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- ADMISIÓN 2019
TEXTO 1:
"Lentamente, con el rostro crispado como si prefiriera hacer cualquier cosa antes que
aproximarse a su señor y a la alfombra en que descansaba la serpiente, el hombrecito
dio unos pasos hacia adelante y comenzó a girar la butaca. La serpiente levantó su fea
cabeza triangular y profirió un silbido cuando las patas del asiento se engancharon en
la alfombra. Y entonces, Frank tuvo la parte delantera de la butaca ante sí y vio lo que
había sentado en ella. El bastón se le resbaló al suelo con estrépito. Abrió la boca y
profirió un grito. Gritó tan alto que no oyó lo que decía la cosa que había en el sillón,
mientras levantaba una varita. Vio un resplandor de luz verde y oyó un chasquido
antes de desplomarse. Cuando llegó al suelo, Frank Bryce ya había muerto".
TEXTO 2:
“De pronto, y cuando la charla de los dos amigos era más animada, resonó en el patio
el rápido galope de un caballo, y un momento después un estrepitoso ruido de
espuelas se aproximó a la puerta del comedor, apareciendo en el umbral la figura de
Joaquín, el viejo mayordomo, con el grueso poncho pendiente de los hombros y las
enormes polainas de cuero que le cubrían las piernas hasta más arriba de las rodillas”.
TEXTO 3:
“Un señor toma el tranvía después de comprar el diario y ponérselo bajo el brazo.
Media hora más tarde desciende con el mismo diario bajo el mismo brazo. Pero ya no
es el mismo diario, ahora es un montón de hojas impresas que el señor abandona en
un banco de la plaza. Apenas queda solo en el banco, el montón de hojas impresas se
convierte otra vez en diario, hasta que un muchacho lo ve, lo lee, y lo deja convertido
en un montón de hojas impresas. Apenas queda solo en el banco, el montón de hojas
impresas se convierte otra vez en un diario, hasta que una anciana lo encuentra, lo
lee, y lo deja convertido en un montón de hojas impresas. Luego se lo lleva a su casa
y en el camino lo usa para empaquetar medio kilo de acelgas, que es para lo que
sirven los diarios después de estas excitantes metamorfosis”.
TEXTO 4:
1. La silueta del maquinista con su traje de dril azul se destaca desde el amanecer
hasta la noche en lo alto de la plataforma de la máquina. Su turno es de doce horas
consecutivas. Los obreros que extraen de los ascensores los carros de carbón míranlo
con envidia no exenta de encono. Envidia, porque mientras ellos abrasados por el sol
en el verano y calados por las lluvias en el invierno forcejean sin tregua desde el
brocal del pique hasta la cancha de depósito, empujando las pesadas vagonetas, él,
bajo la techumbre de zinc no da un paso ni gasta más energía que la indispensable
para manejar la rienda de la máquina.
3. Esta decepción que se repite en cada viaje, les hace pensar que si la tarea les
aniquila, culpa es de aquel que para abrumarles la fatiga no necesita sino alargar y
encoger el brazo. Jamás podrán comprender que esa labor que les parece tan
insignificante, es más agobiadora que la del galeote atado a su banco. El maquinista,
al asir con la diestra el mango de acero del gobierno de la máquina, pasa
instantáneamente a formar parte del enorme y complicado organismo de hierro. Su ser
pensante conviértese en autómata. Su cerebro se paraliza. A la vista del cuadrante
pintado de blanco, donde se mueve la aguja indicadora, el presente, el pasado y el
porvenir son reemplazados por la idea fija. Sus nervios en tensión, su pensamiento
todo se reconcentra en las cifras que en el cuadrante representan las vueltas de la
gigantesca bobina que enrolla dieciséis metros de cable en cada revolución.
4. Como las catorce vueltas necesarias para que el ascensor recorra su trayecto
vertical se efectúan en menos de veinte segundos, un segundo de distracción significa
una revolución más, y una revolución más, demasiado lo sabe el maquinista, es: el
ascensor estrellándose, arriba, contra las poleas; la bobina, arrancada de su centro,
precipitándose como un alud que nada detiene, mientras los émbolos, locos, rompen
las bielas y hacen saltar las tapas de los cilindros. Todo esto puede ser la
consecuencia de la más pequeña distracción de su parte, de un segundo de olvido.
5. Por eso sus pupilas, su rostro, su pensamiento se inmovilizan. Nada ve, nada oye
de lo que pasa a su rededor, sino la aguja que gira y el martillo de señales que golpea
encima de su cabeza. Y esa atención no tiene tregua. Apenas asoma por el brocal del
pique uno de los ascensores, cuando un doble campanillazo le avisa que, abajo, el
otro espera ya con su carga completa. Estira el brazo, el vapor empuja los émbolos y
silba al escaparse por las empaquetaduras, la bobina enrolla acelerada el hilo del
metal y la aguja del cuadrante gira aproximándose velozmente a la flecha de parada.
Antes que la cruce, atrae hacia sí la manivela y la máquina se detiene sin ruido, sin
sacudidas, como un caballo blando de boca.
10. El enorme mecanismo yace paralizado. Sus miembros potentes, caldeados por el
movimiento, se enfrían produciendo leves chasquidos. Es el alma de la máquina que
se escapa por los poros del metal, para encender en las tinieblas que cubren el alto
sitial de hierro, las fulguraciones trágicas de una aurora toda roja desde el orto hasta el
cénit.
Baldomero Lillo, “El alma de la máquina”.
4. ABRASADOS
A) quemados B) calcinados C) achicharrados D) calientes E) sujetados
5. IMPERIOSO
A) necesario B) urgente C) autoritario D) despótico E) apurado
6. BRIOSOS
A) esforzados B) vigorosos C) enérgicos D) impetuosos E) atrevidos
10. ¿Qué nos dice que el narrador relate con tanto detalle las condiciones de trabajo
de estas personas?
A) Que son condiciones de trabajo surgidas de una loca imaginación.
B) Que son condiciones irreales de trabajo que nos hablan de un mundo de ficción.
C) Que son condiciones laborales que solo pueden concebirse en una historia
fantástica.
D) Que son condiciones de trabajo provenientes de una realidad social conocida
hasta el detalle por el autor.
E) Que el autor fue uno de estos trabajadores que envidiaban al maquinista.
12. ¿Qué tipo de trabajo podemos inferir que realizan tanto los obreros como el
maquinista?
A) Un trabajo forestal.
B) Un trabajo minero.
C) Un trabajo de manufactura
D) Un trabajo ferroviario.
E) Un trabajo de agricultura industrial.
TEXTO 5:
“Este dizque era un hombre que se llamaba Peralta. Vivía en un pajarete muy grande y
muy viejo, en el propio camino real y afuerita de un pueblo donde vivía el rey. No era
casao y vivía con una hermana soltera, algo viejona y aburrida”.
“El dios Brahma, a quien apenas bastaban sus ocho brazos y sus dieciséis manos
para tapar y destapar vasijas, agitar líquidos y remover mixturas, tomaba algunas
veces un gran canuto, a manera de cerbatana, y así como los chiquillos hacen pompas
de jabón valiéndose de las cañas del trigo seco, lo sumergía en el licor, se inclinaba
después sobre los abismos del cielo, y soplaba en una punta, apareciendo en la otra
un globo candente que al lanzarse comenzaba a girar sobre sí mismo y al compás de
los otros que ya flotaban en el espacio”. Gustavo Adolfo Bécquer, La Creación
(fragmento).
A) Sólo I
B) Sólo II
C) Sólo III
D) Sólo I y II
E) Sólo I y III
A) Si bien
B) En realidad,
C) Dado que
D) Claro que
E) No obstante,
A) 2 – 5 – 4 – 1 – 3
B) 4 – 2 – 5 – 1 – 3
C) 2 – 1 – 3 – 4 – 5
D) 4 – 2 – 1 – 3 – 5
E) 2 – 4 – 5 – 1 – 3
A) 1 – 2 – 3 – 4 – 5
B) 5 – 3 – 2 – 1 – 4
C) 2 – 3 – 1 – 4 – 5
D) 3 – 2 – 1 – 4 – 5
E) 1 – 2 – 3 – 5 – 4
1. Fiesta del candombe: pantomima de la coronación de los reyes congos, imitando las
costumbres de los reyes blancos.
2. Instrumento característico: el tamboril, tocado con otros tamboriles afinados en
distintos tonos.
3. Comparsa: conjunto de tamboriles.
4. Supervivencia musical del acervo africano de raíz bantú, traído por esclavos
llegados al Río de la Plata.
5. Ritmo sincopado, cultivado en la actualidad en Uruguay.
A) 1 – 2 – 3 – 4 – 5
B) 4 – 1 – 2 – 3 – 5
C) 1 – 4 – 2 – 3 – 5
D) 5 – 4 – 1 – 2 – 3
E) 5 – 2 – 3 – 1 – 4