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Teletón
“Que hay trafa en la Teletón, lo comenta alguna gente; mas te digo de corazón es puro chisme
corriente.”
Pedro Juanelo
El último 6 y 7 de octubre fue la Teletón, y como nunca todos los canales se unieron en esta fiesta
de la colaboración, que tiene como fin ayudar a la Clínica San Juan de Dios. Los Juanelos
también estuvimos presentes e hicimos un video criollazo que promovía la igualdad.
Mientras ocurría este evento, corrían, nuevamente, unos videos, sobre todo en redes sociales, en
los que se indicaba que hay quienes hacen negocio con la Teletón y le quitan, así, la credibilidad.
Al parecer estas denuncias tienen bases reales, es más, el hermanón Belmont hace algunos años
se mandó con un video denunciando a la organización Teletón. Quienes denunciaban, entonces y
ahora, exhortaban a no apoyar a la Teletón, sino colaborar directamente con la Clínica San Juan
de Dios.
Nosotros fuimos por segundo año a la Teletón, y nos trataron con mucho cariño. Es cierto que
muchos van a apoyar de una forma increíble y otros van a figuretear. También es cierto que ves
las marcas de diversas empresas por todas partes. Pero, para nosotros, lo más importante es lo
que produce en los peruanos. Una vez al año nos moviliza emocionalmente para apoyar una
buena causa.
Los peruanos necesitamos que nos “hagan la novela” para que nuestro corazoncito se abra.
Estoy casi seguro de que la cuenta de la Clínica San Juan de Dios no se incrementa
sustancialmente el resto del año.
Que la Organización Teletón tenga errores, es muy posible, y si es necesario que se investigue,
que se haga. Pero lo real es que por una vez al año los peruanos tienen la ilusión de que si se
unen, pueden llegar a la meta. Y mientras que el peruano no se solidarice con el otro, sin una
maratón televisiva de por medio, entonces: ¡Qué viva la Teletón!
Gustavo Duncan
Es fácil reír con el Quijote. Sin embargo, es un drama real. Si algo abunda es gente a la que se le
corre la teja delirando convertirse en héroes de causas ridículas o caídas en desuso, como los
caballeros hidalgos.
Hoy no se trata de delirantes anónimos. Internet se ha encargado de exponer al mundo a
cualquier cantidad de quijotes que unas décadas atrás hubieran podido vivir en el anonimato. Su
caso no hubiera trascendido más allá de familiares y vecinos. Los nuevos quijotes pueden
convertirse en celebridades para el llanto y la risa de todos.
Uno de ellos es Charlie Zelenoff, quien se proclama desde videos de YouTube, con más de un
millón de visitas, como el boxeador más grande de todos los tiempos. Tal como el hidalgo de la
Mancha, Charlie un buen día decidió convertirse en un personaje legendario y se fue a gimnasios
cuyos nombres a nadie le interesa saber a desafiar a cualquier incauto que entrenara con guantes
de boxeo. Pero no demoró mucho Charlie en encontrar sus molinos de viento. Aficionados
medianamente entrenados le dieron sendas palizas y entonces huyó frente a la cámara sin menor
vergüenza.
La humillación no hizo mella. Encargó a China un cinturón de campeón de una liga de boxeo
inventada por él. Lo lucía en videos en que se jactaba de más de 140 victorias y cero derrotas.
Para acrecentar su fama, le pagó a Deric el ‘Gigante’ Riles, un exboxeador de 50 años, 300
dólares para que peleara un round con él. Riles, de dos metros de altura y 150 kilos, lo dejó
golpear un rato, pero faltando treinta segundos para que acabara el round le propinó a Charlie un
gancho que literalmente lo hizo despegar. Con Charlie aún grogui, la esquina del ‘Gigante’ le
ofreció otro asalto por 300 dólares.
Las cosas fueron a peor cuando en medio de delirios, en que se comparaba con Jesús, comenzó
a desafiar a Deontay Wilder, un boxeador profesional, quien lo ignoró hasta cuando escuchó las
burlas a su hija que sufre una malformación congénita. Wilder no tuvo compasión.
Afortunadamente, sus asistentes lograron sujetarlo lo suficiente para que Charlie corriera por su
vida.
Charlie también tiene su Dulcinea. Un portal de noticias falsas publicó que él es el verdadero
padre de la bebé que espera Kim Kardashian. Al parecer, se lo creyó porque colgó la noticia en
su cuenta de Twitter.
Ojalá alguien pare a Charlie a tiempo, para que la comedia no acabe en tragedia. Pobre
muchacho.
Explosiones simultáneas
Aldo Mariátegui
Ninguna sociedad pobre no iba a tener una agudización temporal aún peor de sus problemas con
un colosal impacto poblacional como aquel que experimentó nuestro país, que pasó de 10 millones
de personas en 1961 a los aproximadamente 31 millones actuales, el triple de gente en medio siglo.
Encima, esa brutal expansión demográfica coincidió en gran parte con la instauración del modelo
económico velasquista (1968-1992), que hizo trizas a nuestra economía y del que costó tanto salir.
Nos reproducíamos aceleradamente (¡7 hijos promedio por pareja en 1961!) mientras destruíamos
nuestra economía aceleradamente por el rojerío. Por eso un informe de Arthur D. Little a comienzos
de los 60 vaticinaba una mixtura de desempleo y violencia política a partir de la década de los 70
si Perú no controlaba su crecimiento poblacional. Hubiera sido estupendo para el desarrollo
peruano que el primer belaundismo o el velasquismo adoptasen políticas sensatas de control
poblacional y educación sexual en ese momento clave.
¿Y si intentamos otra vía?
Juan José Garrido
Una columna de Rafo León nos devuelve al recurrente debate sobre los límites de la libertad de
expresión. Importante señalar “recurrente”, ya que uno creería –a simple vista– que estos conflictos,
que se producen de tanto en tanto, se resolverán por peso de una de las partes y, justamente, eso
quisiera señalar primero: ni se ha resuelto ni se resolverá, no al menos en el Perú. Ni la autocracia
de Fujimori ni la dictadura de Velasco pudieron con ella (puede que en Cuba o Corea del Norte,
pero ese es otro debate).
A nivel local no existen límites, para bien y para mal. ¿Lo de León fue un exceso? Sin duda; aun
así, pocos pueden tirar la primera piedra. Tampoco existen, ojo, estándares mínimos para enjuiciar
a quien sea por difamación. En otras palabras, hemos creado un sistema en el que cualquiera
puede decir lo que le plazca (sea cierto o falso, ofensivo o no) y cualquiera que se sienta ofendido
(con o sin razón) lleve, si desea, dicha amargura a una sala judicial.
Sobre si debería de existir o no un límite, pues se ha reflexionado y escrito demasiado como para
pretender producir una novedosa idea que lo resuelva. En todo caso, quienes deberían debatir el
tema (medios, periodistas y otros) pues parecen muy cómodos con el estándar local: es lo que es
y, si no les gusta, pues da igual.
Pretender definirlo con una ley, por otro lado, será contraproducente además de absurdo (las redes
se encargarán de esto último). Pueden –si quieren– imponerla, a lo que estoy seguro le seguirá
una coreografía de columnas dirigidas a poner a prueba el sistema, ante lo cual, de seguro,
prevalecerá la libertad.
¿Qué hacer? Puede sonar obsoleto, pero estas cosas requieren de un amplio debate para, más
que buscar acuerdos, examinar los puntos de vista y entender, a través del ejercicio, de qué se
trata. Educar, explorar, cultivar, respetar. En otras palabras, intentar la vía de los países
desarrollados.
Nadie es profeta en su propia tierra
Luis Carlos Sarmiento
Nadie es profeta en su tierra y nadie es perfecto. Hay excepciones y ojalá hubiera más. Usar el
sentido de la benevolencia como efecto multiplicador es algo extraordinario. Agradecer en su propia
tierra donde lo han visto crecer es la mayor gracia que se pueda tener. Devolver lo que recibimos
y hacerlo con creces. Eso es lo que ha hecho Luis Carlos Sarmiento Angulo
Él ha hecho muchas obras y tareas por nuestro país, hoy más cuando ha anunciado la creación del
CTIC, el Centro de Tratamiento e Investigación sobre Cáncer, que tendrá más de 100.000 m², con
12 clínicas para el tratamiento de distintos cánceres, laboratorios avanzados en investigación, pero
ante todo será un proyecto de naturaleza social y de vocación de servicio, que parte de una visión
filantrópica. Esperanza y equidad es su lema.
El cáncer es un enemigo que no mira sexo, edad ni situación social. Cuando llega, llega y hay que
tratarlo y erradicarlo, además de prevenirlo, y requiere de la bondad y solidaridad de todos. Cada
año, en Colombia se diagnostican 71.000 nuevos casos de cáncer y se estima que hay más de
300.000 personas en tratamiento. De estos, alrededor de 33.000 mueren. Es así como este centro
será para todos y será pionero en tecnología, tratamiento e investigación sobre cáncer no sólo en
Colombia, sino en la región. Tendrá un concepto de integralidad (comprehensive) que se centra en
el paciente por la atención y asistencia integral, tecnología de punta integrada a la atención y la
investigación.
Luis Carlos Sarmiento ha tenido múltiples preocupaciones por el país y ha invertido tiempo y
recursos en ellas: la vivienda fue la primera, por la justicia con la que invierte en proyectos de
investigación y reformas para su mejoramiento; la educación con la entrega de una sede de
Ingeniería para la Universidad Nacional y Colfuturo, entidad que presidió por más de 20 años y que
ha enviado a más de 13.000 estudiantes al exterior para estudios de posgrado, y la salud, en la que
ha apoyado diversas instituciones públicas. Quiso siempre un hospital y ahora se ha vuelto un
sueño hecho realidad.
Esta es una gran obra, estamos seguros de que servirá de motivación para que haya más grandes
sueños filantrópicos en nuestro país que se conviertan en proyectos de esta envergadura.