Vous êtes sur la page 1sur 6

DESARROLLO INFANTIL: DE 0 A 6 AÑOS

El desarrollo infantil marca un gran hito en la vida de todas las personas adultas,
aunque éste sigue patrones similares, cada individuo tiene su propio ritmo, que está
condicionado a factores exógenos que tienen amplia incidencia dentro de cada etapa
de crecimiento. La tarea más importante es la relacionada con la educación integral,
estética, moral, laboral y física de los niños, teniendo en cuenta las particularidades
individuales, propias de las distintas edades (Terré, 2018). Es así, que en este ensayo
académico se presenta el desarrollo infantil de los niños y niñas entre los 0 y los 6
años, sin embargo por ser un tema extenso, limitado por las cuartillas solicitadas, se
resumirá en dos grandes bloques a saber: primero de 0 a 3 años y luego de 4 a 6 años,
describiendo aspectos fundamentales como desarrollo físico, cognoscitivo y
psicosocial.

Partiendo del abordaje anteriormente descrito, puede afirmarse que desde el


momento de la concepción el niño o la niña pasa por procesos de desarrollo
impresionante, en el que los factores prenatales, perinatales y postnatales tienen alta
incidencia en el desarrollo biopsicosocial de este ser humano (Terré & Serrani, 2013).
Antes y después del nacimiento, el desarrollo procede según dos principios
fundamentales: el crecimiento y el desarrollo motriz ocurren en sentido descendente y
del centro del cuerpo hacia afuera. La cabeza y el tronco del embrión se desarrollan
antes que los miembros, y los brazos y las piernas antes que los dedos. Como en el
ambiente prenatal es el cuerpo de la madre, por ende todo lo que afecte su bienestar, desde lo
que come hasta su estado de ánimo, altera el ambiente del nonato e incide en su crecimiento.
(Papalia, Feldman, & Martorell, 2012)

Después del nacimiento, inicia el período neonatal que abarca las cuatro primeras
semanas de vida, es el periodo de transición del útero, donde el feto pasa de ser
sostenido enteramente por la madre, hasta la existencia independiente. Los bebes
tienen un reloj interno que regula sus ciclos diarios de hambre, sueno y eliminación y
quizá sus estados de ánimo. Estos ciclos periódicos de vigilia, sueno y actividad, son
los que rigen los estados de alerta de un bebe. (Papalia, Feldman, & Martorell, 2012)
Es por ello que el recién nacido necesita establecer y fortalecer un vínculo interno con
el grupo más cercano de personas (familia, estimuladores) a fin de desarrollar en forma
sana sus emociones y sus efectos. (Terré & Serrani, 2013)

Al analizar este período de tiempo desde la perspectiva de Piaget, se afirma que


los niños entre los 0 y 3 años de edad se encuentran en un período sensomotriz, que
se caracteriza básicamente por la habilidad que desarrolla el infante a partir del
movimiento y su curiosidad. Esta acción les permite desarrollar su percepción
sensorial, al poner en línea el sistema nervioso central, músculos y huesos con el
ambiente, ofreciendo las oportunidades correctas para explorar y practicar. No
obstante, aunque el desarrollo motriz sigue una secuencia casi universal, su ritmo responde a
ciertos factores culturales. Aunque es casi imposible medir la inteligencia de los infantes,
si se puede evaluar el funcionamiento del desarrollo. (Papalia, Feldman, & Martorell,
2012)

Las pruebas de desarrollo comparan el desempeño del bebe en una serie de


tareas con normas establecidas a partir de la observación de lo que muchos infantes y
niños pequeños pueden hacer a ciertas edades, es por ello que acciones como
sentarse y levantarse sin apoyo, reconocer a personas no familiares pero que
pertenecen a su entorno cotidiano, repetir sonidos que otros hacen, reconocer los
espacios básicos de su entorno habitual y participar en actividades que se le proponen,
son característicos de los niños entre los 0 y 3 años. (Garrido, Rodríguez, Rodríguez, &
Sánchez, 2008)

Otro aspecto destacable de esta etapa es la aparición y consolidación del


lenguaje, evidenciándose el desarrollo de operaciones mentales que reflejan procesos
cognitivos superiores como memoria, atención y pensamiento. Este último aspecto
hace que el desarrollo de los niños en este grupo etario, requieran la búsqueda de
formas de aprendizaje más efectivas y económicas, dentro de las condiciones de la
educación de grupos. Estas formas son las actividades programadas y los juegos
didácticos que pueden ser ejecutadas por vías formales o por vías no formales (Terré &
Serrani, 2013).
Es por ello que el enfoque individual en la educación de los niños es necesario,
porque desde el momento que nacen se manifiestan en ellos las diferentes
particularidades tipológicas del sistema nervioso. Unos niños se excitan con facilidad,
en algunos predominan los procesos de inhibición, y en otros, la debilidad de los
procesos nervioso se combina con una acentuada sensibilidad hacia las influencias de
diferente género. Además, en los niños pueden manifestarse distintas inclinaciones en
la esfera de los movimientos o de la propia sensibilidad ante determinados tipos de
estímulos (visuales, auditivos), lo que se relacionan con las particularidades naturales
de los analizadores correspondientes. (Terré, 2018)

El período comprendido entre los 4 y 6 años de edad se conoce como niñez temprana, en
esta etapa los niños adelgazan y crecen mucho. Necesitan dormir menos que antes y
han mejorado sus habilidades para correr, saltar sobre un pie, brincar y lanzar la pelota.
Además, pueden atarse los cordones de los zapatos, dibujar con crayolas y servirse la
comida; tambien empiezan a mostrar preferencia por usar la mano derecha o la
izquierda. Los niños crecen con rapidez, aunque menos que antes, empiezan a perder
su redondez infantil y a adquirir la apariencia delgada y atlética de la niñez. El tronco,
los brazos y las piernas se hacen más largos. A los seis años el cerebro ha alcanzado
casi 95% de su volumen máximo, pero existen grandes diferencias individuales. El
desarrollo del cerebro repercute en otros aspectos del desarrollo, como en el
incremento de las habilidades motoras y cognitivas. (Papalia, Feldman, & Martorell,
2012)

Jean Piaget llamó a la niñez temprana etapa preoperacional del desarrollo


cognoscitivo porque en esta etapa los niños todavía no están listos para realizar
operaciones mentales lógicas. Los avances hacia el pensamiento simbólico son
acompañados por una comprensión cada vez mayor del espacio, la causalidad, las
identidades, la categorización y el número. (Garrido, Rodríguez, Rodríguez, & Sánchez,
2008) En esta etapa, los niños también llegan a entender que el pensamiento se realiza
dentro de la mente; que puede tratar con cosas reales o imaginarias; que alguien
puede estar pensando en una cosa mientras hace o mira algo distinto; que una persona
con los ojos y los oídos cubiertos puede pensar en los objetos; que es probable que
alguien que parece pensativo esté pensando; y que el pensamiento es diferente de ver,
hablar, tocar y conocer.

De igual forma, durante la niñez temprana los niños incrementan sus niveles de
atención, así como la rapidez y la eficiencia con que procesan la información, y
empiezan a formar recuerdos de larga duración. En el lenguaje, muestra avances en su
vocabulario, gramática y sintaxis, llegan a reconocer mayor cantidad de palabras
verbales y expresivas. Esta rápida expansión del vocabulario puede ocurrir por medio
del mapeo rápido, que permite al niño captar el significado aproximado de una nueva
palabra después de escucharla solo una o dos veces en la conversación. Con una
mejor pronunciación y gramática, se hace más fácil que los otros entiendan lo que
dicen los niños. (Papalia, Feldman, & Martorell, 2012)

En el aspecto psicosocial los niños en este grupo etario tienen su propio


autoconcepto y autoestima. Por ello, cuando la autoestima es alta, un niño se siente
motivado para conseguir lo que desea, porque la comprensión emocional aumenta su
nivel de complejidad con la edad. (Papalia, Feldman, & Martorell, 2012)

Desde lo anteriormente referenciado puede evidenciarse que el control del


desarrollo del niño debe tener carácter integral, en la medida en que los ítems a evaluar
estén relacionados con el estado de salud, el desarrollo psíquico y físico de los niños,
así como el de su comportamiento. Tampoco debe desconocerse que el desarrollo del
niño está vinculado indisolublemente con la educación, privilegiando al acto estimular y
otorgando al estimulador el papel de mediador en la zona de desarrollo próximo, que
no es más que la brecha entre lo que ya son capaces de hacer y lo que todavía no
están del todo listos para realizar por sí mismos. (Terré & Serrani, 2013)

De igual forma, la adecuada estimulación en los niños de 0 a 6 años determina el


nivel de desarrollo físico-psíquico del niño, porque relación que se produce entre el
sistema de actividades que influye sobre el niño y la madurez alcanzada por su
organismo, es estrecha, dadas las condiciones en las que producen las reacciones
esperadas. Por lo anterior, numerosos autores han demostrado que la acción de
estimular tiene que estar precedida de un desarrollo cognitivo, físico y de autonomía
social que le permita responder a los estímulos recibidos. (Terré, 2018)

Por otra parte, siendo consecuentes con lo expuesto en el marco del discurso de
este ensayo académico, este desarrollo que caracteriza los niños entre los 0 y 6 años,
se debe en gran medida al juego. Siendo esta actividad, soporte vital para el
aprendizaje del infante, a través de él conoce el mundo que lo rodea, se fortalece física
y socialmente, además de enriquecerse con las experiencias que de una forma u otra
moldearán rasgos positivos en su carácter. (Terré, 2018)

A partir de esta caracterización, queda clara entonces la importancia del


adecuado desarrollo y la riqueza en estímulos que deba brindarse y potenciarse en los
infantes, como garantía del éxito no sólo académico, sino también social y de su
carácter. Así como también, de la adquisición y dominio de habilidades de
pensamiento que coadyuven en su desarrollo personal.
BIBLIOGRAFIA

Garrido, M., Rodríguez, A., Rodríguez, R., & Sánchez, A. (2008). El niño de 0 a 6 años.
La Rioja, España: Universidad La Rioja.

Papalia, D., Feldman, R., & Martorell, G. (2012). Desarrollo Humano. 12a Edición.
México: McGraw Hill.

Terré, O. (2018). Compendio de Lecturas. Neurodesarrollo. Barranquilla: Universidad


del Atlántico.

Terré, O., & Serrani, M. (2013). Neurodesarrollo infantil: Pautas para la prevención y la
orientación de las alteraciones del desarrollo infantil en edad temprana. Buenos
Aires: Dunken.

Vous aimerez peut-être aussi