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Ariel Sociología Antonio Ariño

Sociología
de la
cultura
La constitución
simbólica
de la sociedad

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EditorialAriel, S.A
Barcelona
Diseño cubierta: Nacho Soriano

l.' edici6n: septiembre 1997

© 1997: Antonio Ariño

Derechos exclusivos de edici6n en español


reservados para todo el mundo:
© 1997: Editorial Ariel, S. A.
C6rcega, 270 - 08008 Barcelona

ISBN: 84-344-1691-3

Dep6sito legal: B. 25.647 - 1997 INTRODUCCIÓN


Impreso en España
LA REVALORIZACIÓN DE LA CULTURA
Ninguna parte de esta publicación, incIuido el diseño
de la cubIerta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida
en m~nera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico,
q.ufmlco,. mecáni~o, óptico, de grabación o de fotocopia, La sociología de la cultura ha sido un área periférica y subde-
sm permIso prevIO del editor. sarrolTaoaaenfró 'desü 'campowseipHnat;Ello no significa qti~t(jS
-aspeaoscu:1tufruesdela-mod€riiiaaañayan quedado al margen de
la reflexión sociológica, pues de hecho desde los padres fundado-
res hasta la actualidad podremos seguir un filum de tratamiento
riguroso de determinadas problemáticas (análisis de la religión,la
ideología, la racionalización, la vida urbana), sino que, a diferen-

_ __
cia de otras áreas, no se ha constituido en ámbito de trabajº .~~'p~-
~.~ª.~~ y. _ ~l!!.~n.-9.E.10' d~.S.A~:TCill@dº ." Uii~vocáb.UIiuiQ . precisQ, _ 1ID~, ~ _ .
técnicas, un cuerpo de cono~irp.i~nt.os . ~. i.nc;hlsosUS propios para-
"digmas.. ··--· ,. ". ,. " ' , , --
Este hecho llama poderosamente la atención cuando lo compa-
ramos con lª- _~ll~rte.. deJa .cultut:ª-.J~ii:UiiaaisC1pIína·-ian próxima
.
como~1~-~!!9m~lQgíªt Puede decirse que la cultura había sido el
tema casi por antonomasia de ésta o, al menos, el paladín de cier-
tas corrientes y tradiciones nacionales muy influyentes dentro de
ella. Las críticas que las concepciones dominantes (de Tylor y
Ruth Benedict a Geertz y Shalins) vienen recibiendo en los últi-
mos años por parte de las corrientes posmodernas no han variado
esa significación, sino que han adaptado el concepto a una reali-
dad social más fluida y resbaladiza enfatizando el cambio, el con-
flicto y la inestabilidad frente a la integración, coherencia y espe-
cificidad.
Este renacimiento y reorientación de la reflexión antropológica
sobre la cultura, que se ha producido sobre todo durante los ochen-
ta y noventa, ha venido a coincidir con una prolíferación de los
estudios sobre la cultura en disciplinas muy diversas. En la histo-
ria, que se había concentrado en los aspectos demográficos, econó-
INTRODUCCIÓN 9
8 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA

micos y políticos, se ha asistido a una renovación muy importante (1994) de una explosión de estudios c~tur~:s. De tr~~~~~J~~!l: ;..
dame talmente, se produce esta reonen~:I<>.~"~~!~~~~?~}~. ~~~~:.J.,.,,~i
que va desde la historia de las mentalidades (Vovelle, Aries, Duby,
Le Goff, Ginzburg) pasando por la historia del movimiento obrero ,logIa· .
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ara,ntatQno.
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(Thompson, Hobsbawm) hasta recalar en lo que se conoce como


Nueva Historia Cultural donde destacan nombres como Chartier o Jt--EnfetaCí.§!f..fQ~rprimer..aspecto, hay que destac?I la ;mpreg-
Darnton. Pero también los geógrafos extienden su campo tradicio-
nal de la geografía humana hacia el estudio de la construcCión ~:~i~~~~fi~~:"t:uGl~l~~fo~~ii¿i~~:~E;·~~~~f~~~·~~~~
social del espacio, en función de mapas cognitivos y categorías aspectos 5~l!l!!J.r~_t!_~~E:~_c:?~~~rtidO_~l:!..~-~~!~Xic!.~9- caSI pnontana
mentales. Y en el ámbito de las humanidades merece destacarse la de"áre:-as c0IIl:.9 J~_~2fi2!~~~ .P.9!í.!i~~!-<i~I_.!!a!>~~~!". ~€?}~eID:PE~~~. X_~~,_.
prolífica creatividad de la crítica literaria donde han florecido la organiz~c;,:~_Q!l",J:~a relevanCIa de ~a ~~menslOn cultural se abor a
corrientes tan heterogéneas como la semiótica y el análisis narrati- - tanto ei':1as sociologías de la desVlaclOn y de la. ~obrez.a, co~o en
vo, y donde se ha acabado por consagrar la cultura popular (tradi- los ascendentes temas relativos a la construCClOn de Identidades
cional y de masas) y sus formas orales y visuales. Es decir, que allí colectivas (de género, étnicas, nacionales -por ejemplo, Ande~son
donde precisamente más relieve había tenido un concepto elitista afirmará que la nación es un artefacto cu~tural, una comuruda~
de cultura (no hay más que repasar las historias del arte, de la lite- imaginada-) o en la configuración de las c1U~ade~. En. gran m:dI-
ratura, de la filosofía o de las ideas) se ha asistido a una democrati- da la teoría de los nuevos movimientos SOCIales Implica preClsa-
zación que ha supuesto un reconocimiento de las diversas manifes- m~nte un reconocimiento explícito de la significación de la cultura
taciones populares y sus expresiones ordinarias. El contraste entre frente a la política. Y finalmente, en la floreciente sociologí~ ~el
el libro de Hebert Gans, Popular culture and High culture (1974) y consumo y del marketing los estilos de vida ascienden a la pOSICIon
el de Harold Bloom, El canon occidental (1994) nos ayuda a com- de tema estelar. d· fí il
prender bien el cambio operado. Mientras el primero argumenta 'ha La cul~ra !~~bi~n1<-~~~~?!!~~:~~~'?'~;k~~I~~~~~1~S"~~~~
2) convertlaoc:ª~L~n
que todos los gustos culturales son igualmente dignos de respeto y a :clave> u.e,"uoye~uªv.(L. -, , -- ....... , ... . ""'. " "
apoyo público e igualmente significativos como cultura, dado el donales dil~mas que han.ocupada. ,aJa,.teoría sQciºlºg!~a. Cle~
diferente acceso de sus adherentes a la educación y otros recursos insUficiencias Y nudos gordianos ~ºJ.éLr~la.~:!ºn _e..ptr,e . ag~.s
conformadores del gusto, el segundo considera que esta posición 'estructlit:a: o"~ntre orden ~oc.i.~ y_!<?~~i~ad soci,~!.la problemátlca
constituye una profanación de la auténtica cultura y conduce al de la refleXIVIdad;' etc.; ''Comp0ri:!lIlL si qll,i~renser._sQly(:m·1a.c.!~~ :-~~
relativismo y la balcanización, porque ignora la validez de criterios una forma más satisfactona: 'abo~~~:r~~plícitanl~~~e u:l!~__ r~~~ó~.
internos para discriminar la presencia o ausencia de cultura. Mien- 'sobre el papel' de 'la cuItur~,' er,i]a .c.()~;;.qtución 4~ la. s()~!~4a.d y~e
tras el primero rehabilita a los grupos sociales más desfavorecidos, los pr0c.esQs soc:i~.c;!s. Sewell, Crane, ~che~ y muchos otros autore~
al igual que hiciera la antropología con los pueblos «primitivos», el lían insistido recientemente en esta dIreCCIón. Por nuestra parte, SI
segundo levanta las murallas de la distinción. Pero ahora interesa hemos rotulado este texto como la constituclón ~lmb~~l~7!'~~:a~'-'
subrayar sobre todo las fechas de publicación de estos libros, por- ·. ·dad
SOCle · · es· ..pr . ue '
·'ecisamehte ·p·orq· queremos'
'. . ID enf'atiTcIf
' .. ~t' . que
" "-{ no
-alare.s
que indican una coyuntura histórica propicia, un kairós, para tra- pOSIble pensar ra ' e~tiíicwra ~ ·riiargeÍl:.de.~· ~~_. !!ifá, o ma e~ .
tar de la cultura. margen de lo ideal; que no es posible explicar el ~omportamIento
Éste es también el período en que se produce el cambio en el humano sin tener en cuenta que los actores SOCIales, adeI?ás de
campo socielégico. En los últimos quince o veinte años asistimos a posiciones en redes y estructuras, además de individuos raclOn~es
y maximizadores, son agentes productores de significado, usuru:os
~~~~~~~~~~i!~~~r~1~~~~~~f~~~~~~fif~!
rr<..:?l1.o..<:l~. .las... cop:sigui~~!es p_ol!!i:céis J)ú!>licas. Esto ha dado pie a
de símbolos, narradores de historias con la~ que producen sentldo
e identidad. Símbolos, significados e histonas son recursos con los
Alexander y Seidman (19"90) pará hablar de la importancia de la que unas veces se orientan y otras se pierden, con los que se co~u­
cultura, a Chaney (1994) de un auténtico giro cultural y a Griswold nican y confunden; con los que sueñan, juegan, aman, orgaruzan
INTRODUCCIÓN 11
10 SOCIOLOGíA DE LA CULTURA

su existencia y anhelan la utopía, subliman sus frustraciones, tra- de masas (cuarto capítulo) y para una revisión de la teoría más
bajan y se alienan o construyen barreras para cortar el ascenso reciente de las audiencias activas (quinto capítulo). Con ello cree-
social. Símbolos e historias que pueden convertirse, pervertirse, mos que queda justificada una fundamentación de la sociología ~e
subvertirse y que constituyen una dimensión o un ingrediente sus- la cultura como un instrumento analítico poderoso para el estudIo
tantivo de la realidad social. de las sociedades complejas y en el contexto histórico de la globali-
~ En tercer luga~'HY de forma todavía m~~.§.tgg!fj~~tiva.,_ p_Qd.rnloS zación.
d.~~ir: .ql!~_.~l!. ~stepe1j~do. ~t!. !'la.:~~is.ªª.~ '~ 'l}Q~ fQ~a!ii~~i9_~~j!}~1i­
tucionalización de la soci()logía c1:~_ ~ª, ~Wtwª,,_En la American So-
cloTÜgíéa-rAssoClaiion se ilistaura una sección en 1986 y, por tanto,
se reconoce como subcampo, así como la legitimidad y el estatus
de quienes trabajan en él. Algunos años después, en los prolegóme-
nos del IV Congreso Español de Sociología, celebrado en Madrid
en 1992, se crearía también una Asociación Española de la Sociolo-
gía de las Artes y de la Cultura (AESCA), que cuenta con un grupo
de trabajo dentro de la FES. Pero, sobre todo, queremos destacar la
proliferación de investigaciones y publicaciones que indican un
florecimiento notorio de este ámbito temático, en el cual podemos
encontrar ya corrientes tan consolidadas y prolíficas como los Cul-
tural Studies, que partiendo de la influencia de Hoggart y Williams
y del Centro de Estudios de Birmingham se ha expandido por di-
versos países y constituye una sección especializada de las grandes
editoria}.es, cuyo solo seguimiento produce vértigo.
Se comprende, pues, que a la luz de estos datos apenas esboza-
dos partamos aquí de la tesis de que la sociedad no tiene exclusiva-
mente una J~_J?-~~!!l.~P:~~~!<?:r!. . ~cg.J?Q!!!i~ . .!!fJ?ºg#~~ __f,~rIt.ºI~Ij-.·~sta
~~~~!!ti!C§ ~~!!!!!!!~~!lj:~.. y nos situamos con ello dentro de ese
'cauce por donde transitan las opiniones autorizadas de Alexander,
Chaney, Geertz, Williams y tantos otros. «El mundo real -dirá
Chaney- no existe en sus propios términos sino sólo en tanto
que es organizado, representado, actuado, ejecutado e imaginado
en las formas culturales» (1994: 182). Por su parte, Williams sos-
tiene que la producción cultural y la práctica cultural no se deri-
van simplemente de un orden social, ya constituido, sino que son
en sí mismas elementos esenciales en su propia constitución
(1982: 12).
Afincados sobre esta tesis, en el primer capítulo abordaremos el
concepto de cultura; después (segundo capítulo), y de acuerdo con
el concepto elaborado previamente, presentaremos una propuesta
de análisis estructural de la cultura; en el capítulo tercero revisare-
mos los conceptos de ideología y discurso; finalmente, utilizaremos
nuestro marco teórico para una crítica de las teorías de la cultura
CAPITULO 1

LA PLAZA DE LAS TRES CULTURAS

1. La cultura y el léxico de la modenrldad

No existe ciencia sin un vocabulario preciso y riguroso. Por ello


mismo cualquier tentativa de investigación y análisis científico de
la cultura plantea una grave dificultad inicial, derivada del recono-
cimiento de la polivalencia que el término presenta en la sociedad
contemporánea. El término cultura se utiliza con tal variedad de
s~nificad~§.!!=lj;.2J?f.@ij~aI ~~~~!6,~~ qüe' fáCiimente podria-
mos ceder a la tentación de su abandono. Por ejemplo, cuando
hablamos del Ministerio de Cultura nos referimos a una institución
específica en el marco de un Estado moderno que se encarga de
gestionar y desarrollar políticas concernientes a áreas o parcelas
claramente diferenciadas dentro de la realidad social. Cuando deci-
mos que hemos participado en una actividad cultural, igualmente
separamos esa práctica del resto de nuestra vida ordinaria y de
otros campos especializados de acción social (economía, política).
, Cuando sostenemos que ciertas personas son muy cultas, indica-
mos que han desarrollado determinadas cualidades y han adquiri-
do unas habilidades específicas realizando unas prácticas concre-
tas y, por tanto, estamos reconociendo que la cultura se adquiere o
pierde como si fuera un bien de determinado tipo que puede acu-
mularse, atesorarse, distribuirse y, tal vez, intercambiarse. y, por si
fuera poco, la palabra cultura aparece formando parte de términos
como agricultura, apicultura, silvicultura, piscicultura, y, ¿por qué
no?, puericultura o gerocultura. Pero también da lugar a los cogna-
dos culteranismo y culturismo, siendo definida en estos casos como
un proceso de cultivo de algo: el estilo, los músculos, los niños, los
ancianos, los peces o las plantas.
LA PlAZA DE LAS TRES CULTURAS 15
14 SOCIOLOGíA DE LA CULTURA

Es usual tratar de reducir esta ambigüedad conflictiva de los y especialización profesion~~!.ante ek~~l~>s<?~_~~~rFe~~~­
prendIda COIl1? c<?~~~§~,ª~I>,~.r.,~~E~~~."~",.',\SC;lQ11~,~P..~SL~Q~.r.~~­
usos lingüísticos trazando la deriva histórica de la etimología. Cul-
aª,~:Eªcpf!iiS!pJ.9i y y.i:!.19:rx§. .9.i.f~x~nciªg?S, proceso que ~_:sul.!.~na
tura procede del latín colo = cultivar. Designa, pues, originalmente desarrollado com licad9..Jt9~~.fE~~~ent!.2!!l'po~~CI~.:2~JOS
el proceso por el cual se extraen las potencialidades de las semillas ~SJIl.edia En res en, la modernidad implica una utilización
o de los ~i~ale~. Po; extensión metafórica luego se aplica al culti- d.@l.~o ura como léxico funda~e~tal de una~?logía de.
vo del espIntu: CIceron hablaba de cultura animi. Designa entonces la excelencia' de la afirmación antropolOgIca de la dIgrudadaéTa
un proceso de entrenamiento humano y es sinónimo de crianza o ".-. .------;---.-- ' - --~.~
---- . .-'. -:-IC~ae--·
aIfe.r~n~la~l-CDmo.etiqueta::.q -'·"- '" · """ areaocam
e , s¡gna...un=,., -o-,de-acaon
.~, '''_''''0".•:2,." __ ...", '~-" -' '- ~
educación como e-ducere: sacar fuera, desarrollar las potencialida-
esp~c.:ífico.
des, latentes en .el niño. A partir del Renacimiento adquiere un - -Este~ñ oque no hace sino explicitar ideas que aparecen latentes
c~r~cter sustantIvo, en un triple sentido: a) designa un estado o en aquellos autores que han abordado el tema con rigor cientí~co.
habIto de la mente, una virtud o un bien que se posee; b) el resulta- Así, aunque Griswold sólo distingue dos grandes usos académlc~s
do o los frutos del proceso, es decir, los objetos en que se plasma: (humanista y cientificosocial) Y Jenks enumera cuatro (categona
las obras de arte, y c) el estado o grado de desarrollo de una socie- cognitiva, uso normativo, uso descriptivo y categoría soci~), S?S
dad como tal, convirtiéndose en sinónimo de civilización o civili-

~
ueden reconducirse fácilmente a un esquema trIpartIto
dad. Finalmente, la antropología decimonónica introducirá el uso omo el e planteamos aquí y que puede encontrarse también en
del concepto para designar las diferentes formas de vida de las dis-
tintas sociedades, considerando cada una en su globalidad.
~er~~ ~. .' .en ~stingue entre concepto humanista,antropológicQ.y
, Tanto e~ta ~~ayectoria histórica como la pluralidad contempo- ~En...,.eÍ presente cagítulo vamos a abordar estos u~2.~ c_~~_.:!J?.E~
pos.ffi@e fu~!~~1t~.§~.4~.~valuar1os~,l!~_s~nc9>~~~~~?>~!.~~~:~=.>
ranea de sIgruficados son datos incuestionables. Pero llamando
meramente la atención sobre ellos, po abordamos y, por tanto, ú~" 'adecuado de cultura. Por tanto, SI bIen se erectua una cntica a
~poco pod<:~?~E:~o!~~!_~OI!.~.~,tªm~I!!~J~sy:~stión del estableci- los usos'acfüaImenttt subsistentes, se considera que su Vigencia se
m!~~~o. ,"d=.,.~._~~:':~~~., c~~ntí~~~ _, '!,=_~~ltura. Porque;-eñ'-priñier debe a que cada uno de ellos aporta elementos de validez y verdad
fugar, debe partirse no soTo aeI reconocmÜento de la polivalencia y parcial y que sólo la explicitación e interrelación de los problemas
l~ consecuente confusión, sino del reconocimiento de la problemá- que les subyacen pueden dar lugar a una sociología de la cultura.
tIca. que encubre; y, en segundo lugar, debe acudirse a una sociogé-
neSIS del.conce~to .(cc;>mo han hecho Elias, Williams o Amelang)
para explIcar la mdistmta vigencia contemporánea de dichos usos.
U~ planteamiento sociogenético o uIl:<l, .h.i.~!o..:r:!<:\ so~iill,.del VJlca.:.
La ideología de la excelencia como estrategia
de distinción social __._.._._ ,--..-----~
r
~~~o_ !1<?s ,aX!!d~á. _a (;(>mprenderqueJa.situación actual (polifo-
ru~ ~aco,fo~a) e~.~,!!~<:\~~ ?J~. g~!l:~~is de la modernidad: m~dü~,n­
-------
La cultura verdadera es para ellos (se refiere a Arnold y Nietzsche) patri-
t~ __ .~__~,~~!!!!mo Y..Qiros..slnonunos.. se.trat6._d~.Qar n9jgl>I:~jnfi~rj a monio de los pocos, es resultado de un esforzado empeño personal y se halla
d~t=~~,~~.?~p~O~~º,~_~,~f:?!],e~!~s.r._al .J1lism(). tiempo, al bautizar- encamada en una fraternidad de individuos selectos (Giner, 1979: 260) .
los
._.__así ' se,_
_. .. _ .' "' los
,_." constitu fi . . ó'.' d.. e .u,J1.ª..d__e!ermmada
' -Q.S.QJLIDJI:.
.".__ ___!Y.9. " '"''''--.''' ". . manera.
"
No~ refenmosJ de un lado, al.,.--~s~eI!.~!? "~e . ~~!~rpin_~2~._. &;U~OS Aunque Jenks se remonta a la tradición filosófica de la Ética a
~~~~i¿;U{o;?~~¡~r~~~1~~f;~~~~~;~I~~-~~i~1~~~f~~:i~~~~ ~~~;;~ce~J~doi~~:iJlt~iRI~~¿il1It~&W~~iI-tl~}~e~:s'~~
;::~~~¡!:j~~~~s.~m:~~1~~~~d~~~~~¿Ilod:í~r~::~~!Fad logra mediante 1<1"maXi.IDizadón de
'fas potencialidades de nuestra
naturaleza), lo cierto es que como han señalado Williams (1958),
~ia~J~. _ª!gfu~a.;@~~~~~.ª-~JQg~§· I~ :~()~iécI~~~S;· VíñcUfa- Elias (1979) y Amelang (1986), ~~, aE.!?:~~~E.t?L~Jg!.o...?'-Y!!!"y ..p.ri.Il,~i­
d?a! colo~~smo e ImpenalIsmo que Imponían la superioridad
pios del XIX c:.~~,n42.:'.!?jmP9l).~,. ~~!~"~~d~~!e~~~_~:rrnno «cul~~~~).
cIvilizaton.,!~!~Lc.:~rJl:lgy. alJ~~,~~:so d~ ..~if~renciación fun~~~~al -_.-..--.~---- ..
16 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA LA PLAZA DE LAS TRES CULTURAS 17

Cada uno de ellos ha estudiado ámbitos e incluso períodos distin- El papel que jugaba este vocabulario en la afirmación de la dis-
tos (Elias se centra en Alemania y Francia durante el siglo xvm y tinción social se comprende mejor al estudiar con una perspectiva
principios del XIX; Williams en la Inglaterra contemporánea del XIX más amplia el correspondiente campo semántico y al tomar en
y xx; Amelang en la Barcelona del XVI al XVIn), pero los tres se si- consideración los antónimos de cultura: ignorancia, rusticidad,
túan en Europa y durante la modernidad. grosería, superstición, oscuridad, gente baja y vil, vulgar, bestiali-
El libro de Amelang es el más reciente y su investigación se halla dad. Las elites de la Edad Moderna -nos dice Amelang- oponían
claramente influenciada y guiada por las tesis de Elias y Williams. la su':;eriondia'liiiélectuary'cllltUral de la nobleza a uña. 'estera'
No obstante, dado que se ha ocupado de un período histórico ante- <Jñf:ri~i-:--i~éri.~~",~l1-i.~.·~§~ .,¿¡raGi~ilZaE¡i.PQr:~[]gnº~~!:l~i~~y"sü··
rior, comenzaremos la exposición detallando sus aportaciones. iIiinadu¡-ez'Illental. En la base de esta dicotomía se hallaba una
Amelang registra el vocabulario básico de la distinción social (inge- bntologÚl qué' id~Iltificaba el orden plebeyo con la animalidad y la
nio, luces, etc.) en la cultura catalana de la época moderna, describe vida sensual del estrato material, en contraste con la nobleza más
su evolución y analiza la progresiva restricción del significado de refinada, incorpórea y elevada. Por tanto, puede cOl}cluirse que la
est~s voc~blos, para concluir que ~~izar el i o xvm, ~~e:rpm.~~.:-~ cultura abarcaba todo un campo complejo que oscilaba desde el
.,ba meqwvocamente '!1! _t!lljcQ.,l~lJIUJJº_ uturªl_pru:~L de.:OQtaI:_J;~1 cultivo de la ciencia y el saber hasta la disciplina corporal y las bue-
~?~ocimie~!? sl.l:perior;, . la~-ºllcIllctax:~fu:¡a"ª.s_~"culti~o_deJaintelj:. nas maneras <de las elites sociales. picru,. cultu!" ~~~
~éÍ1C:!!:!!.~ciadosconJªd~~. Pese a que en la Roma clásica ya P9rq"IJe "er¡;l.: táJ,q,Uirida (mediante la ~ducadón) 2" ';6ticq~ (podía
senabía u~> con el significado flexible de educación, incluso rati:ffc;'arse institucionalmen~eEt~tt{ul«Jlig da a la capaci-
en los textos catalanes no aparece este sentido hasta muy tarde. dad de leer y escribir) y sumamenteJi~s1rict~'!.,(se imponían limita-
ciones para el acceso a ella por pané de extraños).
Pese a los claros precedentes clásicos de uso del vocablo «cultu-
ra» pocos ejemplos del mismo se encuentran en la literatura catalana La elite de Barcelona asignó varios papeles a la «cultura» Y ésta,
de antes de la Edad Moderna. El texto pedagógico más popular de la como todas las actrices consumadas, cambió de máscara con facili-
Cataluña medieval, la Doctrina Pueril de Llull, abandonaba «cultura» dad. La «cultura», disfrazada de educación formal, se empleó para
por sustantivos más escolásticos como estudi, doctrina y sciencia. conve~ económicos en·,activi~·~presñgio
Los primeros ejemplos catalanes de «cultura» en el sentido clásico SOCí~..~·,íñ!1ª~n<;@l?,2~t!gt~·t.a· elase'tlirigenteLambiéns~"alro·0e~enaa
datan del siglo XVI (Amelang, 1986: 140). 'modo de esquema rriíficopara definir y justificar jerarquíasc!~~SL~-
~a-;~ajigQipi)g~[~ªEiido~~~9!P:~~Etos geUñanu~.~i~~~ic2I1_q~la
identidad arlst()crlÍtica. Finalmente, los patricios se sirvieron de la cul-
~~Ilales del siglo .xVII, cuando se apagaron las discusiones en
torno¡tla~p6esra<("¿urrerana», la.p;:U.abra «cultura» pasó asersinó-
iúTa par~defu~~l~soiT(mteras entre las clases dentro del espectáculo
más amplio de la socÍeda:aur15aña, "ilerñiismo modo que un director
ni!110 cIeemcI!ciQ..n ~,9-u.~~é",!!:R:!,<!ª de modo firme, incluso perma- de escena asignaría papeles, entregaría guiones y esbozaría cada uno
nente, al. hecho consuIIlado, <!e)a ,~,c:ltl,~ación y el «glls.!o.J;or.recto>?" de los movimientos de los actores y las actrices hasta el momento de
de manera que seroijÓ un vínculo inquebnlntableentre «culturél» y caer el telón. O cuando menos, ésa era su intención (1986: 199).
~!52I1jtl!ltQ, visible de .§-ª".h§:"'yj9ii(fljcf<i~adqtiirido~qlle Jª.~ªl!~ª::-_
E!é!l,A~ la ~.!üx.fomentaba,;..No es casual este desplazamiento desde En síntesis, puede decirse que en dicha época la elite urbana se
el éntasis en las cualIdades innatas, de que era portador el término SirvIÓ del término cUltura como expresión de s~utocº!l.s.iel!cia r.
ingenio, al ace to en las cualidades adquiridas, que denotaba cultu- suposIaófi"soCiaL' sílJien-hié-'üilllzacfü-éomo Ideología por aque-
ra, en un contexto :r:t...9,ue también se polemizaba por la diferencia -nos-sectoies"que~se hallaban en plena ascensión social y basaban
en~. la_ _ __ .~:zª .. eredi!..anªYTii no~!~za ,adquirida, ycii:aiidü-más su estrategia en la educación formal, sirvió igualmente para expre-
se incrementaban las, oportunidades de lograr educación para la sar las estrategias de una nobleza renovada que practicaba el mece-
oligarquía cívica y los profesionales liberales que estaban mejoran- nazgo literario y artístico. Oponía así, con un esquematismo dua-
do su posición social.
li~.!é!!.ª Ia,s ,~!itt!.!S,y. §l!, J:'~§JQ..f!~]~_}~~i§-ª"ªa:-- -
18 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA
LA PLAZA DE LAS TRES CULTURAS 19
La situación es distinta eIllélAlemél!Üa estudiada por Elias. Allí, se refieren, cada vez más, a Francia y a las potencias occidentales.
las_cIases rutas no se-nalIan· iciiijjiÚfÚ::ªaA~,J~._s oligarquías aseen=- De una antítesis fundamentalmente social pasa a expresar una
g~ntt!~,Y~ iiiüy ~$p~c;@iñ.eIí1:e Já irltelectualidadae: dase"media, ño antítesis nacional. Estas diferencias de contexto explican por qué
t;f.!l(:!l~ntnmªc;ºgidaenJascortt!s. aris1:ocrá1:ic;ª~': Mi~ritra;[];¡ue ~ñ cultura y civilización mantienen relaciones y expresan significados
Francia Did~rot o Voltélire son asimilados porla c()rte, en J\l:mania tan dispares en unos marcos y en otros. En general, _~!!.J.~.El!!P~a
hay·l.l11a·~X:CIusión clara de los intelectuales, la. clase" cortesari1i"Se"' decimonónica, civilización, como opuesta a barbarie, designará la
iiafici' integrada en una aristocraCia de ámbito europeo que habla
francés y sigue las costumbres de la ~orte fr~, mientras que aUto~o~clelicí~d~su~erfor,r<lci<:lC!é.!~~·:S!~~ª~.~,ª~_:~ilÉ9E~~~:I!~~1!!-.~
ma:rá súprocesO 'expansivo 'y éolonizador. Si cultura des~g~aeI
los iIlt(;;!lectuales se. sientellgerrnanosyhablélIl y escriben en ale- .'a',().,..
'ae '\/'~a~i"'-' 'uesrn"áJémana;""c,iYili'iaGr:Qn-"
.. 1 .... ,y .""ef'cIe'suñ:6'dé"1a:'oUf
n

mán. En 'este coiitexto~'lélculturél;'queaen:6ta'virtüdy educación m,O .., ..." . ... .'. _", ... ,.." ...,.,. _...,..:g~'_""7""
.... ...• 1~. ~lm!sITlo papel Pat"é.\Jé.\ QllrgJJesfªir.auc.~S.ª .QJ?rt~S!l·
.•., _.,,~ .. ~ ., . " ................. "._ . •
f?~al;JiÓ'~ó1ºcllitlri~t:! c{e los de~~~jQ!'I~º!~i:i'4ff.erenciaaeJº,s ~ R. Williams' arte de . . o de ue la idea de c~~tura y
de arriba, cuyas maneras sonmt!ramt!ntt!t!:x,:ternas y sll.Qerficiales. la p abra misma en sus usos generales modernos apareclO en la
ELcampo semáJltico se vuel"e más. complejo, maii~j@dº~ªiitÓi!l­ lengua inglesa en el período que coíllúnmente denominagros"colPo
mos·en-ambas direcciones. De un. lado: se separa de la rusticidad,
revollIción indUstria I :E!p.las últimas ªéc.~a-ªs ilcl ~iWQ.KY!!I_~:e~e­
de otro se distingue de ládvilizadóJ:i.Má.s toclavÚl;~r!u.:n· cóiitexto c~n nuevas palabras o transforman su significado otras an!<;;EioE~~4
de ascenso social, el verdadero .combateseJibrat!nIa~jrQrit:~iª
su.perior, por ello .J!i oposición fundamental se-establece.~
qllelmeden ser l!~as como n map~~,~.l?A@...s.~mJ?,r:~~~E v
_t,W"u,.Gj~ili~ª.!;¡QP· Las citas de Kant o Goethe no pueden ser más
lª~~C;~í§COPaIa¡;ras tIenen ~n~ rele~~ci~.~~Ed~~2Ul-~
reveladoras: «La idea de la moralidad ~nos dirá el filósofo de ci() ..<i.~,,~i!l!eill~:, .;w~~i~~~:~:~~\\tm~ De
ellas, tal vez sea esta ultImá8: mas enmatanámr¡reto tambIen la
Konisberg~ pertenece a la cultura. Sin embargo, la utilización que más reveladora porque contiene, como en un archivo, los desafíos
se hace de esta idea en la civilización se reduce exclusivamente al planteados por los restantes cambios, por los nuevos métodos de
cultivo del pundonor y de las buenas maneras externas, que sólo producción, por las nuevas relaciones sociales y por los nuevos
tienen ún parecido externo con la moral» (véase Elias, 1979: 61). esquemas de valores.
Por su parte, el gran poeta romántico afirma: «La gente que me Según Williams, ~l uso de cultura como crianz,a (~ulturª_
rodeaba no tenía ni idea de ciencia. Eran cortesanos alemanes y d~éilgo~ transforma en el siglo XVIII .YRrinciRio~del XIX a cultu-
esta clase carecía por entonces de la cultura más elemental» (véase
Elias, 1979: 75). Por tanto, en la antítesis entre cultura y civiliza- -,
ra..._"'como
....~~
tal,"'" como una CQsa ensí~
ción, profundidad y superficialidad, se expresa la autoconciencia y~!!2-~_~~~ificar,fPrim:¡j@«un~ e~~~d~.J~!r:~~~o há~.ito de la. m~~-
de una intelectualidad de clase media.
~m:~i:~~~~~~':~~~y:~iiii;g~~~:;,~L~~i~g~#~~r~'.,.
Se trata de un sector relativamente poco numeroso, muy esparci-
do por todo el territorio ... ; no constituye un círculo cerrado de rela-
ciones; se compone fundamentalmente de funcionarios y servidores
~~~::~~~a~~~.::,.i~
~~nturia y ~n cuarto
,W9 ar .ª,§!gp,~fi~R,{ $(Yn.m2g.!L<!~y}ª~ ~I.~b"il1:
del Estado. Es una clase intelectual que carece de un hinterland bur- IIlaterial,int lectg ,,~.e..spiJ;;üual~>,. Como sabemos, también llego" a " .
gués amplio. En cierto sentido flotan en el vacío [ ... ] Las cuestiones ser una
paÍ;';:bra qUl'! a menudo ha provocado hostilidad o desconcier-
del espíritu constituyen su refugio y su campo reservado; mientras to (1958: 16).
que el rendimiento en la ciencia y en el arte es su orgullo (Elias,
1979: 76). Esta emergencia del vocablo debe entenderse como una doble
respuesta. Por un lado, como el reconocimiento de la separación
Más tarde, tras la Revolución francesa y su expansionismo uni- práctica de ciertas actividades morales e intelectuales de la orie~ta­
versalista, el concepto «civilización» y las otras nociones similares ción dominante en un nuevo tipo de sociedad; por otro, la conSIde-
dejan de remitir claramente a la aristocracia cortesana alemana y ración de estas actividades como un tribunal de apelación frente a
20 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA LA PLAZA DE LAS TRES CULTURAS 21

las otras prácticas sociales y como una alternativa mitigadora y Zeitgeist de la época, es la riqueza material (<<nueve de cada diez
unificadora. ingleses consideran que nuestra felicidad y bienestar se prueban en
ES~__E~E!>d~_ de grandes transformaciones y de difusión del el hecho de ser realmente ricos»). Sin embargo, Arnold combate y
romanticismo sllPone un cambio radical en las ideas acerca del arte, desmonta esta ilusión, argumentando que la cultura nos enseña a
d~L ª_tlisJa_Y_S1l1ugar -enla:SQCI~-d~i(;r -mercadcj-seinstituyede-foT- e considerar a estas gentes, «es decir, su modo de vida, sus hábitos,
ma creciente como el lugar idóneo _de- are aciónentre"-elcreaaót=V'
O":", ". .,~ .. , _ ' , , •• " ,;:,,¿,
•.• .• •. ~_ . • - . . . . - .... - . _ . _ .'_."-, ." ' ,_ ',C , •• .•• , . , ' . ' ..•• ,.,. ' " o ,"" ~ ............,....."'..,,,....."__ . . . .C "~_._ .•.,,_._. ,. , . ~. _, .,~... "',"",,, • • ,. . . . ,_~"'., .. " .,;,_,.~ . ~.;",,, ,,-<, ~_.'--.-..._
sus maneras, el tono real de sus voces» ya ponderar con displicen-
ta:sóciedad; se instaura una teoría de la realidad superior del arte: cia el valor de sus conductas: «Mirémosles atentamente; observe-
l:i5ñ:ioTa"ge'o e de la verdad imaginativa y se afirma con carácter nor- mos la literatura que leen, las cosas que les producen placer, las
mativo la idea del escritor creativo independiente, carismático, palabras que salen de sus labios, los pensamientos que amueblan
como genio autónomo. Cultura surge como descripción de dichos sus mentes, ¿valdría la pena poseer tal suma de riqueza con la con-
procesos. dición de llegar a ser justamente como ellos?» El futuro, para
Pero, además, en los autores románticos de la primera mitad Arnold, se halla no en esa forma de vida, sino más bien en la prose-
del XIX, la cultura se ofrece, de forma explícita, como una alternati- cución del ideal trascendental de la perfección cultural, claramente
va a la anarquía de la moderna sociedad (conviene recordar aquí visible en la tradición clásica-cristiana y puesto de manifiesto en el
que también la sociología participó de la misma pretensión). El Renacimiento. En suma, frente a la anarquía imperante, propone
autor que, siguiendo a Carlyle y Coleridge, mejor expresó esta la cultura como alternativa, «como gran ayuda para nuestras difi-
visión alternativa fue Mathew Amold. Por ello nos detendremos, cultades presentes». Y en esa tesitura, proporciona la más clara
aunque sea brevemente, en analizar su visión. definición humanista de la misma como «la prosecución de nues-
Estos autores románticos plantean una crítica a las tendencias tra total perfección por medio de la búsqueda del conocimiento de
destructivas de la sociedad industrial y de masas, la sociedad mecá- todos los asuntos que más nos conciernen, lo mejor que ha sido
nica, como frecuentemente la denominan. La crítica se sustenta en pensado y dicho en el mundo» (en Williams, 1958: 124).,ka cultura ~,...,....... ...
el supuesto de que las cualidades y facultades que más genuina- no _~s,J?lle~, una media estadística o una mera categoría descript~va~'''''
mente caracterizan al ser humano encuentran obstaculizado su aplica1?Ie' a--io~ó"pensañi'rentoo'·produccíÓñ"ñuñiaña;" siri6 la Círria
desarrollo en dicha sociedad. Ese desarrollo recibe el nombre de del 10grohliffia!jQ;-Ja·· expresi6n"aéla~exce'l~ñcia;'*ra"petfett:i6n -fla
cultivation, primero, y después de cultura. Coleridge y Carlyle pro- sublimida<lh1.l1Jlfl1:l,a,s:._,"· · -- -""'-~~~-"~-'---'-'~"""" -' '."~.-- ......._.. . --
ponen la formación de un grupo de elite dentro de la sociedad (una . ~erQiqlJiéIles ,s.9B ,lgs_portadores de la cultura?, ¿cuáles S11.bas~ .
clerecía secular) que asumirá la responsabilidad de sostener y per- social? Amold no encuentranirigún 'soporte eálasclases de la épo-
seguir el necesario ideal de la cultura. ca. Todos seilaliañ'pnsioneroso.elespíHt:u del -tfémpo: IQ_s--añstó~"·-"
En este contexto, la cultura se identifica con las actividades ~nltas son «bárbaros», la clase media de nuevos ricos, «filisteos');~-y
artísticas y espirituales. Y se produce una especie de bifurcación í~ clase traº~ja~~rª,._ m~(º. <<,RQP4I.ªc;h(»~- -q~~. !r~t~_'de liIDlaT los a
entre, de un lado, el trabajo, la industria, lo material, todo lo exter- .fili~Ú:os. 'Amold,que era inspector de- escuelas, a ' oiferencül- de
no que queda englobado bajo el concepto de civilización, y, de otro, Carlyle y Coleridge, confía la preservación de la cultura a las políti-
lo espiritual, lo creativo, lo artístico, que queda cubierto con el cas de Estado y a la educación formal. La cultura puede ser el
vocablo cultura. Mientras que la sociedad moderna ha supuesto un agente humanizador que modera los impactos más destructivos de
gran avance en los aspectos civilizatorios externos, se ha producido la modernización.
una peligrosa decadencia de la dimensión cultural o espiritual. El Estos autores románticos '. cOIIlIJartenalguIlaLc:Wélst(!p~ticas
título de la obra clásica de Arnold no puede ser más significativo: significaQvªsy t!~ª~' ñQ~~'fll~m~iii~J1Qmog[rie_a de.l.a <:111tÍlra:··. . ·-·
Culture and Anarchy (1869). 1) tienen un simi)ar~.§~ªty_s._p[qfesional (dedicados a la literatura,
Matthew Amold escribe, desde las potencialidades de la huma- por tanto, de-fensores de su propia práctica y legitimando su valor
nidad, contra los parámetros de un mundo en proceso de indus- social); 2) .efectúan unacritiC<kdeLutiJi:taris.mQ COp:1.0S:aJ0!" }:lpm!- .
trialización y regido por el utilitarismo. La religión del presente, el nante dela él?o~élY _d~JélJIl9.:~~í!:i:~!~ación q~~_ ~:n.:tien~en como
22 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA LA PLAZA DE LAS TRES CULTURAS 23
_'peE()Er.:()~~so ext~ITlo que da lugar, ~,_una situación <ie~éiI.:~ po semántico en función de los procesos sociales diferentes que tie-
~~:mt:apon~:n la cllltur3¡ (espiritual) ,a l pr9greso. (materialtd!i!J~ civi.::.. -. ne que nombrar y constituir. Así en Cataluña, donde actúan de con-
!1:f;lJ~J.qIl!. 4t p;J;QP9n.en la cultura como solución, bien en manos de suno una clase ascendente que funda su ascenso en la educación
un agente histórico (elite) hiende 'ulla polÍtica 'institucional (siste- formal y una nobleza periférica remozada que utiliza el mecenazgo
ma general de educación). Por tanto, la cultura aparece como la como estrategia de hegemonía, el concepto de cultura designa la
~~~~!9.&~ leg!!i~~QQFL9"~ ,~l;l. Pº~!QQll,jij I!~~1?o, que ' como herra::- crianza como educación formal y buenas maneras, mientras que
mienta cnj:ic~ª.,cºll.lI:a
~---." .,_ ,..... . alid
t , la ,Ia~9:mp, d . ., ·':::'t "'Il·'"'···"~·-~·-~'"'""
._ , a_,-Plstr!J.m~-I1t.a.t (nallamos aqUl, en Alemania que cuenta con una burguesía e intelectualidad débi-
una anticipación clara del discurso de la escUt!ici dé Frankfurt). les y atomizadas y una aristocracia fuerte y afrancesada, el concep-
En resumidas cuentas, hemos visto cómo la cultura deriva des- to de cultura describe la posición de los primeros frente a los
de ideología de las elites dominantes, englobando la totalidad de su segundos, a lós que se califica con el concepto devaluado de civili-
modo de vida, hacia una ideología de las categonas intelectuales, zación, que connota superficialidad y buenas maneras, mientras
que en un contexto de diferenciación funcional, legitiman median- que cultura designa las actividades creativas, espirituales e intelec-
te ella su práctica específica. En todos los casos, el vocabulario de tuales, consideradas más auténticas y profundas. Finalmente, en la
la cultura y su campo semántico no aparecen como meramente Inglaterra de mediados del XIX, en avanzado proceso de industriali-
descriptivos de nuevas prácticas sociales (educación formal, artes) zación, los intelectuales románticos se erigen como portadores de
y de procesos emergentes, sino también como ideología legitima- la autenticidad espiritual frente al utilitarismo y pragmatismo de las
dora de la estrategia de ascenso social y de la autoconciencia del clases medias, verdaderas clases hegemónicas dentro del sistema
grupo que la postula. De ahí que los criterios relativos a la defini- de estratificación de la época. Se comprende, entonces, que en este
ción de la excelencia artística se con-fundan con los criterios refe- contexto histórico tan modificado y novedoso, donde se está confi-
rentes al privilegio social. Los avatares de la compleja relación gurando ya un mercado para el arte, los intelectuales identifiquen
entre cultura y civilización redundan y corroboran dicha con- cultura con las actividades creativas, regidas en exclusiva por el
fusión .. Civilización aparece reservado en ocasiones para designar principio del «arte puro» frente al filisteísmo burgués, y se identifi-
el progreso estrictamente material o técnico, que se considera que la civilización con el progreso material. En conclusión, esta
como soci~mente externo y, por tanto, contrapuesto a cultura, y en ideología de la cultura como excelencia no es azarosa ni capricho-
otras ocaSIOnes, dentro del mismo texto, se utiliza para denotar el sa: los campos semánticos de cultura adquieren matizaciones y
progreso global alcanzado por una sociedad humana determinada especificidades de carácter nacional, porque han de reflejar y cons-
o incluso «el movimiento gradualmeñte progresivo que abarca a la tituir contextos diferentes: en un caso, la educación formal como
humanidad como totalidad» que significa tanto «perfeccionamien- opuesta a las buenas maneras de las clases altas y a la vulgaridad
to de utensilios» como «dominación intelectual y teórica de la exis- del populacho; en otro, la creatividad y manifestaciones del espíri-
tencia» (Alfred Weber, 1935: 16). Esta concepción le hace sinónimo tu como opuestas al utilitarismo de la civilización del progreso
de cultura y, como es sabido, comporta una visión jerarquizadora material. Por un lado, cultura aparece designando, en consonancia
de las sociedades humanas: Alfred Weber, por ejemplo, distinguía con su raíz clásica, la crianza que a finales del siglo XVIII puede
entre culturas primitivas, altas culturas primarias, altas culturas abarcar tanto la socialización primaria como la educación formal y
secundarias, culturas secundarias de primer grado, culturas secun- la adquisición de buenas maneras. Sin embargo, este significado
dari~s de segundo grado, y semiculturas o culturas incipientes. será pasajero, quedando reducida tan sólo a aspectos periféricos
ObVIamente, este concepto depende de una filosofía teleológica de como puericultura y gerocultura. Por otro lado, cultura se identifi-
l~ ~storia y ha ido asociado a los procesos de colonización e impe- ca -y éste es el significado más novedoso-- con creatividad estéti-
nallsmo, que comportaban una valoración superior de la cultura ca e intelectual. Las actividades creativas constituyen un campo
occidental. autónomo, distinto de la vida cotidiana, separado de las esferas de
Un enfoque sociogenético del léxico, en el caso concreto del la política y de la economía, que se rige por sus propios valores -el
concepto de cultura, nos muestra cómo se reorganiza todo un cam- arte por el arte- y, por tanto, se halla por encima de los otros cam-
24 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA LA PLAZA DE LAS TRES CULTURAS 25

pos, .s?~re los que establece su jurisdicción y crítica. Con mayor nobleza o excelencia del resultado consagran la nobleza y el estatus
preCISlOn, en este contexto, la cultura se identifica, ante todo, con del individuo y del grupo social que las producen o las consumen.
las actuaciones y obras culminantes del campo de la creatividad, y 6. La cultura es crítica. Se opone a las normas predominantes
en este sentido implica principios relativos al valor o un canon en en el orden social. La armonía entre orden social y orden cultural
función del cual se evalúan las acciones y productos artísticos. es posible pero difícil. En el orden social suele imperar la mediocri-
Tras este rápido repaso por algunos eslabones de lo que pode- dad y la inercia de la tradición y la costumbre, mientras que el
mos denominar concepción humanista de la cultura, que surge y se carisma artístico es revolucionario, transgresor.
desarrolla a finales del siglo xvrn, conviene que recapitulemos las 7. La cultura es frágil y vulnerable, puede perderse o resultar
características básicas de la misma con el fin de poder establecer debilitada, deformada, degradada, por la estructura económica.
comparaciones con otras concepciones coetáneas. Por ello, la cultura debe ser cuidadosamente preservada, mediante
el sistema educativo, las instituciones y diversas estrategias políti-
1. La cultura es procesual. Se adquiere a lo largo de un proce- cas o sociales.
so de entrenamiento o educación. De ahí su conexión con el signifi- 8. La cultura, en síntesis, es restrictiva: sólo algunas activida-
cado ~riginario: derivado de cultivo, como en agricultura. Implica des, sólo la excelencia o perfección de algunas obras, y sólo el
el cultivo de la mente humana y de la sensibilidad carisma o estatus de algunas personas y sus formas de vida, consti-
2. La cultura es selectiva: sólo algunas actividades humanas tuyen la auténtica cultura. Más allá de esta visión canónica y apo-
son realmente creativas, a las que se inviste con el «aura» (Benja- calíptica (Eco dixit) entramos en el ámbito de la cultura de masas
min) de lo sagrado e inefable y se las separa del mundo de la vida o, para ser más precisos, de la seudocultura.
cotidiana. Existen señales que marcan esta separación. Cultura se
identifica, pues, con el cultivo de facultades y cualidades humanas
«nobles»: mente, maneras, espíritu, sensibilidad, gusto. 3. La dignidad de la diferencia
3. La cultura es normativa o canónica: sólo los resultados de
algunas actividades merecen una calificación adecuada de cultura. La doctrina antropológica oficial sostiene que cada cultura humana es tan
Unas obras culturales son mejores que otras. Produce obras excel- singular que no existe ningún criterio o norma para comparar unas con otras.
~as, de valor superior y universal. Existe un criterio «objetivo», Ninguna es más alta o más baja, más rica o más pobre, más grande o más
pequeña que otra. Uno no puede decir, por ejemplo, que los balineses tienen
mterno, que permite clasificar las realizaciones de los sujetos, de los un mejor o peor modo de vida que los navahos. Similarmente, el dogma ofi-
grupos, de las sociedades. Implica una teoría del valor cultural: la cial sostiene que todas las conductas humanas están culturalmente media-
cultura puede hacer la civilización más humana restaurando la dul- das. Ningún dominio de la vida es más o menos cultura que otro. La cultura
zura y la luz, es decir, la belleza y el saber que proceden de a) la con- configura las formas como las gentes se alimentan, hacen política e intercam-
cienci~ de una s~nsibili~ad hacia «lo mejor que ha sido pensado y bian en el mercado tanto como configura sus formas de escribir poesía, can-
tar corridos y representar dramas. No sólo actúan las gentes de acuerdo con
conOCIdo» en el arte, la literatura, la historia, la filosofía, y b) de una la realidad percibida, sino que carece de sentido hablar de realidad «bruta»
recta razón (una inteligencia abierta, flexible y tolerante). con independencia de la cultura. La miríada de modos de percibir y organi-
4. La cultura es carismática. Las manifestaciones culturales zar la realidad son culturalmente específicos, no panhumanos (Rosaldo,
expresan cualidades extraordinarias del artista (el duende, según la 1993: 196).
expresi?n de ~~de~ico ~arcía Lorca), mediante las cuales se expre-
sa su vmculaclOn mspIrada con aquello que en términos estéticos Junto a la visión humanista de la cultura se halla vigente tam-
es últimamente valioso. bién hoy y aparece casi como concepción paradigmática de las
5. La cultura es jerarquizadora o estratificadora. Las personas ciencias sociales la que se conoce, de forma no del todo apropiada,
cultas son aquellas que adquieren las formas de elite. De aquí sur- como visión antropológica (Luque, 1985), es decir, la comprensión
gen conc~ptos como legitimidad cultural, alta cultura y baja cultu- de la cultura como el modo diferenciado de vida de un pueblo o de
ra y capItal cultural. La nobleza o prestigio de la actividad y la un grupo social, englobando en el mismo todas las manifestaciones
26 SOCIOLOGíA DE LA CULTURA LA PLAZA DE LAS TRES CULTURAS 27

y expresiones propias de dicho grupO. La cultura es el estilo y la etnocéntricas y elitistas y del canon occidental. Esa destrucción ha
forma globales de vivir de una colectividad. Curiosamente, si la defi- consistido en establecer la relatividad cultural, el carácter local del
nición humanista surge a finales del siglo xvm y cristaliza for- conocimiento y la «excelsa» dignidad humana de todas las pautas
malmente a mediados del XIX con la obra de Arnold Mathew, algo culturales en un nivel constitutivo. Si la Historia de la Literatura
similar sucede con esta concepción antropológica, que contando hoy en día se ve obligada a situar la comprensión de El Quijote
con los precedentes de Herder y G. Klemm, logra su plasmación sobre la trama de la cultura popular de la época; si no es posible
definitiva en la obra de E. Tylor, Primitive Culture. Nótese que si el interpretar a Rabelais, como brillantemente nos ha enseñado Baj-
primero publicó Culture and Anarchy en 1869, la obra más conoci- tin, sin captar la hondura de la cultura carnavalesca de la Edad
da del segundo veía la luz en 1871. Pero hay en esta historia algo Media; si, con la ayuda de la semiótica, nos hemos acostumbrado a
más que una casual coincidencia meramente temporal, puesto que descifrar como textos todas las prácticas sociales; si los aspectos
en ambos casos nos hallamos ante autores británicos. Si el uno informales de la empresa, las prácticas rituales, las visiones del
analizaba las disonancias producidas por el proceso de industriali- mundo y las identidades corporativas se convierten en aspectos
zación (Inglaterra como «locomotora» del mundo), el otro trataba centrales de la sociología de la organización; si las audiencias
de comprender desde un esquema evolucionista y con un método massmediáticas son auscultadas etnográficamente, todo ello se
positivista los vastos conocimientos que el proceso de colonización debe sin duda a que la antropología ha cambiado nuestra manera
y expansión imperialista ponía al alcance de la metrópoli y la inte- de mirar la realidad y también de constituirla. Pero antes de efec-
rrelación y subordinación inevitable que surgía de dichos procesos tuar una evaluación sistemática de las aportaciones más significa-
(Inglaterra como «propietaria» de medio planeta). tivas de esta disciplina, nos parece necesario practicar un recorrido
No es nuestro propósito aquí reducir el complejo panorama de por algunos de los hitos más relevantes de esa historia.
la antropología a una única definición. Después de Tylor ha llovido
mucho en el campo antropológico. En Kahn (1975) y en Velasco
(1995) podemos seguir las transformaciones del concepto desde 3.1. UN TODO SUMAMENTE COMPLEJO
una definición englobante (que incluye la vida material, intelectual
y espiritual) hacia una definición más restrictiva (dimensión sim- Como hemos dicho, en 1871 sir Edward Tylor (1822-1917), a la
bólica). y las dos últimas décadas no han sido menos, sino en todo sazón lector de antropología en Oxford, publicaba Primitive Cultu-
caso más, prolíficas en definiciones y análisis de la cultura. Pero re. En esta obra se contiene la primera definición descriptiva y
nuestro propósito aquí es aislar, más bien por contraposición con englobante de cultura (o civilización) con valor antropológico.
la definición humanista y a medio camino de lo que, siguiendo la
misma pauta ideal-típica, denominaremos después definición so- La cultura o civilización, en sentido etnográfico amplio, es aquel
ciológica, una concepción que sintetice las contribuciones más sig- todo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la
nificativas del campo antropológico. En este sentido, su aportación moral, el derecho, las costumbres y cualesquiera otros hábitos y
más relevante como ciencia de la diferencia y del «otro» ha sido la capacidades adquiridos por el hombre en cuanto miembro de la
afirmación de la dignidad equivalente de todas las pautas y formas sociedad... Por una parte, la uniformidad que en tan gran medida
caracteriza a la civilización debe atribuirse, en buena parte, a la
de vida de los grupos humanos porque todas están constituidas acción uniforme de causas uniformes; mientras que, por otra parte,
culturalmente.
sus distintos grados deben considerarse etapas de desarrollo o evolu-
Se ha señalado, con acierto sin duda, que no puede entenderse ción, siendo cada una el resultado de la historia anterior y colabo-
la emergencia de la antropología sin ponerla en relación con la rando con su aportación a la conformación de la historia del futuro
expansión colonial e imperial; sin embargo, creo que debería afir- (Tylor, 1871).
marse con la misma rotundidad que esa conexión no ha impedido
que la antropología haya contribuido como ninguna otra disciplina Desde la perspectiva del ser humano individual, la cultura es la
ni práctica social de la modernidad a la destrucción de las visiones totalidad de información que recibe en y de su grupo. Tylor subra-
28 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA LA PLAZA DE LAS TRES CULTURAS 29

ya, en fórmula concisa, dos rasgos sustantivos de la cultura: totali- la disciplina se orientará hacia una acotación y precisión mayor del
dad y complejidad. Pero en este contexto ya no es posible hablar significado de cultura, restringiendo el significado englobante pro-
sólo de cultura en singular sino también de culturas en plural, por- puesto por Tylor, aunque sin abandonar nunca, sino por el contra-
que el término se refiere tanto a una dimensión ontológica (la rio tomando como sello de marca su innovación más radical: la
constitución del ser humano), como a una dimensión fenomenoló- cultura como universal humano y constituyente de humanidad y
gica (las manifestaciones históricas de aquélla). En la obra de reconociendo, por tanto, su carácter inclusivo (todos los seres
Tylor, aunque no en la de otros antropólogos posteriores, interviene humanos poseen la capacidad de producir significación). Dado que
una tercera dimensión jerarquizadora (la inserción de las culturas los primeros antropólogos se centraron en el estudio de las deno-
en un esquema evolutivo y la evaluación de su aportación al proce- minadas sociedades simples, su concepto de cultura tendió a enfa-
so de explicitación de las potencialidades humanas). Por ello mis- tizar la homogeneidad, la uniformidad y la armonía e influyó
mo, su concepto de civilización se usa de forma inconsciente con incluso en sociólogos como Parsons.
un doble significado: unas veces es sinónimo de cultura como En 1934 publicaba Ruth Benedict, siguiendo las huellas de
modo de vida, mientras que otras designa el estadio supremo de la Boas,'¡atterns of Culture. Aunque en este libro el lector no hallará
cultura occidental y se identifica sin más con dicho modo de vida una definición explícita del término y un tratamiento sistemático
específico. del objeto, se contienen infinidad de alusiones que van perfilando
Dejando de lado una profundización mayor en estas precisio- dicha definición. La cultura, se dice, es una pauta o un conjunto de
nes, lo que interesa subrayar aquí es que, utilizando un método patrones coherentes de pensamiento y acción, una organización
comparativo (que clasifica datos de numerosas culturas, por ejem- coherente de la conducta que abarca la totalidad de una sociedad.
plo, en un estudio acerca del matrimonio llega a reunir informacio- La cultura es hereditaria y aprendida, no genética; tiende a la inte-
nes de 350 grupos humanos) y positivista (la vida general de un gración y coherencia, constituye configuraciones articuladas, es
pueblo se debe catalogar con las mismas pautas y meticulosidad plástica, realiza la función de atar y unir a los seres humanos. Dado
que la f10ra o la fauna), Tylor ha configurado un concepto de cultu- que no está biológicamente determinada, el resultado de su acción
ra con valor antropológico: la cultura es todo lo creado por los es la diversidad. Benedict analiza dos factores como explicación de
seres humanos, la generalidad de la vida de una sociedad, el modo dicha diversidad: la selección de rasgos (los grupos humanos, den-
de vida específicamente humano, la totalidad de la experiencia tro de un amplio arco de posibilidades de conducta y existencia,
humana acumulada y transmitida socialmente y que en cada grupo elaboran unos y rechazan otros) y la combinación concreta de los
humano tiene una concreción y una singularidad. rasgos seleccionados.
Hasta aquí, la posición de Benedict no consiste más que en una
corroboración de la tesis de la doble dimensión de la cultura (onto-
3.2. LA CULTURA COMO UN TODO ARTICULADO Y HOMOGÉNEO lógica y fenomenológica). Sin embargo, en la opción por un univer-
so concreto de estudio (la cultura en las sociedades simples) obser-
Aunque existe cierta tendencia a identificar tout court la antro- vamos la manifestación de una decantación hacia un concepto de
pología con el estudio de la cultura, lo cierto es que, a principios cultura como cultura común, homogénea y articulada. Para la
del presente siglo y una vez abandonados los esquemas evolucio- comprensión de la diversidad cultural y las potencialidades de
nistas, se produce una escisión nítida entre la tradición norteame- expresión humana, nos dice Benedict, las culturas primitivas dis-
ricana volcada en el análisis culturál y la línea predominante en la frutan de una doble ventaja: en primer lugar, no se hallan contami-
tradición británica más centrada en el estudio de la estructura nadas todavía por las civilizaciones occidentales; en segundo lugar,
social. Ahora bien, no cabe la menor duda de que en comparación «los problemas son planteados en términos más simples». Esta
con la sociología, uno debe acudir a la antropología para encontrar segunda razón no deja de ser significativa y su reiteración a lo lar-
una investigación rigurosa y empírica de los fenómenos y de las go del texto indica que nos hallamos ante una convicción bien
formas culturales. Como hemos anticipado, la historia posterior de asentada en su pensamiento, así como que Benedict necesitaba jus-
30 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA LA PLAZA DE LAS TRES CULTURAS 31

tificar con cierta vehemencia la elección de las culturas primitivas sociólogo, Talcott Parsons, quien partiendo del problema del
como laboratorio privilegiado. En realidad, al concentrarse exclu- orden, intenta explicar la estabilidad social «en términos de la ínti-
sivamente en ellas se producía, involuntariamente, un sesgo en la ma interdependencia de los patrones culturales, la institucionaliza-
definición de cultura como totalidad homogénea y comunitaria~ ción y las necesidades personales» (Abercrombie et al., 1987: 59).
mente compartida, basada en un patrón general e integrada. Vea- En su teoría general de la acción, Parsons distingue cuatro siste-
mos su argumentación: mas constituyentes (social, de la personalidad, cultural y organis-
mo conductual), cada uno de los cuales se diferencia de los otros
La civilización moderna se ha hecho demasiado compleja para un por su especialización en uno de los imperativos funcionales nece-
análisis adecuado, a menos que se la fragmente deliberadamente en sarios (adaptación, capacidad para alcanzar metas, integración y
pequeñas secciones artificiales. Y tales análisis parciales son inade- mantenimiento de patrones). Concretamente, el mantenimiento de
cuados porque muchos factores externos no pueden ser sometidos a patrones (que proporciona a los actores las normas y valores que
control. Cualquier examen en globo abarca individuos procedentes de les motivan para la acción) es atribuido al sistema cultural.
opuestos grupos heterogéneos, con nonnas diferentes, con diferentes
miras sociales, con relaciones domésticas y moralidad distintas. La
Un sistema cultural es un sistema que tiene las características
interrelación de estos grupos es demasiado complicada para ser apre- siguientes: 1) no está constituido por la organización de interaccio-
ciada con la prolijidad necesaria. En la sociedad primitiva, la tradi- nes ni por la organización de las acciones de un actor singular
ción cultural es bastante simple para que pueda caber en el conoci- (como tal), sino más bien por la organización de los valores, nor-
miento de los individuos adultos, y las maneras y la moral del grupo mas y símbolos que guían las elecciones hechas por los actores y
están modeladas según un patrón general bien definido. En este que limitan los tipos de interacción que pueden ocurrir entre los
ambiente simple es posible estimar la interrelación de rasgos; no así actores; 2) así, un sistema cultural no es un sistema empírico en el
en las corrientes cruzadas de nuestra civilización compleja (1989: 29). mismo sentido que un sistema social o de la personalidad, porque
representa un tipo especial de abstracción de elementos a partir de
El ér;tfasis en la cultura común del grupo y en su carácter cohe- estos sistemas. Estos elementos, sin embargo, pueden existir sepa-
rente e integrador no implica desconocimiento de la diversidad radamente como símbolos físicos y ser transmitidos desde un siste-
interna (derivada del ciclo de edades, de las actividades o del ma empírico de acción a otro; 3) en un sistema cultural las pautas
ambiente), pero el contraste tan marcado entre las sociedades con- de normas reguladoras (y los otros elementos culturales que guían
temporáneas y las culturas primitivas le lleva a identificar cultura las elecciones de los actores concretos) no pueden formarse de ele-
con integración. mentos al azar o sin relación. Esto es, si un sistema de cultura ha
La concepción de la cultura como cultura común o compartida de manifestarse en la organización de un sistema empírico de
y homogéneamente distribuida ha gozado de cierta difusión por acción debe existir un cierto grado de consistencia; 4) así, un siste-
dos razones diferentes, una de tipo metodológico y la otra de carác- ma cultural es un patrón de cultura cuyas diferentes partes están
ter teórico. Por un lado, la antropología se ha centrado, ante todo, interrelacionadas para formar sistemas de valor, de creencias y de
en la realización de etnografías de pequeñas comunidades, donde símbolos expresivos.
la cultura parece tener lugar en la plaza pública y donde un indivi- Tal y como nos enseñó Wright Milis, podemos leer frecuente~
duo podría dominar todos sus contenidos; por otro lado, muchos mente los «culteranos» textos de Parsons con una sintaxis más
autores, y especialmente los funcionalistas, han tendido a identifi- directa y económica: lo que Parsons sostiene es que podemos mirar
car la cultura c;on valores (véase Swidler, 1985), con los valores del la realidad social desde tres perspectivas diferentes, porque ésta
grupo social inculcados a sus miembros mediante el proceso de consiste en un único cuerpo poliédrico constituido por tres caras:
socialización, y han operado con el supuesto de que la cultura es social, psicológica (personalidad) y cultural. Esa vertiente cultural
análoga al lenguaje y éste debe ser compartido (Hannerz, 1992). no tiene existencia empírica en sí misma, consiste en valores, creen-
Paradójicamente, el exponente «más sistemático» de la teoría cias y símbolos inmanentes en la personalidad y en el sistema
de la cultura común en las ciencias sociales modernas será un social, a los que accedemos por abstracción. Dichos elementos
32 SOCIOLOGíA DE LA CULTURA LA PLAZA DE LAS TRES CULTURAS 33

constituyen totalidades articuladas y cada sistema cultural concre- con el sistema social, es coextensiva con él; ha quedado restringida
to se articula en torno a un patrón cultural. a los símbolos, creencias y valores, pero sigue siendo constitutiva.
Los sistemas culturales son esenciales ' para la teoría de la Por ello mismo, su relación con la sociedad es armónica y su fun-
acción porque los sistemas estándares de valor (criterios de selec- ción principal ligar o atar a las personas entre sí. Cada sociedad, de
ción) y otras pautas culturales, cuando se hallan institucionaliza- acuerdo con esta visión, sólo puede contener una cultura. No hay
dos en los sistemas sociales e internalizados en los sistemas de per- cabida para el multiculturalismo en su significación más radical.
sonalidad, guían al actor en relación tanto a la orientación hacia
fines como a la regulación normativa de los medios y las activida-
des expresivas. En este sentido, sostiene Jenks que «el principal 3.3. LA RESTRICCIÓN DEL SIGNIFICADO EN GEERTZ
teorema de la teoría de la acción parece ser que la estructura de los
sistemas de acción consiste en patrones de significado cultural ins- Clifford Geertz ha sido un fino y elegante analista de las formas
titucionalizados» (en los sistemas social y cultural) o internaliza- culttuqlies y a un tiempo un teórico innovador con una teoría estre-
dos (en personalidades y organismos) (Jenks, 1993b: 36). chamente ligada a la descripción etnográfica densa. Su análisis de
Este sistema, para quien se definió en cierta ocasión como la cultura es ya clásico y por ello nos detendremos brevemente en
«determinista cultural», ocupa la cúspide de sus sistemas de él. Partiendo de la constatación de la centralidad de la cultura en la
acción. La cultura resulta ser la principal ligadura o vínculo de los historia de la antropología, Geertz se propone reducir el concepto a
diversos elementos: «media en la interacción entre los actores e su acepción semiótica, identificándolo con la trama de significa-
integra la personalidad y los sistemas sociales. Tiene la peculiar ción que tejen los seres humanos y en la que se hallan insertos.
capacidad de llegar a ser, al menos en parte, un componente de Esta concepción comporta, como es usual en la tradición antropo-
otros sistemas diferentes. De este modo, en el sistema social la cul- lógica, una dimensión ontológica y una dimensión fenomenológi-
tura se encarna en normas y valores, y en el sistema de la persona- ca, si bien ambas tienen en Geertz modulaciones específicas que
lidad es internalizada por el actor. Pero el sistema cultural no es conviene explicitar.
simplemente una parte de los otros sistemas; también tiene una En primer lugar, para Geertz la cultura es aquel factor de la vida
existencia separada, pues constituye el acervo social de conoci- humana que le proporciona su identidad. La ontología de Geertz no
mientos, símbolos e ideas» (Ritzer, 1993b: 414). deja de presentar unas connotaciones teológicas que uno está tenta-
En el sistema cultural se desarrollan los prerrequisitos del goal do de calificar como agustinianas: sin la cultura la vida humana
attainment y la integración. Esto significa esencialmente que la cul- estaría condenada al caos y a la oscuridad; la cultura opera como
tura asume el rol central de asegurar el equilibrio y la homeósta- factor redentor. Este vocabulario religioso no es geertziano, desde
sis interna del sistema total: «La cultura -nos dirá- consiste en luego, pero su léxico y forma de expresión evoca, sin duda, la ontolo-
modelos, explícitos e implícitos, de y para el comportamiento, ad- gía teológica de la redención: «Si (la conducta humana) no estuviera
quiridos y transmitidos por medio de símbolos, que constituyen la gobernada por estructuras culturales -afirma como 'si dispusiera de
realización distintiva de los grupos humanos, incluyendo su incor- una especie de saber infuso y contrafáctico y no sin cierto dramatis-
poración en artefactos: el núcleo esencial de la cultura consta de mo- sería virtualmente ingobernable, sería un puro caos de actos
ideas tradicionales (es decir, seleccionadas y derivadas histórica- sin finalidad y de estallidos de emociones, de suerte que su experien-
mente) y especialmente los valores conexos: los sistemas culturales cia sería virtualmente amorfa» (1987: 52). En otras ocasiones aborda
pueden, por una parte, ser considerados como productos de la la misma problemática, pero de una manera más descriptiva: «El
acción, por otra como elementos condicionantes de la acción sub- hombre, ese animal que fabrica herramientas, que ríe y que miente,
siguiente» (en Jenks, 1993b: 36-37). es también un animal incompleto, o más exactamente un animal que
Desde luego, en esta concepción parsoniana la cultura no es ya se completa a sí mismo. Siendo agente de su propia realización, el
la totalidad compleja de un modo de vida en el sentido tyloriano, hombre crea, valiéndose de su capacidad general para construir
pero se halla latente o implícita en todo. Aunque no se identifica modelos simbólicos, las aptitudes específicas que lo definen» (1987:
34 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA LA PLAZA DE LAS TRES CULTURAS 35

190). Esto significa que la conducta humana se gobierna más por «el problema del análisis cultural es tanto una cuestión de determi-
patrones culturales que por respuestas innatas. Por tanto, la cultura nar independencias como de determinar interconexiones, abismos
es el factor constitutivo y distintivo de la humanidad. Y aquí se con- como puentes» [1987: 336]); y, finalmente, subraya el carácter his-
tiene ya una primera aproximación a su definición de cultura: ésta es tórico de los sistemas simbólicos: no están dados en la naturaleza
una fuente extrasomática de información o un mecanismo de con- de las cosas, sino que a) están construidos históricamente, b) son
trol extragenético. Con mayor precisión, agregará después que la socialmente mantenidos, y e) individualmente aplicados. En este
cultura debe entenderse no como complejos de esquemas concretos contexto debe entenderse su metáfora del pulpo para explicar el
de conducta sino como una serie de mecanismos de control que cambio cultural, que resulta de integraciones, incongruencias e
gobiernan la conducta. independencias parciales:
En diversas ocasiones, Geertz amplía y precisa esta definición,
reconociendo su filiación parsoniana: La cultura se mueve también a la semejanza del pulpo, no en una
annoniosa sinergia concertada de las partes con un todo, sino con
movimientos inconexos de una parte ahora que luego de esta otra y
Parsons elaboró un concepto de cultura entendida como sistema
más adelante de otra parte cuyo efecto acumulado de alguna manera
de símbolos en virtud de los cuales el hombre da significación a su
determina un cambio de dirección. Dejando a un lado los cefalópo-
propia existencia. Sistemas de símbolos creados por el hombre, com-
dos, cuándo y dónde en una cultura dada aparezcan los primeros
partidos, convencionales, y, por cierto, aprendidos, suministran a los
impulsos hacia un progreso y cómo y hasta qué punto esos impulsos
seres humanos un marco significativo dentro del cual pueden orien-
hayan de difundirse por todo el sistema es, en el estado actual de
tarse en sus relaciones recíprocas, en su relación con el mundo que
nuestra comprensión, impredecible en gran medida (1987: 337).
los rodea y en su relación consigo mismos. Productos y a la vez fac-
tores de interacción social, dichos sistemas son para el proceso de la
vida social lo que el programa de una computadora es para sus ope- Observamos, pues, una oscilación implícita desde la dimensión
raciones, lo que el gen es para el desarrollo del organismo, lo que el ontológica (cultura como programa) a la dimensión fenomenoló-
plano es para la construcción del puente, lo que la partitura es para gica (la cultura como sistema de significados). Ambas son objeti-
la sinfonía, o para elegir una analogía más modesta, lo que la receta vas, pero mientras que la primera es ubicua y genérica, la segunda
es para hacer un pastel; de manera que el sistema de símbolos es la es pública y específica, incorporada en los símbolos colectivos
fuente de información que, hasta cierto grado mensurable, da forma, mediante los cuales los miembros de una sociedad comunican y
dirección, particularidad y sentido a un continuo flujo de actividad manifiestan sus visiones del mundo y sus sistemas de valores, en
(1987: 215). una palabra, expresa su ethos diferencial. En este segundo sentido,
Geertz se ha interesado por el desciframiento de los símbolos como
Pero, a partir de aquí, las diferencias entre Parsons y Geertz son vehículos de significado. Y como sostiene Ortner, el foco de aten-
notorias e importantes: la relación entre cultura y sociedad se con- ción de la antropología geertziana no ha sido tanto la elaboración
vierte en un problema empírico (una de las posibles formas de rela- de tipologías de los símbolos o el estudio de sus efectos sociales,
ción subraya la interdependencia y armonía, pero también es posi- sino «la cuestión de cómo los símbolos producen las formas con
ble el desajuste y la tensión como puede observarse en su análisis que los actores sociales ven, sienten y piensan sobre el mundo, o,
de un funeral entre emigrantes urbanos en Java); la cultura es pro- en otras palabras, cómo los símbolos operan como vehículos de
ductora del cambio y no sólo de la homeóstasis (véase su análisis "cultura"» (1984: 129). Por otra parte, su énfasis en el carácter obje-
del nacionalismo) y proporciona modelos para el conflicto (peleas tivo de los símbolos ha ido de la mano de un paradigma herme-
de gallos); la integración cultural no constituye un fenómeno ilimi- néutico en la concepción del quehacer antropológico: la cultura de
tado que lo abarca y lo penetra todo (<<la idea todavía muy difundi- un pueblo es un conjunto de textos que dicen algo sobre algo, que
da en antropología, de que la cultura es un paño inconsútil es en no portan en sí mismos una interpretación.
menor medida una petitio principií que la concepción más antigua Pero donde más peso ha tenido la innovación geertziana radica
de que la cultura es algo compuesto de retazos y remiendos» [ ... ] también su debilidad: porque su rica, sugestiva y vibrante retórica
36 SOCIOLOGíA DE LA CULTURA LA PLAZA DE LAS TRES CULTURAS 37

no abunda en precisión y rigor (oscilación inconsciente entre ilusión etnocéntrica de sentirse libre de todo condicionamiento
dimensión ontológica y fenomenológica o entre la cultura como cultural al guiarse por la mera racionalidad instrumental.
texto y el relato etnográfico como texto), y porque no presta aten- En priI9-er lugar, veamos cómo su tesis sobre el carácter consti-
ción suficiente a la relación entre la cultura, el poder y el conflicto tutivo de la cultura invalida la distinción clásica entre material y
social (aspecto éste especialmente visible, como después notare- espiritual, plano económico y plano cultural. Los seres humanos
mos, en su uso neutro del concepto de ideología). Ahora bien, organizan la producción material de su existencia física como un
como afirma Thompson, las formas culturales no son sólo pautas proceso significativo que constituye su modo de existencia: por
de significado, sino que se hallan insertas en relaciones de poder y ejemplo, nos dice Shalins, «nunca se limitan al mero acto de cortar
conflicto. madera. Cortan troncos para hacer canoas, tallan figuras de dioses
en sus porras de combate o incluso cortan leña para el fuego, pero
Los usos y acciones cotidianos, al igual que otros fenómenos más siempre entablan relaciones con la madera en una forma específi-
elaborados como los rituales, festivales u obras de arte, son produci- ca, una forma cultural, es decir, en función de un proyecto signifi-
dos o realizados siempre en circunstancias particulares sociohistóri- cativo cuya finalidad gobierna los términos de la interacción recí-
cas, por individuos específicos habilitados con ciertos recursos y proca entre hombre y árbol. Si el propósito es construir una canoa,
capacitados con diversos grados de autoridad y poder; y estos fenó- la respuesta a un cambio en el árbol es diferente de cuando el pro-
menos significantes, una vez producidos o realizados, circulan, son pósito consiste en obtener leña» (1988a: 95).
recibidos, percibidos e interpretados por otros individuos situados En segundo lugar, aplicando esta tesis al análisis de la sociedad
en circunstancias particulares sociohistóricas, habilitados con cier-
tos recursos para producir sentido de los fenómenos de que se trata
burguesa, el resultado es que tanto el valor de cambio como el de
(1990: 135).
uso son culturales, y que cultural es el sistema contemporáneo del
vestido, pudiendo analizarlo con planteamientos análogos a los
También en M. Sahlins hallamos las tesis básicas de este mode- que Durkheim aplicó para el totemismo:
lo antropológico: la dimensión constitutiva de la cultura, su carác-
ter público y sistemático, su definición semántica. Pero Sahlins, en El valor de uso no es menos simbólico o menos arbitrario que el
valor de mercancía. En efecto, la «utilidad» no es una cualidad del
Cultura y razón práctica se centra, sobre todo, en analizar la socie-
objeto, sino un significado de sus cualidades objetivas. La razón por
dad burguesa como cultura, el orden simbólico que subyace a las la cual los norteamericanos consideran que los perros son incomi-
instituciones modernas (de ahí el título de uno de sus artículos, bles y la carne vacuna es «alimento» resulta tan poco perceptible por
«La pensée bourgeoise», como paráfrasis de La pensée sauvage de los sentidos como lo es el precio de la carne. Análogamente, lo que
Lévi-Strauss). Según Sahlins, la principal aportación de la antropo- pone el sello de masculino a los pantalones y el de femenino a las fal-
logía se halla precisamente en el concepto de cultura como una das no tiene relación necesaria con las propiedades físicas de esas
tentativa de superación de los dualismos clásicos (objetivismo o prendas o las relaciones que se derivan de ellas. Los pantalones son
determinación material, de un lado, subjetivismo/idealismo o de- producidos para los hombres y las faldas para las mujeres en virtud
terminación cultural, de otro). El principio imperante del utilitaris- de sus correlaciones en un sistema simbólico, antes que por la natu-
mo o del interés práctico y el predominio de la economía en un raleza del objeto per se, o por su capacidad para satisfacer una nece-
sidad material; así, también se debe a los valores culturales de los
contexto de diferenciación funcional institucional no muestran la
hombres y de las mujeres que normalmente sean aquéllos y no éstas
determinación de fuerzas materiales autónomas, sino un tipo de quienes emprenden esta producción. En la sociedad humana, nin-
configuración cultural fundado en un tipo de razón significativa. gún objeto o cosa tiene existencia ni movimiento salvo por el signifi-
Retomaremos esta cuestión más tarde, dada su importancia para cado que los hombres pueden asignarle (Shalins, 1988a: 169-170).
clarificar el concepto multidimensional de cultura. De momento,
baste subrayar, apoyándonos en la transcripción de algunos textos,
cómo la tesis general del carácter constitutivo de la cultura se apli-
ca en este caso al análisis de la sociedad occidental, destruyendo su
38 SOCIOLOGíA DE LA CULTURA LA PLAZA DE LAS TRES CULTURAS 39
3.4. LA CULTURA EN LA ÉPOCA POSCOLONIAL
mente coherentes, ni sociedades o grupos como totalidades auto-
contenidas y autónomas. Por ello mismo, la ficción de una cultura
Los antropólogos que desarrollan su investigación en el perío- uniformeinente compartida parece poco útil:
do poscolonial (véase especialmente la revista Cultural Dynamics),
compartiendo los rasgos básicos de la definición antropológica de
cultura (carácter constitutivo, dignidad equivalente de todas las Aunque muchas caracterizaciones continúan suprimiendo las
formas de vida y concepción de la misma como sistema signifi- zonas fronterizas, las culturas humanas no son ni necesariamente
coherentes ni siempre homogéneas. Más a menudo de lo que noso-
cante), operan una reformulación del análisis social que comporta
tros creemos, nuestras vidas cotidianas están cruzadas por zonas
giros epistemológicos y metodológicos y una redefinición del limítrofes, bolsas y erupciones de todo tipo. Las zonas fronterizas
objeto. frecuentemente se convierten en sobresalientes alrededor de frentes
Al concentrarse en el estudio de la cultura tanto en grandes ciu- tales como la orientación sexual, el género, la clase, la raza, la etnici-
dades (Hannerz) como en comunidades sometidas a un proceso dad, la nacionalidad, la edad, la política, el vestido, la alimentación o
brutal de destrucción por haber sido incorporadas al moderno el gusto. Junto con <<nuestros» yos supuestamente transparentes des-
Estado-nación y a los procesos de interdependencia global (los de la perspectiva cultural, tales zonas limítrofes deben ser considera-
Ilongot de Filipinas en el caso de Rosaldo, Costa de Marfil en el das no como zonas transicionales analíticamente vacías sino como
caso de Augé) , necesitan desprenderse del concepto de cultura espacios de producción cultural creativa que requieren investigación
como totalidad integrada y coherente. En este contexto, hallamos (1993: 207-208).
duras críticas a la visión de Benedict que identificaba la cultura
con significados compartidos, a la interpretación de Evans-Prit- Esto significa que el nuevo objeto de investigación debe incluir
chard de la cultura Nuer como única e intemporal, congelada en el la heterogeneidad, el cambio rápido y los préstamos y circulaciones
espacio-tiempo en el mismo momento histórico en que estaban interculturales, propios de la intersticialidad, así como las relacio-
siendo sometidos al colonialismo británico, a la identificación de nes de poder, y que un concepto renovado de cultura se debe referir
Turner y Geertz de la cultura con un mecanismo de control (cultu- menos a una entidad unificada (una cultura) que a las prácticas
ra igual a orden frente a caos). Aunque hubo un tiempo en que la mundanas de la vida cotidiana. La investigación ahora persigue sig-
etnografia imaginó que podía describir culturas discretas en su nificados que son más pragmáticos que formales; se modela a sí
prístina autenticidad, ahora -sostiene Rosaldo- ha de ocuparse misma más a partir de la semántica que en la sintaxis y la gramáti-
de un objeto escurridizo y conflictivo: con fronteras que se entre- ca. «Todos nosotros -concluye Rosaldo- habitamos un mundo
cruzan en un campo a la vez fluido y saturado de poder. Resulta interdependiente en este final del siglo xx marcado por los présta-
cada vez más problemática y dificil la tarea de la definición del mos y circulaciones entre porosas fronteras culturales y nacionales
objeto en el campo de los estudios culturales, «en un mundo donde que están saturadas de desigualdad, poder y dominación» (1993:
las "fronteras abiertas" son más sobresalientes que las "comunida- 217). En este sentido, Nederveen propone, aunque con un lenguaje
des cerradas"» (Rosaldo, 1993: 45). poco preciso, distinguir entre dos tipos de cultura (cultura 1 y cul-
Rosaldo critica la idea tradicional de comunidad, según la cual tura 2), de las cuales la primera se referiría a las especificidades de
cada individuo sólo puede pertenecer a una cultura discreta, caren- una comunidad territorialmente delimitada, mientras la segunda
te de ambigüedad y de solapamientos. Sin duda, dice, existen casos designaría los procesos de aprendizaje translocales (1994: 61). De
límite donde la audiencia o la comunidad son el mismo y único acuerdo con el planteamiento que venimos desarrollando en estas
grupo discreto. Pero más frecuentemente uno encuentra una plu- páginas, podría decirse, de forma más rigurosa, que la globaliza-
ralidad de comunidades parcialmente disyuntivas, parcialmente ción comporta una fenomenología cultural desvinculada del terri-
solapadas que se entrecruzan. El colonialismo, el desarrollo del torio primordial de las comunidades imaginadas.
Estado-nación y finalmente los procesos de interdependencia glo-
bal ya no permiten la existencia de culturas auténticas e interna-
40 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA LA PLAZA DE LAS TRES CULTURAS 41

3.5. LA IRRADIACIÓN DEL CONCEPTO ANTROPOLÓGICO: LA SEMIÓTICA 3.6. LA RELACIÓN ENTRE NATURA Y CULTURA

Con independencia de que se hayan asumido o no en toda su La asunción de este concepto antropológico, como hemos dicho
radicalidad las implicaciones del concepto antropológico, tal ha en diversas ocasiones, implica especificar una doble dimensión:
sido su éxito que las restantes disciplinas necesitan partir de él ontológica y fenomenológica; la cultura en tanto que información
como base para cualquier desarrollo posterior. Éste es el caso de heredada por aprendizaje social se entiende como especificidad
la prehistoria y de la arqueología, de la semiótica, de la sociología constitutiva de la humanidad, y las culturas constituyen la mani-
o de la misma filosofía. Podríamos analizar al respecto infinidad festación concreta de dicha especificidad, dependiendo de condi-
de textos de los más diversos autores y tendencias. Pero a título cionantes ecológicos y sociohistóricos. El abordaje de la primera
ilustrativo expondremos tan sólo y muy brevemente la recepción dimensión plantea el problema de la distinción entre biología y cul-
de esta teoría en el ámbito fecundo a lo largo del presente siglo, tura (con las consiguientes derivaciones en la corriente conocida
aunque con aguas más calmadas en las últimas décadas, de la se- como sociobiología); el tratamiento de la segunda dimensión plan-
miótica. Nos centraremos básicamente en Lot'man y la escuela de tea, sobre todo, la problemática de la relación entre cultura y socie-
Tartú, aunque igualmente podría servir para nuestro propósito la dad. Dejaremos para un momento posterior esta segunda cuestión
obra de Eco. y nos centraremos, por ahora, en la primera.
Afirma Lotman que «en la base de todas las definiciones está la Algunos autores como Mosterin sostienen que si, como parece
convicción de que la cultura posee trazos distintivos, lo que impli- razonable, entendemos la cultura como información obtenida
ca que la cultura nunca representa un conjunto universal, no mediante aprendizaje social, entonces la cultura no es un fenóme-
engloba todo, sino que se concibe como una porción, un área no exclusivamente humano, aunque entre los seres humanospre-
cerrada sobre el fondo de la no-cultura». En segundo lugar, la cul- sente características muy específicas. «Hablando de seres vivos,
tura sobre el fondo de la no-cultura interviene como «un sistema natura es información transmitida genéticamente: cultura es infor-
de signos» (1979: 68). Así pues, la cultura se contrapone a la natu- mación transmitida no genéticamente, sino por aprendizaje social»
raleza, a lo biológico e innato. (Mosterin, 1993: 20). Esta definición comporta, pues, distinguir, en
Lotman toma su definición de Lévi-Strauss para quien la cultu- primer lugar, entre transmisión genética y transmisión por apren-
ra sería algo así como un sistema de limitaciones complementarias dizaje, y después diferenciar entre aprendizaje individual y social.
impuestas al comportamiento natural del hombre (por ejemplo, el Este último consiste en la recepción y asimilación de información
tabú del incesto). A partir de aquí y desde una perspectiva semióti- transmitida por otros animales de la misma especie por medios no
ca, la cultura es para Lotman la memoria no hereditaria o la infor- genéticos, tales como la imitación, la comunicación y la enseñanza.
mación no genética de la sociedad, pudiendo entenderla tanto en el Partiendo de estas distinciones, sostiene Mosterin la tesis de que mu-
sentido de conjunto de comunicaciones como en el de código que chas especies de animales superiores tienen cultura al igual que los
subyace a las comunicaciones. seres humanos puesto que también adquieren información median-
El proceso de comunicación que sustenta la cultura se distingue te ese mecanismo social.
de los procesos comunicativos :rperamente biológicos por su
Los chimpancés, por ejemplo, son animales muy culturales. Apren-
dimensión triádica. Mientras que los seres vivos se comunican de
den a distinguir cientos de plantas y sustancias y a conocer sus funcio-
forma diádica (estímulos-señales-respuestas), los seres humanos se nes alimentarias y astringentes. Así logran alimentarse y contrarrestar
comunican mediante signos y símbolos que son abiertos, arbitra- los efectos de los parásitos. TIenen muy poco comportamiento instinti-
rios, convencionales y requieren desciframiento. La interpretación vo o congénito. No existe una «cultura de los chimpancés» común a la
de un determinado mensaje no está inscrita en la naturaleza, ni especie. Cada grupo tiene sus propias tradiciones sociales, venatorias,
siquiera existe un código único compartido por el emisor y el alimentarias, sexuales, instrumentales, etc. La cultura es tan impor-
receptor para efectuar la interpretación. Toda comunicación -nos tante para los chimpancés que todos los intentos de reintroducir en la
dirá Lotman- es traducción. selva a los chimpancés criados en cautividad fracasan lamentablemen-
42 SOCIOLOGíA DE LA CULTURA LA PLAZA DE LAS TRES CULTURAS 43

te. Los chimpancés no sobreviven. Les falta la cultura. No saben qué El ser humano "-nos dice Morin con esa peculiar forma suya de
comer, cómo actuar (1993: 54). construir conceptos- es un ser bio-cultural, dos términos que de-
ben entertderse como coproductores el uno del otro. El ser humano
Mosterin rechaza los planteamientos que se basan en comparar es biológico en todas sus manifestaciones y la cultura misma es el
la situación actual de nuestra cultura (compleja, dinámica, cons- resultado de la evolución biológica. Pero, al mismo tiempo, es una
tantemente cambiante) con el modo de vida de los chimpancés o emergencia irreductible, que produce cualidades y realidades origi-
de los primates catarrinos, por ejemplo, y basar en esa diferencia nales y retroactúa en tanto que tal sobre todo lo que es biológico en
(es decir, en la complejidad) la definición de cultura, porque dichos el ser humano. Este postulado dialéctico es aplicable sensu stricto
rasgos no se hallan en los homínidos anteriores, cuya cultura evo- al proceso de hominización: el ser hum~o ~o ?~bier~ podid~ al-
lucionó muy lentamente. Sin embargo, con<::ede que con nuestra canzar los últimos estadios de su evolUCIón blOlogIca SI no hubIera
especie la cultura «ha alcanzado un desarrollo extraordinario y sido por la cultura. La hominización es un proceso complejo que
anteriormente desconocido en este planeta». El fundamento de esa produce la cultura mediante el lenguaje'! el desarr?llo ~erebral y
diferencia radicaría en la especificidad del cerebro y del lenguaje. que es producida por la cultura en la medIda en que esta mcre~en­
«El lenguaje es nuestra gran ventaja, lo que nos permite articular, tó la capacidad de aprendizaje y de integración y procesamIento
transmitir y acumular información aprendida como ninguna otra del capital informacional. En suma, el ser humano se cumple bio-
especie es capaz de hacerlo» (1993: 68). lógicamente mediante la cultura que no es otra cosa que una evolu-
Gracias al lenguaje, el ser humano (el humán, como le denomina ción biológica.
Mosterin) puede transmitir la casi totalidad de la información que Con el lenguaje de la moderna biología, Morin expresa la doble
adquiere, puede dar noticia de países lejanos y de tiempos pasados, dimensión de la cultura especificada por la concepción antropológi-
de peligros y de oportunidades no presentes. De hecho, la informa- ca. Allí donde nosotros hemos hablado de una dimensión ontológi~
ción acumulada por los humanes es tanta que ningún individuo ca y otra fenomenológica, Morin habla de genotípica y fenotípica
sería capaz de asimilarla en su integridad. Necesitamos de la espe- sociales. El genotipo se refiere al carácter genérico, general y gene-
cialización y de soportes externos para manejar un mundo cada vez rador de la cultura y el fenotipo a su expresión y actualización en
más complejo. Esos soportes han sido logrados mediante la inven- función de las circunstancias y condiciones de un entorno concreto.
ción de técnicas culturales de registro: escritura, libros, cintas mag-
néticas, casetes, discos rígidos, etc. Curiosamente, llegados aquí, la
El lenguaje es una «máquina» que engranándose a la máquina
situación de la cultura en la modernidad no plantea a Mosterin nin-
antroposocial de forma múltiple y total en todas las interacciones
gún problema específico. Sin embargo, como veremos, aunque sea internas, le permite desarrollar de manera prodigiosa su organiza-
implícitamente ha introducido ya cuestiones sociológicas (fenome- ción comunicacional. El lenguaje de doble articulación permite
nología, organización, distribución) que sólo si se abordan explíci- notablemente la inscripción y la comunicación casi al infinito de un
tamente permitirán clarificar las dificultades semánticas. capital propiamente social: la cultura. La cultura es un patrimonio
Un planteamiento similar hallamos en E. Morin, quien recono- informacional constituido de saberes, saber-hacer, reglas, normas
ce que procesar o computar información no es asunto específico de propias de una sociedad. Comprende los co~ocimientos acumulad~s
los seres humanos. Sin embargo, tras un amplio y riguroso estudio por las generaciones sobre el entorno, el clIma, las plantas, los aru-
de las aportaciones de la biología, parece inclinarse más bien por males, los demás grupos humanos; las técnicas del cuerpo y las téc-
una definición estrictamente antropológica en el sentido que aquí nicas de fabricación y de mantenimiento de artefactos, útiles, armas,
se ha apuntado: la cultura como sistema de símbolos. La compleji- abrigos, tiendas, casas; las reglas de distribución del alimento y de
las mujeres, las normas y prohibiciones de la organización social; ~as
dad debería entenderse como un salto cualitativo, como una emer- creencias y la «visión del mundo», los ritos funerarios y ceremorua-
gencia, en el mismo proceso de hominización: existe una animali- les donde adquiere su temple y se regenera la comunidad, etc. En
dad del conocimiento, pero también una humanidad. Y a ese salto este sentido, la cultura permite la constitución de un capital infor-
es a lo que denominamos cultura. macional propiamente social, fuente generadora/regeneradora de la
44 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA LA PLAZA DE LAS TRES CULTURAS 45

complejidad organizacional y de la individualidad propia de las socie- equivalente de cualquier forma de vida humana). En realidad, las
dades humanas arcaicas (Morin, 1980: 245). características que enumeraremos a continuación especifican cada
una de eStas dos dimensiones.
La principal aportación de estos dos autores radica, sin duda,
en que su obra supone un correctivo radical a cierto culturalismo 1. La cultura es constitutiva: los seres humanos, por natura-
que acaba ubicando la cultura en una especie de estratosfera autó- leza, necesitan completarse culturalmente. El desarrollo biológico y
noma que planea sobre la naturaleza e incluso sobre la sociedad el cultural no son discernibles en el proceso de hominización.
(recordemos al respecto el concepto de «lo superorgánico», de Kroe- 2. La cultura consiste en un sistema de símbolos, en infor-
ber). Pero, admitido esto, a fin de cuentas parece indiferente que mación transmitida mediante aprendizaje social, en memoria no
sigamos a Mosterin o a Morin, que consideremos la cultura como genética.
información transmitida por aprendizaje social y la extendamos a 3. Esta concepción es universal e inclusiva porque todos los
ciertas especies superiores o como un sistema complejo de símbo- seres humanos están constituidos culturalmente en tanto que seres
los específicamente humano, porque ambos autores finalmente humanos.
acaban hablando de una cultura (la humana) fundada en la com- 4. La cultura es colectiva y pública. Se expresa en formas ins-
plejidad del lenguaje, la intención y la reflexividad; de una cultura titucionalizadas y es objetiva. No consiste meramente en el apren-
(la humana) que modela la totalidad del ser personal y del grupo; dizaje individual que cada persona logra mediante su experiencia
que puede acumularse y diversificar sus formas de presencia vital, sino en la información transmitida.
(actual y virtual); de una cultura (la humana) que no sólo se apren- 5. La cultura es compartida, común. Produce homogeneidad
de, sino que se aprende normativamente. Esta peculiaridad parece y comunidad. Ata, liga, integra.
tener entidad suficiente como para constituir el objeto propio de la 6. La cultura es aprendida, no genética. En este sentido y sólo
ciencia social. en éste puede decirse que es arbitrarla y convencional.
7. La cultura es práctica. Es antes una actividad que una for-
ma de conocimiento. Consiste o se expresa en la forma como las
3.7. CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LA DEFINICIÓN ANTROPOLÓGICA gentes viven sus vidas y los grupos organizan su existencia. No
debe, pues, buscarse tanto en los archivos o bibliotecas como en la
Recapitulando, podemos decir que el concepto antropológico vida cotidiana.
de cultura, pese a las diferencias de los distintos enfoques que 8. La cultura es plural. Existen tantas culturas como grupos
hemos expuesto, comparte unos rasgos característicos obvios que humanos. La diversidad es tanto un resultado de la ontología (del
le dan homogeneidad y que han proporcionado su éxito en el mun- modo de ser) como de las condiciones ambientales y sociohistóricas.
do moderno. En realidad, ellos mismos expresan una peculiar 9. La cultura es relativa. Es decir, siempre dice referencia a
autoconciencia de la modernidad, incorporada por los profesiona- un grupo concreto o a una comunidad.
les especializados en la diferencia. 10. El corolario de la característica anterior es la dignidad
En primer lugar, y antes de repasar las características más rele- equivalente de todas las culturas. No existe un canon de pondera-
vantes, conviene reiterar que el concepto antropológico es bidi- ción entre ellas desde el cual puedan definirse grados, subordina-
mensional: a) en el mismo se aborda una dimensión ontológica ciones o preeminencias. Las culturas son inconmensurables.
(alude al carácter constitutivo de la cultura para la vida social y 11. Pero del carácter constitutivo de la diversidad nada se
para la propia humanidad, y en ese sentido es universal -todos los deduce acerca de la configuración concreta de cada formación cul-
seres humanos- e inclusivo -toda su competencia para producir tural y, menos aún, de sus pautas internas. Cada cultura es históri-
sentido-, aunque no sea englobante -todas las actividades huma- camente particular y debe ser investigada empíricamente.
nas-), y b) una dimensión fenomenológica (investiga las diversas 12. La relación entre cultura y sociedad tiende a ser interpre-
manifestaciones de este bagaje constitutivo asentando la dignidad tada como armónica. Ello se debe a dos factores, uno teórico y otro
46 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA LA PLAZA DE LAS TRES CULTURAS 47

metodológico. En primer lugar, dicha interpretación se deriva de la ción se rige por criterios supuestamente intrínsecos que determi-
dimensión ontológica (la cultura es social); en segundo, del hecho nan la legitimidad y consagración de unas formas y recursos y la
de que, ante todo, los antropólogos han estudiado pequeñas comu- carencia..tle legitimidad de otros. Precisamente ésa es su función,
nidades. Sin embargo, un cambio en las unidades de análisis (pos- identificar el gusto dominante con el gusto legítimo, es decir, con la
colonialismo) está suponiendo también un cambio en esta visión. naturalidad y autenticidad del gusto a secas. En resumen, habla el
lenguaje de la estratificación (civilizados/primitivos, cultos/rústicos
o bárbaros), pero no la identifica como producto social, oculta su
4. Hacia un concepto multidimensional origen arbitrario y desconoce el carácter local (no universal) de las
normas y criterios clasificatorios.
Existía un.~slogan, posiblemente una supervivencia de los sesenta, penna- Más todavía, en su derivación última (cultura como creativi-
nentemente fijado en una valla de la escuela de mi hija que decía, «no tene- dad) que discierne tipos de actividades, de procesos y de institucio-
mos arte, hacemos las cosas como podemos»; lo que sugiere, por supuesto, nes, con lo cual refleja los procesos de diferenciación funcional que
~ue.ant~s de.que el «arte» estuviera diferenciado como una fOrn::la especial (e
InStItUCIOnalIzada) de la actividad humana, los significados estéticos como se producen en la modernidad, presenta dos graves objeciones: al
otros significados, estaban (y todavía están) implícitos y son simbóli~ente restringir la cultura al campo histórico de la producción cultural,
portados por todo tipo de actividad social y sus productos (Berge~ 1995: 169- desconoce el carácter constitutivo de aquélla para toda acción y
170). ' proceso humanos, lo que conlleva una aceptación tácita de la diná-
mica del sistema que presenta la economía y la política como acti-
vidades meramente instrumentales y, en segundo lugar, ignora (o
4.1. EVALUACIÓN DE LAS CONCEPCIONES EXAMINADAS incluso niega el derecho) el análisis en términos específicamente
sociológicos a las prácticas culturales (a las que considera sustraí-
Tras esta exposición de las dos grandes concepciones de la cultu- das a toda determinación material, social o histórica. En este senti-
ra que, surgen a finales del siglo XVIII y se consolidan y desarrollan do, Marcuse señaló ya hace tiempo la funcionalidad de esta «cultu-
dur~te el siglo XIX y XX, creemos necesario evaluar sus virtudes y ra afirmativa» y su dualismo intrínseco (disociar lo útil y lo gratui-
debilidades desde una perspectiva estrictamente científica y, más en to, lo material y lo ideal, lo necesario y lo bello, lo corpóreo y lo
concreto, sociológica. Nuestro propósito es poder elaborar una defi- espiritual, la civilización y la cultura):
nición rigurosa que permita desarrollar una sociología de la cultura.
La visión humanista y estratificacional postula, en realidad, un Bajo cultura afirmativa se entiende aquella cultura que pertenece
concepto jerárquico, normativo y etnocéntrico, que identifica las a la época burguesa y que a lo largo de su propio desarrollo ha con-
propias formas culturales (sean éstas de un grupo o una clase de ducido a la separación del mundo anímico-espiritual, en tanto reino
toda una sociedad nacional o de una etapa civilizatoria) con la ~ul­ independiente de los valores, de la civilización, colocando a aquél
tura y la naturaleza humana universal. Se trata de una definición por encima de ésta. Su característica fundamental es la afirmación
jerárquica porque estratifica a los grupos y personas de acuerdo de un mundo valioso, obligatorio para todos, que ha de ser afirmado
incondicionalmente y que es eternamente superior, esencialmente
con la distribución de determinadas formas y recursos simbólicos. diferente del mundo real de la lucha cotidiana por la existencia, pero
Reconoce qúe la cultura es un bien que puede acumularse y ateso- que todo individuo desde su interioridad, sin modificar aquella
r~s~, pe~o des.conoce y oculta las raíces sociales que rigen dicha situación fáctica, puede realizar por sí mismo. Sólo en esta cultura
~lstnbuclón aSImétrica. Se basa en las jerarquías sociales, las cons- las actividades y objetos culturales obtienen aquella dignidad que los
tituye y las oculta como diferencias naturales o como resultados de eleva por encima de lo cotidiano: su recepción se convierte en un
una acción meritoria: el acceso a los saberes y placeres de la alta acto de sublime solemnidad (Marcuse, 1970: 50).
~ul~u~a es mero resultado del carisma, la voluntad y el esfuerzo
mdiVIdual, no está determinado y restringido por las condiciones Por otra parte, Marshal Shalins ha analizado y denunciado de
sociales. Se trata de un concepto normativo porque la estratifica- forma maestra la mistificación, ocultación y fetichismo que se pro-
48 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA LA PLAZA DE LAS TRES CULTURAS 49
duce en la sociedad burguesa como consecuencia de la diferencia- social. Y esta integración económica de la totalidad, la transmisión
ción funcional, que lleva a no reconocer carácter cultural a las tanto de la retícula como del código, la diferenciación social y el con-
acciones, instituciones y procesos de aquellos campos que explíci- traste objetivo, son asegurados por el mecanismo del mercado, por-
tamente se rigen por valores «prácticos». Su análisis se centra que/ para vivir todos deben comprar y vender, pero sólo pueden
exclusivamente en la esfera económica, pero puede aplicarse por hacerlo en la medida del poder que reciben de sus relaciones con la
igual a la esfera política y a cualquier otra que se presente como producción (Shalins, 1988: 210; sobre la illusio que actúa como ley
fundamental del campo económico, véase Bourdieu, 1995: 338).
des-culturalizada. Sahlins insiste en que las teorías de las ciencias
sociales que tratan de explicar esos procesos no son menos iluso-
rias que los procesos mismos, porque han instituido como núcleo Precisamente, hemos visto que aquí radica la fuerza de la defi-
de su explicación los valores y principios que ocultan su carácter nición antropológica: en su capacidad para captar el carácter cons-
simbólico. titutivo de la cultura y desvelar tanto las ilusiones etnocéntricas
como las ideológicas. Esta visión reconoce que la cultura es autó-
Marx escribió que la sociedad primitiva no podría existir a menos noma aunque interdependiente, que no consiste en un mero reflejo
que disimulara para sí misma las bases reales de su existencia, como de las relaciones de producción y, por tanto, nos incita a estudiarla
a través de formas de ilusiones religiosas. Sin embargo, esta observa- en y por sí misma. Por otro lado, al postular un concepto universal
ción puede ser más válida aún en el caso de la sociedad burguesa. En
el capitalismo todo conspira para ocultar el ordenamiento simbólico e inclusivo, ha ampliado asombrosamente el alcance del análisis
del sistema, en especial esas teorías académicas de la praxis median- cultural: el deporte, el ocio, la vida cotidiana, la cocina, la política,
te las cuales nos concebimos a nosotros y al resto del mundo. Una la empresa, la organización, etc., entran ahora en el campo de
teoría de la praxis basada en intereses pragmáticos y condiciones investigación de los estudios culturales.
«objetivas» constituye la forma secundaria de una ilusión cultural, y Pero también hemos encontrado en ella insuficiencias y dificul-
su fruto elaborado, empírico y estadístico, es decir, las investigacio- tades. Cuatro merecen destacarse ·especialmente: una deriva hacia
nes «éticas,) de nuestras ciencias sociáIes, sólo son la titilación de la sistematicidad e integración de cada cultura, una tendencia
úna mistificación «emica» (Shalins, 1988: 210-211 y 215). hacia la homogeneización de los grupos sociales y a concentrarse
en una especie de cultura común, el olvido de fenómenos como el
Desde la perspectiva del análisis cultural, la distinción entre poder y la dominación y una caída casi inevitable en el relativismo.
sociedad burguesa, pragmática, y sociedad primitiva, credencial, En realidad, las dos primeras tienen que ver con el tipo de unida-
carece de sentido. En la primera la producción material es el lugar des de análisis que históricamente se han atribuido los antropólo-
dominante de la producción simbólica, mientras que en la socie- gos. En la división de los campos de investigación que se operó en
dad primitiva, ese lugar lo ocupa el parentesco. O lo que es lo mis- el siglo XIX, la antropología se decantó por las sociedades simples
mo, en la sociedad capitalista las fuerzas económicas tienen idénti- del presente, mientras que la historia estudiaba las sociedades
ca capacidad estructurante que las relaciones de parentesco en la complejas del pasado y la sociología las sociedades complejas del
sociedad primitiva. presente. Esta división del trabajo que confinó a los antropólogos a
sociedades «simples» permitió estudiar culturas y sociedades como
En el sistema occidental, las relaciones de producción constitu- totalidades homogéneas, articuladas y compactas. Pero cuando los
yen una clasificación reiterada en el esquema cultural entero, en la
medida que las distinciones de personas, tiempo, espacio y ocasión propios antropólogos se han visto obligados a investigar unidades
desarrolladas en la producción se comunican a todo, al parentesco, a de análisis más complejas y a dilatar la perspectiva temporal, las
la política y al resto, a pesar de las discontinuidades de la cualidad fronteras de las sociedades han dejado de ser claras y estables y la
institucional. Al mismo tiempo, al acumularse el valor de cambio distribución de los recursos culturales homogénea y articulada.
por medio del valor de uso, la producción capitalista elabora un Especialmente difícil resulta sostener en una época poscolonial y
código simbólico, imaginado como diferencias significativas entre de la globalización que existen comunidades distintivamente dife-
los productos, que sirve como esquema general de clasificación rentes y autónomas, territorialmente demarcadas, cuyos miembros
50 SOCIOLOGíA DE LA CULTURA LA PLAZA DE LAS TRES CULTURAS 51

comparten una misma cultura. En el ámbito de la sociología histó- inaceptable como principio cuando nos referimos a la dimensión
rica se ha puesto en cuestión la pertinencia de adoptar como uni- fenomenológica y comparamos unas formas o ítems con otros, de
dad de análisis para el estudio de una sociedad el Estado-nación acuerdo don dimensiones específicas y criterios concretos. Al res-
moderno. Con mayor razón podemos decir en el campo de la cultu- pecto, Mosterin afirma que determinadas pautas y formas cultura-
ra que las fronteras políticas no son coextensivas con unidades cul- les son ciertamente imponderables porque carecemos de criterios
turales. Por otra parte, en el interior de toda sociedad la distribu- que no sean estrictamente subjetivos para elegir entre ellas (por
ción de los bienes simbólicos es, por lo menos, tan asimétrica y ejemplo, entre la jota navarra o la aragonesa, el traje típico galés o
desigual como la de los recursos materiales. Además, existen dife- el tirolés). Sin embargo, esto no significa desconocer la existencia
rencias estrictamente organizativas y funcionales. que redundan en de otros criterios (técnicos, lógicos, empíricos, éticos e históricos),
una estratificación cultural y en una diferenciación funcional de los en función de los cuales es posible elegir razonable y juiciosamen-
bienes simbólicos. Este reconocimiento de los problemas de distri- te. Desde luego, podemos ponderar distintas formas culturales de
bución, estratificación y diferenciación funcional ha llevado a algu- acuerdo con criterios técnicos (para operar en un quirófano resulta
nos antropólogos, como sucede con Hannerz, a afirmar que «si una más «apropiado» un bisturí que una hoja de sílex), con criterios ló-
cultura es entendida como un fenómeno colectivo, necesita una so- gicos (podemos explicar la meteorología adversa según los impon-
ciología. Cuando esta sociología queda implícita, existe un mayor derables designios divinos o de acuerdo con la regla lógica que
peligro de que sea una sociología débil» (Hannerz, 1992: 10). busca para los mismos fenómenos las mismas causas), con crite-
Especialmente problemático resulta el abordaje de la cuestión rios empíricos (el evolucionismo está más fundado en datos que el
del relativismo. No lógicamente, pues como es sabido, constituye creacionismo bíblico), con criterios pragmáticos (elegir entre el
una petitio principii o contradicción en sus propios términos, ya «diálogo de sordos» y el respeto a las normas de la comunicación),
que establece mediante una afirmación absoluta la carencia de con criterios económicos (Eco sostiene que si no se puede llegar a
validez de cualquier absoluto, sino desde una perspectiva sociopo- un acuerdo sobre las mejores interpretaciones de un texto, pode-
lítica y pragmática, es decir, en relación con la organización social. mos al menos coincidir en cuáles son las insostenibles), con crite-
Si, como sostenía Benedict, una concepción antropológica de cul- rios éticos (el respeto a la vida humana es más humano que la lim-
tura era un instrumento eficaz contra toda pretensión de superiori- pieza étnica).
dad racial, no es menos cierto que un relativismo extremo (que, Finalmente, no es posible desconocer la variable tiempo y, por
por ejemplo, identifica sin más ideología con sistema de creencias) tanto, la irreversibilidad y las consecuencias imprevistas de la
nos puede dejar inermes, sin argumentos ni criterios, frente a las acción, lo que significa que no podemos eludir algún concepto de
«fuerzas satánicas» (dominación política, explotación económica, evolución, aunque debamos rechazar la teleología de las filosofías
manipulación ideológica o cualquier otro atentado contra la vida y de la historia (Danta, Elías). Habitualmente, las tentativas de com-
dignidad humanas) que anidan en la sociedad. La inconmensurabi- paración tienden a neutralizar la dimensión temporal; sin embar-
lidad, la imponderabilidad y la intraducibilidad entre universos go, dado su carácter constitutivo, resulta crucial para esclarecer la
culturales parece tener ciertos límites. Es incuestionable en lo que cuestión que nos ocupa. La lógica aristotélica de la identidad, a la luz
hemos denominado dimensión ontológica (todos los seres huma- de la emergencia de otras lógicas más recientes, puede parecer sólo
nos, todos los grupos humanos están constituidos igualmente de localmente válida, pero lo es también transtemporalmente: se aplica
forma inevitable por la cultura). Por tanto, todos los seres huma- a un ámbito limitado de fenómenos por supuesto, pero puede ser
nos tienen la misma dignidad, todos son igualmente capaces de dar aplicada en cualquier tiempo a ese ámbito limitado y en ese sentido
sentido a la vida m~diante la razón y la memoria cultural, median- es universal. En cambio, la visión tolomeica del universo es limitada
te la reflexividad y la tradición; todas las culturas consideradas glo- no sólo espacial sino también temporalmente y por tanto ya es
balmente (si es que puede manejarse empíricamente el constructo obsoleta. Lo mismo podría decirse de la perspectiva en la pintura:
de una cultura total) tienen la misma legitimidad ontológica y una vez descubierta, puede resultar desconocida para un pintor en
moral. Pero la inconmensurabilidad plantea más problemas y es concreto cuya formación pictórica haya sido nula o muy limitada,
52 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA LA PLAZA DE LAS TRES CULTURAS 53
puede también ser ignorada conscientemente por otro pintor bien nes intrínsecas de su propia constitución. Una sociología de la cul-
informado, pero no será ignorada por los críticos ilustrados en la tura debe asumir y explicar la dimensión ontológica de la cultura
historia de la pintura que habrán de juzgarles y que sabrán discer- (descubrimiento que aporta la antropología y según la cual todos
nir entre el sentido de las obras de uno y de otro de acuerdo con la los seres humanos somos constituidos socialmente como seres
referencia a la tradición del campo. Como puede verse, no compar- humanos), la dimensión fenomenológica (que comporta la sociali-
timos la tesis de Lamo et al., que distinguen entre la linealidad del zación en las creencias, valores y pautas de un grupo humano
conocimiento (donde habría progreso) y la continuidad de la estéti- determinado), su dimensión inevitablemente carismática y norma-
ca y la moral (donde al parecer sólo habría ciclicidad y renacimien- tiva (abordada, aunque de forma inadecuada, por la definición
tos) (1994: 31 y 73). humanista, que comporta la expresión individual de cualidades
Elegir, seleccionar, son pautas y estrategias inevitables de la superiores, la innovación y la orientación a metas y fines tenidos
propia vida; elegir o seleccionar de acuerdo con criterios son pau- por sagrados y trascendentes), y la dimensión sociohistórica (la
tas y estrategias inevitables de la vida humana. Por ello, conviene creación de un campo de acción o subsistema especializado), que
diferenciar entre un relativismo que pone «absolutamente» todas constituye la aportación central de la sociología. Ello obliga a con-
las formas e ítems culturales en plano de igualdad (y que si se lleva siderar la existencia de la asimetría cultural y la diferenciación fun-
a sus últimas consecuencias implica que todas están igualmente cional (fundamento no reconocido de la definición humanista y
infundadas) y un relativismo que reconoce el carácter relacional dimensión frecuentemente ignorada por la visión antropológica) e
de las mismas y, por tanto, su validez limitada, pero validez al fin y implica una concepción de la relación entre cultura y sociedad que
a la postre. Entregar a la pira funeraria, en la India, tanto a las reconoce la diversidad de recursos y bienes, la complejidad de la
mujeres vivas como a los maridos difuntos es una costumbre cul- estructura social y la autonomía relativa de las prácticas.
tural y refleja la variabilidad de las pautas culturales humanas,
pero no puede considerarse igualmente válida (y, por lo tanto, dig-
na de preservación como muestra de biodiversidad y culturaldiver- 4.2. EL ENFOQUE SOCIOLÓGICO
sidad) que la pauta que entierra al marido por razones técnicas
(higiene) y pragmáticas (pérdida de un ser querido que se amorti- En este apartado y el siguiente abordamos de forma directa el
gua mediante el duelo) y deja vivir a la mujer (por razones técni- concepto multidimensional de cultura, a partir de una exposición
cas, pragmáticas y éticas). Con argumentos similares podría com- de los planteamientos de Williams y Bourdieu, los dos autores que,
batirse la práctica tan extendida en África de la ablación del clítoris a nuestro entender, de forma más explícita han tratado de dar el
o la del trabajo asalariado infantil en gran parte del planeta, que salto hacia una sociología de la cultura. No obstante, debe recono-
algunos defienden en nombre del respeto a la sacrosanta diversi- cerse que muchos otros se sitúan igualmente en esta órbita y han
dad cultural. efectuado contribuciones estimables, por ejemplo, Hannerz, Gris-
En síntesis, el análisis cultural que no quiere caer en un «relati- wold, Crane y Thompson, así como algunos de los autores que par-
vismo» y «culturalismo» extremos no sólo no puede eludir sino que ticipan en la corriente de los Cultural Studies.
ha de adoptar como objetivo prioritario el estudio de los procesos
sociales que subyacen en cualquier forma simbólica, es decir, pro- 4.2.1. La doble llave de la cultura (R. Williams)
cesos tales como la valoración y legitimación de las formas simbó-
licas, la distribución (desigual) de los bienes simbólicos entre indi- Para R. Williams (1982) el significado antropológico de cultura
viduos y grupos, la diferenciación funcional de un campo cultural y (modo de vida global) es interesante porque hace hincapié en un
su organización mterna, la interrelación entre distintos campos de sistema general y es eficaz contra el uso de la sociología observa-
acción y esferas institucionales. Y no sólo debe tenerlos en cuenta cional que compartimenta la cultura y la restringe a determinadas
porque constituyan el contexto o entorno externo donde se produ- actividades. Pero si la cultura es el modo de vida global de una
cen y reproducen las formas simbólicas, sino porque son condicio- sociedad, nos dice, se puede crear uné,l ausencia total de términos
54 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA LA PLAZA DE LAS TRES CULTURAS 55

significantes de relación más allá de ella que sean capaces de desig- Para mostrar la eficacia de su argumentación, Williams expone
nar los fenómenos y transformaciones que se han producido en la algunos ~jemplos de transformaciones que nos conducen a este
sociedad contemporánea. La antropología piensa fundamentalmen- concepto bifronte: la moneda de curso legal, la vivienda, un siste-
te en términos de contraposición naturaleza-cultura, lo cual parece ma de comunicación. Veamos brevemente el caso de la vivienda:
válido para sociedades simples; ahora bien, en las sociedades com- históricamente trata de responder a la satisfacción de las necesida-
plejas se han producido una serie de transformaciones que permi- des de cobijo y refugio. Pero, después, observamos que en cada
ten el desarrollo específico y autónomo de un ámbito en el que tie- sociedad se desarrolla un tipo de vivienda en relación con el entor-
ne relevancia especial el cultivo de los signos y de los. símbolos. Se no físico (orientación al sol, ríos) y con el sistema generacional
trata de un fenómeno de diferenciación y especialización funcional (parentesco, familia). Según tamaños y ciertas diferencias puede
que hay que tener en cuenta y analizar. encamar y significar distinciones sociales o funcionales. Cumple
Desde la antropología, la cultura abarca la totalidad de los fenó- una necesidad básica, pero indica, además, explícitamente la posi-
menos y manifestaciones humanas, por ejemplo, también la econo- ción social relativa. La vivienda puede llegar incluso a estar asocia-
mía y la arquitectura, aunque estudiándolas desde una perspectiva da con un tipo o estilo de vida, lo que permite observar la imbrica-
determinada. Los artefactos o la moneda son cultura, además de ción de necesidades primarias socialmente desarrolladas, que en
instrumentos; y lo mismo puede decirse de una fábrica, de un auto- un cierto nivel siempre son dominantes, y una gama de prácticas
móvil o de una casa: aunque poseen funciones específicas en el significantes (familia, posición social, estilo de vida, funcionalidad)
seno de una sociedad, pueden ser estudiados en tanto que expre- que pueden ser más o menos manifiestas.
sión y condensación de significados. Pero podemos ir más allá de En síntesis, estas transformaciones nos hablan de la realidad de
Williams. Como dice Sewell, incluso los recursos no humanos que la diferenciación funcional. Al respecto, Williams distingue cuatro
tienen una existencia material no reductible a reglas o esquemas, grandes esferas o ámbitos de acción social: económico, político,
no pueden entenderse como recursos sin tener en cuenta que la reproductivo y cultural. En la figura 1.1 hemos tratado de represen-
determinación de su valor y de su poder depende de esquemas cul- tar gráficamente el planteamiento de Williams (concepción 3) por
turales que conforman su uso social (véase Sewell, 1992). contraste con la concepción estratificacional o humanista y la con-
Ahora bien, en una: sociedad avanzada se tiende a diferenciar cepción antropológica. Mientras que en la visión humanista la cul-
cada vez más este tipo de objetos y de prácticas de las actividades tura es un bien que se distribuye de forma asimétrica en la estruc-
propiamente culturales y artísticas, centradas exclusivamente en la tura social (que por ello adopta una forma piramidal, encontrándo-
manipulación de símbolos. Se tiende a distinguir un área específi-
camente cultural. Esta distinción no es arbitraria e irracional, sino
que constituye una tentativa de denominación de un ámbito nuevo
de la experiencia humana. ¿Podemos separar, pues, con propiedad
la actividad intelectual o artística y la actividad económica? ¿Cómo
podría mantenerse la propuesta de la antropología para la que la
cultura es el modo de existir de una sociedad -y que es irrenuncia-
ble- y la experiencia contemporánea de una especialización fun-
cional que tiende a circunscribir un tipo de actividades concretas
como prácticas propiamente culturales? Williams define la cultu-
ra como un sistema significante realizado y distingue entre un siste-
ma significante manifiesto y un sistema significante latente o implí- estratificacional antropológica sociológica
1 2 3
cito. Si se nos permite una metáfora un tanto pedestre, la cultura se
presentaría, como el azúcar, en dos estados: sólida y disuelta en el
conjunto de actividades sociales, especializada y constituyente. FIG. 1.1. Las concepciones de la cultura.
56 SOCIOLOGíA DE LA CULTURA LA PLAZA DE LAS TRES CULTURAS 57

se la gran mayoria de los desposeídos en la base de la pirámide), en sistema local de señales y de signos que la circunscriben y destacan
la visión antropológica la totalidad social (circunferencia) está (por ejemplo, el museo como espacio legítimo para exponer los
constituida culturalmente (la cultura es ubicua) y todos los seg- cuadros y consagrar a los artistas). Desde esta perspectiva, la cultu-
mentos de este círculo gozan de idéntica dignidad cultural. En ra seria sinónimo de actividades intelectuales y artísticas, siempre
cambio, en la visión de Williams, la cultura impregna todo en senti- y cuando incluyan todas las prácticas significantes manifiestas: trá-
do antropológico, pero también configura un campo de acción tese del periodismo, la moda, el diseño o el ritual.
específico (C), junto a otros: economía (E), política (P), reproduc- 2. En un sentido latente, consideramos a los sistemas signifi-
ción (R), hallándose dichos campos internamente estratificados cantes manifiestos como elementos de un sistema significante más
según determinados criterios. amplio que constituye la condición de todo sistema social y con el
Teniendo en cuenta, pues, el hecho de la diferenciación funcio- cual en la práctica comparten necesariamente su material. La cul-
nal, ¿cómo podemos analizar las transformaciones citadas de ma- tura así entendida permeabiliza todo lo social y, por tanto, puede
nera que a un tiempo podamos estudiar la significación latente y la decirse que las prácticas significantes se hallan intrínsecamente
manifiesta?, ¿cómo podemos dar cuenta de los grandes cambios presentes en todas las demás actividades, pero en este caso la signi-
ocurridos en las sociedades avanzadas -burocracia cultural, siste- ficación está como disuelta.
mas educativos, políticas culturales, medios de comunicación de
masas, industria cultural, conglomerados mediáticos, satélites, En resumen, la cultura como sistema significante está inserta
informática- y al mismo tiempo seguir manteniendo la visión en toda una gama de actividades, relaciones e instituciones, de las
antropológica de la cultura? Williams afirma que un sistema signi- que sólo algunas son manifiestamente culturales. Para las socieda-
ficante es inmnseco a todo sistema económico, a todo sistema polí- des contemporáneas éste seria un uso más eficaz del concepto de
tico, a todo sistema generacional y, más extensamente, a todo siste- cultura que el estrictamente antropológico, porque permitirla cua-
ma social. Sin embargo, en la práctica es también discernible como tro tipos de análisis: en primer lugar, del sistema social como siste-
sistema en sí mismo: «como lenguaje de manera más evidente; ma significante; en segundo lugar, del sistema cultural como siste-
como sistema de pensamiento o de conciencia o, para utilizar ese ma significante manifiesto; en tercer lugar, de los sistemas político,
difícil término alternativo, como ideología; y también como cuerpo económico y generacional como sistemas significantes, pero cuya
de obras de arte y del pensamiento especialmente significantes. significación permanece latente; en cuarto lugar, de las interrela-'
Además, todos ellos existen no sólo como instituciones y obras, y ciones entre los distintos sistemas, permitiendo plantear cuestio-
no sólo como sistemas, sino también necesariamente como prácti- nes como la vigencia de las ideologías, el mercado de la cultura y
cas activas y estados mentales» (1982:195). las políticas culturales.
La propuesta de Williams asumiria así las aportaciones de la
antropología, sin renunciar al análisis específico de ese área emer- 4.2.2. La emergencia del campo de producción cultural (Bourdieu)
gente en una sociedad compleja a la que alude el uso especializado
del término cultura: de lo estético (como cultivo de · actividades Aun cuando ante sí misma se presente bajo la apariencia de un don de la
imaginativas y creativas), de la educación formal generalizada, de naturaleza, la mirada del aficionado al arte del siglo xx es el producto de
los medios de comunicación, del tiempo de ocio, etc. Cultura ten- la historia (Bourdieu, 1995: 423).
dria dos significados conectados:
En la obra de P. Bourdieu no hallamos, como en Williams, una
1. En sentido manifiesto, haria referencia a un área de la interrogación explícita acerca de una definición sociológica de cul-
práctica humana paralela a las prácticas políticas, económicas o tura; sin embargo, toda su sociología está transida por la problemá-
generacionales. Este tipo de acción es directa y conscientemente tica del análisis cultural con similar complejidad a la manifestada
practicado como tal: se escribe una novela, se va al teatro, se hace por el sociólogo británico e incluso con mayor calado socioantropo-
pintura, s~ ve televisión o se asiste a una conferencia. Y tiene un lógico. Lo que hemos denominado dimensión constituyente, o lo
58 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA LA PLAZA DE LAS TRES CULTURAS 59

que Williams denomina sistema significante latente, se halla abor- concreto, que define su posición en el seno del mismo, de manera
dado tanto en el análisis del ritual kabil o en el estudio del juicio que no §Ólo son interdependientes, sino que mantienen relaciones
del gusto mediante la alimentación, el consumo de ocio, etc., como de dominación y subordinación entre ellos.
en su teoría acerca del sentido práctico (ese tipo de lógica y de con- En Las reglas del arte, una de sus más recientes obras, se ha ocu-
ciencia que gobierna el sentido común y la vida ordinaria). Pero, pado explícitamente del análisis de la constitución del campo de la
sobre todo, merece destacarse aquí la obra de Bourdieu por su producción cultural, más en concreto de la producción literaria y
aportación al análisis de la emergencia y constitución de los cam- artística:
pos de producción cultural.
Su planteamiento básico no difiere en sustancia de la visión Este universo relativamente autónomo (es decir, también, relati-
funcionalista o el relato estándar de la formación de la modernidad vamente dependiente, en particular respecto al campo económico y
(según el cual las sociedades modernas se caracterizan por el desa- al campo político) da cabida a una economía al revés, basada, en su
rrollo de procesos de diferenciación institucional y especialización lógica específica, en la naturaleza misma de los bienes simbólicos,
funcional), pero el concepto de campo con el que se alude a la realidades de doble faceta, mercancías y significaciones, cuyos valo-
res propiamente simbólico y comercial permanecen relativamente
constitución de las esferas relativamente autónomas presenta ras-
independientes. Al cabo del proceso de especialización que ha lleva-
gos peculiares dignos de mención, ya que cada ámbito es a un do al nacimiento de una producción cultural especialmente destina-
tiempo un campo de fuerzas y un campo de luchas, donde estruc- da al mercado y, en parte como reacción en contra de ella, de una
tura e historia se amalgaman. producción de obras «puras» y destinadas a la apropiación simbóli-
ca, los campos de producción cultural se organizan, muy general-
.Estos espacios son el lugar de una lógica y de una necesidad espe- mente, en su estado actual, según un principio de diferenciación que
cíficas y a la vez irreductibles a las que rigen otros campos. Por ejem- no es más que la distancia objetiva y subjetiva de las empresas de
plo, el campo artístico, el campo religioso o el campo económico producción cultural respecto al mercado y a la demanda expresada o
o~decen a lógicas diferentes: el campo económico ha emergido, his- tácita, ya que las estrategias de los productores se reparten entre dos
toncamente, en tanto que universo en el que, como se acostumbra a límites que, de hecho, no se alcanzan nunca, la subordinación total y
decir, "los negocios son los negocios», business is business, yen el cínica a la demanda y la independencia absoluta respecto al merca-
que las c~id~s .relacio~es del parentesco, la amistad y el amor que- do y sus exigencias (1995: 213-214).
dan e.n pnnClplO exclUIdas; el campo artístico, por el contrario, se
con~tItu~e en y p.or el rechazo o, si se prefiere, la inversión de la ley
del mteres matenal (Bourdieu yWacquant, 1994: 74). Este campo artístico (que como todos los demás es a un tiempo
campo de fuerzas y de luchas, donde se juega un tipo particular de
Una sociedad altamente diferenciada no consiste en una totali- capital) surge en el siglo XIX, como puede constatarse en el análisis
dad integrada por funciones sistémicas y una cultura común sino de las obras de Flaubert, Baudelaire o Manet. Con ellos se define
en un conjunto de esferas de juego relativamente autónom~s en una nueva figura, la del artista como profesional especializado,
función de sus principios de regulación, de sus valores particulares entregado en cuerpo y alma, a tiempo completo, al arte «puro»; del
y del tipo de bienes (capital) que se juegan en ellos. Los campos artista como creador omnipotente, desprendido, como observador
s~rgen porque un ámbito de la acción humana se organiza y ar- eterno y ubicuo. Con ellos se constituye también una nueva forma
ticula de acuerdo con una ley específica; consisten en redes o estruc- de apropiación de los productos culturales: la de la mirada estética,
t~ras de relaciones objetivas; comparten algunas propiedades inva- centrada en la forma más que en la función o el contenido. Éste es
nantes, lo que d~ lugar a homologías estructurales (por ejemplo, el mundo del arte por el arte, en oposición al mundo burgués regi-
todos son .a un tIempo ~ampos de fuerzas y campos de luchas), do por el utilitarismo y el interés económico (nótese las correspon-
pero se artIculan en funcIón de propiedades específicas y cada uno dencias con la misma emergencia en Gran Bretaña, tal y como
de ellos se rige por un principio, una lógica o nomos peculiar. Por señalara Williams). «El campo literario y artístico se constituye
otra parte, los campos están insertos dentro de un sistema social como tal en y por oposición a un mundo "burgués" que jamás hasta
60 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA LA PLAZA DE LAS TRES CULTURAS 61

entonces había afirmado de un modo tan brutal sus valores y su 4.3. ASPECTOS y DIMENSIONES DE UN CONCEPTO MULTIDIMENSIONAL
pretensión de controlar los instrumentos de legitimación, en el ..J
ámbito del arte como en el ámbito de la literatura, y que, a través A partir de las aportaciones expuestas, trataremos de sistemati-
de la prensa y sus plumíferos, trata de imponer una definición zar los aspectos o dimensiones que debe contemplar un concepto
degradada y degradante de la producción cultural» (Bourdieu, de cultura que quiera dar respuesta cabal a la problemática esboza-
1995: 95). En este contexto se produce la ruptura con el mundo da. Teniendo en cuenta que la significación más antigua y clásica
corriente que es inseparable de la constitución del mundo del arte de cultura (como proceso de crianza) queda reemplazada de forma
como un mundo aparte: «Al asociar elitismo y antiutilitarlsmo, el más precisa y eficaz por conceptos como educación y socializa-
artista se burla de la moral convencional, de la religión, de los ción, que constituyen áreas o subcampos de análisis perfectamente
deberes y de las responsabilidades y menosprecia todo lo que establecidos en el campo de las ciencias sociales, nos centraremos
podría sugerir la idea de un servicio que el arte debería prestar a la aquí en la integración de los cuatro significados más modernos,
sociedad» (Bourdieu, 1995: 205). La conquista de la autonomía se que son, por otra parte, los que abordan las experiencias peculiares
asienta, pues, sobre una ruptura ética, que es una dimensión fun- de la modernidad: la dimensión ontológica, la dimensión fenome-
damental de toda ruptura estética y que proporciona ese sentido de nológica (entendida como diversidad), la dimensión carismática y
superioridad tan peculiar que se arroga el artista. la dimensión histórica (entendida como emergencia de un campo
Aunque este planteamiento consistente en analizar las socieda- concreto que comporta formalización y especialización). De acuer-
des modernas como sistemas integrados por diversos subsistemas, do con ellas, la cultura, como información adquirida por aprendi-
uno de los cuales es el cultural, puede hallarse también en autores zaje social, es a un tiempo genérica (constitutiva, universal, afirma-
tan relevantes como Habermas o Luhman, han sido desde luego dora de la común dignidad humana) y grupal (plástica y diversa
Williams y Bourdieu quienes más se han centrado en su significa- según su nicho étnico, afirmadora de la relatividad y la tolerancia);
ción para una teoría de la cultura. A partir de su obra, las dimen- personal (o genial, orientada a metas, a la innovación y creatividad,
siones ontológica y fenomenológica (existencial) de la cultura y la evaluadora, afirmadora de la excelencia) y estructural (campo autó-
dimensión carismático-normativa, se enriquecen con una cuarta nomo que comporta formalización de tareas y procesos yespeciali-
dimensión que podemos denominar histórico-institucional, en el zación en funciones, afirmadora de la competencia funcional).
sentido de que refleja la emergencia de un campo formal de inte-
racción a partir de un momento histórico y en unas condiciones
determinadas. Pero esta dimensión no debe colocarse sencillamen- Las dimensiones de la cultura
te, como en una suma, alIado de las restantes, pues en realidad, Dimensión Sujeto Expresión Valor
por un efecto de feedback, retroactúa sobre ellas y las reconfigura ontológica general universalidad dignidad
en cuanto que explota potencialidades intrínsecas de la dimensión fenomenológica grupal diversidad tolerancia
ontológica y las traduce en manifestaciones existenciales concre- carismática individual creatividad excelencia
sociohistórica estructural especialidad competencia
tas. Un ejemplo de ello podría verse en cómo se reconstituyen las
polaridades individuo-humanidad en un contexto de globalización,
de permeabilización de la existencia por los procesos de comunica-
ción de masas con su peculiar desvinculación del espacio y el tiem- Por otra parte, la diversidad y la especialización se producen en
po y cómo podemos asistir a procesos concretos de construcción un universo social estructurado según relaciones de desigualdad y
de nuevas vinculaciones sociales y de nuevas expresiones cultura- los bienes simbólicos operan como un tipo de recurso (capital
les de alcance planetario. informacional) que se distribuye de forma desigual entre los miem-
bros de una sociedad, de acuerdo con diversas variables. Finalmen-
te, diversidad (o en su caso especialización) y desigualdad se dan
tanto en un plano intercultural como intracultural. La problemáti-
62 SOCIOLOGíA DE LA CULTURA LA PLAZA DE LAS TRES CULTURAS 63

ca cultural en las sociedades modernas en toda su amplitud sólo la cultura en el sentido de que la peculiaridad de la citada dimen-
puede ser captada a partir de un entrecruzamiento riguroso de sión ontológica es su plasticidad y arbitrariedad. Su plasmación
todas estas dimensiones y variables. concreta depende del juego de otras variables tanto sociales como
ecológicas. La diferencia intracultural puede obedecer a factores
1. En primer lugar, la cultura es constitutiva. Esta dimensión como el sexo/género, la ocupación predominante, la fuerza física,
plantea los problemas más radicales de la gran teoría, que obvia- la edad, el momento del ciclo vital, etc., de manera que aun en el
mente deben ser abordados a partir de investigación empírica en el supuesto de que exista un único sistema normativo resulta difícil
ámbito de ciencias como la biología, la prehistoria y la arqueolo- asumir que todos los miembros de una sociedad definirán las
gía. Sólo un esclarecimiento de las similitudes y diferencias entre situaciones de idéntica manera e interpretarán las normas de
las especies superiores de los seres vivos y un mejor conocimiento común acuerdo. La diversidad intercultural ha sido el tema que
del proceso de hominización pueden dilucidar los límites y el más ampliamente ha ocupado a los antropólogos. Ésta, que ha
alcance de la cultura. Pero con todo, en el estado actual de los podido depender en gran medida del grado de aislamiento que a lo
conocimientos nos parece que puede sostenerse razonablemente largo de la historia han tenido los seres humanos, se encuentra en
que la cultura entendida como información adquirida por aprendi- la actualidad en un nuevo contexto, dada la integración planetaria
zaje social sustenta una ontología de potencialidades, o el social a que estamos asistiendo y que genera procesos de aculturación y
becoming de que habla Stzompka. Con el lenguaje de Mosterin, fenómenos como el multiculturalismo, la dialéctica entre relativi-
podemos decir que «la naturaleza humana no es inmanente a nin- zación y revitalización (Beyer) o la universalización de lo particu-
guna cultura particular, sino que a la vez las trasciende y está a la lar y la particularización de lo universal (Robertson).
base de todas ellas como su condición misma de posibilidad» Pero, además, una fuente básica de diversidad es precisamente
(Mosterin, 1993: 150). Por tanto, la cultura permite la comunica- la desigualdad. Si bien la cultura es constitutiva de todo ser huma-
ción entre seres humanos. Es posible la traducción y el entendi- no, de ello no se infiere la existencia de una distribución simétrica
miento. y equitativa de los bienes simbólicos. Por el contrario, en todas las
Sit{¡ándonos en este nivel ontológico, genérico, general y gene- sociedades encontramos una distribución estratificada de los mis-
rador, podemos definir la cultura como un sistema significante, mos en función de criterios muy diversos y la misma cultura opera
que proporciona información pragmática de cuatro tipos: descripti- como un marcador de las distancias sociales, dando lugar a luchas
va (proporciona datos, nos dice cómo es o está el mundo), técnica por la posesión del capital cultural y a estrategias sociales de dis-
(proporciona instrucciones, nos dice cómo actuar en el mundo), tinción. La imposición del modo de vida dominante y sus formas
normativa (proporciona metas o valores, nos dice qué hacer) y culturales como únicas formas legítimas, como universales huma-
prospectiva (proporciona utopías, nos habla de lo que es posible e nos, es precisamente una manifestación de esta desigualdad, que
imposible). De acuerdo con esta definición podemos analizar siste- una vez más puede ser intracultural (distinciones entre cultos/vul-
mas de creencias y de valores, etnométodos, habitus, el sentido gares) o intercultural (da lugar al etnocentrismo con la distinción
común y la conciencia práctica, siguiendo planteamientos que han entre civilizados/bárbaros). La desigualdad cultural no es sólo un
sido propuestos en los últimos años por investigadores y teóricos fenómeno típico de la relación entre individuos y grupos, sino tam-
de las más diversas disciplinas y escuelas (Goffmann, Giddens, bién entre sociedades, de tal manera que en una perspectiva de
Bourdieu, Elias, Sztompka, Mosterin, Therborn, la etnometodolo- intercambio global como la que se crea a partir del sistema-mundo
gía, la lingüística y la antropología, etc.). capitalista, y con independencia de que profesemos o no una filo-
2. Ahora bien, con independencia de cuáles sean los resulta- sofía teleológica de la historia, podemos constatar cómo las distin-
dos de tales investigaciones, existen hechos incuestionables: la tas sociedades y culturas ocupan posiciones diferentes en el con-
diversidad intercultural y la diversidad intracultural. La cultura texto global y que la cultura constituye un elemento crucial para
existe como diversidad, dada su indeterminación constitutiva. Nos fijar dicha posición. Se pertenece al centro o a la periferia y las for-
hemos referido a estos datos como dimensión fenomenológica de mas culturales son dominantes o exóticas. Si una ONU de las na-
64 SOCIOLOGíA DE LA CULTURA LA PLAZA DE LAS TRES CULTURAS 65

ciones ya resulta problemática cuando no ilusoria, dada la posición valioso o tabú para unas puede carecer de interés o estar prescrito
que cada estado miembro ocupa en «el concierto» o estructura de las en otrJl.s. Como dice Th. Geiger, no hay comportamiento social que
naciones-Estados, la visión de una integración en plano de igual- algún grupo humano no haya tolerado o incluso prescrito. Sin
dad de todas las culturas humanas (en sentido étnico) no deja de embargo, un rasgo no menos intrínseco de la cultura es su carác-
ser un piadoso desideratum de colectivos minoritarios aunque cul- ter normativo, es decir, que se guía inevitablemente por normas
turalmente influyentes (es decir, con peso en y desde ,el campo acerca del valor (estético, simbólico, etc.) de las prácticas cultura-
cultural). les. Pero hablamos también de que es carismática: con ello quere-
En este sentido puede decirse que incluso en determinados con- mos indicar que está orientada a metas, a la búsqueda denodada
textos, paradójicamente, la etiquetación a un grupo con el propio del sentido radical, a la innovación y creatividad; que es evaluado-
término de cultura puede connotar inferioridad: para cierta antro- ra y afirmadora de la excelencia. Y, por tanto, que desarrolla crite-
pología sólo son visibles, sólo se distinguen como «culturas» aque- rios específicos para medir el valor o apreciar tanto la «santidad»
llos grupos humanos en los que perduran pautas de conducta y de las obras como la excelencia de la realización. Como afirma
esquemas de valores refractarios o cuando menos distintos a los Shils, siguiendo y completando a Weber, el carisma es aquella cua-
valores de la sociedad moderna, porque la sociedad moderna, lidad imputada a personas, acciones, roles, instituciones, símbo-
como hemos visto antes, aparece invisible como cultura (si enten- los y objetos materiales, como consecuencia de su presunta cone-
demos ésta como expresión de la diferencia, es decir, como mani- xión con poderes últimos, fundamentales, vitales (Shils, 1975:
festación exótica). Ella es la quintaesencia de la universal naturale- 127). Desde aquí hay espacio para un estudio del canon tanto
za. Por otra parte, aunque el punto de vista oficial sostiene que como de la genialidad creadora, del carisma extraordinario, pro-
todas las culturas son iguales, se las sigue clasificando en términos fético e inspirado y, por tanto, de la dimensión individual de la
cuantitativos o con connotaciones estratificadoras (mucho/poco, cultura o de la bohemia y su segregación, como del carisma ordi-
rico/pobre, denso/tenue, complejo/simple, frío/caliente). «Variables nario, atenuado y disperso, que se plasma en la reverencia a las
tales como complejidad institucional, parentesco intrincado y den- elites y en la devoción a determinadas instituciones y políticas cul-
sidad cosmológica -nos dice Rosaldo-- definen los grados más o turales.
menos elevados de cultura de una forma que tácitamente deriva de 4. La sociedad moderna constituye una configuración pecu-
nociones de "alta cultura" calculada en función de los palacios de liar que se caracteriza por la diferenciación funcional y la división
la ópera, museos de arte y listas canónicas de grandes obras» del trabajo. De esta forma se crean campos de acción diferenciados
(Rosaldo, 1993: 196-197). por lógicas y principios específicos. Los autores que han interpre-
Lo peculiar de estas concepciones de la cultura radica en negar tado la historia de la modernización como un proceso de diferen-
su carácter constitutivo, en desposeer radicalmente de ella a quie- ciación institucional son quienes han abordado esta problemática:
nes poseen sus formas menos elaboradas. En una fase posterior, la en la transición al mundo moderno, vienen a decir, surgen determi-
negación queda reemplazada por distinciones como alta y baja nadas esferas de organización social como campos autónomos,
cultura o incluso puede dar paso a contemplaciones y tratamientos regidos por valores, constituidos por instituciones y prácticas espe-
deferentes de la llamada cultura popular o tradicional. La ambi- cíficas, basadas en la utilización predominante de determinados
güedad del concepto subcultura (que puede indicar sólo diversi- recursos o bienes. De esta forma se ha constituido el ámbito de la
dad intracultural, pero que connota también sub-ordinación) re- política y el Estado moderno, se ha constituido el ámbito de la eco-
sulta bastante elocuente de cómo se coimplican diversidad y desi- nomía y el mercado capitalista, el ámbito de la ciencia y la tecnolo-
gualdad. gía, el ámbito residual nunca bien definido de la vida cotidiana, etc.
3. La cultura, hemos dicho, es carismática y normativa. La En este contexto se ha argumentado que un rasgo central de la
diversidad normativa es, desde luego, un rasgo propio de la di- modernidad consiste en la diferenciación de una esfera cultural, que
mensión fenomenológica: existen sistemas distintos de normas y conllevaría especialización ocupacional, diferenciación de prácticas,
valores en las diferentes sociedades, de manera que lo que es manejo de tecnologías, institucionalización yautonomización de las
66 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA LA PLAZA DE LAS TRES CULTURAS 67

formas culturales, pero, sobre todo, aplicación de principios y valo- que se produce un tipo de consumidor, una forma de apropiación de
res específicos. También esta dimensión de la cultura, que hemos los b~nes simbólicos y una forma estandarizada de acumulación
denominado histórica sólo por contraposición con las dimensiones de capital cultural (de ahí la importancia del currículum). Se crea la
ontológica y fenomenológica, ha de ser interpretada en términos de distinción entre tiempo de trabajo (actividad instrumental) y tiempo
diversidad (o especialización) y desigualdad intra e intercultural. de ocio (actividad expresiva). Se produce una verdadera explosión de
géneros y escuelas, con frecuencia asociados a los medios de difu-
sión: novela, poesía, sainete, drama, documental, noticiario, soap
opera, película, teleserie, programas de entretenimiento, música clá-
sica y ligera, clásica-clásica y de vanguardia, pop, folk, rock, jazz,
soul, country, étnica, reagge, punky, máquina, etc. Los recorridos
/ que pueden hacerse en la lectura de un periódico o en la visión de los
l. CONSTITUYENTE programas televisivos (gracias al zapping y al vídeo) son múltiples y
1. Diversidad contextuales, porque se integran en trayectorias vitales y prácticas
11. CAMPO
/ . . 1.1. Inte/Cultural: aculturación muy diferenciadas. Un análisis de la cultura en las sociedades
/. etnocentrismo 3. Diversidad
I . 1.2. Intracultural: multicu~turalismo 3.1. Intracultural: especialización modernas no podría ignorar de ninguna manera esta complejidad
(
c. comun mercadoivanguardia funcional y organizativa (división del trabajo dentro del campo,
3.2. Inte/Cultural:
2. Desigualdad ( diversidad de relaciones), si bien, como ha mostrado Bourdieu, la
2.1. Inte/Cultural: dominación 4. Desigualdad principal diferenciación en el interior del campo cultural es aquella
colonización 4.1. Intracultural: dominante/pretendo
asimilación capital escolar que se produce entre quienes producen arte por el arte y quienes
2.2. IntracuHural: estratificación 4.2. Inte/CUltural: centros/periferias producen para el mercado.
" "-, legitimación
subcuHura
6. Pero, al igual que la dimensión fenomenológica de la cultu-
contracu~ura ra, también esta dimensión histórica (el campo cultural) se halla
jerarquizada o estratificada, tanto intra como interculturalmente.
Un campo es una red de relaciones objetivas de dominación y
subordinación. Intraculturalmente, productores culturales, géne-
ros y formas, instituciones, etc., ocupan posiciones muy distintas
dentro del campo cultural y pueden desarrollar estrategias muy
distintas en las luchas culturales por la consagración y la legitimi-
dad. Así, por ejemplo, el diseñador de un libro o de un logotipo
5. La constitución del campo de la producción cultural impli- puede cobrar infinitamente más que el redactor de los textos (que
ca especialización de productores, diferenciación de prácticas y de figurará como autor del libro) y esta valoración económica de su
géneros, cristalización institucional, tecnologías nuevas, relaciones trabajo no depende en nada del tiempo dedicado y de la cualifica-
sociales nuevas. Aparecen los artistas o creadores en sentido moder- ción, sino de las estimaciones que cada uno de estos roles tienen en
no, pero también los periodistas, los críticos y toda una amplia gama el mercado en un momento dado. La poesía o el teatro aparecen
de intermediarios culturales, los intelectuales independientes y los como marginales en un contexto en que el cantante de rock o el
orgánicos, ilustradores y diseñadores (que a sí mismos se denomi- presentador de campanillas gozan de contratos multimillonarios.
nan creativos), ensayistas y comunicadores, productores de informa- La distinción interna entre arte por el arte y arte para el mercado
ción y asesores. Aparece la escuela y la universidad, los museos, los es también una jerarquización. Por cierto, una jerarquización
medios de comunicación de masas, los teatros, los palacios de ópera sometida a una doble regla, ya que en cada uno de los dos subcam-
o de la música, los congresos. Con la escuela se difunde la lectura y pos opera una lógica de estratificación y valoración distinta: en el
la mirada estética, no sólo se crea competencia para el consumo sino primero, prima el desapego y desinterés por el éxito económico o
68 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA LA PLAZA DE LAS TRES CULTURAS 69

político, el artista se dedica incondicionalmente a su obra y su con- Bourdieu también ha insistido al respecto en que las determi-
sagración depende de no aceptar ninguna servidumbre; en el naci9nes externas· (económicas o políticas) sólo se ejercen me-
segundo, el valor se define por el volumen de los consumidores y diante una refracción o retraducción de acuerdo con las fuerzas y
por el acoplamiento al gusto dominante. En el primer campo uno lógicas propias del campo. Entender bien este aspecto parece cru-
se consagra al convertirse en clásico (y, por tanto universal); en el cial para analizar la cultura como mercado y las políticas cultura-
segundo, al convertirse en best-seller (y, por tanto, coyuntural, efíme- les (políticas de «bienestar» cultural), pero también para compren-
ro y sin futuro). der de qué manera el currículum y el capital cultural operan para
Pero además el campo está estratificado interculturalmente: los modificar la estratificación o propiciar la reproducción en las
canales de televisión de todo el mundo se ven invadidos por los pro- sociedades modernas. La interrelación entre esferas, por otra par-
ductos made in Hollywood; los grandes conglomerados mediáticos te, puede ser creciente en una época como la actual. Por ejemplo,
controlan la producción y difusión y pueden permitirse la deferencia en determinados ámbitos de investigación como la ingeniería gené-
de incorporar una valoración positiva circunstancial de las culturas tica los equipos de investigación están conectados y son dependien-
periféricas: música étnica, literatura, etc. La dinámica del campo tesa un tiempo de laboratorios y agencias estatales que regulan las
cultural, con el consiguiente desarrollo tecnológico, implica inversio- patentes.
nes y desembolsos de capital que sólo se hallan al alcance de grandes 8. Finalmente, conviene subrayar que una vez constituidos
grupos. los campos y dado un cierto grado de desarrollo de los mismos,
7. Como ya hemos indicado, los campos que constituyen un surge la necesidad de abordarlos no sólo en términos de su lógica
sistema social por más autónomos que sean, nunca son absoluta- interna, de carácter instrumental, sino también desde la perspecti-
mente independientes. Las relaciones entre ellos son complejas y va de su enraizamiento cultural. En este sentido, debe interpretar-
están jerarquizadas. En primer lugar, como sostiene Bourdieu, es se a nuestro juicio la floración de enfoques como la cultura de la
posible que muchas de sus propiedades estructurales sean homólo- empresa, la cultura del trabajo o la cultura de la organización,
gas; e~ segundo lugar, existen intercambios e influencias directas cuya historia se remonta a los años treinta del siglo actual (Chica-
entre campos y los bienes o recursos propios de uno de ellos pue- go), pero cobra relevancia en los ochenta, con la quiebra del
den canjearse o trasponerse por los bienes o recursos de otro (por modelo taylorista y fordista (véase Trice y Beyer, 1993). Nos halla-
ejemplo, el capital económico puede convertirse en capital cultural mos en todos los casos ante esferas de acción social perfectamente
que a su vez se convierte en capital político que revierte en más delimitadas y diferenciadas, que gozan de autonomía relativa,
capital económico); en tercer lugar, los campos no ocupan una regidas por principios de carácter instrumental como el de «los
posición equivalente, como podría dar a entender una visión fun- negocios son los negocios», y sin embargo ahora se reconoce la
cionalista estricta, sino que se hallan jerarquizados, de manera que importancia intrínseca de lo informal, de lo ritual, de los valores,
unos tienen más capacidad que otros para configurar el sistema de la calidad y el significado, de la cultura. Podemos hablar, pues,
social. M. Shalins hablaba al respecto de la importancia de la eco- de una explicitación de la dimensión ontológica en un contexto de
nomía en el capitalismo (<<El dinero es para Occidente lo que el modernidad avanzada. Se hacen visibles ahora dimensiones que
parentesco es para el resto»); Bourdieu considera que el campo fueron relegadas en el momento de la constitución autónoma del
político es el predominante. Por su parte, Berger afirma que «lo campo.
económico, lo político, lo cultural, etc., son abstracciones cuya El conjunto de aspectos que acabamos de tratar en escorzo
saliencia causal puede ser variable, relativa a la diferenciación confirma la tesis de Hannerz de que un análisis de la cultura que
objetiva de estructuras institucionales y a qué institución realmen- reconozca el carácter colectivo de ésta, inevitablemente compor-
te domina la vida de una sociedad en un momento y lugar dado y ta una sociología. Pero, además, este esquema no sólo nos procura
contra qué oposición» (1995: 143). El reconocimiento de estas pre- una conciencia de la relevancia de la sociología para el análisis
dominancias resulta imprescindible para el análisis de la ideología, cultural, sino que nos permite captar la complejidad y la radicali-
de la dominación o de la manipulación de las audiencias. Pero dad que debe alcanzar dicho análisis. Por ello mismo, antes de
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pasar a desmenuzar las etapas y dimensiones de lo que denomina- gente con diversas capacidades físicas; no menos, implica distribu-
mos análisis estructural de la cultura, creemos conveniente esbo- cion~s de poder y recursos materiales. «y aunque también éstos
zar las relaciones entre sociedad y cultura. Si al tratar de la defini- sólo pueden ser comprendidos mediante los significados que la
ción antropológica nos deteníamos en el estudio de la relación gente les da, las posibilidades de imponer con éxito un significado
entre natura y cultura, ahora parece inevitable atacar el polo cultu- concreto están, después de todo, limitadas» (1992: 15). La sociedad
ra-sociedad. es más que cultura y, por tanto, sería erróneo reducir todas las
acciones y relaciones humanas a meras funciones de significación.
Geertz es, quizá, el autor, que partiendo de Parsons y Shils, ha
4.4. LAs RELACIONES ENTRE SOCIEDAD Y CULTURA efectuado esta distinción de forma más sintética y elegante: la vida
humana tiene una doble cara, como una moneda. Se compone de
A la luz de cuanto llevamos expuesto, la conexión entre cultura aspectos sociales y culturales, que siendo interdependientes pue-
y sociedad parece más bien compleja. Sin embargo, tradicional- den ser tratados como independientemente variables.
mente se ha abordado mediante procedimientos de disolución o de
reducción. Disolver la cultura en lo social fue la vía adoptada por la Uno de los modos más útiles -pero desde luego no el único- de
antropología británica y por cierta sociología norteamericana. distinguir entre cultura y sistema social es considerar la primera
Reducir uno de los factores al otro ha sido la estrategia seguida por cOmO un sistema ordenado de significaciones y de símbolos en cuyos
el idealismo (culturalismo) o el materialismo (economicista o bio- términos tiene lugar la integración social, y considerar el sistema
ecologista). Mientras que el primero concede a la conciencia una social como la estructura de la interacción social misma. En un pla-
función determinante de los procesos sociales, el segundo conside- no está el marco de las creencias, de los símbolos expresivos y de los
ra que la conciencia y sus productos no son sino derivados, reflejos valores en virtud de los cuales los individuos definen su mundo,
o incluso máscaras (la cultura se reduce a ideología), determinados expresan sus sentimientos e ideas y emiten sus juicios; en el otro pla-
no está el proceso en marcha de la conducta interactiva, cuya forma
por las fuerzas económicas o ecológicas. Dichas posiciones se han persistente es 10 que llamamos estructura social. Cultura es la ur-
fundado en conceptos más bien débiles o insuficientes de sociedad dimbre de significaciones atendiendo a las cuales los seres humanos
y cultura. interpretan su existencia y orientan su acción; estructura social es la
Como ya se ha mostrado al exponer la emergencia de un con- forma que toma esa acción, la red existente de relaciones humanas.
cepto moderno de cultura, ni ésta ni la sociedad son tan homogé- De manera que cultura y estructura social no son sino diferentes abs-
neas ni se hallan tan sobreintegradas como han pretendido ciertas tracciones de los mismos fenómenos. La una considera a la acción
concepciones. Tampoco podemos dar por supuestas las explicacio- social con referencia a la significación que tiene para quienes son
nes reduccionistas que disuelven u ocultan la distinción. La elabo- sus ejecutores; la otra, la considera con respecto a la contribución
ración de un concepto multidimensional, que se impone al analizar que hace al funcionamiento de algún sistema social (1987: 131-133).
su socio génesis, conlleva al mismo tiempo una revisión del concep-
to usual de sociedad y de las relaciones entre ambas. Pero, de hecho, la relación armónica que supone un acopla-
En primer lugar, desde la perspectiva que proporciona la di- miento cuasi-perfecto entre una sociedad y una cultura, sería tan
mensión ontológica, debemos sostener la interrelación y la distin- sólo una de las formas posibles de relación. La relación isomórfica
ción entre cultura y sociedad. La cultura no es un mero reflejo no sería más que un caso límite, propio de sociedades que presen-
(aunque en ciertas condiciones pueda serlo). Es constitutiva de la tan una extraordinaria estabilidad. En la mayoría de las socieda-
sociedad, pero no es el único factor, o ni siquiera el principal, que des, el cambio y el desajuste son la norma. Geertz no sólo contem-
la constituye. En otros términos, no existe sociedad sin cultura, ni pla la posibilidad del conflicto entre cultura y sociedad, sino que
cultura sin sociedad (la sociedad es producida por la cultura), pero considera excepcional la situación de integración y armonía o ajuste
la cultura no agota toda la realidad social. Como dice Hannerz, la plenos. Los tipos de integración característicos del sistema cultural
estructura social también implica distribuciones demográficas de y del sistema social son diferentes (lógico-significativa, la primera;
72 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA
LA PLAZA DE LAS TRES CULTURAS 73
causal-funcional, la segunda). Por tanto, existe una incongruencia
Las disyunciones resultantes han moldeado las tensiones y conflic-
inherente y una tensión entre ambas, así como con un tercer ele-
tos de la sociedad occidental en los últimos 150 años, y la están
mento, el esquema de integración motivacional de los individuos,
abocando ahora a una crisis general.
que hacen virtualmente imposible la visión armónica. Aquí radica
En este nivel, la relación entre campos se plantea en términos
una diferencia fundamental entre Geertz y Parsons. Desde luego,
de autonomía relativa. El acuerdo acerca de qué significa exacta-
con el planteamiento de Geertz no parece que puedan e9-uip,~arse
mente esta expresión -«autonomía relativa»- para los distintos
orden social y orden moral, tal y como sucede en el funclOnalIsmo.
autores que la emplean resulta más bien problemático. Expondre-
La legalidad social es de un orden diferente a la legalidad moral.
mos dos casos cuyas posiciones se situarían en principio en dos
Sin embargo, hasta aquí todavía parece que nos movemos en un
polos opuestos del mismo eje, pero que ofrecen matizaciones signi-
esquema dual, según el cual cultura y sociedad son coe.xtensi."as,
ficativas en relación con las posturas más radicales: Bennett Ber-
aunque no sean idénticas y, desde luego, puedan s~r di~cerm~as
ger y Pierre Bourdieu.
analíticamente. La cultura aparece como una totalIdad mclusIva
Por ejemplo, Bennett Berger, que no duda en reconocer el
homogénea que proporciona los valores, creencias y símbolos a
carácter constitutivo de la cultura y que rechaza un reduccionismo
una sociedad, considerada ésta como la población que habita un
absoluto, considera, sin embargo, que el determinismo es metodo-
espacio y comparte una cultura común. Pero, como ha mostrado
lógicamente útil para reducir la indeterminación y para desacrali-
Tilly, el criterio espacial no basta para definir una sociedad y la uti-
zar la ideología del individualismo idealista y de la libertad incon-
lización complementaria de otros criterios como la unidad lingüís-
dicionada. En su obra se plantea una crítica a los teóricos de la
tica no mejoran la definición. Como consecuencia de que las cien-
resistencia cultural (especialmente a P.Willis y su Leaming to
cias sociales se formaron en el período de emergencia, constitución
Labouring, así como a la corriente de los Cultural Studies) y se
y difusión de los estados nacionales, la sociología ha tendido a ope-
enfatiza la determinación, aunque concediendo cierto margen a la
rar con un concepto de sociedad equivalente a un Estado-nación
autonomía de la cultura y afinnando que ésta, en última instancia,
(un territorio, una lengua). Pero «los límites de diferentes tipos de
es profundamente misteriosa.
acciones no coinciden» y, en consecuencia, «la idea de una socie-
dad como sistema autónomo, organizado e independiente deja de
Las elecciones que realizamos las hacemos bajo una serie de
ser plausible» porque no existen tales entidades claras y estables
constricciones e incentivos puestos por la estructura social y más o
(Tilly, 1991: 42). Desde la perspectiva que proporciona esta crítica, menos legitimados por la cultura intemalizada. El oficio de una
parece más adecuado operar con un instrumento analítico fluido sociología general de la cultura es comprender de la forma más exac-
como el de marcos espaciotemporales, que variarán en función del ta posible cómo un rango específico de posibles elecciones es presen-
sistema de acciones o las formas simbólicas consideradas, dado tado a la conciencia de un agente potencialmente activo y cómo las
que sus límites son oscilantes, discontinuos y mercuriales. variables situacionales e intervinientes refuerzan o ponen en cues-
Pero, además, cuando hablamos de sociedades altamente dife- tión la predisposición a elegir de entre el rango de posibles eleccio-
renciadas debemos partir también de la existencia de campos autó- nes; un proceso que va desde la posibilidad a la probabilidad -siem-
nomos de acción que actúan de acuerdo con su propia lógica. En pre con la perspectiva de un conjunto de varianza inexplicada por-
este horizonte, las relaciones entre cultura y sociedad se vuelven que hay más variables operativas en la vida cotidiana de las que cual-
más complejas e incluso problemáticas. Recordemos al respecto el quier científico social puede tomar en consideración y mucho menos
controlar-o La explicación sociológica es el esfuerzo para reducir la
conocido título de Daniel Bell, Las contradicciones culturales del varianza inexplicada, para reducir la indeterminación (Berger, 1995:
capitalismo. El argumento del libro sostiene que los tres ámbitos 136-137).
-la economía, el orden político y la cultura- se rigen por princi-
pios axiales, no sólo distintos y autónomos, sino contrarios: «La
En principio, pues, Berger no puede ser calificado de determi-
economía, por la eficiencia; el orden político, por la igualdad; y la
nista ontológico a ultranza, sino metodológico. «No hay ninguna
cultura, por la autorrealización (o la autogratificación)>> (1977: 12).
buena razón -dice en otro pasaje- para dudar de que en ciertas
74 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA LA PLAZA DE LAS TRES CULTURAS 75

circunstancias, en ciertos lugares, bajo ciertas condiciones, cultura por mediación de las fuerzas y de las formas específicas del campo,
e ideología han sido o pueden ser causalmente poderosos para es decir tras haber padecido una reestructuración tanto más impor-
afectar los eventos "politicos" o "económicos"» (1995: 151). Ahora tante cuanto que el campo es más autónomo, más capaz de impo-
bien, en el conjunto de su obra parece que la relación entre estruc- ner su lógica específica, que tan sólo es la objetivación de toda su
tura social y cultura es interpretada de forma más estricta y proble- historia en instituciones y mecanismos» (1995: 343-344). Esta posi-
mática como la relación entre intereses materiales (supuestamente ción invalida los enfoques típicos de la historia social y la sociolo-
objetivos) e intereses ideales (¿subjetivos?) y que éstos dependen gía del arte y de la literatura que consisten en describir unas condi-
siempre de aquéllos o que al menos cuando hay conflicto son los ciones sociales concretas y establecer, mediante una simple cone-
primeros los que prevalecen, aunque cueste cierto tiempo raciona- xión de contexto y obra, un efecto de causalidad sobre las formas
lizar y legitimar dicha predominancia. Un ejemplo de ello podría literarias o artísticas de la época correspondiente. «Las determina-
hallarse en su interpretación de los cambios en la valoración social cion~s económicas o morfológicas -afirma, por contraste, Bour-
de la virginidad femenina. Al respecto nos dice que el valor de la dieu- sólo se ejercen a través de la estructura específica del campo
virginidad en el pasado como precondición del matrimonio y su y pueden tomar las vías más inesperadas, ya que la expansión eco-
evaporación en el presente se explica por su distinta vinculación a nómica puede, por ejemplo, ejercer sus efectos más importantes
los intereses materiales de los padres. En esta explicación el matri- mediante mediaciones [cursiva nuestra] tales como el incremento
monio aparece como una transacción, la mujer como un bien y la del volumen de los productores o del público de los lectores o de
virginidad como un atributo. los espectadores» (1995: 344).
Tras sostener que la afirmación de la autonomía relativa tal y Pero un análisis de la compleja relación entre sociedad y cultu-
como aparece en la actualidad le parece mistificadora, concreta su ra no puede quedarse ni siquiera en el reconocimiento de la auto-
visión matizada del asunto: «Todos los problemas empíricos de la nomía relativa de los campos específicos de interacción. Debe ir
autonomía relativa se resuelven en cuestiones de ¿cuánta autono- más allá todavía y asumir que en dichos campos actúan institucio-
mía?, ¿por cuánto tiempo? y ¿en relación con qué? Cada medio nes (repertorios específicos y estables de reglas, recursos y relacio-
digno del nombre provee a sus participantes con ciertos stocks de nes) y movimientos (redes de interacciones informales entre una
recursos [ ... ] no sólo para la prosecución de sus objetivos sino para pluralidad de individuos, grupos y/o organizaciones, comprometi-
resistir los esfuerzos de otros para determinar o dominar sus vidas. dos en los conflictos políticos o culturales, sobre la base de identi-
Tal autonomía depende de la efectividad de los recursos (incluyen- dades colectivas compartidas), y que tanto las instituciones y movi-
do la habilidad para movilizarlos) en relación con los recursos mientos, como los campos y los marcos espaciotemporales más
movilizados por la tentativa de los otros oponentes de reducir o amplios se estructuran, además, de acuerdo con distribuciones asi-
controlar la autonomía pretendida» (1995: 147). métricas de recursos (bienes materiales, poder, capital informacio-
Bien distinto resulta el enfoque de Bourdieu, aun cuando su nal y capital simbólico) en función de diversos factores, lo que da
obra ha sido tachada de determinista por diversos autores y aun lugar a las clases sociales, la división del trabajo en función del
cuando comparte con Berger la idea de conferir una misión desa- sexo, la estructuración del ciclo vital y la organización de la socie-
cralizadora al análisis cultural. Como hemos visto, postula que las dad en función de la edad, las divisiones étnicas, nacionales, etc.,
sociedades altamente diferenciadas se estructuran en campos rela- en breve, a la estratificación social.
tivamente autónomos, cuya autonomía radica en una lógica y prin- En conclusión, la relación entre sociedad y cultura es compleja
cipios específicos y en que se juega en cada uno de ellos un tipo y no puede ser establecida a priori. Marcos espaciotemporales,
diferente de recurso o de capital. Ahora bien, la afirmación de la campos de interacción, instituciones, movimientos y formas de
autonomía no implica desconocer las determinaciones externas, estratificación social constituyen distintos planos a considerar por
sino establecer su modo peculiar de acción. En ese sentido, la tesis un análisis que quiera reconocer y aproximarse a la naturaleza del
del reflejo se debe complementar con la tesis de la refracción o de objeto de estudio. De hecho, la mayoría de los actuales sociólogos
la retraducción: «Las determinaciones externas tan sólo se ejercen de la cultura y de los teóricos de la sociología parecen estar de
76 SOCIOLÓGÍA DE LA CULTURA

acuerdo en tres afirmaciones básicas: que la cultura es constitutiva


de la sociedad, aunque no sea la única dimensión constituyente; )

que en nuestras sociedades la relación entre cultura y sociedad se


establece, ante todo, a través de la lógica de los campos o ámbitos
diferenciados de la acción; y que la sociología debe ocuparse, sobre
todo, del análisis de las formas de organización y distribución del
capital informacional en los contextos de producción, circulación y
apropiación. A un enfoque que asuma estos postulados creemos
adecuado, por las razones que expondremos inmediatamente, de- CAPÍTULO 2
nominarlo análisis estructural de la cultura.
EL ANÁLISIS ESTRUCTURAL DE LA CULTURA

1. El significado del término estructural

La propuesta de una concepción (y, por tanto, un análisis)


estructural de la cultura aparece de forma más o menos explícita en
autores muy diversos. La hallamos en Umberto Eco ya en 1965
(año de la edición original de Apocalípticos e integrados); aparece
en la obra de J. B. Thompson Ideology and Modern Culture (1990) y
constituye algo así como su programa de investigación. Entendi-
da como estructuralismo genético responde al planteamiento de
Bourdieu y, por otra parte, puede aplicarse muy bien para definir el
modelo globalizador del «diamante cultural» de Griswold, aunque
esta autora no utilice el término (1994). Pero además de los nom-
bres citados, y con independencia de que hayan especificado o no
con idéntico detalle sus características esenciales, muchos otros
autores se identifican con propuestas de carácter similar. Éste es el
planteamiento de Hannerz en antropología, de Crane, de Press, de
Peterson o de B. Berger en sociología. Este último, por ejemplo,
considera insuficiente todo análisis centrado en las propiedades
formales inherentes y afirma que «una sociología de la cultura está
propiamente preocupada no sólo con análisis descriptivos-inter-
pretativos de los significados simbólicos sino con explicaciones
causales que conectan los simbolismos con las estructuras sociales
en que se insertan dichos simbolismos» (Berger, 1995: 113).
Tras el estudio que hemos efectuado del concepto de cultura en
el capítulo precedente, no es preciso insistir mucho en que el para-
digma estructural es también el modelo de análisis con el que
nosotros nos identificamos. En este apartado expondremos, en pri-
mer lugar, la justificación que, según dichos autores, merece este
78 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA EL ANÁLISIS ESTRUCTURAL DE LA CULTURA 79
J
modelo analítico; después, siguiendo predominantemente el plan- Bourdieu ha manifestado en diversas ocasiones sus reticencias
teamiento de Thompson, esbozaremos las características básicas y objeciones hacia el estructuralismo y el uso que en esta corriente
de las formas simbólicas; finalmente, se abordarán las etapas o se hace de términos corno estructura y sistema; ha marcado distan-
fases de un análisis estructural, con el propósito de que puedan cias en relación con Foucault o Althusser. En algún momento ha
servir de guía y de evaluación de las investigaciones empíricas. aceptado definir su teoría sociológica corno estructuralismo genéti-
Umberto Eco concluye su crítica a las teorías de la cultura de co para referirse a la importancia que en ella tienen los procesos y
masas, en Apocalípticos e integrados, con un esbozo de las tareas la historia. Con independencia de la pertinencia o no de las etique-
que debería abordar un análisis estructural. Por cierto, la expre- tas, al incluirlo aquí querernos subrayar sus concomitancias con
sión aparece literalmente en dicho texto: los planteamientos de Eco, Thompson o Griswold, si bien la idio-
sincrasia de Bourdieu y su puntillosa y sutil labor de distinción inte-
Análisis estructural que no sólo debe limitarse a la forma del men- lectual sabrían encontrar diferencias (más o menos marginales) con
saje, sino definir también en qué medida la forma es determinada por los autores citados. Corno ellos, se opone tanto a las falacias inter-
las condiciones objetivas de la emisión (que determinan también el nalistas (fijarse sólo en propiedades internas o análisis de conteni-
significado del mensaje, las capacidades de información, las cualida- do) corno externalistas (prestar atención sólo a las condiciones
des de propuesta activa o de pura reiteración de lo ya dicho). En sociohistóricas). El léxico de Bourdieu le aproxima todavía más a
segundo lugar, establecido ya que estos mensajes se dirigen a una dichos autores, ya que un campo no es sino una red o estructura de
totalidad de consumidores difícilmente reducibles a un modelo unita-
posiciones, y el término estructura aparece por doquier corno clave
rio, establecer por vía empírica las diferentes modalidades de recep-
ción según la circunstancia histórica o sociológica, y de las diferencia- de bóveda en su explicación del funcionamiento de los campos:
ciones del público. En tercer lugar (y ello competirá a la investigación
histórica ya la formulación de hipótesis políticas), estableciendo tam- Las estrategias de los agentes y de las instituciones que están
bién en qué medida la saturación de los varios mensajes puede cola- comprometidos en las luchas literarias o artísticas no se definen en
borar realmente a imponer un modelo de hombre-masa, examinar la confrontación pura con unos posibles puros: dependen de la posi-
qué operaciones son posibles en el ámbito del contexto existente, y ción que estos agentes ocupan en la estructura del campo, es decir en
cuáles por el contrario exigen distintas condiciones de base (1968: 31). la estructura de la distribución del capital específico, del reconoci-
miento, institucionalizado o no, que les es concedido por sus pares-
competidores o por el gran público y que orienta su percepción de
Thompson parte de la concepción de cultura de Geertz y propo-
los posibles ofrecidos por el campo y su «elección» de aquellos que
ne superar sus insuficiencias mediante una visión estructural. Se tratarán de actualizar o de producir. Pero, inversamente, los envites
refiere con esta etiqueta a una concepción que enfatiza tanto el de la lucha entre los dominantes y los pretendientes, las cuestiones a
carácter ·simbólico de los fenómenos culturales corno el hecho de propósito de las cuales se enfrentan, las propias tesis y antítesis que
que tales fenómenos están siempre insertos en contextos sociales se contraponen mutuamente dependen del estado de la problemática
estructurados. El análisis cultural es «el estudio de las formas sim- legítima, es decir del espacio de las posibilidades legadas por las
bólicas -esto es, acciones, objetos y expresiones significantes de luchas anteriores, que tiende a orientar la búsqueda de las solucio-
diversos tipos- en relación con los contextos y procesos histórica- nes y, por consiguiente, el presente y el futuro de la producción
mente específicos y socialmente estructurados, y por medio de los (1995: 309. La cursiva es nuestra).
cuales estas formas simbólicas son producidas, transmitidas y reci-
bidas» (1990: 136). De esta forma, la concepción estructural no Su definición de la naturaleza de una ciencia social de las obras
debe ser recibida corno una alternativa sino corno una modifica- de arte al igual que de las tareas que tiene ante sí tampoco deja
ción de la concepción simbólica, porque tiene en cuenta los contex- lugar a dudas, aunque existan ciertas diferencias entre su forma
tos y procesos socialmente estructurados. Y por ello mismo, tam- de definirla y las de Eco, Thompson o Griswold. El concepto de
poco puede ser identificada con los enfoques estructuralistas, que estructura se utiliza constantemente para referirse a la forma orga-
se ocupan tan sólo de los rasgos internos. nizada de la interacción de posiciones dentro de un campo o a las
80 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA EL ANÁLISIS ESTRUCTURAL DE LA CULTURA 81
condiciones objetivas. La ciencia de las obras culturales supone televisivas, el contexto en que se produce la recepción de un deter-
tres operaciones tan necesarias y necesariamente unidas como los minado programa constituye un factor creativo de la producción
tres niveles de la realidad social que aprehenden: 1) análisis de la de su significado. En consecuencia, con la expresión análisis
posición del campo literario en el seno del campo del poder; 2) estructural de la cultura nos referimos a y designamos aquellos
análisis de la estructura interna del campo literario sometido a sus planteamientos que no infieren el significado sólo a partir de una
propias leyes de funcionamiento y de transformación, y 3) análisis de las secuencias del proceso comunicativo, por muy meticulosa-
de la génesis de los habitus de los ocupantes de estas posiciones. mente que dicha secuencia sea estudiada, sino que sostienen que
«La ciencia de la obra de arte, por lo tanto, tiene por objeto propio sólo puede hablarse legítimamente del significado de una forma
la relación entre dos estructuras, la estructura de las relaciones simbólica tras una exhaustiva investigación global. Se rechaza con
objetivas entre las posiciones en el campo de producción (y entre la misma energía el determinismo económico o técnico que el idea-
los productores que las ocupan) y la estructura de las relaciones lismo de la soberanía de las audiencias, el formalismo discursivo
objetivas entre las tomas de posición en el espacio de las obras» posmoderno que considera el lenguaje como indeterminado que la
(Bourdieu, 1995: 346). teoría del imperialismo cultural que niega los procesos de hibrida-
Esta ciencia no puede separar de un modo radical los procesos ción y reciprocidad y la capacidad productiva y de resistencia de
de producción y los procesos de apropiación, porque unos y otros todos los actores sociales. Ni transparencia completa de las formas
se hallan estrechamente ligados: la emergencia progresiva de un simbólicas, ni opacidad maquiavélica; ni todo ideología dominante
campo relativamente autónomo de producción es a su vez su pro- sin resquicio para la interpretación alternativa, ni todo expresión
pio mercado; las instituciones que hacen posible la producción de una dionisíaca resistencia contra la dominación. El significado
proceden del mismo campo que genera las instituciones que posibi- de una forma simbólica sólo puede establecerse analíticamente
litan el consumo, y la afirmación de la primacía absoluta de la for- teniendo en cuenta que es el resultado de complejos procesos cog-
ma sobre la función comporta la emergencia de la disposición estéti- nitivos de comunicación y complejos procesos sociales de produc-
ca pura. No existe el genio incondicionado, pero tampoco la mirada ción, circulación y apropiación; que en dichos procesos intervienen
estética consiste en una especie de don natural universal (una forma agentes y agencias dotados con distintos tipos y cantidades de
a priori al estilo kantiano). El habitus culto y el campo artístico se recursos y poseedores de distintos tipos y grados de competencia;
fundamentan mutuamente. En resumen, Bourdieu propone una que estos agentes ejecutan la práctica cultural en cuestión con dife-
ciencia que es a un tiempo historia social del campo y sociología de rentes grados de implicación y en conexión con otras prácticas de
las condiciones de constitución de la disposición estética. la vida cotidiana así como con otros agentes e instituciones; que las
A la luz de los textos precedentes, parece obvio, aunque convie- prácticas culturales (y toda práctica humana puede ser analizada
ne recalcarlo de nuevo, que el uso que sugerimos para el término desde la perspectiva cultural) tienen lugar en condiciones sociales
estructural no debe ser confundido con el vocabulario y propósitos concretas que determinan (es decir, ejercen presiones, crean un
del estructuralismo. Esta corriente propone teorías y métodos de campo de posibilidades y de limitaciones) el horizonte de interpre-
análisis cultural que pueden ser útiles, sugerentes e interesantes tación; con distintas modalidades de circulación, que dependen del
pero claramente insuficientes para nuestro objetivo, porque se cen- grado de desarrollo técnico y de la organización social de dichas
tran exclusivamente en los aspectos internos del objeto cultural o técnicas; y en contextos históricos concretos, de los que son expre-
forma simbólica, mientras que nuestro enfoque postula contem- sión y a los que contribuyen a reproducir y transformar en el acto
plarlos de acuerdo con su inserción y vínculos en los procesos y mismo de su reproducción. En realidad, un análisis que tome en
contextos históricos de los que forman parte, en los que son consti- consideración los aspectos y secuencias señalados tendrá que ocu-
tuidos y a los que contribuyen a producir y reproducir. Las estruc- parse no sólo de relaciones de sentido (existencial), sino también
turas sociales no pueden ser consideradas tan sólo como una espe- de relaciones de fuerza (dominación/subordinación) y de relacio-
cie de entorno externo que establece condiciones y limitaciones. nes de estructura (la vinculación con el campo autónomo y la
Como han mostrado, por ejemplo, las etnografías de audiencias estructura social).
82 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA EL ANÁLISIS ESTRUCTURAL DE LA CULTURA 83

2. Las caractensticas de las formas simbólicas Los síntomas que presenta el paciente contienen información des-
criptiva acerca de la enfermedad que padece para el médico, pero
Hemos definido la cultura como un sistema significante realiza- no para el lego ignorante» (Mosterin, 1993: 108).
do (de acuerdo con Williams) o como información adquirida por La información práctica aporta instrucciones y nos indica cómo
aprendizaje social (Mosterin, Morin). Ambas definiciones respon- hacer las cosas. No es verdadera ni falsa, sino eficaz o ineficaz en la
den a nuestro modelo de análisis, pues en los términos «realizado» consecución de un resultado. Puede estructurarse en forma de pro-
y «social» se halla reconocida la dependencia de estructuras objeti- grama, que es una lista de instrucciones que indican lo que hay que
vas condicionantes del sistema significante o del capital informa- hacer para alcanzar un cierto resultado. Su incorporación en el ser
cional. Para convertir esta definición en metodológicamente opera- humano se realiza mediante el modelado de habilidades.
tiva deberemos especificar con mayor precisión las unidades de La información valorativa o normativa proporciona valores,
análisis y sus características fundamentales. Con independencia evalúa de acuerdo con criterios y define la forma correcta de hacer
de su extensión circunstancial, denominaremos formas simbólicas las cosas. Nos dice lo que es bueno/malo, justo/injusto, hermo-
a tales unidades y las consideraremos especificadas mediante seis so/feo, agradable/desagradable. Modela nuestros deseos, de acuer-
características básicas: son intencionales, convencionales, estruc- do con las pautas imperantes en el grupo. Finalmente, la informa-
turales, referenciales, normativas y contextuales. ción prospectiva nos proporciona utopías y metas. Nos dice lo que
es posible e imposible, configura nuestras esperanzas, ambiciones
y temores y modela nuestro sentido del cambio o de la mutabilidad
2. 1. TIPOS DE INFORMACIÓN histórica.
La socialización cultural siempre proporciona información de
Una forma simbólica es una acción, objeto o expresión signifi- los cuatro tipos. La distinción entre algunos de ellos es sutil,pero
cante, es decir, portadora de información para los seres humanos. no debe ser tomada como meramente analítica, pues tiene efectos
Mosterin distingue tres sentidos distintos del concepto informa- en la vida real. En una forma simbólica concreta suele predominar,
ción: sintáctica (que se refiere a la forma), semántica (alude a la prima facie, uno de ellos, pero los restantes pueden hallarse más o
correlación) y pragmática (en tanto que tiene capacidad para cam- menos latentes. Así sucede de forma especial en aquellas formas
biar el estado del receptor). La información en sentido pleno sería simbólicas que se hallan vinculadas muy estrechamente a procesos,
la pragmática (que presupone la sintáctica como condición de prácticas o momentos cruciales de la vida social o a circunstancias
posibilidad). Mosterin diferencia tres tipos de información prag- existenciales. Por ejemplo, la afirmación de Jesús -«Pobres, siem-
mática (descriptiva, técnica y valorativa), pero a nuestro entender pre los tendréis con vosotros»-, ante las críticas de Judas de que
el cuadro queda más completo si añadimos un cuarto tipo que debiera gastarse el dinero invertido en perfumes para lavar sus pies
podemos denominar información prospectiva (el conjunto resul- en limosnas para los menesterosos, implica un reconocimiento de
tante surge mediante la combinación complementaria de los tipos la existencia de la pobreza (información descriptiva), una aprecia-
de información pragmática de Mosterin, 1993, y las modalidades ción acerca de las formas de tratarla mediante la limosna (informa-
fundamentales de interpelación ideológica de Therbom, 1987). ción técnica), una valoración de la pobreza y de la caridad como
La información descriptiva aporta datos, nos dice cómo es el mala y buena respectivamente (información normativa) y una afir-
mundo, lo que existe y lo que no existe, quiénes somos y cómo es mación acerca de la inevitabilidad de la pobreza (información
la realidad. «Qué información descriptiva contenga un mensaje prospectiva) que ha dado mucho juego a las versiones conserva-
depende, entre otras cosas, de las creencias y representaciones pre- doras del cristianismo para defender la caridad frente a la justicia.
vias del receptor, de su conocimiento anterior. En primer lugar, Continuando con la misma temática, también suele decirse
depende de que el receptor entienda o no la lengua en que está arti- «cada cual tiene lo que se merece». Esta afirmación transmite
culado el mensaje (o las convenciones cartográficas en que se basa información descriptiva (existe la desigualdad, existe la legitima-
el mapa). Además, depende de lo que el receptor sepa previamente. ción meritocrática), información técnica (la meritocracia como
'-

84 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA EL ANÁLISIS ESTRUCTURAL DE LA CULTURA 85

procedimiento operativo para asignar recursos), información valo- de estratificación no implica que la correlación sea directa e inme-
rativa (la meritocracia es deseable), información prospectiva (cada diata, que el sentido de la correlación esté dado de antemano y que
cual puede llegar hasta donde alcancen sus méritos~. no existan valores o criterios de valoración transociales, es decir,
En ambos ejemplos queda patente la presenCIa de los cuatro transferibles a contextos heterogéneos. Lo mismo podría decirse
tipos de información. Donde la distinción se torn~ más problem~ti­ del carácter convencional: hace referencia a la forma como se pro-
ca es al diferenciar entre información normativa y prospectlva duce el significado, y esta forma es social. Por tanto, somos parti-
(valores y metas), pues en ciertos casos lo deseable y lo posi?le darios de diferenciar analíticamente las características relativas a
coinciden. No obstante, la diferencia existe y tiene consecuenCIas la significación (intencionalidad, convencionalidad, estructurali-
importantes, como puede verse analizando más en detalle ciertos dad y referencialidad) y al valor (normatividad) del carácter con-
discursos relativos a la desigualdad. Mientras los igualitaristas pos- textual, que interviene y modifica todas las demás. Veamos con
tulan un mundo sin pobreza, explotación y alienación (por tanto, mayor atención cada una de las citadas características. Una breve
consideran el estado de justicia y de equidad como un valor y como aproximación a las mismas puede ser útil para comprender mejor
una posibilidad) y sostienen que la pobreza es un mal social (infor- el alcance del análisis cultural que a un tiempo es una ciencia com-
mación descriptiva) remediable mediante la revolución o el estado prensiva y explicativa.
de bienestar (información técnica), el catolicismo oficial estima En primer lugar, decimos que las formas simbólicas son inten-
que la pobreza es un mal irremediable (depende de la condición cionales, es decir, que son (o son percibidas como) expresiones de
pecadora del ser humano), aunque mitigable (lo que significa que; un sujeto y se orientan a un sujeto (o sujetos). El sujeto creador o
a) no es deseable, pero b) no puede ser evitada, e) sino tan sólo productor persigue determinados fines u objetivos, pretende expre-
atemperada). Por su parte, el liberalismo meritocrático considera sarse a sí mismo o transmite un significado. Su obra es un mensaje
la pobreza como un mal culpable (cada cual tiene lo que se merece, que demanda atención y comprensión. Pero al subrayar Thompson
el estado en que cada uno se encuentra es responsabilidad exclusi- esta característica (que, por otra parte, le sitúa dentro de la tradi-
va del individuo) y que no puede ser evitado (siempre habrá ricos y ción weberiana y hermenéutica) no pretende sugerir que las for-
pobres, listos y tontos, quienes gobiernan y quienes obedecen). mas simbólicas puedan ser analizadas en exclusiva de acuerdo con
Dado ese diagnóstico, es insensato, incluso, plantear una supera- las intenciones del autor, sino tan sólo constatar que la constitu-
ción de dicha lacra mediante cualquier tipo de ingeniería social ción de los objetos como formas simbólicas presupone un sujeto
(sea la revolución o el estado de bienestar) porque produciría efec- capaz de actuar intencionalmente. Ahora bien, la intención del
tos perversos, y el remedio sería peor que la enfermedad. Pero, ade- autor no es la única fuente del significado. Intención y significado
más, la citada diferencia se hace también explícita en el hecho de son potencialmente divergentes. El sujeto puede haber tenido
que coincidiendo distintas personas en las mismas metas, les otor- varias intenciones, intenciones conflictivas, motivaciones «incons-
gan en cambio distinta valoración. cientes» o incluso no tener ninguna intención clara en absoluto.
En segundo lugar, se afirma que las formas simbólicas son con-
vencionales, es decir que la producción, construcción o uso de for-
2.2. LAS CARACTERÍSTICAS BÁSICAS mas simbólicas, al igual que la interpretación de las mismas por
parte de los sujetos que las reciben, son procesos que implican típi-
En relación con las características básicas, nuestro plantea- camente la aplicación de reglas, códigos y convenciones de diver-
miento también es el resultado de una modificación de un esque- sos tipos. Estos códigos pueden ir desde las reglas gramaticales
ma previo, en este caso de Thompson, quien distingue sólo cinco hasta las rutinas y convenciones más informales de la interacción
porque incluye el análisis de los procesos de valoración dentro del social (recordemos en relación con ello los análisis de Goffinan o
carácter contextual. A nuestro entender, esta inclusión produce en los etnometodólogos). Estas reglas son utilizadas generalmente de
realidad confusión, porque parece reducir el valor a una relación una forma práctica, no necesariamente consciente. Bourdieu habla
social. Que los esquemas de valoración correlacionen con formas al respecto de la lógica débil o la razonabilidad del sentido prácti-
\..

86 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA EL ANÁLISIS ESTRUCTURAL DE LA CULTURA 87

co; Giddens de la conciencia práctica. Aunque se trate de un cono- portivo), descuidando las más elementales leyes físicas y dicho edi-
cimiento tácito, es social en el sentido de que es compartido. S. ficio se derrumba y aplasta a las personas que había dentro, algu-
Hall, como después veremos, distinguía además entre reglas de nos efectos de su implosión (caerse y matar) no son sólo ni princi-
codificación (proceso de producción) y reglas de decodificación palmente semióticos.
(proceso de apropiación), subrayando que no coinciden necesaria- En quinto lugar, las formas simbólicas son objeto de procesos
mente y abriendo, con ello, las posibilidades de la interpretación. de valoración. Podemos distinguir, siguiendo a Machado -«todo
En tercer lugar, afirmamos que las formas simbólicas son estruc- necio confunde valor y precio»-, dos formas principales de valora-
turales, es decir, que son construcciones que manifiestan una es- ción: a) valoración simbólica o valor que se les atribuye en cuanto
tructura articulada. Constan de elementos que mantienen unas que son estimadas por los individuos que las producen o reciben,
determinadas relaciones entre sí. Pueden ser analizadas formalmen- es decir, en tanto que proporcionan sentido existencial e identidad
te, como, por ejemplo, estudiamos la estructura narrativa de un mito social, y b) valoración económica, en tanto que mercancías que
(sobre análisis narrativo véase Riessman, 1993 y Cortazzi, 1993). A pueden ser intercambiadas en el mercado. Ambas formas de valor
su vez, en la medida en que determinados elementos de dicha estruc- son convencionales. No existen criterios objetivos para determinar-
tura los hallamos configurando otros relatos particulares podemos los e incluso aquellos que en apariencia operan como «objetivos»
hablar de un sistema. Un sistema simbólico es una constelación de resultan enormemente problemáticos (por ejemplo, la estampación
elementos que existen con independencia de una forma simbólica de la firma de un autor reconocido en un lienzo, sin que entremos
concreta pero que se realizan en un determinado repertorio de ellas. ahora a analizar cómo se produce ese reconocimiento, puede ser
(Estos aspectos han sido explorados, sobre todo, por el estructuralis- falsificada y finalmente el valor de un cuadro como en el último
mo, .desde Ferdinand de Sausure pasando por el formalismo ruso de affaire Goya-Maella -véase la prensa de la primera quincena de
Vladimir Propp hasta la moderna semiótica.) marzo de 1996- muestra la fragilidad de cualquier criterio). En
Con ser importante, este planteamiento tiene limitaciones: aun- realidad, dado que tampoco existen instancias sociales universal-
que el significado se basa en rasgos estructurales y elementos sisté- mente reconocidas (una especie de Banco Central del valor simbó-
micos, nunca se reduce a ellos. Su insuficiencia nos lleva al proble- lico y económico del arte), ambos tipos de valoración están someti-
ma del referente que trataremos con posterioridad: toda forma dos a disputa, lucha y conflicto, y, como tales conflictos se dirimen
simbólica es representación de algo, está en lugar de otra cosa, y la siempre en marcos estructurados asimétricamente, suelen gozar de
forma y el referente no se identifican. El referente es un objeto mayor legitimidad las valoraciones de los grupos dominantes.
extralingüístico, extrasemiótico. Por otra parte, al concentrarse en
exclusiva en el análisis interno, el estructuralismo abstrae las for- El campo literario (etc.) -nos dice Bourdieu- es un campo de
mas culturales de los procesos y contextos sociohistóricos en que fuerzas que se ejercen sobre todos aquellos que penetran en él, y de
se hallan engastadas. forma diferencial según la posición que ocupan (por ejemplo, toman-
En cuarto lugar, las formas simbólicas son referenciales, es do puntos muy alejados, la de un dramaturgo de éxito o la de un poe-
ta de vanguardia), al tiempo que es un campo de luchas de competen-
decir, son construcciones que representan algo, se refieren a algo,
cia que tienden a conservar o a transformar ese campo de fuerzas. y
dicen algo sobre algo. Con la especificidad referencial se alude a las tomas de posición (obras, manifiestos o manifestaciones políti-
que en una ocasión dada de uso, una figura o expresión particular cas, etc.) que se pueden y deben tratar como «sistema» de oposicio-
se refiere a un objeto u objetos específicos del mundo, sean indivi- nes para las necesidades del análisis, no son el resultado de una for-
duos o estados de cosas (McLellan, 1995). Los signos tienen corre- ma cualquiera de acuerdo objetivo, sino el producto y el envite de un
latos objetivos, existenciales, ontológicos. Pero este problema nos conflicto permanente. Dicho de otro modo, el principio generador y
lleva más allá de la mera semiótica que exclusivamente es una cien- unificador de este «sistema» es la propia lucha (1995: 344-345).
cia de los signos. Cuando en los discursos posmodernos se dice que
el lenguaje carece de determinación, se olvida que si un arquitecto Pero, además, los criterios de valoración no sólo son conflicti-
posmoderno construye un edificio (pongamos por caso un polide- vos y disputados, sino contrastados: es decir, que los que operan
88 SOCIOLOGíA DE LA CULTURA EL ANÁLISIS ESTRUCTURAL DE LA CULTURA 89

con éxito en un subcampo pueden ser puestos en entredicho en mica por galerías, editoriales, medios de comunicación de masas
otro. Por ejemplo, en el subcampo de la producción cultural para el ~or .tanto, el análisis de los procesos de valoración nos conduc~
mercado de masas lo importante es el éxito de público; mientras IneVItablemente a la última característica.
que en el subcampo de la vanguardia la consagración se, obtiene ~n. sexto lugar, las formas simbólicas son contextuales, es decir,
mediante la ruptura con las normas establecidas y la no claudica- estan Insertas en contextos y procesos sociohistóricos dentro de los
ción al mercado, que son los valores reconocidos por los iguales. cu~e.s y por D?-ed~~ de los cuales son producidas, transmitidas y
y en la subcultura de un movimiento nacionalista, por ejemplo, se recI~~das. El sIgruficado y valor de una forma simbólica varía en
valorarán positivamente aquellas formas simbólicas capaces de fun~lOn de los contexto.s de su apropiación. Éste es un aspecto que
expresar la identidad patriótica colectiva con independencia de la ha s.Ido ~bordado amplIamente por los estudios etnográficos de las
estima que merezcan en otros contextos. En realidad, no puede aUdI~nCIas. El carácter. contextual de las formas simbólicas implica
decirse que exista un mercado unificado para bienes culturales q.ue estas son prodUCIdas, transmitidas y recibidas por agentes
(existen diversos mercados) y, además, se caracterizan por ser esca- sIt~ados dentro de determinados contextos sociohistóricos y que
samente transparentes. estan dotados coI?- re~~rsos y capacidades de diversos tipos.
Los individuos que ocupan posiciones en un campo se encuen- La contextuallzaclOn de las formas simbólicas significa que los
tran implicados inevitablemente en estos procesos --conflictivos- contextos son temporal y espacialmente específicos y que están
de valoración y se ven forzados a adoptar tomas de partido. Sus estructurad<:>s de diversas maneras. En el capítulo anterior, al anali-
estrategias dependen de sus posiciones. Siguiendo a Thompson, zar la relaCIón entre cultura y sociedad, hemos diseccionado la
podemos distinguir tres tipos de estrategias para cada tipo de posi- estru~tura o dimensiones básicas del concepto de sociedad: marco
ción. Quienes ocupan posiciones dominantes utilizan usualmente espac~o.tem?oral, ~ampo de acción, instituciones y movimientos,
estrategias de distinción (atribuyen gran valor a bienes escasos o estratIficacIón SOCIal. Un análisis de contexto debería tener en
costosos), de mofa (ridiculización o minusvaloración de las formas cuenta al menos dichos niveles.
de los grupos subordinados) y de condescendencia (forma sutil de Analiz~ la estructura social de un campo o de una institución
afirmar la dominación sin declararla). Quienes ocupan posiciones es determInar las asimetrías y diferencias que son relativamente
intermedias (poseen sólo un tipo de capital o cantidades relativa- estables y tratar de establecer los criterios, categorías y principios
mente pequeñas de los distintos tipos) utilizan usualmente estrate- que les subyacen (Thompson, 1990: 150). Esto nos lleva a plantear
gias de moderación (valoran los bienes que están a su alcance, bus- el problema del poder y la dominación. En su significación básica el
can la relación calidad/precio), de pretensión (estrategia de asimila- po~e~ es la ~apacidad para actuar en la prosecución de los propios
ción de las formas simbólicas de los grupos dominantes que mani- obJet~vos e I~tereses. Cuando las relaciones establecidas de poder
fiesta su ambición) y de devaluación (minusvalorar las formas de son SIstemáticamente asimétricas (formas duraderas de exclusión)
los grupos por debajo de ellos). Quienes ocupan las posiciones ento~ces puede decirse que nos hallamos ante una situación de
subordinadas, poseen menos recursos y sus oportunidades están domInación/subordinación. Algunas divisiones asimétricas son las
más limitadas, utilizan usualmente las estrategias del pragmatismo clases sociales, el sexo, los grupos étnicos, los Estados-naciones.
(otorgan el máximo valor a lo funcional y necesario: de necesidad Estos rasgos contextuales no deben interpretarse como mera-
virtud), de admiración resignada (valoración respetuosa de las posi- ~ente restrictiv?s y limitadores. Son también constitutivos, posibi-
ciones superiores, reconocimiento de su inferioridad y de la inevi- lI~antes y cap~cltantes de la acción y la interacción, de la produc-
tabilidad) y de rechazo (ridiculizar ciertas formas superiores CIón y recepCIón de las formas simbólicas. Así, puede sostenerse
mediante parodia, humor) (véase al respecto el análisis de X. Bou- que la forma como se producen los objetos culturales afecta a su
zada sobre lo esnob y lo hortera, 1994). naturaleza y contenido (Peterson, 1994: 182). La posición ocupada
Pero, además, las estrategias de valoración suelen estar encarna- por. ~n creador cultural en un campo o institución, y la recepción
das también por determinadas instituciones: las de valoración sim- ant~clpada de la forma simbólica que se crea, son condiciones
bólica por museos, escuelas, universidades; las de valoración econó- SOCIales de producción que la moldean y condicionan la apropia-
90 SOCIOLOGíA DE LA CULTURA EL ANÁLISIS ESTRUCTURAL DE LA CULTURA
91
ción por parte de la audiencia. Lo mismo puede decirse del proceso formal o discursivo, y la interpretaci6n y re-interpretaci6n. Hay que
de recepción, que no consiste en una asimilación pasiva, sino en un notar que si bien Thompson advierte que más que fases secuencia-
proceso activo de interpretación y evaluación en el que el significa- les de un proceso de investigación son dimensiones ineludibles
do se constituye y reconstituye activamente; y que no siempre es después se refiere a ellas como fases y al menos sostiene que la ter~
una práctica que se realice con el óptimo de concentración, en com- cera presupone a las otras dos.
pleto aislamiento, al margen de otras interpretaciones y valoracio-
nes, sin intervención de las industrias e intermediarios culturales y 1. El análisis sociohistórico: Su objetivo es reconstruir las
en desconexión con otras prácticas vitales (Press, 1994: 240). condiciones sociales e históricas de la producción, circulación y
recepción de las formas simbólicas. Cinco tipos de condiciones
subraya Thompson, que pueden tomarse como otros tantos nive-
3. Las dimensiones y etapas del análisis estructural les de profundización en este análisis: identificar y describir los
marcos espacio-temporales, los campos de interacción (en el sen-
Una especificación de conjunto de las dimensiones y etapas del tido de Bourdieu), las instituciones sociales, la estructura social
análisis cultural que resulte operativa y se halle suficientemente (asimetrías y diferencias estables) y los medios técnicos de ins-
desarrollada como para servir de guía en la investigación, sólo la cripción y transmisión. «La primera tarea de un enfoque herme-
hemos hallado en la obra de Griswold y en la de Thompson. En pri- néutico profundo es reconstruir las condiciones y contextos so-
mer lugar, expondremos las dimensiones del análisis de la «herme- ciohistóricos de la producción, circulación y recepción de las for-
néutica profunda» siguiendo a Thompson, después un breve esbo- ma.s simbólicas, para examinar la reglas y convenciones, las re-
zo del modelo de análisis que Griswold denomina «diamante cultu- laCIOnes sociales e instituciones, y la distribución del poder, recur-
ral», y finalmente la secuencia de etapas de un análisis global sos y oportunidades en virtud de los cuales estos contextos for-
siguiendo la propuesta aplicada por Thompson a la comunicación man campos diferenciados y socialmente estructurados» (1990:
de masas. Las propuestas de Thompson y Griswold coinciden en su 284).
pretensión de proporcionar un modelo analítico completo, en el 2. Los objetos y expresiones significativos que circulan en los
sentido de integrar diversos tipos de análisis de forma complemen- campos sociales son construcciones simbólicas complejas que pre-
taria, para abordar exhaustivamente y sin reduccionismos el pro- sentan una estructura articulada. Esta característica relativa a la
blema del significado y el valor de las formas simbólicas organización interna es abordada mediante el análisis formal o dis-
cursivo, en sus distintas variantes .
. , 3. L~ tercera ~imensión es la interpretación/re-interpreta-
3.1. LAS DIMENSIONES DEL ANÁLISIS CIO?: ~a mterpretacI.ón pre~upone el análisis histórico-social y el
anál~sIs formal. Se dIferenCIa de ellas en que procede por síntesis,
Thompson propone como marco interpretativo una metodolo- mediante la construcción creativa del posible significado. La
gía que denomina «hermenéutica profunda», cuyo fin es sortear interpretación se ocuparía del carácter referencial: «Las formas
tanto la falacia reduccionista (asumir que las formas simbólicas sim?ólicas representan algo, dicen algo sobre algo, y es este
pueden examinarse exhaustiva y adecuadamente en función de sus caracter trascendente lo que debe ser aprehendido en el proceso
condiciones externas de producción y recepción) como la falacia de interpretación» (1990: 290). Simultáneamente es un proceso de
internalista (asumir que resulta suficiente el análisis interno de las re-interpretación, porque las formas simbólicas pertenecen a un
formas simbólicas) (1990: 272-327). Esta metodología comprende dominio preinterpretado y, por tanto, podemos proyectar un sig-
tres dimensiones analíticas en un proceso interpretativo complejo nificado que es divergente del que aportan los propios actores
que debe abarcar tanto la producción como la circulación y recep- sociales. En tanto que re-interpretación de un dominio preinter-
ción y, por supuesto, el análisis interno de las propias formas sim- pretado, este proceso es arriesgado, conflictivo y discutible. «La
bólicas. Estas dimensiones son el análisis sociohist6rico, el análisis posibilidad de un conflicto de interpretación es intrínseca al pro-
92 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA EL ANÁLISIS ESTRUCTURAL DE LA CULTURA
93
pio proceso de interpretación» (ibidem). Esta posibilidad de un Mundo social
conflicto o divergencia crea un espacio para la crítica potencial
de la interpretación, que Thompson explora en concreto en una de
las posibles versiones de la interpretación: el análisis de la ideo-
logía.
Pese a la importancia que Thompson concede tanto en esta
obra como en otras suyas a esta tercera dimensión, resulta curioso
que no haya especificado, de la misma forma que hace con las Creador Receptor
otras dos dimensiones, las técnicas disponibles para elaborar la
síntesis interpretativa. Más bien parece que nos movemos en un
plano donde el autor es un creador intuitivo y donde la relevancia y
credibilidad de la interpretación dependerá, ante todo, de sus dotes
personales de persuasión argumentativa y retórica más que del
rigor de los protocolos. Solamente al final del libro sostiene que la
validez de la plausibilidad de la interpretación ideológica excluye
Objeto cultural
cualquier imposición y depende de la evidencia y argumentos.
FIG.2.1. El diamante cultural de Griswold (1994: 15).
3.2. EL DIAMANTE CULTURAL DE W. GRISWOLD
to, así como sus semejanzas y diferencias en relación con otros
El planteamiento de Griswold se mueve dentro de similares objetos. Necesitamos considerar quién lo ha creado (hecho, forma-
parámetros: los críticos literarios, los historiadores del arte y los do, dicho) y quién lo recibe (oye, ve, cree). Necesitamos pensar
humanlstas en general tienen tendencia a contemplar las obras de acerca de los diversos vínculos [ ... ] Una vez que hayamos compren-
arte como un universo autorreferencial que posee una estructura y dido los diversos puntos y vínculos del diamante, podremos decir
un significado. Pero, con frecuencia, se olvidan de que los objetos que tenemos una comprensión sociológica de este objeto cultural»
culturales son fabricados por seres humanos (creadores), han de (Griswold, 1994: 16).
ser recibidos por audiencias que se apropian de ellos también
como productores activos de significado, y que ambos, creadores y
receptores, no flotan libre e inconexamente en un universo vacío 3.3. LAS ETAPAS DEL ANÁLISIS CULTURAL
de infinitas potencialidades de interpretación, sino que se hallan
anclados en contextos particulares (mundo social) que determinan El análisis que Thompson aplica a la comunicación de masas
y constituyen. La sociología de la cultura se ocupa, primero y prin- puede ser tomado como un modelo de análisis cultural en la medi-
cipalmente, de la relación entre los objetos culturales y el mundo da en que todas las formas culturales son intencionales y compor-
social del cual forman parte creadores y receptores. Esta concep- tan, al menos implícitamente, comunicación. Todo proceso de
ción le lleva a formular su modelo analítico del diamante cultural comunicación supone un emisor (proceso de transmisión o difu-
que consta de cuatro puntos o posiciones y seis vínculos o conexio- sión), un mensaje (proceso de circulación) y un receptor (proceso
nes entre ellos. No constituye una teoría de la cultura propiamente de apropiación). Estamos, obviamente, ante un esquema clásico en
dicha porque nada infiere a priori acerca de las relaciones entre el ámbito de las ciencias de la comunicación, desde que Laswell
dichos puntos, tan sólo pretende mostrar las complejas relaciones formulara su modelo analítico. Lo que aporta Thompson es una
que debe considerar una «comprensión completa» de un objeto secuenciación del análisis que debe efectuarse teniendo presentes
cultural dado: «Necesitamos identificar las características del obje- las dimensiones anteriormente estudiadas y señalando las técnicas
94 SOCIOLOGíA DE LA CULTURA EL ANÁLISIS ESTRUCTURAL DE LA CULTURA 95
a aplicar en cada caso, lo cual hace que el modelo tenga mayor
operatividad y capacidad para captar la complejidad. Sin'embargo,
~ .;....~_ón ... , . _ \
Análisis sociohistórico
PRODUCCIÓN
creemos que su esquema debe ser modificado parcialmente, para
que pueda ajustarse mejor a las especificidades de los procesos cul-
turales, al menos en las sociedades modernas. Su enfoque, siendo
tripartito como el que nosotros proponemos, no distingue adecua- Análisis sociohistórico
damente a nuestro juicio entre producción, de un lado, y difusión y ANÁLISIS
ESTRUCTURAL
TRMISMtSIÓN
~ e i~t~rpretaclón de la do~a. - + significado
M.~_.Odl~"~~j
circulación, de otro. Las instituciones y las técnicas implicadas en 1) Copresencia Análisis de contenido
cada caso pueden ser diferentes y, cuando contemplamos el fenó- 2) Desvinculación

meno en una perspectiva histórica, los procesos están totalmente


disociados: el proceso de producción del Quijote no mantiene nin-
~
Análisis sociohistórico
RECEPClÓN
guna conexión con las formas de difusión y circulación de la obra e interpretaCión de la doxa
¡
en la actualidad que pueden oscilar desde una edición de superlujo
efecto feedback
grabada por Dalí hasta una película, dibujos animados o CD-Rom.
En la figura 2.2 exponemos la estructura del enfoque tripartito de FIG. 2.2. Metodolog{a del análisis estructural, a partir del esquema de
Thompson convenientemente modificado para asumir nuestras Thompson.
matizaciones.
El proceso de producción puede ser analizado mediante la com-
binación del análisis sociohistórico y la investigación etnográfica La circulación de las formas simbólicas, desde nuestro punto de
(o interpretación de la doxa). Se mueve, pues, en dos frentes: de un vista, debe estudiarse por separado y en un cuádruple nivel. No
lado, investigación de las condiciones sociales de producción a par- consiste solamente en un análisis formal o discursivo como propo-
tir del estudio de los campos, instituciones, técnicas y tecnologías y ne Thompson, al reducir esta segunda fase a la estructura del men-
relaciones sociales y, de otro, aproximación a las interpretaciones saje. En primer lugar, podemos aplicar un análisis sociohistórico al
y comprensiones que de dichos procesos tienen quienes toman par- estudio de los campos, instituciones y relaciones sociales, así como
te en ellos. Mediante esta interpretación nos aproximamos a los a las modalidades de circulación y a las técnicas y tecnologías rela-
códigos, normas, sistemas de creencias, etc., que actúan como con- tivas a los soportes de la información. En segundo lugar, podemos
diciones del proceso de producción. practicar un análisis etnográfico para captar las interpretaciones
Como ha señalado Peterson (1994), el análisis de la producción de los intermediarios culturales y de todos lo agentes que contribu-
se introduce en los años setenta. Constituye una crítica de la teoría yen a la difusión. En tercer lugar, debemos analizar las estructuras
del reflejo y considera la relación entre cultura y sociedad como formales del mensaje. Las técnicas disponibles en la actualidad son
problemática. Se centra en indagar las maneras como los procesos numerosas y han sido desarrolladas fundamentalmente por los
de creación (producción, evaluación, socialización y conservación) practicantes del análisis lingüístico y literario, así como por los an-
cultural influyen en el contenido de la cultura. Entre sus líneas de tropólogos: semiótica, análisis conversacional, análisis sintáctico,
investigación pueden señalarse: la estructura del mercado o merca- pragmática, análisis narrativo (véanse Alasuutari, Propp, Greimas,
dos para bienes culturales, las transformaciones del mercado en el Eco, etc.). Finalmente, y resulta curioso que un libro tan exhausti-
tiempo, la estructura de beneficios o valoraciones, la estructura de vo como el de Thompson lo haya omitido, debemos hacer análisis
la presentación/exhibición social, la carrera de los creadores cultu- de contenido. Posiblemente considere subsumidas parte de las
rales, las condiciones que facilitan la creatividad, las comparacio- tareas que implica éste en esa síntesis interpretativa final, en la que
nes entre jerarquías y niveles culturales. Al abordar la relación puede llegar a plantearse el análisis de la ideología. Pero ni se cita
entre cultura y sociedad se estudia ante todo, como dice Brain, «el dicha técnica ni parece contemplado un estudio en términos estric-
rango de la acción posible» (1994: 218). tos de sistema de creencias, es decir, de contenido interno. Tan sólo
96 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA EL ANÁLISIS ESTRUCTURAL DE LA CULTURA 97

se habla del análisis del discurso, pero entendido como una indaga- Por aparato institucional se entiende un conjunto de dispositi-
ción puramente formal de las secuencias narrativas típicas de dis- vos institucionales dentro del cual se despliega el medio técnico y
tintas formas de comunicación (para una perspectiva sociológica dentro del cual se hallan insertos los individuos implicados en la
del análisis del discurso, véase Fairclough, 1993). codificación y decodificación de las formas simbólicas. Considere-
Por otra parte, al hablar de transmisión nos parece fundamen- mos, por ejemplo, las instituciones implicadas en la transmisión de
tal distinguir dos modalidades básicas que implican una estructura un libro: editorial, red de distribución, medios de comunicación
muy diferente del proceso comunicativo. La primera de ellas se de masas, librerías y sistema educativo, en primer lugar, pero tam-
caracteriza por la copresencia y tiende a ser primordialmente oral, bién otras instituciones privadas o públicas (la política estatal del
mientras que la segunda implica una desvinculación de la presen- libro, por ejemplo, la censura, etc.).
cia física gracias a la transmisión de la información por soportes Los tipos de distanciamiento espacio-temporal de la forma sim-
de diverso tipo (papel, cintas magnéticas, etc.). Las diversas posibi- bólica en relación con su contexto de producción permiten deter-
lidades de almacenamiento suponen una ruptura de la relación minadas modalidades de apropiación. La escritura, grabar inscrip-
tempo-espacial entre el proceso de producción y el de recepción: la ciones en ladrillos o en piedras, supone una primera posibilidad de
distancia ya no es un obstáculo importante para la transmisión de transportar mensajes en el espacio y el tiempo sin co-presencia.
información y permite concebir el mundo como un único espacio Merced a todos los artefactos que se han inventado para el almace-
comunicativo. Pero, más todavía, hace posible recrear y trasponer naje y el transporte se ha incrementado exponencialmente el dis-
significados en contextos diferentes, con lo cual la transmisión no tanciamiento espacio-temporal.
es una mera reproducción como copia sino también como genera- La recepción y apropiación de los mensajes puede ser analiza-
ción o recreación. da, como la producción, mediante el análisis sociohistórico y
El análisis de las modalidades de transmisión cultural ha sido mediante el enfoque etnográfico. En el primer caso estudiaremos
desarrollado ampliamente por Thompson tanto en Ideology and las circunstancias, marcos y condiciones, así como las técnicas y
modern culture (1990: 163 y ss.) como en Media and Modernity tecnologías mediante las que se produce la recepción. En el segun-
(1995): En todo intercambio o transmisión cultural pueden distin- do, las interpretaciones que las audiencias o receptores realizan del
guirse tres aspectos: a) el medio técnico, b) el aparato institucional, proceso de apropiación. Pero, además, el análisis de la recepción
y c) el distanciamiento espacio-temporal. De acuerdo con esta dis- debe ser prolongado (Thompson alude a ello, pero no lo especifica
tinción, lo que habitualmente es mirado como un medio -periódi- en su esquema) mediante un análisis de los efectos de los procesos
cos o televisión- se contempla mejor como una modalidad de de comunicación, algunos de ellos pueden ser esperados y desea-
transmisión cultural que combina de determinada manera un dos, otros imprevistos y deseados y otros imprevistos e indeseados.
medio técnico, un aparato institucional y un cierto tipo de distan- La sociología de la recepción, según Press (1994), es un paradig-
ciamiento espacio-temporal. Correo, cine, radio, televisión, teléfo- ma emergente, que viene desarrollándose desde los setenta en el
no, etc., son, pues, modalidades más que medios de transmisión campo de los Cultural Studies. Pueden señalarse, a su juicio, dos
cultural. tradiciones o corrientes fundamentales: la americana centrada,
El medio técnico o soporte material comporta los siguientes sobre todo, en la recepción literaria, y la británica, ocupada en las
atributos: cierto grado de fijación que lo convierte en un mecanis- etnografías de la cultura popular, especialmente de la cultura juve-
mo de almacenaje de información; cierto grado de reproducción nil y de las audiencias televisivas. Entre los autores que más desta-
(problemas de copyright, distinción de original y copias); afecta a la can dentro de esta perspectiva analítica se encontrarían: Bourdieu
naturaleza y alcance de la participación (requieren determinados y su investigación de los procesos de distinción cultural (replicados
recursos, habilidades y facultades). «Un medio técnico no puede y contestados después por Lamont); Griswold con su investigación
ser disociado de los contextos sociales en que es empleado por los transcultural, según la cual los objetos culturales no tienen signifi-
individuos implicados en la codificación y decodificación de las cados estables; Radway y Ang, que estudian las formas de recep-
formas simbólicas» (1990: 167). ción literaria y televisiva, respectivamente, y que enfatizan el carác-
98 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA EL ANÁLISIS ESTRUCTURAL DE LA CULTURA 99

ter polisémico de los textos; Long, que aborda la recepción como ambicioso por su voluntad integradora y su alcance, aventurado
un campo de lucha donde participan industrias culturales, críticos porque nadie nos garantiza que no sucumbiremos a tamaño reto.
y audiencias y que muestra en su trabajo cómo la selección de lec- Sin embargo, estamos convencidos de que sólo trabajando en este
turas está influenciada por procesos de valoración y autoridades marco la sociología de la cultura irá consolidando el respeto que
externas, mientras que la interpretación de los contenidos es más está adquiriendo en los últimos años y no quedará como una moda
abierta. Lo que puede concluirse de la revisión de estas obras y pasajera o como práctica de diletante s sino como un desafío y una
autores, según Press, es que el énfasis en el carácter creativo del tarea ineludible de la ciencia social.
proceso de recepción no debe descuidar el análisis de las condicio- Dado que somos conscientes de que la tarea propuesta es ina-
nes y limitaciones que el marco cultural más amplio impone a la barcable para un individuo particular, en las páginas siguientes,
habilidad de los lectores. El peligro de cierta etnografía de la recep- más que un desarrollo y una presentación sistemática de cada uno
ción radicaría en manejar un concepto restringido y estrecho de de los puntos que se siguen del esquema esbozado en la metodolo-
audiencia, que ignora el hecho de su inserción en contextos socio- gía del análisis cultural, nos proponemos abordar algunos aspectos
culturales y que es un constructo de las fuerzas que operan en el especialmente relevantes en relación con nuestro proyecto global.
campo. Por otra parte, el posmodernismo, con su teoría de la flui- En el capítulo 3 nos centraremos en el contenido de la cultura y en
dez e inestabilidad del sujeto lleva a la revisión del receptor como la relación de las formas simbólicas con el poder. Para ello revisa-
un sujeto unificado y coherente. remos las teorías de las ideologías y estableceremos un concepto
Finalmente, y con independencia de que defendamos la tesis de analítico operativo, complementario de otros conceptos como dis-
las audiencias activas o no, el investigador social no puede ignorar curso, creencia y narración. En los dos capítulos últimos aplicare-
un efecto de interacción o feedback y la dimensión temporal del mos el marco teórico previo a la revisión de las teorías y enfoques
fenómeno: el proceso de recepción retroactúa y transforma el pro- que se han ocupado de la cultura en el contexto generado por uno
pio proceso de producción de diversas maneras. En primer lugar, de los procesos e instituciones básicos de la modernidad: los
en la forma rudimentaria inscrita en el propio habitus del creador medios de comunicacón de masas. Casi desde su misma aparición,
o emisor de la anticipación de la audiencia; en segundo lugar, los científicos sociales comenzaron a reflexionar y teorizar sobre
mediante la formalización e institucionalización de la investiga- sus efectos. El primer fruto de esta reflexión fue la teoría de masas.
ción de audiencias que constituye una plasmación de la reflexivi- Con los años, la investigación acumulada sobre las modalidades
dad típica de la modernidad; en tercer lugar, mediante las reaccio- massmediáticas de transmisión cultural es tan ingente que resulta
nes imprevistas de las audiencias que se dan durante el proceso de imposible manejarla con un mínimo de rigor. Sin embargo, duran-
la recepción y que obligan a los productores a modificar su proceso te todo este proceso de indagación y teorización se ha ido abriendo
de creación y de emisión (este hecho puede constatarse en la trans- camino una interpretación más compleja de la industria cultural,
formación de los personajes y los argumentos de determinadas centrada en los procesos de recepción y apropiación, que recibe el
series televisivas a medida que se transmite la serie y se obtienen nombre de audiencias activas. La revisión crítica de estos paradig-
impresiones de las audiencias). Lamo et al. (1994) han distinguido mas resulta imprescindible cuando asistimos a una expansión ace-
tres tipos básicos de reflexividad: técnica, mediata e inmediata. Las lerada del proceso de globalización, en la cual los media ocupan
tres, obviamente, se dan tanto en el proceso de consumo como en una posición determinante.
el de producción de formas simbólicas, puesto que los actores
sociales aprenden y adquieren habilidades, ajustando su conducta
de acuerdo con dicho aprendizaje.
El programa de investigación que puede surgir a partir del con-
cepto y tipo de análisis que se ha expuesto en las páginas preceden-
tes es complejo y fascinante, arduo porque ha de incorporar hallaz-
gos, técnicas y recursos procedentes de campos muy diversos,
CAPíTULO 3
IDEOLOGÍAS, DISCURSOS Y CREENCIAS

En la mayoría de los manuales dedicados al análisis cultural se


aborda el estudio de las ideologías como si éstas constituyesen un
elemento sustantivo de la cultura. Sin embargo, el concepto suele
manejarse con una imprecisión notable. Este capítulo se centra,
pues, en un aspecto del contenido de la cultura como sistema, pero
de una forma polémica, ya que trata de desbrozar el terreno para
situar en su justo lugar el análisis de las ideologías, del discurso, de
los sistemas de creencias y el análisis narrativo.

1. TIerra de todos, patria de nadie

«La ideología ha llegado a ser hoy, y por buenas razones, un término irre-
mediablemente caído» ... «La ideología que antes fue el camino de la acción,
ha venido a ser un término muerto» (Bell, 1992).

Según la categórica sentencia de Bell, «la ideología es una pala-


bra en desuso». En una época de rampante pragmatismo se ha
convertido en un término muerto. Por su parte, Baudrillard, y con
él el postestructuralismo, sostiene que donde imperan los simula-
cros, «la ideología no existe». Pero, curiosamente, un sencillo repa-
so a los títulos de las publicaciones que aparecen en la base de
datos de las bibliotecas de la Universidad de Valencia nos arroja el
resultado de unos cuatrocientos libros publicados en los últimos
veinticinco-treinta años que incluyen el término ideología o el deri-
vado ideológico en el enunciado del titular. En este sentido, al
menos, no ha habido fin de las ideologías.
Un análisis un poco más detallado de estos titulares, que, sin
102 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA IDEOLOGÍAS, DISCURSOS Y CREENCIAS 103
duda conforman un listado muy incompleto y no constituyen una por un fangal de arenas movedizas, pero en la medida en que las
mue;tra representativa, puede ser útil para verificar los sig~ca­ ciencias sociales pretendan ser científicas han de asumir perento-
dos que en ese marco tan específico de las portadas de las pubhc,a- riamente y con seriedad el análisis del léxico que emplean. Por ello,
ciones se atribuye al término. Algunos títulos, muy pocos, estan nos sentimos obligados a reflexionar sobre su validez como herra-
dedicados a la teoría de la ideología y al debate escolástico. La gran mienta teórica. Una sociología de la cultura, que haya refinado su
mayoría se centran en el estudio de las ideologías: con frecuencia vocabulario algo más de lo habitual en ella, ¿puede reservar todavía
desde una perspectiva histórica, en campos tan dispares como la un lugar para el análisis ideológico?, ¿en qué habría de consistir tal
política, la educación, el derecho, la literatura, la lengua o los análisis? A nuestro juicio, sólo es posible aportar una solución, ar-
medios de comunicación. Por el tenor del enunciado intuimos que gumentativamente fundada, mediante una revisión sintética de los
asumen un concepto crítico de ideología. En cambio, muchos otros distintos usos que se hacen del término y tras la consiguiente eva-
manejan un significado más neutro y analizan el sistema de creen- luación del rendimiento hermenéutico de cada uno de ellos.
cias de algún movimiento social específico (anarquismo, blasquis- Comenzaremos nuestra exposición abordando la complejidad
mo, CNT, FET de las JONS, fascismo, franquismo, islamismo, libe- del problema con un ejemplo, tomado de las representaciones
ral, libertario, nacional, sindical cristiano, ETA, soviets, naciona- sociales sobre el trabajo. En la sociedad feudal fue usual legitimar
lismo vasco, racionalismo, movimiento estudiantil, sandinismo, el significado y relevancia de éste recurriendo a referencias bíblicas
nacional-socialismo, etc.). Otro grupo se centra en los aspectos o como el exemplum de Marta y María. Recordémoslo brevemente:
dimensiones ideológicas de ciertas prácticas sociales (desde el fút- entra Jesús en una aldea y es recibido en una casa habitada por dos
bol a la domesticidad, pasando por prácticas especializadas como hermanas. Mientras Marta trajina en las labores de la casa, María,
el trabajo social, la medicina, el derecho, el urbanismo, la psiquia- sentada a los pies del Señor, escucha sus palabras. En cierto
tría, la biología o incluso de la física). En estos casos, la ideolo~, momento Marta, irritada, le pide a Jesús que inste a su hermana a
como un componente o propiedad transversal latente en todo un echarle una mano. A lo que Jesús contesta:

Icampo de acción a la que configura de cierta manera, podría ser


perfectamente sustituido por el término alternativo de discurso, en
su uso estructuralista, tal y como de hecho sucede en muchas
«Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo
una es necesaria. María ha escogido la parte mejor; y ésa no se le
publicaciones recientes, porque con él se aborda la constj:tu~ón quitará» (Le. 10,38-42).
~, se:g:liótica de los objetos y su relación con el poder. En algunos
cas~ente,\ÍÍla somera comprobación del contenido del Según la piadosa enseñanza que se extraía de dicho relato, pri-
libro nos induce a pensar que la inclusión del término ideología en mero era la devoción y, después, la obligación. En el contexto de la
el título obedece a razones estéticas cuando no pura y falazmente sociedad estamental trifuncional tenía un significado muy concre-
comerciales. to: existen tareas más nobles que el trabajo, que por ello es activi-
Tras esta mirada panorámica inicial se hace difícil evitar la sen- dad propia de las clases viles y mecánicas. Por otro lado, esta
sación de caos lingüístico, de cacofonía babélica. Por si fuera poco, representación estaba directamente emparentada con la idea bíbli-
en la vida cotidiana y la lucha política, «ideología~ funciona como ca de que el trabajo penoso, con esfuerzo y sudor, es un castigo aca-
arma arrojadiza para sellar las opiniones del adversario con el rreado como consecuencia del pecado original, una pena que se
estigma de la irracionalidad (al igual que los clérigos marcaban la deriva de la pérdida del Paraíso.
superstición o la herejía para evitar el contagio con ellas). Esta ¿En qué sentido podríamos afirmar que estas imágenes son ideo-
situación ha llevado a algunos autores a reconocer que nos halla- lógicas?: 1) ¿en tanto que constituyen una visión del mundo ope-
mos ante el vocablo que «ha suscitado más dificultades conceptua- rante en una sociedad determinada?; 2) ¿en tanto que consisten en
les y analíticas» en las ciencias sociales (Abercrombie ~t al., 1~87). una representación falsa del trabajo manual como castigo, al atri-
Tomarlo como objeto de análisis puede ser tan temerano y pehgro- buir el sudor y el esfuerzo a una sanción divina por la culpa?
so como adentrarse por un campo minado o intentar la travesía ¿Como si la penosidad del trabajo físico -arar la tierra con el
104 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA IDEOLOGÍAS, DISCURSOS Y CREENCIAS 105

sudor de la frente- fuese el resultado de la ruptura de una relación explotación. El obrero es separado del fruto de su trabajo, la mano
imaginaria con la divinidad?; o 3) ¿debemos considerar como ideo- de obra se convierte en mercancía; el capitalista extrae la plusvalía;
lógica esta representación en tanto que legitima la posición social el trabajador no trabaja en uso de su capacidad creativa, sino por
preeminente del clero y la nobleza (las clases ociosas) en la sociedad necesidad: de otro modo se moriría. La libertad formal de los tra-
feudal? Más aún, ¿representación ilusoria y función legitimadora no bajadores en el mercado enmascara la naturaleza desigual del
estarían plenamente confundidas para reforzarse la una a la otra? poder económico que obliga al trabajador a vender su fuerza de
En el seno de la sociedad feudal surge la burguesía. Esta clase trabajo. Mientras que el hombre primitivo en su caverna vive como
tiene una experiencia completamente distinta de la actividad pro- pez en el agua, el obrero en su casa habita un medio extraño.
ductiva: el trabajo, duro y esforzado, permite ascender en la escala ¿Es ideológica esta representación social del trabajo? ¿En qué
social e incluso lograr el cielo. Para ella, el mérito no radica en la sentido? Si decimos que la ideología es el sistema de creencias que
devoción y mucho menos en el ocio. Así se forja una nueva repre- legitima la dominación, la visión marxiana no sería ideológica,
sentación social: el trabajo es vocación, virtud, actividad esforzada, sino teoría crítica de la ideología y, por ende, de la dominación.
creativa y libre, que siempre encuentra su recompensa. En ese con- Ahora bien, ¿y si definimos la ideología como un sistema de creen-
texto, adquieren su pleno significado las máximas «es antes la obli- cias que legitima intereses particulares, intereses de clase? Sin
gación que la devoción» y «el tiempo es oro». duda, entonces, de acuerdo con Mannheim, sería una ideología
¿En qué sentido podemos afirmar que esta nueva representa- más.
ción es ideológica? Por un lado, corresponde a la experiencia social En fin, sistema de ideas falsas, ilusorias o erróneas; sistema de
y religiosa de determinados estratos o grupos sociales ascendentes. ideas que legitiman la dominación; sistema de ideas que represen-
Por tanto, es verdadera: constituye una definición de su situación. tan intereses, visión del mundo ... ¿con qué definición podemos
Pero cuando esta clase social trate de configurar la sociedad en quedamos? Para encontrar alguna respuesta que aúne el rigor ana-
función de sus intereses y para ello necesite universalizar su siste- lítico y la fuerza argumentativa deberemos revisar brevemente la
ma de valores, ¿cuál será la función de este esquema mental? La historia del concepto y los principales planteamientos que de la teo-
idea de que el trabajo es una virtud se enfrenta a la necesidad de ría de la ideología se efectúan en la actualidad.
disciplinar a los viejos campesinos convertidos en nuevos asalaria-
dos, propensos a la taberna y los juegos de azar, escasamente moti-
vados para un trabajo regular y pautado por nuevas formas de 2. Un neologismo a la deriva. Breve historia del concepto
organización, carentes del sentido de la previsión y el cálculo para
el futuro. La idea de que el trabajo es creatividad libre sirve de base Este breve recorrido histórico, que en ninguna manera pretende
para la implantación del derecho a la libertad de los intercambios ser una historia exhaustiva, únicamente trata de mostrar cómo la
en el mercado sin interferencias del Estado. Por tanto, la universa- definición de la ideología ha ido derivando desde una concepción
lización de estos valores (deber profesional y contrato libre) tiene inicial crítica y polémica hacia una conceptualización neutra y
«una significación constitutiva» -Weber dixit- y aparece como meramente descriptiva, por un lado, y, por otro, cómo desde la preo-
un requisito del sistema capitalista e industrial en sus primeras cupación por la validez lógica de las proposiciones o sistemas de
fases. Para el liberalismo económico su modelo de sociedad es el creencias se pasa a la preocupación por su eficiencia social.
reino de la libertad. En ella, tanto el empresario como el trabajador
tienen mucho que ganar, pues, como dijera A. Smith, el obrero
actual vive mejor que el señor feudal en su castillo o un antiguo 2.1. LA TRADICIÓN ILuSTRADA
rnarajá de la India.
Frente a esta concepción, que reifica la historia al proclamar la El término ideología fue acuñado a finales del siglo xvm por el
sociedad liberal como reino de la libertad, se yergue la representa- filósofo francés Destutt de Tracy, materialista y anticlerical, que
ción marxiana. El trabajo en la sociedad capitalista es alienación y formaba parte del grupo de savants a quienes la Convención de
106 SOCIOLOGíA DE LA CULTURA IDEOLOGíAS, DISCURSOS Y CREENCIAS 107

1795 confió la dirección del Institut de France. Con este neologis- 2.2. LA CONCEPCIÓN MARXISTA
mo, De 'fracy pretendía dar nombre a «la ciencia de la fo~ación
natural de las ideas», una ciencia positiva, útil y suscepuble de Sin embargo, la presencia del término en la obra de Marx y
rigurosa exactitud, que permitiría establecer las ciencias morales y Engels no puede restringirse a este uso polémico. En sus textos no
políticas sobre un fundamento seguro, curándolas del error y del hay una teoría consistente de la ideología, sino más bien un uso
prejuicio. ambiguo y confuso de términos como idea, ideología, conciencia y
Dos características destacan en esta formulación inicial: a) nace superestructura, que ha dado lugar a exégesis muy diversas cuando
como ciencia positiva de las ideas, y b) como arma crítica para ser no contradictorias. Pero, como sostiene Larrain, tras repasar textos
usada en la lucha contra el antiguo régimen, a favor de la emancipa- que hacen referencia a la crítica de la religión y de la izquierda
ción de la humanidad. Ambas características (comprensión racio- hegeliana, así como al análisis del modo de producción capitalista,
nal del mundo y capacidad de auto-determinación racional) están también puede defenderse la existencia de una pauta coherente: en
estrechamente interconectadas, de manera que, según creían los. todos estos pasajes se alude «a una conciencia invertida del mundo
«ideólogos» (es decir, los profesionales de la nueva ciencia), una que corresponde a un mundo invertido ... El papel de la ideología es
educación racional y laica sólo podía fundarse sobre la ideología ayudar a reproducir este contradictorio mundo en favor de las cla-
(ciencia de las ideas). La nueva ciencia, la primera de todas, con ses dominantes» (1994: 12). La ideología no es el fruto de una cons-
pretensiones similares a las de la sociología que también estaba for- piración de las clases dominantes ni una invención arbitraria del
mulándose por entonces (los Éléments d'Ideologie, son redactados sujeto. Es una forma particular de conciencia que proporciona una
por De Tracyentre 1801 y 1815), era la encarnación,del'proy~ct~ de descripción distorsionada de las contradicciones, bien por ignorar-
la razón ilustrada. Pero la suerte de una y otra sena bIen distinta. las, bien por representarlas inadecuadamente.
Dado que durante el Directorio De Tracy y sus seguidores Veamos más en detalle las diferentes concepciones que pueden
desempeñaron un papel político preeminente, se identificó a los detectarse en la obra de Marx. El único lugar donde se discute la
«ideólogos» con los defensores del liberalismo laico republicano, y noción explícitamente es en el primer capítulo de La ideología ale-
contra ellos se alzarían las voces tanto de Napoleón como de los mana, aunque también El Capital, como sostiene Lenk (1974: 27),
conservadores reaccionarios De Bonald y Chateaubriand, quienes puede ser entendido como «una crítica radical de la ideología en el
darían al término una coloración peyorativa. Napoleón llamaba ámbito de la economía política». Pero, además de estos usos cons-
despectivamente «ideólogos» a los intelectuales republicanos, que cientes y discursivos, el término aparece como categoría residual,
en contraste con los hombres de acción carecían de sentido prácti- con un significado aparentemente neutro, en lugares muy signifi-
co, y consideraba la «ideología» como una doctrina abstracta y cativos.
especulativa divorciada de las realidades del poder político.
Esta carga negativa del concepto, como ha mostrado R. Williams, 2.2.1. Ideolog{a como distorsión
estuvo ampliamente difundida en Europa durante la primera mitad
del siglo XIX. Por un lado, el concepto era utilizado en el pensamien- En primer lugar, la ideología es definida en relación con la filo-
to conservador como sinónimo de «revolucionario» y, por otro, se soña idealista, que plantea todas las revoluciones en el terreno del
decía de una teoría que era ideológica en cuanto que se la considera- pensamiento «puro». Marx fustiga la manía de los filósofos pos-
ba abstracta, irrealizable y fanática. En su crítica a la izquierda hegelianos de reducir el conflicto social a contradicciones concep-
hegeliana, Marx y Engels, pese a conocer la propuesta de De Tracy, tuales (libertad, verdad, autoconciencia). Ideología es considerar
llamarán «ideólogos» a Bauer, Feuerbach y Stirner, en el sentido las ideas como entidades autónomas, resultantes de un desarrollo
despectivo acuñado por Napoleón, porque escriben la historia al independiente y sometidas a leyes propias. Es una representación
revés, ya que consideran las ideas como fundamento de la realidad. del mundo que no tiene conciencia de su dependencia y que seper-
Este fenómeno ilusorio, el idealismo o primacía de las ideas, es lo mite presumir de estar exenta de condicionamientos. Su diagnósti-
que recibe el nombre de ideología. co, radicalizando la inversión feuerbachiana, constituye un medio
108 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA
IDEOLOGíAS, DISCURSOS Y CREENCIAS 109

privilegiado para penetrar más allá de la conciencia de los seres Por otro lado, la ideología se opone a la ciencia. Más aún, a la
humanos y descubrir los «fundamentos reales» de su actividad, con «ciencia real y positiva». Constituye una «especulación» carente de
el fin de transformar la sociedad. Los textos donde se expone este fundamentación «empírica»; dicho de otra manera, es «un pensa-
planteamiento son bien conocidos: miento puro» o «fantástico» que ignora «el proceso de desarrollo
real y empíricamente registrable». La ideología es conocimiento
ilusorio, engañoso, distorsionado, separado de la realidad. Se trata
La conciencia nunca puede ser otra cosa que el ser consciente, y
el ser de los hombres es su proceso de vida real. Y si en toda ideolo-
de una posición claramente positivista.
gía los hombres y sus relaciones aparecen invertidos como en una Ahora bien, ¿cómo ha surgido esta segregación ideológica?,
cámara oscura, este fenómeno responde a un proceso histórico de ¿cuál es la base del conocimiento ilusorio?, ¿un condicionante del
vida, como la inversión de los objetos al proyectarse sobre la retina aparato perceptivo humano o las condiciones sociohistóricas con-
responde a su proceso de vida directamente físico. cretas? En la obra de Marx podemos encontrar dos respuestas: una
Nosotros no partimos de lo que los hombres dicen, se represen- aparece en la crítica a la ideología alemana; la otra en la crítica a la
tan o se imaginan, ni tampoco del hombre predicado, pensado, economía política liberal.
representado o imaginado, para llegar, arrancando de aquí, al hom- La ideología alemana es una «teoría pura» y «separada» de las
bre de carne y hueso; se parte del hombre que realmente actúa y, condiciones reales. Constituye la dimensión imaginaria de una
arrancando de su proceso de vida real, se expone también el desarro- situación histórica concreta. A partir del momento en que se esta-
llo de los reflejos ideológicos y de los ecos de este proceso de vida.
blece la división entre trabajo manual e intelectual, la conciencia
También las formaciones nebulosas que se condensan en el cerebro
de los hombres son sublimaciones necesarias de su proceso material «puede imaginarse realmente que es algo más y algo distinto que la
de vida, proceso empíricamente registrable y sujeto a condiciones conciencia de la práctica existente, que representa realmente algo
materiales. La moral, la religión, la metafísica y cualquier otra ideo- sin representar algo real» (1972: 32). La ideología es así el resulta-
logía y las formas de conciencia que a ellas corresponden pierden así do de la pura especulación, desconectada de la actividad práctica.
la apariencia de su propia sustantividad (1972: 26). En otros textos, cuando Marx afronta la crítica de la teoría eco-
nómica liberal, se subraya, sobre todo, la conexión de la ideología
Para refutar el idealismo (poder determinante de las ideas) con unas condiciones estructurales determinadas. Las ideologías
Marx y Engels recurren a una serie de metáforas como la cámara no son mera «teoría pura», representan y explican las experiencias
oscura, los reflejos, ecos, fantasmas, formaciones nebulosas, ilusio- sociales, pero al hacerlo también ocultan algún rasgo fundamental
nes y ensoñaciones, sublimaciones, sombras embellecidas. Con del mundo. Para captar esta dimensión lo mejor es acudir a los tex-
ellas se subraya que las representaciones humanas no constituyen tos de El capital. En esta obra, como ha mostrado Abercrombie, se
ningún fundamento fiable, puesto que son ilusorias por estar elabora una concepción de la ideología «construida en términos de
«separadas» de las condiciones materiales reales. Ahora bien, este distinción entre formas fenoménicas y formas reales» que ofrece
lenguaje contiene dos tesis sobre la ideología (Benton, 1981: 161): un enfoque sutil del proceso distorsioriante de las ideologías.
una se refiere a su estatus como realidad, la otra a su estatus como Mientras que la teoría económica se ocupa de las relaciones de
conociniiento. intercambio y las trata como naturales, Marx sostiene que éstas se
Por un lado, la ideología aparece como fenómeno insustancial, asientan sobre las relaciones de producción. Quienes consideran
como un eco que expresa pero que no afecta al curso de la vida real que el mercado es la clave de la economía instauran el «fetichismo
histórica. Al decir de Williams y de otros comentaristas, mediante de la mercancía»: del mismo modo que en el ámbito de la religión
esta concepción Marx y Engels rozan el peligro de caer en una los seres divinos se relacionan entre sí y con los seres humanos
«fantasía objetivista», que deja de lado la consideración de la con- como si tuvieran una existencia autónoma, en el mercado se pre-
ciencia como una parte del proceso material humano. Ésta será sentan las relaciones entre el capital y el trabajo como si fueran
reintroducida después por Engels mediante el expediente de la libres, justas y equitativas, cuando en realidad encubren el proceso
determinación «en última instancia» y la «autonomía relativa». de producción que es un proceso de explotación, de extracción de
110 SOCIOLOGíA DE LA CULTURA IDEOLOGíAS, DISCURSOS Y CREENCIAS 111

la plusvalía. Por tanto, el carácter fetichista de la mercancía no es cultura de las clases dominadas no podría percibirse por la ,sencilla
tanto una ilusión mental del ser humano, cuanto una realidad que razón de que no tiene instituciones para expresarse públicamente.
se impone a la conciencia cotidiana; no es el producto de una con- De acuerdo con la versión radical, no puede haber una cultura
ciencia alienada, sino el efecto que producen determinadas relacio- subordinada, porque todas las clases están integradas dentro del
nes de producción y, por ello, sólo puede desvanecerse mediante la mismo universo mental que es el de la clase dominante. La cultura
transformación de dichas relaciones. De esta forma, la teoría del de la clase dominante es compartida por todas las clases (Aber-
fetichismo de la mercancía muestra cómo las ideologías brotan a crombie et al., 1987: 10). (Esta concepción resulta paradójicamente
partir de la estructura del modo de producción capitalista. La tarea convergente con la visión parsoniana y funcionalista de la cultura
de la ciencia consiste, justamente, en desvelar las cosas reales. A la común.)
distinción entre forma fenoménica (mercado) y relaciones reales Una perspectiva de conjunto de la obra de Marx y Engels presta
(producción) le corresponde la distinción entre ideología y ciencia. sin duda más credibilidad a la primera versión que a la segunda.
Sin embargo, merece destacarse que el principal objetivo de Por otra parte, se compadece mal con la visión del proletariado
Marx no será condenar la economía política como una teoría como representante de los intereses generales y con la insistencia
carente de cientificidad, sino relacionar sus insuficiencias cognos- de ambos en la necesidad de organización y conciencia para el
citivas con la ocultación de la dominación de clase. movimiento obrero.
Ahora bien, a efectos de lo que ahora nos interesa, la ideología
2.2.2. La ideología como un instrumento para la dominación sería el sistema de creencias que la clase dominante utiliza, más
inconsciente que conscientemente, para legitimar su posición de
En otro pasaje bien conocido de La ideología alemana se afirma dominación. «La ideología sirve a la defensa de lo que una vez
que la ideología expresa y justifica los intereses de la clase domi- devino, en contra de lo deviniente que pugna por nacer» (Lenk,
nante. Aquí la ideología surge como expresión de los intereses de 1974: 27). Desde esta perspectiva, hablar de «ideología dominante»
una cla,se particular y está orientada a procurar su legitimación. o <<ideología burguesa» sería un pleonasmo, mera redundancia.
¿Cómo se efectúa la dominación? El procedimiento consiste en
Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada presentar como intereses generales lo que en realidad son intereses
época; o, dicho en otros ténninos, la clase que ejerce el poder mate- particulares y específicos de una clase social determinada:
rial dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder «espiri-
tual» dominante. La clase que tiene a su disposición los medios para Cada nueva clase que pasa a ocupar el puesto de la que dominó
la producción material dispone con ello, al mismo tiempo, de los antes de ella se ve obligada, para poder sacar adelante los fines que
medios para la producción espiritual, lo que hace que se le sometan, persigue, a presentar su propio interés como el interés común de los
al propio tiempo, por ténnino medio, las ideas de quienes carecen miembros de la sociedad, es decir, expresando esto mismo en ténni-
de los medios necesarios para producir espiritualmente. Las ideas nos ideales, a imprimir a sus ideas la fonna de lo general, a presentar
dominantes no son otra cosa que la expresión de las relaciones mate- estas ideas como las únicas racionales y dotadas de vigencia absoluta
riales dominantes concebidas como ideas; por tanto, las relaciones (Marx-Engels, 1972: 52).
que hacen de una detenninada clase la clase dominante son también
las que confieren el papel dominante a sus ideas (1972: 50-51).
Giddens sugiere que, al mismo tiempo que puede trazarse una
.Este texto no resulta de fácil interpretación. Marx y Engels nos distinción entre los dos conceptos de ideología puesto que el pri-
hablan de una clase dominante que produce las ideas dominantes. mero opera con la polaridad ciencia/ideología mientras que el
y esta proposición sugiere la imagen de que una clase le hace algo a segundo se basa en la distinción intereses de clase/ideología, existe
otra. Pero dicha imagen puede leerse en dos sentidos bastante dife- una indudable conexión entre ambos: quienes escriben la historia
rentes. Según la versión moderada, existiría una cultura subordina- o hacen filosofía sin analizar las bases materiales de la sociedad
da pero sólo la cultura dominante sería públicamente visible; la sucumben a «las ilusiones de su época», a las ideas dominantes.
112 SOCIOLOGíA DE LA CULTURA IDEOLOGÍAS, DISCURSOS Y CREENCIAS 113

2.2.3. La ideología como conciencia práctica ción de la dimensión crítica (Lenin y Gramsci), y 3) énfasis en la
autonomía de las ideas (Althusser).
En la obra de Marx puede encontrarse un tercer significado del
concepto de ideología, que tiene un carácter, al menos aparente-
mente, neutro. Según esta concepción, la ideología es el medio a 2.3. LA VISIÓN DE MANNHEIM
través del cual los hombres hacen su historia en cuanto actores
conscientes. La ideología se identifica con el proceso de la concien- Mannheim pretende establecer un concepto amplio, general,
cia práctica. En la Contribución a la crítica de la economía política neutro y no valorativo de ideología. Para ello, efectúa un repaso
se lee: por las distintas concepciones. Pero, en última instancia, su voca-
bulario y conceptualización son confusos y titubeantes, por lo que
Importa siempre distinguir entre el trastorno material de las con- debemos concluir que sigue manteniendo un uso negativo de ideo-
diciones económicas de producción -que se debe comprobar fiel- logía, como opuesta a ciencia, es decir, como un esquema discor-
mente con ayuda de las ciencias físicas y naturales- y las formas dante en relación con la realidad e irrealizable. Su tentativa de una
jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas; en una palabra, concepción general se ve abocada, por tanto, al fracaso.
las formas ideológicas, bajo las cuales los hombres adquieren con- En su conocida obra Ideología y utopía (1936) Mannheim se
ciencia de este conflicto y lo resuelven (1970: 37-38). propone superar la teoría marxista de la ideología mediante un
replanteamiento «radical» del concepto en el ámbito de la sociolo-
Por un lado, en este texto se subraya que las formas ideológicas gía del conocimiento. El objetivo de esta rama de la sociología con-
son resultado de unas determinadas condiciones de producción: sistiría en fundamentar un nuevo tipo de objetividad para las cien-
las expresan y cambian con ellas. Son epifenómenos. Pero, por otro cias sociales y mostrar la posibilidad de una guía científica para la
lado, se afirma que mediante ellas los hombres toman conciencia vida política.
de los conflictos y tratan de resolverlos. Aquí la ideología no se Mannheim comienza con el diagnóstico de una grave anomalía:
interpreta como falsa conciencia sino como conciencia práctica y la mayoría de las formas de conocimiento que los seres humanos
no representa sólo el sistema de creencias que legitima la domina- emplean en la configuración de su existencia escapan al control
ción, sino unas formas simbólicas que gozan de cierto grado de consciente y a la comprensión crítica. En contrapartida, se propo-
autonomía y eficacia. Desde este punto de vista, aunque Marx nun- ne «la extensión más amplia posible de nuestro horizonte de
ca utilizó el término ideología para definir su propia concepción visión», mediante una reducción progresiva del terreno ocupado
(que consideraba «obviamente» como científica) ni utilizó la expre- por el inconsciente colectivo. Ahora bien, ¿cómo es posible ensan-
sión ideología proletaria, resultaría perfectamente posible hablar de char el conocimiento racional reduciendo la influencia de su con-
ideología socialista como hace Lenin o de ideología popular y de pro- dicionamiento irracional?, ¿cómo puede crecer la ciencia sobre el
testa, como podemos encontrar en Gramsci o en Rudé. La ideolo- campo abonado de la inconsciencia y las valoraciones previas? El
gía es el sistema de ideas propio de cada clase social, un factor replanteamiento de la teoría de la ideología forma una parte sus-
esencial en la movilización de las clases en lucha. Con todo, este tancial de la respuesta, porque la sociología del conocimiento «pre-
tercer significado que acabamos de exponer, y que tiene un carác- tende justamente probar la sustancial relatividad de las ideologías
ter neutral, no comporta todavía, como veremos, una extensión y contribuir a su superación mediante su toma de conciencia»
general. (Gómez Muñoz, 1990).
En Marx, pues, el término ideología presenta connotaciones Según Mannheim, el análisis ideológico se ha centrado en de-
inequívocamente polisémicas, aunque predomina una concepción senmascarar las concepciones de los enemigos políticos señalando
crítica. Según McLellan (1995), tres rasgos básicos caracterizarían su condicionamiento social y su vinculación con determinados
la visión marxista posterior: 1) simplificación, al identificar y redu- intereses. El diagnóstico de «ideología» se utiliza como un «arma
cir el concepto a falsa conciencia (Engels y Lukács), 2) neutraliza- arrojadiza» para deslegitimar al oponente y adversario. Ahora bien,
114 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA IDEOLOGÍAS, DISCURSOS Y CREENCIAS 115

este mecanismo analítico puede volverse contra quien lo utiliza la posición social que se ocupa. Por otro lado, podemos hablar de
denunciando su diagnóstico como una perspectiva o punto de vista una concepción total general valorativa y dinámica. Es valorativa
sobre la realidad que también se encuentra socialmente condicio- «porque presupone ciertos juicios convenientes a la realidad de las
nado. De esta forma, se pasa de una concepción total especial de la ideas y de la estructura de la conciencia», y es dinámica «porque
ideología a una concepción total general, se produce una generaliza- estos juicios se miden siempre por una realidad que se halla en
ción del análisis ideológico, que sirve de fundamento para la socio- constante fluir».
logía del conocimiento: todas las ideas, todas las representaciones Mannheim presupone que la realidad se halla en perpetua
sociales constituyen una perspectiva específica de la realidad; el transformación y que la búsqueda de la verdad consiste en el aco-
pensamiento está ligado, articulado, al «ser social». No es absoluto, plamiento de los sistemas de pensamiento a dicho dinamismo.
sino limitado y contingente. Afirma literalmente: «El pensamiento no debe contener ni más ni
Marx habría coronado la transición desde la concepción par- menos que la realidad en cuyo medio opera.» Por tanto, el nivel
ticular a la concepción total especial, al convertirla en «un arma ideológico de un sistema de pensamiento puede ser evaluado en
del proletariado contra el grupo dominante». Ahora bien, una vez función del grado de congruencia o concordancia entre dichas ideas
dado el paso de impugnar como ideológica toda la estructura cate- y la realidad en que se desenvuelven. El desajuste o falta de acopla-
gorial de un grupo social se encuentra uno en la tesitura de ser miento entre la realidad y el pensamiento siempre será doble en una
reducido a la misma pretensión. El marxismo ya no puede ser visto sociedad estratificada y esta doble falta de imbricación es lo que
como la verdad proletaria frente a la ilusión burguesa sino como la designan los términos de ideología y utopía.
ideología de la clase obrera. Esta concepción constituye un salto En este nivel de concreción, ideología designa el hecho de que el
cualitativo porque ya no se denuncia la falsa conciencia ni se cues- pensamiento de los grupos dirigentes puede llegar a estar tan pro-
tiona la naturaleza de la realidad, sino que se somete la estructura fundamente ligado a una situación por sus mismos intereses, que
total de la conciencia y el pensamiento de un grupo a un análisis ya no sean capaces de ver ciertos hechos que harían tambalear su
sociológic;o completo. sentido del dominio. Su inconsciente colectivo «oscurecería» la
El paso desde una concepción total especial a la concepción situación social con el fin de estabilizarla. Por el contrario, con el
total general constituye el fundamento de la sociología del conoci- término «utop{a» nos referiríamos al pensar de los grupos oprimi-
miento y, de este modo, lo que fuera arma de un partido se convier- dos, que «están tan fuertemente interesados en la destrucción y
te en método de investigación de la historia social e intelectual. transformación de determinada condición de la sociedad, que, sin
Prescindiendo de los aspectos particulares, la tarea de la sociología saberlo, ven sólo aquellos elementos de la situación que tienden a
del conocimiento consiste en analizar los factores de una situación negarla. Su pensamiento es incapaz de diagnosticar correctamente
social concreta y determinar su influencia en los distintos sistemas una condición existente de la sociedad» (1966: 89 y 260 y ss.). En la
de pensamiento. En cierto sentido, esta concepción tendería a mentalidad utópica el inconsciente colectivo oculta ciertos aspec-
identificar, a hacer conmensurables, el análisis de la ideología y la tos de la realidad. En conclusión, pues, tanto la ideología como la
sociología del conocimiento. utopía son esquemas mentales desajustados. El inconsciente colec-
Tal propuesta metodológica no debía resultarle plenamente tivo, aunque en dos direcciones divergentes ligadas a posiciones
satisfactoria para el concreto análisis histórico, pues observamos sociales antagónicas, cumple una misma función: enmascara la
que, dentro de la concepción total general, todavía distingue dos realidad. La única diferencia entre ellas radica en que la ideología,
aproximaciones alternativas que, paradójicamente, abocan a un además, es irrealizable.
concepto restrictivo de ideología. En primer lugar, podemos hablar Si lo que caracteriza a la ideología es que distorsiona la realidad
de una concepción total general no valorativa que implica la renun- y es irrealizable, Mannheim sigue profesando una concepción críti-
cia a toda tentativa de exponer y desenmascarar las concepciones ca de la ideología. Así parecen confirmarlo además otros textos
con las que uno se encuentra en desacuerdo y que se limita a mos- posteriores donde se la identifica con el «conocimiento distorsio-
trar la interrelación entre el punto de vista intelectual mantenido y nado» y el «pensamiento obsesivo». En 1939 escribió: «Por ideolo-
116 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA IDEOLOGÍAS; DISCURSOS Y CREENCIAS 117
gías entendemos aquellas interpretaciones de situaciones que no lizan para la modernidad y contienen el comunismo), son ilusorias,
son el resultado de experiencias concretas sino que son un tipo de extremistas e irrealizables. A pesar de la formulación en plural del
conocimiento distorsionado y que sirven para encubrir la situación título de la obra de Bell y de su insistencia en que habían quedado
real y operan sobre el individuo como una compulsión» (en Bell, tan obsoletas las ideologías conservadoras como las progresistas,
1990: 51). Bell pregonaba en verdad el óbito de la ideología comunista. Y,
pese a sus críticas contra el vocabulario confuso de Marx, su len-
guaje y formulaciones adolecen de similar imprecisión, aunque en
2.4. LA EXPLOSIÓN DEL SIGNIFICADO EN LA SOCIOLOGÍA conjunto predomina un concepto que identifica la ideología con
NORTEAMERICANA irracionalidad, car.encia de sensibilidad práctica y que empuja a
actuar más allá de la lógica a fin de satisfacer necesidades emocio-
En el período de posguerra, concretamente en los años cincuen- nales. La ideología es una forma de simplificación, de engaño, un
ta y sesenta, aparece con fuerza el tema de la ideología en las cien- remedo frío de la realidad, una redecilla que envuelve a las perso-
cias sociales norteamericanas. Por un lado, está la tesis del fin de nas y hace opaco el resto del mundo. Obviamente, este lenguaje no
las ideologías, que ya había sido apuntada por Mannheim, y que parece superar la acritud napoleónica y se inscribe, por tanto, des-
fue anticipada por R. Aron y por Shils en 1955: por el primero en de una concepción positivista de la ciencia, en la corriente de con-
El opio de los intelectuales y por el segundo en una ponencia titula- ceptualización negativa que identifica ideología con carencia de
da The End of ldeology? Las dos principales publicaciones donde pragmatismo e irracionalidad o con un sistema de ideas que con-
cobró materialidad esta tesis aparecen en ·1960. Se trata de El hom- ducen al fanatismo y al totalitarismo.
bre político de Lipset y del polémico y emblemático libro de Bell El Un planteamiento justamente de signo contrario, basado en una
fin de las ideologlas. La tesis no era tan simple como a veces se ha concepción crítica de la ciencia, pero que comparte el diagnóstico
pretendido. Con ella se diagnosticaba el declive de la intensidad de básico de la pragmatización y burocratización, puede encontrarse
la lucha política en los países democráticos occidentales: la demo- en la obra de Marcuse One Dimensional Mann, de 1964, donde la
cracia, la burocratización de la política y el incremento o mejora de ideología suprema es ahora precisamente el consumismo triunfan-
las condiciones materiales de vida estarían produciendo una prag- te e incluso la propia democracia formal, que adormecen las con-
matización del discurso político. Pero, según Lipset, la ideología y ciencias, crean conformidad y favorecen el control total de la
la pasión siguen siendo necesarias para desarrollar instituciones población, gracias a la utilización de la técnica y la ciencia como
políticas y económicas libres en el resto del mundo. «Sólo la lucha apoteosis de la razón instrumental.
ideológica de clases de Occidente toca a su fin. Los conflictos ideo- Bien distinto de unos y otro serán los enfoques de Lenski en
lógicos vinculados con los niveles y los problemas del desarrollo Poder y privilegio (publicado en 1966, pero resultado de la docencia
económico y de las instituciones políticas adecuadas entre diferen- previa del autor durante doce años) y de Geertz, que publica su
tes naciones perdurarán muchísimo más que nuestras vidas, y los conocido e influyente artículo La ideología como' sistema cultural
individuos inclinados por la democracia pueden abstenerse de par- en 1964, en plena efervescencia de la tesis del fin de las ideologías.
ticipar en ellos sólo poniéndolos en peligro» (1977: 410). Por tanto, Lenski, influido por Mosca, quien sostenía que la clase dominante
la ideología es imprescindible para extender la democracia y el siempre tiende a justificar su poder apoyándose en mitos y creen-
mercado, para legitimar la modernización y justificar sus costes. cias y que no se puede regir una sociedad ni cimentar poderosa-
La promesa de un paraíso terrenal implícita en las doctrinas revo- mente su unidad sin alguna «gran superstición» o «ilusión general»
lucionarias tiene así una utilidad eficaz para la movilización de las (Mosca, 1975), consideraba necesarias las ideologías para la justifi-
masas. cación moral del ejercicio del poder, una estrategia para transfor-
Pero en estos autores, ideología no sólo aparece como sistema mar la simple fuerza en derecho, para dar un aura de legitimidad
de creencias y valores que tiene la capacidad de movilizar a las al privilegio. En este contexto, introduce expresiones como «elites
multitudes, sino que, además, dichas creencias, siendo útiles (movi- ideológicas», «ideologías populares», «ideología cristiana medie-
118 SOCIOLOGíA DE LA CULTURA IDEOLOGíAS, DISCURSOS Y CREENCIAS 119

va!», «ideología comunista» o «ideología norteamericana». Esta úl- Como hemos anticipado, Cliford Geertz había llevado ya la neu-
tima resulta caracterizada del modo siguiente: tralización del concepto a su máxima expresión en 1964. En su
citado artículo encontramos una crítica de las concepciones prece-
Un elemento básico de la ideología norteamericana corriente
dentes en tanto que valorativas y una tentativa de conceptualiza-
-nos dice- es la tesis expresada por Lincoln de que el gobierno de ción de la ideología de fonna neutra y general. Su definición carece
Estados Unidos es un «gobierno del pueblo, por el pueblo y para 'el de pretensión nonnativa y designa cualquier sistema de creencias,
pueblo». Otro elemento básico se halla incorporado en la frase, tan independientemente de su veracidad o falsedad. Geertz observa
celebrada, de Francis Scott Key: «La tierra de los libres.» Es difícil que tanto en la tradición marxista (<<teoría del interés»), como en la
exagerar la contribución de estas creencias a la estabilidad política sociología mannheimiana del conocimiento o en la tradición par-
del actual sistema político norteamericano y del sistema distributivo soniana (<<teoría de la tensión»), había prevalecido un concepto
que se basa sobre él (Lenski, 1969: 67). valorativo: la ideología servía para designar las «patologías» o «insu-
ficiencias cognitivas» del pensamiento.
Lenski utiliza inicialmente el término ideología con un sentido La causa de dicha situación radicaba, a juicio de Geertz, en la
neutro, aunque restringido, pues designa sólo aquellos sistemas de carencia de una teoría adecuada de la acción simbólica, como con-
creencias que legitiman el ejercicio del poder y la distribución asi- secuencia de una insuficiente comprensión de la naturaleza del
métri~a de los recursos. Siguiendo la tradición de Mosca y Pareto, lenguaje y sus tropos. El lenguaje no puede ser reducido a una fun-
no le mteresa evaluar epistemológicamente dichas creencias, sino ción meramente pictórica (Wittgenstein) y reproductora de la reali-
que exclusivamente toma en consideración su función práctica. dad (positivismo) pues, en ese caso, la poesía, por ejemplo, carece-
Las ideologías, nos dirá hacia el final del libro, sirven para amorti- ría de sentido. La metáfora, nos dice Geertz, se caracteriza porque
guar las tendencias a la desigualdad, aunque insistirá en que se tiene una estructura semántica compleja y por la multiplicidad de
necesita mayor evidencia empírica para detenninar su influencia conexiones y referencias que hay entre ella y la realidad: «Extiende
en los sistemas distributivos. Por tanto, en el planteamiento de el lenguaje al ampliar su alcance semántico y al pennitir expresar
Lenski, las ideologías son inevitables. Sin embargo, el uso restrin- significaciones que no puede expresar literalmente» y, de acuerdo
gido del ténnino le obliga a acuñar el derivado «contraideologías» con Percy, «suele ser más efectiva cuanto más falsa es». Del mismo
para designar aquellas creencias que se elaboran desde los grupos modo, el símbolo o las figuras ideológicas derivan su fuerza de la
de resistencia con el fin de plantear una revolución. capacidad de aprehender, fonnular y comunicar realidades que se
En el libro Human Societies, publicado en 1970, da el salto sustraen al templado lenguaje de la ciencia.
hacia un concepto no sólo neutro, sino también general: la ideolo- En este marco, Geertz considera que una concepción no valora-
g!a nc:> es más que la infonnación utilizada para interpretar la expe- tiva de la ideología podría proporcionar una vía útil para «forjar un
nenCIa y ordenar la vida social. Toda ideología comprende tres ele- marco teórico adecuado» para la acción simbólica. En suma, sería
mentos básicos: un sistema de creencias, un sistema de valores una herramienta eficaz para las ciencias sociales de la cultura. De
morales y un sistema de nonnas. En consecuencia, las funciones acuerdo con su visión, la ideología aparece como una tentativa de
de la ideología se amplían: genera significado existencial y orden «dar sentido a situaciones sociales incomprensibles, de interpretar-
social,. diferencia unas sociedades de otras, preserva la tradición y las de manera que sea posible obrar con significación dentro de
sacralIza el orden moral, provoca resistencias contra la moderniza- ellas». Las ideologías son «mapas de una realidad social problemá-
ció~. pero también sustenta los movimientos que la propugnan, tica y matrices para crear una conciencia colectiva» (1987: 192).
legItIma a las elites dominantes. No sólo no caminamos hacia un Esta concepción de la ideología no es valorativa. Es plenamente
fin de las ideologías, ·sino que en las sociedades industriales las neutra y general. La clave de su definición no radica en la preci-
oportunidades de elección ideológica se incrementan y «existe un sión, complejidad o veracidad: la conciencia puede ser verdadera o
potencial para que jueguen un papel mayor en el futuro» (1970: falsa, y la estructura del sistema de creencias simple o compleja.
437). Como dice Geertz, las ideologías desempeñan la función de «defi-
120 SOCIOLOGíA DE LA CULTURA IDEOLOGíAs, DISCURSOS Y CREENCIAS 121

nir (U oscurecer) las categorías sociales, estabilizar (o perturbar) cuencia de que los científicos sociales, tan actores sociales compro-
las expectativas sociales, mantener (o minar) normas sociales, for- metidos con su tiempo como científicos, han tratado de nombrar,
talecer (o debilitar) el consenso social, y aliviar (o exacerbar) ten- describir y analizar procesos emergentes de la modernidad que se
siones sociales» (1987: 178). amalgaman y entrecruzan de formas complejas en un contexto de
En conclusión, podemos afirmar que la ideología no es la con- escaso refinamiento metodológico y categorial de la sociología de la
trafigura de la ciencia y que carece de sentido cualquier pregun- cultura. El término ideología se ha visto implicado en la reflexión y
ta acerca de la legitimidad epistemológica. Más bien, ideología constitución de cuatro problemáticas específicamente modernas, a
y ciencia son dos estrategias simbólicas diferentes que pueden partir de cuya enunciación y especificación podremos comprender
adoptarse legítimamente ante una misma situación. No se diferen- mejor los usos del término y confinarlo a una utilización futura
cian porque una esté orientada a la verdad y la otra sea enmasca- más rigurosa. Estas cuatro problemáticas son:
radora, sino porque la ciencia tiende a ser la dimensión crítica de
la cultura, el diagnóstico, mientras que la ideología es la dimen- 1) la necesidad de producir conocimiento científicamente fia-
sión apologética o legitimadora. Con ello, pues, se alcanza una ble (en ese contexto aparece la reflexión sobre los ídola o las causas
concepción no valorativa de la ideología entendida como sistema sociales que lo pervierten, así como la investigación sobre las con-
de creencias para la interpretación del mundo. Describe el proceso diciones de producción y existencia del conocimiento científico,
de la producción de significados mediante signos, la creación de entre otras cosas sobre su determinación social);
sistemas simbólicos. 2) la necesidad de legitimación secular de las nuevas formas
de dominación, frente al uso descarnado de la fuerza y la arbitra-
riedad por parte del príncipe o el recurso a la divinidad por parte
3. Un mapa sistemático de las instituciones religiosas;
de las definiciones de la ideología 3) la necesidad de invocar metas y causas que movilizan a las
multitudes para la acción social, constituyen sus identidades socia-
Detendremos aquí por ahora nuestro recorrido histórico. No les y las capacitan para transformar las relaciones sociales impe-
porque pensemos que con posterioridad no hay aportaciones rele- rantes;
vantes para el análisis de la ideología. Todo lo contrario. Como 4) la necesidad de describir, comprender, analizar y explicar
hemos visto, estos últimos veinticino años han sido un período de los plurales universos de significado de las sociedades modernas.
fructífera y prolífica creatividad. Ahora bien, con la toma de posi-
ción de Geertz se cierra el repertorio de posibilidades lógicas de
definición. Tras él, continúa la polémica y la cacofonía, el uso· y En la figura 3.1 exponemos de forma sintética las cuatro gran-
abuso léxico, el posmodernismo hace implosionar la ideología en des definiciones de la ideología y las cuatro problemáticas que
el discurso, se producen tentativas de definición más estricta, de abordan y que surgen de cruzar dos variables (dimensión funda-
acotación más rigurosa del campo cultural, pero ya no aparecen mental que se utiliza en la definición .y pretensión normativa del
definiciones nuevas. Nuestro propósito a partir de este momento es análisis ideológico). Por otra parte, podemos ver cuál ha sido la
efectuar un análisis sistemático de los cuatro grandes marcos defi- paradójica trayectoria evolutiva de estas definiciones. Decimos que
nitorios que han surgido y que han sido cultivados con desigual la trayectoria es paradójica porque, lógicamente, para que poda-
amplitud y fortuna en las últimas décadas, para concluir con un mos hablar de un sistema de creencias verdadero o ilusorio, prag-
balance de la situación actual y presentar, finalmente, una pro- mático o fanático, que oculta contradicciones o las desvela, se
puesta. requiere que primero reconozcamos la existencia de un sistema de
A nuestro modo de ver, la pluralidad de significados que ha ido creencias, de procesos sistematizados de significación. Sin embargo,
asumiendo la ideología no es resultado de opciones caprichosas o lo que a posteriori parece claro ha sido resultado de un proceso de
meras arbitrariedades por parte de los autores. Surge como conse- maduración histórica. De menor a mayor grado de implicación de
122 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA

cognitiva práctica

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estos marcos conceptuales y en las próximas páginas comentare- ~"-
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mos detenidamente sus características y limitaciones.
124 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA IDEOLOGÍAS, DISCURSOS Y CREENCIAS 125
3. 1. DEFINICIÓN COGNITIVO-CRÍTICA: LA IDEOLOGÍA nuestra transformación de la comprensión de la ciencia (la teoría
COMO CONTRAFIGURA DE LA CIENCIA del conocimiento científico se ha convertido en un campo autóno-
mo y ha desarrollado su propio aparato categorial), este uso del
1. Los autores que hemos agrupado en este campo conceptual concepto es más bien poco frecuente.
identifican la ideología con un sistema de falsas creencias. El ele- 7. Diversas son las críticas que ha soportado, tanto internas
mento clave de la definición es, por tanto, el carácter ilusorio o si como externas. En primer lugar, podemos citar aquellas que han
se quiere patológico del pensamiento. Todas las ideologías -dirá señalado las dificultades de la epistemología o sociología del cono-
Shils- entrañan una alienación agresiva con respecto a la socie- cimiento en que se basa dicha concepción y, por tanto, de su onto-
dad existente. logía del ser social.
2. Pero entre ellos existe una amplia discordancia en la com- En tanto que fundada en una distinción radical entre realidad e
prensión exacta de qué significa que las creencias son falsas. Para ideas, ignora en qué medida la realidad es ya para los seres huma-
unos, falsedad equivale simplemente a error o mentira; para otros, nos un dominio pre-interpretado, que no existe la transparericia
la falsedad radica en confundir juicios de valor con juicios de del lenguaje y, por tanto, que éste no es un mero instrumento de
hecho; y mientras los funcionalistas sostienen que las ideologías representación y que no hay un mundo dado, al cual las ideologías
son irracionales y dogmáticas y toman como ejemplos el fascismo se aproximan o no.
yel marxismo, parte de la tradición marxista afirma que son iluso- Esta conceptualización distingue radicalmente entre creencias
rias y enmascaradoras y se centran, ante todo, en el análisis de la y conocimiento verdadero o científico. «Si no existiera, al menos
teoría económica liberal y del mercado. teóricamente, la posibilidad de proposiciones por completo ade-
3. Se trata de una concepción restrictiva: «Sólo un tipo deter- cuadas a la realidad, el concepto de ideología carecería de senti-
minado de creencias son ideológicas.» No todo el conocimiento es do», afirma Geiger (1972: 14). Ahora bien, como sabemos a partir
patológico. de la moderna epistemología y de la sociología de la ciencia, resul-
4. El análisis de la ideología se entiende como un instrumento ta enormemente problemático definir qué entendemos por ciencia.
crítico o évaluador; se pretende depurar las representaciones, las Ya Weber había señalado que no hay fundamentación científica
creencias y el lenguaje para lograr conocimiento fiable. para el conocimiento científico; que el criterio de verdad depende
5. Ellocus propio de esta concepción es la epistemología más de su significación cultural, que conocer es seleccionar y que toda
que la sociología, puesto que se preocupa, ante todo, por la validez selección conlleva simplificación. De acuerdo con los paradigmas
lógica de los sistemas de conocimiento. Algunos autores conside- de Kuhn, los programas de investigación de Lakatos, la sociología
ran que concierne igualmente a la sociología del conocimiento en de la ciencia de Bloor y Woolgar con su asalto a la caja negra, tam-
tanto que estudia la génesis e inserción social de los sistemas de bién la ciencia estaría impregnada de ideología, o para decirlo más
creencias. suavemente, de teoría.
Todos ellos postulan lo que podríamos denominar el principio 8. Pero, además, se han planteado críticas desde fuera que,
de realidad (una ontología fuerte de la realidad absoluta y separada obviando el problema epistemológico, propugnan una definición
y una epistemología como representación de dicha realidad exte- alternativa de ideología. La crítica procede, en primer lugar, de la
rior). Hablan en términos de contraposición entre ideas y realidad, tradición irracionalista decimonónica; según la cual las ideas falsas
siendo el lenguaje un mero instrumento neutro mediador entre también pueden ser útiles ·para el poder o la vida y, como señala
ambas. La realidad exterior existe con independencia de su consti- Boudon (1989), son racionales subjetivamente (se las profesa por
tución simbólica. En consecuencia, defienden una teoría del cono- buenas razones). La ideología es importante para la vida, desempe-
cimiento como reflejo: adaequalio rei el inleleclu. ña una función social. Pero, en segundo lugar, como nos han ense-
6. Salvo en el uso polémico de la vida corriente o de la vida ñado Adorno, Marcuse, Foucault o Habermas, la ciencia y la técni-
política, donde el término ideológico es utilizado para descalificar ca pueden operar como ideologías, en el sentido de enmascarar la
las ideas del oponente, en la actualidad, y como consecuencia de dominación.
126 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA IDEOLOGÍAS, DISCURSOS Y CREENCIAS 127

9. Finalmente hay que señalar que estos enfoques cognitivis- McLellan y autores más difíciles de clasificar como Lenski. Por ello
tas padecen una inveterada ilusión: la creencia, poco fundada, de mismo sería un error imputar esta conceptualización en exclusiva
que la crítica de la irracionalidad o falsedad de determinada creen- al marxismo. Véase la siguiente afirmación de Gaetano Mosca:
cia logrará por sí misma desvanecer su seducción y disuadir a los
adherentes. Con frecuencia las aristocracias se han envanecido de un origen
sobrenatural o al menos diferente y superior al de la clase goberna-
da. Tal pretensión se explica por un hecho social importantísimo [... ]
3.2. DEFINICIÓN POLíTICO-CRÍTICA: LA IDEOLOGÍA que hace que toda clase gobernante tienda a justificar su poder de
COMO LEGrnMACIÓN DE LA DOMINACIÓN hecho, apoyándose en un principio moral de orden general. Pero
recientemente la misma pretensión se presentó con apoyo de un
equipo científico: algunos escritores, desarrollando y ampliando las
1. Frente a quienes postulan que la ideología es la contrafigu- teorías de Darwin, creen que las clases superiores representan un
ra de la ciencia, muchos otros autores han defendido que también grado más elevado de evolución social, y que por lo tanto ellas son
una proposición falsa puede ser útil -socialmente efectiva- para mejores que las inferiores por constitución orgánica. De Gobineau,
la vida. Lo decisivo no sería, pues, su validez lógica sino su eficacia Gumplowicz y otros van más lejos, y sostienen resueltamente el con-
social. Ésta es una perspectiva en la que habían insi~tido Nietz- cepto de que la división de los pueblos en clases profesionales está
sche, Pareto, Mosca o Sorel: las creencias irracionales son social- fundada, en los países de civilización moderna, en una heterogenei-
mente funcionales. En este sentido, las ideologías no pretenden dad étnica (Mosca, 1984: 121-122).
demostrar sino convencer, persuadir (se puede dar la vida más
fácilmente por la patria que por el teorema de Pitágoras). Las ideo- Las ideas son ideológicas no por hallarse socialmente determi-
logías no son pura ilusión, sino instrumentos de la acción social. nadas, sino porque en contextos históricos particulares enmasca-
2. Por otra parte, al cambiar de registro, al pasar de una defi- ran la dominación. El análisis ideológico no se preocupa por la ver-
nición sustantiva (validez lógica) a una definición funcional, tam- dad científica, más bien observa en qué medida los sistemas de sig-
bién puede entenderse que la ciencia y la técnica en ocasiones ope- nos y símbolos se hallan implicados en una distribución asimétrica
ran como ideologías. En el capitalismo avanzado, la tecnocratiza- de poder y recursos. La ideología, afirma Frow, «es producida por
ción de la política y la colonización del mundo de la vida por la las contradicciones sociales y se halla implicada en la constitución
racionalidad instrumental es la más grande y sutil de las ideolo- de las mismas» (1989: 208).
gías. Como afirma Habermas, tanto la vieja ideología del «libre con- 4. Esta concepción de la ideología implica una teoría de la
trato» como la nueva ideología de la «conciencia tecnocrática» son sociedad, según la cual ésta es una estructura objetiva en la que
ideologías porque «sirven para impedir la tematización de los fun- existe (o puede existir) un reparto asimétrico de los recursos. Dicha
damentos sobre los que está organizada la vida social» (1984: 98). distribución es el resultado de las relaciones de dominación. Se
3. No existen sistemas de creencias que sean, per se, intrínse- entiende que las relaciones son asimétricas cuando el reparto de
camente, ideológicos. La ideología es una posibilidad opcional de los recursos se realiza de tal manera que existen exclusiones y for-
todos los sistemas simbólicos: pueden ser instromentalizados al mas de bienes inaccesibles a determinados segmentos de una
servicio de la dominación; se trata de un efecto derivado de su uso sociedad.
particular. En este campo, toda una serie de autores definen la ideo- 5. Pero, además, se postula que el poder, o mejor dicho la
logía como aquel aspecto o característica de los sistemas de signifi- dominación, no puede funcionar sólo mediante la violencia física,
cación que sirve para legitimar la dominación (de clase, étnica, sino que requiere también mecanismos de ocultación y formas ideo-
sexual, internacional). Coinciden en ella determinadas corrientes lógicas de consentimiento. «Es un error habitual -nos dice Ther-
del marxismo (no sólo Marx, sino Poulantzas, Miliband o Larrain y born- suponer que la fuerza puede dominar por sí sola, cuando la
la escuela de Frankfurt) pero también sociólogos críticos como verdad es que nunca puede hacerlo» (1987: 77). El poder no puede
Bourdieu, Giddens, J. B. Thompson, K. Thompson, Fairclough o contar de manera exclusiva con la fuerza para hacerse respetar,
128 SOCIOLOGíA DE LA CULTURA IDEOLOGíAS, DISCURSOS Y CREENCIAS 129

idea que se halla implícita en el concepto de «violencia simbólica» zones -nos dice- para creer que, a lo largo de la historia, en
utilizado por Bourdieu. . muchas sociedades los intereses de sólo una pequeña minoría de
6. Estos autores han diferenciado dos formas básicas de exis- sus integrantes estuvieron identificados de modo significativo con
tencia de la ideología y, por lo tanto, dos formas o perspectivas de los de la sociedad total. Y en otro pasaje afirma que los miembros
análisis: a) como discurso más o menos sistematizado y coherente; de las clases políticamente dominantes tienen más facilidad que los
b) como práctica, inscrita en el lenguaje y los hábitos sociales, en la de otras clases para «reconocer» la convergencia de los intereses
experiencia vivida y en los aparatos institucionales. del individuo y los de la sociedad (lo que es bueno para la General
7. Uno de los aspectos más interesantes de esta concepción Motors es bueno para el país y viceversa). «Las leyes pueden redac-
radica en el análisis de los mecanismos o modus operandi de las tarse siempre de manera que favorezcan a cierto segmento particu-
ideologías. En J. B. Thompson encontramos una sistematización, lar de la sociedad. Anatole France vio esto con claridad cuando
que aunque no pretende ser exhaustiva, resulta bastante rigurosa y escribió: "En su majestuosa igualdad, la ley prohíbe tanto al rico
proporciona una perspectiva sintética de distintos planteamientos. como al pobre dormir bajo los puentes, pedir limosna en la calle y
Ciertos autores han identificado especialmente la definición de la robar pan ... " Las leyes pueden redactarse de tal modo que protejan
ideología con alguna de estas modalidades o estrategiás (por ejem- los intereses de la elite, aunque estén plasmadas en términos muy
plo, Lukács con la reificación, Habermas con la racionalización, generales, universalistas» (1969: 65).
Althusser con la interpelación), pero en la actualidad podemos acu- También Newman ha analizado una forma de legitimación,
mular enfoques y presentar una panorámica más abarcante. mediante la estrategia de racionalización. Se trata de la ideología
No es nuestro propósito examinar aquí todas y cada una de las norteamericana del individualismo competitivo, según la cual el
modalidades y estrategias identificadas. Sólo propondremos algún trabajo duro siempre es recompensado con el éxito; la pobreza es
ejemplo extraído de la literatura especializada. Lenski encuentra resultado de la responsabilidad individual; no nace de la carencia
en la estrategia de la universalización una forma de legitimación de de oportunidades, sino de habilidades. El individualismo competi-
los intereses particulares de la clase dominante: Hay buenas ra- tivo explica la desigualdad «y mantiene nuestra creencia de que el
mundo es un lugar justo». Esta ideología proporciona a los indivi-
duos la convicción de que pueden controlar su destino (1995: 307).
CUADRO 3.2. Modos de operación de la ideología Otra forma de operar la ideología puede ser la ocultación de las
Algunas estrategias típicas diferencias unificando las heterogéneas formas de vida de los
Modos generales de construcción simbólica
miembros de una comunidad o de una organización, mediante la
Legitimación Racionalización.
Universalización. deshistorización o naturalización de su identidad. Larrain (1994)
Narrativización. ha estudiado este forma de acción -que él denomina esencia-
lismo- a través de la construcción de identidades colectivas. Con-
Disimulación Desplazamiento. cretamente analiza cómo en ciertos textos sobre la identidad lati-
Eufemización.
Tropos. noamericana, ésta se presenta como una esencia originaria, fijada
en el pasado de forma definitiva. También podría hablarse de unifi-
Unificación Estandarización. cación en ciertas formas de entender la cultura organizacional que
Simbolización unidad.
exaltan la unidad de directivos y todo tipo de trabajadores e invo-
Fragmentación Diferenciación. can y provocan la vinculación afectiva hacia la empresa mediante
Expurgación del otro. símbolos y prácticas rituales.
Una forma de disimulación de contradicciones sociales aparece
Reificación Naturalización.
Eternalización. en la magnificación de determinados aspectos de una sociedad
Nominalizaciónlpasivización. (por ejemplo, la ideología jofrista en la moderna sociedad valencia-
FuENTE: Thompson, 1990: 60. na: las alusiones constantes al padre Jofré como inventor del psi-
130 SOCIOLOGíA DE LA CULTURA IDEOLOGíAS, DISCURSOS Y CREENCIAS 131

quiátrico moderno sirven para legitimar la construcción de un edi- pero se hallan ligadas por una red de relaciones sociales objetivas:
ficio mastodóntico, lo que refleja una política discordante de las la coerción sorda de las relaciones económicas (Marx), la división
pautas terapéuticas de la OMS y contrasta con una política psi- del trabajo (Durkheim), la naturaleza coercitiva de la ley y la políti-
quiátrica caótica y desnortada). ca (Mosca), el hábito y la costumbre (Lenski).
Atención especial han merecido los distintos procesos de reifica-
ción, es decir, la tendencia a tratar las relaciones entre personas La reproducción del orden social puede depender menos de un
como relaciones entre cosas, las relaciones sociales como relacio- consenso en relación con los valores dominantes o normas que de la
nes naturales. Un ejemplo sería el fetichismo de la mercancía anali- carencia de un consenso en el punto exacto en que las actitudes de
zado por Marx. Pero más recientemente la literatura especializada oposición podrian ser traducidas en acción política... Hostilidad y
ha estudiado con cierto detalle los efectos de la ideología sexista y escepticismo están a menudo mezcladas con valores tradicionales
y conservadores y son atemperadas por un sentido de la resignación
racista, que se sustentan en la traducción de diferencias biológicas
(Thompson, 1990: 63).
en desigualdades sociales. El color de la piel o las diferencias
sexuales aparecen como destino social, legitiman divisiones del tra-
bajo y desigualdades de estratificación (Newman, 1995). Por otra parte, como ha señalado Turner, estas teorías de la
8. En resumen, las relaciones de dominación son producidas dominación vía ideología fallan en proporcionar una explicación
y sostenidas por la movilización del significado que legitima, disi- razonable de la naturaleza del aparato de transmisión ideológica
mula o reifica un estado dado de cosas y el significado puede ser mediante el cual las creencias circulan en una sociedad organizada
movilizado porque es un fenómeno esencialmente abierto, cam- en distintas clases (Turner, 1991: 85). Y suelen caer en la falacia
biante e indeterminado. internalista que implica ignorar que los procesos de recepción y
9. Dos críticas fundamentales se han dirigido a los autores apropiación son inevitablemente una tarea hermenéutica y contex-
representativos de esta corriente: por un lado, se les acusa de pos- tual.
tular un concepto consensual de la dominación; de otro, identifi- Admitido esto, es decir, que todas las clases y grupos sociales
can ideología con intereses de clase, pero sólo atribuyen formacio- tienen una forma de conciencia práctica que no es reductible a una
nes ideológicas a la clase dominante. ideología dominante, sin embargo, muchos autores restringen el
9.1. Ahora bien, conviene señalar que los autores más recientes término ideología para designar solamente el sistema de ideas que
que postulan esta definición de la ideología (Lenski, Thompson, conserva y legitima el statu quo y que oculta las contradicciones,
Fairclough, Giddens) no comparten algunos aspectos decisivos de la viéndose obligados a buscar otros términos para designar las for-
tesis de la ideología dominante: la concepción de la ideología como mas de la conciencia práctica de los grupos subordinados y de los
dominación no implica a priori la existencia de la ideología domi- movimientos de protesta. Así, donde en Marx encontramos la dis-
nante ni, menos aún, que ésta sea la única forma de conciencia posi- tinción entre ideología y conciencia práctica, en Mannheim apare-
ble en una sociedad dada. ce el par ideología/utopía, en Lenski ideologías/contraideologías y
Tanto Thompson como Abercrombie, Turner y Hill critican la en Frow ideología/resistencia. Por ejemplo, Frow afirma que la
identificación y confusión entre integración social e integración del resistencia «es la posibilidad de fracturar la ideología desde dentro
sistema o, dicho con otras palabras, entre orden normativo y orden o de volverla contra sí misma o de reapropiársela para fines contra-
fáctico. Los teóricos de la ideología dominante tienden a ofrecer hegemónicos» (1989: 210).
una visión sobreintegrada de la sociedad en la que la ideología for- 9.2. Una crítica que va más allá de esta concepción y que da
ja un todo sin fisuras, lo que plantea una grave dificultad para lugar a un concepto diferente de ideología aparece en Gramsci, por
explicar el conflicto y las resistencias. un lado, y en algunos textos de Althusser, por otro. Gramsci, frente
Pero, además, la existencia de determinado grado de estabilidad al economicismo marxista, sostendrá que existe una independencia
no depende necesariamente de la ideología. De hecho, las clases relativa de la política y la ideología y subrayará las formas de lucha
sociales tienen cosmovisiones que son diferentes y contrapuestas, que permiten cambiar la sociedad. Por ello, en su planteamiento
132 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA IDEOLOGÍAS, DISCURSOS Y CREENCIAS 133

juega un papel central el concepto de hegemonía como domina- a e y D se produce una ruptura en el tipo de pretensión normativa
ción mediante el consenso. Para Gramsci, la hegemonía nunca es que rige la conceptualización. Mientras que las dos formas prime-
completa, siempre hay inestabilidad, conflicto y negociación. Esta ras de definición tienen un carácter evaluador, ahora nos introduci-
perspectiva influiría decisivamente en el estudio de la cultura mos en definiciones asépticas. Ya no cuenta ni la causación social
popular. También las clases subordinadas tienen sus propias ideo- ni la veracidad o falsedad. De esta forma se rompe con la tradición
logías, es decir, sus sistemas de creencias y valores ordenados a ilustrada: el sistema de creencias puede ser falso e injusto, pero
legitimar la movilización social. Existen ideologías de la protesta y sigue siendo significante y útil. Veamos, en primer lugar, las carac-
la subversión. Las ideologías -afirma Therborn- no sólo consoli- terísticas de la definición e que identifica la ideología con cual-
dan los sistemas de poder, «también pueden ser la causa de su hun- quier sistema simbólico que produce significación en relación con
dimiento y su desviación como si se tratara de bancos de arena: el poder y la configuración de la sociedad.
todavía en pie, pero no de la misma forma ni en el mismo lugar»
(1987: 101). Por su parte, Rudé (en Revuelta popular y conciencia de 1. En esta conceptualización hemos integrado a autores que,
clase) y Hobsbawm, siguiendo a Gramsci, han estudiado diversas aunque no se reconocen tributarios de idénticas tradiciones teóri-
formas ideológicas de protesta, mientras que E. P. Thompson ha cas, postulan un concepto neutro de ideología (tan ideológicos son
analizado «la cultura plebeya» del XVIII. En esta misma línea, Lin- los sistemas de creencias que tratan de conservar la sociedad,
coln (1989) sostiene que «el discurso puede servir también a los como los que propugnan su reforma o su revolución). Por tanto,
miembros de las clases subordinadas en sus tentativas para desmi- conciben la ideología como todo sistema de creencias ordenado a
tificar, deslegitimar y deconstruir las normas establecidas, institu- la legitimación del poder, de la acción social y política. S. Giner la
ciones y discursos que juegan un rol en la construcción de su define del modo siguiente: «La ideologia és, en sentit estricte, allo
subordinación» (1989: 4-5). Por tanto, la ideología no puede ser que hom creu i entén sobre el poder, sobre l'autoritat i sobre la dis-
trascendida (no hay un fin de las ideologías) porque es constitutiva tribució desigual de béns, privilegis, avantatges i desavantatges en
de las rela<;iones sociales. els diversos nivells de la vida social» (1985b: 199).
2. Así, su concepción está directamente relacionada bien con
Este aspecto será desarrollado especialmente por Althusser una teoría del poder como fenómeno generalizado bien con una
mediante el concepto de interpelación. Él ha insistido en que las teoría del poder como fenómeno restringido al campo autónomo
ideologías, que tienen una existencia material como aparatos, prác- de lo político. En cualquier caso, se trata de una realidad claramen-
ticas, rituales o discursos, constituyen a los sujetos y por lo tanto son te discernible, en términos analíticos, de la dominación.
dimensiones necesarias de la realidad social. La ideología no es la El poder es un fenómeno generalizado: «En el nivel de la
producción de «ideas» por parte de sujetos, sino la producción de "acción" y en el sentido más general, "poder" es la capacidad para
los propios «sujetos». Aquí se encuentra el fundamento del análisis actuar en la consecución de los objetivos e intereses particulares»,
del discurso, que ha sido desarrollado en el postestructuralismo. Por la capacidad de intervenir en una s~cuencia de acontecimientos y
ejemplo, desde esta perspectiva K. Thompson sostiene que la ideolo- alterar su curso (Thompson, 1984: 129). De acuerdo con dicha
gía logra tres efectos: constituir simbólicamente comunidades, cons- tesis, podrían clasificarse dentro de esta categoría aquellas defini-
tituir sujetos y cambiar o sostener relaciones de dominación. ciones de la ideología para las cuales su función distintiva es la
constitución de sujetos o de comunidades imaginadas (Anderson).
La ideología no es coextensiva con cultura, como sucede en las
3.3. DEFINICIÓN POLÍTICO-NEUTRA: LA IDEOLOGÍA COMO SISTEMA definiciones del tipo D, sino que se refiere a aquella dimensión de
DE CREENCIAS RELATIVOS A LA ACCIÓN SOCIOPOLÍTICA la cultura que consiste en producir identidades sociales.
Pero «poden> hace referencia también a la actuación posible en
La crítica al modelo precedente desemboca en la concepción el ámbito específico de lo político, donde se dirime la configura-
político-neutra. Por ello, al pasar de los campos conceptuales A y B ción y organización de la sociedad. Designa en este caso el sistema
134 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA IDEOLOGÍAS, DISCURSOS Y CREENCIAS 135

de significaciones que conciernen a la organización social legítima, imposible lograr para los seres humanos; reflexiones críticas sobre
su funcionamiento y finalidades (Ansart, 1974: 17). En este senti- la naturaleza de la interacción humana; los valores que los huma-
do, R. W. Wilson sostiene que las ideologías cumplen la función de nos deberían buscar o rechazar; y los planes técnicos correctos
defender las instituciones y racionalizar los intereses de grupo, para la vida social, política y económica que abordarán las necesi-
«dicen quién debe gobernar y por qué y explican la estratificación dades e intereses de los humanos. Las ideologías pretenden tanto
de forma que sea significativa para los individuos ... , legitiman tan- describir como prescribir (Vincent, 1992: 16).
to la búsqueda del poder (teoría del interés) como las formas de 5. Algunos de los autores que se inscriben en este apartado
reducir la ansiedad (teoría de la tensión) ... Un comportamiento (especialmente Gouldner, Giner y Reboul) comparten la visión de
que se espera que la ideología justifique es la conformidad (com- que las ideologías son un fenómeno moderno, opuesto a religión,
pliance)>> (1992: 19). son seculares, y tienen un carácter racional, al menos en la forma.
3. Desde esta perspectiva, no sólo son ideologías los sistemas Aunque son carentes de reflexividad.
que legitiman la dominación, sino cualquier sistema de ideas que 6. Las objeciones fundamentales que pueden dirigirse a esta
moviliza para la configuración de la sociedad, pudiendo servir los categorización son compartidas también por las definiciones del
intereses de los menos privilegiados tanto como los de los más tipo D. Por tanto, ahora sólo señalaremos aquella crítica que se
favorecidos. Por ello, entre los teóricos de los movimientos sociales sitúa en la línea de progresión hacia la generalización plena del
el concepto aparece ya con el significado neutro que ahora estamos concepto de ideología: cuando se define el poder de una forma tan
analizando. La ideología sería el sistema de valores y creencias amplia resulta difícil encontrar acciones sociales y formas de signi-
compartidos que moviliza para la acción (sirve para explicar la ficación, como ha mostrado Foucault, que no sean también formas
situación contra la que se combate y en ocasiones se articula en un de poder y, entonces, ¿por qué deberíamos restringir el campo del
programa formal y coherente) y constituiría, junto con la estructu- análisis ideológico en vez de ampliarlo a todas las formas de cono-
ra organizativa y la estrategia, uno de los elementos característicos cimiento y a todas las prácticas de significación?
de todo movimiento social (por ejemplo, la no violencia gandhiana
sería un elemento de la ideología del movimiento de Martin Luther
King, pero otro lo constituiría su mesianismo basado en el sueño 3.4. DEFINICIÓN SEMIÓTICO-NEUTRA: LA IDEOLOGÍA
americano fundacional). Según los teóricos de los movimientos COMO SISTEMA DE CREENCIAS o DISCURSO
sociales, mientras que los «viejos» se definirían por una ideología
globalizadora de justicia, los «nuevos» se caracterizarían por el 1. En este apartado integramos una amplia diversidad de
pluralismo ideológico (por el énfasis en la libertad, los estilos de autores, tendencias, tradiciones e incluso disciplinas. Todos ellos
vida y la autonomía). convergen en una concepción general y neutra de la ideología:
4. Desde el punto de vista de la extensión, nos hallamos ante sociólogos materialistas y fenomenólogos, antropólogos, historia-
una concepción restrictiva -sólo un tipo particular de creencias o dores de las mentalidades, psicólogos sociales, posestructuralistas
aspecto de los sistemas de creencias son ideológicos-, aunque ten- y posmodernistas. Estas definiciones son formuladas a partir de
dencialmente universal -todas las formas de legitimación de los años sesenta y son resultado tanto del giro lingüístico que se
poder son ideología-o Pero se trata ya de una concepción neutra: produce en las ciencias sociales a raíz del desarrollo de la lingüísti-
tanto las creencias que pretenden conservar como las que tratan de ca estructural y el descubrimiento de la importancia del lenguaje
reformar o transformar son calificadas de ideologías. Así, por en la vida social como del giro hermenéutico impreso por la feno-
ejemplo, Vincent, en Modern Political Ideologies donde se estudian menología y las diversas formas de microsociología. Aunque reser-
el liberalismo, el conservadurismo, el socialismo, el anarquismo, el vando posiciones muy distintas para los sujetos, ambos giros impli-
fascismo, el feminismo y el ecologismo, define las ideologías como can una consideración de las formas simbólicas no sólo como un
cuerpos de conceptos, valores y símbolos que incorporan concep- elemento de la vida social que, como sostendrá el funcionalismo,
ciones de la naturaleza humana y que indican lo que es posible e responde a determinadas necesidades y cumplen unas funciones
136 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA
IDEOLOGÍAS, DISCURSOS Y CREENCIAS 137
concretas, sino como constitutivas de las relaciones y el mundo
social: la sociedad es un universo pre-interpretado, simbólicamen- d) Posiblemente, la más prolífica de todas estas tendencias es
te constituido, o, como dice Frow, todos los sistemas sociales son el análisis del discurso y el análisis cultural. Surge dentro del mar-
sistemas semióticos (1989: 206). co estructuralista y postestructuralista y habla del discurso como
2. El aspecto general que comparten es una universalización una práctica y no sólo como un texto.
de la ideología, para lo cual tales interpretaciones desarrollan un
concepto radicalmente nuevo: ideología es todo o cualquier siste- 4. Conviene comprender que las corrientes citadas han su-
ma de creencias, pudiendo tener tanto una organización sistemati- puesto una reacción razonable y sana frente a formas de análisis
zada y coherente como dispersa y heterogénea. Es un concepto ~ue reducían la cultura a un mero epifenómeno, irrelevante, o que
central para entender los procesos de significación. Su locus pro- rnterpretaban las formas simbólicas como reflejo más o menos
pio es la teoría de la cultura. transparente de un mundo exterior dado. Al plantearse la búsqueda
Así, por ejemplo, la ideología para Therborn hace referencia a de un término con el que designar los procesos de significación,
«ese aspecto de la condición humana bajo el cual los seres huma- cualquier proceso de significación, algunos autores han utilizado el
nos viven sus vidas como actores conscientes en un mundo que vocablo ideología en este sentido amplio: describe el proceso de la
cada uno de ellos comprende en diverso grado. La ideología es el producción de significados mediante signos, la creación de formas,
medio a través del cual operan esta conciencia y esta significativi- sistemas simbólicos o discursos. La ideología sería la dimensión de
dad» (1987: 1-2). La función de la ideología es la formación y trans- la existencia social en que se producen los significados y los valo-
formación de la subjetividad, consiste básicamente en imágenes, res, designaría la necesaria constitución simbólica de toda socie-
conceptos y premisas que proporcionan los marcos mediante los dad. Ahora bien, podemos plantearnos, y así lo haremos en la sec-
cuales representamos, interpretamos, comprendemos y produci- ción final, si era necesaria esta utilización genérica, dado que para
mos sentido de ciertos aspecto de la existencia social. Por tanto, la ello contamos ya con otros términos como significación, sentido,
ideología es una dimensión constitutiva de la sociedad y de la for- discurso, formas simbólicas, narrativas y cosmovisiones.
mación de la subjetividad humana. 5. Pero el problema crucial no radica en la precisión y perti-
3. La mayoría de ellos disciernen dos planos: el de la discursi- nencia del vocabulario, sino en las teorías que subyacen en este
vidad y el de la práctica; la ideología como sistema de creencias campo conceptual, porque abocan al relativismo y disuelven toda
que se poseen, como una categoría de la conciencia, y como un posibilidad de crítica y evaluación. En algunos de estos autores (los
proceso que se manifiesta en la experiencia de la vida cotidiana. La teóricos de las representaciones sociales) resuena, sin duda, la tradi-
ideología tiene siempre una doble dimensión: mental y práctica. ción durkheimiana que sociologiza las categorías del conocimiento.
Algunos autores se han centrado en analizar los componentes idea- Para ella, la sociedad no está escindida como en Marx, por tanto sus
cionales de la ideología como discurso. Pero, en general, se ha formas simbólicas reflejan la realidad sin ocultarla. Como dice
prestado gran atención a las rutinas y coerciones de la vida cotidia- Lenk, interpretando a Durkheim, «lo que una época sanciona como
na, a las actitudes, hábitos y comportamientos colectivos al len- verdadero, valioso y bueno es también aquello que resulta útil para
guaje, al dominio de lo inconsciente, no formulado y latent~. la conservación y la subsistencia de la vida social. Por ello las for-
mas prevalecientes en cada caso son ideas e ideales necesarios,
a) Así, la sociología fenomenológica ha desarrollado el con- constitutivos de la existencia de las sociedades» (Lenk, 1974: 36).
cepto de conciencia preteórica. En consecuencia, no hay lugar para valores transculturales.
b) La historia de las mentalidades ha establecido la distinción
entre ideología y mentalidad, como si se tratase de dos polos de un Para otros, los estructuralistas y postestructuralistas, el concep-
mismo continuum. Ejemplo: machismo-feminismo. to de discurso postula que la gente vive y experimenta su vida
e) La corriente de las representaciones sociales ha desarrolla- inmersa en órdenes discursivos, que imponen los marcos que limi-
do el concepto de representación social y de prejuicio. tan lo que puede ser experimentado o el significado que dicha
experiencia puede alcanzar y, por tanto, determinan lo que puede
138 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA IDEOLOGÍAS, DISCURSOS Y CREENCIAS 139

ser dicho y hecho (Purvis-Hunt, 1993: 485). El discurso no refleja o lógico, aunque sin duda ha de partir de qtie el mundo social es un
representa entidades o relaciones sociales, sino que las constituye. universo preinterpretado, no puede prescindir del referente, no
Diferentes discursos constituyen las entidades claves de distinta puede reducir lo social a relaciones de sentido. Al respecto, nos
manera y ubican a la gente de distinta forma como sujetos sociales. parece oportuno recordar la crítica que Fairclough plantea a Fou-
El discurso construye el significado del mundo y no existe signifi- cault (y que puede hacerse extensiva a toda esta corriente y en
cado fuera del discurso. general a los relativismos posmodernos). «Mientras acepto -nos
El supuesto epistemológico que comporta esta concepción pos- dirá Fairclough- que los objetos y los sujetos sociales son forma-
empirista es que el lenguaje, hablado o escrito, nunca puede ser dos por las prácticas discursivas, querría insistir en que estas prác-
completamente referencial. Hasta aquí nada que discutir. Pero en ticas están constreñidas por el hecho de que inevitablemente se
algunos autores (Derrida o Baudrillard, por ejemplo)Ja extensión producen dentro de una realidad material, constituida con "objetos"
del concepto discurso es tal que sencillamente desaparece el refe- preconstituidos y sujetos sociales preconstituidos. Los procesos
rente: no existe nada externo al discurso. Los objetos del discurso constitutivos del discurso deberían, por tanto, ser comprendidos en
no existen fuera del mismo, cada discurso especifica sus propios términos de una dialéctica, en la que el impacto de la práctica dis-
objetos, sus modalidades enunciadoras, sus sujetos, sus principios cursiva depende de cómo interactúa con la realidad pre-constituida.
y valores. Los discursos, como los paradigmas kuhniana s, son En relación con los "objetos" quizá es útil usar tanto los términos
inconmensurables y, por tanto, no hay lugar para un discurso privi- referring y signifying: el discurso incluye referencia a objetos pre-
legiado como la ciencia. Esto conduce al relativismo y la indeter- constituidos, tanto como la significación creativa y constitutiva de
minación, a un escepticismo radical sobre la posibilidad de cual- los objetos» (1992: 60). En síntesis, la práctica discursiva es una
quier forma de determinación y crítica. La política y la ideología forma (entre otras) de práctica social, un modo de acción y no sólo
son campos autónomos e irreductibles que no están condicionados un modo de representación. Pero la relación entre práctica discur-
por la economía o las clases. De esta forma, el posmodernismo siva y estructura social es dialéctica: aquélla es una condición y un
renuncia a la idea de verdad. Lyotard sostendrá que no existe un efecto de ésta.
referente discursivo que permita la evaluación de otros discursos y En la medida, pues, en que dichas concepciones disuelven la
para Baudrillard el problema reside en la ausencia de una realidad totalidad social en el discurso, lo que sucede es que se confunden
que pueda ser enmascarada por las representaciones: vivimos un órdenes de realidad: hay constitución simbólica, por supuesto,
mundo de simulacros. pero ¿por qué deberían excluirse otras prácticas sociales? 0, como
Si aceptamos sus postulados, nos quedamos huérfanos de crite- ha planteado Larrain a la concepción neutra de Hall, «¿por qué
rios para analizar el error y el engaño, la injusticia y la domina- deberíamos limitamos a investigar lo que produce sentido en una
ción, y las ciencias sociales deberían enmudecer. Más aún, dada la ideología y no buscar también en ella lo que es incorrecto y expo-
inconmensurabilidad de los discursos, resulta imposible tanto el nerlo?» (Larrain, 1994: 83). Y, si aceptáramos que además de senti-
reconocimiento de la asimetría cultural (culturas contemporáneas do también hay sinsentido, sentido correcto e incorrecto, justo e
con distinto grado de evolución) (sincronía) como de la irreversibi- injusto, verdadero y falso, legítimo e ilegítimo, ¿por qué debería-
lidad de determinados procesos culturales (la perspectiva en pintu- mos confundir todo utilizando el término ideología para designar
ra, la circulación de la sangre en medicina, etc.) y la imprescriptibi- dichas realidades? En, desde y al mundo preconstituido según
lidad de ciertos acontecimientos traumáticos (la barbarie nazi, ser- nuestro punto de vista, pueden dirigírsele distintas miradas y pre-
bia o hutu-tutsi) (diacronía). Y así, llevando los argumentos al guntas y se le puede constituir (o re-constituir) con perspectivas
esperpento, podría sostenerse sin sonrojo que fue verdad, in illo distintas que no se disuelven ni precipitan unas en otras (véase
tempore, que el sol giraba alrededor de la tierra (véase Norris, figura 3.2).
1995). Abordar estas cuestiones explícita y directamente es la única vía
En última instancia, aflora aquí el lastre de la teoría saussuria- para resolver el problema inicial acerca del lugar de la ideología en
na acerca del carácter arbitrario del signo. Pero un enfoque socio- la sociología de la cultura. De acuerdo con nuestro planteamiento,
140 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA IDEOLOGÍAS, DISCURSOS Y CREENCIAS 141

1. Como consecuencia de los giros postempirista y hermenéu-


tico, así como del desarrollo autónomo de la filosofía, historia y
sociología del conocimiento científico, la concepción cognitivo-crí-
tica, que contrapone ideología a ciencia y la identifica con prejui-
cio, error o ilusión, apenas tiene una presencia significativa.
2. Por el contrario, y fruto de convergencias teóricas muy dife-
rentes, se ha impuesto una concepción restringida, político-neutra,
que identifica ideología, bien con cosmovisiones y teorías políticas,
bien con los sistemas de creencias relativos a cualquier forma de
poder y constitución de lo social.
3. En ciertas corrientes teóricas (como el postestructuralis-
mo) se ha producido incluso una evacuación del término y del aná-
lisis ideológico, siendo sustituido por el vocablo alternativo de dis-
curso para designar la nueva realidad analítica.
FIG. 3.2. La diversidad de problemáticas. 4. Sin embargo, ello no ha obstado para que también se desa-
rrolle con fuerza una tendencia que trata de preservar un sentido
crítico (sociopolítico crítico) y que pretende hacer compatible y
complementario el análisis del discurso y el análisis de la ideología.
y sintetizando posiciones que vienen decantándose en los últimos 5. Por otra parte, entre quienes siguen postulando algún tipo
~os, creemos que el análisis del significado (es decir, del discurso de análisis de la ideología se ha producido un radical cambio de
o de las formas simbólicas) y el de la ideología pueden ser comple~ perspectiva analítica: el centro de atención se halla ahora en los
mentarios, pero deben estar claramente diferenciados porque aspectos rutinarios, ordinarios y materiales de la ideología, incluso
hacen referencia a aspectos distintos de la realidad. Por ello mis- en sus manifestaciones más informales e inconscientes.
mo, se precisa una clarificación de la relación entre cultura y socie- 6. En relación con ello, entre quienes propugnan un concepto
dad para ubicar de forma adecuada dichos conceptos. Esta tarea es crítico se asiste a un reconocimiento de la pluridimensionalidad
la que emprenderemos en el siguiente apartado. irreductible de la ideología que responde a la diversidad de formas
de la subjetividad humana: clase, sexo, edad, etnia, etc.
Por tanto, y aunque pueda afirmarse razonablemente que el tér-
4. Discursos e ideologías mino se sigue utilizando con escaso espíritu crítico y sin una razo-
nable vigilancia epistemológica, de manera que un mismo autor, y
Al comienzo de este capítulo exponíamos la deriva histórica del en un mismo texto, puede combinar usos distintos sin encontrar en
término ideología y mostrábamos la polisemia del mismo. Posterior- ello ningún embarazo, creemos que la decantación que se ha ido
mente hemos procedido a analizar en detalle las características de produciendo es muy reveladora, pues en algo parecen estar de
cada uno de los campos conceptuales detectados. Con ello, hemos acuerdo tanto los críticos como los neutros: en el tema de que tra-
presentado sus posibilidades y valorado sus limitaciones. Pero en la tan las ideologías. Éstas se ocupan de los aspectos relativos a la
historia reciente, estos cuatro conceptos no han convivido en pari- configuración y la identidad del ser social, del poder en sentido
dad de condiciones y con similar grado de aceptación. Por el contra- tanto amplio como restringido. Quedan fuera, en buena lógica, el
rio, puede decirse que unos han sido (y son) más utilizados o gozan problema específicamente epistemológico (concepción cognitivo
de mayor aprecio que otros. Vamos a repasar brevemente las ten- crítica) y el problema semiótico (concepción cognitivo-neutra) y
dencias de esta bibliografía, para fundar sobre ellas nuestra con- sólo se los toma en consideración en cuanto se hallan relacionados
clusión final. y afectan al tema central: la legitimidad del poder.
142 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA
IDEOLOGÍAS, DISCURSOS Y CREENCIAS 143

En este contexto, parece que finalmente el dilema léxico se PODEr::


reduce a si es posible y necesaria una evaluación de los sistemas de
creencias relativos al poder, en qué términos, y si podemos nom- dominación
brar adecuadamente ese proceso crítico como análisis de la ideolo-
gía. La respuesta que se dé a esta cuestión depende, en primer
lugar, de la ontología del ser social que se profesa y, en segundo, de
la consiguiente epistemología.
El marxismo y la teoría crítica en general, ocupados en el análi- '-
sis de las relaciones de explotación y dominación, han ignorado la
constitución simbólica de la sociedad o la han relegado a la catego- NARRATIVAS
ría de epifenómeno, perfectamente clasificada en ese totum revolu- o
tum que encubría el concepto residual de superestructura. Los teó- Ident
ricos del discurso y del giro lingüístico, en cambio, consideran que
enti"Oo
extra lingua nulla salus, nulla rex y, por tanto, disuelven la diferen-
ciación. Ni en un caso ni en otro, la sociología de la cultura parece
haber encontrado su lugar idóneo: se puede morir por inanición o subordinación
por anorexia, pero también por sobredosis. Por nuestra parte, pro-
ponemos una concepción realista de la sociedad, lo que implica FIG.3.3.
que no reducimos ésta a relaciones de sentido. Y al mismo tiempo,
aceptamos que el significado es constituyente de la realidad y que
vivimos en un mundo preinterpretado.
De forma esquemática podemos representar la trama estructu-
ral de una sociedad como el resultado de la interacción de dos fac- gicos (mito), ficticios (narración literaria) o referirse al pasado
tores: recursos y esquemas culturales (Sewell, Giddens). Imagine- humano (narración histórica). Unas y otras, cosmovisiones y narra-
mos un diagrama en cuyo eje horizontal colocamos los esque- tivas, proporcionan información de muy diversos tipos, unas y
mas/reglas, es decir, la cultura, yen el vertical los recursos sociales otras tienen componentes cognitivos y prácticos, unas y otras son
(poder, relaciones sociales, bienes materiales) que se distribuyen formas de discurso.
asimétricamente, de forma estratificada. Si tomamos por separado En este contexto, conviene especificar qué entendemos por dis-
el análisis de la interacción entre el eje horizontal de la cultura y el curso. Siguiendo a Fairclough (1992), postulamos un concepto tri-
vertical del poder, observaremos lo siguiente. dimensional: un discurso es a un tiempo un texto (hablado, escrito,
La cultura (eje horizontal) proporciona tanto sentido (es decir, ritualizado), una práctica discursiva (que implica producción,
significado o sistemas de creencias y orientación o sistemas de valo- transmisión e interpretación del texto) y una práctica social. El tér-
res) como identidad (constitución de sujetos personales o colecti- mino designa formas de estructurar simbólicamente áreas de cono-
vos). y proporciona significado tanto para las dimensiones mera- cimiento y práctica social. En correspondencia con las funciones
mente existenciales (como ser sexuado, ser mortal, tener una edad) del lenguaje (ideacional, relacional e identitaria), el discurso cons-
como para las dimensiones sociohistóricas (pertenecer a una tribu o tituye identidades sociales y posiciones subjetivas, constituye rela-
una nación, tener una u otra profesión, ser miembro de una iglesia). ciones sociales y produce sistemas de conocimiento y creencias.
Para ello cuenta con visiones del mundo o cosmovisiones, que son Pero, pese a reconocer su carácter constitutivo, el discurso no es la
sistemas de creencias articulados, y con narrativas, que son estruc- única realidad y su configuración depende de realidades extra-dis-
turas lingüísticas que exponen en forma de relato la trama de un cursivas a las que se refiere y significa. Por ello mismo, tanto las
conjunto de acontecimientos. Éstos pueden ser fundantes o etioló- cosmovisiones como las narraciones y cualquier otra forma discur-
144 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA IDEOLOGíAS, DISCURSOS Y CREENCIAS 145

siva pueden ser evaluadas epistemológicamente, en relación con En la actualidad esta posición es defendida claramente por
los criterios prevalentes de verdad o falsedad. autores como Thompson, Fairclough, Purvis y Hunt, Lincoln,
El poder y los recursos (eje vertical) puede (suele) estar distribui- Larrain o McLellan. Véase al respecto el siguiente texto de Larrain:
do asimétricamente, lo que da la polaridad básica de dominación y
subordinación. Por un lado, debe tenerse en cuenta que el dominio, el proceso discursivo de construir una identidad cultural puede fácil-
si es duradero, nunca se basa en la mera fuerza, requiere algún tipo mente convertirse en ideológico si oculta la diversidad real y los
de legitimación. Por otro, el poder como fenómeno cultural es cons- antagonismos de la sociedad. Todas las tentativas de fijar de una vez
tituido siempre semióticamente. La cultura (el conocimiento) y el por todas los contenidos de una identidad cultural y todas las preten-
poder no son fenómenos aislados (ni siquiera por el hecho de que en siones de haber descubierto la «verdadera» identidad de un pueblo
pueden probablemente convertirse en formas ideológicas que son
una sociedad moderna constituyan campos autónomos). Toda for-
utilizadas por ciertos grupos o clases para su propio beneficio. Sin
ma de poder comporta/produce conocimiento y toda forma de cono- embargo, también es verdad que ciertas versiones de la identidad
cimiento comporta/produce poder. Los movimientos sociales produ- cultural, especialmente aquellas desarrolladas por los grupos opri-
cen conocimiento e identidades alternativas con el propósito de midos y discriminados en la sociedad, realizan el papel de ser
transformar la realidad, y el conocimiento producido les capacita medios de resistencia frente a la dominación y exclusión y no pue-
para desarrollar estrategias, formas de acción y construir nuevas den por tanto ser consideradas ideológicas. A diferencia de las ver-
identidades. Los grupos dominantes producen una identidad cultu- siones dominantes, no ocultan sino que subrayan las contradiccio-
ral pública y la difunden con el propósito de legitimar y perpetuar su nes (Larrain, 1994: 162-163).
dominación. Existe, pues, una vinculación intrínseca entre discurso
y poder, que se da tanto en el plano de las cosmovisiones como en el Esto no significa que haya formas simbólicas que sean, per se,
de las narrativas de identidad. Podemos, en consecuencia, analizar y intrínsecamente ideológicas. Son ambiguas, abiertas y contextua-
evaluar en qué medida las formas discursivas contribuyen a soste- les, y así dentro de un grupo o una nación, determinados naciona-
ner, reest,ructurar, desafiar o transformar relaciones de poder. Mien- lismos pueden a un tiempo desafiar contradicciones externas pero
tras que los críticos proponen restringir el concepto de ideología a ocultar contradicciones internas. Por ello mismo, pueden ser ins-
aquellas formas simbólicas que legitiman los poderes dominantes u trumentalizadas para transformar el simple poder en autoridad o
ocultan las contradicciones sociales que les favorecen, los neutros, legitimar la dominación. Por ejemplo, el naturismo es una cosmo-
renuncien o no a la posibilidad de evaluación de las formas de poder visión existencial, pero podría ser una ideología; el racismo es una
y desigualdad, utilizan ideología para designar por igual los siste- narrativa existencial de carácter ideológico; el nacionalismo es
mas formales de ideas políticas y los sistemas informales de creen- una cosmovisión, implica una narrativa y puede ser, como ya
cias y valores que movilizan para la acción social. Y dado que las hemos dicho, una ideología. Se necesita investigar empíricamente
pautas de comportamiento de los científicos sociales en relación con los procesos de producción, circulación y apropiación de las for-
el léxico carecen de todo tipo de regulación, podemos sospechar que mas simbólicas para efectuar el diagnóstico oportuno.
en el futuro las cosas seguirán como en el día de hoy. Con esta concepción, el análisis de la ideología de lo que se ocu-
Sin embargo, de acuerdo con el enfoque que hemos presentado pa es de la interrelación entre las prácticas discursivas y otras prác-
(interrelación entre recursos y esquemas, estratificación y cultura, ticas sociales, concretamente de la relación entre la cultura y el
discurso y poder), creemos que existe espacio para un concepto crí- poder. En las relaciones sociales se hace uso de determinadas prác-
tico de ideología. En este caso, ideología y discurso serían comple- ticas discursivas o formas simbólicas para legitimar la dominación.
mentarios. Mientras que éste designaría la totalidad de las estruc- El análisis ideológico estudia, pues, efectos que no son meramente
turas lingüísticas y prácticas simbólicas mediante las cuales se pro- discursivos o simbólicos.
duce sentido e identidad, ideología se referiría de forma restringida Queda entonces claro que la ideología es sólo una de las posi-
a aquellos aspectos del discurso que son utilizados contextualmen- bles formas del discurso. Como sostiene Lincoln, el discurso (no
te para legitimar relaciones de dominación del tipo que sean. sólo verbal sino también simbólico, espectáculos, gestos, costum-
146 SOCIOLOGíA DE LA CULTURA

bres, edificios, iconos, rituales, performance, etc.) es complementa-


rio de la fuerza de diversas maneras: entre .ellas destaca la persua-
sión ideológica en manos de las elites, que mistifica las desigualda-
des del orden social y logra el consentimiento transformando el
simple poder en autoridad legítima (Lincoln, 1989: 4-5). Lo que
convierte en ideológicos a determinados discursos es su conexión
con los sistemas de dominación.
En conclusión, no es posible restaurar un uso del concepto ideo-
logía, al estilo de Destutt de Tracy, como la ciencia de las ideas. Por CAPíTULO 4
otra parte, estamos persuadidos de que persistirá, por un principio
de economía léxica, el uso neutro de ideología que designa siste- LAS TEORÍAS DE LA CULTURA DE MASAS
mas de pensamiento sociopolítico y sistemas de creencias y valores
de los movimientos y organizaciones sociales. Pese a ello, creemos
que el análisis ideológico, como desvelamiento de la utilización de Cuando queremos analizar la cultura en sociedades complejas
las formas simbólicas al servicio de los privilegios y la dominación, no podemos eludir la importancia de los medios de comunicación
puede (debe, según nosotros) ocupar un lugar legítimo dentro de de masas y de una institución como el mercado. En gran medida la
las ciencias sociales. información y los bienes simbólicos circulan como mercancías en
soportes proporcionados por las modernas tecnologías, son pro-
ducidos y almacenados de forma industrial, distribuidos por los
media con técnicas de marketing y consumidos por audiencias o
públicos extensos en contextos y circunstancias muy heterogéneos.
El análisis de este rasgo crucial de la modernidad, que ha transfor-
mado no sólo las formas de comunicación sino a la propia socie-
dad, tiene el interés añadido de abordar un asunto en el que se
entrecruzan cuestiones de estratificación y reproducción cultural
tanto como de dominación y subordinación, constituyendo un
campo de polémica agitada y vivaz desde los años treinta de nues-
tro siglo. En este capítulo y el siguiente expondremos de forma
sucinta dos modalidades básicas de abordar dicho análisis: de un
lado, los partidarios de una cultura humanista al viejo estilo, que,
de izquierdas o de derechas, han visto en las formas culturales
modernas una expresión de anticultura o seudocultura, una de-
gradación del gusto, una degeneración de la creatividad y una
subordinación al interés económico. De otro, las corrientes que
han reivindicado el carácter activo (a veces, la omnipotencia) y la
autonomía relativa de las audiencias y la creatividad de la cultura
popular. Umberto Eco, en un libro que hizo época, tipificó dichas
posiciones, sin duda de forma simple pero no por ello menos efi-
caz, con los calificativos de apocalípticos e integrados. Como es
obvio, dada la fecha en que se publicó (1965), difícilmente podía
incorporar la posición innovadora de la corriente conocida como
148 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA LAS TEORÍAS DE LA CULTURA DE MASAS 149

Cultural Studies, que si bien rechazan las posturas apocalípticas, contra la «industria cultural». En los años treinta y cuarenta tam-
tampoco pueden considerarse integrados. No constituyen propia- bién publica Elliot diversas obras dedicadas a la crítica cultural. La
mente hablando una tercera posición, sino una nueva forma de más directamente vinculada con nuestro propósito, Notes Toward
enfocar el problema, que trata de integrar la comprensión antropo- the Definition of Culture (1948), donde se afirma, por ejemplo, que
lógica de la cultura y el análisis de las relaciones de poder, y que «la igualdad completa significa una irresponsabilidad universal».
dada su reivindicación del carácter creativo de las audiencias se Podrían citarse muchos otros textos, de menor significación
contrapone, ante todo, a las visiones elitistas. y, sin embargo, la desde luego, pero que reprodujeron hasta la saciedad, de forma
polaridad ideológica persiste: basta comparar para constatarlo dos cada vez más simplificada, las jeremiadas contra la cultura de los
libros recientes, de los que hablaremos más tarde, como son Pseu- medios de comunicación de masas. Siguiendo a Eco y Giner expon-
docultura, de Blanca Muñoz (1995), y Common Culture, de Willis dremos seguidamente las características que se asignan a la cultu-
(1990). ra de masas, después expondremos por su carácter clásico la visión
de la escuela de Frankfurt y finalmente, por su actualidad, la reite-
ración de estas posiciones en las teorías del imperialismo cultural.
1. El malestar de los intelectuales

A la vista de las capacidades de comunicación desarrolladas por 2. Características de la cultura de masas


la televisión y la transmisión vía satélite, la cultura de masas de los
años treinta (basada en la radio, la prensa y el cinematógrafo) no La teoría de la cultura de masas parte del supuesto de que la
era más que una manifestación incipiente de una realidad cuyas modernidad, que ha quebrado las viejas comunidades, solidarida-
consecuencias últimas ni siquiera ahora podemos dibujar con pre- des y formas de vinculación social, ha 'Creado una sociedad masa,
cisión. Sin embargo, el fenómeno emergente comenzó a convulsio- compuesta por hombres masa, es decir, átomos, individuos insula-
nar los modos de vida tradicionales y la reflexión sobre esa nueva res y aislados, inermes ante la técnica y los medios de comunica-
realidad no se hizo esperar. En el mismo año de 1930 veían la luz ción. Pero, además, y por 10 que a la cultura se refiere, esa sociedad
dos libros, que aunque distantes en el espacio se hacían eco de la comporta una degradación de las formas simbólicas a la categoría
fenomenología de los nuevos tiempos. F. R. Leavis publicaba Mass económica de mercancías y una producción de las mismas al modo
Civilization and Minority Culture y Ortega y Gasset, La rebelión de industrial, socavando la singularidad, originalidad y el valor del
las masas. A partir de este momento, las publicaciones sobre el te- arte creativo y del buen gusto. En estas condiciones, la teoría de la
ma se sucedieron sin tregua. No pretendemos aquí seguirles el ras- cultura de masas tiende a considerar a las audiencias como masas
tro, pero conviene citar algunas por su significado como expresión pasivas, vulnerables, manipulables y explotables, sentimentaloides
del malestar de intelectuales de signo muy diverso frente al fenó- e instintivas, refractarias a los desafíos intelectuales, perezosas
meno emergente, que ellos dieron en calificar con un concepto mentales, fácil presa de la publicidad consumista y de la propagan-
poco expresivo y muy combativo, cultura de masas. Así, en 1940, da política, recreándose en el mal gusto y asumiendo como robots
publicaba S. Chakhotin La violación de las masas por la propaganda las fórmulas estandarizadas de la cultura industrial. Esta visión,
polftica, texto que aplica la metodología conductista pavloviana al que ahora puede parecemos de un simplismo rampante e inacepta-
análisis de la movilización de masas por el fascismo y cuyo título ble, predominó indiscutida durante tres décadas (años treinta, cua-
contiene obvias resonancias del artículo de Benjamin que luego renta y cincuenta) y perdura, de forma a veces sutil o subrepticia
analizaremos, «El arte en la era de la reproductibilidad técnica», (con alusiones, por ejemplo, a la americanización o disneylandiza-
publicado en 1936. En 1944 Dwight MacDonald daba a la luz ción del mundo), en determinadas corrientes críticas de la actua-
Teoría de la cultura popular (más tarde titulado Teoría de la cultura lidad.
de masa). De ese mismo año es la Dialéctica de la Ilustración de En fecha tan temprana como 1965, Umberto Eco abordaba y
Horkheimer y Adorno, donde se plasma un apasionado alegato exponía los dilemas que planteaban para el análisis cultural las
150 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA LAS TEORÍAS DE LA CULTURA DE MASAS 151
Mundo social
1) La cultura popular ha dejado de existir: la cultura de masas ha
ocupado su lugar. 2) La cultura de masa existe en virtud de los
medios de comunicación de masa, y éstos determinan su contenido.
Favorecen la comunicación unidireccional. El medio es el mensaje.
(CM) CM 3) La estandarización exigida por los medios de comunicación impo-
Industria cultural Pasividad ne la homogeneización del contenido de la cultura masa. De ahí la
Conformidad
baja calidad y su carácter de industria. 4) La cultura de masa es
esencialmente comercializable. La cultura no es sino una mercan-
Creador Receptor
cía que se intenta vender a un público tan amplio como sea posible.
5) La cultura de masa es mediocre y vulgar. 6) La cultura de masa es
CP CP
inmoral. Esto significa que encierra una brutalidad interna (violen-
La gente y la industria Actividad cia) y que carece de valores y favorece el caos y el relativismo ético.
cultural Resistencia 7) La cultura de masa es psicológicamente nociva al ser tragada acrí-
ticamente por un público perpetuamente ávido. La pasividad en la
recepción implica sencillamente la alienación. 8) La cultura de masa
Objeto cultural
es manipulativa. La industria de la publicidad se ha vuelto enorme-
mente sofisticada: dice al público lo que tiene que comprar y cómo
tiene que vivir mediante técnicas de persuasión que son fruto de
FIG.4. 1. Las teorlas de la cultura de masas (CM) y de la cultura popular (CP)
investigaciones psicológicas. 9) La cultura de masa ha escindido el
sobre el diamante cultural, según Griswold, 1994: 91.
mundo de la cultura. 10) La cultura de masa no es cultura. La cultu-
ra nada tiene que ver con los públicos insensibles y aturdidos y con
los ruidos caóticos en que se sumen para distraerse. 11) La cultura
condiciones creadas por los nuevos medios de comunicaClOn de masa es inherente a la sociedad masa. La sociedad masa no puede
audiovisual. Para ello se requería una confrontación con las insufi- concebirse sin el entero aparato de los medios de comunicación y la
ciencias de las teorías de la cultura de masas y una crítica de sus «cultura» que generan.
principales conceptos fetiche: hombre masa, industria cultural.
Según Eco, los rasgos que se atribuyen a dicha cultura son: difu- En síntesis, pues, el modo de vida de las masas no está regido,
sión de unos modos de vida homogéneos y estereotipados, que evi- gobernado, orientado, propiamente hablando por la cultura, sino
tan soluciones originales, adaptados al gusto medio, al que halagan por la anticultura, que es el resultado de la combinación del poder
sin provocar; los media alientan una visión pasiva y acrítica del de las elites económicas y políticas y del control de los medios de
mundo, embotan la conciencia histórica; orientados al entreteni- comunicación mediante técnicas psicológicas de persuasión. Como
miento y a la interpretación superficial, producen conformismo; hemos dicho, aunque esta visión ha sido compartida por pensado-
son un instrumento educativo que crea modelos humanos hetero- res de derecha y de izquierda, quienes la han planteado de forma
dirigidos; el público no tiene conciencia de sí mismo, es pasivo y más concluyente y rica han sido los clásicos de la escuela de Frank-
sufre las proposiciones que se le hacen sin saber que las soporta; furt. En el siguiente apartado haremos un repaso sucinto a algunas
sugieren al público lo que debe desear. de sus principales ideas.
En términos similares, aunque con mayor sistematización, se
expresaba Salvador Giner diez años después al abordar dicha pro-
blemática en el marco de una investigación sobre la sociedad masa 3. La visión de la escuela de Frankfurt
y el pensamiento conservador. Giner se propone encontrar el deno-
minador común de las distintas teorías, sintetizándolo en 11 pun- Sin ánimo de exponer en detalle la concepción general de la cul-
tos, que exponemos a continuación (1979: 263 y ss.): tura de la escuela de Frankfurt, lo que implicaría tomar en conside-
ración las aportaciones de figuras secundarias que pudieran dar
LAS TEORÍAS DE LA CULTURA DE MASAS 153
152 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA

cionaria, había sido incorporada al sistema mediante la seducción


una visión más compleja, nos proponemos esbozar sus trazos más y los cantos de sirena de los bienes de consumo, del ocio y de la
característicos: la administración total de la vida (Adorno-Horkhei- incipiente previsión social: «La fábrica y el palacio de deportes -se
mer, Marcuse), la reproducción técnica como degradación de! ar:te dice en el prólogo a la primera edición alemana de la Dialéctica de
(Benjamin), la industria cultural como legitimación del ~pltalis­ la Ilustración- se convierten dentro de la totalidad social en una
mo (Adorno-Horkheimer) y la seudocultura como sustancIa de la coartada ideológica tras la que se condensa la miseria real» (1970:
industria cultural (Adorno). Una prolongación reciente, en la que 12). La consolidación económica y social de la lógica del beneficio
no entraremos, podría verse en la tesis habermasiana de la coloni- requería un mecanismo de control a largo plazo. Ese mecanismo se
zación del mundo de la vida. situaría no ya en la exterioridad del sujeto o del grupo, en una coer-
En general, el lenguaje de la teoría crítica tiende a ser oscuro, ción externa, sino en la acción sobre las conciencias. Mediante la
sin concesiones a la descripción empírica ni siquiera como ilustra- constitución de la sociedad de consumo y de su proceso ideológico
ción detallada que apoya el despliegue de una sentencia apodíctica, central, la cultura de masas, se cerraba el círculo de la dominación.
sin indulgencia tampoco para la secuencialidad de la argumenta- «La libertad formal de cada uno está garantizada. Oficialmente,
ción. El tono es asertivo, lo que resulta paradójico en un proyecto nadie debe rendir cuentas sobre lo que piensa. Pero, en cambio,
que enfatiza la dialéctica negativa. Finalmente, los textos rez~an cada uno está desde el principio encerrado en un sistema de rela-
un pesimismo elitista y radical, que contrasta con los propósItos ciones e instituciones que forman un instrumento hipersensible de
subyacentes, ya que las críticas a la cultura de masas no proceden control social» (Adorno y Horkheimer, 1970: 180). De esta forma,
de la misma matriz que las del conservadurismo que levanta barre- al abordar el análisis de las instituciones culturales de las socieda-
ras para salvaguardar la distinción. En los textos de la escu~la h~y des capitalistas tardías y afirmar su centralidad para la domina-
una reprobación de la espiritualización de la .cultura c~mo. dISOCIa- ción, la escuela efectuaba a un tiempo una crítica a la ilustración
ción entre vida material (reino de la explotaCIón y la mIsena) y cul- que reducía la razón a dominio técnico (también de la cultura) y al
tura (como reino del espíritu y la libertad); e, igualmente, un recha- economicismo marxista. El concepto de industria cultural, como
zo de la privación cultural que tal dualismo supone para las clases señala Strinati (1995: 55), reflejaba a un tiempo «su persistente
dominadas (<<La abolición del privilegio cultural por liquidación no adherencia al marxismo (la industria como poder productivo fun-
introduce a las masas en dominios que les estaban vedados, sino damental del capitalismo) y el carácter innovador y original de la
que en las condiciones sociales actuales ,contribuye ju~tamente a.la contribución de la Escuela (la cultura como factor causal básico
ruina de la cultura, al progreso de la barbara ausenCIa de relacIO- por sí misma)>>.
nes» [Adorno y Horkheimer, 1970: 192]). Sin embargo, su valo- Marcuse, en la introducción a una serie de textos escritos y
ración se resuelve en un pesimismo ontológico, sin matices histó- dados a la luz en forma de ensayo en los años treinta, publicados
ricos, sin diferenciaciones, donde quedan confundidos procesos después (1964) como libro bajo el título genérico de Cultura y
sociales, procesos técnicos y procesos de significación. sociedad, era más terminante aún y se expresaba con un lenguaje
menos farragoso. En los países industrializados, la administración
total de la existencia era una necesidad del sistema y una realidad a
3.1. LA ADMINISTRACIÓN TOTAL cuyo logro habían contribuido diversas ramas de la moderna cien-
cia positiva, mediante el desarrollo de las técnicas consiguientes de
En los años treinta la teoría de la sociedad de los principales producción y mediante la creación y satisfacción de las necesida-
miembros de la escuela de Frankfurt tendía a enfatizar el carácter des vitales:
de dominación total que en el capitalismo avanzado se imponía
sobre el conjunto de la sociedad. La posibilidad de un cambio radi-
En la actualidad existe la necesidad de la administración total y
cal quedaba desvanecida entre las cámaras de gas delos campos de también se dispone de"los medios suficientes: la satisfacción de las
concentración y la asfixia del pensamiento por los media. La clase masas, la investigación del mercado, la psicología industrial, los
obrera, en el marxismo clásico portadora de la esperanza revolu-
154 SOCIOLOGíA DE LA CULTURA LAS TEORÍAS DE LA CULTURA DE MASAS 155
computer mathematics y la llamada science of human relations se 3.2. LA PÉRDIDA DEL AURA
encargan de armonizar, sin recurrir al terror, democrática, espontá-
nea y automáticamente, las necesidades individuales y las que son En el país de la técnica la visión de la realidad inmediata se ha convertido
socialmente necesarias, la autonomía y la heteronomía -la elección en una flor imposible (Benjamin, 1973: 43).
libre de aquello y de aquellos que tienen que ser elegidos-, para
que este sistema se mantenga y prospere. Aquellas corrientes positi-
vistas y positivas de la filosofía, la sociología y la psicología, que
Con independencia de las matizaciones que haya que hacer a la
convierten al sistema de 10 existente en el marco insuperable de plena inserción de Benjamin en el marco teórico de la escuela de
la formación y desenvolvimiento conceptuales, se encargan en la Frankfurt, aquí subrayaremos su acuerdo con la crítica a la cultura
«educación superior» de la eliminación democrática del pensar, eli- de masas, tal y como aparece en el artículo publicado en 1936, «El
minación que el common man experimenta y realiza por sí mismo arte en}a era de la reproductibilidad técnica». En dicha crítica y en
(en el trabajo, en el uso y goce del aparato de producción y consu- su teona del arte ocupa un lugar crucial el concepto de aura. Con él
mo) (1964: 8). ~~de a la singularidad de la obra, a la esencia que ensambla tradi-
Clon con contexto y que determina su «signo de verdad». El aura
En síntesis, el capitalismo ha sido capaz de superar muchas de I.' expresa la singularidad, autenticidad, irrepetibilidad y unicidad de
las contradicciones y crisis, ha adquirido una nueva e imprevista la obra de arte. En una palabra: su trascendencia. Introducir este
estabilidad mediante la creación de bienestar (consumismo que té~ino de .clara denotación religiosa no resulta arbitrario, pues en
satisface falsas necesidades) para las clases trabajadoras y me- realIdad la mterpretación de Benjamin se asemeja más a una teolo-
diante el control social que propician los modernos medios de gía que a una estética o sociología del arte. Nos dice Benjamin lite-
comunicación y las ciencias positivas. De esta forma, el sistema ralmente que el aura (término que ya evoca la santidad de una ima-
capitalista se reconcilia inconscientemente con las clases más des- gen religiosa) es «la manifestación irrepetible de una lejanía (por
favorecidas, propiciando el conformismo y su perdurabilidad. La cercana que pueda estar)>>. Y añade que «el valor único de la autén-
integración de la clase trabajadora en el sistema es, pues, resulta- tic~ .obra artís~i~a se funda en el ritual en el que tuvo su primer y
do, de un lado, del crecimiento económico (consumismo) y, de ongmal valor util». En sus orígenes, la obra de arte «era parasitaria
otro, de la falacia democrática, del control ideológico, científica- del ritual», tenía una función litúrgica.
mente producido. En este sentido, la industria cultural, como la La reproductibilidad técnica moderna ha triturado ese aura ori-
institucionalización de la cultura típica del capitalismo, expresa a gin~ria, ese halo de la belleza, porque, incluso en la reproducción
un tiempo la aplicación de la racionalidad .técnica ilustrada a las mejor acabada, «falta algo: el aquí y el ahora de la obra de arte su
formas y prácticas simbólicas y la conversión de éstas en mercan- e~is~encia ~rrepe~ble en el lugar en que se encuentra». La pre;en-
cía. El capitalismo pone en circulación todo tipo de mercancías, cm IrrepetIble, hierofánica nos atreveríamos a decir, desaparece
también las culturales, como un mecanismo de dominio de las ante la presencia masiva. Pero además, esa serialidad reproductiva
conciencias. El concepto, pues, de industria cultural parece cru- encuentra su funcionalidad social en la sociedad de masas. Las
cial en este enfoque y resulta de una gran complejidad (que a mas~s manifiestan una necesidad de adueñarse de los objetos
veces roza la oscuridad) por las dimensiones que pretende abar- ~ediante la reproducción y la reproducción destruye su irrepetibi-
car: hace alusión tanto a aspectos técnicos de la producción cultu- • • lidad porque, como la estadística, todo lo iguala.
ral como a .procedimientos económico-políticos de dominación, Pero la reproducción técnica no es el único problema. También
tanto a las formas de circulación de la cultura como a los efectos l~ ,forma de recepción resulta afectada: «Las masas buscan disipa-
de sus mensajes. Clon, pero el arte reclama recogimiento.» Y de esta forma, aun
cuando ~odemos valor~ positivamente la técnica reproductiva por
su capaCIdad democratIzadora, debemos reconocer que la sociedad
no se halla todavía lo bastante madura como «para hacer de la téc-
nica su órgano». La máxima cristalización de estos efectos nefastos
156 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA LAS TEORÍAS DE LA CULTURA DE MASAS 157

se hallan en la estetización de la política operada por el fascismo: mente importante subrayar su progresivo desgajamiento del ritual
«A la violación de las masas que el fascismo impone por la fuerza Y su creciente autonomización secularizadora, que implica diferen-
en el culto al caudillo corresponde la violación de todo un mecanis- ciación de prácticas y géneros, especialización de roles, estratifica-
mo puesto al servicio de la fabricación de valores cultuales.» En ción de públicos y distinción de espacios, en última instancia emer-
síntesis, los efectos técnicos, la conversión en mercancía, el consu- gencia de prácticas y experiencias sociales y simbólicas nuevas.
mo disperso, la difusión masiva conllevan una decadencia de la Resulta imposible entender la historia de la· cultura sin tomar en
gran cultura, que pierde su autenticidad y singularidad, y producen consideración este proceso.
una cultura superficial, alienada y fragmentada. Finalmente, quisiéramos subrayar que en Benjamin existe una
Sin necesidad de entrar a fondo en un al)álisis de la obra de valoración muy rudimentaria de la relación entre las nuevas técni-
Benjamin y centrándonos sólo en el texto aludido y que más fre- cas y el arte, tal vez por la precocidad con que esboza sus reflexio-
cuentemente se cita para analizar su posición acerca de la cultura nes y el contexto polémico (lucha antifascista) en que se producen.
de masas, parece indudable que supura, junto con la amarga queja Un ejemplo palmario aparece en su análisis del cine. El siguiente
por la pérdida de una cultura tradicional y una forma de aproxima- texto muestra bien su concepción ingenua de los procesos de pro-
ción aristocrática a la misma, una notoria precipitación en el análi- ducción cultural en un contexto tecnológico nuevo:
sis de determinados procesos y una no menor notoria incompren-
sión de las posibilidades de los medios modernos. En relación con Tras una llamada a la puerta se exige del actor que se estremezca.
el primer aspecto, Benjamin sostiene una visión metafísica del Quizá ese sobresalto no ha salido tal y como se desea. El director
aura, es decir, de la teoría del valor. Nos dice con rotundidad que puede entonces recurrir a la estratagema siguiente: cuando el actor
«del aura no hay copia». Dicha visión hubiera resultado muy mati- se encuentre ocasionalmente otra vez en el estudio le disparan, sin
zada si, en lógica con las resonancias religiosas de su vocabulario, que él lo sepa, un tiro por la espalda. Se filma su susto en este instan-
hubiera analizado precisamente el problema del aura en las formas te y se monta luego en la película. Nada pone más drásticamente de
de rep:r;oducción de las imágenes milagrosas dentro de diversas bulto que el arte se ha escapado del reino del halo de lo bello, único
religiones. En ellas encontramos culto a las reliquias, estampas, en el que se pensó por largo tiempo que podía alcanzar florecimiento
medallas y escapularios tanto como a los varios «simulacros» o (Benjamin, 1973: 38).
imágenes de la misma figura sagrada que pueden existir en una
población. Las gentes reconocen su calidad de copias de un origi-
nal «auténtico» y «verdadero» (es decir, legitimado), pero eso no 3.3. LA INDUSTRIA CULTURAL
implica que se hallen desposeídas de potencialidad sacral. Existe
un gradiente de la santidad que determina el valor de dichos obje- El concepto de industria cultural se introduce en un capítulo
tos, pero el análisis sociológico muestra que, pese a la atribución de la Dialéctica de la Ilustración que los propios autores califican de
metafísica que efectúan los actores, son los contextos y los proce- «fragmentario» y cuyo propósito es mostrar «la regresión de la
sos sociales los que construyen y determinan su valor. ilustración a ideología» en el cine y en la radio, porque en ellos el
Por otra parte, Benjamin nos dice que el arte nace con el culto y cálculo del efecto y la técnica de la producción y la difusión se
en él parece hallar su verdadera autenticidad. La constatación his- hallan al servicio de «la fetichización de lo existente y del poder
tórica parece innegable. Más discutible, en cambio, es su valora- que controla la técnica». El lector meticuloso no encontrará, para
ción. Al parecer, todas las formas artísticas (música, danza, teatro, su desasosiego, ninguna definición del concepto y su uso aquí nada
etc.) han desarrollado sus primeras manifestaciones en el ámbito tiene en común con utilizaciones posteriores de carácter descripti-
cultual. Al respecto, y en concreto en Occidente, después de Nietz- vo y operativo como las de Hirsch (1972) o Griswold (1994) ni con
sche suele evocarse el complejo fenómeno de los cultos dionisíacos una exposición de los modernos condicionamientos con que todo
donde danza, coro, teatro, religión, orgía y poder se amalgaman productor cultural tiene que operar en el presente. Por ello, Eco lo
indisolublemente. Pero desde una perspectiva histórica, es igual- calificó de concepto-fetiche. Lo cierto es que al hablar de industria
158 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA LAS TEORíAS DE LA CULTURA DE MASAS 159

cultural, Adorno y Horkheimer no se refieren sólo a procesos técni- La industria cultural implica tratar la cultura como mercancía.
cos y organizativos de producción cultural, sino también a su El valor de cambio predomina, también aquí, sobre el valor de uso
inserción en unas determinadas relaciones sociales y designa toda o se transmuta en tal. «Las masas no son primarias sino secunda-
una formación cultural, siendo equivalente en muchas ocasiones rias, son un objeto de cálculo, un apéndice de la maquinaria. El
de «cultura de masas». Con el mismo se alude tanto a los procesos consumidor no es el rey, como quiere hacernos creer la industria
de reproducción mecánica y en serie, a la conversión en mercancía cultural, no es su sujeto sino su objeto» (Adorno, citado en Strinati,
y comercialización de los bienes culturales, a su circulación exten- 1995: 62). Es decir, que las mercancías producidas por la industria
sa, a la planificación y control de la producción, a la nivelación del cultural se rigen por el principio del beneficio.
gusto, a la reducción al entretenimiento y la evasión, al carácter La industria cultural conforma la audiencia a su antojo, utilizan-
efímero, como a la domesticación de los consumidores (la indus- do mecanismos de persuasión e infantilización, con el propósito
tria cultural «reprime y sofoca») y al dominio económico o político de legitimar la continuidad y dominio del capitalismo. Es, pues, la
de la cultura. La industria cultural se refleja por igual en la utiliza- ideología del capitalismo avanzado. En esta descripción, la audien-
ción de la radio por una publicidad sofocante típica de la sociedad cia aparece interpretada como un público consumidor dependiente,
de mercado que en la instrumentación gobbelsiana para la movili- pasivo y servil, mientras que la publicidad se retrata como «omni-
zación fascista de las masas. En ocasiones se alude a las técnicas potente». En definitiva, industria cultural es dominación social:
de producción, en otras a las de reproducción y los efectos que
comportan para los mensajes; en otras, el medio es el mensaje, la La cultura ha contribuido siempre a domar los instintos revolu-
técnica se constituye en la ideología. En realidad, la industria cul- cionarios, así como los bárbaros. La cultura industrializada hace
tural es, en tanto que producción estandarizada, una tecnología; en algo más. Enseña e inculca la condición necesaria para tolerar la
vida despiadada ... La vida en el capitalismo tardío es un rito penna-
tanto que procedimiento para la difusión, una mercancía; y en tan- nente de iniciación. Cada uno debe demostrar que se identifica sin
to que instrumento de la dominación, una ideología. residuos con el poder por el que es golpeado (Adorno y Horkheimer,
La industria cultural es una tecnología que permite la reproduc- 1970: 183-184).
ción estandarizada, en serie. Y, sin embargo, de acuerdo con la pla-
nificación del sistema se requiere que los productos ofrezcan briz- Tecnología, mercancía e ideología, la industria cultural no es,
nas de singularidad. Existe, pues, un cierto acoplamiento funcional pues, otra cosa que el entramado de instituciones culturales
entre la estandarización y una especie de sucedáneo de individuali- mediante el cual el capitalismo cierra el círculo de la dominación,
dad. La producción estandarizada se traduce en un consumo no reconciliando con el sistema a la clase trabajadora mediante el
menos estandarizado, en una apropiación que embota la capacidad espejismo de la satisfacción consumista de las falsas necesidades.
mental y en un consumo distraído que sirve de compensación y «La música popular o las películas de Hollywood -dice Strinati
reposición de fuerzas para las clases trabajadoras que están ocupa- comentando los pocos textos empíricos que aporta Adorno-
das en una producción no menos estandarizada. Tanto el film disuaden a la gente de resistir al sistema capitalista y de tratar de
sonoro como la radio paralizan las facultades humanas «mediante construir una sociedad alternativa en que los individuos puedan
su misma constitución objetiva», son intrínsecamente negativos: sentirse libres, felices y logrados» (1995: 69). La distracción aplaca
toda resistencia y promueve la resignación.
Los nazis sabían que la radio daba fonna a su causa, así como la
imprenta se la dio a la Refonna. El carisma metafísico del jefe inven-
tado por la sociología religiosa ha revelado ser al fin, como la simple 3.4. LA SEUDOCULTURA
omnipresencia de sus discursos en la radio, una diabólica parodia de
la omnipresencia del espíritu divino. El desmesurado hecho de que el El espíritu de la industria cultural es la seudocultura. Adorno
discurso penetra por doquier sustituye su contenido (Adorno y Hor- acuñará, de forma totalmente consecuente con la argumentación
kheimer, 1970: 191). crítica de la escuela, el término seudocultura en un texto publicado
160 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA LAS TEORíAS DE LA CULTURA DE MASAS 161

por primera vez en 1959. La seudocultura comporta seudoforma- rrollan en lo no enteramente domesticado)>>. La seudocultura, por
ción y deformación de la sensibilidad y se inculca a través de los contraste, no es pura carencia, sino malformación; no es ingenua,
medios de comunicación de masas. sino conciencia «enteramente domesticada», y supone, además,
Partiendo de una definición humanista de cultura (ampliación una debilitación de «lo espiritual», que se inculca en el propio pro-
de las facultades humanas, respeto a los clásicos aunque sin sacra- ceso educativo orientado a un saber instrumental y fragmentado
lización, crítica a las ediciones de bolsillo porque la difusión masi- (1972: 155). La incultura tiene redención; la seudocultura, no. Éste
va supone alteración del significado, etc.) se distingue entre seudo- es el modelo cultural propio del capitalismo, un resultado de la
cultura e incultura y se contraponen las supuestas virtudes de la lógica del mercado que supone una regresión de las facultades
segunda al carácter nefando de la primera. Desde una perspectiva humanas. La subjetividad social asume fuertes componentes irra-
histórica, aquélla habría venido a sustituir a ésta: la ruptura libera- cionales como consecuencia de la acción cotidiana de la estructura
dora con la tradición y la autoridad, que se produce mediante el simbólica de los mass media. En tanto que sucedáneo de la auténti-
proceso de secularización y supresión del feudalismo, no se ha lle- ca cultura, es información sin formación, difusión simplista y efí-
nado de sentido. Su lugar lo ha ocupado un sustitutivo de imáge- mera, conformismo sin autonomía.
nes y formas mediante la seudoformación, que implica renuncia a
la plena racionalidad, culto a la información per se, fetichización
de los bienes culturales como mercancías, vulgarización del saber 3.5. UNA VALORACIÓN CRÍTICA
clásico mediante la difusión. El texto siguiente resulta bastante
ilustrativo de esta concepción histórica y de la consiguiente valora- La presentación que acabamos de hacer de la concepción de la
ción diferencial de la incultura y la seudocultura: cultura de masas de la escuela de Frankfurt puede dar la impresión
de que la consideramos más bien un panfleto, en el sentido más
Pero la contradicción entre formación cultural y sociedad no da noble del término, que una teoría propiamente dicha. Algo (mucho)
como resultado simplemente una incultura al antiguo estilo, la cam- de ello hay. El lenguaje combativo y tonante, los dicterios apodícti-
pesina: hoy son más bien las zonas rurales, focos de seudocultura. El cos abundan junto a una sintaxis retorcida; la contundencia y fir-
mundo de las ideas preburgués, esencialmente asiduo a la religión meza de la expresión contrastan con la vaguedad conceptual y el
tradicional, se ha quedado allí súbitamente -no en último término rigor argumentativo; la proliferación sentenciosa va de la mano con
gracias a los medios de masas, la radio y la televisión- y lo arrastra la ausencia de evidencia empírica (¿qué pruebas se aportan de la
el espíritu de la industria cultural. Sin embargo, el a priori del con- regresión infantil de las masas que disfrutan de la música popular?,
cepto de formación propiamente burgués, la autonomía, no ha teni- ¿o de los efectos de la lectura del horóscopo?, ¿o de la degradación
do tiempo alguno de constituirse, y la conciencia pasa directamente
del pensamiento transmitido en ediciones de bolsillo?). Pero no por
de una heteronomía a otra: en lugar de la autoridad de la Biblia, se
coloca la del campo de deportes, la televisión y las "historias reales», ello nos sentimos identificados con quienes equiparan su discurso
que se apoya en la pretensión de literalidad y de facticidad de aquen- con el equivalente conservador: los frankfurtianos al menos no
de la imaginación productiva (Adorno, 1972: 148-149). ignoran la relación entre estratificación social y distinción cultural,
no sacralizan la cultura (pese a su tono humanista) y al menos, ver-
La contraposición entre incultura y seudocultura resulta sor- balmente, denostan del elitismo aristocrático. Como puede verse
prendente, ya que se basa en una visión un tanto idílica de la pri- en las palabras conclusivas de cada uno de los textos citados, opo-
mera. Adorno caracteriza a aquélla con los rasgos de heteronomía, nen al sucedáneo y a la dominación que critican y combaten una
ausencia de saber e ingenuidad en la relación con los objetos. Por cultura de la realización de las aspiraciones vitales humanas que
ello mismo, su valoración no es enteramente negativa: la ausencia no suponga atrofiamiento de los sentidos ni subordinación a un
de saber puede ser corregida y la ingenuidad pura y no contamina- orden miserable, y una cultura que habrá de serlo para todos, no
da podría elevarse incluso a conciencia crítica, «en virtud de su mediante la nivelación del gusto por lo vulgar y mediocre, sino rea-
potencial de escepticismo, ingenio e ironía (cualidades que se desa- lizando la autonomía y la libertad de cada uno de los individuos.
162 SOCIOLOGíA DE LA CULTURA LAS TEORÍAS DE LA CULTURA DE MASAS 163

Benjamin acaba su epílogo con una apelación a una política midores aparecen como pasivos, domesticados, incapaces de resis-
cultural universalista: donde el fascismo estetitiza la política, nos tencia. No hay más resistentes en la sociedad ni más autonomía
dice, «el comunismo le contesta con la politización del arte». Las que la de los confesantes de la teoría crítica. Ciertamente esta atri-
últimas palabras de la Teoría de la pseudocultura de Adorno son: bución de un embotamiento paralizante (una mezcla de impoten-
«La cultura carece de toda otra posibilidad de sobrevivir fuera de la cia/seducción) de los consumidores pudo parecer inequívoca en los
autorreflexión crítica sobre la seudocultura, en la que se ha conver- primeros tiempos de la emergencia de los media, especialmente en
tido necesariamente.» Y, por su parte, Marcuse, concluye: «Tam- el contexto del dominio fascista sobre las conciencias europeas,
bién una cultura no afirmativa tendrá el lastre de la transitoriedad pero resulta menos convincente en los años cincuenta o sesenta,
y de la necesidad: será un baile sobre un volcán, una risa en la tris- cuando en la sociología norteamericana operaban modelos empíri-
teza, un juego con la muerte. En este caso también la reproducción cos de investigación de los efectos sobre las audiencias y cuando
de la vida será una reproducción de la cultura: organización de podía atisbarse que el manejo del medio socializaba en determina-
anhelos no realizados, purificación de instintos no satisfechos» das destrezas o competencias. Las investigaciones de audiencias
(Marcuse, 1970: 78). han mostrado que, aunque nunca sean omnipotentes como a veces
Por tanto, no podemos estar de acuerdo con Jenks cuando sos- pretende el marketing, son activas, discriminantes y críticas.
tiene que «la escuela de Frankfurt evoluciona desde una crítica de El determinismo tecnológico ha sido desmontado por Gendron
la estratificación cultural a una justificación de la misma» (Jenk.s, al mostrar las insuficiencias del análisis de la serialidad industrial:
1993b: 111). Pero su estilo oscuro y los resultados de sus análisis la estandarización de la producción funcional sigue una lógica dis-
conducen, desde luego, al elitismo, al determinismo tecnológico y tinta que la estandarización de la producción cultural: el uso de
al fatalismo histórico. Se ha argumentado que la peculiaridad del innovaciones tecnológicas en la producción de artefactos funciona-
estilo lingüístico es una forma de resistencia contra la dominación; les usualmente favorece el proceso de estandarización puesto que
pero, como sostiene Strinati, la bondad del propósito no dispensa a puede incrementar la forma en que las partes de un tipo de coche,
la teoría de someterse a la prueba de su corrección. por ejemplo, pueden ser intercafubiadas con las de otro. Sin
El elitismo inconsciente aparece en la consagración del modelo embargo, en los artefactos textuales las innovaciones tecnológicas
decimonónico del intelectual y del artista puros como el canon a pueden diferenciar entre grupos de pop o estilos musicales -por
partir del cual juzgar las formas válidas de consumo cultural, ejemplo, el uso por los Beatles de técnicas experimentales de gra-
tomando dicho modelo como universal y no como producción his- bación- más que homogeneizarlos. Además, artefactos funciona-
tórica. Si Benjamin nos había recordado que el aura del arte tenía les y culturales son objeto de tipos de consumo distintos: repetitivo
un origen religioso, una visión más histórica hubiera mostrado las el primero, innovador el segundo. De ahí la proliferación de géne-
modalidades cambiantes de consumo del arte y la especificidad ros en la cultura popular. En tercer lugar, la estandarización es ina-
burguesa y romántica del arte puro, del artista autónomo y del ceptable desde una perspectiva diacrónica: mientras en los artefac-
consumidor puro. Juzgar toda modalidad de consumo cultural a tos funcionales puede permanecer el mecanismo y cambiar su dise-
partir de una forma histórica muy concreta y tan arbitraria como ño (el mecanismo es el centro y el diseño la epidermis), en los tex-
cualquier otra parece una impropiedad, cuando la industrializa- tos no es posible establecer tal distinción. Pero, además, no hay
ción de la cultura lo que hace es generar una nueva manera de pro- razón para no considerar también la estandarización, desde cierto
ducción, de circulación y de consumo, basada en principios especí- punto de vista, como un proceso positivo, necesario para el desa-
ficos. Pero igualmente impropia es la discriminación injustificada rrollo del proceso de comunicación y resultado de las expectativas
entre necesidades falsas y necesidades reales. de la audiencia sobre la organización del deseo (ver Strinati, 1995).
La renuncia a la investigación empírica conlleva, además, un Finalmente, los textos de la escuela rezuman fatalismo y pesi-
desconocimiento de la forma de operar de las relaciones sociales mismo histórico. De su análisis del poder de la industria cultural se
de consumo, que se traduce en una evacuación de los sujetos reales desprende que no hay lugar para la crítica dentro del sistema y que
y su sustitución por públicos dominados y uniformes. Los consu- el sistema es absolutamente consistente y duradero. En relación
164 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA LAS TEORÍAS DE LA CULTURA DE MASAS 165

con la primera cuestión se plantea una falacia argumentativa: si la coincidencia se daría en tres puntos: 1) en que existe un nuevo
todo es ideología, también la teoría crítica debe ser ideología y modelo cultural, 2) en que la novedad de dicho modelo radica en
entonces no podemos saber qué es ideología y qué no lo es. O bien, su modalidad comunicativa (utiliza los media para difundirse), 3)
la teoría crítica es la única concepción que no es ideología porque que transmite una «ideología dominante» que produce la integra-
procede de algún privilegiado punto de vista y, entonces, ¿cómo ción colectiva mediante la deformación del conocimiento social.
puede justificar que es la única perspectiva liberada del lastre ideo- Aunque no se halle explicitado en dicha frase, Muñoz presenta una
lógico? Según Docker, lo que sucede es que los miembros de la cuarta conclusión a 10 largo del texto: 4) la transmisión de la ideo-
escuela se hallaban influidos por las posiciones del modernismo logía dominante logra la dominación, es efectiva. Por tanto, la
literario acerca del poder de la cultura en el mundo moderno y, por seudocultura es el resultado de la interrelación capitalismo-mass-
ello, consideraban que la opresión dependía más de la cultura que media y conocimiento. El carácter monopolista de los medios hace
de las condiciones sociales (Docker, 1994). Pero como Abercrombie que prevalezcan los criterios comerciales sobre los educativos y
et al. (1987), Turner (1991) y K. Thompson (1986) han mostrado, humanos y que la transmisión cultural se confunda con la publici-
no es necesario recurrir a la tesis de la ideología dominante para dad y la propaganda.
explicar la integración y el orden social. y, como puede inferirse a El libro no se ocupa del análisis concreto de los contenidos de la
partir de los múltiples datos aportados por la historia social y la ideología dominante ni aporta ninguna investigación empírica
sociología histórica, la historia del capitalismo es más compleja acerca de su modus operandi o de los procesos de producción, difu-
que la resultante de esta visión sobreintegradora, basada en la sión y apropiación. Su objetivo es más bien enfatizar la centralidad
omnipotencia de unos media que son, por otra parte, incapaces de de los media en el nuevo modelo (seudo)cultural y su capacidad
predecir cuál será el próximo éxito en el hit-parade o el próximo para desplazar y erradicar cualquier otro modelo precedente o
best-seller. . alternativo: los media son una tecnología controlada por el capita-
lismo cuya función consiste en introyectar una conciencia mitoló-
gica y deformada por el prejuicio, donde el culto al héroe reempla-
4. Seudocultura y anticultura: el imperialismo cultural ce el conocimiento de la realidad y la sublimación de sus miserias;
los media proporcionan roles e identidad y, sin violencia física,
Recientemente ha retomado Blanca Muñoz la teoría frankfur- crean conformidad, de manera que legitiman simbólicamente la
tiana de la seudocultura en un libro que lleva precisamente por estructura productiva y reproductiva de la sociedad postindustrial;
subtítulo «Estudios de sociología de la cultura y de la comunica- operan mediante los conocimientos eficaces que les proporcionan
ción de masas». En la primera parte se efectúa un repaso a un los desarrollos más recientes de la psicología social (el conductis-
extenso repertorio de teorías y autores, que se inicia con la sociolo- mo aplicado a la propaganda y la publicidad); sus efectos directos
gía funcionalista norteamericana y concluye con el análisis del dis- son el desencadenamiento de conductas irracionales y primitivas;
curso de Van Dikj después de haber pasado por Benjamin, Haber- sus efectos indirectos, la marginación de la cultura humanista clá-
mas, Offe, Jameson, Bourdieu, la escuela de Tartú y A. Moles. La sica, la destrucción de las tradiciones locales auténticas y la con-
segunda parte está dedicada al esbozo o a la plasmación de su con- versión en obsoletas e irrelevantes de las formas básicas de sociali-
tribución para una «Teoría unificada de la ideología» o una «Ma- zación (la familia y la escuela). Paradójicamente, la sofisticación
crosociología semiológica culturalista». El punto de partida para técnica (la racionalidad instrumental) produce mitologías y se
ello se lo proporciona la conclusión a la que llega Muñoz tras dicho halla al servicio de la irracionalidad y la barbarie. La seudocultura,
repaso:. «Todas las perspectivas de investigación que han sido pues, es esa orientación valorativa predominante, una «burbuja
expuestas en la primera parte de nuestro estudio coinciden en que cada vez más cerrada y sin fisuras», fruto de la dominación, que
se puede hablar de un nuevo modelo cultural de carácter comuni- opera como «mecanismo básico de la legitimación de un modelo
cativo en el que se transmite una "ideología dominante"» (1995: de cosmovisión colectivo del que se derivan gran parte de los siste-
285). En realidad, si analizamos dicha sentencia en su tenor literal, mas de creencias, los códigos de conducta, los símbolos y significa-
166 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA LAS TEORÍAS DE LA CULTURA DE MASAS 167

dos sociales, e incluso el mantenimiento y renovación de prejuicios ca es, pues, fruto de una acción sobre el nivel de lo inconsciente,
y estereotipos compatibles con los ajustes y reajustes del sistema mediante la creación de esquemas u horizontes de intemporalidad
económico y político» (1995: 317). Muestras de la acción de este ficticia donde impera la sumisión al statu qua y mediante la pre-
mecanismo cultural son la xenofobia, el sexismo, el renacer del sentación de ciertos prototipos heroicos.
nazismo y el fascismo, pero especialmente aparece en la neutrali-
zación de toda racionalidad crítico-causal y la planificación de la El culto al héroe antihumano, del personaje individualista yanti-
«ignorancia dirigida». La sociedad deviene un laboratorio conduc- solidario se convierte en la monserga de .la gran mayoría de produc-
tista que recuerda «las idas y venidas de las jaulas de los primates tos comunicativos de la industria cultural. Lo cotidiano se vuelve
de los enormes zoológicos de los parques de atracciones canaliza- irreal y lo irreal cotidiano. El combate a muerte con los «otros» se
enmascara bajo la apariencia de amenaza universal y metafísica. La
dores del ocio postindustrial» (1995: 204). conducta destructiva se trata de presentar como comportamiento
Dos aspectos de la argumentación de Muñoz creemos que ejemplar y el desprecio a los débiles -mujeres, negros, margina-
merecen destacarse especialmente: la relación entre medios y edu- dos- aparece como el mejor ejemplo de la institucionalización de la
cación y la creación de modernas mitologías. irracionalidad ... James Bond, el vaquero del salvaje Oeste, Tarzán, el
Los media han transformado el papel del sistema educativo. policía heterodoxo, etc., representan paradigmas inequívocos de
Ésta es una tesis en la que están de acuerdo teóricos de signo muy unas relaciones sociales viciadas por postulados ideológicos destruc-
diverso. Lo peculiar de Muñoz es considerar esta situación como tivos. La paradoja comunicativa no se hace esperar: el receptor es
intrínsecamente negativa, mientras que Willis (1990), del que sumido en la más absoluta de las pasividades a medida que más activo
hablaremos en el próximo capítulo, la considera positiva: En las se muestra el héroe [énfasis nuestro]. El mito escinde el pensamiento
sociedades postindustriales contemporáneas -nos dice Muñoz-, de la acción, la consciencia de la inconsciencia, el proyecto de la rea-
lización ... La conducta entonces es condicionada por los hábitos psi-
el individuo joven no trata tanto de adaptarse a las normas de su
cológicos introducidos explícitamente por la estructura de poder.
grupo cuanto de integrarse en un engranaje supranacional cuyo Esto, de por sí, da lugar al dominio de los significados primarios; las
portavoz son los medios de comunicación de masas. En ese contex- eficaces señales de aviso, orden, de peligro, de localización del ali-
to, la educación racional posee cada vez una función más margi- mento, de celo, etc., conforman la vida diaria y autodirigen el com-
nal. Los niños y jóvenes no aprenden hoy de sus familias y de sus portamiento hacia zonas de subhumanidad (Muñoz, 1995: 252).
escuelas sino el condicionamiento elaborado por un grupo extraño
y transnacional. «Psíquicamente tal condicionamiento se realiza a La sociedad tecnificada regresa a una mentalidad arcaica, mito-
través de la superposición de un código simbólico interpretativo lógica, que ciega su capacidad racional de comprensión del mundo
diferente del de su comunidad» (1995: 222-223). La eficacia de en el que vive el ser humano moderno. Dar gato por liebre, propa-
dicho código transnacional radica en su carácter engañosamente ganda por arte, ésta es su esencia.
seductor: el niño encontrará más gratificante el conjunto de pro- En conexión bastante directa con la teoría de la cultura de
puestas simbólicas y de significados puestos en circulación por los masas y de la seudocultura se halla la tesis de la americanización,
mass media que aquellas que emanan de su ámbito de relaciones de la occidentalización o, más genéricamente, del imperialismo
interpersonales que, por contraste, aparecen como arcaicas. cultural. Tal vez la única diferencia significativa y explícita entre
Por otra parte, la seducción mediática se funda en la creación ellas radique en que la primera se ha centrado en estudiar los efec-
de mitologías. Ésta es una de las funciones principales de la comu- tos de los media en los públicos de las sociedades desarrolladas y
nicación contemporánea de masas: «La transmisión de unos valo- de la abundancia, mientras que la segunda ha focalizado su interés
res ideológicos introyectados en los individuos día tras día, y que en los efectos globalizadores de la industria cultural. Ésta postula
determina su visión general del estado de cosas que le rodean» la existencia de un vínculo estrecho entre la dependencia económi-
(1995: 250). Para ello se aplican a la publicidad y la propaganda los ca que generan las grandes compañías occidentales (principalmen-
hallazgos técnicos de la psicología social, conformando encubierta- te norteamericanas), apoyadas, por otra parte, por sus respectivos
mente la conciencia colectiva. La creación de una conciencia míti- Estados y aparatos militares, y la destrucción de las culturas tradi-
168 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA LAS TEORÍAS DE LA CULTURA DE MASAS 169

cionales en el resto del mundo, siendo reemplazadas por los valo- como tal no es un fenómeno nuevo, pero sí el etnocidio y la difu-
res consumistas occidentales. Modernización, en ese sentido, es sión de la anti-cultura. En todos los casos históricos precedentes de
occidentalización o americanización. Según Schiller (1969), tras la contacto intercultural desigual (por ejemplo, entre griegos y roma-
segunda guerra mundial, EE.UU. se implanta como la principal nos, japoneses y chinos, musulmanes y cristianos) la deculturación
potencia hegemónica internacional. Este nuevo imperio se s~sten­ impuesta por los dominadores fue seguida de un proceso de acul-
ta en dos factores: la fuerza económica y la fuerza de sus medIos de turación, es decir, que a la dramática pérdida de la cultura original
comunicación. Su análisis se centra en el segundo aspecto: la siguió un proceso de adquisición de una nueva cultura, de manera
implantación del modelo americano conlleva una «invasión elec- que nunca se produjo una situación de pérdida radical de la identi-
trónica» que destruye las tradiciones locales de los países menos dad colectiva. La occidentalización, sin embargo, comporta el
desarrollados o las sepulta bajo la avalancha de productos (progra- vacío, la pérdida de significado y la negación de razones y valores
mas de TV, películas) que proceden de la industria cultural ameri- para vivir. «La promesa de Occidente -riqueza y fraternidad- se
~ana. Estos productos difunden la ideología consumista, puesto torna realmente en indigencia, desarraigo y abandono, y no de for-
que no son más que la publicidad encubierta de las g.rand~s e~pre­ ma temporal, sino a un nivel cada vez más grande y de forma per-
sas que esponsorizan los programas, someten la ImagmaclOn y manente» (1996: 69).
crean pasividad. En este sentido, Latouche considera que la universalidad occi-
Entre los autores que en los últimos años se han ocupado de dental es negativa, reduce al Tercer Mundo a un estado de abyecta
esta problemática defendiendo posiciones más o menos próximas a pobreza y le condena a la anticultura, a la ausencia de respuestas
las tesis de Schiller pueden citarse: Latouche (1989 y 1991), Mon- activas al problema del significado de la existencia. Sin embargo,
cada (1994 y 1995), Kuisel (1994), Nederveen (1994), Docker (1994), su planteamiento no es absolutamente pesimista. La segunda parte
Thompson (1995) y Verdú (1996). del libro está dedicada al análisis del fracaso de la occidentaliza-
Latouche en L'occidentalisation du monde sostiene que la globa- ción (del desarrollo económico y del modelo del Estado-nación) y a
lización consiste en un proceso de uniformación mundial occiden- la aparición de movimientos de resistencia. Fracasos y resistencias
talista, hallando la esencia de Occidente en el universalismo negati- son detectables en el auge de la economía informal, en la prolifera-
vo del desarrollo y el progreso científico-técnico. Occidente -nos ción de sincretismos, de movimientos que ofrecen identidad (fun-
dice- es hoy, no un territorio, ni siquiera un sistema de creencias o damentalismos) y ética de solidaridad (en las periferias de las gran-
una entidad económica, sino una megamáquina anónima, imperso- des ciudades del Sur). Por tanto, aunque en el mundo existe un
nal, desterritorializada y desarraigada de sus orígenes históricos, único modelo social, cultural y económico, éste se halla en crisis, y
sin rostro, que pone a la humanidad asu servicio y que, como una en ello ve Latouche una fuente de esperanza.
apisonadora, mediante la industrialización, la urbanización y el
nacionalitarismo destruye y pulveriza todas la culturas creando una
uniformidad consumista e individualista. Occidente es un modelo 5. La crítica a los apocalípticos
civilizatorio, universal en su capacidad de expansión y reproducti-
ble fuera de su nicho originario (el capital es transhistórico), basa- Los marcos interpretativos que acabamos de presentar carecen
do en la lógica del desarrollo y atrapado en la paradoja de que éste de un recurso sistemático a la evidencia empírica, cuando aquí
no es universalizable más que en su capacidad destructiva. radica la prueba del fuego, el experimentum crucis, de cualquier
La implantación e imitación de este modelo y la invasión cultu- concepción científica. La adscripción al paradigma crítico no dis-
ral mediática producen una destrucción de las culturas preexisten- pensa de esta fuente de corroboración, si acaso hace más difícil,
tes que no tiene precedentes históricos. Para comprender la tesis pertinente y-necesaria su utilización. Pues bien, basta una aprecia-
de Latouche hay que tener en cuenta que para él la cultura es el ción impresionista del uso de los media en la sociedad actual para,
conjunto de respuestas que un grupo humano da a los problemas al menos, dejar en suspenso metodológicamente cualquier afirma-
de su existencia social. En este sentido, el imperialismo cultural ción lapidaria acerca de sus efectos: recordemos la convulsión
170 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA LAS TEORÍAS DE LA CULTURA DE MASAS 171

social que produjo la transmisión de un apaleamiento brutal por conjunto de la sociedad. No sólo porque degrada la civilización al
parte de la policía de Los Ángeles a un hombre de color, la eficacia reducir el nivel y la calidad de sus universos simbólicos, sino por-
con que los zapatistas utilizaron y utilizan los medios de comuni- que facilita el totalitarismo al crear audiencias pasivas, incapaces
cación para obtener apoyo internacional hacia su causa, la derrota de reaccionar positivamente ante la dominación seductora de la
de Berlusconi en las pasadas elecciones italianas pese al control publicidad y el entretenimiento.
omnímodo de la industria massmediática, el desafío de las masas La causa de todo ello radica en la sumisión de la cultura al inte-
en la calle a Slodoban Milosevic, y, de forma más general, el papel rés económico, en la conversión de las actividades creativas y espi-
que los nuevos movimientos sociales otorgan a los medios de rituales en actividades instrumentales, meros negocios de las gran-
comunicación a la vez como forma de difusión de su identidad y des compañías del entretenimiento y al servicio de la difusión de
como instrumento de presión (el pequeño David de Greenpeace los valores consumistas de la sociedad capitalista.
luchando en Mururoa contra el empecinamiento del gigantesco Contra estas tesis, los críticos han argumentado que la cultura
aparato militar del gobierno francés). Al aducir estos ejemplos, no de masas no tiene que entenderse primordialmente como típica de
queremos apostar por la posición contraria de los «integiados», un régimen capitalista sino de una sociedad moderna que, obvia-
sino mostrar la complejidad de un problema (los efectos sociales), mente, es industrial en su forma de producir todo; que es capitalis-
que abordaremos en el siguiente capítulo. Pero, antes de entrar en ta, en sus relaciones de propiedad; que es de masas, en su forma de
ella resultará útil hacer una breve recapitulación de los efectos que consumir. La cultura de masas no ha usurpado el papel y la posi-
se han atribuido a la cultura de masas, así como de las causas que los ción de una supuesta cultura superior, sino que ha difundido las
explican, para establecer de forma sistemática las insuficiencias de formas simbólicas entre grandes multitudes que antes no tenían
dicha teoría. Sintetizaremos de forma global ideas que pueden ras- acceso al beneficio de la cultura. En ese sentido, hay que añadir
trearse en Bell, Shils (1975), Gans (1974), Giner o Eco (1965) o más que una homogeneización del gusto no tiene por qué ser en principio
recientemente en Jenks (1993b), Docker (1994) o Strinati (1995). negativa (puede eliminar tribalismos y prejuicios); que el entreteni-
Los principales efectos que sus críticos atribuyen a la cultura de miento no es un fenómeno moderno (desde que existe el mundo las
masas pueden recapitularse en los cuatro aspectos siguientes: turbas han amado el circo); que no es cierto que los contenidos de
los medios de comunicación sean intrínsecamente conservadores
1. La cultura de masas pervierte la lógica de la creación. Y ello (introducen nuevos esquemas perceptivos, estilos, etc.); y que al
por dos razones: en tanto que técnica y en tanto que negocio. criticar el exceso de infoITIlación, parece que se desconfía de la
O dicho, con el clásico lenguaje marxista, tanto desde la perspecti- capacidad de las audiencias para producir calidad a partir de la
va de las fuerzas productivas como de las relaciones de produc- cantidad. Ciertamente, los «integrados» suelen ignorar las cone-
ción. La reproductibilidad técnica que elimina la singularidad y el xiones entre los contenidos y la propiedad de los medios, entre la
aura está al servicio de una concepción de la cultura desde la cultura, el mercado y el poder; ignoran que la cultura de masas es
estricta racionalidad instrumental del beneficio. La mercantiliza- producida por grupos que concentran poder económico con el fin
ción produce una perversión de la creación y de la fruición. de obtener beneficios y confunden la difusión con la bondad del
2. La cultura de masas degrada la alta cultura, porque elimina producto. Pero esto sólo significa que la cultura en la modernidad
los cánones y criterios de valor, borra o diluye las fronteras entre es un hecho industrial y que como tal experimenta muchos de los
unas formas o prácticas simbólicas y otras y seduce a los potencia- condicionamientos típicos de cualquier actividad industrial (Eco,
les creadores decantándolos hacia un mercado más amplio y eco- 1988: 53).
nómicamente más gratificante. En la teoría de la cultura de masas aparece una confusión y
3. La cultura de masas degrada el gusto de las audiencias, a amalgama de procesos y una extrapolación de efectos a partir de
las que complace con gratificaciones espúreas y emociones perju- impresiones basadas en observaciones incipientes y precarias. Pero
diciales (por ejemplo, el cultivo de la violencia). más que confundir (identificar el medio con el mensaje, la tecnolo-
4. En consecuencia, tiene también efectos negativos sobre el gía con su forma de propiedad, la difusión con la·perversión del
172 SOCIOLOGíA DE LA CULTURA LAS TEORÍAS DE LA CULTURA DE MASAS 173

producto o del gusto del público, etc.), lo que hay que hacer es dife- versalidad de su arbitraria práctica de la distinción. Por ello, el eli-
renciar: las novedades formales introducidas por los media en los tismo implica una incapacidad para comprender los condiciona-
procesos de producción, transmisión y apropiación; la circulación mientos sociales del gusto estético, que entre otras cosas, le lleva a
de las formas culturales entre niveles sociales, sus modalidades y ignorar la heterogeneidad de la cultura de masas, sus tensiones y
efectos; las transformaciones de los criterios de valor de los bienes contradicciones internas, así como su capacidad crítica. Un enfo-
culturales; las relaciones sociales de consumo y apropiación de las que dotado de una adecuada base sociológica deberá abordar el
formas simbólicas; los distintos tipos de efectos; la instrumentali- análisis de los procesos de formación de la competencia cultural
zación económica y política de los media, sus modalidades y conse- (por ejemplo, la capacidad de lectura tanto como la capacidad de
cuencias. interpretar un cuadro) y deberá ser capaz de discriminar la hetero-
Para cerrar esta evaluación subrayaremos las cinco críticas más geneidad de posiciones en el campo del consumo cultural como
reiteradas y significativas que se han dirigido a los teóricos de la expresión de las posibilidades que instaura la heterogeneidad de
cultura de masas: teoría esencialista del valor, elitismo y aristocra- posiciones en la estructura social. En algunos autores, especial-
tismo social, visión mítica de la historia, incomprensión del carác- mente en los conservadores, la crítica a la cultura de masas conlle-
ter hermenéutico de la recepción, incomprensión de la compleja va una repulsa hacia sus efectos igualitarios, a su destrucción de
relación entre producción y apropiación, visión estática de la re- las antiguas jerarquías y, por tanto, se traduce en una ideología
cepción. explícitamente antidemocrática. En la supuesta vulgarización de la
alta cultura observan un síntoma desagradable del acceso de las
1. Teoría esencialista del valor: la obra de arte contiene en sí masas al poder y al disfrute de recursos históricamente reservados.
misma los criterios intrínsecos de su valoración. La música clásica 3. Visión mítica de la historia: la teoría de la cultura de masas
es buena con independencia de su uso (Las Walkirias y los campos al igual que su paralelo histórico, el folclorismo, tiene una visió~
de napalm), la música popular es detestable y degradante igual- idealizada y romántica del pasado (recordemos que hasta la incul-
mente por principio (la perspectiva histórica nos permite observar, tura es más positiva para Adorno que una cultura escolar moderna
sin embargo, las valoraciones cambiantes del jazz, desde los juicios que no logra situarse al noble nivel de la teoría crítica). En ella sub-
sumarios de Adorno hasta la apreciación que las elites le tributan yace la imagen de una comunidad integrada, basada en relaciones
en la actualidad). La utilización de criterios como autenticidad, personales, donde la alta cultura puede brillar y la incultura de las
originalidad, unicidad, más que definir cualidades intrínsecas como clases bajas se mantiene en su frescura prístina e incontaminada a
parecen pretender, constituye un despliegue de estrategias de legiti- la espera de redención. Esta visión idílica del pasado, de la que son
mación social basadas en la imposición de ciertos valores. portadores determinados grupos sociales, forzosamente ha de
2. Elitismo y aristocratismo: podemos hablar de elitismo en ponerse en conexión con la deslegitimación que para su posición
un doble sentido: a) estético, porque valora la cultura de masas supone la difusión de la cultura de los medios de comunicación de
como degradación del gusto, y b) político, porque a través de las masas. En el caso concreto de los intelectuales, portaestandartes
invectivas contra la cultura de masas se expresa una ideología anti- tradicionales de la alta cultura, educadores y árbitros del buen gus-
democrática. La consideración de la cultura de masas como una , to, supondría un vaciamiento del sentido y función de sus roles tra-
degradación o vulgarización se establece a partir del patrón de la dicionales (Chaney, Strinati). Esto explica su peculiar ceguera:
alta cultura que sostiene que existen criterios universales e inter- registraron el nacimiento de una nueva cultura, pero fueron inca-
nos en los propios objetos artísticos a partir de los cuales se efec- paces de describirla adecuadamente y mucho menos de explicarla.
túan las comparaciones y juicios. Es propio de las elites tomar sus Como dice Eco, el error de los apocalípticos-aristocráticos consis-
juicios estéticos, y sus prácticas culturales, como los únicos natura- tió en pensar que la cultura de masas era radicalmente mala (fue
les, válidos y legítimos. Pero, como muestra Bourdieu, el juicio del condenada en bloque) precisamente porque era un hecho indus-
gusto está formado socialmente. Las posiciones elitistas basadas en trial y que, en las modernas circunstancias, era posible producir
un esencialismo cultural tienen como propósito legitimar la uni- cultura que se sustrajese a tales condicionamientos. La actitud
174 SOCIOLOGíA DE LA CULTURA LAS TEORÍAS DE LA CULTURA DE MASAS 175

correcta para el productor cultural moderno debe partir, más bien, todo del tipo de socialización experimentada del medio: quienes
del reconocimiento realista de que los media son ineliminables y han accedido a la televisión en edad madura no se relacionan con
que la mediazation es un proceso básico de la modernidad, y apren- ella ni la valoran de la misma manera que quienes han convivido
der a operar con ellos. Por su parte, el sociólogo de la cultura, antes con la televisión desde que sus sentidos comenzaron a percatarse
de ejercer una critica precipitada, deberá conocer con precisión del mundo circundante. Por tanto, cada vez más, el análisis del sig-
sus modalidades de operación, las transformaciones que han pro- nificado de las formas simbólicas en condiciones de modernidad
ducido, sus funciones, efectos y significado. avanzada nos lleva ineludiblemente hacia el estudio de la audien-
4. Incomprensión del carácter hermenéutico de la recepción: cia, sus condiciones, contextos y modalidades de recepción.
la apropiación de los objetos culturales es un proceso esencial-
mente interpretativo durante el cual los actores utilizan sus recur- Finalmente, yen relación con las tesis del imperialismo cultural
sos de todo tipo (capital económico, capital político, capital rela- conviene recordar que los procesos de globalización cultural son
cional y, por supuesto, capital simbólico) con el objeto de encon- incipientes, heterogéneos y se hallan en rápido proceso de transfor-
trar sentido a dichos productos y establecer su vinculación con mación como consecuencia de los cambios tecnológicos que la
ellos. Las audiencias no son cajas vacías a la espera de ser llenadas hacen posible. La evaluación de las consecuencias de dicha globali-
con cualquier contenido. Tienen historias, biografías, competen- zación se halla sometida a notables discrepancias, como puede ver-
cias culturales, relaciones sociales, y todo ello interviene conscien- se en la obra de Thompson, Luhman, Beyer, Hannerz, Feathersto-
te o inconscientemente en el proceso de interpretación. ne, Axford y otros. La interdependencia supone conectar culturas
5. Incomprensión de la relación compleja entre producción y que se encontraban aisladas y relativizarlas, destrucción pero tam-
apropiación. Thompson (1995) ha formulado esta critica con nota- bién creación de culturas cosmopolitas: la ecumene global de que
ble claridad: mientras en condiciones de modernidad avanzada la habla Hannerz o las terceras culturas de Featherstone, es decir, cultu-
difusión de una forma simbólica es global, su apropiación es local. ras no configuradas por el territorio, constituidas por agencias de
O como dice Nederveen (1994), la producción puede ser global, comunicación desespacializadas, redes de especialistas, elites em-
pero los mercados de los productos globales están diferenciados. presariales y organizacionales, asociaciones trasnacionales, ONGs.
La recepción es intrinsecamente local en el sentido de que es resul- Pero a su vez, la homogeneización y relativización producida por la
tado de la acción de individuos específicos que se hallan situados interconexión genera movimientos de resistencia y revitalización
en contextos sociohistóricos singulares y que utilizan los recursos a de las tradiciones. Las culturas globales homogéneas se indigeni-
su alcance para producir sentido y apropiárselo o incorporarlo en zan y las formas modernas necesitan legitimarse en algún pasado
sus vidas. En dicho proceso de apropiación ocurre inevitablemente floreciente. La globalización cultural es ambivalente y se halla
una transformación. En este sentido es en el que Griswold sostiene repleta de tensiones. Fundamentalismo y ecumenismo, cosmopoli-
que no hay contenidos transculturales estables de las formas sim- tismo y etnonacionalismos varios, consumismo e indigenismo son
bólicas. algunos de los polos en tensión. No hay relaciones unidirecciona-
6. Todo ello refleja una visión estática de la recepción, de ma- les, sino más bien reciprocidad, hibridismo, conflicto. Como afir-
nera que nos hallariamos ante unos media y unas industrias cultu- ma Waters, una cultura global izada es hoy por hoy más caótica que
rales plenamente desarrolladas y estabilizadas que se dirigen o son ordenada (1996: 125-126).
utilizadas por unas audiencias uniforme y establemente socializa-
das en el uso de dichos medios. Sin embargo, la introducción de la
dimensión histórica, como hace Callejo (1995) en su estudio de las
audiencias de la televisión en España, nos muestra que los media se
hallan en un proceso de constante evolución y que existen distintos
tipos de relación con ellos que varian en función de la clase social,
el género, y otra serie de variables básicas, pero también y sobre
CAPÍTULO 5
LAS AUDIENCIAS ACTIVAS

Ver la televisión es, seguramente, la tercera actividad a la que


más tiempo dedicamos por término medio al día. Por otra parte, es
una actividad que nos acompaña desde la cuna a la tumba. Obvia-
mente, la cantidad de tiempo dedicado varía con el sexo, la edad, la
clase social y la actividad profesional, pero aun con todo, constitu-
ye un hecho mayor al que nadie puede sustraerse en las sociedades
contemporáneas. Por ello mismo no es de extrañar que las investi-
gaciones acerca de la cultura en la sociedad de los medios de
comunicación de masas y especialmente los estudios sobre consu-
mo cultural hayan tendido a centrarse en el consumo televisivo.
Éste es el motivo principal por el que en esta segunda parte dedica-
remos mayor espacio a la televisión.
Más allá de las simples mediciones de audiencias, por las que
como es lógico se hallan muy interesadas las casas de publicidad y
las empresas propietarias de los media, el tema que ha concitado la
atención de los estudiosos ha sido el de los efectos cognitivos.
Negar que tenga efectos una actividad de tal magnitud sería una
torpeza no disculpable. De la misma manera, es una obviedad que
los media forman parte en gran medida, tras la ola privatizadora y
desreguladora, de conglomerados y grupos económico-políticos
que tienen puestos sus correspondientes intereses en ellos. Sin
embargo, no podemos atribuir efectos a priori, denostar el consu-
mo de las clases populares, subsumir todas las modalidades de
efectos en una sola (parece crucial distinguir entre el corto plazo y
el largo plazo), considerar que su distribución es uniforme en el
conjunto social y negar un rol activo a las audiencias. En este capí-
tulo nos vamos a ocupar de aquellas corrientes que han abordado
estas cuestiones con el propósito de superar el determinismo burdo
178 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA LAS AUDIENCIAS ACTIVAS 179

y los defectos básicos de la teoría de la cultura de masas. Desde los Dado el grado de desarrollo e implantación de los media en la
años treinta se ha producido tal cúmulo de investigación y teoriza- sociedad norteamericana, sería su sociología la que iba a desarro-
ción que resulta prácticamente imposible abarca~l~, c0D: c~e~o llar una metodología más potente y un aparato conceptual más
rigor. Por ello, en primer lugar expondremos una vIsIon smtetIca complejo. Si la tradición frankfurtiana se caracterizó por el énfasis
de las principales corrientes que a nuestro juicio han tratado la teórico y la pose pesimista, la sociología norteamericana, puede
problemática de los media y la cultura (distinguiremos, aunque sea caracterizarse, por contraposición, como empírica y optimista;
de forma muy básica entre la sociopsicología aplicada, la semióti- mientras la primera rastreó la relación entre formación cultural y
ca y las perspectivas críticas) y, después, nos centraremos en algu- universo social, ésta se centró en el impacto sobre las audiencias,
nas obras de la corriente conocida como Cultural Studies que pre- relegando cualquier otro análisis de las funciones sociales de los
senta el perfil más renovador y una visión más compleja y ~on­ nuevos medios de comunicación. Una contraposición clarificadora
derada. En ella, la creatividad no se afirma frente a la determma- de ambos enfoques puede hallarse en Merton (1964: 437-522) que,
ción, sino que ambas tratan de integrarse dialécticamente, y, por entre otras, distingue diferencias de foco (conocimient%pinión),
otro lado, se aborda el problema de la dominación como una cues- de sujetos (minoría/masas) y de lenguaje (conocimiento/informa-
tión empírica. ción).
Aunque hablar de modelo norteamericano puede resultar sim-
plificador, por contraste con el europeo de los frankfurtianos y
1. Los estudios empíricos dada la persistencia en la sociología y psicología social de EE. UU.
sobre los efectos de los media de ciertos rasgos básicos (empirismo, psicologismo, funcionalis-
mo, optimismo), la etiqueta puede ser útil en nuestra exposición.
Existe ya una amplia bibliografía destinada a exponer las dis- El paradigma fue formulado · y desarrollado por Laswell, La-
tintas corrientes que han analizado desde los años treinta los efec- zarsfeld y Merton. Se trata de un modelo funcionalista y conduc-
tos de los media sobre las audiencias. Entre los pioneros suele tista que no sólo practica el análisis de contenido sino también el
citarse el estudio de Herbert Blumer sobre Cine y conducta (1933). de reacción a los mensajes. Evoluciona en una sociedad donde
Por aquellas fechas formulaba también Laswell su paradigma analí- existe una poderosa demanda de investigación empírica: tanto des-
tico: de el ámbito privado (conocimiento del mercado por parte de las
empresas publicitarias, fundaciones), como del público (contien-
da política, administración). La investigación tiene, por tanto, un
fuerte componente empírico y utiliza principalmente como fuente
para la obtención de datos la encuesta de opinión. Entiende la
«Una forma apropiada para describir un acto de
comunicación como un acto de captación de un receptor por parte
comunicación es responder a las siguientes preguntas: de un emisor mediante estímulos motivacionales y de incentiva-
ción social. Se centra en el estudio del contenido manifiesto de los
¿quién procesos comunicativos, en el estudio de los efectos para controlar-
dice qué
a través de qué canal los o manipularlos. El marco teórico está impregnado de psicolo-
a quién gismo, individualismo y funcionalismo: investiga los mecanismos
con qué efecto? motivacionales y persuasivos, la unidad de análisis es el individuo
y busca la armonía e integración.
El estudio científico del proceso comunicativo tiende a
concentrarse en algunos de estos puntos Pero no es de recibo simplificar el alcance de este tipo de estu-
interrogativos» (Laswell, 1948: 84) .dios, porque dentro del paradigma se produce una maduración y
una ramificación evolutiva constante: de los efectos se pasa al estu-
dio de los usos y gratificaciones y de éstos a la problemática del
180 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA LAS AUDIENCIAS ACTIVAS 181

cultivo. Exposiciones detalladas de estas corrientes pueden v~r~e, dimensión: el televidente es reducido a un abanico de necesidades
por ejemplo, en Roda (1989) o Wolf (1987). D~do ~u~str? proposIto y el mensaje a un conjunto de gratificaciones. Sólo tenemos, en
argumentativo, expondremos, ante todo, las msu~cIencIas que van consecuencia, una posibilidad de contestar qué es el mensaje: gra-
a ir detectándose en el desarrollo de estos paradIgmas, tal y como tificación. Las dificultades para esta corriente proceden de su acu-
las presenta Lewis, para dar paso al análisis de los model~s más sado psicologismo, porque es difícil avanzar más en esta cuestión
recientes. Según este autor, aunque ya contamos con 40 anos de sin introducir algunos de los principios de la semiología.
investigación sobre el tema, la evidencia sigue s.i~ndo P?CO conclu- Otros críticos han señalado, sobre todo, las conexiones políticas
yente. El problema radica tanto en la formulaclOn partIcular de la y económicas de este paradigma. El estudio de la lógica de los pro-
cuestión crucial -¿qué efectos produce la TV sobre la gente que cesos de persuasión, de la interacción entre actitudes, conducta
la ve?- como en los medios utilizados para contestarla. Podemo.s colectiva y medios de masas permite diseñar estrategias de influen-
identificar seis dificultades principales: 1) El efecto de ver la televI- cia tanto de mercado como de propaganda política. En resumidas
sión no se manifiesta necesariamente en nuestro comportamiento; cuentas, se viene a decir que la investigación de comunicación de
2) el significado de ver la televisión es enigmático, pue~~ tener masas no es más que un instrumento de la manipulación de los
efectos que no hemos calculado en nuestro rango de preVISIones y gustos del consumidor al servicio del mercado y de la dominación
esto no significa que no tenga efectos; 3) vivimos en en~o~os que política y que el resultado es la creación de una seudocultura. Pero
no son controlables de la misma forma que las condIcIones de no nos parece adecuado despachar esta corriente, como frecuente-
laboratorio; 4) existe una tendencia a tratar a los televid~nt~s. como mente se hace, por sus implicaciones políticas conservadoras. Sus
vasos vacíos o esponjas, que absorben pasivamente los sIgmficados procedimientos de operacionalización de la investigación y los
preconstruidos de los mensajes de la televisión; 5) existe un reper- focos de atención han arrojado abundantes aportaciones que deben
torio amplísimo de variables intervinientes; 6) hay efectos a muy integrarse en otro enfoque más global y con una teoría mejor.
largo plazo: comenzamos a ver la televisión en la infanci~ :y,Ya no
nos abandona. Y, en consecuencia, si los efectos de la teleVlsIon son
difusos y a largo término, ¿cómo podemos medirlos con estudios a 2. La economía política y la semiótica de los media
corto plazo? (1991: 8-11).
Si el enfoque centrado en los efectos trataba los rr;tensajes televi- Los fracasos de las corrientes de los «efectos» y de los «usos y
sivos como unívocos e incontestados, algunos mIembros de la gratificaciones», y en general las insuficiencias de la investigación
corriente «usos y gratificaciones» otorgarán al televident~ e~ I?oder aplicada, para abordar la complejidad del tema, así como el desa-
de aceptar, rechazar y manipular conscientemente el sIgr;uficado cuerdo con su instrumentalización, han producido un cambio
del mensaje a voluntad. La televisión, entonces, no podría mfluen- durante los años setenta y han estimulado nuevos enfoques. En la
ciamos, ya que se hallaría totalmente b~jo nuestr~ ,cont~oL L?s medida en que la televisión y los media se han ido convirtiendo en
autores de esta escuela que profesan una mterpretaclOn mas sofis- grandes negocios por cuyo control compiten poderosos conglome-
ticada no niegan el poder de la televisión, sino que consideran que rados y grupos de poder, se han desarrollado los análisis de econo-
se halla mediado por videntes activos, socialmente const~.Iidos .. mía política. Por otra parte, bajo la influencia del giro hermenéuti-
La investigación empírica muestra que, de hecho, eXIsten dife- co y estructural en las ciencias sociales se han practicado yexperi-
rencias en las formas de ver la televisión y se supone que estas for- mentado diversos tipos de análisis de contenido.
mas determinan los efectos. Nos preguntamos por qué son más Las teorías de la economía política, así como las perspectivas
persuasivos unos significad~s que ?tro~. Si :p~imos, nos dice neogramscianas sobre la hegemonía que serán tratadas después,
Lewis de la ecuación mensaje + audtencta = slgnrficado, entonces surgen a partir de la insatisfacción que genera el determinismo
debe~os explorar la compleja interacción entre una exposición de marxista clásico. Toman como objeto de investigación el estudio de
sonidos e imágenes y un sujeto con capacidad de pensar. Pero la la propiedad y el control de los media y su concentración en manos
corriente «usos y gratificaciones» restringe esta ecuación a una de la clase dominante, es decir las condiciones estructurales de la
182 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA LAS AUDIENCIAS ACTIVAS 183

producción, circulación y consumo. Dado que rechazan el determi- La separaClOn entre significante y significado es meramente
nismo vulgar, analizan, en primer lugar, aquellos sectores que no analítica: el significante es la «cosa» (objeto, palabra o sonido)
dependen directamente y a simple vista del control económico antes de recibir significado, mientras que el significado es el con-
(como el sector público), pero que un análisis más detallado mues- cepto que utilizamos para entender o interpretar un significante.
tra su forma de influir en ellos; después, estudian la concentración El signo, pues, es la entidad material convertida en significativa.
capitalista de la propiedad y el control de los media; finalmente, Entre significante y significado no existe una relación natural o
establecen las consecuencias que de ello se derivan para los merca- inevitable. Pero tampoco construimos el significado a placer: for-
dos culturales (son la lógica del mercado y de la dominación las mamos parte de un mundo semiológico preordenado que crea una
que determinan el rango de representaciones sociales disponibles). cierta comunalidad y homogeneidad de significados. Esta cultura
Por tanto, este enfoque se propone mostrar cómo las diferentes for- común varía considerablemente de unas sociedades a otras. En la
mas de financiación y organización de la producción cultural tie- medida en que las sociedades se hacen más complejas, la diversi-
nen consecuencias claramente detectables para el tipo y espectro de dad de sistemas semiológicos vigentes produce una fragmentación
discursos que aparecen ante la opinión pública y para el acceso de significados. Por ello mismo, en las sociedades postindustriales
de las audiencias a los mismos. La tentativa, siendo loable, según del siglo xx el significado se convierte en un campo de batalla entre
Strinati (1995: 142-146), no acaba de desprenderse del determinis- distintos niveles culturales e instancias de socialización: entre cul-
mo económico (la actividad comunicativa siempre aparece como turas tradicionales, subculturas de clase, culturas étnicas y culturas
algo que debe ser explicado no como un factor que explica por sí nacionales, entre diferentes medios de comunicación, la casa y la
mismo) y deja sin resolver cuestiones cruciales: ¿qué es lo que hace escuela, entre iglesias y agencias de publicidad, entre diferentes ver-
que una forma simbólica sea popular?, ¿dónde radica la populari- siones de la historia e ideologías políticas. «El signo ya no se halla
dad de la cultura popular?, o dicho de otra manera, ¿qué fórmulas inscrito dentro de un orden cultural fijo. El significado de las cosas,..
maximizan la audiencia y qué otras no y por qué? Las ideas de la parece menos predecible y menos cierto» (Lewis, 1991: 30-31).
cultura popular: ¿proceden de la clase dominante?, ¿cómo las iden- El principio fundador de la semiología, que reconoce que el sig-
tificamos?, ¿además de la economía, existen otros factores determi- nificado no es una cualidad intrínseca de las cosas sino el resultado
nantes? Para la teoría de la economía política, los media propagan de las relaciones sociales y de las prácticas en que un significante
las ideas, valores y discursos de la clase dominante o aquellos que se halla ubicado, nos proporciona una comprensión más adecuada
sirven a sus intereses, pero, entonces, hay que preguntarse si logran y sistemática de este mundo caótico. Establece el estatus del signi-
sus efectos y cómo los logran, y, finalmente, ¿qué grado de autono- ficado, nos ayuda a apreciar la naturaleza de la ambigüedad y nos
mía tienen los profesionales frente a los grupos propietarios de los provee con un marco analítico para investigar por qué las cosas
media? No parece fácil, dentro de este marco teórico, evitar las significan lo que significan. Sus consecuencias para el estudio de la
alternativas extremas de la conspiración o de la plena autonomía. TV son profundas. «Ahora podemos definir la naturaleza de larela-
Un enfoque radicalmente distinto desde la perspectiva del obje- ción entre el vidente (significado) y la pantalla (significante). El
to de estudio, aunque no necesariamente en ciertas conclusiones significado del mensaje televisivo no es fijo, pero tampoco es arbi-
sobre los efectos, lo hallamos en la semiótica y el análisis de los trario. Será determinado por el entorno semiótico de los videntes,
mensajes. Estos planteamientos ponen en cuestión el supuesto de que incluye su historia, su vecindario, su clase y por supuesto la
que el significado es algo explícito y carente de ambigüedad. La televisión misma. Nos lleva más allá de los confines de los efectos y
semiología parte de la constatación de la polisemia de los signos y usos y gratificaciones obligándonos a evaluar el proceso mediante
su principio fundador sostiene que un signo comporta un signifi- el cual los significantes televisivos se convierten en signos televisi-
cante y un significado. Ello no implica, contrariamente a Jo que vos» (Lewis, 1991: 31). Sin embargo, determinadas insuficiencias
parece inferirse de ciertas teorías sobre el referente, que los objetos de la semiología tal y como habitualmente se ha practicado, nos
necesiten poseer un significado para existir, porque la significación dice Lewis, han impedido una explicitación de todas las potenciali-
es un proceso social y la existencia no. dades de su principio fundador: se refiere en concreto, por un lado,
184 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA
LAS AUDIENCIAS ACTIVAS 185

a la utilización del lenguaje como principal sistema semiológico, lo ble interpretar los signos adecuadamente a menos que tomemos en
consideración los contextos de su uso y las relaciones sociales .que
que suele llevar a considerar el objeto al que se refiere una palabra les confieren significado (Strinati, 1995: 126).
como el referente y no como otro significante; y, por otra, a la con-
sideración de que el significado procede de la diferencia y no tam-
bién de la asociación o identificación: el significado de una cosa Como reconoce Lewis, dadas las dificultades que comportan los
deriva de aquello a lo que se parece tanto como de aquello con lo estudio~ de audiencia (son costosos en tiempo y en dinero, y muy
que se diferencia. comI?I~Jos), resultan más socorridos los estudios de los mensajes
Una semiología correctamente interpretada parece conllevar teleVISIVOS, pero en ese caso se corre el riesgo de someterse a la
una sociología tanto de la producción y reproducción de los signifi- tiranía del texto o de caer en la falacia internalista. El problema de
cados como de su apropiación o consumo, es decir, tanto del proce- estos análisis es que han distorsionado el carácter y alcance de la
so de codificación (encoding) como del proceso de decodificación semiología, ya que no se han contentado con mostrar lo que el tex-
(decoding). Éste ha sido el enfoque de Stuart Hall y Morley. Sin to puede significar sino que han llegado a afirmar lo que de hecho
embargo, paradójicamente, como han señalado Strinati y Lewis, significa. Pero, de acuerdo con su principio fundador, para desen-
los semiólogos han practicado de hecho un análisis textual en el marañar el significado necesitamos explorar no sólo el nivel del
que se han sustituido las interpretaciones de los productores y con- significante (el mensaje) sino también el nivel del significado (la
sumidores por las del semiólogo. De esta manera, se ha ignorado audiencia). No existe en el texto un significado inexorable. La
(véase, por ejemplo, Barthes) el estudio de los contextos de produc- semiótica frecuentemente habla de los textos como si fueran enten-
ción y de los contextos de apropiación; olvidando que la produc- didos de la misma manera por cada lector, cuando las formas de
ción está sometida a conflictos y negociaciones y que los significa- interpretación se producen en la relación de consumo y sólo pue-
dos producidos no son necesariamente uniformes y consistentes ni den averiguarse empíricamente. Ahora bien, esto no significa que
reductibles a una única y coherente ideología dominante. Igual- el análisis textual carezca de valor y sentido, sino que debe situarse
mente se ha soslayado el problema de la legitimidad de la interpre- dentro de un proceso más complejo y que el mundo sociocultural
tación del semiólogo, olvidando que si un texto no tiene audiencia en que se produce el encuentro entre los media y las audiencias
no puede ser interpretado. requieren más atención.

¿Cómo podemos saber que un ramo de rosas significa pasión si 3. La etnografía de las audiencias
no conocemos la intención de quien lo envía y la reacción del desti-
natario, y el tipo de relación en que se hallan envueltos? Si son
amantes y aceptan las convenciones de regalar y recibir flores como
La consideración de las insuficiencias de las corrientes expues-
un aspecto de un amor romántico, sexual, entonces podemos aceptar tas nos obliga a diseñar inevitablemente un programa de trabajo
la interpretación de Barthes. Pero si actuamos así, lo hacemos so- más sofisticado, aunque también más difícil y costoso. De acuerdo
bre la base no del signo sino de la relación social en que podemos con el esquema de análisis estructural que hemos planteado en el
ubicar el signo. Además, si aceptamos la interpretación que Barthes capítulo 2, debemos tomar en consideración los procesos de pro-
propone del signo, y éste no aporta la más mínima indicación sobre ducción, los procesos de circulación y los procesos de apq>piación,
la relación social en que se inserta, ¿cómo sabemos que no se hallan y las consiguientes relaciones entre ellos, en toda su complejidad.
implicadas intenciones y relaciones que no tienen nada que ver con De ello se deriva que no hay análisis adecuado del significado sin
la pasión? Las rosas podrían haber sido enviadas también como una un análisis sociológico complejo, que combina a un tiempo análisis
burla, como un insulto, como un signo de gratitud, etc. Podrían indi- sociohistórico y etnográfico de los procesos de producción y de los
car pasión desde el punto de vista del que las envía pero repulsión
de apropiación con análisis textual y de contenido de las formas
desde quien las recibe; podrían significar relaciones familiares entre
abuelos y nietos más bien que relaciones entre amantes, etc. Podrían simbólicas. La teoría de la cultura de masas y la teoría de la econo-
incluso denotar violencia sexual. La cuestión es que resulta imposi- mía política de los media convertían en unidimensional y unidirec-
186 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA LAS AUDIENCIAS ACTNAS 187

cional esa relación compleja porque derivaban el significado y los plina?), existe bastante más acuerdo en el reconocimiento de sus
efectos a partir del contexto de producción (del cual no se practica- orígenes. Inicialmente, el término aludía a la modalidad de análisis
ba tampoco un análisis empírico muy detallado y riguroso). En cultural iniciada por Richard Hoggart, Raymond Williams y el his-
algunos casos, incluso, hemos visto cómo la teoría de la cultura de toriador E. P. Thompson a finales de los años cincuenta (véase
masas incurría en un determinismo tecnológico (es la propia tec- Inglis, 1993). Esta corriente inicial derivaría después por distintos
nología la que produce el significado y los efectos). Por el contra- derroteros (uno de ellos, por ejemplo, la renovadora corriente de la
rio, las teorías vinculadas al marketing y los estilos de vida han ten- historia social británica), pero cristalizó, sobre todo, en el Centre
dido a enfatizar la omnipotencia de las audiencias y su capacidad for Contemporary Cultural Studies de Birmingham, que presidió
infinita para la elección, interpretando, por otra parte, a éstas des- Hoggart desde 1968 hasta 1979. Con posterioridad Cultural Studies
de una perspectiva estrictamente psicologicista. Finalmente, la se ha convertido en una etiqueta cómoda, utilizada por editores,
semiótica cae en el idealismo de reemplazar el proceso social por el universidades y autores, para definir un campo de estudio interdis-
análisis textual y la interpretación de los actores por la del semiólo- ciplinar que ha logrado reconocimiento internacional y donde con-
go. La corriente de los Cultural Studies que nes va a ocupar ahora vergen autores y obras que no necesariamente se sienten tributa-
se caracteriza porque ha tratado de integrar una investigación rias de los orígenes citados.
empírica rigurosa dentro de una teoría del poder y la dominación, Tres libros son tomados como textos iniciadores y canónicos:
procurando eludir el determinismo y enfatizando la creatividad y The Uses of Literacy de Richard Hoggart (1957), Culture and Society
autonomía de las audiencias e interpretando la recepción como un de R. Williams (1958) y The Making of the English Working Class de
campo de contienda. Thompson (1963). Sus autores, jóvenes intelectuales, procedentes
Tres factores habrían favorecido este cambio: 1) la influencia de de la clase obrera y directamente vinculados con los movimientos de
la hermenéutica en el carácter abierto de un texto; 2) la insatisfac- izquierda, recibieron su formación universitaria en los años triun-
cióncon las teorías de la determinación ideológica que prescriben fantes del laborismo de posguerra; se mantenían al margen de los
significados necesarios para las audiencias, y 3) la obra de los pos- corsés académicos convencionales, vinculados más bien con la for-
modernistas que sostienen la indeterminación de la representación mación de adultos, e investigaban cómo la cultura intelectual de
(Chaney, 1994: 211). El referente más inmediato, frente al que Gran Bretaña enmascaraba una rica diversidad de tradiciones y
toman partido es la revista Screen, dedicada sobre todo al estudio perspectivas.
del cine, de obediencia lacaniana (imaginamos que somos la fuente El libro de Hoggart entendía la cultura como la vida de una
de los significados y la identidad, pero en realidad estamos sujetos comunidad, escrita desde dentro, contemplando con cierta nostal-
a las diferencias del lenguaje). Los teóricos de Screen analizan la gia las formas que desaparecían, pero adoptando un enfoque que
película como un discurso, sin tener en cuenta que lo popular es un reconocía, según Giner, «tanto la capacidad de resistencia de gran-
campo de posible contestación o contradicción. En contraste, los des sectores de la población contra las fuerzas de la cultura de
adeptos a los Cultural Studies consideran a las audiencias como masa como la potencia real de tales fuerzas, es decir, las ambigüe-
poseedoras de determinadas competencias y conocimientos cultu- dades de la situación cultural moderna» (1979: 284). El libro de
rales que han sido adquiridos en las experiencias sociales previas Williams, como hemos visto, trataba de mostrar cómo se había for-
y que son puestos en práctica en el momento de la interpretación, mado y articulado el concepto de cultura en el curso de la indus-
lo que produce diversidad y contestación. trialización como un compromiso con el cambio social. Por su par-
te, el de Thompson era una visión absolutamente innovadora de la
historia del movimiento obrero británico, mostrando los procesos
3. 1. Los ORíGENES DE LOS CULTURAL STUDIES culturales de la formación de su conciencia. En estas tres obras se
cuestionaba, de distintas maneras, la legitimidad del análisis cultu-
Si bien resulta difícil dar una definición de los Cultural Studies ral elitista y se convertía a la cultura popular en aspecto central de
(¿son una escuela, un campo, un movimiento, una red o una disci- cualquier estudio de la cultura en general. Con ellas, también,
188 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA LAS AUDIENCIAS ACTIVAS 189

como sostiene Chaney, la crisis de la cultura, provocada por las de programas de televisión, y cualquier práctica cotidiana que con-
modernas industrias de la comunicación de masas, era situada sideraran merecedora de su interés. Este cambio, que aparece ya
dentro de la historia social de la modernidad. desde el principio en las obras de Hoggart, Williams y Thompson,
Con el apoyo de Hoggart, esta propuesta renovadora se traduci- implica que deben ser tomados como productos culturales cual-
ría en 1964 en la creación del Centre for Contemporary Cultural quier clase de objetos o de prácticas con independencia de su valo-
Studies en Birmingham. Desde aquí y, después, bajo el liderazgo de ración social. En tanto que productos culturales, reflejan la socie-
Stuart Hall se diseñaría un ambicioso programa de investigación dad y una forma de vida con la misma dignidad que las grandes
de las subculturas modernas, especialmente de la subcultura juve- obras de la literatura, de la pintura o de la música. En esta posición
nil, y de las audiencias televisivas. Curiosamente, esta fuerza reno- vemos, pues, una crítica hacia la definición jerárquica y humanista
vadora surgía al margen del stablishment académico y de los cen- de cultura o una desacralización de sus formas simbólicas consa-
tros de investigación de mercados: «Los estudios culturales -nos gradas. Como dice Alasuuturi, no se trata de que «el arte y las for-
dicen Barker y Beezer- estaban decididos a no ser una "discipli- mas de refinamiento cultural no deban ser estudiadas, sino de que
na", un cuerpo cerrado e internamente t 'onvalidado de conoci- son tratadas como social y culturalmente condicionadas y como
mientos e ideas. Los estudios culturales eran la calle golfa de un tales comparables con cualquier otro producto cultural mundano o
área temática: cortaban los pañuelos de otros cuando les convenía, cualquier hobby» (1995: 26).
pero usándolos para dar brillo a los zapatos o para remendar la En lógica correlación con la asunción de este concepto antropo-
ropa, manoseando los modales académicos; eran descarados con lógico de cultura, introducirán el método etnográfico de la obser-
todos. La lengua inglesa, la sociología, los estudios de films, más vación participante como técnica fundamental para la recogida de
tarde la psicología y especialmente el psicoanálisis, porciones de datos. Primeramente, en la observación de las culturas juveniles,
teoría política (y en especial de la teoría del Estado), etc., todos fue- pero después también en la observación de las audiencias (para
ron expoliados para todo aquello que nos fuese necesario, mientras una descripción detallada de sus usos y limitaciones véase Moores,
desafiábamos su estatuto como "disciplinas"» (1994: 8). Pero, pese 1993).
a esta vocación antidisciplinar y radical, pronto adquirirían cierta Centrándonos ya en la recepción mediática, una segunda carac-
consagración y su influjo se desbordaría, durante el apogeo del tat- terística de esta escuela o campo de estudios será la contextualiza-
cherismo, por Australia o EE.UU. ción de las interpretaciones que efectúan las audiencias sobre un
determinado programa en el amplio conjunto de actividades socia-
les, de objetos y de discursos en que tienen lugar de hecho en la
3.2. Sus POSTULADOS FUNDAMENTALES vida cotidiana. Es decir, que abordan la relación entre el consumo
cultural y las prácticas ordinarias: ver la televisión es una actividad
De hecho, como han reconocido diversos especialistas, en estos junto a otras, solapándose y entreverándose con otras (comer, cui-
años las investigaciones más interesantes e innovadoras sobre la dar del hogar), que despliega sus potencialidades durante el desa-
audiencia tuvieron lugar al amparo de los Cultural Studies. Los ras- rrollo de otras (trabajo), que tiene lugar en determinadas condicio-
gos característicos de este campo de análisis, además de su decidi- nes y relaciones (estudios de etnografía en los hogares y analizando
do empeño empírico y de su compromiso político, pueden sinteti- las relaciones familiares implicadas) y cuya interpretación se efec-
zarse en los cuatro siguientes: 1) aproximación antropológica al túa tanto mediante actividades formales como informales.
objeto, que reconoce la autonomía de la cultura; 2) considerarla En tercer lugar, los Cultural Studies aportan una forma de inter-
inscrita en las prácticas y símbolos de la vida cotidiana; 3) teoría pretar: el modelo elaborado por S. Hall y conocido como enco-
semiótica dinámica; 4) teoría de la resistencia y la hegemonía. dingldecoding. Como hemos dicho, en contra de Lacan yScreen, los
Estos autores adoptan un concepto antropológico de cultura lectores aparecen como poseedores de conocimientos y competen-
como modo de vida, que les permite el estudio de rituales, subcul- cias culturales adquiridos en experiencias sociales previas y que
turas juveniles, literatura femenina, especialmente diversos tipos son actualizados y utilizados en el momento de la interpretación.
190 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA LAS AUDIENCIAS ACTIVAS 191

Por otra parte, la relaci6n entre una forma cultural y el sujeto que sociales, ciertos significados se proponen como obvios, dados,
se la apropia no se asemeja a la de un lector aislado y un texto, por- supraclasistas. A estos significados que pretenden ser la interpreta-
que el individuo ha sido formado culturalmente, porque su activi- ci6n legítima, y que restringen la polisemia potencial, es a lo que
dad es social y porque ésta tiene lugar en determinados contextos Hall llama interpretaci6n preferida.
en los que se halla disponible un cierto rango de discursos (inter- Existe una segunda fuente de discordancia entre encoding y
discursividad) . decoding: los sujetos que decodifican el mensaje no son idénticos a
El modelo encoding/decoding fue formulado por S. Hall en 1973. los implicados o preferidos por el texto (audiencia anticipada) y
Con él, Hall, que pretendía combinar semi6tica y sociología (es pueden interactuar creativamente con él, utilizando de forma pro-
decir, cuestiones relativas a la interpretaci6n con las relaciones ductiva los recursos simb6licos de que son portadores. Aquí Hall
sociales y especialmente las relaciones de poder), trata de dar cuen- no está hablando de una interpretaci6n psicol6gica basada en las
ta del consumo activo tanto como de la producci6n y organizaci6n preferencias del intérprete, sino de un proceso social que se desa-
textual de las formas simbólicas. Para Hall" el proceso de comuni- rrolla a partir de las competencias y recursos culturales de los
caci6n tiene que tomarse como una totalidad, que integra a un lado intérpretes, distribuidas en la poblaci6n de acuerdo con variables
el momento de la producci6n y al otro el momento de la recepci6n sociales. Por tanto, supone que existen comunidades de interpreta-
de la audiencia. «Operando dentro de las rutinas y convenciones de ci6n en funci6n de los c6digos que comparten.
la práctica profesional, los productores codifican un mensaje "sig- Según Hall, existen tres posibilidades de apropiaci6n de la
nificativo" para ser descifrado por los televidentes. Este mensaje es «interpretaci6n preferida» y, por tanto, tres tipos básicos de comu-
un texto estructurado que es en sí mismo un momento determina- nidades interpretativas: a) la interpretaci6n desde dentro del c6di-
do de la comunicaci6n televisiva ... Por tanto, está sujeto al trabajo go dominante que asume el significado preferido; b) la interpreta-
simb6lico de codificar, plasmado constantemente en formas tex- ci6n que adopta un c6digo negociado, es decir, que reconociendo la
tuales establecidas. Sin embargo, ésta es s610 una parte del proce- validez del dominante acepta que hay excepciones a la regla, y c)
so, porque los miembros de la audiencia también se encuentran la interpretaci6n que adopta un c6digo oposicional que descodifica
implicados en un trabajo semi6tico» (Moores, 1993: 17). Pero, ade- el mensaje en un sentido contrario al preferido. Hay que subrayar
más, las operaciones de codificar y descodificar no son necesaria- que en los tres casos existe un acuerdo básico y un reconocimiento
mente simétricas. Dos razones básicas explican esta posible asime- del significado del mensaje.
tría: los textos son polisémicos, es decir, que están abiertos a más Stuart Hall nos proporciona, de esta forma, un modelo dinámi-
de un significado; en segundo lugar, las prácticas de interpretaci6n co para tratar de superar el determinismo. Los productores de un
tienen un carácter inquisitivo o expansivo (amplían el significado). programa pueden usar sus habilidades semiol6gicas para incitar al
Ahora bien, la polisemia del texto no tiene que equipararse con televidente a «preferir» ciertos significados, pero puesto que deco-
un pluralismo radical, como si todos los significados potenciales dificar es un proceso activo, el poder de la televisi6n se halla diferi-
tuviesen las mismas posibilidades de ser actualizados. Por el con- do necesariamente hasta el momento de la decodificaci6n, hasta el
trario, existen pautas orientadoras de las interpretaciones que pro- encuentro con la audiencia. Por un lado, se afirma que la televisi6n
ducen interpretaciones preferidas, generalmente las interpretacio- es un instrumento ideol6gico poderoso, con capacidad para influir
nes hegem6nicas, y que proceden de las relaciones de poder. Esto en la forma como pensamos sobre el mundo. Por otro, que este
no significa que, como postulaban los te6ricos de la cultura de poder no puede ser realizado sin que el televidente extraiga sentido
masas o los de la economía política, el significado esté predetermi- de él. El mensaje es insignificante sin la audiencia. El modelo enco-
nado y cerrado, no siendo más que una reproducci6n de la ideolo- ding/decoding ve la estructura del mensaje como portadora de
gía dominante. En una sociedad clasista, signos tales como la poder potencial más que real. La audiencia puede asumir el signifi-
«naci6n» o el «pueblo», nos dirá Hall, nunca tienen un único signi- cado, oponerse a él o producir una respuesta que negocia la acepta-
ficado, éste se otorga en un ámbito o campo dial6gico de lucha y ci6n o el rechazo. Ahora bien, este modelo tiene un problema,
contestaci6n. Sin embargo, dada la asimetría de las relaciones según Morley y Lewis: ¿la interpretaci6n preferida es una propie-
192 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA LAS AUDIENCIAS ACTIVAS 193

dad del texto, del analista o de la audiencia?, ¿cuándo y dónde se CUADRO 5.1. Teorías de la audiencia (elaboración propia)
constituye la interpretación preferida? Las prácticas de ver televi- Recepción
Teorias Producción
sión no se producen en un vacío ideológico. Los televidentes han significado textual significado pragmático
adquirido determinadas competencias estéticas, gramaticales, etc. encodingl _________ 1) asumido
En la sociedad existen asunciones compartidas acerca de determi- decoding lectura preferida aceptado :::::::::::- 2) negociado
nados significados. «La casa, la escuela y los mass media son apa- de S. Hall --. 3) rechazado
ratos culturales que generan un mundo completo de asociaciones lecturas democracia
comunes, asociaciones que se hallan inscritas dentro de nuestro aberrante/semiÓtica
entorno social. Así, en esta cultura, los cerdos son para comer, los teoría de la
resistencia / diferentes
gatos para ser domesticados y las arañas para ser evitadas. Ningu- J.Radway ambigüedad audiencias
no de estos significados es inevitable: no hay razón para que los J. Fiske ~ producen diferentes
cerdos no sean sagrados, los gatos sea:rr' comidos y las arañas P. Willis ~ hay otras significados
domesticadas. Si tal redefinición parece inimaginable o profana, lecturas
demuestra lo poderosamente que se hallan grabadas en nuestras "'" pero las lecturas
pulpo ideológico ambigüedad _ ~ están condicionadas
mentes las asociaciones comunes» (Lewis, 1991: 63). Por precario J. Lewis calculada ------- • por marco cultural
que sea, estamos entrenados para aceptar un orden dado de las
cosas. La aceptabilidad de estas asociaciones depende de una pre-
cisa serie de presupuestos ideológicos. Ésta es la base para investi-
gar el significado preferido del mensaje televisivo, que consiste en ding porque en ocasiones la ambigüedad de un programa puede
el ejercicio del poder dentro de un mundo de asunciones culturales haber sido calculada y ser resultado de una técnica narrativa sofis-
compartidas. Por tanto, el mensaje televisivo, producido y transmi- ticada cuyo fin es maximizar las audiencias. Para examinar el pri-
tido dentro de estos confines semiológicos, es capaz de guiar la mer aspecto nos centraremos en la obra de Fiske y de Willis, lo que
conciencia del televidente de acuerdo con pautas cuidadosamente nos conduce a la teoría de la resistencia y de la cultura común, y
definidas de significado. Y por ello, no podemos encontrar el signi- para el segundo en la de Lewis, con su tesis del pulpo ideológico.
ficado preferido estudiando sólo el mensaje.
Necesitamos estudiar éste en términos de las asunciones com-
partidas que articula y manipula. Hay que investigar la cantidad y 3.3. LA TEORÍA DE LA CULTURA POPULAR O DE LA RESISTENCIA
calidad de asociaciones compartidas. Pero el modelo de la inter-
pretación preferida (con sus tres posibles respuestas) parte del De acuerdo con diversos autores ubicados al menos inicialmen-
supuesto de que se ha reducido la ambigüedad del mensaje y que te dentro del campo de los Cultural Studies, existe una lectura que
todos los intérpretes estarán de acuerdo al menos en esa interpre- no presupone (y, por lo tanto, no es una forma de respuesta a) la
tación, aunque no compartan el significado que ésta tendría para lectura preferida. Se trata de la lectura resistente, que se diferencia
sus vidas; que convendrán en «lo que quiere decir el texto o el pro- de la lectura oposicional porque no trabaja en contra de, sino a
grama» (significado intrínseco), aunque discrepen en lo que signi- partir de y con el mensaje. Janice Radway utilizó este planteamien-
fica para ellos (significado pragmático). No es necesario caer en el to en su estudio de las interpretaciones que las mujeres efectuaban
extremo opuesto de la semiosis ilimitada, para reconocer: a) que, de las novelas románticas. Mostró que éstas aprovechaban las
con frecuencia, se producen «lecturas discrepantes», b) también ambigüedades del texto para efectuar una lectura resistente contra
pueden darse «lecturas aberrantes», y e) que, por otra parte, no la ideología dominante, lo que le llevó a sostener que grupos par-
podemos aceptar la existencia de un significado preferido sin evi- ticulares pueden adaptar los mensajes para sus propios propósitos.
dencia que lo corrobore. Similares ideas defiende Fiske, que ha postulado el polémico con-
Algunos autores tratan de ir más allá del modelo encodingldeco- cepto de «democracia semiótica», y que sostiene que la televisión
194 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA LAS AUDIENCIAS ACTIVAS 195

«es la pluralidad de sus prácticas de lectura, la democracia de sus ner) y se deriva directamente del rango de valoraciones posibles
placeres y sólo puede ser entendida en sus fragmentos. Promueve y inscritas en la posición que se ocupa en la estructura social, mien-
provoca una red de resistencias a su propio poder cuya tentativa de tras que la oposicional es explícitamente política y discursiva (desa-
homogeneizar y hegemonizar cae sobre la inestabilidad y multipli- fía un orden proponiendo una configuración alternativa) y supone
cidad de sus significados y placeres» (en Lewis, 1991: 68). Esta una puesta en cuestión consciente de la posición estructural.
tesis es desarrollada en su estudio The Newlywed Game (similar a Si Fiske aboga por una cultura popular y resistente, Willis, en
algunos programas de la TV española como, por ejemplo, lA media su polémica obra más reciente Common Culture (1990), postula
naranja). Para la audiencia del programa, el show produce placer, una creativa cultura común, igualmente resistente. La crítica al
no cuando los matrimonios coinciden en sus respuestas (lo que arte oficial y a la alta cultura (el libro es resultado de una investiga-
afirmaría el patriarcado), sino cuando fallan (lo que se entien- ción encargada por la Fundación Gulbenkian) le sirve para una
de como una burla y descrédito del m~mo). No existe, por tanto, exaltación de dicha cultura común, cuyo fundamento es la creativi-
un significado preferido. Más bien comprobamos que diferentes dad intrínseca al ser humano (lo que nosotros hemos denominado
audiencias prefieren distintos significados. El comportamiento de dimensión ontológica de la cultura) y que el capitalismo y la socie-
la audiencia estudiada por Fiske no implica reconocimiento de la dad industrial, o dicho de otra manera, el mercado y los medios de
existencia de una interpretación patriarcal preferida, a la que se comunicación de masas, paradójicamente, han convertido en nor-
opondrían los televidentes, con lo cual nos hallaríamos todavía ma, en predominante. Willis es consciente de la trascendencia de
dentro del modelo encoding/decoding, sino que simplemente explo- su tesis en un contexto dominado por las teorías neogramscianas
tan la ambigüedad del mensaje como les parece. Por tanto, existe de la hegemonía (dentro del cual se movía su investigación anterior
una gran diferencia entre la interpretación popular o resistente y la Learning lo lAbouring). y, por ello, en las páginas conclusivas, nos
oposicional, lo que lleva a Lewis a concluir que nos hallamos ante dice: «La simple verdad es que debe reconocerse que el encuentro
dos formas de interpretación diferentes: la respuesta oposicional de la coherencia y la identidad en la cultura común ocurre de for-
asume una interpretación preferida (que posteriormente pone en mas que resultan sorprendentes, blasfemas y alienadas si se las
cuestión), mientras que la interpretación resistente cuestiona la mira desde las viejas ortodoxias marxistas: en el ocio, no en el tra-
idea misma de una interpretación preferida. bajo, mediante mercancías, no mediante los partidos políticos, pri-
Según Fiske, las interpretaciones resistentes son una fuente de vadamente, no colectivamente» (1990: 159).
placer para el televidente, una celebración del poder de la audien- Veamos, en primer lugar, en qué consiste esta cultura común.
cia para explotar la ambigüedad del mensaje de acuerdo con sus Dado que no se nos proporciona ninguna definición, procederemos
propios intereses. Éste es un aspecto importante, pues como han mediante aproximaciones. Dicha cultura es común en tanto que
señalado otros autores, en contraste, las interpretaciones de oposi- constitutiva de toda vida humana; en tanto que vulgar, propia del
ción suponen incomodidad porque han de apelar a narrativas vulgo, y ordinaria, frente a las formas de vida elitistas; en tanto que
externas para legitimarse. Según Lewis, aquí radica una diferencia profana, frente a la sacralidad de las grandes obras del arte oficial;
crucial entre un tipo de lectura y otra: la interpretación resistente y en tanto que compartida, no masificada. La cultura común es
no necesita (como sucede en la oposicional) recurrir de forma expresión de la creatividad simbólica, que constituye una parte
consciente a otros discursos, puesto que el material para su inter- integral del trabajo necesario para asegurar la reproducción y pro-
pretación se halla ya inscrito en la ambigüedad (calculada o no) del ducción de la existencia humana. Ser humano -nos dirá- es ser
programa. De hecho, en el programa analizado por Fiske se ridicu- creativo en el sentido de rehacer el mundo para nosotros mismos
liza el machismo, pero no se desafía el patriarcado oponiendo una en cuanto que hacemos y encontramos nuestro propio lugar e iden-
alternativa, que implicaría una afirmación de la sexualidad femeni- tidad. Aunque este carácter intrínseco y necesario de la creatividad
na. Ello se debe, según nuestro propio punto de vista, a que la res- simbólica no ha sido reconocido habitualmente, Willis sostiene que
puesta resistente es pre-política y práctica (se burla mediante la es «lógicamente anterior a y una condición» de la mismísima pro-
risa, complacientemente, de una situación que contribuye a mante- ducción material: «Mientras que todos no pueden ser productivos,
196 SOCIOLOGíA DE LA CULTURA LAS AUDIENCIAS ACTIVAS 197

todos son comunicativos. Todos. Ésta es nuestra distinción de espe- que nunca antes en el pasado -no importa lo que pensemos de
cie» (1990: 10). Aquí radica el carácter común de la cultura común. ellos- que se hallan disponibles para el trabajo simbólico necesa-
Ahora bien, dicha cultura sólo ha logrado expresar sus poten- ~o. Se trata de ~na. curiosa ironía, pero es el propio orden de prio-
cialidades y sólo ha sido reconocida como tal en las actuales condi- ndades del capItalIsmo en la esfera de la producción el que ha
ciones de tardía modernización, porque ha sido necesaria la acción potenciado el consumo de esta forma peculiar y autoafirmativa.
del mercado y de los medios de comunicación para hacerla aflorar. ¿Esta mercantilización -se pregunta- devalúa los bienes cul-
Hoy el mundo del trabajo instrumental ha perdido su creatividad, turales y los contenidos de los media? Izquierda y derecha conde-
refugiándose ésta, por un lado, en una sentimentalización del arte, nan unánimemente el consumismo y la penetración del mercado
y por otro en la vida cotidiana, en el ocio y en las actividades infor- en la éultura: homogeneizan, degradan, dominan. Pero esos plan-
males. Éstas tienen, sin duda, una extraordinaria importancia en teamientos ignoran las cualidades dinámicas y vitales de la cultura
los jóvenes y por ello encuentra Willis en las actividades de la cul- cotidiana y especialmente su creatividad simbólica intrínseca. El
tura juvenil (consumo de medios de comunicación, modas, estilos trabajo simbólico y la creatividad median y son simultáneamente
de vida, formas de decorar sus habitaciones, de cortejo e incluso de expandidos y desarrollados por los usos, significados y «efectos» de
violencia y consumo del alcohol) una buena unidad de análisis las mercancías culturales. Éstas son catalizadores, no productos.
para verificar su tesis. En la actualidad existiría una demanda El consumo es una práctica activa, productiva. La recepción tam-
general y genérica de placer, de autonomía, de auto dirección, de la bién es producción e innovación.
que los jóvenes serían la vanguardia. Antes sólo se expresaba en
la esfera elitista del arte y en el ocio de las clases altas, «ociosas». La interpretación, la acción simbólica y la creatividad son parte
Pero, hoy, todas las clases quieren su «parte de acción». Desean la del consumo ... Este trabajo es al menos tan importante como el que
significación y satisfacción ahora como ingrediente necesario de se halla inscrito originalmente en las mercancías codificadas y puede
la identidad existencial del individuo. «La subversión y destrucción producir sus opuestos. Efectivamente, ciertos aspectos de profani-
-verbalmente, estilísticamente, expresivamente- de los puntos de dad en los artefactos comerciales pueden ser liberadores y progresi-
vista estereotípicos de las culturas de clase homogéneas tiene que vos, al introducir la posibilidad de lo nuevo y lo socialmente dinámi-
co (1990: 21).
ser bienvenida. Para la clase obrera esto es una victoria» (1990: 17).
Como hemos dicho, es el mercado y los medios de comunica-
ción los que han potenciado y reconocido la cultura común. Su Willis, sin embargo, no es ingenuo acerca del mercado: su pro-
papel clave dentro de la sociedad contemporánea es lo que ha crea- pósito y finalidad son el beneficio, podemos efectuar elecciones
do las condiciones para una nueva emancipación. Veamos con algo dentro del mercado pero no podemos hacer metaelecciones, no hay
más de detalle esta cuestión central para su argumento. Frente a que dejarle operar libremente y abandonar toda crítica. Pero la ver-
quienes sostienen que el mercado y en concreto el consumismo es dadera cuestión es que, de momento, resulta inevitable y que, gra-
un instrumento de creación de falsas necesidades y de domestica- cias a la lógica de sus contradicciones internas, se generan condi-
ción, Willis defenderá que la propia lógica mercantil genera efectos ciones para la emancipación:
imprevistos e incontrolables para el sistema y que, en consecuen-
cia, tiene un potencial emancipatorio. Ello no significa una entro- Puede existir un camino mejor, una vía mejor para la emancipa-
ción cultural que esta continua inestabilidad y confianza en la mano
nización del mercado, sino un reconocimiento de las condiciones
oculta -egoísta, ciega, expoliadora- del mercado. Pero el arte ofi-
que ha creado: es nivelador, es ineludible, proporciona satisfaccio- cial no la ha mostrado todavía. Todo lo que tiene la mayoría de la
nes que otras promesas no han logrado materializar, hace aflorar gente son las mercancías culturales comerciales. La historia puede
impulsos y potencialidades. El capitalismo cultiva los deseos para estar progresando a través de su peor cara, pero progresa. Pese a
su propio beneficio, pero al hacerlo rompe tabúes y costumbres todas sus manifiestas absurdidades, el mercado cultural puede abrir
restrictivas, descubre el continente de lo informal. Las formas cul- la vía a una mejor vía ... El pesimismo cultural sólo nos ofrece barri-
turales comerciales han ayudado a producir muchos más bienes cadas ... El mercado es la fuente de una .revolución permanente y
198 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA LAS AUDIENCIAS ACTIVAS 199
contradictoria en la cultura cotidiana que barre viejos límites y de- La tentativa de superar el detenninismo y al mismo tiempo
pendencias. La búsqueda incesante que tiene lugar en el mercado abordar de fonna explícita la relación entre significación y domi-
para encontrar y producir nuevos apetitos aumenta, al por mayor, la nación se tradujo inicialmente en los Cultural Studies en una rein-
moneda popular de la aspiración simbólica (1990: 26-27).
terpretación de la teoríá de la hegemonía de Gramsci. Para el pen-
sador y luchador italiano, la hegemonía designa el proceso cultural
Por otra parte, sostiene Willis que la predominancia de la cultu- e ideológico mediante el cual los grupos dominantes en una socie-
ra común ha sido favorecida por los medios de comunicación de dad mantienen su dominación gracias al consentimiento de los
masas. Éstos han quebrado el modelo tradicional de comunicación grupos subordinados. Es decir, que la hegemonía implica sustituir
(A-B), porque ahora existe una mediación (C) que pennite que los el control coercitivo por un control consensual y negociado. Los
mensajes no sólo sean enviados y reciQjdos, sino producidos en el grupos subordinados de una sociedad aceptan las ideas, valores y
momento mismo de la recepción. «Producir significado» a partir liderazgo de los grupos dominantes no como consecuencia de la
de la comunicación es una fuerza fundamentalmente democrática fuerza física o de la dominación ideológica, sino porque encuen-
que han creado los media. Frente al posmodernismo que habla de tran razones para ello que satisfacen sus intereses (por ejemplo, las
la implosión de los signos y de los simulacros y de la quiebra de la concesiones que efectúan los grupos dominantes). La hegemonía
relación entre el significante y el significado, Willis sostiene que lo expresa el consentimiento subordinado a la autoridad de los dis-
que realmente sucede ahora es que son intercambiables y que la cursos del grupo dominante, pero, dado que se produce en un con-
cadena de comunicación se ha vuelto mucho más compleja. Que A texto de conflicto social y lucha de clases, nunca se halla plena-
no controle el proceso de comunicación no significa que ya no mente garantizada en la práctica, los significados se hallan someti-
haya producción de significados, sino que la producción se ha dos a negociación. Este planteamiento subyace en muchas de las
democratizado. Ciertamente -reconoce Willis- la publicidad se investigaciones iniciales del movimiento y se halla también en la
dirige al deseo y es patológica. Pero el consumo también rompe la obra más conocida del propio Willis, Learning to Labouring. Sin
tradición y la convención y proporciona materiales que están embargo, en Common Culture se produce un viraje significativo:
abiertos a interrogación y pennite efectuar comparaciones para «No critico la importancia de la noción de hegemonía -nos dice-.
producir significados. «Incluso aunque el mercado haga su nego- En cierto sentido también ha consistido en mi preocupación: cómo
cio, proporciona ciertos materiales para un trabajo simbólico alter- la subordinación (objetiva) es vivida a veces (subjetivamente) co-
nativo y oposicional. Ésta es la remarcable, inestable y siempre mo celebración; por qué los grupos oprimidos contribuyen por sí
reveladora contradicción del capitalismo, proporcionar materiales mismos a su propio confinamiento». No la critica, sencillamente le
para su propia crítica» (1990: 139). parece un ténnino demasiado general y maleable, que además inte-
En conclusión, la cultura común es creativa (producción y gra la cultura popular en macroprocesos históricos antes de haber
recepción o consumo son un continuum y no dos momentos radi- examinado su creatividad virtual. Gran Bretaña es un país capita-
calmente distintos), plural (hay muchas interpretaciones posibles), lista, caracterizado por relaciones de explotación bajo las condicio-
sus impulsos son inherentemente democráticos, y está creando la nes ideológicas y reguladoras que proporciona el estado democráti-
aparición de nuevas comunidades de comunicación, que no son co social. Pero, frente a esos datos generales, a Willis le interesa
orgánicas, sino seriales, que constituyen combinaciones eclécticas ahora la observación etnográfica y la auscultación de la calle: por-
de consumidores culturales y que influyen en la nueva política. Por que ahí se muestra la eficacia de la creatividad simbólica ordinaria
tanto, la cultura común no se mueve dentro de la significación pre- basada en una estética profunda y se hacen patentes las dificulta-
ferida, sino de una creatividad específica. Los textos que indican des de controlar las preferencias de los consumidores pese a las
este carácter diferenciado son abundantes. En ellos, Willis habla, tentativas reales de dominación; porque ahí se hace visible que la
con un lenguaje enfático, de subversión, resistencia, alternati- cultura común produce un creciente número de ciudadanos y
va, etc., pero sería erróneo identificarlo con la teoría de la resisten- votantes, recalcitrantes e independientes, que son mucho más difí-
cia de los neogramscianos. ciles de manejar o comprender por cualquiera. En dicho contexto,
200 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA LAS AUDIENCIAS ACTIVAS 201
el posfordismo podria ser una respuesta a los cambios culturales, 3.4. EL PULPO IDEOLÓGICO
más que su causa. Éstos muestran una hegemonía fracasada o des-
cuidada, no nuevas formas de ella. Como sostiene Lewis, no es razonable defender de forma seria y
Pese a su distanciamiento con las tesis de la hegemonía, Willis rigurosa quejos media, a los que, por cierto, Willis les atribuye el
no rehúye la pregunta crucial: ¿cómo se relacionan las liberaciones poder de conformar la cultura común, no tienen efectos importan-
de la «estética profunda» con el confinamiento final? Su respuesta tes en la determinación de las interpretaciones posibles. Una cosa
parece más bien elusiva, pero corrobora la interpretación que es reconocer las dificultades que plantean las teorías de la ideolo-
apuntábamos al hablar de Fiske: no tienen ninguna pretensión con- gía dominante y otra negar la existencia de limitaciones sustancia-
trahegemónica. No son directamente políticas. «La cultura común les al potencial polisémico de los textos y a las decodificaciones.
minusvalora las relaciones de poder' económico explorando y Para investigar dichos límites y cómo se restringe o se maneja ·la
encontrando nuevos campos para la capacidad y la satisfacción ambigüedad, en la segunda parte del libro Lewis efectúa un estudio
humanas. Dominios amplios de la cultura común simplemente son de noticiarios y del Show de Cosby mediante la técnica del grupo de
indiferentes a este sistema que proporciona los productos a los que discusión.
ciertamente no son indiferentes». Pero, además, si la gente no ha
respondido a las llamadas a la transformación social de los intelec- Se ha argumentado ~ice LeWÍs- que la televisión es un meca-
tuales de izquierda, será porque en los incentivos y posibilidades del nismo usado por los grupos dominantes en nuestra sociedad para
mercado encuentra también posibilidades para su propio desarrollo promover ideologías y significados que sostienen su hegemonía.
y crecimiento. «Aunque sometidos, alienados y trabajando en una Haya sido defendido con crudeza o con finura, la evidencia que apo-
explotación constante, estos incentivos y posibilidades prometen ya esta posición es extensa. Sería sorprendente que no fuera así. Sin
embargo, este argumento presenta dos dificultades. La primera es
más que cualquier alternativa visible» (1990: 158). Pese a sus con- que también existe evidencia para demostrar que la televisión no
tradicciones y limitaciones, el mercado ofrece una capacitación siempre trabaja de esta manera. Los programas que cuestionan el
contradictoria que no ha sido ofrecida por ninguna otra instancia. capitalismo, el patriarcado u otros rasgos del statu quo pueden apa-
Willis no acaba celebrando las glorias del mercado como un recer con menor frecuencia que los programas que no cuestionan
horizonte definitivo y ocluso, como el fin de la historia a lo Fuku- estas cosas, pero también se presentan (1991: 67).
yama, ya que confía en que esa cultura común, en donde se expresa
el arte de la vida, encuentre sus vías alternativas de afirmación. En La segunda dificultad concierne a la audiencia. Podemos acep-
cierto momento nos dice que no sabemos a dónde nos lleva esa cul- tar que el contenido de la televisión parece apoyar más unos pun-
tura común y que contiene contradicciones; en otras ocasiones, tos de vista que otros, pero necesitamos evidencia antes de poder
que es «nuestra mejor guía» para el mundo global, commonwealth garantizar que estos significados son transmitidos incólumes. En
cultural, al que nos encaminamos. «Para lo que debe aprenderse, otras palabras, no podemos asumir la existencia de una interpreta-
déjesenos mirar, no a las torres, sino hacia las calles, a la cultura ción preferida firmemente inscrita y triunfante. Los programas,
común» (1990: 150). incluso en nuestro mundo simbólico relativamente homogéneo,
Estas visiones vibrantes de la resistencia y de la creatividad pueden contener otras lecturas completamente diferentes.
popular a lo Fiske y a lo Willis han suscitado duras reacciones en Mediante el estudio de los noticiarios y del Show de Cosby, Lewis
otros miembros de esta corriente. Pero, tal vez, la crítica mejor fun- se propone demostrar la existencia de dos errores interpretativos: el
dada en evidencia empírica equivalente (observación etnográfica poder ideológico de la televisión no radica en la habilidad de los pro-
de audiencias) sea la de Lewis en su obra The ideologicaloctophus, ductores para infundir a los programas un significado preferido; la
que pasamos a exponer a continuación, donde se muestra que si ambigüedad o polisemia no necesariamente reduce el poder ideoló-
bien no podemos dar por supuesta a priori una interpretación pre- gico de un programa, dejando el control en manos de la audiencia.
ferida, tampoco puede suponerse que la ambigüedad carezca de El primer estudio, dedicado al examen de la recepción de las
efectos. noticias, sostiene que la estructura narrativa de los informativos
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televisivos, copiada de la prensa escrita, tiende a crear interpreta- sas cuestiones implicadas y estableciendo los límites que marcan la
ciones distintas a las pretendidas. La estructura de los ítems de legitimidad de cada solución: las formas simbólicas son el resulta-
noticias, en muchos casos, conduce a la audiencia en direcciones do de un proceso social muy complejo y no es posible reducir esta
que ni los productores de noticias ni los analistas habrían anticipa- complejidad a algunos de los factores que intervienen en él o a rela-
do. Pero de este hecho no podemos inferir que no influyen o que la ciones unidireccionales. Las, conclusiones a las que llega Lewis no
audiencia puede elegir sus propios significados. Al contrario, su zanjan el problema ya sempiterno de los efectos de la televisión,
estructura narrativa engendra, según muestra el trabajo de campo, pero ponen las balizas que delimitan el terreno dentro del cual han
una visión del mundo profundamente ahistórica -las noticias se de moverse las respuestas y desmonta algunas valoraciones preci-
convierten en mitos, flotantes al margefl de las condiciones socia- pitadas del tipo «democracia semiótica» o «semiosis ilimitada».
les económicas y culturales que las crean- que favorece más a la Nos remite al estudio empírico de las relaciones de producción y
derecha política que a la izquierda. Por tanto, hay efectos, desde consumo, que implican la participación de sujetos o agentes que
luego, pero no son siempre, necesariamente, fruto de una voluntad están dotados de determinadas habilidades y competencias y
calculadora (o intentio operis, que diría el clásico). Que no se hayan que actúan en contextos donde operan determinados discursos e
anticipado los efectos no significa que no existan. ideologías, pero concluye abrupta y sorprendentemente, después
El segundo estudio analiza el Show de Cosby. Según la eviden- de un recorrido tan meticuloso y ponderado, con una afirmación
cia obtenida en los grupos de discusión (diferenciados de acuerdo que finalmente elimina toda la complejidad desplegada a lo largo
con el color racial), la teleserie tiene un significado ideológico del resto del texto: las interpretaciones plurales de los espectadores
ambiguo en lo relativo a la raza y la clase social, porque para los dependen de sus condicionamientos sociales. Las diferentes inter-
blancos se reflejan en ella los avatares de una familia universal sin pretaciones no son asunto de elección (agencia humana), sino un
color, mientras que los negros encuentran por primera vez una producto de los entornos ideológicos que cada uno habita (estruc-
visión positiva y reivindicativa del color/raza. «Esta polisemia -nos tura determinante).
dice Lewis- no mengua la influencia del show sino que la compli-
ca.» Necesitamos reconocer esta complejidad: no existe la inter-
pretación y el significado. En sociedades plurales, donde además la 4. Valoración crítica de las teorías de la audiencia activa
técnica del zapping permite que el espectador huya de las compli-
caciones y mensajes agresivos, el poder hegemónico del Show De alguna manera, con la exposición de la obra de Lewis hemos
depende de su habilidad para resonar de diferentes maneras en entrado ya en el examen crítico de las teorías expuestas en este
diferentes audiencias. Esto no significa conceder ahora un poder capítulo. Ahora nos resta concluir la exposición con un examen sis-
omnímodo a los espectadores. La evidencia demuestra que las temático de las principales limitaciones que presentan estos plan-
interpretaciones dependen de determinados condicionamientos teamientos, incluido también el de Lewis. Hemos situado las teo-
sociales. Los miembros de la audiencia no construyen un rango de rías de la audiencia activa a partir de una exposición crítica previa
interpretaciones y eligen después la que más les apetece. Las dife- de las teorías de la cultura de masas, de la economía política de los
rencias entre la interpretación de los negros y de los blancos no media, de la semiología y del paradigma psicosociológico nortea-
aparecen como una cuestión de elección, sino como producto de mericano. Hemos ido mostrando el elitismo, esencialismo y reduc-
los diferentes entornos ideológicos que habitan. «Un programa cionismo de las tesis de la cultura de masas, así como su determi-
ambiguo puede ser tan manipulador como uno carente de ambi- nismo tecnológico; hemos aludido al psicologismo funcionalista
güedad, simplemente se mueve por múltiples vías. Ésta es una for- típico de la sociología empírica y aplicada; el imperialismo del tex-
ma realmente. moderna de omnipotencia», la omnipotencia del to propio de las corrientes formalistas y semióticas; el determinis-
pulpo ideológico (1991: 205). mo económico de la teoría de la economía política en .concreto y de
El estudio de Lewis contribuye a clarificar la problemática, las posiciones marxistas en general. Hemos enmarcado la corriente
fijando la validez de las distintas posiciones, deslindando las diver- de los Cultural Studies y de las audiencias activas como una tentati-
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va fructífera e innovadora para superar dichas dificultades, reco- cómo leen de hecho las audiencias. En segundo lugar, la ambigüe-
nociendo el carácter hermenéutico o semiótico del proceso de dad calculada de determinados programas (pero también puede
apropiación. En el interior de este campo de investigación se han decirse lo mismo de la inconsciente), con una estructura narrativa
desarrollado tesis básicas como la de que el significado no es típica de ficción, no permite a la audiencia un despliegue mayor de
intrínseco a los objetos sino que es construido en las prácticas y su creatividad, porque las lecturas están determinadas por las con-
relaciones sociales de su producción y consumo; que el significante diciones y capital cultural de los intérpretes. En este sentido, pode-
se halla abierto a diversos significados; que la audiencia es activa y mos añadir que la tesis de la democracia semiótica (que aparece en
productiva; que el intérprete o receptor no es un ser vacío (sin dis- Fiske y Willis) es fruto de una confusión. En primer lugar, parece
cursos ni competencias), aislado (sinJ relaciones ni contextos socia- suponer que todas las lecturas de un texto son igualmente posibles
les), pasivo (sin prácticas ni elecciones), estático (sin historia, tra- (se hallan en paridad de condiciones) y que contiene infinitas inter-
yectoria ni biografía). Ahora bien, al hilo de la exposición de esta pretaciones ante las cuales el consumidor puede ejercitar su dere-
corriente innovadora, también han ido apareciendo sus deficien- cho omnímodo de elección. Ahora bien, frente a la «obra abierta»
cias y limitaciones. Concretamente, señalaremos como más impor- hay que recordar «los límites de la interpretación». Al menos una
tantes las siguientes: ha prestado poca atención al proceso de pro- economía de la interpretación nos llevará a reconocer que no todas
ducción con todas sus condiciones y características, con sus inno- las interpretaciones son igualmente viables, por tanto, polisemia y
vaciones tecnológicas y organizativas, con los contextos políticos ambigüedad deben entenderse de una forma más restringida.
en que opera (regulación o desregulación), con su especialización Pero la tesis de la democracia semiótica tiene una contrapartida
funcional, con sus conflictos, desajustes, asimetrías y tensiones; ha que es igualmente errónea: si el texto está abierto a múltiples lectu-
descuidado el análisis de los procesos complejos de circulación de ras, entonces son los intérpretes, los consumidores, los que final-
mensajes en las actuales condiciones de modernidad avanzada y mente fijan un significado. Todos los lectores, todos los seres
mundialización; no se ha examinado adecuadamente la relación humanos -dirá Willis- son productores de significado, porque
entre significantes (programas u objetos de consumo) y producto- todos poseen la creatividad simbólica. Esta afirmación pluralista,
res de significado (audiencias); se ha tendido a reducir la proble- posmoderna pese a que Willis denoste el posmodernismo de la
mática de los efectos a una cuestión de significación e interpre- implosión del signo, confunde la condición ontológica del género
tación; se presenta, por ello mismo, la tesis de la resistencia de humano con su posición social e histórica e ignora que cada ser hu-
una forma simple como resistencia en la interpretación; existe una mano concreto posee un capital cultural, una competencia y un
confusión lamentable entre niveles analíticos (agencia/estructura, habitus que son los que determinan (establecen los límites, fijan las
dominación/subordinación); manejan una concepción insuficiente condiciones y presionan) las interpretaciones posibles. En suma,
de sociedad (no se tiene en cuenta la emergencia de campos de la sociedad no es una estructura de posiciones caracterizada por la
acción especializados y las lógicas específicas que esto produce, así paridad y el equilibrio de fuerzas, ni las culturas conviven armóni-
como la interrelación entre los campos). Con la excepción de los camente en un reino atemporal pacífico.
dos primeros aspectos, que requieren un tratamiento aparte, Por ello, debemos tener en consideración tanto la estructura
vamos a exponer con algo más de detalle las restantes dificultades. narrativa del texto (no podemos ignorar la semiótica, los análisis
textuales y de contenido) como las condiciones y características
1. Como ha señalado Lewis, la estructura narrativa peculiar socioculturales de las audiencias. Sin embargo, al señalar la deter-
de las noticias de los informativos da pie para que los espectadores minación corremos el peligro de no acabar de evitar el determinis-
produzcan, de forma inconsciente generalmente, lecturas diver- mo, si no precisamos un poco más la problemática. Bourdieu ha
gentes en relación con el significado anticipado que han inscrito en utilizado técnicas estadísticas para establecer las regularidades de
ellas los productores. Por tanto, sería insuficiente toda tentativa de las prácticas de consumo de los franceses y ha mostrado el carácter
comprensión del significado a partir de la intentio auctoris y de la socialmente construido de todas las preferencias, interpretaciones
intentio operis. Necesitamos del trabajo de campo para observar y juicios de valor que orientan el consumo. Mediante su amplia
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encuesta muestra las conexiones entre los gustos, los estilos de vida bién, entre otras variables, por la materia a la que afectan y por su
y las posiciones sociales. Los estudios de audiencias activas han duración, período de incubación, forma y momento de manifes-
seguido una metodología muy diferente: los grupos de discusión, la tación. Tendríamos que analizar, además, los efectos derivados de
entrevista en profundidad y la observación participante. Esta la interacción con otros productos culturales, los efectos feed-
metodología les ha permitido captar las diferencias de la interpre- back, etc. Señalaremos aquí tan sólo algunas cuestiones que nos
tación y les ha llevado o bien a instaurar un reino de posibilidades parecen imprescindibles para fijar en su justo lugar los estudios de
infinitas para todos. o bien a explicar las diferencias mediante la interpretaciones.
determinación sociocultural. Como ya ..hemos mostrado la debili- Como ha señalado Lodziak, si la evidencia no es concluyente en
dad de la tesis de la democracia semiótica, nos centraremos ahora la cuestión de los efectos, hay algunos que, sin embargo, son incon-
en desmontar la confusión que opera en las tesis de la determina- testables: ver la televisión es una actividad que cada vez monopoli-
ción, sean al estilo cuantitativo de Bourdieu o al cualitativo de za y consume una mayor parte de nuestro tiempo. Podemos añadir
Lewis. Este enfoque analiza regularidades estadísticas o predomi- que los media nos obligan a reorganizar nuestros entornos vitales y
nancias significantes y establece la conexión legítima entre dichas nuestras relaciones sociales, proporcionan temas para nuestras
regularidades y predominancias, de un lado, y las regularidades de conversaciones, al interaccionar con ellos nos entrenan para una
la posición social o de la estructura de significaciones e ideologías, forma de apropiación de manera que no se comportan de la mis-
de otro. El problema aparece cuando damos el salto desde este pla- ma forma las generaciones que han accedido a ellos después de su
no metodológico que nos permite reducir la indeterminación, al socialización primaria que las que han sido socializadas en ellos
plano ontológico, donde eliminamos la indeterminación y el miste- desde la cuna (éste es el tema de las competencias culturales y el
rio. Porque tanto las regularidades como las predominancias se habitus); por otra parte, los posibles efectos dependerán de varia-
construyen eliminando las posiciones extremas y las discrepancias bles como el capital cultural y las tecnologías complementarias dis-
en el seno de una distribución. Si reconocemos éstas, sin abando- ponibles (mando a distancia, vídeo y otros periféricos como cáma-
nar el estudio de aquéllas, podremos plantear el problema de la ras de vídeo, acceso a canales diversos, etc.). Por ejemplo, cabe
relación entre agencia y estructura, creatividad y determinación de pensar que la desregulación y la desaparición del monopolio de la
una manera más rigurosa. televisión pública afecte a las formas de percibir las vinculaciones
2. En las etnografías de audiencias que, como hemos dicho, sociales (una única televisión en un territorio crearía más sentido
surgen entre otros factores a partir del giro hermenéutico, hay una de comunidad que una pluralidad de canales), a la disponibilidad
inclinación a confundir y reducir los efectos de los media con sus de productos, etc., pero también comprobamos cómo la competen-
efectos semióticos, es decir a reducir todos los efectos a significa- cia por las audiencias puede implicar una degradación de la cali-
dos: si las investigaciones de las audiencias nos muestran que la dad de los programas y una homogeneización de sus contenidos
gente efectúa lecturas discrepantes, entonces ya no hay efecto de (programas esencialmente similares que persiguen con desespero
dominación (y parece que ya no haya ninguna clase de efecto en altas cotas de audiencia explotando meras diferencias marginales).
absoluto). La audiencia es soberana. Debemos suponer, al menos, que existen también efectos in-
Hemos sostenido que la tesis de la creatividad de las audiencias conscientes e imprevistos (el fumador no anticipa el cáncer de pul-
fue innovadora y útil porque acabó con el determinismo de los món en el acto de fumar o cualquier otro de los efectos que se
efectos directos y unidireccionales, que no analizaba las relaciones manifestarán con posterioridad, pero éstos existen), especialmente
de producción y consumo. Pero al utilizar casi en exclusiva el efectos a largo plazo (la dificultad para investigarlos no nos debe
método etnográfico y el bagaje teórico del giro hermenéutico se ha llevar a afirmar que una actividad tan absorbente sea inocua).
producido una reducción de la creatividad a interpretación y de los , La televisión está transformando las pautas de conducta, aun-
efectos a significaciones. Un planteamiento más riguroso deberá que sea difícil prever cómo. La práctica de ver la televisióntrans-
discernir distintos tipos de efectos: no sólo porque hay consumos forma la propia realidad, aunque tampoco podemos anticipar dón-
diferenciados y, por lo tanto, diversidad de audiencias, sino tam- de acaba este proceso. Tomemos un ejemplo de otra práctica típica
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de la modernidad: el fútbol, deporte de masas. Según los datos tomamos decisiones y somos agentes de nuestros propios destinos.
estadísticos de panel (García Ferrando, 1996), podemos comprobar Me siento feliz de contar con 31 elecciones en Baskin-Robbins y
cómo ha ido creciendo el porcentaje de personas que prefieren ver que hay lotes de detergentes y latas de cerveza en las estanterías del
el fútbol en televisión, y la encarnizada pugna entre los canales supermercado. Pero las megaelecciones también cuentan, y no
televisivos para lograr la exclusiva de su retransmisión nos muestra recuerdo haber conseguido la oportunidad de elegir si deseo estas
la importancia de este fenómeno. Pero, a su vez, la práctica de ver numerosas elecciones de helados, cervezas y detergentes. La liber-
el fútbol por televisión con sus técpcas del zoom, del primer plano, tad de elección está crecientemente enmarcada, al menos en la
de la repetición de la jugada, transforman la visión directa en el U. S. A., como elección de consumidor» (Berger, 1995: 147 y ss.).
campo, que ahora necesita de pantallas gigantes para que los afi-
cionados puedan ver al modo televisivo la repetición del instante A la crítica de Berger hay que añadir que la resistencia tiende a
mágico del gol. ser, como por otra parte es lógico dentro de una teoría de la hege-
Finalmente, creemos que no es posible ignorar que, en un con- monía, resistencia en el significado. Es decir, que existen interpre-
texto de desregulación, existen poderosos conglomerados económi- taciones discrepantes con la visión dominante de la realidad.
cos que luchan por el control de los media a nivel local, nacional y A partir de la burla, ironía, placer producido por interpretaciones
planetario. Estas concentraciones de editoriales, casas grabadoras, alternativas, etc., deducimos resistencia. Pero resistencia a la inter-
productoras de programas y películas, carteras de publicidad, dis- pretación dominante no es equivalente a resistencia a la domina-
tribuidoras, etc., tienen un enorme poder para seleccionar la agen- ción. Si pudiéramos efectuar observación participante en las rela-
da de la opinión pública y el rango de discursos disponibles. Sin ciones y momentos informales que pautan la vida de las personas
embargo, tampoco hay que magnificar su poder. Redactando estas que ocupan el corazón del poder en cualquier organización o insti-
líneas, recibo por la radio los datos de las elecciones italianas: Ber- tución, comprobaríamos que también ellos encuentran ocasiones
lusconi, el líder del centro derecha, posee el mayor conglomerado para mofarse de su propio poder (los eclesiásticos también cuentan
de grupos de información y media de Italia y, sin embargo, ha per- chistes anticlericales) y realizan actos de condescendencia hacia
dido las elecciones. Es evidente que ·necesitamos investigar con sus subordinados quebrando las reglas formales y las barreras de
más rigor determinados procesos sociales de la comunicación de las jerarquías. ¿Significa eso que son resistentes? 0, por el contra-
masas. rio, ¿sus prácticas confirman por otras VÍas el poder? Seguramente
3. Sobre la teoría de la resistencia: Como hemos visto, con el la influencia que ha ejercido en muchos de estos autores la inter-
concepto de resistencia los neogramscianos designan los esfuerzos pretación del Carnaval por parte de Bajtin y de la vida cotidiana
que realizan los grupos subordinados, utilizando los recursos de por Michel de Certeau, como prácticas de inversión, les ha llevado
sus subculturas, para oponerse a las tentativas de los grupos domi- a magnificar la resistencia simbólica, ritual y semiótica.
nantes de imponer una cultura hegemónica. Según Berger, esta Siguiendo el planteamiento de Abercrombie et al., creemos no-
interpretación de la resistencia como «agencia» activa olvida, sin sotros que el problema de la dominación debe abordarse de otra
embargo, que la resistencia raramente es efectiva; los resistentes manera. ¿Es necesaria la dominación ideológica para que haya
resisten, ciertamente, pero la resistencia o bien es vencida o produ- orden social?, ¿para que los trabajadores y las clases populares no
ce consecuencias irónicas que reproducen el sistema real de domi- se lancen a la revolución? Existen otros mecanismos y procesos
nación-subordinación al que parecen resistir. Pese a los esfuerzos sociales que producen orden (la coerción sorda de las relaciones
de Willis para evitarla, nos dice Berger comentando Learning to económicas de que hablara Marx; la especialización funcional y la
Labouring, «la conclusión a extraer de su propia evidencia es que división del trabajo expuesta por Durkheim; la necesidad de «segu-
no parece haber mucha diferencia entre ser un resistente activo y ridad ontológica» garantizada por las rutinas cotidianas de que
un aquiescente pasivo o un resistente pasivo y un aquiescente acti- han tratado Goffman y Giddens, las ventajas tangibles que propor-
vo (1995: 148). Los jóvenes de clase obrera de Willis resisten la cul- ciona el mercado y el Estado del bienestar), aparte de que debería-
tura de la escuela como jóvenes de clase obrera. «Sí, todos nosotros mos aceptar que un sistema social tiene la capacidad de funcionar
210 SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA LAS AUDIENCIAS ACTIVAS 211

con determinado grado de desorden y de que no todo conflicto es simbólica constitutiva de todo ser humano, frente a la visión estra-
antisistémico. tificacional y jerárquica del humanismo, que niega virtualidad
Pero, además y como ya hemos ido insinuando en diversas oca- estética y expresiva a la vida cotidiana, y otra muy distinta que
siones, estos planteamientos tienden a confundir dos niveles de celebremos la apoteosis de la vida ordinaria negando la existencia
problemáticas, que si bien no son separables en la práctica, tampo- real de los sistemas y campos de acción especializados.
co se subsumen la una en la otra. Por un lado, está a nuestro juicio Sucede igual, pues, en la esfera de la política que en la del arte.
la relación entre la agencia y la estructura, o si se quiere para for- De esta forma, se absolutiza el nivel de la acción para negar auto-
mularlo en los términos desarrolladosJen este capítulo, aunque no nomía al de la acción política o al de la acción estética. Se afirma la
sean exactamente sinónimos, entre la creatividad y la determina- soberanía del consumidor y se desvanece la lógica (social pero tam-
ción; por otro lado, está la problemática de la dominación y la bién formal y material) del objeto a consumir. y, por este camino,
subordinación. La primera hace referencia a nuestra constitución propuestas innovadoras acaban no sólo en el reconocimiento nece-
como sujetos sociales; la segunda a nuestra constitución como sario sino en la apología de la prepolítica. La asunción de una crea-
sujetos de la polis, de la comunidad política (en la cual se da una tividad simbólica constitutiva exige y hace posible una lectura
distribución asimétrica de recursos). En la medida en que somos alternativa (a la oficial e interna) del campo del arte, pero no supo-
sujetos, somos seres capaces de acción, de producción y reproduc- ne su disolución.
ción y, por tanto, tenemos poder, en este sentido muy básico. ¿Del
reconocimiento de esta constitución como sujetos podemos inferir
que nuestra creatividad ontológica es un reto para el sistema domi-
nante y el orden establecido? No, porque en condiciones de moder-
nidad, la gestión política de las sociedades está especializada, cons-
tituye un campo específico de acción, integrado por instituciones,
movimientos y redes de relaciones específicas, que se rigen por
principios igualmente específicos. Para resistir al orden de la domi-
nación es preciso actuar en ese campo o en referencia a ese campo.
Sin embargo, la creatividad ontológica sí que nos indica la existen-
cia de un límite radical a la dominación.
No profundizaremos más en esta cuestión aquí. Pero la ilustra-
remos con el análisis de otro aspecto que está concernido directa-
mente por el libro de Willis. Afirma éste que el arte oficial, que con-
sagra los objetos por sus supuestos valores internos, elitista, que
requiere sofisticadas competencias para su disfrute, está muerto.
Frente a él, se alza la «estética profunda» (principio tan oscuro
como el aura benjaminesca, aunque de signo contrario) de la crea-
tividad simbólica de la vida cotidiana, una estética común y profa-
na, emotiva tanto como cognitiva y formal, que permite convertir
la vida en arte. Pero al enfocar el tema de esta manera actúa disol-
viendo el problema más que resolviéndolo, ignorando la constitu-
ción histórica del campo de producción cultural y su forma de ope-
rar, las emergencias que ha provocado, las competencias que ha
creado (la mirada estética del arte por el arte, etc.). Por tanto, una
cosa es que pensemos la estética consagrada desde la creatividad
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ÍNDICE
INTRODUCCIÓN. La revalorización de la cultura . . . . . . . . . . . . . . 7

CAPITULO1. La plaza de las tres culturas .................. 13


1. La cultura y el léxico de la modernidad ............... 13
2. La ideología de la excelencia como estrategia de distinción
social. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
3. La dignidad de la diferencia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
3.1. Un todo sumamente complejo .................. 27
3.2. La cultura como un todo articulado y homogéneo. 28
3.3. La restricción del significado en Geertz ........ . . 33
3.4. La cultura en la época poscolonial ....... . ...... 38
3.5. La irradiación del concepto antropológico: la semió-
tica ........................................ 40
3.6. La relación entre natura y cultura. . . . . . . . . . . . . . . 41
3.7. Características generales de la definición antropoló-
gica ........................................ 44
4. Hacia un concepto multidimensional .......... .. . . . .. 46
4.1. Evaluación de las concepciones examinadas .... . . 46
4.2. El enfoque sociológico. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53
4.2.1. La doble llave de la cultura (R. Williams) .. 53
4.2.2. La emergencia del campo de producción cul-
tural (Bourdieu) .... . .................. 57
4.3. Aspectos y dimensiones de un concepto multidimen-
sional ................................ . . . .. . 61
4.4. Las relaciones entre sociedad y cultura. . . . . . . . . . . 70

CAPíTIJLO 2. El análisis esínlctural de la cultura. . . . . . . . . . . . 77


1. El significado del término estructural ........ . .... . . .. 77
2. Las características de las formas simbólicas . . . . . . . . . . . . 82
234 ÍNDICE
ÍNDICE
235
2.1. Tipos de información ..... . .... . . . . .... . . . .. . . 82 CAPíTULO 5. Las audiencias activas

3.
2.2. Las características básicas .. . . . .. . . . .... . ... .. .
Las dimensiones y etapas del análisis estructural ... . .. .
84
90
1. Los estudios empíricos sobre l~~ 'ef~~¡~s' d~ i~~ '~~;li~' :::: 177
178
2. La economía política y la semiótica de los media ..... . . 181
3.1. Las dimensiones del análisis ...... .. . .... . .. ... . 90 3. La etnografía de las audiencias
3.2. El diamante cultural de W. Griswold ... . .... ... . 92 3.1. Los orígenes de los Culturai
'St~di~ ............. . 185
186
3.3. Las etapas del análisis cultural ......... . ....... . 93 3.2. Sus postulados fundamentales ............ .
188
3.3. La teoría de la cultura popular ~'d~ 'i~ 'r~i's~~~~i~' : : 193
CAPíTULO 3. Ideologías, discursos y creencias ... ..... . . ... . 101 3.4. El pulpo ideológico .......................... . 201
1. Tierra de todos, patria de nadie ....... . . .. . . . .. . . ... . 101 4. Valoración crítica de las teorías de la audiencia activa .. .
2. Un neologismo a la deriva. Breve historia del concepto .. 105 203
2.1. La tradición ilustrada . . ......... . ............ . 105 Bibliografía . . . .... ......... ... . .. . . .... . .. . .......... . . .
2.2. La concepción marxista .............. . ....... . 107 213
2.2.1. Ideología como distorsión .............. . 107
2.2.2. La ideología como un instrumento para la
dominación ... ......... . ....... . ... .. . 110
2.2.3. La ideología como conciencia práctica ... . 112
2.3. La visión de Mannheim ............... . ....... . 113
2.4. La explosión del significado en la sociología norte-
americana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 116
3. Un mapa sistemático de !lis definiciones de la ideología . . 120
3.1. Definición cognitivo-crítica: la ideología como con-
trafigura de la ciencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 124
3.2. Definición político-crítica: la ideología como legi-
timación de la dominación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 126
3.3. Definición político-neutra: la ideología como sistema
de creencias relativos a la acción sociopolítica .... 132
3.4. Definición semiótico-neutra: la ideología como sis-
tema de creencias o discurso. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135
4. Discursos e ideologías .................... ....... ... 140

CAPíTULO 4. Las teorías de la cultura de masas . . . . . . . . . . . . . 147


1. El malestar de los intelectuales ..... .. . . . .... .. . ..... 148
2. Características de la cultura de masas. . . . . . . . . . . . . . . . . 149
3. La visión de la escuela de Frankfurt .................. 151
3.1. La administración total. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 152
3.2. La pérdida del aura ....... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 155
3.3. La industria cultural . . . . . .... . .... . . . .. . ... ... 157
3.4. La seudocultura ....... . . .. . . . .. . . . ... . .. . . ... 159
3.5. Una valoración crítica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161
4. Seudocultura y anticultura: el imperialismo cultural. . . . . 164
5. La crítica a los apocalípticos ... . .... . ...... . .. . . .... 169

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