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Esa elección significa hacer, de una vez por todas, los cambios que nuestra sociedad
necesita.
Por supuesto, no es la primera vez que los dominicanos enfrentamos desafíos que nos
obligan a tomar decisiones trascendentales.
En efecto, a lo largo de la historia, hemos luchado para hacer realidad esta patria,
sembrando nuestro suelo con amor, sudor y sangre, para cultivar nuestro ideal libertario.
Hemos sabido defender nuestra soberanía con coraje frente a agresores extranjeros, todo
ello en la esperanza de poder vivir en una nación justa y próspera.
Sin embargo, hoy nuestro futuro está amenazado por una paradoja que ha sido creada por
un grupo encabezado por el Partido de la Liberación Dominicana.
Permítanme explicar, con la franqueza que me caracteriza, en qué consiste esa paradoja.
Me refiero a que, a pesar del crecimiento económico, la mayoría de la gente siente en carne
propia cómo la calidad de sus vidas se deteriora, empujada por la corrupción, la impunidad
y la inseguridad que nos afecta.
Todos sentimos el miedo creado por la violencia, especialmente la violencia contra la mujer.
Mientras eso ocurre, nos sentimos indignados cuando un grupo nos estruja en la cara su
mal habida riqueza, y sus fortunas acumuladas sustrayendo la riqueza del pueblo
dominicano.
A esos indolentes que se roban los recursos públicos, la gente les pregunta una vez más:
La desbordada soberbia de ese grupo le conduce a violar todas las normas civilizadas, tanto
las de la ley como las de la moral y la decencia.
Es oportuno preguntar, ¿Qué tenemos que hacer para poner fin a esta desgracia y retomar
el camino del orden, de la decencia, de la ley, para convertir en realidad nuestra esperanza?
Para alcanzar ese objetivo, solo nos queda el camino genuinamente democrático: la
movilización de los ciudadanos.
Esa movilización está llamada a marcar el comienzo de una transición necesaria para lograr
que la República Dominicana sea un país próspero y justo, como quiere la gente.
La transición significa, en primer lugar, tener instituciones sólidas, integradas por personas
idóneas, honestas, independientes y con genuina vocación de servicio.
Ese combate contra la corrupción y la impunidad tenemos que librarlo, caiga quien caiga.
En tercer lugar, la transición tiene que garantizar la creación de oportunidades para los
proyectos e iniciativas que contribuyan a crear riquezas y mejorar la calidad de vida.
Para tal fin, se deberá enfatizar la creación de empleos de calidad, el aumento de las
exportaciones, el mejoramiento de los servicios de salud y educación y el mejoramiento de
la calidad de la vivienda.
Esa ciudadanía activa tiene, obligatoriamente, que crear un ambiente de confianza entre los
partidos políticos, las instituciones públicas, la sociedad civil y los movimientos sociales.
Sin embargo, para hacer posible la transición, debemos trabajar para fortalecer la calidad de
nuestra democracia.
Para eso, debemos crear espacios donde crezcan las virtudes de las ideas, se afiancen las
libertades públicas y se respeten los derechos económicos, sociales y políticos del pueblo
dominicano.
Como consecuencia de esa mala forma de gobernar, más de un millón de personas viven
en viviendas vulnerables.
Como consecuencia de esa mala forma de gobernar, a todos, sin distinción de clases, se
nos impide ejercer el derecho de vivir en un país seguro, y el derecho a vivir sin temor.
Señoras y señores:
Todos esos males han ocurrido a pesar de que los gobiernos del PLD han endeudado al
país de manera rampante e irresponsable.
Eso constituye una grave amenaza para la sostenibilidad de nuestro desarrollo y para el
futuro del pueblo dominicano.
Revertir esa dañina tendencia tendrá que ser una prioridad para la transición que
proponemos.
También significará tener el apoyo directo del Estado para que puedan formarse en
universidades y escuelas técnicas, y acceder al mercado de trabajo con equidad de
oportunidades.
A los jóvenes que buscan hacer realidad sus proyectos como emprendedores, la transición
les dará todo el apoyo para hacer realidad sus sueños.
Para ella, la transición debe ser sinónimo de la seguridad que necesita, de oportunidades
para capacitarse y trabajar, de facilidades para establecer sus propias empresas y el
derecho a ser tratada con respeto.
Para la mujer dominicana, la transición servirá para enfrentar el drama de la violencia que
afecta a miles de mujeres dominicanas. Esa violencia, que ocurre cada día en nuestras
calles, muchas veces lleva inseguridad y dolor a los hogares.
Los empresarios, tanto los grandes como los del pujante sector de las MIPYMES, están
llamados a ser parte esencial del proceso de la transición.
El apoyo que dará la transición a nuestros empresarios tiene que ver con la competitividad,
el costo de la energía, la capacidad de innovar, la sostenibilidad de las exportaciones, la
calidad de los recursos humanos, la aplicación de tecnología apropiada, y la seguridad
jurídica.
A los productores agrícolas, la transición les dará garantía para tener financiamiento
adecuado, seguridad del mercado, asistencia técnica oportuna, y capacitación como forma
de asegurar la rentabilidad.
La solución que dará la transición a los problemas del mundo rural, además de aumentar la
rentabilidad de la producción, estará basada en un modelo de desarrollo rural integrado, que
sirva para mejorar la calidad de vida de los pobladores rurales.
Una problemática que la transición está llamada a resolver es la baja inversión del gobierno
en muchas regiones del país. Esa forma de distribuir el gasto público está promoviendo el
desarrollo desigual del país.
La respuesta que daremos a esa situación es descentralizar el gasto público para potenciar
el desarrollo económico y social de todos nuestros municipios.
Como consecuencia del modelo de desarrollo que ha aplicado el PLD, en el país hay un
grave déficit de viviendas. Además, muchas de las viviendas en que habitan nuestros
pobres son vulnerables y precarias.
El desarrollo integral de nuestro país requiere que el gobierno apoye, de manera decidida,
los deportes, las artes y la cultura.
Para tal fin, la transición deberá proveer instalaciones y facilidades en todos los municipios
para que la gente pueda practicar deportes, aprender destrezas artísticas, celebrar la
riqueza de nuestra cultura y cultivar nuestra identidad como dominicanos.
El hecho innegable es que, desde hace varias décadas, cientos de miles de dominicanos se
han visto obligados a buscar su bienestar en otras tierras. Esos hermanos nuestros han
hecho un gran aporte al desarrollo del país y de sus familias.
Ese manejo coherente debe descansar en la aplicación de las leyes que regulan la
migración en nuestro territorio.
Las leyes y reglamentos que se promovieron en el gobierno que me honra haber presidido,
siguen siendo los instrumentos idóneos para manejar la migración con respeto a la
dignidad humana y a nuestra soberanía.
Pueblo dominicano:
Como dije al inicio de esta intervención, estamos compelidos a elegir entre la esperanza y el
miedo.
Esa transición es el camino que nos permitirá asegurar que nuestras familias tengan una
vida digna, próspera y segura.
Las propuestas que acabo de hacer se sustentan en mi convicción de que, frente a los retos
que tiene el país, la indiferencia es moralmente inaceptable.
Esa convicción, me ha servido para ser solidario, y trabajar sin descanso para servir a los
demás, especialmente a los más necesitados.
Esa convicción, también me ha servido para poner los intereses del país por encima de mis
propios intereses.
Esta decisión la he tomado, no como un mesías, ni como una persona indispensable, sino
como un ciudadano que se siente en el deber de aportar su experiencia y su honestidad a la
búsqueda del bien común.
Para alcanzar ese propósito, trabajaré para ganar, en primer lugar, la nominación como
candidato presidencial de mi partido, el Partido Revolucionario Moderno.
A partir de este momento, salgo a la calle a sembrar en el corazón del pueblo la necesidad
de hacer realidad la transición que el país necesita.
Salgo a la calle a trabajar junto a los movimientos sociales y los ciudadanos para mantener
en alto las justas demandas de nuestro pueblo.
¡Este es el momento para iniciar, juntos, la marcha que nos conducirá hacia un país seguro,
próspero y justo!