Acerca de la exhibición “México: Pintura Reactiva”
México: Pintura Reactiva, es una exhibición colectiva presente en el Museo de
Arte Carrillo Gil con la curaduría de Carlos Palacios. En cuyo inicio del texto de sala se hace visible que parte del ensayo crítico de Luis Cardoza y Aragón “México: Pintura Activa”, un esbozo del panorama de la pintura después de la obra de Rivera, Siqueiros, Orozco y Tamayo. Con ello, nos hace reflexionar sobre el carácter de la exhibición; al generarse una relación entre la información dada al respecto del ensayo crítico de Luis Cardoza y Aragón, sobre la pintura en México después del muralismo, México: Pintura Activa. Solo que para completar dicha reflexión, México: Pintura Reactiva, bajo las mismas pretensiones de establecer parte del panorama de la pintura en México de nuestros días, no nos da información con respecto a que situación se concibe dicha selección como reactiva. Quizás, porque para la muestra es preciso que la pintura actual de México deba ser un ejercicio que se mueva a partir de las motivaciones de producción de los pintores y que dichas motivaciones sean producto de intereses intelectuales, a partir de la propuesta de nuevos imaginarios y discursos activos, en síntesis del texto curatorial, en cita completa: “Sus motivaciones están compuestas por múltiples capas de intereses intelectuales, que responden a un universo muy abierto de discursos, temporalidades, nuevos imaginarios y prácticas artísticas”, que bajo estas cualidades de motivo, gran parte de la producción en la historia de la pintura podría agregarse como reactiva. De igual manera, la reactividad de la pintura en la exhibición México: Pintura Reactiva habría, quizás, que entenderla desde el paradigma que los pintores de dicha muestra son productores de imágenes y reflexionan a partir de la pintura al contraponer discursos de técnica y su historia mediante la incorporación de otros medios a la pintura. Discursos e intereses con gran visibilidad en la pintura vanguardista. “En estos casos los artistas son más bien productores de imágenes cuyo lugar de referencia se encuentra en la pintura, bien sea desde un contradiscurso sobre la técnica y su historia o buscando incorporar la gramática de la pintura en otros contextos materiales y conceptuales”. O ya sea, el carácter reactivo de las obras mediante el ejercicio de establecer una alternativa de producción independiente a la historia de las imágenes y sus visualidades, haciendo uso de nuevos soportes. “Reactiva esboza cómo la pintura discurre de manera independiente a la lógica de la historia de la visualidades y a la vez exhibe las paradojas que comportan sus anacronismos, la vigencia de las reflexiones críticas en torno a lo que supone lo pictórico y la trascendencia de sus imágenes en las nuevas negociaciones que ha establecido con otras técnicas y otros soportes en nuestros días”. Es decir, Pintura Reactiva surge de la pretensión de generar una pintura sin su historia, pero que las soluciones que proponen corresponden a intereses y modos de producción ya dados en la misma historia de la pintura. Que quizás, por la falta de consideración de la historia de la pintura no es posible percibirlo. Ante los anteriores intentos de establecer un diálogo entre la pertinencia de la muestra, que de ser un ejercicio de mapeo es importante para entender las problemáticas y soluciones de la pintura de nuestros días en México pero, la exhibición deja clara su intención de establecer algunas de las problemáticas y soluciones actuales de la pintura en un plano geográfico muy reducido y redundante con respecto a muestras donde podemos encontrar gran parte de los nombres que esta misma selección nos ofrece, pero bajo un discurso más somero. Adicional, al considerar el discurso de los artistas de generar ejercicios reflexivos de la pintura desde lo pictórico habría de señalar que lo pictórico no sólo se establece mediante las soluciones de la imagen, sino que lo pictórico en la pintura se vincula a reflexiones de pensamiento, concepto y forma, los cuales, en Pintura Reactiva no es importante su mención. Sino hacer evidente que lo contemporáneo de la pintura es el intento de pintura sin pintura, en soluciones que nos son familiares; y que el hecho de modificar los soportes o incorporar otros materiales no son factores que determinen una nueva pintura.