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BUTTERFLY

BIENVENIDOS: ESTAMOS FILMANDO

Carlos murió el 13 de abril de mil novecientos ochenta y seis.


El Partido Comunista lo había declarado el año decisivo.
Nosotros nos casamos el 4 de Febrero del dos mil siete.
Abrojos fue publicado en Marzo de mil ochocientos ochenta y siete.
Pero los autos siguen pasando por la puerta de mi casa.

La Revolución sandinista triunfó el diecinueve de Julio de mil novecientos


setenta y nueve. El primer libro de Silvio Mattoni se llama El bizantino.
Pablo de Rokha tuvo muchísimos hijos y vendía sus libros en el campo.
La U todavía sigue sin levantar cabeza.
Pero los ciclistas siguen pasando por la puerta de mi casa.

Alumnas mesas radiografías cuentas desgaste escozor.


Ovnis listas especializados animadoras primos escafandras
gatos portadas presidentes bellezas antipáticas vasos
plásticos cartolas amigos exiliados algoritmos.
Pero los camiones de las compañías constructoras
siguen transportando materiales
para excavar pozos de gas natural
que han hecho bajar el precio de los combustibles
y destruido el ecosistema de los ríos y las napas subterráneas
que ahora están contaminadas con los desechos de la industria
y nuestra indiferencia.

También siguen pasado por la puerta de mi casa


los profesores de la universidad donde yo trabajo,
los abogados que tienen que deportar a los inmigrantes
y los abogados que sueñan con tener que defenderlos.

Etc., etc., etc.


CAMPOS DE BATALLA

Siempre hay muertos yaciendo por ahí


que podrían ser usados como abono
para estas tierras todavía cultivables.
Todas las fotografías de la época los incluyen
tal vez como un recordatorio de las consecuencias
de haber partido a una guerra en la que ninguno
de ellos creía. Tenían en lugar seguro
la última fotografía de sus novias
y un pedazo de papel para escribirle
con regularidad a sus madres, confiaban
que en el frente podrían conseguirse un lápiz.
Ahora que se les ve yaciendo boca abajo
uno podría pensar que todavía lo están buscando.
LA NUEVA SIDERÚRGICA, NOWO HUTA, CRACOVIA, VENCEREMOS

Los edificios eran tan grandes porque las clases desaparecerían.


La antigua siderúrgica dio paso a un nuevo barrio. Las avenidas
se hicieron anchas para que pasaran los obreros. Departamentos

del mismo tamaño, todos copiados a imagen y semejanza de los otros:


el teatro del pueblo, la plaza con el nombre del libertador y los planos
eran lo más importante. Trazar las líneas con un lápiz realista: es

imposible perderse en ese barrio, es imposible sentirse solo, siempre


hay un tranvía lleno de gente que vuelve hasta sus casas, incapaz
de sacarte la vista de encima. En este país siempre han tenido

que elegir entre el horror y el mal menor, incluso los héroes


trabajaron para la independencia de otros países o fueron
apresados por los nazis, incluso fueron obreros

cuando podrían haber sido poetas, príncipes de su propia


monarquía, habría que haber sido judío en cualquiera
de todas estas ciudades para ver como son capaces

de quitarte una casa que ni siquiera te pertenece mientras


el mesías no vuelva a aparecer como nos lo vienen
prometiendo desde los días de la destrucción del templo

y los obreros organizados puedan asistir a la ópera


para derrocar al zar en todas y cada una de las funciones.
La enormidad de las escuelas públicas, las plazas para recibir

a esas familias donde los niños juegan por obligación,


el mercado negro es parte de la planificación centralizada
la gente que te observa es parte de la planificación centralizada:

los obreros que construyeron esta ciudad ahora tienen que habitarla.
QUE INEVITABLE EMPIEZA

Yo resistí la tormenta,
Yo derroté mi exilio.

E.P

Arrojarse al mar para que el agua se purifique


sólo lo puede hacer un adolescente vestido
con un uniforme de colegio y en la cara

el espanto de haberlo visto todo


con los ojos abiertos y cerrados,
pero insiste, pero insiste porque

es capaz de soplar más fuerte que el viento


para apagar las velas de una torta que
no celebra ningún cumpleaños,

un pastel maldito, una verdadera delicia


para los amantes de las calorías
y las grasas saturadas, una

receta con la que nuestras madres se aseguran


de que vamos a chuparnos nuestros
dedos delante de nuestros

invitados: enamórense, por favor,


enamórense en nuestro nombre, hagan
realidad eso de que la belleza

será no me acuerdo cuál era el adjetivo


o no será: yo fallé pero lo reconozco
yo también tuve mis tardes en esa plaza

tirados sobre el pasto engendrando


una cuenta de hospital de la que
haríamos por supuesto a otros

responsables, sacudiendo los chalecos,


limpiándonos el pelo de esas huellas
del tiempo perdido, de los dientes
de león heredados incluso
en nuestras ropas interiores,
libérense de ese lastre que significa

graduarse de cualquier cosa


y por lo que más quieran en este mundo
traidor como ninguno de los otros mundos que

conozco: olvídense, olvídense y olvídense.


No importa que la ropa sea prestada
siempre y cuando uno sepa ponérsela,

más importante que llegar sin invitación


es identificar rápidamente al dueño de la casa
averiguar si es hincha o no de algún equipo

y en el caso de haber entrado al velorio equivocado


saludar a la viuda dependiendo de la edad y de cuantos
hijos tenga. El resto se aprende con los años,

las calles de la ciudad se convierten en un mapa


después de mucho haberlas recorrido
cargando con las bolsas del supermercado

y esos libros que no vas a leer ni tampoco necesitas,


para dormir hay que dejar que las ovejas entren
al corral como las palabras que vamos

aprendiendo para derrotar al exilio es imprescindible


una adolescencia que alimente los recuerdos
porque resistir la tormenta es una cosa

otra muy distinta meterse al mar


sabiendo que las olas son un muro
que no necesita obreros ni ladrillos

para formar una casa si estamos dentro


para ser un puente si quisiéramos cruzarlo
ya estaba allí antes de que nadie lo construyera

y seguirá cuando terminemos de derrumbarlo.


PAN CON MANTEQUILLA Y MERMELADA

Menos mal que iba a despertarme


sin dolores de cabeza producidos
por el insomnio y la insistencia

en preguntarle a los oráculos


lo que el dueño del negocio de
la esquina podría responderte,

menos mal que la torre central


de la iglesia de tu colegio se vino
abajo después del terremoto con

el mismo estruendo con que se


hubiera venido la iglesia entera,
menos mal que el folklore no es

cuestión de folkloristas sino de


las rocas que están allí para
defender al mar de los que

vienen a contemplarlo y las olas


cada cierto tiempo se los llevan
y los devuelven más gordos

pero sin aire, menos mal que


las sopaipillas sólo se pueden
comer y preparar después de

una buena lluvia de invierno


cuando no dan ganas de salir
de la casa de tus amigos que

se ven en la obligación de por


lo menos invitarte a tomar
once: bendita sea la nube

que dejó caer toda esa agua


sobre nuestras cabezas y
benditos sean esos ductos

del desagüe que no funcionan


ni han funcionado nunca
durante ninguno de los

inviernos que somos capaces


de recordar: los tics de la ciudad
los llevamos en la piel, los

vicios del lugar donde nacimos


en las líneas de las manos para
que alguien los lea como si fuera

un cuento narrado por uno que vive


pero no vive y de tal manera
espera algún día volver

a ese lugar donde alimentar a los amigos


no depende de qué estación del año
sino de la cantidad de agua caída

y las cocinas son un pasillo entre


el patio y el comedor, menos
mal que llegábamos sin

anunciarnos, menos mal


que la puerta siempre estuvo
abierta y el ascensor llegaba

hasta el tercero de ese edificio


de diez pisos: hubo alguno
que sufrió de claustrofobia

subiendo las escaleras pero


por regla general a todo el
mundo se le hacía pasar

hasta la sala: e incluso se


hacían las monedas para
poder pagar la micro e

incluso todavía no se olvidan


de la cantidad que les debemos.
Pero la mayor muestra de amistad

era pedir prestado el teléfono,


era salir a andar en bicicleta
alrededor de la cuadra en

que vivíamos pendientes de la


próxima metáfora pendiendo
como un fruto prohibido del

árbol de nuestras vecinas:


después hacíamos mermelada,
después se la echábamos al pan

sin la obligación de ser felices.


A estas alturas da lo mismo el ancho de la página, el precio del papel, los costos de reciclar y la
mano de obra barata, dan lo mismo los derechos laborales de los trabajadores de la patria y los
derechos laborales de los trabajadores inmigrantes, el derecho a sala cuna y el pago de horas
extras, incluso los treinta minutos de colación es posible que nos sean perdonados, incluso el
derecho a usar el baño será tenido en cuenta, incluso la afiliación en los sindicatos será uno de
los datos a considerar cuando haya que configurar la caja y la tipografía, cuando haya que
juzgar los márgenes, cuando haya que corregir las pruebas un día antes de imprimir.
HORA DE PARTIR (YA VAN A CERRAR)

Ven a ver a esas madres con sus hijos:


ellos no superan los cinco años
ni ellas el primer matrimonio,

se alejan de la piscina cubriendo


su cintura con un pareo y caminan
con la misma lentitud con que otras

se abrochan el último botón de sus vestidos.


Ven a ver a esas madres que siempre
son las mismas, ven a ver a esas madres

que no permitirían que sus hijos


abandonen algún día la clase media
mientras una crema rejuvenecedora

se esparce por los contornos de su piel.


¿Serías capaz de esparcirla con tus manos
acostumbradas a la tiza del pizarrón, serías

capaz de frotar esas lámparas de Aladino?


¿Cuántas veces viste en el cine estas imágenes
de las que ya no serás protagonista?

¿Cuántas veces es necesario meterse a la piscina


para que el agua te bautice al igual como bautizaba
a los torturados

cuándo les hacían el submarino?


Los salvavidas no hacen ni el más mínimo
de los esfuerzos por ocultar el color de su piel.

Las madres que ocultan sus cinturas con un pareo


se preocupan menos del color de su piel
que del dispositivo intrauterino

que todas y cada una de ellas cargan


con orgullo como si fuera un recuerdo:
rezando como si fuera un talismán.
LOS ANIMALES QUE SOBREVIVIERON A CHERNOBYL

Todavía siguen allí. Han sido fotografiados


millones de veces para esos libros que ocupan
la mesa del café. Los más fieles a la misión del partido.
Una forma insobornable del testimonio. Disidentes
sin palabras. La poodle de nuestra casa
atrapó y le dio muerte a una de las pocas
marmotas que se aventuran por nuestro patio.
La dejó tendida en la puerta trasera. El animal
yacía inerme sobre el piso pintado de rojo.
La poodle nos miraba orgullosa.
La radiación no discrimina entre los árboles del bosque.
HUERTO

Las hormigas son una prueba indesmentible.


El nuevo color de las hojas también.
Las bandadas que han vuelto desde el sur.
Y los bombarderos nucleares que las acompañan.

La obligación de ser corteses para cumplir con el ritual.


La invención de la rueda. Sacar los duraznos
de la mata. El gallo listo
para dar la señal en ese instante.

Lo que yo hice y sentí en aquel huerto:


embarcaciones de mediano calado
transitan por el río a vista y paciencia
de los comensales. Las palabras literarias

las amoldan y embellecen. Los estibadores


han desaparecido del paisaje, pero alguien
hace su trabajo. Una prueba más.
E indesmentible.
OÍDO

En ese cuadro exhibido en el ala renacentista


del museo, uno de los ángeles comenta al oído
del otro sobre lo que ocurre en la parte que no

vemos de la pintura. Son dos querubines, gordos


y rozagantes, pero sin alas. Mirando lo que ocurre
con una mezcla de asombro y de complicidad, como

si las flechas arrojadas hubiesen caído en los corazones


equivocados y ellos fueran los culpables de un crimen
sin castigo. ¿Qué nos dicen estos niños sobre la pobreza?

¿qué esperanzas nos arrojan ante el avance del Imperio?,


¿y cuántas armas han tomado para combatir esta sevicia?
Uno los mira conversando, pero es imposible oírlos.

Qué nos dice todo esto de la imagen y la mirada.


Qué sobre la suerte que les espera y nos espera
cuando tengamos que enfrentar la realidad

y las flechas de los ángeles impotentes


se estrellen contra los vidrios polarizados
en los cuales circulan los mecenas,

esas bestias que descansan a nuestros pies.


Mientras nosotros pintamos
los de ellos.
GONZALO MILLÁN

Las rosas dibujadas no se marchitan.


Pero qué importa si lo hicieran, al igual
que sus pares, chapadas a la antigua
y al suelo que las vio nacer.

El pintor, caballete por delante,


contempla una realidad donde paradójicamente
no está incluido. Una especie de retrato
de Dorian Gray, él asume el paso del tiempo
en lugar de sus retratadas.

Se dibuja con ellas al dibujarlas


sin siquiera darse cuenta.
Involuntariamente

se agosta el color de esas flores


en el pelo de quien
irónico

las observa desde lejos.


LO QUE YO HICE Y SENTÍ EN AQUEL HUERTO
(Downtown, Junio 2016)

Una enorme multitud congregada


para celebrar la obtención de una victoria.
Ni el calor ni las aglomeraciones

son obstáculos para que los integrantes


de la clase media salgan a las calles
como no lo han hecho en los últimos

ciento cincuenta años. El triunfo se sobrepone


a cualquiera de los profetas del apocalipsis
donde las hogueras terminarían

por consumirnos a causa de nuestros pecados


y la carencia de una conciencia de clase.
Pero por primera vez el centro de la ciudad

está copado como un helado a punto de caerse


bajo el sol inclemente con la mayoría. La vainilla
se derrite mucho antes que el chocolate

pero las manchas de chocolate son más difíciles


de sacar dicen las madres que van de la mano
de sus niños. Nunca antes había habido

tantas cámaras que no estuvieran buscando


algún culpable. Yo lo vi todo por televisión
mientras cargaba las cajas de la mudanza

de una colega que ya no está para cargar


ninguna caja. Espectador y espectáculo
unidos exclusivamente por el sudor.

Que se desliza a la misma velocidad


por el cuello de los fatigados por la espera
(la caravana apenas se ve a lo lejos)

y la espalda de un hombre que se agita


al mismo ritmo que el vientre de una mujer
que está debajo suyo y también está sudando.
AUGURIOS

Como canarios en una mina de carbón.


Como mi imagen al frente del televisor
mientras me tomo mi sopa Campbell,

treinta años después, el anuncio de mí mismo


que no le anuncia nada a nadie.
Como un árbol en medio del bosque

o del desierto, que en ambos


casos es sólo un árbol.
Como un árbol

en medio del oleaje y de las nubes


que en ambos casos es
sólo un símbolo

ni del extraviado ni del que pierde


la vista del sendero, sino
del árbol que quiere

echar raíces en la arena,


del árbol que quiere
agitar sus ramas

para imitar con paciencia


a aquellos que se posan
en las mismas.

______________________________________________
(1) En inglés, la expresión “A canary in a coal mine” refiere a los canarios enjaulados que los mineros llevan
a los túneles para detectar una concentración de gases. Si el ave sobrevive, las condiciones se juzgan
apropiadas para trabajar.
BUTTERFLY

Es preferible cocinar a limpiarse la boca


con una servilleta. Es mejor sentir el olor
de las cebollas con los ojos, es distinto

partir los tomates que sentirse satisfecho.


Elegirlos en el supermercado de entre los
miles de frutas rojas, de entre las cajas

que recién descargaron del camión. Y


una vez delante de ti es mejor brindar
primero, verter el vino sobre las copas

como si se tratara de verlo fermentar


durante meses colgando allí en la rama.
Como si prender la luz fuera igual

que mirar el sol, esperar que sople


el viento, es preferible ver al cerdo
nadando como si pudiera en la parrilla,

con las cuatro patas abiertas


intentando imitar a una mariposa
que se aleja desesperada del carbón

y el cuchillo que le clava el cocinero.


DORA MARKUS

Has perdido el acento, te aseguran, en cuanto


te oyen pedir un kilo de reineta adobado con el mismo aceite
con que ayer se cocinara aquí en tu casa: pero el acento
lo perdiste antes de partir, como si todo lo que pasó después
fuera un pájaro que vuela alrededor de sí mismo, como si esos años
en busca del santo grial hubieran llegado a su fin
una vez que entramos a las librerías de nuestro pueblo
pidiendo perdón por los errores que no hemos cometido
pero podríamos llegar a cometer. El pájaro en cuestión
chocaba con la luz del faro cada vez que ella se acercaba
anunciando la llegada del barco en el cual partiría.
En esas librerías buscábamos las primeras ediciones
donde estaba escrito que algún día tendría que volver.
Los peces son hermosos saliendo de las redes.
Pero son todavía más hermosos envueltos
en los diarios que anuncian su partida.
Que en aquellos que anuncian su llegada.
PAVILHÃO CHINÊS

Allí donde todo lo que se puede encontrar


será encontrado, Tania Pérez Cano se reía
sin la más mínima vergüenza, Magdalena
clamaba contra el chavismo y recomienda

las novelas de Alejandro Rebolledo, Damaris


Puñales-Alpízar aprendía a jugar billar
mientras Aníbal decidía el futuro
de las próximas elecciones.

O pavilhão chinês contempla la ciudad desde


una altura que le permite cambiar su historia
pero no su geografía, los autos de juguete
apilados en sus estantes son parte de

un lenguaje que no alcanzamos del todo a comprender,


los uniformes de ejércitos derrotados o
victoriosos adornan el mismo tipo
de estanterías y las caricaturas

que servían para la catarsis del pueblo


retratan una oligarquía que habría
de desaparecer de la mano
de los que se reían

de ellos. No son las olas sino la resaca


la que nos produce este dolor de cabeza
que en otros tiempos solíamos confundir
con la historia, la revolución de los claveles

fue la última oportunidad que tuvimos


para crear nuestros propios heterónimos
sin que fuéramos tildados de falologocéntricos
ni otros motes que no se fuman pero son

de la misma índole, fue la última vez que vimos


a Magdalena López de los Ríos riéndose
delante de un espejo, a Damaris Puñales
y Alpízar empuñando un agua tónica
mezclada con los mostos de esta tierra,
a Tania Pérez Cano hablando bien de la cubana
literatura, a nuestro presidente Aníbal
invadir las fronteras del Imperio.
HERVÁS

¿El hecho de que se pueda beber agua potable


en las llaves que están ubicadas en algunas
de esas plazas tan perdidas como el mismo pueblo
es lo que lo hace tan inconfundible de los otros

pueblos enclavados en ese valle de ese Jertes


donde en mil novecientos treinta y seis también
murieron campesinos de un bando a manos
del otro bando de campesinos? No voy a llenar

de paralelismos más o menos evidentes las memorias


que podamos guardar de esas calles donde los pereros
ejercían día a día aquel oficio por el cual después
terminarían expulsándolos, a dejar todas sus

pertenencias a manos de esos miembros de la


comunidad que ahora todos los hombres que
trabajaron los sábados desesperadamente
invocan para que se las envíen en secreto

hasta Valle, Alcántara, Cáceres: no voy a


describir ese adobe cruzado por la madera
ni esos vencejos que sólo después de un año
vienen a posarse en nuestros hombros,

al igual que el cerco de Numancia


la caída de la muralla no ocurrió hace mil
años sino que está ocurriendo hace mil años:
los romanos hoy en día se llaman de otra

manera, pero la idea sigue siendo la misma.


No se derramará una gota de sangre con tal
de que ustedes se arrodillen con las manos en
la nuca. Los antiguos pobladores de este pueblo

no cedieron ni un milímetro. Hervás es como


una de esas tragedias que aún no ha sucedido
pero podría llegar a suceder. Y aunque no
conozcamos las causas, evitarlas depende

de nosotros. De cuántos recitales de poesía


seamos capaces de organizar. De cuántos
shows de beneficencia. Y en cuántos
partidos disputados por los equipos del barrio:

seamos capaces de regalar las camisetas.


¿Puede un árbol producir terror?
¿Puede uno enamorarse de una hoja?
¿Se puede alumbrar con una linterna

lo que no se dijo cuando era oportuno


decirlo?, ¿cuántas veces hay que definir
la palabra savia antes de recogerla

con las manos?, ¿cuántas veces ese árbol


se acuesta con nosotros?, ¿cuántos días
de la semana los dedicamos íntegramente

a alimentar sus raíces con una lluvia


que no es nuestra?, ¿cuántos días
a cambiar la historia?, ¿a abrir

mucho más temprano que tarde


las grandes alamedas?
DEAR MISS RAKOW

Dear Miss Rakow, it’s ok if I go with my daughter to meditate?


Could I abuse of your trustiness and bring with me my entire family,
from here and there? Can I park right outside the meditation

center, can I leave a little bit earlier because I have some other
stuff to do? Dear Miss Rakow, it’s ok if I don´t fully cross my legs
above my stomach, in order to make that lotus that is key

to reach some kind of illumination, even a mild state of


willingness to let go of those things you can lose at the airport
after spending months of time and dedication searching for

them because you have long enshrined the idea of becoming


a celebrity in those reality shows in which you might be able
to trace the history of those objects, those bracelets you did

discover at the attic of your house when cleaning to make


some room, oh muse with a biblical name, can I complete
a report on the state of higher education meanwhile we
keep staring silently to the white walls of the main room

of the meditation center and its slightly chaffed painting,


little by little seguing into something that resembles a pond
without water, grey ducks that I can call otherwise entering
a river that is not there anymore, as if the targets in the county

fair would be parading in front of the people attending to the spectacle


of a roller coaster whose warp and weft is interwoven with those
screaming on it: a father that got into that kind of nightmare
just because he heard long time ago when he was the same age
of his kids that whenever, miss Rakow, a father can share
the view from a point higher than the house he lives

with his offspring, then he should do so so as to enjoy


at least for a moment that might look fleeting for a moment
but will have undeniable consequences in the future understanding
of the relations between capital and those ideological superstructures

that now we are unable to imagine, much less to anticipate


in the form nor the place they will eventually going to have
as we never could have previewed by night what kind of dark
room the movie theater would become once we have entered

to watch one of those heist movies that we would to be featured in


but we could later on settle down to write the script: a story in which
our would belatedly be easy to grasp if you peruse the pages of a magazine
in the beauty parlor where our protagonist is waiting for her appointment
like we do, miss Rakow, for enlightenment: nothing more exhausting

than having your hair done crossing your legs above our belly button
because the balance because the center because the ki because energy
is a burnt word like a mid-level blue collar after finishing this semester
evaluations and there is nothing is the fridge awaiting for him
like the light at the end of tunnel is just another train
coming in our own direction.
ESPAÑOL MENEMISTA

¿Vamos a poder seguir escuchando


a Charly García los domingos por la
noche? Cuando vengamos volviendo

del estadio, será posible tomarse una


chelita incluso con los del otro equipo?
Seguirá abierta la botillería los días

de semana después de las ocho de la


tarde o de la noche? Seguirán floreciendo
las magnolias cuando nos tomemos

de la mano? Cuando nos vayamos por


primera vez a la piscina este verano?
Cuando perdamos la partida de ajedrez

que juguemos con nosotros mismos


una vez que los abuelos se hayan muerto
y nosotros dudemos entre mover

las blancas de los prisioneros y/o


las negras de los que continúan
encarcelados? Tendremos la suerte

de poder prender el televisor para


que a través de los electrodos negativos
que transmiten esos mensajes

nos enteremos de una vez por todas


de quién decidirá esta vez en nuestro
nombre la mentira que tendremos

que decir en los confesionarios


para obtener la absolución que ellos
buscan también para nosotros?

Si os pareciera, señora, que tal


contentamiento es vano pensar,
decidme, estrella después de la noche,
cómo hallar respuesta en tan alta torre.
YO NO INVENTÉ ESTA OPERETA LATINOAMERICANA

Ni siquiera habíamos terminado el libro de homenaje.


Después de la fiesta jugábamos a la pelota a las cinco
de la mañana, contigo borracho como una cuba, cayén

dote cuando tratabas de pegarle, tirados en medio de


ese pasaje enclavado en tu propio reino, una ciudad
perdida en el lenguaje, una madrugada abandonada

por la temperatura: pero el cumpleaños del rey, el


aniversario número cincuenta desde la mitad del sig
lo que se estaba terminando, pero no para nosotros

porque mientras siguieras pegándole a esa pelota


tendríamos excusas para recordarte. Soy una pobre
loca sola y tú una bestia reproductiva, era lo que

te gustaba espetarme cuando se te pasaban las copas


o en realidad cuando se te acababa esa seriedad de con
tador público que tenías cuando nos conocimos, reem

plazada después por la del antropólogo que te dio con


trasladar a tu escritura (que sin embargo se mantuvo
invicta a pesar de tus propios embates. El dignatario

de aquella localidad solía echarte de su casa cuando


rompías el tocacassette (decir tocacinta sería demasia
do elegante) después de sacarle la madre y un par de

libros en cara, después irremediablemente tenía que


abrirte las puertas porque príncipe sin rey no funciona
por lo menos en aquella comarca que de idílica el monu

mento a Magallanes Moure y tal vez las misivas que la v


ieja extraterrestre le escribía desde su propio planeta,
plagadas de declaraciones de amor escritas desde el fondo

de la sala mientras el otro recibía en nombre de ella


los Juegos Florales de mil novecientos catorce, una
forma de conquistar al otro es mandándolo en ese

tipo de misiones que a ti tanto te gustaban, hacerle


el quita a la neblina para zigzaguear delante de los
colectivos, tomarse hasta la última gota en uno de esos

bares de la localidad que cada día te veía levantarte


para mantener a la madre que te negara y la casa
donde no dormías, Santiago era para ti lo que para

nosotros eran esos cerros donde algunos encumbraban


volantines y otros ejecutaban a sus adversarios políticos
atados de pies y manos, pero volvamos a lo del bar

donde los travestis locales te rendían pleitesía


a una cuadra del café con piernas donde los guardias
de seguridad brillaban por su ausencia y la cajera

era la reina de la zona sur de Santiago, inmortalizada


por su amante permanente que le prometió algún
día convertirla en abuela, el único de todos sus

juramentos que escrupulosamente terminó por llevar


a cabo. Míralos ahora, extrañándote con cada marraqueta
que salen a comprar al boliche de la otra cuadra, con

cada taza que no ha sido rota por tus escándalos


que sí, es cierto, los esperábamos como quien
se sienta en su silla de playa a que el sol y la arena

nos traigan el verano, míralos rodeados de nietos en


la plaza de armas donde también protagonizaste
una de esas caídas de las que te levantabas

sin apoyar por ningún motivo las manos en el suelo,


eso quedaba para los que éramos pedestres, para los que
estábamos obligados a recoger al mejor de todos los Antonios

al único que a pesar de su apellido jamás hubiera escrito


una silva: para ti el mundo era una oda sin objeto,
una fiesta que se había terminado sin que nadie

te avisara. Tus ñustas te echan de menos. Tus


amigos también. A veces veo el video en que sales
cantando. Caminando por unas calles del centro,

dándotelas de urbano, tú que de lárico tuviste una


infancia que no habría de durarte mucho, más tarde
el cartón piedra con que adobabas tu escenario termi

naría cayéndose de a poco, primero el telón de fondo,


luego las sillas donde siempre estaba el mismo público.
Cuando se apagaron las luces despertaste en el hospital.

Cuando se prendieron seguíamos aplaudiendo.


CANADIENSES

El otro día estábamos tomándonos un café


y no me acuerdo por qué Dami se estaba
riendo. En la foto que nos sacaron se le ve

mitad de una pierna y esa expresión que tiene


cuando no puede parar de reírse. Habíamos
llegado hasta Toronto esa misma noche

con el auto cargado hasta el techo como si el mundo


no se estuviera acabando. En la frontera nos
preguntaron por qué veníamos a Canadá

cuánto tiempo planeábamos quedarnos.


Todo oficial tiene que hacer esas preguntas.
Todo aquel que cruza una frontera sabe

cómo responderlas. Veníamos simplemente


al aeropuerto. No íbamos a estar más de un día.
Nuestra casa y nuestro trabajo siguen estando

en el país con que comparten Norteamérica.


Pero teníamos que tomarnos un café. Pero
teníamos que ponernos a conversar para

que alguien nos sacara esa fotografía


donde queda claro que las piernas de mi mujer
podrían ocupar un altar aunque no oficiar

la misa: asisto en silencio a la ceremonia


en que esa falda de a poco va levantándose
para que la consagración sea completa.

El obturador tiene poco que decir


cuando las palabras se ven obligadas
a reemplazar el tacto y la expresión que sigue

después de que las yemas le indiquen al resto


aquello que tienen que hacer. Sacerdote y fiel
beben de la misma sangre que brota del mismo

cuerpo.
LA BELLEZA DE UNA IDEA SOBREPASA EN OCASIONES
LA DEL POEMA QUE LA CONTIENE

El año que aprendimos ruso dejamos de ponerle


veneno a los ratones. Salíamos por la puerta
trasera para burlar su vigilancia.

Nuestra alacena disminuía a pasos agigantados.


Pero no estábamos dispuestos a sacrificar
soberanía. Las trampas no los mataban

de inmediato, sino que los hacían sufrir,


se quedaban pegados en un líquido,
espeso y amarillento, donde

incluso se quedaban dormidos (


despertaban al ser arrojados
en el basurero. Lo cierto es que

las declinaciones de los verbos de movimiento


fueron tan difíciles como limpiar
la mierda que las ratas distribuyeran

alrededor de toda la cocina.


Ir por la mañana en avión
no es lo mismo que volar
por la tarde hacia Moscú.

San Petersburgo tiene sus propios verbos.

Perseguir a las ratas de noche:


todavía no aprendemos a decirlo.
A MARINA PORCELLI
(Villa, Luis Gusmán)

No creas estar leyendo un poema surrealista

escrito en mil novecientos noventa sólo por el hecho


de que tu mujer se fue de visita a ver a sus familiares,

Villa se pasaba horas redactando los informes


desde los ventanales del ministerio, afuera

caminar en círculos era caminar hacia adelante,


como si fuera una obra de arte la realidad se colgaba

de una pared, las fechas de nacimiento y defunción


eran celebradas como efemérides de la patria
con un desfile cada vez más exiguo

de los sacerdotes que marchaban con los sables


en la mano, la biblia de bolsillo en el bolsillo

trasero del pantalón, para confesarse ave maría purísima

la contraseña era sin pecado concebido:


y después cerrarle un ojo.

Los pinceles manchaban una tela que seguía en blanco


la gente se agolpa frente al lienzo, no logran ponerse

de acuerdo, unos dicen

-este es el cadáver de Perón.

Y el otro bando retruca:

-este es el cadáver de Perón.

Después agréguenle un par de nombres.


Batallas han habido suficientes.
El número de muertos

depende de cuánta tinta.

Aaaagggghhh porteña, en cuál de todos los evangelios


leímos alguna vez la misma Historia.
LIMPIAPARABRISAS

Una nieve que todavía cae más blanca.


Las excusas que presentan los alumnos.
El cheque imposible de cobrar.
El cruce de caminos en medio del bosque.
Y los autos que se aproximan hasta el cruce.
La gente que los conduce mientras habla por teléfono.
La fluctuación de las tasas de interés.
La inauguración de una librería en Buenos Aires.
Un bar abierto cuando todos están cerrando.
Una iglesia construida por los indígenas.
Una copa de agua vista desde lejos.
Dos árboles disputándose el favor del viento.
Los pañales desechables en la basura.
El modem para conectarse.
El uniforme todavía sin lavar.
Las persianas que daban al patio.
El reloj despertador y las pilas del reloj.
Las cajas donde echan la fruta.
La balanza en el negocio de la esquina.
La panadería que estaba al frente.
Las rejas de los edificios. Y el timbre
que pusieron después. Una calle
en el DF donde me bajé para ir
a la universidad. El taxi que me llevó.
La propina que le dejé. La distancia
que tuve que caminar. La glorieta
donde los alumnos me estaban esperando.
Las hojas dobladas de un libro a las que debe
su nobleza. El motor del auto que suena
como un presagio, un augurio que pasajeros
y conductor intentan desentrañar antes
de ese cruce de caminos donde los puntos
cardinales son un verbo y seguir por la ruta
que venías equivale a tu forma de entender
la realidad: un plagio sin autor, una película
que se termina con la palabra fin, una obra
de teatro sin público ni actores. Lecciones de tedio
que nadie más podría ofrecer amparado simplemente
por un limpiaparabrisas.
SE ACABÓ EL ROLLO

Este es un poema de amor que está dedicado a.


Esta es una elegía en recuerdo de. Este es un poema
comprometido porque la poesía tiene que estar junto a los.
Esta es poesía erótica por si aún no te habías dado cuenta.
Junta las manos porque este poema trasluce su fervor.
Reúne a la multitud porque estas líneas están hechas
para arengar a las masas. Para cantarle al mar
habría que leerlo encima de la arena (abrígate, porque

allá en Chile, de donde toda la poesía proviene


y donde toda la poesía se termina

hace frío en las pocas playa que merecen


la pena).

Al Dios que no escucha están dedicados estos poemas.


Al último poeta de la antología. Al que traducía
porque no podía hacer otra cosa. Al que vive
de su mujer porque no podía hacer otra cosa.
Al que se dedica a dar clases. Al que vive
de sus artículos en los diarios y alguna
que otra peguita. Al que se gana los premios.
Al que se puso con una editorial.

Al niño tonto de la cuadra del que todos nos reíamos.


A la prima en segundo grado de la cual era imprescindible
enamorarse. A los ciclistas que pasan por la puerta
de mi casa. A mi mujer. Sí, tengo una mujer.

Ahora y en la hora de nuestra muerte:

Oh darkness, darkness, darkness.

Et cétera, et cétera, et cétera.


EL RESTO

¡Oh, unos pocos desamparados en mi patria,


Oh, restos esclavizados!

Artistas destrozados por estar en contra,


Descarriados, perdidos en las aldeas,
Juzgados, difamados,

Amantes de la belleza,
Frustrados con los sistemas,
Impotentes contra el control;

Ustedes que no se dejan llevar


Por la persistencia del éxito.
Ustedes que sólo pueden hablar,
Y no se pueden fortalecer en la reiteración;

Ustedes, de sensibilidad más fina,


Destrozados en contra del falso conocimiento,
Ustedes, que sólo pueden conocer de primera mano,
Odiados, encerrados, juzgados:

Escuchen;
Yo resistí la tormenta,
Yo derroté mi exilio.

Ezra Pound

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