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TEMA 2 ÁFRICA EN EL SIGLO XVII

1. La decadencia de África
2. La trata y los estados esclavistas de Dahomey y Ashanti
3. Los jesuitas en Etiopía
4. Los portugueses y los musulmanes en el país de Zanj
5. La destrucción de los reinos del Congo y el Monomotapa
1. LA DECADENCIA DE ÁFRICA
El siglo XVII significa el hundimiento de África en una profunda decadencia.
Si en Mediterráneo las regencias de Trípoli, Túnez y Argel mantienen sus posiciones frente a presión cada vez más insistente de
las potencias europeas, el África negra empieza a desgarrarse por implantación generalizada de la trata de esclavos, que obliga a
la salida forzosa de volumen progresivamente creciente de sus efectivos humanos y que enfrenta sin remedio a reinos negreros
con el resto de la población. Los europeos apenas si emprenden nuevas aventuras colonizadoras al margen de su interés
fundamental por la trata, aunque un primer asentamiento en África del Sur estará llamado a prosperar en el S siguiente
Las regencias de Trípoli, Túnez y Argel, nominalmente provincias del Imperio Otomano, gozan gracias a la decadencia de los
turcos de una situación cercana a la independencia, con tendencia a la concentración de poderes en manos de auténticos
soberanos (los deys de Argel, elegidos vitaliciamente por el consejo de los jenízaros, o los beys de Túnez, jefes del ejército, uno
de los cuales, Hammuda ibn Murad constituirá una dinastía hereditaria desde 1659 hasta finales de siglo), mientras siguen
conservando su condición de verdaderas repúblicas corsarias, dedicadas al pillaje de las costas fronteras y al apresamiento de
los barcos para conseguir botín y esclavos. Sin embargo, a final de siglo, su momento de esplendor está caminando hacia el
ocaso, ya que la autonomía respecto de un Imperio Otomano desfalleciente tiene la contrapartida de su mayor aislamiento a la
hora de hacer frente a unas potencias europeas más fuertes y menos pacientes, como demuestran los repetidos bombardeos de
Argel por la Francia de Luis XIV (1665, 1682, 1684) y por la Inglaterra de la Restauración (1668 y 1671).
En Marruecos, el único estado completamente independiente del norte, los jerifes saadíes deben hacer frente en primera mitad
de siglo a una serie de graves dificultades que acentúan las carencias económicas y políticas del reino. Si la guerra civil divide el
país en dos estados distintos (con capitalidad respectivamente en Fes y Marrakech) a la muerte de Ahmad al-Mansur, la llegada
de los moriscos españoles expulsados por Felipe III suponen un nuevo esfuerzo de asimilación de una minoría de diferente nivel
cultural (y muy activa, como se demuestra en la fundación de Salé, frente a Rabat), mientras el poder político recae cada vez
más en los jefes religiosos (los marabut) y el país se sume en una impotente anarquía.
La 2ª mitad de siglo asiste a profundo cambio de la situación, debido a la conquista del poder por una nueva dinastía, una familia
procedente del Tafilelt, los alauíes, que permanecerán en el poder hasta nuestros días. El primer sultán, Mulay Rashid, que ha
conseguido restablecer la unidad política, deja el reino en manos de Mulay Ismaíl, verdadero responsable de la reorganización y
de la nueva fortaleza del estado marroquí, no exenta sin embargo de graves carencias. Mulay Ismaíl restablece el orden,
incrementa ingresos de su hacienda y se dota de un poderoso ejército, cuya base es un contingente de 40.000 esclavos negros
agrupados en 76 fortalezas, que le permiten conquistar Tánger (1684) y Larache (1689), aunque no Ceuta ni Melilla. En cualquier
caso, su imagen de soberano eficaz y moderno, su actividad constructora (sobre todo, la edificación de la nueva capital, Meknés,
con su triple recinto amurallado, sus puertas monumentales, sus kioskos y sus palacetes, especialmente la residencia real de Dar
al-Kabira) y su activa política internacional (relaciones comerciales con Inglaterra, Holanda y Francia) no deben hacer olvidar el
carácter despótico de su mandato, la terrible presión fiscal impuesta y su despreocupación por la suerte de sus súbditos

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TEMA 2 ÁFRICA EN EL SIGLO XVII
2. LA TRATA Y LOS ESTADOS ESCLAVISTAS DE DAHOMEY Y ASHANTI
Mayor catástrofe en Africa en tiempos modernos TRATA ESCLAVOS, toma dimensiones DESDE el XVII
 Por un lado Imperio Otomano drena población negra desde región del Chad

 Potencias europeas en golfo de Guinea (1º Portugal; 2º Holanda; y fin de S Francia e Inglaterra) promueven
masiva emigración forzosa de población africana a america, esencial/ para al servicio de economía de plantación

 Trata de esclavos fue indispensable en colonialismo europeo y para explotación de recursos americanos

Compiten con superviviente estado de BENÍN, dos nuevos estados de DAHOMEY y ASHANTI
DAHOMEY: nace en parte por sus relaciones privilegiadas con mercaderes esclavistas europeos
 Se desarrolla en XVII, y será gran potencia en XVIII cuando su dirigente, AGAJA conquista pequeños estados
colindantes y se integra en trata negrera de holandeses y franceses

 De constitución política absolutista, le permite superar a reinos rivales y fortalece negociación con europeos

ASHANTI : se benefició de su producción de oro y su papel de intermediario entre regiones de interior y litoral
 Fundador rey Osei Tutu, con capital en Kumasi 1670

 Sólo a inicio XVIII Ashanti se insertó plena/ en economía esclavista implantada por potencias europeas

Navegación portuguesa XV: costa africana factorías comerciales ARGUIM (1443) y ELMINA (1486) para tráfico de
oro, malagueta, marfil y goma arábiga

En XVI el tráfico del oro cede su primacía en favor del comercio de esclavos.
 Trata de esclavos del XVI negocio que se expande lenta/

 LISBOA 1º mercado europeo, con cifras aún modestas. El destino se reparte entre metrópoli y países europeos,
por un lado, y archipiélagos atlánticos del azúcar y colonias españolas y portuguesas, por el otro

 Mutación se da a fin XVI, cuando Portugal requiera mano de obra esclava para plantaciones de azúcar Brasil y
resto de potencias europeas en Nuevo Mundo empiecen con sus plantaciones, singular/ en islas antillanas

 Monopolio portugués cede paso a instalación en golfo de Guinea de holandeses, ingleses, franceses, daneses y
españoles a fin XVIII

Si trata concentra mayor energía europea en XVII, el resto regiones africanas sufren nuevas transformaciones al
contacto con europeos, que han dejado de ser exclusiva/ portugueses
 Lusitanos, pierden gran parte de su monopolio en tráfico negrero, y retroceden en otros ámbitos, como norte de
África, donde su influencia ↓ por desastre de Alcazarquivir 1578 y por cesión de plaza de Tánger a Inglaterra
(1662) mientras plaza de Ceuta (1668, por tratado de Lisboa) pasa a España

 En mismo ámbito, son intentos de implantación de España, que toma plaza marroquí Larache 1610, y que pierde
en 1689, buscando seguridad al hostigamiento de corsarios en la región, y, sobre todo, de Francia, que mantiene
una relación privilegiada con Mulay Ismaíl, el nuevo soberano marroquí

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3. LOS JESUITAS EN ETIOPÍA

1. Evolución original del reino cristiano de Etiopía hace que ese estado conozca S de oro en XVII y gran parte XVIII

2. Papel decisivo en evolución del reino lo juega la 2ª misión de jesuitas, figura español Pedro Páez
a. Desarrolla actividad en todos campos:
i. aprendizaje del amárico y del geez (lengua litúrgica de religión monofisita de Etiopía)
ii. exploración del territorio (llegan a fuentes del Nilo azul)
iii. actividad constructiva (conjunto de Górgora como máxima expresión)
iv. redacción de una historia de Etiopía

3. Falta de tacto de sucesores de Pedro Páez y resistencia interior acaban sueños Compañía de Jesús, expulsados
1634 de Etiopía por emperador Fasilidas, que desde su capital de Gondar, se reclamó de tradiciones de dinastía
salomónida y de iglesia monofisita, solicitando al patriarcado copto un nuevo abuna que se erigiese en
restaurador de la ortodoxia

4. Gondar se convirtió en poco tiempo en dinámico centro económico (artesano y comercial), muy poblado (30mil
al morir emperador) y edificios (castillos, palacios, iglesias, instituciones religiosas, educativas asistenciales),
desde ahí irradió renacimiento etíope, por desarrollo, de arquitectura; pintura; caligrafía; música y literatura

5. Este esplendor de Gondar (capital en 2 S) se continuaría a lo largo del siglo, alcanzando máximo esplendor bajo
reinado de Iyasu I el Grande, monarca guerrero y devoto, que garantizó la obra de sus antecesores

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4. LOS PORTUGUESES Y LOS MUSULMANES EN EL PAÍS DE ZANJ
Si a comienzos de S parece bien establecido el dominio portugués sobre todos los estados shirazíes, ejercido desde la fortaleza
(Fuerte Jesús) de Mombasa, centro neurálgico de esta zona del imperio lusitano, los sucesivos movimientos de resistencia
pondrán fin a su hegemonía en el transcurso de la centuria. Un primer sobresalto, protagonizado precisamente por el jeque de
Mombasa, Yusuf (que se apodera del fuerte entre 1631 y 1638), requiere incluso el concurso de una flota enviada desde Goa
para el restablecimiento de la situación. Posteriormente los soberanos de Omán se convierten en los heraldos del irredentismo
regional, consiguiendo apoderarse de Pate (1652), que pasa a ser el centro de la resistencia, hasta que el imam Sayf ibn Sultán,
dirigiendo el ataque desde su base de Omán, se apodera definitivamente de Mombasa (tras la rendición por hambre del Fuerte
Jesús, diciembre 1698), base de operaciones que permite la conquista de las ciudades de Pemba, Zanzíbar y Kilwa en primeras
décadas del siglo XVIII. A partir de este momento, Portugal tendrá que contentarse sólo con el control de las ciudades más
meridionales, particularmente Mozambique, que permanecerá bajo su soberanía hasta bien entrado el siglo XX.
En el extremo meridional del continente, dos pueblos (ninguno de ellos de raza negra) se repartían la región a comienzos de los
tiempos modernos: los primitivos bosquimanos (excelentes pintores rupestres de cultura paleolítica) y los más evolucionados
pastores hotentotes. Ambos fueron empujados primero por un pueblo bantú de vaqueros, los xosos, que fueron llamados kaffir
(es decir, infieles no musulmanes, como en el África oriental, y de ahí cafres, con su connotación negativa) y después por los
colonos instalados en la colonia del Cabo (en 1652), los boers, es decir, los campesinos holandeses de religión calvinista, a los
que se sumaron un grupo de hugonotes franceses después del edicto de Fontainebleau de 1685. Así, África del Sur va a
experimentar una evolución original, convirtiéndose en el escenario de la única colonia de poblamiento del continente. Si desde
la expedición de Vasco de Gama los navíos europeos adoptaron la costumbre de hacer escala en los alrededores del cabo de
Buena Esperanza, serán los holandeses de la VOC los primeros en dotar de unas instalaciones estables a los barcos que doblaban
la punta sur africana en su ruta a Oriente. La colonia del Cabo, creada así por Jan van Riebeeck en 1652, servirá al mismo tiempo
de escala para los barcos y de oficina para los empleados de la compañía y de territorio para el establecimiento de pobladores
europeos (los primeros Afrikaaners), que, desplazándose hacia el interior, se encargarán de mantener las distancias respecto de
los comerciantes de la costa y de los indígenas, empujados cada vez más al norte.
Finalmente, otras potencias tratan de instalarse en otros lugares, que les sirvan de escala en sus derrotas hacia las colonias
asiáticas. Con este fin, en efecto, Francia ocupa toda una serie de bases, tanto en Madagascar (Fort- Dauphin, establecida en
1643, pero abandonada en 1674, sin que algunos intentos llevados a cabo al siglo siguiente llegaran a prosperar), como, sobre
todo, en el archipiélago de las Mascareñas: la isla Bourbon (hoy isla de la Reunión, adquirida desde 1642 y donde se introduciría
en 1715 el cultivo del café para competir con las importaciones desde Moka y Beit-al-Faki) y la isla Mauricio o Île de France,
incorporada a partir de 1715, tras su abandono en 1710 por los colonos holandeses que se habían instalado en ella en 1638. Más
tarde, también las Seychelles se unirían a este rosario insular francés en el Índico (1754).
5. LA DESTRUCCIÓN DE LOS REINOS DEL CONGO Y EL MONOMOTAPA
Del mismo modo, si a finales del siglo XVI el sueño de Afonso I de un reino cristiano en el corazón de África se había esfumado,
los nuevos establecimientos negreros, empezando por el instalado en Angola, introdujeron la guerra permanente en el interior y
acabaron por destruir el reino del Congo. En la primera mitad del siglo XVII, la provincia septentrional de Soyo se había
independizado completamente y se había convertido en un nuevo estado negrero.
La batalla de Mbwila (1665) significó la definitiva desaparición política del reino dividido en diversos principados y el progresivo
abandono de la capital de San Salvador entre 1678 y 1703. Una de las construcciones políticas llamadas a un mayor porvenir se
hundía en el maremágnum de la lucha entre las pequeñas formaciones de vida efímera que se habían repartido sus cenizas. Sólo
a principios del siglo siguiente, el rey Pedro IV sería capaz de restablecer la unidad.
También el interior del África oriental dominado por los portugueses se reduce considerablemente en el transcurso de la
centuria. Primero, se sucederán los lances bélicos entre europeos y africanos. En 1628, los portugueses, en efecto, asaltan
militarmente el reino, destruyendo al ejército rival y ordenando la ejecución de la mayor parte de los dirigentes locales. Poco
después, la ofensiva de un nuevo soberano, Nyambo-Kaparidze, llamado Capranzine por los lusitanos, termina con una
tremenda matanza de los portugueses y sus aliados. Sin embargo, en este vaivén de ataques y contrataques, Diogo de Souza, en
1632, derrota a Capranzine y a varios miles de sus hombres, lo que permite a los portugueses imponer por la fuerza de las armas
un tratado que incluía la autorización del proselitismo religioso (que sería llevado a cabo por los dominicos), la construcción de
iglesias y la expulsión de los «moros», es decir, de la población musulmana, así como el acceso a la región de las minas. El
acuerdo se cumplió bajo el mandato de los nuevos soberanos Mavuza (Dom Filipe) y Siti Kuzurukumusapa (Dom Domingos),
pero los colonizadores no pudieron, sin embargo, beneficiarse durante mucho tiempo de su conquista, ya que los pueblos
«herreros» cerraron las minas, ocultaron su entrada y huyeron del país, mientras los changamira (bajo el mando del rey Dombo)
asolaban el reino y destruían Dambarare en 1693. Pese a que el nuevo soberano, Mhande (Dom Pedro) podría refugiarse cerca
del puesto lusitano de Tete, los portugueses se verían obligados a abandonar poco después un estado completamente arruinado
y a limitar su instalación a los establecimientos del bajo Zambeze.

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