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MODULO VII:

Relación Terapéutica

-INTRODUCCIÓN
-DEFINIENDO LA PSICOTERAPIA Y LA RELACIÓN TERAPÉUTICA COMO MODELO
PARA EL CAMBIO

-VARIABLES DE LA RELACIÓN TERAPÉUTICA EN SENTIDO AMPLIO


-VARIABLES DE LA RELACIÓN TERAPÉUTICA EN SENTIDO ESTRICTO
-ELEMENTOS BÁSICOS DE LA RELACIÓN TERAPEÚTICA
-LA RELACIÓN TERAPEÚTICA COMO VÍA DE CAMBIO COGNITIVO
-EL PROCESO PSICOTERAPEÚTICO
-EN TORNO A LA CUESTIÓN DE LOS SENTIMIENTOS DEL TERAPEUTA SISTÉMICO

-LAS POLÍTICAS DE SALUD Y ACCIÓN SOCIAL HACEN UN APORTE SIN IGUAL


-CONTEXTO SOCIAL DEL TERAPEUTA
-ALGUNAS TÉCNICAS QUE FAVORECEN LA RELACIÓN TERAPÉUTICA
-TÉCNICAS DIRIGIDAS A DESARROLLAR EL SENTIDO DE COLABORACIÓN
-TÉCNICAS DIRIGIDAS A SOLIDIFICAR LA RELACIÓN
- LA INTELIGENCIA EMOCIONAL DEL TERAPEUTA
- EL USO DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA TERAPIA

-ACTITUDES Y CONDUCTAS INADECUADAS DE LOS PACIENTES


-MÉTODOS DE LA T.R.E PARA VENCER LA RESISTENCIA
-MÉTODOS PARA DEBATIR LAS CREENCIAS IRRACIONALES QUE SUBYACEN A LA
RESISTENCIA

-ACTITUDES Y CONDUCTAS INADECUADAS DEL TERAPEUTA EN LA


PSICOTERAPIA COGNITIVA
-PRÁCTICA: EL SISTEMA DE OBSERVACIÓN DE LA ALIANZA TERAPÉUTICA
-ESTRATEGIAS PARA LA FORMACIÓN DE TERAPEUTAS EN TERAPIA
ESTRATÉGICA
-EVALUACIÓN- INTEGRACIÓN

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INTRODUCCIÓN

El presente trabajo de recopilación realizado por la Lic. Belén Povedano, está


orientado a:

-Ofrecer al alumno/profesional un espacio de reflexión y formación acerca de los


fundamentos teóricos respecto de la importancia que la R. Terapéutica tiene en
todo proceso terapéutico.

-Motivar la búsqueda y autoexploración del propio estilo terapéutico, a partir del


reconocimiento de las propias fortalezas.

En psicoterapia esta variable es considerada una importante contribuyente a


la mejoría del paciente, más allá de las diferencias en las apreciaciones de cada
autor respecto del grado de esta importancia. Tal y como lo expresan
Beutler y Clarkin1(1990: 166), para entender el rol de la relación terapéutica en
los resultados del tratamiento, debemos considerar por un lado, la compatibilidad
entre terapeuta y paciente en función de los atributos que ambos llevan al
contexto terapéutico, dado que pueden fortalecer la conexión entre ellos. Por otro
lado es conveniente tener en cuenta cuidadosamente aquellas cosas que el
terapeuta puede hacer para facilitar el desarrollo de una relación compatible,
dado que esto puede conllevar la superación de resistencias dentro de la sesión
y el establecimiento de un contrato colaborativo que mantenga a ambos
participantes motivados y comprometidos.

Esta recopilación consta de cuatro secciones, coincidentes con las cuatro clases
de este módulo. A su vez recoge conceptos y elaboraciones de diversos
autores y modelos, resultando en una síntesis basada en una visión ecléctica e
integrativa.

Lic. Luciana Fozzatti


Coordinadora de Capacitaciones

1
Beutler, Larry E. y Clarkin, John F. (1990). Systematic treatment selection. Toward targeted therapeutic
interventions. Bristol, PA (U.S.A.): Brunner/Mazel.

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Definiendo la Psicoterapia y la Relación Terapéutica como modelo para el cambio

Antes de iniciar nuestra búsqueda hacia los conceptos referidos a la Relación


Terapéutica, nos parece oportuno recordar a modo de referencia, una definición de la situación
bajo la cual se genera la R.T: la Psicoterapia.

Podemos situarnos en un enfoque integrativo, y entonces pensar acerca lo que Prochaska


refiere sobre una buena definición. Una definición aceptable posee entonces varios rasgos
distintivos (Norcross, l987b). Primero debería operacionalizar el fenómeno clínico en una
manera relativamente concreta. También debería ser teórica, y de ser posible semánticamente
neutral. Y también debería ser concensuada, sujeta al acuerdo y verificación por
psicoterapeutas de diversas perspectivas. Y por último, debería tratar a las teorías
equitativamente, sin sacrificar la integridad de ningún enfoque.

Una definición posible sería entonces:

“La psicoterapia es la aplicación informada e intencional de métodos clínicos y posturas


interpersonales derivadas de principios psicológicos establecidos, con el propósito de ayudar
a las personas a modificar sus conductas, cogniciones, emociones y/u otras características
personales, en direcciones que los participantes consideren deseables”.

Igualmente cualquier actividad definida como psicoterapia debería ser conducida solo con el
propósito de ayudar a las personas” en la consecución de objetivos mutuamente
acordados.

Factores comunes

A pesar de las diferencias teóricas, hay un núcleo central y reconocible de la


psicoterapia. Este núcleo distingue a ésta de otras actividades, y está compuesto por
factores comunes o variables no específicas comunes a todas las formas de psicoterapia y
no específicas de una terapia en particular.

En l940 Watson reportó resultados de un encuentro realizado para determinar áreas de


acuerdo entre sistemas de psicoterapia. Los participantes incluyendo figuras como
Rosenzweig, Adler y Rogers, acordaron que el apoyo, la interpretación el insight, el cambio
conductual y una buena relación terapéutica, así como también ciertas características del
terapeuta, eran elementos comunes a los enfoques de psicoterapia exitosos.

Desde un enfoque integrativo, los factores comunes estará guiados por los resultados de un
estudio que revisó 50 publicaciones (Grencavage y Norcross l990) El análisis reveló que los
elementos comunes más consensuados eran:

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-Las expectativas positivas de los clientes

Es una de las variables más investigadas y debatidas. La hipótesis de la mayoría de estos


estudios es que el tratamiento se fortalece en la medida que los clientes esperan que el
tratamiento será efectivo. Las expectativas positivas añaden efectividad.

- Una relación terapéutica facilitadora.

La psicoterapia es en el fondo una relación interpersonal., una fuerte alianza terapéutica.


Datos de investigaciones revelan que la mayor variación en los resultados terapéuticos
tiene que ver con factores preexistentes del cliente, tales como las expectativas del cambio
y la severidad del desorden.

La relación terapéutica está relacionada con la segunda mayor porción de cambio y las
variables técnicas vienen en un distante tercer lugar.

Existen en un extremo, algunos sistemas de psicoterapia como los conductistas radicales que
ven la relación terapéutica como poco importante. En algunas escuelas de Terapia
cognitiva, ven la relación entre cliente y el clínico como una precondición necesaria para que la
terapia proceda.

En otro extremo, se encuentra la Terapia C. en el Cliente, de Rogers para él la relación


terapéutica es el proceso esencial que produce cambios.

Presentamos brevemente su criterio para que podamos utilizarlos para comparar sistemas
sobre la naturaleza de la relación terapéutica.

1. De las dos personas en la relación, el terapeuta debe ser más congruente o


emocionalmente más saludable que el cliente.

2. El terapeuta debe relacionarse de un modo genuino.

3. El terapeuta debe relacionarse con una consideración positiva incondicional.

4. El terapeuta debe relacionarse con una empatía adecuada.

Consideramos que la psicoterapia es un proceso de influencia y persuasión


interpersonal, y en la medida en que esta relación aparezca como una alianza, la atmósfera a
que da lugar puede permitir que el cliente sea persuadido a cambiar. Más
específicamente, consideramos como psicoterapia sólo aquellos tipos de influencias
caracterizados por:

- Un terapeuta experimentado y socialmente acreditado, cuyos “poderes de curación” son


aceptados por el paciente y por su grupo social o por un segmento importante de éste.

- Alguien que sufre y busca alivio en el terapeuta.

- Una serie mas o menos estructurada y circunscrita de contactos entre el terapeuta y el


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paciente, por cuyo medio aquél trata de obtener ciertos cambios en el estado emocional del
paciente, y en sus actitudes y conducta. Todos ellos creen que estos cambios lo ayudarán.
Aún cuando pueden emplearse auxiliares físicos y químicos, la influencia curativa se ejerce
principalmente mediante palabras, actos y rituales, en los cuales participan conjuntamente
el paciente, el terapeuta y, si interviene, un grupo.

Variables de la relación terapéutica en sentido amplio

En general, podemos describir la relación terapéutica como un tipo especial de vínculo


caracterizado por la presencia de cuatro elementos principales: un terapeuta, un cliente, la
relación entre ellos, y el contexto donde esas variables estructuran su dinámica relacional
particular.

El terapeuta: R. Opazo (1992) caracteriza la función del terapeuta diciendo: “...es


efectivo que podemos estar atrapados en nuestra propia biología sin acceso real a nada
más. Es cierto que podemos no existir en modo alguno. Es cierto que podemos dudar de todo
y luego dudar de nuestras dudas en un proceso interminable. Sin embargo, alguien tiene que
ocuparse de las personas y de sus problemas aún asumiendo el riesgo que los problemas sean
ficticios y que las personas ni siquiera existan...”. Si bien no queremos desafiar a tal
extremo las leyes de la clínica cotidiana, que nos indica que las personas y los problemas
efectivamente existen, nos interesa destacar la idea de que los terapeutas se ocupan de las
personas y de los problemas.

También podríamos caracterizar al terapeuta como aquel que administra la psicoterapia. En


este sentido, podríamos decir que la diversidad de profesionales que practican las muchas
formas de psicoterapia es casi tan grande como la gama de quienes tratan de ayudar. Los
psicoterapeutas que se desenvuelven en la tradición naturalista constituyen un grupo
relativamente pequeño especialmente adiestrado para esta práctica: existe un número
mucho mayor de profesionales que practican la psicoterapia sin rotularla de tal con relación a
sus actividades, y luego un ejército de no profesionales con distintos períodos de
preparación. Sin embargo, los psicoterapeutas, en el sentido relevante aquí, son
aquellos que entran en el campo de la psicoterapia a través del estudio científico del
pensamiento y la conducta humanos, y son los que realizan la mayor parte de la investigación
sofisticada en este campo. El campo de la psicoterapia, no obstante, está pasando por una
aguda crisis de identidad que comprende a profesionales y subprofesionales, métodos,
ambientes y personas para quienes la psicoterapia presenta un remedio a sus males, y no se
vislumbra una solución satisfactoria.

Por otro lado, con el tiempo también ha ido modificándose la visión que se tiene
del terapeuta, quien ha ido pasando de ser una figura oscura, enigmática y reservada, a
quedar en una posición mas transparente, mas expuesta. Esto, que aparecería como una
desmitificación del rol del terapeuta, ha sido un factor clave a la hora de centrar la práctica de
la psicoterapia dentro de un espacio de limitaciones identificables, permitiendo, a su vez,
reducir la omnipotencia de las expectativas. Además, los psicoterapeutas con el tiempo han
ido descubriendo que su tarea puede ser emprendida en compañía de otro profesional,

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siendo la co-terapia el primer ensayo en este sentido. Es decir, nuevas propuestas
de trabajo han ido incrementando el número de profesionales implicados en un acto
psicoterapéutico.

El cliente o paciente: Si bien podemos abogar por la utilización de uno u otro


término, en la práctica cotidiana éstos son, generalmente, usados como sinónimos, al
parecer por una cuestión de practicidad, o también de peso en relación con la dominancia
que el modelo médico tradicional ha ejercido durante mucho tiempo. Lo que sucede, de
hecho, es que algunos modelos psicoterapéuticos priorizan la utilización de uno u otro
término. Por ejemplo, los terapeutas de conducta (con o sin apoyatura cognitiva) parecen
tener predilección por el término cliente. Los terapeutas enmarcados en un modelo
sistémico estratégico, en coherencia con sus planteos teóricos y técnicos, diferencian entre
consultante (la o las personas que solicitan una entrevista), y paciente identificado (aquella
persona que se presenta como portador del síntoma o del problema, que puede
corresponder o no con aquella que pide la entrevista, y que puede no ser una sola persona,
como es el caso en que el problema sea definido por los consultantes como un problema de
pareja o familiar, en cuyo caso la pareja o la familia llevaría este título). Los terapeutas
enrolados en modelos psicodinámicos parecen tener sentirse mas a gusto utilizando el término
paciente.

Independientemente del nombre que le demos, podríamos decir que el cliente o


paciente es aquella/s persona/s que recibe/n la psicoterapia. Es decir, hay alguien que
experimenta algún grado de sufrimiento y busca alivio mediante su presentación a una
situación de psicoterapia. A este respecto podemos establecer, arbitrariamente, algunas
clasificaciones posibles, que aborden el tema desde las condiciones que podrían hacer que
una persona busque asistencia psicoterapéutica.

1- Clasificación basada en la población de pacientes: Se ha hecho una diferenciación


de las personas que se someten a alguna forma de psicoterapia de acuerdo a las
diferentes poblaciones de pacientes para las que la psicoterapia constituye, al menos,
parte de su tratamiento. Si bien esta clasificación es heterogénea y data de algunos años (J.
D. Frank, 1961), provee una visión bastante comprensiva sobre los posibles consumidores de
psicoterapia. Estos serían:

- Pacientes que se hospitalizan por sentirse incapaces de realizar las tareas corrientes de la
vida y que por tanto necesitan de protección. Constituyen el grueso del grupo los seniles y los
esquizofrénicos.

- Pacientes neuróticos, cuyos estados de angustia parecen relacionarse con una sensación de
tensión emocional crónica y que a menudo involucra algún desequilibrio orgánico.

- Pacientes psicosomáticos, afectados por dolencias como el asma, la úlcera péptica y ciertas
enfermedades de la piel, en quienes trastornos bien definidos de algún órgano parecen
vincularse con estados de tensión emocional.

- Pacientes crónicos. Aquí se incluyen los tres precedentes, más aquellos pacientes con
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alguna enfermedad o incapacidad no relacionados inicialmente a causas
psicológicas: pérdida de un miembro, epilepsia, reumatismo visceral (corazón), etc. Aquí se
requiere psicoterapia porque los estreses emocionales creados por la enfermedad crónica
suelen contribuir más a la angustia e incapacidad de estos pacientes que su afección
corporal.

- Sujetos cuyas conductas contrastan con las normas y valores de la sociedad, y revisten
aspectos morales, médicos y legales inseparables. Son pacientes en el sentido de que se
hallan atrapados en esquemas de conducta que son incapaces de controlar. La conducta
desviada parece ser, a menudo, resultado de dificultades emocionales que tienen sus raíces
en experiencias perturbadoras de la infancia, como malos tratos o descuidos por parte
de los padres, hogares deshechos y falta de una socialización que fortalezca conductas pro
sociales.

- Pacientes que reaccionan con crisis emocionales ante problemas de la vida cotidiana que
trascienden momentáneamente sus capacidadesde adaptación.

- Pacientes que tienen dificultades crónicas para hacer frente a la vida y buscan ayuda en
sus luchas con problemas tales como identidad y alineación. Recurren a la psicoterapia
para resolver sus inquietudes espirituales o el sentimiento de que no obtienen de la vida todo
lo que debieran

- Practicantes de psicoterapia, que deben someterse al tratamiento psicoterapéutico


como parte de su práctica previa al ejercicio formal de la profesión.

2-Clasificación basada en conductas funcionales y específicas: Aquí se tendría en


cuenta la detección de las variables en juego, para intentar identificar cual es la conducta
ineficaz. Basados en el esquema E-O-R-C, y centrándonos en la variable de RESPUESTA,
podríamos identificar tres clases de conducta desadaptada, de acuerdo a características de
tres categorías diferentes:

-Por déficit: Frente al estímulo, la respuesta del individuo queda en menos

- Por exceso: Frente al estímulo, la respuesta del individuo está sobredimensionada

- Por inadecuación: La respuesta no tiene nada que ver con la naturaleza del estímulo

Estos tipos diferentes de conducta (abierta o encubierta) son los que harían que una
persona busque asistencia psicoterapéutica, frente a las dificultades de adaptación que
plantean.

3- Clasificación basada en la motivación. Toda investigación actual en psicoterapia


adjudica un papel protagónico al concepto de motivación, que se ha verificado que es el
factor de mayor peso predictivo en cuanto al resultado del tratamiento,
independientemente de la orientación de éste. Entendiendo motivación como disposición a,
podríamos decir que las personas buscan psicoterapia “motivadas a”:

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- Lograr un alivio siempre que no haya que cambiar nada

- Buscar un alivio a través de un cambio

- Buscar alivio a través de la comprensión de las razones inconscientes que lo llevaron a


perseverar en su conducta

- Estar dispuesto a hacer algo para que otro cambie

- Conocerse

- Hacer algo para que le digan si tiene algún problema (consulta o psicodiagnóstico)

- Tener un terapeuta como símbolo de status o para ser igual que los demás, o contar
con alguien incondicional

- Aliviarse de su síntoma con medicación.

La relación entre el terapeuta y el cliente / paciente: Incluso entre psicoterapeutas,


existen puntos de vista contradictorios con respecto al grado de importancia que se le da a los
aspectos de la relación terapéutica. Para una minoría de teóricos y terapeutas, estas variables
son la esencia del tratamiento. Para otros muchos, las variables de la relación y de la
compatibilidad interpersonal, aunque consideradas muy importantes, tienen un valor
secundario en cuanto al lugar que ocupan en los efectos terapéuticos, y se las rotula
“comunes” o “no específicas”, separándolas de los contribuyentes “específicos” para los
resultados.

Los problemas de identificación y diferenciación entre variables específicas y variables


comunes (o no específicas) como contribuyentes a la efectividad de un tratamiento, es algo
no resuelto. La química de la compatibilidad personal ha sido (y es) pobremente entendida. Y
sí, es la esencia de mucho de lo que hacemos.

El contexto: Aquí es importante la noción de que el comportamiento de un individuo


puede ser entendido como parte y función de patrones de interacción con otros. Si ese
contexto se altera, el comportamiento del individuo se modificará. En terapia esta idea se
puede utilizar de la siguiente manera: el terapeuta, una vez que se ha iniciado la terapia, es
parte del contexto del cliente, y debiera ser la parte más flexible de ese contexto, la mas capaz
de producir cambios que produzcan cambios.

La relación terapéutica no ocurre en el aire, sino en un contexto determinado,

y es en éste donde el paciente recrea, define y eventualmente resuelve sus problemas.

Esta idea de contexto es útil para: analizar la contribución de los terapeutas al desarrollo de
procesos terapéuticos, estudiar cómo el desarrollo de las ideas y el prestigio de los
modelos son también contribuyentes, y ocuparse de organizar contextos mas favorables
para que el terapeuta pueda operar con efectividad.

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Variables de la relación terapéutica en sentido estricto.

Habitualmente el terapeuta atribuye el progreso terapéutico a méritos propios y de


sus teorías y técnicas específicas. Sin embargo, en términos generales, las investigaciones
muestran que el cambio terapéutico es atribuible a variables inespecíficas del paciente, del
terapeuta y de la relación. Estas variables serían:

Fuerzas de cambio del paciente: Son diversas variables del paciente, significativas en el
proceso de cambio terapéutico. Podemos mencionar:

-Expectativas. Desde que el paciente decide ingresar a terapia (o incluso antes), activa un
conjunto de expectativas acerca de lo que ocurrirá. Estas expectativas de cambio que muchos
pacientes se auto generan, serían una especie de “punto base” del proceso terapéutico.
Las expectativas de cambio del paciente pueden verse fortalecidas por variables tales
como el encuadre terapéutico, la seguridad del terapeuta, la confianza del paciente en el
terapeuta, etc. Incluso algunos autores han planteado que cualquier técnica puede ser
efectiva, total o parcialmente, si es presentada con una gran seguridad y si se generan
expectativas de mejoría.

-Motivación. Se ha señalado que para que un paciente cambie, el primer requisito es que
quiera cambiar. Para esto los terapeutas están enfatizando cada vez más la necesidad de
que el paciente asuma desde un comienzo un fuerte compromiso con el cambio terapéutico.

-Tipo de desajuste y características de personalidad. Ambos aspectos influirán


sustancialmente en el éxito terapéutico. La severidad del diagnóstico podría
relacionarse con una mayor resistencia al cambio terapéutico. Y, más allá de la severidad,
ciertas características de personalidad influirían también como fuerzas de cambio. Se
puede hipotetizar, por ejemplo, que los pacientes con locus interno de control se
beneficiarían más con terapias no directivas.

-Susceptibilidad a la influencia personal y capacidad adaptativa. Son atributos personales de


los pacientes, que estarían relacionados con la capacidad para aprovechar los aportes de la
psicoterapia.

-Otras características personales. El candidato ideal para la psicoterapia ha sido


caracterizado por la sigla JAVIE (joven, atractivo, verbal, inteligente, exitoso). Estos
rasgos indudablemente equipan al individuo para enfrentar los problemas de la vida y,
además, lo predispondrían favorablemente para terapias que apunten al auto examen y a la
conceptualización de sentimientos.

-Grado de malestar emocional. La contribución de la perturbación emocional para establecer


una fructífera relación terapéutica se advierte en estos hechos: cuanto mayor el grado
general de angustia expresado, medido por una lista de síntomas, tanto mas probable que
el paciente continúe el tratamiento, en tanto que, a la inversa, dos categorías de pacientes
de muy difícil tratamiento nada tienen en común entre sí excepto falta de angustia.

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-Índole específica de la angustia. Los pacientes que manifiestan tener dificultades en
situaciones interpersonales, indicando con ello que aceptan la psicoterapia, tienden a seguir
el tratamiento más tiempo que aquellos quejosos, sobre todo de síntomas somáticos. Estos
últimos responden menos satisfactoriamente al tratamiento. La absorción del malestar en
dolencias corporales, se entiende con frecuencia como un intento por rehuir relaciones
interpersonales. No se espera, pues, que esos pacientes lleguen a una relación íntima con el
terapeuta.

-Fuerzas de cambio del terapeuta: Son muchas las variables del terapeuta que pueden
aportar fuerzas de cambio. Es el caso de las variables “rogerianas” tales como: la calidez,
empatía, autenticidad, capacidad de aceptación incondicional del otro. También se ha
enfatizado el rol de la seguridad, experiencia, consistencia, inteligencia, dinamismo,
flexibilidad, simpatía, capacidad para comprometerse con el paciente, objetividad,
creatividad, intuición, etc. En realidad, una lista exhaustiva sería interminable. Quizás la
que mas se ha valorado por su aporte al cambio es la empatía, pero se trataría de una
condición necesaria aunque no suficiente. También se ha destacado el rol de la calidez.
Además, al parecer los terapeutas tienden a escoger enfoques psicoterapéuticos según su
personalidad.

En resumen, podríamos decir que lo que parece claro es que la empatía, calidez y
autenticidad del terapeuta constituyen condiciones necesarias pero no suficientes, y que
además es preciso que estas características del terapeuta sean percibidas por el paciente,
no basta con que existan.

Los escasos estudios objetivos de las cualidades personales del buen terapeuta son
de tres tipos. El primero define la competencia de un terapeuta en función de los juicios
que sobre él emiten sus colegas o superiores, el segundo en función de las opiniones de sus
propios pacientes, y el tercero en términos del propio éxito real.

El buen terapeuta surge del primer tipo de estudio (juicios emitidos por sus colegas)
como buena persona en general: es inteligente y responsable, posee un juicio recto y es
creativo. Se lo juzga como sincero y capaz de ofrecer una afabilidad controlada a sus pacientes;
esto es, se deja llevar algo emocionalmente a la situación del paciente pero sin perder
objetividad. Además, el tipo de relación que ofrece a sus pacientes se armoniza probablemente
con su cuadro general de conducta social. Si se conceptúa que cualidades como la confianza
en sí mismo y la energía contribuyen al éxito de un psicoterapeuta, luego la ansiedad
debería obrar en su contra, y existen estudios que confirman precisamente esta hipótesis.

Los juicios sobre terapeutas, emitidos por sus pacientes, coinciden con los de los
propios colegas en cuanto a las cualidades personales vinculadas con el éxito en un
tratamiento. El “buen terapeuta” fue definido como: perspicazmente atento a lo que oye,
interesado, benigno y preocupado, amigo cálido y natural, dispuesto a ofrecer consejo en
forma directa, habla el propio lenguaje que el paciente, es sensato y rara vez suscita un enojo
intenso.

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En términos del éxito real de un terapeuta y su vinculación con algunos aspectos de
su personalidad, las características que se han asociado al éxito son la versatilidad y la
flexibilidad. Esto implica tener la capacidad para desempeñar muchos roles y utilizar muchas
técnicas, a fin de adaptar la terapia a las necesidades y a la idiosincrasia de cada paciente.

Como broche a esta sección sobre los atributos personales del terapeuta cabe
agregar como hecho probable, que el más importante ha escapado del estudio sistemático.
Este atributo es el poder de curar o carisma. En tanto el calor humano, la energía, la
persuasiva y cualidades similares son algunos de sus ingredientes, su esencia ha eludido la
definición científica. Cada edad produce personas con grandes poderes de curación que son a
menudo asombrosamente eficaces. Algunos llegan a crear escuelas basadas en las doctrinas
que ellos mismos han creado para explicar sus aptitudes de curar. Es muy posible que la
capacidad de curar, al igual que el talento musical, esté vastamente difundido entre los
hombres aunque de manera muy despareja. Si una persona ha nacido lamentablemente sin
oído para la música, no habrá entrenamiento que lo haga convertir en músico. Dado un
mínimo de talento musical y la determinación necesaria, sin embargo, cualquiera puede
practicar hasta convertirse en un ejecutante competente, pese a que nunca llegará a
virtuoso. Lo mismo podría decirse del talento psicoterapéutico.

Fuerzas de cambio de la relación terapeuta paciente: La psicoterapia es un proceso


interaccional en el que cada estrategia clínica influye en y es influida por la relación
terapeuta paciente. En líneas generales, todos los enfoques valoran la importancia de la
relación terapéutica, lo que algunos llaman alianza terapéutica.

No obstante las dificultades de evaluación, se ha señalado que una alianza de trabajo


colaborativa, medida en las primeras sesiones, ha mostrado asociaciones positivas con los
resultados terapéuticos. Se ha comprobado también que una buena relación potencia las
técnicas específicas. En un sentido inverso, una deficiente relación terapéutica no sólo
deriva en fracaso terapéutico, sino frecuentemente en la interrupción de la terapia.

En general, el rol de los afectos en la relación ha sido muy enfatizado por los clínicos.
Dado que una importante parte de cualquier relación interpersonal son los sentimientos que
uno tiene acerca de sí mismo y del otro en la relación, la oportunidad para los clientes
de tener una relación abierta y honesta en la cual puedan verdaderamente tratar con
estos sentimientos, muchos de los cuales les han sido problemáticos, es una experiencia
potencialmente invaluable.

Se ha sostenido que terapeutas competentes de todas las orientaciones teóricas


son capaces de establecer un sentido de colaboración mutua con sus clientes. No
obstante, cada enfoque tiende a delimitar sus reglas del juego de los que considera una buena
relación terapéutica. Así, la actitud más bien impersonal de un psicoanalista clásico tiende a
ser muy diferente de las actitudes activamente hostiles que suele adoptar Ellis, o del
empirismo colaborativo y socrático de Beck.

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ELEMENTOS BÁSICOS DE LA RELACIÓN TERAPEÚTICA

Describiremos los elementos básicos y necesarios de la relación terapéutica que permiten


el buen desarrollo de la terapia. Para ello nos vamos a referir tanto a la descripción que hace
Beck (1979) como Ellis (1989) de estos elementos relacionales.

1- Características deseables del terapeuta.

En la C.T (Beck, 1979) se consideran como necesarias, pero no suficientes, que el terapeuta
posea tres competencias relacionales (Rogers, 1951): Aceptación, Empatía y Autenticidad.
Por aceptación se entiende el interés mostrado por el terapeuta hacia el paciente y su
problemática. Interés que no debe de ser demasiado efusivo ni proteccionista. Hay que
señalar que las muestras de este interés terapéutico son interpretadas por el paciente, y
que el grado de aceptación percibida pesa más que la conducta del terapeuta al respecto. Para
detectar esas percepciones es útil utilizar preguntas de feedback dirigidas al paciente, y utilizar
sus respuestas para modular las expresiones de aceptación (p.e "¿Qué piensas y sientes
sobre mi forma de relacionarme contigo?... ¿Qué piensas que siento sobre ti?"). La empatía
se refiere a la habilidad del terapeuta de entrar en el mundo del paciente y
experimentar cognitiva y afectivamente el mundo como lo hace este. El terapeuta puede
facilitar esta labor si devuelve al paciente expresiones referentes a su modo de percibir los
eventos y sus estados emocionales asociados, haciéndolo en forma de hipótesis a
contrastar por el feedback del paciente (p.e, "Cuando usted se encuentra en una reunión
y nadie le dirige la palabra parece pensar que nadie se interesa realmente por usted y
entonces comienza a sentirse muy triste y solitario, le gustaría que alguien tomara la
iniciativa, pero nadie parece hacerlo...¿podría ocurrir así?"). Incluso el terapeuta empático
puede evitar hacer juicios peyorativos sobre la conducta del paciente y sus problemas
relacionales (p.e resistencias) si tiene la habilidad de tener empatía hacia estos problemas.

Puede incluso desarrollar "ensayos cognitivos" sobre las actitudes y emociones del paciente
(p.e imaginándose asumiendo actitudes y emociones similares a la del paciente) y generar
así alternativas a las mismas. La última habilidad, la autenticidad, se refiere a la franqueza
del terapeuta con el paciente, para que este tenga una imagen realistas de lo que puede
(y no puede) esperar sobre el terapeuta o la terapia. Sin embargo es conveniente que
esta franqueza sea conjugada con la diplomacia y se manifieste en momentos oportunos.
Al igual que las otras dos habilidades la percepción del paciente sobre ellas es él, principal
determinante de su reacción, por lo que las "preguntas de feedback" son fundamentales para
adecuarlas a cada caso concreto.

La R.E.T (Ellis, 1989) comparte, en general, los principios antes expuestos con respecto a
la C.T Además puntualiza otra serie de factores. Señala la conveniencia de no mostrar una
excesiva cordialidad hacia el paciente; ya que aunque esto podría hacerle mejorar a corto
plazo, reforzaría sus creencias irracionales de aprobación, dependencia y baja tolerancia a la
frustración. Otro factor es que los terapeutas es deseable que tengan una inclinación
personal de tipo filosófica y cognitiva para aplicar esta terapia de manera mas
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congruente. Se apunta también a que el terapeuta sea capaz de manejar, si aparecen
(cosa frecuente) sus creencias irracionales de aprobación, éxito y autovaloraciones
respecto a las manifestaciones del paciente y la evolución de este. El humor
es otra característica deseable; ya que puede suponer un recurso antidogmático importante
ante la excesiva "seriedad" dada a veces a la visión de los problemas y la terapia. Y como
última habilidad se apunta la flexibilidad con la propia terapia, adecuándola al caso concreto;
y no siempre "teniendo que" desarrollarla de forma directiva y con el mismo "manual".

2- LA INTERACCIÓN TERAPEÚTICA:

La psicoterapia cognitiva considera que hay 3 factores básicos que ayudan a mantener la
relación terapeútica iniciada (Beck, 1979):

A) La confianza básica: Se trata de la percepción del paciente que ve la relación con el


terapeuta como segura y no amenazante y que le permite expresar sus dificultades con la
esperanza de encontrar solución a sus dificultades. El terapeuta sopesa su intervención (p.e
elicitando feedback del paciente) y ajusta su rol (directividad, formalidad, límites, etc.) a
las respuestas del paciente. En general, en la primera fase del tratamiento, suele emplear más
la empatía, aceptación y autenticidad, para así fomentar la confianza básica. En una
segunda fase se refuerza de modo progresivo la autonomía del paciente (p.e planificando con
él las agendas y tareas para casa, y usando las atribuciones internas a sus logros).

B) El rapport: Se refiere en general, a un acuerdo de metas, objetivos y procedimientos


terapéuticos entre el paciente y el terapeuta. Es útil que el terapeuta clarifique las
expectativas terapéuticas que el paciente trae a terapia; que las contraste con el paciente
si le pongo si le parece poco razonable o inadecuadas (p.e "¿Cree usted que su hijo estará
dispuesto a colaborar conmigo en la terapia si usted le amenaza con lo que podría
perder si no viene?"). También el terapeuta se pone en la misma "onda" del paciente a través
de la empatía, aceptación y autenticidad (con la ayuda del feedback). El explicar al
paciente la duración del tratamiento, la frecuencia de las sesiones, el proceso terapéutico
y las fluctuaciones; y recoger sus respuestas al respecto, puede facilitar el llegar a un
acuerdo mínimo sobre estos puntos, o no iniciar la terapia si el paciente trae un marco
de trabajo excesivamente restrictivo (p.e Fisch y cols. 1984).

C) La colaboración terapéutica: El terapeuta y el paciente forman un equipo de trabajo que


tiene como fin detectar los pensamientos negativos, los supuestos personales y trabajar su
modificación (empirismo colaborativo).

Se explican al paciente las tareas a desarrollar (p.e mediante modelado directo o


cognitivo), se aplican como tareas para casa, se revisan esas tareas en consulta, y
progresivamente el paciente va teniendo un papel más autónomo en este proceso. En la fase
de socialización terapéutica se inicia esta actividad.

3- LA COLABORACIÓN TERAPEÚTICA:

Como acabamos de apuntar la psicoterapia cognitiva necesita de que el paciente y el terapeuta


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conforman un equipo de trabajo. Veamos ahora cuales son las tareas que ambos tienen que
desarrollar (Fig.17). (Beck, 1979).

LA COLABORACIÓN TERAPEÚTICA (Fig.17)


TRABAJO DEL PACIENTE TRABAJO DEL TERAPEUTA

1-Manifestar sus pensamientos, 1-Enseñar al paciente la relación entre


emociones y conductas referentes a sus pensamientos- afectos-conductas y
dificultades ("datos brutos") como registrar esas relaciones

2-Enseñar al paciente a modificar sus


2-Registrar eventos que proporcionen pensamientos automáticos a través de
relaciones entre pensamientos-afectos- habilidades cognitivas- conductuales.
conductas Programar tareas para casa para su
puesta en práctica

3-Revisar con el paciente esas tareas y


desarrollar sus habilidades con ellas.
3-Aplicar tareas para casa de tipo
Recoger datos sobre hipótesis de
cognitivo-conductuales para contrastar
Supuestos Personales. Proponer al
sus pensamientos automáticos
paciente su revisión mediante
experimentos personales

4- Revisas los experimentos personales.


Prepara al paciente para el alta/
4- Aplicar experimentos personales
seguimiento. Identificación de
problemas al respecto

5- Expresar preocupaciones respecto al 5- Alternativas a esas preocupaciones.


alta y recaídas Prevención de recaídas

6- Acuerdo sobre el alta. Resumen de la 6-Acuerdo sobre el alta. Resumen de la


terapia terapia

-4. REACCIONES DE TRANSFERENCIA Y CONTRATRANSFERENCIA

El esquema desarrollado en la figura 17, sin embargo está lleno de dificultades en su


aplicación y consecución. Uno de los principales problemas es la aparición de reacciones
de transferencia y contratransferencia en la terapia.

La C.T y la R.E.T (Beck, 1979; Ellis, 1989) consideran que estos problemas derivan igualmente
de cogniciones disfuncionales, y que normalmente aparecen en relación a la aplicación de
las tareas para casa y a la evaluación de los progresos terapéuticos.

Ambas terapias consideran que la transferencia deriva de una percepción errónea o irracional
del paciente sobre el terapeuta y lo que puede esperar de este, y que le lleva a
experimentar una serie de sentimientos (positivos o negativos) y a manifestar una serie de

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conductas (p.e resistencias) que impiden el desarrollo adecuado de la terapia. La
contratransferencia derivaría igualmente de la percepción errónea del paciente por parte
del terapeuta por parte del terapeuta y lo que puede esperar de este, y que le llevaría a
experimentar sentimientos (positivos o negativos) hacia este, de modo que su conducta
resultaría improductiva para la labor terapéutica. Ambas terapias no conceden un status
especial a estos fenómenos (p.e en divergencia con la terapia psicoanalítica cognitiva que
defiende Bowlby de la que hablaremos en el capítulo 8). El tratamiento de estas
dificultades es similar al que tienen otras distorsiones y creencias disfuncionales. Sin
embargo, tanto Ellis (1990) como Beck (1979, 1982) han dedicado una especial atención a
estos temas refiriendo una serie de cogniciones disfuncionales que contribuyen a estos
problemas y como manejarlas.

5- RESISTENCIA AL CAMBIO TERAPÉUTICO

Para la psicoterapia cognitiva "la resistencia" viene definida por la conducta del
paciente (y del terapeuta) que es anti terapéutica para el logro de los objetivos de
modificación cognitiva. La causa de la resistencia se encuentra en actitudes y conductas
por parte del paciente y del terapeuta que no facilitan la colaboración terapéutica (Ellis,
1983; Beck, 1979).

Nosotros compartimos la exposición de la C.T y de la R.E.T, pero consideramos que cuando los
métodos usuales para manejar estas dificultades son infructuosos, una estrategia alternativa
es la utilización de intervenciones paradojales (p.e Fisch, Weakland y Segal, 1984;
Watzlawick, 1974; Dowd y Swoboda, 1984) o constructivistas (p.e Guidano y Liotti, 1983).
Las intervenciones paradojales se pueden considerar intervenciones cognitivas en tanto y
en cuanto tienen en cuenta para su prescripción el "marco de opiniones personales del
paciente" (marco o esquema cognitivo, p.e Fisch y Cols. 1984). Básicamente consiste en
reformular la resistencia de modo positivo (atribución positiva) y prescribirla, de modo que si
el paciente se opone a su realización deja de utilizarla, o si la sigue se pone bajo la "dirección"
del terapeuta. Para realizar esta intervención de modo prudente, antes se ha de recabar
información sobre las cogniciones del paciente (sobretodo sus atribuciones).

Desde el punto de vista constructivista (p.e Guidano y Liotti, 1983) la resistencia es un


proceso normal que se genera al ser revisado los esquemas cognitivos tácitos, y un proceso
que hay que respetar, mas que eliminar si se pretende que el cambio sea progresivo, en vez
de regresivo. Para estos terapeutas cognitivos la resistencia se trabaja detectando las
emociones y cogniciones a su base y después rastreando históricamente sus orígenes y el
papel que desempeñaron en otra época. Solo desde esta "toma de conciencia" el
paciente puede reorganizarlas en sus esquemas cognitivos, y solo el, decidir sobre su
utilidad.

En resumen tenemos dos estrategias para el manejo de las resistencias:

A) Estrategia de modificación: Consiste en detectar las cogniciones y conductas inadecuadas


a su base y ofrecer alternativas para su modificación (el enfoque de la R.E.T y la C.T).

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B) Estrategia de respeto: Consiste en detectar, igualmente, las cogniciones y conductas a su
base y ofrecer una explicación aceptable para el sujeto de las mismas, de modo que
cambie su función sin necesidad de oponerse a ellas (p.e reformulándolas como
positiva o viendo su relevancia histórica-funcional).

LA RELACIÓN TERAPEÚTICA COMO VÍA DE CAMBIO COGNITIVO

Consideramos el interés que puede tener el manejo de la relación terapéutica como vía de
cambio cognitivo (junto y/o aparte de las tareas de revisión cognitiva para casa). En
concreto, compartimos la relevancia que puede tener para la psicoterapia cognitiva los
siguientes factores (y que no han sido incluidos suficientemente en la R.E.T y C.T):

1- Las cogniciones tienen historias. Se generan en un contexto experimental y evolutivo


(Saranson, 1979; Wessler, 1986; Bowlby, 1971, 1973, 1980).

2- Tienen fuerzas y grados de accesibilidad variables (Saranson, 1979; Arieti, 1978). Tienen
dificultades distintas para hacerse conscientes.

3- Las cogniciones pueden interactuar entre si, siendo a veces conflictivas entre ellas.
(Saranson, 1979; Wessler, 1986).

4- La relación entre las cogniciones y los vínculos afectivos (Bowlby, 1971, 1973,

1979, 1980).

1. EL CONCEPTO DE COGNICIÓN INTERPERSONAL

Tradicionalmente se ha asumido en psicoterapia que la relación paciente/terapeuta


proporcionaba una "experiencia emocional correctiva" (Alexander y French, 1965). La
psicoterapia resultaría un proceso de reeducación emocional que facilitaría la
adaptación a la realidad. Para ello tendría que detectar los patrones de relación del paciente
y ofrecer un contexto de modificación. Esta visión de la psicoterapia ha sido mantenida
fundamentalmente por los clínicos psicodinámicos (Freud, 1917; Malan, 1983). Solo
recientemente en la modificación de conducta se ha prestado una atención suficiente a
este punto, y fundamentalmente por los terapeuta cognitivos constructivistas (Guidano y
Liotti, 1983; Mahoney, 1988) han elaborado teorías referente al desarrollo, estabilidad
y cambio de las estructuras cognitivas y su conexión evolutiva con los vínculos
afectivos tempranos, como contexto de formación. A pesar de ello, ni los clínicos
cognitivos "tradicionales" (Ellis, Beck) ni los constructivistas han empleado de modo
sistemático y consciente la relación terapeútica como vía de cambio cognitivo en si
misma.

Los clínicos de orientación psicodinámica-cognitiva (Arieti, 1978; Bowlby, 1979;


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Watchel, 1977) han resaltado la relación entre la cognición y los vínculos afectivos
relacionales. En concreto, Watchel (1977, 1988, 1991) ha desarrollado un modelo que
intenta integrar la terapia psicodinámica y la conductual que contiene una serie de
conceptos que relaciona aspectos cognitivos y relacionales.

El Modelo de Watchel

1- Selectividad interpersonal: Seleccionamos aquella gente con la que interactuamos y


evitamos a aquella que pueda modificar nuestros hábitos y patrones personales. También
hacemos que los demás se comporten con nosotros de una manera determinada, siendo
su conducta complementaria a la nuestra. Esta actividad está regida por esquemas cognitivos
personales.

2- Papel de las experiencias tempranas: Las experiencias tempranas son importantes para la
formación de los esquemas cognitivos, sobretodo cuando son reforzadas por experiencias
posteriores, produciendo sesgos en el desarrollo.

3- Cambio: Las posibilidades de cambio dependen en gran parte del contexto social y
relacional del individuo; ya que las nuevas situaciones de la vida ofrecen la
oportunidad de modificar los sesgos del desarrollo, de revisar los esquemas cognitivos.

Basándonos en los conceptos anteriores definimos la cognición interpersonal como el


conjunto organizado de significados personales (a menudo tácitos) y evaluaciones
cognitivas que se han desarrollado fundamentalmente en las relaciones del niño con sus
padres y otros significativos, y que contiene los patrones de pensamiento-afecto y conducta
que el individuo despliega en situaciones interpersonales o sociales. Esos patrones, a nivel
cognitivo serelacionan con atribuciones, expectativas y evaluaciones respecto a si
mismo y otros en situaciones interpersonales. Las interacciones con otras personas
suelen derivar de los esquemas cognitivos tempranos. Aunque el individuo aprende
habilidades sociales a lo largo de todo su desarrollo, tiende a "repetir" un esquema previo
de relación más primitivo, sobretodo en situaciones que suscitan una fuerte respuesta
emocional.

En cierto modo la cognición interpersonal sería paralela a los conceptos de significado


personal, distorsiones cognitivas y pensamientos automáticos (Beck, 1979) en
situaciones de relación con otros.

2. LA TEORÍA DEL APEGO Y LOS VÍNCULOS AFECTIVOS

La teoría del apego puede proporcionar una guía de intervención psicoterapéutica. Bowlby
(1979) describe el proceso de exploración que llevaría a una intervención terapeútica:

- EVALUACIÓN DE LOS VÍNCULOS AFECTIVOS- (Fig.20)

1. Considerar el patrón de comportamiento de apoyo del paciente a partir de: Lo que


refiere de como se relaciona con otros y consigo mismo. Como se relaciona con el

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terapeuta.

2. Recoger su historia personal, sobretodo lo referente a separaciones y encuentros con


otros (por eventos sociales, educativos, enfermedades, fallecimientos, etc) y como el
paciente reaccionó a ellos.

3. Prestar especial atención a las discrepancias entre la descripción de los hechos y la


personas (respecto a eventos pasados) y sus recuerdos de esos eventos; como guía de
hipótesis de disociación cognitiva.

3. EL USO TERAPÉUTICO DE LA COGNICIÓN INTERPERSONAL

Mantenemos que nuestra definición de cognición interpersonal encaja perfectamente con


la teoría del apego. Recabamos la propuesta psicoterapéutica definida por Bowlby (1979)
y la representamos utilizando unos gráficos o triángulos similares a los de Malan (1983) para
explicar su psicoterapia breve dinámica. (Fig.21 y 22). Para explicar el proceso de la
psicoterapia basada en la teoría del apego nos valdremos igualmente de los conceptos de la
C.T (Beck, 1979).

EL PROCESO PSICOTERAPEÚTICO

(1) PROPORCIONAR AL PACIENTE UNA BASE SEGURA: FOMENTAR LA CONFIANZA.

1ºEvaluación-diagnóstico.

2º Facilitar una buena relación terapéutica

3º Socializar al paciente en la terapia.

(2)AYUDAR AL PACIENTE A HACER AUTOEXPLORACIONES: TRANSFERENCIA SOBRE OTROS.

1º Detección de círculos interactivos de pensamientos-afectos-conductas en situaciones


sociales actuales.

2º Hipótesis sobre Supuestos personales.

3º Detectar papeles o roles interpersonales derivados de los supuestos personales (p.e


"controlador", "evitativo", etc).

4º Alternativas a pensamientos-afectos-conductas y supuestos personales a la base de las


relaciones interpersonales problemáticas.

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(3) AYUDAR AL PACIENTE A TOMAR CONCIENCIA DE COMO CONSTRUYE LA RELACIÓN
TERAPEÚTICA: TRANSFERENCIA TERAPEÚTICA.

1º Detectar pensamientos-afectos-conductas implicados en la relación terapéuticas y


Supuestos personales a la base.

2º Alternativas a pensamientos-afectos-conductas y supuestos personales disfuncionales


a la base de problemas de la relación con el terapeuta.

(4) AYUDAR AL PACIENTE A TOMAR CONCIENCIA DE LA RELACIÓN ENTRE SUS RESPUESTAS A


LAS SITUACIONES INTERPERSONALES, TERAPÉUTICAS Y LAS RELACIONES TEMPRANAS CON
SUS FIGURAS DE APEGO.

1º Pedir al paciente que describa las relaciones actuales y pasadas con las figuras familiares
mas relevantes, sobretodo en el periodo de la infancia y adolescencia.

2º Seguir el mismo patrón pero ahora relacionado con recuerdos ("imágenes") de esas
relaciones.

3º Confrontar al paciente con incongruencias entre los informes descriptivos y de


recuerdos.

4º Sugerir al paciente hipótesis sobre esas incongruencias y pedirle que siga evocando
más recuerdos (p.e mediante el "flujo de conciencia", una especie de asociación libre
sobre un tema prefijado; o mediante el uso de evocación de imágenes, etc.)

5º Lograr evocaciones que reúnan una mayor congruencia entre lo descrito y lo


recordado.

6º Con el paciente, comentar las implicaciones de esa nueva congruencia de


significados sobre la evaluación de si mismo, los otros y su conducta interpersonal.

-LOS TRIÁNGULOS TERAPÉUTICOS-

Triangulo cognitivo Triangulo de las relaciones

(1) P-A-C/ Situación actual (1) Si mismo/Otros

(3) Disociación de
(2)
significados personales
Distorsiones (2) Terapeuta (3) Figura de apego
en la…memoria a
Cognitivas
largo plazo.

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Consideraciones acerca de la Relación Terapéutica como vía para el cambio desde la
perspectiva Existencial Humanística

Desde estas perspectivas, la tarea central del terapeuta es lograr entender a su cliente
como un ser-estar en-el mundo es decir en relación consigo mismo, en relación con los
demás y en relación con la naturaleza.

La relación terapéutica es propuesta tanto como proceso de cambio como la primera fuente
de contenido para dicha terapia .Al involucrar a un paciente en un auténtico encuentro, el
terapeuta ayuda al paciente a volverse más consciente de las formas en las que ha evitado

Dicho encuentro, tales como la de permanecer más como paciente que como persona.

La relación terapéutica es una de las mejores oportunidades para los pacientes de elegir
comprometerse en un encuentro profundo y auténtico, porque el terapeuta existencial
está comprometido a responder auténticamente. Si un paciente tiene el coraje de elegir
ser auténtico –con –el terapeuta, entonces el paciente ha cambiado radicalmente de mentir-
para otros o mentirse-a –sí-mismo, a ser –estar con-otro.

En la Terapia de Rogers, sostiene que las condiciones necesarias y suficientes para la terapia
estaban contenidas dentro de la situación terapéutica. Y describió seis condiciones para
que una relación genere un cambio de personalidad constructivo. Y estas tomadas en
conjunto serían suficientes para dar cuenta de cualquier cambio terapéutico.

Estas son:

a) Relación: dos personas deben estar en una relación en la cual cada una realice alguna clase
de percepción diferenciada del otro.

b)Vulnerabilidad: el cliente en la relación está en un estado de incongruencia y por lo tanto


es vulnerable a la ansiedad, debido al potencial para percibir subyacentemente experiencias
que son amenazantes para el self, o está ansioso porque dicha percepción subyacente
ya está ocurriendo. La vulnerabilidad a la ansiedad es lo que motiva al cliente a buscar y
permanecer en la relación terapéutica.

c) Genuinidad: el terapeuta es genuino y congruente en la relación terapéutica.


Genuindad significa que los terapeutas son ellos mismos libres y profundos, con sus
experiencias reales representadas claramente en la conciencia. Esto no significa que el
terapeuta es siempre congruente y genuino en todos los aspectos de su vida, pero sí es
necesario que lo sea cuando se involucra en una relación terapéutica .Rogers llegó a la
conclusión que la genuinidad del terapeuta incluía la auto-expresión, y este grado de
autoapertura es mínimo en comparación con la apertura extensa de muchos líderes de
grupos por ej. religiosos.

d) Consideración Incondicional positiva. El terapeuta debe experimentar consideración


incondicional positiva para con el cliente. La incongruencia del cliente se debe a

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condiciones de valoración que han sido internalizadas por la consideración condicional
positiva de los demás. Para que el paciente pueda aceptar experiencias que han sido
distorsionadas o negadas por su conciencia debe haber una disminución en sus condiciones
de valoración y un incremento auto-consideración incondicional de sí mismo.

e) Empatía adecuada. El terapeuta experimenta empatía adecuada por el mundo interno del
cliente y es habilidoso para comunicarle esta comprensión. A través de la empatía sentimos el
mundo privado del cliente como si fuera el nuestro, sin nuestro propio enojo, miedo o
confusión interfiriendo con la experiencia. Con empatía adecuada y consideración
incondicional positiva, los clientes llegan a acercarse a ser completamente conocidos y
plenamente aceptados.

f) Percepción de genuinidad: El cliente percibe al menos un mínimo grado, la aceptación


y comprensión del terapeuta. Para que el cliente confíe en el interés y la empatía del
terapeuta, el terapeuta debe ser visto como genuino y no simplemente como actuando un
rol.

En el caso de la T. Gestáltica de Perls también acordaba como Rogers en la necesidad


de que los terapeutas fueran más congruentes (o más maduros) que los clientes Si los
terapeutas deben ser capaces de autosostenerse lo suficiente para resistir las presiones
de satisfacer las expectativas de los clientes, deben haber desarrollado una madurez
adecuada en sus propias vidas. También es una regla de la T. Gestáltica que la relación debe
ser una relación Yo-Tu, como Rogers un encuentro genuino. Sin embargo para Perls la
relación terapéutica

No es absolutamente esencial para que ocurra el crecimiento saludable a través de ejercicios


gestálticos.

La relación terapéutica gestaltica es tanto parte del proceso como del contenido de la
terapia. Como parte del proceso del estar aquí ahora, el terapeuta insiste en
permanecer centrado en el presente. Y bloquean los intentos inmaduros de hacerlos
responsables de la vida de un cliente que está actuando desamparado, loco etc. A través
de frustrarlo en la relación, los clientes son forzados a crecer , a ser más conscientes de
los juegos que están Jugando para seguir siendo inconscientes o inmaduros. El terapeuta
gestáltico no se basa en consideración incondicional positiva para establecer la relación
terapéutica.

En el enfoque de la Logoterapia de V. Frankl, al resaltar como planteo fundamental la


tridimensionalidad del hombre en tanto, cuerpo, alma y espìritu, pone énfaiss en la totalidad
de la persona humana durante todo el proceso terapéutico. El terapeuta ha de mantener
un continuum la cercanía y calidez del encuentro y la capacidad de mantener límites. Se
abstiene de dar e imponer una concepción del mundo y una escala de valores propia.
Ofreciendo apertura y respeto a su cliente.

No adopta una actitud directiva frente a la relación terapéutica, ya que el terapeuta tiene
una antropología que asume las dimensiones de unicidad, irrepetibilidad, libertad
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responsabilidad del paciente.

Así es que la relación terapéutica se da en dos planos, una relación básica y humana persona
a persona y simultáneamente la relación terapeuta –paciente.

La actitud de apertura y aceptación se fundamentan en que la responsabilidad para el


cambio es del paciente y confía en esas capacidades.

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EN TORNO A LA CUESTIÓN DE LOS SENTIMIENTOS DEL TERAPEUTA SISTÉMICO (*)

por Lino Guevara 2

RESUMEN

Los sentimientos del terapeuta son importantes para una adecuada marcha de los casos y para la salud
ocupacional del propio terapeuta. Las terapias han sido descriptas de diferentes formas: como
resolución de problemas, como desarrollo humano, como estrategias, estructuras, etc. En este relato
se propone una lectura, complementaria de estas otras, que sería el mapeo de los sentimientos del
terapeuta, en su referencia a múltiples contextos. La propuesta se fundamenta en que el terapeuta es
el recurso más a mano para ser modificado, de modo que esta modificación ayuda a cambiar el sistema
terapéutico. Los sentimientos del terapeuta, vistos como patterns u hologramas, podrían servir
de pasos en la co-construcción de ecologías alternativas.

Haré como introducción un acercamiento al tema de los sentimientos y referiré ejemplos que
pueden surgir en diferentes ámbitos de pertenencia del terapeuta.

INTRODUCCIÓN

Para…utilizare. l más amplio sentido del término "sentimientos" operacionalmente, y para


los fines de esta charla, les propongo la siguiente definición:

"sentimientos son lo que todos nosotros entendemos por tal cosa". Utilicemos, por ahora, esa tautología.
Los sistémicos, hace mucho que nos hemos alejado de esas zonas de ambigüedad, acercándonos
más a las matemáticas, y confiando más en lo observable, en las conductas. Hemos hecho bien.
En parte porque debíamos manejarnos con lenguajes formalizables, de acuerdo con la tradición
científica.

Sin embargo, debo decir que recuerdo una conversación con el Dr. Hugo Cowes, semiólogo, en
la que charlábamos sobre ciencias duras y ciencias blandas, y de la física de relaciones, y de
pronto me dijo: "la única disciplina que habla de la realidad es la poesía". Ahora lo recuerdo
porque creo también, como todos, que los sentimientos son realidades muy importantes.

(1) El Dr. Lino Guevara fue director del Centro de Terapia Familiar de Neuquen. Es director de docencia del Centro de Estudios
Sistémicos (CES)

(*) Este trabajo fue publicado en el Nº 17 de Perspectivas Sistémicas (Julio / Agosto de 1991) y previamente
presentado en las 2ª Jornadas Sistémicas de Intercambio Sistémico, llevadas a cabo el 2, 3 y 4 de mayo de 1991 en la ciudad de
Córdoba. Un numeroso público y la calidad de los trabajos hicieron de este encuentro un importante acontecimiento en el
campo de la terapia sistémica. Perspectivas Sistémicas estuvo presente a través de su representante en Córdoba, el Dr.
Guillermo "Willy" Visotsky, quien nos envía este rico material de su elección. También destacamos la buena organización del
evento por parte del animador principal, el recientemente fallecido Lic. Mauricio Salgado, prestigioso terapeuta familiar de la
ciudad mediterránea: valga este breve comentario como un tardío pero sentido y sincero homenaje póstumo a un
estimado colega.

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Acuerdo con mi amigo que hablar de los sentimientos es del dominio de la poesía, que
por cierto viene ocupándose muy bien de la cuestión. Pensemos en nuestro Pablo Neruda.

Pero como los sentimientos son cosa seria, hay que hablar de ellos aunque debamos transitar
por zonas imprecisas. Imprecisa es la noción vinculada, la noción de "alma". Para decir alma,
los guaraes decían "sol del pecho", y para decir amigo decían "mi otro corazón". Y por allí
andan los sentimientos: en el corazón de los sistemas terapéuticos; en la "buena" o en la
"mala" disposición de los consultantes, y en las resonancias de los consultores. El
término "joining" es una referencia a los sentimientos. Como por ejemplo cuando se dice
que el adecuado calibramiento de la relación terapéutica, es el pre- requisito de una
intervención afortunada. Pero un buen "joining" hace también a la salud ocupacional
del terapeuta. es sabido que hacer terapia implica, para el terapeuta, realizar un complejo
trabajo de administración de sus propias emociones al servicio de la terapia, del equipo,
y de su crecimiento personal. Este es un trabajo complejo, y lo es, en parte, porque la cuestión
de los sentimientos ha sido tratada como "caja negra" en la teoría sistémica. Retomamos
otra vez, ahora la tarea de formalizar valores emocionales. Comenzamos a ponerle
palabras.

Cuando . desde el psicoanálisis no sabíamos nombrar las relaciones


interpersonales, solíamos hacer un gesto, con la mano, que las representaba. Aquel gesto ha
caído en desuso tal vez porque aprendimos a nominar la interacción. Creamos las
palabras necesarias. Ahora necesitamos aprender a nombrar los sentimientos. Y mientras
usamos gestos (recuerdo a Carmine Saccu, en un taller, preguntándole a un terapeuta
cómo se había sentido en la entrevista, y lo hacía moviendo la mano a la altura del epigastrio)
(aunque los sentimientos también pueden andar más arriba o más abajo).

En esta presentación me referiré a los sentimientos del terapeuta sistémico contando


algunos hechos y sentimientos tal como los podrían percibir los terapeutas en su
trabajo. Lo haré, a veces, bajo la forma de reflexiones sobre mi propia experiencia, y con
curiosidad sobre las experiencias de ustedes. Comentaré aspectos de la profesión, las
terapias, los equipos, y las instituciones, como fuentes de sentimientos para el terapeuta.

LA PROFESIÓN

Esta es una profesión fascinante. Puede ser angustiantes también. Solemos andar por
arenas movedizas. Se requiere además cierta capacidad de sacrificio, si uno tiene interés
por los contextos de descubrimiento. Puede ser que le toque estar a contramano de alguna
institución, en transcursos cuasi contraculturales. Cuando uno "elige la profesión psi", cree
que adquirirá un conocimiento primero, y luego, simplemente, lo aplicará. Por el tiempo
de recibir el título con cierto azoramiento uno sospecha que se va a recibir sin tener el
conocimiento acabado. El azoramiento entonces es seguido de pánico. Uno debe ya
trabajar para subsistir. Siente que no tiene ni la menor idea de cómo se ejerce esta
profesión, y ya es tarde, uno ha caído en la trampa, tiene que empezar a construir casi de
cero el conocimiento necesario para su trabajo concreto ¡mientras trabaja atendiendo seres
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humanos! Apenas si tiene el consuelo de algún amuleto, como las clasificaciones
de enfermedades (recuerdo claramente como, a mis primeros pacientes, les explicaba la
estructura del aparato psíquico). Pero el desafío termina siendo seductor, y entonces sí uno
queda "atrapado sin salida", aunque la supuesta patología que lo hubiere llevado a elegir la
carrera ya esté resuelta. Y nos quedamos enamorados de los misterios, con esa
"vocación por hacer desfallecer las apariencias", como dice Lacan. ¡Así que esta profesión
consiste en trabajar "como psi"! Ahora bien, las instituciones pagan para la realización de
tareas determinadas por ellas, y solicitan un perfil profesional apto para este fin. Esto se
acercará o no al ideal que el terapeuta tenga de su profesión. La población que consulta,
por otro lado, hace como que se adapta a los encuadres institucionales, pero anda con
todo su sistema de creencias a cuestas, más o menos disimulado, y configura, por su
parte, un cierto perfil de la demanda. Los profesionales, en el medio del sándwich,
tratan de aferrarse a su fuente de trabajo, tratan de cumplir con el pedido de la
institución y con la demanda de la gente, y además, por si todo eso fuera poco, señoras
y señores, deben escuchar al llamado de la selva de sus propias teorías, técnicas y creencias.
De modo que en una primera mirada, el sentir del terapeuta tiene que ver con el grado
de coherencia que logra según armonice mejor o peor todas las demandas. A veces, de
maravilla, a veces de malabares: hay que hacer malabarismos con los mitos sobre el enfermar
y el curar, la comunidad científica, la familia propia, etc. Así que nuestro héroe, el terapeuta,
lo que ejerce es el aprender su profesión.

En mi caso particular, después de algunos años de avatares, entre hacer Comunidad


Terapéutica y sobrevivir a los gobiernos militares de los años ‘60, recalé en Neuquén en
1972. Entre conquista del Oeste y exilio precoz. EL Congreso de 1970 me había legitimado
la realización de la terapia familiar que veníamos haciendo a escondidas de las cátedras y
organicé mi auto- aprendizaje, tal como lo sigo haciendo en el presente. Utilizo el
procedimiento de revisar al fin de cada año, toda la casuística atendida. La evaluación de las
terapias, me permite enterarme qué tipo de esquema o modelo he estado usando el año
anterior. Determino errores, y construyo correcciones, también obtengo algunas
cuantificaciones. Por ejemplo, tomando los últimos diez años (80 al 90) vengo observando
que he indicado, anualmente un 60% entre terapia familiar y de pareja, y un 30% de
terapia individual, siempre con modelo sistémico. EL 10% restante se reparte ente
intervenciones sobre instituciones, peritajes laborales, etc., de modo que en los últimos
veinte años casi, trabajé eligiendo como eje principal ese modelo en construcción
permanente que iba apareciendo en las evaluaciones retrospectivas, es decir, traté de
construir una epistemología lo más independiente que fuera posible, la misma para todos
los casos, atendiere donde atendiere, y cualquiera fuese la remuneración. Impuse esta
condición, en las oportunidades en que trabajé en instituciones oficiales (cosa que fue
posible en una ciudad de limitadas dimensiones y del interior del país). Es decir,
privilegié el aspecto de investigación clínica de la tarea.

Usar un modelo en construcción permanente, tiene la satisfacción de la libertad,


también cierta expectativa, el placer del descubrimiento, el horror del error, la pasión de
conocer. Digo, sentimientos. Cualquiera sea la manera en que ustedes trabajen, esa manera
les genera diversos sentimientos. Haciendo justicia, uno va aprendiendo de su trabajo y del
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trabajo de los otros que van aprendiendo y son generosos. Yo tuve la fortuna de aprender
cosas de mucha gente, la experiencia de aprendizaje más importante fue la asociación con
el Dr. Escot actualmente radicado en Francia.

Durante quince años fuimos supervisores el uno del otro; co-terapeutas y confidentes.
Actualmente comparto la tarea con mi compañera Mary Raña, y también con Elsa Peralta,
Alicia Stuller, Pablo Idiazábal y María Virginia Aguirre (cordobesa). Las ideas afortunadas
salen de la tarea compartida. Compartimos también tantos afectos. Hablo de sentimientos,
y de aprendizaje. Me satisface pensar en la "recirculación" de sentimientos e ideas, a la
manera de Boscolo y Cechin en su tarea de entrenamiento.

CASOS Y COSAS

Toda vida humana bien mirada tiene mucho de tragedia. Si frente al caso que nos consulta,
no hemos vivenciado la dimensión de drama de esa vida, es que aún no hemos tomado
contacto. También hemos de vivenciar su dimensión de ternura o el hecho de ser una
comedia de enredos. Pero más allá del ridículo, del absurdo, o de lo sublime, cada hora
participamos de un drama profundo, diferente, original. Así que hacer terapia es una
cosa muy seria como para no tomarla con bien humor. Creo que por eso se requiere
del humor en la terapia, no como catarsis, al estilo del quirófano, no como disimulo, el
humor como forma del conocimiento, como mirador epistemológico. Es que tenemos
el hábito de ocuparnos de los temas externos, el amor, la muerte, la locura. En nuestro
trabajo es común que haya cierta tensión.

¿Cómo comprometernos emocionalmente sin perder la autonomía de criterio? En la


tensión-transacción de la consulta, consultantes y consultados buscan el equilibrio entre ser y
pertenecer, en cada inefable momento que les es dado.

No sólo ocurre que el terapeuta contamine los casos con su historia. El también puede
contaminarse con los casos. Las características de los casos pueden determinar en los
terapeutas sentimientos de inferioridad, de superioridad, de confusión u otras
distorsiones. En particular ciertos isomorfismos entre algunos rasgos parciales de cada
caso y aspectos correspondientes de cuestiones que son muy relevantes para su existencia, le
determinan al terapeuta fascinaciones, sesgos y ecos. Como se suele decir, uno puede
quedar "pegado" o "cargado".

Me ha llamado la atención cierta ansiedad del terapeuta por alejarse del consultorio al
termina la jornada. EL apuro con que a veces los terapeutas salimos disparando de la
institución después de la última entrevista del día (la historia clínica de la última entrevista
queda sin transcribir). En ocasiones el apuro no sirve de mucho porque, ya en la calle, otra
vez nos olvidamos dónde dejamos el auto. Y hay que hacer esas caminatas disimuladas, como
mirando vidrieras, para que el señor del kiosco no comente: "¡Dr.! ¿se olvidó otra vez dónde
dejó el coche? ¿Qué tendrán en la cabeza estos psicólogos?"

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Por más largo que sea el viaje a casa es posible que llevemos los problemas del trabajo. Y
puede haber ecos domiciliarios, contaminación de nuestras propias relaciones familiares
con restos de los casos. No siempre se pueden dejar los problemas del trabajo en el
trabajo. Es posible que nuestras familias reciban demandas exacerbadas u otras proyecciones.
De diversas maneras, el nuestro puede ser un trabajo insalubre. Mary Raña me
comentaba en un intervalo de la tarea: ¿Cuánto debo yo aguantar los desplantes de
este paciente mal educado? Y pensábamos en la vulnerabilidad del terapeuta. A veces
hay que poner límites para defenderse. Por el contrario, en otros casos, puede requerirse un
ensanchamiento de los sentimientos del terapeuta para poder tratar, por ejemplo, con
familias con miembros abusadores y miembros abusados. Y hace falta entrenarse para
superar prejuicios raciales o de género. ¿Cómo inducir a la gente a cambiar,
respetándolos?

En casos opuestos, cuando la relación con los consultantes es valiosa y además


gratificante, al darles de alta debemos enfrentar la pérdida, debemos separarnos. Cuesta
separarse.

El primer objetivo de la entrevista familiar (decía Minuchin en los albores de la Terapia


Familiar), el primer objetivo es que la familia vuelva a la próxima entrevista. Hoy yo diría el
segundo objetivo es lograr que el terapeuta acepte que la familia no venga más, luego de
resuelto el problema pactado inicialmente.

Hay pérdidas también, separaciones también, de los compañeros, de los alumnos, etc.
Uno no puede involucrarse y desinvolucrarse como quien se cambia de ropa.

Puede ser entonces que la persona del terapeuta esté limitada, reprimida en su trabajo. Y
puede ser que el trabajo del terapeuta esté demasiado presente en su vida.

EQUIPO

El equipo provee visiones binoculares que a veces compensan esos sesgos del terapeuta, pero
como se ha señalado en otras comunicaciones, el equipo, como conjunto, también puede
entramparse de modos reconocibles.

El equipo recircula sentimientos. Para el logro de un buen clima de trabajo, es posible que el
equipo necesite de una etapa social antes de comenzar la pre- entrevista a modo de
precalentamiento para el ensamble. En esos primeros momentos cada uno informa más o
menos informalmente cómo le va hoy. Cómo están sus familiares, sus miedos, deseos y
realizaciones. Este aggiornamiento permite al equipo habilitar e integrar a sus
participantes. Luego al salir de la entrevista para los diálogos de supervisión, una
información valiosa para comenzar a pensar es: ¿Cómo te sentís? Lo que es decir ¿Cómo
confluyen las influencias de la familia y el tipo de ecos que despiertan en vos? ¿Cómo
se siente de uno y de otro lado del espejo? (aunque uno diga "yo observé", "yo
pienso" es "yo sentí, "yo siento"). Al terminar un diálogo de supervisión, un indicador
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de que el equipo ha encontrado formulaciones satisfactorias es el hecho de que el
terapeuta haya perdido el impulso de volver con urgencia a la entrevista, a la familia.
Hace falta sentirse convencido de las formulaciones construidas para que la intervención sea
convincente y uno quede en paz luego de que se vayan los consultantes.

LAS TEORÍAS

Muy brevemente: el terapeuta puede usar un modelo sistémico "a la Haley" y no


preocuparse por sus sentimientos sino por las estrategias adecuadas para la resolución del
problema. Si valorizamos trabajar "a la Erickson", consideraremos minuciosamente los
sentimientos de los consultantes, y no los nuestros. Sin embargo, existen los sentimientos del
terapeuta (vean si no a Michelle Ritterman). Con Elkaim incorporaremos la noción de
"resonancias". EL gran Withaker, operacionalizando sus propios sentimientos, considera
que si a él no le sirve, si él no la disfruta, la terapia no tiene sentido.

En mi experiencia es notable la facilidad con la que me influyeron los grandes maestros. He


sido fanático interaccional, estratégico y estructural, experiencial e hipnoterapeuta, milanés
y a la romana. ¡No he podido divorciarme de ninguno de ellos! ¡y peor aún! no puedo
dejar de construir mis propias construcciones.

El contacto con las familias o personas es un contacto emocional movilizador. Durante las
entrevistas es posible que hablemos de nosotros mismos o que no lo hagamos, según el
modelo teórico que estemos experimentando. Podremos utilizar ejemplos de nuestras
propias vidas y familias, o no lo haremos. Pero siempre hay cierto monto de represión de los
propios sentimientos. Esté uno protegido por el espejo, o esté en directo con la gente. No
tenemos (está bien que así sea) libertad de expresión. Como en el teatro, nuestra actuación
debe ajustarse más al personaje necesario en el guión que se va dando, que al deseo
del actor, de modo que el tiempo de trabajar puede convertirse, peligrosamente, en
ocasiones, en un tiempo entre paréntesis de nuestra vida.

Cuantas más horas trabaja un terapeuta más está expuesto a mil estímulos y represiones. Está
sobreestimulado por las emociones familiares y por sus resonancias, y deberá estar mucho
más controlado que en un intercambio social corriente.

Me pregunto si no será por eso que mi esposa dice que hablar de mí mismo es mi tema
preferido.

AQUÍ SE CUENTA QUE LA REMUNERACIÓN ES OTRA FUENTE DE EMOCIÓN

La remuneración de la tarea terapéutica puede ser por salario, por prestación, obras sociales,
captación,cooperativas, fundación, etc., todas son imperfectas. Esta cuestión del pago al
terapeuta, debería estar incluida en las evaluaciones y en nuestros intercambios. Puede

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haber explotación, muchos están sub-remunerados. Con la excusa de la formación hay
servicios que explotan. Los hospitales exigen cantidades, estadísticas. O bien, en el otro
extremo, haydemasiada influenciade la remuneración, sobre la
epistemología. La clase alta, la gente que paga mejor, suele ir adueñándose de algunos
terapeutas que pasan así de ser "freelance" a ser caso contratados.

Es raro ver remunerado el tiempo del trabajo en equipo, o el tiempo para leer, para
formarse, etc. Y los terapeutas nos sentimos bien solamente cuando vivenciamos que
podemos capacitarnos permanentemente.

La remuneración no constituye sólo un reconocimiento profesional, da bronca cuando no


alcanza, o puede ser fuente de insatisfacción. No tengo la solución para este problema, pero
estoy seguro que los ingresos económicos tienen que ver con los sentimientos del
terapeuta.

LAS POLÍTICAS DE SALUD Y ACCIÓN SOCIAL HACEN UN APORTE SIN IGUAL

No sé si las políticas de salud a ustedes les generan sentimientos, a mí sí. A veces me


identifico totalmente con el Minuchin de Calidoscopio Familiar. En veinticinco años de
psiquiatra me he pasado el tiempo tratando de convencer a la gente de que no tiene una
enfermedad mental, y tratando de convencer a las instituciones de que no dividan a las
familias. Los programas dirigidos a patologías específicas, entendidas estas como
individuales, producen roturas en las redes sociales que no se reparan. Cuántos talleres
tendrá que hacer Jorge Colapinto para contarnos que en Nueva York, su agencia
trabaja tratando de reunir a los miembros de las familias que son apartadas porque el
programa del niño, se lleva al niño, el programa de la mujer se lleva a la mujer, el del
hombre también y la vivienda una vez vacía es recuperada por el instituto de la vivienda.
Como corolario, si alguien de la familia puede volver, ya no hay adónde. Así que es mejor
participar en la elaboración de políticas adecuadas y en las leyes correspondientes. No se
trata de convertirse en simples opositores de las instituciones. Tampoco se trata de ser
simples ejecutores de políticas partidarias disfrazadas de bien común.

CONTEXTO SOCIAL DEL TERAPEUTA

El terapeuta, como persona, vive sus circunstancias, que también le generan sentimientos.

En la Argentina sabemos que hoy los problemas de la gente están referidos a la


supervivencia inmediata. "Más de veinte millones de personas" no tienen para vivir en
nuestro país. "Unos pocos millones recorren los centros turísticos". Todos padecimos
de terrorismo de Estado y ahora de neo- liberalismo. No obstante hay en nuestro país una
conciencia creciente de la necesidad de la ética y una mayor participación en las cuestiones
políticas: comienza el fin de los nepotismos provinciales, cierta democratización de las
entidades intermedias, las diversas marchas. Ahora se está achicando el Estado y hay
algo de bueno en eso, pero no es posible abdicar las responsabilidades del Estado en
Educación y Salud por ejemplo, si queremos parecernos a un país desarrollado.

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En lo internacional hemos vivido aterrados este verano por la Guerra del Golfo. Son
sentimientos. Que no hubiéramos querido vivir. Pero estamos en el mismo planeta. Hay que
pensar mucho en esto. Esto es, si queremos ir de la historia concreta a la práctica
terapéutica, y si queremos co-construir y no solo replicar.

No creo que estemos ante el fin de la historia, como alguien dice. Sí creo que se derrumban
los muros que nos impedían ver más allá, y las soluciones dependerán mucho de
acuerdos y planificaciones locales. Esto tiene que ver con nosotros porque tal vez, empiece
la era (en palabras de Minuchin) de ver más las relaciones, ver más lo que conecta, la
solidaridad y la responsabilidad, en vez de centralizarnos en lo individual, la territorialidad,
la discriminación y la agresión.

COMENTARIOS

He pasado revista someramente a algunos eventos y sentimientos que puede percibir el


terapeuta. Tal vez hasta ahora he dicho dos cosas:

1) que el terapeuta es una persona;

2) que los sentimientos son variables. En el doble sentido, son variables, pero son también
una variable a tener en cuenta para nuevas formalizaciones.

Trabajar habitualmente en zonas de incertidumbre, a veces es placentero, lo podemos ver


desde el punto de vista de la posibilidad de crear. Disfrutamos de la euforia de la
creatividad. Otras veces no, simplemente sufrimos la incertidumbre. Es importante ponderar
conductas y hechos, pero no se trata de que la subjetividad pueda quedar en el dominio
de lo obviable o de lo molesto. Habrá cosas difíciles de mensurar, como la pasión de
curar. Pero muchas cosas sí podrían formalizarse, hay que continuar, no si no podemos
evaluar y aprender. Porque la experiencia que dan los años ayuda, pero
lamentablemente la experiencia es "un viaje de ida". Sirve para tolerar mejor cosas, como la
mayor parte de las hipótesis que hacemos, tienen que ser corregidas. O en términos de
Withaker, "lo único que el terapeuta puede elegir es la forma en que se va a equivocar". Pero,
también se ha dicho: no es suficiente que un terapeuta confiese que está confundido. Por
otra parte, no estoy seguro de que lo único que hay que hacer es perturbar. Me gustan más
las formulaciones positivas. Es seguro que hay algo de eso que uno perturba y el sistema se
reorganiza, pero prefiero describir, sin soslayar los sentimientos, las formas que ayudan a
la gente a ver si todos vamos logrando ser más libres, más responsables, y más
conectados.

Porque mientras desafiamos a quienes nos consultan, el desafío para nosotros mismos es el
de permanecer enteros y seguir estudiando, creciendo y disfrutando de nuestro trabajo.
Porque existen esos gloriosos momentos en que, por fin, comprendemos. En que todo
cerró, no hay más síntoma y todo se une bellamente en una única configuración general de
sentido: el caso, el equipo, los observadores y nosotros mismos. Se siente acá. Es
fantástico. Es un gran placer. Pero esto no está ocurriendo todo el tiempo. Quedarán
muchos misterios.
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Para Einstein "la cosa más hermosa que podemos experimenta es lo misterioso. Es el
origen de todo arte y ciencia verdadera".

Para concluir, los terapeutas trabajan, tiene familias, pertenecen a equipos, instituciones,
teorías. Hay sentimientos por todas partes. Ahora bien, esquematizando "a la Bateson",
diríamos que, mientras la conciencia (las palabras, lo formal) nos permite ver solamente
áreas de circuitos ecológicos, los sentimientos son patterns. "Como vivimos en un mundo de
estructuras en circuito, es el reconocimiento de la circuiticidad lo que constituye la sabiduría".
"en este planeta el amor sólo puede sobrevivir (sigo a Bateson) si la sabiduría cobra una voz más
eficaz".

Y, parafraseando, ¿qué clase de corrección se conseguiría en cuanto a la orientación de la


sabiduría, si se contempla los sentimientos del terapeuta?

Las terapias han sido descriptas como resolución de problemas, como que la solución es el
problema, como crecimiento, etc. Entre estos múltiples senderos, sería interesante
también construir las terapias con el itinerario de los sentimientos del terapeuta, en sus
diferentes momentos, con sus múltiples voces. Obtendríamos así mapas complementarios,
que junto a los que hacemos habitualmente, nos ayudarían, tal vez, a iluminar nuestros
caminos. Un camino de complejidades entre el determinismo y el azar, entre la
turbulencia y la serenidad, entre el rigor y la imaginación.

Bibliografía

Jerome D. Frank (1977) Salud y persuasión, Un estudio comparativo de la


psicoterapia. Ediciones Troquel. Buenos Aires

Beutler, Larry E. y Harwood, T. Mark (2000). Prescriptive psychotherapy. A practical guide to


systematic treatment selection. New York: Oxford University Press.

Beutler, Larry E. y Clarkin, John F. (1990). Systematic treatment selection. Toward targeted
therapeutic interventions. Bristol, PA (U.S.A.): Brunner/Mazel.

Opazo R. ( 1992). Integración en psicoterapia . Cecidep. Santiago/Chile

Ruiz Sanchez J.J. y Cano Sanchez J. J. (1998). Manual de Psicoterapia Cognitiva

www.psicologia online :Manual de Terapia Cognitiva. Relación Terapéutica

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ALGUNAS TÉCNICAS QUE FAVORECEN LA RELACIÓN TERAPÉUTICA

Establecimiento de una relación terapéutica

Dos cuestiones fundamentales guían las actividades del terapeuta en las etapas
tempranas de virtualmente cualquier psicoterapia efectiva. Estas cuestiones son
importantes para el objetivo de establecer y mantener la colaboración y motivación del
paciente durante el tratamiento. Son intermedias en el sentido de que su logro exitoso
aumenta significativamente la probabilidad y magnitud de cambios terapéuticos.

Estas cuestiones son:

1- Establecer una estrecha relación de trabajo

2- Desarrollar un set guía de objetivos y expectativas que sirva como contrato y que a su
vez provea un foco para el trabajo terapéutico.

El éxito del terapeuta en alcanzar los objetivos de las primeras etapas del tratamiento refleja
el grado en que es capaz de aplicar seis puntos fundamentales a un proceso que fortalezca
la relación terapéutica:

1. Una actitud terapéutica, que aplicada a la construcción de una relación, es de respeto,


amabilidad e interés. Un terapeuta que tipifique este set de actitudes es optimista, y está
orientado hacia los logros y fortalezas del paciente, no solamente a los problemas y
debilidades.

2. Conocimiento terapéutico, que aumente el poder relacional. Incluye el


entendimiento de cómo las personas forman impresiones, responden a estructuras,
y se motivan a iniciar y mantener cambios.

3. Herramientas de la relación terapéutica. Son vehículos utilizados para traducir el


conocimiento del terapeuta en una estructura que fortalezca la visión de
la relación que tiene el paciente. Incluye un consultorio y un ambiente receptivo que
acompañe las actitudes y conocimiento del terapeuta.

4. Técnicas relacionales, que incluyen una variedad de procedimientos verbales y no verbales


diseñados para reducir síntomas y problemas en la relación. En conjunto, la actitud,
conocimiento, herramientas y técnicas de la terapia, constituyen habilidades terapéuticas
para establecer un proceso de negociación abierta. La aplicación habilidosa de las técnicas
para establecer la relación es una demostración de que el proceso de tratamiento es
flexible y responsivo al paciente.

5. Timing terapéutico: Es visto en el desarrollo de la relación como la correspondencia


entre la disposición (readiness) del paciente, y la intervención. El timing es crítico para
mantener una alianza en el tratamiento, cuando el terapeuta inicia una acción directa,
hace una recomendación, remueve una estructura, y altera el curso.

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6. Imaginación creativa: Se ve reflejada en todas las etapas de la terapia, en cómo el
terapeuta plantea y organiza varias intervenciones y las adapta a las cualidades únicas y
específicas de cada paciente. Aplicada al desarrollo de la relación, la imaginación
contribuye al sentido y entendimiento de lo que es posible entre dos personas, y a la
posibilidad de ser capaces de ponerse en el rol de la otra persona.

Principios directivos.

Dos principios guían al terapeuta durante las primeras etapas del tratamiento. El
primero de estos principios se dirige al tema de aumentar la probabilidad de cambio, y
el segundo principio se dirige a la cuestión de incrementar la magnitud del cambio.

1- El cambio terapéutico es mayor cuando el terapeuta es habilidoso y provee confianza,


aceptación, reconocimiento, colaboración y respeto por el paciente, y lo hace en un
ambiente que soporta el riesgo a la vez que provee la máxima seguridad.

2- El riesgo y la retención se optimizan si el paciente es realísticamente informado acerca de


la longitud y efectividad probables del tratamiento, provisto de contención y confort, y
se le da un claro entendimiento de los roles y actividades que se esperan del paciente
durante el curso del tratamiento.

Podemos diferenciar entre técnicas dirigidas a desarrollar el sentido de


colaboración y establecer expectativas realistas, y técnicas dirigidas a solidificar (facilitar,
fortalecer) la relación.

A- TÉCNICAS DIRIGIDAS A DESARROLLAR EL SENTIDO DE COLABORACIÓN

• Técnicas para la preparación pre terapia

La preparación del paciente comienza antes de la primera sesión de tratamiento. Las técnicas
que uno puede utilizar para preparar a los pacientes varían ampliamente. Material escrito
que describa la clínica, los servicios y opciones de tratamiento, y los servicios especiales para
aquellas personas con impedimentos físicos, y que describa los procedimientos principales,
es un método para preparar al paciente para el proceso de psicoterapia. Estos
materiales, si no se proveen en exceso, pueden reducir la incertidumbre de los
pacientes y aclarar algunos miedos que puedan impedir que el paciente venga a la primer
sesión de terapia. Para pacientes que son nuevos en tratamiento, o aquellos que tienen
necesidades especiales referidas al setting de tratamiento, este material puede ser
especialmente útil y debería describir los propósitos de la terapia, los procesos que se
seguirán en las entrevistas, y el monto de tiempo requerido para completar estas fases de
evaluación y procesos del tratamiento. Audiotapes, presentaciones en video e
instrucciones computarizadas pueden ser alternativas al material escrito y pueden ser

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especialmente útiles para aquellos que tienen algunos déficits en habilidades de lectura. Por
el hecho de que requieren algún equipamiento especial, las presentaciones visuales pueden
ponerse a disposición del paciente en la sala de espera, previo a la cita.

Como sea que se presente, el material previo a la cita debería ser


complementado por los procedimientos para introducir al paciente al tratamiento en el
momento de su primer visita. El personal en la sala de recepción debería ser amigable.
El personal puede recibir y chequear si está completo el material que previamente se ha
enviado a la casa del paciente. Después debería invitar al paciente a sentarse, asegurarse
que está cómodo, y luego introducir cualquiera que sea la forma para el registro de
admisión, y el material introductorio que se vaya a utilizar para una entrada y preparación
rápidas. El staff debería ser especialmente cuidadoso en evitar la apariencia de
criticismo o negatividad si el paciente ha fallado en completar sus formas o las ha
completado incorrectamente. Muchos pacientes no completan las formas y creen que
van a ser criticados por su falla. Un peligro de mandar material a la casa del paciente, de
hecho, es que el paciente pueda encontrar difícil asistir a la sesión si, por alguna razón,
no ha completado las formas con anticipación. El staff, para contrarrestar esta
tendencia, debería tener especial cuidado y alentar al paciente a que se saque sus
dudas, y ofrecerle ayuda para completar las formas necesarias.

El terapeuta, además debería estar preparado en el momento de la cita con el paciente.


Debería saber cuál es la información que le fue dada a quien recibió el pedido del turno
por teléfono, estar familiarizado con los materiales que fueron enviados con anticipación
a la llegada del paciente, y debería revisar cuidadosamente estos materiales
inmediatamente antes de la cita con el paciente. El terapeuta debería además estar
familiarizado con los procedimientos de la clínica y con los propósitos con los que se reúne la
información. El terapeuta debería encontrarse con el paciente en la sala de espera,
presentarse en una manera formal e indicar cómo le gustaría que el paciente lo trate (ej.
“Soy el Lic. García – puede llamarme Rodrigo. Me iba a encontrar con usted hoy”), y
luego invitar al paciente al consultorio. El asiento debería ser cómodo, pero sin
obstrucción física entre el paciente y el terapeuta. El paciente debería ser invitado a
sentarse, indagado acerca de cómo le gustaría ser tratado (“¿Qué nombre le gustaría que
use mientras hablamos, Sr. Pérez?”, o “¿Cómo le gustaría que me dirija a usted?”), e
invitado a proveer feedback acerca de los procedimientos de trabajo iniciales (“¿Pudo tener
toda la información y todas las respuestas que necesitaba, a través del material que le
enviamos?”). Luego, asumiendo un estilo de cuestionamiento aún más abierto, el
terapeuta invita al paciente a revelar la historia de su problema (“Ahora, por favor, dígame
qué lo trajo hasta aquí”).

En esta primera entrevista, el terapeuta busca obtener respuestas a tres preguntas


básicas, y luego dar información al paciente acerca del futuro tratamiento.

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Las tres preguntas que guían la entrevista son:

1- ¿Por qué está usted aquí?

2- ¿Por qué está usted aquí?

3- ¿Por qué está usted aquí en este momento?

La primer pregunta busca conocer la naturaleza del problema; su historia, contexto y familia
del paciente, y la historia de tratamientos previos.

La segunda pregunta busca conocer la naturaleza del referente, el proceso de


seleccionar entre opciones, y las expectativas del paciente acerca de cómo va a ser el
tratamiento.

La tercer pregunta dirige su atención a si el problema es agudo o crónico, si es


urgente, y si los eventos que provocaron la búsqueda de ayuda fueron internos al estrés
del paciente o el resultado de demandas y amenazas externas.

Al finalizar la primer entrevista (sólo raramente esto necesita ser demorado hasta
una segunda entrevista), el terapeuta provee feedback y recomendaciones al paciente acerca
de la naturaleza del tratamiento. Este plan y formulación no debería términos o etiquetas
técnicos, aunque a veces una descripción diagnóstica puede ser aceptable. No es necesario, o
siquiera útil, describir los detalles del tratamiento por anticipado. Lo que beneficia al
paciente es conocer qué es lo que el terapeuta cree que es el objetivo o los objetivos
del tratamiento, qué forma de tratamiento es probable que se tome ( individual, grupal o
familiar), cuánto tiempo es probable que tome el tratamiento, y los resultados que se podría
esperar dentro de ese lapso de tiempo.

El paciente debería ser indagado acerca de su respuesta hacia el terapeuta (ej.


“¿Piensa que podríamos trabajar juntos?”), con especial acento en la descripción de
cualquier reserva que el paciente pueda tener acerca del terapeuta. La posibilidad de
cambiar de terapeuta debería ofrecerse en este punto (ej. “Si por alguna razón usted
encuentra en mí algo que usted piensa que podría hacer difícil el trabajo juntos,
probablemente podamos hacer arreglos para, en este momento, cambiar de terapeuta”).
Esto es especialmente importante para pacientes resistentes, e introduce una opción
importante mientras se fomenta la sensación de control.

Como un procedimiento preparatorio final, el terapeuta sugiere la longitud del


tratamiento y un esquema de encuentros. Nuevamente, el terapeuta pide sugerencias

acerca de días y horas específicas, modificando el esquema dentro de los límites que son
tolerables para el setting y los objetivos. La discusión acerca del formato del tratamiento
y la demandas, deberían tener una conclusión, con el terapeuta buscando y
proveyendo feedback al paciente, utilizando el input para guiar las decisiones acerca del
tipo de terapia que podría ser de ayuda de acuerdo al problema y a las necesidades del

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paciente. Este procedimiento asegura que el paciente va a ser un consumidor activo del
proceso terapéutico, y sienta un importante precedente para el terapeuta para buscar y
utilizar feedback del paciente en el curso de la psicoterapia.

• Técnicas para desarrollar un lenguaje colaborativo.

El lenguaje colaborativo es otro método para expresar y reforzar la mutualidad del


proceso psicoterapéutico. Es un procedimiento útil tanto en la fase inicial del
tratamiento como en las etapas posteriores de reparar roturas en la relación. Algunos
autores (Luborsky y colegas, 1995) han demostrado que palabras tales como “nosotros”
y “nuestro” son mas frecuentes en el lenguaje de terapeutas y pacientes durante terapias
exitosas, que referencias personales y singulares como “mi” y “yo”. Enfatizando estas
palabras mientras se habla acerca de la experiencia, objetivos y procesos de la terapia, el
terapeuta cimenta la perspectiva de que la aventura es creada conjuntamente.
Frecuentemente hay un delicado balance entre aquello que debería incluirse bajo el
lenguaje que utiliza la primera persona del plural, en expresiones como “nosotros” y
“nuestro”. La responsabilidad personal por el desarrollo de los problemas debe ser
balanceado con la responsabilidad conjunta para encontrar soluciones. Simplemente, los
problemas de los pacientes y las consecuencias asociadas a sus comportamientos no
deberían ser asumidos por los terapeutas. Son identificados como perteneciendo a los
pacientes. Identificando opciones, consecuencias, precipitadores y correlatos de los
problemas como siendo responsabilidad personal del paciente mas que conjunta, la
responsabilidad y el control del paciente se refuerza. Por otro lado, las responsabilidades
por encontrar soluciones a través de la psicoterapia, son del dominio tanto del terapeuta
como del paciente. Así, estas cuestiones se identifican mediante el uso del
lenguaje colaborativo.

• Técnicas para asegurarse el permiso del paciente.

Asegurarse el permiso es un procedimiento útil en todas las sesiones


terapéuticas. No se restringe a las primeras etapas del tratamiento, cuando se están
estableciendo las expectativas y se está negociando el contrato del tratamiento. Es una
estrategia especialmente importante si y cuando el paciente está mostrando alguna
resistencia a los procedimientos directos del tratamiento. En suma, el terapeuta solicita
y obtiene el permiso antes de implementar cualquier técnica o estrategia activa en el
tratamiento (p.e. ¿estaría dispuesto a intentar algo conmigo?, o ¿estaría bien si focalizamos
un poco mas de cerca sobre este asunto?). Siempre que el terapeuta introduce
material nuevo, cambia de dirección, busca la confrontación o introduce una directiva,
tal permiso debería preceder la introducción de este material.

Frecuentemente, ayuda si los procedimientos activos que van a ser


introducidos y dirigidos por el terapeuta son descriptos como “experimentos”. De
hecho, hay experimentos en los que ni el terapeuta ni el pacienta saben hacia adónde
llevarán. Este esquema, además, puede fortalecer una actitud de cuestionamiento por
parte del paciente, y presentar el proceso de la terapia como una aventura

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colaborativa en la que ambos buscan descubrir nuevas experiencias y nuevos significados. Así,
el terapeuta puede preguntar, “¿estaría dispuesto a llevar a cabo un experimento para ver
adónde nos lleva?”. Los procedimientos activos, excepto en las mas extremas circunstancias,
no deberían ser iniciados a menos que el paciente esté dispuesto a dar el permiso
requerido. Lo que se intenta asegurar es que, si el paciente es altamente resistente, no
se sienta amenazado por la falta de control personal sobre las circunstancias o por el
conocimiento o poder percibido en el terapeuta.

B- TÉCNICAS DIRIGIDAS A SOLIDIFICAR (FACILITAR, FOMENTAR) LA RELACIÓN

Varios autores han sugerido que es ventajoso distinguir entre varias diferentes
cualidades del terapeuta. De cualquier forma, pera mantener el proceso tan simple como
se pueda, en este contexto solo discutiremos aquellas cualidades relacionales diseñadas para
transmitir un sentido de seguridad, apoyo, cuidado y entendimiento bajo un único
término: “apoyo empático”. Apoyo empático no solo implica que el terapeuta
experimenta estas características, sino también que estas son transmitidas a los pacientes
y percibidas por éstos. Apoyo empático, en esta amplia definición, incluye las
percepciones del paciente de que el terapeuta creíble, tiene potencial persuasivo, es
comprensivo, cálido, cuidadoso, capaz de entendimiento emocional y de proveer aliento y
ánimo en un clima de seguridad. Para transmitir estas impresiones, el terapeuta debe
ser capaz de ser sensitivo a los significados y sentimientos que subyacen a la
comunicación abierta y a las palabras utilizadas por el paciente.

Técnicas generales.

El apoyo empático se fortalece tanto por lo que el terapeuta hace, como por lo que no
hace. Es decir, hay estrategias prescriptas y proscriptas que, juntas, fortalecen el desarrollo
de una serie de percepciones positivas por parte del paciente. Estrategias prescriptivas son
aquellas que, por su presencia, son utilizadas para inducir percepciones positivas.
Estrategias proscriptas son aquellas que fortalecen la relación por su ausencia.

Estrategias prescriptas

1- Reconocer la presencia de los sentimientos del paciente

2- Lograr y expresar un entendimiento auténtico de estos sentimientos

3- Lograr un entendimiento fenomenológico de los significados y percepciones del


paciente.

4- Ser un experto no autoritario, posible de ser conocido

5- Lograr y comunicar un interés genuino acerca del sufrimiento del paciente

6- Lograr y expresar la aceptación de aquellas características del paciente que para él son
inusuales, atemorizantes o inaceptables.

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7- Asegurarse de que el contexto y el proceso sean seguros

8- Ser confiable y mantener el compromiso con el paciente.

Estos son conceptos ideales, tanto porque requieren el desarrollo de un estado interno
de entendimiento, aceptación y confianza, y además porque requieren la habilidad para
comunicar estos atributos. Las técnicas y modos específicos que comunican estos atributos
no son completamente conocidos, pero las investigaciones han descubierto un número de
procedimientos y técnicas que están claramente relacionadas a este proceso.

La naturaleza de las estrategias proscriptas puede ser mas fácil de especificar que la de las
prescriptas, pero de todas formas son mucho mas difíciles de mantener que de identificar.
Las estrategias proscriptas fortalecen una alianza positiva mediante la evitación de ciertas
conductas.

Estrategias proscriptas (el terapeuta no debe...)

1- Criticar o corregir al paciente

2- Juzgar moralmente (lo correcto versus lo incorrecto), o evaluar el valor de lo que el


paciente describe

3- Asumir que sabe lo que el paciente piensa o cree

4- Intentar persuadir al paciente a que cambie de parecer

5- Minimizar la visión que el paciente tiene de lo que es real y valorable

6- Interrumpir el flujo de pensamientos y sentimientos del paciente

7- Violar las expectativas de confianza del paciente

8- Ponerse defensivo, enojado o molesto por la expresión del paciente de fuertes


pensamientos y sentimientos.

La última de estas proscripciones es particularmente importante. Algunos autores han


señalado que aún dentro de una muestra de terapeutas experimentados y exitosos
(Proyecto Vanderbilt, 1997), ninguno fue capaz de manejarse de un modo efectivo y no
defensivo frente al enojo del paciente. De hecho, cada una de estas proscripciones será,
ocasionalmente, violada, con una concomitante declinación en el sentido del paciente de
recibir apoyo empático. De hecho, muchos procedimientos y modelos psicoterapéuticos
específicamente hacen que el terapeuta deba violar una o más de las prescripciones en el
curso de la implementación de procedimientos y técnicas diseñadas para inducir cambio.

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Técnicas y procedimientos verbales específicos

Se ha identificado una variedad de comportamientos verbales para mejorar la calidad


de la relación terapéutica y para transmitir las actitudes prescriptas. Brevemente, en
una forma abreviada, identificaremos estas intervenciones positivas como consistiendo
principalmente en reflexiones, redeclaraciones, reconocimientos y reaseguramientos.

Reflexiones: Es un procedimiento terapéutico originalmente propuesto por Rogers tanto


para inducir la conciencia de los estados afectivos, como para transmitir empatía.
Requiere que el terapeuta sintonice con las reacciones emocionales del paciente y
consiste en identificar y rotular, en un modo no prejuicioso, los sentimientos que
subyacen a los comentarios del paciente. La mayoría de los sentimientos que son objeto de
esta técnica son negativos, porque son aquellos que mas probablemente el paciente
suprima.

Identificarlos sentimientos esdiferente de identificar pensamientos escondidos. En


un esfuerzo por catalogar las emociones primarias (fundamentales, irreversibles),
podríamos incluir, como emociones negativas, la tristeza, la ira, el miedo y la
repugnancia. Variaciones y mezclas de estas emociones primarias, pueden incluir: dolor (ira),
celos (miedo e ira), rabia (ira), depresión (ira), repulsión (repugnancia), aprehensión (miedo),
y otras por el estilo.

De cualquier manera, etiquetar los sentimientos es algo complicado, porque las


personas a menudo identifican sus pensamientos, así como también sus estados
afectivos, como “sentimientos”. Las reflexiones están dirigidas a los sentimientos, no a los
pensamientos. Si un terapeuta rotula un pensamiento, esto se vuelve una
interpretación, un procedimiento de rotura. La distinción es más que semántica. Las
reflexiones están dirigidas a aumentar la concientización, las interpretaciones están dirigidas
al insight. Los pensamientos son interpretaciones hechas por los pacientes acerca de los
eventos, incluyendo los sentimientos. Pueden servir como señales para dar origen a
sentimientos, pero no son los sentimientos en sí.

Para ayudar a hacer una distinción entre reflexión e interpretación, puede ser útil
pensar acerca de la construcción de sentencias utilizadas en la comunicación, tanto por el
paciente como por el terapeuta. Cuando una persona dice “me siento deprimido”, está
expresando un sentimiento. Cuando dice “siento que estoy deprimido”, está
interpretando el significado de su experiencia.

Una reflexión por parte del terapeuta puede ser, en el primer ejemplo, “usted se
siente desesperanzado”. Esta respuesta toma la expresión de sentimientos de

paciente y le añade una dimensión de severidad, focalizando sobre los sentimientos


agregados de desesperanza y de situación irremediable.

En el segundo ejemplo, la reflexión puede tomar un tinte diferente, como por ejemplo
“Usted parece estar realmente confundido, y quizás un poco atemorizado, porque no sabe
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cuál es el significado de sus síntomas”. Aquí el terapeuta focaliza sobre el miedo que
puede asumirse como presente cuando uno no sabe cómo se está sintiendo. Para hacer
esto bien, el terapeuta debe estar sintonizado con las emociones y los signos que el
paciente presenta en su voz, lenguaje y cuerpo. En los dos ejemplos, el terapeuta empático
intenta identificar el sentimiento detrás de la declaración y permitir que éste se exprese,
incrementando la conciencia del paciente y cimentando el sentido de ser entendido en un
plano emocional.

Una reflexión productiva es usualmente indicada por la respuesta del paciente. Esta toma
la forma de un reconocimiento de la certeza de la reflexión y a menudo es acompañada por
la expresión de sorpresa al reconocer un elemento nuevo en el estado afectivo subjetivo
(p.e. “Sí, creo que realmente estaba enojado y no me daba cuenta”).

Redeclaraciones: Es una respuesta menos poderosa que la reflexión. No captura el significado


emocional, sino que simplemente clarifica y resume las respuestas verbales precedentes
del paciente. Está diseñada para fortalecer el sentimiento de ser entendido a un nivel
intelectual. Confirma que el terapeuta está escuchando.

En su forma mas simple, la redeclaración utiliza muchas de las mismas palabras


utilizadas por el paciente, pero le añade el énfasis del terapeuta (usted realmente se
siente rechazado). Así, aunque no se cambia el significado, el terapeuta puede cambiar los
valores reflejados en ciertos elementos. En formas mas complicadas, las
redeclaraciones utilizan diferentes palabras, para añadir o enfatizar los elementos
significativos (“parece que las cosas se estaban yendo de su control”) . La distinción entre la
redeclaración y la interpretación es que la redeclaración sigue inmediatamente a una
declaración similar del paciente ( p.e. “no podía afrontarlo más”). Sin este grado de
correspondencia entre el significado expresado y abierto del terapeuta con el del paciente, la
respuesta se vuelve una interpretación, mas que una redeclaración.

Reconocimiento: Es una declaración específicamente diseñada para afirmar el valor de lo


que el paciente ha descrito. Transmite mas directamente los valores y creencias del
terapeuta que la reflexión o la redeclaración. Un reconocimiento tal, puede ser alcanzado
respecto del contenido de la comunicación del paciente ( “sí, usted está en lo cierto respecto
de que las cosas estaban un poco confusas en lo que su madre le quería decir”), o puede
ser un poco mas personal. Un reconocimiento personal confirma el valor de los
individuos, más que la verdad de sus proclamaciones (“usted es realmente confiable, sabe?
“), y es usualmente ofrecido cuando el paciente parece estar en duda acerca de asuntos
como el mencionado, o cuando está luchando por ganar auto estima. Individuos que han
sufrido de sentimientos de no reconocimiento pueden necesitar particularmente este tipo de
afirmaciones delterapeuta, especialmente en las primeras etapas de la terapia.

El impacto inmediato del reconocimiento es probablemente proporcional al grado


de enfoque personal. Un reconocimiento personal es probable que produzca un impacto
significativo, pero también es probable que estos beneficios duren poco. Mientras a
menudo es útil un empujón emocional en un momento de transición, las reflexiones y las

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respuestas que evocan pensamientos son los que tienen efectos a mayor plazo. Así,
mezclar comentarios provocativos y reflexiones con reconocimientos personales pueden
ganar más terreno, a largo plazo, que el reconocimiento solo.

Reaseguramiento: Tiene que ver con proveer tranquilidad. Es una clase de comentarios
diseñados para proveer confort inmediato y para reducir ansiedad anticipatoria. Ofrece una
estructura, predice consecuencias positivas, e inserta recordadores de logros pasados.
Además, expresa el deseo y optimismo del terapeuta, un deseo de ayudar al paciente a
lograr las metas del tratamiento, y un optimismo respecto de que el paciente será capaz de
hacerlo. En este proceso, el Reaseguramiento reduce la ansiedad asociada con la
incertidumbre, y cimenta la percepción de que el terapeuta es confiable.

La mayoría de los comentarios de Reaseguramiento se dirigen o a apoyar conductas pasadas


del paciente, acerca de incertidumbres que tenga en el presente, o a predecir
consecuencias positivas para los actos presentes o anticipados. Como en el reconocimiento, el
Reaseguramiento revela las creencias y valores del terapeuta de un modo muy directo, y
al igual que aquél, está dirigido a facilitar la relación, más que a lograr cambios
sustanciales.

El terapeuta puede hacer comentarios tales como “estoy seguro de que todo resultará
bien”, o “recuerde que la mayoría de las veces, sus decisiones han sido buenas”. Son
útiles para recordar al paciente sus fortalezas y para aumentar su auto estima cuando ha
sido dañado, pero su rol principal es imbuir al terapeuta con las cualidades de constancia,
conocimiento y disponibilidad.

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INTELIGENCIA EMOCIONAL DEL TERAPEUTA

Si bien este es un término que se ha desarrollado en otros ámbitos, consideramos que


sería interesante analizar algunas de las aptitudes descriptas por Coleman, bajo el concepto
de Inteligencia Emocional, aplicada en nuestro caso al trabajo terapéutico y a la relación
terapéutica.

La Inteligencia Emocional determina nuestro potencial para aprender las habilidades prácticas
que se basan en cinco elementos: conocimiento de uno mismo, motivación, autorregulación,
empatía y destreza para las relaciones.

La inteligencia emocional tiene que ver con la Aptitud Emocional de una persona. La cual se
conforme de dos aspectos fundamentales: Aptitudes Personales, y Aptitudes Sociales.

Dentro de la Aptitud Personal se describe las siguientes características:

AUTOCONOCIMIENTO

•CONCIENCIA EMOCIONAL

(reconocer las propias emociones y sus efectos)

•Saben qué emociones experimentan y por qué

•Perciben los vínculos entre sus sentimientos y lo que


piensan, hacen y dicen

•Reconocen qué efecto tienen esas sensaciones sobre su


desempeño

Conocen sus valores y metas, y se guían por ellos

•AUTOEVALUACIÓN PRECISA

(conocer los propios recursos interiores, habilidades y límites)

•Conocen sus puntos fuertes y sus debilidades

•Son reflexivas y aprenden de la experiencia

•Están abiertas a la crítica sincera y bien intencional, a


las nuevas perspectivas, al aprendizaje constante y al
desarrollo de sí mismas

Son capaces de mostrar sentido del humor y perspectiva con respecto a sí mismas

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•CONFIANZA EN UNO MISMO

(fuerte sentido de lo que valemos y de nuestras capacidades)

•Se muestran seguras de sí mismas, tienen “presencia”

•Pueden expresar opiniones que despierten rechazo y


arriesgarse por lo que consideran correcto

Son decididas: pueden tomar decisiones firmes a pesar de las incertidumbres y las presiones

AUTORREGULACIÓN

•AUTOCONTROL

(mantener bajo control las emociones y los impulsos perjudiciales

•Manejan bien los sentimientos impulsivos y las


emociones perturbadoras.

•Se mantienen compuestas, positivas e imperturbables


aún en momentos difíciles

Piensan con claridad y no pierden la concentración cuando son sometidas a presión

• CONFIABILIDAD

(mantener la integridad y ser responsable del desempeño personal

•Actúan éticamente y están por encima de todo reproche

•Inspiran confianza por ser confiables y auténticas

•Admiten sus propios errores y enfrentan a otros con sus


actos faltos de ética

Defienden las posturas que responden a sus principios, aunque no sean aceptadas

•ESCRUPULOSIDAD

(mantener la integridad y ser responsable del desempeño personal

•Cumplen con los compromisos y las promesas

•Se hacen responsables de satisfacer los objetivos


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Son organizados y cuidadosos en el trabajo

•ADAPTABILIDAD

(estar abierto a ideas y enfoques novedosos, y ser flexible para reaccionar ante los cambios)

•Manejan con desenvoltura exigencias múltiples,


prioridades cambiantes y mudanzas rápidas

•Adaptan sus reacciones y tácticas a las circunstancias


mutantes

Son flexibles en su visión de los hechos

•INNOVACIÓN

(estar abierto a ideas y enfoques novedosos y ser flexible para reaccionar ante los cambios)

•Buscan ideas nuevas de muchas fuentes distintas

•Hallan soluciones originales para los problemas

•Generan ideas nuevas

Adoptan perspectivas novedosas y aceptan riesgos

MOTIVACIÓN

•AFÁN DE TRIUNFO

(afán orientador de mejorar o responder a una norma de excelencia)

• Se orientan hacia los resultados, con un gran afán


de alcanzar objetivos y requisitos

•Se fijan metas difíciles y aceptan riesgos calculados

•Buscan información para reducir la incertidumbre y


hallar la manera de desempeñarse mejor

•Aprenden a mejorar su desempeño Se orientan hacia


los resultados, con un gran afán de alcanzar objetivos y
requisitos.

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•COMPROMISO

(alinearse con los objetivos de un grupo u organización)

•Están dispuestas a hacer sacrificios para lograr un


objetivo general

•Encuentran una sensación de ser útiles en la misión general

•Utilizan los valores nucleares del grupo para tomar


decisiones y clarificar sus alternativas

Buscan activamente oportunidades para cumplir con la misión del grupo

•INICIATIVA

(exhibir proactividad y persistencia)

•Están dispuestas a aprovechar cualquier oportunidad

•Ven tras el objetivo mas allá de lo que se requiere o se


espera de ellas

•Prescinden de la burocracia y fuerzan las reglas, cuando


es necesario para cumplir con el trabajo

Movilizan a los demás mediante emprendimientos y esfuerzos inusuales

•OPTIMISMO

(exhibir proactividad y persistencia)

•Persisten en ir tras la meta pese a los obstáculos


y contratiempos

•No operan por miedo al fracaso, sino por esperanza de


éxito Consideran que los contratiempos se deben a
circunstancias manejables antes que a fallas personales

APTITUD SOCIAL

•EMPATÍA

COMPRENDER A LOS DEMÁS

(percibir los sentimientos y perspectivas ajenas, e interesarse activamente por sus


preocupaciones)

•Están atentos a las pistas emocionales y saben escuchar


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• Muestran sensibilidad hacia los puntos de vista de los
otros y los comprenden

Brindan ayuda basada en la comprensión de las necesidades y sentimientos de los demás

AYUDAR A LOS DEMÁS A DESARROLLARSE

(percibir las necesidades de desarrollo de los demás y fomentar su capacidad)

•Reconocen y recompensan las virtudes, los logros y el


progreso

•Ofrecen críticas constructivas e identifican los puntos


que el otro debe mejorar

Asesoran, brindan consejos oportunos y asignan tareas que fortalezcan y alienten las
habilidades del otro.

ORIENTACIÓN HACIA EL SERVICIO

(prever, reconocer y satisfacer las necesidades de otros)

•Entienden las necesidades de los clientes y las ponen


en correspondencia con servicios o productos adecuados a
ellas

•Buscan maneras de aumentar la satisfacción de los


clientes y su fidelidad

•Ofrecen de buen grado asistencia adecuada

Comprenden el punto de vista del cliente, y actúan como asesores de confianza

APROVECHAR LA DIVERSIDAD

(cultivar las oportunidades a través de personas diversas)

•Respetan a gentes de orígenes diversos y se llevan bien


con todos

•Entienden los puntos de vista diversos y son sensibles a


las diferencias grupales

•Ven en la diversidad una oportunidad de crear un medio


donde las personas de diversos orígenes puedan prosperar

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Se enfrentan a los prejuicios y a la intolerancia

CONCIENCIA POLÍTICA

(interpretar las corrientes sociales y políticas)

•Saben leer con precisión las relaciones clave de poder

•Detectan las redes sociales cruciales

•Entienden las fuerzas que dan forma a las visiones y


acciones de los clientes o competidores

Leen con precisión la realidad externa y la realidad de la organización.

APTITUD SOCIAL

HABILIDADES SOCIALES

•INFLUENCIA

(implementar tácticas de persuasión efectivas

•Son hábiles para convencer a la gente

•Ajustan sus presentaciones para agradar a los oyentes

•Usan estrategias complejas, como la influencia indirecta,


para lograr consenso y apoyo

Recurren a puestas en escena dramáticas, para establecer con claridad su punto de vista

•COMUNICACIÓN

(escuchar abiertamente y transmitir mensajes convincentes

•Son efectivas en el intercambio, registrando las pistas


emocionales para afinar su mensaje

•Enfrentan directamente los asuntos difíciles

•Saben escuchar, buscan el entendimiento mutuo y


comparten información de buen grado

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Fomentan la comunicación abierta y son tan receptivas de las malas noticias como de las
buenas.

•MANEJO DE CONFLICTOS (negociar y resolver desacuerdos)

•Manejan con diplomacia y tacto situaciones tensas y


personas difíciles

•Detectan los potenciales conflictos, ponen al descubierto


los desacuerdos y ayudan a reducirlos

•Alientan el debate y la discusión franca

Orquestan soluciones que benefician a todos

•LIDERAZGO

(inspirar y guiar a individuos o grupos)

•Articulan y despiertan entusiasmo en pos de una visión y


una misión compartidas

•Se ponen a la vanguardia cuando es necesario, cualquiera


sea su cargo

•Orientan el desempeño de otros, haciéndoles asumir


su responsabilidad

Guían mediante el ejemplo

•CATALIZADOR DE CAMBIOS (iniciar o manejar los cambios)

•Reconocen la necesidad de efectuar cambios yretirar


obstáculos

•Desafían el status quo para reconocer la necesidad de


cambio

•Son defensores del cambio y reclutan a otros para


efectuarlo

Sirven de modelo para el cambio que se espera de otros

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•COLABORACIÓN Y COOPERACIÓN

(trabajar con otros para alcanzar objetivos compartidos)

•Equilibran el acento puesto en la tarea con la atención


que brindan a las relaciones personales

•Colabora, compartiendo planes, información y recursos

•Promueven un clima amigable y cooperativo

Descubren y alimentan las oportunidades de colaborar

•ESTABLECER VÍNCULOS

(alimentar las relaciones instrumentales)

•Cultivan y mantienen redes informales de trabajo extensas

•Buscan relaciones que benefician a todas las partes


involucradas

•Construyen lazos afectivos y se mantienen conectadas con


los otros

Hacen y mantienen amistades personales entre los compañeros de trabajo

•HABILIDADES DE EQUIPO

(crear sinergia para trabajar en pos de las metas colectivas)

•Son un modelo de las cualidades de equipo:


respeto, colaboración y disposición a ayudar

•Impulsan a todos los miembros hacia una participación


activa y entusiasta

•Fortalecen la identidad de equipo, el espíritu de cuerpo


y el compromiso

Protegen al grupo y a su reputación; comparten los méritos

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EL USO DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA TERAPIA (*)

por Juan Luis Linares 3

La tradición sistémica no ha sido muy sensible a la importancia de las emociones. Si


Bateson ( 1973 ) llegó a considerar a las emociones un concepto dormitivo, no puede
extrañar que la teoría comunicacionalista las ignorara y que figuras como Virginia Satir fueran
contempladas desde el mismo Palo Alto con reticencia cuando no con desprecio. Por otra
parte, Minuchin ( 1993 ) también ha evitado cualquier explicitación de lo emocional en
terapia, recurriendo al circunloquio de "la utilización del sí mismo del terapeuta" para
referirse a la evidencia de que las reacciones afectivas de éste juegan un papel importante.
Preguntar qué siente el paciente o algún miembro del sistema ha sido considerado herético y
descalificado como banal por la ortodoxia sistémica, que ha enfatizado la conveniencia de
sustituirlo por qué piensa o qué hace, según se trate de la versión estratégica o de la
estructural de dicha ortodoxia.

Frente a esta realidad, se sitúa la evidencia de que la psicoterapia se realiza trabajando con las
emociones y, ciertamente, no sólo con las del paciente o la familia, sino también con las del
terapeuta. Los autores sistémicos europeos han sido más sensibles a ello, quizás porque, al
situarse lo fundamental de su obra en fechas más recientes, no debieron pagar el tributo que
pagaron sus colegas americanos a la diferenciación respecto del psicoanálisis. De hecho, y por
citar sólo a algunos, autores como Cancrini ( 1984 ) y Andolfi ( 1977 ) han explicitado la
importancia del trabajo emocional y Elkaïm ( 1995 ), acuñando el concepto de resonancia, ha
aportado un útil instrumento como alternativa sistémica al juego transferencia /
contratransferencia.

La recuperación por Selvini ( 1987) del apego de Bowlby, así como la teorización
correspondiente a la última etapa de su pensamiento, la sitúa en la misma línea de
reconocimiento del espacio emocional que caracteriza a gran parte de la terapia familiar
europea.

Pero, no nos engañemos, la cuestión dista de estar resuelta, y en el panorama actual de la


psicología se esbozan posiciones sobre lo que podría ser una nueva polémica en torno a las
emociones. De una parte, quienes investigan la estructura cognitiva del fenómeno emocional
(Ortony, Clore y Collins, 1988) tienden a universalizarlo y a definirlo intrapsíquicamente,
diferenciándolo radicalmente del lenguaje.

3
El Dr. Linares es Doctor en Psiquiatría, Presidente de la Asociación Europea de Terapia Familiar, Director de la Escuela de Terapia
Familiar del Hospital Sant Pau de Barcelona, autor de numerosos libros y artículos.

(*) Artículo publicado en el nº 56 de Perspectivas Sistémicas ("Vínculos y Emociones"), Mayo- Junio 1999. Manténgase
actualizado suscribiéndose a Perspectivas Sistémicas por nuestro seguro y fácil medio de suscripción on line en esta misma web o
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Wierzbicka (1986) afirma al respecto que la ausencia en una lengua de un término que
designe la emoción específica a la que pudiera referirse una palabra en otra lengua no
significa que la gente de las culturas que usan la primera lengua no pueda experimentar y no
experimente esa emoción.

Por otra parte, para muchos autores, las emociones son inseparables del lenguaje,
puesto que son construidas socioculturalmente y sentidas en cuanto expresadas en base a
sistemas de creencias, órdenes morales y normas sociales propios de determinadas
comunidades ( Harré, 1986).

Los construccionistas sociales rechazan el carácter fisiológico de las emociones (una idea,
por otra parte, difícilmente sostenible en la actualidad desde cualquier posición seria) y
coinciden con los cognitivistas en reivindicar la importancia del proceso cognitivo, en
forma de valores y creencias. Pero ahí acaba el acuerdo, puesto que lo que verdaderamente
interesa al socioconstruccionismo son las situaciones y los modos en que se
utilizan las palabras que expresan emociones. Éstas siguen condenadas a la condición
batesoniana de concepto dormitivo o, en la despectiva expresión de Hoffman (1992), a la de
"vaca sagrada de la psicología moderna".

Existen tres grandes espacios relevantes en el mundo relacional, y por ende en el


psicológico-individual, que son el cognitivo, el pragmático y el emocional. Con respecto a
ellos se han orientado los distintos modelos psicoterapéuticos, combinando en ecuaciones,
más implícitas que explícitas, diferentes proporciones del qué pensar, qué hacer y qué
sentir. Como vehículos privilegiados de expresión han dispuesto del lenguaje y de la
conducta, cauces idóneos para la comunicación cognitiva y pragmática. Pero, ¿y la
emocional? Más allá de la evidencia de que existe una comunicación emocional, el
comunicacionalismo de Palo Alto consiguió soslayarla refiriendo su distinción entre
lenguajes digital y analógico a mensajes de contenido y de proceso relacional.

Y, sin embargo, es perfectamente legítimo atribuir el lenguaje analógico a la comunicación


emocional en una vinculación preferente, al igual que el lenguaje digital es el vehículo
emblemático de la comunicación cognitiva y la conducta la expresión más nítida de la
comunicación pragmática.

...

El terapeuta sistémico ha poseído dos instrumentos técnicos valiosísimos para moverse con
comodidad en los espacios pragmático y cognitivo: la prescripción y la reformulación.

Mediante la prescripción de comportamiento, el terapeuta sugiere a individuos, a


subsistemas o a la familia en su conjunto, determinadas conductas o ritos tendentes a
modificar su comunicación pragmática. Pretende con ello introducir un germen de cambio
independiente de cualquier insight (que sería, al fin y al cabo, una elaboración cognitiva) y,
desde luego, sin focalizar la reverberación afectiva. Las prescripciones han caído en desuso
en el universo de las terapias postmodernas, y, en particular, en la rama

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conversacionalista del constructivismo, en base a una interpretación sesgada y estrecha de
ciertas ideas de Maturana (1980) que descalificarían la directividad estructural como
tendente a la "interacción instructiva". En realidad, sugerir pautas de conducta a los demás
puede ser, dependiendo de múltiples circunstancias, o una intromisión intolerable ,
condenada al rechazo o, en el mejor de los casos, a la irrelevancia de una imposible
instrucción interactiva, o un recurso conversacional de primer orden, tan oportuno como
bien recibido y aceptado. Por no hablar de los inevitables componentes cognitivo y
emocional asociados a la prescripción, que pueden operar como elementos perturbadores del
equilibrio disfuncional con independencia de la relativa banalidad que representa su
cumplimiento.

Mara Selvini demostró con la prescripción invariable la infinita complejidad de esta


modalidad de intervenciones, que en modo alguno deberían desaparecer del patrimonio
sistémico por un simple capricho de la moda.

Las reformulaciones constituyen el otro gran recurso tradicional de los terapeutas


sistémicos, firmemente anclado en el espacio cognitivo. Modificar la percepción, la
representación de las cosas, de individuos y familias, mediante la propuesta de visiones
alternativas en las que no tienen cabida los síntomas, es un importante ejercicio, y basta con
recordar la espectacularidad de los efectos de la connotación positiva, capaz de presentar
a las familias realidades radicalmente diferentes de las que han estado culpabilizándolas y
atenazándolas hasta el momento. Las reformulaciones, dependientes en gran medida del
lenguaje digital, han corrido mejor suerte que las prescripciones en el panorama actual de
las terapias sistémicas, al encajar más su estructura conversacional en las expectativas
postmodernas. Incluso el narrativismo socioconstruccionista maneja con comodidad
complejas reformulaciones, dentro de sus propuestas de nuevas opciones narrativas
con las que contrarrestar la sobredeterminación ejercida por el discurso del poder.

Pero resulta inimaginable un cambio cognitivo (o epistemológico, como ha preferido llamarle


históricamente el modelo sistémico) sin la correspondiente vibración emocional, y ambos
serían irrelevantes si no se acompañaran de modificaciones pragmáticas. Por suerte,
los tres espacios psicológico- relacionales están intercomunicados, por lo que un
cambio en cualquiera de ellos puede extenderse a los otros, generando una oleada
transformadora de imprevisibles consecuencias. Imprevisibles … salvo para un
terapeuta consciente de su poder y capaz de controlarlo y valorarlo, quien sí podrá
anticipar razonablemente la evolución de los acontecimientos y amoldar a ella la
continuidad de la terapia. Por ello, un cambio mínimo acaecido en cualquiera de los
tres espacios, dotado de la suficiente capacidad perturbadora, es decir, capaz de
generalizarse a los restantes de modo significativo, puede constituir un más que
satisfactorio resultado de una terapia.

Una pareja que sigue la sugerencia del terapeuta de realizar ciertas salidas nocturnas, puede
encontrarse, en medio de la aparente banalidad de su acción, percibiendo aspectos, el
uno del otro, que antes les pasaban desapercibidos. Por primera vez en muchos años han
salido de la rutina para pasar un rato agradable juntos, y ello les ha permitido

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descubrirse perspectivas inéditas: lo que antes era, para él, una insoportable y asfixiante
afición de ella por el control, se convierte en expresión de fragilidad y necesidad de
apoyo; y lo que, para ella, era irresponsabilidad y egoísmo de él, pasa a ser legítima
necesidad de un espacio propio. Ambos se hacen tolerantes, a la vez que experimentan
una ternura ya olvidada. El orden puede variar. La aparición de una visión novedosa en la
que, a instancias del terapeuta, un adolescente empieza a considerar a sus padres
torpones pero llenos de cariño, en vez de arbitrarios y represores, lo relaja y alivia, haciendo
que disminuyan sus conductas provocadoras y aumente su colaboración en las tareas
domésticas.

Y el clic del cambio puede producirse en el espacio emocional, en forma de un


sobrecogimiento inefable al sentirse la vergüenza del padre que pide perdón, la angustia
de la esposa que teme por su vida o la impotencia del hijo que se cree fracasado. También
entonces podrán seguir nuevas representaciones cognitivas y nuevas maneras de
comportarse. Todo ello, obviamente, si el ecosistema se muestra favorable y si el
terapeuta, como elemento significativo de éste, asume sus responsabilidades de modo
razonable.

Intervenir en el campo emocional significa un serio desafío para el terapeuta sistémico


formado en el culto de la prescripción y, sobre todo, de la reformulación y la narrativa,
cuando no, explícitamente, en el desprecio doctrinario de las emociones. Y sin embargo,
éstas poseen en el lenguaje analógico un refinadísimo instrumento, capaz de singularizar su
expresividad hasta extremos inimaginables en cualquier otro canal comunicacional.

La inteligencia emocional es un concepto acuñado recientemente para significar la


capacidad de las personas de utilizar sus emociones relacionalmente en modo
controlado (Goleman, 1995). Siempre se ha sabido que el éxito en el desempeño de tareas
concretas, así como en las más ambiciosas empresas, depende de algo más que de la
capacidad intelectual medida por el C.I., pero ahora se dispone de un instrumento oportuno
para conceptualizar ese fenómeno. La persona que moviliza y pone en juego su inteligencia
emocional tiene mayor poder de convicción, resulta más creíble y aumenta considerablemente
su capacidad de influir a los demás. Cualidades todas ellas preciosas para un terapeuta. Veamos
algunos ejemplos:

Pablo: "Curar a su madre"

Pablo es un niño que no habla salvo en la más estricta intimidad familiar y, aun así, lo
mínimo posible. Sus padres se han ido preocupando progresivamente, a
medida que los silencios de su hijo han empezado a dificultarle la escolaridad y a
arrojar sombras sobre su futuro profesional y social. Lo sobreprotegen no permitiéndole
asistir a colonias "para evitarle situaciones difíciles" y liberándolo de cualquier tarea que
comporte contactos extrafamiliares. Pablo es un chico inteligente, capaz de realizar
brillantes ejercicios escolares siempre que no impliquen relacionarse activamente con
maestros o compañeros. Durante las sesiones de terapia permanece mudo, contemplando el
mundo con ojos grandes y asustados y siguiendo con interés lo que ocurre a su alrededor.

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Los intentos del terapeuta por modificar la situación sugiriendo a la familia pautas
menos rígidamente protectoras han tenido escaso eco.

Hasta que, un día, la madre cuenta un episodio de su vida que antes había ocultado. Ella
también fue muy tímida de pequeña, y hablaba casi tan poco como Pablo. Ya de mayor,
tuvo varias depresiones que la hicieron sufrir mucho. A raíz de la última, los médicos le
aconsejaron que tuviera un hijo para curarse y ella, en efecto, quedó embarazada y
tuvo a Pablo. Desde entonces no ha vuelto a saber lo que es una depresión y, de
hecho, su carácter ha mejorado mucho, haciéndose más abierta y sociable. A medida que
relata estos hechos se emociona visiblemente y lo mismo le ocurre a Pablo, mientras
que el resto de la familia, el padre y una hija algo mayor, los contemplan con comprensiva
serenidad. El terapeuta siente que también él se ha contagiado de la intensa atmósfera
afectiva reinante: sus ojos se humedecen ligeramente y un leve nudo tensa su garganta.
Despejándosela con un suave carraspeo, comienza a hablar con voz vibrante. También él
se ha emocionado, dice, debido a la honda impresión que le ha causado la historia de
esa relación tan privilegiada entre Pablo y su madre:

"Ahora puedo comprender mejor este silencio solidario de un hijo aferrado a lo que cree su
misión en el mundo: curar a su madre".

Siguen algunas reflexiones sobre la conveniencia de dar de alta a la enferma, ya curada, y


de tranquilizarse mutuamente a propósito de unos riesgos inexistentes. Tampoco el chico
corre peligro, aunque se parezca tanto a su madre, puesto que ha cumplido con creces su
misión y ello lo ha dotado de poderosos recursos.

El padre es, sobre todo, quien podrá tranquilizarlos, asumiendo las funciones de cuidador
de la madre en su convalecencia y mostrando al hijo cuántas otras misiones fascinantes
hay en la vida.

La familia marcha visiblemente reconfortada y el terapeuta explica al equipo que lo que


ha sentido durante esa sesión le ha sido de gran utilidad, puesto que siempre que
experimenta ese tipo de emociones sabe que está por producirse un cambio positivo en la
evolución de la terapia. "Ello me permite seguir la pista con toda tranquilidad, porque se que
voy en la buena dirección"

Algunas señales en su cuerpo, la humedad de los ojos y el nudo en la garganta, hacen


saber al terapeuta emocionalmente inteligente que lo que está sucediendo es bueno y
que no debe avergonzarse, sino, antes bien, permitir que el lenguaje analógico comunique
a la familia un mensaje positivo. El canal emocional así creado permite que los
elementos cognitivos y pragmáticos, que en otras ocasiones no habían sido registrados,
tengan ahora una buena oportunidad para procesarse.

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La pareja "aburrida"

Una pareja está enzarzada en una enésima disputa, en esta ocasión en plena sesión, en
presencia del terapeuta. No se hablan apenas entre sí, pero ambos se dirigen a éste
argumentándole acalorados sobre la excelencia de sus respectivos puntos de vista. La
situación de fondo no es demasiado mala. Se quieren, desean tener hijos juntos y aún no han
tenido tiempo de acumular mucho rencor, pero una feroz simetría los enfrenta
continuamente por nimiedades. Cuando, como ahora, atraviesan un mal periodo, ella sufre
crisis de ansiedad y él tiende a beber en exceso.

El terapeuta ha intentado destacar aspectos inéditos de cada uno, que podrían


ofrecerles nuevas perspectivas, pero sus sugerencias se han perdido en el fragor del
combate. El tiempo pasa sin que se produzca ningún progreso y el terapeuta empieza a
impacientarse. Mira discretamente el reloj y , ayudándose con la mano, amaga educadamente
un bostezo. La discusión se detiene y el marido dice con tono sombrío: "somos
aburridísimos, ¿verdad?" Ella corrobora: "mortalmente". El terapeuta sentencia
sonriente: "han alcanzado ustedes un notable acuerdo". A partir de ese momento, la
sesión cambia de signo y se hace posible avanzar en una negociación.

Que el terapeuta no niegue, disimule u oculte sus emociones no quiere decir que las
exhiba o imponga desconsideradamente. La inteligencia emocional exige que la persona
administre exquisitamente la expresión de sus afectos de manera que informe sin violentar.
Si, en el caso de la pareja discutidora, el terapeuta hubiera soltado un estruendoso bostezo,
habría corrido un riesgo excesivo de descalificarse como maleducado, lo cual,
probablemente, habría invalidado su trabajo.

La familia Martínez

La familia Martínez está compuesta por el padre y la madre, en torno a la cuarentena, y


cuatro hijos de veinte a trece años. El motivo de la derivación a terapia familiar es la
violencia física que el padre ejerce sobre los hijos, a los que ha venido maltratando
sucesivamente por orden de edad. La víctima actual es Carlos, el tercero, único varón de
quince años. Durante la primera sesión se pone de manifiesto una situación compleja: el
padre y la madre, de aspecto cuidado y atractivo, compiten duramente entre sí, sin disimular
demasiado, por otra parte, que existe entre ellos un juego de seducción y atracción
intensamente sensual. Sin embargo, el discurso explícito de la madre es muy crítico para
con su marido y defensivo y protector para con los hijos. Estimulado por esta farsa, Carlos
inicia un ataque al padre, al que acusa de dictador intentando ridiculizarlo ante todos
mientras la madre, risueña, observa a su marido de reojo.

El terapeuta experimenta primero un vago malestar, que va cediendo la plaza a una sorda
indignación a medida que el juego relacional va definiéndose y cobrando significado.
Finalmente, interviene interrumpiendo al chico: -"Carlos,

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¿no te das cuenta de que así es como acabas siempre cobrando? Tu padre y

tu madre discuten y tú te crees que eso te da derecho a intervenir atacando a tu padre. Claro,
como tu madre te está defendiendo con sus palabras … Pero si pudieras controlarte un poco y
mirarle a la cara, verías que, en esos momentos, ella sólo tiene ojos para tu padre. Por eso
eres tú el que termina recibiendo la paliza, mientras que ellos se reconcilian al final …"

Las palabras del terapeuta brotan firmes y cálidas, mientras sus ojos miran intensamente al
chico y su cuerpo se adelanta hacia él. Cuando alude a los padres, su rostro se endurece. Al
acabar el comentario, éstos se muestran avergonzados, con la mirada clavada en el suelo,
mientras que Carlos parece sorprendido y desconcertado. Transcurridos unos minutos de
silencio, el terapeuta anuncia algunas sugerencias para ayudarles a cambiar ciertas
cosas. Lo hace serenamente, mirando a todos sucesivamente a los ojos y mostrándose
amable también con todos.

Si el terapeuta detecta alguna modalidad de abuso durante la sesión, entendiendo por


tal el empleo del poder de forma destructiva al servicio de los intereses de quien lo ejerce,
es normal que se enoje o irrite, y también lo es que lo exprese de algún modo controlado.
Si en las relaciones interpersonales en el sentido más amplio se espera de la gente que
reaccione de algún modo frente al abuso, no puede ser de otra forma con el terapeuta,
dotado de sensibles instrumentos para detectarlo, en situaciones, como son las sesiones
familiares, que lo facilitan extraordinariamente. En tales circunstancias, sería artificioso
ignorar que, dentro de la complejidad, las relaciones humanas, y, en particular las
familiares, incluyen la desigualdad y, por tanto, la posibilidad del abuso.

El terapeuta debe saber que el poder abusivo puede ejercerse mediante la fuerza física,
pero también mediante la seducción, el chantaje emocional, la coacción y la capacidad
verbal de crear realidades amenazadoras, debiendo estar dispuesto a reaccionar frente a
cualquiera de estas formas. Si lo hace de modo controlado y ponderado, estará
testimoniando de una parte su ineludible testimonio ético como profesional y como
ciudadano y, a la vez, estará creando un canal emocional para desarrollar su
intervención terapéutica.

Existen múltiples situaciones en que el terapeuta puede usar su inteligencia emocional. De


hecho, tantas como momentos significativos en todo proceso terapéutico, puesto que la
vivencia emocional es una realidad continua. Así, podrá mostrar entusiasmo por un cierto
proyecto expresado por algún miembro de la familia, o admiración por una manera de
hacer de alguien. Podrá mostrarse decepcionado por un fracaso o esperanzado por una
perspectiva de progreso, abrumado por las dificultades o animoso por las posibilidades,
enfadado por una provocación o divertido por otra. Siempre deberá cuidar de no
mistificar su expresividad para protegerse de sus propios fantasmas, siendo honesto en el
manejo que haga de la misma.

En la tradición sistémica existen ya potentes recursos relacionados con las emociones del
terapeuta: declararse impotente, felicitar efusivamente, criticar y reñir, hablar de la propia
intimidad …De lo que se trata es de despojarlos de una excesiva carga estratégica,
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devolviéndolos al espacio que les corresponde, que no es otro que el legítimo e
inevitable ejercicio de la inteligencia emocional.

Si el terapeuta puede usar indistintamente los canales cognitivo, pragmático y emocional,


recurriendo para ello, respectivamente, a su capacidad narrativa para crear historias, a
su espíritu práctico para montar estrategias y a su inteligencia emocional para sintonizar
afectos, es evidente que los individuos y las familias con los que trabaja pueden también
procesar su intervención en esos mismos espacios.

Los individuos perciben y piensan a nivel cognitivo, actúan a nivel pragmático y sienten a
nivel emocional. Por su parte, las familias tienen valores y creencias como equivalente
cognitivo y realizan rituales como equivalente pragmático. En cuanto al espacio emocional,
es obvio que las familias no "sienten", puesto que no son agrupaciones de individuos
clonados, pero sí comparten emociones, de distinto signo y en mayor o menor grado.

Por eso, si, trabajando con individuos, el terapeuta tiene la oportunidad de incidir de
modo directo sobre las representaciones cognitivas y sobre la conducta con ayuda de
las reformulaciones y de las prescripciones, si de familias se trata, ambos instrumentos
intervendrán sobre los valores y creencias y sobre los rituales. En cuanto a la inteligencia
emocional, incidirá directamente sobre las emociones de las personas, induciendo algunas y
diluyendo o reforzando otras, mientras que, a nivel familiar, modificará el espacio donde
se comparten las emociones cambiando su composición y la ecuación en que se combinan.

En cualquier caso, si las circunstancias ecosistémicas son propicias y la intervención resulta


exitosa, el cambio se generalizará a los tres espacios y afectará, en mayor o menor
medida, a individuos y familia. Es entonces cuando se podrá afirmar que han cambiado
las narrativas individuales y los mitos familiares (Linares, 1996), y que, si en ese cambio
carecen de lugar los síntomas y las disfuncionalidades previos, la terapia ha alcanzado
unos resultados razonables.

En definitiva, las intervenciones basadas en la inteligencia emocional no pueden


pretender ser una alternativa a las restantes, sino un complemento. Brindar un marco
conceptual a la utilización terapéutica de la inteligencia emocional, con ayuda del cauce
privilegiado que es el lenguaje analógico, supone facilitar el empleo de unos recursos tan
potentes como legítimos.

La psicoterapia, si desea tener credibilidad en el campo de la psicología y la psiquiatría, debe


huir de la arbitrariedad que representa el refugio en argumentos justificadores como "yo
lo vivo así " o "eso es lo que yo siento", usados, ahora sí, de forma tautológica y dormitiva.

Sin embargo, en tiempos de complejidad y de incertidumbre, cuando resulta tan difícil el


consuelo de una objetividad imposible, se hace imprescindible reconocer la validez de la
subjetiva emocionalidad del terapeuta, inteligentemente elaborada, como canal para su
intervención.

Quizás resida en ello uno de los más claros marcadores de una psicoterapia postmoderna.
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ACTITUDES Y CONDUCTAS INADECUADAS DE LOS PACIENTES: MANEJO COGNITIVO

A) EJEMPLOS DE RAYMY (1975):

1. EL CONCEPTO ERRÓNEO DE SER UNA PERSONA ESPECIAL (NARCISISTA):

-Manejo:

a) Evitar la confrontación directa del concepto.

b) Iniciar su revisión solo cuando se han podido recoger una serie de incidentes de rechazo.

c) "Jugar doblemente" diciéndole al paciente aclaraciones del tipo: "Por supuesto tú no eres
responsable de haber adquirido tal concepto erróneo...Tu no te has mimado a ti mismo, sino
que han sido otras personas quien te han mimado".

2. EL CONCEPTO ERRÓNEO DE LA INCAPACIDAD ("COMPLEJO DE INFERIORIDAD"):

- Manejo:

a) Aclararle al paciente que este concepto se alimenta de dos fuentes: falta de habilidades
personales reales y aversión fobica-evitativa (miedo) a afrontar ciertas tareas.

b) Clarificar con el paciente cuales son sus déficits y aversiones, y trabajar con ellos. c) Tener
en cuenta que el paciente confunde el "No puedo" con el "No quiero" (aversivo).

B) EJEMPLOS DE BECK (1979): (Adaptados de la depresión neurótica)

1. "LA TERAPIA COGNITIVA SE BASA EN LA UTILIZACIÓN DEL PENSAMIENTO POSITIVO":

- Manejo:

a) Los pensamientos positivos no son necesariamente válidos o correctos. Una persona


puede engañarse a si misma durante un tiempo con tales pensamientos, pero se
desilusionará cuando compruebe que no son reales.

b) La terapia cognitiva se basa en el uso del poder del pensamiento "realista", en el uso de
habilidades para corregir las distorsiones cognitivas; sobretodo mediante la comprobación
empírica de estas distorsiones.

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2. "YO NO ESTOY DEPRIMIDO (O ANSIOSO, IRRITADO..ETC) PORQUE DISTORSIONE LA
REALIDAD, SINO PORQUE LAS COSAS VAN REALMENTE MAL. CUALQUIERA SE SENTIRÍA ASÍ
EN ESTAS CIRCUNSTANCIAS"

- Manejo:

a) El terapeuta expone que no sabe ciertamente si las cosas son tan malas como el paciente
las pinta, pero que quiere conocer antes los hechos para tomar una postura. b) El terapeuta
ayuda a distinguir los problemas reales de los pseudo problemas; y en ambos ayuda a
manejar pensamientos catastrofistas y acciones de afrontamiento (p.e enviar a una mujer
que había recibido malos tratos a una Asociación de defensa de mujeres maltratadas).

c) Mostrar también que gente distinta responde de modo distinto ante situaciones similares.

3. "SE QUE ME INTERPRETO LAS COSAS EN SENTIDO NEGATIVO, PERO NO PUEDO


CAMBIAR MI PERSONALIDAD"

- Manejo:

a) En primer lugar el terapeuta pregunta al paciente por qué cree que no puede cambiar.

b) En general, el terapeuta expone al paciente que no es necesario (o ni siquiera posible)


cambiar toda su personalidad, sino solo algunos de sus modos de pensar y actuar habituales.

c) A continuación el terapeuta puede preguntar si el paciente ha cambiado creencias y


acciones en el pasado (p.e algo que decían sus padres, maestros..etc), llevar o confeccionar
una lista de conductas modificadas en su pasado, o de acciones difíciles superadas.

4. "CREO LO QUE USTED ME DICE EN EL PLANO INTELECTUAL, PERO NO EN EL


EMOCIONAL":

- Manejo:

a) Informar de la confusión emoción-pensamiento en el lenguaje.

b) Tener en cuenta que el paciente puede mantener dos posturas ante un tema. El paciente
puede entender lo que le dice el terapeuta pero no lo cree (y por ello no modifica su
emoción al respecto).

c) Trabajar la modificación de creencias o supuestos personales.

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5. "NO PUEDO MANEJAR MIS PENSAMIENTOS AUTOMÁTICOS CUANDO ESTOY ALTERADO":

-Manejo:

a) Decirle que espere a estar menos alterado y entonces trabaje la modificación de

P.A. o...

b) Utilice técnicas de distracción (p.e relajación, desviar la atención, etc) y cuando esté mas
tranquilo modifique sus P.A...o

c) Decirle que con la práctica logrará mayor habilidad, e incluso programar tareas de
dificultad creciente.

6."YA QUE NO ME GUSTA PENSAR EN MIS PENSAMIENTOS NEGATIVOS Y LOS TENGO, ES


PORQUE QUIERO ESTAR ASÍ O SOY ASÍ":

- Manejo:

a) Mostrar que los P.A son automáticos e involuntarios y no, producidos voluntariamente.

b) Mostrar al paciente las desventajas de los P.A y si desea tenerlos. c) Diferenciar entre
hábitos y personalidad.

7."QUIEROUNA GARANTÍA DE QUE ESTA TERAPIA CURARÁ MI TRASTORNO":

- Manejo:

a) Informar al paciente que vivimos en un mundo problemático y que no existen garantías


absolutas para ninguna empresa.

b) Sin embargo, comentarle que para obtener resultados buenos el paciente tiene que
esforzarse y trabajar en las tareas que se le asignan.

c) Si el paciente mantiene la creencia de que él no tiene que hacer ningún trabajo y que es el
terapeuta quien debe de sacarle de su estado; el terapeuta puede preguntar al paciente si en
su pasado superó problemas de este modo, que tipos de problemas y con qué resultados; y
además si eso le devolvió al paciente la confianza en sus recursos personales.

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8."LA TERAPIA COGNITIVA SE OCUPA DE PROBLEMAS SUPERFICIALES Y NO DE LOS SERIOS
PROBLEMAS QUE ME HACEN SENTIR ASÍ":

- Manejo:

a) Reconsiderar las expectativas terapéuticas del paciente.

b) Cualquier tema que sea importante para el paciente es objeto de discusión (P.e los sueños,
los temas existenciales, las experiencias infantiles..etc).

c) El terapeuta en esos temas, igualmente trabajará con las distorsiones cognitivas.

9. "SI LAS DISTORSIONES COGNITIVAS NEGATIVAS ME HACEN SENTIR MAL, ¿LAS


DISTORSIONES COGNITIVAS POSITIVAS ME HARÍAN SENTIR BIEN?":

- Manejo:

a) El terapeuta puede decir que en la manía están presentes las distorsiones cognitivas
positivas.

b) Se trata de tener un desarrollo del pensamiento realista y empírico.

10. "LLEVO VINIENDO CUATRO SEMANAS A TERAPIA Y NO HE MEJORADO":

- Manejo:

a) Contrastar con el paciente si sus expectativas son realistas.

b) Informarle del curso en zig-zag de la evolución y las recaídas.

11."NO PUEDE TRATAR MI TRASTORNO SIN VER TAMBIÉN A LA PERSONA X. ELLA ES LA


CAUSA DE MI TRASTORNO":

- Manejo:

a) El terapeuta muestra que las emociones extremas dependen de los P.A y S.P mas que de
los eventos externos.

b) Pero puede ser útil entrevistarse con esa persona para incluirla como colaboradora

en la terapia o sugerirle un marco terapéutico mas amplio (pareja, familia); en este último
caso si esta no accede, le dice a la persona que ha pedido ayuda que el problema se puede
trabajar, aun así.
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12. "SOY MAS INTELIGENTE QUE USTED, ¿COMO VA A PODER AYUDARME?":

- Manejo:

a) El terapeuta puede decirle a este paciente, que es posible que en muchas áreas sea mas
brillante que el, pero que el está especializado en el área terapeútica.

b) Además si este paciente inicia un debate intelectual, el terapeuta puede cortarlo


preguntándole directamente: ¿Esta actividad intelectualizante le ha servido alguna vez para
resolver sus problemas emocionales?.

13. "LA TERAPIA COGNITIVA NO DARÁ RESULTADO PUES MI TRASTORNO TIENE UNA BASE
BIOLÓGICA":

- Manejo:

a) Contrastar al paciente con fracasos farmacológicos anteriores. (Lógicamente estamos


hablando de casos donde los fármacos no ocupan una posición preponderante o exclusiva).

b) Informar al paciente de la idea trasnochada de separar mente y cuerpo; y que la terapia


produce un cambio bioquímico.

14. "TENGO QUE AFIRMAR MI INDEPENDENCIA NO PERMITIENDO QUE EL TERAPEUTA


HAGA SURGIR LO MEJOR DE MI":

- Manejo:

a) Este paciente suele negarse a realizar las tareas para casa o discute frecuentemente con el
terapeuta.

b) El terapeuta dice al paciente: "Yo no puedo obligarle a creer o a hacer algo. Usted es el
último responsable en colaborar o no conmigo. Yo puedo ayudarle a modificar algunas de sus
creencias y conductas, desarrollando otras mas adaptativas, pero no puedo obligarle a
realizar este trabajo".

c) Además al terapeuta con este paciente le pide con frecuencia sugerencias, opiniones..etc.

d) También puede exponer las desventajas de decir "no" a todo.

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c) EJEMPLOS DE BECK (1988): (Adaptados de la terapia de parejas)

1. OPINIONES DERROTISTAS ("MI CÓNYUGE ES INCAPAZ DE CAMBIAR", NADA PUEDE


MEJORAR NUESTRA RELACIÓN"..ETC):

- Manejo:

a) Informar al paciente que si él efectúa algunos cambios puede promover cambios en el


otro. Se puede comenzar redefiniendo los problemas específicos, seleccionando los mas
susceptible de cambio y generando alternativas.

b) Las opiniones derrotistas se ponen a prueba en general, seleccionando problemas


específicos susceptible de cambio y generando alternativas.

c) La táctica general es dividir la "gran montaña de problemas" en problemas específicos


abordables; y poniendo los abordajes a prueba como argumento empírico contra la
desesperanza.

2. OPINIONES DE AUTOJUSTIFICACIÓN ("ES NORMAL COMPORTARSE COMO YO",


"CUALQUIERA EN MI LUGAR HARÍA LO MISMO"..ETC):

- Manejo:

a) ¿El hecho de que su cónyuge reaccione igual es una razón válida para usted en el sentido
de si cambia algo?

b) Alguien debe tomar la iniciativa del cambio, y bien podría ser usted.

3. ARGUMENTOS DE RECIPROCIDAD ("NO HARÉ NADA A MENOS QUE LO HAGA TAMBIÉN


MI CÓNYUGE", "NO ES JUSTO QUE YO HAGA TODO EL TRABAJO"):

- Manejo:

a) Usted está aquí y el/ella no. Bien podría iniciar usted el cambio.

b) No es necesario la necesario la presencia del cónyuge para iniciar el cambio. c) Si usted


mantiene esa idea de la equidad a toda costa, ¿qué beneficios le encontrará de cara a su
relación?.

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4. ARGUMENTO DE QUE EL PROBLEMA ES EL CÓNYUGE ("MI CÓNYUGE ES IMPOSIBLE, ESTÁ
ENFERMO, LOCO...", "LA CULPA ES SUYA"):

- Manejo:

a) Pedir pruebas para comprobar el grado de veracidad de esas opiniones.

b) Explicar que podría ser una buena solución entrenarse en ignorar, al menos inicialmente,
la irracionalidad del cónyuge y centrarse en lo que podría hacerse para reducir el conflicto.

c) Informar de que en las luchas encarnizadas ninguno quiere ceder, creyendo que al hacerlo
el otro gana ventaja. Mostrar la falacia de tal argumento, redefiniendo esa debilidad como
una actitud fuerte basada en la habilidad.

MÉTODOS DE LA T.R.E PARA VENCER LA RESISTENCIA - (Ellis, 1983)

1. DEFINICIÓN DE RESISTENCIA: La conducta del cliente que el terapeuta califica de


antiterapéutica. (Y la del terapeuta).

2. LA CAUSA DE LA RESISTENCIA: En gran parte se debe a las cogniciones y creencias


explícitas o implícitas del cliente. (Y del terapeuta).

3. CREENCIAS IRRACIONALES COMUNES A LA RESISTENCIA:

1- "Debo cambiarme perfectamente, y soy un paciente incompetente e incurable sino lo


hago así".

2- "El terapeuta (y otros) deben ayudarme a cambiar, y si "no lo hace son personas
despreciables".

3- "El cambio de mi mismo debe ocurrir rápida y fácilmente, y es horrible e insoportable si no


ocurre así"

Nota: Lo mismo respecto al terapeuta.

4- FORMAS COMUNES DE RESISTENCIA:

1) RESISTENCIA SALUDABLE: Cuando los terapeutas mantienen atribuciones y hacen


interpretaciones erróneas de la conducta de sus clientes que estos no comparten (P.e Edipo,
gestalt incompleta...), la resistencia es ¡La del terapeuta!

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2) RESISTENCIA POR UN MAL EMPAREJAMIENTO PACIENTE-TERAPEUTA:

. Se les asigna un terapeuta que no les gusta por diversas razones (ideas políticas, edad,
masculinidad, feminidad, etc). El terapeuta puede trabajar con los prejuicios antiterapeúticos
y o (a menudo, acertadamente) concluir la relación.

3) RESISTENCIAS POR PERTURBACIONES TRANSFERENCIALES:

. Se buscarán las creencias irracionales subyacentes y se debatirán (P.e "Mi terapeuta debe
de responderme como lo hacía mi padre; de lo contrario no podré seguir la terapia").

4) RESISTENCIAS POR LA CONTRATRANSFERENCIA DEL TERAPEUTA:

. Los terapeutas pueden encontrar clientes que no sean de su agrado por diversas razones y
condenarles intolerantemente por ello. Es aconsejable entonces que detecten sus propias
creencias irracionales y las debatan (P.e "Este cliente actúa tan agresivamente como mi
padre lo hizo conmigo, ¡No debería actuar así, y ¡es una persona horrible por actuar así!").

5) RESISTENCIAS DEBIDAS A LAS ACTITUDES MORALISTAS- CONDENATORIAS DE LOS TERAPEUTAS:

Muchos terapeutas condenan a los clientes y así mismos por diversas conductas, bloqueando
la relación (P.e "Mi cliente debería trabajar en terapia y no lo hace...Fanfarrón!; "Hoy me he
enfadado con el cliente y no debí hacerlo, ¡Soy un pedazo de neuroticazo!).

6) RESISTENCIAS RELACIONADAS A PROBLEMAS DE AMOR- ODIO ENTRE CLIENTE Y TERAPEUTA

. Algunas veces terapeutas y clientes demoran la terminación de las terapias (o la aceleran)


debido al surgimiento de experiencias afectivas intensas de uno hacia el otro (que pueden
estar basadas en datos reales como el atractivo físico y no necesariamente en restos de
experiencias infantiles).

Un cliente/terapeuta puede fomentar así la resistencia para asegurar que la terapia continúe
indefinidamente (consciente o inconscientemente).

7) RESISTENCIA POR MIEDO A REVELARSE:

. Algunos pacientes experimentan a veces deseos o sentimientos ¡demasiados conscientes


para ellos! y temen revelarlo a sus terapeutas por vergüenza y/o temor al rechazo (P.e "Debo
de evitar que el terapeuta se entere de que tengo deseos sexuales por mi madre , pues si lo
hago me rechazará y eso sería horrible").

8) RESISTENCIA PROCEDENTE DE LA BAJA TOLERANCIA A LA FRUSTRACIÓN:

. Algunos pacientes desean evitar la ansiedad perturbadora producida por el esfuerzo


terapéutico para quedarse con sus beneficios inmediatos (P.e "No puedo soportar que el
cambio sea tan costoso e incómodo, las cosas deberían ser mas fáciles.

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9) RESISTENCIA DE LA GANANCIA SECUNDARIA:

. Algunos pacientes obtienen ventajas de sus síntomas (p.e evitar acudir a un trabajo
desagradable por una parálisis histérica). Esas ganancias secundarias es estimulada por
creencias irracionales, mas o menos conscientes como "Ya que el trabajo es malo, debo de
evitarlo a toda costa y decirlo directamente pues sería horrible que se enteraran de mi
opinión").

10) RESISTENCIA PROVENIENTE DE SENTIMIENTOS DE DESESPERANZA:

. Algunos pacientes se resisten al trabajo terapéutico porque creen que no tienen esperanza
en cambiar y están desesperados por ello . Tan pronto como retroceden o recaen, aunque
sea un poco (proceso común en toda terapia) concluyen en sus creencias irracionales y se
desesperan (P.e "Este retroceso prueba que no tengo esperanzas, y que nunca venceré mi
depresión, ¡Esto no debió de ocurrir, soy un depresivo, podría suicidarme!").

11) RESISTENCIA MOTIVADA POR EL AUTOCASTIGO:

. Algunos pacientes se culpan de experimentar ciertos sentimientos o realizar ciertas


conductas y ¡expían! su culpa mediante sus síntomas (P.e "Odio a mi hermana,, eso es
terrible, merezco sufrir y tener esta depresión por ello").

12) RESISTENCIA MOTIVADA POR EL MIEDO AL CAMBIO O AL FRACASO:

. Algunos pacientes tienen una exagerada necesidad irracional de seguridad y certeza y


prefieren los límites impuestos por el campo de acción de sus síntomas a experimentar
una incomodidad mayor ante el cambio. Otros prefieren estar protegidos contra
posibles trabajos (P.e un problema de timidez, donde la evitación social previene del
fracaso en una relación afectiva íntima).

13) RESISTENCIA MOTIVADA POR OPOSICIONISMO Y REBELIÓN:

. Algunos pacientes se oponen o rebelan contra su terapeuta porque perciben sus acciones
como una intromisión en una intromisión en su libertad. Mantienen Creencias
Irracionales como: "Tengo que evitar que el terapeuta (y otros) me digan lo que tengo
que hacer, pues me controlarían y podrían suceder cosas horribles (como humillaciones
o engaños)".

14) RESISTENCIA POR EXPECTATIVAS TERAPÉUTICAS ERRÓNEAS O DISTINTAS A LA TERAPIA:

. Algunos pacientes no revelan sus expectativas de tratamiento verdaderas hasta avanzado el


tratamiento, o algunos terapeutas no la detectan previamente produciéndose resistencias en
la terapia: Por ej. un paciente que desea ser ayudado exclusivamente por medicación, ya que
no cree o no quiere tratamiento psicológico.

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MÉTODOS PARA DEBATIR LAS CREENCIAS IRRACIONALES QUE SUBYACEN A LA RESISTENCIA
:

1- DETECTAR EL A-B-C DE LA RESISTENCIA (EVALUACIÓN).

2- DEBATIR LAS B.I.

3- USAR AUTOAFIRMACIONES RACIONALES.

4- TÉCNICAS DE REFERENCIA.

5- AUTODEBATE.

6- PROSELITISMO TRE.

7- DISTRACCIÓN COGNITIVA.

8- USO DEL HUMOR.

9- INTENCIÓN PARADÓJICA.

10- SUGESTIÓN E HIPNOSIS.

11- FILOSOFÍA DEL ESFUERZO.

12- TRABAJAR EXPECTATIVAS.

13- DISTINGUIR INSIGTHTS.

14- BIBLIOTERAPIA.

15- IRE.

16- MODELADO.

17- PLAYBACK.

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ACTITUDES Y CONDUCTAS INADECUADAS DEL TERAPEUTA EN LA PSICOTERAPIA
COGNITIVA

(BECK, 1979; ELLIS, 1987) (Adaptación: Ruiz, 1991)

A) CONSIDERACIONES SEGÚN BECK (1979):

1. Minusvalorar la relación terapeútica:

a) La expresión y discusión de las reacciones emocionales.

b) No respetar el estilo comunicativo del paciente.

c) No obtener feedback sobre las hipótesis cognitivas del paciente.

d) No tener en cuenta posibles reacciones emocionales de tipo transferencial y


contratransferencial y su base cognitiva.

2. Mostrarse excesivamente tecnicista y precavido:

a) Creer que la terapia consiste en la utilización exclusiva de un abanico de técnicas,


ignorando el proceso terapéutico.

b) Mostrarse excesivamente cauteloso para no cometer errores.

3. Mostrarse excesivamente reduccionista y simplista:

a) Creer que la terapia consiste tan solo en la detección y modificación de pensamientos


automáticos; ignorando la detección y modificación de supuestos o creencias personales y de
estrategias conductuales asociadas. b) Aplicar la terapia como un libro de recetas sin
considerar la ideosincracia y particularidad del paciente.

4. Mostrarse demasiado didáctico e interpretativo:

a) Comunicarle al paciente sus errores cognitivos; sin apenas utilizar las preguntas empíricas.

b) Interpretar los problemas del paciente sin que este aun maneje mínimamente los
procedimientos cognitivos y conductuales.

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5. Reaccionar negativamente ante los pacientes:

a) No tener en cuenta que el proceso terapéutico es muchas veces una tarea dura y pesada.

b) No tener en cuenta el papel negativo de las interpretaciones peyorativas sobre la conducta


del paciente.

c) Interpretar las resistencias terapéuticas del paciente en términos motivacionales (P.e


"Usted no quiere..."), sin detectar su conexión en las distorsiones cognitivas y proponer
alternativas de modificación (P.e "Parece que usted cree por lo que dice, que si yo le sugiero
una alternativa, y no soluciona usted mismo el problema, eso demostraría que usted es
inútil; ¿es así?...¿que pruebas y en que se basa usted para mantener esa idea o creencia?).

6. Aceptar al insight intelectual como signo de progreso:

a) Aceptar del paciente su afirmación de que él comprende lo que le decimos sin verificar su
efecto real aplicado por el paciente en su trabajo terapéutico (P.a "Si ya se que mis
problemas provienen de mi creencia de que necesito del apoyo de otros para afrontar mis
tareas"...y el terapeuta junto con el paciente no diseñan "experimentos" para poner esta
creencia o supuesto a prueba).

b) Confundir erróneamente sentimientos con pensamientos (P.e "Me siento fracasado" en


vez de: "Me creo un fracasado y me siento por ello deprimido"). Este error de los pacientes y
terapeutas es también extensible a teorías psicológicas globales.

7. No tener en cuenta ciertos factores que pueden maximizar el efecto terapéutico de la


terapia cognitiva:

a) Importancia del empirismo colaborativo: Trabajar co el paciente en le detección y

generación de alternativas a sus problemas.

b) Importancia de las recaídas como oportunidad para detectar pensamientos automáticos,


supuestos personales y estrategias conductuales relevantes.

c) Dar importancia a que el paciente explore y descubra alternativas a su significados


personales de eventos relevantes, como por ejemplo la terminación de la terapia, la
proximidad de su fin.

d) Importancia de la detección de distorsiones cognitivas y el aprendizaje de alternativas en


estados de perturbación emocional; mas que en periodos asintomáticos.

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8- Minusvalorar los procedimientos conductuales como procedimientos de modificación
cognitiva:

a) A través de ellos se pueden proporcionar "experiencias correctoras o experimentos


personales para modificar las cogniciones disfuncionales.

b) Utilizar las técnicas conductuales como vías de modificación cognitiva a través del
entrenamiento en competencias o experiencias que proporcionan evidencia de modificación
cognitiva.

11. Actitud inadecuada de estereotipar al paciente, convirtiendo sus "rasgos personales


en explicación de toda su conducta:

a) Tener en cuenta que el paciente presenta problemas, pero no es en si el problema. b)


Inadecuación de utilizar el rasgo sin detectar su base cognitiva-afectiva- conductual,
que ofrezca posibilidades de cambio.

12. Actitud pesimista ante el paciente:

a) A menudo, algunos pacientes tienen una larga historia de fracaso terapéutico y es difícil
trabajar con ellos. Quizás en estos casos sea deseable rebajar el nivel, al menos inicialmente
de las metas terapéuticas.

b) Es preferible en caso de no cambio, a veces remitir al paciente a otro terapeuta, otro tipo
de intervención (a veces otro tipo de terapia) o pedir asesoramiento de un experto en
nuestra orientación. Es decir explorar otras opciones no nos cierra las alternativas.

c) A veces también es útil utilizar otras técnicas de otras psicoterapias (aunque sean
explicadas cognitivamente). Un ejemplo es el uso frecuente en terapia cognitiva de técnicas
estratégicas, hipnosugestivas, etc....(P.e ver Lazarus: "Terapia Multimodal"

13. Detectar y hacer frente a las propias distorsiones cognitivas. Son frecuentes las
siguientes:

a) "Si el paciente no mejora es porque soy un mal terapeuta". b) "Yo he hecho mucho por el
paciente y no me lo agradece".

c) "Este paciente es un X (Rasgo o etiqueta peyorativa) y no debe actuar así conmigo".

d) "Yo soy el último responsable de la conducta del paciente".

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14. Mantener una baja tolerancia a la frustración: (Ellis, desarrolla mucho este punto).

a) Por mantener creencias inflexibles sobre el desarrollo sin dificultades de ellos como
terapeutas, la terapia o los pacientes.

b) Por guiarse inflexiblemente por creencias o supuestos en la linea de "éxito y fracaso".

15. Mantener una actitud no orientada a resolver problemas:

a) Es deseable especificar los problemas y que el paciente los verifique como tales.

b) Adaptar las soluciones alternativas al paciente, sus características y recursos, de modo


flexible.

c) Poner a prueba las alternativas y si no funcionan buscar otras.

16. Desatender las preocupaciones de los pacientes en relación a la terminación de


la terapia. Por ejemplo:

a) "No estoy totalmente curado y aun necesito ayuda".

b) Cuando termine la terapia volveré a tener estos problemas, y yo necesito una garantía de
que no reaparecerán".

c) Tener en cuenta de que a veces una recaída hacia el final de la terapia puede deberse a
que el paciente esta poniendo a prueba sus habilidades cognitivas, como "prueba de
realidad".

d) Utilizar con el paciente el que él resuma la terapia y sus progresos y que problemas
anticipa para programar su prevención.

e) Programar, si es necesario sesiones de apoyo y seguimiento.

17. No explorar los deseos de terminación prematura de la terapia:

a) Una mejoría rápida e inesperada de los síntomas: Se desaconseja poner un fin prematuro a
la terapia, sin haber modificado los supuestos personales que hacen vulnerable a esa
persona.

b) Reacciones negativas hacia el terapeuta por el paciente: Si es posible se clarifican las


emociones y cogniciones asociadas a esas reacciones y/o se avisa al paciente de que será
bien recibido, si mas adelante desea volver a terapia.

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c) Ausencia de mejoría significativa o recaídas durante el tratamiento: Se trabaja el manejo
de las situaciones de mayor riesgo y la prevención-manejo de recaídas.

18. Recaídas después del tratamiento:

a) Poner en práctica lo aprendido como una oportunidad para ello. El terapeuta aconseja
esto, antes que una vuelta inmediata a la terapia.

b) Programar sesiones de seguimiento.

B) CONSIDERACIONES SEGÚN ELLIS (1987):

1) Falta de habilidades del terapeuta para:

1.1. Inducir a los clientes la terapia correctamente.

1.2. Corregir expectativas terapéuticas irreales, como p.e "El terapeuta me resolverá mis
problemas".

1.3. Errores en la evaluación, y trabajar problemas inexistentes.

1.4. Fallar en demostrar la base cognitiva de los problemas.

1.5. Fallar en demostrar la base de los problemas en las creencias irracionales (o supuestos o
esquemas) y centrarse demasiado en los pensamientos automáticos.

1.6. Quedarse en el nº1 de inshigt y no trabajar el cambio con tareas para casa y su revisión.

1.7. No diferenciar problemas primarios y secundarios.

1.8. Saltar en la misma sesión de la refutación de la perturbación por incomodidad (baja


tolerancia a la frustración) a la refutación de perturbaciones del yo (necesidad de aprobación
y/o competencia p.e).

1.9. Trabajar en un nivel o estadio para en el que el paciente no tiene aun habilidad.

2) Creencias irracionales del terapeuta:

2.1. "Tengo que tener éxito con todos mis pacientes todo el tiempo".

2.2. "Tengo que ser un terapeuta sobresaliente, mejor que otros".

2.3. "Tengo que ser muy respetado y querido por todos mis clientes".
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2.4. "Los clientes tienen que trabajar lo mismo que lo hago yo en la terapia".

2.5. "La terapia tiene que servirme a mi también mientras dure para resolver mis problemas
o para divertirme".

PENSAMIENTOS DISFUNCIONALES DEL TERAPEUTA A. Acerca de si mismo

1. No progreso. Yo no puedo ayudar al paciente. No soy lo bastante habilidoso.

2. Estoy dejando que el paciente empeore; el paciente no recibe por lo que esta pagando.

3. No avanzamos con la rapidez suficiente. Debo de estar haciendo algo mal. El paciente
debería estar mejor después de estas 12 semanas. No lo lograré.

4. Se que he dado con el problema. Tendré que comenzar de nuevo. Estaba hiendo por un
callejón sin salida.

5. El paciente está progresando, pero no a causa de las técnicas cognitivas. El paciente


simplemente está respondiendo al apoyo. No está captando el análisis de los pensamientos.

6. El paciente recaerá tan pronto como termine la terapia. Realmente no he alcanzado la raíz
de este problema y no seré capaz de hacerlo.

7. Otros terapeutas serían más exitosos y más rápidos. Ellos no tienen fallos.

8. El paciente ya no estaría deprimido o ansioso si yo fuera más competente.

9. Tengo que usar las técnicas repetidamente. No estoy teniendo éxito.

10. No estoy teniendo éxito. Va demasiado despacio.

11. (Cuando el paciente me critica o actúa airadamente): No debo de estar manejando la


relación correctamente.

12. No tengo nada que ofrecer.

B. Acerca del paciente.

1. La terapia cognitiva no es apropiada para este paciente. Los problemas del paciente están
demasiado instaurados profundamete, son demasiados severos, demasiado crónicos.

2. Este paciente se me está resistiendo. No quiere mejorar. No quiere hacer lo que yo le digo
a el/ella.

3. Lo que el paciente teme p.e perder el trabajo, etc, es realmente algo temible y él/ella no
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serán capaz de soportarlo si sucede.

4. No me gusta el paciente.

5. El paciente tiene demasiados problemas que mejorar.

6. El paciente es (esquizofrénico, sociópata, trastorno del carácter, etc) y por consiguiente no


podrá ser ayudado.

7. El paciente tiene demasiados problemas para un enfoque centrado en el síntoma.

8. El paciente está demasiado enfermo, los problemas son reales y terribles. El paciente es
resistente.

C. Acerca de la terapia cognitiva

1. La terapia cognitiva no es suficientemente efectiva, no funciona en realidad.

2. Esto es una terapia simplemente de apoyo.

3. La terapia cognitiva solo trabaja problemas superficiales y no profundos.

D. Soluciones

1. No atribuir la responsabilidad bien al paciente, bien al terapeuta.

Recuerde que la terapia es un puzzle de factores, y usted debe de mantenerse en búsqueda


de soluciones. Intente una nueva aproximación o enfoque.

2. No coloque semana a semana las expectativas o metas de progreso.

Espere semanas buenas y semanas malas. No conceptualice los cambios en forma lineal, sino
en forma escalonada o en zig-zag. Coloque un punto de vista y evaluación a largo plazo (p.e
diez semanas).

3. Pida consejo a otros terapeutas expertos o colegas.

4. No conceptualice 12 semanas (veinte sesiones) como el plazo de solución final o la "cura".


Todo el mundo tiene muchos supuestos disfuncionales que pueden ponerse en marcha,
conforme cambien los acontecimientos. Las recaídas representan la formación de nuevas
cogniciones o bien la activación de supuestos sumergidos. La terapia cognitiva no puede
prevenir este proceso hasta ahora: No podemos deshacer o trabajar cogniciones hasta que
los eventos las hayan activado.

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5. Cuando todo ha fallado y todas las sugerencias disponibles han sido seguidas intente
técnicas de otras terapias. Puede mandar el paciente a otro terapeuta. La terapia cognitiva no
es una panacea. La falta de éxito no es una desgracia.

6. No existe una cosa como "profundamente instaurado". Rechace otros esquemas


temporalmente. Emplea una formulación de supuestos de una forma mas persuasivas. Sea
flexible, acepte el estilo del paciente.

PROBLEMAS Y SOLUCIONES CON LAS TAREAS PARA CASA (BECK, 1979)

1. EL PACIENTE DICE QUE NO SABE LLEVAR UN REGISTRO ESCRITO:

. El terapeuta comprueba si el paciente ha realizado alguna vez registros para actividades


cotidianas (lista de compras, preparativos, etc), y si es así presenta las similitudes.

. Presentar el registro como una habilidad a aprender y su utilidad para el tratamiento.

2. EL PACIENTE DICE QUE SUS PROBLEMAS SON MUY COMPLICADOS Y LAS TAREAS NO LE
SERÁN DE AYUDA:

. Explicar que incluso las tareas más complicadas (llegar al espacio, escribir un libro, etc se
componen de pasos sencillos.

. Realizar un balance de ventajas e inconvenientes de pensar que sus problemas no se


resolverán con tareas para casa.

. Cuestionarle: "¿Es positivo creer, que incluso antes de intentarlo, las tareas no le
ayudarán?".

3. EL PACIENTE DICE QUE NO HACE LAS TAREAS PARA CASA PORQUE NO LE HAN AYUDADO
EN OCASIONES ANTERIORES:

. Informar que existen diversas formas de tareas para casa.

. Comprobar a través del informe el grado real de ayuda recibida.

. Comprobar expectativas del paciente: "¿Espera un cambio rápido, fácil y sin dificultades?".

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4. EL PACIENTE QUE NO HACE LAS TAREAS PORQUE AFIRMA QUE LE SON ASIGNADAS DE
MODO AUTORITARIO O PERCIBE ERRÓNEAMENTE QUE ES ASÍ:

. Trabajar la relación terapeútica: si el terapeuta lo hace así, revisar su actitud y


conducta, y cambiar a rol más colaborador.

. Si es una distorsión del paciente: Presentar las tareas según el modelo de consumidor: el
paciente desea unos objetivos, el terapeuta conoce los medios. El paciente es libre de
aceptar los métodos, como de comprar o no un producto en el mercado.

. Comprobar con el paciente que entiende el por "autoritario" y la evidencia para ello.

5. EL PACIENTE SE AVERGÜENZA DE LA CALIDAD BAJA DE SU REGISTRO:

. Idea al problema nº1.

. El terapeuta explica que no importa la forma sino su propósito.

. Explicar las ventajas de asumir el riesgo de enfrentarse a la vergüenza.

. Pedir al paciente que lea sus registros si no desea mostrarlos.

6. EL PACIENTE DICE QUE HA OLVIDADO HACER LAS TAREAS:

. No especular sobre "el motivo inconsciente del olvido".

. Considerar al paciente "inocente" mientras no se demuestre lo contrario.

. Introducir métodos o señales de recuerdo para las tareas.

7. EL PACIENTE DICE QUE NO HA TENIDO TIEMPO PARA REALIZAR LAS TAREAS:

. Discutir con el paciente las prioridades en sus actividades y la posición de la terapia

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BIBLIOGRAFÍA

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PRÁCTICA

Como objetivo principal de esta 3er.Clase es la puesta en práctica, a través de la dinámica


de Role playing estilos y situaciones en las que se ponga en juego la construcción de la
Relación Terapéutica, ofrecemos este artículo como un modelo u esquema de
entrenamiento en la Observación clínica respecto de la alianza terapéutica desde la
perspectiva Sistémica. Método utilizado para la formación de terapeútas

1-El Sistema de Observación de la Alianza Terapéutica 4 en Intervención Familiar (SOATIF):


Desarrollo transcultural, fiabilidad, y aplicaciones del instrumento
Valentín Escudero
(Universidad de la Coruña)
Myrna Friedlander
(State Universty of New York at Albany)
psvescud@udc.es
www.softa-soatif.com

La alianza terapéutica en el contexto de la terapia familiar sistémica

En el amplio campo de la investigación en psicoterapia, uno de los indicadores del proceso


terapéutico que ha resultado más eficaz para predecir el resultado es la alianza terapéutica
(Horvath & Symonds, 1991). Por una lado, la alianza es un predictor significativo del éxito
terapéutico a través de orientaciones teóricas (Bachelor, 1991). Y por otro lado, se ha
demostrado que las percepciones de los clientes sobre la alianza terapéutica en las
primeras fases del tratamiento (evaluadas mediante auto-informes) predicen el resultado
probable en un periodo de semanas o meses (Horvath & Symonds, 1991).

En la psicoterapia individual, la alianza puede ser valorada utilizando distintas medidas: tanto
a través de los informes del cliente o del terapeuta, como a través de informes de
observadores externos (Tichenor & Hill, 1989). Sin embargo, en la literatura de terapia
familiar y de pareja sólo hay un instrumento específico que haya sido ampliamente
usado: las escalas de Alianza de Pinsof y Catherall (1986). Dichas escalas se basan en la
respuesta que dan los clientes que asisten a terapia de pareja o familia a un breve
cuestionario. La investigación sobre esta medida, que está basada en la conceptualización
tripartita de la Alianza realizada por Bordin (1979), ha demostrado que es fiable y
que predice el impacto de las sesiones (Heatherington & Friedlander, 1990) y el
resultado del tratamiento tanto para parejas como para familias (Bourgeois, Sabourin, &
Wright, 1990; Johnson & Talitman, 1997; Pinsof & Catherall, 1986; Quinn, Dotson, & Jordan,
1997).

4
Este artículo fue publicado en el nº 77 de Perspectivas Sistémicas – Julio/ Agosto del 2003 y previamente en la
revista Mosaico (Revista de la Federación Española de Asociaciones Familiares) nº 25, 2003 .

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Al igual que en las medidas de la alianza terapéutica individual, el instrumento de Pinsof y
Catherall (1986) se centra en cómo perciben los clientes el comportamiento del
terapeuta y no específicamente en el comportamiento de los miembros de la familia. De
hecho, poco se sabe acerca de qué comportamientos observables contribuyen a una fuerte
alianza en terapia familiar y de parejas (Friedlander & Tuason, 2000). En ausencia de este
conocimiento, terapeutas y supervisores sólo se pueden fiar de juicios clínicos para valorar
la fuerza de la alianza. Para subsanar esta carencia hemos desarrollado el SOATIF, una
escala de observación del comportamiento de los clientes en al marco de la terapia familiar
conjunta. Este instrumento pretende ser útil no sólo para la investigación del proceso-
resultados, sino también para la práctica clínica y el entrenamiento de terapeutas. Por
otro lado, el desarrollo del SOATIF ha implicado un esfuerzo de cooperación internacional con
el objetivo de conseguir una aplicación trans-cultural de las escalas que lo componen.

Desarrollo del instrumento

Para construir el instrumento comenzamos revisando la literatura teórica y empírica


sobre la relación terapéutica en la terapia familiar. Este proceso dio lugar a la
identificación de un conjunto de descriptores conductuales que ilustraban una alianza
tanto positiva (buena o satisfactoria relación terapéutica) como negativa
(insatisfactoria o conflictiva relación terapéutica). Estos descriptores se utilizaron para
crear una primera lista amplia que ilustraba distintos aspectos de la participación y
colaboración del cliente. Se tomó como criterio esencial en la construcción de los
descriptores el que cada uno de ellos fuese un comportamiento observable (por ejemplo,
en vez de " los familiares están interesados por los puntos de vista de los otros", el
descriptor dirá "los familiares se preguntan mutuamente por sus puntos de vista").

Para perfeccionar el amplio inventario inicial de descriptores, uno de nuestros equipos de


investigación (N = 4) examinó 12 sesiones de terapia familiar grabadas en video, de las
cuales teníamos los auto-informes (las escalas de alianza terapéutica de Pinsof y Catherall
,1986) de los propios clientes sobre la alianza. Conociendo de esa forma la perspectiva
(favorable o desfavorable) de cada uno de los miembros de las familias sobre la alianza,
analizamos las grabaciones en video de las sesiones para identificar comportamientos
individuales y familiares que pudieran ser claramente indicativos de sus sentimientos y
cogniciones (recogidos en los auto-informes). Se fueron depurando y editando los
descriptores a través de sucesivas comparaciones de cada una de las observaciones
realizadas por el equipo de observadores. Las discrepancias sirvieron para clarificar
descriptores y excluir aquellos difícilmente codificables o puntuables.

Se procedió entonces a hacer agrupamientos de descriptores similares y así identificamos,


inductivamente, 4 dimensiones subyacentes:

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(1) Enganche en el proceso terapéutico

(2) Conexión emocional con el terapeuta

(3) Seguridad

(4) Sentido de compartir en la familia el propósito de la terapia

Posteriormente, los investigadores escribimos independientemente definiciones


de dichos constructos, las comparamos y las integramos. Sobre la base de dichas
definiciones, se procedió a decidir qué descriptores estaban relacionados de una forma lógica
con cada una de las cuatro dimensiones definidas. Probando este nuevo sistema y
procedimiento de observación mediante la evaluación de 6 cintas de video diferentes,
encontramos que el acuerdo entre observadoresmejoraba considerablemente. Tanto las
dimensiones como los indicadores conductuales fueron traducidos de inglés a español y de
español a inglés por profesionales bilingües para asegurar la precisión del trabajo de
investigación en ambos idiomas y culturas.

El siguiente paso fue utilizar una tarea de clasificación para evaluar la validez de contenido
del instrumento; para ello ordenamos aleatoriamente los 44 descriptores resultantes del
proceso de análisis previo y pedimos a un grupo de expertos en investigación clínica (y
que eran también terapeutas familiares) de España (8 expertos) EE.UU. y Canadá (17
expertos) que indicaran qué descriptores reflejaban mejor cada una de los 4 constructos
subyacentes. Si al menos el 75% de los expertos investigadores que respondieron a
nuestra tarea de clasificación seleccionaban la misma dimensión para un descriptor
determinado, se mantenía dicho descriptor entre los indicadores de esa dimensión; si no era
así se eliminaba o se cambia a una dimensión distinta (aquella en la que ese descriptor sí
había sido clasificado por más del 75% de los expertos); téngase en cuenta que se les decía
a los investigadores encuestados que podían seleccionar más de una dimensión para
cada descriptor, destacando la que consideraban más importante. Así por ejemplo, el
descriptor "los familiares se preguntan mutuamente sobre sus puntos de vista", está
incluido en el conjunto de descriptores que reflejan la dimensión de Sentido de compartir en
la familia el propósito de la terapia porque más del 75% de los expertos indicaron que dicho
descriptor refleja adecuadamente esa dimensión. También se les pidió a los
investigadores participantes que comentasen los descriptores si lo consideraban necesario; o
incluso que añadieran otros si los veían muy representativos de una de las dimensiones y no
habían sido incluidos en la lista de 44 descriptores. En un apartado específico del
procedimiento se pidió a los expertos que comentaran su opinión sobre la adecuación
cultural de los descriptores y de las 4 dimensiones de la alianza definidas, es decir, su
ajuste a las características específicas del contexto cultural en el que aplican la terapia
familiar. Los resultados de esta tarea de clasificación, tanto para los investigadores de
Norteamérica como de España, indicaron un alto grado de consistencia y la mayoría de
los descriptores fueron clasificados como conductas representativas de la dimensión
que nosotros previamente habíamos seleccionado. De hecho, la mayoría de los descriptores
fueron clasificados de la misma forma por más del 75% de los jueces en ambas muestras

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(Norteamericana y Española). Basándonos en los criterios descritos más arriba, algunos
descriptores se cambiaron de una dimensión a otra o se modificaron un poco en su
definición. Un par de descriptores se eliminaron porque aunque cumplían el criterio de
obtener un 75% consenso entre jueces, lo hacían en una sola muestra (bien sólo en la
norteamericana o bien sólo en la española). Optamos por dar prioridad al hecho de que las
versiones de los instrumentos en Inglés y en Español fuesen idénticas. No obstante,
ninguno de los descriptores tuvo que ser eliminado por haber sido calificado como poco
apropiado desde el punto de vista de las diferencias culturales, sólo se introdujeron algunas
mínimas modificaciones en la definición o traducción de algunos de ellos.

Descripción de las dimensiones y de los indicadores observables

Antes de describir las dimensiones de la alianza en terapia familiar y su medición, e


ilustrar algunos de los indicadores conductuales observables, es importante dejar claro que
el SOATIF está diseñado para ser aplicado por evaluadores entrenados mientras observan
una sesión de terapia familiar grabada en video. Si los evaluadores tienen muy alto nivel de
experiencia, es también posible que puedan aplicar el SOATIF mientras observan una
sesión en vivo (aunque sin duda la video-grabación hace más factible comprobar las
evaluaciones y mejorar la fiabilidad). Consideramos que los evaluadores deberían ser
como mínimo licenciados en alguna disciplina de salud mental o postgraduados en terapia
familiar o intervención sistémica, aunque no es necesario que tengan un nivel alto de
experiencia clínica. Es recomendable que sean al menos tres los observadores que evalúen
la sesión familiar para propiciar así una comprobación adecuada de la fiabilidad Inter-
observadores.

Las dimensiones se definen de la siguiente forma:

Enganche en el Proceso Terapéutico

El cliente le ve sentido al tratamiento, se transmite la sensación de estar involucrado en


la terapia y trabajando coordinadamente con el terapeuta, que los objetivos y las tareas en
terapia pueden discutirse y negociarse con el terapeuta, que tomarse en serio el proceso es
importante, que el cambio es posible.

•Ejemplos de indicadores observables incluidos en esta dimensión:

•El cliente indica su acuerdo con las metas propuestas por el terapeuta

•El cliente describe o discute un plan para mejorar la situación (discusión sobre nuevas
soluciones, cambios concretos, etc.)

•El cliente acepta hacer las tareas para casa que se le sugieren

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Conexión Emocional con el Terapeuta

El cliente ve al terapeuta como una persona importante en su vida, casi como a un


miembro de la familia; sensación de que la relación se basa en la confianza, afecto,
interés y sentido de pertenencia; de que al terapeuta le importa de verdad y que "está
ahí" para el cliente, de que el cliente y el terapeuta comparten una visión del mundo
(por ejemplo que tienen perspectivas vitales o valores similares), que la sabiduría y
experiencia del terapeuta son relevantes.

Ejemplos de indicadores en esta dimensión son:

•El cliente comparte un momento humorístico o una broma con el terapeuta

•El cliente verbaliza su confianza en el terapeuta

•El cliente tiene interacción hostil o sarcástica con el terapeuta (indicador que se puntúa
negativamente)

Seguridad

El cliente ve la terapia como un lugar en el que puede arriesgarse, estar abierto a


nuevas cosas, ser flexible; sensación de confort y expectación hacia las nuevas experiencias
y aprendizajes que pueden ocurrir, de que hay cosas buenas que provienen de estar en
terapia, que el conflicto dentro de la familia puede manejarse sin hacerse daño, que no es
necesario estar a la defensiva.

Ilustración de indicadores:

• El cliente revela un secreto o algo que ningún miembro de la familia sabe

• El cliente pregunta directamente a los demás miembros de la familia que opinen de él como
persona o de sus conductas

• El cliente se protege de forma no verbal (por ej., cruza los brazos sobre el pecho, no se quita la
ropa de abrigo o el bolso, se siente lejos del grupo, etc.) (Este indicador se puntúa
negativamente)

Sentido de Compartir el Propósito de la terapia en la familia

Los miembros de la familia se ven a sí mismos como trabajando en colaboración para


mejorar la relación familiar y conseguir objetivos comunes para la familia; sentido de
solidaridad en relación con la terapia ("estamos juntos en esto"), de que valoran el
tiempo que comparten en la terapia; esencialmente un sentimiento de unidad dentro de
la familia en relación con la terapia.
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Algunos indicadores:

•Los miembros de la familia validan mutuamente sus puntos de vista

•Los miembros de la familia ofrecen un acuerdo de compromiso

•El cliente rechaza o es reticente a discutir problemas con otros miembros de la familia
(indicador que puntúa negativamente)

Procedimiento de puntuación de las escalas

Hay dos partes bien diferenciadas en la tarea de evaluación de la alianza con el SOATIF. La
primera consiste en detectar la presencia de indicadores de comportamiento en el
desarrollo de la sesión. La segunda consiste en hacer una valoración (dando una
puntuación) sobre la fuerza de cada dimensión inmediatamente después de haber visto
la sesión entera. El supuesto subyacente de este método es que la valoración de las 4
dimensiones de la alianza se hace sobre la base de haber detectado la aparición de
indicadores de comportamiento específicos, y que esos comportamientos observables
reflejan sentimientos, pensamientos y actitudes internas de los miembros de la familiar
sobre el proceso de tratamiento y sobre la relación con el terapeuta.

Para detectar los indicadores conductuales o comunicativos de alianza, los evaluadores


observan la cinta de video parándola y rebobinándola las veces que sea necesario.
Cuando se observa algún comportamiento incluido en la lista de descriptores, como por
ejemplo "El cliente expresa optimismo o indica que ha tenido lugar un cambio positivo",
el evaluador tiene que hacer una marca en el espacio en blanco reservado para ese
descriptor y para ese miembro de la familia (por ejemplo, en la columna encabezada por
"madre" o "hijo"). Cada evaluador puede utilizar la forma de marcar que prefiera (usar signos
como +, -, /, ¿, *, etc.), de manera que su sistema de marcar le permita recordar al
final de la sesión la importancia o claridad o intensidad de las conductas registradas. Hay
descriptores que reflejan alianza, y otros que reflejan conflicto en la alianza: falta de
enganche, pobre conexión emocional, falta de seguridad, o carencia del sentido de
compartir el propósito en la familia.

Al finalizar la sesión que se está evaluando, el evaluador debe dar una puntuación para
cada una de las cuatro dimensiones a cada miembro de la familia asistente a la sesión.
Al final de cada sección dedicada a una dimensión hay que puntuar una escala tipo
Likert de 7 puntos con el valor 0 en el centro (para indicar moderado nivel en esa
dimensión, el que representa simplemente estar en la sesión sin más), -3 en un extremo
negativo (nada de alianza, conflicto o rechazo) y +3 en el otro extremo (muchísima alianza).
El manual de entrenamiento y aplicación del SOATIF incluye una serie de reglas muy
detalladas que guían al evaluador a la hora de otorgar una puntuación en cada una de las
escalas. Las reglas o indicaciones-guía se refieren tanto a la frecuencia del comportamiento
como a su importancia y significación en la sesión.
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Al igual que otras medidas de alianza multidimensionales, las cuatro dimensiones del
SOATIF no son mutuamente excluyentes. De hecho, son conceptualmente
interdependientes. El sentido de seguridad en una sesión por parte de un miembro de
la familia puede estar ligado a su conexión emocional con el terapeuta y a sentirse
comprometido o enganchado en el proceso. El grado en el que todos los miembros de
la familia colaboran activamente en la terapia se refleja en su sentido compartido de
propósito. Recíprocamente, cuando la familia comparte el sentido del propósito por el
cual se encuentran en la terapia y lo que esperan conseguir, los miembros de la familia
probablemente sientan de forma individual un vínculo más fuerte con el terapeuta.

La fiabilidad entre evaluadores se ha calculado mediante el cómputo de la correlación


intra-clase para cada par de evaluadores en cada una de las dimensiones puntuadas.
Un examen de fiabilidad con la versión del instrumento en Inglés se realizó con 28
cintas de video archivadas de sesiones de terapia con familias norteamericanas que habían
sido utilizadas en otros estudios sobre el proceso terapéutico. Seis evaluadores (estudiantes
de postgrado) puntuaron todas las sesiones, obteniendo los promedios de correlaciones intra-
clase (ICC) que se presentan en la Tabla 1. La prueba de fiabilidad con la versión en
Español del SOATIF se realizó evaluando 38 primeras sesiones de terapia familiar grabadas
en video. Se utilizaron 3 estudiantes de postgrado en terapia familiar como
evaluadores. Las correlaciones promedio obtenidas se muestran igualmente en la Tabla 1.

MUESTRA MUESTRA
DIMENSIÓN DEL SOATIF
NORTEAMERICANA ESPAÑOLA

Enganche en el proceso .89 .74

Conexión emocional con el


.88 .78
terapeuta

Seguridad .74 .75

Sentido de compartir en la
familia el propósito de la .95 .85
terapia

TABLA 1. Correlaciones entre evaluadores haladas en dos estudios de fiabilidad del


SOATIF.

Aplicaciones

El SOATIF ha de considerarse aun un instrumento en desarrollo. De hecho en la actualidad


se están llevando a cabo estudios sobre la validez predictiva del instrumento, así como
estudios cualitativos que permitirán extender y matizar tanto los indicadores conductuales
como las cuatro dimensiones de la alianza. No obstante, el SOATIF puede emplearse con
facilidad para investigaciones orientadas a :
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•conocer cómo evoluciona la alianza terapéutica a lo largo de una terapia familiar conjunta

•qué dimensiones de la alianza se afianzan antes o de forma más fuerte en determinados


modelos de terapia o en determinados contextos de aplicación de las terapias

Por otra parte, la versión española del instrumento ha sido utilizada dentro de la
formación de terapeutas con un resultado satisfactorio: someter a los terapeutas en
formación a la labor de observar de forma detallada y sistemática las conductas que
reflejan alianza terapéutica en sus sesiones o en sesiones de otros terapeutas les hace más
perceptivos y sensibles hacia esta importante faceta de la terapia.

Tanto para los investigadores como para su uso en la formación clínica los autores están
trabajando en una versión informatizada y multimedia del instrumento.

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2-Estrategias para la formación de terapeutas en Terapia Estratégica

Presentamos una propuesta cuya idea es que la ejercitación de una serie de disciplinas
y actividades pueden ser útiles para desarrollar los recursos y habilidades personales del
terapeuta. Algunas de estas son: el teatro, el pensamiento creativo, las actividades
literarias, y la teoría de la decisión.

A continuación describiremos solo la que corresponde al empleo de las técnicas


teatrales para enriquecer y flexibilizar el self del terapeuta.

Este método de entrenamiento se basa en el método de Stanislavsky, el aprendizaje inicial


se realiza principalmente a través de ejercicios de improvización.

Para armar una improvización se establecen de antemano una serie de pautas:

A) se fija las circunstancias dadas: se detallan y particulariza el contexto en el que se va a


desarrollar la acción dramática. Se establece la historia previa, el lugar, el tipo de relación
entre los personajes, etc.

B) se fijan los intereses opuestos de los personajes. El objetivo es el motor para la acción
dramática.

C) Las acciones físicas: se establecen comportamientos centrales para cada actor en la


escena.

La idea es que cada actor encuentre en sí mismo su propia manera de jugar la escena
Imaginando cómo haría si esta situación fuera real...

Este tipo de ejercicio facilita el desarrollo de ciertas aptitudes en el actor:

-Estimula su imaginación en diversos aspectos: formas de llevar adelante su objetivo, de


resolver situaciones, de realizar las acciones previstas, de expresión verbal y
comportamental etc.

-Estimulan su sensorialidad y mejoran su recepción de estímulos del medio. Incrementan


lo que en teatro se llama su “registro”, su percepción de sí mismo y del otro.

-Desarrollan su capacidad de particularizar, de percibir una situación detalladamente.

- aumentan los recursos expresivos, la gama de actitudes, reacciones y comportamientos


posibles ante diferentes situaciones.

-También entrenan en la capacidad de dirigir todo el accionar del actor hacia un


objetivo o fin determinado.

-Estimulan su habilidad para ser creíbles.

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Esta descripción resulta muy elocuente en cuanto a su valor para el terapeuta

Es importante destacar otro aspecto de este entrenamiento y que se trata de la etapa de


evaluación, es decir de las observaciones que se realizan durante la escena.

Esta evaluación se organiza de la siguiente manera:

a) Registro: es la capacidad de percibir las reacciones del otro y lo que estas generan en uno
mismo.

b) Adaptación: se refiere al ajuste de actitudes, de reacciones y de comportamientos que los


actores deben hacer.

c) Credibilidad: es la capacidad de ser convincente en la actuación, de despertar en el


espectador la vivencia del actor le está pasando lo que actúa.

d) La capacidad de llevar adelante un objetivo predeterminado.

c) Crecimiento: son las modificaciones que van sucediendo durante la improvización.

d) Acciones físicas, que tienen que ver con la comunicación analógica, en este caso se
entrena para utilizar en forma voluntaria.

• Las Circunstancias dadas en Terapia

La actividad de particularizar mejora la capacidad de interrogarse y de interrogar al paciente.


La capacidad para obtener información precisa y detallada facilita la elaboración de
estrategias definidas y específicas para cada caso. A:Beck y Grinder dicen que la sola tarea
de particularizar resulta en sí misma terapéutica.

• Los objetivos opuestos en Terapia

Capacidad para definir y focalizar. Si falta claridad o convicción en los objetivos, la acción
es caótica, desordenada y dispersa. Esto genera en el terapeuta la capacidad de:

-Mantenerse o volver a un foco, a pesar de los esfuerzos del otro por cambiar de tema.

-Dirigir sus intervenciones hacia las finalidades concretas y específicas tener claro qué es lo
que desea modificar.

- Calibrar el qué y el cómo de las intervenciones, de acuerdo con las reacciones que
vaya teniendo el paciente.

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Las acciones físicas en Terapia:

a) capacidad para comunicar las intervenciones voluntariamente a través del lenguaje


analógico.

b) Capacidad para imaginar tareas que ayuden a los pacientes a resolver sus
problemas.

Los movimientos del cuerpo y lo paraverbal( el tono de vos, la gesticulación, el ritmo


expresivo, la mirada, etc) son también acciones físicas. Esto es muy valioso para el terapeuta
que lo ayude a tomar conciencia a incrementar su capacidad de observación respecto de
la comunicación no verbal del paciente.

Esto permite estar alerta sobre las inducciones que el paciente produce en la
interación-

•Registro en Terapia.

Capacidad de detectar qué cómo hace el paciente para influir sobre los demás y en
particular sobre el terapeuta. Esto le permite:

-Mantener el control de la relación

-Trabajar a una distancia óptima, osea evitar la sobreinvolucración.

•Adaptación en Terapia.

Ampliación de recursos estratégicos y expresivos. Selección de recursos apropiados para


cada momento.

-Permite comparar mejor nivel de efectividad de cada una de la estrategias,


establecer que algunas funcionan o no

-Se ejercita la imaginación de posibilidades

-Se desarrolla también mayor rapidéz para evaluar y eventualmente cambiar


estrategias.

•Credibilidad en Terapia.

Capacidad para ser convincente en las interpretaciones.

•Crecimiento en Terapia.

Capacidad para regular la intensidad emocional en la relación.

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EVALUACIÓN-INTEGRACIÓN

UN MOMENTO PARA REFLEXIONAR

Más allá de las diferencias de enfoques que podamos describir respecto de los diversos estilo
de Relación Terapéutica, podemos observar que convergen en varios aspectos y
fundamentalmente plantean que el proceso de formación de terapeutas debe
entenderse como un “-aprendizaje dinámico que amalgame epistemología, teoría,
técnica y práctica de manera recursiva-“. La formación entendida como un proceso
permanente y continuo a lo largo de la vida profesional, que aúne rigor e imaginación, al
mejor estilo batesoniano y que sobre todo, no cercene la creatividad del terapeuta sino que
respete el estilo del entrenado ampliándole su gama de herramientas y recursos con el
objeto de incrementar la eficacia de sus intervenciones.

Pero por sobretoda las cosas favorecer su desarrollo personal, humano y su nivel de
satisfacción.

LA FORMACIÓN Y ESTILO DEL TERAPEUTA(*)

Por Marcelo Rodríguez Ceberio5

INTRODUCCIÓN

Si el trabajo en salud mental debe considerarse un arte sagrado, lejos se encuentra esta
frase de haber sido acuñada por alguno de los Dioses griegos: nada más real y terrenal que la
acción terapéutica en la solución del padecer humano. La psicoterapia implica, entre otras
cosas, ética y responsabilidad, como tambiénformación y capacitación, conocimiento de
la teoría, experiencia clínica y por sobre todo una gran dosis de creatividad.

Todos estos atributos, son los que los entrenadores de terapeutas deben intentar
introducir en sus alumnos.

(*) Esta nota, "FORMACIÓN Y ESTILO DEL TERAPEUTA", compuesta por los tres artículos, fue originalmente publicada en
"Mosaico" N° 16, 1er. cuatrimestre 2000 (revista de la Federación de Asociaciones Españolas de Terapia Familiar) y compaginada
por el Dr. Ceberio. La edición de Perspectivas Sistémicas (nº 60 Marzo/Abril del

2000), a cargo del Lic. Des Champs, sintetizó y realizó pequeñas modificaciones con respecto de la publicación original,
conservando la esencia del escrito primigenio

5 Marcelo R. Ceberio es psicólogo, Dr. en Psicología y Master en Terapia familiar. Hace 20 años que se desempeña
como terapeuta, supervisor y formador. Es director de E.S.A. (Escuela Sistémica Argentina). Además, es profesor titular e
investigador en diversas materias en Universidades e instituciones de la Argentina y el exterior. Ha publicado numerosos artículos
y libros de diversas temáticas en el campo del modelo sistémico, Psicología Institucional y Rorschach.

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Ardua tarea si se adopta una actitud comprometida en el trabajo de la formación,
especialmente en un entrenador sistémico que deberá enseñar una epistemología que
contraviene a la convencional.

Por último, un formador debe alentar a que el profesional pueda disfrutar de su tarea,
lográndola abrazar con pasión y que no quede reducida a un mero trabajo que debe
cumplirse cotidianamente.

LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTILO TERAPÉUTICO6

La epistemología del terapeuta

Frente al acto de "conocer" lo que clásicamente llamamos "mundo externo", el aparato


cognitivo desenvuelve un mecanismo que activa nuestro almacén de significaciones,
arrojando como resultado la invención de la realidad. Realidad que al surgir de nosotros
mismos se rotula como autorreferente, se co- construye en la interacción, y que, por
así decirlo, nos lleva a elegir y seleccionar estímulos. Por lo tanto, y en función a lo que a
nuestro tema se refiere, la elección y adopción de un modelo terapéutico no excede
este marco de referencia.

Es así, que la elección de un estilo de psicoterapia depende de un complejo proceso de


abstracciones, particulares e inherentes a la funcionalidad cognitiva del terapeuta.

Podemos partir de la condición que plantea la hipótesis o sea, que no existen estilos puros o
representantes de modelos que se caractericen por la exactitud o precisión de seguirlos
exhaustivamente; existen terapeutas que adhieren a ciertas líneas, pero no líneas
"encarnadas" en terapeutas.

El terapeuta, como todo ser humano, en su proceso de "hacer historia" realizará cada
uno de sus actos perceptivos sumando abstracciones que le posibilitarán conformar
estructuras conceptuales, siendo estas mismas, las que dibujarán un mapa determinado de
su realidad. Es este mapa el que convierte a las futuras percepciones en selectivas,
tratando de amoldar los nuevos pensamientos a la estructura conceptual de modo que
no se contradigan.

Desde allí captamos lo que deseamos captar (lo que tradicionalmente llamamos dato) o
por lo menos lo que nuestro mapa permite, por lo tanto, esta es la evidencia de cómo
recortamos la realidad a través de nuestra particular perspectiva, transformando la
percepción en un acto selectivo.

6 Este artículo con algunas modificaciones, es una reproducción del publicado en el libro "La construcción del universo.
Conceptos introductorios y reflexiones sobre epistemología, constructivismo y pensamiento sistémico" de Marcelo R. Ceberio y
Paul Watzlawick (Herder. 1988).

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Esta selección es la que pauta, por medio de las distinciones pertinentes, nuestra
epistemología, nuestra forma de conocer el mundo, y es desde ésta, donde como terapeutas
elegimos un modelo teórico, avalado por una teoría determinada. La teoría entra en
nosotros y nosotros entramos en la teoría y así, la misma se construye en nosotros.

Las epistemologías son las constituyentes de las líneas teóricas del conocimiento.
Por medio de la teoría se pautan metodológicamente los pasos del conocer, se construyen
hipótesis, se elaboran estructuras conceptuales que organizarán y acomodarán el
hecho observable bajo una lente normativizada por las reglas inherentes a la misma.
Dicha subjetividad construye al hecho y procesa a éste como una verdad irrefutable.

Las teorías, son a su vez las que respaldan y conforman modelos del saber y del
conocimiento; en este caso los modelos terapéuticos se estructuran partiendo de dichas
bases teóricas y se moldean a través de lo pragmático corroborando o descartando el
sustento por el cual se avalan (el método de ensayo y error). Se conforman estrategias,
técnicas, tipos de intervenciones, dinámicas de operatoria, etc. A posteriori, se desarrollarán
casos clínicos que certificarán el grado de efectividad, comprobando las hipótesis
previamente planteadas.

De esta manera aparece el novel profesional, que observa el despliegue en abanico de la


multiplicidad de modelos. La cantidad de "oferta" que propone el mercado terapéutico es
tal, que probablemente no pueda aprehenderlo en su totalidad. Y aquí surge la elección.

Este futuro terapeuta se posicionará ante su elección, con la carga de su historia, o


sea, como portavoz de un código familiar, de "patterns", de normas, de una serie de
estereotipos que conforman sus estructuras conceptuales y solamente desde allí podrá
elegir. Entra así en un modelo y el modelo entra en él, la construcción está por comenzar...

O sea que todos estos elementos de sus rasgos de personalidad, de sus constructos
personales, conformarán un estilo personal que se pondrá en juego en el plano de lo
pragmático por lo tanto, es inevitable que el modelo que adopte, sufra las modificaciones
que promueve su estilo personal. Esto se corrobora en la práctica: no existen terapeutas que
desarrollen modelos en su más pura esencia porque ni siquiera los mismos creadores de un
modelo lo actuaron de manera ortodoxa, en última instancia lo constituyeron y lo
implementaron de acuerdo a su estilo personal.

Seguramente John Weakland, perteneciente al mismo modelo de Terapia Breve de Palo


Alto, no actuó de la misma manera que Richard Fisch o Paul Watzlawick sencillamente
porque existen diferencias entre un ingeniero químico y antropológico, un psiquiatra
neoyorquino y un lingüista austríaco.

Seguramente también Freud, aquel de la Viena victoriana en 1895, se diferencia de un


psicoanalista argentino o español en 1999, simplemente porque son personas,
contextos, épocas e historias diferentes. Como así también Freud se diferenció de sí
mismo, puesto que sus textos revelan la evolución de su pensamiento que fue

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redefiniendo en la medida que avanzaban sus investigaciones.

La tarea de los formadores

En forma sintética, podría decirse que la tarea de los formadores se reduce a cuatros pasos
fundamentales:

1. El primer paso en la tarea de entrenamiento en el modelo sistémico, se sitúa en la


introducción de la epistemología circular. Es decir, intentar desmontar la linealidad y
enseñar a conocer y reflexionar con las consecuentes distinciones, categorizaciones e
hipótesis desde una perspectiva cibernética.

2. En un segundo momento, se hace necesaria el aporte del mundo de la teoría, o sea, los
modelos teóricos que avalan tal modelo de conocimiento.

3. En tercer lugar, hablamos del modelo sistémico aplicado a la psicoterapia, razón por la
cual se revisan las partes componentes del abordaje psicoterapéutico: planificaciones de
tratamiento, repertorio de técnicas y estrategias clínicas, etc.

4. Y por último, la práctica mediante la co-terapia, la observación del trabajo terapéutico


detrás del espejo unidireccional, sesiones videadas, rol playing y otras dramatizaciones, etc.

De ninguna manera, estos cuatro pasos pueden pensarse en forma sucesiva, -es más
siendo consecuentes con el modelo que enseñamos- debe entenderse al proceso de
aprendizaje en forma recursiva, donde cada paso influencia recíprocamente al resto.

Por otra parte, la introducción de una línea terapéutica generará en el futuro profesional, la
posibilidad de seleccionar las partes de la misma en las que se siente más cómodo u
"oxigenado" para trabajar. Esta es una de las tareas de los formadores de terapeutas: por
una parte, tratar de que el profesional pueda capitalizar sus recursos genuinos y naturales,
patrimonio de su estilo de personalidad, que se traducirán en herramientas en la
psicoterapia. Por otra parte, desarrollar en él aquellas técnicas que no corresponden a sus
características para de esta manera, ampliar su gama de posibilidades de intervención.

Por lo general, los maestros de teatro hace muchos años que trabajan en esta dirección: si el
estudiante tiene facilidad para la comedia, explotan al máximo sus potencialidades en este
género para, una vez instaurado, pasar al tema que le dificulta más; por ejemplo trabajarán
con el alumno el drama hasta que éste logre realizarlo tan bien como el género que le surge
naturalmente.

De esta manera, se obtiene como resultado, la ampliación de técnicas y estrategias


psicoterapéuticas en el profesional, y si partimos de la base que las interacciones pautan
las intervenciones, y éstas a su vez, influyen a las primeras, cuanto mayor sea el repertorio
de recursos, menos se ceñirá la interacción se trabajará con mayor libertad, plasticidad y
creatividad, entregándose al flujo de interacciones y no forzándolas por poseer una
reducida gama de técnicas.

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No a todos les es factible naturalmente implementar la "provocación" en forma
confrontativa abierta o a través de la "ironía", puesto que no todos poseemos un estilo
combativo, discutidor o mordaz en la vida.

Frecuentemente, en las personas divertidas que suelen animar las reuniones a través de
chistes y gags, el recurso del "humor" es una de las posibilidades a incorporar.

A los más histriónicos, con algunos estudios de teatro, con plasticidad corporal y enfáticos
en su modalidad de discurso, les resultará sencillo traducir estos datos como la técnica de
"hablar el lenguaje del paciente".

Algunos tienen habilidad de la palabra acompañada de parsimonia, tranquilidad,


regulando los tiempos entre sílaba y sílaba, con lo cual el "discurso hipnótico" de corte
ericksoniano, será uno de los elementos a aprovechar.

Aquellas personas que son contadoras de historias, cuentos, anécdotas, abundando en


descripciones y elocuencia en su discurso, que saben crear silencios de expectativas, que
bajan y suben su tono de voz de acuerdo a la escena que cuentan, podrán explotar el uso
de "analogías, fábulas, cuentos, etc.".

Los que tienen la habilidad de preguntar, creativa y minuciosamente, deberán aprender la


forma de los "cuestionamientos circulares".

Existen personas que tienden a observar por lo general, el lado positivo de las cosas, que
logran extraer el beneficio de las peores situaciones, realizando naturalmente brillantes
reformulaciones, por lo tanto, serán muy creíbles sus "connotaciones positivas" en el espacio
terapéutico.

Otros, son en su vida de relación grandes mediadores, evitando la confrontación y


reformulando situaciones caóticas por acuerdos, esto facilitará la técnica de "evitar la
confrontación".

Las personas predominantemente concretas y prácticas, los sujetos de acción que más que
decir "hacen", emplearán muy bien las "prescripciones de comportamiento". Más aún,
poseen la capacidad de manejar el lenguaje imperativo con sutileza y habilidad para
convencer sin que el otro lo perciba...

Es necesario explorar si existen dificultades o facilidades con el lenguaje corporal con


respecto al contacto para, entre otras cosas, poder manejar de una manera más plástica el
espacio físico de la psicoterapia; por ejemplo para conducir una contención en un momento
de crisis, ya sea desde codificación de la palabra o desde el abrazo, o cuando acercarse y
cuando alejarse en una intervención determinada.

En esta dirección, realizar el genograma del terapeuta sistémico posibilita entender,


desde su historia, la de su familia de origen de la cual es representante
representativo, sus disidencias y concordancias, su estilo personal, en síntesis todo lo que

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contribuya a conocer como conoce.

Como terapeutas, la posibilidad de conocer nuestra epistemología, implica, entre otras


cosas, acercarnos a nuestro universo de constructos personales, entender el por qué sin
darnos cuenta en una sesión nos sentimos atraídos por un niño, o nos aliamos con una
madre o sentimos bronca por un padre. Implica descubrir cuáles son las dificultades que
nos bloquean el hecho de llevar adelante un caso o, cuáles son las intervenciones que nos
resultan más fáciles de desplegar y aquellas que para nosotros son más difíciles de
implementar.

Las preguntas autorreferentes7

A partir de estas reflexiones, hemos elaborado algunas preguntas que un terapeuta


debe realizarse en función de conocer su conocer. En todas ellas, uno debe remitirse a la
familia de origen y a los grupos secundarios, como familia extensa, grupos de la escuela,
grupos en la adolescencia, en síntesis, todos los grupos significativos o personas
relevantes que jerárquicamente tuvieron una influencia emocional en nuestras vidas. No
necesariamente debe haber alguien con el cual uno se identificó, pero es necesario tener en
claro la función o el rol que uno ha desempeñado o desempeña en la interacción con los
otros.

Estos cuestionamientos tienen como objetivo contactarse con el estilo de intervención que
nos resulte más sencillo de manejar y a la vez, comprender de donde surgió, cuáles
fueron las interacciones que llevaron a desarrollarlo con mayor asiduidad.

En una investigación acerca del estilo terapéutico (Ceberio, 1997, 98), se implementaron
una serie de ejercicios para el futuro terapeuta que apuntan a la construcción de su estilo
personal y a incorporar conscientemente su epistemología. A riesgo de ser reduccionistas,
algunas de las preguntas son las siguientes:

•¿Cuáles son los mandatos de mi familia de origen?

•¿En general, tiendo a destacar el lado positivo de las situaciones?¿Quién de mi


familia me lo enseñó o acaso, eran negativos y críticos en sus opiniones?

•¿Soy provocador y confrontativo, mi estilo es agresivo, incisivo, irónico? ¿Dónde lo


aprendí y de quién?

7Como prólogo a estas preguntas, se encuentran ordenadas una serie de reflexiones y cuestionamientos en un trabajo de
investigación que presenta un modelo acerca del "taller de genograma" (M. R. Ceberio. 1998). Las preguntas propiamente
dichas son parte de otro trabajo de investigación sobre la construcción del estilo terapéutico que se incluyen en un libro de
próxima edición (M. R. Ceberio, J. L. Linares).

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• ¿Siempre trato de formular acuerdos, evito confrontarme y que la gente me confronte?
¿En mi familia quién era así? ¿Cómo fue mi función?

• ¿Soy un preguntón, pregunto minuciosamente, me interesan los temas que no conozco y


trato de agotarlos?; ¿Quién era así? ¿Dónde lo aprendí?

• ¿Me gusta contar historias, anécdotas, cuentos, soy un buen contador, atrapo a la gente con
mi relato?, ¿Alguien era así en mi familia?, ¿De quién lo aprendí?

• ¿Soy gracioso, divertido, hábil para contar chistes, para


espontáneamente crear gags, animo por lo general las reuniones y festejos?, ¿Cuándo lo
aprendí? ¿Quién era así?

• ¿En términos de afecto, tengo dificultad o facilidad para acercarme y tocar al otro?,
¿Cómo manifestaba el afecto mi familia de origen?,

¿Cuál era el código?, ¿Quién era el más expresivo?, ¿Se decía con la palabra, con el
cuerpo, con las preocupaciones, etc.?

• ¿Soy histriónico, digo más con el cuerpo o con la palabra?, ¿Manejo bien el espacio
físico, o tiendo a quedarme rígido?, ¿En compensación, me expreso bien, soy elocuente,
parsimonioso, tengo facilidad en mis expresiones? ¿Aprendí de alguien esta habilidad?

• ¿Suelo brindar ayuda y contener? ¿En mi familia fue este mi lugar, o quien lo ocupaba?

• ¿En general, soy paciente, tolerante, impulsivo, en estos términos cómo me calificaría?
¿Quién era así...?

• ¿Soy una persona práctica, de acciones concretas, soy más de hacer que de decir? ¿Dónde
lo aprendí?, ¿Qué me llevó a desarrollar esta habilidad?

• ¿Tiendo a dar órdenes, a dirigir, soy un imperativo explícito o a través de sutileza logro
conducir?, ¿Fui así en mi familia o en los grupos que conformé?.

Las respuestas permiten inferir el recurso en el cual el terapeuta se siente más cómodo,
y cuál es la técnica que naturalmente le surge, de acuerdo a su personalidad y a su forma de
conocer.

La elección del modelo

Por otra parte, el modelo teórico es el libreto que pautará una serie de distinciones,
descripciones y tipificaciones que nos llevarán a puntuar una secuencia de interacción en
la dinámica del terapeuta o equipo terapéutico y la familia, o en la observación de los
circuitos de un sistema familiar. De esta manera, se categorizará y si la hipótesis elaborada es
coincidente con la que recorta otro profesional, será factible que tengan el mismo objetivo de
tratamiento pero seguramente disentirán en las estrategias, en los caminos a tomar,
dependiendo de todos los elementos de construcción de las realidades que planeamos.
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Dependerá además, no sólo del modelo que se utilice o del estilo personal del terapeuta que
da vida al modelo, sino también de la interacción con la experiencia "única e irrepetible"
que implica el contacto con ese paciente, no produciéndose el mismo fenómeno con otro, a
pesar de la similitud del caso.

El espacio terapéutico, es el lugar en donde se confrontan dos realidades: la del terapeuta


y la del paciente (ya sea familia, fratría, grupo, pareja o individual). Este espacio es
donde se co-construyen realidades alternativas, producto de la forma de interactuar de
ambos integrantes. Entonces, el terapeuta y el paciente contribuirán al diseño del problema
y a su posterior reformulación por múltiples vías.

Si estamos planteando la selectividad de las percepciones, es obvio que el abordaje clínico


por medio de la instrumentalización de estrategias, será "tendencioso"; las preguntas que
podrá efectuar el terapeuta estarán delimitadas por la construcción de hipótesis que
surgirán de sus estructuras conceptuales y cognoscitivas, en la interacción con el paciente.
Por otra parte, este mismo paciente colaborará en dicha construcción, a partir de la
interacción, desde su propio mapa.

El hecho de no adherir ortodoxamente a los modelos tiene sus ventajas: cuanto más
rígida sea la aplicación de la línea teórica, esta rigurosidad termina cercenando la
creatividad del terapeuta. Sobreadaptarse a un modelo determinado, genera imposibilidad
de explotar la originalidad, temiendo apartarse del "manual de instrucciones de la correcta
aplicación del modelo" y por ende, malograr las diferentes inventivas que puedan surgir
en el desarrollo de una sesión.

Este es el caso de los terapeutas jóvenes que comienzan a ejercer su rol y que por la
propia inseguridad, se aferran en forma compulsiva a un modelo determinado, bloqueando
toda iniciativa personal y viviendo con culpa el apartarse del libreto que le indica la
técnica.

Otro caso es el del terapeuta "clon" (de acuerdo a la denominación de P. Semboloni),


que reproduce, identificándose al máximo con su formador en psicoterapia, remeda sus
gestos, posturas, intervenciones y tonos de voz. Razones por las que ha dejado de ser él
para ser su maestro, perdiendo su propia identidad y marginando así cualquier aspecto
creativo. Aunque es factible, que esta identificación pueda sólo cubrir un espacio de
transición, en vías a gestar su propio estilo. Será un problema cuando perdure a través del
tiempo y se pierda la cepa personal del terapeuta.

La creatividad es la que permite la flexibilidad en la elección de puntos de vista, también


sentirse plástico y abierto en el vínculo y es la que nos hace reflexionar sobre instancias
inusitadas de la dinámica terapéutica. Posibilita además, ampliar nuestros recursos
ensanchando los caminos de acceso a la problemática que debemos solucionar. Se
acrecientan, de esta manera, en cantidad y calidad, las técnicas que podrán ser
implementadas no sólo porque calzan bien en el terapeuta, sino porque son las que se
consideran más efectivas para ese paciente.

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Modelos terapéuticos y contextos

Por otra parte, como observamos en el diagrama, un modelo terapéutico deberá


adaptarse no sólo a las modificaciones personales que le imprime el sujeto, sino también a
la cultura de la sociedad en la cual se aplique. Recordemos también, que es esta misma
sociedad la que ha impregnado las construcciones históricas del terapeuta, que a su vez
recursivamente, impregnarán la aplicación del modelo.

Veamos ahora recortadamente algunos ejemplos de las construcciones de modelos y su


concomitancia histórica y sociocultural.

El nacimiento de modelos, estrategias y técnicas de psicoterapia no resultan tampoco


producto de lo casual o de un mero evento fortuito, en el cual un profesional, en un
momento determinado dijo " a ver... creo que esto sería positivo de aplicar con los
pacientes...", o tal vez pudo haber sucedido de esta manera, si tan sólo limitamos el análisis a
la anécdota de la invención.

De una u otra forma es obvio, que la creación de una corriente psicoterapéutica


es siempre el resultado de tiempo, de análisis, de horas de investigación, de casuística, de
series de tentativas fallidas o alentadoras, que conllevan a una posterior sistematización que
estructura un diseño final.

"Sí, es cierto que un señor dijo... y que lo que dijo fue fruto de...", pero debemos
ampliar el espectro de este análisis, puesto que tomar estos aspectos es solamente
referirnos a una parcialidad. Es necesario dirigir nuestra mirada hacia el contexto que
rodea y favorece –y en numerosas oportunidades perturba- la producción de ciertos
eventos.

Los modelos de psicoterapia –desde los más abarcativos y complejos, hasta los más
simples-; se gestan impregnados por momentos históricos con determinadas características
sociales, crisis políticas o económicas. Tales factores, inciden directamente sobre los
elementos socioculturales propios del contexto en que se desarrollan, generando las
condiciones para que un profesional cree lo que deba crear.

Si reflexionamos desde una perspectiva ecosistémica, en donde cada hecho se constituye en


un evento que conduce a un equilibrio dinámico y evolutivo, la construcción de un modelo en
psicoterapia implicará la pieza de un engranaje, que expresa, en su esencia, su origen como
portavoz de una cultura y por su finalidad, la posibilidad de convocar a soluciones que
continúen desarrollando la homeodinamia.

Transitando sintéticamente los contextos históricos en los que se crearon algunas


corrientes en psicoterapia, se observará cómo se constituyeron en el emergente de la
sociedad de ese momento, pero a la vez ejercieron sus efectos por encima y sobre, la
misma sociedad que los produjo.

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Freud, con sus postulados, se enfrentó al organicismo
psiquiátrico conservador de la sociedad médica y al contexto social de su época, su teoría
de aparato psíquico, de la libido y el complejo de Edipo, entre otros puntos y constituyeron,
no sólo una corriente psicodinámica que revolucionó los estudios de las enfermedades
mentales, sino también una movilización de las estructuras rígidas de la alta burguesía
vienesa.

Primero fueron las ideas germinales de Bertanlanfy y sobre todo Norbert Winner en el
campo de la Cibernética, abrieron el camino de un nuevo lenguaje que fue
extrapolándose al terreno de la interacción y de la comunicación humana. En décadas
posteriores esto se acentuó y explotó en el famoso Silicon Valey, escenario donde se
desarrollaron y se aplicaron los conceptos de la Cibernética y de la Teoría de los
Sistemas. Fue allí, donde ambas disciplinas impregnaron el área de los circuitos y de las
relaciones humanas y donde términos como la noción de feed-back, interacción,
entropía, caos, crisis, y negentropía, entre otros, comenzaron a resultar habituales, sumado
al concepto de una pragmática de la comunicación humana (Watzlawick y otros, 1967),
más los posteriores aportes de la 2° ley de Termodinámica, la mirada del análisis lineal
causa-efecto que regía anteriormente, fue perdiendo consistencia y estas nuevas ideas,
fueron constituyendo, fueron impregnando tanto el pensamiento cotidiano como el científico.

La historia ya conocida de la necesidad emergente de atención rápida y eficaz que la


posguerra dejó como secuela: una gran cantidad de personas requeridos de atención
física y psíquica en función de las "neurosis traumáticas" y los trastornos psíquicos
que las lesiones físicas conllevaban, lleva a la revisión de los sistemas socio-sanitarios de
atención por un lado y al pensamiento Sistémico-Cibernético por el otro, a converger para
constituir el modelo sistémico de abordaje en psicoterapia.

A posteriori, las técnicas ericksonianas y el Constructivismo se acoplan para definir el modelo


de la "Brief Therapy" de Mental Research Institute de Palo Alto que expresa claramente
el pragmatismo operativo, característica de la sociedad norteamericana, definiendo así lo
que podríamos llamar la "clínica del cambio".

La posguerra, llevó a que la sociedad europea reformule sus sistemas de atención en el


plano de la salud mental, y es allí donde Maxwell Jones descalifica la atención
manicomial para crear teoría y pragmáticamente la "Comunidad terapéutica".

El Mayo del 68 aplica una inyección de revisionismo a los modelos conservadores, que
llevado a distintos niveles se extendió también al movimiento de trabajadores de Italia.
Franco Basaglia es el emergente que desconfirma al manicomio "La institución
negada"(1974), creando un nuevo sistema de salud mental: “La Desinstitucionalización
Psiquiátrica", y las puertas de los hospicios execrables fueron abiertas...

Nuevamente la unión de ideología, ciencia y acción consecuente en un determinado


momento histórico, produce las condiciones para el cambio.

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Tomas Khun (1975) en su obra acerca de los paradigmas expresa que para que un
paradigma nuevo comience a tener vigencia, se necesita previa o simultáneamente, la
fractura del sistema del paradigma anterior. En este caso preciso, abolir el paradigma
manicomial resultó difícil, puesto que existen siglos que avalaban su utilización y
solidificaron su instauración. Por lo menos, en el contexto de Trieste, lugar donde se aplicó la
Desinstitucionalización, la ruptura del viejo paradigma, permitió crear un nuevo sistema de
salud mental, en donde el hospital psiquiátrico no tiene lugar.

Estos son sólo algunos ejemplos que evidencian que las crisis son el pasaporte y la
oportunidad de insertar una nueva mirada en dirección al cambio, permitiendo además
observar cómo los modelos terapéuticos son el resultado de las variables contextuales, de
momentos históricos, que tienen su por qué y para qué en la articulación y que surgen
impregnados por ideologías, factores económicos, políticos y socioculturales que dejarán su
huella en la elaboración de su metodología.

Algunas conclusiones

En síntesis, la creación o invención de un modelo en psicoterapia es producto del estilo y


del universo de construcciones personales de su creador. Elementos que llevarán a
colocar más énfasis en la comunicación verbal o en la incorporación del cuerpo en el
espacio psicoterapéutico, de jugar más con la acción o con la reflexión, y viceversa. Pero
todos estos puntos estarán regulados por el contexto de nacimiento en el que se han
desarrollado y recursivamente tendrán sus implicancias en éste que a posteriori, terminarán
dando las últimas pinceladas del diseño del modelo.

Es inevitable que el modelo sufra mutaciones en manos de otro profesional, puesto que su
estructura conceptual, su historia y su cultura, sesgarán "tendenciosamente" su
implementación. El modelo servirá como plataforma y desde allí, el profesional podrá jugar
con su iniciativa y su creatividad, tendiendo en claro que una adherencia ortodoxa
coarta estas últimas condiciones.

Será necesario, entonces, en la formación del psicoterapeuta que el instructor estimule y


respete las condiciones individuales, manteniendo la guía de un modelo que posibilite
aprender a pensar y actuar, tratando que esta línea rectora no bloquee las inventivas
particulares.

Tampoco será necesario que tal guía sea patrimonio de un modelo exclusivamente, pueden
ser varios los modelos los que le proporcionen herramientas al terapeuta.

Tal vez lo más importante es que, como formadores, más allá de la enseñanza de unalínea de
trabajo, generemos profesionales responsables y comprometidos en el difícil rol
de modificar la vida de un ser humano.

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BIBLIOGRAFÍA

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Weakland, J., Fisch, R. "Change– principles of problem formation and problem
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Watzlawick, Paul. "Die erfundene Wirklicheit". Piper Munich, 1988. Versión cast. "La
realidad inventada". Gedisa. Barcelona. 1988.

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EL APRENDIZAJE DE SER TERAPEUTA

Por Jorge Daniel Moreno8

Confieso que cuando me pidieron escribir sobre este tema tuve que vérmelas con los
escozores que siempre me produjo la palabra "formación", o más bien, las asociaciones que
me suscita. Asociaciones absolutamente personales por supuesto que en virtud del
artículo, me vi obligado a considerar con detenimiento. Es a partir de esas
consideraciones que escribo, intentando trascender los aspectos personales en pos de
alguna conclusión más genérica.

Siempre signifiqué la palabra "formación" en el sentido de algo estático, que si bien puede
provenir de un proceso temporal algún día se materializa como el resultado de un
moldeado previo. Usualmente se dice "me formé" , o "me estoy formando" para señalar
el proceso y el fin, dándole al término un giro reflexivo, que por supuesto ocurre en un
contexto, en referencia a alguien; se dice "me formé con fulano" o "me estoy formando en el
instituto tal y cual" .

Estas frases siempre generaron en mí algún tipo de alergia. En primer lugar porque creo que
la formación, entendiéndola como un desarrollo profesional, no tiene fin, es un proceso
continuo. Y en segunda instancia porque la referencia al lugar o la persona "formadora"
(según mi entender) coloca al "formado" en un lugar pasivo, como si fuera moldeado
desde un contexto o por alguien que él diferencia.

Quien habla de formación en estos sentidos se refiere a ella como un sello de identidad,
definida y acabada, y eso me rebela. Creo que una identidad cristalizada en la dimensión
profesional a la larga empobrece.

Desde donde estoy hablando la palabra "formación" debiera tener un bucle reflexivo que la
interrogue constantemente, que la ponga en duda una y otra vez, que deje abierta una
puerta para que la clínica sea capaz de cuestionarla, para que escuche a aquellos
consultantes o contextos que la inquietan; en suma, para que se considere un
conocimiento, o mejor aún, una manera de conocer sujeta a constante revisión, entre
paréntesis, como diría Maturana (1990).

8
Jorge D. Moreno es médico psiquiatra, desde hace más de 20 años es terapeuta sistémico, supervisor y entrenador. Es
supervisor Clínico de ASIBA (Asociación Sistémica de Buenos Aires), investigador y escritor. Ha publicado numerosos artículos y
libros, tanto específicos de la profesión como de ensayos y poesía.

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Un proceso que en alguna etapa reconoce una institución, un grupo, o un maestro que se
recuerda desde el olvido, o sea, que le haya permitido al alumno crecer para que se
autonomice y lo abandone.

Quizás el significado que le doy al término, y con el cual me siento mucho más cómodo,
es el de aprendizaje, porque conlleva la idea de una continuidad, en el sentido de un
sujeto activo con relación a un contexto, a un maestro, que si todo marcha bien en algún
momento (afortunadamente) quedará atrás.

Aprendizaje como lo entiende Giroux (1977) cuando habla de una pedagogía crítica, es decir,
que sea capaz de cuestionar las variables del contexto en el cual se sustenta, la
intencionalidad del poder y las orientaciones sociales que la predeterminan. Es decir, los
contextos en los que se trabaja y las modas y refritos conceptuales. Un aprendizaje que
evolucione en el sentido de las categorías lógicas que propone Bateson (1985) cuando
traduce la teoría de los tipos lógicos a las ciencias sociales.

Marcados estos puntos que definen la posición desde donde escribo me introduciré ahora en
el desarrollo del tema para que el que me convocan.

Comencemos por "formación", debidamente especificado que la entiendo en términos de


aprendizaje referido a la práctica de la terapia sistémica, o de raigambre sistémica. (Aclaro
que prefiero hablar de terapia sistémica porque define un territorio más amplio que la
denominación terapia familiar).

Desearía en este momento empezar con la diferenciación clásica de teoría y técnica, y desde
la técnica enlazar la práctica clínica, para luego dibujar una curva recursiva que vuelva
sobre la teoría y afine la técnica para introducirse nuevamente en la práctica, para entonces
volver a la teoría y otra vez a la técnica. Estas tresinstancias, que me he
esforzado en mostrar complementarias, han sido durante mucho tiempo disociadas. Así fue
como clásicamente se enseñaba primero la teoría, y luego la técnica en relación a la práctica.

La didáctica general siguió distinguiendo tradicionalmente estas instancias a pesar de que


Piaget (1985) advirtió de la existencia de un conocimiento en la acción. Y no sólo en el
ámbito de la enseñanza de la terapia.

Recuerdo haber aprendido gramática inglesa durante los cinco primeros años de contacto
con ese idioma, y en toda tentativa de conversación, luego del proverbial "good morning",
sólo atinaba a recitar las conjugaciones verbales y las concordancias, de manera perfecta,
eso sí.

Quizás la enseñanza del psicoanálisis haya comenzado a romper estas categorías con lo
que se llama análisis didáctico, donde el futuro psicoanalista se analiza a la vez que aprende
la metodología de su fututo oficio. Pero a mi entender la terapia sistémica rompió más
abruptamente el encuadre del aprendizaje clásico introduciendo la cámara de Gesell y la
enseñanza desde la práctica: teoría y técnica se fundían en el aprendizaje por la acción.

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Esto fue y es ciertamente útil aunque en algunas ocasiones se transmitan los lineamientos
básicos de un modelo de trabajo, y las herramientas elementales para instrumentarlo, sin
que el alumno sepa que está dentro de un modelo. Refiriéndonos a las categorías de
aprendizaje tal como las propone Bateson, sin que el alumno sepa que está eligiendo
alternativas dentro de un conjunto que desconoce, y por ende sus límites y horizontes.

Cuando esto ocurre hay un aprendizaje de un modelo de terapia sistémico, pero no del
pensamiento sistémico, y los resultados son más bien pobres con relación a las posibilidades
que se abren desde la epistemología donde éste se fundamenta.

Retomando la idea de niveles lógicos referida al aprendizaje podemos preguntarnos si la


teoría que contextualiza un modelo es considerada en un sentido sistémico.

Si así fuera sería una teoría instrumental, surgida "de" y aplicada "a" un determinado
contexto, cuya validación de ningún modo la hace verdadera. Así entendida, tanto la teoría
como el modelo que ilumina se relativizan, y el saber de esta relatividad pone al futuro
terapeuta en un nivel de aprendizaje II, donde no se revisan elecciones sino conjuntos
dentro de los cuales se hacen las elecciones. En el sentido en el que estoy hablando, el
hacer puede redefinir tanto las pautas desde las que ocurre como el objeto sobre el que
opera.

Trato de ser más explícito: un marco teórico define un modelo que distingue un territorio
sobre el cual se trabaja. Si la enseñanza de la epistemología permite que esas
operaciones retroactúen sobre el modelo y el marco teórico, no sólo éstos pueden
redefinirse, sino también el quehacer práctico (es decir la técnica) y el territorio mismo
porque los ajustes de la óptica iluminarán otros carices del territorio. (Por este motivo
subrayo la importancia de aprender no sólo un modelo sino también una forma de
pensamiento que contextualiza tanto los puntos de vista, los lentes, como los territorios
y los modos de aproximarse a ellos).

El pensamiento sistémico trabaja con modelos no rigurosos siendo su enseñanza


transdisciplinaria, y dado que acepta la participación del observador en el objeto
observado, opera con fenómenos irreversibles (de Rosnay, 1977). Transformación del
objeto y del observador. Entonces, proceso de aprendizaje.

Ahora bien, ¿dónde ocurre ese proceso? Evidentemente en una persona que deviene en el
oficio de terapeuta. Y esta particularización nos introduce en el estilo, porque el terapeuta
ejercerá su oficio en relación con sus características personales, sus experiencias, su
momento vital, su modo de considerarse e incluirse en el mundo.

El aprendizaje considerado en términos de una interacción activa entre alumno y


escuela, institución o grupo, se recontextualiza ahora en una relación de supervisión.
Como un segundo momento complementario al anterior, pero referido al sesgo
particular que el terapeuta le dará a su práctica.

En el marco de la supervisión el terapeuta irá delineando sus características personales en el


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fluir por los carriles del ejercicio de su oficio. Seleccionará y utilizará herramientas técnicas,
modelará su manera de articular las ópticas teóricas, la forma de resolver los momentos de
incertidumbre, y se descubrirá en su curiosidad o su ignorancia, en sus limitaciones y sus
presupuestos.

Las metodologías de supervisión son muchas, tantas como modelos de terapia hay. Minuchin
hace un muy completo resumen en el capítulo sobre práctica clínica y supervisión, de su
libro "El arte de la terapia familiar" (1998).

Lo interesante es que todos los modos de supervisión son isomórficos con un modelo
terapéutico, cuyos contornos se refuerzan pragmáticamente en la relación supervisor-
terapeuta. Desde este punto de vista el modelo se enseña dos veces, sólo que en esta última
instancia de una manera implícita, con la intención última de olvidarlo. Olvido entre
paréntesis, por supuesto, para que el aprendizaje se haga conocimiento tácito y se
manifieste en la acción (Schön, 1992). En nuestro caso en el quehacer terapéutico.

Tarea difícil la del supervisor, enseñar sin colonizar, estimular sin determinar, para que en la
práctica de su oficio el terapeuta conozca sus límites y particularidades, rediseñe las
herramientas que el supervisor le ofrece y los horizontes que le abre para finalmente
encauzar su aprendizaje en rasgos personales que caracterizarán su estilo.

Como el lector seguramente observó, he mencionado el olvido en dos oportunidades, para


que inunde tanto al maestro como al modelo, para que metabolice las particularidades de
una tutoría y un mapa en la individualidad de un estilo delineado desde un paradigma de
verdades entre paréntesis.

Queda por último hacer una breve referencia al estilo en tanto no lo considero una impronta
o un sello, sino un fluir en los márgenes de una identidad profesional, de ninguna
manera rígida o estanca, sino sujeta a continuas modificaciones provenientes de un
diálogo reflexivo entre las vicisitudes de la clínica, los horizontes teóricos, y los cambios
personales del terapeuta.

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BIBLIOGRAFÍA

Bateson, G. (1985) "Las categorías lógicas del aprendizaje y la comunicación", en Pasos hacia
una ecología de la mente. Buenos Aires. Carlos Lohlé.

Bateson, G. (1971) “The logical categories of learning and communication, and the
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Giroux, H. (1977) Cruzando límites. Trabajadores culturales y políticas educativas.


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Giroux, H. (1992) Border crossings. Cultural workers and the politics of education. New
York and London, Chapman and Hall.

Hirsch, Hugo y Rosario, Hugo (1987). Estrategias psicoterapéuticas Institucionales. La


organización del cambio. Buenos Aires: Nadir

Maturana, H., (1990), Biología de la cognición y epistemología. Chile. Ed. Universidad de


la Frontera.

Minuchin, S. (1998) El arte de la terapia familiar. Barcelona. Piadós.

Minuchin S. (1996) Mastering family therapy. Journeys of growth and


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de Rosnay, J. (1977). El macroscopio. Madrid, Ed. AC.

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Schön, D. (1992) La formación de profesionales reflexivos. Hacia un nuevo diseño de la


enseñanza y el aprendizaje en las profesiones. Barcelona. Piadós.

Schön, D. (1987) Educating the reflective practitioner. San Francisco, Jossey Bass.

Artículos On Line

“Cuestiones Clínicas y recursos técnicos en el Abordaje de una consulta en Crisis”. (H.Fiorini)

“La Formación y el estilo del terapeuta” (J.Moreno. Mceberino. C. Des Champs.) “El Uso de la
Inteligencia emocional en la construcción de la Terapia.” (Juan L.Linares)

“En torno a la cuestión de los sentimientos del terapéuta Sistémico”. (Lino Guevara)

“El sistema de Observación de la Alianza Terapéutica en la Intervención Familiar”. “SOATIF.”


(Valentín Escudero. Myriam Friedlander)

www.psicología –online.com /ESM Ubeda/trec.HT

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www.redsistémica.com.ar

www.apsique.com

Bibliografía sugerida complementaria

Yalom, Irvin D.(2002). El don de la Terapia. Carta abierta a una nueva generación de
terapeutas y sus pacientes. Emece Editores. Buenos Aires

PROCHASKA, James O. y NORCROSS, John C. (2000). Systems of psychotherapy. New York:


Brooks/Cole – Traducción al español: Equipo de Investigaciones CPP-2001

Haley, J. (2001). Terapia no convencional. Las técnicas psiquiátrica de Milton H.


Ericsson. Amorrortu Editores. Buenos Aires

Fernández Moya, J. (2004). Después de la Pérdida. Una propuesta Sistémico- Estratégica


para el abordaje de los duelos. UDA- Mendoza

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