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UNA CRITICA
DE LA ~EDUCACIONCOMPENSATORIA,*
por BASIL BERNSTEIN
Material reproducido por fines académicos, prohibida su reproducción sin la autorización de los titulares de los derechos.
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mismo informe ha mostrado también de una manera muy clara ci bajo nivei
de lectura de estos niños silo comparamos con ci de otros ninos que frecucn-
tan escuelas en barrios no desfavorecidos. Estas observaciones no se contradi-
cen, sin embargo, con comprobaciones generales referentes a todo ci pals,
segün las cuales existe una evidcnte mejorla en ci nivel de iectura de los niños.
El Informe Plowden es menos expilcito sobre estos diferentes aspectos, pero
pienso que tcnemos pocas razones pam creer que la situación ha mejorado
mucho en las escuclas primarias situadas en zonas pobres.
Ofrecemos, por tanto, a un gran nümero de niños, tanto de primaria
como de secundaria, escuelas materialmcntc inadccuadas, asl como un cuer-
p0 dc profesores muy incstable y nos contentamos después, para hacer frente
a ia situación, con que un pequeno grupo de maéstros se consagre a Ia educa-
ción compensatoria. La tension impucsta a cstos maestros produce inevitable-
mente cansancio y enfermedad, y no es raro que algunas semanas los maes-
tros tengan que hacerse cargo de clases con dobie nümcro de niños que liegan
a alcanzar los ochenta. Después de esto, nos sorprendemos de’~quelos niños,
desde muy pronto, encuentren un gran niimero de dificultades intelectuales
en su carrera escolar. Al mismo ticmpo, la organizaciOn escoiar crea canales
de orientaciOn sutiles, manifiestos u ocultos, que reducen claramente las aspi-
raciones y las motivaciones tanto entre los profesores como cntre los alum-
nos. Se instaura asl un clrculo vicioso cuyo resultado no puede ponerse en
duda. Parece, por tanto, quc hasta ahora no hemos logrado conseguir, a gran
escala, condiciones satisfactorias de enseñanza en los inicios dc la escola-
ridad.
El concepto de ~educación compensatoria~contribuye a distraer Ia aten-
ción de la organización interna y del contexto educativo de la escucla pam
dirigirla hacia las familias y hacia los niños. Este concepto implica que algo ie
falta a la familia y, en consecuencia, al nino, incapaz desde entonces de obte-
ncr provecho de la escolarizaciOn.
Dc esta concepciOn se deriva que la escuela debe ~compensar~ lo que falta
a la famiia, y que los ninos son considerados pequenos sistemas deficitarios.
~Si los padres al menos estuviesen interesados por los valores que les ofrece-
mos, Si fuesen como los padres de la clase superior! Entonces podrlamos
cumplir nuestra tarca. Una vez que ci problema se plantea en estos términos
cs natural que se fabriquen expresioncs tales coma ~deficiencia culturai,
((deflcicncia lingulstica, etc. Y se puede esperar que estas etiquetas cumplan
su triste destino.
Etiquetar a cstos niños de ~deficientes culturales~es como decir que los
padres son incapaces, que las realizaciones espontáneas de su cultura, las
imágcnes y las represcntaciones simbOlicas de Ia misma tiencn poco valor y
una débil significacion. Los maestros esperan poco de estos niflos, los cualcs
responderán, sin duda, a estas expectativas. Todo aquello que, fuera de la
escuela, informa al niño, confiere sentido y proporciona objetivos a lo que
hace, es devaluado, considerado sin significación, inütil para su carrera csco-
lar. El nino debe orientarse hacia una estructura de significaciOn diferente, ya
se trate de libros de lectura, de formas de empleo del lenguaje y del dialecto, o
de diversos modelos de relaciones sociales. En ocasiones, como alternativa se
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les explican a los padres las estructuras simbOlicas de la escuela, para impo-
nérselas luego en vez de integrarlas en su mundo, menospreciando su forma y
contenido. Poco a poco se abre una fosa entre ci niño como miembro de una
familia y de una comunidad, y ci niño en tanto que micmbro de una escueia.
En ambos casos se espera que ci nino, junto con sus padres, abandonen a la
puerta de la escuela su identidad social, su modo de vida y sus repre-
sentaciones simbOlicas, puesto que, por definiciOn, su cultura es pobre, y los
padres son incapaces de transmitirie tanto las regias morales como los saberes
y las técnicas clementales.
No quiero decir con todo esto que no hay, o no puede haber, relaciones
satisfactorias entre la familia y la escuela, sino subrayar que los padres deben
estar asociados a Ia experiencia escolar del nino haciendo lo que pueden haccr,
lo que pueden hacer con tranquilidad. Existen para los padres diferentcs for-
mas de ayudar al niño en sus aprendizajes que forman parte de su competen-
cia y que pucdcn darles seguridad y confianza, tanto en sus relaciones con ci
nino como con Ia escucla. Pero quizá scrIa preciso para aplicar este principio
que los contenidos dcl saber escolar estuviesen más en conexión con la expe-
riencia que ci niño adquiere en su famiia y en su medio social.
A las crlticas ya mencionadas sobre ci concepto de ((cducacion compensa-
toria>’ se podria añadir otra. Dicho concepto sugicre que los primeros años dc
Ia vida dcl niño tienen una importancia enorme en su desarrollo ulterior.
Existen, sin duda, numerosos hcchos que corroboran cste punto de vista y, en
consccuencia, argumentos que apoyan la creaciOn de una extensa red de
escuelas matcrnales. Sin embargo, no serla razonablc dcscuidar, considerán-
dolos poco importantcs, los años de escolarizaciOn posteriores a los 7 años. Es
conveniente, por lo mcnos, tcner en cuenta en su conjunto todo ci perlodo quc
abarca la enscñanza primaria. Esto significa que, sea cual sea la edad conside-
rada, es prcciso encuadrarla en ci interior de la cnseflanza primaria mediante
una aproximación sistemática y no parcelaria. A mi pareccr, se debe considc-
tar como unidad, no un pcrlodo particular de Ia vida del niño (de 3 a 5 aflos,
o dc 5 a 7, por cjemplo), sino una etapa educativa: ci ciclo primario. Deberla-
mos plantear los probiemas tcniendo en cuenta la organización temporal de
los aprendizajes, ci desarrollo de Ia sensibilidad en ci marco dcl ciclo prima-
rio. Para do conviene atenuar la divisiOn social y pcdagogica que actualmen-
te scpara la escuela infantil (infant-school) de la escucla primaria (junior-
school), asl como poner fin a la rlgida divisiOn existente entre ci ciclo primario
y ci ciclo secundario, pues dc lo contrario los progresos del niflo en un mo-
mento dado de sus estudios corren ci riesgo de verse truncados.
En lugar de pcnsar en términos de <educación compcnsatoria> deberla-
mos, a mi parecer, preguntarnos más seria y sistemáticamente por las condi-
ciones y los contextos del medio educativo.
La forma misma que adoptan nuestras invcstigaciones ticndc a confir-
mar los presupuestos sobre los quc dcscansan la organizaciOn, la transmi-
siOn y la evaluaciOn del saber cscolar. Sc fijan criterios de éxito, que son los
de la escuela, y después se miden las aptitudes de los difcrcntes grupos
sociales para satisfacer dichos criterios. Se parte dc dos grupos de niños,
uno de los cuales —lo sabemos por adclantado— posee las caracterIsticas
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que favorecen ci éxito escolar, y ci otro no. Luego se evalüa un grupo defi-
niendo sus lagunas en relaciOn al otro. Asl, la investigaciOn tiende involun-
tariamente a poner de manifiesto la nociOn de handicap o deficiencia y a
justificar la forma existente de organizaciOn, de transmisiOn y más en parti-
cular de evaluación del saber. Es muy raro que Ia investigaciOn cuestione o
explicite los presupuestos sociales implicados en la definiciOn social dcl
saber legltimo o de la transmisiOn legltima de ese saber. Hay algunas excep-
ciones, sin duda, especialmente end ámbito de las invcstigacioncs sobre la
organizaciOn temporal del currIculum, pero incluso en estos casos es raro
que estos trabajos confieran un espacio importantc a las tentátivas destina-
das a valorar los cambios. Esto ocurre, en particular, en los proyectos de
~viabilidad>~ de las areas educativas prioritarias.
En definitiva, no nos planteamos la siguiente cuestiOn básica: ~cuáles son
las posibilidades de cambio en las instituciones escolares tal y como funcio-
nan en Ia actualidad? Desarrollar m(iltiples actividades no significa nccesaria-
mente actuar.
Me he dedicado durante largo tiempo a discutir los nuevos conceptos y
las nuevas categorlas pedagOgicas porque mis investigaciones han contribui-
do involuntariamentc y en pcquena parte a su formulaciOn. Se podria decir
—y se ha dicho— que mis trabajos, centrándose en la subcuitura y en las
formas de socializaciOn familiar, han, también, contribuido a alejar la aten-
ción de las condiciones y los contextos del aprendizaje escolar. El interés
conferido al uso de la lengua ha conducido en ocasiones a separardicho uso
de las significaciones culturales subyacentes que lo determinan. Se ha asimi-
lado ci concepto de <cOdigo restringido~al de ~deficiencia linguIstica>> c in-
cluso al de niño ~no-verbal~.
Podemos distinguir entre usos del lenguaje que están ~ligados al contex-
to>> y. otros menos ligados a él. Consideremos por ejemplo las dos historias
siguientes que ci lingUista Peter Hawkins construyó como resultado de sus
análisis sobre las formas de hablar de niños de cinco años pertenecientes a las
clases altas y a las ciases trabajadoras. Se les daba a los ninos una scrie de
cuatro viñétas representando una historia y se les decla que la contasen. La
primera viñeta muestra unos niños jugando al fütbol; en la segunda ci balOn
rompe un cristal de una ventana de una casa; en la tercera, un hombre hace
un gesto amenazador; en la cuarta, una mujer mira hacia fuera desde la
ventana y los ninos se van. He aqul, a continuaciOn, las dos historias que
contaron:
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lingulstico o cultural, ni quc los niflos no tengan nada quc decir en la escucia
o que los frutos de su imaginaciOn no scan significantes. Esto no significa
tampoco quc tengamos que enseñar a los niflos Ia gramática formal. Tampoco
significa que tengamos que interferir en su dialecto. No existe nada, absoluta-
mente nada, en un dialecto que impida a un niflo interiorizar y aprender a
emplear significaciones universales. Pero si las situaciones de aprendizaje
—los ejcmplos, los Iibros de lcctura. no despiertan realmente Ia imagina-
. .—
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