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Computación en la nube:

una vista holística



Una arquitectura de computación en la nube que mejore la


productividad de los trabajadores y gestione costes supone un
nuevo planteamiento de red.

Tom Nolle, Contribuidor

La implementación de una arquitectura de computación en la nube es lo


último en cuanto a control de costes, un alejamiento de las plataformas IT
tradicionales para adoptar un entorno alojado dinámico y eficiente. Aunque
esta visión basada en costes es la que domina a la hora de que la empresa
migre a la nube, no ofrece una imagen completa de la situación.

Además del coste, los departamentos buscan implementar


arquitecturas en la nube para mejorar la productividad de los
trabajadores. Para estos departamentos, el mayor beneficio de un
modelo de computación basado en la nube es la capacidad de aplicar
las herramientas de IT más rápidamente y de forma más flexible. Los
departamentos en línea necesitan más flexibilidad a la hora de
presentar sus aplicaciones a los usuarios y poder asignar tales
recursos mediante decisiones basadas en costes, pero también en
otros factores. Esto supone ver la arquitectura de IT, especialmente la
red, de una nueva forma global.
Los modelos de computación en la nube reclaman eficiencia y
flexibilidad en las aplicaciones y bancos de recursos
Ambas formas de flexibilidad requieren de una evolución en dos áreas de
tecnología. Una es la evolución de las aplicaciones hacia un modelo de
integración basado en la interfaz de programación de aplicaciones (API),
donde cada aplicación y servicio se representa como una URL y forma las
pantallas del operador según se necesite. La otra forma es la evolución de la
virtualización desde las particiones estáticas de un centro de datos a fondos de
recursos dinámicos que pueden ubicarse en cualquier lugar. En un modelo
eficaz de computación en la nube, los trabajadores obtendrían los datos que
necesitan de forma óptima usando sistemas de gestión de Software como
Servicio (SaaS), y cada aplicación sería ejecutada donde la relación
coste/beneficio es óptima.

Con tendencias tales como los escritorios virtuales, con acceso vía navegador,
los programas “Trae tu propio dispositivo” (BYOD) y la arquitectura
orientada al servicio o SOA, la mayoría de las aplicaciones pueden ser
servidas con la flexibilidad SaaS. A nivel de recursos, sin embargo, la
flexibilidad no es algo tan sencillo. La flexibilidad de recursos plantea duros
desafíos para la red. El hecho de que la nube privada esté “hibridada” con la
red pública empeora el problema del dinamismo.

A medida que las asignaciones de recursos a las aplicaciones se vuelven más


dinámicas, las estrategias de construcción y optimización tradicional pierden
valor Ahora mismo estamos aprendiendo cómo funcionarán las cosas con una
responsabilidad compartida entre los centros de datos y el host de esa nube.
También estamos aprendiendo cómo crear y alimentar ese fondo de recursos,
y cómo mantenerlo conectado a los usuarios de aplicaciones afectará a la red.

Tres componentes de la computación en la nube: accesos, recursos y mapeado


de direcciones Todos los modelos de computación en la nube tienen tres
componentes: accesos, recursos y mapeado de direcciones. El componente
acceso conecta al usuario con las aplicaciones que necesita. El banco de
recursos soporta los servidores y el almacenamiento que el usuario necesita
para ejecutar dichas aplicaciones. El mapeado de direcciones es un
componente que une ubicaciones elásticas de los recursos con referencias del
tipo de los URLs, lo que permite a los usuarios acceder a esas aplicaciones,
estén donde estén ejecutándose. Las redes de acceso típicas se crean mediante
enrutamiento y VPNs. Los bancos de recursos se apoyan en redes de centros
de datos construidos en el Ethernet o en redes virtuales de área local (VLAN).
La tecnología de estas dos zonas se expande a medida que se construye la
nube privada, aunque el cambio real está en el mapeado. Esto es lo que
conectará a los usuarios con esas aplicaciones que ahora se ejecutan en un
banco de recursos dinámicos. El mapeado de direcciones requiere de una
elevada flexibilidad en la red que va más allá de las necesidades típicas de un
alojamiento IT interno estático o incluso del alojamiento de Internet. Sin esa
flexibilidad de red, el modelo dinámico de computación en la nube
desaparece. De hecho, lo que crea la nube es la red. Las redes empresariales
incluyen LANs de centros de datos, redes de almacenamiento de área, túneles
de Internet y WANs creados mediante enrutamiento, conmutación, y una VPN
o un servicio de LAN virtual privada. Estos componentes de red cuestan más
que las propias estructuras de la nube, y si cometemos un error de red cuando
estamos construyendo la nube, podríamos causar graves problemas de
seguridad y de disponibilidad. Lo que ahora llamamos “modelo de
computación de nube privada” es en lo que invertirán en el futuro las
organizaciones informáticas. Es el primer modelo que reconoce la fusión total
entre empresa y departamento informático, entre recursos públicos y privados,
y entre redes y software. Es un modelo muy diferente del Internet o de los
centros de datos empresariales actuales, pero también es un modelo que puede
crearse con los componentes de infraestructura actuales y que puede generar
beneficios sostenidos en forma de retorno de la inversión (ROI) y
productividad laboral.

Tom Nolle es presidente de CIMI Corporation, una firma de consultoría


estratégica, especializada desde 1982 en telecomunicaciones y
comunicaciones de datos. Es editor de Netwatcher, una revista dedicada a
problemas estratégicos avanzados en telecomunicación. Visite su red de blogs
sobre redes en SearchTelecom.com, Uncommon Wisdom.

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