Reporte de lectura de Contribuciones del psicoanálisis a la educación por
Roberto Julio Elgarte
Magaña Ballesteros Diego Filosofía de la educación
El punto de partida para la posible intercomunicación entre psicoanálisis y educación
es la apertura que han demostrado a lo largo de la historia los docentes y pedagogos a los aportes provenientes del psicoanálisis. Otro punto en común se localiza en las formas en las que ambas disciplinas operan: sujeto y palabra son fundamentos para ambos campos de trabajo. Pues la educación opera mediante el intercambio de saberes entre el sujeto alumno y el sujeto estudiante mediante la estimulación del deseo. Sujeto, inconsciente, deseo, pulsión, transferencia, complejo de Edipo, ley, castración, función paterna, identificación, etc. son conceptos fundamentales del psicoanálisis que vienen a establecer la relación posible entre ella y el campo de la educación. En tanto que operación entre sujetos, la educación debe retomar la propuesta de Freud según la cual el sujeto se encuentra dividido entre consciencia e inconsciencia, puesto que la educación presta atención sólo al primero y desatiende al segundo. Atendiendo de forma debida al lado inconsciente del sujeto, se podrá revertir el dañino proceso de la programación pedagógica, descubriendo así la dinámica psíquica que subyace a la actividad intelectual. El interés por el saber está íntimamente relacionado a la curiosidad sexual, pues el saber tiende a la consciencia de que no se sabe todo, por lo que es producida una castración, una demarcación de los límites de la capacidad cognitiva del hombre. La educación tiene lugar sólo cuando el alumno reconoce que el saber en Otro, y de este modo se revela la asimétrica relación que existe entre docente y alumno, donde aquél es el encargado de producir el mensaje que hará llegar al alumno, proceso en el que además juegan un papel fundamental las habilidades receptivas del alumno. Dado que estamos inmersos en el perpetuo proceso de identificación con figuras externas determinadas que van construyendo nuestro yo, el docente puede fungir como soporte en esta operación de identificación. El docente debe asumir el papel freudiano del portador simbólico de la ley que en primer lugar ocupa el padre. En el fenómeno de la educación, el docente se dirige en todo momento hacia una masa, pero a la vez debe hacer que su mensaje permee subjetividades individuales y distintas entre sí, por lo que el psicoanálisis ha de brindar las herramientas para estudiar las diversas formas de subjetividad que el docente puede llegar a encontrar y moldear al maestro de forma tal que sea capaz de dialogar con todas y cada una de ellas. El deseo por enseñar del docente se enraíza en motivaciones personales que se tienden sobre lazos sociales y culturales determinados, por lo que los modos docentes son realmente diversos. La labor docente es una profesión imposible, según la concepción que Freud tiene de ella, lo cual no significa que no pueda realizarse o llevarse a cabo, sino que no existe un esquema teórico capaz de abarcarlo en su totalidad, y la labor docente sólo puede juzgarse a partir de los efectos y resultados que arroja. Así, se propone la relación interdisciplinar como la mejor forma de contribución del psicoanálisis al campo de la educación, donde aquella pueda brindar herramientas para regular, interpretar o modificar los resultados posibles de la educación.