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DELITO Y DELINCUENCIA
Merton modificó el concepto de anomia para dar cabida a la tensión a la que se ven
expuestos los individuos cuando los valores socialmente aceptados entran en conflicto
con los medios que la sociedad pone a disposición de los individuos para el logro de
los mismos. Los valores socialmente aceptados en la sociedad norteamericana que
Merton toma como ejemplo, enfatizan la importancia del éxito material, pero no ofrecen
suficientes oportunidades para que todos puedan lograrlos por medios legítimos. Los
delincuentes son aquellas personas que intentan alcanzar el éxito económico, pero a
través de medios ilegítimos o ilegales.
Las reglas sociales que tipifican las conductas delictivas las definen los ricos y no los
pobres, los hombres y no las mujeres, los adultos y no los jóvenes, las mayorías
étnicas y no las minorías. Es así que, por ejemplo, las conductas de los hijos de los
ricos pueden ser vistas como pasatiempos inocentes de la adolescencia y de la
juventud mientras que las mismas conductas entre los hijos de los pobres pueden ser
vistas como delictivas o como proclives a desarrollar conductas delictivas.
Es así que ciertas conductas exhibidas por los adolescentes y jóvenes de barrios
marginados pueden ser etiquetadas como conductas delictivas, propias de mareros,
en tanto que conductas semejantes entre los adolescentes y jóvenes de barrios de
altos ingresos con vistas como pasatiempos inocentes.
La teoría del etiquetaje ilustra muy bien el hecho de que ningún acto es
intrínsecamente delictivo. Las decisiones sobre lo que debe considerarse como delito
las toman los poderosos mediante las leyes y las interpretaciones que de las mismas
hace la policía, los tribunales y las instituciones rehabilitadoras. Los críticos de la
teoría M etiquetaje señalan que hay actos que son universalmente considerados como
delictivos como el asesinato, la violación y el robo. Sin embargo, en nuestras culturas,
no es delito matar si hay guerra y hasta hace muy poco tiempo, no se consideraba
como violación el hecho que el marido obligue a su esposa a mantener relaciones
sexuales contra su voluntad. Este tipo de conducta, que algunos consideran como
propia de la vida privada, es considerada delictiva en los Estados Unidos y en algunos
países europeos.
Otros estudios han analizado a la familia junto a otro tipo de condicionantes como son
las relaciones sociales de los hijos y las actividades rutinarias que realizan. Existen
tres tipos de variables independientes que concentran en los últimos años los
esfuerzos explicativos: el papel M control de la familia, las relaciones con los
compañeros y la influencia M tipo de actividades rutinarias. En el primer caso, el grado
de control y supervisión paterna resulta clave. Para medirla, suelen utilizarse
indicadores tales como hasta qué punto los padres saben dónde están sus hijos, con
quien y la hora de regreso a casa. También se suele preguntar a los hijos por los
vínculos afectivos con los padres. Los estudios muestran que las jóvenes
experimentan un mayor control paterno que los jóvenes. En este sentido hay que
indicar que la variable género resulta clave en el delito. Los varones cometen más
delitos que las mujeres.
En relación a los compañeros o grupos de pares, los estudios muestran que los
varones con amigos delincuentes tienen mayores posibilidades de serio ellos mismos.
Los que se sienten más cerca de su madre que del padre tienen tres veces más
probabilidad de incurrir en conductas delictivas. Los que salen varias veces por
semana de casa tienen más posibilidad de incurrir en conductas delictivas que los que
menos salen. Cuando el control y supervisión de los padres sobre los hijos es más
bajo, la probabilidad de incurrir en actos delictivos es mayor. La actitud negativa hacia
la escuela, sentirse incomprendidos por los padres y creer que robar es una conducta
poco grave, hacen doblar la posibilidad de delinquir. Tener amigos delincuentes está
asociado a comportamientos delictivos juveniles.
En relación a las actividades rutinarias, los estudios han demostrado que los jóvenes
delincuentes se ajustan al siguiente perfil: salen más con sus amigos, van en grupos
más grandes, regresan tarde a casa, sus amigos vienen poco a casa y gastan el
dinero en deportes, discotecas y locales de máquinas recreativas.
Sobre la relación causal entre escuela y delito se ofrecen dos tipos de explicaciones.
La primera nos dice que el fracaso escolar y la delincuencia están estrechamente
asociados a dificultades en el aprendizaje, a las clases sociales de bajos ingresos u
otras. La segunda indica que la escuela actúa junto a otros factores, como
impulsividad, extracción social, cultura paterna o capacidad económica, favoreciendo
la delincuencia. El niño con problemas tiende, además, a recibir menor atención de los
educadores, sufre el estigma del fracaso escolar, empieza a entrar en contacto con
muchachos delincuentes y tiene la percepción de que la escuela no le enseña nada útil
para su contexto cultural o para sus perspectivas de futuro.
La edad es una de los factores más asociados al delito. En un país como los Estados
Unidos, el 60% de los delitos registrados por la policía son cometidos por personas
menores de veinte años. Según las estadísticas policiales, los-jóvenes cometen más
dolitos que las personas mayores. Los delitos de los jóvenes son más activos (robos
de vehículos, motos, residencias) mientras que los de ..los mayores son más
sedentarios, pero más importantes económicamente (fraudes, estafas) En
comparación con los adultos, los jóvenes llevan a cabo menos delitos serios, hieren
menos gravemente, sus delitos se cometen más en grupos, están menos planeados,
conjugan más la emoción, dejan menos beneficios económicos y eligen sobre todo
víctimas de su edad. Que es lo que hace que las estadísticas policiales registren más
delitos de jóvenes que de adultos. Será prejuicio de la policía o tendrá que ver con
algunos rasgos característicos de ese ciclo de la vida. La juventud es una etapa de
aventura y diversión y en la que se asumen riesgos. Los jóvenes desean más
gratificaciones que los adultos. El delito juvenil es más detectable que el adulto, ya que
los delincuentes, al ser jóvenes, tienen menos poder, experiencia y habilidad. La
juventud tiende, finalmente, a cuestionar el orden adulto.
Muchas personas afirman que las drogas son causa de delincuencia. Existe una
asociación entre delincuencia y ciertas drogas, pero asociación no equivale a
casualidad.
4) Los delitos sin víctima. Son denominados "delitos de orden público o "contra la
moral pública". En algunos países, figuras como la prostitución, las conductas
homosexuales, el exhibicionismo, el consumo de drogas, las apuestas, las infracciones
de circulación o el vagabundeo son formalmente penados. Son comportamientos
realizados en forma voluntaria o de mutuo acuerdo, por lo que no existe víctima en el
sentido estricto del término. Una conducta penalizada en una cultura pueda ser una
práctica corriente en otra. Es usual que las personas que participan en estos actos no
se vean a sí mismos como delincuentes.
7) El delito de las organizaciones. Las prácticas de este tipo de delitos van desde
la publicidad engañosa, comercio de productos inseguros, contaminación, espionaje
industrial, así como prácticas ¡legales para controlar el mercado. Se produce en el
marco de una ideología de máximo beneficio.
Veamos el siguiente cuadro para tener una visión de la tasa de homicidios en las
diferentes regiones de América Latina:
Entre los principales factores que se encuentran en la base del fenómeno de las maras
o pandillas juveniles se han enumerado los siguientes:
Las pandillas juveniles que se han desarrollado en países como los nuestros deben
mucho a las pandillas juveniles estadounidenses de los últimos 40 años. El continuo
flujo- de migrantes jóvenes, de bajos ingresos y bajos niveles de calificación, hacia los
Estados Unidos, ha sido una fuente vital para la adopción de modelos y estereotipos
de las bandas juveniles en los Estados Unidos.
En México, las pandillas de jóvenes marginados más conocidos sean tal vez "Los
Panchitos", que se localizan en las zonas marginales periféricas de la ciudad, desde
donde operan la mayor parte del tiempo, en condiciones vinculadas a hechos de
violencia y delincuencia organizada. Las pandillas juveniles en Managua son grupos
que se dedican al robo de transeúntes y pequeños negocios con intimidación, daño a
la propiedad privada y prostitución callejera sin poseer los medios y la organización
que alcanzan las maras en El Salvador. En este último país, la proliferación de
pandillas juveniles ocurre en la primera mitad de los años noventa, después de la firma
de los acuerdos de paz (1992) y de la deportación masiva de salvadoreños de los
Estados Unidos.
La mara como forma de agrupamiento juvenil para apoyar distintos tipos de esfuerzos
y propósitos, ya existía en El Salvador incluso antes del conflicto bélico. Se trataba,
por entonces, de grupos de jóvenes que se organizaban en maras estudiantiles o
deportivas para apoyar a sus compañeros en eventos diversos. Sin embargo, a partir
de los años noventa, las maras se convierten en la expresión de grupos jóvenes de la
población que sufren el impacto de la segregación económica y cultura¡ y que son
percibidos como peligrosos, agresivos e incontrolables.
La vida de los jóvenes que no tienen una familia constituida, o en la cual falta alguno
de los padres o donde el comportamiento de los mayores suele ser agresivo, violento y
amenazador, termina casi irremisiblemente por desenvolverse en la calle, que es
donde la juventud marginada encuentra a sus pares. La pandilla como grupo de pares
entre los niños y los jóvenes puede considerarse como un fenómeno natural,
espontáneo e incluso funcional en el proceso de socialización en condiciones
comunes. Lo que transforma la aparición de pandillas en un problema es que están
constituidas por jóvenes que desarrollan su vida en condiciones de exclusión del
sistema educativo formal, muchas veces también de sus propias familias, y sus
actividades evolucionan del esparcimiento y la diversión a estrategias de vida que son
consideradas amenazadoras en el ámbito integrado y formal de la sociedad.
Las condiciones en las cuales los adolescentes o jóvenes se integran a las pandillas,
generalmente después de abandonar sus hogares de origen y con muy pocas
posibilidades de reinserción social, conllevan profundas consecuencias ligadas a la
participación en el grupo. En las pandillas urbanas, se ha visto que el número de
mujeres jóvenes raramente sobrepasa el 15%, lo que implica una proporción de una
muchacha por cada seis varones. Esto hace que se vean sometidas a tratamientos
vejatorios, como condición de ingreso a la mara o pandilla, además de verse obligadas
a realizar funciones serviles y subordinadas. A pesar de eso, estudios realizados han
sugerido que las jóvenes pandilleras aprecian ampliamente el clima de amistad,
protección y apoyo que reciben de sus compañeros de grupo. Los miembros de las
pandillas se someten a la observancia de un código interno de comportamiento y
aplicación de violencia bastante rígida al tiempo que se procuran de símbolos efectivos
de identidad, de solidaridad y de apoyo mutuo.
Dadas las restricciones vitales a las que se enfrentan los jóvenes marginados, y en
particular los que están en situación de calle, es muy alto el riesgo que tienen de
convertirse en adictos a distintos tipos de drogas y a otras sustancias como el tabaco y
el alcohol. Tanto el tabaco como el alcohol son productos fácilmente accesibles para
los jóvenes y no se visualizan como drogas. Son vistas más bien como un medio
permitido de distracción, socialización e incluso de evasión. Esta no es la visión que se
tiene M consumo de mariguana, cocaína, heroína y otras drogas consideradas como
peligrosas. En este contexto, estas drogas representan un factor determinante en el
proceso de formación de grupos de la calle ya que actúan como catalizadores (porque
constituyen uno de los motivos importantes en la decisión de abandonar el hogar
original, la escuela o el barrio) o como factor de cohesión (desempeñan una función de
identidad y afirmación para el grupo de jóvenes marginados). En esta una de las
características M grupo que resulta más difícil de vencer, porque es un elemento de
rechazo y estigmatización social, al tiempo que se convierte en problema de urgencia
biológica, psicológica funcional, que requiere asistencia médica especializada para ser
superado.
ACTIVIDADES DE APRENDIZAJE