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Existen muchos tipos de padres, aunque tal vez podamos reconocer con

facilidad dos 'escuelas' opuestas: padres permisivos frente a padres


autoritarios. Mientras que los primeros basan su educación en la libertad del
hijo como prioridad absoluta, los segundos se empeñan en demostrar quién
manda en casa.

Lo ideal sería encontrar un término medio, pero la cruda realidad es que estos
dos tipos de madres y padres permisivos o autoritarios en exceso, existen, y
que sus hijos, en la medida que ellos se afanan en mantener su sistema
educativo, crecen de una forma determinada. Aquí encontrarás la diferencia
entre estas dos 'escuelas' educativas, las diferencias en definitiva entre
hijos de padres permisivos frente a hijos de padres autoritarios.

Diferencias entre hijos de padres permisivos frente a


hijos de padres autoritarios

Evidentemente esto no se puede aplicar a todos los casos, porque siempre


hay matices entre estos dos sitemas educativos, pero sí es cierto que la
mayoría de hijos de padres permisivos y la mayoría de hijos de padres
autoritarios comparten a la larga algunas (o todas) de estas características.
Aquí tienes las diferencias entre hijos de padres permisivos frente a hijos
de padres autoritarios:

1. Hijos de padres permisivos: Los padres permisivos son aquellos que


basan su educación en ofrecer más libertad y autonomía a los hijos; son padres
complacientes que atienden los caprichos de los niños y no quieren privarles de
nada. Cuando nos referimos a padres permisivos no son padres que imponen
unas normas y límites pero que de vez en cuando deciden darles más libertad.
Nos referimos a los padres que intentan razonar las normas (nunca les dicen
'No', sino...'No te dejo hacer esto porque'...). Son padres muy afectivos que
apuestan por una buena comunicación con sus hijos e intentan llegar a un
acuerdo con ellos. No utilizan castigos físicos e intentan que su hogar sea una
democracia en donde los hijos también tienen voz y voto. Y sí, los hijos de
padres permisivos pueden desarrollar a la larga todo este tipo de conductas...

- Muy independientes y autónomos. Esta es una virtud, sin duda. Tanta


libertad hace que los hijos sean más independientes.

- Autoestima alta. Los padres confían en ellos. Se sienten parte importante


dentro del hogar. Su autoestima sube como la espuma. Pero a veces puede
llegar al exceso. Muchos de estos niños pueden llegar a manifestar
prepotencia.

- Problemas para controlar los impulsos. Tanta libertad les da alas para
mostrar sus impulsos sin tanta limitación, lo que les provoca algunos problemas
para controlar la ira o las rabietas. Sin límites ni normas en casa, podrán
desarrollar problemas de comportamiento.

- Problemas para relacionarse con los demás. Si desde pequeños no han


encontrado unos límites y unas normas, si se les ha dado todo... no sabrán
enfrentarse a los problemas cuando lleguen.

- Poco esfuerzo y perseverancia. Los padres permisivos suelen conceder


todos los caprichos de los hijos. ¿Resultado? Niños que no saben qué es el
esfuerzo y la perseverancia. Niños perezosos que no sabrán organizar su
tiempo porque nunca se les impuso una rutina. Esto a la larga les creará más
frustración porque no conseguirán alcanzar muchos de sus objetivos.
- Poca tolerancia a la frustración. Conceder todos los deseos del hijo y dejar
que se sienta igual que sus padres hará que no sepa enfrentarse a los
problemas cuando lleguen. El día en el que se den cuenta de que no se puede
tener todo,de que no siempre te dejan ser igualitario, de que hay que obedecer
una serie de normas, no serán capaces de enfrentarse a la frustración.

- Niños poco pacientes. Suelen ser niños que lo quieren todo al instante. Sus
padres les conceden los caprichos... ¿por qué tendrían que esperar?

2. Hijos de padres autoritarios: Los padres autoritarios tienen muy claro


quién manda en casa. En su hogar reina una especie de tiranía en donde los
padres dictan las normas y se deben respetar. Son inflexibles y no dejan que
los hijos participen. Sólo deben obedecer. Si no lo hacen, apuestan por el
castigo. Sus hijos a la larga pueden ser así:

- Autoexigentes y exigentes: A ellos se les exige mucho. No quieren


defraudar a sus padres y se convierten en niños muy autoexigentes pero que
también sabrán exigir a los demás.

- Valoran el esfuerzo y la perseverancia: Con tal de no defraudar a sus


padres, se esforzarán mucho por conseguir sus metas. Entenderán que el
esfuerzo es primordial y también la perseverancia para conseguir u objetivo.

- Baja autoestima. Los padres autoritarios no dejan que sus hijos opinen sobre
ninguna de las normas de la casa. Esto crea en sus hijos poca confianza en
ellos mismos y hace que sus autoestima baje.

- Retraído o rebelde. Dos posibles reacciones ante la imposición de normas


de forma estricta. En algunos casos, los niños lo asumen y se convierten en
hijos sumisos y retraídos. En otros casos, los niños intentarán escapar de las
normas y lo manifestarán en forma de rebeldía constante.

- Miedosos y mentirosos. Muchos de estos padres usan el castigo, incluso,


físico. Esto provoca en los niños miedo, temor, pero a la larga puede hacer que
busquen eludir el castigo. ¿Cómo? Mintiendo. Encontrarán en la mentira su
tabla de salvación.
- Agresivo. Si sus padres usaron con él la agresividad (verbal o física), ellos
aprenderán a hacer los mismo, y tenderán a reproducir ese patrón con sus
semejantes.

- Problemas para relacionarse con otros niños. Si los padres de estos niños
no les muestran afectos y se mantienen distantes y fríos, ¿cómo van a ser
capaces ellos de generar empatía? No sabrán controlar sus emociones y
tendrán problemas para relacionarse con los demás.

- Dependencia en la adolescencia. Cuando se imponen de forma autoritaria


una serie de normas y límites de forma tan estricta, en la adolescencia, el niño
no sabrá enfrentarse a su propia autonomía. Necesitará alguien que le guíe,
como ocurría de pequeño. Mostrará problemas emocionales.

Seguro que si en la época de nuestros padres o nuestros


abuelos alguien les hubiera hecho esta pregunta habrían puesto
cara de "¿de qué me estás hablando?", porque por entonces se
era el padre que se podía o se sabía y no se estudiaba tanto el
estilo de educación de los padres ni se relacionaba con el
posible resultado.

Sí, ya sé que la manera de ser de un individuo se determina por


su carácter innato, el entorno en el que vive, los amigos, etc.,
pero oye, los padres son la base de todo ello, y no es lo
mismo para un niño tener unos padres permisivos que unos
autoritarios, como no es lo mismo tener unos padres tigre que
unos helicóptero. ¿Qué tipo de padres sois vosotros?

Los padres permisivos


Empezamos con un tipo de padres que, por desgracia, creo que
abundan bastante hoy en día. Han huido del autoritarismo
imperante en décadas pasadas. Han decidido que eso de
castigar al niño, pegarle y el "porque lo digo yo" no es
exactamente lo que querrían hacer y optan por un estilo
educativo menos riguroso, dejando al niño mucha más libertad,
pero llegando a veces al punto de ser excesiva.

Eso en el caso de que hayan hecho ese ejercicio de rechazo


hacia lo que recibieron y han escogido hacerlo diferente,
porque puede suceder que eso no haya sucedido y que
simplemente estén haciendo lo que han hecho toda la
vida, ceder el mando a otro. Si de pequeños llegaron a ser
totalmente anulados por unos padres muy autoritarios que
consideraron que un niño bien educado es aquel
que obedece continuamente a sus padres, se convirtieron en
personas con poca capacidad de manejar ninguna situación,
dificultades para tomar decisiones e inseguras sin una guía
constante. Son personas muy capaces de hacer lo que se les
pide, pero muy incapaces de crear o tomar la inciativa.
Entonces, como padres, no es difícil que acaben por ceder
totalmente ante los niños, que muchas veces acaban por
tomar el mando de la situación.

Esto no es positivo, pues cuando un niño toma las decisiones el


peligro es evidente. Puede hacer lo que quiera, cuando quiera, y
puede someter a sus padres. Y ojo, no lo hace porque es un
pequeño diablo porque muchas veces, un niño con padres
permisivos, se porta muy mal porque está intentando llamar la
atención de los padres para que, de una vez por todas, cojan las
riendas del hogar: "te la estoy liando para que me digas de una
vez hasta dónde puedo llegar". Pero si los padres no lo hacen, si
siguen "obedeciendo", dejando al niño hacer lo que quiere o
limitándose a cantar "no hagas esto, no hagas lo otro" sin
ninguna autoridad para luego dejarlo por imposible, el mal
funcionamiento de la familia se puede enquistar y el niño
acabar creyendo que en realidad debe ser él quien controle la
situación. Como podéis imaginar, es un estilo de crianza muy
peligroso para los padres y peligroso para el niño, que debe
asumir un papel que no le pertoca.
Los padres poco involucrados
"Ahora no puedo", "¿No ves que estoy ocupado?", "Ahora no
tengo tiempo", "Cariño, ya voy para casa, ¿se han dormido ya
los niños?", son frases que se le pueden oír a los padres poco
involucrados en la educación de sus hijos. Tienen hijos
porque toca tenerlos, o porque la pareja desea tenerlos y ellos
(o ellas) no tanto. Sienten una mínima responsabilidad, pero se
involucran poco en la educación porque oye, "entre el colegio,
la tele, sus amigos o hermanos y los abuelos" ya le están
educando.

A menudo deciden incluso tener más de un hijo para que, de


ese modo, uno haga compañía al otro y la responsabilidad para
con ellos sea aún menor: "así ya juegan entre ellos y yo no
tengo que hacer nada", y "el mayor, que cuide del pequeño".
Ya, lo sé. Esto que estoy diciendo suena muy duro, frío,
calculador y premeditado, pero hay padres que tienen estos
sentimientos. Si os preguntáis por el origen, pues será
probablemente una vida llena de carencias e
insatisfacciones que les lleva a crecer y llegar a la edad adulta
aún con la sensación de tener que seguir recibiendo mucho de
los demás. Vamos, que sienten que el mundo aún les debe
mucho y, en consecuencia, ellos aún no están preparados para
dar demasiado a los demás. Ni siquiera a sus hijos.

¿La consecuencia? Pues niños que no se sienten demasiado


queridos, que se sienten rechazados, que pueden llegar a
tener baja autoestima y en consecuencia dificultades en las
relaciones sociales (por sentirse siempre inferiores), además de
bajos resultados académicos.

Los padres autoritarios


Son los de toda la vida. ¿Sabéis cuando alguien dice eso de
"esto se ha hecho toda la vida y no ha pasado nada"? Pues son
estos. Son los padres que consideran que los hijos deben
obedecerles, que deben hacer lo que ellos dicen, como si fueran
de su pertenencia y propiedad y pudieran tratarles con menos
respeto del que merecen.

Les castigan, les gritan, pueden llegar a pegarles para tratar de


enseñarles quién manda y cómo se hacen las cosas y tienden a
ejercer la autoridad por la fuerza, en vez de a través del diálogo.

Una de sus frases de bandera es "quien te quiere, te hará llorar",


y se la toman casi al pie de la letra porque consideran que
aquellos niños que son tratados con rectitud y disciplina están
siendo entrenados para una vida dura, en la que, teóricamente,
se desenvolverán mejor.

El problema es que se confunde el respeto con el miedo y los


niños no reconocen en realidad su autoridad, sino su capacidad
de hacerles daño físico o psicológico. Tienden a tener baja
autoestima, pueden llegar a ser demasiado sumisos y
obedientes y acabar anulados en su capacidad de tomar
decisiones y muchos llegan a ser adultos perdidos, que incluso
cuando sus padres ya no están, siguen pensando "qué
pensarían ellos si me vieran". Ante tal control, muchos niños se
vuelven mentirosos para evitar los castigos y las reprimendas y
el motivo para hacer el bien no es otro que evitar que a ellos se
les haga el mal.

Los padres helicóptero


Siempre sobrevolando a sus hijos, pendientes de todo, de
anticiparse a cualquier problema y poner remedio antes de que
aparezcan. Cuando son bebés es lógico ser así, pero poco a
poco los padres deben dejar de sobrevolar para ir dejándoles
más autonomía, a medida que ellos la van pidiendo.

Corren el riesgo de acabar convirtiéndose en los


mayordomos de sus hijos, por eso que lo hacen todo por ellos
aun cuando los niños son capaces de hacerlo por sí mismos.
Les eligen la ropa que se tienen que poner, se la ponen ellos
porque así van más rápido, les echan ellos el agua, les cortan la
carne y les quitan los ingredientes que no les gustan, si comen
fuera. De hecho, si comen fuera, les eligen la comida. Quieren
evitar cualquier problema y cualquier sufrimiento, pero se pasan
de largo porque, en cierto modo, viven la vida que deberían
vivir sus hijos.

Esto es un problema para los padres, que dedican su vida de


manera plena a vivir la de sus hijos y después, cuando el hijo
pide autonomía, lo entienden como un rechazo o como falta de
gratitud, y es un problema para los hijos, precisamente porque
aunque al principio, de pequeños, es positivo, más adelante no
lo es, porque no pueden crecer como individuos, al estar
limitados constantemente por las elecciones "correctas" de sus
padres. Vamos, que no pueden equivocarse nunca ni aprender
porque no pueden ni siquiera escoger cómo vivir.
Los padres tigre

Puestos de moda por la madre tigre, son aquellos padres que se


suman al carro de la educación oriental que tiene por
norma lograr sacar del niño su máximo potencial
productivo. El mundo de las emociones y la diversión queda
relegado a un segundo plano para entrar de lleno en la
competitividad más dura, donde debe destacar en el colegio,
estudiando mucho tanto dentro como fuera de la escuela,
tocando algún instrumento tratando de llegar al virtuosismo y
rechazando los juegos y juguetes, a menos que sean educativos,
pues se consideran una pérdida de tiempo.

A la vista de la sociedad, son niños espléndidos porque


muestran todo lo que una persona adulta aspira a ser: alguien
de éxito. Sin embargo, la lucha por lograr eso de pequeños
esconde una profunda dejadez en cuestiones de apego, de
empatía, de inteligencia emocional y son niños que pueden
llegar a mostrar muchas carencias en este sentido. Son niños
que muchas veces se rebelan ante la constante lucha por colmar
unas expectativas paternas muy elevadas (con frustraciones
importantes) o que incluso se vuelven tan perfeccionistas y
obsesivos que no disfrutan de sus logros, por aspirar siempre
a más.

Los padres democráticos

Los he dejado para el final porque son el tipo de padres que


todos deberíamos tratar de ser (o como mínimo conocerlos,
para tener la referencia de lo que, a día de hoy, se considera
ideal). Son padres muy comunicativos, que huyen de las
soluciones rápidas como el cachete a tiempo o los
castigosporque saben que la educación es un proceso a largo
plazo. Son capaces de establecer unas normas claras y las
explican a sus hijos para que las entiendan y las interioricen,
poco a poco. Les dejan autonomía para que puedan ir
aprendiendo a hacer las cosas, pero les observan por si
después, en privado, consideran oportuno hablar de ello.

Al hablar con los niños, tratan de hacerles pensar para que


caigan en sus propios errores, aunque en caso de que la
situación deba detenerse al instante (porque están molestando
o haciendo daño a alguien), actúan con rapidez para cortar la
acción, explicar por qué no debe hacerse eso y hacer ver la
diferencia entre lo que está bien y está mal, tratando de lograr
que el niño se ponga en el lugar de la otra persona.

No se les oye muchas veces un "No", aunque lo usan cuando es


preciso. Consideran que lo importante no es decir "No" a un
niño para educarle, sino tener claro cuándo utilizarlo. Para ello
son capaces de transformar un "no hagas eso" en un "si haces
eso, podría pasar esto otro".

Suelen gozar de buen humor, pasan mucho tiempo con los


hijos y establecen una relación de confianza con ellos tal, que la
comunicación es enriquecedora, los niños se sienten queridos y
seguros (con una autoestima alta en comparación con el resto
de niños) y todo es más fácil. Los niños tienden a ser más
sinceros y deciden comportarse bien porque quieren ser buenas
personas, y no para evitar ningún castigo, cachete o
reprimenda, precisamente porque sus padres no hacen uso de
todo ello.

Pero, yo soy más de uno, o un


poco todos, o depende de la época
Hablamos de estilos educativos, claro, y precisamente porque
somos humanos, seres racionales y cambiantes, podemos ver
que a veces es difícil situarnos en uno u otro estilo. ¿Qué tipo
de padres sois? Pues más de uno dirá que empezó siendo uno,
que luego pasó a ser otro y que ha acabado siendo el de más
allá. O que según qué momento es uno y según qué momento
es otro.

Bien, esto de ser padres no es nada fácil, creo que todos los que
lo somos lo tenemos claro, pero creo que es interesante tocar el
tema y las definiciones para conocer las posibles
consecuencias. Claro que nos vamos a equivocar muchas veces,
cientos de ellas, pero si el cariño está por delante, y sobre todo
las buenas intenciones, seguro que nuestros hijos (que también
se equivocan) sabrán entendernos.

Mientras tanto, mientras aprendemos, debemos tratar


de aproximarnos lo máximo posible al estilo de padres
democráticos, que se les llama así porque tienen muy en
cuenta la voz y el voto de sus hijos en las cuestiones familiares,
pese a que ellos no dejan de ser padres. Es decir, los niños no
están al mismo nivel de jerarquía, pero es algo que tampoco
hace falta dejar claro, porque al ser capaces de explicar las
normas, al ser capaces de dialogar con los niños, al ser capaces
de dar las razones y dedicar tiempo a ello, ellos, los hijos,
aceptan que ellos, los padres, tienen la autoridad para
serlo (los niños no sienten la necesidad o la obligación de
tomar el mando, como en el estilo permisivo).

¿Y cómo lo hago?
Pues eso me pregunto yo muchos días, cómo hacer para llegar
a ser un padre democrático, porque hay días que lo hago de
libro, pero hay días que me quedo solo en el intento y que me
cuesta sacar la pata de lo hondo que la he metido. Pues no
tengo muchos consejos, pero lo que a mí me suele funcionar es
el respirar un momento, no tratar de forzar las cosas, para que
salgan solas, y probar con pasar más tiempo con ellos.
Sorprendentemente, cuando les dedicas más tiempo, la
comunicación empieza a fluir mejor, la relación se restaura (si se
había deteriorado) y empiezan a escucharte más que cuando
estás tan ocupado que acaban haciendo lo posible por llamar tu
atención (por las buenas y por las malas).

Ánimo, paciencia, no os torturéis por los errores que habéis


cometido y que seguro cometeréis, tened claro que son niños, y
que ellos también se equivocan (y hacen cosas inexplicables),
pero interiorizad que ellos están aprendiendo y tienen más
excusa. ¡Ah!, y como digo, pensad que muchas de las cosas que
hacen son porque buscan nuestra atención, esa que, por lo
que sea, llevamos unos días sin darles.

Más información | Psychologies

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