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Desarrollo Directivo
INDICE
INDICE........................................................................................................................................................................... 3
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La contabilidad empresarial, los costes y el beneficio
1.1.1. La empresa
Podemos definir a la empresa, desde un punto de vista económico, como una organización
productiva.
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2. Es productiva porque su función última es crear utilidad (valor) para las personas, es
decir, resultar útil para la sociedad.
Desde un punto de vista material los seres humanos no somos realmente creadores,
sino más bien transformadores de las cosas que ya existen en otras distintas. La
auténtica creación humana radica en lo siguiente: que lo obtenido de la transformación
física (producto) tenga más valor para la gente que todo lo que se sacrificó para
obtenerlo (factores productivos). Cuando esto ocurre, cuando se crea valor, se obtiene
más dinero por el producto que lo pagado por los factores utilizados. Es decir, se
consigue un beneficio, que la empresa distribuirá entre los distintos agentes interesados
según un sistema de reparto justo, previamente acordado.
Transformadora
b) productiva
Creadora de valor BENEFICIO
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La contabilidad empresarial, los costes y el beneficio
En general los agentes interesados proporcionan a la organización algún recurso que les es
propio (dinero, mercancías, trabajo…) esperando recibir a cambio otra cosa distinta y más
valiosa (dinero, productos). Es decir, esperan obtener un beneficio por su participación.
Obsérvese que todas las personas que integran estos grupos buscan una ganancia personal,
pero que solo pueden conseguirla a partir del éxito de una entidad interpuesta: la empresa. La
ganancia individual se obtiene, exclusivamente, por el reparto de la ganancia común obtenida,
es decir del valor creado por la organización y del dinero que a cambio de éste entrega el
mercado.
Pero, ¿cómo obtener esta ganancia común y proceder a su reparto? La empresa no es,
evidentemente, una persona física, sino una forma de organización integrada por los agentes
interesados. Por ello no puede actuar por si, separadamente de los individuos y grupos que la
integran. Es necesario, entonces, que algunos de éstos la representen, coordinando al resto
para lograr entre todos el objetivo empresarial, que no puede ser otro que la obtención de aquel
beneficio o ganancia común a la que nos referíamos antes.
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actuar en nombre de la empresa y hacer que ésta alcance el beneficio que constituye
su razón de ser.
Como hemos dicho, el agente interesado entrega a la empresa dinero, recursos, trabajo, etc.
buscando un interés. No obstante, en la mayoría de los casos, la obtención de ese interés no
es automática, ni está garantizada. Es preciso esperar un tiempo, lleno de incertidumbre, desde
que se cede el recurso hasta que se percibe la remuneración.
¿Qué clase de información debería suministrar entonces la empresa a sus stakeholders para
mantener su colaboración y asegurar su propia supervivencia?
La respuesta a esta pregunta es distinta, según nos refiramos a los grupos de interés gestores
o no gestores:
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La contabilidad empresarial, los costes y el beneficio
Así pues, las dos preguntas principales del stakeholder no gestor serían:
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La empresa actúa a través de los individuos que la componen, los cuales son limitados por
naturaleza. No obstante, las limitaciones de las personas se resuelven, en gran medida,
mediante el trabajo conjunto y la división de tareas.
La parte más esencial de dicha información será aquella a la que nos referíamos en el párrafo
anterior, la destinada a cubrir las necesidades de los grupos de interés. Denominamos
“contabilidad” a la parte del sistema de información empresarial que se ocupa de elaborar y
distribuir esta información.
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La contabilidad empresarial, los costes y el beneficio
Recordemos, en primer lugar, que la contabilidad de gestión está diseñada para atender las
necesidades específicas de información del grupo encargado de conducir a la empresa hacia
sus objetivos (Directores o Gestores).
Estas necesidades informativas aparecen cuando los gestores desarrollan las cinco funciones
básicas de las que consta su trabajo: planificación, organización, gestión del personal,
dirección y control.
Estas cinco tareas comienzan con el establecimiento de los objetivos a alcanzar y de las
acciones a realizar para ello (planificación). Continúan con la búsqueda de los medios
materiales (organización) y humanos (personal) para llegar a los objetivos, así como por su
activación y mantenimiento en un nivel óptimo de funcionamiento (dirección). Finalmente, es
necesario comparar el fruto del trabajo realizado en relación con los objetivos planificados
(control).
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Esta última actividad, la de control, permite la reflexión sobre la utilidad o no de las acciones
realizadas, e inspira a su vez la planificación del siguiente periodo que, a su vez, condiciona la
organización y ésta la gestión de personal...etc.
Así pues, y aunque las cinco actividades sean importantes, la primera y última son
especialmente significativas, pues condicionan la realización del resto. La información
necesaria para desarrollarlas es proporcionada por la contabilidad de gestión.
La contabilidad de gestión tiene por función suministrar al gestor la información necesaria para
desarrollar las funciones directivas de planificación y control.
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Esta información sobre “lo que se debería alcanzar”, que se contrastará más tarde con
“lo realmente logrado” es proporcionada por la contabilidad presupuestaria.
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La contabilidad empresarial, los costes y el beneficio
2. LOS COSTES
Observemos ahora que las empresas no actúan como entes aislados, sino integradas en el
seno de sociedades complejas que se caracterizan por desarrollar economías de mercado. En
ellas, las actividades de adquisición de factores y venta de productos se realizan a través de
una institución con reglas propias, el Mercado, que utiliza el dinero como soporte para el
intercambio.
Por eso, junto a aquel proceso de producción en el que se adquieren factores que se
transforman en productos, la empresa ha de desarrollar otro, de naturaleza monetaria o
financiera. En él los productos fabricados se “transformarán” a su vez en dinero, y el dinero en
nuevos factores productivos.
CICLO ECONÓMICO
COSTES INGRESOS
RESULTADO
(I – C = R)
CICLO FINANCIERO
PAGOS COBROS
TESORERÍA
BALANCE
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La función de la empresa es hacer más valiosos los bienes a disposición de la sociedad. Para
ello toma temporalmente ciertos recursos en manos de los particulares (grupos de interés) y los
somete a una serie de transformaciones denominadas, en su conjunto, “proceso productivo”.
Los bienes utilizados en dicho proceso se denominan “factores productivos” y aquello en lo que
se transformarán, “productos”.
Ingresos y costes
Es importante tener en cuenta que los factores productivos y los productos tienen utilidades
distintas y son, por tanto, económicamente diferentes. Cuando un factor se convierte en parte
de un producto ya no puede ser utilizado como factor. Es decir, su utilidad como factor se
pierde.
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Por ejemplo, supongamos que disponemos de cierta cantidad de papel en blanco y decidimos
fabricar con él un libro. Al final del proceso productivo el papel seguirá existiendo físicamente
en forma de página impresa, pero el valor que tenía como hoja en blanco se habrá perdido.
Como ocurría en el ejemplo del papel, no siempre es el factor mismo el que queda destruido,
sino la utilidad que poseía como bien independiente. En realidad, desaparezca físicamente o
no, el factor productivo ya no existe desde un punto de vista económico, pues su valor ha
quedado incorporado a un bien distinto: el producto.
Los productos son, naturalmente, propiedad de la empresa que los fabricó. Podemos estimar el
valor que para la organización tienen sus productos por la suma de sacrificios que realizó para
conseguirlos. El valor del producto para la firma será su coste de producción, es decir, la suma
de los costes necesarios para obtenerlo.
Pero los productos no se realizan para satisfacer necesidades propias de la organización, sino
para ser cedidos a los clientes y aprovechados por éstos. A causa de la diferencia de
necesidades entre empresa y clientes, el valor de los productos para unos y otra será diferente.
Lo esencial, desde el punto de vista económico, es que el producto resulte de mayor utilidad a
los clientes que a la empresa. Es decir, su valor de mercado (precio de venta) habrá de ser
superior a la suma de los valores consumidos para obtenerlo (costes del producto).
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Supongamos que en un cierto periodo contable la suma total de los costes de producción,
comerciales y de administración incurridos por cierta empresa es “C”, y la suma de sus
ingresos, “I”. O, dicho con otras palabras, que tomó del mercado, y consumió luego, un
conjunto de factores productivos cuyo valor o utilidad era C (costes), devolviendo más tarde
productos por valor I (ingresos).
R=I–C
Si la empresa cumple las funciones para las que ha sido constituida, es decir si crea valor, el
importe de los ingresos (valor de los productos vendidos) será superior a la suma de sus costes
(valor de los factores productivos comprados y sacrificados), es decir obtendrá resultados
positivos (beneficio).
Es por ello que decimos que la función de la empresa es la creación y distribución de valor, es
decir, la obtención y reparto de beneficio para todos sus stakeholders.
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La empresa entrega valor no solo a través de sus productos o servicios, sino también con la gestión de su liquidez.
Existirán por tanto ingresos por ventas (entrega de productos o servicios), e ingresos financieros (inversión del
dinero sobrante). Aunque para simplificar hablaremos de ingresos como sinónimos de ventas, es preciso recordar
que en la práctica los ingresos tienen también un componente financiero.
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La contabilidad empresarial, los costes y el beneficio
Para obtener los factores productivos necesarios (recursos naturales, dinero, trabajo), la
empresa solicita la colaboración de los propietarios de aquellos. Éstos se convertirán en
“agentes interesados” (empleados, proveedores, etc.), al entregar los factores requeridos a
cambio, generalmente, de un precio en dinero igual a su valor de mercado.
Por lo tanto, si la empresa necesita factores productivos con un valor C, deberá obligarse a
entregar a sus propietarios un importe en dinero igual a C.
Del mismo modo, cuando sirve su producto a los clientes (otro grupo de interés), es a condición
de cobrar de ellos un importe en dinero I, o sea al valor de mercado que llevan incorporado los
productos que les entrega.
Es preciso tener muy claro que, aunque tengan el mismo valor monetario, una cosa es el
ingreso y otra el cobro, del mismo modo que una cosa es el coste y otra distinta el pago.
Ingresos y cobros deberían ser iguales en valor, salvo que se cediera gratuitamente cierta
cantidad de productos o servicios, del mismo modo que deberían ser iguales los costes y los
pagos. No obstante, en la práctica no siempre sucede así. Por ejemplo, una cosa son las
ventas, que realiza el departamento comercial, y otra diferente el cobro de dichas ventas por el
departamento de administración. Como es sabido, y a pesar de los esfuerzos de la compañía,
no siempre consigue cobrarse todo lo que se vendió.
Una empresa eficiente al producir y vender tendrá buenos resultados (elevada creación de
valor y, en consecuencia, altos beneficios). Pero si no consigue cobrar de sus clientes, los
resultados no se concretarán en un incremento de patrimonio. Como consecuencia, la
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Por lo tanto, tan necesario es para los directivos controlar el flujo económico o productivo como
el financiero. Como ya se ha dicho repetidamente, la contabilidad de gestión proporciona las
herramientas necesarias para el control económico (resultado analítico) y la contabilidad
financiera las del control financiero (balance, estado de tesorería).
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La contabilidad empresarial, los costes y el beneficio
la actividad de apoyo: crea las condiciones para que las dos funciones anteriores
puedan llevarse a cabo con normalidad. Así, por ejemplo, el departamento de
Aprovisionamiento realiza las actividades de compra y almacenaje de materiales para
la producción, así como la conservación de los productos hasta su venta.
Así, este segundo ciclo se convierte en una especie de “espejo” de lo que ocurre en el
económico.
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Las múltiples actividades de cobro y pago propias del ciclo financiero generarán en la
firma situaciones temporales de exceso y defecto de dinero, siendo preciso gestionar
tanto los periodos de escasez como los de abundancia.
Así pues, y en resumen, el valor creado por la empresa (y el beneficio al que dicha
creación le hace acreedor), tiene dos componentes:
el valor financiero, creado por la gestión de la liquidez y, en último extremo, del dinero
(tesorería). Se recoge en la cuenta de Pérdidas y Ganancias y, frecuentemente,
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La contabilidad se propone recoger, valorar y representar los sucesos esenciales de los ciclos
económico y financiero, con el propósito de dar apoyo a los grupos interesados en su proceso
de toma de decisiones. Uno de sus documentos principales, el encargado de informar sobre los
valores creados y destruidos por la organización en un periodo determinado, se denomina
cuenta de Resultados o, simplemente, Resultado.
En realidad no disponemos de uno, sino de dos cálculos diferentes del Resultado: la cuenta de
“Pérdidas y Ganancias”, proporcionada por la contabilidad financiera, y el “Resultado Analítico”,
ofrecido por la contabilidad de gestión.
Como vimos en el tema anterior, cada una de las dos contabilidades se dirige a cubrir las
necesidades informativas de grupos de interés distintos. Así, la cuenta de Pérdidas y
Ganancias va destinada a informar del posible beneficio o pérdida a los grupos de interés no
gestores. El Resultado Analítico, por su lado, se dirige a aquellos grupos responsables de
tomar las decisiones necesarias para que el beneficio empresarial pueda conseguirse
(directivos, consejo de administración).
Así, podríamos decir que, en lo que a la medida de la creación de valor se refiere, la cuenta de
Pérdidas y Ganancias es genérica, aproximada y principalmente informativa. La cuenta de
Resultado Analítico es precisa, detallada y destinada a la toma de decisiones.
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Como ya hemos tenido ocasión de mencionar en el tema anterior, estos tres documentos
(Balance, Tesorería y Resultado Analítico) se convierten, de hecho, en el núcleo informativo de
la contabilidad presupuestaria y en la base para el control de gestión, las dos áreas que junto a
la contabilidad de costes configuran la contabilidad de gestión.
El Resultado Analítico se define pues, como la diferencia entre los valores totales entregados
al mercado (ingresos) y los destruidos para producir aquella entrega (costes),
independientemente del momento en que se cobre o pague por ellos o del riesgo de que
dichos cobros o pagos finalmente no se produzcan.
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La contabilidad empresarial, los costes y el beneficio
Los ingresos analíticos propiamente dichos están constituidos por las ventas de la compañía
relativas a su actividad de explotación, así como por toda otra prestación de similar naturaleza,
aunque fuera gratuita. Recalcamos una vez más que en la definición de ingreso hablamos de
entrega de valor, sin especificar si se cobrará o no por ella.
En el caso, por ejemplo, de una empresa que preste servicios gratuitos a una compañía de su
mismo holding, a la hora de calcular sus ingresos será preciso evaluar el precio de mercado de
aquellos servicios y añadirlo, como una venta más, al resto de los ingresos.
Análogamente entenderemos por coste los consumos razonables de los factores productivos
empleados en explotación. O, dicho con otras palabras, deberemos considerar todos los
consumos de factores creadores de valor en relación con la actividad empresarial normal,
independientemente de si se han pagado o no e, incluso, en el caso de que sean gratuitos.
En consecuencia, la empresa que en el ejemplo anterior recibió una prestación gratuita de una
entidad de su mismo holding, deberá valorar dicha prestación a precio de mercado y
atribuírsela como coste, exactamente igual que si hubiera negociado el servicio con una
compañía tercera.
Definidos de esta forma los ingresos y costes, su diferencia nos informará del valor que
realmente ha creado la firma en su ciclo económico, independientemente de la gestión que
realice en su ciclo financiero. Esta diferencia entre ingresos y costes es lo que se denomina,
propiamente, resultado analítico.
Advirtamos, por último, que la contabilidad analítica no ofrece solo una información resumida
del resultado obtenido (la cuenta de Resultado Analítico), sino que presenta también el
desglose o detalle (de ahí su denominación de analítica) de la génesis y composición de aquel,
es decir del proceso mismo de creación de valor de la compañía. Se trata de una información
operativa, diseñada expresamente para ayudar en la toma de decisiones que tiendan la
optimización del proceso.
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Analizaremos en detalle la cuenta del Resultado Analítico y los documentos anexos a la misma
en un epígrafe posterior, pues antes es necesario estudiar con más profundidad la naturaleza y
diversidad de uno de sus dos componentes principales: los costes.
O bien, en una acepción más amplia, con el objeto de abarcar también los consumos de
naturaleza financiera:
Si, por ejemplo, destinamos a un operario ineficiente a fabricar cierto jarrón de cerámica y
observamos que para obtener una unidad de producto consume 1,5 kg de arcilla cuando lo
apropiado sería utilizar solo 1 kilo, deberemos computar como coste exclusivamente el
consumo de este kg necesario. El medio kilo gastado en exceso se identificará como
subactividad o, si se quiere, como coste de subactividad, si bien teniendo presente que en esta
última expresión hay una cierta contradicción.
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La contabilidad empresarial, los costes y el beneficio
Clasificar los costes según diferentes criterios es algo parecido a enfocar un objeto desde
distintos ángulos. Resulta útil, en primer lugar, para obtener una visión más completa de la
naturaleza de aquello que deseamos estudiar. Por otro lado, la variedad de las decisiones a
tomar en el ámbito de la empresa y la distinta naturaleza y características de los costes hace
que, según las ocasiones, sea conveniente actuar sobre una cierta categoría de ellos y no
sobre otras.
Será recomendable, por tanto, que nos detengamos a considerar, siquiera sea brevemente,
las principales variedades de costes que se nos presentan en el día a día de las empresas.
Dada la gran diversidad de factores productivos, presentar aquí una lista detallada de los
posibles costes por naturaleza podría ser poco operativo. Así, parece lo más indicado seguir el
ejemplo del PGC, y presentar solo los principales grupos o categorías que encontramos en la
actividad normal de las empresas:
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materias primas y auxiliares: son los materiales que constituyen el “cuerpo” o soporte
físico del producto. Se diferencian, como veremos después, en que las primeras son
costes directos y las segundas indirectos.
2. Costes de personal: es el valor del trabajo que las personas en plantilla realizan para la
empresa. Está constituido por los sueldos y salarios brutos y la seguridad social a cargo
de la empresa.
Arrendamientos (alquileres)
Primas de seguros
Publicidad y propaganda.
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La contabilidad empresarial, los costes y el beneficio
5. Costes financieros: es decir el coste del “alquiler” del dinero ajeno que empleamos en el
ciclo de explotación.
6. Otros costes: Se incluyen en esta categoría, de carácter residual, todos los costes que
no tengan cabida en las anteriores. Por ejemplo, los tributos.
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COSTES
(por naturaleza)
.consumos materiales
.gastos personal
.amortizaciones
…etc.
INGRESOS
Cuando es posible conocer objetivamente y con exactitud la cuantía en que un coste ha de ser
atribuido a los centros o productos responsables de su consumo, decimos que dicho coste es
directo. En caso contrario lo denominamos indirecto.
Aunque sería muy conveniente que todos los costes de la empresa fueran directos para poder
determinar la persona o departamento responsable de su existencia y, en su caso, de su
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La contabilidad empresarial, los costes y el beneficio
Supongamos que hemos decidido desplazarnos a cierto gran almacén para comprar un DVD
que nos interesa. El precio del articulo es de 12 euros, y el del transporte de ida y vuelta, 2
euros.
Si preguntáramos ahora a las mismas personas de antes cuánto nos costó el DVD,
recibiríamos no menos de cuatro o cinco respuestas diferentes, sin que fuera posible decidir
cuál de ellas es más razonable. Alguno diría que el DVD ha costado 13 euros, pues deberemos
distribuir el transporte por partes iguales entre los dos artículos adquiridos. Otro afirmaría que
eso no tiene sentido, que el DVD sigue costando 14 euros, porque lo que se deseaba
inicialmente era este producto, no importando si se ha aprovechado el viaje para realizar
alguna otra compra. Un tercero preferiría repartir el coste de transporte en proporción a los
precios de los dos artículos, etc.
¿Qué ha ocurrido para convertir lo que antes era concordancia total en completo desacuerdo?
Sencillamente que el transporte, que originalmente era un coste directo (cuando solo se
compraba el DVD), al adquirir también el libro se convirtió en indirecto.
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Desarrollo Directivo
COSTE TOTAL 20 ? ?
La existencia de costes indirectos, en este caso de transporte, nos obliga a tomar una decisión.
Es preciso seleccionar una “clave de reparto”, es decir un criterio lógico para poder distribuirlos
pues, de no ser así, jamás podríamos calcular los costes totales de nuestros productos o
servicios.
En este caso, por ejemplo, podemos decidir que la clave de reparto sea en función del precio
de compra de los artículos. Como el DVD costó el doble que el libro, deberá soportar también
el doble de coste de transporte.
El problema es que nuestra decisión tendrá un elevado grado de subjetividad, al existir otras
opciones igualmente razonables que también podrían haberse tomado. Según sigamos una u
otra alternativa la clave de reparto será distinta, al igual que el coste total de aquello que
estemos calculando. Esto produce, naturalmente, una gran inseguridad a la hora de tomar
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La contabilidad empresarial, los costes y el beneficio
Obsérvese que un coste no es por naturaleza directo o indirecto (nuestro coste de transporte
era, al principio, directo y luego indirecto), sino que lo es solo en relación con los centros o
productos responsables de su consumo. Por otro lado, y como ya hemos dicho,
frecuentemente un coste indirecto puede convertirse en directo si la empresa está dispuesta a
gastar lo necesario para su control. Por ejemplo, el coste de teléfono en una empresa con una
sola línea será indirecto de los centros, pues la cifra de consumo será única para toda la
organización. Pero si instalamos una línea telefónica distinta para cada departamento,
podemos convertir ese coste en directo.
b. Los productos
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responsable de cada consumo y el motivo por el que lo realizó; es decir, cual es la utilidad que
se nos promete a cambio del factor sacrificado.
En las empresas quienes proceden a los consumos son las personas, pero no para satisfacer
necesidades propias, sino para realizar las tareas asignadas al grupo de trabajo al que
pertenecen. Así que, en realidad, los consumidores últimos son los propios departamentos o,
más precisamente, las divisiones de estos (secciones).
Como el destino de los factores es ser consumido por una u otra subdivisión de la organización
es importante que, partiendo de la clasificación de costes por naturaleza, podamos llegar a otra
en la que los costes se clasifiquen por destino, es decir, por centros consumidores. El
procedimiento para ello es ir atribuyendo cada uno de los costes a los departamentos o
secciones responsables de su utilización. Esta tarea de asociar los consumos realizados a los
centros o los productos que los motivaron se denomina “imputación”.
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La contabilidad empresarial, los costes y el beneficio
el consumo de materias primas: Los materiales más relevantes para la fabricación del
producto se controlan desde el almacén, estableciéndose en los albaranes de salida
a qué productos van destinados y en qué cuantías. Estos materiales son las
“materias primas”.
la mano de obra directa (M.O.D.): También se controla con exactitud, mediante partes
de trabajo, el número de operarios que trabajan en la fabricación de cada producto y
el tiempo que destinan a ello. El coste de personal correspondiente a estas horas se
denomina Mano de Obra Directa.
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COSTES
COSTES PRODUCTOS
(por naturaleza)
.consumos materiales
.gastos personal
.amortizaciones COSTES
…etc.
DE LOS CENTROS
RESULTADO
ANALITICO
INGRESOS
Es preciso advertir que el esquema que presentamos aquí está simplificado y tiene por
único objeto dar una idea general de las primeras operaciones en el proceso de cálculo
y análisis de los resultados. Lo completaremos y aclararemos convenientemente más
adelante.
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La contabilidad empresarial, los costes y el beneficio
Otra clasificación de gran importancia es la que divide a los costes en fijos y variables.
Coste fijo es aquel que no varía en relación con una cierta actividad.
Así, un coste fijo de ventas será el que permanece constante independientemente del número
de unidades vendidas. Ejemplos de este tipo de costes serían: el alquiler de las oficinas de
venta o su amortización si el local fuera propio, la parte fija del salario de los vendedores, el
coste de limpieza y seguridad de las oficinas, etc.
A causa de ciertas características que poseen, y que analizaremos a continuación, a los costes
fijos se les denomina frecuentemente “costes escalonados” y también “costes de estructura”.
Decimos que un coste es variable cuando cambia en relación con la actividad de referencia.
Ejemplos de costes variables de producción (los que varían según la actividad de la fábrica)
serían los materiales consumidos, las horas de trabajo de los obreros que se ocupan de la
transformación o el desgaste de las máquinas utilizadas en el proceso. Las comisiones de los
vendedores serían un ejemplo de coste variable comercial.
Es importante resaltar que un coste no es fijo o variable por naturaleza, sino que lo es en
relación con cierta actividad. Por ejemplo, el gasto de personal de administración normalmente
será fijo, en tanto que el gasto de personal de los vendedores será, al menos en lo que
respecta a las comisiones de venta, variable.
Por otra parte, el que un coste sea fijo no quiere decir que no varíe de ninguna manera. Es fijo
exclusivamente respecto a la actividad de referencia, pero podría cambiar en relación con
otros factores.
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Es por esto que los costes fijos se llaman también “escalonados”. Los costes fijos permanecen
constantes en relación con la actividad, pero si por algún motivo ajeno a ésta suben, lo harán
de golpe, quedando constantes en un nivel superior. Lo comprenderemos mejor si observamos
la imagen siguiente.
El vehículo es capaz de transportar 500 unidades por periodo, con un coste de alquiler de
1.000 €. Mientras las unidades que se deseen distribuir sean inferiores a 500, el coste del
alquiler permanecerá constante (1.000 €). Sin embargo, si se superan las 500 unidades, y sin
llegar a 1.000, será preciso alquilar dos furgonetas, con lo que el coste será de 2.000. Este
importe permanecerá fijo hasta que se necesite superar las 1.000 unidades distribuidas, con lo
que el coste subirá otro “escalón”, etc.
De ahí que, en la figura, los costes fijos (Cf) aparezcan formando una “escalera” (escalonados).
El consumo de gasolina, al ser un coste variable (Cv), será proporcional a los kilómetros
recorridos. Por eso lo vemos representado como una recta con su origen en el punto cero, y
dotada de cierta pendiente.
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La contabilidad empresarial, los costes y el beneficio
Cv
€
Cf
2.000
1.000
0 500 1.000
Unidades transportadas (Cf)
Kms recorridos (Cv)
Los costes fijos se producen a causa de las instalaciones de la empresa y dependen en gran
medida del tamaño y capacidad productiva de aquella. Por eso se denominan también “costes
de estructura”. Están constituidos, principalmente, por los costes de amortización (o alquiler)
del inmovilizado, una parte sustancial de los salarios de los trabajadores en plantilla y un
porcentaje importante de los gastos generales de la organización.
Los costes fijos suponen un riesgo para la empresa. Una vez que nacen son, por así decir,
inevitables salvo que se acepte asumir elevados costes de restructuración para reducir la
capacidad instalada. Mientras dicha restructuración no se produzca, y aunque la producción y
ventas de la compañía descendieran dramáticamente (y con ellas sus ingresos), los costes fijos
permanecerían inmutables con lo que existiría un riesgo grave de incurrir en pérdidas.
En cada periodo contable los costes fijos se convierten en una “rémora”, en una especie de
hándicap, pues hasta que no se consiga compensarlos mediante la venta de un cierto número
de unidades de producto, la empresa no podrá conseguir beneficio.
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El número mínimo de unidades que tienen que venderse en un periodo para no tener pérdidas
se denomina “umbral de rentabilidad”. El umbral será tanto mayor cuanto más elevados sean
los costes fijos a cubrir y más pequeño el beneficio obtenido en cada unidad de producto. A
partir del umbral, el beneficio alcanzado será tanto mayor cuanto más grande el número de
unidades vendidas.
Los costes variables, sin embargo, no presentan estos riesgos. Como son proporcionales a la
producción o a la venta, si éstas descendieran también lo harían los costes variables.
Entonces, si el riesgo de los costes fijos es tan grande ¿por qué incurrir en ellos? ¿Por qué no
convertir todos nuestros costes variables? La respuesta es sencilla: porque los costes variables
serían demasiado elevados, hasta el punto de resultar económicamente insostenibles.
Supongamos que cierto director de empresa deseara hacer variables los costes de alquiler de
la fábrica. Así, en vez de rentar el edificio por periodos anuales, propone al dueño del inmueble
que se lo alquile por días. De este modo, piensa él, solo ocupará las instalaciones en aquellas
jornadas en las que esté seguro de poder vender lo fabricado.
Evidentemente el coste del alquiler por día, suponiendo que el arrendador aceptara la
propuesta, sería desproporcionadamente alto. Por no hablar de que en cada jornada tendría
que prepararse la fábrica para la producción, lo que exigiría un consumo notable de tiempo.
Sería económicamente más rentable que el director estimara la demanda para un largo periodo
(un año como mínimo) y alquilara un local de tamaño ajustado a sus necesidades para ese
plazo. Es decir, que incurriera en costes fijos razonables de alquiler, en vez de variables.
Parecido razonamiento podríamos aplicar a la mayoría de los intentos de convertir costes fijos
en variables.
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Así pues el coste fijo es, en realidad, una “apuesta” necesaria del empresario, una decisión
estratégica con el propósito de ahorrar costes totales a medio y largo plazo. El riesgo que se
corre es, naturalmente, equivocarse en la estimación y asumir costes fijos más elevados de los
que la actividad de la compañía podrá absorber y cubrir.
Recuérdese que, una vez realizadas las inversiones en inmovilizado necesarias para alcanzar
determinada capacidad de producción o venta, los costes fijos que de ellas resultan no son ya
evitables. Estos costes se producirán independientemente de cuáles sean las acciones
operativas emprendidas, pues ellos no dependen de la actividad. Así pues las decisiones a
tomar afectarán solo a los costes variables. Los costes fijos jugarán un papel pasivo, como
importes que hay que absorber con las ventas para llegar al umbral de rentabilidad.
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