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El Desamor

¿Cuáles son las primeras señales de que existen problemas en una


relación de pareja? ¿Cuándo es posible una reconciliación, o cuándo
el proceso de "desparejamiento" ha ido demasiado lejos? ¿Por que la
pareja comienza por ocultarse mutuamente la primera información
esencial acerca de que la relación ha entrado en crisis? ¿Por qué un
miembro de esa pareja está mejor preparado que el otro para asumir
las consecuencias de la ruptura? ¿Cómo, y por qué, una persona
descontenta obliga muchas veces a su pareja a iniciar la separación?
¿Y por qué es que tantas personas jamás son capaces de separarse
sicológicamente de sus parejas?

PATRONES DEL DESAMOR


Hay que comenzar por afirmar que en una relación de pareja, una de
las dos personas puede comenzar a alejarse, muchas veces de
manera irreversible, sin que la otra ni siquiera se dé cuenta. Y la
primera gran "chiva" que el siguiente artículo pretende resaltar al
respecto, es que a pesar de que las experiencias personales son
infinitas, al igual que sus causas, toda ruptura amorosa tiene una
especie de "ritmo social", que es semejante en millones de casos
alrededor del mundo, y que consiste en una transición gradual: mucho
antes de que dos personas lleguen a separarse físicamente, se han
separado socialmente, desarrollando amistades, experiencias y
futuros independientes. Y en este proceso, las parejas reaccionan a
su cambiante relación en formas que alteran las definiciones que
tienen sobre sí mismas y las que tienen los demás sobre ellas.
Las transiciones que conducen a las personas fuera de una relación
amorosa tienen ciertas características comunes. Sicológicamente, el
"desparejamiento" ocurre de una manera uniforme -casi ceñido a un
patrón. En el proceso de acabar con una relación amorosa, dos
personas no solamente deben desligar sus pertenencias, sino también
sus identidades. Al contrario de lo que sucede cuando dos personas
se unen en pareja, en el "desparejamiento" deben redefinirse a sí
mismas, tanto ante sus propios ojos como ante los ojos de los demás,
como entidades separadas, nuevamente. Salirse de una relación
amorosa implica una redefinición de uno mismo a varios niveles:
como individuo, frente a su pareja, y frente al contexto social en el
que dicha relación de pareja venía funcionando. A medida que estos
cambios de definiciones se vuelven públicos, primero entre los
miembros de la pareja, luego ante familiares y amigos, y finalmente
ante conocidos y extraños, la respuesta de los demás confirma la
existencia de esos caminos separados que los miembros de esa
pareja han comenzado a recorrer.
El "desparejamiento" se habrá consumado cuando las personas se
hayan definido a sí mismas y hayan sido definidas por los demás en
forma independiente y separada, o sea, cuando la relación de pareja
ya no sea la principal fuente de identidad de sus miembros.

LA TRANSICION
El "desparejamiento" es un proceso basado fundamentalmente en la
transición de dos personas: una comienza antes que la otra. En la
mayor parte de los casos, una persona desea romper su relación de
pareja mientras su compañero desea que esa relación continúe. Y a
pesar de que ambos deben pasar por las mismas etapas que
conducen a la ruptura, la transición comienza y termina en diferentes
momentos para cada uno de los miembros de esa pareja. Muchas
veces, para el momento en que la persona que desea continuar su
relación amorosa descubre que esta se encuentra atravesando por
una grave crisis, su pareja ya se ha alejado, en muchos aspectos. El
rechazado se embarca entonces en una transición que la otra persona
ya había comenzado hacía tiempo.
Estas dos transiciones que conducen a la ruptura de una relación son,
pues las que producen primero la infelicidad o insatisfacción de una
de las partes de esa pareja, que de ahora en adelante se llamará el
"iniciante", y la que se genera posteriormente en la otra persona, que
llamaremos la "pareja", cuando el proceso de "desparejamiento" llega
a su conclusión.
Que estas transiciones tienen semejanza en millones de casos de
rupturas amorosas alrededor del mundo es la tesis principal de un
libro que es en la actualidad un best-seller en los EE.UU., cuyo título
es, precisamente, "El desparejamiento": "La sicología es factible -dice
su autora, Diane Vaughan- precisamente porque el comportamiento
humano está guiado por patrones. Los estudiantes en un salón de
clase tienden a sentarse en el mismo sitio cada día, los asistentes a
conciertos tienden a aplaudir simultáneamente y en intervalos
apropiados, los pasajeros de un ascensor, casi invariablemente, miran
al frente..." y aunque el sendero de cada vida individual es único e
impredecible, toda ruptura de una relación de pareja recorre
invariablemente todas o casi todas las etapas que SEMANA describirá
a continuación para sus lectores.

EL SECRETO
Todas las personas esconden secretos, aun en sus relaciones íntimas.
Las parejas jamás son absolutamente sinceras acerca de sus
antiguos amores, sus sentimientos verdaderos sobre el sexo, amigos,
parientes, finanzas, aspiraciones personales, preocupaciones
laborales, salud, amor, o, en general, sobre la propia vida. Y puede
suceder que precisamente mantener esos secretos sea lo que hace
factible el sostenimiento de esas relaciones de pareja. Si dos
personas que viven juntas conocieran todos los pensamientos de
cada cual, sucumbirían en el tedio. Pero así como los secretos
contribuyen en el mantenimiento de esas uniones, también
contribuyen a su colapso.
El "desparejamiento" siempre comienza con un secreto. Una de las
dos personas, o sea el "iniciante", comienza a sentirse incómodo en la
relación. El mundo que la pareja ha construido en compañía, como
que ya "no casa". A veces, este sentimiento aparece muy pronto.
Antes del matrimonio, el día de la boda, durante la luna de miel...
Pero claro, la insatisfacción puede presentarse también después de
muchos años de matrimonio, luego de un tiempo largo de feliz vida en
común.

LOS PRIMEROS SIGNOS


En algún momento, la pareja insatisfecha intenta remediar la
situación. Para aligerar su descontento particular, la persona
desdichada inicia acciones como la de intentar comunicar a su pareja
que algo va mal en la relación. Transmitir este mensaje es importante,
ya que las negociaciones para rescatar la relación sólo pueden
comenzar cuando ambas partes están de acuerdo con que existe un
problema.
Pero muchas veces el "iniciante" no sabe exactamente en qué
consiste este problema que lo tiene insatisfecho con su pareja, y por
consiguiente, incapaz de articular sus verdaderos sentimientos,
pensamientos y estados de ánimo, no confronta directamente a su
pareja en la forma en que le permitiría a esta entender la naturaleza
del problema. En cambio, el "iniciante" comienza a manifestar su
descontento con indirectas y pistas, a través de actos o en palabras.
Omite, por ejemplo, el beso de las buenas noches, o suelta frases que
relacionan el problema de fondo con los problemas cotidianos que se
viven en la relación: "¿Por qué tienes que reírte tan duro?" o "me
gustaría que llegaras más temprano a la casa, para comer con los
niños". Esto confunde a la pareja, que responde a estas quejas o
actitudes en el mismo nivel en el que han sido planteadas: como
pequeños problemas, y no como el grave problema que amenaza
profundamente esa relación.

CAMBIO, CAMBIO
A veces el "iniciante", en su intento de comunicar su insatisfacción,
trata de corregir las fallas cotidianas de su pareja, en la esperanza
íntima de que logrará hacerla más atractiva, más interesante, y por
consiguiente, mejor como pareja. Y a veces esos cambios se intentan
sobre la apariencia del compañero: "¿Por qué no te adelgazas?" o
"vístete mejor". O "cámbiate el peinado". Pero también pueden
sugerirse cambios de comportamiento, de manera de vestir, de corte
de pelo. O en hábitos como la bebida, o en los amigos, o en las
técnicas sexuales...
Pero estos intentos de cambiar a la pareja, eliminando de ella las
cosas que no gustan con la esperanza de mejorar la relación, no
funcionan en la mayoría de los casos. El problema real, el de que el
"iniciante" no está a gusto con su pareja, permanece oculto bajo el
camuflaje de "pequeñas quejas" sobre la existencia cotidiana.
Entonces los "iniciantes" canalizan sus energías hacia una segunda
dirección. Incapaces de cambiar a sus parejas, intentan cambiar la
relación.
Algunos intentan este cambio añadiéndole un nuevo miembro a la
relación, un bebé, o renegociando las reglas de la misma.
Pero, si a pesar de los esfuerzos del "iniciante" por cambiar su vida en
pareja, el compañero no responde a ellos, la parte insatisfecha puede
resolver hacer esos cambios de manera unilateral, sin el
consentimiento de su pareja, y muchas veces incluso sin su
conocimiento.
El "iniciante", entonces, puede invertir energía adicional en alguna
actividad que ya venía desempeñando, o buscar un nuevo interés. En
este proceso, la persona pretende autovalorarse o reafirmarse a sí
misma a través de una fuente distinta a la de su relación de pareja. Es
en este punto que muchas personas insatisfechas con sus relaciones
resuelven matricularse nuevamente en la universidad o en cursos
especiales, o salir más con amigos, bien para estrechar viejos
vínculos o conseguir nuevos, o crear un estilo de vida que podría
parecer frenético: correr permanentemente de un sitio a otro, con
más compromisos de los que pueden atender, y siempre siendo
esperados en un sitio diferente.
Otros pretenden realizarse en sus trabajos: buscando un nuevo
empleo, para ganar la independencia que da un salario, o aumentando
su jornada laboral.

EL ALEJAMIENTO
Pero nada de esto mejora la relación, pues ninguna de estas
alternativas son compartidas con la pareja. A diferencia de una
relación saludable, en la que ambas personas diversifican sus
actividades pero manteniendo vínculos de interdependencia entre sus
diferentes intereses, el "desparejamiento" se caracteriza por la
búsqueda de alternativas por conductos que debilitan los vínculos, en
lugar de estrecharlos. El "iniciante" comienza a crear un mundo social
del que está excluida su pareja.
Tener otras relaciones amorosas por fuera de la principal es una
alternativa frecuentemente buscada por las parejas insatisfechas, y
en este punto muchos confunden la causa con el efecto. Ese "alguien
más" que tiene la pareja, no es la causa de que las cosas comiencen
a ir mal en la relación, sino la consecuencia de que las cosas estén
yendo mal.
El "desparejamiento" es así de sencillo y simple en sus comienzos. En
el proceso de buscar una autovaloración por fuera de la relación
amorosa, la persona insatisfecha crea un pequeño territorio en el que
empieza a construir una identidad independiente de la pareja. A
medida que pasa el tiempo, el "iniciante" acentúa su visión negativa
de la relación, en forma inversa a lo que sucede cuando dos personas
se sienten atraídas.
Cuando uno se enamora, abstrae todo lo bueno del conocimiento
inicial que logra sobre la otra persana. Se buscan las similitudes y las
compatibilidades. Y a medida que la relación madura, el sentido que
se tiene de la otra persona se ajusta a la realidad: junto con las
características que se admiran de la pareja, también existen fallas y
defectos. Pero cuando uno se desenamora, la percepción sobre la
pareja cambia nuevamente, esta vez hacia las cualidades negativas.
Se redefine a la pareja en términos de sus defectos. Se ven más las
diferencias que las similitudes que se tienen con la otra persona, o se
magnifican sus defectos o sus problemas. Juan José, ejecutivo, 33
años, separado luego de 7 años de matrimonio, recuerda: "Yo no
estaba contento con ella. Nada estaba saliendo bien. Y entonces
quedó embarazada. Yo siempre pensé que el embarazo de una mujer
era la parte más bella de su vida, y cuando ella era más hermosa.
Pero no entendía cómo mi esposa podía parecerme bonita. ¿Cómo
puede ser hermosa una persona que engorda día a día?".
Y no sólo los "iniciantes" redefinen a sus parejas en términos
negativos, sino que reconstruyen la historia de la relación,
reordenando sus recuerdos en una cronología negativa de eventos.
Los buenos tiempos se olvidan, o son neutralizados por el peso de los
malos.

PUBLICANDO EL DESAMOR
A medida que el descontento del "iniciante" se intensifica, los signos
se hacen más visibles. Ya no sólo se lo manifiestan a su pareja, sino a
los demás. A través de una variedad de mecanismos, el "iniciante"
transmite el mensaje de que no todo anda bien en esa relación. Y en
ausencia de su pareja (y a veces hasta en su presencia) el "iniciante"
públicamente manifiesta su descontento.
Uná vez exhibido su descontento, el "iniciante" comienza a disociarse
públicamente de su pareja. Cuando dos personas se unen, comienzan
a actuar en forma tal que públicamente los vincula juntos.
Demuestran dicha conexión a través de gestos de atención y afecto.
Pero cuando dos personas están en proceso de separarse, de romper
su relación, la tendencia, en cambio, es a demostrar desatención y
desafecto.

COMIENZO DEL FIN


¿Cómo es posible que cuando dos personas viven juntas, una de ellas
pueda alejarse tanto sin que la otra lo note siquiera? Para
comprenderlo, es bueno repasar el curso del descontento. En un
comienzo, el "iniciante" mantiene en secreto su insatisfacción. Una
parte fundamental del "desparejamiento" ocurre en el interior de una
de las dos personas, pero a pesar de ello, continúa participando en la
rutina de la vida que comparte con la otra persona. A medida que el
descontento crece, el "iniciante" comienza a tratar de transmitírselo
a su pareja. Pero ese descontento es todavía vago y por consiguiente
difícil de comunicar.

LA CONFRONTACION
Pero estas barreras eventualmente se vienen abajo cuando se
produce la confrontación directa entre la pareja, mediante la cual el
"iniciante" revela finalmente sus secretos a todo color y
dolorosamente detallados.
En esta etapa del "desparejamiento", el "iniciante" confronta
directamente a la pareja, no sólo con sentimientos negativos, sino con
el deseo de terminar la relación. Tomados juntos estos dos mensajes,
son tan poderosos, que la pareja es forzada por primera vez a alterar
el marco de referencia que tenía hasta ese momento de la relación.
Pero el "iniciante" sólo confrontará de manera tan directa a la pareja
cuando posea certeza absoluta sobre sus sentimientos, lo que no
siempre ocurre en esta etapa del proceso.

EL "DESPAREJAMIENTO"
Y finalmente viene la separación. Es la clara seña de que los intentos
de la pareja por reconciliarse han fracasado. Puede ocurrir como
resultado de un acuerdo entre el "iniciante" y su pareja, pero en la
mayor parte de los casos no resultando de la iniciativa del "iniciante".
Para la pareja, la experiencia constituye un período de desorden
emocional y social. La reacción emocional puede ir desde la
depresión suicida a la euforia, mientras que las dimensiones
sicológicas de toda separación -los sentimientos de lástima, furia,
rechazo, miedo, culpa, soledad y ambiguedad- son bien conocidas,
aunque su familiaridad no disminuye su importancia. Menos
comprendidas son las dimensiones sociales que se entrelazan con las
sicológicas.
Los patrones cotidianos de vida se han roto. Sin la otra persona, el
punto cardinal alrededor del cual giraba la vida de la pareja,
desaparece. El status económico, las amistades, los hábitos
personales y la vida sexual, todos al tiempo, requieren una
reorganización.
Y la pareja, ahora sola, repasa sus recuerdos, reviviendo
conversaciones, discusiones, momentos críticos, buscando, entre la
historia de la relación, explicaciones para su ruptura. Y comienza a
redefinir el curso de la relación para adecuarlo a la presente
situación, extractando dolorosamente de ella todo lo negativo. Lo
bueno no se ha olvidado, pero el énfasis está cambiando. La pareja
comienza a descubrir que la relación ha estado en crisis durante
algún tiempo. Y no sólo sufre una pérdida de identidad, sino que
además se tiene que conformar con la sensación de que se han
"rajado" en el examen más díficil de un adulto: la habilidad de sacar
adelante una relación.

LA NUEVA VIDA
El "desparejamiento" no ocurre en el mismo momento para cada
participante. Ambas personas se alejan y realizan la misma
transición, pero la comienzan y terminan en momentos diferentes. Los
"iniciantes", como se ha visto, llevan la delantera. Pero a poco, y con
la ayuda de parientes y amigos, e incentivada por el comportamiento
del "iniciante", la pareja comienza a dejar atrás la relación. Superarla,
sin embargo, no significa renunciar a esa parte de la vida que se ha
compartido con la otra persona, sino llegar a alguna conclusión que
permita aceptar el significado del cambio. Una vez se ha desarrollado
esta etapa, el "desparejamiento" se incorpora a la vida de la persona
y esta puede seguir adelante.
Cuando las dos personas de una relación amorosa se han
"desparejado", adoptando un estilo de vida que confirma su identidad
independiente, habrán quedado nuevamente en libertad de apreciar
tanto las cualidades positivas como las negativas de la pareja y de la
relación. Las definiciones negativas son esenciales para la transición,
pero normalmente son temporales. Cuando las personas alcanzan una
identidad propia, ya no tienen que continuar trabajando en la
disociación de la pareja mediante el recurso de enfocar solamente los
atributos negativos.
LAS HUELLAS
La interacción entre las parejas tiende a disminuir gradualmente. A
medida que el tiempo pasa, las parejas se involucran más en sus
existencias separadas, disminuyendo así la necesidad de interactuar
entre sí. Pero muchas veces los nexos que alguna vez los unieron, se
reflejan en similitudes de hábitos y estilos de vida que parecen
persistir luego de la separación o el divorcio. Estas similitudes
resultan debido a que la interacción de una relación amorosa es más
que un simple factor físico. Las relaciones desarrollan un
complemento intangible basado en gustos, opiniones, actitudes,
valores e ideas que se intercambian y se aprenden. Se crea una
cultura común. Mientras los aspectos físicos de esa relación pueden
separarse, los intangibles no.
Emparejarse cambia a dos personas, de la misma forma que las
cambia el "desparejamiento". Pero en la mayoría de los casos, las
relaciones amorosas no terminan del todo. Cambian, pero no
terminan. Cuanda ambas personas desarrollan su propia identidad, la
antigua pareja puede sostener lazos de amistad o de confianza,
buscándose frecuentemente en pos de consejo o de apoyo.
Desparejarse es correctamente percibido por aquellos que lo
experimentan como una etapa caótica y desordenada. Ambas
personas enfrentan una pérdida y, en consecuencia, cambian. Y
confrontan el mismo dilema en ausencia de la otra persona, ¿quiér
soy?
La búsqueda de la respuesta se caracteriza por patrones tan fuertes,
que el "desparejamiento" puede definirse de acuerdo con sus
propiedades rituales. Pero eso no significa que todos los patrones
apareceran en todos los casos. Muchos pueden ocurrir, pero no
necesariamente todos.
Y como puede suceder que el "desparejamiento" se consume, también
puede ocurrir que todo este proceso conduzca a dos personas al
intento de salvar la relación, y lo logren. Por lo demás, ¿no es la vida
un constante "desparejamiento"? Todos corremos el riesgo de
enamorarnos, divorciarnos, separarnos, perder a los seres queridos
que mueren, o morir nosotros mismos. Constantemente estamos
"desparejándonos" de organizaciones y de individuos. Dejamos atrás
empleos, parientes, compañeros de trabajo, vecindades, hospitales,
colegios y universidades, clubes, hijos y amigos. Y ellos nos dejan
atrás. Y la vida continúa...

LOS DESAMORADOS
SEMANA quiso investigar con algunos colombianos que estuvieron
casados alguna vez, cómo es la experiencia de un rompimiento
sentimental y qué consecuencias deja en cada uno de los
protagonistas.

ASENETH VELASQUEZ (Directora de galería de arte): Mientras el amor


no subsista, no hay posibilidad de convivir, aunque haya hijos y
responsabilidades. Cuando falta amor, no el de los poetas sino el
constante, el diario, el del respeto y la asistencia mutuos, no hay nada
que hacer. Lo que pasa es que es muy difícil aceptarlo, pero en el
momento en que falla un pedacito, falla todo. El amor es algo
completamente creado, que se inventaron en este siglo, porque antes
la gente se reunía por otras razones; se casaba para llenar las
necesidades externas, por eso tenían amantes o lo que fuera y no se
separaban... pero como ahora la gente se va a vivir junta por amor...
DARIO ARIZMENDI (Director del periódico El Mundo): La lección del
proceso de separación es la madurez que esas circunstancias tan
intensas y complejas, le significan a uno humanamente. Fue un
aporte, porque lejos de marcarme negativamente, me enamoró más de
la vida y de sus posibilidades. Por condiciones culturales, sociales y
familiares, buen número de matrimonios de mi generación hicieron
crisis porque la pareja no tenía suficiente claridad sobre lo que la vida
en común significa... pero vida no hay sino una...

JULIO NIETO BERNAL (Director del noticero de T.V. Promec): Para una
carrera tan importante como el matrimonio, que es casi como una
profesión, nadie estudia. Nadie estudia para casado, mientras se
hacen cuatro u ocho años para ser abogado o médico. La primera vez
uno no sabe por qué ni para qué se casa y lo deja todo a la ceguera o
a esa sensación de enamoramiento que lo lleva y por eso no supo uno
cómo preservar algo importante y bello que puede ser una relación
para toda la vida. Pero no se trata de hacer un cursillo de esos de
cristiandad, de dos semanas, sino algo que debe comenzar desde la
casa, desde la pubertad, para ilustrar lo que es verdaderamente una
unidad matrimonial, muy distinta a lo que uno vivió. Es curioso que en
la separación se tienen mucho más cuidados los aspectos legales y
económicos, que los sexuales y familiares: importa más cuánto
rendimiento económico dejó la separación que lo que va a pasar luego
con la familia, con una futura relación.

MARIA ELVIRA SAMPER (Directora del Noticiero de las 7): Nunca


analicé las implicaciones que podía tener unir dos patrones familiares
distintos que pueden formar como dos pirámides invertidas. Una
relación no puede mantenerse cediendo uno de los dos terrenos,
porque cuando el amor se acabó, eso es definitivo; cuando hay
todavía amor, cualquier cosa se rescata. Yo busqué rescatarme a mí
misma, que estaba ahogándome, tenía claustrofobia existencial. Para
la pareja no se necesitan dos medias naranjas completas. Que cada
uno tenga su mundo propio y que la casa sea ese tercer mundo en que
los mundos se encuentran, pero no el mundo exclusivo de un miembro
de la pareja, porque no puede haber uno que sea el apéndice, porque
entonces la convivencia no se enriquece.

NAPOLEON FRANCO (Sicólogo investigador de mercados): Uno


termina dándose cuenta al separarse que quienes lo hacen son
hombres y mujeres encantadores que no padecen al divorciarse
ninguna enfermedad de la que haya que hablar en voz baja. El divorcio
es un hecho triste pero innegable y es tan difícil decir por qué se
enamora la gente, como por qué se desenamora. El amor es una
mezcla de necesidades, preferencias y sentimientos que van
cambiando tanto y uno se casó pensando que era para toda la vida.
Aprende, para la segunda vez, que las relaciones no son perennes y
que hay que cuidarlas. Al comienzo se reúnen por circunstancias de
trabajo o porque quieren tener hijos, pero casi nunca por razones
intemporales. Por eso la relación no aguanta los cambios de la vida
que son tan profundos que de repente se siente uno casado con
alguien que no conoce.
JULIO CESAR LUNA (Director de T.V.): Establecer cuándo empieza el
"desamor" es muy difícil, no se sabe porqué, ni dónde, ni qué causó
ese sentimiento; cuando empieza a aparecer, las dos personas lo
sienten, y finalmente el más valiente es el que plantea la situación, es
el que pone las cartas sobre la mesa, pero generalmente uno de los
dos queda más enganchado que el otro. En el lapso de tiempo en que
el matrimonio se está acabando y no se ha aclarado una situación,
cada uno está buscando su otra parte por otro lado, no
necesariamente otra persona, sino su propia tranquilidad... La
convivencia con otra persona es algo muy tenaz porque uno se vuelve
parte de la otra persona, y cuando esa unión se acaba es como si le
quitaran una pierna, es muy doloroso y difícil. Cada una de las uniones
que he tenido ha sido diferente a la otra, cada una me ha aportado
cosas muy bonitas y diferentes, y en cada una, uno mismo es
diferente.

ALEJANDRO OBREGON (Artista): El matrimonio es como un reloj, es


cuestión de tiempo, es algo donde no existe el desamor, porque un
amor quita otro. Yo no he dejado de querer nunca porque uno quiere
para siempre. El amor no se gasta ni se acaba, se suplanta pero no se
elimina, yo voy en 5 matrimonios y cada uno me ha servido para
conocerme más. Aunque es un poco violento decir eso, pienso que mi
límite llega al número 7, porque yo he oído que en el mundo hay 7
mujeres por cada hombre... "La vida es clara, undívaga y abierta como
el mar...", por lo tanto uno está en el mundo para ver qué le va a pasar
y parar aceptar y recibir todo lo que le caiga.

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