas que han llegado a vivir la etapa de enamoramiento con
una dinámica permanente de frustración, quedan fijadas en esta etapa.

Hay varias maneras de quedar fijado en esta etapa:

a) Una pareja aparentemente estable, armónica e inseparable en la que cada uno de sus
miembros va renunciando a sus opciones de crecimiento personales, ya que éstas
ponen en peligro la simbiosis.

Estas parejas inseparables en las cuales es común ver que en veinte años de matrimonio
nunca ninguno de los dos ha estado solo un día sin el otro, por lo general acuden a
consulta el día que por cualquier razón uno de los dos debe alejarse por algún tiempo y el
otro entra en depresión. O por celos patológicos de alguno de los dos, y con alguna

118
frecuencia por alcoholismo de algunos de sus miembros. La razón más frecuente de
consulta son los hijos en la etapa de la adolescencia, los cuales son invitados por los
padres a seguir el modelo familiar de la pareja y los únicos recursos que tienen para salirse
de esa "jaula de oro de amor" son de tipo patológico (trastornos de adaptación a la
adolescencia, toxicomanías, a veces psicosis).

Es muy frecuente en este tipo de parejas que la sexualidad esté aparentemente relegada
al "cuarto de San Alejo". Cuando se pregunta sobre la vida sexual, niegan que exista algún
problema aunque sus hábitos sexuales sean de anacoretas.

Al trabajar dinámicas profundas en la familia, la sexualidad aparece en un primer término


como una estrategia de poder larvada en esa guerra encubierta que existe en este tipo de
pareja simbiótico-simbiótico anquilosada.
Con la sonrisa en la boca el marido puede decir que para él es muy importante la vida
sexual, pero que quiere tanto a su mujer que él con gusto se sacrifica por ella en función
del amor que le tiene.

De todas maneras no pierde oportunidad para mencionarle el mito de la imposibilidad de


la abstinencia en el hombre, de tal manera que el presupuesto es que él le es infiel. Por
otro lado la mujer con frecuencia dice que ella nunca gozó de la sexualidad, pero que
durante mucho tiempo se sacrificó por él porque sabía que eso para el hombre es muy
importante. Sabe que su marido debe tener algunas relaciones fuera del matrimonio, pero
ella no puede hacer nada porque se siente culpable de la abstinencia de su marido.

El marido no aclara en absoluto si los temores de su mujer son ciertos o no porque


perdería el poder que le da ese temor al abandono que despierta en su mujer la amenaza
de la infidelidad. La mujer tampoco aclara ni define si es cierto o no, ya que perdería el
poder que le da la hipotética culpa del marido por la hipotética infidelidad.

Esta descripción podría ir ad infinitum en un juego de infinitas jugadas de guerra y


agresión hechas con la benevolencia de una sonrisa y una frase como "Yo te comprendo".

La pauta descrita sobre negación consciente o inconscientes del deseo, frustración crónica
y derivación de control y poder sobre el otro, se perpetúa en la misma pareja y a veces en
los hijos que van a establecer a su vez relaciones de pareja con las reglas del juego en las
cuales son expertos. Si su compañera no lea juega el juego, la pareja se rompe para buscar
otra pareja, hasta encontrar la pareja que lo juegue.

b) Los enamorados del enamoramiento: Hay personas que, como el Ave Fénix, están
renaciendo permanentemente de sus cenizas y se están quemando
permanentemente. Es la niña romántica que ha tenido veinte pretendientes o el buen
poeta que vive cantando al amor de flor en flor.

Por lo general el juego de poder es más fuerte y estas personas viven en una sin salida

119
dramática. Si son correspondidos entran en la única relación posible para ellos, que es la
complementaria rígida, o sea que si ellos definen y controlan la relación y no hay guerra
de poder, la persona que han elegido como compañera pierde significación, es "fácil", no
vale la pena y de enamorados pasan a despreciadores. No se explican lo que les pasa.
Viven luchando entre amores imposibles y pretendientes pendejos. Si la persona que
cortejan es una buena jugadora y plantea juegos duros, las experiencias arcaicas de
sufrimientos en estos juegos elevan el grado de sufrimiento y ansiedad a tal punto que el
juego se vuelve intolerable y viene la ruptura y el abandono.

Quedan vueltos cenizas para volver a renacer de esas mismas cenizas y cronificar el
juego. La sexualidad en estas personas está al servicio del juego y pueden pasar del
apasionamiento rotundo a la indiferencia total en pocos días; a veces esto es tan
dramático que se da este pasó en horas. He conocido personas que se sienten
enamoradas de tres o cuatro personas de acuerdo con las jugadas del momento. De la
vivencia profunda de sentir la necesidad de ser reconocidos por la otra persona, pasan
rápidamente al desprecio por ese reconocimiento.

La sexualidad es un instrumento de este juego y es fácil verlos pasar en pocos días de ser
acróbatas sexuales que contabilizaban cinco o seis orgasmos a frígidas o impotentes
respecto a una determinada pareja. Pueden consultar por una disfunSión sexual respecto
a su compañera, pero al interrogarlos pueden relatar relaciones completamente
funcionales con otras parejas.

c) En algunos casos esta fijación en la etapa simbiótica-simbiótica de una pareja no es


tan clara. En los primeros interrogatorios a la pareja, aparentemente hay un miembro
de la pareja profundamente dependiente y otro "abandonador". Pueden consultar,
por ejemplo, porque la mujer ha descubierto que su marido tiene una amante. El
marido llega a la consulta con una cara de regañado, mientras la mujer relata que
lleva un mes sin dormir y que hizo un intento de suicidio.

La dinámica explícita puede corresponder a otras etapas de la relación pero


implícitamente la relación se encuentra en esta misma etapa. Es frecuente que el marido
esté actuando su polo de dependencia simbiótica con la madre y esto lo permite
aparentemente ser libre ante su esposa. En las primeras consultas, siguiendo una pauta
terapéutica que consiste en fortalecer primeramente al más pasivo y dependiente
haciendo una alianza con él (en el ejemplo con ella), se fortalece el polo independiente de
la mujer.

Por lo general, ya en la tercera consulta el marido va mostrando unos niveles de ansiedad


muy grandes hasta que explicita su situación simbiótica de pánico de perder a su
compañera, lo cual significaría para él la pérdida del sentido de la vida. En este momento
la mujer, que se sentía en desventaja, ya que sentía que si su marido no se separaba de
ella era por lástima, cambia las reglas del juego mostrándose ella indiferente y exigente y
poniendo condiciones para que la relación continúe.

120
Podemos despistarnos nuevamente creyendo que es en serio y pasar a hacer una alianza
con el marido para fortalecer el polo aparentemente débil. En ese momento ya estamos
metidos en ese juego a muerte de la pareja y estamos tan simbióticos como ellos.
Podría extenderme mucho más describiendo otras dinámicas encubiertas de parejas
simbióticas. Encubiertas siempre por nubes de humo como: Nos odiamos pero no nos
separamos por los hijos, o por motivos económicos o por presiones de la familia extensa,
etc.

Yo considero las disfunsiones sexuales como parte de una dinámica de pareja o de una
forma generalizada de relacionarse por medio de la sexualidad, adecuada para un
momento de la vida pero inadecuada en el presente.

Cuando hay carencias básicas muy marcadas, considero conveniente que cada uno de los
miembros de la pareja explore y busque los caminos para subsanarlas por medio de la
psicoterapia, haciendo énfasis en la necesidad de trabajar en terapias de tipo vivencial
que les permitan hacer vivencias correctivas a nivel organísmico, para que cada uno ad-
quiera más poder consigo mismo.

Es muy importante tener en claro el concepto de poder. Desgraciadamente en español no


existen dos palabras diferentes para dos conceptos tan diferentes como el poder que
tiene los Estados Unidos o la Unión Soviética, o el poder que tiene Sor Teresa de Calcuta,
Gandhi o Jesús.

Buscaré explicar los dos conceptos ya que la finalidad de la terapia es buscar que una
persona que ha vivido y obtiene su seguridad en uno de estos poderes, cambie su
cosmovisión y su forma de sentir el mundo de tal manera que gane en el segundo poder
renunciando al primero.

Llamaré a uno poder político y al otro poder espiritual.

Poder político: Tiene relación directa con el control. Sea cual fuere el control, si lo poseo
tengo poder sobre la persona que controlo. Mi poder depende de que esa persona asuma
la posición de controlada. El poder no está en mí sino en el controlado, ya que en el
momento en que deje de ser controlado pierdo el poder. (Recomiendo a las personas que
quieran profundizar este tema el artículo de Hay Haley: Tácticas para el poder de
Jesucristo).

El control nace de la capacidad que tiene una persona para conseguir que otra persona
piense, sienta o actúe de acuerdo con los deseos de la primera. Este control se puede
derivar de la fuerza (control armamentista), de la habilidad manipulativa del controlador,
o de la necesidad del controlado.
Es un sistema que se genera cuando dos personas aceptan ese sistema. Es
profundamente engañoso porque las dos o más personas que están metidas en este
sistema son igualmente dependientes. Un antiguo dicho chino dice que es tan prisionero

121
el luchador que está sometiendo al otro como el sometido. El que está sometiendo
depende del estar sometiendo. Recuerdo una escena en la clínica donde trabajaba, en la
cual había dos enfermeros poniendo una llave de judo a un paciente agitado. Lo extraño
de la escena era el que los dos enfermeros hablaban al paciente con un tono de
reconciliación como si el paciente fuera el que tuviera el control de la situación.

Realmente los enfermeros controlaban al paciente y el paciente controlaba a los


enfermeros en forma igual ya que si ellos lo soltaran, el comenzaría a destruir cosas
nuevamente. A mayor control, mayor dependencia tanto del controlador como del
controlado. En la escena mundial, entre más control ejerce una potencia sobre la otra,
mayor dependencia existe entre ellas.

En la Relación de pareja cuando no se elabora adecuadamente la etapa simbiótico-


simbiótico, para crecer y pasar a etapas posteriores en la vida de pareja, la necesidad
mutua hace que cada uno de los miembros exacerbe su necesidad de control sobre el
otro, generándose una espiral de control y de dependencia. La forma de salir de esta
espiral es la de renunciar al control. La lectura de Haley muestra precisamente la paradoja
de Cristo, el cual, renunciando al control, cambió todas las dinámicas de poder del mundo
Occidental.

Desgraciadamente la Iglesia que él fundó no se pudo sustraer a la tentación opuesta por


Constantino de volver a tomar esta forma de control político y moral, dando por
resultado esa institución actual que en lugar de marginarse de ese poder, refinó técnicas
de control más sutiles y poderosas por medio de la moral y de la culpa.

Hago mención de este fenómeno porque cada una de las personas que ha recibido
formación en esa Iglesia, también recibió formación en sus estrategias de poder político y
de control. Pienso, parodiando a Renán, que he tenido que alejarme de la Iglesia para
encontrar a Cristo. En mi vida he tenido que comenzar ya adulto a hacer una renuncia
sistemática a ese control y a esos aprendizajes para tener acceso al poder espiritual de
Cristo.

La división dualista del mundo en "bueno y malo", la ley, la moral que ya le organizaba
unas confusiones grandísimas a San Pablo, confusiones que nos dejaron escritos tan
bellos como la carta a los Gálatas o la primera a los Corintios, son estrategias de ese
poder político a las cuales nos es muy difícil renunciar, porque fuimos criados en ellas y
de ellas se derivan nuestras seguridades básicas.

Poder espiritual: Nace de la certeza de mi valor. Fundamentalmente el desarrollo de


nuestra conciencia lo que nos facilita es el poder ser unos seres vivos que viven y al
mismo tiempo valoran ese vivir. Es el valor de la "existencia en si-'. La diferencia entre un
niño y un adulto, es que el niño depende de su madre para recibir lo que necesita y la
valoración viene de ella. El adulto ya ha adquirido la capacidad de autovalorarse y
relacionarse con la realidad para satisfacer sus necesidades sin dependencia.

122
Ha desarrollado la capacidad para conocer sus propias necesidades, no las necesidades
que la madre quiere que él tenga. También ha adquirido la capacidad de controlar el
medio para entrar en una relación sinérgica (aquella en la cual se da y se recibe,
generándose una transformación. Es el opuesto de la relación parásita en la cual
solamente se recibe hasta que el parásito consume al parasitado) y recíproca, con
multiplicidad de opciones las cuales le fundamentan su libertad. El control lo ejerce para
satisfacer sus necesidades y lo abandona una vez satisfechas estas necesidades. Esta
capacidad de abandonar el control lo libera de la vivencia de dependencia.

Tiene la capacidad de transformar sus necesidades, transformación que le multiplica sus


opciones. El poder espiritual se deriva de estas capacidades. En otra parte de este trabajo
hablo de "tener un centro" que permanentemente me da la conciencia de no depender
del medio. El niño pequeño es como un molino de viento que únicamente es movido por
el viento del norte. Necesita, para mantener el movimiento, manipular y controlar a ese
viento para que no se termine. El adulto adquiere la capacidad de girar sobre su centro
para orientarse hacia el mejor viento.

Esa fluidez es parte de ese poder espiritual. No va a necesitar ninguna manipulación para
guiar el viento, sino que va a producir un movimiento sobre sí mismo que lo lleva a tener
conciencia de ser responsable de su propio movimiento. Por otro lado, en la analogía, el
niño pequeño es un molino con muy poca agua, que necesita permanentemente estar en
movimiento porque si no muere.

El adulto es ese molino que puede orientarse en la dirección que quiere y al mismo
tiempo que ya ha terminado su crecimiento, tiene suficiente agua como para permitirse,
sin angustia y sin peligro, el hecho de que haya tiempos en que no hay viento. Sus
reservas interiores le permiten tener una autonomía ante el medio externo. La analogía
sigue siendo pobre, ya que parte del poder interior consiste en poder transformar las
necesidades. Podríamos decir que el niño pequeño es como un molino que necesita ser
movido por el viento del norte para sacar agua. Que depende tanto del viento como del
agua.

El adulto puede ser un molino de viento que cuando hay agua y viento puede extraer
agua y almacenarla, cuando no hay agua puede generar corriente eléctrica y almacenarla,
cuando no hay viento puede extraer agua con la energía eléctrica almacenada, cuando no
hay ni viento ni agua puede producir luz, etc.
Podría seguir creando mil arandelas en la analogía y seguiría siendo una analogía pobre,
ya que el ser humano con poder espiritual tiene una capacidad de transformación casi ad
infinitum.
Esta capacidad de transformación es la que hace que las morales sean las aliadas del no
crecimiento. La moral dice que el molino es para ser movido por el viento para sacar
agua, y que todo lo que sea distinto de esta función es "malo".

Cuando una persona está atrapada en una relación en la cual tiene que sacrificar sus

123
posibilidades de crecimiento y de desarrollo, porque siente que de esa manera puede
conservar a la persona a quien necesita, posiblemente se halla también atrapada en una
percepción errada del mundo, ya sea porque aún se vive como un niño que no puede
renunciar a su madre porque se muere, o porque percibe el mundo a través de un lente
de leyes que le impide explorar otras posibilidades que no la incapaciten tanto.

Es frecuente en nuestra cultura machista encontrar mujeres que aceptan de sus maridos
pautas que están bloqueando sus posibilidades de desarrollo social, psicológico,
económico y por tanto sus posibilidades de autonomía, porque temen perderlos, tanto
como el niño teme perder a su madre.

Ejemplo de esto es la renuncia al trabajo, al estudio o a cualquier forma de capacitación.


El marido que necesita impedir el crecimiento de su esposa, también es una persona llena
de pavor ante el abandono, prefiriendo sacrificar el desarrollo de la persona a quien dice
que ama, ante la posibilidad de quedar huérfano y morir.

La trampa de este sistema de relación está en que el amor es la capacidad que tengo de
valorar y "apreciar" a la persona a quien amo, y en la medida en que impido su
crecimiento, estoy negándome la capacidad de llegar a amarla con un amor maduro. En
lugar de un sistema en el cual el "aprecio" mutuo crece con la relación, generando mayor
libertad en cada uno de los miembros de la pareja, se va creando un sistema de
"desprecio" mutuo que genera mayor dependencia y mayor necesidad de control.

Considero que una persona que vive una percepción rígida de la realidad, que no le
permite el desarrollo de la autonomía y el soltar el control, debe de alguna manera ser
invitada a cambiar esa representación de la realidad.

Cualquier psicoterapia, sea de la escuela que sea, es psicoterapia en la media en que


ayuda a crecer, entendiendo por crecer el aumentar esa capacidad de fluir y transformar
propia del adulto. Hay algunas psicoterapias que, aunque llevan ese nombre, no lo son en
la medida en que refuerzan en el paciente su percepción rígida de la realidad.

Se le ayuda a encontrar más estrategias para conseguir viento del norte, sin capacitarlo
para girar y orientarse hacia otros vientos. En la pareja simbiótica busco orientar a la
persona para que adquiera esa capacidad de fluir y esa capacidad de tener centro.

Esa capacidad de fluir y de sensibilizarse a otros vientos se facilita mucho con terapias
vivenciales. La capacidad de tener centro con terapias racionales. Pienso que la
combinación es necesaria ya que la persona ha hecho su aprendizaje en forma vivencial-
racional y el ser humano aprende de esa manera.

Hay que permitir a ese cuerpo acorazado y rígido que comience a soltarse, mostrándole a
la persona que con este movimiento no se debilita ni se destruye.

124
También recomiendo prácticas de "centro" como son la meditación,
el yoga, el tai-chi-chuan. Prácticas de fluidez como es la biodanza, talleres vivenciales con
vivencias de regresión, no importando mucho la escuela en que se trabaje. La vivencia
bien hecha no tiene ideología.

Una vez los miembros de la pareja han ganado "centro" y han crecido, ya es posible
comenzar una terapia de pareja propiamente dicha. Estas personas van a poder
comunicarse realmente, ya que tienen capacidad de arriesgar la estabilidad que tienen,
que aunque en sufrimiento, es estabilidad.

Ya podrán llegar a la terapia pudiendo decir: "he descubierto que puedo vivir sin ti y que
mi vida tiene sentido, aun viviendo sin ti; estoy aquí para buscar caminos que me faciliten
el vivir contigo, en bienestar, porque me gusta vivir contigo".

Estas personas van a tener capacidad para seguir el camino de reaprendizaje en el sentir
su organismo, sentir sus emociones y sentir sus necesidades; también en el reaprendizaje
del manejo del control en la empatía, buscando por medio de este control la satisfacción
de sus necesidades reales y pudiendo abandonar el control una vez satisfechas éstas.

En caso de que lleguen a la claridad de que definitivamente la pareja ha sido constituida


sobre fantasías y expectativas no realizables, no se reiniciará la pelea a muerte para
"sacar peras del olmo", sino que habrá una disolución de esa pareja, como el molino que
cambia de dirección, con una búsqueda más madura de una nueva pareja.

La sexualidad pasará de ser vivida como una estrategia de control y una necesidad, a ser
una forma de comunicación, manifestación y creación que va a fortalecer ese centro en
cada uno de ellos.

2. Simbiótica - Actuante - Simbiótica – Actuante

Esta es una etapa de la pareja en la cual hipotéticamente cada uno de los miembros de la
relación da un paso en su desarrollo. Cada uno de ellos sigue mostrando elementos
simbióticos que nacen del temor a que la relación se termine y el fantasma del abandono
todavía se relaciona con la muerte o la pérdida de sentido del vivir.

En ambos miembros comienza a aparecer, por otro lado, el elemento actuante del
desarrollo. En el capítulo anterior describimos cómo el niño comienza a actuar para co-
menzar a estructurar su yo independiente frente a la madre, antes de cumplir el primer
año de vida.

Dos necesidades fundamentales se contraponen: la de no ser abandonado (simbiótica), y


la de crear su propio yo para ir cultivando el núcleo de su autonomía (actuante). Esta
segunda polaridad lo lleva a ensayar estrategias propias no inducidas por la madre.

125
En este momento de la evolución el miedo al abandono y la necesidad de aprobación
siguen siendo muy fuertes, y la nueva necesidad de autonomía que va emergiendo de ese
yo que se fortalece, entra a desestabilizar esa etapa anterior de enamoramiento a veces
gozosa. No siempre los dos miembros de la pareja dan este paso al tiempo. Cuando uno
de los dos permanece en su estadio de dependencia absoluta sin que su necesidad de
autonomía aflore aún, mientras que el otro está viviendo esa necesidad de autonomía
aún con su miedo al abandono, las dinámicas que se dan son diferentes.

Esta relación la podríamos llamar simbiótica -actuante-simbiótica. En este caso las cosas
que hace el partner que comienza a "hacer sus primeros pinitos en autonomía", van a
generar mucha angustia en el partner aún simbiótico porque lo leerá como un pérdida de
control y una amenaza de abandono.

El lenguaje relacional utilizado a nivel consciente es el de "yo no te necesito". Esta


persona que da el mensaje de autonomía puede generar una reacción desesperada del
que aún depende el cual anuncia la finalización de la relación con el consiguiente pánico
del primero que "dará un paso atrás" movido por su miedo.

Así como el niño que comienza a buscar personas diferentes de su madre y a darle a ella
señales de que no la necesita espera que la madre le dé permiso de no necesitarla, esta
persona que comienza a actuar espera ese permiso de su compañero (a) y cuando no lo
obtiene da un paso atrac. El niño también cuando percibe la angustia o el rechazo de la
madre da un paso atrás en el proceso de desarrollo.

Con estos pasos adelante y atrás la pareja va "equilibrándose" a veces con el bloqueo del
crecimiento, cuando el temor es muy grande; a veces hacia etapas de mayor madurez.
Cuando los dos miembros de la pareja se sincronizan en su paso a la etapa actuante es
posible que se dé una guerra mucho más fuerte ya que las peleas se cazan en rebeldía. Yo
comienzo a dar mensajes sobre mi poco interés por mi compañera a lo cual responde ella
con mensajes semejantes. Hay sufrimiento y temor, pero si he recibido un adecuado
soporte en los primeros años de mi vida, voy a sobrevivir a esos temores sin dar el brazo a
torcer.

Esta etapa está caracterizada por el conflicto interno que crea esa necesidad emergente,
el cual se refleja en las dinámicas de la pareja. La necesidad de controlar, presente en la
etapa anterior, comienza a entrar en conflicto con la necesidad de no ser controlado.
Aunque no sea muy consciente, es claro para nosotros que en la medida en que
controlamos, somos controlados y estas dos necesidades las vivimos como excluyentes.

Aún nuestra dependencia real es muy grande respecto a las personas que nos rodean
porque nuestro desarrollo a nivel biológico, psicológico y social no se ha completado aún,
generando un conflicto muy grande entre esa necesidad de depender y esa necesidad,
que va creciendo, de tener autonomía sobre nuestras vidas. En la clasificación que

126
Usamos le damos el nombre de simbiótica-actuante, ya que los elementos simbióticos
están presentes y los elementos actuantes comienzan a aparecer con fuerza.

Las primeras estrategias que comenzarnos a usar son las de la rebeldía. Esta
fundamentalmente consiste en "no hacer" lo que las personas de las cuales dependemos
quieren que hagamos. La persona que está viviendo esta etapa aparentemente tiene una
autonomía, pero realmente está presa en la dependencia de ser y actuar siempre en
referencia a alguien que se encuentra fuera de ella. No actúa centrada en sus
necesidades sino en "contra" de lo que quieren de ella.

Cuando yo viví mi adolescencia, el medio era muy católico, y la masturbación era


"castigada" con una carga de culpa muy grande. Entre las personas de mi generación y de
mi medio cultural religioso, no era raro que apareciera lo que era llamado la
"masturbación compulsiva", que pasaba de ser un conflicto moral a un problema
psicológico. En mi criterio ese problema psicológico era creado por la represión en un
momento en que la necesidad de autonomía utilizaba, muchas veces en forma
inconsciente, esa prohibición para poder rebelarse ante ella. Como a nivel consciente la
prohibición era tan fuerte y la culpa tan aterradora, el acto tomaba visos compulsivos,
disociándose de las necesidades sexuales reales del adolescente.

Hoy en día es muy raro ver este síndrome compulsivo, aunque aún se observa en
personas con normas morales muy rígidas.

Cuando los dos miembros de una pareja comienzan a evolucionar simultáneamente (que
no es lo más frecuente), de lo simbiótico a lo simbiótico-actuante, es posible observar
una competitividad muy grande en la dinámica de pareja. Es frecuente el uso de las
amenazas de abandono por parte de cada uno de los miembros, pero el presupuesto es
que ese abandono no se va a dar, porque ambos son muy conscientes de la dependencia
que cada uno tiene del otro.

Se ven fenómenos muy semejantes a los que se dan en la relación de un adolescente con
su padre rígido. Cada uno busca hacer lo que el otro quiere que no haga y se crean
códigos de comunicación para manipularse mutuamente en esa estrategia rebelde. Si uno
quiere ir a una fiesta dice que no quiere ir para poder ser "obligado" a ir. Si el otro tiene
deseos sexuales va a buscar la manera de camuflar esos deseos, ya que el solo mostrarlos
significa no obtener la satisfacción... Frases como: "yo no tengo que acceder a sus deseos,
cuando él quiera o ella quiera", son muy frecuentes en estas dinámicas de pareja.

Con frecuencia en esta etapa se comienza a involucrar la familia extensa. Si ella descubre
que a él le molesta que vaya a visitar a su madre los días de fiesta, va a rutinizar esas
visitas aunque se dé cuenta que esa conducta no trae ningún beneficio a la pareja.
Cuando la cultura permite desarrollar estas dinámicas a nivel consciente
y explícito, la pareja va a mostrar sus conflictos de poder y descubrir uno de los miembros

127
de la pareja sabe que puede vivir sin el otro, en lo cual se diferencia de la dinámica del
hijo con el padre.

En el paso siguiente a la autonomía, desaparece el temor al abandono. La persona ya


entra en contacto consigo misma para decidir que le conviene más y cómo se siente
mejor. Tendrá sus cabellos cortos o sus cabe líos largos de acuerdo con sus propios
criterios o conveniencias.

3. Simbiótica Actuante

Esta etapa se va a dar entre una persona que vive un estadio de dependencia parecido al
del bebé ( simbiótica ), y otra que ya ha llegado a un desarrollo psicológico que le permite
vivir por sí mismo, habiendo descubierto que la soledad y el abandono no son peligros
reales para su existencia ni para el sentido de su vida. Por su gran semejanza con la
relación madre-hijo, muchas veces tiende a volverse una etapa estable en la que la pareja
suspende el crecimiento.

Aparentemente esta es la dinámica que se da con más frecuencia en la cultura machista


en donde la mujer se pasivisa, económica, afectiva y socialmente convirtiéndose en una
niña chiquita y dependiente del padre omnipotente. A veces ese rol simbiótico no lo
cumple la mujer sino el hombre pasivo dependiente. Digo "aparentemente" al referirme a
la dinámica machista, porque en la realidad los sistemas familiares han ido creando una
serie de estrategias sibilinas y larvadas para equilibrar las cargas en esas relaciones
aparentemente complementarias.

Una madre sufrida, pasiva, dependiente por lo general hace fuertes alianzas con los hijos,
quienes se ven presionados a renunciar a su crecimiento por medio de una toxicomanía o
cualquier otra forma de invalidación social, para poder mantener el equilibrio y la
viabilidad de un sistema que está fallando en su base. Esta falla se debe a que esta
dinámica simbiótica-actuante solo se puede dar en forma transitoria porque. si se vuelve
permanente se anula a sí misma.

La persona que actúa (actuante) su autonomía está motivada a mantener la relación


únicamente si esta "le conviene". El niño se relaciona en la necesidad y el adulto en la
conveniencia. Si esta persona ve que su partner permanece en la pasividad por medio de
la autoinvalidación y el estancamiento en el crecimiento, lo más probable es que lo va a
despreciar y va a perder la motivación de mantener la pareja.

En nuestro medio con mucha frecuencia la pareja ya tiene hijos en esta etapa de la
relación. Si esta etapa es transitoria y el miembro simbiótico de la pareja continúa su
desarrollo para sincronizarse con el miembro actuante facilitando de esta manera el
camino de desarrollo de la pareja los hijos no van a ser usados. Si la persona simbiótica,
por sus desastrosas experiencias pasadas siente que crecer es muy peligroso, va a
comenzar a presionar a la persona autónoma y actuante para que regrese a un estado

128
Simbiótico. Las dinámicas que se dan en nuestros sistemas familiares para anquilosar a la
pareja en estos estadios son tan complejas que se escapan de los objetivos de esta
descripción del desarrollo de la pareja. En el último capítulo hago algunas referencias a
estas formas de poder.

A guisa de ejemplo puedo describir aquí una de esas múltiples dinámicas que se dan en el
sistema familiar para presionar a la persona que ya ha llegado a etapas de desarrollo
actuantes para que regrese a relaciones pasivas y dependientes que aseguran mucho más
la estabilidad de la pareja: Una madre con sus hijos adolescentes da pasos importantes en
su desarrollo personal y entra a la universidad a continuar una carrera truncada por el
matrimonio la crianza; el padre aparentemente independiente, realmente pasivo-
dependiente comienza a angustiarse y a temer que su esposa lo abandone cuando
establezca relaciones con unos temidos universitarios.

Es posible que en principio presione económicamente a su esposa para "sabotearle" su


proceso de desarrollo. Ella consigue patrocinio de su sistema familiar y él aumenta su
pánico al descubrir que cada vez pierde más control. Coincidencialmente por esta época
un hijo comienza a "meter marihuana"; el padre, los hijos, los psicólogos y posiblemente
hasta el cura de la parroquia utilizarán esta toxicomanía de uno de los hijos para
presionar a la madre para que "vuelva a cumplir sus funciones". En últimas este hijo ha
sido usado por el padre para conseguir que la madre regrese a su posición simbiótica.

Realmente esto que acabo de decir no es cierto. Las dinámicas que se dan en los sistemas
familiares no son tan sencillas. Una proposición más real sería: la madre temerosa de su
crecimiento y los riesgos inherentes a él, el padre temeroso de ser abandonado, y los
hijos con miedo a que el sistema familiar se desintegre se ponen de acuerdo
inconscientemente y sugieren a uno de sus hijos que tome el papel de Jesucristo para
salvar al sistema. Este que será llamado toxicómano, acepta sacrificar su crecimiento para
conseguir que su sistema vuelva a la estabilidad.

Esta dinámica de la pareja en la cual hay una persona que permanece en estadio de
dependencia simbiótica, relacionándose con otra que ya está dando pasos en su etapa
actuante se puede formar de dos maneras: una cuando no nace el enamoramiento
mutuo sino que un miembro se casa por conveniencia y el otro por enamoramiento.

El segundo caso es cuando dos personas se casan enamoradas y uno de los dos hace un
desarrollo personal más acelerado, o en el desarrollo de la etapa simbiótico-actuante-
simbiótico-actuante uno de los dos miembros, debido a sus carencias básicas, se
encuentra en menos capacidad de arriesgar, hace una regresión a la etapa simbiótica
conformando la dinámica simbiótico-actuante.
Cuando hablo de regresión me refiero a una estrategia de adaptación con la que cuenta
el ser humano, que es su posibilidad de "ir atrás en su historia". Cada cambio de una
etapa de crecimiento a otra implica riesgos, temores, inseguridad. Cuando hay un cambio
de la etapa de desarrollo de niño a la adolescencia, la persona tiene que explorar nuevas

129
formas de ralación con el mundo que la rodea. Sobre estas nuevas estrategias no tiene
experiencia y es posible que el fracaso y el sufrimiento sean muy grandes.

Esta persona tiene la posibilidad, para sobrevivir y evitar sufrimiento, de volver a ser niño.
Este regresarse le permite volver a vivir en unas condiciones ya conocidas, sobre las
cuales tiene experiencia y seguridad. El dicho popular dice: "más vale loco conocido, que
sabio por conocer". Cuando un miembro de la pareja, comienza a sentir inseguridad,
sufrimiento y fracasos en las nuevas formas de relación, buscará volver a la dependencia
pasiva del enamoramiento, como el adolescente, que por medio de la toxicomanía o una
enfermedad mental, vuelve otra vez a ser un dependiente pasivo para ser niño, fracasa
en ese "volver atrás" porque su medio familiar o social no le da la protección
incondicional que está pidiendo por medio de su conducta, así el miembro de la pareja
que "vuelve atrás", muy posiblemente se va a encontrar con la sorpresa de ser rechazado
por su compañero, precisamente por su pasividad, y su conducta dependiente.

Lo que caracteriza a este tipo de pareja es la presencia permanente del miedo y del
resentimiento de la persona que está desempeñando el rol simbiótico, y de culpa y de
lástima de la que desempeña el rol actuante. El actuante no abandona al simbiótico por
culpa y temor a hacerle daño, con una permanente sensación de estar ahogado,
asediado, acaparado por el simbiótico.

El simbiótico permanentemente pide, reclama, hace reproches, culpabiliza porque siente


que es la única manera de no perder a su pareja, lo cual significaría la muerte. El
resentimiento que se genera en este juego es muy grande y las transacciones agresivas
están permanentemente presentes. El simbiótico agrede invalidándose, ya sea con
depresión, angustia, psicosis, o enfermedad orgánica, y el actuante agrede con amenazas
de abandono o conductas de abandono como infidelidad, viajes, agresión física.

Esta dinámica es descrita por R. Laing como el juego de "el voraz" y el "mezquino". El
simbiótico ve al actuante como mezquino y se ve a sí mismo como generoso y sacrificado,
al mismo tiempo que sabe que es visto por su pareja como mezquino. Ve a su compañero
como voraz. En el campo de la sexualidad, por lo general' el simbiótico tiene mucha
necesidad de ternura protección y manifestaciones de cariño por fuera el área genital.

Nunca acepta su dificultad de aceptar la relación a nivel genital, sino que aduce que le
hace falta que durante todo el día y antes del coito su compañero sea afectuoso. El
actuante manifiesta su reconocimiento del cariño que tiene por el otro a través de la
mani estáción de su deseo sexual.
Cada vez que se muestra apasionado, esperando quitar esa imagen de mezquino que
tiene, recibe como retroalimentación el mensaje de que es tan mezquino que lo único
que busca es satisfacer sus necesidades sexuales. El voraz y simbiótico en este caso, cada
vez que quiere demostrar que es generoso y sacrificado, da cariño a su manera al
mezquino, cariño que es recibido por este último como una manifestación de "mira lo
que me deberías dar y no me das".

130
La ternura y las manifestaciones de cariño permanente son vistas por el actuante o
mezquino en ese caso, cómo una forma de atarlo y volverlo dependiente, cosa que en
este momento no quiere aceptar.

Cuando una persona que vive en relación de pareja, hace una terapia, es necesario tener
en cuenta que es posible que él acelere su proceso de crecimiento con relación a su
compañero (a), generando una dinámica de este tipo. Por lo general, este tipo de pareja
no acepta una asesoría sexual ya que la persona simbiótica va a vivir la invitación a un
mejoramiento de la vida sexual como un peligro para su estabilidad y como un cargar el
juego el lado del actuante.

No es posible generalizar respecto a la sexualidad, ya que los roles sexuales en estos


juegos se pueden intercambiar siendo el actuante el "frío" sexualmente y el simbiótico
apasionado culpabilizador.
Lo que acabo de describir es la dinámica explícita en la cual un miembro de la pareja
aparece como actuante y el otro como simbiótico. En realidad esta dinámica obedece
más a la pareja simbiótico-simbiótico-actuante.

La pareja simbiótico-actuante con frecuencia es aquella en la que el actuante abandona la


casa el día menos pensada sin muchas amenazas ni muchos juegos, o el actuante valora
suficientemente la pareja y la protege para facilitarle el crecimiento.

Hago esta aclaración ya que me he encontrado con frecuencia con sorpresas cuando
abordo terapéuticamente a la persona simbiótica buscando su crecimiento y el miembro
de la pareja que parecía como autónomo y "cansado con el matrimonio", comienza a
desarrollar pánico de abandono estableciendo una dinámica simbiótica típica.

En mi criterio, cualquier problemática de tipo simbiótico no la abordo en pareja. Busco en


terapia individual o de grupo que la persona simbiótica haga un crecimiento para poder
abordar una terapia de pareja, en la que el miedo al abandono no estorbe per-
manentemente la dinámica de terapia de pareja.

4. Actuante - Actuante

La persona que llega a esta etapa de su desarrollo va a tener como motivación


fundamental la satisfacción de sus necesidades en forma autónoma.
Muchas veces cuando tiene que elegir entre el satisfacer una necesidad y generar
dependencia por la satisfacción de esa necesidad, va a renunciar a la satisfacción de esa
necesidad para poder conservar su autonomía e independencia.

La meta fundamental de esta etapa es la de llegar a organizar la relación con el mundo,


sin crear dependencia en esta relación. El lenguaje transaccional habla del estado adulto
como aquella función del yo deshumanizada, que actúa con lógica y es motivada por la
conveniencia.

131
El niño es motivado por el gusto y por la necesidad, y el padre por la moral o por la ética.

Esta es una etapa de funcionamiento adulto principalmente. La persona comienza a


organizar su mundo en función de "no depender". Evita las situaciones en que entra en
relación de necesidad aunque esto signifique renunciar a muchos gustos. Esto de
"renunciar a las necesidades", que suena tan sencillo, es en realidad toda una orientación
de la vida.

El niño es un ser en necesidad y padece sus necesidades. El adulto, en la medida en que


ha hecho un proceso de crecimiento real, va adquiriendo libertad ante sus necesidades.
Dice Gibrán: "rico no es el que tiene mucho, sino el que necesita poco". Y a otro maestro
oriental: "rico no es el que posee mucho sino el que desea poco".

Una persona no puede pasar a su etapa actuante, si no ha hecho un proceso de creci-


miento ante sus necesidades. Este crecimiento se puede hacer por la vía del crecimiento
espiritual, por medio del cual relativizamos la importancia de la mayoría de nuestras
necesidades cotidianas, ya que tenemos acceso a realidades de conciencia mucho más
significativas; o por la vía del autocontrol y el renunciamiento, que es la vía moral más
difundida en nuestra cultura.

En esta segunda vía sigue existiendo y sintiéndose la necesidad, y por un proceso de


voluntad y fortaleza, se renuncia a la satisfacción de ésta, enfrentando el miedo y la
frustración. Nuestra cultura pos cristiana sigue mucho la vía del autocontrol y la renuncia,
por un lado, y por otro es una cultura tecnológica que se mantiene en la medida en que
nos crea a diario más necesidades, haciéndonos esclavos de éstas.

Necesidades de posesión de dinero, de posesión de objetos, de control, de poder, de


comodidad, de sexo, de posesión de otros seres humanos. Puedo decir sin ningún temor
que vivimos en un ambiente árido para el crecimiento y la maduración que hace que la
"normalidad" esté constituida por la dependencia y la alienación.

La persona que se está desarrollando por medio del autocontrol para pasar a la etapa
actuante, perfecciona estrategias manipulativas para poder obtener el máximo beneficio
con el mínimo compromiso. Hay cosmovisiones como la de la escuela de Fritz Perls que
han hecho una apología de esta etapa, considerándola el ideal del desarrollo humano. La
"Oración Gestáltica" dice palabras más, palabras menos: Yo soy yo y tú eres tú. Yo no
estoy en este mundo para satisfacer tus necesidades, ni tú estás en este mundo para
satisfacer las mías. Si nos encontramos es bello... y si no... qué se le va a hacer.

Perls fué congruente con su esquema y murió rodeado de gente sin comprometerse con
nadie. En la vida relatada por Shepard nos muestra a un viejo Perls angustiado porque ya
no puede masturbarse y rodeado de varios amantes hombres y mujeres con quienes
tenía una vida sexual aparentemente muy activa. Él consiguió ser congruente con su
cosmovisión evitando hasta el último momento el compromiso con cualquier persona o

132
con cualquier grupo humano.

En otra parte de este trabajo hablo sobre la monogamia como una opción cultural, la cual
se acepta a nivel racional consciente, como una forma conveniente de relación. No es un
instinto, ni una forma "natural de relación". La pareja, en la forma en que la vivimos y la
estamos analizando, es un producto cultural al cual nos acogemos como una fórmula que
ha avenido como la más generalizada en nuestro medio.

Cuando dos personas comienzan a vivir en su pareja la etapa actuante, ambos descubren
que pueden sobrevivir sin el otro. Se han dejado atrás todos esos contenidos emocionales
que nos llevaban a sentir que sin el otro moríamos. Hablando en terminología corriente,
es la etapa en la que muere el enamoramiento. Este es un fenómeno psicoemocional
nacido de nuestra vivencia de necesidad.

Todos los elementos de dependencia comienzan a desaparecer en esta etapa y si la


persona tiene una cosmovisión romántica, en la cual la motivación de convivir con el otro
es ese enamoramiento, lo más probable es que la pareja se resquebraja y se disuelve. Los
miembros de la pareja pasan a vivir como extraños en la misma casa. Si tienen una
cosmovisión que les exige mantener la pareja por razones morales o sociales, se van a
sentir condenados a convivir como dos extraños atados por razones externas a la pareja.

En nuestro medio con mucha frecuencia se toman dos caminos radicales. Uno es
culpabilizar a los miembros de la pareja porque "no cultivaron adecuadamente el amor",
muchas veces forzándolos a encuentros o vivencias en las cuales es posible hacer
regresiones pasajeras a anteriores etapas de la relación. En mi experiencia esas vivencias
siempre son pasajeras, ya que el ser humano tiene que estar en una situación presente
muy desfavorable para que mantenga un estado regresivo permanentemente, como en la
psicosis.
Las personas que hacen este tipo de encuentros muchas veces se obligan a mantener
dinámicas de relación que ya son pretéritas en su historia de pareja, para poder mantener
un ideal de relación que ya han vivido y superado de alguna manera. Este forzarse
permanentemente se lleva a cabo por medio de la culpa que cada uno de ellos siente por
"no estar sintiendo lo que debe sentir".

Con los "encuentros matrimoniales" muchas veces se busca regresar a la etapa de


enamoramiento. Es lo mismo que pedirle a un atleta que comienza a fracasar que vuelva
a gatear porque cuando lo hacía "iba muy bien". La otra actitud es la de declarar
fracasada esa relación y comenzar a presionar su disolución.
Pienso que ambas actitudes son erróneas. Posiblemente, si no presionamos de alguna
manera la disolución de estas parejas, ellas van a encontrar el camino para seguir
adelante en la evolución hacia la maduración; y si las presionamos a volver atrás, hay la
gran posibilidad de que cristalicen procesos de relación patológicos que van a incidir
posteriormente sobre los hijos y en sus propias vidas.
Si en ambos miembros de la pareja hay buenas potencialidades de desarrollo y tienen

133
una urdimbre afectiva adecuada, esta que es una etapa de "desierto" y muchas veces de
hastío, va a ser la base de evoluciones posteriores muy grandes en la pareja y en cada
uno de sus miembros.

En esta etapa es donde se comienzan a cotejar las cosmovisiones de cada uno sin
presiones afectivas severas. Cuando se permiten más logros personales, ya que toda la
energía invertida en las defensas contra el miedo al abandono, se comienzan a canalizar
creativamente.

La pareja adquiere fluidez y el "matrimonio deja de ser una cruz" que se padece y se to-
lera. Si el "miedo a la libertad" descrito por Fromm, no bloquea este proceso, comienza a
formarse una verdadera amistad entre los miembros de la pareja, que les facilita el paso a
etapas de interacción más sinérgicas y por tanto creativas.
La relación de pareja se puede asemejar a los caminantes que van por el mundo, cada
quien en su dirección.

Al principio el niño camina detrás de sus padres sin saber bien hacia dónde va. El necesita
del alimento, la protección y la guía de ellos. No tiene una meta propia sino que se deja
llevar hacia donde ellos quieran, para poder sobrevivir y poder seguir caminando. Si los
padres no son posesivos, buscarán caminar a un ritmo que pueda ser seguido con
facilidad por el niño, y al mismo tiempo le hablarán de los múltiples caminos que hay y de
sus bondades.

También tendrán claridad para comunicarle al hijo las razones que ellos tienen para estar
siguiendo la senda por la que caminan. Durante este caminar irán enseñando al hijo, poco
a poco, a utilizar sus propios recursos para que un día pueda caminar solo por el sendero
y en la dirección que él elija.

Hay un período en esta historia en que el hijo comienza a sentir fuerzas suficientes para
elegir su propio camino. Esta elección lo lleva a enfrentar su temor a la soledad, y
posiblemente los primeros senderos recorridos por su cuenta serán aquellos en los que
encuentre compañía. Durante este tempo su conflicto estará dado por su deseo de
buscar su propio rumbo y su deseo de ser acompañado. Muchas veces perderá su rumbo
porque queda deslumbrado por una persona que encuentra en el camino que va en otra
dirección o con otro ritmo de marcha.

Otras veces entablará una lucha con otra persona que va en otro rumbo para forzarla a
seguir su dirección y así poder llegar a su propia meta sin perder la compañía. Otras veces
se unirá a un viajante que dice ir en su misma dirección pero que realmente va hacia otro
lado, teniéndose que separar en la siguiente encrucijada del camino, después de haber
invertido mucha energía y esfuerzo en definir y convencer al compañero de que el
camino bueno es el que él lleva.

Otras veces pierde su propio rumbo por no perder la compañía y sigue caminando por

134
mucho tiempo por caminos ajenos, sintiendo mientras camina que no está haciendo lo
que quiere, sin saber cuál es su rumbo, porque anda mirando a su acompañante, en lugar
de mirar al horizonte. Hasta este momento, gran parte de su energía la invierte en sus
luchas por no perder sus compañeros. Hay oposición y competencia permanente y la
energía se invierte en esa competencia.

Un día descubre que puede marchar solo y no muere. Entonces puede comenzar definir
más claramente hacia dónde quiere ir, y qué camino tornar. Ya definirá su ritmo y su
destino. Una vez ya está en marcha puede descubrir que a su lado hay una persona que
marcha a su ritmo y con su propio rumbo. Que marcha a su lado, no porque lo necesita,
ni porque ha renunciado al camino propio por seguirlo, sino porque a su vez ha hecho un
proceso semejante que le ha llevado a definir por sí mismo este camino y este rumbo.

Ya serán dos personas que no se miran la una a la otra y luchan por forzarse
mutuamente, sino que miran en la misma dirección y aúnan sus fuerzas y sus recursos
para apoyarse en ese caminar hacia un destino común. Cada quien sentirá que es su
propio camino y su propia dirección viviéndose como autónomo. A esta fusión de fuerzas
la llamo "sinergia". Es la inversión de dos energías que en lugar de oponerse y anularse
como en períodos anteriores, se suman y se fortalecen.

El trabajo terapéutico en esta etapa debe estar centrado principalmente a nivel adulto. La
motivación fundamental es la conveniencia de la permanencia de la pareja. Es difícil
trabajar con parejas cuyos miembros tienen mucha desigualdad a nivel profesional, o a
nivel de metas de vida ya que desaparecido el enamoramiento, se comienzan a crear las
circunstancias del verdadero amor en el cual, el componente fundamental es la empatía y
la ofrenda. Sin la posibilidad de comunicación a nivel de cosmovisión es muy difícil hacer
empatía.

Entiendo por empatía la capacidad que tiene el ser humano de reconocer amorosamente
la necesidad del otro. Se diferencia de la simpatía en que esta última está dada por un
sentimiento amoroso que yo siento hacia otro, posiblemente porque ese `otro" satisface
una expectativa mía. Es un sentimiento que implica la correspondencia y la retribución ya
que sale de mí hacia el otro y retorna a mí. Muy posiblemente sino hay esa mutualidad, la
simpatía desaparece. Cuando siento simpatía por otro estoy centrado en mí.

Es un sentimiento que aún está regido por la ley y la moral económica del "doy para que
me des”. La capacidad de sentir la empatía presupone el haber trascendido la etapa de
relación por la necesidad. El ejemplo más bello de empatía es el de la buena madre con
respecto a su bebé. Ella es capaz de saber que él tiene hambre, o tiene frío, o está
incómodo porque se ha "poposeado", reconociendo esas necesidades y aceptándolas
amorosamente. Esto quiere decir, aceptarlas como algo que tiene sentido en esa vida del
bebé, y que está bien.

En la vida de relación de los adultos también se puede dar la empatía.

135
Si yo siento simpatía por mi compañera, tendré en cuenta sus valores y necesidades
únicamente en función de mis necesidades. Los reconozco y los valoro solamente en
cuanto satisfacen necesidades mías. Si estos valores y estas necesidades dejan de ser
útiles para mí, la simpatía se convertirá en antipatía, y lo que llamábamos amor se
convertirá en odio.

Tomemos como ejemplo la infidelidad; el hombre valora en su compañera su


apasionamiento, su belleza, su inteligencia, su espontaneidad. Por otro lado acepta y
reconoce "amorosamente" sus necesidades como son su inseguridad, sus temores, su
voracidad, mientras sea él el que pueda satisfacer esas necesidades y obtener control por
medio del poder que genera siendo la única fuente de satisfacción. Cuando descubre que
ella ha sido infiel, toda la valoración positiva que daba a estas cualidades y a estas
carencias, se vuelve negativa. De bella y apasionada pasa a ser prostituta, y de voraz e
insegura pasa a ser "buscona". Realmente la compañera sigue siendo la misma pero el
foco de valoración ha cambiado del día a la noche.

Con frecuencia planteo que una pareja está madura cuando ya tiene capacidad de hacer
empatía aún en situaciones difíciles como la infidelidad. Es la capacidad de seguir
haciendo una valoración positiva de la otra persona aún ante la infidelidad. La capacidad
de reconocer y valorar en la otra persona sus necesidades y sus cualidades aunque éstas
no me beneficien a mí.

San Pablo en el capítulo 13 de la 1a. a los Corintios define de una manera muy bella el
amor que produce este sentimiento de empatía con estas palabras: "El amor es paciente
y es benigno; el amor no tiene envidia; el amor no se jacta y no se envanece; el amor no
hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la
injusticia, mas goza de la verdad. Tolo lo sufre, siempre cree, siempre espera y todo lo
comprende".

En la simpatía siempre hay cuentas pendientes, reproches y posesión. Cuando aparece la


posibilidad de hacer empatía van desapareciendo las cuentas, los reclamos, las culpas, y
va apareciendo la comprensión en su significado de aceptación amorosa.
A nivel de la sexualidad en esta etapa, la pareja se relaciona más en la conveniencia en el
apasionamiento. Yo considero necesario en este período un "acuerdo de fidelidad".
Nuestro neocortex (psiquismo racional consciente) es el piloto en esta etapa de la
relación.

Esta estructura neurológica que nos marca la diferencia con los mamíferos superiores y
nos produce el fenómeno de la conciencia y con él la libertad, si se pone en situaciones
de igualdad con el paleocortex (instintivo), sale perdiendo. Hay un dicho popular que
dice: "entre santa y santo, pared de calicanto". Yo puedo tener a nivel de neocortex y de
conciencia, una visión muy clara sobre la relación de pareja y sus etapas de desarrollo.

Puedo tener una meta (función de la conciencia), que es la de trascender este desierto

136
de la pareja.
Si no pongo las condiciones adecuadas con esa estructura racional, puedo ponerme en
desventaja, creando situaciones en las que las estructuras arcaicas tomen el mando.
Usando una analogía en otro campo diferente del de la sexualidad, yo puedo tener una
meta muy clara de "no violencia", de pacifismo y ecologismo. Si acepto una proposición
que me hace un buen político, para trabajar en una campaña en la cual él puede utilizar
mis conocimientos a cambio de "muchos beneficios de poder" para mí, es muy posible
que movilice en mí todo ese apasionamiento arcaico por el poder y por el control, que ya
había superado.

Nuestro neocortex no está a cargo sino de una muy pequeña parte de nuestras funciones
psicológicas. Tiene la libertad y la capacidad de anticipar para crear las condiciones que
nos permiten canalizar esas enormes fuentes de energía que están disponibles en nuestro
organismo.
La pareja que está viviendo esta etapa que es árida, la vive porque tiene una meta, que es
precisamente salir de esta etapa para trascenderla. Se presupone que ha decidido
permanecer en pareja a pesar de las vivencias que atraviesa actualmente. El que uno de
sus miembros se permita crear las condiciones necesarias para un nuevo enamoramiento,
es más o menos lo mismo que el niño que se sienta a ver un programa muy interesante
de televisión mientras hace sus tareas de matemáticas. Lo más probable es que no haga
ni una cosa ni otra y nunca sabrá si era bruto para las matemáticas o si lo que le faltó fué
crear condiciones adecuadas.

El niño ante la televisión es pasivo, lo mismo que el adulto que padece el


enamoramiento. He conocido parejas muy valiosas que están viviendo esta etapa, y
muchas veces todo un trabajo de crecimiento y desarrollo es frustrado por el
enamoramiento de uno de ellos. La motivación por satisfacer una necesidad nacida de
nuestra pasividad es mucho más fuerte que nuestra motivación consciente, ya que nace
de la necesidad primaria de la sobrevivencia.

No hago un juicio moral sobre esta situación, ni doy consejos morales. Una de las
opciones del hombre es la de vivir toda la vida en dependencias sucesivas, con las
emociones y sensaciones que nos producen esas dependencias, y con el estado de
conciencia que necesitamos para satisfacer esas necesidades básicas. En este camino
realmente no existe la libertad, ya que ante la necesidad primitiva no existe sino la
posibilidad de la satisfacción de ésta, o la vivencia de muerte o la muerte misma.
En mi visión del hombre, la búsqueda de la expansión de la conciencia y el facilitar la
creatividad es parte del ser humano.

En otra parte de este trabajo hablaba de los enamorados del enamoramiento. Es una
opción que tiene motivaciones arcaicas, pero que en un adulto de todas maneras se
asume libremente. No hay ningún ser humano que no tenga en últimas la posibilidad de
trascender esa etapa de "ser en necesidad". Pero tampoco hay ningún ser humano que
no pueda elegir como sentido de su vida el permanecer toda su vida como "ser en

137
necesidad".

138
139
En la orientación de parejas que están viviendo esta etapa es importante
la motivación a una búsqueda común y adulta de mayor conocimiento respecto a la
comunicación, a las posibles metas comunes, a la búsqueda de nuevas formas de
acercamiento sexual y búsqueda de nuevos significados de la vida sexual. La sexualidad
misma ya no es vivida como necesidad en sí y es necesario comenzar a buscarle nuevos
significados.

Toda esa dinámica se va a generar en la valoración de la relación en sí. Es el momento en


que nos vemos avocados a asumir o a desechar la opción de pareja como estrategia
existencial de la relación.

En las primeras etapas los compañeros se miran uno al otro permanentemente, ya sea
para regocijarse en ese mirarse o para no perder un solo movimiento del otro que pueda
ser sospechoso de pérdida de control o de abandono. En esta etapa cada uno mira en su
propia dirección y aparentemente se siente bien en ese mirar separado. Y ahora se va
comenzando a poner las bases para las etapas siguientes que pueden ser descritas con la
frase "amarse no es mirarse el uno al otro, sino mirar en la misma dirección".

También es necesario en la asesoría de estas parejas proteger, tanto las estrategias de


autonomía que cada uno de ellos va encontrando, como protegerlos de los posibles
temores que pueden ir apareciendo en ellos por ese sentirse "desligados". Con alguna
frecuencia aparece la masturbación en Uno o en ambos miembros como estrategia de
autonomía.

No me refiero a la masturbación mutua, la cual para mí no es masturbación sino una


forma de relación sexual, sino la masturbación individual y sin el "consentimiento" del
partner. Este tipo de conducta sexual es vivida con mucha angustia, ya sea por el mito
sexual de que un hombre que tiene vida sexual adulta debe "superar" la masturbación, ya
sea porque el hombre que descubre que su mujer se masturba, siente que está
insatisfecha, o bien porque este tipo de conducta remueve todas las angustias vividas con
la censura explícita o implícita de la madre ante un acto en que sintió que su hijo no
necesitaba de ella para obtener placer, con lo cual se salía de su control.

O ya sea por la misma angustia que puede producir el hecho de que el compañero o
compañera pueda obtener placer fuera de nuestro control. Aparecen otras estrategias,
como el manejo independiente del dinero asociado con la necesidad de tener cada uno
sus propias reservas que le permitan una seguridad de sobrevivencia en caso de
separación. Cambios de hábitos que se derivan de la necesidad de programación propia
del tiempo. El terapeuta debe proteger y estimular estas estrategias mostrando cómo se
va cultivando el terreno para una relación en libertad que va a permitir una madurez en
cada uno y en la pareja.

Las dos etapas siguientes en el desarrollo de la pareja presuponen un desarrollo la


persona por encima de lo común en nuestra cultura. Tony de Mello en su libro: ¿Quién

140
puede hacer que amanezca? nos trae el siguiente cuento corto:

"preguntaba una pareja de recién casados: “¿Qué debemos hacer para que perdure
nuestro amor?”. Esta fué la respuesta del maestro: “amad los dos juntos otras cosas".
Las etapas siguientes se van a dar en las parejas que han podido llegar a la edad adulta de
la relación. La etapa que acabamos de describir es como la adolescencia de la relación. Es
ese período en el cual cada quien "tira para su lado" buscando afianzar su yo y su
territorio, con todos los accesorios de ese yo, como son la justicia, los derechos, los
merecimientos, los libros de cuentas ya elaborados con una contabilidad adulta.

Todo esto es el resultado de un mirarse el uno al otro, y de un amarse el uno al otro. Es


amar los dos juntos otras cosas tiene relación con el mirar los dos en la misma dirección.
Se requiere un paso hacia la madurez para cambiar la dirección de la energía hasta ahora
centrípeta del niño, que vive el universo como una gran madre que está allí para
satisfacer sus necesidades, hacia la energía centrífuga, propia del ser vivo que ha llegado
a su madurez, con la cual actúo como co-creador del universo.

Nuestra cultura generadora permanente de necesidades invita al ser humano a no dar


ese paso. Permanentemente estimula con sus leyes, sus religiones, sus mitos y sus
costumbres, el que el hombre continúe siendo parásito hasta de Dios mismo. Nos ha
vendido una imagen de El como una "Gran Madre" que premia y castiga y perma-
nentemente está allí dispuesto a satisfacer nuestras infantiles necesidades. El mismo
pensador hindú citado dice al respecto: "En tu país se considera un milagro el que Dios
haga la voluntad de alguien. Entre nosotros se considera un milagro el que alguien haga la
voluntad de Dios.".
Por estas razones, para nosotros los occidentales es difícil entender las dos etapas
posteriores en las cuales de alguna manera se requiere la renuncia a un yo y a una
pasividad que nos permite vivirnos como niños irresponsables frente al mundo. Utilizo
una última cita del mismo autor en razón de la claridad: "A un discípulo que siempre
estaba rezando le dijo el maestro: “¿Cuándo dejarás de apoyarte en Dios y llegarás a ser
independiente?”. El discípulo no salía de su asombro: “¡Pero si has sido tú el que nos ha
enseñado a considerar a Dios como a un Padre!”. ¿Cuándo aprenderás que un Padre no
es alguien en quien puedas apoyarte, sino alguien que te ayuda a librarte precisamente
de tu tendencia a apoyarte?”. (Tony de Mello. ¿Quién puede hacer que amanezca? Pág.
18).

5. Mutua interdependencia — Mutua interdependencia.


Usando una analogía es posible entender los estadios que hemos descrito en el desarrollo
de la pareja. Imaginemos dos fincas colindantes. Una tiene agua y la otra no. La segunda
tiene luz y la primera no. Vamos a llamarlas "la primera" y "la segunda". "La primera" no
puede aprovechar su agua sin energía para movilizarla y "la segunda" no puede
aprovechar su energía sin agua para todas sus necesidades. La etapa de enamoramiento
la van a vivir cuando hacen proyectos mutuos entre los cuales está la fusión de las dos
fincas. Durante un tiempo todo parece posible y lindo hasta cuando "la segunda"

141
descubre que tiene que pagar su energía a la empresa electrificadora y que "la primera"
no paga nada por el agua porque tiene una fuente natural en sus predios. Comienza a
rebelarse ante esta injusticia y a escatimar la cantidad de energía que cede a la primera.

Esta responde escatimando a su vez la cantidad de agua que cede a la segunda. Ambas
saben que se necesitan y que no les sería posible funcionar a la una sin la otra. Cada una
va a tratar de mostrar a la otra que no necesita de ella para que no la aventajen en los
tratos, pero al mismo tiempo va a tratar de mostrar que sí la necesita para que la otra no
busque la solución a sus problemas por sí misma. Esta etapa de tensiones representa
analógicamente la etapa del enamoramiento y las tensiones posteriores a éste.

La tensión crece y cada una comienza a buscar la solución a sus problemas por sí misma.
"La segunda", con la energía que tiene, va a perforar un pozo profundo buscando su
propia agua, y "la primera", con la fuente de agua que tiene, va a buscar hacer su propia
planta de energía. En este proceso es posible que una aventaje a la otra y en un momento
"la primera" logre producir su propia energía, mientras "la segunda" no ha encontrado
agua. Esta situación crea una desigualdad en la cual "la primera" adquiere mucho poder
sobre "la segunda". Si la tensión en las etapas anteriores ha sido muy grande es posible
que "la primera" abandone a "la segunda" al no darle más agua y ponerla en situación de
peligro de quiebra.

Si las negociaciones anteriores han sido vividas dentro de un clima de amistad, "la
primera" seguirá protegiendo a "la segunda" hasta que ésta encuentre agua. Cuando ya
"la primera" tiene su energía y "la segunda" tiene su propia agua, lo único que las une es
la vecindad. Si "la primera" se dedica a la explotación minera y "la segunda" a la
agricultura, es posible que esa vecindad no sirva para nada y nunca vuelvan a entrar en
conversaciones.

Van a ser como los copropietarios de propiedad horizontal de una gran ciudad, que
únicamente se ven cuando uno tiene problemas con el otro y se estorban mutuamente. Si
ambos se dedican a la agricultura es posible que entren en una etapa de competencia o
de simple tolerancia, recordando los tiempos de mutua dependencia como tiempos que
afortunadamente se superaron.

Un día descubren que están invirtiendo mucho dinero en mantener buenos los linderos y
las cercas. Que hay potreros que no se pueden aprovechar suficientemente porque las
divisiones de las fincas impiden un buen trabajo de arado, y que bastaría con tener un
tractor para las dos fincas, que el camión que baja los insumos agrícolas podría traer un
viaje completo con los elementos necesarios para las dos fincas.

Deciden hacer una sociedad. Ambas saben que no necesitan una de otra, que las dos fun-
cionan autónomamente, pero el rendimiento aumentaría mucho si hacen esa sociedad.
Este sería el paso a la mutua Interdependiencia. Esta etapa no podría ser vivida si
existiera una necesidad en alguna de las partes respecto a su sobrevivencia.

142
Esta etapa ocurre después de que cada uno de los miembros logra la estabilidad. Ninguno
de los dos permanece en la relación por necesidad. Hay una elección por medio de la
libertad que nos da la liberación de la necesidad. Al desaparecer la necesidad como
motivación, el control y la censura también desaparecen de la dinámica de la relación.
Cada miembro de la pareja vive con gusto los logros del otro ya que no existe el temor al
abandono por el crecimiento del otro.

La comunicación se vuelve más creativa en cuanto que se encuentran caminos para


resolver los conflictos, ya que la búsqueda de soluciones prima sobre la búsqueda de
obtener el poder sobre el otro.
Cada quien expresa sus miedos e inseguridades sin temor a que esta información sea
utilizada para generar poder por el otro. Cada uno puede tomar sus decisiones sin que el
otro adopte una actitud defensiva ante estas. El acercamiento y el alejamiento se
comienzan a dar como un movimiento espontáneo, como la inspiración y la espiración de
nuestro organismo.

Cada uno se permite acercarse al otro en la intimidad sin temor a convertirse en


prisionero, perdiendo la autonomía, y cada uno se permite alejarse del otro porque ha
desaparecido el temor a la muerte o la pérdida del sentido de la vida por al abandono.
Los miembros de la pareja obtienen protección y estímulo al crecimiento de la relación.
En la vida sexual se estimula una mayor espontaneidad. Desaparecidos los temores de no
cumplir, y los resentimientos porque no me cumplen, la pareja se permite experimentar
nuevos caminos y nuevos significados de su sexualidad.

Está madura para poder comenzar a trascender por medio de su sexualidad. Para
nosotros los occidentales es muy difícil tener acceso a los caminos de trascendencia que
nos enseñan algunas cosmovisiones orientales como el yoga tántrico o El Tao, si no
hemos llegado a estas etapas de relación. Cualquier planteamiento de trascendencia a
através de la sexualidad presupone una sexualidad por fuera de un contexto de control y
de cumplimiento de normas o expectativas. El fluir del que nos habla Rajneesh no es
posible en etapas de evolución de parejas anteriores a ésta.

Se abre todo el universo de la evolución espiritual a través de la sexualidad, la


sensualidad, "las muertes yoicas", el amor universal. Estos son conceptos qué son poco
inteligibles para las personas que vivimos sumergidas en dinámicas de mutuo control,
competencia, juegos de poder, miedos a la pérdida de identidad.

Este crecimiento espiritual nos abre las puertas al amor. Pienso que es una palabra muy
maltratada en nuestra cultura. Cultura que ha nacido y tiene sus bases en la religión del
amor. El resumen de toda la revelación Judeo-cristiana lo hace Jesús en: "Un
mandamiento nuevo os doy, que os améis los unos a los otros como yo os he amado a
vosotros".

Paradójicamente la cultura nacida de una revelación que se resume en ese mandato, es

143
una cultura bélica a nivel internacional, nacional, familiar, interpersonal. Aprendemos a
competir y a luchar desde nuestro primer año de vida y son muy escasas las personas que
en nuestra cultura tienen acceso, después de toda una vida de desaprender lo que han
aprendido, a una vivencia auténtica de amor.

Cuando toco este tema, ya no lo toco guiado por mi propia experiencia ya que me
considero todavía en la etapa de desaprendizaje. Busco llegar a esta etapa como meta de
mi vida. Este estadio lo llamo yo el estadio del amor auténtico. En el esquema que sigo es
llamado el estadio o la etapa sinérgica-sinérgica.

6. Sinérgica — Sinérgica

Uso las palabras textuales del escrito que me ha servido como guía: "Dos personas que
han empleado, con éxito, un tiempo en el estadio de mutua interdependencia, pueden
algunas veces pasar a la fase sinérgica. Aquí los miembros de la pareja parecen sentir un
natural impulso para criar o para comprometerse en algo fuera de la relación, más allá de
ellos mismos.

Parece haber un exceso de energía creativa que ellos desean expresar. Ellos van más allá
de la egocéntrica posición de: ¿qué me preocupa esto a mí?, hacia una sólida conciencia
de que dar para el mundo es nutrirse a sí mismo. Las diferencias en la relación se
convierten en una fuente de creatividad y aprendizaje. En vez de ser amenazadoras, son
usadas por cada uno para expandir sus fronteras. La unión de la pareja creció tan fuer-
temente y el amor fué tan profundo en la época en que lucharon a través de tantas
desilusiones, que evolucionó hasta este estadio". (Ellyn Bader y Peter Pearson.
Tratamiento del sistema familiar A.T. No. 4, 1985).

No he mencionado en todas las etapas de evolución el tema de la fecundidad y los hijos


en la pareja. Todas las observaciones presentadas tienen el punto ciego de los hijos. Cada
etapa podría ser analizada con más objetividad si nos referimos a la familia real en la cual,
muy pronto, en las primeras etapas de desarrollo de la pareja, ésta se ve afectada por el
nacimiento de uno o varios hijos. Uso el verbo "afectada" que aparentemente es muy
duro, ya que busco expresar una pasividad.

Mi abordaje de la pareja y el estudio que he realizado acerca de sus dinámicas los he


hecho a través de mi propia vida personal y mis desilusiones por un lado, y por otro lado,
porque he dedicado mi vida al tratamiento de personas que han venido al mundo como
producto de parejas que están viviendo etapas muy tempranas en su evolución de pareja,
creando medios con muchas carencias para contener, proteger y nutrir nuevas vidas.

Estas personas son llamadas esquizofrénicas. Considero que el mérito de su vida es tan
grande que le da sentido a mi vida el dedicar la mayor parte de mi existencia a
acompañarlos en su laborioso y difícil sobrevivir. He llegado a hacer terapia de pareja y de
familia buscando desarrollar el potencial terapéutico que tiene un padre o una madre

144
respecto a su hijo.

Pienso que una invitación al crecimiento a una persona que potencialmente va a


acompañar a una o varias personas en sus primeros años de vida puede ser muchísimo
más eficaz, que el formar, con mucho trabajo, muchos terapeutas que traten de remediar
ya en una vida adulta unas carencias básicas, que han dejado cicatrices tan dolorosas que
pueden llevar a una persona a elegir un modo de vida esquizofrénico por toda su
existencia.

Aunque el trabajar con utopía es salirse de la realidad, el hombre tiene la capacidad de


crearla para dirigirse a ella como una meta aunque, en principio, parezca inalcanzable.

Así como Carls Rogers dice que una persona en la relación terapéutica debe ser
absolutamente sana para poder ser terapeuta, y que como no es posible que una persona
sea absolutamente sana en todos los momentos de su vida, la meta del terapeuta debe
ser la de ser sano al menos en los momentos en que está en relación directa con su
cliente, así también pienso que los padres deberían ser absolutamente sanos, al menos
en los períodos de tiempo en que están desempeñando sus funciones de padres.

En las etapas de desarrollo de la pareja busqué llegar a describir el padre sano.


Realmente el único padre sano (sigo describiendo la utopía) es el que está en una etapa
de amor auténtico o sinérgica. Va a ser el padre que tiene capacidad de amor oblativo. El
que no está pensando qué necesidad va a llenarle ese hijo que está criando. La función de
criar va a ser la misma que la de crear. El significado de esta acción estará en la misma
acción sin buscar retribución. Es la única manera como va a satisfacer las necesidades de
ese niño sin condicionarlo a sus propias necesidades.

Es muy frecuente en nuestra cultura que un niño nazca como producto de una relación
en la cual sus componentes viven estadios simbióticos pasivos que a su vez se han
cronificado, porque son el producto de relaciones simbióticas cuya constante es la
carencia de amor, de incondicionalidad, de confianza y aceptación. Nadie da de lo que no
tiene. No es mi intención hacer un juicio a la persona que está muerta de hambre
culpabilizándola por estar muriendo de hambre y por vivir rodeada de personas muertas
de hambre.
Mi intención es la de hacer un llamado a ese ser humano para que use su libertad y ayude
al desarrollo evolutivo de ese sistema de la vida del cual es producto. La conciencia es un
producto de la evolución que acelera vertiginosamente este proceso, como lo expuse al
comienzo de este trabajo. Vivimos el momento en que se abre el diálogo oriente y
occidente, el diálogo entre el desarrollo tecnológico y el desarrollo de la expansión de la
conciencia, el descubrimiento de los antibióticos, de la energía atómica, de la posibilidad
de separar la sexualidad de la fecundidad.
Pienso que estamos al borde de un nuevo cambio cualitativo en ese gran sistema de la
vida. Ese cambio puede ser facilitado creando condiciones de vida nuevas a los seres

145
humanos que están naciendo y van a nacer en años posteriores, de tal manera que no
tengan que invertir tanta vida y energía en sobrevivir y en desaprender conocimientos
que estamos viendo que no nos han sido tan útiles como pensábamos.

Vivimos una gran crisis que nos puede llevar a la destrucción o al cambio, y yo me declaro
partidario de ese cambio. Espero que cada vez este mundo se poble más de los hijos de la
plenitud del amor.

146
CAPITULO IV

LA FAMILLA

Cuando reflexiono sobre el ser humano y busco la relación existente entre su sentido de
ser y su existencia, no me es posible dejar de pensar en eso que nos enseñaron bajo la
figura de "pecado original".

El descubrir que no solo nuestro Judeo-cristianismo propone una teoría explicativa de la


agresividad y de la tendencia al absurdo y a la muerte en el ser más evolucionado de la
tierra, sino que también la tradición grecolatina tiene su "pecado original" en el mito del
andrógino retador de los dioses, me lleva a la conclusión de que todo occidente ha
creado una explicación mítica que justifica y explica un desarrollo "equivocado" del ser
humano.

La historia del ser humano, más que ser la descripción del amor y de las creaciones de esa
criatura, ha pasado a ser el relato de sus guerras, sus destrucciones y su caos. Una parte
de esa historia de la humanidad puede decirse que está dedicada al amor. Sin embargo,
detrás de lo que llamamos amor vemos que existe una forma de guerra camuflada
muchas veces más dañina y más nociva que la misma guerra abierta y explícita. Esta
guerra ha sido llamada "el amor romántico".

Yo no he estado satisfecho con la explicación de que el ser humano se convierte en


guerrero y agente de muerte por "el pecado original". No podría decir que los grandes
saurios aumentaron su tamaño de tal manera que terminaron extinguiéndose, porque
padecían un "pecado original" que los desvió de su proceso evolutivo original.

El ser humano ha elegido el camino de la guerra, no porque sea un guerrero sino porque
puede serlo, como una de sus opciones de realización en este mundo.

Esta guerra se manifiesta sutil o explícitamente al ir creando y "criando" seres humanos


profesionales en la manipulación de otros seres humanos. La forma como occidente ha
logrado continuar de generación en generación dentro de una cultura que teóricamente
está orientada por un Cristo que predica el amor como base de la relación interpersonal,
formando guerreros camuflados, es a través de los modelos de "amor romántico".

147
Este mito nace y se mantiene dentro de una cultura que es regida por dos mandatos
contradictorios: el primero exige al ser humano desarrollar todas sus capacidades de
guerrero y destructor, que sobrevive en la medida en que se asemeja a cualquier felino
carnívoro; el segundo exige a este mismo ser humano desarrollar todas sus capacidades
en el amor y en la mansedumbre como cualquier cordero herbívoro.

El amor romántico, cuyos orígenes se encuentran en una religión del amor implantada
por medio de la guerra, aparentemente cumple este imposible reto: podemos amar
haciendo la guerra o podemos hacer la guerra "amando a nuestros enemigos".

Como es lógico, la única manera como esta contradicción se puede perpetuar es en la


muerte. Esta es la razón por la cual todas las obras que cantan esta clase de amor de
nuestra cultura, conllevan la muerte como elemento esencial y fundamental del
romanticismo. Ya se trate de obras clásicas como Romeo y Julieta, Tristán e Isolda, Love
History, La Traviata; como de "obras románticas" populares tipo telenovela, tango,
ranchera, etc., en todas encontramos como elemento común, la muerte.

La única forma como el amor puede cumplir su requisito de posesión eterna es por medio
de la muerte de uno o de los amantes. Es claro para mí el que vivimos una contradicción
cultural profunda de la cual trató de redimirnos Cristo, pero "las tinieblas no le
conocieron".
Para no enloquecer dentro de esa contradicción necesitamos creer y mantener ese mito,
a la altura de nuestra ideología como de nuestros cuerpos. Porque es en nuestros
cuerpos en donde sentimos el enamoramiento y es con nuestra inteligencia con lo que lo
justificamos, mantenerlos y recreamos a través de nuestra producción estética, filosófica,
política y hasta teológica.

Muchas veces la llamada "Mariología" católica no hace sino repetir los esquemas ajados
del amor "romántico"; semejándose muchas de sus "canciones" a dulzones boleros que
canta el amado a su amada.

El sitio en donde yo comencé a ver más clara esta contradicción intrínseca de nuestra
cultura fue en una comunidad terapéutica en donde conviví con personas llamadas
esquizofrénicas. Aunque las personas que la fundamos, lo hicimos creyendo que
actuábamos movidas por el amor, rápidamente, en menos de dos años, las personas que
convivieron como teóricos pacientes, nos mostraron que actuábamos como típicos
"cruzados" que escondíamos bajo la "cruz gamada" todos nuestros retos y nuestras
ansias de guerra.

Estas personas llamadas "enfermas" muy pronto nos mostraron que ellos no aceptaban el
trato "amoroso" que les dábamos porque ellos consideraban que nosotros les estábamos
haciendo la guerra. En principio pensábamos que esto se debía a su "enfermedad", pero
posteriormente, en el trascurso de los dos años siguientes, pudimos ver como "los sanos"
realmente estábamos haciendo una guerra disfrazada de amor.

148
Estas personas nos mostraron en forma desenmascarada el cómo nuestro sistema
familiar nuclear es mi campo de entrenamiento en la guerra, con un rótulo equivocado de
entrenamiento en el amor.

Somos profesionales para desempeñar el rol de lobos con piel de oveja, y los llamados
esquizofrénicos lo que hacen es despojarse de la piel de oveja y ser lobos
desenmascarados. Todos hablamos de la agresividad del esquizofrénico, y la cultura crea
cárceles que llevan el nombre de clínicas psiquiátricas en donde se ejerce la violencia en
nombre de la medicina. Lo que hace la mayoría de veces el esquizofrénico es
desenmascarar la violencia implícita a los sistemas familiares llamados "cristianos" que
tienen como mandato el ser violentos en nombre del amor.

¿Cuál es mi definición de poder? ¿Cuál es el juicio que hago acerca del poder? Son dos
cosas diferentes la definición y el juicio. El conflicto de nuestra cultura no está en la
definición teórica del poder. Podemos decir que poder es la capacidad que tiene una
persona o un animal de actuar sobre otra o sobre la realidad que lo rodea, modificándola
de acuerdo a sus deseos.

El león tiene poder sobre el ciervo cuando lo atrapa y lo mata para sobrevivir. El venado
tiene poder sobre el león cuando logra correr más que el primero para salvar su vida. El
primer ejemplo es muy claro y nadie pone en duda el hecho de que el león al matar al
ciervo ejerce poder sobre él. El segundo ejemplo no es tan claro ya que muchos pueden
decir que el león corre detrás del venado porque quiere hacerlo, y no es que el venado
esté ejerciendo poder sobre el león.

En mi criterio esta segunda forma de poder es la más enferma de nuestra sociedad, ya


que es más fácil de camuflar y enmascarar para poder cumplir el mandato de ser "amos y
padres” a la vez. Con esto quiero decir que la relación del amo sobre el esclavo se da por
el poder, mientras que la relación del padre con el hijo se da en el amor y por el poder.

Esa doble forma de relación, en el poder y en el amor, es la que más ha formado


confusión en la familia actual. En el derecho romano la relación se daba claramente en el
orden del poder. El padre podía matar, vender o regalar a sus hijos y a su esposa. Esto
permitía al padre el ser responsable civilmente de su familia porque tenía poder absoluto
sobre sus miembros. Los hijos no esperaban ser amados por sus padres.

El sistema familiar estaba constituido para formar gremios. En el desarrollo de la familia


en occidente el "mandato de amor" que se hace a los padres es relativamente moderno.
Hasta hace muy poco, el mandato de amor únicamente era dado a las madres.

Los padres tenían como única función el suplir los alimentos, techo y demás necesidades
materiales del sistema familiar; ni siquiera se le exigía una relación amorosa con su
esposa.
Hoy en día los padres somos aprendices en el manejo de ese vínculo doble.

149
La madre hasta hace poco se relacionaba con los hijos más en la instancia del amor;
creando esa escala de poder en la cual cuando quería amenazar a un hijo le decía que iba
contar a su padre lo malo que había hecho.

La pareja actual, con la explicitación social y existencial del valor de la mujer ha ido
cambiando esas órdenes de poder teniendo que encontrar nuevas fórmulas que permitan
a padre y madre tener una relación de autoridad y poder con los hijos. Hay ocasiones en
las cuales los padres deben actuar frente a sus hijos con un poder y una autoridad claras y
otras ocasiones en las cuales la relación se da fundamentalmente en el amor.

Actualmente estamos favoreciendo permanentemente las transacciones en el poder que


se hacen disfrazadas de amor y esto es lo que nos ha llevado poco a poco a homologar el
amor a la guerra enmascarada.

El amor excluye el poder y una de nuestras mayores confusiones nace en nuestra cultura
cuando aceptamos como imagen o representación del mayor amor a un Dios de los
Ejércitos. Cristo fué crucificado porque trató de redimimos del Dios de la guerra que para
mostrar que ama a unos hombres tiene que matar a otros.

El padre y la madre reciben de la cultura la misión de ser los guardianes de ésta. Con esta
misión se crea la doble obligación.

Es muy difícil para nosotros como padres entender el verso de Gibrán en su poema sobre
los hijos cuando dice: "...Podéis darles vuestro amor, más no vuestros pensamientos
porque ellos tienen sus propios pensamientos... Podéis esforzaros en aprender de ellos,
más no intentéis hacerlos como vosotros, porque la vida no marcha hacia atrás ni se
detiene en el ayer... "(El Profeta).

Retomo el planteamiento que venía haciendo sobre el poder ya que una de las cosas que
busco es que los padres vayamos haciendo cada vez más claridad de nuestra doble
función. Que cuando seamos guardianes de la cultura y sus valores, actuemos claramente
en el poder; cuando nos permitamos sentir nuestro corazón podamos comunicar
claramente ese amor a nuestros hijos.

El venado tiene poder sobre el león en la medida en que el león tiene hambre y tiene
necesidad de comerse el venado para sobrevivir. El venado deja de tener poder sobre el
león en el momento en que ya el león se encuentra saciado.

Bajo este criterio, poder es la capacidad que tiene una persona para satisfacer la
necesidad de otra. Este tipo de poder es el que más se da dentro de nuestros sistemas
neuróticos culturales.

Llamo neurótico a un sistema que ha creado tabús respecto a algunas de las fuerzas que

150
Se dan dentro de él y que lo rigen, de tal manera que lo que se da cotidianamente no es
posible nombrarlo...

La sociedad llamada "Victoriana" era movida absolutamente por el sexo, como son
movidos por el sexo todos los fariseos que permanentemente censuran cualquier
manifestación verbal o de otro tipo respecto a la sexualidad. El mismo hecho de que se
genere el tabú hace que determinadas fuerzas adquieran excesivo valor dentro de una
determinada población. Uno de los tabús de nuestra cultura es el del poder. Cuando yo
planteo a un padre y a una madre que debe exigir a su hijo adolescente algo, siempre me
encuentro con que ese sistema familiar invierte una gran cantidad de energía para
camuflar el poder que se debe ejercer como respaldo de la exigencia.

Por lo general van a aducir razones tales como: "es por tu bien" o "no creas que somos
unos tiranos", o "estás enfermo y lo necesitas" o "tu mamá sufre mucho si no lo haces", o
"hazlo como un favor a nosotros". Si el adolescente decide que no le importa que su
mamá sufra, como al león no le importa que el siervo sufra, ya que necesita hacer algo
que considera importante para él, el sistema familiar lo va a considerar o un enfermo o
un perverso y malvado porque no tiene en cuenta el sufrimiento de su madre.

Quiero que se den cuenta que todas las fórmulas que usa el sistema familiar en el control
de los hijos están destinadas a proteger el tabú del Poder como tal. Es difícil llevar a un
sistema familiar actual a que ordene algo a su hijo adolescente respaldado en el poder. Ya
sea el poder físico que tiene el padre para reducir a su hijo en una guerra
desenmascarada cuerpo a cuerpo, o ya sea el poder económico que ejerce el padre
pudiente económicamente sobre el hijo dependiente en este sentido.

Cuando yo pido a los padres que exijan una determinada cosa sencillamente porque "el
que paga manda", por lo general encuentro un tipo de reacción semejante a la que podría
encontrar un "padre victoriano" si su hijo le pregunta el número de relaciones sexuales
que tiene con su madre al mes. Se abren los ojos y hay frases de exclamación como si se
hubiera nombrado el diablo.

Los seres humanos se relacionan entre sí bajo la instancia del amar o bajo la instancia del
poder. En nuestra cultura nos relacionamos todo el tiempo bajo la instancia del poder con
la prohibición de decirlo. Nuestras estructuras políticas también reflejan lo que sucede en
el microsistema familiar. La democracia es una de esas fórmulas de ejercer el poder sobre
los ciudadanos haciéndoles creer que realmente no hay una estructura de poder
propiamente.

O sea, si yo lo manipulo y le ordeno cosas, aunque sea con un fusil por delante, yo no
estoy ejerciendo poder sobre usted, porque usted de alguna manera es el responsable de
que yo lo esté manipulando. Si usted me eligió para que yo lo mandara y ejerciera poder
sobre usted, esto quiere decir que no estoy ejerciendo poder. La "libertad" es la base de
la democracia, es decir, la posibilidad de renunciar a la libertad para que alguien, a quien

151
el ciudadano no conoce esté autorizado para ejercer poder sobre él.

Poder es la capacidad que tengo, en un contexto concreto, de conseguir que el medio


actúe de acuerdo a mis deseos o a mis necesidades. No poder es la dificultad que en un
momento determinado tengo para que el medio actúe de acuerdo a mis deseos.

Un agricultor que desarrolla una buena tecnología puede en un determinado momento


tener poder sobre su sembrado de arroz, en la medida en que consigue manipular el
medio para conseguir el porcentaje de arroz deseado. Si en otro momento no puede
manejar un imponderable como sería la lluvia o la sequía, hablamos de que le hace falta
poder.

El poder implica dominación. En nuestra tradición judeocristiana teóricamente el primer


mandato que recibimos de Dios fué el de ejercer el poder y la dominación sobre toda la
creación. "Creced, multiplicaos y dominad la tierra". No todas las tradiciones de los
pueblos del mundo tienen ese mandato como base de la cultura. Nuestra cultura sí está
basada en ese pilar, de tal manera que hemos llegado a "dominar" la tierra a tal punto
que estamos acabando con ella.

Se consigue dominio y poder sobre otro ya sea a la fuerza; logrando que el otro haga lo
que yo quiero porque soy más fuerte y puedo hacerle daño. El otro se dejará manipular
para protegerse del daño que yo le pueda causar.

Este es el tipo de poder de los ejércitos, de la policía, de la guerrilla, de los sicarios, de los
matones, de los mercenarios o de los "cruzados". Yo explícitamente muestro al otro el
daño que le puedo hacer, y él con esa señal clara, actúa de acuerdo a mis deseos para
protegerse.

No sólo puedo usar el poder de mi fortaleza, sino que me puedo "armar" con un poder
ajeno y hacer que mi prójimo crea que ese poder lo manejo yo. El caso claro de este tipo
de dominación es el de los sacerdotes de todas las religiones que actúan en el miedo.
Invento una imagen de Dios todopoderoso y manipulador, dentro de un contexto de una
moral que yo manejo, aprovechando que ese Dios al que represento es mudo, y usando
el poder de ese Dios, consigo que mi prójimo actúe de acuerdo a mis deseos,
sometiéndose para evitar ser dañado por ese Dios.

Este tipo de poder se convierte en un poder desmesurado ya que lo voy a "internalizar". A


ese Dios que se ha convertido en mi tirano lo voy a llevar adentro y en todas partes me
estará viendo, oyendo y juzgando.

Gran parte del enorme poder que ejerce la familia sobre los hijos en nuestro medio se
debe a este fenómeno. Al ser Dios una realidad indescriptible e innombrable, la Iglesia y
la familia con sus morales han inventado una imágen de este Dios que hace que nuestro
mayor enemigo esté dentro de nosotros.

152
La psicología y la psiquiatría en nuestro tiempo han venido recibiendo la misión de liberar
al ser humano de ese ser tirano internalizado y yo pienso que han fracasado porque han
"botado el niño con el agua de la bañera". Ha botado a Dios y no la imagen de Dios que
creó nuestra Iglesia y nuestros sistemas familiares para conseguir un sometimiento
perpetuo. La imagen por excelencia del amor es la de un creador que nos da la existencia
sin ninguna demanda, en la gratuidad absoluta y nosotros hemos ido creando un Dios tan
exigente y aterrorizador que muchas veces tenemos que deshacernos de él para poder
llegar a tener un poco de paz interior.

Hoy en día es absolutamente cierto el siguiente diálogo: "El discípulo dice a su maestro:
—En mi búsqueda de Dios estoy dispuesto a renunciar a todo; a la riqueza, a los amigos, a
la familia, a mi país y hasta a mi propia vida. ¿Puede una persona renunciar a algo más? El
maestro responde con toda calma: —Sí. A tus creencias sobre Dios". (Tony de Mello.
¿Quién puede hacer que amanezca? Ed. Sal Terrae, pág. 149).

Si yo quiero manejar a una persona y ejercer mi poder sobre ella, un recurso que tengo
es el de usar su necesidad para exigirle que haga cosas para mí. Por medio del control que
ejerzo sobre las cosas que hace estoy controlándola durante el tiempo en que no estoy
con ella. Este sistema ha sido empleado durante toda la historia por los amos sobre los
esclavos. Cada día nos "humanizamos" más, lo cual traduce que cada día somos más
esclavos sin darnos cuenta de que lo somos.

Es fácil que cualquiera de nosotros esté trabajando hasta dieciocho horas diarias en
función de una empresa, de un patrón o de unas metas propias. La mayoría de nosotros
en últimas en función del dinero. Hay formas sofisticadas de generar poder como es el ir
creando cada vez más necesidades que van a ser satisfechas si la persona produce
determinadas cosas. Este tipo de sometimiento permanente es el que ha ido
reemplazando al que ejercieron las iglesias en épocas anteriores.

La fórmula de poder es semejante. Yo me apropio de una fuerza que tiene poder. Las
iglesias se apropiaron de un creador que tiene mucho poder. Tiene poder en la medida en
que realmente al encontrarlo, encontramos paz, armonía, poder interior, sentido de la
vida, amor, etc. Yo descubro ese enorme poder que hay en esa fuerza, ya que todos los
seres humanos, por ser conscientes, buscan ese tipo de experiencia.

Como aquel mercader que pone su tienda al lado del río para vender agua a los
caminantes impidiéndoles tomarla por sí mismos, yo creo una tienda que coloco entre el
hombre y Dios, la cual así como la tienda impide al caminante ver el río, esta tienda
también impide al hombre ver a Dios. Como el caminante tiene necesidad de agua,
entrará a esa tienda para conseguir agua, haciendo lo que el vendedor le exija.

Ese vendedor dará una serie de reglas al caminante para que éste se haga merecedor del
agua que necesita. Poco a poco esta tienda se va haciendo tan complicada que el

153
Caminante nunca llega a saciar su sed y permanentemente el vendedor le está explicando
que no puede llegar al agua porque no ha cumplido en forma adecuada las reglas. Lo más
triste es que ese vendedor a su vez, también se muere de sed ya que su atención está tan
centrada en las reglas que termina olvidando que detrás de la tienda hay agua.

Cuentan de un monje que se encontraba meditando y llegaron unos niños a jugar y lo


distraían. El monje por quitárselos de encima les dijo que río abajo había un enorme
monstruo que echaba fuego por la boca. Los niños fueron a contar al pueblo lo que había
dicho el monje, y como los monjes no dicen mentiras, todo el pueblo salió en carrera a
ver el monstruo. El monje cuando oyó la algarabía salió corriendo detrás de ellos para ver
si su cuento era verdad.

Una cosa semejante nos sucede cuando montamos tiendas para vender agua del río. 0
cuando montamos tiendas para crear reglas que nos limitan ver a Dios.

Yo, como el vendedor puedo crear una enorme tienda de instrucciones, preceptos,
regulaciones, rituales, códigos, fórmulas y métodos que vendo para encontrar a Dios, o a
sus equivalentes como son el amor, la paz, la armonía, la felicidad. Yo en principio tendré
tanto poder que puedo ordenar lo que quiero. Es tanta la necesidad de los seres humanos
de alcanzar este tipo de experiencia, que son capaces de dar la vida por conseguirlas.

Cuando existía la esclavitud, el amo era el dueño de la vida del esclavo, pero nunca pudo
llegar a ser dueño "del sentido de la vida del esclavo". Papillón en la Isla del Diablo en una
ocasión dijo: "me pueden quitar hasta la vida, pero nunca me podrán quitar la libertad".
Yo con mi tienda puesta al lado de la libertad puedo hacer que una persona sacrifique su
libertad por conseguir "la libertad".

El mundo moderno aprendió de las iglesias este recurso de poder que va hasta las
entrañas del ser humano y que los esclaviza más allá de la misma vida y también aprendió
a utilizar la familia para montar las tiendas de la moral. A veces tenemos que quitar la
tienda para ver la cristalina y fresca agua del río, que está a nuestra disposición para que
la bebamos en abundancia sin pagar a nadie por ella.

El mundo moderno no quitó la tienda sino que cambió sus contenidos. Sus vendedores
también se mueren de sed como los sacerdotes de las Iglesias. Aunque hablo en tercera
persona, yo también me incluyo entre esos vendedores. "Una de las cosas que hago en mi
vida es ir desmontando mi tienda para poder un día beber directamente del río.

La "tienda de la moral" es tan complicada que llega un momento en que somos tenderos
y compradores a la vez. Como el monje del cuento, nos creemos nuestras propias
mentiras y terminamos pagando muy caro por fantasmas que siempre nos dejan con sed.

154
Estas tiendas no solamente nos crean enormes frustraciones. Por ejemplo, la persona que
compra un Renault 21 creyendo que con esta adquisición realmente va a experimentar
libertad, o la persona que renuncia a una relación afectiva valiosa para ella, creyendo que
así va a experimentar el amor de Dios. Los sacerdotes de la cultura saben muy bien que
solamente con la frustración no se mantiene el poder. Saben que es necesario
atemorizar.

Si se trata de una iglesia moderna se nos va a programar con fantasmas como: "si no
cumple las reglas de nuestra cultura sacrificando lo que sea necesario, hasta la misma
vida para tener éxito, dinero, carro, casa, objetos que le aseguren un puesto en la escala
social, etc., usted va a envejecer solo y desamparado, lo cual es una forma de infierno".
Esto a mí me suena muy parecido a: "Si no cumple los diez mandamientos, usted va a ser
rechazado por Dios y va a ir al fuego eterno".

Hay versiones mixtas de estas dos morales como son: "Si usted cumple los
mandamientos, paga su diezmo, va a tener riquezas y éxito". O versiones como: "Dios no
castiga ni con palo ni con rejo... ". Sobra decir que esos puntos suspensivos son colmados
por los padres en la forma que les de la gana, para apropiarse del poder de Dios y usarlo
sobre una mente infantil que se ve invadida por miedos a través de su crecimiento.

Nosotros los padres somos tenderos que vendemos la mayoría de las veces un agua que
no conocemos o que muy difícilmente recordamos haber bebido muy temprano en
nuestra infancia. Somos vendedores de agua muertos de sed, que aún creemos que si
somos buenos tenderos un día nos van a dar esa agua prometida.

No nos damos cuenta de que nuestros hijos están bebiendo directamente de la fuente de
agua, y creemos que educarlos es separarlos de esas fuentes y hacerlos pasar por esa
tienda, que la mayoría de las veces es una casa de espantos; lo que terminamos haciendo
con ellos es impedirles tener un crecimiento natural llevándolos a vivir un mundo de
miedos y frustraciones en la cual estamos sumergidos nosotros.

Parte de nuestro proceso de padres es salirnos de esas tiendas de frustración y miedo, y


muchas veces lo logramos observando a nuestros hijos y viendo cómo beben ellos en las
fuentes de agua pura.

Retomo aquí dos versos ya citados de Gibrán:

"Vuestros hijos no son vuestros hijos,


Son los hijos y las hijas de los anhelos que la vida tiene de sí misma. Vienen a través de
vosotros, más no de vosotros,
y aunque vivan con vosotros no os pertenecen.

Podéis darles vuestro amor, más no vuestros pensamientos, porque ellos tienen sus
propios pensamientos.

155
Podéis intentar ser como ellos, más no intentéis hacerlos como vosotros. Porque la vida
no marcha hacia atrás, ni se detiene en el ayer.

Una de las defensas que tiene todo ser vivo frente al poder y la dominación del otro
consiste en que ese otro no es omnipotente ni omnipresente. En un momento
determinado puede ser omnipotente pero es muy difícil que se convierta en
omnipresente.

El partido nazi se esforzó mucho por convertirse en omnipresente y se las ingenió para
"marcar a los judíos" de tal manera que éstos se tenían que sentir permanentemente
como ante la mirada de Dios. No había ningún sitio en que no fuera ejercido el poder
sobre ellos. Las religiones generan este mismo tipo de poder al colocar en Dios la facultad
del perseguidor omnipresente y todopoderoso, dueño de mi vida presente y de mi vida
futura. Genera tanto poder este tipo de apropiación del poder de Dios, que ni Jesucristo
siendo hijo de Dios logró redimir al hombre de la ley y sus sacerdotes.

Ante el estado me puedo esconder y éste sigue siendo omnipotente, más no


omnipresente. Los estados también generan unas "reglas de juego" más o menos claras,
de acuerdo a la madurez o no madurez de los pueblos, que se llama "ley". En la medida
en que esa ley es clara y que el estado se atiene a las reglas de juego, yo sé que me
"libero del poder del estado" en cuanto cumplo esa ley.

El estado será mucho más opresor si sus reglas no son claras o si no cumple esas reglas.
La regla del estado es: "si usted hace lo que hemos decidido que tiene que hacer,
nosotros nos comprometemos a no ejercer el poder que poseemos sobre usted".

Esta dominación es clara y definida y yo, como sometido, me acojo a la ley para evitar
que se ejerza el poder sobre mí.

Toda moral genera poder y éste es ejercido por las personas que se hacen llamar
representantes de dicha moral. La persona es sometida por medio de la necesidad que
tiene de recibir el visto bueno del representante de esa moral. La moral solamente
genera poder en las personas que están desconectadas de sí mismas y de su espíritu. Una
moral genera poder en la medida en que la persona "no está viendo el río". El caminante
obedece unas regias para obtener el agua, solamente si no tiene acceso al agua.

Si conozco mi organismo físico, estoy en contacto con él y lo sé proteger, es muy posible


que sea un individuo al cual difícilmente pueda manipular la moral (ciencia) médica. Si
estoy disociado y no me doy cuenta qué sucede con el organismo, voy a ser un
consultante, automedicador, lector de revistas médicas y muy manipulable y
extorsionable por medio de la salud.

Una persona que está aislada del espíritu va a vivir buscando a Dios en los
sacerdotes, en las iglesias, en los movimientos religiosos, en donde se le darán una

156
cantidad de morales que debe cumplir para ser aceptado. Esta persona se va a someter a
"los dueños de las morales", buscando que ellos le den permiso de satisfacer esa
necesidad natural y hermosa del ser humano que es la de unirse a Dios.

El individuo que no tiene una conciencia de pertenencia a una clase social, va a someterse
a los que manejan la "moral de clase" buscando que ellos satisfagan esa necesidad que
tiene de pertenecer a un determinado grupo humano.

Cristo fué asesinado por los sacerdotes que se llamaban dueños de la moral. Un jefe
espiritual real invita al crecimiento del espíritu y esto hace que las personas que
desarrollan su espíritu dejen de ser objetos de poder de los diferentes moralistas.

Esta forma de poder, depende de la habilidad de la otra persona para dejarse manipular.
Soy poderoso en la medida en que el otro es débil, por tanto dependo de la capacidad de
oprimido para seguir siéndolo. Soy débil en la medida en que acepto que el otro me
manipule con su fuerza o con su capacidad para satisfacer mis necesidades. Judith logra
derrotar al gigante Olofernes en la medida en que este último la necesita sexualmente y
acepta sus reglas de juego terminando "sin cabeza", derrotado por la "débil" mujer.

Soy fuerte y poderoso frente a una persona que necesita una buena imagen de sí misma y
yo tengo la posibilidad de darle mi aprobación si hace lo que yo deseo.
Nosotros somos poderosos ante nuestros hijos de dos maneras diferentes:

Por un lado somos mucho más fuertes física, económica, psicológica y políticamente, esto
hace que podamos "forzarlos a actuar como nosotros queremos utilizando cualquiera de
esas fuerzas; puedo hacer que mi hijo coma cuando yo quiero que lo haga, y lo que yo
quiero que coma, utilizando la fuerza llamada "bruta". Por lo menos hasta los quince años
tengo fuerza física suficiente para "embutirle" la comida; puedo también "convencerlo"
con mis argumentaciones (fuerza psicológica).

Puedo llevarlo a un médico para que le pase una sonda al estómago; él no puede
demandarme por la violación de sus derechos porque el estado me da a mí, hasta su
mayoría de edad, la autorización de hacerlo mientras yo no vaya contra la moral del
Estado.

Puedo presionarlo económicamente.

Por otro lado nuestro hijo es una persona en mucha necesidad. Nosotros somos la fuente
de satisfacción de sus necesidades básicas tanto a nivel fisiológico como a nivel
psicológico. Nuestro hijo, para no morir será capaz hasta de morir un poco. Nosotros
tenemos poder sobre nuestro hijo en la medida en que es un "necesitante". Podemos
conseguir que llegue a automutilarse para conseguir que le demos un poco de amor y
reconocimiento afectivo.

157
Un niño es capaz de enfermarse y hasta morir para dar un rendimiento escolar que sus
padre le exigen como condición para quererlo. Estos padres también están muriendo de
sed de amor metidos entre su tienda moral y sin poder beber del agua del amor de sus
propios hijos.

Esta segunda forma de poder, que nace de la necesidad del otro, es la que permite el
poder camuflado, enmascarado y neurotizante.

Como padres muchas veces no estamos dispuestos a satisfacer las necesidades básicas
fisiológicas y psicológicas de nuestros hijos por temor a perder poder sobre ellos. Al
mismo tiempo andamos satisfaciendo necesidades ficticias de ellos, creándoles con esto
una mayor dependencia. Sin darnos cuenta, cuando damos a nuestros hijos dinero, en
vez de tiempo, aceptación, confianza y reconocimiento, estarnos haciendo este cambio.
El hijo va a seguir durante toda la vida con sus necesidades reales no satisfechas,
buscando acumular dinero con la ilusión de que con él algún día va a poder beber agua de
verdad.

Es más fácil para un niño recuperarse de carencias básicas fisiológicas, porque nuestro
cuerpo es más difícil de engañar que nuestro sistema psicológico. Sin embargo dentro de
nuestros sistemas sobreprotectores que dejan carencias reales y satisfacen necesidades
que no existen, también estamos viendo como nuestra cultura cada vez crea un mayor
número de alimentos artificiales que envician, no nutren y dejan el organismo en una
situación de necesidad.

Nuestros sistemas familiares son expertos en crear necesidades y no satisfacer las ya


existentes. Son tiendas colocadas al lado del río para vender agua, que en lugar de vender
agua dulce, venden agua salada con deliciosos sabores artificiales que dan la apariencia
de saciar la sed. Un niño necesita 300 c.c. de agua para tener en determinadas
circunstancias sus líquidos equilibrados en el organismo. Sin embargo puede tomarse
hasta 2.000 c.c. de Coca-Cola en el mismo día y mantener su organismo en desequilibrio,
porque las sustancias que lleva este delicioso jarabe lo que hacen es deshidratarlo.

Si el afecto y el cariño se pudieran cuantificar podríamos poner el mismo ejemplo con el


amor. Un niño que recibe verdadero reconocimiento, aceptación, confianza y cariño de
sus padres va a poder estar lejos de ellos la mayor parte del día, va a estar sereno y
tranquilo porque ha podido beber agua pura saciando su sed. Puede haber recibido falso
afecto que es el que se vende en las tiendas de la moral bajo la receta: "qué debe hacer,
qué debe decir, en qué tono debe hablar, y por cuanto tiempo debe cargar a su hijo".

Si ha recibido esta forma de Coca-Cola del afecto es posible que ande prendido todo el
día a sus padres, angustiado, sintiéndose sediento y que crezca en esta forma llegando a
ser un adulto voraz de afecto en cualquiera de sus formas aceptadas por nuestra cultura
(Donjuanismo, romanticismo, celos, pasivos agresivos, etc.).
El niño no tiene la capacidad de dejar de ser débil, porque su situación existencial es esa.

158
Más concretamente, no puede dejar de ser débil sin hacerse mucho daño. Nuestros
"gamines" son poderosos aun siendo niños, pero para llegar a serlo tuvieron que
sacrificar el desarrollo de gran parte de su poten cialidad de amar.

Cuando nos relacionamos con otro adulto nuestro poder sobre éI depende de nuestra
fuerza física, económica, política; o depende de la capacidad que él tenga de mostrarse
en necesidad ante nosotros. Tengo poder en la medida en que él tenga necesidad.
Pienso que el doble rol que tenernos los padres frente a nuestros hijos, puede ser
ejercido con tres formas diferentes de poder.

El rol de padres como representantes de una cultura a quienes se les da la misión de ser
los guardianes de ésta; lo podemos actuar con: el poder del amor, el poder de la
necesidad y el poder de la fuerza en cualquiera de sus formas.

El rol de padres que como tierra fecunda o como río de agua puras estando a la
disposición de los hijos para que tomen de aquellos lo que necesitan para su crecimiento,
como la planta toma de la tierra sus nutrientes o el viajero toma del río agua sin exigir ni
la una ni el otro nada a cambio, solamente podrá ser ejercido por el poder del amor.

Cuando como padres usamos el poder del amor para ser guardianes de culturas y
morales, estamos prostituyendo ese poder. Cuando usamos el sexo para producir poder
económico u otro tipo de poder, hablamos de prostitución. Cuanto más utilizamos el sexo
en función del poder, más nos alejamos de la posibilidad de vivirlo en la instancia del
amor.

Nuestras iglesias han utilizado el sexo en función del poder moral durante muchísimo
tiempo y esto ha hecho que nosotros pertenezcamos a una cultura en la cual el sexo ha
quedado limitado a la instancia del poder.

El hecho de tener una relación sexual con un prójimo ya genera el derecho de posesión y
de poder sobre esta persona. Es una forma de posesión y de poder en la que las dos
personas lo actúan y lo padecen. En la relación de amistad mientras no haya relación
sexual no hay derecho de posesión.

Lo mismo sucede en nuestros sistemas familiares con el amor mismo. En la medida en


que es usado por los padres para generar un poder sobre los hijos, este amor de los
padres se prostituye. El niño crece en un sistema familiar en el cual cualquiera de los
padres usa el amor para manipularlo, está recibiendo la enseñanza de la confusión
máxima.

Este niño va a crecer creyendo que amar es manipular, y que una persona lo ama en la
medida en que se deje manipular. Al mismo tiempo va a creer que amar a otra persona es
dejarse manipular por ella.

159
Nuestros sistemas familiares han llegado a ser invernaderos y laboratorios en donde cada
vez se practican sistemas de manipulación más potentes y más sutiles en nombre del
amor.

Cada vez que yo utilizo el chantaje: "si me quieres haz tal cosa" o "cómo no saludas a
papito que te quiere tanto" o cualquiera otra de las múltiples manipulaciones afectivas
que se dan dentro de nuestros sistemas familiares, estoy prostituyendo el amor. Lo
mismo puedo decir de nuestras iglesias: cada vez que utilizan el amor de Dios para
imponer una regla, están prostituyendo ese amor.

El amor es libre, incondicional, acepta todo, olvida todo, perdona todo, no lleva cuentas
ni merecimientos. El amor no pide ni exige; el amor siempre da. Los sacerdotes nos
hemos constituido en los guardianes de la moral y como guardianes somos expertos en el
poder, no en el amor.

Me incluyo entre los sacerdotes ya que pertenezco a una de las múltiples iglesias que
predican el amor, llamada la psiquiatría y la psicología, como tal, de alguna manera estoy
escribiendo porque en la contra carátula de este libro figuro como sacerdote ( doctor de
la ley se llamaba antes) de esa iglesia.

Como padres nos toca exigir, pero es bueno que no lo hagamos desde la instancia del
amor porque de esta manera lo prostituimos.
Cristo no exigió que le lavasen los pies, sino que por el contrario se ciñó el delantal y se
arrodilló a lavar los pies a sus discípulos. No como ritual, sino como una realidad. No se
trata de hacer el ritual de servir a nuestros hijos arrodillándose a lavarles los pies el día de
la sesión final del colegio en el cual se "juega a que los padres están al servicio de los
hijos", mientras que en nuestra vida diaria somos los amos de ellos.

Es posible que un día se llegue a reconocer que los padres no pueden cumplir esa doble
función de padres amorosos y de guardianes, lo mismo que las iglesias puedan llegar un
día a reconocer que no se puede cumplir la función de guardián y de pastor a la vez.

Mientras no alcancemos esa claridad que posiblemente llegue a crear sistemas familiares
completamente diferentes entre sí a aquellos en los cuales los padres eligen ser
guardianes, volviendo a la congruencia y a la consistencia del derecho romano, y aquellos
en los cuales los padres eligen ser padres, corriendo todos los riesgos del amor, incluso el
de ser entregados por sus propios hijos a los sacerdotes de las distintas leyes para ser
juzgados y crucificados por haber optado por el amor— es bueno que sepamos qué
estamos haciendo con nuestros hijos buscando ejercer un poder claro con ellos,
diferenciándolo del amor, para no cegarlos a esta instancia.

Nombré tres formas de poder con las cuales el padre puede ser guardián:
El poder del amor, el de la necesidad del hijo y por último el de la fuerza.

160
En mi experiencia como asesor familiar, cuando el padre decide ser guardián, debe serlo
en forma consistente y congruente. Debe tener el poder de la fuerza más que el poder de
la necesidad del hijo.
Cuando el padre acude, como argumento de autoridad, a una necesidad que tiene el hijo
por su condición de niño, está mostrando a su vez su propia debilidad. También está
favoreciendo una situación peligrosa para el desarrollo del hijo. Si el hijo necesita para la
formación de su Yo y de la imagen de sí mismo el que el padre se lo diga y actúe en
consecuencia, no es bueno que utilice esta necesidad de su hijo para presionarlo a actuar
de acuerdo a sus funciones de guardián de la cultura.

Por ejemplo, el niño que tiene dos años y le gusta desnudarse para jugar con sus
amiguitos. El padre, como guardián de la cultura (no porque lo quiera ni quiera hacerle un
bien) puede exigirle que se vista. Esto lo puede hacer de tres maneras. La más
aconsejable para mí es la de darle la orden a secas. Si el niño no hace caso, cogerlo
físicamente y vestirlo. Si quiere desvestirse de nuevo, retenerlo hasta que desista. Hay
otros recursos menos violentos como distraerlo e inventarle otros juegos.

La segunda forma va a ser la de informarle al niño que si no se viste es "un niño malo" o
es "pecado", o papá Dios se pone bravo, o los otros niños se van a avergonzar de andar
con él, o cualquier otra forma de internalizar la orden por medio de poner en juego la
propia imagen. La última que he llamado la prostitución del amor va a ser la de decirle
que si no se viste no lo quiero, o que si no se viste no me quiere, o que si no se viste Dios
no lo quiere, etc.

La segunda y tercera forma de poder son las que van a generar el enorme poder que
actualmente tienen los toxicómanos dentro de nuestra sociedad y nuestros sistemas
familiares culposos. Fundamentalmente el poder toxicómano nace de la culpabilidad que
maneja el sistema familiar, dentro de una cultura que ha sido permanentemente
manipulada con la culpa por las iglesias y por las religiones científicas, como son las
religiones políticas, psicológicas y psiquiátricas tan en boga.

El toxicómano, con su conducta autodestructiva, da el mensaje a la sociedad que lo rodea


y a su familia de que ellos tienen la responsabilidad de su vida fracasada. Una vez ha dado
este mensaje, manipula la necesidad de la buena imagen y de absolución en su sistema
familiar con lo cual consigue un tratamiento privilegiado. Muchas veces obtiene
beneficios a los cuales ningún otro miembro del sistema familiar tiene acceso.

A nivel macrosocial es bueno que veamos toda la culpa que genera nuestro cliente
toxicómano llamado Estados Unidos sobre el país, consiguiendo por este mecanismo
derechos de exigir, intervenir, manipular, someter y controlar al teórico culpable de su
corrupción y su toxicomanía. Vemos cómo nuestros gobernantes actúan con la psicología
de padres culposos fomentando situaciones de guerras internas con costos altísimos en
vidas y en desarrollo, para conseguir unas someras felicitaciones (absoluciones) de vez en
cuando, y unas muy frecuentes reprimendas de nuestro paciente toxicómano

161
norteamericano.

A su vez dentro de Norteamérica hay un sinnúmero de personas no toxicómanas que con


sus impuestos y muchas veces con sus esfuerzos están generando medios de producción
que terminan en poder de los toxicómanos y éstos a su vez dan a los narcotraficantes,
creando un círculo vicioso.

Considero que mientras la toxicomanía siga considerándose como una enfermedad, que a
su vez estimula la culpa de los no toxicómanos, este mecanismo va a seguir
retroalimentando el sistema.
Como a nivel macrosocial se hace una prohibición explícita de la dominación del fuerte
sobre el débil, evitando la manifestación de una forma de poder desenmascarado, en el
sistema familiar se utilizan recursos de poder enmascarados para poder mantener la
prohibición explícita del uso del poder. Ambos sistemas son regidos por el poder aunque
se busque permanentemente enmascararlo.

El toxicómano por medio de su autodestrucción y de hacerse cada vez más débil, termina
siendo, por el mecanismo revisado de la culpa, el que ejerce el mayor poder sobre el
sistema familiar. En estos sistemas la autoridad de los padres, que existe en la medida en
que esté respaldada por un poder, desaparece ya que no tiene respaldo. El sistema se
caotiza y lo único que genera es agresividad. La agresividad va naciendo y floreciendo en
este tipo de sistemas.

Normalmente el ser humano ejerce un poder en un momento determinado con el fin de


buscar la satisfacción de una necesidad. En la medida en que va siendo prohibido ejercer
ese poder en forma explícita, van apareciendo las formas sutiles del manejo del poder
como es el manejo del poder del débil y del enfermo. Para poderse enfermar el
toxicómano debe dejar de ser consciente de sus necesidades ya que satisfacer sus
necesidades reales lo mantiene sano. Una vez que se ha desconectado la conciencia de
sus necesidades para poder invalidarse, ya no sabe claramente la relación que existe
entre necesidad, poder y satisfacción; se comienza a usar el poder sin ninguna relación
con la necesidad.

Esto se llama agresividad. He visto padres o madres usando su poder sobre sus hijos, a
veces de pocos meses. Ya sea que los griten o los agredan de otra forma, nunca entiendo
qué necesidad "real" buscan satisfacer con esta conducta. Otro ejemplo frecuente dentro
de nuestra cultura es el del hombre que tiene conflictos en su empresa; allí adopta
actitudes de sometimiento y pasividad, luego va a la casa y "combate" con su mujer y con
sus hijos. Hace en la casa la guerra que no hizo en la empresa. Sobra decir que esa guerra
no va a tener ninguna utilidad. Lo único que busca es el ejercer "el poder por el poder" sin
buscar la satisfacción de una necesidad.

Los profesionales en este tipo de guerra desconectada de la necesidad son esas personas
que llamamos esquizofrénicos. Por lo general se han vuelto unos expertos en negarse sus

162
propias necesidades para de esta manera no colocarse en situación de desventaja frente
al grupo familiar o a la sociedad en general. Son capaces de tolerar cualquier tipo de
frustración con tal de poder mantenerse el pie de guerra.

Guerra, ¿para qué? Para la guerra misma. Vemos en un sentido macrosocial la misma
situación de los esquizofrénicos cuando dos países tan pobres como Colombia y
Venezuela comienzan a hablar de guerra, basados en la defensa de "principios" como el
patriotismo y las fronteras.

Las guerras que tuvieron nuestros antepasados estaban en relación con sus necesidades.
Poco a poco dejaron de tener relación con una adaptación y comenzaron a hacerse en
nombre de los principios, llegando a generar los genocidios conocidos por todos nosotros
en nombre de facilitar y promover el desarrollo y purificación del género humano.

En el caso familiar muchas veces en nombre de "la verdad", dentro de un sistema que es
una mentira en sí, se le quema la boca a un niño porque dijo "una mentira".

El sistema familiar en occidente es una mentira en sí ya que está cimentado sobre


relaciones de necesidad y no en el amor. Una pareja establece un matrimonio porque
necesitaba estabilidad, sexualidad, pertenencia a un grupo social, valoración, aceptación,
dinero, vivienda, salir de la casa de los padres, etc. La pareja funciona en la medida en
que cada uno de los miembros de la relación cumple con unas reglas claras que tienen
relación con esa pelea larvada que se ha dado siempre entre los dos, en el período en que
se están pautando.

Por lo general el noviazgo es un período de negociaciones muy duro en el cual cada uno
de los miembros de la relación utiliza todas sus armas para conseguir ventajas. Cuando
uno de los dos se siente estafado va a emplear recursos cada vez más explícitos de poder.
El hombre puede por ejemplo utilizar la amenaza de suicidio para conseguir la fidelidad
sexual de la mujer, o simplemente invalidarse con una sobredosis de alcohol, buscando
que ella se llene de culpa y se agreda de tal manera que termine aceptando la exigencia
de él.

O puede ser ella la que se deprime a tal punto que tiene que ser llevada donde un
psiquiatra para conseguir que él acepte una fecha determinada de matrimonio. Puede ser
él el que amenaza con abandonarla sino renuncia a un determinado trabajo que la
capacita para no quedar en situación de desventaja. Ella tendrá que elegir entre "perder
el amor de su vida" o perderse a sí misma. Por lo general va a elegir lo segundo y luego va
a sentir que sacrificó tanto en esa relación que puede exigir lo que le dé la gana, tanto a
su marido como a sus hijos.

Hace poco atendí a una mujer joven catalogada en nuestra cultura como
"hermosa", que consultaba porque golpeaba compulsivamente a su bebé de
siete meses. Sentía que ese bebé había acabado con su vida y deseaba matarlo.

163
Realmente ella había acabado con su vida para no perder el "amor de su vida".

Los mitos que ha creado el amor romántico para poder mantener situaciones de tanta
anormalidad como la que viven una cantidad de núcleos familiares en nuestra cultura,
son muy numerosos y están profundamente arraigados en nuestro organismo.

Aprendimos a comer carne y hoy en día hay muchas discusiones acerca de la dieta natural
del ser humano, llegando muchas personas a decir que la carne es tóxica. Sin embargo
hay muchas personas que sienten que mueren si no tienen la carne en su dieta. Otros
seres humanos aprenden a beber alcohol y pueden morir si no lo consiguen. Otros
aprendieron a usar la tecnología de tal manera que es posible que mueran si llegase a
haber un colapso de ésta por una guerra.

De la misma manera aprendimos a enamorarnos; dicho de otra forma, aprendimos a


regresar a nuestra infancia buscando en forma primitiva llenar nuestra nostalgia de esa
infancia perdida. "En el amor subyace el deseo compulsivo de recuperar ese paraíso
perdido en el que la madre era la prolongación del yo en su inagotable fuente de placer y
seguridad. En este sentido, el amor siempre infantil, regresivo, se niega a aceptar la
evidencia de la separación irreversible, de la alteridad autónoma e ineludible, por lo que
está plenamente justificado que se lo presente como un mamón blando y gordezuelo con
los ojos vendados" (Carlos Frabetti. Contra el amor).

El hecho de que cada uno de nosotros hayamos padecido el enamoramiento en nuestras


entrañas, elevándonos a veces a la cumbre del sentido de la vida, cuando somos
reconocidos y aceptados por ese sustituto de nuestra madre; o sumiéndonos en la más
profunda de las desesperaciones cuando somos rechazados no implica que el
enamoramiento sea una experiencia "natural". Parte del trabajo que ha hecho nuestra
cultura es mitificar su "naturalidad".

Una cultura que mitifica el enamoramiento, mitifica un estado de alienación, de


infantilismo y de inmadurez. Con el mito se culpabiliza a la persona que se ha
"desenamorado" o desalienado, porque para estos sistemas de felicidad y salvación
masivos es muy peligroso el individuo que busca caminos en los cuales el valor la
autonomía los encuentra en sí mismos. Este individuo deja de ser manejado por los
mitos. Tocar el mito del enamoramiento y del "amor eterno", entendiendo por amor
ese "amor posesivo" que nace en la necesidad regresiva, es tocar un punto neurálgico de
las ideologías que rigen a occidente, tanto en los países socialistas como en lo capitalistas.

Carlos Frabetti en el artículo citado anteriormente dice al respecto: "La lucha contra la
ideología dominante se libra en muchos frentes y uno de los más duros está en lo más
profundo de nuestro ser, en el centro mismo de nuestra sensibilidad. Es algo terrible pero
si no lo afrontamos, si nos negamos a ver que nuestro corazón es la sede del "bunker"
que el sistema ha construido dentro de cada uno de nosotros, habremos perdido la
batalla de antemano".

164
Es bueno destacar de alguna manera el cómo el sistema familiar nuclear con su tabú
respecto al uso del poder explícito y al mismo tiempo su infinidad de trucos y trampas
para permitir la guerra de poder en nombre del amor, ha ido generando una situación en
la cual la dependencia, la debilidad, el suspender el crecimiento, el incapacitarse produce
mucho más poder que los procesos de crecimiento naturales.

Vivimos una cultura cuya base es el sistema familiar nuclear que invita a la enfermedad y
a la invalidación como recurso adaptativo. Además impide el contacto directo con sus
necesidades a sus miembros porque esto llevaría a las personas a reclamar en forma
clara, la satisfacción de aquellas.

No es raro el ir descubriendo que en la medida en que los conocimientos científicos


avanzan creando teóricamente una mayor capacidad de vivir sanamente, estemos
presenciando enormes grupos sociales que se invalidan y eligen claramente vivir en
enfermando.

Es más fácil conseguir las cosas auto-destruyéndose que construyéndose.

Por lo general en los sistemas familiares en los que hay toxicómanos, esquizofrénicos o
enfermos, éstos reciben mucha más energía del sistema que los que están creciendo y
desarrollándose en forma sana.

A nivel macrosocial también se está dando el hecho de que la economía de la destrucción


es más fácil y a veces más productiva que la economía de la construcción. A veces es más
fácil conseguir cosas dejando de producir que aumentando la producción.

Es muy extenso el tema relacionado con estas estrategias de poder sucio y camuflado.
Invaden el mundo de la sexualidad, de la afectividad, de el darse cuenta, de el vivir
encarnado, de la posibilidad de trascender y de la posibilidad de amar "realmente".

Cuando una persona comienza a descubrir que es falso el hecho de que el mundo que la
rodea es el responsable de su bienestar o de su malestar, comienza a despertar y a abrir
sus ojos al reino del amor.

Para llegar a este estado de conciencia que permite el despertar es necesario el haber
"crecido". Al nacer somos personas que dependemos completamente de los adultos que
están a nuestro cargo. De ellos recibimos el permiso de vivir o el mandato de morir.

Mientras el ser humano viva esa situación de dependencia, la única manera


que tiene de sobrevivir es la de adaptarse a esos adultos que lo rodean y le dan el
permiso de estar digna y sanamente en este planeta.

165
Si estos adultos, que llamaremos padres, van a dar permiso o no a esta criatura, de vivir y
desarrollarse, depende de que ellos a su vez hayan podido vivir y desarrollarse.

Un padre que no ha tenido acceso al mundo del amor posiblemente va a relacionarse con
su hijo en la guerra. Si el padre es un niño que aún siente que el mundo que lo rodea es
su gran madre, de la cual depende para todo, lo más probable es que va a manipular a su
propio hijo para poder obtener de éste las satisfacciones de necesidades que él aún no ha
aprendido a satisfacer por sí mismo.

Si este padre ya ha abierto sus ojos al reino del amor, muy posiblemente va a poder tener
una relación de amor con ese hijo que ha engendrado. El niño al nacer no tiene ningún
poder sobre el padre. Dicho de otra manera el niño no tiene capacidad de hacer que su
padre o su madre actúen de acuerdo a sus necesidades: El padre amoroso va a entregar
el poder que él tiene a ese hijo para que él maneje y controle la relación.

El ser humano que abre los ojos al amor descubre que él es su centro y que sus
necesidades las puede manejar desde "adentro". Como ha tenido todo un proceso de
crecimiento cada vez sus deseos van desapareciendo más. El niño recién nacido es solo
deseo. En la medida en que va creciendo, poco a poco va encontrando una armonía
interior que va apaciguando esos múltiples deseos.

En cuanto crece necesita menos, desea menos y depende menos. Al disminuir el nivel de
sus necesidades y sus deseos consigue con esto (como el esquizofrénico que habíamos
citado) el dejar de dar poder a las personas que lo rodean. Recordemos que uno de los
mecanismos de generar poder es crear necesidad en la otra persona, de tal manera que
podemos exigir algo de ella para luego satisfacer esa necesidad. A menor cantidad de
deseos y necesidades menos manipulable se es. El niño es manipulable por excelencia por
su falta de poder defenderse en forma activa por un lado y por su gran cantidad de
deseos y necesidades.

El adulto que no está abierto al amor va a necesitar manipular al niño ya que por medio
de este indefenso ser va a satisfacer muchas de sus falsas necesidades. Digo "falsas"
porque lo que hacemos para ser adultos sin crecer es quedarnos atrapados en
necesidades "morales", "sociales", de imagen, etc., ninguna de ellas en relación con
nuestra realidad. Un adulto con mucha hambre "moral" muy probablemente va a
relacionarse con esta criatura siempre en función de satisfacer su necesidad de ser
"bueno" (de acuerdo a las categorías de su moral). Desde muy temprano va exigiendo a
esa criatura el que renuncie a sí misma y a la vida que Dios le dió, para que se moldee a
una vida castrada y mutilada que él considera que llena su necesidad. Cuando este niño
no acepta y se defiende de ir muriendo un poco a sí mismo, va a usar la violencia para
conseguir su objetivo. Recuerdo ahora a un padre que hace unos doce años hospitalizó en
una clínica psiquiátrica a su hija y la sometió, con la anuencia del psiquiatra, a
electrochoques porque consideraba que la persona de la cual se había enamorado no era
adecuada.

166
En este caso el padre estaba satisfaciendo una necesidad de moral social a costa de la
vida misma de su hija y sentía que lo hacía por su bien y por amor.

El derecho romano permitía matar a los hijos o venderlos. Los padres eran dueños de la
vida de sus hijos. Hoy en día sucede lo mismo en la familia nuclear pero en forma
enmascarada. El padre que ha abierto los ojos al amor no va a relacionarse con su hijo en
el deseo.

Al no existir los deseos sobre el hijo, tampoco existirán los miedos. Amar al hijo es gozar
su existencia de tal manera que ese hijo se vuelva la encarnación de mi alabanza a Dios.
Tendría que poder decirle desde mi corazón: "Así sin los cristales de los deseos te veo
cómo eres y no como desearía que fueras, y así te quiero ya sin miedos a que te escapes,
a que me faltes o a que no me quieras" (Tony de Mello. Curso de auto liberación interior.
Rev. Vida Nueva).

Si estamos enceguecidos por el deseo y el miedo, vamos a amar la imagen de nuestro hijo
y no a nuestro hijo, sacrificando a nuestro hijo para construir con su cadáver un ídolo de
carne muerta que se parezca a esa imagen que deseamos. Si estamos enceguecidos no
vamos a ser capaces de leer, escuchar y sentir las necesidades de ese pequeño ser que no
tiene ningún poder y que vive gracias a nosotros.

Estaremos viendo nuestras propias necesidades y deseos y satisfaciéndolos en él; no voy


a ver la necesidad que tiene él de ser amado, sino que estaré viendo mi necesidad de ser
amado. Pero como no me amo porque estoy enceguecido a mi vez por ese cúmulo de
necesidades aprendidas, realmente no busco ser amado sino que ese bebé llene las falsas
necesidades mías. Es posible que tenga necesidad de ser disciplinado y voy a imponer la
disciplina.

En el momento en que cerramos nuestros ojos al amor, entramos en el mundo de la


guerra. El padre con "ojos abiertos" va a estar en comunicación con el ser de su hijo, en
función de darle el poder que este niño necesita para crecer y desarrollar sus
potencialidades. Este niño va a poder estar permanentemente en relación consigo mismo
en su período de crecimiento ya que su energía la va a invertir en su propio desarrollo y
no en la adaptación y en el servicio de las necesidades de sus padres.

El desarrollarse en contacto consigo mismo le va a permitir relacionarse con sus


verdaderas necesidades convirtiéndose en un sujeto más difícil de manipular y programar
dentro de un grupo social. Es una persona que va a desarrollarse en su presente con la
facilidad de estar presente que hemos perdido muchos de los que hemos sido criados en
sistemas que tienen más que ver con las ideologías que con la realidad.

Estar presente significa vivir cada día las necesidades, las ocasiones y las
coyunturas que se presentan. La energía que se invierte en la programación
y el proyecto de vida es muy poca. Nuestros antepasados indígenas invertían la mayor

167
parte de su energía adaptativa en resolver los problemas de su presente, atendiendo a
sus necesidades de sobrevivencia en una forma armónica con el medio.

El niño criado en un contexto de amor va a estar en contacto con esas pocas necesidades
que implica el vivir con simplicidad y con armonía. El niño criado en las morales va a tener
todas las necesidades que esas morales le crean. Nunca va a tener energía suficiente para
satisfacer esas necesidades, y cuando ya se acerca eI cumplimiento de esas metas,
siempre se le crearán nuevas metas: Las características fundamentales del amor son:

El amor no juzga: Los juicios son categorías de valores que están en nuestra mente y no
en la realidad. Cada vez que hacemos un juicio dejamos de ver a nuestro hijo y lo
reemplazamos por una idea. Muchas veces cuando queremos adaptar a nuestro hijo a
esa idea preferimos matarlo a él para conservar la idea.

El amor lo cree todo: La fe en el universo, en Dios, en el hombre, en las personas que nos
rodean nos permite tener la certeza de que si yo permito que una vida se desarrolle de
acuerdo a las órdenes de esa vida, de alguna manera estoy permitiendo que la vida se
desarrolle de acuerdo a las órdenes de Dios. Estorbar el proceso de desarrollo de mi
propia vida o de la vida de un hijo mío más para someterme o someterlo a una ideología,
es creer más en la validez de mi pensamiento que en la armonía del universo.

El amor no lleva cuentas: Las cuentas son el resultado de nuestras luchas por el poder y
por el control. Cuando paso a abrir mis ojos a mi presente "perdono mis deudas y me
siento perdonado de ellas" sencillamente porque éstas solo existen en mi cabeza y no en
la realidad. Hay una vieja historia de dos monjes que llegan a la orilla de un río y se
encuentran con una hermosa mujer que quiere pasar al otro lado y no se atreve a
hacerlo. Uno de los monjes la carga sobre sus hombros y la ayuda a vadear el río. El otro
monje se escandaliza y durante más de cuatro horas se va amonestando al primer monje
por haber fallado a la "regla" de su comunidad cargando a esa mujer sobre sus hombros.
Finalmente el primer monje decide hablar y le dice al segundo: yo hace cuatro horas dejé
a esa mujer a la orilla del río y tú aún la llevas contigo.

El padre que cría en el amor no lleva cuentas. Está respondiendo permanentemente en el


"cada día" a la presencia de su hijo. No está programándolo para el futuro con la
evocación permanente del pasado.

Nuestra moral psiquiátrica y psicológica todo el tiempo se relaciona con la historia del
"paciente" y por medio de esta historia hace sus pronósticos. Muchas veces no
conocemos a la persona que tenemos enfrente. Hay muchos padres que no conocen a sus
hijos. Al llegar a la casa no se toman el trabajo de mirarlos a los ojos y disfrutar de esa
criatura que tienen enfrente, sino que preguntan por lo que pasó en el colegio e
inmediatamente lo que va a pasar al día siguiente con las tareas y con las previas. Cuando
llega el padre en la noche, en lugar de buscar a sus hijos, van a preguntar a la madre
sobre la "idea" que ésta se ha hecho de ellos durante el día.

168
Si el hijo en 1988 en un momento de ira golpea a su padre con un palo en 1989 el hijo
seguirá siendo "el que golpeó a su padre con un palo". Lo mismo sucede entre marido y
mujer. En una ocasión atendí a dos esposos amargados que tenían veintidós años de
casados.

Aún ella le estaba cobrando a él el que le hubiera sido infiel cuando llevaban siete años
de matrimonio. Durante quince años esta pareja había vivido en el pasado. El resultado
de esta situación típicamente moral, ya que ella consideraba que eso había sido un
pecado imperdonable, que debía seguir cobrando toda la vida, fue la presencia de su hijo
esquizofrénico en ese sistema y de una hija suicida. Al no acumular cuentas, el amor no
programa.

La forma como los padres programan a sus hijos es precisamente a base de usar adjetivos
que nacen de las cuentas. Si el niño ha tomado dinero dos o tres veces va a dejar de ser
determinada persona y va a pasar a ser "un ladrón"; si ha dicho dos o tres veces algo a sus
padres que no consideran verdad, va a pasar a ser "un mentiroso"; si alguna vez utiliza el
malgenio para defenderse de la agresión sutil o explícita de los padres, va a ser "un
agresivo".

El amor comprende todo: Ser comprensivo es la capacidad que desarrolla el que se


relaciona con los demás desde la libertad. Si yo estoy en guerra con mi prójimo y tengo
un libro de cuentas en mi favor y otro en mi contra, cada vez que mi prójimo actúa tendré
que sacar el libro para contabilizar si ese acto va en contra de mi prójimo o en contra mía.

Desde el punto de vista del poder tengo que ver si el acto que realizó mi prójimo me da
poder sobre él o viceversa, le da poder a él sobre mí. Si descubro que mi prójimo está
viviendo con una compañera que no está legalizada de acuerdo a los códigos religiosos o
políticos, no voy a relacionarme con un prójimo que posiblemente ha encontrado una
nueva forma de desarrollar su amor en este mundo, alegrándome de que encuentre una
forma más rica y armónica de vivir, sino que voy a mirar el libro de cuentas y ajustarle
cuentas con este hecho que me puede dar permiso de ejercer poder sobre él. El prójimo
desaparece y aparece el adulterio que me permitirá, si es necesario, hasta "lapidario" y
quitármelo del camino para que me deje de estorbar.

Cuando se trata de un hijo se da el mismo fenómeno. Si la madre o el padre por vivir por
fuera de su presente, tienen cuentas pendientes con un hijo que le dañó los senos o la
cuenta bancaria, o una posibilidad de aceptar una beca en París, va a "aprovechar" el
hecho de que el hijo en la mesa rompa un vaso para poder saldar esas cuentas dándole
una "rejera" que se grave para toda la vida en el hijo. Este a su vez anotará en su libro de
cuentas la rejera y algún día en la vida va a poder, aplicar un electrochoque a otro
prójimo, o condenarlo a muchos años de cárcel (de acuerdo a la profesión elegida) para
"saldar esa cuenta con la vida… Esta es una forma de pecado original en la cual las
generaciones se van transmitiendo sus libros de cuentas gracias a que se pueden
respaldar en las posibles morales que les permiten salirse de su presente.

169
Si el padre o la madre tienen sus ojos abiertos al amor, van a poder ver que su hijo ha
roto un vaso porque estaba distraído o porque siente que de esta forma puede obtener
algo que necesita.

El comprender es propio del amor y para hacerlo tenemos que redimirnos de la ley. Si
estamos ante la ley no podemos comprender ya que no podremos ver al prójimo sino a la
ley. En mis terapias de pareja yo exijo que mientras estén en el proceso terapéutico,
marido y mujer deben mirarse a los ojos por lo menos durante cinco minutos al día. Con
esto lo que busco es que ellos dejen de mirar sus morales y sus libros de cuentas y
puedan pasar a mirarse mutuamente como dos criaturas de Dios que son, para abrir de
esta manera la posibilidad del amor.

El amor es paciente: vive en el presente y al vivir en el presente y no llevar cuentas se


muestra paciente. Si mi hijo incumple un compromiso que ha hecho conmigo, hoy voy a
estar presente con él para comprender, dialogar el incumplimiento de hoy. Si mañana
incumple un compromiso, el incumplimiento de hoy no cuenta para mañana. Estaré
frente a un incumplimiento concreto, de un compromiso concreto de mi hijo real y
encarnado a quien estoy mirando a sus ojos `'Para permitirme ser impaciente tengo que
llevar cuentas que justifiquen mi violencia.

Podría extenderme en las virtudes del amor mucho más. Sin embargo es muy difícil
resumirlas. Son las virtudes del presente y de la presencia. Si estoy en el presente, en
presencia de mi hijo, gozando esa obra que Dios ha permitido que se genere por medio
mío, voy a poder cumplir con él lo que nos describe San Pablo. que me permito citar para
finalizar esta comunicación:

"Ya puedo hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles que si no tengo amor no
paso de ser una campana ruidosa y unos platillos estridentes.
Ya puedo hablar inspirado y penetrar todo el secreto y todo el saber; ya puedo tener toda
la fe hasta mover montañas, que si no tengo amor no soy nada.
Ya puedo dar en limosnas todo lo que tengo, ya puedo dejarme quemar vivo, que si no
tengo amor de nada sirve.
El amor es paciente, es amable, atento, afectuoso; el amor no tiene envidia; no se jacta ni
se engríe, no es grosero, ni busca su propio beneficio, no se exaspera, no juzga ni lleva
cuentas del mal, no simpatiza con la injusticia, simpatiza con la verdad. Siempre disculpa,
siempre cree y tiene fe, siempre espera y siempre aguanta".

Termino con este texto porque considero que debe quedar claro para el lector que el
reino del amor es una forma de vida que exige el crecimiento interior el cual a su vez nos
redime de la moral.

Mientras sigamos siendo niños dependientes, vamos a necesitar de una ciencia del bien y
del mal que nos permita reclamar nuestros "derechos". Renunciar a la moral implica el
creer siempre, siempre esperar y siempre aguantar, cosa que es mucho más difícil que el

170
acogerme a un código moral, catalogarme como bueno o malo y al mismo tiempo
catalogar a los demás de la misma manera para poder codificar más claramente mis
guerras de poder con ellos.

Renunciar al poder de la manipulación del prójimo requiere tener una enorme fe en sí


mismo y en el universo al cual se pertenece, porque significa renunciar al control sobre
este universo y acogerse ciegamente al reino del amor. "La luz que permite ver al águila
enceguece al búho" dice un Koan Sufí. El acogerme ciegamente al reino del amor es abrir
los ojos a la luz que permite ver al águila.

Nuestros primeros padres en la parábola de la creación prefirieron conocer ellos mismos


el bien y el mal para poder ir ante el Creador reclamando sus propios derechos. Comieron
del árbol de la moral (llamado del bien y del mal) y pudieron comenzar a juzgar que
estaban desnudos y que eso era malo. No aceptaron la gratitud del amor de Dios que los
había creado como algo bello y bueno.

Acogerse al reino del amor puede significar marginarse de una sociedad moralista. Puede
significar también el criar hijos en el amor y no sacrificar hijos para la moral. Implica un
riesgo tan grande como el que corrió otro gran conspirador contra la moral que fue nada
menos que el hijo de Dios.

Anthony de Mello, SJ. Dice: "La sociedad sólo canoniza a los que se conforman con ella.
En el tiempo de Jesús y ahora. A Jesús no pudieron canonizarlo y por ello lo asesinaron.
¿Quiénes creéis que lo mataron? ¿Los malos? No. A Jesús lo asesinaron los buenos de
turno, los más respetados y creídos en aquella sociedad. A Jesús lo mataron los escribas,
los fariseos y los sacerdotes; y si no andas con cuidado, asesinarás a Jesús mientras vives
dormido" (La iluminación es la espiritualidad. Rev. Vida Nueva).

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LECTURAS RECOMENDADAS
1. Buber, M.
— YO Y TU. Nueva Visión, Buenos Aires. 1977.

2. Rof-Carballo J.
— URDIMBRE AFECTIVA Y ENFERMEDAD. Labor, Barcelona, 1961.
— FRONTERAS VIVAS DEL PSICOANALISIS. Carpos, Madrid. 1975.

3. Castañeda, C.
— RELATOS DE PODER. Fondo de Cultura Económica, México. 1976.

4. Cooper, D.
— LA MUERTE DE LA FAMILIA. Paidos, Buenos Aires. 1974.

5. Crema, R.
— PSICODANCA E ANALISE TRANSACIONAL. Editora H. P. Méndez, Brasilia, 1983.
— EU, NOS E O COSMO. H.P. Méndez, Brasilia. 1982.
— ANALISIS TRANSACIONAL CENTRADA NA PESSOA. E MAIS ALEM H.P. Méndez Ltda.
Brasilia, 1984.

6. De Mello, Anthony
— EL CANTO DEL PAJARO. Sal Terrae, Santander España.
— EL MANANTIAL. Sal Terrae, Santander España.
— ¿QUIEN PUEDE HACER QUE AMANEZCA? Sal Terrae, Santander España
— LA ORACION DE LA RANA I. Sal Terrae, Santander España
— LA ORACION DE LA RANA II. Sal Terrae, Santander España.
— SADHANA. UN CAMINO DE ORACION. Sal Terrae, Santander España.

7. Dróscher, V.
— SOBREVIVIR. Planeta, Barcelona. 1980.
— LA VIDA AMOROSA DE LOS ANIMALES. Planeta, Barcelona. 1982.
— CALOR DE HOGAR. Planeta, Barcelona. 1983.

8. Foucault, M.
— SEXO, PODER Y VERDAD. Materiales, Barcelona. 1978.
— HISTORIA DE LA SEXUALIDAD. Siglo XXI Ed. 1977.

9. Fromm, E.
— EL ARTE DE AMAR. Paidos, Buenos Aires. 1972.
— EL MIEDO A LA LIBERTAD. Paidos, Buenos Aires. 1980.

10. Garaudy, R.
— DANCAR A VIDA. Nova Fronteira, Rio de Janeiro, 1980.

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11. Haley, J.
- EMANCIPACION JUVENIL Y TERAPIA FAMILIAR. Amorrortu, Buenos Aires. 1982.
12. Hesse, H.
- MI CREDO. Bruguera, Barcelona. 1980.
- SIDARTA.
13. Laim-Emtralgo P.
- TEORIA Y REALIDAD DEL OTRO. Planeta, Barcelona. 1972.
14. Laing, R.
- CUESTIONAMIENTO DE LA FAMILIA. Paidos, Buenos Aires. 1974.
15. Laing, R. y Esterson, D.
- CORDURA, LOCURA Y FAMILIA. Fondo de Cultura Económica, México. 1979.
16. Laing, R., Phillipson, H. y Russell, E.
- PERCEPTION INTERPERSONAL. Amorrortu, Buenos Aires. 1969.
17. Lowen, A.
- AMOR Y ORGASMO. Grijalbo, México, 1967.
18. May, R.
- EL HOMBRE EN BUSCA DE SI MISMO. Paidos, Buenos Aires, 1970.
- LAS FUENTES DE LA VIOLENCIA. Paidos, Buenos Aires. 1973.
- EL DILEMA EXISTENCIA DEL HOMBRE MODERNO. Paidos, Buenos Aires, 1975.
19. Rajneesh, B.S.
- TANTRA, SEXO E ESPIRITUALIDADE. Agora, Sao Paulo. 1981.
20. Rogers, C.
- EL PODER DE LA PERSONA. Manual Moderno, México, 1982.
21. Rogers, C. y Stevens, B.
- DE PERSONA A PERSONA. Amorrortu, Buenos Aires. 1980.
22. Spitz, R.
- EL PRIMER AÑO DE VIDA DEL NIÑO. Fondo de Cultura Económica, México. 1979.
23. Vallés, Carlos G.
- LIGERO DE EQUIPAJE. Sal Terrae, Santander España.
24. Waxemberg, J.
- DE LA MISTICA Y LOS ESTADOS DE CONSCIENCIA. Impresora del Sur, Buenos Aires.
1983.
25. Weil, P.
- A CONSCIENCIA COSMICA. Vozes, Petropólis. 1976.

ARTICULOS

1. Bader, E. Pearson, P.
- TRATAMIENTO DO SISTEMA FAMILIAR. Os Estagios do Desenvolvimento do Casal.
A.T. revista de Análise Transacional No. 4. 1985.
2. Frabetti, C.
- CONTRA EL AMOR.

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COLECCION SOLAR

AUTOR TITULO

Alice Bayle El Sexo


AlveydreS.Y. El Arqueómetro
Anónimo Orarás al Padre Así
Apócrifo El Libro de Henoch
Benner La Vida impersonal
Benner El maestro
Benavides Dramáticas Profecías de la Gran Pirámide
Boyer Los Peores Enemigos de Nuestros Pueblos
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Clark Su Pasaporte al Éxito
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H.T. Hamblin El Poder está en Ti
H.P. Blavatski La Voz del Silencio
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Ebrahim El Misterio del Ídolo de Oro
Jounin Los Protocolos de los Sabios de Sion
Kempis Imitación a Cristo
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Krishnamurty El Vuelo del Águila
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Leuchter El informe Leuchter
Levi El Evangelio de Acuario de Jesús el Cristo
Levi V.L. El Arte de Ser Uno Mismo
Lezaeta Acharán El Iris de tus Ojos Revela tu Salud
Lombard La Cara Oculta de la Historia Moderna (4T).

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