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Porque yo creo en ti...

Teletón
“Que hay trafa en la Teletón, lo comenta alguna gente; mas te digo de corazón es puro chisme
corriente.”

Pedro Juanelo
El último 6 y 7 de octubre fue la Teletón, y como nunca todos los canales se unieron en esta fiesta
de la colaboración, que tiene como fin ayudar a la Clínica San Juan de Dios. Los Juanelos
también estuvimos presentes e hicimos un video criollazo que promovía la igualdad.
Mientras ocurría este evento, corrían, nuevamente, unos videos, sobre todo en redes sociales, en
los que se indicaba que hay quienes hacen negocio con la Teletón y le quitan, así, la credibilidad.
Al parecer estas denuncias tienen bases reales, es más, el hermanón Belmont hace algunos años
se mandó con un video denunciando a la organización Teletón. Quienes denunciaban, entonces y
ahora, exhortaban a no apoyar a la Teletón, sino colaborar directamente con la Clínica San Juan
de Dios.
Nosotros fuimos por segundo año a la Teletón, y nos trataron con mucho cariño. Es cierto que
muchos van a apoyar de una forma increíble y otros van a figuretear. También es cierto que ves
las marcas de diversas empresas por todas partes. Pero, para nosotros, lo más importante es lo
que produce en los peruanos. Una vez al año nos moviliza emocionalmente para apoyar una
buena causa.
Los peruanos necesitamos que nos “hagan la novela” para que nuestro corazoncito se abra.
Estoy casi seguro de que la cuenta de la Clínica San Juan de Dios no se incrementa
sustancialmente el resto del año.
Que la Organización Teletón tenga errores, es muy posible, y si es necesario que se investigue,
que se haga. Pero lo real es que por una vez al año los peruanos tienen la ilusión de que si se
unen, pueden llegar a la meta. Y mientras que el peruano no se solidarice con el otro, sin una
maratón televisiva de por medio, entonces: ¡Qué viva la Teletón!

Diferentes sensibilidades ante la visita del Papa


Enrique Vega-Dávila
Quisiera reflexionar en estas líneas sobre 5 tendencias existentes en torno a la visita del Papa
Francisco, puede que hayan más. Mi intención es evidenciar otros escenarios que no siempre
están presentes como interlocutores y sistematizar lo que ya otras columnas o medios han ido
presentando.
Podríamos enunciar como una primera tendencia a “quienes se han alegrado” por la venida de
Francisco. Quienes practican el catolicismo y han seguido su enseñanza desde el inicio han
sentido una bendición por esta presencia ya que se trata de recibir en nuestro país a un gran líder
espiritual, ello amerita fiesta y preparación, de hecho ya se ha convocado a jóvenes para que
sean su guardia; la cantidad enorme de memes y frases alusivas demuestran que existe un
sustrato católico en el país.
Pero esto no debe significar que todo es armonía. Una segunda tendencia, que no siempre se
consigue valorar, está relacionada con “quienes rechazan” por diversas razones esta visita
pastoral, Podríamos ubicar aquí a quienes promueven y defienden la laicidad del Estado; la
presencia de Francisco en nuestro país no termina de ser agradable para este sector, puesto que
el trato recibido y la logística empleada no es la misma que para cualquier otro jefe de Estado. La
oposición abierta entre el primer grupo y el segundo es más que evidente, el drama radica en que
ni un lado ni el otro valora sus posiciones y, más bien, terminan descalificándose entre sí.
Una tercera tendencia guarda relación con el rechazo silencioso que recibe Francisco por parte
de alguna gente dentro del mismo catolicismo. Basta recordar las críticas que hicieron públicas
cinco cardenales sobre la Exhortación Apostólica Amoris Leatitia del Papa sobre la familia. Este
rechazo se expresa a otros niveles y temas. A estos cristianos les incomodan las críticas del Papa
a ciertas formas peculiares del clero o de la vida consagrada, su llamada al laicado a ser adulto u
otras intervenciones, incluso contra el sistema capitalista.
En esta misma línea, hay una tendencia que podríamos llamar “acomodaticia”; sé que puede
sonar fuerte, pero existe un sector eclesial que no termina de aceptar el mensaje del Papa sino
que domestica algunas de sus intervenciones y evita poner énfasis en otras enseñanzas que son
sumamente importantes.
No podemos dejar de lado a quienes “esperan más” de Francisco, quienes, sin rechazar su visita,
anhelan que sea tajante con situaciones reales y que no pasen a un segundo plano en la Iglesia y
en la sociedad situaciones tales como el caso Figari o algunos otros escenarios irregulares que
deben ser examinados y abordados con responsabilidad. Esperan, no frases lindas o gestos
llamativos, sino más bien, acelerar procesos y ponerse de modo tangible del lado de quienes han
sido víctimas de alguna u otra forma.
Por último, hay quienes “no esperan nada” de esta visita, quienes no pertecenen al catolicismo,
quienes ni si quiera profesan el cristianismo o alguna fe. Y no es que no valoren al Papa, pero
realmente no es significativo para esta gente. Lo que sí me parece importante decir es que no
podemos obviarles, así sean una minoría; siempre es bueno escucharles y dialogar.
Luego de poner en manifiesto estas tendencias, pienso que no debemos rechazar los
cuestionamientos que han sido planteados por algunos sectores. Sin dejar de alegrarnos,
tampoco podemos maquillar la situación del país. Así como Francisco, que ha tenido coraje para
enfrentar situaciones delicadas como el cambio climático u otras, es hora de que la comunidad
católica aproveche la oportunidad de presentarse no como una mayoría aplastante sino como
quien acepta las críticas, las valora y responde con madurez a diferentes cuestionamientos.
Para finalizar, creo que no debemos permitir que el mensaje de Francisco sea de alguna manera
domesticado, no creo que él mismo lo permita. Sus palabras pueden ser de largo aliento pero
debemos encontrar los medios para canalizar respuestas concretas a situaciones que lo ameritan.
Jesús le dijo a Pedro que confirme en la fe a la comunidad cristiana, hoy queremos eso de
Francisco, que siga confirmándonos en la fe, sin olvidar que ésta se expresa en la justicia y la
solidaridad, en el respeto a toda persona, a todo ser vivo y en el cuidado de la creación entera.
Quijotes en red
“Internet se ha encargado de exponer al mundo a cualquier cantidad de quijotes que unas
décadas atrás hubieran podido vivir en el anonimato”}

Gustavo Duncan
Es fácil reír con el Quijote. Sin embargo, es un drama real. Si algo abunda es gente a la que se le
corre la teja delirando convertirse en héroes de causas ridículas o caídas en desuso, como los
caballeros hidalgos.
Hoy no se trata de delirantes anónimos. Internet se ha encargado de exponer al mundo a
cualquier cantidad de quijotes que unas décadas atrás hubieran podido vivir en el anonimato. Su
caso no hubiera trascendido más allá de familiares y vecinos. Los nuevos quijotes pueden
convertirse en celebridades para el llanto y la risa de todos.
Uno de ellos es Charlie Zelenoff, quien se proclama desde videos de YouTube, con más de un
millón de visitas, como el boxeador más grande de todos los tiempos. Tal como el hidalgo de la
Mancha, Charlie un buen día decidió convertirse en un personaje legendario y se fue a gimnasios
cuyos nombres a nadie le interesa saber a desafiar a cualquier incauto que entrenara con guantes
de boxeo. Pero no demoró mucho Charlie en encontrar sus molinos de viento. Aficionados
medianamente entrenados le dieron sendas palizas y entonces huyó frente a la cámara sin menor
vergüenza.
La humillación no hizo mella. Encargó a China un cinturón de campeón de una liga de boxeo
inventada por él. Lo lucía en videos en que se jactaba de más de 140 victorias y cero derrotas.
Para acrecentar su fama, le pagó a Deric el ‘Gigante’ Riles, un exboxeador de 50 años, 300
dólares para que peleara un round con él. Riles, de dos metros de altura y 150 kilos, lo dejó
golpear un rato, pero faltando treinta segundos para que acabara el round le propinó a Charlie un
gancho que literalmente lo hizo despegar. Con Charlie aún grogui, la esquina del ‘Gigante’ le
ofreció otro asalto por 300 dólares.
Las cosas fueron a peor cuando en medio de delirios, en que se comparaba con Jesús, comenzó
a desafiar a Deontay Wilder, un boxeador profesional, quien lo ignoró hasta cuando escuchó las
burlas a su hija que sufre una malformación congénita. Wilder no tuvo compasión.
Afortunadamente, sus asistentes lograron sujetarlo lo suficiente para que Charlie corriera por su
vida.
Charlie también tiene su Dulcinea. Un portal de noticias falsas publicó que él es el verdadero
padre de la bebé que espera Kim Kardashian. Al parecer, se lo creyó porque colgó la noticia en
su cuenta de Twitter.
Ojalá alguien pare a Charlie a tiempo, para que la comedia no acabe en tragedia. Pobre
muchacho.
Explosiones simultáneas
Aldo Mariátegui

Si algo va de poner de manifiesto este censo, es el vertiginoso crecimiento demográfico peruano


en los últimos 50 años, algo que a menudo no se toma en cuenta por nuestros analistas cuando se
habla de la pobreza, el desempleo, la violencia política, la tugurización, la polución, el crimen, la
informalidad, caída en la calidad educativa o el hacinamiento de Lima. Seguramente, nuestros
descendientes sí relacionarán el crecimiento de estos problemas con nuestra explosión
demográfica, como no lo hacemos en estos días, simplemente porque es más “cool”
intelectualmente hablando referirse a la “pobreza estructural”, “la diversificación productiva”, el
“desborde popular” y otras palabrejas de esas con aspecto de inteligente. O, peor aún, soslayar el
tema por motivos religiosos.

Ninguna sociedad pobre no iba a tener una agudización temporal aún peor de sus problemas con
un colosal impacto poblacional como aquel que experimentó nuestro país, que pasó de 10 millones
de personas en 1961 a los aproximadamente 31 millones actuales, el triple de gente en medio siglo.
Encima, esa brutal expansión demográfica coincidió en gran parte con la instauración del modelo
económico velasquista (1968-1992), que hizo trizas a nuestra economía y del que costó tanto salir.
Nos reproducíamos aceleradamente (¡7 hijos promedio por pareja en 1961!) mientras destruíamos
nuestra economía aceleradamente por el rojerío. Por eso un informe de Arthur D. Little a comienzos
de los 60 vaticinaba una mixtura de desempleo y violencia política a partir de la década de los 70
si Perú no controlaba su crecimiento poblacional. Hubiera sido estupendo para el desarrollo
peruano que el primer belaundismo o el velasquismo adoptasen políticas sensatas de control
poblacional y educación sexual en ese momento clave.
¿Y si intentamos otra vía?
Juan José Garrido

Una columna de Rafo León nos devuelve al recurrente debate sobre los límites de la libertad de
expresión. Importante señalar “recurrente”, ya que uno creería –a simple vista– que estos conflictos,
que se producen de tanto en tanto, se resolverán por peso de una de las partes y, justamente, eso
quisiera señalar primero: ni se ha resuelto ni se resolverá, no al menos en el Perú. Ni la autocracia
de Fujimori ni la dictadura de Velasco pudieron con ella (puede que en Cuba o Corea del Norte,
pero ese es otro debate).

A nivel local no existen límites, para bien y para mal. ¿Lo de León fue un exceso? Sin duda; aun
así, pocos pueden tirar la primera piedra. Tampoco existen, ojo, estándares mínimos para enjuiciar
a quien sea por difamación. En otras palabras, hemos creado un sistema en el que cualquiera
puede decir lo que le plazca (sea cierto o falso, ofensivo o no) y cualquiera que se sienta ofendido
(con o sin razón) lleve, si desea, dicha amargura a una sala judicial.

Sobre si debería de existir o no un límite, pues se ha reflexionado y escrito demasiado como para
pretender producir una novedosa idea que lo resuelva. En todo caso, quienes deberían debatir el
tema (medios, periodistas y otros) pues parecen muy cómodos con el estándar local: es lo que es
y, si no les gusta, pues da igual.

Pretender definirlo con una ley, por otro lado, será contraproducente además de absurdo (las redes
se encargarán de esto último). Pueden –si quieren– imponerla, a lo que estoy seguro le seguirá
una coreografía de columnas dirigidas a poner a prueba el sistema, ante lo cual, de seguro,
prevalecerá la libertad.

¿Qué hacer? Puede sonar obsoleto, pero estas cosas requieren de un amplio debate para, más
que buscar acuerdos, examinar los puntos de vista y entender, a través del ejercicio, de qué se
trata. Educar, explorar, cultivar, respetar. En otras palabras, intentar la vía de los países
desarrollados.
Nadie es profeta en su propia tierra
Luis Carlos Sarmiento
Nadie es profeta en su tierra y nadie es perfecto. Hay excepciones y ojalá hubiera más. Usar el
sentido de la benevolencia como efecto multiplicador es algo extraordinario. Agradecer en su propia
tierra donde lo han visto crecer es la mayor gracia que se pueda tener. Devolver lo que recibimos
y hacerlo con creces. Eso es lo que ha hecho Luis Carlos Sarmiento Angulo

Él ha hecho muchas obras y tareas por nuestro país, hoy más cuando ha anunciado la creación del
CTIC, el Centro de Tratamiento e Investigación sobre Cáncer, que tendrá más de 100.000 m², con
12 clínicas para el tratamiento de distintos cánceres, laboratorios avanzados en investigación, pero
ante todo será un proyecto de naturaleza social y de vocación de servicio, que parte de una visión
filantrópica. Esperanza y equidad es su lema.

El cáncer es un enemigo que no mira sexo, edad ni situación social. Cuando llega, llega y hay que
tratarlo y erradicarlo, además de prevenirlo, y requiere de la bondad y solidaridad de todos. Cada
año, en Colombia se diagnostican 71.000 nuevos casos de cáncer y se estima que hay más de
300.000 personas en tratamiento. De estos, alrededor de 33.000 mueren. Es así como este centro
será para todos y será pionero en tecnología, tratamiento e investigación sobre cáncer no sólo en
Colombia, sino en la región. Tendrá un concepto de integralidad (comprehensive) que se centra en
el paciente por la atención y asistencia integral, tecnología de punta integrada a la atención y la
investigación.

Luis Carlos Sarmiento ha tenido múltiples preocupaciones por el país y ha invertido tiempo y
recursos en ellas: la vivienda fue la primera, por la justicia con la que invierte en proyectos de
investigación y reformas para su mejoramiento; la educación con la entrega de una sede de
Ingeniería para la Universidad Nacional y Colfuturo, entidad que presidió por más de 20 años y que
ha enviado a más de 13.000 estudiantes al exterior para estudios de posgrado, y la salud, en la que
ha apoyado diversas instituciones públicas. Quiso siempre un hospital y ahora se ha vuelto un
sueño hecho realidad.

Esta es una gran obra, estamos seguros de que servirá de motivación para que haya más grandes
sueños filantrópicos en nuestro país que se conviertan en proyectos de esta envergadura.

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