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Economía de la Guerra del Pacífico

Las Economía de la Guerra del Pacífico fueron la disponibilidad de recursos económicas de los
países beligerantes, los aliados Bolivia y Perú, por un lado y Chile por otro, durante la Guerra
del Pacífico (1879-1883). Esto incluye los recursos internos como los externos así también
como las condiciones que favorecían o restringían el acceso a los recursos.

Situación internacional

Red telegráfica al inicio de la guerra: Santiago estaba unido a Buenos Aires y desde allí a
Europa que a su vez conectaba a los EE.UU. Lima estaba unida a Santiago, pero no a Panamá,
la estación sur de la red norteamericana. En Bolivia solo Tipiza, 600 km de La Paz, estaba unida
a Buenos Aires.

La Guerra del Pacífico sorprendió a los tres beligerantes en medio de una crisis general del
sistema económico mundial al que, después del enclaustramiento colonial, habían logrado
integrarse con mayor o menor éxito. La crisis mundial fue causada por el Pánico de 1873 y la
consiguiente Gran Depresión (1873-1896).

La Revolución industrial había establecido una división del trabajo entre los países conectados
al comercio mundial: en países centrales, Europa y EE.UU., productores de manufacturas,
prestamistas de capital y tecnología y países abastecedores de materias primas.

Los tres países participaban en el mercado mundial con exportaciones a Europa y EE.UU. de
estaño, plata y salitre (Bolivia), algodón, azúcar, guano y salitre (Perú) y cobre, plata y trigo
(Chile). Desde los países centrales se importaban las todo tipo de manufacturas, ya que
existían pocas de ellas que pudiesen competir con los productos los países industrializados:
telas, máquinas, armas, locomotoras, barcos, etc. Esto significaba que el armamento más
moderno de los beligerantes debía ser comprado, y transportado desde Europa o los EE.UU. a
través del estrecho de Magallanes, cruzar el Istmo de Panamá o ser transportado por tierra a
través de la Argentina.

El comercio entre los tres países, antes de la guerra era reducido, con la excepción del
comercio exterior boliviano que fue dependiente del puerto peruano de Arica.
De los países en guerra, Chile era el más adelantado en industria, finanzas y comercio. Su
progreso y estabilidad habían atraído capitales europeos que dinamizaban su economía.
Inversiones chilenas habían iniciado en Perú y Bolivia (Corocoro, Huanchaca, Caracoles, CSFA,
Banco Nacional de Lorenzo Claro) la explotación del salitre y otros minerales.

Aunque Perú era el país que más ingresos tenía, por sus exportaciones de guano
principalmente, el despilfarro y la desidia habían conducido a la paradoja de que tras la
fabulosa Era del Guano financiada con los ingresos del fertilizante natural, en 1876 el país
quedó endeudado, en cesación de pagos y sin acceso al mecado internacional del dinero
(préstamos).

La preponderancia económica británica estaba lentamente dando paso a la estadounidense,


no sin conflictos, como se demostró durante la guerra. James G. Blaine, ministro de RR.EE. de
los EE.UU. quería acelerar el proceso expansivo de su industria e intervino activamente en las
negociaciones de paz, pero no pudo alcanzar sus objetivos, que eran entregar las salitreras a
intereses norteamericanos para su explotación.

Una de las empresas británicas que tuvo una participación casi directa en los inicios del
conflicto fue la Casa Gibbs de Londres, una compañía que fue dueña de grandes oficinas
salitreras en Perú, tuvo a su cargo la venta de salitre peruano en Europa, financió al gobierno
peruano, pero que también tenía una participación minoritaria en la compañía chilena CSFA.
La Casa Gibbs, por medio de su sucursal en valparaíso, intentó infructuosamente influenciar al
directorio de la CSFA para disminuir lacantidad de salitre producido en Bolivia para asegurar el
control peruano sobre el precio internacional del salitre.
Es importante señalar que durante la guerra existían en Gran Bretaña leyes de neutralidad
que exigían al gobierno impedir cualquir exportación de material de guerra a países en
guerra. Las reclamaciones de Alabamahabían condenado a Gran Bretaña a pagar
indemnizaciones al gobierno norteamericano por la venta de barcos de guerra a los
confederados durante la Guerra de Secesión (1861-1865).
Cambio de monedas
Durante la guerra variaron los términos de intercambio entre las diferentes monedas en
curso, estas eran el peso chileno, el sol peruano de plata, el sol peruano de papel, el inti
peruano, el boliviano (moneda de Bolivia), el dolar estadounidense, el franco francés y la
libra esterlina.
En Recuerdos de una Misión en el Ejército Chileno, el observador Eugène Marie Le Léon
sostiene que tras la ocupación de Lima se pagaba el salario de los soldados chilenos
usando los soles de papel capturados por la Expedición Lynch al cambio 1 peso chileno
por 10 soles peruanos de papel. Según él, el peso chileno habría perdido en los momentos
más críticos la mitad de su valor, pero que al final (se refiere a la ocupación de Lima que
finalizó su presencia en la costa peruana) costaba tres francos franceses. El sol de plata
costaba entre 3.5 y 4.5 francos, pero no dice cuando.

Economía en Bolivia

La situación de Bolivia estaba caracterizada por el aislamiento, por los largos, inhóspitos y
difíciles caminos para comunicarse con otros países a través de la Cordillera de los Andes,
el Desierto de Atacama o los largos caminos a Buenos Aires. La capital, La Paz, no estaba
conectada al mundo por el telégrafo y las noticias debían ser enviadas a Arica o Tacna a
pié. Para el viaje a Cobija se necesitaban 15 días, a Arica 5 o 6 días, para Mollendo se
debía viajar a pié, luego el lancha y por último en tren. Existieron, durante la crisis 1878-79,
negociaciones para extender el ferrocarril de Antofagasta al Altiplano, pero
lamentablemente no prosperaron.
Dada la falta de estadísticas oficiales para describir la gravedad de la situación social y
económica de Bolivia antes de la guerra, el historiador boliviano Roberto Querejazu utiliza
la metáfora de los jinetes de la apocalipsis: la peste, el hambre, la muerte y por último la
regencia de Hilarión Daza. Sequía, paludismo y disintería azotaron Bolivia sin misericordia.
La sequía causó una baja de la producción agrícola con la consiguiente hambruna entre
los pobres. La peste y el hambre se enseñorearon en Bolivia.
Los productos de exportación de Bolivia eran la plata, el estaño y el salitre. Pero este
último no contribuía directamente a la recaudación fiscal dado que la empresa chilena
(CSFA) que lo extraía lo exportaba exenta de impuestos en consideración a que había
debido financiar la completa infraestructura (caminos, puertos de embarque,
abastecimiento, vivienda, etc) de la región desértica necesarios para iniciar la explotación.
La compañía aducía que un alza de impuestos haría la explotación de yacimientos de tan
baja ley económicamente inviable.
El Tratado de límites entre Bolivia y Chile de 1874 había definido la frontera pero también
obligaba a Bolivia por 25 años a no alzar ni crear nuevos impuestos sobre capitales ni
personas chilenas en la región salitrera. El tratado mezcló derechos soberanos con
derechos económicos, que aunque limitados en el tiempo, conducirían a los países
vecinos a la guerra.
La falta de un puerto cercano a sus centros poblados obligó a Bolivia a depender del
puerto peruano de Arica, lo que era utilizado por Perú para cobrar aranceles leoninos a las
importaciones bolivianas, país que a su vez alzaba los aranceles a productos importador
por Arica para impulsar al alicaído puerto de Cobija, en aquel entonces boliviano. Tras
décadas de amenazas, tratados fallidos y ocupaciones, el 26 de octubre de 1878, se
acordó el Tratado de Comercio y Aduana entre Perú y Bolivia que liberaba el comercio
entre ambos países. El 7 de junio de 1881, con Lima ocupada por tropas chilenas, Perú y
Bolivia celebraron el Tratado de Comercio y Aduanas que estableció franquicias
especiales para cada una de las partes, esto después de que Chile había autorizado a
petición de Bolivia el tránsito de mercaderías a Bolivia y el gobierno peruano de la sierra
había protestado por la colaboración chileno-boliviana.

Economía en Chile
Tras una larga fase de estabilidad política, en la década de los 1870 Chile exportaba
principalmente cobre, plata y trigo, pero también lana y existía una incipiente producción
industrial. Con la ventaja de ser el primer puerto de atraque en el Pacífico de los barcos
provenientes de Europa, en el puerto se desarrolló una gran dinámica comercial que tenía
vínculos con Perú, Bolivia, Estados Unidos y Australia para el intercambio de mercaderías,
noticias y capitales. Desde Valparaíso se abastecía las regiones salitreras de Tarapacá y
Antofagasta, enviaba trigo a Australia y California, estaba radicada la CSFA, se transaba el
salitre que partía a Europa y estaba comunicado por telégrafo con Buenos Aires, Londres,
París y Nueva York.
Los intereses chilenos en los países aliados se basaban en inversiones en minería
boliviana (Corocoro, Huanchaca, Caracoles y Antofagasta) pero también en bancos
bolivianos que habían sido co-fundados por inversionistas chilenos como Lorenzo Claro.
En el Perú los chilenos habían estado entre los primeros que habían creado empresas
para la extracción del salitre, pero sus propiedades fueron estatizadas en 1875 bajo la ley
del Monopolio peruano del salitre. En ambos países vivían miles de trabajadores chilenos
que trabajaban en las salitreras, la construcción de vías férreas, en los puertos y hasta en
la marina peruana. Todos ellos fueron expulsados del Perú y del altiplano boliviano al
comienzo de la guerra.
Aunque los tres países sufrieron las consecuencias de la crisis económica internacional en
1878, Chile era el que mejor pie tenía.
En 1860 el estado normó la emisión de billetes, todos emitidos por bancos privados, y en
1873 debió anunciar el fin de la convertibilidad.6:Vol.7, pág.266 temiendo que los bancos casi
insolventes fueran asediados por las solicitudes de reintegros, la administración de Pinto
tomó la drástica medida de declarar la inconvertibilidad del papel-moneda(julio de 1878).
Chile también había sido un deudor impago pero en menor medida que el Perú.

La propiedad de las salitreras de Tarapacá


La propiedad privada de las salitreras de Antofagasta nunca fue puesta en duda. Pero una
vez ocupadas en noviembre de 1879 las salitreras de Tarapacá, el gobierno chileno debió
decidir como integrar las ganancias de la zona al esfuerzo bélico. Se debía determinar a
quien pertenecían (al estado chileno, peruano o a los tenedores de bonos de deuda) y cual
era la mejor forma de reiniciar el trabajo y la exportación después de la paralización
causada por la partida de los trabajadores chilenos, el bloqueo naval y la destrucción de
las instalaciones de embarque. Para ello se formaron dos comisiones que debía analizar la
situación y entregar una propuesta de acción. Considerando que:

 la soberanía sobre la región de Tarapacá era aún incierta


 el estado no disponía de capital para reiniciar los trabajos ni menos para nuevas
inversiones
 la guerra requería gran parte de la mano de obra chilena
 el estado no tenía los conocimientos (know how) para gestionar la industria
 los tenedores de certificados de deuda (con que Perú pagó la expropiación a los
propietarios) exigían el pago de los documentos
 los tenedores de bonos peruanos (que habían prestado dinero a Perú en 1869, 1870 y
1872) exigían el pronto pago de la deuda que tenía como garantía los depósitos de
guano y salitre
ambas comisiones aconsejaron devolver las salitreras a los antiguos dueños o a los
propietarios de los bonos de deuda, lo que el estado hizo.
Durante el primer año de la guerra, las contínuas derrotas aliadas habían bajado el precio
de los bonos que la estatización había entregado a los propietarios de las salitreras. En
esa situación un astuto aventurero inglés, John Thomas North, compró una buena parte de
los bonos, probablemente a sabiendas de que el estado chileno respetaría la propiedad de
los tenedores de bonos. de esa manera al entregar el estado chileno las salitreras a los
poseedores de bonos, no se las entregó a los antiguos dueños sino a a nuevos dueños.

Los beneficios de los depósitos de guano en los territorios


ocupados
Antes de la guerra el gobierno peruano había garantizado los préstamos de 1869, 1870 y
1872 que sumaban más de ₤ 30.000.000 con hipotecas sobre los depósitos de guano y
salitre. El estado chileno permitió por decreto del 22 de febrero de 1880 que los deudores
extrajeran guano de los depósitos bajo su control a cambio de un reducido arancel de
₤ 1.50 por tonelada.8:pág.139 Tiempo después fue más severo y aumentó las exigencias.
Primero lo limitó al tiempo que durase la guerra, ordenó registrarse ante las autoridades y
el 2 de mayo de 1881 nombró la Casa Gibbs de Londres como consigné, quitando
completamente el control de los acreedores sobre los movimientos de dinero. El 9 de
febrero de 1882 Chile terminó la consesión a los acreedores y comenzó a depositar el
dinero en una cuenta hasta que los acreedores lograran un acuerdo sobre prioridades.

Fabricación de armas y pertrechos


En Chile se fabricaban cañones en una maestranza de Limache ya antes de la guerra y
durante la guerra se logró instalar una fábrica de municiones para fusiles. También se
armaron en Valparaíso lanchas torpederas que habían sido sacadas desarmadas de Gran
Bretaña.
Economía en Perú
Desde los comienzos de la década de 1840 hasta los inicios de la guerra con Chile en
1879, la vida económica y política del Perú descansó, de una manera u otra, sobre la
explotación del guano de las islas.
Con el inicio del bloqueo chileno de los puertos de exportación peruanos inmediatamente
se abrió un forado en las finanzas peruanas. El año 1879 se habían previsto en el
presupuesto, aprobado en febrero de 1879, ingresos fiscales por el monto de
Soles 15.257.698 pero el bloqueo chileno de los puertos de exportación los redujo a
Soles 8.078.555. Se ha calculado que se hubiesen necesitado Soles 55.000.000 para
solventar los gastos del primer año de la guerra. Peor aún, La Peruvian Guano,
consignataria del guano peruano en Europa suspendió las remesas al estado peruano
debido a que con el bloqueo se había debido suspender la carga de la mercadería.
Jorge Basadre describe la situación de los flujos de remesas al Perú por concepto del
guano así:
Con la certeza de que la Peruvian Guano Company, es decir la entidad beneficiaria
del contrato de 1876, era hostil y considerando también que la casa Dreyfus se
negaba a colaborar en espera de la revolución de Piérola, empezaron los
comisionados a tratar con un tercer interesado: la Sociedad General de Crédito
Industrial y Comercial de Paris.
Uno tras otro pasaron 6 ministros de finanzas por el gabinete de Prado sin lograr
estabilizar la situación económica.
El presidente Mariano Ignacio Prado había enviado a Europa a Rosas y Goyeneche
como renegociadores de los contratos del guano. Tras la caída de Prado, Piérola, el
nuevo mandatario, firmó decretos en que reconocía deudas con la Peruvian Guano y
la casa Dreyfus, provisionalmente, a cambio de un préstamo de £ 1.000.000 por
la casa Dreyfus. En París, Rosas y Goyeneche también rescindieron el contrato con la
Peruvian Guano, pero firmaron otro con la Credit Industriel. Piérola anuló este
contrato, embargó las propiedades de Rosas y Goyeneche y prohibió la circulación del
periódico El Comercio que había publicado una defensa de Rosas.

Diferentes agrupaciones e intereses de los acreedores


No es posible en pocas líneas explicar todas las medidas, contramedidas, protestas,
desconocimientos, acuerdos, desacuerdos, interpretaciones y acusaciones que se
destilaron durante la guerra a causa de los diferentes intereses que giraban en torno al
pago de la deuda peruana y que continuarían por décadas después de la guerra.
La deuda externa peruana durante la guerra puede ser clasificada en tres tipos:

1. Certificados de deuda emitidos para pagar la estatización de las salitreras. Estos


fueron servidos por el gobierno chileno con la devolución de sus propiedades.
2. Reclamos de dos ciudadanos estadounidenses basados en dudosos derechos de
ciudadanos franceses. En realidad, estos reclamos habían sido desestimados por
los tribunales peruanos en tiempos de paz, pero fueron "recalentados" para
impedir la cesión de Tarapacá. Estos reclamos solo importan porque fueron
utilizados por EE.UU. para intervenir en las negociaciones de paz con voz propia.
Según Hurlbut, el embajador estadounidense en Lima estos casos debían ser
incluidos en el tratado de paz.
3. Bonos de deuda provenientes de los préstamos de los años 1869, 1870 y 1872,
más que nada europeos, para financiar, entre otros, la construcción de
ferrocarriles. Los numerosos acreedores se organizaron en grupos de presión para
exigir a sus gobiernos el pago de las deudas. Entre ellos existían diferencias y
cada uno exigía ojalá un pago inmediato y completo de sus deudas en detrimento
de los otros deudores. Los grupos de presión por bonos de deuda más conocidos
eran la Société Général de Crédit Industriel et Comercial , el grupo Dreyfus, el
grupo de Russell (sucedido por Cave) y el grupo de Croyle
Acreedores británicos aceptan oferta chilena
Los grupos británicos de Russel y Croyle se asociaron para protestar porque el nuevo
contrato Piérola-Dreyfus los dejaba fuera de cualquier pago. A su vez aceptaron la oferta
chilena de reiniciar la exportación de guano según decreto chileno del 22 de enero de 1880
(arancel de exportación de 30 chelines por tonelada). A más tardar aquí, si no antes, se
produce un quiebre entre los acreedores franceses liderados por Dreyfus y los británicos
que elogiaron la política chilena de respeto a los (sus) contratos. El gobierno chileno sabía
de los intereses de los acreedores y buscaba su apoyo para preparar la anexión de las
provincias ocupadas. Por el contrario, Piérola, que desde siempre había estado asociado a
Dreyfus, sabía que para rechazar la cesión debía tener el apoyo de los EE.UU. y para ello
debía alejarse de Gran Bretaña.
 Fabricación de armas y pertrechos nacionales
 Moneda: Peso e Inca

Consecuencias
Al comienzo de la guerra los aliados habían expulsado a los trabajadores chilenos que
residían en sus territorios y habían confiscado sus bienes. Los tratados que finalizaron la
guerra establecieron la creación de tribunales arbitrales que debían determinar sobre el
monto a devolver a esas personas por el daño causado. También se establecieron
tribunales arbitrales para determinar la cuantía de los daños hechos por las armas chilenas
a la propiedad de ciudadanos de países neutrales.

Bolivia
Bolivia, por causas económicas, no pudo continuar la guerra a Chile desde la Batalla de
Tacna. En 1884 entregó la administración de Antofagasta a Chile y en 1904 cedió
Antofagasta a Chile a cambio de derechos de tránsito y la construcción de un ferrocarril.

Chile
Chile anexó dos provincias ricas en recursos naturales aunque con poca población, una
región que ha entregado una buena parte de los ingresos estatales desde entonces. Los
pleitos con los acreederos continuaron por largo tiempo. En septiembre de 1887, por
ejemplo, Chile solicitó un préstamo en el mercado de Londres. Un grupo de acreedores
solicitó y obtuvo de la bolsa de Londres que negara el espacio a la transacción debido a
que "Chile no había asumido sus justas y equitativas obligaciones con respecto a los
acreedores de bonos peruanos.
Finalmente el Protocolo Elías-Catellón fue firmado entre Perú y Chile el 8 de junio de 1890.
Por él, Chile devolvió al Perú la administración de la explotación de los depósitos guaneros
de Tarapacá, el dinero acumulado en el Banco de Inglaterra desde el decreto de 1882 y el
80% de lo que había desviado como propio de las ganancias del guano desde aquel
decreto desde entonces. Todo ello bajo la presunción de que serían dirigidas por Perú
directamente a los acreedores. A cambio Chile fue eximido de cualquier cobro por parte de
los acreedores peruanos.

Perú
El Tratado de Ancón puso fin a la guerra, aunque Perú continuo desangrándose en una
guerra civil entre Miguel Iglesias y Andrés Cáceres. Ocho de los catorce artículos del
tratado estipulan normas netamente económicas y el que cede Tarapacá a Chile (el 2. art.)
es de consecuencias económicas obvias.
El resultado de la guerra fue catastrófico para la economía de Perú: cedió la provincia que
financiaba sus gastos, perdió por décadas toda posibilidad de obtener crédito
internacional, más tarde tuvo que entregar sus ferrocarriles a sus deudores en el Contrato
Grace.

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