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Santiago, veintiocho de agosto de dos mil dieciocho.

Vistos:

En estos autos rol Nº 8420-2017, sobre juicio regido

por el artículo 171 del Código Sanitario, la reclamante ha

interpuesto recurso de casación en el fondo en contra de la

sentencia de la Corte de Apelaciones de Antofagasta que

confirmó el fallo que rechazó la reclamación deducida por

Álvaro Funes Palacios, en representación de Compañía Minera

Zaldívar, en contra de la Resolución Nº 8128 de 28 de

noviembre de 2014 que le impuso una multa de 800 unidades

tributarias mensuales.

Se trajeron los autos en relación.

Considerando:

Primero: Que el recurso de nulidad sustancial denuncia

la infracción de los artículos 94 y 95 del Código Penal,

toda vez que los jueces del fondo no aplicaron los

preceptos indicados, en circunstancias que la ausencia de

norma legal que regule la prescripción de las sanciones

administrativas de índole sanitaria y la naturaleza

punitiva de la pena, determina la aplicación del plazo

establecido en el artículo 94 del Código Punitivo relativo

a la prescripción de las faltas, mas no el artículo 2515

del Código Civil, teniendo en cuenta para ello que el ius

puniendi del Estado no es sólo el derecho penal, pues

también existe la potestad sancionatoria de la

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Administración. De esta manera el ordenamiento regulatorio

al que accede esta facultad sancionatoria es, en esencia,

Derecho Administrativo y, en cuanto tal, el derecho común

aplicable a falta de normas expresas que regulen

determinadas situaciones como la prescripción de la acción

infraccional es el derecho penal, en suma, el Código Penal

que en su artículo 94 establece que la prescripción de las

faltas es de seis meses, de modo tal que habiendo

transcurrido entre la fecha de ocurrencia de los hechos -26

de diciembre de 2013- y la fecha de formulación de cargos

en el sumario sanitario -10 de julio de 2014– un plazo

superior a seis meses, la excepción de prescripción opuesta

por la reclamante debió ser acogida.

Segundo: Que al explicar la forma como el error de

derecho denunciado influyó en lo dispositivo de la

sentencia, el recurso señala que de haberse aplicado

correctamente los preceptos citados la decisión habría sido

la contraria a la que se asentó, esto es, se habría acogido

la excepción de prescripción y en definitiva se habría

acogido la reclamación deducida.

Tercero: Que en aquello que es de interés al recurso,

la sentencia impugnada expone que debe considerarse que si

bien la sanción que se ha reclamado es de naturaleza

administrativa, la omisión de un plazo de prescripción en

la legislación sanitaria constituye una cuestión

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irrefutable, por lo cual el modo de extinguir la

responsabilidad de estas infracciones especiales debe

regirse supletoriamente por las normas generales del

derecho común, de modo que el plazo de prescripción

aplicable en este caso debe ser conforme lo dispone el

artículo 2515 del Código Civil, vale decir, cinco años a

partir de la ocurrencia de los hechos. Luego, establecido

que el hecho en que se funda el sumario sanitario ocurrió

el día 26 de diciembre de 2013 y que con fecha 10 de julio

de 2014 se ordenó instruir sumario sanitario, no puede sino

concluirse el rechazo de la excepción de prescripción

extintiva hecha valer por la reclamante.

Cuarto: Que es útil precisar que la circunstancia de

encontrarse reguladas algunas responsabilidades por normas

de derecho público no impide que ellas puedan extinguirse

por el transcurso del tiempo, en razón que la prescripción

es de carácter universal e indispensable para asegurar

criterios de certeza y seguridad en las relaciones

jurídicas y, por ello, puede operar en todas las

disciplinas que pertenecen al derecho público. Por

consiguiente, acorde a este predicamento, la prescripción

de las acciones procede en nuestro derecho positivo como

regla general, la que sólo cesa cuando por ley se determine

su imprescriptibilidad.

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Quinto: Que asentada la premisa que la prescripción,

como regla general, es aplicable también en el ámbito del

derecho administrativo sancionador, cabe consignar que el

Código Sanitario no contempla disposiciones que establezcan

la imprescriptibilidad de las acciones destinadas a

castigar las infracciones administrativas relativas a la

normativa del ramo.

Sexto: Que ante la ausencia de norma expresa en el

ordenamiento citado, y tratándose de disposiciones

especiales, debe entenderse que -en lo no contemplado

expresamente en ellas- deben aplicarse supletoriamente las

reglas del derecho común que, según la materia específica,

correspondan.

Séptimo: Que en orden a dilucidar esta cuestión cabe

considerar que en el ámbito que se trata no corresponde

aplicar la prescripción de seis meses que respecto de las

faltas contempla el artículo 94 del Código Penal. En

efecto, la sola circunstancia que la infracción conlleve

una sanción pecuniaria no transforma ese ilícito en una

falta penal o deba reputársele como tal, toda vez que esta

sanción es, según el artículo 21 del Código Penal, una pena

común para los crímenes, simples delitos y también para las

faltas.

Octavo: Que si bien la potestad sancionadora de la

Administración forma parte del denominado “ius puniendi”

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del Estado, no es menos cierto que la sanción

administrativa es independiente de la sanción penal, por lo

que debe hacerse una aplicación matizada de los principios

del derecho penal en materia de sanción administrativa, no

siendo razonable aplicar el plazo de prescripción de las

faltas, porque al ser una prescripción de corto tiempo –

seis meses- resultaría eludida la finalidad del legislador

de dar eficacia a la Administración en la represión de

estos ilícitos y la sanción contemplada en la ley carecería

de toda finalidad preventiva general.

Noveno: Que, por lo demás, las consideraciones que la

jurisprudencia y la doctrina han venido formulando acerca

de la unidad del poder sancionador del Estado -más allá de

las naturales diferencias entre las sanciones

administrativas y las penales- y a la necesidad de someter

a unas y otras a un mismo estatuto de garantías, sus

diferencias no pueden ser dejadas de comprender o soslayar

y de ser apreciadas separadamente.

Décimo: Que, en efecto, si bien principios elementales

entre una y otra son comunes y lógicos, como ocurre con los

relativos al non bis in idem, a la irretroactividad de la

ley sancionadora, al principio pro reo y a la necesidad de

prescripción de la respectiva acción persecutoria, no es

posible desentenderse de la imposibilidad jurídica que se

advierte en asimilar la contravención administrativa a una

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falta penal -única manera de concluir en un plazo de

prescripción de seis meses para la respectiva acción

persecutoria- la que surge de la naturaleza intrínseca del

castigo.

Undécimo: Que desde luego, por cuanto la sanción penal

presenta características ineludibles, suficientemente

estudiadas por la doctrina, como son las de su moralidad,

esto es, su fundamento ético; su aflictividad, destinada al

restablecimiento del equilibrio social perturbado; su

proporcionalidad a la naturaleza de la ilicitud penal de

que se trate; su personalidad o individualidad; su

igualdad, esto es, una misma conducta debe tener una

idéntica sanción; su ejemplaridad, es decir, su

potencialidad de intimidación; su publicidad, no sólo

respecto del castigo sino del justo proceso que a ella

condujo; su certeza e ineludibilidad; su prontitud, en

relación a su comisión; su revocabilidad para remediar una

eventual injusticia; su temporalidad y divisibilidad, para

amoldarse a las características del hechor, todas

condiciones no necesariamente presentes en la sanción

administrativa, pero sí, aplicables a crímenes, simples

delitos y faltas.

Duodécimo: Que, además, si bien en doctrina es posible

hablar de algunos simples delitos y faltas como “delitos

bagatelas o enanos”, no por ello han dejado de ser tratados

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como infracciones propias del derecho penal e interpretados

de acuerdo con sus principios. De donde se desprende que

por nimia que fuere la sanción anexa al hecho, éste no deja

de ser delito penal por tal circunstancia.

Décimo tercero: Que, de otra parte, tampoco puede

decirse del derecho penal o del derecho procesal penal que

formen parte del derecho común (Corpus Iuris Civilis),

puesto que los primeros, son especiales en relación al

último, atendida la limitada proporción de ciudadanos al

cual se aplican, la particularísima función social que

desempeñan y la finalidad directa a la cual apuntan. Por

otra parte, ha sido costumbre de los juristas, desde los

tiempos romanos, aludir al derecho civil como al derecho

común por excelencia, puesto que todo ser humano, desde la

inscripción de su nacimiento hasta aquella de su defunción,

ha vivido en todos los actos jurídicos de su existencia

sujeto a este derecho; y, muy excepcionalmente, al derecho

penal y procesal penal, si llegara a incurrir en delito.

Décimo cuarto: Que también es útil recordar el

artículo 20 del Código Penal, en cuanto señala que “no se

reputan penas… las multas y demás correcciones que los

superiores impongan a sus subordinados y administrados en

uso de su jurisdicción disciplinal o atribuciones

gubernativas”. Estas últimas, las atribuciones

gubernativas, son aquellas que corresponden al Estado

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administrador como propias del ius puniendi que le

pertenece en el ámbito administrativo respectivo.

Décimo quinto: Que, por último, aceptar la

prescripción de seis meses para la aplicación de la sanción

administrativa atenta contra la debida relación y armonía

que debe guardar la legislación, ya que no resulta

coherente que la acción disciplinaria por responsabilidad

administrativa de los funcionarios públicos prescriba en

cuatro años, de acuerdo a lo dispuesto en el artículo 158

del Estatuto Administrativo y 154 del Estatuto

Administrativo para Funcionarios Municipales y, en cambio,

tratándose de la acción sancionatoria dirigida contra

particulares, prescriba en el plazo de seis meses.

Décimo sexto: Que, entonces, el defecto normativo de

omisión de un plazo razonable y prudente de prescripción en

el Código Sanitario, en que incurriera el legislador,

impone el deber de encontrar en la legislación positiva,

actual y común, la solución del problema que ha sido

promovido debiendo acudirse a las normas generales del

derecho común dentro del ámbito civil y, en ese entendido,

hacer aplicación a la regla general de prescripción

extintiva de cinco años a que se refiere el artículo 2515

del Código Civil.

Décimo séptimo: Que, en este punto conviene destacar

que la aplicación de la normativa del ordenamiento civil en

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materia de prescripción de las acciones que aquí se tratan

no lo es en carácter supletorio, basada en principios

generales del derecho, sino en virtud de un mandato expreso

del legislador, consignado en el artículo 2497 del Código

Civil, conforme al cual las reglas relativas a la

prescripción se aplican igualmente a favor y en contra del

Estado, de las iglesias, de las municipalidades, de los

establecimientos y corporaciones nacionales y de los

individuos particulares que tienen la libre administración

de lo suyo.

Décimo octavo: Que entonces, habida consideración que

a la fecha en que se inició el sumario sanitario contado

desde la fecha de la infracción no había transcurrido el

plazo de cinco años, contemplado en el artículo 2515 del

Código Civil, cabe concluir que los jueces del fondo no

incurrieron en yerro jurídico al concluir que la acción

sancionatoria no se encontraba prescrita.

De conformidad asimismo con lo que disponen los

artículos 764, 767 y 805 del Código de Procedimiento Civil,

se rechaza el recurso de casación en el fondo deducido en

lo principal de la presentación de fojas 250 en contra de

la sentencia de dieciséis de enero del año dos mil

diecisiete, escrita a fojas 247.

Se previene que el Ministro señor Muñoz no comparte lo

razonado en los motivos sexto a décimo octavo, por cuanto,

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en su concepto, la prescripción es una sanción y por lo

tanto no puede ser aplicada por analogía en el Derecho

Público sobre la base de normas del Derecho Privado. Sin

embargo, en lo relativo al Derecho Administrativo

Sancionador, en que existe consenso de su raíz común con el

Derecho Penal, por representar ambos el ius puniendi del

Estado, las sanciones a los administrados– sustancialmente

diversa de la responsabilidad funcionaria–, en el evento

que no se encuentre reglada la prescripción de la acción y

de la pena, procede aplicar la prescripción básica del

Derecho Penal para los simples delitos, que es de cinco

años, por lo cual la conducta igualmente no se encuentra

prescrita y el recurso de casación, en tal virtud, debe ser

rechazado.

Se previene que el Abogado Integrante señor Lagos,

estuvo por rechazar el recurso de casación en el fondo

deducido teniendo únicamente presente las siguientes

consideraciones:

1°) Que el análisis de la materia en referencia debe

iniciarse desestimando toda posición que propugne la

imprescriptibilidad de las infracciones y sanciones

administrativas respecto de aquellas situaciones donde la

ley correspondiente no haya establecido de manera expresa

un plazo determinado para que opere la prescripción.

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Como lo ha afirmado reiteradamente esta Corte,

refiriéndose al tema, la prescripción extintiva constituye

un principio general de derecho que adquiere presencia

plasmándose positivamente en todo el espectro de los

distintos ordenamientos jurídicos, resultando excluida sólo

en aquellos casos donde por ley o atendida la naturaleza de

la materia se establece la imprescriptibilidad de las

acciones.

Ella representa, en efecto, junto a otras

instituciones como la caducidad, los plazos, el abandono

del procedimiento y la preclusión, una manifestación

determinante, en el ámbito de las relaciones jurídicas, del

factor tiempo.

Mediante la prescripción extintiva se propende al

resguardo del orden social y a la seguridad, estabilidad y

consolidación de las relaciones jurídicas. De allí que

juristas como Savigny hayan afirmado que se trata de una de

las instituciones más importantes en el campo del derecho y

que se haya agregado que resulta condición insustituible

para la tranquilidad colectiva, desde que sin ella la

sociedad sería un caos o un estado de conflicto permanente.

2°) Que aceptándose entonces como premisa que aun en

el silencio de la ley –tal como ocurre en el caso de que se

trata en estos autos– las infracciones y sanciones

administrativas han de someterse a los efectos jurídicos de

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la prescripción, corresponde determinar la modalidad del

plazo o extensión del tiempo con que cuenta la

Administración para ejercer las acciones destinadas a

fiscalizar y sancionar los ilícitos ubicados en el ámbito

de su potestad represiva.

3°) Que semejante cuestión se encuentra íntimamente

vinculada con la naturaleza de las sanciones

administrativas y del derecho administrativo sancionador,

bajo cuyo imperio aquéllas se investigan y aplican por la

Administración.

Se entiende que el derecho administrativo sancionador

y el derecho penal tienen un origen común en el ius

puniendi único del Estado, del cual constituyen

manifestaciones específicas tanto la potestad sancionatoria

de la Administración como la potestad punitiva de los

Tribunales de Justicia.

De esta similitud se desprende como consecuencia la

posibilidad de aplicar supletoriamente en el ámbito de las

sanciones administrativas algunos de los principios

generales que informan al derecho penal.

4°) Que corresponde desestimar, asimismo, la opinión –

que también suele sustentarse– proclive a aplicar

supletoriamente en el derecho administrativo sancionador el

plazo de cinco años establecido en el artículo 2515 del

Código Civil para la prescripción de largo tiempo, propia

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de las acciones ordinarias vinculadas al derecho de las

obligaciones, tanto por la distinta naturaleza que ostentan

las acciones relativas al ámbito sancionatorio –de

indiscutible pertenencia al campo del Derecho Público– y

aquéllas que sirven para salvaguardar las acreencias del

derecho común, inspiradas en principios jurídicos

pertenecientes al orden privado y reguladas en dicho

Código, como en razón de los fundamentos sobre los que

reposa el instituto de la prescripción extintiva.

En efecto, para que ésta pueda operar deben conjugarse

dos factores: por un lado el transcurso del tiempo y, por

el otro, la inactividad del acreedor, cuya desidia en la

cautela de su derecho es castigada por el legislador con la

prescripción de la acción pertinente.

Desde esta última perspectiva, no parece

razonablemente justificada la sujeción de ambas clases de

acciones al plazo común de prescripción de cinco años

previsto en el Código Civil, puesto que no es dable exigir

el mismo grado de diligencia y esmero en el resguardo de

sus intereses a personas con patrones medianos de cultura,

como son, en general, los destinatarios del derecho común,

que a los órganos de la Administración, institucionalmente

encargados de ejercer las potestades sancionatorias, cuyos

integrantes necesariamente deben contar con capacidades,

destrezas y recursos jurídicos, materiales y tecnológicos

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adecuados para cumplir con oportunidad el mandato que la

ley les impone en orden a fiscalizar y perseguir las

conductas que transgreden el ordenamiento administrativo en

procura de su adecuada sanción.

La conclusión, obvia, que de ello se sigue no puede

ser otra que los agentes fiscalizadores en lo

administrativo deben contar con un régimen general de

plazos más exiguos en el ejercicio de sus funciones de

supervisión que los que el ordenamiento reconoce al

acreedor común para la cautela de sus derechos.

5°) Que en el orden de los principios rectores y de

los razonamientos desarrollados precedentemente, no

corresponde dar cabida a las argumentaciones que a veces

suelen aducirse acerca de que un plazo de prescripción de

seis meses resultaría exiguo para sanciones relativas a

contravenciones que afectan a bienes jurídicos de

trascendencia en el ámbito social y económico. Dicha

consideración, si bien resulta atendible, no puede tener

cabida por cuanto se trata de una cuestión que está dentro

de la esfera de competencia del legislador, el cual cuenta

para ello con dos vías: establecer, con carácter general,

una graduación en los plazos de prescripción, atendida la

gravedad de las infracciones o bien fijar en la ley

particular un término de prescripción acorde con la entidad

de las contravenciones a sancionar, como ocurrió con la Ley

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N° 20.361, que modificando el artículo 20 del D.L. N° 211

de 1973 que fija normas sobre Protección a la Libre

Competencia, elevó a cinco años el plazo de prescripción de

las acciones destinadas a perseguir las conductas previstas

en la letra a) del artículo 3° de dicho cuerpo legal

(relacionadas con acuerdos colusivos entre agentes

económicos en desmedro de la libre competencia en los

mercados).

6°) Que al término de las reflexiones anteriores no

cabe sino concluir, en congruencia con las ideas en ellas

expresadas –que han sido, en lo esencial, compartidas por

la jurisprudencia reiterada de esta Corte– que, en ausencia

de una regla específica sobre el punto, las infracciones y

sanciones administrativas deben prescribir en el plazo de

seis meses establecido para las faltas en los artículos 94

y 97 del Código Penal.

7°) Que en la especie el hecho constitutivo de la

infracción aconteció el día 26 de diciembre de 2013,

iniciándose el sumario sanitario el día 10 de julio de

2014, el cual concluyó con la resolución exenta N° 8128 de

28 de noviembre de 2014 que impuso una multa de ochocientas

unidades tributarias mensuales a Compañía Minera Zaldívar,

por infracción al Decreto Supremo N° 40 de 1969 del

Ministerio del Trabajo y Previsión Social y del Decreto

Supremo N° 594 de 1999 del Ministerio de Salud. En

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consecuencia, aplicando el artículo 94 del Código Penal, la

infracción imputada a la reclamante se encontraba prescrita

al momento de ejercer el ente fiscalizador la acción

persecutoria correspondiente.

Con todo, del análisis del artículo 96 del Código

Penal, también se advierte que la prescripción extintiva se

suspende desde que el procedimiento se dirige contra él, lo

que en el caso de marras ocurrió 27 de diciembre de 2013,

por lo que cabe concluir que en ningún caso se ha

completado el plazo necesario para acoger la excepción de

prescripción.

Regístrese y devuélvase.

Redacción a cargo del abogado integrante señor

Quintanilla y de las prevenciones, sus autores.

Rol Nº 8420-2017.

Pronunciado por la Tercera Sala de esta Corte Suprema


integrada por los Ministros Sr. Sergio Muñoz G., Sra. María
Eugenia Sandoval G., Sr. Arturo Prado P., y los Abogados
Integrantes Sr. Álvaro Quintanilla P. y Sr. Jorge Lagos G.
No firman, no obstante haber concurrido a la vista y al
acuerdo de la causa, los Abogados Integrantes Sr.
Quintanilla y Sr. Lagos por estar ausentes. Santiago, 28 de
agosto de 2018.

SERGIO MANUEL MUÑOZ GAJARDO MARIA EUGENIA SANDOVAL GOUET


MINISTRO MINISTRA
Fecha: 28/08/2018 09:18:18 Fecha: 28/08/2018 09:19:22

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ARTURO JOSE PRADO PUGA
MINISTRO
Fecha: 28/08/2018 11:06:29

SQXGQKZBV
Autoriza el Ministro de Fe de la Excma. Corte Suprema

JORGE EDUARDO SAEZ MARTIN


MINISTRO DE FE
Fecha: 28/08/2018 11:45:33

En Santiago, a veintiocho de agosto de dos mil dieciocho, notifiqué en


Secretaría por el Estado Diario la resolución precedente.

JORGE EDUARDO SAEZ MARTIN


MINISTRO DE FE
Fecha: 28/08/2018 11:45:34

Este documento tiene firma electrónica y su original puede ser


validado en http://verificadoc.pjud.cl o en la tramitación de la causa.
En aquellos documentos en que se visualiza la hora, esta
corresponde al horario establecido para Chile Continental. SQXGQKZBV

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